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Artículo Bustamante para Socioeducativas
Artículo Bustamante para Socioeducativas
reflexiones
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Para cada nivel se publicó bases específicas y se abrió una licitación focalizada. Todas ellas están
disponibles en http://168.83.82.201/dnpc/seleccion_2010.html (consulta realizada el 20 de mayo de 2012)
2
En un trabajo anterior “Literatura juvenil: entre las políticas educativas y el mercado editorial” analizamos
con mayor detenimiento las bases de la convocatoria y la presencia del recorte “literatura juvenil”,
específicamente en las selecciones para nivel secundario (disponible en
https://sites.google.com/site/grupoeise/jornadas la versión digital del Libro de las Terceras Jornadas
Internacionales de Investigación y Prácticas en Didáctica de las Lenguas y las Literaturas)
abundan títulos pertenecientes a la narrativa, género altamente estabilizado en la escuela
argentina, junto a ellos se ofrecen libros de poesía y teatro, géneros previstos en las
prescripciones curriculares, pero menos trabajados, en general.
De este modo, el corpus propuesto, no sólo tensiona en canon escolar con la incorporación
de temas como la soledad, la violencia social, la problemáticas de género, sino también
con la incorporación de lenguajes diversos.
Lunes.- Esta criatura nueva de pelo largo es bastante entrometida. Siempre está dando
vueltas a mí alrededor, siguiéndome a todas partes. No me gusta esto; no estoy
acostumbrado a la compañía. Ojalá se quedase con los demás animales... está nublado
hoy, hay viento del este; creo nos tocará lluvia... ¿nos? ¿De dónde saqué esa palabra?
Ahora me acuerdo: la criatura nueva la usa.
Martes.- Estuve investigando la gran caída de agua. Es lo más lindo del lugar, creo. La
nueva criatura la llama Cataratas del Niágara: el porqué no estoy seguro de saberlo.
Dice que parecen la Cataratas del Niágara. Esa no es una razón, es mero capricho e
imbecilidad. No tengo manera de ponerle yo el nombre a nada. La nueva criatura le pone
nombre a todo lo que ese le aparece, antes de darme tiempo siquiera a protestar. Y
siempre con el mismo pretexto: parece tal cosa. Por ejemplo, el dodo. Dice que no bien un
o lo mira, se da cuenta de inmediato de que “parece un dodo”. No hay dudar de que
tendrá que quedarse con ese nombre. Me fastidia tener que enojarme por estas cosas y, de
todos modos, no tiene sentido. ¡Dodo! Se parece a un dodo tanto como yo…(Twain, M.,
Extractos del diario de Adán)
(…)
En el día de hoy estoy mejorando mis ideas acerca de las distancias.
Estaba tan ansiosa por apropiarme de cada una de las cosas bonitas que veía, que las
agarraba atolondradamente, a veces, cuando estaban demasiado lejos y a veces cuando
estaban a no más de seis pulgadas, aunque parecían a un pie de distancia (¡ay!, con
espinas incluidas). Aprendí una lección, también postulé un axioma, salido de mi propia
cabeza, el primero de todos:“El Experimento lastimado rehúye las espinas”. Piensa que
es muy buena para alguien tan joven.
Estuve siguiendo al otro Experimento ayer a la tarde, a la distancia, para ver si podía
darme cuenta de para qué servía. Pero no pude descubrirlo. Creo que es un hombre.
Nunca había visto a un hombre, pero parece uno de ellos, y estoy segura de que es lo que
es. Me doy cuenta de que siento más curiosidad acerca de él que respecto de cualquiera
de los demás reptiles. Si es que se trata de un reptil, y supongo que si: porque tiene el
cabello desaliñado y ojos azules, y parece un reptil. No tiene caderas; se va angostando
como una zanahoria; cuando está parado se estira como una grúa; por eso creo que es un
reptil, aunque podría ser sólo una fachada. Le temía al principio, y cada vez que se daba
vuelta empezaba a correr, porque creía que iba a perseguirme, pero poco a poco me di
cuenta de que sólo trataba de escaparse, así que después de eso abandoné mi timidez y
seguí sus rastros durante varias horas, unas veinte yardas detrás, lo que lo ponía nervioso
e incómodo. Al final, se preocupó bastante y se subió a un árbol. Yo esperé un buen rato,
luego lo abandoné y me volví a casa…(Twain, M. El diario de Eva)
Por otro lado, si pensamos que estos títulos circulan en el país en el recorte de la
“literatura infantil y juvenil” (LIJ), podemos detenernos en otra potencialidad de la
colección en tanto tensionante del canon escolar. Superadas miradas descalificadoras, que
afirmándose en el modelo historiográfico, desconocen la LIJ, ésta ha constituido estatuto
propio como campo intelectual conformado por autores, críticos, investigadores que se
ocupan de ella. Entender la LIJ sólo como objeto del mercado y de las decisiones
editoriales ha ocasionado la aparición de una cantidad de títulos y autores de dudosa
calidad y variado oportunismo. Así, es posible encontrar una serie de “textos para…” que
aún subsumen la literatura a finalidades pedagógicas, psicológicas y otras de diversa
índole. Definir su existencia como campo intelectual reposiciona a investigadores y
mediadores de lectura, tanto a nivel de decisiones como de reflexiones en torno del
sistema literario y de su especificidad y permite pensar en las poéticas que se conforman
en los procesos de conformación del corpus.
De este modo, es posible leer los títulos propuestos en las colecciones analizadas desde la
perspectiva de la literariedad de los textos seleccionados y los diálogos y polémicas que
entablan con diferentes tradiciones y estéticas. Como es lógico en la multiplicidad de
sentidos que circulan en el campo cultural, la colección entregada no puede ser valorada
de modo monolítico en estos términos, y la diversidad de trayectorias y opiniones de los
selectores dio lugar a la aparición de una variedad de títulos, algunos de los cuales podrían
considerarse estrictamente “de mercado”. Esto también es un desafío para las decisiones
institucionales y de los mediadores de lectura, que, sin el peligro de caer en operaciones de
censura, pueden ejercitar saludables dispositivos de lectura y discusión acerca de la tan
mentada y polémica “calidad” literaria, discurso que, no podemos olvidar, está traspasado
por la constitución sociohistórica del canon y por sus diferentes instancias de legitimación.
Junto a textos y autores “consagrados”, como María Elena Walsh, Elsa Bornemann o
Laura Devetach en la selección para escuelas primarias o Federico García Lorca, José
Hernández o Marco Denevi en la colección para secundaria, aparecen autores y textos que
sufrieron diferentes operaciones de silenciamiento en el dispositivo escolar, como Olga
Orozco, Nicanor Parra, José Saramago, Ernesto Cardenal, Oliverio Girondo, Walt
Whitman o Manuel J. Castilla.
Los ejemplos propuestos hasta aquí permiten colegir la importancia que tiene la
incorporación de las colecciones literarias en distribución para la más amplia discusión
acerca del canon literario escolar, la formación de lectores y la función social de la escuela
argentina del siglo XXI. La progresiva incorporación de títulos y autores al canon escolar
será - o no- producto de un profundo trabajo profesional de las comunidades educativas,
en tanto no sólo se flexibilicen nómina de autores, exploraciones escriturales y formatos,
sino que se amplíen perspectivas y temáticas. Sin embargo, nos parece crucial señalar que
las políticas de dotación de libros deben ir acompañadas de políticas de lectura, de
formación de mediadores y de formación docente continua que potencien y extiendan la
circulación de los textos literarios en el ámbito de las escuelas y del conjunto de las
comunidades en que ellas inciden. Del mismo modo, son imperiosas políticas de
investigación que permitan reflexionar sobre la recepción de los textos literarios enviados
a las instituciones educativas del país, a fin tomar decisiones informadas para nuevas
dotaciones.
Como sociedad, nos debemos aún un estado de debate respetuoso que, reivindicando el
consenso, lo promueva en su más profunda potencialidad de construcción de acuerdos y
síntesis superadoras. Lo contrario, el silenciamiento, el miedo a temas y autores, nos pone,
nuevamente, en una situación de peligrosa intolerancia y, lo que es casi tan malo como
ella, priva a nuestros niños y jóvenes de asomarse a la plaza pública de la Humanidad,
como aventura del pensamiento y la imaginación, en un momento de sus vidas en que,
como dijera Ernesto Sábato, “…su espíritu es más frágil, ese instante que para siempre
decide lo que va a ser: si mezquino o generoso, si cobarde o valiente, si irresponsable o
responsable, si lobo del hombre o capaz de acciones comunitarias…” (1981: 84)
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