Está en la página 1de 5

DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL

EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

El Tribunal Constitucional es el órgano supremo de interpretación y control de la

constitucionalidad. Es autónomo e independiente, porque en el ejercicio de sus atribuciones no

depende de ningún órgano constitucional. Se encuentra sometido sólo a la Constitución y a su

Ley Orgánica - Ley Nº 28301.

Al Tribunal Constitucional se le ha confiado la defensa del principio de supremacía

constitucional, es decir, como supremo intérprete de la Constitución, cuida que las leyes, los

órganos del Estado y los particulares, no vulneren lo dispuesto por ella. Interviene para

restablecer el respeto de la Constitución en general y de los derechos constitucionales en

particular.

El Tribunal se compone de siete miembros elegidos por el Congreso de la República por un

período de cinco años. No hay reelección inmediata.

Atribuciones del Tribunal Constitucional

Conforme al artículo 202 de la Constitución, corresponde al Tribunal Constitucional:

DOCENTE: ROCIO MUÑOZ CASTILLO 1


1. Conocer, en instancia única, el proceso de inconstitucionalidad.

2. Conocer, en última y definitiva instancia, las resoluciones denegatorias de los procesos

de hábeas corpus, amparo, hábeas data y cumplimiento.

3. Conocer los conflictos de competencia, o de atribuciones asignadas por la Constitución,

conforme a ley.

Los procesos constitucionales

El Código Procesal Constitucional, Ley Nº 31307, regula los procesos constitucionales

previstos en los artículos 200 y 202, inciso 3), de la Constitución. Se pueden distinguir siete

procesos constitucionales:

1. Proceso de Hábeas Corpus.

2. Proceso de Amparo.

3. Proceso de Hábeas Data.

4. Proceso de Cumplimiento.

5. Proceso de Inconstitucionalidad.

6. Proceso Competencial.

7. Proceso de Acción Popular.

DOCENTE: ROCIO MUÑOZ CASTILLO 2


Los procesos constitucionales se clasifican en función del objeto de protección de cada uno de

ellos. Existen tres clases:

 Procesos de tutela de derechos.- Tienen por objeto la tutela jurisdiccional de los

derechos constitucionales. Corresponden a este tipo de procesos: el proceso de hábeas

corpus, el proceso de amparo, el proceso de hábeas data y el proceso de cumplimiento.

 Procesos de control normativo.- Tienen por objeto proteger jurídicamente la primacía

de la Constitución respecto a las leyes o normas con rango de Ley, en el caso del

proceso de inconstitucionalidad, y la primacía de la Constitución y de la ley respecto al

resto de normas de rango inferior a la ley, en el caso del proceso de acción popular. En

ambos procesos, es el orden jerárquico de las normas (principio de jerarquía de las

normas) de nuestro sistema jurídico el que constituye el objeto de protección (sistema

de fuentes prescrita por nuestra Constitución Política).

 Proceso de conflicto competencial.- Tiene por objeto la protección de las competencias

que la Constitución y las leyes orgánicas atribuyen a los poderes del Estado, los órganos

constitucionales y a los gobiernos regionales y locales (municipalidades). Aquí se

encuentra el proceso competencial.

EL PODER JUDICIAL VERSUS EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Autor (Juan Monroy Gálvez)

La “cosa juzgada constitucional” y la “cosa juzgada judicial”

Un elemental examen del membrete cosa juzgada constitucional nos lleva a considerar la

existencia de su contrario, la cosa juzgada inconstitucional. Dado que algo es inconstitucional

en la medida en que entra en colisión con los postulados acogidos en la Constitución, aparece

DOCENTE: ROCIO MUÑOZ CASTILLO 3


el primer inconveniente: imaginar que el estado de inmutabilidad al cual ha llegado una

sentencia sea inconstitucional. Simplemente no podemos hacerlo, todos los ejemplos que se

nos presentan hacen referencia, más bien, a la existencia de una eventual afectación

constitucional en el procedimiento seguido para obtener la decisión, en el contenido de la

sentencia o, eventualmente, en sus efectos, pero jamás en la autoridad que ésta ha recibido.

Como todas las hipótesis de agravio a la Constitución están referidas a situaciones anteriores

al momento en que la decisión alcanzó la autoridad de cosa juzgada resulta un imposible

considerar que ésta puede ser inconstitucional, es decir, ya en el nombre si su negación se torna

inexistente, su afirmación soporta la misma dificultad, la de no ser la institución creada se torna

un fracaso.

La sentencia bajo análisis afirma que para que una decisión adquiera la calidad de cosa juzgada,

no basta la presencia de sus elementos formales y materiales.

Entonces ¿qué se necesita? La respuesta viene a continuación y es sencilla pero, además,

estremecedora: la sentencia debe, además, respetar las interpretaciones que sobre la

Constitución haya hecho el TC y también sus precedentes vinculantes.10 ¿Y saben por qué es

así? Porque las interpretaciones y los precedentes vinculantes del TC “constituyen parámetros

de validez y legitimidad constitucionales de las sentencias y resoluciones que dicten los demás

órganos constitucionales”.

En consecuencia, de ahora en adelante todas las sentencias expedidas por los jueces adscritos

al Poder Judicial, son capitis diminutio.11 Así, por ejemplo, si se expiden en un proceso

ordinario, el cual por organización competencial no es revisado por el TC, sólo producirá cosa

juzgada judicial, es decir, una inmutabilidad de segundo nivel.

Y esto debido a que, para su desgracia, dicha sentencia no recibió ni recibirá un examen de

validez y legitimidad que, como acabamos de aprender, sólo puede ser dado por el TC.
DOCENTE: ROCIO MUÑOZ CASTILLO 4
En este contexto no va a ser extraño que alguna vez un litigante perdedor decida, varios años

después que fue derrotado, pedirle al TC, sea en un proceso competencial o, por qué no, en un

proceso de amparo, que anule la sentencia añeja debido a que ésta ha transgredido un

precedente que el TC impuso. Claro, algún ingenuo podría cuestionar el ejemplo y decir que

tal situación no se puede presentar en tanto el plazo prescriptorio para intentar el amparo ya

venció. Sin embargo, tal alegato no sería más que una leguleyada, si se le compara con el

inmenso y profundo agravio a la quintaesencia del derecho peruano que ha significado

apartarse de un precedente dictado por el TC. Por otro lado, si se alegara que la sentencia tiene

ya algunos años de firmeza en su haber, tal cuestionamiento será también otra tinterillada dado

que, en modo alguno, el tiempo transcurrido prohíbe o limita la posibilidad de resarcir el

agravio profundo que ha sido proferido al derecho peruano cuando la sentencia de marras no

reconoció la vigencia de un precedente vinculante del TC. No faltaba más.

Abandonamos el tema de la cosa juzgada describiendo las consecuencias que respecto de ella

ha producido la sentencia comentada: al considerar el TC que es el único órgano en el país que

puede concederle a las resoluciones la autoridad de la cosa juzgada, no ha tenido ningún

escrúpulo en anular sentencias que habían quedado firmes y que, habiendo resuelto el fondo,

habían recibido la autoridad de la cosa juzgada desde hace varios años. Esa autoridad, esencial

para la existencia del Poder Judicial, como lo hemos expresado, no las salvó de su destrucción

porque para el TC mucho más importante que reconocer y promover la autoridad de la cosa

juzgada es sancionar a quienes se aparten de alguna de sus interpretaciones o de alguno de sus

precedentes vinculantes. Para no creerlo.

DOCENTE: ROCIO MUÑOZ CASTILLO 5

También podría gustarte