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Una Armonía de los Evangelios 59

Familias enteras pueden ser oprimidas por el maligno mundo de los demonios. Anotaciones
Buscan separar a los miembros de la familia. Las relaciones marido-mujer a menudo
son tormentosas. Las relaciones padre-hijo son afectadas adversamente. Aún los hijos
tienen ráfagas unos con otros. Esto, ciertamente, no es el plan de Dios para el hogar.
Su plan está maravillosamente expuesto en las Escrituras como Efesios 5:21-6:4. Sa-
tanás arruinó a la primera familia en la tierra (Gén. 3:1-4:15) y no estará contento hasta
que arruine a la última familia unida sobre el planeta tierra. Sus obreros impíos, los
demonios, buscan oprimir el hogar Cristiano con todo medio imaginable -- incluyendo
tales cosas “inocentes” e “inofensivas” como ciertos juguetes, juegos, libros, música,
literatura y programas de televisión.

Resumen

Los Cristianos llenos del Espíritu no pueden ser poseídos por los demonios. Aque-
llas cosas que pueden causar la obsesión demoníaca deberían ser borradas de nuestras
vidas. La opresión demoníaca puede y le ocurre a los Cristianos. Por eso es que es
tan importante que nos vistamos de “toda la armadura de Dios” y estar firmes contra
las asechanzas del diablo (Efe. 6:10-18).

La Blasfemia Contra el Espíritu Santo


Al considerar la blasfemia contra el Espíritu Santo, se mencionarán tres puntos
de vista muy populares. (1) La blasfemia contra el Espíritu Santo fue cometida por
los fariseos al decir que Jesús echaba fuera demonios por el poder del mismo diablo.
Los que sostienen este punto de vista generalmente creen que este es un pecado que
ya no se puede cometer hoy. (2) Es el pecado de rechazar la invitación de Jesús de
convertirse en su seguidor. Lo cometen todos los que rehúsan creer y obedecer cuando
escuchan el evangelio. (3) Es el pecado de continuos ataques maliciosos contra Jesús
y la obra del Espíritu Santo a través y en Él. En Mateo 12:28 Jesús dijo: “Pero si yo
echo fuera los demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado
a vosotros”. Es claro que el Espíritu Santo estaba obrando en Cristo a medida que el
Señor echaba fuera los demonios.
En resumen, se había producido un notable milagro en presencia de testigos. El
sujeto del milagro había sido ciego e incapaz de hablar, aflicciones provocadas por-
que estaba poseído por un demonio. Jesús lo limpió. La multitud de testigos estaba
asombrada, algunos decían: “¿Será éste aquel Hijo de David?” (Mat. 12:23). Contra
la evidencia más clara, a causa de su orgullo y envidia, los fariseos se negaron a ver.
Para defender su opinión del Señor y conservar cierta credibilidad ante los ojos de
los testigos, inventaron la ridícula acusación de que Jesús echaba fuera los demonios
por medio del príncipe de los demonios, Beelzebú o Satanás. Por lo tanto, atribuyeron
blasfemamente la obra del Espíritu Santo a la agencia diabólica. El Espíritu Santo fue
identificado blasfemamente con el mismísimo príncipe de los demonios. ¿Qué habían
hecho? Habían rechazado la evidencia más clara, la obra del Espíritu a través de Jesús.
Es mi convicción que la blasfemia contra el Espíritu Santo es el rechazo final de la
evidencia más clara producida por el Espíritu a través de Jesús: los milagros que Él
hizo. De hecho, Marcos 3:29-30 lo deja claro: “29 pero cualquiera que blasfeme contra
el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. 30 Porque
ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo”. Obviamente tal un individuo rechazará
a Jesús también. No hay perdón para tal pecado mientras el pecador permanezca in-
volucrado en él. ¿Se puede cometer hoy? Sí se puede, porque hoy tenemos la misma
evidencia que ellos tenían en el primer siglo, y se nos presenta por la misma razón.
30 Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos,
las cuales no están escritas en este libro. 31 Pero éstas se han escrito para que
creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis
vida en su nombre. (Jn. 20:30-31).
La ridícula acusación de los fariseos había mostrado la condición de sus corazones.
Un hombre que fuera verdaderamente bueno no hablaría cosas tan malas. Ellos, con
sus palabras, habían mostrado la abundancia de sus corazones (12:34), y era maldad.
60 Una Armonía de los Evangelios

Anotaciones A los fariseos, y a todos, Jesús les dio una advertencia. Seremos responsables de cada
palabra que hablemos. Las palabras ociosas pronunciadas sin pensar pueden conde-
narnos (12:36-37).
A pesar de lo que los fariseos habían visto y oído, todavía no habían visto una señal
que les permitiera convencerlos de quién era Jesús (12:38). No se daría ninguna señal
solo para apaciguar a las personas que habían cerrado los ojos y cerrado los oídos.
La señal a la que podrían acudir sería la del profeta Jonás (12:39). Durante tres días
y tres noches estuvo Jonás en el vientre del gran pez; así también estaría el Señor tres
días y tres noches en el vientre de la tierra (12:40). Así como Jonás salió del pez, Jesús
también saldría de la tierra. La resurrección del Señor era la señal que podían buscar.
Los ninivitas habían oído la predicación de Jonás y creyeron. Estos judíos habían oído
y visto a Jesús y no habían creído. Así, los ninivitas estarían en condenación de estos
judíos en el juicio (12:41). La Reina de Saba también se levantaría enjuicio sobre
aquella generación, porque ella llegó a ver por sí misma acerca de Salomón, y vio y
creyó (12:42). Estaban viendo y oyendo a uno mucho más grande que Salomón y no
creían. La ilustración del hombre del que había salido el espíritu inmundo indicaba la
condición de los judíos incrédulos (12:43-45). Había sido liberado del espíritu inmundo,
pero no había puesto nada sustancial en su lugar. En consecuencia, el espíritu inmundo
volvió con siete como él. De la misma manera esa generación de judíos incrédulos
estaba empeorando cada vez más. Necesitaban llenar sus corazones con la verdad.
Lucas 11:33-36 es muy interesante en el contexto de esta enseñanza.
Jesús usa una ilustración muy acertada; se usaba una lámpara para alum-
brar, y nadie la ponía en un lugar secreto, o “en un sótano”; o “debajo de
un almud”; cuando se encendía, se colocaba sobre un soporte para que
alumbrara a los que estaban en la habitación. La palabra griega far “lugar
secreto” o “sótano” significa cualquier lugar oculto, como una bóveda ,
cripta, o camino cubierto, o lugar como un sótano, un mero agujero donde
las personas no entrarían.
Así como la lámpara se hizo para la luz y sus fines útiles, así se hizo el ojo
para la visión, necesitando que esté en perfectas condiciones para cumplir
sus funciones. De la misma manera, la luz moral de Dios viene a este mundo
a través de Cristo para ser aceptada por los hombres honestamente y sin
prejuicios. Así como un ojo borroso condena todo el cuerpo a la oscuridad,
así un corazón mundano y lleno de prejuicios apaga la luz de Dios y con-
dena al hombre miserable a la oscuridad del engaño y la muerte. El “ojo
es bueno” cuando no se oscurece y tiene sus facultades naturales y propias
para una visión clara y directa; cuando el ojo es malo, es decir, carece de
sus facultades de vista clara y correcta, el cuerpo está lleno de tinieblas.
Si la única fuente de luz es la oscuridad, grande en verdad es la oscuridad.
El ojo da expresión y luminosidad al rostro y a la persona; cuando el ojo
está oscuro, toda la persona está melancólica y triste. Al ojo se le ha llamado
“la ventana del alma”; de ahí que a través del ojo se expresen los diferen-
tes estados de ánimo del alma. Disputar y cuestionar la obra y autoridad
de Jesús como lo estaban haciendo estos fariseos y otros, y exigir señales
irrazonables, y no creer en las señales que ya les había dado, era como tener
un ojo que está oscuro; todo el hombre espiritual pronto se llena de maldad,
de profundas tinieblas espirituales (Boles, Lucas, 238,239).
Al considerar la blasfemia contra el Espíritu Santo, se mencionarán tres puntos de
vista muy populares:
1. La blasfemia contra el Espíritu Santo fue cometida por los fariseos al decir que
Jesús echaba fuera demonios por el poder del mismo diablo. Los que sostienen
este punto de vista generalmente creen que este es un pecado que ya no se puede
cometer hoy.
2. Es el pecado de rechazar la invitación de Jesús de convertirse en su seguidor. Lo
cometen todos los que rehúsan creer y obedecer cuando escuchan el evangelio.
Una Armonía de los Evangelios 61
3. Es el pecado de continuos ataques maliciosos contra Jesús y la obra del Espíritu Anotaciones
Santo a través y en Él.
En Mateo 12:28 Jesús dijo: “Pero si yo echo fuera los demonios por el Espíritu de
Dios, entonces el reino de Dios ha llegado a vosotros”. Es claro que el Espíritu Santo
estaba obrando en Cristo a medida que el Señor echaba fuera los demonios.
En resumen, se había producido un notable milagro en presencia de testigos. El sujeto
del milagro había sido ciego e incapaz de hablar, aflicciones provocadas porque estaba
poseído por un demonio. Jesús lo limpió. La multitud de testigos estaba asombrada,
algunos decían: “¿Será éste aquel Hijo de David?” (Mat. 12:23). Contra la evidencia
más clara, a causa de su orgullo y envidia, los fariseos se negaron a ver. Para defender
su opinión del Señor y conservar cierta credibilidad ante los ojos de los testigos, in-
ventaron la ridícula acusación de que Jesús echaba fuera los demonios por medio del
príncipe de los demonios, Beelzebú o Satanás (Mat. 12:24). Por lo tanto, atribuyeron
blasfemamente la obra del Espíritu Santo a la agencia diabólica. El Espíritu Santo fue
identificado blasfemamente con el mismísimo príncipe de los demonios. ¿Qué habían
hecho? Habían rechazado la evidencia más clara, la obra del Espíritu a través de Jesús.

G.C. Brewer dijo que había cuatro razones por las que los hombres querían estudiar
el pecado contra el Espíritu Santo:

1. Algunos temen ser culpables de este.

2. Algunos a causa de la curiosidad.

3. Algunos tienen una teoría favorita que desean sustentar, y

4. Algunos desean saber para ser capaces de cometer todos los demás pecados
excepto este.

Con respecto a este estudio, la Biblia habla de tres clases de pecados: (1) los peca-
dos que han sido perdonados, 2 Sam. 12:13; 1 Jn. 2:12; Ef. 4:32; (2) los pecados que
son perdonados, pero permanecen sin perdón porque las condiciones para el perdón
no han sido reunidas, Hch. 3:19; 1 Jn. 1:9; y (3) el pecado imperdonable que “no será
perdonado” (Mat. 12:32; Luc. 12:10). Con respecto a este último, el cual es llamado
“la blasfemia contra el Espíritu Santo” (Mat. 12:31-32; Mr. 3:29; Luc. 12:10), y un
“pecado eterno” (Mr. 3:29, B.A.), y “el pecado contra el Espíritu Santo”.

El pecado de la blasfemia contra el Espíritu Santo es discutido en 3 pasajes dife-


rentes: Mat. 12:31-32; Mr. 3:28-30 y Luc. 12:10.

LO QUE NO ES LA BLASFEMIA CONTRA EL ESPIRITU SANTO


Muchos piensan que han cometido este pecado, resultando en su abandono de todo
esfuerzo por vivir correctamente y en una aceptación estoica de su auto-proclamación
del juicio del infierno. Otros viven bajo una nube siniestra y una carga de temor de que
lo cometerán. Estas situaciones a menudo se obtienen a causa del concepto equivocado
en cuanto a lo que es realmente el pecado contra el Espíritu Santo. Consecuentemente,
en este momento estudiaremos lo que no es este pecado:

(1) No un rechazo continuo y persistente de la operación milagrosa y directa del


Espíritu Santo. El Espíritu Santo no opera milagrosamente en la convicción y con-
versión del pecador (Rom. 1:16; Hch. 2:37-38; 2 Tim. 3:16-17). De esta manera, este
no es el pecado eterno.

(2) No es el asesinato. Aún aquellos que mataron a Cristo fueron perdonados (Hch.
2:22,23,36-47). David fue perdonado aún cuando cometió homicidio (Sal. 51; 2 Sam.
12:9-13). ¿Qué acerca de Moisés? (Ex. 2:11-12). Estudie también Hch. 22:4; 26:10;
7:58; 8:1; 2 Tim. 1:12; 4:6-8; 1 Tim. 1:13-15.
62 Una Armonía de los Evangelios

Anotaciones (3) No es el adulterio. Los Corintios fueron adúlteros, pero habían sido perdonados
(1 Cor. 6:9-11). Véase también Jn. 8:1-11.

(4) No el postergamiento de la obediencia hasta la muerte. El pasaje implica que


aquellos que cometen el pecado eterno continúan vivos aún cuando hayan perdido
toda oportunidad de salvación; mientras que aquellos que posponen la obediencia a
Cristo (excepto aquellos que cometen el pecado eterno) podrán haber obedecido en
algún momento previo a su muerte.

(5) No la apostasía. (Ap. 2:1-5; Gál. 6:1-3; Stg. 5:17-20).

(6) No es el suicidio. Una de las primeras leyes naturales de Dios es esa de la auto-
preservación.

(7) No es la simple blasfemia. (1 Tim. 1:13).

(8) No es simplemente atribuir el poder de Dios a Satanás. Afirmar que lo es, es


contradecir 1 Jn. 1:8-10 que afirma que “todo” pecado puede ser perdonado por medio
de confesarlo. ¿No puede ser confesado el pecado de atribuir el poder de Dios a Sata-
nás? La blasfemia contra el Espíritu Santo de Mat. 12:32 es discutido en un contexto
tratando con el corazón del hombre (Mat. 12:34-35). Por tanto, como observaremos
subsecuentemente, la blasfemia contra el Espíritu Santo no es meramente atribuir
el poder de Dios a Satanás; más bien, lo tal era una indicación de una condición del
corazón que hacía el perdón imposible.

¿QUE ES LA BLASFEMIA CONTRA EL ESPIRITU SANTO?

(1) Este pecado es discutido en tres pasajes diferentes (Mat. 12:31-32; Mr. 3:28-30;
Luc. 12:10). Esto es todo lo que el Señor había dicho directamente sobre este tema.

(2) Cualquier cosa que este sea, el tal es un pecado muy trágico y terrible. (a) Es
llamado el “pecado eterno” (Mr. 3:29, LBLA). (b) Aquellos que lo cometen están
“sujetos a condenación eterna” (Mr. 3:29, V.M). (c) Aquellos que la cometen nunca
pueden tener perdón (Mr. 3:28-29), aunque pueden haber sido perdonados por la
blasfemia contra el Hijo del Hombre (Mat. 12:32), aún “todos los pecados ... y las
blasfemias cualesquiera que sean” (Mr. 3:28).

(3) ¿Cuál es el significado de “ni en este siglo ni en el venidero”? (Mat. 12:32). La


palabra “siglo” en este pasaje es de aioni y significa “era” o “dispensación”. (Compare
la R.V. y la V.M. sobre Heb. 9:26 y Mat. 28:18-20).

aion (αἰών, G165) – edad, período de tiempo, marcado en su uso neotes-


tamentario por características espirituales o morales. Se traduce “mundo”
en dos ocasiones (Mat. 28:20; 2 Tim. 4:10), donde propiamente debería
traducirse “siglo” o “era”.1

La palabra “siglo” [“mundo”] no es de la palabra griega que significa la tierra


habitada, sino que es de aion (αἰών, G165) que significa “una edad, era”.

Una edad, era, significa un período de duración indefinida, o tiempo con-


templado en relación con lo que tiene lugar en el período.2

En el mismo uso de la palabra, la Escritura dice acerca de Cristo que “en la consu-
mación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo
para quitar de en medio el pecado”, Hebreos 9:26.

Los judíos reconocían dos siglos (edades, eras o períodos de tiempo): aquel en el
que vivían entonces (bajo la ley) y el siglo futuro del Mesías. Para ellos la destrucción
del templo significaría el final de un siglo (edad, era o período de tiempo) [Mat. 24:3].
Una Armonía de los Evangelios 63
Mateo 12:32 Anotaciones
A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado;
pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en
el venidero.

“... este siglo ...” “... en el siglo venidero”


Padre HIJO ESPIRITU SANTO
La Ley Mosaica Pentecostés
“Fin del siglo” es una frase del pacto. Se refiere a la terminación del derecho
exclusivo de los judíos a las promesas del pacto y la inclusión de los gentiles en las
bendiciones del pacto (ver también Mateo 21:41, 43; 22:10). Bajo el Nuevo Pacto, el
templo fue reemplazado por el cuerpo de Jesucristo (Juan 2:19–22) y por la iglesia
(2 Corintios 6:16).

En vista de que nuestro Señor estaba hablando mientras la dispensación Judía


estaba en existencia, estaba afirmando que la blasfemia contra el Espíritu Santo no
sería perdonada en (a) la dispensación Judía, ni en (b) la dispensación Cristiana, la
dispensación o siglo que seguía. “El siglo venidero” no se puede referir a la siguiente
vida puesto que no habrá allí pecado para ser perdonado (Ap. 21:27; Comp. 21:4).

(4) Este es un pecado que puede ser cometido por Cristianos y no Cristianos. En
vista de que los Cristianos son los únicos que poseen al Espíritu (Gál. 4:6), es defen-
dido algunas veces que ellos son los únicos que pueden cometer el pecado contra el
Espíritu Santo. No obstante, los Cristianos son los únicos que poseen a Dios (Ef. 4:6)
y a Cristo (Col. 1:27). ¿Solamente los Cristianos pueden pecar contra Dios y Cristo?
Por lo tanto, el “cualquiera” de nuestro pasaje quiere decir santo y pecador.

(5) ¿Cuál es el pecado? El pecado contra el Espíritu Santo es el estado pecaminoso


que se obtiene de un repetitivo rechazo del último ofrecimiento de la misericordia de
Dios a la humanidad en el Espíritu Santo, el evangelio inspirado y el plan de salvación,
resultando en que el corazón rechazador se endurece (Heb. 3:7-8,13; Pr. 29.1; 28:14),
su conciencia es cauterizada (1 Tim. 4:2) y su alma es insensibilizada (Ef. 4:19).

Imagínese a un hombre flotando río abajo hacia unos peligrosos y mortales rápidos.
En su trayecto río abajo, en tres oportunidades diferentes es advertido de los rápidos
y del consecuente resultado de hundirse en ellos y es urgido fuertemente a detenerse
y no persistir. ¿Qué podría hacer este hombre?:

a. Podría aceptar la primera advertencia y salvarse; o,

b. Podría rechazar la primera y hacer caso a la segunda; o,

c. Podría rechazar la primera y la segunda, y hacer caso a la tercera; o,

d. Podría rechazar todas tres, y al rechazar la tercera y última advertencia, inevita-


blemente sella su destino.

De igual manera:

a. Dios suplicó al hombre pecador a través de los profetas, pero en gran manera
rechazaron este ofrecimiento de misericordia.

Mateo 21:33-36 – 33 Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el


cual plantó una viña, la cercó de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre,
y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos. 34 Y cuando se acercó el tiempo
de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos.
35
Mas los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron,
64 Una Armonía de los Evangelios

Anotaciones y a otro apedrearon. 36 Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e
hicieron con ellos de la misma manera.

Mateo 23:37-38 – 37 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a


los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina
junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! 38 He aquí vuestra casa os
es dejada desierta.

b. Siguiendo, el propio Hijo de Dios fue enviado, pero él, también fue rechazado.

Mateo 21:37-39 – 37 Finalmente les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a


mi hijo. 38 Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el
heredero; venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad. 39 Y tomándole, le
echaron fuera de la viña, y le mataron.

Juan 1:11 – A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.

c. Finalmente, como su misericordia persistía, Dios envió el Espíritu Santo a los


apóstoles, inspirándoles a revelar el plan de salvación.

Juan 16:7-11 – 7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; por-


que si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo
enviaré. 8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de
juicio. 9 De pecado, por cuanto no creen en mí; 10 de justicia, por cuanto voy al
Padre, y no me veréis más; 11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo
ha sido ya juzgado.

Lo tal es el último ofrecimiento de la misericordia de Dios; y como el hombre en


la ilustración anterior, el que rechace este ofrecimiento final inevitablemente sella su
destino.

Y este rechazo puede ser tan persistentemente repetitivo hasta que finalmente endu-
rece el corazón, haciéndolo incapaz de volverse a Dios. Juan 12:39 habla de aquellos
que “no podían creer”. 2 Ped. 2:14 habla de aquellos que “no pueden cesar de pecar”
(V.M.) y conecta lo mismo con “teniendo un corazón ejercitado en la avaricia”. Per-
demos los poderes que no usamos. No es que Dios rehuse perdonar. El siempre está
listo a perdonar (Neh. 9:17). Pero el perdón es una calle de doble camino. Cuando el
hombre se considera a sí mismo incapaz de responder a la misericordia y plan de Dios;
Dios, siendo leal a su palabra y siendo consistente con Su naturaleza, no tiene otra
alternativa que dejar al individuo sin perdón. Los dio por perdidos (Rom. 1:24,26,28).
¡Lo que se obtiene es el pecado eterno!
Si, el alma del hombre puede ser petrificada. El hombre puede “caer” (no meramen-
te “caer”) hasta el grado que no puede ser renovado nuevamente al arrepentimiento
(Heb. 6:1-6). Para el tal no queda sino “reservada eternamente la obscuridad de las
tinieblas” (Judas 13). Cuando va más allá de la posibilidad del arrepentimiento ha ido
más allá de la posibilidad de la salvación (Luc. 13:3). Como dijo Benjamín Franklin,
“Es verdad que después de la muerte nadie puede volverse al Señor. Pero, también es
verdad que antes de la muerte no todos pueden volverse al Señor”.

Tal estado no es manifestado necesariamente por dejar de asistir. El corazón puede


convertirse en un sermón endurecido. La palabra de Dios puede convertirse en un
“olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida” (2 Cor. 2:16).

(6) ¿Cuáles son los pasos hacia el pecado de la blasfemia contra el Espíritu Santo?
El pecado, por su misma naturaleza es progresivo (Stg. 1:13-15; Heb. 3:12; Isa. 30:1).
Por consiguiente, en la ejecución del pecado imperdonable, hay pasos definidos que
deben ser tomados. Primero, uno “contrista” al Espíritu Santo (Ef. 4:30). Segundo,
uno “resiste” al Espíritu Santo (Hch. 7:51). Finalmente, uno “apaga” al Espíritu Santo
(1 Tes. 5:19).
Una Armonía de los Evangelios 65
(7) Un ejemplo del pecado cometido. Las evidencias estableciendo la deidad de Anotaciones
Cristo eran tan numerosas, genuinas, e irresistibles para convencer al corazón honesto
como para evitar cualquier posibilidad de duda. No obstante, a pesar de lo tal, a través
del rechazo repetitivo de estas evidencias, los Fariseos habían endurecido su corazón de
tal manera que habían testificado un milagro del Señor y, en lugar de confesarlo como
Cristo, atribuyeron sus poderes milagrosos al diablo y lo acusaron de estar poseído por
los demonios. Consecuentemente, el Señor los acusó de blasfemar contra el Espíritu
Santo. De esta manera, su blasfemia (hablando contra, como la palabra significa) era
evidencia de una depravación irrevocable del corazón. Recuerde, “de la abundancia
del corazón habla la boca” (Mat. 12:34) está en el contexto de Mat. 12:32.

(8) Un ejemplo adicional del pecado cometido. El ladrón no arrepentido que mu-
rió con el Señor es otro ejemplo gráfico del pecado eterno. (a) Aunque sabía que la
muerte era inminente, (b) aunque sabía incuestionablemente que la persona a su lado
era el divino Hijo de Dios, y (c) aunque estaba sufriendo un dolor insoportable, ¡murió
blasfemando! ¿Cómo puede ser explicado esto? No hay explicación excepto que su
corazón se había endurecido de tal manera a través de su rebelión que había ido más
allá del punto de retorno.

El pecado contra el Espíritu Santo es el estado pecaminoso que se obtiene de un


repetitivo rechazo del último ofrecimiento de la misericordia de Dios a la humanidad
en el Espíritu Santo, el evangelio inspirado y el plan de salvación, resultando en que
el corazón rechazador se endurece (Heb. 3:7-8,13; Pr. 29.1; 28:14), su conciencia es
cauterizada (1 Tim. 4:2) y su alma es insensibilizada (Ef. 4:19).
La Madre y los Hermanos
(Mat. 12:46-50; Mr. 3:31-35; Luc. 8:19-21)
La familia física de Jesús, incluyendo a María y sus hermanos, estaban afuera bus-
cándolo mientras el Señor todavía hablaba. Cuando se le informó de esto, el Señor
aprovechó la oportunidad para enseñar otra lección espiritual. Sería incorrecto ver la
respuesta del Señor como despectiva o irrespetuosa hacia Su familia. Jesús se estaba
refiriendo a su misión. Debía reunir a todos en Su familia espiritual y esa familia in-
cluiría a todos los que escucharan y obedecieran la voluntad del Padre.
______________________
Anotaciones al Pie

1. William Barclay, Comentario al Nuevo Testamento, 17 Tomos en 1, p. 112.


2. William Barclay, Ibíd, p. 216.
3. William Barclay, Ibíd, p. 112.
4. William Barclay, Ibíd, p. 216.
5. William Barclay, Ibíd, p. 112.
6. William Barclay, Ibíd, p. 113.
7. Arndt & Gingrich, Una Gramática Griega del N.T., p. 112.
8. J. H. Thayer, Léxico Griego-Inglés del N.T., p. 77.
9. W.E. Vine, Diccionario Expositivo de Palabras del N.T. Vol. Vol. 1, p. 169.
10. W.E. Vine, Ibid, Vol. 3, pág. 210.
11. William Barclay, Comentario al Nuevo Testamento, 17 Tomos en 1, p. 772.
12. Ibid, Colosenses.
13. Ibid, Romanos.
14. Ibid, Romanos.
15. Ibid, Romanos.
16. W.E. Vine, Diccionario Expositivo de Palabras del N.T.; vol. 3, p. 45.
17. W. E. Vine, Ibíd, vol. 4, p. 61.

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