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( ANTHONY BATEMAN
PETER FONAGY
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( TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓ
( PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
( Una guía práctica
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BIBLIOTECA DE PSICOLOGÍA
D esclée De Brouwer
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Título de la edición original:
MENTALIZATION-BASED TREATMENT FOR PERSONALITY DISORDERS
A Practical Guide
© 2016 Oxford University Press (
Great Clarendon Street, United Kingdom

Traducción: Fernando Mora


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Corrección técnica a cargo de Pedro Sanz-Correcher y
Nuria Tur Salamanca índice ,
(
C ualquier forma de reproducción, d istribución, com unicación pública y (
transform ación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de
sus titulares, salvo cxcepción.prevista por la ley. (

D iríjase a C E D R O (C entro Español de D erechos R eprográficos -w w w .


cedro.org-), si necesita fotocopiar o escanear algún fragm ento de esta obra. (

Prefacio 9
(
EDITORIAL DESCLÉE DE BROUW ER, S.A., 2016
(
Hcnao, 6 - 48009 Bilbao PARTE I
www.edesciee.com El m arco d e la m en talización (
info@.edesclee.com (
1. ¿Qué es m en ta liz ar? .......................................................... 27
EdicorialDesclee (
2. U tilizar el m odelo de la m entalización p ara entender í
<®EdDescíee
el tra sto rn o de la p e rs o n a lid a d ......................................
75 (
Mentalization-Based Treatment F ot Personality Disorders. A Practical Guide was 3. C o m o rb ilid a d ..................................................................... 133 (
originally published in English in 2016. This translation is published by arrangem ent
wich O xford U niversity Press. Desclée De Brouwer, S.A. is solely responsible for this 4. Evaluación de la m entalización...................................... 165 (
translation from che original work and O xford U niversity Press shall have no liability (
for any errors, omissions or inaccuracies or am biguities in such translation or for any PARTE II (
losses caused by reliance thereon. La práctica d e la m en talización .

5. La e stru c tu ra de la terapia b a sad a en la m entalización . . . . 223 1

6. Posición del te r a p e u ta .................................................................. 273


Impreso en España - Printed in Spain
ISBN: 978-84-330-2875-4 7. Principios p a ra el terap eu ta m en ta liz ad o r...............................307
Depósito Legal: BI-1256-2016
Imprenta: RGM, S.A. - Bilbao 8. E l foco de la m entalización: apoyo, em patia y validación. .. 345
TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

9. El foco de la m entalización: clarificación, elaboración


del afecto, foco afectivo y d e sa fío .............................................. 365

10. El foco relacional de la m entalización: indicadores


transferenciales y m entalización de la relación ...................... 395

PARTE III
Grupos de m entalización Prefacio
11. G rupo de Introducción a la MBT (MBT-I).............................. 417

12. Terapia de grupo basada en la m entalización (MBT-G) . . . . 489

13. El trasto rn o antisocial de la personalidad: m entalización,


MBT-G y problem as clínicos com unes..................................... 541

El objetivo de nuestra p rim era «guía práctica» la Terapia basada


PARTE IV en la m entalización (de ah o ra en adelante MBT, p o r sus siglas en
M entalización de los sistem as inglés) aspiraba a proporcionar u n relato completo, accesible y com ­
14. M entalización y familias: el program a de apoyo prensible de la MBT tal com o se aplica en la práctica clínica diaria.
y entrenam iento p ara fam ilias y cuidadores (FA C T S)......... 589 E sperábam os que el libro, en conjunción con un entrenam iento adi­
cional lim itado, consiguiese que los terapeutas se sintiesen m ás segu­
15. M entalizar el sistem a....................................................... 615 ros de que lo que ad m in istrab an en su práctica clínica era MBT o,
cuanto menos, lo pareciese. Sin em bargo, a lo largo de los últim os
Lecturas adicionales reco m en d ad as................................................ 647 años, se h a puesto de m anifiesto que no habíam os sido suficientemen­
te específicos acerca de algunos com ponentes del modelo, tal vez por­
Indice de té r m in o s .................................................................... 651 que nosotros m ism os aún no teníam os claro cuáles eran los aspectos
m ás o m enos esenciales de la MBT; y, de ahí, la necesidad de u n libro
com pletam ente nuevo. Asimismo, los fundam entos teóricos de la
MBT, la estru ctu ra del tratam iento y algunas de las intervenciones
recom endadas p a ra prom over la m entalización, necesitaban ser acla­
rados. Esperam os que esta nueva guia práctica esclarezca algunos de
los elementos m ás confusos de la MBT.
Más im portante incluso, p ara justificar la necesidad urgente de
una nueva guía práctica, es que la MBT h a cambiado a lo largo de la
últim a década, y el m odelo y su aplicación clínica están siendo actua­
lizados continuam ente por la nueva com prensión derivada de la inves­
tigación. De hecho, la MBT «parece» claram ente diferente ahora, si lo
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10 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

comparam os con hace una década y, sin duda, será diferente de nuevo trastorno de la personalidad y encaja cóm odam ente en el cam po de
dentro de otra década. No obstante, albergamos la esperanza de que acción de psicoanalistas y terapeutas de conducta radical, todos los
los componentes básicos aquí descritos se m antengan como pilares cuales lo h a n adoptado en mayor o m enor m edida. Por últim o, la
fundamentales de la evolución futura. En nuestro intento de exponer MBT empezó, y así h a continuado, com o un tratam iento firm em ente
el modelo con mayor precisión, el libro ha aum entado su tam año, pe­ arraigado en la investigación, lo que nos h a proporcionado pruebas
ro esperamos que esto no desanime a los lectores interesados. muy necesarias de su eficacia, aum entando el interés de los investi­
gadores y haciendo que los profesionales interesados argum enten a
La MBT ha tenido m ás éxito de lo que nunca hubiéram os espera­
favor de su aplicación en los complicados servicios clínicos.
do, y quizá m ás del que merece. Aunque fue desarrollado inicialm en­
te para el trastorno límite de la personalidad, se utiliza ahora para (
tratar a pacientes con una am plia gama de trastornos. Sin embargo,
Introducción y resum en de la Terapia basada (
con la excepción de la MBT para el trastorno antisocial de la persona­
en la m entalización ^
lidad, en el presente libro no abordam os las adaptaciones para otros
trastornos. Este libro contiene un esbozo del m anual utilizado en la La siguiente sección del prefacio introduce al lector a la MBT. (
actualidad como base para un ensayo de investigación acerca de la N uestra recom endación es que se lea antes de em barcarse en el estu- ^
MBT aplicado al trastorno antisocial de la personalidad. En lo que dio de los capítulos subsiguientes. Su objetivo es o rien tar al lector en ^
respecta a otras adaptaciones -com o, por ejemplo, el MBT para las el m étodo terapéutico global, con la esperanza de que posibilite u n a
peí sonas con TCA, abuso de substancias, depresión y las autolesio- lectu ra crítica de la inform ación m ás d etallad a co ntenida en los (
nes en adolescentes-, estas se describen en una publicación anterior capítulos posteriores. (
(Bateman y Fonagy, 2012).
La MBT es un tratam iento estructurado con una trayectoria cui- (
La popularidad de la MBT exige una m ínim a explicación. En pri­ dadosam cnte gestionada en térm inos del periodo de tratam iento -que (
m er lugar, los terapeutas entienden fácilm ente las ideas que susten­ abarca de 12 a 18 m eses- y del m arco de las sesiones. El tratam iento, f
tan el modelo y reconocen que la prom oción de la m entalización es cuyo objetivo es increm entar la resiliencia de la capacidad de mentali-
algo que ya ponen en práctica en su trabajo clínico, brindándoles, zación individual, se adm inistra en form ato individual y grupal.
por consiguiente, un m arco m ás claro p ara sus intervenciones clíni­
Son m uchas las técnicas que increm entan la capacidad de m en­
cas. En segundo lugar, tiene una am plia aplicación enraizada en la
talización de los pacientes, y existe u n a am plia gam a de procesos (
psicología del desarrollo y la cognición social. En consecuencia, las
psicoterapéuticos que facilitan la m entalización. E n consecuencia, (
intei venciones m entalizadoras h a n pasado a form ar p arte de una
la MBT se superpone con u n a serie de «denom inadas» terapias, que ^
am plia gam a de tratam ientos utilizados en diferentes etapas de la
van desde las terapias m anifiestam ente cognitivas a los tratam ien- ^
vida, desde la relación m adre-bebé, la adolescencia, pasando p o r la
tos explícitam ente psicoanalíticos. La diferencia clave entre ellos
edad adulta, hasta la vejez. En tercer lugar, la MBT fue desarrollado
reside en el m ayor o m enor énfasis en la m entalización com o objeti- ^
como un tratam iento psicológico p ara ser adm inistrado p o r profe­
vo del tratam iento. ^
sionales de la salud m ental no superespecializados, haciendo factible
que personas sin una form ación terapéutica especializada lo pudie­ El núcleo de la MBT consiste en reactivar la m entalización cuan- (
sen aprender de un modo relativam ente fácil. En cuarto lugar, la do esta se h a perdido, m antenerla cuando se h alla presente y aumen- (
MBT se solapa considerablem ente con otros tratam ientos p a ra el ta r la resiliencia de la capacidad individual p a ra preservarla cuando, ^

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12 TRATAM IENTO BASADO EN LA M E T A L IZ A C IÓ N PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

de otro modo, se perdería. En el caso de las personas con trastorno el cam ino hacia u n a m ejor m entalización se desarrollan y se enfocan
lím ite de la personalidad, el área clave de vulnerabilidad a la pérdida de m anera conjunta. Los objetivos no pueden ser solam ente los del
de m entalización es el dom inio interpersonal y, por tanto, la relación paciente, a pesar de que sus m etas tengan prioridad siem pre que no
paciente-terapeuta constituye un área im portante de escrutinio. se opongan al proceso global de tratam iento.
En resum en, en ocasiones, el paciente experim enta un poderoso El proceso de evaluación y de preparación al tratam iento dispone
afecto m ientras se focaliza en los problem as identificados durante al paciente para el tratam iento en sí. La evaluación conlleva la deli­
las sesiones individuales o grupales, y su m entalización parece ver­ m itación de las vulnerabilidades de m entalización del paciente y una
se restrin g id a o suspendida, siendo inadecuada la com prensión del form ulación com partida que incluya detalles específicos acerca de
paciente del m odo en que los estados m entales se vinculan con la sus patrones de apego y de las áreas de vulnerabilidad a la disregu­
conducta. E l terap eu ta se ocupa de esto a través de u n proceso lación emocional. Aunque eso es algo que debe ser entendido p o r el
e stru c tu ra d o (la trayectoria de la intervención d u ran te la sesión) paciente, atañe tan to al paciente com o al terapeuta. No es bueno que
de (a) em p atia y validación, (b) clarificación, exploración y, en su lo entienda únicam ente el terapeuta -quien puede tener u n a conside­
caso, desafío, y (c) seguim iento de un proceso e stru c tu rad o p a ra rable capacidad para d ar sentido a los problem as del pacien te- por­
e x p an d ir grad u alm en te la m entalización y a n im a r al paciente a que eso supondría que la no m entalización del paciente está siendo
identificar los estados m entales h a sta ese m om ento fu era de su sustituida por la m entalización del terapeuta, lo que va en co n tra de
conciencia. E l proceso se atiene, principalm ente, al aq u í y ahora de un principio evidente de la MTB. La no m entalización del paciente
la sesión, p ero cada vez m ás, en la m edida en que m ejora la m enta­ no puede satisfacerse con la m entalización del terapeuta, sino que
lización del paciente, a b o rd a las relaciones nucleares de apego, solo puede ser puesta en m archa m ediante la «activación» de la m en­
incluyendo la form a en que estas se activan con el terap eu ta y las talización en el paciente. La form ulación es un trabajo continuo que
figuras clave en la vida del paciente y el m odo en que influyen en la puede cam biar en cualquier m om ento. Un G rupo de Introducción a
m entalización en sí. La m ejora de la m entalización p erm ite que el la MBT, de entre 10 y 12 sesiones, ayuda al desarrollo de la form ula­
paciente afronte, poco a poco, las representaciones distorsionadas ción, cubriendo todas las áreas de la m entalización, es decir, los pro­
de sus relaciones personales. cesos de apego, el trasto rn o de la personalidad, la gestión de las emo­
ciones y el tratam iento en sí. Este trabajo preparatorio supone que
Ante todo, la MBT es colaborativa. Nada puede o c u rrir sin un diá­
el paciente sabe a qué se enfrenta al tra tar de abordar su problem a
logo conjunto que tenga en cuenta las experiencias m entales y las
y es plenam ente consciente del m étodo y el enfoque del tratam iento.
ideas tanto del paciente como del terapeuta. El proceso de m entaliza­
ción requiere u n auténtico deseo de entender los procesos m entales Después del trab ajo preparatorio, se ofrece al paciente la MBT
de los dem as y de uno mismo, y eso se aplica igualm ente a paciente y individual y/o grupal. Al principio, esto se organizaba en torno a un
terapeuta. Así pues, el terapeuta MBT se centra en la m ente del pacien­ program a de 18 m eses con sesiones grupales y sesiones individuales
te e intenta com prender la experiencia de este. De igual modo, se pide cada sem ana. Sin em bargo, no disponem os de evidencias de que esta
al paciente que trate de hacer lo m ism o en relación con el terapeuta sea la configuración óptim a o la duración m ás adecuada. E n conse­
como, por ejemplo, «¿por qué quiere mi terapeuta que ahora me cen­ cuencia, la MBT se ad m in istra en la actualidad en periodos m ás bre­
tre en esto?», lo que es equiparable a «¿porqué, en este momento, no ves y tam bién com o terapia individual o terapia grupal independiente.
quiere mi paciente centrarse en esto?» El proceso terapéutico tiene D eberíam os considerar, no obstante, que estas m odificaciones en el
que convertirse en un esfuerzo com partido. Los objetivos iniciales en m odelo de investigación tienen u n carácter experim ental.
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14 TRATAM IENTO BASADO EN LA MEN’TALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD


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Al principio del tratam iento, se establecen con el paciente unos general, la m entalización es óptim a cuando las dim ensiones -com o,
objetivos claros. El objetivo inicial es p a rticip a r y com prom eterse p o r ejemplo, de la emoción y la cognición o de la representación del (
con el tratam iento, lo que va acom pañado de un acuerdo p a ra tra ta r otro y de uno m ism o- están equilibradas y perm anecen inactivos los
de reducir las actividades nocivas y las conductas autodestructivas y, (
m odos no m entalizadores. La clave para el terapeuta es perm anecer
siem pre que sea posible, estabilizar las circunstancias sociales. La siem pre alerta al desequilibrio y la falta de flexibilidad desde el punto <
m ejora de las relaciones personales y sociales, aunque es un objetivo de vista de estas dimensiones para ver si hay alguna de ellas operando
a largo plazo, tam bién se detalla en la form ulación de la evaluación en un modo no mentalizador. La presencia de una dim ensión o un
-v se trabaJa durante todo el tratam iento. Con el fin de desarrollar la m odo no m entalizador es un indicador de que la intervención es im­
form ulación, el terapeuta identifica los tem ores relaciónales m ás perativa. En segundo lugar, el terapeuta m onitoriza cuidadosam ente
com unes, com o el abandono, por ejemplo, que estim ula el sistem a de los niveles de arousal, asegurándose de que la ansiedad no es ni de­ t
apego del paciente y desem boca, en sus interacciones interpersona­ m asiado baja ni dem asiado alta, ya que am bas interfieren con la m en­ (
les, en el uso de estrategias desadaptativas de apego. La identifica­ talización. E n tercer lugar, se m antiene el foco de la sesión m ientras (
ción y el reconocim iento de estas estrategias y patrones se llevan a el terapeuta siga advirtiendo puntos vulnerables de la m entalización,
cabo al principio del tratam iento p ara que puedan, cuando resulte (
bien en relación con los eventos de la vida del paciente o con la sesión
apropiado, convertirse en el foco relacional del tratam iento. Tanto en sí. En cuarto lugar, el terapeuta debe asegurarse de m antener su (
paciente como terapeuta tienen que ser sensibles a estas estrategias propia m entalización. No es posible adm inistrar un tratam iento efi­ (
de apego cuando se pongan de m anifiesto en el m arco del tratam ien ­ caz si se ve com prom etida la m entalización del terapeuta. Así pues,
(
to, de m anera que sean cuidadosam ente exam inadas. En resum en, el el terapeuta MBT siem pre m onitoriza sus propias capacidades y pue­
patrón de las relaciones que m antiene el paciente aporta info rm a­ (
de incluso confesar, por ejemplo, que su m ente se siente confusa y
ción p a ra la com prensión de la relación d u ra n te el tratam iento, no puede pensar. Este tipo de autorrevelación del estado m ental del (
m ientras que la relación en el tratam iento se utiliza para reevaluar terapeuta no debe confundirse con com partir inform ación personal. (
sus relaciones en la vida exterior al tratam ien to . Por últim o, es Com partir el efecto que tienen en el terapeuta las acciones y el estado (
im portante que paciente y terapeuta consideren establecer el objeti­ m ental del paciente solo pretende facilitar a este que, adem ás de la su­
vo de la m ejora de la función social, la cual incluye trabajo, actividad (
ya propia, tenga en cuenta la otra m ente porque, en ausencia de ello,
social, voluntariado, educación y otras actividades constructivas de no puede darse un diálogo constructivo ni una com prensión íntima. <
afirm ación vital. E stas no constituyen un «complemento» p a ra el Así pues, es im portante que el efecto que tiene el paciente en el tera­ r
m om ento en que se acerque el final del tratam iento, sino que deben peuta, y lo que está en la m ente de este, sean accesibles al paciente.
ser abordadas desde el principio del mismo. <
Por últim o, las intervenciones se arm onizan cuidadosam ente con la
(
Los terapeutas se atienen a una serie de principios cuando tra ­ capacidad de m entalización del paciente. ¡No es recom endable ofre­
tan a pacientes con MBT. Principalm ente, deben estar alerta a la no cer intervenciones complejas que exijan una atención considerable y
m entalización, no solo desde el punto de vista de los diferentes mo­ una evaluación del funcionam iento individual cuando el paciente se
dos de no m entalización - a saber, modo equivalencia psíquica, modo halla en el m odo de equivalencia psíquica! Y es que esto solo logra­
simulado y m odo ideológico-, sino tam bién en térm inos del paciente ría sustraerle su m entalización, en lugar de facilitarla. Como hemos
que se adhiere a alguno de los polos de las diferentes dimensiones de m encionado, la no m entalización del paciente no puede ser sustituida
la m entalización (estas dimensiones relacionadas con los m odos de por la m entalización del terapeuta, sino solo por la reactivación de i

m entalización y no m entalización son abordadas en el capítulo 1). En la m entalización en el paciente. La m entalización del paciente debe
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( 16 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P R E F A C IO 17

(
r ser puesta «a punto», algo que se lleva a cabo a través de una serie de
pasos que sustentan la trayectoria de cada sesión.
La «historia» aportada por el paciente es entonces clarificada. No
se trata, pese a ello, de u n a clarificación de los eventos sucedidos, aun­
(
El prim er paso de la sesión es escuchar la narrativa del paciente. A que esta tam bién debe llevarse a cabo. Se supone que el terapeuta acla­
( rará los eventos y los hechos ta n rápidam ente como le sea posible. Por
veces, el terapeuta puede iniciar la narrativa si hay una razón im perio­
( ejemplo, si el paciente habla de u n acto de autolesión, un intento de
sa p ara ello, por ejemplo, cuando está preocupado por el riesgo o el
( suicidio, una pelea estando borracho o u n arrebato emocional, el tera­
abandono del tratam iento, si el paciente corre el peligro de actuar
peuta clarificará rápidam ente cuándo ocurrió, quién estaba presente,
( impulsivamente, o bien cuando el terapeuta experimenta una emoción
cuáles fueron las circunstancias, etcétera. Esto le revelará el nivel de
< insoportable, como tener m iedo del paciente. Escuchar la historia del
riesgo y le proporcionará otras informaciones im portantes. Pero, ade­
paciente perm ite al terapeuta em pezar a trabajar en la validación
( m ás de eso, lo que quiere el terapeuta MBT es abarcar los eventos con
empática. La validación empática requiere que el terapeuta encuentre
la m entalización. La aclaración m uestra de qué m odo reflexiona el
( algo en la historia del paciente con lo que pueda identificarse. Eso no
paciente sobre los eventos, es decir, cuál era su estado m ental «premór­
< equivale a em patizar o decir cosas que repitan la historia de este. El
bido», cuáles eran sus expectativas, cuál fue su experiencia m ientras
( objetivo de la validación em pática es suscitar en el paciente la sensa­
esperaba, por ejemplo, que su pareja volviese a casa, qué pensam ientos
ción de que el terapeuta ha com prendido su estado interno, y que
( se inm iscuyeron en su mente, qué sentim ientos fue capaz de identifi­
«entiende» realmente al paciente y el problema del que le está hablan­ car y si puede ahora reflexionar en ello de m anera diferente. Este pro­
( do. A menudo, el terapeuta busca la emoción básica del paciente, y es ceso de clarificación, al servicio de la m entalización, se vincula
( esa la experiencia que se valida y no las emociones sociales o secunda­ estrecham ente con la identificación y exploración de los afectos.
( rias acom pañantes. La validación es una intervención basada en el
Los afectos y las relaciones interpersonales interactúan recípro­
contenido afectivo, cuyo com ponente clave es la contingencia con el
( cam ente y son fundam entales en los problem as característicos del
estado emocional interno del paciente. Es probable que, en este punto,
( trastorno límite de la personalidad. Las em ociones ingobernables
la capacidad de respuesta no contingente p o r parte del terapeuta dis-
inciden en las relaciones, m ientras que las propias relaciones estim u­
( p a ie en el paciente la no m entalización o genere estrategias de apego
lan, a su vez, sentim ientos intensos. El paciente puede ser incapaz
( evitativo. Una vez que la capacidad de respuesta contingente ha aum en­ de identificar con precisión sus sentim ientos, si bien los experim enta
( tado la colaboración, e incluso reducido el arousal m anteniendo las principalm ente com o experiencias corporales incipientes. Trabajar
emociones en un nivel manejable, el terapeuta puede sopesar respues­ con el paciente p a ra que llegue a identificar u n a gam a definida de
(
tas afectivas no contingentes, p ara tra ta r de estim ular la mentalización sentim ientos es parte del com ponente de la clarificación y la explora­
( de la «historia» aportada por el paciente. Las sesiones tienen un objeti­ ción del MBT. E n ocasiones, las emociones en contextos específicos
( vo claro. No consisten en un diálogo libre asociativo que trate de ilumi­ tienen que ser norm alizadas. Con m ucha frecuencia, los pacientes
(
n a r el proceso inconsciente, sino que su objetivo se circunscribe al área sienten que su experiencia es «mala» y, de hecho, invalidan sus pro­
de la m em oria de trabajo o la experiencia sostenida a nivel precons­ pias percepciones internas y sienten vergüenza de ellas. Tal vez su
(
ciente. Se supone que, en una sesión dada, el foco de esta se alcanzará sentim iento sea adecuado, pero excesivo, o se halle en otras ocasio­
( en un plazo de entre 10 y 15 m inutos desde el principio de la sesión, y nes inexplicablem ente ausente.
( que este foco se convertirá en el punto cardinal en torno al cual tanto Si paciente y terapeuta m antienen la capacidad de m entalizar en
( terapeuta como paciente se orientarán, retornando a él siempre que la to m o al foco de la sesión, el siguiente paso es clarificar el afecto actual
no m entalización am enace con dom inar la interacción. durante la sesión. Esto, m ás que preguntar al paciente cómo se siente
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18 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZAC3ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

en ese m om ento -aunque este pueda ser un abordaje inicial-, se refiere Cuando es adecuado, el foco en el afecto -e s decir, la identifica­
a la identificación del afecto actual relacionado con la sesión y no al ción de la interacción interpersonal en la sesión y el afecto asocia-
afecto relacionado con el foco. Así, por ejemplo, una paciente puede . do a dicha interacción- sirve para realzar el foco en la interacción
sentirse triste durante la sesión porque la noche anterior su novio se entre paciente y terapeuta durante la sesión. Inevitablem ente, esto
suele indicar que se están activando las estrategias de apego y los <
sentía m enos comprom etido que ella con la relación, y eso la llevó a
patrones relaciónales del paciente, y posiblem ente tam bién los del (
enfadarse con él. Esto es la identificación del afecto relacionado con
terapeuta. Así pues, perm ite avanzar hacia la mentalización de la
el foco. Pero, al mismo tiempo, puede tener la sensación de que, tal
relación. Los cim ientos p ara m entalizar la relación se afianzan m e­
vez, ocurra algo no deseable si habla de ello en la sesión, porque qui­
diante el uso a lo largo del tiempo de lo que denom inam os indicado­
zá teme que el terapeuta la juzgue o la vea como la persona culpable
res de transferencia. Estos indicadores transferenciales son enlaces (
de la situación que describe. Esta es la identificación del afecto ac­
directos entre los patrones de relación a lo largo del tiem po, o bien
tual que está siendo com partido entre paciente y terapeuta durante
declaraciones que establecen paralelism os entre las actitudes y con­
la sesión, lo cual se denom ina el foco afectivo de la sesión y es un
ductas del paciente hacia las personas de su vida y la form a en que (
componente interpersonal -p o r lo general, im plícito- del afecto. En la se relaciona con el terapeuta: «Es com prensible que sientas descon- (
MBT, el terapeuta intenta que el proceso implícito se vuelva cada vez fianza hacia los demás, pero entonces ¿por qué confiar en mí? Sería ^
más explícito, lo que reequilibra la dim ensión implícita-explícita de u n poco extraño si lo hicieses». Los indicadores transferenciales no
la mentalización. Muy a menudo, la relación se queda atascada en el son seguidos necesariam ente por una exploración detallada, sino ^
polo implícito en el que las personas llegan a un callejón sin salida y indicadores conversacionales sobre los vínculos. El foco de la sesión (
no hablan acerca de algo, a pesar de que influya, bajo la superficie, en no se ve perturbado por su utilización. En cam bio, cuando se men- ^
sus interacciones. Es tarea del terapeuta MBT llevar a la superficie los taliza la relación, el foco recae en el desarrollo de un punto de vista ^
componentes im portantes de la interacción. Por ejemplo, un paciente alternativo acerca de un aspecto im portante de la relación paciente-
puede sentir que no le gusta hablar de algo. A m edida que progresa la terapeuta. ¿Ha surgido esto debido a la sensibilidad del paciente (
interacción, se to m a evidente que el terapeuta piensa que el paciente hacia determ inadas interacciones? ¿Indica un área de vulnerabili- {
necesita hablar del tema pero, cuando le plantea preguntas para con­ dad en las relaciones del paciente, que socava su autoestim a y su ^
seguir que el paciente se explaye al respecto, este se inhibe. No tarda capacidad de disfrutar de las relaciones?
en establecerse una interacción recíproca, cargada afectivamente, en M entalizar la relación durante la sesión es un cam po de entre­
la que paciente y terapeuta se sienten cada vez m ás frustrados, aunque nam iento p a ra gestionar los sentim ientos difíciles en las situacio- {
los intentos am ables del terapeuta y las retiradas sutiles del paciente nes interpersonales de la vida cotidiana y ser capaz de m an ten er la (
camuflan la situación. El foco en el afecto se propone conseguir que m entalización en u n a interacción em ocional. Identificam os, en este ,
los afectos de paciente y terapeuta se tom en más explícitos en relación sentido, u n a serie de pasos a ten er en cuenta p o r parte del terapeu­
con el proceso de interacción. En este caso, el terapeuta podría decir: ta. E n p rim er lugar, debe validar em páticam ente la percepción que '
«Veo que hemos establecido un diálogo en el que yo intento em pujarte tiene el paciente de sí m ism o. Si el paciente afirm a que experim enta (
a hablar, pero tú sigues rechazándom e o eludiéndome. Supongo que al terapeuta de una m anera particular, entonces, este debe localizar f
te sientes un poco frustrado porque no te dejo en paz. Por mi parte, una parte de esa experiencia que pueda validar, evitando activam en-
me doy cuenta que yo tam bién me siento un poco frustrado. Puedo ver te rechazar la experiencia del paciente. En segundo lugar, tiene que
que, de hecho, no nos ponem os de acuerdo en que esta es una cuestión entender su aportación a la experiencia que tiene el paciente de él.
de la que tenem os que hablar. ¿Qué piensas tú al respecto?». El terap eu ta hace esto de m anera explícita, reflexionando en voz
20 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P R E F A C IO 21

alta acerca de la relación y pidiendo al paciente que explique cómo de hab lar acerca de su sentim iento actual. En tercer lugar, identifica
ha llegado a esa conclusión. Este cuestionam iento no debe derivar­ a través del diálogo la experiencia com o propia, la delim ita y, final­
se de una perspectiva que im plique que la experiencia del paciente mente, m onitoriza la reacción del paciente a su declaración.
está distorsionada o es inexacta, sino que debe ser sincero y genui-
Es posible que lo que voy a decirte te haga sentir que estoy regañán­
nam ente curioso. Una actitud no validadora abocaría al desastre
dote o criticándote, pero te aseguro que no se trata de eso [antici­
porque la invalidación -u n a respuesta no contingente- propicia el
pando la respuesta del paciente].
exceso de arousal y la consiguiente reducción de la m entalización. El problema es que, cuando te inclinas hacia delante en la silla
M entalizar la relación solo puede tener lugar, de u n a m anera sig­ de ese modo, blandiendo tu dedo en el aire y elevando la voz, empie­
nificativa, en un contexto m entalizador. Una vez que el terapeuta zo a sentirme ansioso y amenazado [identificando las pruebas con-
ha asum ido su papel en el proceso relacional, puede ten er lugar el ductuales y el foco externo de la mentalización, presentando su
siguiente paso, esto es, la exploración m ás detallada. Aquí el obje­ propio afecto y el efecto que tiene sobre él].
tivo es generar una com prensión m ás com pleja de la relación para Soy consciente de que esto solo tiene que ver conmigo [señalan­
do el sentimiento], pero se me hace difícil concentrarme en lo que
percibirla desde un ángulo diferente y ver cuál es su im portancia
estás diciendo [efecto adicional que interfiere en la relación].
para la vida del paciente. Sin embargo, eso no equivale a generar
com prensión profunda en el sentido de entender, en el presente, el A p a r tir de aquí, puede se r te n id a en c u e n ta la rea c c ió n del
funcionam iento del pasado. paciente y la sesión puede continuar. Pero, si la actitud am enazado­
M entalizar la contrarrelación, o la vivencia afectiva que se p rodu­ ra y enojada sigue im pregnando las relaciones del paciente, será
ce en el terapeuta, es el contrapeso de m entalizar la relación. Los im prescindible una m ayor exploración.
sentim ientos y el estado m ental del terapeuta tienen u n peso consi­ Con esto concluye nuestro breve resum en de los aspectos esencia­
derable en la MBT, no com o representación del sentim iento proyec­ les del modelo de tratam iento básico. La adhesión al modelo MBT se
tado del paciente, sino como un aspecto im portante de una relación evalúa m ediante la escala de adherencia (K arterud et al., 2013). Esta
interactiva, que se utiliza p ara d em ostrar de qué m odo las m entes escala, disponible en la p ágina web del Centro de Anna Freud en
influyen en otras m entes. E sta interacción se convierte en objeto de h ttp ://A n n a f re u d .o r g /tra in in g - re s e a rc h /m e n ta liz a tio n - b a s e d -
interés y escrutinio. Por ejemplo, si el terapeuta tem e a su paciente treatm ent-training/m bt-adherence-scale/, puede ser utilizada para
con trastorno antisocial de la personalidad, no se considera, desde el ce n trar el debate en la supervisión clínica.
punto de vista de la intervención clínica, que eso se deriva del pacien­
No olvidemos que la clave consiste en d esarro llar una narrativa
te, sino que es un sentim iento poderoso en el terapeuta, que interfie­
focalizada específica e im buida de m entalización, y que esta se refie­
re con el tratam ien to y que puede ser im portante en la m anera en
re, sim ultáneam ente, al proceso interno en la m ente del paciente, el
que el paciente desarrolla sus relaciones. El terap eu ta debe encon­
proceso interpersonal entre la m ente del paciente y la del terapeuta y
tra r la m anera de expresar su experiencia al paciente, haciéndosela
reconocible y atractiva, com o algo que m erece la p e n a explorar. al proceso interno en la m ente de este últim o, en la m edida en que
R ecom endam os que esto se lleve a cabo a través de u n a serie de todos ellos se relacionan con u n foco com ún. M entalizar a los demás
pasos. En p rim er lugar, el terapeuta form ula exactam ente cuál es su constituye la base de unas relaciones personales y sociales satisfac­
sentim iento y cóm o se relaciona con la interacción entre su paciente torias que, seguram ente, son el objetivo que todos perseguim os.
y él. En segundo lugar, debe considerar la probable respuesta del E ste libro no h a b ría sido posible sin el trabajo de num erosas per­
paciente a la declaración explícita de su estado actual, y lo hace antes sonas. E stam os agradecidos a los te ra p e u ta s e investigadores de
22 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P R E F A C IO 23

todo el m undo interesados en la MBT y en su base experim ental. desarrollar tan to la teoría como la práctica de la MBT: Liz Allison,
Sin ellos, este nuevo libro no hubiera visto la luz y la MBT no habría L ia Asen, Dickon Bevington, M artin Debbané, Pasco Fearon, Peter
perdurado h asta el presente. Siem pre parece injusto citar a perso­ Fuggle, George Gergely, A lessandra Lem m a, Patrick Luyten, Nick
nas y, sin duda, nos puede ofender la ausencia de algunas de ellas, Midgley, Trudie Rossouw y M ary Target.
por lo que debem os agradecer a todos los equipos que nos han
Finalm ente, si al lector le parece que este libro se «lee» bien, ello
hecho reflexionar cada vez m ás, sum ándose al modelo clínico y
se debe al celo constante de Chloe Cam pbell y Clare F arrar, quienes
poniendo de m anera entusiasta en tela de juicio todo nuestro esfuer­
invirtieron u n esfuerzo considerable tra tan d o de d a r sentido a nues­
zo. Los grupos en Australia, D inam arca, Noruega, Holanda, Nueva
tro trabajo, in sistiendo en que elim inásem os co n tradicciones y
Zelanda, Suecia, Estados Unidos y Reino Unido han sido m uy influ­
errores evidentes y aclarásem os nuestras abundantes frases confu­
yentes. Pero en especial, agradecem os a Sigm und K arteru d y el
sas. Si hay algunas p a rte s que no se leen ta n bien, se tra ta de los
equipo de la clínica de psiquiatría de la personalidad, en Oslo, por
parágrafos que, por descuido, no les hicim os llegar. Tam bién ag ra­
sus investigaciones y trabajos sobre el apego, la m entalización y los
decem os a nuestros editores su paciente espera h a sta la conclusión
grupos; a Finn Skárderud, Bente Som m erfeldt y Paul Robinson por
del m anuscrito.
su trabajo sobre los trasto rn o s de la conducta alim entaria; a Dawn
Bales y colegas en H olanda por su firme adhesión al m odelo y sus Pero, sobre todo, querem os d ar las gracias a los pacientes y sus
program as de investigación y capacitación sum inistrados desde el fam ilias, quienes nos han enseñado todo lo que sabem os acerca de
MBT N etherlands; a John G underson, Lois Choi-Kain y B randon esta cruel condición.
U nruh del M cLean H ospital, en Boston, E stados Unidos, p o r su Anthony B atem an y Peter Fonagv,
enfoque inlegrador de la MBT y p o r d e sarro llar con éxito un p ro ­ Londres, Reino Unido,
gram a clínico y de form ación en MBT; a Robin Kissell y su equipo diciem bre de 2015
por tra ta r de llevar la MBT a la costa oeste de los Estados Unidos, y
a Jon Alien, John O ldham , E fra in Bleiberg y C arla Sharp p o r d ar
Referencias
cobijo a la MBT en la M enninger Clinic, en Texas, Estados Unidos;
a R oberl Green, Dave Cariyle y Robin F arm ar p o r su investigación Bateman, A.W. y Fonagy, P. (Eds.). (2012). Handbook o f Mentalizing in Men­
sobre la MBT en los servicios de salud m ental general y su entusias­ tal Health Practice. Washington, DC: American Psychiatric Publishing.
mo p o r d esarro llar el m odelo en Nueva Zelanda; a Linda Mayes, Karterud, S., Pedersen, G., Engen, M., Johansen, M.S., Johansson, P.N.,
A rietta Slade, Norka M alberg y N ancy Suchm an, de la Yale Univer- Schluter, C., Bateman, A.W. (2013). «The MBT Adherence and Compe-
tence Scale (MBT-ACS): Development, Structure and Reliability»,
sity, Estados Unidos, por su trabajo sobre la MBT y parentalidad; a
Psychotherapy Research, 23, págs. 705-717.
M orten Kjolbye, H enning Jordet, Sebastien Sim onsen y E rik Simon-
sen, en D inam arca, por su investigación y desarrollo clínico; y a
M ichael Daubney, Lynn Priddis, C lara B ookless y M argie Stuch-
bery, en A ustralia, p o r sus adaptaciones y sab id u ría clínica. Hay
m uchos otros, dem asiado num erosos p a ra ser citados, pero gracias
tam bién a todos ellos. Por últim o, pero no m enos im portante, debe­
mos d a r las gracias a nuestros colegas en L ondres, Reino Unido,
quienes han trabajado con nosotros d u ran te la últim a década para
I

I El marco de la mentalización
¿Qué es mentalizar?

Introducción

La Terapia basada en la m entalización (MBT) fue desarrollada


originalm ente en la década de los 90 y utilizada, en u n principio,
p ara tra ta r a pacientes con trasto rn o lím ite de la personalidad (TLP)
en un entorno de hospitalización parcial (hospitales de día). Con el
tiem po la MBT ha crecido h a sta llegar a convertirse en u n enfoque
m ás am plio para la com prensión y el tratam iento de los trastornos de
personalidad en u n a m ayor variedad de situaciones clínicas, inclu­
yendo el trastorno antisocial de la personalidad (TASP), cuyo tra ta ­
m iento basado en la m entalización incluim os en esta nueva edición.
El enfoque de la m entalización ha cam biado -y esperam os que
progresado de m anera considerable- durante los últim os años. En
particular, sus avances recientes se han visto influenciados por los
nuevos descubrim ientos en la psicología del desarrollo, en la psico-
patología y en las neurociencias y, por supuesto, tam bién p o r las lec­
ciones que nos ha proporcionado nuestra propia experiencia clínica
en la práctica y entrenam iento de la MBT.
En el presente capítulo, explicarem os el concepto de la m entali­
zación, describirem os de u n a form a actu alizad a y clínicam ente
relevante sus aspectos teóricos, y m ostrarem os de qué m odo estos
¿Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 29
28 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

desarrollos en el pensam iento acerca de la mentalización h an influido Cuadro 1.1. ¿Qué es mentalizar?
en nuestra comprensión y práctica clínica en relación al TLP y el TASP.
• Mentalizar significa percibir e interpretar la conducta tal como la expli­
La m entalización se refiere a la capacidad de com prender las accio­ can nuestros estados mentales intencionales (como, por ejemplo, una
nes tanto de los demás como de uno mismo en térm inos de nuestros creencia: Él cree que...)
pensam ientos, sentimientos, deseos y anhelos; se trata de una capaci­ • Requiere un análisis cuidadoso de:
dad muy h u m an a que sustenta nuestras interacciones cotidianas - Las circunstancias de las acciones
(véase el cuadro 1.1). En ausencia de m entalización no puede haber - Las pautas conductuales previas
un sentido robusto del self, ni interacciones sociales constructivas, ni - Las experiencias a las que la persona se ha visto expuesta
reciprocidad en las relaciones, como tam poco ninguna sensación de • Aunque exige procesos cognitivos complejos, es principalmente pre­
seguridad personal (Fonagy, Gergely, Jurist y Target, 2002). Mentali- consciente
zar es un proceso psicológico fundam ental que desem peña un im por­ • Es una actividad mental imaginativa, basada en la hipótesis de que los
tan te papel en los principales tra sto rn o s m entales. De hecho, estados mentales influyen en la conducta humana.
actualm ente, se utilizan técnicas de m entalización para tra ta r el tras­
torno de estrés postraum ático (TEPT), la adicción a las drogas, los
TCA, el trasto rn o de la personalidad en adolescentes, en especial en propensos a tener problem as de m entalización en m omentos de estrés
aquellos que se autolesionan, y en el trabajo con las fam ilias en crisis o ansiedad. Todos experim entam os, en mayor o m enor m edida, lapsus
(gran parte de este trabajo se resum e en Batem an y Fonagy, 2012). de m entalización. T ratar de com prender la conducta de otras perso­
M entalizar implica la tom a de conciencia de los estados m entales nas desde el punto de vista de los estados m entales es casi siem pre
presentes en uno m ism o o en otras personas, sobre todo cuando se m ás difícil, y más propenso al error, que las explicaciones basadas en
tra ta de explicar la conducta. Es indiscutible que los estados m enta­ el im pacto del entorno físico, es decir, el m undo contingente visible de
les influyen en la conducta. Las creencias, deseos, sentim ientos y causa y efecto. Todos podem os actuar basándonos en creencias erró­
pensam ientos, ya sea dentro o fuera de nuestra conciencia, siem pre neas acerca de los estados m entales de los demás, que nos abocan, en
influyen en lo que hacemos. M entalizar supone u n espectro com ple­ situaciones interpersonales particulares, a m alentendidos, dificulta­
to de capacidades, entre las que se incluyen, fundam entalm ente, la des cotidianas y pasos en falso sociales o, si se trata de situaciones con
capacidad de ver que los estados m entales organizan y a p o rta n cohe­ u n a alta am enaza de violencia, a las m ás trágicas consecuencias.
rencia a nuestra propia conducta, así com o perm itirnos diferenciar­ M entalizar es, principalm ente, u n a actividad m ental preconscien­
nos psicológicam ente de los dem ás. E stas capacidades suelen estar te e im aginativa en la que tenem os que im aginar lo que o tras perso­
ausentes en los individuos con tra sto rn o de la personalidad, sobre nas pueden esta r pensando o sintiendo. La form a en que distintas
todo en m om entos de estrés interpersonal. personas m entalizan puede v a ria r enorm em ente, puesto que la his­
M entalizar es una capacidad ta n exclusiva de los seres hum anos toria y la capacidad de im aginación de cada persona puede conducir
que podem os considerarla como aquello que define a la hum anidad y a conclusiones diferentes sobre los estados m entales de los dem ás. A
nos distingue de otros prim ates de orden superior. Sin embargo, esta veces, es posible que tam bién tengam os que hacer u n salto im agina­
capacidad no es algo totalm ente estable, homogéneo o unidim ensio­ tivo p a ra entender n u e stra s propias experiencias, especialm ente
nal (véase el cuadro 1.2). No todos somos capaces de m entalizar con la cuando nos relacionam os con tem as cargados em ocionalm ente o nos
m ism a intensidad. Muchos de nosotros tenemos fortalezas y debilida­ sentim os abrum ados p o r reacciones irracionales que nos im pulsan
des en aspectos particulares de la m entalización, y la m ayoría somos de m odo no consciente. M entalizar consiste, en esencia, en vernos a
¿Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 31
30 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

p o r estados m entales significativos y com prensibles, genera u n a


Cuadro 1.2. Características de la mentalización
coherencia psicológica acerca de los dem ás, y de uno m ism o, que
• El concepto principal consiste en que los estados internos (emociones, resulta indispensable p ara explorar nuestro complejo m undo social.
pensamientos, etcétera) son opacos, por lo que solo podemos hacer infe­
rencias al respecto
• Las inferencias son propensas a errores y, por tanto, no es difícil que la Ideas centrales en el enfoque d e la m entalización
mentalización sea incorrecta para los trastornos de la personalidad
• A diferencia de la mayoría de los aspectos del mundo físico, los estados
El enfoque de la m entalización intenta proporcionar u n a visión
mentales (como, por ejemplo, las creencias) son relativamente fáciles de
modificar (por ejemplo, cambiar una creencia a la luz de nuevas pruebas) com prensiva de la fenomenología y los orígenes del TLP y el TASP
• Focalizarse en los productos de la mentalización suele acarrear más desde la perspectiva del desarrollo. Esto encaja con el creciente inte­
errores que centrarse en las circunstancias físicas, porque conciernen rés, en los últim os años, por la aparición del TLP en la infancia y la
tan solo a una representación de la realidad y no a la realidad en sí adolescencia, especialm ente porque cada vez hay m ás evidencias que
sugieren que el trastorno puede tener sus raíces en la vulnerabilidad
• El principio predominante de la mentalización es asumir una «actitud
indagadora». Esta puede definirse como una conducta interpersonal genética y el desarrollo tem prano (Fonagy y Luyten, 2016).
caracterizada por la expectativa de que la mente puede verse influenciada,
sorprendida, alterada o ilustrada por el aprendizaje acerca de otra mente. Un abordaje basado en el desarrollo y el apego
La perspectiva del desarrollo es central en el abordaje de la m en­
talización p a ra el TLP y el TASP. El m odelo de la m entalización fue
nosotros m ism os desde el exterior y a los dem ás desde el interior, lo
esbozado por vez prim era a p a rtir de u n gran estudio em pírico en el
cual nos ayuda a com prender los m alentendidos y recuperar los esta­
que la seguridad del apego de los bebés hacia sus p ad res se podía
dos m entales que h an inducido al error. Desde u n a perspectiva clíni­
anticipar no solo por la seguridad del apego de los padres durante el
ca, se trata, fundam entalm ente, de «centrarse en la mente», es decir,
em barazo (Fonagy, Steele y Steele, 1991), sino incluso p o r la capaci­
focalizarse en el logro de u n a visión clara y coherente de lo que el
dad de estos p ara com prender su propia infancia y la relación con
paciente percibe, de tener su mente en nuestra m ente o, jugando con
sus propios padres desde el punto de vista de los estados m entales
las palabras, de tener la m ente en la m ente o ser consciente de tener
(Fonagy, Steele, Steele, M oran y Higgitt, 1991).
la m ente en la mente. M entalizar es una habilidad clave porque nues­
tro sentido de continuidad personal depende de que veamos que los E ste estudio allanó el cam ino p a ra u n program a sistem ático de
pensam ientos y sentim ientos que hem os tenido en el pasado se rela­ investigación que puso de relieve que la capacidad de m entalización,
cionan con nuestras experiencias presentes, y porque el m odo en que que em erge en el contexto de las relaciones tem pranas de apego, p u e­
nos im aginam os a nosotros m ism os en el futuro es m ás bien en tér­ de ser u n determ inante clave de la organización del self y la regula­
m inos de proyectarse a uno m ism o com o u n a persona que piensa y ción de los afectos. El concepto de m entalización se b asa en la idea
siente en vez de en térm inos de atributos físicos (sobre todo después de que la com prensión de los dem ás depende de si nuestros propios *
de la m ediana edad). M entalizar la representación de nuestros esta­
* N del T: Se h a m antenido el concepto «self» en aquellos casos en los que se exigía
dos m entales apo rta la espina dorsal de nuestra identidad y sentido p recisió n co nceptual teó rico -téen ica (p. ej. «alien self»), m ie n tra s que se h a
del self (Fonagy y Target, 1997b). Vernos a nosotros y a los dem ás em pleado «sí m ism o» cuando p erm itía u n a aproxim ación m ás coloquial y o p e­
com o seres intencionales y con capacidad de agencia, im pulsados rativa (p. ej. Al h ab lar de la «D im ensión los o tro s vs. sí m ism o»).
32 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ¿Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 33

estados m entales se vieron entendidos adecuadam ente p o r adultos experiencias subjetivas fueron adecuadam ente especularizadas por
cariñosos, atentos y no am enazadores. Hemos insistido especial­ un determ inado cuidador. La habilidad de la figura de apego p ara res­
m ente en la im portancia capital de una «especularización marcada»* ponder con un despliegue afectivo, contingente y m arcado, de su pro­
de las reacciones em ocionales del niño, esto es, que el adulto tenga pia experiencia en respuesta a la experiencia subjetiva del bebé,
capacidad p a ra representarse el afecto del niño y hacerle sentirse posibilita que este desarrolle representaciones coherentes de segundo
com prendido, al tiem po que le transm ite la form a de a fro n tar ese orden de dichas experiencias subjetivas. Un bebé de 5 meses de edad
afecto, en lu g ar de m eram ente reflejárselo de vuelta (Fonagy et a l, cuya m adre efectúe proporcionalm ente m ás referencias a deseos y
2002; Gergely y W atson, 1996). Según se cree, los problem as en la emociones (adecuados a su edad) que a pensam ientos y conocim ien­
regulación del afecto, el control atencional y el autocontrol se deri­ tos, tendrá u n mejor rendim iento de lectura m ental explícita a los 24
van de relaciones disfuncionales de apego y se desarrollan debido al meses. Y si, a los 24 meses, la m adre pasa entonces a hacer m ás refe­
fracaso p a ra adquirir habilidades robustas de m entalización. Pode­ rencias a ideas y conocimientos que a deseos y emociones, el niño ten­
m os considerar, desde esta perspectiva, que los trastornos m entales drá, a los 33 meses, mejores referencias explícitas p ara la lectura de la
en general aparecen cuando la m ente m alinterpreta la experiencia m ente (Taumoepeau y Ruffm an, 2006, 2008). N uestra sugerencia es
que uno tiene de si m ism o y de los demás, en la m edida en que infe­ que estas diferencias evolutivas son im pulsadas por la conciencia que
rim os u n a im agen m ental de los otros a p a rtir de la experiencia que tiene la m adre de las necesidades del niño, y que es esta conciencia, a
tenem os de nosotros m ism os (Batem an y Fonagy, 2010). su vez, la que impulsa al niño a adquirir la mentalización.
La capacidad de m entalización autom ática parece ser u n a de las M ás en concreto, creem os que la calidad en la especularización
prim eras características em ergentes, y posiblem ente innatas, que del afecto p o r parte de las figuras de apego desem peña un im portan­
aparecen en el ser hum ano, pero es improbable que el grado en que se te papel en el desarrollo tem prano del autocontrol y los procesos de
alcanza el potencial p ara u n a completa m entalización se vea determ i­ regulación del afecto (incluyendo los m ecanism os de atención y con­
nado genéticam ente y parece ser m uy sensible a las influencias trol voluntario), así como la capacidad p a ra m entalizar. El desarrollo
am bientales (Hughes et a l, 2005). Se piensa que el desarrollo de la posterior se atiene al m ism o patrón. E n un sentido m ás general, los
m entalización depende de la calidad del entorno en que se produce el padres tienen, en su papel de «m entalizadores expertos», la responsa­
aprendizaje social del niño, de las relaciones fam iliares y, en particu ­ bilidad de tran sm itir a sus hijos los conceptos relativos a los estados
lar, de sus apegos tem pranos, ya que estos reflejan el grado en que sus * m entales y los modos de representar dichos conceptos. En la m edida
en que el niño adquiere esta com petencia y se convierte tam bién en
* N del T: Es la teoría de la M arcación (del inglés Marked, M arkedness). un «m entalizador experto», el conocim iento y la habilidad de m enta­
Es una com unicación em ocional de la m adre (o cuidador) al niño, en la que esta
le refleja de una forma desacoplada el afecto que ella se rep resen ta en su m ente, lizar se transm iten a la siguiente generación. De ese modo, vemos que
esto es, le expresa dicha em oción de vuelta, pero con u n a expresión facial exage- • la m entalización constituye u n proceso social intergeneracional y
rada y/o con u n a vocalización particular. P. ej. Frente a u n n iño que se ha dado
u n golpe y expresa dolor, la m ad re tras rep resen tarse que ese d a ñ o es m e n o r y no transaccional (Fonagy y Target, 1997a) que se desarrolla en el contex­
precisa alarm a, le devuelve u n a expresión facial parcial de dolor, sin angustia, a to de las interacciones con los dem ás y cuya calidad, en relación a la
la vez que em ite vocalizaciones h ab itu alm en te en u n tono m ás ag u d o (desaco­
com prensión de los demás, se ve influenciada p o r lo bien que quienes
p lad o —ver ta m b ién m a tem és-), con contenidos que serían im p ro p io s en u n a
situación de riesgo real (p. ej. «Ay mi niño, que se ha hecho pupita»). El niño nos rodean nos m entalizan a nosotros, así como a las otras personas
entonces es cap az de in c o rp o ra r esa doble vertiente, de sentirse co m p ren d id o que les rodean a ellos. La experiencia del m odo en que m entalizan
p o r u n lado y de in te rp re ta r que dicho d o lo r n o supone un riesgo p a ra su integri­
dad, p o r el o tro y, p o r tanto, c o n indicaciones im plícitas sobre có m o afro n tarlo otras personas es internalizada, m ejorando nuestra propia capacidad
y cóm o m an ejar la respuesta em ocional. p ara com prendernos a nosotros m ism os y, p o r tanto, a los dem ás y,
34 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ¿ Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 35

de ese modo, participar m ejor en los procesos de interacción social. Una m entalización eficaz requiere que el individuo no solo sea
En cambio, la exposición tem prana a interacciones caracterizadas por capaz de m antener el equilibrio entre estas dim ensiones de la cogni­
una mentalización deficiente abocará al niño al desarrollo tam bién de ción social, sino tam bién de aplicarlas adecuadam ente dependiendo
una m entalización deficiente. Los padres no se lim itan a enseñar las del contexto. E n u n adulto con trasto rn o de la personalidad, sería
etiquetas de los estados mentales. El entorno emocional y el lenguaje evidente u n a m entalización desequilibrada en, por lo m enos, una de
que utilizan transm ite conceptos sobre el estado mental (como, por estas cuatro dim ensiones. Desde esta perspectiva, los diferentes
ejemplo, qué significa «pensar» en algo, qué se siente al «sentir» algo, tipos de psicopatología pueden distinguirse sobre la base de diferen­
cuál es el significado de ser «feliz», o cómo se com portan las personas tes com binaciones de deficiencias en las cuatro dim ensiones citadas
cuando albergan «dudas»). A través de sus interacciones con el niño, y (a las que podem os referirnos como diferentes perfiles de mentaliza­
en presencia de este, los padres generan un form ato m ediante el cual ción; véase la figura 4.1 del capítulo 4 p a ra obtener un ejemplo del
el niño se representa los conceptos relativos a los estados m entales. En perfil de m entalización en el TLP y el TASP).
efecto, los padres transm iten un conjunto de procesos, heredados
principalm ente de sus propios padres, así como de otras personas en Mentalización automática versus controlada
su m edio social inm ediato, que h a n evolucionado para representar La dim ensión fundam ental de la m entalización es el espectro ubi­
(culturalm ente) estados m entales, (O'Brien, Slaughter y Peterson, cado entre la m entalización autom ática (o im plícita)’*y la m entaliza­
2011). Podemos predecir una asociación entre el grado en que son ción controlada (o explícita) (véase el cu adro 1.3). La mentalización
adquiridos esos m ecanism os especializados en la representación de controlada refleja u n proceso relativam ente lento y secuenciado, n o r­
estados mentales y la calidad de las relaciones entre los m iem bros de m alm ente verbal, que exige reflexión, atención, conciencia, intención
la fam ilia (es decir, los individuos responsables del discurso acerca de y esfuerzo. El polo opuesto de esta dim ensión, la mentalización auto­
dichos estados). La calidad de la relación niño-adulto influirá en las mática, im plica u n procesam iento m ucho m ás rápido, que tiende a
asunciones que establece el niño acerca del origen, localización y fu n ­ ser como u n acto reflejo y exige poca o n in guna atención, conciencia,
cionamiento de los estados mentales, lo cual le conducirá, a su vez, a intención o esfuerzo.
prestar atención a diferentes aspectos de la conducta exterior observa­
En n u estra vida cotidiana y en n u estras interacciones sociales
ble y, además, las diferentes valoraciones de los estados m entales p ro ­
ordinarias, la mayor parte de nuestras m entalizaciones tienden a ser
piciarán distintas pautas de conducta observable.
autom áticas, porque la m ayoría de los intercam bios directos no
requieren m ayor atención. En especial, en u n entorno de apego segu­
N aturaleza m u ltid im e n sio n a l de la m e n ta liza c ió n ro, cuando las cosas funcionan sin problem as en el nivel interperso­
Los n eurocientíficos h a n identificado c u a tro co m p o n en tes o nal, no se requiere la m entalización deliberada o controlada; de hecho,
d im ensiones d iferen tes de la m en ta liz ac ió n (L ieberm an, 2007), la utilización de dicho estilo de m entalización podría dificultar nues­
cuya d istin ció n re s u lta ú til en las aplicaciones clín icas de este tras interacciones, haciendo que las sintam os excesivamente pesadas
concepto. E stas son: o incóm odam ente abrum adoras (hipermentalizadas). Tanto la expe­
riencia del sentido com ún como de la neurociencia nos dicen que, en
1. M entalización controlada versus autom ática un entorno de apego seguro, relajam os la m entalización controlada y
2. M entalización sobre otros versus uno mismo
* N del T: A lo largo del texto se em plean in d istin tam en te en ocasiones esta dim en­
3. M entalización de estados internos versus estados externos
sión con distintos tém inos: Im plícita-E xplícita; A utom ática-C ontrolada; o Refle­
4. M entalización cognitiva versus afectiva. ja-Reflexiva.
V

(
(
< 36 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ¿Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 37

r
vigilam os menos las intenciones sociales; un padre jugando con su sus suposiciones autom áticas. De hecho, es posible que toda inter­
<
hijo o rem em orando el pasado con viejos am igos llevará a cabo sus vención psicológica implique, en esencia, el desafío de este tipo de
( intercam bios m ediante procesos automáticos e intuitivos. Sin em bar­ suposiciones autom áticas y distorsionadas y requiera que el paciente
< go, cuando sea necesario y si la situación lo exige, la persona con fuer­ haga conscientes estos supuestos e intente reflexionar sobre ellos en
( tes y establecidas capacidades m entalizadoras será capaz de cam biar colaboración con el terapeuta. En otras palabras, cualquier tratam ien­
a u n a mentalización controlada. Por ejemplo, cuando un niño rompe to eficaz tendrá que ver, en este nivel, con el modo de conseguir que el
(
a llorar durante el juego, el padre reaccionará indagando en el cambio paciente mentalice (tratarem os este punto m ás adelante, en la sección
< de afecto en el niño, o bien puede detectar en el amigo con el cual con­ titulada «Reconsideración del tratam iento»).
( versa una variación de tono y hum or que le lleve a preguntarse si la La m ayoría de expertos coinciden en que los dos sistemas de m en­
conversación ha tropezado con un recuerdo o una asociación difícil. talización emergen a p a rtir de diferentes m ecanism os neurocogniti-
(
En otras palabras, el buen funcionamiento de la m entalización impli­ vos, am bos especializados en p en sar en la interpretación del estado
( ca la capacidad de cam biar de form a flexible y sensible desde la m en­ m ental (Apperly, 2011). El sistem a autom ático se desarrolla m uy tem ­
( talización autom ática a la controlada. prano y rastrea los estados m entales en form a rápida y eficiente,
* Los problem as de m entalización aparecen cuando el individuo de­ m ientras que el sistem a explícito se desarrolla posteriorm ente, opera
( pende exclusivamente de asunciones autom áticas -que tienden a ser m ás despacio y efectúa dem andas m ás intensas a las funciones eje­
en exceso sim plistas- acerca de los estados m entales de los dem ás y de cutivas (mem oria de trabajo y control inhibitorio). La m entalización
(
uno mismo, o cuando la situación dificulta que aplique correctam ente explícita nos perm ite explicar y predecir la conducta y desem peña un
( papel en la regulación social (McGeer, 2007). Sin embargo, es el equi­
( librio entre m entalización autom ática y m entalización controlada el
Cuadró 1.3. Las dimensiones déla mentalización: que resulta crucial. A m enos que se vea contextualizada por una con­
r •V' 7. .
automática versus controlada ciencia intuitiva de los estados m entales en los que estam os reflexio­
< nando, no podemos sentir que la reflexión explícita sea algo real.
• Automática:
(
- Procesamiento rápido y reflejo El estrés y el arousal, especialm ente en un contexto de apego,
c - Mentalización reflexiva reducida, particularmente en el contexto de traen a prim er plano la m entalización autom ática e inhiben los siste­
r la activación del apego m as neuronales asociados al control de la m entalización (Nolte et a i,
- Mayor sensibilidad a las señales no verbales para inferir las intencio­ 2013). Esto reviste im portantes im plicaciones p ara el trabajo clínico:
<
nes ajenas cualquier intervención que invite a la reflexión, solicitando aclaracio­
< - Uso cotidiano nes o precisiones sobre u n determ inado pensam iento, estará, por su
( - Asociada a un entorno de apego seguro m ism a naturaleza, pidiéndole al paciente que participe en la m enta­
• Controlada: lización controlada. Muchos pacientes pueden desem peñarse relati­
(
- Proceso lento y serial vam ente bien (en térm inos de m entalización) en bajas condiciones
( - Verbal de estrés pero, con altos niveles de estrés, cuando en tra en acción
( - Requiere reflexión, atención y esfuerzo n atu ralm en te la m entalización autom ática, a los pacientes puede
<
- Utilizada cuando son evidentes errores y malentendidos en la menta- resultarles m ucho m ás difícil activar los procesos que respaldan la
íización, cuando la interacción requiere atención, si hay ansiedad e m entalización controlada y, de ese m odo, les será m ás com plicado
( inseguridad o bien en contextos específicos.
entender y reflexionar en lo que está sucediendo.
(

<
38 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ¿Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 39

Mentalización sobre otros versus uno m ism o Sin em bargo, eso no significa que u n a p ersona cuya capacidad
E sta dimensión de la m entalización implica la capacidad de men- para m entalizarse a sí m ism a esté alterad a m uestre siempre defi­
talizar nuestro propio estado, es decir, el self (incluyendo las propias ciencias sim ilares en su habilidad p a ra m en ta liz ar a los dem ás.
experiencias físicas), o el estado de o tras personas (véase el cuadro Algunas personas pueden tener m enos im pedim entos generales en
1.4). Los dos se hallan estrecham ente relacionados y un desequili­ la m entalización ya sea con respecto a sí m ism os o a los dem ás, y
brio entre ambos nos indicaría una vulnerabilidad para m entalizar m ostrar fuertes habilidades en uno de los extrem os de este espectro
tanto a las otras personas como a uno m ismo. Aunque los individuos de la m entalización. Por ejemplo, a m enudo los individuos con TASP
con problem as de m entalización se ce n trará n preferentem ente en un pueden ser sorprendentem ente expertos en la «lectura de la mente»
extrem o del espectro, pueden verse afectados am bos polos. de otras personas, pero carecen de u n a com prensión real de su p ro ­
pio m undo interior.
Un principio fundam ental del enfoque basado en el apego es que
tanto el sentido del self como la capacidad de m entalizar se desarro­ No obstante, siguiendo la literatura de la neuroim agen, podem os
llan en el contexto de las relaciones de apego. El niño observa, refleja y identificar dos redes neuronales diferentes utilizadas tanto en el auto-
después interioriza la capacidad para representar y reflejarse los esta­ conocim iento com o en el conocim iento de los dem ás (Lieberm an,
dos mentales de sus figuras de apego. Por ello, los otros y uno mismo 2007). La prim era de ellas es u n sistem a de representación compartida
-o la capacidad de reflexionar en los dem ás y en uno m ism o- se hallan en el que se basa el procesam iento em pático de la representación
entrelazados de m anera inexorable. De acuerdo con esta hipótesis, los com partida de los estados m entales ajenos. Esto constituye u n a espe­
estudios de ncuroimagen señalan que la capacidad de m entalizar acer­ cie de «reconocim iento visceral» que opera a través del m ecanism o
ca de los demás se halla estrecham ente vinculada a la capacidad de de estim ulación m otora de las neuronas espejo y que tiene lugar
reflexionar sobre uno mismo, dado que am bas capacidades dependen m ientras uno experim enta estados m entales y observa cómo los expe­
de substratos neurológicos comunes (Lieberman, 2007). Así pues, no rim entan a otras personas (Lom bardo et al., 2010). El segundo es el
resulta tan sorprendente que los trastornos caracterizados por graves sistema de atribución de estados mentales, m ás fundam entado en el
deficiencias en los sentimientos de autoidentidad -en especial, la psi­ procesam iento simbólico y abstracto (Ripoll, Snyder, Steele y Siever,
cosis y el TLP- tam bién se caractericen por un grave déficit en la capa­ 2013). De acuerdo con nuestras expectativas sobre el m odo en que
cidad de reflexionar acerca de los estados mentales ajenos. funcionan las diferentes dim ensiones de la m entalización, am bos sis­
tem as pueden in h ibirse recíprocam ente (B rass, Ruby y Spengler,
Cuadro 1.4. Las dimensiones dé la mentalización: 2009),.en el sentido de que las áreas neuronales m ás frecuentem ente
;ótro versus uno mismo ' ; -■ comprom etidas en la inhibición de la conducta im itativa son tam bién
• Foco en el otro: aquellas im plicadas en las atribuciones explícitas de estado mental.
- Mayor susceptibilidad al contagio emocional
- Asociada a la precisión en la lectura de las mentes ajenas sin ninguna Mentalización interna versus externa
comprensión real del propio mundo interior
M entalizar puede im plicar que tengam os que h acer inferencias
- Puede conducir a la explotación o el abuso del otro o a verse explotado
basándonos en los indicadores externos de los estados m entales de otra
• Foco en uno mismo:
persona (por ejemplo, sus expresiones faciales) o averiguar la experien­
- Hipermentaiización del propio estado
cia interna de alguien a p a rtir de lo que sabem os de él y de la situación
- Interés o capacidad limitada para percibir los estados ajenos
en que se encuentra (véase el cuadro 1.5). La presente dimensión no
- Puede abocar al autoensalzamiento.
40 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
¿QUÉ ES MENTALIZAR? 41

solo atañe al proceso de focalizarse en las manifestaciones externa­


Las dificultades de m entalización pueden tornarse evidentes solo
mente visibles de los estados internos de los demás, sino que tam bién
cuando tenem os en cuenta el equilibrio entre las señales internas y
se aplica al self e incluye pensar en uno mismo y en los propios estados
externas utilizadas p a ra establecer los estados m entales de los
internos y externos. Desde la perspectiva de la evaluación clínica, la
demás. Por ejemplo, los pacientes con TLP tienden a hiperm entalizar
distinción externo/interno es especialmente relevante para ayudarnos
las emociones ajenas, incluidas las del terapeuta. Esto se debe a que,
a entender por qué la capacidad de algunos pacientes para «leer la
p o r un lado, prestan m ás atención a los indicadores externos de los
mente» de los demás parece seriam ente deteriorada, a pesar de que
estados m entales y, por otro, a que sus ideas iniciales no son som eti­
puedan ser hipersensibles a las expresiones faciales o la postura cor­
das a com probación a través de la m entalización reflexiva/controlada
poral, dando la falsa impresión de que son perspicaces con respecto a
(lo que lim itaría la posibilidad de a trib u ir determ inados pensam ien­
los estados m entales ajenos. Alguien que tiene un pobre acceso a la
tos y sentimientos). Por ejemplo, si el terapeuta se inclina hacia atrás
experiencia subjetiva de otras personas, y una gran inseguridad al res­
y abre su boca, incluso ligeram ente, el paciente puede creer que bos­
pecto, puede, a p a rtir de la observación de su propia conducta así
teza evidenciando que el terapeuta se aburre con el paciente. Si fru n ­
como de las reacciones de otra persona, llegar a una conclusión acerca
de lo que está sintiendo: sus piernas están inquietas y, por tanto, debe ce el ceño, quizá con aire pensativo, el paciente puede interpretarlo
sentirse ansiosa. El foco externo puede hacer que el individuo sea en el sentido de que parece enojado o disgustado. Existe una consi­
derable cantidad de investigaciones acerca de la hipersensibilidad de
extrem adam ente vulnerable a la conducta observable de los demás.
La falta de confianza en el propio estado interior crea una sed de pis­ los pacientes con TLP a las señales faciales; su desem peño en el test
tas sobre las reacciones ajenas, aun cuando no estén dirigidas a uno de «Lectura de la M ente en los Ojos» puede ser m ás alto de lo nor­
mismo. Ver a otra persona moverse con nerviosismo y ansiedad puede mal, creando la im presión en los terapeutas de que sus pacientes son
estim ular un estado interno de inquietud y preocupación en mayor mejores que la m edia en la lectura de la mente (denom inada, a veces,
m edida de lo que norm alm ente ocurriría si la mentalización no estu­ «paradoja de la em patia borderline»; D insdale y Crespi, 2013). En
viese desequilibrada a favor del polo exterior. ausencia de m entalización reflexiva, focalizarse en las característi­
cas externas hace que la persona sea altam ente vulnerable al contex­
to social, dado que genera el tipo de hipersensibilidad in terp erso n al
Cuadro 1.5/Las.dimensiones.de Ja mentalización: ■ bien descrita por G underson y Lyons-Ruth (2008). E n la MBT, las
interna versus externa
intervenciones m en ta liz ad o ra s deben em pezar ex am in an d o las
• Interna: interpretaciones, b a sad a s en estím ulos externos, que el paciente
- Capacidad para formular juicios sobre el estado mental basándose en hace de u n a determ inada persona y p a sar luego a exam inar escena­
los estados internos rios plausibles acerca de cuáles pueden ser sus estados m entales
- Se aplica tanto a los otros como a uno mismo internos, alentando al paciente a que tenga en cuenta las sutilezas y
- Puede asociarse a la hipermentalización acerca de posibles motiva­ complejidades del m undo interior de los demás.
ciones y estados mentales de los demás y de uno mismo
• Externa:
Mentalización cognitiva versus afectiva
- Mayor sensibilidad a la comunicación no verbal
- Tendencia a hacer juicios basándose en las percepciones y caracterís­ Las em ociones intensas parecen incom patibles con la reflexión
ticas externas profunda sobre los estados mentales. Aunque este punto parece bas­
- Puede abocar a asunciones rápidas no controladas por la vigilancia tante evidente, los estudios de neuroim agen nos proporcionan, como
interna. sucede con casi todo lo obvio, una confirmación biológica. Por ejemplo,
¿ Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 43
42 TRATAMIENTO BASADO EN LA M ENTAÜZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

se ha puesto de m anifiesto que la activación emocional lim ita, en cualquier tipo de señal emocional (Lynch et al., 2006). Esto nos sugiere
situaciones de estrés, nuestra capacidad p a ra «am pliar y aprove­ que estos pacientes pueden tener una ventaja en el procesam iento em o­
char», es decir, p ara a b rir nu estra m ente a nuevas posibilidades cional, relacionada tal vez con una combinación de sobreactivación de
(am pliar) y p ara aprovechar los recursos personales que faciliten la amígdala y el córtex orbitofrontal y de déficit en la regulación en el
nuestra resiliencia y bienestar. En un estudio de imagen por reso ­ córtex prefrontal (Domes, Schulze y Herpertz, 2009).
nancia m agnética funcional efectuado con 30 m ujeres sanas, se
constató que, durante confrontaciones provocativas, la alta reactivi­ N aturaleza de la m e n ta liza c ió n específica al contexto/relación
dad em ocional anulaba anulaba el reclutam iento de los circuitos
La m entalización, pues, consta de v arias dim ensiones. Todos
m entalizadores (Beyer, Munte, E rdm ann y Kramer, 2014).
tenem os tendencia a ser m ás o m enos hábiles en algunas de ellas,
La mentalización cognitiva implica la capacidad de razonar, reco­ pero los individuos con u n a patología de la personalidad suelen p re­
nocer y nom brar los estados m entales (tanto en los demás como en
sentar fuertes deficiencias en alguna de esas dim ensiones, lo que se
uno mismo), m ientras que la mentalización afectiva supone la capaci­ traduce en un desequilibrio de m entalización y, ocasionalm ente, en
dad de com prender el sentimiento que acom paña a dichos estados (de
rotundos fallos a la hora de m entalizar. E n la presente sección, abor­
nuevo, tanto en los dem ás com o en uno mismo), algo que resulta
darem os las situaciones que son m ás propensas a desencadenar
imprescindible para cualquier auténtica experiencia de em patia y de
fallos o dificultades de m entalización. Dado que la m entalización no
sentido del self (véase el cuadro 1.6). Algunos individuos atribuyen
es «algo» hom ogéneo y cam bia a lo largo del tiempo, existen situacio­
excesiva im portancia bien a la mentalización cognitiva o bien a la afec­
nes y estím ulos particu lares que son m ás proclives a a c a rre a r difi­
tiva. Los estudios sugieren que los pacientes con TLP presentan un
cultades en este sentido. Por ejemplo, los pacientes con TLP pueden,
déficit de em patia cognitiva (H arari Shamay-Tsoory, Ravid y Levko-
en entornos experim entales, ser capaces de realizar relativam ente
vitZi 2010; Ritter et al., 2011), asociado a una elevada sensibilidad hacia •
bien tare as de m entalización, pero m ostrar, cuando se encuentran
em ocionalm ente alterados (como, p o r ejemplo, en u n a situación
interpersonal difícil), u n a considerable confusión dado que se ven
dom inados por suposiciones autom áticas acerca del estado interno
de otras personas, con lo que reflexionar en estas suposiciones p ara
• Foco cognitivo:
m oderarlas les supone todo un desafío. E n otras palabras, cuando se
- Asociado a una menor empatia emocional
hallan en un estado de arousal em ocional, suelen perder la capaci­
- Considera la «lectura de la mente» como un mero juego intelectual y
racional dad p a ra la m entalización controlada y les cueste im ag in ar u n esce­
- Tendencia a hipermentalizar, vacía de un núcleo emocional nario lógico con el que com prender los estados m entales ajenos.
- Comprensión en términos de proposiciones Agente-Actitud Un m ayor arousal psicológico provoca que la capacidad de m en­
• Foco afectivo: talización controlada se torne cada vez de m ás difícil acceso y em pie­
- Hipersensibilidad a las señales emocionales ce, en su lugar, a im perar la m entalización autom ática e irreflexiva.
- Susceptibilidad incrementada al contagio emocional E sta es, h a sta cierto punto, u n a resp u esta de «lucha o huida», nor­
- Tendencia a verse desbordado por el afecto cuando se piensa en los m al en situaciones de estrés, que presenta la ventaja de perm itirnos
estados mentales responder al peligro de m an era inm ediata. Sin em bargo, en situacio­
- Comprensión en términos de proposiciones Self-Afecto. nes de estrés interpersonal, resu ltan m ás útiles las funciones cogni-
V

(
(
¿Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 45
( 44 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

ii
tivas y reflexivas m ás complejas, m ientras que la incapacidad para p a ra n su instinto de búsqueda de apego. El tra u m a del apego hipe-
i' ractiva, probablem ente, el sistem a de apego porque la p ersona a
u tilizar estas habilidades m ás controladas y conscientes puede con­
i ducir a serias dificultades a la hora de tra ta r con otras personas. quien el niño debe re c u rrir en u n estado de ansiedad (su figura de
< Todos habrem os advertido que, dado un cierto grado de arousal apego, p o r lo general, uno de los padres) es, en p rim er lugar, la m is­
em ocional, resulta difícil tener en cuenta en el punto de vista de los ma p ersona que le suscita el temor. La rápida activación del sistem a
dem ás. Cuando nos hallam os a m erced de las emociones, no solo se de apego en el TLP puede ser el resultado de u n trau m a pasado y se
<
to rn a m ucho m ás difícil, o incluso imposible, preocuparse p o r la m anifiesta en la tendencia de este tipo de pacientes tanto a in sta la r­
( perspectiva de la otra persona, sino que tam bién somos m ás rápidos se en situaciones de intim idad con indebido apresuram iento como
( estableciendo suposiciones basadas en observaciones triviales. De a m ostrarse, en situaciones interpersonales intensas, vulnerables a
ese modo, podem os estar convencidos de que nuestro punto de vista la pérdida tem poral de la capacidad de m entalizar.
(
es el único válido e ignorar todo lo que sabem os acerca de la otra E sas experiencias de fracaso en la m entalización son im portantes
(
persona, excepto aquello que resulta pertinente p ara apoyar nuestra porque provocan que la persona tenga dificultades para relacionarse
< propia perspectiva. Por tanto, el grado en que un individuo se halle con los dem ás en el contexto de u n a relación de apego. Cuando falla
i afectado p o r el estrés interpersonal puede suponer u n a diferencia de esta m anera la m entalización, tiende a producirse u n a reem er­
crítica en su capacidad para m entalizar en diferentes circunstancias gencia de modos de conducta no m entalizadores que pueden abocar
\ vitales. Parece probable, pues, que el um bral p ara cam biar a un esti­ a profundas complicaciones y perturbaciones en las relaciones. Dis­
( lo autom ático (de lucha o huida) de m entalización será m enor en las cutirem os seguidam ente estos m odos no m entalizadores.
( personas que han estado expuestas al estrés o a trau m as en los p ri­
m eros años de la vida. Asimismo, puede haber una influencia gené­
( h a reem ergencia de los m odos no m en ta liza d o res
tica en la facilidad con la que las personas tienden a cam biar a este
i modo autom ático de m entalización incontrolada. Cuando tiene lugar un fallo de m entalización (como o cu rre nor­
( m alm ente en los individuos aquejados de TLP, en p a rticu la r en con­
P or otro lado, existen evidencias de que la activación del sistem a
( textos de alto arousal), la persona suele caer en m odos de pensam iento
de apego está vinculada a la desactivación de la m entalización. Los
( no m entalizadores que m u estran paralelism os con la conducta que
4
estudios con escáner (por ejemplo, Nolte et al., 2013) han d em o stra­
m anifiestan los niños pequeños antes de desarrollar com pletam ente
do que las áreas cerebrales norm alm ente asociadas a los apegos
< este tipo de capacidad (y, por eso, tam bién podem os denom inarlos
m aterno y rom ántico parecen inhibir la actividad de las á re a s cere­
( m odos de prementalización). Estos m odos de ex p erim en tar a los
b rales conectadas con diferentes aspectos del control cognitivo,
( demás y a uno m ism o tienden a reem erger cada vez que perdem os la
incluyendo aquellas que tienen que ver con la m entalización y la for­
capacidad de m entalización y reciben el nom bre de modo de equiva­
( m ulación de juicios sociales. Todo lo que estim ula el sistem a de a p e­
lencia psíquica, modo teleológico y modo simulado.
go (m ás a llá de la excitación inducida p o r el estrés), p o r tanto,
<
parece tra e r consigo u n a pérdida general de la capacidad de m enta­ Si bien las dim ensiones de la m entalización pueden reflejar a n o ­
(
lización. Una experiencia trau m ática no solo activará el sistem a de m alías en térm inos de funcionam iento, eso no es, en su conjunto, lo
< apego, sino que el tra u m a del apego puede to rn a rse crónico. La que percibe el terapeuta. La perspectiva integral de la persona, que
( hiperactivación del sistem a de apego en personas con u n histo rial los terap eu tas estam os obligados a adoptar, debe a b o rd a r tam bién
de tra u m a s puede explicar la pérdida radical de la capacidad de la fenom enología o la subjetividad de los pacientes. N uestra expe­
i
m entalización experim entada en situaciones em ocionales que d is­ riencia no es la de u n único m ecanism o cerebral desfasado respecto
(

<
46 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ¿ Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 47

del resto, sino la de todo un sistem a que funciona de m anera subóp­


tim a. Lo que perciben el paciente y el terapeuta m entalizador es el
producto de un m al funcionam iento del sistem a de m entalización,
• Isomorfismo mente-mundo: la realidad mental se equipara a la realidad
im pulsado por los desequilibrios presentes en las diferentes dim en­
exterior
siones de la m entalización. P ara propósitos de la práctica clínica,
• La dimensión interna tiene el mismo poder que la externa; se siente que
hemos agrupado los resultados de estas anom alías bajo tres m odos
los pensamientos son reales
típicos de subjetividad no m entalizadora. Es fundam ental que el
• La experiencia subjetiva de la mente puede ser aterradora (por ejemplo,
terap eu ta reconozca y entienda estos m odos no m entalizadores, flashbacks)
dado que tienden a ap arecer en la sala de consulta y se refieren a • La intolerancia hacia las perspectivas alternativas se relaciona con la
aspectos de la experiencia del paciente. Es m uy im p o rtan te a b o r­ comprensión concreta
darlos, porque pueden cau sar considerables dificultades in terp erso ­ • Puede sentirse que las cogniciones negativas autorreferenciales son
nales y d a r lugar a conductas destructivas. «demasiado reales» (ausencia de la cualidad «como si»)
En el m odo de equivalencia psíquica, los pensam ientos y senti­ • Refleja la dominación del estado afectivo del self con un enfoque inter­
mientos se tornan «demasiado reales», hasta el punto de que es extre­ no limitado
• Gestionado en terapia por el terapeuta evitando verse arrastrado al dis­
m adam ente difícil p a ra el individuo concebir posibles perspectivas
curso no mentalizador.
alternativas (véase el cuadro 1.7). Cuando la m entalización deja paso
a la equivalencia psíquica, los pensamientos se experim entan com o si
fuesen reales y verdaderos, conduciendo a lo que los terapeutas des­ E n el modo teleológico, los estados m entales son reconocidos y
criben com o «concreción del pensam iento» en sus pacientes. La creídos solo si sus resultados son físicam ente observables (véase el
duda se pone en suspenso, y el individuo cree cada vez m ás que su cuadro 1.8). Por tanto, el individuo puede reconocer la existencia y la
im portancia potencial de los estados m entales, pero este reconoci­
propia perspectiva es la única posible. La equivalencia psíquica es
m iento se ve lim itado a situaciones muy concretas. Por ejemplo, solo
norm al en un niño de aproxim adam ente 20 meses de edad, que toda­
se percibe que el afecto es genuino cuando va acom pañado de contac­
vía no ha desarrollado plenam ente su capacidad de m entalización.
to físico, como un toque o una caricia. Un paciente que experim enta
Los niños pequeños y los pacientes con TLP que se hallan en este u n fracaso de la m entalización y cae en el m odo teleológico puede
modo m anifiestan una a b ru m ad o ra sensación de certeza acerca de expresarlo m ediante la «acción», llevando a cabo actos o conductas
su propia experiencia subjetiva, ya sea esta que «hay un tigre debajo radicales o inapropiadas con el fin de generar resultados en otros
de la cama» o que «esta m edicación me está perjudicando». Ese esta­ individuos cuyo supuesto estado subjetivo (por ejemplo, esta r preocu­
do m ental puede ser extrem adam ente atem orizador, añadiendo un pados p o r el paciente) no resulta creíble p a ra este. El m odo teleológi­
poderoso sentido de dram atism o y riesgo a las experiencias vitales. co aparece en pacientes que están desequilibrados hacia el polo
Las reacciones exageradas de los pacientes se ven justificadas p o r la externo de la dim ensión interna-externa de la m entalización, es decir,
seriedad y el «realismo» con que experim entan tan to sus propios que están fuertem ente sesgados hacia la com prensión de cóm o se
pensam ientos y sentim ientos com o los de otras personas. La vivaci­ com portan las o tras personas (y ellos m ism os) y cuáles pueden ser
dad y rareza de la experiencia subjetiva puede aparecer com o u n a sus intenciones desde el punto de vista de lo que hacen físicam ente.
serie de síntom as cuasipsicoticos y m anifestarse tam bién en form a En el modo simulado, los pensam ientos y sentim ientos se desgajan
de recuerdos físicam ente aprem iantes asociados al TEPT. de la realidad (véase el cuadro 1.9), algo que, llevado al extremo, pue-
I

<

( 48 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ¿Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 49

(
de conducir a sentimientos de desrealización y disociación. El niño
( Cuadro 1.8. Modos prementalizadores déla subjetividad:
pequeño prem entalizador crea modelos m entales y m undos sim ula­ modo teleológico
( dos que solo puede m antener m ientras perm anezcan completam ente
• Enfocado en entender las acciones en términos de sus restricciones físi­
( separados del m undo real (por ejemplo, m ientras un adulto no inte­
cas, en tanto que opuestas a las mentales
( rru m p a o estropee el juego porque está «haciendo algo mal»). Asimis­
• Dependencia exagerada de lo que es observable físicamente
mo, los pacientes en el modo sim ulado pueden discutir experiencias
( • Entendimiento de los demás y de uno mismo desde el punto de vista de
sin contextualizarlas en ningún tipo de realidad física o m aterial,
( las conductas físicas
como si estuvieran creando u n m undo fingido. Los pacientes pueden
• Solo se consideran verdaderos indicadores de las intenciones de los
( hipermentalizar o pseudomentalizcir, un estado en el cual pueden decir
demás los cambios en la dimensión física
m uchas cosas acerca de los estados mentales, pero con poco signifi­
( • Se expresa a través de conductas que generan resultados observables
cado verdadero o escasa conexión con la realidad. Acometer la psico­
( • Focalización extrema en lo externo; pérdida momentánea de la menta­
terapia con pacientes que se h allan en este m odo puede llevar a
lización controlada
( prolongadas e inconsecuentes discusiones acerca de experiencias • El abuso de la mentalización para fines teleológicos (como, por ejemplo,
< internas que no m antienen ningún vínculo con la auténtica experien­ dañar a otros) es posible a causa de la ausencia de mentalización implí­
cia. El paciente que m uestra una notable com prensión cognitiva de cita y explícita.
(
los estados de m entalización, pero poca com presión afectiva, suele
( caer en la hiperm entalización. A menudo, es difícil d istin g u ir ese
( estado de la genuina m entalización, pero tiende a involucrar n a rra ti­
vas excesivamente largas, carentes de un verdadero núcleo afectivo o Cuadro 1.9. Modos prementalizadores de la subjetividad:
(
de toda conexión con la realidad. A prim era vista, la hiperm entaliza­ modo simulado
(
ción puede llevar al terapeuta a creer que está trabajando con una • Las ideas no tienden un puente entre la realidad externa y la interna; el
( persona con extraordinaria capacidad para m entalizar pero, después mundo mental se halla desgajado de la realidad exterior
( de un breve periodo, se torna evidente que el paciente es incapaz de • Al oyente el discurso del paciente le parece vacío, carente de significado,
(
resonar con los sentim ientos que acom pañan al esfuerzo de m entali­ inconsecuente y circular
zación (Alien, Fonagy y Batem an, 2008). Además, dado que en el • Caracterizado por sostener simultáneamente creencias contradictorias
(
modo sim ulado no hay verdaderos sentim ientos o experiencias em o­ .• Con frecuencia los afectos no se corresponden con el contenido de los
( cionales que planteen ninguna restricción a la persona, esta puede pensamientos
( hacer m al uso, en form a egoísta, de su capacidad cognitiva (por ejem ­ • Se tornan patentes la «disociación» del pensamiento, la hipermentaliza­
plo, p a ra granjearse el cariño de otras personas o que estas sientan ción o la pseudomentalización
(
compasión p o r él o para controlarlas o coaccionarlas). • Refleja que la mentalización explícita está dominada por un foco inter­
( no implícito e inadecuado
Como el lector, inteligente habrá advertido, es previsible que los
( • Pobre razonamiento sobre las creencias-deseos y vulnerabilidad a la
desequilibrios en las diferentes dim ensiones de la m entalización
(
fusión con los demás
generen los modos de no m entalización anteriorm ente descritos. La
• Gestionado en terapia mediante la interrupción del proceso no menta-
( equivalencia psíquica es inevitable cuando la emoción (afecto) dom i­
lizador cuando este ocurre.
na a la cognición. El m odo teleológico aparece cuando el foco se cen­
(
tra exclusivamente en las características externas y se descuidan las
(

(
50 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ¿Q U É E S M E N T A L IZ A R ?

internas. El pensam iento y la hiperm entalización del modo sim ulado radical. Cuando m antengo u n a intensa disputa con un am igo y me ¡
se to rn a n inevitables cuando no está bien establecida la m entaliza- ¿ dejo llevar por la «emoción», solo una pequeña p a rte de esa em oción (
ción controlada, reflexiva y explícita. Aunque no podemos e n tra r en i, que experim ento tiene que ver con la discusión; es probable que la
mayores detalles en este momento, el predom inio norm al de la no -r mayor p arte esté relacionada con mi intento de m antener mi sentido
m entalización durante los prim eros años puede predecirse a p a rtir de autonom ía e identidad, u n objetivo que puedo a lc a n z a r de las í
de lo que sabem os sobre el despliegue evolutivo de las capacidades siguientes m aneras: (
relacionadas con la m entalización. Por ejemplo, dado que el estado
1. M ostrándom e excesivamente asertivo (elevando la voz) (
mental enfocado en el afecto antecede a un tipo de m etalización m ás
2. Cegándom e a la perspectiva potencialm ente «confusa» de mi r
cognitiva (H arris, de Rosnay y Pons, 2005), la equivalencia psíquica
am igo ,
(y las ansiedades que la acom pañan) form ará parte, casi de m anera
3. Creando una im agen de él que es altam ente egoísta p a ra m í y
ineludible, de la vida de los niños de 3 a 5 años de edad.
me confirm a que m i p o stu ra es coherente, precisa y, sobre
Es especialm ente im portante reconocer en los pacientes estos todo, m ás allá de cualquier reproche
tres m odos prem entalizadores, ya que a m enudo se ven acom paña­ 4. F orzando u n a reacción suya p a ra reafirm arm e a ú n m ás o <
dos p o r la presión para ex tern alizar los aspectos no m entalizados incluso hacerm e sentir «más real». (
del self (denom inados p a rte s del alien self). Esto puede ex p re sa r­
se m ediante los intentos de dom inar la m ente de otras personas, las Desde una perspectiva externa y desapasionada, la im presión es (
autolesiones u otros tipos de conducta que, en el m odo teleológico, se que intento eludir u n a situación dolorosa, al tiem po que tam bién tra- f-
espera alivien la tensión y el arousal, u n a característica típica del to de particip ar eficazm ente en una discusión o debate. ^
TLP (Fonagy y Target, 2000). ¿Pero por qué estoy tan preocupado por tra tar de protegerm e?
Para responder a esa pregunta, tenem os que introducir el concepto
de alien self (véase el cuadro 1.10). Según lo sugerido por W innicott f
El concepto de «alien self» (1956), suponem os que, cuando el niño no puede desarrollar u n a re- (
presentación de su propia experiencia a través del reflejo parental ^
En los m om entos en que falla la m entalización, así com o c u a n ­
(del self psicológico), internaliza la im agen de su cuidador, afirm án­
do se cae en m odos prem entalizadores, experim entam os u n a p re ­
dola com o una parte de la representación de sí m ism o. Pero, si bien
sión que los terapeutas psicodinám icos denom inan «identificación
eso se utiliza para reforzar el self infantil, no es contingente con el '
proyectiva». E sta expresión reviste num erosos significados, y esto
estado del self, es decir, no coincide con él en cualidad, intensidad, (
nos lleva a h a b la r de uno de sus aspectos, es decir, la externaliza-
tim ing o tono. Esta discontinuidad en el yo es lo que denom inam os {
ción del alien self.
«alien self». Nosotros entendem os que la conducta excesivam ente
Dado que la m entalización genera coherencia en el self, la vacila­ controladora m ostrada p o r los niños con una historia de apego des- (
ción en la m entalización puede indicar u n sentido de fragm entación, organizado tiene que ver con la persistencia de un p atró n análogo r
un estado doloroso del que a m enudo tra tam o s de protegernos a la identificación proyectiva, en el que se m itiga la experiencia de (
m ediante actos extremos e incluso violentos. Las interacciones em o­ incoherencia del self a través de la externalización, es decir, adju­
cionales son dolorosas, debido en p a rte a que las emociones intensas dicando a otra persona un aspecto del propio self y em pujándola a
socavan la m entalización, y la reacción n a tu ra l com prensible es actuar según la representación que requiere dicha externalización.
intentar re s ta u ra r un sentido de coherencia a través de u n a acción Cuando era joven, uno de nosotros (PF) acostum braba a telefonear
J

(
52 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
( ¿ Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 53

r a casa cuando se encontraba angustiado y hablaba de esa situación Las personas aquejadas de trasto rn o de la personalidad pueden
r en térm inos catastróficos hasta que sus padres se sentían ostensible­ sentir que la necesidad de ex tern alizar es u n a cuestión de vida o
( m ente asustados y, entonces, term inaba la conversación sintiéndose m uerte y no solo el alivio m om entáneo de u n a molestia. La razón es
( aliviado. No fue hasta que recibió com unicaciones sim ilares de sus que el alien self con frecuencia puede convertirse en el vehículo de
propios hijos que cobró plena conciencia del poder que este proceso u n a experiencia de m altrato, en el anfitrión de una intencionalidad
(
tenía sobre el bienestar parental. Si el alien self se traduce en una verdaderam ente malévola, in stalada en uno mismo, que expresa su
( experiencia de vulnerabilidad, la persona recreará esta experiencia intención negativa, desde el interior, a través una autodestructivi-
( en su interlocutor generando inseguridad crónica; si se tra ta de agre­ dad desm edida (véase el c u ad ro 1.11). E ste aspecto del alien self
(
sividad, sim plem ente lo irritará; si es depresión, falta de interés o tam bién se pone de relieve cuando desaparece la narrativa m entali-
desesperanza, entonces, puede forzarlo a experim entar el potencial zadora «autogenerada», que suele c u b rir las grietas en la e stru c tu ra
(
de la ayuda, solo para frustrar sus esperanzas una y o tra vez. En del self e impide que estas socaven la coherencia del self. La pérdida
( todos estos casos, la persona resuelve su falta de coherencia interna, de m entalización provoca la inseguridad en el self y lo desestabiliza:
< norm alm ente encubierta por la capacidad para crear una ilusión de «¿Quién soy yo?», «¿Quiénes son ellos?», «¿Qué quieren?», «¿Quién
coherencia a través de la m entalización, librándose de su fuente -este soy yo con relación a ellos?» No hay respuestas disponibles p a ra el
(
alien self - y proyectándola sobre alguien en el m undo exterior. individuo y el resultado es el pánico. Al a c tu a r de ese modo, la p er­
( sona intenta recap tu rar su sentido del self a través de u n a represen­
( tació n esquem ática: «Solo lo en tien d o si no le gusto; él está
Cuadro 1.10. El aiien self: puntos prácticos (1) victim izándom e y yo soy la víctima». P ara gestionar ese estado m en­
(
• El terapeuta debe permanecer alerta a las experiencias subjetivas que tal, la p ersona proyecta los aspectos del self que resultan desestabi­
( lizadores, viéndolos en el otro. Los aspectos alien del self son muy
indiquen alguna discontinuidad en la estructura del self (por ejemplo,
< la sensación de albergar deseos/creencias/sentimientos que «no se sien­ peligrosos p a ra la integridad individual y la estru ctu ra narrativa.
( ten como propios
( • La discontinuidad en el self asumirá, en la mayoría de los pacientes, un Cuadro í .l l . El alien self: puntos.prácticos (2)
aspecto aversivo que conduce a un sentido de discontinuidad en la pro­
( • En los pacientes que han experimentado maltrato, abuso o graves negli­
pia identidad (difusión de la identidad)
(
gencias, los estados mentales repudiados pueden incluir la internaliza-
• Los pacientes se relacionan con aspectos discontinuos de su experien­
ción de un estado mental malévolo
( cia mediante la externalización (generando el sentimiento correspon­
• La experiencia del paciente es la de un estado hostil/persecutorio del
diente en el interior del terapeuta), de manera que el terapeuta debe
( que debe «liberarse» para detener la experiencia de verse atacado desde
monitorizar activamente sus sentimientos al respecto dentro por el self
(
• Por lo general, la tendencia a la externalización se establece y fortalece
• Este proceso es una cuestión de supervivencia del self, de «vida o muerte»
( profundamente durante la primera infancia • El paciente dispone de una oportunidad limitada para crear relaciones
T • La externalización no se ve contrarrestada simplemente llevando la en las que implique a otros en sus dramatizaciones
atención consciente a este proceso; es estéril considerar este estado • El grado en que los pacientes incurren en la externalización del alien self
(
mental como si fuese la manifestación de una dinámica inconsciente debe ser cuidadosamente controlado; demasiadas acciones regresivas
( • Técnicamente hablando, no se debe interpretar el proceso incons­ socavarán cualquier oportunidad de utilizar la relación para fortalecer
( ciente. la mentalización.
(

(
54 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ¿Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 55

Los fallos de mentalización revelan discontinuidades en la estruc­


■Cuadro 1.12, Confianza epistémica (1)
tu ra del self. Esto sucede simplemente porque la narrativa de inten­
cionalidad que todos cream os continuam ente para nosotros mismos • Específica a los seres humanos, adaptación cognitiva social de diseño
depende de que la m entalización sea accesible. Cuando se produce recíproco dirigida por señales y dedicada a garantizar una transferen­
una ru p tu ra en la m entalización, las discontinuidades en nuestra cia eficaz de conocimientos culturales pertinentes
autorrepresentación tam bién se vuelven m ás prom inentes y am e­ • Los seres humanos estamos predispuestos a «enseñar» y «aprender» los
nazadoras. En este punto, la coherencia puede ser restaurada atribu­ unos de los otros información cultural nueva y relevante
yendo los aspectos indeseables de u n o m ism o (aquellos que se • La comunicación humana está específicamente adaptada para permitir
experim entan como ajenos) a otras personas. En una disputa perso­ la transmisión de:
nal, alguien podría acusar a un am igo de ser controlador, inflexible, - Conocimientos culturales cognitivamente opacos
de no tener en cuenta el punto de vista de los demás, de no saber escu­ - Conocimientos generales, generalizables por tipo
char un argum ento y así sucesivamente. La no m entalización engen­ - Conocimientos culturales compartidos.
dra no mentalización. Las relaciones se vuelven rígidas y fijas, con lo
que el otro tiene que ser controlado, casi obligado a m antener y no E sta nueva concepción tiene que ver con la teoría de la confianza
dejar de desem peñar el papel de la p arte alien del self. De hecho, las epistémica, la cual, dicho resum idam ente, enfatiza la im portancia
acusaciones injustas solo consiguen enfadar a nuestro amigo e irri­ social y emocional de la confianza que depositam os en inform ación
tarlo exactam ente hasta un nivel de enojo irracional que la persona que nos trasm iten otras personas sobre el m undo social, es decir, el
encuentra difícilmente tolerable. Eso está reñido con la autorrepre- grado y las form as en que podem os considerar que el conocim iento
sentación norm al de la persona, porque es una p arte del self que social es genuino y personalm ente relevante p ara nosotros (véase el
podría haber sido creada p o r una m adre frecuentem ente cansada e cuadro 1.12). La teoría se basa en el trabajo pionero de los psicólogos
irritable al responder a la persona (cuando era un niño pequeño) que húngaros Gergely y Csibra sobre la im portancia evolutiva de la capa­
suplicaba consuelo. La alternativa a esta externalización exitosa sería cidad que tienen los bebés hum anos p ara aprender de sus cuidadores
una autocrítica destructiva y no m entalizada, experim entada como prim arios. Según esta teoría, los seres hum anos hem os evoluciona­
verdaderam ente persecutoria en el m odo de equivalencia psíquica. do tan to p a ra tra n sm itir com o p ara recib ir inform ación c u ltu ral
Por su parte, en el modo teleológico, este estado puede representar un nueva y pertinente y, p a ra ello, hemos desarrollado u n a sensibilidad
peligro real, es decir, un riesgo físico, que aboque a autolesiones e especial a las form as de com unicación que suponen u n a o p o rtu n i­
incluso al suicidio, La necesidad del otro como vehículo p ara el alien dad p ara este tipo de aprendizaje. Como p a rte de este proceso de
self puede ser abrum adora, dado que el paciente la experim enta como comunicación, el cuidador señala al niño que aquello que le tran sm i­
una cuestión de supervivencia y tam bién puede d ar lugar a que se te es relevante y puede ser considerado com o un conocim iento cultu­
desarrolle u n pseudoapego adhesivo y adictivo hacia ese individuo. ral útil y válido (véase el cuadro 1.13). P ara ello, el cuidador utiliza lo
que denom inam os señales ostensivas. Los niños e stá n preparados
para responder con p a rtic u la r atención a estas señales (Gergely y
S eñ ales o sten siv as y c o n fia n za e p isté m ic a Csibra, 2011), las cuales incluyen el contacto ocular, la reactividad
contingente p o r tu rn o s y la utilización de un tono de voz especial
Los desarrollos teóricos m ás recientes en nuestra concepción de la (una lengua ad ap tad a a los niños, maternés), todos los cuales p a re ­
m entalización y el cam bio terapéutico ac arrea n im portantes im pli­ cen d e sen c a d e n ar un m odo específico de a p ren d izaje en el p e q u e ­
caciones p ara la form a en que enfocam os nuestra práctica clínica. ño (véase el cuadro 1.14). Creemos que esto o cu rre porque las señales
¿QUÉ ES MENTALIZAR? 57
5<3 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

ostensivas indican al bebé que el cuidador lo reconoce como indivi­ Cuadro 1.13. Confianza epistémica (2)
duo y com o «agente» m entalizador (que piensa y siente). En resu ­ • El apego a una persona que respondió de manera sensible durante el
men, responder de m anera sensible a las necesidades del niño no
desarrollo temprano proporciona una condición especial para generar
solo fom enta su confianza general de que es im portante como perso­
confianza epistémica, brindando una ventaja cognitiva de seguridad
na, sino que tam bién sirve para a b rir su m ente de m anera m ás gene­
• La comunicación «caracterizada» por el reconocimiento del oyente
ral p a ra recibir nueva inform ación pertin en te y p a ra a lte ra r sus
como agente intencional incrementa la confianza epistémica y la proba­
creencias y m odificar consiguientem ente su conducta futura.
bilidad de que la comunicación sea codificada como:
Las señales ostensivas promueven la confianza epistémica e indi­ - Relevante para el oyente
can que lo que el cuidador está tratan d o de transm itir es relevante y - Generalizable más allá de la situación inmediata
significativo y debe ser recordado. Es m ás probable que un niño con - A retener en la memoria debido a su importancia
apego seguro trate a su cuidador como u n a fuente fiable de conoci­ • Las señales ostensivas promueven la confianza epistémica, que a su vez
m iento y tam bién es muy posible que dicha confianza se generalice a suscita un tipo especial de atención al conocimiento que me parece
otras personas que se encuentran en posición de enseñar y de las que relevante para «mí».
aprender. ¿Pero qué ocurre con los individuos cuyas experiencias
sociales los han abocado a un estado de desconfianza epistémica cró ­
nica en el cual (quizá a causa de la hiperm entalización) im aginan Cuadro 1.14. Receptividad al aprendizaje activado por señales 3
que los motivos de la com unicación son negativos? Esos individuos de comunicación ostensiva'
p arecerán resistentes a la nueva inform ación y pueden ser vistos
Ejemplos de señales de comunicación ostensiva del cuidador hacia el
com o rígidos, tercos e incluso irracionales, porque tra ta n con sospe­
niño/bebé:
cha profunda el nuevo conocim iento del com unicador y no lo inter­
- Contacto ocular
nalizan (es decir, no m odifican sus e stru c tu ras m entales internas
p a ra asim ilarlo). La confianza epistém ica se ve socavada por sus - Reactividad contingente por turnos
experiencias anteriores y, en consecuencia, se bloquea parcialm ente - Tono especial de voz («maternés») para dirigirse al niño
Función de las señales ostensivas
el canal p rep arad o evolutivam ente p a ra la adquisición de nueva
- Señalar que el cuidador tiene una intención comunicativa dirigida
in fo rm ació n personalm ente relevante. N uestra sospecha es que
resulta m enos probable que sea la franca brutalidad del abuso la que hacia el bebé/niño
- Hacer entender información nueva y relevante.
socave la confianza epistém ica (aunque, p o r supuesto, puede hacer­
lo) y que sea, en cambio, la predisposición genética, en combinación
con la negligencia y el abuso em ocional, las que desem peñen un
Todo el m undo busca el conocim iento social que le ayude a nave­
papel m ás im portante a la hora de que el individuo se torne especial­
gar en el m undo interpersonal. Solemos sentirnos inseguros en lo que
m ente vulnerable a desconfiar de la inform ación proporcionada por
respecta a nuestras creencias e intuiciones y buscam os inform ación y
otras personas (ver cuadro 1.15). Paradójicam ente, algunas personas
seguridad en los demás. Eso es, p o r supuesto, m ás probable que eso le
con u n sistem a de apego desorganizado (como suele o c u rrir con
suceda a alguien cuya inseguridad perm anente lo haya dejado al bor­
quienes están aquejados de TLP) suelen reaccionar inicialm ente ante
de del entram ado interpersonal de la com prensión social. Sin em bar­
la gente de m odo excesivamente confiado. Eso se debe a que la hipe-
go, aunque la necesidad de seguridad de este individuo pueda ser más
ractivación del sistem a de apego desestabiliza la capacidad de vigi­
intensa de lo normal, y la busque ansiosam ente, el contenido de tales
lancia epistém ica, haciendo al individuo inusualm ente vulnerable.
58 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ¿Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 59

Cuadro 1.15. Desconfianza epistémica Cuadro 1.16. Desconfianza epistémica y trastorno de personalidad
• No creer en lo que se nos dice • La adversidad social (más profundamente, el trauma que sucede a la
• Altos niveles de vigilancia epistémica (sobreinterpretación de las moti­ negligencia) origina la destrucción de la confianza en el conocimiento
vaciones e hipermentalización como posibles consecuencias) social de todo tipo, es decir, se manifiesta como rigidez y torna al indi­
• El receptor de la comunicación asume que las intenciones del comuni- viduo de «difícil acceso»
cador son diferentes a las declaradas, lo que supone que no trata la • La persona no puede cambiar porque es incapaz de aceptar que la nue­
comunicación como si procediese de una fuente digna de confianza va información es relevante (esto es, generalizable) a otros contextos
• Atribución errónea de intenciones y percepción de que las razones para sociales
las acciones de alguien son malévolas; se aborda la comunicación con • El trastorno de la personalidad no es un «trastorno de personalidad»,
hipervigilancia epistémica sino inaccesibilidad a la comunicación cultural, procedente del contexto
• Permanece cerrado el proceso de modificación de las creencias estables social, que es relevante para el self
acerca del mundo (uno mismo en relación con los demás). - Pareja "1
- Terapeuta # desconfianza epistémica
- Profesor J
com unicaciones reafirmatorias puede verse rechazado, su significado
confundido e incluso ser m alinterpretado com o si escondiese una in­
tención hostil, dejando a la persona en un estado de inseguridad cró­ Cuadro 1.17. Confianza epistera¿ea y naturaleea de la psicopatología
nica y sin medios para encontrar una com pensación significativa. La • La desconfianza epistémica es «hambre epistémica» combinada con
persona que ha visto perturbados sus canales de aprendizaje sobre el desconfianza
m undo social -com o, por ejemplo, alguien cuyas experiencias sociales • El terapeuta ignora, ¡para riesgo suyo!, este conocimiento
con sus cuidadores durante la infancia hayan provocado la ruptura de • El trastorno de la personalidad es un fallo de comunicación;
su confianza epistém ica- se encuentra bloqueada en un estado gene­ - No es un fallo del individuo, sino un fallo de las relaciones de apren­
ral de inseguridad y vigilancia epistém ica perm anente. El individuo dizaje (el paciente es «de difícil acceso»)
con una historia traum ática tiene pocas razones para confiar y recha­ - Va asociado, en el paciente, a una insoportable sensación de aisla­
zará la inform ación que no sea consistente con sus creencias. Negarse miento, generada por la desconfianza epistémica
a uno m ism o de ese modo la inform ación social crea una rigidez apa­ - La incapacidad del terapeuta para comunicarse con el paciente causa
rente o resistencia al cambio. Esta rigidez se halla apuntalada p o r la frustración en el terapeuta y la tendencia a culpar al paciente
desconfianza epistémica, siendo un estado que podemos definir como - El terapeuta siente que el paciente no le escucha, pero la realidad es
«oír sin escuchar» (ver cuadro 1.16). que al paciente le resulta difícil confiar y considerar la verdad de lo
que escucha.
Como terapeutas, podemos decir que estas personas son de «difí­
cil acceso», pero sim plem ente están m ostrando lo que podría ser una
adaptación razonable a un entorno social en el que la inform ación de m anera consistente consejos valiosos y precisos, el paciente ap aren ­
la m ayoría de figuras de apego ha sido «etiquetada» como probable­ tem ente no lo tendrá en cuenta, ignorará la evidencia de ia coopera­
mente engañosa (véase el cuadro 1.17). A p e sar de que la conducta de ción y el apoyo e insistirá (desde el punto de vista de los dem ás, se
uno de los padres o de la pareja sea perfectam ente solidaria y siem ­ «empeñará») en sentirse abandonado, traicionado y falto de apoyo.
pre busque el interés del paciente, o de que el terapeuta le ofrezca de Es como si estuviese ciego a la evidencia, ya que es co n tra ria a sus
60 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ¿ Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 61

convicciones. Según esta perspectiva, podem os ver la destrucción de A la luz de nuestra anterior argum entación acerca de la confianza
la confianza en el conocim iento social com o un m ecanism o clave epistémica, sugerimos que todos los tratam ientos eficaces implican a
p ara el desarrollo de la personalidad patológica. Esto tiene repercu­ estos tres sistemas esenciales de comunicación, que relacionan la con­
siones im portantes sobre el m odo en que podem os entender cóm o y fianza epistémica y el aprendizaje social (ver cuadro 1.18). En la MBT
por qué funcionan las terapias psicológicas para el TLP y el TASP. se han docum entado tam bién estos tres principios de cambio. En los
últimos años, se ha hecho cada vez m ás hincapié en los componentes
R eco n sid era ció n del tratam iento: tres sistem a s específicos a tener en cuenta en nuestra comprensión de los procesos
que sustentan a los tratam ientos eficaces. E n las siguientes secciones,
Se ha descubierto recientem ente que, en el caso del TLP, puede ser identificamos de qué m odo las intervenciones MBT se relacionan con
eficaz un núm ero considerable de terapias diferentes (Stoffers et al., cada componente del sistem a de cambio. Distintas técnicas inciden en
2002). Lo que com parten todos estos tratam ientos es un claro a rm a ­ diferentes etapas de tratam iento y de cambio; por ejemplo, el prim er
zón teórico y un modelo fiable para la adm inistración del tratam ien­ sistema de cambio de comunicación es de capital im portancia en las
to. Aparte de eso, no obstante, no se conoce aún si existe u n único prim eras fases del tratam iento, aunque sigue siendo relevante p ara
factor, com ún a todas esas terapias, que las torne eficaces. Es obvio terapeuta y paciente a lo largo de todo el tratam iento.
que com prender qué hace eficaces a las intervenciones (o qué las vuel­
ve ineficaces) sería de inestim able valor para la formulación de futu­ Primer sistema de cambio de comunicación: la enseñanza y el
ras intervenciones y el perfeccionam iento de la práctica existente. aprendizaje de contenidos y el aumento de la apertura epistémica
Todas las psicoterapias basadas en la evidencia b rin d an u n m ar­
'‘Cuadro 1.18fTres sistemas de comunicación terapéutica co coherente que perm ite al paciente exam inar las cuestiones que se
consideran centrales p ara él, según un determ inado enfoque teórico,
• Los tres sistemas abordan la desconfianza epistémica de los pacientes
en u n lugar seguro y en u n contexto de bajo arousal. Este tipo de psi­
con TLP
coterapias proporciona al paciente habilidades o conocim ientos ú ti­
• Sistema de comunicación 1: comunicación del modelo terapéutico
les, tales com o estrategias p ara m anejar la disregulación emocional
basado en el contenido:
o reestru ctu rar su pensam iento acerca de las relaciones interperso­
- Varía de acuerdo al modelo de terapia (por ejemplo, MBT versus TDC
nales. Pero quizá lo m ás im portante es que todas las psicoterapias
[Terapia dialéctico-conductual])
basadas en la evidencia su m in istran de m anera im plícita al paciente
- Sirve como señal ostensiva que incrementa la confianza epistémica
un modelo de la m ente y u n a com prensión de su trastorno, así como
del paciente y actúa así como catalizador del éxito terapéutico (tam­
una apreciación hipotética del proceso de cambio, que son suficien­
bién llamado «alianza terapéutica»)
tem ente precisos com o p a ra que se sienta reconocido com o agente
• Sistema de comunicación 2: mentalización como factor común:
facultado p a ra to m ar decisiones y m odificar el curso de su rum bo
- El entorno terapéutico sirve para incrementar la mentalización del
vital. El modelo conceptual de cada tratam iento contiene considera­
paciente
ble inform ación que re su lta personalm ente relevante p a ra que el
• Sistema de comunicación 3: aprendizaje social en el contexto de la con­
paciente experim ente la sensación de verse «entendido» o reflejado
fianza epistémica:
de m anera apreciable. Los abordajes útiles y directivos pueden ser
- El paciente aplica su mentalización restaurada en un entorno (social)
m ás propensos a tra n sm itir u n claro reconocim iento de la posición
más amplio, lo cual refuerza y aprovecha lo aprendido durante la
del paciente que en el caso de otros estilos exploratorios m ás genéri­
terapia.
cos (McAleavey y Castonguay, 2014).
62 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALiZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ¿ Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 63

resulta esencial si paciente y terap eu ta han de reconocer su


Cuadro 1.19. Sistema de comunicación hy:MBT^
despliegue durante el tratam iento.
La MBT exige que paciente y terapeuta: 5. Im pliquen al paciente en u n a fase introductoria que com bine
• Desarrollen en colaboración una formulación temprana en el proceso la psicoeducación con algún tipo de proceso interpersonal. El
de evaluación G rupo de Introducción al MBT (MBT-I) (ver capítulo 11) b rin ­
• Identifiquen las vulnerabilidades de mentalización recurriendo a ejem­ da a paciente y terapeuta un m arco com partido p a ra la com ­
plos personales del paciente prensión del TLP y el proceso de la terapia en su conjunto.
• Discutan el diagnóstico del paciente desde el punto de vista de los sínto­ 6. Establezcan una narrativa del desarrollo de los problem as. El
mas e historial de este trasfondo y el contexto del paciente sustentan u n a visión com ­
• Mapeen los patrones de apego y cómo estos inciden en las relaciones pasiva de los problem as.
corrientes 7. Convengan conjuntam ente objetivos relevantes p ara el pacien­
• Impliquen al paciente en una fase introductoria que combine la psicote­ te, de m odo que la terapia se centre en lo que es im p o rtan te
rapia con algún tipo de proceso inlerpersonal p a ra él.
• Establezcan una narrativa de desarrollo de los problemas del paciente
• Acuerden conjuntamente objetivos que sean relevantes para el paciente. Lo que decimos, en esencia, es que esas explicaciones y sugeren­
cias pueden considerarse señales ostensivas que indiquen al paciente
la im portancia, p ara él, de la inform ación que le está siendo tra n sm i­
La MBT asum e, en principio, u n enfoque m ás directivo e infor­ tida. E stas señales sirven p ara desencadenar en el paciente u n a sen­
mativo. Resum im os ahora algunos ejemplos del modo en que la MBT sación de verse personalm ente reconocido p o r el tera p eu ta o la
aborda el p rim er sistem a de com unicación (véase tam bién el cuadro situación terapéutica. E ste proceso es im portante porque perm ite
1.19). La MBT requiere que paciente y terapeuta: que el paciente reduzca su hipervigilancia epistémica, puesto que le
lleva a percibir cada vez m ejor la pertinencia del modelo p a ra su p ro ­
1. Desarrollen colaborativam ente u n a form ulación tem prana en pio estado m ental. Por consiguiente, a d q u irir nuevas habilidades y
el proceso de evaluación. Esto es algo que el terapeuta recoge aprender inform ación nueva y útil acerca de sí mismo no solo es de
p o r escrito y com parte con el paciente, viéndose co n stan te­ indudable utilidad por derecho propio, sino que tiene el efecto ines­
m ente revisado cuando se desarrolla una nueva com prensión. pecífico de generar m ás a p e rtu ra . E sta a p e rtu ra facilita que el
2. Identifiquen las vulnerabilidades de m entalización utilizando paciente aprehenda las sugerencias específicas transm itidas dentro
ejemplos personales del paciente. Los cam inos que conducen del modelo. Se crea, de este modo, u n círculo virtuoso: el paciente
la pérdida de m entalización son identificados y establecidos «siente» la verdad personal del contenido transmitido en el marco del
com o «puntos vulnerables» que deben se r sup erv isad o s modelo terapéutico, el cual, dado que es preciso y útil, genera m ás
cuidadosam ente. apertura epistémica. El increm ento de la confianza epistém ica p erm i­
3. D iscutan el diagnóstico desde el punto de vista de los síntom as te, a su vez, que el paciente capte m ás inform ación que tam bién sirve
e historial del paciente. El diagnóstico es m enos im portante p ara que se sienta tranquilizado y validado. El proceso de aprendiza­
que ponerse de acuerdo en la visión a través de la cual pueda je se ve facilitado por la experiencia del paciente de sentirse m entali-
ser entendida la variabilidad de los síntom as. zado p o r la «verdad sentida» del co n ten id o que le e stá siendo
4. Se revisen patrones de apego y cómo inciden estos en las rela­ com unicado, ya sea debido a su correspondencia con la fenom enolo­
ciones habituales. La identificación de las estrategias de apego gía o a través de la experiencia práctica.
I

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r 64 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAUZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ¿ Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 65

r Sin em bargo, el hecho de que se haya constatado que tantas tera ­ La MBT recom ienda u n a genuina p o stu ra de «no saber» que
r pias diferentes estén u tilizan d o m odelos teóricos ta n divergentes ap o rte el fundam ento p a ra la exploración de la perspectiva del
r con considerables efectos beneficiosos nos indica que la im p o rtan ­ paciente. La validación em pática y el establecim iento de u n a plata­
cia del p rim er sistem a no radica tan to en la verdad esencial de la form a afectiva co m p artid a entre terap eu ta y paciente au m en ta la
r
sab id u ría tra n sm itid a p o r.el terap eu ta y el m odelo terapéutico, experiencia de este de que no está solo y le indica que o tra m ente
r com o en el hecho, m ás im portante, de que perm ite al paciente apli­ puede ser útil p ara a clarar los estados m entales y au m en tar la sen­
r c a r de una form a m ás o m enos concreta este nuevo aprendizaje reci­ sación de agencia. Una focalización creciente en el afecto y en la
< bido, cam biando la naturaleza de la com unicación entre paciente y interacción interpersonal, durante la sesión y a lo largo del tiempo,
terapeuta en aras del aum ento de la confianza epistém ica. Esto nos sum inistra el m arco en el cual poder explorar estados m entales m ás
(
lleva al segundo sistem a. complejos en contextos de apego que activarían, norm alm ente, la
(
pérdida de la m entalización. La m ente del te ra p e u ta se ab re al
( Segundo sistema de cambio de comunicación: la reemergencia paciente h a sta el punto de que m uestra activam ente su m entaliza­
( de la mentalización robusta ción acerca del paciente, indicando lo que está en su m ente y co­
Como ya hemos señalado, a través de la transm isión de conoci­ m unicándole su perspectiva. La subjetividad es algo a considerar
(
mientos y habilidades que se consideran oportunas y útiles p a ra el im portante y no subyugada. El paciente tiene que considerar el pun­
( to de vista del terapeuta, de igual m odo que este debe tener en cuen­
paciente, el terapeuta reconoce implícitamente el sentido agente del
(
paciente. La presentación de información por parte del terapeuta que ta el del paciente. Se esp era que su perspectiva cam bie cuando
r resulta relevante personalm ente para el paciente actúa como u n a for­ disponga de nueva inform ación; las m entes cam bian las m entes de
form a transaccional.
( m a de señal ostensiva que le transm ite la impresión de que el terapeuta
trata de entender su perspectiva, lo cual, a su vez, perm ite al paciente Sin embargo, la m entalización de los pacientes -es decir, actuar
(
escuchar y atender al significado pretendido por el terapeuta. E n efec­ según la perspectiva de esto s- puede ser u n factor com ún entre las
( to, el terapeuta m uestra de qué modo se acopla su m entalización con diferentes psicoterapias, no porque los pacientes necesiten apren­
( la del paciente. Es im portante que, en este proceso, tanto paciente der acerca de los contenidos de su m ente o de la de los dem ás, sino
< como terapeuta lleguen a verse m utuam ente con m ás claridad como porque m entalizar puede ser u na m anera genérica de increm entar la
agentes intencionales (es decir, como individuos que tra tan de menta- confianza epistém ica y, p o r tanto, de propiciar un cam bio en la fun­
<
lizar). Por ejemplo, cuando el terapeuta m uestra que su m ente ha sido ción m ental. Nos atreveríam os a afirm ar que, en todas las terapias
< cam biada por el paciente, infunde poder a este y aum enta su confian­ eficaces, se m ejora la capacidad de m entalización del paciente. Es
( za en el valor de la com prensión social. El contexto de u n a situación probable que esto revista beneficios genéricos en el sentido de que
( social abierta y confiable facilita el logro de una m ejor com prensión de aum ente el autocontrol del paciente y su sensación de autocoheren-
las creencias, deseos y anhelos que sustentan las acciones de los demás cia, increm ente la precisión de su com prensión social, reduzca su
(
y de uno m ismo, lo cual perm ite que se desarrolle u n a relación de experiencia del dolor m ental y m ejore su capacidad para pensar de
( mayor confianza entre paciente y terapeuta. En condiciones ideales, el form a coherente en el contexto de las relaciones de apego. Desde que
( sentimiento del paciente de verse respondido de m anera sensible por propusim os el modelo de la MBT (Fonagy y Batem an, 2006), eso ha
el terapeuta inicia u n segundo ciclo virtuoso en la com unicación inter­ constituido una parte clave de nuestra com prensión de los m ecanis­
<
personal en el que se regenera la propia capacidad del paciente para la mos del cambio. La com prensión de la subjetividad de los pacientes
< mentaliza.ción (véase el cuadro 1.20). Este es el núcleo de la MBT. resulta vital en este proceso, dado que su autodescubrim iento como
(

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(

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66 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACiÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ¿QUÉ ES MENTALIZAR? 67 '
<
agentes activos se produce a través de un intercam bio social (en el mismo, tan solo un paso intermedio y no el último objetivo terapéutico.
que se experim entan como agentes en el m odo en que su terapeuta Lim itarse a in stru ir al terapeuta para que el paciente se centre en sus
piensa de ellos), podría afirm arse que «se encuentran a sí m ism os en propios pensam ientos y sentim ientos, o en los pensam ientos y senti- *
la m ente del terapeuta». También resulta vital para otra función de m ientos de quienes le rodean, no p roducirá p o r sí m ism o n in g ú n (
la terapia: la reactivación del deseo del paciente de aprender sobre cambio. Es posible que, junto a otras técnicas, el cam bio se inicie al ¡
el m undo, incluido el m undo social. Creemos que este es un proceso m odificar la actitud m ental de la persona som etida a tratam iento. ,
complejo y no lineal que puede resum irse brevem ente com o sigue: la Sin embargo, el proceso de creación de u n a función m entalizadora
com prensión alcanzada durante la terapia, con independencia de su más robusta en la terapia (segundo sistem a), aunque sea probable- ^
contenido, crea o recrea el potencial para que el paciente tenga una m ente un paso im prescindible, tam poco puede garantizar, com o <
experiencia de aprendizaje que, a su vez, haga que otras experiencias ocurre con el prim er sistema, un cam bio duradero en el paciente. La j
sim ilares de aprendizaje resulten productivas porque permiten que el m ejoría real y duradera, en nuestra opinión, depende de un tercer f
paciente adopte una postura de aprendizaje a partir de la experiencia del sistem a de com unicación que pasa por aprender de la experiencia
incremento de su capacidad de mentalización. más allá de la terapia. (
Nos g u staría destacar aquí un punto que, dado nuestro propio <
com prom iso explícito con la psicoterapia basada en la m entaliza­ Tercer sistema de cambio de comunicación: la reemergencia (
ción, puede parecer de en trad a desconcertante: mentalizar es, en sí de aprendizaje social con una mentalización mejorada ^
N uestra hipótesis es que reactivar la confianza epistém ica a través f
.‘Cuadro 1.2„Q. Sistema de comunicación 2 y MBT ‘ig de la m ejora de la m entalización, que p erm ita a la persona entender
mejor y la haga sentirse entendida, reabre a su vez la ru ta evolutiva­
• Genuina postura de «no saber», la cual aporta el fundamento para la
mente determ inada para la transm isión de inform ación y la posibili- ^
exploración de la perspectiva del paciente
dad de a su m ir conocim ientos que se consideran personalm ente f
• Validación empática
• Establecimiento de una plataforma afectiva compartida entre paciente relevantes y generalizables. S uperar la desconfianza epistém ica, de
y terapeuta modo que la inform ación social positiva que ha sido previam ente des- (
• Focalización en el principio de que otra mente puede ser útil para clari­ autorizada pueda ser ahora registrada, perm ite al paciente m odificar
ficar los estados mentales e incrementar la sensación de agencia sus creencias. E ste es el com ponente esencial del cam bio y lo que 1
• Aumento de la focalización en el afecto y la interacción interpersonal, aporta u n a verdadera modificación de las creencias rígidam ente sos- «
tanto en la sesión como el resto del tiempo tenidas con anterioridad. En esencia, la experiencia de sentirse pen­
• Contexto de apego en el que explorar estados mentales más complejos sado m ejora la m entalización, lo que nos perm ite, a su vez, aprender f
incluso, que abocarían normalmente a la pérdida de mentalización cosas nuevas acerca de nuestro m undo social (véase el cuadro 1.21).
• La mente del terapeuta «se abre» al paciente f
La situación terap éu tica nos enseña acerca de las fuentes de
• La subjetividad no se ve subyugada, sino que se le concede importancia
conocim iento, proporciona u n a clara ilustración social de la con­
• El paciente debe tener en cuenta el punto de vista del terapeuta, igual
fianza y convierte al terapeuta en una «fuente respetuosa» de cono- (
que este debe tener en cuenta el del paciente
cim iento (W ilson y Sperber, 2012) que tiene la capacidad de deshacer (
• Se espera que cambien las perspectivas cuando se acceda a nueva infor­
las creencias previas sostenidas rígidam ente acerca de los dem ás y /
mación; las mentes cambian las mentes de un modo transaccional.
de uno m ism o, reduciendo adem ás la experiencia de aislam iento

(
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68 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ¿Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 69

Cuadro 1.21;.Sistema de. comunicación 3 y MBT en su vida? ¿Cómo responde a las reacciones sensibles de los demás?
Con dem asiada frecuencia, la hipervigilancia epistém ica interfiere
• Estabilización del contexto social más amplio del paciente
con la percepción de lo que es positivo en una interacción y con encon­
• Exploración de las relaciones actuales del paciente al margen de la rela­
tra r aquello que podría propulsar un esfuerzo relacional conjunto.
ción terapéutica
• Focalización en las respuestas sensibles de los demás N uestra hipótesis es que, cuando se relaja el estado de hipervigi­
• Reconocimiento de que las respuestas negativas no son más que eso lancia epistém ica del paciente, aum enta su capacidad para confiar y
• Énfasis en la autoagencia y la autodeterminación descubrir nuevas form as de aprender acerca de los demás. Esto faci­
• Apertura a los estados mentales de los otros, incluyendo los del terapeuta. lita u n increm ento en la disposición del paciente a m odificar sus
estru ctu ras cognitivas p a ra in te rp re ta r la conducta de los dem ás.
Las experiencias sociales del paciente, que pueden haber sido positi­
epistém ico del paciente, evidenciada en la rigidez de su experiencia vas, pero que en el pasado fueron descartadas como consecuencia de
subjetiva. Esto pone en m archa u n tercer ciclo virtuoso. La m ejora la rigidez y la hipervigilancia epistém ica, tienen ahora el potencial
en la com prensión de las situaciones sociales, p ropiciada p o r la de su rtir un im pacto positivo y convertirse en fuentes de aprendizaje.
m ejora de la m entalización, conduce a una m ejora a la hora de com ­
Este es el tercer sistem a de com unicación, el cual pasa a estar dispo­
prender a o tras personas im portantes en la vida del paciente, lo cual
nible u n a vez que el segundo sistem a, vinculado a la situación tera ­
crea, a su vez, el potencial de que este perciba u na respuesta sensible
péutica, ha m ejorado la capacidad del paciente p ara m entalizar. A
y se sienta entendido. La reap ertu ra del potencial p a ra experim entar
m edida que los pacientes com ienzan a experim entar las interaccio­
la sensación de verse sensiblem ente respondido, tan to dentro com o
nes sociales como m ás benignas y a interp retar las situaciones socia­
fuera del entorno terapéutico, puede por sí m ism a d a r lugar a unas
les con m ayor precisión (por ejemplo, siendo capaces de percibir una
relaciones interpersonales m ás confiadas y a b rir así al paciente a
experiencia tem poral de decepción social sim plem ente como tal, en
una nueva com prensión de situaciones sociales específicas como las
lugar de u n rechazo completo hacia ellos), actualizan su conocim ien­
que encuentra en su vida diaria.
to tanto de sí mismos com o de los demás.
La MBT recom ienda que, en las prim eras fases de la terapia, se
Creem os que es la recuperación de la capacidad p a ra el in ter­
estabilice el contexto social del paciente. El cambio será imposible si
cam bio de inform ación social la que p o d ría conform ar el núcleo de
el paciente está preocupado por el alojamiento, las finanzas, la situa­
las psicoterapias eficaces p a ra el TLP, de las cuales la MBT es u n a
ción laboral, la libertad vigilada y otros agentes estresantes. El tera­
de ellas. D icha terapias prom ueven la capacidad de beneficiarse de
peuta MBT es un defensor activo del vínculo de los pacientes con el
las intenciones sociales benignas p a ra ac tu a liz a r e increm entar, en
sistem a social m ás amplio. Una vez que el tratam iento se estabiliza y
se establece la m entalización con m ayor constancia y m enos vulnera­ las situaciones sociales, el conocim iento acerca de los dem ás y de
bilidad a los ataques diarios, paciente y terapeuta trabajan continua­ uno m ism o. La m ejora de la sensación de confianza epistém ica,
m ente en el proceso interpersonal, tan to dentro com o fuera de la derivada de la m entalización, nos perm ite aprender de la experien­
relación paciente-terapeuta. No se considera que la exploración del cia social; de esta m anera, el terc er ciclo virtuoso se m antiene m ás
proceso de apego en la relación terapéutica constituya el punto final, allá de la terapia.
sino simplemente una etapa p ara centrarse de form a significativa en Como terapeutas, solemos suponer que el proceso que tiene lugar
las relaciones actuales de la vida del paciente. ¿Cómo entiende el en la sala de consulta es el p rin cip al im pulsor del cam bio, p ero la
paciente u na respuesta negativa por p arte de u n a persona im portante experiencia nos dem uestra que el cam bio es tam bién consecuencia
70 TRATAMIENTO BASADO EN' LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ¿Q U É E S M E N T A L IZ A R ? 71

de lo que sucede, m ás allá de la terapia, en el entorno social de la per­ m entalizado p o r o tra persona. Para que el entorno social sea inter­
sona. Los estudios en los que se ha supervisado el cambio "sesión a pretado correctam ente, de m anera que ofrezca oportunidades para
sesión" sugieren que la alianza entre paciente y terapeuta en una un nuevo aprendizaje, es fundam ental la com prensión del estado
determ inada sesión predice los cam bios que se producirán en la mental y de las acciones y reacciones de los demás. Solo la m ejora de
siguiente (Falkenstrom , G ranstrom y Holmqvist, 2013). Esto indica la m entalización alcanzará este objetivo. Y, p ara que pueda preser­
que el cambio que se produce entre sesiones es consecuencia del cam ­ varse el beneficio de la experiencia social a través del m antenim iento
bio de actitud hacia el aprendizaje generado durante la terapia, que de la m ejora de las relaciones, son claves la regulación emocional y el
tam bién influye en la conducta del paciente entre sesiones. La impli­ buen control de la conducta y, una vez m ás, solo la m ejora de la m en­
cación de esto es que el grado en que un paciente se beneficie de la talización h a rá posible este resultado. Esta es la razón fundam ental
terapia dependerá, en parte, de lo que encuentre en su entorno social por la cual la MBT se centra en esta capacidad y por qué su realiza­
durante y después del tratam iento. Esto nos perm ite predecir que es ción constituye el foco de esta guía práctica.
m ucho m ás probable que la psicoterapia TLP tenga éxito cuando, en
el momento del tratam iento, el entorno social del individuo sea p rin ­
cipalm ente benigno. La experiencia clínica sugiere que es probable Referencias
que exista cierta validez en esta afirmación, aunque todavía no exis­
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tan evidencias basadas en investigaciones que la sustenten. tice. Washington, DC: American Psychiatric Press.
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m ica que ha impedido anteriorm ente las interacciones sociales benig­ Series B, Biological Sciences, 366, págs. 1149-1157.
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dence and Conceptual Models for Empathic Enhancements in Border­
utilizar su entorno social de una manera positiva (y si el entorno social
line Personality Disorder», Journal o f Personality Disorders, 27, págs.
lo apoya suficientemente para permitir que esto suceda). Sin embargo, 172-195.
para que esto sea posible, resulta clave el reconocim iento de la autoa- Domes, G., Schulze, L. y Herpertz, S.C. (2009). «Emotion Recognition in
gencia, y este reconocim iento se alcanza m ejor a través de las señales Borderline Personality Disorder: A Review of the Literature», Journal
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72 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
¿QUÉ ES MENTALIZAR? 73

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Utilizar el modelo de la
mentalización para entender el
trastorno de la personalidad

Introducción

En el corazón del abordaje de la m entalización al trastorno lím ite de


la personalidad (TLP) reside nuestra creencia de que los problem as de
cognición social y, en especial, u n a capacidad com prom etida p ara
entenderse a uno m ism o y a los dem ás desde el punto de vista de los
estados m entales, desem peñan u n papel decisivo en diversos trastornos
psiquiátricos que im plican una patología del self. E n el presente capítu­
lo, describirem os las dificultades p ara m entalizar que afrontan las p er­
sonas aquejadas de TLP y de trasto rn o antisocial de la personalidad
(TASP) y de qué m odo la m entalización podría e sta r relacionada con
las experiencias vividas p o r quienes padecen alguno de estos tra sto r­
nos (véase el cuadro 2.1). E m pezarem os discutiendo los síntom as p rin ­
cipales de am bos trastornos y proporcionarem os luego una com prensión
de estos desde el punto de vista de la m entalización.

Trastorno lím ite de la personalidad

El TLP es u n a condición severa con u n a prevalencia estim ada a lo


largo de la vida de hasta u n 6% (G rant et al., 2008). El TLP se diagnos­
tica con frecuencia junto a los trasto rn o s em ocionales, los trastornos
76 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 77

Cuadro 2.1. Mentaíización y- trastorno de la personalidad patológicos de esta. El m odelo alternativo propuesto refleja u n cre­
ciente interés p o r el conocim iento de cada tra sto rn o de la p erso ­
• El DSM define el trastorno de la personalidad según el deterioro funcio­ nalidad, no tan to com o u n tra sto rn o m onolítico, sino com o una
nal y los rasgos patológicos de la personalidad
dim ensión en la que los individuos m u estran rasgos variados en
• El trastorno de la personalidad es un trastorno que afecta a las diferen­
grados distintos. Las deficiencias en el funcionam iento descritas en
tes dimensiones de la mentaíización
el modelo alternativo tam bién resultan pertinentes en el contexto de
• El TLP y el TASP evidencian un desequilibrio en las dimensiones de la
este libro porque son sorprendentem ente coherentes con nuestra
mentaíización
perspectiva de la m entaíización. El m odelo alternativo establece
• Factores nucleares de disregulación emocional, impulsividad y disfun­
cuatro posibles elem entos de deterioro en el funcionam iento. Los
ción social/interpersonal.*123456789
dos prim eros se refieren a la autonom ía, m ientras que los otros dos
revisten un carácter interpersonal.
de ansiedad, el trastorno bipolar y los trastornos esquizotípico y nar-
1. La identidad es la p rim era área de deterioro funcional, el cual
cisista de la personalidad (véase tam bién el capítulo 3 p ara la discu­
im plica extrem as dificultades potenciales p a ra experim entar­
sión de alg u n as de las com orbilidades m ás comunes). Puede ser
se a uno m ism o com o una entidad única y lim itada y alcanzar
bastante frecuente en la poblaciones am bulatoria y forense, en las
un sentido coherente de la propia historia personal. En el capí­
que cabe esperar que, entre u n cuarto y un tercio de los sujetos, cum ­
tulo 1, hemos descrito con cierto detalle la dim ensión otro-sí
plan los criterios p ara este diagnóstico.
m ism o de la m entaíización: los pacientes con TLP experim en­
El DSM-5 (American Psychiatric Association, 2013) enum era nue­ ta n de m anera característica dificultades p a ra m an ten er un
ve criterios, de los cuales al m enos cinco deberán esta r presentes prudente equilibrio en la polaridad otro-sí mismo.
p a ra llevar a cabo un diagnóstico de TLP. Estos son: 2. El segundo elem ento interpersonal es el de la autodirección, el
cual supone un deterioro en el cum plim iento de objetivos vita­
1. Un patrón de relaciones inestables
les a corto y largo plazo, así como en la capacidad de autorre-
2. Enfado inapropiado e intenso
flexión y de o p e ra r en m odos de c o n d u c ta p ro so cial
3. Esfuerzos frenéticos p o r evitar el abandono
constructiva.
4. Inestabilidad afectiva
3. La empatia, uno de los elem entos interpersonales de funciona­
5. Acciones impulsivas
m iento descritos en el m odelo alternativo del DSM-5, se define
6. Tendencia al suicidio y autolesiones recurrentes
como la habilidad p a ra com prender y a p reciar las experien­
7. Sentim ientos crónicos de vacío o aburrim iento (disforia)
cias de los dem ás, así com o la capacidad p a ra tolerar diferen­
8. P ensam ientos p aran o id es tra n sito rio s relacionados con el
tes perspectivas y entender los efectos sociales de la propia
estrés
conducta. Ambas se basan en la m entaíización, es decir, en el
9. Alteración de la identidad y síntom as disociativos severos.
entendim iento adecuado de los pensam ientos y sentim ientos
Una p ropuesta incluida en la sección III del DSM-5 in d ica que que dirigen nuestra conducta.
está justificada u n a m ayor investigación sobre el m odelo del tra s ­ 4. Los problem as con la intim idad -e s decir, la falta de profundi­
torno de la personalidad, y establece un nuevo m odelo basado en las dad o la breve duración de las conexiones con los dem ás y u n a
deficiencias en el funcionam iento de la p erso n alid ad y los rasgos capacidad o deseo lim itado de c e rcan ía- constituyen el cuarto
78 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALtZACIÓN PARA TRA STO RNO S DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 79 I
(
elem ento del deterioro funcional. E n relación con nuestra emocionales, a lo que podría seguir u na espiral de disregularización. }
perspectiva, esta característica apunta al fracaso en la form a­ Asimismo, el intento de controlar la disregulación emocional puede
ción de relaciones de apego, resultante de la desorganización conllevar el inicio de conductas impulsivas de tipo autolesivo. ^
del sistema de apego. 'i
C aracterísticas nucleares relacionadas con el TLP
El modelo alternativo describe, adem ás, cinco rasgos patológicos \
de la personalidad relacionados con el trastorno de la personalidad: Disregulación emocional
afectividad negativa, desapego, antagonism o, desinhibición y psico- La disregularización em ocional'suele m ostrarse bajo la form a de *
ticismo. Por últim o, el modelo tam bién propone tener en cuenta la enfado injustificado e intenso. La inestabilidad y la intensidad del f
estabilidad y generalización de estos rasgos, las deficiencias en el afecto pueden ser la base de los esfuerzos frenéticos p o r evitar el
funcionam iento, y los rasgos patológicos de la personalidad. abandono, los cuales son u n a característica clave de este tipo de tras- ^
El grupo de pacientes que cum plen, según el DSM-5, los c rite ­ torno, aunque tam bién pueden d a r lugar a m uchos otros síntom as
rios de diagnóstico del TLP es amplio. Esto a c a rre a algunos p ro ­ TLP (como, por ejemplo, los actos impulsivos). Los estudios experi- ^
blem as tanto p ara los terapeutas com o p a ra los teóricos por igual. m entales han confirm ado que los pacientes con un diagnóstico de (
Por ejem plo, es poco probable que los d iferen tes tra tam ie n to s TLP están m enos dispuestos a experim entar distrés a la hora de cul- /
basados en las evidencias disponibles sean igualm ente aplicables a tivar una conducta dirigida hacia un objetivo (Gratz, Rosenthal, Tull, ^
todos los subtipos del TLP. Sin em bargo, existe un consenso c re ­ Lejuez y Gunderson, 2006; Salsm an y Linehan, 2012), tienen reaccio­
nes de ira considerablem ente prolongadas (Jacob et al., 2008), son
ciente de que el TLP consta de tres factores principales: disregula­
menos capaces de inhibir su respuesta an te estím ulos em ocionales (
ción em ocional, im pulsividad y d isfu n ció n social. D iscutirem os
negativos (Gratz, Breetz y Tull, 2010), m uestran anom alías en el pro- (
estas cara c te rístic a s individualm ente, b rin d a n d o una perspectiva
cesam iento de los estím ulos em ocionales desagradables (Baer,
de la m entalización sobre los procesos presentes cuando predom i­
Peters, Eisenlohr-M oul, Geiger y Sauer, 2012; H azlett et al., 2007) y
nan estas características.
son m ás propensos a a c tu a r de m anera im pulsiva cuando se encuen- **
Antes de describir las características clave del TLP, sin embargo, tra n en u n estado de án im o negativo (Chapm an, L eung y Lynch, í
nos gustaría destacar brevem ente que la realidad de vivir con el TLP 2008). Tienden a experim entar, durante periodos de tiem po específi- j
nos dem uestra que estas características -si bien resultan útiles desde eos, cam bios radicales en sus estados de ánim o, (Reich, Z anarini y ^
una perspectiva teórica y clínica- suelen difum inarse y unas pueden Fitzm aurice, 2012; Santangelo, Bohus y Ebner-Priem er, 2014) y tam ­
acabar desencadenando otras. Un ejemplo de esto es la form a en que bién increm entos en la frecuencia cardíaca no asociados a la activi- (
la disregulación em ocional puede convertirse fácilm ente en causa, dad m etabólica (Reisch, Ebner-Priem er, Tschacher, Bohus y Linehan, 1
así com o en consecuencia, de unas relaciones sociales disfunciona­ 2008; Trullen et al., 2008). Los pacientes con TLP tam bién inform an \
les. Las em ociones intensas desem bocan casi invariablem ente en la de emociones m ás com plejas y experim entan m ás problem as en la ^
disfunción social. Cuando una persona con TLP se com porta de una identificación de las em ociones asociadas con altos niveles de angus­
m anera em ocionalm ente disregulada, es probable que sus relacio­ tia (Bornovalova, M atusiew icz y Rojas, 2011; E bner-Priem er et al., *
nes sociales -e n especial, las íntim as- acaben viéndose gravem en­ 2008; Preissler, Dziobek, Ritter, H eekeren y Roepke, 2010), aunque 1
te perturbadas. Con independencia de la persona con la que esté, esto puede ser m ás bien el efecto y no la causa de su hiperreactividad i
es muy posible que actúe de una m anera que cause m ás reacciones emocional (Domes, Schulze y H erpertz, 2009).
80 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 81

La disregularización emocional es bien reconocida como un ele­ exaltado m ediante la evaluación del contexto, puede a c tu a r de un
m ento básico del TLP. Pero, desde un punto de vista clínico, tenemos modo que genere respuestas que aum enten su estrés interpersonal y
que explicar dicha disregularización desde la perspectiva de la men- empeoren las dificultades y disfunciones sociales. Volviendo a nues­
talización (véase el cuadro 2.2). El arousal em ocional ab rum ador tro ejemplo, alzar la voz o g rita r disreg u larizarían al niño, quien
provoca, en nuestra opinión, im portantes desequilibrios en la men- podría, a su vez, disregularizarnos a nosotros.
talización. Desde el punto de vista de las dim ensiones de la mentali-
Así pues, la equivalencia psíquica es el m odo no m entalizador
zación, eso implica verse tem poralm ente restringido al polo afectivo
que puede estar m ás estrech am en te vinculado a la disregulación
de la dim ensión cognitivo-afectiva, con un tipo de pensam iento
emocional. Como hem os descrito en el capítulo 1, en este modo, se
caracterizad o p o r u n a m odalidad de m entalización autom ática e
sienten las emociones como si fuesen muy «reales» y, cuando son lo
irreflexiva (en lo que atañe a la dimensión controlada-autom ática).
bastante intensas, no dejan lugar a ninguna duda. Eso hace que la
Cuando alguien se halla en estado de estrés, es n atu ral que la m enta­
experiencia de los eventos internos (pensam ientos y sentimientos)
lización autom ática pase a ocupar el prim er plano. H asta ese punto,
parezca m ás concreta que subjetiva, com o si tuviese el m ism o peso
esta es u n a respuesta al estrés de «lucha o huida» perfectam ente nor­
y la m ism a im portancia que un evento físico, lo cual podría explicar
mal, que presenta la ventaja evolutiva de perm itir que la persona res­
por qué el impacto del arousal emocional es tan abrum ador. Una
ponda al peligro físico de m anera in m ediata y sin in te rm e d ia r
cosa es sentirse cansado y poco atractivo a prim era hora de la m a­
reflexión alguna. Sin embargo, en situaciones de estrés interpersonal,
ñana, y otra muy distinta considerar ese sentim iento como la prueba
la capacidad de funcionar de un m odo m ás reflexivo y cognitivo es
irrefutable de que uno es feo e indeseable. Cuando esta m anera em o­
muy im portante, m ientras que la incapacidad de utilizar habilidades
de m entalización m ás controladas y conscientes puede a b o car a ver­ cional de experim entar el m undo se extiende a las cogniciones -es
daderas dificultades. Por ejemplo, antes de a c tu a r siguiendo el im pul­ decir, cuando los pensam ientos y sentim ientos se convierten en «de­
so de gritar, pensam os en cómo eso podría asustar al niño que está m asiado reales»-, eso aboca a un estado m ental que no adm ite pers­
con nosotros, y evocar el estado m ental del niño surte un efecto tra n ­ pectivas alternativas, haciendo que nuestras em ociones nos parezcan
quilizador y regulador. Pero si al individuo le resulta difícil acceder muy inm ediatas y com pletam ente incuestionables, una experiencia
a un sentido de perspectiva que pueda ayudarle a reg u lar su afecto que puede ser poderosa y abrum adora. Cuando, en terapia, aparecen
este tipo de cuestiones, la m ejor estrategia para el terapeuta consiste
en evitar verse arrastrado a un discurso no m entalizador. Nosotros
Cuadró 2.2. Disregulaeión emocional'y mentalización consideram os que el pensam iento em ocionalm ente disregularizado
• El arousal emocional causa un importante desequilibrio en la mentali­ constituye el desencadenante de la concreción característica del m o­
zación do de equivalencia psíquica, lo que provoca, a su vez, que el individuo
• La dimensión cognitivo-afectiva se mantiene fijada en el polo afectivo tenga dificultades p ara aceptar perspectivas alternativas que podrían
• La dimensión automática-controlada se mantiene fijada en el polo auto­ ayudarle a contextualizar y reducir la intensidad de su experiencia.
mático (no reflexivo)
• Incapacidad de acceder a la representación de los estados mentales de Impulsividad
los demás y de verse condicionado por ellos
La im pulsividad es el segundo factor nuclear del TLP, cuyo aspec­
• La equivalencia psíquica es el modo no mentalizador asociado con más
to m ás inquietante es el riesgo de suicidio (ver cuadro 2.3). Tres cu ar­
frecuencia a las emociones exageradas.
tas p a rte s de los pacientes con TLP intentan suicidarse al m enos u na
82 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DELA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 83

Cuadro 2.3. Impulsividad y TLP Cuadro 2.4. Jmpulsividad y mentaíizádóñ


• Desatención: disminución de la atención, aburrirse con facilidad, inca­ • El suicidio y las autolesiones son conductas comunes en el TLP vincu­
pacidad para concentrarse en una tarea, dificultad para mantener el ladas a la impulsividad
foco en un tema cuando acude a la mente otra cosa • La impulsividad indica un «cortocircuito» en el sistema de mentaliza­
• Falta de planificación: carencia de premeditación, consideración o pre­ ción reflexiva
ocupación limitada acerca de las consecuencias, excitación con activi­ • Dependencia excesiva del polo automático de la dimensión automática-
dades de riesgo que impide la reflexión sobre las consecuencias controlada
negativas • Cuando se discuten retrospectivamente, se brindan explicaciones hiper-
• Acción: acción carente de reflexión, esto es, lanzarse a la acción rápida­ mentalizadas de la acción que pueden fijarse en el modo simulado
mente, actuar compulsivamente, a veces en relación tanto con emocio­ • El modo teleológico de no mentalización alimenta la impulsividad.
nes agradables como desagradables.

ninguna explicación, desarro llará u n a razón a posteriori, no rm al­


vez en la vida (Black, Blum, Pfohl y Hale, 2004). La inestabilidad mente en térm inos de las propias «intenciones» y «creencias» y/o las
afectiva, y en p a rticu la r la am plitud e intensidad de los estados de de las personas que le rodean. Por ejemplo, si el contexto de mis
ánim o negativos (Links, Eynan, Heisel y Nisenbaum , 2008), ha sido acciones es un agravio im aginario porque m i pareja no responde
asociada a una increm entada probabilidad de impulsividad (Gratz et inm ediatam ente a u n m ensaje de texto que le he enviado, mi explica­
a i, 2010). Según h a quedado dem ostrado (Wedig, F rankenburg, ción e stará condicionada por suposiciones extravagantes acerca de
B radford Reich, Fitzm aurice y Z anarini, 2013; Wedig et a i, 2012), lo que p o d ría haber ocurrido. Si analizo este evento en terapia, me
recibir un diagnóstico de depresión mayor, de trastorno de abuso de enredaré a m í m ism o y a mi terapeuta en un extenso análisis, aun­
substancias, trastorno de estrés postraum ático, presencia de autole- que falto de pruebas convincentes p a ra n in g u n a de m is aseveracio­
siones, sufrir un asalto sexual en la edad adulta, tener u n cuidador nes. B uscaré urgentem ente la validación de mi punto de vista pero,
que se suicidó, inestabilidad afectiva y la disociación severa, in cre­ aun cuando parezca a punto de conseguirlo, care c erá de sentido
m entan las posibilidades de u na conducta suicida. El riesgo de suici­ para m í porque, al m ism o tiempo, seré consciente de que he fabrica­
dio se ha asociado a un pobre ajuste social y a la falta de relaciones do mi explicación; p o r lo tanto, elaborar o c o n firm ar m i punto de
sociales y de apoyo fam iliar y laboral (Soloff y Fabio, 2008; Soloff, vista solam ente aum entará mi sensación de vacío y falta de sentido.
Feske y Fabio, 2008; Wedig et a i, 2013). Mi terap eu ta me a y u d a ría m ás si interrum piese, y cu an to antes
Entendem os la impulsividad com o u n desequilibrio entre las dife­ mejor, este proceso no m entalizador. Este estilo de funcionam iento,
rentes dim ensiones de la m entalización, el cual im plica un fuerte en el que la m entalización se deteriora en gran m edida, se desarrolla
énfasis sobre el polo autom ático de la dim ensión autom ática-contro­ en el modo sim ulado prem entalizador, en el que se produce un nexo
lada (ver el cuadro 2.4). La conducta im pulsiva ocurre cuando no inadecuado entre realidad interior y exterior, lo que puede desem bo­
reflexionam os lo suficiente sobre el im pacto que ten d rán nuestras car a m enudo en u n a conducta impulsiva, dado que no se ve atem pe­
acciones en los dem ás o en nosotros m ism os. El tipo de reflexión que rada por u n análisis ponderado de la realidad exterior.
se produzca estará, m uy probablem ente, desconectado de la reali­ La im pulsividad tam bién puede se r consecuencia de la posición
dad, es decir, es posible que se trate de hipermentalización o pseudo- ideológica. El m odo teleológico de p rem en talizació n im plica un
mentalización. Si uno hace algo p a ra lo cual no puede e n c o n trar poderoso énfasis en los resu ltad o s físicos observables. En dicho
84 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 85

modo, el individuo no puede aceptar, com o verdadera expresión de


Cuadro 2.5. Disfunción social y mentalización en el TLP
las intenciones de alguien, o tra cosa que no sea u n a acción física.
En el caso de un paciente de estas características, la pareja o uno de • Los problemas sociales e interpersonales indican procesos de apego
disfuncional
los padres pueden asegurarle constantem ente su am o r y apoyo y,
• Los pacientes con TLP muestran patrones de apego temeroso
sin em bargo, el paciente siente que nada de eso es real: no alcanza
• Los patrones de apego están relacionados con los procesos de mentali­
el «agujero» en el que «cae» en ciertos m om entos, especialm ente
zación
solitarios, cuando siente un terrible vacío. Lo único que parece ayu­
• Dificultades para m oderar la mentalización automática usando
d a r a ese paciente son las acciones físicas que hacen que se sienta
la mentalización controlada hipersensibilidad a la experiencia
real como, p o r ejemplo, rascarse violentam ente. Las intenciones negativa
solo pueden ser aceptadas si son dem ostradas m ediante acciones, • Foco excesivo en la mentalización externa de los otros y de uno mismo
careciendo de sentido a m enos que p ro d u zcan resu ltad o s física­ hipervigilancia y necesidad de reafirmación
m ente observables, lo cual puede explicar los actos autolesivos, que • Necesidad de un otro para establecer el propio estado mental interno.
le d em uestran que aún tiene el poder de autoagencia, o los actos
agresivos hacia o tras personas efectuados por razones sim ilares.
asociación p articular entre el TLP y el apego preocupado (el 75% de
Im aginem os que sentim os u n afecto in terp erso n al que solo nos
los pacientes que cum plían los criterios p ara el TLP tam bién se
parece real si va acom pañado de u n a conducta física, lo que cierta­
encuadraban en el subgrupo del apego adulto de «tem erosam ente
m ente explica algunas p rácticas sexuales de riesgo y tam bién la
preocupado con respecto al traum a»). Son m uchos los estudios que
necesidad de crear una distracción física que haga m ás soportable
han reportado que los individuos con TLP parecen esperar ansiosa­
la sensación de que todas las expresiones de afecto in terp erso n al
mente el rechazo social, lo perciben fácilm ente y reaccionan intensa­
carecen de significado real. La p o stu ra teleológica es un estado no
mente a él. Nosotros, ju n to a m uchos otros que trab ajan en esta
m entalizador que se fija en el polo exterior de la dim ensión interior-
m ism a á re a de investigación y p ráctica clínica, hem os puesto de
exterior de la m entalización y refleja la pérdida provisional de men-
relieve la presencia, en los pacientes con TLP, de u n patrón c a ra c te ­
talización controlada.
rístico de apego temeroso (apego ansioso y evitación relacional), de
una dolorosa intolerancia a la soledad, de u n a m arcada hipersensibi­
Disfunción social lidad a las situaciones sociales, de una m ayor alerta a las respuestas
Suele considerarse la disfunción social como el tercer factor de la hostiles p o r parte de o tras personas y de u n a considerable reducción
tríada básica del conjunto de síntom as del TLP. Por ejemplo, en com ­ de las memorias positivas de las interacciones diádicas (ver, por ejem ­
paración con otros grupos clínicos, los pacientes con TLP experi­ plo, G underson y Lyons-Ruth, 2008).
m entan mayores dificultades p a ra resolver los problem as sociales y Dado que la m entalización ocupa el núcleo de la cognición social,
presentan elevados niveles de perturbación en sus relaciones ro m án ­ es evidente que estas dificultades sociales son m ás propensas a apa­
ticas. Es probable que las dificultades p a ra la resolución de proble­ recer en individuos con u n a pobre m entalización deficiente a los que
m as sociales estén conectadas d ire c ta m en te con los procesos de les resulta difícil m oderar, utilizando el pensam iento reflexivo, las
apego disfuncional (véase el cu adro 2.5). Un estudio efectuado sobre suposiciones autom áticas que albergan acerca de los dem ás. Ade­
una m uestra de pacientes con TLP (Fonagy et a i, 1996), que contro­ más, la disfunción social surge inevitablem ente cuando se pone un
laba las condiciones que suelen c o n c u rrir con el TLP, reportó u n a énfasis indebido en la m entalización basada en señales externas en
86 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 87

tanto que indicadores de los estados m entales. Por su parte, la difi­ 2. A sum im os que, especialm ente en ese tipo de individuos, el
cultad a la hora de com prender y conectar con los propios pensa­ trau m a o la adversidad subsecuente podría desestabilizar aún
m ientos y sentim ientos puede im pulsar u n a búsqueda constante e m ás la m entalización, en p arte como u na m aniobra adaptativa
intensa de reafirm ación para protegerse contra los sentim ientos de p o r p a rte del sujeto con el fin de lim ita r la exposición a un
vacuidad y carencia de significado, que puede abocar a necesitar a entorno psicosocial em brutecedor y, en parte, porque el alto
los dem ás y a depender de ellos, algo que constituye un aspecto nivel de arousal generado p o r la hiperactivación del apego y
com ún de la disfunción social vinculada al TLP. Asimismo, cen trar­ las estrategias de apego desorganizado no hacen sino p e rtu r­
se en las señales externas puede generar u n a actitud de hipervigilan- b a r las capacidades cognitivas superiores establecidas menos
cia que, com binada con lo que a otras personas les parecen exigencias robustam ente y peor practicadas.
irracionales de confirm ación reiterada, puede aum entar realm ente 3. La m entalización es u n a capacidad m ultidim ensional y, de ese
la probabilidad de verse rechazado. La dependencia de los dem ás se m odo, diferentes pacientes con TLP se c a ra c te riz a rá n p o r
ve im pulsada por una hipersensibilidad a los estados de ánim o de las diferentes deficiencias en estas capacidades.
otras personas y a lo que estas dicen, por el efecto cam aleón (la ten ­
dencia inconsciente a im itar la conducta de los otros) y por el consi­
guiente tem or a la desaparición del self. El rechazo desencadena el
pánico a que cesen la reafirm ación y la confianza procedentes de los Asumimos:
demás. Es difícil sobreestim ar la am enaza que los otros representan • Que la negligencia temprana (especialmente emocional) y el entorno
p ara el sentido del self: un im pacto externo puede sentirse com o algo social desorganizado socavan el pleno desarrollo de las capacidades de
existencial. Una form a de a fro n tar esta vulnerabilidad pueden ser mentalización
las pequeñas acciones asertivas que traten de forzar el reconoci­ • Que el trauma o la adversidad posterior también pueden perturbar, más
m iento de la propia identidad en la interacción con otras personas. si cabe, la mentalización
Pero, por muy comprensible que esto sea, ese tipo de conducta agre­ • Que la hiperactivación del apego y las estrategias de apego desorganiza­
siva o dom inante provocará que los otros respondan a la defensiva, do perturban las capacidades cognitivas superiores
conduciendo a menudo a conflictos y afectos intensos que solo soca­ • Que la mentalización es multidimensional. Diferentes subtipos de
pacientes con TLP se caracterizan por deterioros específicos en sus
van, m ás si cabe, la capacidad de m entalizar del individuo.
capacidades de mentalización.

Apego, m en ta liza ció n y TLP Todo lo cual predice:

N uestra aproxim ación al TLP se basa en tres ideas clave (véase el • Altos niveles de estrategias de apego inseguro y, en particular, de apego
cuadro 2.6): desorganizado
• Asociación con altos niveles de negligencia temprana (emocional) y de
1. Asum im os que una h istoria de negligencia tem prana (en p a r­ trauma posterior
ticu lar de negligencia em ocional) y, en general, u n tem prano • Una pauta compleja de mentalización que variará según:
entorno social desorganizado son com unes en las personas - La naturaleza de la tarea
aquejadas de TLP, y tam bién creem os que pueden socavar la - Las demandas emocionales y de apego que la tarea imponga al indi­
habilidad de algunos individuos p a ra desarrollar plenam ente viduo
sus habilidades de m entalización. - La naturaleza de la historia de apego del individuo.
i
(
(
< 88 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 89

r A u to m á tic a TLP C o n tro la d a


r De e sta s persp ectiv as se ex traen v a ria s predicciones. E n los (im p líc ita , n o
c o n s c ie n te ,
pacientes TLP esperam os ver: ( P r o b l e m a s d e t i p o A) ( P r o b le m a s d e t i p o B) c o n s c ie n te ,
< in m e d ia ta )
I m p u ls iv id a d y a s u n c io n e s N o s e a p r e c i a n g e n u in a m e n te r e f le x iv a )
r á p id a s la s p e r s p e c tiv a s d e lo s o tr o s
< • Unos niveles elevados de estrategias de apego inseguro y, en s o b r e lo s p e n s a m i e n t o s y P s e u d o m e n t a liz a c ió n

( particular, de apego desorganizado s e n ti m ie n t o s d e lo s d e m á s C o n flic to i n t e r p e r s o n a l


F a lta d e r e fle x ió n o p o r q u e r e s u l t a d if íc il
• Una asociación con altos niveles de negligencia (emocional) c o m p r o b a c ió n
( p e n s a r /r e f le x io n a r
tem prana y traum a posterior P u e d e n m a n ife s ta r e x p líc ita m e n te e n e l im p a c to
< • Un patrón complejo de déficits de m entalización, que v ariará
c r u e ld a d d e l s e l f s o b r e lo s o tr o s

Foco en , TLP
< según la naturaleza de la tarea, las dem andas em ocionales y Foco en
u n o m is m o e l o tro
(en particular) del apego que la tarea imponga al individuo, así ( P r o b le m a s d e t i p o B) ( P r o b l e m a s d e t i p o A)
( A s e rc ió n r í g i d a d e l s e lf H ip e r s e n s ib ilid a d a los
como la naturaleza de su historia de apego individual. I n te n to s d e c o n t r o l a r lo s e s ta d o s d e á n im o
< p e n s a m ie n to s y lo s d e lo s d e m á s y a lo q u e d ic e n

( Dado que, m ás que una revisión comprehensiva de las evidencias s e n ti m ie n t o s a je n o s M ie d o a « d e s a p a r e c e r »

de la investigación, el presente libro es, principalm ente, u n a guía de F oco en TLP F oco en
i 4 ...... > el e x te rio r
el in te rio r
tratam iento, quisiéram os referir al lector a Fonagy y Luyten (2016) ( P r o b l e m a s d e t i p o B) ( P r o b l e m a s d e t i p o A)
( F a lta d e c o n v ic c ió n s o b r e H ip e r v ig ila n c ia ,
p ara una revisión detallada de cada una de estas asunciones. la s p r o p ia s id e a s j u z g a r p o r la a p a r i e n c i a
< B ú s q u e d a d e c o n f ir m a c ió n L a s e v id e n c ia s d e la s
e x te r io r a c t i t u d e s y lo s e s ta d o s
( E l perfil de m en ta liza ció n del TLP en las c u a tro d im en sio n es S e n s a c ió n a b r u m a d o r a d e i n t e r n o s d e lo s o t r o s
v a cío tie n e n q u e p r o c e d e r del
( Volviendo a las cuatro dim ensiones de la m entalización aborda­ B ú s q u e d a d e e x p e r ie n c ia s e x te r io r
in te n s a s
< das en el capítulo 1 -autom ática versus controlada, otro versus uno
< mismo, interna versus externa y cognitiva versus afectiva- reconsi­ C o g n itiv a
TLP
A f e c tiv a
derarem os brevem ente ahora de qué m odo las fortalezas y las debi­ ( P r o b l e m a s d e t i p o B) ( P r o b l e m a s d e t i p o A)
< C e r te z a a n t i n a t u r a l s o b r e E m o c io n e s d is r e g u la d a s ,
lidades en la m entalización de un individuo típico, aquejado de TLP, la s p r o p ia s id e a s a b ru m a d o ra s y no
< pueden m anifestarse en estas dim ensiones (ver figura 2.1). N a d a d e lo q u e e s p e n s a d o e q u i l i b r a d a s p o r la c o g n ic ió n
se e x p e r im e n ta c o m o r e a l a c a b a n d o m in a n d o la
( I n to l e r a n c ia a m o d o s c o n d u c ta
a lte r n a tiv o s d e v e r la s
í Automática versus controlada: sobrevalorar la intuición en ausencia L a f a l t a d e c o n te x tu a li z a c ió n
co sas d e lo s s e n ti m ie n t o s

< de una adecuada capacidad de reflexión c o n d u c e a la c a t a s tr o f iz a c ió n

( Los individuos con TLP tienden a u n a form a de m entalización


que es inútilm ente autom ática o im plícita (ver cuadro 2.7). Aunque Figura 2.1. Problemas generados por desequilibrios en las diferentes dimen­
r esta pueda parecer dem asiado sim plista, es norm alm ente autom áti­ siones de la mentalización en las personas con TLP. El desequilibrio a
r ca, no cuestionadora y no consciente y, de hecho, imposible de expli­ favor de uno de los polos de cada dimensión de la mentalización acarrea
/ car verbalmente, porque su lógica es intuitiva, no está apoyada p o r el consecuencias en toda la dimensión. (Los problemas de tipo A surgen debido
razonam iento y no es verbal; está m arcada por u n a injustificada cer­ a un foco indebido en el polo favorecido, mientras que los problemas de tipo B
t son disfunciones secundarias en tareas que, normalmente, se apoyan en el
r teza que traiciona su origen irreflexivo. En especial, cuando aum en­
ta el arousal, como suele suceder en el contexto de las relaciones de polo opuesto, que es un polo infrautilizado).
r
r
90 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS D ELA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 91

' r
Cuadro 2.7. Mentalización automática versus controlada en el TLP Cuadro 2.8. Mentalización d e íS ^ y e rs u s en el TLP
• Utilización excesiva o inapropiada de la mentalización automática no • Preocupación acerca de la autocoherencia y el estado interno de uno
equilibrada por la mentalización controlada mismo; temor a «desaparecer»
• Vigilante cuando el arousal es alto • Los estados mentales de los otros pueden ser en exceso influyentes
• Demasiado sensitivo y muy desconfiado o confiado en exceso • Sensibilidad a los estados de ánimo ajenos
• Toma rápida de decisiones sin reflexionar en la respuesta del otro • Control rígido de los pensamientos y sentimientos de los demás para
• Lógica intuitiva, no razonada y no verbal. tratar de proteger el propio self
• Hipermentalización del self con escasa restricción por parte de la reali­
dad exterior.
apego intensas, los individuos con TLP pueden cam biar fácilm ente a
la m entalización autom ática. A consecuencia de todo ello, eviden­
cian a m enudo graves deficiencias en la cognición social; por ejem ­ los dem ás puede conducir a exageraciones de la autoim agen, tanto
plo, son excesivamente desconfiados (paranoicos) o, por el contrario, en un sentido positivo com o negativo. De ese modo, se pierde u n a
excesivamente confiados (ingenuos). Su pensam iento es impulsivo, form a equilibrada y adaptativa de m en talizar al propio self, con lo
estableciendo rápidas suposiciones acerca de los pensam ientos y que la realid ad de la identidad individual acaba disolviéndose en
sentim ientos de los demás, en las que no reflexionan ni corroboran una fantasía hiperm entalizada.
en el m om ento. Dado que a estas personas suele resultarles muy
desafiante la reflexión y el análisis del im pacto que tienen en quienes
Interna versus externa: hipersensibilidad a lo externo a expensas
les rodean, pueden d a r lugar a conflictos interpersonales. Asimismo,
de lo interno
debido a su falta de perspectiva, sus pensam ientos y acciones m ues­
tran, en ocasiones, un cierto grado de crueldad (no intencionada). La Los pacientes con TLP suelen evidenciar un desem peño deficien­
pseudom entalización puede su stitu ir a la reflexividad genuina. Ade­ te en las tareas que les obligan a entender las intenciones de otras
más, com o no se ciñen al cotejo de la realidad, su m entalización es personas. Sin em bargo, pueden ser m uy sensibles a las expresiones
frecuentem ente exagerada, lo cual h a sido descrito como hipermen- faciales (de hecho, en algunos estudios sobre la sensibilidad a las
talización, siendo especialm ente característico en los adolescentes pistas visuales relacionadas con estados em ocionales, los sujetos
con trasto rn o de la personalidad (Sharp, 2014). con TLP superan a los que no lo padecen). E n el TLP, el increm ento
de la sensibilidad a las experiencias em ocionales p arece estar ínti­
Otro versus uno mismo: reafirmando el self debido a la excesiva m am ente ligado a u n a m ayor sen sib ilid ad a las c a ra c te rístic a s
influencia del otro externas de los dem ás y de uno m ism o com o fuente de conocim ien­
Los pacientes que p resentan algunos rasgos borderline pueden to acerca de los estados m entales, y quizá tam bién esté vinculada a
m ostrar u n a preocupación excesiva en sus propios estados internos la tendencia de este tipo de pacientes a m o strarse excesivam ente
(es decir, h ip erm en talizan con relación a sí m ism os) (véase el cu a ­ afectados p o r los estados em ocionales de quienes les rodean. El
dro 2.8). Al m ism o tiempo, esta visión del self se desarrolla sin refe­ énfasis exagerado en el exterior puede h a c er que el individuo se to r­
rencia alguna a la realidad social (sin conciencia del m odo en que ne hipervigilante hacia lo que otros sienten o piensan, si bien será
nos perciben los demás). El fracaso en eq u ilib rar la percepción de incapaz de efectuar valoraciones p recisas basándose solam ente en
uno m ism o con la sincera curiosidad en cóm o uno es percibido por juicios superficiales (véase el cu ad ro 2.9).
92 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 93

Cuadro 2.9. Mentalización interna versus externa en el TLP la incapacidad p ara equilibrar esto con m odos de funcionam iento
m ás reflexivos y cognitivos (véase el cuadro 2.10). Lo que vemos en el
• Hipersensibilidad a las señales externas a expensas de la comprensión
entorno clínico son em ociones ab ru m ad o ras disregularizadas que
interna
no están suficientem ente equilibradas (o bien que están absoluta­
• Elaboración de juicios basados en la apariencia, la expresión facial, el
m ente desequilibradas) por la cognición y que llegan a dom inar la
movimiento ocular y el tono de voz
conducta, lo cual aboca a la catastrofización. La cognición nos ayuda
• La evidencia acerca de la actitud y otros estados internos procede del
a d istinguir entre nuestros sentim ientos y la realidad. Si soy cons­
exterior
ciente de que estoy pensando en algo, eso significa que sé que el pen­
• Evidencia incrementada de los propios pensamientos y sentimientos
sam iento es solo u n pensam iento y que mi expectativa podría no ser
acerca de la otra persona.
cierta. La realidad nos llega en un «paquete com binado» con las
emociones. Si siento dolor, será difícil convencerm e de que se trata
Este tipo de deterioro en la mentalización puede tornarse evidente de u n producto de m i im aginación, p o r m ás que alguien intente
solo cuando se evalúa el equilibrio entre las señales internas y exter­ disuadirm e de que m e estoy im aginando que me duele la espalda.
nas utilizadas para establecer los estados m entales de los demás. Por Pero, con la cognición, siem pre existe la duda, ya que la cognición
ejemplo, una descripción precisa del grado de com prom iso del tera­ está firm em ente ubicada en el self, es decir, sé que las creencias están
p eu ta con la persona solo puede inferirse del exam en del nivel de en m i mente. Sin embargo, las emociones reverberan y se ven distor­
motivación requerido norm alm ente para asistir con regularidad, reci­ sionadas por el contexto social. Si percibo («siento») que alguien me
considera «mediocre» y, si me lim ito a experim entar ese pensam ien­
biendo una com pensación relativam ente baja, así com o m uy poco
to sin reflexionar al respecto, el pensam iento a c a rre a rá con él una
agradecim iento explícitamente expresado. Sin embargo, si tales valo­
cierta convicción interior del tipo «me duele la espalda», esto es, se
raciones de los estados internos resultan inaccesibles p ara la persona,
convertirá en algo indiscutible.
entonces, los indicadores externos de las actitudes se le antojan de una
im portancia crucial. Los m ínim os indicadores de falta de com prom i­ P ara agravar el problem a, las emociones intensas pueden p e rtu r­
so, como, por ejemplo, el retraso del terapeuta en llegar a u n a sesión, b ar el proceso que norm alm ente ayuda a regularlas, esto es, la eva­
pueden considerarse pruebas abrum adoras de traición. En la Terapia luación cognitiva. Si m i percepción de que u n am igo me considera
basada en la m entalización (MBT), las intervenciones m entalizadoras «mediocre» suscita en m í u n a intensa respuesta em ocional, ya no
suelen requerir que em pecem os aceptando la experiencia subjetiva seré capaz de poner a prueba m is suposiciones cotejándolas con todo
del paciente, que a m enudo puede resultar abrum adora, en lugar de lo que sé acerca de esa persona y de nuestras experiencias conjuntas
ceder a la tentación de revisar la evidencia que, en circunstancias m ás en el pasado. La ausencia de cognición tam bién puede conducir a
una excesiva sensibilidad hacia los estím ulos em ocionales y, en un
equilibradas, se aceptaría como prueba de que el estado interno de la
contexto social, a experiencias abru m ad o ras de «contagio em ocio­
otra persona es diferente a lo que el paciente, en su estado de elevada
nal» en las que la intensa experiencia em ocional de u n a persona des­
excitación emocional, considera verdadero.
encadena u n a reacción em ocional en otras, lo cual puede, a su vez,
resultar m uy difícil de regular. Yo puedo responder a la ofensa im a­
Cognitivo versus afectivo: un fallo en la mentalización cognitiva ginada de m i amigo con desdén (o incluso insultándolo abiertam en­
Los pacientes con rasgos borderline se sienten a m enudo abrum a­ te), algo que él, com prensiblem ente, no tolerará. E n esa situación, la
dos por la m entalización autom ática, dirigida p o r los sentim ientos, y persona puede perder la capacidad de establecer lím ites en torno a sí
94 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 95

Cuadro 2.10. MéntaUzacióncognitiya versus afectiva-en el TLP c. Im pulsividad o incapacidad p ara planificar de antem ano
d. Irritabilidad y agresividad, según m anifiestan las agresio­
• Emociones abrum adoras disreguladas con proposiciones self- nes y las peleas físicas reiteradas
afecto e. Desprecio p o r la seguridad de uno m ism o o de los demás
• Ausencia de dudas sobre la experiencia
f. Irresp o n sab ilid ad perm anente, según lo indicado p o r la
• Emociones no equilibradas por la cognición; disminución de la evalua­
repetida incapacidad p a ra m antener la conducta en el tra ­
ción cognitiva
bajo o resp etar las obligaciones financieras contraídas
• Falta de contextualización de los sentimientos que conduce a la catas-
g. Ausencia de rem ordim iento, de acuerdo a lo m ostrado por
trofización
la indiferencia o la racionalización después de h a b e r heri­
• Modo simulado.
do, m altratado o robado a o tra persona
2. El individuo debe tener, por lo menos, 18 años de edad
misma y atrib u ir con m ás facilidad sus propios estados m entales a 3. Hay evidencias de que el tra sto rn o de la conducta em pezó
los demás. Veo que la respuesta de mi am igo es un claro indicador de antes de los 15 años de edad
>
su sentido vulnerable del self y de su m odesto intento de autoprote- 4. La presencia de la conducta antisocial no se produce exclusi­
gerse, así como una señal evidente de su desconfianza e inseguridad. vam ente d u ran te el curso de la esquizofrenia o el tra sto rn o
Entonces term ino sintiéndom e defraudado por él y bastante abando­ bipolar.
nado y aislado. Así pues, a pesar de la em ocionalidad aparente m os­
Las características descriptivas clínicas del TASP son fracaso
trad a p o r los individuos con TLP en relación con los dem ás, las ’•
para ad a p ta rse a las norm as sociales’en relación con la conducta
torm entas em ocionales pueden lim itar gravem ente su capacidad de
legal, im pulsividad, irritabilidad, agresividad, im prudencia, irre s ­
em patia genuina y, en lugar de auténtica em patia hacia el otro, pue­
ponsabilidad y ausencia de rem ordim iento, que llevan, com prensi­
den m ostrar distrés orientado hacia sí m ism os cuando se enfrentan
blemente, a que los dem ás recelen de los individuos que padecen
a la tristeza o el dolor de los demás,.
dicho trasto rn o (véase el cuadro 2.11).

Cuadro2.1I. Factores clínicos del TASP


Trastorno antisocial de la personalidad
• Fracaso para adaptarse a las normas sociales con respecto a las con­
El DSM-5 enum era cu atro criterios diagnósticos p ara el TASP, a ductas legales
saber: • Falsedad
, * • Impulsividad o fracaso para planificar de antemano
1. Desprecio generalizado y violación de los derechos de los
• Irritabilidad y agresividad
demás, que tiene lugar desde la edad de 15 años, según lo indi­ fe,:.
• Desprecio imprudente por la seguridad propia y ajena
cado al m enos por tres de los siguientes elementos: • Irresponsabilidad constante
a. Falta de conform idad con las norm as sociales con respecto • Ausencia de remordimiento
a las conductas legales, tal com o evidencia la repetición de
Ninguno de estos factores contribuye a promover la simpatía por parte
actos que son motivo de detención •i»
de los demás. La actitud egoísta de las personas con TASP y su
b. Falsedad evidenciada por las m entiras repetidas, el uso de t
•. impredecibilidad suscita el temor de la gente.
alias o engañar a otros p o r beneficio personal o por placer
y

(
(
96 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 97
<
r Se ha constatado la prevalencia del TASP en el 6% de la pobla­ ejemplo, el trastorno paranoide de la personalidad. Su m entaliza­
r ción general del Reino Unido (National Institute for H ealth and Cli- ción m uestra, en ocasiones, flexibilidad pero, cuando aparece la
< nical Excellence, 2010), aunque el trastorno puede verse socialm ente inseguridad, recu rren a m odos de pensam iento prem entalizador
subdiagnosticado. No obstante, existe u n a gran d isparidad entre la p ara organizar sus procesos m entales e interp retar el m undo y sus
(
prevalencia del TASP en la población en general y en los delincuen­ relaciones. E l equilibrio de los com ponentes de la m entalización
( tes: se ha reportado que, en la población reclusa del Reino Unido, el puede verse distorsionado. Los pacientes con trastorno narcisista de
( 63% de los presos preventivos de sexo m asculino, el 49% de los v aro ­ la personalidad tienen un enfoque en el self bien desarrollado, pero
( nes condenados y el 31% de las reclusas padecen TASP (Singleton, una com prensión m entalizadora de los dem ás sum am ente lim itada
Neltzer, G atw ard, Coid y Deasy, 1998). La contribución del TASP a (Dimaggio, Lysaker, Carcione, Nicolo y Sem erari, 2008). En cambio,
<
la conducta delictiva y violenta es evidente, estando asociado a un los individuos con TASP son expertos en la lectu ra de los estados
f internos de los demás, h a sta el punto de que pueden u tiliz a r esta
increm ento significativo en la probabilidad de conductas violentas
( y siendo tam b ién altam ente predictivo de fu tu ro s actos de violen­ capacidad p a ra coaccionarlos o m an ipularlos, al tiem po que se
( cia, fu tu ra s condenas o reingresos en prisión después de haber m uestran incapaces de d esarrollar nin g u n a com prensión real de su
cum plido condena. El tra ta m ie n to del TASP es u n a p rio rid ad propio m undo interno. Además, carecen de la capacidad de leer ade­
(
am pliam ente adm itida pero, en el m om ento de escribir estas líneas, cuadam ente ciertas em ociones (un com ponente externo de la m enta­
< lización) y fallan en el reconocim iento de la em oción del m iedo a
todavía no se ha establecido ninguna intervención como tratam ien ­
( to de elección p a ra a b o rd a r sus síntom as (N ational In stitu te for p a rtir de las expresiones faciales (M arsh y Blair, 2008). Los hallazgos
( H ealth and Clinical Excellence, 2010). El tra tam ie n to del TASP se de laboratorio tam bién indican que los delincuentes violentos fra c a ­
considera difícil, y las personas aquejadas de dicho trasto rn o reci­ san cuando se trata de m entalizar la desesperación de sus víctim as
( (Blair, Jones, Clark y Sm ith, 1997).
ben u n a pobre atención de salud m ental p o r p a rte de los servicios
<
psiquiátricos y psicológicos. La capacidad lim itad a de m entalización form a p a rte de la im a ­
( gen p resentada p o r las p ersonas con histo riales de conducta a n ti­
M ostrarem os ahora cóm o m uchas de las características descrip­
( tivas del TASP se refieren a anom alías en la m entalización, y de qué social ofensiva, y esto es c a ra c te rístic o de quienes cum plen los
m odo la com prensión de estas puede ofrecernos u n a ru ta p a ra el criterios p a ra ser diagnosticados de TASP. Un reciente estudio ha
(
tratam iento eficaz. En p rim er lugar, revisarem os las evidencias que sometido a p rueba la hipótesis de que los individuos con h isto ria ­
( les antisociales (p artic u la rm e n te violentos) tienen problem as esp e­
in d ic a n u n vínculo e n tre el TASP y u n a cap acid ad lim ita d a de
f cíficos a la hora de im a g in a r con ex actitu d los estados m entales
m entalización.
r Un estudio pionero que utilizaba la E scala de la Función Reflexi­
(Newbury-Helps, Feigenbaum y Fonagy, en prensa). 82 delincuen­
tes varones (de los cuales el 65% cum p lían los criterios del TASP),
<
va para evaluar las transcripciones de la E ntrevista de Apego Adulto reclutados en los servicios de lib e rta d vigilada, en L ondres, R eino
i de los delincuentes m o strab a u n a reducción del funcionam iento Unido, co m p letaro n u n a b a te ría de p ru e b a s in fo rm a tiz a d a s de
t reflexivo, en com paración con los individuos con trasto rn o s de la m entalización que re q u e ría n la to m a de perspectiva, el reco n o ci­
< personalidad sin un historial delictivo, y tam bién con los controles m iento del estado m ental a p a r tir de la expresión facial y la identi­
norm ales (Levinson y Fonagy, 2004). El funcionam iento psicológico ficación de estados m entales en un contexto de interacción social.
( de las personas con TASP parece m enos rígido que el de los indivi­ Al ser com parados con u n g ru p o de m u estra de 43 controles sin u n
( duos aquejados de otros trastornos de la p ersonalidad como, por historial delictivo, el g rupo de delincuentes evidenció dificultades
(
i
í
98 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTAIIZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 99

de m entalización en todas las tareas, en com paración con el grupo E l perfil de m en ta lización, en las cuatro dim en sio n es, d el TASP
de control y tam bién en com paración con las m uestras extraídas
En cierto sentido, es evidente que el TASP im plica dificultades de
de los estudios publicados h a sta entonces. Tres de las subescalas
m entalización y que la inhibición m om entánea de la capacidad p ara
de m entalización m ostraban u n a capacidad m oderada p a ra prede­
m entalizar es una ru ta com ún hacia la violencia. Sin embargo, sería
cir la gravedad del TASP: la ta re a de Sensibilidad a las Perspecti­
demasiado sim plista concluir que los individuos con TASP presentan
vas Ajenas, la Película p ara E valuar la Cognición Social (MASC)
un déficit absoluto de m entalización. Por ejemplo, hay pruebas que
(ausencia de subescala de m entalización) y el Test de L ectura de la
sugieren que, a p e sar de lo paradójico que nos parezca, u n a mayor
M ente en los Ojos (calificación de precisión).
capacidad de m entalización en d eterm inadas áreas (com o hemos
O tro estudio, llevado a cabo con 97 adolescentes con problem as mencionado antes) podría estar vinculada a la violencia en los tra s­
de conducta, confirmó el papel m ediador que desem peña la m entali­ tornos m entales (véase el cuadro 2.12). Los pacientes violentos aque­
zación en la conexión entre la violencia y la experiencia de abuso jados de esquizofrenia, p o r ejemplo, tienden a funcionar m ejor que
infantil (Taubner y Curth, 2013). Los resultados m ostraron que la sus contrapartes no violentas en las tareas complejas de la Teoría de
función reflexiva era un com pleto m ediador de la relación existente la Mente. Al igual que ocurre con el TLP, necesitam os p en sar en tér­
entre el abuso tem prano y la conducta agresiva. Por el contrario, la minos de perfiles de m entalización y los estados subjetivos que estos
capacidad de m entalización es un factor p ro tecto r en la relación generan, en lugar de concebir lá «mentalización» com o u n a entidad
entre u n a tem prana experiencia de abuso y el desarrollo de u na con­ única. Los individuos con TASP pueden ser m ejores en la m entaliza­
ducta agresiva. Un nuevo estudio efectuado con 104 adolescentes (de ción externa que en la interna, en la cognitiva que en la afectiva y en
am bos sexos), con u n a edad m edia de 16,4 años, valoró la m entaliza­ la impulsivo-intuitiva (autom ática) que en la reflexiva (controlada).
ción utilizando las capacidades de función reflexiva según la escala
Dado que la m entalización de la gente clínicam ente norm al fluc­
de la E ntrevista de Apego Adulto (Taubner, W hite, Z im m erm ann,
túa según el contexto y el estado de ánim o, se deduce de ello que la
Fonagy y Nolte, 2013), en la que los rasgos psicopáticos y la conducta
patología de la personalidad no aparece debida sim plem ente a una
agresiva fueron m edidos a través de autoinform es. Los déficits de
pérdida de m entalización. En p rim er lugar, es im portante la facili­
m entalización estaban significativam ente asociados con los rasgos dad con que el individuo pierde la capacidad de m entalización y, en
psicopáticos y la agresión proactiva. La m entalización desem peñaba segundo, tam bién im porta la rapidez con que recupera la m entaliza­
un papel m oderador, de tal form a que las personas con tendencias ción una vez esta se h a perdido. Nosotros hem os sugerido que lo que
psicopáticas m ás p ro fu n d as no m o strab a n u n a m ayor agresión caractériza al TLP es u n a com binación de pérdidas de m entaliza­
proactiva cuando tenían m ayores capacidades de m entalización. Los ción frecuentes, rápidas y fácilm ente provocadas en el m arco de las
efectos de la m entalización sobre la agresión reactiva estaban plena­ relaciones interpersonales, con dificultades asociadas p a ra recupe­
m ente explicados por su varianza com partida con la agresión proac­ ra r la m entalización, y u n a consecuente exposición prolongada a los
tiva. Los rasgos psicopáticos solo explican parcialm ente la agresividad modos no m entalizadores de experiencia (B atem an y Fonagy, 2004).
en la adolescencia. La m entalización puede actuar, a pesar de la p re­ En tercer lugar, la m entalización puede to rn arse rígida y carente de
sencia de rasgos psicopáticos, com o factor protector para prevenir el flexibilidad. Las personas con tra sto rn o p aranoide de la personali­
surgim iento de la agresión proactiva y representar un objetivo de la dad, por ejemplo, suelen m o strar u n a hiperm entalización rígida con
intervención tendente a reducir la agresión en estos individuos (Taub­ respecto a sus propios estados internos y una carencia de com pren­
ner y Curth, 2013). sión real de los estados de las o tra s personas (Dimaggio et al., 2008;
100 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 10 1

Cuadro 2.12. Mentalización y TASP sobre su conciencia de lo que otra persona piensa acerca de la m is­
ma situación, o invitarlo a evaluar con m ás cuidado sus propios pen­
• Los delincuentes violentos muestran una función reflexiva menor que sam ientos y contrastarlos con criterios convenidos. Es im portante
los delincuentes no violentos señalar que solo podem os considerar que la m entalización explícita
• En el TASP, la mentalización es más flexible que en el trastorno para-
es genuina y productiva cuando el vínculo entre la cognición y la
noide de la personalidad y, posiblemente, también en el narcisista
experiencia directa de la realidad física es am plio y fuerte. Debido a
• La gente con TASP puede ser experta en la lectura de las mentes ajenas,
su carácter «no corporeizado», las cogniciones pueden te rm in a r dis­
llevándolos a un mal uso de la mentalización
torsionadas fácilm ente en m odos que buscan am pliam ente el bene­
• Sin embargo, también evidencian:
ficio propio y que, en lu g ar de rep re sen ta r la realidad, a b o c an a
- Reducción general de la capacidad de leer adecuadamente las emo­
distorsiones profundas. Si me conviene ignorar aspectos críticos de
ciones
la realidad, tales com o la seguridad de la persona con la que estoy,
- Fallo en el reconocimiento, a partir de las expresiones faciales, de las
puedo h ab er conducido peligrosam ente a toda velocidad y afirm ar
emociones relacionadas con el miedo
que mi com pañero h a d isfru tad o del viaje tan to com o yo. E n este
- Despreocupación por sus víctimas
• La mentalización puede mediar entre el abuso y la agresión en los ado­ proceso, he ignorado las señales externas de mi com pañero, así
lescentes con trastornos de conducta; la mentalización es un factor pro­ como los productos intuitivos de la m entalización im plícita, de los
tector. que puedo haber cobrado conciencia en relación con su experiencia
cuando él se aferraba, aterrado, al salpicadero del coche. Mi elabo­
ración de su estado m ental ha sido totalm ente egocéntrica dado que,
Nicolo y Nobile, 2007). En el m ejor de los casos, sospechan de las por la razón que fuese, yo quería e sta r acom pañado. Si me lo hubie­
m otivaciones ajenas y, en el peor, creen que las personas albergan se hecho saber, p o d ría h ab er reconocido parcialm ente su angustia,
motivaciones m alignas, no pudiendo ser persuadidos de lo contrario. pero eso no hubiese afectado a m i conducta porque el reconocim ien­
Desde el punto de vista de la implementación de un program a MBT to habría sido m eram ente intelectual.
para personas con TASP, tenemos que tra ta r de identificar de m anera Este es un problem a p ara los individuos con TASP, a los que
m ás explícita la naturaleza de sus déficits de m entalización desde el se Ies puede pedir en el curso del tratam iento que acom etan una
punto de vista de las distintas dim ensiones de la m entalización. Este
m entalización explícita, aunque no pueden ad ju n tar ninguna em o­
es el objetivo de la segunda p arte de este capítulo. Resumiendo nues­
ción prom inente a su com prensión (véase el cuadro 2.13). El vínculo
tra visión: creem os que las características antisociales estabilizan la
entre cognición y experiencia em ocional, tanto en lo que respecta a
m entalización m ediante el uso de modos de pensam iento prem entali-
los dem ás com o a uno m ism o, es m uy tenue. De ese m odo, p e d ir a
zador y a través de la «rigidización» de unas relaciones interpersona­
una persona con TASP que tenga en cuenta los estados m entales de
les que resultarían, de otro modo, impredecibles. los dem ás y se m uestre em pática al respecto solo puede hacerse de
forma significativa cuando su m entalización es lo bastante robusta
Automática versus controlada: un fallo regular de la mentalización como p ara establecer ese tipo de conexión. Sin em bargo, m ás allá
automática de la escasa contribución que apo rta la m entalización autom ática
La m entalización controlada o explícita, especialm ente cuando -aunque sea m ayor que la aportada p o r la m entalización controla­
es de orden superior, puede ser el contenido aparente de la terapia da-, es posible que exista u n a estrecha conexión entre la conducta
psicológica. Por ejemplo, p o d ría invitarse a u n paciente a reflexionar antisocial y el desequilibrio entre m entalización autom ática y con-
102 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 10 3

X 'tSF probablemente, incapaces de desarrollar ninguna com prensión real


:G uadm 2 J3/M ent^izaciónáütomáticayersus’controladáJerielTÁSP,
'V i,
de sus propios estados internos (ver cuadro 2.14). Las personas con
• Desequilibrio persistente entre mentalización implícita y explícita TASP pueden ser expertas en la lectura de las m entes de los dem ás y
• Se asigna a la mentalización automática una débil contribución e abusar de esa habilidad como, por ejemplo, m intiendo hábilm ente.
importancia Cuando miento, tengo que ser ultraconsciente de lo que sabe o no
• No se experimenta que los procesos de mentalización controlada sean sabe la persona a la que estoy m intiendo. Y eso requiere la adopción
significativos de diferentes perspectivas, algo que, com o hem os visto, suele ser po­
• El terapeuta debe mostrar cautela al demandar mentalización explícita
bre en los individuos con TASP. De hecho, algunos individuos con
en el tratamiento hasta que la mentalización esté mejor establecida.
TASP m ienten muy m al precisam ente por esta razón. Sin em bargo,
hay otros que son excelentes distorsionando la verdad. Por ejemplo,
trolada. Como hem os recalcado antes, la m entalización controlada algunos sujetos pueden m antener varias identidades y, para m an te­
requiere, para sentir que es «real» y «significativa», una apreciación ner cada una de ellas, ser capaces de tener en m ente qué aspecto de
del contexto m ás amplio, basada en una conciencia intuitiva de los su experiencia pasada es com partido p o r la persona con quien están
estados m entales de los demás. En cierto sentido, el desequilibrio hablando. Así pues, ¿cómo explicar esta m ezcla de m entalización ex­
entre m entalización autom ática y m entalización controlada sitúa cepcional y de una evidente capacidad lim itada para la colaboración
perm anentem ente a los individuos con TASP en una posición en la social? Nosotros asum im os que el sacrificio de determ inados tipos de
que creen que no experim entan que la m entalización explícita sea m entalización libera esta capacidad para que se desarrolle en otros
im portante, porque no está basada en u n a experiencia intuitiva, ad­ dominios, siguiendo los m ism os principios que Treffert (2010, 2014)
quirida im plícitam ente, del estado intencional del otro. Las perso­ describió en el denom inado síndrom e del sabio. De igual m odo que
nas con TASP tienen una capacidad m uy lim itada para identificarse solo una de cada diez personas con autism o tiene habilidades de sa­
con los dem ás y sienten que sus ideas explícitas sobre ellos -sin bio (Treffert, 2014), solo una m inoría (quizá de nuevo uno de cada
im p o rtar lo adecuadas que puedan se r- carecen de im portancia y, diez) de quienes padecen TASP, y m uestran un desprecio absoluto
por tanto, no sirven para regular su propia conducta. De ese modo,
aun siendo consciente de que estoy causando daño y distrés porque
acudo al trabajo según mi propia conveniencia y no de acuerdo a las
necesidades de mi jefe, y a pesar de que él m e vea como alguien en • Capacidad de leer a los otros y de utilizar esa capacidad de un modo
quien no se puede confiar, este reconocim iento no tiene el poder de egoísta, es decir, abuso de la mentalización
's f
m odificar mi conducta futura. La experiencia, las reacciones y los • Lectura de las mentes desde una perspectiva cognitiva, aunque carente
sentim ientos de los dem ás no m e afectan. de compasión por la experiencia afectiva del otro
• Paradoja de los mentirosos hábiles y los mentirosos torpes
Otro versus uno mismo: el fracaso en ver al self en el otro • El objetivo no es facilitar la colaboración social y personal, sino la
explotación
Como hem os señalado, los individuos con TASP son, con fre­
• Renuencia a explorar y entender el propio mundo interior
cuencia, expertos en la lectura de los aspectos cognitivos de los esta­
• En general, focalización en los propios estados internos, convirtiéndose
dos internos de otras personas -h a sta el punto de que pueden abusar
en expertos selectivos en lo que los demás pueden hacer por ellos para
de esta capacidad en m odos egoístas o para coaccionar y m anipu­
satisfacer sus exigencias.
lar a los dem ás-, al tiem po que suelen m ostrarse renuentes y son,
104 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
UTILIZAR EL MODELO DE LA MENTALIZACIÓN 105

por los derechos ajenos, tendrán tam bién unas inusuales habilidades Interna versus externa: fracaso en ver el interior desde el exterior
cognitivas y reflexivas de m entalización en relación con los demás.
Pero, al igual que ocurre con el síndrom e del sabio, estas habilidades La m entalización interna se focaliza en los estados internos -esto
son el resultado del desbloqueo de una capacidad genética previa­ es, en los pensam ientos, sentim ientos y deseos- de los dem ás o de
m ente definida que tienen esos individuos, y no algo que adquieran uno mism o. La m entalización externa im plica una dependencia de
del m ism o m odo que las personas con un desarrollo norm al (es decir, los factores exteriores, tales com o la conducta y las expresiones fa­
a través de las relaciones de apego). ciales. Como ya hem os descrito, se ha com probado que las personas
con TASP tienen una respuesta lim itada a las expresiones faciales, así
Dejando aparte la paradoja que supone la excepcional capacidad
como a la representación exterior de las emociones, lo cual sugiere
de m entalización de algunos sujetos, en general, el propósito de la
que el m ecanism o para adquirir inform ación rápida y fácil sobre los
m entalización de los otros por parte de las personas con TASP -co n
estados m entales se encuentra, en dichos individuos, profundam ente
independencia de su habilidad para ello- no es principalm ente el de
comprom etido (véase el cuadro 2.15).
facilitar la colaboración social, sino explotarlos en beneficio propio.
Los individuos con TASP son relativam ente expertos en leer, desde Los individuos con TASP tam bién evidencian una incapacidad
una perspectiva cognitiva, los estados internos de otras personas, pe­ específica para leer las expresiones faciales que transm iten afecto.
ro son incapaces de identificarse em páticam ente con sus estados y Si m entalizam os a alguien y «sentimos» lo que él siente, obviam ente
de m ostrar com pasión hacia ellas. Esta asim etría facilita el desprecio eso dificultará que le hagam os daño, dado que estarem os lim itados
general por los derechos ajenos (ver más adelante). Además, abusan por sus sentim ientos. Los actos agresivos solo son posibles cuando la
de su habilidad cognitiva de m entalización y centrada en los dem ás mentalización se ve tem poralm ente inhibida o desconectada, algo que
para coaccionarlos o m anipularlos. Es este sentido de reconocim ien­ tiene bastante sentido evolutivamente hablando. Un estudio prospec­
to parcial de la m ente del otro el que resulta crítico p ara propiciar la tivo efectuado con 66 pacientes violentos con trastorno de la per­
conducta antisocial. El reconocim iento de que la otra persona posee sonalidad, confinados en un hospital de alta seguridad, que fueron
una m ente separada inhibe la violencia, m ientras que la pérdida de entrevistados con relación a su índice de delitos (McGauley, Ferris,
m entalización posibilita que se utilice a los dem ás para satisfacer las Marin-Avellan y Fonagy, 2013), puso de m anifiesto que el grado en
necesidades propias o para llevar a cabo un ataque físico hacia ellos, que los pacientes sostenían representaciones internas (en tanto que
dado que los otros pasan a ser m eros cuerpos o presencias am ena­ opuestas a las externas) de malevolencia y violencia interpersonal
zadoras. Los individuos aquejados de TASP pueden centrarse en sí predecía la conducta violenta posterior. Es interesante que aquellos
m ism os y en sus propios estados internos y convertirse en expertos
que presentaban m ás probabilidades de ser violentos -y que eran los
selectivos a la hora de conseguir que los dem ás hagan cosas para
menos capaces de referirse a sus estados internos cuando describían
ellos que satisfagan sus propias exigencias.
su índice de delitos- eran tam bién los que se puntuaban a sí mismos
Así pues, la concentración excesiva, ya sea en el o tro o en uno como teniendo m enos síntom as psiquiátricos y m enos problem as en
m ism o, conduce a distorsiones y relaciones unilaterales en las in te ­ sus relaciones interpersonales. Esto pone de relieve nuestra opinión
racciones sociales, lo cual ten d rá un reflejo inevitable en el m odo en de que p rio riz a rlo externo, en tanto que opuesto a lo interno, se apli­
que estos sujetos se p rese n tan en el tratam ien to e in te rac tú an con ca igualm ente al self y al otro. Tam bién m erece la pena destacar que,
sus terapeutas. Las p ersonas con TASP tienden a «fijarse», a veces en esta m uestra de pacientes, quienes expresaron una representación
dependiendo del contexto, en uno u otro polo de la dim ensión otro- más rica del interior de las víctim as de su índice de delitos tam bién
uno m ismo. aprovecharon m ejor el tratam iento.
106 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 107

puede haber resuelto el problem a de la variabilidad am biental, utili­


zando el sistem a de apego como u n «sistema tem prano de alarm a»
• Respuesta limitada a la expresión exterior de las emociones para indicar a un niño pequeño hasta qué punto puede requerirse
• Menor preocupación acerca de la evidencia externa de peligro para uno una conducta violenta posteriorm ente en la vida.
mismo
• Menos referencias a los estados internos, relacionada con una baja con­ Cognitiva versus afectiva: el fracaso en la mentalización afectiva
ciencia de los síntomas psiquiátricos y los problemas interpersonales
• Un mayor interés en comprender, desde dentro, a los demás aumenta la Los individuos con TASP m uestran u n a com prensión cognitiva
implicación en el tratamiento. considerable de los estados mentales, pero perm anecen desconectados
del núcleo afectivo de la experiencia hum ana (ver cuadro 2.16), lo que
plantea la posibilidad de que la em patia genuina esté fuera de su alcan­
Al m ejorar la com prensión interpersonal, la m entalización posibi­ ce. Se ha constatado que los jóvenes con problem as conductuales pre­
lita la colaboración social (Tomasello, 2014), m ientras que la violencia sentan una baja reacción en la am ígdala (el área cerebral clave en el
reduce, obviam ente, las oportunidades de colaboración productiva. procesamiento de las emociones) en respuesta a imágenes que, por lo
De ese modo, una capacidad que tiene sim ultáneam ente el potencial general, generan un arousal emocional, como las imágenes, por ejem­
de prom over una cultura de colaboración y de inhibir la violencia plo, que representan actos agresivos potencialm ente dolorosos (Jones,
a carreará con ella, desde un punto de vista evolutivo, una sólida ven­ Laurens, Herba, Barker y Viding, 2009). En cambio, se ha observado
taja selectiva. Sin em bargo, en determ inadas circunstancias, tales una hiperreactividad de la am ígdala en algunos jóvenes con trastorno
como una lucha a vida o m uerte, la incapacidad de ser violento es un de conducta agresiva a los que se les m ostró, por ejemplo, un vídeo de
hándicap evidente. En una situación de ese tipo, ser alguien con una una m ano golpeada p o r una puerta (Decety, M ichalska, Akitsuki y
sensibilidad deteriorada p a ra percibir los estados internos de los Lahei, 2009). Estas respuestas de la am ígdala correlacionaban con las
dem ás constituye una cierta ventaja. Para tener éxito en situaciones puntuaciones obtenidas p o r los padres de los jóvenes en conductas de
com o esa, el grupo social debe albergar a am bos tipos de personas. riesgo y sadismo. Ese tipo de respuesta increm entada de la am ígdala
Existe una ventaja selectiva obvia en el grupo que contiene una deter­ puede indicar excitación, o bien disfrute, en respuesta al dolor ajeno.
m inada proporción de individuos capaces de d a ñ a r seriam ente a Tanto la baja sensibilidad como la hipersensibilidad de la amígdala,
otros y que no se ven afectados por las señales externas de d istrés que evidenciada por estos estudios, parece estar vinculada a la conducta
observan cuando llevan a cabo actos violentos. Sin embargo, es igual­ antisocial y a una disfunción desde el punto de vista de la empatia.
m ente obvio que dem asiados individuos con esas características
serían peligrosos y am enazarían la capacidad del grupo social para
trabajar en colaboración. Es m ás deseable v ariar la proporción de ese
• Comprensión de los estados mentales cognitivos pero relegación del
tipo de individuos de acuerdo al contexto: en algunos entornos, es
núcleo afectivo de la experiencia humana (self y otro)
una ventaja disponer de una gran reserva de individuos capaces de
• Se utiliza la comprensión cognitiva para controlar los estados mentales
ejercer la violencia; en o tras situaciones, en cambio, sería un desas­ de los demás
tre. E n la especie hum ana, tales individuos pueden desarrollarse de • Evitación de los estados afectivos relacionados con el self, en especial la
dos modos: a causa de la genética o del entorno tem prano. Volvere­ humillación
mos m ás tarde, en este m ism o capítulo (ver la sección «TASP, apego, • Identificación reducida con un determinado rango de emociones pro­
violencia y psicopatía»), a la cuestión de cóm o la selección natural pias.
(
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r 108 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
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UTILIZAR EL MODELO DE LA MENTALIZACIÓN 109

r
T A S P y m o d o s p rem entalizadores 1 Este estado de cosas es un reflejo de desequilibrios crónicos en
(
las diferentes dimensiones de la m entalización. En los individuos
< Todas las características significativas del TASP reflejan un des­
con conducta antisocial, el fracaso en detectar las intenciones subya­
plazam iento hacia m odalidades operativas no m entalizadoras (o
( centes de los demás y la tendencia a asum ir motivaciones basadas en
prem entalizadoras). N uestra hipótesis es que, en algunos individuos,
< quizá en aquellos que han experim entado traum as relacionados con la m era apariencia exterior pueden acarrear verdaderos problem as
el apego -com o m altrato parental severo o exposición a la violencia sociales. Lo que a m enudo se describe como pensam iento concre­
<
dom éstica-, la activación del sistem a de apego inhibe determ inados to -o tro aspecto de la equivalencia psíquica- es consecuencia de la
( m entalización im plícita y no reflexiva, basada de m anera exagerada
aspectos de la m entalización.
( en los estím ulos externos. Las reacciones extrem as de los individuos
Como hemos descrito en el capítulo 1, la función mental prem enta-
con TASP son comprensibles dado su excesivo énfasis, no sometido
( lizadora se caracteriza por la equivalencia psíquica, el m odo simulado
a la prueba de la reflexión, en los indicios externos, lo cual puede ge­
( y el modo teleológico (véase el cuadro 2.17). En el m odo de equivalen­
nerar expectativas profundam ente perturbadoras de las intenciones
cia psíquica, la suspensión de la sensación de «como si» y la experien­
( de las otras personas.
cia de que todo es «real» hace que las reacciones aparentem ente
i exageradas de los individuos sean comprensibles a la vista de la serie­ El modo simulado perm ite al individuo em prender la violencia de
( dad con que experim entan tanto sus propios pensam ientos y senti­ una form a desconectada, com o si no hubiese una víctim a psicológica
m ientos como los de los demás. Es especialm ente relevante, desde el implicada en el delito o la m ente de la víctim a fuese ta n indiferente y
< ajena a la del perpetrador que no pudiera establecerse ningún tipo de
punto de vista del TASP, el impacto de la vergüenza: cuando se experi­
( m enta en el m odo de equivalencia psíquica, la vergüenza puede ser continuidad entre ambas. A falta de u n adecuado equilibrio entre la
( realm ente devastadora y, sencillamente, resulta imposible de tolerar. m entalización del otro y de uno m ism o, los pensam ientos y senti­
mientos pueden disociarse casi hasta el punto de carecer de signifi­
<
cado. Las capacidades em ocionales, tales com o la culpa, el am or
( Cuadró 2.17. Modos dé prementáíizáción.en el TASP hacia los dem ás y el tem or a las consecuencias, ayudan norm alm ente
( • Equivalencia psíquica: a refren ar la conducta violenta, pero la pérdida de m entalización y la
c - A causa de un desequilibrio en las dimensiones de la mentalización habilidad atrofiada de algunos individuos violentos p ara identificar­
- La vergüenza y otras emociones se vuelven potencialmente devasta­ se y experim entar plenam ente ese tipo de sentim ientos previene la
(
doras movilización de estos m ecanism os inhibitorios. Eso o cu rre particu ­
( • Modo simulado: larm ente cuando está ausente el tem or por el propio self y se conside­
( - La mente de la víctima separada de la mente del perpetrador ran secundarios los peligros asociados a la violencia. El desarrollo
- La violencia es posible cuando no se ve restringida del modo sim ulado aum enta el riesgo de que parezca irreal ser cap­
(
- Falta de reflexión en la acción, dado que no hay representación de la turado com etiendo un delito y crea u n a sensación ilusoria de seguri­
r mente del otro y se produce la desidentificación afectiva con la expe­ dad. El estado interior deja de estar vinculado a la realidad exterior:
í riencia de los demás «Sucedió com o en las películas»; «No me pareció real».
< • Modo teleológico:
A veces, los individuos con TASP pueden reflexionar, en este modo,
- La experiencia solo es válida cuando las consecuencias son evidentes
< en sus propias acciones antisociales y no en co n trar nada convincen­
- El castigo debe ser físico (aceptación de que otros -por ejemplo, sistema
te en lo que pensar. Una persona aquejada de TASP no experim enta
< de justicia y prisión- actúen conforme a las mismas reglas).
dolor m ental cuando piensa en el estado m ental de otra persona. Así
t
r
í
110 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 111

pues, en la gente con TASP, tra ta r de generar un cam bio de conducta individual (y este sentido de afirm ación y validación suele ser una
«pensando en el pensam iento» resu lta rá casi siem pre ineficaz. La rara experiencia p ara los individuos con TASP, dado que su conducta
terapia psicológica o rd in aria puede ser, en este caso, notoriam ente solo sirve p a ra a lie n ar a otros). E n segundo lugar, las relaciones
infructuosa porque la discusión acerca de los estados m entales inter­ sociales funcionan como un ám bito en el que puede externalizarse el
nos com porta escasa conexión genuina con la realidad y se experi­ alien self. El o tro se convierte en el anfitrión de los sentim ientos
m enta como si careciese de significado. insoportables que podrían, de otro modo, desestabilizar el sentido
En los individuos con TASP, es el modo teleológico el que tiende a del self de la persona con TASP (ver la figura 2.2 y el capítulo 1 para
dom inar la motivación de sus acciones. En dicho modo, se siente que una m ayor discusión acerca del alien self). En el TASP, el alien self
la experiencia es válida solam ente cuando sus consecuencias son debe ser externalizado. Esto puede o c u rrir con relación a u n a pareja,
visibles y aparentes de m anera tangible. La retribución tiene que ser a la que se convierte en alguien servil y carente de inteligencia («Las
física y observable. No deja de llam ar la atención que el sistem a de mujeres tienen que ser tratad as como perros. Hay que adiestrarlas y
justicia haya adoptado, en genera], la m ism a postura teleológica. La solo entonces se les pueden soltar, poco a poco, las riendas»), o puede
ser con relación a un sistem a («La policía me vigila. Me siguen a
lógica de «hacer justicia» es aceptable en igual m edida tanto p ara
todos lados y quieren a cab ar conmigo»). E sta caracterización de las
guardianes com o p ara prisioneros. La desviación de estos sim ples
relaciones tiende a m antenerse rígidam ente, y cualquier cosa que
principios y el intento de introducir m ás conciencia psicológica en el
parezca am enazarla puede d isp arar el arousal. Por ejemplo, la p are­
sistem a resulta desconcertante p a ra todos y puede crear confusión
ja quiere m ás independencia. Entonces el arousal genera el tem or a
(Gilligan, 2000). El retrato estereotipado de u n exitoso individuo
perder la agencia y el sentido del self, deteriorando m ás si cabe la
antisocial portando joyas ostentosas y u n reloj caro o conduciendo
m entalización. En una espiral descendente, esta pérdida increm en­
un lujoso coche y dem ostrando su lealtad con ataques violentos a sus
tada de m entalización acentúa la sensación de pérdida de agencia
enemigos (y exigiendo que los dem ás le dem uestren a él lealtad del
mismo modo) puede ser una fantasía literaria, pero está basado en
una apreciación del valor desm edido que los individuos antisociales Autorrepresenlación Parte alien del self
otorgan a la apariencia y la «fachada» (Gilligan, 2000). Externalización

E l alien s e l f y el TASP
Los individuos con TASP necesitan relaciones, ya sea en u n grupo
como u n a ban d a o en u n contexto m ás personal. E stas relaciones Otro Otro
Self experimentado Self experimentado
tienden a ser jerá rq u ic as y a e s ta r organizadas rígidam ente. Sin como incoherente como coherente
embargo, la naturaleza controlada y, con frecuencia, lim itada de las
interacciones a que dan lugar tales relaciones no debería llevarnos a El individuo con TASP alcanza, a través de la conducta controladora
sub estim ar su intensidad y significado, ya que frecuentem ente se y coercitiva, una cierta coherencia en su representación del self.
caracterizan p o r un poderoso sentido de lealtad y de identificación El otro necesita estar bajo control de la persona con TASP para
que esta recobre su sensación de seguridad en sí mismo
con el otro. E sas relaciones pueden ser muy im portantes p a ra las
personas con TASP porque estabilizan su sentido del self en dos
Figura 2.2. El alien self y la recuperación de la coherencia
aspectos. E n p rim er lugar, pueden afirm ar y validar el propio estado
del self en el TASP.
112 TRATAMIENTO BASADO EN LA METALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E T A L I Z A C I Ó N 113

del self y aum enta la percepción de la am enaza. La resolución de esta 10.000 personas a las que se les practicó u n seguim iento entre los 2
espiral pasa p o r la externalización, en la o tra persona, de los senti­ y los 11 años de edad, los factores relacionados con la crianza dife­
m ientos insoportables de vulnerabilidad, vergüenza o debilidad. El renciaban a los niños con trayectorias agresivas persistentes (Cote et
imperativo de externalizar el alien self plantea algunos retos al tra ta ­ a l, 2007): los niños con niveles altos y estables de agresión m an te­
miento: la rigidez con que se conciben las relaciones debe ser cues­ nían m uchas menos interacciones positivas con sus padres y experi­
tio n a d a p o r el tera p eu ta , pero con sum o cuidado, d ado que ese m entaban u n parentaje m ás hostil e ineficaz y u n a disfunción
cuestionam iento puede d esp ertar sentim ientos de violencia y agre­ fam iliar substancialm ente mayor.
sión, ya que cualquier percepción de cam bio en las relaciones desen­
La calidad del apego tem prano desem peña, probablem ente, un
cadenará, com o resp u esta autom ática, la necesidad de a firm a r
papel fundam ental en la orientación del niño pequeño a persistir en
violentam ente el control.
u n a trayectoria violenta o bien a p a rta rse de ella (véase el cu ad ro
2.18). Siguiendo el modelo biológico de apego propuesto por John
TASP, apego, vio len cia y psico p a tía Bowlby (1982), nosotros sugerim os que las relaciones de apego tem ­
Los bebés hum anos nacen con el potencial de la agresividad y la prano sirven al recién nacido com o sistem a de señalización p a ra
violencia. Como hemos explicado, la agresión interpersonal es cru ­ identificar el tipo de entorno que puede experim entar. Una elección
cial para la adaptación evolutiva. Es probable que, en determ inados tem prana de la trayectoria de desarrollo es necesaria porque, como
entornos hum anos, la violencia contribuya m aterialm ente a la super­ hemos señalado, seguir u n a trayectoria de agresión física tiene un
vivencia de los genes individuales. Sin embargo, en otros contextos, coste evolutivo (reproductivo). El apego seguro g a ran tiza que se
la violencia es gravemente desadaptativa. Así pues, aunque la violen­ ap ren d an adecuadam ente capacidades cognitivas sociales tales
cia es algo de lo que deberíam os ser potencialm ente capaces, tam ­ como la com prensión em ocional. Sin em bargo, es m ucho m ás proba­
bién debemos p oder renunciar a ella si nuestro entorno no nos obliga ble que u n entorno donde los cuidadores no tienen tiempo, recursos
a ser físicam ente agresivos p ara sobrevivir. D adas estas reglas de o inclinación p ara ded icar atención al niño posibilite, en m ayor
juego cam biantes, no sorprende que el desarrollo de la agresión y la m edida, el uso posterior de la violencia, que un entorno en el que las
violencia sea variable en diferentes individuos. La m ayoría de los necesidades del niño se vean satisfechas.
niños en edad preescolar utilizan am pliam ente la agresión física
(Tremblay et al., 2004). E studios longitudinales, com o el llevado a
cabo por el N ational Institute of Child H ealth and H um an Develop- Cuadro 2.18. Apego y TASP
m ent (NICHD) (NICHD Early Child Care Research Network, 2004), • Los niños en edad preescolar utilizan ampliamente la violencia en sus
han dem ostrado que, cuanto antes aparecen las conductas proble­ interacciones
m áticas, m ayor es el riesgo de violencia y agresión continuada. Solo • El apego desempeña un papel fundamental en la trayectoria evolutiva
hacia niveles bajos de violencia
fSKm an.

una pequeña proporción de individuos (entre el 5 y el 10%) persisten


en la agresión física, m ientras que el resto renuncia, poco a poco, a • Los individuos con TASP y una historia de violencia:
la agresión en el transcurso de los prim eros 10 años. Quienes insis­ - Presentan patrones de apego adulto inseguro-evitativo
ten en una trayectoria de violencia proceden de entornos fam iliares - Tienden a despreciar la importancia de las relaciones de apego
que difieren considerablem ente de aquellos que desisten g rad u al­ - Desactivan, cuando tienen la posibilidad, los procesos de apego.
m ente de ella. En otro estudio longitudinal efectuado con m ás de
114 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 115

Es típico que las personas con TASP nunca hayan tenido la opor­ com portan u n riesgo de conducta antisocial. Serán necesarios m ás
tu n id a d de aprender acerca de los estados m entales en el contexto estudios con gemelos y niños adoptados p a ra d e te rm in a r si los fac­
de u n as relaciones de apego adecuadas. Por el contrario, sus expe­ tores am bientales conllevan, por sí m ism os, un riesgo de conducta
riencias de apego pueden haber sido crueles o haberse visto p e rtu r­ antisocial o si quizá intervienen factores genéticos concom itantes.
badas constantem ente. En otros casos, u n a figura de apego puede También existen num erosas evidencias que nos in d ican que la a so ­
h ab er destruido la incipiente capacidad de m entalización del niño, ciación entre el m altrato infantil y la externalización de los proble­
creando la suficiente ansiedad acerca de sus pensam ientos y senti­ m as se h a lla , pro b ab lem en te, m ed ia d a p o r u n a in a d e c u a d a
m ientos hacia dicha figura como p a ra que el niño desee evitar p e n ­ com prensión interpersonal (com petencia social) y u n a lim itada fle­
s a r en la experiencia subjetiva de los dem ás. En un a n á lisis xibilidad conductual en respuesta a las dem andas am bientales (ver,
longitudinal llevado a cabo con u n a im portante m uestra de alto por ejemplo, M ayberry y Espelage, 2007).
riesgo, el abandono m aterno d u ran te la infancia predijo, 20 años Si sum am os todas estas observaciones, podem os proponer que
después, la m agnitud de las características del TASP, y lo hizo con los individuos con TASP m antienen desactivado el sistem a de apego
independencia de la presencia de un abuso infantil posterior (Shi, m ediante un proceso de denigración que les lleva a ver al «otro»
B ureau, Easterbrooks, Zhao y Lyons-Ruth, 2012). En u n estudio de como m enos que hum ano y que, con frecuencia, no es m entalizado
seguim iento de esta m uestra, d u ran te la etapa interm edia de la ni tratado com o una persona, sino com o una «cosa». Al dejar de ver
infancia, la conducta de apego desorganizado y la conducta in ad ap ­ a los otros com o agentes intencionales, es relativam ente fácil deshu­
tad a en la escuela se sum aron a la predicción de las características m anizarlos, lo cual elim ina (o reduce tem poralm ente) u n a b a rre ra
TASP en etapas posteriores de la vida. E stas conclusiones confir­ inhibitoria crítica p ara no ejercer la violencia co n tra ellos. En p re­
m an de qué modo el apego puede socavar la adaptación social, lo sencia de.una debilitada capacidad p a ra m entalizar, predom ina la
cual increm enta, a su vez, el riesgo de violencia. Existen evidencias no m entalización. El pensam iento no m entalizado se caracteriza, en
razonables, a p a rtir de varios estudios transversales, de que los indi­ el TASP, por u n a pobre intuición acerca de los estados m entales que
viduos con TASP, especialm ente aquellos que presentan u n a historia im pulsan la conducta, así com o p o r el fracaso en p e rc ib ir que la
de violencia, albergan representaciones de patrones de apego adulto experiencia de los dem ás está vinculada a la experiencia de uno m is­
inseguro-evitativo, es decir, se a p a rta n de las relaciones de apego o mo, por el fracaso en describir la experiencia interna del otro basán­
niegan su im portancia (Frodi, Dernevik, Sepa, Philipson y Bragesjo, dose en indicios externos y p o r el fracaso en m entalizar plenam ente
2001; Levinson y Fonagy, 2004; van Ijzendoorn et a i, 1997). Los p ri­ las emociones. Se produce u n salto desde la dim ensión m ental a la
m eros años de las personas que, posteriorm ente, d esarro llan u n física, de tal m an era que los individuos con TASP experim entan sus
TASP se caracterizan por u n a serie am enazas al desarrollo del siste­ propios estados m entales y los de los dem ás en m odos físicos y cor­
m a de apego en form a de pérdidas, separaciones, negligencia y abu­ porales. De nuevo, esto deja expedito el cam ino a u n a conducta vio­
so físico y sexual (Luntz y Widom, 1994; Pert, Ferriter y Saúl, 2004). lenta. Es probable que los actos violentos o c u rra n en respuesta a
Son m uchos los estudios que h an rep o rtad o que la privación psico- una percepción errónea del m undo, incluyendo las acciones e inten­
social, incluyendo el abuso d u ra n te la infancia, está asociada a la ciones de los dem ás (como, por ejemplo, experim entar en el modo de
presencia de factores TASP d u ra n te la edad adulta (p o r ejemplo, equivalencia psíquica que u n com entario despectivo es destructiva­
K um ari et al., 2013; Liu et al., 2012). No obstante, tam bién es posible mente vergonzoso), o p ara desalojar sensaciones corporales o afec­
que intervengan factores genéticos. Los padres que p roporcionan tos m entales intolerables, vinculados al alien self, sobre los que no
cuidados de calidad inferior pueden ta m b Jén tra n sm itir genes que se puede pensar.
116 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 117

E n relación con la experiencia de la prim era infancia tam bién la am enaza estaba asociado a las características afectivo-interperso-
debem os abordar el tem a de la psicopatía. Los psicópatas com parten nales del trastorno. Los estudios de imagen de resonancia m agnética
m uchas características del TASP, si bien m anifiestan cualidades tam bién señalan que los individuos violentos diagnosticados con
interpersonales y afectivas adicionales (afecto poco profundo, ansie- TASP y psicopatía com órbida presentan anom alías estructurales en
dad/tem or bajo, impulsividad, dom inación, insensibilidad, sim patía el cerebro (una reducción significativa de la m ateria gris), pero la
superficial y m anipulación). Algunos individuos diagnosticados con estru ctu ra cerebral de quienes solo habían recibido un diagnóstico
TASP presentan rasgos psicopáticos, pero la m ayoría no. Varios tera ­ de TASP era sim ilar a la de los no delincuentes (Gregory et a l, 2012).
peutas h a n sugerido que, si bien la psicopatía y el TASP com parten En contraste con la historia reportada por los individuos con psico­
num erosas características, los procesos psicobiológicos subyacentes patía, el traum a desem peña un papel m ucho m ás im portante en la
podrían ser diferentes y, además, que estas características los sitúan agresión reactiva, puesto que el traum a sensibiliza a los individuos al
fuera del alcance de lo que podría m odificar u n tratam iento psicoso- estrés, dism inuyendo el um b ral de reactividad em ocional (Alien,
cial. Los estudios efectuados con poblaciones de delincuentes pueden 2004). B lair (2008) propone que los psicópatas son, debido a su baja
delinear y validar de form a fiable y significativa algunos subgrupos reactividad emocional, m enos vulnerables a los factores estresantes
con diferentes tipos de TASP basados en rasgos de personalidad iden­ potencialm ente traum áticos.
tificados con la psicopatía. Estos son: TASP no psicopático, un peque­
Hemos abordado con cierta extensión la psicopatía p ara prevenir
ño grupo de psicópatas prim arios, un grupo en el cual la psicopatía
a los terapeutas de que no incluyan en los program as de tratam iento
parece secundaria a la conducta antisocial, y un grupo caracterizado
para la MBT a individuos con factores de personalidad usualm ente
por u na tím ida psicopatía que refleja, probablemente, un diagnóstico
identificados con la psicopatía. E stam os convencidos de que el m ode­
dual (Cox et a i, 2013; Poythress et a l, 2010). Es la proclividad a la
lo esbozado en este libro satisface pobrem ente los criterios del grupo
agresión instrum ental (es decir, la agresión planificada p a ra alcan ­
descrito como psicópatas p rim ario s (Poythress et a l, 2010), ya sea
zar un objetivo) la que distingue m ejor a los psicópatas de sus contra­
por razones biológicas o p o r o tras razones etiológicas. No obstante,
p artes antisociales no psicopáticas y con desórdenes conductuales.
debemos m ostrarnos cautelosos acerca de a m p liar dem asiado este
En contraste con la agresión reactiva (afectiva), que es típicam ente
grupo. El niño o el joven puede m o strar una insensibilidad aparente
im pulsiva y se origina en la frustración y el odio, la agresión in stru ­
que tiene su origen en la ansiedad que le producen las relaciones de
m ental es deliberada, calculada y dirigida a un objetivo. La falta de
apego pero, de hecho, es posible que no sean realm ente insensibles
sensibilidad a la socialización («Nada me lo impide») desem peña un
o indiferentes (Frick y Viding, 2004), sino que se sientan aterroriza­
papel fundam ental en la etiología de este tipo de conducta.
dos y, tal vez, estén esforzándose en conseguir un apego m ás fiable
Son num erosos los hallazgos que subrayan la im portancia de los (Fonagy, 2004). Es de ese tipo de casos del que nos ocupam os princi­
rasgos afectivos-interpersonales a la hora de diferenciar entre psico­ palm ente aquí. Como ya hem os señalado, u n entorno hostil durante
patía y TASP. Un estudio h a puesto de relieve que los participantes la prim era infancia p o d ría in d icar u n a m ayor necesidad fu tu ra de
psicopáticos (casi todos los que cum plían los criterios de un TASP violencia interpersonal, así com o socavar el desarrollo norm al de los
com órbido) evidenciaban u n a respuesta defensiva dism inuida a la medios cognitivos y afectivos de expresar los estados m entales sub­
am enaza, en com paración con los participantes TASP no psicopáti­ yacentes. N uestra sugerencia, en sum a, es que el tera p eu ta debe
cos (Drislane, V aidyanathan y Patrick, 2013). Los participantes no entender, en el tratam iento del TASP, la trayectoria que conduce a la
psicopáticos aquejados de TASP respondieron del m ism o m odo que pérdida de control y tiene que a c e p ta r la necesidad individual de
los adultos típicos, m ientras que el déficit en la respuesta defensiva a estru ctu rar las interacciones con los dem ás de u n m odo que preserve
118 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 119

la externalización del alien self. El individuo aquejado de TASP ha MBT para pacientes con TLP. En un ECA de MBT para TLP, efectuado
experim entado interferencias en el desarrollo de sus relaciones de en un entorno de hospitalización parcial (Batem an y Fonagy, 1999,
apego, con experiencias de vergüenza y hum illación en p rim er pla­ 2001), u n program a de 18 m eses propició cam bios significativos y
no. El desarrollo robusto de la m entalización se ha perdido, dejando duraderos en los estados de ánim o y en el funcionam iento interperso-
u n a sensibilización crónica a los estados emocionales internos. En el nal. Las mediciones de resultados incluían la frecuencia de intentos de
m odo de equivalencia psíquica, cualquier experiencia de vergüenza, suicidio y actos autolesivos, cantidad y duración de los ingresos hospi­
por m ás pequeña que sea, se vive com o u n colapso del self en un con­ talarios, utilización de los servicios y mediciones basadas en autoin-
texto m ental en el que no existe el interm ediario de los niveles de form es de depresión, ansiedad, síntom as generales de angustia,
representación secundaria que p erm itirían afrontar la experiencia. función interpersonal y ajuste social. Los beneficios en relación con el
La am enaza sobre el self, que conlleva, de hecho, un retorno del ver­ Tratam iento habitual (TH) fueron grandes, con un núm ero necesitado
gonzoso alien self, tiene que ser controlada p ara poder sobrevivir. En de tratam iento de aproxim adam ente dos; adem ás, se observó un
lugar de gestionar el estado m ental subyacente de terror a través de aum ento de los beneficios durante el periodo de seguim iento de 18
la representación y el procesam iento em ocional, se alivia dicho esta­ meses de duración. El análisis del gasto sanitario de los participantes
do interior de alarm a controlando el entorno físico (por ejemplo, a sugería que el tratam iento p ara el TLP en hospitales de día no era más
través de la coacción y la violencia). La esencia del tratam iento rad i­ caro que la atención psiquiátrica general y m ostraba, después del tra ­
ca en estim ular los vínculos de filiación sin provocar sim ultánea­ tamiento, un ahorro considerable de costes. Un estudio de seguim ien­
m ente la am enaza de la vergüenza y la hum illación. Al m ism o tiempo, to efectuado a pacientes con TLP, 5 años después de que se completase
h a n de fom entarse, en el contexto del proceso de apego, sentim ientos todo el tratam iento y 8 años después de la entrada inicial en el tra ta ­
de confianza, sinceridad y apertura. miento, com paraba a pacientes tratados con MBT y a otros que habían
recibido el TH, poniendo de m anifiesto que quienes recibieron la MBT
seguían mejor que el grupo que había recibido el TH. Los niveles supe­
R esum en de resultados de los estu d ios sobre MBT riores de m ejoría se evidenciaron en los niveles de suicidio (23% en el
Trastorno lím ite de la p e rso n a lid a d grupo de la MBT versus el 74% en el grupo del TH), estado de diagnós­
tico (13% versus 87%), utilización de servicios (2 años frente a 3,5 años)
H a habido varias revisiones recientes de las intervenciones psico- y otras variables como el uso de m edicam entos, el funcionam iento
sociales p ara el TLP, que reconocen que la base empírica de la MBT global y el estatus profesional (Batem an y Fonagy, 2008).
p a ra el TLP tan solo es inferior, en general, a la base em pírica de la
También se han efectuado dos estudios ciegos sim ples bien con­
Terapia dialéctico conductual (por ejemplo, Budge et a l, 2013; Nel-
trolados en pacientes MBT no hospitalizados, uno de ellos con adul­
son et a i, 2014; Stoffers et al., 2012), aunque no desde una perspectiva
tos con TLP (Batem an y Fonagy, 2009) y el otro con adolescentes que
económ ica de la salud (Brettschneider, Riedel-Heller y Konig, 2014).
acudieron a los'servicios clínicos con autolesiones, la inm ensa m ayo­
Es alentador que un gran estudio cualitativo de los objetivos del tra ­
ría de los cuales cum plían los criterios del TLP (Rossouw y Fonagy,
tam iento de los pacientes haya establecido que los objetivos de la
2012). En am bos ensayos, la MBT resultó ser superior al TH en la
MBT están estrecham ente conectados con lo que los pacientes espe­
reducción de las autolesiones (incluyendo el suicidio) y de la depre­
ran obtener de sus terapias (K atsakou et al., 2012).
sión. Es im portante subrayar que, en la prueba con adultos, el grupo
Un pequeño núm ero de ensayos controlados aleatorios (ECA) y una de control recibió un tra tam ie n to altam en te eficaz m anualizado,
serie de estudios naturalistas han dem ostrado la eficacia del enfoque estructurado y gestionado clínicam ente (B atem an y Fona gy. 2009) y
V
(
r
( 12 0 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 12 1

(
que la MBT fue superior a esta intervención, sobre todo a largo plazo des (d = 0.5-2.1). Según la Escala de Funcionam iento Global valora­
( da clínicam ente, la MBT com binado fue superior a la terap ia de
(B atem an y Fonagy, 2013). Un análisis de m oderadores a posteriori
( grupo de apoyo m enos intensiva. Un seguim iento n a tu ra lista de 18
constató que el núm ero de diagnósticos de trastorno de la persona­
( lidad, adem ás del TLP, era el principal indicador de severidad que meses de duración corroboró que, una vez term inado, los efectos del
predecía que la necesidad del enfoque MBT com o gestión clínica tratam iento p ersistían al cabo de un año y m edio (Jorgensen et al.,
<
e stru c tu rad a parecía tener escaso beneficio en la m ayoría de m edi­ 2014). La m itad de los pacientes en el grupo MBT cum plieron los cri­
( terios de rem isión funcional durante el seguim iento, en com para­
ciones de resultados efectuadas a estos pacientes (Batem an y Fonagy,
( 2013). Además, en la prueba llevada a cabo con una m uestra de ado­ ción con menos de una quinta p arte del grupo de terapia de apoyo.
( lescentes, las m ejoras generadas por la MBT parecían h a b e r sido Sin em bargo, tre s c u a rta s p a rte s de am bos grupos alcan zaro n la
m ediadas, en los p articipantes, por los niveles increm entados de rem isión diagnóstica, y casi la m itad de los pacientes alcanzaron la
(
m entalización, la reducción de la evitación del apego y la m ejora en rem isión sintom ática. Una lim itación de este estudio es que los m is­
< mos facultativos adm inistraban am bas intervenciones (y, p o r tanto,
los factores emergentes del TLP. Los participantes tratados con MBT
( m ostraron una tasa de recuperación del 44%, frente al 17% de quie­ existía u n elevado riesgo de deslizam iento de efectos entre ambos
( nes recibieron el TH (Rossouw y Fonagy, 2012). Cabe señalar que, en tratam ientos); o tra im portante lim itación consistió en que los datos
la actualidad, la evidencia de que, en la MBT, el cam bio terapéutico no eran completos. En otro estudio llevado a cabo tam bién en Dina­
(
esté m ediado por la m entalización es lim itada y que existen m ás m arca (Petersen et al., 2010), u n a población base de pacientes tra ta ­
( dos con hospitalización parcial, seguida por MBT grupal, evidenció
pruebas disponibles en relación con la m ediación de la m entalización
( en otras m odalidades de tratam iento (Forster, Berthollier y Rawlin- m ejoras significativas después del tratam iento (longitud m edia de 2
son, 2014; Goodm an, 2013). El seguim iento continuo de am bos estu­ años) en un rango de m ediciones que incluían la evaluación global
(
dios nos indica que, com o m ínim o, las m ejoras en los grupos de MBT de funcionam iento, hospitalizaciones y estatus profesional, con nue­
( vas m ejoras a los 2 años de seguim iento.
se han m antenido y, que en la m ayoría de los casos, persistieron tras
( la conclusión del tratam iento, m ientras que las diferencias en rela­ Un estudio de m ejora de calidad exam inó los resultados de los
( ción con el grupo de com paración siguen siendo significativas. pacientes TLP tratados en u n program a MBT en u n a unidad de tra ­
< Tres estudios recientes proporcionan apoyo adicional a la eficacia tam iento especializado de Noruega, en com paración con el progra­
de la MBT p ara el TLP. Un ECA llevado a cabo en D in am arca ha m a de tratam iento previo de caraterísticas psicodinám icas (Kvarstein
(
investigado la eficacia de la MBT versus u n a terapia de g rupo de et al., 2015). Esta com paración longitudinal contaba con u n a m uestra
f de 345 pacientes con TLP, incluyendo a 281 pacientes tratados en el
apoyo, m enos intensiva y m anualizada, p ara pacientes diagnostica­
< dos con TLP (Jorgensen et al., 2013). Los pacientes fueron asignados program a psicodinám ico y 64 que recibían MBT, que presentaban
( aleatoriam ente al MBT (n = 58) o a la terapia de apoyo m anualizada una gravedad basal com parable y deficiencias de funcionam iento en
(n = 27). Cada intervención fue ad m in istrad a en com binación con todas las mediciones. Las m ediciones de resultados incluían el Cues­
(
psicoeducación y m edicación. Tanto la MBT com binado com o la tionario de 90 Síntom as, síntom as de angustia, problem as interper­
( sonales y evaluación ru tin a ria de funcionam iento global durante
terapia de apoyo m enos intensiva propiciaron m ejoras im portantes
( c o n statad as por u n a am plia g am a de m ediciones psicológicas e todo el tratam iento, así com o actos suicidas/autolesiones, hospitali­
f interpersonales (como, p o r ejemplo, el funcionam iento general, la zaciones, m edicación y situación profesional, evaluados tan to al
depresión y el funcionam iento social), dism inuyendo el núm ero de principio del tratam iento com o al recibir el alta. El cam bio del pro­
(
criterios diagnósticos del TLP; los tam años del efecto fueron g ra n ­ gram a de terapia psicodinám ica tradicional p o r la MBT propició una
(
(
(
(
12 2 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 123 i

(
reducción de las altas im previstas (la MBT tuvo una baja tasa de Un reciente ensayo piloto naturalista ha estudiado, en 11 mujeres
abandono del 2%). La medición de los beneficios del cambio de p ro ­ adolescentes (de 14 a 18 años) con síntom as borderline, la viabilidad y
gram a incluía m ejoras en los síntom as de angustia y funcionam iento eficacia en pacientes hospitalizados de u n a adaptación de la MBT (
global, interpersonal y ocupacional. Aunque el cam bio se asoció a la (Laurenssen, Hutsebaut et al., 2014). Un año después de iniciado el tra ­
introducción de la MBT, las atribuciones causales específicas son tamiento, se h a observado una reducción significativa de los síntomas
difíciles de establecer en este diseño. y mejoras en el funcionamiento de la personalidad y la calidad de vida;
Un estudio naturalista llevado a cabo por Bales et al. (2012), en los los tam años del efecto oscilaban entre d = 0,58 y 1,46, representando
Países Bajos, investigó la efectividad de un program a m anualizado de efectos de m edianos a grandes. Además, el 91% (n = 10) de las adoles- (
MBT de 18 meses de duración en 45 pacientes diagnosticados con TLP centes evidenciaron cambios fiables según el Inventario Breve de Sin- (
severo, con una alta prevalencia de comorbilidad de los trastornos en tomas, en el que el 18% (n = 2) cambió, de acuerdo a esta medición, al
los ejes I y II del DSM-IV. Los resultados evidenciaron im portantes rango funcional. Un informe sobre la aplicación de los principios MBT
cambios positivos en los síntomas de angustia, el funcionamiento social a una com unidad terapéutica tam bién arro jó resultados positivos (
e interpersonal y el funcionamiento y la patología de la personalidad, (Jones, Juett y Hill, 2013). Los pacientes que completaron 18 meses de I
mientras que los tam años del efecto fueron de m oderados a grandes (d tratam iento m ostraron un cambio significativo y una m ejoría de los
= 0,7-1,7). El estudio tam bién puso de relieve una disminución impor­ síntomas, valorados por clínicos y pacientes, según las mediciones clí­
tante, durante y después del tratam iento, del uso de tratam ientos adi­ nicam ente adm inistradas de funcionam iento social y ocupacional.
(
cionales y de ingresos psiquiátricos. Sin embargo, la falta de un grupo
control en este estudio limitó la posibilidad de extraer conclusiones Trastorno a n tiso c ia l de la p erso n a lid a d (
acerca de la eficacia de la MBT. Otro estudio (Bales et al., 2015) aplicó La investigación en el tratam iento del TASP hasta el año 2009 se •
el paream iento por puntaje de propensión para determ inar las mejores resum e en la guía de práctica clínica p ara el TASP elaborada por el <
puntuaciones en 29 pacientes MBT integrados en un grupo mayor (n = NICE del Reino Unido (N ational In stitu te for H ealth and Clinical {
175) que recibía otros tratam ientos psicoterapéuticos especializados. Excellence, 2010), que confirm a que las intervenciones TASP están
Estos otros tratam ientos especializados produjeron mejorías en dife­ siendo pobrem ente investigadas y que la evidencia de su tratam iento
rentes dominios, que por lo general solam ente fueron moderadas; en es escasa. Los autores de la guía NICE concluyeron que las pruebas ^
cambio, los tam años del efecto pre-post fueron consistentemente gran­ p ara los tratam ientos del TASP son extrem adam ente lim itadas y no í
des para la MBT, con u na d de Cohén que indicaba un reducción de los apoyan el desarrollo de las recom endaciones de ningún tratam iento f
síntomas psiquiátricos que oscilaba entre el -1,06 y el -1,42 a los 18 y 36 (National Institute for Health and Clinical Excellence, 2010). Hemos
meses, respectivamente, y una desviación estándar que iba del 0,81 al replicado la búsqueda del NICE, si bien nos hem os centrado en los {
2,08 en cuanto a la mejora en los ámbitos de funcionamiento de la per­ artículos publicados desde el año 2009, m ediante u n a estrategia de (
sonalidad. Dado el diseño no aleatorio de este estudio y la variación en búsqueda com puesta de los ECA y el exam en sistem ático de los fil- j
las dosis de tratam iento recibido por los participantes, la diferencia tros com binados con encabezam ientos de los tem as y frases de texto
intercondicional en los efectos debe interpretarse con cautela. Asimis­ libre relacionadas con el TASP. La búsqueda obtuvo solo cinco resul- ^
mo, existe un ensayo aleatorizado multicéntrico, llevado a cabo por el tados que respondían a los criterios de selección: tres intentos y dos *
mismo grupo, que com para la atención am bulatoria intensiva y la hos­ revisiones Cochrane. Tan solo uno de los docum entos m enciona la (
pitalización parcial basada en MBT para pacientes con TLP y que está investigación realizada en un entorno com unitario (Davidson et a i, ,
actualmente en curso (Laurenssen, Westra, et a i, 2014). 2009); este estudio de la terapia cognitivo-conductual no era un ECA ^

í
I
12 4 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD U T IL IZ A R E L M O D E L O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 12 5

completo, sino un ensayo exploratorio. Las dos revisiones Cochrane Bales, D., van Beek, N., Smits, M., Willemsen, S., Busschbach, J.J., Ver-
concluyen que no hay evidencias consistentes p ara n inguna interven­ heul, R. y Andrea, H. (2012). «Treatment Outcome of 18-Month, Day
Hospital Mentalization-Based Treatment (MBT) in Patients with Seve-
ción relativa al TASP y recom iendan una investigación urgente para
re Borderline Personality Disorder in The Netherlands», Journal of Per-
som eter a prueba las intervenciones p ara dicho trasto rn o (Gibbon et
sonality Disorders, 26, págs. 568-582.
a i, 2010; K halifa et a l, 2010). Bales, D.L., Timman, R., Andrea, H., Busschbach, J.J., Verheul, R. y Kam-
Un estudio de viabilidad de la MBT para el TASP, llevado a cabo phuis, J.H. (2015). «Effectiveness of Day Hospital Mentalization-Based
Treatment for Patients with Severe Borderline Personality Disorder: A
por McGauley, Yakeley, W illiams y Batem an (2011), expone los resul­
Matched Control Study», Clinicál Psychology and Psychotherapy, 22,
tados de u na m uestra pequeña (n = 9) que recibió MBT grupal e indi­ págs. 409-417.
vidual en la Tavistock y Portm an Foundation Trust, en Londres, Reino Bateman, A. y Fonagy, P. (1999). «Effectiveness of Partial Hospitalization
Unido. Los resultados prelim inares sobre la Escala de Agresión Abier­ in the Treatment of Borderline Personality Disorder: A Randomized
ta indican que los participantes calificaron la gravedad de su agresivi­ Controlled Trial», American Journal ofPsychiatry, 156, págs. 1563-1569.
dad hacia los dem ás y hacia sí mismos de modo descendente durante Bateman, A. y Fonagy, P. (2001). «Treatment of Borderline Personality
Disorder with Psychoanalytically Oriented Partial Hospitalization: An
los prim eros 6,5 m eses de tratam iento; en cambio, su calificación de
18-Month Follow-Up», American Journal o f Psychiatry, 158, págs. 36-42.
la irritabilidad no cambió. La gravedad de los síntom as psiquiátricos Bateman, A. y Fonagy, P. (2004). Psychotherapy for Borderline Personality
según el Inventario Breve de Síntom as m ostró que, a los 6 meses de Disorder: Mentalization-Based Treatment. Oxford, UK: Oxford Universi-
seguimiento, los participantes habían experim entado u n a reducción ty press.
de la angustia en relación con sus síntomas, aunque hubo varios p ar­ Bateman, A. y Fonagy, P. (2008). «8-Year Follow-Up of Patients Treated for
ticipantes que reportaron mayores descensos en la angustia resultan­ Borderline Personality Disorder: Mentalization-Based Treatment versus
Treatment as Usual», American Journal of Psychiatjy, 165, págs. 631-638.
te de los síntom as de la depresión, la ansiedad y la hostilidad.
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al, 2013). Desde la perspectiva del trab ajo clínico, sugerim os que el
tive Follow-Up», Psychological Medicine, 42, págs. 1-10.
grado en que u n paciente con d epresión p rese n te facto res TLP
d eterm in ará el m odo de g estio n ar m ejor su tra ta m ie n to (véase el
cuadro 3.1).
Aunque desde la perspectiva de la investigación, la n atu raleza
exacta de la relación existente en tre depresión y TLP requiere m ás
aclaraciones (no existe certeza alg u n a de h a sta qué punto la depre­
sión y el TLP deberían considerarse com o p a rte del m ism o espectro
de trasto rn o s afectivos), desde u n p u n to de vista clínico, la relación
es d e m a siad o im p o rta n te c o m o p a r a se r p a s a d a p o r alto . Los
pacientes deprim idos con TLP com órbido p rese n tan m ayor inesta­
bilidad afectiva, lo que hace que la relación en tre las experiencias
134 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACJÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD C0M0RBIL1DAD 135

estresantes y la aparición de la depresión sea m enos obvia de lo que Nosotros entendemos la asociación com ún de la depresión con las
se observa típicam ente en pacientes deprim idos sin características autolesiones en térm inos de la e stru c tu ra desorganizada del self,
TLP (Kopala-Sibley, Zuroff, Russell, M oskowitz y París, 2012). La característica del TLP. La destructividad y una frecuencia m ayor de
investigación tam bién nos indica que los pacientes con característi­ autolesiones son el resultado de los intentos del paciente por mitigar,
cas TLP ex p erim en tan con m ayor in te n sid a d los sentim ientos distraer y quizá «externalizar» (percibir com o procedentes del exte­
depresivos dolorosos, algo que se evidencia en las puntuaciones rior) estas experiencias sum am ente críticas, que, sin embargo, aún
m ás a lta s en las m ediciones de autoinform es sobre la depresión, siguen sintiéndose internam ente, aunque no com o p arte de la expe­
aunque no en las m ediciones basadas en la observación (Levy, Edell riencia del self («alien self»; véase el capítulo 1). Por su parte, los pacien­
y M cGlashan, 2007; Silk, 2010; Z anarini et al., 1998). Tam bién expe­ tes deprimidos que no padecen TLP comórbido tam bién experim entan
rim en tan fuertes sentim ientos de vacío y de afectividad negativa problemas de m entalización y, en ocasiones, pueden funcionar en el
difusa, m ayores niveles de au to crítica y vergüenza y u n a m ayor modo de equivalencia psíquica; en esos pacientes, esto se plasm ará en
focalización en el m iedo al abandono (Levy et al., 2007; Wixom, una ausencia notable de los modos de «simulación» o «juego» de ver el
Ludolph y W esten, 1993).
mundo, un fuerte sentido de la realidad depresiva y una visión estática
Desde la perspectiva de la teoría de la MBT, los síntom as de la de los estados mentales internos (véase el cuadro 3.3). En los pacientes
depresión se ven amplificados m asivam ente por las lim itaciones en con m arcados rasgos del TLP comórbido, la equivalencia psíquica da
el equilibrio de la m entalización que padecen los individuos con TLP. lugar a cantidades m ás grandes de m alestar y devastación interior, lo
La m ayor intensidad de los sentim ientos depresivos es el resultado de cual puede tam bién explicar ios mayores niveles de dolor físico y de
la form a no m entalizadora con la que estos pacientes responden a su fatiga asociados a la depresión en pacientes con TLP (Hudson, Arnold,
experiencia subjetiva (véase el cuadro 3.2). Keck, Auchenbach y Pope, 2004; Van Houdenhove y Luyten, 2009). De
La pérdida de m entalización hace que el fracaso, el rechazo y el m anera similar, en el modo de equivalencia psíquica, se sienten las crí­
abandono se experim enten en el m odo de equivalencia psíquica (véa­ ticas percibidas como ataques am enazadores contra el self, es decir, el
se el capítulo 1), lo cual les otorga u n a m ayor fuerza e intensidad; por rechazo puede experim entarse com o algo literalm ente doloroso
otro lado, cuando se recupera la m entalización, estos sentim ientos (Eisenberger, Lieberm an y W illiams, 2003).
pueden m ejorar m ucho m ás rápidam ente de lo que cabría esperar en
la depresión grave.

• El TLP amplifica los síntomas depresivos como, por ejemplo, una mayor
inestabilidad afectiva
• El TLP está asociado a muchas otras condiciones de salud mental • Los modos de no mentalización del TLP aumentan la severidad de los
• El TLP interfiere con el tratamiento eficaz de otras condiciones síntomas depresivos
• Se requiere tratar el TLP si se quiere tratar también el trastorno comór- • Se incrementan las autolesiones y los intentos de suicidio
bido • La depresión mejora más rápidamente que el TLP
• Sin embargo, tratar el trastorno comórbido no mejora el TLP. • A menos que también se tenga en cuenta el TLP, las técnicas estándar
para el tratamiento de la depresión serán ineficaces.
136 TRATAM IENTO BASADO EN LA M ENTAUZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
COMORBILIDAD 137

tr.aiv-
ion y modos de no mentalización E n o tras palabras, es posible identificar la presencia de la no m en­
• Equivalencia psíquica: talización en pacientes depresivos, tanto con factores TLP com o sin
- Las autolesiones aparecen en el contexto de la estructura desorgani­ ellos, y estos modos de funcionam iento pueden llegar a predom inar
zada del self que se produce en el TLP cuando el individuo experim enta u n a ru p tu ra en su capacidad de
- Los pensamientos autocríticos se sienten como reales m entalización. Sin em bargo, los pacientes no aquejados de TLP
- La pérdida y el temor al abandono se experimentan como hechos poseen u n a mayor capacidad p ara el pensam iento reflexivo, explíci­
• Modo simulado: to, consciente y controlado, y tienen la posibilidad de autocorregir y
- Hipomentalización seguida por un rebote de hipermentalización re sta u ra r m ás fácilm ente el equilibrio en su m entalización. A ello
- Argumentación autocumplida del fracaso y la inutilidad debemos a ñ a d ir que experim entan m ucha m enos presión p a ra exter-
- El suicidio forma parte del proceso de hipermentalización nalizar su alien self. Por últim o, los pacientes sin TLP suelen m o strar
• Modo teleológico niveles m enores de hipervigilancia epistém ica (como hemos discuti­
- Demanda insistente de figuras de apego do en el capítulo 1), queriendo decir con ello que pueden estar m ás
- Requerimiento de sesiones extra abiertos a responder al contexto social y las señales sociales (inclui­
- Violaciones potenciales de los límites. da la terapia), lo cual puede, a su vez, contribuir a que se produzca
un retorno m ás rápido a u n a m entalización m ás equilibrada.
Cuando predom ina el modo teleológico, el paciente con TLP que Las deficiencias de m entalización asociadas a pacientes deprim i­
se siente deprim ido intenta abordar de una m anera concreta la sen­ dos con rasgos TLP son evidentes en la agudización del ciclo de hipo­
sación de pérdida y los consiguientes sentim ientos de verse rechaza­ m entalización e hiperm entalización y en la intensa presión que
do, no querido o excluido. Esto puede to rn a rse evidente en los experimentan para externalizar el alien self doloroso. La ideación sui­
intentos desesperados p o r acercarse m ás a las figuras de apego, cida es u n reflejo de estos problem as: los estudios efectuados han cons­
incluido el terapeuta, exigiéndole, p o r ejemplo, m ás sesiones o
tatado mayores niveles de conducta suicida en pacientes deprim idos
deseando ser abrazado o tocado p o r él, todo lo cual encierra eviden­
con rasgos de TLP comórbido (Bolton, Pagura, Enns, Grant y Sareen,
tes riesgos potenciales de que se acaben transgrediendo los límites.
2010). Asimismo, un estudio llevado a cabo con 1.838 pacientes por
Y, aunque los pacientes deprim idos sin TLP pueden experim entar
Stringer y colegas (2013) puso de manifiesto que la tasa de intentos de
igualm ente ese tipo de im pulsos, les resulta m ás fácil resistirse a
suicidio aum entaba hasta u n valor sorprendentem ente alto del 33%
ellos y son m ás propensos a sentir que no son apropiados.
para cada unidad de increm ento en los rasgos de TLP. Las altas tasas
La m ism a amplificación de una característica com partida es cierta de suicidio e ideación suicida en pacientes con TLP están probable­
en lo que respecta al tercer m odo de no m entalización, el modo sim u­ mente relacionadas con m ayores niveles de im pulsividad y agresión,
lado, en el que a la hipom entalización suele seguirle cíclicamente la reflejando am bas una adherencia m ás fuerte sobre la subjetividad que
hiperm entalización. En los pacientes depresivos sin TLP comórbido, el que tiene el modo teleológico. La conducta y los pensam ientos suici­
esta hiperm entalización puede parecerle al terapeuta razonablem ente das en pacientes deprim idos sin TLP comórbido están m ás relaciona­
precisa o conectada con la realidad, aun cuando estos pacientes tien­ dos con las «relaciones objétales», a menudo directam ente conectados
dan a ofrecer relatos repetitivos, excesivamente analíticos y autocríti­ a sus circunstancias interpersonales, a duros sentim ientos de au to ­
cos. En cambio, en los pacientes con TLP, el m odo sim ulado estará, crítica, a sentim ientos acerca de «m atar y e ch ar fuera» a las partes
p o r lo general, disociado de la realidad, pudiendo ser, en ocasiones, odiadas del self o al reencuentro con los seres queridos perdidos. En
bastante egoísta o coercitivo, así como em ocionalm ente abrum ador. cambio, en los pacientes con TLP, los im pulsos suicidas suelen esta r
138 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRA STO RNO S DE LA PERSONALIDAD C O M O R B IL ID A D 139

m ás conectados directam ente a la experiencia subjetiva, casi con El abordaje MBT p a ra tra ta r la depresión puede ser dividido en
independencia de su contenido, y el deseo de silenciar los sentim ien­ tres fases de tratam iento, cada una de las cuales posee estrategias y
tos intensos de dolor interno experimentados de m anera abrum adora objetivos específicos. La característica principal a lo largo de las tres
en los m odos de equivalencia psíquica y teleológico. fases es una firme y especial atención a la m ente del paciente, en
lugar de a su conducta. Las intervenciones del terapeuta están dirigi­
Las deficiencias de m entalización asociadas al TLP hacen que
das principalm ente a vin cu lar los procesos interpersonales con los
sea im probable que este tipo de pacientes tengan la capacidad de
estados m entales del paciente.
funcionam iento reflexivo que perm ite que los individuos d eprim i­
dos sin TLP se beneficien de un abordaje que trabaje con represen­ La prim era fase (véase el recuadro 3.4) del tratam iento apunta a:
taciones m entales, esto es, de un abordaje que im plique focalizarse,
• Integrar al paciente en el tratam iento m ed ian te la adopción
por ejemplo, en el “modelo interno de funcionam iento”* de los otros
de una a ctitu d terap éu tica activa, de apoyo y em pática, p ro ­
y uno m ism o. A los pacientes con TLP com órbido ese tipo de enfo­
porcionándole e sp era n z a y e s tru c tu ra y tra b a ja n d o activ a­
que puede resultarles muy exigente, inútil e incluso iatrogénico; las
m ente ju n to al paciente p a ra apoyar el cam bio in terpersonal.
d em andas que conlleva pueden o b sta c u liz a r el desarrollo de la
E sto requiere u n esfuerzo co n certad o p o r p a rte del te ra p e u ­
alianza en tre paciente y terapeuta y generar niveles disruptivos de
ta p a ra a y u d a r al paciente a id en tificar las a n sie d a d es y
ansiedad o arousal, como consecuencia de la utilización de m odos
defensas (es decir, los ob stácu lo s que im piden el cam bio)
de no m entalización, en p a rticu la r el m odo sim ulado. Un abordaje
que pueden activarse cuando se alienta, contem pla e in tenta
centrado en el fortalecim iento de la m entalización, que sea activo,
el cam bio, de m odo que pu ed a d esp ejarse el c a m in o p a ra
estru ctu rad o , de apoyo e interpersonal, puede resultar, a nuestro
que el paciente experim ente m odos m ás adaptativos de rela­
juicio, de m ayor beneficio p ara este tipo de pacientes.
cionarse con los dem ás.
• Recuperación de la mentalización, sobre todo en los pacientes
Abordaje del tra ta m ie n to de la depresión
gravem ente deprim idos, m ediante diferentes intervenciones
Cuando se trabaja con pacientes que padecen depresión comórbi- dependiendo del tipo de paciente y de situación (por ejemplo,
da con el TLP, se utiliza, en el m ejor de los casos, el enfoque de la técnicas de apoyo que prom ueven el soporte y la contención,
m entalización p ara a b o rd a r sim u ltán eam en te am bos problem as psicoeducación que brinde u n a perspectiva diferente acerca
(Batem an y Fonagy, 2015). de los síntom as y quejas, m edicación cuando proceda, restau ­
ración de los patrones de sueño, centrándose en la «higiene»
del sueño, actividades favorables, etcétera).
• Identificar y explorar las narrativas interpersonales o los ciclos
a Activa, apoyo, validación y con foco en lo interpersonal interpersonales típicamente desadaptativos, las estrategias habi­
• Implicación en la formulación y el tratamiento tuales de apego u tilizadas p a ra h acer frente a los problem as
• Focalización en la recuperación de la mentalización
interpersonales y la vinculación de estos a determ inados sínto­
• Identificación de narrativas interpersonales y de ciclos interpersonales
m as y quejas, u tiliz a n d o ta n to m étodos no e stru c tu ra d o s
desadaptativos.
(como, p o r ejemplo, el contexto de la entrevista clínica o las
sesiones de adm isión) com o m étodos e stru c tu rad o s (como,
por ejemplo, la utilización de descriptores del apego).
M del T: Nos estam os refiriendo a los fntem ai working modelde Bowlby, también
traducidos como «modelos operativos internos» o «modelos internos de trabajo».
i
r
r
( 140 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD C O M O R B IL ID A D 141

(
La segunda fase (véase el cuadro 3.5) se propone principalm ente: • Prom over la resiliencia an te la adversidad pasada, p resen te
(
y fu tu ra, a len tan d o activam ente al paciente a reflexionar y
( • Trabajar con los problemas y conflictos interpersonales, fom en­ p ro b a r nuevas fo rm as de lid iar con la adversidad, esp ecial­
tando la m entalización con respecto a ios dem ás y uno m is­ m ente nuevas form as de relacio n arse con los dem ás y c o n ­
(
mo. A m edida que progresa el tratam iento, es im p o rtan te el sigo mism o.
( grado en que el paciente es capaz de m entalizar eficazm ente
( sobre estas cuestiones, en p a rtic u la r en el m arco de la rela ­ La tercera y últim a fase (véase el cuadro 3.6) aspira a:
( ción terapéutica, dado que b rin d a al terap eu ta u n a evalua­
ción «en vivo» de la m entalización del paciente en condiciones • Tratar las cuestiones relacionadas con la pérdida y la separa­
( ción, así como la autonom ía y la identidad, que se ven activa­
de arousal elevado. El objetivo de la focalización, en esta p a r­
( tic u la r relación interpersonal, es el de fortalecer y extender das por el inm in en te final del tra tam ie n to (por ejemplo, el
m ás am pliam ente («am pliar y desarrollar») la conciencia del tem or a perder al terapeuta, el m iedo a la recaída, el m iedo a
(
paciente acerca del m odo en que su conducta está gobernada fra c a sa r al rein teg rarse al trabajo, etcétera), estim ulando al
( paciente a que exprese sus tem ores y deseos relativos a la con­
por estados m entales. Eso, pues, contribuye al proceso de
( m en talizació n que, e sp era n z ad o ra m e n te, se g e n e ra liz a rá clusión inm inente del tratam iento.
< m ás allá de la dinám ica interpersonal específica que se tra b a ­ • Consolidación de los cam bios y prevención de futuras recaídas,
ja d u ran te lá terapia. revisando el proceso de tratam iento, exam inando lo que se ha
(
• Trabajar con las defensas: Este trabajo implica el reconocimiento conseguido y explorando activam ente cóm o el paciente u tili­
( zará estos logros en el futuro.
de las defensas del paciente y sus implicaciones, y la validación
( -que no la interpretación- de las defensas para contrarrestar la
Si bien el abordaje de la depresión centrado en la m entalización
( inevitable vergüenza, lo cual ayuda a que el paciente sienta
puede ser im plem entado com o u n tra tam ie n to breve y lim itado
( mayor compasión por sí mismo, pudiendo conducir a una mejor
tem poralm ente con objetivos m ás m odestos (com o fo calizarse en
regulación de la ansiedad y la vergüenza; reconocer los fortale­
( la m ejoría de la m entalización con respecto a las relaciones in ter­
zas del paciente y, durante el periodo de sesiones, desafiar las
( personales actuales) en cam bio, los pacientes depresivos con TLP
conductas defensivas. En el caso de pacientes con déficits im por­
com órbido pueden re q u e rir u n tra tam ie n to m ás prolongado, y no
( tantes en la dimensión de la autorrepresentación, es im portante
lim itado de antem ano, que se cen tre m ás d e ta lla d a m e n te en los
( reconocer los lím ites y centrarse principalm ente en el trabajo
para reparar dicha autorrepresentacióp. vínculos existentes en tre el fu n cionam iento y las relaciones p asa­
( das y presentes.
(
Cuadro 3.5. Tratamiento delTLP.y la depresión: segunda fase
( Cuadro 3.6. El tratamiento del TLP y la depresión: tercera fase .
• Abordar las cuestiones interpersonales en el marco de la relación
( paciente-terapeuta • Negociación cuidadosa de la conclusión del tratamiento
( • Validación y reconocimiento (no interpretación) de las defensas • Gestión de la separación y la pérdida
• Fomentar la resiliencia a través de la focalización en nuevas maneras de • Reconocimiento de los temores acerca de la autonomía y la identidad
(
gestionarla adversidad. • Consolidación del cambio y prevención de recaídas.
<
(
(
(
142 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD COMORBILIDAD 143

T raum a Es perfectam ente sabido que el m altrato infantil contribuye a la


aparición del TEPT, aunque no es ni necesario ni suficiente p o r sí
La com orbilidad con el traum a es particularm ente relevante en el
m ism o p a ra su desarrollo. Aunqtie el abuso sexual infantil pueda
tratam iento TLP. De hecho, el TLP puede ser considerado un proto­
desem peñar un papel especialm ente im p o rtan te en el desarrollo del
tipo del trasto rn o de estrés traum ático complejo, en tanto que sus
TLP (P arís y Zweig-Frank, 2001), a m enudo se en trelaza con un
síntom as son m ultifacéticos y suelen presentarse entretejidos con
patrón m ás am plio de perturbación fam iliar. Z anarini et al. (1997)
una am plia gam a de trastornos com órbidos (véase el cuadro 3.7). han señalado que «el abuso sexual infantil reportado por los pacien­
Ford y Courtois (2009) revisaron la gam a de propuestas p a ra la tes borderline puede rep resen tar un marcador de la severidad de la
caracterización del trastorno de estrés postraum ático (TEPT) com ­ disfunción familiar experim entada, así com o co n stitu ir en sí m ism o
plejo. En dicha revisión, el trau m a psicológico complejo se define un evento o una serie de eventos traum áticos» (pág. 1104, las cursi­
como «el resultado de la exposición a graves agentes estresantes que vas son nuestras).
son (1) repetitivos o prolongados, (2) im plican daño o abandono por La investigación ha puesto de relieve que la capacidad p a ra men-
parte de los cuidadores u otros adultos ostensiblem ente responsables taliz a r suele verse perju d icad a en las p erso n as que h a n sufrido
y (3) ocurren en un m om ento vulnerable del desarrollo de la víctima, traum as. Por ejemplo, se ha dem ostrado que los niños tra u m atiz a ­
como la prim era infancia o la adolescencia» (pág. 13). Estos autores dos tienen m ás dificultades p a ra aprender las palabras relacionadas
interpretan las secuelas m ultifacéticas com o un trastorno de estrés con los sentim ientos (Beeghly y Lucas Cicchetti, 1994), m ientras
traum ático complejo, es decir, «cambios en la mente, las emociones, que, a los adultos, les resulta m ás difícil reconocer la intención que
el cuerpo y las relaciones que se experim entan después de u n traum a hay d e trá s de las expresiones faciales (Fonagy, Target, Gergely,
psicológico complejo, incluyendo problem as graves con la disocia­ Alien y B atem an, 2003).
ción, la emoción, la disregulación, el distrés som ático o la alienación Alien (2004, 2012, 2013) ha elaborado u n modelo complejo del
relacional o espiritual» (pág. 13). Así pues, los trastornos de estrés traum a utilizando el m arco de la m cntalización, que vincula el tra u ­
traum ático complejo im plican potencialm ente u n a extensa com orbi­ ma a la teoría del apego, definiéndolo com o la experiencia de verse
lidad, incluyendo u n amplio rango de síntom as y síndrom es clínicos, abandonado psicológicamente en un estado emocional insoportable.
así como trastornos de la personalidad. • Esto es potencialm ente traum ático, debido en p arte a la falta de apo­
yo social p a ra m entalizar. El tratam iento im plica la creación de un
contexto favorable al apego que conduzca a la m entalización, en el
cual los estados emocionales, antes intolerables, pasen a ser soporta­
• El TLP comparte factores con el trastorno de estrés traumático com­ bles. La autocom pasión, la atención y la m entalización ejemplifican la
plejo respuesta sensible del apego seguro en las relaciones padres-hijos, las
• El abuso sexual infantil desempeña, con frecuencia, un papel promi­ am istades, las relaciones am orosas, así com o en las «terapias com u­
nente en las historias de las personas con TLP nes» (Alien, 2012). E sta form ulación otorga un «valor» (de aceptación)
• Se concibe el trauma de apego, en el TLP, como una serie de experien­ al abordaje psicoterapéutico centrado en au m en tar la capacidad de
cias repetidas de abandono psicológico en un estado emocional inso­ m entalización del individuo. M ediante u n a hum ilde curiosidad y su
portable. determ inación p ara ver el m undo a través desde los ojos del paciente,
el terapeuta engendrará, im plícita y explícitam ente, u n a actitud de
144 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD C O M O R B IL ID A D 145

tolerancia, com pasión y aceptación hacia la experiencia subjetiva, y


Cuadro 3.8. TLP, trauma y modos de no mentalización
aliviará poco a poco la tendencia que todos tenemos a recrim inarnos
a nosotros mismos a causa de nuestros sentimientos. • Equivalencia psíquica
- Pérdida de conciencia de la realidad exterior e interior; flashbacks,
Si bien la confluencia de regulación em ocional y de com pren­
conductas evitativas, negación a pensar en los eventos y problemas
sión social contribuye a a seg u ra r el desarrollo norm al, la d isy u n ­ • Modo simulado:
ción de am bos procesos su m in istra el trasfondo del tra u m a. Las - Disociación: experiencia de irrealidad; quedarse en blanco, hallarse
em ociones negativas se regulan, por lo general, a través de la re s­ en un «sueño despierto»
puesta sensible del otro (por ejemplo, u n a figura de apego), ¿pero • Modo teleológico
qué o c u rre cuando u n sentim iento de te rro r o de dolor, en reacción - Alterar los pensamientos a través de la acción: uso de drogas, alcohol,
a u n a p érd id a, no en cuentra u n consuelo razonablem ente ajusta­ comer en exceso y vomitar, autolesiones.
do? Cuando no se reflejan de m an era repetida los estados em ocio­
nales intolerables, se convierten en traum áticos debido a la ausencia
de otra m ente capaz de reflejar y responder de m anera apropiada a A m enudo, los supervivientes del traum a, sim plem ente se niegan
la a n g u stia del individuo. a p en sar acerca de su experiencia, porque p e n sar en ello significa
revivirla. La terapia, p o r su parte, tra ta de crear u n a situación en la
El colapso de la m entalización ante el trau m a conlleva u n a pérdi­ que un individuo adecuadam ente sensible (el terapeuta) sea capaz
da de conciencia de la relación entre la realidad interior y exterior de responder con em patia y aceptación consciente a la an g u stia su b ­
(Fonagy y Target, 2000) y, en ese caso, tom an la iniciativa los modos jetiva sentida p o r el paciente, capacitándolo p a ra que reflexione,
de funcionam iento no m entalizadores. En los flashbacks p ostraum á­ experim ente y exprese el estado subjetivo del cual tra ta continua­
ticos, p o r ejemplo, los recuerdos pierden su conexión con la continui­ mente de alejarse.
dad de la subjetividad y se experim entan con todo el poder de la
experiencia de la realidad física (equivalencia psíquica). Por su parte,
Abordaje de tra ta m ie n to d el tra u m a
en el desapego disociativo, el fallo en la m entalización del afecto
genera u n a sensación de irre alid a d (modo m odo sim ulado), y los Las personas con TLP com órbido con el traum a no solo acuden a
pacientes inform an de que se quedan «en blanco», «sin palabras» o tratam iento p a ra a fro n tar la adversidad que han experim entado. La
recuerdan sus experiencias traum áticas com o si se tratase de un sue­ devastación de la función psíquica que deja tra s de sí el trau m a del
ño. La oscilación entre los m odos de equivalencia psíquica y m odo apego perjudica su capacidad p a ra relacionarse con las vicisitudes
sim ulado a la hora de experim entar el m undo interior es uno de los ordinarias de su vida m ental. Todos los dolores ineludibles de la vida
rasgos distintivos de los trau m as (véase el cuadro 3.8). Las personas son experim entados con la inm ediatez de u n a herida abierta no p ro ­
traum atizadas tam bién pueden in ten tar protegerse de los flashbacks tegida por la «piel» que brinda la m entalización.
m ediante el abuso de drogas, autolesiones o com er en exceso y vomi­ El objetivo general del tratam ien to de los pacientes tra u m atiz a ­
ta r (Nock, 2009; R o em ery Orsillo, 2009), acciones, todas ellas, que dos consiste en ayudarles a establecer u n self m en talizad o r m ás
ejem plifican el m odo teleológico. Después de un trau m a, la seguri­ robusto, de m odo que sean capaces de m entalizar los tra u m as y los
dad verbal tiene poco sentido y, p o r ese motivo, la interacción con conflictos y d e sarro llar así apegos m ás seguros. La m entalización
otras personas, en u n nivel m ental, se ve reem plazada p o r los inten­ sum inistra u n m ediador en tre el sentim iento y la acción, com o si
tos de a lte ra r los pensam ientos y sentim ientos a través de la acción. fuera un «botón de pausa» (Alien, 2001). La m entalización frena las
146 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD C O M O R B IL ID A D 147

em ociones abrum adoras y las acciones im pulsivas, brindando la E n el capítulo 4, analizam os el m odelo del «viraje» p a ra tr a ta r
oportunidad de que las motivaciones de los otros y de uno m ism o ? de en ten d er la relación existente e n tre apego, m en ta liz ac ió n y
sean m onitorizadas y entendidas. En este sentido, aunque promover i estrés. El grado de facilidad con que el estrés activa el sistem a de
la m entalización no requiere n ecesariam ente el procesam iento apego, y provoca el viraje desde la m entalización controlada a la
directo de los recuerdos traum áticos, sí que exige m entalizar las i autom ática, v aría en tre diferentes individuos. El tra u m a in fa n til
emociones dolorosas y los conflictos en el contexto de una relación puede a lte ra r el punto de conm utación de uno a otro m odo de m en ­
de apego. En este sentido, el tratam iento no solo fom éntala m entali­ talización: las p ersonas con antecedentes tra u m átic o s suelen re s­
zación en relación con el traum a del paciente, sino tam bién en rela­ pon d er a un a u m e n to del e stré s o el a ro u sa l, que no se ría lo
ción con su autonom ía. Ello im plica e n c o n tra r o re c u p e ra r la suficientem ente alto com o p a ra in h ib ir la m entalización co n tro la­
m entalización gracias a un proceso apropiado al desarrollo, es decir, da en o tras personas. A la luz de la p recaried ad de la m entalización
encontrar nuestro auténtico self psicológico a través de la m ente de en los individuos con TLP y trau m a com órbido, es im p o rtan te que
los terap eu tas m onitoricen la disposición de los pacientes tra u m a ­
una figura de apego benigno que se implique en una relación de m en­
tizados a escuchar com entarios relativos a los pensam ientos y sen­
talización recíproca (véase el cuadro 3.9).
tim ientos. Cuando aum enta el arousal, quizá en p a rte en respuesta
Este tipo de relación diádica presenta sus propios desafíos. La al trab ajo interpretativo del terapeuta, o a la insistencia de este en
conducta destructiva del paciente puede provocar estados em ociona­ que el paciente se centre en la inexactitud de sus pensam ientos, los
les intolerables en la persona con la que está, que destruyan el poten­ pacientes trau m atizad o s se to rn a n incapaces de h a b la r acerca de
cial para el apego seguro y, con él, destruyan tam bién la reactivación su propia m ente. Por consiguiente, la MBT aconseja precaución en
de la m entalización. El paciente traum atizado puede verse aún m ás el trabajo de interpretación de estos pacientes h a sta que sean c ap a­
traum atizado (en el sentido de encontrarse solo con su dolor em ocio­ ces de gestionar el arousal. Por m ás adecu ad as que puedan ser, es
nal) debido al aislam iento que puede generar su im pacto traum ático posible que las in terp retacio n es de la relación pacien te-terap eu ta
en los dem ás (Alien, Fonagy y Batem an, 2010). El terapeuta, quien como u n a representación, en el m om ento actual, de determ inados
tiene la m ism a probabilidad de sentirse ta n asustado y desbordado aspectos de las relaciones p asadas del paciente, excedan la capaci­
;S
como la fam ilia del paciente, puede entonces verse profundam ente dad de escucha de este. La p rio rid ad tera p éu tica del tra tam ie n to
lim itado en su capacidad de com prensión em pática y, m ás que ayu­ m entalizador de los trau m as debe ser la de red u c ir el arousal, de
d ar al paciente, em pezar a perjudicarlo. m anera que el paciente pueda volver a so p e sa r o tra s perspectivas,
es decir, vuelva a m entalizar.
ai v . Las secuelas del tra u m a hacen que se en cuentre d eterio rad a la
9*1)
- 'i.-.-*' ■ -<-i sensación de seguridad y confianza de la p e rso n a en la bondad de
• El dolor psicológico del trauma se experimenta sin el factor moderador la vida y de los dem ás (Janoff-B ulm an, 1992). Dado que lo im p en ­
aportado por la mentalización sable y/o inesperado h a sucedido, la consecuencia es que pred o m i­
• El objetivo es mejorar la mentalización para crear un mediador («botón na u n esta d o m en ta l de tem or. E n c o n secu en cia, la m ente se
de pausa») entre el sentimiento y la acción encuentra en un estado de hipervigilancia que socava, a su vez, la
• El nuevo self psicológico se desarrolla a través de la mente de una figura m entalización. De ese modo, proveer un continente seguro y com ­
de apego comprometida en una relación de mentalización recíproca. prehensivo es u n p rerreq u isito esencial del tra tam ie n to . E xisten
varias m an e ras en las que el te ra p e u ta puede o frecer esto. E n el
148 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD C O M O R B IL ID A D 149

nivel m ás básico, la contención se expresa m ed ian te el estableci­ tam bién es im portante, no solo porque la realidad de lo que el pacien­
m iento de p a rá m etro s seguros en los que el paciente llegue a con­ te ha experim entado puede necesitar ser validada por el terapeuta,
fiar y dentro de los cuales pueda desplegarse el proceso terapéutico. sino tam bién porque el m odo en que el evento en sí h a sido procesado
La im p o rtan cia de un m arco seguro y fiable nu n ca se enfatizará lo por la m ente del paciente form a, a menudo, p arte del problem a. Por
suficiente, especialm ente en el caso de los pacientes cuyo trau m a lo tanto, es probable que el contenido del evento traum ático real
ha sido provocado p o r las figuras de apego. requiera elaborar sus detalles afectivos.
En la situación terapéutica, tam bién es esencial establecer, en la En circunstancias norm ales, los recuerdos de eventos pasados
m edida de lo posible, una sensación de «seguridad» interpersonal son rem em orados como historias que cam bian con el tiem po y que
entre paciente y terapeuta que contenga la ansiedad de este (véase evocan sentim ientos m anejables. Pero, inm ediatam ente después de
el cuadro 3.10). Este proceso implica atender a la experiencia que el un evento traum ático, la m ayoría de la gente experim entará un cier­
paciente tiene de la terapia y responder a cualquier inquietud o pre­ to grado de estrés, siendo muy probable que los recuerdos del evento
gunta con verdadero interés y transparencia -am bos procesos funda­ sean invasivos tem poralm ente. Como hem os m encionado antes, un
m entales en la MBT-, con u n a actitud terapéutica activa y abriendo factor distintivo de los pacientes que desarrollan TEPT es la reem er­
los estados m entales del terapeuta a los problem as y la angustia del gencia del m odo de equivalencia psíquica (van d er Kolk y Fisler,
paciente. Es m uy probable que abordar el encuentro terapéutico con 1996). La m ente deviene u n a especie de «zona de peligro» que es
largos silencios o responder a las preguntas o la ansiedad del pacien­ m ejor evitar. En algunos pacientes, se observan recreaciones y sínto­
te con una postura interpretativa más clásica sea contraproducente, m as intrusivos recu rren tes (van der Kolk, 1989). Las recreaciones
sobre todo en pacientes que han padecido graves traum as interper­ perpetúan los síntom as intrusivos (Alien, 2001); este círculo vicioso
sonales que h a n socavado la confianza en las intenciones que alber­ genera el sentim iento de que uno se h a lla a trap ad o en el pasado
gan los dem ás hacia ellos. Un enfoque de este tipo solo contribuye trau m ático . E sta inm ersió n co n sta n te en el pasad o reviste dos
a intensificar su ansiedad y difum inar la posibilidad de explorar lo im portantes consecuencias. E n prim er lugar, co rta la conexión con
que puedan estar sintiendo o pensando. Debido a sus experiencias el self pretraum ático de la persona, ya que esta pasa a estar definida
traum áticas, este tipo de pacientes presentará una gran ansiedad pa- por el tra u m a en la m edida en que este se repite u n a y otra vez,
ranoide. El objetivo terapéutico no es increm entar, m ediante la opa­ dejando de esta r a su alcance cualquier tipo de resiliencia anterior.
cidad, esta cualidad de ansiedad, sino crear las m ejores condiciones Y, en segundo lugar, y conectado con el punto anterior, la sensación
posibles para que el paciente se focalice en su propia m ente, algo de «verse atrapado» constituye, paradójicam ente, u n a form a de evi­
que, con toda probabilidad, le resultará inquietante y aterrador. ta r p en sar en el trau m a en toda su com plejidad y, en consecuencia,
La tare a clínica principal no consiste en tra b a ja r específicam ente de verse obligado a a fro n ta r su afecto doloroso. El paciente solo se
con el contenido de los eventos traum áticos sino, m ás bien, promover adhiere a u n a perspectiva y está obsesionado con ella. Y, aunque
una postura m entalizadora en relación con la im portancia y las con­ pueda sen tir que lo único que llena su m ente es el trau m a, no se
secuencias del traum a (véase el cuadro 3.10). Dicho de otro modo, la halla com prom etido con el tipo de pensam iento que im plica desa­
tare a clínica no se centra tan to en el evento traum ático como, prin­ rro lla r u n a com prensión m ás m atizad a acerca de lo que siente y
cipalm ente, en la m ente del paciente. La p o s tu ra m entalizadora piensa. Son m uchos los pacientes traum atizados que m uestran una
subraya el proceso por encim a del contenido. Sin em bargo, cuando com prensible resistencia a evocar m en talm en te y p e n sa r en sus
se trabaja con individuos traum atizados, es obvio que el contenido experiencias altam ente angustiosas.
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150 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
COMORBILIDAD 151
(
<
Cuadro 3.10. Tratamiento del TLP yel trauma (2) La reconstrucción, u n com ponente im portante de cualquier pro- (
ceso terapéutico, es especialm ente relevante cuando se trab aja con ^
• Monitorización detallada de los niveles de arousal para mantener una
pacientes traum atizados. Una de las razones de esto reside en los
mentalización óptima y prevenir el colapso en los modos de no menta-
problem as específicos que presentan estos pacientes con la codifica- ^
lización
• Cautela para no pedir al paciente que haga más de lo que le permite su ción de los recuerdos relativos a los eventos trau m ático s. Por u n (
capacidad mental lado, los pacientes se quejan de que sus recuerdos son dem asiado (
» Atención a la reactividad e hipervigilancia del paciente intrusivos y, p o r el otro, paradójicam ente, tam bién pueden ten er
• Establecimiento de una seguridad interpersonal recuerdos muy fragm entados del incidente en cuestión. Los sín to ­
• La tarea estriba en mantener una postura de mentalización en relación m as intrusivos suelen e sta r form ados p o r im presiones sensoriales
con el significado y el impacto del trauma, y no tanto con el contenido de fragm entadas, principalm ente visuales (Brewin, Dalgleish y Joseph, {
este. 1996; van der Kolk, 1994). Los pacientes tam bién pueden reexperi­
m en tar sensaciones fisiológicas p a rtic u la re s o afectos, com o el ,
tem or intenso, sin n ingún recuerdo del evento en sí.
Los significados y los afectos, conscientes e inconscientes, adheri­
dos al evento traum ático constituyen una p arte central del problem a, Los pacientes que presentan recuerdos m ás fragm entados y con- ^
así como de la recuperación del paciente. La elaboración del signifi­ fusos del evento traum ático parecen ser m ás propensos a d esarrollar
cado y el afecto a través de cuestiones específicas y de las observacio­ u n TEPT crónico. E sto se debe, probablem ente, en p a rte a que no *
nes efectuadas por el terapeuta ayudan al proceso de reunir, poco a pueden recuperar intencionalm ente la m em oria del tra u m a y proce- l
poco, significados y afectos en u n a narrativa coherente acerca de sí sarla de un m odo que pueda ser integrada en u n a n arrativ a continua (
mismo. Foa, H uppert y Cahill (2006) identificaron la coherencia de su vida anterior y posterior al evento (es decir, de m anera que pase
narrativa como un m ecanism o de cam bio en la exposición al tra ta ­ a fo rm ar p a rte de la m em oria autobiográfica). E n consecuencia,
miento del TEPT, un proceso que implica, esencialm ente, el d esarro ­ siguen siendo rehenes de una poderosa im prim ación perceptual (una {
llo de una narrativa del trau m a que conecte el self anterior y posterior form a de m em oria im plícita) de los estím ulos asociados al evento f
al traum a y que tam bién m ire hacia el futuro (véase el cuadro 3.11). traum ático. Tienen, p o r tanto, dificultades p a ra d isc rim in a r entre (
los estím ulos presentes durante el traum a y otros estím ulos sim ila- ^
res. Cuanto m ás «perseguidos» se sienten p o r el pasado, debido a los
Cuadro 3.11. Tratamiento del TLP y el trauma (3) 3^- síntom as intrusivos que experim entan, m ás inclinados están a recu- ^
• Los síntomas intrusivos perpetúan el «atrapamiento» en el pasado r rir a diversas estrategias de prevención p ara protegerse de los afee- í
• El self pretraumático se mezcla con el self postraumático, predominan­ tos dolorosos. Una de las estrategias m ás com unes es tra ta r de (
do el self traumatizado reprim ir los pensam ientos relativos al traum a. Sin em bargo, esto no ,
• El terapeuta debe centrarse en el proceso de mentalización sobre el fun­ es satisfactorio, ya que, cuanto m ás tra ta n de rep rim ir tales pensa­
cionamiento no traumatizado para llevar a cabo una exploración más m ientos intrusivos, estos se tornan m ás frecuentes (Wegner, 1994).
matizada de los sentimientos y pensamientos actuales
Un factor central de la intervención terapéutica es b rin d a r seguri- *
• Se utiliza el trabajo reconstructivo para identificar los estímulos per­
dad en un contexto en el cual pueda ayudarse al paciente a evocar '
turbadores, pero poniendo claramente el foco en el efecto actual que tie­
m entalm ente la experiencia traum ática junto a los afectos asociados y {
ne en la experiencia mental del individuo.
los significados atribuidos al traum a, de modo que estos com ponentes ^

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C O M O R B IL ID A D 153
( 152 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZAC1ÓN PARA TRASTORNOS D E L A PERSONALIDAD

(
los tra s to rn o s de la p e rs o n a lid a d co m p arten la cu alid ad de una
( cognitivos y afectivos puedan ser, poco a poco, desempaquetados. Tra­
b ajar con pacientes traum atizados implica necesariam ente trabajar m en talizació n v u ln era b le c u a n d o se en fren tan a dificultades per­
< so n ales y e stá n fu e rte m e n te aso ciad o s con los estilos de apego
con sucesos que ocurrieron en el pasado. En especial, cuando se trab a­
t in seg u ro (véase el c u a d ro 3.12).
ja con personas que han sufrido traum as de apego, el tiempo transcu­
( rrido desde el traum a puede ser considerable como, p o r ejemplo, El enfoque m entalizador a esta com orbilidad trata de abordar la
cuando se sufre una experiencia de abuso sexual en la infancia y se pérdida de m entalización com ún a am bas condiciones. Los pacien­
( tes que padecen TLP y algún tipo de TCA presentan claram ente un
busca ayuda en la edad adulta. Aunque hemos enfatizado la utilidad
< de que el paciente desarrolle u n a narrativa del traum a, no estam os conjunto de desafíos complejos, con altos niveles de solapam iento
< sugiriendo que el principal objetivo de la terapia consista en excavar en entre u n trasto rn o y otro (Z anarini, Reichman, Frankenburg, Reich
el pasado y recuperar los recuerdos reprim idos a fin de desarrollar y Fitzm aurice, 2010). Los individuos que padecen am bas condicio­
(
una comprensión profunda. Más bien, el objetivo de la terapia basada nes, y no solo u n TCA, son m ás propensos a tener una trayectoria
< en la mentalización es ayudar a despertar en el paciente la curiosidad com plicada (Robinson et al., 2014).
( acerca de su mente y a que se centre, por tanto, en sus estados m enta­ El trab ajo con los TCA presenta num erosos desafíos, incluida la
( les actuales. El terapeuta trata de apoyar al paciente en sus intentos de falta de com prensión p o r p a rte de los pacientes sobre la gravedad de
d a r sentido al impacto que el traum a tiene sobre su funcionam iento y su condición, los síntom as psicológicos de la m alnutrición y los des­
(
sus relaciones actuales, incluida la relación con el propio terapeuta. equilibrios bioquím icos que pueden derivarse de ella. Existe un ries­
( go elevado de disrupción o abandono de la relación terapéutica que
Es inevitable que este trabajo implique a veces revivir las expe­
r riencias tem pranas, especialm ente cuando el trau m a se refiere a un puede, en consecuencia, dificultar el establecim iento de u n a alianza
( abuso infantil. Si bien contextualizar los eventos traum áticos en una terapéutica. Al paciente le puede resu lta r difícil aceptar que tiene un
narrativa sobre las experiencias del individuo a lo largo del tiem po es pro b lem a o bien tiene p o ca m otivación p a ra c a m b ia r (Geller,
( W illiam s y Sriskam esw aran, 2001). Los TCA com órbidos con TLP
im portante, es im probable que eso baste p a ra prom over el cambio.
( Es m ejor considerar la reconstrucción del pasado distante com o un pueden agudizar estas dificultades porque, en nuestra opinión, estos
< com ponente del trabajo, en el contexto de u n enfoque m ás general pacientes p resentan u n a m entalización m uy vulnerable en lo que
consistente en explorar las consecuencias actuales de las tem pranas respecta a los dem ás y a sí m ism os.
<
experiencias dolorosas y confusas. El objetivo, pues, es ayudar al
(
paciente a desarrollar una perspectiva del pasado a través de la ree­
( laboración de su experienciá actual (Batem an y Fonagy, 2004).
< • La comorbilidad del TLP y los TCA es aproximadamente del 30%,
siendo la bulimia nerviosa el más común de ellos
(
Los trastornos de la conducta alim entaria • Las resultados del tratamiento de los TCA son más pobres en presencia
t del TLP comórbido
Los te ra p e u ta s h a n c o n sta ta d o a ltas ta s a s de co m o rb ilid ad
< • Existe un aumento de la vulnerabilidad a las dificultades de mentaliza­
entre los trasto rn o s de la conducta a lim en taria y los tra sto rn o s de ción de los otros y de uno mismo
( la personalidad, en especial el TLP. Godt (2008) inform ó de que el
• Los TCA son concebidos como la expresión de una sensación de des­
( 30% de los pacientes con u n TCA tam bién cum plen los criterios organización del self.
( p ara el trasto rn o de la personalidad, existiendo u n a conexión p a r­
ticularm ente fuerte entre el TLP y la b ulim ia nerviosa. Los TCA y
(
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(
154 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TR A STO R N O S DE LA PERSONALIDAD COMORBILIDAD 155

Los TCA se conciben, desde la p ersp e c tiv a de la teo ría de la de equivalencia psíquica es muy relevante (véase el cu ad ro 3.13).
m entalización, com o la expresión de u n sentido d esordenado del Dado que se entrem ezclan los m undos interno y externo, la equiva­
self. La solución a esta incoherencia consiste en e q u ip a ra r el cuer- lencia psíquica en los trastornos de la conducta alim entaria convier­
po/ía apariencia con el self subjetivo, en u n in ten to de re s ta u ra r un te a la rea lid a d in te rio r (m ental) en algo exterior (corporal) y
sentido de coherencia y de p ro c u ra r u n a sen sació n de valor. El concreto. Este es un estado m ental altam ente incorporado que con­
m étodo MBT b u sca m ejo rar la m e n ta liz a c ió n c a p a c ita n d o al lleva u n a indebida focalización negativa en el cuerpo exterior y la
paciente a tra ta r con su propia m ente y sus afectos, p a ra que se incapacidad p ara distanciarse de los sentim ientos de insatisfacción.
refugie m enos en m odos de funcionam iento no m entalizador, en Esto se to rn a patente, p o r ejemplo, en el acto de m irarse al espejo
los que los sentim ientos de insatisfacción te rm in a n siendo in co r­ repetidam ente, pesarse, m edir el volumen corporal y fantasías acer­
porados físicam ente. ca de verse observado p o r otros. En o tra s p alab ras, se siente que
Se han constatado asociaciones im p o rtan tes en tre los TCA y el estos indicadores externos están por encim a y m ás allá de la expe­
apego inseguro. Se ha asociado de m an era significativa una m ayor riencia de h ab itar realm ente el propio cuerpo vivido.
ansiedad del apego con la severidad de los síntom as y unos resu lta ­ ■■ Sin em bargo, el estado hipercorporeizado que acom paña al modo
dos m ás pobres del tratam iento (Illing, Tasca, B alfour y B issada, i. . de equivalencia psíquica se halla con frecuencia com binado con un
2010). Las evidencias tam bién sugieren que existe, de hecho, u n a estado descorporeizado, en el cual la relación con el cuerpo físico
fuerte relación entre los TCA y los problem as de m entalización (Kui- está sum am ente distorsionada. Esto puede tener que ver con la inca­
pers y Bekker, 2012; Russell, Schm idt, Doherty, Young y Tchanturia, pacidad p ara reconocer la realidad de su auténtica apariencia o sus
2009; Zonnevijlle-Bender, van Goozen, Cohen-Kettenis, van E lburg >'". necesidades físicas. El funcionam iento en el m odo sim ulado puede
y van Engeland, 2002). Skárderud ha defendido la im portancia del * hacer que el proceso de tratam iento sea muy fru stra n te p ara el tera­
deterioro de la m entalización en la anorexia nerviosa y la pertinen­ : -• peuta, m ientras que la presencia sim ultánea de la m entalización
cia de la MBT p ara su tratam iento (Skárderud y Fonagy, 2012). Los descorporeizada e hipercorporeizada crea una im agen dem asiado
TCA surgen a consecuencia de la incapacidad p a ra m en talizar la confusa y compleja p ara que el terapeuta pueda aprehenderla.
experiencia social o rd in aria y la aparición a b ru m ad o ra de m odos
prem entalizadores de funcionam iento. Si estas deficiencias en la 5
m entalización ocurren en conjunción con la exposición a otros fac­
tores de riesgo como, por ejemplo, parentaje adverso (en especial, • Equivalencia psíquica:
poco contacto, altas expectativas y disputas entre los padres), abuso - Realidad mental = realidad física (corporal)
sexual, preocupación fam iliar con respecto a la dieta, exposición a - Estado hipercorporeizado: foco negativo en el cuerpo, mirarse en el
com entarios críticos p o r p arte de la fam ilia u otras personas sobre espejo, medir el peso/tamaño corporal
el peso o la form a del cuerpo y presión p a ra adelgazar procedente de • Modo simulado:
contextos sociales, ocupacionales o m edios de com unicación, p u e ­ - Estado descorporeizado: incapacidad de reconocer la apariencia real
den desem bocar en u n a alim entación desordenada (F airburn y y las necesidades del cuerpo
H arrison, 2003). La base teórica de la MBT puede, por tanto, revestir • Modo teleológico:
su im portancia p a ra la etiología y el tratam iento de los TCA comór- - Autovalía basada en resultados físicos: pérdida de peso, vómitos y
bidos con el TLP. Cuando se exam inan los procesos de m entaliza­ exceso de ejercicio.
ción y las deficiencias presentes en los TCA, el modo no m entalizador
I
(
(
f 156 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD C O M O R B 1LID A D 157

r
El m odo teleológico de no m entalización, en el cual los sentim ien­ Cuadro 3.14. Tratamiento del TLP y TCA
t
tos, acciones y creencias están supeditados a los resultados físicos,
< tam bién es muy relevante p ara com prender cómo podría responder • Estructura estándar de la MBT con apoyo de la familia y terapia
familiar
( el paciente a las rupturas de la m entalización. Es obvio que los tra s­
• El terapeuta es responsable de monitorizar el peso junto con el médico
( tornos de la alim entación son un modo de funcionam iento altam en­
• Atención a la mentalización y a la emergencia de los modos no mentali-
te teleológico: la au to estim a y el significado solo pueden ser
( zadores
alcanzados cuando se plasm an en la ejecución de acciones físicas
• Cautela con respecto a asumir que el paciente tiene capacidades cogni-
< tales como perder peso, vom itar o hacer ejercicio en exceso.
tivo-sociales bien desarrolladas
< • Monitorización cuidadosa de la activación del apego y la alianza tera­
i Abordaje del tra ta m ie n to de los TCA péutica
( El abordaje MBT p a ra los trastornos de la conducta alim entaria • Foco en «mentalizar el cuerpo», meticulosa identificación y exploración
intenta reducir los síntomas, estim ular la m entalización, fortalecer la de experiencias concretas con el cuerpo y la comida, para reconectarlas
( con experiencias relaciónales, cognitivás y emocionales.
alianza terapéutica y prevenir el abandono del tratam iento. El abor­
(
daje m entalizador consta de una combinación de sesiones individua­
( les, sesiones grupales y grupos psicoeducativos. El form ato básico explorar el contexto em ocional e identificar el estado afectivo entre
( respeta la e stru ctu ra tradicional de la MBT (véanse los capítulos 11 y paciente y terapeuta (véase el capítulo 6). En este punto, el terapeuta
r
V
12) y está form ado por u n program a de terapia grupal de 12 meses, debe identificar tam bién su propia contribución a la ru p tu ra de la
una vez a la sem ana, organizada com o un grupo sem iabierto, así m entalización (véase el cuadro 3.14).
í
como por la terapia individual, que com ienza con u n a base sem anal El enfoque del tratam iento consiste en u tilizar este proceso p ara
( y se vuelve, poco a poco, menos frecuente, y por un núm ero lim itado m entalizar la relación, pero solo de una m anera m uy lenta y delica­
( de sesiones grupales psicoeducativas. A lo largo de la terapia, los tera­ da, ya que el proceso exige que el terapeuta no asum a que las capaci­
( peutas MBT son responsables de asegurarse de que se m onitoricen dades cognitivo-sociales del paciente están bien desarro llad as,
las m ediciones físicas de los pacientes (por ejemplo, ya sea en el p ro ­ siendo consciente de la experiencia de interrupción de la m entaliza­
<
pio dispositivo clínico o p o r p arte del m édico generalista del pacien­ ción y em palizando con ella. Tam bién debe h a b e r u n a conciencia
i te), consultando al m édico según sea necesario. T ranscurridos los 12 perm anente del potencial p a ra cau sar u n daño iatrogénico a través
( m eses del p ro g ram a de tratam iento, los pacientes son reevaluados de la hiperactivación del sistem a de apego, propiciando m ás proble­
( por un m iem bro del equipo clínico y rem itidos, si es necesario, para mas de m entalización.
m ás tratam iento. Cada grupo MBT tiene un m áxim o de 10 partici­
< El abordaje MBT tra ta de conseguir que el paciente rom pa la fluc­
pantes, y los servicios de apoyo existentes ofrecerán asistencia a las
t tu ació n e n tre los e sta d o s d e s c o rp o re iz a d o /h ip e rc o rp o re iz a d o
fam ilias y los cuidadores. En el caso de que resulte conveniente, tam ­
m ediante u n proceso conocido com o «poner la m ente en el cuerpo».
( bién pueden añadirse sesiones de terapia familiar.
Esta técn ica consiste en estim u lar al paciente p a ra que investigue
( El foco de la MBT p a ra los TCA se centra en las ru p tu ra s de la sus experiencias concretas con el cuerpo y la com ida, y pueda reco ­
i m entalización y la em ergencia de m odos de funcionam iento no m en­ nectar con las experiencias em ocionales, cognitivás y relaciónales.
talizador. C uando esto ocurra, el abordaje consiste en «rebobinar» Ello im plica un tipo específico de atención a los desencadenantes de
(
hasta el m om ento en que se produjo la ru p tu ra de la m entalización, las sensaciones corporales, a los pequeños cam bios en los estados
(
t
(
158 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD C O M O R B IU D A D 159

mentales que pueden p e rtu rb ar al paciente, tanto física como psico­ es algo especialm ente digno de d e sta c ar en relación con el tra ta ­
lógicamente, despertándole tem ores y ansiedades que acaban con­ m iento de los TCA, porque este tipo de condición suele a c a rre a r un (
cretándose en preocupaciones acerca de la com ida y el peso. Las determ inado peaje a la m entalización del terapeuta, quien puede ¡
sesiones de «poner la m ente en el cuerpo» pueden requerir sesiones cobrar conciencia de que su propio cuerpo está siendo exam inado y ^
de conciencia corporal centradas en cómo siente uno las piernas y juzgado. Los peligros físicos asociados a los TCA tam bién pueden
los pies en el suelo o cómo se sienta en u n a silla, con el fin de estim u­ crear u n a presión considerable y, p o r tanto, posiblem ente fru stra - ^
lar la conciencia corporal y desplazar su atención desde el cuerpo ción y ansiedad en el terapeuta, ante la resistencia del paciente al <
objetivado al cuerpo físico en el que vive. Las sesiones tam bién pue­ tra tam ie n to y su a p a re n te desconexión de la realidad co rp o ral. ¡
den esta r form adas por com idas com partidas, en las que pacientes y Existe un alto riesgo de que la conducta y los síntom as del paciente
terapeutas preparan y llevan su propia com ida p ara com partirla. provoquen sentim ientos intensos en el terapeuta, con la consiguien­
Los afectos estim ulados por este proceso pueden entonces ser explo­ te posibilidad de sobrerreacción. Ante estos retos potenciales, la '
rados, y som etidas a consideración las ru p tu ras de la m entalización p o stu ra m entalizadora del terapeuta resulta crítica si quiere tener (
y las fluctuaciones que subyacen a ellas. alguna oportunidad de forjar u n a relación terapéutica. R eiteram os
que la p o stu ra m entalizadora no im plica e sp era r del terap eu ta que
El propósito de estru ctu rar el tratam iento de acuerdo a estos dife­
nunca experim ente n in g u n a dificultad en su propia m entalización: ^
rentes form atos estriba en que cada uno de ellos refuerza distintos
ese ideal no solo no es realista, sino potencialm ente contraprodu- (
aspectos de la m entalización. El com ponente de la psicoeducación
cente. Más bien, debe u tilizar sus propias fluctuaciones en la m en­
trata de estim ular la curiosidad, fom entar la discusión de diferentes talización com o una o p o rtu n id a d p a ra m odelar el m odo en que f
puntos de vista acerca de los ejemplos clínicos y a p o rtar algo de fle­ funciona la m entalización, p ara dem o strar lo que puede se r u n p ro ­
xibilidad a la certeza absoluta asociada a la equivalencia psíquica. ceso interactivo y dictado por el contexto, y p a ra reflexionar con el '
El program a tam bién conlleva la evaluación y la gestión m édica paciente acerca de la relación terapéutica. '
con el objetivo concreto de reducir los síntom as. Para los pacientes Cuando la m entalización del paciente se ve gravem ente afecta- ;
que padecen sobrepeso, eso significa establecer un acuerdo sobre el da, este puede p ercib ir m uchas de las intervenciones com o invasi- t
modo de resta u ra r el peso y con qué rapidez. P ara los pacientes bulí- vas, falsas o irrelevantes. Si el paciente se e n c u en tra en u n alto (
micos eso supone llegar a un acuerdo acerca de cóm o tra ta r de redu­ estado de ansiedad, la m entalización excesiva puede p arecerle hos­
cir la frecuencia de esta conducta. A causa de la postura teleológica til o fru stra n te . La actitu d del tera p eu ta es, p o r tanto, de especial
que suelen m o strar las personas que padecen TCA, consideram os im portancia. En un estudio de los factores que c au san el abandono \
que, en este caso, los acuerdos por escrito son muy útiles. E n este de la terapia, los factores m ás relevantes son la percepción de que (
sentido, las form ulaciones claras recogidas p o r escrito se utilizan el tra tam ie n to es m uy difícil, la falta de adecuación del enfoque y ^
como p arte del proceso. la ausencia de lib e rta d y de co nfianza (V andereycken y Devidt,
El abordaje de la m entalización es especialm ente p ertin en te 2010). La cu id ad o sa atención que pone la MBT en la a lia n z a tera- ^
p ara el problem a de fo rja r u n a a lia n z a terapéutica, dado que su p éu tica p reten d e s u p e ra r estos p ro b lem as y u tiliz a r la relación \
foco explícito y continuo recae en el estado ac tu a l de la relación terapéutica com o u n a o p o rtu n id ad p a ra a p ren d er de fo rm a segura /
terapéutica y es u n a m anera de m odelar y experim entar, en el aquí sobre la m en ta liz ac ió n y re c u p e ra r el fu n c io n a m ie n to reflexivo ^
y ahora, la m entalización y sus fluctuaciones. La p o stu ra m entaliza- ante la caíd a en m odos no m en talizadores, a con secu en cia de la
dora del terapeuta es sum am ente relevante en este caso; quizá esto ansiedad o el afecto abrum ador. {

!
160 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
C O M O R B IL ID A D 161

La MBT aplicado a los TCA busca, en prim era instancia, reducir Brewin, C.R., Dalgleish, T. y Joseph, S. (1996). «A Dual Representation
los síntom as, así como m ejorar la capacidad del paciente p ara enten­ Theory of Posttraumatic Stress Disorder», Psychological Review, 103,
der su propia m ente y la de o tras personas. Gracias a u n a atención págs. 670-686.
cuidadosa, pero sistem ática, a los procesos de m entalización, la Eisenberger, N.I., Lieberman, M.D. y Williams, K.D. (2003). «Does Rejec-
capacidad m ejorada de m entalización conduce a una m ejor regula­ tion Hurt? An fMRI Study of Social Exclusión», Science, 302, págs, 290-
. 292.
ción del afecto, a consecuencia de lo cual el paciente tiene menos
Fairburn, C.G. y Harrison, P.J. (2003). «Eating Disorders», Lancet, 361,
probabilidades de caer en m odos arraigados de no m entalización. págs. 407-416.
En los pacientes con trastornos comórbidos con el TLP, las dificulta­ Foa, E.B., Huppert, J.D. y Cahill, S.P. (2006). «Emotional Processing
des de m entalización y un sentido desorganizado del self se presen­ Theory: An Update», en B.O. Rothbaum (Ed.), Pathological anxiety:
tan, probablem ente, con m ás fuerza. La postura m entalizadora del Emotional Processing in Etiology and Treatment (págs. 3-24). Nueva
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(
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(
( Evaluación de la mentalización
<
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(
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(
( Algunos principios clave en la evaluación de la m entalización
( E valuar la m entalización en un determ inado individuo exige la
( evaluación de sus fortalezas y debilidades generales de m entaliza­
r ción, lo cual incluye valorar tam bién los patrones y el equilibrio de
c las cuatro dimensiones de la m entalización, que hemos expuesto en
los capítulos 1 y 2. La complejidad de la m entalización supone, ine­
c
vitablemente, que existen diferentes m odos en los que pueden m an i­
< festarse las dificultades a este respecto, dependiendo de cuáles
< elementos se hallen deteriorados. La im portancia de u n a adecuada
í evaluación del proceso de m entalización se ve acentuada p o r el
r hecho de que los diferentes problem as de m entalización requieren
un foco y un método de tratam iento distinto.
r
La m entalización y el lenguaje de la m entalización son u n a p arte
(
fundam ental de lo que somos. Aunque no estem os im plicados acti­
( vamente en pensar de form a reflexiva acerca de los estados m en ta­
K les, puede parecer, por el m ero hecho de u tilizar frases desgastadas
< (lenguaje «prefabricado» de m entalización), com o si la m ayoría de
nosotros estuviésemos m entalizando. Pero controlar las palabras y
enunciar determ inados sentim ientos o pensam ientos no significa,
(
(
(
166 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TR A STO R N O S DE LA PERSONALIDAD EV A L U A C IÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 167

ni m ucho menos, que el hablante esté p a rtic ip a n d o realm ente de los contextos relació n ales p a rtic u la re s en los que a b o rd a r los p r o ­
ese sentim iento o pensam iento. Si, p o r ejem plo, digo «está enfada­ blem as de m en talizació n de c a d a individuo.
do», m ás que contem plar el estado m ental de esa persona, y mucho
No p o d em o s p a s a r p o r alto que los fallos de m entalización no
menos las razones que tiene para sentirse de ese m odo, puedo tener
siem pre ap arecen del m ism o m odo. Un ejemplo de ello es la llam ad a
en m ente tan solo su expresión facial de enfado o su actitud física.
paradoja de la empatia borderline (Dinsdale y Crespi, 2013). Desde hace
Así pues, la evaluación de la m entalizacíón tiene que m irar más allá
tiempo, se h a observado que las personas aquejadas de trasto rn o lím i­
de lo que podría ser un lenguaje «prefabricado» de m entalizacíón y
te de la perso n alid ad (TLP) no son necesariam ente incapaces de men-
centrarse, en su lugar, en la capacidad del individuo p ara abordar
tahzar, sino que pueden, en d e te rm in a d o s casos y circu n stan cias,
los diferentes retos de la m entalizacíón.
evidenciar habilidades de m entalización norm ales e incluso su p erio ­
La m entalizacíón es sum am ente sensible al contexto. Un indivi­ res. Los individuos con TLP suelen sobresalir en u n a form a p a rtic u ­
duo puede ser un m entalizador experto y estable en la mayoría de las lar de m entalización: la em p atia intuitiva. E ste contraste en tre su
situaciones interpersonales, excepto en aquellas en que las emocio­ obvia com petencia en la em patia intuitiva y el drástico desequilibrio
nes intensas o la activación de ideas relacionadas con el apego soca­ en o tras á re a s de la m entalización suele recibir la denom inación de
van su capacidad p ara entender o incluso p resta r atención a los «paradoja de la empatia». La experiencia de la «em patia borderline»
sentim ientos de los demás. Por consiguiente, la evaluación de las resultará fam iliar a m uchos terapeutas que h ab rán advertido la com ­
necesidades de m entalizacíón deberá tener en cuenta de qué modo la prensión especialm ente perspicaz que dem uestran algunos pacientes.
m entalizacíón de cada individuo se ve afectada por diferentes desen­ Sin em bargo, esta perspicacia evidenciada m uchas veces por algunos
cadenantes, es decir, cómo puede responder al estrés o al arousal en individuos con TLP no suele resultarles accesible en los m om entos de
distintas situaciones y en diferentes relaciones, prestando una aten­ estrés interpersonal y de activación del sistem a de apego.
ción especial a las relaciones de apego.
El fracaso en el reconocim iento de la desigualdad y la com pleji­
La evaluación de la m entalizacíón im plica, en p rim er lugar, iden­ dad de las capacidades m entalizadoras de u n individuo puede con­
tificar a los individuos cuya m entalizacíón es tan pobre que resulta ducir a con secu en cias ap aren tem en te iatrogénicas, d e scrita s con
com plicado d eterm inar la naturaleza precisa de sus dificultades en frecuencia en los encuentros terapéuticos infructuosos relacionados
este cam po. Es difícil establecer la natu raleza de la m entalización con el TLP (Higgitt y Fonagy, 1992). Los terap eu tas que tra b a ja n con
de u n a persona que, por ejemplo, no sabe responder significativa­ pacientes aquejados de TLP suelen aprender a reconocer que la sen­
m ente a las preguntas acerca de cóm o se siente y en qué está pen­
sibilidad interpersonal excepcional no debe s e r considerada u n indi­
sando. Pero, cuando no es este el caso (por ejemplo, en un individuo cador de conciencia psicológica (B atem an y Fonagy, 2006), sino que
cuya capacidad de m entalización está d añ ad a en m enor medida), la
es m ás apropiado considerarla com o u n análogo del llam ad o «sín­
evaluación de la m entalización p asa por identificar alguna de las
drom e del sabio» (Treffert, 2014), en el que la ausencia d rá s tic a de
distintas form as, no m utuam ente excluyentes, que asum e el deterio­
una d e te rm in a d a capacidad p erm ite al cereb ro so b re sa lir en un
ro de la m entalización. dominio alternativo, a pesar de que este sea b astan te restringido (ver
El propósito que tiene evaluar la cualidad de la m entalización es el capítulo 2 p a ra u n a m ayor discusión al respecto). S er a stu to a la
doble: en p rim er lugar, puede ayudar al terapeuta a crear un foco hora de ju z g a r los estados subjetivos in te rp re ta n d o las expresiones
para la terapia y, en segundo, en conjunción con una evaluación de faciales no quiere d e c ir que el individuo tenga u n nivel s im ila r de
las relaciones interpersonales, proporcionarle una comprensión de comprensión cuando se le exige que razone acerca de dichos estados
168 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EV A LU A C IÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 169

m entales. Sin em bargo, algunos terapeutas pueden m alin terp retar


Cuadro 4.1. Cuestiones que revelan la cualidad de ía mentalización
esto y a b o rd ar asuntos en un nivel de complejidad que, sencillam en­
te, está m ás allá de la capacidad de procesam iento del paciente • Describe el modo en que tus padres se relacionaban contigo. ¿Tienes
(Fonagy y Batem an, 2006). De igual modo, com o hem os visto, puede alguna idea de por qué actuaban de ese modo?
parecer que los individuos con trastorno antisocial de la personali­ • ¿Crees que lo que te sucedió cuando eras pequeño explica cómo eres
ahora en la edad adulta?
dad (TASP) tienen bastante com petencia en la m entalización cogni-
• ¿Puedes pensar en algo que te sucediera cuando eras pequeño que te
tiva y en m entalizar los estados em ocionales y cognitivos de otras
haya creado problemas?
personas, pudiendo d ar la im presión de u n a sofisticada com prensión
• ¿Sentiste alguna vez, en tu infancia, que no eras querido?
social, por m ás que tengan poco sentido del im pacto emocional que
• En relación con pérdidas, abusos y otros traumas, ¿cómo te sentiste
sus acciones causan en otras personas (Viding y McCrory, 2012).
en el momento y cómo han cambiado tus sentimientos a lo largo del
tiempo?
• ¿Cómo ha cambiado, desde tu infancia, la relación con tus padres?
Evaluación clín ica no estructurada de la m entalización
• ¿En qué modos importantes has cambiado desde la infancia?
No existe u n a sola técnica p a ra v alo rar la m entalización y, en
consecuencia, discutirem os ahora varios abordajes. En general, no
obstante, la evaluación de la m entalización debería tener lugar en el Cuadro 4.2. Ejemplo de un evento situacional
contexto del historial clínico rutinario. Una evaluación com prensi­ «La noche anterior Raquel y yo nos enzarzamos en una discusión
va de la m entalización req u iere al m enos u n a entrevista clínica sobre si yo hacía suficientes cosas en casa. Raquel pensaba que no
m inuciosa, aunque son preferibles dos o tres. E xisten p reguntas hacía tanto como ella y que debería colaborar más. Yo le respondí que
específicas (véase el cuadro 4.1) que pueden ser de especial utilidad hacía tanto como me perm itían mis obligaciones laborales. Entonces
a este respecto. Asimismo, rec a b a r las descripciones situacionales Raquel se enfadó y dejamos de hablarnos. Al final estuve de acuerdo
de un evento interpersonal exitoso o problem ático puede proporcio­ en hacer la compra a p a rtir de ahora. Pero term iné sintiéndome
n ar inform ación m uy valiosa (véase el cuadro 4.2 p a ra u n ejemplo furioso con ella.»
de evento situacional).
E stas entrevistas deberían revisar la historia de apego del pacien­
te, prestando u n a especial atención a las relaciones pasadas y p re­ Los relatos de los síntom as y quejas proporcionados p o r los p a­
sentes, e incluir cuestiones claras que exploren explícitam ente la cientes b rin d an , a su vez, u n a oportunidad adicional p ara calibrar
m entalización en el contexto de las relaciones de apego pasadas y deficiencias potenciales en la m entalización, ya sean tem porales o
actuales, así com o con respecto al contexto y el modo en que los más generales, así com o la capacidad de los pacientes p ara rec u ­
pacientes experim entan sus síntom as y quejas. A falta de esa explo­ perarse de esos fallos de m entalización. Por ejem plo, la m ayoría de
ración, la evaluación inicial de los pacientes puede dejar a los evalua­ pacientes con TLP m u estran deficiencias parciales de m entaliza­
dores (y a los terapeutas) con la im presión engañosa de que están ción - d e las que pueden recu p erarse posteriorm ente en el curso de
trabajando con u n individuo que tiene u n a conciencia psicológica la en tre v ista- cuando h ab lan de suicidios y autolesiones. Algunos
relativam ente alta y que es bastante apto p ara la psicoterapia orien­ pacientes, sin em bargo, se m u estran com pletam ente incapaces de
tada a la com prensión profunda. ofrecer u n relato de tales experiencias y se sienten desbordados
170 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TR A STO RNO S DELA PERSONALIDAD EV A LU ACIÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 171

(algo que se observa con frecuencia en pacien tes con u n a h isto­


X uadro 4-3. M etalización focalizada externa
ria de trau m a severo), o bien se p ierd en en relatos excesivam ente
largos (observado, generalm ente, en p a c ie n te s con trasto rn o s ob­ • Conciencia de las características externas e internas de los demás y de
sesivo-com pulsivos o som atom orfos). Es im p o rta n te destacar que uno mismo y de la relación entre ambos
el evaluador necesita identificar las n a rra tiv a s «prefabricadas» o • Sensibilidad a las características externas e internas de los demás y de
uno mismo
«prestadas» de los síntom as y quejas o, m ás en general, de la n a ­
turaleza de los problem as. Es frecuente que estas narrativas hayan • Habilidad para percibir y autocorregir las impresiones iniciales basa­
das en las características externas (por ejemplo, «Veo directamente en
sido aprendidas en Internet o bien de o tro s profesionales, pacien­
su cara que no se puede confiar en él»; «No me gusta el modo en que
tes, fam ilia o amigos.
habla y, por tanto, yo nunca podré gustarle») y permitir que otros corri­
D urante la prim era fase de la entrevista de evaluación, el evalua­ jan estas impresiones.
dor debe tra ta r de obtener una im presión precisa de las habilidades
generales de m entalización del paciente. Eso im plica u n a evalua­
ción global en las cuatro dim ensiones de la m entalización (ver c u a­
dros 4.3 a 4.6). La prevalencia y n a tu ra le z a de los m odos de • Presencia de egocentrismo, esto es, la capacidad de ver a los demás en
prem entalización tam bién debería ser valorada (ver m ás adelante términos del self versus cierto grado de control/inhibición de la propia
para m ayores detalles sobre este tem a). Los pacientes con desequi­ perspectiva
librios de m entalización m ás severos frecuentem ente p arecen ser • Tendencia al contagio emocional (difuminado de los demás y de uno
quienes m ás recurren a la m entalización distorsionada p ara defen­ mismo con respecto a los estados mentales) versus separación defensiva
derse de las realidades y los sentim ientos dolorosos y p ara tra ta r de de los estados mentales de los demás
seducir, m an ip u lar o co n tro lar a o tra s personas. Por ejemplo, la • Respuesta a los movimientos contrarios, en especial flexibilidad para
hipersensibilidad a los estados em ocionales de un paciente border- moverse entre las perspectivas de los otros y de uno mismo
líne genera una alta proclividad al contagio em ocional que aboca • Habilidad para integrar el conocimiento incorporado en un conoci­
m uchas veces a ciclos viciosos in terp erso n ales, m arcados p o r la miento más reflexivo acerca de los demás y de uno mismo.
atribución de intenciones hostiles, la inducción de culpa y vergüen­
za, los estallidos im pulsivos de agresividad y, finalm ente, el subse­
cuente rechazo por p a rte de los dem ás (Fonagy y Luyten, 2009). Los
individuos con TASP suelen aprovechar su insensibilidad a los esta­ • Focalización cognitiva: tendencia a ver la «lectura de la mente» como
dos em ocionales ajenos, m ientras tienen la com prensión cognitiva un juego intelectual o racional
• Tendencia a la pseudomentalización o la hipermentalización cognitiva
de que son capaces de generar confianza en o tras personas, de
o afectiva
d etectar sus puntos sensibles y de convencerles, por ejemplo, para
• Focalización afectiva: tendencia a sentirse desbordado por el afecto
co m p rar y vender bienes o p ara sen tir com pasión, pero tam bién
cuando se piensa en estados mentales
pueden u tilizar (a veces de m anera deliberada) estas capacidades
• Habilidad para implicarse en una afectividad mentalizada y en una
para socavar las capacidades de m entalización de los demás.
mentalización corporeizada, esto es, para integrar el conocimiento cog-
nitivo y el conocimiento afectivo sobre uno mismo y los demás.
172 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA EVA LU ACIÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 173

• . «. * « >. ^ , ---------------------------------
Apego Adulto (AAI, Adult Attachment Interview) (Hesse, 2008; Main,
Cuadra.4.6. Mentalizaeióh automática y mentalización Córitrolada en
Hesse y Goldwyn, 2008) o la Entrevista del Apego Infantil (Shmueli-
■relaciohes.y contextos específicos ' '•
Goetz, Target, Fonagy y Datta, 2008) (véase la tabla 4.1 p ara mayores
• ¿Existen deficiencias generales de mentalización (como, por ejemplo, detalles acerca del sistem a de puntuación). Aunque la RFS fue desa­
una evidente mentalización automática basada en suposiciones distor­ rrollada originalm ente p ara la puntuación general de la m entaliza­
sionadas sobre los otros y sobre uno mismo), versus dificultades más ción relativa a diferentes contextos y experiencias de apego (como es
parciales?
el caso de la AAI), tam bién puede ser utilizada p ara p u n tu ar la m en­
• ¿Hay marcadas discrepancias entre la mentalización en condiciones no
talización con respecto a cuestiones o síntom as concretos (como, por
estresantes versus condiciones estresantes o son los niveles de mentali­
ejemplo, ataques de ansiedad) (Rudden, M ilrod, M eehan y Falkens-
zación más o menos equiparables en ambas condiciones?
trom , 2009; Rudden, M ilrod, Target, Ackerman y Graf, 2006) y rela­
• ¿Cuál es el nivel óptimo de estrés para que tenga lugar una mentaliza­
ciones y figuras de apego específicas (Diam ond, Stovall-McClough,
ción adecuada?
C larkin y Levy, 2003) o concerniente a experiencias tra u m átic a s
• ¿Existen diferencias relacionadas con el contexto y la dimensión otros-
concretas (Ensink et al., 2015). La validación del Cuestionario de la
uno mismo, particularmente en las relaciones de apego (por ejemplo,
Función Reflexiva (un cuestionario de tipo autoinform ado) está
grandes desequilibrios en cuanto a mentalizar a los demás y a uno mis­
mo o entre una figura de apego y otra? actualm ente en curso (Fonagy y Ghinai, 2008; Perkins, 2009), y ya
• ¿Qué grado alcanza la incapacidad para mentalizar bajo condiciones está disponible una versión para adolescentes (Ha, Sharp, Ensink,
de estrés? Fonagy y Cirino, 2013). Meehan, Levy, Reynoso, Hill y Clarkin (2009)
• Tiempo de recuperación de la mentalización (como, por ejemplo, relati­ han desarrollado tam bién u na RFS m ultidim ensional evaluada-clíni-
vamente rápido versus lento) camente, m ientras que Vrouva y Fonagy (2009) han reportado datos
• Capacidad de corregirse a uno mismo y de ser corregido por otros cuan­ prelim inares concernientes a la validez del test de Historias de Men­
do se presentan altos niveles de estrés talización p ara Adolescentes.
• ¿Existe un sentido de seguridad suficiente y realista en relación con el Las evaluaciones de la m entalización específicas para las relacio­
evaluador o el terapeuta (por ejemplo, los pacientes pueden sentirse nes com prenden m ediciones de m entalización parental, como una
muy estresados y/o constantemente en guardia, o alternativamente RFS m odificada que puede ser pu n tu ad a m ediante la E ntrevista de
mostrar una sensación irreal de seguridad, como si conociesen a su D esarrollo P arental (Slade, 2005; Slade, Bernbach, Grienenberger,
terapeuta desde hace años)?
Levy y Locker, 2004) o m ediante u n a versión adaptada del Modelo de
• ¿Hay relaciones de apego específicas que provocan deficiencias en la Trabajo de la E ntrevista p ara Niños (Schechter et al., 2005). La Escala
mentalización?
de la M ente-M entalizadora M aterna, que puede ser puntuada a través
de diferentes tipos de m aterial narrativo (Meins y Fernyhough, 2006),
tam bién exam ina aspectos de la m entalización parental. Además,
Evaluación estructurada de la m entalización
u n a valid ació n del a u to in fo rm e del C u estio n ario de la F unción
Buena p arte del trabajo original sobre la m entalización fue inspi Reflexiva Parental (Luyten et al., 2009) está actualm ente en curso y,
rado p o r la utilización de la E scala de la Función Reflexiva (RFS: asim ism o, se h a n desarrollado varios m odelos experim entales p a ra
Reflective Functioning Scale; Fonagy, Target, Steele y Steele, 1998) evaluar (relación-específica) la m entalización en niños y adolescentes
una m edición am plia de la m entalización que puede ser p u n tu ad a i (Sharp y Fonagy, 2008). Una reciente revisión de las m ediciones de la
p a rtir de las transcripciones de entrevistas, com o la Entrevi: -'r función reflexiva brinda m ás detalles al respecto (Katznelson, 2014).
174 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EV A LU ACIÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 175

Tabla 4.1. Escala de la Función Reflexiva para puntuar la función reflexiva No obstante, la evaluación de la m entalización de nin g u n a m ane­
(FR) en las transcripciones de entrevistas ra se lim ita a estos instrum entos y escalas. Existe una am plia varie­
dad de m ediciones de la cognición social que utilizan las diferentes
| Puntuación Descripción de ia FR
dim ensiones de la m entalización. Sin preten d er ser exhaustivo, el
9 Plena o Excepcional cuadro 4.2 proporciona u n a descripción general de las m ediciones
Las respuestas del entrevistado
que evalúan diferentes aspectos de estas dim ensiones (véase ta m ­
muestran una sorprendente
sofisticación excepcional, bastante bién Sharp y Fonagy, 2008). Una selección de estas m ediciones p u e ­
compleja y elaborada, y manifiestan, de de form ar p a rte de u n a b atería de evaluación está n d a r que puede ser
un modo causal, un razonamiento adaptada a determ inados pacientes o poblaciones. Por ejemplo, los
consistente utilizando ios estados
clínicos que tra b a ja n p rin cip alm en te con p e rso n a s con TASP
mentales
., ," FR de moderada p o d rían in clu ir m ediciones que evalúen los aspectos cognitivos y
7
Marcada a alta afectivos de la m entalización (B atem an y Fonagy, 2008), m ientras
Las respuestas del entrevistado
contienen numerosas declaraciones que aquellos que trab ajan con pacientes con TLP quizá deseen valo­
indicando una FR completa que r a r principalm ente el grado de deficiencias de m entalización con
evidencia una conciencia de la respecto los dem ás y uno m ism o (Fonagy y Luyten, 2009). Por lo ta n ­
naturaleza de los estados mentales e to, las m ediciones que se enum eran en la tabla 4.2 pueden ayudar
intentos explícitos de dilucidar los
estados mentales subyacentes a la tan to a investigadores com o a terapeutas a d e sarro llar diferentes
conducta perfiles de m entalización. Además, la revisión general de las m ed i­
5 ciones de la tabla 4.2 p o d ría ayudar a investigadores y terap eu tas a
Definida u ordinaria
El entrevistado muestra diferentes seleccionar determ inados instrum entos cuando desean p ro b ar alg u ­
ejemplos de FR, incluso si estos son na hipótesis con relación a deficiencias específicas de m entalización
impulsados por el entrevistador y no en determ inados pacientes o grupos de pacientes.
emergen espontáneamente
Salvo pocas excepciones, la m ayoría de las m ediciones enum era­
3 Cuestionable o baja
das en la tabla 4.2 evalúan principalm ente la m entalización co n tro ­
Alguna evidencia de consideración de
los estados mentales a lo largo de la lada, aunque algunas de estas m ediciones (por ejemplo, la AAI-RFS)
entrevista, pese a su nivel bastante FR de negativa incluyen u n a evaluación de la m entalización m ás autom ática o p u e­
rudimentario ,b den ser a d ap tad as p a ra evaluar la m entalización m enos controlada
1 Ausente pero no repudiado (utilizando, p o r ejemplo, procedim ientos de estrés y/o predisposición
La FR está completamente, o casi afectiva, rastre o o c u la r o electroencefalografía p a ra acceder a los
completamente, ausente aspectos m enos controlados de la m entalización). Adem ás, si bien
-1 Negativo algunas de estas m ediciones evalúan la m entalización a posteriori
El entrevistado se resiste («off-line»), o tra s ev alúan la m entalización «on-line», es decir, en
sistemáticamente, a lo largo de la
tiem po real, tal com o se desarrollan las interacciones sociales. Estos
entrevista, a asumir una postura
reflexiva últim os m étodos son, en la actualidad, relativam ente difíciles. Como
hem os señalado anteriorm ente, la evaluación del grado de p érd id a
de m entalización bajo estrés, p a rticu la rm e n te en las interacciones
•“N -N -N ^ -s “V \ “N N

Tabla 4.2. Lista ilustrativa de mediciones para evaluar las dimensiones de la mentalización

176
1Self-Otro Cognitiva-Afediva

TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARATRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD


Interna-Externa Automática-Controlada
Self Otro Cognítivá Afectiva Interna Externa
| Cuestionarios: I
Escaia de Creencias sobre las Emociones (Rimes y X (X) X X X X
Chalder, 2010)
Cuestionario de Aiexitimia de Toronto (Bagbv, Parker y X X X X X
Taylor, 1994)
Escala Kentucky de Mindfulness-Subescalas de X X X X (X) X
Describir y Actuar con Conciencia (Baer, Smith y Aiien,
2004)
Escala de Conciencia y Atención (Brown y Ryan, 2003) X X X X (X) X
Escala de los Niveles de Conciencia Emocional (Lañe, X X X X X X
Quirlan, Schwartz y Walker, 1990) 1
Escala de Mentalización Psicológica (Shill y Lumbey, X X X X X X
2002)
índice de Reactividad Interpersonal-Subescala de Toma X X X X X
de Perspectiva (Davis, 1983)
Cociente de Empatia (Lawrence, Shaw, Baker, Barón- X X X X X (X) X
Cohén y David, 2004)
Test de Inteligencia Emocional Mayer-Salovey-Caruso X X X X X X (X) X
(Saloveyy Grewal, 2005)
Cuestionario de la Función Reflexiva (Fonagy y Ghinai, X X X X X (X) X
2008)

(
W M W m m m

Cuestionario de la Función Reflexiva Parental (Luyten et X X X X X (X) X


ai, 2009)
Historias de Mentalización para Adolescentes (Vrouva y X X X X (X) X
Fónagy, 2009)
Entrevistas/sistemas de codificación de narrativas
Entrevista de Apego Adulto-Escala de la Función X X X X X (X) (X) X
Reflexiva (Fonagy, Target, Steele y Steele, 1998)

EVALUACIÓN DE LA MENTALIZACIÓN
Entrevista de Desarrollo Parental-Escala de la Función X X X X X (X) (X) X
Reflexiva (Slade, Aber, Berger, Bresgi y Kaplan, 2002)
Modelo de Trabajo de la Entrevista para Niños-Escala X X X X X (X) (X) X
de la Función Reflexiva (Grienenberger, Kelly y Slade,
2005)
Entrevista Estructurada de Toronto para la Aiexitimia X X X X (X) X
(Bagby, Taylor, Parker y Dickens, 2006)
Medición de los Estados Mentales y Rejilla de X X X X X (X) (X) X
Elaboración Verbal de los Afectos (Bouchard et al.,
2008)
Escala de Evaluación de la Metacognición (Carcione X X X X X (X) X
et ai, 2007)
Escala de Intencionalidad (Hill, Fonagy, Lancaster y X X X X (X) (X) X
Broyden, 2007)
Léxico de Estados Internos (Beeghly y Cicchetti, 1994) X X X X X (X) X

(Continúa)
-«oj
Tabla 4.2. (Continuación)

178
TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
Selí-ütro Cognítiva-Afecliva Interna-Externa Automática-Controlada

Tareas observacionales/experimentales
Test de Lectura de la Mente en los Ojos {Baron-Cohen, X X X X X
Wheclwrighl, Hill, Raste y Plumb, 2001)
Test de Lectura de la Mente en la Voz (Golan, Baron- X X X X X
Cohen, Hill y Rutherford, 2007)
Tarea de Lectura de la Mente en Películas (Golan, X X X X X X
Baron-Cohen y Golan, 2008)
Sistema Internacional de Imágenes Afectivas (Lang, X X X X X
Bradley y Cuthbert, 2008)
Colección NimSlim de Expresiones Faciales X X X X X
(Tottenham el ai, 2009)
Transformaciones Faciales (Bailey et«/., 2008) X X X X X (X) X
Expresiones Corporales Dinámicas (Pichón, de Gelder X X X X (X) X
y Grézes, 2009)
Electromiografía de Mímica Facial (Sonnby- (X) X (X) X X X
Borgstróm y Jónsson, 2004)
Etiquetado de ios Afectos (Lieberman el al., 2007) X X X X X
Película para la Evaluación de la Cognición Social X X X X X (X) X
MASC (Dziobegef al. 2006)
Juegos de Confianza (King-Casas et ai, 2008) (X) X X X X X

Sensibilidad Interoceptiva (Barrctt, Quigley, Bliss- X X X X X


Moreau y Aronson, 2004)
Empatia por e! Dolor de Otros (Hein y Singer, 2008) (X) X X X X X X
Manipulación de la Conciencia Corporal (Brass, X X X X X X X X
Schmitt, Spenglery Gergely, 2007; Lenggenhager, Tadi,
Metzingery Blanke, 2007)
Inventario Animado para Niños de la Teoría de la X X X X X (X) X
Mente (Beaumont y Sofronoff, 2008)
Mente-Mentalizadora Materna (Meins y Fernyhough, X X X X X (X) (X) X
2006)
Paradigma de Precisión Maternal (Sharp, Fonagy y X X X X (X) (X) X
Goodyer, 2006)
Tarea de Historias Extrañas (Happé, 1994) X X X x X
Mediciones proyectivas
Test de Imaginación Proyecliva (Blackshaw, (X) X X X X X (X) X
Kinderman, Haré y Hatton, 2001)
nota: x = aplicable; (x) = aplicable parcialmente

NO
180 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EV A LU A C IÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 181

sociales, puede ser clínicam ente m ás relevante. Por consiguiente,


Muy alta
existe la necesidad de desarrollar y validar mediciones breves y fáci­
les de utilizar para valorar esta característica clave de la m entaliza-
Alia
ción. La m ayoría de las m ediciones enum eradas en la tabla 4.2,
dependen de la integración de la cognición individual y afectan al
Media/ordinaria
desem peño en las tareas o en la completación de las mediciones.

Baja
C re a r u n p e rfil de m cn ta liz ac ió n
Muy baja
Después de llevar a cabo la entrevista de evaluación, el terapeuta
elabora un perfil de mentalización (véase la figura 4.1) con el fin de
identificar el estilo de m entalización individual en cada u n a de las Interna Externa Uno Otro Cognitiva Afectiva
mismo
dim ensiones correspondientes y p asar a considerar después la rela­
ción existente entre los diferentes m odos de funcionam iento en cada ___Perfil típico de mentalización en el TLP
dim ensión, es decir, ¿causan dificultades de m entalización que ___Perfil típico de mentalización en el TASP
a u m en tan velozmente o, p o r el contrario, se com pensan en tre sí? * La relación entre los polos de la dimensión otro-uno mismo pueden mostrar un patrón
Los cuadros 4.3 y 4.4 nos m uestran que la m entalización equilibrada inverso en el TASP (ver texto)
(es decir, la buena m entalización) parece sim ilar en estas dim ensio­
nes y nos indican con ejemplos cuándo se pierde el equilibrio a favor Figura 4.1. Perfiles prototípicos de mentalización en el TLP y el TASP.
de uno u otro polo de cada dim ensión.
E stas cuatro dim ensiones b rin d a n u n a e stru c tu ra y u n a guía
E sta fase del proceso de evaluación tam bién debe d eterm in ar la
im portante para llevar a cabo la evaluación, dado que determ inan de
rapidez y la facilidad con la que el individuo se ve precipitado a cam ­
qué modo, en el curso de u n a evaluación completa, se debe sopesar la
b iar entre la m entalización controlada y la m entalización autom áti­
atención que deposita el paciente en los factores internos de los otros
ca (véase el capítulo 1) y cuánto tiem po tard a, u n a vez ocurrido el
y uno mismo, en los estados internos de los dem ás y sus propios esta­
cam bio, en recu p erar la m entalización controlada. Eso exige necesa­
dos internos y en la integración de los factores afectivos y cognitivos
riam ente u n a evaluación porm enorizada del contexto relacional del
implicados. El evaluador puede p lan tear preguntas como, p o r ejem ­
sujeto, p restan d o atención especial a su historia de apego y al posible plo, «¿Por qué pensaste que él estaba ta n enfadado contigo?» o tam ­
uso del apego seguro versus las estrategias de hiperactivación y des­ bién «Me has contado lo que sentías p o r ella ¿pero cóm o crees que se
activación del apego. Los evaluadores deberían tener bien presente siente ella?» «Me has dicho lo que pensabas en esa situación, ¿pero
cuáles son las relaciones específicas de apego que pueden increm en­ qué era lo que sentías?» E ste cam bio de perspectiva desde el otro a
ta r la sensibilidad al cam bio desde la m entalización controlada a la uno m ism o o de desafío a la m entalización del paciente planteándole
autom ática y en qué m edida el individuo es capaz de corregir p o r sí respuestas c o n trarias (es decir, a p o rta n d o u n a explicación que se
m ism o los lapsus de m entalización y de p e rm itir que las respuestas oponga a la propia explicación del paciente) puede revelar discrepan­
del evaluador -y, en un sentido m ás general, de las figuras de apegó­ cias im portantes en sus habilidades m entalizadoras, en especial la
le ayuden a re s ta u ra r la m entalización. pseudom entalización y la equivalencia psíquica. Por ejemplo, algu-
182 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EVA LU ACIÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 183

nos pacientes cuya mentalización se halla desequilibrada en el senti­ 1. Con relación a los sentim ientos y pensam ientos de o tras
do de focalizarse m ás en el afecto que en la cognición, y están personas:
dom inados por la equivalencia psíquica, pueden m ostrase completa­ a. Opacidad: reconocim iento en sus com entarios de que, con
mente incapaces de cam biar su propia perspectiva por la de otra per­ frecuencia, no saben lo que piensan otras personas y, sin
sona. En cambio, si el aspecto dom inante es la cognición, los pacientes embargo, no se sienten del todo desconcertados por lo que
pueden sorprenderse cuando se les pregunta cómo se sentían, en opo­ sucede en las mentes de los demás (por ejemplo, «Lo que ocu­
sición a lo que pensaban o a lo que «se supone debían sentir» en una rrió con Chris me hizo comprender que solemos m alinterpre-
determ in ad a situación. Por últim o, cuando la m entalización del tar las reacciones incluso de nuestros mejores amigos»).
paciente tiende hacia el polo autom ático de la dim ensión explícita- b. Ausencia de paranoia: no considerar que, en sí mism os, los
implícita de la m entalización y se m uestra predispuesto fácilmente al pensam ientos ajenos constituyen u n a am enaza y tener en
cam bio de perspectiva que se le ofrece, desafiar su punto de vista
m ente la posibilidad de que las m entes pueden ser cam bia­
puede hacer que salga a relucir la pseudom entalización.
das (por ejemplo, «No me gusta que se enfade, pero general­
m ente puedes persuadirlo si hablas con él al respecto»).
c. Contemplación y reflexión: el deseo de reflexionar de m an e­
R econocer la buena m entalización
ra relajada, y no de m odo compulsivo, en lo que piensan los
Como explicam os a continuación, si bien podem os categorizar dem ás (por ejemplo, durante la entrevista, la persona con­
sin dificultad la m entalización deficiente en diferentes tipos, la bue­ tem pla activam ente las razones por las que alguien a quien
na m entalización solo asum e u na form a. Para ayudar a la evaluación conoce se com porta del m odo en que lo hace).
de la cualidad de la m entalización, hemos desarrollado una sencilla d. Asunción de perspectiva: aceptación de que la m ism a cosa
gráfica de puntuación («Inventario p a ra la evaluación clínica de la puede parecer muy diferente desde distin tas perspectivas
mentalización»). Podemos acceder online en la siguiente dirección a basadas en la historia individual (por ejemplo, una descrip­
una copia de este inventario y la correspondiente interpretación de ción de un evento que u n a d e te rm in a d a p erso n a experi­
las puntuaciones: http://annafreud.org/training-research/m entaliza- m entó com o un rechazo, y el intento sincero que efectuó
tion-based-treatm ent-training/checklist/. p a ra identificar de qué m odo sucedió lo que in te rp re tó
Para com pletar el inventario, se pide al evaluador que reflexione en com o rechazo).
la entrevista que acaba de llevar a cabo y anote en la gráfica ejemplos e. Interés genuino p o r los pen sam ien to s y sentim ientos de
convincentes de diferentes categorías de m entalización, apuntándolos o tras personas: y no solo p o r su contenido, sino tam bién
en las colum nas apropiadas de «evidencia poderosa» o «alguna evi­ p o r su estilo (la p ersona parece d isfru ta r hablando de la
dencia». Cada uno de los cuatro tem as ha de ser puntuado. razón p o r la cual la gente hace las cosas).
C onsiderarem os ah o ra diferentes contextos en los cuales el eva­ f. Apertura al descubrim iento: el individuo se m u estra , de
luador puede consignar la m entalización com o de alta calidad. Aun­ m anera n atural, reacio a form ular conjeturas sobre lo que
que los enum eram os aquí como sim ples declaraciones descriptivas, piensan o sienten los dem ás.
la evaluación actual p o r p arte del terap eu ta debería b u scar eviden­ g. Perdón: aceptación de los otros condicionada p o r la com ­
cias de estos rasgos tal com o em ergen en el discurso, en lugar de prensión de sus estados m entales (por ejemplo, el odio de una
lim itarse responder a las declaraciones autodescriptivas del paciente persona hacia alguien se disipa u n a vez que entiende p o r qué
de que posee tales atributos. esa persona h a actuado del m odo en que lo ha hecho).
184 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EV A LU ACIÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 185

h. Predictibilidciá: sensación general de que, en su conjunto, 4. Actitudes y valores generales:


las reacciones ajenas son predecibles, dado el conocim iento a. Provisionalidad: en general, ausencia de certeza absoluta
de lo que piensan o sienten. acerca de lo que está bien y lo que está mal, y predilección
2. Percepción de nuestro propio funcionam iento mental: por la complejidad y el relativismo.
a. Capacidad de cambio: apreciación de que las opiniones y la b. Moderación: u n a actitud equilibrada ante la m ayoría de las
comprensión que se tiene de los dem ás pueden m odificarse declaraciones acerca de los estados m entales, tan to en los
según los cam bios experim entados por uno mismo. dem ás como en uno m ism o, que es consecuencia de acep­
b. Perspectiva de desarrollo: com prensión de que, con nuestro ta r la posibilidad de que uno no se encuentra en u n a posi­
desarrollo, las visiones que tenem os de los demás, se p ro ­ ción privilegiada en relación con el estado m ental de o tra
fundizan y se tornan m ás sofisticadas (por ejemplo, la per­ persona o de uno m ism o, así com o suficiente m onitoriza-
sona reconoce que, a m edida que iba creciendo, empezaba ción del propio self com o p a ra reconocer los propios defec­
a com prender m ejor las acciones de sus padres). tos (por ejemplo, «Me percato de que a veces reacciono de
c. Escepticismo realista: reconocim iento de que nuestros p ro ­ form a exagerada»).
pios sentim ientos pueden ser confusos.
d. Reconocimiento de la función preconsciente: reconocim ien­
to de que no en todo m om ento uno es consciente de lo que R econocer la no m entalización
siente, en especial, en un contexto de conflicto. La no m entalización y la m entalización pobre pueden ser identifi­
e. C onflicto: co n c ie n c ia de te n e r id eas y se n tim ie n to s
cadas a través de una am plia g am a de posibles señales. El c u adro 4.7
incompatibles.
enum era varios ejemplos típicos. Algunos indicadores clave se re ­
f. Actitud de curiosidad hacia uno mismo: genuina curiosidad
fieren al estilo narrativo, así com o a su contenido y a las actitudes
acerca de nuestros propios pensam ientos y sentim ientos.
im plícitas en los relatos del paciente.
g. Interés por la diferencia: a diferencia de las acciones de la
persona; interés en los m odos m entales (por ejemplo, un
interés genuino en la m ente de los niños). Cuadro 4.7. Reconocer la no mentalización. '•£
h. Conciencia del impacto del afecto: com prensión del m odo en
que los afectos pueden distorsionar la opinión que uno tie­ • Detalles excesivos con exclusión de motivaciones, sentimientos o pensa­
ne de los dem ás y de sí mism o. mientos
3. Autorrepresentación: • Focalización en factores sociales externos (como, por ejemplo, escuela,
a. Habilidades pedagógicas y capacidad de escucha avanzada: ayuntamiento, oficina de la vivienda, vecinos)
los sujetos sienten que p u e d e n explicar las cosas a los • Centrada en etiquetas físicas o estructurales (cansado, perezoso, inteli­
dem ás, y que estos perciben que son pacientes y capaces de gente, autodestructivo, depresivo, malhumorado)
escuchar. • Preocupada por las reglas y responsabilidades, «deberías» y «no debe­
b. C o n tinuidad autobiográfica: ca p ac id ad de re c o r d a r la rías»
• Negación de la implicación en el problema
infancia de uno m ism o y experiencia evidente de continui­
• Culpabilización o búsqueda de faltas
dad de las ideas.
• Seguridad absoluta acerca, de los pensamientos y sentimientos ajenos.
c. Vida interior rica: la persona experim enta ra ra vez que su
m ente está vacía o carente de contenidos.
EVA LU ACIÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 187
186 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

La no m entalización suele evidenciarse en el contenido de las M entalización extrem adam ente pobre puesta de m anifiesto
narrativas. Por ejemplo, en lugar de hablar de los estados mentales, en el proceso de evaluación
los pacientes pueden centrarse en los factores generales externos, las
La reacción de algunos individuos a los intentos de evaluar su
instituciones sociales, el entorno físico, el gobierno o la gestión de la
m entalización puede com prom eter su adecuada evaluación. En res­
organización en la que trabajan, y no en los individuos implicados y
puesta a preguntas de sondeo sobre las atribuciones de estados m en­
cuyo estado m ental es pertinente a la narrativa. Este tipo de narrati­
tales, el paciente puede m ostrarse abiertam ente hostil, activam ente
vas se caracteriza por una preocupación por las reglas y los roles, por
evasivo (por ejemplo, cam biando de tem a o negándose a responder
las obligaciones y las responsabilidades, como si estas sum inistrasen
a las preguntas), o incluso m ostrar reacciones no verbales, com o sa­
explicaciones adecuadas p ara las conductas cuando, en realidad, ha
lir o iniciar una conversación telefónica en m edio de la evaluación.
sido creadas p ara «cortocircuitar» la m entalización. En otros pacien­
Algo m enos extrem o -p ero igualm ente im productivo desde el punto
tes, en cam bio, una narrativa escasa, caracterizada por la negación o
de vista de la evaluación- son las reacciones procedentes de indivi­
la falta de participación, indica una reticencia a m entalizar y obser­
duos que no logran d ar respuestas elaboradas adecuadam ente a los
var de m anera significativa las intenciones ajenas y propias.
sondeos sobre estados m entales. Ante preguntas acerca de p o r qué
La no m entalización tam bién se m anifiesta en la predisposición a una determ inada persona puede sentirse de u n a m anera específica,
las etiquetas y generalizaciones. Por ejemplo, las explicaciones de la la respuesta «No lo sé» puede ser exacta, aunque tam bién puede
conducta pueden girar en círculos. Lo m ás com ún es que se considere querer decir «No quiero pensar en ello».
que un diagnóstico o un tipo de personalidad den cuenta de la con­
En otras ocasiones, el fracaso en la elaboración viene indicado
ducta como, p o r ejemplo, «Me hizo explotar de ira, porque tengo m al
por la ausencia de integración o p o r u n a com pleta confusión. Un
genio» o «Suspendí el examen porque soy m uy autodestructivo».
poco m enos intensas son las respuestas inadecuadas, como las com ­
Pero no to d a la no m entalización es identificable teniendo en pletas incongruencias, las suposiciones burdas sobre las intenciones
cuenta su contenido. También se evidencia tan to en el estilo com o a del entrevistador o bien centrarse en el significado literal de las pala­
nivel im plícito. El estilo no m entalizador puede ser dem asiado esca­ bras. E n n u e stra opinión, todos estos retos p a ra u n a evaluación
so o detallado en exceso. Cuando es m uy detallado, el paciente p u e­ correcta de la m entalización no son sino reacciones a la am enaza
de describir eventos en tal profundidad que la n arrativ a eclipsa los que representa la m entalización. Alguien que haya tenido u n a expe­
estados de ánim o de los participantes, incluyendo, p o r ejemplo, un riencia traum ática relacionada con el hecho de reflexionar acerca de
sinfín de historias secundarias o de descripciones interm inables de los pensam ientos y los sentim ientos puede resistirse, com prensible­
los porm enores físicos. mente, a ser obligado á p en sar de esta m anera. En todos estos casos,
Aunque en un nivel implícito la no m entalización es fácil de detec­ codificam os la m entalización com o «pobre».
tar, tam bién puede ser pasada por alto. El sujeto puede expresar u n a Inevitablem ente, los terapeutas se preg u n tan si u n a persona con
seguridad inapropiada acerca de los pensam ientos y sentimientos de tales capacidades lim itadas de m entalización es tratable m ediante la
los dem ás y hablar como si no tuviese nin g u n a duda de que su modelo MBT o, de hecho, m ediante cualquier o tra m odalidad de terapia. Sin
de la m ente de las otras personas fuese la única perspectiva verdade­ embargo, esa persona tiene u n a necesidad desesperada. Sus relacio­
ra. De igual m odo, la falta de curiosidad sobre los motivos delata la nes son a m enudo volátiles, de corta duración y caracterizadas por la
presencia de la no m entalización. En o tras personas, u n a actitud cul- desconfianza hacia las m otivaciones ajenas; su nivel de ansiedad es
pabilizadora o que trata de de en co n trar defectos indica el deseo de alto en las interacciones cotidianas; y sus emociones están ausentes o
cortocircuitar la posibilidad de com prensión genuina. muy m al reguladas. Aunque no disponem os de evidencias em píricas
188 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EV A LU ACIÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 189

de que, en la MBT, este tipo de pacientes sea menos tratable que otros, Por el contrario, hablam os de dificultades parciales de m entaliza­
sin embargo, la presentación clínica nos sugiere que el énfasis inicial ción cuando aparecen problem as de m entalización en torno a deter­
del tratam iento ha de recaer en la forja de una alianza terapéutica que m inados pensam ientos, sentim ientos y situaciones. Por lo general, la
fomente la esperanza de que el cambio es posible. Hay que llevar a capacidad de m entalización se ve m erm ada cuando se le recuerda al
cabo, al principio del tratam iento, un trabajo muy sensible para cim en­ paciente una situación traum ática vivida con u n a persona en p a rti­
tar la confianza en la relación terapéutica y ayudar al paciente a defi­ cular, y a continuación tiene dificultades o le resulta imposible m en­
nir algunos objetivos restringidos, pero asequibles. Ciertas «ganancias» talizar en relación con la persona asociada al traum a. E n conexión
rápidas pueden contribuir a consolidar la relación paciente-terapeuta. con esto, en algunos individuos se producen determ inados estados
Más que el desafío, es la validación empática la que debe constituir el de ánim o que pueden incidir en el traum a. De ese modo, la depre­
foco principal de la intervención durante algún tiempo (véanse capítu­ sión puede hacer que los pensam ientos y sentim ientos que alberga
los 8 y 9 para una discusión de este tipo de intervención). una persona acerca de sí m ism a le parezcan concretos y faltos de
m entalización. En general, el arousal elevado y tam bién los sentí-

Dificultades generalizadas versus parciales


Cuadro 4.8. Dificultades de mentalización generalizadas . .
La no m entalización o la m entalización excesivamente pobre sue­
versus parciales - -'
len ser relativam ente sencillas de identificar. Es m ás difícil juzgar el
grado o el alcance de la pseudom entalización o de la com prensión No mentalización o mentalización deficiente generalizada
concreta que tienen lugar a expensas de una verdadera m entaliza­ • Pérdida continuada de la mentalización
ción equilibrada. N osotros consideram os que la com prensión in ter­ • Las interacciones se perciben, de manera invariable, en términos físi­
personal es severam ente no m entalizadora cuando se generalizan los cos (internos como, por ejemplo, la enfermedad; o externos como, por
problem as y el individuo no alcanza a m entalizar de m anera consis­ ejemplo, quién hizo qué)
tente los significados como, p o r ejemplo, cuando sus explicaciones • Distorsión sistemática de la conciencia emocional
favoritas de las interacciones interpersonales siem pre se producen • Rigidez en la comunicación y las relaciones
desde un punto de vista físico, ya sea en térm inos de quién hizo qué • Utilización manipuladora de relaciones y comunicaciones específicas.
(exterior) o de una condición física, com o enferm edad, cansancio o
ham bre (interior), que explique los eventos. Otro indicio de dificulta­ Formas parciales de mentalización deficiente
des generalizadas en este sentido es. la distorsión sistem ática de la • Limitada a pensamientos, sentimientos y situaciones particulares
conciencia em ocional, en la que el paciente puede reaccio n ar a la
(dependiendo del contexto)
tristeza o la ansiedad de o tra persona com o si se tratase de u n a ag re­
• Hay estados de ánimo concretos que pueden interactuar con el trauma
sión. Un indicador adicional de problem as generalizados es la rig i­
socavando la mentalización
dez en la com unicación y en las relaciones como, p o r ejemplo, la
• Desencadenada principalmente por el arousal, pero también por la
expectativa de que las relaciones no cam bien, y no cam biarán, y de
depresión e incluso el apego intenso
que las interacciones con determ inados individuos siem pre se p ro ­
• La capacidad de mentalización se debilita en torno a la idea del trauma
d u cirán en u n a d eterm inada «clave». Asimismo, la utilización m an i­
• Las interacciones con determinados individuos pueden perturbar la
p u ladora de la com unicación y de relaciones específicas es otro sello
mentalización.
distintivo de problem as generalizados en este ámbito.
190 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EVA LU ACIÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 191

mientos intensos de apego dism inuyen tem poralm ente la capacidad Tabla 4.3. Las estrategias de apego, el arousal y el «viraje» desde
de m entalizar. Un pensam iento pasajero de falta de aceptación o la mentalización controlada a la automática
inadecuación puede aparecer «como si» fuese la realidad objetiva.
E strateg ia de U m bral de cam bio F uerza d e Ja R ecuperación de
Las interacciones con individuos específicos son capaces de inte­ la m entalización /
apego re s p u e s ta ^
rrum pir la m entalización. Esto es algo que p o d ría o c u rrir con rela­ au to m ática ; co n tro lad a, • ,,
ción a determ inados tem as que despiertan nuestra em ocionalidad. Rápida
Seguro Alto Moderada
También es posible que se produzca un fallo de m entalización en
H iperactivador Bajo: hipersensible Fuerte Lenta
relación con una persona p a rticu la r que le recuerde al paciente a
una figura que considera ambivalente. D esactivador Relativamente alto: Débil, pero de Relativamente
poco sensible, moderada a rápida
D urante la evaluación de la m entalización, debem os observar si, aunque fracasa en fuerte cuando
en relación con cada tipo de problem a de m entalización, la dificultad situaciones de estrés aumenta el estrés
parece ser generalizada o parcial (véase el cuadro 4.8). De acuerdo a D esorganizado Incoherente: Fuerte Lenta
nuestra experiencia, los problem as parciales son a m enudo m ás fáci­ hipersensible,
aunque suelen
les de revertir, aunque esta no es de ninguna m anera u na regla inva­ producirse intentos
riable, y son m uchos los problem as parciales de m entalización que frenéticos de
reducción
se resisten a las intervenciones terapéuticas.

El apego desorganizado, que - a l igual que el apego resistente/


El m odelo del viraje en la m en ta liza ció n
a n sio so - suele ir asociado al TLP (Choi-Kain y G underson, 2008),
Lo que hemos denom inado el «modelo del viraje» resulta útil para será de igual m odo hipersensible al estrés, aunque los intentos frené­
com prender las dificultades de m entalización parciales y la conexión ticos p o r suprim ir la respuesta al estrés p odrían parecer incom pati­
existente entre apego, m entalización y estrés (Fonagy, L uyten y bles con ello. Sin em bargo, el viraje a la m entalización autom ática
Strathearn, 2011) (véase la tabla 4.3). La idea es que el sistem a de ape­ ocurrirá, una vez m ás, de m anera rápida y perm anente. El individuo
go individual se activa en respuesta al estrés. E n dicho estado mental, con apego seguro ten d rá u n um bral relativam ente alto desde el p u n ­
la m entalización de la persona vira desde la m entalización controla­ to de v ista del grado de estrés requerido p a ra que, en situaciones
da al m odo autom ático. Este es un proceso hum ano, casi universal, estresantes, su m entalización pase de controlada a autom ática, y asi­
que nos mueve a los seres hum anos a buscar consuelo en m omentos m ism o la m entalización controlada se re s ta u ra rá con relativa rapi­
de necesidad. Sin em bargo, existe una considerable variación entre dez. P or otro lado, aunque u n a estrategia de apego d esactivador
individuos desde el punto de vista de la facilidad con que se activan (evitativo) suele cre a r una resistencia relativam ente a lta al viraje, la
sus sistem as de apego, la fuerza con que tienden a cam biar a la m en­ m entalización de estos individuos m o strará un increm ento de la vul­
talización autom ática (a expensas de su capacidad de m entalización nerabilidad al dicho cam bio a m edida que aum enten los niveles de
controlada) y la rapidez con que son capaces de recuperar la m entali­ estrés. Sin em bargo, u n a vez o currido el cam bio, se recu p era la m en­
zación controlada. De acuerdo con el «modelo del viraje», los indivi­ talización controlada con relativa rapidez.
duos con una estrategia de apego hiperactiva (ansiedad/resistente) La tendencia a m an ten er niveles altos de m entalización, incluso
cam biarán a la m entalización autom ática con m ayor rapidez y nece­ cuando nos enfrentam os a circunstancias estresantes, está asociada
sitarán m ás tiempo p ara recuperar la m entalización controlada. a u n apego seguro y se vincula de m an e ra sim ilar a u n a re c u p e ra ­
192 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EV A LU ACIÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 193

ción relativamente rápida de la capacidad de m entalización después La naturaleza del «punto de viraje» de cada individuo dependerá
de que m entalización norm al se haya visto alterada. Como hemos tam bién de la capacidad de m entalización en sus relaciones con
mencionado, los lapsus en la m entalización son parte del funciona­ otras personas; de nuevo, esto dem uestra de qué m odo la m entaliza­
m iento norm al. Una capacidad de m entalización verdaderam ente ción se ve m odelada por lo que sucede a nuestro alrededor. Algunas
equilibrada se caracteriza por ser capaz de cambiar, de form a apro­ relaciones pueden afianzar las fortalezas de la m entalización: des­
piada, desde la m entalización autom ática a la controlada, por la ten­ pués de todo, si este no fuese el caso, ¿cuál sería el objeto de la psico­
dencia a m antener la m entalización incluso en condiciones de estrés terapia? Por el contrario, hay relaciones que desencadenan y agravan
y, cuando se produce la ru p tu ra de m entalización, por u n a recupera­ las dificultades de m entalización, pudiendo provocar u n a espiral
ción relativam ente rápida. descendente en ese sentido. La m entalización se d esarrolla en el
m arco de las relaciones de apego y se halla, a lo largo de toda la vida,
La capacidad p ara seguir m entalizando, incluso bajo un estrés
considerable, va asociada a los denom inados ciclos de construcción y estrecham ente ligada a las relaciones.
ampliación del apego seguro descritos por Fredrickson (2001). Estas En general, una evaluación precisa de mentalización no se centrará
estrategias sirven p ara d e sa rro lla r («construir») sentim ientos de exclusivamente en u n a sola relación, sino que tendrá en cuenta el con­
apego seguro, de agencia personal y de regulación del afecto, y con­ texto (véase tam bién Choi-Kain y Gunderson, 2008). Los terapeutas
ducir al individuo («ampliar») a un entorno diferente y m ás adaptati- deben ser muy conscientes del modo en que las habilidades de m enta­
vo (M ikulincer y Shaver, 2007). Los altos niveles de m entalización, lización fluctúan considerablem ente en diferentes situaciones o rela­
por tanto, están asociados típicam ente a la resiliencia frente a condi­ ciones, como cuando pensam os, por ejemplo, en la relación con nuestra
ciones de estrés y a la capacidad de asum ir, com o resultado de la madre, con nuestro padre o con nuestra pareja. Por consiguiente, al
adversidad, u n a perspectiva distinta. Y no solo eso, sino que los indi­ valorar la mentalización, los evaluadores deben tra ta r de captar el con­
viduos con u n a m entalización poderosa tam bién m uestran u n a bue­ texto relacional m ás amplio de los pacientes y explorar las relaciones
n a capacidad p a ra establecer relaciones, es decir, son capaces de que estos no describen de form a espontánea o tan solo tocan tangen­
apegarse a otras personas que pueden cu id ar y ayudar (Hauser, Alien cialmente. Por último, com o tam bién se ha señalado, la evaluación
y Golden, 2006) y que contribuyen a la corregulación eficaz del estrés debe sopesar la capacidad del paciente para co-regular la tensión en el
y la adversidad (Luyten, Mayes, Fonagy y Van Houdenhove, 2015). contexto de la relación con el evaluador, y p ara restaurar la m entaliza­
Se h a constatado que la capacidad de «am pliar y construir» fren­ ción cuando se ve perturbada durante la evaluación.
te al estrés re s u lta poco com patible con las estrateg ias hiperacti- En el curso del tratam iento, los pacientes experim entan con fre ­
v a d o ra s y d esactivadoras del apego. E stas estra te g ia s tam b ién cuencia fracasos tem porales y drásticos en la m entalización (cuando
restringen otros sistem as de conducta que prom ueven la capacidad el «viraje» se activa). Cuando u n paciente grita «¡Usted tra ta de vol­
de resiliencia, tales com o la exploración, la afiliación y la prestación verme loco!» o «¡Usted me odia!», es probable que los pensam ientos
de cuidados. P or lo general, las estrategias de hiperactivación y des­ y sentim ientos de la persona a la que grita, o incluso la gente que está
activación llevan a los individuos a experim entar dificultades para alrededor, dejen de se r percibidos con claridad. De hecho, todos
en tab lar y m an ten er relaciones duraderas, incluyendo las relaciones nosotros (y no solo los pacientes con tra sto rn o de la personalidad)
con los especialistas de la salud m ental. Las personas que utilizan estam os a m erced de tales fallos tem porales. Sin em bargo, existen
este tipo de estrategias tam bién tienden a dem ostrar u n a capacidad tres factores que im piden que estos episodios revistan u n im pacto
o u n interés m ás bajo de lo no rm al en explorar el m undo interno de más am plio en nuestra vida, nin g u n o de los cuales es accesible a las
o tras personas o de sí m ism as. personas con dificultades crónicas de m entalización:
194 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EVA LU ACIÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 195

1. Un m ecanism o de autocorrección que descarta las atribucio­ texto, dado que la pérdida de m entalización claram ente socava la
nes improbables posibilidad de procesar como es debido las experiencias anteriores
2. La brevedad del episodio que suscita una relación, un lugar o un tem a.
3. Y, quizá lo m ás im portante, la respuesta norm alm ente correc­
tiva de la o tra persona con la que uno interactúa.
Evaluación de los m odos de prem entalización
N inguno de estos m ecanism os funciona de m anera adecuada en
los individuos con TLP, en quienes los fallos tem porales, y específicos El viraje desde la m entalización autom ática a la controlada a
al contexto, de la mentalización pueden convertirse en una grave per­ m enudo im plica tam bién la reaparición de m odos de pensam iento
turbación que no dura m inutos sino horas. Cuando actuam os de prem entalizadores sobre los estados internos, esto es, los m odos de
m anera atípica, las señales procedentes del contexto social nos ayu­ equivalencia psíquica, sim ulado y teleológico de rep re se n ta rse el
dan a reajustar nuestra percepción de los demás. Los individuos con m undo interior de los dem ás y de uno m ism o (véase el capítulo 1).
TLP tal vez no tengan acceso a esto, ya que no suelen percibir con pre­
Estos m odos son particularm ente propensos a em erger en indivi­
cisión y atención los cambios sutiles de actitud que la gente experi­ duos con u n a historia de traum a. Por lo general, estas p ersonas se
m enta hacia ellos. Como hem os apuntado, tam bién tienen m enos cierran a la m entalización, por motivos de autoprotección, p ara evi­
probabilidades, o son m enos capaces, de verificar la exactitud de sus
ta r p e n sar en las experiencias trau m áticas (a m enudo en com bina­
impresiones iniciales. Y no solo pueden ser m ás insensibles a un con­ ción con actos autolesivos o abuso de substancias) y/o pueden tra ta r
texto social normalizado, sino que el contexto social suele ser menos de re c re a r sensaciones desagradables o estados m entales de tem or
normalizado!' hacia ellos, debido a que sus reacciones a los demás, ori­ en la m ente de los dem ás (por ejemplo, a través de gritos, hum illacio­
ginadas en la ausencia tem poral de m entalización, son m ás atípicas. nes o am enazas). En ocasiones, esta últim a estrategia es utilizada
Por último, como se indica a menudo, tam bién les resulta difícil inhi­ por las personas con trasto rn o antisocial com o un m edio de contro­
bir sus im pulsos y, por lo tanto, lim itar la duración de un arrebato. lar deliberadam ente a los dem ás y/o m en o scab ar la capacidad de
En el curso de la evaluación, el tera p eu ta puede desencadenar estos p a ra p en sar y m entalizar.
inadvertidam ente un fallo de m entalización específico a ese contex­ La evaluación de la m entalización debe, ante todo, ten er en cuenta
to. En m uchos casos, el detonante puede ser aparentem ente de poca los diferentes niveles de arousal que inciden en el desencadenam iento
im portancia. Es probable que una com binación del arousal em ocio­
de los virajes de m entalización en el individuo. Esto exige explorar la
nal del paciente y de la intensificación de la relación de apego sea
m entalización en diferentes contextos de arousal, p ara lo que el eva­
causa suficiente. Sin embargo, el contexto en el que esto ocurre p ue­
luador ten d rá que sondear de form a activa y cuestionadora el proceso
de ser im portante en el sentido de que a p u n ta a cuestiones o tem as
de m entalización, un trabajo que debe realizarse con sum o cuidado y
en torno a los que el paciente es incapaz de m antener u n nivel cons­
sensibilidad. Los individuos con u n a h istoria traum ática suelen sen­
tante de m entalización. tirse fácilm ente abrum ados, m ientras que, p o r el contrarío, sopesar
Por lo general, estos contextos se refieren a relaciones p articula­ las capacidades de m entalización de los individuos con rasgos narci-
res (es decir, esta r con u n a determ in ad a persona), lugares específi­ sistas suele exigir u n esfuerzo considerable. Por otra parte, tam bién es
cos en los que eso haya ocurrido antes y tem as o asuntos concretos. im portante el hecho de que la evaluación de la m entalización se lleve
El aspecto relevante de tales observaciones consiste en advertir que a cabo en el contexto de una nueva relación de apego establecida con
podem os necesitar acercarnos gradualm ente a un determ inado con­ el evaluador, y p o r eso las respuestas de los individuos a esta nueva
196 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EV A LU ACIÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 197

relación de apego, y su iníluencia en la mentalización, deben ser moni- asum a con dem asiada facilidad que el paciente tiene suficiente
torizadas con minuciosidad. ¿La persona m uestra escaso interés en lo capacidad p ara la com prensión profunda y se pierda en relatos inte-
que piensa o siente el evaluador?, o por el contrario, ¿se m antiene lectualizados acerca de la naturaleza de los problem as que padece.
excesivamente alerta con respecto a las reacciones de este? Además, el
grado en que el individuo sea capaz de utilizar al evaluador para regu­
lar sus niveles de arousal durante la evaluación y, por consiguiente, la Pseudom entalización
capacidad de corregular la tensión en el contexto de la exploración de
El m ayor reto en el reconocim iento de la m entalización es ser
su m undo interno, proporciona pistas im portantes con respecto a sus
capaz de distinguirla de la pseudom entalización. En esta últim a, la
habilidades de m entalización «cuando aparecen dificultades». Una
consideración abierta de los estados m entales por p a rte de la p e rso ­
segunda implicación im portante es que las diferencias individuales
en el uso de estrategias secundarias de apego (es decir, evitativas y na carece de algunas de las características esenciales de la m entali­
zación antes citadas. De ese m odo, la pseudom entalización puede
resistentes, en tanto que opuestas a las estrategias de apego seguro)
tam bién deben ser m onitorizadas cuidadosamente. hacerse visible a través de la tendencia a expresar u n a seguridad
absoluta, sin reconocer la in ce rtid u m b re inherente que supone
Por últim o, como ya hem os señalado, los terapeutas deben adap­ «conocer» la m ente de o tra persona.
ta r sus intervenciones a las deficiencias específicas de m entaliza­
ción asociadas a las diferentes estrategias de apego. Más en concreto, Hem os vinculado la pseudom entalización al modo simulado de
las evidencias sugieren que, en los individuos que utilizan p rinci­ la no m entalización. Según se cree, este m odo de experim entar nues­
palm ente estrategias hiperactivadoras, el énfasis del tratam ien to tra propia m ente -previsto en el desarrollo de los niños de entre 2
debe recaer en los aspectos del apoyo en el entorno del tratam iento, y 3 años de e d ad - es representacional en un sentido muy lim itado.
y los terapeutas se esforzarán en afian zar las capacidades de m en­ El niño pequeño es capaz de pensam iento representacional, siem ­
talización de estos pacientes tan to com o sea posible, sobre todo al pre y cuando no se establezca ningún vínculo entre el pensam iento
principio del tratam iento (Blatt, 2008). Por o tra parte, el terapeuta y la realidad exterior. Así pues, si bien los niños de entre 2 y 3 años
debe vigilar estrecham ente el equilibrio entre proxim idad y aleja­ pueden participar en «simulaciones» o juegos de fantasía, todavía
m iento, d ado que dem asiada cercan ía puede conducir a la co nfu­ no son capaces de integrar esta experiencia con la realidad física. Si
sió n e n tre el o tro y u n o m ism o y d e b ilita r la c a p a c id a d de se cuestiona su creencia (como, p o r ejemplo, si la silla que em pujan
m entalización del paciente, m ientras que u n distanciam iento exce­ tratándola com o un tanque, le cuestionam os que no es un tanque), se
sivo puede llevar a sentim ientos de rechazo y al abandono p rem atu ­ interrum pe su juego, ya que no pueden concebir dicho estado m en­
ro (Fonagy y Luyten, 2009). E n lo que resp ecta a los pacientes que tal sim ulado. De igual m odo, el adulto que pseudom entaliza parece
u tiliz a n p rin c ip alm e n te estra te g ia s desactiv ad o ras de apego, la capaz de concebir los estados m entales e incluso de razonar acerca
in teg ració n de la m entalización cognitiva y la afectiva ocupa un de ellos, pero solo si no tienen relación alguna con la realidad actual.
lu g ar c e n tra l y, p o r eso, hay que tr a ta r de c o n seg u ir que estos La m entalización genuina ra ra vez está com pletam ente al servi­
pacientes contacten con sus em ociones a m edida que vayan em er­ cio de uno m ism o. Cuando alguien efectúa declaraciones acerca de
giendo en la relación terapéutica. El peligro, en este caso, es que los su propio estado m ental o del de o tra s personas, que es totalm ente
pacientes aban d o n en cuando em piecen a d arse cuenta de que el tra ­ com patible con el interés propio o sus preferencias individuales,
tam ie n to im plica u n a nueva relación de apego que desafía a su enfo­ podemos so sp ech ar que e stá in c u rrie n d o en la pseu d o m en taliza­
que de desactivación. Otro' escollo im p o rta n te es que el terap eu ta ción. En o tras ocasiones, la pseudom entalización es bastante fácil de
198 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EVA LU ACIÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 199

detectar, ya que las declaraciones acerca de los estados mentales nos P seudom entalización in tru siv a
resultan improbables, están basadas en evidencias escasas y son p re ­
La pseudom entalización intrusiva aparece cuando no se respeta
sum iblem ente inexactas, a p e sar de lo cual se afirm an con gran
la separación o la opacidad de las m entes. El individuo cree que
ro tu n d id ad . La mayor p a rte de la pseudom entalización encaja en
«sabe» cómo y qué siente o piensa la o tra persona. Con frecuencia,
una de las siguientes tres categorías (véase tam bién el cuadro 4.9):
los elem entos de lo que se afirm a son precisos y adecuados, y son las
1. Intrusiva diferencias sutiles o los cam bios de énfasis los que revelan la pseu­
2. Hiperactiva dom entalización. Es bastante com ún que esto o c u rra en el contexto
3. D estructivam ente inexacta de relaciones de apego relativam ente intensas, en las que el indivi­
duo que está pseudom entalizando expresa lo que siente su interlo­
E sta categorización se expone com o u n a h e u rístic a que ayuda cutor, pero lo extiende m ás allá de u n contexto específico o lo
a identificar la pseudom entalización, y no com o u n a form a de cla­ presenta de u n a m anera incondicional. Por lo general, los estados
sificar a los individuos, puesto que e sta s c ateg o rías tie n d e n a m entales se describen y elaboran con tal riqueza y com plejidad que
superponerse. es im probable que estén basados en evidencia alguna. Cuando se
cuestiona u n a declaración de este tipo (por ejemplo, «¿Cómo sabes
que él se siente incom petente y que rivaliza contigo?»), la n arrativ a
Cuadró'4.9. Gomo reconocer la pseudomentalización’:- .
pasa a ser claram ente no m entalizadora y a referirse a los rasgos de
Pseudomentalización intrusiva la personalidad, o bien form ula afirm aciones in fu n d ad as b asadas
• No se respeta la opacidad de las mentes en la intuición («Sencillamente lo sé...»).
• El conocimiento de los pensamientos y sentimientos se extiende más
allá de un contexto específico P seu dom entalización hiperactiva
• El conocimiento de los pensamientos y sentimientos se presenta de
La m odalidad hiperactiva de la pseudom entalización se caracte­
manera incondicional
riza p o r invertir u n a excesiva energía en refiexionar acerca de qué
• Los pensamientos y sentimientos se presentan con tal riqueza y com­
piensan o sienten los dem ás. La pseudom entalización hiperactiva
plejidad que es poco probable que se basen en pruebas
constituye u n a idealización de la com prensión en beneficio propio.
• Al ser cuestionada, incurre en narrativas no mentalizadoras.
Existe escasa relación entre lo que se elabora com o la realidad inter­
Forma hiperactiva de pseudomentalización na de la o tra persona y sus auténticas preocupaciones.
• Idealización de la introspección por su propio beneficio Lo m ás probable es que la p erso n a sobre la que se lleva a cabo
• Los pensamientos sobre los demás son sentidos como confusos y dicha m entalización ni siquiera sea consciente de ella, dado que u ti­
oscuros. lizar la m entalización al servicio de la m ejora de la com unicación
no fo rm a p a rte de la m otivación de la pseudom entalización. Pero,
Pseudomentalización destructiva inexacta incluso si la persona sobre la que se piensa es consciente de ello, es
• Negación de la realidad objetiva que socava la experiencia subjetiva probable que los pensam ientos acerca de ella le resu lten confusos y
• Vertida en términos de acusaciones oscuros. E l individuo p seudom entalizador puede so rp ren d erse p o r
• Niega los sentimientos reales de la persona y los sustituye por una esto y ex p resar su fru stració n p o r la falta de interés que la o tra p e r­
construcción falsa. sona m u estra hacia la conclusión a la que h a llegado. Es poco pro-
200 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
EVALUACIÓN DE LA MENTALIZACIÓN 201

bable que la falta de entusiasm o le lleve a cuestionarse la exactitud


ral de la m entalización. Dicho con otras palabras, si existe alguna
o validez de su em peño m entalizador, sino que es m ás plausible que,
evidencia de pseudom entalización, la m entalización que de otro
en su lugar, sea atribuida a u n a resistencia o negación deliberada al
m odo p u n tu a ría com o «buena» pasa a ser «m oderada». Si la evi­
servicio del propio yo.
dencia de pseudom entalización es poderosa, la evaluación general
de la m entalización se red u ciría en dos grados y, en ese caso, la
P seudom entalización d estru ctiva m en te inexacta «buena» m entalización sería calificada com o «pobre», y la m entali­
En esencia, la p rim era y la segunda categorías de pseudom enta­ zación «muy alta» p asaría a ser «moderada».
lización son am bas, en sentido estricto, form as «inexactas» de pen­
s a r acerca de la m ente de o tra persona. Sin em bargo, cabe la C om prensión concreta
posibilidad, si bien b astan te rem ota, de que no estén equivocadas.
La com prensión concreta -asociada al m odo de equivalencia
En cambio, el tercer tipo de pseudom entalización, esto es, la pseu­
psíquica- es la categoría m ás com ún de no m entalización y suele
dom entalización destructivam ente inexacta, se caracteriza p o r una
reflejar un fracaso general a la h o ra de apreciar los estados inter­
negación de la realidad objetiva que socava la experiencia subjetiva
nos (véase el cuadro 4.10). El corolario evolutivo de la com prensión
de la persona descrita. Con frecuencia, ese tipo de pseudom entali­
concreta es un m odo de equivalencia psíquica de experim entar la
zación se vierte en form a de acusaciones, com o «Tú me has provo­
subjetividad. Este m odo, que tam bién es típico en los niños de 2 a 3
cado», «Me estabas pidiendo que te pegase». El e rro r reside, en este
años de edad, se tom a con excesiva seriedad las experiencias de los
caso, en negar los auténticos sentim ientos de la o tra persona, susti­
estados m entales. No existe distinción alguna entre el estatus asig­
tuyéndolos p o r u n a construcción falsa. Una hija p o d ría decirle a su
nado a un pensam iento o creencia y el asignado a la realidad física.
m adre preocupada, «Te g u staría que me muriese». En los casos más
El in te rio r se equipara con el exterior. Por ejem plo, el m iedo a los
extrem os, las atribuciones de estados m entales pueden ser bastante
fantasm as que experim enta un niño es tan real com o el que podría
extravagantes: «Estás tra ta n d o de volverme loco», «Creo que os
esperarse de la presencia de un fantasm a verdadero. De igual m ane­
habéis aliado p a ra in te n ta r destruirm e». Cuando la inexactitud sir­
ra, en el caso de la com prensión concreta, los estados m entales se
ve al objetivo de que u n a persona utilice la m entalización p a ra con­
ven privados de su estatus especial y son tratad o s com o equivalentes
tro la r a otra, este tipo de pseudom entalización destructiva inexacta
al m undo físico y accesibles de m anera concreta.
se en cu ad ra en la categoría del abuso de la mentalización.
E l paciente que se h alla en este m odo deja de establecer conexio­
Las señales de pseudom entalización deben ten erse en cuenta en
nes en tre pensam ientos y sentim ientos, p o r u n lado, y entre sus p ro ­
el c u rso de la evaluación y ser observadas co n ju n tam en te con la
pias acciones y las de los dem ás, p o r el otro. Asimismo, m uestra u na
evaluación de la c a lid ad general de la m entalizació n . Todas las
falta g en eralizada de atención a los pensam ientos, sentim ientos y
m o dalidades de pseudom entalización y de m entalización deficien­
deseos de o tras personas. E n lu g ar de g u iarse p o r los sentim ientos
te tam b ién pueden se r relacionadas con contextos específicos. La
y los pensam ientos, suele in te rp re ta r las co n d u ctas desde el punto
p seúdom entalización solo puede ten er lugar en el contexto de una
de vista de la influencia de las restricciones físicas o situacionales.
relación específica de apego o bien en un contexto tem ático p a rti­
Los prejuicios y otros tipos de generalizaciones son com unes, como
cular. E n estos casos, podem os co n sid erar que la evidencia de la
lo son tam b ién las explicaciones tautológicas circulares de las con­
p seu d o m en talizació n se h a lla lim itad a. Tales casos de pseudom en­ ductas. Se confunde lo que son descripciones o categorizaciones
talizació n lim ita d a d eb e rían red u c ir u n grado la p u n tu ació n gene­
con las explicaciones (como, p o r ejemplo, «No hace nada d u ran te
202 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACÍÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EV A LU ACIÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 203

todo el día, porque es u n vago»). Pero, si bien las explicaciones con­


Cuadro 4.10. La comprensión concreta
cretas son en su m ayor p a rte incorrectas, no siem pre sucede así. No
Indicadores generales obstante, en este últim o caso, las explicaciones concretas se extien­
• Falta de atención a los pensamientos, sentimientos y deseos de los den m ás allá del rango en el que deberían ser utilizadas apropiada­
demás m ente y pueden ser ofrecidas en un nivel equivocado del discurso,
• Influencia de lo situacional y lo físico como p o r ejem plo cu an d o se solicita una n a rra tiv a m entalizada
• Predisposición a las generalizaciones masivas y a los prejuicios para identificar las m otivaciones in tern as y se da com o respuesta
• Explicaciones circulares una explicación física. P ara justificar u n arreb ato de violencia, por
• Las explicaciones concretas se extienden más allá del rango dentro del ejemplo, el paciente puede hacer referencia al c a rá c te r opresivo de
cual son pertinentes. la habitación en la que se encontraba (m al funcionam iento del aire
acondicionado, calo r excesivo, etcétera), p ero no al im pacto que
Indicadores estilísticos tenía en él (me sentía atrapado, sofocado, me recordó a cuando era
• Hablar en términos absolutos (por ejemplo, «Él siempre...») pequeño y me castigaban y encerraban, etcétera).
• Estilo culpabilizador o de búsqueda de responsabilidades E xisten indicios estilísticos sutiles de m en talizació n concreta.
• Caracterizaciones exageradas y pensamiento de tipo «blanco o negro» El m e n ta liz a d o r c o n c re to h a b la rá en té rm in o s absolutos: «Tú
• Atribuciones y explicaciones en términos de características personales siem pre...», «Tú nunca...», «Tú com pletam ente...», «Siem pre o cu ­
incambiables rre lo m ism o, ellos [un g rupo como, p o r ejem plo, los profesionales
° Descripciones con detalles innecesarios de la salud] son todos así». E ste tipo de generalizaciones cortocir-
• Rigidez y falta de flexibilidad, que se adhiere al primer relato plausible cuitean la necesidad de re c a b a r in fo rm ació n a c e rc a de estados
y disponible de la conducta
m entales específicos. La m entalización c o n c re ta suele c a ra c te ri­
• Ausencia de reflexión: solo resonar con aigo dispara inmediatamente la
zarse p o r u n a cu alid ad de culpabilización o de b ú sq u ed a de e rr o ­
acción.
res que, de ig u al fo rm a, n ace de la re s is te n c ia a e x p lo ra r las
Contenido típico de la mentalización concreta razones m entales com plejas de los eventos. O bviam ente, este sesgo
suele estar, aunque no siem pre es así, al servicio de uno m ism o. La
• Marcos de referencia bastante poco probables psicológicamente
autoculpabilización es u n signo de com prensión co n creta. A sim is­
8 Suposición de motivaciones basadas en la apariencia física
mo, la escisión, o el pen sam ien to de tipo «blanco o negro», es o tra
8 Pensamientos y motivaciones generalmente mal interpretadas
de sus c a ra c te rístic a s; e sta es o tra fo rm a de g e n e ra liz a ció n que
• Ideas establecidas arbitrariamente que se aceptan sin discusión
impide el acceso a la com plejidad. O tro atajo en este sentido con­
• Atribución incuestionable de intenciones malévolas
siste en c e n tra rse en las c a ra c te rístic a s perso n ales in alterab les de
• Comprensión superficial o concreta de la conducta
ios dem ás, com o raza, inteligencia o an teced en tes cu ltu rale s. S ote­
• Dificultades para reconocer las emociones
r ra r lo su b sta n c ia l bajo los detalles es o tra e s tra te g ia estilística;
• Problemas para reconocer el impacto que tienen en los demás nuestros
largas y p o rm e n o riz a d as descripciones de la secuencia de los even­
propios pensamientos, sentimientos y acciones
tos pueden reem p lazar, en los e n c u en tro s in te rp e rs o n a le s , a las
• Extrapolar, a partir de casos individuales expresados por otros, a un
explicaciones económ icas y m entalistas.
estado general y más extremo.
O tra c ara c te rístic a distintiva de la com prensión concreta es u n a
ostensible falta de flexibilidad. Las lim itaciones p a ra co m p ren d er
204 TRATAM IENTO BASADO EN LA M E T A L IZ A C IÓ N PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EV A LU ACIÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 205

los pensam ientos y sentim ientos hacen que el individuo se torne Como hemos visto, se conjugan u n a serie de factores p ara gene­
inflexible, de tal m anera que opta rígidam ente p o r la prim era expli­ ra r estos y otros indicadores de com prensión concreta. Si bien el
cación que le parece razonable y se adhiere a ella. El proceso n atu ­ m ás poderoso de ellos es la com prensión concreta o superficial de la
ral de tra b a ja r con un ab an ico de posibilidades, d e sca rta n d o conducta, tam bién desem peñan su papel otros derivados del fracaso
aquellas m enos plausibles, sencillam ente no le resu lta accesible. en la m entalización. Por ejemplo, la dificultad p a ra reconocer las
Debemos concluir, pues, que el individuo se encuentra inm erso en emociones puede hacer que la persona se lance a u n a «búsqueda
una lucha constante p ara tra ta r de relacionar los pensam ientos y absurda» p a ra tra ta r de entender u n a reacción que no es real, com o
sentim ientos con la realidad, lo cual es, por sí m ismo, una experien­ una reacción de enfado, por ejemplo. La dificultad p ara observar los
cia aversiva que lo aboca a u n profundo sentim iento de alienación y pensam ientos y sentim ientos propios genera problem as evidentes a
de no verse comprendido. A ctuar sin pensar no se debe sencillam en­ la hora de reconocer el im pacto que nuestros pensam ientos, senti­
te a u n a falta de inhibición, sino a un fallo del m ecanism o n atu ral mientos y acciones tienen en los demás. Si una persona no sabe que
que sirve de m ediador entre la percepción y la acción. Por lo general, se siente enfadada, p o r ejemplo, experim entará considerables difi­
la resonancia con el estado m ental de otra persona inicia un proce­ cultades p ara com prender las reacciones de los otros ante la p o stu ra
so de reflexión y selección de la respuesta pero, en un paciente cuya crónicam ente hostil que, sin saberlo, m anifiesta. La conceptualiza-
com prensión de los estados m entales es extrem adam ente concreta, ción inadecuada de los estados m entales puede llevar a la persona a
sobregeneralizar a p a rtir de casos individuales de expresión de las
la resonancia dispara inm ediatam ente la acción.
intenciones ajenas. Por ejemplo, el paciente puede distorsionar u n a
Desde el punto de vista de su contenido, una visión concreta tím ida expresión de que nos gusta alguien e interpretarla en el sen­
suele in d icar que la persona se siente perdida cuando se enfren­ tido de u n profundo afecto o incluso de amor. Este es u n sesgo que
ta a la necesidad de en co n trar explicaciones basadas en estados se halla, com prensible y obviam ente, al servicio del self. Lo que
m entales. Se puede recu rrir entonces a m arcos de referencia psi­ requiere explicación es la ausencia de lim itaciones al respecto que
cológicam ente bastante poco plausibles -com o m isticism o, señales norm alm ente ap o rta ría la cognición social.
de las estrellas, factores so b re n a tu ra le s- o explicaciones confusas
sobre la com unicación interpersonal inconsciente. P or lo general,
se hacen referencias genéricas a «sim plem ente saberlo» o a la in tu i­ La p u esta en acto, la Actuación*
ción en general. La com prensión concreta, com o sugiere el térm i­
no, se b asa en la apariencia física -el estado físico de las cosas es, a Una característica distintiva del trabajo con personas que p a­
m enudo, m alinterpretado, con lo que una puerta cerrada significa, decen u n trastorno de la personalidad es que el «tratam iento» ra ­
inevitablem ente, rechazo- y se basa, tam bién, en la falta de cues- ra vez com ienza y term ina en la sala de consulta. Como sabem os,
tionam iento de tales interpretaciones. En la situación m ás extrem a estas cosas suceden. Es inusual que el tratam iento no im plique un
conflicto entre el terap eu ta y el paciente acerca de las actuaciones
y generalizada del espectro de las dificultades, los pensam ientos
de este últim o, que tienen que ver con otras personas o en relación
fugaces que pueden cru zar brevem ente nuestra m ente devienen
con el terapeuta o, incluso, en relación con los propios intereses del
ideas establecidas que son aceptadas sin cuestionam iento alguno.
paciente. A veces, estas actuaciones llevan al terap eu ta a considerar
E n este contexto, la preocupación p o r los agravios y la venganza
que el paciente es «provocador», «m anipulador» o «controlador».
resulta especialm ente dolorosa. La atribución incuestionable de in ­
tenciones m alévolas a o tra persona, apoyada en la asunción de su * N del T: A lo largo del texto se em p lea el térm in o A ctuación / actu acio n es p ara
m aldad intrínseca, puede d isp a ra r u n a ira atroz. refe rim o s al térm ino inglés E n actm en t, y a la teorización que de él se desprende.
206 TRATAM IENTO BASADO EN LA M E T A L IZ A C IÓ N PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EVA LU ACIÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 207

Este tipo de actuaciones, que rara vez son neutrales, provocan p rin ­ se veía obstaculizado p o r el estado de su apartam ento. La paciente
cipalm ente una ansiedad en el terapeuta que puede m anifestarse explicó que, a pesar de que se sentía m ejor y m ás «centrada», cuando
en form a de preocupación por el paciente o incluso por sí mismo, regresaba a su casa, perdía el «equilibrio recién alcanzado» debido a
teniendo en cuenta el perjuicio que los actos del paciente pueden que no había sido capaz, durante m ucho tiem po, de ordenar su apar­
infligir a su reputación profesional. Algunas de estas acciones son tam ento a causa de su enferm edad. De hecho, el apartam ento pre­
"diagnósticas" -p . ej. las autolesiones, los intentos de suicidio o los sentaba un aspecto caótico y sucio, y excedía ahora la capacidad de la
actos agresivos y violento-. En otras ocasiones, las actuaciones im ­ paciente para ordenarlo: «¿Cómo puedo recuperarm e totalm ente si,
plican conflictos virulentos que, si bien no alcanzan el nivel de la cada vez que voy a casa, tengo que enfrentarm e a las consecuencias
agresión física, son inusuales por su ferocidad y su cualidad de des­ de mi enferm edad? Nunca puedo encontrar nada. Me paso todo el
control aparente. Las actuaciones que convierten al terapeuta en tiem po buscando cosas que sé que deben estar en algún sitio. El caos
sujeto de un ataque agresivo o de un afecto exagerado form an parte en mi hogar me saca de mis casillas y me obliga a recordar lo mal
de las dificultades que suelen afrontar los terapeutas. Más com ún, que he estado y podría volver a estar». La paciente solicitó entonces
aunque m enos reconocida, resulta la situación en la que el terapeuta que a través del hospital se le gestionase una limpieza a fondo del
no es el sujeto directo de una acción, pero se le exige algo, como es­ apartam ento. El equipo sopesó la petición y, después de reflexionar
cribir u n a carta de apoyo o efectuar llam adas telefónicas al paciente al respecto, rechazó la propuesta porque consideraron que la solici­
fuera de las horas norm ales de trabajo. En su grado m ás tenue, tal
tud era u n a «actuación» y que satisfacerla conllevaba ciertos riesgos.
vez adopta la form a de sentirse presionado a responder a los correos
La paciente entonces contactó con el director general de la clínica
electrónicos del paciente; y, en el extrem o m ás grave, puede im plicar
para form ularle la m ism a petición, escribiendo de m anera lúcida y
visitar al paciente en el hospital o en casa.
elocuente acerca de cóm o su progreso estaba viéndose obstaculiza­
Pero lo que todas estas situaciones tienen en com ún es: do por su entorno físico, al tiem po que expresaba su gratitud por la
am abilidad del equipo de salud m ental en otras áreas. El director
• El conocim iento por p arte del terapeuta de que algo no funcio­
se m ostró com prensivo y pidió al equipo que organizase la lim pieza
na bien
solicitada. Los argum entos esgrim idos p o r el equipo p ara disu ad ir al
• El desconcierto, a m enudo acom pañado por la ansiedad, sobre
director solo obtuvieron por respuesta una lacónica nota dirigida al
cóm o debe a c tu a r en relación con las acciones del paciente
líder del equipo, «¡Por favor, organícelo!» A regañadientes, el equipo
• La sensación de urgencia acerca de algo que debe llevarse a
aceptó y dispuso la lim pieza. Pero, si bien el estado m ental de la
cabo de form a rápida y eficaz p a ra «abordar» la situación
paciente no pareció beneficiarse de ello -d e hecho, incluso pareció
• La com prensión profunda y consciente de que, con indepen­
perjudicarla levem ente- la consecuencia im prevista fue que la llevó
dencia de cóm o responda el terapeuta, no será la acción ad e­
a en tab lar una correspondencia sem anal, a través del em ail de la
cuada y que, sea lo que sea que haga, te n d rá consecuencias
paciente, con el director con relación a aspectos de su atención. P a­
im portantes a largo plazo y, finalm ente, que de ello no se deri­
vará nada bueno. sado un periodo, el director se dirigió, cansado, al equipo con estas
palabras: «Por favor, poned fin a esto».
El siguiente es un ejemplo clínico real del que se nos informó en Este ejem plo ilustra que la "actuación" - a l igual que ocurre con
una sesión de supervisión. todas las dem ás expresiones de u n a m entalización deficiente- no
Una paciente, en proceso de ser tratad a con relativo éxito por un puede, y no debe, ser respondida directam ente. La m entalización
buen equipo com unitario de salud m ental, declaró que su progreso nunca es u n a respuesta adecuada a la no m entalización porque, sim -
T
208 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
n 209
EVA LU ACIÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N

plemente, no va dirigida hacia la necesidad real del paciente. En este ta n que nos sintam os asustados o indefensos p a ra s o p o rta r los
ejemplo, el asunto está bastante claro: el deseo teleológicamente im ­ sentimientos que generam os en ellos. Los terapeutas con u n trasfon­
pulsado de la paciente de tener un am biente hogareño limpio y orde­ do psicoanalítico pueden verse tentados a nom brar estos sentim ien­
nado estaba asociado, solo muy tangencialm ente, con la necesidad tos en lugar del paciente en un intento de persuadirle p a ra que se
de experim entar su propia subjetividad, y a sí misma, de una m anera responsabilice de ellos. Pero, de nuevo, esto es algo que se a p a rta del
coherente y predecible. Si la preocupación real no era la de poder objetivo, ya que las actuaciones y el pensam iento teleológico que los
«encontrar», de modo predecible, sus pensam ientos y sentim ientos im pulsan ocurren precisam ente porque estos sentim ientos no pue­
en su propia mente, poner la casa en orden, por m uy reconfortan­ den ser tolerados o poseídos. Un paciente de uno de nosotros (PF)
te que pareciese, no era realm ente im portante. La actuación es un entró chorreando sangre después de cortarse en el baño de la clínica
indicador del m odo teleológico de no m entalización. Llevar a cabo antes de la sesión, u n a visión alarm ante que suscitó diferentes tem o­
la actuación obligó a la paciente a perm anecer en un dom inio de res. El p rim er im pulso fue el de expresar horror, com partiendo la
m entalización deficiente: Pero explicarle directam ente las razones experiencia de conm oción y angustia y atribuyendo u n a intención
que podían ocultarse detrás de sus acciones tam poco hubiese sido de m aligna al paciente por d a r lugar a esa situación. Pero, en el contexto
utilidad. Es poco probable que se derivase provecho alguno del he­ de la MBT, la principal obligación del terapeuta es la de ayudar al
cho de explicar a la paciente que su deseo de tener un hogar lim pio y paciente a recu p erar la m entalización cuando se enfrenta a la no
bien ordenado era solo una expresión sim bólica de la insatisfacción m entalización. En este caso, m anifestar preocupación es, en un esce­
que experim entaba con su estado subjetivo de confusión. nario de autolesiones, u n a reacción n atural hum ana pero, en el con­
texto de la MBT, debe ser seguida por una genuina curiosidad acerca
Así pues, ¿cómo debem os entender la frecuente necesidad de
de lo que estaba haciendo el paciente antes de que ocurriese el evento.
«actuar» que tienen las personas aquejadas de TLP o TASP? La tra ­
Por supuesto, es im portante escuchar genuinam ente u n a respuesta
ducción de las experiencias a acciones constituye, sobre todo, u n pro­
franca a una pregunta sincera, ¡aunque con la sangre goteando en el
ceso interpersonal. La "actuación" es u n a señal de que la m entalización
suelo, esto sea difícil de conseguir! Las dram atizaciones son com pli­
es, m om entáneam ente, vulnerable y de que cualquier tipo de reflexión
cadas de gestionar, p recisam en te porque im ponen restricciones
es inútil. La actuación no tiene sentido en el m om ento en que se lleva
poderosas a la capacidad del terapeuta p a ra m entalizar. N uestro con­
a cabo, y cualquier intento de infundirle significado obvia el proceso
sejo es que, antes de ab o rd a r la no m entalización del paciente, nos
no m entalizador y no aborda la experiencia del paciente, sino que
asegurem os de que nuestra propia m entalización perm anece intacta.
solo refleja la necesidad que tiene el terapeuta de ordenar y organizar
Dicho m etafóricam ente, aunque el paciente pueda no sentir la nece­
el m undo subjetivo. N uestra com prensión de este tipo de conducta
sidad de u n vendaje, el terapeuta necesita, antes de em pezar a desem ­
orientada a conseguir resultados es que el paciente tra ta de dirigir la
peñar su papel, que el paciente haya sido vendado.
reacción subjetiva del terapeuta, y que el propósito de ello no es sino
m itig ar los sentim ientos que le resu ltan difíciles de tolerar. E n las
personas con TASP, generar ansiedad y/o im potencia en otras perso­ El abuso de la m entalización
nas puede ser u na m anera de hacer m ás soportables los sentim ientos
que albergan en su interior: el sentim iento se ubica ahora fuera del Una proporción su b stan cial de individuos con un grave tra s to r­
paciente y, p o r lo tanto, no es algo que el paciente experim ente. Como no de la personalidad p arecen evidenciar u n a capacidad exagerada
terapeutas, podem os sentirnos controlados o m anipulados, pero res­ de m entalización. E sta es la im presión que se tiene cuando el pacien­
pon d er sobre esa base no tiene en cuenta a los pacientes: ellos necesi­ te está decidido a u tiliz a r la m en talizació n p a ra c o n tro lar la con-

m
210 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EVALUACIÓN D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 211

\
ducta de otros, a m enudo de u n m odo que resulta perjudicial para Cuadro 4.11. E_í abuso deja mentalija^ón . ■
ellos. El paciente utiliza la lectura de la m ente p a ra «presionar a la
gente» p a ra conseguir que reaccionen de u n a m an e ra ventajosa Indicadores generales
para sus intereses. La reacción buscada suele ser aparentem ente • Se utiliza la mentalización para controlar la conducta de los demás
negativa (p o r ejemplo, provocar al otro con el fin de suscitar su ira) • A menudo se emplea de una manera que va en detrimento de la persona
pero, en u n contexto más amplio, podem os ver que se halla al servi­ «mentalizada»
cio de su propio beneficio (por ejemplo, el paciente siente que tiene • Esta aparente capacidad excesiva para mentalizar es a expensas de la
«razón» al reivindicarse como víctim a de la reacción exagerada e capacidad para representarse el estado mental propio
injustificada de la persona a la que ha provocado). En otras ocasio­ • Conocimiento del modo en que se siente alguien, pero imposibilidad de
nes, puede utilizar sus habilidades de m entalización para seducir o resonar con ese sentimiento.
tra n q u iliz a r la persona con la que interactúa, anticipándose a sus
Abuso leve
necesidades y preocupaciones (véase el cuadro 4.11).
• Intención limitada de controlar la mente de la otra persona
Todo ello p o d ría darnos la im presión de que nos hallam os ante
• Comprensión empática del otro
alguien con u n a capacidad de m entalización ex trao rd in aria. Sin
• Distorsiones de los sentimientos ajenos o una mala representación de la
em bargo, la lectura de la m ente de los dem ás suele producirse, en
experiencia propia
estos individuos, a expensas de la capacidad de representarse su
• La intención manipuladora está en relación con un conjunto complejo
propio estado m ental. De este m odo, existe un g ran desequilibrio
de relaciones sociales
entre su capacidad de m enializar a o tra s personas y la capacidad de
• Pocas probabilidades de que conlleve un abuso psicológico.
verse a ellos m ism os con precisión. Además, podem os observar un
...
desequilibrio adicional entre la capacidad p a ra ser sensible a lo que r»
Intentos de inducir pensamientos y sentimientos específicos en otra
las otras personas saben o creen (pensam ientos, creencias y conoci­ ■r persona
miento) y esa m ism a capacidad p ara sus propios estados em ociona­
• El conocimiento de los sentimientos ajenos se utiliza de manera sádica
les y experiencias afectivas. E n el extrem o de este continuo, el
• Trata de inducir culpa, ansiedad o vergüenza
individuo puede saber cóm o se sienten o tra s personas, pero es inca­ 1
• Busca engendrar una lealtad injustificada
paz de re so n a r con dichos sentim ientos. Por ello este funcionam ien­
• Casi universal en el tratamiento psicoterapéutico de los individuos con
to puede proporcionarle una ausencia de responsabilidad cuando
TLP.
generan an g u stia a los demás.
El abuso de la m entalización debe ser valorado desde el punto de Deliberado socavamiento de la capacidad de pensar de otra
vista de su gravedad. En el grado m ás leve de este tipo de problem a, persona
las personas utilizan su com prensión de los estados m entales de • Alcanzado fácilmente generando arousal
m anera perjudicial y al servicio de sí m ism as, pero con intenciones • Invariablemente aversivo
lim itadas de controlar la mente de otra persona. Incluso la com pren­ ' Amenazas físicas, gritar y/o lenguaje abusivo
sión em pática del otro puede ser utilizada de m an era m anipuladora • Humilla o amenaza con la humillación, por ejemplo, mediante amena­
al servicio de sí mismo. Este tipo de abuso de la m entalización conlle­ zas de suicidio.
va, a menudo, la exageración o distorsión de los sentim ientos ajenos o
(C o n tin ú a )
una representación inadecuada de la experiencia propia. Si bien es
212 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EVALUACIÓN DE LA MENTALIZACIÓN 213

de los individuos con TLP, quienes tratan de inducir al terapeuta a


experim entar los estados m entales propios del paciente.
Trauma y m altrato
Una form a especial de este abuso coercitivo es el debilitam iento
• Desactivación autoprotectora de la mentalización para salvaguardarse
deliberado de la capacidad de pensar de o tra persona. Para alguien
de la intención malévola de una figura de apego
cuya capacidad de mentalización es pobre, la presencia de otra perso­
• Recrea en la mente de otras personas un estado mental de pánico o de
na que sea capaz de pensar puede, con frecuencia, resultar profunda­
falta de sentido
m ente am enazadora. Existen form as relativam ente sencillas de
• Abuso traumatogénico de la mentalización vuelto contra uno mismo:
socavar la mentalización, algo que se consigue m ás fácilmente gene­
abuso de substancias, autolesiones y disociación.
rando arousal. Estas son, invariablemente, experiencias aversivas para
la «víctima». Las am enazas físicas, los gritos, el lenguaje abusivo o
sim plem ente desbordar la capacidad atencional del oyente pueden,
probable que la experiencia de no verse com prendido con exactitud
todos ellos, servir p ara bloquear su m entalización. De un modo m ás
resulte aversiva, es poco factible que la creación del sentim iento de ser
sutil, los pacientes pueden inducir un fallo de mentalización en el otro
m alinterpretado constituya el objetivo de la utilización indebida de la
m ediante la humillación o la am enaza de humillación. Por ejemplo, las
m entalización. Lo m ás probable es que la intención m anipuladora
am enazas suicidas de un paciente pueden generar ansiedad en el tera­
tenga que ver con un conjunto complejo de relaciones sociales. Por
peuta, así como im plicar un fracaso profesional (vergüenza) y, por lo
ejemplo, un padre puede reaccionar de form a exagerada a la tristeza
tanto, servir p ara detener, parcial o totalm ente, la capacidad del tera­
m oderada de su hijo y afirme, con el fin de causarle dificultades a su
peuta de contem plar adecuadam ente el estado m ental del paciente.
expareja en u na disputa por la custodia, que el niño está profunda­
m ente afligido por algo. En ese caso, la com prensión em pática osten­ Una cuestión específica concerniente al uso indebido de la m en­
sible del «malestar» del niño sirve como m unición en una disputa de talización es la relacionada con el tra u m a y m altrato. Los niños
relación. Sin em bargo, este tipo de abuso de la m entalización rara vez suelen resp o n d e r a la intención hostil hacia ellos por p a rte de un
adulto ab u sad o r m ediante la inhibición de su propia capacidad de
es equiparable a un abuso psicológico.
p en sar en los estados m entales: contem plar el estado m ental de su
Un conjunto m ás complejo de problem as aparece cuando hay un agresor (quien es, a m enudo, u n a figura de apego, por ejemplo, uno
aparente intento de inducir pensam ientos y sentim ientos específicos de los p adres) resu lta dem asiado doloroso. No sorprende, pues, que
en otra persona. En su faceta m ás extrema, hay individuos antisocia­ la exploración del tem a del tra u m a en ad u lto s supervivientes al
les que utilizan de m an era sádica el conocim iento de los sentim ien­ m altrato suela provocar la p é rd id a de la m entalización. Más p e rti­
tos ajenos. E ste tip o de m an ip u lació n es c a ra c te rístic o de los nente en este contexto, es la necesid ad que tienen los individuos
llam ados psicópatas, que pueden aprovecharse de su capacidad de trau m atizad o s de re c re a r un estad o m ental de pánico o sinsentido
m entalización p ara generar confianza en o tra persona con el objeti­ en quienes les ro d ean con el fin de aliviar ese estado doloroso in so ­
vo de llegar a explotarla. Este tipo de control elaborado de la conduc­ portable. Incluso es m ás frecu en te que el abuso de la m en ta liz a ­
ta de alguien es raro. Es m ás habitual que el abuso de la m entalización ción in d u cid o p o r el tra u m a p u e d e volverse c o n tra uno m ism o.
im plique la inducción de culpa, ansiedad y vergüenza o busque, a D etener el p ensam iento se puede lo g ra r de v a ria s m aneras, com o el
veces, g en erar u n a lealtad injustificada com o p a rte del intento de abuso de su b stan cias, las autolesiones o la bú sq u ed a de u n a ver­
co n tro lar a la o tra persona. Este clase de abuso de la m entalización sión e x tre m a del m odo sim u lad o fu n c io n a n d o en u n estad o de
se encuentra casi universalm ente en el tratam iento psicoterapéutico disociación.
(

214 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EVA LU ACIÓ N D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 215 ^

<
Resum en with Normal Adults, and Adults with Asperger Syndrome or High- l
Functioning Autism», Journal o f Child Psychology and Psychiatry, 42,
La evaluación exhaustiva de la m entalización requiere investigar págs. 241-251
las diferentes dimensiones de esta en diferentes condiciones de estrés Barrett, L.F., Quigley, K.S., Bliss-Moreau, E. y Aronson, K.R. (2004). «Inte- (
y en diferentes relaciones, lo cual incluye el modo en que m entaliza roceptive Sensitivity and Self-Reports of Emotional Experience», Jour~ t
el paciente en relación con el evaluador. Se requiere un m ínim o son­ nal o f Personality and Social Psychology, 87, págs. 684-697.
Bateman, A. y Fonagy, P. (2008). «8-Year Follow-Up of Patients Treated for (
deo p a ra identificar los lím ites de la m entalización del paciente y
Borderline Personality Disorder: Mentalization-Based Treatment ver- (
tam bién p ara ver m ás allá de las im presiones «estandarizadas» de sus Treatment as Usual», American Journal o f Psychiatry, 165, págs. 631-
m entalización. En general, la evaluación de la m entalización debe 638. /
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La práctica
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(
(
(
(
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(
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<
(
(
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(
r
r
La estructura de la terapia
basada en la mentalización

Introducción
;
El objetivo general de la MBT es desarrollar un proceso terapéu­
tico en el que la m ente del paciente se convierta en el foco del tra ta ­
miento. El objetivo es que el paciente descubra m ás cosas acerca del
modo en que piensa y siente a los dem ás y a sí m ism o, cómo d icta sus
* respuestas a otros y cóm o los «errores» en la com prensión de los
dem ás y de sí m ism o pueden abocarlo a determ in ad as acciones en
un intento de preservar su estabilidad m ental y de atenuar su s senti­
r.
H.
mientos incom prensibles. El terapeuta debe asegurarse de reco rd ar
constantem ente al paciente dicho objetivo, y tam bién que el proceso
de terap ia en sí no tiene n a d a de m isterioso, asegurándose de que
i • este entiende el foco subyacente del tratam iento. Esto es algo que no
puede darse p o r sentado, aunque el paciente haya asistido al curso
introductorio al MBT (MBT-I) (ver capítulo 11).
El proceso de m entalización solo puede desarro llarse u n a vez que
se define cuidadosam ente la e stru c tu ra del tratam iento. La e stru c tu ­
ra general de la MBT está form ada p o r el p roceso de evaluación
seguido de la MBT-I, después se da paso a la MBT individual y, por
último, la MBT grupal.
224 TRATAM IENTO BASADO EN LA M E T A L IZ A C IÓ N PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA E S T R U C T U R A D E LA T E R A P IA BASADA E N LA M E N T A L IZ A C IÓ N 225

Es im portante recordar que, en sí mismo, el proceso de evalua­ D urante las sesiones interm edias, el objetivo del trabajo tera p éu ­
ción es u n a p arte intrínseca de la trayectoria del tratam iento y no tico activo consiste en estim u lar u n a capacidad de m entalización
algo separado del proceso global de este. Form a parte de las sesiones m ás ro b u sta en un contexto de arousal em ocional y de relaciones de
iniciales y es u n aspecto im portante p ara conseguir que el paciente apego. Abordarem os, en capítulos posteriores, los aspectos técnicos
se com prom eta con el tratam iento. Debido a su relevancia, hemos m ás específicos de esta etapa del tratam iento.
abordado la evaluación de m anera independiente en el capítulo 4.
En el estadio final, se lleva a cabo la preparación para concluir el
tratam iento. Esto requiere que el terap eu ta se centre en lo senti­
T ray ecto ria del tra ta m ie n to m ientos d e pérdida asociados a la finalización del tratam iento y en
el m odo de m antener las ganancias conseguidas, así com o d e sa rro ­
La trayectoria del tratam iento pasa por varias etapas principales, llar, de form a acordada con el paciente, un program a de seguim ien­
con un periodo inicial, m edio y final. El objetivo general de la fase to ad ap tad o a sus necesidades p a rticu la re s. La opinión expuesta
inicial es la evaluación de las capacidades de m entalización y las por algunos autores de determ inados modelos de terapia de que los
funciones de la personalidad, la vinculación y participación del pacientes con un trasto rn o severo de la personalidad m ejoran ade­
paciente en el tratam iento y la identificación de los problem as que cuadam ente tra n sc u rrid o s entre 12 y 18 de m eses de tratam iento,
puedan interferir en su desarrollo. Los procesos específicos incluyen hasta el punto de no req u e rir m ás apoyo, es una fantasía que form a
ofrecer u n diagnóstico, proporcionar psicoeducación, establecer una p a rte de la mitología de la investigación y no tanto de u n a práctica
jera rq u ía de objetivos terapéuticos, estabilizar los problem as con- clínica realista.
ductuales y sociales, definir un plan de crisis y establecer u na super­
visión de los resultados (ver la figura 5.2).

E structura del tratam iento

Evaluación

Figura 5.1. Estructura del tratamiento Figura 5.2. Trayectoria del tratamiento
226 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA E S T R U C T U R A D E LA T E R A P IA BASADA E N LA M E N T A L IZ A C IÓ N 227

Fase in icial el servicio no rm al «porque no se dispone de tratam ien to p a ra su


tra sto rn o de la personalidad». La incertid u m b re y la duda acerca
E valuación de la m entálización del valor del diagnóstico pueden ser correctas, pero es probable
que la evitación y la falta de claridad despierten en el paciente des­
Ya hem os abordado, en el capítulo 4, la evaluación de la capaci­
confianza en la com petencia del profesional, haciendo m ás difícil
dad de m cntalización de los pacientes.
el desarrollo de u n a alianza terapéutica.
Asumiendo que hemos llevado a cabo un abordaje categórico a la
P roporcionar u n diagnóstico y p re se n ta r el abordaje
personalidad y concluido que el paciente padece TLP, la m ejor ap ro ­
Los profesionales de la salud m ental expresan serias dudas a la xim ación sería, según nu estra experiencia, d irecta y explicativa,
hora de asignar a un paciente un diagnóstico de trastorno de la per­ teniendo en m ente que lo que buscam os es estim ular la capacidad
sonalidad. Sus tem ores tienen que ver con las connotaciones peyora­ del paciente p ara reflexionar en sí m ism o y en la perspectiva que
tivas, las actitudes críticas, la culpabilización del paciente, el ataque tenem os de él. Además de que existen m uchos modos de conseguirlo,
al m ism o "alma" del individuo y la estigm atización del paciente para no debem os a su m ir que tenem os la respuesta correcta. Es posible
el resto de su vida. que el lector tenga una explicación m ejor del diagnóstico y, en ese
caso, deberá ser fiel a ella. Sin em bargo, desde la perspectiva de la
Después del tratamiento y, aunque ya no cumplía los requisitos
para el trastorno de la personalidad, una de nuestras pacientes se MBT, el principal propósito del diagnóstico es estim ular al paciente
quejaba de que, el equipo clínico empezó a tratarla con suspicacia e p ara que considere todos los aspectos de sí m ism o y reflexione en lo
inseguridad tan pronto como vieron su historial, a pesar de su obvia que pensam os acerca de él, m ientras le m ostram os nuestra capaci­
habilidad para interactuar con los servicios de manera apropiada. dad p a ra tra ta r sus problemas.

A unque ex istan retro ceso s potenciales, creem os firm em ente Cuando ofrezcam os un diagnóstico es im prescindible com pro­
que es necesario y constructivo b rin d a r al paciente un diagnóstico bar con frecuencia la com prensión del paciente acerca de los que le
apropiado. ¿Pero cóm o o frecer un d iagnostico beneficioso y útil? estam os diciendo. Es antim entalizador p o r parte del terapeuta p re­
Eso algo que no resu lta ta n p ro b lem ático en los pacientes que suponer lo poco o m ucho que sabe u n paciente. Si asum im os que
m u estran c a ra c te rístic a s del tra s to rn o lím ite de la personalidad sabe dem asiado, inducirem os en él una actitud defensiva pero, si d a­
(TLP) no com órbido, si bien incluso en ese caso puede resu lta r d ifí­ mos p o r sentado que sabe m uy poco, podem os vernos cuestionados
cil. Pero es m ás problem ático c u a n d o los pacientes cum plen los por ser sobreprotectores. Es igualm ente antim entalizador -e sto es,
criterios de la personalidad antisocial, p aranoide, narcisista o bor- socava la m entalización del paciente- «tener la seguridad de que el
derline y tam b ién tienen u n tra sto rn o p siq u iá tric o m ayor com o la paciente entiende lo que estam os diciendo». El objetivo no es «con­
depresión, p o r ejemplo. No podem os o c u lta rn o s d e trá s de los e rro ­ tarle» al paciente lo que sabem os y dem ostrarle el grado de nuestro
res de la nosología, eludir n u e stra resp o n sab ilid ad , culpar a los sis­ conocim iento para estim ular la reflexión. La m entalización del te ra ­
tem as in ad e c u a d o s de d iagnóstico o sim plem ente decir que no peuta descubrirá lo que el paciente entiende acerca de lo que se le es­
creem os en la diagnosis. A unque no confiem os en los sistem as tá diciendo. En principio, tratam os de descubrir si lo que tenem os en
categóricos de diagnóstico, es probable que a lg u n a o tra p erso n a en m ente acerca del paciente se corresponde realm ente con u n estado
el servicio de salud m ental d iag nostique al paciente o que le diga, m ental que él reconoce, pero en ningún caso intentam os convencerlo
sencillam ente, que sus necesidades no p u ed en se r satisfechas por de nuestro punto de vista.
228 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA E S T R U C T U R A D E LA T E R A P IA BA SA D A E N LA M E N T A L IZ A C IÓ N 229

Abrir un «diálogo sobre el diagnóstico» p a rtir de la experiencia previa del terapeuta, puede aliviar la tensión
Aunque podem os desear em pezar con u n a declaración clara de al alejar tem poralm ente del paciente el foco de atención.
nuestro diagnóstico, en general, es m ejor avanzar con tacto hacia el Según nuestra experiencia, u n a vez que se aborda de modo sensi­
diagnóstico, preguntando al paciente qué clase de persona siente que ble el diagnóstico, el tem a deja de ser un enigm a filosófico y se co n ­
es. E n el cuadro 5.1, resum im os algunas de las cuestiones que pue­ vierte en un estím ulo p a ra com prender cuáles son realm ente los
den plantearse como parte de este proceso. problem as subyacentes del paciente. Esto exige un diálogo acerca de
Finalm ente, hay que plantear el diagnóstico: cuál es nuestra com prensión del desarrollo del TLP aportando u n a
explicación, u n punto en el que aparece u n conflicto en la m entaliza-
Teniendo en cuenta todo lo que me has dicho, pienso que padeces ción del terapeuta. Por un lado, va en contra del espíritu de la m enta-
un trastorno límite de la personalidad. ¿Has escuchado alguna vez
lización prom over nuestra com prensión del trasto rn o como si se
esa palabra?
tratase de u n a vulnerabilidad a la perdida de la m entalización en el
Si el paciente tiene algún conocim iento previo del trastorno, contexto de las relaciones de apego (porque al hacerlo correm os el
entonces, debem os preguntarle qué entiende acerca del TLP, b asán­ peligro de apropiarnos de la com prensión del paciente) pero, p o r
dose en lo que haya aprendido al respecto anteriorm ente. Más en otro lado, es im portante que el paciente entienda el foco m entaliza-
concreto, lo que tratam os de hacer es acceder a los sentim ientos sub­ dor del tratam iento y nuestras razones p a ra adoptar este abordaje
yacentes que le despierta el hecho de hab lar y p en sar en sí mismo específico. Es, por tanto, muy im portante p a ra el terapeuta presen­
com o alguien que «ha recibido un diagnóstico». Este proceso tal vez tar esto com o u n a com prensión y no com o u n «hecho».
despierte, en algunos pacientes, una cierta ansiedad, m ientras que,
p ara otros, en cambio, supondrá un alivio que se les diga que lo que B rin d a r u n a explicación
les h a estado ocurriendo d u ran te varios años es algo de lo que son
conscientes los profesionales de la salud m ental y form a p arte de un Psicoeducación
problem a psicológico conocido. Sin em bargo, tam bién habrá otros La psicoeducación es p erfectam en te com patible con nuestro
pacientes a los que pueda resultarles deshum anizador y degradante. modelo. Es por ello que un program a introductorio, que norm alm en­
De ese modo, el terapeuta debe asegurarse de que su actitud es pon­ te dura 12 sem anas pero puede a veces ser m ás breve, form a p arte de
derada y sensible y, en ocasiones, reconfortadora. E n particular, las la trayectoria del tratam iento (véase capítulo 11). El terapeuta inicia
discusiones deben ser ilustradas con ejemplos pertinentes extraídos este proceso, durante la evaluación, explicando las posibles causas del
de la historia del paciente p a ra ejem plificar lo que realm ente se quie­ TLP, los problem as psicológicos y las dificultades p ara m antener la
re transm itir. De igual m odo, el uso juicioso de ejemplos clínicos, a m entalización que son consecuencia del TLP, los objetivos del tra ta ­
m iento y cóm o la MBT recu rre a la terapia individual y grupal p ara
estabilizar la m entalización en el contexto de las relaciones de apego.
Cuadro 5.1. Establecer ün diagnóstico
No obstante, el principal m étodo utilizado durante las sesiones inicia­
• ¿Cómo te describirías a ti mismo como persona? les en la MBT p a ra ayudar al paciente a apreciar el proceso terapéuti­
• ¿Qué te convierte en un individuo? co no consiste en «educarlo», sino en implicarlo. El terapeuta escucha
• ¿Cómo te describiría otra persona? atentam ente el modo en que el paciente habla sobre los dem ás y sobre
• ¿Qué clase de persona eres en las relaciones cercanas? sí m ism o, identifica las c a ra c te rístic a s que le sugieren fortalezas en
• ¿Cuáles son tus mejores cualidades personales?
la m entalización, subraya las co m petencias em ocionales y, cuando
230 TRATAMIENTO BASADO EN LA MF.NTALIZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA E S T R U C T U R A D E LA T E R A P IA BASADA E N LA M E N T A L IZ A C IÓ N 231

concurren estos aspectos positivos de la m entalización, se sirve de sentirse interesados por los resultados concretos y, en consecuencia,
ellos p ara explicar el proceso de la terapia. im partir la información como lo hace un profesor puede ser interpre­
tado por esos pacientes como una señal de u n a atención «de verdad».
Parece que has entendido realmente lo que ocurrió entonces. El foco
Pero, en lo que respecta a la mayoría, lo mejor es perm itir que el pacien­
del tratamiento se propone incrementar tu capacidad para hacer eso
incluso cuando te sientas alterado, herido o albergues otros senti­ te aborde cada aspecto del modelo de desarrollo desde el punto de vis­
mientos. En el tratamiento tropezaremos con muchas experiencias ta de su propia vida y considere su relevancia p ara él. En lugar de
que tienes, tanto aquí como en el exterior, y que no comprendemos. proporcionar explicaciones largas y complicadas, el terapeuta debería
Uno de los principales rasgos de la terapia es, en nuestra opinión, brindar exposiciones breves y sencillas de cada aspecto del modelo,
explorar esas experiencias de manera que podamos dar sentido a lo preferiblem ente en térm inos de la propia historia y los problem as
que puede ocurrir en tu mente en esos momentos. actuales del paciente. La explicación debe ajustarse individualm ente
para estim ular una reevaluación de la propia comprensión del pacien­
Comprensión del trastorno límite de la personalidad desde el apego te de sus problemas y, en beneficio de la mentalización, vincular cada
Al final del proceso de evaluación, se discute con el paciente nues­ área del problema al program a de tratam iento.
tra com prensión del TLP, esbozada en el capítulo 2. En ese momento,
Terapeuta: Parece com o si tu m adre y tú sim plem ente estabais en
el paciente ya está preparado p a ra las sesiones grupales introducto­
desacuerdo y sentías que ella no quería entender rea l­
rias, es decir, la MBT-t (véase capítulo 11).
m ente las cosas. Pero tú no te rendías a la h o ra de tra ta r
Al discutir los orígenes del TLP se corre el riesgo, por un lado, de de hacerle saber que eras infeliz. Aun cuando fueses un
sim plificar las causas y, por el otro, de complicarlas en exceso. Algunos adolescente, p arece que querías que ella supiese que
pacientes se sienten sobreprotegidos cuando los terapeutas brindan tenías un problem a pidiéndole, p o r ejemplo, que fuese a
explicaciones que les parecen triviales y pueden reaccionar enfadán­ la escuela cuando te expulsaban y al hospital cuando
dose, m ientras que otros se sienten desbordados por una información tom abas u n a sobredosis. ¿Por qué crees que ella no p a re ­
que suele sumirlos en la perplejidad. Es, por tanto, muy im portante cía darse cuenta?
que, antes de em barcarse en cualquier explicación, el terapeuta calibre Paciente: Sencillam ente porque era una m ujer horrible. [Una res­
cuidadosam ente el conocim iento y la capacidad del paciente para p u esta no m en talizad o ra porque es un descriptor, un
prestar atención a los nuevos conceptos. N uestra experiencia nos dice absoluto que carece de elaboración y reflexión sobre el
que es cada vez m ás común que, antes de acudir al tratam iento, los concepto mental.]
pacientes altamente funcionales hayan buscado información en Inter­ Terapeuta: Sospecho que podría tratarse de algo m ás complejo y, por
net y, de ese modo, el terapeuta debe averiguar prim ero lo que sabe el eso, el tratam iento te ayudará a explorarlo mejor. Una
paciente acerca del trastorno: «¿Quizá hayas leído alguna cosa acerca característica del tratam iento es que pedim os a los pacien­
del TLP?» Es esencial que el hecho de «explicar el modelo» no se con­ tes que reconsideren algunas de sus explicaciones perso­
vierta en una imitación de una clase en la que el terapeuta, actuando nales sobre los eventos y, en especial, sobre cóm o entienden
como «profesor», im parta una inform ación que debe ser «aprendida» las cosas en el presente. D urante la terapia grupal, tendrás
por el paciente. Algunos individuos q uerrán llevar a cabo el ejercicio la oportunidad de escuchar la com prensión que otras per­
como si se tratase de una lección escolar, pero lo que eso indica nor­ sonas tienen de tus problem as, lo cual te ayudará a recon­
m alm ente es que su m entalización se h a interrum pido y que las fun­ siderar tu propia comprensión. Cabe la posibilidad de que
ciones teleológicas están en ascenso. Los pacientes con TLP suelen sientas que aquí la gente no te entiende y, si ese es el caso,
232 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARATRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA ESTRUCTURA DE LA TERAPIA BASADA EN LA MENTALIZACIÓN 233

debes hacérselo saber. Todos nosotros traem os nuestras H ubo varias razones p ara el cambio del program a de hospital de
experiencias pasadas a nuestra situación actual, y tú me día al program a externo. En prim er lugar, nuestra investigación suge­
has dicho que, de hecho, nunca has confiado en nadie, de ría que los pacientes que, en nuestra opinión, requerían un tratam ien­
modo que puedes estar muy pendiente de si te entendemos to m ás intensivo como, p o r ejemplo, los que padecían m ás de un
o no. Así pues, coméntale eso a tu terapeuta habitual y, tal trastorno de la personalidad, o suponían un riesgo para los dem ás y
vez, ocúpate tam bién -si sientes que no entienden lo que para sí mismos, o bien tenían un problem a serio con el abuso de dro­
tratas de decirles- de que el grupo lo sepa. gas arraigado en su funcionam iento cotidiano, les iba igualm ente
bien en el program a am bulatorio. La segunda razón es que los tera ­
P rogram a de tra ta m ie n to peutas descubrieron que la gestión como pacientes externos de este
grupo de individuos no elevaba su ansiedad a niveles inaceptables. En
H an existido históricam ente dos variantes de la MBT. Los prim e­
tercer lugar, el bajo nivel de interacción entre pacientes y terapeutas
ros estudios de la MBT fueron llevados a cabo en el contexto de un
aum entaba la presión sobre los pacientes para m antener un alto gra­
p rogram a de hospital de d ía (parcial) al que los pacientes asistían
do de autoeficacia. Asimismo, el program a p a ra pacientes externos
inicialm ente 5 días p o r sem ana y cuya duración m áxim a era de entre
era m ucho m ás eficiente desde el punto de vista de los costes.
18 y 24 meses. P ara poder ingresar en el program a de hospital de día
(parcial), se requería que los pacientes m ostrasen u n núm ero concre­ A lo largo de los últim os años, tam bién se han desarrollado otros
to fie características clínicas descriptivas, incluyendo un riesgo ele­ program as cuyo objetivo es ayudar a las personas con TLR E n algu­
vado ta n to p ara los dem ás com o p a ra ellos m ism os, repetidos nos de ellos, se su m in istra a los pacientes u n tratam iento m enos
intenso que la MBT-intensivo p a ra pacientes externos como, p o r
ingresos hospitalarios que interfieren con la adaptación a la vida
ejemplo, únicam ente MBT individual y MBT grupal. Por otro lado,
cotidiana, grave abuso d iario de substancias, m entalización frag­
tam bién existe en la actualidad u n tratam iento m ás intensivo, consis­
m entada y alojam iento y apoyo social inadecuados. E ra m ás proba­
tente en MBT-intensivo p ara pacientes externos al que se añade un
ble que los pacientes que m ostraban alguna capacidad p ara la vida
elemento adicional, si está justificado, tal com o u n a terapia expresi­
cotidiana y que recibían un apoyo social estable y alojam iento ade­
va. E n la actualidad, no disponem os de datos que avalen estas v a ria n ­
cuado fuesen tratad o s en el m arco de un program a intensivo para
tes del tra tam ie n to o rig in al de la m entalización, pero m uchos
pacientes externos (ver los parágrafos siguientes), en especial si su
servicios p ara personas con trasto rn o s de la personalidad intentan
vulnerabilidad a la pérdida del proceso de m entalización estaba
derivar a ellos a los pacientes p a ra su tratam iento según la gravedad
lim itada, sobre todo, a las relaciones emocionales cercanas.
de sus síntom as. Sin em bargo, no hay unanim idad, en el m om ento
El program a am bulatorio (parcial) (Batem an, 2005; B atem an y actual, en cuanto a cómo m edir la gravedad del trasto rn o de la perso­
Fonagy, 1999) ha dejado de ser ofrecido en el Reino Unido, aunque en nalidad y, en consecuencia, es imposible asignar a los pacientes a un
E u ro p a algunos servicios siguen su m in istran d o este tratam ien to program a u otro de acuerdo a u n a escala de gravedad universalm en­
intensivo. En el Reino Unido, todos los pacientes son tratados en p ro ­ te aceptada. Esto puede cam biar con la actual propuesta de la deci-
gram as externos (MBT-ambulatorio), de los cuales el m ejor estudia­ m oprim era revisión de la Clasificación Internacional de Enferm edades
do es u n tratam iento intensivo de 18 m eses p a ra pacientes externos (CIE-11), que aconseja que se organicen los trastornos de la persona­
consistente en u n a sesión sem anal individual de 50 m inutos y una lidad clasificándolos de leves a m oderados y graves (Tyrer el al., 2011;
sesión grupal de 75 m inutos p o r sem ana (MBT-intensivo p ara pacien­ Tyrer, Reed y Crawford, 2015). Pero, hasta la fecha, no está claro de
tes externos) (B atem an y Fonagy, 2009). qué m odo los terapeutas deben valorar la gravedad. N uestros datos
234 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAUZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA ESTRUCTURA DE LA TERAPIA BASADA EN LA MENTALIZACIÓN 235

sugieren que la asignación de los pacientes a program as de diferente la que asista, ya sea la sesión individual o grupal. La falta de asisten­
intensidad debe ser efectuada según los niveles de com orbilidad de cia al grupo exige que el terapeuta individual explore, en la siguiente
los trastornos de la personalidad como un indicador de la gravedad, sesión individual, las razones subyacentes del paciente p a ra ausen­
el riesgo y la inestabilidad de las circunstancias sociales (Batem an y tarse. Solo cuando parece ser imposible ayudarle a volver al grupo,
Fonagy, 2013). se plantea la cuestión darle de baja en el program a. No es posible
sugerir el m om ento exacto en que esto debe, en el caso de no asisten­
Programas de Mentalización cia de un paciente, som eterse a consideración pero, según nuestra
Lo que es im portante en todos los program as es la interrelación experiencia clínica, hay que advertir a los pacientes al principio del
de los diferentes aspectos del program a, la relación de trabajo entre tratam iento de que la ausencia persistente y prolongada a cualquiera
los distintos terapeutas, la continuidad de los tem as entre distintos de los aspectos del p rogram a llevará a que el paciente externo sea
grupos y la consistencia con la que el tratam iento es aplicado d u ra n ­ rem itido a nuestro dispositivo am bulatorio de bajo m antenim iento
te un determ inado periodo. Tales aspectos no específicos constitu­ p ara u n a consideración posterior sobre su tratam ien to . Volver al
yen, probablemente, la clave de la eficacia del tratam iento, m ientras program a sigue siendo posible después de eso, pero solo u n a vez que
que la especificidad de las actividades terapéuticas todavía está por se han trabajado m ás las ansiedades subyacentes del paciente.
determ inar. Asumimos esta postura bastante rigurosa en torno a la asistencia
No sorprenderá al lector que la integración dentro del program a porque son m uchos pacientes a los que les resu ltan m ás aceptables
se alcance m ediante el foco que ponemos en la m entalización. Todas las sesiones individuales que las grupales y asisten a las prim eras en
las secciones que conform an el program a MBT tienen el objetivo detrim ento de las segundas. Hay veces en que esa circunstancia ha
general de aum entar la m entalización en un m arco que aliente la alentado, com prensiblem ente, a los pacientes y a o tra s personas a
exploración de las m entes p o r m edio de las m entes, incluso si el p reg u n tar p o r qué llevamos a cabo sesiones grupales. Frases com o
cam ino p ara alcanzar ese objetivo es a través de técnicas de expre­ «El grupo no es bueno» o «No saco nada de él» pueden llegar a con­
sión como la escritura y la creatividad artística. vertirse en u n estribillo, con lo que finalm ente el tera p eu ta indivi­
dual se ve obligado a explicar el propósito de los grupos. E sta cuestión
Programa intensivo ambulatorio no debe ser evitada por el terapeuta, sino entendida desde una p ers­
pectiva m entalizadora, con una p onderada explicación adicional
En el program a MBT intensivo am bulatorio, p ara pacientes exter­
sobre la im portancia del trabajo grupal. Por supuesto, el motivo de la
nos, se ofrece a los pacientes u n a sesión individual (50 m inutos) y
terapia grupal ya debería haber sido explicado al final del proceso de
una sesión grupal (75 m inutos) cada sem ana. Este no es u n m enú «a
evaluación.
la carta» sino «predeterm inado». A claram os al principio del tra ta ­
miento que los dos aspectos del program a, es decir, las sesiones indi­
¿Por qué el trabajo grupal?
viduales y grupales, no son divisibles y que las ausencias recurrentes
a alguna de ellas conducirán a una discusión sobre la perm anencia Algunos pacientes se m uestran renuentes a p a rticip a r en la tera ­
en el tratam iento. Aunque no es nuestra política sim plem ente d a r de pia grupal, y su falta de entusiasm o aflora tan p ronto com o la terapia
baja a u n paciente a causa de su no asistencia, nuestro principio grupal deviene u n a realidad. El paciente puede h ab er aceptado apa­
directriz es que, si alguien deja de asistir regularm ente a u n a parte rentem ente, durante la entrevista de evaluación, la inevitabilidad del
del program a, esto debe ser abordado con él en la siguiente sesión a trabajo grupal, pero lo hace con el único propósito de acceder a la
236 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA ESTRUCTURA DE LA TERAPIA BASADA EN LA MENTALIZACIÓN 237

terapia individual. Este p a rticu la r debe abordarse ta n pronto como Debemos tra ta r de entender los sentim ientos que alberga el paciente
se inicie el tratam iento. Las personas con TLP tienen u n a capacidad sobre los grupos como, por ejemplo, su ansiedad a la hora de com ­
lim itada para tenerse en cuenta a sí m ism as o para reconocer lo que p a rtir con otras personas sensaciones de que siem pre h a n estado p ri­
otros tienen en sus m entes cuando escuchan los problem as ajenos, lo vados de atención o su preocupación de que a los dem ás no les
que explica, hasta cierto punto, la ansiedad que les suscitan los gru­ im porten sus problem as. Pero, sobre todo, hablam os del poder de la
pos y sus oscilaciones entre el exceso y el defecto en lo que concierne terapia grupal para estim ular la capacidad del paciente p ara gestio­
a im plicarse con los demás. Cuando se im plican con los problem as n a r la ansiedad en circunstancias muy intensas, al tiem po que m an ­
de otra persona se pierden en su propia mente y en la m ente del otro tiene la m entalización. Es en el grupo donde los pacientes pueden
y, si eso ocurre, empiezan a sentirse solos y «carentes de sí mismos», ejercitarse verdaderam ente en equilibrar los estados em ocionales
lo que conduce, a su vez, a u n rápido distanciam iento de la otra per­ generados por u n a situación com pleja y su habilidad p a ra seguir
sona para salvaguardarse a sí mismos. m entalizando. El grupo exige a los pacientes que tengan en cuenta su
El terapeuta debe tener u n a razón convincente p ara la terapia de propia m ente, m ientras tra ta n , al m ism o tiempo, de entender las
grupo y un modo de exponerla al paciente que no sea paternalista o m entes de distintas personas.
aterrador, sino alentador y explicativo. Lo m ejor sería que el equipo O frecem os seguidam ente u n a explicación (un resum en de toda
de terapeutas que proporcionan MBT pueda d esarrollar su propia una sesión) ofrecida a u n paciente acerca de las razones que justifi­
com prensión acerca de la razón p ara la terapia grupal dentro de un can la terapia grupal. No pretendem os que esta sea una explicación
m arco m entalizador, a fin de que se llegue a una explicación cohe­ perfecta, pero contiene los com ponentes esenciales, es decir, señala
rente que esté en consonancia con el enfoque general (véase m ás ade­ que el propósito es tener en cuenta nuestra propia m ente y las m entes
lante, en este m ism o capítulo, un ejemplo de discusión del equipo de de los dem ás en un proceso dinám ico.
m entalización).
Los grupos pueden ser muy difíciles para todos nosotros, pero
Muchos terapeutas explican la terapia grupal apelando a la capa­ reproducen el contexto en el que se desarrolla nuestra vida. Todos
cidad de la gente p ara fu n cio n ar socialm ente dentro de grupos y nos relacionamos con otras personas y debemos funcionar teniendo
cóm o la terapia grupal perm ite ejercitar esta habilidad extraordina­ en cuenta a los demás y, a veces, suprimiendo nuestros sentimientos
riam ente compleja, que requiere un alto nivel de m entalización. La e ideas porque no sabemos si pueden ofender o conducir a reaccio­
nes indeseadas. Negociar al respecto forma parte de nuestra vida
capacidad para funcionar adecuadam ente en el contexto de grupos
cotidiana. También tenemos que aprender el modo de decir las
sociales y de situaciones sociales en constante transform ación es, en cosas sin dejar de ser fieles a nosotros mismos. El propósito de los
m uchos modos, u n atributo específicam ente hum ano, y es m ucha la grupos consiste en trabajar todo ello y aprender que podemos discu­
gente aquejada de TLP que se descom pensa cuando «las cosas se tir cosas, incluso cuestiones personales acerca de nosotros mismos
ponen difíciles» en este sentido. A esas personas las interacciones y de nuestros sentimientos hacia los demás, sin causar reacciones
sociales les generan ansiedad y m alentendidos, con lo que el colapso perturbadoras en los otros, mientras sentimos que hemos expresa­
m ental es inevitable, abocando con frecuencia a u n a respuesta de do lo que queremos. Debemos ser capaces de decir qué es lo que sen­
timos por alguien o cómo valorar su apoyo y amistad. Hacerlo
«lucha o huida». Así pues, p a ra explicar la terapia grupal, discutim os
requiere de nosotros que entendamos, no solo nuestros motivos y
en p rim er lugar las ansiedades conscientes que alberga el paciente necesidades, sino también, las reacciones de los demás a lo que deci­
acerca de los grupos, relacionándolas con sus propias experiencias mos. También debemos ser capaces de pensar en las respuestas aje­
en situaciones sociales de interacción con am igos y otras personas. nas y de cambiar nuestra propia manera de pensar en relación a ello
238 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAUZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA ESTRUCTURA DE LA TERAPIA BASADA EN LA MENTALIZACIÓN 239

porque, en caso contrario, solamente estaremos insistiendo en que ba claro que esa no era la historia completa. Superando su senti­
son los demás quienes han de asumir nuestro punto de vista. Uno de miento de rechazo, ella apreciaba que habían tenido mucho cuidado
los problemas que surgen es el de no respetar las perspectivas dis­ en docum entar todo lo que le había sucedido y de que habían
tintas. Lo que hacemos en los grupos es tratar de centrarnos en este reflexionado mucho acerca de su caso. Sin embargo, la experiencia
proceso. Esperamos que, si discutir determinadas cosas en el seno de leer su historial médico, así como su formulación, hizo que se
del grupo genera algún tipo de problema, podáis hablar al respecto sintiese desbordada y se autolesionara cortándose, a pesar de que,
con vuestro terapeuta individual, lo que os ayudará, a su vez, a sen­ poco después de leer el historial, se había entrevistado con un
tiros más fuertes para exponerlo en el grupo. miembro del equipo para hablar de sus reacciones.

F orm ulación Los objetivos iniciales de la form ulación deben ser establecidos con
claridad y vinculados a aspectos del tratam iento que estén al alcance
Después de unas cuantas sesiones, y tras d iscu tir el tratam iento
del paciente. Hay que proporcionar un breve resum en de la visión con­
individual, el terapeuta individual lleva a cabo la form ulación inicial,
ju n ta desarrollada por terapeuta y paciente, centrándose en las causas
la cual se entrega por escrito al paciente para su posterior considera­
subyacentes de los problemas del paciente desde el punto de vista de la
ción. En el cuadro 5.2 esbozam os los objetivos y aspectos m ás im por­
tantes de la form ulación.
Si las form ulaciones han de ser abiertam ente discutidas, desarro­ Cuadro 5.1. Objetivo.de la formulaetóÉP •
lladas y vueltas a desarrollar, los m iem bros del equipo deben ser • Objetivos:
capaces de trab ajar juntos con honestidad y m utuo respeto y abste­ - Organizar el pensamiento del terapeuta y el paciente: cada uno perci­
nerse de rivalidades personales y de una excesiva competitividad en be mentes diferentes
el seno del grupo. Cada m iem bro del equipo debe, asim ism o, desa­ - Presentar el abordaje mentalizador de modo formal (explícito, con­
rro llar la habilidad de discutir la form ulación con los pacientes sin creto, claro y ejemplificado)
estim ular en exceso sus estados emocionales. La lectura de un relato - Presentar humildemente la naturaleza de la verdad
sincero de lo que piensa otra persona acerca de cómo han podido lle­ • Gestión del riesgo:
gar a ser lo que son suscita u n a considerable agitación en todos los - Análisis de componentes de riesgo en términos intencionales
pacientes y, en consecuencia, no debería subestim arse la im portan­ - Evitar la estimulación excesiva provocada por la formulación
cia que reviste para ellos. • Creencias acerca de uno mismo:
- Relación de estas con los estados internos (variables) específicos
Una paciente, que leyó su formulación junto a su historial médico
- Aspectos históricos ubicados en contexto
completo, se vio desbordada por la información. Al leer el informe
de derivación de su psiquiatra y psicoterapeuta anterior se sintió • Principales preocupaciones actuales en términos relaciónales:
alterada, debido a que se volvieron a despertar en ella los senti­ - Identificación de las pautas de apego
mientos previos de rechazo que experimentó cuando le dijeron que - Retos implicados
la iban a remitir a tratamiento con un especialista. Entonces se sin­ • Aspectos positivos
tió abandonada y engañada por la derivación y porque no le habían - Momentos en que funcionó la mentalización y tuvo el efecto de mejo­
dicho que las razones reales para remitirla eran que no podían ayu­ rar una situación
darla y estaban preocupados por su nivel de riesgo. En resumen, • Anticipación para el despliegue del tratamiento
creyó que la información contenida en el historial sugería que - Impacto de la terapia individual y grupal.
tenían miedo por ella. Y, aunque había algo de verdad en ello, esta-
240 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA E S T R U C T U R A D E LA T E R A P IA BASADA E N LA M E N T A L IZ A C IÓ N 241

pérdida de mentalización. La formulación tam bién debe incluir obje- Compromiso con la terapia
tivos más a largo plazo en térm inos de la adaptación social e interper­ A se implicó de entrada en la terapia, en parte debido a que reco­
sonal del paciente, que probablemente sean im portantes indicadores nocía que tenía problemas, pero también debido a que, probable­
mente, estaba ansiosa por complacernos y buscar nuestra aprobación.
de la mejora de la mentalización. Por último, es necesario identificar
Es posible que, si siente que no recibe el reconocimiento adecua­
las estrategias de apego del paciente (Choi-Kain, Fitzmaurice, Zanari- do o siente que otras personas no le dedican la atención suficiente
ni, Laverdiere y Gunderson, 2009) y trabajar de m anera explícita y (es decir, que no se le dedica suficiente tiempo en el grupo), ella pue­
conjunta para determ inar su im portancia para el tratam iento. da de entrada sufrir silenciosamente para después dejar de asistir.
Los terapeutas grupales deberán estar alerta al respecto.
Ejemplo de formulación Sus ansiedades en las relaciones y la tendencia a relacionarse
La mujer A, de 22 años de edad, tiene dificultades para relacio­ con los demás asumiendo un rol pasivo pueden tornarla vulnerable
narse constructivamente con los demás y dudas persistentes acerca a la explotación ajena, lo cual incluye a otros miembros de su grupo,
de sí misma. Ha tratado de hacerse daño en varias ocasiones y fue y el terapeuta individual debería ser consciente de que eso también
derivada tras ingerir una sobredosis de su medicación antidepresiva puede llegar a convertirse en una dinámica importante durante las
que la llevó a ser ingresada en una unidad de cuidados intensivos. sesiones individuales.
Aunque no había podido trabajar durante el año anterior, antes Dificultades de relación (individuales y grupales)
trabajó como secretaria a tiempo parcial. Era la mayor de cuatro A A le resulta difícil expresar con claridad a los demás sus anhe­
hermanos y se había enfrentado a una madre estricta, rígida y con­ los y deseos y, en ocasiones, no sabe realmente cuáles son.
troladora. Se sentía más cerca de su padre, quien solía estar de Ella reconoce su tendencia a devaluar a los demás, en especial
acuerdo con ella en que su madre era una «mujer difícil». Debido en cuando siente que les ha fallado de alguna manera. Este particular
parte a su conducta incontrolable, fue expulsada de la escuela, donde fue explorado durante la evaluación como un modo de gestionar los
fue objeto de acoso escolar y padeció, desde los 8 a los 11 años, abu­ sentimientos de rechazo.
sos sexuales por parte de un chico mayor que ella. Y, aunque informó Esta solución le resulta insatisfactoria y ella se siente enfadada,
de ello a la escuela, no la creyeron y tampoco se lo dijo nunca a sus incomprendida y abandonada, aunque su conducta se torne pasiva
padres. y acepte a la otra persona.
Ahora se ve a sí misma como una persona dependiente de la Otras áreas problemáticas (grupo)
aprobación ajena, en ausencia de la cual no tarda en sentirse inse­ A trata de escuchar tan atentamente a los demás que se agota
gura. Esto es aplicable a muchas de las relaciones que mantuvo en con facilidad. Esto puede ser más evidente en las sesiones grupales
el pasado, las cuales se caracterizaban por la búsqueda de aproba­ cuando intenta escuchar a todo el mundo.
ción, hasta el punto de acabar haciendo lo que quería la otra perso^ Siente que debe hacer algo útil por los demás y proporcionarles
na, aunque ella no lo quisiese. Esto se extendió a sus relaciones una solución a sus problemas, algo que puede representar en los
sexuales, en las que fue objeto de abuso por parte de dos hombres grupos convirtiéndose en ayudante.
cuyo deseo de infligirle dolor se veía correspondido por la obedien­ Su incapacidad para mostrarse enfadada y ansiosa en relación
cia pasiva de ella. con los demás le cuesta mucha energía y se suma a su sensación de
A pesar de estas áreas de dificultad en su desarrollo interperso­ sentirse cansada y apática.
nal, pudo completar la escuela y aprobar varios exámenes de educa­ Reconoce que, cuando se siente excluida, se queda callada y se
ción superior. Sin embargo, una vez ingresó en la universidad y tras retrae y que.esta es una característica persistente. Tiende a culpar a
el primer periodo lectivo, descubrió que no podía volver, para mayor los demás por esto, viéndolos como «imbéciles», «presuntuosos»,
desprecio de su madre. Entonces consiguió un empleo como secre­ etcétera.
taria, pero lo había dejado hacía aproximadamente un año por Conducta autodestructiva (individual)
razones que no son demasiado claras. De pronto, A despertó una Utiliza alcohol y cannabis, con una frecuencia intermitente,
m añana sintiendo que ya no podía ir a trabajar. una media de 2 a 3 noches por semana. Tiende a despertarse tarde
242 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA E S T R U C T U R A D E LA T E R A P IA BASADA E N LA M E N T A L IZ A C IÓ N 243
(
después de fumar cannabis o de emborracharse, lo cual podría Desearía desarrollar relaciones en las que sintiese que hay un (
interferir con la terapia, de modo que esto debería abordarse duran­ intercambio. Ha descubierto que, cuando es capaz de explicar sus ^
te las primeras sesiones de la terapia individual. sentimientos subyacentes, eso supone una gran diferencia en sus
La autolaceración de muñecas y muslos tiene lugar casi con una relaciones. Aunque no ha hablado con su amigo desde que no la (
frecuencia diaria. A reconoce que eso está relacionado con senti­ telefoneó en el momento acordado, se da cuenta de que está siendo ^
mientos perturbadores y altos niveles de tensión y, frecuentemente, intransigente y le ha dejado un mensaje.
con experimentar interacciones difíciles con los demás. Hay que (
centrarse en ello durante las sesiones iniciales de la terapia indivi­ Se entrega al paciente la form ulación escrita para su discusión ^
dual y sopesar también si tiene algún tipo de relación con el uso del durante la sesión individual, teniendo en cuenta que la com prensión
alcohol y el cannabis.
que el terapeuta obtiene del paciente es una hipótesis, desarrollada f
Mentalización conjuntam ente, sobre los problem as de este y que dicha com prensión (
Mentalización concreta puede e sta r influida por el paciente m ismo, dejando ab ierta una (
A tiende a juzgar a las personas basándose en lo que hacen y
reform ulación a m edida que se acum ulen nuevas evidencias. Si el
supone cosas sin comprobarlas. Ha dejado de hablarle durante dos
semanas a su amigo más cercano porque este no la telefoneó en el paciente se m uestra en desacuerdo con determ inados aspectos de la
momento preestablecido. Ella siente que eso fue una señal de que su form ulación, incum be al terapeuta considerar las razones de dicho
amigo no se preocupaba por ella. desacuerdo, m odificar consiguientem ente su propia opinión, si resul- ^
Si la gente no está de acuerdo con sus sugerencias sobre lo que ta apropiado, y m o strar que lo h a hecho. Para m uchos pacientes, es (
deberían hacer para resolver sus problemas, concluye que no les preferible u n a form ulación m ás breve que la del ejemplo recién apor- ^
gusta.
tado aquí. De hecho, el ejemplo que hemos b rindado p o d ría ser resu ­
Mentalización antirreflexiva
mido antes de presentarlo al paciente e incluso ofrecer un «resumen ^
A evita los desacuerdos y se adapta a las opiniones ajenas, re­
trayéndose cuando surgen discrepancias y evitando cualquier de los puntos principales» a m odo de recordatorio tanto p a ra el tera- (
conflicto. peuta com o p ara el paciente (ver cu ad ro 5.3). (
En la evaluación, cobró conciencia de que evitaba deliberada­
('
mente ciertos temas y que, frecuentemente, reaccionaba a determi­
R evisió n y refo rm u la ció n
nadas cuestiones respondiendo «es posible» o «como quiera» y,
cuando se le señaló esto, se mostró de acuerdo en que solía signifi­ Todos los pacientes que participan en los program as MBT tienen, (
car que no deseaba hablar al respecto. cada tres meses, u n a revisión con todo el equipo de tratam iento. El
Mentalización sensitiva terapeuta grupal, el terapeuta individual, el psiquiatra y otros profesio­
A ha dedicado mucho tiempo a pensar en sus propios proble­
nales relevantes de la salud m ental se reúnen con el paciente para dis- ^
mas y se siente avergonzada de no haber sido capaz de volver a la
universidad después del primer trim estre y de que tampoco sea cutir el progreso, los problem as y otros aspectos del tratam iento. Los f
capaz de trabajar. Reconoce que esa vergüenza reproduce la opi­ especialistas se entrevistan con el paciente p ara asegurarse no solo de ,•
nión de su madre de que es una fracasada, algo que le genera un que se tienen en cuenta las visiones de todos y se integran en u n con- (
tremendo distrés. junto coherente de ideas, sino tam bién p ara asegurar que la m entaliza­
Muchas veces, puede entender lo que hay en la mente de los
ción, tal com o se m anifiesta a través de la discusión de las diferentes (
otros pero, cuando se siente ansiosa, constata que pierde la claridad
mental y le asalta la inseguridad. Su único modo de gestionar esa opiniones expresadas en la reunión, se ve m odelada con u n a actividad 1
situación es retraerse. También es consciente de que es hipersensi- constructiva que fomente la com prensión. E stas revisiones regulares
ble a las opiniones ajenas, pero no sabe qué hacer al respecto. conducen a una reformulación, que pasa entonces a ap o rtar la base del
244 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA ESTRUCTURA DE LA TERAPIA BASADA EN LA MENTALIZACIÓN 245

P lan de crisis

• Estrategias de apego y problemas interpersonales: Aunque u n estudio reciente ha puesto en duda esta opinión clíni­
- Factores de vulnerabilidad derivados de la experiencia del pasado ca (B orschm ann, H enderson, Hogg, Phillips y M oran, 2012), desa­
- Uso actual de drogas y alcohol rro lla r ju n to a los pacientes un plan de crisis es, posiblem ente, la
- Dependiente, ansioso con los demás, evitativo y desvalorizado estrategia terapéutica general m ás eficaz p ara personas aquejadas de
- Cede ante los dem ás y es vulnerable a la explotación TLP. Todos los pacientes con TLP ex p erim entarán alguna crisis
• Problemas emocionales y de impulsividad: durante el tratam iento y, por consiguiente, es necesario que terapeu­
- Conducta autodestructiva, elevado riego de autolesiones ta y paciente consideren qué hacer cuando esta se presente. Aquí dis­
- Ansiedad cutirem os solo los aspectos prácticos del desarrollo del plan. Desde
• Proceso de mentalización: la perspectiva de la m entalización, no resulta adecuado «proporcio­
- Concreto, antirreflexivo, sensible. nar» u n plan al paciente, sino que es m ás conveniente estim ular la
identificación de una guía que le facilite el acceso a la ayuda cuando
la necesite, con la esperanza de que esto prevenga los actos autodes-
tratam iento en curso. Si resulta necesario, tam bién se puede llevar
tructivos m ás graves. El form ato descrito aquí es utilizado tan to en
cabo m ás de u na revisión en torno al progreso o la carencia de él y uti­
la MBT com o en el tratam iento clínico estructurado p ara personas
lizarlo para a bordar obstáculos im portantes en el tratam iento.
con TLP (B atem an y Krawitz, 2013). Lo m ás im portante es que la
gestión de las crisis se convierta en una responsabilidad com partida
R e v isió n de la m ed ica ció n entre terapeuta y paciente.
Como p arte de u n a buena práctica m édica, se debe revisar regu­
larm ente la m edicación de todos los pacientes, lo cual puede tener ¿Cuáles son las señales de que un paciente está empezando a tener
lugar durante la reunión de «revisión y reformulación». Son muchos, una crisis?
en la actualidad, los pacientes que son rem itidos después de u n p ro ­ Pedimos al paciente que describa al m enos tre s ejemplos de crisis
longado tratam iento con m edicación y m ás del 50% están tom ando que le hayan arrastrad o a u na conducta autodestructiva y/o a contac­
diversas com binaciones de antipsicóticos, antidepresivos, estabiliza­ ta r con los servicios de salud. Abordando cada uno de ellos por sepa­
dores del ánim o, ansiolíticos e hipnóticos (Zanarini, 2004). La m edi­ rado, dedicam os un tiem po a tr a ta r de identificar los prim eros
cación debe ser revisada al principio del tratam iento por el equipo síntom as de alarm a:
psiquiátrico, aunque rara vez se cam bia de inm ediato la prescripción
a m enos que resulte obviam ente peligrosa o inadecuada. Se revisa • ¿Había un sentim iento particular?
periódicam ente la m edicación y solo se m odifica de m utuo acuerdo • ¿Se produjo algún cam bio de conducta?
cuando el equipo y el psiquiatra están seguros de que el paciente ha • ¿Los patrones de pensam iento eran diferentes?
m ejorado. Como protocolo general, seguim os las directrices sobre el Aunque el paciente no sea capaz de responder a estas cuestiones, el
uso de fárm acos en el TLP esbozadas en la guía p ara el tratam iento trabajo de indagar en lo que sucedió es, en sí mismo, terapéutico. Se
del TLP (NICE 2009) del N ational Institute for H ealth and Clinical debe em patizar con el paciente que no sabe lo que sucede y descubre
Excellence y tam bién facilitam os al paciente inform ación sobre las que sus emociones suben de «cero a cien» en cuestión de milisegun-
recom endaciones contenidas en dicha guía. dos: «Sencillamente ocurre sin que yo pueda hacer nada al respecto».
246 TRATAMIENTO BASADO EN I.A MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA ESTRUCTURA DE LA TERAPIA BASADA EN LA MENTALIZACIÓN 247
(
Aun siendo este el caso, el terapeuta necesita trabajar con el paciente por el paciente, el terapeuta le pide que considere las respuestas prác- (
para descubrir algún signo tem prano de alarm a, dado que el plan de ticas y emocionales de otras personas que fueron útiles e identifique ^
crisis es una de las estrategias básicas para focalizarse en la mentali- tam bién las que resu ltaro n inútiles. Alguien que sea consciente de
zación sobre los precursores de las autolesiones. qué no hacer en una crisis puede tener m ás incidencia que tra ta r de f
Se pide al paciente que puntúe sus crisis en una «escala» que va h acer algo útil activam ente. Por ejemplo, la pareja de un paciente (
del 0 en la base = bajo control, pasando por 1 y 2 = definido p o r tera­ puede evitar la confrontación y el desacuerdo y m in im izar las actitu- (
peuta y paciente, hasta llegar a 3 en lo alto de la escala = punto de des defensivas cuando vea que el paciente se pone ansioso y em ocio­
crisis o fuera de control. El terapeuta utiliza técnicas de clarifica­ nal. Esto no equivale a lim itarse a pedir los dem ás que acepten los
ción, frecuentem ente persuadiendo al paciente a rebobinar sus p ro ­ ataques personales injustificados. Las parejas tienen que elegir el ^
m om ento p a ra la discusión, y una crisis em ergente en las personas (
cesos m entales h a sta el m om ento previo a la pérdida de control y,
con TLP no es uno de ellos. Después de que el paciente haya definido (
gracias a ello, ayudándole a identificar los detonantes y el efecto que
cuidadosam ente lo que su pareja u o tras personas p o d ría n hacer
tienen en sus estados internos. En o tras palabras, se an im a al pacien­
cuando se sienta vulnerable y en peligro de llegar a la cim a de la ^
te a trab ajar m etódicam ente p a ra responder a la pregunta «¿Qué me
escalada, hay que d e te rm in a r de qué m odo les tra n s m itirá esa ^
hace m ás vulnerable?» Los puntos en la escala son definidos conjun­
inform ación. (
tam ente cada vez con mayor detalle.
i
¿Qué pueden hacer y qué no pueden hacer los servicios de salud?
¿Qué puede hacer y qué no puede hacer el paciente? i
En térm inos generales, es im portante m in im izar la utilidad y la ^
El paciente identifica cuándo se podría restablecer el autocontrol
eficacia de los servicios de salud en una crisis. Ciertam ente, los ser­
y qué podría im pedir que se adentrase en el siguiente estadio de la
vicios de urgencias m édicas no están bien organizados p a ra gestio- 1
crisis. ¿Cómo detener la escalada? ¿Cómo cam biar o desplazarse en
n a r a los pacientes con TLP, y su personal e stá m uy pobrem ente ■
sentido contrario a la dirección del movimiento? Se identifican las
entrenado p a ra entender la gravedad de esta condición. Y lo m ism o f
estrategias que han sido útiles en el pasado p ara gestionar las crisis
podem os afirm ar, tristem ente, de m uchos servicios de urgencias de
emocionales como, por ejemplo, a p artarse de las situaciones provo­
salud m ental, p o r lo que el paciente h a ría bien en m antenerse aleja­
cadoras, telefonear a alguien cuando uno se ve a m erced de u n senti­
do, si le es posible, de los servicios de em ergencia de salud m ental de f
m iento de abandono o d istra e r la m ente llevando cabo alguna
baja calidad. De nuevo, el plan de crisis no tiene tan to que ver con lo (
actividad como cocinar. El terapeuta tam bién intenta estim ular al
pueden hacer este tipo de servicios, sino con lo que deben tra ta r de (
paciente para que.reflexione en el m odo en que otros pueden obser­
no hacer. Por ejemplo, la urgencia de una crisis es u n m om ento en
var cada estadio (es decir, señales procedentes de los demás) y lo que
que los terap eu tas tienden a cam b iar la m edicación cu an d o es, de
deberían o podrían h acer o no p a ra ayudar (véase la siguiente sec­
hecho, el m om ento m enos adecuado p ara hacerlo. Una declaración (
ción). Se invita a las sesiones a otras personas im portantes p a ra tra ­
en el plan de crisis del tipo, p o r ejemplo, «Aunque yo lo pida, p o r (
bajar juntos en el apartado del plan de crisis.
favor, sea cuidadoso con cam b iar mi m edicación d u ran te una crisis. ^
Podemos considerar esto últim o cuando m e encuentre m ás calm a­
¿Qué pueden hacer o no otras personas? do», ayudará a los profesionales a a c tu a r con responsabilidad, en ^
¿Cómo saben los dem ás que está em ergiendo u n a crisis? ¿Cómo lugar de a c tu a r a p a rtir de su propio pánico m al planteado y de su (
pueden ayudar? Teniendo en cuenta los ejemplos de crisis aportados necesidad de h acer algo. ¡
i
(
248 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA ESTRUCTURA DE LA TERAPIA BASADA EN LA MENTALIZACIÓN 249

El plan de crisis es un trabajo en curso al que se van añadiendo vez m ás complejas. Así pues, cada crisis se discute en detalle en la
ciertos puntos cada vez que se to rn an m ás claros. Es necesario que el reunión de emergencia subsiguiente y, si resulta necesario, se revisa
terapeuta revisite el plan de crisis siempre que ocurra alguna. Cuando el plan de crisis.
las acciones acordadas o las técnicas psicológicas no son capaces de
detener la «escalada» de la crisis, estas deben ser reevaluadas. De C ontratos
ese modo, el terapeuta alienta de continuo la propia responsabilidad
del paciente p ara relacionarse con em ociones dolorosas, y posible­ Clarificación de algunas «reglas» básicas y aporte de orientaciones
m ente abrum adoras, m ientras fortalece, al m ism o tiempo, su habili­ Seguim os los «principios de com prom iso» com unes que se apli­
dad p a ra hacerlo, contando con apoyo clínico. can a los pacientes que reciben tratam iento en cualquier servicio de
Una vez identificadas las posibles intervenciones de autoayuda y salud. Asumimos el com prom iso de aplicar, de m anera profesional y
el papel del tratam iento MBT d urante el horario laboral, debe som e­ con respeto interpersonal, el p ro g ram a de tratam iento, de igual
terse a consideración la viabilidad de la im plem entación del plan de m odo que los pacientes tienen la obligación de abordar sus dificulta­
24 horas d u ran te los 7 días de la sem ana. M uchas crisis ten d rá n des dentro de los lím ites delineados por el tratam iento. Tenemos
lugar p o r la tarde, por la noche o durante los fines de sem ana, cuan­ «principios» concretos que los pacientes deben seguir sobre la violen­
do solo e stá n disponibles los servicios de urgencias. El terapeuta cia el uso de drogas o el alcohol, y tam bién ofrecem os directrices
indicará al paciente los niveles de atención urgente de que dispone, acerca de posibles relaciones sexuales entre ellos, ya que interfieren
subrayando que los equipos de urgencias tendrán acceso al plan de con el tratam iento de las dos personas implicadas. Estos principios
crisis e in ten tarán ayudarle a gestionar las situaciones graves hasta se discuten con más detalle en n u estra descripción del program a en
que sea capaz, durante el siguiente día laborable, de discutir el p ro ­ nuestro libro original sobre MBT y TLP (Batem an y Fonagy, 2004).
blem a con el equipo de terapéutico de la MBT. El paciente y el equi­ La cuestión que abordarem os a h o ra es de qué m odo el terap eu ta
po pueden c o n c erta r u n a cita urgente d u ran te el siguiente día debe exponer estas directrices al paciente.
laborable, que dure no m ás de 20 m inutos y se centre únicam ente en Es recom endable m ostrarse claro y directo sobre los «principios»
la crisis, en el m odo de estabilizar la situación, si se produce una y directrices de tratam iento, disponer de un folleto u hoja inform ati­
recurrencia, y cómo restablecer la seguridad psicológica y conduc- va al respecto, y exponerlos con la m ayor claridad posible, de m anera
tual tan to p ara los dem ás como p a ra el paciente. El trabajo posterior que paciente y terapeuta puedan entenderlos com pletam ente. No es
acerca de la crisis deberá llevarse a cabo en el m arco de las sesionéis adecuado lim itarse a m arc ar «reglas» u ofrecer orientación sin acom ­
individuales y grupales. pañarlas de los motivos correspondientes, sino que debe discutirse y
La falta de disponibilidad de los terapeutas MBT al m argen del explorar con el paciente la razón p o r la que esos principios resultan
horario laboral exige que la persona con TLP desarrolle p o r antici­ imprescindibles. Aunque algunos pacientes aceptarán esas d ire c tri­
pado sus propias estrategias y las aplique sin la im plicación inm e­ ces sin cuestionarlas, otros se m o strarán de acuerdo aparentem ente,
d iata de u n «experto» en tra sto rn o s em ocionales. Si la crisis ha aunque en privado las ignorarán o, cuanto menos, sentirán que «las
podido contenerse sin consecuencias graves, establecer un acuerdo reglas no se aplican a ellos». E incluso habrá otros, p o r lo general
en el contrato de tratam iento de llevar a cabo, al día siguiente, una quienes padecen un tra sto rn o antisocial de la personalidad, que
sesión urgente con algún m iem bro del equipo contribuye a estim u­ desafiarán activam ente las «reglas» al considerarlas autoritarias, de
lar la resolución del paciente, fom enta la responsabilidad con él y imposible aplicación y en exceso restrictivas. Pero, con independen­
aum enta gradualm ente su confianza p a ra gestionar situaciones cada cia de cuál sea la reacción del paciente, el terapeuta debe explicarle
250 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA ESTRUCTURA DE LA TERAPIA BASADA EN LA MENTALIZACIÓN 251

las razones subyacentes a los principios y explorar su respuesta. Así Contratos individuales (
pues, ¿cuáles son estas razones subyacentes? Los principios se aplican a la totalidad del grupo, protegen la inte- í
En p rim er lugar, hay que abordar la cuestión general de que todo gridad del program a global de tratam iento y definen los límites de la f
aquello que reduzca la m entalización es incom patible con el p rogra­ implicación profesional. Los contratos, en cambio, tienden a ser indi­
ma de tratam iento. Las drogas y el alcohol alteran el estado m ental vidualizados y específicos y suelen a b o rd a r las áreas p a rticu la re s '
e interfieren con su exploración y, como tales, se oponen al objetivo que, probablemente, sean problem áticas en el tratam iento. No somos {
general del tratam iento. Por su parte, las relaciones sexuales im pli­ >
grandes proponentes de contratos draconianos que, posiblemente,
can u n «em parejam iento» entre m entes que m arg in a a los otros aboquen al abandono en el caso de no cum plir sus condiciones. La (
m iem bros del grupo. Asimismo, la violencia controla las m entes a fluctuación en la capacidad de m entalización de un paciente supone
través del m iedo, cerrándolas en lugar de abrirlas. Por ello, lo que le que este puede m ostrarse de acuerdo en un determ inado m om ento ^
sugerimos a los pacientes es que no es recom endable nada que pueda con un contrato y deje de tener, de hecho, la m ism a com petencia en ^
reducir su interés por la totalidad del grupo, les im pida reflexionar u n contexto distinto o que no tenga acceso, posteriorm ente, al estado >
en sí m ism os o les lleve a c e rra rse a las m entes de los dem ás. En de conciencia en que se encontraba cuando se m ostró de acuerdo con
segundo lugar, les explicam os que existe un cierto solapam iento el contrato. Es im portante no olvidar que la m entalización eficaz
entre las áreas cerebrales responsables de la m entalización y las que requiere que el paciente entienda su estado m ental en un m om ento (
se ven afectadas por las drogas o el alcohol e incluso por las relacio­
dado y sea capaz de proyectarse a sí m ism o en el tiem po para recono- (
nes sexuales, lo cual sorprende a m uchos pacientes. Hemos descu­
cer su posible estado em ocional en el futuro, reflexionar sobre su (
bierto que el m ejor modo de exponer este punto es señalar que,
estado m ental en el pasado y considerar su posible estado emocional
cuando alguien está excitado, enam orado o fum a cannabis frecuen­
en múltiples contextos. Acordar un contrato relevante para el futuro
temente, no deja espacio en su m ente p a ra o tras personas. La perso­
exige todas esas capacidades. Los pacientes aquejados de un TLP gra­
na enam orada no reflexiona, sino que está preocupada por su am ado.
ve no retienen estas habilidades a lo largo del tiempo y, de ese m odo, ■
La p ersona «colocada» con cannabis solo se ce n tra en sí m ism a,
solo tienen dos posibilidades cuando abordan el contrato: m ostrarse ¡
pudiendo incluso, en un estado alterado de conciencia, no ser cons­
de acuerdo sin duda alguna con él, atribuyéndole poco sentido y otor­
ciente de quienes le rodean, m ientras que la persona violenta o am e­
nazadora tiene su m ente com pletam ente a rreb atad a e intenta anular gándole solo una im portancia superficial, o bien desafiarlo como sí se *
las m entes ajenas. E sta perspectiva sobre el solapam iento entre los tratase de un m odo m ás de exam inarles que parece que les conducirá 1
sistem as biológicos responsables de la adicción y los que gobiernan a un fracaso hum illante. El paciente dubitativo que tem e m ostrarse (
las relaciones de apego, son expuestas p o r nosotros en otros lugares de acuerdo con el contrato porque se da cuenta de que puede no ser
(Batem an y Fonagy, 2006; Insel, 2003). capaz de cum plir sus obligaciones puede ten er u n a capacidad de
m entalización m ás alta que la p ersona que sim plem ente firm a de (
Por últim o, los datos em píricos tam bién nos m uestran que, si bien
inm ediato el contrato. Más que un signo de falta de motivación, d u d a r (
los síntom as TLP pueden m ejorar con el tiem po, esta progresión
al principio del tratam iento puede ser un factor que apunte a un pro- f
natural se ve alterada por factores tales com o el abuso de substan­
nóstico positivo. Es im portante que el terapeuta aborde esta incerti­
cias, que im pide que los pacientes aprovechen las circunstancias
dum bre y se asegure de que, en el caso de que se rom pa el contrato, (
positivas que se producen en los planos interpersonal y social, dism i­
esa situación no induzca un sentido de fracaso en el paciente. <
nuyendo las probabilidades de u n a rem isión n a tu ra l (Z anarini,
Frankenburg, Reich y Fitzm aurice, 2012). El paciente debe ser cons­ Existen varios peligros asociados al establecim iento de contratos y !
ciente de todo ello. es que, con dem asiada frecuencia, se convierten en algo punitivo e i
i
4

r
r
r 252 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALLZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA ESTRUCTURA DE LA TERAPIA BASADA EN LA MENTALIZACIÓN 253
r inalcanzable y confinan al terapeuta a un «rincón terapéutico» donde Forman, 2002). En un estudio sobre psicoterapia (Luborsky, McLelan,
( se dispone de poca flexibilidad. Los terapeutas suelen establecer con­ Woody, O’Brien y Auerbach, 1985), el tam año del efecto de los resulta­
< tratos p ara presionar a la persona a controlar algún tipo de conducta dos entre diferentes terapeutas para pacientes adictos a las drogas
que interfiere con el tratam iento. Aunque esta perspectiva despierta (muchos de los cuales tam bién padecían, probablemente, un trastorno
<
en nosotros alguna sim patía, hemos constatado que, en los pacientes de la personalidad) oscilaba entre el 0,13 y el 0,79. Y, en un ensayo de
( aquejados de un trastorno grave de la personalidad, este enfoque del tratam iento para la depresión, llevada a cabo por el National Institute
( contrato es de eficacia lim itada, en especial desde el punto de vista de of Mental Health de los Estados Unidos, no se constataron diferencias
< m ejorar la asistencia y reducir las autolesiones y las tentativas de sui­ entre los tratam ientos, pero sí diferencias entre los terapeutas (Elkin,
cidio, que son las razones m ás com unes esgrim idas p ara establecer Falconnier, Martinovich y Mahoney, 2006). Además, algunos terapeu­
<
contratos. En estas circunstancias, lo que se pide al paciente es que tas son capaces de retener en el tratam iento a los pacientes de m anera
< controle la m ism a conducta por la que está solicitando tratam iento y, m ás eficaz que otros, sugiriendo la existencia de diferencias en su habi­
< en consecuencia, es muy probable que fracase. La conducta desorga­ lidad p ara reparar las rupturas terapéuticas.
( nizada fuera del tratam iento se refleja dentro del tratam iento y, por
Un análisis clásico de 161 estudios efectuado a diferentes grupos
ese motivo, d ar de baja a los pacientes que no asisten a varias sesiones
( de pacientes y llevado a cabo por Luborsky, C handler, Auerbach,
consecutivas debido a su estilo de vida caótico, impidiéndoles un rápi­
Cohén y B achrach (1971), identificó varias características del te ra ­
( do retorno al tratam iento, sencillam ente p erpetuará su pobre com ­
peuta que influyen en el pronóstico de la terapia. E stas incluían (1)
( prom iso con los servicios. Algunos pacientes, especialmente aquellos
experiencia, (2) patrones de actitud e interés, (3) em patia y (4) afini­
con rasgos narcisistas y antisociales, pueden incluso sentirse triunfa­
( dad en tre terapeuta y paciente. Estos p arám etro s h a n superado la
dores por vencer las constricciones contractuales y se complacen de
( prueba del tiem po (Ackerm an y H ilsenroth, 2003) y no hay razón
su «intratabilidad» al desafiar los límites del tratam iento. Por último,
alguna p a ra concluir que son m enos im portantes en el tratam iento
< los contratos que acarrean consecuencias negativas son inasum ibles
de pacientes aquejados de TLP. De hecho, existen indicios de que los
( en el m arco de los servicios de salud establecidos, aunque, por supues­
efectos debidos a los terapeutas pueden ser de especial relevancia en
to, tam bién es im portante no seguir adm inistrando un tratam iento
( el tratam iento de individuos con TLP, quienes no solo son especial­
que sea m anifiestam ente inútil. En estas circunstancias, es im perati­
m ente sensibles a las intervenciones terapéuticas sino que, cuando
< vo sugerir una ayuda alternativa.
son tratad o s p o r terapeutas con m enos experiencia, pueden esta r
< peor, al concluir el tratam iento, que cuando em pezaron (Fonagy y
( S u p e rv isió n de resultados Batem an, 2006). Sin em bargo, este tipo de valoraciones sobre los
( La MBT incorpora en la actualidad una rutina de m onitorización terapeutas revisten escasa im portancia en el contexto de las iniciati­
de los resultados del tratam iento que ha llegado a convertirse en parte vas p a ra m ejorar la calidad de los servicios clínicos, al fracasar en
(
integral del modelo. Las evidencias indican que, con independencia del ofrecer objetivos tangibles -■-■-ya sea a pacientes-- o a terapeutas y
( gestores- que tienen la posibilidad de m ejorar los servicios. Resulta
m étodo de tratam iento, los terapeutas individuales tienen u n impacto
{ substancial en los resultados obtenidos por el paciente, y esto puede ser obvio que los terapeutas individuales que tienen m ás probabilidades
de particu lar im portancia en la práctica clínica ru tin aria. En cual­ de obtener resultados negativos necesitan apoyo y asistencia práctica
<
quier tratam iento psicoterapéutico, entre el 5 y el 10% de los pacientes para m ejorar sus resultados y no verse estigm atizados.
(
obtendrán unos resultados negativos, un hecho que puede ser atribui­ Afortunadam ente, en el cam po del trabajo psicoterapéutico gené­
( do a las diferencias existentes entre terapeutas (Hansen, L am bert y rico, se ha desarrollado y aplicado un m étodo basado en la m onitori-
(
<
(
254 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS D ELA PERSONALIDAD LA E S T R U C T U R A D E LA T E R A P IA BASADA E N LA M E N T A L IZ A C IÓ N 255

zación intensiva de los resultados del tratam ien to en curso, que acrecentarse en el tratam iento del TLP. La identificación del cambio
aparentem ente sirve para crear una «alerta precoz» de resultados en la trayectoria del paciente a lo largo del tratam iento, el impacto
negativos y proporcionar un m edio para introducir modificaciones del feedback al terapeuta, así como de la provisión de apoyo clínico
para las intervenciones posteriores (Okiishi, L am bert, Nielsen y cuando un paciente se desvía del curso esperado, no se ha investiga­
Ogles, 2003; Okiishi et a l, 2006). Las pruebas controladas aleatorias do en pacientes con TLP. Si los terapeutas pudiesen m onitorizar la
han puesto de relieve que el valor de este abordaje, a la hora de redu­ trayectoria del progreso del paciente y tener un acceso rápido a la
cir los resultados negativos, está por encim a del 50% y ha conducido inform ación que indica que ese cambio no está teniendo lugar en la
a mejoras en la satisfacción del paciente y la alianza terapéutica (Shi- dirección esperada, tam bién podrían m ejorarse los servicios clínicos
mokawa, Lam bert y Sm art, 2010). Es probable que u n a combinación que ofrecen tratam ientos psicoterapéuticos complejos para el TLP. La
de la alianza terapéutica m ejorada y de la m oderación del deseo de variabilidad de resultados observada en el tratam iento del TLP nos su­
abandonar la terapia explique las m ejoras observadas. La investiga­ giere que los efectos clínicos pueden ser especialm ente im portantes en
ción centrada en los pacientes trata de valorar la respuesta de estos al lo que respecta a este grupo. En una prueba sobre Terapia dialéctica
tratam iento en el curso de la terapia. El hecho de proporcionar fee- conductual para el TLP (Feigenbaum et al., 2012), todos los pacien­
dback a los terapeutas acerca del progreso de los pacientes perm ite a tes de un determ inado terapeuta abandonaron a pesar de los intentos
aquellos tom ar decisiones basadas en el distrés de sus pacientes, en significativos por parte del equipo para retenerlos en el tratam iento.
lugar de lim itarse a confiar en el tratam iento en sí. E stá dem ostrado Gunderson y colegas (1997) constataron que la evaluación de la alian­
que proporcionar feedback con una base reg u lar a los terapeutas za paciente-terapeuta, en los terapeutas que trataban a pacientes con
aum enta la perm anencia del paciente en el tratam iento y m ejora los TLP, predecía el abandono posterior. Por su parte, Lingiardi, Filipucci
resultados cuando se brinda apoyo clínico a los terapeutas cuyo(s) y Baiocco (2005) tam bién pusieron de manifiesto que la evaluación
paciente(s) se desvía(n) del curso esperado (Okiishi et a l, 2006). Los tem prana de la alianza terapéutica es un buen predictor del abandono
terapeutas necesitan feedback p ara identificar a los pacientes que no de los pacientes con trastorno de la personalidad y, asim ism o, que los
se han apartado de la trayectoria. La investigación dem uestra que los terapeutas evalúan sus alianzas con pacientes con TLP de un modo
terapeutas son notoriam ente pobres prediciendo cuáles de sus pacien­ significativamente m ás negativo que sus alianzas con pacientes aque­
tes irán m al con el tratam iento. H annan y colegas (2005) entrevista­ jados de otros trastornos de la personalidad. Un ensayo sobre la MBT
ron, al principio del tratam iento, a 40 terapeutas y les pidieron que (Bateman y Fonagy, 2009), en la que se utilizaba un modelo general
predijesen quiénes, de sus 550 pacientes, experim entarían un deterio­ lineal para m apear a lo largo del tiempo el progreso de los pacientes
ro, y solo lograron identificar a 1 de los 40 pacientes que finalmente individuales, tam bién indicó que había una variabilidad estadística
acabaron em peorando. Además, los resultados fueron aún peores im portante en la proporción de mejorías clínicas, algunas de las cua­
cuando se tratab a de reconocer a los pacientes que m ostraban un les podían ser atribuidas a la identidad del terapeuta. La duración m a­
em peoram iento en ese m om ento y a los que pun tu aro n consistente­ yor del tratam iento proporcionado a los pacientes con TLP hace que
mente como si estuvieran m ejorando, cuando de hecho no era así. se haga necesaria la investigación sobre estas fuentes de variación.
Aunque el trabajo previo sobre la m onitorización de resultados se La duración del tratam iento, de entre 12 y 18 meses, hace imperativo
haya centrado en la psicoterapia a corto plazo y no en la de medio y identificar tales pacientes al inicio del tratam iento, aunque solo sea
largo plazo y haya evitado a los grupos de pacientes con un diagnósti­ para tener en cuenta el coste personal p ara terapeuta y paciente -p o r
co prim ario de trastorno de la personalidad, no existen razones para no m encionar el coste económico de los servicios- y ver si los proble­
suponer que los beneficios del feedback con el terapeuta no deberían mas pueden ser abordados en una etapa m ás tem prana.
256 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA E S T R U C T U R A D E LA T E R A P IA BASADA E N LA M E N T A L IZ A C IÓ N 257

En conclusión, la variabilidad de los resultados es u n factor signi­ Esto perm ite debemos a ñ a d ir que el terapeuta puede albergar una
ficativo en la prestación de servicios. El uso de datos reales proce­ m ejor com prensión de las dificultades generales del paciente y así
dentes de los resultados de los tratam ientos, basados en los efectos tener en m ente una im agen m ás sólida de él, m ientras que el paciente
que tiene cada terapeuta a la hora de m ejorar los resultados de los tam bién será más consciente de las debilidades del terapeuta y de su
pacientes, influiría radicalm ente en la prestación de u n a atención m anera de trabajar.
m ás eficaz y proporcionaría una oportunidad de gestionar y optim i­ Pero, si bien este panoram a, un tanto ideal, tal vez sea aplicable a
zar los resultados en lo que respecta a terapeutas específicos. De ese algunos pacientes y terapeutas, es posible que otros, en cambio, inte­
modo, en la actualidad, se invita a todos los pacientes que participan rru m p a n el curso del tratam iento. Una de las tareas principales de
en la MBT a com pletar breves cuestionarios sem anales de segui­ los terapeutas consiste en re p a ra r las ru p tu ras de la alianza terap éu ­
miento, y tan to ellos como sus terapeutas tienen, a lo largo del tiem ­ tica y alim entar tanto su propia m otivación como la de los pacientes,
po, acceso com pleto a las puntuaciones. El paciente tiene que ser m anteniendo el enfoque en la m entaiización. Son las técnicas de
inducido a este proceso al comienzo del tratam iento, de modo que se m entalización asociadas a la fase interm edia las que constituyen el
convierta en un área de interés tanto p a ra él como p ara el terapeuta. corazón de este libro. Aquí m encionarem os la necesidad de que el
De hecho, am bos «mentalizan» acerca del cambio, bueno o malo, en equipo de MBT desarrolle y conserve u n a buena m oral de equipo,
función de las puntuaciones obtenidas. La m ejoría interesa tanto fortaleciendo la supervisión y p restando atención a los sentim ientos
como el deterioro, así com o cuál podría ser la explicación de dicho generados en los terapeutas.
cambio, cóm o se ha producido o si hay algo que esté ocurriendo en
la terapia que resulte útil o perjudicial. Las actuales variables en uso
incluyen los síntom as, la calidad de vida, el ajuste social, el funciona­ El equipo de m entalización
m iento interpersonal, el uso de los servicios, el suicidio y las autole-
siones, la función reflexiva y la alianza terapéutica (puntuada con E sta sección bebe en gran m edida del resum en del equipo de tra ­
independencia por terapeuta y paciente). Además, cada 3 meses debe bajo incluido en el m anual de gestión clínica e stru c tu rad a p a ra el
com pletarse u n a medición de resultados basada en los objetivos para TLP (B atem an y Krawitz, 2013) y en el del equipo de trabajo re c o ­
asegurarse de que la form ulación y los objetivos son revisitados de m endado p o r el Tratam iento Integrador Basado en la M entalización
fo rm a m etó d ica y que el tra ta m ie n to se cen tre en las á re a s m ás p ara Adolescentes (en inglés AMBIT: ver http://w w w .annafreud.org/
im portantes p ara el paciente. servicesschools/services-for-professionals/ambit/).
Las características del equipo de m entalización se resum en en el
cuadro 5.4.
Proceso

Es en la fase interm edia cuando tiene lugar el trabajo m ás duro


p ara el paciente. En lo que respecta al terapeuta, esta etapa puede
• Mente unida con un propósito compartido
parecer m ás fácil porque, en el m om ento en que ya se h a negociado
• Respeto por ellos mismos y por los demás
la etapa inicial, habrán desaparecido m uchas de las crisis, el nivel de
• Habilidad para desarrollar y adherirse a planes clínicos coherentes
com prom iso del paciente con el tratam ien to e stará m ás claro, su • Buena moral de equipo
motivación puede haber aum entado y su capacidad p ara trab ajar en • Liderazgo eficaz.
el m arco de la terapia individual y grupal puede ser m ás aparente.
(

258 TRATAMIENTO BASADO EN I.A MENTALIZ.ACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA E S T R U C T U R A D E LA T E R A P IA BASADA E N LA M E N T A L IZ A C IÓ N 259 f

i
Mente u n id a desprevenido, esto puede tener una cualidad seductora, dado que la (
Cuando el equipo funciona com o una sola m ente, m ientras sus crítica a un «rival» prom ete un potencial de «riquezas» clínicas, ya
m iem bros m antienen su propia individualidad, aparece u n objeti­ que nos convierte en alguien especial para el paciente. En ocasio- *
vo com ún en el equipo y este resp o n d erá de m an e ra coherente a nes, las críticas hacia un colega de las que un paciente inform a en (
una am plia variedad de situaciones clínicas. P ara ello, el equipo ha una sesión clínica son sum am ente precisas y pueden incluso acertar í
de atenerse a algunos principios básicos. En p rim er lugar, el resp e­ al señalar diferencias sensibles entre los m iem bros del equipo. Por ¡
to m utuo tiene que ser evidente y, m ás que darlo por sentado, debe supuesto, esto presenta dos vertientes, y el m ism o paciente puede
tra b a ja rse en él. En segundo lugar, el equipo necesita d efinir y revertir las críticas cuando se entrevista con a otro m iem bro del equi- *
red efin ir co nstantem ente sus objetivos con cada paciente; estos po. Un rechazo explícito y colectivo por parte de los m iem bros a ver- 1
objetivos tienen que ser coherentes con los objetivos globales del se arrastrados a este tipo de conversaciones, sutilm ente subversivas, f
proceso de tra ta m ie n to . E n te rc e r lugar, tiene que e n fa tiz a r la increm enta las posibilidades de funcionam iento eficaz del equipo. ,
com unicación en tre sus m iem bros. Todos los m iem bros tien en Integrar las opiniones del paciente y las reacciones recíprocas de los
idéntica responsabilidad a la h o ra de g a ra n tiz a r que la in fo rm a­ terapeutas a la perspectiva del paciente constituye una función clave
ción, las ideas y los planes se c o m p a rta n de m an era apropiada. Por del equipo. Valorar el punto de vista ajeno, sin im portar lo distinto ^
últim o, deben acordarse el liderazgo y las e stru c tu ra s de apoyo. que sea del propio, fom enta el respeto im prescindible p ara facilitar <
Todos los m iem bros h a n de com prom eterse a tra b a ja r en el m arco una visión integrada de la función psicológica del paciente. ¿
de estas e stru c tu ras, es decir, aunque las disidencias sean bienve­
nidas, los elem entos incontrolados d e s tru irá n al equipo, y tal vez L a m o ra l del equipo ^
nunca se recupere.
M antener una buena m oral en el equipo es esencial p a ra prevenir
El líder identificado del equipo no tiene por qué ser el líder p er­ el «desgaste» y m inim izar las respuestas em ocionales inadecuadas
m anente de los debates del equipo. E n lugar de una estricta estru c­ para los pacientes y el resto del personal clínico. Llam a la atención lo '
tura jerárquica, los equipos que funcionan mejor evidencian procesos evidente que puede llegar a ser el clim a im perante en un dispositivo *
flexibles, y el líder de una discusión puede ser alguien identificado al clínico, aunque se perm anezca ta n solo durante un breve periodo. La í
principio de la reunión del equipo o bien elegido p o r turnos. atm ósfera de una unidad puede ser fundam ental p a ra la eficacia de ,
las intervenciones y los resu ltad o s obtenidos p o r los pacientes.
Respeto Teniendo en cuenta que, en los p rogram as de MBT, participan varios *
El respeto significa que cada m iem bro del equipo aprecia ade­ terap eu tas que proporcionan psicoterapia individual y grupal, así f
cuadam ente los sentim ientos, opiniones y experiencias de los otros como apoyo p a ra los casos de crisis, es fácil suponer que pueden sur- i
m iem bros. Todos los terapeutas son conscientes de que las personas gir problem as entre los terapeutas, que, de no resolverse, es probable f
con TLP pueden evocar sentim ientos contradictorios, y esto es algo interfieran en la aplicación del tratam iento.
que, de m anera inevitable, se torna patente entre los com ponentes La m oral ae equipo se refiere a la sensación general de se g u ri­
del equipo. Un m iem bro puede enfadarse con un determ inado pa­ dad y la actitud prevaleciente en el equipo. Las actitudes positivas, ¡
ciente, y otro sentirse muy protector con él; los pacientes pueden en tusiastas y op tim istas son susceptibles de in stila r sentim ientos <
tratar de im plicar a un m iem bro del equipo destacando -q u iz á exa­ sim ilares en los pacientes y de e stim u la r su participación en el pro- (
gerando- las deficiencias de otro terapeuta participante. Para alguien ceso terapéutico. Por el contrario, las actitudes negativas, ansiosas
4

r
r
r 260 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA ESTRUCTURA DE LA TERAPIA BASADA EN LA MENTALIZACIÓN 261

r
y d esesp eran zad as a lim e n ta rá n el pesim ism o y se reflejarán en debe tra tar de com prender la perspectiva de su coterapeuta. Es in­
(
m uchos sentim ientos de los pacientes, que pueden em pezar a sentir evitable que aparezcan algunas diferencias, y estas se discutirán en
( que lo que está dentro tam bién está ahora fuera, viendo confirm ado una reunión de consulta/supervisión m ayor que tendrá lugar con una
( así su m odo de equivalencia psíquica. periodicidad semanal. Es aquí donde las opiniones se discuten y se
( La m oral del equipo se m antiene asegurándose de que el enfo­ integran, acordándose estrategias para su aplicación en las sesiones
que del tratam ien to p ara el paciente - a saber, la m en talizació n - se individuales y grupales. Esto garantiza que los terapeutas sean fieles
(
convierte tam bién en el centro de la interacción entre los tera p eu ­ al m odelo de la m entalización porque, según nuestra experiencia, es
< fácil desviarse de este m odelo y que los terapeutas recurran a su for­
tas. E stos tienen que ser capaces de llevar a la práctica aquello que
< p redican y de adherirse a u n a postura m entalizadora al d iscutir m ación técnica previa, ya sea de orientación dinám ica o cognitiva.
( sus propios puntos de vista con los dem ás. La escisión se describe
con m ás frecuencia en el tratam ien to de los pacientes con TLP que P lanificación clínica
(
en la m ayoría de los otros trastornos psiquiátricos, pero tiende a La planificación exitosa requiere un apoyo organizativo p ara las
(
rep ararse m ás en el papel del paciente que en el del equipo. Los reuniones de equipo y una declaración explícita a todos los m iem ­
( terap eu tas que están en desacuerdo tienen que tra b a ja r ju n to s en bros sobre la im portancia de tener en cuenta las diferentes perspec­
( pro de la integración y la síntesis. Pero la interacción de los te­ tivas clínicas. Los m iem bros del equipo se organizan en torno a la
( rap eu tas no puede dejarse al azar y, p o r tanto, la discusión entre problem ática del paciente e inician un proceso de integración de sus
terap eu tas de cada caso debe ser incorporada a la agenda para diferentes ideas y sugerencias clínicas. A menudo, esto puede hacer­
(
m an ten er la m oral y p ara aseg u rar que se adhieren al m odelo de se en presencia del paciente, quien, distanciado de la intensidad em o­
( la m entalización. cional de las interacciones del equipo, puede beneficiarse de la
< E n el program a de hospital de día (hospitalización parcial), que observación de cómo otros discuten ideas alternativas acerca de la
( en la actualidad se lleva a cabo en los Países Bajos, se organizan bre­ ayuda, que confluyen gradualm ente en u n plan práctico y sensato
ves reuniones del equipo con u n a periodicidad d iaria p a ra discutir con el que todos se com prom eten.
<
las cuestiones clínicas que su rja n en el seno de las sesiones indivi­
< Una paciente informó a una miembro del equipo que llevaba con­
duales y grupales. Quienes dirigen la discusión acerca de los grupos sigo una navaja a las sesiones porque se sentía insegura en la calle
( son, p o r supuesto, ios terapeutas grupales, m ientras que la responsa­ y también porque se sentía más tranquila en las sesiones de terapia
< bilidad de la integración de la perspectiva de equipo sobre el tra ta ­ teniendo la navaja en su bolso. La terapeuta se sintió preocupada,
m iento global de cada paciente recae en los terapeutas individuales. no solo porque llevar un arm a es ilegal, sino también por su propia
<
seguridad durante el periodo de sesiones. También paso a ser una
< E n la MBT intensiva am bulatorio, el terapeuta individual y el te­ preocupación para el resto del equipo exactamente por las mismas
rapeuta grupal deben reunirse, o al menos hablar, entre periodos de razones, por lo que los miembros expresaron su preocupación de
<
sesiones para que, antes de cada sesión -y a sea individual o grupal-, que la terapeuta no fuese capaz de centrarse en el tratam iento de
< el terapeuta sepa lo que ha sucedido en la otra sesión de tratam iento. la paciente al sentirse preocupada porque esta portaba una navaja.
< El equipo no estaba seguro de qué hacer, por lo que organizó una
Estos debates tienen lugar en una reunión celebrada poco después de
reunión de todo el equipo con la paciente para discutir el asunto.
< cada periodo de sesiones grupales o individuales, en la que el terapeu­ Se vertieron diferentes opiniones, que iban desde expulsar a la
ta inform ará del desarrollo de la sesión. Las diferencias de opinión paciente, salvo que prometiese no llevar navajas a las sesiones, has­
<
deben ser aireadas y resueltas, si resulta posible, y cada terapeuta ta comentarios más protectores sobre su ansiedad. El proceso de
(
<
<
(

262 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA ESTRUCTURA DE LA TERAPIA BASADA EN LA MENTALIZACIÓN 263 (

discusión permitió a esta paciente darse cuenta de que los estados Identificar y «marcar» la tarea
mentales que estaba evocando en el equipo eran incompatibles con (
Una vez que los m iem bros del equipo h a n expresado su deseo de ^
la continuidad del tratamiento y entonces se mostró de acuerdo en
no llevar armas a las sesiones. El proceso de discusión permitió que d ebatir u n determ inado problem a clínico y se acuerda el orden de
todos los participantes creyesen que su declaración era un reflejo debate, el equipo debe ayudar al terap eu ta a identificar explícita­
exacto del cambio, en lugar de una mera declaración verbal y super­ m ente el problem a y lo que quiere o b ten er de la discusión. Con <
ficial sin ningún fundamento en la realidad futura. dem asiad a frecuencia, los terap eu tas y los equipos se lim itan a <
rela ta r u n a historia, Pero, si bien eso reviste sus aspectos positivos, ^
R eu n io n es del equipo en p a rtic u la r el de ayudar a los facultativos a v entilar sus se n ti­
M uchos equipos siguen un protocolo acordado en las reuniones m ientos y sentirse validados, es poco probable que dé lugar a u n a
clínicas (véase el cu ad ro 5.5) y, p o r eso, esbozarem os ahora algu­ planificación p ráctica y eficaz del tra tam ie n to en curso. E sta es la <
nas sugerencias de dicho protocolo basad o en el trab ajo con los razón p o r la que se to rn a im perativo m a rc a r la ta re a y tam bién es f
jóvenes qtie padecen u n tra sto rn o em ergente de la personalidad. la responsabilidad de la presentación p o r p a rte del terapeuta. En el ^
En p rim e r lugar, es im p o rta n te que los te ra p e u ta s que deseen ejemplo anterior, la terapeuta identificó su preocupación acerca de
hab lar sobre un problem a clínico, lo hag an saber al principio de la que u n a paciente p o rta se u n a navaja y m a rc ó la ta re a de cóm o ^
reunión. Es sorprendente cu á n a m enudo la gente saca a colación m an ejar esta situación de m an era p ráctica y cóm o había procesa- '
algún problem a clínico complejo ¡justo an tes de que term ine una do su tem or d u ra n te la sesión. Ejemplos adicionales de m arc ar la y
ta re a son los siguientes: ^
reunión! En segundo lugar, el terapeuta que desea a b o rd ar u n p ro ­
blema identifica o «m arca» la tarea. En te rc e r lugar, el terap eu ta Me gustaría discutir el nivel de riesgo de este paciente y tomar una (
enuncia su caso. En c u a rto lugar, se produce un debate general que decisión sobre el modo de abordarlo.
perm ite a todos los m iem bros del equipo im plicados en el tra ta ­ Quisiera discutir cómo aum entar el nivel de motivación de
m iento del paciente exponer su p unto de vista. Los m iem bros del este paciente con el tratam iento de este paciente y lo que puedo 1
equipo que no están im plicados «m entalizan la discusión», asegu­ hacer -o incluso dejar de hacer- para mejorar su asistencia. {
Me siento ansioso antes de ver a esta paciente. Durante la sesión
rándose de que se resp etan todas las opiniones y de que se aborda
soy muy cuidadoso con lo que digo. Me siento reticente acerca de '
el apoyo em ocional que el terap eu ta requiere. Por últim o, el equipo desafiarla y me gustaría pensar más en ello. (
"retorna a la tarea" p a ra responder a las p reg u n tas iniciales plan­
teadas p o r el terapeuta. Enunciar el caso
(
A continuación, el terap eu ta presenta, brevem ente y sin verse ^
interrum pido, el problem a clínico. El veto a la interrupción es im por­
tante porque dem asiadas desviaciones de la ta re a im p ed irían u n a ^
• Identificar y «marcar» la tarea
presentación eficaz del problem a tal com o el terapeuta lo experimen- *
• Enunciar el foco de la discusión
• Discutir las perspectivas de los miembros del equipo acerca del foco ta. Igualm ente, el terapeuta ha de asegurarse de que la presentación I
• Retomar a la tarea para vincular la discusión con el foco del problem a no deriva en el m ero relato de u n a historia, sino que se ^
centra en la tare a identificada.
• Definir acciones prácticas y clínicas. (
i
264 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA E S T R U C T U R A D E LA T E R A P IA BASADA E N LA M E N T A L IZ A C IÓ N 265

Discutir y mentalizar el proceso perso n al y la social/profesional siguen estando m enoscabadas.


Una vez que el terapeuta ha completado su presentación, la reunión Incluso con el tratam iento, la interacción interpersonal compleja, la
se abre a los com entarios y las perspectivas del resto del equipo. Es in trin cad a negociación que exigen las situaciones sociales com ple­
im portante que algún miembro del equipo que no esté implicado en el jas, la función vocacional y la interacción sistém ica pueden m ejorar
cuidado del paciente actúe, durante el proceso de debate, como guar­ m enos. El paciente aquejado de TLP que ya no se autolesiona todavía
dián de la m entalización, escuchando atentam ente los «absolutos» y puede llevar un a vida gravem ente lim itada debido a su incapacidad
las opiniones extrem as (por ejemplo, «Ella es sim plem ente...», «Es p a ra forjar relaciones constructivas. A m enos que desarrollen for­
obvio que él es...») y los identifique rápidam ente de m anera explícita. m as constructivas de in teractu ar con los otros, los pacientes siguen
Los equipos pueden caer, de un modo tan fácil como imperceptible, en estando incapacitados p ara elegir el m odo en que viven su vida. Por
un proceso grupal que demonice a los pacientes con TLP, viendo el eso, el foco de la fase final de la MBT recae en las relaciones interper­
problema como un problem a del paciente cuando, en realidad, se trata sonales y en diferentes aspectos del funcionam iento social, siem pre
de un problema del equipo o del plan de tratam iento. Para evitarlo, es que los síntom as y problem as de conducta estén bien controlados, así
necesario organizar la discusión de equipo de m odo que los miembros como en la integración y la consolidación del trabajo previo. Los
im parciales del equipo actúen como «centinelas» del proceso. objetivos de la fase final se resum en en el cuadro 5.6.
La fase final com ienza a los 12 meses, m om ento en que al pacien­
Retorno a la tarea te le quedan todavía m ás de 6 m eses de tratam iento. En consonancia
con los principios de la terapia dinám ica, consideram os que la fina­
La persona que dirige la reunión es la encargada de que el equipo
lización del tratam iento y las reacciones consiguientes a la sep ara­
retorne a la tarea. Por lo general, esto se hace m ejor resum iendo la
ción son m uy im portantes p a ra consolidar los logros alcanzados
m ayor p arte del debate y vinculándolo al problem a identificado al
durante la terapia. La negociación inadecuada p o r p arte del terapeu­
principio. Se requiere un esfuerzo en este punto p a ra definir accio­
ta de la experiencia de separación y/o el procesam iento inadecuado
nes claras. Es útil reco rd ar el criterio START en torno a cualquier
de la conclusión p o r p arte del paciente pueden provocar en este u n a
tare a planificada. Los cinco aspectos de START son Sitio (¿dónde?),
reem ergencia de form as anteriores de gestionar los sentim ientos y
Tiempo (¿cuándo?), Autoridad (¿quién tiene la autoridad?), Respon­
una reducción concom itante en su capacidad de m entalización, cuya
sabilidad (¿quién tiene la responsabilidad?) y Tarea (¿cuáles son las
consecuencia es u n deterioro en la función social e interpersonal.
acciones que hay que llevar a cabo?).

Cuadro 5.6. Objetivos de la fase final


Fase final • Aumentar la responsabilidad y el funcionamiento independiente del
paciente
Sabem os ah o ra que las personas con TLP m ejoran de m anera
natural a lo largo del tiempo, y que lo hacen en m ayor m edida de lo • Facilitar la negociación del paciente sobre el futuro, por ejemplo, con
organizaciones externas
que se creía antiguam ente (Zanarini, Frankenburg, Hennen, Reich y
• Acentuar y consolidar la estabilidad social
Silk, 2005; Z anarini, Frankenburg, Hennen, y Silk, 2003). Sin em bar­
• Desarrollar conjuntamente un plan de seguimiento del tratamiento
go, la m ejoría se ciñe principalm ente a la conducta im pulsiva y a los
• Fortalecer la compresión del paciente acerca del significado de finalizar
síntom as de inestabilidad afectiva. Aunque esta parece ser u n a bue­
el tratamiento •
na noticia, los m ism os datos tam bién indican que la función inter­
• Centrarse en los estados afectivos relacionados con la pérdida.
266 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA E S T R U C T U R A D E LA T E R A P IA BASADA E N I.A M E N T A L IZ A C IÓ N 267

Es im portante que el terapeuta m antenga una conciencia tem po­ MBT no se ofrece ningún program a de seguim iento, la m ayoría de
ral a lo largo del desarrollo del tratam iento. El inconsciente es atem ­ pa -lentes solicitan m ás seguim iento, lo que puede ser u n a m edida
poral, haciendo m ás fácil que terapeuta y paciente, cuando trabajan del éxito del tratam iento, pero tam bién u n a m anera, p a ra algunos de
en estrecha colaboración, se «olviden» del tiempo. Puede encargarse ellos, de intentar evitar la conclusión del tratam iento y un indicador
a otro m iem bro del equipo que señale al facultativo que el tiem po de nuestro fracaso a la hora de abordar adecuadam ente las ansieda­
pasa m ás rápido de lo previsto y que h a llegado el m om ento de plan­ des asociadas a la finalización. Tras muchos años de interacción con
¡
tear la cuestión de la conclusión. los servicios de salud m ental, algunos pacientes pueden haber desa­
E rrollado casi una «carrera», y dejarla atrás requiere un cam bio rad i­
Cuando un terapeuta mencionó a un paciente que había estado en
tratamiento durante un año y que le quedaban 6 meses, el paciente cal en su estilo de vida, que no puede ser com pletado totalm ente al
permaneció en silencio hasta que, finalmente, reaccionó diciendo térm ino de los 18 meses. En lo que respecta a los pacientes que pade­
que podía terminar en ese mismo momento: «No veo que mis senti­ cen graves trasto rn o s de la personalidad y tienen u n historial de
mientos vayan a cambiar durante este tiempo y así podríamos ter­ muchos años de tratam ientos fallidos, varios ingresos hospitalarios
m inar con esto de una vez por todas. ¿Qué sentido tiene seguir y falta de estabilidad social, es poco probable que sean capaces de
durante los próximos 6 meses si el final va a estar pendiente sobre
alejarse de los servicios, para nunca m ás volver, tran scu rrid o s los 18
mi cabeza?» El terapeuta reconoció que esas palabras indicaban un
colapso de la mentalización ante la ansiedad, evidenciado por la m eses de MBT, con independencia del éxito del tratam ien to . La
dificultad que tenía el paciente de verse a sí mismo como alguien m ayoría de los pacientes requieren m ás apoyo p a ra adaptarse a su
diferente en el futuro. «Es una pequeña conmoción, es cierto, pero nueva vida, y negarles la ayuda apropiada equivaldría a «echarlo
me intriga que no puedas ver que tú mismo o los sentimientos que todo a perder por ah o rrarse una miseria».
tienes acerca de nuestra relación puedan cambiar a lo largo de este
periodo.» E! terapeuta pasó a explorar entonces el impacto inme­ Existen distintos program as de seguim iento disponibles: terapia
diato que tenía en el paciente el hecho de disponer solo de 6 meses de grupo, terapia de pareja, tratam ien to de m antenim iento p ara
1Ü'
de tratamiento y los temores asociados al tratamiento de apoyo y la pacientes am bulatorios, asesoram iento universitario/educativo aso­
separación del terapeuta. ciado a la vuelta a los estudios y, rara vez, terapia individual. Estos
■it program as no están plenam ente integrados en los program as de tra ­
La consolidación de las reacciones negativas puede evitarse per­
tam iento especializado porque se considera que todos los pacientes
m itiendo que el paciente tom e la iniciativa de la conclusión -estab le­
tienen derecho al seguim iento y deben solicitar el tratam iento adicio­
cer u n a fecha, p resen tar sus propios planes p a ra lo que tiene que
nal junto a los otros pacientes rem itidos a la unidad. Por nuestra p ar­
hacer después de recibir el alta o negociar planes de contingencia
te, una vez que se ha debatido el form ulario de ayuda adicional,
con el tera p eu ta - con el apoyo juicioso del terapeuta en sus esfuerzos
intentam os m in im izar el tiem po de espera p a ra p roseguir el tra ta ­
razonables, com o retom ar sus estudios, conseguir un empleo a tiem ­
miento, pero puede haber un intervalo entre el final del program a con
po parcial o efectuar algún trabajo de voluntariado.
el especialista y el acceso a la etapa de seguim iento. E sta es la reali­
dad de la disposición legal p ara el tratam iento en el Reino Unido, y los
S eguim iento pacientes tienen que adaptarse a los caprichos del Servicio Nacional
■í •
La responsabilidad de d e sa rro lla r u n p ro g ram a coherente de de Salud, al igual que el resto de los ciudadanos, si quieren acceder a
seguim iento y de negociar tratam ien to posterior es ofrecida p o r el tratam iento procedente de esta fuente, ya sea físico o psicológico, de
terapeuta y com partida con el paciente. Aunque, por lo general, en la una m anera constructiva. La capacidad de u tilizar adecuadam ente
268 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA E S T R U C T U R A D E LA T E R A P IA BASADA E N LA M E N T A L IZ A C IÓ N 269

los servicios ofrece ventajas evidentes al paciente, al que se le pudo


haber negado tratam iento en el pasado o dejó de tom arse en serio su
salud física. Además, el uso constructivo de los servicios propicia una • Mantener los progresos de mentalización efectuados
• Estimular más cambios que contribuyan a la rehabilitación
considerable reducción-de costes para el sistem a sanitario.
• Apoyar la vuelta a la educación o el empleo
• Negociar más problemas interpersonales y sociales.
M antenim iento am b u la to rio de la m en tá liza ció n
Son m uchos los pacientes que, en lugar de m ás psicoterapia for­
Referencias
mal, eligen citas de seguim iento interm itente, las cuales son organi­
zadas p o r el equipo de tratam iento. Los terapeutas m ás antiguos, Ackerman, S.J. y Hilsenroth, M.J. (2003). «A Review of Therapist Charac-
que conocen al paciente y que son conocidos por este ofrecen sem a­ teristics and Techniques Positively Impacting the Therapeutic Allian-
nalm ente de 4 a 6 citas individuales de 30 m inutos de duración. El ce», Clinical Psychology Review, 23, págs. 1-33.
objetivo de estas reuniones se especifica claram ente tal como lo resu ­ Bateman, A. (2005). «Day Hospital Treatment of Borderline Personality
Disorder”, en M.C. Zanarini (Ed.), Borderline Personality Disorder
m im os en el cuadro 5.7.
(págs. 281-304). Boca Ratón, FL: Taylor y Francis.
D urante las citas de seguimiento, el terapeuta seguirá utilizando Bateman, A. y Fonagy, P. (1999). «Effectiveness of Partial Hospitalization
las técnicas de m entalización p ara explorar los estados m entales in the Treatment of Borderline Personality Disorder: A Randomized
subyacentes del paciente y d iscutir cóm o el hecho de entenderse a Controlled Trial», American Journal o f Psychiatry, 156, págs. 1563-1569.
Bateman, A. y Fonagy, P. (2004). Psychotherapy for Borderline Personality
uno m ism o y a los dem ás conduce a la resolución de problem as, le
Disorder: Mentalization-Based Treatment. Oxford, UK: Oxford Universi-
perm ite reconciliar las diferencias y le ayuda a gestionar m ejor las ty press.
áreas problem áticas interpersonales y las relaciones íntim as. El con­ Bateman, A. y Fonagy, P. (2006). Mentalizing and Borderline Personality
trato de seguim iento es flexible y el paciente puede solicitar u na cita Disorder. In J.G. Alien y P. Fonagy (Eds.), Handbook o f Mentalization-
adicional si surge algún problem a emocional que le resulte difícil de Based Treatment (págs. 185-200). Chichester, UK: John Wiley & Sons.
Bateman, A. y Fonagy, P. (2009). «Randomized Controlled Trial of Outpa-
gestionar. En general, sin em bargo, la tendencia durante el segui­
tient Mentalization-Based Treatment versus Structured Clinical Mana­
m iento es la de aum entar el tiem po entre citas durante u n periodo de gement for Borderline Personality Disorder», American Journal o f
6 m eses p ara alentar una m ayor autodeterm inación del paciente. El Psychiatry, 166, págs. 1355-1364.
periodo durante el cual se vea a un paciente de esta m anera depen­ Bateman, A. y Fonagy, P. (2013). «Impact of Clinical Severity on Outcomes
derá tan to del terapeuta como del paciente y debe ser acordado entre of Mentalization-Based Treatment for Borderline Personality Disor­
der», British Journal o f Psychiatry, 203, págs. 221-227.
am bos. Algunos pacientes eligen recibir el alta en una etapa relativa­
Bateman, A. y Krawitz, R. (2013). Borderline Personality Disorder: An Evi-
mente tem prana del seguim iento, teniendo en cuenta que, en el futu­ dence-Based Guide for Generalist Mental Health Professionals. Oxford,
ro, tienen la opción de lla m a r y so licitar u n a cita en cualquier UK: Oxford University Press.
m om ento. O frecem os esta opción en n u estro propio servicio te ra ­ Borschmann, R., Henderson, C., Hogg, J., Phillips, R. y Moran, P. (2012).
peuta. Hay otros pacientes, no obstante, que prefieren fijar u n a cita «Crisis Interventions for People with Borderline Personality Disorder»,
Cochrane Datábase of Systematic Reviews, 6, Cd009353.
con varios m eses de antelación, lo que les ofrece m entalm ente las
Choi-Kain, L.W., Fitzmaurice, G.M., Zanarini, M.C., Laverdiere, O. y Gun-
suficientes garantías de que seguirem os teniéndolos presentes y tam ­ derson, J.G. (2009). «The Relationship between Self-Reported Attach-
bién les brinda m ás confianza e independencia p ara sortear el estrés ment Styles, Interpersonal Dysfunction, and Borderline Personality
y las tensiones de la vida cotidiana. Disorder», Journal of Nervous and Mental Disease, 197, págs. 816-821.
<
270 TRATAM IENTO BASADO £N LA MENTAUZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LA ESTRUCTURA DE LA TERAPIA BASADA EN LA MENTAUZACIÓN 271 í

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t
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6 Posición del terapeuta
<
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Introducción
(
La m entalización en psicoterapia es un proceso de atención con­
<
ju n ta en el que el objeto de escrutinio son los estados m entales del
( paciente. El terapeuta m entalizador construye y reconstruye de con­
< tinuo en su m ente u n a im agen del paciente p ara ayudarle a aprehen­
( der qué siente y por qué experim enta lo que experim enta. El paciente
tiene que encontrarse a sí m ism o en la m ente del terapeuta e, igual­
(
mente, el terapeuta tiene que entenderse a sí m ism o en la m ente del
( paciente. Si los dos han de d esarrollar conjuntam ente un proceso de
< m entalización, am bos deben llegar a experim entar que u n a m ente
< cam bia a o tra mente.

< Si bien este proceso parece extraño, en la práctica no lo es. El tera­


peuta debe asegurarse de que su principal preocupación no es tanto
(
la conducta del paciente como el estado m ental de este. Aunque se
( focalice en u n acontecim iento pasado, el principal interés del faculta­
< tivo recae en lo que está sucediendo ahora en la m ente del paciente; su
( curiosidad se centra en lo que el paciente experim enta m ientras habla
de los eventos. En efecto, el terapeuta se mueve desde el interés en los
(
eventos m ism os a la experiencia que tiene el paciente de esos eventos
r en el m om ento actual, a su reflexión sobre ellos, a sus sentim ientos
( actuales al hablar acerca de los eventos (véase la figura 6.1).
i
(
(
274 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P O S IC IÓ N D E L T E R A P E U T A 275

• H um ildad derivada de un sentido de «no saber»


; Reflexión sobre- . • Paciencia p ara dedicar tiempo a identificar las distintas pers­
' delóseventos pectivas
• Legitim ar y aceptar las perspectivas diferentes
• Indagación activa al paciente acerca de su experiencia, pidién­
dole descripciones detalladas de la experiencia (es decir, p re­
guntas de tipo «qué») en lugar de explicaciones (o preguntas de
tipo «por qué»)
E vitar cuidadosam ente la necesidad de entender lo que no tie­
ne sentido (por ejemplo, señ alar explícitam ente que algo no
está claro).

Figura 6.1. Proceso de mentalización: trayectoria Un ingrediente im portante de esta actitud es la vigilancia y el
reconocim iento de los propios errores com o terapeuta, es decir,
a d m itir las propias equivocaciones cuando em peore la situación.
Si el diálogo tiene que ver con una experiencia de la terapia en sí, Esto no solo ejemplifica honestidad y valentía, sino que tiende a dis­
el terapeuta debe reconocer que ni él ni el paciente experim entan las m inuir el arousal del paciente porque el terapeuta asum e la respon­
interacciones sino es a través de im presiones. Eso requiere que el sabilidad de las dificultades interaccionales y tam bién b rin d a una
terapeuta m onitorice su propia m ente tanto com o la del paciente y valiosa oportu n id ad p ara explorar cóm o pueden su rg ir problem as
vigile cualquier actuación ocasional, p o r m ás insignificante que le interpersonales a p a rtir de las asunciones erróneas sobre los estados
parezca. A pesar de nuestra afirm ación de que los individuos con m entales opacos y cómo los m alentendidos son una experiencia aver-
trasto rn o lím ite de la p ersonalidad (TLP) poseen una capacidad siva significativa. E n este contexto, es im portante ser consciente de
reducida p a ra m onitorizar adecuadam ente los estados m entales de que el terapeuta, cuando se encuentra con la no m entalización del
los dem ás, sus habilidades para utilizar u n foco externo de m entali­ paciente, el terapeuta se halla en riesgo constante de perder su propia
zación están bien afinadas con el fin de inform arse acerca de las
motivaciones y afectos ajenos. Son capaces de captar, con notable y
a veces incóm oda precisión, los errores, las debilidades personales y 6.1. Posición mentalizadorá.Í-,
^ __ *
los sentim ientos subyacentes. Así que, como veremos, la h um ildad y • La mentalización en psicoterapia es un proceso de atención conjunta en
la capacidad apropiada por p arte del terapeuta p a ra aprender acerca el que el objeto de atención son los estados mentales del paciente
de sí m ism o a p a rtir del paciente constituye u n a p arte im portante • El terapeuta construye y reconstruye continuamente una imagen del
del tratam iento. paciente para ayudarle a aprehender lo que siente
• Ni terapeuta ni paciente experimentan interacciones si no es a través de
impresiones
Algunas consideraciones generales • Se identifican las diferencias
• Aceptación de las perspectivas diferentes
La posición clínica m entalizadora por p a rte del terapeuta (cua­ • Indagación activa.
dro 6.1) incluye:
i
(
(
( 276 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P O S IC IÓ N D E L T E R A P E U T A 277

(
capacidad de m entalización. La principal tare a del terapeuta es, en Terapeuta: ¿En qué estado em ocional te encontrabas m ientras ibas
f
este caso, recuperar su propia m entalización. Por consiguiente, con­ de cam ino a casa?
( sideram os que los errores ocasionales de no m entalización p o r p arte Paciente: Me sentía bastante bien. E staba deseando ver a mi novio.
( de los terapeutas son un concom itante aceptable de la alianza tera ­ Habíam os tenido u n a buena velada la noche anterior.
péutica, algo que sim plem ente tiene que ser reconocido. Como en Terapeuta: ¿Cuál era, antes de eso, tu sentim iento general acerca de
(
otros casos de ru p tu ra s de la m entalización, este tipo de incidente tu relación con él?
( requiere que el proceso sea «rebobinado» y «explorado». Por tanto,
< en una relación colaborativa de m entalización, paciente y terapeuta E ste es el principio de u n diálogo m entalizador que se mueve,
< com parten la responsabilidad a la hora de entender lo que o c u rra poco a poco, hacia la com prensión de los estados internos que la
entre ellos. paciente había experim entando com o reacción a los eventos. Al
f
Hem os reiterado varias veces que los terapeutas no deben estar principio, los terapeutas MBT recaban hechos a p a rtir de los even­
(
abiertam ente preocupados por la tarea prim aria de la MBT - e s decir, tos y, a continuación, vuelven a establecer la experiencia in tern a de
( estim ular la m entalización cuando esta se pierde-, dado que proba­ los eventos.
< blemente ya lo estén haciendo sin ser conscientes de ello. Cualquier Además, el terapeuta debe ser consciente de su propio estado de
( técnica que prom ueva la m entalización es válida. En lugar de em pe­
m entalización. Como ya hem os dicho: «Irónicam ente, cuando co­
zar de nuevo, nuestro m odelo exige que el terapeuta reexam ine su
bram os conciencia de nuestras intervenciones no m entalizadoras
práctica actual desde la perspectiva de si sus intervenciones estim u­
(¡excrem entalizaión!), tam bién estam os m entalizando. O tra ironía
l lan o, por el contrario, inhiben la m entalización. E n este sentido, el
es que, cuando em pezam os a obsesionarnos con la m entalización
( terapeuta debe diferenciar entre la actitud centrada principalm ente
en m edio de una sesión, ya hem os perdido la m entalización, porque
en u n a n a rra tiv a descriptiva, y o tra que requiera p re s ta r atención
( hemos dejado de prestar atención a nuestro paciente» (Alien, Fonagy
a los estados m entales. Los terapeutas MBT necesitan hechos y no
( deben evitar suscitar los hechos acerca de eventos im portantes. En y Batem an, 2008, pág. 163). Prestar atención a la m ente del pacien­
( efecto, estos son necesarios antes de llevar a cabo el trabajo de men- te constituye el corazón de la m entalización. Paradójicam ente, es el
talizar tales eventos. terapeuta m ás inteligente o el m ejor entrenado el que tiene, cuando
(
asum e el papel de experto, m ás posibilidades de desactivar la m en­
< Terapeuta: C uéntam e lo que ocurrió. [Esta es u n a p reg u n ta que talización del paciente. Una vez que se descubre sabiendo por qué
í apunta a los hechos.] algo va m al con el paciente y cóm o puede corregirlo -e s decir, se
Paciente: Cuando entré en casa, encontré a mi novio con otra mujer. hace cargo de la m entalización del paciente—, ya h a dejado de men-
(
E staban en el salón y era evidente que habían estado aca­ talizar. ¡Y la aversión generalizada a a d m itir que no sabe lo que está
( riciándose. Les grité y ella me dijo que me fuera. sucediendo en las sesiones de terapia solo contribuirá a agravar el
( Terapeuta: ¿Qué hiciste entonces? [Una pregunta adicional que tiene problema!
i m ás probabilidades de obtener u n a historia.]
El saber adopta m uchas fo rm as com o, p o r ejemplo, profesar un
( Este es un diálogo que evoca hechos en relación con eventos. Una profundo entendim iento de los procesos inconscientes, esta r segu­
( vez que se han obtenido con suficiente detalle, el terapeuta vuelve a ros acerca de qué hay de b u en o y de m alo en los p rocesos m entales
los eventos y com ienza la exploración en torno a los estados mentales o d e c ir de m anera em pática a los pacientes lo que e stá n sintiendo,
(
asociados a ellos. p ero to d as ellas son p o s tu ra s no m e n ta liz a d o ra s. El tera p eu ta
<
(
<
278 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD POSICIÓN DEL TERAPEUTA 279

MBT debe, en lugar de a sp ira r a entender los procesos subyacen­ P osición m en ta liza d o ra o de n o saber
tes, estim u lar una consideración conjunta de ellos; en lugar de tra ­
La actitud m entalizadora de no saber no equivale a carecer de
tar de d em o strar socráticam ente su inexactitud, tiene que explorar
todo conocim iento. La expresión solo intenta transm itir el sentido de
los diferentes com ponentes de los procesos de pensam iento; y, en
que los estados m entales son opacos y de que el terapeuta puede no
lugar de nom brarlos m etódicam ente ocupando el lugar del pacien­
tener m ás idea de lo que sucede en la m ente del paciente que el p ro ­
te, ha de ayudarle a p re sta r atención a sus sentim ientos. El te ra ­
pio paciente -y, de hecho, probablem ente, bastante m enos-. N uestra
peuta se focaliza en el proceso m ás que en el contenido de los
postura al respecto es la de intentar m ostrar la voluntad de averiguar
pensam ientos y sentim ientos del paciente y, al hacerlo, le pide que
lo que ocurre en la m ente del paciente, qué lo «moviliza», cómo se
atienda conscientem ente a los procesos que o c u rre n tan to en su
siente y los motivos subyacentes a sus problem as. N uestra tarea ini­
propia m ente com o en la de los dem ás, p resta n d o atención a la
cial consiste en sustentar su perspectiva y ver las cosas tal com o él las
fluctuación de sus sentim ientos. P ara d e sa rro lla r este proceso, el
ve. Y, p ara conseguirlo, necesitam os convertirnos en terapeutas que
tera p eu ta utiliza un rango de in tervenciones que com parten el
indaguen activam ente (véase el cuadro 6.2), desalentando un exceso
objetivo p rim ario de m antener la m entalización y de restablecerla
de asociación libre por parte del paciente a favor del seguim iento
cuando e sta se pierde. detallado y la com prensión de los procesos interpersonales y de qué
m odo estos se relacionan con sus estados m entales.

A ctitud d e i te ra p e u ta N uestro objetivo es conseguir que el paciente m onitorice en tiem ­


po real sus propios estados m entales. Si albergam os una perspectiva
La actitud del terapeuta resulta crucial, puesto que estim ulará diferente a la del paciente, esta debe ser verbalizada y explorada en
en el paciente -gracias, en parte, al m odelado y la identificación- el relación con la perspectiva alternativa del paciente, sin asum ir que
reconocim iento de que la m entalización es u n proceso básico para nuestro punto de vista posee m ayor validez (véase el cu adro 6.3).
el éxito de nuestras interacciones con los dem ás. La habilidad del
N uestra tare a es d eterm inar los procesos m entales que conducen
terapeuta para utilizar su propia m ente y m o strar placer en cam ­
a perspectivas alternativas y exam inar cada u n a de ellas en relación
biar su m ente cuando se le p resentan puntos de vista alternativos
con el otro, aceptando que podem os asum ir los puntos de vista diver­
se verá interiorizada por el paciente, el cual sentirá, poco a poco,
gentes. Cuando las diferencias son evidentes y no pueden resolverse
m ás curiosidad acerca de su propia m ente y de la de otras personas
de entrada, deben se r identificadas, enunciadas y aceptadas hasta
y se encontrará, de ese m odo, cada vez m ás capacitado para recon­ que la resolución parezca posible.
siderarse a sí m ismo, así com o su com prensión de los demás. E sta
reelaboración continua de perspectivas ejem plificada p o r la actitud
curiosa del terapeuta, ju n to con la consideración de alternativas en
el m arco de la relación terapéutica, es clave p a ra el proceso de cam ­ • Describe cómo entiendes lo que él ha dicho
bio, dado que el foco del trabajo no recae tan to en la experiencia • Me pregunto si eso está relacionado con el grupo de ayer
pasada com o en la presente. • Tal vez sientas que te estoy juzgando
• ¿Qué te parece su sentimiento suicida [en el grupo]?
E n un intento de cap tar esta actitud clínica, que brinda la mejor
• ¿Qué le llevó a actuar contigo tal como lo hizo?
oportunidad de alcanzar los objetivos de la m entalización, hablam os
• ¿Qué piensas de lo ocurrido?
de la postura m entalizadora o de «no saber».
280 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD POSICIÓN DEL TERAPEUTA 281

Terapeuta: De acuerdo, y puedo ver que te hacía sen tir que no eras
Cuadro 6.3. Subrayar láfflperspectiyas alternativas
querida, pero ¿cómo se com para eso con tus sentim ien­
• Lo veo como una forma de controlarte a ti mismo y no como un ataque tos anteriores hacia él? [Intervención b asada en los afec­
hacia mí [explicación del paciente], ¿puedes pensar en ello durante unos tos, que su g ie re u n c o n tra s te en su s d ife re n te s
momentos? experiencias de él.]
• Pareces creer que no me gustas y, sin embargo, no estoy seguro de qué Paciente: Yo solía p en sar que siem pre me escuchaba y le interesa­
te lleva a pensar tal cosa ba lo que estaba sucediendo en mi vida, pero esto... no va
. Ayúdame a verlo de ese modo. No soy consciente de que no lo hicieses a o c u rrir de nuevo.
bien. En mi opinión, fue todo un logro. _________________________ Terapeuta: Es realm ente molesto, ¿no es así?, cuando alguien no
parece ser de la form a en que generalm ente es. Quizá
El siguiente ejemplo ilustra la actividad interrogatoria del tera ­ estabas influida p o r ese horrible sentim iento de decep­
ción suscitado porque no ibas a verle de nuevo [vincula la
peuta.
finalidad de la decisión de dejar de ver a su psicólogo con
La paciente decepcionada el sentim iento problem ático que se ha evocado. E sto va
[Hablando de su reunión de seguim iento con su psicó­ más allá de la p o stu ra de no saber, cuando el terapeuta
Paciente:
logo anterior] No creo que se preocupase en absoluto por sugiere que otro estado m ental podría ser relevante, pero
se tra ta de u n estado m ental sugerido p o r él. Técnica­
lo que yo le decía.
mente, es algo que no se atiene com pletam ente al m ode­
Terapeuta: ¿Qué te lleva a afirm ar eso?
lo. Sería m ejor que el terapeuta preguntase si había otros
Paciente: Tenía que rep e tir lo que le decía y él no añadía nada,
sino que se lim itaba a hacerm e la m ism a p regunta a la sentim ientos relacionados con el hecho de ver a su psicó­
logo d u ran te el seguimiento].
que yo acababa de responder [posible declaración no
Paciente: Tal vez, pero cuando m e encontraba allí, lo sentía como
m entalizada].
un trabajo duro. Sin embargo, tiene razón, él era norm al­
Terapeuta: Puedo ver cóm o h as llegado a eso [validación sin u n m ente así. Pero me hacía daño. No parecía im portarle
acuerdo de que el psicólogo estuviese o no molesto]. ¿Qué
que no fuese a verm e de nuevo.
efecto tuvo en ti? [Una p regunta que, en lugar de u n a Terapeuta: H um m m . Veamos qué te hizo sentir eso y cóm o lo estás
narrativa, trata de suscitar u n estado mental.]
gestionando [ahora cam bia la terapia a co n sid erar el
Paciente: Me m olestaba que, d u ran te todo ese tiem po, hubiese efecto que ten d rá en ella dejar de ver al psicólogo].
estado viendo a alguien que siem pre parecía deseoso de
escucharm e, pero que en realidad estaba fingiendo.
E l terapeuta “h a ced o r”
Terapeuta: Es duro, ¿no?, cuando alguien parece cam biar ta n ráp i­
dam ente, ¿pero qué o c u rría con esa sensación de que él Los pacientes, desde m uy p ro n to en la terapia, pueden sentirse
no escuchaba? com prendidos por los terapeutas solo cuando les su m in istran p ru e ­
Paciente: Él estaba viéndom e y se suponía que m e escuchaba con bas explícitas y concretas de que este es el caso. La presión p a ra que
independencia de lo que estuviese haciendo. Simplemen­ el terapeuta haga algo es alta porque la función psicológica id e o ló ­
te no decía dem asiado [la paciente explica cómo h a llega­ gica, a m enudo aparente en las personas con TLP (véase capítulo 1),
do a esa conclusión]. No m e quería allí. significa que su com prensión del m undo depende de lo que o c u rra en
282 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD POSICIÓN DEL TERAPEUTA 283

el plano físico, es decir, son los resultados en el m undo «real» los que que la paciente ocultase sus problemas y considerase así que el tra­
definen su im portancia. Los terapeutas d em o strarán , a veces, su tamiento era una farsa que, si bien parecía eficaz, era, en realidad,
com prensión a través de acciones adecuadas dentro de los lím ites lo contrario. Ambos coincidieron en que podían hablar abierta­
mente sobre el asunto si cualquiera de ellos creía que estaba inter­
terapéuticos como, por ejemplo, cuando se requiere una c a rta de
firiendo en la terapia.
apoyo relacionada con la vivienda, una llam ada telefónica al pacien­
te que le ayude a explorar los desencadenantes de u n a crisis interper­ El objetivo de esta apertu ra acerca de los inform es u otras accio­
sonal y supervisar lo que está sucediendo en su mente, o incluso una nes adoptadas en nom bre del paciente es m antener la m entalización
visita a su casa con un colega durante una urgencia entre periodos en torno al contenido del inform e o de la acción, que afecta, después
de sesiones. M uchas de esas acciones pueden llegar a convertirse en de todo, al paciente. Eso no quiere decir que el paciente deba asum ir
parte integral de la terapia. la responsabilidad, y quizá sea preciso efectuar m ás trabajo p ara
C ualquier ca rta o inform e escrito en beneficio del paciente debe ayudarle a ser m ás eficaz, p o r ejemplo, en cuestiones relacionadas
ser com partida con él antes de ser rem itida, y reescrita si es necesa­ con la vivienda u otras instituciones. Las principales acciones adop­
rio, como p arte de la atención conjunta a sus necesidades. El prim er tad as en beneficio del paciente deben ser ponderadas, antes de lle­
borrador ilevado a cabo por el terapeuta b rin d a su punto de vista, varse a cabo, de form a cuidadosa, preferentem ente con algún otro
m ientras que la modificación m ediante su discusión con el paciente m iem bro del equipo y ciertam ente discutidas con el equipo si ya han
m uestra u n proceso de cam bio y la influencia de u n a m ente sobre tenido lugar en el m arco de la sesión. Eso es u n a salvaguarda contra
otra. Si no puede alcanzarse un acuerdo m utuo sobre algún aspecto actuaciones inapropiadas.
de la c arta, el terapeuta debe decidir si desea ren u n ciar a su propia
opinión o bien m antenerla. Cualquiera sea el curso de acción em pren­ E l terapeuta “q u e m o n ito riz a ”
dido, deben explicarse al paciente las razones de la decisión tomada.
Por supuesto, algunos inform es serán favorables al paciente, m ien­ Como seres hum anos, es inevitable que com etam os errores en la
tras que otros, p o r ejemplo, los referentes a libertad vigilada, tribu­ terapia, algunos m ás graves que otros. Aquí no estam os hablando
nales de justicia y equipos de protección infantil, pueden plantear de erro res estructurales como, p o r ejemplo, olvidar alguna sesión o
problem as complejos en la terapia. no o rg an iz ar las citas con el debido cuidado. Los erro res estru ctu ­
rales m ás graves exigen una disculpa y la aceptación p o r nuestra
Un terapeuta escribió un informe sobre una paciente destinado al p a rte del error, así com o una declaración posterior, en el proceso de
equipo de protección de menores. Cuando entregó a la paciente el
la terapia, de que som os conscientes de los efectos que el suceso ha
primer borrador del informe, ella corrigió una serie de pequeños
errores fácticos, pero se mostró más preocupada por la afirmación tenido sobre el paciente. A lo que nos referim os, m ás bien, es al
de que su inestabilidad emocional comprometía su habilidad para requisito de responsabilizarnos de nuestros propios erro res de m en­
atender a las necesidades de su pequeño. Cuando el terapeuta le talización, es decir, aquellos que socavan la m entalización en lugar
explicó cómo había llegado a esa opinión, ella no estuvo de acuer­ de prom overla, diciendo al paciente, p o r ejemplo, cóm o se siente o
do. Entonces llevaron a cabo algún trabajo para identificar al «ele­ insistiendo en que n u e stra perspectiva es la c o rrecta y discutiendo
fante en la habitación» (focalización en el afecto; ver capítulos 7 y
en el m odo de equivalencia psíquica. No debem os in te n ta r encubrir
9) y reparar la alianza terapéutica aceptando la diferencia de opi­
niones. Por su parte, a la paciente le preocupaba que el terapeuta nuestros errores o negarlos cuando nos vemos confrontados a ellos,
nunca fuese a cam biar de opinión y que ella fuese incapaz de sino tra tarlo s com o op o rtu n id ad es p a ra rev isar lo sucedido y apren­
demostrar su estabilidad. En cambio, al terapeuta le preocupaba der m ás acerca de los contextos, los sentim ientos y las experiencias:
2 8 4 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD POSICIÓN DEL TERAPEUTA 285

«¿Qué es lo que hice en ese momento?» (véase el cuadro 6.4). No b as­


ta con reconocer en silencio, en nuestro interior, que hem os com eti­
do un error y m odificar consecuentem ente nuestras intervenciones. • ¿Hay algo de lo que he dicho o hecho que pueda haberte hecho sentir de
ese modo?
N ecesitam os a rtic u la r lo sucedido, no solo p a ra m odelar honesti­
\ '. • No estoy seguro de haber dicho eso. Déjame pensarlo
dad y valentía, sino ante todo p a ra d em o strar que estam os conti­
nuam ente reflexionando sobre lo que o cu rre en n u estra m ente y lo • Creo que me he equivocado. Lo que no puedo entender es cómo he podi­
do llegar a decir eso. ¿Puedes ayudarme a volver a lo que sucedió antes
que hacer en relación con el paciente. E ste es un com ponente cen­ A
de equivocarme?
tral de la m entalización. V
i • ¿He pasado por alto algo obvio?

Autenticidad
Y esto nos lleva a un aspecto controvertido de la MBT, esto es, que y el terapeuta debe ser capaz de responder a ellos con autenticidad.
los procesos m entales del terapeuta deben ser accesibles al paciente. Si no lo hace de ese m odo, el paciente pasará a ser m ás insistente e
Los procesos m entales son opacos, y esta opacidad, com binada con incluso evocará en el terap eu ta la m ism a experiencia que le está
la vulnerabilidad característica de la persona con TLP a la pérdida señalando (si es que, de hecho, ¡no está sintiéndola ya en ese m om en­
de m entalización en las relaciones, la sensibilidad a estím ulos exter­ to!). Pero es peor incluso que el terapeuta invalide la percepción
nos tales com o las expresiones faciales (Lynch et al., 2006) y sus correcta del paciente porque se siente avergonzado e incóm odo. Nor­
suposiciones acerca de los estados m entales internos, significa que el m alm ente el terapeuta hace eso cuando se lim ita a reflejar la pregun­
terapeuta m entalizador debe conseguir que sus procesos m entales • ta, lo que es u n e rro r frecuente de m entalización.
sean tran sp aren tes p ara el paciente. Por eso, cuando intenta com ­ La percepción adecuada de un paciente de lo que hay en la m ente
p ren d er al paciente, debe d elib erar abiertam ente, al tiem po que del terapeuta requiere u n a validación:
«m arca» sus declaraciones con cuidado. Eso requiere franqueza,
honestidad, autenticidad y dom inio personal de lo que el terapeuta Está aburrido de verme, ¿no es cierto?
siente y piensa, algo que no deja de ser problem ático, en p arte debido
Es probable que este tip o de pregunta se form ule desde una posi­
a los peligros de las violaciones de lím ites terapéuticos en el tra ta ­
ción de equivalencia psíquica, en la cual se asum e que los p e n sa ­
m iento de las personas con TLP. Nuestro énfasis en la necesidad de
m ientos y la experiencia interna del paciente son los m ism os que los
autenticidad no es u na licencia p ara sobrepasar los lím ites de la tera­
de su experiencia externa. Cuando se halla en el m odo de equivalen­
pia o desarrollar una relación «real»; solo tratam os de subrayar que
cia psíquica, el paciente no puede d istinguir fácilm ente entre él m is­
el terapeuta debe e sta r m entalm ente disponible p a ra el paciente y
mo y los dem ás y, por lo tanto, opera desde la perspectiva de que los
dem ostrar su capacidad p ara equilibrar la inseguridad y la duda con
otros tienen la m ism a experiencia que él.
u n a opinión y u n a perspectiva profesional. Esto es de p a rticu la r
im portancia en el caso de que los pacientes identifiquen correcta­ Si el terapeuta, en efecto, se siente aburrido, es im portante que lo
m ente los pensam ientos y sentim ientos experim entados p o r el tera ­ diga de una m anera que estim ule la exploración de lo que le resulta
peuta. Entonces, este debe e sta r preparado para recibir preguntas y aburrido en la interacción paciente-terapeuta. El tera p eu ta MBT
afirm aciones que pueden ponerlo a la defensiva: «Está aburrido de asum irá con idéntica responsabilidad tan to la creación de u n a tera ­
mí», «Está harto de mí», «No le gusto dem asiado, ¿no?», y así sucesi­ pia a b u rrid a com o tra tar, en ese m om ento, de convertir eso en el
vamente. Tales desafíos pueden surgir de repente y sin previo aviso, foco de la terapia:
286 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD POSICIÓN DEL TERAPEUTA 287

Ahora que lo mencionas, me sentía un poco aburrido y no estoy Contrarrelación, o sentimientos generados en el terapeuta, y marca­
seguro de dónde proviene eso. ¿Está relacionado con lo que estás ción de los estados mentales
contando o cómo lo estás contando o tiene, por el contrario, que ver
conmigo en este momento? ¿Sabes?, no estoy muy seguro. En el pasado, hem os utilizado m ás bien alegrem ente el térm ino
«contratransferencia» p a ra describir los sentim ientos que tiene el
En cam bio, si el terapeuta no se siente ab u rrid o , entonces, debe terapeuta durante las sesiones de tratam iento. Sin embargo, nuestra
e n c o n tra r u n a form a de expresarlo que a b ra la posibilidad de utilización del térm ino ha suscitado, con razón, una cierta preocupa­
explorar lo que ha estim ulado la p regunta del paciente. P ara ello, ción. De hecho, en com paración con las complejas definiciones que
el terapeuta debe a b rirse prim ero a su sentim iento actual, en lugar encontram os en la literatura psicoanalítica, nuestra utilización del
de in te n ta r e stim u lar las fantasías del paciente acerca de lo que él, térm ino ha sido algo inexacta y carente de precisión psicológica. El
el terapeuta, está sintiendo. Esto se atiene al principio básico de la significado de esta palabra, que h a ido variando a lo largo del tiem ­
MBT de NO realizar intervenciones que supongan que un paciente po, tiene una larga e ilustre historia. No obstante, con independencia
está m entalizando cuando, de hecho, no es así. P edir a un paciente de la definición que apliquemos, persiste un m ism o núcleo, a saber,
que im agine cuál es la experiencia del terap eu ta, y oto rg ar a esa que la «contratransferencia» se refiere a los sentim ientos experim en­
im agen u n significado, tiene que verse rep resen tad o en la m ente tados por el terapeuta, vinculados a su autoconciencia, que a su vez
del paciente y c o n trastad o con su propia experiencia, un proceso descansan en el polo afectivo de la m entalización. Este constituye el
que exige u n a razonable capacidad de m entalización. Una p reg u n ­ foco de la MBT y, p o r tanto, solemos hablar de ios «sentimientos del
ta del tipo «¿Qué te lleva a pensar que me aburro?» efectuada a un terapeuta con relación al paciente», en lugar de u tilizar el térm ino
paciente no m entalizador, sin a c la ra r p rim ero si su percepción es «contratransferencia», porque tiene implicaciones en lo que respecta
o no exacta, es probable que induzca el m odo sim ulado o desem bo­ al origen de los sentim ientos, que norm alm ente se consideran que
que, sim plem ente, en el desarrollo de u n a fan ta sía en el m odo de surgen del paciente. Algunos terap eu tas tienden por defecto a un
equivalencia psíquica. Es m ejor que el te ra p e u ta com unique al estado autorreferencial en el que suponen que casi todo lo que expe­
paciente lo que está experim entando, en ese m om ento, en el m arco rim entan en la terapia es una proyección del paciente y form a parte,
de la terapia: técnicam ente hablando, de la contratransferencia. Pero, com o tera­
peutas, debem os resistirnos a este m odo por defecto y ser conscien­
Hasta donde yo sé, no estaba aburrido. De hecho, intentaba enten­ tes del hecho de que n u estro s estados m en tales p u ed en teñ ir
der lo que me decías. Me sentía confuso. Pero ahora lo que me intri­
indebidam ente n u e stra com prensión de los estados m entales del
ga es que tú y yo estábamos teniendo una experiencia diferente en
paciente y de que solemos, sin u n fundam ento adecuado, equiparar
este momento [marcar una perspectiva alternativa].
nuestros propios estados m entales con los del paciente. El terapeuta
El objetivo es que el terapeuta estim ule la exploración de perspec­ tiene que poner en «cuarentena» sus sentim ientos, que se definen
tivas alternativas. Si esto ocurre, las diferentes perspectivas tienen como aquellas experiencias, tan to afectivas com o cognitivas, que tie­
que ser claras. E n este caso, el paciente m antiene u n a perspectiva ne d u ran te las sesiones y que, según él, p odrían co ntribuir a d esarro­
específica. Ahora el terapeuta ha planteado u n punto de vista alter­ llar u n a com prensión de los procesos m entales p ertin en tes a los
nativo, pero subrayando que está reflejando (m arcando) su propio problem as de la paciente o a los problem as del tra ta m ie n to en sí.
estado m ental y no el del paciente. Pero, al hacerlo, no está diciendo El m odo en que el terapeuta pone en «cuarentena» sus sentim ientos
que el estado m ental del paciente sea erróneo, sino que intenta crear de contrarrelación guía su abordaje técnico hacia los sentim ientos
una plataform a desde la cual explorar posibles alternativas. generados durante el tratam iento.
¡

r
(
r 288 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD POSICIÓN DEL TERAPEUTA 289

( E nm arcam os nuestro trabajo técnico en torno a los sentim ientos efectos que provoca en la m ente de los dem ás, en lugar de ignorarlos
f del terapeuta (contratransferencia en un sentido amplio) con una o sostener que no son im portantes.
< exhortación p ara que sea «rutinario». Los terapeutas inexpertos fre­
Un paciente con trasto rn o antisocial de la personalidad (TASP)
cuentem ente albergan ideas acerca de cómo deben com portarse y
( m ostraba u n a conducta am enazadora e intim idatoria, sentándose
actu ar durante la terapia, que les llevan a tornarse rígidos, insensibles
( y dedicados a la aplicación técnica. Nosotros sugerim os que actu ar inclinado hacia delante durante las sesiones y fulm inando con la
( com o u n a persona norm al es, habitualm ente, un m ejor cam ino a m irad a al terapeuta. No es de extrañar, pues, que este le tuviese m ie­
seguir cuando se trabaja con los sentimientos de la contrarrelación. do, así que decidió intentar hablar acerca del problem a que le creaba
<
Sin embargo, no estam os aconsejando a los terapeutas que se com por­ ofrecerle tratam iento m ientras sentía miedo.
<
ten del modo que les plazca o digan lo que les parezca, al m enos no
Terapeuta: Creo que tengo que sacar a colación un aspecto de nues­
( m ás de lo que harían en una relación respetuosa con un amigo, sino
tras sesiones que no quiero que tom es com o una crítica
( m ás bien, nuestra recom endación es que, durante la terapia, el tera­
[antes de expresar sus sentim ientos, el terapeuta anticipa
peuta trabaje abiertam ente en su estado m ental de u n a form a que
( la reacción del paciente]. Pero el m odo en que te sientas
prom ueva el propósito com ún de la relación paciente-terapeuta y
< hacia adelante en la form a en que estás ahora y elevas la
m antenga activa la m entalización. Para ello, el terapeuta a m enudo
< voz cuando me hablas, me hace sentir nervioso. No pue­
necesita hablar abiertam ente desde su propia perspectiva (esto es lo
do p en sar correctam ente cuando estoy nervioso, lo que
( que se denom ina «marcar»), en lugar de hacerlo a p a rtir de su com ­
me impide escuchar con atención lo que me estás dicien­
prensión de la experiencia del paciente. La palabra clave en este caso
f do. ¿Podrías apoyarte m ás en el respaldo y bajar tu tono
es «abiertamente». La experiencia de contrarrelación expresada ver­
r balm ente por el terapeuta constituye un aspecto im portante de la tera­
de voz un poco?
Paciente: No tiene por qué sentirse de ese modo. No estoy am ena­
( pia pero, al expresarla, debe ser m arcada como un aspecto del estado
m ental del terapeuta. A pesar de que pueda ser una reacción al pacien­ zándole [rechazo com ún en el TASP de los estados m en­
( tales de los demás].
te, debe quedar claro que no debe atribuirse a este. En esencia, m ar­
( Terapeuta: Aprecio lo que dices, pero ese es el efecto que me produce.
car, implícita o explícitamente, responde la cuestión acerca de cuál es
( la mente de la que estam os hablando: ¿es la nuestra, es nuestra repre­ E n este ejemplo, el terapeuta ha logrado m antener su propia m en­
< sentación del estado m ental del paciente o una combinación de ambas? talización expresando su estado m ental, a saber, la emoción que redu­
r La experiencia de la contrarrelación puede ser eficaz en el tra ta ­ ce su capacidad de m entalizar durante el actual periodo de sesiones.
< m iento del TLP, en el que los terapeutas tienen que bregar con senti­ Eso concuerda con uno de los principios fundam entales de la MBT,
m ientos de ira, odio, dolor, rechazo, preocupación y ansiedad. Los es decir, que el terapeuta debe asegurarse de m an ten er su propia
<
pacientes parecen capaces de to ca r nuestros puntos m ás sensibles y, m entalización. Por otro lado, la respuesta del paciente sugiere que no
( a veces, incluso se centran en ellos p a ra tra ta r de controlar los pro­ le preocupa el efecto que tiene en el terapeuta. Este es un problem a de
í cesos emocionales durante la sesión. La tare a del terapeuta consiste m entalización característico que encontram os en las personas con
< en ayudar al paciente a reconocer que lo que hace y lo que dice tam ­ TASP y ha de abordarse en la MBT-TASP (véase el capítulo 13).
bién evoca un d eterm inado estado m ental en el terapeuta, de igual En resum en, la m entalización del terapeuta no es neutral, sino que
<
m odo que lo que hace y dice el terapeuta estim ula determ inados pro­ se en cu ad ra en un proceso de participación reflexiva (véase el cua­
( cesos m entales en el paciente. El paciente debe ten er en cuenta .os dro 6.5), p o r lo que resulta esencial que m onitorice sus respuestas m ás
(
t
(
290 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAI.IZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P O S IC IÓ N D E L T E R A P E U T A 291

abiertam ente de lo que requieren m uchas otras terapias; su papel es tam poco toleran que un terapeuta que se ve desbordado por las em o­
potencialm ente iatrogénico desde el punto de vista del proceso inter­ ciones no acierte a discernir entre diferentes perspectivas y los expon­
personal. La cuestión para el terapeuta consiste en determ inar qué ga a los sentim ientos excesivos de otra persona, que pueden llegar a
aspecto ha contribuido a lo ocurrido y qué elemento del paciente esti­ apoderarse de ellos. El terapeuta tiene que convertirse en lo que el
mula esa implicación, o bien qué aspecto de él la provoca y estim ula paciente necesita que sea, sentir lo que el paciente quiere que sienta
en el paciente. Su reflexión acerca de estos procesos no debe ser cerra­ pero, al m ism o tiempo, ser él mismo, m ientras preserva una p a rte de
da e introspectiva, sino abierta y genuinam ente reflexiva. su m ente p ara reflejar con precisión el estado interior del paciente.
Este tipo de exploración de la experiencia com partida requiere del Es im portante recalcar que «m entalizar la contrarrelación o los
terapeuta u n a m ente abierta, segura ante sus propias faltas y que sentim ientos del terapeuta» no es u n proceso de cam bio de papeles
dude adecuadam ente de sus propios puntos de vista, de m anera que en el que el paciente a d m in istre al tera p eu ta a lg u n a terap ia o el
el paciente -d e la m ism a m anera que lo hace el terap eu ta- sea capaz terapeuta explore su propia patología an te al paciente o se entregue
de abrir su mente y em pezar a cuestionar sus propios esquem as de a algún tipo de autorrevelación, todo lo cual es probable que no
funcionam iento que aplica rígidam ente a sí m ism o y a los dem ás. Es ayude al paciente a entenderse a sí m ism o, sino que constituya, por
muy poco probable que un terapeuta desapegado, distante, refinado el contrario, u n a c a rg a p a ra él. La reflexión en las interacciones
y defensivo construya una relación con el paciente que ayude a este a debe c en trarse necesariam ente en la relación paciente-terapeuta,
encontrarse a sí mismo en la mente del terapeuta de un modo accesi­ considerándose am bas partes responsables de observar todos los ele­
ble y significativo. Los pacientes con TLP tienen m erm ada su capaci­ mentos que contribuyen potencialm ente al intercam bio. Esto podría
dad p a ra com prender los estados m entales subjetivos de o tras incluir, por un lado, las provocaciones y los procesos proyectivos del
personas; son incapaces de sondear la inescrutabilidad de una mente paciente y, p o r el otro, la sensibilidad y los conflictos no resueltos del
rem ota, y lo m ás probable es que esa postura clínica estim ule reac­ terapeuta, algo que solo puede llegar a ponerse de m anifiesto cuando
ciones paranoides incontroladas. Pero, igualm ente, los pacientes • se com prenden los procesos m entales que contribuyen al problem a.
Así pues, se to rn a im prescindible «parar, reb o b in ar y explorar» (un
proceso que describim os m ás adelante en este m ism o capítulo), es
decir, retroceder en la sesión antes de avanzar de nuevo, «fotograma
• La actuación ocasional del terapeuta es un concomitante aceptable de a fotogram a» o «estado m ental tra s estado mental». De igual m odo
la alianza terapéutica que la conducta del paciente no puede entenderse de m anera aislada
o preconocer las actuaciones, rebobinar y explorar de los procesos m entales que lo han conducido a ella, las intervencio­
• Comprobar la comprensión nes del terapeuta carecen de sentido, a m enos que se identifiquen sus
« Responsabilidad conjunta para comprender las actuaciones sobredeter­ factores determ inantes.
minadas
• Monitorizar los propios errores Cercanía emocional en las sesiones de terapia
• Modelar honestidad y valor a través del reconocimiento de nuestros
Una vez que el terapeuta ha adoptado u n a actitud m entalizadora
errores pasados, presentes y futuros y estim ulado el proceso m entalizador, su ta re a consiste en m antener
• Sugerir que los errores constituyen una oportunidad para revisitar y
la m entalización tan to en su interior com o en el del paciente, recono­
aprender más acerca de contextos, experiencias y sentimientos.______
ciendo al m ism o tiem po que la terapia tiene el potencial de desesta-
J

(
(
r 292 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P O S IC IÓ N D E L T E R A P E U T A 293

r
bilizar la m entalización y de estim ular el sistem a de apego (ver el go y estim ulando un m ayor deterioro m ental en el paciente, justo en
(
capítulo 1 p ara u n a discusión de este fenómeno). La m entalización el m om ento en que es crucial encontrar u n a m anera de estim ular
< se verá am enazada sim plem ente porque el terapeuta investiga, esti­ procesos m entales m ás robustos.
( m ula sentim ientos y form ula preguntas, todo lo cual es probable que
despierte la ansiedad del paciente. Consciente de ello, el terapeuta se Una paciente se sentía angustiada mientras hablaba de la infideli­
( dad sexual de su novio. Y, aunque contaba que lo quería dejar, tam ­
aproxim ará em ocionalm ente al paciente durante la sesión solo hasta
( bién decía que lo amaba, razón por la cual no podía dejarlo. El
el punto en que juzgue que el paciente está a punto de perder la m en­ terapeuta efectuaba muchos gestos empáticos durante la narración
( talización, m om ento en el cual se retraerá, alejándose del paciente, y le dedicaba cada vez más palabras de apoyo acerca del problema
< p ara reducir el nivel de arousal emocional de este. Aquí nos encon­ con el fin de que la paciente afrontase su experiencia contradicto­
tram os con u n a paradoja clínicam ente im portante, consistente en ria. Pero la paciente se sentía cada vez más angustiada, volviéndose
( inconsolable durante buena parte del resto de la sesión. Eso evocó
que, cuando el terapeuta debería aproxim arse de m anera n atu ral a
( las emociones del paciente, le pedim os que se aleje. C ualquier perso­ en el terapeuta el sentimiento de que debía ofrecerle una sesión adi­
cional, lo cual no hizo sino intensificar de inmediato las carencias
< na que hable con alguien que está cada vez m ás preocupado o moles­
de la paciente; entonces ella le preguntó si la actual sesión podía
< to, se m ostrará evidentem ente m ás atenta y sim pática con él. E n esas alargarse más, aduciendo que pensaba que era incapaz de abando­
circunstancias, es probable que el terapeuta m uestre u n a conducta nar la habitación.
<
m ás delicada, hable m ás tranquilam ente y trate de m ostrar, m ás si Sin darse cuenta, el terapeuta había despertado la dependencia
( cabe, su profunda com prensión del estado em ocional del paciente. de la paciente y la había tornado incluso más vulnerable, mostrán­
( Pero eso estim ulará el sistem a de apego de este y conducirá a un dole su simpatía y ofreciéndole sesiones adicionales en un momento
mayor deterioro de su capacidad de m entalización, lo cual es espe­ en que lo que debía hacer era distanciarse de ella.
(
cialm ente aplicable al caso de los pacientes con TLP, debido a la
( R etroceder ante la an g u stia no solo requiere un esfuerzo cons­
hipersensibilidad de su sistem a de apego. ciente y delicado por p arte del terapeuta, sino que parece ilógico p o r­
(
Por esa razón, cuando el paciente se vuelve m ás emocional, lo que que va en contra de los instintos y tendencias n atu rales y tam bién
( pedim os al terapeuta es que frene su tendencia n atu ral a m ostrarse desafía todo lo que hemos aprendido en nuestro adiestram iento. Los
( cada vez m ás sim pático y se distancie em ocionalm ente de él, to rn án ­ terapeutas tendem os a b a ja r la voz, h a b la r suavem ente y m o stra r
dose m enos expresivo y quizá m ás cognitivo, aunque solo sea de desazón en nuestra propia expresión facial, que se vuelve cada vez
<
m anera provisional. Una vez se recobra la m entalización, puede vol­ m ás preocupada y em pática. En lugar de seguir centrándose en los
(
ver a im plicarse em ocionalm ente y em pezar de nuevo a indagar, afectos o en la interacción paciente-terapeuta, am bos de los cuales
( em patizar y centrarse en la relación paciente-terapeuta. Sin em bar­ seguirán estim ulando la necesidad de apego del paciente, el terap eu ­
< go, no debería sorprenderse al descubrir que eso reactiva el sistema ta debe responder inicialm ente, con el fin de reducir el poder de la
de apego del paciente. Así pues, tiene que vigilar cuidadosam ente interacción emocional, de u n a m anera un tanto realista y d istanciar
ulteriores pérdidas de m entalización y, si es necesario, volver a dis­ al paciente de su foco actual. E n el ejem plo anterior, hubiese sido
(
tanciarse rápidam ente. El consejo de volverse cada vez m ás cogniti­ m ejor que el terapeuta tratase de a p a rta r a la paciente de la focaliza-
( vo no equivale a una recom endación de que la atención clínica pase ción in tern a en sus afectos y de re sta r im portancia (un contrapeso) a
( a esta r dirigida por la indiferencia. No obstante, la atención que se la relación paciente-terapeuta. Una form a de conseguirlo p o d ría
m anifiesta com o afabilidad, preocupación y solidaridad solo contri­ haber sido, p o r ejemplo, c e n trar m ás la sesión en los aspectos p rácti­
i
buye a añ ad ir com bustible al fuego, inflam ando la necesidad de ape­ cos de cóm o la paciente podía llegar a gestionar su propia vida. Para
(
í
(
294 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
P O S IC IÓ N D E L T E R A P E U T A
295

ello, el terapeuta debería haber cam biado a un diálogo de carácter Tabla 6.1. Movimientos contrarios
m ás cognitivo. Este es un ejemplo de m ovimiento contrario, es decir,
cuanto m ás dom inado p o r los afectos se halla el paciente, m ás se | Paciente-terapeuta Terapeuta-paeiente
centra el terapeuta en las cogniciones. El terapeuta debe tra ta r de Foco externo Foco Interno
ayudar al paciente a m antener algunos elem entos de la m entaliza-
Reflexión sobre sí mismo Reflexión en el otro
ción - e n este caso, el procesam iento cognitivo- cuando otros aspec­
tos se ven com prom etidos com o, p o r ejemplo, la capacidad de Distancia emocional Cercanía emocional
reflexión afectiva en uno mismo. La insistencia en una exploración Cognitivo Afectivo
m ayor de los estados internos en m om entos de arousal em ocional Implícito Explícito
solo consigue sobrecargar al paciente; nosotros sugerimos, en esos
Certidumbre Duda
casos, el uso de m ovimientos contrarios.

Movimientos contrarios anticipam os que nosotros y el paciente vamos a oscilar en u n sentido


El intento de distanciarse de la estim ulación emocional excesiva o en otro de acuerdo a la intensidad de la relación de apego. Además,
form a p a rte de u n a técnica general p ara reequilibrar la m entaliza- a persona con TLP puede, en algunos m om entos, e sta r centrada
ción adherida a un extrem o de alguna de las cuatro dim ensiones de autorreflexivam ente en su interior, y, si bien eso es a m enudo digno
la m entalización (véase el capítulo 1, donde discutim os en detalle de elogio, sin embargo, dicha autorreflexión puede em pezar a asum ir
estas cu atro dimensiones). E n la p ráctica clínica, recom endam os una cualidad repetitiva, o bien el paciente puede quedar atascado en
sopesar la posibilidad de reequilibrar o h acer avanzar a los pacientes un m odo rígidam ente negativo, vergonzoso y autopunitivo. En esos
a lo largo de estas dim ensiones cuando, en lugar de tener en cuenta m omentos, teniendo en cuenta su actual capacidad de m entalización
la experiencia de los demás, se fijan en uno de los extrem os como, (ver m as adelante p a ra m ayor precaución), in ten tam o s llevar al
por ejemplo, la excesiva racionalización cognitiva carente de afecto o paciente m ás allá'de su m ente y dirigirlo a la m ente de o tra persona-
ia focalización persistente en el propio self, (véase el cuadro 6.1). «¿Como crees que le afecta a ella?»; «¿Qué le ocurrió que Je llevó a
hacer eso?» Una vez hayam os decidido que se tra ta de u n a m edida
Técnicam ente hablando, lo que hace el terapeuta es intentar re­
apropiada en el tratam iento, no debem os desviarnos de esa tarea.
conducir ai paciente hacia fuera cuando está centrado en sí mismo,
Muchos pacientes responden diciendo que no saben y recaen rápida­
o hacia el interior si se encuentra excesivam ente extem alizado o fo­
m ente en la preocupación repetitiva por su propio estado m ental. Por
calizado en e) otro. Esto tam bién se plasm a en la interacción pacien­
tanto, es posible que debam os m ostrarnos m ás insistentes; «Ten un
te-terapeuta, haciendo que el terapeuta se acerque al paciente -es
poco de paciencia conm igo. Me pregunto cuál fue tu participación
decir, procurando que el diálogo sea m ás personal emocionalm ente
en lo que ocurrió p ara que reaccionase de ese modo?»
hab lan d o - cuando el paciente se distancia, y alejándose cuando el
paciente se fija em ocionalm ente en el terapeuta. Tam bién habrá ocasiones en las que tendrem os que h acer el movi­
m iento co n trario a] recién citado. Los pacientes preocupados por
Lo que tratam os de hacer es llevar a cabo u n «acto de equilibrio»
entender cóm o son o tras personas pueden necesitar que se les anim e
que m antenga la flexibilidad de la m entalización en torno a las cua­
a reflexionar sobre su propio estado mental; «¿Qué sentiste acerca de
tro dim ensiones, lo cual aum entará el alcance de la reflexión y el diá­
eso?»; «¿cómo entiendes tu reacción?» Esto es viable, incluso cuando
logo. Desde el punto de v ista de la in teracció n interpersonal, el paciente se halla en el modo de equivalencia psíquica.
296 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P O S IC IÓ N D E L T E R A P E U T A 297

El terapeuta debe m ostrarse cauteloso a la hora de tra b a ja r con E n esta transcripción literal, el terapeuta no ha apreciado que la
los m ovim ientos co n trario s, especialm ente cuando se exploran paciente está afrontando su experiencia de la entrevista con la fun­
eventos relacionados con los problem as de u n a relación. En ese con­ cionaria de libertad condicional en el modo de equivalencia psíqui­
texto, el terap eu ta puede caer en la tentación de preguntar al pacien­ ca. Las preguntas acerca de las posibles motivaciones alternativas de
te acerca de lás m otivaciones de la o tra persona, al tiem po que la funcionaria sim plem ente estim ulan diferentes form as de d ecir la
explora las motivaciones y la experiencia del paciente. Si el paciente m ism a cosa. La paciente no está en posición m ental de ser reflexiva
se h alla en ese m om ento en el m odo de equivalencia psíquica, p e d ir­ a causa del modo de equivalencia psíquica, en el que los pacientes
le que considere los estados m entales de «otro» es sugerirle una experim entan su realidad m ental como si fuese la realidad exterior.
tare a im posible porque, en este punto, la experiencia que tiene el El terapeuta debería, d u ran te la sesión, estim ular la m entalización
paciente del estado m ental del otro e sta rá d ictad a p o r su propia de la paciente antes de reg resar a su interacción con la funcionaria
experiencia de equivalencia psíquica. de libertad condicional p a ra explorar si la paciente puede tra b a ja r el
modo en que se relaciona con la funcionaria.
Paciente: La fu n cio n aria que me lleva la lib ertad vigilada está
Los m ovim ientos co n trario s a lo largo de las dim ensiones de la
intentando engañarm e p ara poder enviarm e de vuelta a
m entalización tra ta n de prom over u n a creciente flexibilidad en la
prisión [declaración superficial que expone la m otiva­
m entalización. Lo que necesita el paciente que se encuentra a b ru ­
ción de otra persona, lo que sugiere que se efectúa en un
m ado afectivam ente, es aplicar algunos procesos cognitivos al p ro ­
m odo de no m entalización].
blem a, de m anera que el te ra p e u ta in te n ta rá estim u larlo s en el
Terapeuta: ¿Qué te lleva a a firm a r eso? [intento de estim u lar a la
paciente p ara que las respuestas de este sean cada vez m ás racio n a­
paciente a p en sar acerca de las motivaciones de la otra
les. Por su parte, el paciente excesivam ente intelectual y racional
persona].
debe u tilizar alguna experiencia afectiva relacionada con el proble­
Paciente: Porque me preguntó la razón por la que no pude acudir
ma y, de ese m odo, el te ra p e u ta in te n ta rá d esen cad en ar u n a re s ­
ayer a la com isaria, aunque ella ya sabía dónde estaba yo.
puesta afectiva. En este sentido, tiene lugar u n flujo co n sta n te y
Terapeuta: ¿De veras?
-recíproco en el diálogo en tre paciente y terap eu ta a lo largo de las
Paciente: Ella no me gusta. S abía que yo estaba en u n a sesión de
distin tas dim ensiones de la m entalización, tra ta n d o de infundir,
terapia de m anejo de la ira y, por eso, concertó p a ra ese
con independencia del contexto, flexibilidad en el proceso in tern o
m om ento la cita en la com isaría.
de m entalización del paciente.
Terapeuta: ¿No crees que p o d ría te n e r alg u n a o tra razó n p a ra
hacerlo?
P acien te: [p ie n s a d u r a n te u n o s m o m e n to s] ¿P o rq u e es u n a Etiquetado con calificación (Enunciados del tipo «me pregunto s i...»)
c e rd a ? El etiquetado con calificación, o las declaraciones de tipo «inte­
Terapeuta: ¡Oh! ¿No se te o cu rre n in g u n a o tra razón? Más bien yo rrogativo», pueden sonar vagas y ser recibidas de un m odo tan irri­
pen sab a que p o d ría no h a b e r sido consciente del con­ tante com o inseguro («¿Cómo voy a saberlo? Se supone que el tera­
flicto de citas [se le pide que explore o tra s posibles m oti­ peuta es usted») pero, utilizado adecuadam ente, puede im pulsar el
vaciones de la fu n cio n a ria de libertad vigilada]. progreso de la sesión y propiciar m ás discusiones y revelaciones. La
Paciente: [Pensándolo de nuevo] Vale, puede que no sea u n a cer­ actitud m entalizadora de «no saber» im plica que, m ás que «saber», el
da. Q uizá sim plem ente sea u n a m ierda. terapeuta «pregunta», pero lo contrario tam bién es im portante, esto
r
/
298 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P O S IC IÓ N D E L T E R A P E U T A 299
?
es, que si «sabe», no «pregunte». En consecuencia, la postura de no \
saber no equivale a una «interrogación» perm anente. De acuerdo con (
® Sin relación directa con el contenido, sino con ayudar al paciente
nuestra experiencia, el terapeuta que form ula dem asiadas «pregun­
• Generar múltiples perspectivas en el paciente ■•+ para liberarle de estar
tas» -com o, por ejemplo, insistiendo en preguntar cuando, de hecho,
estancado en la «realidad» de una única perspectiva (representaciones <
ya tiene una opinión form ada- corre el peligro de no com partir su
primarias de equivalencia psíquica) para que experimente una varie­
perspectiva con el paciente. Eso crea una falsa interacción en la que
dad de estados mentales (representaciones secundarias) ~+ para que las
el paciente entiende el estado m ental subjetivo subyacente del tera­ <
reconozca como tales (metarrepresentaciones).
peuta, aunque este no lo exprese abiertam ente, y reaccionar a él de /
m anera inconsciente, construyendo una interacción «fingida» en la
que paciente y terapeuta se m uestran indecisos, por más que am bos
implícita en el m arco de la relación terapéutica. Por tanto, m ás que la
alberguen una certeza. Las declaraciones de tipo «me pregunto si...»
exposición cognitiva, lo que enfatizam os es la explicación de los esta­
pueden ser útiles para asegurarse de que el paciente se da cuenta de
dos afectivos incrustados en la relación actual con el fin de generar f
lo que está sintiendo. No se le debe decir al paciente lo que siente
una experiencia de «sensación sentida» en la que el paciente se sienta
porque eso usurparía su m entalización. El sentim iento manifiesto
afirmado, validado y acompañado, y perm anezca en el sentimiento, al /
puede ser etiquetado sin calificación alguna, pero entonces la tarea
tiempo que es consciente de él. Nuestro énfasis en el proceso esta en ^
del terapeuta consiste en identificar las consiguientes experiencias
consonancia con otras terapias dinám icas p ara el TLP, y los terapeutas
relacionadas con dicho sentim iento. Aquí es donde el etiquetado con
que lian sido form ados en el m odelo conversacional o en la terapia '
calificación será im portante: «A pesar de que, obviamente, te resul­
cognitivo analítica te n d rá n pocas dificultades p a ra rec o n o c e r la (
tan indiferentes, me pregunto si eso te hace sentir un poco excluido».
im portancia de «escuchar» al proceso, en lugar de prestar dem asiada {
atención al contenido exacto (véase, por ejemplo. Meares, 2000; Mea- f
E l terapeuta “de proceso" res y Hobson, 1977; Ryle, 2004).
/
Por últim o, es im portante que el terapeuta se concentre en desa­ La negociación de una reacción terap éu tica negativa, la ru p tu ra
rrollar u n proceso terapéutico m entalizador (véase el cuadro 6.6). Es rep e n tin a de la a lia n z a o la ráp id a disreg u lació n em ocional del
necesario dedicar m ás atención a esto que a la com prensión detalla­ paciente son aspectos del proceso que requieren especial atención. '
da del contenido. El proceso implícito de m entalización constituye Todos ellos pueden dejar perplejo al terap eu ta y sin sab er m uy bien /
un objetivo im portante del tratam iento, pero solo puede tener lugar cómo reaccionar. La conjunción de los p atro n es de relación en tre (
si el paciente se libera de las opiniones rígidas sostenidas firmemente paciente y terapeuta desem bocan con frecuencia en ru p tu ra s (Ave-
dentro de u n sistem a de creencias esquem áticas. Para propiciar este Une, 2005), siendo p o r tan to el p roducto de am bos y no de uno ellos
cambio, el terapeuta debe centrarse en la relación entre paciente y exclusivamente; los terap eu tas deben e sta r capacitados p a ra repa- ^
terapeuta, dado que ejemplifica diferentes perspectivas y brinda la ra r d ich as ru p tu ra s (M eares, 2000). N u estra experiencia es que (
oportunidad de que se produzca u n a com prensión alternativa. existen m ás pro b ab ilid ad es de que el te ra p e u ta explícitam ente /
La delim itación esquem ática y m anifiesta de las creencias genera reflexivo, quien recu p era su cap acid ad de m en talizació n ráp id a ­
mentalización explícita, la cual constituye, en el TLP, la base de muchas m ente tra s un colapso en la relación, negocie c o rre c ta m e n te las
intervenciones cognitivas. Pero, aunque esto, en sí mismo, pueda resul­ rupturas graves de la alianza, y esta capacidad puede se r un factor
tar útil, el objetivo es el desarrollo de un proceso de mentalización clave p a ra m an ten er en el tratam ien to a las p ersonas con TLP. Aquí,
4
r
(
r 300 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P O S IC IÓ N D E L T E R A P E U T A 301

r nos encontram os de nuevo con el principio que sustenta la MBT, es Existe el com ponente de apertura de una sesión en la que se desa­
f decir, que el tera p eu ta debe m an ten er su propia m entalización y rrolla un determ inado foco. A esto le sigue la exploración de este
( tra b a ja r p a ra recuperarla antes de que esté en condiciones de seguir foco desde una variedad de perspectivas, por ejemplo, la perspectiva
r ayudando al paciente. aparente en el m om ento en que ocurrió el problem a, la perspectiva
Las rupturas representan un fallo de m entalización. La respuesta actual durante la sesión y la perspectiva de eventos sim ilares que
(
inicial del terapeuta debe estar abierta a la consideración de cuál ha podrían ocurrir en el futuro. Por último, tam bién existe la trayecto­
( ria de la intervención - a m enudo sincronizada con la trayectoria de
sido su participación en la ru p tu ra -«¿Q ué he dicho o qué sientes
< la sesión- que se mueve desde la validación em pática, al comienzo
que he hecho que haya provocado este cam bio repentino?»- como
( dem ostración de un proceso continuo de autorreflexión. Eso perm ite de la sesión, a la exploración del foco y el afecto, pasando por la
al terapeuta identificar las aportaciones de cada cual a las situaciones m entalización de la relación, y vuelve a la validación em pática y el
(
resum en al final de la sesión. Estas trayectorias han de ser gestiona­
que ocurren en la terapia para, sin repartir culpas, incorporarlo a la
< das cuidadosam ente por el terapeuta, y hemos especificado algunas
inm ediatez del diálogo de la relación terapeuta-paciente. El peligro
< m ás grave en estos m om entos estriba en aum entar el uso de las téc­ técnicas que pueden utilizarse para adm inistrar el proceso. Estas se
( agrupan conjuntam ente com o «parar, escuchar, m irar» y «parar, re­
nicas que consideram os cruciales para el cam bio del paciente como,
p o r ejemplo, la interpretación de la transferencia, la conducta desa­ bobinar, explorar». Este tipo de «consignas» recordatorias se refieren
(
a las acciones que, durante la sesión, debe efectuar el terapeuta para
fiante o la delim itación de las distorsiones cognitivas. En p rim er lu­
( intentar restablecer el proceso de m entalización.
gar, la alianza terapéutica debe ser reparada, detenerse en la ru p tu ra
( y buscar un punto panorám ico desde el cual llevar a cabo la observa­ Técnicam ente hablando, el terapeuta puede parar, reb o b in ar y
( ción. En el «calor» de la ruptura, paciente y terapeuta deben ubicarse explorar el proceso durante la sesión m ism a o bien parar, rebobinar
< en u n a posición interm edia. Ambos han de convertirse en detectives y explorar el contenido de la narrativa, pidiendo m ás detalles. Las
buscando pistas sobre lo sucedido, y la m ejor form a de conseguirlo m entes del paciente y del terapeuta han de detenerse y/o rebobinar
<
es «parar», «rebobinar» y, a continuación, avanzar hasta el punto en juntas p ara com prender m ejor el proceso de la sesión o, alternativa­
( m ente, p a ra identificar elem entos im p o rtan tes de los eventos en
que se produjo la ruptura, lo cual nos introduce al tem a final de este
< capítulo, que es subrayar la im portancia de que el terapeuta gestione cuestión. El objetivo de am bas estrategias es restitu ir la m entaliza­
< el proceso en cada sesión. ción cuando esta se ha perdido o prom over su continuidad en la con­
secución del objetivo general de la terapia, que es (lo repetim os una
(
vez más) la creación de u n a capacidad de m entalización robusta y
( El foco de la m entalización: gestión del proceso flexible que no sea propensa al colapso repentino ante el estrés em o­
( cional. A m edida que progresa la sesión, a veces es necesario hacer
Para gestionar el proceso de m entalización en cada sesión, se uti­ una pausa, para considerar y explorar el m om ento o bien p ara retror
r
lizan diferentes técnicas básicas de m entalización. Antes hem os su­ ceder y desan d ar el proceso o reexam inar el contenido.
( brayado que la MBT se organiza en tom o a distintas trayectorias. En
( prim er lugar, tenem os la trayectoria del tratam iento de 12 a 18 m e­
E xp lo ra ció n : Parar, E scuchar, M irar
( ses, con diferentes objetivos y procesos en el inicio del tratam iento
en com paración con sus fases interm edia y final. En segundo lugar, D urante el desarrollo la sesión individual o grupal, el terap eu ta
(
tenem os la trayectoria m arcada por cada sesión grupal e individual. debe a te n d e r constantem ente a las interacciones y los procesos de
(
(
(
302 TRATAM IENTO BASADO EN LA M E T A L IZ A C IÓ N PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P O S IC IÓ N D E L T E R A P E U T A 303

no m entalización. Los indicadores de una m entaiización deficiente


-com o la incapacidad de responder a los sentim ientos expresados
Si el paciente NO está en equivalencia psíquica:
por otros, las actitudes despectivas, las explicaciones triviales o la
falta de continuidad del diálogo- indican que el terap eu ta tiene - ¿Qué crees que le parece eso a X?
que parar, escuchar y m irar (véase el recuadro 6.7). P ara ello, con­ - ¿Puedes explicar por qué él ha hecho eso?
tem pla la sesión individual o grupal en un estado de suspensión, - ¿Piensas que existen otros caminos que le ayuden a entender realmen­
m ientras investiga los detalles de lo que ocurre, resaltando quién te cómo te sientes al respecto?
siente qué acerca de quién, y lo que cada m iem bro del grupo en­ - ¿Cómo explicas su distrés/sobredosis?
tiende, desde su propia perspectiva, sobre lo que sucede (véase el • Si alguien estuviese en esas mismas circunstancias, ¿qué le recomenda­
cuadro 6.8). rías que hiciese?
Por u n lado, el terap eu ta tiene que m o strarse activo en esta
exploración del estado actual de la sesión individual o grupal pero,
por el otro, debe tam bién escuchar cuidadosam ente las respuestas Parar, R ebobinar, E xplorar
p ara en cajar la com plejidad de las interacciones y d a r sentido al
C uando el paciente, el tera p eu ta o el g rupo pierden la m e n ta li­
proceso afectivo que esté interfiriendo con la capacidad de cada
zación, lo in d icad o es p a ra r, re b o b in a r y explorar. El te ra p e u ta
persona p a ra p en sar en ella m ism a en relación con los dem ás. Una
tiene que d e te n e r la sesión g ru p al o individual e in sistir en re b o ­
vez que el grupo h a trabajado en torno a la faceta de «parar», puede
b in a r la sesión h a sta el p u n to en el que la in teracció n c o n stru ctiv a
seguir adelante.
estaba teniendo lu g ar o era capaz de p e n s a r con c larid ad y m a n ­
Por su p arte, el proceso de «Parar, R eb o b in ar y E xplorar» solo tenerse en su p o stu ra m en talizadora. El te ra p e u ta tiene que a s u ­
tiene lu g ar cuando la m entalización se ve seriam en te alterada. m ir el c o n tro l, re b o b in a r y, con firm e d e te rm in a c ió n , ex p lo rar
m ie n tra s av a n za «fotogram a a fo to g ram a» , re c o n stru y e n d o el
cam in o que condujo a la p é rd id a de m e n ta liz a c ió n . P a ra ello,
Cuadro 6.7. Proceso- de exploración re c o n s tru irá los pasos que condujeron al p u n to en el que se p e r­
Durante una interacción típica no mentalizadora en una sesión individual dió la m entalización, re to rn a n d o al m om ento en que el paciente o
o grupal los pacientes e ra n capaces de p e n s a r en sí m ism os y en los dem ás
de m a n e ra co n stru ctiv a, au n q u e con a lg u n a s d ificultades (véase
• Parar e investigar el cu ad ro 6.9).
• Permitir que la interacción lentamente se despliegue
• Poner de relieve quién siente qué Parar, reb o b in a r y explorar debe aplicarse ta n p ronto com o el
• Identificar de qué modo se entiende cada aspecto desde múltiples pers­ terapeuta perciba que la sesión grupal o individual se to rn a incon­
pectivas trolable y/o está en peligro de rápida au to d estru cció n como, p o r
• Desafiar los «rellenos» reactivos ejemplo, cuando los pacientes se inhiben o se entregan a u n discurso
• Identificar de qué modo son sentidos y entendidos los mensajes y qué inapropiadam ente agresivo.
reacciones suscitan. ___________
304 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P O S IC IÓ N D E L T E R A P E U T A 305

Paciente: Así pues, supongo que ahora será culpa m ía si ella tom a
una sobredosis.
Llevarla atención a la disyunción en el tema/diálogo/tono: Terapeuta: No [de pie]. Vamos a volver atrás p ara ver qué ha o c u rri­
• Volver atrás para ver lo que ha ocurrido en un momento determinado do que te haya llevado a sentirte ta n fru strad o que no te
• Al principio parecías entender lo que estaba ocurriendo, pero después... im porta si ella lo hace o no [parar]. De hecho, no creo
• Vamos a rastrear exactamente de qué modo ha sucedido que quieras eso, así que quizá podem os tra ta r de reto r­
• Espera, antes de seguir adelante. Vamos a rebobinar y ver si podemos n ar h a sta el punto en que em pezaste a sentirte fru s tra ­
entender algo de todo ello do [retroceso]. ¿C uándo em pezaste a se n tirte de ese
• Pensaba que estábamos hablando de tu hijo y ahora, de pronto, modo? [explorar]
hablas de la caja de cambios de tu coche. ¿Qué ha ocurrido para dar
P ara llevar a cabo la «parada», el terap eu ta puede u tiliz a r in i­
ese salto? cialm ente sondeos exploratorios en u n intento de ayudar al pacien­
te a reflexionar: «¿Qué ha ocurrido? Parece que nos hem os desviado
del tema».
La paciente su ic id a
En resum en, la actitud del terapeuta debe ser indagadora, activa,
Una paciente se dirigió al grupo diciendo que quería suicidarse y
em pática y, a veces, desafiante, pero lo m ás im portante es que debe
había planeado tom ar u n a sobredosis. El grupo, con la ayuda del
abstenerse de convertirse en un experto que «sabe». Su m ente está
terapeuta, se esforzó m ucho p a ra tra ta r de entender qué había preci­ focalizada en la m ente del paciente y se halla en un estado de intriga,
pitado su estado m ental negativo y destructivo en el que sentía que a curiosidad, cuestionam iento y no saber. El objetivo prim ordial del
nadie le im portaba si vivía o m oría y tam bién le parecía que no tenía terapeuta es estim ular un proceso de m entalización robusta y, para
nada ni a nadie p o r lo que m ereciese la pena vivir. Después de recha­ ello, dirig irá con cuidado el proceso de las sesiones. Las sesiones
zar num erosos intentos de ayuda por p arte de los m iem bros del gru­ deben esta r bien enfocadas y bien dosificadas, y esa es su responsa­
po, se hizo evidente que la frustración del grupo iba en aumento. bilidad. A veces, es útil efectuar, al final de la sesión, un resum en de
Pero, antes de que el terap eu ta pudiese controlarlo y subrayar la esta, trabajando con el paciente p ara asegurarse de que dicho resu ­
frustración subyacente, tuvo lugar la siguiente interacción. men refleja tanto la perspectiva del paciente com o la del terapeuta.
Muchos pacientes solicitan u n a copia de las anotaciones recogidas
Paciente: [dirigiéndose a la paciente suicida]: Estoy h a rta de todo
en su registro electrónico. El resum en es una buena m anera de ase­
esto. Nada de lo que te decimos es útil. ¿Por qué no nos gurarse de que estas son precisas y significativas.
ahorras toda tu lástim a y sim plem ente lo haces?

[Silencio inm ediato en el grupo.] Referencias

Terapeuta: D ecir eso es algo m uy serio [parar] y sospecho que, si Alien, J.G., Fonagy, P. y Bateman, A. (2008). Mentalizing in Clinical Praclice.
bien querías decirlo en este momento, sería un desenlace Washington, DC: American Psychiatric Press Inc.
que todos lam entaríam os y, p o r eso, lo m ejor es que vol­ Aveline, M. (2005). «The person of the Therapist», Psvchotherapv Research
15, págs. 155-164.
vamos atrás [rebobinar] p ara ver cóm o hem os llegado a
Lynch, T.R., Rosenthal, M.Z., Kosson, D.S., Cheavens, J.S., Lejuez, C.W. y
este punto en el que a uno de nosotros no le im porta si Blair, R.J. (2006). «Heightened Sensitivity to Facial Expressions of Emo-
alguien vive o m uere [explorar]. tion in Borderline Personality Disorder», Emotion, 6, págs. 647-655.
{
306 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONAUDAD

Meares R (2000). Intimacy and alienation: Memory, trauma and personal


(
Me ^ ^ L" n ; «The Persecutor, SrtttsH \
Journal o f Medical Psychology, 50, págs. 349' 35’ n Th to the

Disorders, ¡8, págs. 3-35.


Principios para el terapeuta
<
mentalizador

<
En el presente capítulo, abordarem os algunas características ge- (
nerales de las intervenciones destinadas a prom over la m enlalización ^
y diferentes principios clínicos a seguir a la hora de decidir qué tipo
de intervención aplicar. Como veremos, la eficacia del terapeuta no ^
se reduce sim plem ente a una cuestión de adm inistrar la intervención ^
correcta. Es m uy fácil que los terapeutas lleven a cabo intervencio- (
nes terapéuticas técnicam ente correctas, pero hacerlo en el m om ento ^
equivocado, sin em patia ni hum anidad -es decir, adhiriéndose sin ^
com petencia al m odelo- y convirtiendo la terapia en algo superficial
y m eram ente funcional. En un intento de superar este problem a, es- 1
hozamos algunos principios directrices (véase el cuadro 7.1). /
H abrá m uchas ocasiones en que los principios son y deben ser (
dejados a un lado; la intuición es una p arte im portante de la terapia. ,•
Aquí, solo podem os ofrecer consejos que esperam os que no resulten
paternalistas y condescendientes. N uestro pro g ram a de form ación
está dirigido a profesionales genéricos de la salud m ental que apli- '
can decididam ente n u estra terapia sin h a b e r recibido u n entrena- <
miento extenso en ella, pero cu entan con u n a bu en a experiencia <,
general de la gestión de riesgos, la evaluación urgente y la interven-
ción en situaciones de crisis. Paradójicam ente, esta inocencia tera­
péutica inicial de los profesionales podría ser u n a p a rte im portante *
)
I

r
r
r 308 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P R IN C IP IO S PA R A E L T E R A P E U T A M E N T A L IZ A D O R 309

r
del tratam iento exitoso, puesto que les perm ite atenerse a los princi­
r pios básicos sin desviarse dem asiado de ellos. Los terapeutas experi­
r m entados, a m enudo forzadam ente, tienen que creer en su terapia, Mantener o recuperar la mentalización del terapeuta
r sus m étodos y sus técnicas y pueden correr el peligro de m ostrarse Monitorizar la capacidad de mentalización del paciente
Administrar el nivel de arousal
inflexibles. En cambio, los entusiastas que inician su viaje terapéuti­
r Focalizarse en la mente del paciente
co con m enos ideas preconcebidas y por puro placer pueden tener
r m ejores oportunidades de asu m ir u n a actitud m entalizadora o de Abordar los sucesos actuales y los estados mentales inmediatos
r «no saber» (véase el capítulo 6). Pero no direm os m ás so pena de que Iniciar un proceso de intervención gradual, partiendo de la validación
empática.
r se nos acuse de generar quim eras, estereotipos y arquetipos, ¡todos
los cuales son ejemplos de fenómenos no m entalizadores!
r
r terapeutas pueden fácilm ente albergar pensam ientos en el m odo de
M antener o recuperar la m entalización del terapeuta equivalencia psíquica o com enzar a creer en su propia historia en el
modo simulado. La cuestión clave en esta situación es que el terapeu­
< El principio directriz a seguir es m antener nuestra propia m enta­ ta sea capaz de m onitorizarse a sí m ism o cuidadosa y, hasta cierto
< lización y, si esta se pierde, nuestra tare a principal es recuperarla, es punto, abiertam ente. Si peligra su capacidad p a ra p en sar claram en­
decir, «m antener o recuperar». Si el terapeuta no es capaz de pensar te, debe expresarlo así, siem pre que se implique, sim ultáneam ente,
(
o reflexionar, el tratam ien to es imposible. La m anera m ás fácil de en el proceso de recu p erar la claridad m ental; si el terapeuta se sien­
( m antener y recu p erar es detener la sesión diciendo algo así como te incapaz de identificar cóm o se siente, deberá acom eter el proceso
( «¿Pódemos tom arnos u n m inuto? No puedo seguir lo que estam os de tra b a ja r la dificultad en el tratam iento con el paciente, m ientras
diciendo». Esto ayudará al terapeuta a reorientar su mente; es m ás intenta avanzar de form a constructiva p ara a b o rd ar m ejor los p ro ­
<
fácil volver a retom ar el hilo desde u n a posición estacionaria. Ade­ blemas objetivos de este.
(
m ás, en lugar de tro p ezar en la oscuridad o de co rre r precipitada y
( peligrosam ente, una vez se logra detener el flujo del diálogo no men-
( talizador, el terapeuta vuelve a u n punto en el que siente que puede Identificar y calibrar la capacidad de m entalización del paciente
pensar y seguir lo que el paciente le está diciendo. Dicho con otras
(
palabras, cuando el terapeuta alberga dudas y u n a incertidum bre El terapeuta MBT presta atención a los m odos no m entalizadores
í considerable, debe dejar de excavar en el agujero, volver a los princi­ y a los desequilibrios en cada dim ensión de la m entalización. ¿Está
( pios básicos y com binar esto con u n «Parar, R ebobinar (hasta el el paciente, en ese m om ento, funcionando m entalm ente en el m odo
( punto en que el diálogo le resultaba comprensible) y Explorar» (véase de equivalencia psíquica, en el m odo sim ulado o tratando de enten­
el capítulo 6) antes de avanzar de nuevo. derse a sí mismo y a los dem ás m ediante un proceso teleológico? ¿Es
(
Con frecuencia, los terapeutas pierden, sin darse cuenta de ello, la su procesam iento m ental una m ezcla de estos modos? La razón para
(
m entalización como, por ejemplo, al discutir con los pacientes y tra­ vigilar e identificar los m odos no m en talizad o res a lo largo de la
( ta r de convencerlos de un punto de vista diferente, presentando su sesión es que el terapeuta debe evitar generar inadvertidam ente situa­
( propia perspectiva com o la correcta, explicando cóm o se sienten los ciones en las que el paciente se vea forzado a hab lar acerca de estados
pacientes o im plicándose con un papel recíproco. No debemos olvi­ mentales que no están vinculados de m anera inm ediata a la realidad
(
d a r que la no m entalización engendra no m entalización y que los que siente subjetivamente. De este principio general se siguen varias
<
f
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310 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P R IN C IP IO S PA R A E L T E R A P E U T A M E N T A L IZ A D O R 311

im plicaciones sencillas, aunque difíciles de observar. En p rim er Por lo tanto, el terap eu ta e stará m enos interesado en el uso de
lugar, u n foco dem asiado alejado del conocim iento consciente del m etáforas, analogías, juegos de palabras y sím bolos extraídos del
paciente constituye una puerta abierta a la pseudom entalización. Es contenido y se centrará m ás en el desarrollo de un proceso cada vez
mucho m enos arriesgado adherirse a un contenido consciente, o cer­ m ás robusto de m entalización. Las m etáforas, analogías, juegos de
cano a la conciencia, y accesible a la m em oria de trabajo, con el obje­ palabras y sím bolos requieren un alto grado de m entalización y es
tivo de revelar el significado inconsciente. El objetivo del terapeuta probable que sean beneficiosos p a ra prom over el entendim iento solo
no es tan to generar la com prensión pro fu n d a com o fortalecer la en los m om entos en los que la persona con TLP es capaz de contra­
m entalización. Lo segundo es, en m uchos aspectos, proporcional a rrestar, con la reflexión interior, sus estados em ocionales. E n otras
lo prim ero. Se ha argum entado que, en cualquier tipo de terapia, el circu n stan cias, este tip o de intervención puede tro p e z a r con la
progreso terapéutico se basa en alcanzar la integración y la coheren­ incom prensión, la adm iración envidiosa, el rechazo o el desarrollo
cia representacional. N uestra opinión a este respecto es que, si bien del modo sim ulado (véase capítulo 1).
es posible postular que, eri el caso de los pacientes menos alterados,
eso es algo que se logra m ejor fortaleciendo la com prensión p rofun­ El terapeuta inteligente
da, en el extrem o m ás desequilibrado del espectro de funcionam ien­ Una paciente se quejaba de que su com unidad de vecinos no hacía
to interpersonal, una narrativa m entalizadora de lo que ocurre, m ás nada en relación con u n a gotera en el techo de su apartam ento. A
compleja y alejada de lo que es accesible de m an era consciente al p esar de haberlo denunciado varias veces, los obreros no habían ido
paciente, supone un reto p ara este, que puede generarle inadvertida­ todavía a su apartam ento. Ella creía que, si llovía con fuerza, el apar­
m ente desintegración e incoherencia del m undo representacional. tam ento se inundaría y se estropearían los muebles.
Aunque esta es una cuestión simple, reviste u n a im portancia funda­
Terapeuta: Tal vez sientas que no estoy haciendo nada p a ra rep a ra r
m ental. Si la persona está luchando p o r m antener el control sobre las
la gotera que se ha abierto en tu m ente y que, si no hago
enorm es distorsiones de su experiencia subjetiva, es muy probable
algo rápidam ente, tus sentim ientos q u ed arán fuera de
que un experto que le describa los estados m entales conflictivos y
control y lo estropearán todo.
am bivalentes, así como las m otivaciones no conscientes, le genere Paciente: D eberían venir a arreglarla. Me he enfadado con ellos
m ás confusión y no propicie la integración. otra vez y, si no vienen pronto, b u scaré yo m ism a una
Cuando, a través de la intervención clínica, la complejidad del fu n ­ «solución».
cionam iento m ental es llevada al p rim er plano de la conciencia en Terapeuta: Así pues, tus sentim ientos realm ente van a gotear perju­
pacientes con perturbaciones m enos severas, tam bién es probable dicialm ente en ese momento.
que se creen turbtilencias sim ilares. E n este contexto, sin embargo, Paciente: ¿De qué me está hablando? Deje de hablar de m is senti­
estas turbulencias pueder llegar a ser el catalizador de la reorganiza­ mientos. Usted tam bién se sentiría frustrado si alguien no
ción si en este paciente existe u n trasfondo de com petencia p a ra rela­ acudiese a rep arar las cosas, ¿no? Así que deje de suponer
cionarse con la experiencia subjetiva. El paciente altam ente funcional que el problem a son mis sentimientos. Solo son un proble­
tolerará la confusión para com prender m ejor su estado interno. En m a porque ellos no hacen lo que se supone que deben hacer.
cambio, en el caso de los pacientes borderline, sensibilizados a la La sesión prosiguió por esos derroteros hasta que el terapeuta dejó
posibilidad de la confusión, en lugar de m ejorarla, socavará su frágil de intentar vincular el problem a práctico a lo que ocu rría en la terapia.
capacidad p a ra encontrar el sentido real que subyace a su conducta. No se trata tanto de que el terapeuta no lo estuviese haciendo bien en
312 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
PRINCIPIOS PARA EL TERAPEUTA MENTALIZADOR

este caso, sino m ás bien que no era el momento oportuno, y la pacien­


Tabla 7.1. Modos no mentalizadores: equivalencia psíquica
te no podía m ejorar su autorreflexión porque su mente estaba atrapa­
da en una cuestión sum am ente práctica. Su realidad m ental actual Forma clínica Certeza/suspensión de la duda
estaba fijada, en esos momentos, en el modo teleológico y, por lo tanto, Irrevocable
buscar vínculos analógicos carecía relativamente de sentido p ara ella. La experiencia propia define la realidad
Concluyente: «Simplemente es así»
Errores sim ilares pueden o c u rrir cuando el terapeuta le pide a un Interno = externo
paciente que considere las m otivaciones de otras personas. E sta es Experiencia Desconcertado
del terapeuta Deseo de refutar
una intervención bastante tentadora que, de hecho, podría estim ular
la m entalización acerca de las motivaciones ajenas. Pero, como hemos
parece lógica' per° °bviam“ te -
visto en capítulos anteriores y repetim os ahora, se to rn a ineficaz No estar seguro de qué decir
cuando los pacientes no están m entalizando, por ejemplo, cuando Enfadado, o hastiado y desesperado
m antienen sus pensam ientos en el m odo de equivalencia psíquica, y Intervención Validación empática con la experiencia subjetiva
solo sirve p ara provocar confusión en ese contexto (véase el ejemplo p ™ ; dad.: " í ? ” 0 has a « a conclusión?»
clínico de la funcionaría de libertad condicional que hemos expuesto Presentación del desconcierto del terapeuta («marcación»)
en el capítulo 6, en la sección titulada «Movimientos contrarios»). Si volver^desDuS°
iver después ali^1™ de^la para
area Pr0TOCarosíauica
equivalencia la mentalización y*
la equivalencia psíquica está firmemente arraigada, el paciente c a re ­ Iatrogénico Discutir con el paciente
ce, en ese momento, de capacidad p ara considerar las motivaciones y Focalización excesiva en el paciente
Desafío cognitivo
los estados m entales de otras personas. Plantear una pregunta como
«¿Qué llevó a tu novio a decir eso?» o «¿Por qué crees que lo hizo?» es
Tabla 7.2. Modos no mentalizadores: modo simulado
probable que obtenga una respuesta contundente del tipo «No lo sé,
¿por qué no se lo pregunta a él?», «Porque es un imbécil», o estim ular Forma clínica 1 -------------------------------
el m odo simulado, en el cual nosotros y la paciente elaboram os una e s m t 'r n T a t e ™ ^ ^ 6™ ™ 5 ¡nfundadas a“ ™ ■«
fantasía sobre la motivación de su novio. Cuando se halla en un m odo Falta de afecto. Ausencia de placer
Circularidad sin fin: «girando en la arena»
no m entalizador, el paciente no puede distinguir fácilm ente entre los (nipermentalización)
dem ás y él m ism o y, en consecuencia, es incapaz de concebir que el No cambio
estado menta) de la otra persona esté separado de su propio estado. Disodadón: autolesiones para eludirla falta de sentido
Cuerpo y mente desacoplados
Así pues, la intervención m ás utilizad a en la MBT, consistente en
Experiencia Aburrimiento
explorar activam ente la autocom prensión de los dem ás y contrastar del terapeuta Desapego
los estados m entales, debe ser aplicada con cierta cautela, es decir,
HemC|? nte .C0incide con nuestros conceptos e ideas
que se recom ienda principalm ente en los m omentos en que el pacien­ Identificación con nuestro modelo
Sentir que la terapia hace oropresns
te m uestra una cierta capacidad de m entalización. Cuando sostiene ---------------
Intervención investigar a fondo
sus creencias en el m odo equivalencia psíquica, en lugar de intentar
Contraintuitiva
desafiar de inm ediato dichas creencias, lo m ás apropiado es que el Desafío
terapeuta empatice con el paciente. Los cuadros 7.1, 7.2 y 7.3 resum en ' Iatrogénico No reconocimiento
algunas de las principales respuestas clínicas a la equivalencia psí­
Participa con aceptación como si fuese real
quica, al m odo sim ulado y al proceso teleológico. ntervencion orientada al insight/adquisición de habilidades
314 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P R IN C IP IO S PARA E L T E R A P E U T A M I:N T A L IZ A D O R 315

Tabla 7.3. Modos no mentalizadores: modo teleológico paciente se sienta agradecido, esta acción estim ulará en él la no
m entalización. El proceso de encuentro de la no m entalización del
Forma clínica Expectativa de que «hay que hacer» algo paciente con la respuesta m entalizada del terap eu ta asum e form as
Los resultados en el mundo físico determinan la comprensión
del estado interno: «Tomé una sobredosis; debía querer m ás sutiles, com o, por ejem plo, cuando se le proporciona al p a­
suicidarme» ciente, incapaz de etiquetar sus sentim ientos, el nom bre del senti­
Las motivaciones ajenas estás basadas en lo que sucede
m iento; cuando se le señala a un paciente -q u e no puede expresar
realmente
Solo las acciones pueden cambiar los procesos mentales algo con c la rid a d - qué es lo que está diciendo; o bien cuando el
«Lo que haces y no lo que dices» terap eu ta utiliza su com prensión de los sistem as proyectivos para
Experiencia Inseguridad y ansiedad identificar una emoción. En todos estos casos, es la m entalización
del terapeuta Deseo de hacer algo: revisión de la medicación, cartas, del terap eu ta la que se hace cargo de la m entalización del paciente.
llamadas telefónicas, ampliación de la sesión
En general, lo que pedim os a los terapeutas es que sean conscientes
Intervención Validación empática de la necesidad de esto y se m uestren cautelosos cuando se en cu en tren com prom e­
Hacer o no hacer algo de acuerdo a la exploración de la
necesidad tidos con este proceso, p o r la sencilía razón de que la necesidad real
Foco afectivo en el dilema de hacer del paciente sigue sin resolverse.
Iatrogénico Excesivo «hacer»
Demostrar que nos importa la creencia inducirá un cambio
positivo G estión d el arousal
Elasticidad (extender lo que hacemos, como por ejemplo
sesiones extra, solo repercute en más coacciones) en lugar
de flexibilidad El terapeuta MBT supervisa, a lo largo de cada sesión, el nivel de
arousal del paciente.
La ausencia de arousal impide el desarrollo de los afectos basados
Eí encuentro de la no m entalización del paciente con la m en ta­ en el apego, la cual es un área sensible en las interacciones interper­
sonales de las p ersonas aquejadas de TLP. El tra tam ie n to pasa
lización del terapeuta
entonces a organizarse cognitivam ente y el paciente se desapega del
En el capítulo 4, en la sección sobre la actuación, hem os p ro ­ proceso relacional. El m odo que suele asociarse con la falta de afec­
porcionado un ejem plo clínico que ilustra el problem a del en cu en ­ to es el m odo sim ulado, pudiendo llegar a ser m uy persistente. C uan­
tro de la no m entalización del paciente con la respuesta m entali- do está ausente el sentido interpersonal, resulta im posible el trabajo
zadora del terapeuta. Es obvio, com o ya se indicó entonces, que la con las áreas de sensibilidad interpersonal que conducen a la pérdi­
MBT exige que el terap eu ta m antenga su m entalización lo m ejor da de m entalización. Puede hacerse necesario, en ese caso, desafiar
posible d u ran te la sesión. Sin em bargo, el terap eu ta siente a m e­ las estrategias evitativas utilizadas p o r el paciente, estim ulando así
nudo, utilizando su propia m entalización, la tentación de buscar una c ierta ansiedad.
soluciones adecuadas y hacerle un «favor» al paciente, algo que es Por o tra p arte, en la m edida en que im pide llevar a cabo una
especialm ente grave cuando el paciente se encuentra en el m odo te­ labor constructiva, el exceso de arousal tam bién debilita la m entali­
leológico. El terapeuta es capaz de elaborar u na solución apropiada zación. El terapeuta debe reducir prim ero el arousal p a ra c re a r cir­
o sugerir u n a respuesta constructiva a los problem as del paciente cunstancias en las que pueda florecer la m entalización. Solo entonces
y se la proporciona a este. Si bien es probable -y legítim o- que el podrá acom eter el trabajo terapéutico.
316 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P R IN C IP IO S PA R A E L T E R A P E U T A M E N T A L IZ A D O R 317

Tabla 7.4. Equilibrando el arousal durante la sesión p ara promover la m entalización reúnen un núm ero de características
generales: están más centradas en el afecto que en la conducta; apun­
tan al estado mental subjetivo del paciente, además de a aspectos espe­
D im en sió n Afectivo —» cognitivo Cognitivo —* afectivo cíficos de la actividad m ental com o la cognición; se refieren a los
E nfatizar
eventos presentes o las interacciones interpersonales actuales, es decir,
F o co R edirigir
abordan m ás la realidad próxim a que la distal y, más a menudo, la rea­
E x p e rie n c ia del V alidar Desafío
lidad m ental actual; enfatizan el contenido consciente o cercano a la
p a c ie n te
conciencia, esto es, la m em oria de trabajo, en lugar de las preocupacio­
R e sp o n sa b ilid a d Aceptación del terapeuta El paciente explora
nes inconscientes; y, por último, están m ás interesadas en m antener el
P ro c e s o Va con el flujo R esistir/desafío proceso que en interpretar el contenido.
In te ra c c ió n Dism inuye Increm enta
| in te rp e r s o n a l Claras y breves

M antener las cosas c la ras y breves es m ás fácil de d ecir que de


La labor del terapeuta consiste en asegurarse de que el arousal se hacer, p ero es algo im p rescin d ib le al servicio del principio fu n ­
m antenga dentro de un rango que no sea ni dem asiado bajo ni exce­ d am en tal de a se g u ra r que n u e stra s intervenciones estén en co n ­
sivam ente alto. Cuando aum enta el arousal del paciente, el terapeuta s o n a n c ia con la c a p a c id a d m e n ta liz a d o ra del p a c ie n te . L as
reequilibra, si es necesario, la interacción con el proceso cognitivo; intervenciones m ás larg as y com plejas tienen m enos p ro b ab ilid a ­
cuando el arousal dism inuye en exceso, el terapeuta vuelve a equili­ des de a ju sta rse a la c a p a c id a d de m en ta liz ac ió n del paciente,
brarlo con u n a inyección de afecto. Como regla general, y a no ser especialm ente si, en ese m om ento, se en cuentra em ocionalm ente
que se dem uestre lo contrario, el responsable de cualquier increm en­ excitado. Cuanto m ayor sea el uso de una jerga psicológica o «psi-
to del arousal del paciente durante la sesión es el terapeuta. Este cocháchara», m ás posibilidades hay de que se vea estim u lad o el
asum e la responsabilidad del cam bio en el afecto, preguntando ta n ­ m odo sim ulado. Lo m ejor es u tiliz a r u n lenguaje cotidiano y un
to al paciente com o a sí m ism o qué puede haber hecho, durante la estilo de conversación o rd in a rio . La capacidad de m e n ta liz a r de
sesión, p ara generar el d istrés y la disregulación aparente. El cuadro los pacientes con TLP fluctúa según el nivel de estim ulación del sis­
7.4 presenta un resum en de técnicas MBT p ara gestionar el arousal. tem a de apego. De ese m odo, u n paciente puede, en u n m om ento
E n principio, pueden requerirse técnicas de reducción del arousal dado, e n te n d e r y rea c c io n a r a u n a intervención com pleja y, sin
p a ra mitigarlo. Todos los terapeutas que trabajan con personas con em bargo, verse incapaz, en o tro m om ento, de com prender o inclu­
TLP deben esta r fam iliarizados con diferentes intervenciones capa­ so de e scu c h a r algo sencillo. C uanto m ás estim ule el tera p eu ta el
ces de reducir u n arousal elevado. estado em ocional del paciente y aum ente el aro u sal de su sistem a
de apego, m ás frágil será la capacidad m entalizadora del paciente,
y por ese m otivo el tera p eu ta debe tra ta r de ser m uy cuidadoso en
Características generales de las intervenciones sus intervenciones.
Las intervenciones deben ajustarse a la capacidad de mentalización En el ejemplo que hem os visto antes, la paciente se sentía emo-
del paciente y, por tanto, no han de ser largas y complejas, sino claras, cionalm ente fru stra d a p o r la falta de respuesta de la com unidad de
breves y sim ples (véase el c u ad ro 7.2). Además, las intervenciones vecinos y su inoperancia p a ra llevar a cabo reparaciones en su apar-
318 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRA STO RNO S DE LA PERSONALIDAD P R IN C IP IO S PARA E L T E R A P E U T A M E N 'T A L IZ A D O R 319

Foco en el afecto: «el elefante en la habitación»

• Respetan la capacidad mentalizadora del paciente Todas las terapias para el TLP tienen que ver con estados emocio- r
• Focalizadas en los afectos (amor, deseo, daño, catástrofe, excitación) nales. Analizamos con más detalle, en el capítulo 9, el trabajo con el ,
• Explícitamente interpersonales y afectivas afecto. En la MBT, el foco en el afecto presenta un doble componente.
• Están relacionadas con el evento o la actividad-realidad mental actual El prim ero de ellos consiste en ayudar al paciente a com prender y cía- '
(basada en la evidencia o en la memoria de trabajo) sificar los sentim ientos asociados a determ inados eventos y explorar
• Restan importancia a los temas inconscientes en favor del contenido cualquier sentim iento derivado. Esto es lo que significa poner el foco
consciente o cercano a la conciencia. en el afecto. Las razones para identificar activam ente las emociones y
etiquetarlas de esta m anera se introducen durante las sesiones psico-
educativas acerca de las emociones que brindam os en la MBT-I (véase
tam ento. Una intervención sim ple dirigida al estado em ocional de el capítulo 11). El paciente puede sentirse enojado en el contexto de
la paciente habría sido m ás adecuada, fom entando la alianza tera ­ una discusión (sentim iento asociado a un evento), lo que le provoca I
péutica y perm itiendo a la paciente explorar su estado actual y de sentimientos de vergüenza o de no sentirse querido (ei sentim iento <
qué m odo eso interfería con el hecho de e n c o n trar u na m anera efi­ consecuente). Esta exploración y etiquetado de los afectos suele asu­
caz de gestionar el problema: m ir la form a de discutir los eventos pasados durante la sesión actual f
y, en este sentido, se refiere al «allí y entonces». Pero tam bién puede (
Ei terapeuta inteligente (continuación) tener lugar en el contexto del estado actual del paciente durante la (
tin a paciente se quejaba de que su com unidad de vecinos no había sesión -en el «aquí y ahora»- porque todavía experim enta el senti- (
hecho nada con la gotera que había en el techo de su apartam ento. miento asociado a los eventos. En térm inos generales, la exploración
Aunque lo había denunciado varias veces, los obreros todavía no del afecto en torno a un evento pasado es una experiencia distante,
habían ido a repararla. Ella creía que su apartam ento se inundaría m ientias que los estados actuales son una experiencia cercana. '
si llovía dem asiado y que eso estropearía su m obiliario. El terapeuta debe p erm anecer alerta al peligro siem pre presente
de que, cuando el paciente com ience a describir los hechos, vuelva a '
Terapeuta: Horrible. Eso es fru stran te p ara cualquiera [norm alizar
experim entar las em ociones asociadas a ellos. Es probable que eso
en cierta medida].
estim ule un sentim iento de equivalencia psíquica, algo que debe ser ,
Paciente: D eberían venir a repararla. Me he enfadado con ellos de
evitado; para conseguirlo, deberá equilibrar el afecto con una mayor
nuevo y, si no vienen pronto, b u sc aré yo m ism a una
exploración cognitiva de los eventos hasta que el paciente se calme.
«solución» [indicador de que los sentim ientos pueden
La dialéctica de equilibrar las dim ensiones de la m entalización utili- 1
potencialm ente descontrolarse].
zando el m ovim iento contrario se exam ina en el capítulo ó. Por otro
Terapeuta: Puedo sentirlo así. ¿Cómo gestionas ese sentim iento?
lado, la discusión y el etiquetado del afecto pueden convertirse en un \
[Intento de explorar la em oción y la impulsividad.]
ejercicio intelectual de escaso significado, aum entando el riesgo de
E stas intervenciones son experiencias cercanas y muy directas inducir el m odo sim ulado. P ara prevenirlo, el terap eu ta necesita *
cuyo objetivo es alentar al paciente a cen trarse en su estado mental, equilibrar el afecto distante con un exam en m ás porm enorizado del *
a equilibrar las emociones tratando de p en sar en una solución y ayu­ estado afectivo actual, lo que le exige ten e r en cuenta el segundo i
darle a reflexionar en ella sin hundirse en su frustración. aspecto del foco en el afecto.

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P R IN C IP IO S PA R A E L T E R A P E U T A M E N T A L IZ A D O R 321
320 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

El segundo com ponente del énfasis en el afecto consiste en iden­ que se genera una tensión entre que puedas hablar sin temor sobre
cualquier preocupación acerca de cómo los estás criando y sentir
tificar la interacción em ocional entre paciente y terapeuta. Esto es
que puedes hablar conmigo abiertamente».
el foco en el afecto o, m ejor dicho, el foco en el afecto interpersonal,
que se solapa con el «foco afectivo interpersonal», descrito en la E n este caso, el te ra p e u ta tra ta de identificar u n factor relacio-
terapia breve din ám ica in terp erso n al (Lem m a, Target y Fonagy, nal de c arácter afectivo que interfiere con el tratam iento, lo cual se
2011), aunque difiere de ella en cierta m edida, puesto que está m ás lleva a cabo a través de la identificación explícita del «elefante en la
centrada en la dinám ica interpersonal actual que se produce d u ra n ­ habitación».
te la sesión de tratam iento. D iscutim os esto con m ás detalle en el
capítulo 9, pero en esencia significa atender al afecto com partido Foco e n la m ente del paciente, no en s u co n d u cta
en tre terap eu ta y paciente en el m om ento, no tan to en su relación
con el contenido de la sesión o de un evento pasado, sino principal­ Al tra b a ja r con pacientes difíciles, que tienen m ás propensión a
m ente en lo que se refiere a lo que ocurre actualm ente entre am bos. hacer que a pensar, a a c tu a r en lugar de sentir, tenem os la tentación
Tam bién se denom ina «el elefante en la habitación» porque to rn a de relacionarnos con ellos en el nivel en que se expresan. Eso signifi­
explícito, en la sesión, algo que estaba implícito, lo que, de hecho, no ca, en p rim er lugar, que el terapeuta siem pre está tentado a respon­
es sino otro aspecto dialéctico del equilibrio entre m entalización der a la acción con o tra acción. Si el paciente desafía el equilibrio
im plícita y m entalización explícita. Es probable que una breve inter­ m ental del terapeuta m ediante actos agresivos o autolesivos, enton­
vención p a ra identificar el sentim iento actual, si bien no reconoci­ ces, el terapeuta se siente obligado a «hacer» algo al respecto y, sin
do, entre paciente y terapeuta, haga p rogresar de m anera m ás eficaz una ad ecu ad a evaluación del riesgo, reacciona recom endando el
la sesión en el m arco de la interacción interpersonal, que centrarse ingreso en el hospital o pidiendo al psiquiatra de Urgencias que lleve
detalladam ente en el contenido de u n a narrativa. a cabo u n a revisión de la m edicación. En otro s casos, el paciente
puede m ostrarse irritable y poco propenso a com unicarse durante la
Poco antes de iniciar el tratamiento, los tres hijos de una paciente sesión, y entonces el terapeuta reacciona a esta conducta proporcio­
habían sido dados temporalmente en acogida. Mientras se encon­
nando explicaciones en exceso complejas, hablando m ás de lo nece­
traba en tratamiento, los servicios de protección de menores solici­
taron varias veces que se les informase acerca de la capacidad de la sario o presionando al paciente p a ra que responda.
mujer para criar a sus hijos. En la MBT, cualquier informe siempre
es discutido en detalle con el paciente, acordando con él tanto el La paciente retraída
contenido como el dictamen. Aunque la paciente aseguraba cons­
tantemente al terapeuta que las visitas a sus hijos iban bien, a él le Una paciente acudió a su sesión llevando una gorra de béisbol que
parecía que ella podía mostrarse naturalmente reacia a hablar con le tapaba el rostro. Se sentó mirando al suelo, incapaz de establecer
sinceridad de sus sentimientos y de lo que sucedía en las visitas contacto visual con la terapeuta y mostrando un vendaje en sus bra­
debido al papel del terapeuta en el procedimiento de protección de zos. De entrada, la terapeuta le preguntó si quería hablar de «lo que
la infancia. No obstante, le interesaba evaluar cómo la paciente ges­ le ocurría», pero su demanda no obtuvo respuesta alguna. Poco a
tionaba las visitas a sus hijos y explorar sus sentimientos al respec­ poco, la terapeuta se dio cuenta de que estaba tornándose cada vez
to. En cambio, desde la perspectiva de la paciente, a esta le más reactiva al retraimiento de la paciente, evidenciado a través de
preocupaba que viesen que era capaz de gestionar la situación. Así su lenguaje corporal y su silencio, formulándole cada vez más pre­
pues, el terapeuta identificó la tensión entre ambos como parte del guntas y también inclinándose hacia adelante en su silla para inten­
foco del afecto actual: «Escucho atentamente cómo estás afrontan­ tar obligarla a hablar. Sin embargo, todo lo que obtuvo fue un
do la situación con los niños y creo que te preocupa asegurarte de gruñido. La terapeuta finalmente mostró cierta frustración: «¿Tiene
algún sentido que siga haciéndote preguntas?»
que aprecio lo bien que lo estás haciendo. Pero, al actuar así, creo
322 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRA STO RNO S DE LA PERSONALIDAD P R IN C IP IO S PA R A E L T E R A P E U T A M E N T A L IZ A D O R 323

Debemos recordar que hablar es una acción, y que una respuesta sucediendo nada, sino en el sentido de ju g ar a Sherlock Holm es en
verbal p o d ría ser considerada una reacción conductual al re tra i­ relación con ella, y seguir con su tare a de focalizarse en la m ente de
miento aparente de esta paciente. La verbalización excesiva por p a r­ la paciente. Un punto de partida, después de la declaración empática,
te de la terapeuta, después de que la paciente evidenciase u n a puede ser el de preguntar sobre el im pacto que tiene en la conducta
conducta desafiante, puede ser experim entada p o r esta com o un de la propia paciente.
«castigo», en parte porque lo es, cualquiera fuese la motivación de la
terapeuta. La terapeuta term inó intentando fo rzar a la paciente a Terapeuta: ¿Puedes describirm e por qué no puedes d ecir n ad a ni
hacer algo que ella no podía hacer, en este caso, hablar de sí m ism a. m irarm e? No quiero que te sientas incóm oda.
Entonces, ¿qué podía, en estas circunstancias, hacer la terapeuta? Paciente: [Refunfuña.]

1. En p rim er lugar, centrarse en el estado m ental de la paciente, Si no es posible ayudar a la paciente a elaborar su estado m ental
m ostrarse em pática acerca de sus dificultades p ara expresar lo actual, el siguiente paso consiste en definir el foco del afecto. Esto es
esencial cuando el terapeuta se ve atraído a una respuesta hiperactiva.
que estaba ocurriendo en su mente.
2. Establecer el foco en el afecto, es decir, identificar el proceso
Terapeuta: [después de un silencio] No estoy segura de si sirve de
interactivo actual. algo seguir haciendo p reg u n tas o si eso te hace sentir
Como hemos m encionado al principio de este capítulo, la direc­ incóm oda. Dudo de si debo insistir o quizá dejarte tra n ­
triz a seguir en este ejemplo es que la terapeuta retorne al punto en quila [principio de un foco afectivo p ara hacer m ás explí­
el que aún estaba m entalizando, lo cual o cu rría al com ienzo de la cito el problem a interactivo actual. Un foco completo en
sesión. A p a rtir de a h í puede centrarse en el estado m ental de la el afecto intentaría agregar el factor de la paciente a esta
paciente, em palizando de entrada con la situación de e sta r en la interacción afectiva dinám ica].
sesión y ser incapaz de decir nada. El intento de la terapeuta de establecer un afecto objetivo trata de
En lugar de esta sencilla m aniobra, la terapeuta reaccionó tra ta n ­ crear u n a plataform a com partida a p a rtir de la cual ella y la pacien­
do de forzar a la paciente a hablar sobre su aparición silenciosa y te p u ed an d e sarro llar la sesión. La tera p eu ta utiliza la conducta
explorar el significado subyacente. Aunque esto parezca centrarse en actual com o u n indicador de cuáles son los sentim ientos o pensa­
la mente, equivale a u n a conjetura y se halla, de hecho, fuera de la mientos que han surgido o que, al m enos, están en juego dentro de
probable capacidad m entalizadora de la paciente. Si la terap eu ta este contexto relacional que crea un alto nivel de arousal, intensifica
hubiese m entalizado ella m ism a, se h a b ría dado cuenta de que la la activación del sistem a de apego, refuerza la tendencia a la evita­
paciente era incapaz de explicar cómo se encontraba en ese m om en­ ción fóbica y da lugar a un colapso general de la m entalización. Dado
to. C oaccionar a la paciente a hablar sobre su retraim iento es u n a que se enfren ta a experiencias m entales en un contexto in terp erso ­
confrontación no m entalizadora e innecesariam ente conflictiva y nal, la terapeuta centra la m ente de la paciente en algunas de las sus­
vergonzante, así com o u n acto debilitador que, en el m ejor de los ceptibilidades que subyacen a su retraim iento.
casos, es posible induzca a la pseudom entalización, pero que es m ás En general, enfocarse en la m ente y no en la conducta requiere
probable que refuerce el retraim iento. que el terapeuta distinga entre estados m entales y n arrativ a descrip­
Inicialm ente, la terap eu ta debe ser capaz de h a c er a u n lado la tiva, form ulando preguntas como «¿Qué sentías en ese momento?» o
conducta y su efecto en ella, no en el sentido de fingir que no está «¿Cómo era esa experiencia?», en vez de p reg u n ta r «¿Qué hiciste?».
1

r
r
324 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
r PRINCIPIOS PARA EL TERAPEUTA MENTALIZADOR 325

r «¿Qué estás sintiendo ahora?» o «¿Qué crees que deberías hacer aho­ te o en la inmediatez de la situación en la consulta. Esto últim o no es
( ra?» E sta es u n a falsa dicotom ía, por supuesto, pero el énfasis del exactam ente lo mismo que el abordaje psicoanalítico caracterizado, a
( diálogo debe ser el afecto y no la conducta, incluso cuando se esté m enudo irónicam ente, p o r interpretaciones «estereotipadas». Ese
explorando u n a conducta suicida y autodestructiva. tipo de trabajo aboca tam bién a la pseudom entalización en los pacien­
(
tes con TLR El principio general consiste en centrarse en los eventos
( em ocionalm ente m ás prom inentes, pero quizá aparentem ente trivia­
R ela cio n a d a s con el evento o la a c tiv id a d actu a l
( les, en torno a los cuales pueden elaborarse de m anera productiva los
La tendencia en las psicoterapias contem poráneas es focalizar
< pensam ientos y sentim ientos de los protagonistas. La tarea del tera­
en los acontecim ientos actuales externos o en los estados internos.
peuta pasa, pues, por arro p a r esos eventos con la m entalización.
( La terapia c e n trad a en esquem as y las intervenciones cognitivo-
conductuales abordan las ideas y los esquem as procedentes del pasa­ En general, el terapeuta intenta trab ajar con lo que se halla a c tu a l­
(
do que siguen operando en el presente; la terapia centrada en la m ente en la m ente del paciente o, dicho con otras palabras, con la
( m em oria de trabajo. Es im portante que la experiencia tenga una re a ­
transferencia utiliza el «aquí y ahora» m ás que el trabajo in terpreta­
( tivo del «allí y entonces», m ientras que los tratam ientos conductua- lidad m ental para el paciente, quien debe sentirla com o tal cuando se
( les enfatizan la realización de planillas diarias acerca de los eventos habla de ella. Aunque, a veces, las experiencias del pasado rem oto
inm ediatos. R ebuscar en el pasado, trabajar con los recuerdos de las pueden alc a n z ar ese nivel de prom inencia em ocional, el terapeuta
(
experiencias infantiles, establecer vínculos causales entre la conduc­ debe ten er cuidado, no obstante, de que la realidad m ental asociada
( ta actual, los eventos pasados y las experiencias subjetivas que se a la experiencia del pasado tenga una «profundidad real» y no lim i­
( podrían haber generado es ahora m enos evidente que hace u n a déca­ tarse a ser u n a reproducción repetitiva estereotipada, u n a especie de
da. Aunque es respetuoso con la experiencia del pasado y el m odo en m antra en el que la experiencia del recuerdo es m ás real que la re a ­
(
que esta influye en el presente, la MBT nunca se h a enfocado en el lidad de la experiencia.
<
pasado ni se h a orientado a la com prensión profunda. En nuestra
( opinión, explicar el deseo actual de u n a persona en a g ra d a r en tér­
( m inos de u n deseo continuo de satisfacer la im agen exigente de su Trayectoria clínica de las intervenciones

< pad re, es u n a descripción engañosa com o explicación. Además,


Cuando consideram os los procesos e intervenciones clínicas de
en trañ a potencialm ente el efecto dañino secundario de estim ular el
( la MBT, existen cuatro principios fundam entales a tener en cuenta
m odo sim ulado, m ientras evita el problem a interpersonal actual del
(véase el cu adro 7.3).
( deseo general del paciente de com placer a su terapeuta (por la razón
( que sea), saboteando de ese m odo u n a interacción m ás genuina. Bus­ 1. E n el capítulo 6, an alizam o s el m ovim iento del proceso de
c a r en el pasado puede ser m ás cóm odo tanto para el terapeuta como m entalización a lo largo de u n a trayectoria que va desde la
(
p a ra el paciente, pero es m ucho m enos real, alentando así la pseudo- n a rra tiv a hasta una perspectiva alternativa (véase la figura
( m entalización entre am bos acerca de lo que el paciente puede o no 6.1). El objetivo general de desplazarse a lo largo de esta tra ­
( h ab er sentido cuando era niño o cuál es la motivación que sus padres yectoria es estim ular un proceso terapéutico natural, ponien­
( pueden o no h ab er tenido hace m uchos años. do m enos énfasis en el contenido y m ás en el proceso, en la
< La m ejor m an era de eludir esta dificultad potencial es centrarse, m edida en que terap eu ta y paciente se mueven flexiblemente
de m anera selectiva, en la experiencia reciente del m undo del pacien- en to rn o a los punfos de anclaje, identificados en el cuadro 7.3.
c
(
(
(
326 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD PRINCIPIOS PARA EL TERAPEUTA MENTALIZADOR 327

veniente centrarse en los procesos afectivos y en la relación


Cuadro 7.3. El procesó clínico "
terapéutica para ver si esto propicia u n cam bio en el estado
• Desde la narrativa a una perspectiva alternativa hiporregulado.
• Espectro de intervención desde la «superficie» a lo «profundo» 4. Existe, por últim o, un cu arto principio a seguir p a ra g aranti­
• Elección de la intervención determinada por el nivel de arousal zar el desarrollo seguro del tratam iento sin sobreestim ular los
• Desde los eventos externos, al proceso de tratamiento actual y a la
procesos de apego. En todas las sesiones, se alienta inicial­
interacción paciente-terapeuta. m ente al paciente a hab lar sobre eventos externos. Una vez
m entalizados, los aspectos im portantes de esta narrativa pue­
No obstante, este movim iento, paso a paso y esquem atizado, den conectarse con el tratam iento en sí y, a continuación, con
no es una regla sino un principio, y habrá m uchas veces en las la relación paciente terapeuta. Se produce entonces un movi­
que será necesario saltarse alguno de los pasos. m iento desde un foco basado en los eventos externos hacia los
2. Las intervenciones que ayudan a estim ular o m antener la men- procesos del tratam iento y viceversa, en el que cada uno de
talización se hallan entrelazadas con este cambio gradual de am bos contribuye a la com prensión del otro.
foco durante una m ism a sesión. Estas se organizan según su
La evaluación de las interacciones interpersonales externas es, de
propensión a desencadenar m ás o menos ansiedad interperso­
m anera inm ediata, significativa p a ra los pacientes con TLP y, por
nal, siendo la validación em pática la menos estim ulante en ese
eso, cuando se discuten «después del evento», es m enos probable que
sentido. Seguir la trayectoria perm itirá, cuando el terapeuta se
focalice en los afectos y el dom inio interpersonal, que el pacien­ induzcan las poderosas emociones evocadas en el m om ento mismo
te se mueva desde la introspección sentida con menos intensi­ de la interacción. Por tanto, dedicar un tiem po a la reflexión retx-os-
dad a la m ás intensa. Por esta razón, el terapeuta suele em pezar pectiva perm ite a paciente y terapeuta «golpear cuando el hierro está
con la validación em pática en alguno de los extremos del espec­ frío» o, m ejor aún, «mientras se está enfriando», es decir, m entalizar
tro de intervención. Solo u n a vez que paciente y terap eu ta los eventos interpersonales sin excesivo peligro de que se produzca
experim entan que tienen u n a base afectiva común, desarrolla­ un colapso m ental o una pérdida de atención. Puede efectuarse, por
da a través de la validación em pática realizada por el terapeu­ ejemplo, un trabajo sim ilar en una sesión de terapia individual acer­
ta, acometen la exploración. Obviamente, existen excepciones ca de las interacciones experim entadas p o r el paciente durante una
a esta regla y, en ocasiones, centrarse en la interacción em ocio­ sesión grupal anterior, reflexionando en lo que fue y no en lo que es.
nal entre terapeuta y paciente, por lo general el área m ás inten­ Aunque esto no es un sucedáneo p a ra que el paciente deje de abordar
sa em ocionalm ente hablando, puede term in a r siendo algo frío sus sentim ientos en el calor del momento, la capacidad de reflexionar
e intelectual, que representa un alejam iento del «calor» de un y a c tu a r de m anera constructiva m ientras se está em ocionalm ente
contexto externo o de tra tam ie n to , lo que re p re se n ta ría un excitado solo se desarrolla gradualm ente, según nuestra experiencia,
ejemplo de adherencia incom petente al tratam iento. cuando la p ersona es capaz de considerar retrospectivam ente sus
3. La evaluación por parte del terapeuta del nivel de arousal del propios estados m entales y los de o tras personas. Todos reflexiona­
paciente -y, hasta cierto punto, de su modo de no mentaliza- mos con m ayor honestidad en retrospectiva de lo que lo hacem os en
ció n - determ ina por dónde em pezar en el espectro de la inter­ el torbellino de u n a interacción emocional. Pero, a la postre, nuestras
vención. Si el paciente experim enta un arousal alto, se vidas se ven dirigidas, y posiblemente determ inadas, por la inm edia­
recom ienda al terapeuta que parta desde una posición empáti­ tez subjetiva de las interacciones; los pacientes con TLP deben apren­
ca. Si el paciente presenta un arousal bajo, puede ser m ás con­ der a u tilizar estos m omentos de form a constructiva.
328 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
PRINCIPIOS PARA EL TERAPEUTA MENTALIZADOR 329

No estam os recom endando d egradar el trabajo terapéutico a la table de relaciones de intim idad y distancia que encontram os en los
inm ediatez de la relación paciente-terapeuta; de hecho, todo lo con­ pacientes con TLP, quienes tra ta n de preservar su m ente cuando se
trario. Sin em bargo, es im portante avanzar hacia este tipo de trabajo sienten desbordados. Esto se traduce en la aparición de esquem as
con sensibilidad, sin sobrecargar al paciente con estados em ociona­ característicos que pueden estabilizar la confusión como, p o r ejem ­
les que no puede entender ni gestionar. Avanzar con dem asiada rapi­ plo, experim entarse com o la víctim a de un abusador. Es absurdo
dez, y sin una preparación adecuada, estim ulará u n fallo gradual de reproducir, al principio de la terapia, este patrón de alta fluctuación
la m entalización que, si no se controla, puede conducir a u n a crisis de afectos o de esquemas fijos de u n a m anera descontrolada, hiperes-
durante la sesión o convertirse en iatrogénico, provocando las m is­ tim ulando al paciente, centrándose en estados mentales complejos o
m as conductas que estam os tratando de abordar. provocando emociones intensas. E quilibrar la estim ulación del siste­
ma de apego con la capacidad de m entalización sitúa al terapeuta en
la delicada posición de tener que m ovilizar el afecto m ientras controla
¿Qué tipo de intervención y cuándo?
su flujo e intensidad. En ausencia de emociones, no puede haber una
Analizam os ahora con m ás detalle, y siguiendo los cuatro princi­ experiencia subjetiva significativa pero, con un exceso de ellas, tam ­
pios recién esbozados, los fundam entos a seguir p a ra ayudar a deci­ poco puede haber comprensión alguna de la experiencia subjetiva.*•
d ir qué tipo de intervención aplicar en u n determ inado m om ento.
Hem os organizado el espectro de las intervenciones en orden de
com plejidad, p ro fu n d id ad e intensidad em ocional interpersonal, • Validación empática, en la que se incluyen reaseguramiento, apoyo y
siendo la m ás simple, superficial y m enos intensiva de ellas la em pa­ empatia
tia y el apoyo, m ientras que la m entalización de la relación/transfe- • Mentalización básica: clarificación, exploración y desafío
rencia sería la m ás compleja y, en la m ayoría de los casos, la más • Mentalización básica: identificación del afecto y foco en el afecto
intenso em ocionalm ente hablando (véase el cuadro 7.4). Por lo gene­ • Mentalización de la relación.
ral, la decisión acerca de cuándo y qué tipo de intervención será de
m ayor beneficio se hace de form a no consciente (y eso parece lo más
Cuadró 7.5. ¿Qué intervención utilizar y cuándo?
adecuado), p ero creem os que hay algunos principios generales a
seguir que resum im os en el cuadro 7.5. • En caso de duda, empezar en la superficie, es decir, con la validación
empática
La base de nuestras recom endaciones es sim plem ente que, en
• Moverse a niveles «más profundos» solo después de haber llevado a
general, la capacidad de m entalizar en los pacientes con TLP es inver­ cabo los pasos anteriores
sam ente proporcional a la estim ulación de su sistem a de apego. La
• Si se corre el peligro de que las emociones se tornen abrumadoras, vol­
activación del sistem a de apego inhibe la capacidad de mentalización, ver a la superficie
las emociones se tornan abrum adoras, el self se fractura y es inevita­ • El tipo de intervención está relacionado inversamente con la intensidad
ble que aparezcan acciones orientadas a restablecer u n a seguridad emocional: validación empática cuando el paciente se siente abrumado
precaria y un sentido en el self. Recordem os que el sistem a de apego por la emoción y mentalizar la relación si es capaz de seguir mentali-
se ve estim ulado por cualquier tipo de temor. Un paciente podría zando mientras «soporta» la emoción
tener una idea aterradora que active el sistem a de apego, de m odo que • La intervención deberá estar en consonancia con la capacidad de men­
se sienta motivado a b u scar la proxim idad de alguien que le infunda talización del paciente. Existe el peligro de asumir que las personas con
seguridad. Este proceso, ya bien descrito, es el origen de patrón ines­ TLP tienen una mayor capacidad de mentalización que la que realmen-
te tienen cuando están bregando con sus sentimientos.
330 TRATA.MIENTO BASADO EN LA METALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD PRINCIPIOS PARA EL TERAPEUTA MENTALIZADOR 331

Como hemos argum entado antes, uno de los peligros m ás graves nido interpersonal y afecto actual, form a parte de la m entalización
que acechan a los terapeutas que tra ta n a pacientes borderline es el básica porque invoca al m undo relacional, lo que acentúa la intensi­
daño iatrogénico que tiene lugar cuando se utilizan intervenciones dad emocional. Si la intervención está vinculada al «tú y yo» y pone
bien intencionadas, pero inoportunas y negativas, que, en lugar de en juego las motivaciones subyacentes, aum enta considerablem ente
a u m e n tarla capacidad de m entalización, la dism inuyen al activar en el peligro de desbordar la capacidad de m entalización del paciente,
exceso el sistem a de apego. Por consiguiente, el principio fundam en­ tanto como para llegar a inducirlo hacia la acción: p o r ejemplo, que
tal que debe seguirse al seleccionar u n a intervención consiste en tra ­ abandone la sesión o se autolesione p ara restaurar su m ente. Pero es­
ta r de m inim izar los efectos iatrogénicos, equilibrando la intensidad ta cascada de desastres psicológicos podría evitarse si los terapeutas
emocional con la capacidad continua del paciente para m onitorizar se desplazasen lentam ente hacia niveles más bajos de intervención,
subjetivam ente su propia mente y la de los demás. adentrándose en una m ayor profundidad después de h ab er trabaja­
En el nivel m ás superficial, es im probable que ofrecer apoyo sen­ do, prim eram ente, en los niveles superficiales. Debemos descender
sible y em pático estimule estados m entales complejos en los pacien­ de nivel solo cuando juzguem os que el grado de ansiedad del pacien-
tes borderline, quienes, al sentir que o tra persona m uestra interés e te -y, por tanto, su capacidad de m entalización- le perm ite conside­
intenta com prender su estado emocional, desde su propia perspecti­ rar m ejor nuestra perspectiva o está dispuesto a ser m ás explícito
va, suelen sentirse lo suficientemente seguros como para explicar sus sobre sí m ism o. En caso de duda, nuestras intervenciones deberían
sentim ientos y d ar su punto de vista acerca de lo que les ha ocurrido tener, en principio, un carácter provisional y solo inyectar m ayor pre­
o les está ocurriendo. La m ente del paciente no se ve am enazada. Por sión en el diálogo una vez que la relación terapéutica sea m ás sólida.
consiguiente, este tipo de intervenciones, ju n to con la entrevista No es nuestra intención sugerir que los terapeLitas deban adherir­
motivacional, la resolución de problem as, la psicoeducación y otras se rígidam ente a los principios aquí descritos. Pero, si siguen nuestra
técnicas conductuales, no solo son útiles al principio de la terapia trayectoria clínica e im plem entan sensatam ente nuestras recom en­
sino, de hecho, tam bién al principio de cada sesión. Así pues, cuando
daciones acerca de la duración de las intervenciones, creem os que
las em ociones del paciente están a flor de piel, lo mejor es m ostrase
habrá m enos riesgo de que causen daño y tendrán m ás o p o rtunida­
empático, en lugar de pedirle que lleve a cabo un trabajo psicológico
des de estim ular una relación terapéutica positiva dentro de la cual
complejo. En cambio, cuando el paciente se encuentra bloqueado en
pueda florecer la m entalización.
el polo afectivo de la m entalización, el reequilibrio tam bién se torna
im perativo. El hecho de m ostrarse cada vez m ás em pático p o d ría
hacer que el paciente em peorase, estim ulando m ás su proceso de Principios básicos: un ejem plo clín ico
apego y aum entando la regresión. En consecuencia, si bien el te ra ­
peuta es em pático al contem plar la experiencia del paciente, reequi­ Se nos suele form ular la pregunta de cómo a b o rd ar m uchas de las
libra cognitivam ente dicha em patia tra b a ja n d o en el efecto que cuestiones cruciales que aquejan a los pacientes borderline y a sus
tienen las em ociones en el paciente. terapeutas. Es imposible describir el m odo de gestionar cada situa­
En el nivel interm edio de la intervención, la clarificación, la ex­ ción y, p o r ello, instam os a los terapeutas a seguir los principios bási­
ploración y el desafío generan dificultades adicionales, debido a que cos que enum eram os en el presente capítulo. Las conductas m ás
fuerzan el autoescrutinio e implican que otra m ente puede ten er una difíciles que tiene que a fro n tar un terapeuta son los intentos de sui­
perspectiva diferente que ha de ser considerada e integrada. Si, en cidio y las autolpsiones. E sbozarem os ahora de nuevo esos principios
lugar de ser m eram ente intelectual, la intervención incorpora conte­ en relación con este tipo de conductas.
V

r
(
( 332 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD PRINCIPIOS PARA EL TERAPEUTA MENTALIZADOR 333

(
A u to lesio n es e in ten to s de su icid io repentina. La acción no se lleva a cabo p ara expresar agresividad o
(
p a ra a ta c a r a alguien, sino p a ra gestionar la pérdida del apego. Si
R eiterando algunos de los principios, las intervenciones deben
( bien las m otivaciones son com plejas, nuestra sugerencia es que la
ser claras y breves, tra tar de gestionar el arousal, tener el foco en
( autoagresión y los intentos de suicidio tienen lugar cuando la exis­
el afecto, referirse al contexto actual/inm ediato, centrarse en los es­
tencia m ental se ve cuestionada tra s una pérdida de apego, y la in te ­
( tados m entales y no en la conducta, y abordar inicialm ente el con­
gridad personal solo puede restablecerse a través del cuerpo (p. ej.
< tenido consciente o cercano a la conciencia. La trayectoria de las
la sangre), lo que confirm a la propia existencia según el m odo id e o ­
intervenciones se mueve desde la validación em pática -e s decir,
( lógico de com prensión que tiene el paciente en ese m om ento. El
desde una respuesta contingente- a la identificación de los afectos colapso con sensación de vacío y alienación se llena parcialm ente a
( en relación con interacciones y eventos externos y la exploración de
través de la acción. Dicho de m anera m ás sencilla, el paciente tiene
( estos eventos a través de su contexto y el significado que revisten que hallarse, p ara autolesionarse, en u n m odo no m en talizad o r
( en el m arco de la interacción interpersonal actual. En consecuen­ (véase el c u ad ro 7.6). E n el m odo sim ulado, el paciente puede expe­
cia, la intervención solo se desplaza desde la superficie a capas más rim e n ta r vacío y pérdida de existencia, con lo que la autoagresión se
(
profundas cuando el estado em ocional del paciente le perm ite una convierte en u n a m anera de gestionar el dolor extrem o y de experi­
( m entalización reflexiva. Por últim o, es im portante adoptar una acti­ m en tar que está vivo u n a vez m ás. Por su parte, los pensam ientos y
( tud im parcial ante todo tipo de conductas, incluidos los intentos de sentim ientos son, en el m odo de equivalencia psíquica, a b ru m a d o ­
( suicidio, las autolesiones y otras acciones destructivas, y abstenerse ram ente reales; en ese caso, la autoagresión distrae y sitúa el dolor
de asum ir que cualquier acción apunta al tratam iento en sí o incluso físico en el lugar donde h a b ría dolor em ocional. Finalm ente, el p ro ­
(
pretende ata c a r al terapeuta. cesam iento teleológico m u estra al paciente lo que sentía en un con­
(
El terapeuta no debe a su m ir la responsabilidad p o r las acciones texto em ocional incipiente: «Tomé u n a sobredosis, así que debía
( querer suicidarm e».
del paciente y, por eso, se to rn a im prescindible, al principio del tra ­
( tam iento, algún com entario p ara definir el alcance de la responsabi­
( lidad como, p o r ejemplo:
Cuadro 7*6. Entendiendo el suicidio y las autolesiones desde el punto1,
( No puedo evitar que te hagas daño o incluso que te quites la vida, de vista de la pérdida temporal de la mentalización / ^
( pero podría ayudarte a comprender qué es lo que intentas hacer y
• Pérdida
encontrar otras maneras de gestionar las cosas.
( - Incrementa la necesidad de apego dispara el sistema de
( E l acuerdo, al principio del tra tam ie n to , sobre objetivos com ­ apego
p artid o s especificará que las autolesiones, los intentos de suicidio • Fallo de mentalización
(
y o tra s conductas destructivas son u n foco claro p a ra las sesiones - Equivalencia psíquica ~+ intensificación de la experiencia inso­
( iniciales. portable
( - Modo simulado “*♦ hiperm entalización, falta de sentido, diso­
El especialista en MBT trabaja terapéuticam ente desde la p ers­
ciación
( pectiva de que el p rin cip al propósito de las autolesiones y o tras
- Soluciones teleológicas a la crisis del self agente “•* intentos de
( acciones sim ilares es, desde el punto de vista de la m entalización,
suicidio, autolesiones.
m an te n er la e stru c tu ra del self que sucede a la desestabilización
(
<
(
(
334 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P R IN C IP IO S PA R A E L T E R A P E U T A M E N T A L IZ A D O R 335

Intervención Una vez se ha expuesto con suficiente detalle la narrativa del acto
Se com ienza por el principio de la trayectoria. Se usan interven­ autodestructivo, debemos averiguar cuándo em pezaron los sentim ien­
ciones em páticas y de apoyo y determ inam os los eventos autolesivos, tos que condujeron al acto, devolviendo al paciente al punto en que
incluyendo el contexto interpersonal (véase el cuadro 7.7). Es indis­ estaba claro que no albergaba deseo alguno de hacerse daño a sí m is­
pensable, en cualquier caso, que la respuesta inicial dependa del mo de un m odo compulsivo, es decir, rebobinam os y exploramos (ver
estado m ental actual del paciente. el capítulo 6). El error m ás com ún es que el terapeuta no rebobine lo
suficiente. No debemos desanim arnos cuando un paciente dice «Siem­
A sí q u e la s i tu a c i ó n se v o lv ió in s o s te n ib le e n e s e m o m e n to y n o pre estoy pensando en autolesionarme». Muchos pacientes se aferran a
s a b ía s q u é h a c e r. D e b e h a b e r s id o r e a l m e n t e m a la p a r a ti, c o m o
las autolesiones en el trasfondo de su mente com o una m anera de ges­
p a r a t e r m i n a r d a ñ á n d o te a ti m is m o .
tionar los estados emocionales, pero eso no equivale a una urgencia
Esto equivale, en cierta medida, a validar la lucha del paciente en compulsiva que va acum ulándose hasta desem bocar en un acto auto-
ese m omento, pero no aborda el estado m ental actual. Esto últim o es lesivo, que es lo que el terapeuta está tratando de identificar en este
algo que aún debe ser descubierto. caso. Preguntam os al paciente cuándo le pareció que sus pensam ien­
tos cam biaban o cómo eran unos días antes, insistiendo en que con­
D im e c u á n d o to d o e m p e z ó a i r m a l. traste sus estados mentales a lo largo del tiempo. Esto último, conocido
En prim er lugar, pedim os al paciente que nos proporcione un bos­ como análisis funcional de la mentalización (véase m ás adelante) (Bate-
m an y Fonagy, 2012), puede estim ular el proceso de mentalización.
quejo de la historia que ha conducido a las autolesiones o al intento
de suicidio. Esta es u n a narrativa im prescindible p ara que el terapeu­ No debem os desm oralizarnos si el paciente no desea hablar del
ta empiece a valorar el riesgo desde la perspectiva del contexto. Por evento autolesivo. Si esto o c u rre , hay que re c u r rir a la validación
ejemplo, ¿fue una acción impulsiva o planificada, dejó alguna nota, em pática para establecer un sentim iento com partido de lo difícil que
contactó con alguien después de la sobredosis? No debemos confun­ resulta hablar de tem as dolorosos y cómo eso puede generar de inm e­
dir esto con la exploración de los procesos cognitivos y afectivos que diato el sentim iento ansioso de que las cosas em peorarán. Eso contri­
condujeron a la acción. También debemos definir el contexto inter­ bu irá a m antener un nivel bajo de aro u sal d u ran te la sesión y, de
personal siem pre que sea posible. Exploram os delicadam ente con hecho, la sesión puede centrarse en hab lar acerca de que las cosas
quién estaba el paciente o lo que pensaba antes de o c u rrir el evento. pueden em peorar. Es b astan te com ún que las personas con TLP
empiecen a experim entar los eventos en el m odo de equivalencia psí­
quica cuando hablan de ellos. Así pues, el terapeuta no se centra en los
pensam ientos relacionados con la propia acción, sino en cómo se sus­
tenta la narrativa de las autolesiones. A raíz de este proceso de valida­
• Respuesta contingente = validación empática con el estado actual
• Establecer una reflexión conjunta sobre el suicidio/autolesión/violencia ción em pática, el terapeuta puede, en el caso de que se reduzca la
• Foco en el afecto dependiendo de la reflexión conjunta: presentación del ansiedad, cam biar al análisis funcional de la m entalización. E n suma,
habrá m uchas ocasiones en que los pacientes no querrán hablar de los
dilema compartido
• Identificar el momento de «pérdida», el detonante del apego y el contexto eventos autodestructivos y, en este caso, el terapeuta puede em pren­
• Trabajar en pos del reconocimiento/conciencia de los puntos vulnera­ der varias acciones (véase la figura 7.1 p ara u n a decisión algorítmica):
bles y la representación del contexto. 1. Puede reconsiderar el contrato form alizado al com ienzo del
tratam iento, en el que se acordó a b o rd a r la autoagresión si era
336 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P R IN C IP IO S PA R A E L T E R A P E U T A M E N T A L IZ A D O R 337

p arte de los síntom as y las conductas asociadas con el TLP. El Análisis funcional de la mentalización
contrato necesita ser reexaminado. Ayudar al paciente a explorar el contenido del evento autolesivo
2. Puede insistir con delicadeza en dialogar en torno al tem a de
constituye, en el análisis funcional de la m entalización, el prim er
la dificultad que e n tra ñ a hab lar sobre ese tipo de acciones,
paso a d a r por el terapeuta. E ste debe cen trarse en el evento aun
reconociendo que, al hablar de ellas, el paciente se siente aver­
cuando el paciente no quiera hab lar al respecto. Por supuesto, si el
gonzado y podría incluso com enzar a revivir los eventos en el
enfoque provoca dem asiada ansiedad en el paciente, el terapeuta
modo de equivalencia psíquica. A continuación, el terapeuta
debe perm itirle hablar de otras cosas p ara luego, una vez el paciente
debe gestionar cuidadosam ente los niveles de ansiedad.
se vea m ás capaz de hablar sobre el tem a, re to rn a r a él con delicade­
3. Se puede em plear el foco en el afecto, identificando la dificul­
za. En segundo lugar, el terapeuta debe investigar preguntando al
tad que ha surgido entre terapeuta y paciente, que lleva a no
paciente qué ocurría en su m ente antes de que tuviese lugar el even­
hablar sobre la acción. Eso hace que el terapeuta dude acerca
to. Esto es tan im portante como conocer el contexto exterior. El an á­
del nivel de riesgo del paciente y sea incapaz de concentrarse
en los tem as de los que habla el paciente. Por su p a rte , el lisis funcional de la m entalización está interesado en el cam bio en el
paciente se sensibiliza al interés del terapeuta en el tem a de la estado m ental del paciente y su interacción interdependiente con las
autolesión, y eso distorsiona la interacción entre am bos. Este circunstancias externas. A menudo, el paciente no es capaz de recor­
«elefante en la habitación» ha de ser explorado. Al a c tu a r así, d a r lo que desencadenó la reacción: después de todo, la principal
puede reducirse la toxicidad inm ediata que suscita hablar función de la reacción es eludir el evento detonante y las emociones
acerca del acto autolesivo. que genera. La ta re a del terap eu ta consiste, pues, en volver a un
«territorio neutral», a través del proceso de p arar, rebobinar y explo­
rar, y a continuación, com enzar a progresar en el tiempo. Asimismo,
el terap eu ta puede p reg u n ta r al paciente cu án d o em pezó a darse
cuenta de que podía autolesionarse. Una vez concretado este punto,
el terapeuta puede retroceder todavía más. Gracias a este método, es
posible explicar el proceso desencadenante y analizarlo, cuando p ro ­
ceda, en térm inos relaciónales (véanse los cuadros 7.8 a 7.10).

Cuadro 7.8. Análisis funcional.de la mentalización (1)


• Buscar el punto de vulnerabilidad
• Parar y rebobinar hasta el momento previo a la pérdida de mentalización
• Parar y explorar hasta el punto en que la mentalización estaba teniendo
lugar
• Realizar «micro-secciones» de los estados mentales hasta llegar al acto
autodestructivo
• Moverse continuamente alrededor del self y otros estados mentales
• Asumir la responsabilidad de mantener la mente «en línea» con la del
paciente
• Pedir al paciente que identifique cuándo le sería posible recuperar el
F i g u r a 7.1. A lg o ritm o d e la in te rv e n c ió n .
autocontrol.
i
PRINCIPIOS PARA EL TERAPEUTA M2NTALIZADOR 339
338 TRATAMIENTO BASADO EN EA «ENTAUZACON PARA TRASTORNOS DE LA PERSONAL,DAD

paciente es capaz de in tercep tar en sus inicios el colapso de la men-


■'Cuadro* 7.9. Análisis^nci^al’de njent^lg^ón/2) , , ¿y talización, existe la posibilidad de que m antenga la estabilidad y 1
un sentido coherente de agencia. U na vez que alcan za el p u n to de i
. A poyo y v a lid a c ió n e m p á tic a - a c titu d c o l a b o r a b a :
sensibilidad, el paciente tiene pocas posibilidades de desviarse de (
- « S e g u ra m e n te , n o s a b ía s q u é h a c e r»
la trayectoria destructiva.
. D e fin ir e l c o n te x to in te r p e r s o n a l n o n ie n d o
_ R e la to d e ta lla d o de los d ía s u h o ra s p re v io s a la a u to le s ió n p o n ie n d o A lo largo de todo el proceso, paciente y terap eu ta se cen tran en
el é n fa s is e n lo s s e n tim ie n to s /e s ta d o s m e n ta le s el periodo previo a la ru p tu ra de la m entalización, m ien tras tra tan
- E x p lo ra c ió n m o m e n to a m o m e n to d e l e p is o d io a c tu a l de identificar la escalad a de los m odos no m entalizadores. Expío- 1
- Explorar problemas de c o m u n ic a c ió n r a r y c o m p ren d er las em ociones que g rad u a lm e n te estim u lan la
I - Id e n tific a r lo s m a le n te n d id o s o la h ip e r s e n s ib ilid a d equivalencia psíquica, el pensam iento teleoiógico y, posiblem ente,
el m odo sim ulado, constituye el núcleo del análisis funciona] de la
' “ a fe c tiv o s d e s d e ia s e s ió n in d iv id u a l a n te r io r ,
m entalización.
v in c u lá n d o lo s a s itu a c io n e s a c o n te c id a s e n el
C uando h a n com pletado este proceso, p a c ie n te y te ra p e u ta
- R e v is a r c o m p le ta m e n te c u a lq u ie r a c to e n d ife re n te s c o n te x to s,
explorarán las consecuencias de la acción y la cuestión de la efica­
y e n d o la te r a p ia in d iv id u a l y g ru p a l. --------------- --------------------------
cia de la co nducta, incluso si el resu ltad o ha sido en aparien cia (
positivo en térm in o s del m undo «real» como, p o r ejem plo, que un (
novio se disculpe y trate de re p a ra r la relación. La co n d u cta auto-
destructiva es u n a m an era ineficaz, en un contexto interpersonal, (
! . Explorar la motivación o u n ^ .v ^ . de gestionar el distrés em ocional. 1
! - «¿Cómo entiendes lo sucedido?» nen- I
I - «¿Quién estaba contigo en ese momento?» o «¿En quien P El novio de una paciente con TLP le dijo a esta que él y sus amigos
sando?» iban a ver un partido de fútbol, lo cual hizo a pesar del acuerdo (
- «;Qué te pareció lo que dijeron ellos.» . previo con su novia de que irían a visitar juntos a unos amigos.
- Si la alianza terapéutica es robusta, desafiar la perspectiva proporcio- Este evento la condujo finalmente a infligirse cortes. Su experien­
cia de soledad le produjo un estrés insoportable que, a su vez, la í
n a d a p o r el p a c ie n te
llevó a la ruptura de la mentalización. El anuncio inicial efectuado (
. Lo que no debemos hacen , , • tpntn ae suici* por el novio representaba una pérdida de apego, una pérdida anti­
- Mentalizar la relación inmediatamente después del intento
cipada de «unión» física y emocional. En principio, ella sintió que (
dio o de autolesión j a c»i historia nerso* la elección del novio de ir al partido de fútbol, en lugar de estar con ^
- Interpretar las acciones del paciente en términos de su 1»dona pe s ella, significaba que ya no la amaba. Si bien esto es comprensible,
nal. las supuestas motivaciones inconscientes o su posi el problema no es el pensamiento, sino el hecho de que el pensa- í
manipulación en el «calor» del momento, todo lo cual altenana miento empiece a asum ir todas las características de la equivalen- ^
cia psíquica. Su pensam iento se convirtió en un hecho
paciente._______ __________________________________________
incuestionable; mientras que la ausencia del novio era la prueba (
adicional de que no la quería. El desarrollo ulterior de esta idea la
El objetivo consiste en identificar el «punto de v u l m r a b . ■ condujo a un pensamiento más rígido y esquemático que la llevó a
el punto en el cual el paciente se e n cu en tra ya en u n a e s p - a >™ P a «concluir» que su novio realmente se había citado con alguien.
Esto generó inevitablemente sentimientos m ás intolerables, si
rabie, y luego com enzar a tra b a ja r sobre las pnm eras^señale
cabe, que la paciente no pudo administrar. Su única opción, o más
a le rta de que la conducta a u to d estru ctiv a es inevitable. Solo
i
340 TRATAM IENTO BASADO EN LA M E T A L IZ A C IÓ N PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD P R IN C IP IO S PA R A E L T E R A P E U T A M E N T A L IZ A D O R 341

b ie n la ú n ic a p o s ib ilid a d e n la q u e p o d ía p e n s a r , e r a la d e h a c e r s e a sí mism o. El acto autolesivo o el intento de suicidio del paciente no


c o r t e s . A u n q u e e s te a c to a u to d e s tr u c tiv o la h iz o r e la ja r s e , d e s g r a ­
deben ser interpretados en térm in o s de su h isto ria personal, p re ­
c ia d a m e n te t a m b ié n la lle n ó d e v e r g ü e n z a . C u a n d o s u n o v io r e g r e ­
suntas motivaciones inconscientes o su posible intención m an ip u la­
só , se e n o jó a l v e r s u m u ñ e c a v e n d a d a . Y e s o p e r p e t u ó el c ic lo d e
dora en el «calor» del m om ento, lo cual alienaría al paciente. Solo
a u to c r ít ic a .
posteriorm ente podrem os a cu m u lar evidencias referentes a sensibi­
Al tra b a ja r con estos patrones de estados m entales que cam bian lidades y vulnerabilidades subyacentes de las que son vagam ente
rápidam ente en u n a am plia gam a de circu n stan cias, el paciente conscientes, ya se tra te de detonantes inconscientes o de eventos
aprende, poco a poco, que los sentim ientos no son algo que surge actuales a los cuales está sensibilizado a causa de su pasado.
espontáneam ente sino que, m ás bien, son generados por las interac­
ciones con o tra s personas y por las interpretaciones que se d a n a Ejemplo clínico ilustrativo: «La am iga abandonada»
dichas interacciones. C om prender y rep resen tar el proceso tal como
Una paciente habló sobre su autolaceración del día anterior, re s­
sucede perm ite que se m antenga la m entalización. tando im portancia a lo o cu rrid o e insistiendo en que era in trascen ­
Es necesario insistir en los estados em ocionales com o p a rte del dente.
estado m ental en general y no solam ente en los estados cogmtivos o
Terapeuta: Háblame un poco m ás acerca de lo sucedido.
los antecedentes desencadenantes. Así pues, el análisis funcional de
Paciente: Realm ente no hay nada m ás que añadir. Después volver
la m entalización tiene que ver m ás con el m odo en que el contexto
a casa, me corté con la copa que rom pí al arrojarla con­
in te rac tú a con los sentim ientos y el estado m ental del paciente.
tra la pared.
«¿Qué estaba sucediendo en tu m ente en ese momento?» En espe­ Terapeuta: Vayamos hacia atrá s y cuéntam e cuándo em pezaste a
cial, hay que p re sta r atención a las dificultades de com unicación y a
sentir que algo iba m al. [Un rebobinado del contenido.]
la excesiva sensibilidad, que desem bocan en problem as en la ges­ Paciente: No lo sé realm ente.
tión de los sentim ientos de rechazo, abandono, hum illación o, por el Terapeuta: Ten paciencia conmigo; ¿puedes recordar lo que sentiste,
contrarío, a intensos sentim ientos de amor, deseo y necesidad, que
p o r ejemplo, ayer o incluso antes? [Tratando de identifi­
conducen, a su vez, a un aluvión afectivo que desborda a la m ente y
desestabiliza al self. Recordem os que, en el contexto del colapso de c a r un contexto o un m om ento en el que la paciente era
consciente de sentirse bien].
la m ente, los pacientes con TLP experim entan los sentim ientos en el
Paciente: No. Yo estaba bien ayer y creo que fue cuando llegué a
nivel de equivalencia psíquica. De ese m odo, «sentirse mal» se con­
vierte en «soy malo». N uestras intervenciones deben reflejar que casa tem prano p o r la noche. H abía quedado con dos
entendem os esto y que no subestim am os el poder de la experiencia am igas y fuim os a beber, como ya he dicho, y fue cuando
llegué a casa después, que empecé a sentirm e infeliz.
del paciente. Terapeuta: Así que fue en ese m om ento cuando cobraste conciencia
Son los factores d eterm in an tes conscientes de las autolesiones
de que no eras feliz. Parece que pudo h a b e r o cu rrid o
los que deberíam os explorar sin tra ta r de h a b la r acerca de las razo­
algo, durante la noche. H áblam e de esa noche, em pezan­
nes psicológicas m ás complejas. D urante esta exploración, la expli­
do con el m odo en que te sentías antes de salir.
cación del paciente debe se r cu e stio n ad a si es esq u em ática y
fo rm u lista porq u e estos son fenóm enos no m en talizad o res que La sesión continuó p o r esos derroteros, con el terapeuta insistien­
im pedirán que el desarrollo de u n a m ayor solidez m ental le proteja do en explorar al detalle ese afecto desdichado junto al disfrute po si­
de futuras experiencias em ocionales que p o d ría n llevarle a dañarse tivo de e sta r con sus am igas. Resultó que la paciente se había sentido
342 TRATAM IENTO BASADO EN LA M E T A L IZ A C IÓ N PARA TRA STO RNO S DE LA PERSONALIDAD P R IN C IP IO S PA R A E L T E R A P E U T A M E N T A L 1 Z A D 0 R 343

abandonada (una sensación anterior a la de infelicidad) por sus dos era la única form a de que las cosas te pareciesen m ejor
am igas porque estas habían ido al baño ju n ta s y la habían dejado en ese momento.
sola durante lo que le había parecido un periodo excesivo.
El terapeuta se centra en el alivio afectivo producido p o r la acción
Paciente: Me sentí tan lastim ada [un afecto adicional que complica de co rtarse y tam bién alude al efecto estabilizador de la acción, lo
el estado interno de la paciente en ese m omento], que que retrotrae la m ente de la paciente al m om ento en que perdió su
casi me corté a mí m ism a con el cuchillo, pero en vez de m entalización. C ortarse y o tras acciones sim ilares son intentos de
eso, me arañé con las uñas hasta que apareció u n poco restablecer la m entalización. Sin embargo, el terapeuta corre el peli­
de sangre. Entonces me vino la idea de que debía levan­ gro, en este caso, de exagerar su propia com prensión y de ir m ás allá
tarm e e irm e, de m an era que cu an d o reg resaran no de la capacidad m entalizadora de la paciente.
supiesen dónde estaba yo [la m otivación de la venganza
Paciente: H acer eso siem pre me aclara cómo me siento y entonces
parece haber sido estim ulada por el intenso rascado; solo
con u n a m ente m entalizadora puede la paciente ten er puedo retom ar m is asuntos de nuevo. Yo estaba bien con
sentim ientos de venganza, que requieren la representa­ ellas hasta que salim os del pub y tam bién pude ver la
ción del self y el otro, y de ahí que su fantasía de vengan­ televisión durante un rato.
Terapeuta: Pero te cortaste otra vez.
za se produzca después de arañarse]. Pero, justo cuando
Paciente: Poco después de llegar a casa, me sentí muy mal de nue­
estaba a punto de irm e, volvieron.
vo y realm ente quería hacerlo en ese momento.
Terapeuta: ¿Y entonces? Terapeuta: ¿Puedes decirm e qué estaba sucediendo entonces?
Paciente: No dije nada en absoluto. ¿Para qué? H abían pasado ju n ­
Paciente: No lo sé.
tas mucho rato.
Terapeuta: Provocarte la sangre es u n a fuerte reacción al hecho de
En este momento, la paciente debe tra ta r de reflexionar m ás sobre
que pasasen juntas m ucho tiem po en el baño. ¿Que pen­
lo que la llevó a autolesionarse. El terapeuta puede e m p alizar con
saste y por qué te sentiste dañada? [Intentando centrarse ella en ese punto.
en la fuerza de la reacción: el problem a no era el senti­
m iento de quedarse sola, cuando fueron al baño, sino la Terapeuta: Es difícil com prender lo que ocu rrió entonces, especial-
reacción a ese sentim iento, que fue exagerada e inade­ m ente si las cosas están bien ahora [declaración empáti-
cuada y, probablem ente, b asad a en u n a experiencia de ca].
equivalencia psíquica.] Paciente: No puedo recordarlo. E staba sola. Me fui a la cam a des­
Paciente: Ellas siem pre me excluyen. [El uso de palabras como pués.
«siempre» tiene un componente de absoluto y de totalidad, Terapeuta: H abíam e m ás acerca del horrible sentim iento que tenías
que generalmente tiene que ver con la no mentalización.] ^ antes rom per la copa.
Terapeuta: Así pues, te sentiste excluida y dolida y no supiste que Paciente: Sentía que había acabado a rru in a n d o la noche y que,
hacer con el modo en que te sentías [afirm ación empática cada vez que intentaba disfrutar, algo salía m al. Estaba
y validadora]. A rañarte te hizo ver con un poco m ás de sola otra vez.
c larid ad y te llevó a p e n s a r cóm o p o d rías vengarte Terapeuta: En este caso, lo que salió m al es que te sentiste entusias­
m om entáneam ente cuando volviesen, a pesar de que lue­ m ada de ver a tus am igas y, a continuación, te sentiste
go te sentiste infeliz. Supongo que sentiste que cortarte m ás sensible al hecho de verte abandonada. Y eso parece
344 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

h ab er surgido de nuevo cuando te encontraste sola en


casa y no supiste cóm o gestionarlo. Tenemos que volver a
considerar el m odo de gestionar tus sentim ientos de
abandono.
Paciente: Hum m m .
E n ese m omento, el terapeuta decide que la paciente es incapaz de
El foco de la mentalización:
reflexionar m ás acerca de lo sucedido y, en consecuencia, la conver­ apoyo, empatia y validación
sación cam bia a otros tem as. Sin em bargo, posteriorm ente en la
sesión, el terapeuta valora que la paciente puede m entalizar m ás
enérgicam ente en un momento en el que ella habla de su sensibilidad
a sentirse defraudada. D e ese m odo, la retro trae a las experiencias
que la han conducido a la autoagresión, llevando su atención a la
necesidad de perm anecer a lerta a ese tipo de experiencias, p ara que
pueda em pezar a reducir sus im pulsos de autolesionarse y a gestio­
n a r sus emociones, bien reorientándolas o bien utilizando de m anera
Introducción
m ás constructiva las interacciones interpersonales.
El objetivo principal de la MBT es ayudar al paciente a perm ane­
cer alerta a sus propios procesos m entales y centrarse m ás en el modo
R eferencias en que tanto él como los dem ás piensan y sienten en un m om ento
Bateman, A. y Fonagy, P. (2012). Handbook o f Mentalizing in Mental Health dado. Con este objetivo, el terapeuta necesita aprender m ás acerca de
Practice. Washington, DC: American Psychiatric Press Inc. como el paciente se piensa y se experim enta a sí m ism o en el m undo.
Lemma, A., Target, M. y Fonagy, P. (2011). Brief Dynamic Interpersonal Eso requiere explorar de continuo el estado actual de su mente, al
Therapy: A Clinician’s Guide. Oxford, UK: Oxford University Press. tiempo que ofrece su propia com prensión del estado m ental del pa­
ciente. La tarea es desarrollar un proceso conjunto de com paración
de estados mentales, interesándose en los detalles, cuestionando las
diferencias y los matices y m anteniendo así, durante todo el trata­
miento, el foco en la m entalización. La habilidad del paciente para
atender «sobre la marcha» a los estados mentales, tal y com o ocurren,
necesita ser cada vez m ás autom ática en él. La incertidum bre acerca
de los estados m entales -y a sean propios o ajenos- ha de to m arse m ás
explícita. Es m ejor tener confianza p ara decir «No estoy seguro de lo
que pienso», que conform ar una opinión; es más apropiado señalar
«No estoy seguro de lo que quieres decir», que hacer una suposición.
E n a ra s de la com prensión de los estados m entales y de hacerlos
m ás explícitos, la m ente del tera p eu ta debe, en la MBT, «abrirse»
346 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARATRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N : A PO Y O, E M P A T IA Y V ALID A C IÓ N 347

al paciente. Por ejemplo, cuando el paciente p regunta nu estra opi­ M ucho se ha escrito sobre el m antenim iento de la motivación, y
nión, deberíam os d a r u n a explicación clara de cóm o hem os llega­ buena p a rte de esta inform ación h a ido incorporándose, a lo largo
do a a lb e rg a r dicha opinión y de las in ce rtid u m b re s que pueda de los años, a la buena práctica terapéutica. Aun cuando no hayam os
generarnos nuestro punto de vista. A m edida que vaya d e sarro llán ­ sido entrenados en estas técnicas específicas, hay u n a serie de p rin ­
dose la interacción, tam bién podem os v a ria r n u estra opinión sobre cipios que nos ayudarán a m antener la m otivación del paciente por
nuestra com prensión de la experiencia del paciente y, si querem os el tratam iento y que están en consonancia con el abordaje m entali-
estim u lar u n a m ayor m entalización en él, tendrem os que dem os­ zador. La entrevista m otivacional, p o r ejemplo, es plenam ente cohe­
trárselo . U na declaración p o r p a rte del te ra p e u ta com o «Ahora rente con el enfoque general de la m entalización. El principal punto
entiendo lo que estás diciendo. E sto significa que lo que he dicho de contacto entre la entrevista m otivacional y el abordaje centrado
antes no es correcto. Tal vez sea m ás adecuado...» es u n a form a en la m entalización reside en el esfuerzo colaborativo p a ra p rom o­
valiosa de e stim u la r la m entalización en el paciente y de m ostrarle ver el com prom iso con el tratam ien to , alentando u n esp íritu de
respeto interp erso n al. E sto «modela» la reflexividad y le p erm ite curiosidad e investigación. En el cuadro 8.1, resum im os algunas téc­
reconocer que el hecho de que u n a m ente cam bie a o tra m ente no nicas de motivación.
supone u n a hum illación, sino algo constructivo que perm ite desa­ Es n a tu ra l que, al principio del tratam iento, el paciente no busque
rro llar la relación. el cam bio inm ediato. Este no es problem a suyo, sino del terapeuta,
Hay u n a serie de técnicas que pueden favorecer la m entalización. quien debe conducir progresivam ente el paciente hacia u n proceso
M uchas de ellas son bien conocidas p o r los terapeutas. Esperam os de cam bio. Sin embargo, el cam bio no puede ser sugerido solam ente
que estos perciban, a m edida que vayan leyendo esta sección, que ya por el terapeuta, sino que tiene que ser un cam bio acordado entre
están haciendo m uchas de las cosas que describim os. Es muy proba­ am bos. El paciente habrá invertido m uchos años en adaptarse a sus
ble que así sea. Pero nuestro objetivo no es enseñar nuevas técnicas, circunstancias y habrá encontrado la m ejor adaptación p a ra cum plir
con los retos cotidianos, si bien, p a ra cualquier observador, su adap­
sino recom endar que nos enfoquem os en nuestra terapia de m anera
tación p arezca m anifiestam ente ineficaz y contraproducente. Es
diferente, poniendo un énfasis mayor en algunos aspectos del tra ta ­
muy probable que, en lugar de propiciar un proceso de cambio, el
miento, m ientras reducim os el énfasis en otros.
desafío tem prano del m odo en que se ha adaptado al estrés de su

M otivación

La m otivación p ara cam biar y el entusiasm o p o r el tratam iento • Demostrar apoyo, confianza y empatia mientras se explora la mente del
son mriy variables en las personas con TLP. Como terapeutas, debe­ paciente
mos e sta r constantem ente alerta a las dism inuciones en la m otiva­ • Modelar la reflexividad
ción y alterar, en consecuencia, nu estra interacción con el paciente. • Identificamos la discrepancia existente entre el self ideal y la experiencia
A modo de generalización, el grado de m otivación del paciente es del self o, dicho de otro modo, «Cómo eres en comparación con quien te
inversam ente proporcional a su nivel de agitación y distrés em ocio­ gustaría ser»
nal. Cuando el arousal del paciente sobrepasa su capacidad de p ro ­ • «Fluir con el cambio» o «enfrentarse a la resistencia»
cesar los sentim ientos y experiencias, es incapaz de m antener un • Reevaluar las ganancias e identificar áreas problemáticas permanentes
estado de consideración reflexiva acerca del tratam iento. • Subrayar las competencias y atender a las fortalezas de mentalización.
)

(
(
348 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L FO C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N ; A PO Y O, E M P A T Í A Y VALIDA CIÓ N 349
(
<
vida aum ente la oposición del paciente. Cuando nos sentim os a m e ­ debe sopesar el esfuerzo que requiere p articipar en el tratam iento y
( nazados, todos defendemos naturalm ente nuestra posición, y eso no tom ar u n a decisión basándose en la evaluación de las ventajas y des­
( contribuye a relajar la m entalización, sino que la to rn a m ás rígida. ventajas que el cam bio com porta p a ra él.
Así pues, com o hemos subrayado repetidam ente, en prim er lugar, es El desarrollo de u n enfoque com partido resulta esencial al p rin ­
(
necesario ponerse del lado del paciente p a ra tra ta r de ver las cosas cipio del tratam iento (véase el capítulo 5). Igual de esencial, durante
(
desde su punto de vista. Esto es algo que se lleva a cabo prim ero el tratam iento, es la revisión periódica de los objetivos com unes.
( reflexionando desde la posición del paciente y, p o sterio rm en te, Paciente y terapeuta definen juntos los objetivos con una frecuencia
< m ediante una respuesta com pletam ente em pática a sus problem as. trim estral. El paciente tiene que experim entar que el tratam iento es
Inicialm ente, sin embargo, eso podría asum ir la form a de un cierto relevante p a ra sus necesidades y percibir que el terap eu ta presta
(
grado de acuerdo con su punto de vista, lo cual no im plica ningún atención a sus preocupaciones. Existen, en este proceso, varios ele­
( tipo de tru co o falso acuerdo y tam poco significa que el terapeuta m entos motivadores:
( deba e sta r conform e con algo que es m anifiestam ente distorsionado
( o ineficaz. El terapeuta debe, a través de la habilidad de la validación, • La generación de objetivos conjuntos es, en sí m ism a, m oti-
encontrar un área de coincidencia. El paciente solo se sentirá enten­ vadora.
(
dido por el terapeuta una vez que se produzca la validación auténti­ • La identificación de los pros y contras de los objetivos implica
( ca; a p a r tir de este punto paciente y terapeuta pueden d ise n tir y que el cambio es im portante.
( em pezar a considerar diferentes perspectivas. • C ada objetivo a corto plazo se considera en relación con un
objetivo a largo plazo, proporcionando una estrategia coheren­
(
Paciente: No creo que esta terapia vaya a resultarm e de n in g u n a te p a ra el tratam iento.
( utilidad. • El proceso de revisión conjunta y el reconocim iento de que
( Terapeuta: Es posible que no sea así. Es difícil saberlo, ¿no es cierto? algunos objetivos han sido alcanzados resulta m otivador para
Tienes todo el derecho a cuestionarla. el paciente.
(
Paciente: No me gustan los grupos.
( Debe ser el paciente, y no el terapeuta, el que reconozca el p rogre­
Terapeuta: Sí, y eso es una dificultad añadida p ara ti. Puedo com ­
( prenderlo. Quizá debam os considerar cóm o puedes deci­ so. Si el paciente no siente que se h a n puesto en p ráctica todas las
dir si te conviene el tratam iento. m edidas positivas p a ra alc a n z ar los objetivos, no debem os tra ta r de
<
Paciente: Eso llevaría dem asiado tiem po y no dispongo de tiempo. convencerlo de que está equivocado y que aún no h a reconocido sus
( logros, sino que tenem os que validar em páticam ente su experiencia
He esperado m ucho p a ra venir aquí, pero ahora siento
( que no será de ninguna utilidad y estoy cansado. de falta de progreso, La revisión de objetivos p a ra averiguar p o r qué
( Terapeuta: Es agotador in ten tar gestionar las cosas y seguro que el no se h a producido n ingún cam bio puede a u m en tar la motivación:
tratam iento exige un g ran esfuerzo que te va a resu ltar la m entalización acerca de la falta de progreso delim ita el «fracaso»,
(
haciéndolo m enos absoluto y p u d ie n d o ^ p o rta r u n a perspectiva más
m ás agotador incluso.
{ m atizada. Paciente y terapeuta exploran juntos los objetivos y consi­
( El terapeuta persiste en p re sta r atención a la ansiedad y la preo­ deran p o r qué han sido ineficaces p a ra posibilitar el cam bio. La res­
cupación del paciente acerca del tratam iento. No está argum entando ponsabilidad de la falta de progreso es com partida entre paciente y
(
que el tratam iento sea eficaz o intentando persuadir al paciente p ara terapeuta, aunque este últim o debe, sin llegar a ser autodespreciati-
< que ingrese en él. El terapeuta perm anece al lado del paciente, quien vo, a su m ir mayor cuota de responsabilidad.
(
(
(
350 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N : A PO Y O, E M P A T ÍA Y V ALID A C IÓ N 351

Paciente: No creo que la terapia esté funcionando. Terapeuta: Puedo ver que las personas de esos ejemplos h acían lo
Terapeuta: Explícame qué quieres decir con eso. que querían y que tú no podías h acer nada al respecto o
Paciente: No creo que yo haya mejorado. encontrar u n a m anera de decir lo que querías o lo que
Terapeuta: H um m m . Eso no es bueno. Tendrem os que revisar los pensabas. ¿Cómo com paras esto con tu situación actual?
objetivos que acordam os al principio. Ahora eres capaz de expresar exactam ente lo que hay en
Paciente: No puedo recordar cuáles eran. tu m ente p a ra que podam os considerarlo. ¿Cuál es la
Terapeuta: ¡Vaya! Volvamos a ellos. Mi m em oria me dice que acorda­ diferencia en este caso?
mos inicialmente dos objetivos principales, que eran redu­
cir la frecuencia con que te aislabas de tu familia y amigos, Ahora el terap eu ta pide al paciente que com pare su capacidad
y tam bién aum entar la capacidad de valerte por ti mismo. actual en la sesión, que parece cum plir con el objetivo de valerse por
sí mism o, con una situación externa en la que era incapaz de hacerlo.
El terapeuta ha planteado, de entrada, una pregunta abierta p ara E sta exploración continua del objetivo condujo al paciente a m os­
tra tar de prom over que elpaciente elabore m ás la afirm ación de que trarse m enos catastrofista sobre su falta de cam bio y m ás considera­
la terapia no está funcionando. En respuesta, el paciente repite la do acerca del progreso efectuado.
misma declaración, aunque en una form a ligeram ente distinta. Pero,
en lugar de explorar la experiencia del paciente referente a que no se
siente mejor, el terapeuta decide, en esta ocasión, volver a exam inar A seguram iento y apoyo
los objetivos. Cualquiera de am bas respuestas es u n a m aniobra razo ­
nable en el contexto de la MBT. El aseguram iento y el apoyo son com ponentes imprescindibles en
todas las terapias, y las habilidades terapéuticas de la escucha reflexi­
El terapeuta tam bién expresa correctam ente u n a pequeña sor­
va y la em patia precisa son aspectos fundam entales de la MBT (véase
presa por la falta de m em oria del paciente acerca de los objetivos y
el cuadro 8.2). Pero esto no equivale a e sta r de acuerdo con todo lo
los reform ula.
que afirm a el paciente y, como veremos m ás adelante, el desafío es un
Terapeuta: Ahora que los he m encionado o tra vez, ¿no te acuerdas aspecto igualm ente im portante de la terapia. Tiene m ás que ver con el
de ellos? escuchar sin juzgar -evitando la crítica- y con abstenerse de conjetu­
Paciente: Cuando los ha repetido, sí. ra r cóm o se siente u n paciente, m ientras se m antiene una actitud
Terapeuta: Vamos a considerar cada uno de ellos. ¿Prefieres que positiva y esperanzada, un abordaje ante los problem as del tipo «pue­
em pecem os con alguno en concreto? do hacerlo» y u na determ inación activa p ara efectuar progresos.
Paciente: No. Las pregunt'as abiertas son el cam ino a la confianza: «Háblame
Terapeuta: Vamos a em pezar con el de valerte por ti mismo. un poco m ás acerca del problema». A m edida que el paciente explora
Paciente: Bien, es algo que aún no he conseguido. en detalle la form a en que se siente sobre algo, puede que todo lo que
Terapeuta: ¿Qué te lleva a decir eso? requiera es un asentim iento silencioso con la cabeza p o r p arte del
Ahora el terapeuta pide al paciente que explore, poco a poco, qué terapeuta. El cuestionam iento positivo y confiado infunde confianza
le lleva a a firm a r que no se vale por sí m ism o, y el paciente brinda al paciente y le dem uestra nuestro deseo de conocer y entender sus
una serie de ejemplos. Entonces el terapeuta le pide que com pare su problem as. P ara ello, tendrem os que «com probar» continuam ente
situación actu al con los ejem plos proporcionados e identifique las nuestra com prensión: «Tal como lo entiendo, lo que me estás dicien­
do es...»; «¿Es eso correcto?»
diferencias.
352 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L FO C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N : A PO Y O . EM P A T IA Y VALIDA CIÓ N 353

-''Cuadro 8.2. Actitudíle apoyo m ente como la de dos personas que investigan un m apa, tratan d o de
decidir qué cam ino tom ar; aunque puedan coincidir en el destino
• Respeto por la narrativa y la expresión del paciente final, ninguno de am bos conoce la ru ta a seguir y, de hecho, pueden
• Actitud positiva/esperanzadora, pero interrogativa
existir muchos cam inos que conduzcan a ese destino.
• Demostración del deseo de entender
• Curiosidad genuina
• «Chequeo» constante de nuestra comprensión Em patia y validación em pática
• Aclarar el impacto emocional de la narrativa basándose en el sentido
común y en la experiencia personal U na m anera de profundizar la relación entre paciente y tera ­
• No actuar en lugar del paciente, sino promover su responsabilidad. peuta consiste en utilizar declaraciones em páticas. N uestro enfoque
clínico de la em patia com o intervención psicoterapéutica se deriva
de n u estra com prensión de la neurobiología de la m entalización y
Los terapeutas carentes de experiencia a m enudo confunden el la contingencia. La relación terapéutica es una relación investida
conocim iento teórico con el conocim iento de las respuestas y pueden em ocionalm ente en la que la representación del estado m ental de
creer que d ar consejos equivale, en sí mismo, a p resta r apoyo, pero la o tra persona está estrecham ente ligada a la representación del
eso concuerda m ás con asum ir el papel de «experto» recom endado estado m ental de uno m ismo. Eso no supone que los pensam ientos
por o tras terapias. Sin em bargo, es probable que la aplicación de y sentim ientos del otro y de uno m ism o sean idénticos, sino tan so­
nuestro conocim iento teórico sin llegar a dilucidar la perspectiva del lo que son altam ente dependientes entre sí y que es m uy probable
paciente conduzca a asunciones burdas por nuestra parte, dism inu­ que el cam bio en el estado m ental de uno vaya asociado al cam bio
ya la singularidad de los problem as del paciente y m ueva gradual­ en el estado m ental del otro. Cuando dos m entes experim entan que
m ente la relación paciente-terapeuta hacia un tipo de relación en la tienen pensam ientos y sentim ientos superpuestos, que se influyen
que el paciente busque las respuestas en el terapeuta, y este, involun­ m utuam ente, tiene lugar la em patia. Por el contrario, cuando dos
tariam ente, ofrezca sugerencias o utilice en exceso las técnicas de m entes experim entan que albergan exactam ente los m ism os pensa­
resolución de problem as, Esto no solo nos aleja de la actitud de no m ientos y sentim ientos -com o, por ejemplo, si am bos están en pá­
saber preconizada p o r la MBT, sino que tam bién, en cierta m edida, nico-, se asum e que el self y el otro se fusionan inconscientem ente
va en contra del principio de que las sesiones de MBT son u n a «zona (difusión de la identidad). Pero eso no es em patia y, en el contexto
libre de consejos» (véase el capítulo 13); se pueden b rin d a r consejos, de la relación terapéutica, es probable que se experim ente de m ane­
pero solo después de que el paciente haya elaborado la solución. El ra intrusiva y desestabilizadora.
objetivo de la MBT es generar con el paciente un proceso que con­ La co n strucción de la e m p a tia constituye u n a experiencia de
duzca a la identificación de u n a solución; el paciente encuentra la sem ejanza entre los sentim ientos de otra p ersona y los nuestros. Se
solución a través de u n descubrim iento fortuito, la reconoce como tra ta de u n proceso en dos direcciones que se mueve entre el self y
propia y trabaja el m odo de llevarla a la práctica. Y lo hace gracias a el otro y viceversa, perm aneciendo am bos com o agentes diferencia­
un proceso interactivo de m entalización con el terapeuta. El objetivo dos. E n este proceso, n u e stra experiencia em ocional es m ás con­
de la MBT no es a c tu a r en lugar del paciente, sino p erm anecer junto gruente con la situación y el estad o de la o tra p ersona que con el
a él, ayudándole a explorar las áreas de incertidum bre y a d esarro ­ nuestro propio. La m ente del o tro es el foco, y él experim enta la
llar significado. El terapeuta tiene que m antener una im agen en su interacción de igual m odo. Así pues, el te ra p e u ta d em u estra que
(
.. .
354 TRATAM IENTO BASADO EN LA M E T A L IZ A C IÓ N PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O D E LA M E N T A L 1Z A C IÓ N : A PO Y O, E M P A T ÍA Y V A L ID A C IÓ N 355
/

sabe ponerse «en los zapatos m entales» del paciente y es capaz de Reflejar con precisión los estados em ocionales subyacentes puede /
entender sus sentim ientos y em ociones sin verse a rra stra d o por ser problem ático en el tratam ien to de pacientes con TLP. Estos
ellos. E sto es im portante ya que, si el terap eu ta experim entase un pacientes a m enudo no pueden discernir fácilm ente su propio estado
nivel dem asiado alto de angustia personal vinculada a las em ocio­ subjetivo, y esta dificultad tiende a provocar en el terapeuta la nece- ^
nes del paciente, lo m ás probable es que se orientase parcialm ente sidad de decirles cóm o se sienten. Sin embargo, los pacientes no pue- í
hacia sí m ism o y, por tanto, carecería de capacidad para com uni­ den extraer ningún beneficio de eso. Cuando los terapeutas tratan de (
carse con toda su atención con la experiencia del otro. En general, ser em páticos, ese es un erro r muy com ún. Así pues, deben abstener-
la persona con la que uno em patiza percibe la compasión, la com ­ se expHcar al paciente lo que este trata de decir o lo que está «sin­
prensión, el cuidado y la tern u ra procedente del otro, sintiendo, en tiendo realm ente». En el cuadro 8.3 podem os ver algunos ejemplos
sum a, que no está sola. Se tra ta de u n a experiencia característica­ de declaraciones inapropiadas. ■
m ente h u m an a que va m ás allá de la com pasión. La com pasión es
El problem a se agrava si el terapeuta no solo insiste en decirle al ^
una form a de preocupación por el otro m ediante la expresión de la
paciente cuáles son sus sentim ientos subyacentes o lo que está dicien- í
com prensión de su situación o estado em ocional. Aunque el te ra ­
do en realidad, sino que adem ás le proporciona las razones ocultas. (
peuta MBT tam bién m uestra com pasión, lo que m ás le interesa es la
Eso no conseguirá que el paciente sienta que el terapeuta es empáti- ^
validación em pática de la experiencia del paciente.
co, que se pone «en sus zapatos mentales» o que él es el foco de su
Desde el punto de vista del desarrollo de una estrategia de tra ta ­ interés compasivo, sino que es bastante probable que desem boque en ^
miento. al principio de una sesión, con el foco en la em patia, el tera­ una de estas tres posibles respuestas negativas. En p rim e r lugar, (
peuta debe extraer una conclusión acerca de la form a general que puede conducir a la aceptación pasiva y al asentim iento de que el /
asum e la relación actual desde la perspectiva del paciente. En térm i­ terapeuta «sabe» cosas sobre el paciente que este no conoce; en
nos generales, hay dos posibilidades en este sentido: segundo lugar, puede provocar a una disputa sobre lo que es correcto
® Una relación actual en la que el paciente concibe que el te ra ­ y, en tercer lugar, ab o car al m odo sim ulado. En esencia, la actitud
peuta tiene u n estado m ental altam ente contingente con su del terapeuta ha cam biado desde la m entalización, o desde la postu- ^
self (es decir, el paciente): esta es u n a relación em pática y vali- ra de «no saber», a la p o stu ra de que conoce los estados internos del (
otro. Y es posible que esa p o stu ra aboque a interacciones en tre (
dadora
• U na interacción cuya representación de la relación sugiere paciente y terapeuta que generen problem as en la terapia. Estos pro- ^
poca contingencia entre los pensam ientos y sentim ientos del blemas no son achacables al paciente, sino que son consecuencia de
paciente y los del terapeuta, es decir, u n a relación que no es la terapia m ism a. Lo mejor, en cualquier caso, es p e d ir al paciente (
que sea él quien nos describa lo que está sintiendo: «¿Puedes expli- f
em pática ni validadora.
carm e lo que sientes o dónde lo sientes?» E n el capítulo 9, abordam os i
Si la p rim era posibilidad es la que p rim a durante la sesión, el el trabajo concerniente a la identificación de los afectos pero, en el
terapeuta estará en condiciones de desarro llar u na base com partida presente capítulo, nuestro interés se ciñe al uso de la em patia. C uan­
desde la que explorar los problem as. Por el contrario, cuando predo­ do el paciente tiene dificultades p ara n o m b ra r sus sentim ientos, la ^
m ina la segunda posibilidad, el terapeuta deberá trabajar activam en­ postura em pática consiste en decirle al paciente que som os conscien- '
te p ara establecer u n a p o stu ra em pática y validadora antes de que tes de la vergüenza o el ap u ro que le suscita pedirle que haga algo (
pueda hacer ninguna otra cosa. que no puede rea liz a r fácilm ente.
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356 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALJZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N : A PO Y O , E M P A T IA Y VALIDA CIÓ N
( 357

(
estado em ocional (¡la cafetería es im portante en este caso porque
( "Cuadro 8.3. Declaraciojaes.proscrítas _________
existe una cierta restricción social acerca de lo que podemos decir y
( • «Lo que realmente sientes es...» cómo actu ar en ese contexto!). La indignación de nuestra am iga, por
• «Creo que lo que verdaderamente me estás diciendo es...» ejemplo, debida a la traición de su novio, tiene que ser reflejada sin
(
• «Me da la impresión de que, de hecho, lo que estás tratando de decir­ que nos veamos igualm ente perturbados por la ofensa. Sin embargo,
( me es...» tam poco podemos m ostrarnos insensibles en nuestra reacción, por­
( • «Creo que tus expectativas de esta situación están distorsionadas» que hacerlo dem ostraría que carecem os de la hum anidad com ún
( • «Lo que quieres decir es...».___________________________________ requerida p a ra m ostrar apoyo y em patia. En principio, basta con una
< respuesta norm alizadora de validación expresada con algo de senti­
m iento: «Cualquiera se se n tiría com o tú en estas circunstancias.
( C om ponentes de la em patia ¿Qué diablos le pasa?»
( Son varios los com ponentes que conform an la em patia. Los ele­
El segundo com ponente de la em patia considerado p o r el te ­
< m entos básicos incluyen interés, reflexión, recapitulación del diálo­
rap e u ta MBT es el siguiente: si la paciente se siente de ese m odo,
go, respeto y norm alización de las declaraciones en el contexto de la
( ¿cuáles son las consecuencias que ac arrea p a ra ella ese tipo de sen­
experiencia p asad a y presente. Todos ellos son inherentes a la actitud
( tim iento? Por ejemplo, si se le pide que designe un sentim iento que
m entalizadora de no saber. Sin embargo, le que pedim os al terapeu­
no puede nom brar, eso te n d rá u n efecto en ella. En este caso, p ara
( ta, en la MBT, es que preste atención a dos com ponentes principales
ser em páticos, es necesario que identifiquem os su vergüenza o
( de la em patia, los cuales confluyen, en un contexto interpersonal, en
m alestar, p o r ejemplo, y de qué m odo eso la lleva a creer que su sen­
torno a los estados m entales afectivos.
< tim iento es inadecuado, lo que tiene, a su vez, el efecto de hacer que
El prim ero de ellos es su identificación con los sentim ientos del se sienta inferior a nosotros. O bien, si la paciente describe los even­
<
paciente. El terapeuta reconoce el sentim iento y lo gestiona en sí mis­ tos que la llevan a p en sar que su novio ya no la am a, eso hace que
( mo sin verse arrastrad o por él. E n otras palabras, aunque pueda, por luche con el efecto de su afecto de que ella no es una persona digna
( ejemplo, entristecerse m om entáneam ente, sus procesos m entales no de ser querida.
< se ven afectados substancialm ente p o r ese sentim iento. P ara que una
intervención em pática sea efectiva en vistas a fortalecer la alianza Cuando tenía 10 años, u n a paciente quiso ver a su herm ano, de 12
<
terapéutica, el paciente necesita experim entar que el terapeuta reco­ años, que estaba enferm o en el hospital. Sus padres y las enferm eras
< noce su estado em ocional y, sin em bargo, no sentirse m olesto por no se lo perm itieron aduciendo que su h erm ano estaba m uy enfer­
( ello. D em ostrar esta identificación al paciente, evidenciando que mo. Y, aunque se quejó enérgicam ente, su p ro testa no surtió efecto
< hem os captado la form a y la fuerza de sus sentim ientos, de m odo que alguno, de m anera que no pudo verlo d u ran te dos meses. Cuando su
se «sienta sentido», es un aspecto no exento de dificultad. P ara ello, herm ano volvió a casa, estaba m uy cam biado porque había perdido
<
sugerim os que, prim ero, nos involucrem os en el proceso de «mos­ una cantidad considerable de peso y cabello y estaba tom ando m edi­
í tra rn o s normales», que ya hem os m encionado (véase el capítulo 6, cación. Ella se sentía m olesta porque no había podido visitarlo y p ro ­
( sección acerca de la contrarrelación). En caso de duda, debemos testó a n te sus padres, quienes no estab an de acuerdo con ella.
decirle al paciente lo que le diríam os a una buena am iga si nos estu­ M ientras describía todo eso d u ran te la sesión, se sentía enfadada y
(
viese contando u n a historia sim ilar m ientras tom am os u n café y qui­ un poco resentida. Habiendo reconocido ese sentim iento, el terapeu­
( ta identificó el efecto que ten ía sobre ella:
siéram os transm itirle la sensación de que som os «receptivos» a su
(

(
358 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N : A PO Y O, E M P A T IA Y V A L ID A C IÓ N 359

Terapeuta: Es horrible ser un niño en esas circunstancias [observan­ paciente sin cuestionar la exactitud de sus percepciones y explicacio­
do el efecto], a m erced de otras personas y tan im potente nes. Hacerlo de ese m odo solo conseguiría alejar a la persona aque­
[intentando identificar el efecto que el afecto y el contex­ jad a de TLP, quien naturalm ente sentiría que no la com prendem os.
to tuvieron sobre ella]. La elaboración del modo en que la paciente ha arribado a su conclu­
Paciente: N unca he querido que la gente vuelva a controlarm e. sión puede esp erar hasta que considerem os que tiene la capacidad
Sentí que ellos no me entendían. de m entalizar el evento.
Terapeuta: Probablem ente no querían o, al menos, no tenían ni idea
de lo impotente que te hacían sentir. Terapeuta: Me im agino que esperarlo todo ese tiem po, sin saber
dónde estaba, te causo algunos problemas.
En e sta breve escena, el terap eu ta d e te rm in a el efecto que el
m ale sta r tuvo en la paciente, algo que era crucial, en. este caso, Ahora el terapeuta m anifiesta que utiliza su m ente p a ra im aginar
para el tratam iento. La paciente e ra u n a p erso n a que insistía en su el estado de la paciente, pero no afirm a que así es cómo se sentía ella.
autonom ía frente a los dem ás, pero lo hacía asegurándose de que
Paciente: E staba muy nerviosa y, cuando llegó, le ataqué.
no los necesitaba.
Terapeuta: H áblam e u n poco de lo que pasaba p o r tu m ente durante
Así pues, en la MBT, el terapeuta identifica el estado em ocional
todo ese tiempo.
(afecto) del paciente y reconoce el efecto que tiene sobre él. Esto
Paciente: Sentía que no se p reocupaba p o r mí. C ualquier otro
lleva la interacción em pática m ás allá de la sim ple identificación
del sentim iento. Volviendo al ejemplo de h a b la r con una am iga en habría llam ado p ara decirm e dónde estaba. ¿No cree que
una cafetería, podríam os decirle algo p arecido a «¿Cómo está afec­ hubiera sido lo norm al?
Terapeuta: Sin duda. Puedo com prender que el hecho de que no te
tando actu alm en te a tu relación el sen tirte? ¿Puedes afrontarlo?»
Esto desplaza la conversación hacia el m odo en que nuestra am iga telefonease te indujese a sentir que no se preocupa por ti
está gestionando sus sentim ientos y el efecto que tienen en ella y en y que no piensa en ti lo suficiente com o p a ra tom arse la
su relación, lo cual puede entonces convertirse en el foco del tra b a ­ m olestia de avisarte [norm alizar su sentim iento en cierta
jo terapéutico. m edida].
Paciente: Cuando finalm ente llegó a casa, me sentía furiosa de que
Ejemplo clínico: «El novio cabrón» pudiese hacerm e eso, pero parece norm al que yo sea tra­
tad a de esta m anera.
Paciente: Ese cabrón lo h a vuelto a hacer.
Terapeuta: No te hizo sentir bien contigo m ism a.
Terapeuta: ¿Quién es el cabrón y qué h a hecho?
Paciente: Ayer mi novio no volvió h a sta p asada la m edianoche y El terapeuta MBT está ahora tratando de c a p ta r el efecto que tie­
m e dijo que había estado trabajando. Sé que no fue así
nen los estados em ocionales de la paciente, en los que un sentim iento
porque telefoneé a su trabajo y me dijeron que se había
se disem ina en otros sentim ientos. Finalm ente, el terap eu ta intenta­
m archado a las 7 de la tarde.
rá d eterm inar el efecto m ultiplicador de cada estado em ocional. El
En este punto, el terapeuta no pone en d uda la afirm ación de la objetivo, en este caso, es que la paciente no tard e en percibir sus esta­
paciente, pero tam poco tiene ni idea de si está siendo precisa o no. dos em ocionales y los identifique p a ra d e sb ara ta r la inevitabilidad
El prim er paso consiste en solidarizarse con la situación actual de la de caer en estados m entales m ás peligrosos.
360 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE L a PERSONALIDAD
E L F O C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N : A PO Y O. EM PA T Í A Y V ALID A C IÓ N 361

Paciente: Me sentía como u n a m ierda que la gente sim plem ente


;Cuadro 8.4.'Abordaje de apoyo y .empático ( íj^
pisa y después tra ta de lim piarse.
Terapeuta: C ualquiera se sen tiría abandonado e insignificante si • Identificar y explorar la mentalización positiva:
alguien no le avisa de que llegará tarde. Podrías esta r - Utilización sensata del elogio: «Realmente conseguiste entender lo
preocupada por si le había ocurrido algo. Eso parece que que pasó entre vosotros. ¿Supuso eso alguna diferencia?»
te llevó a experim entar lo que dices. Quizá fue eso lo que - Examinar cómo se sienten los demás cuando ocurre la mentaliza­
inició el problem a real. ción: «¿Cómo crees que se sintieron cuando se lo explicaste?»
- Explorar cómo se siente uno mismo cuando mentaliza una situación
Ahora el terapeuta está pidiendo a la paciente que considere si el emocional: «¿Cómo te sentiste cuando lo solucionaste?»
hecho de sentirse abandonada la condujo al sentim iento insoporta­ • Identificación de los rellenos no mentalizadores:
ble de no tener ningún valor. - Los rellenos se refieren a pensamientos y palabras típicas o explica­
ciones trilladas no mentalizadoras
- Subrayarlos y explorarla ausencia de éxito práctico asociado a ellos.
Identificar y explorar la m entalización positiva

Las actitu d es positivas del te ra p e u ta in stila n e sp era n z a en el Cuadro 8.5. Abordaje dé ápoyo y empático (2)
paciente. El uso apropiado del elogio crea, en el m arco de la tera ­ • Suscitar la curiosidad acerca de las motivaciones
pia, u n a atm ósfera de confianza, pero los terap eu tas se m uestran, - Subrayar el interés propio en los estados mentales
de m an e ra in n ata, m ás sensibles a las reacciones negativas a los - Cualificar la propia comprensión e inferencias: «No estoy seguro,
eventos en la vida de los pacientes. Por tanto, no se concede el ade­ pero...»; «Quizá tú...»; «Me imagino que tú...»
cuado reconocim iento a las resp u estas constructivas por p a rte del - Orientar el foco del paciente hacia la experiencia, alejándolo de las
paciente a las situaciones difíciles. Así que el terap eu ta MBT debe «rellenos fácticos»
p e rm a n e c e r a le rta a los ejem plos de que el paciente está gestio­ • Demostrar de qué modo la información subjetiva puede ayudar a dar
n a n d o sus em ociones de m an e ra co n stru ctiv a, expresándolas de sentido a las cosas.
m odo adecuado y eficaz y d e m o stra n d o su capacidad p a ra nego­
c ia r u n problem a in te rp erso n al com plejo. La cuestión es cuándo
El principio a seguir es la utilización juiciosa del elogio para resal­
u tiliz a r el elogio p a ra e x tra er de él el m áxim o beneficio. Lo que
tar la mentalización positiva y explorar su s efectos beneficiosos.
sugerim os no es que el terap eu ta se m uestre estrictam en te positi­
vo y alentador, sino ta n solo que reconozca explícitam ente cuándo El terapeuta reconoce la m anera en que un paciente com prende
el paciente utiliza la m entalización con resultados positivos (véase una situación interpersonal compleja, por ejemplo, y exam ina cómo
el cu adro 8.4). eso puede contribuir no solo a entender cómo se siente, sino tam bién
a reconocer los sentim ientos de la o tra persona.
El terap eu ta no debe convertirse en un «anim ador» que apoya
desde la ban d a al paciente, pero debe estar a su lado, suscitando su Paciente: Antes de irse de vacaciones, mi m adre m e llam ó por telé­
curiosidad acerca de las m otivaciones y explorando cóm o la com­ fono y me pidió que fuese a ayudarla a hacer su equipaje.
prensión de los dem ás y de uno m ism o m ejora la satisfacción emo­ Le respondí que no iba a hacerlo y ella m e dijo que yo
cional y el control de los estados m entales (véase el cuadro 8.5). siem pre había sido u n a n iñ a egoísta, después de todo lo
362 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRA STO RNO S DE LA PERSONALIDAD E L F O C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N : A PO Y O, E M P A T ÍA Y V A LID A C IÓ N 363

que se había sacrificado por mí, lo que p o r supuesto me R ellenos n o m entalizadores


molestó y me hizo sentir como una niña pequeña. El elogio sensato de los puntos fuertes de la m entalización debe
Terapeuta: Eso es algo norm al, dado que h as trabajado m uy duro equilibrarse con la identificación de los «rellenos» no m entalizado­
p a ra m antener una relación diferente con ella [trabajo res. Las explicaciones trilladas, las declaraciones aprendidas, las
efectuado anteriorm ente en terapia] y, en este caso, ella suposiciones, los absolutos, las racionalizaciones, etcétera, todos
te tra ta com o una niña, diciéndote lo que debes hacer. deben ser identificados y abordados en el m om ento en que aparecen.
Tus esfuerzos todavía no h a n su rtid o efecto [declara­ La m ayoría de los rellenos no m entalizadores no ayudan a d e sarro ­
ción em pática apuntando al afecto y el efecto que tiene llar relaciones constructivas y satisfactorias, ni increm entan la com ­
en ella]. prensión de las situaciones o de nosotros m ism os. Estos efectos
E sta vez, sin embargo, no le colgué el teléfono, sino que negativos deben ser subrayados.
Paciente:
le dije que no podía ayudarla a hacer su equipaje porque El uso de rellenos no m entalizadores perm ite al paciente evitar
tenía que ir a trabajar. Ella me hizo sentir culpable por problem as e incluso asegura que ese tipo de com prensión y de cua-
eso, pero yo le dije que era dem asiado tard e p ara pedir siexplicaciones se tornen aceptables y no se vean som etidas a revi­
perm iso en el trabajo. Al final, pude decirle que tam bién sión. El terapeuta se asegura, en p rim er lugar, de que el paciente
la extrañaría debido a todo lo que había hecho p o r mí. reconozca lo rellenos, principalm ente a través de la actitu d de no
saber y, en segundo lugar, trata de hacer que el paciente cuestione su
Terapeuta: Parece que esta vez realm ente lograste explicarle algo.
estado m ental actual.
¿Cómo te hizo sentir eso?
Paciente: Me sentí m ucho m ejor porque no había cedido a sus Terapeuta: ¿Qué lleva a tu novio a a c tu a r de esa m anera?
dem andas. Creo que ella solo quería saber que todavía la Paciente: Creo que se irrita conm igo porque no sabe cóm o m ostrar
quería y que la echaría de m enos cuando estuviese lejos. sus sentim ientos. Tuvo u n a experiencia difícil con su
E n cierto modo, es lo que deseo. padre y no es capaz de expresar ninguno de sus senti­
m ientos. Así que dedica todo el tiem po a hacer cosas y no
Después, el terapeuta pasó a explorar lo que pensaba la paciente m e habla dem asiado. C uando hablo con él, se siente
acerca de lo que había sentido su m adre a raíz de la conversación. La molesto. Por lo general, percibo que tra ta de relacionarse
paciente y su m adre habían logrado despedirse de u n a m anera cons­ conm igo sin realm ente m an te n er u n a relación. Pero
tructiva, lo que, al concluir la conversación telefónica, pareció dejar quiere tener una.
satisfechos los sentim ientos de ambas. Terapeuta: No estoy seguro de qué tiene que ver su padre con esto.
Paciente: Bueno, su padre era u n hom bre horrible que nu n ca se
El terapeuta elogió la capacidad de la paciente p ara gestionar sus
preocupó por él.
propias emociones y la form a en que había abordado el estado m en­
tal de su m adre. En efecto, la paciente había dado u n a respuesta con­ En este punto la paciente se lanzó a u n a larg a descripción del
traria a las críticas de su m adre o, tal vez de form a natural, empleó padre de su novio. Si bien esto podía revestir cierta im portancia p ara
como respuesta la acción opuesta. E n lugar de m ostrarle lo enfadada com prender el carácter de su novio, el terapeuta decidió que el exceso
que estaba, dijo a su m adre que la echaría de m enos. Eso sirvió para de detalles en la descripción y el complejo razonam iento subyacente
calm arlas a am bas y perm itió a la paciente expresar otros sentim ien­ a la com prensión del novio de la paciente eran hiperm entalizadores,
tos que sentía por su m adre. es decir, una atribución excesiva de motivaciones y estados m entales.
364 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

Terapeuta: Así pues, crees que hay razones que alim entan su irrita ­
bilidad. ¿Pero cuál es el aspecto de vuestra relación que
le causa problem as y cómo te afecta eso? [Intenta conse­
g uir que la paciente se centre en su estado m ental actual
en relación con su novio.] El foco de la mentalización:
Paciente: ¡Oh! Me da pena.
Terapeuta: ¿Y de qué m anera influye en vuestra relación que sientas
clarificación, elaboración
lástim a p o r él? [Trata de explorar el efecto del afecto para del afecto, foco afectivo y desafío
prom over alguna empatia.]

La brevedad de este capítulo no debe darnos la im presión de que


el apoyo y las intervenciones em páticas que validan la experiencia
del paciente son un elem ento superficial del tratam iento. N ada más
alejado de la realidad. A m enos que este nivel de intervención se
im plem ente con habilidad, la alianza terapéutica será pobre y los
efectos de las otras intervenciones no serán óptim os. El p rim er obje­ Clarificación
tivo del terapeuta, en cualquier sesión de MBT, es establecer una
base afectiva com partida desde la cual seguir explorando los proble­ La clarificación es autoexplicativa y significa «ordenar», d a r sig­
m as del paciente. Esto solo puede lograrse a través de la validación nificado y contextualizar la conducta que ha desem bocado en un
adecuada de su experiencia. fallo de m entalización (véase el cuadro 9.1). La clarificación am plía
lo que el paciente está diciendo, m inim iza la ofuscación y reduce la
am bigüedad y los m alentendidos. En buena m edida, lo que hace el
terapeuta es tra ta r de estim ular al paciente p a ra que se aclare, y no
tanto p a ra m o strar que él, el terapeuta, es claro. Los terapeutas poco
precavidos tienden a m alin terp retar ciertas intervenciones como cla­
rificaciones. La clarificación no consiste sim plem ente en rep etir o
reflejar lo que el paciente h a dicho, ya que esto seria una validación
de bajo nivel. Tam poco consiste en volver a form ular los hechos por­
que eso solo confirm aría u n a n arrativ a com partida.
P ara «poner orden», deben establecerse los hechos im portantes,
así com o su relación con los sentim ientos subyacentes identificados.
De entrada, es imperativo establecer los hechos relacionados con los
eventos, pero no hay que co nfundir esto con la m entalización, que es
el proceso de reflexionar sobre la historia. E stablecer los hechos es
esencial si el paciente ha in cu rrid o en u n a conducta destructiva o
cuando el terapeuta recaba inform ación, p o r ejemplo, p a ra elaborar
366 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N : C L A R IF IC A C IÓ N , E L A B O R A C IÓ N D E L A F E C T O ... 367

insultó a su tutor y se marchó. Si bien eso parecía un foco apropiado,


el fallo de mentalización había empezado antes. El paciente asistió a
• Clarificación significa «poner orden» en la conducta que ha dado lugar esa reunión en un estado mental susceptible, sintiendo que iba a ser
al fallo de mentalización reprendido y expulsado del curso. En la transcripción de la graba­
■ Establecer los «hechos» importantes desde la perspectiva del paciente ción de la sesión, el terapeuta efectúa muchos comentarios como
• Reconstruir los eventos «Vayamos a lo que ocurrió», «No tan rápido. ¿Puedes ir más despa­
• Hacer explícita la conducta: detallar exhaustivamente las acciones cio y contarme lo que pasaba por tu mente en esos momentos?»,
» Evitar, en este punto, mentalizar la conducta: comenzar a promover la «Para ser más claros, ¿sentiste que tu tutor te estaba criticando y
burlándose de ti por tu falta de asistencia?», «Viéndolo retrospecti­
mentalización solo cuando los hechos estén disponibles
vamente, ¿crees que él podía haber dicho lo que dijo de otra mane­
• Trazar la acción hasta los sentimientos
ra?» «¿Hubo otras ocasiones en las que sentiste que no le caías bien?»
• Buscar indicadores de falta de lectura de la mente.______ Todos estos son intentos de clarificar el sendero que condujo al fallo
de mentalización, mientras trata de vincularlo a lo que, en ese
momento, había en la mente del paciente.
un inform e oficial. Algunos pacientes invierten un tiem po considera­ Lo que ocurría es que el paciente tenía una percepción muy crí­
ble en la elaboración de los hechos asociados a u na historia y, en oca­ tica de la mente de su tutor, cuando una comprensión alternativa
siones, es apropiado pedir una versión corregida cuando el paciente posible era que su tutor estaba, de hecho, expresando preocupación
habla profusam ente acerca de un evento. Siem pre que sea posible, por él y demostrándole que le había echado de menos. En un inten­
deben rastrearse las acciones hasta llegar a los sentim ientos, «rebo­ to de vincular la experiencia del paciente sobre la motivación subya­
cente al interés de su tutor por su ausencia, el terapeuta le preguntó
binando» los hechos y estableciendo, m om ento a momento, el proce­
qué es lo que tenía que haber dicho el tutor, y tal vez tenía que haber
so m ental que dio lugar a la acción. A lo largo de este proceso, el pensado, para que el paciente se hubiese sentido de modo diferente
terapeuta debe perm anecer alerta a cualquier posible fallo de com u­ y no hubiese actuado tan precipitadamente.
nicación que indique un problem a en la com prensión de los otros.
Cuando este problem a se to rn a evidente en la historia, el terapeuta
pregunta y busca una perspectiva alternativa. Form ular preguntas Elaboración del afecto
abiertas y poner el foco, m om ento a m om ento, en los eventos, son
técnicas com unes de clarificación. La elaboración del afecto exige que el terapeuta explore em pática­
m ente el estado de los sentim ientos del paciente (véase el cuadro 9.2).
Un paciente de 22 años de edad, informó de que había abandonado
sus estudios universitarios. Había dejado de asistir a las clases y Antes de p oder hacer esto com o parte del proceso integral de la tera­
seminarios durante un par de semanas porque había preferido que­ pia, es im prescindible asegurarse de que el paciente h a entendido la
darse en casa fumando cannabis. La primera vez que volvió a las im portancia de los sentim ientos com o fuentes de inform ación y su
clases, su tutor le preguntó dónde había estado. Ofendido, el alumno íntim a conexión con la m entalización. Aunque esta cuestión se abor­
le respondió «Métase el curso donde le quepa», y luego se marchó da en la MBT-I (ver capítulo 11), el terapeuta individual puede nece­
para no volver. El terapeuta pidió al paciente que se retrotrajese al
sita r rev isitar u n a p a rte de esta inform ación. El paciente ha de
punto en que había dejado de asistir a clase y trazase los eventos que
le habían llevado a abandonar. Habiendo invertido un tiempo consi­ reconocer que las em ociones son fuentes im p o rtan tes de inform a­
derable en observar los eventos precedentes y en trazar la trayectoria ción que actúan, con frecuencia, com o señales tem pranas de aviso
para un eventual retorno del paciente a la universidad, el terapeuta del desarrollo de problem as. Las emociones no tienen que ser evita­
se centró en el fallo obvio de mentalización cuando el estudiante das, sino bienvenidas. E n la MBT, se subrayan las emociones básicas,
r
r
r 368 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N : C L A R IF IC A C IÓ N , E L A B O R A C IÓ N D E L A F E C T O ... 369

(
Cuando los sentimientos son sostenidos en el modo de equivalencia
r , Cuadro 9.2. Elaboracióhfde.los afeSfos * ‘ *•
psíquica, cuestionamos su veracidad y los trabajam os con una actitud
( • Normalizar siempre que sea posible: «Dada lu experiencia, no es extra­ de no saber”. Esto recuerda al paciente que, si bien los sentimientos no
( ño que sientas...» son hechos, son experiencias útiles, pero solo porque sentimos que
• Identificar, nombrar y contextualizar la emoción, es decir, usar el eti­
< alguien piensa algo no significa que realm ente lo esté pensando. Por
quetado
eso, exhortam os al paciente a comprobarlo siempre que sea posible:
( • Explorar la ausencia de emociones motivadoras; la negatividad cons­
( tante agota a los demás Paciente: Mi am iga lo vio cerca del cine con u n a chica. Por supues­
< • Identificar los estados emocionales híbridos. to que m e puse celosa. Así que le dije, «¿Qué haces acos­
tándote con esa chica con la que estabas en el cine?»
i Terapeuta: Ayúdame a averiguar cóm o dedujiste que verle cerca del
< es decir, aquellas que son indispensables p ara la supervivencia (véase cine equivalía a m antener relaciones sexuales.
( capítulo 11). De estas, una de las m ás im portantes, aunque suela ser Paciente: Su m adre vive en la esquina.
obviada, es la curiosidad. El paciente necesita ayuda p a ra sentir Terapeuta: Puedo com prender que verlo con una chica te haga sentir
i
curiosidad hacia sus estados internos, así como hacia los de los celosa, sobre todo porque ya no confiabas en él desde hacía
i
demás. Sin curiosidad, no pueden existir relaciones íntim as y socia­ algún tiempo [normalización], pero ¿qué te hace estar tan
< les constructivas. Si es necesario, debemos volver a explicar el p rin ­ segura de que m antuvo relaciones sexuales con ella?
( cipio de la curiosidad y el interés genuino. Esto es algo que puede ser Paciente: Porque lo sé, y porque su m adre le dejaba u tilizar su
especialm ente im portante en la MBT grupal cuando los pacientes se casa.
< Terapeuta: Es muy difícil saber cómo a fro n tar los celos cuando uno
plantean preguntas los unos a los otros sin esta r realm ente interesa­
< cree que están relacionados directam ente con u na infide­
dos en las respuestas.
( lidad, ¿no es cierto? [Trata de identificar el efecto de la
< N o rm a liza r las em ociones em oción inicial.] Veamos ah o ra cóm o estableciste ta n
rápidam ente esa relación.
< Las emociones son algo norm al. Los seres hum anos necesitam os
( emociones, y el terapeuta puede fácilm ente afirm ar em ociones que El problem a en este ejemplo clínico es que la paciente m antiene su
son reacciones norm ales a situaciones cotidianas, tales como sentir­ sentim iento en el modo de equivalencia psíquica. Verificar su creen­
(
nos heridos cuando alguien nos insulta o experim entar felicidad cia preguntándole a su pareja si m antuvo relaciones sexuales con otra
( cuando un am igo íntim o nos dem uestra que le im portam os. N orm a­ m ujer en la casa de su m adre sería ineficaz, ya que, si él lo negase, no
< lizar los sentim ientos siem pre que sea posible supone que los pacien­ creería en su respuesta. Lo m ás adecuado entonces no es discutir la
( tes em piezan a considerarse a sí m ism os m enos «raros», o incluso creencia de la paciente, sino cuestionar sus suposiciones e investigar
m enos «m onstruos», y m ás como personas sensibles que albergan con m ás cuidado cómo ha term inado cayendo en el m odo de equiva­
(
sentim ientos norm ales, si bien los experim entan de m an era muy lencia psíquica. Si eso no funciona, nos plantearem os cam biar a u n
< intensa. No tratam os de n orm alizar las reacciones excesivas, sino los tem a conectado y trabajar con él p a ra convertirlo en un proceso de
í sentim ientos en sí: «Cualquiera puede sentir ansiedad m ientras espe­ reflexión general y entonces, y solo entonces, volver a la cuestión de la
( ra los resultados de un examen»; «Es n a tu ra l sentir celos cuando ves infidelidad del novio (véase la tabla 7.1, en el capítulo 7, en la que se
a tu exnovio con otra mujer». resum e este proceso de caída en el m odo de equivalencia psíquica).
(

(
370 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O D E LA .M E N T A L IZ A C IÓ N : C L A R IF IC A C IÓ N , E L A B O R A C IÓ N D E L A F E C T O ... 371

Identificar las em ociones Al explorar los sentim ientos, el paciente puede llegar a cobrar
cada vez m ás conciencia de que está confundido acerca de sus senti­
M uchos pacientes con TLP tienen dificultades para nom brar las
mientos e incluso com enzar a experim entarlos en el m odo de equiva­
em ociones. Su falta de descriptores p a ra com unicar sus estados
lencia psíquica. Como resultado, au m en tará su agitación m ental,
em ocionales lim ita sus interacciones, reduce sus posibilidades de
desbordando rápidam ente su capacidad de reflexión. E n efecto, el
verse tranquilizados por o tra persona que entienda cómo se sienten,
terapeuta está pidiendo al paciente que lleve a cabo u n a ta re a que le
e incide negativam ente en el desarrollo de m eta-representaciones
genera estrés. En lugar de elaborar sus estados emocionales, los sen­
contextúales de su estado interno. P ara que la tranquilización tenga
tim ientos se convierten en u n a realidad peligrosa p a ra el paciente,
lugar, la o tra persona tiene que responder de u n a de m anera contin­
resultando de ello la agitación física, el pánico y las m aniobras defen­
gente, algo sum am ente difícil cuando el individuo es incapaz de des­
sivas. Si eso ocurre durante la sesión, el terapeuta puede centrarse
cribir, de m anera precisa y eficiente, cóm o se siente.
en la im portancia de la experiencia corporal y ten er en cuenta que
Con el fin de abordar el problem a inm ediato que supone para los estas experiencias indican la necesidad de encontrar m aneras m ás
pacientes describir sus estados internos actuales, la MBT focaliza en eficaces de expresar el sentim iento. Identificar los sentim ientos y sus
detalle en las experiencias de la sesión en sí, así como en los sen­ precursores corporales y, a continuación, ubicarlos en su contexto
tim ientos que el paciente experimenta en diferentes contextos y en adecuado, ayuda a red u cir la perplejidad del paciente y reduce la
m om entos diferentes. Ambos tipos de exploraciones son alentadas. A probabilidad de que el paciente trate de gestionar sus sentim ientos a
veces puede ser necesario que el terapeuta «etiquete» la emoción en través de la acción.
lugar del paciente: «Si fuese yo, me sentiría decepcionado»; «Cuando
experimento ese aum ento de tensión corporal, creo que significa que
La a u sen cia de em o cio n es m otivadoras
estoy frustrado». Aunque resulta obvio que «revelar» al paciente sus
sentim ientos rompe uno de los principios de la MBT -n o hacerse car­ Muchos pacientes exhiben emociones que es poco probable que
go de la m entalización de los pacientes-, siem pre hay excepciones a despierten la sim patía de las o tras personas. El pesim ism o y la des­
los principios, y esta es una de ellas. Cualquier paciente que no haya esperanza im placable desgastan a los demás. La ausencia de placer y
desarrollado la capacidad de discernir sus sentim ientos y de darles alegría que suele caracterizar las relaciones de las personas con TLP
expresión emocional necesitará ayuda para traducir las sensaciones resulta agotadora, no solo p a ra el paciente, sino tam bién p a ra quie­
corporales a emociones mentales. Este es, por otro lado, el proceso nes están con él. Es muy posible que la ausencia persistente de felici­
psicológico básico utilizado para ayudar a los pacientes alexitímicos. dad en u n a relación sea peor, p a ra una interacción constructiva, que
la presencia de distrés. La ausencia de tales sentim ientos debe con­
El terapeuta debe tener en cuenta que, en la MBT, el foco afectivo
vertirse en uno de los focos de la terapia. T rabajar p a ra lograr disfru­
recae, principalm ente, en el sentim iento predom inante en el m om en­
ta r de las cosas de la vida es ta n im p o rtan te com o tra b a ja r para
to de la sesión, tal como se m anifiesta entre paciente y terapeuta, es
m itigar la confusión emocional.
decir, m ás en el aquí y ahora que en el allí y entonces. Sin embargo,
es im portante evocar los sentim ientos experim entados d u ran te los Los terap eu tas pueden sen tirse agotados por la desesperanza
eventos en el allí y entonces, aunque solo sea p ara ilustrar el princi­ implacable experim entada p o r el paciente y su falta de progreso a lo
pio de que los sentim ientos intensos in terru m p en la m entalización. largo del tiem po. La MBT plan tea dos posibles intervenciones para
Asimismo, hab lar de eventos recientes, aunque pertenecientes al afro n tar esta situación. En p rim er lugar, el terapeuta puede «focali­
pasado, puede desencadenar un arousal menor. zarse en el afecto» del problem a (véase m ás adelante); y, en segundo,
372 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACÍÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N : C L A R IF IC A C IÓ N , E L A B O R A C IÓ N D E L A F E C T O ... 373

puede «desafiar» la posición fija en el polo afectivo de la dim ensión Un paciente pasaba bastante tiem po de pie en el grupo y hablaba
afectivo-cognitiva de la m entalización. con u n tono de voz elevado. Cuando el terapeuta le señaló lo enfada­
Una paciente, que sentía que era u n a inútil, que nada le había fun­ do que parecía, se molestó y reaccionó fuertem ente, diciendo que no
cionado nunca y que nadie podía ayudarla, era incapaz de ver sus estaba enfadado.
problem as desde una perspectiva diferente. Así pues, el terapeuta
Paciente: ¿Por qué la gente dice que estoy enfadado todo el tiempo,
empezó a trabajar específicamente en el foco afectivo com partido.
cuando no lo estoy?
Terapeuta: ¿Cómo es que sientes que todo lo que intentas o tocas Terapeuta: Bueno, pienso eso cuando estás de pie, levantas la voz y
acaba siendo u n fracaso? [Exploración desde el no saber.] gesticulas con los b razo s [una descrip ció n del foco
Paciente: Solo consigo sentirm e m ás desesperada y cansada. externo de la m entalización]. Me parecía que estabas
Terapeuta: Debe ser agotador tra ta r de aprovechar la energía solo enojado conm igo [presentación de la experiencia del
para descubrir que se desperdicia [empatia inicial]. terapeuta del estado del paciente]. Si no estás enfadado,
Paciente: Sí. puedes explicar cóm o te sientes [sugiriendo la identifi­
Terapeuta: Por lo tanto, se me ocurre que estás sentada aquí pregun­ cación del estado em ocional] p ara que pueda entender­
tándote ¿qué otra cosa puedo hacer?, sintiendo que ya lo te mejor?
has intentado todo y que ahora estás agotada. Por mi p ar­ Paciente: No estoy enfadado.
te, tam bién estoy sentado aquí preguntándom e ¿qué otra Terapeuta: Lo acepto. Entonces, ¿puedes describirm e lo que sientes
cosa podemos intentar? Tampoco estoy seguro de ello. en esos m om entos? Em pieza diciéndom e qué siente tu
Paciente: Bueno, si usted no está seguro, eso em peora las cosas. cuerpo, si eso te sirve de ayuda. [Tratando de conseguir
Terapeuta: Puedo entender eso, pero no es exactam ente lo que que­ que el paciente se centre de entrada en su estado interno;
ría decir. Pensaba que, tal vez, estás cansada de in ten tar­ luego, el terapeuta le pedirá que lo traduzca a u n estado
lo todo el tiempo, y que yo tam bién estoy cansado, lo que mental.]
significa que tenem os que en co n trar otro cam ino p a ra Paciente: Me siento en tensión y, p o r eso, me pongo de pie. E n rea­
sortear el m uro contra el que nos golpeamos la cabeza.
lidad, me siento fru stra d o porque no creo que la gente
El tera p eu ta está tra ta n d o de a b o rd a r el proceso interactivo me escuche realm ente.
Terapeuta: ¿Cómo puedes saber que no te estam os escuchando?
actual, com partido con la paciente, que interfiere con el progreso del
Paciente: [Un poco m ás vacilante.] No estoy seguro.
tratam iento. A p a rtir de este punto, puede ser necesario u n desafío
p ara invertir el proceso o estim u lar a la paciente a tener en cuenta
El paciente es ahora capaz de reflexionar un poco m ás, así que
otras perspectivas. puede sentir que las personas están escuchándole.

E sta d o s em ocionales h íb rid o s Paciente: En realidad, no creo que ninguno de vosotros me consi­
dere im portante.
Por últim o, el terapeuta tiene que ser sensible a las em ociones
expresadas abiertam ente que e n m a sc ara n cjtros sentim ientos. El Ahora, el paciente ha revelado otro sentim iento que estaba enm as­
peligro estriba, en este caso, en c en trarse únicam ente en el senti­ carado bajo su agitación y enfado aparentes, lo que perm ite al tera­
m iento m anifiesto y no a c erta r a reconocer el conflicto subyacente. peuta m ostrarse m ucho m ás em pático acerca de su situación.
(

374 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O D E L A M E N T A L IZ A C IÓ N : C L A R IF IC A C IÓ N , E L A B O R A C IÓ N D E L A F E C T O ... 375


/t
Terapeuta: Esto me parece realm ente útil. Así que, cuando te veo tan y latente. Tanto paciente com o terapeuta pueden d ar vueltas al «ele- (
enfadado y agitado, lo que de verdad necesito considerar fante», e incluso fingir que no está allí, sintiéndose ansiosos acerca ./
es si te estás sintiendo insignificante, algo que podemos de identificarlo p o r tem or a que eso desencadene u n a to rm e n ta
pasar por alto muy fácilmente. ¿Hay algo que hagam os en em ocional o estim ule un tipo de interacción que no pueda negociar- *
este m omento que te lleve a sentir insignificante? [Decla­ se de m an e ra constructiva. Pero los procesos im plícitos no tienen '
ración enfática enraizada en la relación interpersonal.] p o r qué ser desagradables o dolorosos y, de hecho, identificar una i
interacción afectiva m ás cálida y com prensiva puede ser u n foco ^
Es muy probable que la elaboración del sentim iento manifiesto,
afectivo m ás problem ático e incóm odo.
que revela u n estado subyacente, provoque una respuesta de afecto o i
de interés. Un ejemplo com ún de este proceso es el uso de la ira y la La intervención p ara definir el foco afectivo en la relación pacien­
hostilidad p a ra encubrir sentim ientos m ás problem áticos como la te-terapeuta tra ta de explicitar la m entalización im plícita. Es un ^
cercanía y la intim idad. E n este caso, el terapeuta debe utilizar cui­ m ovim iento dialéctico que busca reequilibrar la relación im plícita a (
dadosam ente la "contrarrelación"; este p o d ría ser el prim er indica­ lo largo de la dim ensión explícita de la m entalización y cuyo objetivo (
dor del estado subyacente del paciente. es a u m en tar la complejidad, profundidad e intim idad de la relación,
m ientras se gestionan los afectos interpersonales asociados y se p re ­
serva la m entalización. Este es el p rim er paso en la identificación de
El Foco afectivo a lg u n as de las principales dificultades de las p ersonas con TLP, f
quienes tienden a perder su m entalización en el contexto de u n a
Ya hem os presentado este tópico en el capítulo 7. El foco afectivo
estrech a interacción in terp erso n al em ocional. En este sentido, a
se refiere a la «atmósfera» o el «afecto» com partido entre paciente y m enos que se lleve a cabo con delicadeza y habilidad, d e te rm in a r el ^
terapeuta que se m anifiesta durante la sesión. Lo hemos denom ina­
foco afectivo puede desestabilizar la interacción actual en la sesión 1
do el «elefante en la habitación», es decir, algo que, si bien resulta
dado que aum enta la ansiedad. Por otro lado, cuando se efectúa ■
evidente en el dom inio relacional in te rp erso n al, p erm anece no
correctam ente, y a p esar de algunos cam bios en el nivel de ansiedad, {
expresado (véase el cu adro 9.3). Es un aspecto implícito de la men-
la relación se verá m ejorada y se increm entará la m entalización. En
talización que, aunque influya en la interacción, perm anece oculto
este caso, el terapeuta puede u tilizar el loco afectivo com o tram polín
para m en talizar la relación. i
kCüádro 9.3. Foco afectivo
El foco en el afecto nos indica que lo im plícito puede p asar a ser ^
• El «elefante en la habitación» explícito, que com partir los aspectos em ocionales de las relaciones f
• Definimos el estado afectivo actual compartido entre paciente y tera­ personales no tiene porqué ser inseguro y tam bién perm ite com pro- ,
peuta b ar la com prensión personal que se tiene de un determ inado elem en­
9 Hacemos eso, provisionalmente, desde nuestra propia perspectiva to de la relación. La a p e rtu ra en las relaciones in crem en ta la ^
• No lo atribuimos a la experiencia del paciente confianza y estim ula una conexión m ás segura, creando u n a brecha
• Vinculamos el estado afectivo actual al trabajo terapéutico en el marco en la n a tu ra l precaución sobre el aprendizaje de las relaciones que, a
de la sesión misma menudo, experim entan las personas con TLP. La confianza epistémi-
9 Desplazamos el proceso implícito hacia la mentalización explícita ca se ve reactivada. P ara que esto sea eficaz, se define el foco afectivo
• Definimos explícitamente cualquier interacción que interfiera con el como u n «elefante» al que contribuyen tan to paciente como terapeu­
proceso de la terapia. _________________________ ta, que no es algo solo creado y construido p o r el paciente.

[
i
r
r
r 376 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N : C L A R IF IC A C IÓ N , E L A B O R A C IÓ N D E L A F E C T O ... 377

(
El paciente evitalivo
(
Un paciente evidenciaba en su vida estrategias de afecto evitativo. • El objetivo es interrumpir de manera abrupta la no mentalización, aun­
<
Estas se ponían de m anifiesto en las sesiones porque el paciente eludía que solo sea provisionalmente
( el contacto ocular con el terapeuta y se ponía a m irar por la ventana. • Sorprende a la mente del paciente; conduce su mente a un proceso más
( Esta conducta evitativa indicaba u n a ansiedad subyacente que, en oca­ reflexivo
( siones, llevaba al paciente a interrum pir la sesión. De hecho, el tera­ • Captura el momento -Parar y Mantener- si el paciente parece respon­
peuta también sentía cierta ansiedad acerca de abordar algunos tem as der. Utiliza una firme determinación
< con m ás detalle porque activaba de inm ediato la conducta evitativa y • La intervención debe estar fuera del marco previsible
( tem ía que eso pudiese hacer que el paciente abandonase la sesión. • Recurre al humor cuando es posible.
í Terapeuta: Cuando hablam os de esto, empiezas a evitar el contacto
r visual y m iras a otro lado. ¿Puedes explicarm e p o r qué? es decir, desencadena la respuesta afectiva en el contexto de una
( Paciente: No lo sé. Mi m ente se queda en blanco. racionalidad excesiva, fuerza el escrutinio de los estados internos si
Terapeuta: ¿Puedes describirm e eso? la m entalización externa aboca a conclusiones precipitadas, o bien
(
Paciente: Me siento ansioso y me pone nervioso hablar al respecto. desplaza la atención del paciente desde el autoescrutinio rum iativo
( Terapeuta: Quizá sea algo que com partim os pues, en este momento, hasta la m ente del terapeuta.
< tam bién siento un poco de ansiedad porque creo que, si
N uestro descriptor «Parar y M antener» es un recordatorio de que,
sigo p reg u n tá n d o te sobre alg u n as cosas, te p o n d rás
( si se interrum pe la no m entalización com o resultado de la interven­
todavía m ás ansioso y eso te llevará a evitar m ás la situa­
( ción, lo que se pide al terapeuta es que m antenga la sesión casi en
ción. Así' que quizá am bos estam os inseguros acerca de
una im agen congelada o, de lo contrario, la no m entalización se rea­
( si evitarlo o no.
nudará en breve. El desafío, cuando es eficaz, proporciona un espa­
( El terapeuta tra ta de identificar la evitación implícita en la sesión cio p a ra tom ar aire y un m om ento crucial p ara poner el foco en la
( que im pregna la relación. P ara ello, no se centra en la ansiedad del exploración y la clarificación. Crea así una perspectiva alternativa en
paciente y en su causa subyacente, sino que verbaliza el dilem a como torno a un problem a aparentem ente insoluble.
<
algo que, en la actualidad, es com partido por ambos. E sta puede ser
c u n a intervención razonable que prom ueva la autoexploración. No Indicadores
( obstante, el terapeuta trata de hacer que el proceso sea m ás relacio­
nad así que com ienza identificando la dinám ica afectiva com partida El indicador principal p a ra poner en práctica la intervención del
<
entre el paciente y él. desafío es la no m entalización persistente (véase el cuadro 9.5). Sin
< embargo, u n indicador m ás específico es la presencia del m odo sim u­
{ lado. Este m odo pernicioso es u n a de las principales causas de la inefi­
D esafío ("Challenge”) cacia del tratam iento. Aunque sea difícil de reconocer al principio, el
i
El desafío (véase el cuadro 9.4) es un tipo de intervención subesti­ terapeuta debe estar alerta al modo sim ulado cuando el paciente pare­
( m ado e infrautilizado. El terap eu ta utiliza el desafío con el objetivo ce esta r haciéndolo bien en el tratam iento pero, a p esar de los esfuer­
< principal de rein sta u rar la m entalización cuando ninguna o tra inter­ zos y la aparente com prensión de los problem as por p arte de terapeuta
vención ha tenido éxito. Este perm ite reequilibrar la m entalización y paciente, no se produce nin g ú n cam bio en su vida exterior o las
(
que ha quedado atrap ad a en u n extrem o de una o m ás dimensiones, sesiones parecen no conducir a ninguna parte.
(
<
<
378 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N : C L A R IF IC A C IÓ N , E L A B O R A C IÓ N D E L A F E C T O ... 379

Cuadro 9.5. Desafío: indicadores Cuadro 9.6? Características del desafío


• No mentaiización persistente, especialmente en contextos de alto riesgo • Imbuido de empatia
• Modo simulado • Carente de juicios
• Posición fijada en una o más dimensiones de la mentaiización • Inesperado, inusual, sorprendente
• Progresión inadecuada del tratamiento. • Al margen del diálogo terapéutico habitual
• Apunta hacia el afecto utilizando la validación empática con mayor fre­
cuencia que la cognición.
La no mentaiización persistente conduce a la acción y, de ese modo,
el desafío debe tenerse en cuenta en situaciones en las que el paciente
corre el riesgo de a c tu a r o el tratam iento está en peligro. Por tanto, Decir algo al paciente que posea todas o algunas de estas caracte­
este tipo de intervención puede resultar imperativa en el caso de que el rísticas tiende a «trastocar» su mente, sorprenderla, detener el d is­
paciente presente u n a m arcada tendencia al suicidio, esté pensando curso o, al m enos, suscitarle dudas. El terapeuta, p o r así decirlo,
en abandonar el tratam iento o se entregue a actividades autodestruc- hace un alto, sin alienar al paciente, y tra ta de estim ular la reflexión.
tivas, com o el alcohol o el consum o de drogas, que interfieren con el
El desafío siem pre debe ir acom pañado de la exploración del esta­
tratam iento. Cuando el terapeuta es incapaz de introducir la duda en
do em ocional subyacente del paciente, lo cual no equivale, en ningún
la perspectiva del paciente sobre su necesidad de quitarse la vida, por caso, a un análisis cognitivo de la lógica de la conversación. El esta­
ejemplo, y se preocupa cada vez m ás de que la no m entaiización del do de los sentim ientos debe ser validado p o r el proceso de desafío,
paciente pueda conducirlo a la acción, el desafío se torna imprescindi­ aunque solo sea p a ra reflexionar en el conflicto que suponen.
ble. Hasta cierto punto, esto parecerá al terapeuta contrario a la lógi­
El hum or es u n a característica clave del desafío eficaz. R ecurrir
ca, lo que probablem ente le lleve, en estas circunstancias, a adoptar
al hum or puede reducir de inm ediato la tensión en la sesión, pero,
una postura cada vez m ás protectora con el paciente y evite activa­
sobre todo, lleva la atención a los absurdos de la vida y añade u n a
mente hacer nada que pueda alterarlo más. Pero se trata de una situa­
perspectiva alternativa, dism inuyendo así el dolor m ental. Un pacien­
ción urgente, y las cosas no pueden hacerse solas. El desafío corta la
te que se quejaba de que sus sesiones con uno de los autores (AB) solo
«confusión» y suele utilizarse en situaciones de alto riego.
duraban 40 m inutos, m ientras que todos los pacientes que veían a
otros terapeutas tenían con ellos sesiones de 50 m inutos, recibió la
C aracterísticas siguiente respuesta, «40 m inutos m íos equivalen a 50 m inutos de
El desafío tiene que e s ta r im buido de em patia, de lo co n trario todos los demás». La arrogancia de esta declaración fue seguida p o r
puede ser utilizado de form a inapropiada en contra del paciente y no una explicación de la razón de que las sesiones fuesen m ás breves.
a favor suyo. Es m ás eficaz cuando supone u n a com pleta sorpresa, es Por supuesto, es necesario calib rar el sentido de h u m o r del pacien­
inesperado, se utiliza con hum or, confronta la no m entaiización gra­ te. Convertir algo en una «broma» puede m in a r la alian za y dejar al
ve con una perspectiva alternativa y cuando la m aniobra «trastoca» paciente con la sensación de que no se le to m a en serio. En este sen­
los procesos m entales del paciente deteniéndolos abruptam ente. El tido, el uso del hum or en el desafío es u n a intervención de alto riesgo
desafío es com pletam ente inusual, excede el diálogo no rm al entre que p o d ría d a r lugar a un g ran beneficio potencial, pero en el que
terapeuta y paciente y presenta, a este respecto, ciertas característi­ igualm ente se corre el riesgo, si algo no va bien, de que produzca una
cas que resum im os en el cuadro 9.6. ru p tu ra de la alian za terapéutica. La opo rtu n id ad es la clave.
380 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS D ELA PERSONALIDAD E L F O C O D E L A M E N T A L IZ A C IÓ N : C L A R IF IC A C IÓ N . E L A B O R A C IÓ N D E L A F E C T O ... 381

Una paciente «despotricaba» y se quejaba de la fo rm a en que Dado el nivel de arousal alcanzado durante esa sesión, el terapeu­
estaban organizados los servicios de urgencias. La sesión se había ta retornó correctam ente al nivel de intervención em pática, en lugar
estancado y el terap eu ta era incapaz de in te rru m p ir el flujo de su de moverse a un nivel relacional.
diatriba. E n un determ inado m om ento, el terapeuta se puso a m irar
p o r la ventana, pensando en qué hacer ante ese flujo in in terru m p i­ El paciente quejoso
do de palabras.
Un paciente se quejaba durante la sesión de que nadie entendía
Paciente: ¡No m ire por la ventana! Escúcheme. sus problem as. Había efectuado una serie de quejas p o r escrito sobre
Terapeuta: Puedo m ira r [apuntando a sus ojos] y escuchar [señalan­ los tratam ientos negativos que había recibido de los profesionales de
do a sus oídos] al m ism o tiem po. Puedo h acer varias la salud m ental, quienes, en opinión del paciente, nunca habían creí­
cosas a la vez. do sus denuncias de la negligencia su frid a cuando era niño y no
tom aban sus problem as en serio. Debido a que podía desenvolverse
La paciente dejó de hablar en este punto, sin saber qué decir. h a sta cierto punto, y tenía un trabajo rem unerado, le dijeron que
estaba bien y que no necesitaba m ás ayuda. A m edida que hablaba
Terapeuta: ¿Y sabes por qué puedo realizar varias tareas? Porque
sobre el asunto, decía continuam ente a la terapeuta que ella no lo
soy hom bre.
entendía y que el tratam iento estaba siendo inútil.
En este m om ento, la paciente parecía a punto de reaccionar.
Terapeuta: Así pues, supongo que si no te entiendo, eso dificultará
Terapeuta: '["Parándose” y “m anteniéndose”] No seguiré h a sta que que vengas a verm e, especialm ente si esto significa p a ra
tenga la o p o rtu n id ad de decir algo. Siendo u n hom bre, ti que no tom o en serio tus problem as [una intervención
solo puedo com binar diferentes tare as d u ran te un b re­ m entalizadora em pática y de apoyo básico que vincula
ve periodo. el tem a con la relación p a cien te-terap eu ta y la consi­
guiente ansiedad].
La paciente dudó durante unos instantes de si re ír o reaccionar Paciente [Con tono desafiante y actitud desdeñosa]: Usted no pue­
con ira. Tras h ab er captado la atención de la paciente, el terapeuta de entenderm e porque nu n ca h a experim entado lo m is­
fue capaz de detener la sesión durante unos m om entos p a ra tra ta r de m o que yo. Creo que ten d ré que acu d ir a u n o de esos
reorientarla y, de ese modo, desencadenar un proceso de m entaliza- grupos donde todo el m undo h a tenido la m ism a expe­
ción m ás constructivo. riencia. Al m enos ellos sabrán cóm o me siento.
Terapeuta: Ya que estam os hablando de ello, ¿hay algo m ás que te
Terapeuta: M ira, puedo ver y escuchar que los servicios de urgencias
g u sta ría contarm e sobre mi infancia? [Desafío inespe­
no reaccionaron de u n a m anera útil, y el efecto que esto
rado y directo.]
parece tener en ti es que estás enfadada con ellos, pero
Paciente: [Mira confuso u n m omento.] ¿Qué?
tam bién tengo la sensación de que tienes m iedo acerca
Terapeuta: ¿Me estabas hablando de mi infancia y de que nunca había
de cóm o vas a reaccionar si responden del m ism o modo
experimentado negligencia alguna durante mi niñez?
cu an d o o tra vez te sientas ta n vulnerable [afirm ación
em pática sobre su estado actual (afecto) y la preocupa­ El proceso de no m entalización del paciente ha sido in te rru m p i­
ción subyacente (efecto)]. do y este se ve obligado a cen trarse en el m om ento. Por su parte, la
382 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DF. LA PERSONALIDAD E L F O C O DE LA M E N T A L IZ A C IÓ N : C L A R IF IC A C IÓ N , E L A B O R A C IÓ N D E L A F E C T O ... 383

terap eu ta se en cuentra ah o ra en u n a posición p recaria. El pacien­ relaciones terapéuticas con sus sentim ientos no resueltos y albergan­
te puede p reg u n tarle si sufrió negligencia y, en caso afirm ativo, de do rencor porque nadie lo entendía. La sesión continuó centrándose
qué m an era. La terap eu ta tiene que e s ta r p rep a ra d a p a ra eso. en este particular. El desafío había restablecido una cierta reflexión
en el paciente, cuya asunción, principalm ente preconsciente, sobre
Paciente: Bueno, usted no sufrió eso. la terapeuta había pasado ahora a ser consciente y a e s ta r «sobre el
Terapeuta: ¿Qué te lleva a efectuar esa afirmación? tapete» p a ra se r d iscu tid a com o algo que podía e stim u la r senti­
[Silencio.] m ientos que co n d u cirían inexorablem ente al ab andono de la te ra ­
Paciente: Bueno, ¿la sufrió? pia y la repetición de sus interacciones anteriores con los terapeutas
Terapeuta: Puedo ver que esa es u n a p regunta razonable dada mi y, posiblem ente, a escrib ir u n a nueva c a rta de queja. La terapeuta
declaración provocativa. Pero, en realidad, esa no era mi siguió a d e la n te h a s ta identificar los tem o res que a lb e rg ab a el
intención. Sientes m uy poderosam ente que todos esos paciente de no ser com prendido y su sentim iento de que la terapeu­
profesionales de la salud m ental no deberían haber ta nu n ca sería capaz de com prender verdaderam ente su deseo de
supuesto que estabas bien y que no necesitabas ayuda. verse entendido com o u n a persona que tiene sus propias necesida­
Pero, cuando se trata de hacer suposiciones acerca de mí des y aspiraciones, que requiere apoyo y atención em ocional y que
y de b a sar tu actitud hacia mí en esas suposiciones, en requiere ayuda.
este caso sí que te parece adecuado [intento de llevar la
El desafío es eficaz a largo plazo solo cuando se usa con pruden­
atención a la no m entalización]. Yo soy una persona que, cia. El exceso in terru m p e el flujo de la sesión y, cuando se emplea
como cualquier otra, puede sentirse abandonada y que
con dem asiada frecuencia, resulta contraproducente. Los terapeutas
nc puede entender p o r qué se supone que no he experi­ deben utilizar su criterio sobre cuándo se está efectuando una asun­
m entado ninguna negligencia. ción burda o cuándo u n a pseudom entalización está ganando terreno
Paciente: Eso es diferente. y es probable que dé lugar a una grave distorsión del proceso tera­
Terapeuta: ¿Por qué es diferente? péutico o a u n a actuación posterior por p a rte el paciente. El desafío
Paciente: Porque lo es. no debe llevarse a cabo de una m anera desagradable o con ira, pero
Terapeuta: ¿Lo es? ¿Cómo es que has form ulado una queja form al a requiere que el terapeuta persista en él y evite verse desviado de la
la ad m in istració n del hospital porque o tras personas exploración: «Ten paciencia conmigo, creo que debem os seguir inten­
han hecho suposiciones sobre tus problem as y después tando entender lo sucedido». El terapeuta m antiene la firm e determ i­
h a n decidido en consecuencia? Pareces estar haciendo lo nación de exam inar el problem a: «Puedo entender que quieras que
m ism o conmigo. dejemos esta discusión sobre lo que estás haciendo, pero no creo que
eso sea lo correcto porque...»
Tal vez el lector sienta que la terapeuta estaba llegando, en esta
sesión, casi al lím ite del desafío, pero tam bién estaba convencida de Como ya hem os dicho, el desafío puede ser necesario p ara redu­
que ese era un elemento fundam ental en las dificultades del paciente, cir las am enazas a la integridad de la terapia, por ejemplo, cuando
hasta el punto de que, tan pronto com o descubrió que sus sentim ien­ predom inan ios aspectos antisociales en la fu n cionalidad de un
tos subyacentes eran problem áticos, se m ostró irreflexivo, desdeñoso paciente y se acum ulan, u n a tra s otra, las justificaciones de los actos
con los demás, perdió tem poralm ente la capacidad de m entalizar a peligrosos o ilegales o bien cuando el terapeuta no tiene clara la vera­
los otros, aum entó su foco en sí m ism o y, com o resultado, dejó sus cidad de la historia del paciente.
384 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N : C L A R IF IC A C IÓ N . E L A B O R A C IÓ N D E L A F E C T O ... 385

El paciente bien vestido Paciente: ¿Lo piensa de verdad?


Un paciente, varón de 26 años, en libertad condicional por estafa Terapeuta: Se me ocu rrió que p o d ría haber o c u rrid o algo p a re c i­
asistió a una reunión, con una apariencia claram ente m uy distinta a do, especialm ente si q u erías ten e r buen aspecto p a ra
venir aquí.
la habitual. En lugar de su habitual aspecto ligeram ente desaliñado,
vestía pantalones vaqueros de diseño y zapatos de m oda. paciente: Así pues, usted realm ente no confía en mí. Cree que lo he
robado, ¿no?
Paciente: ¿Le gusta mi nuevo aspecto? Terapeuta: No sé cómo lo conseguiste, pero h as hablado m uy poco
Terapeuta: Tienes un aspecto muy diferente, debo adm itir. ¿Qué ha de tu abuela desde que em pezam os la terapia, por lo que,
ocurrido para ese cambio? p ara mí, ella ha aparecido como «caída del cielo». ¿Por
Paciente: He decidido co m p ra r alg u n as cosas nuevas que me qué no me hablas u n poco de ella y de qué la llevó a d a r­
hagan tener m ejor apariencia. Mi abuela m e dio algo de te dinero?
dinero [dicho.apresuradam ente]. Paciente: Usted no me creería de todos modos.
Terapeuta: Eso fue muy bondadoso por su parte, y tú decidiste gas­ Terapeuta: Creo que tenem os que afro n tar el hecho de que has com e­
tarlo en ropa. Tienes buen aspecto, ¿pero puedes pensar tido una estafa con tarjetas de crédito y fuiste a la cárcel
en lo que te hizo em pezar a im aginarte de u n m odo un p o r ello. Por lo tanto, si de repente apareces con objetos
poco diferente y querer presentarte ante m í y otras per­ caros, la gente va a sospechar. Eso es algo con lo que ten­
sonas con un aspecto aseado y bien vestido? drás que vivir al m enos durante u n tiempo. Pero, p rim e­
Paciente: Creo que la m ayoría de vosotros me veis com o u n a m ala ro, considerem os lo que esperabas que pensase yo, sobre
persona, y soy algo m ás que eso. todo porque nu n ca antes has m encionado a tu abuela.
Para mí, es u n a persona ficticia.
La sesión continuó por esos derroteros pero, poco a poco, a la tera­
peuta em pezaron a inquietarle dos pensam ientos. E n prim er lugar, En este ejemplo la terapeuta está tratan d o de equilibrar la hones­
pensó que el paciente podía haber robado la ropa en u n a tienda y que tidad de su estado m ental con u n a reflexión acerca de cóm o esto
su explicación de que su abuela le había dado el dinero era falsa; en afecta a sus respuestas en terapia. Ella ha sido sincera y ha expresa­
segundo lugar, que lo había hecho p ara presentarse ante ella de una do sus propias suposiciones, m ientras se "detiene y persiste” p a ra
form a agradable. Finalm ente, ella sacó a relucir sus preocupaciones perm itir que el paciente com ience la exploración ulterior de lo que
en la sesión de u n a m anera tan delicada como le fue posible. alberga su m ente y lo que entiende que p o d ría engendrarse en la
mente del otro. De hecho, en este caso, la abuela del paciente había
Terapeuta: Volviendo a lo que has dicho de que la m ayoría de la gen­
viajado desde el norte de In g laterra p a ra visitarle y le dio un poco de
te solo ve tu lado negativo, me pregunto si es u n proble­
dinero, el cual había gastado en su apariencia. El área clave p a ra su
m a p ara ti, porque la gente sabe que has estado en prisión
examen posterior resultó ser, no ya la deshonestidad del paciente,
por estafa y tem es que todo lo que hagas les lleve a pen­
sino su apego a la terap eu ta y su deseo de presentarse ante ella de
sa r que p o d rías haber com etido otro delito. Es u n poco
una m anera atractiva.
com o si yo pensase que p o d ría s h a b e r conseguido tu
ropa nueva de esa form a y no gracias a tu abuela [intento Hay ocasiones en las que el paciente m iente descarad am en te o
de focalizarse afectivam ente que tra ta de cap tar el temor intenta d isim u la r un engaño evidente y, en esos m om entos, es la
potencial del paciente reflejado por la terapeuta]. terapia en sí la que se ve am en azad a. Inicialm ente, es im p o rta n te
1
(
\

386 TRA TAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRA STO RNO S DE LA PERSONALIDAD E L F O C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N : C L A R IF IC A C IÓ N . EL A B O R A C IÓ N ’ DEL A F E C T O ... 387 ^

tra n sfo rm ar el engano evidente en u n a verdad claram ente expresa­ E strategias


da. H a sta que no se haya logrado esto, será im posible p ro seg u ir
Las estrategias de desafío se resum en en el cuadro 9.7.
con la terapia.
El engaño es interesante desde el punto de vista de la m entaliza-
Declaraciones contrarias a la lógica ¡
ción porque, para engañar de m anera eficaz, el sujeto debe tener la
capacidad de com prender la mente de la o tra persona y poder prede­ R esponder de form a contraintuitiva asegura que el desafío se- (
cir lo que creerá o no creerá y bajo qué circunstancias. En este senti­ rá una sorpresa p ara el paciente. Una intervención co n tra ria a la
do, los pacientes con trastorno antisocial de la personalidad (TASP) lógica -com o, p o r ejem plo, en un nivel sim ple, una p reg u n ta con­
pueden tener una capacidad cognitiva altam ente sintonizada p ara la traria a los h e c h o s- se mueve a contracorriente, pu ed e revertir la ^
m entalización, pero nuestra experiencia es que esta capacidad apa­ com prensión que está generándose en el m om ento y obliga a re- í
rente está, en realidad, muy restringida y raram ente es generalizable plantearse la perspectiva. El elem ento clave aquí es la sorpresa. (
a las situaciones interpersonales complejas, tal como exponemos en En lugar de a su m ir las cosas, el paciente se ve obligado a pensar
el capítulo 13. Los pacientes con TASP son capaces de m entalizar durante unos m om entos. No se tra ta de ningún tipo de «truco», en
determ inados estados mentales; por ejemplo, el paciente explotador el sentido de la psicología inversa; el terap eu ta no está diciendo ^
capta fácilm ente el estado subjetivo del paciente borderline depen­ una cosa con la esperanza de que el paciente se oponga de form a (
diente y sabe sintonizar con sus necesidades. Pero, si bien es capaz natural a la sugerencia y se m ueva en la dirección que el terapeu- (
de entender cognitivam ente sus sentim ientos subyacentes, los apro­ ta quiere, sino que lo dice p ara estim ular la m entalización y para
vecha en su propio beneficio en lugar de em patizar afectivamente, que el paciente em piece a reflexionar. Por ejem plo, si el paciente
estim ulando de entrada una confianza errónea y un afecto equivoca­ afirma «Voy a a b a n d o n a r la sesión, ya que m e parece absurda», el
do de su parte, lo cual constituye u n abuso de la m entalización. Se terapeuta podría responderle «Estaba p ensando en lo im portante í
sigue de ello u na relación desigual que se deteriora en el m om ento en que es». E n este m om ento, el terap eu ta «se p a ra y m antiene» la
el que el paciente borderline expresa estados m entales y sentimientos declaración señalando que es im portante. El objetivo es a p a rta r la
m ás complejos que el paciente con TASP no entiende y a los que no atención del paciente de u n a posición fija de absorción en sí m ism o
puede reaccionar sino con violencia o m edidas coercitivas p a ra lle­ y llevarla a la consideración del otro. El paciente puede todavía '
var a su com pañero a u n a posición en la relación que él sea capaz de decidir a b an d o n ar la sesión, pero ha tenido que considerarlo desde i
entender. Estas relaciones son peligrosas p a ra el paciente borderline una perspectiva diferente, aunque solo sea m om entáneam ente. El /
dependiente e interfieren con el tratam iento cuando la relación tiene «centro de gravedad» ha cam biado.
(
lugar entre dos pacientes que se h an conocido en la terapia grupal.
Más siniestro si cabe, desde el punto de vista del tratam iento, es el
paciente psicopático que tiene la capacidad tan to de fascinar como Cuadro 9.?, Estrategias de desafío..*. {
de «leer las mentes» eficazm ente, pero abusa de ello m anifestando • Declaraciones contrarias a la lógica i
una conducta severam ente explotadora e incluso sádica. Como otros • Comentarios traviesos o «extravagantes»
¡
tratam ientos, nosotros tam poco tenem os respuesta a este problema, • Expresión emocional del terapeuta para reequilibrar la expresión emo­
aunque en otro lado ya hemos discutido algunos de los estados men­ cional del paciente í
tales subyacentes que conducen a la violencia (Batem an, Bolton y • Sincero y justo. (
Fonagy, 2013; Batem an y Fonagy, 2008).
388 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N : C L A R IF IC A C IÓ N , E L A B O R A C IÓ N D E L A F E C T O ... 389

Existe un considerable solapam iento con las intervenciones p a ra ­ incongruencia inesperada. Por ejemplo, el rechazo del paciente a tra ­
dójicas y m uchos terapeuta's, desde Adler (1956) en adelante, han tar con seriedad un problem a choca con la seriedad y la gravedad o,
recom endado las intervenciones desafiantes basadas en declaracio­ por el contrario, la ansiedad extrem a es respondida con la m inim iza-
nes contraintuitivas, en especial con los pacientes provocadores ción del problema. E sto es algo que se solapa con nuestro principio
(Beutler, Moleiro y Talebi, 2002). de gestionar el arousal del paciente durante la sesión. El terapeuta
siem pre tra ta de equilibrar el nivel de arousal m ediante sus interven­
Travieso o «extravagante» ciones y expresiones, p a ra a seg u ra r que el sistem a de apego del
paciente no se halle sobreestim uíado ni subestim ulado. Para lograr­
En ocasiones, efectuar comentarios traviesos o extravagantes pue­
lo, lleva a cabo m ovim ientos contrarios. Como regla general, el tera­
de «trasladar» rápidam ente la no m entalización a un m arco mentali-
peuta tiene más probabilidades de desafiar un arousal bajo.
zador. Las declaraciones traviesas son provocativas, pero absolutamente
inesperadas, y harán que el paciente se gire, preguntándose casi si ha Una paciente que minimizaba un episodio autolesivo en el que se
escuchado bien. Se parece a un doctor que entabla conversación con había cortado gravemente y luego despertó encontrando sangre en
las paredes de su dormitorio, sin la menor idea de lo que había suce­
un paciente que tiene fobia a las inyecciones y que le adm inistra la
dido, dijo que eso «no era un problema tan grave». El terapeuta le
inyección m ientras están hablando, de m anera que, en el momento en manifestó que se sentía horrorizado y que creía que tenía que hablar
que el paciente se da cuenta de ello, ya ha recibido el pinchazo. La de ello. La discusión giró en torno a la importancia del suceso,
observación podría producirse en form a de un diálogo paralelo en el mientras el terapeuta insistía en que este era un evento horrible y,
que, por ejemplo, el terapeuta habla de repente sobre un tem a distinto de hecho, su voz confirmaba su reacción. En esa situación fue sin­
cero y no fingió. Le preocupaba que ella descartase el evento como
o cam bia el enfoque. Podría adoptar, asimismo, la form a de una decla­
una pequeña ofuscación.
ración peculiar con un significado ambiguo; un ejemplo célebre de este
tipo de com entario fue el efectuado por el futbolista Eric Cantona, La reacción opuesta ante a un problem a puede tam bién desafiar
quien, al ser preguntado en una rueda de prensa acerca de una senten­ el procesam iento m ental del paciente. En un m om ento dado, el tera­
cia reciente que le condenaba a trabajos com unitarios, respondió «Las peuta se queda callado, deja de responder y espera a que se produzca
gaviotas siguen al barco porque saben que acabarán cayendo sardinas un cam bio apreciable en el paciente. Cuando este observa el cam bio
al mar». De este modo, no solo dejó perpleja a la prensa allí reunida, de conducta, es probable que tam bién se produzca algún cam bio en
sino que provocó a un frenesí de reflexiones acerca de su posible signi­ su afecto. El paciente puede p reg u n ta r entonces p o r qué el terapeuta
ficado. Esta es la reacción exacta que el desafío pretende estim ular no dice nada, a lo que el terapeuta p o d ría responder, «Me alegra que
durante una sesión. La atención tanto del paciente como del terapeuta lo hayas m encionado. G racias p o r preg u n tar. Me parecía e s ta r
se orienta hacia otra área y se centra en ella al unísono. hablándole al vacío».
Por supuesto, estas intervenciones deben estar apoyadas en una
Expresión emocional actitud de validación em pática en la que el conflicto del paciente
constituye el núcleo del proceso atencional.
Los pacientes esperan, y con razón, que sus terapeutas se m ues­
tren comedidos, e incluso no reactivos, en sus respuestas em ociona­
les. Un terapeuta que realiza m ovim ientos contrarios en térm inos de Sincero y justo
expresión em ocional constituye toda u n a sorpresa p a ra el paciente, En el ejemplo del paciente bien vestido y la cuestión del engaño, la
el cual puede reconsiderar su experiencia al tener que afro n tar una terapeuta evidenció de m anera abierta y franca sus preocupaciones.
390 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N : C L A R IF IC A C IÓ N , E L A B O R A C IÓ N D E L A F E C T O ... 391

No hubo disim ulo alguno por su parte e intentó enm arcar el desafío conocido y estático, pero peligrosam ente infeccioso cuando p e rm a ­
en un á re a relacionada con el foco afectivo. A veces, m ostrarse since­ nece dem asiado tiem po sin exposición ni desintoxicación. Una vez
ro, pero justo, e insistir decididam ente en un área im portante con que se to rn a patente la relación íntim a fuera del grupo entre dos
una m ente abierta puede parecer insensible, pero tiene que llevarse pacientes, el terapeuta perm ite que el grupo reaccione, considere sus
a cabo sin una actitud de condena ni censura. La terapeuta sabe por respuestas y aborde el efecto que tiene en los interesados y en el g ru ­
qué está siguiendo un determ inado curso de investigación y tra ta el po. P or consiguiente, nuestra prim era reacción a u n a relación entre
tem a com o cualquier otro; el problem a no tiene nada que ver con participantes debe de ser fran ca y ju sta, pidiéndoles que discutan
una cuestión m oral, sino que es consecuencia de la no m entalización abiertam ente el desarrollo de su relación, el efecto posible en su p a r­
y del colapso de la capacidad p ara gestionar las emociones e im pul­ ticipación en el tratam iento y su com prensión del efecto que tiene en
sos. Ella se m uestra directa y firme, segura y term inante, todas ellas los dem ás. Desde la perspectiva de la m entalización, el problem a es
características aconsejables en los terapeutas que tratan a personas que la form ación de u n a p areja to rn a rígida la m entalización del
con TLP (Gunderson, 2008). Solo cuando la situación se estabiliza y conjunto del grupo, pudiendo p rec ip ita r la pseudom entalización
se establece un nivel seguro de arousal, la terapeuta se m uestra más crónica: «Creo que es bueno que se hayan juntado, así ¿por qué nece­
dubitativa e insegura. sitam os preocuparnos por ellos?»; e incluso el pensam iento id eo ló ­
gico: «Es positivo p a ra ellos, ¡al m enos obtienen del grupo algo
El desafío sincero y justo es, a m enudo, inevitable en situacio­
realm ente bueno que pueden llevarse a casa!» En estas circu n stan ­
nes de alto riesgo. Es posible que el pacien te no q u iera h a b la r
cias, el terapeuta tiene que reclu tar a otros m iem bros del grupo y
acerca de un intento de suicidio porque, si lo hiciese, desencade­ obligarlos a moverse desde un «diálogo de sordos» a un debate carac­
n a ría la experiencia de equivalencia psíquica, y es n a tu ra l que terizado por la m entalización.
desee e v ita r el dolor. El te ra p e u ta com ienza con la validación
em p ática del problem a y avanza, poco a poco, insistiendo en la Una vez que se han explorado todas las vías y se to rn a evidente
que la relación ha de continuar, hay que cuestionar ese callejón sin
necesidad de explorar la tentativa de suicidio, m ien tras gestiona el
salida (véase el cuadro 9.8).
nivel de arousal. Lo m ás im p o rta n te no es el contenido de la explo­
ración, sino la actitud. Se reiteran los lím ites del tratam iento, así com o u na com prensión
de la p o stu ra de los pacientes hacia estos límites:
E l d esa fio com o in terven ció n p a ra la v io la ció n de los lím ites Vosotros sentís que la relación os ayuda y entiendo que os haga
sentir más felices. Nuestra preocupación, en cambio, es que la
Es m uy probable que u n a relación íntim a entre dos o más pacien­
relación especial que mantenéis no solo interfiera con el curso de
tes cree graves dificultades tan to a los te ra p e u ta s com o a otros vuestro tratamiento, sino que también distorsione el tratamiento
pacientes. No hay u n a sola respuesta correcta que satisfaga todas las de los otros participantes en el grupo al verse excluidos de vuestra
situaciones, pero esta es u n a situación en la que el desafío h a de relación especial. Somos conscientes de que vuestra opinión es
tenerse en cuenta y puede tener lugar en el contexto de la terapia que puede tener poco efecto en lo que decidáis hacer, pero nuestra
grupal. Si van a ser explorados durante el tratam iento, ha de alentar­ experiencia es que puede ser problemático para todo el mundo y,
por tanto, tendremos que sopesar la posibilidad de que uno de los
se la inform ación abierta de ese tipo de eventos. De lo contrario, si se
dos abandone el tratamiento con la condición de que pueda volver
producen, son propensos a llevarse a cabo en secreto, lo cual distor­ a él si la relación term ina o si desea retom ar el tratam iento trans­
sionará, m ás si cabe, la dinám ica de la terapia grupal. Una pareja curridos 6 meses, momento en que podríam os asignarlo a otro
«secreta» en el seno de u n grupo actúa com o u n cuerpo extraño, des­ grupo.
V-.
392 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
E L F O C O D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N : C L A R IF IC A C IÓ N . E L A B O R A C IÓ N D E L A F E C T O ... 393

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fCuallro 9.8. El Desafío en la violación de los líinites Un paciente tenía antecedentes de muchas relaciones fallidas y dos
fracasos terapéuticos. Así que el terapeuta, habiendo agotado la
• Aclarar los límites: deben reiterarse los límites acordados cuando exploración, desafió al paciente: «Te diré qué haremos. Auséntate
empezó el tratamiento durante un par de semanas y piénsalo. Yo, por mi parte, también lo
• Una vez exploradas todas las vías, exponer el callejón sin salida: «Por haré. La cuestión que debemos resolver es: Si cambias de terapeuta,
lo que puedo ver, estamos dando vueltas en círculos. Cuando digo ¿estarías alimentando algo que, de hecho, trajiste para solucionarlo
algo, vosotros simplemente lo desecháis como basura y, si bien estoy con el tratamiento? Es decir, cuando las cosas se ponen difíciles,
cambias de relación. Y yo acepto que por el momento nuestra rela­
dispuesto a aceptar que a veces lo sea, no puedo admitir que siempre
ción es difícil. Necesitamos saber si es eso lo que está sucediendo».
sea así»
• Declarar nuestro posicionamiento: «Si no podemos evitarlo, quizá me éJl, Este es un desafío relativam ente m odesto, «sincero y justo», que
vea obligado a reconocer que el tratamiento ha fracasado y debe ter­ ú ubica la reflexión del problem a tan to en el paciente com o en el tera ­
minar» peuta. No se tra ta de una sim ple petición de que sea el paciente el
• Monitorizar los sentimientos del terapeuta para asegurarse de que no K que lo piense, porq u e eso se ría sincero pero injusto, ya que el
se produce ninguna acción impulsiva por su parte. paciente ten d rá serios problem as p a ra d ista n c ia rse de su necesi­
dad de cam b iar de terap eu ta y a n a liza r su m otivación. El terapeuta
■S
ti
tiene que ser sincero com o p a rte del proceso de m odelado y, en el
Es posible que el desafío consista en que sean am bos pacientes p'
quienes decidan, en tre ellos, cu ál es el que debe a b a n d o n a r el siguiente encuentro, d e m o stra r que lo h a reflexionado, tal vez con
pruebas teleológicas en form a de un escrito que recoja algunos de
tratam iento.
los puntos m ás im portantes.

E l desafío c o m o in terven ció n p a ra el paciente que quiere ca m b ia r •>*


de terapeuta 'i Referencias
En ocasiones, paciente y terap eu ta deciden que su relación ha Adler, A. (1956). The Individual Psychology o f Alfred Adler. Nueva York, NY:
■j
llegado a un callejón sin salida y no pueden continuar con la rela­ t Basic Books.
ción terapéutica. Cuando eso ocurre, debe discutirse con el equipo ■4 Bateman, A., Bolton, R. y Fonagy, P. (2013). «Antisocial Personality Disor-
clínico antes de a d o p ta r u n a decisión definitiva. Con suerte, habrá der: A Mentalizing Framework», Focus: The Journal o f Lifelong Lear-
ning in Psychiatry, 11, págs. 1-9.
habido un considerable debate previo en el equipo acerca de los p ro ­
Batemán, A. y Fonagy, P. (2008). «Comorbid Antisocial and Borderline
blem as suscitados en el tratam iento, por lo que la discusión acerca Personality Disorders: Mentalization-Based Treatment», Journal o f Cli-
de poner fin a la relación terapéutica no será ninguna sorpresa. nical Psychology, 64, págs. 181-194.
Beutler, L.E., Moleiro, C. y Talebi, H. (2002), «Resistance in Psychothera-
Sin em bargo, hay o tras ocasiones en las que un paciente desea
py: What Conclusions Are Supported by Research», Journal o f Clinical
cam b iar de terapeuta, pero al terapeuta le preocupa que se trate de Psychology, 58, págs. 207-217.
u n a petición inapropiada. Inicialm ente, el terapeuta lo discute con Gunderson, J.G. (2008). «Borderline Personality Disorder: A Clinical Gui-
el paciente e in tenta escucharle con u n a m ente abierta, dejando a i de», Washington, DC: American Psychiatric Publishing.
u n lado cualquier preocupación acerca del fracaso, la reputación o
3
el perjuicio profesional. Si se a rrib a a un punto m uerto, entonces el
desafío podría ser u n a intervención apropiada.
i
l
T

El foco relacional de la
mentalización: indicadores
transferenciales y mentalización
í
X Vr de la relación

Introducción

Existen razones de peso para utilizar la relación paciente-terapeu­


ta como un vehículo para llevar a cabo un escrutinio cuidadoso del
tratam iento de las personas con trastorno de la personalidad. En pri­
m er lugar, nuestro principal argum ento es que el apego y el dom inio
interpersonal están en la raíz del funcionam iento de la personalidad y
de sus trastornos, u na visión que hemos elaborado al comienzo de este
libro. En segundo lugar, la estrategia de la evitación interpersonal
puede convertirse en una respuesta a las relaciones dolorosas experi­
m entadas por las personas con TLP. Esto se torna patente en los resul­
tados a largo plazo, que sugieren que las personas con TLP continúan
teniendo vidas que, según sienten ellos, son de «segunda clase». En
tercer lugar, los estudios de los resultados de todos los tratam ientos
m uestran que las relaciones íntim as son u n problem a p ara las perso­
nas aquejadas de TLP. Aunque la adaptación interpersonal de los
pacientes m ejora con la MBT, existen evidencias de que podría lograr­
se u na m ejoría m ás im portante si nos centrásem os m ás en las relacio­
nes. Por último, se sabe que la propia relación clínica y los sentimientos
del terap eu ta generados d u ran te el tratam ien to cau san problem as
considerables a los servicios y los individuos, tanto dentro como fuera
de los servicios de salud. E sta relación no puede ser ignorada.
396 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O R E L A C IO N A L D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 397

Indicadores transferenciales Cuadro 10.1. Mentalización relacional

Los «indicadores transferenciales» son intervenciones que vincu­ Los «indicadores transferenciales» son siempre actuales:
lan el contenido -p o r ejemplo, los patrones de c o nducta- y el proceso • Vinculan declaraciones y generalizaciones: «Eso parece ser lo mismo
de la sesión con la relación entre terapeuta y paciente (movimiento que antes y es posible que...», «Así pues, a menudo, cuando sucede algo
interno) o con la vida externa del paciente (movimiento externo), si similar, comienzas a sentirte desesperado y sientes que no les gustas»
bien carecen de suficiente profundidad y complejidad p ara m entali­ • Identifican patrones: «Parece que siempre golpeas o gritas a la gente
zar la relación. Aunque constituyen un elem ento im portante y nece­ cuando te sientes lastimado, y eso hace que te metas en problemas. Qui­
sario de la m entalización, tan solo señalan el cam ino p ara m entalizar zá debemos considerarlo que ocurre»
la relación. El objetivo de los indicadores transferenciales es mover • Efectuar sugerencias «transferenciales»: «Veo lo que podría suceder si
la terapia hacia el aspecto del aquí y ahora de las interacciones inter­ sintieses que algo de lo que te digo te hiere»
personales, identificar los patrones de apego y sus consecuencias y • Indican la pertinencia para la terapia: «Eso puede interferir con el
centrar la atención en las interacciones interpersonales im portantes. hecho de que trabajemos juntos».
Pueden utilizarse, por consiguiente, desde muy tem prano tanto en el
tratam iento como en la fase de evaluación. Los indicadores transfe­
renciales tienen que ver con el m om ento actual porque no relacionan tensión y la emoción durante la sesión. Cuanto m ás «candente» sea
el pasado con el presente ni desplazan la terapia desde el presente al la sesión, m ás recom endable será vincularla a u n nivel bajo de inten­
pasado -con el consiguiente peligro, siem pre latente, de estim ular el sidad, durante un breve periodo, p ara com probar si el paciente pue­
de to lerar una mayor presión antes de avanzar a niveles superiores.
m odo sim ulado-, sino que vinculan el presente exterior al proceso
Una vez se han establecido vínculos directos con el terapeuta, nos
actual del tratam iento o, por el contrario, mueven la em oción actual
situam os en el ám bito en que es posible m entalizar la relación.
de la sesión hacia la vida exterior del paciente.
E n el cuadro 10.1., facilitam os un resum en de los aspectos típicos
D ependiendo de la intensidad de la em oción experim entada
de los «indicadores transferenciales».
durante la sesión, los «indicadores transferenciales» dirigidos desde
el exterior hacia el interior, pueden vincularse a las instalaciones del
La paciente implicada
dispositivo («.. .lo que te hace sentir esta sala...»), el tratam iento en sí
(«...lo mismo que sientes sobre el program a...»), la terapia en sí («... U na paciente h ablaba p rofusam ente sobre sus relaciones con
supongo que m en talizar puede a c arre a rte un dolor sim ilar...»), la otras m ujeres y se lam entaba del hecho de que, pasados unos cuan­
sesión («...tal como ocurre hoy...») y, a veces, el terapeuta («...quizá tos meses, todas term in ab an en duras disputas. Ella sentía que siem­
sientas lo m ism o cuando yo...»). pre se rep etía un p atró n en el que era cad a vez m ás dependiente
hasta que se sentía atrap ad a y forzada a escapar, lo que usualm ente
Como principio general, asum im os que vin cu lar declaraciones ocu rría culpando a su pareja de los problem as.
usando u n a trayectoria que va desde lo im personal, en u n extrem o
(por ejemplo, el edificio donde se ubica el departam ento), hasta lo Paciente: Le dije que no se p reo cu p ab a p o r m í. Ella respondió
personal (es decir, el terapeuta en sí), en el otro extremo, provoca un que sí que lo hacía, pero no era verdad. Si fuese cierto,
increm ento de la intensidad em ocional interpersonal. Corresponde h a b ría venido a buscarm e. Pero n u n c a lo hizo, com o
al terapeuta elegir la intensidad del vínculo que establece en cual­ tam poco n in g u n a de las dem ás, aunque yo estab a alte­
quier momento dado. Y eso dependerá de cuánto desee au m en tar la rad a y enojada.
398 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL FOCO RELACIONAL DE LA MENTALIZACIÓN 399

Terapeuta: Estaba pensando que, tal vez, esto es algo a lo que te ­ M entalización integradora (
nemos que p resta r atención. Es posible que tam bién te
impliques mucho con el tratam iento y que eso haga que te En este caso, en lugar de hablar de interpretación, utilizam os el ^
sientas atrapada o que creas que no nos preocupam os por térm ino integración. Aunque en el pasado, hem os hablado de «men- '•
ti. Y entonces querrás dejarlo. Tengo que recordarte que, talización interpretativa», esto se confunde con la técnica de Ínter- (
si eso ocurre, te buscarem os y nos pondrem os en contac­ p retació n u tiliz a d a p a ra generar com prensión p ro fu n d a en el
to contigo para ayudarte a volver. Debemos vigilar eso y psicoanálisis y las terapias psicodinám icas. Pero eso no es lo que nos
tú podrías avisarm e si empiezas a sentirte atrapada. interesa a la hora de m entalizar la relación, sino que estam os m ás
interesados en recom poner, más allá de la clarificación, el rom peca- (
El terapeuta trata ahora de com partir una cierta responsabilidad bezas de la narrativa del paciente. La e stru ctu ra básica de la m enta- f
a la hora de observar si, durante el tratam iento, se activa ese patrón. lización integradora implica presentar u n a perspectiva m ás detallada ^
de lo que dice el paciente, ubicándola en u n contexto de creciente
Paciente: No creo que eso me suceda aquí.
complejidad. Después de haber sido confundido con otra cosa, algo 1
Terapeuta: Espero que no, pero al menos sabrem os qué hacer si ocu­
se vuelve m ás claro.
rre. Me lo harás saber si percibes que está pasando, y yo,
por mi parte, lo plantearé si creo que eso es lo que ocurre. En la MBT-1, utilizo el ejemplo de un «libro» para ilustrar este pro­
Paciente: Hum m m. ceso. Muestro un objeto que, a todos los efectos, parece un libro. /
Cuando pregunto a los participantes, todos ellos responden que se
El paciente intolerante trata de un libro y, cuando les pregunto de nuevo por qué afirman
que es un libro, hacen referencia a los hechos, es decir, tiene una t
Paciente: Me desagrada no saber lo que piensan los demás. Puedo cubierta y un título escrito en ella, un lomo, páginas, etcétera. ^
evitarlos o ignorarlos quedándom e callado y guardando Sugiero entonces que lo observemos más detenidamente y le demos
p ara mí m is propios pensam ientos. No com parto nada si la vuelta. En la contraportada hay más cosas escritas. Así pues, (
los otros no lo hacen. Es peligroso. estamos todos convencidos de que se trata de un libro. Sugiero /
Terapeuta: Por tanto, si no hablas y te guardas las cosas para ti, tendré entonces que lo veamos aún con más detalle y lo abramos para ver
que preguntarte si lo que pienso te hacer sentir ansioso. cuál es el tema. Pero, al abrirlo, ¡resulta ser una caja de bombones ^
y no un libro en absoluto! Hasta que no lo observamos con más ¿
Paciente: No com ento nada si no sé lo que piensa la o tra persona al
detalle, no descubrimos que no era lo que pensábamos, sino otra
respecto. cosa muy diferente. ^
Terapeuta: Háblam e m ás acerca de eso. ¿Serás capaz de preguntar­ i'
me qué pienso o te quedarás callado? N orm alm ente, la m entalización integradora sucede a la extensa
Paciente: Podría hacerlo. elaboración de la experiencia que el paciente está describiendo. La
Terapeuta: Sería bueno si lo hicieses. Pero tra ta ré de rec o rd a r que, elaboración, com o ya hem os descrito en el capítulo 9, consiste en
cuando te quedas callado, puedes e sta r preocupado por enriquecer una descripción en colaboración con el paciente. De ese
lo que yo estoy pensando. E n general, no obstante, te modo, cuando el paciente describe que se siente m olesto por algo, el ^
com unicaré lo que pienso. ¿Qué o cu rre p a ra que sientas trabajo de elaboración identifica las em ociones conectadas, quizá
que no sabes lo que piensa la o tra persona? ¿Ha habido, ansiedad o vergüenza, y las enlaza con u n a descripción m ás com ple­
en el día de hoy, algún m om ento en que te hayas sentido ja y detallada de La experiencia. Por ejemplo, u n a declaración inicial 1
de ese modo? acerca de sentirse «furioso» con un a d m in istra d o r term in a siendo {
/
400 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL FOCO RELACIONA!. DE LA MENTALIZACIÓN 401

elaborada en el sentido de que la persona se siente profundam ente tidum bre que tenía la paciente, generada p o r el secretism o de su
preocupada acerca de verse criticada, reconociendo que su percep­ pareja y sus frecuentes retrasos al volver del trabajo a casa. Esto p er­
ción surgió a raíz de interp retar que la expresión facial y la postura mitió, en esta ocasión, que saliese del m odo de equivalencia psíqui­
corporal del ad m in istrad o r le parecieron am enazadoras y debilita­ ca. E n la elaboración, a p a rtir de este punto, del estado m ental de la
doras. Si bien la elaboración no pretende m entalizar la reacción del paciente, se hizo m ás evidente cóm o la tard an za de su pareja desen­
paciente, en la m entalización integradora el terap eu ta vincula la cadenó el miedo al abandono, lo que la condujo, a su vez, a una ab ru ­
reacción del paciente con u n determ inado estado m ental de este en m adora sensación de celos y posesividad. Tam bién resultó obvio que
una secuencia causal de cognición y afecto. En el escenario recién el probable im pacto de todo ello en su pareja no era en absoluto evi­
descrito, u n a declaración m entalizadora integradora podría s e rla de dente p a ra la paciente.
vincular la reacción furiosa del paciente ante el tem or a la crítica con
u n a simple declaración del tipo «Bueno, tal vez te sentiste asustado Terapeuta: No tengo m odo de sab er cómo se sentía John, pero me
de que fueses a recibir u n a crítica, y eso te puso furioso». El objetivo parece, com o h as dicho, que sim plem ente no sabías
es elaborar ju n to al paciente los eventos en térm inos del proceso cómo dejar de «atacarle».
m ental y tra ta r de a n a liza r brevem ente con el paciente el m odo en Paciente: Sencillam ente no podía parar. Nada de lo que él pudiera
que él y el ad m in istrad o r estaban actuando en ese m om ento, u tili­ decir servía para tranquilizarm e.
zando el lenguaje propio del estado m ental p a ra d a r sentido a las Terapeuta: Me pregunto cóm o puede sentirse alguien cuando nada
acciones de am bos tan to p ara el paciente como p ara el terapeuta. de lo que diga puede cam biar la situación.
Los pasos de la m entalización integradora son: Paciente: Im agino que se sentía ta n im potente com o yo.
Terapeuta: ¿Y eso es todo lo que sentiría? [Tratando de elaborar los
1. Clarificación y elaboración de ambas, em oción y experiencia sentim ientos del otro.]
2. Identificar el fallo en la m entalización y alen tar la m entaliza­ paciente: No lo sé. Supongo que tam bién se sentiría m uy frustrado
ción activa en torno al m ism o tem a y enfadado.
3. Presentar una visión o perspectiva alternativa. Terapeuta: ¿Crees que John se sentía frustrado y enojado?
Paciente: Debía de sentirse así y, p o r eso, me am enazó.
Por ejemplo, u n a paciente inform ó de u na discusión dolorosa con
su pareja, en el contexto de un intenso ataque de posesividad y celos Terapeuta: Pero no creo que fueses consciente de ello en ese m om en­
por su parte, que term inó con acusaciones de infidelidad. Al tra tar to. No creo que supieses el efecto que estaba teniendo en
de esclarecer la experiencia, el terapeuta pudo sonsacar a la paciente él [reconociendo la no m entalización].
de qué modo su incapacidad p ara entender la conducta de su pareja Paciente: No m e im portaba, sencillam ente sentía que tenía que
la había convencido com pletam ente de que la h ab ía engañado. El seguir h a sta co n seg u ir cierta seguridad porque, de lo
terapeuta reconoció esto com o equivalencia psíquica y el indicador contrario, me iba a volver loca.
de que se había producido u n fallo al m entalizar a su pareja. Aunque Terapeuta: Suena com o si te sintieses verdaderam ente desesperada,
es posible que su pareja le fuese infiel, esta no era la única posibili­ ¿es eso correcto? [Elaboración de los sentim ientos de la
dad. Sin em bargo, en p rim er lugar, el terap eu ta validó em pática­ paciente.]
m ente la experiencia de la paciente, en consonancia con su objetivo Paciente: Sí, me sentía totalm en te desesperada. Pensé que iba a
de reactivar la m entalización y establecer u n a plataform a com parti­ perderle y que iba a quedarm e sola de nuevo.
da p a ra em prender la elaboración ulterior. Así pues, validó la incer­ Terapeuta: ¿En qué form a ibas a perderle? [Elaboración ulterior.]
402 TRATAMIENTO BASADO EN !.A MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL FOCO RELACIONAL DE LA MENTALIZACIÓN 403

Paciente; Yo quería que estuviese conmigo, así que cada vez que se En consecuencia, cuando hablam os de «m entalizar la transferen­
alejaba, lo seguía [descripción del aspecto teleológico de cia», esta es una expresión abreviada que utilizam os p a ra a n im a r a
la no m entalización en ese momento.] los pacientes a p en sar acerca de la relación que están m anteniendo
terapeuta: Quizá «no lo dejabas», com o dices, p a ra asegurarte de en el m om ento actual (véase el cuadro 10.2). Uno de los autores (AB)
que no te quedabas sola y, tal vez, incluso el hecho de que prefiere denom inar a este nivel de intervención «m entalizar la rela­
te am enazase fuese, p a ra ti, u n a m anera curiosa de tra n ­ ción», principalm ente porque recuerda al terap eu ta que debe cen­
quilizarte en ese sentido [Aludiendo a un aspecto alter­ trarse en el aspecto relacional de la interacción en cada m om ento y
nativo en la interacción.] no preocuparse p o r la causalidad ni la intuición. Además, se aleja de
paciente: No creo que debam os ir por ahí am enazándonos m u tu a­ la discusión académ ica sobre lo que es y no es la «transferencia» y,
mente. Al final, es horrible. poi ese motivo, entrecom illarem os el térm ino «transferencia» a lo
La paciente está em pezando ah o ra a reflexionar m ás acerca de su largo de esta sección.
relación, con lo que la com prensión de la interacción se ha vuelto El objetivo de m entalizar la relación consiste en crear una pers­
menos biuim ensional y m ás polifacética. pectiva alternativa, centrándose en la atención que deposita el pa­
ciente en otra m ente -la m ente del terapeuta-, y en asistirle en la ta ­
rea de contrastar la percepción que tiene de sí m ism o con el m odo en
M entalizar la transferencia o m en talizar la relación
que es percibido p o r otras personas, es decir, p o r el terapeuta o quizá
Tanto los colegas psicoanalíticos com o los no psicoanalíticos nos por los otros m iem bros del grupo terapéutico. Además, el paciente
preguntan a m enudo si la MBT recom ienda «utilizar la transferen­ puede estar sensibilizado, debido a su experiencia pasada, frente a la
situación actual y, por tanto, experim entar que el terapeuta alberga
cia». N uestra respuesta estándar es:
m otivaciones subyacentes que, en realidad, no existen. Por eso, se
Todo depende de lo que se quiera decir con esa expresión. Si se hace hincapié en utilizar el patrón de las relaciones para m ostrar
quiere decir con ello que nos centramos en la relación paciente-
de qué m odo los dem ás pueden experim entar de m anera diferente
terapeuta en la esperanza de que la discusión sobre esa relación
contribuya al bienestar del paciente, la respuesta es un enfático
«sí». En cambio, si «utilizar la transferencia» significa vincular, en
el contexto del tratamiento, el patrón actual de conducta a los
patrones de las relaciones mantenidas durante la infancia y las
Trabajo con la relación (debe ser un proceso mer.talizador):
relaciones actuales fuera del entorno terapéutico, entonces, la res­
puesta es un «no» casi igual de enfático. • Énfasis en el momento actual
Aunque podem os señalar sim ilitudes entre los patrones de rela­ • Contrastar la percepción que tiene el paciente sobre el terapeuta con la
ción en la terapia y en la infancia o, actualm ente fuera de la terapia, percepción tiene de sí mismo (o con la percepción que tiene de los otros
miembros del grupo)
el objetivo de esto no es proporcionar al paciente u n a explicación
• Vincular a los aspectos seleccionados de la situación terapéutica (a
(comprensión) que pueda utilizar p ara co n tro lar su patrón de con­
ducta, sino sim plem ente aludir a un fenóm eno desconcertante que los que pueden estar sensibilizados por sus experiencia previas) o del
terapeuta
requiere reflexión y contemplación, los cuales form an p arte de nues­
• Subrayar la motivación subyacente tal como se evidencia en la terapia
tra actitud indagadora general, destinada a facilitar la recuperación
• Trabajar en pos de perspectivas alternativas.
de la m entalización.
404 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O R E L A C IO N A L D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 405

las conductas y motivaciones. Por ejemplo, la experiencia de que el sentirse bloqueado o inútil. En este caso, de nuevo, se puede em pe­
terapeuta es persecutorio y exigente, destructivo y crítico hasta la zar con la elaboración del foco afectivo. Por últim o, el paciente pue­
crueldad, no se equipara a su verdadera motivación. Puede ser una de e sta r describiendo algo sobre experiencia actual con el terapeuta.
percepción válida, dada la experiencia del paciente de la conducta En este caso, m entalizar la relación es algo que debe tener lu g ar en
del terapeuta, pero es probable que existan otras form as de percibir la inm ediatez de la sesión.
lo que hay detrás de su conducta. Una vez más, el objetivo no es pro­
porcionar al paciente una com prensión profunda de la razón por la Proceso de m en ta liza ció n de la relación
cual distorsiona su percepción del terapeuta (si es que es así) de una
form a específica, sino m ás bien generar curiosidad de por qué, dada Q uizá la m ejor m anera de explicar de qué m odo la MBT utiliza la
la am bigüedad de las situaciones interpersonales, decide aferrarse a «transferencia» sea describir los seis pasos a d a r p ara m entalizar la
esa versión concreta. Al centrarnos en las razones por las que podría relación (véase el cuadro 10.4).
estar haciendo eso, esperam os ayudarle a recuperar la capacidad de El p rim er paso, p ara tra ta r de llevar al paciente m ás allá de la
m entalización y, en ese sentido, abandonar la rigidez, lo esquem áti­ equivalencia psíquica, es el de validar el sentim iento «transferencia!»
co, la equivalencia psíquica y el m odo teleológico, de interpretar tan ­ o la afirm ación que el paciente ha efectuado acerca del terapeuta.
to la conducta de los dem ás como su propia subjetividad. Asi pues, E sta es la prim era tarea porque, a menos que el paciente desarrolle
si bien observam os la m otivación que la persona podría tener para un proceso de m entalización m ás robusto, no será posible m entali­
m anifestar un tipo particular de «transferencia», la razón que hay zar la relación. El peligro del abordaje clásico de la «transferencia»
detrás de dicha exploración es, como siem pre, alentar el proceso de es que podría invalidar im plícitam ente la experiencia del paciente, lo
m entalización en el m arco de la interacción interpersonal. cual resu lta alienante p a ra las personas con TLP. La persona que,
funcionando en el m odo de equivalencia psíquica, siente que el tera­
Ind ica d o res para m en ta liza r la relación peuta es persecutorio, no extrae ningún beneficio del hecho de que
su experiencia sea «interpretada» como p a rte de una distorsión. En
E xisten u n a serie de indicadores que sugieren que el terapeuta
esta situación, el paciente experim entará que el terapeuta fracasa a
debe a b o rd ar la m entalización de la relación (véase el cuadro 10.3).
la h o ra de entender su experiencia. En el m odo de equivalencia psí­
E n prim er' lugar, to d a interrupción del proceso de m entalización en
quica, el interior «equivale» al exterior, de m anera que el paciente
el c u rso de la sesión nos indica que paciente y te ra p e u ta deben
situado en este m odo está siendo perseguido; la referencia a un tipo
p a ra rse a p en sar en lo sucedido. ¿Se tam b alea de repente la interac­
de relación diádica víctim a-victim izador, b asad a en las relaciones
ción? ¿Ha habido u n cam bio repentino de tem a? P ara em pezar a pasadas, no genera ninguna reflexión.
m en talizar la relación en este contexto, el terap eu ta puede sim ple­
m ente preguntar, «¿Ha habido algo de lo que he dicho que haya
hecho que tu m ente se dirigiese a o tra cosa?» En segundo lugar, las Cuadro 10.3, Indicadores para mentalizar la relación • •
estrategias de apego esbozadas en la form ulación, y cuya im portan­
cia p a ra las relaciones se convino entonces, pueden to rn arse eviden­ Interrupción repentina, durante la sesión, del proceso de mentalización
• Las estrategias de apego se tornan evidentes
tes en u n a sesión o d u ran te varias sesiones. P or lo general, para
* Sentimiento persistente de contrarrelación
m entalizar la relación en este contexto, hay que em pezar definiendo
• Bloqueo de la interacción paciente-terapeuta
el foco del afecto. E n tercer lugar, el terap eu ta puede tener u n per­
* ^ paciente describe la experiencia inmediata del terapeuta.
sistente sentim iento de contrarrelación que le lleve, por ejemplo, a
406 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O R E L A C IO N A L D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 407

Terapeuta: ¿Por qué, en este momento, te ha venido eso a la mente?


Paciente: No estoy segura. De pronto me ha parecido que usted
Validar la experiencia dudaba de lo que estaba diciendo.
• Explorar la relación actual
• Aceptar y explorar la actuación (la contribución del terapeuta, las El segundo paso consiste en explorar la relación actual p a ra iden­
propias distorsiones del terapeuta) tificar los eventos ocurridos durante la sesión que generan la «trans­
o Colaborar para llegar a una comprensión ferencia» de sentim ientos. Asimismo, deben a clararse los hechos
• Presentar una perspectiva alternativa/adicional desde la perspectiva del paciente. Las técnicas de elaboración y
• Monitorizar y explorar la reacción del paciente a la nueva comprensión. exploración, discutidas en el capítulo 9, tam bién se aplican a los sen­
tim ientos «transferenciales». Es im portante an alizar la complejidad
De ese modo, el prim er paso p ara m entalizar la relación es asegu­ de los sentim ientos reportados. Considerando ahora otro ejemplo, si
rarse de que el paciente siente que su experiencia es tom ada en serio el paciente afirm a sentirse enojado o fru strad o , ¿qué otros sen ti­
y que esta es real y legítima, en el sentido de que debe tener buenas m ientos acom pañan o subyacen a ese sentim iento? ¿Se tra ta de
razones, que norm alm ente hay que buscar en las acciones del tera ­ decepción con el terapeuta o de un sentim iento de hum illación p o r
peuta, p ara que el paciente experim ente al terapeuta de un determ i­ estar bloqueado con alguien que parece incapaz de ayudarnos? ¿O
quizá incluso tenga que ver con el placer de vencer al terapeuta? Las
nado modo.
conductas que desencadenan los pensam ientos y los sentim ientos
Paciente: Usted es muy m odesta. Ya lo pensaba antes, pero la últi­ deben explicitarse, a veces con un nivel doloroso de detalle. En este
m a noche eso me hizo sentir enfadada. punto, el terapeuta tiene que m o strar cautela p ara no pseudom enta-
Terapeuta: No estoy segura de lo que he hecho p a ra llevarte a pensar lizar la conducta, esto es, tratan d o de explicarla o de vincularla con
que soy dem asiado m odesta. Tam poco estoy segura de excesiva rapidez a la experiencia subjetiva. Eso puede, inadvertida­
me vea a m í m ism a de esa m anera. ¿Puedes decirm e por mente, s u rtir el efecto de invalidar la experiencia del paciente. Será
qué piensas eso? m ás im portante, en lugar de buscar las supuestas razones subyacen­
Paciente: Estuve viendo en YouTube un vídeo suyo im partiendo tes, tra z a r las acciones h a sta los sentim ientos, en el sentido de explo­
una conferencia, y uno de los participantes fue grosero ra r el im pacto em ocional que tiene lo que hayan hecho el terapeuta
con usted. Cuando criticó p a rte de su trabajo, usted se o el paciente.
lim itó a aceptarlo. [La paciente siguió explicando eso con
El terc er paso p asa p o r acep tar la actuación. La m ayoría de las
mayor detalle.]
experiencias que tiene el paciente acerca del terap eu ta se basan en
Terapeuta: Puede que tengas razón. C om prendo que pensases que
no me defendí. ¿Pero de qué m odo se relaciona eso con la realidad, a u n c u a n d o solo estén co n ectad as p a rc ialm en te con
ella o con un com ponente exagerado de esta. Eso puede significar
ser dem asiado m odesta?
que el terap eu ta se h a visto a rra stra d o a la «transferencia» y a c tu a ­
La terapeuta trata de entender su propia contribución a la expe­ do de u n a m anera consistente con la percepción que tiene el pacien­
riencia que tiene la paciente de que es m odesta cuando, después de te de él. Q uizá es m ás fácil a trib u ir eso a u n a «m anipulación del
recibir u n a crítica, no se defiende. A p a rtir de ahí, necesita com pren­ paciente»; sin em bargo, sería com pletam ente in ú til, cu an d o no
der qué es lo que ha llevado a la m ente de la paciente a este punto dañino, sugerir, com o en este caso, u n a acción consciente p o r p a rte
durante la sesión. del paciente y nin g u n a contribución p o r p a rte del terapeuta. Por el
408 TRATAM IENTO BASADO EN LA M ENTAUZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O R E L A C IO N A L D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 409

contrario, el terapeuta ha de reconocer explícitam ente que incluso sentado frente al paciente, sino a su lado. E stán sentados, el uno ju n ­
las actuaciones parciales de la «transferencia» son acciones invo­ to al otro, observando los pensam ientos y sentim ientos del paciente,
lu n ta ria s e inexplicables cuya agencia acepta. Dado que él es su adoptando ambos u n a actitud indagadora. En consecuencia, la posi­
«dueño», no las atribuye al paciente. Tam bién es posible que el te ra ­ ble m olestia del paciente durante la sesión se convierte en objetivo de
p eu ta haya actuado según sus propios patrones. L lam ar la atención investigación conjunta. La p reg u n ta que el terapeuta se form ula
sobre este tipo de acciones puede ser muy im portante p a ra propor­ ahora no es si la percepción es u n a distorsión o no, sino m ás bien
cio n ar al paciente el ejem plo de que se puede ac ep ta r la agencia «¿para qué sirve?»
incluso de los actos involuntarios y de que dichos actos no invali­ Siguiendo con el ejem plo a c tu a l de la « terap eu ta d em asiado
dan la actitud general que el terap eu ta intenta transm itir. Esto p u e ­ modesta», ¿por qué le im porta a la paciente que la terapeuta se m ues­
de se r esencial p a ra su p e ra r la p o stu ra teleológica del paciente, tre vacilante y no se defienda cuando se ve cuestionada? En este caso,
según la cual solo las acciones son im portantes. la paciente comunicó a la terapeuta que, poco después de ver el vídeo
En la secuencia anterior, la terapeuta coincidió con la paciente no de YouTube, se había hecho cortes superficiales en el brazo, una
solo en que, a veces, se sentía dubitativa, sino tam bién en que había acción que indica que el vídeo tuvo un efecto im portante en ella. Así,
estim ulado esa declaración particu lar en ese m om ento de la sesión, la terapeuta se centró en el sentim iento de m olestia que la había con­
pero que, en ocasiones, se infravaloraba cuando la paciente m encio­ ducido a la disregularización personal. La terapeuta esperaba que la
naba qcte adm iraba algo de la terapeuta. paciente participase en este proceso pero, p o r supuesto, a m enudo la
paciente se lim itaba sim plem ente a rep etir lo que la terap eu ta ya
Terapeuta: Así pues, ¿cuando me m uestro insegura eso te molesta? había afirmado. Esta reacción, sin em bargo, tam bién puede conver­
Paciente: Sí, porque me pregunto «¿Por qué no dice sim plem ente lo tirse en tem a de investigación.
que piensa?»
Terapeuta: Tienes razón al a firm a r que, sim plem ente, m e sentía Paciente: Bueno, ¿no le parece que m erece la pena luchar p o r el
insegura. ¿Pero eso te lleva a creer que, en realidad, no trabajo que h a llevado a cabo y defender su im portancia?
digo lo que pienso y que estoy, de hecho, segura? Terapeuta: Sí, y lo hago, pero tam bién puedo ver que quieres que
Paciente: No, en realidad no se tra ta de eso. Es m ás que usted no haga m ás de lo que hice en esa ocasión. Pero ¿por qué te
valora lo que dice y que, en el vídeo de YouTube, no valo­ molestó tan to como p a ra hacer que te cortaras?
rab a lo que había conseguido con su investigación y así Paciente: [Permanece callada durante un tiempo.]
sucesivamente.
D espués de varias com probaciones en to rn o a este asuntó, la
T erapeuta: Así pues, lo que tan to te m olesta es que no valoro sufi­
terapeuta se puso a tra b a ja r p a ra alcan zar el quinto paso, consisten­
cientem ente mi propio trabajo. ¿Y qué hiciste la últim a
te en que terapeuta y paciente definan, caractericen y acuerden una
noche? perspectiva alternativa. E sta no es u n a interpretación de la situ a ­
El cuarto paso consiste en trabajar conjuntam ente en el proceso ción, sino u n a «observación» m ás detallada y con u n m atiz diferente
exploratorio p a ra llegar al quinto paso, consistente en establecer, de lo ocurrido. El objetivo principal es m entalizar la experiencia de
acordar y definir u n a perspectiva alternativa, a la cual se debe llegar, «transferencia» del paciente de que no todo es lo que parece y que
com o ocurre con cualquier o tra form a de m entalización integrado- las reacciones y co n trarreaccio n es p o rta n u n «equipaje» adosado
ra, con el m ism o espíritu de colaboración. La m etáfora que utiliza­ que nos infunde u n tipo de sensibilidad en el m om ento. E n el ejem ­
m os d u ran te la form ación es que el terapeuta no debe im aginarse plo concreto que estam os considerando, se deduce que la paciente
410 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O R E L A C IO N A L D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 411

adm iraba el trabajo de la terapeuta y que había leído algo al respec­


Cuadro 10.5. Peligros ;aí m entañza^a relacionL
to. La paciente creía que el trabajo de la terapeuta estaba m ás allá
de lo que ella había conseguido nunca y, sin em bargo, ella tam bién • Evitar interpretar la experiencia como una repetición del pasado o
sentía que había logrado algunas cosas buenas que valoraba de sí como una desviación, lo cual tan solo provocará que la persona con
TLP sienta que lo que sucede en la terapia es irreal
m ism a. E n una lógica afectiva distorsionada, la paciente sintió de
• El paciente puede verse arrastrado al modo simulado:
m anera punzante que, si la terapeuta no valoraba sus propios logros,
- El paciente elabora una fantasía de entendimiento con el terapeuta
que eran m ucho mejores que los de la paciente, entonces, eso signi­
- Poco contacto con la realidad vivencial
ficaba que se engañaba a sí m ism a y que sus propios logros no eran
- No generalización.
im portantes. Al parecer, el visionado del vídeo de YouTube había
socavado su autoestim a y la había llevado a derrum barse, haciéndo­
la sentir que era insignificante. La «perspectiva alternativa», en este M entalizar la contrarrelación o m entalizar los sentim ientos en
caso, era que el problem a no tenía que ver con que la terapeuta fue­ el terapeuta
se dem asiado m odesta, sino con la vuln erab ilid ad que sentía la
paciente a perder, cuando se relacionaba con o tras personas, una Este tem a ha sido abordado, hasta cierto punto, en el capítulo 6.
sensación de orgullo personal hacia sus propios logros. Los otros Aquí nos ocuparem os de la form a técnica en la que el terapeuta señala
influían excesivamente en su propia autonom ía. y utiliza constructivam ente los sentim ientos que alberga durante la
sesión. Como hemos afirm ado en la exposición acerca de la «transfe­
Después de este nivel de aclaración, el terapeuta no puede quedar­
rencia», el terapeuta no debe concluir que los sentim ientos que experi­
se de brazos cruzados adm irando su inteligencia. Por eso, resulta
menta proceden del paciente. No obstante, pueden ser relevantes para
esencial u n sexto paso, consistente en m o nitorizar la reacción del la interacción con él: m entalizar explícitamente la experiencia del tera­
paciente. ¿Acepta este fácilm ente la discusión detallada? ¿La recha­ peuta en relación con el paciente es, en la MBT, una parte im portante
za? ¿Conduce a un diálogo constructivo? La reacción revelará la vali­ del proceso interpersonal. En principio, el terapeuta MBT supervisa
dez o no del proceso de m entalización que ha tenido lugar (véase el cuidadosam ente sus sentim ientos de perplejidad y confusión porque
cuadro 10.5). El peligro m ás grave es que todo el proceso desencade­ estos contribuyen a una auténtica actitud de no saber (cuadro 10.6).
ne el m odo sim ulado o incluso que tenga lugar «dentro» de dicho
Pero son las respuestas emocionales m ás complejas las que deben
modo. El terapeuta debe perm anecer a lerta a esta posibilidad, espe­
ser aprovechadas. El paciente ha de ser capaz de m o nitorizar con
cialm ente cuando el paciente parece esta r de acuerdo. El desacuerdo
exactitud los estados emocionales en otras personas y de reconocer su
o la activación de em ociones y de inform ación adicional sugieren
propia contribución a la creación de dichos estados. P ara fom entar
que el paciente es capaz de considerar lo que se le dice y de redirigir
este proceso, el terapeuta com unica abiertam ente lo que ocurre en su
la conversación hacia aspectos m ás significativos.
mente, en el caso de que sea relevante p ara la interacción entre pacien­
En la sexta etapa, el terapeuta está, de hecho, volviendo al prim er te y terapeuta. Esto es especialm ente im portante cuando hay algo en
paso del proceso de m entalización de la «transferencia» y tiene que una sesión, o en varias sesiones, que interfiere con el progreso del tra ­
reiniciar todo el proceso validando la reacción del paciente. Lo que tam iento. Por ejemplo, la m ente del terapeuta puede verse asaltada
im porta no es tanto el destino como el viaje: de lo que se tra ta es de por deseos sobreprotectores hacia u n paciente o bien p o r el m iedo y
integrar al paciente en el proceso de descu b rir el m odo en que fun­ la antipatía. Estos sentim ientos no solo ocuparán su m ente y evitarán
ciona la mente. que se centre en el paciente, sino que tam bién pueden ser de particu-
412 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L F O C O R E L A C IO N A L D E LA M E N T A L IZ A C IÓ N 413

Cuadro 10.7. Componentes de la mentalización de la contrarrelaeión (2)


Monitorizar los estados de confusión y perplejidad • Anticipar la respuesta o reacción del paciente
Compartir la experiencia de no saber • Marcar nuestra propia declaración
Eludir la omnipotencia terapéutica • No atribuir al paciente lo que uno experimenta
Atribuir los sentimientos negativos a la terapia y a la situación actual y • Mantener en mente nuestro objetivo:
no al paciente o al terapeuta (inicialmente) - Recuperar nuestra propia mentalización
Aspirar a alcanzar una comprensión de la fuente de la negatividad o de - Identificar la interacción emocional importante que afecta a la rela­
la preocupación excesiva, etcétera. ción terapéutica
- Enfatizar que las mentes influyen en las mentes.*•
lar im portancia para la form a en que el paciente se relaciona con los
dem ás. De ese modo, nuestra recom endación es, de entrada, poner en de escuchar para el paciente. En tercer lugar, el terapeuta subraya
cuarentena estos sentimientos, m ientras son identificados, y, a conti­ cuidadosam ente lo que dice, esto es, se asegura de que el paciente
nuación, hablar de ellos abiertam ente, pero de un m odo que evidencie com prenda que lo que el terapeuta está a punto de decir no es acci­
que es la mente del terapeuta la que está siendo objeto de escrutinio, dental, sino que expresa su propio estado m ental y no su representa­
es decir, hasta qué punto reacciona al contexto, al contenido y al ción del estado m ental del paciente. Por últim o, debe m antener en
proceso del tratam iento. ¿Pero le atañ e esto solo a él o tam bién es m ente que el objetivo de focalizarse en sus sentim ientos estriba,
pertinente al m odo de funcionam iento del paciente? Según nuestra principalm ente, en identificar las emociones que pueden afectar a la
experiencia, los pacientes no suelen considerar esa circunstancia relación terapéutica y m o strar que las m entes influyen en las mentes,
com o un consentimiento para form ular preguntas personales acerca o, con m enos frecuencia, p reserv ar su propia m entalización, por
ejemplo, cuando se siente asustado.
de la vida del terapeuta, como tam poco es una autorización p ara que
el terapeuta se entregue a la autorrevelación en el sentido de hab lar de
su vida y problem as, ni es u n a excusa p ara que diga lo que le plazca
Cuadro 10.8. Emociones típicas de la contrarrelaeión
acerca de sus sentim ientos. Poner en «cuarentena» los sentim ientos
significa que el terapeuta tiene que considerar la pertinencia de su • Modo simulado:
- Aburrimiento, tentación de decir algo trivial
experiencia p ara los problem as del paciente y para el contenido y el
- Parece que uno está con el piloto automático, tentación de dejarse
proceso de la sesión. Efectuada con destreza, la discusión centrada en
llevar
u n a p arte de la experiencia del terapeuta es instructiva y aum enta la
- Inadecuada modulación del afecto (sentirse desinteresado, rígido,
sensibilidad del paciente al proceso interpersonal. desconectado)
R ecom endam os u n a serie de pasos p a ra m en talizar los senti­ • Modo teleológico:
m ientos del terap eu ta en relación con el tratam iento y el paciente - Ansiedad
(cuadro 10.7). E n prim er lugar, el terapeuta debe identificar el senti­ - Desear hacer algo (elaborar listas, estrategias de afrontamiento)
m iento en sí m ism o o, al menos, ser capaz de hab lar coherentem ente • Modo de equivalencia psíquica:
de él m ientras trabaja. En segundo, tiene que anticipar cuál será la - Perplejidad, confusión, ambigüedad, asentir con la cabeza en exceso
reacción del paciente a lo que va a expresar y decirlo abiertam ente. - No estar seguro de qué decir, limitarse a seguir la corriente
- Enfadarse con el paciente.
E sto es esencial si es probable que lo que vaya a decir resulte difícil
414 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRA STO RNO S DE LA PERSONALIDAD

Hay u n a serie de sentim ientos comunes, generados en el terapeu­


ta, que están vagamente relacionados con los m odos de no mentali-
zación. Estos se resum en en el cuadro 10.8.
No debemos sentirnos excesivamente persuadidos por estas suge­
rencias ya que, como modos no m entalizadores, no están vinculadas
a estados em ocionales específicos. Sin em bargo, la presencia de
cualquier sentim iento persistente debe alertar al terapeuta a pensar
y sopesar los modos no m entalizadores, utilizando sus sentimientos
como u n a form a de abordar el problema.
r
(
(
(
(
(
( Grupo de introducción a la MBT
( (MBT-I)
(
(
(
(
(
(
< Introducción

( En el presente capítulo nos ocuparem os del proceso introducto­


( rio al tratam iento basado en la m entalización (MBT-I), desarrollado
( en colaboración con Sigm und K arterud, de Oslo. El G rupo de In tro ­
ducción al p rogram a MBT, tiene varios objetivos:
(
( 1. Inform ar/educar a los pacientes acerca de la m entalización, el
( tra s to rn o de la p erso n alid ad y las á re a s de conocim iento
asociadas
(
2. P re p ara r a los pacientes p ara el tratam iento a largo plazo
( 3. A um entar la motivación
( 4. R ecabar m ás detalles acerca de la capacidad de m entalización
( 5. C onfirm ar la evaluación y el diagnóstico inicial.

( En resum en, el objetivo principal de la fase introductoria es ase­


( g u rar que los pacientes que em prenden el tratam iento lo hagan con
f una com prensión razonable del proceso en el que van a participar,
sean conscientes del enfoque del tra tam ie n to y co m p ren d an las
(
expectativas depositadas en ellos, así com o las expectativas que ellos
( pueden alberg ar acerca del tratam iento. Los pacientes con trasto rn o
( lím ite de la personalidad (TLP) reciben de 10 a 12 sesiones de trata-
(
í
418 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD GRUPO DE INTRODUCCIÓN A LA MBT (MBT-I) 419

miento introductorio (MBT-I) al modelo, m ientras que las personas Las sesiones se basan en ciertos principios:
con trasto rn o antisocial de la personalidad (TASP) reciben de 6 a 8
sesiones. En las secciones siguientes, exam inam os las adaptaciones • Los ejercicios se ordenan en u n a secuencia que avanza desde
recom endadas de los m ódulos básicos p ara adecuarlos m ejor al tra ­ escenarios em ocionalm ente «distantes» a otros m ás p e rso ­
bajo con personas con TASP. En térm inos absolutos, el núm ero de nalizados
sesiones no es el factor esencial de la MBT-I, sino que es m ás im por­ • Los debates se relacionan con la experiencia personal de los
tante im p artir conocim ientos y aum entar la com prensión y la m oti­ p a rticip a n te s ú nicam ente cuando el g rupo d e sarro lla u n a
vación a través de la potenciación y el desarrollo de una alianza atm ósfera coherente y existe suficiente confianza entre los
terapéutica con objetivos claros. p articipantes
• Se alientan nuevos ejercicios e ilustraciones si esto aum enta la
Al concluir la MBT-I, todos los pacientes m antienen u n a entrevis­
com prensión del tem a psicoeducativo
ta con un m iem bro veterano del equipo p ara revisar su experiencia
• Las tareas son voluntarias y requieren, por lo general, que los
de la MBT-I y planificar él tratam iento ulterior.
participantes aumenten la focalización en sus estados mentales
• En el transcurso de las sesiones se elabora u n «directorio» de
indicadores de no m entalización, com o el uso, p o r ejemplo, de
F o rm ato d e la MBT-I
determ inadas palabras y la seguridad en la propia opinión
La MBT-I está estru ctu rad o com o un grupo de psicoeducación • Se construye un directorio sim ilar de indicadores de buena
integrado por un m áxim o de 10 pacientes. Las sesiones se extienden m entalización. Ver el folleto correspondiente en hltp://anna-
a lo largo de 12 sem anas y cada u n a de ellas d u ra hora y m edia. Algu­ freu d .o rg /train in g -research /m en talizatio n -b ased -treatm en t-
nos módulos contienen m ás contenido que otros y pueden, si resulta training/MBT-i-leaflets/.
necesario, am pliarse a lo largo de dos periodos de sesiones. Es
Cada tem a va acom pañado de un docum ento y u n a planilla, los
im portante que los pacientes asistan a un m ínim o de dos tercios de
cuales están disponibles p ara su descarga en http://annafreud.org/
las sesiones para poder avanzar a un tratam iento ulterior en la MBT.
tra in in g -research /m en talizatio n -b ased treatm en t-train in g /M B T -i-
Sin embargo, si paciente y terapeuta deciden, por alguna razón, que leaflets/.
la intervención es inadecuada, se brinda una revisión y se sopesa un
tratam iento alternativo. No esperam os que todos los pacientes se
Papel de líder d el grupo
ajusten al modelo de tratam iento de la MBT-I, sino que dicho modelo
debe ser relevante a las dificultades de cada paciente. El líder del g rupo es un terapeuta que p erm anece «a cargo» del
Cada sesión grupal se atiene a u n patrón sim ilar: grupo no solo durante cada sesión, sino tam bién a lo largo de las 12
sesiones, asum iendo un papel activo en la estructuración del grupo.
• Bienvenida a los pacientes U tilizam os la expresión «a cargo» no p ara sugerir que el líder sea
• Resum en del m aterial de la sesión anterior autocrático, sino p a ra d a r a entender que gestiona el g rupo cuidado­
• Feedback sobre la tare a de la sesión anterior sam ente p a ra asegurarse de que cada tem a es abordado de m anera
• Introducción al nuevo tópico adecuada y tra tad o con suficiente detalle com o p a ra g aran tizar que
• Discusión y proceso de trabajo sobre el tópico en cuestión los pacientes sean conscientes de la im p o rtan cia del tem a. El líder
• Resum en final y discusión de las tareas. grupal a m enudo hace uso de u n a p iza rra o rotafolio p a ra resaltar
420 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T-I) 421

puntos clave o a n o ta r las contribuciones de los participantes en el M ódulo 1: ¿Qué es la m entalización y qué es una postura m en­
curso de los debates. En lo fundam ental, el líder m odela u n a actitud talizadora?
m entalizadora durante cualquier discusión, al tiem po que m antiene
una postura de experto en térm inos de sus conocim ientos acerca de El líder del grupo se presenta y da la bienvenida a los participantes
la m entalización y el trastorno de la personalidad. Este equilibrio es en la sesión. Entonces pasa a describir el propósito de las sesiones
im portante, porque la actitud m entalizadora o de «no saber» puede grupales, que es que los miembros aprendan acerca de la m entaliza­
confundirse con la carencia de conocim iento o com prensión. Sin ción, las emociones, el apego, las relaciones interpersonales y la salud
em bargo, n a d a m ás lejos de la realidad. La utilización de nuestro m ental. El objetivo de esta prim era sesión se centra en entender en
conocim iento p a ra inform ar de nuestros estados m entales y p ara qué consiste el program a de tratam iento y en apreciar qué es la m en­
estim ular el pensam iento en los dem ás constituye la esencia m ism a talización. El líder expresa su esperanza de que, con el fin de alcanzar
de la m entalización. El líder del grupo modela la actitud m entaliza­ dichos objetivos, todos participen lo m ás activam ente posible.
dora evidenciando que su conocim iento, a p esar de ser u n experto, Se pide a los nuevos m iem bros que se presenten y que describan
siem pre puede ser am pliado, aclarado y enriquecido p o r las contri­ brevemente por qué han sido rem itidos al program a. Si es necesario,
buciones de los m iem bros del grupo. De una form a crítica, su mente el líder ayuda a los individuos que lo requieran a expresarse por sí m is­
puede ser cam biada por las m entes de los demás; la com prensión de mos sin dejar de ser conscientes de la ansiedad natural que la persona
los participantes e ideas de estos sobre el tem a tratado repercuten en puede muy bien sentir por hallarse en un grupo por vez prim era.
la cuestión en sí. Por lo tanto, se pone el énfasis en que el líder esti­ El líder reparte las hojas de trabajo y alienta a los participantes a
m ule el debate entre los m iem bros del grupo. M antener un equilibrio hacer buen uso de ellas.
entre ap o rtar inform ación, por un lado, y aprender de las perspecti­
Luego pasa a describir concisam ente la e stru ctu ra del grupo...
vas de los m iem bros del grupo, por el otro, es u n a habilidad clave
p ara los líderes grupales. El líder debe tener cuidado de no incurrir • H abrá un total de 12 sesiones grupales
dem asiado en u n estilo de conferenciante, ya que eso tiende a fomen­ • El líder efectuará u n a breve introducción en cada u n a de ellas
ta r la pasividad en los m iem bros del grupo. Por el contrario, aunque • Se abordarán ejemplos basados en las propias experiencias de
el grupo esté orientado hacia una tare a concreta, siem pre debe tra ­ los participantes
ta r de generar algún tipo de proceso grupal. No obstante, el proceso • El líder grupal resu m irá continuam ente lo que pueda ap ren ­
generado tiene que esta r relacionado con el tem a del grupo p a ra que derse de los ejemplos discutidos
pueda tener lugar u n retorno sin rupturas a la tarea. • Se u tilizarán algunos textos
Hay, en cad a sesión, u n a cierta cantidad de m aterial que debe • Se llevarán a cabo algunos role-play
cubrirse, y el líder del grupo h a de ceñirse de m anera fiel al progra­ ... y h a rá hincapié en otros aspectos:
m a. La experiencia dem uestra que es fácil divagar y te rm in a r per­
diéndose, lo que obstaculiza la ejecución del program a. También es • El grupo es psicoeducativo
im portante que, a p esar de que el líder del grupo m antenga u n a pers­ • No se p ed irá a ningún participante que profundice en sus p ro ­
pectiva psicoeducativa, el aprendizaje tenga lugar a través de las pro­ blem as personales
p ias a c tiv id a d e s de los p a rtic ip a n te s , u tiliz a n d o ejem plos • El grupo puede ser utilizado, a veces, p a ra d iscutir cuestiones
proporcionados p o r estos p a ra ilu strar los aspectos relacionados con personales que estén relacionadas con el tem a, aunque el tiem ­
el tem a que se esté tratando. po dedicado a ello será lim itado.
(
(
422 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD GRUPO D E INTRODUCCIÓN A LA M B T (M B T -I) 423 (

(
El líder del grupo explica a continuación la im portancia de que vaciones. Solo nos sorprendem os cuando algo nos a p a rta de la res- ^
todo el m undo asista a todas las sesiones p ara fom entar la cohesión puesta o el «guión» esperado, m om ento en el que se produce u n a
grupal y p e rm itir que cada p a rticip a n te se sienta cada vez m ás in terru p ció n en la interacción espontánea. E ntonces nos detene- ^
cóm odo con los demás. Se aconseja a los participantes que tam bién mos y nos preguntam os: «¿Qué ha sucedido? ¿Realm ente entiende (
traten de conocerse m ejor a través de los ejercicios y debates, espe­ lo que quiero decir? Eso no es lo que yo q u ería. Voy a intentarlo (
rándose que todos lleguen a p a rticip a r activam ente aportando sus o tra vez»; o bien: «¡Rayos!, o tra vez está o c u rrien d o lo m ism o. No
propias historias. me escucha. Bien, si quiere que las cosas sean así... Ya se lo he
explicado bastante». Es entonces cuando rec u rrim o s a la m entali- ^
zación explícita o controlada. (
Tema: ¿Qué es la m entalización?
Actividad grupal. El líder escribe en la pizarra: «¿Qué es la mentali­ Al revisar la dim ensión m entalización autom ática versus m enta- (
zación?», y brinda su propia explicación al respecto, anotando deba­ lización controlada/explícita, no es raro descubrir que la persona se (
jo los puntos clave mientras lo expone. preocupa en exceso por lo que los dem ás están pensando y sintiendo.
Esto perm ite que el líder del grupo esboce otra dim ensión de la m en­
El líder recaba la com prensión de los p articipantes y expande su talización, es decir, la dim ensión otros/uno mism o. {
explicación de qué es la m entalización utilizando ejemplos y com en­
tarios procedentes del grupo. E n este punto, puede u tilizar el rota- Entonces se van delineando gradualm ente todas las dim ensiones '
de la m entalización: (
folio p a ra e n fa tiz a r los puntos clave y explicar que no hay nada
m isterioso en m entalizar, sino que es, esencialm ente, un concepto • Autom ática/controlada {
muy simple y algo que todos hacem os la m ayor p a rte del tiem po.
• Em ociones/pensam ientos
Es im portante que el líder del grupo aborde aspectos específicos • Otro/uno m ism o
de la m entalización, de m anera que los participantes puedan enten­ • Externo/interno. (
derlos. E n p rim er lugar, debe definir la m entalización en el sentido
de que consiste en un proceso mental mediante el cual nos atribuimos El líder brinda, a m odo de ilustración, ejem plos de c a d a una de í
intenciones m utuam ente; es el m odo en que podem os entender que ellas y pregunta a los participantes si recuerdan haber sentido que (
los otros y nosotros m ism os estam os im pulsados por motivaciones otras personas tendías a funcionar en exceso desde cualquiera de las ,
subyacentes, reconociendo que estas adoptan la form a de diferentes dim ensiones citadas. M entalizar supone el equilibrio de estos aspec­
pensam ientos, creencias, deseos y em ociones, etcétera. Uno de los tos de la función m ental, por lo que el uso excesivo de alguna de ellas '
requisitos p a ra m antener buenas relaciones interpersonales es que desem boca en u n a m entalización de baja calidad. C onfiar dem asía- <
nos entendam os tanto unos a otros como a nosotros m ism os de for­ do en los estím ulos em ocionales resulta poco fiable; p o r el contrario, (
m a razonablem ente precisa. apoyarse en la com prensión cognitiva (pensam ientos), sin p restar
atención a los sentim ientos subjetivos, tam bién será causa de proble­
M e n ta liz a r es n o rm al. C uando in te ra c tu a m o s con o tro s de
mas. Por ejemplo, u n vendedor puede resu lta r convincente acerca de 1
m anera n a tu ra l y espontánea, la m entalización tiene lugar autom á­
lo que está vendiéndonos y, sin em bargo, si no confiam os en él, es í
ticamente. Ni siquiera advertim os que estam o s m en talizan d o (es
muy probable que no le com prem os nada.
decir, que estam os in terp retan d o las intenciones y los sentim ientos
ajenos), sino que sencillam ente respondem os de m anera recíproca Al final del debate, el rotafolio debería m o strar las cu atro dim en­
a los dem ás haciendo suposiciones razonables acerca de sus moti- siones de la m entalización con algunos ejem plos ilustrativos, aporta-

... A I
424 TRATAMIENTO BASADO EN LA M E T A L IZ A C IÓ N PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T-I) 425

dos preferentem ente por los participantes, de los polos identificados La apreciación im portante a form ular en este caso es tra ta r de
de cada dim ensión. Estos ejemplos pueden ser añadidos, a m edida identificar cómo algunas de estas sugerencias tienen que ver con el
que se desarrolla el debate, en el curso de la actividad grupal. Por lo estado m ental del hom bre -y, por lo tanto, están relacionadas con la
general, puede llevarse a cabo un pequeña p arte del proceso de tra ­ m entalización-, m ientras que otras son m ás descriptivas y no están
bajo utilizando la dim ensión del foco externo/interno. Los pacientes relacionadas con los estados m entales. M uchas sugerencias pueden
suelen observar detenidam ente al líder de grupo y advierten sus tener que ver con la escena general, pero no están relacionadas con
expresiones faciales, a m enudo dándoles u n significado, y pueden la cuestión de tener en cuenta la m ente de la persona que se encuen­
tam bién p restar atención a la conducta del resto de los participantes. tra a la cabeza de la cola.
De ese modo, el líder puede utilizar estos ejemplos evidentes p ara
Puede ayudar a clarificar las cosas si hablam os de situaciones que
ilu strar cada punto.
no exigen demasiada mentalización o que no requieren una excesiva
Por últim o, puede presentarse la oportunidad de d iscutir cómo capacidad de m entalización, con el fin de recalcar que, en esta tarea,
sobreinterpretam os las motivaciones de otras personas e invertir un nos focalizam os en nuestra propia m ente y en la m ente de los demás.
tiem po considerable interpretando cosas a p a rtir de sus acciones. Cuando, p o r ejemplo, alguien realiza u n trabajo m atem ático, p rac ti­
E sta tendencia se conoce com o hipermentalización. La m ayoría de ca ejercicio, descansa o come, m entalizar no es necesario, porque su
los pacientes entienden que la hiperm entalización es contraprodu­ foco, en ese caso, no recae en la mente, sino en la m ism a tarea. R esul­
cente y consum e inútilm ente grandes cantidades de energía. ta útil que el líder del grupo utilice algunos aspectos de la actividad
que el grupo está llevando a cabo p a ra ilu strar la diferencia entre la
Actividad grupal. ¿Qué pensarías si, en tu camino a la clínica, hubie­ capacidad de m entalizar o tras m entes y u tilizar una narrativa des­
ses visto una larga cola en una parada de autobús en la que un hom­
criptiva, p o r ejemplo. El líder explica que la persona que encabeza la
bre, a la cabeza de la cola, discutía acaloradamente con alguien
que, según te parece, quería colarse? El resto de las personas que fila p o d ría ser am iga de la o tra persona o que am bos podrían h ab er
hay en la cola observan enfadadas. Escribe algunas notas acerca de ocupado antes la prim era posición en la fila y haber ido a com prar
lo que piensas que le sucede al hombre que encabeza la cola. algo, y que es im portante reg istrar estos descriptores y reflexionar en
ellos, aunque no nos dicen lo que está sucediendo en la m ente del
Este sencillo ejercicio es adecuado p a ra dem ostrar: hom bre que está a la cabeza de la fila.

1. Que las personas interpretam os el m ism o evento de diferentes


Beneficios de la mentalización
m aneras
2. Que algunas interpretaciones son m ás plausibles que otras El líder del grupo continúa diciendo que m entalizar es conveniente
3. Que algunas declaraciones sobre la escena son m entalizacio- e im portante. La m entalización es pertinente, por ejemplo, cuando:
nes (por ejemplo, «Creo que el hom bre puede sentirse enfada-
• T ratam os de consolar a u n am igo que está triste
do/preocupado/ansioso»), m ientras que otras no (por ejemplo,
• D eseam os corregir u n m alentendido con un am igo
«Ha estado esperando m ucho tiempo» [descripción]; «El hom ­
• Q uerem os calm ar a u n niño enfadado
bre que encabeza la cola llega tard e al trabajo, y la otra perso­
• Tenemos ganas de em borracharnos o de consum ir drogas
na lo em puja porque quiere detenerlo p ara que llegue tarde, ya
• D eseam os convencer a n u e stro jefe de que nos aum ente el
que trabajan juntos y no se caen bien. El prim ero quiere que sueldo
despidan al otro» [hiperm entalización]). • Salim os con una nueva pareja...
i
426 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD GRUPO DE INTRODUCCIÓN A LA MBT (MÜT-I) 427

En este punto, los participantes pueden a ñ a d ir a la lista sus p ro ­ necesariam ente con los pacientes sobre este térm ino, a m enos que
pios ejem plos. En resu m en , m e n ta liz a r es im p o rta n te p o r las estos m anifiesten un interés particular.
siguientes razones: La experiencia de que los demás entienden sin que tengamos que
decir nada. El líder del grupo tam bién m enciona, en este punto, la
• P ara entender lo que está teniendo lugar entre diferentes per­ im portancia de no sucum bir, durante la terapia individual y grupal,
sonas a este deseo o suposición. Los terapeutas tam poco son capaces de
0 P a ra entendernos a nosotros mism os, quiénes somos, nuestras leer la m ente de o tras personas.
preferencias, nuestros valores, etcétera
• P ara com unicarnos bien con nuestros amigos cercanos Las capas de la mente. Esto se refiere al hecho de que tam bién es
• P ara regular nuestros propios sentim ientos imposible com prender plenam ente lo que está sucediendo en nuestra
• P ara regular los sentim ientos de otras personas propia mente. Es fácil m alinterpretarse a uno mismo; podem os tener
• P ara evitar m alentendidos acceso a algunos pensam ientos y sentim ientos, pero debajo de estos
• P ara percibir m ejor la conexión existente entre acciones y em o­ subyacen otros pensam ientos y emociones confusas que pueden ser
ciones y así poder eludir m ás fácilm ente los patrones de pen­ difíciles de entender.
sam ientos y sentim ientos destructivos. La diferencia entre interpretaciones y acciones. Los individuos
varían en el m odo en que in te rp re ta n las cosas, en cóm o llegan a
Mentalización y malentendidos establecer juicios y en su capacidad p a ra a fro n ta r situaciones; en
suma, diferentes personas m antienen perspectivas distintas sobre el
El líder del grupo presenta el siguiente tem a: m entalizar tiene
m undo. R econocer estas d iferencias im plica rec o n o c e r que los
m ucho que ver con los m alentendidos. «Vamos a discutir p o r qué
deseos y las interpretaciones dependen de las perspectivas, y que, al
m alinterpretam os tan a m enudo a los dem ás y a nosotros mismos.
desear y pensar de m anera diferente, cada individuo puede com por­
¿Alguna sugerencia?»
tarse de form a distinta, incluso en situaciones sim ilares. El deseo de
Actividad grupa!: Sugerencias acerca de por qué solemos malinter- una determ inada persona y su interpretación de u n a situación esta­
pretarnos los unos a los otros. rá influido no solo por el aquí y el ahora, sino tam bién p o r su inter­
pretación de la situación a la luz de sus opiniones acerca del futuro
El líder toma nota de todas las sugerencias y las comenta. El obje­
y su com prensión del pasado. Los deseos e interpretaciones sobre
tivo, en este caso, es fom entar el debate acerca de las características
situaciones específicas tam bién infhiyen en nuestros recuerdos, pre­
de la m ente, cómo las personas sostienen diferentes valores y tienen
ferencias, esperanzas y o tras experiencias m entales. El efecto signi­
distintas experiencias vitales y de qué m odo utilizam os estrategias
ficativo que las d iferencias c u ltu rale s pueden ten e r en nuestras
diversas para ocultar determ inados aspectos de nosotros mism os.
perspectivas, deseos y creencias tam b ién debe ser subrayado, y
Por lo general, las sugerencias están relacionadas con alguna de mucho m ás cuando los m iem bros del grupo tal vez tengan distintos
las siguientes cuestiones: orígenes étnicos o religiosos.
La opacidad de la mente. Este es un punto clave: ¿cómo podemos Una actitud defensiva. El hecho de que o tra persona adopte una
saber qué está sucediendo en la m ente de o tra persona? actitud o u n a p o stu ra defensiva y reprim a sus sentim ientos y/o pen­
N uestra tendencia a atribuir pensam ientos a los otros (por ejem­ sam ientos, porque tiene m iedo de algo (por ejemplo, p a sar vergüen­
plo, creer que los dem ás piensan igual que nosotros). Esto tam bién za o ser juzgado), afecta inevitablem ente a su capacidad de entender
se conoce com o equivalencia p síq u ic a , a u n q u e no debem os h a b la r lo que ocurre en su mente.
428 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAIJZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD GRUPO DE INTRODUCCIÓN A LA MBT (MBT-I) 429

Tener dificultades para encontrar las palabras con las que expresar Actitud mentalizadora. Con referencia a lo que se ha discutido, el
pensamientos y sentimientos. Todos tenemos esta experiencia a veces, líder sugiere exam inar algunos ejemplos típicos de pobres habilida­
especialm ente cuando nos sentim os ansiosos. des de m entalización deficiente. Por ejemplo, afirm aciones arrogan­
tes sobre los motivos de o tras personas, pensam iento en blanco y
Ocultación deliberada o «manipulación mental». Si la o tra p er­
negro (es decir, sin m atices ni duda alguna), pensam iento que no tie­
sona oculta sus intenciones, juega con los sentim ientos o no es sin ­
ne en cuenta las emociones y pasa por alto el hecho de que las perso­
cera, se increm enta la dificultad de in te rp re ta r su estado m ental.
nas se influyen m utuam ente.
Es la opacidad de la m ente la que hace posible que la gente oculte
cosas de esta m anera. Actividad grupal. El líder solicita más ejemplos de habilidades de
mentalización deficientes.
E s ta discu sió n es se g u id a entonces p o r u n a nueva ac tiv id a d
gru p al. Una vez que los participantes h a n aportado varios ejemplos, el
Actividad grupal. El líder pide ejemplos de alguien que se haya líder define la actitud mentalizadora como algo muy diferente de los
malinterpretado a sí mismo. ejemplos aportados. Al contrario de estos, la m entalización se carac­
teriza por la curiosidad acerca de las experiencias, pensam ientos y
Este ejercicio subraya el componente «uno mismo» de la mentali- sentim ientos de la o tra persona, siendo u n a actitu d exploratoria
zación y los sentim ientos poderosos que pueden derivarse de la incom ­ m arcada por el no saber.
prensión del propio self. Dos o tres ejemplos deberían b a sta r en este
caso. El líder ayuda a aclarar las posibles razones de las incom pren­ Actividad grupal: Dos pacientes son invitados a efectuar un role-play
en el que uno entrevistará al otro. La tarea consiste en que, sirvién­
siones y tam bién apo rtará ejemplos de la vida cotidiana e incluso de
dose de una actitud mentalizadora, el entrevistador averigüe cómo
su experiencia personal, a fin de tran sm itir que los problem as y m al­ se sintió la otra persona la tarde del día anterior.
entendidos de la m entalización no son algo que concierna tan solo a
los pacientes. Quizá se trate de u n m alentendido en una tienda, d u ra n ­ E n esta fase, los pacientes, especialm ente los nuevos, en ocasio­
te u n a reunión, etcétera. Por ejemplo, u n a m ujer considera que su nes se m uestran reacios a p a rtic ip a r en los role-play, Si nadie está
estado actual es el de enfado con su novio, de modo que le grita y este dispuesto a hacer de entrevistador, el líder puede asum ir dicho papel.
se m archa. Pero, de hecho, su sentim iento no tiene que ver tan to con A m enudo, u n a vez em pieza el role-play, los pacientes se sienten m ás
la ira com o con sentirse herida e incom prendida. Los gritos no son el dispuestos a participar. Entonces se abordan las experiencias corres­
m ejor m odo de gestionar este tipo de sentim ientos y, si se hubiese pondientes. ¿Qué te ha parecido aplicar u n a actitud de curiosidad y
entendido m ejor a sí m ism a, habría reaccionado de m anera diferente. de no saber respecto al estado m ental de otra persona? ¿Qué te p are­
ce este tipo de actitud? ¿Te ayuda a m entalizar, es decir, a ser más
Actividad grupal: El líder del grupo pide ejemplos en los que la per­ consciente de tu propio estado m ental?
sona haya malinterpretado a otros.
El líder grupal explica que, d u ran te el tratam iento, los terapeutas
El ejercicio se centra a h o ra en polo opuesto de la m entalización intentan adoptar esta actitud a la hora de ab o rd a r los problem as del
- a saber, el «otro»- y en el m odo en que este tipo de m alentendidos paciente.
pu ed e causar, problem as. De nuevo, b a s ta rá n unos c u a n to s ejem ­ Tarea para casa: Practicar la actitud m entalizadora. Se anim a a
plos. El líder ayuda a re la c io n a r c ad a p u n to con las p a la b ra s clave aquellos que tengan esa posibilidad a que busquen a un amigo o
e sc rita s en el rotafolio y com enta posibles explicaciones p a ra los alguien de su familia para entrevistarlo de la misma manera que en
m alentendidos. el role-play, es decir, interesándose por el modo en que se sentía el
430 TRATAMIENTO BASADO EN LA MF.NTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (f *B T-I) 431 I

día anterior o en algún momento previo de ese mismo día. Se ani­ Uno mismo: Utilizamos un ejemplo que m uestre que todos pode­ l
ma a los pacientes a formular preguntas desde la curiosidad, el no mos ser egoístas y situar nuestras necesidades p o r encim a de los (
saber y la ausencia de prejuicios, tratando de extraer, de la persona demás. Cuando actuam os de este modo, no nos im porta lo que otros
con la que hablan, todos los estados mentales, pensamientos y emo­ (
quieren o piensan y no tenem os tiem po p a ra ver qué es lo que les
ciones que sea posible. Se debe tomar nota de cómo les hace sentir i
eso y también preguntar a la otra persona cómo se ha sentido ella. ocurre, sino que ta n solo esperam os que se c iñ an a nuestros deseos
e incluso insistim os en ello m ostrándonos coercitivos e intim idato- (
rios. A veces, nuestros deseos se ven fru stra d o s por los dem ás, y
A daptación al TASP: Q ué es m en ta liza r y p ro b lem a s asociados a (
entonces nos preocupam os p o r nuestra propia pérdida. Por ejemplo,
la m entalización (
cuando se nos priva de cuidar a nuestros hijos - ta l vez porque están
Es im portante que el líder aborde aspectos específicos de la m en­ en régim en de acogida o nuestra pareja no nos perm ite acceder a (
talización que los participantes puedan entender. Como norm a gene­ ellos-, nos sentim os desolados y somos incapaces de obtener placer I
ral, las sesiones de la MBT-I sobre m entalización perm iten más alguno de nuestro papel como padres.
discusión en la MBT-TASP que en la MBT-TLP, con un foco mayor en (
Otros: En ocasiones, podem os fo calizarn o s dem asiado en los
la interacción antisocial, la agresividad y la crim inalidad. Se sum i­ (
dem ás y tenem os que sopesar por qué lo hacem os, ya que cuando
nistran detalles específicos acerca de las diferentes dim ensiones de (
p red o m in a este enfoque, estam os sacrificando n u estras propias
la m entalización p ara facilitar la organización cuando el grupo abor­
necesidades. Por otro lado, podem os apoyar a o tras personas y serles (
de problem as concretos.
útiles pensando en sus necesidades. Eso es algo que solemos hacer
(
Al principio, el líder del grupo com ienza de la m ism a m anera, con nuestros hijos.
definiendo qué es m entalizar. M entalizar significa atribuirnos inten­ (
Por últim o, tam bién debem os considerar con sum o cuidado e iden­
ciones recíprocam ente, entendiendo que los dem ás y uno mismo (
tificar las necesidades de otros individuos pero, en lugar de ayudarlos
estam os im pulsados por motivos subyacentes y reconociendo que
en sus problem as o de d isfru ta r de su com pañía, podem os albergar (
estos adoptan la form a de pensam ientos, deseos y em ociones dife­
otros intereses. Por ejemplo, si conocem os m uy bien a alguien, pode­ (
rentes, etcétera. Un requisito para las buenas relaciones interperso­
mos conseguir, sin que él lo sepa, que haga cosas p ara nosotros e
nales es que nos entendam os unos a otros -y a nosotros m ism os- de <
incluso utilizarlo p a ra nuestros propios fines. En estas c irc u n sta n ­
forma razonable y precisa. De igual modo, es im prescindible tener, /
cias, no hay participación real en la relación; p o r el contrario, lo que
en este caso, algún conocim iento de las instituciones y de cóm o fu n ­
cionan, tratan d o de aceptar m ínim am ente sus fortalezas y debilida­ hay es explotación. t
des. Siem pre es decepcionante c u a n d o n u e stra s expectativas y Implícita: cuando interactuam os con otros de m anera n a tu ra l y í
esperanzas no se ven satisfechas p o r los servicios públicos, por ejem­ espontánea, la m entalización tiene lugar automáticamente. No necesi­
plo, y tenem os que d esarrollar form as de sa ca r el m áxim o partido de tam os esforzarnos y ni siquiera nos dam os cuenta de que estam os
estos servicios de m anera constructiva. Pero solo podrem os hacerlo m entalizando (es decir, que estam os in terpretando las intenciones y l
si somos conscientes de sus lim itaciones. sentim ientos de los demás). Sim plem ente respondem os a ellos con
reciprocidad, háciendo suposiciones razonables acerca de sus m otiva­ i
Líder del grupo-. Describe las diferentes dimensiones de la mentali­
ciones. Es solo cuando se a p a rta n del «guión» o de la respuesta espe­
zación. Aporta ejemplos para ilustrar los polos de cada dimensión. <
Escribe estas dimensiones en un rotafolio o una pizarra. Si es posi­ rada, cuando nos sorprenden debido a que se interrum pe la interacción
ble, brinda ilustraciones positivas de, cada uno de los potos, seña­ espontánea. Ante esto, reaccionam os de dos m odos. E n p rim er lugar, (
lando su relevancia para el TASP. podem os p a ra rn o s y p re g u n ta r: «¿Qué h a o c u rrid o ? ¿R ealm ente
(
432 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T -I) 433

entiende lo que quiero decir? Eso no es lo que yo quería. Voy a inten­ ción y asignar un poco de tiem po adicional por si surge algún im pre­
tarlo otra vez». Es probable que esto conduzca a una interacción cons­ visto, efectuam os u n a evaluación razonable del m om ento en que
tante y constructiva. tendrem os que salir. Podem os h acer lo mismo, en cierta m edida, con
los demás. Algunas personas están acostum bradas a tra b a ja r con
En segundo lugar, podem os reaccionar con una emoción como,
otras y entender cóm o funcionan sus mentes, m ientras o tra s no
p o r ejemplo, frustración, m olestia o enfado, interpretando que la
parecen ta n buenas a este respecto.
otra persona no nos escucha o es estúpida, convirtiéndose en un obs­
táculo o rechazándola, lo cual pone fin al proceso de interacción. Sin Afecto: La subjetividad, o la «reacción visceral», es una form a
embargo, lo m ás frecuente es que esto se base en un m alentendido mucho m ás rápida de evaluar las situaciones, aunque no necesaria­
que podría verse rectificado. m ente peor que el razonam iento deductivo (es decir, el pensam iento).
El líder debe hacer hincapié en que am bos modos de funcionam iento
Líder del grupo: Subraya la importancia de no hacer suposiciones son necesarios y que, dependiendo del contexto, uno podría ser m ás
demasiado rápidas acerca de los demás. apropiado que otro. Por ejemplo, si tenem os la sensación de que esta­
mos en una situación peligrosa, es probable que, en lugar de d edicar
E xplícita: Podem os p e n sar en nosotros m ism os o en otros de
un tiem po a d eterm inar exactam ente por qué es o no peligrosa, sea
m an era bastante abierta. E sto es algo que hacem os verbalizando
m ejor salir de la situación ta n pronto como nos sea posible. Por otro
nuestras reflexiones sobre lo que sentim os y pensam os, teniendo en
lado, cuando «perdemos la cabeza», estam os dem asiado alterados
cuenta el contexto. En el grupo, pedim os a todos que sean ta n explí­
em ocionalm ente com o p a ra to m a r decisiones sensatas. Es p o r eso
citos com o sea posible acerca de sus estados actuales. Además, pedi­
que necesitam os un equilibrio entre procesos cognitivos y afectivos.
mos que todos los participantes consideren los estados de los demás.
En m om entos que puedan a c a rre a r incom prensión o incertidum bre, Líder del grupo: Asegurarse de que los miembros del grupo aprecian
lo m ejor es ser explícito. que ambos modos de funcionamiento son útiles y que ninguno es
mejor que el otro. Destacar asimismo que ambos pueden utilizarse
Líder de grupo: Señala que, a veces, será necesario que el líder deten­ bien o mal.
ga el grupo e invite a todos a participar en un proceso explícito de
mentalización. Esto ocurrirá cuando uno o más miembros del gru­ Externa: D iscutir el foco que todos ponem os en la inform ación
po se alteren tanto emocionalmente que corran el peligro de «reac­ exterior y conductual. Tendemos a observar los m ovim ientos o c u la ­
cionar» sin pensar. res, la p o stu ra corporal, la apariencia, el tono de voz, la expresión
facial, y, basándonos en esta inform ación, em itim os u n juicio sobre
Cognición: D iscutir m aneras ráp id as o lentas de evaluar los even­ el estado m ental de alguien. C uando actuam os de ese modo, solemos
tos y las interacciones con la gente. El m étodo m ás lento es el cogni- acertar, pero tam bién podem os m alin terp retar los indicios externos.
tivo y supone que debem os p e n sar racionalm ente y e x am in ar de una Según parece, las personas con TASP tienen dificultades p a ra leer
fo rm a relativam ente im parcial la evidencia de algo. U tilizam os este determ inados estados em ocionales como, probablem ente, el m iedo y
m étodo cuando querem os resolver u n problem a. Así pues, si quere­ es posible que tam bién otros. En térm in o s generales, m ejoram os
m os sab er cóm o a c u d ir a una cita y a qué h o ra tenem os que salir de nu estra com prensión de los dem ás cuando tenem os en cuenta no
casa - p o r ejemplo, p a ra llegar a tiem po a la reunión del g ru p o -, tene­ solo su apariencia externa, sino tam bién su estado interior, y no asu ­
m os en cuenta factores tales com o el tra n sp o rte , el tiem po requerido m im os que su presentación exterior indica necesariam ente un d eter­
p a ra ir andando, la regularidad de los autobuses y trenes, el tiem po m inado estado m ental. P ara lograrlo, frecuentem ente tenem os que
de espera, y así sucesivam ente. D espués de re u n ir to d a la in fo rm a­ u tilizar la m entalización explícita: «Parece com o si no m e creyeses.
434 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD GRUPO DE INTRODUCCIÓN A LA MBT (MBT-I) 435

¿Qué es lo que no crees de lo que te estoy diciendo?» El desfase entre M ódulo 2: ¿Qué significa tener problem as d e m entalización?
lo que un individuo expresa externam ente y lo que está ocurriendo en
su interior puede tornarse evidente teniendo en cuenta de qué modo D urante la prim era reunión, el líder ya habrá observado quién se
optam os con frecuencia por no perm itir que la gente sepa cómo nos m ostraba m ás activo y quién m ás retraído. En este grupo, deberá
sentim os y, en lugar de ello, «disimulamos». Podemos, cuando esta­ im plicar con delicadeza a los m iem bros que, h a sta el m om ento,
mos ansiosos, intentar m ostrarnos confiados o parecer valientes si hayan perm anecido en silencio, con la intención de hacerles partici­
sentimos miedo. Así pues, la lectura errónea puede deberse a que la p ar m ás si es posible.
persona no desea que otros sepan cómo se siente o bien a que, por
algún motivo, el «receptor» interpreta erróneam ente la situación. R esu m e n

Líder del grupo: Se asegura de que el grupo entienda esta distinción. El líder del grupo em pieza resum iendo brevem ente el últim o
Un individuo puede causaren alguien una determinada impresión, encuentro. Los principales puntos a reitera r son:
pero eso no tiene por qué ser lo que realmente siente. Por ejemplo,
podría parecemos que alguien está enfadado porque grita pero, en • M entalizar es una habilidad que todo el m undo posee
realidad, solo «quiere ser escuchado». Tratar a ese individuo como • M entalizar hace que seam os valiosos los unos p a ra los otros
si estuviese enfadado podría hacerle sentirse incomprendido. La • Nos interpretam os unos a otros autom áticam ente y, en ocasio­
forma de manejar esto pasa por indicarle que podría serle de más nes, lo hacem os de form a m ás explícita, especialm ente cuando
ayuda explicar lo que está experimentando en su estado interno. nos sentim os confusos o inseguros. Incluso entonces, p o d e ­
Esto se alienta en el grupo.
mos fácilm ente m a lin te rp re ta r a los dem ás y a nosotros m is ­
Interna: Se refiere a nuestro estado in terio r actual, es decir, el mos a causa de la com plejidad de la m ente y la falta de claridad
modo en que nos sentim os y lo que pensam os acerca de algo, lo cual • R eaccionam os de m an era diferente ante las m ism as situacio­
podemos m anifestar a los demás o bien encubrirlo p ara que no sepan nes. N uestra m ente tiene m últiples capas y estas pueden entrar
cómo nos sentim os o qué estam os pensando. en conflicto entre sí. A m enudo, no reconocem os ni apreciam os
que los otros no nos entiendan, podem os tener dificultades p ara
Líder del grupo: Sugiere que, si queremos sentirnos comprendidos por expresar nuestros propios pensam ientos y sentim ientos confu­
los demás y obtener su ayuda, es importante empezar a expresar sos, nos ponem os a la defensiva y ocultam os deliberadam ente
cómo estamos en nuestro interior. Si lo disimulamos, es más proba­ facetas de nosotros m ism os
ble que nos sintamos incomprendidos, estemos menos implicados • Ya se h a n presentado ejemplos de lo que es una capacidad men-
con los demás y seamos incapaces de obtener un apoyo significativo.
talizadora deficiente, y de la actitud arrogante e intransigente
Al final del grupo, el líder resum e la sesión y efectúa a los partici­ que puede generar, pensam iento de tipo blanco o negro o el uso
pantes la siguiente sugerencia: de determ inadas palabras com o «solo», «claramente», «siempre»
• C oncluim os con lo que define a u n a actitud m entalizadora, es
Líder del grupo: Durante la próxima semana, tomaremos nota de decir, la exploración c u rio sa y la a ctitu d de no saber.
alguna interacción entre personas de la que pensemos que se ha
perdido la menlalización e informaremos al respecto a la siguiente Líder del grupo: Pregunta si los miembros del grupo han llevado a
semana. Yo haré lo mismo y también os informaré de ello. Asimis­ cabo sus tareas y, en caso afirmativo, qué les han parecido.
mo también podemos anotar cuando creamos que somos nosotros Líder del grupo: Pregunta si algo de lo debatido hasta ahora no está
quienes hemos perdido la mentalización y, si es posible, averigua­ claro, y también si hay algo que los miembros del grupo hayan pensa­
mos cómo ha sucedido. do desde la última vez y deseen dialogar conjuntamente.
GRUPO DE INTRODUCCIÓN A LA MBT (MBT-I) 437
436 t r a t a m ie n t o b a s a d o e n la m e t a l i z a c i ó n pa r a t r a s t o r n o s d e la p e r s o n a l id a d

Si los pacientes proporcionan ejemplos de sus tareas, estas se discu­ La interpretación de que Sarah está m olesta y tra ta de gestionar
ten brevemente y se identifican los aspectos positivos. Del mismo modo, sus sentim ientos representa u n a buena m entalización, no solo por­
si los pacientes no tienen claro lo que se ha tratado hasta el momento, que es probable que sea la m ás exacta, sino tam bién porque intenta
se aborda de m anera concisa este particular. Algunas preguntas pue­ establecer el estado m ental de S a ra h con relación a su conducta.
den ser abordadas m ás adelante en el program a y tan solo se tratan Algunos pacientes pueden p en sar que S arah debería haber dicho
ahora escuetam'ente; en lugar de hablar de ellas en detalle, el líder con­ algo; si este es el caso, el líder del grupo debe pedirles que consideren
firma que las preguntas serán respondidas en una fecha posterior. por qué Sarah no expresó lo que pasaba p o r su mente. Plantear esta
cuestión es sum am ente positivo, no porque los pacientes parezcan
Tema: P roblem as de m e n ta liza c ió n «saber» cómo «debería» com portarse alguien (lo cual sería u n a pos­
tu ra no m entalizadora que presupone verdades absolutas y que uno
El líder explica que, en la reunión de hoy, se profundizará en el
sabe), sino porque el debate de esta cuestión puede estim u lar una
debate de lo que significa una buena o m ala capacidad de m entaliza­
mayor m entalización acerca del estado m ental de Sarah.
ción, así com o las consecuencias derivadas de cada u n a de ellas.
Pero, antes, el grupo llevará a cabo algunos ejercicios de m entaliza­ E ste ejemplo sirve com o ejercicio de «precalentam iento» e in tro ­
ción. La p rim era tare a se escribe en la hoja de trabajo de la sesión ducción al tem a de las consecuencias que a c a rre a u n a m ala capa­
(del siguiente modo): cidad de m entalización. El líder resum e de nuevo lo que se discutió
la últim a vez con respecto a cuáles son las características de una
Actividad grupa!*: Es el cumpleaños de Sarah. Ella está planeando
m entalización deficiente:
celebrarlo con Mike, su novio, y lo ha invitado a cenar en su casa.
Ha comprado vino para acompañar la cena y está deseando que • Sentirse seguro acerca de las motivaciones de los demás
venga cuando salga del trabajo. Pero, cuando Mike llega, no trae un
regalo para ella y le dice, «Guau, menuda cena has hecho, y eso que • Pensam iento en blanco y negro (es decir, sin matices)
es martes». Durante !a cena, Sarah permanece en silencio y se bebe • Pobre reconocim iento de los sentim ientos concom itantes
la mayor parte del vino. (poca empatia)
¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué crees que Sarah se comporta de la • P asar por alto el hecho de que las p erso n as se influyen m u tu a­
manera en que lo hace? m ente
El líder del grupo anota en la p iza rra todas las aportaciones. Al • In terp retar a otros sin u n a consideración cuidadosa puede ser
final, resum e que hay varios motivos posibles que explicarán la con­ irrelevante, inducir a erro res o incluso ser algo m uy concreto
ducta de Sarah, y que estos no son m utuam ente excluyentes, sino que (es decir, prim ero ocurrió esto, luego sucedió aquello, etcétera)
pueden com plem entarse. Sin em bargo, algunos m otivos son quizá • Poca curiosidad acerca de los estados m entales
m ás im portantes que otros, y tam bién hay algunas interpretaciones • Se em plean m uchas p a la b ras con u n contenido parcial, es
que son m enos probables que otras. R espuestas del tipo «Sarah bebe decir, sin ningún significado real
n orm alm ente los m artes» o «Sarah no suele h a b la r c u a n d o bebe» • El discurso está plagado de tópicos y palabras caprichosas que
constituyen ejemplos de una m entalización pobre. Una interpretación no parecen h ab er sido asim iladas y que tienden a alienar a la
com o «A S arah le gusta el vino m ás que a Mike» representa tam bién o tra persona
un bajo nivel de m entalización. Más que declaraciones acerca del esta­ • Se enfatizan los factores externos a expensas de los estados
do m ental de S arah, todas ellas son descripciones y hechos. m entales, por ejemplo, estaba lloviendo o m e dolía la cabeza, o
bien la situación se describe com o «sim plem ente fue así», sin
* E s te e je r c ic io h a s id o p r o p o r c io n a d o p o r R a n d i K r is tin e A b r a h a m s e n , p s ic ó lo g a
a ñ a d ir m ás explicaciones.
c lín ic a e n la C lín ic a B e r g e n , N o ru e g a .
438 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD 439
G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T -I)

Actividad de grupo: El líder pregunta acerca de las posibles conse­


m entalización, haciendo que el individuo «piense dos veces» lo que
cuencias de una débil mentalización:
1. Con relación a los otros está diciendo y experim entando. ¿Podría haber otras posibilidades?
2. Con relación a uno mismo. ¿Es probable que alguien tenga siem pre razón? ¿Estam os seguros de
que entendemos a los dem ás perfectamente?
El líder escribe en el portafolio o la pizarra las sugerencias formu­
El líder concluye que u n a m entalización pobre conduce a:
ladas por los miembros del grupo. Las respuestas típicas incluyen:
1. Problem as recurrentes en las relaciones con los dem ás
• Es fácil no entenderse m utuam ente, y esto puede a c a rre a r 2. Inseguridad y un sentido inestable del self, pobre control em o­
consecuencias negativas (por ejemplo, los dem ás se sienten cional, impulsividad y potencial personal puesto en peligro.
ignorados, no escuchados, m alinterpretados y se enfadan al
respecto, etcétera) El líder com enta que ah o ra está an ticipándose u n poco al p ro ­
• N uestra conducta real puede diferir de las expectativas de la gram a, ya que este es el tem a de la siguiente sesión, pero que, en el
otra persona, lo que puede llegar a confundirla presente contexto, es im p o rtan te d e sta c ar que la p rin cip al causa de
• Se puede reaccionar de una m anera muy emocional basándo­ u n a m entalización pobre es u n a p o d ero sa activación em ocional.
se en m alentendidos y asustarse, enfadarse o decepcionarse, Cuando se intensifican las em ociones, se debilita la cap acid ad de
etcétera m entalizar de la p e rso n a y puede incluso o fu scarse com pletam en­
• Una m entalización deficiente de los propios pensam ientos y te, tal com o ejem plifican las expresiones «Entré en la zona de peli­
emociones significa que uno no siem pre entiende las razones gro, y eso es todo», «Todo se volvió oscuro», «Me quede bloqueado»,
que le llevan a actu ar de la form a en que lo hace y puede llevar­ «No podía d ecir nada» «Era incapaz de pensar». Tam bién podem os
le a cuestionarse a sí m ism o recoger frases adicionales a p o rta d as p o r los p a rticip a n te s.
• S en tirse in seg u ro o re q u e rir c o n sta n tem e n te la co n firm a­
Actividad grupal: Se pide a los participantes que piensen en sus
ción ajena
exper iencias y anoten algunos comentarios acerca de cuáles son
• Verse abrum ado por las em ociones o ac tu a r sin reflexión (es sus propios patrones típicos de reacción cuando se ven desbordados
decir, perm itir que el entorno o los im pulsos gobiernen nues­ por las emociones.
tras acciones, etcétera).
El líder p reg u n ta si a alguien le g u sta ría c o m p a rtir sus experien­
Algunos pacientes pueden d a r o tras respuestas tales como «Siem­ cias. Luego, estas son discutidas.
pre entiendo a los demás» o «Me parece que nadie m e comprende».
El líder dibuja u n a curva p a ra ilu stra r la conexión en tre m entali­
El líder tiene que tom ar esas sugerencias con delicadeza y em patizar
zación y activación em ocional y la transición a la respuesta de lucha
inicialm ente con tales experiencias, pero debe hacerlo solo durante
o huida.
un breve periodo y concluir la conversación señalando que es algo
que tendrá que seguir siendo explorado en el tratam iento ulterior. Se El líder hace hincapié seguidam ente en cuatro puntos im portantes:
debe h acer hincapié en que el uso de tales declaraciones constituye
1. Los sen tim ien to s se activan m ás rápido y con m ás fuerza en
un ejemplo de los prim eros síntom as de advertencia de que la m enta­
a lg u n as p ersonas que en o tras
lización está en peligro: la utilización de térm inos com o «siempre» y
2. El factor de activación m ás co m ú n es el apego y la sensibilidad
«nadie» son clave en este sentido. El líder puede sugerir que estar
al estrés en las relaciones (cabe se ñ ala r que la zona m ás sensi­
atentos a esas palabras podría ayudar a prevenir el colapso en la no ble en el TLP es, principalm ente, la de la interacción interper-
GRUPO P E INTRODUCCIÓN A LA MBT (MBT-I) 441
440 TRATAMIENTO BASADO EN LA METALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

• Indicadores de buena y pobre m entalización


sonal, un p articular que será discutido m ás detenidam ente en
• Dificultades p a ra leer la m ente de uno m ism o y las m entes
las sesiones que tratan sobre el apego)
ajenas
3. La respuesta de lucha o huida puede aparecer en momentos
• Problemas p ara reg u lar las emociones y la impulsividad
diferentes en distintas personas, dependiendo del um bral de
• Sensibilidad interpersonal.
cada individuo
4. El tiem po que, tras una activación em ocional intensa, se tard a Las razones m ás im portantes de una mentalización deficiente son:
en volver al estado norm al tam bién varía entre diferentes
personas. • Sensibilidad interpersonal en las relaciones próxim as
• Activación em ocional que puede hacer que la persona sea inca­
Actividad grupa!: Se invita a los participantes a reflexionar y anotar paz de funcionar
en la hoja de trabajo lo que piensan acerca de sí mismos con respec­ • Intensidad em ocional, variable entre individuos
to a la activación emocional. ¿Cuál es su detonante más sensible? • El um bral de la resp u esta de lucha o huida, que tam bién es
¿Cuál es el umbral de su respuesta de lucha o huida? ¿Cuánto tiem-
po necesitan, después de una activación emocional intensa, para diferente
recuperar su estado mental normal? • La variable del tiem po que se ta rd a en recuperar la com postu­
ra después de una activación em ocional intensa.
El líder pregunta si alguien desea com partir sus reflexiones. Estas
El líder recuerda al g rupo las ta re a s asignadas y p reg u n ta si
son discutidas.
alguien es capaz de señ alar cualquier cosa que desee com partir.
El líder subraya que los siguientes cuatro puntos son im portantes
desde el punto de vista del tratam iento: la intensidad em ocional pue­
Tema: L as em ociones
de se r controlada, las relaciones pueden ser influenciadas positiva­
m ente, el um bral de activación puede ser aum entado y el tiem po que El líder del grupo introduce el tem a del día e invita a todos a u n a
se ta rd a en volver al estado norm al puede ser reducido. Estos tem as torm enta de ideas sobre el tem a, anotando en la pizarra o el rotafolio
se tra ta rá n en sesiones posteriores. las em ociones que sugieran. Tam bién invita a los p a rticip a n te s a
reflexionar en la causa de que las em ociones sean ta n im portantes.
Tarea para casa: Tomar nota de alguna situación durante la semana Las personas con TLP tienen dificultades p a ra gestionar sus em ocio­
en la que nos percatemos de que nuestra capacidad de m entalizar se
nes y suelen tra ta r de deshacerse de ellas pero, al hacerlo, reducen su
ha visto mermada.
capacidad de m entalización, es decir, de entender sus propios esta­
dos m entales y los de los dem ás.
M ódulo 3: ¿Por qué ten em os em o cio n es y cu á les son los tip os Al tiem po que los particip an tes nom bran diferentes em ociones, el
básicos? líder del grupo las va escribiendo en dos colum nas, pero sin explicar
aún el motivo. En u n a colum na anota las em ociones que m ás tard e
R esum en
se definirán como em ociones básicas y, en la otra, escribe las lla m a ­
El líder del g ru p o resum e el tem a de la ú ltim a sesión. E n ella se das em ociones sociales.
a b o rd a ro n las d ificultades de m en ta liz ac ió n que suelen p ro v o car
Actividad grupal: ¿Qué tipos de emociones tenemos aquí? ¿Por qué
p ro b lem as en las interacciones con los dem ás. A lgunos p u n to s cla­
son importantes las emociones? ¿Alguna sugerencia...?
ve fueron:
442 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD 443
GRUPO DE INTRODUCCIÓN A LA MBT (MBT-I)

Emociones básicas y emociones sociales curiosidad, cerram os nuestra m ente al aprendizaje y, cuando deja­
Cuando la actividad empieza a decaer, el líder añade algunas emo­ mos de jugar, tam bién perdem os la creatividad. Aunque los partici­
ciones, en el caso de que la lista sea insuficiente. El líder señala que p an tes en tiendan esto, pu ed e resu lta rle s difícil reavivar esas
existe una diferencia entre emociones básicas y emociones sociales. Esta emociones y pueden incluso m ostrarse reticentes acerca de su utili­
es la razón por la que ha escrito las emociones en dos columnas. dad, lo cual no deja de ser comprensible dada su experiencia. Pero el
Las emociones básicas son las emociones com partidas por todos líder del grupo insiste en destacar su im portancia p ara nuestra vida
los mamíferos, m ientras que las emociones sociales solo existen en los cotidiana y nuestras relaciones, subrayando la necesidad de que los
prim ates superiores y los seres hum anos. Las emociones básicas están pacientes esperen que los terapeutas tengan curiosidad p o r sus expe­
localizadas en la misma área cerebral, evocan idénticas reacciones riencias durante el tratam iento, y de que los pacientes, p o r su parte,
físicas y cada una de ellas está vinculada a un patrón de reacción. sientan curiosidad por su propia experiencia y por la de los demás.

El líder pide a los participantes que sugieran otras emociones El líder resum e las siete em ociones básicas com o sigue:
básicas que no figuren en la lista. Si no hay m ás sugerencias, enton­
1. Interés y curiosidad, conducta exploratoria
ces, identifica las emociones que faltan y tam bién explica que existe
2. Miedo
un cierto desacuerdo en torno a cuáles son las emociones básicas y
3. Ira
que nosotros hemos optado por p resentar u n a determ inada versión
4. Lujuria
(siguiendo a Panksepp [1998]).
5. Am or/cariño
Se hace hincapié en la em oción básica de la curiosidad y la con­ 6. Ansiedad por la separación/tristeza
ducta exploratoria lúdica. Aunque estas son clave p a ra m entalizar, 7. Juego/alegría.
casi nu n ca son sugeridas por los participantes com o emociones bási­
cas y, sin embargo, nuestra vida sería insostenible sin ellas. Ilustra­ El líder p regunta al g rupo si alguien tiene algún com entario y si
mos a continuación la im portancia de estas em ociones básicas, las les sorprende de que la lista no recoja o tra s em ociones. El líder
cuales pueden, durante el desarrollo de la infancia y la adolescencia, recuerda que existe u n cierto grado de desacuerdo sobre esta lista y
haberse «perdido», presum iblem ente a consecuencia de los traum as que no se pretende re s ta r im p o rtan cia a em ociones com o envidia,
y la negligencia: celos, codicia, gratitud, culpa, vergüenza, orgullo, etcétera.
El líder pregunta retóricam ente, ¿por qué estas emociones básicas
1. Preguntam os a los pacientes quiénes son los que tienen gato
son tan importantes para nosotros? Entonces reafirm a todas las suge­
(en la MBT-I p ara la MBT-TASP preg u n tam o s, en su lugar,
quiénes tienen perro). A m enudo, son varios los pacientes que rencias que tengan que ver con la evolución (por ejemplo, que estas
levantan la mano. em ociones h a n d em ostrado su valor desde el punto de vista de la
2. Les preguntam os cóm o se com portaba su gato/perro cuando supervivencia y la reproducción) y tam bién que representan u n a dis­
era un gatito/cachorro. posición in n a ta p a ra re a c c io n a r a ciertos factores d etonantes. No
necesitam os aprender estas em ociones o patrones de reacción porque
En este punto, es probable que los dueños de m ascotas se refieran están determ inadas p o r la naturaleza (aunque, no obstante, podem os
al juego continuo y la curiosidad. Así es cóm o los jóvenes m am íferos, distanciarnos de ellas, u n tem a que se a b o rd ará posteriorm ente) y nos
como gatitos y perritos (¡y niños!), aprenden acerca del m undo; el p roporcionan respuestas autom áticas que, a lo largo de m illones de
descubrim iento im pulsa el desarrollo. Una vez que perdem os la años, h a n sido im portantes p a ra la supervivencia de n u estra especie.
444 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD GRUPO DE INTRODUCCIÓN A LA MBT (MBT-I) 445

El líder del grupo describe, a continuación, el propósito principal El líder del grupo aborda las reacciones a estas descripciones. Tal
de las siete emociones fundam entales del siguiente modo: como sugieren las siete descripciones, las emociones básicas son, en
esencia, diferentes program as p ara la acción.
1. Interés y conducta exploratorialcuriosidad, que nos m otivan a
buscar inform ación útil en nuestro entorno (por ejemplo, cuá­
Emociones primarias y secundarias
les son los recursos disponibles, dónde podem os obtener ali­
m entos, si hay un lu g ar seguro en el que guarecernos, si hay A veces, puede re su lta r útil que los pacientes consideren las em o­
parejas sexuales disponibles, etcétera). ciones básicas y las em ociones sociales com o estados em ocionales
2. Miedo. Este nos estim ula a plantearnos preguntas tales como prim arios y secundarios, respectivam ente. Las em ociones básicas
¿Eso a lo que me enfrento es peligroso? ¿Puede lastim arm e? aparecen las prim eras, en respuesta a algo, m ientras que las em o­
¿Podría m atarm e? ¿Este rival es m ás fuerte que yo? ¿Es mi ciones secundarias suelen em erger a posteriori y bloquear la expe­
enemigo? Cuando el m iedo se vuelve muy intenso y la fuente rie n c ia o la expresión de la em oción p rim a ria . Com o hem os
de la que procede parece m ás fuerte que nosotros, disp ara la sugerido, las em ociones básicas tienen que ver con las experiencias
decisión de h uir o de rendirse. Si la am enaza es ab ru m ad o ra y adaptativas y de supervivencia, las cuales son esenciales e inform an
estam os en peligro de m uerte, el miedo tam bién puede llevar­ n u estras acciones y reacciones. Son m uchos los pacientes que tra ­
nos a quedarnos paralizados o hacernos el m uerto. ta n de evitarlas pero, al hacerlo, dism inuyen su capacidad p ara eva­
3. Ira. Si querem os identificar a alguien o algo que se interpone lu ar tan to las situaciones com o a sí m ism os. En otras palabras, las
em ociones han de ser valoradas com o p a rte de la inform ación que
en nuestro cam ino, podem os m o strar enfado y ver si desiste.
nos ayuda a m entalizar; en su ausencia, n u estra capacidad al res­
Si la persona se resiste, la intensidad de nuestro enfado aum en­
tará, lo que podría desem bocar en un ataque. pecto se ve m erm ada.
4. Lujuria. E sta anim a a la reproducción y la transm isión de los Un ejemplo de ello es que podem os sen tir enfado en u n a situa­
genes. ción, y eso nos lleva, a su vez, a experim entar vergüenza. La ira pue­
5. Amorlcariño, que nos m otiva a cu id ar de nuestros hijos, fam i­ de se r u n a em oción adecuada en d eterm inadas circunstancias, pero
lia, pareja y amigos. se ve eclipsada p o r la experiencia se cu n d a ria de la vergüenza, que
6. Ansiedadltristeza por la separación. E stas em ociones fu n cio ­ es u n a em oción social. Los pacientes suelen to rtu ra rse a causa de
n a n com o u n a lla m a d a p a ra que otros cuiden de nosotros. estados em ocionales secu n d ario s que, en la m ayoría de los casos,
In d ic a n a los c u id a d o res p o ten ciales que uno e s tá en peli­ re s u lta n desadaptativos e inútiles. Adem ás, el estado em ocional
gro y req u ie re protección, que u n o ha q u ed ad o aislad o del secu n d ario puede d istra e r a los terap eu tas, provocando que dejen
g ru p o /fa m ilia o que h a p erd id o a alguien c e rc a n o del que de aten d er a la em oción p rim a ria (ira). E n la validación em pática
dependía. com pleta en la MBT es im p o rtan te a p u n ta r al estado em ocional p ri­
7. Juego/alegría, el cual estim ula la interacción con los dem ás de m ario, p a ra que el paciente se sienta com prendido y em piece a reco­
m an era que, en vez de convertirse en u n erm itaño, uno es un nocer la com plejidad de su estado m ental, en el que los sentim ientos
«anim al social», aum entando nuestra habilidad de relacionar­ están entrelazados.
nos con los dem ás, introduciendo lím ites a las propias em ocio­ El líder del grupo explica que, a diferencia de otros anim ales, los
nes y p e rm itien d o , d u ra n te la in fan cia, el d e sa rro llo de seres hu m an o s tenem os la capacidad de su p rim ir los sentim ientos
estrategias p ara lidiar con la ira m ediante juegos violentos. en las reacciones em ocionales. Es p o r ello que la relación entre em o­
GRUPO DE INTRODUCCIÓN A LA MBT (MBT-l) 447
446 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

ciones y sentim ientos a veces parece oscura. La distinción aquí m en­ M ódulo 4: M entalizando las em ociones
cionada debe utilizarse únicam ente si alguno de los participantes
R esu m en
pregunta acerca de dicha diferencia. Muchos grupos no tienen, en
este nivel, la capacidad p ara distinguir entre sentim ientos y emocio­ El líder resum e la introducción a las em ociones tra tad a s en la
nes y, en ese caso, es m ejor considerar los sentim ientos y las emocio­ últim a reunión, poniendo de relieve que todo el m undo alberga una
nes como sinónimos. am plia gam a de emociones, divididas en em ociones básicas y socia­
les y consideradas com o prim arias y secundarias. Todos los m am ífe­
Si procede, el líder destaca la diferencia entre:
ros experim entan unas emociones básicas que son las siguientes:
• Emoción, que es la reacción corporal del individuo, como un
• Interés y curiosidad
program a de acción, frente a estím ulos específicos
• Miedo
• Sentimiento, esto es, la experiencia consciente del estado cor­
• Ira
poral durante la activación emocional.
• Deseo sexual
El líder del grupo explica que, debido a nuestra educación y socia­ • Am or/cariño
lización, las personas nos distanciam os en ocasiones de nuestras • A nsiedad/tristeza por la separación
reacciones em ocionales naturales. Eso significa que, aunque reac­ • Juego/alegría.
cionemos em ocionalm ente, no sentim os necesariam ente nuestras Las em ociones consisten en reacciones fisiológicas que son desen­
em ociones. Las em ociones pueden ser reprim idas. Por lo tanto, cadenadas p o r estím ulos específicos. Los sentim ientos constituyen
podemos e sta r activados em ocionalm ente pero, al m ism o tiempo, no la conciencia de estas reacciones corporales. Es posible que la gente
ser conscientes de la naturaleza específica de las emociones implica­ esté activada em ocionalm ente sin tener u n conocim iento consciente
das. Uno siente, por ejemplo, palpitaciones cardiacas o incom odidad
de sus sentim ientos.
corporal sin conocer el porqué. El líder explica que la razón de esto
El líder del grupo pregunta ah o ra si alguien ha tom ado no ta de
será abordada y discutida m ás adelante.
las em ociones y/o sentim ientos que haya experim entado d u ran te las
Actividad grupal. El grupo es alentado a discutir las emociones enu­ últim as sem anas y que desee com partir con el grupo. E stas son a b o r­
meradas anteriormente con relación a ellos mismos y sus diferen­ dadas a continuación.
cias individuales. Las preguntas que se deben considerar incluyen
si todos los miembros del grupo sienten estas emociones y si cada
persona las experimenta con igual frecuencia e intensidad. Tema: M en ta liza n d o la s em o cio n es
El tem a, en esta ocasión, es el m odo de relacionarse con las em o­
Los participantes discuten sus d istin ta s reacciones y experien­
ciones y los sentim ientos. Como hem os com entado antes, este es un
cias. El líder del grupo les recu erd a la im p o rtan cia de u n a actitud
problem a de salud psicológica m uy im p o rta n te. E n p rim e r lugar,
m entalizadora (es decir, u n a a ctitu d de a p e rtu ra y curiosidad en
debe ser ab o rd ad a la cuestión de cóm o debem os de reconocer y n o m ­
relación con las diferencias entre la gente).
b ra r las diferentes emociones.
Tarea para casa: ¿Qué emociones han sido las más prominentes
durante la semana anterior? O bien, ¿ha habido una activación Actividad grupal: Cómo nos dam os cuenta de las emociones:
emocional difusa, es decir, que se haya experimentado como un 1. ¿En los demás?
malestar físico? 2 ¿En nosotros mismos?
448 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD GRUPO DE INTRODUCCIÓN A LA MBT (MBT-I) 449

El líder fomenta el debate, con el objetivo general de identificar las El líder presenta seguidam ente u n ejercicio grupal que estim ula la
dos formas principales en que registram os las emociones. reflexión sobre la conciencia emocional. Es posible m ejorar la com ­
prensión de nuestras emociones simplemente siendo m ás conscientes
El debate subsiguiente identifica, poco a poco, el prim er tipo, es
decir, registram os las em ociones de los dem ás in terpretando sus y «estando m ás presentes en nuestro propio cuerpo», es decir, siendo
más vigilantes y autorreflexivos acerca de nuestros estados internos.
expresiones faciales (el «espejo del alma»). Esto es com ún a todas las
culturas y, en cierta m edida, tam bién a las especies anim ales. Asi­ Actividad grupal: El líder pide a los miembros que cierren los ojos,
m ismo, podem os interp retar el lenguaje corporal de los dem ás, así se olviden del entorno y se centren en sí mismos. Entonces dirige su
com o qué hacen y qué dicen, m ediante la m entalización externa, la atención hacia el interior, formulando algunas preguntas como:
• ¿Hay alguna zona de tu cuerpo que atraiga tu atención?
cual se ha debatido en el m ódulo 1. La capacidad de las personas
• ¿Qué sientes?
p ara ser sensibles a las em ociones de los dem ás es variable y, a veces, • Trata de sentir si hay algún rastro de activación emocional.
la gente puede entender cóm o se siente alguien, aunque esa m ism a Quizá no, pero a menudo lo hay.
persona afectada aún no .sea plenam ente consciente de ello. • ¿Qué tipo de sentimientos experimentas? (Si son demasiado
incómodos, déjalos estar, pero, si no lo son, intenta permane­
El segundo cam ino m ediante el cual com prendem os las emocio­ cer con ellos.)
nes ajenas es la identificación con los demás, nos sentim os identifica­ Esto no dura mucho tiempo, y el líder debe tener claro que lo
dos con el estado de la o tra persona. En el cerebro existen células más importante es que cada participante enfoque su atención en su
nerviosas, llam adas neuronas espejo, que nos perm iten experim entar experiencia interior.
lo que alguien está experim entando cuando lo observam os hacer
A continuación, se exam inan las experiencias de los p articip an ­
algo o expresar un sentim iento. Por ejemplo, cuando vemos que otra
tes. Este ejercicio tal vez evoque en algunas personas sentim ientos
persona se siente triste, nosotros tam bién nos entristecem os, lo cual de ansiedad, lo cual debe ser reconocido por el líder del grupo. Oca­
form a p arte del fundam ento de la empatia.
sionalm ente, algunos pacientes se m o strarán incapaces de llevar a
cabo el ejercicio e incluso te n d rá n u n a reacción p a ra n o id e (un
El self y las emociones paciente dijo que creía que el líder del grupo tra tab a de controlarlo).
El debate puede entonces p a sar a las m aneras en que registram os En este caso, se debe redefinir esto com o tem or, el cual form a p arte
las reacciones corporales (deberían ofrecerse ejemplos de estas) y los de la lista de em ociones básicas, y recalcar que, por encim a de todo,
sentim ientos (o lo que tam bién se conoce com o conciencia de los es cada persona la que m antiene el control. Algunas personas infor­
afectos) en nosotros m ism os. El líder del grupo puede reco rd ar a los m an de que sus experiencias físicas blo q u ean sus sentim ientos
p articipantes que ya han abordado este tem a en la sesión anterior, durante el ejercicio (aduciendo, p o r ejemplo, que están dem asiado
cu an d o se discutió de qué m odo las personas difieren con respecto a ocupados respirando p a ra p re sta r atención a lo que sienten), m ien­
sus sentim ientos y el m odo en que reg istra n sus em ociones, algo tras que otras inform an de diferentes estados emocionales.
p a ra lo que algunos individuos tienen m ás facilidad que otros.
E n la m ayoría de ocasiones, es m ejor ofrecer a los participantes Los otros y las emociones
ejem plos de cóm o los dem ás expresan sus sentim ientos que de cómo El líder se centra después en el tem a de la regulación emocional a
se sienten ellos m ism os. El líder del grupo puede a p o rta r algunos través de los otros y el modo en que estos pueden reconocer cómo nos sen­
ejem plos, com o «nudo en la garganta», «presión detrás de los ojos», timos. Tras introducir brevem ente el tem a, com unica que van a llevar a
«debilidad en las rodillas», «vello erizado», com o indicadores del cabo u n ejercicio de regulación em ocional con el que es probable que
m odo en que nos sentim os. todo el m undo esté fam iliarizado, a saber, consolar a otra persona.
i
450 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD GRUPO DE INTRODUCCIÓN A LA MBT (MBT-I) 451 f'

i
Actividad grupal: Se lleva a cabo un role-play de regulación emocio­ Actividad grupal: El líder pide a los miembros que sugieran nombres {
nal recurriendo a los demás. El líder pide a uno de los participantes para esos estados emocionales desagradables y los escribe en el
que represente que está trastornado emocionalm ente, quizá con rotafolio. El líder solicita entonces ejemplos de algo que hayan (
una mezcla de decepción y rabia. Si ninguno de los participantes se hecho para eludir dichos estados emocionales.
siente cómodo asumiendo ese papel, entonces, el líder lo desempeña
él mismo. A otro miembro del grupo se le asigna la siguiente tarea: El líder etiqueta tales estados emocionales como sentimientos no (
1. Averiguar cuáles son los sentimientos que tiene la persona mentalizados, subrayando la im p o rtan cia de h a b la r en la terapia ,
2. Averiguar por qué se siente de esa m anera sobre esas experiencias. M ientras uno se halla en ese tipo de estado, ^
3. Intentar consolarla.
puede llevar a cabo actos sum am ente autodestructivos. Es im por­
Se discuten las experiencias de los participantes centrándose en tante, p o r consiguiente, que se intente red u c ir el tiem po que uno
i pasa en ese estado y ponga en práctica alguno de los m étodos positi- >
la cuestión de la disposición o el rechazo a p erm itir que alguien les
consuele. El grupo debatirá, basándose en o tras experiencias, cuál vos sugeridos p ara gestionar los estados emocionales. (
es la conducta/acción de la otra persona que les h a parecido más En principio, resulta conveniente su g erir que m uchas técnicas
consoladora (por ejemplo, comprensión, resonancia emocional, con­ útiles son sim plem ente m aneras de reducir la tensión corporal, dado
tacto físico, etcétera), reconociendo que cada individuo es diferente que las emociones básicas se m anifiestan con alteraciones corpora­
a este respecto. les. Por ejemplo, la ansiedad y el tem or están m arcadas p o r un cam ­
Actividad grupal: El líder del grupo pregunta a los participantes qué bio en la frecuencia cardíaca, la sudoración y la sensación de falta de
les parece que otras personas les digan cómo se sienten: «Hablemos aire, así com o por volverse de pronto m entalm ente vigilante y suspi­
de lo que ocurre cuando personas cercanas te dicen cómo te sien­ caz. G estionar estas sensaciones corporales de sobreexcitación es
tes. ¿Suelen acertar o parecen estar equivocadas y, en ese caso, eres una p rim era etapa que tiene prioridad sobre el desarrollo de diferen­
capaz de explicarles cuáles son tus sentimientos?»
tes m aneras de a fro n tar la sensibilidad interpersonal. El líder infor­
El iíder intenta identificar que algunos pacientes se han sentido m a al g rupo de que la sensibilidad interpersonal se tra ta rá en u n a <
profundam ente incom prendidos d u ra n te m ucho tiem po y esto les etapa posterior, en el m ódulo que versa sobre la ansiedad. (
hace sentirse solos, abandonados, heridos, etcétera. A m enudo, la
• A bordar algunas de las técnicas de relajación que cabe utilizar: ^
gente reacciona a estos sentim ientos con enfado, que es una emoción
- Relajación m uscular progresiva i
secundaria en este contexto, pero tam bién u n a em oción prim aria,
- Técnicas de respiración /
ya que aum enta la probabilidad de supervivencia del self: «Yo soy
alguien». Para gestionar esta respuesta se requieren nuevas m aneras - Silencio y postura de m editación ^
de reaccionar, que tam bién h a n de abordarse. - M indfulness.
i'
La práctica de estas técnicas puede llevarse a cabo si el líder del ,
Regulación emocional grupo es experto en ellas y el tiem po lo perm ite. Son m uchos los pacien-
El líder del grupo trae ahora a colación el tem a de la alteración de tes a los que les resultan útiles, y es necesario p ara el grupo que el líder
la regulación emocional. El deterioro de la regulación emocional supo­ insista en la práctica de las técnicas de relajación y que lo haga cuando ^
ne que uno perm anece bloqueado en un estado em ocional doloroso, se presentan situaciones de tensión en el seno del grupo. El líder debe I
incómodo y, a menudo, confuso, pudiendo rec u rrir a medios drásticos sentirse cóm odo llevando a cabo breves ejercicios de relajación y ser /
a;
(como drogarse o autolesionarse) para intentar escapar de él. capaz de m otivar a los pacientes p a ra que practiquen en casa. .
*
.1 V
J
452 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T -I) 453

• Esbozar otras estrategias básicas utilizadas contra la ansiedad: El apego es un sentimiento positivo que nos vincula emocionalmente
- Distraerse llevando a cabo otras actividades. Los terapeutas a otro ser humano.
enseñan que la distracción, por definición, tra ta de evitar
Las prim eras relaciones de apego son las relaciones que estable­
que experimentemos las emociones y, por lo tanto, debe ser
cem os con nuestros p ad re s/tu to re s y otros m iem bros de n u e stra
utilizada tan poco como sea posible. Sin embargo, podemos
fam ilia. E stas relaciones de apego influirán posteriorm ente, p ara
recu rrir a ella para sortear una espiral destructiva
bien o p ara mal, en las relaciones y los patrones de interacción con
- Reconocer que la ansiedad puede surgir a p a rtir de los pen­
otras personas. El apego es u n fenóm eno evidenciado p o r todos los
sam ientos autom áticos. Cuando se produce una emoción,
m am íferos, cuya finalidad es proteger a las vulnerables c ría s con­
los pacientes deben co n sid erar el sentim iento asociado
tra el peligro y prom over lazos afectivos entre los m iem bros de la
como un estím ulo p a ra reflexionar en lo que sienten: «En
fam ilia. Cuando un niño experim enta u n a situación incóm oda (por
qué estoy pensando ahora, o en qué estaba pensando justo ejemplo, ham bre, sed, fru stra c ió n o miedo), se vuelve in stin tiv a ­
antes que apareciese este sentimiento?» m ente hacia las p erso n as de apego, con la expectativa de ser con­
Tarea para casa: Durante la semana, tomar nota, al menos en una fortado p o r ellas. La p e rso n a de apego reacciona ig u alm en te de
ocasión, de algún momento en que hayamos logrado regular eficaz­ m anera instintiva a las señales de m alestar del pequeño (como, p o r
mente un estado emocional problemático. ejemplo, cuando gim en y lloran), que le m uestran que el cuidador
debe atenderle de a lg u n a m an e ra. El niño de esta m an e ra llega a
regularse em ocionalm ente - a través de que le den com ida o bebida,
M ódulo 5: La im portancia de las relaciones de apego
que le calm en el m iedo, que le so n ría n y se sienta confortado, etcé­
R e su m e n te ra -, y se forja u n a im agen in te rio r de esta persona de apego que
está asociada con el b ien e star (recom pensa). Gracias a ello, con el
El líder del g rupo resu m e el contenido de la sesión anterior,
tiem po, el m ero hecho de p e n s a r en la persona de apego puede ser
incluyendo el m odo en que identificam os los sentim ientos en noso­
suficiente p a ra calm arse. E sta es la ru ta e stá n d a r p a ra a lc a n z a r la
tro s m ism os y en los dem ás, la in terp retació n de n u estras señales
autorregulación em ocional. Pero, antes de que uno haya alcanzado
em ocionales in tern as y las expresiones em ocionales de o tras perso­
la capacidad de a u to rreg u la rse , la separación respecto a la figura
nas, la autorregulación de los sentim ientos, el m odo en que otras
de apego puede c o n d u cir a sentim ientos de m a le sta r y m iedo, lo
p e rso n a s pueden ayu d arn o s a re g u la r n u estro s sentim ientos, los
que se conoce como ansiedad de separación y tristeza.
sentim ientos no m entalizados que nos resu ltan incóm odos y cómo
g estio n ar tales estados em ocionales. El líder señala que el proceso de apego significa que aprendem os
a com prender y a re g u la r n u e stra s em ociones «a través de» o tra s
El líder pregunta si alguien desea com partir alguna experiencia
personas. E ste proceso prosigue d u ran te toda la vida, a u n cuando
de reg u la ció n e m o cio n al p o sitiv a o c u rrid a d u ra n te la sem an a
em pecem os a regular n u estras em ociones nosotros m ism os.
anterior.
Los seres hum anos tenem os diferentes patrones de apego. En los
niños, esto puede ex perim entarse observando cóm o reacciona cada
Tema: E l Apego
niño cuando se ve separado de la p ersona de apego, que suele ser su
El líder introduce a continuación el tem a p rin cip al del día, es m adre. La situación experim ental com ienza con la m ad re y el niño
decir, el Apego, vinculándolo de inm ediato a los sentim ientos y la juntos en u n a habitación. D espués de u n rato, la m ad re sale de la
regulación em ocional, y definiéndolo com o sigue: habitación dejando solo al niño, m om ento en el cual e n tra u n deseo-
454 TRATAM 1F.NT0 BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T -I) 455

nocido (observador) en la habitación. La experiencia de sentirse evidencia reacciones emocionales exageradas, el niño con apego evi­
abandonado en una habitación con un completo desconocido desen­ tativo se «desconecta» y m uestra u n a respuesta muy leve. No parece
cadena, en la m ayoría de los niños, el m iedo y la ansiedad de separa­ reaccionar en absoluto al hecho de verse abandonado por su m adre
ción. El observador vigila el m odo en que el n iñ o aborda esta en la situación de prueba. Es como si no le im portase si la m adre se
situación y cómo reacciona este cuando, pasado u n tiempo, la m adre va o vuelve. Al m edir las respuestas fisiológicas de estos niños, se ha
entra de nuevo. Los niños con el denom inado apego seguro reaccio­ com probado que, si bien se sienten estresados por la situación, expre­
nan con m alestar y protestan cuando la m adre acaba de salir pero, san dicho estrés en un grado m uy bajo, puesto que han aprendido a
después de un rato, se relajan y em piezan a ju g ar con algunos de los sobrerregular sus sentim ientos. Estos niños h an experim entado que
juguetes disponibles en la habitación. Cuando la m adre vuelve, el sus sentim ientos suelen ser ignorados, incom prendidos y confundi­
niño se dirige a la m adre y suele llorar u n poco, pero enseguida se dos sistem áticam ente, se h an visto ridiculizados y atorm entados por
calm a, posiblem ente sentándose en su regazo. Por lo general, pasado lo que sentían, o bien han sufrido otras consecuencias negativas al
un breve periodo, el niño reanuda su juego. expresar sus sentim ientos.
Algunos niños, sin embargo, m anifiestan lo que se denom ina un Los patrones de apego son, por tanto, dependientes y se desarro­
patrón de apego inseguro. Hay dos tipos de patrones de apego insegu­ llan a partir de las interacciones con las prim eras personas de apego.
ro: el tipo ambivalente y el tipo evitativo. Puesto que estas interacciones tienen m ucho que ver con el m odo en
que el niño atrae la atención, tam bién podem os llamarlos estrategias
En el p atró n am bivalente, o de «apego intenso», la persona de
de apego por parte del niño. Sin em bargo, esto no debe confundirse
apego no inspira seguridad al niño, y probablem ente con razón, por­
con una conducta p ara «llamar la atención». .Algunos pacientes y sus
que se ha com portado de form a im predecible con él (es decir, las res­
cuidadores creen que algunos de los síntom as del TLP -com o, por
puestas y la presencia de la persona de apego h a n sido erráticas). Así
ejemplo, tom ar una sobredosis- son form as de llam ar deliberada­
pues, con el objetivo de atraer la atención de la persona de apego, el
m ente la atención. N ada podría estar m ás lejos de la realidad, sin
niño aprende a exagerar sus expresiones em ocionales (por ejemplo,
embargo, y es im portante que el líder grupal haga hincapié en la idea
m ostrando un grado excesivo de m ale sta r y llanto). Cuando, en la
de que la conducta que persigue «llamar la atención» no form a parte
situación de prueba, este niño se ve abandonado, llora escandalosa­
del m arco de com prensión de la m entalización.
mente y se aferra a la m adre que está a punto de sa lir de la habita­
ción. Luego, m ientras la m adre está ausente, el niño tiene dificultades Tam bién es posible que las estrategias de apego inseguro se m ez­
para ju g a r y tranquilizarse. Una vez que la m ad re vuelve, el niño se clen en tre sí. Por ejemplo, el individuo puede, a veces, a c tu a r de
m uestra am bivalente con relación a ella, y llora y protesta cuando m anera am bivalente y, en otras ocasiones, p erm anecer distante.
trata de abrazarlo, aunque va calm ándose poco a poco. Al niño con Los patrones de apego influyen en nosotros desde la infancia. Sin
apego inseguro le cuesta m ás tiem po re a n u d a r el juego después de em bargo, no son algo fijo y pueden c a m b ia r d u ran te ese m ism o
esta experiencia. Es como si necesitase a fe rra rse a la m adre por periodo. Tam bién ejercen su influencia en los patrones de las relacio­
tem or a que vuelva a salir de nuevo. E n o tra s palabras, al niño le nes adultas, determ inando en buena m edida la m an era en que tra ­
cuesta algún tiem po recuperarse de las em ociones desencadenadas tam o s a n u e stra s relaciones c e rc a n a s y, esp ecialm ente, en las
por la separación. situaciones que causan dolor o cuando existe el peligro o el m iedo a
El otro patrón inseguro, el evitativo, se opone en m uchos sentidos ser abandonado. ¿La o tra p erso n a es u n a fuente de seguridad y de
al tipo am bivalente. Porque, si bien el n iñ o con apego am bivalente experiencias agradables, acaso la relación se caracteriza p o r la in se­
456 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T-I) 457

guridad y el d ram a o bien es distante y em ocionalm ente «plana»? La M odulo 6: Apego y m entalización
forma en que una persona regula sus relaciones de apego es de gran
importancia para su vida. R esu m en

Actividad grupal: Transcurridas las vacaciones universitarias, Tom El líder del grupo resum e la últim a sesión:
y su novia, Sara, se encuentran de nuevo. Durante las vacaciones,
El apego se refiere a u n vínculo emocional positivo establecido
Tom no ha llamado a Sara y, cuando ella le llamaba o le enviaba un
mensaje, este no respondía. Aunque Sara hizo muy pocas cosas con otra persona. N uestras estrategias típicas de apego en la edad
durante ese periodo, cuando Tom le preguntó al respecto, ella res­ adulta están influenciadas p o r los patrones de apego establecidos
pondió: «He tenido unas fantásticas vacaciones y he hecho muchas durante la infancia. Las estrategias típicas de apego son los patrones
cosas. Me gustaría que hubiesen durado más». de apego seguro e inseguro. Los patrones de apego inseguro pueden
Comentamos este episodio a la luz de las estrategias de apego de ser definidos como ambivalente/sobreimplicado/aferrado y evitativo/
Tom y Sara.
distante/resistente.
Por último: ¿Por qué-Sara ha respondido de esa manera?
Cada p a rticip a n te h a sido in v itad o a explorar, a la luz de sus
El presente ejercicio sirve como u n a especie de introducción al d ife ren te s e stra te g ia s de apego, su relació n con u n a p e rs o n a
siguiente, con el fin de activar a los participantes p a ra que reflexio­ im portante.
nen en el apego y el líder del grupo corrija cualquier m alentendido.
La asignación de tare as p a ra casa consistió en pensar m ás acerca
Actividad grupal: Pensamos en una relación con una persona impor­ de cuáles son, para cada uno de nosotros, nuestras relaciones típicas
tante de nuestra vida (por ejemplo, novia, novio, familiar o amigo) de apego. El líder pregunta si alguien desea com partir la tare a enco­
y vemos si la relación es segura, ambivalente o distante. m endada. Esto abre el debate.
E sta actividad ocupa la p rin cip al p a rte de la sesión. En este
caso, los particip an tes tra ta n de ra s tre a r su propio p a tró n de ape­ Tema: Apego y m en ta liza ció n
go. Se les pide que determ inen si su p a tró n p rin cip al es seguro, Crecer en una cultura m entalizadora promueve el apego seguro,
am bivalente o distante, a p o rta n d o p ruebas de p o r qué h a n elegido lo cual facilita las habilidades personales de m entalización.
un d e te rm in a d o patrón. M uchos pacientes b rin d a n ejem plos que
U na cultura mentalizadora se refiere a u n a cu ltu ra en la que los
sugieren que son tanto evitativos com o am bivalentes. El reconoci­
diálogos sobre la gente y p o r qué se com portan de la m anera en que
m iento p o r p a rte de los particip an tes de que tienen u n a m ezcla de
lo hacen son frecuentes, com o, p o r ejemplo, por qué las personas
estrategias de apego se ve alentado p o r el líder del grupo. E ste reco­
a ctú an de u n m odo determ inado en el seno de su fam ilia. Una c u ltu ­
nocim iento supone que los particip an tes están pensando en detalle
ra m entalizadora es im prescindible p a ra ayudar a gestionar los even­
en ellos m ism os, y tam bién que em piezan a reconocer que sus res­
tos im p o rta n tes que a fe c ta n a todos los m iem bros de la fam ilia.
p u estas pueden depender de los diferentes contextos de las relacio­
Estos diálogos sobre las experiencias deben hacerse con u n grado
nes in te rp e rso n a le s en las que e stá n pensando. El líder ac la ra la
razonable de ap ertu ra, u n a m ín im a certeza y sin su scitar n in g ú n
cuestión del apego utilizando los ejem plos proporcionados p o r los
tabú fam iliar opresivo.
particip an tes.
Se inform a a los p articipantes de que el program a de tratam iento
Tarea para casa: Tomar nota acerca de cuáles son nuestras relacio­ intenta prom over u n a c u ltu ra m entalizadora. En los grupos y en las
nes típicas de apego. sesiones individuales de MBT, p o r ejemplo, se ejerce u n esfuerzo
G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T -I) 459
458 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

constante p a ra llegar a conocer nuestra propia m ente y las mentes de El líder dirige el debate sobre los conflictos de apego que se han
los dem ás y sus transacciones. Este asunto será puesto de relieve en observado y tra e a colación el tem a de las probables consecuencias
los m ódulos 8 y 9 de la MBT-I. que ello puede a c a rre a r p a ra las habilidades de m entalización de
la persona.
Actividad grupal: ¿Qué caracteriza, con respecto a la mentalización,
la cultura familiar de cada participante? Asimismo, suscita la idea de que las relaciones de apego son
importantes para que el niño llegue a ser consciente de su s propios
El líder del grupo dirige el debate sobre este tema. Es probable estados emocionales, sea capaz de asignar palabras a dichos estados,
que se ap o rten ejemplos de reuniones fam iliares m arcadas por la averigüe sus causas y utilice las emociones para orientarse en el pai­
ansiedad y el silencio opresivo (por ejemplo, en los cumpleaños y las saje mental.
navidades), áreas tabú no expresadas, conversaciones fam iliares
caóticas, etcétera. El líder debe esta r preparado para la posibilidad El hecho de que la relación con su(s) persona(s) de apego haya
de que el tópico de la sesión actual active en los participantes recuer­ sido, durante su infancia, desorganizada e insegura, ten d rá conse­
dos dolorosos y emociones poderosas. De nuevo, el líder debe enfati­ cuencias negativas en las habilidades de m entalización del sujeto. El
zar que este es un tem a que será explorado m ás tarde, especialmente niño no puede re c u rrir a la persona de apego p ara com prender sus
en lo que atañe a las consecuencias individuales. propios sentim ientos y relaciones y, de ese modo, solo cuenta consigo
m ism o p ara tra ta r de entenderlos. Además, ie resulta difícil p en sar
El entorno fam iliar y la experiencia de apego durante la infancia
en torno a la relación de apego en sí, porque el niño carece de «anclas»
tienen consecuencias específicas en las habilidades de m entalización
de referencia m ental. Con el tiem po esto puede re su lta r m ás fácil,
de cada persona. Existen m uchas razones que explican esta situa­
puesto que uno crece y adquiere o tras referencias y puede ver las
ción. La persona de apego (m adre/cuidador) puede no haber estado
cosas desde el exterior y com pararlas con o tra s experiencias. Es muy
disponible física o m entalm ente o puede haber carecido de la ca­
difícil pensar en una relación si esta se caracteriza p o r la violencia y
pacidad de escuchar, ser comprensivo y em patizar. Tal vez se haya
el abuso (sexual). ¿Cómo llegar a entender p o r qué u n a persona que
interpuesto -y, de hecho, aún puede hacerlo- alguien más en nuestro
debe tratarn o s con cariño y am or se com porta de tal m anera, con un
camino (por ejemplo, un herm ano u otro progenitor); quizá la perso­
desprecio absoluto por nuestro bienestar?
na de apego careciese de buenas habilidades p ara cuidar de otros o
puede haberse dado un am biente de m alos tratos físicos o m entales Los conflictos de apego inhiben las habilidades m entalizadoras
y de abuso de substancias. El resultado final, en cualquier caso, suele del niño desde el principio, dejan cicatrices em ocionales y sum en en
ser un conflicto de apego. la confusión al niño, socavando su capacidad p ara lidiar, po sterio r­
El conflicto de apego significa que inhibim os o exageram os las mente, con los conflictos de apego en la vida adulta.
señales de nuestro estado em ocional porque tem em os o no estam os Actividad grupal: Escribir sobre algo de lo que nos resulte difícil
seguros acerca de lo que o cu rrirá si buscam os o llam am os a la per­ hablar en una relación cercana, y señalar por qué motivo(s) puede
sona de apego. El conflicto de apego supone que el im pulso de acer­ ser eso.
carnos a la persona de apego se ve inhibido p o r o tra cosa (como, por
ejemplo, el tem or al castigo o el propio deseo de castigar). El líder del grupo tom a notas y dirige el debate sobre este tem a.

Actividad grupal: Tomar nota de nuestros propios ejemplos de con­ Tarea para casa: Escribir sobre algo de lo que, en la última semana,
flictos de apego. nos haya resultado difícil hablar en una relación cercana.
460 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T -I) 461

M ódulo 7: ¿Qué es un Trastorno de la personalidad? ¿Qué e s el 2. Estos rasgos de personalidad suelen a fectar a la propia im a­
Trastorno lím ite de personalidad? ¿Qué es el Trastorno antiso» gen y autoestim a, pero tam bién influyen en la form a de pen­
cial de la personalidad? sa r en los dem ás y suelen cau sar problem as en la escuela, el

omw
trab ajo y/o la vida fam iliar (por ejemplo, ser tím ido, poco
R esu m e n asertivo, ex tre m a d a m e n te suspicaz, d ep en d ien te de los
El líder del grupo resum e brevem ente el tem a y el debate de la dem ás, tener u n tem peram ento incontrolable, evitar siempre
;

............... .
últim a sesión: los conflictos, etcétera).
3. El trastorno de la personalidad no afecta a toda la personali­
• Crecer en u n a cu ltu ra m entalizadora prom ueve la capacidad
dad. Uno puede tener, adem ás de aquellos que son problem áti­

.
de m entalización
cos, m uchos rasgos de p erso n alid ad buenos y positivos y
• Los conflictos de apego im portantes experim entados durante
abundantes talentos. Por ejemplo, los célebres artistas Edvard
la infancia afectan a dicha capacidad
M unch y Francis Bacon padecían, probablem ente, un tra sto r­
• Una capacidad m erm ada de m entalización hace que sea difí­
no de la personalidad, dado que tuvieron grandes problem as a
cil a fro n ta r conflictos en las relaciones cercan as (por ejem ­
plo, el pensam iento suele producirse en térm inos de blanco o
‘1 : la hora de relacionarse con los dem ás. No obstante, am bos
fueron extrem adam ente hábiles e innovadores en el cam po de
negro, las em ociones tienden a d e sb o rd ar la capacidad de
pensar, etcétera). la pintura. (¡El líder tam bién puede citar los casos de algunos
1 políticos prominentes!)
El líder pregunta si alguien qLiiere com partir experiencias relacio­
nadas con la tarea asignada, consistente en las dificultades que plan­ Actividad grupal: Pedir a cada miembro del grupo que tome nota de:
1. Sus propios rasgos problemáticos de personalidad
tea hablar sobre determ inados tem as en nuestras relaciones cercanas.
2. Sus talentos y sus rasgos de personalidad buenos y positivos
Otra posibilidad es pedir a cada participante que escriba acerca
Tema: Trastornos de la p erso n a lid a d de «lo que le hace ser "él mismo"» (es decir, cuáles son sus caracte­
rísticas individuales).
Después, el líder del grupo llam a la atención sobre el tem a del día,
a saber, los T rastornos de la personalidad. Tras p reg u n tar si alguien desea co m p artir las notas que ha escri­
E n este punto, el líder asum e un enfoque didáctico, esbozando el to al respecto, el líder ap u n ta en la p izarra/rotafolio u n a lista de
concepto actual de T rastorno de la personalidad. Las áreas clave a palabras clave y abre el debate.
c u b rir aquí son:
Después de este debate, el líder esboza u n a visión positiva de los
1. Un individuo padece un Trastorno de la personalidad cuando trastornos de la personalidad desde el punto de vista de su variabili­
su personalidad m uestra u n cierto núm ero de rasgos de perso­ dad. Los trasto rn o s de la p ersonalidad no son necesariam ente p er­
nalidad desadaptativos (no útiles), que son form as típicas de m anentes y m uchos de sus rasgos c a m b ian con la edad, lo que
pensar, sentir, reg u lar los im pulsos y relacionarse con otras generalm ente desem boca en que la p ersona se relaja cada vez m ás, es
personas. E stos rasgos deben haber sido característicos de la m enos im petuosa y aprende a lid iar m ejor con las situaciones. Los
persona al m enos desde finales de la adolescencia o el p rinci­ problem as pueden reap arecer en situaciones de estrés, p o r ejemplo,
pio de la edad adulta, siendo relativam ente constantes desde en relación con situaciones laborales o con problem as en las relacio­
ese m om ento. nes cercanas (esto es, separaciones y divorcios). Los trasto rn o s de la
462 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARATRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T -I) 463

personalidad m ejoran con m ás rapidez si son tratados (por ejemplo, 9. Trastorno dependiente de la personalidad: falta de confianza
m ediante la MBT). Asimismo, tam bién tienen u n m ejor desenlace en sí mismo, hace grandes esfuerzos p o r obtener el cariño de
natural, en térm inos de mejoría, que la depresión. los demás, necesita constantem ente el asesoram iento y la rea­
A continuación, el líder explica, aunque sin e n tra r en excesivos seguram iento p o r parte de los otros
detalles, el origen de los trastornos de la personalidad, los cuales 10. T rastorno obsesivo-com pulsivo de la personalidad: rígido e
aparecen a consecuencia de una combinación de influencias genéti­ intransigente, preocupado por el orden y los horarios, dificul­
cas (de tem peram ento y vulnerabilidades) e influencias ambientales tad p ara delegar tareas en otras personas, perfeccionista
negativas ocurridas durante la infancia, tales como la pérdida tem ­ 11. «Trastorno no especificado de la personalidad»: rasgos insufi­
prana de los padres, negligencia, abuso o traum a. Dependiendo del cientes p a ra satisfacer el los criterios de cu alq u iera de los
equilibrio de estos factores, algunas características pueden llegar a trasto rn o s enum erados, pero presenta rasgos característicos
dom inar el modo en que nos relacionam os con los demás, y este, a su de varios de ellos.
vez, definir los diferentes trastornos de la personalidad. El líder del grupo dirige ahora un debate acerca de los diferentes
El líder del grupo esboza ahora la clasificación de los trastornos trastornos de la personalidad, quedando a la discreción del líder
de la personalidad, con una breve revisión de las principales caracte­ cuántas categorías de trastornos se abordarán.
rísticas de los distintos tipos:
Trastorno lím ite de la p e rso n a lid a d
1. Trastorno esquizotípico de la personalidad: muy tím ido y des­
confiado, escasos amigos, opiniones extrañas El líder exam ina los criterios del TLP, con referencia a la m enta-
2. T rastorno esquizoide de la personalidad: poca afectividad, lización, y explica que estos son los rasgos que m anifiestan con más
poca necesidad de esta r con los demás, por lo general prefiere frecuencia las personas que se hallan en el p rogram a de MBT, subra­
h acer las cosas solo yando que m uchos participantes pueden tener otros rasgos de perso­
3. Trastorno paranoide de la personalidad: suspicaz, intransigen­ nalidad que les resu ltan problem áticos.
te y tem peram ental Criterios del TLP:
4. T rastorno antisocial de la personalidad: actos delictivos repe­
tidos, despiadado, agresivo, poca capacidad p a ra c u id a r de 1. Relaciones intensas e inestables, alternando entre los extremos
los dem ás de la idealización y la devaluación: establece rápidam ente nue­
5. T ra sto rn o lím ite de la p e rso n a lid a d : relacio n es inestables, vas relaciones rom ánticas, idealiza a la otra p ersona y se enca­
inestabilidad emocional, fluctuación de la autoim agen pricha o se deja seducir p o r ella, lo que reduce su capacidad de
6. Trastorno narcisista de la personalidad: sentido grandilocuen­ juicio social: cuando llega el desengaño, sin em bargo, hace lo
te de uno mismo, arrogante, carente de em patia contrario, viendo tan solo lo negativo de la p e rso n a donde
7. T rastorno histriónico de la personalidad: teatralidad, expre­ antes veía el lado positivo.
sión exagerada de, las em ociones, la sexualidad está m uy p re­ 2. Tiene dificultades para estar solo y fuertes sentim ientos asociados
sente, siem pre tra ta de atraer la atención sobre sí m ism o cuando se ve abandonado: en consecuencia, lleva a cabo esfuer­
8. Trastorno evitativo de la personalidad: ansioso, se m uestra inhi­ zos desesperados p ara evitar el abandono, p o r ejemplo, perm i­
bido ante las nuevas situaciones interpersonales, renuente a asu­ tiendo que lo tra ten mal, actuando con sum isión o llevando a
m ir riesgos personales, teme en exceso la crítica y el ridículo cabo actos radicales como herirse o am en azar con suicidarse.
464 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T -I) 465

3. Problemas de identidad: fluctuación de la autoestim a, autoim a- 7.


gen inestable, cam bios constantes en los objetivos vitales, difi­ <if
8.
cultades p ara m antener un self nuclear interno. . -i
nen y te hagan sentir pleno?
1
4. Im pulsividad que puede ser autodestructiva (es decir, asum e i s
r 9. ¿Te enfadas en exceso de u n a m anera que va en tu propio
riegos irreflexivamente): com prando cosas, por ejemplo, que • ¿I
perjuicio?
1 1
no se puede perm itir, conduciendo de m anera tem eraria y/o r 1 10. ¿Te «insensibilizas» (disocias) o sientes a veces, cuando estás
por encim a del lím ite de velocidad, acciones basadas en deci­ estresado, que eres dem asiado suspicaz o paranoico?
siones m al ponderadas, prom iscuidad, abuso y uso indebido
de alcohol y drogas, etcétera. El líder del grupo, aclara y analiza los rasgos expuestos. E s muy
5. Actos autodestructivos: tales como autolesiones e intentos de im portante que, d u ran te la revisión y discusión, el líder m antenga
suicidio (para reg u la rlo s estados emocionales dolorosos). una perspectiva m entalizadora.
6. Sentimientos recurrentes de vacío interior y falta de sentido.
Tarea para casa: tomar nota de los rasgos de personalidad que resul­
1. Cambios constantes de hum or, por ejemplo, fluctúa, en u n m is­ ten, durante la próxima semana, problemáticos para nosotros.
m o día, entre la euforia y la disforia intensas, entre felicidad y
tristeza, am arg u ra o enfado. Se entrega a los participantes un folleto que resum e las cara c te ­
8. Ira intensa y difícil de controlar (que puede d ar lugar, por ejemplo, rísticas del TLP.
a arrojar objetos, proferir palabrotas o enzarzarse en peleas).
9 . Reaccionar con suspicacia o sentirse fuera de sí cuando se siente A d aptación p ara el TASP
estresado.
Después de debatir «Qué es un Trastorno de la personalidad» y,
H em os adaptado los criterios diagnósticos form ales a u n a serie una vez los participantes han concluido la tarea, consistente en iden­
de p reguntas iniciales de com probación, que pueden p lantearse en tificar las áreas problem áticas de su propia personalidad, tam bién se
un lenguaje coloquial a los p articipantes p a ra c o n trib u ir a estim u­ habrán identificado bastantes características del TASP. El líder utili­
la r el debate: za esta inform ación p ara perfilar los rasgos clave del TASP, los cuales
han de ser abordados de u n m odo m ás general que las características
t. ¿Te asusta el rechazo y el abandono y quedarte solo? descritas en los sistem as de clasificación al uso:
2. ¿Son inestables tus relaciones con tu fam ilia y amigos?
3. ¿Percibes que las cosas son totalm ente buenas o com pletam en­ • Tendencia a ir co n tra la autoridad y a im plicarse de m anera
te m alas, correctas al 100% o erróneas al 100%, de tipo blanco persistente en conductas ilegales
o negro o en térm inos absolutos como, por ejemplo, «Todo el • Sensibilidad hacia los dem ás y sus m otivaciones, a m enudo
m undo es...», «Todos los hom bres son...»? p ersig u ien d o de fo rm a d e lib e ra d a que h a g a n cosas p a ra
4. ¿Tienes problem as p a ra saber quién eres y qué es im portante nosotros
p a ra ti? • Sensación de verse «acosado» por la autoridad (por ejemplo, la
5. ¿Haces cosas im pulsivam ente que p odrían d a ñ a rte de alguna policía) y de ser tra tad o injustam ente p o r instituciones tales
m an era o sin planearlas ni preocuparte de las consecuencias? com o vivienda, servicios sociales y empleo
6. ¿Te haces d año a ti m ism o (daño corporal deliberado, inclu­ • A m enudo, le resulta necesario encubrir cosas o no m ostrarse
yendo las sobredosis) o actúas de m anera suicida? plenam ente sincero
466 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD GRUPO DE INTRODUCCIÓN A LA MBT (MBT-I) 467

• No planificar y, en lugar de eso, descubrirse a sí mismos «hacien­ El líder form ula seguidam ente algunas p reguntas sobre estos
do cosas» problem as p ara tra ta r de conseguir que cada individuo participe en
• C ulpar a otros de los acontecim ientos y de las propias acciones un proceso de autoevaluación de los problem as.
• No sentirse triste cuando hiere a alguien, porque la otra p erso­
• ¿Cuán grave es, p ara ellos, el problema?
na era culpable o lo m erecía
• ¿Hay tam bién otras personas a las que les preocupa y, si es así,
• No preocuparse por la seguridad de uno m ism o o de otros
por qué?
cuando participan en interacciones problem áticas
• ¿Cuáles serían los beneficios de a b o rd ar el problema?
• Actitud general agresiva que lleva, a veces, a peleas.
• ¿Qué p odrían perder?
El líder señala que, si bien este tipo de patrón describe la conduc­
El líder modela el «diálogo del cambio», que es tanto m entalizador
ta de esos individuos, así como algunas de sus actitudes, no nos ayu­
como motivador. A menudo el paciente p reguntará al líder qué debe
da a p en sar en qué hace que las personas se com porten de ese modo
hacer: «¿Me lo dirá? Usted es el experto. Es por eso que estoy aquí». En
o por qué desarrollan determ inadas actitudes. Tam poco nos dice
este punto el líder del grupo dispone de varias opciones:
nada de cóm o p odrían cam biar. E stas cuestiones serán el tem a de
las siguientes sesiones, y algunos de los trabajos que llevará a cabo el 1. Aunque puede tran sm itir la pregunta al grupo, esa no es u n a
grupo consistirán en establecer el m odo de cam biar las áreas proble­ m aniobra útil en esta fase del tratam iento y tam poco es una
m áticas m ás im portantes definidas por los propios participantes. intervención de «primera línea» en la MBT. Es im portante que,
Ahora, el líder del grupo hace un paréntesis p a ra tra ta r algunos en la MBT-TASP, la comunicación del terapeuta sea sincera. Es
aspectos del TASP que interfieren m arcadam ente con el tratam ien ­ probable que eludir las preguntas provoque que los pacientes se
to. En p rim er lugar, las personas con TASP poseen u n a motivación tornen cada vez m ás coercitivos y exijan respuestas.
variable p a ra el cam bio y, en segundo, tienen una fuerte tendencia a 2. Puede com enzar a d a r consejos. Es posible que esto lleve al
externalizar. paciente a decir que ya h a puesto en práctica el consejo y no le
h a funcionado, aduzca un motivo irrefutable p o r el que no es
L íd e r d e g r u p o : Discusión sobre la motivación. u n a buena sugerencia o declare que es una recom endación
Cam biar la m anera en que reaccionamos, nos sentimos y pensam os estúpida que solo sirve p a ra d em o strar que el tera p eu ta no
es difícil para todos. Podemos tra tar de ver las cosas de m anera dife­ entiende el problem a.
rente, pero tendemos por defecto al modo en que nos hemos desenvuel­ 3. Tam bién cabe la posibilidad de responder sinceram ente vali­
to mejor en el mundo. Si tratam os de cam biar la form a en que nos dando la cuestión: «Esa es u n a buena pregunta, pero ignoro lo
movemos en el mundo y fracasamos, nuestra motivación decrece rápi­ que deberías hacer ai respecto en este m om ento. Tenemos que
damente y renunciam os a ello. Las personas con TASP se han adaptado explorarla m ás despacio antes de e n c o n trar u n a solución. En
a su experiencia histórica y actual del modo que, según ellas, les brinda este m om ento, tan solo podem os d e te rm in a r que es algo en lo
mejores oportunidades de supervivencia física y m ental. Por eso, no que tenem os que trab ajar p ara que se produzca u n cambio».
van a abandonar fácilmente ese «modo satisfactorio» de gestión.
Desde la perspectiva de la MBT-TASP, la tercera opción es la m ás
Habla sobre el cambio y sus posibles dificultades.
L íd e r d e l g r u p o : recom endable.
Sugiere que el grupo se centre por turnos, y durante cinco minutos,
en cada uno de sus m iem bros, explorando algún aspecto de un Esboza la idea de la externalización, es decir, culpar
L íd e r d e l g ru p o :
componente problemático de su personalidad. ’ a factores externos.
468 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T-I) 469

El objetivo, en este caso, no es sugerir que la externalización es, contexto pero, cuando opinam os sobre los demás, tenem os la ten­
en sí mism a, un problem a y algo negativo, sino señalar que, adem ás dencia a atribuir su conducta a sus características personales.
del papel desem peñado por los dem ás, todos necesitam os sopesar
El líder puede señalar que solemos definir, según sus conductas
nuestra propia contribución a lo que ocurre. Si, en lugar de a los
observables, las cualidades de otras personas, lo que supone atri­
demás, nos atribuim os dem asiada responsabilidad a nosotros, pode­ buir una causalidad interna a lo que hacen. Pero, en general, no nos
m os vernos abrum ados por la culpa y la autocrítica; por otro lado, si gusta que la gente haga eso mismo con nosotros. Cuando alguien
atribuim os un peso excesivo a las causas externas y responsabiliza­ nos ve como personas agresivas porque nos enfadamos, entonces,
mos a los otros de nuestros problem as, eso interferirá constantem en­ nos sentimos incomprendidos. Sentimos que esa persona no entien­
de nuestras circunstancias, lo cual puede, por sí solo, engendrar
te en que m antengam os relaciones m ás constructivas y, a menudo, más odio hacia ella, quien es -desde nuestra perspectiva- la que
nos h a rá sentir impotentes p ara poder cam biar nada. crea la ira en nosotros. Cabe mencionar aquí que el exceso de énfa­
sis en los demás o en uno mismo como causa de nuestra conducta
Un paciente describió de qué modo el funcionario encargado de su es un ejemplo de lo que denominamos una «mentalización deficien­
alojamiento le había asignado temporalmente un albergue que te». Tenemos que desarrollar una manera más matizada de relacio­
compartía con más personas, a pesar de saber que, para él, una narnos con los demás y el modo en que los vemos.
estrecha interacción con otras personas resultaba provocadora y le Tarea para casa: Tomar nota, durante la semana siguiente, de los
conducía a la violencia. Cierta noche, otro residente lo miró de una rasgos de personalidad que resulten más problemáticos para uno
manera que no le gustó, así que le pegó. Entonces culpó de este inci­ mismo.
dente al funcionario y dijo al personal del albergue que no le pidie­ Supervisamos cómo explicamos un determinado «evento», ¿vemos
sen responsabilidades a él sino al funcionario, añadiendo que ya que la responsabilidad es nuestra o culpamos a otras personas o a las
había avisado de que eso sucedería. autoridades implicadas o, tal vez, se trata de algo más complejo?

Es bastante com ún que las personas con TASP atribuyan un peso Se reparte a los participantes un folleto que resum e los aspectos
del TASP.
considerable a las circunstancias situacionales para justificar su p ro ­
pia conducta. Por supuesto, eso puede tener cierta validez. A m enudo
afirm an que los líderes grupales no entienden su entorno social y su M ódulo 8: Tratamiento basado en la m entalización.
contexto vital -«C ualquiera en mi situación habría actuado del m is­ Prim era parte
m o modo»; «Tienes que am enazar a la gente, de lo contrario pensa­
R esu m en
rá n que eres débil»- y concluyen que la m ayoría de sus problem as
están vinculados a causas externas, tales como el dinero, las norm as El líder del grupo resum e el tem a y el debate de la sesión previa:
sociales o las am enazas por p a rte de otras personas. El líder no con­ • Definición de los trasto rn o s de la personalidad
tradice esas afirm aciones, sino que tra ta de equilibrarlas diciendo • ¿Cuáles son los rasgos adaptativos y desadaptatívos de la per­
que, cu an d o se tra ta de o tras personas, tendem os a h acer precisa­ sonalidad?
m ente lo contrario, esto es, no ten e r en cuenta el contexto. De ese • Cómo fluctúa el cu rso de los trastornos, es , el hecho de
m odo, si alguien es agresivo, tendem os a verlo com o el resultado de que la m ayoría de los trasto rn o s de la personalidad m ejoren
u n a característica personal -«E s u n a persona agresiva»- y a conside­ con la edad y de que el tratam iento aum ente las posibilidades
rarlo el responsable de sus actos. No debem os subestim ar la contri­ de mejoría
bución situacional en lás agresiones a o tra s personas. El punto a • Diferentes tipos de trasto rn o s de la personalidad
d e sta c ar es que, cuando se tra ta de nosotros, tendem os a culpar al • Criterios para el TLP/TASP.
470 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRA STO RNO S DE LA PERSONALIDAD G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T -I) 471

El líder p regunta si a alguien le g u staría c o m p a rtir sus notas Pero la psicoterapia implica aún más, ya que tam bién tra ta de que
acerca de cualquier rasgo problem ático de personalidad apuntado nos acerquem os a los demás, haciendo que entren en nuestra vida,
durante la sem ana anterior o si tienen m ás p reguntas acerca del esto es, atreviéndonos a confiar en los otros, estableciendo vínculos
diagnóstico. con ellos y perm itiendo que adquieran im portancia en nuestra p ro ­
pia vida. Como ya se ha discutido antes en el grupo, en p a rticu la r en
Tema: Tratam iento basado en la m en ta liza ció n las sesiones en que se aborda el apego (módulos 5 y 6), este no es un
proceso fácil, sino que exige una cuidadosa atención a lo que ocurre
El líder ab orda a continuación el tem a correspondiente de la
en nuestra propia m ente y en la de los demás. ¿Qué les sucede a las
sesión y em pieza definiendo el objetivo de la Terapia basada en la
otras personas? ¿Están dispuestas a aceptarm e y a acep tar mi m en­
mentalización (MBT). te? ¿Me entienden, aceptan y apoyan?
El objetivo de la MBT es m ejorar la capacidad de m entalización
Hay que reco rd ar a los participantes la sesión referente al apego y
en las relaciones cercanas de las personas. M ejorar la capacidad de la m entalización (módulo 6). La psicoterapia esfim ulará autom ática­
m entalización supone que el individuo experim enta que tiene un self m ente sentim ientos de apego; es probable que vuelva a aparecer en la
nuclear m ás estable, que es m enos probable que las emociones echen terapia el patrón de apego que cada paciente identificó en el m ódulo
a perder lo m ejor de él y, en el caso de que eso ocurra, que será capaz 5. El líder grupal explica que esta es u n a evolución n atu ral y que será
de recobrar su com postura con m ás rapidez. Es decir, la persona se im portante centrarse en el m odo en que la relación entre paciente y
encuentra em ocionalm ente m ás estable, m enos vulnerable a los con­ terapeuta puede interferir con el hecho de interesarse en lo que está
flictos inierpersonales, es m enos impulsiva y está en mejores condi­ sucediendo en la propia m ente y en la m ente de los demás. A los p a r­
ciones de afro n tar los conflictos cuando estos aparezcan. ticipantes en el grupo se Ies dice que este tem a será discutido con
m ás detalle en la siguiente sesión.
¿De qué modo permite la psicoterapia que las personas mejoren su
mentalización? Cómo se estructura el tratamiento
La MBT es una m odalidad de psicoterapia. La psicoterapia supo­ Después de aco rd ar un contrato p ara la MBT individual y grupal,
ne que uno habla de sus problem as m ás íntim os con otra/s persona/s una vez p o r sem ana, a lo largo de 18 meses, cada persona trabaja con
y, de ese m odo, se to rn a m ás consciente de sí mism o, de sus senti­ un terapeuta p a ra lograr lo siguiente:
mientos y del m odo en que se relaciona con los dem ás. Para extraer
el m áxim o beneficio de la MBT, se debe, en la m edida de lo posible, 1. Form ulación del problem a basado en la m entalización
2. Planes de crisis
abandonar la desconfianza, tener curiosidad acerca de uno mismo y
aceptar que los terapeutas no están allí p a ra juzgarnos. H ablar de 3. Acuerdo sobre roles y responsabilidades
4. Com prensión y acuerdo sobre objetivos a corto y largo plazo
uno m ism o en este contexto es beneficioso p o r sí mism o, ya que, en
5. Integración entre instituciones que e stá n im plicados en ese
general, cuando las personas dependen únicam ente de sus propios
m om ento, p o r ejemplo, trabajo, lib ertad vigilada, reh ab ilita­
m edios p ara entender las cosas, term in a n perdiéndose en sus pro­
ción y servicios sociales.
pios pensam ientos y sentim ientos. Todos nosotros podem os enga­
ñarnos fácilm ente a la hora de com prender tan to a los demás como Si es necesario, tam bién se organiza u n a cita con u n psiquiatra
a nosotros mismos. para la receta de cualquier m edicación pertinente.
472 TRATAMIENTO BASADO EN LA M ENTAUZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T -I) 473

Se co m unica a los p a rticip a n te s que los te ra p e u ta s se reú n en g u a r p robando d iferentes a lte rn a tiv a s. La MBT: constituye un
reg u la rm e n te e in te rc a m b ia n in fo rm ació n acerca de cóm o e stá esfuerzo colaborativo en el que los terapeutas tra ta n de hacer que
p ro g re sa n d o la tera p ia . Si bien los te ra p e u ta s que tr a ta n a un los pacientes se u nan en u n m ism o viaje m entalizador. En resum en,
paciente e stá n au to rizad o s p a ra d isc u tir en tre ellos sobre el p ro ­ la MBT se basa en d e sarro llar y p rac tic a r habilidades de m entaliza­
greso del paciente, el te ra p e u ta g ru p al no suele m en c io n ar nada ción ju n to al terapeuta y los otro s m iem bros del grupo. P ara ser
de lo que ha conocido p o r o tra s fuentes acerca de u n paciente del buenos en algo, debem os ponerlo en práctica, y este p ro g ra m a de
grupo. Le c o rresp o n d e a ese paciente d e c id ir lo que quiere d e c ir tratam ien to proporciona a los participantes la oportunidad de ejer­
y cu ándo. Sin em bargo, hay a lg u n a s excepciones en las que el c ita r sus habilidades de m entalización.
te ra p e u ta g ru p al puede a b o rd a r d ire c ta m en te cuestiones co n cre­ Podemos describir la terapia m entalizadora de grupo com o un
tas, incluso si el paciente no q u iere h a b la r de ellas, com o, p o r «campo de entrenamiento» de la mentalización, que exige a cada p a r­
ejem plo, cu an d o se refieren a actos de violencia o am en azas, g ra ­ ticipante individual lo siguiente:
ves incu m p lim ien to s del co ntrato, p rotección de m enores o in te n ­
tos de suicidio. 1. H ablar y com partir con regularidad los eventos de su propia
vida, preferiblem ente los acontecim ientos recientes que se han
En lo que resp ecta a los otros m iem bros del grupo, se alienta a
traducido en una pobre m entalización deficiente (sentim ientos
los participantes a que, fuera de las sesiones de terapia, no m anten­
intensos o confusos, acciones impulsivas, pobre resolución de
gan contacto en tre ellos, ya sea personalm ente, por teléfono, a través
conflictos, etcétera), así com o d iscutir las circunstancias en
de m ensajes de texto o en las redes sociales (por ejemplo, Facebook
las que se haya visto som etido a estrés, en especial en relación
o Twitter). No obstante, si deciden reu n irse fuera de las sesiones
con los demás, experim entando altas exigencias en cuanto a su
grupales, se les an im a a hab lar de estos encuentros en las sesiones
capacidad de m entalización.
de terapia. No están perm itidas las relaciones íntim as entre pacien­
2. Intentar com prender m ejor esos eventos a través de u na actitud
tes que asisten u n program a MBT y, si tiene lugar esa relación, al
m entalizadora, es decir, exploratoria, curiosa, abierta a otras
m enos uno de ellos tendrá que abandonar el grupo y b u scar tra ta ­
interpretaciones, etcétera.
m iento en otro lugar.
3. Participar, junto a otros m iem bros del grupo, en este proceso,
m ediante la exploración de sus propios problem as y los de los
La M BT implica poner en práctica las habilidades de mentalización dem ás con una actitud m entalizadora.
en las relaciones cercanas 4. T ratar de averiguar, todos juntos, los sucesos que o curren en
Los terap eu tas MBT b rin d a n pocos consejos directos, aunque el grupo.
apoyan el trabajo centrado en en co n trar soluciones a los problem as 5. I n te n ta r v in c u la rs e m ás al g ru p o , su s m ie m b ro s y los
inm ediatos. Lo que hacen es tra ta r de im plicar m ás a los pacientes terapeutas.
en u n a actitud mentalizadora y, al hacerlo, les ayudan a en co n trar
Actividad grupal. Abordar si tenemos problemas con:
gradualm ente sus propias soluciones, habiendo reflexionado en sus
1. Sacar a colación los eventos de nuestra propia vida.
problem as de u n a form a cada vez m ás detallada. Como ya hem os 2. Centrarnos en los eventos del grupo
m encionado, la actitud m entalizadora im plica curiosidad acerca de 3. Asumir una postura mentalizadora.
la m ente de o tra s personas, de sus experiencias, p ensam ientos y
sentim ientos: u n a actitud de «no saber» en la que uno in tenta averi­ U tilizar el resto la sesión p a ra tra ta r estas cuestiones.
474 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRA STO RNO S DE LA PERSONALIDAD G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T-I) 475

Tarea para casa: Examinamos de qué modo solemos relacionarnos • El apego implica preocuparse por otra persona
con los demás cuando nos encontramos en un grupo de gente des­ • No podem os confiar en la gente.
conocida. Por ejemplo, reparamos en los sentimientos que nos ha
suscitado acudir a este grupo por primera vez o anotamos nuestros Algunos pacientes sienten que quizá tengan dem asiado afecto
sentimientos cuando nos encontramos con un amigo al que acom­ p o r el terap eu ta, pero tem en que el terap eu ta no albergue ningún
pañan otras personas. afecto p o r ellos y considere que la relación es «parte de un trabajo»
p o r el cual está siendo rem unerado. O tros pueden d u d a r de si es
M ódulo 9: Tratamiento basado en la m entalización. posible establecer u n vínculo con todas las personas enum eradas:
Segunda parte después de todo, a uno debe gustarle la gente a la que se vincula y
tal vez no le agraden los terap eu tas o los otros m iem bros del grupo.
R esu m en O tros incluso llegan a p la n te a r la cuestión de que el apego puede
llevar a querer m ás cosas, com o el deseo de c o n ta c ta r con el te ra ­
El líder del grupo resum e los tem as de la sesión anterior:
peuta cuando las cosas se pongan difíciles. Tam bién puede susci­
• Objetivo de la MBT: m ejorar la capacidad de m entalizar las tarse la cuestión de cóm o vincularse con alguien que no nos cuenta
relaciones cercanas nada acerca de su propia vida privada. Por últim o, es posible que
• E stru ctu ra del program a de tratam iento surja la cuestión de por qué no se perm ite a los p a rticip a n te s m a n ­
• E n tren ar y practicar la m entalización en el grupo. ten er contacto, fu era de las sesiones de terapia, con otro s m iem ­
bros del grupo.
El líder pregunta si hay alguna cuestión y si alguien tiene alguna
Este debate activa una am plia gam a de tem as, p o r lo que puede
reflexión que hacer acerca de la tare a sem anal. Se discute esto con
fácilm ente term in a r siendo caótico. El líder debe, pasado un tiempo,
los participantes.
ayudar a e stru c tu ra r el debate. Una form a de hacerlo es exam inar
por separado la relación entablada con el terapeuta individual, con el
Tema: L a Terapia basada en la m en ta liza c ió n terapeuta grupal y con los dem ás m iem bros del grupo.
El tem a principal de esta sesión es la cuestión del apego en la MBT. En lo que resp ecta a los m iem bros del g rupo que h a n p a rticip a ­
do en otro tip o de terapias, el líder d e d ic a rá u n breve periodo a
Aciividad grnpal: Discutirlas dificultades que pensamos que pode­
identificar las diferencias significativas e n tre la MBT y los tra ta ­
mos tener al forjar una relación terapéutica con:
1. El terapeuta individual m ientos anteriores.
2. El terapeuta grupal El líder cam bia, seguidam ente, el tem a a las razones m ás com u­
3. Los demás miembros del grupo. nes p ara no abrirse ni hablar a otros acerca de las propias dificulta­
E ntre las objeciones com unes al establecim iento de relaciones des, las cuales tienen que ver con el tem or a sentirse decepcionado,
afiliativas, se incluyen:• no entendido, ignorado o incom prendido p o r el terapeuta o por algu­
no de los m iem bros del grupo.
• La creencia de que son algo doloroso y absurdo pues sabemos
Actividad grupal: Abordar cuál es nuestra reacción típica cuando
que no tardarem os en separarnos de la otra persona nos sentimos defraudados, incomprendidos, ignorados, o algo simi­
• E stán condenadas al fracaso lar, por un amigo, un terapeuta, otra persona o alguien cercano a
• La gente siem pre te traiciona o decepciona nosotros.
476 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD GRUPO DE INTRODUCCIÓN A LA MBT (MBT-I) 477

La discusión grupal de este tópico consum e el resto de la sesión. Tema: A n sied a d


El líder hace hincapié en que este es un tem a especialm ente im por­
El líder del grupo presenta el tem a de la jornada, explicando que
tante para abordar en terapia. A m enudo existe la tendencia a «ocul­ casi todas las personas que solicitan tratam iento a causa de u n sen­
tar» las reacciones personales hacia los terapeutas y otras personas. tido inestable de sí mism o, desequilibrio em ocional y relaciones p ro ­
Uno de los factores fundam entales de la MBT consiste en aclarar los blem áticas con otros, tam bién tendrán síntom as p erturbadores en
m alentendidos y la susceptibilidad interpersonal. Los sentim ientos y u n sentido m ás restringido, síntom as que son, con frecuencia, los
pensam ientos «ocultos» suelen form ar parte de un proceso implícito que m otivan a la persona a b u scar tratam iento. Los síntom as m ás
de m entalización que debe hacerse explícito. com unes son la ansiedad y la depresión. E n esta sección y en la
siguiente, abordarem os am bos, dado que están relacionados con el
Tarea para casa-. Tomar nota, durante la semana, de cómo reacciona­
mos cuando nos sentimos decepcionados, incomprendidos o ignora­ proceso de apego.
dos, tal vez por alguien cercano a nosotros. La ansiedad está íntim am ente ligada al miedo, una de las emocio­
nes básicas que fueron tratadas en el módulo 3. El miedo es indispen­
sable p ara la supervivencia en un m undo plagado de peligros; nos
M ódulo 10: Ansiedad, apego y m entalización
advierte del peligro y activa el «botón de alarm a» en los anim ales y los
R e su m e n seres hum anos, estim ulando la preparación p ara la «lucha o huida».
El líder del grupo resum e la sesión previa: El líder expone que el um bral a p a rtir del cual el m iedo provoca
u n a respuesta de lucha o huida, así como la intensidad de dicha re s­
• La im portancia de establecer vínculos con los dem ás puesta, varía entre diferentes individuos, siendo en buena m edida
• Establecer relaciones de apego con los terapeutas y los otros una cuestión de tem peram ento. Algunas personas son de por sí m ás
m iem bros del grupo tem erosas que otros. Cuando este es el caso, a m enudo puede condu­
• La im portancia del apego hacia los dem ás y cómo activa em o­ cir a consecuencias problem áticas, porque la persona se vuelve exce­
ciones difíciles, representando un reto p ara la m entalización sivam ente ansiosa y «huye» (física o m entalm ente) en m om entos en
• Dificultades afrontadas durante el tratam iento que no hab ría necesidad.
• De qué m odo «ocultam os» n u estras reacciones cuando nos
sentim os molestos p o r alguien, en lugar de h ablar abiertam en­ Actividad grupal: Escribir acerca de situaciones comunes que nos
te de ello. provocan ansiedad.

Se com parte la ta re a de la sesión anterior acerca de cualquier El líder pregunta a los participantes qué han escrito y conduce un
evento interpersonal que nos haya hecho sentir defraudados o incom ­ debate sobre los resultados. Muchos de los participantes pueden decir
prendidos. La experiencia de los deseos y necesidades insatisfechas que son intrínsecam ente ansiosos y que desconocen la fuente de su
es m uy im portante y u n á re a pedagógica m uy rica p ara am pliar la miedo. Eso hace que les resulte m ucho m ás difícil a b o rd ar el proble­
com prensión de la terapia, razón por la cual el líder puede detenerse ma. La intensidad del m iedo puede ser ta n fuerte que la persona no
a lg ú n tiem po en este p a rtic u la r. Según el m odelo de la MBT, la controle de m anera adecuada sus procesos físicos y m entales. El sis­
an g u stia asociada con las necesidades insatisfechas surge a p a rtir de tem a nervioso autónom o se sobrecarga, provocando que el individuo
u n a respuesta no contingente p o r p a rte de o tra persona, quizá un experimente un ataque de pánico, caracterizado p o r un aum ento de la
am igo o, en el contexto del tratam iento, el terap eu ta e incluso, tal frecuencia cardíaca, dificultad p a ra respirar, m areos y desmayos,
vez, el adm inistrativo que está en la Clínica. m iedo a morir, enloquecer o simplemente perder el control, etcétera.
478 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T -I) 479

Actividad grupal: ¿Hemos sufrido algún ataque de pánico? Si es así, El tratam iento de los trastornos de la ansiedad implica la exposi­
debemos tomar nota de cómo nos sentíamos cuando sucedió. ción controlada. La m era exposición de la persona a la situación que
desencadena su ansiedad no suele ser suficiente p o r sí m ism a. Es
El líder pregunta a los m iem bros del grupo acerca de cualquier
necesario que la exposición sea hecha de una form a que no desem bo­
experiencia que hayan tenido de un ataque de pánico.
que en una experiencia de derrota, sino de dom inio y control. En este
Después, sigue con el tem a de los ataques de pánico, tra tan d o de punto, el líder recuerda a los participantes lo que han aprendido en
centrarse en cóm o evitar los posibles desencadenantes. P ara algu­ las sesiones anteriores sobre las emociones y el apego. De form a p re ­
nas personas, estos tienen que ver con situaciones en las que se determ inada, la reacción natural del niño que experim enta miedo es
producen aglom eraciones de gente, asociadas a tem ores acerca de buscar a su persona de apego u otra persona «segura» en la que con­
q u ed ar a tra p ad o y salidas de em ergencia, en autobuses, trenes, fíe. La reacción natural de esta persona es, p o r lo general, cuidar del
tiendas, resta u ra n te s, cines, teatros, conciertos, etcétera. Si uno niño y tra ta r de calm arlo. Múltiples experiencias de este tipo infor­
evita este tipo de situaciones, que le provocan considerables conse­ m an al pequeño de que el m iedo es una em oción que puede gestio­
cuencias negativas, decim os que el individuo padece agorafobia nar. Sin embargo, esta interacción no siem pre es ideal p o r distintas
(ágora es u n a p a la b ra griega que significa «mercado»). P ara otras razones (como hemos visto en el m ódulo 6), y eso puede hacer que el
personas, el desencadenante que precipita la ansiedad son las re u ­ niño siga sintiéndose asustado o sentir que es inútil - o incluso peor
niones con am igos o sa lir con o tras p ersonas (e incluso el m ero que in ú til- buscar la cercanía de otros, llevándole a la conclusión de
hecho de p e n sar acerca de esos eventos); esta ansiedad hace que que tiene que gestionar por su cuenta el m iedo o, incluso, que uno
dichos pacientes eviten las situaciones que im plican a otras p erso ­ tiene que ocultar la experiencia del miedo. Sin embargo, es un hecho
nas, lo cual se denom ina fobia social. E n general, las ansiedades que el mejor remedio para calmar la ansiedad es otra persona que nos
asociadas con el TLP son dem asiado com plejas p a ra en cajar en tranquilice. Todo aquel que haya experim entado ansiedad se habrá
alguna de las categorías bien e stru c tu rad a s de la fobia, y esto debe percatado de que, en cualquier situación generadora de ansiedad, es
q uedar claro p a ra el grupo. de gran ayuda estar acom pañado de u n a persona de confianza.
Actividad grupal: Escribir acerca de cualquier tipo de agorafobia o El principio de que o tra persona puede ayudarnos a a b o rd ar la
fobia social que podamos haber experimentado. ansiedad resulta clave p a ra el tratam iento de la ansiedad interperso­
nal. En la terapia de exposición, el terapeuta que trata, p o r ejemplo,
El líder pregunta a los m iem bros del grupo sobre sus experiencias
a alguien a quien viajar en autobús le provoca ansiedad, acom paña
de agorafobia y fobia social. La fobia social está estrecham ente vincu­
al paciente en su prim er viaje en autobús. V iajar con alguien que le
lada a u n a excesiva ansiedad por el rendimiento excesivo, lo que lleva
haga sentirse seguro ayuda al individuo a gestionar la angustia que
al individuo a evitar reuniones sociales, com o fiestas, restaurantes,
le genera este tipo de viajes. La presencia de la persona de confianza
sem inarios o situaciones en las que experim ente u n a obligación
m itiga la ansiedad del paciente y le ayuda a relajarse y gestionar sus
opresiva a ren d ir de alguna m anera. Tam bién hay casos de ansiedad
síntom as, proporcionando a la persona ansiosa u n a experiencia de
generalizada, en la cual el individuo se siente tenso y preocupado
dom inio y control al llevar a cabo el viaje. Posteriorm ente, experi­
acerca de los problem as relacionados con la vida cotidiana; casos de
m entará la m ism a sensación de logro viajando solo.
ansiedad obsesivo-compulsiva, con sus obsesiones y rituales; y tam ­
bién de ansiedad postraum ática, en la que el sujeto se ve expuesto a ¡Actividad grupal: Describir cómo otras personas han tenido un
reexperim entar de m anera dolorosa sus recuerdos traum áticos. efecto tranquilizador sobre nuestras ansiedades.
480 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T -I) 481

El líder pregunta a los m iem bros del grupo acerca de esta cues­ • Cuando se desencadena a causa de estím ulos benignos o en
tión y subraya que el mero hecho de acercarse a otra persona cuando ausencia de am enazas, el miedo es u na respuesta desadaptativa
experimentamos ansiedad es importante porque esa es la actitud que, • La ansiedad se generaliza fácilm ente a otros ám bitos, por
en el programa MBT, se busca que desarrollen los pacientes hacia los ejemplo, la ansiedad que nos produce estar en un ascensor se
terapeutas y los otros miembros del grupo. Como se recordará, hemos transform a en tem or a los espacios cerrados.
hecho hincapié en la im portancia de tra ta r de vincularse a los tera­ • Los tratam ientos p a ra los trasto rn o s de la ansiedad suelen
p eu tas y los otro s participantes. Eso requiere que todo el m undo conllevar la exposición controlada
hable de sus tem ores cotidianos, incluyendo las situaciones que acti­ • Los estudios evidencian que las personas son capaces de ges­
van el m iedo d u ran te las sesiones. Pero, aunque esto sea fácil de tio n ar m ejor su ansiedad cuando se enfrentan a la situación
decir, quizá resulte difícil de llevar a cabo. Cuando intentam os abrir­ desencadenante en com pañía de una persona de confianza
nos y hab lar acerca de nuestras inquietudes personales, solemos • Es im portante no responder a la ansiedad evitando la fuente
experim entar u n a especie de resistencia interior que se relaciona de la m ism a, sino acercándose con determ inación a ella e
con el hecho de que el tem or está conectado, a m enudo, con la ver­ implicando a o tras personas en nuestra exposición
güenza, o bien con que uno tiene la incóm oda sensación de parecer • Es im portante, en la terapia, que uno sea lo suficientem ente
pueril e incapaz, o con la falta de confianza en que el otro sea útil o, valiente como p a ra plantear cuestiones que nos resultan rea l­
p eo r aún, que haga mal uso de esa inform ación p a ra ridiculizarnos m ente molestas.
y avergonzarnos. Muchos pacientes se m uestran hipervigilantes al
El líder repasa las ta re a s de la sem ana, abordando los ejemplos
in teractu ar con otras personas. aportados p o r los participantes acerca de rec u rrir a otras personas
p a ra tra ta r de m itigar la ansiedad.
Actividad grupal: Escribir sobre temas o experiencias de las que nos
resulte difícil hablar.
Tema: D epresión
El líder discute estas experiencias con todo el grupo.
Al igual que la ansiedad, la depresión tam bién está asociada con
Tarea para casa: Anotamos si, cuando nos hemos sentido ansiosos u n a em oción básica: ansiedad de separación y tristeza. Se tra ta de
por algo durante la última semana, hemos logrado acercarnos a otra una reacción natural relacionada con una ru p tu ra de lo que llam a­
persona (familiar o amigo) y si eso nos ha servido o no de ayuda. mos el sistem a de apego. Todos los niños que han establecido una
¿Qué pensamos acerca de las razones de nuestro éxito o fracaso?
relación de apego resp o n d erán con la ansiedad de la separación
cuando se ven abandonados, y con tristeza si la persona que añ oran
M ódulo 11: D epresión, apego y m entalización no vuelve cuando esperan. En n u e stra opinión, la ansiedad de la
separación form a p a rte n a tu ra l de u n a fase de p ro testa que está
R e su m e n conectada con el llanto y los gritos utilizados p ara atraer la atención
de los padres. La tristeza, p o r su parte, pertenece a una fase p o ste­
El líder del grupo resum e brevem ente el debate de la sesión
rior en la que la protesta no ha obtenido el resultado deseado. C uan­
anterior:
do esto se debe a la m u erte de la p ersona que cuidaba al n iñ o o
• La estrecha asociación existente entre m iedo y ansiedad alguien cercano, es decir, a u n a pérdida, se conoce como reacción de
• El m iedo constituye u n a respuesta apropiada en algunas situa­ duelo. Aunque la reacción de duelo intensa es bastante sim ilar a la
ciones pero, si es exagerado, da lugar a ataques de pánico depresión, es cualitativam ente diferente.
482 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD GRUPO DE INTRODUCCIÓN A LA MBT í.MBT-I) 483

Existen diferencias individuales con respecto a qué nos hace reac­ com o p arte del desarrollo, en torno a la pérdida de una persona de
cionar en térm inos de tristeza, la intensidad de nuestra reacción de apego. El estrés general y la enferm edad física, así como otros facto­
duelo y cuánto tiempo perdura. En la m ayoría de los casos, la em o­ res que aún no conocemos, tam bién se cuentan entre los elementos
ción finaliza después de un tiempo y el individuo es capaz de adap­ capaces de provocar la depresión.
tarse con relativa rapidez a sus nuevas circunstancias vitales. Pero,
Actividad grupal: Escribir acerca dé lo que pueda haber desencade­
cuando la emoción no decrece en intensidad durante mucho tiempo, nado en nosotros una respuesta depresiva.
nos referim os a ella como una depresión, descrita por algunos auto­
res com o u n a reacción patológica de duelo. En la depresión, la per­ Este es un tem a delicado. El líder del grupo debe dedicar mucho
sona se siente triste , afligida y c a n sa d a , tiene baja a u to e stim a y tiem po a revisar los ejemplos aportados, no solo porque sea im por­
p ensam ientos repetitivos, alberga sen tim ien to s profundam ente tante escuchar con atención todos los episodios depresivos, sino por­
negativos sobre la vida y, a menudo, tam bién se siente culpable. Asi­ que todo el m undo debería ten er la o p o rtu n id ad de d ecir algo al
mismo, tiene dificultades para concentrarse, la vida carece de senti­ respecto. No obstante, no es una buena idea ped ir a todos los p a rti­
do para ella y le parece que el futuro alberga pocas esperanzas. El cipantes que piensen en lo que pudo haber desencadenado sus p ro ­
pensam iento de quitarse la vida puede no e sta r m uy lejos. pias depresiones y, a continuación, escuchar con em patia las historias
La relación entre depresión y reacción de duelo, por tanto, es de dos o tres de ellos, sin d ejar tiem po suficiente p a ra el resto. El
sum am ente estrecha. Esta hipótesis se ve confirm ada por la investi­ líder debe decir abiertam ente al grupo que es im portante que todos
tengan oportunidad de hab lar de sus experiencias, y que ei tiempo
gación con grandes segmentos de población. La pérdida de alguien
cercano es el desencadenante m ás com ún de la depresión. Sin em bar­ disponible deberá rep a rtirse por igual. Por tanto, si se reservan 5
go, la «pérdida» no tiene por qué e sta r relacionada con la m uerte, m inutos p ara cada persona, y hay 8 personas en el grupo, esta acti­
vidad consum irá 40 m inutos.
sino que tam bién puede tener que ver con el hecho de que alguien
deba viajar lejos durante u n largo periodo, que nos veamos obligados Tras este debate, el líder se centra en el tem a del curso y tratamien­
a separarnos de nuestra fam ilia, que la persona de apego esté enfer­ to de la depresión. La m ayoría de los episodios depresivos se resuel­
ma y no disponible, que los padres se divorcien o que debamos cam ­ ven p o r sí solos, aunque algunos nunca se resuelven com pletam ente.
biar de lugar y dejar a nuestros am igos cercanos. Asimismo, adem ás La persona puede continuar en un estado depresivo crónico, lo cual
de la pérdida de u n a persona, tam bién puede tener que ver con la no es ta n grave en térm inos de riesgo com o cuando la depresión se
pérdida de prestigio y posición social, por ejemplo, al verse de alguna encuentra en su m om ento álgido, pero se caracteriza p o r una cons­
m anera desacreditado en público. tante falta de ánim o que hace que el individuo tenga dificultades
para sentirse feliz y sea incapaz de d isfru ta r de sus actividades. Esto
Si la persona experim entó una grave pérdida en una edad tem ­
prana, que condujo a un m al procesam iento de la reacción de duelo, a veces se denom ina distimia, en la que el individuo presenta u n a
baja autoestim a y es pesim ista en todos los aspectos de la vida, inclu­
será m ás propensa a la depresión cuando afronte otra pérdida en su
yendo el futuro. Los episodios depresivos p asan m ás rápidam ente
vida adulta. Cuantos más episodios depresivos hayam os padecido,
con el tratam iento, y m uchas depresiones crónicas pueden norm ali­
m ás probable será que sufram os depresión de nuevo. Es como si uno
zarse gracias a él. E n cambio, las depresiones graves deben ser tra ta ­
estableciese u n patrón de resp u esta au to m ática a la tensión y el
das con m edicam entos llam ados antidepresivos.
m alestar. Además de la pérdida, el patrón de respuesta, en este caso
la reacción depresiva, tam bién puede ser provocado por o tras situa­ Los a,ntidepresivos pueden tam bién, en ocasiones, s e r eficaces
ciones pero, en nuestra opinión, este patrón de reacción se establece, p ara la ansiedad y los ataques de pánico, pudiendo m itig a r los fu er­
484 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD G R U P O D E IN T R O D U C C IÓ N A LA M B T (M B T -I) 485

tes cam bios de h u m o r causados por la inestabilidad em ocional así los procesos m entales im prescindibles p a ra recuperarse de la
general. M uchas personas con TLP han tom ado antidepresivos en el depresión. Ser capaz de cuestionar los pensam ientos negativos fijos
pasado, y algunos m iem bros del grupo pueden todavía e sta r m edi­ es una p a rte im portante de la m entalización y, p ara recuperarse de
cándose. Cuando alguien p articipa en u n program a de tratam iento la depresión, los pacientes necesitan em pezar a m entalizar.
integral como la MBT, debería aprovechar la situación y, si es posi­
Actividad grupal: Escribir acerca de nuestra propia tendencia hacia
ble, tra ta r de red u cir o poner fin a la m edicación antidepresiva. Esto los pensamientos depresivos que podamos haber experimentado en
debe hacerse solo después de que el tratam iento esté ya bien enca­ el pasado o estar experimentando en el presente. ¿Cuestionamos
m inado y cuando la persona sienta que controla m ejor su vida. La esos pensamientos o asumimos que son exactos?
razón de ello es que, gracias a u n a psicoterapia com o la MBT, algu­
El líder revisa las anotaciones de los participantes sobre los pen­
nas personas son capaces de aprender a lid iar con las dificultades
sam ientos depresivos, subrayando que la conciencia de la naturaleza
de la vida sin m edicación y alb erg ar la suficiente confianza com o
de nuestros pensam ientos es un aspecto im portante de la m entaliza­
p a ra prescindir de ella.
ción. Además, el líder hace saber a los participantes cuándo sus pen­
Actividad grupa!: Escribir acerca de nuestra experiencia con la sam ientos parecen rígidos, fijos, innegables o incuestionables. Estas
medicación antidepresiva. cualidades sugieren que la no m entalización desem peña un papel
im portante en el m antenim iento de la depresión.
El líder trae a colación y analiza las experiencias con antidepresi­
vos de los participantes. Tarea para casa: Anotar si hemos tenido pensamientos depresivos
durante la semana y cómo los hemos afrontado. ¿Hemos sido capa­
El último tem a principal es el pensamiento depresivo. La expre­
ces de estimular cierta duda al respecto?
sión «pensam iento depresivo» se refiere a un conjunto de patrones
m entales autom áticos que suelen acom pañar a los estados de ánim o
depresivos y que se consideran p a rte del pensam iento «normal» de M ódulo 12: R esum en y conclusión
los individuos que h a n padecido episodios depresivos reiterados, o
R esu m e n
bien cuando el estado depresivo ha durado un largo periodo. El pen­
sam iento depresivo se refiere a los pensam ientos que aparecen rápi­ El líder resum e la últim a sesión acerca de la depresión:
dam ente y de form a in esp erad a con contenidos com o «Todo está
perdido», «No sirve de nada», «Es im posible p a ra mí», «Soy un • La depresión está estrecham ente ligada a las emociones bási­
cas de tristeza y ansiedad de la separación
inútil», etcétera. Son los pensam ientos depresivos com o estos, que
suelen ser el resultado de experiencias adversas en la vida, los que • E sta respuesta del sistem a de apego se ha desarrollado a lo lar­
go de la evolución, porque resulta beneficiosa p a ra las relacio­
alim entan la depresión o las tendencias depresivas.
nes entre el niño y sus figuras de apego
El líder del grupo explica que el enfoque m entalizador p a ra enten­ • La pérdida de las figuras de apego aboca al duelo
der las dificultades de las personas aquejadas de depresión nos per­ • Las reacciones de duelo intenso son sim ilares a u n estado
m ite ver que estos pensam ientos -q u e, a menudo, no representan la depresivo
realidad, sino que son distorsiones cognitivas- adquieren un gran • O tros eventos pueden d e sen c a d e n ar reacciones de duelo/
poder debido al fracaso de la m entalización. El estado de ánim o bajo depresivas, tales como la pérdida de la posición social, la p ér­
incide directam ente en la capacidad de m entalización, obstruyendo dida de autoestim a, el estrés o las enferm edades físicas
486 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
GRUPO DE INTRODUCCIÓN A LA MBT (MBT-I) 487

• Una vez que la persona ha tenido un prim er episodio depresivo, A p ro x im ad am en te 20 m in u to s an tes del final, el líd e r pide a los
tiene m ás probabilidades de padecer otro. Si alguien padece p a rtic ip a n te s sus com entarios:
episodios depresivos recurrentes, o u n a form a m ás leve de tipo
crónico (denom inada distimia), desarrollará el pensam iento Apuntar algunas palabras clave acerca de lo que
A c tiv id a d g r u p a h

depresivo, lo que puede por sí solo m antener la depresión creemos que nos ha resultado, en el grupo, particularm ente educa­
tivo (un tema, un debate, una tarea, un evento). Tomar nota de cual­
® Los patrones de pensam iento depresivo indican una pérdida
quier sugerencia aportada para m ejorar el program a.
de m entalización.
El líder trae a colación las experiencias p articularm ente pedagó­
El líder del grupo pregunta entonces si hay alguien que desee com­ gicas y tom a nota de todas las sugerencias p a ra m ejorar los grupos.
partir sus notas sobre la tarea asignada para la sem ana anterior y con­ P ara finalizar, agradece a los m iem bros su particip ació n activa y
duce el debate siguiente. Como esta es la últim a sesión, el líder decide desea a todo el m undo lo mejor.
cuánto tiempo va a asignar a la tarea, lo cual dependerá en cierta
medida del nivel de actividad del grupo. También puede darse el caso
de que el líder haya dejado de lado algunos tem as que no ha tenido Referencias
tiempo de abordar en sesiones anteriores y que ahora podrían ser tra ­
Panksepp, J. (1998). A ffe c tiv e N e u r o s c ie n c e : T h e F o u n d a t i o n s o f H um an and
tados. El líder debe improvisar un poco m ás en esta últim a sesión.
A n i m a l E m o t i o n s . Oxford, UK: Oxford University Press.

Tema: R esu m e n y recapitulación


En el m om ento oportuno, el líder señala que el grupo dedicará
algún tiem po a a clarar cuestiones que se hayan abordado durante el
curso y p regunta si, en ese m om ento, hay algo que preocupe a algún
participante: algo sobre lo que desee aprender, com entar o debatir
más. Si nadie dice nada, pasa a resum ir los tem as que han sido tra ­
tados d urante todo este tiem po, em pezando desde la prim era sesión,
concerniente a la m entalización, y abordando los puntos principa­
les, incluidos los ejercicios grupales. Los participantes suelen impli­
carse b astan te en este tipo de recordatorio, reflexionando sobre lo
que h a n padecido y p reg u n tan d o acerca de cosas que pueden no
haber entendido del todo.
Por supuesto, la finalización del grupo tam bién puede vincularse
a los procesos de pérdida de los apegos que se hayan generado en el
transcurso del grupo. La finalización del grypo despierta diferentes
sentim ientos en los pacientes.

El líder pide que el grupo considere, para su discu­


A c ti v id a d g r u p a h
sión, sus sentimientos actuales sobre la finalización del grupo.
r
(
(
(
(
(
(
(
^ Terapia de grupo basada
(
(
X £ en la mentalización (MBT-G)
(
(
(
(
(
(
La psicoterapia de grupo es u n contexto poderoso que nos perm ite
( focalizarnos en los estados m entales de los dem ás y de uno mismo.
( Estim ula poderosam ente las interacciones emocionales e interperso­
nales complejas, lo cual puede ser aprovechado por los pacientes para
(
que, al tiem po que reflexionan en sus propias motivaciones, exploren
(
su com prensión subjetiva de las motivaciones de otras personas. Sin
( embargo, la terapia grupal es uno de los aspectos m ás difíciles del tra ­
r tam iento p ara pacientes con TLP, dado que tienen la tare a de vigilar
< y responder en el grupo a entre seis y nueve mentes, en lugar de con­
centrarse tan solo en dos, tal com o ocurre en la terapia individual.
(
Aquí radica el peligro de la psicoterapia grupal. El nivel de compleji­
( dad y sofisticación de la m entalización requerida por la interacción
( grupal im plica que se dan las condiciones óptim as p a ra que las em o­
< ciones escapen a nuestro control, p ara que el sistem a de apego se vea
sobreestim ulado y para que las representaciones rígidas y esquem áti­
(
cas de los otros se movilicen rápidam ente. Así, la no m entalización
t puede convertirse en la norm a. Como tal, la psicoterapia de grupo
( puede volverse muy iatrogénica, estim ulando la retirada m ental, m an ­
( teniendo el colapso de la m entalización y facilitando la acción en
detrim ento de la verbalización, es decir, la antítesis de sus objetivos.
Ante todo, el terapeuta tiene que asegurarse de m in im izar dichos
490 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD TERAPIA DE GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 491

efectos iatrogénicos. Esto se realiza, inicialmente, m ediante una cui­ ción interpersonal. Otra form a de conseguirlo es perm itir que predo­
dadosa estructuración del grupo MBT y a través de la autoridad del m ine el proceso grupal sobre la base de que el grupo desarrollará a lo
terapeuta como «gestor» grupal, algo que discutirem os en detalle m ás largo del tiempo una mayor cohesión y cultura. Los beneficios de la
adelante, en este mismo capítulo. En prim er lugar, describiremos los libre asociación en la comprensión de los procesos inconscientes son
objetivos de la intervención de la MBT grupal (MBT-G). bien conocidos. Sin embargo, si queremos que esto sea útil para com ­
prender y resolver los problemas, los pacientes deben tener u na buena
capacidad de mentalización. Tienen que ser capaces de vincular a los
Los objetivos de la MBT-G indicadores externos el significado emocional de sus asociaciones y
procesos internos y darle un sentido a este proceso. Esta es una tarea
El grupo es un «campo de entrenam iento» p ara la m entalización
ardua para las personas con TLP, por lo que es im portante no dejar las
interpersonal, cuyo objetivo prim ordial es el de facilitar el proceso
cosas en m anos del grupo. Así pues, los terapeutas MBT deberán nave­
de m entalización en todos sus participantes (cuadro 12.1). No obs­
gar entre Escila y Caribdis, entre la espada y la pared del exceso y el
tante, siem pre m entalizam os sobre algo. En la MBT p ara el TLP y el
defecto de gestión, entre la autoridad y la negligencia benigna, entre el
TASP se m entali2a sobre los principales problem as y eventos em o­
control excesivo y el posible caos. Se requiere un equilibrio entre estruc­
cionalm ente m ás prom inentes de la vida cotidiana, afrontados por
tu ra r con liderazgo y autoridad los procesos grupales, por un lado, y
los pacientes que padecen un trastorno borderline o antisocial de la
facilitar el desarrollo de un entorno o m atriz que deje florecer las rela­
personalidad. En ese sentido, el proceso grupal no puede ser dejado
ciones interpersonales, por el otro. Esto da lugar a una serie de conse­
en m anos del grupo, sino que será el terapeuta el que deberá «gestio­
cuencias y resultados para la terapia grupal. Resum im os en el cuadro
narlo» para garantizar el foco y evitar el colapso del proceso hacia
12.2 algunos tem as de debate, que podrían diferenciar al MBT-G de
modos no mentalizadores.
otros trabajos grupales centrados en el proceso interpersonal.
Existen diferentes m aneras de gestionar un grupo. Una de las m ás
comunes consiste en dictar tareas y planificar la psicoeducación y la
adquisición de habilidades, pero esto socava el objetivo prim ario de la
MBT grupal, que es facilitar el aprendizaje del proceso de m entaliza-

No se llevan a cabo interpretaciones sobre los procesos inconscientes


iCuadro.12.1. Objetivos déla MBT tG . ' .- La matriz grupal no es una característica de la MBT-G
El terapeuta se abstiene de hacer interpretaciones «acerca del grupo»
• La tarea principal del grupo es proporcionar un «campo de entrena­ El terapeuta es un participante activo adoptando una actitud de no
miento» para la mentalización experto y de «no saber»
• Está más cerca de la psicoterapia psicodinámica de grupo (americana) La MBT-G fomenta una cultura grupal de curiosidad relacional, en
que del análisis grupal lugar de sugerir hipótesis relaciónales complejas
• El terapeuta mantiene su autoridad y gestiona el grupo: no se limita a El terapeuta torna explícito, transparente y comprensible su propio
ver cómo el grupo «trata con ello» pensamiento
• Una parte del foco está orientado al individuo La terapia se basa en que el terapeuta mantenga de manera «activa» el
• El terapeuta promueve la interacción grupal flujo y la estructura de la sesión, en vez de adoptar una posición secun­
• Atención a la dimensión explícita-implícita de la mentalización. daría ante el proceso grupal.
í

('
T E R A P IA D E G R U P O BASADA E N LA M E N T A L IZ A C IO N (M BT-G ) 493
( 492 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRA STO RNO S DE LA PERSONALIDAD

f
En la práctica clínica, esto significa que el terapeuta debe m ante­ huecos y superficiales, y nosotros, a su vez, seríam os incapaces de
( n er una atención constante a la dim ensión explícita-im plícita de la sentirnos próximos a ellos. La com unicación de nuestro ser interior
( m entalización. El proceso implícito se to rn a explícito, pidiendo a los se vería interrum pida.
( pacientes que focalicen su trabajo en el proceso, m ientras que el p ro ­ Pero, cuando nos m entalizam os im plícitam ente a nosotros m is­
cesam iento explícito cam bia a la com prensión implícita, hasta que se mos, nos situam os en un territorio más traicionero si cabe, ya que
(
to rn a necesario un nuevo trabajo psicológico sobre el mismo proce­ estam os en una posición incuestionable y sujeta a las distorsiones de
(
so, si bien en u n nuevo contexto. nuestras defensas, o incluso dom inados p o r nuestras racionalizacio­
(
Recordem os que la m entalización im plícita es autom ática, proce- nes explícitas. Sin embargo, somos conscientes de que hay algo en
( dim ental, in n ata y por debajo del nivel de la conciencia. No somos nosotros que sabemos que es nuestro, un sentido de que nuestro self
( conscientes de lo que estam os haciendo y, sin em bargo, cuando se -el «self» que podemos representarnos- está arraigado en nuestros
( nos pregunta, sabem os que estam os vigilándonos constantem ente a estados emocionales. Para reflexionar en nuestros estados em ocio­
nosotros m ism os y a los dem ás de form a intuitiva, sin pensar en ello nales tenem os que perm anecer en ellos y, para hacerlo, tenem os que
(
activam ente. B asam os nuestras opiniones sobre los dem ás en la m antener una experiencia de nuestro sentido del self porque, de lo
( experiencia subjetiva que tenem os de ellos tan to com o en nuestras contrario, nuestras em ociones nos desbordarían. Necesitamos iden­
( deducciones racionales: «Parece buena persona, pero hay algo en él tificar la experiencia interior, m odularla, com prender su narrativa
( que no me gusta». Hay un equilibrio que, naturalm ente, nos lleva a -es decir, de dónde viene y cuál es su significado- y expresarla.
concluir que la m entalización explícita e im plícita se entrelazan y
( A lcanzar esa descripción de la m entalización implícita del otro y
cuya com plejidad puede ser concebida m ás com o la «doble hélice»
( del self, tal como se describe aquí, es la perfección hum ana, lograda
del ADN que com o un continuo, conform ando una com prensión psi­
solo ocasionalm ente por la m ayoría de la gente durante un d eterm i­
( cológica m ultifacética de nosotros m ism os que, al tiem po que inte­
nado periodo, pero ra ra vez en un grupo de pacientes con graves
( ractuam os, codifica nuestras relaciones representándolas y volviendo
trastornos de la personalidad. No obstante, el objetivo en esta dim en­
a representarlas.
( sión de la m entalización es prom over, en todos los pacientes, un
Cuando m entalizam os a otras personas, supervisam os sus esta­ m ovim iento constante entre las funciones explícita e implícita.
(
dos m entales, captando su punto de vista, sus estados em ocionales
( Una paciente, de nom bre Rose, estaba hablando de un problem a
y sus m otivaciones subyacentes. Reflexionamos de m anera intuitiva
( que había tenido con su novio. O tra paciente, Kate, le sugirió rápida­
en todo ello y, si las cosas van bien, cam biam os nuestro estado m en­
m ente que debía abandonarlo.
( tal en sintonía con el suyo; a m edida que progresa la interacción,
( esta nos produce placer y no solo percibim os que cam biam os un Kate: Deshazte de él. No aguanto ese tipo de conducta.
poco a los dem ás, sino que tam bién cam biam os nosotros. Es de ese Rose: No puedo hacerlo. No quiero.
(
m odo cóm o respondem os a la presentación que los dem ás hacen de Kate: Bueno, entonces, es tu problem a.
( sí m ism os y a la representación que se forjan de nosotros. Si preten­ Rose: Lo sé, pero no sé qué hacer.
( diésem os h acer todo eso de form a explícita, operativa y m etódica, Kate: Ya te he dicho que lo m ejor es que pases de él.
nos m overíam os torpem ente y seríam os com o autóm atas carentes
de emociones y de hum anidad. Nadie nos g u staría o nadie sentiría E ste estilo de conversación continuó d u ran te unos m inutos, h a sta
afecto p o r nosotros y, en su lugar, nos experim entarían como seres que intervino el terapeuta.
494 TRATA MI ENTO BASADO EN I.A MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD TERAPIA DE GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 495

Terapeuta: Espera un momento, porque creo que Rose aún está tra ­ En prim er lugar, el terapeuta tiene, a veces, que ejercer su autori­
tando de resolver su problema. Kate, esa ha sido una res­ dad en el grupo (cuadro 12.4) y debe ser capaz de hacerlo m ientras
puesta muy rápida. Darle u n a solución final p o d ría sigue form ando p a rte del grupo. Con este fin, dem uestra que es u n (
dificultar que ella lo resolviese. Vamos a intentar no llegar participante y no un observador. Esto p o d ría parecer u n alejam ien­
a soluciones con tanta rapidez. Rose, ¿puedes averiguar to de la actitud de "no saber” pero está, de hecho, al servicio de dicha f■
por qué no estás segura de que poner fin a esa relación sea actitud, porque esta solo puede ser eficaz en el contexto de un proce­
algo positivo? so interpersonal em ocionalm ente equilibrado.
En segundo lugar, el terapeuta m antiene el foco en el grupo. No
En este caso, el terapeuta intenta centrarse en el dilem a em ocio­
se da rienda suelta al contenido grupal y suele volver al tem a o a la (
nal de Rose, aunque tam bién señala explícitam ente que la celeridad
interacción que está siendo tratada. (
de la solución de Kate no perm ite que la solución sugerida por ella
sea aceptada im plícitam ente como respuesta al problem a. Por ú lti­ En tercer lugar, el terapeuta supervisa activam ente los niveles
de ansiedad tanto del conjunto del grupo com o de cada participante
mo, en esta interacción, existe u n proceso im plícito entre Rose y
para garantizar que se encuentran en óptim as condiciones y que la
Kate que debe ser explorado, por ejemplo, tal vez el hecho de que
ansiedad no sea ni dem asiado alta ni dem asiado baja. El exceso de
Kate piensa que Rose es débil.
arousal hace que el grupo o los individuos se descontrolen, m ientras
No hay nada complejo en esta intervención, pero evita que el g ru ­ que la inadecuada expresión de las em ociones y el debate intelectual
po, siguiendo un juicio implícito, crea que se h a encontrado u n a
solución y facilita asim ism o un m ayor enfoque explícito en los esta­
dos m entales y en el proceso interpersonal. En este ejemplo, Rose
pasó a hab lar de la dificultad que le suponía que la gente le diese res­
puestas rápidas. Ella tendía a p en sar que cualquier sugerencia por • Ejercer la autoridad sin ser autoritario
• Mantener el foco y no permitir que persista el diálogo no mentalizador
parte de los demás era la única respuesta, pero eso la dejaba confusa
• Monitorizar los niveles de arousal y los modos no mentalizadores; tener
porque entonces no tenía ni idea de lo que ella m ism a pensaba. La
cuidado de la hipermentalización
veloz respuesta de Kate le había aportado confusión en vez de clari­
• Trabajar, cuando sea posible, en la realidad mental del momento
dad. Esto es lo que, poco a poco, fue haciendo explícito el terapeuta,
• El terapeuta mantiene y modela la mentalización.*•
así com o la exploración de las suposiciones hechas por Kate que la
habían llevado a concluir que deshacerse de su novio era la única
respuesta posible de Rose.

• El terapeuta explica de manera abierta y repetida la tarea principal del


grupo
P osición d e l te ra p e u ta e n el g ru p o
• Mantiene la estructura del grupo y fija sus principios
Focalizarse en la generación de u n proceso de m entalización en • Mantiene un posicionamiento activo y participativo
torno a las áreas que son afectivam ente im portantes para las perso­ • Elogia al grupo señalando y reforzando la mentalización cuando esta
nas con TLP, exige que el terapeuta se atenga a u n a serie de principios sucede
• Mantiene el foco y marca el ritmo del grupo.
en su posicionam iento hacia los pacientes y el grupo (cuadro 12.3).

(
49 6 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD T E R A P IA D E G R U P O BA SA D A E N LA M E N T A L IZ A C IÓ N (M B T -G ) 497

en exceso -especialm ente la hiperm entalización- impiden el desarro­


Cuadro 12.5. Sugerencias útiles para los terapeutas (1)
llo de la mentalización en el contexto de las interacciones de apego
«candentes». Ambas situaciones deben evitarse, y es con este fin que • Mantener una postura activa (¡a veces muy activa!)
el terapeuta m antiene el control del grupo. • Asumir el control cuando sea necesario
• «Parar», «rebobinar» y «explorar» tan pronto como haya evidencias de
En cuarto lugar, las intervenciones que apuntan a increm entar la no mentalización en el grupo
m entalización en el seno del grupo, en la inm ediatez del momento, • En un grupo con dos terapeutas, dirigirse al coterapeuta y cuestionarle
constituyen la clave p ara su desarrollo constructivo. Pero, si bien • Participar utilizando una experiencia afectiva relacionada.
hacem os hincapié en que la m ayor p arte del trabajo se lleva a cabo
en la realidad m ental actual, eso no significa que no deba haber n in ­
guna consideración acerca del pasado y el futuro, puesto que am bos Cuadro 12.6. Sugerencias útiles para los terápéutás (2)'
pueden form ar p a rte de la realidad actual, como cuando u n paciente
• Prestar atención a cada uno de los miembros del grupo (no solo al que
explora su propio significado y se ve a sí m ism o en situaciones fu tu ­ habla)
ras. La m entalización plena transfiere la visión retrospectiva a la • Calibrar la comprensión/mentalización de cada miembro en todo
previsión, lo que nos perm ite predecir nuestras respuestas futuras y momento
las de los demás; la visión presente, por su parte, nos lleva a com ­ • El papel a desempeñar es una mezcla entre «jefe de sección» y «anfi­
prender el pasado dentro de un nuevo m arco, haciendo que lo que trión de cena».
era implícito pase a ser explícito. De ese modo, el terapeuta no solo
debe tener en cuenta la historia de cada paciente tal como se desplie­
ga en el grupo, sino tam bién la trayectoria del grupo en sí en tan to Cuadro 12.7. Sugerencias útiles para los terapeutas (3)
que este desarrolla su propia historia. • Mientras se atiende al miembro del grupo que está hablando, mantener
Por últim o, tam bién es im portante la m entalización del terapeu­ un ojo observador en el resto de los participantes
ta, ya que sirve com o ejemplo de m entalización. La identificación de • Permanecer alerta a actividades simultaneas en el grupo que puedan
los pacientes con un terapeuta y con el proceso terapéutico es un estar indicando una respuesta emocional a algo que esté sucediendo
aspecto im portante de toda terapia. El terapeuta participa de m ane­ • Colocar «en pausa» el diálogo actual del grupo mientras se les invita a
ra patente en el proceso de m entalización, form ula abiertam ente prestar atención a la actividad simultánea que está ocurriendo, antes de
que cobre más impulso y se vuelva inmanejable. Una vez que se ha
preguntas, asum e de m anera activa u n a postura de no saber, se tom a
resuelto dicha actividad simultanea, volver al diálogo grupal previo que
interés y escucha con sinceridad y dem uestra que su m ente puede
habíamos dejado «pausada».
cam biar. Si, en el grupo, hay dos terapeutas, estos hablan entre ellos,
elaborando o cuestionando e incluso desafiando lo que dice el otro.
Esto m odela el proceso interactivo de la m entalización y m uestra
Form ato de la MBT-G
que el desacuerdo puede se r u n paso positivo hacia u n a m ejor
com prensión. Los grupos de MBT se celeb ran u n a vez a la se m a n a y cada
Resum im os, en los cuadros 12.5, 12.6 y 12.7., un conjunto de suge­ sesión d u ra 75 m inutos (cuadro 12.8). La duración fue decidida tra s
rencias útiles p ara los terapeutas desde el punto de vista de su enfo­ u n a am p lia co n su lta a pacientes y terapeutas, en la que am bos
que del trabajo grupal. colectivos llegaron a la conclusión de que 90 m inutos sería dem asía-
498 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD TERAPIA DE GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 499

do tiem po p a ra m antener la concentración, trab ajar de form a eficaz N ú m ero de terapeutas en la M B T g ru p a l


los problem as presentados con control atencional p o r p a rte de los
Las sesiones de la MBT-G se llevan a cabo con u n o o dos te r a ­
pacientes con TLP (¡y quizá tam bién de los terapeutas!) y adm inis­
peutas. N aturalm ente, el núm ero de terap eu tas supone u n a dife­
tra r un nivel seguro de estim ulación em ocional. Se acordó entonces
rencia en el proceso grupal, pero no existen evidencias que indiquen
que lo óptim o sería un periodo de 75 m inutos: suficientem ente largo
que ten er uno o dos sea m ejor desde el punto de vista del proceso
como p a ra p e rm itir la generación de un proceso de m entalización
grupal, la p erm anencia de los pacientes en el tra tam ie n to o los
en torno a los problem as interpersonales, dejando tiem po p a ra
resu ltad o s de este. Cada p o sib ilid a d a c a rre a sus ventajas y su s
desafiar el uso excesivo de estrategias interpersonales evitativas,
inconvenientes. Como regla em pírica, dos terap eu tas pueden ser
pero lo b astan te breve como p ara evitar la sobreestim ulación de los
necesarios si la situación de los pacientes en el grupo es grave en
estados em ocionales.
térm inos de com orbilidad y los pacientes m anifiestan frecuentes
La MBT-G está organizada como un grupo abierto de form a len­ conductas autodestructivas. D isponer de un p a r tera p eu ta s ta m ­
ta, en p a rte en aras de la eficacia terapéutica, pero tam bién para bién perm ite m odelar el proceso de.m entalización cuando se cues­
aprovechar los procesos de m entalización que son necesarios cuan­ tionan m utuam ente y am bos p a rticip a n en el diálogo; eso significa
do se m archa un paciente y llega otro nuevo. Discutirem os m ás ade­ que uno de los terapeutas puede co n tro lar a u n paciente que se sien­
lante, en este m ism o capítulo, el proceso de adm isión de nuevos te ansioso o angustiado, m ientras el otro continúa con el enfoque
pacientes en el grupo. La cultura grupal se m antiene a lo largo del del grupo e intenta generar el proceso de m entalización in terp erso ­
tiempo gracias a que los «viejos» pacientes transm iten la historia del nal. Además se reducirá la probabilidad de que el g rupo se cancele
grupo e inician en el proceso a los nuevos pacientes. debido, p o r ejemplo, a vacaciones o enferm edades. Por otro lado, la
presencia de dos terap eu tas puede re s u lta r a b ru m a d o ra p a ra los
m iem bros del grupo que ya disponen de u n terapeuta; tam bién se
Cuadro. -12.S. Formato de la MBT-G . '3? • ^ corre el riesgo de que se d esarro llen a lian zas en tre alguno de los
° Grupo de apertura lenta terapeutas y lo(s) paciente(s) en co n tra del otro terapeuta, etcétera.
« 1-2 terapeutas D isponer de un solo terap eu ta fom enta u n a cu ltu ra de grupo cen­
* 6-9 pacientes tra d a y coherente y, desde un p u n to de v ista práctico, es probable
• 75 minutos por sesión que sea m ás rentable p ara los servicios de salud. En últim a in sta n ­
» Acordar principios y restricciones: cia, lo m ás probable es que la decisión sobre el núm ero de tera p eu ­
- Asistencia tas asignados p a ra gestionar u n g rupo dependa m ás de cuestiones
- Actitud prácticas, com o el coste y el personal disponible, que de procesos
- Uso de drogas y alcohol clínicos bien fundam entados.
- Focalización
- Contacto «fuera del grupo» entre los miembros N ú m ero de p a c ie n tes
- Repetición, en ocasiones, de la información aportada en la MBT-I
- Principio de «zona libre de consejos»: ¡explicar cuidadosamente! En cierta m edida, el núm ero de pacientes en el grupo viene deter­
m inado p o r el propósito de este. La MBT-G es m ás cóm oda p a ra
terapeutas y pacientes cuando hay entre seis y nueve pacientes. Esto
perm ite interacciones interpersonales complejas sin que los p a rtici­
500 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD T E R A P IA D E G R U P O BASADA E N LA M E N T A L IZ A C IÓ N (M B T-G ) 501

pantes se vean sobreestim ulados. La decisión sobre el núm ero de llevando a cabo psicoeducación, terapia cognitivo-conductual o psi-
plazas disponibles en el grupo tam bién puede ser dictad a por la codinám ica grupal. Como norm a general, todos recom iendan que
experiencia y form ación de los especialistas. Cuando solo se dispone los pacientes no m antengan contacto entre sí fuera del grupo, a
de u n terapeuta, a este pueden resultarle más m anejables seis pacien­ m enos que sea p a rte del plan de tratam iento como, por ejemplo, el
tes que un grupo m ás num eroso. apoyo de pares en u n program a terapéutico basado en la com uni­
dad. Si bien la recom endación de m antener u n a escasa o nula socia­
R estricciones del grupo lización fuera del grupo es com ún con independencia del tipo de
grupo, no está tan claro cóm o responder cuando los pacientes infor­
Todo grupo debe acordar unos com prom isos y principios de p a r­
m an de u n encuentro m ás allá de los lím ites del grupo. Los encuen­
ticipación. Evidentem ente, los participantes tienen que ponerse de
tros previos y las charlas posteriores al grupo suelen ser tolerados o
acuerdo p ara asistir regularm ente, com prom eterse con los objetivos
ignorados. Es el contacto entre las sesiones grupales el que resulta
generales, ten er u n a m ente clara cuando asistan (no e sta r bajo la m ás problem ático.
influencia de las drogas o el alcohol), centrarse en los problem as de
los dem ás, com partir, ser respetuosos con los otros y gestionar su Ya hem os m encionado que, en la MBT-G, el terapeuta m antiene
conducta en el seno del grupo. Más difícil, sin em bargo, es la cues­ u n cierto grado de autoridad en la gestión del grupo, aunque eso
tión de que los pacientes se reú n an fuera del grupo, no solo inm edia­ no debe interpretarse en el sentido de que deba ser autoritario. Sin
tam en te an tes de em p ezar o después de concluir las sesiones em bargo, si hay actividad entre los m iem bros del grupo al m argen
de este, el terapeuta puede sentir que su autoridad está en cuestión,
grupales, sino tam bién en otras ocasiones. Es n atu ral que los pacien­
que el proceso grupal está siendo socavado y que el tratam iento está
tes perciban que no están solos con sus dificultades y que pueden
viéndose com prom etido. N aturalm ente, eso es, en parte, correcto.
com partir problem as y apoyarse m utuam ente. Pero, inevitablem en­
Pero, si la respuesta es auto ritaria —señalando, p o r ejemplo, que se
te, ex p erim entan m ayor com pañerism o y c e rc a n ía con algunos
trata de una violación de los lím ites que debe cesar de inm ediato y
m iem bros del grupo que con otros, lo que puede propiciar el contac­
que, en caso de persistir, conducirá probablem ente a la expulsión
to personal fuera del grupo entre pacientes, es decir, la socialización
del grupo-, se socavará el objetivo general del grupo, dado que no se
al m argen del grupo. Además, existe u n a creciente disponibilidad de
está realizando el trabajo de m entalización en torno al «problema»,
contacto digital a través de m edios com o redes sociales, m ensajes de
que, en este caso, es que los pacientes se encuentren fuera del gru­
texto, correo electrónico y c o m p a rtir imágenes. A m enudo estas
po. El terapeuta m oralista y totalitario será visto com o u n a figura
actividades son consideradas com o violaciones de los lím ites, pero
controladora que será engañada p o r los pacientes. De ese m odo,
tam bién pueden ser una m anera, p ara algunos pacientes, de fomen­
en los grupos MBT-G, tan to el «pregrupo» com o el «postgrupo» in ­
ta r su pertenencia al grupo. Sin em bargo, aunque los efectos sean
m ediatos están abiertos a la discusión, al m enos hasta el punto de
positivos p ara algunas personas, pueden no serlo tan to p a ra otros
considerar la form a que asum e esta actividad extragrupal, el efecto
m iem bros del grupo, quienes se sienten excluidos, resentidos o que
que tiene sobre las personas y sus sentim ientos y cóm o influye en
se habla de ellos a sus espaldas, pudiendo incluso exigir que el tera­
las relaciones del propio grupo. En cam bio, el contacto entre se­
peuta ponga fin a ello.
siones grupales se considera un «problema» que requiere discusión
No sorprende, pues, que la gestión de los contactos fuera del gru acticionai, lo que incluye que el terap eu ta exponga abiertam ente su
po ponga a prueba la m ente de todos los terapeutas, ya sea que estén opinión al respecto.
502 TRATAM IENTO BASADO EN LA M E T A L IZ A C IÓ N PARA TRASTORNOS D ELA PERSONALIDAD T E R A P IA D E G R U P O BASADA E N LA M E T A L I Z A C I Ó N (M B T -G ) 503

E s tru c tu ra de la MBT-G debe ser explorado el detonante inm ediato de la pregunta, es decir, lo
que se suponía o era implícito tiene que hacerse explícito de nuevo,
El terapeuta describe, al comienzo del tratam iento, la e stru c tu ra puesto que h a sido olvidado. D urante el periodo de «vida» del grupo,
y el propósito de la MBT-G. En un nuevo grupo, esto se hace p ara el objetivo debe estar tan claro como sea posible y, a veces, puede ser
inform ar a los pacientes de que cada sesión se atiene a u n p atró n necesario revisar algunas de las inform aciones facilitadas al grupo
determ inado a lo largo de 75 m inutos p ara asegurarse de que todos d u ran te la MBT-I (véase el capítulo 11), ya que es u n a técnica útil
los participantes tienen la oportu n id ad de h a b la r de sí m ism os, en p ara ce n trar la exploración de una pregunta compleja.
especial cuando tienen un problem a que debe ser abordado durante
esa sem ana. Con el tiempo, la e stru c tu ra se convierte en p a rte de la E n el inicio del grupo, los terapeutas esbozan el proceso m entaliza-
cultura del grupo y los nuevos m iem bros que se u n a n a él son rápi­ dor y enfatizan la reciprocidad de la m entalización: cóm o podem os
dam ente introducidos a ese patrón. aprender unos de otros y de qué m odo los apegos pueden m itigar
ansiedades y proporcionar un contexto para explorar intereses perso­
nales de form a segura. El objetivo del grupo consiste en estudiar estos
In tro d u c c ió n del terapeuta a u n nu evo grupo
procesos que tienen lugar entre diferentes personas, así como centrar­
En primer lugar, quiero haceros saber que las reuniones semanales se en áreas problem áticas que son muy com unes en el TLP y/o el TASP.
del grupo se atienen a un mismo patrón. Comenzamos con un breve
resumen de la sesión anterior. Esto permite que cualquiera que no Los terapeutas explican que los m iem bros del grupo (junto a los tera ­
pudo asistir a la reunión se ponga al día con ios temas principales y peutas) necesitan organizar el proceso de m entalización en torno a
también sirve de recordatorio para todos nosotros. Uno de nosotros sus problem as, p ara tra ta r de encontrar soluciones en térm inos de
[de ios terapeutas] hará un resumen, pero a menudo es útil si alguno gestión de los procesos mentales, sin caer en la disregulación cuando
de vosotros tiene algo que añadir. Es fácil que podamos olvidarnos están muy sensibilizados o volviéndose físicam ente agresivos cuando
de algo importante. Tras el resumen, os preguntaremos a cada uno si
se sienten hum illados. Todos deben estar de acuerdo en que han de
tenéis algún problema o preocupación, esa semana, por el que solici­
téis la ayuda del grupo. No queremos que nadie salga del encuentro focalizarse en los detalles de las interacciones personales que ocurren
sintiendo que no ha tenido la oportunidad de hablar sobre algo que le en el grupo y en los procesos relaciónales básicos identificados en las
está causando angustia o quizá algo que le ha hecho sentir orgullo y form ulaciones desarrolladas conjuntam ente con el terapeuta en las
placer y que desee comunicar. Queremos que tengáis la oportunidad sesiones individuales (véase el capítulo 5). Esto requiere respetar los
de hablar con el grupo y, si hay algo en lo que todo el grupo debe cen­ turnos en la conversación, el equilibrio entre generosidad y egocentris­
trarse en vuestro beneñcio, necesitamos saberlo pronto y no en el
último minuto. Solo dispondremos de diez minutos para esta «ron­ mo, el examen de los demás y de uno m ism o y la aceptación de distin­
da» y, a continuación, abriremos el grupo a la discusión. tas alternativas, todos los cuales re su lta n fu ndam entales p a ra
Pasemos ahora al propósito del grupo. establecer unas relaciones personales y sociales constructivas.
Cuando se sum a al grupo un nuevo paciente, es im portante reafir­
P ropósito del grupo m ar y acordar otra vez los objetivos grupales. Es probable que trabajar
Es im portante que tan to terapeutas com o participantes entien­ en el acuerdo facilite, por sí mismo, el objetivo prim ordial del grupo de
dan y acuerden desde el principio cuál es el propósito del grupo. Los servir de cam po de entrenam iento p ara la m entalización. El nuevo
pacientes plantean c o rrectam en te p reg u n tas como, p o r ejemplo, paciente tiene que señalar lo que desea obtener del grupo, discutir
«¿Cuál es la finalidad de este grupo?» Y pueden hacerlo en cualquier cómo va a conseguirlo, preguntar a los dem ás lo que piensan, aceptar
m om ento de la trayectoria a largo plazo del grupo. Si esto ocurre, los que sus objetivos pueden ser diferentes de los de los dem ás y escuchar
objetivos grupales deben ser reiterados y reconsiderados y tam bién los problemas de los otros cuando desean hablar de sí mismos.
504 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD T E R A P IA D E G R U P O BASADA E N LA M E N T A L IZ A C IÓ N (M B T -G ) 505

T ray ecto ria d e c a d a g ru p o Cuadro 12.9. Resumen-de la sesión anterior


Cada sesión grupal se atiene a la m ism a trayectoria básica (véase • Llevado a cabo por los terapeutas en la discusión postgrupo
la figura 12.1): • Desarrolla una cultura de la contribución del paciente
• Incluye ejemplos de mentalización exitosa
• Resum en de la sem ana anterior y com entarios de los partici­ • Identifica problemas de mentalización otros-si mismo
pantes • Mantiene temas generales.
• «Ronda» p a ra establecer los principales problem as que debe
cu b rir el grupo
• Si es posible, síntesis de los problem as La prim era parte del resum en se centra en el contenido, m ientras
• Focalizarse, u n a por una, en las áreas problem áticas que la segunda enfatiza, con sensibilidad, los problem as del grupo
• Cierre de la sesión. como, por ejemplo, los problem as entre participantes. Es útil que el
terapeuta tenga en cuenta tres aspectos im portantes a incluir en el
Trayectoria de la sesión grupal resum en:

1. Aspectos positivos derivados de m entalizar en torno a tem as


particulares
2. Com ponentes im p o rtan tes de la m entalización del otro y de
uno mismo
3. Temas generales.

El objetivo del resum en es m ejorar la continuidad de la m entali­


zación a lo largo del tiem po p a ra facilitar la cohesión, iniciar a los
pacientes a los tem as en el contexto de u n a asistencia irre g u la r y
poner orden en la m ente del terapeuta.
Una vez que el terapeuta ha completado el resum en, puede pregun­
ta r a los participantes si es exacto y si hay algo que quieran añadir:
Figura 12.1. Trayectoria de la sesión grupal
La semana pasada hablamos acerca de las dificultades que tiene la
gente para conseguir que otros hagan lo que se les pide. Hemos
R e su m e n de la se m a n a an terio r tenido los ejemplos aportados por Robert con la institución encar­
gada de la vivienda, y de Wayne con el departamento de subsidios.
Al iniciar cad a grupo con u n resum en de la sesión anterior, el
Cuando la gente no responde positivamente a nuestras demandas,
terapeuta grupal de MBT genera u n a c u ltu ra de continuidad grupal. tendemos a enfadarnos y, en estos ejemplos, eso llevó a Robert y
El resum en consiste en una breve declaración acerca de los principa­ Wayne a «tirar piedras sobre su propio tejado», ya que ambos se
les tem as que se debatieron, incluyendo la perspectiva del discurso marcharon después de haber insultado a las personas implicadas.
p o r p arte del terapeuta y u n resum en de los problem as no resueltos. Por ese motivo, mantuvimos un debate acerca de la gestión de la ira
Si hay dos terapeutas presentes, su perspectiva será form ulada en la en este tipo de situaciones. También hablamos de la baja asistencia
reunión postgrupo y acordada entre am bos (cuadro 12.9). de Pete y de lo que le ocurría, concluyendo que le llamaríamos la
(
i
506 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD TERAPIA DE GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 507 (

{
semana anterior y, cuando lo hicimos, nos dijo que vendría esta ejerciendo su control en el grupo, perm itiendo que el proceso y el
semana. Por último, estuvimos hablando de la tensión existente contenido se desplieguen de m an era gradual, en lugar de hacerlo
entre Rachel y Robert, dado que Rachel siente que Robert dice rápida y/o explosivamente, y evitando el rápido colapso del grupo en (
muchas tonterías. Esto quedó sin resolver y creo que sería útil vol­
la no m entalización. E n segundo lugar, im pide que el grupo se des- (
ver a ello en el día de hoy. Por su parte, Roshanne estuvo muy calla­
da la última vez y quizá deberíamos darle más tiempo esta semana. centre, dado que el terapeuta asegura el m antenim iento de la focali- ^
¿Es este un resumen adecuado o hay otros temas importantes zación, trabajando en pos de la síntesis o com partiendo algunos de
que he pasado por alto? los problem as identificados por los pacientes. En tercer lugar, alienta
a los pacientes a escucharse los unos a los otros y a no h acer suposi- (
Cabe la posibilidad de que los propios m iem bros del grupo p ro ­
ciones rápidas acerca de los dem ás. Por últim o, promueve, desde el r
porcionen el resum en si la cultura de vincular los tem as entre sesio­
m ism o inicio de cada grupo, la m entalización com o p a rte funda- f
nes se halla integrada en el proceso m entalizador implícito del grupo.
m ental de la cultura grupal.
t

La «ronda» puede verse acuciada por los problem as y consum ir


«Ronda» de problem as
dem asiado tiempo. No es difícil, en ese caso, que el terapeuta pierda
Seguidam ente, el terapeuta inicia u n a «ronda» preguntando a el control del proceso y se desvíe de la tarea, de m anera que esta no 1
cada paciente si hay algo con lo que le g u staría contribuir al grupo pueda ser com pletada. P ara evitarlo, debe atenerse a u n lím ite tem- <
durante la sesión actual. poral, que habrá sido acordado con los pacientes pero, m ás im por- (
tante incluso, es que se m antenga hábilm ente al frente del proceso. ^
Rose, empecemos contigo. ¿Hay algo que te haya sucedido a lo largo
de la semana anterior, o cualquier otra cuestión relacionada conti­ Existe el peligro -siem pre p resen te- de que, en lugar de m ejorar el
go, que te gustaría aportar hoy al grupo? Como sabéis, no queremos proceso de m entalización, la «ronda» interfiera con él a causa de u n ^
que nadie salga del grupo pensando que no ha tenido tiempo para exceso de concentración en cada evento. E sta es la razón de que el (
abordar un problema urgente. terapeuta se asegure de resp etar los lím ites tem porales. Una compli- (
cación com ún son los pacientes que dicen, por ejemplo, «Solo quiero ^
El terapeuta a d m in istra la «ronda» p a ra a c la ra r el problem a o
m orirme», «No quiero que nadie me ayude» o «Yo no tengo ningún
problem as ap ortados por el paciente y, a continuación, p asa al
problema». E n estas circu n stan cias, el terap eu ta considera seria- ^
siguiente p articipante. El terap eu ta no explora los problem as de
m ente la respuesta, clarifica rápidam ente lo que el paciente ha dicho {
cada individuo en este m om ento, sino que solo lo hace una vez qtte
y encuentra algo con lo que validar su afirm ación. (
ha preguntado a todos los pacientes si tienen alguna preocupación
que les g u staría discutir. Asimismo, d u ran te la «ronda», el terapeuta Terapeuta: H annah, ¿tienes algún problem a que a p o rta r al grupo <
no p erm ite que los dem ás pacientes hag an com entarios sobre los esta sem ana? (
problem as, den consejos, propongan soluciones o hablen acerca de Paciente: Que solo quiero m orirm e. (
su propia experiencia del problem a. El control de este proceso y el Terapeuta: ¿Puedes hablarnos u n poco m ás acerca de ese problem a,
m antenim iento de la ta re a grupal es u n ejemplo m ás de la autoridad de m odo que podam os ser m ás claros al respecto? (
del terapeuta. Paciente: Sí, me quiero m orir. (
Existen diferentes razones p ara llevar a cabo la «ronda» al princi­ Terapeuta: ¿Desde cuándo tienes ese sentim iento ta n fuerte? >
pio del grupo. En p rim er lugar, com o hem os m encionado, perm ite Paciente: Lo tengo desde siempre.
que el terapeuta m antenga cierta autoridad sobre el proceso grupal, Terapeuta: ¿Qué te lleva hoy a querer h ablar de ello?
508 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD T E R A P IA D E G R U P O BA SA D A E N LA M E N T A L IZ A C IÓ N (M B T -G ) 509

Paciente: No quiero hacerlo. embargo, si existen problem as serios en el tratam iento de un pacien­
Terapeuta: Parece que es una cuestión seria, pero es un problem a te, es necesario que el terapeuta insista en que se planteen.
inm ediato del que te pido que hables más.
Paciente: No quiero hablar. S ín te sis de los p roblem as
Terapeuta: De acuerdo. Pero pongam os sobre la m esa que tienes gra­
ves sentim ientos en este m om ento y que no estás segura A m enudo los pacientes traen problem as sim ilares o superpues­
de si quieres hablar de ellos, y ese es el problem a para tos, p o r ejemplo, si dos de ellos se han dañado a sí m ism os, se han
nosotros como grupo. enfadado o disregulado em ocionalm ente o si han tenido alguna
pelea. Si los participantes del grupo aducen tantos problem as a la
El terapeuta intenta no distraerse con la declaración suicida y, «ronda» que el terapeuta se da cuenta de que va a ser im posible cen­
dado que las respuestas son en principio adversas, trata de identificar tra rse adecuadam ente en todos ellos, será útil tra ta r de sintetizarlos.
el problema inm ediato al que está contribuyendo. El terapeuta reduce Por consiguiente, sugerim os com o principio general que los terapeu­
la interacción porque piensa que podría ser perjudicial e intenta empa- tas trabajen brevem ente en sintetizar los diversos problem as presen­
tizar con la paciente en su lucha por gestionar la declaración ante los tados en la «ronda». Este es un poderoso proceso de m entalización
dem ás de que «quiere morir» y las dificultades que le suscita hablar al que aum enta el intercam bio de problem as personales entre los p a rti­
respecto. Puede volver a H annah posteriorm ente, ya sea al final de la cipantes, increm enta el proceso afiliativo y m antiene la autoridad del
«ronda» o de la sesión grupal: «Hannah, ¿podemos volver a tu senti­ terapeuta sobre el proceso grupal.
m iento de que deseas morir? ¿Es posible que nos hables u n poco más
acerca de cómo se ha desarrollado con tanta fuerza?» El terapeuta debe hacerse cargo de este proceso, orientándolo en
torno a las características com unes de las personas con TLP, es decir,
Por otro lado, se pide al paciente que afirm a no tener ningún pro­
problem as interpersonales, dificultades con el control em ocional,
blema, que responda a u nas cuantas preguntas p ara com probar si es
conductas de riesgo e im pulsividad; o bien de las personas aquejadas
posible identificar algo pero, si esto no tiene éxito, el terapeuta cam ­
de TASP, esto es, agresividad, irresponsabilidad, im pulsividad y con­
bia al siguiente paciente, dejando que el paciente anterior piense al
ductas de riesgo. La m ayoría de los problem as pueden ser encuadra­
respecto durante unos m inutos. El terapeuta puede entonces volver
dos en u n a de estas áreas.
m ás tarde a los pacientes que no tienen «ningún problema». Si toda­
vía insisten en no tener problem as, hay dos opciones. La prim era es Wayne, quieres hablarnos de lo que sucedió cuando «perdiste el
aceptarlo y avanzar con el grupo a la tare a fundam ental del proceso control» en la oficina de subsidios. Pete, tienes un problema con tu
de m entalización que atañe a algunas de las dificultades sacadas a novia cuando ella mira a otros hombres y te sientes celoso. Así pues,
relucir. La segunda es proporcionar al paciente u n problem a a consi­ parece que podría ser útil exam inar cómo gestionamos los senti­
derar, lo cual es útil cuando existe u n a preocupación por u n pacien­ mientos más intensos cuando estamos con otras personas. Rachel,
tenía fuertes sentimientos la última vez acerca de Robert, de mane­
te, por ejemplo, relacionada con algún tipo de riesgo o con la no
ra que quizá también podemos reflexionar al respecto. Veamos si
asistencia. Esto debe llevarse a cabo de m anera com pasiva pero fir­
podemos agrupar todas estas cosas en torno al tema de las emocio­
me: «Catherine, ¿podríam os decir que tus dificultades de asistencia nes y cómo gestionarlas. Wayne, ¿quieres empezar tú?
son un problem a? Creo que debem os ver si podem os ayudarte a asis­
tir con m ás frecuencia». Es obvio que sugerir un problem a al pacien­ En este ejemplo, se selecciona a uno de los participantes p ara empe­
te tiene que hacerse con m ucha habilidad y en el contexto de una zar, organizando su problem a en torno a la síntesis de problemas de los
alian za, y el te ra p e u ta debe considerarlo cu id ad o sam en te. Sin pacientes, si ha habido algún tipo de acuerdo previo en este sentido.
i

510 TRATAM IENTO BASADO EN LA M E T A L IZ A C IÓ N PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD TERAPIA D E GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 511 (

1
Foco Algunos terapeutas sugieren que se asigne un periodo -conocido ^
Por lo general, resulta obvio quién debe em pezar como, por ejem ­ como «reparto de tu rn o s» - a cada problem a, asegurándose de que el
plo, u n a paciente que se encuentre ostensiblem ente angustiada. A tiem po se distribuya p o r igual. Sin em bargo, in tro d u c ir procesos ^
menudo la elección la llevan a cabo los otros pacientes, quienes reco­ teleológicos dentro del grupo puede generar modos no m entalizado- (
nocen que alguien tiene un asunto urgente y rápidam ente se dirigen res -«Debo disponer de mis diez m inutos, incluso si no tengo nada (
a él como la persona que debe em pezar; o tras veces, en cambio, es que decir. De lo contrario pensaré que no le intereso a nadie y que el ^
un paciente el que empieza de inm ediato sin supeditarse a los demás. grupo no me quiere»-, por lo que debe llevarse a cabo con sum a cau­
Si nadie tom a la iniciativa, el terapeuta tiene autoridad para decidir tela. Tam bién distorsiona el proceso interactivo social no rm al de 1
quién em pieza, pidiendo a uno de los pacientes que com ience a cam bio de tem a y puede im pedir la vinculación de problem as gra- >'
explorar el problem a identificado d u ran te la «ronda». A p a rtir de cias a la cual las dificultades de u na persona pueden inform arnos del ,
este punto, el terapeuta debe «regular» la discusión grupal p ara dilem a de otra. Dicho con otras palabras, reduce la facilitación del
g a ra n tiz a r que se abordan en buena m edida todos los problem as proceso de m entalización debido a un exceso de estructura. Además,
identificados durante la «ronda». Esto será posible siem pre y cuando puede d a r lugar a que se generen terapias individuales dentro del ^
utilice el enfoque de la síntesis p ara a b o rd a r de m anera conjunta grupo. Son m uchos los grupos que term in a n trab ajan d o con u n a f
determ inados problem as. Por supuesto, p a rte de la responsabilidad persona y se orientan en torno al contenido de su problem a. De nue- (
para asegurarse de que se emplee el tiem po de m anera apropiada vo, esto reduce la posibilidad de m entalización interactiva. Así pues,
tam bién recae en el grupo y en cada paciente individual. Si el tera ­ en general, advertim os contra la excesiva adhesión a este método,
peuta es consciente de que un determ inado paciente suele m ostrarse porque lo que intenta el grupo de MBT es facilitar el proceso inteme- ^
reticente a tom ar la iniciativa, y es probable que se siente de brazos tivo de m entalización. f
cruzados sin exigir que se trate su problem a, esta es u n a cuestión Si se acuerda la síntesis de algunos de los problem as, el terapeuta *
que debe resolverse. Por ejemplo, el paciente puede esta r sum ido en utilizará dicha síntesis p a ra cen trar el debate en torno a las historias <
un proceso de apego evitativo y, por tanto, tenderá a inhibirse inclu­ aportadas p o r los pacientes. Por consiguiente, volviendo al ejemplo ¡
so habiendo presentado su problem a. Cuando alguien identifica un anterior, tanto Wayne com o Robert pueden hab lar acerca de sus his- (
problem a durante la «ronda», es im prescindible trab ajar en este sen­ torias, pero refiriéndose siem pre al problem a de la gestión de los
tido, a través de la identificación del m odelo relacional, y hacer explí­ estados em ocionales en contextos interpersonales. De ese m odo, las
cito el problem a. historias en sí m ism as devienen ejem plos del problem a principal,
que es el de gestionar los sentim ientos difíciles.
Terapeuta: Alice, eso es realm ente útil. Así pues, tienes un problema
acerca de tu sentim iento de que no eres buena persona y Una vez que se lleva a cabo p arte de este trabajo, el terapeuta pue­
quieres considerar lo que te lleva a no gustarte a ti mis- de orientar la discusión grupal hacia los procesos actuales en el g ru ­
rqa y hace que te sientas incóm oda cuando la gente es po que sirven p a ra ilu stra r el m ism o problem a. Siguiendo con el
amable.contigo. Asimismo, com o hem os puesto de m an i­ ejemplo anterior, Rachel tiene fuertes sentim ientos acerca de Robert, (
fiesto antes, tam bién tenem os que p resta r atención a tu de m anera que esto puede verse integrado en la discusión, lo cual í
tendencia a delegar en otras personas, en lugar de d a r un consigue que el debate sea inm ediato y ayuda a a p re n d e r de qué (
paso al frente. ¿Puedes c e n trarte en eso, m ientras noso­ modo las em ociones pueden ser expresadas de m anera constructiva i
tros tam bién lo hacemos? en una relación.
\

r
(
512 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD T E R A P IA D E G R U P O BA SA D A E N LA M E N T A L IZ A C IÓ N (M B T -G ) 513
(
<
En este trabajo alrededor de un problem a, el terapeuta tra ta con­ • Ausencia de m iem bros: ¿quién debe contactar con ellos y de
( tinuam ente de m entalizar las relaciones en el grupo a través de una qué modo (teléfono, carta, mensaje de texto)?
( identificación clara del foco afectivo cuando resulte necesario. Ana­ • El proceso global del grupo: ¿ha habido u n a m entalización
lizarem os esto m ás adelante en las secciones tituladas «Identifica­ interactiva y quiénes participaron en ella?
(
ción de los patrones relaciónales del paciente actuados en el grupo» • ¿Existen indicadores persistentes de no m entalización y se
( y «M entalización del proceso interpersonal en el grupo». identifica m ás a algunos pacientes con el proceso de no m enta­
( lización?
< Cierre del gru p o • Problemas de riesgo y cóm o solucionarlos
• Sentim ientos de los terapeutas dirigidos al conjunto del grupo
( M ientras aú n queda tiem po suficiente p a ra «cerrar» de form a
y a los individuos que form an p arte de él
r segura los tem as im portantes, el terapeuta debe indicar al grupo que
• Proceso interactivo entre los terapeutas
el tiempo está llegando a su fin. Una m anera de gestionar esto es que
( • Acuerdo definitivo sobre el resum en para a b o rd ar a la sem ana
el terapeuta esboce un resum en del trabajo que el grupo h a realizado
( siguiente.
hasta el m om ento y se centre en algunos de los problem as residuales,
( pidiendo a los pacientes que tam bién se centren en esas áreas d u ran ­
te el tiempo restante. Eso perm ite que el terapeuta enfatice los p u n ­ Creación de un cam po de entrenam iento m entalizador
(
tos de aprendizaje m ás im portantes y apunte a otras áreas que se que facilite la confianza ep istém ica
( abordarán m ás adelante.
( Los individuos con TLP son incapaces de aprender de los demás
Solo disponemos de 15 minutos, por lo que vamos a hacer balance de
( lo hablado hasta ahora. Hemos discutido el problema de no conse­ fácilmente, m ostrándose naturalm ente inseguros, a la luz de su expe­
guir de los demás lo que queremos y cómo eso también ocurre en el riencia anterior, acerca de las motivaciones ajenas. Así que, inevita­
<
grupo cuando sentimos que el grupo no nos satisface porque no reci­ blemente, se m uestran cautelosos cuando entran en un grupo. Para
( bimos de él comentarios útiles. Por otro lado, Kate en particular con­ solucionar esto, el(los) terapeuta(s) debe(n) crear una atm ósfera gru-
< sidera que expresar cómo se siente en el grupo le proporciona alivio pal que fomente la apropiada confianza epistémica en los participan­
dado que «la libera de la frustración», y otras personas también sien­
< tes (es decir, confianza en lo que dicen los terapeutas y las dem ás per­
ten lo mismo. Creo que debemos insistir, ya sea en este momento o
recordándolo la próxima vez, en la idea de si recibimos algo bueno o sonas y en que eso es personalm ente relevante para su aprendizaje)
(
malo la mayor parte del tiempo de otras personas. Soy consciente de (véase el cuadro 12.10). Esto se lleva a cabo, en parte, m ediante la ges­
< que no hemos invertido demasiado tiempo en tu preocupación, Ros- tión de la trayectoria grupal y ejerciendo la autoridad, tal com o se ha
( hanne, de que nunca consigues lo que quieres de tu madre cuando la descrito antes, para controlar el ritm o del grupo. Aunque esto aporta
visitas. Y parece que eso está conectado con lo que estamos hablan­ el m arco para crear un «campo de entrenam iento» de la m entaliza­
( do. ¿Podemos dedicar un poco de tiempo a eso ahora?
ción, es la autenticidad de la curiosidad del terapeuta -q u e genera
( una actitud m entalizadora hacia los problem as personales y estable­
x D espués del gru p o ce una cultura de indagación- la que resulta clave para construir un
< Después del grupo, el terap eu ta o los terapeutas reflexionan en cam po de entrenam iento de la m entalización. El papel del terapeuta
sus experiencias de la sesión y, tal vez, deseen consultar a otro espe­ es sim ilar al anfitrión de una cena, es decir, presenta a los invitados,
(
cialista si se enfrentan a u n grave problem a clínico y necesitan ase- encuentra elementos y experiencias com unes que puedan com partir
( entre ellos, estim ula el debate y reduce los conflictos innecesarios.
soram iento. E sta discusión puede centrarse en diferentes áreas:
(
<
(
514 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD TERAPIA DE GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 515

Cuadro 12,10. Facilitación de la confianza.epistémica en el grupo con eventos interpersonales recientes, aunque no tiene p o r qué ocu­
rrir así. Se tra ta de una generalización p ara sugerir que el examen de
• Curiosidad auténtica en el terapeuta los eventos recientes es m ás fructífero p a ra generar u n a discusión
• Cultura indagadora de los estados mentales afectivamente m entalizada que una discusión acerca de eventos his­
• Exploración de las historias
tóricos. No obstante, aunque este suela ser el caso, no es así de m ane­
• Clarificación de los problemas
ra inevitable. Debe perm itirse a los pacientes que elijan el tem a de que
• Mentalizar los problemas al detalle
quieren hablar, con la salvedad de que, si el terapeuta es consciente de
• Mentalizar el proceso interpersonal en el grupo
eventos actuales que están poniendo en peligro la terapia o la vida de
• Identificación de patrones relaciónales
alguien, estos tendrán prioridad y serán introducidos p o r él.
• Mentalizar las relaciones dentro del grupo.
Diferenciar entre eventos relatados com o u n a narrativa, por un
lado, y la exploración de los procesos m entales acom pañantes, por el
La «cultura investigadora» no se reduce simplemente a interesarse otro, es un elemento clave en la MBT. Muy a menudo, los pacientes
en lo que sucedió durante ios eventos im portantes en la vida de los describen lo sucedido, se quejan de los dem ás m ientras lo hacen y, a
pacientes, sino que tiene que ver m ás con las motivaciones subyacen­ m edida que se despliega la narrativa, no aciertan a reflexionar en el
tes, es decir, con lo que lleva a alguien a hacer o decir algo. Se trata de m undo m ental de los protagonistas de la h istoria ni en su propio
ser consciente de cuáles son los sentimientos y pensam ientos que con­ m undo. Es de esperar que, en la MBT-G, el terapeuta estim ule el deba­
tribuyen a nuestras decisiones y elecciones, de respetar las ideas aje­ te entre los m iem bros del grupo en torno a los eventos interpersona­
nas, de perm itir que se m antengan perspectivas diferentes y de que las les, enfocándose en la reflexión afectiva. Si los participantes m uestran
mentes cam bian a las mentes. Para alcanzar este deseable objetivo de
una m entalización m oderadam ente estable, esta incluirá la com pren­
crear u n a cultura investigadora, el terapeuta no solo debe promover la sión de los motivos ajenos. El desarrollo de una narrativa coherente
m entalización en el grupo, sino tam bién abordar rápidam ente la no
puede ser el prim er paso para m entalizar las historias. El peligro m ás
mentalización. Para ello, perm anecerá aierta a los indicadores de no
grave p ara el terapeuta es que dé sentido a u n a narración incoherente.
mentalización m ás comunes, es decir, declaraciones despectivas, uso
El resto de los pacientes en el grupo tra ta rá de com pletar naturalm en­
de estereotipos, generalizaciones, falta de curiosidad, exceso de pala­
te las lagunas de una historia, p o r lo general poniéndose del lado del
bras, demasiados detalles acerca de los eventos, cambios de conducta,
paciente y sin tener en cuenta las incongruencias. Es im portante que
etcétera. De igual modo, los pacientes deben llegar a ser conscientes
el terapeuta no haga lo mismo, sino que intente generar continuam en­
del proceso no m entalizador tanto en los dem ás como en sí mismos.
te, entre los m iem bros del grupo, u n interés genuino por los detalles
Con este fin, el terapeuta repetirá, cuando proceda, la información que
de las historias y las experiencias m entales subyacentes de todos los
ya fue discutida en el Grupo de Introducción al MBT (véase el capítulo
implicados (ver cuadros 12.11 y 12.12).
11) o, dicho con otras palabras, utilizará algunos elementos de la psi-
coeducación grupal para abordar las áreas de no mentalización. Al hacerlo, a lte rn a rá el debate entre los participantes, aseg u rán ­
dose de que el grupo no cae en lo que h a llegado a conocerse como el
«proceso del gato muerto», siguiendo un debate, acerca de la m uerte
E xploración de las h isto ria s relativas a eventos
de u n gato, que se produjo en un grupo. E n resum en, esta es una
Hemos mencionado que, tras la «ronda» y la elaboración de u n a sín­ situación en la que los pacientes describen u n a historia sim ilar, que
tesis, puede iniciarse, si es posible, la exploración de las dificultades. superficialm ente parece u n diálogo interp erso n al, p ero en la que
Por lo general, estas se expresan a través de historias relacionadas cada paciente perm anece, de hecho, en un «com partim ento estanco»
\

r
r
< 516 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD TERAPIA DE GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 517

r
Cuadró 12.11. Cultura’mdagadora: exploración de las historias (1) D eborah: Si alguno de m is gatos m uriese, no creo que pudiese
( soportarlo. Tengo tre s en este m om ento y son m i re la ­
( • Alentar a los pacientes a cobrar conciencia de lo que piensan y sienten
ción m ás cercana. Se preocupan p o r m í y m e a m a n de
al relatar una historia
í una m anera que nadie m ás lo hace. La m ayor p a rte del
• Pedir a otros pacientes que tengan en cuenta lo que piensan y sienten el
tiempo, ellos son mi razón p ara vivir. Los gatos son mi
( narrador y sí mismos
familia.
( • Sugerir a los pacientes que consideren por qué ellos/otros piensan/sien-
ten como lo hacen durante la historia:
( C ada u n a de las pacientes siguió reiterando sus experiencias
- Escuché que X decía que estaba enfadado, pero creo que se sentía las­
( con sus gatos a lo largo de los años, sin que nin g u n a de ellas se cen­
timado porque no lo tomaban en serio
trase realm ente en el ac tu a l caos em ocional de Helen, que se sentía
r - ¿Qué estoy sintiendo yo, qué sienten ellos y por qué?
an g u stiad a por la p érd id a de su gato la noche anterior. El tem a del
( grupo - e s decir, la p é rd id a - era coherente, pero no había auténtica
( Cuadro 12.12. Cultura indagadora: exploración de las historias (2) participación y faltaba u n auténtico interés p o r las em ociones de
( • Alentar a los pacientes a articular explícitamente lo que, de otro los dem ás. Cada paciente p e rm an ecía cen trad a en sí m ism a, con
modo, sería asumido privadamente acerca de los estados mentales de breves cam bios de tu rn o en la interacción. Es com o si to d as quisie­
(
otros ran c o n ta r su propia h isto ria sobre la pérdida de sus gatos sin p re ­
( • Apoyar a los pacientes para que hagan explícito su trabajo a través de su ocuparse p o r las dem ás. E s ta re a del terap eu ta MBT prevenir este
( historia (detalle) para que el resto del grupo (pacientes y terapeutas) tipo de colapso en los d iscursos orientados hacia uno m ism o (cua­
pueda identificar en qué momento ocurren la mentalización y la no dro 12.13).
(
mentalización.
( Eso se consigue a través de la clarificación de la historia, la explo­
ración de la experiencia y la estim ulación activa de las interacciones
(
y se lim ita a hab lar desde su perspectiva, sin interés alguno p o r las interpersonales, así com o la identificación de cualquier respuesta no
( experiencias y los estados m entales de los demás. m entalizadora.
(
( El proceso del gato muerto
C larificación
< Helen: No sé cómo voy a gestionarlo. Mi gato m urió anoche. Era
mi vida. Sabía que estaba enferm o y había estado cui­ Clarificación de los eventos
( dándolo pero, al final, acabó m uriendo. Es terrible. Si no
Inicialm ente, el terapeuta intenta clarificar la secuencia de eventos
( fuera por mi otro gato, me habría suicidado.
que el paciente describe: ¿Qué condujo a eso? ¿Quién estuvo im plica­
( [Helen siguió hablando con m ás detalle del am or hacia su gato.] do? ¿Cómo se desarrolló la interacción? Este nivel de aclaración per­
x Rachél: Yo tam bién tenía u n a gata que murió. Sé cómo te sientes. tenece al nivel de los «hechos» tal com o son relatados p o r el paciente.
< La vida ya no es igual. No podía afrontarlo en absoluto y, Algunos pacientes proporcionan excesivos detalles, esbozando inte­
cuando sucedió, fui incapaz de m overla. La dejé en su racciones m uy intrincadas, al tiem po que atribuyen m otivaciones
(
cam ita varios días. Lloré y lloré. Los gatos hacen que la complejas a los demás. Si esto ocurre, el terapeuta debe considerar si
í
vida m erezca la pena p a ra mí. el paciente está hiperm entalizando, que es una m odalidad perniciosa
i'
(
r
518 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE I.A PERSONALIDAD TERAPIA DE GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 519

de no m entalización que, por lo general, sirve al paciente para disipar Paciente 1: Me dijeron que ella me devolvería la llam ada «antes del
una ansiedad considerable. Con el fin de evitar que se incruste en el mediodía» y que a la hora de la comida ya me habría llam a­
proceso, la hiperm entalización debe ser desafiada tan pronto como do [dijo sarcásticam ente]. Sin embargo, no me telefoneó
sea posible, un reto que abordam os en el capítulo 9. A veces, el tera­ hasta últim a hora de la tarde, pero yo no pude responder al
peuta ten d rá que pedir al paciente, si utiliza excesivos detalles, que teléfono y, de cualquier modo, ya era demasiado tarde.
proporcione una versión «corregida» de su historia: «No quiero cor­ Paciente 2: Todos son así. N inguno hace lo que dice. Estoy de acuer­
tarte, pero creo que la historia se está volviendo cada vez menos clara. do en que, cuando responden, siem pre es dem asiado ta r­
¿Podrías acabar de contarnos los puntos principales para que poda­ de. Los necesitas cuando les telefoneas, no después.
mos com enzar a pensar contigo en las áreas importantes?» Aunque
E sta paciente se halla naturalm ente próxim a a apoyar al prim er
esto pueda parecer dem asiado exigente p ara algunos terapeutas, es paciente, confirm ando que esta experiencia es algo que ella entiende.
necesario interrum pir la continuidad de la narración en aras a esti­ Pero lo interesante es que no h a aclarado realm ente con el p rim er
m ular la m entalización. paciente cuál era el problem a. Sim plem ente h a convenido que, cuan­
do pides algo, no sueles conseguirlo.
Clarificación del problema
Terapeuta: Puedo entender que sea un problem a que te digan algo
El siguiente paso para el paciente es a clarar el problem a (cuadro que luego no ocurre y que, cuando sientes que hay cierta
12.14). Las historias no abordan necesariam ente el problem a. En urgencia, el problem a em peora. [Principio de validación
cada etap a es útil que el terapeuta m antenga una postura de “no em pática de la experiencia.] ¿Puedes explicarm e p o r qué
saber’’ p a ra a n im ar al paciente a decidir la naturaleza exacta del p ro ­ te pareció tan problem ático que ella no te devolviese la
blema: «¿Puedes describir por qué eso te planteaba tantas dificulta­ llam ada al m ediodía? [Intento de definir el problem a de
des? ¿Qué sentías en ese momento?». m anera m ás clara, en lugar de dejar que el paciente se
lim ite sim plem ente a repetir la historia.]
Un paciente se quejaba de que había telefoneado a la unidad para Paciente 1: Necesitaba su ayuda antes de la tarde. Y esa es la razón
hablar con su terapeuta individual, pero ella no estaba disponible en por la que la llamé por la m añana. No quería hablar con
ese m om ento y no le había devuelto la llam ada. nadie m ás porque ella, al menos, m e conoce.
Terapeuta: ¿Podemos cen trarn o s en cuál era la experiencia que te
llevó a p en sar que necesitabas h a b la r con ella, p ara que
' Cuadro 12.14. Clarificación del problema yo pu ed a entender m ejor aquello con lo que estabas
• Identificar los problemas dentro de la historia luchando m ientras eras cada vez m ás consciente de que
• Estimular las perspectivas alternativas de los pacientes ella no te había devuelto la llam ad a a m ediodía?
• Facilitar la discusión sobre la gestión de los estados mentales como del Paciente 1: Es la idea de que se nos prom ete algo que luego no ocu­
problema rre. No puedo soportarlo.
• Tener cuidado para no definir el problema basándose en la realidad físi­
A estas alturas, el problem a se estaba aclarando u n poco más: el
ca y el desarrollo de soluciones teleológicas.
paciente estaba sensibilizado, com prensiblem ente, a verse defrauda­
do p o r los demás, en especial p o r personas en las que había deposi­
tado algún grado de confianza.
»

r
r
r 520 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTA11ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
TERAPIA DE GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 521

(
El terapeuta siguió explorando este aspecto p ara g a ra n tiz a r que propios pensam ientos y respuestas afectivas. Para alentar esto, el te­
< el problem a estaba siendo definido. Sentirse decepcionado condujo rap eu ta pregunta activam ente a los m iem bros del grupo cuáles son
( al paciente a enfadarse. Esto fue seguido por deseos de ab an d o n ar sus pensam ientos y su experiencia de lo que han escuchado. Algu­
( la terapia tam bién. Así pues, el efecto relacionado con un retraso en nos participantes ya h abrán respondido al contenido de la historia
la devolución de su llam ada telefónica había term inado socavando del paciente, y el terap eu ta les pedirá entonces que elaboren m ás sus
(
la alianza con su terapeuta y con el equipo de tratam iento. Se tra ta ­ aportaciones. Con frecuencia, se recluta a los m iem bros del grupo
( ba de un problem a con el tratam iento que necesitaba ser abordado que h an respondido inicialm ente para que apoyen la «causa» del pa­
( de inm ediato. ciente; en esta situación, es im portante que el terapeuta determ ine
( R esultó que el problem a tenía una com plejidad adicional. El si la alianza es auténtica y, en caso afirmativo, obtenga m ás detalles
( paciente creía que la terapeuta deliberadam ente no le había devuel­ acerca de lo que están apoyando. En otros casos, el terapeuta iden­
to la llam ada porque a ella no le gustaba. Esto apunta a u n im pulso tifica las diferencias, si es que las hay, para a u m en tar la reflexión del
(
afectivo no mentalizado', que constituye uno de los objetivos de la paciente en torno a su problem a. La diferencia reflexiva, es decir,
( MBT. El paciente necesita aprender a m antener la m entalización en co n trastar las perspectivas entre los m iem bros del grupo, tiende a
( estos m om entos sensibles. El m ero hecho de in te n ta r definir con estim ular la m entalización; en cam bio, la diferencia oposicional, es
m ayor detalle el problem a contribuye a d eterm in ar m ejor el punto decir, polem izar acerca de la verdad y de quién tiene razón, tiende a
<
de la no m entalización que, en este m om ento, se estaba volviendo reducir la m entalización.
<
cada vez m ás polifacética y lista p a ra la exploración. El paciente M entalizar los problem as planteados p o r los pacientes es el núcleo
( experim entó la necesidad de b u sc ar ayuda, y las llam adas telefóni­ del trabajo grupal. Una vez que el terapeuta ha dinam izado con deli­
< cas p ara hab lar con su terapeuta pudieron c o ntribuir a a u m en tar su cadeza el debate sobre el problem a presentado, necesitará:
( vulnerabilidad personal. Como la exigencia de su apego no se vio
satisfecha, tuvo que luchar con em ociones que lo desestabilizaban y • D etectar las señales de falta de m entalización
(
luego reorganizarse de la única m anera que sabía, esto es, retrayén­ • Supervisar el nivel de arousal de los participantes en el grupo
( dose enfadado, al tiem po que devaluaba a la persona con la que que­ • Facilitar el proceso interactivo entre todos sus m iem bros
( ría hablar. Aun así, el problem a original que llevó al paciente a • Im plicarse en u n a participación activa desde la plataform a
telefonear a la unidad todavía no había sido identificado ni explora­ proporcionada p o r la p o stu ra de no saber
{
do, algo que, si querem os definir con precisión to d a la m agnitud del • Im plem entar intervenciones a p a rtir de la jera rq u ía de la inter­
<
problem a, no podem os p a sa r p o r alto. vención: validación em pática, clarificación y exploración, iden­
( tificación de los afectos, foco afectivo y m entalización de las
( relaciones interpersonales entre los m iem bros del grupo, así
M entalizar el p roblem a
com o entre ellos y el terapeuta (véase el capítulo 7).
(
Una vez que se ha establecido la secuencia de eventos - la histo­
í ria -, el terapeuta puede «rebobinar» la m ente de los m iem bros del Precauciones
c grupo, pidiéndoles que se centren en lo que se ha dicho. Los par­
Existen diferentes escollos que, a la hora de m entalizar el proble­
ticipantes, dirigidos p o r el terapeuta, tienen que efectuar «micro-
f m a, debe salvar el terapeuta grupal (véase el cuadro 12.15). El p rim e­
cortes», aclarando las experiencias m entales del paciente, m ientras ro de ellos es llevar a cabo terapia individual en el seno del grupo. La
(
se precipitaban los acontecim ientos, y aportando al problem a sus MBT-G nos advierte contra la terapia individual en el grupo. Es muy
(
(
<
TERAPIA DE GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 523
522 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTAUZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

fácil verse arrastrad o a explorar un problem a grave con un determ i­ Identificación de los patrones relaciónales del paciente
nado paciente individual excluyendo al resto. De hecho, cuando están actuados en el grupo
presentes dos terapeutas en un m ismo grupo, ambos pueden cen trar­
La identificación y la discusión entre paciente y terap eu ta acerca
se com pletam ente en un solo paciente, especialm ente si este se
de los patrones recurrentes en sus relaciones constituye un com po­
encuentra en situación de riesgo. Los otros pacientes tienden enton­
nente clave del proceso de evaluación de los nuevos pacientes. En
ces a sentarse de brazos cruzados y dejar que los terapeutas hagan el
esencia, estos patrones reflejan los procesos de apego del paciente.
trabajo, en p arte porque no se sienten adecuadam ente preparados
Si estos h a n de ser aprovechados en el tratam iento, tienen que ser
para ayudar a alguien en una situación de distrés inm ediato. Cuando
fácilm ente reconocidos tan to por el paciente com o por el terapeuta,
esto ocurre, es im portante «triangular» (ver m ás adelante).
dado que se to rn an evidentes d u ran te el tratam iento. E l evaluador
El segundo escollo consiste en esforzarse dem asiado duro tra ta n ­ desglosa estos patrones en la form ulación, la cual e stará disponible
do de d a r sentido a las interacciones. El proceso grupal tiende a ser p a ra el paciente y p a ra el terap eu ta grupal. Cuando los pacientes
confuso, y la respuesta n atu ral del terapeuta es tra ta r de d a r sentido c o m ie n za n el tra ta m ie n to g ru p a l, la d isc u sió n in ic ia l e n tre
a la confusión en nom bre de los participantes. Sin em bargo, eso terapeuta(s) y paciente incluye necesariam ente declaraciones sobre
constituye la antítesis del enfoque fundam ental de la MBT, consis­ estos patrones (cuadro 12.16).
tente en estim ular en los pacientes procesos de m entalización y en El terapeuta grupal tiene que ser sensible a esto pero, cuando p re­
no asum ir, en lugar de ellos, el control de la m entalización o facilitar­ sentam os un paciente nuevo al grupo, puede pedirle que hable sobre
les un tipo de com prensión forjada m ediante el proceso de m entali­ sus relaciones y sus patrones relaciónales, prestándole todo su apo­
zación superior del terapeuta. yo. Por ejemplo, cuando un paciente a fro n ta su p rim era sesión, el
La tercera tram pa consiste en convencerse de que la interacción terapeuta puede em pezar diciendo: «¿Te g u sta ría presentarte y p er­
progresa de form a co n stru ctiv a porque los m iem bros del grupo m itir que la gente conozca un poco los problem as que te h a n llevado
interactúan librem ente. La interacción rápida conduce a la pérdida a acu d ir en busca de ayuda?»
de reflexión y tiende a p ro d u cir no m entalización, o bien term in a El terapeuta ayuda al paciente a esbozar algunas de sus dificulta­
convirtiéndose en u n foro de asesoram iento. El terap eu ta debe des y, m ás tarde, quizá en las siguientes reuniones grupales, g aran ti­
m antener el control m ediante el uso constante del «parar» y «rebo­ zará que el paciente hable acerca de la form ulación d esarro llad a
binar» con la correspondiente clarificación. P erm itir que el grupo antes del tratam iento.
se apresure alienta la superficialidad, in cru sta supuestos im plícitos
y evita la refiexión.

• Intercambio abierto entre todos los pacientes sobre los aspectos relació­
Cuadro 12.15,' Clarificación .del problema: precauciones nales de su formulación inicial
• Es fácil quedar atrapado, en el seno del grupo, en la terapia individual • Focalizar, durante las sesiones individuales, subre los procesos de ape­
• Uso excesivo de la mentalización del terapeuta para dar sentido a la his­ go evidenciados en el grupo
toria y asumir la comprensión del problema • Identificación y definición del patrón relaciona! en las «historias» ofre­
• La hipermentalización y la interacción fluida sobre el problema puede cidas por los pacientes
enmascararse como un proceso interpersonal. • Trabajar para delinearlas ventajas y desventajas de cada patrón.
524 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD TERAPIA DE GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 525

Nos gustaría destacar ahora la im portancia que se atribuye, en O tros m iem bros del g rupo [declarando que podían q u edarse un
la MBT, a la explicación de los patrones de apego, algo que se lleva a rato]: Disponemos de u n poco de tiempo, entonces, ¿por
cabo de forma colaborativa y explícita en todo m om ento. El paciente qué no le dedicam os un rato?
sabe que todos los terapeutas son conscientes de estos patrones y que Terapeuta: Vam os, pues, a in te n ta r u tiliz a r el tiem p o que nos
tratarán de identificarlos durante el tratam iento; necesariam ente, el queda.
paciente debe haber aceptado -y no sim plem ente convenido- que la Nigel: A usted no le interesa. Lo único que quiere es m archarse.
form ulación sobre las relaciones reviste su im portancia. No le interesan nuestros problem as. Que le jodan.
Nigel, un hom bre de 26 años, era autodestructivo y se enzarzaba O tro paciente: Al menos, está escuchándote, ¿qué te ha ocurrido?
en discusiones frecuentes que derivaban en violencia, razón p o r la Nigel: Los servicios sociales no m e dejan ver a mi hija. Dicen
cual había sido detenido en varias ocasiones. Tras reconocer que su que soy u n a am enaza y que eso no es bueno p ara ella.
tem peram ento estaba fuera de control, señaló que quería h acer algo Pero es m i hija y ten d ría que poder verla. Fui ayer y me
al respecto. D urante la evaluación, se exploraron con él diferentes tiraron. Voy a volver p a ra resolverlo.
episodios violentos en los que parecía destacar un elemento: la mayo­ Terapeuta: Nigel, ¿puedo p reguntarte algo? ¿Tiene que ver todo esto
ría de sus discusiones com enzaban cuando afirm aba que quería algo con que lo hayas solicitado de nuevo, después de haber
de otra persona que esta no podía darle. Eso iba desde p e d ir a un intentado con verdaderas dificultades gestionar tus sen­
am igo que le prestase dinero h asta exigir a alguien que pasasen la tim ientos, y se hayan negado porque no entienden tu
noche juntos. Esto fue incorporado a su form ulación com o u n tipo deseo sincero de ver a tu hija?
de apego en el que buscaba la proxim idad con otras personas -d eb i­ Nigel: [Un poco m ás tranquilo p o r esta validación]: Sí, y voy a
do a una carencia que te n ía - solo p ara verse rechazado, lo que le conseguir que me escuchen.
hacía sentir peor y le llevaba a tra ta r de obtener a la fuerza lo que Terapeuta: ¿No es eso lo que acaba de suceder aquí? Nos obligas a
buscaba. Sin em bargo, en la actualidad, este patrón im plicaba efec­ escucharte a la fuerza.
tu a r peticiones constantes a su exnovia y a los servicios sociales para Nigel: Bien, usted me está escuchando ahora.
que le perm itiesen visitar a su hija. Todas las solicitudes eran recha­ Terapeuta: Eso espero. ¿Pero es eso mejor?
zadas y, en respuesta, él les am enazaba tanto p o r teléfono como
durante las reuniones. En el grupo, expresó su frustración y su enfa­ ¡Un poco m ás tarde, en ese m ism o debate, el terap eu ta sacó a
do con su novia y los servicios sociales. relucir u n elemento del problem a que el grupo había estado conside­
rando antes.
En una ocasión, llegó unos m inutos antes de que concluyese la
reunión del grupo y solicitó algo de tiempo p a ra hab lar de los últi­ Terapeuta: Quizá el problem a sea ahora que nos hemos visto obliga­
mos sucesos con los servicios sociales. Como el grupo estaba a punto
dos a hablar contigo, así que no es exactam ente lo mismo
de term inar, el terapeuta le dijo que disponían de m uy poco tiempo,
que si lo hubiéram os hecho librem ente.
así que quizá Nigel podría tra ta r de hacer un resum en rápido o inclu­
Nigel: Eso no me im porta.
so esperar a la sem ana siguiente.
Terapeuta: ¿Estás seguro? Porque antes hem os hablado acerca de
Nigel: Oh, ya veo. Así que piensa que no hay tiempo, ¿verdad? que sientes que lo que deseas es que la gente «realmente»
Bien, m e aseguraré de que hay tiempo. No dejaré el grupo quiera ayudarte y que la ú n ica ayuda que obtienes es
hasta que lo hayam os discutido. Sentaos y escuchadm e cuando les obligas a dártela.
526 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÚN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD TERAPIA DE GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 527

D urante la discusión, Nigel fue tranquilizándose cada vez m ás, lo de apego. La terapia de grupo estim ula las experiencias internas p ro ­
que perm itió al terapeuta a b o rd ar el proceso de apego que se había cedentes de exposiciones anteriores, y las relaciones se ven en peligro
establecido. En esencia, Nigel había efectuado u n a petición al tera ­ porque los pacientes dividen sus recursos m entalizadores desigual­
peuta, con el que m antenía u n a alianza positiva, y esta había sido m ente entre sus m undos interior y exterior, convirtiéndose en hiper-
rechazada. Eso desencadenó el proceso de apego rígido y patológico vigilantes hacia los dem ás, aunque faltos de com prensión hacia sus
con el que tratab a de m antener su estabilidad em ocional, esto es, propios estados. Todos estos factores distorsionan las interacciones
intentando controlar a la o tra persona m ediante am enazas a fin de interpersonales que tienen lugar en el grupo.
gestionar su experiencia de rechazo y de pérdida de control. La res­
La yuxtaposición de la necesidad de re c a b a r apoyo y com pren­
puesta del terapeuta fue inhibirse, hasta cierto punto, señalando que
sión de otras personas y el tem or a la intim idad y la desconfianza de
no quedaba m ucho tiempo, lo que no hizo sino aum entar los intentos
sus motivaciones, hacen que la persona con TLP se sienta acosada e
de Nigel por controlarlo. Eso supuso un e rro r clínico que desencade­
insegura. Las relaciones se tornan inestables y cam bian rápidam en­
nó el patrón de respuesta.habitual de Nigel, haciendo aflorar el tipo
te y, en consecuencia, u n amigo solidario puede ser experim entado
de interacción que m antenía con los dem ás, algo que quedó en evi­
dencia en la evaluación inicial y que ahora se activaba en el proceso de repente com o alguien malévolo y peligroso. La terapia debe, por
grupal. El terapeuta trató de reducir correctam ente su aro u sal y, tanto, tra ta r de incorporar una base segura p a ra que no se reproduz­
después, empezó a explorar el proceso relacional, desarrollando una ca este patrón de interacciones interpersonales inestables.
perspectiva alternativa sobre lo que estaba sucediendo. El grupo Es im portante diferenciar entre el trabajo con las interacciones
logró, a la postre, a clarar que Nigel quería expresar su desespera­ interpersonalcs que tienen lugar en el grupo y las intervenciones uti­
ción, pero era incapaz de establecer u n contexto que se lo facilitase. lizadas p a ra m en talizar las relaciones en general. A m bas pueden
El resultado era que siem pre term inaba siendo reprobado, abocán­ com plem entarse m utuam ente, y e! terapeuta debe ser capaz de pasar
dolo a su natural respuesta coercitiva. Después de que se definió de de la una a la otra, a m enudo com enzando con la vida interpersonal
nuevo este patrón, relacionándolo con la form ulación de su caso, fue m anifiesta del paciente, trabajando con el p atró n de relación eviden­
posible explorar la cuestión de que obligar a la gente a hacer cosas no ciado en el grupo y profundizando posteriorm ente la intervención.
era lo m ás eficaz p ara satisfacer sus necesidades, porque estas no En cambio, p a ra m entalizar la relación desde la perspectiva de la
eran atendidas libremente. Este p a rticu la r se trabajó, posteriorm en­ transferencia (consultar el capítulo 10 p ara m ás detalles), el trabajo
te, en o tras sesiones individuales y grupales. interpersonal explora los procesos entre personas, en lugar de cen­
tra rse en la propia m ente (cuadro 12.17).
M entálización del proceso in terp erso n a l en el grupo Este trabajo interpersonal tiene que ver con las relaciones fam i­
Los m odelos de m entalización son especialm ente valiosos en liares del individuo, los patrones de am istad, el trabajo, las interac­
situaciones interpersonales com plejas que im plican, p o r ejemplo, ciones y las relaciones con la com unidad, y de qué m odo todas ellas
cuidado y preocupación, conflicto, decepción potencial o irracionali­ afectan, tan to de m anera constructiva como destructiva, a la vida del
dad. Es muy probable que todas estas situaciones surjan durante la paciente. Dicho trabajo explora el m odo en que el paciente m anifies­
interacción grupal. Sin em bargo, com o hem os sugerido, los modelos ta estos patrones, y los patrones subyacentes de apego, en el propio
irreflexivos internos de funcionam iento dom inan la conducta de las grupo. Así pues, el trabajo concerniente a la m entalización de los
personas con TLP en cualquier situación interpersonal que evoque procesos interpersonales, tal como son evidenciados en el grupo, tie­
representaciones relaciónales derivadas de sus relaciones p rim arias ne en cuenta los aspectos m anifiestos de las relaciones del paciente y
528 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD TERAPIA DE GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 529

. Cuádro 12.17. M entaii^r el proceso interpersonal raram ente hablaba de sus propios problemas y se centraba, en cambio,
en ayudar a los demás. Cuando los otros exponían un problema, ella
• Emprender exploraciones cuidadosas, paso a paso, de las transacciones
hacía preguntas y les prestaba su apoyo. Una vez que se estableció la
intersubjetivas más cruciales (implícitas a explícitas)
alianza entre Jeannie y el terapeuta, este decidió intentar trabajar este
• Detener el proceso grupal cuando se aparte de la tarea o se pierdan
aspecto de su conducta patente en el grupo. Y lo hizo planteándole que
oportunidades importantes para mentalizar el proceso interpersonal
considerase por qué, durante la «ronda», afirm aba no tener ningún
en el aquí y el ahora
problema que exponer. Como, en un principio, se m ostró positiva en su
• Desafiar las certezas inapropiadas y las representaciones rígidas
actitud servicial ante los problem as de los demás, se le preguntó si ese
• Demostrar y explicar la primacía del aquí y ahora
• Enlazar con ios patrones de apego identificados en la formulación.*• era u n papel que tam bién asum ía en su vida cotidiana.

Terapeuta: Jeannie, siem pre tratas de ayudar a los otros en el grupo


observa cóm o le ayudan u obstaculizan o bien son aprovechados y has sido realm ente útil p ara Peter. ¿También ayudas a
p ara apoyarlo en m omentos de crisis. Solo cuando se han dilucidado los dem ás en tu vida diaria?
los patrones interpersonales es posible em prender, con m ayor p ro ­
Jeannie se m ostró de acuerdo y corroboró que podía ap o rta r m ul­
fundidad, el trabajo para m entalizar la relación, teniendo en cuenta
titud de ejemplos en los que había sido útil a otras personas. Eso con­
los com ponentes del desarrollo.
firm aba, en m uchos aspectos, la validez de la form ulación inicial.
Para llevar a cabo una exploración m entalizadora de la interac­
ción interpersonal entre pacientes, el terapeuta debe: Terapeuta: Se me o cu rre que no hablas dem asiado de ti m ism a y
afirm as a m enudo no tener ningún problem a para plan­
• M antener en m ente la red interpersonal de cada paciente
tea r al grupo cuando hacem os la ronda al principio. Esto
• Identificar patrones en las relaciones externas que se repitan
me lleva a sospechar que p o d rías e sta r som etiéndote a
en el seno del grupo: esto es algo que debería haber sido abor­
otros. ¿Te parece bien que exploremos ese particular?
dado en la form ulación inicial
Jeannie: Sí, sería una b u en a idea.
• E q u ilib ra r la exploración de las relaciones en tre los m iem ­
Terapeuta: ¿Estás som etiéndote a m í ahora? [Un pequeño desafío
bros del g ru p o con el exam en de sus relaciones fuera del tra ­
que sorprendió a Jeannie.]
tam iento
• E xplorar los aspectos gratificantes e insatisfactorios de las Jeannie dudó y adm itió que quizá lo estaba haciendo, pero que no
relaciones, tanto dentro como fuera del grupo pensaba que supusiese n ingún problem a p a ra ella. Así pues, el tera­
• V incular la experiencia de los pacientes en el grupo con sus peuta perm itió que el grupo continuase, preocupado de que hubiese
relaciones fuera de él. asentido dem asiado fácilm ente (sugiriendo que ella estaba en m odo
simulado). Lo que pasó es que no se había llevado a cabo una explo­
Se hizo evidente, a p artir la evaluación y la form ulación inicial, que
una paciente, llam ada Jeannie, tenía la tendencia a tra tar de complacer ración inicial del proceso interpersonal y otros trabajos p rep a ra to ­
a los demás. Cuando sentía que no le gustaba a alguien o este se m os­ rios que indicasen u na tendencia a m entalizar la relación m antenida
traba crítico con ella, trataba de adoptar el punto de vista de las otras con él y con otros m iem bros del grupo.
personas y com portarse de la m anera que ella creía que querían los Poco después, Jeannie dijo algo en respuesta a Leslie, otra pacien­
demás. Como resultado, era vulnerable a la explotación. En el grupo, te del grupo.
530 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD TERAPIA DE GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 531

Leslie: No, Jeannie, definitivamente no es correcto. ¿Qué te lleva grupal, es posible que la negativa de Jeannie pudiera ser u n p rim er
a decir eso? paso hacia la afirm ación de sus propios deseos. P rim ero hay que
Jeannie: Vale, puedo ver que no es correcto. Lo siento. Tienes p re s ta r atención al proceso entre paciente y terap eu ta p a ra luego
razón. Estaba equivocada. triangularlo.

Jeannie siguió con su tono autodespreciativo y, de ese modo, el


Triangulación
terapeuta señaló que eso era un ejemplo de lo que había estado tratan ­
do de identificar previam ente en el grupo. ¿Había cam biado de opi­ No hay n a d a nuevo en el concepto de tria n g u la c ió n , com o ta m ­
nión o, simplemente, le seguía la corriente a Leslie para que la «dejase poco podem os p rete n d er n in g u n a o rig in alid ad en dicho concepto
en paz», temiendo contradecirla? ¿Realmente estaba de acuerdo con el com o intervención técnica. E n efecto, la tria n g u la c ió n consiste en
terapeuta cuando este le dijo que se som etía a los demás? c re a r u n espacio, u n a dim ensión y u n a perspectiva alte rn a tiv a en
el diálogo en tre dos p e rso n a s a través de la intervención de u n a
Jeannie: Oh, no lo sé. Realm ente no quiero hablar de eso. No quie­ terc era p erso n a. Es el triá n g u lo edípico revisitado en el que, en
ro verme forzada. Siento que me he equivocado, Leslie. lu g ar de u n a com u n icació n diádica, se pro d u ce u n a in teracció n
triá d ic a . Los te ra p e u ta s tria n g u la n a c tiv am e n te en la MBT-G
En este ejemplo, el terap eu ta intentó c o n stru ir gradualm ente
(cuadro 12.18).
u n a im agen del patrón que seguía Jeannie con los otros pacientes.
Una vez que eso quedó claro y fue reconocido tan to p o r Jeannie Cuando dos pacientes e stá n envueltos en u n diálogo, com pete a
com o p o r los otros m iem bros del grupo, tuvo la oportunidad de tra ­ la sensibilidad del terap eu ta decidir cuándo h acer dicha tria n g u la ­
bajar en el grupo con m ás detalle, y el terap eu ta pudo p a sar de men- ción. Im plicar dem asiado pronto a o tras personas en u n a conversa­
ta liz a r el proceso in te rp e rso n a l a m e n ta liz a r la relación. Por ción ín tim a en tre dos m iem bros del grupo puede se r destructivo
supuesto, el peligro en este tipo de interacción interpersonal es que pero, si se lleva a cabo dem asiado tarde, se pierde el potencial de
el terapeuta tan solo esté reconfirm ando su propia opinión acerca llegar a perspectivas y com prensiones cada vez m ás d etallad as p o r­
de los patrones del paciente y trate de forzarlos en él, dado que eso que las m entes de los otros pacientes h a b rá n dejado de atender a la
rom pería el principio de seguridad de la MBT de que el terapeuta cuestión exam inada.
debe asegurarse de no asu m ir la m entalización del paciente y forzar La triangulación es un tipo de intervención que aborda el colapso
su com prensión. Pero tam bién supone que, en ese momento, puede y la transform ación inm inente de la interacción sí m ism o/otros en
abordarse la m entalización de la relación, u n a vez que el terapeuta una interacción sí m ism o/sí mismo. Cuando la interacción entre dos
reconoce que puede estar forzando la cuestión y se pierde la colabo­
ración. ¿Se produce, tan to p o r p a rte del terap eu ta com o del pacien­
te, u n a contribución a la interacción que p o d ría explorarse para
: Cuadro 12.18. Triangulación
p ro fu n d izar la com prensión del proceso interpersonal? Para llegar
a m en talizar la relación, debe explorarse activam ente la contribu­ • El terapeuta identifica una interacción importante entre participantes
ción del terapeuta. Por tanto, en el ejemplo que estam os consideran­ • Señala al observador u observadores
do, el terap eu ta ten d ría p rim ero que v alid ar la experiencia de la • Separa a los protagonistas
paciente de verse obligada a hab lar acerca de algo. Tras esto, la con­ • Explora activamente la experiencia que tiene el observador de la inte­
tribución del terapeuta puede ser aclarad a y tam bién explorada la racción (hablar de uno mismo) o de sus pensamientos acerca de la inte­
tendencia de la paciente a ca p itu la r. De hecho, en e sta situación racción observada (hablar de otros).
532 TRATAMIENTO BASADO EN l.A MENTALtZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD TERAPIA DE GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 533

pacientes, o entre terapeuta y paciente, se vuelve inaccesible p a ra el pacientes excluyendo a los demás. El problem a se agrava porque los
resto del grupo, este aislamiento de la interacción con respecto al res­ terapeutas pueden dejar, durante u n lapso considerable, de ser cons­
to del grupo es u n indicio de que la m entalización ha em pezado a cientes del resto del grupo. P ara reducir el riesgo de que esto suceda,
cam biar desde la dimensión del sí mismo/otros a la del sí m ism o/ sí los terapeutas establecen, en la MBT-G, un acuerdo explícito cuando
mismo, en la m edida en que ambos protagonistas crean una represen­ trabajan juntos de que si uno de ellos se centra exclusivamente en un
tación com partida que excluye escrutinios alternativos. Esto se trad u ­ paciente, el otro tiene en cuenta la triangulación e interviene, ya sea
ce, a menudo, en u n a colusión de semejanza y acuerdo entre las partes: dirigiéndose a su colega p ara a p o rta r directam ente otra perspectiva
«Me ocurre exactam ente lo m ism o que a ti. Sé exactam ente cómo te o bien incorporando activam ente a otros m iem bros del grupo. Cuan­
sientes. Tienes razón y no concibo que nadie pueda verlo de form a do los terapeutas hablan entre ellos a p a rta n la m ente de) paciente
diferente». Bion (1961) describió este proceso entre pacientes com o un desde el foco en el «sí mismo» y la llevan a un posible interés en los
componente del emparejamiento (pairing) uno de sus «supuestos bási­ «otros». Una vez conseguido esto, los terapeutas pueden facilitar la
cos», en el que dos pacientes afrontan el trabajo grupal a través de la interacción grupal en torno al problem a de que se trate.
interacción constante entre ambos. Además, según Bion, el em pareja­
m iento perm ite a los otros m iem bros del grupo escuchar de m anera
¿Quién triangula a quién?
atenta y entusiasta, con u n a sensación de alivio y de anticipación
esperanzada. Sin embargo, en los pacientes con un trasto rn o de la En la MBT-G, el terapeuta trian g u la a u n a persona específica. Es
personalidad m ás severo, es m ás com ún lo contrario, ya que tienden m uy raro que trate de tria n g u la r al grupo com o un todo preg u n tan ­
a sentarse, observar y distanciarse poco a poco. Además, nuestra do, p o r ejemplo, «¿Qué piensan de esto o tras personas?» «¿Alguien
posición al respecto no es que el colapso de la interacción diádica tiene alguna idea al respecto?» Especificar a u n individuo fuerza el
repercuta necesariam ente en la totalidad del grupo, como la form a­ proceso interactivo e impide que el grupo se hunda fácilm ente en un
ción de u na idea organizada que pueda ser identificada o interpretada silencio estéril. E n cambio, ped ir a todo el grupo un com entario per­
de m anera útil. Las personas con graves trastornos de la personalidad m itiría a los m iem bros evitar la cuestión y perm anecer ajenos a los
son incapaces de reconocer, de m anera significativa, u n nivel ta n alto problem as que se están exam inando. P ara evitarlo, el terap eu ta
de representación social y grupal. Como resultado de esta com pren­ transfiere el diálogo a u n m iem bro que sabe que puede ten er algún
sión m ás lim itada del proceso, la MBT-G se abstiene de interpretar el interés en el problem a o es capaz de reconocer las dificultades que
proceso grupal en sí, sino que, por el contrario, tra ta de triangular tiene la o tra persona. En este punto, el terapeuta dispone de dos
activamente, incluyendo la m entalización de los «otros» en el diálogo opciones. Puede p ed ir a la p ersona elegida que com ente el diálogo
para evitar caer en el proceso de la no mentalización. entre los otros dos pacientes: ««¿Cuál es tu opinión acerca de su dis­
Cuando dos terapeutas se centran en un paciente, es de especial cusión?»; «¿Puedes ayudarles con este problema?» Alternativamente,
relevancia asegurarse de que la triangulación tiene lugar porque, en tam bién se puede ped ir a la persona que hable de la experiencia que
ese contexto, am bos terapeutas son vistos como u n a sola persona, es tiene de ese diálogo: «¿Qué sientes al escuchar esto?»; «¿Te hace pen­
decir, aunque haya tres personas implicadas, la interacción es psico­ sa r en ti mismo?»; «¿No desencadena algunas ideas que podrías apli­
lógicamente diádica. La participación de am bos terapeutas tiende a c a r a tu propia vida?»
o c u rrir cuando se detecta que un paciente corre u n riesgo grave o ha La ligera diferencia de énfasis en tre am bos aspectos de la tria n ­
estado im plicado en un im portante evento personal, e interfiere con gulación reside en si la intervención se centra en el paciente que es
la m entalización general en el grupo tanto como cuando se unen dos introducido, a través de la triangulación, a los estados m entales de
534 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACION PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD TERAPIA DE GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 535

los otros protagonistas, o a su propio estado m ental, y las reacciones Los terap eu tas MBT supervisan constantem ente los niveles de
suscitadas al observar y escuchar el diálogo diádico, esto es, «acerca activación de todos los pacientes, siguiendo el principio de que, en la
de ellos» o «acerca de mí en respuesta a ellos». A m enudo la m an io ­ MBT, el arousal h a de m antenerse dentro de un rango m oderado, ni
bra p ara a n im a r a otro paciente a considerar el efecto que tiene en muy alto ni muy bajo, p a ra facilitar y no obstaculizar la m entaliza-
sí mismo, en tanto que observador del diálogo, estim ula una m enta- ción. El terapeuta siem pre está alerta a los indicadores del arousal,
lización m ás interactiva, pero este no es necesariam ente el caso, y el ya sean conductuales o psicológicos. Tan pronto como reconoce que
terapeuta puede transferir el diálogo entre am bas partes sirviéndo­ un paciente está agitado, el aplazam iento puede ser necesario si no
se de am bos focos y vigilando atentam ente el resultado de la m enta- se quiere ver interrum pido el proceso grupal debido a la ansiedad
lización interactiva. Esto pone de relieve tan to el foco del diálogo excesiva de dicho paciente. El paciente tal vez m uestre su agitación
entre pacientes en el seno del grupo com o las experiencias que los moviendo un pie, m oviéndose excesivamente o intentando in terru m ­
dem ás participantes pueden proyectar en la interacción. pir; p o r o tra p arte, tam bién puede inhibirse, m ira r hacia abajo,
m irar de soslayo o parecer preocupado. El terapeuta observa tra n ­
Aparcamiento quilam ente todo ello y pregunta al paciente si puede, antes de asis­
tirle, e sp era r d u ran te u n breve periodo a que el g rupo cam bie de
En los pacientes con TLP y otros trasto rn o s de la personalidad,
foco. A m enudo, la m ejor form a de hacerlo es con una ligera com pli­
son frecuentes los problem as de control atencional. A los pacientes a
cidad, dado que eso h a rá que el paciente se sienta especial y atendido
m enudo les resulta difícil rep rim ir un deseo dom inante p ara estar
p o r el terapeuta. Pero, igualm ente, puede ser expresado abiertam en­
pendiente de u n proceso subdom inante. Eso significa que, si ellos
te: «Rachel, ¿puedes esperar un poco, de m odo que podam os term i­
m ism os tienen un fuerte deseo de h a b la r sobre algo que les afecte,
n a r con Peter? Volveremos a ti en un minuto». El p unto aquí es que
pueden no ser capaces de centrarse fácilm ente en un tem a no intere­
el paciente sienta que se le ve como una persona con u n a necesidad
sante p a ra ellos pero de gran relevancia e im portancia para otra per­
y que se reconoce su dem anda urgente. Esto le perm ite inhibir tem ­
sona. T ratarán entonces de que, tard e o tem prano, triunfe su deseo
poralm ente el im pulso de hab lar de su propio problem a y, posible­
dom inante de hablar acerca del tem a que es im portante para ellos,
mente, tam bién le p erm ita atender brevem ente al problem a que se
norm alm ente después de varias señales de tensión creciente e inclu­
está discutiendo.
so de desesperación. Sin em bargo la interacción constructiva con los
demás requiere de un buen control atencional. Si se plantea la nece­
sidad de com entar otra cosa o si querem os centrarnos en otra p erso­ Cuadro 12.19. Aparcamiento
na, todos nosotros tenem os que su p rim ir el deseo aprem iante de • El terapeuta advierte que el paciente es incapaz de mantener el control
hablar acerca de algo. Si las personas con TLP aspiran a m ejorar sus atencional
relaciones personales, es im portante que aum enten su capacidad de • Identifica la experiencia del paciente, más que el contenido del proble­
control atencional porque este es el «ingrediente básico» del inter­ ma
cambio conversacional. Deben, pues, aprender a inhibir su impulso • Ayuda activamente al paciente a centrarse en el tema subdominante
de exigir atención o, alternativam ente, aprender a desviar de m anera • Mantiene bajo control el deseo dominante permitiendo un desahogo
gradual, pero con sensibilidad, la atención hacia sí m ism os en una momentáneo
form a socialm ente constructiva. El objetivo del terapeuta, facilitado • El terapeuta no debe olvidar que ha «aparcado» a un paciente: puede
por la utilización de una alianza terapéutica positiva (cuadro 12.19), tener que hacer una pausa en el grupo si el paciente se vuelve excesiva­
al «aparcar» a un paciente, es ayudarle a generar esta capacidad. mente ansioso.
536 TRATAMIENTO BASADO EN LA MF.NTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD TERAPIA DE GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 537

Una paciente, llamada Emma, parecía ostensiblemente agitada com unicativa de relacionarse con sus necesidades, le pide que espere
nada más empezar el grupo. Durante la «ronda» dijo que tenía que durante u n breve periodo m ientras se abordan otras preocupacio­
hablar de su novio porque creía que estaba viéndose con otra mujer. nes. Esto anim a al paciente a gestionar su presión interna de dom i­
Aunque ella se lo había dicho, él lo había negado, añadiendo que ella n a r el discurso y de exigir cosas a los demás.
estaba «al límite de la paranoia», lo cual la había enfurecido. Al
final de la «ronda» se le preguntó si quería ser la primera en hablar, Por supuesto, ¡es necesario que el terap eu ta no olvide que el
pero ella sugirió que el grupo comenzase con otro paciente que paciente ha sido aparcado y retom e con delicadeza, cuando le sea
había tomado una sobredosis. La discusión comenzó, pues, cen­ posible, las preocupaciones de este!
trándose en el riesgo de suicidio de este paciente, pero era evidente
para el terapeuta que Emma estaba tornándose cada vez más inca­ Tomar partido
paz de centrarse en las dificultades del paciente que había tomado
la sobredosis. Movía sus pies de un lado a otro y se mostraba impa­ A veces, el terap eu ta puede ten er que ponerse activam ente del
ciente. En silencio, se volvió hacia ella, pues estaba sentado a su lado de u n paciente d u ran te u n a interacción en el grupo. E sto se
lado, y le dijo: «Es muy difícil escuchar otras cosas cuando se quiere conoce com o «tom ar partido» y consiste en algo m ás que sim ple­
hablar de los propios problemas. Si puedes, espera un poco y me m ente m o strar su apoyo al paciente, puesto que exige que el terapeu­
aseguraré de que pronto llegue tu turno». Emma se calmó. A medi­
ta actúe como si fuese la m ente de un paciente vulnerable durante
da que el grupo continuó, su tensión regresó, por lo que cada vez
que esto se hacía evidente, el terapeuta se volvía hacia ella y en voz una interacción en el seno del grupo. El indicador fundam ental para
baja le decía que no tendría que esperar mucho. Eso, de nuevo, que el terapeuta empiece a to m ar partido es que el paciente se torna
reducía su tensión. cada vez m ás vulnerable en el contexto de un debate, bien entre él y
otro paciente o entre el paciente y el resto del grupo. Un paciente
La habilidad del terap eu ta consiste en saber cuánto tiem po un puede, sin darse cuenta, m o strarse inadvertidam ente cruel hacia
paciente puede ser «aparcado» o situado en cola. Si es necesario per­ otro, efectuar un com entario desdeñoso cuando otro p articipante
m itir al paciente acap arar la atención del grupo, o «reactivarlo», el está tra ta n d o de exponer un problem a, o a ta c a r verbalm ente de
terapeuta debe m anifestarlo expresam ente y «aparcar» durante un m anera activa a otro integrante del grupo. El terapeuta valora rápi­
periodo al otro paciente activo en ese m om ento y su tem a actual: dam ente el estado m ental del paciente m ás vulnerable y asum e una
«Mark, ¿puedes esperar u n poco p a ra que podam os centrarnos en
ella. Creo que E m m a tiene que to m ar la palabra ahora y hab lar de
sus problem as, ya que no puede centrarse en tus problem as en este
Cuadro 12.20. Tomar partido
m om ento. Volveremos sin duda alguna a ti, no obstante».
• El terapeuta observa que un paciente es vulnerable a las acciones/
Es evidente que el aparcam iento es o tra de las form as en que el
comentarios/foco de otros pacientes
terapeuta asum e una cierta autoridad sobre el grupo, asegurándose
• Toma activamente partido por el paciente vulnerable
de que los niveles de arousal y los im perativos de los pacientes sean
• Otros terapeutas (si están presentes) adoptan la posición de antagonis­
reconocidos y gestionados. Además, el paciente «aparcado» se siente tas
reconocido com o individuo y siente que tam bién se reconocen sus
• El terapeuta apoya ai paciente vulnerable hasta que se reactiva la men-
necesidades. El aparcam iento sirve de señal ostensiva que consigue talización en el grupo
que el paciente se sienta reconocido com o «agente», esto es, como
• El terapeuta cambia de lado si es necesario cuando el paciente vulnera­
u n a persona con sus propias necesidades. E sta señal ostensiva le ble se ha estabilizado.
tran sm ite el m ensaje de que, si bien el terapeuta alberga la intención
538 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAIIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD TERAPIA DE GRUPO BASADA EN LA MENTALIZACIÓN (MBT-G) 539

cierta autoridad al alinearse con él. Y lo hace respondiendo en nom ­ Catherine: Usted siem pre la apoya porque ella le gusta m ás. Pasa­
bre del paciente: «Eso ha sido bastante duro, K aren. ¿Puedes tra ta r mos tanto tiem po con Andrea en cada sesión que no que­
de expresar de m anera un poco diferente lo que quieres decir?» El da nada p a ra el resto. Y el caso es que no tiene ningún
terapeuta sigue actuando en nom bre del paciente vulnerable tan to efecto porque ella siem pre responde que las cosas que
como sea necesario, asegurándose de que el otro paciente no se vuel­ decim os son inútiles.
ve tam bién vulnerable o se siente atacado. El objetivo es m antener Terapeuta: Puedes tener razón en algunos aspectos, pero me parece
unos niveles razonables de arousal y apego p ara reducir el estrés de im portante no despreciar a Andrea y su lucha por averi­
la situación inm ediata (cuadro 12.20). g u ar qué hacer. Así que creo que p o d ría ser de ayuda si
nos com entas por qué te hace reaccionar de ese modo.
Una paciente, llam ada Andrea, inform ó de que no sabía qué hacer
Aunque, en este punto, el terapeuta sigue m anteniendo el foco en
con su novio. Quería estar con él, pero él la evitaba y le hacía sentirse Catherine, tam bién intenta asegurarle que él la apoya hasta cierto
no deseada y poco atractiva. Sin em bargo, m ientras hablaba, se m os­ punto. La conversación continuó y, cuando se redujo la tensión, el
trab a cada vez m ás alterada. Los m iem bros del grupo trataro n de terapeuta puso de nuevo el foco en Andrea, dejando de tom ar partido.
tranquilizarla, diciéndole que todo iría bien y dándole todo tipo de
consejos acerca de cóm o abordar el problem a. Pero, cada vez, ella Terapeuta: Andrea, aunque entiendo que lo que ha dicho Catherine
respondía diciendo que sus com entarios eran inútiles. De repente puede hacerte daño, ¿qué puedes decirnos acerca de esa
otra paciente, Catherine, dijo, «Oh, deja de gim otear, por el am o r de sensación de que, cada vez que el grupo intenta ayudarte,
Dios. Abandónalo y así podrem os hab lar de otra cosa. Estás siendo no parece tener ningún resultado? ¿Es esta tu experiencia?
patética». Andrea entonces comenzó a sollozar.
A continuación, el grupo com enzó a centrarse en el tem a de pres­
Terapeuta: Espera un momento. ¿Qué estás diciendo? Andrea está ta r ayuda a alguien, aun cuando esa persona no encuentre útil el
tratando de gestionar la situación con su novio, nos dice apoyo. El problem a era que la negatividad de A ndrea generaba cada
que se siente desesperada, y tú le respondes que es paté­ vez m ás frustración en otros participantes y les hacía sentir desespe­
tica. Eso me suena terriblem ente crítico. Andrea, yo no rados, una respuesta que fue norm alizada p o r el líder del grupo. Sin
creo que eso sea patético. El problem a que tenem os es embargo, el terapeuta encargó a los m iem bros del grupo la tarea de
cómo ayudarle a que se sienta m ás fuerte, y ese es nues­ asegurarse de que, si se sentían fru stra d o s cuando h ab lab an con
Andrea, debían decirlo. Tam bién le pidió a A ndrea que supervisase
tro problem a. Ahora, C atherine, en vez deshacer com en­
su negatividad e identificase cualquier cosa que pudiera resultarle
tarios sobre Andrea, ¿puedes decirnos qué es lo que te
útil, p ara hacérselo saber al grupo.
hace reaccionar de ese modo?
P ara finalizar con este ejemplo, u n a vez estru ctu rad o el grupo
En este m omento, el terapeuta se h a puesto del lado de Andrea y MBT, el proceso grupal aprovecha la form ulación inicial acordada
ha desviado el foco hacia C atherine, lo que c o n trib u irá a reducir el con cada paciente p ara inform ar de la m entalización de las relaciones
estrés de Andrea. Ahora, el terapeuta debe ten er en cuenta el efecto que cada cual m antiene en el grupo. Andrea había identificado al prin­
que eso tendrá en Catherine, puesto que ella tam bién puede ser vul­ cipio del tratam iento que la gente la evitaba, lo que la hacía sentir que
nerable. De hecho, eso es lo que ocurrió en ese grupo, y la reacción los necesitaba aún más. Esto la llevaba a insistir en contactar con ellos
de Catherine fue desafiar al terapeuta. pero, cuanto m ás insistía, m ás parecían alejarse. Por consiguiente, se
}

r
r
r 540 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALI2AC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

r
sentía sola, incluso con su novio. En el grupo, Andrea hablaba acerca
r de la experiencia de verse rechazada por su novio. Eso la llevaba a exi­
( gir el apoyo del grupo, pero com o las sugerencias del grupo eran
r rechazadas, los participantes tam bién em pezaron a «rechazarla» y El trastorno antisocial de la
(
evitarla. Después de que el terapeuta redujese los niveles de arousal personalidad: mentalización,
(
poniéndose del lado de Andrea, el proceso interaccional se convirtió -1 ^ MBT-G y problemas clínicos
<
en la plataform a para que el terapeuta m entalizara sobre las relacio­
nes interpersonales que m antenía con su novio y el resto de los pacien­
X comunes
tes en el grupo. Esto cumplió el principal objetivo grupal, a saber,
(
aum entar la experiencia de preservar la m entalización en la interac­
r ción emocional de las relaciones de apego importantes.
<
r
Referencias
(
( Bion, W.R. (1961). Experiences in Groups, Londres. UK: Tavistock.
Introducción
<
( Los principios que sustentan la m entalización en los grupos para
las personas con trasto rn o antisocial de la personalidad (TASP) son
r sim ilares a los del tra sto rn o lím ite de la personalidad (TLP), p o r lo
( que el presente capítulo deberá leerse en conjunción con el capítulo
< 12. Sin embargo, el foco del trabajo en el grupo MBT p a ra el TASP se
( ve m odificado p a ra adecuarlo m ás a este tipo de personas. Estas
modificaciones serán discutidas en el presente capítulo.
<
Los ensayos controlados aleatorios de MBT han incluido a perso­
í
nas con TASP. En un ensayo que com paraba la MBT con el Manejo
f
clínicio estru tu rad o p a ra p ersonas con TLP (B atem an y Fonagy,
< 2009), el subanálisis de los datos evidenció que, a p esar de la eficacia
< de la MBT para el TLP, esta se veía atenuada en los participantes que
tam bién padecían TASP com órbido, aunque el efecto adverso de la
f
com orbilidad era m enor con la MBT que con la gestión clínica estruc­
í
tu rad a. Esto nos llevó a p lantearnos si la MBT p o d ría m odificarse
( p a ra m ejorar los resultados de las personas con TASP. A p esar de que
( los datos de que disponem os p a ra responder a esta p reg u n ta son
lim itados y de que la MBT fue diseñada p ara el TLP, la MBT podría
(
tener m ayor alcance. La m entalización es u n com ponente clave de la
í

<
(
542 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 543

propia identidad y un aspecto central de las relaciones interpersona­ las personas aquejadas de TLP. La falta de control de las personas con
les y la función social. Por consiguiente, la m ejora de la m entaliza- TASP puede lim itarse a un enfado volátil. En segundo lugar, este tipo
ción puede repercutir en una am plia variedad de procesos y trastornos de personas tienden a buscar relaciones organizadas jerárquicam en­
mentales, con independencia de cuál sea el origen de la patología. Si te, en donde cada uno sabe cuál es su lugar; en cambio, las personas
concebimos el trastorno de la personalidad com o un grave deterioro con TLP intentan conseguir, y tienden a luchar para alcanzarlo, con­
en las relaciones interpersonales, la intim idad, la identidad y la auto- senso y respeto com partido. E n tercer lugar, las am enazas específicas
dirección (Skodol et al., 2011), el aum ento de la m entalización podría ai orden jerárquico de las relaciones propician el arousal en el sistema
contribuir a m ejorar el trastorno de la personalidad en su conjunto, de apego de las personas con trastorno antisocial; esto provoca una
con independencia del subtipo. Sin em bargo, es probable que deba­ inhibición de la m entalización que, a su vez, les lleva a tener miedo
mos a d a p ta r el modelo básico de la MBT, no solo porque los proble­ de su incapacidad p ara controlar sus estados internos. Se ha sugerido
mas de m entalización de las personas con TASP difieren de los que que el estado interno más tem ido por las personas con trastorno a n ­
encontram os en los sujetos con TLP, sino tam bién por una serie de tisocial es la am enaza a su autoestim a (Gilligan, 2000). Las personas
razones descriptivas (véase el cuadro 13.1). con trastorno antisocial infiacionan su autoestim a para exigir el res­
peto de los demás, controlar a las personas de su entorno y generar
En prim er lugar, las personas con TASP son m ás propensas a con­
una atm ósfera de m iedo que m antenga su orgullo, prestigio y estatus.
trolar en exceso sus estados emocionales en el m arco de unas relacio­
La pérdida de estatus es, para ellos, devastadora, ya que revela poten­
nes de apego esquem áticas y bien estructuradas, en lugar del escaso
control en las relaciones caóticas de apego que solemos encontrar en cialm ente estados internos vergonzosos que am enazan con desbordar
a la persona, por lo que consideran con firmeza que cualquier am e­
naza de pérdida de estatus es una realidad peligrosa que tiene que ser
•Cuadrb l3.1. Méntalización y TASP: sumario . f com batida m ediante la fuerza física. La incapacidad transitoria para
« Las personas con trastorno antisocial son incapaces de desarrollar una m entalizar -p a ra ver, m ás allá de la am enaza percibida, lo que está en
comprensión real de su propio mundo interior (self) la m ente de la persona que, supuestam ente, los am enaza- significa
• Son expertos en la lectura cognitiva de los estados internos de los demás, que no tienen m anera de evitar una reducción invasiva y rápida de
pero hacen mal uso de esta capacidad para coaccionarlos o manipular­ la autoestim a y la pérdida de su posición. Capacidades emocionales
los, al carecer del modo «nosotros» de comprensión empática com o la culpa, el am or por los dem ás y el tem or por uno m ism o po­
« Son incapaces de leer con precisión ciertas emociones (posiblemente drían protegerlos de incurrir en conductas violentas, pero la pérdi­
una amplia gama): este es un componente de la mentalización basada da de la capacidad de m entalización y la atenuada capacidad de las
en lo externo personas con TASP para experim entar ese tipo de sentim ientos les
• No pueden concebir cómo se sentirían en la situación de otra persona im pide movilizar los m ecanism os inhibitorios correspondientes. En
• No saben reconocer en las expresiones faciales la emoción del miedo. cuarto lugar, si la reducción de la capacidad de reconocer las emocio­
Esto sugiere una disfunción en estructuras neuronales, como la amíg­ nes ajenas es m ás penetrante y no está restringida al m iedo y la triste­
dala, que gestionan el procesamiento de las expresiones de temor za, entonces, es esencial centrar el tratam iento en el reconocim iento
• Existe una sólida relación entre la conducta antisocial y déficits especí­ de todas las em ociones ajenas. Por últim o, el m iedo a uno mismo
ficos en el reconocimiento de las expresiones relacionadas con el miedo. está a m enudo ausente en estos individuos y sus im pulsos violentos
Este deterioro no parece ser atribuible exclusivamente a la dificultad de se ven influidos p o r las expresiones em ocionales de los dem ás, que a
la tarea. m enudo no saben reconocer. De hecho, las consecuencias y peligros
544 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 545

de la agresión pasan a ser secundarios ante la necesidad de reducir el


Cuadro 13.3. Crear un grupo mentalizador
colapso interno de su sentido del self. Todo esto ha de ser tenido en
cuenta a la hora de form ular los objetivos y el enfoque de la terapia • Activar el apego mediante la creación de una actitud de empatia y deseo
de grupo para personas con TASP. de entender
• Mejorar la curiosidad que los miembros del grupo albergan acerca de
Si se quiere a b o rd ar la no m entalización y la conducta grupal
los pensamientos y sentimientos de los demás
desorganizada en su vida, el trabajo en grupo resulta crucial para
• Ser cuidadoso al identificar cuando la mentalización se convierte en
quienes padecen este tipo de trastorno. En este tipo de grupos, tien­
pseudomentalización (saber simulado)
den a predom inar los sistem as teleológicos (véase el cu ad ro 13.2).
• Poner el foco en los malentendidos (la mentalización es la «compren­
M uchas personas con TASP viven en u n a subcultura de am enazas
sión de la incomprensión»)
im plícitas y violencia a duras penas contenida y, en este sentido, son
• Fomentar y desarrollar una cultura de curiosidad en conjunción con un
m ás propensos a verse m ás influenciados por un grupo de p ares que
no saber respetuoso.
p o r los terapeutas, a quienes ven con escasas probabilidades de
entender el contexto sociocultural en el que viven. Más im portante si
cabe es que el trabajo dentro de u n grupo de pares estim ula u n p ro ­
ceso jerárquico que puede ser aprovechado in vivo p o r los terapeutas Objetivos del tratam iento
p a ra explorar la sensibilidad de los p a rticip an tes a la je ra rq u ía y
la autoridad y las consiguientes distorsiones en su m entalización Los objetivos de la MBT-TASP son los siguientes:
(véase el cuadro 13.3).
1. E stim ular la m entalización robusta en todas las dim ensiones
~ __ . i “ . ; rv>
en el contexto de las relaciones interpersonales jerárq u icas y
Cuadro 13.2. Grupos desorganizados y no irientálizádores: sistemas las relaciones íntim as (ver cuadro 13.4)
'.-teleológicos V'V /r 2. R educir la agresión com o principal cam ino p a ra expresar los
• Aunque las expectativas relativas a la agencia del otro están presentes, estados internos problem áticos.
estas se formulan de forma única en términos restringidos al mundo
físico, dado que solo lo material es significativo Cuadro 13.4. Objetivos delá:MBT-TASP grupal** . 0 "
• Actitud hacia ideas y sentimientos:
- Centrada en la comprensión de las acciones en función de sus resul­ • Aumentar la comprensión de los estados (internos) de uno mismo
tados físicos en tanto que opuestos a los mentales • Desarrollar la conciencia de los estados interaccionales otros-uno
- Solo se consideran verdaderos indicadores de las intenciones ajenas mismo
los cambios en el ámbito físico • Tener en cuenta la experiencia subjetiva de los demás
- Únicamente la acción que tiene un impacto físico parece potencial­ • Incrementarla capacidad para considerarlos sentimientos de los demás
mente capaz de alterar los estados mentales tanto en los demás como • Identificar los aspectos jerárquicos e inflexibles de las relaciones
en uno mismo Para de ese modo:
• Actos físicos dañinos: creen que la agresión es legítima
• Reducir la agresión como principal vía para expresar los estados inter­
• Exigencia de actos físicos de demostración de las intenciones ajenas
nos problemáticos.
como, por ejemplo, pagos, muestras de sumisión, justicia retributiva.
546 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 547

Problem as que socavan el tratam iento uno mismo. Se pide a los participantes que identifiquen cómo
deciden el m odo en que se siente otra persona.
Los individuos con TASP son conocidos p o r su capacidad p ara
2. El reconocimiento de las emociones en los demás: mentalización
socavar las tentativas de tratam iento. Esto puede m anifestarse de
afectiva/otro. Por ejemplo, aceptando las descripciones de senti­
varias m aneras:
mientos, preguntando sobre los sentimientos de los demás.
1. Su motivación es m uy variable 3. La identificación de los estados afectivos en uno mismo: m en­
2. La solicitud de tratam iento a m enudo parece tener motivos talización afectiva/uno m ism o. El terap eu ta se centra en la
secundarios descripción y el etiquetado de los afectos, así como en el reco­
3. Inicialm ente niegan los problem as y culpan a los otros nocim iento de los in dicadores c o rp o ra le s de los estados
4. Problem as prácticos como, por ejemplo, la delincuencia y el emocionales.
trato con los tribunales, sentencias de cárcel y regreso a pri­ 4. La exploración de la sensibilidad a la jerarq u ía y la autoridad:
sión (por ejemplo, p ara quienes reinciden m ientras se encuen­ m entalización cognitiva/uno mismo. Identificar en el grupo de
tra n en libertad condicional) y el acceso a la vivienda. trab ajo la rivalidad, los intentos de c o n tro lar a otro s y las
El terapeuta debe establecer un acuerdo en la jerarquía de proble­ declaraciones despectivas hacia los demás.
mas que puedan interferir con el tratam iento. De entrada, la falta de 5. La generación de un proceso interpersonal p ara com prender
motivación para asistir con regularidad puede ser el principal obstá­ la experiencia de los otros con relación a la propia: m entaliza­
culo. puesto que interfiere considerablemente con la continuidad de ción otro/uno mismo.
las sesiones. Pero la motivación de los participantes no aum entará 6. Las indicaciones adicionales de las am enazas a la pérdida de
invocando a la colaboración social en el proceso grupa!, por ejemplo, m entalización que conducen a la com prensión te!eológica de la
ni apelando a sus responsabilidades sociales/grupales para no soca­ motivación: m entalización otro/uno m ism o y m entalización
var, a causa de su falta de asistencia, el proceso y la continuidad del afectiva/uno mismo. El terapeuta vincula m etódicam ente las
grupo. Los intentos de inducirles culpabilidad no sirven para aum en­ emociones con las interacciones interpersonales y la necesidad
tar su motivación. La capacidad atenuada de tales sentimientos en las que tienen los participantes de tom ar m edidas p a ra controlar
personas con TASP significa que no pueden ser aprovechados como las am enazas externas percibidas. (Véase el cuadro 13.5.)
factores organizativos im portantes. Es m ejor tra ta r de acordar con los
participantes una aceptación recíproca que h ará que podam os traba- ízación en la MBT-TASP.
jai’con sus problemas de u n a forma práctica y desde u n punto de vista
Comprensión de las señales emocionales: mentalización externa y su
psicológico, algo que solo se logra m ediante la asistencia regular.
vínculo con los estados internos
Reconocimiento de las emociones ajenas: mentalización afectiva/otro
Foco de la MBT-TASP Exploración de la sensibilidad a la jerarquía y la autoridad: mentaliza­
ción cognitiva/uno mismo
A la luz de la com prensión teórica y clínica de las raíces de la vio­ Generación de un proceso interpersonal para comprender las sutilezas
lencia en las personas con TASP, esbozadas en el capítulo 2, la MBT- de la experiencia de los demás con relación a uno mismo: mentalización
TASP se c en trará en: otro/uno mismo
Explicación de las amenazas a la pérdida de mentalización que abocan
1. La com prensión de las señales em ocionales: m entalización
a una comprensión teleológica de la mentalización: mentalización
externa y su vínculo con los estados internos de los dem ás y de
otro/uno mismo y mentalización afectiva/uno mismo.
548 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 549

Form ato del tratam iento com paración de las experiencias de los terapeutas grupales
con las del participante.
1. La MBT-TASP com bina la terapia MBT grupal sem anal con
- Los participantes pueden utilizar las sesiones individuales
sesiones individuales m ensuales.
p ara abordar los tem as que son reacios a tra tar o tienen ver­
2. El tra ta m ie n to p a ra c ad a individuo tiene u n a d u ra c ió n de
güenza de hablar en el grupo, tales como dificultades en sus
u n año.
3. En los estudios piloto de MBT-TASP, dos terapeutas dirigen el relaciones personales, depresión o pensam ientos suicidas,
grupo. C ontar con dos terapeutas, en lugar de uno, puede ser etcétera. La exploración de sus sensibilidades individuales
m ás im portante cuando se trabaja con personas con TASP que facilita que el participante hable de ellas en el grupo en futu­
con individuos aquejados de TLP, tanto p ara gestionar los ries­ ras sesiones.
gos com o p a ra m odelar la capacidad de tra b a ja r de form a - Cuando los nuevos participantes se unen a un grupo estable­
constructiva con otra persona que respete las diferencias. cido, las sesiones individuales tam bién pueden ser utilizadas
4. La trayectoria de cada sesión grupal se estructura de la m ism a para revisar los tem as psicoeducativos cubiertos en la MBT-I.
m anera que con las personas aquejadas de TLP: 6. Se pide a los participantes que completen las mediciones b re­
- Resum en de la sem ana anterior y com entarios de los p a rti­ ves de resultados con una base regular. La medición básica de
cipantes. resultados se basa en la Escala M odificada de Agresión Abier­
- «Ronda» p ara establecer las áreas clave que se tra ta rá n en ta (en inglés, MOAS) (Yudofsky, Silver, Jackson, E ndicott y
el grupo. W illiams, 1986). Esto puede hacerse al final de cada grupo.
- Síntesis de problem as.
- C entrarse por tu rn o s en cada problema.
Cuadro 13.6. Formato del tratamiento v„
- Conclusión. ■ ■
________________________ _ L _ ____ * ■' i __________ + < tjí

- Discusión postgrupo. • El tratamiento dura un año


(Ver tam bién el cuadro 13.6. Los factores del grupo son esbo­ • Terapia de grupo una vez por semana durante 75 minutos, con grupos
zados en el cuadro 13.7) introductorios iniciales centrados en el reconocimiento de las emocio­
nes y la comprensión de la terapia para el TASP
5. Las sesiones individuales son adm inistradas p o r los terapeu­
• Terapia individual con el terapeuta grupal una vez al mes
tas grupales y no por el terapeuta individual. La justificación
• Atención psiquiátrica integrada
es la siguiente: • Planes de crisis
- Las sesiones individuales se llevan a cabo, principalm ente, • Código de conducta.
p ara apoyar en el grupo a la persona con TASP.
- La interacción gru p o -p ares puede ser m ás significativa
Cuadro 13.7. Características del grupo 'V ?i*-.
com o proceso de cam bio que la terapia individual con un
solo terapeuta. • Grupo de apertura lenta
- Tener el m ism o terapeuta m inim iza la posibilidad de enga­ • Evitar:
ño acerca de lo que sucede en el grupo, lo cual puede distor­ - Acuerdos de tiempo muerto
sio n ar la discusión sobre el trabajo grupal en la sesión - Dar el alta debido al incumplimiento del contrato de asistencia
individual. - Exhortaciones basadas en el efecto que tiene en los demás la ausencia
- Perm ite c e n trarse en las percepciones diferentes de los de un determinado individuo
eventos y experiencias que ocurren en el grupo m ediante la - Al inicio del tratamiento, impugnar las relaciones jerárquicas.
550 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 551

Organización d e las sesiones con TASP tienen reglas distintas que aplican de m anera rígida. Tene­
mos que averiguar cuáles son estas, ya que a m enudo incluyen muchos
Cada sesión grupal dura 75 m inutos. Las prim eras sesiones -de de los principios com unes que sustentan la conducta del grupo. (
seis a ocho- están organizadas como una introducción y un periodo í
de adaptación; esta es una versión modificada de la MBT-I para el
A c titu d s in p reju icio s i
TLP (véase el capítulo 11, en el que se describen las modificaciones
específicas para el TASP). Aunque los actos de violencia sean la razón m ás ostensible de que (
cada participante haya sido derivado para su tratam iento, el terapeu- (
Es bastante com ún que las sesiones introductorias se aparten,
ta no debe condenar ni tolerar sus delitos, sino m antener u na actitud ¡
hasta cierto punto, de la tare a que deben llevar a cabo los p articip an ­
positiva que trata de entender el estado interno del participante y los
tes aquejados de TASP. Cada uno de ellos tiene sus propios motivos
precursores m entales de la violencia. A pesar de que la persona anti- *
p ara asistir y, en las prim eras sesiones, estos motivos suelen dom inar
social desafiará sin escrúpulos aparentes las leyes sociales, el hecho <
sus peticiones. Los participantes suelen acudir en un m om ento en el
de rom per su propio código de conducta interno -com o, por ejem­
que tienen problem as sociales, jurídicos o personales, p ara lo cual
plo, haciendo daño a u na m ujer- puede inducir en el individuo senti­
pueden solicitar inform es escritos acerca de sus problem as psiquiá­
tricos, com patibilidad con el acceso a beneficios sociales, ayuda para m ientos de vergüenza y m alas prácticas. El terapeuta tendrá cuidado
de no provocar este sentim iento de vergüenza.
visitar a sus hijos y/o pareja, y así sucesivamente. Esto crea u n grave
problem a p a ra los te ra p e u ta s, que d e sea n a y u d a r p ero p u ed en
com enzar a sentirse m anipulados y desviados de la tarea. R e q u e rim ie n to s clínicos

Sugerencia: Decimos a los participantes que no podem os propor­ Los terap eu tas grupales deben establecer ciertos principios o
cionarles cartas de apoyo relacionadas con asuntos sociales, legales regías grupales a fin de que el grupo se sienta seguro (véase el cuadro
y problem as interpersonales, h a sta que no hayan tra n sc u rrid o de 13.9), pero tam bién deben p erm itir la expresión de las actitudes anti­
seis a ocho sesiones de la MBT-I. La razón es que no nos es posible autoritarias sin que estas term inen siendo destructivas p a ra el g ru ­
conocer lo que debem os escribir en esas c a rtas hasta no haber com ­ po. Los individuos con TASP reaccio n arán de m an era predecible ^
pletado el periodo de evaluación e implicación. contra toda regla que ellos sientan que les ha sido im puesta. Si los (
particip an tes p erciben a los terap eu tas com o agentes de control
social que les im ponen arbitrariam ente norm as y regulaciones «san­
Algunos principios grupales cionadas socialm ente», se opondrán a ellas haciendo im posible el ^
trabajo terapéutico. (
Código de conducta

------------------------- í
El desarrollo de un código de conducta es una función central en
los grupos TASP (véase el cu ad ro 13.8). P ara funcionar juntos de
• Desarrollar y compartir un código de conducta es una tarea fundamen- <
m anera eficaz, los m iem bros deben acord ar norm as y lím ites ap ro ­
tal, pero será problemática para los participantes con TASP
piados. Es im portante que los terapeutas no im pongan al grupo su
• Resaltar y explorar el propio código de conducta de los participantes al *
propio código de conducta, pero prim eram ente debe tener lugar una
discutir sus interacciones con los demás y lo que les conduce a la violencia '
discusión en torno a los valores m orales de los participantes y su sen­
• Adoptar una actitud benigna de curiosidad y comprensión {
tido de la responsabilidad y la justicia. Por lo general, las personas
• No condenar ni aprobar conductas.

(
552 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARATRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 553

Cuadro 13.10. Comunicación dé los principios del grupo


• Asistencia regular • Discutir con los participantes, cuanto antes en el tratamiento, los prin­
• Compromiso de pensar en los demás, así como en uno mismo cipios que operan en el grupo
• Sinceridad dentro del grupo • Explicar las razones subyacentes a dichos principios grupales
• Confidencialidad fuera del grupo • No apelar a la generosidad o el altruismo social de los individuos ni a
• Abordar el contacto entre participantes fuera del grupo los efectos que tienen sus acciones sobre los demás
• Prohibición de amenazas de violencia
• No presionar intentando inducir vergüenza o culpa
• Evitar los comentarios inapropiados u ofensivos • Subrayar la necesidad de asistencia regular para que los individuos
• «Zona libre de consejos».
aborden sus problemas de manera consistente y aprendan de los
demás.*•
Al principio del tratam iento, se discuten con el participante los
principios terapéuticos que operan en el grupo. Este diálogo incluye
un acuerdo acerca de la asistencia, la sinceridad dentro del grupo, la C onfidencialidad y revelación
prohibición de am enazas y violencia, abstenerse del contacto con
otros participantes fuera del grupo y el com prom iso de pensar en los Todos los servicios tienen políticas y procedim ientos claros con
demás, así como en uno mismo. Al comienzo del grupo, los terapeu­ relación a la confidencialidad, y todos los terapeutas tienen la obliga­
tas tam bién deben explicar la im portancia de evitar com entarios ción de proteger, cuando resulte necesario, la confidencialidad per­
inapropiados que puedan resu lta r ofensivos. En la MBT-I, se hace sonal y la pública. Es, por tanto, im prescindible desde el principio
hincapié en que los estereotipos raciales y sexuales son, m anifiesta­ a c la ra r a los particip an tes los lím ites de la confidencialidad y la
mente, fenómenos no m entaliz^dos. divulgación (véase el cuadro 13.11)

Es im portante que los terapeutas expliquen las razones que sus­


tentan estos principios (véase el cuadro 13.10). Como ya hemos m en­ Cuadro 13.11. Confidencialidad
cionado, las personas con TASP son poco sensibles a la preocupación • Aclarar desde el principio los límites de la confidencialidad y la revela­
por los dem ás o las exigencias globales del grupo, así que no sirve de ción a diferentes instituciones
m ucho exponerles los principios sugiriendo, por ejemplo, que su fal­ • Enmarcar como «discreción»
ta de asistencia afectará a todos. Presionar tra tan d o de inducir cul­ • «Confidencialidad del equipo»; la información compartida no sale del
pabilidad y/o a le n tan d o el a ltru ism o está co n train d icad o . Los equipo clínico
participantes ya experim entan en su vida m étodos coercitivos y, a • Se anima a los participantes a hablar en el grupo acerca de incidentes
veces, h asta castigos, todos los cuales han tenido poco efecto en su agresivos/violentos, para mentalizarlos e identificar puntos de cambio
conducta, p o r lo que no es aconsejable rec re ar de nuevo esto en el de mentalización
grupo. La razón p a ra fom entar la asistencia es que las personas pue­ • Sin embargo', pueden mostrarse reacios a hablar de delitos actuales por
den, de ese m odo, a fro n ta r sus problem as de m an era coherente; la miedo a la denuncia
asistencia irre g u la r supone que los avances se pierden porque no • Pueden hablar de delitos anteriores, pero sin revelar demasiados por­
pueden consolidarse. La interacción fiable tam bién increm enta las menores para garantizar el anonimato.
posibilidades de aprender de los demás.
554 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 555

En principio, el equipo de tratam iento respeta la privacidad de las m anera de a b o rd ar este p a rticu la r es anim arlos a h a b la r de la vio­
sesiones individuales y no discute en el grupo la inform ación ap o rta­ lencia p asada no revelada p o r la que no hayan sido condenados,
da durante dichas sesiones. Sin em bargo, cada aspecto del tra ta ­ siem pre que no aporten detalles identificativos de los delitos (fechas,
miento, incluyendo las sesiones individuales, es discutido p o r el nom bres completos, ubicaciones, etcétera), de m anera que esta infor­
equipo clínico. Se inform a a los participantes de que el objetivo de la m ación no pueda ser transm itida a las autoridades (véase el cuadro
«confidencialidad del equipo» es el de m axim izar la seguridad y la 13.12). Así pues, el terapeuta debe diferenciar entre el riesgo agudo y
eficacia del tratam iento. También se acuerda con cada participante el riesgo crónico basal. El prim ero necesita algún tipo de interven­
el contacto, fuera del equipo, con otros profesionales como, por ción p o r p arte del terapeuta, m ientras que el segundo requiere un
ejemplo, agentes de libertad vigilada, trabajadores sociales y funcio­ m anejo cuidadoso con u n a evaluación de la seguridad consensuada.
narios de la vivienda. Se requiere a todos los m iem bros del grupo
Un participante informó que, desde el último encuentro grupal,
que m antengan dentro del entorno del tratam iento la inform ación
había herido a alguien con una navaja. Habló acerca de las circuns­
com partida en torno a cuestiones personales. tancias e insistió en que su acción había sido apropiada en el con­
Al principio del tratam iento, se inform a a los participantes de que texto en que ocurrió, algo con lo que otros participantes se
mostraron de acuerdo. Ei participante había permitido que un gru­
el personal tiene el deber de denunciar todos los incidentes graves
po de traficantes locales utilizase su piso para hacer sus negocios.
que sean descritos con suficiente detalle p ara que la víctim a y/o el Tras decidir que tenían que marcharse, les pidió que finalizasen
delito sean identificados. También se considerará la denuncia si exis­ sus actividades, a lo cual se negaron. Entonces les dijo que solo se
te un riesgo im portante p a ra los dem ás, p ara uno m ism o o p ara lo pediría una vez más y que, si no se iban en el plazo de diez minu­
algún menor. En la m edida de lo posible, la denuncia no se llevará a tos, se atuviesen a las consecuencias. El jefe de los traficantes no se
cabo sin una discusión com pleta y sin haber consultado a todos los había marchado en el plazo marcado, de modo que el participante
sacó una navaja, lo amenazó y le cortó la cara y la espalda mientras
actores involucrados en la gestión del individuo, así como después de
el otro corría tratando de escapar de la vivienda. Hubo un debate
inform ar al participante afectado. sobre la acción del participante y los terapeutas trataron de cen­
Una sencilla guía, p ara ser discutida con el grupo, es que hablar trarse en los eventos que condujeron a la violencia y la experiencia
del «quién», el «dónde» o el «cuándo» de un delito podría obligar al
terapeuta a rom per la confidencialidad.
Cuadro 13.12. Riesgo y revelación
Riesgos • El terapeuta debe diferenciar entre riesgo agudo y riesgo crónico basal
En la terapia de grupo, se an im a a los participantes a hablar de • Revelar fuera del equipo clínico si existe un grave riesgo actual de dañar
los incidentes agresivos y violentos, m uchos de los cuales están rela­ a otras personas o de delitos y víctimas identificares
cionados con la subcultura antisocial en la que viven, p a ra que pue­ • Necesidad de considerar el peligro evidente de hacer daño a otra perso­
d an a p re n d e r a m e n ta liz a r e sta s e x p e rien c ia s m ed ia n te la na, pero con el riesgo de que el participante abandone el tratamiento si
el terapeuta lo da a conocer, en comparación con la permanencia del
identificación de los sentim ientos y pensam ientos asociados a la con­
participante en el tratamiento y la reducción a largo plazo del riesgo si
ducta violenta. No obstante, p a ra ello, el terapeuta MBT debe fomen­
no se efectúa la denuncia
ta r y a lim e n ta r u n a atm ósfera de confianza. Los particip an tes
No revelar nada sin antes llevar a cabo una completa discusión con los
pueden m ostrarse reacios a hab lar acerca de los incidentes violentos
implicados, incluyendo, si es posible, al participante.
actuales debido al tem or de ser detenidos o devueltos a prisión. Una
r
(
r 556 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARATRASTORNOS D E LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 557

(
q u e h a b ía te n id o a l v e rs e d e s o b e d e c id o . T o d o e l g r u p o in s is t ió e n
Cuadro 13.13. Actividades extragrupales
( q u e la r e a c c ió n d e l p a r t ic i p a n te h a b ía sid o ra z o n a b le , d a d o el c o n ­
( te x to e n q u e s e h a ll a b a . N o fu e p o s ib le c o n s e g u ir q u e el p a r t i c i p a n ­ • Adoptar una postura flexible: «firme pero justa»
te r e f le x io n a s e e n el e fe c to q u e el d e s a f ío d e la o t r a p e r s o n a (m á s • Promover una actitud de curiosidad, exploración y comprensión
( jo v e n ) h a b ía te n id o e n él. • Explicarlas razones que subyacen a las normas
( • Aceptar la actividad conjunta menor, por ejemplo, fumar un cigarrillo
Aunque los terapeutas pudieron identificar la provocación que el
( juntos durante 15 minutos después de la sesión grupal
p a rticip a n te había experim entado, seguían preocupados p o r su
• Explorar durante las sesiones individuales la actividad disruptiva para
( acción, a pesar de que se produjo en el m arco de la subcultura m as­
mejorar el refuerzo de los principios del grupo.
( culina antisocial en la que estaba inmerso. Los terapeutas coincidie­
ron en entrevistarlo después del grupo p ara hab lar m ás con él. En
f
e sta ocasión, no fue necesaria nin g u n a ru p tu ra de la confidenciali­ E n el grupo parecía que Stan, u n hom bre de unos cincuenta años,
( dad, dado que la víctim a era desconocida, el objetivo había sido era adm irado cada vez m ás p o r otro participante m ás joven, Tom,
( advertirle acerca de posteriores transgresiones y él inform ó de que quien tenía unos veinte años y, aparentem ente, estaba en m ejores
( solo le había causado heridas superficiales. condiciones que Stan p ara afro n tar situaciones de estrés. En su his­
( torial, Stan m ostraba u n p a tró n que le llevaba a en tab lar am istad
C ontacto con otros p a rtic ip a n te s del grupo con hom bres m ás jóvenes, a los que prestaba dinero y les pedía a
(
cam bio apoyo em ocional. Sin em bargo, estas relaciones tendían a
( Aunque la m ayoría de los p articipantes aceptan fácilm ente la
te rm in a r en en fren tam ien to s violentos cuando el m ás joven no
regla de que no debe haber violencia en el grupo o en la clínica, les
r dem ostraba suficiente gratitud y no le ofrecía un apoyo adecuado.
resulta m ás difícil seguir la recom endación de que no deben reu n ir­
( E n u n a de las sesiones grupales, S tan reveló sin d arse cuenta que,
se fuera de las sesiones. Abstenerse del contacto social con los demás
( puede ser muy difícil p a ra los participantes que se encuentran m ar­ durante esa sem ana, había estado hablando con Tom. El terapeuta le
< ginados socialm ente y sienten que el grupo les perm ite conectar con preguntó entonces si se habían visto fuera del grupo. Stan se irritó y
o tras personas. Podem os darles u n a variedad de explicaciones de dijo que no había podido s o p o rta r que su fam ilia se negase a verlo
c p o r qué eso no es recom endable, tales como que la form ación de sub­ durante la sem ana anterior y que, por eso, había llam ado a Tom para
< grupos puede hacer que otros participantes se sientan excluidos, la rec a b a r su apoyo porque sabía que Tom era m ás fuerte que él y le
r reducción de la eficacia terapéutica del grupo y el riesgo de que los p o d ría aconsejar. El terapeuta preguntó por qué no había contactado
( m iem bros no se pongan de acuerdo y tengan u n a confrontación con la clínica p ara consultar a uno de los terapeutas. Otro m iem bro
externa, lo que p o d ría d a r lugar a que no deseen volver a la terapia del grupo intervino entonces diciendo que hab lar con u n terapeuta
<
grupal. Pero, hasta que no han experim entado las consecuencias por no era lo mismo: «Solo nosotros nos entendem os, ustedes no proce­
(
sí mism os, los participantes no suelen aceptar estas racionalizacio­ den de nuestro entorno y no pueden entendernos». El terapeuta se
( nes intelectuales. E n la práctica, los terapeutas deben a d o p tar una m ostró de acuerdo en que p o d ían ten er diferentes orígenes y, por
( p o stu ra flexible perm itiendo, p o r ejemplo, que los particip an tes tanto, diferentes experiencias. Tam bién dijo que le parecía que Stan
í fum en juntos un cigarrillo y tengan u n a breve charla u n a vez haya no había sido capaz de esp erar h asta la siguiente reunión del grupo.
concluido la sesión grupal, aunque desaconsejando u n contacto más S tan se tranquilizó y aceptó que iba a hab lar de ello en su sesión indi­
(
extenso entre ellos al m argen del grupo (ver cuadro 13.13). vidual y tam bién dijo que, cuando telefoneó a Tom, se había sentido
(
(
(
558 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 559

decepcionado con la respuesta de este, añadiendo que Tom no p a re ­


Cuadro 13;14. Jerarquía y podSf-"^. * . SIS
cía interesado en su angustia. Por su parte, Tom adm itió, en la sesión
m ensual individual con su terapeuta, que se sintió abrum ado por las • Las personas con TASP perciben las relaciones en términos de poder y
control
dem andas de Stan y que esperaba no term in a r nunca tan deprim ido
• Los terapeutas deben evitar asumir, demasiado pronto en el tratamien­
y solo com o él. Ambos terapeutas sugirieron a Tom y Stan que sería
to, una posición de poder con relación a los participantes
mejor p ara ellos que no contactasen entre las sesiones.
• Aceptar las críticas y pedir disculpas por los errores percibidos
Pasadas unas sem anas, Stan y Tom se p resentaron riendo con • El papel de los terapeutas es canalizar el «alien self» del participante,
una actitud de complicidad. Stan dijo a los terapeutas que acababan algo que solo puede abordarse una vez que el participante se siente
de alm orzar juntos. El terapeuta de Stan pareció bastante sorprendi­ seguro y contenido.
do, ante lo cual Stan com entó que solo estaba «bromeando»; añadió
que tanto él como Tom sabían que no debían verse fuera del grupo,
En el grupo de MBT, los terapeutas deben tener en cuenta la p ro ­
lo que era quizá adecuado, pero que casualm ente am bos habían lle­
babilidad de que m uchas interacciones puedan contener una rivali­
gado tem prano y habían sentido, junto a otros dos m iem bros del g ru ­
dad im p líc ita en la que p a rtic ip e n ellos m ism os. En estas
po, la necesidad de «ponerse al día» en ese m om ento, ya que las
circunstancias, la intervención m ás útil en la MBT es h acer que la
sesiones no eran lo suficientem ente largas p a ra que todos los p artici­
lucha por la estru ctu ra jerárquica pase a form ar p a rte del foco en el
pantes hablasen de lo que estaban haciendo.
afecto (véase el capítulo 9) para com probar si «nombrar» la interac­
Sin embargo, los terapeutas m encionaron, no sin razón, los p a tro ­ ción dinám ica puede reducir su poder p ara d istorsionar el trabajo
nes de apego que Stan había identificado en sus sesiones de evalua­ terapéutico. Es im portante evitar las luchas de poder porque, a la
ción y sugirieron que sería útil considerar, en ese contexto, su relación larga, pueden conducir a un ultim átum por p a rte de los terapeutas.
con Tom. Uno de los papeles fundam entales de los terapeutas consiste en
explicar aspectos del «alien self» del participante, es decir, todos los
D iferencias de p oder aspectos de la persona asociados con la debilidad y la vulnerabilidad
que aborrece, reniega y proyecta en los demás. Los terapeutas acep­
Las personas con TASP son sensibles a las jerarquías y a las dife­
tan que se los perciba com o débiles o ineficaces durante u n periodo
rencias de poder (véase el cuadro 13.14). E n la MBT, se recom ienda
prolongado, y de hecho son «débiles» de m uchas m aneras, pero no
que estas dinám icas se discutan abiertam ente con los participantes.
necesariam ente de las m aneras que creen los participantes. Estos se
E sta cuestión se introduce en la MBT-I. E n la MBT-I, el m ódulo de
sienten seguros y contenidos si los terapeutas no desafían esta di­
trastorno de la personalidad (módulo 7; véase el capítulo 11) incluye nám ica, y pueden incluso ser capaces de hab lar de ella, a pesar de
una breve descripción del TASP, en la que se habla de la tendencia identificar rápidam ente las am enazas a su autoestim a -com o, por
característica a desafiar tan to la autoridad real como la percibida. ejemplo, no ser «respetados» por los d em ás- y el consiguiente senti­
Es de sobra conocido que los participantes pueden ver a los terapeu­ m iento insoportable de vergüenza, que es el detonante com ún de sus
tas como figuras de autoridad. Aunque esto es cierto en determ ina­ actos violentos. Prevenim os contra el uso de la interpretación de la
dos aspectos como, p o r ejemplo, en el hecho de que son ellos los que transferencia cuando se presenta esta dinám ica, dado que ese tipo de
organizan el grupo, la relación entre participantes y terapeutas debe intervención puede estim ular m uy fácilm ente sentim ientos de hum i­
caracterizarse por la colaboración y el esfuerzo com partido. llación al percibir que los terapeutas tra tan de ensalzarse a sí mismos

;1 .
(
(
r 560 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZ ACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 561

(
a u na posición de im portancia con relación a los participantes. En su
( Cuadro 13.15. Plantear, un Ultimátum ' . ’
lugar, deben estar dispuestos a pedir disculpas por los errores perci­ ■______ _______ • _____________ ■. .
( bidos y aceptar las críticas para contrarrestar las expectativas de los • Rara vez se debe emitir un ultimátum
( participantes de que los terapeutas tienen todo el poder. • Evitar enzarzarse en discusiones con los participantes acerca de su
asistencia, actitud, conducta y la utilización de declaraciones ofensivas
( Las diferencias en la m anera en que los participantes con TASP se hacia otros como, por ejemplo, comentarios sobre la raza y el género
( relacionan con los terapeutas m asculinos y femeninos pueden revelar • Si es inevitable, debe tratarse de un ultimátum «de vida» y no de un
prejuicios de género que inform an de las diferencias de poder en sus ultimátum «de terapia»
(
relaciones y en la construcción de sus códigos de honor, tales como la • La emisión de un ultimátum acerca del abandono de la terapia rara vez
( prohibición de la violencia contra las mujeres. Puede parecer, en este aumenta la motivación del participante o estimula el cambio
( sentido, que los participantes perciben que las terapeutas son más • Si parece inminente una ruptura potencial del tratamiento, tratar de
( vulnerables y m enos autoritarias que sus homólogos m asculinos. Sin identificar posibles formas de abordar el problema en colaboración,
em bargo, cuando m antienen sesiones individuales con una m ujer y acordando con el participante, en primer lugar, cuál es el problema.
(
no con un hom bre pueden sentirse m ás incómodos. Las razones para
( ello deberán ser exploradas tan pronto como sea posible. Cierto participante no dejaba de hablar en el grupo, interrumpien­
( do a otros y maldiciendo a los terapeutas que intentaban impedirlo.
Después se marchaba, aduciendo que tenía otros asuntos que aten­
( Los u ltim á tu m s der. El terapeuta dijo al grupo que iba a tratar de hablar por su
( Es fácil enredarse en discusiones con los participantes acerca de cuenta con el participante y ofreció a este una sesión individual
pero, cuando fue cuestionado por su conducta y actitud, dijo que no
( su asistencia, actitud, conducta y utilización de declaraciones ofen­
veía ningún problema en absoluto. También dijo que a los demás
( sivas hacia otras personas, como com entarios relativos, por ejemplo, participantes no les importaba que hablase y que aquello era un
a la raza y el género. R a ra vez hay que e m itir u n u ltim á tu m (ver problema creado por los terapeutas. Poco a poco, el terapeuta logró
( establecer un acuerdo con él de que hablarían de ello en el grupo,
cu ad ro 13.15) y, en caso de que sea inevitable, es m ejor que sea un
( ultim átum «de vida» y no un ultim átum «de terapia». Se advierte al algo que hicieron a la semana siguiente.
( p articipante, p o r ejemplo, de que es im probable que su actitud le
Siem pre que sea posible, hay que evitar las discusiones, aunque
aporte relaciones m ás satisfactorias, que no es viable que sus am ena­
( incluso u n a declaración calm ada, pero firme, pidiendo a un partici­
zas al departam ento de la vivienda aum enten sus posibilidades de
r pante que considere un problem a, puede causar una reacción.
obtener una casa o que la falta de asistencia a las sesiones supone
< que tiene m enos probabilidades de aprender a gestionar m ejor sus
R ela ció n colaborativa
( emociones. Plantear un ultim átum acerca del abandono de la terapia
suele ser inútil y, rara vez, aum enta la motivación y estim ula el cam ­ Todas las terapias tratan de desarrollar una relación colaborativa
f
bio. No obstan te, puede ser im prescindible, en algún m om ento, entre terapeuta y paciente. Aunque esta es un componente esencial del
r h a b la r con un particip an te acerca de u n a posible interrupción del tratam iento eficaz para las personas con TASP, tam bién es u n a tarea
r tratam iento y d eterm in ar las posibles form as de ab o rd a r el proble­ compleja (véase el cuadro 13.16). P articipar en la exploración de las
r m a. Esto se hace de form a colaborativa llegando p rim ero a u n acuer­ motivaciones para el tratam iento, interesarse por la experiencia de la
do con él sobre la naturaleza del problem a, lo cual no es tare a fácil, persona, acordar objetivos conjuntos y dialogar sobre el diagnóstico,
r
r ya que muchos participantes negarán que exista u n problem a. increm entarán la relación colaborativa. Inicialmente, sin embargo, los
i
r
562 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 563

albergar hacia el tratamiento y el terapeuta formaba parte de un j


intento de conseguir un informe positivo, destinado a su agente de
• Implicar y mantener en el tratamiento a los individuos con TASP es un libertad condicional, sobre sus progresos en el tratamiento.
reto clave Cuando el participante reanudó su asistencia, el terapeuta hizo {
• A las personas con TASP no les gusta verse a sí mismas como «pacien­ explícito el efecto negativo que había tenido en su relación de traba­
tes», dado que asocian esa etiqueta a la vergüenza, el estigma y la vul­ jo fingir la mejora, mientras trató de validar, simultáneamente, su 1
deseo de mejorar. También formuló un ultimátum vital, esto es, que ,
nerabilidad
pretender engañar a la gente aparentando ser algo que no era podía
• Antes de emprender el tratamiento formal, pueden necesitar un largo dar lugar a malentendidos, problemas y deterioro de las relaciones.
periodo de compromiso o trabajo motivacional
• Abordar la ansiedad acerca del diagnóstico, la terapia grupal y la confi­
«Zona libre de consejos» >
dencialidad.
M erece la pena, al principio del grupo, acom eter u n a discusión 1
acerca de los consejos. Los participantes tienden a d a r y recibir con- ,
motivos de cada individuo para acudir al tratam iento pueden ser poco sejos que, a menudo, son bien acogidos. También recaban el consejo (
claros; a veces, están relacionados con la depresión, el estrés postrau­ de los te ra p e u ta s, quienes p u ed en en to n ces a b rir la discu sió n ,
mático y la ansiedad, m ientras que, en otras ocasiones, están vincula­ poniendo de relieve la diferencia entre el uso práctico del consejo y la 1
dos aparentem ente a determ inados beneficios como solicitudes de com prensión de los problem as en térm inos de los procesos m entales (
informes de falta de aptitud para un empleo o citaciones judiciales, e y de la función de la personalidad. Aunque haya ocasiones en las que (
incluso otras veces están relacionados con deseos m ás personales de un consejo inm ediato, por ejemplo, la recom endación de que el p ar­
desarrollo, tales como convertirse en un m ejor padre. ticipante visite a su m édico generalista o acuda a su cita de libertad
F.1 terapeuta se siente, en ocasiones, m anipulado y engañado y se condicional, sea útil y necesario, el objetivo del g rupo es tra b a ja r
resiste así a establecer una relación a la que se siente forzado. Cuan­ sobre el m odo en que los problem as em ocionales y los patrones inte-
do se afianza este proceso dinám ico, to rn a im posible el proyecto raccionales generan disfunciones interpersonales y sociales. El obje­
conjunto de la terapia. Para hacer las cosas m ás inciertas, el terapeu­ tivo no es, pues, ofrecer consejos prácticos, sino trab ajar p ara que el
ta puede creer que está desarrollando u n a relación colaborativa, y grupo sea una «zona libre de consejos».
hasta que m antiene una relación basada en el apego con un determ i­ En cierta m edida, este debate puede llevarse a cabo en las sesio­
nado participante, solo p ara descubrir que la experiencia no es recí­ nes de MBT-I, pero donde es necesario h acer del «dar consejos» un
proca y que, en realidad, el p a rticip a n te todavía está tratan d o de tem a explícito es en la MBT grupal, acordándose y/o eventualm ente ¡
averiguar lo que puede obtener del terapeuta y del sistema. Q uizá no declarándose por p a rte los terap eu tas que el grupo es u n a «zona
sea posible reconocer esto y solo se haga evidente cuando el partici­ libre de consejo» y debe ser respetado com o tal. (
pante deja de asistir a las citas, siendo im posible contactar con él.

Un terapeuta había estado trabajando con un participante sus arre­ C om prom iso -y fa lta de a siste n c ia '
batos agresivos, y el participante informó de que estos habían dismi­
nuido. Asimismo, informó de que había mejorado la relación con su Comprometer y m antener en el tratam iento a las personas aqueja­
novia. Pero, cuando la novia llamó al departamento para decir que das de TASP es un reto clave, dado que la m ayoría de individuos con ■
se había dictado una orden judicial para el participante, el terapeuta TASP no aceptan que tienen dificultades de salud mental y no acuden i
se dio cuenta de que la actitud positiva que el participante parecía voluntariamente en busca de ayuda (véase el cuadro 13.16). Los tera- ,
564 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 565

peutas que tratan en la comunidad a personas con TASP deben antici­ inevitable que haya m om entos en los que el grupo no pueda reunirse
parse a num erosos desafíos, incluidos los retrasos o la no asistencia a como, por ejemplo, en Navidad. El im pacto potencial en ios indivi­
las citas planificadas y las sesiones de terapia, las crisis frecuentes, las duos con TASP de la ausencia de los terapeutas puede verse subesti­
violaciones de los límites y el abuso de drogas y alcohol. Antes de par­ m ado a causa de la asistencia irre g u la r de los particip an tes y la
ticipar en un program a formal de tratamiento, m uchos individuos con negación de sus necesidades de apego. Es im portante no a c tu a r en
TASP requieren un periodo prolongado de compromiso o trabajo mo- connivencia con el rechazo consciente de los participantes hacia el
tivacional y se m uestran particularm ente ansiosos por tener que asistir hecho de que necesitan tratam iento y perm anecer alerta p a ra ver si
a la terapia grupal. Es esencial construir una relación terapéutica de se p e rtu rb an m ás d u ran te las pausas del tratam iento, lo que puede
colaboración con cada participante. El cuidado, la equidad, la confian­ ser difícil de advertir. La tom a de conciencia de la dependencia hacia
za y un estilo de autoridad -pero no autoritario- deben caracterizar la los terapeutas o el grupo puede ir asociada a sentim ientos de vulne­
relación durante el tratamiento. rabilidad y hum illación. De igual modo, los sentim ientos difíciles
relacionados con la term inación de la terapia deben preverse y discu­

WMemrnmmmmmm
La asistencia puede ser alentada del siguiente modo:
tirse, si es posible, p a ra evitar el abandono prem aturo.
1. Telefoneando a los participantes cada sem ana 24 horas antes de
la reunión del grupo. Esto es algo que no tiene por qué llevar
Situaciones clín icas habituales en las terapias de grupo para
cabo un terapeuta, sino un adm inistrativo o una secretaria. Este
personas con TASP
particular debe, cuando empiezan en el grupo, ser discutido con
los participantes. La m ayoría aprecia el recordatorio, pero en R eclu ta m ien to p a ra la causa
ocasiones a algún participante tales llam adas pueden parecerle Es frecuente que las personas con TASP se recluten unos a otros
intrusivas y no desea que se lleven a cabo. Es im portante obtener p a ra su «causa». La «causa» suele estru ctu rarse en torno a la expe­
un núm ero de móvil al que el participante responda: m uchos riencia de ser tratad o injustam ente por alguna institución (véase el
participantes tienen m ás de un teléfono móvil, utilizando un cuadro 13.17). Por ejemplo:
núm ero para los amigos y otro para instituciones u otros fines.
2. C ontactando con los participantes cuando dejan de asistir a 1. Tienen una queja hacia u n a persona o u n a institución y desean
alguna sesión. El terap eu ta debe efectu ar u n seguim iento «vencerlos». Por eso, reclutan a los m iem bros del grupo y a los
proactivo como, por ejemplo, telefonear p a ra recordarles las terapeutas que están de acuerdo con ellos.
citas o preguntarles con delicadeza por qué han faltado a una 2. «Explican» su conducta culpabilizando a otras personas.
sesión, así como p ara reforzar positivam ente su participación
en las tareas terapéuticas.
Los participantes se alian en contra de un «sistema» o una institución
In te rru p cio n e s en la terapia
como, por ejemplo, vivienda, policía y hospitales:
Las interrupciones en el tratam iento son m om entos especialm en­ • Empalizar y encontrar un punto de validación
te difíciles p ara las personas con TASP, que van asociados a un ries­ • Permitir inicialmente el intercambio
go m ayor de «mala conducta». A p esar de que las interrupciones en las • Llevar el debate a las emociones suscitadas, por ejemplo, la injusticia
sesiones de terapia grupal se vean m inim izadas, dado que los tera­ • Cuestionar la comprensión teleológica de la situación por parte de los
peutas pueden sustituirse cuando uno de ellos está de vacaciones, es participantes.
566 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 567

Cuando hablan del problem a, tra ta n de reclutar, poco a poco, a que el participante les había avisado: «Es justo. Haces u n a adverten­
otros m iem bros del grupo para su causa y, al hacerlo, los miembros cia y, si no se dan por aludidos, tienes que ir a por ellos»; «Veamos, les
del grupo se organizarán en torno al problem a, desafiando eventual­ avisó dos veces, lo cual es m ás de lo necesario. Con una es suficiente».
mente a los terapeutas, ya sea para que hagan algo al respecto o p ara También señalaron que no se puede perm itir que la gente te ignore
que reconozcan que, una vez tenidas en cuenta todas las circunstan­ porque «Se hacen una idea equivocada de ti y creen que eres blando.»
cias, no existe otra respuesta posible al problem a. Asimismo, dijeron que «Gente como esa solo entienden ese tipo de
Ejemplo 1 lecciones». Por últim o, em pezaron a tra ta r de persuadir a los terapeu­
En una reunión grupal, un participante expuso cómo el depar­ tas de que esa reacción era el único cam ino sensato p ara m anejar la
tamento de la vivienda no había respondido a su solicitud de un situación y que los terapeutas lo entenderían si estuviesen en las m is­
piso. Al preguntar si algún médico había evaluado su solicitud, se m as circunstancias.
le respondió que un funcionario superior encargado de la vivienda
había revisado la solicitud y no la había remitido al médico porque
¿Qué puede hacer el terapeuta?
lo consideró innecesario. En ese momento, el participante les dijo
que no hacían bien su trabajo y amenazó con ir al departamento 1. E m patizar con algunos de los puntos señalados p o r los p a rti­
para aclararles el asunto. Otro participante señaló que el departa­ cipantes. A nadie le gusta que se aprovechen de él; es proble­
mento de vivienda nunca hacía su trabajo adecuadamente y que la m ático p e d ir a alguien educadam ente que haga algo cuando
gente que trabajaba allí solo estaba interesada en sí misma. Poco a
no te hace caso; a nadie le gusta que su a u to rid ad se vea
poco, esto dio lugar a una discusión entre todos los miembros del
grupo acerca de cómo los funcionarios de ese departamento eran cuestionada
unos incompetentes e inútiles, aportando numerosos ejemplos. Por 2. S itu ar la acción en un contexto emocional: ¿cuál fue la em o­
último, el grupo recurrió a los terapeutas, diciéndoles que debían ción activada? La cuestión, en este caso, es tra ta r de desplazar
escribir al departamento de vivienda para hacer algo al respecto. el foco desde las acciones conductuales y los resultados en el
m undo físico hacia una com prensión m ental de lo ocurrido.
Ejemplo 2
Un participante informó de que había herido a otra persona, Por ejemplo, la discusión sobre el navajazo necesita centrarse
aunque no letalmente, sino que solo le había hecho una «herida de m ás en el desafío a la autoridad y la hum illación potencial que
advertencia». Había quedado en un pub con algunos amigos, pero en la cuestión de si fue una acción apropiada en ese contexto
había allí otras personas que hacían mucho ruido y «molestaban» al 3. C uestionar su com prensión de las m otivaciones y su afirm a­
resto de la gente presente en el pub. Cuando les pidió que se tranqui­ ción de que la acción final era la única respuesta posible. Las
lizasen y utilizasen un lenguaje menos ofensivo, ellos hicieron caso personas con TASP suelen a s u m ir u n a posición teleológica
omiso, por lo que a los pocos minutos volvió a pedírselo. Como no
acerca de las m otivaciones. En los dos ejem plos citados, los
dejaban de utilizar palabras soeces, sacó una navaja del bolsillo,
amenazó a la persona que, según él, era el cabecilla y acabó cortán­ m iem bros del grupo convinieron en que la única razón por la
dole en un brazo. Otras personas lo inmovilizaron y el dueño del cual el funcionario encargado de la vivienda no había hecho
local pidió al grupo ruidoso que abandonase el lugar. llegar la solicitud al m édico era porque quería evitar que el
particip an te fuese realojado, y p o r otro lado el ataque con la
Los terapeutas grupales pensaron que ese incidente requería una navaja era la respuesta correcta y razonable dado que había
exploración cuidadosa pero, al intentarlo, los dem ás participantes lle­ funcionado y esas personas fueron expulsadas del pub
garon, poco a poco, a la conclusión de que la agresión con la navaja 4. Si la respuesta a los puntos anteriores tiene algún efecto, la
había sido una respuesta adecuada a las circunstancias. Señalaron tarea de m entalización consiste en:
568 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 569

a. Pasar a identificar/etiquetar los afectos en uno m ism o ¿Qué puede hacer el terapeuta?
b. Reconocer la sensibilización hacia ese afecto 1. Dialogar con el participante:
c. C onsiderar si la interacción en trañaba am enaza alguna
para la «posición» jerárquica Participante: No puedo trabajar.
Terapeuta: ¿Qué problem a tienes con el trabajo?
Participante: No puedo trabajar. Me siento muy deprim ido. Soy
A c titu d desafiante
incapaz de levantarm e cada m añana. Cuando me
Las personas con TASP se rebelan contra cualquiera al que consi­ obligan a ir a trabajar, term ino fracasando.
deren u na autoridad y tienden a percibir a los terapeutas como auto­ Terapeuta: ¿Puedes explicarm e qué hace que te resulte tan
ridades. Sus relaciones interpersonales se basan en el control, la
difícil levantarte por la m añana?
rivalidad y la dom inación. Si el terapeuta les parece alguien fuerte,
Participante: No soy alguien a quien le guste m adrugar.
es probable que eso socave la motivación activando la actitud contra­
Terapeuta: ¿A qué hora te vas a la cama?
ria. Al principio del grupo, los terapeutas pueden pedir a los partici­
Participante: Cuando estoy cansado.
pantes que acuerden algunos objetivos como, por ejemplo, reducir
Terapeuta: ¿Y qué hora es esa?
los actos agresivos. Sin em bargo, los participantes pueden no tener
el m ism o objetivo. Cuanto m ás intentan los terapeutas cum plir con E sta conversación p o d ría seguir indefinidam ente. Es evidente
ese objetivo e insistir en él com o un espacio p a ra el cam bio, m ás que el terapeuta quiere centrarse en que el participante vuelva al tra ­
desafiantes tienden a ser los m iem bros del grupo. Más que conside­ bajo, pero el particip an te está instalado en su creencia de que no
r a r un posible foco de tratam iento, el planteam iento de un determ i­ puede trabajar. Una vez haya agotado la cuestión de levantarse tem ­
nado objetivo se convierte entonces en u na batalla interpersonal. Los prano, es probable que p ro seg u ir la conversación de esta m anera
participantes pueden argum entar, por ejemplo, que no son ellos los
haga que el participante aduzca razones adicionales p a ra no poder ir
que deben cam biar, sino el m undo, y rec u rrirán a argum entos orien­
a trabajar. N ingún terapeuta desea tener u n a disputa con un partici­
tados cognitivam ente p ara o cu ltar sus tem ores al cambio. Para ellos,
pante y, sin embargo, a veces es imposible no term in a r de ese modo.
el cam bio supone una am enaza de descenso en la clasificación de la
Tan pronto como el terapeuta se percata de que se h a convertido en
liga interpersonal, de sum isión y de experim entar vergüenza. Si el
p a rte del desacuerdo, tiene que d a r un paso atrás y disculparse: «Lo
terapeuta insiste en que el objetivo principal consiste en reducir la
siento, me parece que no he entendido p o r com pleto el problem a
agresión, perderá la argum entación (ver cuadro 13.18).
exacto». Entonces puede desviar el tem a a una cuestión relacionada.
En este ejemplo, el terap eu ta p o d ría decir: «Verse forzado a hacer
Cuadro 13.18. Actitud desafiante algo que uno no puede llevar a cabo resulta opresivo. Hay otros ám bi­
Las personas con TASP tienden a mantener la actitud contraria tanto en tos en los que te o c u rra n este tipo de cosas?»
la vida como en el grupo: Si el desacuerdo se produce en torno a los objetivos iniciales del
• Discutir con el participante está contraindicado. ¿Qué haremos si nos grupo, el terapeuta asum e u n a actitud indagadora, siendo tan abier­
descubrimos oponiéndonos al participante? to de m ente como le sea posible y pide al g ru p o que com iencen a
• Presentación de la perspectiva de los terapeutas: debe ser hábil e imbui­ redefinir juntos los objetivos.
da con la actitud de no saber
• Validar, si bien con un giro imprevisto y matizado (desafío -challenge- 2. P resen tar nuestro propio punto de vista p a ra que el p a rtic i­
sutil) pante lo tenga en cuenta. Si esto se lleva a cabo hábilm ente,
• Durante la interacción, centrarse en el afecto.
570 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 571

puede re su lta r eficaz. «Te pido disculpas, parece que quiero todos los participantes las am enazas verbales y la violencia física. No
discutir contigo. Creía que el trabajo podría ser una m anera de obstante, pueden producirse agresiones entre los m iem bros del g ru ­
m ejorar tu sensación de éxito personal y de hacer que te sintie­ po, o entre ellos y los terapeutas. Lo m ás com ún es que las am enazas
ses m ejor contigo mismo.» se produzcan entre los propios participantes, a m enudo relacionadas
Sin em bargo, si esto se efectúa con poca habilidad, puede con­ con algún tipo de m alentendido sobre lo que alguien ha dicho o si un
ducir a debatir con el participante, dejándolo con la sensación particip an te m ira a otro de un m odo que a este últim o le parece
de no ser entendido por el terapeuta. irrespetuoso. Las am enazas entre particip an tes pueden estim ular
tam bién la ansiedad y el tem or en el terap eu ta y socavar su propia
3. V alidar la perspectiva del participante, pero con un giro ines­
m entalización. En esta situación, la ta re a fundam ental es que el
perado y m atizado. En térm inos de la MBT, aunque este es un
terapeuta conserve, a cualquier precio, su propia m entalización.
desafío ("challenge") sutil, no lo es h a sta el punto de generar
oposición. Su objetivo es proporcionar un punto de observa­
Amenazas entre participantes
ción ventajoso y ligeram ente distinto de la m ism a situación,
observándola desde u n a perspectiva que el p articip an te no Es im portante que los terapeutas intervengan ta n pronto como
había tenido en cuenta: «Estoy de acuerdo en que el trabajo es perciban que aum enta la tensión entre los particip an tes (véase el
doloroso la mayor p arte del tiempo. Pero suele ser el m odo en cuadro 13.19). M itigar cuanto antes la tensión p a ra im pedir la agre­
que podem os sacar p artid o a nuestros talentos, haciéndonos sión inm inente es una tare a clave. Al principio, la agresión suele ser
sen tir bien con nosotros m ism os y g a n a r confianza. ¿Por lo verbal pero, tal como señalan con frecuencia los participantes, para
general, te sientes bien contigo m ism o en este momento?» O, ellos, la distancia tem poral entre agresión verbal y física es m ínim a:
si la discusión gira en torno a los objetivos del grupo: «Pensa­ Le pedí al camarero, con mucha educación, una bebida, pero no me
mos que reducir el núm ero de actos de agresión es im p o rtan ­ hizo caso y siguió de pie allí sin m irarm e siquiera. Se la pedí de
te, porque ese tipo de cosas parece que te llevan a conflictos nuevo muy cortésmente y, cuando me ignoró otra vez, cogí las copas
con la ley. ¿Hay algún objetivo diferente que crees que debe­ de la barra y las lancé contra el espejo que había detrás de él. No se
me puede tratar de ese modo.
ríam os debatir?»
4. U tilizar el foco afectivo de la interacción en la que participa­ E ste grado de im pulsividad tam bién puede o c u rrir dentro del
mos: «Parece que hemos sacado algo en claro y es que, cuanto grupo. Es necesario que el terap eu ta p reste atención a cualquier
m ás quiero pensar en el trabajo y cuáles p odrían ser los obstá­ señal de agresión inm inente. ¿Pero qué puede hacer en este caso?
culos, m ás te opones a ello. ¿Lo sientes tú de esa m anera?
¿Podemos considerar que este tipo de interacción es algo ¿Qué puede hacer el terapeuta?
repetitivo?» 1. ¡Utilizar alguna técnica que le parezca útil p ara m itigar la ten ­
sión! Es esencial conservar la calm a, verbal y físicam ente, y
E scaladas de a m e n a za s
tra ta r de m antener u n a expresión facial neutra, relativam ente
Los p articipantes pueden am enazarse m utu am en te dentro del impasible, con un contacto visual n atu ral. No «fijar la m irada»
grupo o incluso fuera de él (quizá tam bién en redes sociales como en el p articipante, inclinarse hacia adelante ni a p re tar los
Facebook o Twitter). Por supuesto, esto es inaceptable puesto que, en puños. Si el p articip an te no está sentado, debe m antener la
el acuerdo al que se ha llegado al principio del grupo, se prohíben a distancia física y no tocarlo.
572 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 573

Participante 2: Yo no lo he disculpado.
' Cuadro 13.19. E s c a la d le amenazas: éntre participantes
Terapeuta: No, lo he hecho yo p o r ti, y te doy las gracias
• Utilizar técnicas para mitigar la tensión p o r ello. Volviendo ahora, como decía...
• Asumir el control sin devenir autoritario
• Mantener una posición cognitiva, en contraste con una actitud afectiva En este caso, el terapeuta trata de m anejar la situación reducien­
• Llevar al participante fuera del grupo durante un breve periodo para do rápidam ente la agresividad. P ara ello, es im prescindible m an te­
discutir el problema n er u n cierto control sobre la interacción. Siem pre es posible revisar
• Mientras, el coterapeuta aborda el problema en el grupo con el otro par­ m ás tard e el problem a entre am bos participantes. Sin embargo, esto
ticipante. puede llevar algún tiempo. Las personas con TASP tienden a ser ren ­
corosas y es improbable que perdonen de form a significativa, si bien,
Un miembro del personal salió de la sala para pedir a dos partici­ de vez en cuando, inform arán al terapeuta de que han arreglado las
pantes que estaban hablando alto en el pasillo que guardasen silen­ cosas entre ellos. Esta es una señal p ara preguntarles cómo llevaron
cio. Al hacerlo, sin querer tocó a uno de ellos en el hombro. El a cabo el «arreglo» y si p odrían hablar de ello p a ra ilu strar el modo
participante se detuvo y se giró hacia el miembro del persona] y le de trab ajar con un conflicto sin llegar a la agresión.
espetó: «¿Por qué me tocas? No te atrevas a tocarme. ¿Quién narices
te crees que eres?» 3. Si un particip an te abandona el grupo porque h a tenido un
Seguir hablando en voz baja y sugerir al grupo que vuelva («rebo­ altercado con otro m iembro, uno de los terapeutas (si hay dos
binar») a un tem a anterior, cuando aún estaba presente la m entaliza- trabajando en el grupo) puede ir a dialogar con el participante,
ción. Si es necesario, iniciar u n a repetición tipo «disco rayado» de lo m ientras el otro in tenta c a lm ar la situación en el grupo. La
que nos g u staría hacer. situación óptim a no p asa n ecesariam ente p o r convencer al
participante que se ha m archado de que vuelva al grupo. Tal
2. El terapeuta MBT debe m antener el equilibrio entre la necesi­
vez sea m ejor que se vaya a su casa y retorne a la sem ana
dad de d em o strar su autoridad p a ra gestionar el grupo y la
siguiente. Pero, si el participante que ha salido se tranquiliza,
estim ulación de un proceso interactivo de m entalización. Las
el terapeuta debe volver prim ero al grupo p a ra averiguar si es
am enazas crecientes sugieren que ha colapsado la m entaliza­
seguro su regreso. Seguidam ente, le in fo rm a rá y negociará
ción del otro y de uno m ismo. En este m om ento, el terapeuta
rápidam ente un acuerdo de seguridad entre los participantes.
debe a su m ir la autoridad (algo distinto a parecer autoritario,
lo que solo serviría p ara aum entar la amenaza).
Terapeuta 1: Bien. Voy a volver a ver si las cosas son seguras
Participante 1: Ven aquí a decírmelo. p a ra todos y com probar si Joe tam bién está
Participante 2: Tú no quieres que vaya allí a decirte que eres m ás tranquilo.
un borracho. Terapeuta 1: [R etorna al grupo] He estado hablando con
Terapeuta: Gracias. No estam os aquí p ara llam arnos por Craig y él está bien ahora. Si las cosas están
otros nom bres. Eddie, gracias por disculparte, m ás c a lm ad a s p o r aquí, voy a p ed irle que
y M ark, gracias p o r aceptar la disculpa. Ahora regrese y entonces podem os volver a pensar en
vam os a volver a donde estáb am o s cuando lo que h a ocurrido. Pero necesito saber que es
hablábam os de cóm o tra b a ja r la confianza en seguro y que no vam os a in iciar de nuevo una
los demás. disputa.
574 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTAL1ZAC1ÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 575

Terapeuta 2: Joe, ¿crees que ya estás en condiciones de no ' : . :


' Cuadro 13.20. La escalada de amenazas: de participante a terapeuta.
ponerte a discutir con Craig para que podam os
reflexionar en lo ocurrido? Cuando el participante amenaza al terapeuta:
• Usar técnicas para mitigar la tensión y centrarse principalmente en la
Entonces am bos terapeutas tom an una decisión. El principio a seguridad
seguir es que cada uno de ellos apoye a uno de los protagonistas de • Pedir disculpas por crear la dificultad: «sumisión» comedida
la interacción, y que corresponde a los terapeutas tom ar la decisión • Cuando se tranquilice el participante, situar el foco afectivo en la rela­
de reanudar la sesión grupal. Esto se conoce como «tomar partido» ción jerárquica (si está presente) o en el proceso de interacción
(véase el capítulo 12). • Hablar de ello en la revisión individual.

4. Quizá sea necesario pedir a am bos participantes que salgan 1. A paciguar la situación tal com o se describe en el ap artado
del grupo. En este caso, no deben hacerlo al m ism o tiempo. sobre am enazas de participante a participante.
Les decimos entonces que sería m ejor si am bos se fueran. Un 2. D isculparse p o r sus dificultades p ara p e n sar cu an d o se halla
terapeuta se lleva a uno de los participantes y conversa con él am enazado. El terapeuta debe en co n trar la m an e ra de decir
brevemente para tra ta r de m antener la alianza y apaciguar la eso sin llegar a ser abiertam ente sum iso: «Cuando me siento
situación. El terapeuta que se queda en el grupo hace lo mismo am enazado, es m uy difícil p ara m í p en sar en cóm o ayudar»;
con la otra persona y luego, después de u n intervalo adecuado, «Si no puedo sentirm e seguro en el desarrollo de nuestro tra ­
tam bién le pide que se vaya. bajo conjunto acerca de tus problem as, vas a conseguir que me
resulte difícil seguir tratando de ayudarte».
Amenazas de participante a terapeuta 3. Si la am enaza no es grave, pero atañe a la relación jerárquica
entre participante y terapeuta, esto debe ser identificado como
H asta cierto punto, las am enazas a la seguridad de los terap eu ­
un foco afectivo que interfiere con el tratam iento: «Creo que tal
tas suponen un riesgo m ás im portante p ara la continuidad del g ru ­
vez estam os creando un poco de com petencia entre nosotros.
po. En un contexto de am enazas persistentes hacia ellos o (como
¿O curre algo que te impide d a r m archa atrás a este respecto?
tam bién puede ocurrir) a sus fam ilias, ios terapeutas no serán capa­ Por mi parte, tengo la sensación de que quiero dem ostrar que
ces de m antener su propia m entalización. M antener la m entaliza- tengo razón. Soy consciente de que esta no es u n a buena m ane­
ción del terap eu ta es u n a prioridad p ara el grupo de MBT. Por lo ra de gestionar el problem a de que estábam os hablando».
tanto, la norm a, en este contexto de am enaza personal, es que el 4. Las circu n stan cias que contribuyen a la a m en aza necesitan
terapeuta restablezca su propia m entalización o bien sea capaz de ser revisadas en u n a sesión individual, en la que se explorarán
no perderla. las áreas sensibles que pueden desem bocar en la violencia y
se a c la ra rá su posible in terferencia con la co n tin u id ad del
¿Qué puede hacer el terapeuta? tratam iento.
En prim er lugar, debe g aran tizar su propia seguridad personal. Si
esto no resulta posible, entonces, debe detener el grupo y b u scar el Idealización de ellos m ism os como «grupo»
apoyo de otros m iem bros del personal. Suponiendo que su seguridad Al ver que otros m iem bros del grupo co m p a rte n sus m ism as
personal no esté en peligro, el terapeuta dispone de varias opciones características y problem as personales, los p articipantes con TASP
(véase el cuadro 13.20). se identifican rápidam ente entre sí al principio del tratam iento (cua-
576 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 577

ipantes tienen de ellos 3. P asar de la validación a sugerir que esta unidad perm ite explo­
r a r las diferencias.
4. Trabajar en los consejos generales que suelen darse los unos a
Los participantes integran y conforman un grupo cohesionado a través
los otros en este contexto -«Yo he tenido el m ism o problem a.
de una organización paranoide:
Lo que deberías h a c er e s...» - p ara hacerlos m ás personales.
• Permitir esto al principio del tratamiento E n este punto, el tera p eu ta debe intentar extraer del consejo
• Validar la puesta en común de problemas similares u n proceso de m entalización: «¿Qué le o cu rre a Tony que te
• La unión permite la exploración de las diferencias hace pensar que tu solución le iría bien a él?» Exploram os los
• Cambiar el foco atencional desde el consejo general a los consejos más aspectos de la solución que ayudaron a la persona, en qué con­
personales y específicos: «¿Qué le ocurre a Peter que te lleva a pensar siste su sugerencia y p o r qué le lleva a pensar que podría serle
que tu consejo también le servirá a él?» . útil a otra persona. Tam bién pedim os a la o tra persona que lo
exam ine en detalle.
dro 13.21). E sta puede ser la prim era vez que m uchos de ellos se han
sentado a hab lar con personas que com parten problem as sim ilares y E xp resió n de las em o cio n es en u n o m ism o
les resulta reconfortante poder identificarse con otros individuos. Ya hem os sugerido que las personas con TASP tienen problem as
Rápidam ente, tal vez demasiado, empiezan a pensar que se entienden para expresar los com ponentes afectivos de sus propios estados in ­
bien entre ellos. Cuando los terapeutas form ulan preguntas a un ternos, sobre todo en contextos interpersonales. Identificar sus sen­
m iem bro del grupo, otros participantes pueden responder en su lugar tim ientos -e n especial aquellos asociados a la vulnerabilidad, tales
y sugerir que los terapeutas no entienden a la persona como ellos la com o la vergüenza y hum illación- y expresarlos en el actual contexto
entienden. Los terapeutas están excluidos de la idealización que los interpersonal no es algo que los participantes harán naturalm ente en
participantes hacen de ellos m ism os com o grupo. Haciendo caso el grupo. En lugar de expresar sus propios sentim ientos personales,
om iso de los terapeutas, los participantes pueden incluso organizar es m ás cómodo para ellos centrarse en los sentim ientos o los proble­
actividades, que ellos consideran de apoyo m utuo, al m argen de las m as de los demás.
sesiones grupales. En el caso de que los terapeutas traten de im pedir­ Sin em bargo, hay una excepción a esto, y es cuando los p a rtic i­
lo, lo consideran u n a injerencia y una falta de com prensión del modo pantes expresan forzosam ente lo tensos que se sienten o que están
en que los participantes pueden ayudarse entre sí: «Nadie m ás nos «a punto» de estallar. Tam bién pueden m anifestar su «indignación»
ayuda, así que tenem os que hacerlo nosotros». Este es el m om ento en y em itir am enazas que suelen e sta r m enos relacionadas con el con­
el que d a r consejos prácticos a los dem ás se convierte en norm a. texto in terp erso n al actu al en el grupo que con la expresión de su
estado b asal o sus sentim ientos acerca de instituciones/sistem as
¿Qué puede hacer el terapeuta? tales com o la policía, el d ep artam en to de la vivienda o la oficina de
1. De entrada, quizá lo m ejor sea aceptar la cohesión y la unidad servicios sociales.
que les aporta la idealización de sí m ism os com o grupo. El objetivo del grupo no estrib a en expresar su resentim iento
2. V alidar la experiencia de que los participantes tienen proble­ hacia organizaciones externas, sino en an im ar a los participantes a
m as sim ilares y el sentido de pertenencia que les proporciona identificar sus sentimientos actuales en el grupo y aum entar su reco­
esta experiencia. nocim iento del m odo en que el contexto influye en sus sentim ientos.
578 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRA STO RNO S DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 579

Así, por ejemplo, la experiencia de que los terapeutas escuchan y ¿Qué puede hacer el terapeuta?
tom an en serio sus problem as resulta tranquilizadora, m ientras que 1. A segurarse de que se recuerda a los p a rticip a n te s la infor­
la sensación de verse ignorados puede resultarles provocadora. m ación, o fre c id a en las sesiones de MBT-I, a c e rc a de las
Los participantes tam bién pueden ten er u n reconocim iento lim i­ emociones.
tado de la complejidad de los sentim ientos y de que las emociones 2. In ten tar identificar la com plejidad de cualquier sentim iento,
básicas están teñidas por las em ociones sociales. Por ejemplo, la tal como ilustra el ejemplo anterior.
agresión puede ser utilizada como p arte de u n a estrategia de super­ 3. Trabajar específicam ente, en el grupo, en identificar los afec­
vivencia para encubrir la hum illación o el tem or al som etim iento. tos: «¿Cómo te sientes ahora?» Si el participante no puede eti­
Aunque esto se aborda en las sesiones de la MBT-I (véase el capítulo quetar el afecto, pedirle que describa su estado lo m ejor que
11), quizá sea necesario recordárselo a los participantes. pueda. ¿Qué siente en su cuerpo?
Por últim o, la expresión de una em oción por p arte de u n p artici­ 4. Explorar posibles causas del sentim iento cuando es detectado,
pante perm ite al terapeuta cen trarse en si los otros m iem bros del «¿Qué te hace sentir de esa m anera?» ¿Está conectado con el
grupo reconocen los sentim ientos expresados p o r dicho particip an ­ contexto interpersonal o relacional?
te. Esto hace que el grupo trabaje en el reconocim iento de las em o­ 5. V incular el foco en el afecto personal in tern o con el hecho de
ciones ajenas (véase el cuadro 13.22). si otro s m iem bros del g rupo son capaces de reco n o cer las
em ociones. ¿Ven tan solo que el individuo e stá enfadado o
Un participante parecía enfadado cuando hablaba de la gente que lo
tam b ié n son co n scien tes de sus sen tim ie n to s de dolor y
rechazaba. Los terapeutas le pidieron que dejase a un lado su ira y
rechazo?
observase si albergaba algún otro sentimiento. En su discurso furio­
so había dicho algo acerca de que, cuando tenía 17 años, su madre
no le dejó quedarse en su casa y le. obligó a vivir con su abuela. De ese R eco n o cim ien to de las em ociones en los d em á s
modo, se las arregló para identificar, en su enfado, lo herido que se
sentía de que una «madre que te da a luz pueda rechazarte por com­ Antes de c u alq u ier expresión evidente de la em oción, el estado
pleto». No tenía idea de cómo gestionar ese sentimiento. em ocional in te rio r de u n p a rticip a n te puede o no se r reconocido
Los terapeutas empatizaron con su experiencia, la cual le había p o r o tro s m iem bros del grupo. A unque las p e rso n a s con TASP
llevado a desconfiar de los demás. sean sensibles a los estados de los dem ás, no saben e m p a tiz a r con
el efecto que tiene el estad o em ocional en o tra p e rso n a y, a veces,
Cuadro Í3.22. Expresión emocional: uno mismo pueden h a c er m al uso de su co m p ren sió n del estad o subyacente
A los participantes les resulta incómodo o imposible nombrar y expresar de alguien.
la complejidad de sus sentimientos actuales y pasados: Un participante en un grupo describió lo difícil que le resultaba
• Cuestionar la tendencia de los participantes a reducir todos los senti­ identificar cómo se sentía. El terapeuta se dio cuenta de que pedirle
mientos a la «ira» que dijese lo que sentía le hacía sentir expuesto y avergonzado ante
los demás miembros del grupo. Por esa razón el terapeuta trató de
• Reiterarla información sobre las emociones ofrecida en la MBT-I
cambiar de tema. Pero entonces otro de los participantes dijo: «No
• Trabajar en identificar los afectos
vayamos tan rápido. Creo que Alan necesita decir cómo se siente.
• Aumentar el vínculo entre afecto y contexto ¿Cómo te sientes? Vamos, dínoslo». Se tornó evidente que este par­
• Enlazar este trabajo con la estimulación del reconocimiento de la emo­ ticipante estaba siendo cruel con el participante avergonzado y dis­
ción que va de uno mismo al otro. frutaba de una sensación de dominio y control sobre él.
\

<
c
ÉL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 581
r 580 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRA STO RNO S DE LA PERSONALIDAD

(
¡Cuadro 13.23. Expresión emocional; en los demás Cuadro 13.24. Expresión emocional: otro-uno. mismo
<
Los participantes pueden reconocer con precisión las emociones de los Las personas con TASP no pueden participar fácilmente en un proceso de
(
demás, pero no son capaces de identificarse y de ser compasivos con mentalización afectiva y tienden a incurrir en la practicidad y el consejo.
( ellos. Reconocen el afecto, pero no empatizan con el efecto, pudiendo • Cuando Peter habla de un problema, pedir a Paul que describa cómo
( abusar de su comprensión. cree que se siente Peter:
( • Preguntar a Paul si es capaz de describir cómo se siente Peter - ¿Cómo ha llegado a esa conclusión?
• ¿Cómo ha llegado a esa deducción? - Comprobación externa, «¿Es así como te sientes, Peter?»
(
. Trabajar en el cambio desde el foco externo al foco interno de la men- - Si no es así, «Por favor describe cómo te sientes»
( - A continuación, pasar de nuevo a Paul para que reconsidere su
talización. _______ ________________________
( opinión.
(
En esta situación, el tera p eu ta in ten ta re e q u ilib ra r el proceso
( de m entalización, «tom ando partido» p o r el p a rticip a n te v u ln era­ C am biar el foco desde la m e n ta liza c ió n externa a la interna:
( ble y pidiendo al p articip an te que tra ta de ato rm entarlo que sea él los otros
( quien em piece a describir su propio estado in tern o (véase el cu a ­ B asarse en las señales externas, tales como la expresión facial, los
( d ro 13.23). m ovimientos oculares y la postura corporal, para deducir las m otiva­
ciones ajenas es un proceso norm al que subyace, sin generar dem a­
(
¿Qué puede hacer el terapeuta? siados problemas, a m uchas de nuestras interacciones cotidianas. Las
( personas con TASP son m uy sensibles a las señales externas relacio­
1. T rabajar con el resto de los participantes p ara ver si identifican
( el m odo en que se sentía o siente otro participante. Si no es así, nadas, sobre todo, con la form a en que alguien los m ira. La «mirada»
( ¿por qué motivo? ¿Es porque no está expresando lo que siente es, p a ra ellos, un detonante universal y, sin embargo, rara vez se espe­
o porque no estaban atentos a los sentim ientos de la persona? cifica; es algo que las personas con TASP reconocen cuando se p rodu­
(
Por ejemplo, son incapaces de advertir que un m iem bro del ce, pero que no pueden describir. No se tra ta sim plem ente de una
( «m irada curiosa», sino de u n a m irada que am enaza la posición social
grupo está angustiado, m ientras que los terapeutas son cons­
( cientes de ello a causa de la actitud del participante y de su e im plica un desafío a u n a jerarq u ía im aginaria. Esta sensibilidad a
( las señales externas no se traduce en un genuino interés por los esta­
expresión facial.
dos afectivos internos de la otra persona o en curiosidad acerca de sus
( 2. E xplorar el foco de la m entalización externa y de qué m odo
motivos subyacentes. Las personas con TASP asum en que los motivos
puede a ñ a d ir inform ación p a ra com prender lo que siente otra
( son m alignos, a m enos que se dem uestre lo contrario, y reaccionan en
persona, pero al m ism o tiem po c re a r confusión si n o tenem os
( consecuencia para c o n tra rre sta r la am enaza percibida.
cuidado. El enfado aparente de la expresión facial de u n a per­
< sona puede no e sta r directam ente relacionado con su estado Tras h ab er identificado u n a señal externa, el terapeuta debe, en
p rim er lugar, ayudar a que los participantes se interesen en el estado
( interno.
3. T rabajar en el grupo con un ejemplo específico acerca de cómo interno de la otra persona y, en segundo lugar, ayudarles a em patizar
( con el estado del otro, en lugar de abusar de su conocim iento (véase
se siente un participante y si es evidente p ara el resto del grupo
( el cu adro 13.25).
(véase el cuadro 13.24).
(
<
(
582 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD 583

R eacciones paranoides
¿Cuadro 13.25; Mentalización extern^, a interna
Los participantes hacen asunciones desde el foco externo de la mentali­ Tam bién pueden producirse, en el grupo, reacciones paranoides
zación: (véase el cuadro 13.26). E stas se discuten, en parte, en la sección rela­
tiva a la escalada de las am enazas, que suelen ser en sí m ism as des­
• Identificar y trabajar conjuntamente en los aspectos específicos de la e n c a d e n a d a s p o r m a le n te n d id o s, se n sib iliz a c ió n y c la ra s
mentalización externa: expresión facial (describir), tono de voz (descri­ interpretaciones paranoides de algo que se ha dicho o bien a causa
bir) y postura corporal (definir) de la dependencia inapropiada de un foco externo de m entalización
• Practicar el cambio de foco desde lo externo a lo interno, utilizando, si o de asunciones asociadas a las motivaciones ajenas. De vez en cuan­
es preciso, algún ejercicio grupal do, un participante puede reaccionar explosivamente a algo que dice
• Identificar disparidades entre la información externa y los estados el terapeuta u otra persona; en esta situación, se recom ienda algún
internos. tipo de intervención p a ra m itig ar la co n d u cta am en azad o ra. Sin
em bargo, la reacción puede ser principalm ente m ás m ental que físi­
¿Qué puede hacer el terapeuta? ca o conductual, por lo que el participante, a p esar de su considera­
ble ansiedad, responde verbalmente.
1. D urante el trabajo grupal, p ed ir a los participantes que se ejer­
En un coloquio sobre los sentim ientos, el terapeuta sugirió que
citen en preguntarle a otro m iem bro del grupo acerca de sus
sería útil para el grupo considerar la form a en que em piezan a reco­
estados internos -p o r ejemplo, «Dime lo que te hace g rita r de
nocer que están enfadándose, a lo que un p a rticip a n te reaccionó
esa m anera»- insistiendo en que escuchen las respuestas.
diciendo: «Usted tra ta de controlarnos. Intenta apoderarse de noso­
2. Tom ar u n a interacción grupal y focalizarse en los elem entos tros. No voy a hacerlo. Solo pretende averiguar lo que hemos hecho».
de la comprensión interpersonal en dicha interacción.
Terapeuta: No estoy seguro de qué quieres decir. ¿Me puedes expli­
Un participante afirmaba sentirse enfadado a causa de una tra­
bajadora social de protección de la infancia, que había tenido c a r qué he dicho o hecho que te haga p en sar eso?
relación con su familia, alzando la voz mientras contaba la his­ Participante: Usted nos pide que digam os lo que sucede en nuestra
toria de su supuesta incompetencia. Cuando cesó su diatriba, el m ente solo p a ra poder controlar lo que pensam os.
terapeuta le pidió que parase un poco, de modo que el grupo
pudiese explorar la comprensión de sus sentimientos actuales y •Cuadro 13.26. Reacciones paranoides. ai.terapéiüta, .
en qué se basaba esa comprensión. Los participantes dijeron
Los participantes en el grupo pueden reaccionar de pronto a algo:
que era obvio que estaba enfadado, dado que levantaba la voz. El
terapeuta afirmó que, si bien podía percibir eso, también pensa­ • Identificar rápidamente cuál es el detonante
ba que el participante se sentía agraviado e impotente porque • Considerar abiertamente si la comprensión de los participantes tiene
estaba siendo mal entendido, proporcionando como evidencia el algún mérito en términos de contribución clínica
hecho de que pedía a los terapeutas que hiciesen algo para resol­ • Validar cómo pueden haber entendido un comentario en la forma en
verlo. Entonces, el terapeuta preguntó al participante que valo­ que lo han hecho
rase la exactitud de esa comprensión acerca de sus sentimientos.
• Explicar nuestra motivación, aunque sin rechazar su comprensión
3. G enerar un proceso que evalúe los estados emocionales y las • Si otros miembros han tenido una comprensión similar, iniciar un
motivaciones subyacentes con m ayor complejidad que la form a debate en el grupo
lineal en la que tan a menudo insisten las personas con TASP. • Asumir que seremos más reflexivos cuando digamos algo.
\

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r
r 584 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD E L T R A S T O R N O A N T IS O C IA L D E LA P E R S O N A L ID A D 585

r
Terapeuta: Por favor, ¿puedes describirm e cómo lo hago? Yo no
r quiero hacer eso, así que tengo que asegurarm e de que
eficaz p a ra las personas con TASP es tan difícil como gratificante.
Hay pocas dudas de que tom arlos en serio y ofrecerles tratam iento
r no sigo haciéndote reaccionar de esa m anera tan fuerte es u n a experiencia nueva p a ra m uchas de estas personas. Existen
r a lo que trato de hacer. evidencias de que sus necesidades de salud m ental son descuidadas
Participante: ¿Por qué quiere saber lo que me hace enfadar? Es solo
r p o r los servicios s a n ita rio s (Craw ford, Sahib, B ratto n , Tyrer y
para que usted pueda hacer algo antes que yo. Davidson, 2009) y de que incluso pueden rech azar la ayuda cuando
r se les ofrece porq u e se h a n visto rech azad o s p o r los servicios
( El debate continuó con el intento del terapeuta de am pliar la con­
m uchas veces en el pasado, dejando sus necesidades desatendidas.
versación para, después, p reg u n tar al grupo lo que pensaban acerca
( No obstante, todavía tenem os que p ro b ar si la MBT-TASP es eficaz
de la dificultad de tra ta r de explorar los procesos m entales y físicos
p a ra a b o rd a r sus problem as y, con este fin, se e stá n realizan d o
( que nos a lertan de que estam os enfadados y que pueden estim ular el
ensayos controlados aleatorios.
( sentim iento de que estam os siendo controlados.
(
¿Qué puede hacer el terapeuta? Referencias
(
1. En cuanto a la reacción de un participante hacia el terapeuta,
( Bateman, A. y Fonagy, P. (2009). «Randomized Controlled Trial of Outpa-
tra ta r de entender la perspectiva del participante. Sugerir que
tient Mentalization-Based Treatment versus Structured Clinical Mana­
< su experiencia de lo que hemos dicho o hecho hace que su reac­ gement for Borderline Personality Disorder», American Journal of
( ción sea comprensible, pero que hay un m alentendido al respec­ Psychiatry, 166, págs. 1355-1364.
to de nuestra motivación y que nos gustaría tra tar de entender Crawford, M., Sahib, H., Bratton, P., Tyrer, P. y Davidson, K. (2009). «Ser­
(
qué h a llevado al participante a percibirlo de esa m anera. vice Provisión for Men with Antisocial Personality Disorder who Make
r Contact with Mental Health Services», Personality and Mental Health,
2. E xploram os u n a m otivación/reacción entre p a rticip a n te s.
3, págs. 165-171.
( Esbozam os nuestra com prensión de lo que un participante ha
Gilligan, J. (2000). Violence: Reflections on our Deadliest Epidemic, Lon­
( querido decir cuando el otro reacciona de form a sensible.
dres, UK: Jessica Kingsley.
3. In ten tam o s e n c o n tra r en la reacción algo que p o d am o s Skodol, A.E., Clark, L.A., Bender, D.S., Krueger, R.F., Morey, L.C., Verheul,
(
validar. R.,... Oldham, J.M. (2011), «Proposed Changes in Personality and Per­
( 4. Abrimos la discusión al grupo, preguntando si ellos han tenido sonality Disorder Assessment and Diagnosis for Dsm-5 Part I: Descrip-
( una com prensión sim ilar de la motivación del otro participan- tion and Rationale», Personality Disorders: Theory, Research, and
te/terapeuta. M ientras lo hacem os, tenem os cuidado de no Treatment, 2, págs. 4-22.
( Yudofsky, S.C., Silver, J.M., Jackson, W., Endicott, J. y Williams, D. (1986).
h u m illa r al particip an te que h a experim entado la reacción
( «The Overt Aggression Scale for the Objective Rating of Verbal and
paranoide. Physical Aggression», American Journal o f Psychiatry, 143, págs. 35-39.
(
La com prensión de la conducta antisocial desde la perspectiva
< de los problem as de m entalización b rin d a u n a p lataform a teórica
( sobre la que fu n d am en tar las intervenciones clínicas. La MBT-TASP
( constituye u n intento de in te g ra r las intervenciones en u n tr a ta ­
m iento clínico coherente que a p u n ta a m entalizar las vulnerabilida­
(
des. O rg an izar el tra ta m ie n to y p ro p o rc io n a r u n a intervención
(
(
(
Mentalización
de los sistemas
Mentalización y familias:
el programa de apoyo
y entrenamiento para
familias y cuidadores (FACTS,
Families and Carers Training and Support program )

Introducción

Aunque las fam ilias se h a lla n en u n a posición privilegiada para


apoyar el tratam ien to de salud m ental de alguno de sus m iem bros,
solo p o d rá n conseguirlo si son conscientes de qué h a c er y cómo
gestionar las situaciones que suelen presentarse. El tra sto rn o lím i­
te de la personalidad (TLP) es u n a condición especialm ente difícil
p a ra que la gestionen las fam ilias, dado que las dificultades suelen
ap a re c er en form a de problem as en las relaciones e n tre sus m iem ­
bros, quienes suelen culparse a sí m ism os de m an era injustificada
p o r d ich as dificultades e incluso verse estig m atizad o s p o r otros
que los consideran, erróneam ente, com o causa del trasto rn o . Como
resultado, las fam ilias de los pacientes con este tipo de tra sto rn o
luchan p o r a fro n ta r sus sentim ientos, ya que se en cu en tran desam ­
parad as, tra u m atizad as e in seg u ras de cuál es la m ejor m an era de
ay u d ar a su fam iliar o ser querido. Sin em bargo, los m iem bros de
la fam ilia rara m e n te disp o n en de apoyo y aseso ram ien to y, aun
cu an d o lo tengan, a m enudo este es engañoso y, a veces, incluso
ofensivo, confuso e inútil.
La im p o rtan cia de la institución fam iliar p a ra m antener o m ode­
r a r los problem as graves de conducta asociados a los problem as de
590 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZACIÓN Y FAMILIAS 591

salud m ental se ha vuelto cada vez m ás evidente a p a rtir de los m iento y apoyo basado en la com prensión de la m entalización y las
hallazgos proporcionados por la investigación. La psicoeducación em ociones. E ste program a, destinado a las fam ilias, contiene infor­
im partida por los profesionales de la salud m ental a las fam ilias de m ación sobre el TLP e incluye in stru cc io n es y c a p acitació n en
pacientes que padecen trasto rn o s m entales graves y perm anentes conocim ientos básicos acerca dé cóm o g e stio n a r alg u n o s de los
(como, p o r ejemplo, esquizofrenia y trasto rn o afectivo bipolar) se problem as m ás com unes que p lan tean a sus fam ilias este tipo de
proporciona regularm ente y se fundam enta en una base sólida de pacientes. El objetivo p rin c ip al de la intervención es m e jo ra r el
evidencias (Leff, K uipers, Berkowitz, Eberlein-Vries y Sturgeon, b ien estar de los m iem bros de la fam ilia (u o tra s p ersonas relevan­
1982; Leff y Vaughn, 1985). La intervención m itiga los efectos nega­ tes) y red u c ir las crisis fam iliares. Es im p o rta n te d e sta c ar que el
tivos de las interacciones fam iliares y, al hacerlo, tam bién reduce p ro g ram a está diseñado p a ra ser a d m in istra d o por fam ilias a otras
las hospitalizaciones de los pacientes. Aunque esas evidencias no fam ilias contando, si resu lta necesario, con el apoyo de profesiona­
existen en lo que respecta a las personas con TLP, el consenso de los les de la salud m ental (véase el c u a d ro 14.2). E sto in crem en ta las
expertos sugiere que la participación fam iliar puede, en este caso, posibilidades de sostenibilidad del apoyo fam iliar en los servicios
ser igualm ente útil (G underson y H offm an, 2005). Los lim itados clínicos y en el sector del voluntariado. Así pues, el p ro g ra m a no
datos de que disponem os nos indican que la participación p e rm a ­ está diseñado p a ra ser im partido solam ente p o r profesionales de la
nente de los fam iliares de los pacientes con TLP m ejora los resu lta­ salud m ental, sino que su función es su m in istra r inform ación a las
dos (H offm an, F ruzzetti y Buteau, 2007). E xpresar las em ociones fam ilias, capacitándolas en la ejecución del p ro g ra m a y ofreciendo
supone la participación de la fam ilia y el deseo de ayudar y no obs­ apoyo cuando sea necesario.
taculiza la mejoría. Sin em bargo, los fam iliares de los pacientes con
TLP inform an a m enudo de que se sienten dem asiado tra u m a tiz a ­
Cuadro 14.1/Fam iliasytrastorno'lím ited¿§^r«oiiajidad: t
dos e im potentes p ara ayudar a sus fam iliares enferm os (Porr, 2010)
guía NICE (2f00?) "• v • ,
y, en consecuencia, pueden term in a r inhibiéndose. Por ese motivo,
las fam ilias necesitan sab er cóm o ayudar a uno de sus m iem bros • «Cuando una persona es diagnosticada de un trastorno límite de la per­
aquejado de TLP, aunque esa inform ación no esté disponible de u n a sonalidad, suele obviarse el efecto del diagnóstico en sus cuidadores.»
form a sistem ática. (p. 93)
• «Los cuidadores/familiares de las personas con personalidad borderli-
En reconocim iento de esta laguna en la participación de las fam i­
ne pueden tener necesidades que son equivalentes, cuanto menos, a las
lias en el tratam iento y apoyo a las personas con TLP, las directrices de las familias y los cuidadores de personas con otros problemas graves
de tratam iento y gestión del TLP (2009), ofrecidas p o r el N ational y crónicos de salud mental.» (p. 94)
Institute for H ealth and Care Excellence (NICE), form ulan u n con­ • «Las evidencias emergentes sugieren que los programas destinados a la
junto de declaraciones que resum im os en el cuadro 14.1. familia pueden resultar útiles...» (p. 95)
La sección de orientación del NICE concluye con la afirm ación de • «Los programas de psicoeducación estructurada que facilitan tam ­
que existe u n a «falta de investigación sobre si las intervenciones bién las redes de apoyo social pueden ser útiles para las familias.»
fam iliares alteran los resultados sociales y el bienestar de una perso­ (p. 96)
na aquejada de trasto rn o lím ite de la personalidad» (pág. 96). • «En el caso de que existan, informar a los familiares o cuidadores acer­
ca de grupos locales de apoyo para familias y cuidadores.» (p. 99)
Para c u b rir esta brecha en la atención a las personas con TLP,
se ha desarrollado el p ro g ra m a FACTS, un p ro g ra m a de e n tre n a ­
592 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZACIÓN Y FAMILIAS 593

Cuadro 14.2. FACTS: sumario Cada m ódulo equivale a u n a sesión de 90 m inutos y está com ple­
tam e n te m anualizado, con folletos y vídeos recom endados. La
• Contenido desarrollado por las familias
sesión inicial incluye un periodo adicional de m edia hora p a ra que
• Curso de cinco módulos:
los m iem bros de cada fam ilia p u ed an conocerse y c o m p a rtir de
- Introducción al trastorno límite de la personalidad
m an e ra inform al algunas de sus dificultades. Sin em bargo, dado
- Mentalización
que el curso no es u n grupo de apoyo, es im portante m an ten er la
- Mindfulness y gestión emocional
e s tru c tu ra cuidadosam ente y ofrecer to d a la inform ación y habili­
- Habilidades de validación
dades sugeridas en el m anual.
- Solución de problemas
• Administrado por las familias Las notas del presentador, las diapositivas y los folletos y hojas de
• No es tanto un grupo de apoyo como un grupo orientado a una tarea. trab ajo p a ra los m iem bros de las fam ilias están disponibles en el
sitio web de Anna Freud Centre en http://annafreud.org/training-
research/m entalization-based-treatm ent-training/facts/.
El cursillo p a ra fam ilias h a sido desarrollado, aprovechando
nuestra com prensión actual del TLP, conjuntam ente con fam iliares O tros sitios web que han resultado útiles a los participantes son:
y profesionales, y se basa en la idea de que los fam iliares que tienen
• http://ww w.borderlinepersonalitydisorder.com
u n a m ejor com prensión del TLP pueden aprender respuestas útiles y
• http://www.TLPfamily.com
seguras p ara resolver los problem as em ocionales e interpersonales
• http://www.rethink.org
m ás com unes asociados a este tipo de trastorno. El cursillo está
organizado en cinco m ódulos, im partidos a lo largo de cinco tardes. Los m iem bros de las fam ilias que presentan los módulos tienen
Los m ódulos aum entan la com prensión del TLP que tienen los p a rti­ instrucciones de no p reocuparse p o r c u b rir todo el contenido de
cipantes y los introducen a algunas habilidades básicas de m entali­ cada m ódulo en u n a m ism a sesión. Los m ódulos 2 y 3 son largos y
zación, así com o otras habilidades que pueden utilizar p a ra gestionar pueden insum ir, cada uno, m ás de dos sesiones. Esto es aceptable
las crisis em ocionales e interpersonales que se produzcan entre los siem pre y cuando al final del cursillo todas las áreas hayan sido
m iem bros de la fam ilia y la persona aquejada de TLP. cubiertas. Además, el orden de los m ódulos se puede ajustar a las
necesidades de ponentes y p articipantes. Algunos ponentes de las
En la fase de desarrollo, se reclutó a 18 fam ilias p a ra p articipar
fam ilias h an transm itido antes el m ódulo 3 que el m ódulo 2, basán­
en el program a de cinco m ódulos de psicoeducación y desarrollo de
dose en que se necesita gestionar las propias emociones a través del
habilidades. Dos m iem bros de cada fam ilia recibieron u n a breve
m indfulness antes de que pueda ten er lugar una buena m entaliza­
capacitación p a ra im p artir el program a piloto, com probándose que
ción. Sin em bargo, la m entalización tam bién perm ite gestionar las
el cursillo era aceptable y útil, y que los instructores se atenían al
emociones, así como situar el foco tan to en los m iem bros de la fam i­
paquete m anualizado. La fase de desarrollo ya ha sido com pletada.
lia com o en la persona con TLP. Así pues, se describe a las fam ilias
En el m om ento de escribir este libro, se ha com pletado u n ensayo la lógica general que subyace al orden de los m ódulos: en p rim er
controlado aleatorio, pero los datos aún no h a n sido revelados y a n a­ lugar, es necesario com prender el TLP, subrayando los síntom as
lizados. Sin embargo, el proyecto piloto inicial con las fam ilias sugie­ interpersonales y em ocionales (Módulo de Introducción al TLP); lue­
re que fue m uy bien recibido, increm entó el e m p o d e ra m ie rt-• y go, el m iem bro de la fam ilia tiene que m entalizarse a sí m ism o y a la
redujo las crisis fam iliares. persona con TLP (Módulo de M entalización) y ser capaz de gestionar
594 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZACIÓN Y FAMILIAS 595

sus propias emociones, si quiere ayudar a su ser querido aquejado de Antes de cada sesión, los ponentes tam bién efectúan diferentes
TLP (Módulo de M indfulness y Gestión de las Emociones), y ser preparativos prácticos. Se requiere un proyector y u n a pantalla p ara
capaz de validar de m anera efectiva y em pática (Módulo de H abili­ m o strar las diapositivas y tam bién es útil u n rotafolio o p izarra p ara
dades de Validación); por últim o, la capacidad de solución de proble­ h acer anotaciones. Se recom ienda que el p resentador se siente al
m as contribuye, en general, a a d m in istra rla s dificultades que surjan lado de la pantalla, en la p arte delantera, m ientras que los m iem bros
en cada momento (Módulo de Resolución de Problemas). de la fam ilia se sientan en sem icírculo alrededor de él. Se ha consta­
tado que este es un form ato eficaz, ya que de ese m odo las fam ilias
sienten que form an p a rte de un grupo y que todos pueden contribuir
P re p a ra c ió n
a la sesión, si bien la atención se m antiene centrada en el ponente y
Los ponentes principales de la sesión se tom an naturalm ente su las diapositivas y, p o r tanto, enfatizando que este es u n cursillo de
tiem po p ara p rep a ra r sus notas y asegurarse de que han entendido aprendizaje y no un g rupo de apoyo. Tam bién se proporciona a los
completam ente el m aterial. El m anual contiene toda la inform ación participantes folletos y copias de las diapositivas y se les pide que
requerida para desarrollar las sesiones. Los ponentes tam bién suelen com pleten los ejercicios durante cada sesión. Lo m ás recom endable
llevar a cabo investigaciones por su cuenta sobre los tem as tratados, es, durante la prim era sesión, entregar a los participantes un paque­
utilizando p ara ello sitios web y libros. Es im portante que no solo te que contenga el m aterial im preso de todo el cursillo, de modo que,
tengan una buena com prensión del m aterial, sino tam bién que m ues­ si se pierden u n a sesión, puedan ponerse al día en casa con el m ódu­
tren a las fam ilias que son capaces de u tilizar por sí mismos m uchas lo. Además, a los participantes puede gustarles leer p o r adelantado
de las habilidades y técnicas propuestas. Los ponentes u tiliz a rá n los contenidos para llegar a la sesión com pletam ente preparados.
algunas de estas habilidades p a ra asegurarse de que el cursillo se La duración recom endada de cada sesión es de h o ra y m edia,
desarrolla sin problem as, Por ejemplo, cuando las fam ilias com par­ exceptuando la prim era, que dura dos horas. Se utiliza esa m edia
ten sus experiencias personales, los ponentes utilizan sus propias hora extra p ara p resentar a las fam ilias y establecer u n entorno gru-
habilidades de validación p ara ayudar a que los participantes sien­ pal cohesionado y cómodo. Al principio, los ponentes pueden aclarar
tan que, en tales circunstancias, sus experiencias son significativas, a las fam ilias que, con el fin de c re a r un entorno abierto en el que
im portantes y com prensibles. Los presentadores tam bién utilizan co m p artir sus historias y dificultades, deben a c o rd a r entre ellas no
sus habilidades de m entalización d u ran te las sesiones, explorando revelar detalles personales a nadie que no pertenezca al grupo. Asi­
de m anera activa las experiencias de los m iem bros del grupo, m os­ m ismo, tran q u ilizan a las fam ilias diciéndoles que, d u ran te el curso,
trándose pacientes, aceptando sus opiniones y m itigando las discu­ pueden h ab lar m uy poco o m ucho acerca de sus antecedentes perso­
siones dem asiado acalo rad as o exaltadas. Cuando el expositor nales en la m edida que se sientan m ás o m enos cóm odos. Si alguien
percibe que u n a sesión le resulta especialm ente difícil, puede aplicar form ula a un m iem bro de otra fam ilia u n a p reg u n ta personal, no
técnicas de m indfulness p ara no perder la calm a y la coherencia, lo está obligado a responderla. Los ponentes recu erd an a las fam ilias
que le ayudará a procesar y gestionar el problem a en curso. Al utili­ que se trata de un cursillo de form ación y no de u n grupo de apoyo.
zar activam ente estas habilidades d u ran te las sesiones el ponente no Sin em bargo, aunque este no sea el foco principal de las sesiones,
solo dem uestra a las fam ilias que es posible aplicar esas técnicas en tendrán la o p o rtu n id ad de co m p artir sus experiencias personales.
todas las situaciones, sino que tam bién generan un entorno positivo Por últim o, se inform a a las fam ilias de que los ponentes no estarán
y confortable p ara el grupo. disponibles p a ra proporcionar asesoram iento entre las sesiones.
596 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
; MENTALIZACIÓN Y FAMILIAS 597

Una vez que los m iem bros de las fam ilias están de acuerdo con la sesión. Los ponentes resum en, seguidam ente, lo que van a tra ta r
los principios estipulados al com ienzo del p rim er m ódulo, los p re ­ durante la sesión actual y p o r qué su contenido es relevante p a ra los
sentadores les b rin d an la opo rtu n id ad de presentarse brevem ente y fam iliares de las personas aquejadas de TLP (véase el cuadro 14.3).
de explicar p o r qué razón asisten al cursillo. P ara m uchas fam ilias Después de iniciar la sesión, los ponentes com ienzan a exponer
esta es la p rim era vez que se encuentran en un grupo de personas ' en detalle el contenido del m ódulo correspondiente. Aunque se trata
que tienen experiencias sim ilares a las suyas y, de ese modo, la ten ­
! de un cursillo de form ación, deben evitar el estilo de «conferencian­
tación de d isc u tir extensam ente sus experiencias puede ser m uy
te» y perm anecer en todo m om ento a disposición del grupo. Aun-
poderosa. » que los presentadores m antengan el control del grupo y no perm itan
El hecho de que los ponentes tengan u n a buena com prensión de dem asiados tem as tangenciales o un foco excesivo en determ inados
los antecedentes de los m iem bros de cada fam ilia no es necesaria­ puntos, se anim a a los m iem bros de las familias a que hagan sus
m ente algo negativo, pero no habrá tiem po suficiente p a ra c u b rir el \ aportaciones y form ulen preguntas durante toda la sesión. La ges­
contenido de la prim era sesión holgadam ente si las presentaciones tión de grupos no es u n a habilidad que necesariam ente tengan los
se prolongan dem asiado. A los fam iliares tam bién puede resultarles .■ ponentes de form a natural. En el breve entrenam iento que reciben
m olesto describir en detalle sus antecedentes y los problem as a que se les sugiere que deben a su m ir un enfoque firme pero flexible, equi­
se enfrentan, p o r lo que los ponentes an im an a las fam ilias a ab re­ librando el objetivo principal de la sesión -e s decir, asegurarse de
viar sus presentaciones. E sto es algo que llevan a cabo efectuando que abordan todo el m aterial en cuestión- con la elaboración de su

tiiir n ■ i r w r -iinftrmriiiTTr--r------- - ---------------


prim ero, y a m odo de ejemplo, brevem ente su propia presentación, contenido, sirviéndose p ara ello de los ejemplos aportados por los
sin e n tra r en excesivos detalles y esperando que el resto del grupo participantes. De vez en cuando, los ponentes vuelven a tra ta r el con­
siga su ejemplo. tenido de sesiones anteriores p ara m ostrar cómo se pueden aplicar, a
la sesión actual, las habilidades aprendidas entonces.

Estructura de las sesion es Una pausa p a ra «descansar» de cinco m inutos de d uración tiene
lu g ar en la m ayoría de las sesiones p a ra p e rm itir que las fam ilias
Cada sesión se atiene a un form ato específico. En la ap e rtu ra de descansen y se relajen. H a b rá ocasiones en que el grupo no sentirá
cada una de ellas (a excepción de la prim era sesión, que se abre con la necesidad de h a c er u n a pausa, pero la m ayor p a rte de los módu-
las presentaciones personales), los participantes exponen de m anera
concisa cóm o les ha ido d u ran te la sem ana anterior y esbozan los
Cuadro 14.3. Estructura de las sesiones
eventos im portantes que han tenido lugar en su relación con el TLP.
Los ponentes no perm iten que los m iem bros de la fam ilia inviertan • Presentaciones (primera sesión)/comentarios acerca de la semana ante­
en esto dem asiado tiem po porque, de otro modo, no dispondrían de rior (resto de las sesiones)
tiem po suficiente p ara cu b rir el contenido de la sesión. Los ponentes • Resumen de la semana anterior e informe de la práctica de las técnicas
resum en, a continuación, lo que se trató durante la sesión anterior. aprendidas
P ara evaluar si hay algo que deba ser aclarado o revisado, pueden • Preguntas sobre el tema de la semana anterior
solicitar a los m iem bros de las fam ilias que resum an la sesión an te­ • Descripción del tema actual
rio r y, tal vez, que a p o rten ejem plos de las ocasiones, a lo largo de • Entrega de materiales y prácticas relevantes
la sem ana, en que h a n recu rrid o a las técnicas aprendidas durante • Resumen, clausura y sugerencias de prácticas para casa.
598 TRA TAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZAC1ÓN PARA TRA STO RNO S DE LA PERSONALIDAD MENTALIZACIÓN Y FAMILIAS 599

los tienen u n a gran cantidad de co n tenido que c u b rir y, si no hay


un breve receso, a los participantes les re s u lta rá n dem asiado in ten ­
sos. Sin em bargo, los ponentes deben m o strarse firmes en que la • Psicoeducación
pausa sea breve, ya que de lo c o n tra rio no ten d rá n tiempo de te rm i­ • Exploración
n ar el m ódulo. • Role-play
• Hojas de trabajo y ejercicios
Al final de cada sesión, los ponentes resum en el contenido y b rin ­
• Vídeos
dan a las fam ilias la oportunidad de fo rm u la r preguntas y de acla­
• Identificación de las habilidades utilizadas en las sesiones.
ra r cualquier punto que no hayan com prendido. También llevan a
cabo u n breve resum en de lo que se tra ta rá en la siguiente sesión y
anim an a los fam iliares a com pletar las ta re a s p a ra casa correspon­ Role-play
dientes. Si, al finalizar la sesión, hay tiem po de sobra y los ponentes
El role-play se utiliza durante todo el curso. Para llevarlo a cabo,
perciben que las fam ilias no han tenido la o p o rtu n id ad de discutir
las fam ilias se dividen en grupos m ás pequeños y aportan sus propios
la im portancia del contenido para su propia vida, inician un debate
ejemplos de situaciones o conversaciones con el fam iliar aquejado de
m ás general sobre sus experiencias perso n ales y sobre el m odo de
TLP, que les gustaría representar p ara practicar la gestión de la situa­
aplicar, en casa, las técnicas recién ap ren d id as. Sin em bargo, es
ción de m anera diferente. Aunque este es u n m étodo útil para que las
im portante que los ponentes concluyan la sesión a tiempo, teniendo
fam ilias apliquen técnicas a situaciones a las que están acostum bra­
en cuenta que los participantes tienen u n a vida bastante ocupada,
dos, puede resultar difícil y consum ir mucho tiempo que las fam ilias
siendo conscientes de las com plicaciones que experim entan en su
generen sus propios role-plays. También pueden verse tentadas a dis­
hogar y respetando la necesidad ocasional de s a lir tem prano o de
cutir sus experiencias personales, en lugar de involucrarse plenam en­
faltar sin previo aviso a las sesiones.
te en el role-play. Si los ponentes creen que hay u n riesgo de que esto
Al final del cursillo, los ponentes d edican u n periodo a resu m ir ocurra, b rindan a las fam ilias u n ejemplo de escenario p ara que lo
las herram ientas aprendidas en los cinco m ódulos y dejan tiem po a utilicen. Por o tra parte, en lugar de dividir el grupo en grupos m ás
las fam ilias p a ra p lan tear preguntas, h a b la r de las cosas que les pequeños, los presentadores pueden h acer que dos m iem bros de la
h a n resu ltad o especialm ente útiles y a c la ra r cu alq u ier aspecto fam ilia representen el role-play p ara el resto del grupo. Los ponentes
sobre el que alberguen alguna duda. Tam bién se an im a a las fam i­ escuchan con atención cada role-play, an im an a los participantes a
lias a que intercam bien sus datos de contacto, de m anera que p u e ­ utilizar diferentes técnicas y enfoques y, si no tienen éxito la prim era
dan seg u ir ayudándose, aconsejándose y reco rd án d o se el cursillo vez, les brindan la oportunidad de intentar el role-play de nuevo. Si el
los unos a los otros. role-play se lleva a cabo ante todo el grupo, todos los asistentes obser­
van y escuchan, expresan su opinión acerca de cómo creen que ha ido
el role-play y sugieren m aneras alternativas de gestionar la situación.
A ctividades

Cada sesión se ve pu n tu ad a con d istin ta s actividades para m a n ­ E jercicios y hojas de trabajo


tener la im plicación de las fam ilias y a y u d a r a ilu s tra r cómo apli­ E n cada sesión, se entregan a los asistentes planillas de trabajo
car el contenido del cursillo a las interacciones cotidianas (véase el p a ra ayudarles a entender el m aterial y aplicar a su propia vida los
cuadro 14.4). contenidos del cursillo. Las planillas son sencillas y fáciles de com-
MENTALIZACIÓN Y FAMILIAS 601
600 TRATAM IENTO BASADO EN LA M ENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

pletar pero, si las fam ilias requieren alguna aclaración, el m anual Como ya hem os m encionado en el presente capítulo, FACTS no
contiene instrucciones y explica el propósito de cada actividad. Los es solo u n g rupo de apoyo, sin o u n g ru p o de e n tre n am ien to .
ponentes pueden utilizar estas actividades dentro de las sesiones o Teniendo esto en cuenta, los ponentes se aseg u ran de que los ejem ­
sugerirlas com o tare as p ara casa. Si establecen como ta re a para plos personales no son tangenciales, sino que se a d a p ta n p e rfecta­
m ente a las aplicaciones p rá c tic a s de los contenidos. Tam bién
casa una determ inada actividad, se dedica un periodo, al comienzo
tienen que ser conscientes del hecho de que los m iem bros del g ru ­
de la siguiente sesión, p a ra d iscu tir brevem ente lo que las fam ilias
po a fro n ta n u n a am plia g am a de problem as y, en consecuencia,
han aprendido de esa actividad llevándola a cabo en casa.
que sus experiencias no se solapan n ecesariam en te. Por ejemplo,
a lg u n as fam ilias m an tien en discusiones reg u lares con el fam iliar
Vídeos aquejado de TLP que se vuelven agresivas o violentas, m ien tras
Tres de las sesiones tam bién contienen videos opcionales para que, en o tra s fam ilias, el fa m ilia r con TLP es ta n re tra íd o que,
m an ten er centrado el debate e im plicados a los m iem bros de las ra ra vez, in te rac tú a con ellos y, m ucho m enos, se e n zarza en dis­
fam ilias. Estos son m ás eficaces cuando los ponentes presentan el cusiones. Es im p o rta n te que los ponentes tra n q u ilice n a las fam i­
vídeo, explican por qué se utiliza a modo de ilustración y, u n a vez lias diciéndoles que, si bien no disponen de tiem po p a ra d em o strar
que ha sido proyectado, b rin d a n a las fam ilias la o p o rtu n id ad de d ire c ta m en te cóm o un d e te rm in a d o tem a o técn ica es relevante
plan tear preguntas. Las notas p ara los ponentes de FACTS contienen p a ra cada experiencia co n creta, las h abilidades ejem plificadas y
detalles acerca de los clips de vídeo sugeridos. p rac tic a d a s d u ra n te el cu rsillo h a n sido seleccionadas porque se
pueden u tiliz a r en u n a am plia variedad de situaciones. Las fam i­
lias deben ded icar tiem po, entre las sesiones, a p e n s a r en el m odo
D isc u sió n general
de a p licar a su propia vida el contenido del cursillo y cóm o em pe­
La actividad final, y quizá la m ás útil, consiste en ded icar un z a r a u tiliz a r a lg u n as de las técnicas p a ra a b o rd a r los problem as
periodo a que las fam ilias hablen acerca de cóm o aplicar los conteni­ que tienen sus fam iliares con TLP.
dos a las experiencias con su ser querido aquejado de TLP. Los pre­
Las siguientes secciones contienen u n resum en de cada módulo,
sentadores deben juzgar cuándo perm itir que las fam ilias com partan
delineando sus objetivos, role-plays y debates, así com o todos los
eventos recientes y cuándo p erm itir que todos los presentes partici­
problem as o desafíos específicos que pueden surgir.
pen en la discusión acerca del evento. La discusión debe centrarse,
en todo momento, en cóm o los participantes pueden aplicar las habi­
lidades aprendidas en el cursillo p a ra gestionar m ejor el «evento». Si M ódulo 1: Introducción al trastorno lím ite de la personalidad
los ponentes consideran que sería beneficioso dividir el grupo en
grupos de debate m ás pequeños, pueden hacerlo, aunque, al igual El objetivo del m ódulo 1 es b rin d a r a las fam ilias una introduc­
que ocurre con los role-plays, se requiere sensibilidad p a ra evitar ción al program a FACTS y esbozar la historia del TLP, de qué modo
que las fam ilias se absorban ta n to en sus experiencias personales se diagnostica y sus causas potenciales y posibles tratam ientos (véa­
que dejen de hab lar de las habilidades y técnicas pertinentes. Si las se el cu adro 14.5). A lgunas fam ilias ya ten d rá n un cierto conoci­
fam ilias se dividen en grupos m ás pequeños, los m oderadores se ase­ m iento del m a te ria l c u b ie rto en este m ódulo, ya que h ab rán
g uran de que sigan centradas, pidiendo a u n representante de cada consultado libros o páginas web sobre TLP o solicitado inform ación
grupo que inform e de lo que han hablado. a algún profesional de la salud m ental. Sin em bargo, otras pueden
602 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTAUZACIÓN Y FAMILIAS 603

no haber investigado dem asiado al respecto, por lo que es im portan­ Si un p a rtic ip a n te e stá p reo cu p ad o p o r h a b e r sido, en p a rte , ^
te cubrir estos tem as p ara asegurarse de que todas las fam ilias ten­ responsable del TLP de su fam iliar, es im p o rta n te que los ponen- 1
gan algunos conocim ientos básicos sobre el TLP. tes utilicen su s habilidades de validación, tra n q u ilice n a los fam i- j
Existen varias actividades durante esta sesión que pueden ayudar liares diciéndoles que lo h an hecho lo m ejor que h a n podido y les t
a tran sm itir los contenidos. Por m edio del debate, los participantes a n im e n a h a c e r a u n lado sus sen tim ien to s de culpa p a ra p o d er
identifican los principales problem as que tienen con su fam iliar c e n trarse en las habilidades de aprendizaje que a y u d arán a su ser *
aquejado de TLP y deciden cóm o encajarlos en las principales áreas querido. *
problem áticas asociadas a este tipo de trastorno. E sta es una in tro ­ Los ponentes deben m o strarse m uy cautelosos al a b o rd a r la *
ducción útil a los criterios diagnósticos del TLP, que puede ilustrarse relación existente en tre el abuso infan til y el TLP, ya que este tem a
aún m ás con el uso de videoclips y planillas. es m uy sensible p ara m uchas de las fam ilias. Algunos m iem bros de ,
Luego, la sesión cam bia a las posibles causas del TLP, y las fam i­ la fam ilia pueden incluso haber sido acusados, en algún m om ento,
lias com pletan o tra planilla para reflexionar en lo que podría haber de abuso o negligencia por su pareja. Es im portante su b ray ar a las
contribuido al TLP que padece su fam iliar. Si bien buena p a rte de fam ilias que el hecho de que su fa m ilia r padezxa TLP no significa '
esta sesión se utiliza p ara an alizar las posibles causas del TLP, es un que el abuso tuviese lugar necesariam ente y que, cuando los m iem - /
tem a delicado p a ra m uchas fam ilias que, a m enudo, experim entan b ro s de la fam ilia están com prom etidos con la salud m ental de uno f
una intensa culpa de que su ser querido no se haya desarrollado en de sus seres queridos, es m uy poco probable que sean los autores
la edad adulta de la form a en que cabría esperar. de n ingún abuso.

Un miembro de la familia se preguniaba si la relación que había Los m o d era d o re s tien en que s e r ig u alm e n te c u id a d o so s al ^
mantenido con su hija cuando ella era una bebé no fue la adecuada h a b la r de los diferentes tra tam ie n to s d isponibles p a ra p erso n as
para sus necesidades emocionales, y si eso habría podido causarle con TLP. P odrían su rg ir problem as si a lg u n as personas han tenido f
el TLP. El moderador señaló rápidamente que especular acerca de acceso a tra tam ie n to s especializados, m ie n tra s que o tra s no h a n (
eso nunca podría conducir a una conclusión y que, en lugar de tenido esa posibilidad. P ara a fro n ta r esa situación, los ponentes
ofrecer soluciones a los problemas actuales de su hija, era muy
pueden h acer hincapié en que los tra ta m ie n to s no especializados
probable que abocase a la autoculpabilízación.
e stá n dem ostrando ser ta n eficaces com o los tratam ien to s especia- 1
lizados, siem pre y cu an d o se a d m in is tre n cu id ad o sam en te y de (
Cuadro 14*5. Módulo 1: introducción al trastorno límite u n a m an era organizada. Las fam ilias suelen in te rca m b ia r conse- i
déla personalidad jo s sobre tra tam ie n to s y recom iendan libros de autoayuda y pági­
• Bosquejo y presentaciones personales n as web que les han resultado útiles.
• ¿Qué es el TLP? Descripción de sus características Antes de concluir la p rim era sesión, los ponentes a n im a n a las
• Identificación de las características de los seres queridos que conducen fam ilias a considerar sus objetivos p ersonales y lo que les g u sta ría ’
al diagnóstico del TLP o b ten er del curso. E sto p ro p o rcio n a a las fam ilias u n foco p a ra \
• Causas del TLP: neurobiología, desarrollo, entorno sesiones fu tu ra s y sugiere a los p resentadores las á re a s de p a rticu - }
• Mejoría a lo largo del tiempo, subrayando la mejoría natural y la causa­ la r im portancia. ,
da por el tratamiento.
i
{
\

{
604 TRA TA M IEN TO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRA STO RNO S DE LA PERSONALIDAD MENTALIZACIÓN Y FAMILIAS 605

M ódulo 2: M entalización Los miembros de las otras fam ilias se plantearon entonces
cómo podrían percibir la situación desde la perspectiva de la hija.
El objetivo del m ódulo 2 consiste en describir y explicar la m enta­ Tal vez ella sabía, basándose en intercambios anteriores, que a su
lización y dem ostrar a las fam ilias de qué modo puede ayudarles en padre no le gustaba cómo conducía, por lo que ya estaba a la defen­
siva cuando lo recogió. Quizá interpretó su silencio como que no le
sus interacciones con su ser querido con TLP (véase el cuadro 14.6). agradecía que lo hubiese recogido. Algunos participantes sugirie­
H acia el final de la sesión, las fam ilias sabrán cómo reconocer c u a n ­ ron incluso que su conducta era irrelevante y que la hija ya estaba
do ellos o sus parientes no m entalizan y cóm o preservar una actitud de mal humor a causa de algo, ocurrido al principio de ese día, sin
m entalizadora, disponiendo de la oportunidad de p rac tic a rla s técni­ relación alguna con el incidente.
cas de m entalización a través de diferentes ejercicios y role-plays.
Ese tipo de actividad resulta adecuado p a ra m o strar a las fam i­
Hay varias actividades en esta sesión que dem uestran la im portan­ lias que hay num erosas m aneras de in terp retar cualquier situación
cia de la m entalización. Los ponentes m uestran u n a escena de la serie que afronten con su fam iliar, haciendo hincapié en la im portancia
de TV titulada «Todo el m undo quiere a Raymond», en la que dos per­ de la m entalización en tales circu n stan cias y de no confiar en las
sonas perciben el mismo escenario de diferentes m aneras, o bien pro­ suposiciones acerca de las m otivaciones ajenas.
yectan un vídeo sobre la ilusión óptica de u n a bailarina girando, y que En u n m om ento posterior de la sesión, se utiliza un role-play para
algunas personas perciben que gira en el sentido de las agujas del m o strar a los fam iliares la im portancia que tiene, durante los inter­
reloj, m ientras otras perciben que lo hace en sentido contrario. Pero cam bios difíciles, presionar u n «botón de pausa» im aginario. Como
quizá la form a m ás eficaz para las fam ilias de com probar cóm o un ya hem os explicado, las fam ilias pueden generar sus propios ejem­
mismo escenario puede ser percibido de diferentes m aneras consiste plos de situaciones en las que p o d ría ser útil un botón de pausa im a­
en pedir a un m iem bro del grupo que describa un evento que haya ginario, aunque o frecer a las fam ilias u n ejem plo p rep arad o de
sucedido con su ser querido y p ed ir a otros participantes que lleven a antem ano tendrá la m ism a eficacia.
cabo una torm enta de ideas acerca de los diferentes modos en que las
personas im plicadas p odrían haber experim entado esa situación. En u n role-play, dos m iem bros de las fam ilias asum ieron los roles
de u n a hija con TLP y su m adre. La hija acusaba a la m adre de que­
Un miembro de una familia describió que el modo de conducir de re r a su herm ano m ayor m ás que a ella.
su hija a menudo le hacía sentirse nervioso e incómodo, y cómo en
una ocasión reciente, en que ella lo había recogido con el coche, se Hija: M amá, ¿por qué no me quieres igual que a mi herm ano?
sintió tan distraído por su nerviosismo que no entabló ninguna con­ M adre: Os quiero igual a los dos. ¿Qué te lleva a p en sar que te
versación con ella. Su hija, molesta por su silencio, se enfadó mucho
quiero menos?
con él, lo que desembocó en una pelea.
Hija: Haces cosas m ás agradables por él. Le preparas la cena,
le abrazas m ucho...
M adre: Siento oír eso. ¿Hay algo que pueda h acer p a ra que te
• ¿Qué es la mentalización? Definición y discusión después del vídeo sientas de m anera diferente?
• Identificación de la no mentalización
El intercam bio continuó p o r esos derroteros, h asta que finalm en­
• ¿Qué es lo que interfiere en nuestra mentalización y en la de nuestros
te se volvió dem asiado acalorado, y m adre e hija llegaron a un calle­
familiares con TLP?
jó n sin salida. E l m oderador recordó a la m adre que, m ientras se
• Mantener la mentalización y practicar en casa.
esforzaba en resolver la situación, podía utilizar el «botón de pausa».
606 TRATAMIENTO BASADO EN LA M ENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZACIÓN Y FAMILIAS 607

M adre: Lo siento, pero estoy tra ta n d o de averiguar qué h acer al las herram ientas y técnicas que pueden u tilizar p a ra m entalizar en
respecto. Por favor, ¿puedo p e n sar en ello d u ran te un las situaciones que surjan con sus seres queridos. Hay algunas p lan i­
rato? llas que pueden u tilizar en casa p ara asegurarse de que h a n com ­
Hija: De acuerdo, hablarem os luego. prendido el contenido del módulo.

Puede utilizarse otro role-play p a ra ayudar a los fam iliares a


identificar los signos de no m entalización, aunque este ejercicio pue­ M ódulo 3: M indfulness y gestión de las em ociones
de ser u n poco m ás difícil, ya que p a ra ello los participantes necesi­
tan saber representar señales no verbales, como expresiones faciales El objetivo del presente m ódulo es m o stra r a los fam iliares el
y lenguaje corporal. Si los p articipantes se sienten incóm odos con m odo de procesar y gestionar de m anera adecuada sus em ociones
esto, los m oderadores utilizan la planilla de trabajo titulada «Lectu­ (véase el cuadro 14.7). El uso de las habilidades de m indfulness y la
ra de la mente en los ojos» p ara explicar la im portancia de saber leer gestión de las emociones, enseñadas en este m ódulo, les p erm itirán
e interpretar las señales no verbales. experim entar sus em ociones sin dejar que estas se apoderen de ellos
en las situaciones o interacciones difíciles que su rjan con su fam iliar
Para describir las tram pas m ás com unes de la no m entalización,
aquejado de TLP. Uno de los problem as que los ponentes h a n de tener
los ponentes suelen aludir a sus propias experiencias personales con
en cuenta es que algunos fam iliares tenderán a in te rp re ta r la «ges­
este tipo de dificultades y explicar el m odo de superarlas. En u n b re­
tión de las emociones» en el sentido de «represión de las emociones».
ve debate, los fam iliares tam bién pueden pensar en las ocasiones en
que han caído en las tram pas de la no m entalización y decidir de qué La hija con TLP de un miembro de la familia se había enojado con
modo las superarán en el futuro. un equipo de urgencias porque cometieron un error administrativo
que retrasó su ingreso. A pesar de que el error también había lleva­
Una mujer describió cómo había luchado contra su necesidad de do al padre a enfadarse, él reprimió esa emoción y no expresó, por
vencer en las discusiones con su hijo y que había logrado superar­ si acaso, su frustración a su hija, pero solo consiguió que la situa­
lo aceptando que vencer en las disputas que m antenía con él no ción empeorase. Tras discutir este evento con el grupo, llegó a la
ayudaba a ninguno de ambos a ganar la guerra contra su conflicto conclusión de que la represión de su ira pudo causar más perjuicios
emocional. De hecho, vencer en discusiones triviales, tales como que beneficios, ya que hizo que su hija supusiese que a él no le
conseguir que su hijo ordenase su habitación, terminaba causán­ importaba el problema.
dole tanta irritación que podía dejar de hablarle durante días, y
que eso era tan perjudicial que prefería que su habitación estuvie­ Los ponentes explican que las emociones desem peñan funciones
se desordenada. im portantes y no deben ser tem idas, ya que son fuentes de inform a­
ción acerca de las situaciones e interacciones. El m indfulness es un
Es im portante que los fam iliares sepan que su capacidad de m en- m étodo p a ra gestionar las em ociones y prestarles atención. Muchos
taliz a r m ejora con la práctica y que no siem pre m entalizam os con participantes ya tienen alguna noción sobre las técnicas de m indful­
éxito, sobre todo si no logram os gestionar nuestras emociones. Los ness, que pueden haber sido enseñadas a su ser querido para ayudarle
ponentes les ofrecen algunos consejos concisos sobre lo que deben a controlar y entender las dificultades emocionales asociadas al TLP.
h acer cuando falla la m entalización y aparece un conflicto entre Es posible incluso que algunos m iem bros de la fam ilia hayan recibido
ellos y su fam iliar. Algunas de las técnicas se abordan en m ódulos previam ente entrenam iento en m indfulness, ya que, por ejemplo,
posteriores. Es muy im portante que los fam iliares abandonen la cada vez es m ás frecuente que las em presas entrenen a sus empleados
sesión con una buena com prensión de lo que es la m entalización y en la gestión de las emociones a través de este tipo de técnicas.
608 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZACIÓN Y FAMILIAS 609

Una participante reconoció que, de manera natural, utilizaba la


Cuadro 14.7. Módulo 3: Mindfuíness y gestión de las emociones
acción contraria cuando descubría que se «enfadaba» mientras
• ¿Qué son las emociones? conducía y que siempre sonreía a la persona que la hacía sentir
• Gestión emocional para las familias frustrada, saludándola con la mano. Eso mitigaba su ansiedad.
• El control emocional es imprescindible para una buena mentalización
Los ponentes subrayan a los fam iliares que, si bien la acción con­
• Utilización positiva de las emociones perturbadoras
tra r ia no es siem pre adecuada, especialm ente en situaciones de
• Mindfulness: vídeo y práctica
em ergencia que requieren una intervención inm ediata, es recom en­
• Acciones contrarias para gestionar las emociones perturbadoras.
dable p ara m antener la calm a en determ inadas circunstancias.
Después de aprender acerca de las aplicaciones del m indfulness,
Se pide a los fam iliares que co m p artan sus experiencias con el se brinda a las fam ilias la oportu n id ad de ponerlo en práctica. Los
m indfulness y las form as en que les ha sido útil. A algunos partici­ ponentes dirigen este ejercicio o bien utilizan un vídeo o una graba­
pantes les resulta, de entrada, difícil o incóm odo practicar la aten­ ción que guía a los fam iliares durante el ejercicio de m indfulness. Se
ción. Hay veces en que sus reservas se deben a que el m indfulness an im a a los participantes a p ra c tic a r el m indfulness, d u ran te la
tiene su origen en una práctica budista. Es im portante subrayar que, sem ana siguiente, en diferentes escenarios porque, cuanto m ás lo
si bien eso es cierto, los ejercicios de m indfulness que utilizam os no practiquen, m ejor po d rán aplicarlo durante las interacciones difíci­
están relacionados con religión alguna, sino que tan solo son herra­ les con sus parientes.
m ientas que pueden ayudarnos a procesar y responder m ejor a las
experiencias emocionales.
Las fam ilias practican la generación de m indfulness utilizando M ódulo 4: H abilidades de validación
circunstancias que hayan experim entado. Tanto en los debates como
El objetivo de este m ódulo es enseñar a los participantes cuál es el
en los role-plays, tienen oportu n id ad de ex am in ar y etiquetar las
propósito de la validación, cuándo validar y cómo hacerlo con habili­
emociones que se producen en una situación específica.
dad y eficacia (véase el cuadro 14.8). Algunas familias ya e starán utili­
Una participante señaló que su hija le solía comunicar cuándo se zando la validación, por lo que los ponentes deben asegurarse de que
hacía cortes a sí misma. Las emociones que experimentaba al reci­ lo hacen de la m anera correcta y en los contextos apropiados.
bir esta información incluían el resentimiento y la frustración, pero Los fam iliares necesitan la validación de los ponentes del p ro g ra­
con el fin de participar en la situación de manera eficaz, reconocía
m a porque solo po d rán aprender a validar a los dem ás cuando sien­
estas emociones, al tiempo que trataba de mantener una apariencia
exterior de calma, haciéndole preguntas a su hija sobre qué podía ta n la validación y la em patia hacia ellos m ism os (incluyendo las
hacer para ayudarla. preocupaciones que experim entan por el hecho de que sus seres que­
ridos padezcan TLP). La validación les ayuda a alejarse de la auto-
En la discusión posterior, las fam ilias regresan a estas experien­ culpabilización y les perm ite trab ajar en la búsqueda de soluciones.
cias y consideran si p o d rían h a b e r usado o tra s técnicas conocidas Sugerir que, antes de validarse a sí m ism os, los fam iliares validen a
p a ra m o d e ra r las em ociones ex trem as y p e rtu rb a d o ra s. U na de su ser querido aquejado TLP, puede ser u n a experiencia an uladora y
tales técnicas es la acción contraria. En el ejem plo que acabam os carente de em patia. Dicho con o tras palabras, podría hacerles sentir
de m encionar, la m adre se obligaba a sí m ism a a com portarse con culpables, inquietos e incóm odos consigo m ism os y con el resto del
su hija de m a n e ra tran q u ila y am able, a p e sar de sentirse fru stra d a grupo. La esperanza es que, al principio de las reuniones, los fam i­
y enojada con ella. liares se sientan validados (ver descripción del módulo 1).
610 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZACIÓN Y FAMILIAS 611

alguna interacción con su ser querido, que haya ido a peor, analizan­
Cuadro 14.8. Módulo 4: Habilidades de validación
do cóm o u n a postura m ás validadora podría haber sido de mayor
• Entender la empatia y la validación ayuda. También se puede utilizar el role-play p ara b rin d a r a los p a r­
• Reconocer la importancia de utilizar la validación en las interacciones
ticipantes la oportunidad de practicar, en el fragor del m om ento, la
cotidianas
form ulación de declaraciones validadoras. Los ponentes escuchan
• Validación de las familias durante la sesión
atentam ente los intentos de validación por p arte de los fam iliares, es
• Discusión de ejemplos en los que la validación haya mitigado el conflic­
decir, si tuvieron éxito o no y les ofrecen un feedback constructivo.
to e incrementado la interacción constructiva.

D urante un role-play, un ponente asum ió el papel de u n a hija que


Es im portante que los ponentes sean claros con los fam iliares no quería ver a sus am igos porque pensaba que su vestido la hacía
sobre el m odo de validar correctam ente, lo cual requiere expresar parecer fea. Uno de los participantes asum ió el papel de m adre.
em patia sin aceptar o reafirm ar las conductas perjudiciales o ina­
Hija: Este evento social m e pone m uy nerviosa. No quiero asis­
propiadas. Algunos participantes m anifiestan su preocupación de
tir.
que la validación de las experiencias de sus fam iliares pueda a n i­
Madre: ¿Por qué estás tan nerviosa?
m arles a seguir incurriendo en conductas autodestructivas. Sin
Mija: Este vestido es horrible. Parezco m uy fea.
em bargo, el intento de validación debe a b o rd ar específicam ente la
Madre: ¡Pero si se te ve maravillosa!
experiencia emocional del fam iliar y no su conducta. Por ejemplo,
Hija: No. Olvídalo. No me entiendes. No voy a ir.
decir «Entiendo que te sientas ansioso» podría ser una m anera eficaz
de tra n sm itir em patia y de validar la experiencia de la otra persona, Al ab o rd a r la utilización de la validación en este role-play, los
lo cual no equivale a decir «Creo que es aceptable que bebas en exce­ fam iliares concluyeron que la razón de que el intento de validación
so, ya que estás ansioso». Los fam iliares deben aprender a validar a («¡Se te ve maravillosa!») no hubiese tenido éxito era que, en lugar de
sus seres queridos sin alentar conductas que vayan en detrim ento de validar la experiencia em ocional de su apariencia y la ansiedad que
su propio bienestar y el de los demás. También es im portante que los le generaba el hecho de acu d ir a la fiesta, se centraba en el aspecto
m iem bros del grupo sean realistas acerca de lo que pueden lograr actual de la hija. Un m ejor enfoque hab ría sido validar su nerviosis­
con la validación. Aunque se pueden desactivar eficazmente algunas mo («Sí, a m í tam bién m e ponen nerviosa los eventos sociales que
situaciones, es posible que se req u ieran m uchas repeticiones de la exigen cierta etiqueta. Todos quieren lucir lo m ejor posible y es muy
validación p a ra conseguirlo, Igualm ente, la validación p o d ría no difícil estar segura») o incluso validar su experiencia de sentirse fea
m ejorar en absoluto las situaciones extrem as, aunque se puede ani­ («Es norm al que, antes de un gran evento, tu apariencia te genere
m ar a las fam ilias, en cualquier caso, diciéndoles que, por lo menos, ansiedad. ¿Hay algún vestido que te haga sen tir m ás a gusto?»). Si
es bastante im probable que la validación em peore la situación. el role-play no se lleva a cabo c o rre c ta m e n te la p rim e ra vez, los
Los role-plays y otras actividades b rin d a n la oportunidad a los fam iliares tienen la o p o rtu n id a d de p ro b ar de nuevo utilizan d o el
m iem bros de la fam ilia de p racticar sus habilidades de validación. feedback de los ponentes o de otros participantes. Los ponentes tra n ­
Teniendo en cuenta un escenario hipotético, los fam iliares hablan en quilizan a los fam iliares diciéndoles que, si bien la validación no será
pequeños grupos de cómo p odrían u tilizar la validación p ara evitar fácil al principio, pueden seguir practicándola com o tare a p ara casa
una discusión y m antener en calm a la situación. Pueden exponer y que disponen de una hoja de trabajo que les ayudará a ello.
612 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD M E N T A L IZ A C IÓ N Y F A M IL IA S 613

M ódulo 5: R esolución d e p ro b le m a s o tra persona nos sugiere que lo in terpreta como una crítica, enton­
ces, n u estra siguiente respuesta ha de tener eso en cuenta p a ra que
El objetivo del últim o m ódulo es enseñar a las fam ilias cómo resol­
se establezca un proceso de reflexión recíproca. La distinción entre
ver los problem as que les plantea su ser querido aquejado de TLP, uti­
com entario y crítica o elogio es, en ocasiones, sutil y difícil de detec­
lizando una actitud tranquila y lógica y un procedim iento básico,
tar. E n ese sentido, se ayuda a los fam iliares a que los distin g an y
form ado por cuatro pasos, que pueden aplicar a cualquier problem a
ap ren d an a m odificar sus declaraciones p a ra que suenen m ás a
(véase el cuadro 14.9). Al final de este módulo, los fam iliares son capa­
com entario que a crítica. Tam bién aprenden que la diferencia entre
ces de reconocer si están o no en el estado m ental correcto p ara
com entario, elogio y crítica depende, en cierta m edida, de la otra
afro n tar el problem a, com prender la diferencia entre elogios, críticas
persona. Algunos participantes perciben que, aun cuando solo p re ­
y com entarios, y saber cóm o u tilizar el procedim iento de cuatro
tendan hacer un com entario a su ser querido, este será m al in terp re­
pasos p ara resolver los problem as que surjan con su ser querido.
tado como una crítica. Otros incluso perciben que los elogios tam bién
pueden ser fácilm ente m al interpretados como críticas. Un m iem bro
• Cuadro 14.9. Módulo 5‘^ esolución de problemas de u n a fam ilia citó u n intercam bio que había m antenido con su hija:
«¡Hoy estás muy guapa!» «¿Estás diciéndom e que no estoy guapa los
• Descripción general de la resolución de problemas y de los cuatro pasos
otros días?» Incluso así, es im portante que los m iem bros de las fam i­
básicos
lias entiendan que, a p esar de que el elogio o el com entario puedan
- Definir el problema
d a r lugar a discusiones, son m ucho m enos propensos a c a u sa r p ro ­
- Generar soluciones potenciales
- Seleccionar y planificar una solución blem as que las críticas y, por tanto, son preferibles.
- Implementar y monitorizar la solución Una mujer llegó a casa después del trabajo y descubrió que los pla­
• Diferenciación entre elogio, crítica y comentario tos seguían sin lavar. Aunque eso le resultó frustrante, se las arregló
• Practicar con ejemplos, utilizando las habilidades aprendidas en los para no criticar a su hijo por ser tan desordenado y, en su lugar, le
módulos anteriores dijo: «Sería de gran ayuda para mí si lavases los platos antes de que
• Sumario final y recapitulación. llegue a su casa». Su hijo se disculpó y se mostró de acuerdo. La
m adre entendió que el resultado ciertamente no habría sido tan
positivo si se hubiese limitado a criticarlo.
Se entrega a los participantes u n a planilla en la que se les pide
que reflexionen en la diferencia existente entre elogio, crítica y Cuando enseñan a los fam iliares el m odo de resolver los proble­
com entario, y cóm o cada uno de ellos da lugar a diferentes em ocio­ m as utilizando el procedim iento de cuatro pasos, los ponentes ta m ­
nes y respuestas. Trabajar para percibir estas diferencias y su puesta bién les recuerdan las habilidades aprendidas durante el cursillo y les
en práctica es un proceso altam ente m entalizador y, p o r su parte, m uestran cómo p odrían resultarles útiles en el proceso de resolución
saber distinguirlas en nuestra vida cotidiana requiere la capacidad de problem as. Por ejemplo, los fam iliares pueden utilizar sus habili­
de m entalizar tan to a o tras p ersonas com o a uno m ism o. P restar dades de m indfulness p ara identificar en qué m om ento sus em ocio­
atención a si la otra persona entiende que la alabam os o la critica­ nes son dem asiado intensas p a ra resolver los problem as y p ara aplicar
mos cuando le estam os dando principalm ente un com entario sin ju i­ las habilidades de gestión, tales com o la acción contraria, p a ra cal­
cio alguno, p o r ejemplo, nos perm ite m odificar nuestra respuesta en m a r la situación h a sta el punto en que pu ed an ab o rd a r con eficacia
consecuencia. Eso es lo que significa m entalizar a la otra persona. Si el problem a. Además, el p rim e r paso de la resolución de problem as
nuestro objetivo es su m in istrar inform ación, pero la respuesta de la (definir el problema) podría beneficiarse de la m entalización con su
614 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

ser querido p a ra encontrar la causa subyacente al problem a. Los


fam iliares tratan de llegar al núcleo del problem a y utilizan como
ayuda u n a planilla, o bien quizá el grupo prefiera rem itirse a los ejem­
plos abordados en sesiones anteriores p ara reflexionar en los proble­
mas que podrían subyacer a una situación concreta.

Refiriéndose de nuevo al role-play representado en el módulo 4, en


el que una hija se sentía nerviosa de asistir a un evento social por­
que le parecía que su vestido no la favorecía, los participantes seña­
Mentalizar el sistema
laron que la verdadera causa de su malestar no tenía nada que ver
con su apariencia, sino que quizá estaba ansiosa porque iba a
encontrarse con una persona en particular o porque, en ese evento,
le resultaría muy difícil socializar.

Solo cuando se llega a la auténtica raíz del problem a, los fam ilia­
res pueden em pezar a elaborar estrategias para resolverlo. Los fam i­
liares tam b ié n p ractican en casa la resolución de problem as,
utilizando para ello la hoja de trabajo correspondiente.
Introducción

La naturaleza interactiva de la m cntalización h a sido uno de los


R eferencias tem as recu rren tes de este libro. La m entalización es u n a actividad
Gunderson, J.G. y Hoffman, RD. (Eds.). (2005). Understandingand Treating su m am en te social, incluso en relació n con uno m ism o, porque
Borderline Personality Disorder. A Guide for Professionals and Families, supone in te rp re ta r la m ente en relación con el m undo que la rodea.
Arlington, VA: American Psychiatric Publishing. En el capítulo 1, hem os m encionado que podem os concebir de
Hoffman, P.D., Fruzzetti, A.E. y Buteau, E. (2007). «Understanding and m anera eficaz los trasto rn o s de la personalidad com o adaptaciones
Engaging Families: An Education, Skills and Support Program for a lo que recibim os de nuestro entorno social, en especial la necesi­
Relatives Impacted by Borderline Personality Disorder», Journal of
dad de hipervigilancia epistém ica. En el presente capítulo, ab orda­
Mental Health, ¡6, págs. 69-82.
Leff, J., Kuipers, L., Berkowitz, R., Eberlein-Vries, R. y Sturgeon, D. (1982). rem os algunos enfoques sistém icos de la m entalización que nos
«A Controlled Trial of Social Intervention in the Families of Schizo- sugieren que intervenir en el entorno social del individuo puede ser
phrenic Patients», British Journal o f Psychiatry, 141, págs. 121-134. relevante en u n contexto clínico. E m pezarem os co n sid eran d o la
Leff, J.P. y Vaughn, C. (1985). Expressed Emotion in Families: Its Significan- im p o rta n c ia del sistem a que rodea el abordaje m en ta íiz ad o r del
ce for Mental Illness, NuevaYork, NY: Guilford Press. terapeuta. En la segunda sección del capítulo, hablarem os de una
National Institute for Health and Clinical Excellence. (2009). Borderline
intervención p ara red u cir la intim idación y la violencia en las escue­
Personality Disorder: Treatment and Management. Clinical Guideline 78,
Londres, UK: National Institute for Health and Clinical Excellence. las com o ejem plo de u n abordaje sistém ico que persigue c re a r un
http://www.nice.org.uk/guidance/cg78/evidence/cg78-borderline-per- entorno m ás m entaíizador.
sonality-disorder-TLP-full-guideline3
Porr, V. (2010). Overcoming Borderline Personality Disorder: A Family Guide
for Healing and Change, Oxford, UK: Oxford University Press.
616 TR A TA M IEN TO BASADO EN LA M ENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZAR EL SISTEMA 617

El siste m a en torno al terapeuta que el tra s to rn o lím ite de la p e rso n a lid a d (TLP) era casi in tr a ta ­
ble; e ste es uno de los fa c to re s que contribuyeron al estigm a que
E l énfasis de esta guía ha recaído, en buena m edida, en el te ra ­
aq uejaba a las p e rso n a s que rec ib ía n un diagnóstico de TLP. Pero,
p e u ta en sí, en la im p o rtan cia de su p o stu ra m entalizadora, en la
en la a c tu a lid a d , d isp o n e m o s de terap ias eficaces p a ra tr a t a r el
necesid ad de m an ten er dicha p o stu ra y en su responsabilidad a la
TLP; se h a n p ro b ad o com o m ín im o nueve m odalidades de tr a ta ­
h o ra de reconocer sus propios lapsos y dificultades de m entaliza-
m ien to en 20 ensayos c o n tro la d o s aleatorios (Stoffers et a l, 2012),
ción. E n el. presente capítulo, abo rd arem o s cóm o la red d en tro de
p o r lo que los pacientes con TLP deben d ejar de c re e r que su c o n ­
la cu al trab aja el terapeuta tam bién desem peña u n papel en el a p o ­
d ició n es r e f r a c ta r ia a l tra ta m ie n to . P o d ría m o s a rg u m e n ta r a
yo a la p ráctica de la MBT. Uno de los puntos en que hem os in sisti­
este re s p e c to que la ra z ó n de la a p a re n te c o n tra d ic c ió n de que
do a lo largo de este libro es el hecho de que todos experim entam os
u n a condición que p a re c ía in tra ta b le p arezca a h o ra m ás sensible
fluctuaciones en nuestra capacidad de m entalización y, en c o n se­
cuencia, todos podemos, n ecesitar apoyo p a ra m antener o restab le­ a la te ra p ia que la m ay o ría de los tra sto rn o s m en tales debem os
c e r la m en ta liz ac ió n a n te las situ acio n es in te rp erso n ale s m ás b u s c a rla en que las acciones no m en talizad o ras de los pacientes
com plejas. Por ese motivo, resu lta crucial, en nuestra opinión, u n con TLP pueden c o n trib u ir a c re a r sistem as sociales no m entali-
zadores que su ste n tan su estado.
equipo de m entalización que apoye al terap eu ta si querem os que
este m antenga una actitu d m en ta liz ad o ra d u ran te su trabajo, el Es el im pacto que tiene la no m entalización en el sistem a social,
cual im plica, necesariam ente, la exposición constante a los m odos y no la persistencia de la no m entalización en sí, el que hace que el
de equivalencia psíquica, sim ulación y teleológico de no m entaliza­ TLP y el tra sto rn o antisocial de la personalidad (TASP) sean unas
ción. En principio, al m enos en lo que respecta a las sesiones indi­ condiciones ta n com plejas, propiciando que el te ra p e u ta ex p eri­
viduales de la MBT, en las que paciente y terapeuta se en cu en tran m ente d em an d as p erm a n en te s sobre su capacidad de m en taliza­
aislados en u n a habitación, au n q u e som etidos a u n a influencia ción. E n n u e stra opinión, si no está apoyado adecuadam ente p o r el
social bidireccional, el terap eu ta se h alla en posición de m ejorar la equipo que le rodea, es poco realista esperar que el terap eu ta m an ­
capacidad del paciente p a ra reflexionar, cu e stio n ar y c e n tra rse tenga, a m edio y largo plazo, u n a p o stu ra m entalizadora eficaz. De
sim ultáneam ente tan to en los dem ás com o en sí m ismo, tan to en el hecho, existen considerables evidencias de que, en su trab ajo con
exterior como en el interior. Sin em bargo, la realidad es que el te ra ­ pacientes aquejados de TLP, a los terapeutas puede resu ltarles muy
peuta p asa a fo rm a r p a rte del sistem a (disfuncional) social del com plicado m antener su equilibrio m ental. Los terap eu tas co n sta­
paciente y, p o r consiguiente, la m entalización no será suficiente ta n que luchan con las respuestas negativas que d a n a sus pacien­
por sí sola; la intervención sistém ica será im perativa p a ra a fro n tar tes y tam b ién p e rc ib en que los pacientes con TLP son m enos
las lim itaciones de la situación. E ste problem a puede ser incluso sensibles y más retraíd o s (Bourke y Grenyer, 2010). Se generan más
más p u n zan te en el contexto de la terapia grupal. Los terap eu tas presiones, ya sea debido a la hostilidad o al aum ento de la depen­
requieren su propio sistem a de relaciones de apoyo, p rin cip alm en ­
dencia (y las fluctuaciones en tre am bas, dado que em ergen diferen­
te por p a rte de otros terap eu tas, p ara a p u n ta la r su cap acid ad de
tes m odos prem entalizadores) o a un contexto de m ayor riesgo de
m entalización y facilitar la confianza epistém ica.
suicidio y autolesiones. D adas las dem andas im plicadas en este tra ­
Una de las c a ra c te rístic a s d efinitorias del tra sto rn o de la p e r­ bajo, nosotros argum entam os que la tare a de apoyar al terapeuta v
sonalidad es la persisten cia, en los pacientes, de los p a tro n e s de el m antenim iento de u n equipo de m entalización (véase el cuadro
disfunción social. De hecho, se ha considerado trad icio n alm en te 15.1) son elem entos críticos en la MBT.
618 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TR A STO R N O S DE LA PERSON A LID AD MENTALIZAR EL SISTEMA 619

Por tanto, no corresponde al supervisor decir al supervisado qué


Cuadro 15.1. El sistema en torno al terapeuta" ^
aspectos del discurso del paciente «ha perdido», porque eso im plica­
Los diferentes estratos de supervisión y apoyo conjunto constituyen uno ría que el supervisor asum e u n a actitud no m entalizadora.
de los componentes esenciales de la práctica del MBT:
La tare a del supervisor consiste en adoptar como punto de p a rti­
1. Supervisión individual: el supervisor trabaja con el supervisado para
d a el punto de vista de la persona supervisada p ara validar esa p e rs­
ayudarle a mantener una postura mentalizadora en el curso de su tra­
pectiva antes de ofrecer u n a alternativa, exactam ente de la m ism a
bajo
m an era que el terapeuta acom ete la recuperación de la m en ta liz a ­
2. Supervisión de equipo:
- Discusión grupal de casos: centrada en técnicas, práctica y conoci­ ción de u n paciente m ediante la validación de la com prensión de
miento, frecuentemente con relación a pacientes específicos este. El terapeuta da cuenta de su experiencia de la m anera m ás fide­
- Intervisión: se propone mejorar la menlalización que los miembros digna posible (lo ideal sería u tilizar grabaciones de las sesiones). El
individuales del equipo tienen de sí mismos y de los demás. supervisor p resta atención a la pérdida de m entalización p o r p a rte
del terapeuta, detiene el relato en ese m om ento y «rebobina» hasta
llegar a los instantes previos a la pérdida de m entalización. Entonces
Su p ervisió n el supervisor solicita m ás detalles acerca de las interacciones entre la
La supervisión se integra en la e stru c tu ra de la MBT. Se espera p areja terapeuta-paciente antes de la pérdida de m entalización, y
que terapeutas y equipos reciban una supervisión y un apoyo ade­ tan to supervisor como supervisado reflexionan en el contexto, iden­
cuados: los buenos sistemas de supervisión son un elemento integral tifican el problem a y consideran un curso de acción alternativo que
de la aplicación de la MBT. También se espera que el supervisor sea pudiese h a b e r evitado que la conversación discurriese p o r un sende­
un m iem bro veterano del equipo de MBT o, alternativam ente, que ro no m entalizador. No se debe invertir dem asiado esfuerzo en espe­
participe en otros program as de MBT. Por ejemplo, si un equipo de c u la r sobre las «causas» de la pérdida de m entalización, en adivinar
MBT realiza de dos grupos, el terapeuta principal de uno de los g ru ­ las supuestas motivaciones del paciente p ara generar un discurso no
pos supervisará al otro grupo y viceversa, llevando consigo las venta­ m entalizador o en preguntarse acerca de la razones del «fracaso» del
jas de la hibridación de ideas. terapeuta a la hora de abordar la brecha en la m entalización. N ingu­
El p rin cip al objetivo de la supervisión en el contexto de la MBT n a de estas estrategias se considera útil p a ra prevenir la próxim a
es ay u d ar al terap eu ta a m antener su actitud m en talizad o ra frente ocasión en que esto p o d ría suceder. Tam bién existen estrategias
a las interrupciones y obstrucciones que se producen en el curso de p aralelas p a ra a b o rd ar el discurso no m entalizador del paciente,
su trabajo. La supervisión de la m entalización tra ta de apoyar la pidiéndole de m anera im plícita que m entalice y reflexione sobre sus
capacidad de m enlalización del terapeuta con relación a un paciente pensam ientos y sentim ientos. Sin em bargo, es m ucho m ejor y más
concreto. Dicho con otras palabras, al igual que, en la MBT en sí, la productivo recapacitar sobre el m odo en que el terapeuta podría evi­
supervisión no consiste tanto en establecer juicios m ás amplios, o en ta r verse arrastrad o a un discurso no m entalizador. Por ejemplo, si se
form ular directrices acerca de la práctica, como en m entalizar cui­ descubre discutiendo una determ inada versión de los hechos ofreci­
dadosam ente la relación. Si hay que efectuar alguna corrección, esta da por el paciente (aunque la actitud del terap eu ta esté justificada
debe basarse en la pérdida de m entalización del supervisado en un desde el punto de vista de la precisión histórica), el supervisor puede
momento específico del tratam iento. El supervisado requiere ayuda m ostrarse comprensivo con la dificultad de verse forzado a aceptar
para recu p erar la m entalización y, u n a vez recuperada, podem os u n relato inexacto hasta el punto de generar ira y propiciar una bre­
suponer que ei proceso seguirá por sí m ism o de form a espontánea. cha en su sim patía hacia el paciente. Entonces puede p reg u n tar con
620 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZAR EL SISTEMA 621

delicadeza si m ostrar un acuerdo implícito con la versión de los even­ p articulares y utilizar el role-play p a ra averiguar el tipo de interven­
tos ofrecida por el paciente hubiese sido u n problem a tan im p o rtan ­ ción m ás adecuado p a ra a fro n tar dichos desafíos. En este tipo de
te, al m enos en lo que resp ecta a m ostrarse com prensivo con las supervisión, tam bién pueden discutirse aspectos teóricos y prácticos
reacciones del paciente a los eventos tal com o son percibidos por de la MBT, con el objetivo de m antener y m ejorar la com prensión y
este. La actitud indagadora es relevante p ara la supervisión, así como el com prom iso de los terapeutas con el modelo y ayudarles a optim i­
p a ra la terapia. El objetivo de la supervisión no es obtener u n a com ­ z a r sus habilidades en la práctica de la MBT.
prensión profunda en el psiquism o del paciente o del terapeuta, sino
La segunda form a de supervisión del equipo recibe el nom bre de
re s ta u ra r la m entalización. La m ejora general de la capacidad de
intervision. El objetivo de la intervisión consiste en m ejorar la m enta­
m entalización tiene su función, pero esto es algo que se percibe
lización de los dem ás y de sí m ism os que tienen los m iem bros del
m ejor en un contexto de equipo, considerándolo p arte del proceso de
equipo. Las cuestiones planteadas en este segundo tipo de supervi­
intervisión (que abordam os m ás adelante en la sección titu lad a
sión suelen ser m ás personales que los debates enfocados en la teoría
«Supervisión del equipo»).
y práctica propios de la prim era form a de supervisión. La intervision,
La e stru c tu ra de la supervisión en la MBT implica revisar conjun­ la cual tra ta de m ejorar la cohesión y los niveles de m entalización del
tam en te a los terapeutas individuales y grupales p ara fom entar la equipo, puede im plicar la discusión de los desacuerdos que o curran
com prensión de las distintas perspectivas. La cantidad de terapeutas en el seno del equipo. El propósito de la intervisión es ayudar a
idónea en un grupo de supervisión sería de cuatro, es decir, dos tera ­ reflexionar en el significado que subyace a estos desacuerdos, es decir,
p eu tas individuales y dos grupales, que trabajen con los m ism os cuáles son los factores que hay detrás de ellos como, por ejemplo, una
pacientes. El role-play constituye una parte fundam ental de la super­
com unicación deficiente, el efecto de los procesos internos de un
visión en la MBT, ya que es u n m odo sum am ente útil de recibir feed-
determ inado paciente, las transferencias no resueltas de u n miembro
back acerca de nuestra propia práctica de la m entalización. En el
del equipo o u n a m ezcla de diferentes factores (como suele ser el
role-play, un terapeuta aporta al grupo el ejemplo de su experiencia
caso). La intervisión, en sum a, intenta a rro jar luz sobre algunos de
reciente con u n paciente al cual no está seguro de cóm o responder
estos procesos y resta u ra r la m entalización con relación a ellos.
mejor. El terapeuta preocupado asum e el papel de paciente, m ientras
que un colega desem peña el papel de terapeuta. Este proceso ayuda
a d eterm in ar de qué m odo diferentes intervenciones pueden contri­ Un eq uipo en to rn o a l trabajador
b u ir a restablecer la m entalización o, por el contrario, a bloquearla. En este punto, nos basam os am pliam ente en las ideas defendidas
por los desarrolladores del tratam iento integrador para adolescentes
S u p e rv isió n del equipo basado en la m entalización (conocido p o r sus siglas en inglés AMBIT)
(Bevington, Fuggle, Fonagy, Target y Asen, 2013). AMBIT es una prác­
La su pervisión del eq uipo es, al igual que las supervisiones
tica desarrollada para proporcionar ayuda a adolescentes con graves,
reg u lares con relación a los casos individuales, uno de los aspectos
complejas y múltiples necesidades. El m odelo AMBIT pone un fuer­
fu n d am e n ta les de la p ráctica de la MBT. E xisten dos fo rm as de
te énfasis en el papel desem peñado p o r el trabajador clave, es decir,
supervisión del equipo que deben ser implem entadas.
el terapeuta principal que adm inistra y supervisa el tratam iento del
La p rim era de ellas consiste en cen trarse en las técnicas de la paciente, y la relación, basada en la m entalización, que el terapeuta
MBT, el conocim iento y la discusión de casos. El equipo puede exa­ forja con el paciente. Sin embargo, según este modelo, la relación de
m in a r a los pacientes que, en ese m om ento, representan desafíos este trabajador clave debe estar sustentada p o r un equipo sensible y
i
622 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZAR EL SISTEMA 623 (
\
solidario. Dado su énfasis en el trabajador clave, el modelo solo puede Una cu ltu ra m entalizadora de equipo puede apoyar y m antener la
aplicarse en el contexto de un equipo AMBIT. La supervisión es una eficacia de la práctica. M entalizar tiene que ver con nuestras relacio­
de las form as en que el trabajo del terapeuta puede verse apoyado por nes y con nuestro estado de ser intrínsecam ente interactivo y comu- {
el equipo; el proceso del equipo se explica en el capítulo 5. Sin em bar­ nicativo; la m anera en que m entalizam os o dejam os de m en talizar í
go, el tratam iento m entalizador solo puede ser llevado con eficacia a constituye una form a de aprendizaje social, en el sentido de que es j
la práctica si está respaldado por un sistem a m entalizador m ás am ­ algo que podem os cam biar y ad ap tar según el clim a social im peran-
plio. Para intentar com prender cóm o puede m entalizar un sistema, te. La colaboración, esencial p a ra la gestión clínica y social de las
nos basam os en las ideas del científico de sistemas Peter Senge, un personas con problem as complejos de salud m ental, se ve facilitada '
pensador fundam ental en el tem a de cómo funcionan las organizacio­ p o r la com prensión de las acciones de los com pañeros de trabajo, así '
nes, de qué modo aprenden y cóm o sus culturas pueden desarrollar­
com o de los pacientes, desde el punto de vista de los estados m enta- «
se, cam biar y progresar (Senge, 1990). El pensam iento sistémico es, les que m otivan sus acciones.
en nuestra opinión, muy congruente con el enfoque de la mentaliza-
ción. El enfoque sistémico describe de qué m odo las organizaciones (
están sustentadas por sus relaciones interactivas e interconectadas M entalizar el sistem a en torno al paciente í
y cuáles las consecuencias de dichas relaciones. Un ejemplo para el
i
terapeuta que trabaja con un paciente aquejado de TLP o TASP sería En el capítulo 1, hemos expuesto nuestras ideas acerca de cómo
la participación de otro servicio -p o r ejemplo, psiquiátrico, social o funcionan los procesos terapéuticos, sugiriendo que las intervencio- ^
m édico- y el im pacto que tiene la intervención instigada por un ser­ nes terapéuticas eficaces pueden subdividirse en tres tipos de cam bio \
vicio en el trabajo del otro. La persona cuya capacidad para m entali­ en el sistem a de comunicación. Recapitulando lo dicho entonces, el ¡
zar se ve cuestionada regularm ente socava la capacidad del sistem a prim er sistem a de comunicación consiste en sum inistrar ai paciente
para funcionar de m anera adecuada. La adopción del modo m ental un modelo para reflexionar en la m ente y com prender su trastorno,
de equivalencia psíquica o el m odo sim ulado en lo que respecta a incluyendo el fomento de habilidades y com petencias para m ejorar su *
la interpretación de las acciones de otros terapeutas o profesionales
adaptabilidad. El proceso de sum inistrar apoyo y una valiosa explica- (
que trabajan con un paciente puede abocar a una rápida desintegra­
ción exige que el terapeuta se com unique de una m anera que consiga {
ción de la red de trabajo y a que se form ulen im putaciones im pro­
que el paciente sienta que sus dificultades h an sido entendidas, lo cual
ductivas. La ausencia de duda o de curiosidad acerca de las acciones
genera, a su vez, la sensación de que se reconocen su sentido del self
puede sustituir a la confianza; albergar una «seguridad» absoluta de
y su capacidad de «agencia». El hecho de sentirse com o un agente es ’
por qué los colegas profesionales actúan de una form a particular o,
una de las claves que perm iten m ejorar la com unicación social, ya 1
igualmente, rendirse m entalm ente en un gesto de incom prensión to­
tal, solo generará conflictos que, sin duda, dificultarán el progreso. que fom enta la aceptación y la adquisición de información, algo que
Por supuesto, incluso un terapeuta cuyo trabajo reciba el m áxim o puede generalizarse m ás allá de la situación actual (o, dicho con otras ¡
apoyo en un equipo MBT no puede esperar m entalizar toda la red de palabras, puede tener u n im pacto a largo plazo sobre la conducta). La
organism os con los que su paciente entrará en contacto. No obstante, prim era fase es un proceso implícito de m entalización rico en señales
la creación de un entorno m entalizador puede hacer que el abordaje ostensivas. Esto posibilita la aparición del segundo sistem a de comu- ^
de equipo a la práctica de la MBT dé lugar a una estructura en la que nicación, en el que aum enta, poco a poco, la confianza epistém ica del f
se vean mitigadas, en parte, las ansiedades y presiones que aparecen paciente, hasta el punto de que recupera su capacidad p a ra m enta- -
al trabajar en el m arco de un sistem a desafiante mayor. lizar y puede em pezar a particip ar en intercam bios sociales abiertos ,
624 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZAR EL SISTEMA 625

-inicialm ente con el terapeuta-, perm itiendo que otra m ente cambie
Cuadro 15.2. Relacionarse con el clima de la escuela:
su mente. El paciente está ahora abierto al cambio y su capacidad de
asunciones, objetivos y anexos
aprender a p a rtir de la información social (en lugar de desechar todo
• Para reducir la violencia en las escuelas, tenemos que aumentar de
conocimiento que no cuadre con sus expectativas) se ve regenerada y
manera sistémica la conciencia del estado mental que subyace a la con­
apoyada en el m arco de la intervención. En nuestra opinión, los be­
ducta
neficios reales que conlleva reaprender a m entalizar de esta m anera
• El conjunto de la comunidad escolar contribuye a la falta de discerni­
solo se cosechan plenam ente en el tercer sistema de comunicación,
miento y las disfunciones relacionadas con el acoso escolar
cuando el paciente es capaz de experim entar y aplicar su aprendizaje
• La colaboración pacífica con los demás requiere priorizar sus estados
social, más allá de su relación con el terapeuta, para crear un círculo subjetivos, poniendo así límites al impulso de controlar violentamente
virtuoso de m ejora de las relaciones interpersonales en sus interaccio­ la conducta de los miembros menos poderosos del grupo.
nes sociales m ás amplias. El aum ento de la confianza epistémica per­
mite al paciente retom ar las situaciones sociales y responder a ellas de
una m anera m ás constructiva, mentalizándose a sí m ism o y a quienes Este énfasis en el papel desem peñado por el entorno social resalta
le rodean y construyendo relaciones más fuertes y solidarias. Sin em ­ el valor de pensar en m odos de conseguir que el clim a social se torne
bargo, este últim o sistema de comunicación, fuera del contexto clíni­ m ás m entalizador. Es obvio que las fam ilias, como se discutió en el
co, depende de que el entorno social del paciente sea suficientemente capítulo 14, son un sistem a social en el cual puede aplicarse el abor­
positivo para aplicar de m anera constructiva una m entalización equi­ daje m entalizador. Pero, adem ás de la fam ilia, las escuelas son otro
librada, es decir, debe ser un entorno en el que estén justificadas la ejemplo evidente de m entalización que puede ser im plem entada de
reducción de la hipervigilancia epistémica y el m antenim iento de la m odo m ás sistémico. C rear un clim a institucional de m entalización
confianza epistémica. en la escuela puede ser u n a form a de activar los tres sistem as de
com unicación que, en nu estra opinión, intervienen en la consecu­
Las im plicaciones de esta form a de concebir este tercer sistem a
ción del cambio terapéutico (véase el cuadro 15.2).
de com unicación es que no podem os esperar que lo que o cu rra den­
tro de una intervención terapéutica sea, por sí solo, suficiente p ara
propiciar una m ejora significativa y d uradera en el estado del pacien­ C o n stru ir u n siste m a so c ia l m á s m entalizador: u n prog ra m a
te. La concepción de los tres sistem as de com unicación implica, por p a ra las escuelas
consiguiente, un reconocim iento de las lim itaciones inherentes a las Él individuo m entalizador em patiza y refleja a los dem ás y a sí
intervenciones clínicas en aquellos casos en que el paciente se enfren­ m ism o, m odula los afectos turbulentos, establece lím ites y tiene un
ta a u n entorno social que no adm ite la m entalización. De hecho, sentido arraigado de su capacidad de agencia. Este m ism o principio
existen circunstancias en las que resulta desadaptativo que el indivi­ puede aplicarse a los grupos sociales. Los sistem as sociales disfun­
duo siga m entalizando de u n a form a totalm ente equilibrada como, cionales causan el colapso de la m entalización y desem bocan en
p o r ejemplo, en entornos sociales caracterizados p o r altos niveles de interacciones sum am ente tensas, reactivas y defensivas, que pueden
agresión o violencia, que requieren que, como estrategia de supervi­ d a r lugar a la violencia. U na escuela en la que la violencia, la agresión
vencia, se priorice u n foco externo y no reflexivo de rápida respuesta y el acoso son la norm a es, p o r definición, un entorno social que tra ­
p a ra controlar a los demás, en contraposición al interés en los esta­ baja p ara im pedir la m entalización, tan to en los m iem bros del perso­
dos afectivos de los otros y de uno mismo. nal com o en los alum nos.
626 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZAR EL SISTEMA 627

El enfoque de la m entalización en las escuelas, que discutirem os 3. Un program a de educación física, derivado de u n a com bina­
seguidam ente, se basa en crear u n entorno pacífico de aprendizaje ción de role-play, relajación y técnicas de autodefensa, que
escolar (CAPSLE, por sus siglas en inglés), un program a diseñado enseñe a los niños habilidades p ara lid iar con la victim ización
para ab o rd a r la violencia y el acoso escolar. El énfasis de CAPSLE, y la indiferencia. Este com ponente del program a ayuda a los
que lo diferencia de otros program as antiacoso concebidos p ara apli­ niños a protegerse a sí m ism os y proteger a otros m ediante el
car en las escuelas, es que se centra en el conjunto de la com unidad uso de estrategias cognitivas y físicas no agresivas. Por ejem ­
escolar y procura crear un clim a de m entalización y u n a dinám ica plo, la representación de los roles de agresor-víctim a-especta­
de grupo capaz de resistir y lim itar la potencia y la extensión de los
d o r b rin d a a los alum nos la o p o rtu n id a d de re p re se n ta r y
actos individuales de violencia o agresión (Twemlow, Fonagy y Sac-
elaborar acciones alternativas a las peleas. Aprender a defen­
co, 2005a, 2005b) (véase el cuadro 15.3). CAPSLE es un program a
derse físicam ente (por ejemplo, cu an d o uno es ag arrad o ,
aplicado p o r los profesores en el conjunto de la escuela, que está for­
em pujado o golpeado), en com binación con los debates en cla­
mado p o r cuatro componentes:
se, enseña el autocontrol personal, así como el respeto y la d is­
1. Una cam paña a favor de un «clima positivo» que promueva los ponibilidad hacia los demás.
debates reflexivos en el aula, dirigidos por asesores, acerca de 4. Las escuelas pueden im plantar uno o dos program as de apoyo:
experiencias pasadas inm ediatas p a ra propiciar un cambio en m ediante m entores pares o m entores adultos. E stas E stas rela­
el lenguaje y el pensam iento de los estudiantes y el personal. ciones ofrecen contención y modelos adicionales p ara ayudar
2. Un plan de gestión del aula, que asista a las habilidades disci­ a los niños a dom inar las habilidades y el lenguaje p a ra afro n ­
plinarias del docente, centrado en com prender y corregir los ta r las luchas de poder. Por ejemplo, los tutores instruyen a los
problem as en su raíz, m ás que en castigar y criticar tan solo niños a a rb itra r juegos, a resolver disputas en el patio de recreo
las conductas evidentes. Por ejemplo, u n problem a de conduc­ y la im portancia de ayudar a los demás.
ta en un solo niño es concebido como un problem a de todos los
alum nos de la clase, quienes, a m enudo sin quererlo, asum en E n un ensayo aleatorio grupal llevado a cabo con 1.345 niños en
los roles de agresores, víctim as o espectadores. Este abordaje nueve escuelas p rim a ria s, en u n a ciudad de los E stados Unidos
reduce la creación de chivos expiatorios, haciendo que sea fu n ­ (Fonagy et al., 2009), se puso de relieve que el p ro g ram a CAPSLE
dam ental la com prensión del significado de la conducta. redujo substancialm cnte las agresiones y m ejoró la conducta en las
aulas. También propició u n a reducción de las experiencias de agre­
Cuadro 15.3. sión y victim ización de los niños. La eficacia del p ro g ram a se hizo
,pacífico* (CAPSLE) evidente en la reducción en el núm ero de niños nom inados p o r sus
r-
com pañeros com o agresores, víctim as o espectadores de agresiones,
• Una aproximación manualizada psicodinámica y sistémica social al
un dato confirm ado p o r la observación en clase, en las escuelas que
acoso escolar
• Asumir que todos los miembros de la comunidad escolar, incluyendo a im plem entaron el CAPSLE, de la reducción de conductas disrupti-
los profesores, desempeñan un papel en la violencia interpersonal vas y distractivas. El program a desarrolla en el conjunto de la escue­
• Mejorar la capacidad de mentalización de todos los miembros de la la una conciencia de la om nipresencia de las luchas de poder y sus
comunidad efectos en la capacidad de los individuos p a ra re p a ra r en el punto de
9 Asumir que una mayor conciencia de los sentimientos de las otras per­ vista de los dem ás. Los hallazgos del estudio sugieren que la m enta­
sonas contrarrestará la tentación de acosar a los demás. lización em pática aum enta en las escuelas que utilizan el program a
628 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZAR EL SISTEMA 629

CAPSLE. Esto concuerda con la perspectiva de que las habilidades de afianzar la capacidad de m entaiización desequilibrada, fluctuante,
em ocionales y cognitivas adquiridas en el m anejo de las luchas inter­ em ergente e incom pleta de los niños y los jóvenes (y los profesores
personales de poder m ejora los aspectos em páticos em ocionales y que reaccionan a ellos), creando un entorno social en el que pueda
cognitivos de la m entaiización y la autoagencia (Baron-Cohen, 2005) ponerse en práctica y reforzarse una m entaiización m ás equilibrada,
y, en consecuencia, reduce la probabilidad de que se re c u rra a las experim entando sus beneficios.
agresiones físicas (Fonagy, 2003). Ilustrarem os n u e stra idea con un caso de estudio (que hem os
CAPSLE se centra en la dinám ica de poder que se produce en la re­ publicado anteriorm ente; Twemlow et al., 2005b).
lación entre agresores, víctim as y espectadores, haciendo hincapié en El niño de este ejemplo, llam ado «Billy», es un niño de g ran esta­
el papel desem peñado, en dicha dinám ica, por los espectadores para tura, de cara redonda y 11 años de edad, conocido p o r su profesora,
restau rar la m entaiización. Gracias a los com ponentes del program a la «señora Jones», por in terru m p ir en clase y tener un largo historial
esbozados anteriorm ente, se capacita a los espectadores a actuar y de problem as de conducta. Cuando interactúa con sus com pañeros,
alentar a m atones, víctimas y otros espectadores a cobrar conciencia tra ta de dom inarlos y p e rtu rb a los juegos con luchas de poder y que­
y alejarse de los roles «patológicos». En un contexto no mentalizador, jas continuas. Su m an era de intim idar le ha hecho im popular entre
el testigo de una lucha de p o d e r-e s decir, el espectador- puede expe­ sus com pañeros, p o r lo que tra ta de fundam entar su estatus social
rim entar sentim ientos sádicos de placer al contem plar el sufrim iento actuando como «guardaespaldas» del líder de la pandilla «más popu­
o las dificultades de otras personas. Esto solo resulta posible cuando lar», algo que no siem pre es bien apreciado p o r el niño afectado,
el testigo se distancia del m undo interior de la otra persona y luego Billy asiste a u na gran escuela de grado m edio (2.000 estudiantes de
es capaz de utilizar a la víctim a para contener a la parte indeseada edades com prendidas entre 11 y 14 años) y de bajos ingresos, en una
(generalm ente asustada) de sí m ismo. El placer y el entusiasm o que ciudad de tam año m ediano en los Estados Unidos. El am biente de la
acostum bran a dem ostrar los grupos de espectadores cuando presen­ escuela es tenso: hay altos niveles de agresión física, incluidos actos
cian peleas o agresiones en las escuelas violentas -hacinándose, por abiertos de violencia, y tanto profesores com o alum nos adm iten sen­
ejemplo, alrededor de las peleas y agitando los rencores que suelen tir m iedo por su seguridad. Los profesores se sienten poco cualifica­
producirse- no im plican un com pleto fracaso de la m entaiización: se dos y faltos de apoyo p a ra tra ta r con el elevado núm ero de niños que
requiere un cierto nivel de em patia para que tenga lugar la identifi­ parecen seriam ente desequilibrados.
cación proyectiva con el dolor de la víctima. Sin em bargo, ese tipo Billy llega tard e a clase u n lunes por la m añ an a, p ropina una
de m entaiización se halla m uy lim itado por el entorno social, de tal p atad a a su pupitre y se sienta gritando «¡Odio los lunes, la escuela
form a que el dolor de la víctim a no está plenam ente representado en es u n a pérdida de tiempo!» Se supone que la clase está poniéndose
tanto que estado m ental en la conciencia del testigo, es decir, aunque al día en su trabajo de lengua inglesa, uno de los tem as que Billy m ás
el testigo reconoce el dolor de la víctim a, es incapaz de sentirlo. No detesta. La señora Jones percibe, basándose en p a rte en experien­
debe sorprendernos, pues, que este tipo de dinám ica se desarrolle cias anteriores, que Billy está planeando p o rtarse m al, cau sar con­
en las escuelas: la m entaiización es, hasta el inicio de la edad adulta flictos y evitar h acer n ingún trabajo. Y, aunque intenta hacerle caso
(o incluso un periodo posterior), una capacidad frágil y se requiere omiso, su conducta disruptiva continúa y la irritación de la señora
la influencia del entorno social p ara afianzarla y asegurarse de que Jones va creciendo rápidam ente, ya que esta es la últim a de m uchas
se puede reflexionar en los estados m entales de los dem ás y de uno experiencias recientes sim ilares con Billy. Cuando la señora Jones le
mism o. La intervención CAPSLE constituye un intento deliberado dice que llam ará a su m adre, Billy se enfada y se vuelve grosero y
630 TRA TAM IENTO BASADO EN LA MENTAL1ZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZAR EL SISTEMA 631

dice que no le im porta en absoluto, puesto que su m adre tam bién Jones tam bién reconoce que la conducta de Billy se ve alim entada
a ñ rm a que la escuela es «estúpida». La fru stració n de la señora parcialm ente por las dificultades que experim enta con sus com pañe­
Jones se ve em peorada por el hecho de que la m adre de Billy tam bién ros y p o r su deseo, m al calculado, de granjearse la estim a de estos a
le ha planteado dificultades ya que, ju n to a otros padres, ha realiza­ través de la agresión y la dom inación.
do una ingente cantidad de denuncias agresivas e injustificadas y no
El problem a con la interpretación de la conducta de Billy por
ha hecho ningún intento de p articipar en conversaciones acerca de
parte de la señora Jones es que está basada en el supuesto de que, al
cómo m ejorar la conducta de Billy. La m adre de Billy se ha m ostra­
igual que ella, Billy es un m entalizador m edianam ente com petente.
do tan hostil hacia la escuela, y hacia la señora Jones en particular,
Como tal, hace suposiciones acerca de los pensam ientos y senti­
que todas sus com unicaciones se hacen ah o ra a través del director
m ientos que im pulsan las acciones de Billy, es decir, que este actúa
de la escuela. La señora Jones se ha sentido poco apoyada y fru stra ­
a un nivel racional en su intento de eludir el trabajo. Pero, si bien
da por el m odo en que la adm inistración escolar trata a Billy y a su
algunas de las conclusiones de la señora Jones no están desencam i­
m adre, ya que en su opinión les perm ite a am bos in cu rrir en una
nadas -y, ciertam ente, parece capaz de predecir lo que va a hacer
conducta destructiva y perjudicial.
Billy (es decir, causar m ás caos)-, no puede m entalizarlo com pleta­
Cada vez que la señora Jones interviene p ara tra ta r de aplacar las m ente, por la com presible razón de que está m uy estresada en sus
rabietas de Billy, la conducta de este em peora. Ella empieza pidién­ interacciones con él, sobre todo cuando tiene que responderle y res­
dole que se siente y perm anezca en silencio p ara que el resto de los ponsabilizarse, al m ism o tiem po, de todos ¡os alum nos de la clase.
alum nos pueda hacer su trabajo sin distracciones. Y, cada vez con El resultado de todo ello es que su pensam iento se ha vuelto inflexi­
mayor énfasis, le dice: «¡Deja de hacer ruido!»", pero es en vano. ble. Aunque está segura de que la exclam ación de Billy «¡Odio los
Entonces le grita: «Billy, SIM PLEM EN TE SIÉNTATE! ¡AHORA! lunes!» nace de su deseo de crear problem as, m otivado p o r el inten­
¡HABLO EN SERIO!» Pero, una vez más, esto no surte ningún efec­ to de evitar el trabajo desagradable, no puede saberlo con certeza.
to. La m ala conducta constante que resulta de estas intervenciones La señora Jones no puede saber -y, de hecho, no sa b e- que, antes de
provoca u n a agitación perm anente en el aula, dejando al resto de los salir de casa esa m añana, la m adre de Billy le había gritado que se
alum nos desatendidos durante periodos considerables. Por últim o, fuese a la escuela y la dejara sola, añadiendo adem ás que deseaba
la señora Jones no tiene m ás rem edio que enviar a Billy al director. que «no hubiese nacido». La conducta agresiva y provocadora de
Lo que o c u rre entonces es que Billy p erm an ece «custodiado», de Billy, im pulsada p o r su excitación em ocional, y la ansiedad que esto
m anera un tanto inútil, en la oficina del d irector durante el resto de generaba en la señora Jones en relación con sus responsabilidades
esa clase y, a continuación, es enviado de nuevo a la siguiente clase. p ara con los otros alum nos de la clase, le im pedían explorar posi­
Desde la perspectiva de la señora Jones, Billy es intim idador y m an i­ bles intenciones alternativas d etrás de la conducta de Billy. No se le
pulador, capaz de «jugar con el sistema», consiguiendo que su m adre ocurrió preguntarle qué le sucedía, sino que su reacción se limitó
e incluso el director lo libren siem pre del castigo y, com o consecuen­ a inhibir la m entalización, sim plificar las cosas y a su m ir de inm e­
cia, se le perm ite que siga alterando al resto de la clase y socave la diato que el pasado se repetía. «Ya está aquí de nuevo», se dijo sin
profesionalidad de la señora Jones. Pero tam bién entiende que Billy plantearse n ad a m ás. Billy, p o r su parte, solo proporciona débiles
tiene problem as sociales y, en cierto sentido, no lo culpa, sino que señales acerca de la naturaleza de la confusión que experim enta y,
siente que el problem a reside en la m adre, quien transm ite a su hijo cuando ella le am enaza con decírselo a su m adre, m anifiesta poca
una actitud am enazadora y destructiva ante la autoridad. La señora preocupación aparente.
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r 632 TRA TAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
MENTALIZAR EL SISTEMA 633

(
Sin embargo, la ansiedad de la señora Jones, que socava su capa­ m alévola. Por su p arte, la señora Jones, al sentirse desatendida,
í
cidad para visualizar los estados m entales, no se lim ita a la interac­ aum enta de form a n atu ral su deseo de controlarlo, volviéndose cada
( vez m ás física o teleológica en sus intentos de controlar la conducta
ción con Billy. Su fracaso a la h o ra de ten er en cuenta relatos
( alternativos p ara explicar la conducta de Billy puede esta r relaciona­ de Billy. El resultado de todo ello es que le im porta cada vez menos
( do con la am enaza que experim enta con relación a la m adre de Billy lo que piensa Billy o cóm o se siente y tan solo desea que su cuerpo
y con el resto de los padres que m anipulan de m anera agresiva a los deje de ser un obstáculo p ara su objetivo general de educar y com u­
<
profesores, lo que hace que p en sar en creencias y deseos, en pensa­ nicarse. Si fuese capaz de reflexionar en esta etapa, reconocería que
( su actitud sim plem ente empuja a Billy cada vez m ás en la dirección
m ientos y sentim ientos, le resulte prácticam ente imposible. E n ese
< tipo de situaciones causticas, re p a ra r en la m otivación de alguien de la no m entalización. Así pues, este dram a prosigue en el aula a lo
í que abriga intenciones malévolas hacia ella sería insoportable. Como largo de u n a trayectoria predecible, consistente en enfatizar el con­
resultado, la señora Jones se protege a sí m ism a negándose a tener trol físico en detrim ento de tra ta r de intervenir m odificando los sen­
(
contacto con la m adre de Billy pero, al m ism o tiempo, se priva de la tim ientos y las ideas. Cada p a rte se siente privada de la capacidad de
<
oportu n id ad de reflexionar en la m adre y en lo que supone p a ra un p en sar y am bos reaccionan privando al otro de su capacidad para
( hacerlo, hasta que queda poco salvo la relación de poder que, por lo
niño de 11 años de edad verse som etido a sus arrebatos de furia. A
( diferencia de la señora Jones, Billy no tiene la oportunidad de dirigir general, se conoce com o acoso escolar.
( las com unicaciones con su m adre a través del director. Tal vez al En cuanto a Billy, en tanto que agente cuya racionalidad se ve lim i­
( com ienzo de la clase, cuando causó el altercado, aún sentía el im pac­ tad a por su em pobrecida capacidad de m entalizar, sobre todo en los
to del ataque virulento de su m adre y no era plenam ente consciente m om entos en que experim enta m alestar o ansiedad, sería de gran
(
de la repercusión que su conducta tenía en los demás, sino que sim ­ ayuda que tuviésemos una apreciación diferente, no solo de su con­
( plem ente intentaba sentirse mejor, y no, com o supuso la señora ducta actual, sino tam bién de su historia. El padre de Billy está ausen­
( Jones, crear u n trastorno p ara disim ular su falta de disposición para te y, por lo tanto, no puede protegerlo de su m adre, pero tam poco
( el trabajo escolar. Al contrario de lo que supone la señora Jones, lejos puede ayudar a Billy a ver su situación desde u n punto de vista alter­
de m anipular la conducta de sus com pañeros creándoles distraccio­ nativo. La presencia de otro adulto, e incluso de u n a persona más
<
nes, de hecho, la reducida capacidad de m entalización de Billy hace m adura (como u n herm ano mayor), podría ayudar al niño a pensar
( que no pueda ver con claridad sus m entes, com o tam poco anticipar en su relación con uno de sus progenitores cuando esa relación le
( su conducta basándose en sus estados m entales, sino, por el contra­ resulta abrum adora. Billy no tiene ni herm anos m ayores ni cuenta
( rio, únicam ente sobre la base de sus conductas concretas. con la presencia de u n padre que desempeñe ese papel. De hecho, nin­
( No es de extrañar, pues, que la interacción de la señora Jones con guna de las figuras adultas que le rodean le ayuda con el terror que, a
Billy no tuviera éxito. El tipo de autorregulación que ella le exigía veces, le hace sentir su m adre. H asta el director parece tener miedo a
(
estaba, en ese momento, sim plem ente fuera de su alcance. Él experi­ la m adre de Billy, com o tam bién la señora Jones, y de ese m odo nin ­
( guna de estas personas bien intencionadas reconoce que su actitud
m enta el reproche com o un asalto procedente de o tra m ente hostil,
( lo que sim plem ente confirm a su necesidad de desconectarse, hacer condescendiente con la m adre exagera aún m ás el m iedo que le tiene
[ ruido, interru m p ir y protegerse de lo que es un dolor insoportable. Billy. Ellos no piensan a ese respecto, no porque sean personas irre ­
Incapaz de tolerar las cogniciones hostiles que le conciernen, Billy se flexivas, sino al parecer porque tienen u n a dificultad específica para
(
c ie rra a la totalidad de la p ersona cuya m ente experim enta com o m entalizar los pensam ientos y sentim ientos relacionados con Billy.
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634 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRA STO RNO S DE LA PERSONALIDAD MENTALIZAR EL SISTEMA 635

Billy carece de la capacidad de sintonizar con sus com pañeros y, zos. Sin embargo, si asum im os u n a visión m ás amplia, podem os ver
a menudo, reacciona a ellos de m aneras que les resultan perturbado­ que no se tra ta tan solo de Billy, sino de que todos los que interac­
ras. De vez en cuando, parece hiperansioso por complacerlos. Luego, tú a n con él tienen dificultades p ara tener en cuenta sus pensam ien­
puede hacer varias veces las cosas mal, convirtiéndose en objeto de tos y sentim ientos. Billy puede ser el origen de los problem as, pero la
burla. Él tra ta de defenderse inadecuadam ente de ese estado crean­ señora Jones, norm alm ente u n a persona sensible y solidaria, se des­
do una posición para sí m ism o a través de la coacción y, en ocasio­ cubre a sí m ism a reaccionando a Billy con gritos e intim idaciones.
nes, la crueldad. Nadie se percata de que estas m uestras de crueldad Sus reacciones, a su vez, paralizan a los otros niños h asta un punto
están casi invariablem ente ligadas a m om entos en los que se siente en el que hay poca expectativa p o r p arte de nadie de que p en sar en
profundam ente hum illado por quienes le rodean. Y no se dan cuenta lo que está ocurriendo p o d ría ser m ás fructífero que lim itarse a
porque el tipo de estrategias físicas y teleológicas que utiliza Billy im poner m edidas físicas.
p ara controlar las m entes de quienes le rodean excluyen, precisa­ El procedim iento a seguir, en el m arco de nuestro p rogram a,
mente, la posibilidad de la m entalización. Billy ha creado un sistem a hubiera sido que la señora Jones detuviese la clase inm ediatam ente
en torno suyo que, en lugar del razonam iento, ta n solo responde, después de que Billy em pezase a crear alboroto, y generar u n poco de
cada vez m ás, a las am enazas físicas. A diferencia de la m ayoría de espacio p ara reflexionar en lo que estaba ocurriendo. En otras p ala­
los otros chicos, no es capaz de obviar la crítica social, que experi­ bras, debería haber reconocido que estaba experim entando u n a ta ­
m enta como un intento directo de destruirlo. Aunque la señora Jones que a su propia m entalización, p a ra in te n ta r restablecer su propia
vincula sus propias dificultades con Billy con sus experiencias an te­ capacidad de m entalización controlada y cognitiva y, en ese proceso,
riores de vergüenza y hum illación, ha perdido de vista cuán devasta­ aprovechar la capacidad de m entalización colectiva de la clase p ara
dora es la hum illación para este niño de 11 años con sus habilidades generar un entorno que pudiese m itigar el arousal de Billy.
de m entalización gravem ente desequilibradas.
Podemos argum entar tam bién que sería m ucho m ás realista espe­
Para ayudar a Billy -y a la señora Jones a tra tar con é l- sería poco ra r que la señora. Jones llevase a cabo una intervención de este tipo si
práctico intentar explicar los patrones de com unicación complejos sintiese que este enfoque era apoyado y com prendido por sus colegas
que hemos esbozado arriba. La señora Jones está dem asiado ocupa­ y p o r la dirección. La relación caótica entre la m adre de Billy y las
da, teniendo que hacer frente a toda una clase. ¿Podría entonces Billy autoridades escolares es sintom ática de un sistem a social que no fu n ­
beneficiarse de la terapia individual? La experiencia nos dem uestra ciona. En efecto, el director oscila entre ser, de hecho, u n a víctim a de
que los chicos com o Billy responden pobrem ente a ese tipo de esfuer­ Billy y su m adre y del abrum ador afecto entre ambos, actuando como
zos, por muy hábiles que estos sean, si no se llevan a cabo sim ultá­ un espectador con relación a la conducta de Billy hacia la señora
neam ente en el contexto de la familia y de las intervenciones sociales. Jones, lo que perm ite que Billy siga dom inándola a ella y a la clase,
Nosotros creem os que, para interrum pir el círculo vicioso en que se para luego, cuando la situación es ya insostenible, volverse hacia Billy
encuentra inm erso un niño como Billy, debe participar el conjunto de u n a m anera punitiva e intim idatoria a causa de su conducta, posi­
de la escuela. Además, dada la sensibilidad de Billy a la humillación, blemente culm inando, en últim a instancia, en la expulsión escolar. El
tal vez lo m ejor fuese que la intervención no le afectase directam ente abordaje basado en la m entalización del sistem a educativo requiere
a él sino, más bien, a toda la clase. que el personal implicado reconozca las dinám icas distorsionadas de
M odificar la conducta de toda u n a clase, en lugar de im poner poder que surgen a consecuencia de los retos de m entalización p re ­
m edidas solo a Billy, puede parecerse a m ata r una m osca a cañona­ sentados por personas com o Billy y su m adre.
636 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZAR EL SISTEMA 637

E n te n d e r los e n to rn o s sociales desde la perspectiva parte de él respondan como agentes intencionales individuales. Dicho
de la m en ta liza ció n de un modo m ás simple, si las comunicaciones dirigidas a m í me hacen
sentir que mis preferencias están siendo tom adas en cuenta y que mi
En u n sistem a social, todos sabemos en quién podemos confiar
estado mental es u n a fuente de interés p a ra la persona que me está
y en quién no. En contraste con la creencia generalizada de que los
hablando, entonces, consideraré que esa comunicación es relevante
niños pequeños son propensos a la credulidad acrítica, la evidencia
p a ra la organización de mi conducta social fu tu ra (es decir, voy a
reciente dem uestra que depositan su confianza de un modo selectivo
«aprender las reglas»), lo que incrementará, a su vez, mis posibilidades
m uy apropiado. Incluso los niños en edad preescolar m onitorizan la
de llegar a ser adecuadam ente consciente de las preferencias de los
fiabilidad del individuo en particular que les está transm itiendo infor­
demás integrantes de mi grupo social. Sus reacciones a mis comunica­
m ación, diferencian entre los informadores basándose en la validez
ciones serán, por su parte, m ás respetuosas, es decir, tom arán en serio
de sus afirmaciones anteriores y se guían por su interpretación de las
e interiorizarán lo que tengo que decir, h arán que m i posición sea per­
m entes de estos p ara evaluar la nueva información procedente de esas cibida y reconocida de m anera adecuada y se dirigirán a mí, en futuras
personas (Koenig y Harris, 2005). Existen razones biológicas de peso comunicaciones, con m ás exactitud, haciéndom e sentir m ás como un
p ara priorizar esta capacidad selectiva de la atención social. Como sujeto agente y, por tanto, m ás sensible a la influencia social.
seres hum anos, form am os parte de un ecosistema m ás amplio que, en
Así pues, ¿cuáles son las características de un sistema social que es
todos sus niveles, se caracteriza por grados diferentes de flexibilidad,
capaz de m entalizar y generar un alto nivel de confianza epistémica?
que a su vez reflejan la capacidad del sistema para responder de m odo
(véase el cuadro 15.4) Ese sistema será relajado y flexible, no estará
apropiado a los desafíos que afronta. Para que los sistemas sociales
«confinado» en un solo punto de vista y perm itirá, al menos de forma
sean estructuras de socialización eficaz -es decir, de apoyo, flexibles y
tem poral, m odificar las convenciones. De ese modo, las interacciones
sensibles a las necesidades de los individuos que los com ponen- tie­
pueden ser lúdicas, con u n hum or que, en lugar de crear daño o distan-
nen que caracterizarse por altos niveles de confianza epistémica. Es la
ciamiento, propiciará la implicación. El grupo resolverá sus problemas
buena com prensión del self por parte del otro (es decir, la m entaliza­
a través de la «negociación» de los puntos de vista de cada uno de sus
ción) la que genera la confianza epistémica con relación a esa persona.
m iem bros. Dicho sistem a valorará que cada m iem bro describa su
Existe un potencial círculo virtuoso relacionado con este proceso experiencia, en lugar de definir la experiencia o intenciones de las otras
que empodera al individuo a través del empoderam iento de su contexto personas. De igual modo, no insistirá en apelar a eventos o fuerzas más
social, el cual a su vez retroalim enta el nivel individual. Como des­ allá del individuo p ara explicar las acciones individuales como si estas
cribim os en el capítulo 1, las com unicaciones sociales que generan sim plem ente «sucediesen», sino que prom overá la «responsabilidad»
confianza epistémica suelen ser señales ostensivas m arcadas por el personal por la propia conducta. Q uizá como consecuencia de todo
reconocim iento del oyente com o agente intencional; el uso de tales ello, dicho sistema m uestre una curiosidad infinita por las perspectivas
señales ostensivas increm enta, a su vez, la probabilidad de que las de los demás, y la gente esperará que sus propios puntos de vista se
com unicaciones posteriores del hablante se vean codificadas como vean ampliados por los de otras personas. Las fortalezas relaciónales
relevantes y generalizables y se retengan en la m em oria sem ántica o en u n sistem a social m entalizador incluyen curiosidad, sana incerti­
procesal de los oyentes como algo influyente, es decir, im portante para dum bre, contemplación y reflexión, asunción de perspectiva, perdón,
ellos (Csibra y Gergely, 2009). El perfeccionamiento de dicha capacidad conciencia del im pacto y actitudes no paranoides. Por su parte, los
de respuesta promueve, de m anera natural, la flexibilidad general del valores y actitudes generales que se requieren p a ra promover la con­
sistem a y aum enta la probabilidad de que los individuos que form an fianza epistémica son provisionalidad, hum ildad (moderación), alegría
638 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZAR EL SISTEMA 639

• Relajado y flexible, no está «confinado» en un punto de vista


• Puede ser lúdico, con un humor que no hiere ni distrae, sino que propi­
cia la implicación
• Capaz de resolver problemas a través de la «negociación» entre las pers­
pectivas de los otros y las propias
• Aboga por que cada uno describa su experiencia, en lugar de definir la
experiencia o las intenciones ajenas
• Promueve la «responsabilidad» individual por la propia conducta y no
el sentido de que es algo que «sucede»
• Muestra curiosidad acerca de las perspectivas de las otras personas, y
espera que el punto de vista propio se vea ampliado por las opiniones
ajenas.
Figura 15.1. Niveles de conexión dentro del ecosistema humano
y humor, flexibilidad y «negociación», así como responsabilidad y ren­ que se promueven y favorecen entre sí.
dición de cuentas individuales.
* Los niveles del sistema pueden ser considerados como (a) microsistemas: inte­
En el núcleo de nuestro m odelo social se ubica el carácter inter­ racciones entre los niños y otras personas de su entorno inmediato; (b) meso-
cambiable del grupo y el individuo. Los diferentes niveles del sistema sistemas: interacciones entre diversos microsistemas (por ejemplo, entre la
ecológico hum ano (Bronfenbrenner, 1979) (ver figura 15.1) son sim ila­ familia del niño y la escuela, o entre los compañeros del niño y su familia); (c)
exosistemas: implican a las instituciones en las que el niño no participa direc­
res con relación a la cualidad de la confianza epistémica. La mentali- tamente, pero que tienen una influencia indirecta en él; y (d) macrosistemas:
zación se ve desarrollada y sostenida por el sistem a social en que tienen que ver con la interacción de los niños con las creencias, valores, expec­
tativas y estilo de vida de su entorno cultural.
vivimos (ver cuadro 15.5). Los sistem as sociales compasivos (es decir,
que se preocupan por sus miembros) tienen efectos físicos (por ejem­
plo, a nivel de neuropéptidos como la oxitocina) y fenomenológicos
(por ejemplo, sentir que «se nos tiene presentes») que promueven la . Cuadro 15.5. Sistemas socialesmgntalizacfpres ’yínó mentalizadores.' J
precisión tanto en la conciencia del estado m ental de los dem ás como
en la conciencia de uno mismo. En cambio, los sistem as sociales que • La mentalización es desarrollada y sustentada por el sistema social en
no respetan la agencia y la subjetividad hum ana (por ejemplo, los que que vivimos
• Los sistemas sociales compasivos (que cuidan de nosotros) tienen efec­
no prestan ninguna atención a cómo puede sentirse una persona en
tos físicos (oxitocina) y psicológicos (sentir que «se nos tiene en cuen­
respuesta a una determ inada acción) reproducen un entorno evoluti­
ta»), que promueven tanto la conciencia del estado mental de los demás
vo que encubre la necesidad de autosuficiencia (despreciando la sub­
jetividad) y cierra la atención social a la comunicación con los demás. como la autoconciencia
• Los sistemas sociales que no respetan la subjetividad humana (o cómo
Esto lo convierte en u n sistem a rígido e insensible, en el que los indi­
es probable que se sienta una persona) reproducen un ambiente evoluti­
viduos están predispuestos a considerar que la com unicación no es
vo que encubre la autosuficiencia (desprecian la subjetividad) y crean
generalizable o relevante p a ra ellos, m ás allá del contexto de una
un entorno propicio para el acoso.
situación particular.
640 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZAR EL SISTEMA 641

Hemos revisado las características de los sistem as sociales im bui­


Cuadro 15.6. Sistemas sociales desorganizados no mentalizadores^
dos de m entalización y su capacidad p a ra generar un am biente de
confianza. Entonces, ¿qué podem os esperar de los entornos sociales • Los sistemas sociales que generan miedo e hiperactivan el apego pue­
que no están saturados de m entalización y, en general, del sentido de den destruir las capacidades cognitivas de orden superior y forzar al
confianza epistém ica que se desprende de ella? sistema a retornar a modos prementalizadores de pensamiento social
• Tales sistemas sociales pueden reforzarse a sí mismos y ser, por lo tan­
Hay entornos sociales rudim entarios, vagos, confusos y desorga­
to, muy estables en su inestabilidad
nizados (véase el cuadro 15.6), donde los individuos se mueven en • Socavan el mecanismo social que podría alterar su carácter: la colabo­
u n a especie de m ovim iento brow niano (el m ovim iento aleatorio de ración humana (negociación y creatividad).
las partículas suspendidas en u n líquido o un gas que resulta de su
colisión con los átom os o m oléculas que se mueven velozmente en
Cuadro 15.7. Sistemas sociales desorganizados no mentalizador'es: '
ese líquido o gas). Las personas experim entan que sus pensam ientos
sistemas en modo simulado
y sentim ientos no tienen, n in guna consecuencia p a ra los dem ás, lo
que aboca en últim a in stan cia a la experiencia de u n a vida social • Las ideas no pueden conectar la realidad interior y la exterior; el mundo
vacía y carente de sentido: se trata de sistem as sociales que operan mental está disociado de la realidad exterior
en el m odo de sim ulado (cuadro 15.7). • Lo que piensan y sienten las personas puede no acarrear consecuencias,
lo que lleva a una existencia social vacía y carente de sentido
El egoísmo y el egocentrism o extrem os em ergen entonces de la • Hay un egoísmo y un egocentrismo extremos que emergen a partir de la
irrealidad de cualquier cosa que no sean los propios pensam ientos y irrealidad de todo aquello que no sean nuestros propios pensamientos
sentim ientos. La falla de realidad de la experiencia perm ite m ante­ y sentimientos
ner la agresión interpersonal y el daño deliberado porque no se sien­ • La irrealidad de la experiencia posibilita que se mantenga la agresión
te que existan o tra s m entes y tam poco se siente que la m ente sea interpersonal y el daño deliberado porque no se siente que existan otras
contingente con la existencia continuada de un self físico. Con fre­ mentes y tampoco se siente que la mente sea contingente con la existen­
cuencia hay u n a búsqueda y u n a «comunicación interm inable», pero cia continuada del self físico
no está destin ad a a producir ningún cam bio. C hristopher Lasch • Aunque hay una búsqueda y una comunicación «interminables», no
(1965, 1978) ha descrito este tipo de sociedades en su célebre análisis están destinadas a producir ningún cambio.
de la cultura norteam ericana de las postrim erías del siglo XX:

Cuando el gobierno se vio centralizado y la política pasó a tener un Cuadro 15.8. Sistemas sociales desorganizados no mentalizadorés:
alcance nacional, dado que debía hacer frente a las energías libera­ sistemas de equivalencia psíquica •
das por la industrialización, la vida pública se convirtió en algo La realidad mental y la realidad exterior se confunden, de tal manera que
anónimo y sin rostro, y la sociedad, en una masa democrática
los pensamientos internos tienen el mismo poder que la realidad exterior:
amorfa, con lo que el viejo sistema paternalista (tanto en el hogar
como fuera de él) se derrumbó, aun cuando su apariencia permane­ • Los pensamientos son reales y, en consecuencia, han de ser controlados
ciese intacta. El patriarca, aunque todavía podía presidir en todo su • Hay soluciones singulares a la realidad social, no existen formas alter­
esplendor sentado a la cabeza de su consejo, pasó a parecerse al nativas de ver las cosas, intolerancia hacia otras perspectivas
emisario de un gobierno derrocado en silencio. El mero reconoci­
• Los modelos de la mente son simples (negro o blanco), esquemáticos y se
miento teórico de su autoridad por parte de su familia no alteraba
el hecho de que el gobierno, que era la fuente de todo su poder como mantienen con rigidez, lo que conduce a actos movidos por el prejuicio
embajador, había dejado de existir. (Lasch, 1965, pág. 111) • Las ideas negativas (amenazas) se vuelven aterradoras.
642 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACJÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZAR EL SISTEMA 643

Los sistem as sociales que generan tem or e hiperactivan el apego cuenta lo que obtenem os físicamente. Los gestos de los dem ás im por­
pueden d estruir la cognición de orden superior (capacidad de pen­ tan en la m edida en que son observables, pero en este contexto solo
sar) y forzar al sistem a a retrotraerse a m odalidades prem entaliza- se concede im portancia a las acciones, y no a las posibles m otivacio­
d oras de p ensam iento social. E ste tip o de sistem as pueden nes que hay d etrás de ellas, considerándose el único y verdadero
autorreforzarse y, por lo tanto, ser altam ente persistentes a p esar de índice de las intenciones de la otra persona. Puesto que lo único que
su inestabilidad. Dichos sistem as socavan el m ism o m ecanism o puede cam biar el estado m ental de los dem ás son las acciones que
social que podría alterar su carácter: la colaboración h u m an a (la tienen u n a realidad física, se consideran legítim as las am enazas, los
negociación y la creatividad). A veces, se produce un isom orfismo actos físicos d añinos o los actos de agresión reales. La dem anda
m ente-m undo y la equivalencia psíquica se institucionaliza (véase el social exige, p ara dem ostrar la intencionalidad, actos físicos. El cas­
cuadro 15.8). La novela distópica de George Orwell 1984 está b a sta n ­ tigo se produce a través del pago, los actos de sum isión y la justicia
te cerca de esta form ulación, en la que los pensam ientos y sentim ien­ retributiva (a diferencia de la restaurativa).
tos adquieren la m ism a im portancia y poder que el m undo exterior.
Si los pensam ientos son reales, tiene sentido que deban ser controla­
P rom over la p a z en la c o m u n id a d
dos. Hay soluciones singulares p ara las realidades sociales, no exis­
ten form as alternativas de ver las cosas y puede producirse una Se desprende de la sección anterior que la com unidad contribuye
intolerancia radical hacia otras perspectivas. Pero los modelos m en­ a las disfunciones relacionadas con la agresión. La colaboración
tales sim ples (pensam iento en blanco y negro), esquem áticos, y rígi­ pacífica con los dem ás requiere p rio riz a r sus estados subjetivos,
dos generan fácilm ente actos sociales rad ic ale s de p reju icio im poniendo lím ites a la necesidad de co n tro lar físicam ente la con­
individual. Dado que los pensam ientos están cerca del reino físico, ducta de los m iem bros m ás débiles del grupo. En cam bio, el objetivo
las ideas negativas (cualquier am enaza o im agen de peligro) resultan de los entornos sociales seguros intenta focalizarse en los estados
aterradoras y tienen que ser defendidas físicam ente. m entales de todos los im plicados en u n a dinám ica de poder propia
Aunque están presentes las expectativas relativas a la agencia del de la violencia interpersonal.
otro, estas se form ulan, en buena m edida, en térm inos restringidos ¿Pero existe alguna receta para crear una com unidad pacífica?
al m undo físico, por lo que la protección co n tra la hostilidad es p rin ­ Ateniéndonos a nuestro modelo, el proceso debería com enzar con la
cipalm ente física, lo cual supone funcionar en el m odo teleológico de activación de los sistem as de apego, creando una actitud de cuidado y
prem entalización (véase el cu ad ro 15.9). Debido a que los p en sa­ em patia que constituye un requisito social para que se produzca una
m ientos y sentim ientos están tan cerca del m undo m aterial, solo lo respuesta sensible a las necesidades individuales, en particular en con­
que es m aterial pasa a ser considerado socialm ente significativo: solo textos de estrés. En generad, hay que intentar prom over la curiosidad
que los m iem bros de la com unidad tienen acerca de la experiencia so­
Cuadro 15.9; Sistemas sociales desorganizados no mentalizadores: cial de los demás y de lo que piensan y sienten acerca de quienes les ro­
sistemas teleológicos . . ^ dean. Esta curiosidad debe ir acom pañada de una actitud respetuosa
de no saber, evitando las suposiciones -tal com o reflejan los prejuicios
La única conducta significativa la que comporta un impacto físico:
sociales-, las generalizaciones acerca de los otros grupos, la ausencia
• Actos de daño físico: se considera que la agresión es legítima de duda y el pensam iento de tipo negro o blanco y todo o nada.
• Exigencia de demostraciones físicas de las intenciones ajenas: pago,
Un buen ejemplo de superación de la no m entalización en los p ro ­
actos de sumisión, justicia retributiva.
cesos sociales es el enfoque radical a la responsabilidad penal de la
644 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD MENTALIZAR EL SISTEMA 645

ju sticia restaurativa (Sherm an y Strang, 2007). El m ero hecho de Bourke, M. y Grenyer, B.F.S. (2010). «Psychotherapists' Response to Bor-
co n fro n tar al delincuente con la víctim a, en form a de encuentros derline Personality Disorder: A Core Conflictual Relationship Theme
personales, m ediación entre víctim a y delincuente, restitución y Analysis», Psychotherapy Research, 20, págs. 680-691.
Bronfenbrenner, U. (1979). The ecology o f human development: Experi-
reparación, obliga al infractor a crearse una im agen de la persona a rnents by nature and design. Cambridge, MA: Harvard University Press.
la que ha perjudicado. Hay evidencias de que los delincuentes que Csibra, G. y Gergely, G. (2009). «Natural pedagogy», Trends in Cognitive
reciben u n a ju sticia restaurativa com eten m enos delitos que los Sciences, 13, págs. 148-153.
delincuentes reincidentes que no lo hacen, lo cual concuerda con Fonagy, P. (2003). «Towards a Developmental Understanding of Violence»,
n u estras sugerencias anteriorm ente m encionadas. En u n estudio British Journal ofPsychiatry, 183, págs. 190-192.
Fonagy, P., Twemlow, S.W., Vernberg, E.M., Nelson, J.M., Dill, E.J., Little,
con delincuentes adultos jóvenes, llevado a cabo en Canadá, las tasas
T.D. y Sargent, J.A. (2009). «A Cluster Randomized Controlled Trial of
de reincidencia después de 2 años fueron del 11% para aquellos que Child-Focused Psychiatric Consultation and A School Systems-Focu-
se som etieron a la justicia restaurativa, frente al 37% de quienes sed Intervention to Reduce Aggression», Journal o f Child Psychology
cum plieron su condena en prisión (Sherm an y Strang, 2007). La ju s­ and Psychiatry, 50, págs. 607-616.
ticia restaurativa reduce la reincidencia de m anera m ás consistente Koenig, M.A. y Harris, P.L. (2005). «The Role of Social Cognition in Early
Trust», Trends in Cognitive Sciences, 9, págs. 457-459.
en lo que respecta a delitos con violencia que en los delitos menos
Lasch, C. (1965). The new radicalism in America, 1889-1963. The Intéllec-
graves, lo que sugiere, en conform idad con nuestra tesis con relación tual as a Social Type. Nueva York, NY: W.W. Norton.
al TASP, que la pérdida de m entalización es especialm ente acusada Lasch, C. (1978). The culture o f Narcissism: American Life in an Age o f Dimi-
con relación a los actos de violencia. La transferencia de los delin­ nishing Expectations. Nueva York, NY: W.W. Norton.
cuentes desde el proceso tradicional de acusación a la justicia restau­ Senge, P. (1990). The Fifth Discipline: The Art and Practice of the Learning
rativa es una solución pragm ática porque las evidencias nos indican Organization. Nueva York, NY: Doubleday.
Sherman, L. y Strang, H. (2007). Restorative justice: The evidence. Londres,
que tam bién aum entan considerablem ente las probabilidades de que
UK: Smith Institute.
los delincuentes sean puestos a disposición judicial. Stoffers, J.M., Vollm, B.A., Rucker, G., Timmer, A., Huband, N. y Lieb, K.
Hay pocas cosas que resulten m ás eficaces que las soluciones (2012). «Psychological Therapies for People with Borderline Personality
Disorder», Cochrane Datábase o f Systematic Reviews, 8, Cd005652.
m entalizadoras a los problem as sociales. La razón de ello es que la
Twemlow, S.W., Fonagy, P. y Sacco, F.C. (2005a). «A Developmental
m entalización constituye el fundam ento del m odo en que hem os evo­ Approach to Mentalizing Communities: I. A Model for Social Change»,
lucionado p ara funcionar como sociedad. Bulletin o f the Menninger Clinic, 69, págs. 265-281.
Twemlow, S.W., Fonagy, P. y Sacco, F.C. (2005b). «A Developmental
Approach to Mentalizing Communities: II. The Peaceful Schools Expe-
Referencias riment», Bulletin o f the Menninger Clinic, 69, págs. 282-304.

Baron-Cohen, S. (2005). Autism, en B. Hopkins (Ed.), Cambridge Encyclo-


pedia of Child Development (págs. 398-401). Cambridge, UK: Cambrid­
ge University Press.
Bevington, D., Fuggle, P., Fonagy, P., Target, M. y Asen, E. (2013). «Innova-
tions in Practice: Adolescent Mentalization-Based Integrative Therapy
(AMBIT): A New Integrated Approach to Working with the Most Hard
to Reach Adolescents with Severe Complex Mental Health Needs»,
Child and Adolescent Mental Health, 18, págs. 46-51.
Lecturas adicionales
recomendadas

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ment Trauma. Londres, UK: Karnac Books.
Alien, J.G. y Fonagy, P. (2014). «Mentalizing in Psychotherapy», en R.E.
Hales, S.C. Yudofsky y L. Roberts (Ed?.), Textbook ofPsychiatry (6a cd.,
págs. 1095-3118). Washington, DC: American Psychiatric Publishing.
Alien, J. G., Fonagy, P. y Bateman, A.W. (2008). Mentalizing in Clinical
Practice. Washington, DC: American Psychiatric Publishing.
Asen, E. y Fonagy, P. (2012). «Mentalization-based therapeutic interven-
tions for families», Journal o f Family Therapy, 34, págs. 347-370.
Bateman, A., Bolton, R. y Fonagy, P. (2013). «Antisocial Personality Disor-
der: A Mentalizing Framework», Focus: The Journal o f Lifelong Lear-
ning in Psychiatry, 11, págs. 178-186.
Bateman, A. y Fonagy, P. (2008). «8-Year Follow-Up of Patients Treated
for Borderline Personality Disorder: Mentalization-Based Treatment
versus Treatment as Usual», American Journal o f Psychiatry, 165, págs.
631-638.
Bateman, A. y Fonagy, P. (2008). «Comorbid Antisocial and Borderline
Personality Disorders: Mentalization-Based Treatment», Journal o f
Clinical Psychology, 64, págs. 181-194.
Bateman, A. y Fonagy, P. (2009). «Randomized Controlled Trial of Outpa-
tient M entalization-Based Treatm ent versus S tructured Clinical
Management for Borderline Personality Disorder», American Journal
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i

•J
I

(
(
< 648 TRATAM IENTO BASADO EN LA M E T A L IZ A C IÓ N PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD LECTURAS ADICIONALES RECOMENDADAS 649

(
Bateman, A. y Fonagy, P. (2010). «Mentalization Based Treatment for Bor- rement of Reflective Function in Adolescents With and Without Bor­
( derline Personality Disorder», W o r ld P s y c h ia tr y , 9, págs. 11-15. derline Traits», J o u r n a l o f A d o le s c e n c e , 3 6 , págs. 1215-1223.
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<
índice de términos

Abordaje del tratam iento 138 Alien, self 50, 51, 52, 53, 54, 110, 111,
Abordaje del tratam iento del traum a 145 112, 115, 118, 135, 137, 559
A buso de la m entalización 49, 103, 200, A M B IT 257, 621, 622, 644, 648
209, 210, 211, 212, 213, 214, 386 A m enazas crecientes 570, 572
A buso sexual 142, 143, 152, 154 Análisis funcional de la m entalización
A buso sexual infantil 142, 143 335, 337, 339, 340
Acción carente de reflexión 82 A ntidepresivos 244, 483, 484
Acciones del terapeuta 281, 406 Apego desorganizado 51, 56, 87, 88,
A ctitud colaborativa 338 114, 191
A ctitud defensiva 227, 427 Apego tem eroso 85
A ctitud del terapeuta 159, 278, 305, Apego y m entalización 476, 480
355, 619 A pertura epistém ica 61,63
A ctitudes 19, 89, 92, 185, 226, 247, A plazam iento 535, 536
259, 302, 360, 466, 551, 637 A prendizaje social 32, 60, 61, 67, 623,
A ctividad extragrupal 501 624
Activo 68, 138, 225, 275, 279, 302, 419, A rousal 15, 16, 20, 37, 43, 44, 45, 50,
435, 491, 536 61, 80, 81, 87, 88, 90, 107, 111, 138,
Actuaciones 205, 207, 208, 274, 290, 140, 147, 150, 166, 189, 191, 194,
314, 406, 407 195, 196, 211, 213, 225, 275, 292,
A ctu ar con conciencia 176 294, 309, 315, 316, 317, 323, 326,
Agorafobia 478 332, 335, 346, 370, 381, 389, 390,
Agresión 98, 100, 112, 113, 116, 117, 495, 521, 526, 535, 536, 538, 540,
137, 188, 206, 543, 544, 545, 566, 543, 635
568, 570, 571, 573, 578, 624, 625, A rousal em ocional 43, 44, 80, 81, 107,
626, 627, 629, 631, 640, 641, 642, 194, 225, 292, 294
643 A tribución de estados m entales 39

i
652 TRATAM IENTO BASADO EN LA M ENTAUZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ÍNDICE TEMÁTICO 653

Ausencia de em ociones m otivadoras Colección N im Stim de expresiones Cuestionam iento activo 279 440, 616
368, 371 faciales 178 C uestionario de la función reflexiva D isfuncional 84, 85, 616
A utenticidad 284, 285, 513 C om entarios traviesos 388 173, 176, 177 D isfunción social 76, 78, 84, 85, 86, 616
A utodirección 77, 542 C om o intervención para el paciente que Culpabilización 203, 226 D isregulación em ocional 13, 61, 76, 78,
Autolesiones 10, 50, 54, 76, 82, 83, 119, quiere cam biar de terapeuta 392 79, 80, 81, 299
121, 135, 136, 144, 145, 169, 206, C om o intervención para la violación de Declaraciones contraintuitivas 388 D istim ia 483, 486
209, 213, 244, 246, 252, 313, 331, los límites 390 Declaraciones inapropiadas 355 D rogas 28, 144, 145, 233, 244, 249,
332, 333, 334, 335, 340, 617 C om órbido 116, 124, 133, 134, 135, D efensas 139, 140, 493 250, 253, 378, 425, 464, 498, 500,
A utom ática versus controlada 35, 36, 136, 137, 138, 141, 145, 147, 153, Definición 287, 298, 452, 523, 625 564
88, 90, 102 226, 541 D enuncia 553, 554, 555 DSM-5 76, 77, 78, 94
A utoridad 264, 465, 490, 491, 495, C om prensión concreta 47, 188, 201, D ependiente de la personalidad 463
501, 506, 509, 510, 513, 536, 538, 202, 203, 204, 205, 214 D epresión 10, 52, 82, 119, 120, 124, Elaboración del afecto 367, 369, 371,
544, 547, 558, 567, 568, 572, 630, 133, 134, 135, 136, 138, 139, 140, 373, 375, 377, 379, 381, 383, 385,
C om prom iso 66, 92, 249, 252, 256,
640 141, 189, 226, 253, 462, 477, 481, 387, 389, 391, 393
347, 552, 562, 564, 621
A utoridad del terapeuta 490, 5Ó6, 509 482, 483, 484, 485, 486, 549, 562 Electrom iografía de m ím ica facial 178
C om prom iso con el tratam iento 347
A utorreflexión 77, 285, 295, 300, 312 Desafío (challenge) com o intervención Em patia 7, 12, 41, 42, 77, 94, 107, 167,
C om unidad pacífica 643
p ara el paciente que quiere cam biar 253, 328, 329, 330, 345, 347, 349,
C onceptos relativos a los estados
B orderline 41, 90, 92, 123, 143, 167, de terapeuta 392 351, 353, 354, 355, 356, 357, 359,
m entales 33, 34
Desafío (challenge) com o intervención 361, 363, 364, 372, 437, 448, 462,
170, 226, 310, 330, 331, 386, 490, C onceptos sobre el estado m ental 34
para la violación de los lím ites 390 483, 609, 610, 628
591, 614 Conclusión del gru p o 486
D esconfianza 19, 56, 58, 59, 60, 67, 94, E m patia p o r el dolor de otros 179
B úsqueda de faltas 185, 202 C onducta violenta 105, 107, 109, 115,
187, 227, 470, 527 E ncuentro de la no m entalización del
554 paciente con la m entalización del
D esconfianza epistém ica 56, 58, 59, 60,
Capacidades 15, 28, 35, 38, 50, 87, 98, Conexión 48, 98, 101, 110, 144, 149,
67 terapeuta 314
109, 113, 157, 167, 170, 187, 195, 196, 152, 189, 190, 214, 367, 375, 426,
D esequilibrios en las diferentes Enfoque basado en el desarrollo 31
224, 251, 641 439, 639
dim ensiones de la m entalización 48, Enfoque del tratam iento 13, 157,417
C apas de la m ente 427 Confianza epistém ica 54, 55, 56, 57, 89 Engaño 385, 386, 389, 548
C aracterísticas del sistem a m entalizador 58, 60, 61, 63, 64, 65, 67, 69, 375, E ntorno social 58, 70, 71, 86, 87, 468,
Desgaste 259
exitoso 638 513, 514, 616, 623, 624, 636, 637, D escorporeizado 155, 157 615, 624, 625, 628, 629
C aracterísticas generales de las 638, 640 Entrevista de apego adulto (EAA) 96,
D esorganizado 51, 56, 86, 87, 88, 114,
intervenciones 307 C onfidencialidad 553, 554, 556, 562 98, 172, 177
191
C ategorías de pseudom entalización 200 C onsideraciones generales 274 D espués del grupo 556 E ntrevista de desarrollo parental 173,
C autela 102, 122, 312, 407, 511 C onstrucción y am pliación de los ciclos D estructivam ente inexacta 200 177
C iclos interpersonales 138, 139 192 D iagnóstico 62, 76, 78, 79, 82, 116, E ntrevista del apego infantil 173
C larificación 8, 12, 17, 246, 329, 330, C ontrarrelación 20, 287, 288, 291, 336, 117, 119, 186, 206, 224, 225, 226, Entrevista estru ctu rad a de Toronto para
365, 366, 367, 369, 371, 373, 375, 356, 374, 404, 405, 411, 412, 413 227, 228, 229, 254, 417, 470, 561, la alexitim ia 177
377, 379, 381, 383, 385, 387, 389, C ontratos 251, 252 562, 591, 602, 617 Equilibrio 34, 37, 41, 77, 92, 97, 109,
391, 393, 399, 517, 521, 522 C ontratransferencia 287, 288 D iálogo 15, 16, 20, 228, 229, 274, 276, 137, 165, 180, 196, 207, 294, 320,
Clasificación de los trastornos de la C rear un «campo de entrenam iento» de 277, 294, 297, 300, 302, 304, 308, 321, 420, 423, 433, 462, 491, 492,
personalidad 462 la m entalización 513 324, 331, 356, 378, 379, 388, 391, 503, 572, 617
C ociente de em patia 176 C rear un entorno pacífico de aprendizaje 410, 495, 499, 515, 531, 532, 533, Equipo de m entalización 236, 257, 616,
C ódigo de conducta 550, 551 escolar 626 534, 552 617
C ognitiva versus afectiva 34, 41, 42, 88, Crisis 28, 224, 225, 245, 246, 247, 248, D iferencias de p oder 558, 560 Escala de conciencia y atención 176
94, 107 249, 256, 259, 282, 307, 328, 333, D ificultades de m entalización 41, 43, Escala de creencias sobre las em ociones
C ognitivo-conductuales 324 471, 528, 549, 564, 591, 592 97, 99, 153, 160, 180, 190, 193, 214, 176
654 TRATAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ÍNDICE TEMÁTICO 655

Escala de intencionalidad 177 Exploración de las historias 516 Identidad 31, 51, 52, 76, 77, 86, 91, M aternés 55, 57
Escala de la función reflexiva 96, 172, Expresión emocional 370, 387, 388 141, 255, 353, 464, 542 M edicación 46, 120, 121, 139, 240,
174, 177 Expresiones corporales dinám icas 178 Identificación 14, 17, 18, 19, 50, 51, 62, 244, 247, 314, 321, 357, 471, 484
Escala de la m ente-m entalizadora Expresiones em ocionales 452, 454, 543 79, 97, 110, 157, 224, 245, 254, 255, M edición d é lo s estados m entales 177
m aterna 173 278, 321, 329, 332, 349, 352, 355, M entalización de la contrarrelación
Escala de los niveles de conciencia Falta de asistencia a las sesiones 560 356, 358, 363, 373, 375, 448, 496, 412, 413
emocional 176 Fase final 265 510, 512, 517, 521, 523, 547, 554, 628 M entalización integradora 399, 400, 408
Escala de m entalización psicológica 176 Fase inicial 224 Identificación con los dem ás 448 M entalización positiva 360, 361
Escala de valoración de la metacognición Fobia social 478 Identificar las em ociones 413 M entalización robusta 64, 301, 305,
177 Foco en el afecto 18, 19, 319, 320, 322, Im portancia de las relaciones de apego 545
Escala Kentucky de m indfulness 176 375, 559, 579 113, 452 M entalizar el cuerpo 157
Escala m odificada de agresión abierta Foco externo 21, 40, 274, 373, 424, Im pulsividad 76, 78, 81, 82, 83, 95, M entalizarel proceso interpersonal
549 116, 137, 244, 318, 439, 441, 509, 571 528, 530
580, 582, 583, 624
Especularización 32, 33 Indicadores 19, 39, 41, 49, 86, 92, 155, M entalizar el sistem a 617, 619, 621, 623,
Foco externo de la m entalización 21,
Estados em ocionales híbridos 368 185, 205, 240, 302, 366, 378, 404, 625, 627, 629, 631, 633, 635, 637, 639,
373, 582
Estrés 28, 29, 37, 42, 43, 44, 76, 80, 81, 419, 448, 491, 513, 514, 535, 544, 547 641, 643, 645
Foco interno de la m entalización 580
82, 117, 142, 147, 149, 166, 167, 172, Indice de reactividad interpersonal- M entalizar la contrarrelación 291
Foco relacional de la m entalización 8,
175, 190, 191, 192, 214, 268, 301, subescala de tom a de perspectiva 176 M entalizar la relación 19, 20, 157, 329,
397, 399, 401, 403, 405, 407, 409,
339, 347, 371, 439, 455, 461, 473, Inseguro 87, 88, 113, 114, 153, 154, 375, 396, 397, 399, 402, 403, 404,
411, 413
483, 485, 538, 557, 562, 643 297, 438, 454, 455, 457 405, 406, 411, 527, 528, 529, 530
Form ulación 13, 14, 44, 60, 62, 138,
E structura de la sesión 491 Intentos de suicidio 119, 135, 137,206, M entalizar las em ociones 146
143, 238, 239, 240, 243, 256, 404,
E structura del tratam iento 7, 9, 223, 331, 332, 333, 464, 472 M ente-m entalizadora m aterna 173, 179
523, 524, 526, 528, 529, 539, 611, 642
225, 227, 229, 231, 233, 235, 237, Intergeneracional 33 M étodo de tratam iento 11, 165, 252
239, 241, 243, 245, 247, 249, 251, Interpretando las expresiones faciales M indfulness 593, 594, 607, 608, 609,
G eneralizadas versus parciales 188
253, 255, 257, 259, 261, 263, 265, 167 613
G estión del proceso 300
267, 269, 271 Interpretando sus expresiones faciales M odelo de la m entalización 7, 31, 77,
G rupo de Introducción al MBT 13,63, 448 79, 81, 83, 85, 87, 89, 91, 93, 95, 97,
E structura del tratam iento basado en la
m entalización (MBT) 7, 225, 227, 514 99, 101, 103, 105, 107, 109, 111, 113,
Interrupciones en la terapia 564
229, 231, 233, 235, 237, 239, 241, G rupo de Introducción ai MBT (MBTT) Intervención clínica 20, 310 115, 117, 119, 121, 123, 125, 127, 129,
243, 245, 247, 249, 251, 253, 255, 8, 417 In tro d u cir el enfoque 226 131, 260, 261
257, 259, 26!, 263, 265, 267, 269, 271 Inventario anim ado para niños de la M odelo del cam bio en la m entalización
Etiquetado con calificación 297, 298 H iperactivación 44, 56, 87, 157, 180, teoría de la m ente 179 190
Evaluación 13, 14, 40, 62, 93, 140, 165, 192 M odelo de trabajo de la entrevista para
166, 168, 170, 175, 180, 181, 182, H ip erin co rp o rad o 155, 157 Juegos de confianza 178 niños 173, 177
187, 190, 193, 194, 195, 196, 200, H iperreactividad 79, 107 M odo de equivalencia psíquica 15, 45,
201, 214, 223, 224, 226, 229, 230, H ipersensibilidad 41, 85, 86, 91, 107, La pérdida y la separación 141 46, 54, 81, 108, 115, 118, 134, 135,
235, 241, 242, 255, 307, 396, 417, 170, 292, 338 Léxico de estados internos 177 149, 155, 201, 260, 283, 285, 286,
523, 524, 526, 528, 550 H ipervigilancia 63, 69, 70, 85, 86, 137, 295, 296, 297, 303, 309, 312, 333,
Evaluación de la m entalización 165, 147, 150, 615, 624 M alentendidos 29, 30, 36, 236, 275, 335, 336, 369, 371, 401, 405
166, 168, 175, 190, 195, 214 H ipervigilancia epistém ica 63, 69, 70, 338, 365, 426, 428, 438, 476, 545, M odo sim ulado 14, 45, 47, 48, 49, 50,
Explicación 10, 83, 181, 203, 204, 205, 137, 615, 624 563, 583 83, 108, 109, 136, 138, 144, 155, 197,
227, 229, 230, 231, 235, 236, 237, H istorias de m entalización para M altrato infantil 115, 143 213, 286, 309, 311, 312, 313, 317, 319,
256, 280, 299, 324, 340, 346, 379, adolescentes 173, 177 M anipulación de la conciencia corporal 324, 333, 339, 355, 377, 396, 410,
384, 402, 422, 524, 623 Hostiles 85, 170, 632 179 411, 529, 622, 640, 641
656 TRA TAM IENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ÍNDICE TEMÁTICO 657

M o d o s d e n o m e n ta liz a c ió n 14, 4 5 , 4 8 , P a tr ó n d e a p e g o 4 5 4 , 4 5 6 , 471 P r o g r a m a in te n s iv o p a r a p a c ie n te s R ie s g o s 136, 207, 225, 307, 4 6 2 , 548


13 5 , 1 3 6 , 1 3 8 , 1 4 5 , 1 5 0 , 155, 157, P a tro n e s re la c ió n a le s d e l p a c ie n te 19 e x te r n o s 232 R o le -p la y 4 2 9 , 4 5 0 , 5 9 9 , 6 0 5 , 6 0 6 , 611,
159, 3 0 9 , 4 14, 495 P a z e n la c o m u n id a d 6 4 3 P r o g r a m a p a r a la s e s c u e la s 6 2 5 614, 620, 621, 627
M o d o s p re m e n ta liz a d o r e s 5 0 , 154, 195, P e líc u la p a r a e v a l u a r la c o g n ic ió n s o c ia l P r o g r a m a p a r a p a c ie n te s e x te r n o s 23 3
617, 641 98 P ro p ó s ito d el g ru p o 502 S e g u im ie n to 1 2 , 113, 114, 119, 120,
M o d o te le o ló g ic o 4 5 , 47, 4 8 , 4 9 , 5 0 , 5 4 , P e lig ro s 109, 159, 2 5 1 , 2 8 4 , 3 3 0 , 477, P s e u d o m e n ta liz a c ió n 4 9 , 8 2 , 9 0 , 171, 121, 124, 225, 252, 2 5 6 , 2 6 5 , 266,
8 3 , 1 0 8 , 110, 1 3 6 , 137, 14 4 , 15 6 , 2 0 8 , 543 181, 1 8 2 , 188, 197, 1 9 8 , 1 9 9 , 2 0 0 , 267, 268, 269, 279, 280, 281, 564
312, 314, 333, 404, 642 P e n s a m ie n to d e p re s iv o 484, 486 2 0 1 , 214, 310, 3 2 2 , 3 2 4 , 3 2 5 , 3 8 3 , S e g u im ie n to d e lo s r e s u lta d o s 2 5 2
M o n ito riz a c ió n 185, 253, 254 P e n s a m ie n to s s u ic id a s 137, 5 4 9 391, 545 S e n s ib ilid a d a la s p e r s p e c tiv a s a je n a s 98
M o ra l d el e q u ip o 259, 260 P é r d id a t e m p o r a l d e la m e n ta liz a c ió n P s ic o e d u c a c ió n 6 3 , 1 2 0 , 139, 1 5 8 , 2 2 4 , S e n s ib ilid a d in te ro c e p tiv a 179
M o tiv a c ió n 9 2 , 110, 153, 199, 251, 2 5 6 , 333 229, 330, 418, 4 90, 501, 514, 590, S e n tim ie n to s n o m e n ta liz a d o s 4 5 1 , 452
257, 263, 296, 312, 322, 324, 338, P e rf il d e m e n ta liz a c ió n 3 5 , 8 8 , 9 9 , 180 591, 592 S e ñ a le s o s te n s iv a s 57
3 4 2 , 3 4 6 , 347, 3 4 9 , 367, 393, 4 0 3 , P e r f il d e m e n t a l i z a c i ó n d e l T L P e n la s P s ic o p a tía 1 0 6 , 1 1 2 , 1 1 6 , 117 S e p a ra c ió n 141, 171, 1 9 9 , 2 6 5 , 2 6 6 ,
4 0 4 , 417, 418, 4 6 6 , 5 46, 547, 560, c u a tro d im e n s io n e s 88 P s ic o p a to lo g ía 27 , 3 5 , 59 4 43, 4 4 4 , 447, 453, 4 5 4 , 481, 485
561, 5 6 8 , 5 8 3 , 5 8 4 , 632 P e rs p e c tiv a s a lte r n a tiv a s 4 6 , 47 , 81, P s ic o te ra p ia 4 8 , 6 2 , 6 6 , 7 0 , 1 6 8 , 193, S ín te s is d e lo s p r o b le m a s 5 0 4
M o v im ie n to s c o n tra rio s 171, 2 9 4 , 2 9 6 , 279, 2 8 0 , 2 8 6 , 4 0 3 , 518 253, 2 5 4 , 259, 2 6 8 , 273, 275, 470, S ín te s is d e p r o b le m a s 5 0 9
297, 3 8 8 , 389 P la n d e c ris is 2 4 5 , 2 4 6 , 2 4 7 , 2 4 8 , 2 49 471, 4 8 4 , 489, 490 S is te m a d e r e p r e s e n ta c ió n c o m p a r tid a
P o n e r e n p r á c tic a la s h a b ilid a d e s d e P s i c o t e r a p i a s b a s a d a s e n l a e v i d e n c i a 61 39
N a tio n a l I n s titu te fo r H e a lth a n d C a re m e n ta liz a c ió n e n la s r e la c io n e s S is te m a e n to r n o a l p a c ie n te 6 2 3
E x c e lle n c e (N IC E ) 5 9 0 c e rc a n a s 472 Q u é es m e n ta liz a r 430 S is te m a e n to r n o a l t e r a p e u ta 6 1 6 , 618
N a tu r a le z a m u ltid im e n s io n a l 34 P o s ic ió n d e l te r a p e u ta 7, 2 7 3 , 2 7 4 , 2 7 5 , S is te m a in te r n a c io n a l d e im á g e n e s
N e u r o n a s e s p e jo 39, 448 277, 279, 281, 2 8 3 , 2 8 5 , 287, 289, R e a c c ió n a l d o lo r 4 8 1 , 4 8 2 a fe c tiv a s 178
N o m e n ta liz a d o re s 15, 4 5 , 4 6 , 9 9 , 3 0 8 , 290, 291, 293, 295, 297, 299, 301, R e a c c io n e s p a r a n o id e s 2 9 0 , 5 8 3 S is te m a s d e c o m u n ic a c ió n te r a p é u tic a
309, 339, 340, 361, 363, 414, 490, 303, 305 R e b o b in a d o 276, 3 0 4 , 341 60
511, 5 4 4 , 617, 6 3 9 , 6 4 1 , 642 P o s tu ra d e n o s a b e r 2 8 1 , 2 9 8 , 4 9 6 , 518, R e c o n o c i e n d o la n o m e n t a l i z a c i ó n 401 S o lid a r io 138, 361, 527, 622
N o sab e r 5 4 , 65, 6 6 , 275, 278, 279, 281, 521 R e c o n o c im ie n to d e la s e m o c io n e s e n lo s S u g e re n c ia s ú tile s 4 9 6
297, 2 98, 305, 308, 352, 355, 356, P re c a u c io n e s 522 d e m á s 547, 579 S u g e re n c ia s ú tile s p a r a lo s te r a p e u ta s
363, 369, 372, 398, 411, 412, 420, P re m e n ta liz a c ió n 4 5 , 8 3 , 108, 170, 195, R e c o n o c im ie n to v is c e ra l 39 496
429, 430, 435, 472, 491, 495, 496, 642 R e c o n s tru c c ió n 150, 151, 152 S u ic id io 17, 5 4 , 7 6 , 8 1 , 8 2 , 8 3 , 1 1 9 , 1 3 5 ,
518, 521, 545, 568, 643 P r i n c i p i o s b á s ic o s 2 5 8 , 3 0 8 , 331 R e e m e r g e n c ia d e lo s m o d o s d e n o 1 3 6 , 137, 2 0 6 , 2 5 2 , 2 5 6 , 3 3 1 , 3 3 2 ,
N ú m e r o d e p a c ie n te s 49 9 P r in c i p io s c la v e 165 m e n ta liz a c ió n 45 333, 334, 336, 338, 3 4 0 , 378, 390,
N ú m e ro d e te ra p e u ta s 4 9 9 P r in c ip io s c lín ic o s 3 0 7 R e g u la c ió n e m o c io n a l 7 1 , 1 4 4 , 4 4 9 , 4 6 4 , 4 7 2 , 5 3 6 , 617
P r in c ip io s d ire c tric e s 3 0 7 4 5 0 , 452 S u p e rv is ió n 2 1 , 2 0 6 , 2 2 4 , 2 5 7 , 2 6 1 , 2 8 3 ,
O b je tiv o s d e l M B T -G 490 P r o b le m a s d e m e n ta liz a c ió n 29, 36, 38, R e la c ió n c o la b o ra tiv a 2 7 6 , 5 6 1 , 5 6 2 555, 618, 6 20, 621, 622
O b s e s iv o -c o m p u ls iv a 478 1 3 5 , 1 5 4 , 157, 1 6 5 , 167, 189, 4 3 5 , R e lle n o s n o m e n ta liz a d o r e s 3 6 1 , 3 6 3
505, 5 4 2 , 584 R e s ilie n c ia 11, 4 2 , 1 4 0 , 141, 1 4 9 , 1 9 2 T a re a d e h is to ria s e x tra ñ a s 179
P a c i e n t e q u e s e q u e j a b a 3 7 9 , 381 P ro c e s o d e m e n ta liz a c ió n 12, 140, 150, R e s o lu c ió n d e p ro b le m a s 8 4 , 2 6 8 , 3 3 0 , T a r e a d e le c t u r a d e la m e n te e n p e líc u la s
P a c ie n te r e t r a í d a 321 165, 195, 2 2 3 , 2 3 2 , 2 7 3 , 2 9 8 , 3 0 0 , 3 5 2 , 6 1 2 , 613, 614 178
P a r a d ig m a d e p re c is ió n m a te rn a l 179 301, 3 05, 325, 335, 3 80, 4 0 4 , 405, R e s p e to 2 3 8 , 2 4 9 , 2 5 8 , 2 5 9 , 3 4 6 , 3 5 6 , T e ra p ia c e n tr a d a e n e s q u e m a s 32 4
P a r a d o j a d e la e m p a t i a 4 1 , 1 6 7 410, 4 90, 491, 4 9 4 , 4 96, 498, 499, 5 4 3 , 627 T e ra p ia d e g r u p o 1 2 0 , 121, 2 3 6 , 267,
P a ra n o id e s 76, 2 9 0 , 5 8 3 , 637 503, 507, 508, 509, 511, 522, 577, R e s p u e s ta s c lín ic a s 3 1 2 491, 493, 495, 497, 499, 501, 503,
P a r a r , e s c u c h a r , v e r 301 5 8 0 , 581 R e s tric c io n e s 4 9 , 2 0 1 , 2 0 9 , 4 9 8 5 0 5 , 507, 5 0 9 , 511, 513, 5 1 5 , 517, 519,
P a r a r , r e b o b in a r , e x p l o r a r 301 P r o c e s o s o c ia l 33 R e u n io n e s d e l e q u ip o 260 521, 523, 525, 527, 529, 531, 533, 535,
P a ra r y m a n te n e r 377 P ro g ra m a d e tra ta m ie n to 121, 156, 231, R e v is ió n d e la m e d ic a c ió n 3 1 4 , 321 537, 539, 5 4 4 , 554
P a r tic ip a c ió n re fle x iv a 2 8 9 249, 250, 421, 457, 473, 474, 484 R e v is ió n y r e f o r m u la c ió n 2 4 4 T e st d e im a g in a c ió n p ro y e c tiv a 179
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G58 TRATAMIENTO BASADO EN LA MENTALIZACIÓN PARA TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD l

Test de inteligencia emocional Mayer- T raum a 44, 45, 59, 85, 87, 88, 117, 142,
Salovey-Caruso 176 143, 144, 145, 146, 147, 148, 149,
Test de lectura de la m ente en la voz 178 150, 151, 152, 170, 189, 195, 213, (
Test de lectura de la m ente en los ojos 306, 462
98, 178 Trayectoria 11, 12, 16, 112, 113, 117,
Tipo am bivalente/sobreim plicado 454 153 , 224, 229, 254, 255, 274 , 300,
Tipo distante/evitativo 454 301, 325, 326, 331, 332 , 334 , 339, 366,
Tomar partid o 537, 539, 574 396, 496, 502, 504, 513, 548, 633
Trabajo grupal 235, 496, 521, 532, 548, Trayectoria del tratam iento 224, 229,
582 300
Transferencia 8, 19, 55, 238, 300, 324, T riangulación 531, 532, 533
328, 396, 397, 402, 403, 404, 405, U ltim átum s 560
407, 408, 409, 410, 411, 527, 559, 644
Uno m ism o 12, 15, 28, 31, 34, 36, 38,
Transform aciones faciales 178
40, 42, 45, 49, 53, 54, 58, 64, 67, 69,
Trastorno antisocial de la personalidad
75, 77, 85, 88, 89, 90, 91, 95, 101,
(TASP) 8, 10, 20, 27, 75, 94, 168,
102, 103, 104, 105, 106, 109, 115,
249, 289, 386, 418, 460, 541, 543,
138, 140, 146, 153, 171, 172, 175,
545, 547, 549, 551, 553, 555, 557,
181, 184, 185, 195, 196, 197, 203,
559, 561, 563, 565, 567, 569, 571,
212, 213, 239, 268, 294, 328, 333,
573, 575, 577, 579, 581, 583, 585, 617
353, 360, 361, 423, 427, 428, 430,
Trastorno de estrés postraum ático
438, 441, 462, 466, 469, 470, 489,
(TEPT) 28, 82, 142
503, 505, 517, 531, 543, 544, 545,
Trastorno lím ite de la personalidad
547, 552, 554, 568, 572, 577, 578, 1
(TLP) 12, 17, 27, 75, 118, 133, 167,
226, 228, 230, 274, 417, 541, 589, 581, 612, 615, 624, 628, 638
590, 591, 592, 601, 617
Trastorno narcisista de la personalidad Validación em pática 16, 65, 188, 301,
97 309, 326, 329, 332, 334, 335, 338,
Trastorno paranoide de la personalidad 353, 354, 379, 389, 390, 445, 519, 521
97, 99, 100 Vigilancia epistém ica 56, 58 (
Trastornos alim entarios (TCA) 10, 28, Violación de los lím ites 390, 392, 501 i<
152, 153, 154, 155, 156, 157, 158, Violencia 29, 96, 98, 99, 104, 105, 106,
159, 160 108, 109, 112, 113, 114, 115, 117, 118, (
Tratam iento basado en la m cntalización 203, 249, 250, 334, 386, 459, 468,
(MBT) 9, 27, 92, 470 472, 524, 544, 546, 551, 552, 555,
T ratam iento de la depresión 133, 135 556, 560, 571, 575, 615, 624, 625,
T ratam iento integrador basado en 626, 629, 643, 644
la m cntalización para adolescentes
257 Z ona libre de consejos 352, 498, 563

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