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CLASE DEL 3 DE OCTUBRE

LA CONQUISTA

¿Qué fue la conquista de México?


La conquista de México fue un importante acontecimiento que se inició en 1519 y se consumó en 1521,
cuando el pueblo mexica fue sometido por un reducido grupo de españoles que contó con el apoyo de
otros pueblos indígenas aliados.

Hernán Cortés fue el español que lideró la expedición, en representación de la corona de Castilla, y
quien persuadió a varias poblaciones indígenas enemistadas con los mexicas para conquistar a la fuerza
Tenochtitlán, la capital del Imperio azteca (también denominado Imperio mexica).

Se desconoce la verdadera magnitud de la invasión debido a que fue reconstruida con base en crónicas
escritas casi exclusivamente por españoles (conocidas como “crónicas de Indias”) y en unos pocos
vestigios que pudieron reunir los historiadores mucho tiempo después del acontecimiento. Algunas
fuentes ofrecen también la mirada de los indígenas vencidos, como la obra del misionero franciscano
Bernardo de Sahagún (1499-1590).

La conquista de México fue una de las consecuencias de los viajes de exploración que siguieron a la
expedición liderada por el navegante genovés Cristóbal Colón, quien gracias al patrocinio de los Reyes
Católicos llegó a América en 1492 cuando planeaba alcanzar el continente asiático por una ruta
alternativa.

Características de la conquista de México

La conquista de México se caracterizó por involucrar negociaciones, alianzas militares y un despliegue de


violencia desmedida que tuvo como protagonistas a las tropas españolas comandadas por Hernán
Cortés, así como a sus aliados tlaxcaltecas y a sus enemigos mexicas. El resultado fue no solo la
conquista del Imperio azteca sino la aniquilación de buena parte de la población indígena de Tenochtitlán.

Los españoles contaban con armas de fuego, armaduras y caballos además de lanzas, espadas y
ballestas. Los mexicas usaban lanzas, arcos, dardos, escudos y otros artefactos. A pesar de esta ventaja
tecnológica de los españoles, las razones de la victoria parecen vincularse también con el
aprovechamiento de conflictos preexistentes entre poblaciones del Imperio azteca, la introducción de
enfermedades y las decisiones estratégicas y tácticas de Hernán Cortés.
Este logró su objetivo de conquista mediante diversas estrategias:

 Desobedeció las órdenes de su superior, el gobernador de Cuba Diego Velázquez de Cuéllar, y


tomó la iniciativa de la conquista.
 Estableció alianzas con algunos pueblos indígenas que estaban descontentos o enemistados con
el gobierno del Imperio azteca, especialmente los tlaxcaltecas.
 Forzó a otros pueblos indígenas a combatir contra los aztecas.
 Obligó a su tropa española a luchar en el continente tras perforar sus barcos con el objetivo de
evitar cualquier deserción.
 Aprovechó los conocimientos de lenguas y costumbres indígenas de “la Malinche”, una mujer de
origen nahua que actuó como su intérprete y consejera.

Causas de la conquista

Las exploraciones europeas de principios del siglo XVI solían estar motivadas por las ansias de conquista
territorial, de difusión del cristianismo y de adquisición de riquezas mediante la explotación de recursos
humanos (en ocasiones mediante la esclavitud) o la obtención de bienes preciosos (especialmente oro y
plata).

La corona española solía promocionar estos viajes, pero los conquistadores también actuaban según sus
propios intereses. Muchos de estos pertenecían a estratos menores de la nobleza europea y buscaban
oportunidades y aventuras en ultramar. En el caso de Hernán Cortés, posiblemente buscaba tanto
conquistar nuevas tierras para la corona y difundir la religión cristiana como obtener gloria militar y
riquezas derivadas de la explotación de mano de obra indígena en haciendas y minas de metales
preciosos.

La búsqueda de oro fue una de las motivaciones más frecuentes para este tipo de empresa. Cuando
Cortés recibió oro de Moctezuma como una forma de negociar o apaciguar sus deseos de conquista el
español, y sus tropas vieron, en cambio, una razón más para apropiarse de la ciudad. Uno de los
sucesores de Moctezuma, Cuauhtémoc, fue torturado tras la captura de Tenochtitlán por los españoles,
que querían que confesara dónde se ocultaba el oro que suponían que debía ser más abundante del que
habían hallado.

Historia de la conquista de México


En octubre de 1492 una expedición comandada por Cristóbal Colón y financiada por los Reyes
Católicos, cuyo objetivo era alcanzar las Indias que se hallaban en Asia, arribó en cambio a territorio
americano. Este hecho significativo desencadenó una serie de transformaciones profundas
en Europa, América y otras partes del mundo.

Una de las consecuencias del descubrimiento europeo de América fue la realización de sucesivas
campañas de exploración y conquista que impusieron paulatinamente la dominación de tierras y
poblaciones americanas.

Algunos de estos territorios estaban habitados por sociedades indígenas con gobiernos
centralizados que ejercían su autoridad sobre amplios dominios, como fue el caso de los imperios inca y
azteca.
Las campañas españolas eran legitimadas por la corona y conducidas por conquistadores que actuaban
simultáneamente como comandantes militares, como gobernantes y como administradores de haciendas
en las regiones que invadían. Uno de ellos fue Hernán Cortés, quien tuvo a su cargo la conquista de
México.

El rol de Hernán Cortés

Hernán Cortés (1485-1547) fue el explorador español que lideró la conquista de México. Su rol fue crucial
ya que tejió alianzas con otros pueblos indígenas para que se unieran en su lucha armada contra el
Imperio azteca.

Cortés abandonó sus estudios universitarios en España, se embarcó hacia Cuba para servir al
conquistador y luego gobernador Diego Velázquez de Cuéllar y a los 33 años de edad era ya un próspero
agente militar. A partir de entonces, no se detuvo en su afán de conquistar territorios y tesoros del Nuevo
Mundo.

La expedición a México
Mientras Cortés se encontraba en Cuba, el gobernador Velázquez le asignó diversas expediciones con el
objetivo de explorar el territorio y conocer más sobre las culturas autóctonas. En 1518 Velázquez le
encomendó dirigir una expedición a la costa de México pero luego intentó detenerlo, por lo que Cortés
apuró la marcha y partió de Cuba con la intención de emprender por sí mismo una serie de conquistas.

En marzo de 1519 Cortés y su tropa arribaron a la costa de México. Tras varios enfrentamientos con las
poblaciones nativas y como resultado de estas guerras, veinte mujeres esclavas de los mayas fueron
ofrecidas para que sirvieran a los españoles.

Entre estas mujeres estaba “la Malinche”, de nombre Malintzin y bautizada como “doña Marina” por los
conquistadores, quien dominaba varias lenguas indígenas y pronto aprendió español, por lo que sirvió de
intérprete para Cortés. Resultó una figura clave para la concreción de la conquista.

La Malinche describió a Cortés la forma de hacer la guerra de los mexicas y su enemistad con pueblos
vecinos o sometidos, información que el conquistador supo usar para tejer alianzas (especialmente con
los tlaxcaltecas) y ampliar su ejército con el fin de derrotar al Imperio azteca mediante la conquista de su
capital, Tenochtitlán.

Cortés en Tenochtitlán
Luego de episodios de guerra y negociación, Cortés fue recibido en Tenochtitlán en noviembre de 1519
por el emperador Moctezuma (cuyo título en lengua náhuatl era “huey tlatoani”). El conquistador español
iba acompañado por sus tropas y mil tlaxcaltecas enemigos de los mexicas. Cuando comenzaron a
aflorar recelos entre los recién llegados y los locales, los españoles apresaron a Moctezuma.

En mayo de 1520 Cortés debió hacer frente a una expedición enviada en su contra por el gobernador de
Cuba y cuando regresó a Tenochtitlán se encontró con el comienzo de una rebelión. Los mexicas
estaban descontentos con la presencia española y Pedro de Alvarado comandó una matanza de nobles
durante la realización de un ritual de sacrificio humano (la Matanza del Templo Mayor) que provocó como
respuesta el asedio de su guarnición.
El 30 de junio los españoles huyeron de la ciudad en lo que la historiografía hispánica bautizó “la noche
triste”. Durante la retirada se produjeron enfrentamientos y persecuciones que se cobraron la vida de
muchos españoles y tlaxcaltecas. Antes de este hecho había muerto también Moctezuma, aunque no
queda claro en qué circunstancias (tal vez asesinado por los propios mexicas o por los españoles).

La muerte de Moctezuma
La muerte del emperador azteca Moctezuma se produjo justo antes de “la noche triste”, en la que los
españoles debieron huir de Tenochtitlán. Debido a los reiterados ataques de los españoles que estaban
instalados en la ciudad, los mexicas estaban descontentos y los enfureció un discurso de Moctezuma en
el que trataba de calmar la ira. Según la versión más aceptada, el pueblo mexica lo apedreó, resultó
gravemente herido y murió poco después. Otras versiones sugieren que pudo ser asesinado por los
españoles.

Luego de la muerte de Moctezuma, Cortés y sus tropas huyeron de Tenochtitlán para planificar
posteriormente su reconquista. Mientras tanto, el título de emperador o “huey tlatoani” del Imperio azteca
recayó primero en Cuitláhuac, quien murió por los efectos de la viruela en noviembre de 1520, y luego en
Cuauhtémoc, quien lideró a los mexicas hasta la derrota frente a los españoles. Así comenzó un período
de colonización española de México que duró desde 1521 hasta 1821.

La reconquista de Tenochtitlán
Los españoles se refugiaron en Tlaxcala, luego de superar un ataque de los mexicas en la batalla de
Otumba de julio de 1520. A partir de ese momento planificaron junto a los tlaxcaltecas el asedio y la
reconquista de Tenochtitlán.

Un factor que favoreció a los españoles fue una epidemia de viruela que afectó a los mexicas desde
septiembre de 1520, producto del contacto con los europeos y que les provocó importantes bajas. Cortés
hizo a su vez desarmar los barcos de la costa y armarlos en el lago que rodeaba a Tenochtitlán para
favorecer el asedio. Las tropas de Cortés lograron el bloqueo de la capital mexica en un asedio que duró
entre mayo y agosto de 1521 y diezmó a la población.

Finalmente los españoles capturaron la ciudad el 13 de agosto, fecha que marca el fin del Imperio azteca.
Entre los conquistadores se repartieron botines conformados por bienes y esclavos. Los símbolos y
estatuas de dioses mexicas fueron condenados como ídolos paganos y se inició una campaña de
cristianización que perduró a lo largo de los años.

Tras la conquista siguieron los saqueos y la destrucción de Tenochtitlán, sobre cuyas ruinas se fundó la
ciudad capital de la colonia de Nueva España (hoy ciudad de México). Esta región pasó a formar parte de
la corona española y adquirió carácter de virreinato unos años después. Diversas enfermedades
comunes en Europa (como la viruela que había afectado a los mexicas antes del asedio) fueron
transportadas por los propios conquistadores y comenzaron a reproducirse en el nuevo continente, pero
los indígenas carecían de inmunidad natural para resistirlas. Las muertes resultaron incalculables.
EL PUEBLO DEL MAÍZ Y LA COMIDA NATIVA

Imagine que usted es un español que acaba de llegar a las costas de una tierra lejana. Su supervivencia dependerá
de dos cosas:

a) La seguridad (protegerse del peligro)


b) la alimentación (los alimentos y otras sustancias necesarias para sobrevivir).

En relación con lo primero, los europeos desembarcaron en las costas de lo que ahora se conoce como “las
Américas” debidamente aprovisionados con los medios para protegerse. A lomo de caballo y equipados con
armamento avanzado y un puñado de enfermedades traídas de Europa, los españoles emplearon los métodos más
violentos al confrontar a las poblaciones indígenas. En lo que respecta a la alimentación, sin embargo, las cosas
fueron distintas. Cuando los españoles llegaron a Mesoamérica, encontraron allí a los mayas, a los aztecas y a otros
pueblos indígenas importantes. La tierra que esos pueblos habitaban era fértil y había abundancia de cultivos como
los frijoles, las calabazas, los chiles (pimientos), los aguacates, el saúco, las guayabas, la papaya, los tomates, el
cacao, el algodón, el tabaco, el henequén, el añil, el maguey, el maíz y la yuca[1]. Los europeos encontraron
plantaciones agrícolas similares en toda la región. Sin embargo, los colonos europeos, consideraban que tales
alimentos eran de menor calidad e inadecuados para sustentarlos. Al momento de la conquista, la dieta europea
consistía principalmente de pan, aceite de oliva, aceitunas, carne y vino. Los marinos europeos subsistían de esa
dieta en su viaje desde Europa, pero al llegar a las Américas habían agotado las provisiones de los alimentos que
consideraban necesarios para su supervivencia. Cuando los europeos comenzaron a perecer en estas “nuevas”
tierras, dirigieron entonces su atención hacia la alimentación. El mismo Colón estaba de hecho convencido de que
los españoles estaban pereciendo por la falta de “alimentos europeos saludables”. [2] Fue así como comenzó el
discurso colonial de los “buenos alimentos” (alimentos europeos de calidad superior) en contraposición a los
“malos alimentos” (los alimentos indígenas de menor calidad). Los españoles pensaban que si no consumían los
“buenos alimentos”, iban a perecer, o peor aún, imaginaban que se volverían como los indígenas.

Los “buenos alimentos” versus los “malos alimentos”

Los colonos europeos pensaban que los alimentos daban forma a sus cuerpos. Es decir, la constitución
corporal de los europeos difería de la de los indígenas porque la dieta que consumían era distinta de la que aquellos
consumían. Los europeos también creían que la dieta podía cambiar su constitución, de donde derivaba su temor
de que, si consumían alimentos indígenas “inferiores”, a la larga se volverían como “ellos” (los indígenas). La única
manera de conservar la superioridad de sus cuerpos era consumir los alimentos europeos adecuados; y eran esos
alimentos “correctos” los únicos que los protegerían de los retos que les imponía el Nuevo Mundo y su entorno
desconocido.
Según la mentalidad europea, la función de los alimentos no era únicamente la de mantener su superioridad física,
sino que también desempeñaban un papel en la formación de la identidad social. Así, por ejemplo, en España las
élites por lo general consumían pan, carne y vino. Los pobres, sin embargo, no podían permitirse tales lujos y se
limitaban a consumir cereales como la cebada, la avena y el centeno y potajes de verduras. Incluso los vegetales se
clasificaban según una escala social. Los tubérculos, por ejemplo, a veces no se consideraban como un alimento
apropiado para las clases altas por crecer bajo tierra. Las élites preferían consumir alimentos provenientes de los
árboles, cosechados lejos de la suciedad del mundo común. Por lo tanto, los alimentos servían como indicadores de
la posición social.

Además, al momento de la conquista España se encontraba inmersa en conflictos internos. En su intento por
expulsar a los musulmanes y a los judíos españoles de su territorio, el rey Fernando V y la reina Isabel I relanzaron lo
que se conoce como la Reconquista de España. Conforme se fue forjando una fuerte identidad española en torno a
la idea de la Reconquista, los alimentos se volvieron un poderoso símbolo de la cultura española. Considérese, por
ejemplo, al cerdo. El consumo del cerdo estaba prohibido entre los musulmanes y los judíos, y solo los católicos
podían comerlo. Durante la reconquista, una manera habitual de obligar a las personas a probar la pureza de su
sangre española era ofrecerles cerdo para comer. Una negativa a hacerlo se consideraba como una señal de que
dicha persona no era un legítimo español católico y, en consecuencia, quedaba sujeta a la expulsión de España, a la
persecución o incluso a ser ejecutada.

Cuando los españoles llegaron al Nuevo Mundo y comenzaron la colonización europea de las Américas, trajeron con
ellos la noción de la distinción entre culturas y clases sociales a partir del tipo de alimentos que la gente consumía.
Así, por ejemplo, tras su llegada, los españoles decretaron que la carne de los conejillos de indias (Cui, cobayo) era
esencialmente un alimento de indios, por lo tanto, se consideraba a cualquiera que la consumiera como un “indio”.
Lo mismo se aplicaba a otros alimentos indígenas básicos, como el maíz y los frijoles. Los españoles consideraban
que tales alimentos indígenas eran “comidas de hambruna” [3] que solo debían consumirse cuando los “buenos
alimentos” se hubieran agotado totalmente.

La naturaleza simbólica de los alimentos podía también observarse en la imposición de la religión; otro de los
aspectos destructivos de la conquista. Para la Eucaristía, el rito más sagrado entre los católicos, se emplean una
hostia, hecha de trigo, y vino, que representan el cuerpo y la sangre de Cristo. Antes de que se introdujera el cultivo
del trigo en las Américas, este cereal era difícil de importar ya que gran parte de los cargamentos se dañaba durante
el viaje. Las hostias, indispensables para este rito, se pudieron haber hecho fácilmente del maíz nativo, pero los
españoles creían que la inferioridad de dicho cereal lo hacía inepto para transformarse en el cuerpo literal de Cristo,
como sí sucedía con el trigo europeo. De forma similar, se pensaba que solo el vino hecho con uvas era aceptable
para este sacramento. Cualquier otro sustituto se consideraba como una blasfemia.

Para que los españoles y su cultura pudieran sobrevivir en estas tierras extrañas, era necesario que pudieran
abastecerse fácilmente con los “buenos alimentos”. En sus informes a la corona sobre la aptitud de las tierras
recientemente conquistadas, los funcionarios españoles a menudo mencionaban la “falta de alimentos españoles”.
Ante la frustración por lo que el Nuevo Mundo tenía para ofrecer, Tomás López Medel, un funcionario español,
escribió en un informe: “… no había ni trigo, ni viñas ni animal apto alguno…” en las nuevas colonias. Cuando esto
llegó a oídos de la Corona, esta encargó una serie de informes que debían precisar cuáles cultivos europeos podrían
crecer bien en las tierras colonizadas y detallaran los mejores lugares para plantarlos. Muy pronto se llegó a la
decisión de que lo mejor era que los colonos cultivaran sus propios alimentos, y no pasó mucho tiempo para que los
españoles comenzaran a reorganizar la agricultura en procura de satisfacer sus necesidades. A pesar de que el trigo,
el vino y los olivos solo podían producirse en ciertas regiones de Latinoamérica, para los españoles tal cosa
representó un éxito. Los colonos se regocijaron ante el hecho de que sus alimentos podían cultivarse
adecuadamente en tierras extranjeras, y a pesar de que la agricultura fue un aspecto importante, el éxito más
significativo de los europeos lo representó la introducción de los animales de cría; una actividad que floreció sin
paralelo.

La llegada de las vacas, los cerdos, las cabras y las ovejas

En el territorio de lo que hoy en día se conoce como Latinoamérica existían ya varios animales domésticos a la
llegada de los europeos. Entre ellos había perros, llamas y alpacas, conejillos de indias, pavos, patos Muscovy y
cierta variedad de pollo. En Mesoamérica, la carne y el cuero que se consumían habitualmente provenían de la caza
y, en general, no se explotaba el trabajo animal, con la excepción de los perros que en ocasiones se utilizaban como
animales de tiro. Para los europeos resultaba inaceptable esta falta de animales adecuados para el trabajo y el
consumo. Fue así como llegaron los primeros caballos, perros, cerdos, vacas, ovejas y cabras durante el segundo
viaje de Colón en 1493. [5] La llegada de estos primeros animales de pezuña cambiaría profunda y
permanentemente la forma de vida de los indígenas.

Para empezar, al compararlos con los animales domésticos que ya existían en Latinoamérica antes de la conquista,
los animales introducidos de Europa tenían pocos o ningún predador. Dichos animales no sucumbían a las nuevas
enfermedades y tenían a su disposición vastas fuentes de alimentos. Los españoles literalmente los dejaron
alimentarse de los ricos pastos, frutos y cualquier otro alimento que pudieran encontrar en estas nuevas tierras.
Con una gran variedad de alimentos y ninguna amenaza real a su existencia, estos animales se reprodujeron a un
ritmo sorprendentemente rápido. Ya para el siglo 17, los rebaños de vacas, cerdos, ovejas y cabras se contaban por
cientos de miles de animales que deambulaban por todo el continente. Una consecuencia de lo anterior fue que los
precios de la carne se derrumbaron y su consumo aumentó exponencialmente. El consumo de carne representaba
un lujo en España, pero en el “Nuevo Mundo”, la enorme cantidad de estos animales hizo que este fuera un lujo al
alcance de todos. Este hecho marca el momento en la historia en el que estos animales se convirtieron en una
mercancía en las Américas; una consecuencia natural de lo que sería una industria de la carne en constante
expansión. Durante ese periodo los ranchos de ganado estaban tan bien establecidos y producían cantidades tan
grandes de carne de los animales domesticados que casi todo el mundo consumía porciones considerables de
proteína animal. El consumo de carne se consideraba como un beneficio económico de la cría de animales, sin
embargo, no era el único. Las crónicas también revelan que hubo un aumento en el consumo de productos lácteos,
y que la grasa animal pasó a sustituir el uso tradicional del aceite de oliva en la cocina colonial. Por otro lado, la
demanda de cuero y cebo (utilizado a menudo para la fabricación de velas) era aún mayor que la de carne.

La consecuencia más devastadora de esta nueva industria de la carne fue que su extraordinaria expansión vino
acompañada por un declive igualmente extraordinario de las poblaciones indígenas. En su afán por producir los
“buenos alimentos” para garantizar su supervivencia, los españoles destinaron grandes áreas de tierras para el
pastoreo con menosprecio de los usos que dichas tierras tenían antes de su llegada. Los enormes rebaños a
menudo invadían las tierras de cultivo de los indígenas, destruyendo así su principal fuente de subsistencia. Esta
situación se volvió tan grave que en una carta dirigida a la Corona, un funcionario español expresó: “Sepa vuestra
señoría que si se permiten los ganados, será el fin de los indios…”[6] En un principio, muchos de los pueblos
indígenas de esta región comenzaron a sufrir de desnutrición, lo cual, a la postre, debilitó sus defensas ante las
enfermedades introducidas por los europeos. Otros sencillamente perecieron de hambre tras ser sus cultivos
pisoteados o consumidos por los animales, o usurpados para dedicarlos a la siembra de cultivos españoles. Tras el
tiempo, y ante la escasez de opciones, muchos pueblos indígenas comenzaron a consumir alimentos europeos.

A pesar de las devastadoras consecuencias que esto tuvo, debe señalarse que las poblaciones indígenas de las
“Américas” no reaccionaron ante estos cambios de una forma pasiva. Existen varios casos bien documentados en
los que los pueblos indígenas se rebelaron ante la colonización, y en particular se resistieron a aceptar los alimentos
europeos. En Norteamérica, por ejemplo, los Pueblo se levantaron en contra de los españoles, siendo una de las
principales causas de esta revuelta los alimentos europeos. Durante esta rebelión, se dice que uno de los líderes de
los Pueblo ordenó a su pueblo: “… quemen las semillas que plantaron los españoles y siembren solo maíz y frijoles,
que son los cultivos de sus ancestros”. [7] La resistencia a la cultura europea fue un hecho no poco frecuente, sin
embargo, al pasar del tiempo muchos pueblos indígenas incorporaron varios de los alimentos europeos en su dieta.
De igual forma, a la larga muchos colonos incorporaron alimentos indígenas en sus comidas diarias.

4 DE OCTUBRE
UNIDAD II
LA CONQUISTA DEL TRIGO UN ENCUENTRO CULINARIO
EL PERIODO COLONIAL
Época colonial de México

El sitio y la caída de Tenochtitlan en 1521 fue el inicio del periodo colonial en lo que se llamó la Nueva
España. Trescientos años después, 1821, la corona española reconoce su debilitamiento en su gran colonia
americana y se abren los derroteros de una nación llamada México.

Cómo fue la Época colonial de México?


La época colonial de México es el período histórico de la nación mexicana que inicia en el
siglo XVI, con el fin de las cruentas guerras de colonización que produjo la llegada de Hernán
Cortés y los conquistadores españoles al territorio del entonces Imperio Mexica (Azteca), y
culmina con la Guerra de Independencia y proclamación de la primera República Mexicana.

Durante el período colonial, México formó parte del Virreinato de la Nueva España, dirigido
por un Virrey nombrado por las autoridades españolas, y que junto a los de la Nueva Granada, el
Alto Perú y el Río de la Plata, conformaba el régimen territorial y político de la América
colonizada por el Reino de España.

Como todos los países con historia colonial en la América hispana, México fue remodelado
política, religiosa, cultural, económica y socialmente conforme a los valores de los invasores
europeos, renegando o segregando las tradiciones y las instituciones de los habitantes
originarios del continente que sobrevivieron a la masacre de la conquista.

Características de la época colonial de México:


1. La conquista

La llegada de Hernán Cortés y los conquistadores españoles que, luego de las expediciones de
Colón, venían a enriquecerse y a extender las influencias del trono español,
desencadenaron un rápido cese diplomático con el Imperio Mexica dirigido por Moteczuma, cuya
capital de Tenochtitlán fue tomada en 1521, poniendo fin a una guerra cruenta y desigual que
duró dos años y costó millones de vidas indígenas.

A pesar de la resistencia mexica que no se rindió hasta el último instante posible, los españoles
contaban con superioridad tecnológica (pólvora, perros, caballos, armadura) y táctica, así
como con la alianza de diversos pueblos indígenas tributarios del Imperio Mexica, que vieron en
los recién llegados la oportunidad de saldar sus cuentas con sus opresores locales.
2. Fundación del Virreinato
El Virreinato de la Nueva España se fundó catorce años después de la caída de
Tenochtitlán y fue edificado sobre las ruinas mismas de la civilización azteca. Fue regida a lo
largo de su historia por 62 Virreyes, siendo el primero Antonio de Mendoza y Pacheco, quien
asumió el cargo en 1535. El período previo había sido gobernado por el propio Cortés,
autoproclamado Capitán General de la Nueva España.

Si bien el Imperio Mexica se consideraba ya derrotado, la expansión del Virreinato continuó


durante muchos años, haciéndole la guerra a los pueblos del norte, así como a sus antiguos
aliados.

Su territorio total fue enorme, abarcando lo que es actualmente México, junto con los actuales
estados norteamericanos de California, Nevada, Colorado, Utah, Nuevo México, Arizona, Texas,
Oregón, Washington, Florida y partes de otros estados norteños, así como parte al sur de la
actual Canadá, la totalidad de Centroamérica, las islas de Cuba, República Dominicana, Puerto
Rico, Trinidad y Tobago, Guadalupe, y también las Filipinas, las Carolinas y las Marianas. Era el
mayor y principal asentamiento colonial español de la época.

3. Organización político-territorial
El Virreinato de la Nueva España era tan extenso que requería una división política en dos
unidades: reinos y capitanías generales.

 Reinos. Nueva España (diferente al Virreinato como tal), Nueva Galicia, Guatemala, Nueva
Vizcaya, Nuevo Reino de León, Nuevo México, Nueva Extremadura y Nuevo Santander.
 Capitanías generales. Filipinas, Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo.

Estas divisiones territoriales y administrativas eran regidas por un Presidente Gobernador o


un Capitán General, respectivamente, que se reportaban al Virrey y éste a su vez directamente
a las autoridades coloniales en la España peninsular.

4. La sociedad colonial
La sociedad de la colonia distinguía entre sus ciudadanos en base a un criterio, ante todo, racial.

La población indígena, de por sí diezmada tras la conquista y el esparcimiento de nuevas


enfermedades para las cuales los locales carecían de defensas (tuberculosis y viruela), integró
un peldaño muy bajo en la nueva pirámide social, aunque no tan bajo como el de los negros
esclavos, importados desde África para hacer de mano de obra en los vastos nuevos territorios
de la Corona.

Por encima de todo estaban los blancos, provenientes de Europa, y posteriormente los
blancos nacidos en suelo americano.
5. Mestizaje y castas

La ausencia de mujeres blancas durante los primeros tiempos de la colonia justificó que los
colonos europeos tomaran una o varias amantes indígenas y tuvieran descendencia ilegítima
con ellas. Así surgieron un conjunto de “castas”, para distinguir a los ciudadanos según su
origen:

 Blancos peninsulares. Blancos nacidos en Europa, que eran dueños de las tierras y
ocupaban la más alta jerarquía política. Sólo ellos podían ser nombrados para cargos
públicos.
 Blancos criollos. Blancos nacidos en América. Eran también de la clase pudiente, pero no
contaban con los beneficios de los peninsulares y tenían moderado acceso al poder político.
 Mestizos. Descendientes de la unión de blanco con india. De las clases no blancas, eran los
que mejor posicionados estaban.
 Indígenas. Los habitantes de los pueblos precolombinos o sus descendientes, que no eran
esclavos como los negros, pero sí limitados a labores de servicio.
 Negros. Esclavos africanos que ocupaban el peldaño inferior de la pirámide.

6. Economía
La economía colonial en México era de tipo extractivista, como en todo el continente de la
época. Sobre todo los yacimientos minerales recién descubiertos en el Norte mexicano, que a
su vez impulsaron el crecimiento de obras y la expansión agrícola.

Sin embargo, casi todo lo obtenido era despachado a Europa a través de los puertos de
Veracruz y Acapulco, parte de una red comercial que llevaba los productos filipinos a América y
luego a la península.

7. Evangelización
A las poblaciones indígenas se les impuso la religión católica.

Parte del sistema de opresión y control que la colonia impuso a las poblaciones
indígenas, consistió en despojarlos de su idioma y sus tradiciones, tenidas por paganas y
heréticas.

Así, se les impuso la religión católica y con ella las normativas sociales y éticas de la
sociedad española, con las cuales pensaron ganar almas para la Iglesia Católica, dado que los
indios, a diferencia de los negros, eran considerados seres humanos, aunque deficientes,
necesitados de tutelaje.

Se instauró la Iglesia Católica en la Nueva España, edificando muchos de sus templos y sus
espacios literalmente sobre las ruinas de los que habían pertenecido a las culturas indígenas.
Con ella, además, llegó la Santa Inquisición.
8. Cultura
En este virreinato ocurrió el sincretismo, a lo largo de 300 años de historia, de las culturas
indígenas (zapoteca, mixteca, tolteca, maya, náhuatl, etc.) con la española, dando origen a una
sociedad culturalmente fértil, que contribuyó a la cultura española con escritores como Sor
Juana Inés de la Cruz o Juan Ruiz de Alarcón, o Manuel Tolsá en el ámbito de la arquitectura.
Esto a pesar del control eclesiástico sobre la educación, que imposibilitaba cualquier nexo
directo con el imaginario precolombino.

9. Expansión urbana
La creación de ciudades se llevó a cabo conforme a un criterio de “tabula rasa”.

Durante la colonia se asentaron numerosas de las principales ciudades del continente y del
actual país mexicano, lo cual se llevó a cabo en muchos casos conforme a un criterio de “tabula
rasa”, que planificaba las ciudades desde cero. No fue el caso de Ciudad de México,
obviamente, alzada sobre la antigua Tenochtitlán.

10. Fin de la colonia


La invasión de España por los franceses y la salida de Fernando VII del trono produjeron el
vacío de poder propicio para el alzamiento militar de las colonias, lo que en el caso de la Nueva
España se inició en 1810 con el Grito de Dolores. Esto condujo a una larga Guerra de
Independencia que culminó en 1821 con el reconocimiento de la independencia mexicana por
parte de último virrey.

Para la historia de México el periodo conocido como la Colonia o el Virreinato empieza en el siglo XVI, cuando los
españoles, al mando de Hernán Cortés, conquistaron la antigua México-Tenochtitlan. Así fundaron la Nueva
España, nombre que los conquistadores le dieron a la actual ciudad de México. También se conoce esta etapa con el
nombre de Virreinato porque el país, durante el tiempo que duró, fue gobernado por un representante del rey de
España que tenía el título de virrey.

Es muy raro que haya épocas que abarquen exactamente una cifra decimal redonda, pero en nuestra historia
colonial así es, ya que se considera que esta etapa empieza estrictamente en el año de 1521, cuando cayó en poder
de los españoles la antigua ciudad de México-Tenochtitlan, y termina en 1821, año en el que se declaró la
Independencia de México.

Así pues el periodo de la Colonia abarca 300 años, y está usualmente dividido en tres periodos: el primero y más
antiguo es el que corresponde al siglo XVI y correponde a todo lo que pasó en la Nueva España desde 1521 hasta
1600; el segundo, el del siglo XVII, que comprende lo sucedido entre 1601 y 1700; y, finalmente, el tercero y último,
el del siglo XVIII mexicano y que va de 1701 y 1800.
Los 21 años que faltan para llegar a 1821 ya pertenecen al siglo XIX, y todavía son parte de la historia de la Colonial,
aunque los historiadores les conceden a esos años finales del Virreinato el apelativo de periodo, “de transición”, ya
que la lucha iniciada por Miguel Hidalgo y Costilla contra el dominio del gobierno español en la Nueva España había
comenzado en 1810 dando lugar así al nacimiento de México.

La importancia de la época de la Colonia es determinante tanto para la historia de nuestro país como nación
independiente como para la historia de todo Occidente, ya que, a partir de ese momento, América entró a formar
parte del mundo que hasta entonces conocían los europeos.

En la época de la Colonia la religión católica ganó nuevos e importantes territorios, cambió el lenguaje, la traza de
las ciudades, las manifestaciones culturales y artísticas yse inició el mestizaje o sincretismo, es decir la mezcla entre
los conquistadores y los conquistados, combinación que definió el carácter actual que tienen hoy todas las naciones
llamadas latino o hispanoamericanas.

Para entender cabalmente la complejidad de la época de la Colonia en México habría que analizar, en un principio,
dos tipos de dominación española: la conquista militar y la conquista espiritual, y después, adentrarse en cómo fue
el establecimiento de las ciudades españolas, cuál la situación de los naturales, cómo estaba constituido y cuál era
el funcionamiento del gobierno colonial; la importancia de las autoridades eclesiásticas, las nuevas formas de moral
y también el terror que inspiró el Santo Oficio todo ello sin olvidar, por supuesto, los estratos o castas de los que
estaba compuesta la sociedad colonial.

No menos importante fue, por supuesto, el arte y la cultura en la Colonia que en cada siglo XVI, XVII y XVIII tuvo
manifestaciones particulares, la vida cotidiana y el surgimiento del criollismo, de donde salió el conjunto de
hombres que, finalmente, habrían de terminar con la Colonia y con la dependencia que, de España, tenía México
antes de llamarse como hoy se llama.

LA CONQUISTA DEL TRIGO. UN ENCUENTRO CULINARIO

Es un hecho bien conocido que la colonización europea de los pueblos indígenas mesoamericanos se realizó con
violencia. Los historiadores han estudiado en gran detalle los efectos devastadores que la colonización tuvo sobre
las sociedades y culturas indígenas, y sobre su tasa de mortalidad. A pesar de que el análisis de la conquista por lo
general se ha centrado en los cambios sociales, políticos y económicos a los que se sometió a las poblaciones
indígenas, rara vez se toma en cuenta el aspecto de la alimentación; la base misma de la supervivencia. Sin
embargo, los alimentos fueron el principal instrumento que permitió la colonización. La colonización no se puede
entender adecuadamente sin considerar el tema de los alimentos y el hábito de comer.

La aculturación alimentaria en el “Nuevo Mundo”

La aculturación alimentaria que se dio en el “Nuevo Mundo” tanto entre los pueblos indígenas como entre los
europeos, estuvo influida por numerosos factores.

En primer lugar, durante el proceso de colonización se recompensaba a quienes adoptaran las costumbres
europeas. En un principio, la conversión al catolicismo y la adopción de la cultura, costumbres y creencias españolas
se impusieron por la fuerza. Con el tiempo, los españoles intentaron otros métodos para que los pueblos indígenas
adoptaran su forma de vida. Por ejemplo, los curas llegaron a ofrecer ganado a los jóvenes indígenas a cambio de su
conversión al catolicismo. [8] La posesión de ganado era una opción tentadora: los animales representaban una
fuente de ingresos y su consumo era símbolo de un estatus social elevado, según las percepciones de los españoles.
Puesto que los alimentos se identificaban con el estatus social y los pueblos indígenas podían mejorar su propia
condición social entre los colonos si adoptaban sus costumbres, muchos así lo hicieron y llegaron a incorporar en
sus vidas incluso los hábitos culinarios europeos. Esta era una forma de asegurarse una mejor posición social en la
sociedad colonial. [9]

Otro elemento importante que influyó en la decisión de los pueblos indígenas de incorporar en su dieta los
alimentos europeos fue el papel de la mujer en la sociedad colonial. Las mujeres ibéricas llegaron poco después de
que sus esposos y familiares varones se habían establecido en el “Nuevo Mundo”, y desempeñaron un papel
esencial en el proceso de la colonización. También se observan adaptaciones en la forma de cocinar influenciadas
por los indígenas, como fue el uso del chile, por ejemplo. Los europeos aceptaron incorporar el chile entre sus
alimentos por ser similar a la pimienta. Esta semejanza llevó a la adopción generalizada del chile entre los europeos.
Los cambios en la dieta de los españoles ocurrían más comúnmente en tiempos de hambruna cuando escaseaban
los alimentos españoles. Durante tales periodos, los cocineros indígenas preparaban sus alimentos tradicionales y
los españoles no tenían más remedio que consumirlos. Para los pueblos indígenas, la cocina española era la
principal razón del empeño de los colonos por ocupar las tierras en las que producían sus alimentos tradicionales.
Por lo tanto, la lucha que enfrentaban los pueblos indígenas era la de preservar su tradición culinaria a sabiendas de
que, por razones prácticas, tenían que adoptar los nuevos alimentos.
Por último, como se indicó anteriormente, la simple disponibilidad de alimentos para el consumo comenzó a
cambiar las prácticas alimentarias. Las tierras que antes habían alimentado a las comunidades indígenas se
aprestaban ahora para satisfacer la demanda de materias primas para la exportación. La Corona española, sin
embargo, se cuidó de ejercer control sobre las autoridades coloniales locales con el fin de no permitir que ninguno
de los conquistadores acaparara un poder desproporcionado. Con este fin, la Corona autorizó que se reservaran
algunas tierras en las que las comunidades indígenas pudieran plantar cultivos de subsistencia. Se permitió a las
comunidades plantar dichas tierras de forma colectiva con cultivos necesarios para su subsistencia diaria. Tal
medida no representó, sin embargo, un gesto altruista por parte de la Corona sino más bien un intento calculado
por mantener el control sobre las autoridades locales.

Los alimentos, el legado de la colonización y la resistencia


Aunque hoy en día nos es posible reconocer muchos alimentos indígenas en la dieta básica de los latinoamericanos,
debemos estar conscientes del legado de la colonización en dicha dieta. El consumo de carne a gran escala, que
representa una parte significativa de la dieta moderna de muchos latinoamericanos, tiene su origen en la conquista y
en la colonización, al igual que lo tiene su significado cultural y social; significado que se extiende incluso a los
papeles de género. La extensión de la práctica de comercializar animales como industria en América Latina también
tiene sus raíces en el legado colonial. La comercialización de animales también fue la causa del auge de la industria
láctea en la España colonial. Resulta interesante que el consumo de leche y otros productos lácteos nos sirve como
un lente singular a través del cual podemos echar un vistazo a la relación entre los alimentos y la colonización.
El consumo de productos lácteos fue el resultado de la domesticación de las ovejas, las cabras, las vacas y los cerdos
en algún momento entre los años 11,000 y 8,000 antes de Cristo.

Los alimentos representan poder


La colonización es un proceso violento que altera de una manera fundamental la forma de vida de quienes son
colonizados. Los alimentos siempre han sido una herramienta fundamental en la colonización. Los alimentos sirven
como vehículo para transmitir normas sociales y culturales, pero también para violentarlas. Con la llegada de los
españoles, los pueblos indígenas de las Américas debieron encarar un sistema alimentario radicalmente distinto al
propio. El legado de dicho sistema está muy presente en los hábitos alimentarios de los latinoamericanos de hoy en
día. Sin embargo, nunca debemos olvidar que la colonización siempre ha sido un proceso conflictivo en el que
ciertos grupos han negociado espacios para sí mismos. Los alimentos indígenas siguen estando presentes en la dieta
actual de los latinoamericanos, al igual que lo están los alimentos europeos. Comprender la historia de los alimentos
y de los hábitos alimentarios en distintos contextos nos puede ayudar a entender que el hábito de comer es
intrínsicamente complejo. Las decisiones que las personas toman en torno a su alimentación están influidas y
limitadas por los valores culturales prevalentes, y son una parte importante de la construcción y preservación de la
identidad social. En tal sentido, los alimentos no representan simplemente el acto placentero de comer; los alimentos
son historia, se transmiten culturalmente, son parte de la identidad. Los alimentos representan poder

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Armstrong, R., & Shenk, J. (1982). El Salvador, the face of revolution (2nd ed.). Boston: South End Press.

[2] Earle, R. (2012). The Body of the Conquistador: Food, Race and the Colonial
Experience in Spanish America, 1492-1700. Cambridge: Cambridge University Press.

[3] Trigg, H. (2004). Food Choice and Social Identity in Early Colonial New Mexico.
Journal of Southwest , 46 (2), 223-252.
[4] Earle, R. (2012). The Body of the Conquistador: Food, Race and the Colonial Experience in Spanish America,
1492-1700. Cambridge: Cambridge University Press.

[5] Crosby, A. W. Jr. (1972). The Columbian Exchange: Biological and Cultural Consequences of 1492. Connecticut:
Greenwood Press.

[6] Earle, R. (2012). The Body of the Conquistador: Food, Race and the Colonial Experience in Spanish America,
1492-1700. Cambridge: Cambridge University Press.

[7] Hackett, C. & C. Shelby. (1942). Revolt of the Pueblo Indians of New Mexico and Otermin’s Attempted
Reconquest, 1680-1682. Albuquerque: University of New Mexico Press.

[8] Gutierrez, R. A. (1991). When Jesus Came, the Corn Mothers Went Away: Marriage, Sexuality, and Power in New
Mexico, 1500-1846. Stanford: Stanford University Press.

[9] Trigg, H. (2004). Food Choice and Social Identity in Early Colonial New Mexico. Journal of Southwest , 46 (2), 223-
252.

[10] Vuorisalo, T., Arjamaa, O., Vasemägi, A., Taavitsainen, J. P., Tourunen, A., &
Saloniemi, I. (2012). High lactose tolerance in North Europeans: a result of migration, not in situ milk consumption.
Perspectives in Biology and Medicine, 55(2), 163-174.

[11] Also known as lactose intolerance.

[12] Simoons, F. J. (1978). The Geographic Hypothesis and Lactose Malabsorption: A weighing of the Evidence.
Digestive Diseases, 23(11), 963-980.

[13] With the exception of some Italians and Greeks.

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