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2.

6 Agresividad e inteligencia emocional

La inteligencia emocional es un elemento protector de la conducta agresiva actuando en

diferentes momentos temporales del Modelo General de Agresión (GAM). Así, un menor de

edad que presente déficit en la habilidad para percibir las emociones de los demás podría atribuir

intenciones erróneas sobre otras personas durante las interacciones sociales y, por tanto, evaluar

de forma más negativa la situación frente a otro menor que tenga buenas habilidades de

percepción emocional. García-Sancho, Salguero y Fernández-Berrocal (2015).

2.6.1 Conceptualizaciones de la agresividad.

El concepto de agresión se ha empleado históricamente en contextos muy diferentes, aplicado

tanto al comportamiento animal como al comportamiento humano infantil y adulto. Procede del

latín “agredi”, una de cuyas acepciones, similar a la empleada en la actualidad, connota “ir contra
alguien con la intención de producirle daño”, lo que hace referencia a un acto efectivo. Carrasco,

(2006: p.8), citado en Chambi (2018).

Se entiende por conducta agresiva aquella que trata de dañar a otra persona, la cual está

motivada a evitar dicho perjuicio, Anderson y Bushman (2002). La conducta agresiva conlleva

aspectos negativos tanto para el agresor como para la víctima a corto y largo plazo. Los niños y

adolescentes que sufren situaciones de agresión por parte de sus iguales presentan un menor

ajuste psicosocial, así como un mayor estado de ánimo depresivo y una menor autoestima. Card,

Stucky, Sawalani y Little (2008); Cava, Buelga Vázquez, Musitu Ochoa y Murgui Pérez (2010),

citados en Gutiérrez, Cabello, Fernández, (2017, p.p 40-41).

El autor Train (2004, p.45) refiere que la conducta agresiva es considerada como un impulso

poderoso e incontrolable, menciona que los teóricos creen que la agresión es una característica

innata de los seres humanos. También se llega a ser agresivo por la experiencia a lo largo de la

vida y la educación recibida en el hogar, la falta de límites que no pusieron los padres hacia los

hijos. Chambi (2018).

Es por lo que, aquellos menores de edad que llevan a cabo conductas agresivas hacia otros

presentan un mayor riesgo de realizar conductas contra la ley cuando son adultos, de presentar

síntomas depresivos y ansiosos (Cleverley, Szatmari, Vaillancourt, Boyle y Lipman, 2012; Crick,

Ostrov y Werner, 2006), de tener una menor capacidad de regulación emocional y de presentar

psicopatologías (Ehrenreich, Beron y Underwood, 2016), entre otras consecuencias no deseadas.

Por tanto, la conducta agresiva puede considerarse como un comportamiento inadaptado y de

riesgo para niños y adolescentes que causa más problemas de los que resuelve. Gutiérrez,

Cabello, Fernández (2017).


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Para Twase y Quin (2009), citados Villamar (2015), afirman que la agresividad es una

conducta social compleja con múltiples causas. La agresión se refiere a la conducta que tiene

como intención causar daño o lastimar a otro miembro de la misma especie. En los humanos

puede ser una agresión física, mental o verbal. Esto incluye conductas hostiles, agresividad

afectiva o una agresividad orientada en metas.

Según Mateo (2010), citado en Ninatanta (2015) este expresa que la palabra agresividad

proviene del latín, el cual es sinónimo de acometividad, y que implica provocación y ataque. De

esta forma la agresividad son todas aquellas acciones hostiles que pretenden lastimar, todo tipo

de conducta orientada a causar daño físico y emocional a las personas animales u objetos que

rodean nuestro entorno; es una conducta generadora de conflictos que causa inestabilidad

emocional en el desarrollo de la vida del niño.

En este mismo orden, Castanyer (2012, p.64), citado en Chambi (2018) hace referencia en que

menciona que la agresión se manifiesta a través de la voz elevada, insultos y golpes, la personas

que toma esta conducta tiene pensamientos tales como ya no aguanto más. La persona se siente

ansiosa con deseos de estallar y no le importar a quien lastima.

2.7 Diferenciación de agresividad y violencia

La agresión hay que diferenciarla de la violencia a pesar de la estrecha relación que existe

entre ambas. La agresividad se le considera como una respuesta adaptativa y necesaria para

afrontar de forma positiva situaciones peligrosas. La agresividad puede estar presente en todas

las personas, pero no significa que sean violentas. La agresividad es algo básico del ser humano

para su supervivencia, la violencia es siempre destructiva. Arias, (2013) citado en Tapia (2019).
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La distinción entre la violencia y la agresión se encuentra, como algunos autores apuntan, en

que la agresión supone una conducta guiada por los instintos, mientras que la violencia es el

producto de la interacción entre la biología y la cultura. Sanmartín (2000, 2004), citado en Tapia

(2019).

A diferencia de la agresión, que constituye un acto o forma de conducta “puntual”, reactiva y

efectiva, frente a situaciones concretas, de manera más o menos adaptada, la agresividad consiste

en una “disposición” o tendencia a comportarse agresivamente en las distintas situaciones

(Berkowitz, 1996), a atacar, faltar el respeto, ofender o provocar a los demás, intencionalmente.

Para algunos autores, la agresividad se caracterizaría por su carácter último positivo, al estar

implicada en la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos, cualidad que la diferenciaría de

otros constructos como el de violencia, de valencia negativa. Carrasco (2006), citado en Chambi

(2018).

En este mismo orden, el término violencia se suele emplear para referirse a conductas

agresivas que se encuentran más allá de lo “natural”, en el sentido adaptativo, caracterizadas por

su ímpetu, intensidad, destrucción, perversión o malignidad, mucho mayores que las observadas

en un acto meramente agresivo; su tendencia es meramente ofensiva, contra el derecho y la

integridad de un ser humano, tanto física, psicológica o moral, ya que suele conllevar la ausencia

de aprobación social e incluso su ilegalidad, al ser a menudo sancionada por las leyes. Carrasco

(2013), citado en Chambi (2018).


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Una persona agresiva puede intentar imponer su punto de vista, sus derechos o la satisfacción

de sus necesidades, empleando estrategias que generan miedo, impotencia, culpa o vergüenza.

Esto lo hace mediante violencia física o violencia verbal. Es una estrategia muy efectiva, pero si

es demasiado explícita, es decir, pasando de ser agresivo a violento, esa conducta puede verse

seriamente castigada por la sociedad.

De acuerdo a Tapia (2019), algunos autores infieren que la agresividad es una actitud,

mientras que la violencia es una conducta. Cabe mencionar que la actitud agresiva, puede ser por

frustración, malestar o fastidio, ante alguna circunstancia u objeto que se quiere y por el motivo

que fuera no se consiguió, ésta actitud se considera propia en estas situaciones; se comprendería

la razón de la actitud agresiva, el problema se rige cuando no se canaliza este impedimento como

un obstáculo al que se puede llegar a pasar con ciertas estrategias, y se enfoca de manera

negativa lo que genera una conducta violenta.

Es así que la agresión se puede considerar como una forma de ataque que tiene como

finalidad dañar a otra persona o a los demás, al contrario de la violencia que es un mecanismo

para defender o sobrepasar dificultades a modo de supervivencia, por ende, mientras que la

agresividad es una capacidad innata en el ser humano, la violencia está basada en un aprendizaje.

Sanmartín (2004), citado en Tapia (2019).

2.8 Teorías de la agresividad

Según el estudio de Alejos y Izarra (2013) existen dos grupos de teorías que dan

explicación al comportamiento agresivo: las teorías activas y las teorías reactivas:


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Teoría activa:

Es aquella que pone el origen de la agresión en los impulsos internos. Así pues, la agresión es

innata por cuanto viene con el individuo en el momento del nacimiento y es consustancial con la

especie humana. Esta teoría es llamada teoría Biológica, pertenece a este grupo la teoría

psicoanalítica de Freud, (1995) la cual postula que la “agresión se produce como un resultado del

“instinto de muerte”, y en este sentido la agresividad es una manera de dirigir el instinto hacia

afuera, hacia los demás, en lugar de dirigirlo hacia uno mismo” (p.49).

Con el conocimiento de que, en los animales, la agresividad es un instinto indispensable para

la supervivencia, apoyan la idea de que la agresividad en el hombre es innata y puede darse sin

que exista provocación previa, ya que la energía se acumula y suele descargarse en forma

regular.

Teoría reactiva:

Esta teoría pone el origen de la agresividad en el medio ambiente que rodea al individuo, y

perciben dicha agresión como una reacción de emergencia frente a los sucesos ambientales,

dentro de esta se encuentra la teoría del Aprendizaje Social. Esta teoría afirma que las conductas

agresivas pueden aprenderse por imitación u observación de la conducta de modelos agresivos.

Teoría del aprendizaje social.

Para los autores, Bandura y Walters (1974), citados Ayala (2012) se centran en los conceptos

de refuerzo y observación. Es decir, que para estos autores la conducta de los seres humanos y su

funcionamiento psicológico se debe al intercambio constante entre el individuo, el medio


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ambiente y también a factores de tipo biológico o genético es decir que la persona no nace con

una conducta agresiva si no que pueden adquirir por medio de la observación de modelos o por

experiencia directa, así como también por estructuras biológicas y genéticas que hacen que

influya con rapidez en el proceso de aprendizaje de dicha conducta.

Bandura y Walters (1974) citados en Ayala (2012) refieren que las personas aprendemos por

la observación y otros modelos ya sean imágenes o cualquier otra forma de representación entre

las cuales se encuentran especialmente tres:

- Influencia familiar. Es una de las fuentes que tiene mayor efecto en la vida de las

personas ya que las interacciones se dan con los modelos principales de su entorno

familiar, padres, hermanos tíos primos entre otros parientes inmediatos. Principalmente

los padres son los modeladores de los hijos ya que se caracterizan por imponer y ser

dominantes, ello es significativo en la socialización del niño porque implantaran estilos

de actitudes frente a conductas agresivas.

- Influencias subculturales. La subcultura viene a ser un conjunto de personas con

diferentes costumbres, creencias, actitudes y otros hábitos adquiridos por el hombre que

va influir en la adquisición de comportamiento o patrones agresivos de la persona

según sea su opción cultural.

- Modelamiento simbólico. No solo por medio de la observación y experiencia directa se

puede adquirir ciertos patrones que generan agresión, sino también por medio de

imágenes y medios de comunicación que muestran temas de violencia como son los

asesinatos, guerras, pornografías etc.


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Teoría comportamental de Buss.

Para Buss (1961), la agresividad es una tendencia que poseemos todas las personas, siendo

una reacción instantánea que se da cuando hay una amenaza externa, a través de la agresividad

física y verbal. También menciona que cuando un individuo realiza estas conductas de forma

seguida, llega a formar parte de su personalidad, separándolas en tres: primero, física y verbal,

donde la física son sujetos que dañan la integridad de la persona físicamente y la verbal por

medio de insultos; segundo, activa- pasiva, la activa son la física y verbal, las pasiva son

personas que constantemente son víctimas de agresión; tercero, indirecta y directa siendo

indirecta personas que violentan sin arrepentimiento e indirectos son personas sutiles y juiciosas

que planean sus actos. Ayala (2012).

Teorías instintivistas

Las teorías y modelos instintivistas son los que mejor reproducen la necesidad de explicar este

tipo de comportamientos desde el interior de la persona. En efecto, tales modelos identifican una

causa del comportamiento agresivo que se sitúa dentro de la persona. Esta causa es, para este tipo

de explicación, un instinto. La conexión con el darwinismo y con todas las demás teorías

psicológicas y sociales que estuvieron afectadas por el, son claras. En esta perspectiva, la

agresión se desencadenaría de manera inevitable ante la aparición de una señal. Sus funciones

serían las de la supervivencia de la especie y las posibilidades de modificación muy escasas.

Eibel- Eibesfeldt (1973); Lorenz (1963) citados en Tapia (2019).


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Teoría de la frustración-agresión

En esencia este modelo prevé que, efectivamente, la agresión es un comportamiento resultante

de una pulsión interna pero que esta pulsión depende de un elemento externo: la generación de

frustración. En definitiva, cuando las personas ven impedida la acción que pretenden por alguna

fuerza externa, experimentan frustración. Su aumento desencadena agresión. La agresión elimina

la frustración y no se producirá nuevamente hasta que los niveles de frustración sean nuevamente

altos. Dollard et al. (1939), citado en citados en Tapia (2019).

2.9 Componentes de la conducta agresiva

Según Muñoz (2000), citado en Gutiérrez y Arhuire (2018) la conducta agresiva tiene

diversos componentes que son útiles para analizar el qué y por qué de este fenómeno, estos

componentes son:

a) Componente cognitivo: Son las creencias, ideas, pensamientos y percepciones. Se ha

descubierto que las personas que tienen un comportamiento agresivo presentan

desviaciones cognitivas que causan dificultades en la comprensión de los problemas

sociales y los lleva a percibir la realidad de modo absolutista, asignar pensamientos

hostiles a los demás, hacer generalizaciones mediante datos incompletos, seleccionar

más soluciones agresivas que prosociales y ejecutar varios sesgos en el

procesamiento de la información y en la solución de problemas. Crick & Dodge

(1990) citados en Gutiérrez y Arhuire (2018).


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b) Componente afectivo: Tiene relación con los afectos, sentimientos y emociones. De

hecho, cuando una persona tiene el sentimiento de que fue tratada injustamente, esto

le provoca mucha hostilidad hacia los demás y la expresa a través de

comportamientos agresivos. Huesmann, Lagerspetz y Eron, citados en Muñoz,

(2000), Gutiérrez y Arhuire (2018).

c) Componente conductual: Está relacionada con las competencias, habilidades y

destrezas. En este caso, se ha encontrado que las personas que utilizan la agresión

tienen pocas habilidades para relacionarse socialmente y para resolver de forma

adecuada los problemas. Crick & Dodge (1990) citados en Gutiérrez y Arhuire

(2018).

2.10 Dimensiones de la conducta agresiva, según Buss y Perry

De acuerdo a los planteamientos de Buss y Perry (1992), citados en Flores & Ynoñán (2018)

se mencionan a continuación las siguientes dimensiones:

- Agresión Física: Es su objetivo es herir o lastimar cualquier parte de cuerpo del oponente, ya

sea por propia mano o utilizando cualquier arma, con el fin de causar el mayor daño posible

lesionando al oponente.

- Agresión Verbal: el objetivo es causar lastimar mediante la expresión verbal (palabra) por

medio del cual se eleva la voz llegando a los gritos, en fuertes discusiones, por medio de la

cual se pueden lanzar amenazas, insultar al oponente, criticar sus debilidades o falencias con

el único propósito de lastimar, hacer daño, humillar o despreciar a aquellos que

consideramos nuestros oponentes.


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- Hostilidad: esta conducta de resentimiento, rencor y cierto grado de disgusto se observa

como un acto no justificado hacia las personas que te rodean pues no te han causado

ningún daño para que evidencies este sentimiento negativo hacia los demás.

- Ira: es un sentimiento negativo en el que está implícito lo emocional y psicológico,

puesto que cuando se dan sus manifestaciones es solo en respuesta de haber sido

lacerados, por lo cual expresas enojo, furia y todo tipo de violencia ya sea verbal o física.

2.11 Factores influyentes en la conducta agresiva

Diversos autores atribuyen la causa de la conducta agresiva de los estudiantes a diversos

factores, como son:

Para Sadurni, Rostán y Serrat (2008), citados Flores & Ynoñán (2018), en la conducta

agresiva de las personas evoluciona o cambia de acuerdo a los cambios sociales, interrelaciones,

dentro de los cuales reconoce los siguientes factores:

- Factor familiar: Como la base de la sociedad la familia, y sobre todo los padres son

aquellos que forman a los hijos en su comportamiento, actitud, etc. Por ello los padres de

familia no deben ser permisivos, dándole a sus hijos un libre albedrío, sin establecer reglas

claras de comportamiento o dejándoles pasar las conductas inadecuadas. El otro modelo que

los padres no deben seguir es el autoritario, en el cual no le brindan la confianza necesaria a

sus hijos y se impone la voluntad del padres siendo demasiado severos. El modelo ideal es

aquel en el que imponga reglas donde todos incluido el las respeten, brinden amor y

seguridad a sus hijos sin ir a los extremos del padre permisivo, así mismo debe hacer

prevalecer su autoridad sin ser hostil como el padre autoritario.

- Factor social: Este factor se cimienta en el hogar, pero es en la escuela y en relación con sus
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pares (amistades, compañeros) y sobre todo en el ambiente en donde socialice, para

determinar su conducta de acuerdo a los valores que practique, puesto que se irán reforzando

a lo largo de toda su niñez, por ello la buena educación que reciben en casa deben continuar

en la escuela.
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- Factor cultural: Este factor es preponderante pue de él se desprenden las costumbres que se

practiquen a lo largo de la vida, siendo el hogar y la familia en general la base para el

desarrollo de su cultura y su identidad religiosa.

Mientras que, para según Serrano (2011), citado en Ninatanta (2015), uno de los factores que

influyen en la emisión de la conducta agresiva es el factor sociocultural del individuo, que sería

el responsable de los modelos al que haya sido expuesto, así como de los procesos de

reforzamiento a que haya sido sometido. Este factor sociocultural estaría formado por la familia

y otros elementos:

- La Familia: es, durante la infancia, uno de los elementos más importantes del ámbito

sociocultural del niño, las prácticas de crianza de los padres son un factor fundamental para

el desarrollo de la agresividad. Las interacciones entre padres e hijos van moldeando la

conducta agresiva mediante las consecuencias reforzantes inherentes a su conducta. Muchos

estudios demuestran que los padres fríos y rechazantes, que utilizan la afirmación del poder

como técnica para disciplinar-incluyendo agresión física-tienden a criar niños agresivos.

- La agresión física: como técnica para disciplinar no es la más adecuada, no solo porque

causa daño físico y humillación, sino porque el niño cada vez se hace más resistente a ello y

en algunas ocasiones, puede devolver violencia con violencia. Por otro lado, es una

contradicción flagrante enseñar autocontrol que es lo que ocurre casi siempre que pegamos y

damos buenos modales a cachetadas. En efecto, si agredimos a un niño por ser agresivo el

mensaje que estamos produciendo es que agredir cuando uno está molesto, cuando no nos

hacen caso, es correcto. La agresión genera un círculo vicioso que, en lugar de corregir,

dañas más y trae consigo peores consecuencias.


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- Conductas individuales: el temperamento del niño también es un factor que interviene en el

desarrollo de conductas agresivas. Los niños muy activos, impulsivos, toscos, fácilmente

pueden agredir a otros niños quienes al responder establecen una cadena de golpes, patadas

y arañazos interminable. Por otro lado, los padres de estos niños tienden perder el control

fácilmente, recurriendo a la técnica más rápida para parar las malas conductas: la agresión.

- Medios de comunicación: un tema importante en el estudio de la conducta agresiva son los

medios de comunicación, especialmente la televisión. Muchas investigaciones se han

llevado a cabo para determinar si los programas que los niños ven y que están cargados de

agresividad, pueden ocasionar conductas agresivas. No se ha llegado a una conclusión

definitiva. Algunos estudios sostienen que una fuerte dieta de violencia televisiva puede

instigar conductas agresivas en los niños, sobre todo en los más agresivos y favorecer el

desarrollo de hábitos agresivos y antisociales. Existe una mayor probabilidad de que se

imiten las conductas agresivas de dibujos animados, de películas o del video juego, cuando

el héroe de la historia despliega una gran gama de conductas agresivas para hacer justicia

o para lograr lo que quiere.

- Estados de mala nutrición o problemas de salud específicos: pueden originar en el niño una

menor tolerancia a la frustración por no conseguir pequeñas metas y por tanto pueden

incrementarse las conductas agresivas.

- Factores orgánicos en el comportamiento agresivo. En este sentido factores hormonales y

mecanismos cerebrales influyen en la conducta agresiva. Estos mecanismos son activados y

producen los cambios corporales cuando el individuo experimenta emociones como rabia,

excitación, miedo. Por tanto, factores físicos tales como una lesión cerebral o una disfunción

también pueden provocar comportamientos agresivos.


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2.12 Diferencias de género en agresión

Respecto a la conducta social, el metaanálisis señala que los hombres son más agresivos que

las mujeres, Eagly y Steffen (1986) y que las mujeres pueden ser más fácilmente influidas y

ser más empáticas que los hombres. Esisenberg y Lennon (1983), citados en Chico (2016).

Según expresa Chico (2016), al parecer existen indicios de que los hombres y las mujeres

tienen parecido nivel de agresividad o en sus intenciones de hacer daño a los demás, aunque los

dos sexos pueden mostrar su agresión de forma algo diferente. Maccoby y Jackson (1974)

defienden que los hombres y las mujeres tienen formas distintas de expresar su agresividad.

Parece que las mujeres tienen mayor permisividad social para expresar su agresividad, siempre

que sea de forma sutil y evitando las formas físicas de expresar la agresión, que parece más

propia de los hombres.

Por otra parte, las mujeres sometidas a una educación que no les permite la expresión de la

agresión, hace que no manifiesten su agresividad de forma claramente física, que muestren

mayor nivel de ansiedad relacionada con la agresión y mayor tendencia a inhibirla. Esto llevaría

a las mujeres a una atenuación en la expresión de la agresión y a adoptar formas más indirectas y

encubiertas de manifestarlas. En este sentido, distintos estudios han mostrado que las mujeres

tienen un buen nivel en su capacidad agresiva, aunque no la ponen en práctica debido

precisamente a la educación que han recibido contraria a la manifestación de la agresión. Chico,

(2016).
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Aunque la investigación sobre las diferencias sexuales en agresión muestra que

los hombres son generalmente más propensos a mostrar agresión que las mujeres, lo

que no está muy claro es cuanta de esta agresividad es fruto de los factores sociales y

cuanto de esta agresividad es fruto de los factores biológicos. No cabe duda de que la

agresividad está estrechamente vinculada con las definiciones culturales de

masculino y femenino. En algunas ocasiones o situaciones, las mujeres pueden

mostrar igual nivel de agresividad que los hombres. Chico (2016).

Según Chico (2016), parece que las influencias culturales pueden explicar en gran

medida porque razón son los hombres los que manifiestan más fácilmente peleas

físicas. En este sentido, los juegos de los niños y las niñas son bastantes diferentes, y

que, al menos en el mundo occidental, los varones toman contacto con el conflicto

desde corta edad. Por lo tanto, las sociedades humanas van moldeando el cerebro de

los hombres y las mujeres desde temprana edad.

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