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I Generalidades

Lo normal, lo usual, Ia regla general casi sin excepción, es que desde la celebración de un
negocio jurídico se produzcan todos los efectos consecuencia de ello. Sin embargo, en otros
negocios, considerando los términos de su otorgamiento, todos o algunos de sus efectos
quedan pendientes de nacer para hacerlo más adelante, o bien, su exigibilidad se mantiene en
suspenso por algún tiempo. Puede ser también, por el contrario, que dichos efectos nazcan y
se manifiesten plenamente desde el otorgamiento del negocio, pero que por la naturaleza de
éste tengan una temporalidad fijada para que cuando llegue a su término, dichos efectos se
extingan y no sólo, sino que se destruyan retroactivamente. Además, con independencia a la
suerte señalada para los efectos de un negocio, nada impide que quien favoreciere
gratuitamente a otro mediante el otorgamiento de una figura negocial, impusiere a éste una
obligación convencional por la liberalidad con la que fue favorecido. Las ideas contenidas en
los párrafos anteriores son la presentación de las modalidades de los negocios jurídicos; el
término o plazo, la condición y el modo.

El primero implica el señalamiento de un acontecimiento futuro que indefectiblemente se


realizará; suele ser un día determinado, que al llegar puede traer consigo, por así haberse
establecido, la exigibilidad o la extinción de la obligación objeto del negocio. La segunda
modalidad, o sea, la condición, también es un acontecimiento futuro, pero de realización
incierta, pues puede o no llegar a verificarse y de ello depende el nacimiento de la obligación
por haberse mantenido éste en suspenso desde la celebración del negocio hasta en tanto
dicho acontecimiento tenga lugar, o por el contrario, también puede ser que de este último
dependa la resolución de la obligación del caso, es decir, que la relación jurídica nazca al
otorgamiento del negocio, pero llegado el acontecimiento en que la condición consiste, dicha
obligación no sólo pierde su positividad, sino que se destruye retroactivamente. El modo como
tercera modalidad consiste en la carga u obligación impuesta por el autor de una liberalidad a
quien ha beneficiado con ésta. Las modalidades indicadas, el término o plazo, la condición y el
modo, son consideradas estrictamente como las únicas modalidades de los negocios jurídicos,
pues consisten en maneras determinadas en que el negocio se manifiesta con proyección a la
relación jurídica que éste trae consigo.

II La condición

Podemos definir a la condición como el acontecimiento futuro de cuya realización, siempre


incierta, depende el nacimiento o la resolución de los efectos del negocio.

El concepto legal de condición está señalado por el artículo 1938 de nuestro Código Civil,
según el cual, “la obligación es condicional cuando su existencia o su resolución dependen de
un acontecimiento futuro e incierto”. La presencia de una condición en el contenido de un
negocio jurídico tiene, lugar cuando al celebrarse éste, su autor o las partes intervinientes
señalan un acontecimiento futuro en concreto y en principio claramente identificado y
definido, a cuya realización, que puede o no tener lugar, someten el nacimiento o la resolución
de los efectos objeto de dicho negocio, de tal manera que si lo condicionado a la realización de
ese acontecimiento fue el nacimiento de los efectos, éstos nacerán hasta que el
acontecimiento se realice, en tanto que si lo sujeto a esa realización es la resolución de los
efectos correspondientes, éstos nacieron sin traba alguna y perdurarán hasta que la condición
se realice; llegada dicha realización, los efectos indicados se extinguirán y quedarán destruidos
retroactivamente en principio, como si no hubieran existido. Por el contrario, si en uno y en
otro casos de los señalados, el acontecimiento en el que la condición consiste no llega a
realizarse, la situación queda como fue desde la celebración del negocio, es decir, en el primer
supuesto los efectos nunca nacerán y en el segundo no se resolverán.

Por contra, si la realización del acontecimiento resuelve los efectos, precisamente esa
resolución implica no sólo la extinción de aquellos sino su destrucción retrospectiva, como si
no hubiere habido el acto mismo. En ese sentido, el artículo 1941 del código establece que
“cumplida la condición se retrotrae al tiempo en que la obligación fue formada, a menos que
los efectos de la obligación o su resolución, por la voluntad de las partes o por la naturaleza del
acto, deban ser referidas a fecha diferente”.

Las dos condiciones principales se desprenden de lo comentado; se trata en primer lugar de la


condición suspensiva, o sea, de la que depende el nacimiento de las consecuencias del
negocio, y de la condición resolutoria en segundo, de la que depende su resolución. A una y
otra nos referiremos en el inciso siguiente:

A) La condición suspensiva: La condición suspensiva es el acontecimiento futuro de cuya


realización, siempre incierta, depende el nacimiento de los efectos del negocio. Ello se
traduce en que, al otorgarse el negocio correspondiente, bien su autor o bien las
partes, señalen un acontecimiento futuro, el que es de realización incierta, pues no
hay seguridad respecto de su verificación, pero que, en todo caso, si éste llega a ser un
hecho, cuando ello tenga lugar, nacerán los efectos que el acto celebrado trae
aparejados y pasarán a ser una realidad jurídica en la medida que corresponda al
negocio celebrado.
“La condición es suspensiva -indica el artículo 1939 del Código Civil- cuando de su
cumplimiento depende la existencia de la obligación.” La compraventa con reserva de
dominio regulada por los artículos 2312 al 2315 del Código Civil, precisamente en el
capítulo correspondiente a algunas modalidades del contrato de compraventa, es una
manifestación de la participación de una condición suspensiva en la dinámica de un
negocio jurídico. En este caso, en la celebración del contrato de compraventa
correspondiente, “puede pactarse válidamente -establece el artículo 2312 en su
primer párrafo- que el vendedor se reserve la propiedad de la cosa vendida hasta que
su precio haya sido pagado”.
Si bien la condición suspensiva implica precisamente la suspensión del nacimiento de
los efectos del negocio, éste, como tal, es un negocio estructuralmente completo, con
la única salvedad que su eficacia se mantiene en suspenso, por no haber nacido aún
sus efectos; se trata de un negocio temporalmente ineficaz y cuya ineficacia pudiera
devenir en permanente si el acontecimiento en el que la condición consiste nunca se
realizare.
Es de la naturaleza de la condición suspensiva, pues lo es de las condiciones en
general, que realizada aquélla, los efectos del negocio cuyo nacimiento estuvo en
suspenso hasta en tanto no se realizara, no sólo nazcan cuando esa realización tiene
lugar, sino que, y he aquí uno de los aspectos más interesantes del estudio de las
condiciones, se retrotraen hasta el momento de celebración del negocio
correspondiente, salvo que se hubiere dispuesto o pactado otro momento, o que por
la naturaleza del negocio en el cual se señaló la condición del caso tales efectos se
retrotrajeren a momento inverso o incluso no hubiere retrotracción alguna.
La retrotracción de efectos hasta el momento de la celebración del negocio celebrado,
se debe a que el negocio correspondiente fue sometido a esa condición pues al
momento de su celebración no habría tenido lugar el acontecimiento a cuya
realización se condicionó el nacimiento de los efectos del caso y de lo contrario, o sea,
si aquél ya hubiere tenido lugar, el negocio se hubiere otorgado simple y llanamente
sin sujeción a condición alguna por lo que a ello se refiere. Por ende, si en la
celebración de un contrato de compraventa no se pacta que el comprador cubrirá el
precio a plazos sino al contado, no tiene por qué haber reserva alguna de la propiedad
por parte del vendedor, pues lo que podía motivar esa reserva era precisamente la
falta actual de pago del precio.
Una manifestación legislativa de la que se desprende claramente esa retrotracción
natural de efectos cuando el acontecimiento en el que la condición suspensiva
consiste se realiza, está prevista por el artículo 1360 del Código Civil, a propósito de la
condición impuesta por el testador. Dicho precepto establece que “la condición que se
ha cumplido existiendo la persona a quien se impuso, se retrotrae al tiempo de la
muerte del testador, y desde entonces deben abonarse los frutos de la herencia o
legado, a menos que el testador haya dispuesto expresamente otra cosa”.
B) La condición resolutoria: La esencia de la condición resolutoria también forma parte
de la definición de la condición en general. Se trata del acontecimiento futuro de cuya
realización siempre incierta, depende la resolución de los efectos del acto. Conforme
al artículo 1940 del Código Civil, “la condición es resolutoria cuando cumplida resuelve
la obligación, volviendo las cosas al estado que tenían, como si esa obligación no
hubiere existido”. Como podemos observar, la dinámica de la condición resolutoria es
exactamente la contraria a la de la condición suspensiva; en ésta los efectos del acto
sujeto a la misma no nacen sino hasta la realización de aquélla, es decir, su nacimiento
está en suspenso desde la celebración del negocio y esta situación se mantiene
mientras la condición no se realiza. En la condición resolutoria, en cambio, los efectos
del acto nacen y se mantienen en plenitud, como si se tratare de un negocio puro y
simple, pero sólo mientras el acontecimiento no se realiza; cuando dicho
acontecimiento tiene lugar, esos efectos, además de llegar a su terminación, se
destruyen retroactivamente.
O sea que las obligaciones y derechos como efectos del acto, nacen, se producen; pero
si la condición se realiza, se resuelven, desaparecen y la situación queda como si tales
obligaciones y derechos nunca hubieran existido. Por ejemplo, una persona se obliga a
transmitir a otra la propiedad de una cosa, en tanto que la adquirente se encuentre
enferma; pero sujetándose dicha obligación a la condición resolutoria de que sane. Si
la condición se realiza, se resolverá la obligación de transmitir la propiedad, como si
nunca hubiera habido enajenación. Así, el adquirente se considera como si nunca
hubiera adquirido la cosa y el enajenante como si nunca la hubiera enajenado.” Lo
señalado con anterioridad en este inciso a propósito de la condición resolutoria, pone
también de manifiesto que la retrotracción de efectos consiguiente participa en la
mecánica de dicha condición, sin más salvedad que las previstas por la ley en
contrario.

Especies de condición: En todo caso, la condición será suspensiva o resolutoria, sin admitir ello
excepción. Supuesta dicha dualidad de posibilidades, a su vez una y otra pueden ser de
cualquiera de las especies que agrupadas sistemáticamente se indican a continuación:

A) La condición Potestativa, la casual y la mixta: “A la primera de éstas -anota ORTIZ


URQUIDI- también se le llama voluntaria y es la que depende sólo de la voluntad de
una de las partes, voluntad que lógicamente no puede ser nunca la del obligado, dado
que ello equivaldría a que el cumplimiento de la obligación quedara al arbitrio del
mismo obligado, lo que es contrario a textos expresos de la ley, como son los artículos
1797 y 1944 del Código en consulta, conforme al primero de los cuales la validez y el
cumplimiento de los contratos no puede dejarse al arbitrio de uno de los contratantes,
y conforme al segundo, cuando el cumplimiento de la condición depende de la
exclusiva voluntad del deudor, la obligación condicional será nula.” “Un ejemplo de
condición potestativa sería el siguiente: si vas a Oaxaca o si haces este trabajo, te
regalo mi caballo. Pero nunca podría el obligado decir: si voy a Oaxaca o si hago este
trabajo te regalo mi caballo.” “La condición es casual cuando no depende de la
voluntad de las partes, sino de un acontecimiento natural o de la voluntad de un
tercero. Ejemplos: si llueve -acontecimiento natural- o si Juan participa en tal concurso
-acontecimiento dependiente de la voluntad de un tercero ajeno al acto- te regalo mi
caballo.” 304 ‘Por último, la condición es mixta cuando al mismo tiempo que depende
de la voluntad de un tercero, depende también de la voluntad del acreedor. Por
ejemplo: si te casas con tal muchacha te regalo mi biblioteca. Aquí la condición es
mixta, porque el casamiento en que consiste no solamente depende de la voluntad del
acreedor, sino también de la voluntad de la muchacha, que bien puede desear casarse
con aquél, pero también puede desear lo contrario.”
B) La condición positiva y la negativa: Cuando la condición señalada implica un hecho
que llegare a pasar estaremos ante una condición positiva. En cambio, si dicho
acontecimiento consiste en algo que no suceda, ello se traduce en una condición
negativa. Así, que llueva, se realice un viaje o se contraiga matrimonio, son
condiciones positivas; por contra, que no llueva, no se viaje o no se contraiga
matrimonio son condiciones negativas.
C) La condición imposible y la condición ilícita: “Las condiciones imposibles -señala
FLORES BARROETA- anulan la obligación, en los términos del artículo 1943. Para
entender la razón de esta disposición, hasta citar un ejemplo: “Daré a usted en
arrendamiento mi casa, si sujeta a la acción del calor un cuerpo sin que se dilate.” Es
tanto como decir: “jamás daré a usted en arrendamiento mi casa”. Pero el artículo
1943, indica que la condición de no hacer una cosa imposible se tiene por no puesta,
es decir, la obligación vale. Es evidente, también, la razón. Si alguien ofrece vender con
la condición de que el comprador no se substraiga a la fuerza de la gravedad, la
obligación nacerá, pues la condición jamás podrá realizarse. Por eso, el precepto dice
que esta condición se tiene por no puesta, o sea que la obligación o el derecho nacen
como si no hubiera condición.” “La condición debe ser lícita, es decir, conforme a las
leyes de orden público y a las buenas costumbres, pues la condición ilícita, o sea, la
contraria a las leyes de orden público o a las buenas costumbres, anula la obligación
según lo dispone también el artículo 1943.”

III El termino

La segunda de las modalidades anunciadas respecto de los negocios jurídicos es el plazo,


también llamado término; por él podemos entender el acontecimiento futuro de cuya
realización, siempre cierta, depende la exigibilidad o la extinción de los efectos del negocio. La
presentación y consideración de esta figura debe iniciarse con el señalamiento de las
posiciones que doctrinalmente se han adoptado a propósito de su denominación adecuada,
pues hay quien afirma debe ser llamado plazo; hay quien opta por término y una tercera
postura identifica ambos conceptos, por suponer sinonimia entre ellos.
Consideramos por nuestra parte, que si la modalidad consiste en un acontecimiento futuro y
ello tendrá lugar cuando el plazo señalado llegue a su término, éste, el término del plazo como
tal, es el acontecimiento que implica la modalidad, de tal manera que dicha designación, o sea,
la de término, admite ser la adecuada. Debemos hacer destacar como una característica
substancial del término, que éste es un acontecimiento de realización siempre cierta, o sea, se
trata de algo que indefectiblemente tendrá lugar por el mero transcurso del tiempo en el que
se espera se desplace.

Termino suspensivo y termino extintivo: Del concepto vertido con anterioridad respecto del
término se desprenden dos clases de éste: el suspensivo y el extintivo. Podemos considerar al
primero como el acontecimiento futuro de cuya realización, siempre cierta, pues tendrá lugar
indefectiblemente, depende la exigibilidad de los efectos del negocio. El término extintivo en
tanto, es el acontecimiento futuro de cuya realización, siempre cierta, depende la extinción de
dichos efectos. En esas condiciones, cuando del término suspensivo se trata, la exigibilidad de
las obligaciones generadas por el negocio se mantiene en suspenso hasta en tanto no llegue el
día en que serán exigibles. El término extintivo en cambio, hace que dichos efectos se
extingan. De ahí la respectiva calificación que se da a uno y otro de estos términos.

Término y condición. Coincidencias y diferencias: “...la condición y el término -indica ORTIZ


URQUIDI- se parecen en tanto que ambos consisten en acontecimientos futuros; pero
substancialmente se diferencian en cuanto a que el término es de realización cierta y la
condición es de realización incierta, pues el acontecimiento en que aquél consiste siempre
llega (por ejemplo, el 1 ° de enero del año entrante o la muerte de una persona) mientras que
la condición puede o no realizarse. Así, si alguien le dice a una persona que le donará su
biblioteca, si se recibe de abogado, está condicionando la donación a un hecho incierto, de no
segura realización, puesto que la recepción profesional en cuestión puede o no realizarse.
Además, de la presentación misma de una y otra de las modalidades 307 señaladas, se
desprende en primer lugar que la condición, particularmente la suspensiva, suspende el
nacimiento mismo de la obligación y el término suspensivo hace lo propio con la exigibilidad
de dicha relación. Asimismo, la condición resolutoria resuelve y por ello destruye
retroactivamente la obligación cuando se realiza el acontecimiento que la configura mientras
que el término extintivo como el correlativo a aquella condición, trae consigo la extinción de
los efectos, es decir, la obligación llega a su término, pero sin destrucción de lo ya generado
por ella.

Operatividad: El plazo se entiende siempre señalado a favor del deudor, salvo lo pactado o
circunstancial en contrario. Así lo establece el artículo 1958 del Código Civil. “El plazo -señala
dicho precepto- se presume establecido en favor del deudor, a menos que resulte, de la
estipulación o de las circunstancias, que ha sido establecido en favor del acreedor o de las dos
partes.”

Término incierto: Hay ocasiones en las cuales, como modalidad de un negocio jurídico se
establece un acontecimiento futuro de realización cierta, pues indefectiblemente llegará, pero
con el desconocimiento e inseguridad de cuándo habrá de llegar. Tal es el caso del llamado
término incierto. Un ejemplo de esta modalidad, es el fallecimiento de una persona, de
realización indefectible, pero que se ignora cuando ello tendrá lugar.

IV El modo

El modo, también llamado carga, puede definirse precisamente como la carga que el autor de
una liberalidad impone al beneficiario de ésta. “La definición más generalizada del modo -
señala ORTIZ URQUIDI- es la que afirma que es una carga accesoria impuesta por el autor de
una liberalidad al agraciado con ésta.” “Podemos definir el modo -afirma por su parte FLORES
BARROETA- como la carga impuesta al beneficiario en un acto de liberalidad, por el autor, a
efecto de realizar una prestación, que puede ser en favor del propio autor o de tercero. Por
ejemplo, en una donación, el donante impone al donatario la carga de erigir una estatua en
honor del mismo donante; o la carga de dar determinada cantidad de dinero a un tercero.”

Características: “El análisis de la anterior definición -agrega ORTIZ URQUIDI- nos conduce a
establecer que el modo tiene las siguientes características:” “I. Consiste en una carga;” “II. Es
una carga accesoria;” “III. Es una carga impuesta en negocios jurídicos que entrarían una
liberalidad;” “IV. La carga es impuesta por el autor de la liberalidad;” “V. La carga se impone al
agraciado con la liberalidad.” “Se entiende por carga en Derecho -primera de dichas
características- una subespecie de obligación, que se distingue de la obligación propiamente
dicha porque en tanto que frente a ésta hay siempre un derecho correlativo (mi obligación de
pagarte: tu derecho de cobrarme) en la carga hay sólo la obligación, pero no el derecho. El más
claro ejemplo de la carga nos lo proporciona el Derecho Procesal: la carga de la prueba de sus
respectivas pretensiones corre a cargo de cada parte. Esto quiere decir que el actor es
obligado a demostrar los hechos constitutivos de su acción y el demandado los de sus
excepciones y defensas. Pero si tienen tal obligación o carga, nadie tiene derecho a exigirles
que la cumplan. En cuanto a la segunda característica, debemos aclarar que cuando mediante
ella se afirma que el modo es una carga u obligación accesoria, lo que se quiere decir es que tal
carga nada tiene que ver con la naturaleza propia del negocio con el que se le relaciona, pues
es por completo extraña a dicha naturaleza Con relación a la tercera característica diremos que
la opinión generalizada, casi unánime, de la doctrina al respecto, es en el sentido de que el
modo sólo puede darse en los negocios jurídicos que impliquen o entrañen una liberalidad: la
donación, por acto entre vivos, y el legado en actos por causa de muerte. O - repitiendo las
palabras finales de la anterior transcripción de GIORGI- en negocios que ‘contienen mezcla de
liberalidad’. Por ejemplo: la compraventa de una casa en cien mil pesos cuando su justo precio
es de un millón, pero imponiéndosele al comprador la carga de mantener abierto sus jardines
al público durante determinadas horas del día. La liberalidad consistiría aquí, obviamente, en
los novecientos mil pesos de la diferencia entre el precio real y verdadero (el millón de pesos)
y el efectivamente pagado: cien mil pesos.” Con respecto a la cuarta característica debemos
decir que el modo jamás puede tener otra fuente que no sea la voluntad.” “La ley, por
ejemplo, nunca puede fijarlo, como ya vimos que sí puede hacerlo con el término o plazo.
Verbigracia, los términos que la ley fija para la prescripción, y que en el caso del modo jamás
puede suceder, ya que éste nace siempre de una manifestación de voluntad particular, la del
autor de la liberalidad, aunque su vida, la vida del modo -claro- queda ligada a la aceptación de
la liberalidad por parte del destinatario de ésta. Pues es obvio que, si la donación o el legado a
los que se liga la carga no son aceptados, los mismos quedan sin efecto y 312 con ellos queda
también sin efecto la carga, que así las cosas no cobran existencia jurídica, no vive para el
Derecho, ya que no hay que olvidar que a este no le interesa nada que no produzca efectos
dentro de su campo, el campo jurídico.” “Finalmente, en cuanto a la quinta y última de las
características en cuestión, no hay sino repetir las palabras del propio SALVAT -p. 616 antes
citada en el sentido de que el ‘modo...tiende siempre a limitar o aminorar un derecho y, por
consiguiente, no se concibe sino como una imposición al adquirente de él’ en razón y por
virtud de haber sido agraciado con la liberalidad.”

Sus diferencias con la condición: “Por naturaleza -enseña BORJA SORIANO siguiendo a
HEMARD- el modo difiere de la condición en que no depende de un acontecimiento futuro e
incierto. No suspende el derecho del donatario o vendedor, como la condición suspensiva; no
hace incierto el nacimiento de este derecho: el acto produce inmediatamente efecto; el modo
obliga a la ejecución impuesta. La inejecución del modo no opera de pleno derecho la
resolución del acto, como la condición suspensiva: es solamente una causa de revocación, que
debe ser invocada y, en caso de incumplimiento del modo, su ejecución íntegra puede ser
demandada y no necesariamente la revocación. Por sus efectos, el modo se parece a la
condición resolutoria. Cuando la carga no es ejecutada, la revocación del acto puede ser
demandada y tiene por efecto hacer desaparecer retroactivamente el acto jurídico, borrarlo
aun en el pasado.

Algunas manifestaciones legislativas: El Código Civil no contiene regulación expresa del modo,
sin embargo, de su texto se pueden obtener varias manifestaciones del mismo. El Derecho
Sucesorio, por ejemplo, acoge diversos casos de modos impuestos por el testador; entre ellos,
podemos citar los siguientes: Designado alguien como tutor, curador o albacea en testamento,
además de haber sido instituido heredero o legatario, el hecho de renunciar sin justa a causa al
desempeño de cualquiera de esos cargos, lo hará caer en incapacidad de heredar. El testador
también puede imponer a alguno de sus beneficiarios, la carga de proporcionar alimentos a los
acreedores alimentistas que aquél tenga a su fallecimiento, en la medida que a él correspondía
prestarlos. En efecto, según el artículo 1336 del Código Civil, la pensión alimenticia es carga de
la masa hereditaria, excepto cuando el testador haya gravado con ella a 313 alguno o algunos
de los partícipes en la sucesión. En general, cabe también citar lo dispuesto por los artículos
1284 y 1285 de nuestro ordenamiento civil, dirigidos respectivamente a la situación modal del
heredero y del legatario.

Posibilidad legal de exigir su cumplimiento: Es interesante el conjunto que dan el


planteamiento, las referencias de legislación comparada y la opinión que en lo personal y
conforme a nuestro Código Civil ofrece ORTIZ URQUIDI a propósito de las consecuencias
jurídicas que el incumplimiento del modo trae aparejadas, es decir, si a aquél a quien una
carga se le impuso no la cumple, sólo se hará merecedor a la revocación de la liberalidad hecha
a su favor, o por el contrario, también podrá demandársele el cumplimiento del contenido del
modo de que se trate

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