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Componente teórico.

Entendiendo que un modelo es un patrón o un prototipo que sirve de referencia o carta


de navegación y marca el rumbo que se puede seguir para la consecución de un objetivo
común, que en este caso es la formación integral de los niños y jóvenes atendiendo a los
requerimientos que la comunidad y la sociedad demandan, los cuales deben tener unas
características especiales en cuanto a sus habilidades, cualidades y virtudes, las cuales deben
estar claramente definidas en el Proyecto Educativo Institucional, se debe hacer una
construcción propia tomando como base el que hacer del docente, el perfil del estudiante y el
contexto ( espacio geográfico y momento histórico, social y económico).
Según Ortiz (2009), un elemento importante que se debe tener en cuenta (entre otros) al
momento de elaborar el modelo pedagógico de la Institución, es ¿Desde dónde?, hacer un
acercamiento a las teorías que puedan servir de referente para enriquecer el modelo y dar
luces sobre las prácticas pedagógicas del docente en el aula

En este sentido y teniendo en cuenta las concepciones que se han venido manifestando y
desarrollando a lo largo de los diálogos colectivos y construcciones teóricas y simbólicas, de
escuela, de sujeto y su proceso formativo, de la relación entre maestro – conocimiento –
estudiante, de la importancia de las comunidades como agentes activas en el proceso
educativo y del reconocimiento que se ha dado a los saberes ancestrales, para la construcción
del modelo pedagógico de la Institución Educativa Villa de la Candelaria se propone como
referentes teóricos, los postulados planteados en los paradigmas o modelos cognitivos o
constructivistas, el social cognitivo y enmarcado en este último las pedagogías del sur,
que tienen sus raíces en la epistemología del sur, todos direccionados y teniendo como
sustento epistemológico las tendencias de la pedagogía critica. Las pedagogías del sur
fijan como metas del proceso educativo la emancipación y la transformación social, que
permitan avanzar de un modelo de desarrollo humano impuesto por el capitalismo neoliberal
salvaje y la sociedad de consumo, hacia uno donde se dé más importancia al ser que al tener,
promoviendo el buen vivir de los sujetos. Concibe al sujeto como es un ser histórico social, en
constante transformación y construcción. Sujetos que piensen en lo social, universal, pero sin
perder su individualidad, que reconozca y respete al otro y se reconozca así mismo (Vives,
2016).

Es una apuesta educativa que busca subvertir el modelo pedagógico hegemónico,


propendiendo por la justicia cognitiva y democratización del conocimiento (De Sousa, 2019); de
manera que se reivindiquen los saberes tradicionales y ancestrales, entendiendo que la
cosmovisión del mundo y su diversidad es más amplia, que existen otras saberes y formas de
producir conocimiento además de los que tradicionalmente se han impuesto en la escuela por
la ciencia hegemónica occidental.

Estas nuevas pedagogías buscan el fortalecimiento del pensamiento crítico, de la capacidad de


autodeterminación de los individuos y las sociedades, promueven la transición del proceso de
enseñanza aprendizaje y la moral heterónomos hacia una de carácter autónomo, un cambio de
la cosmovisión tanto del docente como del estudiante y un viraje al tipo de relación entre
humanos y de estos con la naturaleza.
El saber; es entendido como una construcción que abarca todos los ámbitos de la vida de los
seres humanos, se constituye en ese pretexto (pedagógico) que permite establecer una
relación dialógica permanente entre el maestro y los estudiantes, donde haya un intercambio
de conceptos, de ideas, opiniones, metodologías y actitudes, que subvierta el tipo de relación
vertical, autoritaria y de poder, que concibe al maestro como un ese ser omnisciente, dueño
absoluto del saber y al estudiante como una tabula rasa, un ente pasivo y sumiso, a quien se
le transmiten contenidos y los debe absorber sin la posibilidad de asumir una posición crítica
frente a ellos. En este sentido, la postura del nuevo modelo debe establecer una relación
maestro - estudiante, que rompa con esa hegemonía basada en la desigualdad.

Este tipo de relación, fundamentada en un acuerdo recíproco, de reconocimiento del otro, del
respeto por las ideas divergentes, allana el camino para la construcción de una sociedad
equitativa, pluralista, intercultural, tolerante e inclusiva, que buscan la reconciliación y el
fortalecimiento de tejido social en esta etapa de postconflicto.

Reconociendo que el estudiante tiene una construcción propia del mundo que lo rodea y por lo
tanto tiene una estructura ya elaborada, por consiguiente, los contenidos que se van a
desarrollar en cada momento de aprendizaje deben partir de los conceptos previos de los
estudiantes.

La metodología debe estar orientada a unas prácticas (activas, recreativas, incluyentes) que
permitan la investigación, la creación y la producción de unos saberes significativos,
implementar estrategias de aprendizaje donde los estudiantes aprendan con sus pares, (trabajo
colaborativo, en equipo o cooperativo, se reconoce un aprendizaje social, la construcción del
conocimiento surge de la interacción con el otro.

La evaluación se concibe como un proceso continuo y sistemático de carácter formativo, que se


reconozca en el error una oportunidad de aprendizaje. La evaluación, la coevaluación y la
evaluación compartida pueden tener un valor más grande del que se da actualmente, ya que
esto le quita peso a la heteroevaluación de un producto final que principalmente está delimitado
por la subjetividad del maestro, mientras en la consideración de la evaluación desde el alumno,
desde sus pares y en la mediación del alumno docente, se puede lograr una formación con
integralidad, es decir, se puede formar desde el reconocimiento propio y social de fortalezas y
debilidades en el proceso formativo, más que en la evaluación de productos.

Es importante hacer protagonistas los estudiantes del proceso evaluativo, que los criterios de
evaluación sean mediados para que ellos sean conscientes de los objetivos en cada
asignatura, de los procesos y de los posibles retos a enfrentar. En consenso, se establecen
criterios claros de evaluación que al ser aceptados en comunidad tendrán el peso, no solo de la
autorreflexión, sino también del compromiso de cada uno con su proceso de aprendizaje.

Proceso que permita reconocer la diversidad y la capacidad de los estudiantes en su


desempeño académico, conceptual y cultural, tener en cuenta a que apuntamos como
institución es a lo formativo, la evaluación entendida así debe ser formativa, continua,
permanente, teniendo en cuenta el ritmo de aprendizaje del estudiante, el conocimiento que
este tiene de las situaciones que pueden afectar u obstaculizar sus procesos de aprendizaje, lo
que hace, lo que sabe hacer, las transformaciones que se van dando en el estudiante.
Referencias

De Sousa Santos, Boaventura. (2019). Educación para otro mundo posible. Buenos Aires,
Argentina: CLACSO.

Ortiz, O. Alexander (2009). Manual para elaborar el modelo pedagógico de la Institución


Educativa. Colombia. Ediciones Antillas.

Pallasco Mariana. (2012). Educación y el buen vivir. Educación y el buen vivir. reflexiones sobre
su construcción, (1), 117-124.

Vives, H. Martha P. (2016). Modelos pedagógicos y reflexiones para las pedagogías del sur.
Boletín virtual, (5), 40-55.

Lecturas sugeridas.

Universidad de Antioquia, Facultad de Educación (2019). Retos a la Pedagogía Desde el Buen


Vivir. De https://www.youtube.com/watch?v=rNAHdHuah6k.

UNICEF (2012). Educación y buen vivir: reflexiones sobre su construcción.

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