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Folleto 3
Folleto 3
Secciones H, I, C, F.
Licenciado Avidán Ortíz Orellana
Durante ese año los trabajadores en el Valle de los Reyes estaban enfocados, entre otras obras, a
terminar la tumba de Ramsés III. En aquella época los trabajadores no percibían ningún tipo de
salario, no obstante, su esfuerzo físico era recompensado con comida para poder subsistir.
Parecía algo lógico que, siendo un momento en el que no se podía soñar con derechos y
libertades, por lo menos necesitaban el sustento preciso para emprender las duras jornadas de
trabajo.
Al parecer, eran días poco favorables para obtener las provisiones necesarias para alimentar a
los trabajadores del Valle de los Reyes, pues habían sido capturadas por el gobernador de
Tebas. Este acontecimiento obligó a que no se pudieran obtener alimentos en algunas semanas,
situación que comenzó a cargar el ambiente hasta hacer explotar a los trabajadores. Aquellos
hombres encargados de construir esas maravillas que hoy suponen un auténtico reclamo
turístico, comenzaron a impacientarse, estaban completamente debilitados por el hambre, lo que
derivó en una protesta colectiva por tal situación. Decidieron interrumpir su trabajo y dirigirse
en masa al templo de Ramsés III. Allí no dudaron en presentar sus quejar al faraón al grito de:
"Tenemos hambre" .
Fueron largos días de negociaciones, que a pesar de no tratarlas directamente con el faraón, las
gestionaron con los sacerdotes del templo. Al principio se les intentó calmar con un número
irrisorio de panes, pero esto no frenó a la masa descontenta. El creciente enfado de los
trabajadores asustó considerablemente a los sacerdotes del templo que eran conscientes de que
los obreros habían llegado allí sabiendo que era el lugar donde se guardaban las provisiones.
Los sacerdotes claudicaron y les entregaron el pago que se les debía: cuatro sacos de trigo y un
saco y medio de cebada.
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Parece ser que la situación solo pudo contenerse en parte, pues al repetirse cada cierto tiempo el
problema de "impagos", comenzaron a registrarse saqueos y profanaciones de las tumbas de los
faraones, que eran bien conocidas por quienes las habían construido.