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MANIPULACIÓN PSICOMÉTIRCA: COMO LAS TECNOLOGÍAS MOLDEAN LA

REALIDAD Y NUESTRA PERCEPCIÓN DE DEMOCRACIA

Juan Nicolás Díaz, Laura Acosta y Sara Sofia López

Instituto Pedagógico Nacional

Septiembre 15, 2023


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Al final, el Partido anunciaría que dos y dos son cinco y habría que creerlo. Era
inevitable que llegara algún día al dos y dos son cinco. La lógica de su posición lo
exigía. Su filosofía negaba no sólo la validez de la experiencia, sino que existiera la
realidad externa. La mayor de las herejías era el sentido común. Y lo más terrible no era
que le mataran a uno por pensar de otro modo, sino que pudieran tener razón. (Orwell,
1949, pág. 146)

Hace más de 70 años, en 1949 George Orwell, hacía pública una de sus obras cumbre
dentro del género distópico. Dentro de este, hace una crítica a las sociedades totalitarias del siglo
XX, enfocándose principalmente en la perdida de la democracia, la razón y la libertad. El libro
nos acerca a una sociedad regida por el partido político INGSOC, que tiene como líder al gran
hermano, el cual siempre vigila a todos por medio de telepantallas (televisores que escuchan,
observan y transmiten lo que el partido quiere). Resulta curioso que a lo largo de la lectura
podemos observar que nuestra sociedad actual comparte bastantes características con la forma de
manipulación del partido.

Las telepantallas de hoy las encontramos en las tecnologías como el celular, el


computador e incluso el reloj, que al igual que en el libro, estas se encargan de vigilarnos y
conocernos por medio de estrategias como los perfiles psicométricos. Los cuales permiten medir
las personalidades, gustos y búsquedas del usuario; para saber qué tipo de información pueden
enviarnos para manipularnos por medio de estos. No hay descanso de estas telepantallas, su
presencia en nuestras vidas atraviesa nuestra mente, emociones y pensamientos. Esto representa
una alteración en la visión y el pensamiento de las personas, ya que la interpretación de los
ciudadanos sobre la democracia es impactada por las dinámicas psicopolíticas de la información.

El propósito de este texto es analizar la percepción de los ciudadanos acerca de la


democracia a través del funcionamiento de los algoritmos presentes en las redes sociales y su
influencia en la opinión pública. El eje orientador de este texto surge de nuestro cuestionamiento
respecto a: ¿Cómo nos estamos percibiendo los ciudadanos dentro de la democracia a partir de la
información que recibimos y creamos en redes sociales?, ¿Bajo qué criterios (discursos, afinidad
ideológica, etc…) apropiamos la información que aparece en nuestras redes?, ¿El algoritmo
digital transforma nuestra opinión? ¿O se adapta realmente a nuestros intereses y necesidades?
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Para alimentar el análisis, profundizaremos nuestros cuestionamientos con 3 conceptos:


el primero de ellos es la teoría de la opinión pública de Jürgen Habermas citada en el libro de
Ciudadanos del mundo de Adela Cortina (2009) la constituye como:

En lo que respecta al poder político, este ya no se establece mediante un hipotético


contrato social, sino comunicativamente. No es el soberano quien debe representar la
voluntad del pueblo, sino que el pueblo ejerce su soberanía comunicativamente, en el
marco de procedimientos aceptados por él, lo cual hace que el poder administrativo haya
que legitimarse a través de la comunicación. Y no recurriendo a supuestos tradicionales o
autoritarios, sino a argumentos capaces de convencer a los afectados por sus metas y
efectos. De ahí que al poder político convenga escuchar a una ciudadanía que se expresa
a través de canales institucionalizados, pero también a través de una opinión pública no
institucionalizada.

(…) La opinión pública la componen ahora (…) aquellos <<ciudadanos cívicos>>, que
son a la vez <<ciudadanos del Estado>> y poseen unas antenas especiales para percibir
los efectos de los sistemas, ya que son afectados por ellos. Sobre todo, aquellas redes de
ciudadanos capaces de preocuparse, no por intereses grupales o sectarios, sino por
aquellas cuestiones que a todos afectan, por aquellas que tocan intereses
universabilizables. (pág. 145)

De aquí nos surge otras cuestiones ¿Cómo funciona ese espacio de interacción política
entre los gobernantes y los ciudadanos? ¿De qué manera interpretamos esos “efectos de los
sistemas” ?, por lo que recurrimos a Byung-Chul Han con su teoría de la Pscopolítica presente en
un artículo de Manuel Cruz (2017) en la que entiende que los nuevos medios de dominación y
vigilancia en la sociedad contemporánea trascienden a los actos comunicativos, en donde la
violencia a la par de la obligación que se daba en la diciplina no son el medio de imposición
social, sino que el poder se desarrolla a medida que los sujetos asumen a voluntad y libertad
propia una acción dirigida por el interés de otros sin necesidad de amenazas agresivas. Esto se
logra en la actualidad con la digitalización de las comunicaciones en donde esa posibilidad de
encontrar información rápida se vuelve el escenario ideal para controlar las personas, pues ahora
están expuestos a admitir imágenes manipuladoras que interiorizan porque están construidas con
la intención de configurar la imagen que las mismas personas tienen en las redes, esa visibilidad
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ilimitada que tienen para expresarse libremente hace que las decisiones que se tomen surjan
desde un mandato de cómo mostrarse en la sociedad.

Adicionalmente, la herramienta que le permite a la psicopolítica ser efectiva según Han


en su libro de Infocracia (2022), es la psicometría la cuál es:

Un procedimiento basado en datos para obtener un perfil de personalidad. Los perfiles


psicométricos permiten predecir el comportamiento de una persona mejor de lo que
podría hacerlo un amigo o un compañero. Con suficientes datos, es posible incluso
generar información más allá de lo que creemos saber de nosotros mismos. (…) a partir
de los psicogramas de los votantes, se les hace publicidad personalizada en redes
sociales, (…) no están informados del programa político de un partido, sino que se los
manipula con publicidad electoral adaptada. (…) Los ciudadanos dejan de estar
sensibilizados para las cuestiones importantes de relevancia social. Están más bien
incapacitados por haber quedado reducidos a un ganado manipulable de votantes que
tiene que asegurar el poder a los políticos. (págs. 35-36)

Todo esto, nos lleva a pensar como nos reconocemos los ciudadanos dentro de la
democracia, pues si estamos “ejerciendo nuestra soberanía comunicativa”, entonces
manifestamos nuestra posición en la sociedad partiendo de lo que vivimos diariamente, pero
también a través de la información que recibimos acerca de lo que pasa en el mundo; sobre todo
de lo que pasa en un espacio al que no podemos acceder físicamente, pero en donde somos
objeto de discusión constante: las instituciones públicas. Aquí entra una intermediación que filtra
lo que conviene que sepamos, pues dependemos de estas para poder forjar una opinión y actuar
en el marco de lo que se nos comunica. Por lo tanto, esta exposición a la información determina
la realidad que creamos de nuestro mundo, la cual, se encarga de definir nuestra interacción
política, opinión pública y toma de decisión en el marco de la democracia.

Nuestra relación con la democracia se ve afectada por lo que no se nos muestra y a la


manera en que se nos presenta. Si bien, la estructura de la democracia no es alterada, las
dinámicas en las que se desempeña se ajustan de acuerdo con los discursos mediáticos que se nos
muestran. El discurso actual se centra en el espectáculo, el cual tiene como objetivo convertir al
receptor en un simple reproductor de ideologías. En comparación al debate político a mediados
del siglo XIX que se caracterizaba por la extensión y complejidad de sus argumentos, ahora, la
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política es un conjunto de guiones diseñados para persuadir a la audiencia, tocar su sensibilidad y


de esta manera cooptar nuestro raciocinio a la homogenización de la opinión.

Retomando el funcionamiento de los perfiles psicométricos, estos categorizan nuestros


intereses e intentan estandarizar el contenido que debería entretenernos, utilizando elementos que
capten nuestra atención como las tendencias, los valores estéticos, entre otros. Nos induce a los
placeres instantáneos de la información, se convierte en una nueva forma de uniformidad social,
las noticias son digeribles y no necesitan de ningún tipo de esfuerzo para su correcta asimilación.
El sujeto entretenido se convierte en un algoritmo manipulable, en una masa empleable para los
intereses políticos, la delgada línea entre la vida pública y la vida privada es difusa entre los
perfiles binarios psicográficos.

Esta era la más refinada sutileza del sistema: inducir conscientemente a la


inconsciencia, y luego hacerse inconsciente para no reconocer que se había realizado un
acto de autosugestión. (Orwell, 1949, pág. 62)

Aunque notemos las consecuencias de nuestras decisiones, carecen de importancia, ya


que, no afecta nuestra telepantalla, este objeto de control trasciende todo límite de entendimiento,
ya no está ahí solo para vigilarnos y recopilar información, se convierte en un medio por sí solo,
nuestra única visión, la cueva de luces y sombras a través de la cual observamos el mundo que
nos rodea. No somos más que una autogestión de nuestra propia idea de realidad, de nuestra idea
de política, y por supuesto de democracia. ¿Somos realmente libres de tomar decisiones? ¿o estas
ya están preconcebidas por el control mediático? ¿Qué papel entra a jugar la participación
ciudadana en un mundo mediado por la imitación mediática y el control psicopolítico? Parece
que el concepto de libertad como lo conocemos es difuso y se pierde entre los límites de la
información.

El hereje contemporáneo se encuentra en la psiquis de cada individuo y en cómo a través


de los medios y las redes sociales, se manipula su percepción del mundo y la realidad. Cree ser
libre, piensa conocerlo todo, está informado, pero se encarga únicamente de reproducir ideas, no
tiene voz o raciocinio propio. Es un medio a través del cual, se ejerce un dominio silencioso, un
control mental que ha transformado nuestras formas de ver y ejercer la democracia. Es un poder
capaz de configurar la acción del otro y sin que este si quiera se percate. Este control es una
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nueva forma de entender nuestro mundo y la forma de relacionarnos con nuestra vida privada y
nuestra vida pública en internet.

Bibliografía

Cortina, A. (2009). Ciudadanos del mundo. hacia una teoría de la ciudadanía. Alianza Editorial.

Cruz, M. (2017). De la biolpolítica a la psicopolítica en el pensamiento social de Byung-Chul

Han. Athenea Digital, 187-203. doi:https://doi.org/10.5565/rev/athenea.1782

Han, B.-C. (2022). Infocracia. TAURUS.

Orwell, G. (1949). 1984. Debolsillo.

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