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La estructura externa del Tai Chi

Desearía conpartir con vosotros lo que pienso que significa practicar


Taijiquan y (en mi papel de profesor) lo que significa enseñarlo o
transmitirlo.

Ante todo, cabría señalar que mi visión es totalmente particular, fruto


exclusivamente de mi práctica y estudio. Y debo matizar que ésta visión
responde a un concepto “orientalizado”, sin introducción de ninguna
idea, enseñanza, teoría o filosofía ajena al pensamiento tradicional
chino, puesto que para mí, esta es la mejor aproximación al arte.

Cuando alguien desea iniciarse en el Taiji acudiendo a mis clases,


siempre intento eliminar la mayor cantidad de incertidumbres y puntos
oscuros, para asegurarme de que no existe ningún problema de salud
que requiera una atención especial y, sobre todo, para que esa persona
tenga una imagen lo más clara y concisa de lo que va a aprender.

Para ello, suelo recurrir a un ejemplo que ya empieza a ser típico en mí.
Hablo de contemplar al Taiji como una silla bien equilibrada sobre sus
cuatro patas. Sería impensable sentarse en un asiento que tuviese una
pata más corta que las demás ¿no? Pues en el Taiji ocurre más o menos
lo mismo, y según yo lo veo, estas cuatro patas pueden ser:

1- Los aspectos de fomento de la salud y de la prevención de


enfermedades provenientes de la Medicina Tradicional China. Aquí
deberá incluirse el papel del Qi (bioenergía), de los meridianos, de los
órganos internos, y la manera de mejorar esos sistemas en beneficio de
la propia salud. Habrá que dar las herramientas. Si no tienes el mapa
(las explicaciones y tal) jamás llegarás a “colocar” tu energía en el punto
preciso. Si esto falta, se carecerá de la visión interior para movilizar la
energía de manera precisa, más allá de un mero chute de endorfinas.

2- Los aspectos marciales y de autodefensa, pertenecientes a las Wushu


(artes marciales chinas). El Taiji tiene fuertes connotaciones guerreras,
bajo la forma de patadas, puñetazos, empujones e incluso algunos
saltos en ciertas escuelas. Se hace difícil disfrazar esto. Por otro lado
está ahí, y aunque quede muy bonito explicar que el Taiji nació en los
templos taoístas, entre la paz y la serenidad, no hay que olvidar que
tenemos a expertos combatientes de la Corte Imperial como Yang
Luchan, Yang Banhou, Quan You, Ling Shan, etc. Ellos elevaron al nivel
de arte las técnicas de lucha.

Además, todo buen currículum debe incluir clases de manejo de la


espada, el sable, el palo, ejercicios por parejas (tuishou), Taiji de
combate en pareja (Taiji sanshou duilian), etc. Si este aspecto no está
presente, existirán errores técnicos, comprensiones mediocres de los
movimientos y poca precisión en los gestos. Ocurre entonces algo muy
triste de contemplar: la mayoría de practicantes jóvenes de Taiji se
mueven y practican como si tuviesen noventa años. Hay mucha energía
interna, no lo dudo, pero ésta no es capaz de comunicarse hacia el
exterior.

3- La filosofía china clásica, surgida directamente del Yijing (Libro de los


Cambios, I-Ching). La idea de la dialéctica Yin/Yang, los Cinco
Elementos, la teoría de los Ocho Trigramas, el concepto del cambio, de
lo suave venciendo a lo duro, de la complementariedad de los opuestos,
y tal, deberá salir de vez en cuando en las clases, para comprender
ideas y claves que convertirán la práctica de normal a superior. Si esto
no existe en la práctica, habrá fallos en la comprensión teórica de los
ejercicios que adolecerán de falta de diferencia entre lleno/vacío,
alto/bajo, dentro/fuera, etc.

4- Las técnicas de meditación y desarrollo interior vinculadas a la


Alquimia Taoísta. Aquí incluiremos la respiración abdominal, la práctica
de la forma como herramienta del cultivo interno, el concepto de
Dantian, algunos trabajos anexos (no incluidos en todos los estilos)
como la Órbita Microcósmica, la activación energética de la palma de las
manos, la unión de fuego y agua, la explicación “esotérica” de algunos
nombres de los movimientos, etc. Si falta este aspecto, la técnica será
muy relajante y conducirá al bienestar, aunque de manera superficial y
de corta duración.

El Taiji se aproximará entonces a una técnica de relajación


exclusivamente psicosomática, y perderá parte de los beneficios más
espectaculares sobre la parte más profunda de la personalidad. Nos
quedaremos en el ámbito de la auto-preservación, y no entraremos en
el domino de la auto-evolución.

Seguramente los habrá que piensen que son demasiadas cosas a


estudiar, a tener en cuenta o simplemente, que esos conceptos carecen
de interés. Ciertamente, la opinión puede ser válida para el alumno,
pero empieza a ser necesario que el profesor pueda desenvolverse con
cierta autoridad dentro de estas cuatro patas de la silla, en beneficio de
la formación de este mismo alumno.

Por otro lado, que el Taiji sigue un orden parecido a esto que acabo de
comentar, queda demostrado en los textos de los miembros de la familia
Yang (Yang Chengfu, Chen Weiming sobre todo, Zheng Manqing/Cheng
Man-ch’ing, etc. ). Solo hay que echar un vistazo al programa de
estudios de la escuela Zhirou (Suavidad Extrema), en donde, entre los
años 20 y 30, los gigantes del Taiji (Yang Chengfu, Sun Lutang, Wu
Jianquan, Chen Weiming, Dong Yingjie, Yang Shaohou, Wu Tunan y
otros muchos) impartían clases a personas de ambos sexos y todas las
edades (esta escuela fue la primera en graduar a profesoras de Taiji).

Dicho programa es impresionante: ejercicios básicos, la forma


tradicional, tuishou fijo, móvil, libre, gran tirón (dalu), espada,
palo/lanza, Taiji en pareja...). Si pensamos en el estilo Chen, la cosa se
“desmadra”: dos formas (mejor que una), tuishou fijo y móvil, dalu,
espada, sable, doble sable, palo, lanza, mazas, ejercicios para la
nutrición de la salud, gran alabarda... Cada estilo tiene unos trabajos
parecidos, en pos de la formación global del practicante. ¿Será por eso
que en Occidente hay muchos practicantes que declaran practicar su
propio estilo, no estar aprisionados por “nombres y etiquetas”?
Seguramente subyacen unos inconscientes deseos de vagancia muy
arraigados.

Por otro lado, no te dejes deslumbrar por ningún “maestro” (¡y menos si
es chino!). Reserva siempre tu independencia y tu visión crítica y no
caigas en esas repugnantes trampas de la absoluta fidelidad y
veneración a un solo maestro, de seguirles la corriente, de la obsesión
por las genealogías y de decir que sí a todo sin analizarlo racionalmente.
Este concepto obsoleto de maestro/dios – alumno/acólito anónimo está
destinado a desaparecer. Piensa que estás invirtiendo y mereces respeto
y atención.

Jordi Vilà

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