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IES SAAVEDRA FAJARDO. DEPARTAMENTO GEOGRAFIA-HISTORIA.

CURSO 2013-14

Tema 6. Felipe II: El Prudente. Política interior y exterior.


(1527- 1598).

Monasterio El Escorial

I. Introducción.
Sucede a su padre, Carlos I, en el trono de España. Hereda todos los
territorios de su padre excepto Austria y Alemania (donados por Carlos I a su
hermano Fernando). España sería durante mucho tiempo la primera potencia
europea y los dominios americanos alcanzaron su máxima extensión bajo
Felipe II. Ya que se anexiona Portugal y su imperio, que lo hereda de su madre
(Isabel, princesa portuguesa). También fue, durante cuatro años, rey consorte de
Inglaterra. Todos los monarcas españoles, y en especial Felipe II, mantuvieron
el apelativo de “Rey Católico”.
El mismo resolvía personalmente todos los asuntos con la ayuda de sus
secretarios. Al contrario que su padre, no abandonó prácticamente nunca la
Península y buscó una sede fija para su corte, estableciendo la capital en
Madrid, aunque acabó retirándose en el monasterio de El Escorial desde donde
ejerció el gobierno y donde falleció.
Felipe II pudo concentrar su gobierno en los intereses exclusivos de la
monarquía española pero el predominio en Europa y la defensa del catolicismo
siguieron siendo los objetivos de su política. Invirtió esfuerzo y dinero en
mantener una Europa unida y católica.
Por lo que sus enemigos fueron los mismos que los de padre. En esta época
se desencadenó un fuerte conflicto con Inglaterra, separada del catolicismo,
con la que se inició una gran lucha marítima. También hubo de hacer frente a
una casi continua rebelión en Flandes.
Fue el monarca más importante de la dinastía de los Austrias, con él la
monarquía española alcanzó su apogeo, aunque también se granjeó gran
número de enemigos. Se difundirán en toda Europa escritos denigratorios que
crearon lo que se ha llamado la “leyenda negra”
II.- Desarrollo.

POLITICA INTERIOR

En política interior, Felipe II se situó de forma decidida, en la defensa de los


principios del Concilio de Trento, que una ley declaraba obligatorios en el
territorio peninsular. Así, la intransigencia religiosa llevó a perseguir todo brote
de herejía. Se prohibió la importación de libros, se impidió cursar estudios en el
extranjero y la Inquisición prohibió libros y registró bibliotecas para destruir todo
signo de disidencia. También acabó con los focos protestantes en España,
localizados principalmente en Valladolid y Sevilla
Durante su reinado hizo frente a muchos problemas internos entre los cuales
caben destacar el de su hijo Carlos, su secretario Antonio Pérez y la guerra de
las Alpujarras.

1. El problema morisco o Guerra de las Alpujarras (1568-1571).

Felipe II prohibió todos los particularismos étnico-religiosos de los moriscos.


Su situación fue cada vez más difícil pues despertaban recelos por su lengua,
su forma de vestir o sus costumbres, y porque se les acusaba de convivencia
con los ataques berberiscos y turcos en las costas mediterráneas. Su situación
empeoró al aumentar los impuestos sobre la seda, una de sus actividades
tradicionales, y cuando se les expropiaron progresivamente las tierras que
cultivaban.
Igualmente, en 1566, se promulgó un decreto prohibiéndoles el uso de su
lengua, su forma de vestir o sus tradiciones. Los moriscos intentaron negociar
con el rey un pago de dinero a cambio de conservar su status tradicional, pero
la Corona rechazó la oferta.
En respuesta, los moriscos andaluces fueron dirigidos por (Fernando de
Córdoba y Válor-Táboas, descendiente del califa de Córdoba, que volvió a su nombre árabe
de) Aben Humeya, que había sido proclamado rey. La rebelión fue apoyada
militar y económicamente desde Argelia. (De 4.000 insurgentes que había en 1569 se
pasó a 25.000 en 1570 , incluyendo bereberes y turcos que la apoyaban con el objetivo de
debilitar a Felipe II).
Fue una guerra que comenzó con incursiones y emboscadas, pues
sorprendió a Felipe II con la mayoría de sus tercios en los Países Bajos. No
consiguieron tomar Granada y, se extendió por la Alpujarra. Ante el peligro de
extensión de la revuelta, en 1570, Juan de Austria lideró un ejército regular
(traído de Italia y España oriental para sustituir a la milicia andaluza), el cual acabó con la
revuelta (en 1571. En época de Felipe III se decretó la expulsión de los moriscos).
Una vez sofocada la rebelión los moriscos de Granada (donde había un gran
número) fueron dispersados hacia otros lugares de la Corona de Castilla
(Galicia, Reino de León y mayormente La Mancha y norte de Andalucía) para
evitar otra rebelión y para evitar cualquier intento de unión entre ellos.

2. Otro de los grandes problemas que tuvo que afrontar el rey en el interior,
fue la revuelta de Aragón o el caso de Antonio Pérez (promotor de la leyenda
negra sobre el rey).
En el complicado entramado de la Corte (enfrentados dos grupos, el de duque de
Alba y el del príncipe de Éboli), Antonio Pérez se vio envuelto en un complot político
y acusado de traición y asesinato. Fue arrestado por el asesinato de Juan de
Escobedo (hombre de confianza de don Juan de Austria) y por abusar de la confianza
real al conspirar contra el rey. Huyó a Aragón, de donde era originario, y
reclamó la protección del Justicia Mayor de Aragón, Juan Lanuza. Éste se negó
a entregarlo a Felipe II cuando el rey lo reclamó, aduciendo que los ciudadanos
de Aragón tenían el derecho a ser juzgados por los tribunales de ese reino. Se
convirtió en el símbolo de la resistencia de las libertades aragonesas frente al
centralismo castellano.
Felipe II acusó de herejía a Antonio Pérez ante la Inquisición, único tribunal
común a todos los reinos. Aún así, el Justicia apoyado por las autoridades de
Zaragoza, enfrentadas al rey por la constante violación de sus leyes, se negó a
entregarlo. Felipe II violando los fueros de Aragón, envió un ejército que puso
fin a la sublevación, ajustició a Juan Lanuza, el Justicia Mayor de Aragón y
procedió a la restricción parcial de los fueros aragoneses. Mientras tanto
Antonio Pérez huyó al extranjero. Pérez consiguió huir a Francia, pasando
antes por Inglaterra. Una vez en territorio galo, Antonio Pérez recibió el apoyo
de Enrique IV, al poner en manos de éste atractivos proyectos
desestabilizadores para España. El fracaso de los intentos de invasión francesa
motivó el traslado de Pérez a Inglaterra donde también contó con importantes
ayudas, ofreciendo interesante información que sirvió para el ataque inglés a
Cádiz en 1596.
Este caso puso de manifiesto el conflicto entre la legalidad foral y la voluntad
centralizadora del monarca.

3. Uno de los problemas más dolorosos para el monarca fue la actitud de su


hijo, el heredero al trono. (El príncipe Carlos nació en 1545, hijo de su primera esposa
María de Portugal. Caracterizado por su desequilibrio mental, de muy posible origen genético.
Fue educado en la Universidad de Alcalá de Henares junto al hermanastro del rey, don Juan de
Austria). Conspiró con poco disimulo con los rebeldes flamencos contra su
padre. Tras asombrosos escándalos relacionados con esto, como el intento de
acuchillar en público al Duque de Alba, fue detenido por su propio padre,
procesado y encerrado en sus aposentos.
Posteriormente fue trasladado al Castillo de Arévalo donde murió de inanición
(se negaba a comer) y en total delirio (en 1568). Este terrible hecho marcó
profundamente, y de por vida, la personalidad del monarca.

4. Por último cabe mencionar las reformas administrativas que realizó y


que vienen a completar las ya iniciadas por su padre. (Su padre Carlos I había
gobernado como un emperador, y como tal, España y principalmente Castilla habían sido
fuente de recursos militares y económicos para unas guerras lejanas, de naturaleza
estratégica, difíciles de justificar localmente puesto que respondían a su ambición personal (y
aún más, a las ambiciones de la Casa de Austria) y que se habían convertido en carísimas con
las innovaciones tecnológicas bélicas. Todo mantenido con los fondos castellanos y con las
riquezas americanas, que llegaban a ir directamente desde América a los banqueros
holandeses, alemanes y genoveses sin pasar por España).

Felipe II como su padre, fue un rey absolutista, continuó con las instituciones
heredadas de Carlos I, y con la misma estructura de su imperio y autonomía de
sus componentes. Pero gobernó como un rey nacional, España y
especialmente Castilla eran ahora el centro del imperio, con su administración
localizada en Madrid. Felipe II no visitó apenas sus territorios de fuera de la
península y los administró a través de oficiales y virreyes quizá porque temía
caer en el error de su padre (Carlos I, ausente de España durante los años de las
rebeliones comuneras), quizá porque, a diferencia de su padre (que aprendió muy
mayor el castellano) Felipe II se sentía profundamente español .
Convirtió España en el primer reino moderno, realizó reformas hidráulicas y
una reforma de la red de caminos, con posadas, con una administración y
una burocracia desconocida hasta entonces, los administrativos de Felipe II
solían tener estudios universitarios.
Realizó innovaciones militares en todos los sentidos. En el mar,
destacaba la utilización masiva de galeones. Destinó gran cantidad de dinero
para crear la mejor red de espionaje de la época. Es muy conocido el uso de
la tinta invisible y de la escritura microscópica por parte de los servicios
secretos de Felipe II. El comercio con las colonias españolas estaba
fuertemente controlado.
Felipe II se comunicaba casi diariamente con sus embajadores,
virreyes y oficiales repartidos por el imperio mediante un sistema de
mensajeros que tardaba menos de tres días en llegar a cualquier parte de la
península o unos ocho días en llegar a los Países Bajos.
El gobierno mediante Consejos instaurado por su padre seguía siendo la
columna vertebral de su manera de dirigir el estado. El más importante era el
Consejo de Estado del cual el rey era el presidente.
Felipe II y su secretario se encargaban directamente de los asuntos
más importantes, otro grupo de secretarios se dedicaba a asuntos cotidianos.
Durante su reinado, la Hacienda Real se declaró en bancarrota tres
veces.

Política exterior
Hereda también los enemigos de su padre.

1. Guerra con Francia


La enemistad con Francia se incrementó aún más, aunque ahora en un
escenario distinto. La causa fue el apoyo francés a los rebeldes flamencos,
obteniendo grandes victorias. El primer episodio bélico fue la batalla y victoria
de San Quintín (en 1557 cerca de París), y posteriormente Gravelinas (en 1558).
Esto supuso el triunfo definitivo de España sobre Francia, y la renuncia de ésta
a los territorios italianos mediante la paz de Cateau-Cambresis (1559). Por este
tratado Francia reconoció la supremacía hispánica, los intereses españoles en
Italia se vieron favorecidos y se pactó el matrimonio con Isabel de Valois.
También participó en la crisis interna que sufrió Francia debido a la guerra de
religión que enfrentaron a hugonotes (protestantes franceses, seguidores de Calvino) y
a los católicos a los que apoyó Felipe II. El momento crucial se produjo con las
pretensiones al trono francés por parte de Enrique de Borbón que era
hugonete. Pero se convirtió al catolicismo y subió al trono como Enrique IV.
España firma la paz de Vervins (1598, pero las hostilidades se reanudarían en la Guerra
de los Treinta Años).

2. Lucha con los turcos.


Turquía, que ya había sido contrincante de Carlos I de España, se vuelve a
enfrentar al imperio español.
El rey español, Felipe II, se alió con Venecia y con el papa en la Santa Liga
contra los turcos (Solimán el Magnífico), que habían reconquistado Túnez y Chipre
y habían puesto sitio a Malta. Además los barcos turcos y los piratas
berberiscos atacaban a los barcos en todo el Mediterráneo y saqueaban las
costas de los países cristianos. La victoria de Lepanto creó la ilusión que el
poder turco se había roto. Pero la consecuencia de estos enfrentamientos fue
el reparto del Mediterráneo entre el Imperio turco (cuenca oriental) y España
(cuenca occidental). (Lo que no había resuelto las batallas y los combates, lo resolvió la
diplomacia y las negociaciones internacionales, para beneficio de ambos imperios.
Felipe II veía como se agravaba la guerra en Flandes, y Selim II, sucesor de
Solimán, tenía que hacer frente a la guerra con Persia. Ambos se encontraban
librando campañas militares en otras fronteras, y ninguno se sentía con la
fuerza suficiente para continuar el conflicto. Convencidos de la distinta situación
que ambos imperios vivían, decidieron firmar una serie de treguas que
terminaron por alejar definitivamente la guerra en el Mediterráneo durante unos
cuantos años.

3. Lucha en los Países Bajos

Las causas fueron la disidencia religiosa, las aspiraciones de la nobleza del


país y las apetencias de Francia e Inglaterra. En los Países Bajos, la
confluencia de intereses entre la nobleza del sur católica, Flandes (agrupada en la
Unión de Arras) y la burguesía del norte protestante, futura Holanda (coaligada en la
Unión de Utrecht), desencadenó una larga guerra contra España. El apoyo de
Inglaterra a los rebeldes del norte (holandeses) fue decisiva.
( Al frente de la rebelión estuvieron, primero los condes de Horn y Egmont y, después el
mayor enemigo de España, Guillermo de Nassau, príncipe de Orange).
Felipe II nunca aceptó la libertad de cultos y se decidió a combatir la herejía.
Pero los rebeldes lo entendieron también como una lucha política, por la
independencia.
Para reprimirlos el rey mandó a sus mejores generales, el duque de Alba, que
ejerció una dura represión ( siendo ejecutados los condes de Horn y Egmont) (Tribunal
de la sangre) también envió a Juan de Austria…
La rebelión nunca fue completamente controlada y Felipe II acabó designando
a su hija Isabel Clara Eugenia, gobernadora con derecho a sucesión. Pero al
no tener hijos, los Países Bajos revertieron a la Corona española de nuevo y se
reabrió el conflicto.

4. Lucha con Inglaterra.

Luchó contra la corona inglesa por motivos religiosos, por el apoyo que
ofrecían a los rebeldes flamencos y por los problemas que suponían los
corsarios ingleses que robaban la mercancía americana a los galeones
españoles en la zona del Caribe (a partir de 1560). Así pues, los principales
escenarios de los combates serían el Atlántico y el Caribe.
Empezó la lucha con Isabel I para defender los intereses de María Estuardo.
La ejecución de la reina católica de Escocia, María Estuardo, le decidió a enviar
la llamada Grande y Felicísima Armada (en la Leyenda negra, Armada
Invencible) (en 1588), la cual fracasó. El fracaso posibilitó una mayor libertad al
comercio inglés y holandés, un mayor número de ataques a los puertos
españoles (como el de Cádiz que fue incendiado por una flota inglesa) y, asimismo, la
colonización inglesa de Norteamérica. A partir de estos hechos y hasta el final
de la guerra, España e Inglaterra consiguieron victorias a la par en los
combates navales librados por ambos reinos, tanto en el mar como en tierra.
Con lo que la guerra se mantuvo en un empate de pérdidas de recursos para
los países hasta el final.
(Mientras los ingleses saqueaban las posesiones españolas y no consiguieron nunca el
objetivo de capturar una flota de Indias, la Armada española se preparó sin mucho éxito para
invadir Inglaterra, repelió algún ataque inglés y los corsarios españoles capturaban toneladas
de mercancías de barcos ingleses. Los ataques ingleses, de piratas o corsarios a sueldo,
solían acabar en fracasos con pérdidas nada desdeñables, entre los que destaca el fracaso de
la Armada Inglesa o Contraarmada. La situación se equilibró, hasta que Felipe III firmó el
tratado de Londres en 1604, con Jacobo I, sucesor de Isabel I).

III. Conclusión.
A la ya malparada situación económica en Castilla que recibió de Carlos I,
Felipe II dejó España en una profunda crisis. La vida de los españoles del
tiempo era dura: La población soportaba una inflación brutal, la carga fiscal
tanto en productores como en consumidores era excesiva. Debido a la inflación
y la carga fiscal, cada vez existían menos negocios, mercaderes y empresarios
dejaban sus negocios en cuanto podían adquirir un título nobiliario (con su baja
carga fiscal).
En las últimas Cortes, los diputados protestaron efusivamente ante otra
demanda de más dinero por parte del rey, urgiendo por una retirada de los
ejércitos de Flandes, buscar la paz con Francia e Inglaterra y concentrar su
formidable poder militar y marítimo en la defensa de España y su Imperio.

La mayoría de historiadores coincide en subrayar que la situación de pobreza


que sumió al país al final de su reino está directamente relacionada por la
carga del Imperio y su papel de defensor de la cristiandad. Durante el reinado
de Felipe II apenas hubo un respiro en el esfuerzo militar. Hubo de compaginar
dos durante la mayor parte de su reino: el Mediterráneo contra el poder turco y
los Países Bajos contra los rebeldes. Al final de su reino contaba con tres
frentes simultáneos: Los Países Bajos, Inglaterra y Francia. La única potencia
capaz de soportar esta carga en el siglo XVI era España, pero con unos
beneficios discutibles y a un precio muy elevado.
El imperio fue acumulando graves problemas internos y externos, a partir de
la muerte de Felipe II, que llevaron a la desaparición de su hegemonía en
Europa, consumada al morir el último monarca de la Casa de Austria, Carlos II,
en 1700

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