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Intuioni
Intuioni
Intuicionismo platónico. Platón (v.) es el padre del i.; en él, por vez primera, se ha presentado a
la intuición como la fuente más perfecta de conocimiento. Es en la nóesis, un conocimiento
intuitivo, en la que el alma capta directamente y sin intermediarios la realidad de las ideas eternas.
Platón distingue cuatro formas del conocer (Rep. 509d-5110: la eicasía (conjetura), la pístis
(creencia), la diánoia (discurso racional) y la nóesis (intuición). Menospreciando las dos primeras,
como ancladas en lo sensible, valorará positivamente el discurso racional (v. RACIOCINIO) como
modo de captar el ente matemático; pero únicamente gracias a la intuición, según él, es como el
hombre llega a conocer la verdadera realidad, el mundo inteligible de las ideas eternas. El uso de
la razón discursiva es para Platón un camino que debe llevarnos a una superación del mismo, a la
vía de la intuición. Con la primera sólo captamos el ser «como entre sueños» (Rep. 533c), con la
segunda llegamos a él en pleno estado de vigilia.
Intuicionismo bergsoniano. No es exagerado afirmar que ha sido con Bergson (v.) con quien el i.
ha llegado a su máximo esplendor. Ningún pensador ha expuesto con tal claridad y brillantez el
alto papel asignado a la intuición, aunque minusvalore otras formas o vías de conocimiento.
Bergson contrapone dos fuentes de conocimiento, la inteligencia (v.) y la intuición. La primera,
tradicionalmente tan valorada como la facultad más fecunda en el orden cognoscitivo, se le
presenta como afectada de una radical imperfección que la incapacita para llegar a la captación de
lo real; la inteligencia, según él, adultera la realidad (v.). Ésta es algo fluyente, inespacial, transida
por la duración; la inteligencia la transforma en algo inmovilizado, espacializado. La continuidad de
lo real se muta en una pluralidad de seres separados y anquilosados; es el célebre «morcelage». La
inteligencia es el instrumento del saber científico, es el medio de que se sirve eJ homo faber, es la
facultad de producir utensilios. No es que carezca totalmente de valor, pero, si bien puede
satisfacer las necesidades del conocimiento científico, nunca nos permite llegar a la raíz de lo real.
Para introducirnos en la esencia del ser (v.) hemos de acudir a la intuición, la única vía posible
para la construcción de una metafísica (v.), la única vía posible para Bergson para captar la
plenitud del ser en cuanto tal ser. La intuición es «conciencia, pero conciencia inmediata, visión
que apenas se distingue del objeto visto, conocimiento que es contacto y, por último,
coincidencia» (La pensée et le mouvant, El pensamiento y el moviente, París 1934, 35 ss.). En la
intuición se produce una íntima simpatía entre el sujeto y el objeto, por la que el primero conoce
directa e inmediatamente al segundo. Y esta intuición es inefable. La realidad así intuida no puede
comunicarse a los demás. Lo único factible es provocar en los otros sujetos, mediante una cadena
adecuada de comparaciones y metáforas, la visión intuitiva.
Intuicionismo husserliano. Junto con Bergson, ha sido Husserl (v.) el pensador que más ha
revalorizado el i. en el filosofar contemporáneo. Todo su método fenomenológico (v.
FENOMENOLOGÍA) gira sobre la noción de intuición eidética (del griego eídos, idea o esencia). Es
ésta un conocimiento perfecto, un aprehender la esencia (v.) de los objetos prescindiendo de las
particularidads subjetivas y empíricas de los mismos (Ideen zu einer reinen Phdnomenologie und
phiinomenologischen Philosophie, Ideas para una fenomenología pura y una filosofía
fenomenológica, 1, Halle 1913, 3). Y a esta intuición eidética asignará Husserl la misión de ser la
vía de acceso a una ciencia filosófica universal.