Letanías a San José
Amante de la pobreza,
Señor, ten misericordia de
nosotros
Cristo, ten misericordia de
nosotros.
Señor, ten misericordia de
nosotros.
Cristo óyenos.
Cristo escúchanos.
Dios Padre celestial,
ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo,
ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo,
ten misericordia de nosotros.
Santísima Trinidad, que Eres un
solo Dios, ten misericordia de
nosotros.
Santa María, ruega por nosotros.
San José, ruega por nosotros.
Ilustre descendiente de David,
Luz de los Patriarcas,
Esposo de la Madre de Dios,
Casto guardián de la Virgen,
Padre nutricio del Hijo de Dios,
Celoso defensor de Cristo,
Jefe de la Sagrada Familia,
José, justísimo,
José, castísimo,
José, prudentísimo,
José, fortísimo,
José, obedientísimo,
José, fidelísimo,
Espejo de paciencia,
Boletín semanal: Número 4
Modelo de trabajadores,
Gloria de la vida doméstica,
Custodio de Vírgenes,
Sostén de las familias,
Consuelo de los desdichados,
Esperanza de los enfermos,
Patrón de los moribundos,
Terror de los demonios,
Protector de la Santa Iglesia,
Cordero de Dios, que quitas los
pecados del mundo:
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los
pecados del mundo:
escúchanos, Señor,
Cordero de Dios, que quitas los
pecados del mundo:
ten misericordia de nosotros.
V.- Le constituyó Señor de su
Casa.
R.- Y Administrador de todas sus
posesiones
Oremos
¡Oh Dios, que con inefable
Providencia, te dignaste elegir a
San José para Esposo de tu
Santísima Madre!; te rogamos
nos concedas tenerlo como
intercesor en el Cielo, ya que lo
veneramos como Protector en la
tierra. Tú que Vives y Reinas por
los siglos de los siglos.
El Oratorio
Génesis, con el José del Antiguo
Especial del Mes de San José.
A imagen de Dios
Desde toda eternidad, el
Glorioso Patriarca San José fue
elegido para hacer las veces de
Dios Padre sobre la tierra para
Jesús, Nuestro Dios y Salvador,
el cual, como nos enseña la
Escritura, “no hace nada sin
antes anunciarlo a sus siervos los
profetas”, y por eso, ya el libro del
Testamento, nos muestra la
prefiguración de lo que sería la
grandeza del José de la Alianza
Nueva y Eterna.
Jacob su padre, le amaba más que
a todos sus otros hermanos, y por
eso lo revistió de una vestidura
especial (Gn 37,3). Después de
muchas vicisitudes, terminó
desterrado como esclavo en
Egipto, anticipando el exilio de la
Sagrada Familia. Allí fue custodio
fiel de la pureza de la mujer de
Putifar, y Dios bendijo al egipcio
por causa de José.
El Patriarca del Nuevo
Testamento, fue instrumento fiel
en manos de la divinidad, para
proteger los más grandes tesoros
de Dios, que son Jesús y María.
“Le constituyó Señor de su Casa, y
administrador de todas sus
posesiones” (Gen 39,6).
Movido por la sabiduría divina,
interpretó varias veces los sueños,
sacando de allí luces para actuar
según la voluntad del Altísimo, y
encontró el favor del Faraón, al
punto que llegó a ser “como el
padre del Rey” (Gen 45, 8),
declarando en ese mismo
momento que todo había sido
hecho por Dios para bien de
ellos.
Así San José fue constituido Jefe
de la Casa de Dios, para bien de
todos nosotros, llegando a ser
intercesor privilegiado para
todos los que somos parte de la
Familia de Cristo,
transformándose en el Protector
de todos sus hermanos, por
medio del poder que el Rey le ha
concedido.
Alabemos a Dios por la armonía repudiar
maravillosa de sus planes, que se el sublime misterio de la
refleja una vez más en esta
concordancia admirable entre el
José del Antiguo y el del Nuevo
Testamento.
Palabra de Dios:
Colosenses 3, 23-24.
“Lo que hacéis, hacedlo con
toda el alma, como para
servir al Señor y no a los
hombres: sabiendo bien que
recibiréis del Señor en
recompensa la herencia.
Servid a Cristo Señor.”
Los siete dolores y gozos
del Glorioso Patriarca:
I VII
Dolor: cuando estaba dispuesto a
a su Inmaculada esposa.
Gozo: cuando el Arcángel le reveló
Encarnación.
II
Dolor: al ver nacer el niño Jesús en
la pobreza.
Gozo: al escuchar la armonía del
coro de los ángeles y observar la
gloria de esa noche.
III
Dolor: cuando la sangre del niño
Salvador fue derramada en su
circuncisión.
Gozo: darle el nombre de Jesús.
IV
Dolor: la profecía de Simeón, al
predecir los sufrimientos de Jesús y
María.
Gozo: la predicción de la salvación Poesía Católica:
y gloriosa resurrección de
innumerables almas.
V Acompañan la dulce melodía
Dolor: en su afán de educar y servir
al Hijo del Altísimo, especialmente
en la Huida a Egipto.
Gozo: al tener siempre con él a
Dios mismo, y ver la caída de los
ídolos de Egipto.
VI
Dolor: a regresar a Nazaret por el
miedo a Herodes Arquelao.
Gozo: al regresar con Jesús de
Egipto a Nazaret y la confianza
dada por el Ángel.
Dolor: cuando sin culpa pierde a
Jesús, y lo busca con angustia por
tres días.
Gozo: al encontrarlo en medio de
los doctores en el Templo.
Oración a San José:
¡Oh Dios, que con inefable
Providencia, te dignaste elegir a
San José para Esposo de tu
Santísima Madre!; te rogamos
nos concedas tenerlo como
intercesor en el Cielo, ya que lo
veneramos como Protector en la
tierra. Tú que Vives y Reinas
por los siglos de los siglos.
Al glorioso San José
¿Quién como tú? Las arpas celestiales
Con que aclaman acordes los mortales
Los nombres de Jesús, José y María.
El Dios inmenso, soberano, eterno,
Sujeto del amor por suaves lazos;
Descendiendo a tu albergue, niño tierno,
besó tu rostro y se durmió en tus brazos.
El que vierte en los campos la abundancia
y la lluvia en verano nos envía,
Llevó a sus labios en la tierna infancia
El pan que tu trabajo producía.
Y la Virgen sin par, de faz serena,
Pura más que los rayos de la aurora,
Bella como la mística azucena,
La que gracias y virtudes atesora.
La que del Verbo Eterno fue morada
Y le nutrió con néctar de su pecho,
Fue su casta y amante desposada
Y reposó bajo su propio techo…
Tu trabajo empezaba con el día,
A tu lado jugaba el Niño tierno,
Tu taller era encanto de María,
Y centro de delicias del Eterno.
¿A quién el Hacedor sublimó tanto?
A nadie, nadie como a ti, ¡José glorioso!
De la Madre del Verbo casto esposo,
Y padre de Jesús, mil veces santo.
Sé nuestro protector, sé tierno amigo,
del que guarda en su alma tu memoria,
Y haz que podamos disfrutar contigo
De la vista de Dios y de su gloria.