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Entrega nº 18 Psiquiatría Forense

Consideraciones respecto al artículo 34 inciso 1º del Uso Iindebido de


Drogas

Su valorización clínica

Dentro de la acción de las sustancias psicoactivas, hemos realizado una reseña


de la acción que eventualmente pueden producir las mismas, motivo por el
cuál deben analizarse distintas posibilidades en la evaluación de las conductas
que son imputadas:

1º Como consecuencia de un cuadro delirante o delirante alucinatorio.

Hemos observado que la mayoría de las sustancias psicoactivas producen este


tipo de patología, sea con mera productividad psicótica o acompañada con
alteraciones sensoperceptivas.
En estos casos debe considerarse que muchos de estos cuadros son
transitorios, por ello al momento de examinar al actor, es probable que no lo
hallemos, pero siempre va a existir en gran medida, el reconocimiento del
cuadro delirante o delirante alucinatorio por parte del paciente, como así
también la crítica del mismo.
En estos casos, por el carácter de transitoriedad de los mismos, debe analizarse
la dinámica de la conducta que se le imputa, a los efectos de realizar la
adecuada correlación con el manifestado episodio delirante o delirante
alucinatorio.
También debe analizarse el tipo de droga utilizada, la dosis, la forma de uso,
el tiempo de consumo y los rasgos de personalidad. Al igual que debe
evaluarse la calidad del episodio delirante o delirante alucinatorio que es
referido, la naturaleza del mismo, que tipo de delirio al igual que su temática y
los mecanismos de producción involucrados, dado que en muchas
oportunidades se simulan estos cuadros. Los propios adictos poseen más
información con respecto a las drogas que los propios médicos.
Debe señalarse por otra parte, que en la mayoría de estos cuadros, se
acompañan de una falta de crítica de los mismos, como es propio de los

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sistemas delirantes y de un significativo deterioro de la personalidad que debe
evaluarse también.
Esta eventualidad se incluiría en las alteraciones morbosas de las facultades
mentales.

2º Como consecuencia de un cuadro de abstinencia.

En este caso podrá advertirse la compulsión a procurarse la droga. Pero antes


de acceder a esta eventualidad, debe realizarse el análisis de las características
de los síntomas que refiere el evaluado al igual que el tipo de droga utilizada,
dosis, frecuencia, modo y progresión del consumo, siendo un dato de suma
importancia conocer cuando fue el último consumo. Debe evaluarse cuál es el
síntoma primordial tratando de eliminar lo proteiforme y las imprecisiones.
Debe advertirse que muchos de los abusadores de sustancias conocen a pie
juntilla los síntomas de la abstinencia.
En los alcóholicos debe tenerse en cuenta, que cuando se llega a los cuadros
de abstinencia, ya ha pasado bastante tiempo en el consumo, motivo por el
cuál deben buscarse alteraciones sistémicas, en particular descartar daño
hepático a través de los estudios complementarios correspondientes.
Esta circunstancia es sumamente dificultosa comprobar, dado que puede ser
referida con intencionalidad. Por ello adquiere importancia, en estos casos,
realizar una aproximación clínica de que personalidad se trata.
De ser cierto la eventualidad de la abstinencia, podrá incluirse en el aspecto
psicológico del art. 34 inc. 1º, vale decir como un acto compulsivo.

3º Como consecuencia de una liberación de los controles inhibitorios

Donde habrá que descartar la presencia de una conducta o acto impulsivo. En


la eventualidad de que sospechemos que nos hallamos frente a esta
eventualidad, deben analizarse varios factores:
. Factores Predisponentes: Debiendo evaluarse características de la
personalidad, el uso, el tiempo de abuso de sustancias, de que tipo, modo de
consumo, forma de administración, etc.
. Factores Condicionantes: elementos estos que deben buscarse en el
expediente, forma de relacionarse en el sujeto víctima de la agresión, calidad
del mismo, circunstancias en que se produce, etc.
. Factores Desencadenantes: es la evaluación del eventual motivo que genera
la reacción, cuál pudo haber sido la sensación del sujeto al recibir el agravio,
como es vivenciado por el sujeto, cuál habrá sido la elaboración de la vivencia
si realmente la hubo, etc.

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A esto debe agregarse el factor temporal, vale decir la cronología en que se
produce la acción, debiendo ser en forma inmediata, pero no por ello podrá
descartarse aquéllas que son mediatas, en determinadas circunstancias y en
definidas personalidades.
Esto podría incluirse en los actos impulsivos, pudiendo incluirse, si existe
estímulo adecuado en el Trastorno Mental Transitorio.

4º Como consecuencia de un estado confusional

El compromiso de la conciencia que no le permita un adecuado contacto con


la realidad,.
Frente a esta eventualidad debe recordarse que la mayoría de las sustancias
psicoactivas tienen un efecto estimulante, vale decir que hay que ser muy
prudente en aceptar esta circunstancia. Se estima que debe señalarse la
frecuencia con que se “despiertan” los que consumen alcohol en exceso con
un “golpe o saque” de cocaína, o a la inversa la forma en que se “bajan” los
que utilizan la cocaína al consumir alcohol con benzodiazepinas para la
inducción al sueño tan esperado.
Es evidente que frente a esta circunstancia, debe realizarse la evaluación
retrospectiva a los efectos de examinar la posibilidad de hallarnos frente a una
grave alteración de la conciencia.
Contamos con dos elementos clínicos a evaluar para lograr arribar a un
trastorno de la conciencia, que haya podido anular al sujeto de su autonomía
psíquica.
Ellos son:

La memoria, y se estudiará con meticulosidad desde el inicio, su duración, su


profundiad y su finalización.
Es común encontrar amnesias lacunares, que abarcan solo una situación, y que
no concuerda con la conducta que ha desarrollado el actor. Estas son las
amnesias voluntarias, vale decir las amnésias simuladas o pretextadas.
En la mayoría de los estados confusionales la memoria, si bien se halla una
amnesia, es frecuente encontrar islotes mnésicos, vale decir que el individuo
recoge algo de la situación que vive pese a hallarse bajo un estado
confusional.
Esto es un indicio de veracidad, dado que el individuo mantiene cierto
registro, de lo contrario al manifestar una amnesia total, es lógico presumir
que el actor haya tenido la abolición completa de su conciencia, como en el
caso de un estado comatoso. Y en esta última circunstancia no podría realizar
conductas con una idea directriz.

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La Conducta, es otro de los elementos primordiales para la evaluación
retrospectiva de una eventual alteración de la conciencia. Esto es más
importante que la evaluación del comportamiento de la función mnésica, dado
que la conducta es objetiva, mientras que la memoria solo es subjetiva y
aportado por el actor. Es por ello que se denomina a la conducta como el
elemento positivo u objetivo, mientras que el comportamiento de la memoria
es el elemento negativo o subjetivo.
Toda conducta que sea comprensible, sea motivada, con idea directriz, sea
lógica y coherente, al igual que manifieste voluntad de sentido, pondrá en
duda que realmente dicha conducta haya sido realizada bajo un estado
confusional.
Es evidente que existe un quantun de los compromisos de la conciencia, desde
los estados crepusculares hasta el estupor y coma. De manera que la conducta
también podrá ser variable: desde los automatismos, movimientos de ciega
dirección y actos o conductas incomprensibles.
Con ambos elementos clínicos podrá advertirse la factibilidad de lograr
acceder a un diagnóstico presuntivo de un estado confusional.
No debe dejarse de señalar que debe recurrirse a los estudios
complementarios, en particular al psicodiagnóstico a los efectos de considerar
las características de la personalidad como así también a su dinámica y
descartar la presencia de indicadores de organicidad.
Frente a la eventualidad de encontrarnos con estos indicadores en el
psicodiagnóstico que son evidenciados en la clínica, no debe dejarse de
realizar estudios neurológicos, EEG y TAC de cerebro.
Con respecto a las alcoholemias, debe decirse que las mismas no son un dato
de fidelidad con respecto a la eventualidad que el sujeto se halle en un estado
confusional.
La alcoholemia indica la concentración de alcohol en sangre, sin considerar
que tipo de bebida ingirió, en que tiempo consumió, si la consumió con
determinadas clases de comidas que restringen la absorción, etc. Al igual que
tampoco nada nos dice con respecto al grado de tolerancia del sujeto al
alcohol, características de la situación de la ingesta y su estado anímico.
Por ello las cifras de alcoholemia halladas solo sirven como indicadores que
deben ser correlacionadas con el análisis y diagnóstico clínico que se indicara
con anterioridad.
En este caso estaríamos presente frente a la eventualidad de un grave trastorno
de la conciencia, de acuerdo al art. 34 inc. 1º.

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5º Como consecuencia de un deterioro psicoorgánico o un síndrome
demencial

Condicionado por el abuso reiterado e inveterado del abuso de sustancias


psicoactivas. Tampoco debe descartarse en aquéllos pacientes portadores de
HIV, que los mismos no presenten sintomatología clínica del denominado
Complejo Demencial SIDA.
Debe considerarse que el presente síndrome evoluciona en forma progresiva,
insidiosa, lenta, pero fundamentalmente pueden aparecer episodios agudos
tanto de descompensación psicótica o episodios confusionales, cuya evolución
es aguda y de carácter transitorio, con la respectiva remisión sintomatológica a
su estado anterior.
Es por ellos que debe extremarse el análisis de la conducta, sobre todo poder
hallar la falta de motivación que no manifieste la voluntariedad de sentido en
el accionar.
Deben apelarse a la realización de todos los estudios complementarios a los
fines de hallar el “sustrato orgánico”, que pueda condicionar el deterioro, más
aún si lo advertimos en el examen psicosemiológico del individuo. Aquí es
dónde toma jerarquía la realización del estudio psicodiagnóstico, que en forma
cuantitativa y a veces cualitativa nos podrá ofrecer el compromiso orgánico.
Es de utilidad también la efectivización de un EEG y TAC de cerebro, con el
fin de hallar alteraciones disfuncionales y eventualmente objetivar el daño
cerebral. A lo que debe agregarse estudios complementarios de laboratorio,
solicitándose aquéllos que la clínica y/o los antecedentes nos puedan orientar.
Tal eventualidad se hallará incorporada a la alteración morbosa de las
facultades de acuerdo a lo que reza el art. 34 inc 1º.

6º La presencia de una insuficiencia de las facultades

Es evidente que es infrecuente hallarnos frente a la eventualidad de retrasos


mentales importantes, donde la función cognoscitiva se halle comprometida en
grado sumo.
Pero es común hallar sujetos de una baja dotación intelectual, que realiza
abuso de sustancias, en forma habitual se trata de retrasos mentales leves, que
no le impide la comprensión. Sin embargo debe procederse con cautela
teniendo en cuenta la facilidad de que estos individuos sean sugestionables,
vale decir que sean influenciados por otros. Motivo por el cuál se requiere no
solo la exploración clínica del actor sino que debe realizarse el pertinente
psicodiagnóstico con el fin de hallar el C.I. correspondiente, como así también
la dinámica de la personalidad.

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Debe realizarse por otra parte, el correspondiente diagnóstico diferencial entre
los retrasos mentales y la eventualidad de hallarnos frente a un síndrome
psicoogánico que presenta deterioro.

7º La existencia de la simulación, la sobresimulación y la disimulación

Eventualidades que se presentan con gran frecuencia en la práctica.


Es probable que se nos presenten individuos que nos manifiesten una florida
sintomatología con respecto al consumo, en particular referidos a la cocaína, y
luego en la rinoscopía complementaria nos encontramos que la misma es
normal. Motivo por el cuál es comprensible que el sujeto examinado nos esté
simulando un consumo inexistente.
Está la otra posibilidad de que el sujeto realice abuso de sustancias, sin llegar
a la dependencia, pero exalta toda sintomatología a los efectos de acogerse a
ley de drogas. Vale decir que está sobresimulando su consumo.
En el otro extremo está aquél sujeto, en general de características pasivas y
fundamentalmente inmaduros, que niegan todo consumo, estando en
consecuencia disimulando el consumo.
Frente a estas tres posibilidades, deben conocerse los efectos del consumo de
las sustancias psicoactivas y además hacer una aproximación diagnóstica en
relación a las características de la personalidad del sujeto.
Estas posibilidades, en particular las dos primeras, surgen a expensas de la
intencionalidad de que el individuo pueda usufructuar la actual legislación en
relación al uso de drogas.

Su valorización dinámica

Se ha insistido mucho a lo largo del presente trabajo en la valorización clínica,


que debe realizarse el análisis de la conducta, en particular en aquéllas que son
realizadas bajo los efectos de sustancias psicoactivas según las expresiones de
los examinados.
No se trata de las personas que solo realizan consumo, sino de aquellos que
delinquen e invocan haber realizado dichas conductas con la influencia de
sustancias.
Es por ello que no solo debe realizarse la valorización clínica, a los efectos de
llegar a un diagnóstico presuntivo, sino que debe evaluarse la dinámica de la
conducta que se imputa.
Se cuenta con dos procedimientos clínicos para efectuar la presente
valorización. Procedimientos de aplicación general en la Psiquiatría Forense.

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La Psicogénesis de la Conducta

En éste acápite intentaremos encontrar la voluntad de sentido o justamente la


motivación por el cuál una conducta se pone de manifiesto, a los efectos de
descartar la existencia de un compromiso de la autonomía psíquica del
individuo, analizadas a la luz del inc. 1º del Art. 34 del C.P..
En relación a una conducta normal, todas ellas se desarrollan a expensas de la
motivación, en cambio existen múltiples causalidades que pueden poner en
marcha conductas que analizaremos a continuación.
Cuando mencionábamos en los aspectos de la valorización clínica, se
describió siete eventuales causalidades, debiendo destacar que la última
relacionada con la simulación y sus variedades, es comprensible que se halla
instalada en esa conducta una clara voluntad de sentido.
En las otras restantes, es frecuente que no podamos hallar en forma genérica
una clara voluntad, en consecuencia de acuerdo al procedimiento
fenomenológico debemos explicarla.
Es por eso, que debemos tener en cuenta, cuando no aparece con claridad una
motivación, examinar las posibles causalidades de la misma.
Y es así que estaremos obligados a realizar una evaluación de las otras
causalidades que ya fueron señaladas, a modo de recordatorio, diremos que las
mismas pueden ser las siguientes:
- Mecanismo delirante o delirante alucinatorio.
- Mecanismo compulsivo (abstinencia)
- Mecanismo impulsivo ( descenso de los frenos inhibitorios)
- Mecanismo confusional.
- Mecanismo por deterioro.
- Mecanismo por escasos recursos cognitivos.

La Psicodinamia de la Conducta
En este apartado se analizará como se va desarrollando la conducta a evaluar,
buscando no solo el origen, que es privativo de la genésis de la misma, sino
que se tratará de investigar como se va desplegando la conducta a evaluar.

Es así, que es clásico el procedimiento investigativo de la Psiquiatría Forense,


a aplicar al respecto, por ello se intentará “desarticular” la conducta en tres
tiempos: el Antes, el Durante y el Después.

Es evidente que para hacer este desglose de la conducta, no solo debemos


contar con el estudio psicosemiológico del sujeto como así también los

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estudios complementarios respectivos, sino también tener acceso al
“expediente”, y así lograr nuestro objetivo.

En el Antes, veremos que clase de personalidad tenemos, cuáles son las


circunstancias meseológicas o ambientales, vale decir deben analizarse los
aspectos familiares, sociales, culturales, el micromundo donde se halla
inmerso el individuo protagonista de la conducta. Asimismo se deberá buscar
la motivación, vale decir la causalidad que inicia la conducta. Por ello debe
tenerse en cuenta en particular la estructura de la vivencia de Eswald, en
particular el período de elaboración, siempre que el mismo exista. Debe
agregarse también el círculo funcional de las vivencias de Lersch.
Luego de este análisis, podremos sistematizar lo investigado hasta acá, en
lograr aprehender los siguientes factores:
- Factores Predisponentes.
- Factores Condicionantes.
- Factores Desencadenantes.
En el Durante, debemos observar de que manera se desarrolla la conducta, si
es una conducta razonable, comprensible, con una idea directriz, si es
coherente, ordenada, si tiene dirección, si es lógica, si es esperable de acuerdo
a la personalidad evaluada, si cumple con los tiempos propios de una reacción.
Es decir tratar de llegar a describir como se configuró la conducta, motivo de
estudio.

En el Después, deberá examinarse cuál es la conducta y actitud del sujeto


luego de cometido el hecho imputado. Deberá analizarse si existe recurso de
fuga, si puede orientarse, si tiende a la huída, si menciona fundamentos de la
conducta, si se halla arrepentido, si llora, si permanece indiferente, si existe
mecanismos de disimulo o de ocultamiento, si existe resistencia a la autoridad,
si mantiene adecuada coordinación motora, cuál es el recuerdo mnésico del
individuo del acto.

Con esta evaluación dinámica de la conducta, podremos llegar a un


diagnóstico del estado de las facultades mentales del sujeto al cometer el
ilícito que se le reprocha, que siempre será conjeturante, teniendo en cuenta
que la medicina no es una ciencia positiva, vale decir que no puede repetirse el
fenómeno.

Los Indicadores Médico Legales de Peligrosidad. Necesidad de Tratamiento.

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De acuerdo a la evaluación del sujeto como así también de su conducta, la
justicia podrá estimar con la intervención médica, que la conducta reprochada
fue realizada sin la correspondiente autonomía psíquica, en consecuencia no
podrá imputarse al individuo delito alguno.
Pero es evidente que de ser esta circunstancia, deberá aplicarse según la Ley
de Drogas, una medida educativa como curativa. Si bien esta última está en
función de aquéllos sujetos que son dependientes, no debe perderse de vista
que en individuos que hacen uso y abuso de sustancias, con un déficit de
contención familiar y social, como así también portadores de una determinada
personalidad, muchas veces se considera prudente la instauración de una
medida curativa, dado que si en la actualidad realiza abuso es frecuente que
llegue a la dependencia de no mediar tratamiento alguno.
Por último, deberá evaluarse la peligrosidad del sujeto, considerando tal
concepto como la posibilidad de que el mismo pueda ser dañoso para sí como
para terceros, pudiendo en consecuencia indicar adecuado tratamiento de
modo ambulatorio como su internación institucional.

Ley 23.737

Se transcribirán los artículos que se hallan relacionados con la práctica médico


legal.

Art. 9, prisión de 2 a 6 años, multa o inhabilitación de 1 a 5 años al médico


que prescribiese, suministra y entregase fuera de lo habitual o a dosis mayores.
Si fuera ilegítima se eleva de 4 a 15 años.

Art 16, cuando el condenado por cualquier motivo fuera dependiente psíquico
o físico, además de la pena, se le colocará una medida de seguridad curativa,
que consistirá en tratamiento por el tiempo necesario que cesará por
resolución previo informe de peritos, o una medida de rehabilitación.

Art 17, se acreditará tenencia para uso personal, declarada culpable y que
dependa, se podrá dejar en suspenso la pena y someterlo a medida de
seguridad curativa por el tiempo necesario para la rehabilitación y la
desintoxicación.
Si el mismo resultara satisfactorio se le eximirá de la pena, luego de dos años
si no se produce el resultado esperado se hará efectiva la pena y continuara
con la medida de seguridad.

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Art 18, en la tenencia de uso personal, más la dependencia y con el
consentimiento se realizará tratamiento suspendiendo el sumario. Si es
satisfactorio se lo sobresee, de lo contrario se reanudará la causa, con
tratamiento por el tiempo necesario o solo se continuará con la medida de
seguridad.

Art 19, se realizará en establecimientos adecuados que el tribunal determine,


bajo la conducción de profesionales y evaluaos periódicamente, siendo
registrados oficialmente, con autorización y habilitados, se deberá conocer la
lista.
Puede aplicarse tratamiento en forma preventiva o tratamiento en forma
ambulatoria.
En el condenado, se computará como pena.
En el procesado se suspenderá la prescripción.
El SPF, dispondrá el lugar.

Art 20, el dictamen pericial debe diferenciarse el delincuente que hace UID y
el adicto, para orientar el tratamiento.

Art 21, debe diferenciarse el experimentador, del no dependiente, se sustituye


pena por medida educativa de tres meses, sino resulta se informa al juez y se
cumple la pena.

Art 22, acreditado el resultado satisfactorio de 3 años de recuperación y


probada la reinserción social, familiar, laboral y educativa, previo dictamen de
peritos, se suspende el registro en el Registro de Reincidencia y Estadística
Criminal y Carcelaria.

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