Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Unidad 2
Unidad 2
La escritura descriptiva de las culturas está presente desde épocas bastante antiguas, por ejemplo, en los
diarios y crónicas de viajeros y misioneros; sin embargo, no es hasta la segunda mitad del siglo XIX que
aparecen los indicios de la etnografía como tal, consolidándose en las primeras décadas del siglo XX, en
tanto metodología sistemática de trabajo. Las figuras de Malinowski en Europa y Franz Boas en Estados
Unidos, son fundamentales en el surgimiento de la etnografía como elemento nuclear de la antropología
cultural.
Ahora bien, al referir a la etnografía como un proceso descriptivo de la realidad social observada en el
campo, no referimos a una simple descripción, sino a lo que Clifford Geertz denomina “descripción
densa”. Geertz, en su obra La interpretación de las culturas, tomando como premisa esta terminología
acuñada por Gilbert Ryle, afirma que la etnografía es “descripción densa”, en la medida en que
constituye un esfuerzo intelectual que ahonda, que indaga en las complejidades, en las tramas, en las
estructuras de significación, explicando los hechos sociales desde su contexto;
Lo que en realidad encara el etnógrafo (salvo cuando está entregado a la más autonómica de las rutinas
que es la recolección de datos) es una multiplicidad de estructuras conceptuales complejas, muchas de
las cuales están superpuestas o enlazadas entre sí, estructuras que son al mismo tiempo extrañas,
irregulares, no explícitas, y a las cuales el etnógrafo debe ingeniarse de alguna manera, para captarlas
primero y explicarlas después (Geertz, [1973] 2003, pág. 24)
El trabajo de campo constituye el pilar fundamental de la etnografía y, aunque el etnógrafo dispone de
una serie de herramientas metodológicas, la percepción y la sensibilidad hacia el mundo semiótico
observado, juegan un rol esencial. La capacidad del etnógrafo de abstraer e indagar sobre el universo
temporal y espacial de sentido, será lo que, en gran medida, guiará lo que se registra y lo que no. En ese
sentido, muchos afirman que la antropología, y su método la etnografía, son una forma particular de
comprensión de la realidad.
La etnografía, como lo plantea Rosaldo, es una forma de análisis social; de comprensión intercultural,
por ello es la mayor contribución al conocimiento que la antropología cultural ha hecho. La etnografía,
lo dice Clifford, es un “fenómeno interdisciplinario emergente” que permite acercarnos a las diversas
dimensiones de la acción humana, desde tomar helados, hasta la guerra, la ritualidad o las nuevas
construcciones míticas. (…) La etnografía, según Rosaldo, tiene el mérito de que al presentar a la cultura
como “sujeto de análisis”, abre las posibilidades para la comprensión de la riqueza de la diversidad, la
variabilidad y la diferencia de las conductas culturales, ya no desde una mirada exótica, sino desde una
mirada desnaturalizada de la cultura, para mostrarla como construcción específicamente humana con
características propias y diferenciadas (Guerrero, 2002, págs. 12-13)
Por su parte, con el paso de los años, la etnografía ha ido modificando su forma de estudiar la realidad;
tal como lo señala Patricio Guerrero (2002), han existido cambios en la manera de hacer etnografía; así,
las etnografías clásicas han estado marcadas por el realismo etnográfico, caracterizadas por el
predominio de la mirada del investigador, la dicotomía sujeto-objeto en el proceso de recolección de la
información y la priorización del análisis sincrónico de lo observado, lo que impedía un acercamiento a
la cultura en tanto proceso, al tiempo que no consideraba el cambio y el conflicto dentro de la misma.
La autoridad etnográfica enfatizaba en la voz del investigador, como poseedor de la ciencia, quien se
constituía en la voz del “otro” como sujeto de estudio.
Según Guerrero (2002), de la etnografía clásica, considerada por el autor como ventrílocua y
monofónica, puesto que no permitía escuchar las voces de los actores, se pasó en los últimos años a una
etnografía polifónica, en la que cobran protagonismo las voces de los sujetos, como constructores de su
propia cultura. En la nueva etnografía se cuestiona la mirada clásica, que congelaba a las culturas en el
presente etnográfico, convirtiéndolas en objetos de museo, y se enfatiza en la visión diacrónica-
sincrónica, comprendiendo a la cultura en tanto proceso y constructo.