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Capítulo 1

Se inicia con la presencia del viejo don Andrés de Aragón y Peralta, quien anuncia su suicidio desde la torre de la Iglesia del
pueblo de San Pedro de Lahuaymarca. Califica de ladrones a sus hijos, don Fermín y don Bruno, por apoderarse de sus tierras.
Regresa a su casa y cumple su amenaza: se envenena y muere. Don Fermín y don Bruno se odian mutuamente; el primero tiene
una mina llamada Aparcora, y el segundo es dueño de la hacienda La Providencia, que hace trabajar a indios siervos. Aparece
también en escena Rendón Wilka, un indio comunero que ha vivido en Lima donde asimiló ideas nuevas.
Capítulo 2
Don Fermín quiere explotar su mina y solicita a su hermano don Bruno que le conceda sus indios. Don Bruno acepta y llama al
primer capataz, don Nemesio Carhuamayo, para que reúna a todos los indios. Demetrio Rendón Wilka empieza a trabajar como
capataz de la mina de don Fermín, haciéndose su hombre de confianza. Se relata la vida de Demetrio, quien siendo un indio
comunero de Lahuaymarca pasó a Lima, donde trabajó en diversos oficios, vivió en barriadas y aprendió a leer y escribir;
intelectualmente asimiló las ideologías revolucionarias, aunque sin renunciar a su identidad andina.
Capítulo 3
Hernán Cabrejos es el ingeniero jefe de la mina de Aparcora, pero actúa como agente encubierto del consorcio internacional
Wisther-Bozart para boicotear las labores y obligar así a que don Fermín venda la mina a dicho consorcio. Cabrejos habla
secretamente con Demetrio confiándole sus planes y pidiéndole que se sume a él, pero Rendón no acepta. Cabrejos es llevado
por su chofer Gregorio al pueblo para que visite a la joven Asunta de La Torre a quien la describe como una aventurera, pero
Cabrejos descubre que Asunta es virtuosa y se da cuenta de que Gregorio está enamorado de ella. Cabrejos promete a Gregorio
ayudarlo a conquistar a la joven, pero a cambio le pide sumarse a sus planes para boicotear las labores de la mina. Gregorio
acepta.
Capítulo 4
Los quinientos indios de don Bruno empiezan a laborar en la mina de don Fermín, con el propósito de llegar a la veta principal.
Don Bruno visita a su hermano don Fermín y a su cuñada Matilde; conversa también con Demetrio, a quien pide que cuide a sus
indios. Mientras tanto, Gregorio, en conveniencia con Cabrejos, ingresa al fondo de la mina, desde donde hace ruidos simulando
al Amaru o serpiente de la mitología andina; lo hace para ahuyentar a los trabajadores indios y de esa manera hacer fracasar las
labores. Pero solo unos pocos se asustan; para desgracia de Gregorio, justo en ese momento explota una carga de dinamita
dentro de la mina y muere despedazado. Sus restos son sepultados, mientras Demetrio sospecha del ingeniero Cabrejos como
promotor de la muerte.
Capítulo 5
Los vecinos del pueblo de San Pedro se reúnen en cabildo presididos por el alcalde; en esa reunión la señora Adelaida pide a los
propietarios que no vendan más tierras a don Fermín, que las necesitaba para la explotación de su mina. Una de las
participantes del cabildo, la joven Asunta de La Torre recibe un papelito donde alguien secretamente le informa que el ingeniero
Cabrejos es responsable de la muerte del músico Gregorio. Mientras tanto, luego del entierro de Gregorio, Cabrejos acompaña a
don Fermín y doña Matilde hasta la casa patronal; allí don Fermín interroga a Cabrejos y le pide que confiese que envió a
Gregorio a la mina para simular al Amaru; le pregunta también bajo qué intereses actuaba. Cabrejos se muestra burlón y
evasivo, y entonces don Fermín llama a Demetrio, quien informa todo lo que sabe. Cabrejos admite finalmente estar al servicio
de un consorcio internacional, la Whistert-Bozart, y le informa a don Fermín que dicho consorcio compraría el 80 % de la mina
dejándolo solo el resto; que ya todo estaba planificado, pues don Fermín no llegaría a reunir jamás el dinero necesario para
explotar la mina industrialmente. Don Fermín no acepta su situación y cree poder reunir el dinero necesario. Por intermedio de
Demetrio, don Bruno se entera de todo lo sucedido en la mina.
Capítulo 6
Don Bruno recibe la visita de tres hacendados: don Adalberto Cisneros, de origen indio; don Aquiles Monteagudo y Ganosa,
blanco pero de familia empobrecida; y don Lucas, abusivo propietario que tenía a sus indios hambrientos y famélicos. Estos
patrones reclaman a Bruno el haber comerciado con los colonos indios de sus haciendas. Don Bruno les responde diciéndoles
que cada señor es libre de hacer lo que quiera y que no haría nada para variar la situación. Los visitantes se sienten ofendidos
ante tal respuesta y amenazan desatar una guerra de hacendados; entonces don Bruno los expulsa de su hacienda. Dichos
hacendados estaban al tanto de la situación de los hermanos Aragón y confían en que don Bruno sucumba absorbido por la
voracidad del consorcio que explotaría la mina. En otra escena aparece la Vicenta, una mestiza amante de don Bruno que espera
un hijo suyo; pero otra amante del patrón, Felisa, llena de celos ataca a Vicenta con un cuchillo, ante lo cual don Bruno la
dispara, matándola. A partir de entonces don Bruno cambiará, dejando de lado su vida disipada y procurando ayudar a los
indios.
Capítulo 7
Fallece la madre de los hermanos Aragón y ningún vecino de San Pedro asiste a los funerales; solo lo hace la señorita Asunta de
La Torre. Los indios, encabezados por Demetrio, entierran a la señora. Un antiguo empleado de los Aragón, el indio Anto, ocupa
un terreno que le cediera el viejo don Andrés; don Fermín le ofrece cambiarlo por otro terreno, a lo que se opone tenazmente
Anto, a pesar de ser amenazado con una pistola; finalmente don Fermín, maliciosamente, felicita a Anto por su valentía y le
regala dos vacas. El mismo Fermín le regala a Asunta un brillante; todo lo hace para ganarse aliados en su lucha contra el
consorcio. En el trayecto de vuelta a su casa, don Fermín le expone a Matilde la situación en la mina y dice saber quiénes son sus
amigos y enemigos.
Capítulo 8
El ingeniero Cabrejos es despedido de la mina, pero promete volver con el consorcio. Don Fermín se entera que el cholo
Cisneros ha adquirido la hacienda de don Aquiles y le propone hacerlo socio de la mina con un 40 % de acciones a cambio de un
aporte de diez millones de soles, pero Cisneros se niega a participar de ese negocio. Mientras tanto, don Bruno visita a los
comuneros de Paraybamba, que se hallaban empobrecidos por culpa de la ambición desmedida del hacendado Cisneros; don
Bruno les ayuda a elegir sus autoridades y es testigo de la humillación pública que recibe dicho hacendado, que es azotado y
paseado desnudo, y su mula volada con dinamita. Cisneros se va, amenazando volver para vengarse. Don Bruno regresa a su
hacienda siendo aclamado por los indios de Paraybamba.
Capítulo 9
Al fin se encuentra la veta principal en la mina y don Fermín viaja a Lima para tratar de formar una sociedad con capitales
peruanos, ya que se había quedado descapitalizado. Se aloja en el hotel Crillón y su esposa le pide radicar definitivamente en
Lima, a lo que accede, adquiriendo para ella una magnífica propiedad. Mientras tanto, en Paraybamba, el incidente con Cisneros
origina que el alcalde y los regidores de dicho pueblo sean arrestados, y que el mismo don Bruno sea denunciado por Cisneros.
Don Bruno marcha a la capital de la provincia, pero antes, ante el riesgo de ser arrestado, nombra como su albacea a Demetrio
para que proteja a su mujer Vicenta, su pequeño hijo y administre su hacienda. Pero don Bruno, ya ante las autoridades y frente
a Cisneros que lo acusa, se defiende y no es arrestado. Cisneros se marcha jurando vengarse. Al mismo tiempo, en la plaza
principal de Paraybamba se producen incidentes sangrientos entre la policía y los pobladores.
Capítulo 10
El consorcio internacional Whistert-Bozart tiene mucho poder e influencias y logra finalmente que don Fermín le venda la mina.
El directorio de la Wisthert nombra a Cabrejos como gerente de la mina, con un excelente sueldo. Don Fermín terminar por
ceder pues no puede competir con la gigantesca empresa transnacional. Esta le reconoce un porcentaje de las acciones de la
mina y le cancela los gastos iniciales de la exploración. Don Fermín decide invertir ese dinero en la industria pesquera,
adquiriendo fábricas de harina y conservas de pescado en Supe, de la que se encargará administrar su cuñado, mientras que él
vuelve a San Pedro, dispuesto a ampliar y modernizar su hacienda «La Esperanza».
Capítulo 11
La compañía minera, que adopta el nombre de Aparcora, ante la necesidad de agua para el trabajo de la mina consigue una
orden judicial que obliga a los propietarios de San Pedro a vender sus tierras de la hacienda «La Esmeralda» a precio irrisorio.
Los vecinos se niegan a hacerlo, y en cabildo acuerdan defender su propiedad. El alcalde emprende viaje para entrevistarse con
el subprefecto, a fin de saber la verdad, pero en el camino se encuentra con el mismo subprefecto, que encabeza con el juez la
comitiva de policías que se dirigía a cumplir la orden de desalojo. Entretanto, la señorita Asunta visita al ingeniero Cabrejos y le
dispara tres tiros con un revólver, matándolo, como venganza por vender su pueblo a la mina y por causar la muerte a Gregorio,
un ser inocente. Asunta es apresada y trasladada a Lima. Un nuevo cabildo de vecinos de San Pedro decide abandonar el pueblo,
pero no sin antes dejarla presa del fuego, comenzando por la iglesia. Mientras tanto llegan las maquinarias pesadas de la
compañía y unos 1500 indios como jornaleros. Los representantes indígenas que reclaman un aumento de sueldo son enviados
presos a la capital de provincia, acusados de comunistas. Los bares y las casas de prostitución amplían su negocio.
Capítulo 12
Don Bruno, de vuelta en San Pedro, encuentra destruida la iglesia. Ordena a Demetrio que toque las campanas. Se reúnen la
señora Adelaida, el alcalde La Torre, los alcaldes indígena y los regidores, quienes acuerdan reconstruir la iglesia. También llega
don Fermín, trayendo todo lo necesario para modernizar su hacienda «La Esperanza» (ganado importado, semillas, etc.) y
promete igualmente ayudar con el renacimiento del pueblo. Se anuncia también la llegada del hacendado Cisneros, quien quiere
vengarse de don Bruno, para lo cual se entrevista con el subprefecto. Este se ofrece para matar a don Bruno a cambio de dinero,
pero en ese momento llega una orden de Lima ordenando el arresto del subprefecto, por lo que el plan se desbarata.
Entretanto, el ingeniero Jorge Hidalgo, que no está de acuerdo con los manejos de la compañía minera, decide renunciar a esta y
emplearse con don Fermín.
Capítulo 13
Los diarios de Lima informan sobre el incendio de la iglesia del pueblo de San Pedro de Lahuaymarca, hecha por manos «ateas
comunistas» así como el asesinato del ingeniero Cabrejos a manos de una «criminal fría y desalmada». La empresa minera,
continuando con la expropiación de los terrenos de «La Esperanza», aplana la pampa con máquinas bulldozer. Pero uno de los
residentes de esa zona, el indio Anto, se niega a abandonar su propiedad y se vuela con dinamita junto con las máquinas que ya
tumbaban su casa. Don Bruno se culpa de todas esas desgracias y decide purificar el mundo acabando con los responsables.
Encomienda a su hijo y a su mujer Vicenta a Demetrio Rendón Willka; luego coge sus armas y parte acompañado de un indio. Se
dirige a la hacienda de don Lucas, el gamonal cruel y abusivo, a quien mata ante el regocijo de los indios; luego se dirige a la
hacienda «La Esperanza» de su hermano don Fermín, a quien encuentra conversando con el ingeniero Hidalgo. Don Bruno acusa
a su hermano de ser responsable de todas las desgracias del pueblo y le apunta con su revólver; al verse amenazado, don Fermín
corre, pero recibe disparos en las piernas. Al ver lo que ha hecho, don Bruno se derrumba y llora, pidiendo al ingeniero Hidalgo
que lo lleve a la cárcel.
Capítulo 14
Don Fermín es operado en la mina, extrayéndosele tres balas, y luego es trasladado a Lima en avión, donde se recupera.
Mientras que don Bruno es encarcelado en la capital de la provincia. En la hacienda de La Providencia, Demetrio Rendón Willka
se entera de la prisión de don Bruno y la probable muerte de don Fermín; entonces, con la aprobación de Vicenta, la mujer de
don Bruno, se proclama administrador de la hacienda, albacea guardador y protector del niño Alberto, el hijo del patrón. En
adelante los colonos indios trabajarían para ellos mismos, sin patrones, lo que significaba ya una revolución. El gobierno envía
entonces a los guardias civiles a sofocar la revuelta. Vicenta y su hijo se esconden en la comunidad de Lahuaymarca. Mientras
que Demetrio se queda alentando a los indios a resistir. Los guardias irrumpen e inician una despiadada cacería. Demetrio es
fusilado junto con otros indios. Pero este episodio luctuoso solo es el inicio del camino de la liberación.

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