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Romeo y Julieta de William Shakespeare es la tragedia de amor más famosa y

apreciada de la literatura universal, incluso hoy, más de 400 años después de


su creación. Trata del amor de dos jóvenes en la ciudad italiana de Verona,
un amor que, desde el principio, tiene mala estrella, porque Romeo y Julieta
son los vástagos de dos familias rivales.

William Shakespeare. Romeo y Julieta (fragmento)

"JULIETA.—¿Te vas a marchar? Todavía no se acerca el día; era el ruiseñor, y


no la alondra, lo que traspasó el temeroso hueco de tu oído; de noche, canta
en ese granado; créeme, amor, era el ruiseñor.

ROMEO.—Era la alondra, heraldo de la mañana, y no el ruiseñor; mira, amor,


qué envidiosas franjas ciñen las nubes dispersas allá a oriente: las candelas
de la noche se han extinguido, y el jovial día se pone de puntillas en las
neblinosas cimas de las montañas: tengo que irme o vivir, o quedarme y
morir.

JULIETA.—Aquella luz no es luz del día, lo sé muy bien: es algún meteoro que
emana el sol para que sea esta noche tu portador de antorcha, alumbrándote
en el camino a Mantua: así que espera todavía: no tienes que marcharte.

ROMEO.—Que me detengan, que me den la muerte; estoy contento, con tal


de que tú lo quieras. Diré que aquel gris no es la mirada de la mañana, sino
que es el pálido reflejo del rostro de Venus; y que tampoco es la alondra la
que con sus notas golpea el cielo abovedado tan alto sobre nuestras cabezas:
¡ven, muerte, sé bienvenida! Julieta así lo quiere. ¿Qué es eso, alma mía?
Hablemos; no es de día.

JULIETA.—Sí es, sí es: ¡vete, márchate de aquí! Es la alondra la que canta tan
destemplada, forzando ásperas disonancias y agudos desagradables. Dicen
algunos que la alondra hace dulce armonía: no así ésta, pues nos separa.
Algunos dicen que la alondra y el odioso sapo se han cambiado los ojos: ¡ah,
ahora querría yo que hubieran cambiado también las voces, puesto que esa
voz nos arranca de los brazos, acosándote para que te vayas de aquí al tocar
el día! Ah, vete ahora, cada vez está más y más claro, ¡y más y más oscuras
nuestras penas!

Entra el AMA.

AMA.—¡Señora!

JULIETA.—¿Ama?

AMA.—La señora, tu madre, viene a tu cuarto; ya rompe el día: ten cuidado,


fíjate. (Se va.)

JULIETA.—Entonces, ventana, deja entrar el día y deja salir mi vida. "

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