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COMENTARIO DEL MAPA DE EUROPA EN 1648

1. Clasificación del mapa

Es un mapa histórico realizado con la técnica del relleno, en la que se utilizan diversos colores para
representar los diferentes territorios descritos en la leyenda del mapa.

2. Análisis-descripción del mapa

Nos encontramos ante un mapa político que nos presenta la distribución de los territorios españoles en
Europa en un período que va desde 1640 hasta 1659. El espacio geográfico representado es la Europa
central y mediterránea, y el norte de África. En la leyenda se nos indica, mediante el uso de colores, las
diferentes posesiones de España (en color amarillo) y los territorios anexionados por Francia en 1659
(en color rojo). Rotulado con una línea de trazo grueso de color verde, el mapa nos presenta los
territorios que poseía el Sacro Imperio, gobernado por los reyes de la dinastía de los Habsburgo.
Finalmente, con una línea negra aparecen los territorios unidos por una misma dinastía (Suecia, Prusia y
Austria-Hungría).

Hasta mediados del siglo XVII, los Austrias españoles mantuvieron todos los territorios de la península
ibérica, a excepción de Portugal (independizada en 1640), más las islas Baleares, Cerdeña, Austria,
Nápoles, Sicilia, Milán, Franco Condado, Luxemburgo y los Países Bajos. Tras la Paz de Westfalia (1648),
perdieron la parte norte de los Países Bajos. Tras la Paz de los Pirineos (1659) perdieron varias plazas de
Flandes (la actual Bélgica) y el Franco Condado. Este último pasó a formar parte de Francia. En los
territorios perdidos en los Países Bajos se formó un nuevo país llamado las Provincias Unidas de
Holanda. Con el pacto de la Paz de Westfalia se acordó que los intereses de los Estados y su propia
religión prevalecerían sobre el Imperio romano-germánico.

3. Comentario del mapa histórico

La principal causa que favoreció el inicio de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) fue el
enfrentamiento entre personas de distinto signo religioso. En la guerra se enfrentaban dos bandos, el de
los protestantes, apoyados por las Provincias Unidas del Norte, Dinamarca, Suecia y Francia, y el bando
de los católicos, formado por el Imperio de los Habsburgo y España. La guerra se inició con la rebelión
de los protestantes de Bohemia en 1618. El imperio Español, a pesar de conseguir algunas victorias al
principio de la guerra (Batalla de la Montaña Blanca, 1620), muy pronto empezó a perder las batallas
(Las Dunas, en 1639; Rocroi, en 1643), por lo que en 1648 tuvo que pactar la Paz de Westfalia para
evitar más pérdidas. La firma de la Paz de Westfalia no significó el fin de la guerra para España ya que
continuó en guerra con Francia hasta el año 1659, año en el que firmó la Paz de los Pirineos. En este
tratado, España cedió a Francia el territorio del Rosellón y la Cerdaña, poniendo fin así a más de 20 años
de guerras entre los dos países. Las principales consecuencias de estos dos tratados para el Imperio de
los Austrias españoles fueron la pérdida de los territorios situados al norte de los Países Bajos, del
Rosellón, la Cerdaña y el Artois.

4. Conclusiones

Los tratados de Westfalia y de los Pirineos suponen la creación de una nueva Europa. El tratado de
Westfalia reconoce el derecho de los príncipes alemanes a escoger la religión de sus estados, junto a la
aparición de dos nuevos estados independientes (las repúblicas de Holanda -Países Bajos protestantes-
y Suiza), y ventajas territoriales para Suecia.

En la posterior Paz de los Pirineos (1659), se pone fin a la guerra con Francia, que consigue el Rosellón,
la Cerdaña y algunas ciudades de los Países Bajos, convirtiéndose así en una nueva potencia
hegemónica del continente europeo (bajo el rey Luis XIV de Francia).

Inglaterra (que, en mitad de su revolución -1649-, no participó en la guerra) y Holanda, se convertirán


en naciones en alza que se disputarán el dominio de los mares y del comercio internacional en la
segunda mitad del siglo XVII.

La Paz de Westfalia representa por tanto el triunfo de la concepción horizontal de Europa, que consistía
en que el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y el Papa no tendrían mayor preeminencia
que el resto de los Estados europeos, fueran católicos o protestantes. El tiempo de los conflictos
religiosos en Europa llegaba así a su fin, al igual que el de la hegemonía de los Habsburgo (germánicos o
hispánicos) en el continente.

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