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Criterio Cristiano

ADVIENTO CICLO A 2022


LA CORONA DE ADVIENTO
Le da un sentido cristiano a la espera de la Navidad, es un círculo de follaje verde (pino, abeto o hiedra),
envuelta con un listón rojo y en cuyo centro se colocan cuatro velas, paraque la familia encienda una cada
domingo de adviento mientras hace oración y canta Villancicos

SIGNIFICADO DE LOS SIMBOLOS DE LA “CORONA DE ADVIENTO”


El círculo: simboliza la eternidad, nos recuerda que Dios no tiene principio ni fin.

El color verde: simboliza la vida y la esperanza que nos trae el Señor.

El listón rojo: significa el Amor de Dios que nos envuelve y también nuestro amor que espera con ansiedad
el nacimiento del Hijo de Dios.

La Luz de las velas: simboliza nuestra fe, la Luz de Cristo que nos ilumina y nuestra esperanza de un mundo
mejor donde todos se acerquen cada vez más a Dios.

EL NACIMIENTO
En el año 1223 San Francisco de Asís dio origen a los pesebres o nacimientos que actualmente conocemos,
el primero en recrear un “nacimiento en vivo”. Esta costumbre arraigó muy hondo en el pueblo de Dios y
se mantiene hasta ahora. Con el correr del tiempo se trasladó a los hogares cristianos la costumbre de
armar un “nacimiento” para la Navidad. Mantener viva esta Tradición cristiana ayuda a mantener siempre
presente el mensaje de Cristo en nuestras vidas. Preparar el pesebre en familia despierta un profundo
amor, es una espléndida antesala para vivir más el amor al prójimo, que se funda en el gran Amor de Dios.

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO A

ORACIÓN INICIAL
Dios, Padre celestial, que tanto nos has amado que enviaste a tu Hijo al mundo para nuestra salvación, te
damos gracias por estar aquí reunidos alrededor de esta corona, signo de nuestro deseo de prepararnos
lo mejor posible para celebrar el nacimiento de tu Hijo hecho hombre.

María, Madre de Dios y madre nuestra, tú que te preparaste para recibir a tu Hijo Jesús, ayúdanos a estar
bien dispuestos para las fiestas que recuerdan su primera venida, para que también lo estemos para su
definitiva y segunda venida.

Evangelio (Mt 24, 37-44)

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Lo que pasó en tiempos de Noé, pasará cuando venga el Hijo
del Hombre. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaban, hasta el día en que Noé entró en el
arca, y, cuando menos lo esperaban, llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando
venga el Hijo del Hombre. Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; dos
mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Estad vigilantes, porque no sabéis qué

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día vendrá vuestro señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el
ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros
preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre.

Reflexión
La predicación de Juan Bautista insistió en estar siempre preparados estando muy atentos: “Estad en
vela”, “Velad, pues no sabéis cuándo vendrá”, “Estad siempre despiertos”...etc. El tiempo de Adviento es
un tiempo de preparación para la Navidad, pero también es un tiempo para prepararnos para su segunda
venida. Juan Bautista, que dedicó su predicación a preparar a las gentes para la aparición pública de
Nuestro Señor nos enseña que el primer paso de esa preparación es estar despiertos.
El pecado nos adormece y oscurece nuestra conciencia, de modo que caminamos en tinieblas y
tropezamos con frecuencia. ¿Qué es lo primero que podemos hacer para estar despiertos? Encender la
luz. El primer paso para despertar es hacer una revisión de nuestra vida, nuestro pasado y nuestro
presente, para inundar de luz todo aquello que nos impide acercarnos al Niño Jesús.

Oración
Oremos: Que al encender esta primera vela de la corona de adviento se haga luz en nuestra conciencia
para que viendo con claridad nuestros pecados, miserias y debilidades, sepamos avanzar sin tropezar por
el camino del bien.

SE ENCIENDE LA PRIMERA VELA DE LA CORONA

Propósito: Nuestro propósito para este día puede ser el de hacer un examen de conciencia profundo y
sincero, abarcando todo y con humildad, y así poder concretar un plan de conversión empezando por
aquello que es más oscuro en nuestra vida.

Oración final

Jesús, José y María


os doy el corazón y el alma mía

Jesús, José y María


os doy el corazón y el alma mía

Jesús, José y María


os doy el corazón y el alma mía

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Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres y
bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora
y en la hora de nuestra muerte. Amén.

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO A

ORACIÓN INICIAL
Dios, Padre celestial, que tanto nos has amado que enviaste a tu Hijo al mundo para nuestra salvación, te
damos gracias por estar aquí reunidos alrededor de esta corona, signo de nuestro deseo de prepararnos
lo mejor posible para celebrar el nacimiento de tu Hijo hecho hombre. María, Madre de Dios y madre
nuestra, tú que te preparaste para recibir a tu Hijo Jesús, ayúdanos a estar bien dispuestos para las fiestas
que recuerdan su primera venida, para que también lo estemos para su definitiva y segunda venida.

Evangelio (Mt 3, 1-12)


Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea predicando:
Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos. Éste es el que anunció el profeta Isaías diciendo: Una
voz grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.
Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de
saltamontes y miel silvestre.
Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados y él los
bautizaba en el Jordán.
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: Raza de víboras, ¿quién os ha
enseñado a escapar de la ira inminente? Dad el fruto que pide la conversión, y no os hagáis ilusiones
pensando: «Abrahán es nuestro padre», pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas
piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al
fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y
no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con el Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la
mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.

Reflexión
Juan Bautista nos insiste en que preparemos “el camino del Señor”. Lo hace ahora llamándonos a la
conversión: “¡Conviértanse!”, y Juan “predicaba que se convirtieran”, “predicando un bautismo de
conversión”. Por ello, una vez iluminado el camino es necesario tomarlo. Una vez iluminada nuestra
conciencia hemos de iluminar nuestra vida.
Empezar a andar “el camino del Señor” es la decisión del que quiere convertirse, del que abandona otros
caminos que no eran del Señor: “Mis caminos no son vuestros caminos” (Isaías 55, 8), incluso del que
corría en la vida espiritual con su actividad pero olvidaba centrarse en lo más importante, su cercanía con
Jesús: “Corres bien, pero fuera del camino” (San Agustín).

¿Qué es lo primero que debemos hacer para andar ese camino? Renunciar al anterior. Arrepentirnos y
pedirle perdón a Dios. Renunciar al camino del pecado para seguir una vida nueva, llena de luz.

Oración

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Oremos: Que al encender esta segunda vela de la corona de adviento se haga luz en nuestra vida para
que, viendo con claridad las decisiones que haya que tomar, sepamos avanzar sin tropezar por el camino
del Señor.

SE ENCIENDE LA SEGUNDA VELA DE LA CORONA

Propósito: Nuestro propósito para este día puede ser el de hacer una buena confesión, el comienzo
necesario de toda conversión, para que así podamos cambiar nuestros antiguos caminos por el camino del
Señor.

Oración final

Jesús, José y María


os doy el corazón y el alma mía

Jesús, José y María


os doy el corazón y el alma mía

Jesús, José y María


os doy el corazón y el alma mía

Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres y
bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora
y en la hora de nuestra muerte. Amén.

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO A

ORACIÓN INICIAL
Dios, Padre celestial, que tanto nos has amado que enviaste a tu Hijo al mundo para nuestra salvación, te
damos gracias por estar aquí reunidos alrededor de esta corona, signo de nuestro deseo de prepararnos
lo mejor posible para celebrar el nacimiento de tu Hijo hecho hombre.

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María, Madre de Dios y madre nuestra, tú que te preparaste para recibir a tu Hijo Jesús, ayúdanos a estar
bien dispuestos para las fiestas que recuerdan su primera venida, para que también lo estemos para su
definitiva y segunda venida.

Evangelio (Mt 11, 2-11)

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio
de sus discípulos: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?

Jesús les respondió: Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos
andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia
el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!

Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una
caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo
habitan en los palacios.

Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito:
“Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti”.

Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en
el reino de los cielos es más grande que él.

Reflexión
Los profetas habían anunciado la llegada del Mesías con los signos que le acompañarían. Cuando Juan
envió a sus discípulos a Jesús a preguntarle si Él era el Mesías, Jesús respondió que sí: los hechos a la vista
demostraban que eso era lo anunciado por los profetas. Sin embargo, la vida de Juan Bautista, parecida a
la de Jesús, llevó a muchos a preguntarle si él era el Mesías, pero él dijo que no. Imitar a Jesús en nuestras
vidas no es un simple parecido, sino una forma de vida que puede hasta confundir a los demás: que
nuestros pensamientos, deseos y acciones coincidan con los de Él. Si queremos imitar a Jesús ¿qué sería
lo primero que deberíamos hacer? Saber cómo es Él, y por ello, la necesidad de alcanzar un conocimiento
profundo de Su persona.

Oración

Oremos: Que al encender esta tercera vela de la corona de adviento se haga luz en nuestro trato con Jesús
para que podamos conocerlo bien y, con ello, podamos alcanzar una mayor amistad.

SE ENCIENDE LA TERCERA VELA DE LA CORONA

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Propósito: Nuestro propósito para este día puede ser el de hacer oración, y así conversando con Él
conocerlo mejor para poder hacer nuestra vida una imagen de la suya.

Oración final

Jesús, José y María


os doy el corazón y el alma mía

Jesús, José y María


os doy el corazón y el alma mía

Jesús, José y María


os doy el corazón y el alma mía

Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres y
bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora
y en la hora de nuestra muerte. Amén.

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO

ORACIÓN INICIAL
Dios, Padre celestial, que tanto nos has amado que enviaste a tu Hijo al mundo para nuestra salvación, te
damos gracias por estar aquí reunidos alrededor de esta corona, signo de nuestro deseo de prepararnos
lo mejor posible para celebrar el nacimiento de tu Hijo hecho hombre. María, Madre de Dios y madre
nuestra, tú que te preparaste para recibir a tu Hijo Jesús, ayúdanos a estar bien dispuestos para las fiestas
que recuerdan su primera venida, para que también lo estemos para su definitiva y segunda venida.

Evangelio (Mt 1, 18-24)

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de
vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y
no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le
apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a
María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le
pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta: Mirad: la Virgen
concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel que significa “Dios-con-nosotros”.
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

Reflexión
El primer adviento se inauguró con la visita del arcángel Gabriel a María para pedir su consentimiento en
los planes divinos. Poco después María visitó a Isabel para ayudarla. Por último, el arcángel Gabriel visitó
a José para informarle sobre los planes de Dios.

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Fueron tres visitas extraordinarias: dos de ellas con un arcángel que venía del Cielo y una con María que
traía consigo al Hijo venido del Cielo. La vida ordinaria de los que fueron visitados fue salpicada por
acontecimientos extraordinarios que venían del Cielo.

Nosotros vamos a celebrar pronto una visita muy especial, la del Niño Jesús, y algún día recibir su segunda
venida, pero en nuestra vida ordinaria ¿podemos también recibir una visita del Cielo? Todos los días si
comprendemos que Dios nos visita a diario en la Eucaristía.

Oración

Oremos: Que al encender esta cuarta vela de la corona de adviento brille Su luz entre nosotros para que
cuando María dé a luz a su Hijo podamos recibirlo iluminados por su estrella.

SE ENCIENDE LA CUARTA VELA DE LA CORONA

Propósito: Nuestro propósito para este día puede ser el de acercarnos siempre a la Comunión con especial
devoción: recibiéndola siempre con el anhelo con que lo recibió su Madre, con el asombro de los pastores
y con la humildad de los Reyes Magos, y así poder hacer de cada día de nuestra vida un día de Navidad.

Oración final

Jesús, José y María


os doy el corazón y el alma mía

Jesús, José y María


os doy el corazón y el alma mía

Jesús, José y María


os doy el corazón y el alma mía

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Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres y
bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora
y en la hora de nuestra muerte. Amén.

ORACIONES DE NAVIDAD
ORACIÓN PARA ACERCARSE AL MISTERIO DEL NACIMIENTO DE DIOS

En el humilde pesebre es en donde Jesús aparece más grande y más glorioso.

Dios acababa de dar a la tierra un Salvador y en los brazos de María en éxtasis, los Ángeles adoran al Verbo
encarnado. ¡Que lección para nuestra fe! El tiempo no disminuye la profundidad del misterio; los siglos
pasan por delante de este pesebre bendito, el cual nos conserva y nos transmite el recuerdo del
nacimiento de Jesucristo, sublime y encantadora prueba del amor de Dios hacia nosotros! Si vosotros no
podéis olvidar vuestra madre, vuestra familia, vuestra patria, cristianos no olvidéis al que ha nacido para
salvarnos.

Oración. Dios Todo Poderoso, que derramáis hoy sobre nosotros la nueva luz de vuestro Verbo encarnado,
haced que la fe de este misterio se infunda también en nuestros corazones. Señor y Dios nuestro, haced
del mismo modo, te lo rogarnos, que celebrando con alegría la Natividad de N. S. Jesucristo, merezcamos,
por una vida digna de El, gozar de su presencia. Amén

ORACIÓN AL NIÑO DE BELÉN DE JUAN XXIII

Dulce Niño de Belén, haz que penetremos con toda el alma en este profundo misterio de la Navidad. Pon
en el corazón de los hombres esa paz que buscan, a veces con tanta violencia, y que tú sólo puedes dar.
Ayúdales a conocerse mejor y a vivir fraternalmente como hijos del mismo Padre.

Descúbreles también tu hermosura, tu santidad y tu pureza. Despierta en su corazón el amor y la gratitud


a tu infinita bondad. Únelos en tu caridad. Y danos a todos tu celeste paz. Amén.

ORACIÓN A MARIA SANTÍSIMA EN NAVIDAD

¡Oh! quien pudiese penetrar, ¡oh Virgen purísima! los gozos y júbilos de vuestro santísimo corazón,
¡cuando destilando los cielos miel y dulzura, vos en el portal de Belén, sin dolor, sin pesadumbre, sin
corrupción ni mengua de vuestra pureza virginal, paristeis a vuestro unigénito Hijo, y visteis delante de
vos salido de vuestras entrañas, más limpio y más resplandeciente que el mismo sol, al bien y remedio del
mundo tiritando de frío, y que ya con sus lágrimas comenzaba a hacer oficio de Redentor! ¡Cuando
adorándole y besándole los pies como a Dios, y la mano como a vuestro Señor, y el rostro como a vuestro
Hijo, y abrazándole y aplicándole a vuestros virginales pechos, le envolvisteis en viles pañales, y el santo
Infante os miró con dulces y alegres ojos, y se os sonrió como niño a su amorosa madre! ¡Cuando visteis
descender los ángeles del cielo a adorarle y servirle, y a darle música y manifestarle a los pastores, y los
mismos pastores venir a reverenciarle y a dar vasallaje a su Salvador y Señor!

¡Oh Virgen santísima! ¡Con qué ojos mirabais al que así os miró! ¡Qué gracias le dabais! ¡Qué cantares le
cantabais! ¡Con qué amor le respondíais! ¡Qué palabras le decíais! ¡Qué luces, qué resplandores, qué
ardores, que latidos, qué sentimientos y afectos, qué ternuras y dulzuras ocupaban vuestra benditísima
alma y la tenían absorta, enajenada y trasportada en aquel Señor nuestro y Hijo vuestro, que por su vil
esclavo tanto se había abatido y humillado, y a vos os había levantado sobre todos los coros y jerarquías

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de los ángeles y sobre todo lo criado! Pues, ¡oh Reina del cielo y de la tierra! ¡oh Señora mía y esperanza
mía! yo os doy la enhorabuena de vuestro g1orioso parto, y de esta vuestra dignidad, y me gozo
entrañablemente de vuestro gozo; y humildemente os suplico que pues paristeis a vuestro precioso Hijo
para mí, no pierda yo por mi culpa lo que él me ganó por su gracia. Y pues hoy es día de ofreceros servicio,
y de que vos nos hagáis mercedes, yo os ofrezco mi corazón y me doy por vuestro siervo y esclavo con
perpetuo vasallaje por todos los días de mi vida, y os ruego Madre benignísima, que me alcancéis de este
niño tierno y dulcísimo que tenéis en vuestros brazos gracia para que nazca en mí, y viva y more en mí de
manera que yo sea participe de todos los bienes que él nos acarreó del cielo con su santo nacimiento.
Amén.

ORACIÓN A SAN JOSÉ EN NAVIDAD


¡Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque os
escogió para tan soberanos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente
grandeza.
Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervorosos deseos de verle y recibirle
sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.

(Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria)

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