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Cuento de Hadas Moderno
Cuento de Hadas Moderno
romero. Hacía rato que las ovejitas se habían marchado a los pastos, así que
Klonty había dormido con la preciosa sonrisa iluminando su cara toda la noche,
como si el sol se hubiera quedado a su lado, y cuando abrió los ojos se quedó
esplendoroso.
Se quedó remoloneando un ratito más en la cama: hoy era su gran día, ese
único y maravilloso día que espera toda mujercita desde la infancia, hoy ya no
iba a trabajar y nunca más lo haría porque había llegado por fin el día de su
boda.
porque había conseguido su sueño: casarse por todo lo alto y con un príncipe.
¡Qué envidia iba a darles a todas!: a sus amigas, a sus hermanas e incluso,
segura estaba, a las amigas de sus hermanas, porque, pobrecillas, ¡a ver quién
Klonty se levantó y abrió las ventanas para que el sol entrara e iluminara esa
pueblecito, las casas que la rodeaban, la escuela y más allá, subiendo una leve
las paredes muy blancas, enjalbegadas todos los veranos por los niños cuando
acababan la escuela y ya no tenían nada más que hacer. Los tejados eran
también todos iguales, cubiertos por tejas rojas que eran la mejor protección y,
además, las podían comprar en el mismo pueblo porque allí tenían su propia
oloroso, flores en los patios y en las puertas…, todo ésto hacía de este
patios y lleno también de personas: los reyes, los príncipes, los parientes, la
sabe Klonty de cuanta gente vive allí¡, y ella será, casi casi, la dueña de todos,
¡qué ilusión!, ¡qué día más bonito!, ¡qué feliz está Klonty!.
Y volviendo la vista a la plaza, esa plaza que se llenaba de ovejitas todas las
mañanas muy tempranito antes de salir hacia los prados, podía Klonty ver
también, en una esquina, una tiendecita que tenía todos los productos que te
podías imaginar: desde libros, cuadernos, bolígrafos y cometas para los niños,
hasta lejía, jabón y escobas de esparto para las amas de casa o cayados,
tabaco y hoces para los hombres; solo le faltaba traer telas bonitas y delicadas,
por eso, Klonty había tenido que ir a una lejana ciudad para comprar la tela de
ponerse cualquier tela de raso o gasa vulgar: tenía que ser una preciosa tela de
encaje tejido a mano; un enorme gasto para su humilde familia, pero que ya se
encargaría ella de resarcírselo cuando pudiera disponer del oro y las joyas del
príncipe, su marido.
ciudades lejanas, fiestas, criados, Klonty deseaba eso con todo su corazón
- Bueno, tendré que bajar a desayunar – se dijo a si misma Klonty-. Seguro que
Klonty tenía muchos hermanos, pero solo dos hermanas más: unas gemelas
llamadas Droë y Soet que tenían cuatro años menos que ella y que la
Droë y Soet no eran tan bonitas como Klonty y, además, estaban repetidas, así
eran iguales ¡qué más le daba!, escogería a una y la otra se quedaría para
Porque Klonty era muy guapa y alta, delgada, morena, con un largo pelo
Klonty no tenía muchas amigas porque con lo del noviazgo y por las envidias,
las había perdido poco a poco a todas, pero Droë y Soet sí que tenían un buen
grupo de amigas: estaba Troos, que vivía en la casa de al lado; Oorwining, que
vivía junto a la tiendecita; Bors, que vivía en la calle que subía a la iglesia y
Bady que vivía en el camino del castillo, así que Klonty había invitado a su
boda a las amigas de sus hermanas como si fueran amigas suyas también.
Por supuesto que estaba invitada toda la familia de Klonty: sus padres,
hermanos, abuelos, los hermanos de sus padres, sus primos y sus amigas. Lo
Efectivamente, el príncipe era muy rico, era el heredero del trono de ese
castillo, y su padre era el rey (su madre era la reina, pero eso ahora no importa)
y las posesiones del rey eran inmensas: era suyo todo el pueblo, las casas, las
gentes, las ovejas y los perros, suyo era también el castillo y las personas que
en él habitaban, desde los criados hasta los consejeros, las tierras que lo
La lista de invitados por el rey era muy larga (esa sí que la había tenido que
hacer la reina), tan larga tan larga, que estaban incluidos, además de las
personas que le pertenecían y que ya conocemos, otros reyes de las ciudades
vecinas, otros príncipes venidos de más lejos, los duendes de sus ríos y las
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que había pocas princesas invitadas para la gran cantidad de príncipes que
- Oye, Maag, ¿te has dado cuenta de que hay muchos más príncipes invitados
que princesas?, mal asunto, porque las chicas del pueblo vendrán sin faltar
visto no me acuerdo.
- ¡Por el amor de dios!, Maag, y luego que vengan al castillo todas las
Pero tenia razón: todas las chicas del pueblo (básicamente, Dröe y Soet y sus
amigas, Troos, Oorwining, Bors y Bady) también habían hecho sus planes para
la fiesta de la boda de Klonty. Pero cada una tenía su estilo: Troos quería
encontrar a un rey mayor y rico, Oorwining, a alguien muy trabajador y
inteligente y comprensiva. Dröe y Soet sólo querían que alguien las sacase de
la humilde casa en la que vivían, no volver a limpiar el polvo nunca más, tener
preciosos vestidos como los que tendría su hermana y no escuchar todos los
- No salgas de casa con ese pelo, péinate antes, ponte laca, ponte crema,
tacones, colócate las hombreras, no hables, no rías, no mires, que nadie te vea
ahí, o allá (desaparece, pero si no puedes, que seas una estatua de la Venus
Así que Dröe y Soet nunca estaban seguras de que lo que hacían o decían
dirección al bosque. Allí se sentaba a la orilla del río y, oyendo el murmullo del
agua corriendo sobre las piedras y entre los árboles, se calmaba, tranquilizaba
durante mucho rato: corría al bosque y a su vuelta se la veía feliz, como si nada
celosas de ella. No era que no quisieran que su hermana se casase, sino que
ellas también querían hacerlo con algún príncipe tan rico como su cuñado.
felices de ahora en adelante, así que sus vestidos también fueron diseñados y
encontráis a alguien, como Klonty” – les había dicho su madre), aunque ellas sí
que tuvieron que utilizar los rasos y las gasas que vendía la tiendecita porque
casi todos los ahorros de la familia habían sido gastados en el vestido de boda
de Klonty.
con sus mejores galas para esperar la llegada del príncipe y toda la comitiva
real, que pasarían a buscarlos para ir todos juntos hacia la iglesia y celebrar los
esponsales.
También las amigas de las gemelas se habían vestido con sus mejores galas y
Realmente era un vestido maravilloso, nunca habían visto nada igual, tan
suave, tan ligero. Y Klonty era tan bonita... tan elegante..., el vestido tenía el
escote en V y la tela caía desde sus hombros mostrando claramente cada una
de las rosas que formaban el encaje; las mangas le llegaban un poco más
abajo del codo y era muy largo, tanto que se apoyaba en el suelo y cuando
Klonty caminaba, parecía que la tela marcara el camino que ella debía seguir.
Por detrás, la cola, redondita y no muy larga, la seguía como un perrillo faldero.
transparente y tan largo que, cuando salieron de la casa, nadie pudo colocarse
destino.
Dröe, Soet y sus amigas miraron y revisaron uno por uno a todos los príncipes
hermanos, primos y amigos del que iba a ser su cuñado para ver si alguno les
gustaba y la verdad es que les gustaron todos, pero claro, cada una buscaba a
fiesta de la boda para conocer mejor a todos esos chicos tan guapos, ricos e
durante todo el tiempo que duró, las muchachas de las filas de la izquierda
todo el tiempo.
risas y felicidad entre los novios y sus familiares, y luego, todos juntos, ya como
una gran familia, se dirigieron hacia el castillo para celebrar la fiesta de los
esponsales.
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En el patio del castillo, los reyes habían ordenado preparar un gran banquete,
no tan grande como si la novia fuera una princesa de alto rango, pero
purés competían entre sí para ser los platos más elogiados; vino tinto, blanco,
dulce y artística tarta nupcial que los novios cortaron uniendo sus manos sobre
Y después comenzó el baile que era, realmente, lo que nuestras amigas habían
estado esperando.
Ninguna se quedó sin pareja, todas las chicas habían sido invitadas a bailar por
cayendo la noche (la fiesta iba a durar hasta la madrugada) los invitados
objetos de arte, tapices y todo lo que ni podían soñar en tener en sus casas.
Dröe, Soet y sus amigas fueron abriendo todas las puertas para ver cómo eran
las habitaciones del nuevo hogar de Klonty y tratar de adivinar en cuál dormiría
- Bueno, chicas, ¿creéis que alguna vez podremos vivir en un lugar como este?
-preguntó Dröe.
- ¡Qué suerte! -dijo Dröe- porque con el que he estado bailando no es principe
aún, es secretario del consejero de un rey, pero algo es algo. ¿Con quién
asombrada, Bady.
era príncipe sino rey, de repente, al mirarle a los ojos me he dado cuenta de lo
- Pues claro que sí, ¿qué os creéis?, ¿que lo diría si no fuera verdad?, lo que
pasa es que estáis celosas porque ni tu, Oorwining, ni tu, Bady, habéis
estaba enfadándose.
- Bueno, bueno, haya paz, chicas, la fiesta no ha hecho más que empezar,
vajillas, entrando y saliendo con verduras recién cogidas del huerto. Era tal la
que pudieron hacia la siguiente puerta; todas menos Oorwining, que era una
Oorwining fué hacia el chico que entraba con la cesta de la verdura fresca y le
guisara.
- Hola, me llamo Oorwining, ¿puedo ayudar en algo más?
- Hola, yo me llamo Toon, soy el hijo de la cocinera, trabajo en otra parte del
- Sí, hay aquí mucho trabajo hoy -a Oorwining le estaba gustando el muchacho
y nos podremos volver a ver - contestó Toon, deseando que el tiempo pasara
rápido.
recorrido.
Ellas, mientras tanto, habían encontrado la biblioteca, una enorme sala con
había incluso escaleras para poder llegar a los más altos rincones. El techo era
del que colgaba una enorme y delicada lámpara de araña con miles de cristales
transparentes.
Bady se quedó extasiada mirando los miles y miles de libros que allí
las hojas de papel, dormían esperando que alguien las leyera y las
imágenes, el tipo de letra, el olor del papel. Pero, de repente, se abrió de nuevo
la puerta y entró un chico, uno de los príncipes con los que habían estado
- Soy Fijne Mener, es normal que no te acuerdes -dijo con una sonrisa.
- Sí, es un poco difícil, Fijne Mener, trataré de acordarme. ¿De dónde eres? -
preguntó Bady.
Fijne Mener.
- Yo soy una chica del pueblo, normal -dijo Bady, agachando un poco la
cabeza, sin saber que la debiera haber levantado con mucho más orgullo que
gente del pueblo, también todos los habitantes del castillo; se terminó la cena y
de irse a la cama, así que poco a poco fueron parando los músicos, callando
Como cenicientas, como bellas durmientes o bellas sin bestias, todas las
chicas del pueblo bajaron las escaleras del palacio corriendo y se fueron a sus
que alguno de los ricos jóvenes que habían conocido se hubieran enamorado
horizonte.
más gris y plagado de nubes que ocultaban el brillo de sol. Las chicas también
estaban un poco más apagadas y grises que el día anterior, ya no eran las
pueblo y le contó a todo quien quiso escucharla lo bien que lo había pasado el
día anterior y lo maravilloso que era el rey que había conocido y lo enamorados
bailado muy a gusto con Troos, una jovencita morena y atrevida del pueblo.
verla, pero la sensación de flechazo no la había sentido, tal vez por la edad, tal
Rekenmeester, el contable del rey, con quien había estado hablando durante la
fiesta.
aquí – Rekenmeester mintió un poquito, la verdad era que deseaba volver a ver
espabilado y rico y pensaba que podría ser un buen marido. Fue corriendo a
ver a Troos al trabajo para contárselo, pero ésta, absorta como estaba en su
- ¿Con un contable?, ¿quieres casarte con un contable?, ¿no querías ser rica y
rey, seguro que tengo una buena casa y criados si me llego a casar con él -
hogar, y soñando: soñaba con su caballero del día anterior, alto, fuerte, valiente
e intrépido, según las historias que le había estado contando entre pirueta y
conversación que había tenido con sus amigas tantas veces respecto de
era suficiente para enamorarse y decidió esperar a conocerlo más por ver si el
secretario fuera medianamente rico también, porque si no, tendría que seguir
Oorwining, por su parte, había ido al castillo a llevarles el pan porque esa era
su tarea diaria: era la hija de los panaderos del pueblo. Cuando le abrieron la
puerta de la cocina, lo primero que hizo fue preguntar por el hijo de la cocinera,
Toon; pero Toon estaba cuidando de la huerta y la granja, así que la cocinera
le dijo a Oorwining que le daría el recado a su hijo, lo que hizo que las mejillas
Sólo nos falta saber qué estaban haciendo Bady y Bors. Pues Bady había
salido a hacer unos recados para su madre y, al pasar por delante de la casa
- Hola, Bors, buenos días, ¿cómo estás hoy? -dijo Bady alegremente.
- Buenos días, Bady, estoy bien, estoy muy bien -contestó Bors, muy animada.
- Que estoy enamorada, estoy muy enamorada, ¡qué feliz que soy! -la alegría
que estuve bailando ayer. Me ha enviado una nota muy temprano esta mañana
para decirme que quiere que salgamos a pasear esta tarde y que soy muy
Bady.
- Bueno, pues a ver si tienes suerte, como yo, adiós -se despidió Bors.
“Eres tú, el príncipe azul que yo soñé, eres tú, tus ojos me vieron con
Por las tardes, los grupitos de amigas salían a pasear por el bosque, a disfrutar
flores. Bajo el precioso cielo azul se contaban sus secretos y sus anhelos y lo
hacían en voz alta para que, si por suerte se encontraba por allí alguna
mano y darse besos furtivos. Si un cupido les veía, podía dispararles sus
El bosque bullía de vida, alegría, secretos y amor todas las tardes mientras
duraba la luz.
Por uno de sus caminitos, el que llevaba hasta el río, paseaban una tarde,
cogidos de la mano, Bors y Hulle Was. Ella estaba un poco molesta porque él,
mayoría de las tardes, salir a cazar con sus amigos y ella se quedaba en casa
había habido regalo a pesar de que Hulle Was había tardado tres días en
Cuando llegaron al río, se sentaron en una piedra plana aún sin haberse dicho
ni una palabra. Hulle Was miraba el dulce rostro de Bors con gesto de pena,
pero no decía nada. Y Bors, entre lágrimas, empezó a balbucear algo así como
Lo decía de forma entrecortada, sin estar segura del todo porque no sabía si
y poderse casar.
Pero entonces, Hulle Was, que no había prestado atención a los intentos de
Bors por decir algo, se arrodillò ante ella, tomó su rostro entre sus manos y la
obligó a mirarlo.
- Te quiero, estoy muy enamorado de ti, eres la chica más guapa y buena que
manos del rostro de Bors y buscó en su bolsillo algo que no encontraba; al rato
Arnuria?
- Sí, claro -contestó Bors, olvidando de repente todas las dudas que tenía,
todas las penas que había pasado cuando Hulle Was desaparecía, olvidando
toda su tristeza.
Y se dieron un largo y apasionado beso de compromiso. No necesitaron a
ninguna ninfa alada que les ayudara, pero los dos sintieron un ligero pinchazo
Paseando por otro sendero del mismo bosque, Bady y Fijne Mener, cogidos por
- ¿Cuándo vas a volver a Banestania?, ¿te vas a quedar mucho tiempo aquí?,
- Parece que tengas ganas de que me vaya -contestó Fijne Mener, un poco
molesto.
- No, ¡qué va!, ¡ojalá te pudieras quedar para siempre!, estoy muy a gusto
- Yo también estoy a gusto contigo, eres muy guapa y muy complaciente. Pero
algún día me tendré que ir, mi padre ya me está reclamando -dijo Fijne Mener.
- No, mujer, ¡qué me voy a olvidar de ti!, ¿quieres que nos casemos y así
puedes venir conmigo? -Fijne Mener no se dio cabal cuenta de lo que acababa
de decir.
- ¿Casarme contigo?, ¿seguro?, ¡qué ilusión!, pues claro que me quiero casar
casarme! - Bady era muy feliz, besó a Fijne Mener, pero ninguno de los dos
que habían salido a pasear por la naturaleza y lo habían oído todo, pero habían
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bosque, cogidas del brazo, contentas por haber vuelto a estar juntas y por
poder contarse qué había sido de sus vidas y, después de haberse besado y
- ¿Cómo que “buf”? chicas, ¿cómo que “buf”?, ¿no os habéis casado con
príncipes como queríais?, ¿no tenéis casa bonitas y viajes y vestidos?- dijo
y merecía: una preciosa casa donde no tuve que lavar nunca el suelo, vestidos,
viajes, todo me lo dio, pero cayó enfermo, agotado, cansado y harto de sumar y
restar listas y listas de números contando el dinero del rey y murió y me dejó
sola y triste. Así que ahora ya no tengo casa, ni vestidos de seda ni viajes, sino
- ¿No hubiera sido mejor que no trabajara tanto aunque no tuvieras tafetanes y
- No sé, para no tener nada de eso me hubiera quedado soltera -Soet seguía
- Ahora no, pero lo he tenido y disfrutado -Soet se quedó mirando las ramas
altas de los árboles recordando lo bien que lo había pasado mientras duró su
matrimonio.
- Era simpático, sí, pero más lloro ahora cada vez que tengo que coger el
plumero -realmente Soet se había vuelto una mujer fría y desencantada - ¡Va,
- ¿Yo?, pues normal, ¿no?, ya lo sabéis: me casé con Hulle Was y todo normal
- Sí, sí, me quiere mucho, después de la caza, la cerveza y las palomas, soy lo
explicación de Bors.
- Sí, sí que he viajado bastante y el palacio está muy bien, pero he tenido que
trabajar mucho para mantenerlo: Hulle Was no es muy bueno con las cuentas.
Ni con las cuentas, ni con los gastos, ni con los presupuestos, ni con nada, es
guapo, alto y encantador y ya está – se desahogó, por fin, Bors, sin lágrimas ni
tristeza.
- Pero, ¿eres feliz? - le preguntó Bady, sintiéndose más triste por su amiga de
- Sí, sí, estoy bien como estoy – zanjó así Bprs su conversación-, te toca,
Oorwining.
- ¿Me toca?, pues nada, me casé con Toon, que no era príncipe como los
vuestros, sino un trabajador normal, muy trabajador, como yo y entre los dos: él
quien quiero y entre los dos hemos cumplido todos nuestros sueños y si un día
- Pues nada, me conformé con Berader porque tenía buena posición y, como
se había interesado por mí, pensé que tenía mucha suerte, igual que Soet la
había tenido, porque unos chicos se interesaban por nosotras a pesar de estar
repetidas y no ser muy guapas. Y mientras Berader y su jefe gozaron del favor
del rey, todo fue bien, tuve criados y vestidos, pero un día el rey se enfadó con
Berader, como era el secretario de ese consejero, o se iba al fin del mundo, o
se quedaba sin trabajo, así que nos fuimos cerca de la frontera del reino, donde
nieva trescientos días al año y sólo tenemos una criada, ¿cuenta eso como
viaje? Y en cuanto a vestidos, allí no tiene importancia lo que lleves debajo del
inmenso abrigo de pieles que necesitas todos los días. Por cierto, tengo tres
mariposas y los olores del bosque – bueno, faltáis vosotras: Bady y Troos.
- Pues que nunca sabía a ciencia cierta qué es lo que quería, siempre estaba
dudando si ponerse una ropa u otra, si su cuerpo era bonito o no, nunca estaba
seguro de viajar a la China o al Japón ni si tal o cual cuadro era adecuado para
entonces era lo único que quería hacer o si su hermano iba a casarse, su novia
era la más hermosa de cuantas había visto. Cuando fui a hablar con sus
padres, los reyes de Banestania, sobre el problema que tenía, me contaron que
que aún las tenía, no las habían podido encontrar, entonces Fijne Mener se
pasaba el día tratando de contentar a una o a la otra. Visto lo visto, pensé que
casa, aunque tuviera que llevar ropa de segunda mano -esta era la historia de
Bady.
- Chica, no tendrías que haberlo dejado, así te has quedado sin palacio, sin
- Pero feliz y tranquila, me estaba volviendo loca -se justificó Bady – ¿y tu,
conseguí. La verdad es que creí que nos llevaríamos bien, pero es peor de lo
que pensaba: siempre está enfadado y nunca me dice nada bonito -se quejó
Troos.
- ¿Y por qué no lo dejas y te vienes otra vez a vivir aquí?, serías más feliz -dijo
Oorwining.
- No, pobre, solo me tiene a mí. La verdad es que tampoco lo paso mal, hago
- ¿Por lástima continuas con tu rey viejo y aburrido que nunca te da cariño?, no
mis vestidos de encaje artesanal ni a los viajes por todo lo largo y ancho de
este mundo que Isotoop me puede dar. Prefiero seguir quejándome que tener
que vestirme con ropa de segunda mano, cada una que haga lo que quiera -
desde el principio emitieron un zumbido con sus frágiles alas al caer desde la
rama del árbol en el que habían estado sentadas porque la vibración que había
Todas las haditas que las habían escuchado fueron corriendo a buscar a los
pequeños cupidos que también vivían en el bosque para contarles que era una
las parejas para que su amor fuera eterno, porque al fin y al cabo, no todas las
chicas querían vivir enamoradas para siempre ni todos los chicos sabían a
Y nuestras amiguitas, maduras ya, siguieron con su amistad, con sus vidas,
con sus deseos cumplidos o por cumplir, con sus decisiones asumidas y sus
quejas continuas o no, con sus listas de valores dispares y personales o sin
pronto desconcertados, sin saber cuál era ya su misión en la vida, sin saber si