La experiencia de un turista, se genera sobre la base del aprovechamiento
planificado de los recursos naturales, culturales y de aquellos no relacionados con el ocio y la recreación; que están enfocados en satisfacer necesidades, tanto generales como específicas, de los visitantes, a un sitio.
La línea divisoria entre un recurso y un atractivo, es muy fina. Muchas
veces, se puede prestar para una confusión, especialmente porque los inventarios de “atractivos” turísticos incluyen, de igual manera, a los recursos y a los atractivos, pues tienen como objetivo conocer la potencialidad turística, en general, de un sitio o destino.
Los atractivos turísticos son prácticamente la materia prima para la
estructuración de productos turísticos, por lo que es de vital importancia conocer sus diferentes categorías y tipos. Estos, se clasifican considerando los siguientes elementos: Categoría: define los atributos que tiene un elemento y que motivan la visita turística, dependiendo de su naturaleza.
Tipo: son los elementos de características similares dentro de una misma
categoría.
Al momento de diseñar experiencias turísticas, debemos pensar a quién nos
vamos a dirigir con los productos que estamos generando; así, nos aseguramos de que la expectativa de la experiencia que se espera obtener, esté de acuerdo con el producto turístico que estamos ofertando. Para esto, podemos distinguir dos grandes grupos de mercados y que normalmente tienen expectativas diferentes:
1. Mercados geográficos o generales
2. Mercados especializados o por nicho de producto
El análisis y diagnóstico del territorio, proveerán la información necesaria
para definir el concepto y estructura en el proceso de diseño de una experiencia turística, sobre la base del desarrollo de un itinerario o de una ruta.
El análisis se lo debe realizar en dos componentes: