Consigna 1: Analizar la representación de la figura femenina en La cautiva de Esteban
Echeverría y en la pintura "La vuelta del malón" de Ángel Della Valle. ¿Cómo se construye la imagen de la mujer en ambos casos? ¿Cuáles son las similitudes y diferencias en la representación de la mujer en la literatura y en la pintura? Consigna 2: Indagar en la representación de la cultura indígena en La cautiva de Esteban Echeverría y en la pintura "La vuelta del malón" de Ángel Della Valle. ¿Cómo se retrata a los indígenas en ambas obras? ¿Qué similitudes y diferencias encontrás en la manera en que es abordada su figura en este texto y en la pintura? Examina cómo estas representaciones reflejan la percepción de la sociedad argentina de siglo XIX sobre los pueblos originarios.
Fragmentos de La cautiva de Esteban Echeverría (1837) para el análisis en clase:
(la numeración se guía a partir de la edición de Colección Ombú de Editorial Gradifco)
REPRESENTACIÓN DE LA FIGURA DEL REPRESENTACIÓN DE LA FIGURA DE
INDÍGENA LA MUJER Segunda parte: “El festín” Segunda parte: “El festín”
“Arden ya en medio del campo “Quienes su pérdida lloran,
cuatro extendidas hogueras, quienes sus hazañas mentan. cuyas vivas llamaradas Oyense voces confusas, irradiando, colorean medio articuladas quejas, el tenebroso recinto baladros, cuyo son ronco donde la chusma hormiguea. en la llanura resuena. De repente todos callan, En torno al fuego sentados y un solo murmullo reina, unos lo atizan y ceban; semejante al de la brisa otros la jugosa carne. cuando rebulle en la selva; al rescoldo o llama tuestan. pero, gritando, algún indio Aquél come, éste destriza. en la boca se palmea, Más allá alguno degüella y el disonante alarido con afilado cuchillo otra vez el campo atruena. la yegua al lazo sujeta, El indeleble recuerdo y a la boca de la herida, de las pasadas ofensas por donde ronca y resuella, se aviva en su ánimo entonces, y a borbollones arroja y atizando su fiereza la caliente sangre fuera, al rencor adormecido en pie, trémula y convulsa, y a la venganza subleva. dos o tres indios se pegan en su mano los cuchillos, como sedientos vampiros, a la luz de las hogueras, sorben, chupan, saborean llevando muerte relucen; la sangre, haciendo murmullo, se ultrajan, riñen, vocean, y de sangre se rellenan. como animales feroces Baja el pescuezo, vacila, se despedazan y bregan. y se desploma la yegua Y asombradas las cautivas con aplausos de las indias la carnicería horrenda que a descuartizarla empiezan.” (p. 45) miran, y a Dios en silencio humildes preces elevan. Sus mujeres entretanto, cuya vigilancia tierna en las horas de peligro siempre cautelosa vela, acorren luego a calmar el frenesí que los ciega, ya con ruegos y palabras de amor y eficacia llenas; ya interponiendo su cuerpo entre las armas sangrientas. Ellos resisten y luchan, las desoyen y atropellan, lanzando injuriosos gritos; y los cuchillos no sueltan sino cuando, ya rendida su natural fortaleza a la embriaguez y al cansancio, dobla el cuello y cae por tierra. Al tumulto y la matanza sigue el llorar de las hembras por sus maridos y deudos; las lastimosas endechas a la abundancia pasada, a la presente miseria, a las víctimas queridas de aquella noche funesta.” (pp. 49-51)
Segunda parte: “El festín” Tercera parte: “El puñal”
“Echando espuma y herido “Ella va. Toda es oídos;
como el toro enfurecido sobre salvajes dormidos se encaró; va pasando; escucha, mira, ceño torvo revolviendo, se para, apenas respira, y el acero sacudiendo: y vuelve de nuevo a andar. nadie acometerle osó. Ella marcha, y sus miradas vagan en torno azoradas, Valichu estaba en su brazo; cual si creyesen ilusas pero al golpe de un bolazo en las tinieblas confusas cayó Brián. mil espectros divisar. Como potro en la llanura: cebo en su cuerpo y hartura Ella va, y aun de su sombra, encontrará el gavilán. como el criminal, se asombra; alza, inclina la cabeza; “Las armas cobarde entrega pero en un cráneo tropieza el que vivir quiere esclavo; y queda al punto mortal. pero el indio guapo no: Un cuerpo gruñe y resuella, Chañil murió como bravo, y se revuelve, mas ella batallando en la refriega, cobra espíritu y coraje, de una lanzada murió. y en el pecho del salvaje clava el agudo puñal. Salió Brián airado blandiendo la lanza, El indio dormido expira; con fiera pujanza y ella veloz se retira Chañil lo embistió; de allí, y anda con más tino del pecho clavado arrostrando del destino en el hierro agudo, la rigurosa crueldad. con brazo forzudo, Un instinto poderoso, Brián lo levantó. un afecto generoso Funeral sangriento la impele y guía segura, ya tuvo en el llano; como luz de estrella pura, ni un solo cristiano por aquella oscuridad. con vida escapó. ¡Fatal vencimiento! Su corazón de alegría Lloremos la muerte palpita; lo que quería, del indio más fuerte lo que buscaba con ansia que la pampa crió”. (pp. 48-49) su amorosa vigilancia encontró gozosa al fin. Allí, allí está su universo, de su alma el espejo terso, su amor, esperanza y vida; allí contempla embebida su terrestre serafín.” (pp. 55-56)
“Ellos van. Vasto, profundo “Sus verdugos, sin embargo,
como el páramo del mundo para hacerle más amargo misterioso es el que pisan. de la muerte el pensamiento, Mil fantasmas se divisan, deleitarse en su tormento, mil formas vanas allí, y más su rencor cebar que la sangre joven hielan: prolongando su agonía, mas ellos vivir anhelan. la vida suya, que es mía, Brián desmaya caminando, guardaron, cuando triunfantes y al cielo otra vez mirando hasta los tiernos infantes dice a su querida así: osaron despedazar, arrancándolos del seno –Mira, ¿no ves?, la luz bella de sus madres –¡día lleno de nuestra polar estrella de execración y amargura, de nuevo se ha obscurecido, en que murió mi ventura, y el cielo más renegrido tu memoria me da horror!–. nos anuncia algo fatal. Así dijo, y ya no siente, –Cuando contrario el destino ni llora, porque la fuente nos cierre, Brián, el camino, del sentimiento fecunda antes de volver a manos que el femenil pecho inunda, de esos indios inhumanos, consumió el voraz dolor. nos queda algo: este puñal.” (p. 64) Y el amor y la venganza en su corazón alianza han hecho, y sólo una idea tiene fija y saborea su ardiente imaginación. Absorta el alma, en delirio lleno de gozo y martirio queda, hasta que al fin estalla como volcán, y se explaya la lava del corazón.
Allí está su amante herido,
mirando al cielo, y ceñido el cuerpo con duros lazos, abiertos en cruz los brazos, ligadas manos y pies. Cautivo está, pero duerme; inmoble, sin fuerza, inerme yace su brazo invencible: de la pampa el león terrible presa de los buitres es.” (pp. 56-57)
“Temerosos del salvaje, “Horrible, horrible matanza
acogiéronse al abrigo hizo el cristiano aquel día; de aquel pajonal amigo, ni hembra, ni varón, ni cría para de nuevo su viaje de aquella tribu quedó. por la noche continuar; La inexorable venganza descansar allí un momento, siguió el paso a la perfidia, y refrigerio y sustento y en no cara y breve lidia a la flaqueza buscar. su cerviz al hierro dio.
Era el adusto verano. Viose la hierba teñida
Ardiente el sol como fragua, de sangre hedionda, y sembrado en cenagoso pantano de cadáveres el prado convertido había el agua donde resonó el festín. allí estancada, y los peces, Y del sueño de la vida los animales inmundos al de la muerte pasaron que aquel bañado habitaban los que poco antes holgaron muertos, al aire infectaban, sin temer aciago fin. o entre las impuras heces aparecían a veces Las cautivas derramaban boqueando moribundos, lágrimas de regocijo; como del cielo implorando una al esposo, otra al hijo agua y aire: aquí se vía debió allí la libertad; al voraz cuervo, tragando pero ellos tristes estaban, lo más asqueroso y vil; porque ni vivo ni muerto allí la blanca cigüeña, halló a Brián en el desierto el pescuezo corvo alzando, su valor y su lealtad.” (p. 70) en su largo pico enseña el tronco de algún reptil; más allá se ve el carancho, que jamás presa desdeña, con pico en forma de gancho de la expirante alimaña sajar la fétida entraña.” (p. 74)
¿no ves cuán triste y sombría? de la pasión que atesora ¿Dónde vamos? A la muerte. el espíritu inmortal Triunfó la enemiga suerte brota en su faz la belleza -dice delirando Brian-. estampando fortaleza ¡Cuán caro mi amor te cuesta! de criatura celestial, Y mi confianza funesta, ¡cuánta fatiga y ultrajes! no sujeta a ley humana; Pero pronto los salvajes y como cosa liviana su deslealtad pagarán. carga el cuerpo amortecido Cobra María el sentido de su amante, y con él junto, al oír de su querido sin cejar, se arroja al punto la voz, y en gozo nadando en el arroyo extendido. se incorpora, en él clavando su cariñosa mirada. Cruje el agua, y suavemente -Pensé dormías -la dice-, surca la mansa corriente y despertarte no quise; con el tesoro de amor; fuera mejor que durmieras semejante a ondina bella, y del bárbaro no oyeras su cuerpo airoso descuella, la estrepitosa llegada. y hace, nadando, rumor.
-¿Sabes? Sus manos lavaron, Los cabellos atezados,
con infernal regocijo, sobre sus hombros nevados, en la sangre de mi hijo; sueltos, reluciendo van; mis valientes degollaron. boga con un brazo lenta, Como el huracán pasó, y con el otro sustenta, desolación vomitando, a flor, el cuerpo de Brián.” (pp.91-92) su vigilante perfidia. Obra es del inicuo bando, ¡qué dirá la torpe envidia! Ya mi gloria se eclipsó.” (pp. 99-100)
Novena parte: “María” Epílogo
“Pero nada ella divisa, “¡Oh, María! Tu heroísmo,
ni el feliz reclamo escucha; tu varonil fortaleza, y caminando va aprisa. tu juventud y belleza El demonio con que lucha merecieran fin mejor. la turba, impele y amaga. Ciegos de amor el abismo Turbios, confusos y rojos fatal tus ojos no vieron, se presentan a sus ojos y sin vacilar se hundieron cielo, espacio, sol, verdura, en él ardiendo en amor. quieta, insondable llanura donde sin brújula vaga. De la más cruda agonía salvar quisiste a tu amante, Mas, ¡ah! que en vivos corceles y lo viste delirante un grupo de hombres armados en el desierto morir. se acerca. ¿Serán infieles, ¡Cuál tu congoja sería! enemigos? No, soldados ¡Cuál tu dolor y amargura! son del desdichado Brián. Y no hubo humana criatura Llegan; su vista se pasma; que te ayudase a sentir. ya no es la mujer hermosa, sino pálido fantasma; Se malogró tu esperanza; mas reconocen la esposa y cuando sola te viste de su fuerte capitán. también mísera caíste como árbol cuya raíz ¡Creíanla cautiva o muerta! en la tierra ya no afianza Grande fue su regocijo. su pompa y florido ornato. Ella los mira, y despierta: Nada supo el mundo ingrato –¿No sabéis qué es de mi hijo?– de tu constancia infeliz. con toda el alma exclamó. Tristes mirando a María Naciste humilde y oculta todos el labio sellaron. como diamante en la mina; Mas luego una voz impía: la belleza peregrina –Los indios lo degollaron– de tu noble alma quedó. roncamente articuló. El desierto la sepulta, tumba sublime y grandiosa, Y al oír tan crudo acento, do el héroe también reposa como quiebra el seco tallo que la gozó y admiró. el menor soplo de viento o como herida del rayo El destino de tu vida cayó la infeliz allí. fue amar; amor tu delirio, Viéronla caer, turbados, amor causó tu martirio; los animosos soldados. te dio sobrehumano ser; Una lágrima le dieron, y amor, en edad florida, y funerales la hicieron sofocó la pasión tierna dignos de contarse aquí.” (pp. 114-115) que, omnipotencia, de eterna trajo consigo al nacer.” (pp. 121-122) ROSA, Nicolás (2004) [1990]. El arte del olvido. Beatriz Viterbo Editora, p. 23. Según Nicolás Rosa, la crítica contemporánea estructura su registro imaginario apartir de tres fantasmas: el de la especificidad de la literatura (¿qué es?), el de la paternidaddel texto (¿de dónde viene?, ¿quién la origina?) y el fantasma de la lectura en tantocategoría hermenéutica (¿qué significa? y ¿cómo sabemos qué significa?) (...) La función paterna permite la articulación entre la sucesión diacrónica(Intertextualidad) y simultaneidad sincrónica (Intratextualidad). Esta función de la Ley como operador lógico de relación nos permite fundar la intertextualidad sobre las operaciones estructurales de alienación (identificación) y separación(sustitución) entre los textos ancestros y los textos que se filian y afilian en esa relación. La categoría de Otro Textual implica, por lo tanto, el reconocimiento delas articulaciones del texto en su relación de filiación textual como lectura de los ancestros y por lo tanto la constitución de genealogías, los linajes y las estirpes. La relación de los Ancestros Textuales con sus descendientes se da en la doble relación de determinación intra-textual (Kristeva): lo que el texto recuerda de otros textos, rememoración, citación, pero también aquello que el texto olvida, la deslectura (...) (Id: 23).