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Mensajes para Creyentes Nuevos 1
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Watchman Nee
EL BAUTISMO
Lectura bíblica: Mr. 16:16; Hch. 2:38; 22:16; 1 P. 3:20-21; Ro. 6:3-4; Col. 2:12
El bautismo es un tema muy destacado en la Biblia. Hay dos aspectos del bautismo que
debemos entender claramente. Primero, antes de ser bautizados, necesitamos saber lo
que el bautismo puede hacer por nosotros. En segundo lugar, después de ser
bautizados, necesitamos mirar retrospectivamente y preguntarnos qué importancia
tiene el bautismo. En el primer caso, el bautisterio y el agua están delante de nosotros.
Cuando vamos a ser bautizados debemos preguntarnos: ¿Qué puede hacer el bautismo
por mí? Después de ser bautizados, tenemos que preguntarnos qué significa el
bautismo. La primera observación se hace mirando hacia el futuro, y la segunda
mirando retrospectivamente. Aquélla tiene que ver con lo que uno sabe antes de ser
bautizado, y ésta con el entendimiento que uno tiene después de ser bautizado.
Examinemos la condición del hombre delante de Dios. Hoy día el hombre no tiene que
hacer nada para perecer. Yo no pereceré porque haya matado a alguien, ni seré salvo
de la perdición porque no haya matado a alguien. El hecho es que todo el mundo está
perdido. Dios nos sacó de entre los que perecen y nos salvó. El mundo está perdido
corporativamente, pero Dios salva hombres individualmente, uno por uno. Dios no coge
todos los peces y después separa a los buenos de los malos, asignando unos a la
salvación y otros a la perdición. Todos los peces del mar ya están perdidos. Los que Dios
pesca son salvos; el resto permanece en el mar.
Así que, la salvación y la perdición no tienen nada que ver con si uno ha creído ni con lo
buena que sea su conducta, pero sí con la posición, es decir, el lugar donde uno se
encuentre. Si está en el barco, es salvo. Si todavía permanece en el mar, está perdido.
Tal vez usted no haya hecho nada, pero en tanto que esté en el mundo, eso basta para
que perezca. No importa si usted es bueno o malo, si es un caballero o un villano.
Tampoco es un asunto de vivir por su conciencia o no. Mientras esté en el mundo, usted
está terminado. Si no ha salido de allí, está condenado ante Dios.
La palabra salvación ha sido usada liberalmente entre nosotros y con mucha confusión.
Existe una diferencia entre ser salvo y obtener la vida eterna. Obtener la vida eterna es
un asunto personal, pero la salvación no consiste sólo en recibir la vida eterna a nivel
personal, sino que también implica salir de una entidad corporativa que está errada.
Hermanos y hermanas, ¿entienden claramente esta diferencia? Recibir la vida eterna es
un asunto personal. Pero la salvación no es únicamente un asunto personal, pues tiene
que ver con la entidad colectiva a la que pertenecíamos anteriormente.
Ser salvo significa salir de una entidad y entrar en otra. Recibir la vida eterna denota
aquello a lo que hemos entrado; no aquello de donde hemos salido. La salvación incluye
la salida y la entrada. Así que, la esfera de la salvación es más amplia que la de recibir la
vida eterna. Ser salvo incluye ser librado del mundo, es decir, salir del mundo.
Cuando los judíos trataron de deshacerse del Señor Jesús, clamaron: “¡Su sangre sea
sobre nosotros, y sobre nuestros hijos!” (Mt. 27:25). Aunque nosotros no matamos al
Señor Jesús, nuestros antepasados sí lo hicieron. Aunque nosotros no cometimos el
acto, lo hizo la entidad colectiva a la que pertenecemos. El cuerpo colectivo al que
pertenecemos es enemigo de Dios y está condenado a perecer. Es otro asunto si uno
está bien o mal individualmente. Espero puedan ver que no solamente somos pecadores
individualmente y que necesitamos ser salvos personalmente, sino que también
pertenecemos a una colectividad que está mal. El mundo al cual pertenecemos es
enemigo de Dios. El mundo en el cual estamos está condenado por Dios. Necesitamos
ser librados de nuestra relación con él y nuestra posición en él.
No hay duda de que el que cree tiene vida eterna. Hemos predicado esto por muchos
años. Una vez que una persona cree en el Señor Jesús, tiene vida eterna y es salva para
siempre. Todos sus problemas son resueltos. Pero recuerden que si una persona cree
pero no es bautizada, todavía no es salva. De hecho, tal vez usted ya creyó y tiene vida
eterna, pero a los ojos del mundo, ¿es usted salvo? Si usted no ha sido bautizado, no es
salvo, ya que nadie sabe que usted es diferente. Usted debe ser bautizado, declarando
que ha puesto fin a su relación con el mundo. Solamente entonces será salvo.
“El que crea y sea bautizado, será salvo”. Lo que dijo el Señor Jesús es muy claro. Añade:
“El que no crea, será condenado”. La incredulidad por sí sola es suficiente para que la
persona sea condenada. En tanto que una persona pertenezca a esa entidad colectiva,
su incredulidad es suficiente para condenarla. Pero si uno ya creyó, de todos modos
necesita ser bautizado. Si no es bautizado, no ha hecho público su éxodo.
Un judío que abrace la fe cristiana en secreto, no será perseguido. Muchos judíos creen
en el relato histórico acerca del Señor Jesús. El mayor obstáculo que tienen no es creer
en El, sino ser bautizados. Una vez que son bautizados, son echados del judaísmo.
Algunas hermanas, después de haber sido bautizadas, fueron envenenadas por sus
prometidos. Tales cosas suceden aun en comunidades civilizadas como Londres y
Nueva York. No hay problema si una persona cree en su corazón, pero una vez que es
bautizada, la perseguirán.
En la India nadie le hará daño a un creyente mientras éste no sea bautizado. Pero una
vez que es bautizado, lo expulsan de la comunidad. Para ellos está bien creer en el Señor,
pero no ser bautizado.
La reacción de los musulmanes es más violenta. Algunos han dicho que es difícil que un
musulmán que haya creído [en el Señor Jesús] permanezca vivo. Tan pronto cree, le dan
muerte. El Dr. Swema fue la primera persona que tuvo éxito al trabajar entre los
musulmanes. El dijo: “Mi obra nunca crecerá, porque una vez que una persona cree en
el Señor, inmediatamente tiene que ser enviada lejos. De no ser así, le matarían a los
dos o tres días de ser bautizada”. Esta costumbre prevalece aún hoy entre los
musulmanes.
El bautismo es una declaración pública de que uno ha salido. “El que crea y sea
bautizado, será salvo”. No pensemos que la salvación se refiere a la salvación personal
del espíritu. En la Biblia, la salvación significa ser liberados del mundo, no ser liberados
del infierno.
B. El bautismo se relaciona
con el perdón de pecados
El día de Pentecostés los apóstoles dijeron a los judíos: “Arrepentíos, y bautícese cada
uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados” (Hch.
2:38). A los protestantes se les hace difícil aceptar este versículo. Pero este versículo es
enunciado claramente por los apóstoles. “Bautícese cada uno de vosotros en el nombre
de Jesucristo para perdón de vuestros pecados”. Es extraño que el énfasis dado por el
apóstol no sea la fe, sino el bautismo.
El punto central del mensaje de Pedro en Hechos 2, ¿tenía como fin persuadir a los
hombres a creer? No. ¿Significa esto que la predicación de Pedro era inferior a la
nuestra? La Biblia nos dice que lo más crucial de la salvación es la fe. ¿Cómo pudo Pedro
haber dejado esto fuera? Quizás pudo excluir otras doctrinas en su mensaje, pero ¿cómo
pudo olvidarse de hablar acerca de la fe? Sin embargo, no dijo nada de la fe. Habló del
bautismo, y el corazón de los que escuchaban fue compungido por el Espíritu Santo.
¿Qué diremos de nosotros? Decimos que la fe sola es suficiente. Pensamos que éste es
el cristianismo ortodoxo. Sin embargo, Pedro dijo: “Bautícese cada uno de vosotros en
el nombre de Jesucristo”.
Pedro habló sólo acerca del bautismo porque quienes lo escuchaban eran los que habían
dado muerte al Señor Jesús. Cincuenta días antes, ellos clamaban: “¡Fuera con éste!”
Ellos eran las mismas personas que gritaban en Jerusalén. Ahora debían separarse del
resto de los judíos. Esta es la razón por la cual no era necesario hablarles acerca de
creer. Ellos solamente necesitaban ser bautizados. Con eso bastaba para que salieran.
Tan pronto como fueran bautizados, su relación con esa entidad corporativa terminaría.
Al ser bautizados, saldrían de esa entidad colectiva, y sus pecados serían lavados. Ya no
serían parte de ella; estarían fuera de ella. Por eso Pedro dijo: “Bautícese cada uno de
vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados”. El acto del bautismo
los sacó, y todos los problemas fueron resueltos.
Usted necesita darse cuenta de que originalmente estaba en el mundo y era enemigo de
Dios. Ya que ha salido de allí, usted es salvo. Necesita confesar delante de Dios y delante
de los hombres que ya salió del mundo y que no tiene nada que ver con esa colectividad.
Usted ya le puso fin a eso. “Bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo
para perdón de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Esta fue la
enseñanza principal dada el día de Pentecostés. En este respecto, su mente debe ser
dirigida por la Palabra de Dios y no por la teología protestante.
Pablo fue el principal y más grande maestro, profeta y apóstol del cristianismo. ¿Hubo
acaso un pequeño error en su experiencia? Algunas veces predicamos las doctrinas
correctas, pero tenemos la experiencia equivocada. ¿Qué sucede cuando damos nuestro
testimonio? ¿Qué sucedería si otros hicieran lo mismo que nosotros? El testimonio de
un maestro es muy crítico porque puede desviar a otros. ¿Es posible que la experiencia
del principal maestro del cristianismo estuviera equivocada?
“Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando
Su nombre”. Presten atención a este versículo. Dice que el bautismo puede lavar los
pecados de uno. Los católicos citan este versículo y lo consideran un asunto personal
delante de Dios. El error del catolicismo yace en decir: “Si usted es
bautizado, sus pecados serán lavados”. Dicen que el bautismo en el lecho de muerte
puede lavar los pecados. No se dan cuenta de que la importancia de este asunto no se
relaciona con Dios sino con el mundo.
Antes Pablo estaba en el mundo. Después de haber creído en el Señor Jesús y de haberlo
visto, necesitaba levantarse y ser bautizado. En el momento en que fue bautizado, sus
pecados fueron lavados. En el momento en que se separó de su relación con el mundo,
sus pecados se esfumaron. Si usted es un cristiano secretamente y no es bautizado, es
posible que el mundo lo siga considerando uno de ellos. Usted puede decir que es salvo,
pero el mundo todavía no reconoce esto. Puede decir que creyó en el Señor Jesús, pero
ellos dirán que no han visto nada. Una vez que usted entre en el agua, ellos verán algo;
sabrán que usted creyó en Jesús. Si no es así, ¿por qué sería una persona tan necia como
para entrar en el agua? En el momento en que uno es bautizado, es libertado del mundo.
El bautismo en agua pone fin a nuestra relación con el mundo.
Si una persona cree en su corazón pero no tiene ninguna señal externa, el mundo la
considerará de los suyos. Por ejemplo, en Kuling, Fukien, hay una fuerte tradición
idólatra cada otoño; a todos se les exige que donen dinero. Si una persona solamente
dice que creyó en el Señor, los demás no le creerán. Pero en el momento en que es
bautizado, saben que ya no es uno de ellos. Así que el bautismo es la mejor manera de
ser libertados del mundo. Si quiere ser libertado del mundo, tiene que ser bautizado.
Debe decirle al mundo: “Mi relación contigo ha terminado”. Al hacer esto, sale del
mundo.
Aquellos que no pasan la prueba del agua no son salvos. Una persona que no puede
pasar por el agua, se ahoga. En los días de Noé, todos fueron bautizados, pero solamente
ocho almas sobrevivieron. Todos fueron bautizados y sumergidos en el agua, pero
solamente ocho almas emergieron de ella. En otras palabras, el agua llegó a ser agua de
muerte para algunos, pero para otros fue agua de salvación. Unos entran en el agua y
allí se quedan, pero nosotros pasamos por el agua y salimos de ella. Hay algo positivo
en lo que dijo Pedro. Cuando el diluvio vino, todos se ahogaron. Unicamente las ocho
almas que estaban en el arca, a quienes el agua no pudo vencer, emergieron del diluvio.
Mientras el resto perecía, estas ocho almas fueron salvas. Hoy día todo el mundo está
bajo la ira de Dios. Ser bautizado significa pasar por la ira de Dios. Pero no sólo ha
entrado en ella, sino que ha salido de ella. Al emerger, se muestra que uno ha salido.
Esto es el bautismo.
El bautismo, por un lado, significa entrar en el agua, y por otro, equivale a salir de ella.
El bautismo significa pasar por el agua y salir de ella. Usted debe hacer énfasis en el
aspecto de “salir”. Todos entraron en el agua, pero solamente ocho almas salieron de
ella. Hoy día somos salvos por medio del bautismo. ¿Qué significa esto? Cuando fui
bautizado, no entré en el agua y me quedé en ella, sino que entré en el agua y salí. Si
usted no ha creído en el Señor Jesús, su bautismo no será una salida. Al entrar en el agua
y salir de ella, doy a entender que soy diferente de usted. Puedo salir del mundo por
medio del agua. Doy testimonio a los demás de que soy diferente al mundo.
Hoy día debemos recobrar el lugar que el bautismo tiene delante de Dios. ¿Cuál es el
significado del bautismo? Significa salir del mundo. Es un paso que damos para ser
librados del mundo. Nuestro bautismo es una declaración de que estamos fuera. Es
como las palabras de un himno que dicen: “Luego la sepultura, y los que nos amaban
lloraban, al saber que la vida había terminado (Hymns [Himnario en inglés] #628).
Nuestros seres queridos ahora saben que llegamos a nuestro fin y al final de nuestro
camino. Estamos terminados. Unicamente este bautismo es efectivo. Si no tenemos esta
comprensión, nuestro bautismo es superficial y carente de significado. Debemos
comprender que fuimos libertados del viejo círculo y salimos de él. La vida eterna es
algo que nuestro espíritu obtiene delante de Dios, pero la salvación constituye nuestra
separación del mundo.
Los versículos que leímos en Marcos 16, Hechos 2, Hechos 22 y 1 Pedro 3 están dirigidos
a quienes no han sido bautizados aún, mientras que los versículos de Romanos 6 y
Colosenses 2 están dirigidos a los que ya fueron bautizados. Dios les dice: “¿No sabéis
que cuando fuisteis bautizados, moristeis juntamente con Cristo, fuisteis sepultados y
resucitasteis juntamente con El?”
El agua del bautismo tipifica la tumba. Ahora cuando una persona es sumergida en el
agua, es como si estuviera siendo sepultada. Salir del agua equivale a salir de la tumba.
Antes de ser sepultado, primero uno tiene que estar muerto. No se puede sepultar a una
persona viva. Si una persona se levanta de nuevo después de ser sepultada, eso sin duda
alguna es la resurrección. La primera parte de esta verdad se encuentra en Romanos, y
la segunda en Colosenses.
Cuando estábamos agobiados por el pecado, escuchamos acerca de la muerte del Señor
Jesús. Este es el evangelio. Después vimos que no teníamos esperanza y que estábamos
muertos. Esto también es el evangelio. Damos gracias a Dios porque éste es el evangelio.
La muerte del Señor nos incluyó a todos nosotros. Estamos muertos en Cristo. ¡Esta es
la noticia más grandiosa! Así como la muerte del Señor es una buena nueva, nuestra
propia muerte también es una buena nueva. Así como la muerte del Señor es motivo de
regocijo, también lo es nuestra muerte. ¿Cuál es el primer pensamiento que viene a
nuestra mente cuando escuchamos que nuestro Señor murió? Debemos ser como José
de Arimatea; debemos sepultarlo. Igualmente, cuando nos enteramos de que estamos
muertos, lo primero que debemos hacer es sepultarnos a nosotros mismos, ya que la
sepultura viene inmediatamente después de la muerte. La muerte no es el final. Ya
estamos muertos en Cristo; por lo tanto, lo primero que debemos hacer es sepultarnos
a nosotros mismos.
B. Muerto y resucitado
Hermanos, cuando entramos en el agua del bautismo, o cuando reflexionamos
después de haber sido creyentes por años, debemos recordar que estamos muertos.
Les permitimos a otros que nos sepulten porque hemos creído que estamos muertos.
Si nuestro corazón aún late y todavía respiramos, no podemos ser sepultados. Para
poder ser sepultados, tenemos que estar muertos.
Cuando el Señor Jesús fue crucificado, nosotros también fuimos crucificados con El.
Permitimos que otros nos metan en el agua porque creemos que ya morimos. El
Señor Jesús resucitó y puso el poder de Su resurrección en nosotros. Somos
regenerados mediante este poder. El poder de resurrección opera en nosotros y nos
resucita. Es por eso que salimos del agua. Ya no somos lo que éramos antes; ahora
somos personas resucitadas. Siempre debemos recordar este hecho. Cuando
entramos en el agua, creímos que morimos y que necesitábamos ser sepultados.
Cuando salimos del agua, creímos que teníamos novedad de vida. Ahora estamos en
el lado de la resurrección. La muerte ya pasó, y ahora nuestra experiencia es la
resurrección.
C. Estoy en Cristo
Una vez vi un título en un periódico que decía: “Una persona, tres vidas”. El artículo
hablaba acerca de una mujer encinta que había sido asesinada. Después de que
murió la mujer, se supo que estaba encinta y que habría tenido gemelos. Por eso el
encabezado decía: “Una persona, tres vidas”. Con relación al Señor debe decir: “Una
Persona, millones de vidas”. Esta es la razón por la cual la Biblia reiteradas veces
recalca la expresión en Cristo. En el crimen mencionado, aparentemente el asesino
sólo mató a la madre, no a los dos niños. Sin embargo, debido a que los dos niños
estaban en el vientre de esa madre, murieron cuando la madre murió. De igual
manera, por estar nosotros en Cristo, cuando El murió, nosotros morimos en El.
Dios nos puso en Cristo Jesús. Esta es la revelación que vemos en 1 Corintios 1:30:
“Mas por El estáis vosotros en Cristo Jesús”. Ya que Cristo murió, todos nosotros
estamos muertos. La base de nuestra muerte con Cristo es que estamos en El. Si no
sabemos lo que significa estar en Cristo, tampoco entenderemos lo que significa
morir juntamente con El. ¿Cómo pudieron morir los niños juntamente con su
madre? Ellos murieron debido a que estaban en el vientre de ella. La analogía de la
esfera espiritual es aún más real. Dios nos unió a Cristo. Cuando Cristo murió,
también nosotros morimos.
Tan pronto como este evangelio nos es predicado, debemos aprender a ver las cosas
desde el punto de vista de Dios, y reconocer que morimos en el Señor. Morimos
porque creímos en este hecho. Fuimos sepultados en el agua y salimos de ella.
Declaramos que salimos de la tumba. Esto es resurrección. Romanos 6 presenta el
hecho de que nos damos por muertos en Cristo Jesús, y así mismo nos consideramos
personas que resucitaron con El.
Hermanos y hermanas, espero que al ser salvos, tomen este camino. Son dos
pensamientos separados. Uno ocurre antes del bautismo, y el otro después. Antes
del bautismo debemos ver que ya estamos muertos y necesitamos ser sepultados.
Después del bautismo debemos darnos cuenta de que ahora estamos en resurrección
y, por ende, podemos servir a Dios.