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Simbología e Iconografía Yaqui

…el sol, taa’a es hombre y detrás de él está Dios. El sol


es hombre y la luna mujer jamut, madre luna, mala mecha,
todos venimos de la luna. El sol es padre de todos los
hombres y la luna es madre de todas las mujeres. 1
La bandera yaqui tiene los siguientes significados: el azul,
la fortaleza del pueblo cubierto con el manto azul del cielo;
el blanco es la pureza de la sangre de raza yaqui; el Sol
es el Dios Padre que ilumina y da vida a la raza; la Luna
es la Diosa Madre que nos protege de noche y de día, las
estrellas son los espíritus que vigilan desde el más allá los cuatro puntos cardinales
del territorio Yaqui; la Cruz es la nueva religión del Yaqui y el rojo la sangre que
derramaron por la defensa de su territorio y autonomía como nación. 2
El sea takaa o flor del cuerpo es un doble espíritu que sólo poseen
ciertas personas como los curanderos, los danzantes, los músicos.
Cuando un yoreme tiene sea takaa se dice que tiene dos espíritus y
un don competente que Dios le dio y quien carece de él es
considerado kia polobe, un pobrecito.1
Es el Venado quien ejecuta los encantos sobre quienes se internan
en el monte (Sierra del Bacatete) pensando en sus novios y les
exige a cambio renunciar al Cielo y a Dios. Esta flor o flor de la tierra
como también se le conoce, consiste en una piedra de color negro y
forma alargada que se encuentra en las vísceras del venado recién
cazado. Al poseerla, se adquieren las cualidades del curandero, del
danzante o del músico…1

Plano general de familias de


los indios yaquis, escoltadas
por tropas federales, durante
su traslado a los pueblos de
Vicam y Cócorit.
Código de referencia: MX
09003AHUNAM 3.17-2-5-
580
Título: Doc. 0006
Fecha(s): 1901, s/m s/d
(Creación)
Archivo Histórico de la UNAM

El choni —literalmente cabello o pelo, también asociado al escalpe— es otro de los


seres que habita el monte. Se aparece a los vaqueros después de largas vigilias en
la forma de un remolino de cabello que pasa rodando a gran velocidad, o como una
especie de duende que, en todos los casos, trae suerte a quien lo encuentra.
También se dice que, los chonis son los abortos que entierran donde quiera, que no
los llevan al panteón… 1
1617. El pueblo yaqui fue organizado por los misioneros religiosos en ocho pueblos:
Cócorit (Chiltepines), Bácum (lagunas), Vícam (puntas de flecha), Pótam (topos),
Tórim (ratas), Huírivis (un tipo de pájaro), Ráhum (remansos) y Belem (Belén). 2

Leyenda Boobok yuktuakame, El sapo que hizo llover


Se dice que hace muchos años una terrible sequía azotó el territorio yaqui, en lo
que hoy es el estado de Sonora. Cuentan que los pozos se secaron hasta la última
gota, que el suelo bajo los pies ardía como una brasa eterna y que las piedras se
calcinaban hasta convertirse en polvo. Los ocho pueblos yaquis padecían sed y
enfermedades por la falta de agua.
Los jefes de los ocho pueblos se reunieron y decidieron comunicarse a toda costa
con Yuku, dios de la lluvia. Fue así que los sabios eligieron al noble gorrión para
que surcara los cielos con sus incansables alas y le llevara el mensaje a Yuku, ante
el cual exclamó:
– He venido en nombre de los ocho pueblos a pedirte el favor de tu lluvia.
A lo cual la deidad respondió:
– Con gusto gorrión. Vete sin preocupación y dile a tus señores que muy pronto
tendrán lluvia.
El gorrión voló tan rápido como pudo, pero antes de llegar a tierra el cielo se plagó
de nubes y mortíferos relámpagos. Entonces, se formó un tornado que alcanzó al
ave y el agua no llegó al territorio yaqui.
Al no regresar el gorrión, los jefes ordenaron que fuera la golondrina a platicar con
Yuku. La valerosa ave emprendió el vuelo hasta encontrarse con el dios de la lluvia
y le suplicó que le regalara un poco de agua a los yaquis, quienes morían de sed.
Yuku contestó sin vacilar:
– Ve sin preocupación con tus jefes y ten la seguridad que tras de ti llegará la lluvia.
La golondrina se enfiló hacia la tierra satisfecha con la promesa de Yuku, pero al
igual que el gorrión, fue atrapada por el viento y un relámpago la golpeó. De ella no
se supo más y ni una gota de agua cayó.
Los ocho sabios, en su desesperación, optaron por otro mensajero, el sapo Bobok,
quien vivía en Bahkwam (laguna). Los jefes se reunieron con él en Vícam (un
poblado de Guaymas). Ahí le encomendaron la misión.
Bobok regresó a Bahkwam, pero antes visitó a un amigo que era chamán y le pidió
que le prestara unas alas de murciélago. Al día siguiente, el sapo alado subió al
cénit hasta toparse con Yuku, a quien le dijo:

– Señor, no trate tan mal a los yaquis. Envíenos un poco de agua para beber porque
morimos de sed.
Yuku respondió de la misma forma en que lo hizo con el gorrión y la golondrina.
Entonces, Bobok fingió marcharse pero se ocultó. Repentinamente, el cielo se
nubló, los relámpagos iluminaron la bóveda celeste, los vientos soplaron con furia y
comenzó a llover. Finalmente, el agua llegó a la tierra pero no tocó al sapo.
Bobok se elevó mucho más arriba que la lluvia mientras cantaba: “¡kowak, kowak,
kowak!”. Yuku escuchó al sapo e hizo que lloviera de nuevo. El batracio con alas de
murciélago guardó silencio y la lluvia paró. Tras unos instantes, Bobok reinició su
canto y se lanzó a la tierra. El dios de la lluvia mandó un diluvio para matarlo, mas
no lo encontró, y así el agua humedeció todo el territorio yaqui.
Las tormentas llenaron de nuevo los pozos y apaciguó la sed de los yaquis. De
pronto los sapos fueron abundantes y todos cantaban felices. Bobok devolvió al
chamán las alas prestadas y regresó a vivir con paz en Bahkwam.
La permanencia, a lo largo de un tiempo, en lugares con otro modo de vida trajo
consigo algunas innovaciones en la cultura yaqui. Entre las más evidentes podemos
señalar la incorporación de elementos del estilo textil maya al vestido tradicional de
las mujeres —como los bordados de figuras simétricas y llamativos colores—,
aunque éste fue modificado por las costureras yaquis, quienes empezaron a
confeccionar sus propios atuendos con motivos florales, uno de los símbolos
dominantes de la cultura del grupo.3
“Las flores y los colores vivos son muy comunes en los bordados, pues estos
patrones son naturalmente llamativos”

Los yaquis dividen su mundo entre el espacio de los hombres y el de la naturaleza;


esta separación está elaborada a partir de la relación entre el pueplum, el pueblo, y
el huya ania, el monte. El espacio físico del pueblo lo marca la Iglesia, el camino del
conti y los espacios físicos ganados por los yaquis. El monte corresponde al mundo
natural, en donde se encuentran los animales y las plantas; en otras palabras, es
ese espacio que rodea a los pueblos, en el sentido más amplio del término. Sin
embargo, existe una fuerte relación entre el pueblo y el monte, ya que los seres que
habitan cada dominio se adentran en el espacio del otro y establecen, así, complejos
vínculos entre ambos grupos y espacios. Al
establecer estos lazos estrechos, el mundo del
monte se convierte en el universo sagrado natural
de los yaquis.3
En el huya ania viven los surem, el yoeta, el choni,
la serpiente kurues, el yoremgo’i y los animalitos
del monte, entre otros seres con quienes los
yaquis han establecido vínculos de diferente tipo,
pero a quienes guardan profundo respeto por lo
bueno o lo malo que pueden provocar; por un lado, facilitan el alimento, y ayudan a
los perdidos, pero, por otro, causan males, sobre todo cuando los humanos rompen
el orden establecido, como cuando cometen un infanticidio o un incesto, o tan sólo
cuando se adentran en el monte por las noches, momento en que se vuelve
peligroso para los confiados o distraídos.3
Los mitos de origen de los yaquis hablan de los surem. Según cuentan, antes de la
llegada de los españoles, al noroeste de México se le llamaba sure, porque allí
vivían los surem, hijos de Yomumuli. Los surem eran pequeños y fuertes y, según
la mitología, todavía habitan en el monte y, cuando pueden, ayudan a los yaquis.
También había un árbol parlante, pero la única que lo entendía era Yomumuli, quien
había creado a todos los grupos indígenas de la
región. Ésta les contó sobre la llegada de Jesucristo
y de los hombres que vendrían a conquistarlos; a la
mayoría de los grupos no les gustó lo que les dijo y se
fueron a vivir dentro de las colinas o se introdujeron
en el mar. Sólo los yaquis le hicieron caso y se
quedaron en esa tierra.3
El yoeta, señor de los animales, también conocido
como el “vaquero del monte” o el Santiaguillo, cuida a
los animales del monte, pues todos ellos son de su
propiedad.3
El yoremgo’i, especie de coyotehombre, es otro
personaje del monte, que por haber incurrido en el
incesto se convirtió en un ente expulsado al huya
ania. 3
Otros entes que habitan en el monte son el choni, la
serpiente kurues y los animalitos del monte: el
ciempiés, la lagartija, el alacrán y la hormiga.3
La danza del venado describe la vida y muerte del animal sagrado de los yaquis y
mayos: el venado. Con ágiles movimientos trata de esquivar a los danzantes que
representan a los coyotes –pascolas-, los cuales portan una pequeña máscara y
van armados con un arco y flechas. El venado al defenderse, mata a uno de ellos
que reencarna en un cazador que da muerte con arco y flecha al venado, lo que
simboliza que ha muerto el animal sagrado.

Referencias
1. María Eugenia Olavarría. Antropología y Simbolismo. Horizontes del cuerpo
yoeme. Consultar en
https://www.enah.edu.mx/publicaciones/documentos/136.pdf
2. Pueblo yaqui. Wikipedia. Consultar en
https://es.wikipedia.org/wiki/Pueblo_yaqui
3. José Luis Moctezuma Zamarrón. Yaquis. Consultar en
https://www.inpi.gob.mx/2021/dmdocuments/yaquis.pdf

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