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Summerson, John - El Lenguaje Clásico de La Arquitectura
Summerson, John - El Lenguaje Clásico de La Arquitectura
Las implicaciones de esta teoría, posiblemente escapasen al propio Laugier, ya que estas implicaciones no han
salido totalmente a la luz hasta mucho tiempo después. Si la cabaña primitiva era arquitectura «pura», ¿Quería decir
esto que suponía una solución cien por cien eficiente al problema concreto de cómo refugiarse? Evidentemente no,
ya que la cabaña de la imagen parece dar un cobijo muy precario. ¿Quería decir entonces que la arquitectura «pura»
se limitaba a las columnas, las vigas y los cabios? Esta parece haber sido la intención de Laugier y en este sentido
su cabaña primitiva no era más que una reducción a los términos más simples posibles de la forma del templo
clásico. Por otro lado, esta cabaña lleva consigo el germen de lo racional: la columna como simple poste cilíndrico; el
frontón como mero triángulo construido y la cornisa como mera viga apoyada entre postes. Es racional en la forma de
explicarse a sí misma como objeto construido. No oculta, sino que exhibe su sencillo ser estructural. Es más, esta
cabaña llevaba en sí el germen de una arquitectura desprovista de todas las expresiones plásticas y decorativas. El
ornamento ha sido completamente desterrado de la imagen de la cabaña original. Una vez pulidos un poco los
troncos de árbol, esa arquitectura sería exclusivamente una cuestión de sólida geometría, pero seguiría, por
supuesto, siendo arquitectura.
Esta arquitectura (racional, desornamentada y expresión de sólida geometría) vio la luz -o casi- a finales del siglo
XVIII. Tenía implicaciones bastante utópicas y una de sus manifestaciones más sorprendentes fue la ciudad ideal
concebida, proyectada y nunca realizada por el arquitecto francés Claude-Nicolas Ledoux, aunque fue publicada en
1805. Es una ciudad de ensueño para una sociedad de ensueño, y comprende algunos proyectos tan sorprendentes
en su finalidad como en su forma. Observemos su geometría: una disposición compleja pero armoniosa de masas
bellamente relacionadas con el paisaje. Inevitablemente, uno recuerda la definición de arquitectura que daba Le
Corbusier en 1921: «juego de volúmenes, dispuestos con maestría y soberbia exactitud bajo la luz».
La afición de Ledoux a ver los edificios como conjuntos de formas geométricas simples fue compartida por otros
arquitectos contemporáneos y algo posteriores, como por ejemplo el alemán Karl Friedrich Schinkel en su Altes
Museum de Berlín. Las formas son muy sencillas, pero enormemente efectivas. Consisten principalmente en una
masa rectangular, uno de cuyos lados es una pantalla transparente de columnas. Aparecen contra el fondo de un
muro interior, pero detrás de este muro, en el centro, se alza la forma cúbica de la sala central del museo. Estamos
realmente ante una combinación tridimensional muy sencilla pero muy vigorosa.