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15 Oraciones

en honor a las
heridas de Jesús
Santa Brígida 1303-1373
I.
Hija del gobernador de Uplandia en Suecia, a la edad de sie-
te años, tuvo una visión de la Madre del Cielo, y a los diez, a
raíz de un sermón sobre la Pasión y Muerte de Nuestro Se-
ñor, soñó con el Señor Jesús, convirtiéndose la Pasión del
Cristo en centro de su vida espiritual. Antes de cumplir los
Santa Brígida catorce años, la joven contrajo matrimonio con Ulf Gud-
marsson, y Dios le dio 28 años de felicidad matrimonial, cu-
yos frutos fueron cuatro hijos y cuatro hijas, una de las cua-
les es venerada con el nombre de Santa Catalina de Suecia.

En 1355, la santa fue llamada por la corte del rey Magno II


para convertirse en en dama de honor de la reina Blanca de
Namur.

Una penosa enfermedad postró en cama a su esposo por lar-


go tiempo, pero gracias a las oraciones de la santa, éste reco-
bró la salud, por lo que ambos prometieron consagrarse a
Dios en la vida religiosa. Según parece, Ulf murió en 1344
en el monaterio cisterciense de Alvastra, antes de poner en
obra su propósito. La santa, por su parte, se quedó cuatro

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«Al reconocer la santidad años más en este convento dedicada a la penitencia y ora-
de Brígida, la Iglesia, sin ción.
pronunciarse sobre cada
una de las revelaciones que Las visiones y revelaciones de Santa Brígida se referían a los
tuvo, aceptó la autenticidad asuntos más polémicos de su época;y muchos reconocen
global de su experiencia que gracias a estas visiones, se lograron algunos acuerdos de
interior» paz, establecer relaciones políticas entre los estados, entre
Juan Pablo II
otras cosas. Estas visiones fueron escritas en latín por el
Spes aedificandi, n. 5.
prior del monasterio, Pedro de Skninge, quien fue el único a
quien la santa le confiaba con exactitud sus visiones divinas
en calidad de confesor.

Por revelación divina, la santa fundó en Vadstena un monas-


terio, y más adelante, la orden del Santísimo Salvador. Su mi-
nisterio apostólico comprendió su austeridad, su devoción y
peregrinación a los santuarios, su severidad consigo misma y
su bondad con el prójimo y su entrega total al cuidado de
los pobres y enfermos.

El 23 de julio de 1372, Santa Brígida fallece a los 71 años en


manos de su fiel confesor. Fue canonizada en 1391 y es vene-
rada como la patrona de Suecia y coopatrona de Europa.

El valor de las Revelaciones de santa Brígida, a veces objeto


de alguna duda, lo precisa el venerable Juan Pablo II en la
carta Spes aedificandi: «Al reconocer la santidad de Brígida,
la Iglesia, sin pronunciarse sobre cada una de las revelacio-
nes que tuvo, aceptó la autenticidad global de su experien-
cia interior» (n. 5).

2
II.
Dado que desde hacia mucho tiempo, Santa Brígida desea-
ba conocer el número de golpes que Jesús había recibido du-
rante la Pasión, fue así que un día se le apareció el Salvador
diciéndole:

Las Divinas «En mi cuerpo recibí cinco mil cuatrocientos ochenta


golpes. Si querrán honrarlos de algún modo dirán quin-
promesas ce Padrenuestro y quince Avemaría con las siguientes
oraciones durante todo un año; al final del año habrás
honrado cada una de las llagas».

Luego agregó los siguientes privilegios para ella y para quien


recite estas oraciones durante un año:

1- Liberaré del Purgatorio quince almas de sus parientes.

2- Quince justos de entre sus parientes serán confirmados y


conservados en la gracia.

3- La persona que las recite alcanzará el primer grado del


perfección.

4- Quince pecadores de su misma estirpe serán convertidos.

3
5- Quince días antes de su muerte le daré 15- Si habrá vivido siempre según mi volun-
mi Precioso Cuerpo, en modo que será libe- tad y hubiera tenido que morir mañana, su
rado del hambre eterno y le daré mi Precio- vida se prolongará.
sísima Sangre que le quitará la sed por toda
16- Obtendrá todo lo que pedirá a Dios y a
la eternidad.
la Santa Virgen María.
6- Quince días antes de su muerte tendrá
17- Todas las veces que recite estas oracio-
un perfecto conocimiento de todos sus pe-
nes ganará indulgencia parcial.
cados y experimentará un amargo arrepen-
timiento. 18- Estará seguro de alcanzar el coro de los
ángeles.
7- Pondré el signo de mi Cruz victoriosa,
delante de él para defenderlo y socorrerlo 19- Quien enseñará estas oraciones a otros,
de los ataques de sus enemigos. su alegría y su mérito no terminarán en la
tierra, hasta cuando serán estables y dura-
8- Antes de que muera yo vendré con mi
rán eternamente.
amadísima Madre. Recibiré benignamente
su alma y la conduciré a los gozos eternos. 20- Donde estén y sean dichas estas oracio-
nes, Dios está presente con su gracia.
9- Conduciéndolo hacia allá, le daré un tra-
to particular: el beber de la fuente de mi di-
vinidad, lo que no haré con aquellos que no
hayan recitado estas oraciones.

10- Es necesario saber que cualquiera que


hubiese vivido 30 años en pecado mortal y
diga devotamente o se haya propuesto de-
cir estas oraciones, el Señor le perdonará
todos sus pecados.

11- Lo defenderé de las tentaciones.

12- Le conservaré sus cinco sentidos.

13- Lo preservaré de la muerte improvisa.

14- Salvaré su alma de las penas eternas.

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Las Señal de la Cruz.
Oraciones
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el
fuego de tu amor. Envía Señor tu Espíritu y todo será creado y se renovará la
faz de la tierra.

Oremos:

Oh Dios, que instruiste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu San-
to, haz que animados y guiados por este mismo Espíritu, aprendamos a obrar
rectamente siempre y gocemos de la dulzura del bien y de sus divinos consue-
los. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra; y en Jesu-


cristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo, nació de Santa María virgen, padeció bajo el poder de Poncio
Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer
día resucitó de entre los muertos; subió al cielo, y está sentado a la diestra de
Dios Padre Todopoderoso; y desde ahí vendrá a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos,


el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

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Primera Oración
¡Oh Jesús mío! ¡Oh eterna dulzura para momentos de tu Sagrada Pasión: por-
los que te amamos! ¡Oh gozo supremo que fuiste invadido por la más infinita
que supera todo gozo y deseo! ¡Oh sal- de las tristezas y por la más dolorosa
vación y esperanza nuestra! Infinitas de las amarguras, y que te llevaron a ex-
pruebas nos has dado de que tu mayor clamar todo lleno de horror y de angus-
deseo es estar siempre con nosotros; y tia: "¡Mi alma está triste hasta la muer-
fue este sublime deseo, ¡Oh bendito te!"... Tres horas duró tu agonía en
amor! El que te llevó a asumir la natu- aquel jardín; y todo el miedo, angustia
raleza humana. ¡Oh Verbo Encarnado!, y dolor que padeciste allí, ¡fueron tan
recuerda aquella Santa Pasión que abra- grandes!, que te causó sudar sangre co-
zaste por nosotros, para cumplir con el piosamente. Aquello escapaba a toda
divino plan de reconciliación de Dios descripción, hasta tal punto que sufris-
con su criatura. Recuerda Señor tu últi- te más allí que en el resto de tu Pasión,
ma cena, cuando rodeado de tus discí- porque ante tus divinos ojos desfilaron
pulos, y después de haberles lavado los aquellas terribles visiones de los peca-
pies, les diste tu precioso Cuerpo y dos que se cometieron desde Adán y
Sangre. Recuerda también cuando tu- Eva hasta aquellos mismos instantes, y
viste que consolarlos al anunciarles tu los pecados que se estaban cometien-
ya próxima Pasión. do en aquellos momentos por toda la
faz de la tierra, y los que se cometerían
en el futuro, ¡siglos enteros!, ¡hasta la
consumación de los tiempos!

Pero, ¡Oh amor que todo lo vence! A


pesar de tu temor humano, así contes-
taste a tu Padre: "¡No se haga mi volun-
tad, sino la tuya!" E inmediatamente,
Fue en el huerto de los Olivos, ¡Oh Se- tu Padre envió aquel precioso Ángel
ñor!, donde se escenificaron los peores para confortarte... Tres veces oraste, y

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al final llegó tu discípulo traidor, Judas. en tu maravilloso cuerpo que no queda-
¡Cuánto te dolió aquello! ra destrozado bajo los golpes de los lá-
tigos. Otro cuerpo humano hubiese
Fuiste arrestado por el pueblo de
muerto con menos golpes... La escena
aquella nación que Tú mismo habías
era terrible: ¡huesos y costillas podían
escogido y exaltado. Tres jueces te juz-
verse! ¡Cuánta furia desatada contra el
garon, falsos testigos te acusaron, co-
Hombre-Dios!
metiendo el acto más injusto de la his-
toria de la humanidad, ¡condenando a Oh Jesús mío, en memoria de aquellos
muerte a su Autor y Redentor! ¡A crueles tormentos que padeciste por
aquél que venía a regalarnos la vida nosotros antes de la crucifixión, concé-
eterna! denos antes de morir un verdadero
arrepentimiento de nuestros pecados,
Y te despojaron de tus vestiduras y te
que podamos satisfacer por ellos, que
cubrieron los ojos... e inmediatamente
hagamos una santa confesión, te reci-
aquellos soldados romanos comenza-
bamos en la Santísima Eucaristía, y así,
ron a abofetearte, y llenarte de saliva-
alimentada nuestra alma, podamos vo-
zos, y golpes llovieron contra tu delica-
lar hacia Ti.
do cuerpo. Y te retaban a que les dije-
ras quién era el que te lo hacía. De re- Amén.
pente, aquella corona de espinas te la
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
incrustaron mutilando tu cabeza de
mala manera; ¡rompiendo carne, venas
y nervios! Para completar la mofa a tu
condición de Rey, te dieron un cetro:
una vulgar caña que colocaron en tus
sagradas manos.

¡Oh sublime enamorado de nuestras


almas!, recuerda también cuando te
ataron a la columna. ¡Cómo te flageló
aquella gente!... No quedó lugar alguno

7
Segunda Oración
¡Oh salud y alimento de mi alma, liber-
tad verdadera de ángeles y santos!, ¡Pa-
raíso de delicias! Recuerda el horror y
la tristeza que sufriste camino al lugar
donde te aguardaban una cruz, los cla-
vos y los verdugos, cuando toda aquel-
la turba se apretujaba a tu paso, y te
golpeaba e insultaba impunemente, ha-
ciéndote víctima de las más espantosas
crueldades. Pero más te dolía la ingrati-
tud de ellos, que los golpes que te infli-
gían, pues era precisamente por ellos y
por todo el género humano, que lleva-
bas aquella Cruz sobre tus hombros
destrozados.

Por todos aquellos tormentos y ultra-


jes, y por las blasfemias proferidas en
contra de Ti, te rogamos, ¡Oh dueño
de nuestra alma! que nos libres de nues-
tros enemigos, visibles e invisibles, y
que bajo tu protección logremos tal
perfección y santidad, que merezca-
mos entrar contigo en tu Reino.

Amén.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

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Tercera Oración
¡Oh dueño de nuestra existencia! Tú ¡Con cuánta furia agrandaron aquellas
que siendo el Creador del Universo, heridas! ¡Cómo agregaron dolor al do-
del Cielo y de la Tierra, de ángeles y lor, cuando tuvieron que estirar tus sa-
hombres, a quien nada puede abarcar grados miembros violentamente en to-
ni limitar y que todo lo envuelves y sos- das direcciones! ¡Oh Varón de dolores!
tienes con tu amoroso poder, sin em-
Recuerda cuando tus músculos y ten-
bargo, te dejaste matar por tu obra
dones eran estirados sin misericordia,
maestra, el hombre, para justificarlo an-
y tus venas se rompían, y tu piel virgi-
te Ti mismo.
nal se desgarraba horriblemente, y tus
Recuerda cada dolor sufrido, cada tor- huesos eran dislocados.
mento soportado por nuestro amor,
¡Oh Cordero Divino! en memoria de
cuando los judíos con enormes clavos
todo lo ocurrido en la colina del Gólgo-
taladraron tus sagradas manos y pies.
ta, te rogamos nos concedas la gracia
¡Que espantosa escena se produjo cuan-
de amarte y honrarte cada día más y
do con indescriptible crueldad, tu cuer-
más.
po tuvo que ser estirado sobre la Cruz
para que tus manos y pies llegaran has- Amén.
ta los agujeros previamente abiertos (Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
en el madero!

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Cuarta Oración
¡Oh divino mártir de amor! ¡Oh médi- ¡Oh Cristo bendito! En memoria de
co celestial que te dejaste suspender esa gran misericordia que tuviste, que
en la Cruz para que por tus heridas las muy bien pudiste lanzar a todo aquel
nuestras fueron curadas! Recuerda ca- mundo malvado a los abismos inferna-
da una de aquellas heridas y la tremen- les con un solo acto de tu poderosa vo-
da debilidad de tus miembros, que fue- luntad, por aquella tan grande miseri-
ron distendidos hasta tal punto que ja- cordia que superó a tu justicia divina,
más ha habido dolor semejante al tuyo. concédenos una contrición perfecta y
Desde la cabeza hasta los pies eras to- la remisión total de nuestros pecados,
do llaga, todo dolor, todo sufrías; eras desde el primero hasta el último, y que
una masa rota y sanguinolenta, y aún jamás volvamos a ofenderte.
así llegaste, para sorpresa de tus verdu-
Amén.
gos, a suplicar a tu Padre, eterno per-
dón para ellos diciéndole: ¡Padre, per- (Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
dónalos porque no saben lo que hacen!

10
Quinta oración
¡Oh Jesús, Oh esplendor de la eterni-
dad! Recuerda cuando contemplaste
en la Luz de tu Divinidad, las almas de
los predestinados que serían rescata-
dos por los méritos de tu Sagrada Pa-
sión, también viste aquella tremenda
multitud que sería condenada por sus
pecados. ¡Cuánto te quejaste por ellos!
Te compadeciste, oh buen Jesús, hasta
de aquellos réprobos, de aquellos desa-
fortunados pecadores que no se lava-
rían con tu sangre, ni se alimentarían
con tu Carne Eucarística.

Por tu infinita compasión y piedad, y


acordándote de tu promesa al buen la-
drón arrepentido, al decirle que aquel
mismo día estaría contigo en el Paraí-
so, ¡Oh salud y alimento de nuestra al-
ma! muéstranos esta misma misericor-
dia en la hora de nuestra muerte.

Amén.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

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Sexta Oración
¡Oh Rey muy amado y deseado por mi da prueba, especialmente en la hora de
corazón! Acuérdate del dolor que su- nuestra muerte.
friste, cuando desnudo y como un cri-
Amén.
minal común y corriente, fuiste clava-
do y elevado en la Cruz. Cómo te do- (Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
lió el ver que tus familiares y amigos
desertaran. Pero allí estaban tu muy
amada Madre y tu discípulo Juan, que
permanecieron contigo hasta tu últi-
mo suspiro. No importando que su na-
turaleza humana, desmayando estaba,
y para colmo de tu inmenso amor por
nosotros, nos hiciste aquel precioso re-
galo: ¡nos diste a María como Madre!
¡Cuánto te debemos, Salvador nuestro,
por este sublime regalo! Sólo tuviste
que decir a María: “¡Mujer, he aquí a tu
hijo!” y a Juan: “!He aquí a tu Madre!”

¡Te suplicamos, oh Rey de la Gloria!


por la espada de dolor que entonces
atravesó el alma de tu Santísima e In-
maculada Madre, que te compadezcas
de nosotros en todas nuestras afliccio-
nes y tribulaciones tanto corporales co-
mo espirituales, y que nos asistas en ca-

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Séptima Oración
¡Oh Rey de Reyes! ¡Fuente de compa- Por este gesto de amor por nosotros,
sión que jamás se agota! Recuerda te rogamos, oh prisionero de nuestro
cuando sentiste aquella tremenda sed amor, que inflames nuestros corazones
por las almas y que te llevó a exclamar con el deseo de tender siempre hacia
desde la Cruz: "¡Tengo Sed!" Sí, no sola- la perfección en todos nuestros actos,
mente tenías sed física, sino sed insa- que extingas en nosotros la concupis-
ciable por la salvación de la raza huma- cencia de la carne y los deseos de place-
na. res mundanos.

Amén.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

13
Octava Oración
¡Oh constante dulzura nuestra! ¡Oh
deleite diario de nuestro espíritu! Por
el sabor tan amargo de aquella hiel y
vinagre que te dieron a probar en lu-
gar de agua, para aplacar tu sed física,
te suplicamos que aplaques nuestra
sed por tu vivificadora sangre, y nues-
tra hambre por tu Redentora Carne,
ahora y siempre, y que no nos falten
en la hora de nuestra muerte.

Amén.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

14
Novena Oración
¡Oh Jesús, Virtud Real y gozo del alma! Por aquella angustia que padeciste en
Acuérdate del dolor que sentiste, su- aquellos momentos finales de tu Pa-
mergido en un océano de amargura, al sión, te rogamos oh nuestro Salvador
acercarse la muerte. Insultado y ultraja- que no nos abandones en los terrores y
do por tus verdugos, clamaste en alta dolores de nuestra muerte.
voz que habías sido abandonado por
Amén.
Tu Padre Celestial, diciéndole: “Dios
mío, Dios mío, ¿Porqué me has aban- (Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
donado?”

15
Décima Oración
¡Oh Jesús, que eres principio y fin de
todo lo creado, Virtud, Luz y Verdad!
Acuérdate que por causa nuestra fuiste
sumergido en un abismo de penas; su-
friendo dolor en todo tu Santísimo
Cuerpo.

En consideración a la enormidad de
tanta llaga que te hicimos los hom-
bres; enséñanos a guardar por puro
amor a Ti, todos tus Mandamientos;
pues el camino de Tu Ley Divina es am-
plio y agradable, para aquellos que te
aman.

Amén.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

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Undécima Oración

¡Oh Jesús mío!, abismo insondable de No obstante, acudimos presurosos a tu


misericordia, te rogamos en memoria misericordia infinita, para que nos es-
de tus heridas, las cuales penetraron condas urgentemente en tus preciosas
hasta la médula de tus huesos y hasta llagas, y así, ocultados de tu indignado
lo más profundo de tu ser, ¡que nos Rostro, pueda tu amante Corazón una
apartes para siempre del pecado! ¡que vez más, lavar nuestras culpas con tu
no te ofendamos más! Reconocemos Sangre liberadora. De esa forma Re-
con bochorno que somos unos misera- dentor nuestro, tu enojo e indignación
bles pecadores y que te hemos ofendi- cesarán de inmediato. ¡Gracias Señor!
do ¡tantas veces! Que tememos que tu
Amén.
divina justicia nos condene.
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

17
Duodécima Oración
¡Oh Jesús, eterna verdad, símbolo de la Ayúdanos, Oh Señor, a tener siempre
perfecta caridad y de la unidad! Te supli- presente ante los ojos de nuestro espíri-
camos que te acuerdes de aquella multi- tu, un fiel recuerdo de tu Pasión, para
tud de laceraciones, de aquellas horri- que el fruto de tus sufrimientos se vea
bles heridas que te hicimos la humani- continuamente renovado en nuestra al-
dad pecadora que querías salvar. Esta- ma, y para que tu amor se agrande en
bas hecho un guiñapo humano, enroje- cada momento más y más en nuestro
cido por tu propia sangre. ¡Que inmen- corazón, hasta que llegue aquel feliz día
so e intenso dolor padeciste en tu Car- en que te veamos en el cielo, y ser uno
ne Virginal por amor a nosotros! ¡Oh contigo, que eres el tesoro y suma total
dulzura infinita!, ¿qué pudiste hacer, de todo gozo y bondad.
que ya no hayas hecho por nosotros?
Amén.
Nada falta. Todo lo has cumplido
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

18
Decimotercera Oración
¡Oh dulce consuelo de nuestra alma,
maravilloso liberador, Rey inmortal e
invencible! Recuerda cuando inclinan-
do tu adorable cabeza, toda desfigura-
da por los golpes, la sangre y el polvo
del camino, exclamaste: "Todo está
consumado"... Toda tu fuerza mental y
física se agotaron completamente.

Por este Gran Sacrificio y por las an-


gustias y tormentos que padeciste an-
tes de morir, te rogamos, oh buen Je-
sús, que tengas misericordia de noso-
tros en la hora de nuestra muerte,
cuando nuestra mente esté tremenda-
mente perturbada; y nuestra alma su-
mergida en inquietudes y angustias.
Que no temamos nada, que te tenga-
mos a Ti a nuestro lado y dentro de
nuestro ser.

Amén.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

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Decimacuarta Oración
¡Oh doliente Jesús, oh incomprensible
Segunda Persona de la Santísima Trini-
dad, esplendor y figura de su esencia!
Recuerda cuando con gran voz entre-
gaste tu alma a Tu Padre Celestial di-
ciéndole: "¡Padre, en tus manos enco-
miendo mi espíritu!" Tu cuerpo estaba
despedazado, y tu corazón destrozado,
pero tus entrañas de misericordia que-
daron abiertas para redimirnos! Así ex-
piraste, oh amor infinito...

Por tu Dolorosa Muerte; te suplica-


mos, Oh Rey de Santos y Arcángeles,
que nos confortes y nos ayudes a resis-
tir al mundo con sus errores, a Satanás
con sus pérfidas mentiras, y a la carne
con sus vicios, para que así, muertos a
los enemigos de nuestras almas, viva-
mos solamente para Ti. Por eso te roga-
mos, Oh Dulce Redentor y Salvador,
que a la hora de nuestra muerte reci-
bas nuestras pobres almas desterradas
que regresan a Ti.

Amén.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

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Décima quinta oración
¡Oh vencedor de la muerte! ¡Vid verda- Qué tristeza y dolor padecieron María
dera y fructífera! Recuerda aquel to- y Juan al contemplar tus cabellos y bar-
rrente de sangre que brotó de cada par- bas que ahora daban la impresión que
te de tu Bendito Cuerpo, igual que la estaban compuestos de alambres, lle-
uva exprimida en el lagar. nos de Sangre y de tierra. Tus oídos y
nariz tupidos estaban de sangre. ¡Has-
Desde el lugar de la flagelación y a tra-
ta tus ojos y boca sangraban! En ver-
vés de las calles de Jerusalén, por toda
dad que todos tus sentidos fueron
aquella vía dolorosa, hasta la colina sa-
atrozmente atormentados.
grada, tu Sangre derramada escribía las
bellas páginas de la historia del Cora- Así inclinaste la cabeza y entregaste tu
zón que más nos ama... ¡El tuyo! Espíritu.... Entonces vino Longinos y
perforó tu costado, con tanta violen-
Recuerda como la tierra agradecida, pe-
cia, que la punta de la lanza casi sale
ro a la vez espantada, recibía tu precio-
por el otro costado. Tu corazón te lo
sa Sangre, toda la naturaleza; de horror
desgarraron, oh Jesús, ese Corazón que
temblaba y los Cielos se estremecían,
¡tanto nos ama! Y de allí brotó Sangre
los Ángeles y hasta los demonios se
y Agua, hasta no quedar en tu Cuerpo
sorprendían ante ¡aquella increíble es-
gota alguna. Tu cuerpo era cual bulto
cena! ¡Todo un Dios moría! ¿Qué era
colgado, como un haz de mirra, eleva-
aquello? ¿Qué sucedía? Aquel primer
do a lo alto de la Cruz, la muy fina y de-
Viernes Santo, oh Jesús ¡Abrías el cielo
licada carne tuya fue destrozada; la sus-
para la humanidad pecadora!
tancia de tu cuerpo fue marchitada, y
Por tres largas horas tu Cuerpo colgó disecada la médula de tus huesos.
de la Cruz. Presentabas un aspecto do-
Es entonces que el sol y las estrellas ne-
liente, triste, todo lleno de dolor, Tu
garon su luz, hubo terremotos y la na-
Sangre aún manando, recorriendo
turaleza y los elementos dieron amplio
aquella que ya se había secado, que ya
testimonio de que Aquel que negaron
se había coagulado. Y a todo esto se ad-
¡era el Hijo de Dios!
hirió el polvo y la tierra del camino....
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nuestros corazones se-
an tu perpetuo lugar de
reposo; que nuestras
conversaciones te sean
siempre agradables; y
que al final de nuestra
vida merezcamos que
graves, oh Dios de
amor, el sello de tu Divi-
nidad en nuestra alma,
para que tanto el Padre
como el Espíritu Santo,
Por esta amarga Pasión, y por la Efu- te vean bien reproduci-
sión de Tu divina Sangre, te suplica- do en nosotros, y poder así ser conta-
mos oh dulcísimo Jesús, que recibas dos entre tus Santos para que te alabe-
nuestra alma, cuando estemos sufrien- mos para siempre por toda la eterni-
do en la agonía de nuestra muerte. dad.

Oh maravillosa realidad, escándalo pa- Amén.


ra los infieles, ¡gozo indescriptible para (Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
los que te amamos! Ese tu infinito sa-
crificio pagó el rescate, y al resucitar y ORACIÓN FINAL
ascender gloriosamente al cielo, ¡dejas- ¡Oh dulce Jesús! Acepta esta oración
te bien abiertas las puertas para aque- con el mismo amor con el cual sopor-
llos que quisieran seguirte! Oh Señor, taste todas las heridas de tu Santísimo
por tu amarga pasión y preciosa san- Cuerpo; concédenos tu misericordia,
gre, te rogamos traspases nuestros co- tu gracia, la remisión de todas las cul-
razones, para que nuestras lágrimas de pas y penas y la vida eterna, a nosotros
amor, adoración y penitencia, sean y a todos los fieles vivos y difuntos.
nuestro alimento noche y día. Haz que Amén.
nos convirtamos totalmente a Ti, que

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III.
1.- Se rezan las quince oraciones cada día, (no una oración
cada día), por un año completo en honor a cada una de las
heridas de nuestro Señor Jesucristo.

2.- Rezar estas oraciones lleva unos treinta minutos, cuanto

¿Cómo orar más compenetrado espiritualmente, menos tiempo lleva.

3.- Rezar antes del atardecer, si lo dejas para más tarde, lue-
con estas go puedes estar muy cansado por las tareas del día y es fácil
oraciones? que te olvides de rezar o te quedes dormido.

4.- En caso de enfermedad grave, puede rezarla otra perso-


Recomendaciones na al lado de la cama y el enfermo deberá ir repitiendo men-
talmente. Solamente mientras se encuentre gravemente en-
fermo. De lo contrario hay que repetirlas personalmente.

5.- Se reza ante un Crucifijo, en su defecto frente a una es-


tampa de Jesús o con la mente puesta en su Divino Rostro y
en sus Santas Llagas.

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