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El sistema nervioso está compuesto por una red de neuronas cuya característica
principal es generar, modular y transmitir información entre las diferentes partes del
cuerpo humano. Esta propiedad habilita muchas funciones importantes del sistema
nervioso, como la regulación de funciones vitales del cuerpo (latidos del corazón,
respiración, digestión), sensación y movimientos corporales. En definitiva, las
estructuras del sistema nervioso presiden todo lo que nos hace humanos; nuestra
conciencia, cognición, comportamiento y recuerdos.
El sistema nervioso periférico (SNP) representa las vías de comunicación entre el SNC
y el cuerpo.
El sistema nervioso central (SNC) está formado por el encéfalo y la médula espinal.
Estos se encuentran alojados dentro del cráneo y la columna vertebral
respectivamente.
El encéfalo está formado por cuatro partes; cerebro, diencéfalo, cerebelo y tronco
encefálico. Juntas, estas partes procesan la información que llega desde los tejidos
periféricos y generan comandos que le indican a los diferentes tejidos del cuerpo cómo
responder y funcionar. Estos comandos abordan las funciones voluntarias e
involuntarias más complejas del cuerpo humano, desde la respiración hasta el
pensamiento.
Los músculos en su mayor parte están controlados a voluntad por el sistema nervioso
central del individuo, aunque muchos otros responden a reflejos, como el caso de los
músculos cardíacos que no cesan de latir mientras viva el organismo.
Esto significa que son una parte vital del cuerpo, que le brindan soporte, agilidad y
protección, además de tomar parte en el circuito metabólico de la energía.
Las células que componen los distintos músculos del cuerpo se llaman miocitos, un
tipo de célula multinucleada, larga y delgada, provista de una gran capacidad
elástica.
Mediante contracciones y elongaciones, estas células integran fibras del tamaño que
se necesiten y movilizan las distintas partes del cuerpo.
Los segundos, en cambio, son bandas fuertes de colágeno que juntan la musculatura a
los huesos y soportan la tensión generada entre las partes y las aproxima para evitar
desgarraduras.
Tipos de músculos
Postura. Mantiene la forma del cuerpo estable, incluso en reposo, y cada parte
del cuerpo en su lugar correspondiente.
Los músculos poseen distintas formas, adaptadas a las funciones que deben llevar a
cabo. Entre ellas encontramos:
Planos y anchos. Como los abdominales y los de la caja torácica que permiten
la respiración.
Los músculos, como se ha visto, tienen distintas formas de operar. Podemos identificar
tres tipos de movimiento:
Voluntarios. Los que llevamos a cabo con plena conciencia, como mover
nuestras extremidades.
Energía muscular
Como tantas otras partes del cuerpo, los músculos obtienen la energía necesaria
para operar de la glucosa que consumimos al alimentarnos.
Este proceso puede darse en presencia de oxígeno (oxidación de los azúcares) o en
su ausencia (por fermentación del ácido láctico). El primer modo es el correspondiente
a los ejercicios aeróbicos, el segundo a los anaeróbicos.
El aparato respiratorio está formado por las vías aéreas y por los pulmones. A través de
las vías aéreas el aire circula en dirección a los pulmones y es en estos órganos donde
se realiza el intercambio de gases.
En las vías aéreas diferenciamos la vía aérea superior, que va desde la nariz y la boca
hasta las cuerdas vocales, e incluye la faringe y la laringe, y la vía aérea inferior,
formada por la tráquea, los bronquios y sus ramificaciones en el interior de los
pulmones, los bronquiolos.
En las paredes de la tráquea y los bronquios más gruesos hay varias capas que de
fuera adentro son el cartílago, que le da estructura y consistencia, una capa muscular y
una cubierta más interna, que es la mucosa.
La función básica del aparato respiratorio es la respiración. Consiste en llevar el
oxígeno del aire a la sangre y eliminar el anhídrido carbónico (CO2) al aire. Este
intercambio de gases se produce en el interior de los pulmones.
El aire entra por la nariz y/o la boca y es conducido a través de las vías respiratorias
hasta los alvéolos, donde se produce el intercambio de gases. Así, el oxígeno pasa a la
sangre y es transportado a todas las células. A su vez, el anhídrido carbónico (CO2)
que se produce en las células es transportado hasta los pulmones para su eliminación.
SISTEMA ENDOCRINO
El sistema endocrino está formado por glándulas que fabrican hormonas. Las
hormonas son los mensajeros químicos del organismo. Trasportan información e
instrucciones de un conjunto de células a otro.
El sistema endocrino influye en casi todas las células, órganos y funciones del cuerpo.
Aunque hay muchas partes del cuerpo que fabrican hormonas, las principales
glándulas que componen el sistema endocrino son las siguientes:
el hipotálamo
la hipófisis
la glándula tiroidea
la glándula pineal
los ovarios
los testículos
la hormona antidiurética, que ayuda a controlar el equilibrio hídrico (de agua) del
cuerpo a través de su efecto en los riñones
La hipófisis también segrega endorfinas, unas sustancias químicas que actúan sobre el
sistema nervioso y que reducen la sensibilidad al dolor. La hipófisis también segrega
hormonas que indican a los órganos reproductores que fabriquen hormonas sexuales.
La hipófisis controla también la ovulación y el ciclo menstrual en las mujeres.
La glándula tiroidea: se encuentra en la parte baja y anterior del cuello. Tiene una
forma de moño o de mariposa. Fabrica las hormonas tiroideas tiroxina y triiodotironina.
Estas hormonas controlan la velocidad con que las células queman el combustible que
procede de los alimentos para generar energía. Cuantas más hormonas tiroideas haya
en el torrente sanguíneo, más deprisa ocurrirán las reacciones químicas en el cuerpo.
Las hormonas tiroideas son importantes porque ayudan a que los huesos de niños y
adolescentes crezcan y se desarrollen, y también tienen su papel en el desarrollo del
cerebro y del sistema nervioso.
La glándula pineal está ubicada en el centro del cerebro. Segrega melatonina, una
hormona que puede influir en que tengas sueño por la noche y te despiertes por la
mañana.
Las glándulas reproductoras, o gónadas, son las principales fuentes de las hormonas
sexuales. La mayoría de la gente no piensa en ello, pero tanto los hombres como las
mujeres tienen gónadas. En los chicos, las gónadas masculinas, o testículos, se
encuentran dentro del escroto. Segregan unas hormonas llamadas andrógenos, la más
importante de las cuales es la testosterona. Estas hormonas indican al cuerpo de un
niño cuándo llega momento de hacer los cambios corporales asociados a la pubertad,
como el agrandamiento del pene, el estirón, el agravamiento de la voz y el crecimiento
del vello facial y púbico. Además, la testosterona, que trabaja junto con hormonas
fabricadas por la hipófisis, también indica al cuerpo de un chico cuándo llega momento
de fabricar semen en los testículos.
orinas a menudo
tienes estreñimiento
Los alimentos son nuestro combustible y sus nutrientes proporcionan a las células del
cuerpo la energía y las sustancias que necesitan para funcionar. Pero, antes de que los
alimentos puedan hacer eso, los debemos digerir, descomponiéndolos en trozos
pequeños para que nuestros cuerpos los puedan absorber y aprovechar.
El primer paso del proceso digestivo tiene lugar antes de que ni tan siquiera probemos
la comida. Con solo oler una tarta de manzana casera o pensar en lo delicioso que va a
saber un tomate maduro, empezamos a salivar, y el proceso digestivo se inicia
preparándonos para ese primer bocado.
Casi todos los animales tienen un sistema digestivo en forma de tubo, donde los
alimentos:
Los residuos que el cuerpo no puede aprovechar son los que salen del cuerpo en forma
de heces.
El sistema digestivo está formado por el canal alimentario (también llamado tubo
digestivo) y otros órganos como el hígado y el páncreas. El canal alimentario consiste
en una serie de órganos, incluyendo el esófago, el estómago y el intestino, unidos en
un largo tubo que va de la boca al ano. El tubo digestivo de una persona adulta tiene
unos 30 pies (unos 9 metros) de longitud.
Cuando los dientes desgarran los alimentos, la saliva los humedece para que nos
resulte más fácil tragarlos. Una enzima digestiva de la saliva llamada amilasa empieza
a descomponer algunos de los hidratos de carbono (almidones y azúcares) que
contienen los alimentos antes de que abandonen la boca.
Al final del esófago, un anillo muscular (o válvula), llamado esfínter, permite que los
alimentos entren en el estómago y luego se cierra para impedir que los alimentos y los
líquidos vuelvan a entrar en el esófago. Los músculos del estómago remueven los
alimentos y los mezclan con jugos digestivos que contienen ácidos y enzimas, lo que
permite fragmentarlos en trozos mucho más pequeños y digeribles. La digestión que
tiene lugar en el estómago requiere un ambiente ácido.
Los alimentos no están listos para salir del estómago hasta que se han transformado
en un líquido espeso llamado quimo. Una válvula muscular del tamaño de una nuez,
situada a la salida del estómago y llamada píloro, impide que el quimo salga del
estómago antes de que adquiera la consistencia adecuada para entrar en el intestino
delgado. Entonces, el quimo pasa al intestino delgado, donde prosigue la digestión de
los alimentos para que el cuerpo pueda absorber sus nutrientes, que pasarán al
torrente sanguíneo.
El hígado fabrica bilis, que ayuda al cuerpo a absorber las grasas. La bilis se almacena
en la vesícula biliar hasta que sea necesaria. El páncreas fabrica enzimas que ayudan
a digerir proteínas, grasas e hidratos de carbono. También fabrica una sustancia que
neutraliza los ácidos del estómago. Estas enzimas y la bilis se transportan por unos
canales especiales, llamados conductos, hasta el intestino delgado, donde ayudan a
descomponer los alimentos. El hígado también ayuda a procesar los nutrientes dentro
del torrente sanguíneo.
Desde el intestino delgado, los alimentos no digeridos (y parte del agua) pasan al
intestino grueso a través de un anillo muscular o válvula que impide que los alimentos
vuelvan a entrar en el intestino delgado. Cuando los alimentos llegan al intestino
grueso, el proceso de absorción de nutrientes está casi completado.
El sistema reproductor masculino está formado por el pene, el escroto, los testículos, el
epidídimo, el conducto deferente, la próstata y las vesículas seminales.
El pene consta de la raíz (que está unida a las estructuras abdominales inferiores y los
huesos pélvicos), la parte visible del cuerpo y el glande del pene (el extremo en forma
de cono). El orificio de la uretra (el canal que transporta el semen y la orina) se
encuentra en la punta del glande del pene. La base del glande recibe el nombre de
corona. En los hombres no circuncidados, el prepucio parte de la corona y cubre el
glande.
El pene contiene tres espacios cilíndricos (senos llenos de sangre) de tejido eréctil. Los
dos más grandes, los cuerpos cavernosos, se encuentran uno al lado del otro. El tercer
seno, el cuerpo esponjoso, rodea casi toda la uretra. Cuando estos espacios se llenan
de sangre, el pene aumenta de tamaño y se pone rígido (erecto).
El escroto es un saco de piel gruesa que rodea y protege los testículos. Además, actúa
como un sistema de control de la temperatura para los testículos, porque estos
necesitan estar a una temperatura ligeramente inferior a la corporal para favorecer el
desarrollo normal de los espermatozoides. El músculo cremáster de la pared del
escroto se relaja para permitir que los testículos se alejen del cuerpo para enfriarse, o
se contrae para tirar de ellos y que se acerquen más a este en busca de calor y
protección.
El sistema reproductor
La uretra cumple una doble función en el hombre. Es la parte de las vías urinarias que
transporta la orina desde la vejiga y la parte del aparato reproductor por la cual se
eyacula el semen.
La próstata se localiza justo debajo de la vejiga y rodea la uretra. Tiene el tamaño de
una nuez en los hombres jóvenes y crece con la edad. Cuando la próstata aumenta
demasiado de tamaño, obstruye el flujo de orina por la uretra y causa síntomas
urinarios molestos.
¿Qué es la reproducción?
Para la reproducción, se necesita tanto del aparato reproductor masculino como del
aparato reproductor femenino.
Los seres humanos, al igual que otros organismos, pasan algunas de sus
características a la siguiente generación. Lo hacemos a través de nuestros genes, los
transmisores especiales de rasgos humanos. Los genes que los padres transmiten son
los que hacen que esos niños se parezcan a otras personas de la familia, pero también
que cada niño sea único. Estos genes provienen del espermatozoide masculino y del
óvulo femenino.
La zona carnosa ubicada justo por encima de la parte superior de la abertura vaginal
recibe el nombre de monte de Venus. La abertura vaginal está rodeada por dos pares
de pliegues de piel llamados labios. El clítoris, un pequeño órgano sensorial, está
ubicado hacia la parte delantera de la vulva, donde se unen los pliegues de los labios.
Entre los labios, hay aberturas hacia la uretra (el canal que transporta la orina desde la
vejiga hacia la parte externa del cuerpo) y la vagina. Cuando una niña alcanza la
madurez sexual, los labios externos y el monte de Venus se cubren con vello púbico.
Los órganos reproductores internos de la mujer son la vagina, el útero, las trompas de
Falopio y los ovarios.
La vagina es un tubo muscular hueco que se extiende desde la abertura vaginal hasta
el útero. Como posee paredes musculares, la vagina se puede expandir y contraer.
Esta capacidad de ensancharse o estrecharse permite que la vagina pueda albergar
algo tan delgado como un tampón o tan ancho como un bebé. Las paredes musculares
de la vagina están recubiertas por membranas mucosas, que la mantienen húmeda y
protegida.
Es el camino (canal de parto) a través del cual un bebé abandona el cuerpo de la mujer
durante el alumbramiento.
La vagina se conecta al útero en el cuello del útero. El cuello del útero tiene paredes
fuertes y gruesas. La abertura del cuello del útero es muy pequeña (no es más ancha
que una pajilla), razón por la cual un tampón no puede quedar nunca dentro del cuerpo
de una mujer. Durante el parto, el cuello del útero se puede expandir para permitir el
paso del bebé.
Como cualquier otro ser viviente, los seres humanos se reproducen. De esta manera la
población crece.
En las esquinas superiores del útero, las trompas de Falopio conectan el útero con los
ovarios. Los ovarios son dos órganos con forma de óvalo ubicados en la parte superior
derecha e izquierda del útero. Producen, almacenan y liberan óvulos hacia las trompas
de Falopio en un proceso denominado "ovulación.
Existen dos trompas de Falopio, cada una de ellas unida a un lado del útero. Dentro de
cada tubo hay un pequeñísimo canal, del ancho de una aguja de coser. En el extremo
opuesto de cada trompa de Falopio, hay una zona de bordes irregulares que tiene el
aspecto de un embudo. Esta zona de bordes irregulares envuelve al ovario, pero no se
conecta totalmente con él. Cuando un óvulo sale de un ovario, entra en la trompa de
Falopio. Una vez que el óvulo se encuentra en la trompa de Falopio, los diminutos
pelos del revestimiento del tubo lo empujan hacia el útero a través del estrecho pasaje.
Los ovarios también forman parte del sistema endocrino, porque producen las
hormonas sexuales femeninas, como el estrógeno y la progesterona.
Cuando una mujer nace, sus ovarios contienen cientos de miles de óvulos, que
permanecen inactivos hasta que comienza la pubertad . En la pubertad, la glándula
pituitaria (ubicada en la parte central del cerebro), comienza a generar hormonas que
estimulan a los ovarios para producir hormonas sexuales femeninas, incluido el
estrógeno. La secreción de estas hormonas hace que una niña se desarrolle y se
transforme en una mujer sexualmente madura.
Hacia el final de la pubertad, las niñas comienzan a liberar óvulos como parte de un
período mensual denominado "ciclo menstrual". Aproximadamente una vez al mes,
durante la ovulación, un ovario envía un diminuto óvulo hacia una de las trompas de
Falopio.
Normalmente, las mujeres y muchachas sienten algunas molestias en los días previos
a sus períodos. El síndrome premenstrual incluye tanto síntomas físicos como
emocionales que muchas mujeres experimentan antes del período. Entre estos
síntomas se encuentran los siguientes:
acné
hinchazón
cansancio
dolor de espalda
dolores de cabeza
estreñimiento
diarrea
antojos alimentarios
depresión
irritabilidad
El síndrome premenstrual suele empeorar durante los 7 días anteriores al inicio del
período y desaparece una vez que este comienza.
Muchas muchachas también tienen dolores abdominales durante los primeros días del
período debido a las prostaglandinas, que son sustancias químicas del cuerpo que
provocan la contracción de los músculos lisos del útero. Estas contracciones
involuntarias pueden ser débiles o agudas e intensas.
Si un hombre y una mujer tienen relaciones sexuales dentro de los días cercanos a la
ovulación de la mujer, es probable que haya una fertilización. Cuando el hombre
eyacula (despide semen por el pene), una pequeña cantidad de semen queda
depositado en la vagina. En esta pequeña cantidad de semen, hay millones de
espermatozoides que "nadan" hacia arriba desde la vagina, a través del cuello uterino y
el útero, para unirse al óvulo en la trompa de Falopio. Solo hace falta un
espermatozoide para fertilizar un óvulo.
A medida que las células del blastocisto reciben nutrientes, comienza otra etapa de
desarrollo. En la etapa embrionaria, las células internas conforman un círculo aplanado
denominado "disco embrionario", que se desarrollará y llegará a ser un bebé. Las
células externas se transforman en membranas delgadas que se forman alrededor del
bebé. Las células se multiplican miles de veces y se mueven a nuevas posiciones
hasta transformarse, finalmente, en el embrión.
Durante la etapa fetal, que dura desde la novena semana posterior a la fertilización
hasta el momento del nacimiento, el desarrollo continúa con la multiplicación, el
movimiento y el cambio de las células. El feto flota en el líquido amniótico que se
encuentra dentro del saco amniótico. Recibe oxígeno y nutrientes de la sangre de la
madre a través de la placenta. Esta estructura, similar a un disco, se adosa al
revestimiento interno del útero y se conecta con el feto a través del cordón umbilical. La
membrana y el líquido amniótico protegen al feto de los golpes y sacudidas que pueda
sufrir el cuerpo de la madre.
Cuando comienzan las contracciones del trabajo de parto, las paredes del útero se
contraen por la estimulación de una hormona pituitaria, la oxitocina. Las contracciones
hacen que el cuello del útero se ensanche y comience a abrirse. Después de varias
horas de ensanchamiento, el cuello del útero se dilata (se abre) lo suficiente como para
que el bebé salga. El bebé es empujado hacia afuera del útero, a través del cuello del
útero y a lo largo del canal de parto. Por lo general, primero sale la cabeza del bebé. El
cordón umbilical sale junto con el bebé. Una vez que el bebé nace, se sujeta el cordón
con una pinza y se lo corta a la altura el ombligo.