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“Vivir consiste en reducir el mundo al cuerpo,

a través de lo simbólico que este encarna”.


Merleau-Ponty.

La Imagen Corporal como Lenguaje 

Judith Butler con el Genero en disputa (1990) y Cuerpos que importan (1993)
retoma el sujeto foucaultiano y lo focaliza desde la diferencia genérico-sexual.
Butler, insiste en que pensemos los géneros y los cuerpos como
materializaciones político-culturales que no tienen una existencia anterior a la
cultura o al lenguaje. Ni el cuerpo ni el género poseen un origen previo, natural
e inmaculado a partir de que posteriormente se transformen o alteren por
mediación de determinadas prácticas discursivas. Discurso, género y cuerpo
son inseparables. No se trata de creer que nuestros cuerpos nos
predeterminan completamente pero tampoco que son lienzos en los que
podemos imprimir libremente algo (nuestra apariencia, nuestro sexo-género,
nuestra identidad, nuestra alma, nuestro yo…).

La capacidad de acción del individuo, proviene, según entiendo que propone


Butler, de su condición textual y discursiva. El lenguaje se caracteriza por ser
un ámbito inter-textual, de constante citación. De hecho, no hay modo de
escapar de él, no hay otro lugar desde el que ser y pensar…sino el ámbito del
lenguaje.

Mediante la imagen corporal, se transmite y se recibe información, en definitiva,


se comunica. La imagen corporal se construye, se modela a partir de y sobre
un sistema de signos, transmitidos en sociedad. Es decir, surge y adquiere
sentido en las interacciones entre los individuos y en todo aquello que emerge
de ellas, al tiempo que las determina. Así las diferentes manifestaciones de la
construcción de la imagen corporal constituyen un código estructurado de
signos, son los elementos constituyentes de un lenguaje de gran expresividad.
Al ser símbolos que adquieren sentido sólo dentro de un determinado sistema,
y mediante los cuales se transmite información, su significado, debe ser
conocido por todos aquellos que participan en la interacción, debe ser
compartido. El lenguaje debe ser comprendido tanto por los que lo emiten
como por aquellos que lo reciben y lo interpretan.

Algunos de los mensajes que más a menudo y de forma más inmediata se


expresan y se transmiten mediante la construcción de la imagen corporal hacen
referencia a la edad, el sexo, el atractivo sexual y el grupo étnico-sociocultural
al que se pertenece. Esta información puede ser verdadera o falsa, pero en
cualquier caso se trata de mensajes determinantes en la interacción social, por
su aparente obviedad y por su enorme inmediatez –antes de haber hablado
con alguien ya se ha procesado información respecto a estas cuestiones-, y
porque estas precisamente tienen un gran peso a la hora de clasificar a los
individuos, de identificarlos. Por ejemplo, ser hombre o mujer no ha sido, ni es,

Por Denisse Quijada Sánchez. Licenciada en Sociología, Universidad de Chile.
una cuestión irrelevante en ninguna sociedad ni en ningún momento histórico.
El hecho biológico básico de ser de uno u otro sexo, se ha desplegado, a lo
largo del tiempo, en toda una serie de complejas adjudicaciones de roles, de
atribuciones de deberes y derechos. Por todo ello, el sexo, no sólo se hace
evidente a través del cuerpo físico, sino que se construye y refuerza a través de
la imagen corporal.

Por ejemplo, si bien el paso de los años marca diferencias claras en los
individuos, perfectamente visibles –a nadie se le escapa que el cuerpo físico de
la niñez, es otro que el cuerpo físico del adolescente, el adulto o el anciano-, en
la construcción de la imagen corporal estos cambios corporales se suelen
clasificar como diferentes momentos de un ciclo, con atribuciones de roles y
obligaciones, perfectamente diferenciados y reforzados mediante el uso de
signos externos –formas de vestir, partes del cuerpo que se muestran o se
ocultan, presencia de tatuajes, piercing, etc.- en definitiva, mediante el cuerpo
social. Precisamente por ser tan relevantes estos mensajes, la información que
se emite mediante la imagen corporal respecto al sexo, la edad, el grupo de
pertenencia o el atractivo sexual, puede ser ligeramente engañosa, incluso
abiertamente falsa.

Mediante la construcción de la imagen corporal, se comunican otros aspectos


de uno mismo de gran centralidad en la vida social: identidad, status, poder,
creencias, ideologías, emociones, sentimientos, etc. En efecto, es posible
mostrar a través del cuerpo social, quien se es o a qué grupo se pertenece, por
origen o adscripción. Por ejemplo, los jóvenes pertenecientes a una u otra de
las llamadas tribus urbanas, hacen ostentación de su pertenencia a éstas a
través, y gracias a, la construcción de su imagen corporal. El status, es decir, el
lugar que se ocupa dentro de la estratificación social, con relación a otros
individuos que se sitúan en estratos considerados superiores o inferiores, se
expresa mediante la construcción del cuerpo social. Las creencias, en muchos
casos se plasman en la propia imagen corporal. Así el pañuelo de las mujeres
musulmanas, las sotanas de los sacerdotes, las cabezas rasuradas de los
monjes budistas son algunos ejemplos. Y por último, emociones y sentimientos
también consiguen visualizarse en el cuerpo social, como lo muestra la
presencia en distintas sociedades de señales visibles del duelo. Sea vistiendo
de blando, de negro, de rojo, el hecho de cubrirse el cuerpo con prendas de
determinado color supone comunicar y expresar la pérdida de un ser querido.

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