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CAPITULO III La prueba indiciaria Bases generales La importancia de la prueba indiciaria para el esclarecimiento ha sido objeto de juicios diversos. Hoy suele estimarsela en poco, en lo que inluye ain una concepcion, muy difundida hasta la vuelta del siglo y ain después, que la consideraba un instrumento de averiguamiento sumamente inseguro y, por asi decirlo, inferior. Un renomibrado autor del sigio XIX la caracterizé diciendo que, si se queria colgar 2 alguien, ceria facil hallar la soga en la prueba indiciaria. Esta subestimacién no es justificada, st bien el manejo de esta prue- ba requiere sentido critico igual que la apreciactén de las testificacio~ nes o el aprovechamiento de material documental. La prueba indiciaria, se impone tanto en el proceso penal como en el proceso civil, en 108, pleitos laborales como en los litigtos administrativos. Los tribunales y autoridades pesquisidoras necesitan de ella siempre y en todas partes. Subrayemos que con ayuda de indicios puede alcanzarse no s6lo \, una verosimilitud mas o menos cuestionable, sino muchas veces certe- za plena respecto de un determinado punto, Bien manejada, la prueba indiciaria permite perfectamente contar con un resultado en el cual} pueda descansarse. La conelusién indiciaria como procedimiento probatorio per se stante. Las operaciones mentales a cumplir en el marco de la prueba indiciaria pasan, por regla general, mas inadvertidas que la mayoria de las dems practicas probatorias. Con frecuencia, no requieren un instrumental especial. Esta peculiaridad ha hecho que algunos auto- res, injustamente, no hayan querido reconocerle e la prueba indiciaria cl cardcter de tipo especial de determinacién de la verdad. sobre todo porque es dificil ubicarla dentro del sistema tradicional de las prue- bas. Algunos textos de derecho procesal la llaman procedimfento proba~ torio especial: otros la consideran un simple medio auxiliar, a diferen- cia de los medios clasicos (documentos, inspeccién ocular, etc.), por gue trata de deducir de hechos auxiliares (s6lo mediatamente relevan- tes) la existencia de una circunstancia que es juridicamente relevante en sentido propio. Proceso civil. Ocasionalmente se ha sostenido que en el proceso civil la prueba indiciaria es de escasa importancia. Pero bien mirado, 258 ERICH DOnRING no hay tal cosa. Lo que ocurre es que muchas veces el juzgador ni siquiera se pereata de la frecuencia con que deduce por indicios, preci- samente por Ja facilidad con que se sirve de la, deduccién. Para son- dear la voluntad de las partes, en cuanto ésta sea dudosa, la prueba indiciaria es a menudo imprescindible. También la agilidad para nego- clar, el genio arisco, €] temperamento flematico de la persona implica- da, y muchos otros elementos facticos, generalmente solo pueden de- terminarse sobre Ia base de indicios. Es cierto que en el proceso civil por mucho tiempo se us6 poco de las posibilidades que ofrece la prueba indiciaria, Mientras se conside- raron medios de esclarecimtento el juramento del testigo y el juramen- to de parte, en los cuales el juez creia general mente poder descansar, no parecia haber motives apremiantes para aprovechar intensivamente los indicios, Por eso también en la década del ochenta del stglo pasado, Ja prueba indiciaria desempens en el proceso civil un papel subordina- do. 7 Hoy, las mutadas circunstancias fuerzan al Juez a aprovecharlos en mayor medida. Cada vez son mas y cada dia se explotan mejor las po- | stbilidades de someter a las partes a un interrogatorio informal y de tomarles declaracién en regla, y esto lo brinda con frecuencia las mejo- res oportunidades para proporcionarse material indiciario. En la mis- ima linea esta el avance de la prueba prima facie, la cual reposa en buena medida -por mucho que se busgue deslindaria de la prueba indiciaria propiamente dicha- en el aprovechamiento de elementos indiciatios. Necesidad de principios generales sélidos y depuradas para este ‘campo. Como la prueba indiclaria exige no pocas veces meditaciones complejas, ella requiere de una teorfa elaborada en todos sus detalles, con cuya ayuda puedan resolverse eventuales dificultades. Es necesa- rio describir las fuentes de peligro tipicas en este terreno y establecer normas de guia adecuadas para evitar fracasos. La fundamentacion te6rica deberia perfeccionarse al punto de que los resultados incorrec- tos sélo puedan producirse por viclacién de las reglas basicas recono- cidas. En esto se ha venide trabajando en los iltimos decenios en muchos paises; en Alemania principalmente, Rittler; en Francia, Locard y Gorphe; en Italia, Gianturco: en Rusia, Vysinskdj. Bn los paises an- gloamericanos existe toda una serie de trabajos hondos y prolijos so- bre esta esfera de problemas. Plan de Ja exposicién. 1. particular, habremos de ocuparnos pri- meramente de la basqueda de indicios tiles, luego de la estructura de la prueba indiciaria en general y del caracter de cada uno de los ele- mentos intervinientes. Finalmente, corresponde analizar como ha de Juzgarse el valor probatorio de Ios distintos indicios, y como ha de determinarse y apreciarse la concurrencia de una pluralidad de indi- Clos relatives @ una determinada circunstancia, APORTACION DEL MATERIAL INDICIARIO El rastreo de indicios titiles se hace muchas veces durante la préc- tica de la prueba, o sea cuando se toma declaracion a testigos. 0 en LA PRUEBA, 259 conexion con el aprovechamiento de documentos. 0 Ia inspeceién: del Sagar del hecho. Pero puede realizareelo también fuera de ta instruc: thon prebatoria proplamente dicha, cuando se diseute la causa verbal: cents con las partes. Por ultimo, puede tener lugar también Tuego de Mnatizado ef debate, en la misma mente del funcionario, como por ejem= 5 plost cl pesquisidor, al redactar su informe final, repiensa una vez mAs; Jods los detalles y descubre en eso la fuerza sefialadora hasta enton= tes no advertida, de determinadas circunstancias contenidas en ¢l seetevial factioo, 0 st el tribunal, poco antes de dictar sentencia, rein ‘estiga durante la deliberacion todos los hechos en busca de elemen- tos indiclarios. Forma de la busqueda de indicios. En los sucesos vinculados a sun lugar determinado, como el aceiddente automovilistico 0 el robo con fractura, las pesquisas se inician por lo comin con una busqueda de pistas (rastros) en el lugar del hecho. Cuando. en carablo, el lugar tie: re poca importancia, como en la deslealtad, la busqueda de indicios ‘itiles se cumnple preponderantemente al tomar declaracion al imputa- do 0, en su caso, al interrogar al testigo. Es raro que un testigo exponga ios indicios en wna forma tan preci- sa que el receptor de ia declaracién no tenga que hacer mas que aco~ gerlos. Muchas veces tendra que sacar. mediante admoniciones,y pre; claratorias lo que él Sujeto probante omltio decir por negtigen: ‘Ga torpeza 0 dolo, Puede incluso verse obligado a extr Tos datos} facticos para constituir una prutba indiciaria en la cual pueda descansarse. de en medio de indicaciones confusas y contradic torias de los participantes. En clertas circunstancias esta tarea puede Insumir meses y aun) afios. en el procedimiento pesquisidor penal; tlene que cumplirse en silencio y sin que el investigador sea blanco de la atencin publica. No obstante, esta basqueda de indicios concluyentes. que lleva tanto tiempo y exige tanto esfuerzo, es en muchos casos el tinico camino para escla- recer los hechos. ‘Aseguramiento de los indicios. Obtenide un indicio probatorio latil, hay que evitar que se extinga prematuramente. Los detalles que por su misma naturaleza llevan inherente clerta estabilidad, no ofre- cern problema. Pero el caso ¢s distinto st los elementos son faciimen- te perecederos, como la huella de un zapato en la nieve que se va derri- tiendo o capas de polve que pueden ser barridas por un simple movi- miento torpe. Si en tales casos no se adoptan prontamente las medidas necesa~ ras, €l material probatorio podra perderse definitivamente y con eso adulterarse el resultado. Si los indicios perdidos son acusadores. la consecuencia sera posiblemente una absolucion injusta. ¥ si pudieran haber servido de descargo al imputado, su falta tal vez complete la prueba de la culpabilidad a tel punto que se legue a dictar una injusta condena. \ Para el encuentro y aseguramiento de los indicios en el lugar del] echo. nos da pautas de gran valor Ja llamada ciencia de los rastros.| Sobre el no menos importante aseguramiento de indicios pstcolégicos. | 260 ERICH DOHRING Seguridad miltiple, La basqueda de indicios probatorios sobre un punto que requiere ser esclarecido, no debe suspenderse demasiado pronto. Avin cuando el material existente parezca por e! momento ente- ramente suficiente, hay que esmerarse (en cuanto sea posible) en se- guir completndolo. Mucho deo que, al establecerse la prueba indiciarfa, la inteligencia y la perspicacia tornaron plausible, puede luego, por otva de esas mismas facultades, ser puesto nuevamente en duda. Indi- cios que en un primer momento parecian constituir un grave cargo, pueden mAs tarde devenir dudosos por explicaciones adicionales con frecuencia imprevisibles dadas par el imputado. Ninguna especie de prueba es tan vulnerable a los intentos de desvirtuacién como la prue- ba indiciaria. ; Amenudo nt stquiera es necesario aportar hechos nuevos. La de- | duccton por indicios podra tal vez ser enervada decisivamente por la } sola labor mental, come por ejemplo. si se imaginan determinadas po- ~ sibilidades, antes inadvertidas, de emo pudieron haber sucedido las } cosas, o haciendo una combinacién mental perspicua que hasta enton- \ ces no se le habia ocurrido hacer a ninguno. Aun cuando los argumentos que el imputado oponga ala deduecion indiciaria que lo acusa no sean particularmente convincentes, muchas veces no pueden ser refutados inobjetablemente, lo cual, conforme al principio in dubio pro reo, obliga a respetarlos. Por esa razén. el investigadar tiene que estar preparado a que hasta indicios aparentemente concluyentes sean Iuego puestos seriamente enduda. La regla general es que para cada punto de cierta importancia debe contarse en lo posible con muchos indicios. El operante debe ha- bituarse pues a trabajar con certeza triple, y en los puntos principales con certezas cuddruples y quintuples. LA ESTRUCTURA DE LA PRUEBA INDICIARIA El fundamento factico como punto de arrangue. fn la prueba in diciaria, s¢ le exige al investigador un proceder activo. Regularmente, se establece conexién con una caracteristica de hecho. Esta caracte- ristica es vinculada de tal modo con una regla experiencial, que de abi puede derivarse una conclusion. De una determinada caracteristica externa, el hecho indiciario, se deduce, con el auxslio de la experiencia, Ja existencia de la circunstancia factica que se pretende esclarecer por via de este tipo de prueba. La operacién mental que se va edificando sobre el hecho indi- ciario. La pieza principal del procedimiento probatorio compuesto por es0s elementos no es, propiamente hablando, el hecho del cual se arran- a, sino el proceso mental que se conecta a ese hecho, y en virtud del cual se deduce la existencia de la circunstancia factica juridicamente relevante. El hecho indiciario solo puede cobrar valor para el averiguamiento en conexton con la regla expertencial y 1a conclusion de abi derivada. Sélo cuando se ha logrado establecer, con el auxilto de Ja deduccién experiencial, una relacién convincente entre ese hecho'y Ja caracteristica tipica legal, aquél podr4 servir para esclarecer el esta- LA PRUEBA 261 PROBA 5 do de los hechos, El hecho indiciario recién adquiere su importancia pana claveriguamiento por obra dela labor mental que, amalgarmando- Fae OAT clemontoe necesaros, le da la forma de wna prueba ndiciaria en la cual pueda descansarse. / ‘Accién concurrente de las partes singulares en la prueba in- diciaria, La mejor manera de aclarar lo dicho es con un ejemplo de:lo més simple: en una zanja es encontrado un cadaver. Se indaga cual fue la causa del deceso. Un examen mas atento revela que su pict presenta, en la cara y en las manos, lesiones de determinada indole. Esta es la base factica de la cual puede partirse para determinar la causa de la muerte. Seguidamente, se la conecta con la regia experien- cial, segin la cual las lesiones de esa clase suelen ser provocadas por efecto de liquidos corrosivos. De abi, el juzgador extrae la conclusion de que el muerto habia sufrido contacto con acide muriatico o alguna otra sustancia que ataca gravernente la piel, fuera por propia impru- dencia 0 por accién de terceros. ‘Esfuerzos para lograr la conclusi6n indiciaria. No se piense que en el procedimiento final los elementos que deben integrar la conclu~ sion emergen siempre espontaneamente. Muchas veces el operante tendrd que reunirlos con cierto esfuerzo. El hecho indiciario sera intrascendente mientras no se encuentre la correspondiente regla experiencial para establecer el enlace en el orden del pensamiento. Dicha regia, a su vez. tiene que ser determinada y e- Iaborada a través de una intensiva actividad mental, Buscar un hecho indiciario concluyente implica siempre, buscar la correspondiente re- gla de experiencia. Con frecuencia, el juzgador no tiene presentes, en un primer mo- mento, las experiencias a base de las cuales podria sacar una conclu- si6n indiciaria til, A menudo tiene que evocarlas mediante una re~ flexion. A esto pueden contribuir estimulos que el operante obtiene a través de didlogos informales con otras personas. A veces basta una indicacién @ titulo meramente particular de un colega o una breve cbservacién de un participe del proceso para poner en claro una deter- minada regla de experiencia y posibilitar asi una deduccion por los, indicios. que clarifica considerablemente el estado de los hechos. Afloramiento y encuadre de los componentes. En un comienzo, el material experiencial a contemplar en un determinado caso se en- cuentra, por asi decirlo, en bruto, y tiene que ser puesto primeramen- te en el molde adecuade a la configuracion de cada caso. El Juzgador esta forzado entonces, para sacar la deduecién, a con- tempiar, ya el uno ya el otto fragmento. A veces se tiene a mano una regia de experiencia adecuada, mientras que el hecho con el cual hay que conectarla tiene atin que ser probado, por lo cual toda la atenclon. se centra en esa prueba. En otras ocasiones. hay muchos hechos in- diciarios que podrian aprovecharse, pero resulta dificultoso aplicarles tana regla de experiencia. En tal caso, 1a tarea principal consiste, en elaborar una regla que se ajuste exactamente al caso dado. En ambos ‘casos, el investigador puede concentrarse en el examen de un campo 262, Exic DOHRING limattado; 0 sea que no esta obligado a desparramar sus fuerzas en distintas direcciones, io que, de cierto modo, le alivia la tarea. Miltiples posibilidades de error. Puede ocurnir, sin embargo, que ambos aspectos presenten dificultades. Cuando el hecho indictario te- ne aun que ser probado por testigos, @ los peligros que encierra la prueba indiciaria se le afladen las espectales fuentes de error de la prueba testifical. En casos desfavorables, pueden concurrir asi las mas diversas influencias hostiles a la verdad. Por ¢l otro lado, las posibilida- des de error no deben sobreestimarse. Aun habiendo muchas posibili- dades de error, el operante puede evitar yerros procediendo cabalmen- te, El peligro topico de la prueba indiciaria, Consiste principalmente en que ciertas circunstancias singulares, aunque importantes, esca- pen a la vista y no sean, por ende, computadas. A veces, se trata de factores con cuya cxistencla al principio no se contaba y que pudieron escapar por eso a la mirada escrutadora, pese a estar la atencién memente concentrada. En parte, el peligro no reside tanto en no descubrir determinados hechos contemplables, sino en no valorarlos debidamente. Sobre todo cuando el material indiciario presenta pequefias disonancias, es a me- nudo dificil decir si el juzgador ha de atribuirles alguna importancia 0 ‘sl puede considerarlas accesorias y casuales, Actitud basica confiada. Estos peligros no deben subestimarse. Mas, por otro lado, no debe perderse el puntal basico del optimismo. Quien se haya familiarizado con las pecullaridades de Ia prueba indiciaria y sea meticuloso en el examen critica de los elementos pro- batorios, no tendra que temer desencantos. Orden de sucesién de las actividades. El principiante propende a veces a disponer la relacion temporal de las operaciones mentales ne- cesarias de tal modo que, antes de comenzarse a trabajar con la deduc~ cién conexa, tiene que estar plenamente probado el hecho indictari. Pera este orden, que sugiere la logica, no es siempre practicable. Para determinar la relacién temporal de las operaciones mentales a cumplir en la prucba indiciaria, son determinantes, a mas de las consideracio- nes logieas, las mas diversas consideraciones de convenienoia. Si el esclarecimiento del hecho indiciarto exige cleito esfuerzo, el operante razonable sélo emplearé tiempo y energias, si la regla experiencial a la cual quiere asoclarlo, tiene la suficiente firmeza, 0 si, en continuando la labor de adaptacién, puede dotarsela dela fuerza de conviecion necesaria, ‘St hay dudas en ambos aspectos, el juzgador, por razones de econo- mia de trabajo, acometerd las clarificaciones que le den mas presta- mente la certidumbre de que el trabajo necesario para sacar la deduuc- ion indiciaria vale la pena. * Probacién con el auxilio de materia dudoso, Una nota caracteris- tica de la deduccién indiciarla es el manejo de datos facticos por el momento insufictentes. Las tnstrucciones mas antiguas para el mane- Jo de esta prueba, partian, cual més, cual menos, del supuesto de que cl investigador tiene que vérselas con hechos de aptitud probatoria indudable en el caso dado. Pero, en la prueba indiciarfa, el operante se ve muchas veces forzado a no perder de vista detalles cuya utilidad como indicto no esté aiin comprobaa. Justamente en este campo es algo perfectamente habitual el manejo de elementos probatorjos de utilidad atin dudosa. La exposici6n teérica ha de tener en considera- cion esto para que, en el caso necesario, el investigador no tenga que arrostrar dificultades falto de preparacion. Pautas para trabajar con datos insuficientes. Muchas veces es dudoso, al principio, si un determinado hecho es apto para servir como indicio de una circunstancia juridicamente relevante o st, ala inversa, puede servir para probar que una determinada configuracién factica no ha existido Algunas veces, Io tinico que puede decirse ai principio es que ese hecho puede tal vez contribuir al esclarectmiento. En tal taso. aunque por el momento no sea posible extraer una deduccion util, habra que mantenerlo presente. Aun cuando su valor no sea al principio muy e- vidente. seria frecuentemente injustificable desdeftarlo por completo. A veces esta comprobado que una determinada cireunstancia seria idénea como indicio si se le agregara tal o cual elemento factico. En tal caso, seré condicionalmente util para el esclarecimiento, o sea, presu- poniendo que la base factica de la prueba indiciaria sea debidamente ampliada. El ivestigador deberd escrutar, por consiguiente, qué post- bilidades hay en ese sentido. Asi como al comienzo puede trabajarse con un indicio incompleto, cuando quepa esperar que sus imperfecciones puedan mas adelante superarse, se podrd operar también en ciertas circunstancias y a guisa de ensayo, con una regia de experiencia de la cual no pueda afirmarse aun con certeza si es justificable aplicaria a esa sttuacién especial. En todos esos casos. el operante no debe dejarse impresionar excesiva- mente por la momentanea escasez y cuestionabilidad de los dates para Ja deduceién indiciaria, Nada cabe objetar al trabajo con elementos de prueba de valor probatorio a primera vista dudoso, cuando pueda con- tarse con que su inicial endeblez seré supcrada. Claro esta que sélo podra dispensarseles la atencion que resulte justificada por las espe- ranzas de lograr un resultado en el cual pueda descansarse. 2] oper: te tiene que culdarse de esa credulidad que en la practica lleva a mal- star irreflexivamente tantas energias, La aclaraci6n del hecho indiciario Necesidad de su verificacién. La base factica para la prueba indi- ciaria debe ser probada; de Jo contrario, Ia prueba se apoyaria en un fundamento inseguro. Atn cuando la conclusién como tal posea una fuerza extraordinaria, carecera de valor si los presupuestos ficticos de Jos cuales parte no estén suficientemente constatados. Cabria pensar que una regia tan clara a todas luces seré dificilmen- te violada. Pero guien haya actuado largo tiempo en la practica, se f ' ns eperoipuy eqanad ey ered ora “sorreqosd soxpaur op ods opo3 ap of -oueur fo ered sire HOduny s9 [eouotradse roqes fal “sopwxoUoS sasey vrouoprodxo op ersox eT -epreznoyne exed aimorogns $9 cones Teus;ew yo onb rexjsowop ered ‘wsronuy ef e '0 ELTEPIPU; LOPINPEP ‘epeujuiaiep wun ered ouessoou oquDUTEpUINY [2 18329 ap UY B SODHIBE sajpeiep ap pepaueo werd sev9a v reyruose anb ey ‘soseo SoTe} UE ~erowov9 “PEPASOUOYSAD “eIsoADTE ‘OLONI ap UBFE ouroo sopen sommarumuas antiawayotEtiad equa opEIndass Jo 1S 0 6039 souisto ap peprreuoisayoxd o peprreriqey eI SomApUL Xod teqoudutoo ap ‘ey9s opuens ‘ojdursfo 0d ise ‘sazenBurs soysay 2p Zey Un OPO} $9 "ED -uanoey Uso “soquamisey soyonur ap opnusus B auOdwIOD 9s 3959 oT reprooad 9us|AU0O ‘oLrePDIpUT ODay [ep aidurars opEIaeY Say ‘PepeA -o1q 9p sauozes sod “eioyp eISeY Ig “EPEMOTMNTNUE IIE Ose ‘oqund jp augos sayuaisxa sezueqosd sgurep sei ap ooxemt jap onuep woToRIep|suco ua aTUSUIEPIep es19uN) Gagep onb eLTEIpUT LOISNID -o0o bj FouE\stMOAp wS9 anus! 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El operante utiliza lo aprendido en sucesos anteriores para sacar deducciones sobre la configuracién factica del caso en estudio, atin no esclarecido. Pero de ahi se desprende también que la regla de experiencia no es una simple conexién de acontecimentos vivenciados. Estos constitu: yen solo el material del cual se deriva, por abstraccion, una regla. El investigadlor saca el resultado haciendo una sintesis de los eventos an- teriores. ¥ asi llega a formar una asercién que pretende ser valida en casos posteriores similares y de la cual pueden extraerse puntos de apoya sobre cémo sucedié el hecho que se investiga. La fuerza de con- viecton de la regla de experiencia reposa en la expectativa de que las observaciones coincidentes hechas en situaclones similares serén nue- vamente avaladas por los hechos. Deber de trabajar correctamente con el material experiencial. E] operante est habituado, de su vida privada, a manejar experien- clas y conoce por ende las reglas basicas que deben observarse. Sin embargo, no pocas veces estas reglas son manipuladas con despreo- cupacién e incluso con ligereza. Esto entorpece gravemente al ave- riguamiento. Nadie puede decir qué resultado dara una deduccion indiciaria, si Ja clencia experlencial no ha sido aplicada en regla. Ademas. el operante estA sujeto, en ese aspecto, al control de las instancias superiores. La actividad de las autoridades pesquisidoras ¢s cexaminada y eventualmente corregida por la resoluctén judicial. El tri- bunal inferior. a su vez, debera contar. si aplica mal una regla experien- cial, con que Jos tribunales superiares revoquen su sentencia. El inves- ‘ugador tiene pues buen motivo para ocuparse con mayor detenimiento, desde el punto de vista tedrico. de Ia experiencia y de los principios que rigen su aplicacion. EL FUNDAMENTO FACTICO SOBRE EL CUAL PEPOSA LA REGLA DE EXPERIENCIA Importancia de las vivencias de las cuales es parte. Toda regia de experiencia tiene, como ya hemos sefialado, una determinada base vivencial. Esta es tan importante porque el alcance de Ja regla conti- nga dependiendo del material factico del cual se lo obtuvo. Las expe- riencias anteriores s6lo pueden aplicarse provechosamente si los com- ponentes esenciales de Ia situaci6n anterior estan presentes también ‘en el caso que ahora se investiga. 266 ERICH DOHRING 266 ERICH DOHRING Por eso, en cada caso debe determinarse sobre qué fundamento fac tico reposa una regia de experiencia. Ee ésta la consecuencia necesarla Gel principto general que dice que, al indagar los hechos, no se debe trabajar con elementos cuyos presupuestos no s¢ tienen a la vista, De ahi surgen, como se veré, algunos problemas incomodios, que por largo tempo pasaron inadvertides o de los cuales no se reconoci6 su verda- dera importancia, Dos categorias de bases facticas. En consecuencia, en la prueba indiclaria cl operante tiene que vérselas con dos especies distintas de Gatos factieos, a saber, los hechos indictarios que constituyen el punto de conexién con la conchusién perteneciente a este tipo de prueba y. ademas, con los hechos que sirven de base a la regla de experiencia a aplicar. El hecho indiciario suele estar estrechamente vinculado con el estado de hechos 2 indagar o con los meciios probatorios utillzados en eh procedimiento. En cambio, las vivencias subyacentes a la regia de experiencia. no tienen normalmente una relacion estrecha con el hecho a esclareeer. Estos dos grupos de datos pueden. en general, distinguirse con fact lidad, por su distinto origen y diferente determinacién, lo que no exch ye que ocasionalmente sean muy similares, al punto de que sean post bles las confustones. La diferencia entre estos dos grupos de hechos no tiene solamente valor teérieo, sino también considerable importaneia practica, Para cada tina de esas categorias rigen principtos probatarios distintos: el hecho indiciario puede ser clarificado anicamente mediante los medios pro- atorios regulaclos en el ordenamiento procesal (testiges, documentos, inspeccidn ocular, indicios, etc.) y sélo siguiendo las rigurosas formas Ge la instruceién probatoria procesal. Pero acerca de los hechos que constituyen el fundamento de una regla de experiencia, le es licito al investigador procurarse certeza de cualguier manera que Ie parezca idénea. sin tener que rendir cuentas a las partes. A tal efecto, puede recusrir a su memoria para reconcientizar sucesos vividos y las ense- fanzas de ellos sacadas. Cuando para proporcionarse nuevo material experiencial se requieran conacimientes especializados, el operante no esta obligado, como el otro caso, a tomarle al perito una dectaracion formal, sino que puede informarse al respecto en conversaciones infor- males con expertos amigos, por correspondencia privada, etcétera La falta de formalidad est4 justificada por cuanto este modo de ce ciorarse es totalmente distinto del que presupone el procedimiento pro- cesal. Los principios probatorios creados por la ley no estan confeccio- nados a propésito de esto. Por eso, tampoco tendria sentido obligar al westigador a que los observe cuando verifica reglas de experiencia, Determinacién de la subestructura vivencial de Ia regia de ex “periencia, Cuanto mejor puedan determinarse Jos hechos basicos que ‘Subyacen a la experiencia, tanto mayor sera la seguridad al aplicar el resultado a casos ulteriores, Aigunas veces reina completa claridad respecto del material factico sobre el cual reposa la regla de experien- cia; asi por ejemplo si un perito deriva una regia de ensayos practica- dos especialmente para el proceso e informa sobre esos ensayos en su La PRUEBA, 267 dictamen, En otros casos, el material factico del cual surge la regia no es tan ostensible, Aun traténdose de experiencias personalisimas del Juzgador. el fundamento a veces solo puede establecerse con cierto es- fuerzo. Bs que la regia de experiencia es proclive, no pocas veces. a désga~ Jarse de la situacion conereta de la cual emergis. Las vivencias singula- res sobre las cuales reposa parecen quedar completamente absorbidas en la asercion abstracta, Pese a esto, cada vez que la apllcabilidad del saber experiencia resulte dudosa, habria que tratar de procurarse una idea mas exacta de los hechos de los cuales arranca. Aun cuando las circunstaneias no sean particularmente favorables. elacervo de pensamientos que se ha sumergico en el inconsciente pue- de a veces ser reactivado volviendo la mente hacia vivencias pasadas de la misma indole: 0 por lo menos, podria asi determinarse el Ambito de vida en el cual Ia experiencia en cucstién tiene sus raices. Muchas veces ya resulta muy dtil si el investigador puede actarar st los sucesos subyacentes a la conclusién experiencial provienen de su actividad profesional o de su esfera privada, o si se trata de recuerdos de infancia del juzgador: si fueron determinantes clertas vivencias que tuvo durante su paso por la mineria; si estén Influyendo hechos acon- tecidos durante su servicio militar o referentes @ una estadia en el extranjero, etcétera. Comparacién del material facticd sobre el cual reposa la regia de experiencia con los hechos a esclarecer. Sn cata caso que no sea Gel todo simple, el operante tendra que preguntarse hasta qué punto los datos fcticos sobre los cuales reposa el saber experiencial contie- nen elementos caracteristicos no verificables en el caso sub examen ¥ sieso toma dudosa la aplicabilidad trrestricta de esas experiencias al caso dado, Este principio rige no solamente en el ambito fisico, sino también en el psiquico, El material experfencial reunido en Alemania Central no puede ser aplicado sin mas en Alemania Meridional u Occidental, si en su formacion han concurrido usos y costumbres, temperamento y caracter de la poblacion. Las experiencias juntadas en épocas de nece~ sidad, como la de inflacién y de economia controlada, son inaplicables cuando esas situaciones emergenciales han sido superadas, eteétera. En todos esos casos, Ja situacién global de la cual proviene el material experiencial, ha introducido en las vivencias basicas elementos que tornan dudosa la aplicabilidad de la regia al caso en cuestién. Aun cuando el investigador quiera aplicar a otras personas observa- clones propias, deberé sopesar hasta qué punto esas consideracio- nes reposan en presupuestos que no se dan en la persona a juzgar, = por causa del ambiente al que ésta pertenece. ~ por su idiosincrasta, ~ por la especial situacién en que se encontraba en el momento en cuestion. 268 ERICH DOHRING 28 CERICH DOHRING APLICACION ANALOGICA DEL SABER EXFERIENCIAL Con frecuencia, no se dispone de materia! experiencial inmediata~ mente concluyente, En tales casos, se podria echar mano, tal vez, de experiencias similares, que, sin embargo, s6lo podrian aplicarse co- rrespondientemente, es decir, con las necesarias modificaciones. La aplicacion analogica de conclustones experienciales constituye tun medio auadliar que siempre tiene que volver a usarse en la indaga- eign de los hechos. El acusado ha confesado tras habérsele aplicado pervitina, El operante no conoce ese medicamento, pero si otros de fecto analogo. Emplea entonces lo que sabe respecto de estos utimos para ganar una idea del efecto destenstonador y ierador de a pervitina. 6 tambien: un minero se ha accidentado manejando una de Tas perfo- radoras especiales que se emplean en la extraccion de la hulla. El juzgador no conoce en mayor medida este tipo de perforadoras pero st la construccién y el modo de operar de otras similares y aprovecha las experiencias hechas con éstas para entender el aceidente ocurrido en el interior de la mina Por lo comin, el investigador dispone de cierto material anal6gico sobre los sucesos a juzgar. Por regla, sus propias vivencias le sirven como una especie de simil para seguir adelante. Sin esto, no podria siquiera hallar, elaborando ideas y haciendo valoraciones, un camino y vunia salida a través de ese acontecer multiforme. Mas stempre que se aprovechen experiencias que no encuadran exac- tamente en el caso, habré que sopesar si son aplicables sin restriccio- nes. Aveces, las consonancias que sugieren aplicarlas son meramnente externas, y, en el fondo, no dicen nada en vista y atencién de las sus- tanciales diferencias existentes. El operante no debe dejar que las apa- riencias lo engafien, sino tratar de profundizar el examen. Analogia para esclarecer estados de hecho psiquicos. Especial significacién tene la aplicacién analogica de experiencias en el campo de la psique. Cuando se trata de esclarecer algo sucedido en una que ajena, es relativamente raro que ei juzgador pueda aprovechar directamente observaciones hechas en su propia persona. Comuinmente Jas experiencias psiquicas propias sélo pueden emplearse correspon. dientemente. Precisamente cuando hay que juzgar los modos de sentir y de pen- sar de delincuentes, el observador no encuentra muchas veces en st. propia vida psiquica ejemplos directamente aprovechables. Puede, sin embargo, en ciertas circunstancias, procurarse material de contempla- cién buscando en sus correspondientes vivencias personales sttuacio- nes de partida y seguir de abi la linea de pensamiento en direceién alo criminal. En tales casos, para ganar criterios stiles, el investigador tendra por lo comtn que reforzar, atenuar o transformar de algim otro modo el producto de la autoobservacién. Tendra entonces que prescin- * dir de las peculiaridades proplas.de su cardcter y temperamento, en cuanto no se apliquen a la persona a juzgar. Casi siempre podran hallarse en Ia vida psiquica propia clertos ele- mentos iitiles para la conclusion analogica aun cuando se los aplique a 269 un sujeto muy sui generis que, por afiadidura, obré encentréndose en lina situacion muy deshabituar para el observador. También en Ia in- ‘cion de anomalias sexuales. el operante adelantara de Ia mejor inanera transformando, con la necesaria prudencia, lo que sabe sobre telaciones sexuales normales y apravechando esos conocimtentos en forma modificada. Hasta los procesos psiquices de los enfermos men- tales se descifran en buena parte aplicando analégicamente experien- cias resultados de la observacion de la vida psiquica de personas men talmente sanas, Criterios para la aplicacién correspondiente de experiencias psi- eolégicas. Para esta tarea se necesita, a mas de reflexiones intelectivas. Ge ja intuicion, Se presuponen asimismo ciertos conceimientos funda~ mentales de psicologia y cierto entreniamtento por parte del operante. Las fallas se originan princtpalmente cuando el juzgador saca en exceso dedueciones sobre otros guiandose por su propio pensar y sen tir. Solo cabra esperar resultados atiles st el juzgador toma conciencia de que sus experiencias obtenidas por autoobservacién no poseen, en muchos casos. validez universal, y sélo pueden tener un valor limitaco para esclarecer lo sucedido en la psique de otra personalidad, Por ejemplo. las condiciones para lograr una emocién pueden diferir radicalmente segiin la persona. Una misma situacion puede provocar sentimientos totalmente diferentes y a menudo son también extrema- damente disimiles los modos de comportamiento con los cuales cada individuo busca afirmazse en ella. Por eso, un transporte esquematico de las propias tendencias de reaccién a otras personas, tiene que con- ducir forzosamente al fracaso. Cuanto més extrana le resulte al operente Ia manera de ser de Ia persona a juzgar, tanto mas tendré que transformar correspondien: temente su experiencia, Muchas veces ya le costar trabajo sondear qué es Jo que sucede en Ja mente de un sujeto primitive con ocasién de un déterminado motivo y cuales son las asociaciones de Ideas que éste Hlega a formar con mas Raturalidad. Mayor circunspeccién atin se re- quiere para aplicar a un alienado las experiencias psicolégicas recogi- 5 en un cuerdo, Esto requiere conocimientos especiales de los cua- les s6lo dispone un psiquiatra, ELUCUBRACION DE UNA RBGLA DE EXPERIENCIA UTILIZABLE Amenudo resulta dudoso, a primera vista, si una regla de experien- cia. atinque aplicable en el caso dado. puede darse por establecida, A ‘veces eaben opiniones muy distintas sobre su posible formulacién. La jurisprudencia ofrece ejemplos instructivos. Los tribunales superiores ‘se han visto obligados no pocas veces a constatar que el juez inferior consider6 establecida y aplicé una regla en realidad tnexistente 0, al menos, no existente tal como él la habia imaginado. Posibilidad de que quepa considerar dos reglas de experiencia opuestas. Puede incluso darse el caso de que el trigunal suipertor con- sidere establecida una regla de experiencia que es la antipoda de lo que ¢l jucz Inferior estimd experiencia segura. eee oa "ee , a Raa ae f 270 ERICH DOHRING La acusada, tenia que responder por un delito sujeto a penas muy severas en caso de reineidencia. Ya anteriormente habia sido penada por ese mismo delito (evasi6n fiscal) mas no en un proceso penal ante un tribunal ordinario, sino en un procedimiento de oblacion tramitado ante la autoridad administrativa. Objetivamente, estaban dades Jos pre- supuestos para la agravacién. Pero la acusada adujo haber ignorado que la anterior sancion habia sido una pena, y que habia tomado los pagos impuestos en aquel entonces por intereses moratorias. ‘Como en opinion del tribunal sélo podia condenarsela por reinc- dencia si habia tenfdo conciencia del caracter punitorto de la anterlor sanci6n, la cuestién tenia que ser clarificada con toda precision. El tribunal inferior, basandose en una conclusion indiciaria, se babia pro- nunciade por la negativa. Habia partido de una regia experiencial que decia que, por lo comin, los condenades en un procedimiento de obla- clon no entendian sus sanciones como penas propiamente dichas. De alii arrib6 a la conclusién de que la acusada, no obstante su inteligen- cia y agilidad mental, no habia sabido que se trataba de penas. Pero el tribunal superior opind que tal regla no existia, Por el contra- rio, se inclinaba mas por la regla opuesta y sostuvo que sélo en cir- cunstancias muy especiales podia conciliarse con la experiencia de la vida Ja {clea de que un acusaco ducho en negocios no hubiera entendi- do como verdadera pena la sancién impuesta en un procedimiento de oblacién, El solo desarrollo legal de ese procedimiento haria que el ca- racter penal de los pagos en dinero impuestos no quedara oculto ai sancionado, de modo que éste no podia Megara tomarlos por simples intereses moratorios, CONCURRENCLA DE EXPERIENCIAS PROVENIENTES DE DISTINTOS TERRENOS Frecuentemente concurren a formar Ia deduccién indiciaria expe- riencias recogidas del comportamiento general de las personas en de~ terminadas situaciones; otras, referentes a costurnbres profesionales observables, ¥ otras vinculadas con una situacion determinada, propia de una epoca. Valga el siguiente ejemplo flustrativo: Axeclama judicialmente al comerciante B el reintegro de una suma hipotecaria, B admite haber recibido el préstamo que fue garantizado con esa hipoteca, pero aflrma haberlo devuelto poco antes de terminar la segunda guerra mundial. Un testigo ostensiblemente honrado decia- ra habersé enterado en 1944, por boca de personas que podian consi- derarse realmente bien informadas, de que B habia vendido en aquel entonces objetos de valor y pagado la hipoteca con el producto de aque- lla venta. Mas esto no resulta creible, por contradecirlo fa experiencia de los tres ambitos vivenciales arriba mencionados. - Por un lado, nada hacia ereer que el acreedor hubiera reclamado en 1944 el pago de una hipoteca existente desde hacia tiempo (un univer” sal caloulo de conventencia), Tampoco se habia otoagado recibo: y cos- LA PRUEDA 271 pagar la hipoteca, no habiendo ningun motive apremiante, justo poco antes de terminar la guerra, cuando todos buscalan conservar sus va- lores efectivos (ponderaciones derivadas de la situacién de una épbca). Asi pues, la prueba del pago de la hipoteca fracasé, El testimonio, que podria haber dado cierto apoyo a la tesis del reintegro. perdié 1a mayor parte de su fuerza de conviccién (pese a ser el testigo intacha- ble}, porque, por la experiencia general, era demasiado dudosa, EL AJUSTAMIENTO DEL SABER EXPERIENCIAL ALA CONFIGURACION DE CADA CASO Necesidad de ese ajustamiento, No basta que la regla de experien- cia guarde cierta conexién con el punto a esclarecer en ei orden del pensamiento, Antes bien, debe encuadrar a tal punto en las peculiart- dades del caso, que posibilite una conclusién convincente. Antes no se era tan exigente, Hasta la segunda mitad del siglo XIX se trabajo mas que nada con reglas de formulacién rigidas, que, al Sgual que los viejos adagios, encerraban un valioso tesoro de sabiduria general, pero que frecuentemente desencaminaban al investigador por no ajustarse el saber experiencial exactamente a la situacion de cada caso, Aun después de implantarse la libre apreciacién de las pruebas, gue habria permitida aplicar mas diferenctadamente el material experiencial, se recurria con frecuencia a las formulas demasiado simplificadoras de la época antigua y hasta se Jas aplicaba sin mayor ecpiritu critic, Fueron necesarios decenios de esfuerzos antes de que se lograra aprovechar mejor los elementos de la experiencia con ayuda de un proceder individualizador. Durante las diltimas décadas la juris prudencia ha realizado en este sentido, sin que se lo notara en mayor medida, una labor considerable. Las reglas de experiencia de tenor muy general, que estén a disposi- cign del juzgador como producto terminado, ya no son muy frecuentes, ‘Son pocas las reglas que pueden aplicarse sin hacerles ajustes. Por lo ‘comtin, los distintos elementos sfempre tienen que volver a ensamblarse, segtun el estado de las cosas, si se quiere llegar a resultados en los ‘cuales pueda descansarse. Amoldamiento de ta regia a Ja eituacion conereta, El averigua- micnto tiene que afustar la regla de experiencia al caso mediante una elaboracién mental, sin incurrir en arbitrariedad, de tal modo que co- incida con las caracteristicas esenciales de éste. La busqueda de un resultado experiencial utilizable y su ajustamiento a los hechos singu- lares ya establecidos. son pasos que se cumplen no pocas veces a tra- vés de diversas etapas. Antes de comenzar la labor de precision, el operante se empeharé en buscar fa regla de experiencia que apunte, aunque sea aproximadamente, a la cuestion a esclarecer. Muchas ve- ces, sélo se consigue adecuario a los hechos tras cierto esfuerzo. En otros casos. los intentos fracasan totalmente. A veces, la transforma: cién de la regia de experiencia para amoldarla ala situacion concreta, Je hace perder su caracter concluyente y eon esto su valor esclarece. dor. El ejemplo que sigue mostrar cuan necesario es ajustar cuidado- samente la regla al caso especial, ERICH DOBRING ten una causa resuelta por el THbunat Supremo el 11-6-1992, una persona habia resbaiado sobre 4m felpudo defectuoso. y suftide lesle” Poe al caer. Segin el extracto que pyeza el fallo en ia coleccion of Gal de jurisprudencia, la sentencit Metablece una regla de experienc Segan la cual, aun pisando com ile ost un felpudo bordeado, cuando cog M glia muy gastado. hay Beli Ae pareiarse el pie ¥ caer. Pero ete $e mulacion tan sucinta. no Teh Serectamente Jo gue dice 1 eos pola, que adecuta la regla al oas0 °° ‘mucho mayor precist6n POF sentefo, es una mala guia. Bl fallo hace We Gescripeion mas concreta 10a) fetpude: Io eircundaba un Borde forma de tenea, que, por SY Gesgaste, se habia desprendido det elpudo en algunos puntos. Pere el desert no tal seguia acherido, de mode qe el desprendimiento ©S- torgba incluso a un ojo atento. Por 80; St it pisar el felpudo, la punta capes fio se meta enire el borde y el oueree, £8 facil enredarse ¥ se ay repesario saber todos estos pOrmeNe ‘para adecuar per cae ee pin regia clegida al caso y Jouras esi ie ‘conclusion de la Seite pudiera far. El Tribunal Supreme 108 incluyé a todos en Su ar- gamentacion, declarando que cualetler Telpudo desgastado come aquél. Bane al peligro de quedar con el ple enganchado Guano el saber expertencial y Tos hechos haste ahi conocides ne pareeen guardar inmediata consonancia, (3) 9 ‘solo pueda hacérselos eae gar modificande la regla. Hasta puede Curr & ‘a inversa, que él empeno en lograr una deduccién indiclaria ‘convincente tenga éxito si compen etan @ (ransforman corresponcientements 109 nechos con los core ee conecta la regla de experiencia dejando a = inalterada. A cuales See es necesanio transformar ambas, la base factica dela de- ‘duecién indiciaria y la regla de experiencia. EXAMEN DE LA REGLA DE EXPERIENCTA EN CUANTO A SU CONFIABILIDAD Generalidades. Hay conclustones experienciales de valider absolt ta. cea por ejemplo Ia regla en que se funda una coartada, segiin 18 ‘Gal nadie puede haber estado al mismo tiempo en dos lugares distite Suet Beaocemos también otras reglas de igual fuerza, como une ley - wee, Gaiversaltnente aceptada: valgan como ejemplo los principios de- a Moliados por la clencia en cuanto a los grupos sanguineos A. B y O. Que en ef estado actual de Ja clencia natural, son tan seguros que st validez tiene que aceptarse en todo caso concreto, ‘También puede estimarse inexpugnable Ia regia de que las Tine papas enn yes de es dein we eteena se ctezencian de — odes las demas La posibilidad de que haya dos personas con iguatesimpresiones digitales es, segin se ha calculado, de uno contra un sepellsn Claro esta gue a ‘certeza tan grande como la que proper- ona la dactiloscopia es relativamente rara. La mayoria de las conclu- ‘siones experienciales solo pueden, por si solas, proporcionar una ma- 7 i por si solas. i ‘Bi namere de casos qué deben observarse. El némera nuede tener HAHA G ag canna A Peano por io tanto. si el matertal experiencial permite, por su nimero, estar blecer una regla de experiencia en Ja cual pueda descansarse. Es muy probable que Ja regla de experiencia haya funclonado tam- bien en el caso que se investiga, si st validez ha sido siempre confirma ‘da por un gran ntimero de observaciones de hechos de igual naturale- ga. Mas si los casos que la respaldan son pocos. tal exighidad no factli- tara precisamente Ja consecucién de resultados experienciales con flables. Por el otro lado, no todo depende siempre del nimero de los echos de los cuales se deriva una determinada experiencia. Cuando Jos casos de probatura son relativamente pocos. podrn tener valor para el esclarecimiento si estan mas bien espaciados en el tiempo y se han producico en circunstancias disimiles. pero siempre con el mismo resultado. Algunas veces, dos o tres sucesos homogéneas recordados por el juzgador pueden ser titiles a tal fin, con el material experiencial que lievan mcorporado, siempre y cuando no sean casua- les, sino lipicos y ricos en claves para resolver el caso en cuestién. Hasta una vivencia unica puede, en circunstancias especiales, pro- poretonar ciertos conocimientos. si sus presupuestos y su desarrollo. son claros y puede considerarsela representativa de un numero mayor de hechos iguales. Ampliaeién artificial de la base experiencias. Cuando el material existente no alcanza, puede a veces completarselo mediante ensayos hechos a propésito del caso. Esto presupone que la situacion factica necesaria para practicar ese ensayo pueda crearse artificialmente. Los ensayos pueden ser practicados por un perito: y en los casos mas sim- ples ei mismo juzgador puede encargarse. Mas ese camino no seria transitable si hictera falta practicar obser- vaciones durante varios aftos, cuando la indagacion procesal tlene que estar concluida, a més tardar, en algunos meses. En las maquinas de construccion reciente y en los procedimientos técnicos novedasos se, requiere a menudo una larga practica para hacer aseveraciones sobre su effeacia. Resultados experienciales desequilibrados. La conflabilidad de una regla de experiencia depende también del grado de untformidad de los casos observables. Lo que cuenta es que todos sefialen en la misma direcci6n. Siel resultado no es lo suficientemente univoco, sera de poca utilidad que se hayan observado gran niimero de hechos. En cuanto las vivencias computables para establecer una regla experiencial sean coneretamente asibles, habra que sopesar si entre ellas hay casos que no confirmaron la regla. Stasi fuere, cabré compro- bar cual ha sido su frecuencia y campo de dispersién, y hasta qué punto divergen del resultado principal: si las divergencias no se debie~ ron tal vez a especiales ciccunstancias casuales y por lo tanto no amenguan la validez de la regia contemplada. Aveces, un examen més atento revela que el material experiencia! no encerraba en realidad contradicciones. Claro esta que si, a fin de ‘cuentas, sigue siendo disonante y desequilibrado, siempre habra dift- cultad en establecer una regla vigorosa. Algunas veces, ¢] material pa- 74 ERICH DOHRING ‘ece ofrecer varios principios experienciales discrepantes. En tales ca- ‘30s, el trabajo a realizar, cuando se aplique el saber experiencial, con- . siste ante todo en determinar cual de esas reglas discrepantes es la acertada, A veces el obstaculo se disipa si se indaga cudil de las dos normas divergentes ha de estimarse la mas fuerte, teniendo en cuenta todas Jas circunstancias. Es raro que sean iguales en fuerza. Con frecuencia, —una de elias tiene que considerarse la propiamente decisiva para el caso, pese @ haber clementos que se le oponen. Seleccién dudosa del material experiencial. El hecho de que se ~hayan abservado muchos casos en los cuales se Hleg6 siempre al mis- mo resultado. dice poco si ese material no representa un promedio solide y no es, por lo tanto, un fiel reflejo de la realidad. Semejante unilateralism puede producirse sin intervencién humana alguna, por a sola concurrencia de circunstancias externas. por ejemplo si las experiencias adquiridas en el servicio, de las cuales parte el juzgador, fueron adquiridas en el marco de una situacién especial, que siempre “wuelve a repetirse, y que, vistas siempre desde el mismo 4ngulo, son captadas con excesiva estrechez. El material puede seleccionarse también unilateralmente si la me- “moria del operante. dominada por una opinion preconcebida. escoge los casos de una manera tendenciosa. Esto puede ocurrir sobre toclo cuando estan en juego resentimientos nacionales 0 pasion religiosa. to puede impeler al juzgador a aceptar una regla desacertada, por- que. al tomar partido en su fuero interno, no logra sopesar los hechos desprejuiciadamente. Rectificaciéa de experienctas superades. Nuestro saber empirico 0 es, en la mayoria de los casos, definitive. En cualquier momento, pueden desvirtuarlo total o parcialmente observaciones nuevas. Algu: —nas veces, hubo conclustones experienciales, que por largo tiempo se tuviecon por totalmente seguras hasta que se descubrio que en algiin aspecto necesitaban rectificacion. Hasta reglas que, salvo pequenias fluctuaciones, permanecieron sin ser impugnadas por decenics 0 has- “a por siglos, pueden mermar en fuerza de convicein por influjo de nuevos factores reales que por largo tiempo no habia necesidad de computar. Hasta una regla tan firme como la que ensefa que toda ~erlatura tiene que haber sido engendrada por un hombre. es decir, que "uve que haber mediaclo un coite para que naciera. hoy sélo es condi- sionalmente valida, debido a la posibilidad de Ia insemimacién artifi- _fial __. Peto las vigjas experiencias pueden ser rectificadas no sélo en el mpo de las ciencias naturales, sino tambien en el de la psicologia. ~_La regia aparentemente tan convincenie de que un desharrapado 30 puede ser propietaria legitimo de un preciose anillo o de una valio- Sa maquina de escribir, no tiene ya validez flimitada en tiempos de ~Sustra..en los que muchos refugiados sélo pueden llevar consigo, al aulr, lo mas valioso que poseen, Del mismo modo ha perdido vigencia, por la situacién de Jos tiem- ~P0s, la regla de que quien compra en ia calle a un desconocido una ‘LA PRUEBA, 275 gran partida de cigarrillos, debié haber conocido el crigen illesto de ta mercancia, Dicha regla deja de ser valida sobre totio cuando los produc- tos tabacaleros estan racionados por la ley y en consecuencia séio pueden adquirirse en cualquier cantidad deseacia en el mercado ne- gf. Dadas esas circunstancias, hasta el duefio legitimo puede vere facitmente obligado, si quiere obtener mayores ganancias, a entrar en el mercado negroy ofrecer sus existencias a la venta en cltcunstanclas turbias. DISQUISICION DE CONTRAPONDERACIONES QUE PONEN EN DUDA LA CONCLUSION EXPERIENCIAL Necesidad de un examen detenido. La mayoria de las reglas expe- rienciales son pasibles de ctertas objeciones que hay que tratar de de- tectar en lo posible tempranamente, lo que sucle exigir considerable Perspicacia, imaginativa y capacidad combinatoria, Una vez determi- Radas las actuales contraponderaciones, el operante tiene que ocupar- sede ellas adecuadamente, pontendo en claro las dudas y reparas que, afin de cuentas, no resisten el analisis y dando validez a las objeciones fundadas. La prueba indiciaria s6lo puede estimarse inmune a todo a- taque. cuando todas las objeciones aptas para enervar su fuerza de conviccién ‘han sido'contempladas y sopesadas. La labor mental que cabe cumplir en tal caso puede ser ilustrada con el siguiente ejemplo, al que volveremos a referimnos con frecuentias mas adelante. Sobre una madre pesaba sospecha de infanticidto. Ella negaba el crimen. El principal indicio de un infanticidio premeditado (y ejecuta- do de conformidad) era que no habia adquirido nada para el ajuar del Debs. Partiendo de la experiencia de que una futura madre suele adop- tar esos preparativos, se dedujo de esa omision que la imputada habia tenido desde un comtenzo el propésito de matar a la criatura, Contraponderaciones generales, |. Aestaregla tal vez pueda replt- carsele que tales previsiones no son habituales en la region donde acontecié el hecho 9 en las condiciones sociales en las cuales vive la imputada y que alli una futura madre suele confiar mas en la ayuda de los vecinos 0 del Estado. Esta seria una contraponderacién de tipo general. Su finalidad es demostrar que la regla en cuestién no posee una valides tan general como la que pretende darle aquella formula~ ciGn y que, por lo tanto, slo es limitadamente aprovechable. 2, Similar seria ta objecion de que muchas mujeres (como podria serfo la tmputada) omiten adquirir un ajuar anticipadamente por un supersticioso temor de que. si se toman previsiones, la criatura no na~ cerd sana, Tambien este razonamiento tiende a senalar que ia regla es de validez limitada y que, en consecuencia, no rige en el caso presente. Pero aqui el circulo de personas dominado por ideas no conformadas ho esta confinado por Ja oriundez de una determinada regién o por Ia pertenencia a un determinade ambiente social, sino por la influencia de ideas supersticiosas, que pueden darse en cualquier parte y en los més diversos estratos sociales. Objeciones derivadas de lo especial de Ia situacién. 1.Si,en ele- Jemplo citado. la presunta infanticida aduce que se equivocd en un 276 Erich DOuRNG nies en el célculo de ia fecha en que previsiblemente naceria la criatura ¥ que por esa razén no habia adquirido aim ninguna pieza para el ajuar. la regla de experiencia, como tal, 10 es atacada. Por el contrarto, se presupone establecida, Lo que se abjeta es que no existe un presu- puesto tclto de ta regia de experiencia de que se hayan omitido las previsiones apropiadas a pesar de saber el momento del parto. Y en efecto, si esa condicién necesaria no esiuviera cumplida, la regla re- sullaria inaplicable, 2, Otra contraponderacién de naturaleza individual, que no toca la regla misma, pero que por razones especiales la torna inaplicable al caso. seria que la mujer habia tenido ya dos malpartos y que, por con- siguiente, habia omitido toda prevision contando con que tambien esta vez Ja criatura nacerfa muerta, 8. Mas personal atin seria la reflexion de que la imputada quizA no adopté ningun género de previsiones obedeciendo a una flema innata, Todas estas objeciones (Generales o especiales) son reparos a la aplicabilidad de la regla experiencial. que deben tomarse en serio. Para el defensor. pueden ser un medio avxiliar para desvirtuar la regla que contribuirla a probar la cuipabilicad del imputado. Pero tarabién sir- ven a la autoridad pesquisidora para demostrar que clertos elementos experienciales que podrian servir de descargo al imputado, no han es- taco en juego en el caso en cuestion. ~ Pose a las objeciones oponibles a la regla de expertencia, ésta puede yermanecer inedlume en el caso concrete. Lo que interesa es saber si ia regia, como tal, tiene un basamento firme o es de por si endeble, y también, qué peso tienen las dudas y reparos que se le oponen. AUR cuando la contraponderacién no pueda refutarse totalmente, la regia puede seguir siendo fuerte y tener gravitacin decisiva, Basqueda planeada de cbjectones actuales. Alguncs contraargu- mentos son de indole tal que el primero en natarlos es el misme alec- taco, que es también, por lo comin, quien los hace valer. Para volver a nuestro ejemplo. el error sobre la fecha del inminente parto seré adu- cido normalmente por la misma mujer. Pero el operante no ha de con- fiar ciegamente en que los implicados aporten de suyo esos materiales. Puede oourrir que la parte, por cualesquiera razones, no haga valer ni siquicra objeciones personalisimas. Por eso, ¢s necesarja tina vigilan- sia cauta, que palpe el terreno, sobre todo cuando el implicado, por su enorme excitacién, fata de inteligencia u otras circunstancias simila- res, tiene dificultades para colaborar cabalmente. El escolio de Ja postura unilateral del fuzgadoz. De cuando en Tuando, algiin prejuicio entorpece el examen prolijo de las contrapon- - ueractones hasta @ un operante probo. A esto puede legar, por ejer- Plo, si se ha formado ya una opinion firme, que considera indudable- mente acertada y que quiere a toda costa mantener. Bn tal caso, poda propender a dispensar excesiva atencion a elementos probatorios que apontan en la direceién que él desea, y a desculdar las ponderactones en contrario, Algunas veces. lo que lo impele a abrar de ese modo es na preceupacion, fincada en lo hondo dei inconsciente. de que un analisis muy detenido de las reflexiones divergentes podtia dificultar LA PRUEBA, 277 la soluetén de la cuestién de hecho que él estima acertada. Pero si la reconstrucetén del suceso tal como se la imagina el operante responde al verdadero estado de los heches, por lo comtin sera posible enervar las eventuales objeciones que se Ie opongan. Siempre hay que tener presente que sélo un concienzude examen de los contraargumentos permitira estimar si la solucin a que aspira el investigador es tan segura. que’es la Gnica que cabe considerar acertada. Algunas veces el juzgador no quiere hacer lugar a una objecién fan- dada, por no haber sido él quien advirti6 su significacién sino otro de los participes del proceso, que le llamé la atencién sobre ella. Mas a quien se haya acostumbrado a tiempo a la idea de que el imputado. el funcionario pesquisidor. el representante de la acusactén, el juez y el defensor estén todos llamados a colaborar activamente en el procedi- miento, no le costara mucho tomar en consideracién de buen grado las objeciones formuladas por otros. Claro esta que si las contrapondera- ciones justificadas se advierten recién hacia el final del procedimiento y obligan a darle una orientacién totalmente nueva, esto pucde exigir de la persona que lo dirige una cierta abnegacion. Seguridad engafiosa, El juzgador no debe dejarse engafar por la aparente contabilidad de una argumentacién, sino someter a probatu- ra silos distintos fragmentos de ia prueba indiciaria resisten un andli- sis severo. Tampoco debera tratar de derivar demasiadas conclusiones dewun solo indicio, A veces se atribuye, con clerta despreocupacion, un valor excestvo a determinadas senales. Se puede pretender demasiado del material probatorio por diversos motivos: esto puede deberse, entre otras razones, a una falta de entrenamiento del juzgador en el manejo de la prueba indiciaria, Otra causa frecuente de deducciones indiciarias defectuosas es la despreocupacion con la cual se asigna valor determinante, sin mayor examen, a elementos subjetivos que se han introducido en la argumen- tacién. Aveces cs imposible evitar que se infiltren por aqui y por alla en la determinacién de los hechos, Mas esto no debe intranguilizar al ope- rante, quien debe esforzarse por objetivarios mediante un examen eri- tico, Su deber es escrutarios, en cuanto sea posible, baséndose en puntos de apoyo exactos que proporcionen certeza, Sélo entonces habré espe- ranza de lograr un resultado en el que pueda descansarse. Los aven- tureros que se fian ciegamente de su intuicton no son idoneos para indagar hechos, y menos en el campo de la prueba indiciaria, CONSIDERACION DE Le ATIPICO. El problema. Aungue en muchos casos conduce a descubrir el ver~ dadero estado de los hechos, la expertencla no puede constituir el Gnt- co tendel del averiguamiento. Con frecuencia, el saber experiencial sélo puede dar cl marco general dentro del cual hay que tener en cuen- ta las pecullaridacies del case no contenidas en el material de Ja expe- riencla. E] juzgador sélo puede estar seguro del éxito si, ademas de las re- glas generates de experiencia, contempla también la singularidad det caso, En cada oportunidad tiene que examinar si hay puntos de apoyo 278 ERICH DOHRING "para pensar que la regla general derivada de anteriores observaciones tal vez no se reafirme aqui Podria pensarse que las pecultaridades del caso s6lo tendrian excep- clonalmente significacion conchiyente y decisiva para la determinacién correcta del estado de los hechos. Pero el investigador dificilmente po- Grd ahorrarse la tarea de ajustar sus obvervaciones a Ia captacion de factores individuales, Por el contrario, debera poner en ellos especial culdado para crearse un contrapeso a Ja potente fuerza sugestiva de las reglas de experiencia. Esta ¢s a veces tan potente que ahoga cuales- quiera ponderaciones que estén en pugna con dichas reglas. Hasta a tun practico avezadlo, las modernas relaciones de masas le hacen dificil no perder de vista que la vida se desenvuelve no pocas veces en diver- gencia de lo habitual, y que quiza la configuracién opuesta a lo obser- vado hasta ahora haya devenido realiciad en el caso que se investiga. Esto no quiere deotr que el juegador deba prestar atencién preferen- te a lo que se aparta de la experiencia. Por el contrario, dado el gran numero de sucesos que tiene que tratar, stempre debe volver a partir del desarrollo habitual, y muchas veces eso sera lo atinado. Pero nan- ca deberia descartar por completo lo improbable. Debera tener el valor de apoyar lo que se opone a la regla si el estado de las cosas asi lo acons¢ja, Esto vale no solamente para la investigacion de hechos fisi- cos, sino también para la clarificacién de hechos producidos en la psi- que. Configuraciéa atipiea de procesos animicos. Justamente en és- tos es muy facil que las pecullaridades no contenidas en la regla de experiencia configuren lo caracteristico del caso. Muchas veces, claro esta, sora de suponer que seves humanos colocados en una misma situacién experimentaran Ins mismas sensaciones y actuaran de igual manera, Una misma situacion provoca a menudo reacciones concor- dantes incluso en personas de diferente manera de ser. Algunas veces hasta podré decirse que, en tal sttuacion, todas las personas mental. mente sanas suelen reaccionar del mismo modo. La conclusion de que también en el caso sub examen el implicado habria obrado asi, resulta especialmente convincente si éste no ha mostrado hasta entonces in- clinacion por una condueta caprichosa o extravagante. Por el otro lado, suponer que una determinada experiencia psicol6- gica se ha visto nuevamente confirmada en cl caso que se investiga, a menudo sélo es justificada con reservas, porque todo ser humano es un ente de clerto modo desconocido y en més de un aspecto imponde- rable, que tal vez justamente en la relacién que se considera no se somete a las normas habituales de conducta, Por tal razon, el operan- te tlene que sopesar a fondo hasta qué punto su caso esta sometido a las reglas de experiencia tradicionales. Claro esta que el saber experiencial no es dispensable siquiera en los complejos de hechos muy especiales. Hasta en las configuractones de cardcter netamente singular hace falta recurrir a ctertas experien- clas generales, mas solo en aquellos puntos que no han sida predeter- minados decisivamente por la singularidad del estado dle cosas. La PRUEBA 279 En un efemplo tomado de Ja jurisprudencia se tratsba de establecer si el imputado habia abusado en cterta ocast6n de una jovencita. Esta- ba comprobado que ambos se habian encontrado en una situacién muy tentadora para eso. El tribunal inferior consideré probacio el abu- 80, fundandose en que, dado et bajo nivel actual de la moral, habria contradicho a toda experiencia si el imputado, a la sazén en la flor de Ja vida, no hubiera intentado al menos tocarla deshonestamente. No se profundizé en el examen ni en las cualidades morales del imputado, ni en su capacidad de resistir a Ja tontaciOn que debio sentir en aque- Ula oportunidad. EI tribunal superior, en cambio, sehalé con acierto que un abuso deshonesto no podia c.nsiderarse probado con una argu- mentacion basada sélo en la experiencia media general. En una causa penal por accidente de transite (para dar otro ejem- plo mas) habia que aclarar sf el conductor acusade, en vez de conser var su derecha, habji: vireulado por el centro le Ja carretera, 21 tribu- nal inferior lo considerd probado, basandose en la experiencia de que en las calles tan estrechas Ia mayoria de los conductores circulan pot el centro. Pero la ponderacién de que las circunstancias invitaban a usar el centro de la caleada en contravencién a la ley, es un argumento débil mientras no se haya estudiado mas detenidamente, la personali- dad el conductor. Tal vez éste era una de aquellas personas, concientes del deber. que saben restsiir a las tentaciones en una situacién con- creta. 0 tal vez tuvo otras razones para comportarse correctamente, siempre o en ese aspecto concreto, ~ En algunas ocasiones. la influencta de la tdtosinorasia del individuo sobre su conducta impide formarse una regia de experiencia firme. En otros casos, se puede establecer una regia general, pero sin mufirla de mayor fuerza de conviccién, Cuan cautamente hay gue proceder al juzgar el acontecer psiguico sobre la base dei saber experiencial, puede flustrarlo el siguiente caso: El reo estaba acusado de homicidio. No negaba el hecho, pero adu- ia, en su defensa, que la victima lo habla amtenazado, antes de que él Ja estrangulara, con denuncierlo por un determinado delito. BI tribu- nal de jurados no le crey6, estimando que tal amenaza habria sido “totalmente insensata” por parte de la occisa, por cuanto ella, al hacer Ja denuncia, se habria expueste igualmente a la accién penal. Quiere decir que tos Jueces partian de la experiencia psicologica de que nadie amenazara seriamente con una denuncia criminal, si, al hacerlo, se expone a si mismo a la accién de la Justicia. Sin embargo, por mucho que valga este razonamiento, no permite tampoco establecer una regla absoluta. Existen situactones en las cua- les ya no juega la natural consideracién que se tiene al bienestar pro- pio. La occisa pd haber amenazado bien en serio al acusado con denunctarlo, pese al considerable perjuicio que le habria deparado a ella misma, si una grave amargura o un fuerte animo de venganza la hhabian hecho aceptar el eventual dafio que sufriria en carne propia. La regla general de que nadie formulard una denuncia contra s{ mismo. es en el fondo, correcta. Pero su fuerza de conviccién no es plena, salvo que al mismo tiempo pueda aducirse que no habia razones para supo- ner pequetio el dafo propio 280 ERICH DOHRING i ei Nunea debe partirse esquematicamente del supuesto de que los im- | plicados hayan meditado sus actos ciftendose a una logica estricia. y | obrado de tal modo que captaran intelectivamente las oportunidades: favorables, La practica judicial conoce no pocos ejemplos en gue las partes actuaron de una manera que contradecia toda sana logica. El investigador tiene que recordar esto cuando medie sospecha de que asi hava ocurrida. En el proceso civil también son frecuentes Ios casos en los cuales la idiosinerasia de un individuo lo hace apartarse del proceder corriente. Si un marido ha violado groseramente sus deberes conyugales, y su mujer, aunque sabedora cle! hecho, se presta al conoubito, pueden ha- ber dudas de si esto ha de interpretarse como un “perdén® en el senti- do que le atribuye Ja ley. Por la experiencia general de la vida, se suele | decir que si y normalmente también Io sera. Pero la suposicion de gue permitir el ayuntamiento implica perdonar los desvios del conyuge, no es siempre irrefragable. Puede ocurrir que, por la singu- Jaridad del caso, esa bien atestiguada regia no sea aplicable. Tambien en otros casos, Ja cuestién de si una determinada conducta del cényu- ge ofendido ha de interpretarse como perdon, muchas veces sdlo pie de recibir respuesta adecuada si se consideran debidamente la idio- sinerasia personal de ese conyuge y las circunstancias especiales, zFia de interpretarse como perdén de un adulterio, st la mujer visita luego nila prision a su marido, condenado por una serie de destaicos? ,Quién poéra decir, no ofreciendo las demas circunstancias puntos de apoyo Seguros para un juicio, qué paso por la mente de esa mujer cuando se decidié a hacerlé la visita? Tal vez su propésito s6lo fue escrutar las Posibilidades de que su marido cambiara de actitud, y Ia conclusion a que llegé fue negativa. Tal vez, por sus ideas, creyd un deber de huma- nidad tener ese gesto, sin pensar en perdonarlo, La multiplicidad de emociones humanas, la diferencia de caracteres y temperamentos, obliga muchas veces a contemplar, precisamente cuando se esclare- cen estados de hecho psiquicos, posibilidades que no condicen con una bien atestiguada regia de experiencia. Valor iimitado de las experiencias abonadas por estadisticas. Es singularmente tentador descuidar -sin buena raz6n- las peculiari Gades del caso, cuando las experiencias que se consideran cuentan con el apoyo de material numérico. Al hombre moderno Jos datos esta- Gisticos pueden parecerle tan convincentes, que les asigne un valor exagerado. Con demasiata facilidad se olvida que esos datos tiene que Partir siempre de un cierto término medio, cuyo valor de verdad puede estar considerablemente amenguado por ia indole del material faetico subyacente y por el procedimiento de valoracion aplicacia. Un pasajero habia caido de un tren en marcha. En el proceso por indemnizacion de datos que se siguid al ferrocarril del Estado. éste tratd de probar la culpa de la victima presentando un cuadro seguin el cual todos los aecidentes de esa clase ocurridos en un determinado espacio de tiem. Pp, resultaron deberse, en cuanto fueron esclarecidos, a una culpa grave del pasajero. Pero la Corte Federal de Justicia destacé que cabia imaginar causas muy diversas para explicar la calda de un pasajero de un tren, en las que éste no fuera culpable. Por lo demas, las estadisti. cas presentadas tampoco eran singularmente convincentes, por cuan- LA PRUEBA 281 to de ellas no se desprendia qué habia sucedido en Ios casos que se declaraban no esclarecidos, de los cuales un alto porcentaje podria corresponder a accidentes en Jos cuales la victima no era responsable, Algunas veces, el material en el que se basam las estadistiea’s pro- viene de un émbito espacial estrecho, no determinante, en consecuen- cla, para otras regiones y sus habitantes, cuya idiosincrasia es distin- ta. Otras veces. e! campo de observaci6n de los estadisticos es tan vas- to gue se abarcan circunstancias y condiciones totalmente distintas, lo que aminora considerablemente las perspectivas de lograr un resul- tado que haga justicla al caso. En consecuencia, la estadistica, por valioso que pueda ser si auxilio, no puede proporcionar, por Io co- mun, resultados irrefutables, sino tan solo ciertos puntos de apoyo cuya utilidad en el caso conereto corresponde examinar en cada opor- tunidad. La conclusion Determinacién de la certeza que le es inherente. Hemos contem- plado primeramente el hecho indiciario como tal y luego considerado Ja function del saber experiencial en la formacién de la prueba indiciaria, Abora pasamos a estudiar Ia fase final del proceso mental, la conclu. sin, que concatena al hecho indiciario con la regla de experiencia. Su confiabilidad debe sopesarse en cada caso. Nunca se entiende por si sola, aunque el hecho indiciante esté lo suficientemente probado y la aplicabilidad de Ia regla de experiencia al estado de hechos que se investiga no ofrezca duda alguna. La ley, como es légico, nos deja en Ia estacada también en este aspecto, La jurisprudencia suministra pocas ayudas directas. Queda pues, en primer término, a cargo de la teoria elucubrar los principios generales. Hay casos, es cierto, en Tos cuales la conchusién como tal no encic- Fra riesgo de error. Pero la conclusién indiciaria es muy a menudo tur- ada por todo tipo de dudas. Las dudas acerca de su validez pueden resumirse en esta pregunta, que el jucgador siempre tiene que forrau- arse ghasta qué punto la conclusién ha de estimarse concluyente? El investigador tiene que examinar cuan estrecha es, segtin la experien- Cia, la conexion entre el hecho indiciario y el hecho a determinar. Tiene que sopesar si los liga una conexién tan duradera que, en el caso que se investiga, pueda deducirse del indicio la existencia del hecho a pro- bar. Siempre hay que pensar si, pese a los signos existentes, quizé muy fuertes. que sugieren una determinada configuracién de las co- sas, éstas no pueden haber sido distintas. Bloperante no debe estar évido de dudas, pero si examinar concien- audamente aquellas que surjan, Deberd guardar el respeto por la mul- tiformidad de la vida y computar las muchas posibilidades que ella le reserva, Cuando haya dudas dignas de consideracién seria ¢ indisi- pables aun por la meditaciOn intensa, el investigador tiene el deber de sacar resueliamente las consecuencias gue correspondan 282 Each DOARING Cuando un indicio acusador parece a primera vista convincente, corresponde examinar si no se compadece también con la inocencia del sospechoso. A la inversa, un indicio de descargo obliga a pensar et, dadas las circunstancias del caso, el imputado no podria tambien ser auior del hecho. Frecuente debilidad de Ia conclusién indiciaria. Aun cuando la conclusién sacada con ef auxilio del saber experiencial parezca bas- tante conflable, por regia tampoco es concluyente. Sobre todo cuando los hechos son complicados, al resultaco le falta frecuentemente la univecidad plena: lo mismo ocurre con los acontecimientos que pre- sentan fuertes singularidades. En muchos casos, ia conclusién indiciaria singular sélo proporciona una mayor o menor verosimilitud. El grado de esa verosimilitud debe ser clarificado en cada caso. St el investigador quistera facilitarse demasiado la tarea, correria peligro de convertir en base principal de su decisién a indicios cuyo sélo efecto es servir de apoyo. y viceversa. Es necesario que, por un lado, se tenga plenamente en exenta la fuerza de la deduccion indiciaria, sirva ésta de descargo o de cargo, y, por el otro, no se sobreestime su valor proba- torlo, Solo st el juagador sabe estimar acertadamente el peso de la con- clustén, podra insertaria en el cuadro general, conforme a su significa- ton. Seaales probatorias anfibologicas. Algunas dificultades ofrecen en ese aspecto los indicios pasibles de dos interpretaciones, que pue- den emplearse tanto en un sentido como en el opuesto (por ejemplo como cargo 0 descargo del imputado). ‘Ue henil es consumido por un incendio aparentemente sntenciona- do, Poco antes de que el incendio estallara, el duefo habia estado oct- ado en el interior del recinto, Esto podria ser un indicio de que fue él Quien to provocd y, si a esto se afiaden otras sefiales corroboradoras, Ja conclusion sera de cierto modo justificada. Pero de la misma mane a podria deducirse que un incendiario no tiene necesidad de estar hasta el ultimo momento en el lugar del hecho, y que es més légico que hubtera dispuesto artefactos incendiarios de tlempo, y salido luege de viaje para tener una buena coartada. Esos indicios anfibolégicos son frecuentes, y se dan principalmente cuando la cireunstancia indicial sugiere una explicacién compatible también con la concepeién opuesta, o sea que se amolda también a ésta. 0 por lo menos no es dbtce para ella. Algunos indicios son, en ver- dad, argumentos de apuro empieables como material de relleno. Son. tan maleables que dificiimente suscitan objeciones setias. Su conso- Rancia con Ja concepeion global en la que el juzgador basa sus conclu. stones no dice nada en el fondo, y no puede, pot Jo tanto, considerarse confirmacién de la misma, Son estas las sefiales probatorias de las cuales se ha dicho, no sin razén, que, sin comprometer a nadie, se entregan como una ramera a quien quicra servirse de ellas. | Algunas veces, todos los hechos encuadran perfectamente en la su- Posicion de que el autor del delito es A. Pero por ultimo, quizé por una casualidad, se descubre que es B. No pocas veces resulta lego que los indicios que parecfan sindicar con tanta seguridad a A como autor del mte, adel Psi, ‘ser bla as- ido la a ja a LA PRUEBA 283 ‘hecho, se compadecen también perfectamente con la auditoria de B, de modo que, en realidad. no tenian un valor probatorio decisive de la culpabilidad de A. En [a practica, a todos les toca conocer tales casos. que luego permiten estudiar, una vez aclarade el asunto, cuales fueron Jas fallas de la argumentacién que hicieron parecer tan convincente una deduccién indiciaria equivocada. Observacién de una pluralidad de indicios concuzrentes Necesidad de un examen aislado, Habiendo muchas sefales pro- batorias de un mismo punto, cada una de ellas tendré que ser exam nada, como primer paso, en cuanto a su valor intrinseco, Es cterto que elinvestigadar no puede perder de vista tampoco en las primeras eta pas su efecto conjunto. Pero la probatura aisiada debera tener privan- za, En cualquter caso no del todo simple. seria peligroso sal juzgado ‘sara de una vez todo el material existente sobre un determinado pun- to, ¢ intentara forzar. por asi decirlo, el resultado final. deduciendolo enuna sola operacioa, Descomposicién de las seftales probatorias segiin criterios obje- tivos. Con frecuencia, el material puede agruparse sin mayor esfuerzo una vez ordenado y tras haberse asignado a cada indicio su lugar. Cuando éste no sea el caso, habra que dar ubicacion a cada uno de los clementos sobre ta base de una minuciosa ponderacién. Cuando hay que esclarecer si el imputado ha cometido un determi- nado hecho, las sefiales probatorias sobre cl momento y el lugar de la comisién formaran un grupo cerrado; otro tanto, los elementos proba- torios que dan a entender que el imputado estuvo en ese lugar. y los indicios que sugleren una colaboracion indirecta en la comisién del delito, etcétera. Dentro de esos grandes grupos pueden formarse a su vez subgrupos con cferta cantidad de sefiales probatorias, para mejo- rar la vision de conjunte. El numero de indicios y su importanela para ia apreciacién de Je prueba. Cuando se estima el valor que tienen en su conjunto fas sefiales probatorias de una circunstancia, lo que mas cuenta es su calidad. si bien su ntimero no es del todo indiferente, En el sigio XIX se atribuyé generalmente excesiva importancia al numero. También legislador trat6 con frecuencia de Ajar un nlmero minimo de indicios necesarios para la determinacién de una circunstancia, sin considera. cion a las peculiaridades dei caso. De ese modo, se creia poder evitar falas en el mangjo de la prueba indiciarta, Mas esto no dio resultados, significativos. Es cletto que st los indicios que apuntan’en una misma direceién son muchos, la conclusion en ellos fundada también gana en verosimi- litud, Pero deben ser también lo suficientemente contundentes en st Conjunto, Mas importante que el ntimere es asimismo la precision con la que los indicios se ensamblan en Ia conexién global. su mayor 0 menor alcance y por Gitimo a incependencia y autonomia que cada sefial probatoria poses con respecto a las demas.

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