Está en la página 1de 3

ALGUNOS RIESGOS A LOS QUE SE ENFRENTA LA HUMANIDAD

En el último Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial se evalúan los principales motivos que se están dando en la postura actual que
podrían causar grave impacto en la economía mundial. Muchos de ellos están interconectados y afectan a todos los ámbitos. Desde la economía hasta
la tecnología pasando por la sociedad o el Medio Ambiente, estos son algunos de los principales riesgos a los que se enfrenta hoy el planeta, unos
riesgos que, según el economista jefe del Foro Económico Mundial, Jennifer Blanke, requieren de un esfuerzo colectivo por parte de todos (gobiernos,
empresas y sociedad):

• Ampliación de la brecha entre ricos y pobres “Desigualdad”


Debido a la pandemia de COVID-19, el número de personas que viven en la pobreza extrema habrá aumentado en 150 millones para 2021; Ocho
de cada 10 “nuevos pobres” serán habitantes de países de ingreso mediano (países en los cuales el ingreso per cápita diario se encuentra entre los 2.9
y los 10,9 USD diarios).

Se estima que la pandemia de COVID-19 empujará a entre 88 millones y 115 millones de personas a la pobreza extrema este año, mientras que la
cifra total llegará a los 150 millones para 2021, según la gravedad de la contracción económica. La pobreza extrema, definida como la situación de
quienes viven con menos de USD 1,90 al día, probablemente afecte a entre un 9,1 % y un 9,4 % de la población mundial en 2020, de acuerdo con el
Informe sobre pobreza y prosperidad compartida, que se publica cada dos años. Esa tasa representaría una regresión a la registrada en 2017, que
fue del 9,2 %. Si la pandemia no hubiera convulsionado el mundo, la tasa de pobreza habría descendido al 7,9 % en 2020, según se preveía.
En el informe también se llega a la conclusión de que muchos de los nuevos pobres serán habitantes de países que países de ingreso bajo (países en los
cuales el ingreso per cápita diario se encuentra entre los 2.8 USD diarios) los cuales ya presentan tasas de pobreza elevadas. En unos cuantos países de
ingreso mediano, un importante número de personas caerá por debajo del umbral de la pobreza extrema. Se estima, asimismo, que alrededor del
82 % del total se registrará en estos países.
La combinación de la pandemia de COVID-19 con las presiones generadas por los conflictos y el cambio climático hará imposible alcanzar el objetivo
de poner fin a la pobreza para 2030 si no se toman rápidamente medidas de política importantes y significativas, según el Banco Mundial. Para 2030,
la tasa de pobreza mundial podría ser del orden del 7 %.
Se prevé que cada vez más habitantes de zonas urbanas quedarán en la pobreza extrema, que tradicionalmente afectaba a los pobladores de las
zonas rurales. El progreso se estaba desacelerando incluso antes de la crisis de la COVID-19. Los nuevos datos correspondientes a 2017 muestran que
52 millones de personas lograron salir de la pobreza en todo el mundo entre 2015 y 2017. No obstante, pese a este avance, la tasa de disminución
de la pobreza se redujo a menos de medio punto porcentual al año entre 2015 y 2017. La pobreza mundial había retrocedido a un ritmo anual de
aproximadamente 1 punto porcentual entre 1990 y 2015.

Además del umbral internacional de USD 1,90 al día, el Banco Mundial utiliza los parámetros de USD 3,20 y USD 5,50 diarios para reflejar las líneas
nacionales de pobreza de los países de ingreso mediano bajo y mediano alto. Asimismo, en el informe se mide la pobreza según una gran variedad
de aspectos, como el acceso a la educación y la infraestructura básica.

Si bien menos de la décima parte de la población mundial se ubica por debajo de la línea de USD 1,90 al día, cerca de la cuarta parte vive con menos
de USD 3,20, y más del 40 % de los habitantes del mundo (casi 3300 millones de personas) se sitúa por debajo de la línea de USD 5,50.

• La adaptación al cambio climático.


Es necesario, advierte el Consejo de la Agenda Global sobre el Cambio Climático de la ONU, destinar recursos y financiación para actuar contra el
cambio climático, pues este está afectando con una mayor incidencia a los países pobres, que se estima tardarán 100 años en adaptarse a él.
António Guterres dijo que el COVID-19 nos ha enseñado que no “nos podemos permitir ignorar los riesgos conocidos”, y que el cambio climático es uno
para el que debemos prepararnos invirtiendo en programas adaptación y alertas tempranas para reducir los daños que sin duda vendrán en el futuro.
El Secretario General de las Naciones Unidas pidió este lunes un aumento urgente de los fondos para los programas de adaptación al cambio climático,
de modo que puedan ofrecer una protección real y duradera contra el impacto de eventos potencialmente catastróficos como sequías, inundaciones y
el aumento del nivel del mar.
El titular de la ONU agregó que la necesidad es aún más urgente en los países en desarrollo, que requieren un estimado de 70.000 millones de dólares
para cumplir con sus planes de adaptación. Una cifra que podría aumentar hasta 300.000 en 2030 y 500.000 millones en 2050, según el Programa
de la ONU para el Medio Ambiente.
En ese contexto, Guterres pidió que el 50% de la participación total de la financiación climática proporcionada por todos los países desarrollados y
los bancos multilaterales de desarrollo se asigne a la adaptación y la resiliencia. El Secretario General subrayó la importancia de los sistemas de alerta
temprana y la toma de decisiones basada en el riesgo, y agregó que una de cada tres personas no está protegida. “Con solo 24 horas de aviso de
una tormenta u ola de calor que se avecina, se pueden reducir los daños en un 30%”, explicó, y pidió a todos que trabajen juntos para garantizar una
cobertura global completa mediante sistemas de alerta temprana que ayuden a minimizar las pérdidas humanas y materiales.
La Cumbre de Adaptación Climática fue convocada conjuntamente por la ONU y el Gobierno de los Países Bajos para impulsar los esfuerzos y hacer
que el mundo sea más resistente a los impactos del cambio climático. El Secretario General también pidió que las asignaciones presupuestarias y las
decisiones de inversión tengan en cuenta la realidad del cambio climático. “El riesgo climático debe estar integrado en todos los procesos de
desarrollo, particularmente para infraestructura”, dijo, y señaló también la necesidad de ampliar significativamente los instrumentos financieros
desencadenados por catástrofes existentes, como bonos o inversiones para apoyar a las economías afectadas por desastres.
El titular de la ONU también instó a facilitar el acceso a la financiación pública, especialmente para los países más vulnerables, y ampliar las iniciativas
de alivio de la deuda. Guterres recordó que los países menos adelantados y los pequeños Estados insulares en desarrollo representan solo el 14% y
el 2% respectivamente del total de los flujos de financiación climática, pero afrontan la mayoría de los riesgos. “Estos países se encuentran en la primera
línea de la crisis climática, sin embargo, debido a las limitaciones de tamaño y capacidad, se enfrentan a desafíos importantes para acceder a la
financiación climática para ser resilientes”, dijo.
Según la Organización Meteorológica Mundial, ha habido más de 11000 desastres debido a peligros meteorológicos, climáticos y relacionados con el
agua en los últimos 50 años a un costo de unos 3,6 billones de dólares estadounidenses.
“Los fenómenos meteorológicos extremos y los peligros relacionados con el clima también han matado a más de 410.000 personas en la última década,
la gran mayoría en países de ingresos bajos y medianos bajos. Por ello, pido un gran avance en la adaptación y la resiliencia”, expresó el Secretario
General.

• La crisis del agua


Sequías y problemas con la salubridad del agua pueden crear auténticas situaciones de caos. Por ejemplo, una sequía puede llevar a la escasez de
alimentos básicos que inevitablemente lleva al hundimiento de economías locales y al aumento de los precios para las familias. La situación de pobreza
crearía inestabilidad y descontento social. Por otra parte, el agua es clave para la producción de energía y la calidad del agua, básica para la vida
humana. La buena gestión de este recurso es, sin duda, otro de los asuntos que podrían hacer tambalear al mundo.
Según la Agencia Nacional de Aguas de Brasil (ANA), se estima que el 97,5 % del agua existente en el mundo es salada o no es adecuada para
nuestro consumo directo, ni para la irrigación de cultivos. Del 2,5 % del agua dulce, la mayor parte es de difícil acceso pues está concentrada en los
glaciares (69 %) y almacenada en acuíferos (30 %), y tan solo el 1 % se encuentra en ríos y lagos. De este último, solo una pequeña parte está
disponible para el consumo humano. Más de la mitad de los ríos del mundo están contaminados, provocando colmatación y la disminución de su volumen.
En los países industrializados, la pérdida de agua es causada por sistemas obsoletos de distribución. En el caso de los países en desarrollo, el problema
está relacionado con la falta de alcantarillado y de tuberías para el agua potable. Además, más del 80 % del agua residual es descargada en los
ríos, lagos y océanos sin un tratamiento adecuado, llevando a la degradación de los ecosistemas y acentuando aún más el desequilibrio ecológico y
escasez hídrica.
Estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) revelan que aproximadamente 2,1 billones de personas no tienen acceso al agua tratada
y cerca 2,4 billones carecen de instalaciones sanitarias adecuadas. La falta agua potable causa la muerte de 1,7 millones de infantes por año, debido
a enfermedades como la cólera, disentería y malaria.
En el informe, titulado “Que cada gota cuente: Una Agenda para la Acción del Agua”, fue entregado al Secretario General de la ONU, António
Guterres, y se enmarca en el contexto de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, se revela que el 40 % de la población mundial está afectada
por la escasez de agua y que, al menos, setecientos millones de personas corren el riesgo de verse desplazadas de aquí al 2030 debido a la falta de
este recurso vital. Esas cifras parecen reducidas frente a los 2000 millones de personas que en este momento se ven obligadas a beber agua que no
presenta todas las garantías de salubridad, o los 4500 millones que no cuentan con unas instalaciones sanitarias suficientemente higiénicas.

Pero, además, la falta de agua o el límite en el acceso al agua potable tienen ramificaciones que van más allá de la salud y afectan a aspectos
sociales, culturales, económicos y ambientales. Por ejemplo, resulta del hecho de que el 80 % de las aguas residuales es descargada en los mares y
ríos sin ser tratada, lo que impacta en el medio ambiente. También da una idea de la crisis el siguiente dato: el 90 % de los mil desastres naturales
más devastadores desde 1990 han estado relacionados con el agua.

“El mundo afronta una crisis del agua. El agua es un recurso precioso y una de las mayores amenazas al avance económico, la erradicación de la
pobreza, la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible”, señalan líderes mundiales en torno al agua, en una carta abierta en la que reconocen la
necesidad de poner en marcha “políticas sólidas, una gestión transparente e ideas innovadoras”.

También aseguran que es necesario doblar las inversiones en infraestructuras hidráulicas en los próximos cinco años y en buscar formas para hacer
atractiva esa inversión. “La principal víctima del cambio climático se llama agua”, “las lluvias torrenciales, los huracanes más potentes y las sequías son
algunas de las consecuencias de este fenómeno. “Todo el mundo piensa en los gases de efecto invernadero, pero si alguien quiere ver qué está
sucediendo con el cambio climático hay que voltear a ver el agua”. “Necesitamos una nueva perspectiva: repensar cómo entendemos, valoramos y
gestionamos el agua como un recurso precioso”, aseguran en una carta abierta y en la que hacen un preciso llamamiento a todos y cada uno de los
habitantes del planeta: “Allá donde uno se encuentre y haga lo que haga, todos tenemos la responsabilidad compartida en cambiar el futuro del agua”.

• La crisis alimentaria mundial


Un problema global en el que los gobiernos de todo el mundo deben trabajar para solucionar. En el mundo más de 800 millones de personas se mueren
por desnutrición. No es una cuestión de carencia de alimentos, sino de repartición. Es un problema global que demanda una respuesta mundial. Ya lo
dijo el Nobel de Economía Joseph Stigliz: “Es mejor ser vaca en Europa que pobre en un país en vías de desarrollo”.
Según el Informe mundial sobre las crisis alimentarias: el hambre aguda sigue afectando a más de 100 millones de personas en 53 países en una de
las crisis alimentarias más graves del mundo en 2018. Casi dos tercios de las personas que padecen hambre aguda se concentran en sólo ocho países:
Afganistán, Etiopía, Nigeria, República Democrática del Congo, Sudán del Sur, Sudán, Siria y Yemen.
Un informe presentado conjuntamente por la Unión Europea, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el
Programa Mundial de Alimentos (PMA), concluye que alrededor de 113 millones de personas en 53 países experimentaron inseguridad alimentaria
aguda en 2018, en comparación con 124 millones en 2017.
Los desastres climáticos y naturales condujeron a otros 29 millones de personas a la inseguridad alimentaria aguda en 2018. Y 13 países -incluidos
Corea del Norte y Venezuela- no están incluidos en el análisis debido a la falta de datos.
“Del Informe Mundial se desprende claramente que, a pesar de una ligera disminución en 2018 del número de personas que padecen inseguridad
alimentaria aguda - la forma más extrema de hambre -, la cifra sigue siendo demasiado elevada. Debemos actuar a gran escala, vinculando el
desarrollo humanitario y la paz para aumentar la resiliencia de las poblaciones vulnerables afectadas. Para salvar vidas, tenemos también que
salvaguardar los medios de subsistencia”, aseguró el Director General de la FAO, José Graziano da Silva.
“Para poner fin de verdad al hambre, debemos atacar sus causas profundas: los conflictos, la inestabilidad y los efectos de las crisis climáticas. Los
niños y niñas deben estar bien alimentados y educados, las mujeres deben estar realmente empoderadas y las infraestructuras rurales deben reforzarse
para poder alcanzar el objetivo del Hambre Cero. Los programas que hacen que una comunidad sea resiliente y más estable también reducirán el
número de personas hambrientas. Y algo que necesitamos hagan también los dirigentes mundiales: estar a la altura de las circunstancias y ayudar a
resolver estos conflictos, ahora mismo”, indicó el Director Ejecutivo del PMA, David Beasley.
Las conclusiones del informe suponen un enérgico llamamiento a una cooperación reforzada que vincule la prevención, preparación y respuesta para
abordar las necesidades humanitarias urgentes y las causas profundas, entre las que se incluyen el cambio climático, crisis económicas, conflictos y
desplazamientos de población. Además, se destaca la necesidad de un enfoque y una acción unificados en las dimensiones humanitarias y de desarrollo
de las crisis alimentarias, así como de una mayor inversión en la mitigación de los conflictos y la paz sostenible.

• El paro o el subempleo juvenil


El informe alerta de que nos encontramos ante una generación perdida. Como resultado de la crisis financiera, los jóvenes de hoy se enfrentan a una
situación inestable donde los trabajos precarios están a la orden del día incluso en los países desarrollados. Se habla de una necesidad de esta nueva
generación para adaptarse a una nueva realidad y formar a los que vienen de forma diferente, para que puedan lograr adaptarse.
Altas tasas de desempleo, informalidad e inactividad asedian a cerca de 110 millones de jóvenes en América Latina y el Caribe, y plantean el desafío
de diseñar estrategias efectivas para facilitar su inserción a los mercados laborales, destacó la Oficina Regional de OIT al citar nuevos datos incluidos
en un informe sobre tendencias del empleo.
“El escenario del empleo juvenil en la región es preocupante, y se complicará aún más cuando se sienta el impacto del coronavirus sobre la economía
regional, dijo el director de OIT para América Latina y el Caribe; Pinheiro explicó que los empleos temporales, a tiempo parcial, o desprotegidos en
condiciones de informalidad, como los que suelen tener los jóvenes, son los más afectados por el deterioro de la economía. “El coronavirus contagiará
los mercados laborales y afectará los indicadores de empleo juvenil”.
“Cuando hay una crisis los jóvenes están entre los primeros en perder sus empleos, principalmente los que están en la economía informal, y en sectores
como turismo, transporte, comercio no electrónico y otros servicios en los cuales el teletrabajo no es una opción”, recordó.
En América Latina y el Caribe hay 9,4 millones de jóvenes desempleados, 23 millones que no estudian ni trabajan ni están en capacitación, y más de
30 millones sólo consiguen empleo en condiciones de informalidad, de acuerdo con el nuevo informe de la OIT. La tasa de participación laboral de los
jóvenes de 48,7% en 2020, ha estado descendiendo en forma leve pero persistente desde el año 2000, cuando era de 53,7%. Esto significa que en
la actualidad hay más de 52 millones de personas entre 15 y 24 años en la fuerza de trabajo regional, incluyendo los ocupados y aquellos que están
desocupados, pero buscan activamente un empleo.
La tasa de desempleo juvenil prevista para 2020 es de 18%. Esta proporción es poco más del doble de la tasa general y tres veces más que la de los
adultos, una situación que se repite en casi todos los países. El desempleo es considerado como la punta del iceberg por la OIT, que además destaca
la importancia de considerar la alta tasa de informalidad de 62,4% para los jóvenes, 10 puntos porcentuales mayor que la de los adultos. Esto implica
que la mayoría de los empleos disponibles para ellos son precarios, con bajos ingresos, sin protección ni derechos.
El informe de Tendencias publicado por OIT este año hace especial referencia a que “una quinta parte de los jóvenes son ninis, lo que significa que ni
están adquiriendo experiencia en el mercado de trabajo, ni recibiendo ingresos provenientes de un trabajo, ni mejorando su educación o sus
competencias”. En América Latina y el Caribe 21,7% del total de jóvenes están dentro del grupo de los ninis, una tasa que también ha experimentado
una leve pero persistente alza desde el año 2000, cuando era de 20,1%.
Por otra parte, los datos del nuevo informe de OIT reflejan una situación desfavorable de las mujeres jóvenes en el trabajo.
En el caso de los ninis, la tasa de mujeres de 28,9% duplica a la de los hombres de 14,6%. La mayor parte de esos 15,3 millones de mujeres jóvenes
tienen dificultades para acceder al mercado laboral, a la capacitación o al estudio debido a ocupaciones no remuneradas en el hogar. Las diferencias
de género en la región también se notan en el desempleo, pues la tasa de las mujeres jóvenes de 22% está casi 7 puntos porcentuales por encima del
15,2% de los hombres en 2020.
El Director Regional de la OIT destacó que “la falta de oportunidades de trabajo decente causa desaliento y frustración entre los jóvenes, lo cual incluso
puede repercutir sobre la gobernabilidad y afectar el desarrollo social de la región, porque en muchos casos afecta las trayectorias laborales durante
toda su vida”. “En especial en un contexto de probable retracción de la demanda causada por la pandemia COVID 19 es fundamental promover
medidas de estímulo económico centradas en los jóvenes”, agregó Pinheiro. “Tenemos que redoblar nuestros esfuerzos para generar oportunidades de
empleo productivo adecuado para la próxima generación de trabajadores”, destaca el informe de OIT.
Las medidas de política integradas y eficaces son cruciales. Las medidas del lado de la oferta (capacitación y formación) son importantes, pero no
suficientes, a menos que vayan acompañadas de medidas igualmente firmes para impulsar la demanda de mano de obra juvenil, agrega el análisis
de la OIT.
Tomada de:
https://www.ilo.org/americas/sala-de-prensa/WCMS_738631/lang--es/index.htm
https://revistabioika.org/es/econoticias/post?id=28
https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2020/10/07/covid-19-to-add-as-many-as-150-million-extreme-poor-by-2021
https://news.un.org/es/story/2021/01/1487042
http://www.fao.org/news/story/es/item/1188071/icode/
https://www.ilo.org/americas/sala-de-prensa/WCMS_738631/lang--es/index.htm

También podría gustarte