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002527
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Unos días más tarde, Mónica contrajo una fiebre y dijo a Agustín y a su hermano
que la enterraran allí, que no se preocuparan por sus restos mortales y les pidió
un solo favor: “(…) Que me recordéis en el altar del Señor allá donde fuerais”.
Ella es la amiga que nos consuela desde el cielo y que entiende bien la
desesperación de los padres frustrados y confusos al ver a sus hijos alejarse de
la Iglesia. Mónica rezó y ayunó por que sus hijos conocieran a Jesucristo, así que
ella es la poderosa compañía e intercesora de todos aquellos afligidos por los
“caminos” de sus hijos e hijas.
Desde tu lugar en el cielo, te imploro que ruegues ante el Trono del Santísimo
por el bien de mi hijo/a, [Nombre], que se ha desviado de la fe y de todo lo que
tratamos de enseñarle.
Sé, querida Mónica, que nuestros hijos no nos pertenecen, sino a Dios, y que
Dios a menudo permite esta deriva como parte del viaje hacia Él.
Así que ayúdame a tener paciencia y a creer que todas las cosas —incluso este
decepcionante distanciamiento de la fe— obran en última instancia según el
buen propósito de Dios.
Por el bien del alma de mi hijo/a, rezo por entender esto y tener confianza.
Amén.