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ADMINISTRACION EN SEGURIDAD Y SALUD EN EL TRABAJO

VALENTINA ALEJANDRA RAMOS HUERTAS

790793

ELECTIVA CPC

DESIGUALDADES , JUSTICIA Y URBANISMO

NRC: 5058690

CORPORACION UNIVERSITARIA MINUTO DE DIOS

GIRARDOT

2023
En Colombia ha logrado enormes avances en la reducción de la pobreza en el siglo XXI. Se estima
que en 2002, la proporción de la población por debajo del umbral de pobreza monetaria era del
49,7%, cifra que había disminuido al 27% en 2018. Esta reducción se refleja en el cambio del
indicador de desigualdad, aunque se mantiene en un nivel elevado. Según datos del DANE, el
índice de Gini de ingreso per cápita fue de 0,573 en 2002 y de 0,517 en 2018. Colombia es
también la segunda economía con la distribución del ingreso más desigual de la región después
de Brasil (CEPAL 2019: p. 22). Chile, al igual que Colombia, era un país muy desigual a principios
de la década de 2000, con su índice de Gini cayendo de 0,507 en 2002 a 0,454 en 2018.

La reducción de la pobreza y la persistencia de la desigualdad en Colombia representan dos


factores importantes que están fuertemente representados en la crisis actual. Por un lado, la
reducción de la pobreza se manifiesta primero en el crecimiento de una frágil clase media. En
otras palabras, el nivel de ingreso y consumo de los hogares está por encima de la línea de
pobreza, pero no muy lejos de esa línea. Por tanto, son una clase media que se ve fuertemente
afectada por los ciclos económicos. Según nuestras estimaciones, el 18,5% de la población total
pasará a formar parte de la clase media desfavorecida en 2019 (unos 2,5 millones de hogares).
Esto último está relacionado con el segundo aspecto que afecta la distribución del ingreso y la
pobreza en Colombia: la alta frecuencia de informalidad y autoempleo característico de los
hogares de ingresos bajos y medios en el mercado laboral, lo que explica la vulnerabilidad de sus
fuentes de ingresos en el mercado laboral. frente a la agitación económica. El país tiene una alta
desigualdad de ingresos: el 20 por ciento de la población gana 10 veces más que el 20 por ciento
más rico. Proporción de la población que vive en hogares cuyos ingresos (más del 50% del ingreso
del hogar) dependen del empleo informal o por cuenta propia.
Estos porcentajes disminuyen drásticamente a medida que uno se acerca a los deciles de ingresos
superiores. Otra característica es la relación entre el nivel de ingresos y la vulnerabilidad de las
fuentes de ingresos ante la situación actual. Los hogares de ingresos medios y medios bajos
dependen más de empleos en los sectores más vulnerables a la crisis actual. Es decir, las
industrias más vulnerables a las restricciones y pérdida de demanda por las medidas sanitarias
actuales.

El progreso se caracteriza por la desigualdad cuando entendemos que no todos se enriquecen por
igual, ni todos tienen igual acceso a saneamiento básico, vacunas, medicinas, etc.

Si bien la desigualdad impulsa el progreso, sus efectos negativos a menudo se ignoran, dejando
invisibles a quienes resultan perjudicados o dejados atrás. La pandemia de Covid-19 ha puesto de
relieve esta realidad, ya que además de las innumerables muertes y la presión sobre los sistemas
de salud, la crisis también ha abusado de los más pobres y ha empujado a muchas más personas
en todo el mundo a la pobreza material.

Los resultados económicos respaldan esta afirmación, mostrando cifras muy sombrías de recesión
global2 y prediciendo que otras cuestiones como el cambio climático y los conflictos sociales
amenazan con empeorar aún más las frágiles condiciones de millones de personas en todo el
mundo. Por ejemplo, la pandemia afecta desproporcionadamente a las mujeres. Según la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el nudo de la desigualdad se ha
profundizado y su autonomía es limitada. Las razones de esto son la caída de la tasa de empleo en
el mercado laboral durante una década y el hecho de que aproximadamente el 56,9% de las
mujeres en América Latina están empleadas en industrias expuestas al riesgo de la pandemia, lo
que significa un potencial desempleo femenino y una disminución.
En el número de mujeres. personal. fuentes de ingresos Además del modelo cultural patriarcal, la
concentración de poder en figuras masculinas limita la participación de las mujeres en la toma de
decisiones en respuesta a la epidemia y la tradicional división sexual del trabajo. Se puede
observar que la pobreza aquí referida no se limita a la falta de ingresos, sino que también incluye
la privación de capacidades, la asocia con la libertad, la educación, la autonomía y la dignidad. . y
la capacidad de participar en la sociedad, señalando que contribuyen al bienestar.

En resumen, la escasez provocada por la epidemia es material y está provocada por


oportunidades limitadas. Si bien los logros en materia de bienestar y salud son importantes para
el buen vivir, en la situación actual no lo es todo, y urge tomar decisiones de políticas públicas
sólidas y socialmente comprometidas para mejorar las capacidades de las personas. Obtén
ingresos y conviértelos en capacidades más fácilmente.

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