Está en la página 1de 177
jasremias del & HABITAR LA carat EMILIO DUHAU Y ANGELA GIGLIA del [ peste]: HABITAR LA METROPOLI EMILIO DUHAU Y ANGELA GIGLIA = bor eee mR INEM i eC) Ciudad de México ya no es posible encontrar un principio de OT ee Rh ea & at y de espacios urbanos que ni en los imaginatios ni en las eect CU a CTR nC Re TC ey ICM CnC Menon lee cc Cea Een cee ee ee cco Nee eT emcee eee ecu mmoncae urbanas en las grandes metropolis. {Pero significa esto que COA CM TS ST eM LMM aC Pn ee eS CRS TC ee ee eS Series entender la complejidad de las metrépolis contempordneas Cm Uae mC om aT mE ZF PSCC ac Cm cies BA eZ particular: la Ciudad de México, la cual comparte muchos de Ps los rasgos que.pleden atribuirse a las “megaciudades”, pero al mismo tiempo presenta rasgos aropios, algunos de ellas en PO eee OS Ue ee ST to que se trata en este libro es de revelar el orden escondido a. p : A ~~ detras del desorden, 0 mejor dicho, de desentrafiar las reglas eee UACM Biblioteca Cuautepec a 8-14885 LAS REGLAS DEL DESORDEN: HABITAR LA METROPOLI por EMILIO DUHAU y ANGELA GIGLIA uwversionD > -<4| ‘AUTONOMA METROPOLITANA iglo si cass bens a vempo Ancapotzalco veintiuno editores siglo xxi editores, s.a. de c.v. (CERRO DEL AGUA 248, ROMERO DE TERREROS, 04310, MEXICO, DF. Siglo xxi editores, s.a. TUCUMAN 1621, 7°N, C1OSOAAG, BUENOS AIRES, ARGENTINA, siglo xxi de espafia editores, s.a. MENENDEZ PIDAL 3 81S, 28036, MADRID, ESPANA HY127.7 D84 2008 Duhau, Emilio Las reglas del desorden : habitar la metrépoli / por Emilio Duhau y Angela Giglia. — México : Siglo XXI Editores : Universidad Autonoma Me- tropolitana, Unidad Azcapowzaleo, 2008. 570 p.—~ (Arquitectura y urbanismo) ISBN-13: 978-968-23-2760-5, 1. Urbanizaci6n — Ciudad de México — Siglo XXII. Giglia, Ange- Ja, coaut. II. t. TH. Ser. primera edicién, 2008 © siglo xxi editores, s. a. de c. v. en coedicién con la universidad auténoma metropolitana, unidad azcapotzalco isbn 978-968-23-2760-5 derechos reservados conforme a la ley, se prohibe la reproduccién total o parcial por cualquier medio mecanico 0 electrénico sin permiso escrito del editor. impreso y hecho en méxico. impreso en litografica tauro andrés molina enriquez 4498, col. viaducto piedad, 08200, méxico, d. f. RECONOCIMIENTOS Detrés de un libro, los conocimientos y el oficio que supone, es posible rastrear muiltiples vinculos y deudas cuya importancia va mucho més alld de lo estricta- mente intelectual. Y mas en el caso de un libro como éste, que es el resultado del encuentro entre dos recorridos intelectuales y biograficos muy distintos, no s6lo por la diversidad de las disciplinas de procedencia, sociologia y antropologia, sino por los diferentes contextos en que adquirieron la formacién basica en sus respectivas disciplinas, y por el tiempo de arraigo en la Ciudad de México, donde Emilio Duhau leg6 hacia fines de los afios setenta y Angela Giglia aitos después, en los noventa. Nuestro primer reconocimiento va al Consejo Nacional de Ciencia y Teconolo- gia que hizo posible la investigacién que dio origen a este libro mediante el finan- ciamiento del Proyecto “Espacio Ptiblico y Orden Urbano en la Ciudad de México”. En segundo lugar, queremos mencionar nuestros lugares de trabajo, el Area de Sociologia Urbana de la UAM-Azcapotzalco y el Departamento de Antropologia de la vaselztapalapa, por haber sido espacios abiertos y estimulantes en los cuales hemos podido encontrar y mantener relaciones de intercambio intelectual’suma- mente fructiferas. Para Emilio Duhau, ha sido especialmente importante en relaci6n con la visién de la metrépoli adoptada en este libro, la experiencia compartida con los colegas de su grupo de trabajo en la UAM-A, en particular René Coulomb y Priscilla Connolly, en torno a la construccién del Observatorio de la Ciudad de México. Con René Coulomb, Emilio Duhau ha compartido diversas iniciativas académicas e intelec- tuales que marcaron indudablemente su perspectiva actual sobre la ciudad. Entre ellas es necesario recordar la organizacién de tres sucesivos Coloquios nacionales de investigadores urbanos, que fueron el antecedente principal de la creacién, desde 1992, de] Observatorio de la Ciudad de México (ocm), una iniciativa en la que participaron también de forma destacada Priscilla Connolly y Alejandro Suarez Pareyon, director del Centro de Ja Vivienda y Estudios Urbanos (cENvr), quienes aportaron las bases para la construccién de un Sistema de Informacién Geografica para la zona metropolitana de la ciudad de México, elemento fundamental en la construccién del Observatorio, ademds de los otros miembros actuales del area de sociologia urbana: Ma. Soledad Cruz, Ma. Ana Maria Duran, Maria Teresa Esquivel, Gristina Sénchez Mejorada y Judith Villavicencio. Fue a partir de las discusiones del equipo del ocim que surgieron los tipos de poblamiento, un modelo de ana- lisis que, en este libro, aunque reelaborado y aplicado de forma especifica, ha sido 71 8 RECONOCIMIENTOS una herramienta metodol6gica fundamental en el andlisis de la estructura del es- pacio met:opolitano, Es importante seftalar que se trata de un modelo de analisis que debe ser considerado como un genuino producto colectivo del ocim. En par- ticular, hay que subrayar el aporte de Priscilla Connolly, en fa coordinacion del ocim durante los tiltimos afios. A José Castro, nuestro agradecimiento por su ge- nerosa disposicién para aportar sus conocimientos y su tiempo en relacién con el aprovechamiento del ociM-sic para los propésitos de este libro. A Lidia Girola, Emilio Duhau desea reconocer en particular su indudable in- fluencia en Ja construccién de una visién en torno a la relacién entre ciudad y modemidad. A partir del trabajo elaborado conjuntamente en torno a la ciudad y la modernidad inconclusa, la lectura de los textos de Lidia en torno a los avatares de Ia modernidad latinoamericana, han sido para él un acicate permanente, asi como un antecedente decisivo para reflexionar sobre la ciudad moderna. Igualmente, desea subrayar como un antecedente importante en la construccién de una visién de conjunto sobre la Ciudad de México, el trabajo de Martha Schte- ingart sobre los productores del espacio habitable. En afios recientes, la iniciativa de Patrice Melé, Alain Bourdin y Marie-Pierre Lefeuvre de llevar adelante un pro- yecto internacional en torno al papel de las calificaciones juridicas del espacio en la construccién de referentes de confianza y certidumbre respecto del espacio local, y la invitacion del primero para participar en dicho proyecto, proporcionaron la ocasién para que Emilio Duhau abordara de modo sistemitico la cuestion del papel de las normas juridicas que califican ¢] espacio urbano y de los derechos de propiedad, en distintos contextos socio-espaciales. Para Angela Giglia, las deudas intelectuales més importantes son con Amalia Sig- norelli, Gérard Althabe y Néstor Garcia Clanclini. Amalia Signorelli le abrié el camino en el estudio antropolégico del espacio y del habitar, y ha sido un ejemplo a seguir en el uso riguroso de las herramientas metodolégicas y el didlogo con otras disciplinas, especialmente la arquitectura, el urbanismo y la sociologia. Pese ala distancia, el intercambio con Amalia no ha dejado de ser un poderoso estimu- lo para el trabajo de investigacién, ademas de representar siempre un punto de referencia en los momentos importantes, buenos y malos. Gérard Althabe ha sido un maestro irreemplazable en lo que hoy se conoce come el punta de vista reflexi- vo: una mirada sobre el mundo actual en la que el investigador se considera a sf mismo como parte del contexto estudiado, asumiendo conscientemente las impli- caciones de esta postura. Néstor Garcia Canclini ha sido un interlocutor generoso y estimulante en el acercamiento a la Ciudad de México, especialmente desde el Angulo de la produccién cultural. Buena parte del interés por estudiar los diferen- tes aspectos de la experiencia metropolitana surgié del intercambio intelectual con los miembros del grupo de estudio sobre Cultura Urbana que se retine desde hace més de 15 aiios alrededor de Néstor Garcfa Canclini. Angela Giglia quiere agradecer también a Judith Villavicencio por su invitacion a trabajar en un estudio sobre las expectativas y visiones de los habitantes de la vivienda de interés social, junto con Ana Marja Duran y Maria Teresa Esquivel. A RECONOCIMIENTOS 9 Marfa Ana Portal por su invitacién a participar en dos proyectos interdisciplinarios que le han ofrecido la oportunidad de conocer diferentes aspectos de la realidad metropolitana. Y a Jeréme Monnet, por Ja oportunidad de pensar la Ciudad de México en comparacién con otras metrépolis americanas, oportunidad que fue posible a partir de dos proyectos internacionales financiados por el Plan Urbanis- mo, Construction, Architecture (puca) dei Ministerio francés del urbanismo, uno relativo a los fenémenos de identificacién socio-espacial y otro relativo a los pro- cesos de segregaci6n residencial. Finalmente, deseamos conjuntamente hacer mencién de las propicias condiciones de trabajo proporcionadas por la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Auténo- ma Metropolitana, la Division de Ciencias Sociales y Humanidades y el Departa- mento de Sociologia, y el apoyo brindado por sus respectivos titulares en distintos momentos del desarrollo del proyecto que ha dado origen a este libro, Forma- ron parte del equipo de investigacién un conjunto de estudiantes que realizaron sus respectivas investigaciones para la elaboracién de sus trabajos terminales de licenciatura, en este caso como becarios de investigacién, o de tesis de maestrfa, en el marco del proyecto. A Maria del Rocié Echeverria, Edgar Gutiérrez y Hugo Soto, Laura Carrillo, Oscar Godinez, Eduardo Granados, Esperanza Pacheco, Clau- dia Higuera y Raymundo Rosas, va nuestro reconocimiento por su excelente dis- posicién para participar en un proyecto que demandé de su parte considerables esfuerzos, no sélo en la realizacién del trabajo de campo sino también en el gran ntimero de sesiones del taller de investigacién asociado al proyecto. Se traté de una experiencia que esperamos haya sido enriquecedora para ellos y que induda- blemente lo fue para nosotros. Eduardo Granados, después de haber participado como estudiante en Ia etapa de trabajo de campo del proyecto, se desempeiié durante casi dos aiios como asistente de investigaci6n de Emilio Duhau, lapso durante el cual realizé un con- junto de valiosas y muy laboriosas tareas asociadas al proyecto. Guadalupe Flores, secretaria de la Maestria en Planeacién y Politicas Metropolitanas, colaboré con los autores y en particular con Emilio Duhau, de multiples maneras, entre otras la gestion admini~rativa y la trascripcién de entrevistas. Diversos resultados parciaies de la investigacién fueron presentados en diferen- tes momentos, a lo largo de los iiltimos cinco aiios por Emilio Duhau y Angela Giglia, individual 0 conjuntamente, en diversos foros académicos y a través de ar- ticulos, La discusién de sucesivas versiones del texto “Conflictos por el espacio y orden urbano en Ia ciudad de México”, publicado en la revista Estudios Demogré- ficos y Urbanos (Duhau y Giglia, 2004), y en el que se condensan varias de las ideas a partir de las cuales se organiza este libro, resultaron de gran utilidad para los autores. En particular deseamos agradecer los comentarios y criticas de Néstor Garcfa Canclini, Eduardo Nivén, Ravil Nieto y Miguel Angel Aguilar, planteados a propésito de un encuentro del Grupo de Cultura Urbana que coordinaba el pri- mero, asi como las aportaciones de los colegas del seminario sobre Conflicto, de- recho y orden social que coordinaba Antonio Azuela en el Instituto de Investiga- 10 RECONOCIMIENTOS ciones Sociales de la UNAM. Igualmente resultaron de gran utilidad las observaciones y criticas realizadas por los lectores andnimos que fungieron como Arbitros del articulo mencionado. La participacién en el seminario sobre Comercio y movilidades en tiempos de globalizacién, organizado por la uaM, la Universidad Iberoamericana y €l CEMCA y promovido en particular por su entonces director Jérome Monnet, y en una de las sesiones del seminario sobre movilidad urbana auspiciado también por el cx- McA y la UAM y coordinado por Guénola Capron, Salomén Gonzalez y Martha de Alba, proporcionaron importantes ocasiones para organizar nuestras ideas en tor no al consumo y la division social del espacio. Dichas ideas fueron puestas en blanco y negro en un articulo recientemente publicado en la revista EURE (Duhau y Giglia, 2007). Las minuciosas criticas y observaciones realizadas por los arbitros anénimos a la primera version de dicho articulo, nos ayudaron a desarrollar de forma ms s6lida nuestros argumentos y evidencias en torno a estas cuestiones. Buena parte de las ideas y conceptos en torno al orden urbano y la division social del espacio metropolitano fueron discutidas y clarificados por los autores en sendas sesiones de los seminarios de estudio coordinados respectivamente por Marfa Ana Portal y Mario Camarena en la vAM y en el INAH; y por Claudia Zamo- rano y Fernando Salmerén en el ciesas, Nuestro agradecimiento por el espacio. brindado y por las atinadas preguntas y observaciones que recibimos en aquellas ocasiones. Antonio Azuela, René Coulomb, Marfa Ana Portal y Jorge Robles, aceptaron generosamente leer y comentar la primera version completa de este libro. Al equi- po editorial de Siglo XXI Editores, y en particular a Ricardo Valdés y Alejandro Reza, nuestro reconocimiento por el cuidadoso trabajo de edicion y revision del texto original. Finalmente no esté demés sefialar que las deudas y antecedentes intelectuales hasta aqui mencionados, no eximen a los autores de la completa y compartida responsabilidad de lo que sigue. PROLOGO. ORDEN, DESORDEN Y CONFLICTO. La cr6nica periodistica de la Ciudad de México esta llena de relatos que muestran la proliferacién generalizada de lamentaciones, desacuerdos y conflicts en torno al destino y los usos de los espacios urbanos. Es a partir de la observacién cotidiana, directa 0 indirecta, de este tipo de situaciones como surgieron muchas de las pre- guntas que guian este libro. Si bien la disputa en torno a los espacios urbanos y el abuso de los mismos por parte de diferentes actores, han llegado en la Ciudad de México a niveles quiza fuera de lo comin, se trata de una problematica que afecta en diferentes grados a muchas otras ciudades en diversas latitudes. ¢Por qué proli- feran los conflictos de este tipo en las metr6polis actuales? ;Por qué es tan dificil reglamentar el uso de estos espacios, y sobre todo lograr consensos al respecto? ¢Por qué proliferan, como es notorio en la Ciudad de México, reglamentos que no se respetan y, al mismo tiempo, se difunden aceleradamente lugares cercados ¢ hiperreglamentados como los centros comerciales y los espacios residenciales cerrados? ¢Existe alguna relacién entre ambos fenémenos? Este panorama de con- flictos, de reglas desatendidas y espacios hiperreglamentados, deberia llevarnos a pensar que ya no hay orden en la metropoli? En efecto, el desorden esta a la vista de todos. Las alteraciones a lo que deberia ser el funcionamiento normal de la metrépoli son tan frecuentes que se convierten en parte de lo que puede esperarse al salir de la casa. Es comtin que haya bloqueos en las vias de circulaci6n mas importantes, es frecuente observar que el espacio publico es invadido por diferentes sujetos, las aceras y los parques se encuentran en muy mal estado, el transporte ptiblico concesionado no inspira confianza ni por su estado de mantenimiento ni por la condici6n legal y el estado mental de quienes lo manejan, los policias no reaccionan frente a infracciones de transito evidentes, hay calles y avenidas donde la numeraci6n no parece ajustarse a ningtin criterio discernible por la mente humana. En la ciudad coexisten a toda hora toda clase de vehiculos: las bicicletas, los bicitaxis v las motos compiten en los semaforos con los trailers de carga de veinte metros de longitud. Cualquiera que llegue de fuera y no sepa cémo usar la ciudad, se percata inmediatamente de lo dificil que €s caminar en las aceras, encontrar un recipiente donde dejar un papel 0 un en- vase; trasladarse en transporte piiblico sin padecer distintas dificultades; atravesar vialidades rapidas; enfrentarse en los cruceros con automovilistas que ignoran al peatén. En suma, el peatén que llega de afuera tiene que aprender a sobrevivir en un medio que parece no estar hecho para él. ¥ todo esto, sin mencionar nada de lo que tiene que ver con su seguridad personal y la delincuencia. El escenario del desorden metropolitano es tan amplio y diversificado que la ciudad deberia estar a punto de estallar. El hecho de que esto no suceda deberia fa] 12 AGONIZA PLAZA GARIBALDI ALBERTO GONZALEZ. Reforma, 8 de enero de 2005, Ciudad y Metr6poli, Seccién B. p.4B. La Plaza Garibaldi se ha convertido en un. territorio de inseguridad y escasa ilumina- cién y vigilancia. “La Delegacién (Cuauhté- Toc) nos obligé a quitar los toldos en donde teniamos la luz de la calle y no nos han puesto los que nos prometieron, por eso se ye tan obscuro”, comenta Ia encargada de una cantina que est sobre la avenida. En la Plaza la recomendacién es no ca- minar sobre el Eje Central porque, asegu- ran algunos mariachis, el robo es seguro. Las calles més peligrosas de la zona, se- gtin los propios vecinos, son: el entronque de Eje Central y Pedro Moreno, Magno- lia, Riva Palacio, Honduras, Reptiblica de Peri y El Organo. Hay testimonios de que en estos sitios han sido asaltados has- ta los camiones de la basura, les quitan su propina y algunas cosas de las que ya han escogido. En la lateral del Eje Central, a unos pa- sos del Eje Uno Norte, la oscuridad se agu- PROLOGO diza por la cantidad de locales vacios, abandonados y semidestruidos. Hay 20 en- tre la calle Repiblica de Pert y el Eje Uno, en ambas aceras. Entre estos locales se en- cuentran el Teatro Colonial, un gimnasio, Ja cantina “Internacional”, una libreria, et- cétera. “Lo més seguro es llegar en carro. Vie~ nes sobre el eje, te metes al estacionamien- to y ya no sales”, comenta Mario uno de los mariachis de la plaza. El carril extremo del Eje Central, a la altura de la Plaza, es inyadido por autos estacionados a pesar de que es el carril de contrafiujo de trolebuses y autobuses. Ade~ més este carril es invadido por los automo- Vilistas que circulan por fos baches y cola- deras abiertas, La lampara gue est sobre el acceso al taller del Metro no sirve y el espacio es uti- lizado pot los paseantes e indigentes como bafio, por lo cual los vecinos realizaron una pinta: “ojo mariachis y camioneros, se prohibe orinar”. El retrato del deterioro lo resume un vitral sobre la puerta de un edi- ficio con muros desgastados que dice: “Apartamentos Modemos” [...} hacernos pensar en lo que eventualmente se esconde detras de] desorden, 0 mejor dicho, en si el desorden que predomina en los espacios urbanos no es mas que la manifestacién de otros fenémenos, mas profundos. Ademis, cabe subrayarlo enfa- ticamente desde ahora, el desorden que todos observamos no nos impide vivir en la metrépoli, disfrutar de ellay querer seguir viviendo en ella: una razén mas, y muy importante, para interrogarnos sobre el significado del desorden més all de su variopinta fenomenologia. Si nos detenemos brevemente en el origen y las caracteristicas de la gran mayo- fa de los conflictos urbanos contemporaneos, nos percatamos rapidamente de que Jo que tienen en comiin son las disputas y discrepanci cerca del llamado espacio. xiblico. En la literatura internacional sobre estos temas, no hay acuerdo sobre sus uusos, su destino, las razones de su decadencia, las estrategias para su (re) floreci- miento 0 rescate, su mantenimiento cotidiano, los mecanismos para su valoriza- ci6n, los significados, alcances, beneficios o perjuicios de su privatizacién. Paradé- — PROLOGO 13 jicamente, mientras que a nivel internacional se debate acaloradamente sobre la naturaleza y el futuro de los espacios ptiblicos urbanos y, en muchas ciudades, en particular las europeas, se adoptan politicas y planes para su preservacién y valo- rizaci6n, en un contexto como el de la Ciudad de México, donde para cualquier observador externo resulta evidente el estado critico de los espacios puiblicos tra- dicionales (calles, aceras, plazas y jardines, entre otros), no se observan mas que algunos esporadicos destellos de interés por el tema. El espacio publico no es un asunto que parezca interesar significativamente a quienes gobiernan la ciudad, mucho més preocupados por “enfrentar” la inseguridad, la congestin vial 0 el “ambulantaje”, como si se tratara de otros tantos “problemas” no relacionados entre sf y mucho menos vinculados con la cuestién de los espacios ptiblicos. Sin embargo, es casi imposible pensar la metrépoli sin partir de los espacios xiblicos. En primer lugar, porque ellos son /a ciudad. Hasta tal punto lo son, que los cambios que observamos en ella son el resultado, primero y fundamentalmen- te, de los cambios experimentados por los espacios ptiblicos. Su condicién y carac- teristicas nos hablan de diversas cosas al mismo tiempo: la idea dominante de lo que es la ciudad; las reglas ¢féctivamente vigentes para usarla y convivir en ella; la relacién entre lo propio y lo que es de todos. En suma, los espacios publicos, su -ondici6n y sus usos, aluden a un orden, es decir a un conjunto de normas y reglas, ‘0 siempre explicitas, que es necesario desentraar si queremos entender qué pasa con la ciudad. Este libro se dedica precisamente a esta tarea. Si asumiésemos, en cambio, una perspectiva posmoderna, podriames postular que en una metrépoli como la Ciudad de México, ya no es posible encontrar un principio de unidad, un orden wbano. Es tal la variedad de experiencias y de espa- cios urbanos que ni en los imaginarios ni en las practicas cotidianas, la ciudad constituye un todo que pudiera proporcionar referentes comunes al conjunto de los citadinos. Sin duda, la relacién de cada uno con el espacio urbano en las gran- des metr6polis no puede sino ser fragmentaria, construida a partir de circuitos especificos, més 0 menos extendidos, pero miiltiples, diferenciados. Circuitos, por consiguiente, que implican la construccion de referentes especificos... hasta cierto unto. Resulta entonces plausible como hipstesis de trabajo, admitir la extrema ragmentaci6n de la experiencia y las practicas urbanas en las grandes metrépolis. Pero significa esto que no existe ni es posible construir claves interpretativas del espacio urbano-metropolitano? Nosotres creemos que no sélo es posible, sino que es imperativo para entender la complejidad de las metrépolis contempordneas. Para construir estas claves nuestro punto de observacién y de anclaje en este libro es el estudio de una metrépoli en particular: la Ciudad de México, la cual com- parte muchos de los rasgos que pueden atribuirse a las “megaciudades”, pero al mismo tiempo presenta rasgos propios, muchos de ellos en comtin con otras me- trépolis latinoamericanas. Un elemento que diferencia una metrépoli como México con respecto a otras es la ostensible presencia de la desigualdad social en el espacio urbano. De acuer- do con Manuel Castells, las megaciudades se caracterizarfan por oponer en su interior un espacio de los flujos a un espacio de los lugares. Se tata de metrdpolis 14 PROLOGO que estan ligadas exteriormente a las redes globales, al mismo tiempo que albergan en sus espacios locales poblaciones pobres que se caracterizan por estar “desconec- tadas” de los flujos globales, y por ser consideradas como funcionalmente initiles © socialmente perturbadoras. Esto para Castells es igualmente cierto respecto de Nueva York como de la Ciudad de México o de Jakarta (Castells, 1996: 455). En ciudades como Nueva York, esto ha llevado a una politica dirigida a contener y si es posible aislar, a los homeless, los excluidos, los delincuentes comunes. Sin embar- go, estas categorfas en conjunto no suman seguramente més del 10 por ciento de la poblacién de esa metrépoli. Pero en la Ciudad de México y en otras grandes metrépolis de América Latina, el panorama es bien diferente. En el caso de la primera, las clases medias junto con las élites suman cuando mucho la cuarta parte de la poblacién total. Las mayorias se componen tanto de obreros (sigue siendo una metrépoli industrial) y trabaja- dores en el comercio y los servicios “formales” o legalmente establecidos, como por un ¢jército de prestadores de servicios personales, yendedores ambulantes, trabajadores domésticos, albafiiles, trabajadores en servicios de vigilancia, porteros, choferes, guardaespaldas, indigenas que sobreviven mediante el microcomercio y la mendicidad. Se trata de un mundo popular que, espacialmente, se localiza tanto entremezclado con las clases medias, como segregado en vastas areas socialmente homogéneas. Es un universo de trabajadores que se reproduce en parte a través de las fuentes de trabajo formales proporcionadas por el Estado, las empresas y los “nods” globales, pero también, y cada dia mas, mediante la autogeneracion de sus medios de vida, como es evidente en la proliferacién del comercio callejero, de los taxis y en general de servicios personales prestados informalmente.! Ni los poderosos actores globales, ni las empresas formales en general, ni el gobierno, logran controlar de manera efectiva este mundo popular. Lo que signi- fica que el espacio urbano, y en particular los espacios ptiblicos, donde se desarro- llan practicas sociales simultaneas y contiguas, son espacios disputados, y en muchas ocasiones apropiados exitosamente por grupos populares. Valga como ejemplo el caso del desbordante comercio ambulante en el centro historico, que coexiste de manera conflictiva con las muchas otras actividades presentes en este lugar. La gestion de esta coexistencia, no siempre pacifica, tanto al interior de los mismos sectores populares como entre éstos y los otros actores urbanos, deberia estar en el centro de las preocupaciones de quienes gobiernan y piensan sobre la ciudad. No parece ser asi. En lugar de promover la coexistencia y la integracién de las diferencias, predomina una administracion del conflicto, latente o manifiesto, que ' Nos referimos a un universo heterogéneo compuesto por masajistas, nanas, peluqueras, baby sitters {nifieras), maquillistas, *sanadores” mediante diferentes técnicas (tradicionales 0 no), entre- nadores fisicos, miisicos, repartidores, trabajadores dedicados al mantenimiento de viviendas, enfer- meras, cuidadores de ancianos, acompaiantes y otros, que prestan sus servicios a domicilio, traba- Jando por su cuenta y por lo tanto, sin prestaciones laborales y sin ser contribuyentes fiscales a partir de la actividad que desempenan. Cabe destacar que en las metropolis europeas y tanto de Canada como de Estados Unidos, la mayorfa de estos servicios estan ausentes o destinados a una lite muy reducida.

También podría gustarte