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Hilemorfismo

Hilomorfismo : Del griego hyle, materia y morphé, forma. Doctrina


antigua que explica que todas las cosas están constituidas por dos
principios; uno que permanece invariable a través de todos los cambios,
y es el que permite la identidad y continuidad del universo; y otro que se
desplaza de la propia materia en que reside, e interviene en los cambios
que se producen.

Hilemorfismo, teoría de la potencia y el acto, y tipos de cambio.


Para Aristóteles la naturaleza es el conjunto de las cosas que se mueven a sí mismas, por
lo tanto es proceso, desarrollo y cambio. Pero si algo cambia es porque pasa de un
estado o modo de ser a otro, y esto exige tres elementos: Lo que fue; lo que será; y, lo
que permanece o subyace.
Si no hubiera este último elemento no habría propiamente cambio.
El elemento que permanece o subyace es la materia, porque la materia puede hacerse
una cosa u otra, y a esta peculiaridad lo llamó Aristóteles estar en potencia de ser
diferentes objetos.
Aristóteles distingue entre el ser algo actualmente, a lo que llama ser en acto y el ser
algo sólo en potencia, es decir, poder llegar a ser en acto, esto o aquello, caso de la
materia haciendo posible el cambio.
La materia es ser en potencia. Ser en potencia no es sólo posibilidad de ser, y a la vez
se distingue de la nada, es decir, del no ser. Una semilla no es todavía árbol en acto, es
árbol en potencia porque puede llegar a serlo. Sin embargo, del no ser árbol nunca se
llegará al ser árbol en acto. La materia está en potencia para ser algo. Lo llega a ser
actualmente cuando recibe la forma; que por ser el elemento actualizante del ente (de
lo que existe), lo denominamos acto.
La forma es ser en acto. De aquí proviene la palabra hilemorfismo: "Hylé", materia;
"morfé", forma.
Todo ente corpóreo está compuesto de dos principios sustanciales distintos, materia y
forma.
Existen diversos tipos de cambio. El cambio más profundo que experimentan los
cuerpos es la generación y la corrupción. Los animales ingieren como alimento
sustancias vegetales, destruyéndolas o convirtiéndolas en sustancias animales que
incorporan a su propio cuerpo. La materia, que desposeída de toda forma subyace en
este cambio sustancial, recibe el nombre de materia prima o primera, y la forma que
recibe con el cambio se denomina forma sustancial por dar lugar a la constitución de una
nueva sustancia.
La materia prima no es algo determinado. No es una cosa, no es un ente, sino un
principio constitutivo de los cuerpos. Por esta razón no puede existir sin la forma, pero
tampoco puede generarse o destruirse: la materia prima es eterna.
La materia prima tampoco es una cualidad ni una cantidad, ni ninguna determinación
de las cosas. Es el principio más indeterminado de los seres corporales y que recibe de la
forma la determinación para ser una sustancia u otra.
La materia prima no se conoce por sí misma, sino por la forma que es el principio de
las determinaciones del compuesto.
La forma es el principio sustancial o esencial que determina al compuesto para ser una
cosa u otra. Por eso conocer la forma es conocer la esencia de cualquier realidad
determinada.
La forma sustancial tampoco es una cosa, es un principio; en general, aquello de lo
que algo procede de cualquier modo.
Siendo la materia el principio que permanece o subyace en el cambio y la forma lo que
cambia podría pensarse que la forma es algo externo, sin embargo, es algo tan intrínseco
a los cuerpos como la materia. No es algo que se une a la materia, sino algo que es
sacado, extraído de la potencialidad de la materia.
Además de cambios sustanciales encontramos cambios accidentales, es decir, cuando
cambia la cantidad de un ser sin dejar de ser la misma cosa, decimos que aumentan o
disminuyen. Esta clase de cambio supone una sustancia que permanece. El hilemorfismo
también explica este tipo de cambio con los conceptos de materia y forma.
La materia segunda es un ser, una sustancia con todas las determinaciones propias de
su forma sustancial, pero susceptible de modificaciones accidentales. Aunque es en acto
una sustancia, aún está en potencia de recibir formas accidentales.
La forma accidental es forma porque determina con nuevas características a la
sustancia (a la materia segunda), pero es sólo accidental, no sustancial, sencillamente
porque la sustancia ya está constituida.
Con esto, Aristóteles ha resuelto el problema del movimiento, definiéndolo como el
paso del ente en potencia al ente en acto. Así resolvemos el problema de Parménides,
que lo entendía como el paso contradictorio del no ser al ser, y, por tanto, imposible.

Siendo el ente en potencia anterior al movimiento, el ente en acto, posterior, y el


movimiento exactamente el tránsito de uno a otro, la definición aristotélica correcta fue
el acto del ente en potencia en cuanto está en potencia.

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