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JURISDICCIÓN DE LAS COMUNIDADES NATIVAS Y CAMPESINAS, ASÍ COMO LOS

LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN PENAL ORDINARIA.

Por otro lado, la Ley Nro. 24656, Ley General de Comunidades Campesinas, como la
Ley Nro. 24571, Ley que Reconoce a las Rondas Campesinas Pacíficas, Democráticas y
Autónomas, permitieron la regulación de la vida interna de las comunidades
campesinas, el establecimiento de sus órganos de gobierno, su régimen económico,
promocional y el reconocimiento de las Rondas Campesinas como organizaciones al
servicio de la Comunidad. Análoga situación ocurre con el Decreto Ley Nro. 22175, ley
de Comunidades Nativas y de Desarrollo Agrario de la Selva y de Ceja de Selva. Sin
embargo, ninguno de estos dispositivos legales reguló las funciones jurisdiccionales de
las mismas.
Sin embargo, a lo largo del tiempo se han ido imputando delitos a las personas que
integran dichas comunidades, tales como el delito de secuestro, lesiones, extorsión,
homicidio y usurpación de autoridad, incluso, en muchos casos, los patrones culturales
existentes en la conducta del rondero afectan el aspecto subjetivo del delito, siendo así
que, por ejemplo, al desconocer o no comprender la ilicitud de su comportamiento y,
por ende, no comportarse de acuerdo a los cánones culturales que al sujeto le resultan
extraños (error de tipo o de prohibición), no se configura el injusto penal, lo cual atañe
la impunidad del rondero, atenuación de la pena o irrelevancia de la materia. Por lo
que es de gran importancia jurídica penal determinar el alcance de la jurisdicción
especial comunal-rondera y los delitos imputados a aquellos que pertenecen a las
Rondas Campesinas, que mayormente se desarrollan en un ámbito rural, aunque
también en zonas rurales, que colindan y tienen acceso a zonas urbanas donde la
jurisdicción es ejercida por el Poder Judicial.
En concordancia a lo dispuesto, Antonio Peña Jumpa señala: “El pluralismo jurídico,
entendido como la situación en la que dos o más sistemas jurídicos coexisten (se
contraponen) en el mismo espacio social”. (Peña, 1994). Esto se traduce como la
colisión entre la jurisdicción especial ejercida por las Comunidades Campesinas y la
jurisdicción ejercida por el Poder Judicial (jurisdicción penal ordinaria). Si bien, dicha
jurisdicción especial debe ser entendida como un aspecto auxiliar o secundario, la
realidad es otra, pues se debe tener en cuenta, que las rondas campesinas forman
parte de un sistema comunal propio y constituyen una forma de autoridad comunal
estén o no integradas a Comunidades Campesinas y Nativas preexistentes (formas
autónomas y democráticas de organización comunal), de tal modo, que los integrantes
de las Rondas Campesinas deben cumplir con una serie de requisitos, desde la
perspectiva tanto subjetiva como objetiva.
En primer lugar, desde el plano subjetivo, deben poseer conciencia étnica o identidad
cultural, y desde un punto objetivo deben compartir elementos materiales como un
sistema de valores, instituciones y comportamientos colectivos, formas de control
social que organizan de cierto modo la vida en el campo.
Según el Acuerdo Plenario N° 1-2009/CJ-116, el cual determina el alcance de la
jurisdicción especial comunal-rondera, establece un conjunto de elementos que
comporta esta jurisdicción en función de los integrantes imputados de Rondas
Campesinas por la presunta comisión de un hecho punible:
- Elemento humano: Grupo diferenciable por su origen étnico o
cultural/identidad cultural.
- Elemento orgánico: Autoridades tradicionales que ejerzan función de control
social en sus comunidades (funciones jurisdiccionales para solución de conflictos)
- Elemento normativo: Sistema jurídico propio que comprenda normas
materiales y procesales que serán aplicadas por las autoridades de las Rondas
campesinas.
- Elemento geográfico: La aplicación de la norma tradicional se ejerce dentro del
ámbito territorial de la respectiva Ronda Campesina, las conductas juzgadas han de
ocurrir en dicho territorio.
Estos son los denominados elementos objetivos, a los cuales se une un factor igual de
básico, el factor de congruencia, que hace alusión a que el sistema jurídico que
apliquen las Rondas campesinas no debe menoscabar los derechos fundamentales de
la persona, constituyendo pues entonces, una condición de legitimidad y límite
material al ejercicio de la función jurisdiccional especial comunal-ronderil.
En adición, se establecen supuestos donde las personas pasivas de la conducta son
miembros de la comunidad o son sujetos externos a ésta. En caso de que se tratase de
una persona que pertenece a la comunidad y los hechos están correlacionados con la
cultura y cosmovisión rondera, el Derecho Penal no puede actuar en razón de ello,
puesto a que se tratan de conflictos internos de las Rondas Campesinas
(evidentemente si estos actos no vulneran sus derechos fundamentales). Mientras que
frente a las personas externas a la cultura rondera, existe un conflicto de naturaleza
intercultural, donde la solución no puede ser igual, y por ende, cobra gran importancia
el ámbito cultural, es decir, se exige que la conducta de este sujeto externo afecte el
interés comunal o el de un poblador de la comunidad y esté considerada como un
injusto en su sistema jurídico; o que haya advertido la lesión o puesta en peligro el
interés comunal o de uno de sus miembros a sabiendas de los valores y bienes
jurídicos de las Rondas Campesinas.
Por otro lado, en cuanto al factor de congruencia ya mencionado entiende que existen
derechos fundamentales que no pueden derogarse (vida, dignidad humana,
prohibición de torturas, tratos inhumanos, prohibición de esclavitud, legalidad del
proceso, entre otros) ni en situaciones de máximo conflicto o estados de excepción,
por lo que exige a las Rondas Campesinas actuar sin vulnerarlos. Si bien, en este
espacio las Rondas Campesinas también poseen derechos fundamentales como a la
identidad étnica y cultural, ejercicio de la jurisdicción especial; estos no son absolutos,
por lo que se ponderan los derechos inderogables sobre los derechos de las Rondas
Campesinas. Ahora, frente a estos supuestos de violación de derechos humanos,
compete a la justicia penal ordinaria resolverlos, teniendo en cuenta los elementos y
factores que comporta la jurisdicción especial de las Comunidades campesinas, y, en
su caso, aplicar ley penal a los imputados, por abusos que cometen las autoridades de
las Rondas Campesinas y por no respetar el derecho consuetudinario. Recíprocamente,
se debe realizar un test de proporcionalidad entre los bienes jurídicos comprometidos
con la conducta ejecutada por los ronderos y el derecho a la identidad cultural y al
fuero comunal rondero, prevaleciendo siempre los intereses de más alta jerarquía en
el caso concreto, que exige la no vulneración del núcleo esencial de los derechos
fundamentales.
Las Rondas campesinas no están orientadas a obtener distintos beneficios ilegales o
con fines de lucro lo cual se entiende por bandas o criminalidad organizada, aquellas
que considera el Código Penal como circunstancias de integración criminal de acuerdo
a (artículos 186°, párrafo 2, inciso 1, y 317° CP). Se origina en un conflicto de
naturaleza y trascendencia variable, que involucra a personas que reconocen
conciliadoras, de resolución de conflictos y con capacidad coercitiva, que es una de las
características primordiales de la jurisdicción, la cadena ronderil y arresto ciudadano.
Este arresto ciudadano está regulado en el Código Procesal Penal artículo 260°, nos
explica que se autoriza a todo ciudadano a intervenir ante el autor de un hecho
delictivo, siempre y cuando esté en flagrancia delictiva lo cual implica que debería ser
entregado de manera inmediata a la policía más cercana, que todo ciudadano puede
colaborar en la lucha contra la delincuencia, bajo la figura del arresto ciudadano, pero
de ninguna manera, bajo el pretexto de la ausencia del Estado.

Finalmente, por las razones dispuestas, se establecen requisitos y elementos


necesarios para la configuración del injusto penal, siendo que si no se cumplen en su
totalidad, según el caso, se procederá a la atenuación de la pena por exención
incompleta conforme al artículo 21° CP, o por la vencibilidad del error prohibición
según el artículo 14° in fine última frase CP, o por los defectos de la comprensión o de
determinarse según esa comprensión- como lo previene la última frase del artículo 15°
CP. B. La sanción por delito culposo si tal figura penal se hallare prevista en la ley por la
vencibilidad del error de tipo, atento a lo dispuesto por el artículo 14° primer párrafo
última frase CP. 17°. Evidentemente, teniendo en cuenta que los ronderos son
individuos integrados al Estado, por lo que sí se les puede exigir una conducta acorde a
las normas que éste imponga, además las costumbres de los pueblos indígenas, el
contexto socio cultural del imputado; y, de otro lado, directivamente, la legislación
nacional e internacional, que estipula tanto que se tenga en cuenta las características
económicas, sociales y culturales del individuo y dar preferencia a tipos de sanción
distintos del encarcelamiento

CONCLUSIONES:
- La jurisdicción de las Comunidades Campesinas está reconocida legalmente en
aras del desarrollo de la pluralidad étnica y cultural, no obstante, esta jurisdicción no
debe acarrear una interdicción o privación de los derechos fundamentales de las
personas, sino que debe ser ejercida en coordinación con estructuras estatales en
materia de impartición de justicia, como los Juzgados de Paz u otras instancias del
Poder Judicial (Art. 149° Constitución Política del Perú)
- Las Rondas Campesinas pueden ejercer funciones jurisdiccionales, las cuales
estarán condicionadas al cumplimiento de una serie de elementos y requisitos,
asimismo el no reconocer su función jurisdiccional implicaría un trato discriminatorio,
el cual es incompatible con el derecho constitucional a la igualdad y a la no
discriminación.
- El derecho a la identidad cultural y al ejercicio de funciones jurisdiccionales de
las Comunidades Campesinas conforme al derecho consuetudinario está, pues,
limitado a las reservas que dimanan del propio texto constitucional y de su
interrelación con los demás derechos, bienes e intereses constitucionalmente
protegidos.

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