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La Dama Tapada
La Dama Tapada
Un hombre salió del centro nocturno, en donde se satisfacen los placeres más
mundanos. Estaba alegre y ebrio, pero debía regresar a casa; pues el alba ya se
acercaba. Con paso torpe cruzó la calle, sin percatarse que algo lo acechaba; en esa
ciudad sosegada creía que nada raro pasaba. Después de unos minutos alguien lo
alcanzó, fue cuando vio a una dama tapada de la cara. Estaba seguro que bajo ese velo,
se ocultaba un bello rostro que empezaba a cautivarlo. ¿Cómo no iba a gustarle? si
aquella misteriosa mujer poseía un hermoso cuerpo tentador, que emanaba fragancias
embriagadoras. De vez en cuando, la dama tapada lanzaba miradas seductoras que
estremecían al hombre. Y de repente, se vio en un callejón solitario donde sólo estaban
los dos. Entonces la mujer descubrió su cara dejándolo fascinado por su belleza; luego
ella le dijo: «¡Ya me conoce, si le gusto sígame!». El hombre asintió, de pronto sucedió
algo espantoso. Empezó a percibir un olor pútrido que le produjo náuseas, luego
advirtió que la mujer se convertía en una criatura monstruosa. Su cara estaba
descarnada y de sus ojos brotaban fulgores demoniacos. Después sus sentidos lo
llevaron hacia un abismo de oscuridad. Los rayos del sol despertaron a un hombre muy
cerca del cementerio. Pronto descubrió que el engendro había desaparecido y que
estaba a salvo. Sabía que aquella macabra aventura, iba a servirle para ser una mejor
persona. Desde ese día, enterraría los vicios que siempre le recordarían a la muerte.
Leyenda ecuatoriana