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LECTURAS BASICAS

CURSO. SOCIALES NOVENO

CAPACITADOR. ORLANDO PINEDA

CENTRO PARA LA PAZ Y LA REINSERCION (CEPAR).

2022
CLASE UNO

¿Qué problemas medioambientales de Colombia conoce?

Problemas ambientales en Colombia

Los problemas ambientales en Colombia generan un gran impacto sobre la


diversidad biológica en el país. De acuerdo con el Banco Mundial, Colombia tiene
un enorme potencial de desarrollar proyectos ambientales sostenibles que no
impactan los recursos hídricos, las áreas forestales y la biodiversidad. A su vez,
con capacidad de ejercer cambios de metros en la alimentación, la salud, la
habitabilidad y el trabajo de las poblaciones a través de ayudas y propuestas que
han sido probadas en el mundo, a favor del bienestar del medio ambiente. Según
Pauli, G. Las problemáticas ambientales son una oportunidad para ejercer cambios
relevantes en la manera de habitar y formar sociedad.

La deforestación en Colombia entre 1990 y 2010 fue en promedio de 310,000 a


349,000 hectáreas al año, es decir, que sobre estas dos décadas hay un estimado
de 6 millones 206 mil hectáreas de bosques destruidos, lo cual equivale al 5,4% de
la superficie de Colombia.456 Actualmente el estado colombiano hace parte del
Convenio sobre la Diversidad Biológica. Las áreas deforestadas a causa de la
minería ilegal es uno de los temas más coyunturales en lo que respecta a la
deforestación en Colombia. Esta actividad ha tenido graves efectos para el medio
ambiente en regiones del Pacífico, Amazonia y Magdalena Medio.

Según un informe de WWF, cerca de la mitad de los ecosistemas que existen en


Colombia se encuentran en estado crítico o en peligro. Asimismo, de las 1 853
especies de plantas evaluadas, 665 (36%) se encuentran amenazadas de extinción,
mientras que de 284 especies de animales terrestres evaluados, 41 están en
peligro crítico, 112 amenazadas y 131 son vulnerables. Según la WWF, la
degradación ambiental en Colombia es debido a la extracción de petróleo y
minerales

La zona del Pacífico colombiano hace parte de Chocó biogeográfico, una de las
zonas más megadiversas y lluviosas del planeta. En el Chocó existe el mayor
porcentaje de endemismo del mundo para un área continental, incluso para las
aves; pero muchas especies endémicas están en peligro de extinción.

En cuanto a la protección de los mares, Colombia protege el 2% de ellos, cuando


los acuerdos de diversidad biológica exigen el 10%.

Historia reciente

En los últimos años la calidad ambiental en Colombia se ha visto afectada a un


ritmo constante y sin precedentes, lo cual ha llevado a una crisis ambiental
caracterizada por una alta deforestación, contaminación hídrica y alteraciones del
ecosistema. La calidad del aire en grandes ciudades como Bogotá, Barranquilla,
Cali, Medellín, Villavicencio y ciudades intermedias como Sogamoso, superan los
niveles aceptados de contaminación. La contaminación hídrica en el país es
causada principalmente por los residuos domésticos, las actividades
agropecuarias, los residuos industriales, las actividades mineras, el inadecuado
manejo de rellenos de basura y de lixiviados. A esto se le suma el inadecuado
manejo de los residuos hospitalarios.

El gobierno y el sector industrial de Colombia han abogado e implementado


monocultivos, que generan daño a la fertilidad de los suelos, como el caso de la
palma africana para la generación de biocombustibles. Las implicaciones
ambientales de algunos monocultivos causan el deterioro acelerado de los suelos.
El uso intensivo de agroquímicos, que implica daños al medio ambiente,
especialmente en regiones selváticas. Los cultivos de palma africana, se
encuentran localizados en regiones selváticas del Pacífico colombiano, uno de los
lugares con mayor biodiversidad en el mundo. La creación de carreteras y grandes
obras de infraestructura han causado un impacto ambiental considerable en
Colombia. Por otra parte, el gobierno busca abrir paso al desarrollo, y además
disminuye las selvas que dan ventaja táctica a las guerrillas y demás grupos
ilegales.
Los grupos guerrilleros como las FARC y ELN, adoptaron políticas de destrucción
de la infraestructura económica que sirve al gobierno y a los intereses de
multinacionales. Desde 1984, la destrucción de oleoductos petroleros es la táctica
que más han utilizado las guerrillas. Dichos derrames de petróleo han causado la
contaminación de suelos, cuencas hidrográficas y el deteriorado de diversos
ecosistemas.

Los grupos armados ilegales envueltos en el negocio del narcotráfico como las
FARC, ELN y AUC han promovido la expansión de cultivos ilícitos, lo que genera
mayor destrucción de selva o bosque virgen para dar paso al cultivo ilícito.

Según un informe de WWF, cerca de la mitad de los ecosistemas que existen en


Colombia se encuentran en estado crítico o en peligro. Asimismo, de las 1 853
especies de plantas evaluadas, 665 (36%) se encuentran amenazadas de extinción,
mientras que de 284 especies de animales terrestres evaluados, 41 están en
peligro crítico, 112 amenazadas y 131 son vulnerables. Según la WWF, la
degradación ambiental en Colombia es debido a la extracción de petróleo y
minerales y muchas empresas responsables son extranjeras.

Factores

En Colombia los factores que causan deterioro ambiental son variados, pero se
pueden agrupar en tres grandes grupos:

Libre acceso a los recursos naturales: Existen diversas actividades que no poseen
una vigilancia o acompañamiento del estado colombiano y han provocado graves
problemas ambientales, como son: la minería ilegal, la tala de bosques ilegal y las
actividades relacionadas con el narcotráfico.

Falta de inversión estatal: En Colombia la inversión estatal y el acompañamiento


en algunos temas ambientales es casi nula, como por ejemplo en el tratamiento de
aguas residuales domésticas, el manejo de residuos sólidos y el aprovechamiento
de estos y en la contaminación y el manejo de los recursos renovables y no
renovables.

La falta de información en la población: Gran parte de la población colombiana


desde hace mucho tiempo desconoce mucho sobre la contaminación y el daño
ambiental del país, principalmente en pueblos y zonas aisladas donde no se
cuenta con una educación básica, por lo tanto, la mayoría de personas no son
conscientes del daño que muchas actividades hacen al ecosistema.

Deforestación

Deforestación en la selva amazónica colombiana.

La deforestación en Colombia ocasiona la pérdida de 2.000 km² de bosques


anualmente, según un informe de Naciones Unidas en 2003.14 Algunos sugieren
que esta cifra es tan alta como 3000 km² debido a la tala ilegal en la región. La
deforestación se debe principalmente a la tala de árboles, la expansión de la
frontera agrícola, la minería, el desarrollo de recursos energéticos como la
hidroelectricidad, el desarrollo de infraestructura como carreteras, la producción
de cocaína y la agricultura a pequeña escala.14 Alrededor de un tercio del bosque
original del país ha sido eliminado como resultado de la deforestación.

La deforestación se concentra principalmente en la selva tropical primaria, que


cubre más del 80% de Colombia. Esto incluye los extremos norte y sur del Pacífico
y en el piedemonte de los Andes y la Amazonia de Colombia. En el período 2000-
2007 alrededor de 336 000 hectáreas de bosque fueron taladas al año en
Colombia La destrucción de los bosque de alta biodiversidad como los
encontrados en la zona del Pacífico ha sido causa de la actividad ilegal de la
producción de coca. Se estima que desde el 2002 hasta el 2007 el Pacífico
colombiano perdió un área de 14.322 km² de bosque tropical, un área mayor a la
de Jamaica.

La deforestación tiene un profundo impacto ecológico sobre la biodiversidad de


Colombia. Colombia es extremadamente rica en biodiversidad, concentrando el
10% de las especies del mundo en su territorio. Esto convierte a Colombia en el
segundo país con mayor diversidad biológica de la Tierra.
Minería ilegal

Consecuencias ambientales de la minería ilegal en Santander de Quilichao,


Colombia.

Retroexcavadora en una mina ilegal de Colombia.

La minería ilegal es la actividad dedicada a extraer minerales sin poseer la


autorización por parte de los entes del estado colombiano y sujeto a acciones de
incautación de equipos o destrucción de maquinaria con la que se ejerce la
actividad minera. Este fenómeno que afecta a 17 departamentos en Colombia, ha
causado considerables daños ambientales. La minería ilegal en Colombia ejerce
presión sobre la diversidad biológica y es una de las principales amenazas sobre
los ecosistemas en el país.

Con el censo minero realizado en el periodo 2009-2011, se determinó que existen


400 municipios en el país afectados por la minería ilegal, es decir, el 44 % de los
municipios de Colombia han sido afectados por esta actividad. Los departamentos
con mayor porcentaje de actividad minera ilegal en el país son Chocó (100%), La
Guajira (100 %), Magdalena (100%), Córdoba (95 %), Bolívar (92%), Atlántico (91 %),
Risaralda (91 %), Cauca (90 %) y Antioquia (85%) hasta 2013. Según el Ministerio
de Minas y Energía, existen 14 357 unidades de producción minera, de las cuales
más de la mitad, el 56 % de las minas no poseen ningún tipo de título minero o
licencia ambiental que legalice su actividad. Aproximadamente, desde el año 2010
la minería ilegal, sobre todo la relacionada con la explotación de oro, se ha
convertido en una importante fuente de financiación para los grupos al margen de
la ley en 25 departamentos del país.41856 Aunque el oro es el mineral que más
participa de la actividad minera ilegal del país con el 60%, otros minerales también
son explotados ilegalmente como el coltan con el 25% de participación (la
explotación del coltan está prohibida por el gobierno colombiano en todas sus
formas), el carbón con el 10% y el tungsteno con el 5%.1920

El impacto sobre los recursos hídricos es causa de la contaminación con mercurio


y cianuro usados en la extracción del mineral de oro. Se estima que
aproximadamente 2 00 toneladas de mercurio se vierten al año a los ríos de los
departamentos de Chocó, Nariño y Antioquia, zonas que históricamente han
sufrido los estragos del conflicto armado interno y la acción de las bandas
criminales.21 Los daños al medio ambiente a causa de la minería son a largo plazo.
Las actividades de pequeña minería impactan de forma crítica las fuentes de
aguas superficiales y subterráneas. Las fuentes de agua subterráneas se ven
afectadas por la sobreexplotación de acuíferos, alteración y desvió del curso de las
aguas, contaminación con basuras de la mina, contaminación de las fuentes de
agua potable con agua contaminada de la mina y doméstica, afectación en la
relación físico-biótica de los lechos hídricos y afectación de los ecosistemas que
dependen de las fuentes hídricas cercanas a las actividad minera como son los
estuarios, los bosques de mangle y las ciénagas.

Contaminación del aire

En 2019 el 37% de los gases de efecto invernadero producidos en Colombia fueron


emitidos por el sector de transporte, y tan solo el 1.2% de los 263 mil automóviles
nuevos registrados ese año fueron eléctricos o híbridos.

Bogotá

La ciudad capital de Colombia, Bogotá, es el centro poblacional más grande del


país. Con más de siete millones de habitantes, es también una de las ciudades
más pobladas en Latinoamérica.23 Además tiene la tasa de contaminación de aire
más alta en Colombia, la cual se ha elevado recientemente como resultado de la
expansión de automóviles en la ciudad. Desde 1967 se ha monitoreado la
contaminación del aire en Bogotá, pero no fue hasta 1990 que las estaciones se
extendieron ampliamente. Un estudio conducido por la Secretaría Distrital de Salud
de Bogotá, en colaboración con la Agencia de Cooperación Internacional del Japón
(JICA, por sus siglas en inglés), concluyó que el 70% de la contaminación del aire
es atribuible a automóviles, e identificó los ladrillos, plantas de baterías y otros
como fuentes importantes de contaminación. Este estudio concluyó una
correlación entre la contaminación del aire y la salud respiratoria al relacionar
contaminantes en el aire con el número de admisiones hospitalarias diarias por
enfermedades respiratorias. Estadísticas de la Secretaría de Salud demostraron
que entre 1998 y 1999 el 9.6% de las visitas hospitalarias estuvieron relacionadas
con problemas respiratorios, con el 24.3% de las visitas hospitalarias de niños
entre cero y un año de edad relacionadas con enfermedades respiratorias agudas.
Las estaciones de monitoreo mostraron que la mitad de áreas con presencia de
estas sobrepasan los límites de emisión considerados seguros por por la OMS,
siendo las partículas respirables (PM10) y los niveles de ozono los problemas
principales.

Medellín

Medellín es la segunda ciudad en Colombia con peor calidad del aire y, dentro de la
ciudad, el centro de Medellín es una de las áreas más contaminadas por emisiones
de automóviles. Se consideran como principales fuentes de contaminantes del aire
a la gasolina y el diésel de baja calidad. El cambio de urbanización de Medellín ha
incrementado el número de vehículos y, por tanto, el uso de combustibles fósiles.
Los sectores conocidos por tránsito pesado son monitoreados por medidores de
contaminantes en el aire como el material particulado. Algunos de los sectores
que han sido identificados con los niveles más altos de contaminación en el área
metropolitana son Itagüí-Ditaires, Politécnico Jaime Isaza-Cadavid, y el centro de
Medellín (en particular el área circundante al edificio Miguel de Aguinaga y al
Parque San Antonio). Los índices de contaminación del centro de Medellín
sobrepasan el nivel establecido por la OMS que representa un riesgo a la salud
Humana.

CLASE 2

¿Por qué razones la población Colombia ha tenido que abandonar su tierra natal y
que efectos ha traído al país durante el siglo XX?
La fuerza inmigratoria

Con excepción de la inmigración española y la introducción de negros africanos


durante los siglos XVI a XVIII, el territorio colombiano no ha sido receptor de
grandes corrientes migratorias procedentes de Europa o de otros continentes. Los
flujos que han llegado después de la Independencia han sido muy pequeños, lo
suficiente como para crear unas colonias que apenas han permeado localidades
pero no la sociedad ni la economía nacional en su conjunto. Alemanes, italianos,
judíos, árabes y españoles han contribuido a dinamizar ciertos sectores
económicos y financieros de diversas regiones de Colombia, en distintos períodos
de los dos últimos siglos. Así a finales del siglo XIX y principios del siglo XX los
alemanes se vincularon a la economía cafetera en Santander, a la economía
tabacalera, a la ganadería y al transporte fluvial en la Costa Atlántica como al
sistema bancario en Antioquía1. En este período los judíos y los árabes fueron
animadores de las actividades mercantiles2. A comienzos del siglo XX ciudades
de diversas regiones de Colombia vieron florecer a pequeños comerciantes y
cacharreros de origen árabe y judío3. Aún a mediados de los años de 1950 era
común observar, en los pueblos de los Andes, a los “turcos” manejando el
comercio local de telas, fantasías y bienes industriales propios de la época.

Los grandes movimientos de población que invadieron el Sur de América o las


Antillas, a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, nada tienen que ver con
Colombia, un país curiosamente abierto a lo extranjero pero cerrado al potencial de
una inmigración masiva. Los intentos de Bolívar y de la recién fundada República
de remozar la economía y la sociedad con inmigrantes europeos y americanos,
fracasaron a pesar de haber entregado 2.4 millones de hectáreas, entre 1820 y
1830, a 24 empresas y empresarios extranjeros asociados con colombianos. Las
tierras y los apoyos fiscales del Estado “para favorecer la inmigración de
extranjeros”4, no fueron suficientes para vencer el temor al trópico y el
incumplimiento de las empresas interesadas en estas actividades. Es indudable
que no era rentable poner a operar economías en territorios aislados con climas
malsanos y con productos de baja demanda en los mercados internacionales.

Los movimientos migratorios masivos no sólo pueden transformar la composición


social de una nación sino cambiar las costumbres políticas, los hábitos, la cultura y
las ideologías. La colonización del siglo XVI y las migraciones al Sur de América en
los siglos XIX y XX son ejemplos de ello5. Los efectos de estos impactos
constituyen una de las grandes diferencias de Colombia con aquellos países que
desarrollaron políticas migratorias en América Latina, después de 18506. A la
ausencia de nuevas ideas y de una vocación por universalizar lo local se debe, en
gran parte, el espíritu conservador de nuestras clases dirigentes. Su capacidad de
manipular las políticas de Estado y su predisposición a preservar, aún a costa de la
guerra, viejas estructuras de poder económico y político, ha colocado a las fuerzas
gobernantes, tradicionales y modernas, al borde de una catástrofe. Tal es por lo
menos el fondo de la ecuación política que nadie puede resolver a comienzos del
siglo XXI en Colombia. Estos grupos políticos, herederos de una república
fracasada democráticamente, se niegan a propiciar un tránsito pacífico capaz de
incorporar al bienestar un porcentaje importante de la población marginada del
país. Por ello, preservan el espectáculo dramático de su exterminio y su
pauperización.

A finales del siglo XVIII el 20% de la población Colombiana disfrutaba de algunas


de las ventajas de la “casta” de los blancos, el resto, eran indios sumidos en la
servidumbre, esclavos, arrochelados, huidos y mestizos pobres de todo género7.
La guerra de Independencia (1808-1822) creó sistemas de movilidad social como
los ejércitos, la burocracia estatal y nuevas fronteras territoriales que unidas a los
signos de libertad, permitieron que la población rural y semiurbana se vinculara a
nuevos escenarios económicos, políticos y de seguridad personal y familiar. La
posguerra de Independencia reforzó los sectores medios y altos que llegaron a ser
el 35% de la población. Sin embargo, casi dos siglos después los modelos de
crecimiento y desarrollo dejan en Colombia 26 millones de pobres absolutos,
cuyos ingresos diarios están por debajo de dos dólares. Con 40 millones de
habitantes la cifra representa el 65% de la población. Así, el reto actual de
Colombia es incorporar a los mercados y al bienestar al menos un 20-25%% de
estos 26 millones de parias. Con ello fortalecería su democracia incipiente y
ofrecería una alternativa de movilidad derivada de la paz y no de la guerra. Este es
el más grande reto para la economía, para los políticos y para la sociedad en su
conjunto8. Como ha sido reconocido por expertos funcionarios de Naciones
Unidas, “Las reflexiones sobre los resultados frustrantes de las reformas y el
descontento social” en América Latina y otras regiones “deberían convencer a
muchos sobre la necesidad de repensar la agenda del desarrollo”9. Una nueva
agenda que debe pasar, no sólo por la pobreza, sino por los problemas del medio
ambiente, de la diversidad cultural, de los derechos humanos, de las
reivindicaciones de género y grupos minoritarios y por los de la extensión y
garantía de los derechos ciudadanos.

Pero ¿Qué habría pasado si Colombia hubiera recibido los flujos migratorios de
población europea que recibió Argentina, Chile, Brasil o Uruguay? Un ejercicio
contrafactual nos llevaría a suponer que, al menos, habríamos logrado fortalecer
las clases medias, modernizar el Estado y cambiar sus costumbres políticas. Pero
el problema de América Latina es que cualquier ejercicio de análisis empírico o
virtual está determinado, en última instancia, por los intereses de los sistemas
hegemónicos a nivel mundial.

Pero así como Colombia no ha tenido grandes oleadas de gentes provenientes del
hemisferio norte, sí ha tenido históricamente un gran movimiento de poblaciones,
forzadas a recorrer su territorio de un lugar a otro, huyendo de criminales de oficio
que se visten de conquistadores, civilizadores, libertadores y promeseros de pan y
equidad social. Las migraciones internas no han cesado desde el siglo XVI cuando
llegaron Balboa, Andagoya y Pedrarias Dávila a fundar la primera ciudad y el primer
gobierno de Tierra Firme en el Urabá. Desde entonces, es intermitente el
movimiento de gentes buscando siempre un lugar en donde proyectar su
capacidad creativa negada por guerreros alucinados con mesianismos patentados
por la muerte. Desde 1501, miles de indígenas de la costa caribe colombiana
fueron víctimas de razzias, de una guerra sistemática que les hizo objeto de
torturas, mutilaciones, incendios de pueblos, etnocidios y destrucción de sus
economías comunitarias12. En menos de cien años la población indígena
desapareció de muchas regiones. Quienes sobrevivieron marcharon, con cuanto
cabía en sus espaldas, incluidos niños, a buscar refugio lejos de estos civilizadores
de ocasión. Caravanas enteras se revolvían sobre el territorio de la actual
Colombia, por llanos y selvas, montañas y ríos en un esfuerzo por preservar su
cultura, lejos de las zonas de conflicto. Pueblos de aquí se asentaban allá y los de
más acá tuvieron que refundar su cosmos en las tierras de otros lados. Estos
desplazamientos dejaron un mapa etnológico confuso en la historia de Colombia.

Una vez pasados estos primeros años y, cuando el mundo se sembró de poblados
y ciudades, los nativos siguieron huyendo a “otros mundos”, lugares perdidos en la
selva o en los bosques.

Al llegar la guerra de independencia y las guerras civiles del siglo XIX la gente fue
empujada a otros lugares, lejos de las levas y de las amenazas de los
contendientes. Los que no huyeron tuvieron que afrontar el acoso, el juicio sumario
y el delito de vivir en el territorio del otro. Y cuando arribó la llamada “Violencia”
(1948-1964) en el siglo XX, los indios de Yaguará huyeron de la policía, el ejército,
los terratenientes y los “pájaros” asesinos, mil kilómetros hacia el Oriente, a los
Llanos del Yarí (Caquetá) en donde replantaron su comunidad con el nombre de
Yaguará II13, en un esfuerzo por preservar su identidad. Pero la violencia no sólo
empujó etnias, sino a campesinos que buscaron refugio en los Llanos Orientales,
en el Magdalena Medio, en la Costa, en el Sur, en las vertientes que caen sobre la
región amazónica.

De hecho en el período de la Violencia de mediados de siglo se registraron


alrededor de 300.000 muertos y se calcula en dos millones el número de
desplazados internos en medio de procesos de reestructuración profunda de la
propiedad de la tierra. Una cifra muy alta, que en su momento correspondía al diez
por ciento del total de la población. Pero la historia de este desplazamiento
forzado ni siquiera se ha escrito aunque se conozcan sus trazos más
protuberantes.

A la emigración masiva del período de la Violencia le había precedido la de quienes


lo habían hecho voluntariamente atraídos por los procesos de industrialización y
modernización que se operaba en las ciudades del primer tercio del siglo XX16.

10Las mayores migraciones internas durante los siglos XIX y XX están definidas
por la llamada colonización antioqueña que ocupó la región central de Colombia17.
Pero, junto a esta migración tan importante, hubo otras menos estudiadas. La de
los grupos negros recién liberados, la de los boyacences y cundinamarqueses que
bajaron de las altiplanicies a las vertientes y luego subieron a las zonas frías de la
cordillera central. Todos estos grupos fueron a zonas de colonización, a nuevas
haciendas y a nuevos centros dinámicos como puertos fluviales y marítimos18. El
desarrollo de vías de comunicación y las primeras industrias atrajeron
trabajadores rurales de tal manera que las ciudades comenzaron a crecer entre
1920 y 1950. Después de este último año el desarrollo industrial y la llamada
“violencia” colombiana atrajeron y expulsaron gente hacia las ciudades que
alcanzaron una tasa de urbanización del 26 por mil entre 1951-64, frente al 19,5
que había tenido entre 1938 y 195119. Al menos hasta 1960 los aportes
migratorios “que recogen las grandes ciudades...no están compuestos necesaria y
principalmente por campesinos, sino también frecuentemente por ciudadanos de
otras ciudades y núcleos urbanos menores...”20. Como la población se
concentraba en los núcleos urbanos, el censo de 1964 reveló que el 71% de los
hombres “entre los 15 y los 64 años residentes en Bogotá “eran migrantes”, a la
vez que uno de “cada cuatro adultos colombianos nacidos en áreas rurales que
rodean a Bogotá”, vivían en esta ciudad21.

11Pero lo que se advertía en la década del 70 era que: “La urbanización ha crecido
paralelamente con la delincuencia, el abandono de la infancia, la ruptura de las
relaciones familiares y la concentración de la miseria al lado de la concentración
de la riqueza”22. Los efectos letales de esta realidad se manifestarían con toda su
crudeza en las décadas siguientes. Estos procesos de búsqueda de expectativas
por mejorar las condiciones de vida y por encontrar tranquilidad, se han visto
superados por una nueva ola de violencia que expulsa campesinos de sus parcelas
y de pequeños núcleos urbanos a las ciudades. La hostilidad de éstas y la crisis
económica ha fortalecido todas las formas previsibles de delincuencia como un
modo de sobrevivir. A ello se unen nuevas migraciones forzadas que van
hinchando la zonas marginales de los centros urbanos, incrementando el potencial
de desazón y delincuencia. De hecho,

El desplazamiento forzado interno es una de las manifestaciones de esta crisis,


quizá la de mayor gravedad, no sólo por la magnitud que reviste (cerca de 2
millones de personas en 15 años) sino por el tipo de rupturas sociales, políticas y
culturales que genera; por los interrogantes profundos que plantea sobre el
sentido histórico y futuro de la nación colombiana y por la tendencia a la
fragmentación social que conlleva23.

12La progresión del conflicto armado ha sido capaz de suplantar las migraciones
internas voluntarias y heroicas que predominaron hasta 1993. Tal vez el fenómeno
más importante de las migraciones internas después de la llamada colonización
antioqueña de finales del siglo XIX, la de quienes buscaban mejores condiciones
de vida a comienzos del siglo XX y la de los emigrados de la “violencia colombiana”
de los años cincuenta y sesenta del siglo XX, lo constituye, en los últimos años, el
éxodo de “un país que huye” de los ejércitos en conflicto24.

13El “socialismo democrático” que un día fundamentó la razón de las luchas


agrarias y sindicales en Colombia le cerró los espacios a la política para que
prevalecieran las armas. Cierta paranoia acompaña a estos guerreros que buscan
convertirse, por la fuerza, en interlocutores válidos y únicos de la sociedad
marginal frente al Estado. Para ello ocupan territorios y obligan a la población rural
y semiurbana a huir. Pero huir no es como en los años de 1950, cuando era posible
buscar un nuevo lugar para refundar la casa y el patrimonio. En nuestros días, huir
es revolverse sobre sí mismo, es no tener lugar de destino ni esperanza de retorno.
Huir es casi morir con el espacio, con los referentes culturales, con los sueños y en
el intento de sobrevivir. Huir es no llegar a ningún destino. El problema de
Colombia hoy es que no tiene un lugar para los desplazados de la guerra. Quienes
deciden quedarse, optan por una agonía más prolongada. Los que no huyen
ingresan automáticamente al mundo caprichoso de los contendientes. Quedan
atados en uno de los infiernos en que se debate Colombia. Si otro actor
endemoniado ingresa a estos territorios efectúa una “limpieza política” mediante
la eliminación sistemática de los pobladores.

14Los principales grupos señalados como promotores del desplazamiento, son


los “esmeralderos, grupos de autodefensa, guerrilla, milicias populares,
narcotráfico, organismos del Estado (DAS, Policía, Fuerzas Militares) paramilitares
y terratenientes”25. Todos los señores del conflicto actúan en este fenómeno. En
Colombia no hay “limpieza étnica”, ni “limpieza religiosa”. Lo que existe es una
“limpieza sucia” sistemática en donde las víctimas mueren a veces sin saber bajo
qué banderas o principios fueron alineados antes de enfrentar el pelotón de
fusilamiento o a la banda de incendiarios. En ocasiones, todo sucede según el
lugar que habiten y trabajen. Y las razones pueden ser múltiples. “El 90% de los
hogares consultados huyeron por hechos violentos cometidos por los actores de
la confrontación armada. Paramilitares 47%, Guerrillas 35%, Fuerzas militares 8%.
El 10% restante corresponde a desconocidos, narcotraficantes, milicias y otros”26.
Sin embargo una investigación en hogares desplazados en el municipio de Soacha
(Sur de Bogotá) a donde han arribado 24.750 personas en 4 años, señalaron “a la
guerrilla como el actor armado que provocó el desplazamiento” del 53% de los
hogares mientras que el 23% señalo a las autodefensas y el 12% a las fuerzas
militares27.
15Desde 1994 la cifra de desplazados ha ido creciendo y con ello se expanden los
cuadros de los traumas personales, familiares, comunales y locales28. En 1997,
“cada hora 28 colombianos se vieron obligados a abandonar sus hogares víctimas
de la violencia política” mientras que en el año 2000 la cifra de desplazados
alcanzó a 300 mil personas29. En resumen: entre 1985 y 1994 hubo 700 mil
desplazados, mientras que entre 1995 y 1999, la cifra se elevó a 1.760.000
desplazados más30. De ellos, 86.799 hogares abandonaron 3.057.795 hectáreas
de tierra entre 1996 y 199931. El impacto humano, económico, social y sicológico
es tan complejo, que el Estado colombiano parece no comprender aún que se trata
de una bomba de tiempo que recorre el país y se aglutina en las goteras de las
grandes y pequeñas ciudades. Durante el primer trimestre del año 2001 arribaron a
Bogotá 22.620 desplazados, la mayoría provenientes de zonas rurales mientras
que en los primeros 8 meses del mismo año 870 familias habían sido desplazadas
en el Departamento de Cundinamarca32. Un flujo migratorio que ha hecho
comunes escenas de desesperanza y abandono de familias que encuentran
ciudades hostiles a su condición de refugiados.

Los desplazados de la Guerra contra la drogas.

16Pero las gentes no sólo huyen de guerrillas y autodefensas, sino también de


militares que fumigan y controlan territorios en nombre del Plan Colombia o de la
Guerra contra las Drogas. “El Plan Colombia, especialmente las fumigaciones
contra las plantaciones de coca y el ataque militar contrainsurgente en el sur del
país, representa una nueva causa de desplazamiento forzado y refugio que ya se
advierte en el departamento del Putumayo y en la zona de frontera con el Ecuador”.
El ejercicio de “erradicar” coca o amapola mediante el uso de herbicidas que
atentan contra el medio ambiente se ha convertido en uno de los recursos más
agresivos contra la población. Más de 1000 hombres y “toda su flotilla aérea” de la
policía fue desplegada para “fumigar cultivos ilícitos en el Catatumbo”34. La
fumigación de 500 hectáreas en Manaure (César) ocasionó la pérdida “de más de
100 hectáreas de cultivos de tomate de árbol, lulo y cebolla” y el desplazamiento
de unas 70 familias. A su vez, la fumigación de 7.000 hectáreas de coca “en la
Gabarra y las Mercedes” (Norte de Santander) ha dejado “desempleo y hambre
porque, además de las matas de coca, el veneno quemó cultivos de plátano, yuca y
caña”35. Así en el primer trimestre del año 2001, 92.000 personas han tenido que
“abandonar sus tierras por la violencia”. Se considera que “La política
antinarcóticos basada en la represión de los cultivos ilícitos lleva a nuevas formas
de movilidad de estas economías y sus secuelas sociales hacia otros territorios de
la región Andina, comprometiendo de paso la reserva ambiental multinacional del
Amazonas”

El Plan Colombia es un plan que, como ha afirmado el escritor Carlos Fuentes,


“pone en marcha planes militares que ahondan la violencia” y desintegra la
estructura de poder de tal manera que “uno se pregunta si sigue habiendo Estado
en Colombia...”38. Su reflexión se origina en que el Estado colombiano carece de
autoridad moral, de autonomía, de control total del territorio y de capacidad para
decidir si puede seguir o no envenenando las selvas, los páramos y los cultivos de
miles de familias. La Defensoría del Pueblo, la Contraloria General de la Nación, los
gobernadores de las regiones más afectadas y, hasta las mismas empresas
productoras de Químicos, han protestado contra el empleo de productos
fungicidas que atentan contra el medio ambiente y la salud.

Muchos lectores supondrán que los problemas nacionales internos no tienen por
qué estar determinados por regímenes hegemónicos de carácter mundial. Pero
negar este hecho en la historia de América Latina, sería hacer tábula rasa de una
de las verdades más importantes de su presente. La larvada guerra civil que vive
Colombia desde 1948 se ha inscrito en proyectos internacionales, principalmente
de los de Estados Unidos.

El universo de la marihuana, coca y amapola tienen una incidencia directa sobre


los problemas migratorios en Colombia. En primer lugar porque que estas plantas
que antes inspiraban a brujos y shamanes o a cantantes de boleros y ritmos
tropicales, o a Goethe que veía en la Amapola el rojo de su teoría de los colores, se
han convertido en la renta fundamental de miles de campesinos del Amazonas, del
Caribe y de los Andes. En segundo lugar, porque los grupos guerrilleros, que un día
surgieron como alternativas ideológicas a la “guerra fría”, las han convertido en
verdadero banco emisor de recursos económicos para combatir al Estado y al
“Plan Colombia”. Es decir que de los “estímulos morales” del viejo socialismo, se
pasó a los “estímulos materiales”. Y las guerrillas encontraron en estas plantas
inocentes, después de 1989, un recurso financiero que les ha permitido actuar con
autonomía frente al Estado Colombiano. Este cambio de los incentivos morales
por los materiales se encuentra ligado al cobro de impuestos por cosechar,
transformar y comercializar cultivos ilícitos. Los recursos económicos les ha
permitido a los grupos en guerra adquirir armamento muy sofisticado. Las FARC
han logrado uniformar a 16.529 hombres en el campo40 y fortalecer las milicias
urbanas en las zonas marginales de las grandes ciudades. Su poder militar es tal
que demanda la convocatoria de una nueva Constituyente en donde ellos sean el
50% del poder y el otro 50% la clase política tradicional. Quienes no tienen armas y,
son escépticos a las propuestas políticas de todos los actores de la guerra, no
tendrían espacio en esta nueva forma de Estado. Según uno de los voceros de las
FARC “Colombia requiere una constitución democrática y popular” mientras que
otro sostiene que para ellos se trata de “...establecer el gobierno que nosotros
decidamos por mayoría a través de una Asamblea Constituyente, pero que de
verdad nos represente, que erradique para siempre a los partidos tradicionales...”.
Pero los partidos políticos son el 35-40% del electorado ¿Será posible su
erradicación?

Desgraciadamente en este conflicto no existen prácticas de contención de la


guerra mediante políticas de desarrollo social ni de reconversión de la
marginalidad en fuerza productiva. El Estado Colombiano sólo sabe de represión
militar y presión fiscal para la guerra y el pago de la deuda externa. No existen
proyectos alternativos de desarrollo mediante inversión social en educación,
políticas de bienestar y financiamiento de empresas comunitarias.

Pero no todo el financiamiento de la guerrilla se genera en los cultivos ilícitos. Ella


recurre al secuestro y a la extorsión. Mediante la llamada “Ley 002” dispuso que
todos aquellos que posean un patrimonio superior a 1 millón de dólares deben
pagar un impuesto equivalente al 10% para financiar la insurgencia43. Igualmente
obtiene otras rentas de sus inversiones económicas. Es decir que funciona como
una gran empresa militar, económica, política y fiscal. Toda esta estrategia ha sido
combatida, primero por el Ejército colombiano, el enemigo natural de la
insurgencia. Después de 1980, por las llamadas Autodefensas que de la acción
defensiva pasaron rápidamente a la ofensiva. Ante la escalada guerrillera, las
autodenfensas han crecido en los últimos años hasta llegar a tener un ejército de
más de 10 mil combatientes. Las Autodefensas, que operan como una guerrilla de
derecha, se financian del mismo modo que las guerrillas de izquierda, más los
aportes voluntarios de ganaderos, de tenedores de tierras y de grandes y pequeños
comerciantes. Por supuesto que también cobran impuestos de los cultivos ilícitos
allí en donde controlan territorios. Es decir que sus mecanismos de operación son
tan eficaces como los de la guerrilla. Acusados de ser paramilitares, esta guerrilla
de derecha, ha querido ser el soporte militar de la clase media ante la incapacidad
del Estado por garantizar la seguridad. Tal vez el éxito más notable de las Farc en
la llamadas “conversaciones de paz” es haber conseguido que el Estado abra un
nuevo frente de guerra contra sus enemigos más temidos como son las
autodefensas44. Este nuevo frente militar del Estado le ha brindado a las guerrillas
una mayor movilidad y operatividad en su lucha armada.

Por su parte el Estado colombiano no opera como tal, pues depende de las
decisiones de los Estados Unidos. Y a estos sólo les interesa fumigar cultivos
ilícitos, crear nuevas unidades de combate y fortalecer a las fuerzas militares. Tal
es el espíritu del Plan Colombia, monitoreado por todo tipo de autoridades
americanas y supervigiladas por su Embajada. Un informe especializado escrito
para los mismos Estados Unidos diagnostica la necesidad de pensar en una
distinción entre contraisurgencia y contranarcóticos, en crear “autodefensas
reguladas por el Estado”, en fortalecer la incorporación de nueva tecnología militar
y evitar que la fumigación termine por generar apoyos a la guerrilla. Este informe
paradójicamente concluye que “El gobierno de Colombia, al aceptar como única la
visión de Estados Unidos a cambio de los recursos que éste le proporciona, ha
perdido margen de maniobra para desarrollar otras estrategias que pueden ser
más convenientes”.

La guerra fría (1948-89) y la guerra contra las drogas han dejado millones de
muertos y desplazados en Colombia. Sin embargo, los emigrantes forzados de la
guerra fría encontraron una frontera rural y urbana. Allí pudieron tener una
seguridad y una oportunidad para rehacer la vida. Pero los emigrados de la “guerra
contra las drogas” no tienen fronteras físicas y deambulan como peste sin destino.
Entre 1995 y hoy, dos millones y medio de personas han huido de sus tierras y
provincias, y en su caminar sólo encuentran territorios de intolerancia. Se dice que
entre 1995 y 1999, el 30% de las familias desplazadas “poseía tierras, con o sin
título,” con un área promedio de 3 hectáreas. Es decir que 52 mil familias perdieron
o vendieron en “condiciones desventajosas” o abandonaron 160 mil hectáreas46.
Los ejércitos de combatientes los expulsa y el Estado los abandona y les deja
expuestos a perder su identidad, a vivir en la nostalgia, a caer en el vicio, y a
sobrevivir en un mundo sin retorno. Y lo más paradójico: a tener que ingresar al
círculo de la delincuencia, los negocios clandestinos, la emigración a zonas de
cultivos ilícitos y a la lucha armada para contribuir a trazar el círculo de este
universo de desesperados y desarraigados. Terminan enfrentando a los actores
que los desarraigaron introduciéndole al conflicto pasiones y odios irreconciliables.
En general, los desplazados “por temor ocultan su condición y engrosan las filas
de la violencia”47. Otros se pegan en esquinas y calles de las ciudades como si
fuesen las primeras lavas de un volcán que anuncian una erupción futura. “El
problema de Colombia es una tragedia de proporciones enorme(s), tan grande
como cualquier desastre natural”, afirmó un congresista americano48. El hecho de
que “cada hora llegan a Bogotá 4 desplazados de la violencia” y que en el año 2000
se hayan instalado en esta ciudad 43 mil desplazados49, pone de manifiesto la
magnitud de un problema social de incalculables consecuencias para el país.

Todos huyen, hombres, mujeres y niños en una diáspora que no recorre como en el
siglo XVI el interior del país, sino otros territorios y otras naciones convirtiéndose
en una plaga que, como la viruela en el siglo XVIII, es capaz de conmover la
tranquilidad pública. Un problema nacional que se ha vuelto internacional.
Enfermos de miseria miles de desplazados llegan sin Visa hasta las aldeas
globalizadas. Una población, la cual al convertirse en refugiados, queda “expuesta
a maltratos y abusos de las fuerzas militares” de países vecinos y amigos, “bajo la
consideración de que se trata de narcotraficantes o de colaboradores de los
actores armados colombianos”50. Entonces son comprensibles las leyes de
extranjería cuyas murallas quieren detener los sueños de paz, de vida y de orden
de estos desterrados de la guerra. Pero para los refugiados la globalización no
opera como un derecho a elegir territorio y aspirar a un trabajo. La globalización es
para las mercaderías y para los capitales de las grandes corporaciones. Un día
Europa vio en América Latina la residencia del sueño por la libertad y el progreso
personal cuando otras guerras, no menos crueles que las nuestras, les negaban el
derecho a vivir. América se llenó de hombres honestos, delincuentes y tramposos.
Pero ahora, ante el rechazo universal a la libre circulación de fuerza de trabajo, en
el hemisferio sur se repite aquel dicho popular de que: “¡Así paga el diablo a quien
bien le sirve!”. Lo paradójico es que las nuevas restricciones invitan a una
globalización de la criminalidad y la delincuencia común. Tal es la elección de
quienes niegan el cambio de la agenda del desarrollo.

CLASE 3 y 4

¿Qué crisis económicas de Colombia conoce y por qué razones se presentaron?.

Colombia: un resumen histórico de nuestras crisis económicas y lo que nos espera

Aunque sea difícil de creer, Colombia es un país de economistas, desde hace más
de 25 años las difíciles e impopulares decisiones que han tomados los diferentes
gobiernos han permitido que la economía colombiana se mantenga a flote, esto en
comparación con la región. Veamos un resumen de los momentos más difíciles de
la economía colombiana.

En 1989 vivimos la crisis del café, la terminación del pacto cafetero llevó a la crisis
de las exportaciones en Colombia. En 1992 se presentó la crisis del Agro con
motivo de la apertura liberal, para esa ocasión la producción nacional agropecuaria
bajo 2.3%. En 1998 se presentó la crisis de La Casa en el Aire, con esta crisis se vio
obligado a fortalecer el sistema financiero colombiano a través de la creación del 2
x 1.000 (que era pasajero, no olvidemos que ya vamos en 4 x 1.000). En 1999 el
PIB tuvo una caída del 4,5%, el Gobierno se vio en la obligación de intervenir el
sistema financiero a través de la compra de diversas entidades financieras. En el
año 2002 se presentó la crisis de los TES, en el 2006 la crisis de las pirámides que
obligó al gobierno a declarar estado de excepción de emergencia social, en el 2012
sufrimos la crisis de Interbolsa, la entonces firma más grande de valores de
Colombia, crisis que estuvo a punto de colapso el sistema de inversión en el
mercado de capitales, en el 2015 la caída de los precios internacionales del crudo
a nivel internacional, la cual fue bien controlada por ECOPETROL a través de
medidas muy fuertes en recorte de gastos, lo cual a su vez produjo una crisis
social en la zona de los llanos orientales. Para este 2019 preocupa fuertemente la
crisis del sistema pensional y el café, no olvidemos que cerca de 500.000 familias
viven de este producto en el país.

Como vemos siempre hemos sido un país que ha afrontado diversas crisis
financieras, políticas, económicas y sociales, sin embargo, siempre nos hemos
mantenido con una economía pujante, tímida para muchos expertos, sin embargo,
siempre saliendo avante, hasta el momento no hemos vivido crisis como
Venezuela (1989 y 2018), Argentina (2001 y 2018), México (1988) Brasil (2014), ni
tampoco somos una economía tan tímida como puede ser Ecuador, Bolivia o
Paraguay.

La economía es cíclica y cada gobierno se debe preparar para la crisis que le


avecina, el gobierno del presidente Duque comienza a prepararse para una
eventual crisis: el déficit del gasto público y la crisis del Petróleo, la edad pensional,
entre otros, para ello ha planteado tres frentes de batalla: La nueva reforma
tributaria (Ley de financiamiento) que permita sanear las finanzas del Estado, el
crecimiento de la economía naranja y el impulso del turismo como eje de
crecimiento nacional, los cuales hasta el momento no han tenido el impacto
esperado, en el mes de enero la economía colombiana vio como la inversión
extranjera se redujo en 44%, mientras que el turismo creció un tímido 10,4% en el
2018, una cifra interesante pero nada comparada con países como México o
Japón, que han impulsado el turismo responsable y diverso con estrategias fuertes
desde el ejecutivo.

Colombia afronta retos importantes para los próximos años, el país demandará
profesionales que tengan la capacidad de conocer más sobre el contexto
económico nacional, internacional, sin dejar de lado el conocimiento jurídico que
implica crear empresa en Colombia. Conozca más sobre la Especialización en
Derecho de los Negocios.

CLASE 5

¿Qué cambios sociales, políticos, económicos y culturales en Colombia se


presentaron en el siglo XX?

Al iniciar el siglo XX, en América Latina se dio una época de modernización al


incorporarse al sistema de producción capitalista lo que implicó cambio en las
políticas, en las relaciones sociales y por supuesto en la economía. Sin embargo,
este panorama fue aprovechado por la hegemonía de Estados Unidos que inició un
proceso de intervencionismo sobre Latinoamérica, tal como se explicó en la
unidad anterior. En este sentido, la explotación de recursos naturales originó
monocultivos que predominaron en la región y que estaban en función de atender
la demanda de Estados Unidos; por ejemplo, la caña de azúcar y el banano en
Centroamérica; el caucho en Venezuela y Bolivia, el café en Brasil, Ecuador y
Colombia, el estaño en Bolivia, el petróleo en Venezuela, Colombia, México y Perú,
de tal forma que la mono exportación y la dependencia económica de un solo
producto eran consecuencia de este proceso.

Algunos de estos procesos monoexportadores eran respaldados por empresas


extranjeras. Por ejemplo, la United Fruit Company fue una empresa
norteamericana que se dedicó al cultivo y producción de banano en Centroamérica
y Colombia logrando establecer un sistema de leyes y regulaciones altamente
favorables a sus intereses.

El crecimiento industrial Después de la crisis del 1929, los países latinoamericanos


asumieron la política de denominada sustitución de importaciones. Esta política
consistía en impulsar la industria nacional para producir lo que antes se importaba.
Esto fue posible porque los países europeos estaban enfrascados en la Segunda
Guerra Mundial. Los principales polos de desarrollo fueron las ciudades de:
Monterrey en México, Sao Paulo y Río de Janeiro en Brasil, Buenos Aires en
Argentina y Medellín en Colombia, donde se vivió un gran desarrollo industrial. En
otros países la producción estaba vinculada a la producción minera como es el
caso de Venezuela, Chile y Bolivia. Los países de Centroamérica se dedicaron a la
producción agroindustrial (banano y frutas tropicales).

Consecuencias de la modernización económica Los cambios en la


industrialización y las nuevas relaciones producción de estos cambios así como la
modernización del estado, produjeron efectos importantes en la economía
latinoamericana, como la urbanización.

La prestación de servicios públicos se masificó en la mayoría de las ciudades


latinoamericanas.

Complementa tu saber La United Fruit Company controló la producción de banano


en Centroamérica y el Caribe colombiano. Mantuvo a sus trabajadores en
condiciones de explotación, razón por la cual, en 1928, estos se organizaron y
plantearon un pliego de peticiones, entre las cuales estaban: • Seguro
colectivo para los trabajadores. • Aumento salarial. • Cesación de los comisariatos
y los préstamos por vales. • Contratación colectiva.

La United Fruit Company no cedió a las pretensiones de los trabajadores, quienes


se reunieron en la plaza principal del municipio de Ciénaga para continuar en la
protesta. Allí fueron rodeados por aproximadamente 300 soldados del ejército
colombiano, bajo las órdenes del general Carlos Cortés Vargas, quien dio la orden
de disparar. Nunca se tuvo el dato exacto del número de muertos, pero este hecho
se conoce como la masacre de las bananeras.

Aplico mis conocimientos 1. ¿A qué se le denomina un proceso de urbanización? 2.


Menciona algunos beneficios de los procesos de urbanización. 3. Deduce cuáles
son las principales problemáticas que se generan por los procesos de
urbanización acelerados.

Un mundo conflictivo entre 1930 y 1950

Desde el siglo XIX había diferentes servicios de salubridad, como el agua potable y
el drenaje, pero estos servicios iban dirigidos solamente a una mínima parte de la
población; hasta el siglo XX estos servicios no tomaron un carácter masivo ni
llegaron a gran parte de ella. Así también, desde el siglo XIX, se empezaron a crear
diferentes institutos de investigación, en donde se realizan estudios sobre las
distintas enfermedades y su posible cura, y se implantaron campañas de
vacunación y de higiene masivas para prevenir o erradicar algunas enfermedades.
Por ello, se crearon sistemas de agua potable y se brindó a la sociedad servicios
de alcantarillado para evitar la propagación de enfermedades infecciosas. En la
actualidad, la mayoría de los países desarrollados cuentan con sistemas de salud
que brindan estos servicios a gran parte de la población del campo y la ciudad. Sin
embargo, no sucede lo mismo en los países subdesarrollados, ya que en algunos
de ellos este tipo de servicios sólo se proporcionan en las grandes ciudades y en
una pequeña parte del área rural. A nivel mundial, el aumento de la población se
inició con la Revolución Industrial por el incremento de los abastecimientos
alimenticios provocado por los avances tecnológicos en la explotación de nuevas
áreas de cultivo. Más tarde, otro de los factores que contribuyó al incremento
poblacional gira alrededor de los avances científicos, de la Segunda Guerra
Mundial, como la introducción de los antibióticos y técnicas de inmunización que
prolongaron la vida de las personas.
La sociedad latinoamericana en la primera mitad del siglo XX El desarrollo
industrial impulsó el crecimiento y concentración poblacional en las ciudades y las
regiones industriales, esto conllevó al surgimiento de una nueva clase social: la de
los obreros. La clase obrera asumió un papel protagónico en el desarrollo histórico
y social de Latinoamérica, al reivindicar los derechos de los trabajadores,
generalmente explotados y en condición de desprotección. Estas reclamaciones
se efectuaron a través de los sindicatos inspirados y formados en la ideología
socialista propagada por los obreros europeos, residentes en el continente
americano, que habían huido del conflicto europeo. Otro aspecto que ayudó a
nutrir la clase obrera fue el que los campesinos motivados por la vida en la ciudad
muchas veces abandonaron las labores agrarias para migrar a la ciudad
produciendo dos situaciones que afectarían la economía en general: primero el
abandono de campo y segundo el aumento de la población en la ciudad y la
abundancia de mano de obra para el sector industrial.

El populismo La crisis económica de 1929 y sus efectos exigían un manejo del


estado diferente. Cada una de las naciones buscó soluciones para las
circunstancias que vivían, algunos implementaron reformas moderadas,
propuestas por la clase dirigente como fue el caso colombiano, con Alfonso López
Pumarejo o el de Perú con el frente democrático. En otros países, se hizo frente a
la situación con gobiernos llamados populares y antioligárquicos a los que se les
llamó populistas. Estos gobiernos se ganaron el apoyo de la clase obrera, los
marginados y los desempleados. El apoyo de este gran grupo de personas fue
recompensado por los gobiernos a través de medidas sociales que fortaleció el
apoyo de las masas populares. Dentro de la corriente populista se presenta una
gran variedad de tendencias, pero tuvieron en común dos aspectos:

• El interés de construir una economía nacional sólida. •

La necesidad de afianzar una identidad diferenciada del movimiento.

Para construir una economía sólida, se encaminaron acciones para desarrollar la


industria nacional, para tal fin, se buscó modernizar el Estado, dando mayor fuerza
al poder ejecutivo con la creación de nuevos ministerios, nacionalizando algunos
sectores y estableciendo controles estrictos en las diferentes actividades
económicas. Con estas acciones se favoreció a la burguesía y se resto poder a la
clase oligarca.

Colombia, primera mitad del siglo XX

En la primera mitad del siglo XX, el territorio colombiano vive diferentes procesos
económicos, políticos y sociales que se encuentran determinados por los
acontecimientos que se desarrollan a nivel global, tales como la depresión
económica de 1929 y la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo con este panorama,
este capítulo estudia la agudización de la crisis cafetera con sus consecuencias
económicas, las nuevas reformas políticas que se instauran dentro del periodo de
la República Liberal, los fenómenos sociales que están dados a partir de la
organización de la clase obrera y el fenómeno de la violencia que se genera con
los cambios estructurales que vive el país durante este periodo de su historia.

Durante los últimos años del siglo XIX y la primera década del XX, comenzó a
desarrollarse en el centro del país (Santanderes, Cundinamarca y sur del Tolima.)
bajo la modalidad de la “hacienda”. La “hacienda”, descrita por el historiador
Salomón Kalmanovitz, era una gran extensión de tierra (propiedad de un
terrateniente) en la cual se desarrolló un sistema de trabajo en peores condiciones
que en la tabacalera. A los arrendatarios o jornaleros se les prohibía desarrollar
cualquier tipo de actividad (sembrar, tener ganado, gallinas) en sus parcelas, en
especial el cultivo de café; este lugar se debía limitar tan sólo a la vivienda. La
mano de obra se basaba prácticamente en el trabajo familiar en donde el pago en
metálico era escaso. Así mismo, “estas haciendas constituían verdaderos circuitos
cerrados sobre sus arrendatarios, cuyo objeto era mantenerlos aislados de los
mercados, muchas haciendas cafeteras tenían billetes propios de pequeño valor y
monedas de níquel u hoja de lata con los cuales se hacían todas las transacciones
internas (...) los trabajadores se veían obligados a comprar enseres en la tienda
que el mismo hacendado establecía, constituyéndose esto en un nuevo factor de
explotación”. Así el terrateniente atesoraba cada vez más, mientras que para el
campesino las condiciones eran más difíciles, frenando inclusive el mismo
desarrollo capitalista interno al no existir una liberación de la mano de obra paga
mediante un salario. Las condiciones de explotación de los arrendatarios llegó a
puntos tan extremos que estos no tuvieron más opción que las vías de hecho de
exigir derechos y evitar tanto abuso; es así como generaron organizaciones de
rechazo al sistema de obligaciones y multas, exigieron la terminación de las
tiendas raya (donde se les obligaba a comprar), el pago de salarios (no se nos
olvide que el sistema de haciendas era casi semifeudal) e inclusive comenzaron a
exigir indemnizaciones en caso de desalojo. Para Kalmanovitz los resultados de la
producción cafetera pronto comenzarían a verse: primero el café fue sacado por el
río Magdalena, y luego “permitió el avance del ferrocarril de Antioquia hacia Puerto
Berrío, tramo terminado en 1914 después de muchas dificultades (...) La
producción de Caldas fue empalmada con la de Mariquita, cerca del río Magdalena,
mediante un cable aéreo de 72 kilómetros de extensión tendido entre Manizales y
este municipio”. Resurgió el puerto de Barranquilla, que sería el más importante del
país, y luego el de Buenaventura, tan fundamental en la nueva dinámica mundial.
Pronto, las mulas y los caminos reales darían paso a las carreteras y los camiones,
revolucionando el transporte y el comercio. Luego surgirían industrias en Medellín
e inclusive en Amagá; de igual forma, se desarrollarían trilladoras en Pereira,
Armenia, Medellín y Manizales, que significarían las fuentes más importantes de
empleo industrial en el país. Gracias a la producción cafetera, a los empréstitos y a
las nuevas dinámicas del capitalismo fueron consolidándose grandes empresas
en las principales ciudades (Bogotá, Medellín y Cali) y empresas medianas en las
pequeñas (Pereira, Armenia y Manizales); el desarrollo empresarial y capitalista en
Colombia se dio de la mano y gracias al crecimiento mismo de la producción y
comercialización del café y por ende por el ingreso de divisas que el café le generó
al país.

La crisis cafetera Dos eventos importantes a nivel mundial incidieron en el


desarrollo económico de Colombia: la crisis de 1929 y la Segunda Guerra Mundial.
El primero afectó significativamente a la incipiente industria que se abría paso en
la economía por cuanto redujo significativamente las exportaciones del café. Con
la caída de los precios de las materias primas, el precio del café también cayó,
pero no en la misma proporción que en productos como el banano, petróleo o el
oro, lo cual le permitió proporcionar un alivio a la economía del país. Para financiar
la inversión en obras públicas, el Estado colombiano había recurrido al mercado de
capitales extranjeros. Esto sumado a la caída de la bolsa de valores complicaba la
situación, pues cada día se hacía más impagable la deuda externa. Ante esto, el
Gobierno nacional decidió en 1932 dar la orden de pagar solo los intereses de la
deuda. El no pago de la deuda posibilitó una recuperación de las importaciones.

La producción del café en Colombia, para 1933, se incremento a un 62%, pero esta
producción no alcanzaba el precio deseado debido a la bonanza brasilera que
proveía la demanda europea, así que, para regular los precios, Brasil optó por
quemar los excesos o botarlos al mar. Para 1936 se acordó entre los gobiernos
colombiano y brasilero que cada uno de los Estados intervendría en los precios
mínimos del café. En 1939, Brasil y Colombia firmaron un pacto en el cual se
establecía la producción de cada uno de los países en el mercado exterior para no
afectar el uno al otro, esto alivió la tensión pero no por mucho tiempo, pues la
crisis más aguda se presentó en 1940 cuando los países europeos inmersos en
los conflictos internos del continente, redujeron drásticamente la demanda de café.
En esta época el café tuvo lo peores precios de la historia.

Los instrumentos de regulación cafetera Ante el problema de la competencia de


cómo poner de acuerdo a más de 20 naciones en la producción, comercialización y
precios de un producto se hicieron varios convenios internacionales, hasta que en
1958 se forma la Organización Internacional del café, OIC, que sería el espacio
para la negociación entre los países productores y compradores de café. Los
acuerdos básicamente giraron en torno a cuotas de producción y comercialización
que permitían mantener un precio estable en los granos para evitar la
superproducción y por ende los bajos precios. De igual forma, se establecieron
grupos de acuerdo con la suavidad y calidad de los granos, lo que también
facilitaba su organización. A nivel nacional, los caficultores también se
organizaron para hacerle frente a las crisis y aprovechar mejor las “bonanzas”.
Primero organizaron la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, y luego la
Federación Nacional de Cafeteros; sus políticas fueron variadas y oscilaron desde
la construcción y organización de almacenes para el almacenamiento y
comercialización del café, como la exigencia al Estado de la fundación de Bancos
como la Caja Agraria. Pero la Federación fue mucho más allá. No sólo organizó la
producción y comercialización del grano, también organizó un fondo, con el cual se
crearon empresas importantes como la Flota Mercante Gran Colombiana, el Banco
Cafetero y muchas más con cuyos ingresos se hacían menos duras las épocas de
crisis.

El alcance de la Federación de Cafeteros de Colombia en la economía nacional fue


decisivo en el desarrollo industrial y la misma política económica. La Federación
defendió los intereses de los exportadores mediante el control del precio de la
divisa (el dólar) y su constante devaluación que les significaba a los exportadores
mayores ganancias, así se tradujera en el país en una mayor inflación para toda la
población. Esto y los gravámenes a las importaciones posibilitaron en un primer
momento el desarrollo industrial del país, con una política económica conocida
como el proteccionismo y la sustitución de importaciones. El objetivo de la
sustitución de las importaciones era posibilitar el desarrollo de la industria
nacional aprovechando en especial los años posteriores a la Segunda Guerra
Mundial, que nos permitían fabricar mercancías que las potencias europeas no
estaban en capacidad de suministrar, debido a la destrucción de sus industrias y
sus posteriores crisis. Si bien hubo un desarrollo industrial, este se estancó y se
limitó a satisfacer sólo el mercado interno, por lo que prontamente nuestras
industrias se hicieran obsoletas, pues sus dueños no reinvertían en modernización,
sino que literalmente “se echaban la plata al bolsillo”, enviándola por lo general al
exterior (bancos extranjeros). Dentro de esta política, el Estado se esmeró en el
control del comercio exterior, la regulación de la política monetaria, y la atención
de bienes y servicios para sus trabajadores, para evitar la crisis y el desempleo.

El café en los últimos años Durante la década de los 80 y los 90, la dinámica
mundial cambió y con ella la economía nacional entra en crisis; las obsoletas
fábricas no pueden competir con los nuevos retos y el café entra también en una
nueva dinámica: por un lado, el principal comprador comercial obstaculiza el pacto
mundial del café, pues Estados Unidos a través de sus empresas
comercializadoras comenzaron a manipular los precios (compran barato y venden
caro) quedando la ganancia para ellos y no para el caficultor. Por otro lado, se
presentó una crisis en Brasil, que lo obliga a incumplir el pacto sobre cuotas y
vender más de lo acordado, lo que provoca una baja en los precios internacionales.
Adicionalmente, apareció un nuevo gran productor en escena: Vietnam, con cafés
suaves y mano de obra barata, lo que significa más competencia y sobreoferta. En
estas condiciones, entra el siglo XXI, en el cual la crisis toca fondo, pues hay que
exportar poco y barato, lo que significa grandes pérdidas. Ante esto, la Federación
inverte sus “ahorros” en comprar cosechas, subsidiar préstamos, manejar el precio
interno y comenzar a vender sus activos para hacer frente a la crisis. Esta crisis
tiene un agravante, durante los últimos 20 ó 30 años, los caficultores no alternaron
el café con otros cultivos como lo hicieron durante las primeras décadas del siglo
XX; es decir, se vivió totalmente del monocultivo de café y una vez éste deja de ser
rentable, el camino que sigue es la quiebra, no hay productos de pan coger que
permitan subsistir y mucho menos pagar las deudas... en la zona cafetera “–eje
cafetero–”no se previó la crisis y no existieron cultivos o actividades pecuarias
alternativas, todo el mundo vivía del café, incluyendo la economía nacional.

Los precios han llegado a su precio histórico más bajo (febrero 2002), la
producción se ha bajado a más de 50%, y de la época de esplendor no queda nada,
tan sólo desempleo, pobreza y quiebra; ni la tierra ha quedado, los embargos de
los bancos se han multiplicado, el próspero Eje Cafetero está en el momento más
difícil de su historia; sólo sobreviven aquellos que supieron aprovechar la bonanza
y guardaron recursos para la “época de vacas flacas”; aquellos que no tenían
tantas deudas. Nuevamente la geografía cambia y con ella el uso del suelo, las
fincas cafeteras han tenido que convertirse en fincas de recreo; el café se ha
vuelto historia y la región ha comenzado a sobrevivir del rebusque y el turismo.

A los cambios generados en el orden económico y social en Colombia en los


primeros años del siglo XX, se sumó la concentración de la fuerza de trabajo en las
ciudades más importantes del país dando lugar a la clase obrera que era empleada
en diversos sectores comerciales nacientes: cigarrillos, cervezas, tejidos; por un
sector empresarial con fuertes monopolios. Inicialmente, los obreros se fueron
organizando en sindicatos y ante la debilidad política del Estado se
desencadenaron las primeras huelgas como manifestación de descontento ante la
presión de una clase dirigente que no apoyaba con justicia al trabajador y ante una
fuerte explotación de hacendados y latifundistas. En 1910 varias asociaciones
artesanales y obreras comenzaron a darle forma a su pensamiento de
organización y crearon en 1913 la Unión Obrera Colombiana, realizando en 1919 la
primera conferencia nacional y divulgando su pensamiento a través de un
semanario. Fue con los movimientos huelguísticos como se comenzó a formar el
sentido gremial de los obreros. Los primeros movimientos generados en los
enclaves coloniales de compañías norteamericanas, en las zonas petroleras, en la
zona bananera, en las nacientes industrias textiles, hicieron tomar conciencia a los
obreros, campesinos y artesanos que empezaron a organizarse y a recibir la
influencia del movimiento socialista. Posteriormente, varios intelectuales se
organizaron en un círculo de estudios del marxismo y sus ideas fueron
alimentando muchos de estos movimientos. La Unión Obrera de Colombia se creó
en 1913 y a partir de 1919 con el reconocimiento del gobierno al derecho a huelga,
se activaron en forma fuerte, convocando a congresos obreros, cese de labores
laborales, y acción combativa contra el Estado. Uno de los sectores más afectados
fue el de transporte, además del sector minero, artesanal, de construcción y
agricultura. Fue en ese decenio cuando surgió el despertar obrero que se
manifestó con una inusitada actividad huelguística que exigía reivindicaciones
sobre pago de salarios, jornadas laborales, estabilidad laboral, cumplimiento de la
legislación entonces existente. Como sus peticiones no eran atendidas los
trabajadores acudieron a la huelga, la protesta y la manifestación como otras
formas de lucha. Una de estas se presentó en 1919 con la huelga de obreros de la
compañía inglesa del Ferrocarril de La Dorada que inició el movimiento en defensa
de un pliego de reivindicaciones laborales en torno a salarios, jornada laboral, y
problema habitacional.
Otro hecho se dio en la fábrica de tejidos de Bello, donde cerca de 350 mujeres
fueron a la huelga exigiendo aumento de salarios, reducción de jornada, y mayor
respeto por parte de los vigilantes. Uno de los sitios donde se concentró la lucha
sindical fue en Barrancabermeja, inconforme con las condiciones de los
trabajadores de las exploraciones petroleras y auspiciadas por la figura de Raúl
Eduardo Mahecha, con sus ideas socialistas y la divulgación de las mismas en el
periódico Vanguardia Obrera. Una huelga que dejó huella en este sector fue la
realizada en 1927 con más de 7 000 hombres, y la cual fue duramente reprimida
por el gobierno. Según estudios de prensa de Mauricio Archila, en 1921 se dieron
nueve huelgas entre las que se destacan las de ferroviarios y fábricas de tejidos.
En 1923, se realizaron ocho. El ciclo que se inicia en 1924 se prolonga hasta 1928
iniciándose con conflictos de transportadores. Fue en 1924 cuando estalló la
primera huelga petrolera en la historia del país en la cual participaron 30.000
trabajadores que solicitaban el cumplimiento de lo pactado por la Tropical Oil
Company que además era apoyada por el Estado nacional lo que llevó a los
trabajadores a una agitación más radical.

María Cano Al iniciar el siglo XX, se destacó la líder María Cano, una de las
primeras mujeres colombianas que se vinculó a la lucha sindical. Una figura
importante de la década, agitadora social de los años 20, quien inició su vida
pública movilizándose a favor de los trabajadores, a quienes motivaba a la lectura.
En 1924 convocó a periódicos y librerías a donar materiales para organizar una
biblioteca popular gratuita. Escribía en periódicos antioqueños sobre temas
sociales y más adelante se convirtió en abanderada de la libertad y la justicia,
luchando contra la explotación de los trabajadores asalariados. Fue relevante su
acción a favor de la libertad y la igualdad, enfrentando el régimen conservador,
luchando contra la ignorancia y la explotación de los trabajadores. Ella fue testigo
de cómo entre 1925 y 1930, se dio una expansión económica y Colombia recibió
inversión extranjera, previó el momento a la depresión de 1929. En forma paralela
al apoyo económico, el país recibió varias misiones extranjeras que asesoraban al
gobierno en lo económico como el caso de la misión Kemmerer, de cuyas
recomendaciones surgió el Banco de la República. Fue un período en el cual se
crearon diversas instituciones que pretendían ser apoyo para las acciones del
Estado. Es así como entre 1925 y 1950 se dan las bases jurídicas y políticas para
la intervención del Estado en la vida económica nacional.

La masacre de las bananeras El 12 de noviembre de 1928 estalló una gran huelga


en la zona bananera de Santa Marta contra la United Fruit Company (fundada en
1899), pues esta ejercía un monopolio total: posesión de tierras con cultivo de
banano, control del transporte marítimo del producto, compra de buena parte de
acciones del Ferrocarril de Santa Marta, control del comercio local y hacia 1910
controlaba el 77% del mercado mundial del banano. Más de 25.000 trabajadores
de las plantaciones se negaron a cortar los bananos y dado que no se llegó a un
acuerdo, la huelga terminó con un baño de sangre. La United Fruit Company era
una empresa que declaraba no tener trabajadores. Utilizaba diferentes estrategias
para burlar las obligaciones de los campesinos. Negociaba con terceros que
subcontrataban a los hombres que limpiaban los terrenos, abrían canales de riego,
sembraban banano, recogían la cosecha, empacaban la fruta cortada y la hacían
subir a los vagones para transportarla hasta los vapores de su gran flota blanca,
pero jamás habían figurado en las nóminas de la sociedad creada por Minot
Cooper Keith, cabeza de la United Fruit Company (Melo, Jorge O: 1978). Al no
encontrar respuesta a sus solicitados los trabajadores iniciaron la huelga. El
comunicado inicial de los huelguistas, decía en uno de sus apartes: Esta huelga es
el fruto de dolor de miles de trabajadores explotados y humillados día y noche por
la compañía y sus agentes; esta es la prueba que hacen los trabajadores de
Colombia para saber si el gobierno nacional está con los hijos del país, o contra
ella y en beneficio del capitalismo norteamericano y su sistema imperialista. El
gobierno de Abadía ordenó rápidamente el envío de todo un contingente de
militares al mando del general Carlos Cortés Vargas para controlar la asonada. El
gobierno creía que los movimientos sociales debían ser reprimidos por la fuerza.
Desde el primer momento, se convirtieron en los “consentidos” de la United, ya que
además de utilizar los soldados para el trabajo de las bananeras, protegían sus
intereses y propiedades.
El 5 de diciembre, los trabajadores en huelga se reunieron en Ciénaga, mientras
que el Consejo de Ministros de Bogotá, decretaba el estado de sitio para Santa
Marta. Los campesinos recibieron la noticia de que se presentaría un
representante del gobierno para negociar el pliego en horas de la tarde, pero este
nunca llegó. Al anochecer, el general Cortés Vargas recibió orden del Ministro de
Guerra Ignacio Rengifo, de despejar la vía haciendo uso de la fuerza en caso de
que fuera necesario, declarando que era importante detener a las principales
cabecillas e impedir cualquier clase de propaganda subversiva. Comenzó el
desplazamiento de las tropas hacia las 11 de la noche y hacia de la una de la
mañana del 6 de diciembre, un capitán del ejército hizo la lectura del comunicado
por medio del cual el general Cortés Vargas ordenaba disolver todo grupo mayor
de tres personas, al mismo tiempo que autorizaba a los militares a disparar sobre
la multitud. Dicha orden se hizo efectiva después de los tres cornetazos de
advertencia, dejando un saldo de innumerables víctimas entre niños, mujeres,
hombres y ancianos. La masacre de la zona de las bananeras acaecida en el
régimen conservador fue un hecho determinante para precipitar la caída de un
gobierno desacreditado por la represión y las matanzas perpetradas por el ejército.
Uno de los personajes que denunció lo sucedido fue Jorge Eliécer Gaitán y la
indignación del país al conocer la verdad fue manifiesta expresándose en las
jornadas de junio de 1929.

Movimientos rurales Colombia es un país históricamente agrario. Durante mucho


tiempo, la economía del país ha girado en torno a la producción del campo como el
café, el banano, la caña de azúcar, el algodón, las flores. Esta situación ha
producido tensiones entre los terratenientes, grandes acumuladores de tierras,
quienes han surgido gracias a la explotación de los campesinos, y los trabajadores
del campo quienes han reaccionado a esta explotación y ha exigido
reivindicaciones. Durante el siglo XX, los campesinos y los indígenas también se
movilizaron para reclamar sus derechos, pues las condiciones de trabajo eran
deplorables.

Otro aspecto que incidió en el conflicto fue el auge de café, que incentivó la
colonización antioqueña y que generó enfrentamientos por los títulos de las tierras
que se habilitaba para el cultivo. De igual manera, la ganadería contribuyó a los
movimientos campesinos, pues esta actividad ocupaba tierras baldías de
considerable extensión, especialmente en Bolívar, Antioquia, Magdalena, que
habían dado lugar a grandes haciendas improductivas.

Modalidades de trabajo campesino Los dueños de las tierras emplearon diferentes


modalidades de vinculación y explotación de la fuerza de trabajo campesino entre
los que se destacan los arrendatarios y la aparecería. Los arrendatarios. En las
haciendas pocos campesinos eran asalariados, la gran mayoría eran arrendatarios,
es decir, trabajaban en las labores agrícolas en una pequeña parcela a cambio de
una parte de la producción o de servicios de trabajo. La aparcería. En esta
modalidad, el aparcero que cultivaba la tierra, aportaba recursos diferentes a la
tierra, en beneficio de la producción, con el compromiso de vender la cosecha y
entregar al dueño un porcentaje de esta venta. Además de las labores del campo el
aparcero se comprometía a responder por los arreglos locativos, las mejoras en la
infraestructura (caminos, cercas, pozos, entre otros) y el mantenimiento del predio.
Si incumplía con alguna de estos compromisos estaba obligado a pagar una multa
al hacendado.

Consecuencias de los movimientos campesinos Como resultado de las


movilizaciones de los campesinos de la década de los años 20, se logró un grado
de organización que pudo oponerse a la monopolización de la tierra, exigir el
reconocimiento del salario y condiciones dignas de trabajo y de vida. En este
proceso de organización y consolidación de las protestas campesinas, las ideas
comunistas jugaron un papel importante, alentando a estas organizaciones a
reclamar los derechos y la participación política, estas agremiaciones tuvieron el
apoyo del Partido Agrario Nacional o Partido Socialista Revolucionario

Para el año de 1956, las organizaciones campesinas habían sido sometidas por
los organismos del Estado, ya fuera por la represión o la indiferencia ante sus
peticiones. En 1967, se funda la ANUC, Asociación Nacional de Usuarios
Campesinos, durante el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, quien pretendía
asociar a los campesinos como una compensación por la lentitud de la reforma
agraria.

Movimientos indígenas Los diferentes grupos indígenas vieron con tristeza como
su territorio se iba disminuyendo con la llegada de los colonos, a pesar de que
algunas leyes protegían los resguardos y cabildos existentes. Bajo el liderazgo de
Manuel Quintín Lame los indígenas del Cauca, Tolima y Huila, se organizaron y
reclamaron el derecho a la tierra frenando con esto el despojo de las tierras por
parte de los terratenientes. Con la guerrilla constituida por Quintín Lame se
realizaron asaltos a varias poblaciones, logrando convocar mayor número de
campesinos y generando temor y respeto en los terratenientes. Por estos hechos
fue detenido en mayo de 1915 y mantenido preso por más de 4 años. Después de
la detención se vinculó al movimiento Pijao y con su lucha logró la restitución de
los resguardos de Ortega y Chaparral. A la lucha de Quintín Lame se vincularon
varias comunidades indígenas, entre los líderes más destacados está Eutiquio
Timoté líder de la comunidad Pijao, quien se vinculo al socialismo revolucionario a
diferencia de Quintín.

La violencia de mediados del siglo XX: el crisol de las tensiones

Cuando observamos o nos referimos a la realidad del país, fácilmente la


asociamos a expresiones como “Colombia es un país violento”. Solo basta ver los
noticieros, los periódicos o los comentarios de las personas que nos rodean, para
llegar a esa terrible realidad. Pero ¿Qué es la violencia? Darío Betancourt,
historiador colombiano, muerto a manos de los violentos, definió la violencia como:
“los comportamientos destinados a causar perjuicios físicos a personas, o daños a
cosas; empleo efectivo de la amenaza y de la fuerza para obligar a otros a hacer lo
que no harían en condiciones normales; el hecho producto de la fuerza bruta, de la
compulsión, de la imposición de unos sobre otros, sea por los gestos, por la voz,
por la mirada o por el hecho mismo, que puede ser un golpe o el uso de
instrumentos materiales para herir, para destruir al otro, etc., la violencia puede
presentarse en formas más sutiles, más indirectas, pero con la misma finalidad,
Ilegar al hecho último que facilite la destrucción, la muerte, la desaparición, el
perjuicio físico, mental o moral, del otro”.

La “violencia” bipartidista

A partir de la definición de violencia, se puede analizar muchas situaciones de la


vida cotidiana, pero ¿desde cuándo se habla de la violencia en Colombia? En
Colombia se denomina “Violencia” al periodo histórico entre 1946 y 1965, en el
cual se enfrentaron los dos partidos políticos tradicionales: Liberal y Conservador.
No hay que olvidar que previo a esto, la sociedad colombiana estaba viviendo una
gran agitación por las reformas liberales impulsadas por Alfonso López que había
legalizado los sindicatos, había impulsado la reforma agraria al igual que la
libertad de culto y de enseñanza. Estas reformas tenían conmocionados a los
conservadores a la iglesia y a los terratenientes, pues veían afectados sus
intereses. Con la llegada de los conservadores de nuevo al poder en 1946, por
medio de la presidencia de Ospina Pérez, la sociedad agudiza estas tensiones y da
paso al periodo de la violencia que se recrudece en las zonas rurales que
proclaman “a sangre y fuego” haciendo eco al pronunciamiento de un ministro
conservador.

Esta confrontación no tardó en llegar a las ciudades, pues el ejército reprimía con
mayor dureza a los sindicatos y las organizaciones obreras que eran respaldadas
por los liberales y por la izquierda que se estaba conformando como resultado de
la expansión de las ideas de la Unión Soviética. Durante la República Liberal, el
presidente tenía la potestad de nombrar a los funcionarios públicos (alcaldes y
gobernadores). A su vez, estos podían nombrar a su equipo de gobierno.
Aprovechando esta ventaja en todos los municipios, incluso aquellos de tradición
conservadora, se nombraron alcaldes y funcionarios liberales lo cual facilitó el
control del poder político y militar. Para contrarrestar este poder, se comenzó a
pactar un acuerdo de unión entre caciques y gamonales quienes buscaban
establecer su autoridad ante la población civil, respaldados por el ejército y la
creación de grupos militares al margen de la ley, especialmente en Boyacá,
Cundinamarca, Tolima y Huila y especialmente en el norte del Valle. La Violencia
se caracterizó por la creación de bandas de hombres armados afiliados a uno de
los dos partidos, recibió diversos nombres según la región; por ejemplo en
Antioquia se les llamó “bandoleros” o “chusma”, en Tolima y norte del Valle a las
cuadrillas se les llamó “pájaros” y “contrachusma”; en el Quindío se les llamo
guardias cívicas o “aplanchadores”.

Jorge Eliécer Gaitán En los años 40, el descontento popular frente a la represión
del Estado contra todo intento de organización de movimientos obreros y
populares, llevó a presentir que otros acontecimientos, como el de la masacre de
las bananeras, podrían ocurrir en el panorama social y político, razón por la cual el
presidente López renunció en 1944. El poder lo tomó entonces Alberto Lleras
Camargo hasta 1946, pretendiendo fortalecer las clases dominantes de todo el
país y de ambos partidos como una Unión Nacional con el lema “Revolución del
Orden”. Esto llevó a la represión por parte del gobierno. Los militantes de
movimientos populares fueron objeto de despidos y arrestos masivos, de la
desarticulación de sindicatos, y de la anulación violenta de protestas urbanas.

Esto generó aún más descontento popular, lo que favoreció el surgimiento del líder
popular Jorge Eliécer Gaitán, quien demandaba, con su ideología, la unión del
pueblo contra las oligarquías. Gaitán nació en Bogotá, en 1903 y murió en 1948.
Desempeñó varios cargos públicos entre los que se cuentan la alcaldía de Bogotá,
también fue congresista y ministro de educación. Como ministro de educación,
emprendió una campaña de alfabetización, con un sentido social expresado en sus
programas de comedores comunitarios, el cine educativo ambulante y la extensión
cultural. Fue jefe único del partido Liberal y candidato a la presidencia de la
república para el periodo 1950-1954. Presentó ante el Congreso el proyecto de ley
denominado “Plan Gaitán”, que proponía reformas democráticas en lo económico;
sin embargo el plan fue rechazado. En su carrera política denunció fuertemente,
hasta el día de su muerte, la violencia oficial y pidió la moral del país y llamó a la
resistencia a la población civil. Las manifestaciones convocadas por Gaitán eran
frecuentes, entre las más famosas están la Marcha del silencio y la Marcha de las
antorchas, organizada para protestar por la muerte de varios líderes del partido
liberal a mano de conservadores. Logró unir al partido Liberal dividido y se
perfilaba como el próximo presidente.

El Bogotazo El 9 de abril de 1948, en pleno centro de Bogotá, fue asesinado el líder


popular Jorge Eliécer Gaitán, situación que desencadenó grandes disturbios en la
ciudad. Se incendiaron los ministerios, el Palacio Arzobispal, saquearon los
almacenes y todo aquello que representara el poder Conservador. La reacción
popular se hizo sentir en varias ciudades de la nación. A esta situación se le
conoce en la historia como el “Bogotazo”. La reacción de los seguidores del
caudillo se hizo visible en otras ciudades, donde se pensó conformar la Junta
Revolucionaria. El asesinato representó una crisis para el gobierno a quien se le
pidió a renuncia. El saldo final de muertos fue de 1.500 aproximadamente. La
muerte de Gaitán agudizó el conflicto bipartidista, por un lado los liberales
perseguían a los responsables de la muerte de Gaitán, mientras que el gobierno
perseguía a los líderes de los levantamientos contra el gobierno, la violencia oficial
se recrudeció. La calma lograda después del Bogotazo mostró su debilidad al
clausurar el Congreso, en noviembre de 1949 y Gómez asumió el poder en 1950.
Durante su gobierno, continuó con las reformas de Ospina, solicitando grandes
préstamos a la banca internacional y permitiendo la inversión extranjera.

Regiones afectadas por la violencia Con la muerte de Gaitán se dio inicio a la


“Violencia”, primero en Bogotá y luego en el resto del país. Los efectos de la
violencia se sintieron con mayor fuerza en algunos sectores del territorio
colombiano. Las guerrillas liberales o bandoleros se organizaron en las zonas
rurales por quienes huyeron de la persecución después del 9 de abril,
principalmente en los departamentos de Antioquia, Cundinamarca, santanderes,
Valle, Quindío, Tolima y Llanos Orientales agrupando un ejército de 20.000
hombres.

Para 1948, se extendió al resto del país sin que las costas y el sur del país fueran
sus escenarios principales. En estos territorios eran frecuentes las amenazas, los
atentados y los asesinatos de líderes políticos. Durante este periodo, el
enfrentamiento de los grupos armados alcanzó niveles extremos de crueldad:
torturas, asesinatos, mutilaciones robos y destrucción de propiedades. Las
rivalidades se intensificaron tanto que la venganza se volvió la forma común como
la sociedad resolvía los conflictos e impartía justicia. La situación llegó a tal
extremo en algunas zonas, que se necesito de salvoconductos para garantizar la
vida. Una de las bandas más temibles se desarrollo en Caldas, fue llamada de los
“pájaros” liderada por León María Lozano, apodado el “Cóndor” quien mantuvo el
control en la zona por mucho tiempo.

Consecuencias de la violencia Los efectos de la violencia bipartidista se sintieron a


lo largo y ancho del territorio colombiano. Una de las principales consecuencias
fue a destrucción de edificios oficiales, el saqueo, grandes destrozos a almacenes
y fábricas en las ciudades y la consecuente crisis económica que estas medidas
generaron. La muerte de simpatizantes de ambos bandos, más el sinnúmero de
heridos producto de los enfrentamientos, se suma a las persecuciones y
asesinatos selectivos de líderes populares que redundan en el miedo generalizado
en la población civil, la cual empezó a desconfiar hasta del vecino. Cualquier
comentario podía ocasionar la propia muerte o la muerte de otro; este sentimiento
de temor y zozobra se extendió en la población tanto del campo como de la ciudad
por muchos años. En el campo se recrudecieron los enfrentamientos armados y
las persecuciones a líderes comunitarios y de partido, el miedo a las masacres se
hizo cada vez más fuerte. Surgieron en el escenario de los municipios figuras
sanguinarias, encargados de asesinar y acallar al oponente; desafortunadamente,
el sicariato se volvió una profesión. Borrero Olano y Navia Varón fueron los líderes
del norte del Valle, mientras que León María Lozano controló la situación en el
ámbito urbano.

Otro efecto de la violencia fue el éxodo masivo del campo a la ciudad. Debido a los
conflictos armados de la violencia bipartidista, representó para el gobierno una
doble preocupación: por un lado, las ciudades no estaban preparadas para recibir a
los desplazados, no se contaba con la infraestructura suficiente para atender la
demanda; por el otro, el aumento de la población se tradujo en aumento de mano
de obra, que competía por el empleo, generando el aumento del desempleo o la
economía informal.
Violencia y ciudad Las grandes ciudades han tenido sus dinámicas propias, en
ellas confluyen multiplicidad de problemas entre los que prevalecen la
delincuencia común y el asalto simple. Bogotá, Medellín y Cali, durante los
primeros años de “industrialización”, comenzaron a recibir gentes de todas partes
que venían con la ilusión “del sueño citadino”, la ciudad significaba la posibilidad
de nuevas oportunidades de salud, educación, vivienda y de salarios estables. Los
procesos de migración hacia la ciudad aunque han sido continuos desde 1920, han
presentado épocas de “oleadas migratorias”. Estas han estado marcadas por
procesos de industrialización pero sobre todo por las épocas de violencia. La
violencia ha sido uno de los factores que más han incidido en el desplazamiento
hacia los cascos urbanos y especialmente hacia las grandes ciudades
ocasionando sobrantes en la mano de obra, que aunados a la actual crisis inciden
en los altos niveles de desempleo. De igual forma, estas “oleadas migratorias” han
generado en las ciudades verdaderos cordones de miseria, pues no existen planes
gubernamentales para hacer frente a esta realidad, y a las oportunidades laborales;
mucho menos planes de vivienda. Así, en la periferia de las principales ciudades se
han conformado “micro ciudades ilegales” carentes de todo servicio.

El término de ilegalidad obedece a que en la mayoría de los casos al no encontrar


posibilidades de vivienda (la mayoría de los desplazados llegan escasamente con
lo que tienen puesto pero sobre todo con un temor increíble) tienen que recurrir a
invadir predios localizados en los límites de la ciudad en donde muchas veces
caen en manos de comerciantes y políticos sin escrúpulos que los estafan con
lotes ilegales; y así, los campesinos pasan a convertirse en los nuevos miserables
de las ciudades.

Bandolerismo Los antiguos guerrilleros, de ambos bandos, algunos de ellos


amnistiados, volvieron a las armas, pero no con una intención política sino con un
interés económico personal, animados por el deseo del control del poder en una
región, por lo que se dedicaron al pillaje. A estos grupos se les llamó bandoleros.
En estas organizaciones se privilegio el deseo de venganza y de poder por el poder.
El uso de la fuerza y la crueldad. Sus acciones se caracterizaron por la sevicia y
atrocidad, por lo general no actuaban solos sino que actuaban en cuadrillas, en
donde se ejercía abuso de la fuerza. Entre sus acciones estaban el robo, la
violación, la expropiación y el asesinato. Pocas veces recurrían al secuestro

En busca del orden social Para establecer la paz, los liberales y conservadores
acordaron que el General Rojas Pinilla asumiera el poder. Él llegó a la presidencia
por medio de un golpe de Estado el 13 de junio de 1953. Con el propósito de
mantener el orden social y el control del estado, Rojas Pinilla ofreció la amnistía a
los guerrilleros liberales. Aunque la mayoría se acogieron, otros se sintieron
engañados y recurrieron al bandolerismo como medio de vida. En el proceso de
desmovilización guerrillera participaron Guadalupe Salcedo, líder de los Llanos
Orientales, y el “Capitán Peligro”, líder del Tolima, con el propósito de reducir al
máximo los grupos alzados en armas. Pero este propósito no se cumplió, pues
otros grupos no aceptaron la amnistía y se mantuvieron. Fue el caso de Manuel
Marulanda Vélez, quien fundó las Farc.

CLASE 6 Y 7

CLASE 8 Y 9

CLASE 10 Y 11

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