Está en la página 1de 3

William Shakespeare opresor, la afrenta del soberbio, las

Hamlet (fragmento)2 congojas del amor desairado, las


"Morir…, dormir; ¡no más! ¡Y pensar tardanzas de la justicia, las insolencias
que con un sueño damos fin al pesar del poder y las vejaciones que el
del corazón y a los mil naturales paciente mérito recibe del hombre
conflictos que constituyen la herencia indigno, cuando uno mismo podría
de la carne! ¡He aquí un término procurar su reposo con un simple
devotamente apetecible! ¡Morir…, estilete? ¿Quién querría llevar tan
dormir! ¡Dormir!… ¡Tal vez soñar! ¡Sí, duras cargas, gemir y sudar bajo el
ahí está el obstáculo! ¡Porque es peso de una vida afanosa, si no fuera
forzoso que nos detenga el considerar por el temor de un algo, después de la
qué sueños pueden sobrevenir en aquel muerte, esa ignorada región cuyos
sueño de la muerte, cuando nos confines no vuelve a traspasar viajero
hayamos librado del torbellino de la alguno, temor que confunde nuestra
vida! ¡He aquí la reflexión que da voluntad y nos impulsa a soportar
existencia tan larga al infortunio! aquellos males que nos afligen, antes
Porque ¿quién aguantaría los ultrajes y que lanzarnos a otros que
desdenes del mundo, la injuria del desconocemos?"

William Shakespeare
Romeo y Julieta (fragmento)

"JULIETA. -¿Te vas a marchar? Todavía cielo abovedado tan alto sobre nuestras
no se acerca el día; era el ruiseñor, y no la cabezas: ¡ven, muerte, sé bienvenida!
alondra, lo que traspasó el temeroso hueco Julieta así lo quiere. ¿Qué es eso, alma
de tu oído; de noche, canta en ese granado; mía? Hablemos; no es de día.
créeme, amor, era el ruiseñor. JULIETA.—Sí es, sí es: ¡vete, márchate de
ROMEO.—Era la alondra, heraldo de la aquí! Es la alondra la que canta tan
mañana, y no el ruiseñor; mira, amor, qué destemplada, forzando ásperas disonancias
envidiosas franjas ciñen las nubes y agudos desagradables. Dicen algunos que
dispersas allá a oriente: las candelas de la la alondra hace dulce armonía: no así ésta,
noche se han extinguido, y el jovial día se pues nos separa. Algunos dicen que la
pone de puntillas en las neblinosas cimas alondra y el odioso sapo se han cambiado
de las montañas: tengo que irme o vivir, o los ojos: ¡ah, ahora querría yo que hubieran
quedarme y morir. cambiado también las voces, puesto que
JULIETA.—Aquella luz no es luz del día, esa voz nos arranca de los brazos,
lo sé muy bien: es algún meteoro que acosándote para que te vayas de aquí al
emana el sol para que sea esta noche tu tocar el día! Ah, vete ahora, cada vez está
portador de antorcha, alumbrándote en el más y más claro, ¡y más y más oscuras
camino a Mantua: así que espera todavía: nuestras penas!
no tienes que marcharte. Entra el AMA…..AMA.—¡Señora!
ROMEO.—Que me detengan, que me den JULIETA.—¿Ama?
la muerte; estoy contento, con tal de que tú AMA.—La señora, tu madre, viene a tu
lo quieras. Diré que aquel gris no es la cuarto; ya rompe el día: ten cuidado, fíjate.
mirada de la mañana, sino que es el pálido (Se va.)
reflejo del rostro de Cintia; y que tampoco JULIETA.—Entonces, ventana, deja entrar
es la alondra la que con sus notas golpea el el día y deja salir mi vida. "
William Shakespeare
Otelo (fragmento) perdón por apreciaros tanto.
OTELO.
"OTELO. Siempre te estaré agradecido.
¿Por qué, por qué dices eso? YAGO.
¿Tú crees que viviría una vida de celos, Veo que esto os ha desconcertado.
cediendo cada vez a la sospecha OTELO.
con las fases de la luna?. No. Estar en la duda Nada de eso, nada de eso.
es tomar la decisión. Que me vuelva YAGO.
macho cabrío si mi espíritu se entrega Pues yo temo que sí. Espero que entendáis
a conjeturas tan extrañas y abultadas que lo dicho lo ha dictado mi amistad.
como tus alegaciones. Para darme celos Mas os veo alterado. Permitidme suplicaros
no basta con decir que mi esposa es bella, que no arrastréis mis palabras
sociable, sabe comer y conversar, canta, a un terreno más crudo o extenso
tañe y baila: estas prendas le añaden virtud. que el de la sospecha.
Y mi propia indignidad no me causa OTELO.
la menor duda o recelo de su fidelidad, Descuida.
pues tenía ojos y me eligió. No, Yago; YAGO.
quiero ver antes de dudar. Si dudo, pruebas; Si lo hicierais, señor,
y con pruebas no hay más que una solución: mis palabras tendrían consecuencias
¡Adiós al amor o a los celos! que jamás soñó mi pensamiento.
YAGO. Casio es mi gran amigo. Señor, os veo
Me alegro, pues ahora ya puedo alterado.
mostraros mi afecto y lealtad OTELO.
con más franqueza. Así que, como es mi No, no mucho. Estoy seguro
deber, de que Desdémona es honesta.
os diré algo. Pruebas aún no tengo. YAGO.
Vigilad a vuestra esposa; observadia con Que lo sea por muchos años y vos que lo
Casio. creáis.
Los ojos así: ni celosos, ni crédulos. OTELO.
Que no engañen a vuestro noble y generoso Y, sin embargo, apartarse de las leyes
corazón en su propia bondad; conque, atento. naturales. "
Conozco muy bien el carácter de mi tierra
las mujeres de Venecia enseñan a Dios
los vicios que ocultarían a sus maridos.
Su conciencia no las lleva a reprimirse,
sino a encubrirlos.
OTELO.
¿Lo dices en serio?
YAGO.
Engañó a su padre al casarse con vos;
y, cuando parecía temblar y temer
vuestro semblante, es cuando más os quería.
OTELO.
Es verdad.
YAGO.
Pues, eso. Si tan joven ya sabía
sacar esa apariencia, dejando a su padre
tan ciego que creía que era magia...
He hecho muy mal. Os pido humildemente
William Shakespeare
Julio César (fragmento)

"Si hubiese alguno en esta asamblea que profesara entrañable amistad a César, a él le digo que
el afecto que Bruto por César no era menor que el suyo. Y si entonces ese amigo preguntase
por qué Bruto se alzó contra César, esta es mi contestación: «No porque amaba a César
menos, sino porque amaba a Roma más.» ¿Preferiríais que César viviera y morir todos
esclavos, a que esté muerto César y todos vivir libres? Porque César me apreciaba, le lloro;
porque fue afortunado, le celebro; como valiente, le honro, pero por ambicioso, le maté.
Lágrimas hay para su afecto, júbilo para su fortuna, honra para su valor, muerte para su
ambición. ¿Quién hay aquí tan abyecto que quiera ser esclavo? ¡Si hay alguno, que hable,
pues a él he ofendido! ¿Quién hay aquí tan estúpido que no quiera ser romano? ¡Si hay
alguno, que hable, pues a él he ofendido! ¿Quién hay aquí tan vil que no ame a su patria? ¡Si
hay alguno, que hable, pues a él he ofendido! Aguardo una respuesta.
Y aún añadirá:
Con esto me despido; que igual que he muerto a mi mejor amigo por la salvación de Roma,
tengo el mismo puñal para mí propio cuando plazca a mi patria necesitar mi muerte."

También podría gustarte