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Función de la demostración de Dios en las Meditaciones Metafísicas de Descartes

Al hablar de la legitimidad del método cartesiano, estamos hablando a su vez de la legitimidad


de la razón y de su luz natural. La garantía de la existencia de Dios es necesaria para poder
afirmar el origen de las ideas de la res extensa fuera de mí, y no en mí. Esta necesidad está
ligada a la concepción de causalidad que hemos trabajado la clase pasada -vimos que, de
acuerdo a la jerarquía de ideas según su contenido representacional, nosotros mismos
podríamos ser causa eminente de las ideas llamadas adventicias-. Tenemos en nosotros la
tendencia casi irresistible de vincular las ideas de las cosas corporales a las cosas corporales en
sí -existentes efectivamente a nuestro alrededor-. Sin embargo, si existiera un genio maligno
engañador, esa tendencia irresistible podría ser un engaño: sería posible que todo el contenido
de nuestro pensar fuera una ilusión. Entonces, ¿qué necesitamos para desmentir esta
posibilidad? La garantía de la existencia de Dios, con las características que se le van a
reconocer, nos salva de la posibilidad del genio maligno. Al terminar con esa posibilidad,
nuevamente podremos confiar en la luz natural de la razón y en las percepciones evidentes.
Que Dios exista nos permite confiar en la intuición y la deducción.

En Descartes, todo lo que implica la idea de Dios excluye la posibilidad de un “error


permanente e inevitable” en la que estábamos inmersos mientras se sostenía la hipótesis el
genio maligno. ¿Por qué? Porque la perfección excluye la posibilidad del engaño: si Dios nos
engañara, no sería perfecto. Dios debe ser veraz. Esto garantiza el uso de la razón y las ideas
innatas como instrumentos válidos de conocimiento.

En las Meditaciones Metafísicas se presentan tres pruebas de la existencia de Dios:

1°) Lo infinito: ¿cuál es su origen? Lo finito no puede ser causa de lo infinito. Res infinita como
idea innata

2°) Mi propio origen: ¿cuál es? No puedo ser yo (pues sería infinito), no puede ser algo menor,
debe ser algo mayor.

3°) Argumento ontológico: perfección. Si Dios es perfecto por esencia, entonces no puede
faltarle la existencia.

De estos argumentos, los primeros dos se encuentran en la Meditación 3, y el tercero se


encuentra en la quinta meditación.

Como indicación para el trabajo de la clase, lean esas dos meditaciones y pasen en limpio la
estructura de los tres argumentos por la existencia de Dios. Con la estructura, me refiero a las
premisas y la conclusión (la conclusión en todos los casos debe ser “entonces Dios debe
existir”). Lo que me interesa es que podamos reconstruir los pasos que Descartes da para
llegar a esa conclusión en cada caso.

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