La formación del psicólogo para el año 2000 Muchos otros factores intervienen en la estructuración de un plan de estudios: el
zeitgeist de los tiempos, incluido el status de las demás ciencias, las concepciones
Miriam Dembo
Laboratorio Infantil
RESUMEN
D e los múltiples factores a considerar en la formación del psicólogo destaca, en primer
término, la evaluación del propio corpus científico de la psicología. A lo largo del siglo XX la
Psicología se ha afianzado como profesión y es innegable el impacto que ha tenido en todos los
aspectos de la vida del hombre. Sin embargo, su futuro como disciplina luce incierto, pues está a
punto de ingresar en el segundo milenio alojando bajo su tolda numerosas corrientes y escuelas y
una diversidad de concepciones sobre su objeto y método de estudio. El plan básico de formación
ha permanecido asombrosamente estable a través de diversas latitudes y en los últimos 100 años.
Ante las amenazas a la integridad y cohesión de la disciplina, la adhesión a un núcleo básico de
formación ha constituido su fuente principal de identidad. Las tribulaciones actuales de la
psicología como ciencia se reflejan en los problemas de la psicología como profesión. Una
reflexión sobre cómo debe ser la formación del psicólogo para el siglo XXI, destaca que su
compromiso social incluye la responsabilidad de ofrecer a la sociedad una ciencia de la psicología
coherente y bien estructurada, que brinde posibilidades de desarrollo de una tecnología con base
científica.
Palabras claves: psicología: ciencia y profesión; formación del psicólogo; la enseñanza
de la psicología.
Toda reflexión sobre la formación del psicólogo comienza, ineludiblemente, por la
consideración de la naturaleza dual de la Psicología: disciplina científica y profesión. El
orden de precedencia en que estas facetas deben introducirse en el pensum, el equilibrio
que debe alcanzarse entre ellas y la dosificación ideal de cada una en el plan de
estudios, suelen ser motivo de fogosas controversias. La necesidad de establecer una
lógica continuidad entre ciencia y profesión es una meta ideal que en la mayoría de los
casos no ha sido alcanzada.
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epistemológicas que prevalecen en un momento histórico dado, las circunstancias socio-
históricas-económicas del país y de la universidad, las demandas sociales a la luz de
dichas circunstancias, las veleidades del mercado de trabajo, las expectativas de los
estudiantes y las disponibilidades de recursos de la institución. Por ello, como ha dicho
Ellis (1992) cualquier discusión sobre la formación del psicólogo es, en cierto modo,
toda una historia de la Psicología.
Ahora bien, de los múltiples factores a considerar, la evaluación del propio corpus
científico de la psicología es el factor de mayor peso en la estructuración y los
contenidos de los planes de formación, tanto de científicos como de profesionales. Esto
es particularmente cierto en momentos en que la proximidad del siglo XXI ha avivado
la reflexión sobre el pasado, presente y futuro de la Psicología.
LA FORMACIÓN CIENTÍFICA DEL PSICÓLOGO Y EL STATUS ACTUAL DE
LA PSICOLOGÍA COMO CIENCIA
En los balances de fin de siglo, la Psicología como disciplina ha recibido, en
muchos casos, malas calificaciones. En su Historia de la Psicología, Leahey (1982)
después de hacer un extenso recorrido, desde el mundo clásico hasta nuestros días,
concluye que la Psicología sobrevivirá durante mucho tiempo como institución, por las
innegables contribuciones que ha hecho a la psicoterapia, la industria, la educación y la
sociedad en general pero, como disciplina, su futuro es incierto:
La sociedad puede no sentirse siempre cómoda con la psicología, pero la psicología ni
puede ni va a desaparecer. Esto quiere decir que los psicólogos, aunque quizá en
menor número que en los últimos años, tienen asegurado un futuro. Sin embargo, lo
más importante es el futuro de la psicología como un intento disciplinado y científico
de la humanidad para comprender nuestra naturaleza (p. 552).
Cuando se habla de la Psicología como ciencia, está implícita la idea de que la
psicología es o debe ser una ciencia unificada y coherente, que todos los psicólogos
deben aspirar a una única explicación teórica de la mente y la conducta humana.
El debate sobre las posibilidades de unificación de la Psicología, sobre sus
avances o retrocesos en los 100 años que lleva tratando de consolidar su status como
disciplina científica, están a la orden del día y tienen indiscutible importancia cuando se
trata de reflexionar sobre la formación del psicólogo para el futuro o, tal vez deberíamos
decir, sobre la formación que el psicólogo necesita para asegurar a la Psicología un
futuro.
En las posiciones extremas de este debate se encuentran, entre otros, Staats (1981)
quien mantiene la posibilidad de unificación y propone, como eje unificador, su
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conductismo paradigmático y Kimble (1989) quien propugna como eje unificador el
conductismo metodológico o, en sus propios términos, el “empirismo lógico, partiendo
de los lineamientos de Tolman (1938), Hull (1935) y Cronbach (1957).
En el otro extremo, se encuentran, entre otros, Toulmin (1972) quien ha señalado
que la Psicología no es una disciplina compacta porque está integrada por sectas
diferentes, cada una con sus propios métodos, aspiraciones y puntos de vista,
representados por publicaciones que sólo expresan el punto de vista de su secta. Cada
perspectiva aporta algo único y si cada una de ellas es limitada, al considerarlas como
un todo dibujan un retrato más amplio y completo de la naturaleza humana que el que
cualquiera por sí sola pudiera dar. Similar punto de vista mantiene Koch (1974) quien
considera que el dominio de la Psicología es demasiado amplio para ser abordado por
un único sistema metodológico y teórico. Según este último, la “Psicología” debe ser
reemplazada por “los estudios psicológicos”, término abierto al pluralismo y que no
presupone método específico.
La diversidad de enfoques y de escuelas en Psicología, presenta no sólo un
problema para la integridad de la disciplina sino también, evidentemente, para la
manera de conceptuar y planificar la formación de psicólogos. Ellis lo ha expresado el
siguiente modo:
El problema, sencillamente planteado es el siguiente: ¿Tendremos una psicología
identificable, tal como la conocemos hoy? No estoy seguro de lo que nuestra disciplina
parecerá en el futuro, pero creo que tenemos aún la oportunidad de moldearla, de guiar
su curso y de hacerlo de manera constructiva. Es más, sobre la base de mis
observaciones de un número de departamentos (escuelas) de Psicología, continúo
estando impresionado (al constatar) hasta qué punto algunos de estos programas
coinciden en objetivos, núcleos curriculares y filosofías de entrenamiento (Ellis, 1992,
p. 573).
Esta última cita introduce un tema central en el debate sobre la integridad o unidad
de la Psicología como disciplina, que está íntimamente ligado con el problema de la
formación del psicólogo y el cual, a continuación, vamos a desarrollar con mayor
amplitud.
EL PROBLEMA DE LA INTEGRIDAD DE LA DISCIPLINA Y DE LA
IDENTIDAD DE LA PROFESIÓN
Considerando la enorme diversidad de concepciones metateóricas, teóricas,
metodológicas y aplicadas de la Psicología, resulta verdaderamente sorprendente el
grado de acuerdo en lo que se refiere a la formación básica, general o “científica” del
psicólogo. No solamente sorprende la homogeneidad a través de diversas instituciones y
hasta países, sino la estabilidad del modelo de formación a través de los años. Es más,
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parecería que esta uniformidad de formación, por encima de cualquier disparidad
conceptual, es la responsable del mantenimiento de la identidad de la Psicología como
disciplina.
IIa.- La formación del psicólogo como fuente de identidad
Un artículo de Matarazzo (1987/1989), viene en apoyo de lo que acabamos de
afirmar. Mantiene Matarazzo que, en los Estados Unidos, el núcleo específico de
formación de psicólogos, en su contenido más amplio, ha permanecido casi idéntico,
desde 1890, cuando la disciplina fue por primera vez incorporada a las ofertas de
enseñanza de las universidades de los Estados Unidos, hasta nuestros días. Esto es así -
dice Matarazzo- aún para estudiantes matriculados en épocas diferentes y universidades
muy apartadas entre sí desde el punto de vista geográfico. Considera, además, que para
la Psicología, al igual que para cualquier disciplina científica, es a través de este núcleo
de conocimientos, y del vocabulario ligado a él, que los estudiantes adoptan un marco
de referencias común que los identifica como miembros de un mismo subgrupo cultural.
Como dato curioso, y a fin de sustentar sus aseveraciones, Matarazzo (1989)
incluye un Apéndice en el cual compara la tabla de contenidos de diversos manuales
introductorias de Psicología, desde el publicado por William James en 1890, hasta el de
Zimbardo en 1985, destacando que, a pesar de obvias diferencias en el contenido
específico de cada capítulo, que reflejan “cambios fundamentales en la base del
conocimiento empírico y teórico de la Psicología durante el siglo pasado” (p. 19), los
títulos de los capítulos y la mayor parte de los temas tratados “… han definido los
parámetros de la disciplina a las sucesivas generaciones y han diferido de un modo
mínimo entre uno y otro durante los últimos 100 años” (p. 19, subrayado nuestro).
IIb.- La búsqueda del núcleo esencial de formación para
psicólogos
A la luz de lo que hemos venido diciendo, cabe preguntarse: ¿Cuáles son los
aspectos curriculares considerados básicos para la formación de todos los psicólogos y
que permiten calificarlos como tales?
Para responder tal pregunta, la American Psychological Association (APA)
nombró en 1979 una “Fuerza de trabajo para la educación y acreditación en Psicología”,
la cual hizo una propuesta largamente discutida por diversos organismos profesionales
en los Estados Unidos (1979 - 1984) y finalmente aprobada por la APA en 1985. La
propuesta especifica el núcleo mínimo de tópicos que debe incluir un programa de
estudios para el Doctorado en Psicología y está dirigida, por una parte, a “… definir lo
que es un psicólogo” y por la otra a establecer los estándares mínimos para la
acreditación de programas doctorales en los Estados Unidos (Matarazzo, 1989, p. 20).
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En síntesis, las áreas de formación que se consideró deberían tomarse en cuenta con
fines de acreditación para Programas Doctorales (APA, 1985) fueron las siguientes:
1. Metodología y diseños de investigación.
2. Estadística.
3. Psicometría.
4. Historia
5. Normas éticas, científicas y profesionales.
6. Bases biológicas de la conducta. (Por ejemplo, psicofisiología, psicología
comparada, neuropsicología, psicofarmacología).
7. Bases cognitiva-afectivas de la conducta. (Por ejemplo, aprendizaje, memoria,
percepción, cognición, pensamiento, motivación, emoción).
8. Bases sociales de la conducta. (Por ejemplo, psicología social, cultural,
procesos étnicos y de grupos, roles que desempeñan los sexos, conducta
organizacional).
9. Diferencias individuales. (Por ejemplo, teoría de la personalidad, desarrollo
humano, psicopatología, psicología de las mujeres, psicología de los
minusválidos, psicología de las experiencias minoritarias).
10. Una secuencia avanzada de estudios vinculados con la especialización. (Por
ejemplo, una investigación avanzada o una experiencia práctica de aplicación del
conocimiento profesional, así como cursos pertinentes adicionales de biología,
neurociencias, química, genética, teoría de sistemas, ciencias de computación,
matemáticas, epidemiología, demografía, antropología, sociología, ciencia de la
administración, psicoterapia, lingüística, ingeniería).
Ciertamente, estos criterios de la APA no lograron consenso. Algunos veían en
ellos la posibilidad de unificar el campo de la psicología y convencer a quienes se
encuentran fuera del área sobre la coherencia de nuestra disciplina (Ellis, 1992). Otros,
como Koch (1966, 1981; citado por Ellis, 1992), los rechazaron por considerar que, al
no existir unidad conceptual en la Psicología, no existe un conjunto de conceptos
distintivos que puedan jugar un rol fundamental en nuestra ciencia. Sin embargo, una
gran mayoría -incluyendo aquellos que no estuvieron de acuerdo con el uso específico
de algunos de estos criterios como base para la acreditación de programas de
Doctorado- reconocieron la importancia de la uniformidad en la formación científica.
Encuestas diversas entre universidades han señalado que, si bien estos estándares
nunca fueron oficialmente adoptados, en la práctica rigen en la gran mayoría de las
universidades de Estados Unidos (Matarazzo, 1987).
En lo que respecta a Europa, la Federación Europea de Asociaciones Profesionales
de Psicólogos (EFPPA) elaboró y recomendó a sus miembros los “estándares óptimos
para la formación profesional en Psicología”, los cuales aparecieron publicados en el Nº
73 (Enero-Junio 1992) del Psicólogo Interamericano y cabe señalar, que se compaginan
perfectamente con los propuestos por la APA. Del mismo modo, las áreas generales
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para la formación de psicólogos también están presentes en lo que Ardila (1982a) ha
llamado “el modelo latinoamericano”.
Para resumir, una revisión de la literatura sobre la formación del psicólogo revela
que, paralelamente a los diversos enfoques que coexisten en la Psicología y que
compiten por lograr la hegemonía o que simplemente se dedican a desarrollarse dentro
de “su secta”, es decir, dentro de los marcos teóricos y metodológicos en que se
fundamentan, existe lo que podríamos llamar una Psicología “oficial” o “tradicional”
que ha alcanzado su unificación y su identidad a través de los programas de formación
de psicólogos los cuales, como se ha dicho, han mantenido notable estabilidad a través
del tiempo y de la diversidad de instituciones. A garantizar esta estabilidad han
contribuido, sin lugar a dudas, las organizaciones profesionales y gremiales que han
adoptado estas pautas de formación como criterios y normas para avalar programas o
títulos, pues nadie más interesado que ellas en establecer la identidad y la integridad de
la Psicología y en poder distinguir entre quién es un psicólogo y quién no lo es.
Tal apreciación permite explicar, tal vez, por qué los cambios curriculares sacuden
tan profundamente la comunidad de psicólogos y por qué los cambios que finalmente se
introducen son tan conservadores: Por ser la Psicología como disciplina tan amorfa, lo
que está en juego en cada cambio curricular es nada más y nada menos que la identidad
y la integridad de la disciplina.
IIc.- Amenazas a la integridad de la disciplina y a la identidad
profesional
Con cierta regularidad se escuchan voces que alertan contra los peligros que
acechan la integridad de la psicología como disciplina y la identidad profesional del
psicólogo. Entre las amenazas que más frecuentemente se señalan, se encuentran dos
tendencias que intentan romper con la uniformidad en la formación del psicólogo: a)
Una de ellas es la que pugna por la adopción de planes diferenciales para aquellos
psicólogos que desean dedicarse primordialmente al ejercicio profesional y demandan
que se minimice la formación científica o formación para la investigación y se ponga
mayor énfasis en los aspectos prácticos de solución de problemas. b) La segunda
tendencia, bastante vinculada con la primera, es la que propugna mayor especialización
en lo que a formación profesional se refiere.
IId.- El debate entre dos modelos de formación para el
psicólogo profesional
Ningún aspecto de la formación del psicólogo ha sido tan controvertido y tan
debatido como el del modelo de formación para los psicólogos que desean dedicarse
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primordialmente al ejercicio profesional y especializarse en algún área de aplicación de
la psicología.
El problema tiene múltiples facetas: ¿Debe un psicólogo que se prepara para un
rol profesional recibir formación científica? ¿Debe recibir formación en disciplinas
ajenas a la Psicología? ¿Es necesario o conveniente que quienes se dedican al ejercicio
profesional realicen, simultáneamente, investigación? ¿Qué tipo de formación permitirá
a un profesional de la psicología diferenciarse de profesiones cuyo campo de acción y
cuyos servicios se solapan con los del psicólogo? ¿Cuáles son los vínculos entre ciencia
básica y aplicada o entre ciencia y tecnología?
La psicología clínica data de fines de la Segunda Guerra Mundial (Leahey, 1991)
y fue una de las primeras áreas aplicadas que trajo a colación el problema de una
formación especializada. La conferencia de Boulder de 1950 (Blanco, 1992) estableció
un modelo de formación conocido en la literatura como el Modelo Boulder o, también,
el modelo del “científico practicante” (scientist-practitioner). Según este modelo, los
psicólogos clinicos deben recibir formación como científicos, en primer término, y
como proveedores de servicios profesionales en segundo lugar. Gran número de
psicólogos clínicos se sintieron poco inclinados a seguir el Modelo Boulder, pues su
meta era la práctica de la psicoterapia y consideraban la parte científica totalmente
innecesaria y aburrida. Estos últimos siguieron presionando por el reconocimiento de un
modelo de formación distinto y de un título distinto (Psychology Doctor -PsychD- en
lugar de PhD). Además, este grupo ejercía presión para que se reconocieran las
Escuelas Profesionales fuera del ámbito universitario. Eventualmente, la polémica entre
psicólogos del mundo académico y psicólogos practicantes condujo a una división de la
APA en 1988. Los psicólogos con afinidades y preocupaciones científicas fundaron la
APS (American Psychological Society) aunque muchos de ellos no renunciaron a su
membresía en APA. Sin embargo, los intereses de los académicos y los clínicos se
hicieron abiertamente incompatibles. El debate entre los que favorecían el modelo del
“científico practicante” (Modelo Boulder) y el del “practicante” (practitioner) duró
varios años y llenó las revistas profesionales de artículos que defendían uno u otro
punto de vista. Los resultados de la Conferencia Nacional sobre Formación para la
Práctica de la Psicología, realizada en 1992 en Gainsville, Florida, (Belar & Perry,
1992) fueron, una vez más, favorables al Modelo Boulder del “científico practicante”
para la formación de psicólogos profesionales, el cual ahora ha sido adoptado no sólo en
la enseñanza de la psicología clínica sino también en otras áreas de aplicación. Los
delegados llegaron a la conclusión de que el modelo del “científico practicante” era
esencial en la formación profesional. El modelo fue considerado ideal para psicólogos
que deseen usar el método científico en la conducción de la práctica profesional. Se
justificó esta posición, afirmándose que el entrenamiento en metodología científica era
esencial para ayudar al psicólogo a ajustarse a los cambios que continuamente se llevan
a cabo en el ejercicio profesional y también para distinguir los hechos de las opiniones,
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tanto en la aplicación de la ciencia de la conducta como en la evaluación de
innovaciones teóricas y tecnológicas. Los graduados que han recibido este modelo de
formación pueden dedicarse a la investigación o al ejercicio profesional o a ambos.
Entre las asignaturas incluidas se encuentran las definidas como “núcleo esencial para
acreditación de programas de la APA” (1985) y resumidas en un aparte anterior del
presente trabajo.
Entre las figuras norteamericanas que con mayor énfasis han abogado por la
formación científica, se encuentran Ellis (1992) y Miller (1992). Por su parte, Howard,
Pion, Gottfredson, Flattau, Oskamps, Plaffin, Bray & Burstein (1986) también han
destacado que una de las características de la Psicología, aún como especialidad
aplicada, ha sido su base de investigación y han mostrado su preocupación porque el
número de psicólogos que tiene el interés y la capacitación para ofrecer este tipo de
entrenamiento va en decremento. Si la tendencia continúa -advierten- “… el resultado
será, inevitablemente una psicología sin ciencia” (Howard, et. al., 1986, p. 13,
subrayado nuestro).
IIe.- Vínculos entre ciencia básica, ciencia aplicada y
tecnología
Para comprender los múltiples dilemas que, en Psicología, a cada paso se asoman,
cuando de formación profesional o desarrollo curricular se trata, hay que recurrir a la
historia de la disciplina. Parte de esa historia ha sido una relación poco feliz entre
psicólogos experimentales y psicólogos clínicos (si bien no es una cuestión exactamente
equivalente) entre ciencia básica y ciencia aplicada. La psicología como profesión no
siempre ha ido de la mano con la psicología como ciencia. La falta de continuidad entre
ciencia básica y aplicada es la que da origen a la reiterada y eterna discusión sobre si el
psicólogo interesado fundamentalmente en el ejercicio profesional debe recibir
formación científica. También es ésta la causa por la cual el estudiante de Psicología
encuentra poca motivación en el estudio de las asignaturas básicas. Después de cumplir
un ciclo básico de estudios, destinados a su formación “científica” el estudiante que
entra al “ciclo aplicado” o al “ciclo avanzado” muchas veces no logra comprender qué
relación existe entre lo que estudió en los primeros semestres y las asignaturas y
actividades dirigidas a su “formación profesional”.
En términos generales, a lo que aspira, realmente, es que la tecnología usada por
los psicólogos para el cambio individual o social, tenga coherencia y fundamentación
científica, y no sea una mera colección de técnicas derivadas del sentido común, o de la
experiencia adquirida a través de la necesidad de resolver problemas en el curso del
ejercicio profesional. Peña (1992) ha señalado, con razón, que “una sociedad bien puede
imponer a una profesión soluciones para las cuales el desarrollo del conocimiento aún
no está preparado”, el cual parece ser el caso de la Psicología y esto conduce a un
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pragmatismo y “lleva a mezclas improcedentes del nivel del discurso y de los
procedimientos de intervención” (p. 5).
IIf.- ¿Existen las especializaciones profesionales en Psicología?
Paralelo al debate sobre la necesidad de formación científica, aún para psicólogos
orientados hacia el ejercicio profesional más que hacia la investigación, se asoma
siempre con fuerza la posición de quienes opinan que no existen las especializaciones
en Psicología, al menos no todavía, y se inclinan hacia la formación de un psicólogo
generalista. Esta posición ha recibido bastante apoyo, por diversas razones. Algunos
(Ellis, 1992; Kimble, 1989; Peterson, 1976) argumentan que esto es deseable, pues
contribuye a mantener la identidad y la integridad de la disciplina y porque este tipo de
formación permite poner mayor énfasis en la enseñanza científica.
También existe apoyo al concepto del psicólogo generalista en Latinoamérica y
posiblemente en otros países del Tercer Mundo, e incluso en España, por razones de
tipo tanto académico como pragmático. El Plan de Estudios de la Universidad de La
Habana lo explicita bien y citaremos algunos párrafos del mismo:
La idea de formar un “profesional de perfil ancho” surge en contraposición y contraste
con la idea de formar un “especialista”, que está ligada a su vez a una cierta
concepción estrecha del campo de trabajo del graduado y a una cierta idea
sobrevalorada acerca de las posibilidades formativas de los estudios universitarios (p.
11).
… nuestras actuales condiciones económicas y de empleo requieren que cada quien
pueda resolver, con la mayor eficiencia, el mayor número de problemas pertenecientes
a su área o campo de formación o de experiencia (p. 12).
Se reconoce que el número de problemas profesionales puede ser extremadamente
grande y es ilusorio en tiempo relativamente breve formar un profesional capaz de
abordarlos todos. Se trata de distinguir un cierto conjunto de operaciones básicas cuya
generalización permita a quien las posee abordar prácticamente cualquier problema de
la profesión e, incluso, en cierta medida, generar otros nuevos (p. 14).
III.- La enseñanza de la Psicología en América Latina
En sus apreciaciones sobre la Psicología del tercer mundo, Ardila (1982a, 1982b,
1986) habla del “Modelo Latinoamericano” de enseñanza de la Psicología, el cual
describe como sigue: Implica 5 años de formación de pregrado, incluye asignaturas de
todas las áreas de la psicología y ciencias afines tales como biología, fisiología,
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matemáticas y sociología. El estudiante recibe formación teórica y práctica y, al
finalizar su formación, debe presentar un Trabajo de Grado, generalmente de índole
experimental, a fin de obtener su título. En algunos casos, el título es de “Psicólogo”, en
otros de “Licenciado en Psicología”, pero ambos le permiten trabajar en cualquier área
de la psicología. El entrenamiento está orientado hacia la formación profesional y es
“terminal” en el sentido de que el ejercicio profesional no requiere de formación de
postgrado y la de pregrado cubre aspectos tanto científicos como prácticos. Según
Ardila (1982a) el “modelo latinoamericano” puede considerarse análogo al modelo
“Boulder” en los Estados Unidos, al cual ya se ha hecho referencia.
Señala Ardila (1982b) que mayor número de psicólogos latinoamericanos
considera su profesión más como una actividad de servicio que como una actividad
científica. Sólo un pequeño número se dedica exclusivamente a la investigación, si bien
éste va en aumento. A la vez que señala que existen importantes centros de
investigación en casi todos los países latinoamericanos, Ardila (1982, p. 112) mantiene
que “la ciencia no es un valor cultural en América Latina”. Los conceptos de Ardila
son, evidentemente, polémicos, sobre todo el que se refiere a si la ciencia es o no un
valor cultural en América Latina. Lo cierto es que las circunstancias históricas,
socioculturales y económicas han obstaculizado el desarrollo de la investigación, al
menos en la escala de los países industrializados. La tradición no nos favorece,
Cárdenas (1983), entre otros, ha señalado que la meta fundamental de la Universidad
Latinoamericana tradicionalmente ha sido la profesionalización y que ése ha sido
justamente su error. De Venanzi (1987) en un artículo de carácter histórico reseñaba
que, en Venezuela, la investigación científica se desarrolló en forma gradual en las
universidades sólo a partir de 1936. Los organismos financiadores suelen participar de
la opinión, bastante difundida, de que en los países subdesarrollados, con grandes
problemas sociales, se debe dar preferencia a las actividades de servicio, y a la
investigación de índole aplicada. Pero, afortunadamente, hay voces disidentes. Por
ejemplo, no era éste el criterio de De Venanzi, uno de los más ilustres investigadores y
Rectores que tuvo la Universidad Central de Venezuela:
El alumno que observa de cerca la elaboración de nuevos conocimientos, aprecia que
el saber científico no se forma solamente en los países más avanzados, sino también en
nuestras latitudes puede cultivarse la ciencia. Este sentimiento es aún mucho más
intenso si el estudiante se convierte en factor activo en la evidenciación de hallazgos.
En las naciones atrasadas, es fundamental sembrar en los jóvenes la idea de que con
inteligencia, conocimientos y voluntad, podemos superarnos (De Venanzi, 1987, pp.
40-43).
IV.- La enseñanza de la Psicología en Venezuela
En Venezuela, la Psicología se incorporó al ámbito académico universitario en
1950, cuando en la Universidad Central de Venezuela (UCV) se creó el Instituto de
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Psicología y Psicotécnica con metas fundamentalmente de servicio y de investigación
(Del Olmo & Salazar, 1981). En 1956 se creó la Sección de Psicología de la Facultad de
Humanidades y Educación, más orientada a la docencia, con un pensum muy cargado
de asignaturas filosóficas y reducidas aspiraciones en el campo aplicado de la
Psicología. Un año más tarde comienza sus actividades la Escuela de Psicología de la
Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y en 1958 la Sección de Psicología de la
UCV adquiere legalmente el carácter de Escuela. Veinte años después se crea, en julio
de 1979, la Escuela de Psicología de la Universidad Privada Rafael Urdaneta, en
Maracaibo (Cadenas, 1981; Losada, 1987; Sánchez, 1992).
IVa.- La enseñanza de pregrado en Venezuela
Losada (1987) señala, con acierto, cuatro etapas de la enseñanza de la Psicología
en Venezuela a nivel de pregrado. La primera, es una fase en la cual predomina la
influencia filosófica y pedagógica, seguida poco después por una segunda etapa,
caracterizada por la orientación médica y, particularmente, psiquiátrica. Acerca de la
segunda, Losada apunta:
Esta segunda etapa podría caracterizarse por la vigencia del modelo médico como
forma de aproximación a la conducta del ser humano; con un marcado énfasis en el
estudio de lo anormal, en el diagnóstico clínico y en el sesgo nosológico … Esto tiene
su efecto en el plano profesional: Un psicólogo que confina su labor a diagnosticar
pacientes mediante tests psicológicos y cuyo perfil se desdibuja a la sombra del
psiquiatra (Losada, 1987, p. 323).
La tercera etapa data de los años 1968 - 1970 que fueron tiempos de tempestad en
los medios universitarios de todo el mundo, cuyos efectos llegaron a sentirse en
Venezuela a comienzos de 1969, cuando se produjo el llamado Movimiento de
Renovación Universitaria. A partir de entonces, los planes de estudio reflejan una
mayor preocupación por la formación teórica y metodológica. Igualmente, se nota un
mayor énfasis en la formación de un profesional caracterizado por una actitud positiva
hacia la investigación y la ciencia, a la vez que una mayor conciencia social. Señala
Losada que, lamentablemente, los objetivos de la tercera etapa no llegaron a cumplirse
cabalmente y la enseñanza de la Psicología comenzó a tomar un matiz tecnológico que
tipificaría esta tercera etapa y se agudizaría en la cuarta, aseveración que sigue vigente
diez años después:
… el egresado de estos últimos años está interesado esencialmente en cumplir con su
rol técnico en la resolución de problemas específicos que le plantea un mercado de
trabajo cada vez más restringido y difícil (Losada, 1987, p. 323).
174
En Venezuela, la formación de pregrado capacita para el ejercicio profesional, no
sólo en el caso de la Psicología, sin de todas las carreras. Es por esto que los estudios de
postgrado han tomado un cariz diferente al que se observa en la mayoría de las
universidades norteamericanas.
En el caso de la Universidad Central de Venezuela, la formación de pregrado en
Psicología contempla dos ciclos: Uno básico y otro aplicado. El ciclo básico comprende
seis semestres en los que se cursan asignaturas tales como: Psicología General,
Estadística, Teoría Social, Neurofisiología, Psicofisiología, Psicología Evolutiva,
Psicometría, Estructura Social Venezolana, Psicopatología, Psicología Social,
Psicología Experimental y Personalidad. En el segundo ciclo, el estudiante puede optar
por una de las siguientes alternativas: Psicología Clínica, Asesoramiento Psicológico y
Orientación, Psicología Industrial, Psicología Social y Psicología Escolar y un intento
de opción general, sin mención específica, que busca integrar asignaturas de las otras
áreas y añade por sí misma un fuerte sesgo hacia la psicología dinámica. A pesar de la
presencia del ciclo aplicado, la formación de pregrado aspira, como se ha señalado en
apartes anteriores, a producir un psicólogo generalista, capaz de trabajar en diversas
áreas de aplicación. Las “opciones” del ciclo aplicado, no constituyen una real
especialización sino, más bien, una concentración teórica y práctica en un ámbito
laboral. Vitoria (1987) ha preparado, con fines de asesoramiento, una monografía sobre
el campo ocupacional del psicólogo en Venezuela.
Se puede constatar en los pensa de estudios de las diversas instituciones de
educación superior en que se imparte la carrera en Venezuela, que las directrices
generales se aproximan mucho a los criterios (del “científico practicante”) que se han
establecido en Estados Unidos, Europa y el resto de Latinoamérica y que se han
reseñado en los apartes anteriores de este trabajo. A pesar de las diferencias socio-
culturales, los debates vinculados con la formación del psicólogo, en cuanto al énfasis
que deben tener los aspectos científicos, la investigación, la formación profesional y la
especialización, son bastante similares. Sin embargo, en un país como el nuestro,
caracterizado por un alto índice de marginalidad, pobreza, desigualdad social, deterioro
de los servicios fundamentales para la salud y al educación se observa, como sería de
esperar, una mayor preocupación por la vigencia de la enseñanza de la psicología “…
como instrumento de cambio social” (Cadenas, 1981), por la falta de vínculos entre lo
que se investiga y se enseña y los problemas concretos donde se requieren los servicios
de la Psicología (Santoro, 1974) y por la necesidad de dotar al estudiante de “… la
sensibilidad que exige la comprensión global e integradora de una realidad social
problematizada” (Losada, 1987).
175
 IVb.- Formación de postgrado en Venezuela los ámbitos de aplicación de la Psicología. Los cursos de ampliación tienen como
finalidad la actualización, la satisfacción de necesidades específicas generadas por la
En el “modelo norteamericano”, la enseñanza de pregrado suele tener como objeto aparición de nuevos conocimientos o técnicas, o bien cambios en el mercado de trabajo
una formación general en las artes y/o las ciencias y la formación profesional se obtiene o ajustes requeridos por el pase de una colocación o empleo a otro.
a nivel de Magíster o Doctorado. Algunas universidades, sin embargo, permiten al Los cursos de postgrado actualmente existentes en el Área de Psicología de la
estudiante hacer una “concentración” en asignaturas psicológicas que conducen a una UCV surgieron, en su mayoría, por iniciativa de grupos de profesores interesados en
formación básica y, en algunos casos, a una pre-especialización. En el “Modelo crear una infraestructura par la investigación en un campo delimitado. A consecuencia
Latinoamericano”, reseñado por Ardila (1982a), la formación de pregrado (cinco años) de ello, las Maestrías existentes tienen, en cada caso, un enfoque teórico y
capacita para el ejercicio profesional. En Venezuela, así lo reconoce la Ley de Ejercicio metodológico particular. En efecto, entre los cursos de Postgrado existentes, los hay,
entre otros, con orientación cognoscitiva, conductual, humanística y dinámica.
de la Psicología (1978) y, a pesar del desarrollo alcanzado por los estudios de postgrado
en los últimos años, se ha defendido con fuerza la formación profesional a nivel de
ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA FORMACIÓN DEL
pregrado, porque muchos estudiantes no disponen de los recursos económicos para
PSICÓLOGO PARA EL SIGLO XXI
afrontar una larga formación y están obligados a ingresar al mercado de trabajo lo antes
posible. Igualmente, por esta razón, ha sido difícil contar con estudiantes de Postgrado a
En un balance global de cierre de siglo, será sólo justo admitir que la aparición y
dedicación exclusiva, al menos en Psicología, pues la mayoría de ellos cursa el
desarrollo de la Psicología como disciplina y profesión, fue uno de los acontecimientos
postgrado a tiempo parcial y, a la vez, trabaja.
ciertamente positivos del siglo XX. En todo caso, no se podrá negar el impacto
La enseñanza de Postgrado se inicia, tanto en la UCV como en la UCAB en la
inconmensurable que la Psicología ha tenido en todos los aspectos de la vida del
década de los sesenta, pero los cursos que entonces se abrieron tuvieron pocos años de
hombre, y su disposición a abordar desde los problemas individuales hasta los de la
duración y fueron seguidos por un período de recesión. En la década de los setenta
supervivencia de la especie.
comienzan a fortalecerse los estudios de cuarto nivel en el país. En 1972 se inicia el
Existe bastante acuerdo en que los logros de la Psicología se deben más a su
programa de Postgrado en Psicología en la Universidad Simón Bolívar, en 1976
vocación de servicio y a sus éxitos en la solución de problemas prácticos en la clínica,
comienzan a desarrollarse los cursos de la UCV y en 1984 se reanuda el programa de
la educación, el área laboral y muchas otras, que a su desarrollo como disciplina
postgrado de la UCAB.
científica. Tal vez el desarrollo de una ciencia de la conducta sea de las empresas más
En lo que respecta a la formación de Postgrado, nos referiremos a la que se
ambiciosas que haya emprendido alguna vez el hombre y, dadas las dificultades y
imparte en la Universidad Central de Venezuela (UCV) que es la que más de cerca
complejidades de la misma no deberíamos, quizás, ser tan severos al evaluarla. También
conocemos. Puesto que la formación de pregrado tiene como meta la profesionalización
es posible que el lento avance de la Psicología como disciplina se deba al tipo de
y el título de Licenciado capacita para el ejercicio profesional, los estudios de postgrado
personas que se ven atraídas por el área, más inclinadas a brindar ayuda y a las
han tenido, desde su inicio, un fuerte énfasis en el desarrollo de la investigación
actividades de servicio que a las propias de la ciencia y la investigación.
institucional y la formación de investigadores. También son sus objetivos los de
En todo caso, la Psicología está a punto de ingresar en el segundo milenio como
contribuir al desarrollo del personal docente de la propia institución y del de otras
una disciplina que aloja bajo su tolda numerosas corrientes y escuelas y una diversidad
instituciones educativas de nivel superior del país y los de satisfacer las demandas
de concepciones sobre cuál debe ser su objeto y su método de estudio. Por otra parte,
sociales en materia de profesionales especializados. El Reglamento de Estudios de
muchos han señalado que fuerzas centrífugas amenazan con diezmarla:
Postgrado de la UCV contempla cuatro tipos de cursos: Doctorado, Maestría,
Especialización y Ampliación.
… los psicólogos se fugan en diversas direcciones: … los biopsicólogos hacia los
Los cursos de Maestría y de Doctorado, están orientados, fundamentalmente, a la
demás neurocientíficos, los psicólogos cognoscitivos hacia los de la ciencia de la
investigación y el plan curricular tiene como fin facilitar la formulación y puesta en
computación, la neurociencia, la educación y la lingüística; los psicólogos sociales
práctica de un proyecto de investigación que constituya un aporte al conocimiento en el
hacia la educación y las escuelas de administración (Scout, 1991, p. 976).
área. Por su parte, los cursos de Especialización están destinados a la profundización de
conocimientos en un área específica y a la adquisición de destrezas y experiencia
profesional que permita aumentar la eficacia y eficiencia de los servicios en alguno de

176 177
 El psicólogo del futuro debe tener una clara conciencia de que su compromiso Postgrado, con su énfasis en la investigación, han avivado el interés en el área (Dembo,
social incluye, en forma destacada, la responsabilidad de ofrecer a la sociedad una 1991, 1992). Se han ensayado en algunos postgrados de la UCV estrategias que
ciencia de la psicología coherente y bien estructurada, que brinde posibilidades del permiten integrar la investigación (básica, aplicada y evaluativa) con la prestación de
desarrollo de una tecnología con base científica. Desde la perspectiva de este fin de servicios a la comunidad (Guevara, Rancel, Villalba y Dembo, 1992). El cuarto nivel
siglo, nos atrevemos a pensar que el debate sobre la concepción del hombre, el objeto y ofrece la oportunidad de desarrollar la investigación en los países del Tercer Mundo.
método de estudio en psicología estará presente en los años por venir y los psicólogos Esta investigación puede y debe cubrir tanto los aspectos científicos propios de la
actualmente en formación deberían estar preparados para participar en él y contribuir a disciplina, como los problemas aplicados que se generan en el contexto socioeconómico
que el debate resulte más rico y fructífero o, cuando menos, más coherente y menos y cultural de cada país y que afectan la calidad de vida de sus habitantes.
nublado por el sectarismo de lo que hasta ahora ha sido.
Las tribulaciones actuales de la Psicología como ciencia se reflejan en los
problemas de la Psicología como profesión. Los psicólogos andan en búsqueda de su
identidad, se ven continuamente obligados a defender su coto de ejercicio, a delimitar el
ámbito de su actuación, a diferenciarse de otros profesionales que abordan similares
problemas. Desde comienzos de la centuria del novecientos, la formación del psicólogo
se ha mantenido, en sus lineamientos generales, (si no en sus contenidos específicos)
asombrosamente estable a través del tiempo, la geografía y las instituciones. La
uniformidad de formación ha sido el instrumento fundamental para la preservación de la
integridad y la identidad de la disciplina. Las asociaciones profesionales y gremiales, a
falta de mejor criterio para decidir quien puede pertenecer a ellas y quien no, han
avalado este criterio de identidad. Se han promulgado leyes de ejercicio profesional en
muchos países para defender y delimitar el campo de acción propio del psicólogo.
Pero estos esfuerzos, un tanto artificiosos, no han tenido éxito en delimitar un rol
profesional para el psicólogo ni en definir su contribución específica en el concierto de
las ciencias. Las encuestas en los diversos países, realizadas entre psicólogos, sus
empleadores y público en general, revelan que existe gran confusión sobre su trabajo y
los diversos roles que podría desempeñar en la sociedad y, además, que muchos
psicólogos se ven obligados a trabajar en áreas no directamente relacionadas con la
profesión (Stapp y Fulchner, 1981; Rotonda, 1992; Díaz y Quintanilla, 1992).
Los psicólogos del segundo milenio van a tener la responsabilidad de garantizar a
la Psicología un futuro. Para ello van a requerir una formulación científica mucho más
sólida, tanto teórica como metodológica (Rosenzweig, 1992). Habrá que revisar los
procedimientos para generar nuevos conocimientos y para establecer los canales de
tránsito entre ciencia básica y aplicada. Igualmente, habrá que hacer los esfuerzos
necesarios para atraer a la Psicología jóvenes no sólo con vocación de servicio sino
también con capacidad e inclinación por la reflexión teórica y la investigación
científica.
Las estrategias de formación de psicólogos ofrecen también retos importantes. La
formación de investigadores es un campo difícil y aún poco explorado. La investigación
institucional en Venezuela es relativamente reciente pero ya en pregrado se ha prestado
atención al problema (Casado, Tesis Doctoral en desarrollo) y los estudios de

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MIRIAM NAJMAN DE DEMBO, es docente-investigadora jubilada de la Escuela de
Psicología de la Universidad Central de Venezuela y Coordinadora del Doctorado en
Psicología. Es Doctora en Ciencias, Mención Psicología en esta misma Universidad y se ha
interesado en el estudio de los problemas teóricos de la psicología y del desarrollo infantil
desde la perspectiva del Análisis Conductual. Actualmente trabaja en la evaluación de los
postgrados en Psicología y en una propuesta de un modelo reenseñanza para estudiantes de
doctorado. Ha publicado recientemente junto con M.T. Guevara, (1996) el libro Aportes a la
Psicología del Comportamiento Infantil y Educación Preescolar. (Caracas: Consejo de
Desarrollo Científico y Humanístico – Universidad Central de Venezuela). Dirección Postal:
Apt. 47563, Los Chaguaramos, Caracas 1041-A, Venezuela. E-mail: mdembo@reacciun.ve
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