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UNIVERSIDAD DE PIURA
Facultad de Derecho
Versión de julio de 2023
UNIVERSIDAD DE PIURA
FACULTAD DE DERECHO
ÍNDICE
Introducción ............................................................................................................ 1
I. El Derecho de los títulos valores.................................................................... 1
Noción provisional y denominaciones de los títulos valores. ..................... 1
Derecho cambiario, cartular y de los títulos valores. ................................. 3
Evolución histórica de los títulos cambiarios: planteamiento. .................... 5
Origen y primera configuración de la letra de cambio. ............................... 5
La letra ferial y el desarrollo de la circulación cambiaria. ........................... 6
Aparición del endoso y transición al Derecho cambiario moderno. ........... 8
Sistemas cambiarios modernos. ................................................................ 9
El Derecho cambiario uniforme................................................................ 11
II. El Derecho cartular en el Derecho Mercantil ............................................... 12
El debate sobre el carácter mercantil de los títulos valores. .................... 12
Argumentos a favor de la mercantilidad de los títulos valores. ................ 13
Problemas de los títulos valores “civiles”. ................................................ 15
La mercantilidad de iure condito en Derecho comparado. ....................... 16
La cuestión en el Derecho peruano anterior a la LTV de 1967. ............... 17
La mercantilidad en la LTV de 1967. ....................................................... 19
Mercantilidad de los títulos valores en la LTV vigente. ............................ 20
Títulos valores y Derecho Mercantil de obligaciones. .............................. 23
III. El ordenamiento peruano de los títulos valores ........................................... 26
Los títulos valores en el Código de Comercio. ........................................ 26
Antecedente inmediato: la Ley de Títulos Valores de 1967. .................... 28
Dación de la Ley de Títulos Valores vigente. ........................................... 29
Estructura de la Ley actual. ..................................................................... 30
Ámbito objetivo de aplicación. ................................................................. 31
Las exclusiones de la LTV. ...................................................................... 33
Vigencia temporal. ................................................................................... 34
Normas de conflicto. ................................................................................ 36
I. Parte Teoría general de los títulos valores 39
Capítulo 1 Idea de título valor y sus clases .......................................................... 41
I. Planteamiento .............................................................................................. 41
Las nociones de título valor en competencia. .......................................... 41
Los llamados principios o caracteres de los títulos valores. .................... 42
—i—
ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
ii
Notas de Títulos Valores
iv
Notas de Títulos Valores
FACULTAD DE DERECHO v
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ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
vi
Notas de Títulos Valores
viii
Notas de Títulos Valores
FACULTAD DE DERECHO ix
Versión de julio de 2023
ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
x
Notas de Títulos Valores
FACULTAD DE DERECHO xi
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ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
xii
Notas de Títulos Valores
xiv
Notas de Títulos Valores
FACULTAD DE DERECHO xv
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ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
xvi
Notas de Títulos Valores
INTRODUCCIÓN
SUMARIO: I. EL DERECHO DE LOS TÍTULOS VALORES.— 1. Noción provisional y
denominaciones de los títulos valores. 2. Derecho cambiario, cartular y de los títulos
valores. 3. Evolución histórica de los títulos cambiarios: planteamiento. 4. Origen y
primera configuración de la letra de cambio. 5. La letra ferial y el desarrollo de la
circulación cambiaria. 6. Aparición del endoso y transición al Derecho cambiario
moderno. 7. Sistemas cambiarios modernos. 8. El Derecho cambiario uniforme.
II. EL DERECHO CARTULAR EN EL DERECHO MERCANTIL.— 9. El debate sobre el
carácter mercantil de los títulos valores. 10. Argumentos a favor de la mercantilidad
de los títulos valores. 11. Problemas de los títulos valores “civiles”. 12. La
mercantilidad de iure condito en Derecho comparado. 13. La cuestión en el Derecho
peruano anterior a la LTV de 1967. 14. La mercantilidad en la LTV de 1967.
15. Mercantilidad de los títulos valores en la LTV vigente. 16. Títulos valores y
Derecho Mercantil de obligaciones. III. EL ORDENAMIENTO PERUANO DE LOS TÍTULOS
VALORES.— 17. Los títulos valores en el Código de Comercio. 18. Antecedente
inmediato: la Ley de Títulos Valores de 1967. 19. Dación de la Ley de Títulos Valores
vigente. 20. Estructura de la Ley actual. 21. Ámbito objetivo de aplicación. 22. Las
exclusiones de la LTV. 23. Vigencia temporal. 24. Normas de conflicto.
1 Sobre su adscripción concreta al Derecho Civil o al Mercantil, vid. la sección II, en pp. 12 y ss., infra.
2 Vid. Capítulo 1 de la Parte General, en pp. 37 y ss., infra.
3 La generalidad de la doctrina está de acuerdo en que la denominación procede directamente de la
traducción del término alemán que hizo RIBÓ, Mariano; “Los títulos de valores y su garantía hipotecaria”,
en 22 Revista Crítica de Derecho Inmobiliario (1926), pp. 705-721. Vid. por todos: GUALTIERI, Giuseppe
y W INIZKY, Ignacio; Títulos circulatorios, Eudeba, Buenos Aires, 1962, p. 16 (n. 2), y MONTOYA MANFREDI,
—1—
§1 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
Ulises; Comentarios a la Ley de Títulos-Valores, Imprenta de la UNMSM, 1970, com. al art. 1 (en p. 6,
n. 1; la última ed. de que tengo noticia es la 5ª ed., actualizada por Ulises y Hernando Montoya Alberti,
San Marcos, Lima, 1997; en adelante, ésta y otras obras de comentarios se citarán por la abreviatura
“Com.” seguida del artículo comentado y, entre paréntesis, la p. del pasaje citado en la edición que he
manejado). EIZAGUIRRE, José-María DE; “Los Valores en Papel”, en 229 RDM (1998), pp. 1009-1100, y
otros autores opinan que el primero en usar tal expresión habría sido Joaquín de Dalmases y Jordana,
en su obra El usufructo de derechos (inclusive de títulos-valores), aparecida en Madrid en 1932, y que
su arraigo en la doctrina y en la legislación de España (y del Perú) proviene de su adopción por Joaquín
Garrigues en el vol. I de su Curso de Derecho Mercantil, de 1936 (t. III, pp. 83 y ss., en la ed. que
manejo habitualmente, Temis, Bogotá, 1987). Ambas versiones son compatibles, pues como se ve del
título de su estudio, RIBÓ prefería una traducción con “de” intercalada, más literal (y gramaticalmente
correcta en castellano) que la que finalmente se impuso, aparentemente por las razones que indica
EIZAGUIRRE. Éste último preferiría el nombre “valores en papel”, que usa como título para su estudio,
incidentalmente recogido en el inc. 9 del art. 175 CdC español (idéntico al inc. 9 del art. 182 CdC, cuya
fuente es aquél), y que por cierto también es más acorde con el espíritu del idioma castellano.
4 Un buen ejemplo de ello es el propio W INIZKY, quien usa esa denominación al parecer por primera vez
Mercantiles, 2ª ed. ampl. y rev., Tórculo, La Coruña, s/f (pero de 1999), t. I, pp. 24-25.
6 GUALTIERI/ W INIZKY, Títulos..., cit., pp. 16-17 (n. 2). Tal distinción entre efectos de comercio y valores
2
Notas de Títulos Valores §2
La denominación “títulos valores” indica que son documentos, sin limitarse a los que
incorporan créditos (letras, pagarés, cheques, etc.) , y por eso es preferible a la de
“títulos de crédito”. También sugiere que el valor, representado por el derecho al que
el documento se refiere, es inseparable del título mismo8.
Resulta atractivo, además, apoyarse en la mayor amplitud semántica de la expresión
castellana título valor para incluir, como algunos han insinuado, los títulos
documentados por medios informáticos. En efecto, en español la noción de título es
más abstracta que el alemán Papier (“papel”), de modo que, en lo puramente
terminológico, bien cabe que los valores anotados en cuenta sean considerados
propiamente títulos valores9.
Derecho cambiario, cartular y de los títulos valores.
Hay tres expresiones que se usan como si fueran sinónimos perfectos, incluso entre
especialistas, aplicables indistintamente a todos los títulos valores; a saber:
1) Derecho de los títulos valores,
2) Derecho cartular, y
3) Derecho cambiario.
Opino, sin embargo, que el rigor científico pide hacer explícitas sus diferencias de
matiz, y así evitar en lo posible un uso errado, ambiguo o inexacto de los términos.
Conforme a su propio sentido lingüístico, Derecho cartular se refiere más bien a los
títulos valores materializados en una charta o documento de papel10. Antes de la
aparición de los llamados valores desmaterializados, como es obvio, la expresión
constituía un sinónimo casi perfecto del Derecho de los títulos valores; mejor dicho,
su referente era exactamente el mismo, aunque el punto de vista fuera diferente.
Considero que la expresión aún puede admitir esa acepción, y usaré así al menos el
adjetivo “cartular”, a falta de otro apelativo que aluda con más propiedad a todo el
ámbito de los títulos valores, sea que estén documentados en papel o no.
Por su parte, el adjetivo “cambiario” alude de modo diáfano al “cambio”, esto es, como
proclama el Diccionario, “al negocio de cambio o a la letra de cambio”11. Aunque en el
denominación, junto con la anglosajona, en virtud de la referencia que hace a la esencial transferibilidad
de los títulos.
8 GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, p. 7. Coincidiendo en el primer aspecto, MONTOYA, Com. al art. 1
Concepto, naturaleza y régimen jurídico, Aranzadi, Pamplona, 1997, p. 147, nota 17. También CACHÓN
BLANCO, J. E.; Derecho del Mercado de Valores, Dykinson, Madrid, 1992, tomo I, p. 129, nota 78:
“Alberto Bercovitz estudia la procedencia terminológica del «título-valor» con origen en el término
alemán «Wert-papier» que literalmente traducido significa «papel-valor», es decir, identificándolo con
«documento de papel». En cambio, considera que en el caso español la noción de título es mucho más
amplia y no suscita dificultades para amparar instrumentos jurídicos referidos a soportes informáticos”.
En sentido aparentemente negativo, EIZAGUIRRE, “Los valores...”, cit., p. 1010. No he podido consultar
el trabajo original de Alberto BERCOVITZ, aparecido, según las referencias disponibles, en 29 Revista de
Derecho Bancario y Bursátil (1988), pp. 67 y ss., con el título “El Derecho del Mercado de Capitales”.
10 Cfr. DRAE, 23ª ed., voz “carta”, 7ª y 8ª acepciones.
FACULTAD DE DERECHO 3
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§2 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
uso más general cambio alude a cualquier forma de trueque de una cosa por otra, en
el uso medieval que está en el origen del término se refiere “al traspaso de dinero de
una determinada clase, por dinero de otra especie o en distinto lugar”12, o contrato de
cambio. A su vez, el “contrato de cambio” se presentaba en dos modalidades
principales13:
1) el cambio manual, o de presente entre una especie monetaria y otra, modalidad
que, como compraventa de moneda extranjera, se sigue practicando en nuestras
casas de cambio y en los bancos; y
2) el cambio trayecticio o de plaza a plaza, consistente en la entrega en un momento
y lugar de una cantidad de dinero para recibir en otro lugar (y con el natural
intervalo de tiempo) el equivalente, en la misma o en otra especie monetaria, y que
era la operación a cuya instrumentación servía originalmente la llamada, por ese
motivo, cambial o letra de cambio.
Así pues:
1) En sentido estrictísimo, Derecho cambiario sería únicamente aquella parte del
Derecho de los títulos valores que tiene por objeto la letra de cambio.
2) Por una extensión natural de este concepto, el Derecho cambiario, en un sentido
más amplio, pero que todavía debe considerarse estricto, comprende también
otros títulos que, como el pagaré y el cheque14, se han configurado siguiendo muy
de cerca el modelo de la letra de cambio, y cuyo rasgo común está en que
incorporan únicamente derechos de crédito consistentes en dinero.
3) En un sentido que debe considerarse ya verdaderamente amplio, el Derecho
cambiario se referiría a todos los títulos de emisión individualizada, o efectos de
comercio, esto es, incluyendo además de los anteriores a los títulos de tradición,
cuya conexión con los títulos cambiarios en sentido estricto es más remota,
aunque no despreciable; y excluyendo solamente a los valores mobiliarios.
4) Y en un sentido, en fin, que más que lato o meramente amplio15 habría que calificar
de amplísimo, se usa también la expresión “Derecho cambiario” para referirse a
todo el ámbito de los títulos valores. Se trata propiamente de un uso “por
antonomasia”16 del calificativo “cambiario”. Mas, aunque el procedimiento esté
perfectamente justificado —puesto que la teoría general de los títulos valores se
ha derivado sobre todo de los títulos cambiarios y, concretamente, de la letra de
cambio—, procuraré evitar en este trabajo este uso amplísimo del término
“cambiario”, para evitar confusiones con sus acepciones más estrictas.
12 LABARIEGA VILLANUEVA, Pedro Alfonso; “Devenir histórico del Derecho cambiario”, en 112 Boletín
Mexicano de Derecho Comparado (2005), pp. 157-191 (p. 159).
13 Cfr. ibid. Vid. también SÁNCHEZ ANDRÉS, Aníbal; “Marco histórico-comparativo de la nueva disciplina
sobre la letra de cambio”, en MENÉNDEZ MENÉNDEZ, Aurelio (Dir.) ET AL.; Derecho Cambiario. Estudios
sobre la Ley cambiaria y del cheque, Civitas, Madrid, 1986, pp. 29-93 (pp. 30-31).
14 LABARIEGA, “Devenir histórico…”, cit., pp. 160-161.
16 DRAE, cit., voz “antonomasia”, subentrada “por_”: “Denota que a una persona o cosa le conviene el
nombre apelativo con que se la designa, por ser, entre todas las de su clase, la más importante,
conocida o característica”.
4
Notas de Títulos Valores §3
21 LABARIEGA, “Devenir histórico…”, cit., pp. 171 (citando a Thaller, que sitúa documentos cambiarios
en Pisa, en 1156, y a Goldschmidt, para quien el primero es uno de 1207, pagadero en Palermo), y 169
(citando un estatuto de Aviñón de 1243 como primera referencia normativa).
22 GARCÍA-PITA, Introducción..., cit, t. I, pp. 35-36.
FACULTAD DE DERECHO 5
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§5 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
23 Ibid.
24 LABARIEGA, “Devenir histórico…”, cit., p. 165.
25 LABARIEGA, “Devenir histórico…”, cit., p. 167, citando la Universalgeschichte de Goldschmidt.
29 Se advierte todavía una supervivencia de la “letra de feria” en el inc. 5 del ant. art. 439 y en el ant.
art. 472 CdC, que regulaban la posibilidad de indicar el vencimiento de la letra “en una feria”.
6
Notas de Títulos Valores §5
de Derecho Mercantil. Introducción”, tema 15 de la Parte Teórica del t. I de su Historia del Derecho
Privado, Penal y Procesal, ed.e, vLex, 2002, p. 12 (n. 3).
33 SÁNCHEZ, “Marco histórico-comparativo…”, cit., p. 51.
35 Ibid.
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§6 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
37 Ibid.
38 GARCÍA-PITA, notas pro manuscrito
39 LABARIEGA, “Devenir histórico…”, cit., p. 172.
8
Notas de Títulos Valores §7
47 SÁNCHEZ, “Marco histórico-comparativo…”, cit., pp. 58-64; HUECK, Alfred y CANARIS, Claus-Wilhelm;
Derecho de los títulos-valor, Ariel, Barcelona, 1988 (trad. de Jesús Alfaro), p. 68 (§ 5); GARCÍA-PITA,
notas pro manuscrito.
48 GARCÍA-PITA, notas pro manuscrito; SÁNCHEZ, “Marco histórico-comparativo…”, cit., pp. 58-60.
FACULTAD DE DERECHO 9
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§7 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
peruano, hasta la adopción del CdC en el cual, por inspiración italiana, nuestro país
se pasó al sistema germánico.
En el sistema anglosajón, plasmado en la británica Bill of Exchange Act de 1882 y en
el Negotiable Instruments Law estadounidense de 1896 (sustituido por el Artículo 3
del UCC), no se estima que la letra de cambio (bill of exchange o, en los Estados
Unidos, draft) emane necesariamente del cambio trayecticio, pero tampoco simpatiza
con el rigorismo formal germano. En consecuencia, ni la letra debe girarse de plaza a
plaza, ni ha de expresar la valuta (cuya existencia se presume; de modo absoluto inter
tertios); desconoce asimismo la doctrina de la provisión. Sin embargo, el título no está
del todo desconectado de su causa, pues incluso los instrumentos cambiarios
acreditan un contrato, sujeto al régimen general (incluyendo el requisito de la
consideration). Hay, sin embargo, numerosos supuestos en que la letra puede valer
sin consideration, sea porque ésta es meramente “nominal”, o en aplicación de la
doctrina del promissory estoppel. Por otra parte, se prescinde de los requisitos de
denominación y fecha de emisión, y hasta puede sustituirse la cláusula “a la orden”
por una “al portador”. El sistema cambiario anglosajón se distingue por otros muchos
puntos concretos, tales como admitir letras a plazos, que devenguen intereses, que el
librador excluya su responsabilidad, la inexistencia de plazos para la aceptación de
los giros a la vista, que el tenedor pueda rechazar la aceptación parcial del librado,
exigir el protesto sólo para las letras extranjeras, omitir los endosos en garantía,
desconocer el aval, etc.49 Por cierto, algunas de esas peculiaridades han terminado
por abrirse paso en nuestra propia LTV.
El sistema germánico se fue plasmando progresivamente en las ordenanzas
cambiarias que los numerosos estados alemanes (Alemania sólo se constituyó como
Estado-nación unificado en el último tercio del s. XIX) fueron emitiendo a partir del
siglo XVII (la más antigua es la de Hamburgo, de 160350). La cristalización definitiva
del sistema cambiario germánico fue resultado de la política de unificación económica
y jurídica representada por la Unión Aduanera Alemana, que en 1848 logró aprobar la
Ordenanza Cambiaria General Alemana (Allgemeine Deutsche Wechselordnung, o
ADWO), adoptada casi enseguida incluso por los estados que no estaban integrados
en la Unión51. La ADWO ve en la letra un auténtico título valor, que contiene una
promesa abstracta de pago, desligada por tanto de cualesquiera relaciones
contractuales subyacentes, para documentar simplemente el compromiso de pago del
emisor. Éste promete al beneficiario que, en la fecha indicada, el librado le hará el
pago o, en su defecto, lo hará el propio librador. Efecto de esta concepción, orientada
fundamentalmente hacia la protección del tercero cambiario, es que no se requiera
distantia loci, ni expresar la valuta, ni hacer provisión de fondos al librado. Los
compromisos cambiarios se contraen así sólo por haber firmado la cambial, cada uno
con una rigurosa independencia de su causa y de los otros compromisos contenidos
10
Notas de Títulos Valores §8
se habían derogado los que gravaban los títulos cambiarios por D.L. 19620.
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§9 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
55 Los apartados que componen esta sección (§§ 9 a 16) recogen sustancialmente el contenido de mi
estudio “Títulos valores y Derecho Mercantil”, en 12 REDUP (2011), pp. 59-76.
56 FERRI, Títulos..., cit., p. 15.
57 He de decir, sin embargo, que quienes me consta que defienden esta última postura (por ejemplo,
Ignacio W INIZKY en GUALTIERI/ W INIZKY, Títulos..., cit., n. 1, pp. 14-15), comulgan en realidad con
quienes postulan el carácter civil de la teoría general de los títulos valores, puesto que toman como
punto de partida la doctrina de la unificación del Derecho de las obligaciones civiles y mercantiles,
cuerpo unificado dentro del cual los títulos valores serían simplemente un sector específico con cierta
identidad propia. Para la crítica de esta postura, vid. ARAYA, Títulos circulatorios, cit., pp. 255-256 (§
165). GUALTIERI, en cambio, seguía en la obra original la postura más tradicional (y también más
coherente, desde mi punto de vista) de que la materia corresponde al Derecho Mercantil; cfr. op. cit.,
p. 15, en nota n. 13.
58 GUALTIERI/ W INIZKY, Títulos..., cit., n. 1, p. 15; ARAYA, Títulos circulatorios, cit., p. 252 (§ 164; citando
a Cámara).
59 Vid. mis Notas de Derecho Mercantil (Parte General), versión de mayo de 2015, pro manuscripto, pp.
p. 13 (§ 5).
61 En el sentido que da al término BROSETA PONT, Manuel, y MARTÍNEZ SANZ, Fernando; Manual de
Derecho Mercantil, 13ª ed., Tecnos, Madrid, 2006, vol. 1, p. 44. Con más detalle en BROSETA PONT,
Manuel; La empresa, la unificación del Derecho de obligaciones y el Derecho Mercantil, Tecnos, Madrid,
1965, pp. 35-36 y 57-60. ARAYA, Títulos circulatorios, cit., pp. 252-253 (§ 164).
12
Notas de Títulos Valores § 10
62 FERRI, Títulos..., cit., p. 15, quien aduce como favorables a su posición a ASCARELLI y a la doctrina
alemana, comenzando por GIERKE, Otto VON; Deutsches Privatrecht, Duncker & Humboldt, Leipzig,
1905, t. 2, pp. 103 y ss. Ahora bien, fuera del hecho de tratar la teoría general de los títulos valores en
un libro sobre el “Derecho privado alemán” en general (nótese que tampoco lo llama “civil”), y de
distinguir (por cierto, sin más explicación que el hecho de que “suelen constituir el objeto de negocios
jurídicos en el tráfico mercantil”) como una categoría especial de títulos valores a los “títulos
mercantiles” (Handelspapiere; p. 132), este último autor no aborda realmente la cuestión en absoluto.
63 Vid. mis Notas de Derecho Mercantil (Parte General), cit., p. 13 (§ 6), en nota n. 54 y texto al que se
refiere.
64 GARCÍA-PITA Y LASTRES, José Luis; Derecho Mercantil de obligaciones: Parte General, Marcial Pons,
Madrid – Barcelona, 2003, p. 32, donde concluye que, de facto, en todo el ámbito del contrato privado,
los mercantiles tienen absoluta preponderancia numérica y económica, no sólo en conjunto, sino
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§ 10 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
también, muy probablemente, en cada uno de los tipos contractuales conocidos. Por eso decía
GARRIGUES que “conocer el Derecho de obligaciones mercantiles equivale a conocer el Derecho de
obligaciones que se vive en la realidad económica”; vid. Tratado…, cit., t. III, vol. 1, p. 4.
65 Como escribí, a propósito de una discusión semejante, en mi tesis doctoral, Las cláusulas de hardship
de ver, el contexto que dota verdaderamente de significado al conocido tópico del id quod plerumque
accidit como argumento para determinar la sede sistemática de una institución.
67 Un argumento relativamente similar (de hecho, menos claro, en mi opinión), es el que de pasada
mencionan tanto ARAYA (Títulos circulatorios, cit., p. 252 (§ 164)) como FERRI (Títulos…, cit., pp. 15-16,
en nota n. 4), y que con un signo más “objetivista” adjudica todos los títulos valores al Derecho Mercantil
en tanto que “complejo de normas aplicables a las formas más típicas e intensas de circulación de la
riqueza”.
14
Notas de Títulos Valores § 11
68HUECK/ CANARIS, Derecho..., cit., pp. 89-91 (§ 6). HEERMANN, Peter; Geld und Geldgeschäfte, Mohr-
Siebeck, 2003, p. 171 (n. mg. 6): “Los §§ 783 y ss. BGB llegan a tener aplicación meramente integradora
en caso de lagunas de regulación (en especial, por nulidad de la letra de cambio y del cheque)” (énfasis
añadido).
FACULTAD DE DERECHO 15
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§ 12 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
69 Véase una somera recapitulación de los problemas que tal situación produjo históricamente en
España (y probablemente también en el Perú, que copió la legislación española), bajo la vigencia del
Código de Sainz de Andino de 1829, en SÁNCHEZ, “Marco histórico-comparativo…”, cit., pp. 38-41.
70 HUECK/ CANARIS, Derecho..., cit., p. 47 (§ 4): “La importancia práctica de la delegación civil es
pequeña”. HEERMANN, Geld und Geldgeschäfte, cit., p. 171 (n. mg. 5): “De todos modos, la figura legal
original de la delegación, es decir, la delegación aceptada en el sentido de los §§ 783 y ss. BGB, ha
alcanzado en lo esencial un significado relevante sólo como figura dogmática básica de Derecho civil,
y raramente se hace visible en la práctica” (énfasis añadido). BÖING, Christian, y KRALITSCHKA, Jan; “Die
bürgerlich-rechtliche Anweisung der §§ 783 ff. BGB”, en línea en www.uni-muenster.de, 1999
(consultado el 23 de febrero de 2011), p. IX: “En la búsqueda de jurisprudencia sobre los §§ 783 y ss.
BGB impresiona el escaso número de resultados.Verdaderamente, la significación práctica del título de
delegación del BGB, contra las previsiones del legislador, es ciertamente diminuta en la jurisprudencia
y en la práctica comercial de los últimos 60 años. Las formas especiales de delegación contenidas en
el concepto amplio de delegación, como el cheque y la letra de cambio, están reguladas en leyes
especiales y han hallado en el tráfico económico una utilización sustancialmente más frecuente”
(citando a Palandt y a Staudinger/ Marburger; los énfasis son añadidos).
71 Los arts. 1873 a 1881 CC mex. parecen una declaración —implícita, pero bastante clara— en
contrario, pero fuera cual fuese el significado preciso de dichas normas, al ser la LGTOC mex. una ley
posterior (al menos, posteriormente promulgada) parece que, de haber sido necesario, habría
modificado lo dispuesto en el CC mex. de 1928. A mi modo de ver, el párr. 1° del art. 1 LGTOC mex.
16
Notas de Títulos Valores § 13
CdC col.) y Bolivia (inc. 5 del art. 6 CdC bol.); y lo mismo cabe decir (aunque sólo para
los títulos a la orden y al portador) de Chile (inc. 10 del art. 3 CdC chi.) y también —
hasta 2014, en que han unificado los ordenamientos Civil y Comercial en un solo
Código— de Argentina72 (inc. 4 del art. 8 CdC arg. ant.). Declaración bastante explícita
del segundo tipo hace el ordenamiento venezolano (inc. 13 del art. 2 CdC ven.). En
Alemania, los §§ 783 a 792 BGB, al regular detalladamente un título valor (el título de
delegación civil) de carácter indudablemente civil (de hecho, el § 363 HGB regula su
contraparte mercantil) conlleva una regla implícita, pero sumamente clara, en la misma
línea.
En Italia la cuestión es todavía bastante discutida. Mientras existió la dualidad de
códigos, la doctrina fue casi unánime en admitir el carácter mercantil de todos los titoli
di credito;73 mas con la drástica reforma de las relaciones mutuas del Derecho Civil y
del Mercantil que supone la unificación formal en un único Codice Civile, parece que
se ha reforzado considerablemente la postura de quienes consideran que solamente
cada especie de título valor podría encontrar una inequívoca colocación en el Derecho
Civil o en el Mercantil, por lo que su teoría general debiera permanecer en el primero74.
En Francia la doctrina parece haber llegado a una conclusión parecida, en ausencia
(muy explicable, por otra parte, dada la edad de la norma) de una declaración general
de mercantilidad (que sólo existe para la letra de cambio: inc. 10 del art. L110-1 CdC
fr.)75. En España, con un ordenamiento en una situación muy parecida, han seguido
más bien la línea italiana anterior al Código unificado, y es prácticamente unánime la
opinión de que los títulos valores, todos ellos, son en realidad mercantiles76.
La cuestión en el Derecho peruano anterior a la LTV de 1967.
En el Perú, la opinión general de la doctrina77 y de la jurisprudencia sigue unánimente
(de hecho, no me es conocida ninguna excepción) la postura según la cual los títulos
no deja lugar a dudas: “Son cosas mercantiles los títulos de crédito. Su emisión, expedición, endoso,
aval o aceptación y las demás operaciones que en ellos se consignen, son actos de comercio. Los
derechos y obligaciones derivados de los actos o contratos que hayan dado lugar a la emisión o
trasmisión de títulos de crédito, o se hayan practicado con éstos, se rigen por las normas enumeradas
en el artículo 2o., cuando no se puedan ejercitar o cumplir separadamente del título, y por la ley que
corresponda a la naturaleza civil o mercantil de tales actos o contratos, en los demás casos”.
72 ARAYA, Títulos circulatorios, cit., p. 253 (§ 164). Con todo, como ya he dicho (vid. nota n. 57, en p.
24, supra), W INIZKY reconoce una autonomía más amplia al Derecho de los títulos valores, lo que en
buena cuenta implica asignarlos al Derecho Civil, en cuanto Derecho privado general. Probablemente
esta última conclusión se haya de imponer ahora, bajo el régimen unificado del CC&Com de 2014.
73 FERRI, Títulos..., cit., p. 15; ARAYA, Títulos circulatorios, cit., p. 250 (§ 164).
74 FERRI, Títulos..., cit., p. 16, citando a Ascarelli a favor de su postura, y a Asquini en contra.
75 RIPERT, Georges, y ROBLOT, René; Traité de Droit Commercial, 16ª ed., LGDJ, París, 1996, t. 1, pp.
Valores, 3ª ed. aumentada y actualizada, Gaceta Jurídica, Lima, 2005, p. 7 (“Introducción”, firmada por
FACULTAD DE DERECHO 17
Versión de julio de 2023
§ 13 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
el Prof. BEAUMONT): “en el Derecho Comercial, tradicionalmente, las dos leyes más importantes lo (sic)
fueron y estimamos que lo siguen siendo, (sic) la de Sociedades y la de Títulos Valores”. MONTOYA
ALBERTI, Hernando (Coord.) ET AL.; Tratado de Derecho Mercantil. Tomo II: Títulos Valores, Gaceta
Jurídica, Lima, 2004, p. 8 (de la “Presentación” del propio Coord.): “[l]a Junta Directiva del Instituto
[Peruano de Derecho Mercantil] (…) se ha trazado como objetivo cubrir todas las áreas del Derecho
Mercantil (…). Ahora (…) cumplimos con presentar el Tomo II titulado Títulos Valores”. ZEGARRA
GUZMÁN, Óscar (Comp.) ET AL.; La nueva Ley de Títulos Valores, Colegio de Abogados de Lima, Lima,
2000, p. 13 (del “Prólogo” del propio Comp.): “El tema sobre Títulos Valores (sic) ha resultado con el
transcurso del tiempo una disciplina dentro del derecho comercial de carácter amplio y técnico”.
TARAMONA HERNÁNDEZ, José Rubén; Comentarios a la Ley de Títulos Valores, Rodhas, Lima, 1996, p.
14 (de la “Introducción”): “Esta obra tiene (…) [como] destinatarios (…) a los estudiantes de derecho
para la mejor comprensión de su curso de derecho comercial”. BRAVO MELGAR, Sidney Alex; Títulos
valores. Derechos y obligaciones cartulares, Fecat, Lima, 1996, p. 21 (haciendo suya una cita de
Ascarelli): “la mayor contribución del Derecho Mercantil a la evolución de la economía moderna se
produce por los títulos valores”. SOLÍS ESPINOZA, Jorge Alfredo; Temas sobre derecho cartular: Títulos
valores, Idemsa, Lima – Arequipa, 1995, p. 7 (de la “Presentación”): “Es evidente que en nuestro medio
muy poco se ha escrito sobre el tema apasionante de los Títulos Valores no obstante su importancia
en las relaciones comerciales”. VIDAL RAMÍREZ, Fernando; La Bolsa de Valores: Un ensayo de Derecho
Bursátil, Cultural Cuzco, Lima, 1988, p. 147, para quien la emisión de títulos-valores, así como sus
sucesivas transferencias “cae dentro de la categoría de los actos de comercio, dentro de la noción
establecida por el art. 2 del Código de Comercio, pues la relación jurídica entablada es de naturaleza
mercantil”. FLORES POLO, Pedro; Estudio jurídico de la Ley de Títulos-Valores, 2ª ed., Justo Valenzuela,
Lima, 1986, p. 27: “En ningún momento el Código [Civil] se refiere (…) a las instituciones propias del
Derecho cambiario, esencialmente comerciales”. PINO CARPIO, Remigio; Ley de Títulos Valores, 2ª ed.,
Cultural Cuzco, 1984, p. 108 (a propósito del art. 50 LTV ant.): “(…) en el campo comercial se cae [en
mora], sin más que el vencimiento del término dentro del que debió cumplirse la obligación. Siendo ésta
la razón por la que los intereses legales de un título-valor se devengan desde su vencimiento, se haya
hecho o no el protesto”.
18
Notas de Títulos Valores § 14
FACULTAD DE DERECHO 19
Versión de julio de 2023
§ 15 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
20
Notas de Títulos Valores § 15
páginas (sin numeración visible en el propio documento) por el orden que tienen físicamente en él.
91 EM LTV, cit., pp. 3 y 4.
92 EM LTV, p. 10.
FACULTAD DE DERECHO 21
Versión de julio de 2023
§ 15 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
93 Vid. cuanto sobre este punto he dicho en mis Notas de contratos mercantiles, cit., pp. 17-20 (§ 8).
22
Notas de Títulos Valores § 16
calificación como tales títulos, la cual a su vez depende sólo de datos formales. Los
títulos valores representan así el único conjunto de actos en los que, en el caso
concreto, es realmente posible desvincular su carácter de “acto de comercio” tanto de
la condición de los sujetos que intervienen en él como de cualesquiera otros actos que
lo precedan o sigan, esto es, de su inserción o no en la sucesión de actos que
constituyen la actividad empresarial.
Todo lo expuesto en esta sección justifica sobradamente por qué opino que debe
seguir siendo así. Pero es que, además, si se atiende a la ratio normativa de esa
mercantilidad puramente formal, se advierte que más que de una excepción en en
toda regla al criterio general de mercantilidad se ha de hablar en mi opinión de una
extensión excepcional de su modo de aplicación. Me explico: el criterio de la inserción
en la actividad empresarial se entiende, en su aplicación regular a la generalidad de
los contratos y demás “actos y operaciones de comercio” como “inserción concreta de
cada acto en una actividad o conjunto de actos constitutiva de empresa aquí y ahora”.
Pues bien, en el caso de los títulos valores esa misma “inserción” se entiende en un
sentido funcional y abstracto94, que sólo cabe discernir en el caso concreto en función
de la “forma” que los hace reconocibles como “actos de comercio” aquí y ahora. Y
todo esto ocurre por motivos plausibles, pues como ha quedado de manifiesto en los
apartados precedentes, la aplicación regular del criterio de mercantilidad (inserción
estructural y concreta de un acto u operación en una empresa) comprometería o
podría comprometer en nuestro caso la seguridad jurídica y la mismísima
funcionalidad de la institución95.
Títulos valores y Derecho Mercantil de obligaciones.
Sobre la “inserción sistemática” del Derecho de los títulos valores en el conjunto del
Derecho privado96 queda por dilucidar si forma parte del Derecho (Mercantil) de
obligaciones o si hay motivos para pensar que conforma más bien —quizás junto con
otras instituciones mercantiles de trascendencia jurídico-real— un “Derecho de
cosas”, igualmente mercantil97. Y es que el contenido ideológico de los títulos valores,
en tanto que “documentos”, constituye precisa y exclusivamente una declaración o
una serie de declaraciones de voluntad jurídico-negociales98. Por eso, en los títulos
valores, concurren dos dimensiones:
1) su condición material —y también jurídica— de “cosas”; y
94 Que es lo que ponen de manifiesto los “argumentos” históricos, sociológicos y económicos a que me
he referido en el § 10, en pp. 13 y s., supra.
95 Cfr. en especial lo expuesto en el § 11, en pp. 14 y ss., supra.
97 Como puede fácilmente apreciarse, no considero que sea especialmente necesario o enriquecedor
dedicar espacio, tiempo y esfuerzo a rebatir la que podríamos denominar “teoría procesal” de los títulos
valores, que los contempla principalmente como un medio de prueba. Baste aquí reproducir las
palabras de FERRI, Títulos…, cit., p. 17 (en nota n. 6): “Indudablemente los títulos de crédito importan
la aplicación de particulares principios también en el campo de las relaciones procesales, pero sería un
error atribuir una posición preeminente a las derivaciones que se dan en el campo procesal. Éstas,
cuando no dependen de otros caracteres del documento, como por ejemplo de la naturaleza de título
ejecutivo, son solamente el reflejo de la peculiaridad del derecho sustancial”.
98 A partir de este punto, este apartado es básicamente un resumen de GARCÍA-PITA, Introducción..., cit,
t. I, pp. 15-20.
FACULTAD DE DERECHO 23
Versión de julio de 2023
§ 16 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
99 Por ejemplo, ENDEMANN, Wilhelm; Das deutsche Handelsrecht, Bangel & Schmitt, Heidelberg, 1865,
pp. 362-435 (especialmente las pp. 367-387), que añade también como “objetos del comercio” el dinero,
el crédito y el trabajo. POLLITZER, Franz; Das österreichische Handelsrecht, Manz, Viena, 1895, pp. 322-
376. También CANSTEIN, Raban FREIHERR VON; Lehrbuch des Oesterreichischen Handelsrechtes,
Heymann, Berlín, 1895-1896, t. 1, pp. 48-92 (donde en cierto sentido también incluye el segundo grupo
de instituciones), y t. 2, pp. 1-41.
100 GARRIGUES, Tratado…, cit., t. I, vol. 1, pp. 236-239 (n. 126); RIPERT/ ROBLOT, Traité…, cit., t. 1, pp.
24
Notas de Títulos Valores § 16
supone realizar un negocio jurídico que requiere reunir los requisitos del art. 140
CC. Dicho de otro modo: las cosas son objetos del mundo exterior y, salvo en
contadas ocasiones, no nacen de la voluntad negocial. En cambio, los títulos
valores siempre, sin excepción, surgen de actos o negocios jurídicos, y su
contenido es, sobre todo, obligacional.
3) Por otra parte, el Derecho Mercantil102 ha sido siempre un Derecho de
obligaciones y contratos, donde apenas hay presencia del Derecho de cosas. Los
conceptos centrales de la disciplina, la empresa y el empresario, se definen en
función de la producción y suministro de bienes y servicios para el mercado. Ello
comporta una referencia implícita a los mecanismos de relación del sujeto con
dicho mercado: básica, aunque no exclusivamente, obligaciones y negocios
jurídicos, en la medida en que éstos últimos califiquen como actos de comercio.
4) Por el contrario, no existe una teoría genuinamente mercantil del objeto de
derechos patrimoniales: las cosas o bienes, en sí mismos, no son civiles ni
mercantiles103; en consecuencia, los derechos reales tampoco podrán ser
específicamente mercantiles. Dos fenómenos de distinto signo contribuyen a
explicar este hecho, al concurrir en el mismo punto:
a) por una parte, la estructura de atribución propia del derecho real,
caracterizado por la nota de inmediatividad (mientras que el derecho
“personal” se atribuye en un contexto de alteridad perfecta); y
b) por otra parte, la eficacia general, erga omnes, del derecho real, en el sentido
de que el lado “pasivo” de la relación jurídica ni puede obligar exclusivamente
a los empresarios, ni puede carecer de eficacia frente a los que no lo son.
Por las mismas razones, el derecho real tampoco puede poseer un contenido
diferente, según vengan a ser objeto de tráfico específicamente empresarial o no.
Así pues, los derechos reales, serán siempre en principio materia de Derecho
común, porque esa misma generalidad y homogeneidad de efectos jurídicos
excluye la especialidad subjetiva y funcional, típica de las relaciones jurídico-
mercantiles. Sólo por excepción, puede decirse que ciertas cosas sean
“mercantiles”; es el caso, precisamente, de los títulos valores, en la medida en que
en nuestro ordenamiento no existen títulos valores “civiles”. Pero lo que ocurre es
que, como queda dicho, su “mercantilidad” deriva fundamentalmente de que
sirven a la actividad empresarial, o son objeto o consecuencia de élla.
De hecho, del tenor de los más importantes preceptos del CdC originalmente
referidos a las “mercancías” y demás “cosas mercantiles” (ant. arts. 297 inc. 2,
305 inc. 2, 320 y 344 inc. 1 CdC, entre otros), no parece que tales cosas posean
ninguna característica jurídica propia, intrínseca, endógena o esencial que las
haga “mercantiles”. Su relevancia para el Derecho Mercantil les sobreviene por la
circunstancia exógena y contingente de que, en un momento dado, llegan a ser
objeto de comercio. Por lo tanto, ni siquiera el dinero o las mercancías son cosas
102 Al menos el que GARCÍA-PITA, Introducción..., cit, t. I, p. 17 y nota n. 10, llama su aspecto “funcional”,
entendiendo esta noción como diferente y contrapuesta de la de “estructural”: ésta última haría
referencia a la parte del Derecho Mercantil relativa a la organización misma del empresario, mientras
que primera designaría la relativa a la actividad empresarial misma.
103 VICENTE Y GELLA, Curso de Derecho mercantil comparado, Zaragoza, 1948, t. I, p. 334.
FACULTAD DE DERECHO 25
Versión de julio de 2023
§ 17 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
104 LEHMANN, cit., p. 534. DE SEMO, Diritto cambiario, Giuffrè, Milán, 1953, pp. 23 y s., para quien
constituye un error sobrevalorar el “elemento material” de los títulos-valores, minusvalorando su
“elemento obligacional”, pues —y aunque por su propia consistencia física, los títulos sean “cosas
materiales”— su valor económico como tales cosas es insignificante; su verdadero valor se halla en el
derecho de crédito de su tenedor legítimo, que se contrapone a la obligación de quien los emite.
105 Vid. el § 1, supra.
26
Notas de Títulos Valores § 17
106 Reguladas todavía principalmente por la LGS (arts. 82 a 110), además de la LMV (arts. 83 a 85) y
la LTV (art. 257).
107 Estos arts. no han sido nunca formalmente derogados, aunque fueron regulados después con más
detalle, como “certificados de depósito”, junto con el warrant, en la LAGD ant. (actualmente derogada),
y ahora en los arts. 224 a 239 LTV. Debe entenderse que siguen vigentes en lo que no sea incompatible
con ninguna de dichas normas posteriores (incluso las derogadas).
108 Actualmente regulada en los arts. 251 a 254 LTV.
109 Regulada después en los arts. 61 a 128 LTV ant., y ahora en los arts. 119 a 157 LTV.
110 Derogada sin sustitución por la LTV ant. y en cierto modo reintroducida (con importantes
FACULTAD DE DERECHO 27
Versión de julio de 2023
§ 18 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
114 Se exceptuó de la aplicación restringida de la LTV ant. prevista por su art. 208 la Sección Segunda
(referida a la letra de cambio), que sería aplicable a otros títulos valores regulados en leyes especiales
en cuanto no se opusieran a su naturaleza o a las disposiciones que las regulasen. Era absurdo, porque
la letra de cambio es un instrumento de crédito que no puede asimilarse a otros títulos valores con
características diferentes (a las acciones, por ejemplo). Lo que ocurre es que en el Proyecto de la
Comisión Reformadora, antes de la Revisión, la Sección Segunda era la referida al deterioro, pérdida
y sustracción de los títulos valores, que la Revisora pasó a Sección Quinta. Este defecto se corrigió en
el art. 9 de la L. de Bolsa de Valores ant. (D.L. 18353).
28
Notas de Títulos Valores § 19
115 BEAUMONT CALLIRGOS, Ricardo Arturo; Regulación de la letra de cambio en la nueva Ley de Títulos
Valores: innovaciones destacables, tesis de maestría, UNMSM, 2003, p. s/n (es la p. 20 del Cap. 1).
116 Con la diferencia de que la antigua “orden para la entrega de frutos” tenía una estructura en principio
“triangular” de “orden de pago”, asimilable más de cerca a la letra de cambio, mientras que el nuevo
FACULTAD DE DERECHO 29
Versión de julio de 2023
§ 20 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
“valor de producto agropecuario” es más bien una suerte de “pagaré en especie”, con estructura bipolar
de “promesa de pago”.
30
Notas de Títulos Valores § 21
117 Vid. al respecto las referencias a la situación anterior a la vigencia de la LTV actual en la discusión
sobre la tipicidad o atipicidad de los títulos valores, en los §§ 48 y ss., en pp. 54 y ss., infra.
118 MONTOYA ALBERTI, Hernando; “Ámbito de aplicación y temporalidad de la Ley de Títulos Valores”, en
MONTOYA, Tratado de (…) Títulos Valores, cit., pp. 27-48 (p. 28).
FACULTAD DE DERECHO 31
Versión de julio de 2023
§ 21 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
119 MONTOYA, “Ámbito de aplicación…”, cit., pp. 13-14; BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 277 LTV,
cit., p. 876 (n. 1).
32
Notas de Títulos Valores § 22
124 La LTV ant. hacía la misma exclusión y por este mismo motivo para los títulos de la deuda pública,
pero el art. 275 LTV ha variado también dicho criterio, y aunque los somete en primer lugar, como es
lógico que ocurra, a sus propias normas de Derecho público, también extiende a ellos, aunque sólo
supletoriamente, su campo de aplicación. Por eso mismo, se ve que la sujeción de un título al Derecho
público ya no se considera suficiente por sí solo para excluir la aplicación de la LTV.
125 Vid. § 46, en pp. 68 y ss., infra.
FACULTAD DE DERECHO 33
Versión de julio de 2023
§ 23 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
A lo anterior puede añadirse que si bien es cierto el título valor debe ser (más o menos)
“autoexplicativo”126, nunca es “autorreferencial”: como documento que es, habla
siempre de “algo” (el derecho patrimonial incorporado: una cantidad de dinero, unas
mercancías, un derecho a participar en una sociedad anónima…) que no se agota en
el documento mismo.
Todo esto es precisamente lo que no ocurre con el dinero: en éste, el derecho es la
cosa misma; y destruida la cosa o documento, nada ni nadie puede recuperar el
derecho perdido. El dinero, al menos el dinero fiduciario que utilizamos en la
actualidad, sí que es “autorreferencial”: no da derecho a ninguna prestación concreta,
distinta de sí mismo, sino en todo caso a aquélla de la que constituye el precio, según
el contrato pactado.
En la moneda no hay, pues, incorporación del derecho al documento; y tanto da que
no la haya por un defecto o insuficiencia del vínculo, como que no la haya por un
exceso, como en la moneda, donde el vínculo entre derecho y documento es tan
estrecho que llega a ser propiamente una identificación127. En uno y otro caso, no hay
título valor.
La circulatoriedad de los títulos valores, por su parte, constituye una característica
abstracta de todo título valor, que es independiente de que el título circule o no de
hecho (art. 1.1 LTV, in fine). Ni siquiera las “cláusulas que restrinjan o limiten su
circulación” afectan su condición de título valor, si conserva alguna aptitud circulatoria.
Nótese que por eso no se habla de cláusulas que excluyan la circulación, pues, si por
algún motivo consiguiesen ser eficaces, al contradecir directamente el carácter
circulatorio, sin duda excluirían la condición de título valor del documento en que
apareciesen. Es más, el art. 277.4 LTV expresamente excluye de la LTV los boletos,
contraseñas, fichas u otros documentos análogos, como decía el art. 209 LTV ant.,
“no destinados a la circulación mercantil”:
“Los boletos, contraseñas, fichas, tarjetas de crédito o débito u otros
documentos análogos que carezcan de aptitud o destino circulatorio y que
sirvan exclusivamente para identificar a quien tiene el derecho de exigir la
prestación respectiva, no están comprendidos dentro del ámbito de aplicación
de la presente Ley”.
La exclusión es tan clara, que no resultaba necesario hacerla expresamente, pues a
la luz del art. 1.1 LTV tales documentos sencillamente no son títulos valores128.
Vigencia temporal.
En primer lugar, el art. 278 LTV dispuso que la vigencia temporal de la Ley comenzaría
a los 120 días desde su publicación. La LTV fue publicada en el Diario Oficial El
34
Notas de Títulos Valores § 23
Peruano el 19 de junio de 2000. Teniendo en cuenta que tanto julio como agosto son
meses de 31 días, los 120 días se cumplieron el 17 de octubre del año 2000, fecha en
la cual la LTV comenzó a desplegar todos sus efectos.
Ahora bien, en cuanto a la forma precisa de entender ese inicio de su aplicación
temporal, la DT 2ª LTV parece acogerse, como ya ocurría con el párr. 2° del art. 211
LTV ant., a la doctrina de los derechos adquiridos, al disponer que se apliquen
ultraactivamente en masse, a todos los títulos creados, emitidos o girados antes de su
propia vigencia, la LTV ant. y demás normas que la nueva deroga129:
“Los títulos valores creados, emitidos o girados antes de la vigencia de la
presente Ley, aun aquéllos incompletos al momento de emitirse, que se
encuentren en circulación, pendientes de vencimiento o de pago, se seguirán
rigiendo por las disposiciones legales vigentes en la fecha de su creación,
emisión o giro; salvo lo dispuesto en la tercera y novena disposición transitoria”.
Las DDTT 1ª y 6ª LTV no son sino aplicación concreta de esos mismos principios a:
1) los Vales a la Orden y valores negociables a corto plazo emitidos, por autorización
de la LMV, bajo la forma de Letras de Cambio y Pagarés, en el primer caso; y
2) las Letras Hipotecarias a la orden autorizadas por la SBS sobre la base del art.
236 LBS, en el segundo.
En cambio, parecen constituir una excepción en toda regla a esa aplicación ultraactiva
de las normas anteriores la dispuesta en la DT 9ª LTV:
“Las disposiciones que contienen los Artículos 85 y la Sección Novena del Libro
Primero serán de aplicación desde la vigencia de la presente Ley, inclusive para
los títulos valores emitidos o girados en fecha anterior”.
Analizado el contenido de tales disposiciones, sin embargo, se advierte que su
carácter preferentemente procedimental tiende a englobarlas más bien en la regla
complementaria que para este tipo de asuntos contiene la DT 3ª LTV:
“Las disposiciones y referencias procesales que la presente Ley contiene serán
de aplicación a todas las pretensiones que se promuevan a partir de su
vigencia, inclusive a los títulos valores creados o emitidos antes de su vigencia.
Los procesos judiciales o arbitrales ya iniciados, continuarán su trámite
conforme a la legislación anterior”.
Así pues, tenemos una regla, la de la DT 2ª LTV, aplicable a todos los asuntos
materiales o sustantivos en materia de títulos valores; y otra, la de la DT 3ª LTV,
aplicable a todos los asuntos procesales y procedimentales suscitados con ocasión
de los mismos. En ambos casos se aplica, sin embargo, la misma doctrina de
derechos adquiridos130.
FACULTAD DE DERECHO 35
Versión de julio de 2023
§ 24 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
131 MONTOYA, “Ámbito de aplicación…”, cit., p. 34, citando a José León Barandiarán.
132 Cfr. CALVO CARAVACA, Alfonso-Luis, y CARRASCOSA GONZÁLEZ, Javier; Derecho internacional privado,
4ª ed., Comares, Granada, 2003, vol. I, p. 12, hablando en general de las “situaciones internacionales”.
133 GARCÍA CALDERÓN MOREYRA, Gonzalo; “De las normas de derecho internacional privado aplicables
a los títulos valores”, en MONTOYA, Tratado de (…) Títulos Valores, cit., pp. 355-366 (p. 357). MONTOYA
URBINA, Claudia; “Derecho internacional privado y la Ley de Títulos Valores”, en MONTOYA, Tratado de
(…) Títulos Valores, cit., pp. 367-392 (p. 381).
134 Lo cual, dicho sea de paso, no deja de ser un argumento más a favor de la postura que he adoptado
36
Notas de Títulos Valores § 24
135En contra, BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 116 LTV, cit., pp. 520-521, donde afirma que dichos
extremos se pueden deducir de lo que dispone el art. 116 LTV (aunque no explican cómo). Como quiera
que se lea el texto de dicho artículo, sin embargo, me parece evidente que al remitir como ley aplicable
a los plazos para ejercer las acciones cartulares a “la ley del lugar donde estas acciones se ejerciten o
deban ejercitarse” (énfasis añadido) simplemente deja sin respuesta la cuestión de cuál es,
exactamente, ese lugar, respuesta que debe buscarse en otras normas y, concretamente, en mi
opinión, en las que señalo en el texto.
FACULTAD DE DERECHO 37
Versión de julio de 2023
§ 24 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
136
Podrían entenderse como contrarias a esta conclusión algunas expresiones usadas por BEAUMONT/
CASTELLARES, Com. al art. 115 LTV, cit., p. 519 (n. I), pero me parece que lo que más bien ocurre es
que no se plantean el problema.
38
UNIVERSIDAD DE PIURA
Facultad de Derecho
I. Parte
Teoría general de los títulos valores
CAPÍTULO 1
IDEA DE TÍTULO VALOR Y SUS CLASES
SUMARIO: I. PLANTEAMIENTO.— 25. Las nociones de título valor en competencia.
26. Los llamados principios o caracteres de los títulos valores. 27. Alcance variable
de tales caracteres. II. NOCIÓN AMPLIA (ALEMANA) Y RESTRICTIVA (ITALIANA) DE TÍTULO
VALOR.— 28. La definición original de BRUNNER y sus problemas. 29. El intento de
ULMER de restringir la noción amplia. 30. Problemas de la teoría de ULMER y
situación alemana actual. 31. La noción de título valor de VIVANTE.
32. Replanteamiento de la noción restrictiva y la “teoría unitaria”. 33. Problemas que
plantea la “teoría unitaria” italiana. III. LA NOCIÓN LEGAL Y DOGMÁTICA DE TÍTULO
VALOR ADOPTADA.— 34. La noción legal de título valor. 35. Los elementos de la
noción legal en la jurisprudencia. 36. Distintas funciones de los caracteres y
principios. 37. El “qué” y el “porqué” de la “incorporación” en los títulos valores.
38. La “circulatoriedad” como función de la “incorporación”. 39. Propuesta de una
noción definitiva de título valor. IV. LOS PRINCIPIOS ESENCIALES O DELIMITADORES EN
PARTICULAR.— 40. La documentalidad del título valor en general. 41. Materialidad:
la documentalidad en los valores materializados. 42. La documentalidad y los
“valores desmaterializados” (remisión). 43. La patrimonialidad. 44. El destino
circulatorio o circulatoriedad. 45. ¿Es el cheque intransferible un verdadero título
valor? 46. La incorporación de los títulos valores. 47. Lo que implica y lo que no
implica el principio de incorporación. V. TIPICIDAD Y ATIPICIDAD DE LOS TÍTULOS
VALORES.— 48. Planteamiento. 49. La cuestión bajo la LTV ant. 50. La reserva legal
de tipificación en la LTV vigente. 51. Crítica de la prohibición de títulos valores
atípicos. VI. CLASIFICACIÓN DE LOS TÍTULOS VALORES.— 52. Sentido de las
clasificaciones. 53. Por la función económica. 54. Según el tipo de derecho
incorporado. 55. Según la forma de emitirse. 56. Por la forma de legitimar a su
detentador. 57. Por el alcance de su literalidad. 58. Según las relaciones entre el
título y el vínculo causal.
I. PLANTEAMIENTO
Las nociones de título valor en competencia.
Como queda dicho, es evidente que, sea lo que fuere lo que deba entenderse por
“títulos valores”1, constituyen el objeto peculiar de un área del Derecho Mercantil2, con
sus propios principios e instituciones, y con un régimen general propio, codificado en
nuestro país en la LTV. Por eso, y para entendernos suficientemente, desde un inicio3
propuse con carácter provisional la siguiente noción operativa de “título valor”:
“El documento que incorpora uno o más derechos privados de carácter
patrimonial, de tal forma que, en virtud de su destino circulatorio, para el
ejercicio del derecho es necesario el control exclusivo del documento”.
Como voy a explicar en seguida, ahora que toca justificarla, la definición que precede
no es del todo original, sino que prolonga las principales propuestas de la mejor
1 En las tres primeras secciones de este Capítulo se recoge el núcleo fundamental de mi estudio “La
noción de título valor”, en 22 REDUP (2021), pp. 83-127.
2 Vid. §§ 9 y ss., en pp. 12 y ss., supra.
— 41 —
§ 26 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
doctrina comparada del siglo y medio pasado. Además, como también mostraré en
este mismo capítulo, guarda una profunda coherencia con la que se deduce de nuestro
propio ordenamiento positivo.
También al inicio, y nada más plantear la noción provisional a que me acabo de referir,
fui desgranando las múltiples maneras de designarlos, al hilo de las preferencias
doctrinales y lingüísticas de cada país4. Mas ahora toca advertir que, detrás de esa
aparentemente inocua divergencia de nombres se esconden, a veces, diferencias de
fondo sobre la amplitud y alcance de la noción misma. En concreto, hay cierta tensión5
entre:
1) una idea de título valor amplia, de origen y desarrollo particularmente vinculado a
la doctrina alemana, y
2) otra noción más bien restrictiva, defendida y divulgada especialmente bajo el
impulso de la doctrina italiana.
En las secciones siguientes examinaré ambas con cierto detenimiento, así como la
noción legal que se desprende de nuestra LTV y de su aplicación jurisprudencial, con
la esperanza de terminar justificando suficientemente por qué considero que la
definición más adecuada de título valor es precisamente la que he propuesto y no otra
cualquiera de las muchas que podrán espigarse en la casi inabarcable literatura sobre
este tema. Pero antes, conviene aludir, al menos, a los llamados principios o
caracteres de los títulos valores, a fin de determinar cómo se relacionan con la noción
o concepto básico de la institución.
Los llamados principios o caracteres de los títulos valores.
Es pacífica y casi unánimemente admitido que los títulos valores, como categoría,
comparten, en mayor o menor medida, una serie de rasgos o características comunes,
que suelen también denominarse sus principios. En general puede decirse que
tienden a facilitar la circulación fácil y segura de los derechos documentados6. A mi
modo de ver, tales caracteres de los títulos valores se pueden resumir en diez7, a
saber:
1) Documentalidad
2) Patrimonialidad
3) Circulatoriedad
4) Incorporación
5) Literalidad
6) Formalidad
4 Ibid.
5 GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, p. 20. También EIZAGUIRRE, “Los valores...”, cit., p. 1011; y PÉREZ
FONTANA, Sagunto; Títulos-Valores. Obligaciones Cartulares, Parte Dogmática, Cultural Cuzco, Lima,
1990, pp. 22 y ss., si bien este último autor centra especialmente su atención en la variable amplitud
de las distintas concepciones del titolo di credito aparecidas en la doctrina italiana. En contra (no
advierte la mencionada tensión), MONTOYA, Com. al art. 1 LTV ant., cit., n. 1 (p. 5).
6 GARCÍA-PITA, Introducción…, cit., t. I, p. 82.
42
Notas de Títulos Valores § 26
7) Completividad
8) Abstracción
9) Autonomía
10) Legitimación
Acerca de estos caracteres puede decirse que hay, en general, un consenso bastante
amplio, con las lógicas diferencias en su formulación y enumeración precisa.
Por ejemplo, el Prof. José Luis GARCÍA-PITA8 pareciera omitir del todo la
documentalidad y la patrimonialidad, cuando lo cierto es que más bien las da por
supuestas9; no distingue la completividad de la formalidad o formalismo, pero debido
a que están tan relacionadas entre sí, que no cabe más remedio que tratarlas juntas;
y aborda conjuntamente, aun distinguiéndolas, la abstracción y la autonomía.
Por su parte, uno de los mercantilistas peruanos actuales más conocidos pareciera
limitar su enumeración sólo a cinco de ellos: incorporación, literalidad, legitimación y
autonomía, además del principio de buena fe10; pero aparte de que no parece lógico
admitir en esta enumeración (específicamente referida a los títulos valores) el principio
de buena fe, como principio generalísimo que es, informador de absolutamente todas
y cada una de las áreas del Derecho, resulta que él mismo a la hora de desarrollar el
tema no tiene más remedio que mencionar explícitamente y hacer un cierto desarrollo
(a veces nada breve) de los rasgos de documentalidad11, patrimonialidad12,
circulatoriedad, formalidad (incluyendo en éste las cuestiones relativas a la
completividad) y abstracción13.
Nuestra jurisprudencia, como no podía ser de otra manera, también ha hecho suya
esta doctrina en su núcleo esencial, aunque, al no ser ese su papel, no cabía esperar
que hiciera una exposición completa y coherente de ella. Donde, que a mí me conste,
se ha aproximado más a ello, ha sido en los FFJJ 5° al 8° de la Ejecutoria Suprema
del 30 de marzo de 2015, recaída en el caso Inter Floor SAC c Ana Vivian Tintorer
Rublí14. Allí solo enumera explícitamente los que llama principios de incorporación,
literalidad, autonomía y legitimación (FJ 6°), pero tanto al hilo de esa explicación como
antes —en la “definición” que hace del título valor (FJ 5°)— y después —al enunciar
concretamente la ratio decidendi de su resolución (FJ 8°)— hace clara mención de los
rasgos de documentalidad, circulatoriedad, formalidad y abstracción. Omite, pues, la
completividad (que bien podría deberse a que se considera un desarrollo específico
de la incorporación, op. cit., p. 83. En BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 1 LTV, cit., p. 50 (n. III), el
mismo autor lo enumera explícitamente e incluso le da un lugar destacado.
12 De pasada, como no queda más remedio, en BEAUMONT, “Los principios…”, cit., pp. 76-77.
13 A la que, aunque solo la menciona incidentalmente, califica expresamente de principio en op. cit., p.
82.
14 (2014) Cas 797.
FACULTAD DE DERECHO 43
Versión de julio de 2023
§ 27 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
17 Cfr. el FJ 2° de la SCS de Lima del 1 de julio de 2005, recaída en el caso INTCOMEX Perú SAC c
Latin America Multiservicios SAC, (2005) Com Lima 266. Con ese razonamiento, no es raro que la
decisión haya terminado corrigiendo (como explícitamente admite la sentencia; cfr. su FJ 14°), y por lo
tanto desestimando, la consideración como esencial de un requisito formal del cheque (la mención del
domicilio del banco girado: inc. e del art. 174 LTV) que debe tenerse racionalmente hoy en día como
del todo irrelevante. Se trata de una corrección jurisprudencial en toda regla de, incluso, la propia letra
de la Ley con la que, por una vez, me declaro completamente de acuerdo. Más acordes con los cánones
habituales de la interpretación armonizadora de distintos preceptos legales, más que correctiva, se
presentan las EESS del 21 de marzo de 2007, recaída en el caso Hilario Silva Guzmán c Hugo Soncco
Quispe & Al, (2006) Cas 2358, donde la falta de la indicación expresa del nombre y DNI del girador
debajo de su firma se suplían por su presencia inequívoca en otras partes de la letra girada a su propio
favor, y del 22 de setiembre de 2015, recaída en el caso COFIDE c Eusebio Ramírez Ancajima, (2015)
Cas 397, en donde la aparente contradicción entre las exigencias formales específicas del pagaré (art.
158 LTV) y la genérica para todos los títulos valores del art. 6.4 LTV se resolvió a favor de la norma
especial, obviando la necesidad de que el representante legal que firma por una persona jurídica se
identifique como persona natural en ese título valor concreto.
18 GARCÍA-PITA, Introducción…, cit., t. I, p. 82.
44
Notas de Títulos Valores § 28
3) la incorporación (pues “incorpora uno o más derechos de tal forma que, para el
ejercicio del derecho, es necesario el control exclusivo del documento”); y
4) la circulatoriedad (pues dicha incorporación se hace específicamente “en virtud de
su destino circulatorio”).
El objetivo de las siguientes dos secciones de este capítulo es precisamente examinar
a fondo la conexión concreta de los distintos caracteres aludidos en la noción de título
valor a fin de justificar por qué unos (y cuáles) y no otros deben aparecer en su
definición.
19 BRUNNER, Heinrich; “Die Werthpapiere”, en ENDEMANN, Wilhelm (Ed.) ET AL.; Handbuch des
deutschen Handels-, See- und Wechselrechts, Fues’s Verlag, Leipzig, Vol. 2°, 1882, pp. 140-235 (p.
147; § 191-II in fine): “Werthpapier ist eine Urkunde über ein Privatrecht, dessen Verwerthung durch die
Innehabung der Urkunde privatrechtlich bedingt ist”.
20 A decir verdad, la noción propuesta se basa más en las referencias actuales a esta noción de
BRUNNER, que tienden a reproducir la idea con una paráfrasis del siguiente estilo: “un documento que
incorpora un derecho de carácter privado de tal forma que para el ejercicio del derecho es necesaria la
posesión del documento” ; cfr. HUECK/ CANARIS, Derecho…, cit., p. 1 (§ 1). SCHMIDT, Karsten; Derecho
Comercial, Astrea, Buenos Aires, 1997 (trad. de Federico Werner), § 23, p. 714. GARCÍA-PITA,
Introducción..., cit., t. I, p. 21. Parecida paráfrasis le hace, al traducirla al italiano, VIVANTE, Cesare;
Trattato di Diritto Commerciale, 2ª ed., Bocca, Milán – Roma – Florencia, 1904, n. 945, vol. III, p. 129
(en nota 2): “documento di un diritto privato che non si può esercitare se non si ha il titolo a propria
disposizione”. Hay traducción española de una edición posterior de esta obra por Miguel Cabeza
(Tratado de Derecho Mercantil, Reus, Madrid, 1936), donde este pasaje se encuentra en el n. 953, p.
137 del vol. III.
21 Introducción..., cit., t. I, p. 21.
FACULTAD DE DERECHO 45
Versión de julio de 2023
§ 28 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
22“Die Werthpapiere”, cit., p. 148: “Das Wesen des Werthpapiers liegt nicht in dem Verkehrszweck des
Papiers. Nicht bloss jene Papiere, welche ihrem Wortlaute nach übertragbar sind oder rechtlich so
behandelt werden als ob sie diesen Wortlaut hätten, nicht bloss die Order- und indossablen Papiere und
die Inhaberpapiere erscheinen als Werthpapiere. Die Uebertragung des Rechtes ist nicht die
ausschliessliche Art seiner Verwerthung. Sie mag sich thatsächlich in vielen Fällen als der einzige Weg
sofortiger Verwerthung darstellen. Allein grundsätzlich ist die Ausübung des Rechtes die prinzipale
Verwerthungsart. Es werden daher auch Papiere welchen das Moment des Verkehrszweckes, der
erleichterten Cirkulationsfähigkeit fehlt, von dem Rahmen des Werthpapiers umschlossen. Auch die
sog. Rektapapiere sind Werthpapiere”.
23 Vid. § 37, en pp. 61 y ss., infra. Más detalles en §§ 46 y 47, en pp. 75 y ss., infra.
24 Vid. § 38, en pp. 63 y s., infra. Más detalles también en § 44, en pp. 71 y ss., infra.
46
Notas de Títulos Valores § 29
25 Así, HUECK/ CANARIS, Derecho..., cit., pp. 304 y 309 (§ 27), y 310-312 (§ 28); SCHMIDT, Derecho
comercial, cit., § 23, p. 716.
26 EIZAGUIRRE, “Los valores...”, cit., p. 1012.
27 "Ein einheitlicher Wertpapierbegriff erscheint für die Rechtswissenschaft als der notwendige
Ausgangspunkt bei der Herausarbeitung der Grundgedanken des Wertpapierrechts. Eine sinnvolle
Entwicklung dieser Grundgedanken hat aber zur Voraussetzung, daß nicht nur die Art der Verknüpfung
von Recht und Papier, sondern auch der Grund für die Verknüpfung klargestellt wird. Als beherrschend
erweist sich dabei der Gedanke der Umlaufförderung. Das verbriefte Recht soll mit dem Papier von
Hand zu Hand wandern können". Cita literal de ULMER, Eugen; Das Recht del Wertpapiere, 1938, p. 20,
reproducida por MICHELER, Eva; Wertpapierrecht zwischen Schuld- und Sachenrecht. Zu einer
kapitalmarktrechtlichen Theorie des Wertpapierrechts Effekten im österreichischen, deutschen,
englischen und russischen Recht, Tesis de habilitación, Wirtschaftsuniversität Wien, Viena, 2002, p.
176. Dado que lamentablemente no he podido acceder directamente a esta obra, procuraré reconstruir
la doctrina de ULMER con otras obras del autor, o con citas lo más literales que pueda conseguir de
otros autores. Me ha sido de gran utilidad en esta tarea dos recensiones: la de SCHUMANN, Hans;
“Ulmer, Eugen. Das Recht der Wertpapiere. Stuttgart-Berlin, W. Kohlhammer Verlag. 1938. 360 S.”, en
FACULTAD DE DERECHO 47
Versión de julio de 2023
§ 29 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
Ahora bien, para ello ULMER se apoya en una distinción, clásica en Alemania, entre
dos órdenes de atribución de derechos documentados en títulos
1) el Recht aus dem Papier (derecho que surge del documento o ius e titulo); y
2) el Recht am Papier (derecho sobre el documento, ius in titulum).
Para conseguir que ambos, derecho y documento, tengan el mismo titular, como es
lógico, pueden seguirse a su vez dos reglas:
1) o bien el ius e titulo sigue al ius in titulum (quien obtiene el documento adquiere el
derecho documentado);
2) o bien es al revés (quien adquiere el derecho documentado tiene derecho a que
se le entregue el documento)28.
ULMER se cuenta entre los autores de quienes se ha afirmado:
“En la doctrina anterior se defendía en parte que, para los títulos valores en
general, el derecho derivado del título sigue al derecho sobre el título y, por eso,
el derecho se adquiere también por ocupación, especificación, apropiación o
hallazgo del documento de papel”29.
Es decir:
“Bajo una apreciación enfática de los fines económicos a que el título valor debe
servir, cree ULMER haber hallado, en la idea de promover la circulación por la
documentación, el criterio decisivo del concepto de título valor o, dicho de otro
modo, el rasgo fundante de la unidad de la materia. Esta concepción lleva a
una delimitación muy estricta. Según ella, solo los títulos al portador y a la orden
cuentan como títulos valores; y es que solo a ellos les es propia esta tendencia
a la movilización. El grupo seguramente no del todo homogéneo de los
llamados títulos directos queda así fuera. Mas como no por eso renuncia ULMER
a considerarlos, hallan su lugar entre los documentos «semejantes a los títulos
valores»”30.
30-66 Kritische Vierteljahresschrift für Gesetzgebung und Rechtswissenschaft (1939), pp. 403-414; y la
de REINHARDT, Rudolf; “Eugen Ulmer, Das Recht der Wertpapiere. W. Kohlhammer, Stuttgart-Berlin
1938”, en 147 AcP (1941), pp. 63-69.
28 Cfr. SCHUMANN, "Ulmer…", cit., p. 405.
29 MICHELER, Wertpapierrecht…, cit., pp. 102-103: “In der älteren Lehre wurde zwar zum Teil vertreten,
dass bei Wertpapieren allgemein das Recht am Papier dem Recht aus dem Papier folgt (sic) und daher
das Recht auch durch Ersitzung, Verarbeitung, Aneignung oder Fund des Papierdokuments erworben
wird“, citando junto a ULMER a Jacobi, Gierke, Locher y Lehmann. En realidad, la autora parece decir lo
contrario (“el derecho sobre el título sigue al derecho que deriva del título”) de lo que he traducido, si
no se repara en el lapsus en que obviamente incurre, teniendo en cuenta la incongruencia de las
consecuencias que menciona, y otros pasajes de la obra (notablemente, en pp. 94-95, donde también
cita a ULMER junto con Jacobi y Lehmann).
30 REINHARDT, "Eugen Ulmer…", cit., pp. 64-65: “Unter betonter Würdigung der wirtschaftlichen Zwecke,
denen das Wertpapier dienen soll, glaubt Ulmer in dem Gedanken der Umlaufsförderung durch die
Verbriefung das entscheidende Kriterium des Wertpapierbegriffs oder anders ausgedrückt das die
Einheit der Materie begründende Merkmal gefunden zu haben. Diese Auffassung führt zu einer sehr
engen Begrenzung. Nur die Inhaber-und Orderpapiere zählen danach zu den Wertpapieren; denn nur
ihnen ist diese Mobilisierungstendenz eigen. Die sicherlich nicht ganz homogene Gruppe der
sogenannten Rektapapiere scheidet danach aus. Allerdings verzichtet Ulmer damit nicht auf ihre
48
Notas de Títulos Valores § 30
Dado que ULMER ve como determinante el significado que tenga el documento para la
disposición sobre el derecho que procede del título, concluye que solo son títulos
valores los documentos sobre derechos patrimoniales (y no meramente sobre
cualquier “derecho privado”, como literalmente dice BRUNNER)
“en los que la disposición sobre el derecho documentado se obtiene mediante
la disposición sobre el título”31.
De todo ello deduce ULMER, y otros que piensan como él, que los títulos valores se
emiten para someter un derecho inmaterial al régimen de los derechos reales sobre
bienes materiales32. Como eso sólo ocurre33 en los títulos al portador y a la orden,
quedan excluidos muchos títulos negociables que generalmente son admitidos como
verdaderos títulos valores; por ejemplo, las acciones y otros títulos nominativos
(llamados “Rektapapiere” por ULMER y el resto de la doctrina alemana, es decir, “títulos
directos”).
Problemas de la teoría de ULMER y situación alemana actual.
Como es fácil de advertir en lo anterior, ULMER incurre en la misma confusión de
BRUNNER entre la “aptitud circulatoria” o “circulatoriedad” y la “circulabilidad
especialmente aligerada” del título, que más arriba34 he criticado. La diferencia está
en que la resuelve en sentido contrario: mientras BRUNNER rechaza, por eso, la
relevancia de la función circulatoria en la noción de título valor, y la abre a demasiados
documentos, ULMER la afirma, y excluye de la noción de título valor determinados
documentos que carecen de esa “circulabilidad potenciada” (aunque no
necesariamente carezcan de “función circulatoria” o circulatoriedad).
Más allá de eso, sin embargo, la teoría de ULMER, como todas las que como él limitan
la “verdadera” noción de título valor a los endosables y al portador, tiene el
inconveniente, bastante notable, de hacer variar de naturaleza títulos, regulados en la
Ley como unidades homogéneas, según se giren a la orden o no. Así, la letra de
cambio sería normalmente un verdadero título valor, pero dejaría de serlo si contiene
la cláusula “no a la orden”.
Además, aunque se admitiese que los documentos así excluidos no fueran verdaderos
títulos valores, tampoco se los puede reducir a meros comprobantes de deuda. En
efecto, contra lo que ocurre en éstos, la posesión de los títulos discutidos es necesaria
para exigir regularmente el derecho documentado. Ello haría necesario distinguir una
Berücksichtigung, sie finden unter den „wertpapierähnlichen" Urkunden doch noch ihren Platz” (con
énfasis inversos en el original).
31 SCHUMANN, "Ulmer…", cit., p. 405: “nur die Urkunden über Vermögensrechte [zählt Ulmer] als
Wertpapiere, „bei denen die Verfügung über das verbriefte Recht durch die Verfügung über das Papier
erfolgt“”. La cita literal, que es lo único que traduzco en el texto, está tomada de la p. 21 del libro de
ULMER.
32 HUECK/ CANARIS, Derecho..., cit., pp. 3-5 (§ 1). En el mismo sentido SCHUMANN, "Ulmer…", cit., p.
FACULTAD DE DERECHO 49
Versión de julio de 2023
§ 31 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
categoría intermedia entre los “verdaderos” títulos valores y los meros comprobantes
de deuda: los “documentos similares a los títulos valores”35.
Más aun:
“me parece también que esconde cierta contradicción (…) el hecho de que, por
un lado, la promoción de la circulación valga como el criterio para el concepto
de título valor, pero, por el otro, sea necesario hablar de una semejanza con los
títulos valores también allí donde, como en el título directo, es típico más bien
lo contrario. También esta circunstancia permite reconocer que debe haber un
punto de vista superior, unificador de esas manifestaciones”36.
Todas esas razones han llevado a la doctrina mayoritaria alemana a rechazar la
noción estricta de título valor propugnada por ULMER. Sin embargo, reconoce37 que es
importante distinguir los títulos que según esa teoría serían los únicos títulos valores
propios de los excluidos por ella, como subcategorías distintas dentro de los títulos
valores. Unos y otros tienen, evidentemente, reglas parcialmente distintas:
1) aquéllos en los que el derecho surgido del documento sigue al derecho sobre el
documento serían los títulos valores dotados de fe pública, o en sentido estricto; y
2) los otros serían también verdaderos títulos valores, pero más bien en sentido
amplio38.
Con esto, el resultado práctico de una y otra posición es casi el mismo, pero la
adoptada por la doctrina mayoritaria parece más coherente39.
En esa evolución, se advierte que la aportación específica de la doctrina alemana ha
consistido en identificar y recalcar el principio o carácter esencial de la incorporación
de los títulos valores, y en precisar que consiste en una necesidad —mas no
necesariamente en su aislada suficiencia— de “poseer” o, más en general, “controlar
de manera exclusiva”40 el documento para ejercer el derecho.
La noción de título valor de VIVANTE.
En Italia, donde tuvo inicial éxito la noción de título valor de ULMER, la definición
verdaderamente clásica, a partir de la cual inician su exposición tanto quienes
38 SCHMIDT, Derecho comercial, cit., pp. 716-717 (§ 23); HUECK/ CANARIS, Derecho..., cit., p. 4 (§ 1).
40 Acotación importante para defender el carácter de verdaderos títulos valores de las anotaciones en
cuenta y demás “valores desmaterializados”, documentos electrónicos que no pueden ser estrictamente
poseídos.
50
Notas de Títulos Valores § 32
permanecen fieles a dicha noción restrictiva como quienes adoptan una más amplia,
es la propuesta por VIVANTE:
“un documento necesario para ejercitar el derecho literal y autónomo que en él
se menciona”41.
A continuación, precisa que:
“el derecho es autónomo, porque el poseedor de buena fe ejercita un derecho
propio, que no puede ser restringido o destruido en virtud de las relaciones
existentes entre los anteriores poseedores y el deudor”42.
Con ello, el autor hace implícita referencia al rasgo considerado característico de la
noción restringida “italianista” de título valor: su finalidad circulatoria43. Según los
seguidores de esta noción, por tanto, es preciso que el documento tenga por finalidad
facilitar la circulación del derecho incorporado para que se le pueda calificar como
título valor. De hecho, en mi opinión, en esta idea central, que considero
imprescindible siempre que no se la confunda con la idea de “circulabilidad
potenciada” que antes he criticado, se contiene la aportación propia y decisiva de esta
escuela a la correcta construcción del concepto de título valor.
Ahora bien, siguiendo estrictamente la definición propuesta por VIVANTE, además de
ese destino circulatorio, y como caracteres que resultarían tan esenciales como ella a
la idea misma de título valor, si no más, parecería necesario que esa facilitación de la
circulación se instrumente precisamente a través de:
1) la literalidad, y
2) la autonomía del derecho incorporado.
En esto se manifiesta todo el carácter especialmente restrictivo de la noción
examinada, respecto de la de BRUNNER44.
Replanteamiento de la noción restrictiva y la “teoría unitaria”.
Teniendo en cuenta lo anterior, parecería lógico concluir que la noción restrictiva o
italiana de título valor debería dejar fuera de su ámbito todos los documentos en los
cuales faltasen la literalidad o la autonomía, o éstas fuesen incompletas.
Es lo que ocurre, sin ir más lejos, con las acciones y los bonos de obligación, incluso
si fuesen al portador. En efecto, el contenido de estos títulos está siempre íntimamente
vinculado a elementos no literales en el propio título; respectivamente:
41 Trattato…, cit., n. 945, vol. III, p. 129: “[U]n documento necessario per esercitare il diritto letterale ed
autonomo che vi è menzionato”. Todo el pasaje aparece en cursivas en el original.
42 Pasaje tomado de la edición castellana que he utilizado, que es posterior y más desarrollada que la
italiana; Tratado..., cit., n. 953, vol. III, p. 136. Con cursivas en el original.
43 GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, p. 26.
44 Idea que, al postular como esencial a la noción de título valor sólo su necesidad para ejercer el
derecho, también admite una reinterpretación “semiamplia” en función de tener en cuenta su destino
circulatorio, como se verá más adelante (cfr. GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, p. 25). Al respecto,
vid. § 37, infra, así como la explicación de HUECK/ CANARIS, Derecho..., cit., pp. 12-14 (§ 1), sobre el
sentido de la necesidad de la posesión del título para ejercer el derecho contenido en él. En cuanto a
la dimensión exacta en que el titolo di credito de VIVANTE restringe el concepto de Wertpapier de
BRUNNER, vid. EIZAGUIRRE, “Los valores...”, cit., pp. 1019-1020.
FACULTAD DE DERECHO 51
Versión de julio de 2023
§ 32 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
Derecho Comercial, cit. En el n. 258, vol. III, p. 509, en nota, el autor desarrolla las razones por las que
no admite a los títulos nominativos entre los títulos de crédito: “según nosotros, la circulación libre,
regular y perfecta, sin necesidad de ninguna intervención del emitente, compendia y exterioriza los dos
caracteres esenciales del título de crédito: la incorporación y la autonomía. Verdaderamente, algún
título nominativo se diferencia del quirógrafo ordinario, exigiéndose el documento para legitimar al
acreedor frente al emitente y para integrar la transferencia a un tercero del derecho documentado. Pero
no por esto incorpora el derecho mismo, ni, mucho menos, atribuye al tercero un derecho originario,
inmune a las excepciones oponibles al titular (...). El título nominativo es concedido a la persona del
intestado [en el registro del emitente], único acreedor del emitente antes de que éste – con la inscripción
en sus registros del nuevo titular y con la emisión de un nuevo documento a su nombre (o con la
corrección del título originario) – no reconozca como su nuevo acreedor (homo novus) al mismo
[adquirente]. Esencial es la inscripción en los registros del deudor: es necesaria, para la perfección de
la transferencia; por consiguiente, el título, por sí, jurídicamente no circula”.
47 Vid. § 109, en pp. 189 y s.; y, sobre todo, §§ 115 y 116, en pp. 197 y ss., infra, donde aclaro que, en
el Perú, los títulos nominativos originarios sí que gozan de literalidad (en su caso, por remisión), como
también de autonomía y abstracción, semejantes a las de los títulos cambiarios a la orden y al portador;
también existe un régimen cartular de la cesión de derechos distinto de la ordinaria de Derecho común
Mercantil o Civil.
48 Idea cuestionada por BOLAFFIO, principalmente, como se desprende de la cita recogida en nota n.
46 anterior, del mismo modo como, según el propio VIVANTE (Trattato..., cit., n. 978, vol. III, p. 165),
discutía la inclusión de los títulos de tradición. También Giuseppe FERRI (Títulos de crédito, Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 1982, trad. de Fernando Legón, nn. 1 y 8, pp. 14 y 57) y PÉREZ FONTANA (Títulos-
Valores..., cit., pp. 23-29) comentan dudas expresadas en diversos artículos por MOSSA y Walter Bigiavi;
en ambos casos, se refieren sólo al primero de ambos grupos de títulos. Según PÉREZ habría que
agregar a la lista de críticos a Pellizzi, Pavone La Rosa, D’Alessandro, e incluso, como “principal
opositor a la teoría unitaria”, a ASCARELLI (de quien en cambio dice FERRI que considera dicha teoría de
VIVANTE “fecunda de resultados”). Pues bien, Lorenzo MOSSA (Derecho Mercantil, Uteha, Buenos Aires,
1940, trad. de Felipe Tena, vol. II, p. 389) dice: “la carta de porte, el certificado de depósito, la acción
de una sociedad anónima, no son menos títulos de crédito por el hecho de que son causales”. Y también
Tullio ASCARELLI (Iniciación al estudio del Derecho Mercantil, Bosch, Barcelona, 1964, trad. de Evelio
Verdera y Tuells, pp. 354 y s.) da la impresión de acoger sin reservas la teoría unitaria de VIVANTE,
como casi toda la doctrina italiana posterior.
52
Notas de Títulos Valores § 32
49 Quizás habría que llamarla más bien “semirrestringida” (cfr. GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, p.
25), pues excluye los títulos nominativos no emitidos en serie (títulos nominativos directos, los
Rektapapiere de los alemanes), ya sea porque la cláusula “no a la orden” no impide la transmisión por
endoso (VIVANTE, Trattato..., cit., n. 982, vol. III, pp. 171-172, en nota 1, por ejemplo para las letras “no
a la orden”), ya porque, de ser eficaz, les quitaría en opinión de muchos de estos autores toda especial
aptitud circulatoria y los excluiría de la noción misma de título de crédito; así, aunque con dudas, FERRI,
Títulos..., cit., n. 10, p. 85. Vid. también EIZAGUIRRE, “Los valores...”, cit., pp. 1019-1020.
50 Trattato..., cit., n. 984, vol. III., pp. 174-175: “[Q]uesta assunzione dei titoli nominativi nel gruppo dei
titoli di credito, è giustificata tanto nella pratica mercantile quanto dalla natura giuridica dell'istituto (...).
Il giurista, che deve adattare le sue costruzioni alle funzioni economiche dell'istituto, non deve astraendo
dalla realtà creare una differenza sostanziale che nella pratica non esiste”.
51 Ibid., pp. 175-176: “Si oppone: non può attribuirsi al titolo la virtù di trasferire il credito, perchè la
iscrizione è altresì necessaria a stabilire il diritto del cessionario. Vi ha una risposta decisiva. L'istituto
che registra ne' suoi libri il nuovo titolare rilasciando un altro certificato nominativo al suo nome, non
compie un atto giuridico cioè un atto di volontà che possa compiere o meno: esso eseguisce
l'obbligazione originariamente assunta di registrare ogni tramutamento a semplice richiesta del titolare;
compie un atto materiale di esecuzione, cui può essere costretto dall'autorità giudiziaria. Il diritto
all'iscrizione appartiene al cessionario del titolo, sia nominativo sia al portatore, a cagione del suo
possesso legitimo”.
52 El propio VIVANTE pasa recuento de la adhesión de los principales exponentes de la doctrina italiana
de su época a su teoría (Trattato..., cit., n. 984, vol. III, p. 173-174, nota 3): Bonelli, Navarrini y Rocco;
en la edición base de la traducción castellana se añade ya a Brunetti (Tratado..., cit., n. 993, vol. III, p.
181, nota 1). Luego vendrían Asquini, Messineo, ASCARELLI, Valeri, Gualtieri, FERRI, etc.
53 FERRI, Títulos..., cit., pp. 14-15 y 18-20; EIZAGUIRRE, “Los valores...”, cit., 1019; GARCÍA-PITA,
FACULTAD DE DERECHO 53
Versión de julio de 2023
§ 33 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
54 Como el propio VIVANTE (Trattato..., cit., n. 949, vol. III, pp. 134-135) reconoce que ocurre con la que
él denomina indipendenza (en el sentido no solo de independencia sino también de integralidad; en el
fondo, una forma de admitir que hay títulos de literalidad incompleta, como los denomina la doctrina:
vid. el § 57, en pp. 89 y ss., infra), así como la abstracción, caracteres que, no obstante, no incluye
como esenciales de todo título de crédito. Cfr. SCHMIDT, Derecho comercial, cit., § 23, p. 717.
55 MOSSA, Derecho mercantil, cit., n. 69, vol. II, pp. 386, 388 y 392.
54
Notas de Títulos Valores § 34
A decir verdad, si hubiera que creer a nuestra doctrina más autorizada 57, y repetida
consuetudinariamente por la mayoría de los autores de nuestro país, pareciera que la
noción vivantiana que más arriba he examinado se hubiera trasplantado y tomado
plena carta de naturaleza en nuestro país, sin apenas matizaciones:
“la definición más acertada es la de César Vivante al expresar que «título de
crédito», como se denomina en la doctrina italiana: «Es el documento necesario
para hacer valer el derecho literal y autónomo contenido en el mismo»”58.
Tendencia tan arraigada, que incluso es seguida por la jurisprudencia:
“[C]onforme a lo regulado por la (…) Ley de Títulos Valores y acorde a la
doctrina se define el título-valor como aquel documento esencialmente
transmisible y necesario para ejercitar el derecho literal y autónomo en él
incorporado”59.
Sin embargo, el panorama cambia bastante cuando, como es lo más lógico, se intenta
construir dicha noción legal sobre la base de los arts. 1.1 y 2.1 LTV. La noción básica
está en el art. 1.1 LTV:
“Los valores materializados que representen o incorporen derechos
patrimoniales, tendrán la calidad y los efectos de Título Valor, cuando estén
destinados a la circulación, siempre que reúnan los requisitos formales
esenciales que, por imperio de la ley, les corresponda según su naturaleza. Las
cláusulas que restrinjan o limiten su circulación o el hecho de no haber
circulado, no afectan su calidad de título valor”.
Ahora bien, hay que tener en cuenta también el art. 2.1 LTV:
“Los valores desmaterializados, para tener la misma naturaleza y efectos que
los Títulos Valores señalados en el Artículo 1, requieren de su representación
por anotación en cuenta y de su registro ante una Institución de Compensación
y Liquidación de Valores”.
En virtud de esta segunda norma, se advierte que el art. 1.1 LTV no sólo abarca los
“valores materializados”, únicos expresamente mencionados en él, sino también a los
“valores desmaterializados”60. Eso sí, en todos los casos se ha de tratar siempre de
“documentos” (cfr. art. 1.2 LTV).
peruana”, en MONTOYA, Tratado de (…) Títulos Valores, cit., pp. 95-104 (pp. 97 y 103).
FACULTAD DE DERECHO 55
Versión de julio de 2023
§ 35 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
1) el FJ 16° de la SCS de Lima del 16 de junio de 2005, recaída en Banco Nuevo Mundo c Los
Portales, (2005) Com Lima 113;
2) el FJ 5° de la ES del 14 de junio de 2006, recaída en el caso Ernesto Quispilloclla Egoavil c
Sociedad Minera Orduz SAC & Al., (2005) Cas 1368;
3) el FJ 12° de la ES del 3 de julio de 2008, recaída en Marco Antonio Saldaña Montoya c Banco
Financiero del Perú & NBK Bank, (2008) Cas 1705, y
4) el FJ 5° de la ES de 12 de setiembre de 2019, recaída en la controversia Hella Tomasini Aita y
Nelly Aita Muro c MEF, (2018) Cas 25102.
64 Hella Tomasini Aita y Nelly Aita Muro c MEF, (2018) Cas 25102.
56
Notas de Títulos Valores § 35
65 Alternativamente, esta sentencia podría verse como una confirmación del carácter esencial de la
incorporación, en el sentido de que resulta necesario para ejercer el derecho el propio título original, y
no una mera reproducción suya, por muy fidedigna y autorizada que esté. Desde ese ángulo, resulta
incluso más contundente que la sentencia mencionada en el texto a continuación.
66 Que propiamente hablando es más bien una “apariencia de legitimidad” (cfr. §§ 77 (p. 131) y 106 (pp.
176 y ss.), infra), de modo que constituye una razón suficiente para la actuación jurídicamente eficaz
de quien razonablemente se fía de ella. Vid. también el § 37, en pp. 61 y ss., infra. La relativa confusión
entre la legitimación y la incorporación (entendida como necesidad de poseer el documento para ejercer
el derecho) se advierte también (y es probable que de ahí derive su aparición en la jurisprudencia) en
parte de la doctrina: “La legitimación viene dada, en primer término, por la posesión del documento:
esta es requisito indispensable para ejercer los derechos incorporados al título” (BEAUMONT, “Los
principios…”, cit., p. 84).
67 Inter Floor SAC c Ana Vivian Tintorer Rublí, (2014) Cas 797.
68 Inter Floor SAC c Ana Vivian Tintorer Rublí, (2014) Cas 797.
FACULTAD DE DERECHO 57
Versión de julio de 2023
§ 36 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
71 Otra cuestión, que no corresponde dilucidar aquí, es cómo se concilia este fallo con la ES recaída en
Hella Tomasini Aita y Nelly Aita Muro c MEF, (2018) Cas 25102), citada poco más arriba a propósito de
la documentalidad, que enfáticamente afirma (y respalda su afirmación con numerosas referencias
normativas) que lo bonos de la deuda agraria sí son circulatorios y asimilables a los títulos valores (FJ
5°).
72 Aunque no está de más recordar que el auténtico carácter esencial de este carácter queda también
puesto en cuestión por la línea jurisprudencial aludida en la nota n. 17, en p. 44, supra, que no solo
tiene que armonizar distintas normas relativas a las formalidades de los títulos valores aparentemente
contradictorias en la LTV, sino que incluso llega a corregirla (en la SCS recaída en INTCOMEX Perú
SAC c Latin America Multiservicios SAC, (2005) Com Lima 266, FJ 2°).
73 Vid. § 26, en pp. 42 y ss., supra.
74 GARCÍA-PITA, notas pro manuscripto, Lección I, p. 35, citando críticamente una postura que atribuye
a Messineo.
75 GARCÍA-PITA, Introducción…, cit., t. I, p. 82.
58
Notas de Títulos Valores § 36
79 Y visto lo que acabo de decir de los distintos modos que tiene de predicarse respecto de los distintos
títulos valores, es evidente que la misma conclusión afecta al llamado “principio” de abstracción.
80 Vid. § 21, en pp. 31 y ss., supra.
81 El concepto —que, en nuestro país, a diferencia de lo que ocurre en España (art. 53.1 Const. es.) y
FACULTAD DE DERECHO 59
Versión de julio de 2023
§ 36 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
83 DE OTTO Y PARDO, Ignacio; “La regulación del ejercicio de los derechos y libertades: la garantía de su
contenido esencial en el art. 53.1 de la Constitución”, en MARTÍN-RETORTILLO BAQUER, Lorenzo, y DE
OTTO Y PARDO, Ignacio; Derechos fundamentales y Constitución, Civitas, Madrid, 1992, pp. 93-170.
84 CANARIS, Klaus-Wilhelm; El sistema en la jurisprudencia, trad. de Juan Antonio García Amado,
siete testigos, estampadas con tinta roja” (énfasis añadido) que, según cuenta el inmortal TOLKIEN,
exigían las costumbres legales de los hobbits de La Comarca en los testamentos. TOLKIEN, J. R. R.; El
Señor de los anillos. Vol. I: La Comunidad del Anillo, Minotauro, Barcelona, 1997.
60
Notas de Títulos Valores § 37
cual la ley sanciona dicho acto con una forma de ineficacia. En cambio, si el soporte
en cuestión fuera en sí mismo inepto para circular (por ejemplo, un muro de concreto,
o un árbol vivo, plantado en un terreno), sería la cosa misma la que no cumpliría con
la noción mínima imprescindible de “título valor”.
El ejemplo ilustra por qué, aunque la interacción de los principios delimitadores de
documentalidad, incorporación y circulatoriedad implique ya ciertas exigencias o
rasgos aparentemente de esa naturaleza, la esencial formalidad de los títulos valores
propiamente dicha (así como su corolario, la completividad) es un carácter o requisito
de tipo regulatorio o de disciplina, junto con los de literalidad, abstracción, autonomía
y legitimación. Por eso los voy a desarrollar en profundidad en un capítulo aparte86.
Cabría añadir, incluso, que los caracteres definitorios deberían ser exigibles
exactamente de la misma manera de un título atípico, o del que la ley no dijera apenas
nada, mientras que, como es lógico, los requisitos formales y otras manifestaciones
de los demás caracteres reguladores necesariamente requieren su previa tipificación
legal. Esto tiende a poner sobre el tapete la cuestión de si son admisibles o no los
títulos valores atípicos, creados únicamente en virtud de la autonomía negocial de los
particulares, pero prefiero remitir el tratamiento de ese tema a una sección posterior
de este mismo capítulo87.
En fin, como da a entender la noción de título valor que sigo88, sólo deben considerarse
esenciales o definitorias de todos los títulos valores las notas o características de:
1) documentalidad,
2) patrimonialidad,
3) incorporación y
4) circulatoriedad.
Por ese motivo desarrollaré con más detalle, en la siguiente sección de este mismo
capítulo, cada uno de esos principios con un cierto pormenor.
El “qué” y el “porqué” de la “incorporación” en los títulos valores.
Pero antes de abordar esa tarea, es necesario esclarecer un poco más esa evidente
característica de todo título valor, por el que se vinculan de un modo peculiar el
ejercicio del derecho al que se refiere y el control del documento. Este vínculo tan
especial propio de los títulos valores, que desde los primeros intentos de formular una
teoría general que los explique se ha dado en llamar “incorporación” (en alemán,
Verkörperung), constituye el punto de partida y como el eje de la noción alemana
amplia de título valor, según se ha visto de la definición de BRUNNER recogida más
arriba.
Para entender cuál es este modo peculiar de vinculación propio de los títulos valores
conviene reparar en las formas mediante las que se puede relacionar un derecho y la
FACULTAD DE DERECHO 61
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§ 37 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
89 Cfr. HUECK/ CANARIS, Derecho..., cit., pp. 12-14 (§ 1), con otro orden y adaptando la terminología de
la “posesión” al “control exclusivo del documento”.
62
Notas de Títulos Valores § 38
FACULTAD DE DERECHO 63
Versión de julio de 2023
§ 39 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
esa misma técnica, como ocurre con la llamada tarjeta de embarque, sin cuya
exhibición es imposible abordar un avión, y que sin embargo es absolutamente
intransferible y, por tanto, no puede tener jamás la calidad de título valor. Por esa
razón, una definición correcta de título valor, además de mencionar la necesidad de
la posesión (o “control exclusivo”), como hacen los alemanes, y más que a la literalidad
y autonomía del derecho incorporado (rasgos, como vimos, de intensidad variable y
hasta prescindibles del todo en algunos títulos, por lo menos en algún sentido) como
hacen los italianos, debe hacer referencia en mi opinión a la finalidad o destino
circulatorio con que el ordenamiento hace uso de esta técnica en el caso de los títulos
valores propiamente dichos.
Propuesta de una noción definitiva de título valor.
De toda la discusión que precede se concluye que el título valor es un documento que
confiere, sobre todo, al adquirente de un derecho incorporal (aunque ciertamente
también a su sujeto pasivo), al menos, una posición más favorable que si no se hiciera
uso de él, gracias a que el ejercicio del derecho se hace depender de la “posesión” u
otra forma de “control exclusivo” del documento. Corolario de esto es que el título valor
se puede caracterizar simultáneamente92:
a) como un título de presentación, de modo que es necesario presentar el título para
ejercer el derecho (art. 16.1 LTV); y
b) como un título de rescate, de modo que el deudor sólo está obligado al
cumplimiento definitivo y total del derecho incorporado contra la entrega o
inutilización del documento o, en su caso, la amortización procesal del título (art.
17.1 LTV; cfr. también párr. 2° del art. 1230 CC).
No es en cambio necesaria, pero sí muy congruente con la naturaleza circulatoria de
un título valor, la atribución adicional de los efectos de la legitimación (activa o pasiva)
ni tampoco de la regla de adquisición a non domino de buena fe93. Tal acumulación
de efectos puede contribuir notablemente, en todo caso, al efectivo y vigoroso
cumplimiento del destino circulatorio de los títulos valores94, por lo que aquellos en
que se dan todos juntos son llamados a veces (especialmente en Alemania, como
vimos) títulos de fe plena o pública.
En cambio, la mera condición de título de legitimación (pasiva) es insuficiente para
hablar de la existencia de un título valor. La razón es que, como beneficia sólo al
deudor, es incapaz por sí mismo de dar ningún nivel de seguridad jurídica a la correcta
circulación del derecho95. Así ocurre, por ejemplo, con los “boletos, contraseñas,
fichas”, resguardos de la consigna de equipajes, los boletos de medios de transporte,
y entradas a cines u otros espectáculos públicos, “que sirvan exclusivamente para
identificar a quien tiene el derecho de exigir la prestación respectiva” (cfr. art. 277.4
LTV).
Y con esto considero que queda justificada la definición propuesta provisionalmente
al comenzar estas páginas:
64
Notas de Títulos Valores § 40
enseñar”.
99 Cuya definición sintética sería “calidad de deíctico”, del griego δεικτικός, adjetivo derivado de la misma
un mecanismo donde conste una grabación sonora, o audiovisual, con el mensaje correspondiente.
FACULTAD DE DERECHO 65
Versión de julio de 2023
§ 41 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
3) Finalmente, para que tal documento cumpla con su virtualidad circulatoria debe
necesariamente alcanzar lo que podríamos llamar una “especie de” literalidad
mínima: el texto reproducido en él debe ser autoexplicativo, esto es, suficiente
(aunque no necesariamente exhaustivo) para hacerse una idea cabal del derecho
incorporado sobre la única base del propio documento (como resulta también del
tenor del art. 4 LTV).
En realidad, como es fácil de colegir, los dos últimos rasgos vienen a ser consecuencia
de la confluencia de la documentalidad propiamente dicha de todos los títulos valores
(expresada más exactamente por la deicticidad) con la incorporación y la
circulatoriedad a las que aún tengo que referirme. Asimismo, apuntan un cierto
(restringido) sentido en el que la literalidad del derecho, tan cara a la doctrina italiana,
podría entenderse realmente como un principio o característica esencial y definitoria
de los títulos valores.
Materialidad: la documentalidad en los valores materializados.
Así pues, acerca del carácter material del documento físico en el que puede
incorporarse un derecho para configurar un título valor cabe decir:
1) que debe tratarse de una cosa mueble, en primer lugar, y más concretamente de
una hoja de papel; y
2) en segundo lugar, que no debe ser una cosa que haga en sí mismo ilegal extender
el título valor sobre ella (como ocurriría, por ejemplo, si se intentase hacerlo sobre
un documento que constituyera patrimonio histórico o cultural de la Nación).
Que el soporte del título valor (al menos el “materializado”) debe ser una cosa mueble
por naturaleza (y no sólo por atribución legal) resulta bastante evidente, si se
consideran la naturaleza y las funciones del título valor, especialmente su
circulatoriedad.
Quizá el mayor problema es que se trata de un rasgo tan obvio, que resulta difícil
encontrar un apoyo positivo explícito o al menos inequívoco para exigirlo. Uno más o
menos claro puede ser el que la LTV habla constantemente de su “entrega” o tradición
(arts. 10.3, 17.1, 22.1, 26.1, 27.2, 30.1, 64.4, 72.2 LTV, entre muchos otros) y en todos
los casos el contexto deja claro que se trata de una entrega física o, si fuera ficta, una
que sea estrictamente equivalente a la fisica; nunca una mera “entrega jurídica” (cfr.
ant. art. 1059 CC). Es más, al regular la única excepción a esa regla, que ocurre en
caso de pacto de “truncamiento”, el art. 26.3 LTV alude explícitamente al carácter
físico que por regla general debe tener dicha entrega. También queda claro del
contexto de todas esas normas que se trata de la “entrega” de una cosa
“transportable”, esto es, un mueble, y no de presentarse las personas involucradas en
el lugar donde se encuentra fijada la cosa (como resultaría necesario si fuera un
inmueble). Esto es especialmente claro en el art. 267.3 LTV, donde se habla de que
para hacer la anotación de gravámenes sobre obligaciones al portador en el registro
de ellas debe “acompañarse” el título mismo, lo cual sólo es posible si se trata de una
cosa mueble por naturaleza.
Según esto, se diría que la exigencia de que el título “represente” el derecho en alguna forma de
“expresión lingüística” sería la parte de la “textualidad” que es propiamente “esencial” o delimitadora,
mientras que la exigencia de que esa expresión sea concretamente “por escrito” constituiría más bien
una concreción normativa de este principio, en concordancia con la “literalidad”.
66
Notas de Títulos Valores § 41
Pero quizás la razón más clara, desde el punto de vista del derecho positivo, para
afirmar el carácter de mueble del soporte viene a ser un corolario de la demostración,
que sigue a continuación, de que todo título valor, para ser tal bajo nuestra LTV, debe
hallarse extendido concretamente en una “hoja de papel”.
La cuestión de si el soporte sobre el que se extiende un título valor debe estar hecho
necesariamente de papel solía ser bastante obvia (en el sentido positivo) en la
práctica, pero sumamente difícil de justificar jurídicamente. En un caso inglés, Board
of Inland Revenue v Haddock101, más conocido como el “caso de la vaca negociable”,
el demandado, en desacuerdo con el recaudador de impuestos sobre el monto de su
deuda, se habría presentado en las oficinas de éste, poniendo a su disposición una
vaca blanca “de malévolo aspecto”, que llevaba pintada en la espalda, en tinta roja, el
siguiente texto:
Al Banco Literario y de Londres, Ltd.:
Paguen al Recaudador de Impuestos, que no es ningún Caballero, o a su orden,
la suma de cincuenta y siete libras esterlinas £ 57 y 0/0 (¡y que se pudran!).
ALBERT HADDOCK
El recaudador rechazó la vaca, objetando que sería imposible abonar tal cheque en
cuenta en un banco. El demandado sugirió que endosase la vaca a un tercero al que
debiera dinero, pues “habrá muchas personas en esa posición”. El recaudador intentó
endosar el cheque al reverso, en este caso en el abdomen de la vaca. Sin embargo,
“la vaca pareció resentirse del endoso y adoptó una postura amenazante”. El
recaudador abandonó el intento y se negó a recibir el cheque. El demandado alegó
que un cheque era sólo una orden al banco para pagar dinero a la persona en legítima
posesión del cheque, y que la Ley no especificaba que tuviera que ser un papel de
dimensiones determinadas. Alegó haber escrito “cheques al dorso de menús de
restaurante, servilletas, pañuelos, en etiquetas de botellas de vino; todos ellos habían
sido debidamente honrados por su banco y pasados a través de la cámara de
compensación”. No había, dijo, distinción legal alguna entre un cheque en una
servilleta y un cheque en una vaca. Interrogado por el motivo de su extraña ocurrencia,
el demandado dijo no haber tenido a mano un pedazo de papel, aunque admitió que
pudo haber pasado por su cabeza la idea de ridiculizar al fisco. “¿Y por qué no? No
hay ninguna ley contra ridiculizar al fisco”. El juez, simpatizando con el demandado,
falló a su favor, y dado que había hecho un ofrecimiento válido de pago, rechazado
por el recaudador, éste quedaba impedido de exigirlo de nuevo.
101Caso publicado por primera vez en la revista londinense Punch por A. P. Herbert, y recogido luego
en el libro Uncommon Law, publicado por el mismo autor en 1935. En realidad, es un caso ficticio, pero
que muchos, incluyéndome a mí mismo en mis primeros años de docencia, han llegado a tomar como
estrictamente histórico, y que en todo caso ilustra bien el hecho de que la inmensa mayoría de
legislaciones, incluyendo la nuestra antes de la última LTV, no especifica con suficiente claridad que
los títulos valores deban extenderse en una hoja de papel. Otro misleading case de Mr. Herbert, “El
huevo de cambio”, también tiene que ver con un título valor, en este caso una letra de cambio
supuestamente extendida sobre la superficie de un huevo entero. Según una cita indirecta que no he
podido comprobar, Michael Liepner, en su libro Applying the Law, Toronto, 1981, supuestamente
menciona el caso de un granjero canadiense que realmente extendió un cheque sobre el costado de
una vaca, en la década de 1930. Sería interesante investigar la relación mutua que pudiera existir entre
ambas “vacas negociables”.
FACULTAD DE DERECHO 67
Versión de julio de 2023
§ 41 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
En nuestro país, hace mucho tiempo que habría sido imposible plantear un caso así
en relación con el cheque, pues tanto bajo la LTV actual como bajo la anterior éste
tiene expresamente como requisito formal el de ser extendido en formularios
preimpresos que entrega el propio banco al cliente, o que éste es autorizado a imprimir
por el primero (art. 172 LTV). Se puede presumir con bastante seguridad que ningún
Banco autorizaría a ningún cliente a imprimir sus cheques sobre materia distinta del
papel. Por otro lado, de algunos títulos valores la LTV exige expresamente que estén
extendidos “en papel de seguridad”: el cheque garantizado (art. 195.1 LTV), el cheque
de viajero (art. 196.2 LTV), y el certificado bancario en moneda extranjera (inc. g del
art. 218 LTV). La cuestión es qué ocurre con los demás títulos valores.
Un argumento de validez general a favor del papel que a veces se ha intentado
utilizar102 es la alusión a la “hoja adherida” que hace el art. 4 LTV. En efecto, es
razonable pensar que si, para extender nuevas declaraciones en el mismo título valor,
necesariamente se ha de hacer en una “hoja adherida a él”, es porque el propio
documento original es él mismo una “hoja” del mismo material. Ahora bien, “hoja” es
una “lámina delgada de cualquier materia”103, lo cual ha llevado a algunos, que no han
reparado en lo que expongo a continuación, a concluir que “a falta de prohibición
expresa cabe redactar el título valor en cualquier material, siempre que pueda cumplir
su función económico-jurídica, v. gr., cartón, cartulina, pergamino, paño, madera, etc.
En tal caso no correspondería argüir la nulidad del título valor”104.
En mi opinión, más fuerte y claro hablan:
1) el inc. 9 del art. 182 CdC; y
2) el art. 279 LTV.
La primera norma llama a los títulos valores expresamente “valores en papel”,
mientras que usa “valores en metálico” como kenning para hablar del dinero, que no
es título valor (art. 277.3 LTV)105. Por lo tanto, no puede tratarse de una “hoja de
metal”, sino que debe tratarse necesariamente de una “hoja de papel”. Pero el texto
más decisivo es el n. 15 del Glosario contenido en el art. 279 LTV, que define el “valor
materializado” (que es al que se refiere el art. 1 LTV) como:
“El título valor emitido en soporte papel, generándose una inmanencia e
identidad entre el derecho patrimonial y dicho soporte” (énfasis añadido)106.
Así pues, queda claro que todo título valor no sólo debe emitirse sobre un soporte que
tenga la categoría de “cosa material, mueble por naturaleza”, sino que además dicho
soporte debe consistir propiamente en una “hoja de papel”107.
106 Por cierto que, de lo estudiado hasta aquí, debería resultar meridianamente claro que no cabe
tomarse en serio la pretendida “inmanencia e identidad entre el derecho patrimonial y dicho soporte”
en los títulos valores; vid. igualmente el § 22, en pp. 47 y ss., supra, y detalles adicionales en los §§ 46
y 47, en pp. 68 y ss., infra.
107 Por cierto, la claridad de la conclusión no resuelve todas las incertidumbres y problemas
interpretativos. En efecto, demostrado el punto de que debe tratarse de un “mueble por naturaleza”
68
Notas de Títulos Valores § 42
consistente en una “hoja de papel” (y claro, por tanto, que un “tabique” fijado al suelo, por muy hecho
de papel que esté hecho, como es común en las casas japonesas, no puede constituir el soporte de un
título valor), todavía cabría preguntarse qué se entiende exactamente por “papel”: ¿valdría una tarjeta
de cartón? Y si la respuesta es no, ¿en qué momento un papel “grueso” deja de ser papel y se convierte
en cartón? ¿Y una hoja de pergamino (que ni siquiera se hace de la misma materia del papel, sino más
bien de la piel de algunos animales)? Y así sucesivamente.
108 Vid. Cap. 8, en pp. 217 y ss., infra.
109 Cfr. MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. II, p. 10 (n. 3.2.3), aunque sólo remite a la “circulatoriedad”,
entendiendo (a mi modo de ver, inexactamente) que todo lo demás que exige el art. 1.1 LTV como
“formalidad” es sinónimo de “materialidad”. Es obvio que la patrimonialidad, la circulatoriedad y el
cumplimiento de los requisitos formales (o “menciones” mínimas) exigidos por la ley para cada título
son igualmente aplicables a las anotaciones en cuenta. Pero también, y aunque suene como una
contradictio in terminis hablar de “incorporación” de un valor “desmaterializado”, si ella, como haré en
los §§ 46 y 47, en pp. 68 y ss., infra, se entiende sólo y específicamente (y más allá de la “materialidad”,
que por algo va por separado) como el peculiar “vínculo” entre el derecho representado y el soporte
documental, resulta perfectamente aplicable a los títulos representados por anotación en cuenta.
FACULTAD DE DERECHO 69
Versión de julio de 2023
§ 43 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
1) la creación,
2) emisión,
3) transmisión,
4) registro, y
5) transformación de las anotaciones en cuenta a “valores en título” y viceversa.
En fin, las anotaciones en cuenta se someten a la LTV sólo “en todo aquello que no
resulte incompatible con su naturaleza” (art. 2.2 LTV).
De hecho, los únicos títulos valores que se prestan con facilidad a la técnica concreta
de la “anotación en cuenta” son los “valores mobiliarios”, es decir, aquéllos emitidos
en serie (cfr. art. 2.3 LTV): acciones, bonos de obligación, certificados de suscripción
preferente, etc.110
La patrimonialidad.
Por otro lado, es también un hecho que todos los títulos valores tienen contenido
patrimonial. Durante bastante tiempo, incluso, todos los que regulaba la LTV ant. eran
específicamente dinerarios, aunque otras leyes recogían títulos sin ese rasgo. La LTV
actual regula muchos títulos valores diferentes, con contenidos diversos:
1) así, la letra de cambio (inc. c del art. 119.1 LTV), el pagaré (inc. c del art. 158.1
LTV), el cheque (inc. c del art. 174 LTV), los certificados bancarios de moneda
nacional y extranjera (inc. b del art. 218 y art. 223 LTV), los bonos y papeles
comerciales representativos de obligaciones (art. 263.3 LTV), entre otros títulos,
representan créditos dinerarios, o alícuotas suyas;
2) el warrant (art. 233.1 LTV) y el título de crédito hipotecario negociable (art. 241.1
LTV) representan simultáneamente (al menos desde su primer endoso) un crédito
dinerario y una garantía real prendaria o hipotecaria111;
3) los certificados de depósito (inc. e del art. 224.1 LTV), conocimientos de embarque
(inc. e del art. 247.1 LTV) y cartas de porte (inc. e del art. 252.1 LTV) representan
mercaderías en depósito o en tránsito; y
4) las acciones y sus certificados provisionales (art. 257.4 LTV), los de participación
en fondos de inversión (art. 261 LTV), y los certificados, acciones y bonos de
titulización (art. 262 LTV) representan derechos de participación en patrimonios,
cuentas o bloques patrimoniales y los eventuales derechos políticos anejos,
mientras que los certificados de suscripción preferente (inc. e del art. 258 LTV)
representan un derecho de adquisición preferente de tales participaciones.
Eso sí, siempre se trata de derechos patrimoniales, apreciables económicamente.
Ciertamente, decir eso solamente de la patrimonialidad de los títulos valores no parece
que supere el nivel de la obviedad, pero es que apenas cabe decir nada más sin
110 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 2 LTV, cit., p. 73 (n. III). Vid. sin embargo, los arts. 245.4 y
245.5 LTV, añadidos por L. 27640, que hacen referencia al posible sometimiento del título de crédito
hipotecario negociable, que es un efecto de comercio, al régimen de las anotaciones en cuenta.
111 Lo mismo ocurría con la configuración originaria de la factura conformada (inc. f del ant. art. 163
LTV), pero tras su posterior reforma quedó como título de crédito únicamente dinerario.
70
Notas de Títulos Valores § 44
112 Vid. por ejemplo la críptica cita de Osterling con que BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 1 LTV,
cit., p. 50 (en nota n. 11), pretenden “ilustrar” la significación patrimonial del título valor.
113 GARCÍA-PITA, Introducción…, cit., t. I, pp. 83 y 107.
114 Cfr. GARCÍA-PITA, Introducción…, cit., t. I, p. 109, cuando postula, siguiendo a Messineo, que toda la
disciplina de los títulos valores debe estar presidida por un principio de favor circulationis.
115 Vid. §§ 37 y 34, en pp. 42 y ss., supra.
116 Salvo el muy excepcional “cheque intransferible”, que examino en el § 45, en pp. 67 y s., infra.
117 Cfr. GARCÍA-PITA, Introducción…, cit., t. I, pp. 108-110, donde señala que la circulabilidad efectiva
del título es una función dependiente simultáneamente del sistema o ley de circulación, del derecho
incorporado, del propio documento y de la existencia de un mercado de títulos suficientemente fluido
(en especial, las bolsas de valores).
FACULTAD DE DERECHO 71
Versión de julio de 2023
§ 44 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
118 En concreto, constar por escrito en el título de la obligación, para ser siempre oponible al cesionario.
119 Vid. al respecto mis Notas de Contratos Mercantiles, pro manuscripto, Piura, versión de octubre de
2010, p. 41 (§ 16).
120 Vid. los párrafos finales del § 150, en pp. 184 y ss., infra.
122 En este sentido, lo que afirmo en este párrafo no contradice la defensa que hago en mis Notas de
Contratos Mercantiles, loc. cit., de la posibilidad de transmitir por cesión de derechos incluso los
incorporados a títulos valores al portador, lo cual debe entenderse referido a la validez del negocio de
cesión en sí, y a su plena eficacia inter partes, aunque no tenga efecto ni oponibilidad alguna, en el
plano cartular, contra quienes no participaron en él (salvo la posible invocación de una exceptio doli).
123 ARAYA, Títulos circulatorios, cit., p. 122.
72
Notas de Títulos Valores § 45
127 Porque, como veremos (cfr. §§ 111 a 114, en pp. 192 y ss., infra), hay varias subclases de “títulos
nominativos”, cuyos regímenes circulatorios cuentan con formas de protección legal de vigor
igualmente variable. Los títulos a los que aquí me refiero serían, concretamente, los que entonces
denominaré “títulos a la orden nominativizados”.
128 Cfr. BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 43 LTV, p. 270 (n. II).
FACULTAD DE DERECHO 73
Versión de julio de 2023
§ 45 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
129 HUECK/ CANARIS, Derecho…, cit., pp. 241-242 (§ 20). CARLÓN SÁNCHEZ, Luis; “El cheque”, en
MENÉNDEZ, Derecho cambiario, cit., pp. 773-811 (pp. 801-803).
130 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 190 LTV, p. 679 (n. 1).
131 Pareciera ser la posición de BEAUMONT, a partir del comentario que hace, sin hablar propiamente de
esta materia (por eso recalco lo de “pareciera”) y acudiendo más bien a argumentos de política
legislativa relativos a la protección penal del cheque, en las pp. 52-53 de BEAUMONT/ CASTELLARES,
Com. al art.1 LTV, cit. Tal argumento hasta puede ser contraproducente, pues si se trataba de afirmar
la delictuosidad del giro sin fondos de un cheque “intransferible”, aunque carezca de la especial
lesividad derivada del carácter circulatorio del documento, para sobreponerse al posible in dubio pro
reo que ello pueda implicar, más que confirmar enfáticamente su condición de “verdadero cheque”, lo
que hacía falta era aclarar indubitablemente el punto en la propia ley penal. O así me lo parece.
74
Notas de Títulos Valores § 46
132 Cfr. GUALTIERI/ W INIZKY, Títulos…, cit., pp. 55 (n. 18) y, sobre todo, 64-66 (n. 24).
133 GUALTIERI/ W INIZKY, Títulos…, cit., p. 64 (n. 24).
134 GUALTIERI/ W INIZKY, Títulos…, cit., p. 65 (n. 24), citando a Rocco.
FACULTAD DE DERECHO 75
Versión de julio de 2023
§ 46 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
La incorporación es, pues, un aspecto esencial del concepto de título valor que la
norma no define, pero cuyos alcances pueden deducirse, sobre todo, de los arts. 16.1
y 17.1 LTV. Consiste, como he explicado ya 137, en una vinculación tal entre el
documento (material o desmaterializado) y un derecho patrimonial determinado, que
se hace necesario tener el control exclusivo del documento para ejercer el derecho.
Tal vínculo originario y permanente entre el derecho y el documento138 se establece
para hacer posible que el deudor, a la vista del título, pueda reconocer al tenedor como
su titular y, en consecuencia, habilitado para reclamarlo. Y es que, en definitiva, la
peculiar incorporación de los títulos valores está intrínsecamente ligada (a diferencia
de lo que ocurre con el cheque intransferible, según acabo de explicar) a su destino
circulatorio: los que lleguen a detentar el control del título en exclusiva, aunque sean
desconocidos en el momento de la emisión, pueden ser identificadas como sus
legítimos titulares a través del documento y según su ley de circulación139.
Siguiendo a HUECK y CANARIS140, he dicho también que la incorporación convierte a
los títulos valores concretamente en:
1) títulos de presentación, y
2) en títulos de rescate.
El art. 16.1 LTV recoge su aspecto de títulos de presentación, cuando señala:
“El título valor debe ser presentado para exigir las prestaciones que en él se
expresan, por quien según las reglas de su circulación resulte ser su tenedor
legítimo, que además tiene la obligación de identificarse. El deudor de buena
fe que cumpla con la prestación, queda liberado aunque dicho tenedor no
resultase ser el titular del derecho”.
Por su parte, el art. 17.1 LTV completa los alcances de este principio de incorporación
al configurar los títulos valores como títulos de rescate:
“El tenedor de un título valor queda obligado a devolverlo a quien cumpla
totalmente la prestación contenida en él. En su caso, entregará también la
cuenta de gastos y será de su cargo obtener la constancia del incumplimiento
del título valor”.
Aunque no los llama por su nombre, el párr. 2° del art. 1230 CC recoge también la
función de títulos de rescate de los títulos valores:
“Tratándose de deudas cuyo recibo sea la devolución del título, perdido éste,
quien se encuentre en aptitud de verificar el pago puede retenerlo y exigir del
acreedor la declaración judicial que inutilice el título extraviado” (énfasis
añadido).
En realidad, la condición de títulos de rescate de los títulos valores está ya contenida
en germen en su vertiente de título de presentación141. El propio art. 16.1 LTV in fine
137 Vid. sobre todo los §§ 22, en pp. 47 y ss., y 37, en pp. 7 y ss., supra.
138 GUALTIERI/ W INIZKY, Títulos…, cit., p. 64 (n. 23).
139 Cfr. ARAYA, Títulos circulatorios, cit., pp. 37-38.
76
Notas de Títulos Valores § 47
146 Vid. § 80, en pp. 99 y ss., infra; cfr. PAZ-ARES, Cándido; “Naturaleza jurídica de la letra de cambio”,
en MENÉNDEZ, Derecho Cambiario, cit., pp. 95-250 (pp. 181-184). Trabajo publicado también como obra
FACULTAD DE DERECHO 77
Versión de julio de 2023
§ 47 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
independiente: PAZ-ARES, Cándido; Naturaleza jurídica de la letra de cambio, Centro de Estudios del
Colegio de Registradores de la Propiedad y Mercantiles de España, Madrid, 2005, por donde lo cito a
partir de aquí (del tema tratado aquí habla en concreto en las pp. 170-174).
147 Derecho…, cit., p. 7 (§ 1); vid. también GUALTIERI/ W INIZKY, Títulos…, cit., p. 56 (n. 18).
78
Notas de Títulos Valores § 48
FACULTAD DE DERECHO 79
Versión de julio de 2023
§ 49 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
151 Las excepciones que conozco son las de SOLÍS, Temas sobre derecho cartular…, cit., pp. 25-27, y
VIDAL, La Bolsa de Valores…, cit., pp. 146-147, en ambos casos con una argumentación jurídica
demasiado somera.
152 FLORES POLO, Ley de Títulos Valores, cit., pp. 29 y 31.
153 Hay que entender en esa misma línea lo poco que dice al respecto VIDAL, La Bolsa de Valores…,
cit., p. 147: “El art. 208 de la Ley n° 16587 lo que prescribe es la posibilidad de la aplicación de la Ley
de Títulos-Valores a los títulos que por ley posterior se sometan a sus disposiciones, o que permite
interpretar que los títulos creados por la voluntad privada pueden quedar subsumidos a (sic) las
disposiciones de ley distinta”.
154 En realidad, ni siquiera esta interpretación a contrario de la última frase del artículo resultaba
convincente, pues la verdad es sencillamente que, por sus propios términos, dicha norma ni siquiera
se planteaba el problema.
155 Implícitamente, en FLORES POLO, Ley de Títulos Valores, cit., p. 30; también, ya con el texto
equivalente de la nueva Ley, BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 3 LTV, cit., pp. 77-78 (n. I).
80
Notas de Títulos Valores § 50
hablaba sólo de la formalidad legal que pudiera tener el título, sin exigir la previa
definición o previsión legal del título mismo, cuestión completamente distinta, pues:
1) puede haber contratos tipificados en la ley, a los que no sea aplicable ninguna
formalidad, y
2) previsiones legales de formalidad solemne aplicables a contratos no tipificados156.
En tal contexto, el art. 1 LTV ant. estaba muy lejos de formular un “principio” o (más
bien) una “exigencia de tipicidad” cartácea. No era, como no lo es su equivalente en
la actual LTV, sino una derogación de lo establecido con carácter general en el art.
144 CC, de modo que, en su ámbito, las formalidades que impusiera la ley se
entenderían siempre como solemnes. En otras palabras, el artículo 1 LTV ant. quería
decir que, si la ley preveía alguna formalidad para un título valor concreto, tal
formalidad se entendía esencial y, por lo tanto, su inobservancia acarreaba la invalidez
del documento como tal título valor. Pero por eso mismo la norma no contemplaba,
por ejemplo, el caso de un título valor típico, pero cuya ley tipificante no hubiera
previsto ninguna formalidad. Si era claro que en tal caso habría bastado cualquier
forma para la validez del título, siempre que tuviera los elementos definitorios de todo
título valor (documentalidad, destino circulatorio, etc.)157, lo mismo vale, y con mayor
razón, para un hipotético título atípico, al que no fuera exigible ninguna formalidad
esencial “por imperio de la ley”, por el sencillo hecho de que ninguna ley lo
contemplaba.
La reserva legal de tipificación en la LTV vigente.
De lo anterior fluye con meridiana claridad que ninguna de esas normas —recogidas
todas, por lo que aquí interesa, casi sin cambios en la LTV actual— serviría como
fundamento positivo para negar la admisibilidad de los títulos valores atípicos. El
problema es que, ante la generalizada opinión contraria a la admisibilidad de los títulos
atípicos de la doctrina peruana, la LTV fue dotada de una disposición que ahora sí,
con toda claridad, somete la creación de nuevos títulos valores a una suerte de reserva
de ley, ampliada a determinados reglamentos158. Dice el art. 3 LTV:
“La creación de nuevos títulos valores se hará por ley o por norma legal distinta
en caso de existir autorización para el efecto emanada de la ley o conforme al
Artículo 276 de la presente Ley”.
El propio art. 276 LTV introduce ya una autorización para que algunas entidades (sólo
la SMV159 y la SBS, ante la absorción de la SAFP por la segunda160) puedan autorizar
la creación de nuevos títulos mediante sus propios reglamentos:
156 Por ejemplo, la forma solemne convencional pactada para un contrato futuro, según el art. 1411 CC,
puede perfectamente afectar a un contrato futuro atípico.
157 Que es, me parece, lo que VIDAL, La Bolsa de Valores…, cit., p. 147, quería recalcar cuando, tras
defender la posibilidad de crear por ejercicio de la autonomía privada títulos atípicos, introducía la
salvedad: “Lo que sí, la creación de títulos-valores deberá cumplir la finalidad del art. 1 y reunir los
requisitos formales esenciales que legalmente les corresponda según su naturaleza”.
158 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 3 LTV, cit., pp. 78 y 80 (nn. I y III); ibid., Com. al art. 276 LTV,
FACULTAD DE DERECHO 81
Versión de julio de 2023
§ 50 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
161 Cfr. BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 276 LTV, cit., p. 874 (nn. 4 y 5).
82
Notas de Títulos Valores § 51
162 Así, para el art. 2004 CC it., de redacción muy parecida y que probablemente fue la fuente del art.
24 LTV ant. y, a través de él, del art. 23 LTV, FERRI, Títulos…, cit., pp. 163-164, y tomándolo
precisamente como uno de los argumentos fundamentales para admitir la libertad de creación de títulos
valores atípicos en el ordenamiento italiano. Vid. también las alusiones de GARCÍA-PITA, Introducción...,
cit, tomo I, pp. 64-65.
163 Vid. en el § 154, en pp. 198 y s., infra, para el análisis de otros problemas que genera el precepto,
FACULTAD DE DERECHO 83
Versión de julio de 2023
§ 52 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
164 Si la naturaleza jurídica de los títulos valores no fuese negocial, el argumento no sería aplicable; por
el contrario, la misma condición del supuesto de hecho sujetaría a todos los títulos valores a una
exigencia de tipicidad legal estricta. Si, en cambio, la naturaleza de los títulos valores es negocial, pero
unilateral, podría dudarse de la admisibildiad de los títulos atípicos con base en el artículo 1957 CC,
aunque una adecuada formulación dogmática resolvería el problema, en mi opinión. Además, postular
que los títulos valores provienen por regla general, o como mejor descripción empírica, de negocios
jurídicos unilaterales no impide que puedan configurarse también muchas veces como contratos, en
cuyo caso este segundo problema ni siquiera se plantearía. Vid. al respecto lo que digo sobre la
naturaleza jurídica de los títulos valores en el § 74, en pp. 107 y ss., infra.
165 HUECK/ CANARIS, Derecho..., cit., p. 25 (§ 2); MONTOYA, Com. al art. 1 LTV ant., cit., n. 5 (pp. 15-19);
GUALTIERI/ W INIZKY, Títulos..., cit., n. 53, p. 132; ESCUTI, Títulos..., cit., § 4, p. 14; PÉREZ FONTANA,
Títulos-Valores..., cit., p. 195; GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, p. 150. También SÁNCHEZ CALERO,
Fernando y SÁNCHEZ-CALERO GUILARTE, Juan; Instituciones de Derecho Mercantil, 34ª edición, Aranzadi
– Thomson Reuters, Cizurm Menor, 2011, vol. II, p. 56; y JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Guillermo (Coord.); Derecho
Mercantil, 2ª edición, Ariel, Barcelona, 1992, vol. II, pp. 12-13 (el capítulo citado, “Los títulos-valores”,
es de la autoría del propio coordinador de la obra).
84
Notas de Títulos Valores § 52
hace aplicable sus disposiciones a los títulos públicos, aunque sólo de manera
supletoria, es evidente que el régimen de los títulos públicos pertenece de manera
decisiva y preponderante al ámbito del Derecho Financiero. Así pues, aquí interesan
sólo los títulos privados, que serán los únicos que tendré en cuenta en esta exposición.
La clasificación de los títulos valores es útil para el estudio de los títulos valores
principalmente por su valor didáctico166. Así, la clasificación de los títulos valores
permite, entre otras cosas, si no una comprensión cabal, cuando menos una necesaria
aproximación a las diversas notas características de los títulos valores, que, aunque
concurren en todos, no necesariamente lo hacen en la misma medida167.
Ahora bien, los criterios de clasificación que voy a desarrollar a continuación son
naturalmente combinables, ya que, según se lo analice desde el punto de vista de
cada uno de ellos, un mismo título valor merecerá ser englobado en alguna categoría
por cada una de esas clasificaciones168.
POR EJEMPLO, la letra de cambio es:
a) un título de crédito,
b) obligatorio,
c) efecto de comercio,
d) a la orden,
e) constitutivo,
f) literal pleno,
g) abstracto, y
h) discreto.
En cambio, la acción es:
a) un valor negociable,
b) de participación,
c) valor mobiliario,
d) nominativo,
e) declarativo,
f) de remisión,
g) causado, e
h) indiscreto.
Además, muchos de los criterios o factores clasificatorios se refieren a aspectos
variables y contingentes del título valor, en el sentido de que, a veces, la clase a que
pertenece puede ser alterada, variando algún aspecto de su contenido, su forma o su
régimen de emisión, pasando automáticamente a integrarse en otra clase de la misma
FACULTAD DE DERECHO 85
Versión de julio de 2023
§ 53 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
clasificación, y sin que por ello cambie su identidad típica como tal o cual título valor.
Así sucede, por ejemplo, cuando se modifica un bono de obligación, cambiando su ley
de circulación de “al portador” a “nominativo”, o viceversa. Otro ejemplo, en el que la
mutación es más importante, ocurre cuando los pagarés o letras de cambio se emiten
en masa, agrupados en emisiones de títulos homogéneos (cosa que pudo ocurrir y de
hecho ocurrió válidamente en el pasado, pero que hoy por hoy está prohibido en
nuestro país). Así pues, los títulos valores se agrupan, en principio, en clases que, sin
embargo, no son ni únicas ni inalterables169.
Por otro lado, es importante no confundir los diferentes criterios de clasificación, como
ocurre a veces con el criterio de la “forma de emisión” (por ejemplo, “valores
mobiliarios”, si se emiten en serie), el de la “función económica” (por ejemplo, “valores
negociables”, si sirven para la inversión en los mercados centralizados de valores) e
incluso el de la “naturaleza del derecho incorporado” (por ejemplo, “títulos de
participación”, para el caso de las acciones)170.
Por la función económica.
Según su función, es decir, la finalidad económica más específica que (dentro de la
genérica finalidad circulatoria a que me he referido más arriba) tienden a realizar en
el tráfico, los títulos valores pueden dividirse en títulos cambiarios, valores negociables
y títulos de tradición171.
1) Los títulos de pago y crédito o títulos cambiarios sirven, como su nombre indica,
para facilitar el pago de una obligación dineraria o la concesión de crédito (en
sentido económico: el uso temporal de un capital). El título más importante con
función de pago es el cheque. La letra, el pagaré y la factura conformada, en
cambio, tienen primariamente finalidad de crédito. Estos títulos son el modelo más
acabado de títulos valores y los que la Ley peruana regula desde hace más tiempo
y con mayor detalle.
2) Los títulos de tradición sirven para facilitar la disposición de las mercaderías
representadas en ellos. Las cartas de porte terrestre y aéreo, el conocimiento de
embarque y los certificados de depósito son ejemplos típicos de estos títulos. La
carta de porte, por ejemplo, es entregada por el transportista terrestre al cargador,
quien a su vez la entrega, normalmente durante el propio transporte, al destinatario
de la mercadería, contra el pago del precio acordado, verificándose así la tradición
documental de la que habla el art. 903 CC, usualmente en el contexto de una
compraventa sobre documentos (aludida en los arts. 1580 y 1581 CC).
3) Los valores negociables, títulos de inversión o del mercado de capitales sirven al
que los emite para obtener capital, y al que los adquiere para invertirlo. Los
(p. 164), aunque parece bastante claro que el autor, al hablar de distinguir los títulos de crédito
atendiendo a su contenido, hace una amalgama de criterios de clasificación, principalmente entre el
criterio funcional que se desarrolla en el texto y el que atiende a la naturaleza de los derechos
incorporados. Algo similar ocurre, en distintas medidas, con las clasificaciones de los demás autores
consultados: GUALTIERI/ W INIZKY, Títulos..., cit., n. 56, p. 136; PEREZ FONTANA, Títulos-Valores..., cit., p.
196; GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, p. 69 y ss; SÁNCHEZ CALERO/ SÁNCHEZ-CALERO,
Instituciones..., cit., vol. II, pp. 58-60, y JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Derecho Mercantil, cit., vol. II, p. 13.
86
Notas de Títulos Valores § 54
principales ejemplos son los bonos de obligación y las acciones. También van
adquiriendo importancia los certificados de participación en fondos de inversión. A
diferencia de lo que ocurre con otros títulos, los valores negociables se emiten
típicamente en masa (suelen ser, además, valores mobiliarios, pero no
necesariamente tienen que serlo) y tienen carácter fungible, por lo que, cumpliendo
las condiciones exigidas por la regulación del mercado de valores, pueden
negociarse en una Bolsa u otro mecanismo centralizado de negociación. Por su
importancia económica, deberían ocupar un lugar semejante al de los títulos de
pago y crédito en un curso sobre títulos valores, pero su régimen viene siendo
profundamente influido por el del mercado de valores, y obedece a veces a reglas
e instituciones ajenas al Derecho de los títulos valores. Por ello, en estas Notas se
dejarán más bien en un segundo plano.
Según el tipo de derecho incorporado.
Según la clase de derecho documentado, puede distinguirse entre títulos que
incorporan un derecho de crédito, títulos que incorporan un derecho real y títulos que
incorporan un derecho de participación172.
1) Los títulos valores de carácter obligatorio son los que documentan un derecho de
crédito. Son especialmente frecuentes. Por ejemplo: los bonos de obligación
emitidos por los empresarios, la letra de cambio, el cheque.
2) Los títulos valores de contenido real documentan un derecho real. Por ejemplo, el
título de crédito hipotecario negociable o el warrant. A veces un mismo título es a
la vez de contenido real y de carácter obligatorio. Por ejemplo, los títulos de
tradición, como es evidente, incorporan derechos reales (por lo menos, la posesión
de la mercadería representada, generalmente también la propiedad), pero eso no
impide (sino que facilita) que el título también documente el derecho (de crédito) a
obtener del transportista o depositario la restitución de los bienes (que es una
obligación de dar). Por eso VIVANTE pudo defender que estos títulos son, hasta en
el sentido más estricto de la expresión, verdaderos títulos de crédito173.
3) Los títulos de participación documentan la posición jurídica del partícipe en un
interés común o colectivo174. El ejemplo más claro y puro son las acciones de las
sociedades y sus certificados provisionales. Las obligaciones convertibles en
acciones son títulos obligatorios, pero económicamente se hallan muy próximos a
las acciones. Además, también jurídicamente, como todos los valores mobiliarios,
confieren cierta participación en un interés colectivo (representado en este caso
por el sindicato de obligacionistas). En cambio, las acciones sin derecho a voto
son títulos de participación que económicamente se acercan mucho a los bonos
de obligación. Las llamadas “acciones de inversión”, que sustituyeron durante
algún tiempo a las “acciones” laborales (sin que unas ni otras fueran
verdaderamente acciones), parecen ser otro ejemplo de puro título de
participación, distinto de las acciones: no dan participación en el capital (no
confieren la calidad de socio), pero tampoco son un mero pasivo, una mera
obligación de la sociedad, ya que participan en el patrimonio, lo que se representa
172 HUECK/ CANARIS, Derecho..., cit., p. 27 (§ 2); GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, pp. 69 y ss.
173 VIVANTE, Trattato..., cit., vol. III, n. 978 (p. 165).
174 JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Derecho Mercantil, cit., vol. II, p. 13.
FACULTAD DE DERECHO 87
Versión de julio de 2023
§ 55 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
infra.
88
Notas de Títulos Valores § 57
FACULTAD DE DERECHO 89
Versión de julio de 2023
§ 58 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
90
Notas de Títulos Valores § 58
182 GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, p. 200-201; cfr. también el § 96, en pp. 140 y s., infra. Incluso,
como diré en el § 98, en pp. 144 y ss., infra, hay aun un tercer sentido relevante, no mencionado aquí.
183 Así, GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, p. 201.
FACULTAD DE DERECHO 91
Versión de julio de 2023
UNIVERSIDAD DE PIURA
FACULTAD DE DERECHO
CAPÍTULO 2
NATURALEZA JURÍDICA DE LOS TÍTULOS VALORES
SUMARIO: I. PLANTEAMIENTO.— 59. Sentido de la pregunta por la naturaleza jurídica.
60. Premisas de la investigación. 61. Las preguntas por resolver. II. SOBRE EL
CARÁCTER CONSTITUTIVO (O NO) DE LA CONFECCIÓN DEL TÍTULO.— 62. Planteamiento
del problema. 63. Teorías sobre la cuestión. 64. La cuestión vista desde el derecho
positivo peruano. III. ESTRUCTURA DEL SUPUESTO DE HECHO CARTULAR (I): TEORÍAS
CONTRACTUALISTAS.— 65. Planteamiento del problema y principales orientaciones.
66. Antecedentes del contractualismo. 67. La teoría del “acto formal”. 68. El
“contrato de entrega”. 69. Desarrollos y variantes de la doctrina del “contrato de
entrega”. IV. ESTRUCTURA DEL SUPUESTO DE HECHO CARTULAR (II): EL
UNILATERALISMO.— 70. Nacimiento y planteamiento general de las tesis
unilateralistas. 71. Desarrollo del unilateralismo: de la creación a la emisión. 72. La
naturaleza del acto unilateral. 73. La doctrina complementaria de la apariencia.
74. Ensayo de síntesis. V. LA POSICIÓN DOCUMENTAL ACTIVA.— 75. Teorías sobre la
cuestión. 76. La teoría de la simple detentación. 77. La teoría de la posesión.
78. Teoría de la (posesión de) buena fe. 79. Teoría de la propiedad. 80. La
propiedad, la incorporación y sus límites ante la posición activa. 81. Carácter
normalmente derivativo de la adquisición cartular.
I. PLANTEAMIENTO
Sentido de la pregunta por la naturaleza jurídica.
Los juristas solemos resumir gran parte de la información que queremos transmitir
sobre un fenómeno jurídico en la expresión naturaleza jurídica. Así, ante un fenómeno
jurídico novedoso, o no tanto, una de las primeras cosas que suele preguntarse es:
“¿cuál es su naturaleza jurídica?”. Y aunque no siempre sea la primera pregunta, es
al menos una pregunta que siempre se hace, sobre todo si la cuestión se aborda
desde un punto de vista académico. No puedo ni pretendo sustraerme a esa regla no
escrita, y no lo haré. Pero –hay un pero–, para abordar la cuestión con fruto, es
necesario saber, en la medida de lo posible, qué es exactamente lo que se busca o
pretende averiguar con la pregunta por la naturaleza jurídica de algo.
Según DIEZ PICAZO1, la búsqueda de la naturaleza jurídica de un fenómeno jurídico
debe desarrollarse en tres momentos:
1) La naturaleza “funcional”, que pretende responder a la pregunta “¿para qué sirve
esta institución en la sociedad?” En el caso de los títulos valores en general, esto
1 DIEZ-PICAZO Y PONCE DE LEÓN, Luis; El arbitrio de un tercero en los negocios jurídicos, Bosch Casa
Editorial, Barcelona, 1957, p. 107. El autor lo dice sólo de la naturaleza jurídica de su objeto de
investigación en esa obra, que es el arbitrio de un tercero, pero me parece evidente que vale lo mismo
para cualquier otra institución. Lo que me sorprende es el poco eco, que me conste, que en otros
autores e incluso en las obras posteriores del propio autor, ha tenido tan clara y útil sistematización. En
cualquier caso, advierto que no sigo exactamente los conceptos dados por el autor a cada una de las
“naturalezas jurídicas” aquí consideradas.
— 93 —
§ 59 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
6 LEHMANN, Heinrich Otto; Lehrbuch des deutschen Wechselrechts: Mit Berücksichtigung des
österreichischen und des Schweizer Rechts, Stuttgart, Enke, 1886, pp. 145-277. Con toda probabilidad,
este trabajo es la base, a su vez, de la exposición de PAZ ARES.
94
Notas de Títulos Valores § 60
(especialmente con las del primero). Aun así, los sigo porque son las exposiciones
más ordenadas y completas de que he podido disponer. En otras palabras, por regla
general, sólo adoptaré algunos aspectos del planteamiento de los problemas que
hacen (las soluciones, solo algunas veces), así como el hilo principal de la sucesión
de teorías y el resumen del contenido de éstas.
Premisas de la investigación.
Teniendo en cuenta la importancia relativa de las construcciones teóricas7, creo
necesario recordar, antes de adentrarme en la averiguación de la naturaleza de los
títulos valores, tres premisas8 de partida, que ciertamente describen el funcionamiento
real de los títulos valores, aunque no lo expliquen:
1) Toda la disciplina de los títulos valores se basa en diferenciar dos planos:
a. uno causal, fundamental, originario o subyacente, y
b. otro cartular, cartáceo o documental9.
2) Hay que tener en cuenta, además, que la situación recíproca de esos dos planos
de desenvolvimiento de las relaciones jurídicas oscila entre:
a. la concurrencia, pues se dirigen a satisfacer la misma necesidad económica; y
b. la alternancia, pues sólo se debe verificar la eficacia jurídica plena de uno de
los dos planos, no de los dos a la vez10.
3) Los títulos valores, al estar funcionalmente orientados a proteger la circulación
documental de los derechos, tienen un doble régimen, incluso dentro del plano
cartular, según que la relación jurídica se aprecie:
a. inter partes, es decir, entre quienes la contrajeron originalmente o sus
causahabientes extradocumentales: es el tramo de los efectos inmediatos del
título o de los actos cartáceos; o
b. inter tertios, es decir, entre terceros no vinculados entre sí sino por efecto de la
virtualidad circulatoria del título: el tramo circulatorio del título valor11.
Es importante en particular distinguir esta tercera premisa de la primera:
1) una cosa es señalar la diferencia de planos causal y documental, y
2) otra la distinción de tramos inmediato y circulatorio.
Las tres son premisas que expresan inmediatamente algunos rasgos muy claros de la
disciplina cartular, por lo que deberían quedar al margen de la discusión que sigue.
7 Como decían los romanos, non ex regula summatur ius, sed ex iure quod est regula fiat, señalando
así que más importante que una teoría absolutamente coherente es declarar correctamente el derecho
en los casos concretos.
8 PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit., pp. 11-17.
9 PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit., pp. 11-12. Premisa que suele ser adecuadamente expuesta por
otros autores. Entre nosotros, vid. por todos MONTOYA, Com. al art. 1 LTV ant., cit., n. 3 (p. 8).
10 PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit., p. 13.
FACULTAD DE DERECHO 95
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§ 61 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
15 Que el autor denomina la cuestión de la “autonomía” de la letra de cambio, aunque con ese nombre,
96
Notas de Títulos Valores § 62
17 Materia en este trabajo de la sección IV (§§ 40 a 47) del Cap. 1, en pp. 59 y ss., supra, y del Cap. 3,
en p. 119 y ss., infra.
18 Materia que en este trabajo examino en las Secciones IV del Cap. 6 (§§ 192 y 194) y III del Cap. 7,
FACULTAD DE DERECHO 97
Versión de julio de 2023
§ 63 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
Por otro lado, debe recordarse que, por muy “declarativo” del derecho incorporado que
sea un título valor, si emitirlo tiene algún efecto jurídico, está claro que en esa misma
medida todo título es necesariamente “constitutivo” de ese efecto, fuere el que fuere20.
Por eso ha de quedar claro que en la investigación que sigue de lo que se trata es del
“carácter constitutivo” del título en el sentido de si es “fundante de una relación jurídica,
nueva y diferente de la causal o subyacente”, o no.
Según PAZ-ARES21, la respuesta que se dé al problema del “carácter constitutivo” (o
“autonomía”, en su terminología) es la manera técnico jurídica de construir la primera
de sus “premisas” (la diferenciación de planos). En otras palabras, se trata de
averiguar qué significado jurídico preciso tiene esa diferenciación de planos.
Teorías sobre la cuestión.
De acuerdo con lo expuesto, existen tres orientaciones fundamentales en la doctrina
sobre la cuestión del carácter constitutivo, o no, de los títulos cambiarios22:
1) Las teorías monistas o causalistas fueron propugnadas sobre todo por los autores
franceses del s. XIX. Ingeniosos y agudos renovadores de estas tendencias son
FERRI, en Italia, con su peculiar teoría de la circulación de la “legitimación” para el
ejercicio del derecho (en su caso, de manera independiente a la del derecho
mismo)23, y Jesús Rubio, en España24. Según PAZ-ARES, también habría que
adscribir a esta tendencia, aunque con salvedades, las teorías “procesalistas” de
los italianos Redenti y, sobre todo, Carnelutti25. Estas teorías, al dar especial
importancia a la segunda “premisa” (concurrencia y alternancia de los planos),
aseguran que sólo existe una obligación: la causal. El “plano cambiario” no tendría,
para quienes siguen esta orientación, autonomía sustancial alguna, sino un mero
significado formal, procesal, etc. Es decir, sería un mero conjunto de “efectos
especiales” derivados del hecho de la incorporación en la letra de cambio del
derecho subyacente y la verificación de ciertas situaciones también especiales
(fundamental, aunque no únicamente, la circulación cambiaria).
2) Las teorías mixtas fueron defendidas especialmente por W IELAND en Alemania y
PAVONE LA ROSA, entre otros autores, en Italia, y adoptada al parecer por los
Tribunales Supremos de Italia y de España en algunos fallos anteriores, en el
segundo caso26, a la Ley Cambiaria y del Cheque es. de 1985. Estas doctrinas
20 Es el problema que, hablando de otra materia (el Registro Mercantil), SCHMIDT, Karsten; Derecho
Comercial, trad. de la 3ª ed. alemana de Federico E. G. Werner, con la supervisión de Rafael Manóvil,
Astrea, Buenos Aires, 1997, pp. 401-402, llama de la relatividad del carácter “constitutivo” de un hecho:
¿constitutivo de qué? Vid. al respecto lo que digo en el § 58, en la p. 15, supra.
21 Naturaleza jurídica…, cit., pp. 21-24.
23 FERRI, Títulos…, cit., pp. 23-54, aunque admite expresamente una posible “eventual” eficacia
ARES, Naturaleza jurídica…, cit., pp. 27-28, 33 y 50, y de la recensión de CHICO Y ORTIZ, José María;
“RUBIO Y GARCÍA MINA, J.: Derecho cambiario. Madrid, 1973”, en 501 Revista Crítica de Derecho
Inmobiliario (1974), pp. 435-442 (pp. 436 y 437).
25 Naturaleza jurídica…, cit., p. 27.
26 Se citan sobre todo las SSTS del 17 de enero de 1970, [1970] RA 172, 4 de octubre de 1978, [1978]
98
Notas de Títulos Valores § 64
und einer Einführung in das Wertpapierrecht, 20ª ed., Beck, Múnich, 1997, pp. 52-53 (n. mg. 10 de la
intr. al WG), aunque a tenor estricto de sus expresiones, su intento es sólo el de “limitar” el carácter
abstracto (que sigue presente, por tanto) del título cuando se opone inter partes en la relación causal.
32 PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit., pp. 53-54.
FACULTAD DE DERECHO 99
Versión de julio de 2023
§ 64 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
“primitiva”, que sigue igual, el título valor representa una obligación distinta de ella,
y por lo tanto es constitutivo. Si se pacta en contrario como permite hacerlo el
artículo comentado, el título será constitutivo con más razón, pues entonces la
emisión extingue la obligación original, y la contenida en el título será totalmente
distinta de ella, hasta el punto de poder sustituirla en vía de novación 33. Por último,
si la exigibilidad de la obligación original entra en suspenso mientras el título no
sea pagado o se perjudique por culpa del acreedor, como dispone el párr. 2° del
precepto en cuestión, la que permanece siempre exigible es la cartular, que resulta
evidentemente distinta de la primera34.
2) Se opone también a lo dispuesto por el art. 1279 CC, si éste se interpreta a la luz
de lo establecido en el art. 1233 arriba comentado. El art. 1279 CC, aisladamente
considerado, podría dar la impresión de corroborar la tesis monista, pues parece
aplicar a la emisión de títulos valores el carácter de un “cambio accesorio de la
obligación” (original, se entiende). Pero como he dicho, esto no es así, sino en la
medida en que, siendo una obligación verdaderamente nueva y autónoma, la
contenida en el título valor no es incompatible con la subsistencia de la primitiva,
porque entra a tallar lo dispuesto en el art. 1233 CC35. En cambio, si se pactase lo
contrario de lo dispuesto en ese artículo, está claro que necesariamente habría
novación, porque ese mismo pacto, en virtud del carácter constitutivo de los títulos
valores cambiarios, implicaría la voluntad indubitable de novar (cfr. art. 1277 CC).
3) Además, el art. 94 LTV, que completa la regulación de las relaciones entre el plano
causal y el cartáceo, se pone precisamente en el caso de coincidencia en la misma
persona de la legitimidad para exigir judicialmente ambas. La norma admite
claramente la posibilidad de “elegir” la pretensión derivada de una u otra relación,
lo que implica una distinción real de ambas36, e insiste en la posibilidad de probar
que la emisión del título respondía a un animus novandi (art. 94.3 LTV). Este
artículo no sólo descarta la adecuación a nuestro derecho positivo de las tesis
monistas, sino también de las mixtas.
4) Adicionalmente, el conjunto del articulado de la LTV, al configurar la relación
jurídica cartácea como lo hace, con los caracteres de literalidad, autonomía,
solidaridad cambiaria, etc., y especialmente al consagrar la inoponibildad de las
excepciones causales (cfr. art. 19 LTV), claramente establece una distinción real o
sustantiva entre ambos planos. ¿Cómo puede decirse que la obligación
incorporada en el título valor es numéricamente la misma que la obligación causal
cuando ninguno de los elementos de ésta puede alegarse para efectos de su
eficacia jurídica, sino sólo los que hubiesen sido literalmente recogidos en el título?
33 PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit., pp. 31-32 y 44, citando los arts. 1170 y 1204 CC es., el primero
de los cuales es equivalente (de hecho, es su antecedente) a nuestro art. 1233 CC, y el segundo a
nuestro art. 1277 CC.
34 El art. 1233 CC será objeto de estudio más profundo y pormenorizado al tratar del tema de la
coordinación de los dos planos, causal y cartular, entre los que normalmente se desenvuelve el título
valor. Lo mismo puede decirse del art. 94 LTV, que comento a continuación.
35 GUTIÉRREZ CAMACHO, Walter (Dir.) ET AL.; Código Civil comentado, 2ª ed., Gaceta Jurídica, Lima,
2007, t. VI, Com. al art. 1279 CC (n. 2, a), a cargo de Federico MESINAS MONTERO (en adelante citaré
esta obra de la siguiente manera: GUTIÉRREZ/ MESINAS, Com. al art. 1279 CC, con los cambios de
números y personas que sean necesarios).
36 BEAUMONT/ CALLIRGOS, Com. al art. 94 LTV, cit., pp. 459-471 (especialmente pp. 461-462, n. VI), con
100
Notas de Títulos Valores § 65
por eso mismo más olvidadas), como la de la “personificación del título” (Personifikationstheorie) de
Bekker, Volkmar y Löwy, o la del “acreedor artificialmente individualizado” (Theorie des künstlich
individualisierten Gläubiger) de Jolly, de las que nos habla LEHMANN, Lehrbuch…, cit., pp. 178-179 (§
51) y 182-184 (§ 53), respectivamente, entre otras.
43 Naturaleza jurídica…, cit., pp. 60 y 140-168. Aunque en realidad, bien entendida, la postura de PAZ-
ARES es más bien contractualista. Sin embargo, le da tanta importancia a la doctrina de la apariencia,
que a veces da la impresión de colocarla no en un papel secundario y meramente complementario,
como le corresponde, sino como independiente y casi al mismo nivel que la explicación básica, de
matriz contractual, de la obligación cambiaria. Con esto da la impresión de que su explicación total es
en realidad ambivalente y plurifacética, dependiente de dos supuestos de hecho alternativos con un
funcionamiento independiente el uno del otro: lo que llamo en el texto su “postura ecléctica”.
102
Notas de Títulos Valores § 66
47 HEINECIO, Juan Teófilo (Johannes Gottfried HEINECKE); Elementa iuris cambialis commoda auditoribus
methodo adornata, C. Felsecker, Núremberg, 1764, p. 25 (Cap. 3, §§ VI a IX): “Rectius ergo observarunt
Schilter. (…) et Stypmanus (…) ex pluribus conventionibus constare negotium istud cambiale, easque
contractibus iuris Romani non per omnia similes esse. Primum enim inter se contrahunt remittens et
trassans. Ille numerat pecuniam, ut hic det litteras cambiales: hic acceptam a se pecuniam scriptis litteris
fatetur, spondetque, eam alio loco solutum iri. Hunc vero contractum proxime accedere ad naturam
contractus litteralis, post alios observavit Iust. Henning. Boehmerus (…). [§ VII] Obiici posset, scriptura
vel litteras magis ad naturalia, quam ad essentialia cambii pertinere, et si aliunde probari possit inter
contrahetes ita convenisse, ut pecunia hic numerata alibi reddatur, nihil esse causae, cur inde nasci non
debeat obligatio (…). Sed responderem, tunc obligationem quidem nasci, non tamen cambialem; dari
etiam actionem, at non cambialem. [§ VIII] Eiusdem momenti est argumentum, quod sententiae nostrae
obvertit Stypmann. (…) cambium ideo non posse dici contractum litteralem, quod non solvat is, qui
scripserit, sed tertius extraneus, nec ideo solvatur quod scriptum sit, sed quod pecunia sit numerata.
Nam ad prius responderem, illum etiam sensu iuridico vere solvere, qui ab alio solvit (…); ad posterius
vero, falsum esse, trassantem obligari ideo, quod pecuniam acceperit; obligatur enim, quia se illam
accepisse scripsit, et quia locus non est exceptioni non numeratae pecuniae, nisi ea in continenti sit
liquida. [§ IX] Quum ergo omnino pro certo habendum sit, primum illum et principalem contractum, qui
inter remittentem et trassantem intercedit, ad litteralem quam proxime accedere: inde omnino
consequitur: 1) ut acceptans si indossanti solverit, et ab eo acceperit instrumentum cessatorium (einen
Mortifications-Schein), indossatario nihilominus solvere teneatur (…); 2) ut indossatarius cessionem
indossato denunciare non teneatur, contra l. final. D. de transact.; 3) ut indossatarius cessionario
extracambiali, licet antiquiori, praeferatur, contra l. 2 C. qui potior. in pignor. [C.]” (citatis omissis).
48 D.46.3.56: “El que manda pagar, es como si él mismo pagase”. D.46.3.87: “No puedo repetir ninguna
deuda pagada por mi procurador, porque, cuando uno constituye un procurador de todas sus cosas, es
como si le diera mandato de pagar dinero a sus acreedores, no ha de esperarse a que lo ratifique
después”.
104
Notas de Títulos Valores § 67
falso que el librador se obligue sólo por haber recibido el dinero; se obliga más
bien porque ha escrito que lo recibió, y porque no ha lugar la excepción non
numeratae pecuniae si no se hace patente de inmediato.
Así pues, dado que se ha de tener por absolutamente cierto que aquel primer
y principal contrato que media entre el tomador y el librador se aproxima en
máximo grado al contrato literal, de ahí se sigue con toda seguridad: 1) que si
el aceptante paga al endosante, aun recibiendo de él un instrumento
cancelatorio (einen Mortificationsschein), queda de todos modos obligado a
pagar al endosatario (…); 2) que el endosatario no tiene necesidad de
denunciar la cesión al cedido, contra [lo dispuesto en] la ley final del título De
transactionibus del Digesto49; 3) que el endosatario es preferido al cesionario
extracambiario, aunque éste sea más antiguo, contra [lo dispuesto en] la ley 2ª
del título Qui potiores in pignore habeantur del Código [de Justiniano]50”.
Como pone de manifiesto la simple lectura del pasaje, no es difícil ver en estas
fórmulas la génesis de las modernas doctrinas cambiarias.
La teoría del “acto formal”.
Las primeras teorías cambiarias propiamente dichas aparecen en el siglo XIX, en
continuidad con antecedentes como el que acabo de mostrar, pero ya con un Derecho
cambiario plenamente moderno. En general, tratan de conciliar la obligación cambiaria
con las reglas generales del Derecho de los contratos.
Entre las fórmulas más antiguas, una de las más peculiares —y que según PAZ-
ARES51, es la primera tesis contractualista moderna de importancia— es la
denominada Formalakttheorie de Friedrich VON LIEBE: la “teoría del acto formal” (donde
“acto” quiere decir propiamente “contrato”52):
“Una simple mirada al negocio cambiario muestra que en él se ha escogido una
forma, a través de la cual pueden ser alcanzadas finalidades del tráfico de
muchos tipos, que además no se introducen en el negocio cambiario, sino que,
según la intención de las partes, quedan reservadas entre ellas mismas.
Semejante situación no se explica mediante analogías con determinadas
formas de negocio específicas ya conocidas, sino mediante la consideración de
las formas mismas de los negocios jurídicos, y en esta línea el Derecho
49 D.2.15.17: “El vendedor de la herencia transigió con un deudor de la herencia, que ignoraba que la
herencia había sido vendida, las acciones encomendadas al comprador: si el comprador quisiere
exigirle esta deuda, debe reconocerse al deudor la excepción de transacción, debido a su ignorancia.
Lo mismo se ha de responder de quien recibió la herencia en fideicomiso, si el heredero transigió con
un deudor que desconocía el hecho”.
50 CJ.8.17.2: “Si por decreto del pretor que adjudicó sobre el fideicomiso habéis sido puestos en
posesión del fundo hereditario para conservarlo en fideicomiso condicional, antes de que vuestro
adversario en una ejecución de sentencia ocupara el mismo fundo en garantía, por orden de quien
ejecutaba la sentencia según derecho, debéis prevalecer por causa del tiempo. Pues cuando una u otra
parte contienda sobre la garantía, prevalece en derecho el que previno en el tiempo”.
51 Naturaleza jurídica…, cit., p. 111.
53 LIEBE, Friedrich VON; Entwurf einer Wechselordnung für das Herzogthum Braunschweig sammt
Motiven, G.C.E. Meyer, Braunschweig, 1843, p. 39: “Eine einfache Ansicht des Wechselgeschäftes
zeigt, daẞ man in ihm eine Form gewählt hat, in der ganz verschiedenartige Zwecke des Verkehrs
erreicht werden können, die indeẞ in das Wechselgeschäft nicht mit hineingezogen werden, sondern
nach der Absicht der Parteien völlig unter demselben verborgen bleiben. Ein solches Verhältniẞ erläutert
sich nicht durch ein Analogisiren mit einzelnen bestimmten bereits bekannten Geschäftsformen,
sondern durch eine Betrachtung der Formen der Rechtsgeschäfte überhaupt, und in dieser Hinsicht ist
das römische Recht für die Gewinnung der richtigen allgemeinen Gesichtspunkte fruchtbarer, als es
nach den bis jetzt daraus entnommenen Resultaten zu sein scheint”.
106
Notas de Títulos Valores § 67
resto del contenido de la operación total, en la que aquel hecho individual sólo
aparece como una parte concreta”54.
Así pues, LIEBE reconstruye la emisión de la letra de cambio a imagen y semejanza
de las stipulationes, pero cambiando su forma de expresión de verbal a escrita.
Obtiene así un contrato ultraformal tal, que una vez redactado y suscrito según los
requisitos legales, el documento se basta a sí mismo para generar todos los efectos
cambiarios, sin que el deudor pueda oponer al acreedor otra excepción que la
realización imperfecta del ritual o la excepción de dolo:
“Una observación más atenta muestra con facilidad que los negocios del primer
tipo [los “formales”] no son llevados a cabo pura y simplemente por ellos
mismos, y que las partes quieren con ellos alcanzar en cada caso algo que va
más allá de su simple adopción. Así, cuando uno fija la atención en las
consecuencias ulteriores, se manifiesta también aquí en cada caso una relación
más comprehensiva, que puede ser considerada como un todo y caracterizada
jurídicamente, y en la que ese negocio concreto aparece como una parte
integrante específica. Pero aquí hay que advertir que tal negocio tendría su
eficacia jurídica propia también fuera de ese contexto más amplio, y que cada
vez produce los mismos efectos, con independencia de que tal contexto sea de
un género completamente distinto en los casos concretos. Según la intención
de las partes, en este contexto, la pieza esencial no es entonces el acto formal
mismo, sino su efecto, predeterminado de una vez por todas. Aquí está el punto
en el que el derecho material se sobrepone al meramente formal: en un caso
así no se permitirá probar si, según la disposición material de las relaciones con
las que el negocio formal forma un solo complejo, cabría extraer también una
consecuencia jurídica [diferente], en la medida en que tal consecuencia surge
por sanción positiva con total independencia de los resultados de la sentencia
[reacaída sobre el acto formal]: pero una vez alcanzado el efecto de esa
54 LIEBE, Entwurf…, cit., pp. 39-40: “Es lässt sich ein zwiefacher Character der Rechtsgeschäfte
unterscheiden, nach welchem dieselben entweder formale oder materiale sind, und in das Gebiet des
strictum jus o der des aequum jus gehören (…). [Dieser Unterschied] beruht vielmehr in der Natur der
Verhältnisse selbst, und seine Anwendung auf die hier vorliegende Frage ist daher von dem
Herbeiziehen der Analogie einzelner römischer Rechtsverhältnisse sehr verschieden. Wo die Form
entscheidet, sehen wir die Rechtsfolge an eine bestimmte, gerade in der äuẞern Form characterisirte
Handlung geknüpft, ohne daẞ irgend Etwas darauf ankommt, ob auch Erfahrung, Rechtsgefühl oder
Naturrecht eine solche Folge nothwendig damit zusammenhänge, oder selbst ob die Parteien diese
Folge wirklich beabsichtigt haben. Absicht und Consens der Parteien sind hier nicht der letzte Grund
der Rechtsfolge, sondern können nur das Motiv zur Vornahme der Form sein, in deren bloẞer Existenz
jener letzte Grund der Rechtsfolge enthalten ist. So entsteht bei der Stipulation der klagbare Anspruch,
weil die bestimmten Worte vorhanden sind, nicht weil sich aus diesen der Consens der Parteien (für
dessen Dasein vielleicht nur ein recht genaues und untrügliches Zeichen abgehen könnten) ersehen
liesse, und der Consens ist nicht die materia ex qua der Stipulation. Eben so entsteht aus dem
Vorhandensein des Wechsels schlechthin eine bestimmte Folge, ohne daẞ man für deren Begründung
noch Weiteres, etwa den Consens der Parteien, einen auf Geldtausch gerichteten Innominatcontract,
die Cession eines Anspruchs an den Trassanten u.s.w als den eigentlichen Grund dieser Folge
aufzusuchen, und damit auf eine höchst unpassende Weise den Wechsel als Beweismittel oder ein
Zeichen oder Ausführungsmittel für dieses Weitere zu betrachten hätte. Kommt es in Fällen dieser Art
zur gerichtlichen Cognition, so beschränkt sich diese auf die Prüfung der Existenz der bestimmten an
sich folgenreichen Thatsache, und wenn diese feststeht, so erfolgt die Verurtheilung ohne Rücksicht auf
Zweck und Absicht und auf den übrigen Inhalt der ganzen Operation, in welcher jene einzelne
Thatsache nur als einzelner Theil erscheint”.
sentencia, podrá ser cuestionado y, cuando carezca del carácter jurídico que
debería tener en virtud de las relaciones más amplias, podrá buscarse que se
deje de lado. De qué manera ocurre esto, si, por ejemplo, mediante la
interposición de una contrademanda, o mediante una exceptio doli que le
permita al Juez incorporar como guía la disposición material de las relaciones
(exeptio doli opposita bonae fidei iudicium facit), no tiene aquí ulterior
relevancia”55.
La teoría del contrato ultraformal de LIEBE, concordaba bastante bien en sus resultados
con la legislación entonces vigente, e incluso más con la ADWO de 1848, aún en
preparación, norma que rechazó expresamente que el aceptante pudiera revocar la
aceptación ya escrita y firmada en la letra antes de devolverla 56. En consecuencia,
parece reforzar la postura ultraformalista de LIEBE, para la cual, concluido el “ritual”,
nada ni nadie podría impedir su eficacia. Sin embargo, la teoría de este autor no tuvo
aceptación en la doctrina57, que prefirió la quizás menos congruente
Begebungsvertragstheorie que examinaré a continuación, debido al alto grado de
artificiosidad de los postulados de la primera. Ellos representaban, en efecto, una
grave ruptura con los principios generales del régimen cotractual moderno. Pese a
ello, LIEBE continuó defendiendo en solitario sus planteamientos.
55 LIEBE, Entwurf…, cit., p. 41: “Eine aufmerksamere Betrachtung zeigt dann leicht, daẞ Geschäfte der
ersten [formalen] Gattung nicht rein um ihrer selbst willen vorgenommen werden und daẞ die Parteien
damit jedesmal etwas über die einfache Vornahme Hinausgehendes erreichen wollen. So entsteht,
wenn man die weiteren Folgen ins Auge faẞt, auch hier jedesmal ein noch weiter greifendes, als Ganzes
zu betrachtendes und echtlich characterisirtes Verhältniẞ, in welchem jenes einzelne Geschäft als
besonderer Bestandtheil vorkommt. Dabei ist indeẞ zu beachten, daẞ dasselbe seine rechtliche
Wirkung auch ohne diesen weiteren Zusammenhang haben würde und daẞ es jedesmal dieselbe Folge
äussert, ungeachtet dieser Zusammenhang in den einzelnen Fällen ein ganz verschiedenartiger ist.
Nach der Absicht der Parteien ist dann in diesem Zusammenhange nicht der Formalact selbst, sondern
seine ein- für allemal bestimmte Folge das wesentliche Stück. Hier ist der Punkt, wo das materielle
Recht in das bloẞ formelle übergreift: man wird in einem solchen Falle nicht prüfen dürfen, ob auch nach
dem materiellen Bestande der Verhältnisse, mit welchen das Formalgeschäft gleichsam in einem
Complex zusammengefaẞt ist, eine [verschiedene] Rechtsfolge daraus entstehen könne, indem diese
Folge ganz unabhängig von den Resultaten einer solchen [den Formalact berührenden] Beurtheilung
durch positive Sanction entsteht: wohl aber wird man die einmal erreichte Folge dieser Beurtheilung
unterwerfen, und, wenn ihr der rechtliche Character fehlt, den sie aus anderweiten Verhältnissen zu
gewinnen hat, wieder zu beseitigen suchen. Auf welche Weise dieses geschieht, ob z.B. durch
Gestattung einer Widerklage, ob durch eine exceptio doli, welche es dem Richter möglich macht, den
materiellen Bestand der VerhÄltnisse mit zur Erörterung zu ziehen (exceptio doli opposita bonae fidei
judicium facit), ist hier nicht weiter von Erheblichkeit”.
56 § 21 ADWO, párr. 4°: “Die einmal erfolgte Annahme kann nicht wieder zurückgenommen werden”
(“Una vez obtenida, la aceptación ya no puede ser retirada”). Así lo proponía ya precisamente (y con
una fórmula más inequívoca) el § 39 del Entwurf… de LIEBE, cit., p. 9: “Die geschehene Annahme des
Wechsels ist unwiderruflich und ein Durchstreichen oder Vernichten derselben befreit den Acceptanten
nicht von seiner Verbindlichkeit” (“La aceptación ya ocurrida de la letra de cambio es irrevocable y su
tachado o anulación no liberan al aceptante de su obligación”).
57 Y también, al parecer, de los legisladores, pues a diferencia de la norma de la ADWO citada, el art.
29 LULC, a la que siguen nuestro art. 137.1 LTV y casi todas las legislaciones cambiarias posteriores
(incluyendo el art. 29 de la actualmente vigente WG alemana de 1933), dispone exactamente lo
contrario (en la versión de la Ley peruana): “Se considera rehusada la aceptación si el girado la testa
antes de restituir el título. Salvo prueba en contrario, se considera que la aceptación fue testada antes
de la restitución del título”.
108
Notas de Títulos Valores § 68
El “contrato de entrega”.
Fue Johann Heinrich THÖL (1807-1884) quien formuló por vez primera58 la teoría del
“contrato de entrega” (Begebungsvertragstheorie)59, que estaba llamada a ser la
doctrina “estándar” de la orientación contractualista (como lo sería, para la
unilateralista, la teoría de la creación de KUNTZE).
Aunque THÖL escribe varios apartados cuyos títulos incluyen referencias a “la
naturaleza del contrato cambiario” (o “de entrega”)60, es curiosamente en el referido a
la “forma del contrato cambiario” donde más extensa y concretamente expone sus
tesis positivas sobre la naturaleza de los contratos cambiarios:
“La promesa cambiaria del librador descansa en una letra de cambio, la librada,
y en un contrato cambiario, el contrato de entrega. La forma del contrato
cambiario consiste en el dar y tomar la letra, en este caso la librada. El acto de
dar y tomar está totalmente desprovisto de formalidades. Es la letra entregada,
no la prometida ni tampoco la creada, la que funda el contrato cambiario. Según
esto, el librador puede tachar o malograr de otro modo la cambial
completamente terminada antes de que ella sea entregada y aprehendida, sin
que esto sea ninguna violación de un contrato cambiario. El dar y tomar debe
hacerse con la intención de fundar un contrato cambiario. Pero esta intención
no necesita de prueba. Tampoco el dar y tomar necesita de prueba, bastando
la posesión de la cambial. Pero el librador tiene contra el tomador la libertad de
probar que faltó tal intención, o el dar y tomar, esto es, la prueba de que el
contrato cambiario en el que basa su pretensión nunca fue celebrado”61.
58 THÖL, Johann Heinrich; Das Handelsrecht, als gemeines in Deutschland geltendes Privatrecht mit
Berücksichtigung des ausserdeutschen handelsrecht, Dieterichschen, Göttingen, 1841 (t.I) y 1847 (t. II,
todo él dedicado al Derecho cambiario, y que en realidad se terminó de imprimir ya en 1848, como
demuestra el “segundo Prólogo” del autor, pp. v-vi, fechado en ese año).
59 Aunque la doctrina posterior aplicó este nombre (“contrato de entrega”), y lo aplica hasta el día de
hoy, a todos los negocios cambiarios, el propio THÖL, Das Handelsrecht, cit., t. II, p. 116, lo reservaba
únicamente al negocio del librador (de una letra librada, no de la “propia”) y al del endosante: “El
contrato cambiario del librador y del endosante se denomina contrato de entrega, el del aceptante
contrato de aceptación, y los demás carecen de nombre”. Ahora bien, esa identificación posterior está
justificada por lo que el propio THÖL dice en otro lugar (p. 131, § 186): “la naturaleza del contrato
cambiario es la misma, tanto si el contrato cambiario es un contrato de entrega, y lo sea del librador o
del endosante o del emisor de una letra propia, o un contrato de aceptación, y del girado o de un
indicado necesario o interviniente por honor o domiciliado”.
60 Das Handelsrecht, cit., t. II, pp. 131 (§ 186), 171-173 (§ 203) y 215-227 (§§ 215-216), en los que dice
más bien lo que no es el contrato cambiario, criticando las demás teorías cambiarias.
61 Ibid., pp. 203-204 (§ 212): “Das Wechselversprechen des Trassanten beruht auf einem Wechsel, der
Tratte, und einem Wechselvertrage, dem Begebungsvertrage. Die Form des Wechselvertrages ist das
Geben und Nehmen des Wechsels, also hier der Tratte. Der Act des Gebens und Nehmens ist ganz
formlos. Die gegebene Tratte, nicht die versprochene, auch nicht die ausgestellte, begründet den Wech-
selvertrag. Danach kann del Trassant die volständig ausgestellte Tratte, bevor sie gegeben und genom-
men ist, durchstreichen und sonst zerstören, es ist das keine Verletzung eines Wechselvertrages. Das
Geben und Nehmen soll in der Absicht geschehen, den Wechselvertrag zu begründen. Diese Absicht
bedarf aber nicht des Beweises. Das geben und Nehmen bedarf auch nicht des Beweises, es genügt
das Haben der Tratte. Der Trassant hat aber gegen den Trattennehmer den Beweis frei, daß jene
Absicht, oder das Geben und Nehmen fehle, es ist der Beweis, daß mit ihm der Wechselvertrag, aus
welchem er fordere, nicht geschlossen worden sei”. Vid. también las pp. 117-120 (§ 180).
Pero no es tan extraña esa preponderancia del elemento formal para delimitar la
naturaleza de los contratos cambiarios si se tiene en cuenta que, para THÖL, como él
mismo dice en otro lugar:
“El contrato cambiario es un contrato formal”62.
En esto la posición de THÖL engarza con la de LIEBE, con quien coincide incluso en
aproximar el contrato cambiario a la promissio y a la stipulatio romanas63, pero la
rectifica, al identificar el momento de la perfección del contrato no con la firma del
documento, sino con la entrega del mismo por el suscriptor y su aprehensión por el
tomador (o endosatario, o receptor de la aceptación, etc.)64. De hecho, THÖL trata
dichos actos como la peculiar “forma” de manifestar la voluntad en estos contratos, a
los que por eso se pudo aplicar con bastante propiedad el nombre de “contrato de
entrega” (Begebungsvertrag).
Utilizando las categorías jurídicas actuales, la verdad es que la “entrega” no es de
ningún modo la “forma” del título valor (que es más bien “escrita”). Se trata en realidad
de un elemento fáctico previsto por el ordenamiento y contemplado por las propias
partes como parte del supuesto de hecho al que se anuda la creación de los efectos
cambiarios. De este modo, el “contrato de entrega” se configura como un “contrato
real” en sentido técnico65, que es lo que realmente describe THÖL cuando dice que ni
la letra prometida, ni la letra librada, sino sólo la letra entregada fundamenta la
obligación cambiaria.
Según esto, la aceptación firmada en la letra, como la propia libranza, el endoso, el
aval, etc., no sería obligatoria y podría ser revocada en cualquier momento antes de
la devolución de la misma66. Ya hemos visto que el párr. 4° del art. 21 ADWO, cuya
preparación y adopción definitivas coincidieron casi exactamente con la impresión de
la primera edición del tomo dedicado al Wechselrecht del manual de THÖL (1847-
1848), dispuso justo lo contrario para el caso concreto de la aceptación. La norma
planteó, pues, graves dificultades a la Begebungsvertragstheorie, que fue superada
por algunos seguidores de THÖL con la afirmación de que la “entrega” integrante del
supuesto de hecho del contrato específico de aceptación (los demás contratos
cambiarios sí seguirían el esquema propuesto por THÖL) sería la contenida en la
“oferta” del que la presenta, bastando ya, para la perfección del mismo, sólo la
66 Y así lo dice expresamente THÖL, Das Handelsrecht, cit., t. II, p. 118 (§ 180): “der gegebene Wechsel,
nicht del versprochene, auch nicht der ausgestellte begründet den Wechselvertrag. Danach kann der,
welcher den Wechsel zu geben angegangen worden oder versprach, den vollständig angestellten
Wechsel (Tratte, Accept, Indossament, eigener Wechsel), bevor er gegeben und genommen ist, wieder
durchstreichen oder sonst zerstören, es ist das keine verletzung eines Wechselvertrages” (“la letra
entregada, no la prometida, ni tampoco la ya creada, fundamenta el contrato cambiario. Según esto,
aquél al que le concierne dar una letra o la prometió puede volver a tachar o de otro modo perjudicar la
letra totalmente redactada y firmada (sea su libranza, aceptación, endoso o letra propia) antes de que
ella sea entregada y tomada, sin que esto suponga ninguna violación de un contrato cambiario”).
110
Notas de Títulos Valores § 68
67 PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit., pp. 114-115. Según el autor, que atribuye esta propuesta a
GOLDSCHMIDT y a LEHMANN, ellos vuelven con esto prácticamente a la postura de LIEBE, para el caso
concreto del contrato de aceptación. También cita a otros autores que se apartan aun más de los
postulados de THÖL, y construyen la aceptación, en concreto, como un acto unilateral, por ejemplo.
Como ya expliqué, la redacción actual del art. 29 WG hace innecesarias estas desviaciones del modelo
básico del “contrato de entrega” (y lo mismo pasaría con nuestro art. 137 LTV).
68 PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit., p. 115.
70 Curso…, cit., t. III, pp. 99-104, aunque el tono general es más bien pragmático y muy crítico con la
72 SAVIGNY, Friedrich Carl VON; Das Obligationenrecht als Theil des heutigen römischen Rechts, Veit &
Co., Berlin, 1853, t. 2., pp. 88 y ss. (§§ 61 y ss.), aunque limitando su argumento a los títulos provistos
de una cláusula “al portador” (pp. 103-108; § 63), y partiendo de la premisa de que en otras
circunstancias semejante contrato cum incerta persona sería inválido bajo el Derecho común (pp. 89-
90).
73 Cfr. PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit., pp. 118-119.
74 GOLDSCHMIDT, Levin; System des Handelsrechts mit Einschluss des Wechsel-, See- und
112
Notas de Títulos Valores § 69
aceptada, en caso de que el primer tomador fuera incapaz de contratar (un niño,
un enajenado), por un tomador posterior (capaz de contratar)”75.
Así, si bien el contrato de entrega se celebraba según esto entre los partícipes directos
de cada transacción cambiaria, en éste se hallaba, junto con el compromiso del deudor
a favor del cocontratante, una promesa a favor de cada sucesivo adquirente del título,
análoga pero no idéntica (pues el tercero es indeterminado) a la estipulación a favor
de tercero76. Ahora bien, según GOLDSCHMIDT, el derecho de cada tercero contra cada
firmante del título es adquirido inmediatamente y de modo “originario” (aunque
“formalmente” sucesivo) en virtud de esa cláusula a su favor incluida en cada contrato
de entrega:
“[En la transferencia del título valor] tiene lugar una sucesiva reelaboración
originaria del derecho literal (…) mediante la adquisición de la propiedad del
título. En virtud de la voluntad del creador (que promete pagar a A o al portador,
o a A o a su orden) entra cada nuevo adquirente (propietario) en lugar (no en
su posición, su derecho) de quien lo precede, por ejemplo aunque éste fuera
ladrón, falsificador, hallador, etc. La nueva adquisición ocurre —de modo similar
a donde rige el principio «Hand wahre Hand» (…)— en la forma, mas no según
el régimen de la sucesión”77.
La postura de GOLDSCHMIDT se aproxima, pues, a las teorías dualistas, pero no es
exactamente una de ellas, porque la cláusula a favor de los adquirentes es un pacto
que integra el contrato de entrega, y por lo tanto depende jurídicamente de que haya
un consenso de ambas partes verdadero y eficaz78. En este sentido, la doctrina de
GOLDSCHMIDT explica correctamente cómo constituir en cada sucesivo adquirente un
derecho autónomo, y sin embargo nacido del contrato de entrega original, pero no
explica la inoponibilidad de excepciones (incluidas las referentes a los vicios que
afecten a cualquiera de las dos partes del contrato de entrega original) a los terceros
75 GOLDSCHMIDT, System…, cit., pp. 162-163: “Nach dieser entsteht das skripturmässige Recht durch
Geben und Nehmen des Papiers (sofern nicht, wie beim Wechselaccept, ein anderer Modus des
Vertragsschlusses vorliegt: s. § 187). Dieser Vertrag ist nicht Vertrag mit einer unbestimmten
Gläubigerreihe (cum incerta persona—v. Savigny), noch mit einem “Rechtssubjekt in abstracto” (Jolly),
sondern stets mit einer individuell bestimmten Person zu ihrem und der noch unbestimmten weiteren
Papiereigenthümer Gunsten. In der Ausgabe (Weggabe, Hingabe, Emission) des Papiers liegt, je
nachdem entweder die Annahme (Acceptation) eines Vertragsantrags oder in der Regel erst der
Vertragsantrag (s. § 89), und zwar letzterer gerichtet an eine unbestimmte Personenreihe, fixirt in der
Schrift und daher nicht revokabel ohne diese. Dieser Antrag kann daher, falls der erste Nehmer
vertragsunfähig wäre (ein Kind, Wahnsinniger), von einem späteren (vertragsfähigen) Nehmer
angenommen werden”.
76 Cfr. PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit., p. 121.
77 GOLDSCHMIDT, System…, cit., p. 167: “[E]s findet statt [bei der Übertragung des Papiers] eine
successive Originärbildung des skripturmässigen (also insofern, z. B. auch hinsichtlich der Verfallzeit,
inhaltlich gleich bleibenden) Rechts durch Eigethumserwerb des Papiers. Kraft Willen des Ausstellers
(derselbe verspricht zu zahlen: an A und [oder] Inhaber, an A und [oder] Order) tritt jeder neue Erwerber
(Eigenthümer) an die Stelle (nicht in die Stelle, das Recht) des Vormannes, z. B. der Vormann ist Dieb,
Finder, Fälscher (des Indossaments) u.s.f. Der Neuerwerb geschieht – ähnlich wie da, wo der Grundsatz
“Hand wahre Hand” gilt (…) – in der Form, nicht nach dem Recht der Succession”.
78 Cfr. PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, loc. cit.
de buena fe, ni la emisión involuntaria del título79. Para ello habría que esperar a la
aparición de la teoría de la apariencia.
Otra propuesta de solución desde posiciones estrictamente contractualistas fue
construida por Otto VON GIERKE80. Según GIERKE, el título valor surge en dos
momentos:
1) a través de la creación del documento y
2) de un negocio jurídico obligatorio de naturaleza contractual, según el modelo del
contrato de entrega de THÖL.
GIERKE considera que la teoría de la creación contiene algunas ideas jurídicas
correctas, que es necesario rescatar e incluir en la teoría contractual para adecuarla
a la esencia de los títulos valores81. Entre ellas, probablemente sea la principal la de
que la suscripción de la letra como acto de creación no carece de relevancia, como
tradicionalmente sostenían los contractualistas:
“En primer lugar, es ya de hecho la elaboración del título valor un acto de
creación. Solo que lo que ha sido creado con la puesta a punto del documento
no es aún una relación jurídica, sino el sustrato objetivo de ella. Se ha producido
una alteración del mundo real, una cosa corporal indiferente ha adquirido
propiedades jurídicas especiales mediante la asunción de una cosa incorporal,
un trozo de papel sin valor se ha transformado en un documento apropiado para
portarlo. Por eso, cuando el creador de tal documento lo entrega, objeto de esa
tradición es una cosa corporal que ya está imbuida de valor patrimonial. Mas
también por eso, cuando tal documento llega a entrar en el tráfico sin la voluntad
del creador, puede imponérsele a este una responsabilidad derivada de él, sin
necesidad de que le pueda ser imputada la celebración de un negocio
jurídico”82.
En concreto, esta eficacia jurídica de la mera creación del documento debe adscribirse
al ámbito extracontractual:
“[Q]uien produce una cosa que, en caso de llegar a perderse tiene por fuerza
que producir la apariencia de tratarse de un título valor introducido en el tráfico,
79 Este último punto, en realidad, GOLDSCHMIDT simplemente lo rechaza, insistiendo (no sin algo de
razón) en que el derecho positivo entonces vigente no reconocía expresamente ese efecto, que por lo
demás consideraba excesivo y peligroso. Cfr. GOLDSCHMIDT, System…, cit., p. 164.
80 GIERKE, Otto VON; Deutsches Privatrecht: Band 2: Sachenrecht, Duncker & Humblot, Leipzig, 1905,
die der Vertragstheorie eingefügt werden müssen, um sie mit dem Wesen der Wertpapiere in Einklang
zu setzen”.
82 Ibid.: “Zunächts ist schon das Ausstellen des Wertpapiers in der Tat ein Schöpfungsakt. Nur ist, was
mit der Fertigstellung der Urkunde geschaffen ist, noch kein Rechtsverhältnis, sondern die objektive
Unterlage für ein solches. Eine Veränderung in der Sachenwelt hat sich vollzogen, eine indifferente
körperliche Sache hat durch Aufnahme einer unkörperlichen Sache besondere rechtliche Eigenschaften
empfangen, ein wertloses Papierstück ist in eine zur Wertträgerschaft geeignete Urkunde verwandelt.
Darum ist, wenn der Aussteller eine solche Urkunde begibt, Gegenstand der Übergabe ein bereits mit
Vermögenswert erfüllter Sachkörper. Darum kann aber auch, wenn eine solche Urkunde ohne Willen
des Ausstellers in den Verkehr gelangt, dem Aussteller eine Haftung aus ihr auferlegt werden, ohne
daẞ ihm der Abschluẞ eines Rechtsgeschäftes angedichtet zu werden brauchte” (citas omitidas).
114
Notas de Títulos Valores § 69
83 GIERKE, Deutsches Privatrecht…, cit., pp. 111-112 (§ 108): “[W]er eine Sache herstellt, die im Falle
ihres Abhandenkommens den Schein erregen muss, als sei sie ein in den Verkehr gegebenes
Wertpapier, handelt auf eigene Gefahr. Es entspricht daher der deutschen Rechtsschauung, wenn er,
insoweit er für die Ausstellung der Urkunde verantwortlich ist, auch die daraus für den redlichen Verkehr
entspringende Gefahr zu tragen hat. Hieraus folgt freilich an sich nur seine Haftung für den durch seine
Handlung verursachten Schaden. Allein durch Rechtssatz kann diese Haftung in die Form der
Festhaltung des Ausstellers bei der beurkundeten Verpflichtung gegossen werden. Nur bleibt auch dann
die papiergemässe Verpflichtung dessen, der das Papier nicht begeben hat, eine Ersatzverbindlichkeit
aus Schadensverursachung ohne rechtsgeschäftliche Grundlage. Sie tritt daher nicht absolut, sondern
immer nur gegenüber dem redlichen Nehmer ein, der das Papier im Vertrauen darauf, daẞ es
ordnungsmässig in den Verkehr gebracht sei, erworben hat" (citas omitidas).
84 GIERKE, Deutsches Privatrecht…, cit., p. 113 (§ 108): “Sodann ist das Geben des Wertpapiers in der
Tat eine einseitige Handlung, der die urkundliche Verkörperung der angebotenen Willensgebundenheit
einen selbstständigen Inhalt verleiht. Dieser Inhalt ist nicht Schaffung, sondern nur Angebot des
beurkundeten Rechts”.
85 Ibid.: “Allein das Angebot erfolgt in und mit dem Papier. Darum genügt die enfache Weggabe, die
"Emission" oder "Ausgabe" des Papiers, um die in ihm enthaltene Verpflichtungserklärung vom
Aussteller abzulösen und als annahmefähigen Vertragsantrag in die Welt zu setzen. Die Weggabe
selbst muẞ sich als eine gültige Entäusserungshandlung darstellen. Ist sie aber erfolgt, so trägt das
Papier das in ihm ausgedrückte Versprechen unabhängig vom Willen des Emittenten fort. Der
Vertragsantrag entfaltet alle dem Papier entsprechenden Wirkungen; eine im Papier nicht ausgedrückte
Einschränkung entbehrt der dinglichen Kraft. Die Gebundenheit des Ausstellers besteht, so lange das
Papier sich auẞerhalb seines Machtbereiches befindet; sein Angebot erlischt nicht, wenn er es auch vor
der Annahme wiederruft oder stirbt oder verfügungsunfähig wird. Und das Papier trägt den Antrag
weiter, an wen immer es gegeben war; es vermag auch dann, wenn es zuerst in die unrechte Hand
geraten war, den Antrag dem berufenen Versprechensempfäger zu übermitteln”.
116
Notas de Títulos Valores § 69
86 GIERKE, Deutsches Privatrecht…, cit., p. 114 (§ 108): “Endlich ist auch das Nehmen des Wertpapiers
eine einseitige Handlung, die durch die wertpapiermäẞige Einkleidung des Rechtes einen selbständigen
Inhalt empfängt. Dieser Inhalt ist nicht Besitznahme con einem fertigen Recht, sondern Annahme eines
angebotenen Rechts. Allein die Annahme erfolgt nach Maẞgabe des mit und in dem Papier hingestellten
Antrags und wird durch Aneinung des Papiers vollzogen. Darum genügt die einfache Hinnahme des
Papiers, um das beurkundete Recht zu erwerben. Diese Hinnahme muẞ sich als eine gültige
Erwerbshandlung darstellen. Allein es ist gleichgültig, aus wessen Händen sie erfolgt. War das Papier
zuerst in die unrechte Hand gegeben oder an eine erwerbsunfähige Person gelangt, so kann der erste
zur Annahme berufene und befähigte Nehmer gleichwohl sich das vom Aussteller dargebotene Recht
aneignen. Der Begebungsvertrag kommt zustande, sobald der vom Papier fortgetragene Antrag eine
dem Papier gemäẞe Annahme gefunden hat. Die Verkörperung der Willensgebundenheit in einer
beweglichen körperlichen Sache macht eine unmittelbare Berührung zwischen den Vertragsteilen
entbehrlich”.
87 GIERKE, Deutsches Privatrecht…, cit., p. 117, por nota n. 52, donde señala la coincidencia de su
postura con la de los partiarios de la teoría de la propiedad, pero critica a algunos de ellos (entre ellos
GOLDSCHMIDT, LEHMANN y Cosack) que dicen que en el caso de los títulos “escriturarios” o “de fe pública”
habría sucesión derivativa en la propiedad del papel junto con una re-creación originaria del derecho
documentado en él. Ello indica suficientemente que, para GIERKE, la transferencia del título conlleva
siempre una sucesión derivativa, en ambos planos, aunque luego obtiene en la práctica la misma
autonomía plena para los derechos incorporados en títulos “escriturarios” por otros medios. Esto lo deja
aun más claro el autor cuando en p. 126, por nota n. 12, expone que la adquisición del derecho
incorporado sigue siendo una sucesión en el derecho (“Der Rechtserwerb bleibt also Rechtsfolge”), en
contraposición con los muchos que suponen una sucesiva recreación original del derecho con cada
adquirente (“eine sukzessive Originalbildung des Rechts bei jedem Erwerber”).
adquirente podía asumir como subsistente fiándose del tenor literal del título, la
rechazará él mediante la invocación de dicho tenor literal. De este modo, quien
según la escritura está legitimado para transferir un derecho de tipo escriturario
es capaz incluso de transferir un derecho que para él mismo no existe. La
capacidad para esto procede de la esfera jurídica del creador, que con el título
ha puesto en mano ajena el poder para una tal disposición sobre su esfera
jurídica”88.
La teoría de GIERKE no es objetable por sus resultados, pues en efecto explica los
fenómenos jurídicos que afectan a la letra de cambio y demás títulos valores. Sin
embargo, para hacerlo, desnaturaliza y deforma de tal modo las instituciones del
derecho de los contratos y de la responsabildad civil que el conjunto es artificial en
exceso y poco convincente.
88GIERKE, Deutsches Privatrecht…, cit., pp. 125-126 (§ 109): “Dagegen bieten die skripturrechtlichen
Wertpapiere das verbriefte Recht so, wie es geschrieben steht, dem Verkehre dar. Die Kraft des
schriftmäẞigen Anscheines kann ungleich bemessen sein. Soweit sie aber reicht, kann Jedermann sich
darauf verlassen, dass das Recht so und nur so besteht, wie der Wortlaut des Papiers aussagt.
Demgemäẞ erwirbt, wer das Papier in redlichen Verkehr erwirbt, mit dem Recht am Papier zugleich das
dem Wortlaut entsprechende Recht aus dem Papier. Er erwirbt es auch dann, wenn es für den
Vorbesitzer niemals entstanden oder wieder erloschen war, und er erwirbt es frei von allen nicht aus
dem Papier ersichtlichen Mängeln, die ihm beim Vorbesitzer anhafteten. Jede gegen einem Vormann
erwachsene Einrede, die dem Rechtsverhältnisse widerstreitet, das er im Vertrauen auf den Wortlaut
des Papiers als vorhanden annehmen durfte, schlägt er mit der Berufung auf diesen Wortlaut zurück.
So vermag hier, wer durch die Skriptur zur übertragung eines skripturgemäẞen Rechtes legitimiert ist,
auch ein Recht zu übertragen, das ihm selbst nicht zusteht. Den Stoff hierzu schöpft er aus der
Rechtssphäre des Ausstellers, der mit dem Papier die Macht zu einer derartigen Verfügung über seine
Rechtssphäre in [p. 126] fremde Hand gelegt hat”.
118
Notas de Títulos Valores § 71
89 EINERT, Carl; Das Wechselrecht nach dem Bedürfnis des Wechselgeschäfts im neunzehnten
Jahrhundert, F. Ch. W. Vogel, Leipzig, 1839, pp. 44 y ss. (§§ 3 y ss.).
90 EINERT, Das Wechselrecht…, cit., pp. 467-468 (§ 93).
creación se debe a LANGEN (1906). Sin embargo, a partir de la década del ’30 del s.
XX, las tesis unilateralistas son sometidas a dura crítica en Alemania, iniciándose un
retorno de la doctrina mayoritaria a la orientación contractualista, hasta la actualidad.
La orientación de KUNTZE es seguida aún hoy por algunos autores importantes en
Alemania, entre los que destacan Eugen ULMER (desde 1938), de la Universidad de
Tubinga, y U. HUBER.
Donde se conserva más vigorosa la orientación unilateralista desde inicios del s. XX
hasta hoy es en Italia, donde es seguida casi unánimemente (si bien muchos autores
importantes se apartan de la teoría de la pura creación). Algunos autores españoles
siguen también la orientación unilateralista, desde BONILLA (1901) hasta DÍEZ PICAZO
(en la actualidad), pero el panorama español es mucho más variado que el italiano.
Pero no todos los autores de orientación unilateralista aceptan todas las
consecuencias de la reine Kreationstheorie. Ésta pretende que el acto jurídico
unilateral queda perfecto en el instante y en el lugar en el cual está redactado y firmado
por el obligado, y que la emisión (en sus versiones más extremas, el simple hecho de
salir del poder del suscriptor) no es sino un lógico requisito de eficacia, dado que para
la existencia de toda obligación necesariamende deben participar al menos dos
personas.
En contraste con esta postura, STOBBE (1878) plantea la Emissionstheorie o “teoría de
la emisión”. Según ella, sin variar el carácter unilateral del acto que da origen a la
obligación cambiaria, su supuesto de hecho no concluye con la simple creación del
documento (redacción más suscripción), sino con su emisión voluntaria (que puede
ser la entrega, el envío postal u otra forma de hacer salir el título de la propia esfera
jurídica):
“Quien confecciona un título al portador y lo emite, hace la promesa de realizar
la prestación mencionada en el título a su portador. Su vinculación no se basa
en un contrato, ni surge del hecho de que el primer adquirente acepte la
voluntad del creador expresada en el título mediante su recepción, sino de que
el creador se desprende del documento que incorpora su voluntad de obligarse,
de que él coloca esa voluntad de manera irrevocable en el mundo exterior y
renuncia a la posibilidad de retirarla. Es indiferente si esa emisión se obtiene
mediante una tradición, es decir, mediante un acto bilateral, o mediante una
actuación unilateral”91.
91 STOBBE, Otto; Handbuch des deutschen Privatrechts, 2ª ed., W. Hertz, Berlín, 1885, t. 3, p. 106 (he
añadido los énfasis a la traducción que incluyo en el texto para resaltar el elemento de la emisión frente
a la mera creación): “Wer ein Inhaberpapier ausfertigt und emittirt, leistet das Versprechen dem Inhaber
des Papiers die in demselben benannte Leistung zu thun. Seine Verbindlichkeit beruht nicht auf einem
Vertrage, entsteht nicht dadurch, daẞ der erste Erwerber den im Papier ausgesprochenen Willen des
Ausstellers durch Annahme des Papiers acceptirt, sondern dadurch, daẞ der Aussteller die Urkunde,
welche seinen Schuldnerwillen verkörpert, aus der Hand giebt, daẞ er diesen Willen in unwiderruflicher
Weise in die Auẞenwelt setzt und sich der Möglichkeit begiebt, ihn zerückzunehmen. Gleichgültig ist es,
ob die Emission durch Tradition, also durch einen zweiseitingen Akt, oder durch eine einseitige
Handlung erfolgt ist”.
El autor extiende expresamente la doctrina expuesta a los títulos a la orden (pp. 108-109): “Im
wesentlichen gilt die gleiche Construktion auch für die Ordrepapiere, durch welche sich del Aussteller
verpflichtet an eine bestimmte Person oder deren Ordre zu leisten; denn wenngleich eine solche
Obligation mit dem ersten Nehmer der Urkunde vertragsmäẞig begründet sein mag, so haben die
120
Notas de Títulos Valores § 71
folgenden Gläubiger, die Indossatare, die Forderung nicht als Rechtsnachfolger, als Cessionare des
ersten Gläubigers, und ebenso wenig auf Grund eines Vertrages, den sie mit dem Aussteller
geschlossen hätten, sondern auf Grund des in dem Papier ausgesprochenen Schuldnerwillens, welcher
mit Bezug auf sie als einseitiges Versprechen erscheint.
Was für die Ausstellung des Ordrepapieres gilt, trifft auch für die Begründung der Obligation durch
Indossament und durch Aval und für das Accept eines Wechsels oder einer Anweisung zu”.
92 STOBBE, Handbuch des deutschen Privatrechts, cit., t. 3, pp. 108-109, en la larga nota n. 21 (que
comienza en la p. 107), único lugar en el que critica, casi incidentalmente, la doctrina de la mera
creación de KUNZE (omito, sobre todo, las numerosas citas a otros autores): “Über einen Punkt besteht
aber wesentliche Differenz unter den Gegnern der Vertragstheorie, nämlich darüber, ob die
Ausfertigung genügt oder ob auch die Ausgabe erforderlich ist. Mehrere Schriftsteller behaupten, daẞ
die Verpflichtung durch Ausfertigung des Papiers entstehe und daẞ der Aussteller auch verhaftet sei,
wenn das Papier ihm gegen seinen Willen, durch Verlieren, Diebstahl u. s. w. fortkommt und so gegen
seinen Willen in Cirkulation gelangt (…).
Wenngleich ein solcher Satz für den Verkehr wünschenswerth sein mag, so kann ich ihn doch ohne
positives Gesetz nicht billigen (…). Eine Verpflichtung entsteht erst mit der Emission, mit dem
absichtlichen Aufgeben der Detention. Wer das Papier bloẞ anfertigt, hat nur eine für seine
Verbindlichkeit vorbereitende Handlung unternommen; wer noch widerrufen, das Papier vernichten
kann, hat noch nicht in rechtsverbindlicher Weise gewollt. Er steht demjenigen gleich, welcher die
Absicht hat eine Verbindlichkeit einzugehen, aber das enscheidende Wort noch nicht gesprochen hat
(…)”.
93 El § 793 del BGB, que hace inoponible al tercero de buena fe la emisión involuntaria del título al
portador, norma que toda la doctrina y la jurisprudencia extiende a los demás títulos valores, tiene su
paralelo casi exacto (también literalmente limitado a los títulos al portador) en nuestro art. 25 LTV.
94Esta disposición de la ley italiana, actualmente recogida en el art. 34.I de la Legge cambiaria, se halla
también en nuestro art. 137 LTV.
122
Notas de Títulos Valores § 72
creación ARCANGELI (1910) y sobre todo BIGIAVI (desde 1937 hasta la década del ‘70),
postura que resultaba más coherente antes de la dación de la legge cambiaria italiana.
De todos modos, como tal creación se considera verdadero negocio jurídico, los vicios
que tal acto tuviera como declaración resultarían oponibles a todos, puesto que, si
nada se “creó” de modo jurídicamente eficaz, tampoco nada existe que pueda ser
adquirido por los sucesivos tenedores del título.
Precisamente, como se ha visto, la Emissionstheorie critica la pretensión de
considerar negocial la mera redacción y suscripción, cuando está claro que en dichas
actividades realmente el sujeto no está manifestando ninguna voluntad actual de
obligarse. Por eso, dando por supuesto el carácter negocial del acto unilateral,
retrasaba el momento de su perfeccionamiento hasta la emisión voluntaria del título
(lo que agregaría como excepción oponibe a todos la de emisión involuntaria).
Sin embargo, todavía podría criticarse que se califique de “no recepticia” una
“declaración de voluntad” como la declaración cambiaria que, a todas luces, todos los
que la emiten la pretenden dirigir a una persona determinada, incluso aunque el
documento mismo estuviera girado al portador. Está claro que si esto se admitiese
con todas sus consecuencias (hacer oponible a todos la ineficacia del título que no
hubiera pasado por las manos del destinatario de la declaración) la disciplina de la
letra de cambio, y de los demás títulos valores, recíbiría un golpe demasiado duro para
que se lo pueda asimilar. Además, semejantes consecuencias chocarían frontalmente
con lo dispuesto por la ley. Sin embargo, es lo que pediría aparentemente la
coherencia con la condición auténticamente negocial de los títulos valores. ¿Cómo
explicar entonces las desviaciones de la disciplina general del negocio jurídico
explícitamente recogidos en la ley, y más aún las que pide el correcto funcionamiento
de los títulos valores?
La evidencia de que, de ser negocio jurídico el acto de creación o emisión del título
valor, lo era de una manera muy particular, llevó pronto a algunos autores
unilateralistas a postular la idea de que se trataba de un “negocio jurídico sui generis”,
que se apartaba en numerosos puntos de la disciplina general de los negocios
jurídicos, singularmente, en la disciplina de la oponibilidad de los vicios en la
declaración.
Así, en Alemania, GRÜNHUT defiende desde 1897 una versión de esta idea que es casi
como un anticipo, aunque dentro de la matriz unilateralista, de la doctrina de la
apariencia: la emisión del título valor es un verdadero negocio jurídico unilateral, con
todo lo que eso significa, pero que en virtud de la necesidad de dar seguridad al tráfico
es dotado por decisión soberana de la ley de unas consecuencias muy peculiares en
el tramo circulatorio. Nótese que GRÜNHUT limita las peculiaridades exorbitantes de
este negocio jurídico sui generis al tramo circulatorio de la relación cambiaria.
Sin embargo, al señalar como única explicación de esas peculiaridades la decisión
legal, desiste realmente de dar una explicación sistemática a los fenómenos jurídicos
cambiarios (en otras palabras, no es tanto una teoría cambiaria como la renuncia a
formular una). En consecuencia, tales peculiaridades deben ser consideradas derecho
excepcional. Por lo tanto, esta postura restringe además la aplicabilidad de la
protección del tráfico a los casos en los que la ley lo dispone así inequívocamente,
puesto que no respondería a ningún principio inteligible con alcance general que
pueda ser aplicado a los casos no previstos.
En Italia, desde VIVANTE hasta la actualidad, pasando por DE SEMO, la mayoría de los
autores adoptan posturas de este tipo, que explican la creación de los títulos valores
como peculiarísimos negocios jurídicos unilaterales, aunque pocas veces se
preocupan de señalar los alcances precisos de esa peculiaridad. Es un conjunto de
teorías, o más bien de no-teorías, con poca coherencia sistemática, algo rara y en el
fondo innecesaria, si se partiese de un recto entendimiento del negocio jurídico (al
menos en los sistemas que, como el nuestro, tienen clara orientación declaracionista).
Menos necesaria aun si se toma en cuenta la teoría de la apariencia, de la que hablaré
después.
Finalmente, la ausencia de respuestas a las preguntas planteadas por la disciplina de
los títulos valores en la teoría clásica del negocio jurídico llevó a algunos autores a
buscar otras soluciones.
Algunos prefirieron negar derechamente que la creación de los títulos valores tuviera
naturaleza negocial alguna, construyéndola como un “acto jurídico en sentido estricto”.
En ese sentido, las consecuencias obligatorias que se siguen de él se fundarían en el
riesgo que crea para la confianza del tráfico. Un acto jurídico en sentido estricto no
deriva sus consecuencias jurídicas de la voluntad declarada por el sujeto autónomo
(no pertenece al ámbito de la autonomía privada), sino sólo de la voluntariedad con
que éste realiza el acto previsto como presupuesto en la ley. Por eso estas teorías
conseguían explicar correctamente el hecho de que todos los vicios que afectasen el
acto de creación del documento, excepto aquéllos que hiciesen inimputable dicha
creación, resultan inoponibles a los terceros de buena fe, sin que incluso la evidente
ausencia de voluntad de obligarse impida la producción de los efectos cambiarios.
Pero lo que no consiguen explicar estas posturas es que tales efectos no se den ni
entre las partes inmediatamente interesadas en el acto de creación o emisión, ni a
favor de un tercero de mala fe.
El precursor de estas teorías en Alemania fue ECKARDT (1923), que fue sin embargo
duramente criticado, pues formuló su teoría con un lenguaje ambiguo, describiendo el
acto de creación como una “declaración de voluntad no negocial” (lo cual representa
una contradictio in adiecto). MOSSA fue el primero que en Italia volvió a formular una
postura de este estilo, en 1930. Lo siguieron numerosos autores, entre los más
importantes italianos: CARNELUTTI, aunque la teoría de éste es muy peculiar, de matriz
procesalista; PELLIZZI, FERRI, ASQUINI, CHIOMENTI y MARTORANO.
La doctrina complementaria de la apariencia.
Para llegar a la situación actual de la doctrina sobre los títulos valores han de
reorientarse tanto las tesis contractualistas como las unilateralistas, aceptando que ni
el contrato de entrega de las primeras, ni el acto o negocio jurídico unilateral que
postulan las segundas es apto por sí solo para explicar todos los rasgos de la
obligación cambiaria y, en especial, la extraordinariamente vigorosa protección del
tráfico a que se somete en su tramo circulatorio. Esto empieza a pasar, en el seno del
contractualismo, con la postura de BRUNNER.
Como para los otros contractualistas, para BRUNNER la obligación cartular, directa o
de regreso, se constituye inter partes mediante el correspondiente “contrato de
entrega”. Pero BRUNNER ya no vincula los efectos específicos del tramo circulatorio de
la relación cartular, esto es, la inoponibilidad de excepciones inter tertios, a una
hipotética adquisición originaria del derecho, sino a la fe pública que llevaría aparejada
el título. Sólo algunos títulos gozarían de esa prerrogativa, como la letra de cambio y
124
Notas de Títulos Valores § 73
los demás títulos “cambiarios”. Sería en virtud de esta “fe pública” que el deudor no
puede invocar una voluntad que contradiga la publicada en el título contra un tercero
de buena fe.
Con esto BRUNNER reconoce que ese aspecto concreto de la relación cartular no
puede explicarse con el recurso único a los parámetros clásicos de la doctrina del
negocio jurídico propiamente dicho, dando un paso en la dirección que tiende a
reconocer en él una complementariedad de la doctrina de la apariencia jurídica.
Pero quienes llevan a término esta tarea, meramente incoada por BRUNNER, fueron
sobre todo Ernst JACOBI, Ulrich Meyer y Wilhelm Schlickum. La doctrina se ha
difundido por todas partes, convirtiéndose en forma abrumadoramente mayoritaria en
una parte imprescindible de casi todas las teorías cambiarias vigentes —tanto
contractualistas como unilateralistas— en la actualidad, tanto en Alemania (ULMER,
BAUMBACH/ HEFERMEHL, MEYER-CORDING, ZÖLLNER, LARENZ, HUECK/ CANARIS95, etc.),
como en Suiza ((JÄGGI, MEIER-HAYOZ/ VON DER CRONE) y España (GARRIGUES96,
VICENTE Y GELLA, APARICIO, LANGLE, RUBIO, SÁNCHEZ CALERO, etc.); también ha sido
recibida en Italia (particularmente por MOSSA) y Francia (CALAIS-AULOY, LESCOT-
ROBLOT, etc.), aunque quizás en menor medida.
La doctrina de la apariencia se basa en que el creador del título valor, al suscribirlo,
crea una realidad visible en la que puede confiar el tercero de buena fe. Se basa, por
tanto, en una peculiar conexión entre el principio de publicidad y el de imputación: el
documento suscrito genera la apariencia jurídica de que el derecho incorporado ha
surgido libre de defectos y por tal apariencia ha de responder el suscriptor en la
medida, como es obvio, en que la haya causado de una manera imputable97.
En realidad, la responsabilidad por la apariencia responde a una serie de criterios que
subyacen a gran parte de las normas jurídicas positivas que consagran reglas de
seguridad del tráfico en el Derecho patrimonial privado común, tales como:
1) la responsabilidad del falso representante o del falso representado, según los
supuestos, en la representación inoficiosa;
2) la del empresario aparente (o del interpuesto)98; o
3) la de todos o algunos de los empresarios vinculados en un grupo de empresarios,
en especial la del empresario dominante, por las actuaciones de otros miembros
del grupo, etc.
Precisamente por eso, es grande la utilidad de la doctrina de la apariencia para
explicar armónicamente con el conjunto del ordenamiento las peculiaridades del
Derecho de los títulos valores. En efecto, igual que ocurre con la propia doctrina del
negocio jurídico o del contrato, la doctrina de la apariencia jurídica permite así
entender las reglas del régimen jurídico de los títulos valores a las que es aplicable
como expresión de principios de alcance más general99. Y esto ocurre incluso con
aquéllas que parecen apartarse de la lógica “normal” del sistema. De este modo se
98 Vid. mis Notas de Derecho Mercantil (Parte General), cit., pp. 71-72 (§ 32).
99 Cfr. ibid.
100 PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit, pp. 160-161, no considera este elemento como independiente
del anterior.
101 PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit., pp. 161-162.
103 PAZ-ARES, ibid., tampoco distingue este elemento del anterior. Lo menciona (como “tráfico oneroso”)
como una cualificación especial de las excepciones de tráfico que no resultan excluibles por el tenedor
en su estudio “Las excepciones cambiarias”, en MENÉNDEZ, Derecho cambiario, cit., pp. 251 a 383 (p.
270), junto con la exigencia de que, tratándose de una letra de cambio (u otro título valor) el tráfico en
cuestión se produzca en forma específicamente cambiaria o cartular (p. 269).
126
Notas de Títulos Valores § 73
104 Así, tanto la representación como las garantías personales es fácil que se ejerzan o presten en
contextos no retribuidos, sin que por ello podamos hablar propiamente de causa lucrativa.
105 PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit., p. 162.
109 No sería válido oponer que en el caso del “empresario” aparente tal “apariencia” no se refiere a un
“negocio jurídico”, sino a un status, porque tal apariencia se hace relevante respecto de uno o más
“negocios jurídicos”, que pueden oponerse al “empresario” aparente como si lo fuera, aún no siéndolo,
pero sólo respecto de ESE negocio jurídico.
insuficiente para proteger el interés (que debe antes ser en sí mismo digno de
protección) de un tercero de buena fe y, con él, el interés del tráfico. Se trata, pues,
de establecer un nivel mínimo de protección de un tráfico que opera, primaria y
principalmente, a través de los negocios jurídicos.
Ensayo de síntesis.
En el entendido, pues, de que la doctrina de la apariencia constituye un complemento
necesario de cualquier explicación de la estructura del acto constitutivo de la relación
cartular, sigue haciendo falta definir si hay que decantarse por una doctrina
unilateralista o contractualista como explicación primaria y principal de dichos actos.
Y si la explicación fuera unilateralista, habría que decantarse a su vez por la pura
creación o la emisión; y dentro del campo contractual, si la estructura del contrato es
verdaderamente el de un contrato real “de entrega”, o si esta entrega es meramente
un acto de ejecución que condiciona sólo la eficacia de un contrato ya perfecto y
completo por el solo consenso de las partes.
Resumiendo los rasgos principales de cada una de las propuestas básicas
(contractual o unilateral), los puntos fuertes en la argumentación de las tesis
contractualistas son:
1) el contrato es el mecanismo “normal” para el establecimiento de relaciones
jurídicas patrimoniales en el Derecho privado; incluso hay quienes postulan una
suerte de “principio contractual” del Derecho de obligaciones, que estaría
expresado en normas positivas como el § 311 (1) BGB 110 y, según algunos
partidarios españoles del contractualismo111, en el art. 1089 CC es.112;
2) de hecho, a la emisión de todo título valor suele preceder, sea como parte del
contrato causal o como un acto independiente que recae sobre él, un “convenio
ejecutivo” cuyo contenido es precisamente la regulación de la emisión del título
como medio o instrumento para encauzar el cumplimiento de la relación causal; y
110 “Para constituir una relación obligatoria mediante negocio jurídico, así como para modificar el
contenido de una relación obligatoria, es necesario un contrato entre las partes, en tanto la ley no
prescriba otra cosa” (“Zur Begründung eines Schuldverhältnisses durch Rechtsgeschäft sowie zur
Änderung des Inhalts eines Schuldverhältnisses ist ein Vertrag zwischen den Beteiligten erforderlich,
soweit nicht das Gesetz ein anderes vorschreibt”).
111 Como PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit., p. 134, citando al TS de su país, a Diez-Picazo y a
Martínez de Aguirre.
112 “Las obligaciones nacen de la ley, de los contratos y cuasi contratos, y de los actos y omisiones
ilícitos o en que intervenga cualquier género de culpa o negligencia”. Lo cierto es que esa norma hace
casi exactamente lo contrario de lo que pretenden los contractualistas: reconocer que el contrato es
sólo una entre varias posibles fuentes de obligación que están todas, en principio, en pie de igualdad.
Si una disposición del CC es. rompe esa igualdad de principio, en “perjuicio” específicamente de las
obligaciones legales, es el art. 1090 CC es.: “Las obligaciones derivadas de la ley no se presumen.
Sólo son exigibles las expresamente determinadas en este Código o en leyes especiales, y se regirán
por los preceptos de la ley que las hubiere establecido; y, en lo que ésta no hubiere previsto, por las
disposiciones del presente libro”. Pero, una vez más, para ver que este precepto encarne o sirva para
sostener un pretendido “principio contractual” habría que partir de que todo lo que no sea contrato
remite en realidad, como a su verdadera fuente, a la ley. Y otra vez el propio texto del CC es., en este
caso su art. 1887, desmiente tal pretensión, pues regula los “cuasi contratos” más bien como una
categoría “abierta” de posibles fuentes de obligaciones nacidas de actos voluntarios unilaterales: “Son
cuasi contratos los hechos lícitos y puramente voluntarios, de los que resulta obligado su autor para
con un tercero y a veces una obligación recíproca entre los interesados”.
128
Notas de Títulos Valores § 74
130
Notas de Títulos Valores § 76
al cual se puede distinguir a un mero tenedor, legitimado o no, pero no titular verdadero
del derecho documentado, del que sí lo es.
Por esa razón, lógicamente, una vez planteada la cuestión de manera explícita por los
unilateralistas, los contractualistas vinieron también a sumarse a la discusión. Y como
expresión de que la solución al problema anteriormente discutido no necesariamente
predetermina la respuesta que corresponde dar a la cuestión que ahora nos ocupa,
las afinidades doctrinales que se formaron a propósito de ella no coinciden, ni por
necesidad lógica ni en la práctica, con las que se crearon a propósito de la forma de
constituir el lado pasivo de la relación cartular113. En otras palabras, en esta materia
no tiene ningún valor descriptivo la división de las teorías cambiarias en unilateralistas
y contractualistas.
Históricamente, la sucesión temporal de las teorías sobre este aspecto ha seguido el
siguiente orden:
1) primero, la teoría de la propiedad, implícita ya en la doctrina contractualista de
SAVIGNY, antes incluso de que se plantease el problema de manera explícita;
2) en segundo lugar, la teoría de la posesión, propuesta ya explícitamente para
resolver el problema que aquí nos ocupa por el unilateralista KUNTZE;
3) en tercer lugar, y como reacción a la anterior, la teoría de la simple detentación,
del también unilateralista SIEGEL; y
4) finalmente, teoría de la (posesión de) buena fe propuesta por el unilateralista
GRÜNHUT, y que prácticamente marca el retorno a la teoría original de la propiedad.
Pero en los apartados que siguen voy a ordenar las teorías comenzando más bien por
la que menos y terminando con la que más exigen al acreedor para que pueda ocupar
eficazmente su posición activa.
La teoría de la simple detentación.
La teoría de la simple detentación o bloße Detentionstheorie es la doctrina que
SIEGEL114 formuló, en gran medida, como reacción a la doctrina de la posesión en
sentido estricto de KUNTZE.
A SIEGEL, que era unilateralista a ultranza, la teoría de la posesión le parece de un
contractualismo vergonzante115. En efecto, la exigencia de tomar posesión consciente,
voluntaria y con ánimo de hacerse acreedor que exige esa otra doctrina encubriría,
según él, un trasunto de “aceptación”.
Para SIEGEL, en cambio, debería bastar la apropiación como mero hecho
externamente perceptible. Y esto, con total independencia del modo, título o términos
en que se ejerce, e incluso sin saberlo ni quererlo (ohne Wissen und Willen)116.
Uno de sus seguidores lo expone así:
117 STOBBE, Handbuch des deutschen Privatrechts, cit., t. 3, pp. 205-206 (§ 180): “Auch der bloẞe
Detentor, welcher für den Eigenthümer das Papier besitzt, z. B. der Depositar oder ein malae fidei
possessor, welcher es durch Delikt erworben hat, ist Gläubiger, so lange er das Papier besitzt, und der
Schuldner wird durch Leistung an ihn frei. Wenn auch der Dieb oder der Depositar die Forderung nicht
erheben soll und ihnen der Eigenthümer das Papier abstreiten und dadurch ihre Gläubigerschaft
zerstören kann, so sind sie doch während der Zeit ihres Besitzes Gläubiger.
Der Eigenthümer, welcher sein Papier einem Andern zu Pfand oder zur Bewahrung übergiebt oder
welcher es gegen seinen Willen verloren hat, bleibt Eigenthümer, aber er ist nicht Gläubiger, so lange
er nicht wieder in den Besitz des Papiers gekommen ist. Es ist überflüssig und unzulässig, zwischen
einem wahren Gläubiger und demjenigen zu unterscheiden, welcher nicht wahrer Gläubiger ist, sondern
nur als Gläubiger legitimirt ist. Der nicht besitzende Eigenthümer ist nicht Gläubiger, aber er hat in seiner
Vindikation oder Kontraktsklage ein Mittel, um die ihm verloren gegangene Forderung für sich zu
reproduciren. Während der einfache Detentor die Forderung hat, aber sie nicht geltend machen soll, hat
der nicht besitzende Eigenthümer nicht die Forderung, aber ein Recht auf die Forderung; jener hat ein
Recht aus dem Papier, dieser ein Recht am Papier”.
118 PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit., p. 95. Ése es el contexto en el que, como recojo en la nota
precedente, Otto STOBBE defiende, por cierto que en forma bastante persuasiva, la teoría de la simple
detentación; cfr. Handbuch des deutschen Privatrechts, cit., t. 3, pp. 205-209 (§ 180): “Versteht man
entsprechend der regelmäẞigen Bedeutung des Worts unter Gläubiger diejenige Person, an welche del
Schuldner verpflichtet un berechtigt ist zu zahlen, so ist Gläubiger der Forderung aus einem
Inhaberpapier derjenige, welcher es besitzt: denn nur er kann die Forderung geltend machen und nur
durch Zahlung an ihn wird der Aussteller von seiner Verbindlichkeit frei. Wer ein Inhaberpapier ausstellt,
verspricht den Inhaber der Urkunde ohne Rücksicht auf dessen Recht am Papier als Gläubiger
behandeln zu wollen, und wer das Inhaberpapier nimmt, muẞ auch die Consequenz tragen, daẞ der
Schuldner durch Leistung an den bloẞen Inhaber frei wird. Mag auch ein Anderer als der Detentor
Eigenthümer des Papiers sein, so ist er doch nicht Gläubiger; er kann weder vom Schuldner die Leistung
fordern, noch wird letzterer durch Leistung an ihn von seiner Verbindlichkeit frei”. Y sigue el pasaje
reproducido en nota precedente. De todos modos, STOBBE reconoce la conveninencia o incluso
necesidad de paliar los efectos extremos de esta teoría (pp. 207-209): “Freilich läẞt es sich nicht
132
Notas de Títulos Valores § 77
La teoría de la posesión.
La teoría de la posesión o Besitztheorie era precisamente la propuesta de KUNTZE119,
el autor de la teoría unilateralista de la pura creación.
Para dicho autor, para que el poseedor se haga efectivamente titular del derecho
incorporado, es necesario:
1) en primer lugar, que el sujeto esté formalmente legitimado, según la ley de
circulación del título; y,
2) además, que realice un acto voluntario, específicamente con voluntad de devenir
acreedor.
En otras palabras, KUNTZE exige que el sujeto se constituya en poseedor en sentido
propio del documento, posesión que según la teoría dominante en esa epoca suponía:
1) el corpus, o hecho externamente perceptible de detentar la cosa, y
2) el animus sibi possidendi.
Ahora bien, esa posesión en sentido propio, así fuera ilegítima y de mala fe, conferiría
ya por sí sola la condición de verdadero acreedor en la propuesta de KUNTZE.
Con esta teoría, el autor —y son las principales críticas que se le han hecho—
confunde:
1) la legitimación formal activa (apariencia de titularidad) con la verdadera titularidad
material del derecho; y
2) la legitimación también formal, pero pasiva (posibilidad de liberarse pagando al
legitimado activo), con la obligación propiamente dicha.
Ciertamente, la mera legitimación activa da lugar a una presunción de titularidad, pero
se trata de una mera presunción relativa, vulnerable (también en el plano cambiario)
a la prueba de los hechos que configuran la verdadera titularidad propiamente dicha.
Por eso, la prueba de la mala fe del poseedor legitimado automáticamente lo excluye
de la protección que confiere la legitimación.
verkennen, dass die ausnahmslose Durchführung dieser Prinzipien weder der aequitas noch den
Bedürfnissen des Verkehrs entspricht, und daẞ die Einschränkungen, welche in der Literatur oft
vertheidigt werden, auch eine gesetzliche Anerkennung verdienen. Dahin würde a) gehören, dass der
Schuldner nicht zu zahlen braucht, wenn er sofort zu beweisen vermag, daẞ der Inhaber offenbar kein
Recht am Papier hat und weder Eigenthümer noch vom Eigenthümer zur Geltendmachung der
Forderung beauftragt ist. Er müẞte dann die Zahlung zurückhalten dürfen und würde nur dem Risiko
unterliegen, dem Inhaber sein Interesse wegen verzögerter Leistung ersetzen zu müẞen, falls er mit
seinem Widerspruch nicht durchdringt.
Und b) es würde der Schuldner dem Inhaber nicht zahlen dürfen und wenn er es doch thut, dem
Eigenthümer verantwortlich werden, wenn er weiẞ und zu beweisen vermag, daẞ der Inhaber kein
derartiges Recht an dem Papier hat, daẞ er die Forderung geltend machen darf.
Doch würde bei Anerkennung dieser Sätze es besonderer Cautelen bedürfen, um zu verhindern, daẞ
der Schuldner nicht aus ihnen die Gelegenheit gewinnt, in widerrechtlicher Weise die Zahlung
hinauszuschieben”.
119 KUNTZE, Johannes Emil; Die Lehre von den Inhaberpapiere oder Obligationen au porteur,
120 Nótese que en este segundo caso (legitimación pasiva) no basta (como en el primero, relativo a la
legitimación activa) el mero conocimiento de la realidad contrastante con la apariencia por parte del
sujeto deudor, para que éste pierda la protección que le confiere la legitimación. La última frase del
texto contiene la respuesta que considero más razonable a la pregunta, planteada ya por BRUNNER:
¿está el deudor cartular obligado a retener el pago si le consta que el legitimado no es el verdadero
titular? La respuesta generalmente negativa que allí recojo sigue básicamente la postura sobre la
cuestión de VON GIERKE, para quien esa obligación sólo le sería exigible si conoce (o debe conocer) la
situación jurídica real y, además, la puede probar fácil, rápida y contundentemente, pues en otro caso
no se le puede pedir que ponga en peligro su propia seguridad jurídica para defender la posición del
verdadero titular. Otros autores, como ARCANGELI, defienden una posición más laxa (en mi opinión,
demasiado), que sólo haría responsable al deudor que paga al legitimado activo en caso de fraude o
colusión con dicho sujeto, en daño del verdadero titular.
134
Notas de Títulos Valores § 79
121 Aunque, a fuer de precisos, él habla en estricto de la regla de origen germánico medieval “Hand
wahre Hand”, funcionalmente equivalente a la adquisición a non domino, pero más exactamente
traducible, al menos en su origen, como una de irreivindicabilidad de los bienes muebles por quien
voluntariamente se desprendió de su posesión cuando ésta se halla en manos de un tercero a quien
se lo haya entregado el accipiens original.
122 PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit., pp. 102-103.
123 “Das Recht aus dem Papier folgt dem recht am Papier”. Sin embargo, es preciso señalar que esta
a uno o más de sus beneficiarios (aunque pide para ello forma escrita o fecha cierta), que ya no se
puede testar eficazmente en relación con ellos.
136
Notas de Títulos Valores § 81
para muchos negocios cartulares, si se trata de un título al portador (en los que no
es necesario que los actos traslativos consten en el documento; sí el acto
constitutivo original, como es obvio). En tales casos, según los principios del
Derecho de obligaciones y contratos peruano, considero que la obligación (y el
crédito) ya habría nacido, aunque el acreedor aún no haya adquirido la propiedad
del título.
2) Que la propia existencia del derecho o su titularidad dependa mecánicamente de
la subsistencia del documento o de la conservación de la posesión130. En efecto,
la destrucción o pérdida del documento, aunque haga imposible el ejercicio del
derecho (mientras no se proceda a su amortización o reivindicación), no lo
destruye. Sólo si entretanto lo hubiera adquirido un tercero de buena fe, el titular
anterior perdería, por eso mismo, su derecho cambiario131.
3) Que el mero hecho de adquirir por cualquier forma la propiedad del documento (en
cuanto hoja de papel) haga al propietario titular del derecho incorporado132. En
concreto, el que lo adquiere fuera de su circulación regular en cuanto título valor,
incluso si llegase a adquirir la propiedad del papel (por ejemplo, por especificación
o por accesión) no por eso pasa a ocupar la posición de titular del derecho
documentado.
4) Que no se pueda llegar a ser titular del derecho documentado antes de adquirir la
propiedad del documento133. De hecho, es lo que ocurre necesariamente cada vez
que el título valor es transmitido mediante cesión de derechos134, ocasiones en las
que la “entrega” es más bien obligatoria, precisamente porque se ha cedido (ya) el
derecho (art. 27.2 LTV).
5) Por último, que no se pueda dejar de ser titular del derecho documentado aun
conservando la propiedad y la posesión del documento en sí135. Así, consta que el
pago sin rescate del título realmente extingue el derecho documentado inter partes
(cfr. arts. 17.1 y 15 LTV, éste último interpretado a contrario), aunque el deudor
que así proceda se sometería al riesgo de quedar obligado con un tercero
adquirente de buena fe del título, en virtud de la apariencia.
Carácter normalmente derivativo de la adquisición cartular.
Cabre preguntarse si la adquisición propiamente cartular de un título valor, según su
propia ley de circulacón (por simple tradición, endoso o cesión) es desde el punto de
vista jurídico-real un modo de adquisición originario o derivado.
134 Además, en mi opinión, de todos los casos de negocio cambiario emitido y comunicado a los
anteriores obligados cambiarios, pero aún no ejecutado mediante la entrega del título, como expongo
en la enumeración del texto, sub 1, supra.
135 PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit., p. 174.
El modo habitual de entender la autonomía como regla de los títulos valores por la
doctrina mayoritaria postula su carácter originario, en el sentido de establecer una
conexión inmediata de la posición de cada titular con el acto del deudor, y negando
que se reciba un ius cessum del tradens (con sus cargas y gravámenes). Este punto
de vista es más fácil de construir desde las teorías unilaterales, aunque las
contractuales de VON GIERKE (teoría de la oferta ad incertam personam) y de
GOLDSCHMIDT (contrato similar a la estipulación a favor de tercero) consiguen más o
menos el mismo resultado de vincular directamente a cada sucesivo tenedor con el
acto creador original.
En esa misma línea, se suele afirmar que, aunque la titularidad del título-cosa (o sea,
su propiedad) se adquiera normalmente a título derivativo (y sólo cuando intervenga
una adquisición a non domino podría decirse que ello ocurre de modo “originario”), la
titularidad del derecho o crédito incorporado en él (la posición activa o de acreedor)
sería siempre originaria.
Ahora bien, considero que PAZ-ARES acierta136 cuando señala que este análisis es
contrario a la intención normal de las partes (que lo que pretenden al transmitir el título
es también transmitir el derecho derivado de él), además de contrario a la letra de la
ley, que no sólo habla en los arts. 34 y ss. LTV del endoso como de “la forma de
transmisión de los títulos valores a la orden” (y en el art. 22.1 LTV de la simple tradición
o entrega como la propia de los títulos al portador), sino que en el art. 38 LTV
expresamente declara que “[e]l endoso en propiedad transfiere la propiedad del título
valor y todos los derechos inherentes a él” (énfasis añadido). Además, si el endoso y
la tradición (ésta sola, para los títulos al portador) realmente hiciesen adquirir de
manera originaria, haría falta una explicación realmente difícil de justificar de por qué
la cesión de los títulos no tiene ese efecto (como de modo unánime se admite que no
lo tiene), pese a ser un medio de transmisión del título tan regular y tan cartular como
los otros para los títulos naturalmente a la orden, pero girados nominativamente.
En concordancia con estas observaciones, se ha de concluir que en realidad los
derechos cambiarios se adquieren a título derivativo del anterior tenedor, como
resultaría de la aplicación normal de los principios y reglas del ordenamiento jurídico
patrimonial privado. Precisamente por eso basta la mala fe subjetiva del adquirente
(esto es, su conocimiento de la real falta de derecho en el transmitente, por muy
legitimado que esté según la apariencia) para impedir que adquiera nada. Si en
cambio actuara de buena fe sobre la base de la apariencia documental que es objeto
de la protección legal del Derecho de los títulos valores, adquiriría a non domino, como
ocurriría también si el objeto de la operación no fuera un título valor, sino otro bien
mueble cualquiera bajo las circunstancias a que alude el art. 948 CC.
Esto no está reñido con la autonomía y la abstracción de los títulos valores, ni con la
consiguiente inoponibilidad de excepciones. Estos efectos, en realidad, constituyen
en este caso un fenómeno ajeno al carácter, originario o derivativo, de la adquisición;
fenómeno que es capaz de conferir al accipiens un derecho más robusto que el que
tenía el tradens, incluso inter partes, porque el deudor ha emitido un título circulatorio,
y lo ha hecho consciente y voluntariamente o, al menos, ha dado lugar imputablemente
a la apariencia de ello. Lo mismo, por cierto, puede pasar en otras transmisiones de
138
Notas de Títulos Valores § 81
créditos bajo el Derecho común; así: la cesión consentida por el cedido (al menos tal
como la regula en España el art. 1198 CC es.), etc.
Así, si se transmite por endoso una letra garantizada con hipoteca o fianza no
anotadas en el título (pero que son realmente accesorias a la obligación contenida en
él), ¿se defenderá que como la adquisición del derecho es originaria y no derivativa el
accipiens adquiere el crédito documentado, pero no la hipoteca o la fianza? En
realidad adquiere una y otra, en aplicación del art. 1211 CC, porque su adquisición es
derivativa y tales garantías un accesorio del crédito; tan sólo la eficacia automática de
ellas a favor de cualquier tenedor legítimo se condiciona a su anotación en el título (y,
en su caso, registro; cfr. arts. 56.2 y 63.1 LTV), de modo que si no se hubiera hecho
eso habría necesidad de asentimiento del garante (art. 63.2 LTV) o, si el título de la
garantía no documentada contempla de algún modo la posibilidad de que sea cedida
sin ese asentimiento, que tal transferencia sea debidamente comunicada.
CAPÍTULO 3
FISONOMÍA LEGAL GENERAL DE LA
RELACIÓN JURÍDICA DOCUMENTADA
SUMARIO: I. LOS CARACTERES REGULADORES DE LOS TÍTULOS VALORES EN LA LTV.—
82. Planteamiento. 83. ¿Aspectos delimitadores de los caracteres reguladores?
II. LA LITERALIDAD CARTULAR.— 84. Noción y manifestaciones. 85. Literalidad e
incorporación: la hoja adherida. 86. Literalidad e interpretación: la cuantía del título.
87. Literalidad y alteración del título valor. III. FORMALIDAD Y COMPLETIVIDAD.—
88. Formalidad. 89. La completividad. 90. El título valor en blanco o emitido
incompleto. 91. Regulación material y procesal aplicable al título valor en blanco.
92. Prueba del acuerdo de llenado y completamiento abusivo. 93. Oponibilidad a
terceros del acuerdo de llenado. IV. ABSTRACCIÓN Y AUTONOMÍA DE LOS TÍTULOS
VALORES.— 94. Noción de abstracción cartular. 95. Abstracción y pacto de favor.
96. Dimensiones formal y material de la abstracción cartular. 97. La abstracción
cartular en la jurisprudencia. 98. La abstracción (meramente) procesal en la fase
inter partes. 99. La abstracción (material) de la fase circulatoria o inter tertios.
100. Autonomía cartular. 101. Autonomía de firmas. V. LA LEGITIMACIÓN
CARTULAR.— 102. Noción y dimensiones. 103. Legitimación en cuanto al título.
104. La legitimación activa. 105. La legitimación pasiva. 106. Legitimación y buena
fe.
— 141 —
§ 83 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
3 Vid. el § 40, en pp. 44 y ss. y, sobre todo, el § 41, en pp. 60 y ss., supra.
142
Notas de Títulos Valores § 84
1) su íntima conexión con la idea misma de materialidad, pues ésta naturalmente pide
precisar de qué materia estamos hablando, por un lado; y,
2) por otro, a que haberlo hecho así permite apreciar ahora, con toda claridad, uno
de los servicios principales que prestan las “formalidades legales” y el resto de
caracteres (meramente) reguladores, en los que voy a detenerme ahora, a la teoría
general de los títulos valores: precisar y concretar aspectos que en un plano
puramente conceptual o general, o contando únicamente con la “naturaleza” pura
y desnuda del título valor, podrían resultar vagos, indeterminados y, en definitiva,
propicios a cuestionamientos y casos limítrofes como los de la “vaca negociable”
y el “huevo de cambio”.
Más que probablemente algo parecido se pueda decir de los demás caracteres que
aquí tomo, en lo fundamental, como meramente reguladores.
4 Gran parte del contenido de este Capítulo, a partir de aquí y hasta el final, está tomado de los
materiales que para la enseñanza de este mismo curso preparó en años pasados la Dra. Lorena
RAMÍREZ OTERO, con algunas modificaciones, muy pocas de importancia; la mayoría tienen
principalmente el propósito de adaptarlos a la estructura y al estilo de estas Notas, aunque el Profesor
se hace enteramente responsable por el estado en el que aquí se presentan
5 VIVANTE, Trattato..., cit., vol. III, p. 180 (§ 945bis): “Il crédito existe nella misura determinata dal titolo;
nessuna eccezione, nessuna limitazione può restringerne la portata, contraddicendo alla sua parola,
che fondò la legitima aspettativa del suo possessore; ogni atto giuridico inteso a restringere la portata
del titolo, come il pagamento parziale del credito, deve resultare dal titolo. Ogni atto diretto ad arrestarne
la circolazione, come il sequestro o il pignoramento, deve operare sul titolo; finchè esso cicola, esso
porta con sè il diritto che vi è menzionato nella sua integrità letterale”.
que está escrito en el documento es decisivo para formalizar las relaciones del
acreedor que lo tiene en sus manos y del deudor que lo ha firmado”6.
Lo cual ha llevado a que se suela glosar la noción de “literalidad” con el aforismo:
“lo que no está en el titulo no está en el mundo”7.
Ahora bien, no puede considerarse que la literalidad se vea infringida sólo porque
algunos títulos valores no expresan en su propio texto la integridad de los derechos
que de ellos derivan, como ocurre con las acciones de las sociedades anónimas. Así,
en el título “acción” se incluyen sólo las referencias necesarias a los documentos
públicos (pacto social y Estatuto) en los que consta la totalidad de los derechos
incorporados en la acción. Y es que, según el alcance de la literalidad, los títulos
pueden ser:
1) Títulos de literalidad plena o completa; también llamados escriturarios, literales o
dotados de fe pública: en ellos, el contenido de lo escrito en el documento es
decisivo, hasta el punto de que cualquier tercero de buena fe puede fiarse del
mismo de modo absoluto. Son ejemplos de títulos de literalidad plena la letra de
cambio y el cheque.
2) Títulos de literalidad incompleta8 o semiplena, o también títulos de remisión: éstos
remiten a otro documento, que debe ser público, para determinar con precisión el
alcance del derecho incorporado. Son ejemplos de títulos de remisión las acciones
y los bonos de obligación.
La literalidad, pues, según VIVANTE, es la pauta y la medida del derecho y de las
obligaciones cambiarias. La literalidad (del latín litterae, “letras”, y concretamente
“carta”) significa que lo escrito en el texto del documento es lo que constituye el
derecho. La medida de la obligación, entonces, es la que está señalada en el
documento y lo que no esté escrito (o referido) en él no cuenta.
Pues bien, como hemos visto, especialmente en los títulos valores constitutivos, una
cosa es la relación contractual entre las partes y otra el título valor. El tercero que
adquiere este último no conoce ni le interesa saber qué ocurrió en el negocio causal
o subyacente: eso es un problema entre el acreedor original y el deudor; entre el
comprador y el vendedor; entre el suscriptor del título y su primer tenedor, que son los
que realizaron el negocio causal original. Entre éstos sí tiene efectos un
incumplimiento y las situaciones derivadas del negocio causal prevalecen sobre el
tenor del título valor. Pero esto no obedece a razones cambiarias, sino a que inter
6 VIVANTE, César; Derecho Mercantil, trad., prólogo y notas de Francisco BLANCO CONSTANS, ed.
facsimilar por el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal de México (2003) de la de La España
Moderna, Madrid, s.f. (pero de 1929), pp. 267-268 (n. 96).
7 Baste mencionar dos referencias, ambas igualmente imprecisas acerca del origen de la expresión,
144
Notas de Títulos Valores § 85
partes pueden oponerse las excepciones personales, aunque sean causales (arts.
19.2 y 19.3 LTV).
La literalidad contribuye a dar seguridad a la circulación, y permite el pleno despliegue
de la abstracción y de la autonomía del derecho contenido en el título valor. El hecho
de que el contenido, alcance y modalidades del derecho y de la obligación se
determinen exclusivamente por lo consignado en el documento permite que quienes
van a intervenir en el documento con posterioridad a su emisión, ya sea para adquirir
o para transferir el título, sepan a qué atenerse. Gracias a la literalidad, conocen o
pueden muy fácilmente conocer a la perfección el derecho que adquieren o la
obligación a que se someten, gozando de certeza y seguridad en sus transacciones.
Además, la literalidad también permite al deudor oponer al tenedor del documento las
excepciones que surjan de su propio texto.
Señala PAVONE LA ROSA que, estando el contenido y modalidades de la obligación
cambiaria exclusivamente determinados por el tenor del documento, el acreedor que
elige valerse de la acción cambiaria en vez de la causal no puede invocar circunstancia
alguna que no resulte del título. Y por el lado del deudor, éste tampoco puede oponer
al tenedor límites o modificaciones al contenido de la obligación cartular que no
resulten del título mismo, a no ser que lo ligue con él una relación inmediata o de
particular convención (arts. 19.2 y 19.3 LTV).
La jurisprudencia ha señalado que:
“El principio de literalidad aplicable a los títulos valores es respecto de los
derechos u obligaciones que el titular o portador quiere extraer de éstos, mas
no respecto a las facultades del representante para girar los mismos, que no se
hallan en documento cartular sino en los poderes de representación o en los
estatutos de las personas jurídicas”9.
Literalidad e incorporación: la hoja adherida.
La literalidad se apoya, lógicamente, en la incorporación. La literalidad supone la
documentalidad del título valor y concretamente su carácter de documento escrito (con
“letras”), que en el caso de los títulos “materializados” (únicos a los que es aplicable
lo que expongo en este apartado) tiene incluso unas dimensiones físicas
determinadas, dentro de las cuales ha de hallarse el texto que determina su alcance.
Pero como puede faltar espacio en el papel original, la ley prevé como solución
práctica la llamada hoja adherida (art. 4.1 LTV, in fine). La hoja adherida, como el
mismo documento, ha de ser de papel (n. 15 del art. 279 LTV). Sobre ella dispone el
art. 4.2 LTV:
“El primero que utilice la hoja adherida deberá firmar en modo tal que
comprenda dicha hoja y el documento al que se adhiere. En caso contrario, no
procederá el ejercicio de las acciones derivadas del título valor por quienes
hayan intervenido según la hoja adherida, quedando a salvo sus derechos
causales”.
Así pues, el requisito formal exigido para la hoja adherida es que la primera firma que
conste en ella abarque ambos papeles. Si no se cumple con este requisito, quienes
pretendan adquirir derechos a tenor de la hoja adherida carecen de derechos
cambiarios. Ahora bien, como el titular del derecho o tenedor legítimo del documento
9 ES del 5 de noviembre de 2002, [2002] Cas 1976, DOEP del 3 de febrero de 2003.
que termina ejerciendo los derechos cambiarios no tiene por qué haberlo firmado, lo
que no procede es el ejercicio de acciones cambiarias por quien los haya recibido de
algún firmante en esa hoja imperfectamente adherida. Y este efecto se produce, tanto:
1) contra los intervinientes en el documento original, porque a falta de esa firma
“montada” no se llega a establecer literalmente la legitimación activa de los
sucesivos tenedores respecto de ese documento original;
2) como también contra quienes hayan firmado únicamente la hoja adherida, porque
cuando se prescinde de su conexión literal con el documento original (que es lo
que trae consigo la inobservancia de la formalidad del art. 4.2 LTV) casi con toda
seguridad ésta carecerá de varias menciones legalmente imprescindibles para que
tenga la calidad y los efectos de un título valor como documento aislado.
Se advierte, pues, claramente, la decisiva importancia de cumplir con exactitud las
formalidades reguladas en el art. 4.2 LTV para la hoja adherida.
Literalidad e interpretación: la cuantía del título.
Lógicamente, la literalidad influye también decisivamente en la interpretación del título
valor. Cuando del texto del documento surgen contradicciones, es necesario:
1) o bien declarar inválido el documento;
2) o bien establecer un modo legal de superar el problema, mediante alguna regla de
interpretación específica.
La LTV tiende a adoptar la segunda posición siempre que sea posible y, en concreto,
cuando existen contradicciones en el documento en cuanto a su importe patrimonial,
que según el art. 5.1 LTV “constituye requisito esencial” del título valor. Empero, el art.
5.2 LTV dispone:
“En caso de diferencia del importe del título valor, expresado sea en letras o en
números o mediante codificación, prevalecerá la suma menor; sin perjuicio que
el interesado pueda hacer valer sus mayores derechos frente al obligado, por
la vía causal”.
Pero esta regla, que podríamos resumir como in dubio, pro minima quantitate, se
completa e integra con la del art. 5.3 LTV:
“En caso de diferencia en la referencia de la unidad monetaria, se entenderá
que su importe corresponde a la moneda nacional, si uno de los importes
estuviere expresado en dicha moneda. En caso contrario, el documento no
surtirá efectos cambiarios. Los importes que no consignen la unidad monetaria,
se entenderán que corresponden a la moneda nacional. En todos estos casos,
el interesado igualmente podrá hacer valer sus mayores derechos frente al
obligado, por la vía causal”.
Ante esto, supóngase, por ejemplo, un pagaré con dos importes diferentes:
1) uno indica S/. 18,000.00, en números, y
2) el otro, en letras, “mil ochocientos dólares americanos”.
El monto de la obligación, ¿será el de S/. 18,000 (cifra indicada en moneda nacional)
o el mucho menor señalado en dólares? Para responder la pregunta es necesario
dilucidar la relación que existe entre las dos reglas recogidas en el art. 5 LTV.
146
Notas de Títulos Valores § 87
Como señala la doctrina, parece bastante claro que se trata de dos reglas distintas,
cada una con su propio ámbito de aplicación10. Concretamente, parece que la regla
que otorga primacía al importe menor da por supuesto que ambas cantidades aludan
a la misma moneda; en otras palabras, no opera cuando la divergencia o contradicción
consista específicamente en el uso de unidades monetarias diferentes. En cambio, la
regla que dispone el predominio de la suma expresada en moneda nacional implica
cantidades expresadas en distinta moneda, supuesto en el que la primera regla ya no
tendría cabida. Si las dos cantidades se expresan, una en moneda nacional y la otra
en moneda extranjera, primará la expresada en moneda nacional independientemente
de si su monto es mayor o menor. La regla del menor importe aquí no se aplica.
Así pues, la Ley contempla la ineficacia del documento sólo residualmente: cuando
todas las cantidades divergentes se expresen en distintas unidades monetarias, y
todas ellas sean extranjeras11. Basta que alguna de las cantidades esté en moneda
nacional, o incluso que no precise unidad monetaria alguna (en cuyo caso se entiende
referida a la moneda nacional), para que prevalezca esta última mención.
La LTV contiene diversas normas, que irán viéndose a lo largo del curso, que prevén
soluciones ante las contradicciones contenidas en un título valor para salvaguardar su
eficacia y, a la vez, evitar judicializar los problemas. Por ejemplo, el art. 121.3 LTV,
sobre la letra de cambio (pero aplicable también al pagaré) señala:
“En caso de designarse el vencimiento utilizando más de una de las formas
indicadas en el primer párrafo del presente artículo, siendo una de ellas fecha
fija, y hubiera diferencia entre ellas, prevalece la fecha fija que se haya
consignado”.
Literalidad y alteración del título valor.
La literalidad, por último, adquiere un enorme protagonismo en los casos de alteración
del título valor. El art. 9.1 LTV recoge algunas consecuencias de la literalidad y de la
autonomía en tales casos:
“En caso de alteración de un título valor, los firmantes posteriores a este hecho
se obligan según los términos del texto alterado y los anteriores conforme al
texto original”.
En otras palabras, quien firma un título se obliga según el tenor del título (literalidad)
en el momento en que lo firma. La alteración no afecta entonces a los firmantes
anteriores, que se obligaron según el texto primitivo.
El art. 9.2 LTV completa la regla con una presunción iuris tantum, según la cual la
firma precede a la alteración a menos que se pruebe lo contrario. Esta presunción
opera cuando del texto mismo del título valor no consta si la firma se puso antes o
después de la alteración, y tampoco quien tenga interés en ello pueda demostrar que
la firma se puso después. Así, todo deudor cambiario siempre podrá ampararse en el
texto originario del título, oponiendo la excepción de alteración. En tal caso no tendría
10 Cfr. BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 5 LTV, pp. 90-91 (n. III), de donde incluso procede el
ejemplo propuesto.
11 De todas maneras, parece criticable que incluso en ese caso extremo la LTV haya sancionado
expresamente la ineficacia cartular del título, cuando a todas luces hubiera bastado permitir que en ese
caso vuelva a operar la regla anterior de primacía de la cantidad menor.
que probar nada más allá del hecho de la alteración, pues el art. 9.2 LTV ha invertido
la carga de la prueba estableciendo una presunción.
Según BEAUMONT, para salvar la buena fe, debería tratarse de una alteración
imperceptible a un examen ordinario, pero diligente, de quienes intervengan en la
relación cambiaria12. En contra se pronuncia PINO CARPIO, quien se pregunta si el art.
8 LTV ant. (antecedente textual prácticamente idéntico del actual art. 9 LTV) se refiere
a la alteración clandestina, dolosa, o más bien a la acordada en un momento
determinado de la circulación del título, y no vacila en contestar:
“se refiere a la segunda de las nombradas, tanto porque no se concibe que la
ley tenga que pasar por una alteración dolosa y por tanto delictiva; cuando
porque el artículo sienta como regla lo que dispone, en base a que los
signatarios anteriores y posteriores a la alteración, (sic) estén de acuerdo desde
el momento que rige la alteración”13.
Ahora bien, esta última postura pareciera excluir que el art. 9 LTV rija para las otras
alteraciones (las clandestinas), cosa con la que no puedo estar de acuerdo. Dado que
“[e]l artículo nada diferencia ni discrimina”14, pienso que la regla vale en ambos
supuestos por igual. Se trata, en efecto:
1) de proteger a todo adquirente cambiario de buena fe según el tenor del documento
que recibe, cuando lo recibe, por un lado; y,
2) por el otro, de sujetar a cada firmante a todos los términos de los que se hizo
responsable mediante su firma.
12 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 9 LTV, p. 126 (n. V). Alega a favor de su postura el inc. b del
art. 212.1 LTV, que prohíbe al Banco pagar un cheque visiblemente alterado, y una jurisprudencia
extranjera que invalida un pagaré alterado. Al primer argumento habría que oponer que el Banco NO
ES obligado cambiario en el cheque, sino un mero pagador designado por cuenta del obligado principal
(girador), que es al que (junto con sus obligados subsidiarios) se aplicaría lo dispuesto en el art. 9 LTV
según el sentido que explico en el texto. Al segundo caso aludido como argumento sólo se me ocurre
comentar que una resolución extranjera carece de toda fuerza de convicción cuando resulta claramente
incompatible con una norma interna, como parece que precisamente ocurre aquí.
13 PINO CARPIO, Ley de Títulos Valores, cit., p. 34.
14 Ibid.
148
Notas de Títulos Valores § 89
he hecho notar cómo ciertas “formalidades” (en concreto, la condición de bien mueble
por naturaleza de los títulos valores “materializados”) podrían considerarse tipificantes
y no sólo de régimen, si bien en ese caso quedarían ya englobados en algún otro
carácter delimitador (en este caso, en la documentalidad)16.
No voy a repetir aquí la argumentación que hice en otro lugar17 sobre una “formalidad”
claramente “de régimen”, pero de alcance general a todos los títulos valores, como es
que se exija concretamente que sea una hoja de papel, en todos los casos en que el
soporte del título valor sea material y no una “anotación en cuenta”. Baste recordar
que esa conclusión fluye de manera diáfana de lo dispuesto, principalmente, en el inc.
9 del art. 182 CdC y en el n. 15 del Glosario recogido en el art. 279 LTV.
Otra “formalidad de régimen” común a todos los títulos valores (incluídos aquí los
“desmaterializados”), es la absoluta necesidad de dar forma escrita a todas las
declaraciones de voluntad y negocios cartáceos. Es una característica instrumental,
aunque imprescindible, de los títulos valores que hace posibles las demás18.
Fuera de éstas, las “formalidades” o “requisitos formales” propiamente dichos que “por
imperio de la ley” (o reglamento, u otra norma competente) corresponden a un título
valor específico, y que constituyen el contenido de la esencial formalidad a que ahora
me refiero, son más bien aquellas concretísimas exigencias “formales” que toda ley
suele traer, y que de hecho la LTV trae con profusión, tales como por ejemplo ciertas
precisas “menciones” que deben hacerse constar en el texto del título valor. Por
ejemplo, los arts. 119 y 120 LTV señalan los requisitos formales de la letra de cambio.
Si carece de uno de esos elementos —designación “letra de cambio”, cantidad, DNI
del girador, etc.— el documento podría no llegar a adquirir la condición de letra de
cambio, quedando a salvo los efectos del acto jurídico (o sea, en principio, de la
relación causal) que hubiera dado origen a su emisión o transferencia. Pero incluso
estas formalidades “legales” son de dos tipos:
1) esenciales y
2) no esenciales.
Las primeras son las únicas de las que habla el art. 1.2 LTV, y sobre las que hace
recaer la sanción que contempla. Las no esenciales, en cambio, lo son porque tienen
alguna otra sanción, distinta de la invalidez o ineficacia del documento como título
valor, que suele ser una “integración” o “suplencia” del contenido omitido mediante
alguna otra disposición de la propia Ley, a modo de “presunción”.
Pues bien, aquí se manifiesta claramente que, en materia de formalidades legales, la
regla que sigue la LTV es la inversa del art. 144 CC: si la ley establece algún tipo de
requisito formal para un título valor cualquiera, a falta de una sanción distinta, se
entiende que la formalidad es esencial, solemne, y no meramente ad probationem.
La completividad.
Muy vinculado al de formalidad y dependiente de él está el carácter de completividad
de los títulos valores. En efecto, como dice el art. 1.2 LTV:
150
Notas de Títulos Valores § 91
26 Este párrafo fue modificado por el art. Único de la Ley L. 29349, publicada en el DOEP del 22 de abril
de 2009. Su redacción original era: “Quien emite o acepta un título valor incompleto, tiene el derecho
de obtener una copia del mismo y no puede ser impedido de agregar en el documento, cláusula que
limite su transferencia. En tal caso, salvo que se trate del cheque, su transferencia surtirá los efectos
de la cesión de derechos”. Se ha dicho que esta reforma implicó una merma en la protección que se
dispensaba a los emisores o aceptantes de títulos valores incompletos. Vid. RAMÍREZ OTERO, Lorena
Cecilia; “Luces y sombras de la nueva redacción del artículo 10.2 de la Ley de Títulos Valores”, 194
Actualidad Jurídica (2010), pp. 344-352.
27 Para más detalles sobre los alcances de la excepción de completamiento abusivo y otros supuestos
152
Notas de Títulos Valores § 92
2.3. La inclusión de cláusula que impida o limite su libre negociación; salvo que
el cliente haya hecho renuncia expresa a la inclusión de dicha cláusula.
En el llenado de dichos títulos valores, la empresa debe observar estrictamente
las estipulaciones y condiciones señaladas en el punto 2.2 del presente
numeral.
3. Difusión de mecanismos de protección
Las empresas que en el desarrollo de sus operaciones reciban títulos valores
incompletos emitidos o aceptados por sus clientes, deberán poner en
conocimiento de los mismos, los mecanismos de protección que la ley permite
para la emisión o aceptación de dichos títulos” (los énfasis son añadidos).
Es un hecho que, en los demás casos, y aun en algunos cubiertos por esta norma, los
acreedores no siempre accederán a celebrar un contrato aparte o a contemplar una
cláusula donde se regule los términos del pacto de completamiento. La consecuencia
será que el deudor cambiario carecerá del “respectivo documento donde consten tales
acuerdos transgredidos por el demandante”, lo que podría llevar a que más de un juez
legalista declare improcedente, o incluso inadmisible a limine, su excepción de
completamiento abusivo.
Pero una interpretación finalista de las normas citadas (inc. e del art. 19.1 LTV e inc.
2 del art. 690-D CPC) pone de manifiesto que lo que en realidad se pretende es que
se pruebe el llenado abusivo: que el juez pueda cotejar el título y el acuerdo de llenado.
Al comprobar cómo éste fue finalmente plasmado en el primero, podrá apreciar las
divergencias, si las hubiera. Y bajo la premisa de que el que alega un hecho debe
probarlo, es al demandado, obligado cambiario, que dio el poder de llenado, a quien
corresponde aportar la prueba del llenado abusivo28.
Ahora bien, nuestro ordenamiento se rige en materia probatoria por el principio general
de libertad de prueba, y sólo excepcionalmente admite la prueba tasada. Ésta última
puede llevar a que el derecho de acción, así como el de contradicción o defensa,
quede limitado a la alegación sólo de determinados hechos, o a la aportación de
determinados tipos de medios probatorios únicamente. Así ocurre en el art. 690-D
CPC, cuyos párrs. 2°, 3° y 5° disponen:
“(…)
En el mismo escrito se presentarán los medios probatorios pertinentes; de lo
contrario, el pedido será declarado inadmisible. Sólo son admisibles la
declaración de parte, los documentos y la pericia.
La contradicción sólo podrá fundarse según la naturaleza del título en:
(…)
La contradicción que se sustente en otras causales será rechazada
liminarmente por el Juez, siendo esta decisión apelable sin efecto suspensivo”
(todos los énfasis son añadidos).
A la luz de lo expuesto, el inc. e) del art. 19.1 LTV, in fine, tiene, como mucho, el efecto
de “tasar” la prueba limitando el derecho de contradicción al aporte de determinado
28 Así, MORALES ACOSTA, Alonso, y CASTILLO W ONG, Maribel; “Eficacia jurídica de los títulos valores
incompletos”, en Tratado de Derecho Mercantil, t. II, dirigido por HUNDSKOPF, p. 171, aludiendo aún al
ant. art. 702 CPC.
154
Notas de Títulos Valores § 92
29 Acerca de la problemática jurídica que se suscita cuando el consumidor obligado cambiario inicia un
procedimiento administrativo sancionador ante INDECOPI por llenado abusivo de título valor, y paralela
o sucesivamente el acreedor cambiario entabla demanda de pago de suma de dinero contenida en el
mismo título valor en la vía del proceso único de ejecución, vid. RAMÍREZ OTERO, Lorena Cecilia;
“Reflexiones sobre los métodos comerciales coercitivos. Especial referencia al recupero de lo cobrado
con el llenado abusivo de títulos valores”, en 218 Gaceta Jurídica (2012), pp. 316-322.
30 “[L]a declaración cambiaria puede ser formada en vía sucesiva, aunque esta formación debe
conectarse con la existencia de un poder de llenado atribuido por el emisor al tomador del título”, dice
BEAUMONT, “Los principios reguladores de los títulos valores”, cit., p. 87, citando a PAVONE LA ROSA. El
énfasis es añadido.
156
Notas de Títulos Valores § 93
31 Imaginemos el supuesto en el que como medio de pago de la compra venta de un automóvil, cuyo
precio era de $50,000 Alberto gira un pagaré en incompleto a Bernarda, quien lo endosa sin completarlo
a Carlos, como medio de pago de un mutuo. En virtud del mutuo, Bernarda debía a Carlos $ 150,000
(negocio causal del endoso). En consecuencia, Carlos procede a llenarlo por $ 150,000. En un caso
así, es obvio que Bernarda, en virtud del endoso pleno, se convertiría en obligada solidaria por
$ 150,000 frente a Carlos y todos los sucesivos endosatarios (arts. 39.1 y 11.1 LTV). Así pues, si
además se admite que el girador tampoco puede oponer los acuerdos de llenado al que adquirió el
título aún incompleto, parece que Carlos puede cobrarle el pagaré por $ 150,000 también a Alberto
(girador), tanto como a Bernarda (endosante). Mas en virtud del acuerdo de llenado que, a ella sí, podría
oponerle Alberto, ésta sólo podría recuperar en la vía de regreso $ 50,000. Cabe pensar que Bernarda
querría evitar ese peligro, por lo que antes de endosar el título debería llenarlo por el monto acordado
con Alberto, o al menos uno que pueda pagar si la demandan. Pero Bernarda podría también endosarlo
incompleto, colocando la cláusula “sin responsabilidad”, con lo cual, al amparo del art. 39.2 LTV, no se
convierte en obligada cambiaria solidaria. O puede también celebrar un pacto de non petendo con
Carlos, en virtud del cual éste se compromete a no demandarle pago.
32 Sobre estas teorías, vid. BEAUMONT, “Los principios reguladores de los títulos valores”, cit., p. 86.
circulación del título valor en blanco no es más que la circulación, por efecto de
cesión, del crédito tal como fluye del negocio subyacente. Para FERRI, VIVANTE,
ROCCO, BRUNETTI, VALERI y MESSINEO, el título valor incompleto no es un verdadero
título valor, aunque puede llegar a serlo. Si nos adherimos a esta teoría, al derecho
cambiario del tercer adquirente se le podrían oponer incluso los vicios y los
términos del negocio causal que dio origen al título incompleto, y que pueden o no
coincidir con los del pacto de llenado33. En este caso, el derecho del tercer tenedor
no sólo no sería autónomo, sino tampoco abstracto. No es que sea el mismo
derecho de su transferente, sino que, al haber adquirido el título sin completar, se
le habría cedido también la posición del transferente en el negocio causal, de modo
que su derecho se encuentra vinculado a los términos y vicisitudes del negocio
causal.
2) Otra teoría señala que el carácter incompleto del título valor en blanco, si bien haría
surgir una obligación cambiaria desde su creación, determinaría sin embargo que
no se obtenga la autonomía de la posición de cada uno de los tenedores, mientras
el título permanezca sin completar. Según esta teoría, sólo desde que se complete
el título valor se verificaría la autonomía del derecho de los tenedores cambiarios,
a los que ya no se les podría oponer las excepciones que existieran contra los
anteriores tenedores, entre ellas, la de completamiento abusivo. Si aplicamos esta
teoría, sólo quien adquiere el título completo adquiriría un derecho autónomo. Los
anteriores tenedores que hubieran detentado el título y lo hubieran adquirido
incompleto nunca habrían adquirido el derecho dotado de esa característica
fundamental, sino con todas las limitaciones que tenía en cabeza de su tomador y
33 Por ejemplo, Alicia puede concurrir a un Banco y solicitar una tarjeta de crédito. El Banco le pide que
le firme un pagaré incompleto, recogiéndose en el contrato de tarjeta de crédito (negocio causal del
pagaré) que el título valor será llenado con los saldos insolutos producto de consumos y retiros de
dinero en efectivo efectuados utilizando la tarjeta de crédito, más los intereses compensatorios,
moratorios, comisiones y gastos. En este supuesto, los términos del pacto de llenado coinciden con los
del negocio causal del giro. Así, si el Banco endosa incompleto el pagaré a Carolina, y ésta lo llena con
los importes debidos por el uso de la tarjeta de crédito más intereses, pero calcula éstos según una
tasa más alta que la pactada en el contrato de tarjeta de crédito, según la teoría mencionada en el
texto, cuando Carolina cobre el pagaré a Alicia, ésta le podrá oponer una excepción de completamento
abusivo, reduciendo la tasa de interés a la efectivamente pactada en el contrato causal de tarjeta de
crédito. En efecto, según los defensores de esta teoría, el endoso del pagaré incompleto a Carolina, no
es más que la cesión del crédito que correspondía al Banco en el negocio subyacente o causal (contrato
de tarjeta de crédito). Pero también podría pensarse en un supuesto en el cual los términos del negocio
causal del giro de un pagaré incompleto no coincidieran con los del acuerdo de llenado. Por ejemplo:
Angélica acude a un Banco a solicitar un crédito hipotecario en virtud del cual gira un pagaré incompleto.
Aquí, el negocio causal del giro del pagaré es el crédito hipotecario. Pero si además la hipoteca es una
de las llamadas “hipotecas sábana”, en la que se recogen como términos del acuerdo de llenado del
pagaré girado incompleto que éste se llenará con el monto debido por el crédito hipotecario, o con
cualquier otro monto que Angélica resulte debiendo al Banco, ya sea en virtud de sobregiros en cuenta
corriente, leasings, créditos documentarios, préstamos personales, cartas fianzas ejecutadas, etc.,
incluso por celebrar en el futuro, y que no fueran pagados a su vencimiento, el pacto de llenado del
pagaré incompleto no coincide con los términos de la obligación debida según el negocio causal. En
este segundo supuesto, si el pagaré es endosado incompleto a Cecilia, según la teoría enunciada en
el texto, Cecilia habría adquirido por cesión sólo los derechos del Banco en el negocio causal (el crédito
hipotecario). Si el crédito hipotecario es pagado a su vencimiento, y sin embargo el pagaré es endosado
incompleto a Cecilia por el Banco, dándole instrucciones de llenarlo por el importe que Angélica le debe
al Banco por un préstamo personal, pero comunicando una tasa de interés más alta que la pactada,
Angélica no tendrá que oponer a Cecilia los términos del contrato de crédito personal, porque el Banco,
al endosarle incompleto el pagaré, no ha cedido a Cecilia su posición en este negocio, sino sólo su
posición en el negocio causal (crédito hipotecario, ya pagado).
158
Notas de Títulos Valores § 93
primer beneficiario. Por tanto, aunque luego tengan que completarlo en todos sus
requisitos formales esenciales para poder cobrarlo, el deudor cambiario siempre
les podría oponer a todos ellos las excepciones personales (como la de
completamiento abusivo), que tenía a su disposición contra el tomador.
3) Una tercera teoría enunciada por la doctrina sostiene que el título valor en blanco,
aunque incompleto, es un verdadero título valor, con todas sus consecuencias.
Como tal, debería producir todos sus efectos típicos, aun en el ámbito de la
circulación (incorporación, literalidad, autonomía, abstracción y legitimidad), pero
solo respecto de los elementos contenidos en él desde su inicio. Por lo tanto,
respecto de la parte de la declaración que estaba en blanco, y sólo de ella, el
legítimo tenedor no podría invocar el régimen general de los títulos de crédito y su
tutela se daría en los límites de los acuerdos del completamiento. Conforme a esta
teoría, la autonomía del derecho del tercer adquirente del título valor emitido
incompleto se verificaría desde su adquisición, pero sólo respecto de los aspectos
que ya aparecían llenados en el texto del título valor cuando lo recibió; no así en
aquellos extremos que aparecían en blanco. Por ejemplo, si el tercero lo recibe
con la fecha de vencimiento en blanco, tendrá que colocarle una fecha de
vencimiento para poder cobrarlo. Pero el obligado, si dio un poder de llenado con
una fecha de vencimiento más dilatada, podría oponerle la excepción de
completamiento abusivo, que sería fundada, y la demanda se desestimaría por no
ser aún exigible la deuda. Si, en cambio, se emitió incompleto también en el
importe, y este extremo se llenó abusivamente por una cantidad más alta, antes
de ser transferido al tercero, el obligado cambiario no podrá oponer al tercero la
excepción de completamiento abusivo, ni reducir el importe a los términos exactos
del poder de llenado.
Ninguna de estas teorías está claramente representada en el art. 10.3 LTV. Lo que
queda claro es que el tercero no tendría buena fe, ni su derecho podría ser autónomo
respecto del acuerdo de llenado vulnerado (que en consecuencia le podría ser
opuesto eficazmente), si adquiere un título valor que fue originalmente emitido o
aceptado incompleto, si ya ha sido completado abusivamente —o, a fortiori, si sigue
incompleto—, y al adquirirlo conocía los acuerdos de llenado o había participado en
ellos (como testigo, por ejemplo).
Obsérvese que cuando se verifica el último extremo definitivamente falta la buena fe
del tercero, que sin embargo es exigida literalmente aparte en el texto del art. 10.3
LTV, para que el tercero sea digno de la protección que allí se establece. Podría, pues,
interpretarse que dicha norma requiere dos requisitos, que pueden diferenciarse en
determinados supuestos, para que el derecho del tercer adquirente sea autónomo
respecto de los términos del mandato de llenado vulnerados:
1) que el tercero tenga buena fe; y
2) que no haya conocido ni participado en los acuerdos de llenado.
Obviamente, cuando falta el segundo requisito también faltará la buena fe del tercero.
En ese sentido, más que un requisito distinto y autónomo, vendría a ejemplificar o a
aludir a un caso particular (y especialmente clamoroso) de un modo en que el primero,
que sería el verdadero (y único) requisito de fondo (la buena fe), podría llegar a faltar.
Pero considerarlos como requisitos (relativamente) distintos puede ser importante, si
se considera posible que un tercero, aunque no conozca los acuerdos de llenado ni
haya participado en ellos, aun así, carezca de buena fe.
Y es que no parece que pueda decirse que un tercero adquirente del título tenga buena
fe cuando, recibiendo un título valor incompleto, que sabe (o debe saber) que tiene
que haberse originado en un negocio causal, decidió no indagar ni preguntar cuáles
eran las instrucciones de llenado, sino que lo llenó según lo que a él buenamente le
pareció adecuado. Considero que el ordenamiento no puede proteger a un individuo
que se muestra tan indiferente al derecho de quien dio el poder de llenado. No parece
que quien se halle en ese caso merezca que su derecho sea literal y autónomo, porque
ni puede fiarse de la literalidad del texto (que por definición está incompleto), ni puede
ignorar que en todo documento que se firma en blanco hay siempre unas instrucciones
de llenado34. Aquí no se presentan los motivos para proteger la confianza del tercer
adquirente, que en otros supuestos determinan que se haga prevalecer la seguridad
y celeridad del tráfico, y que justifican que el derecho que así adquiere el tercero sea
autónomo y literal. Tales razones, que permiten exonerar al tercer adquirente de
detenerse a indagar otros extremos distintos de los que aparecen en el título valor, se
dan sólo respecto de un título valor que ya esté completo en el momento de su
adquisición.
Entonces, bajo el art. 10.3 LTV, no puede oponerse eficazmente la excepción de
completamiento abusivo al tercer adquirente de buena fe. Tal buena fe exige, como
mínimo, que no haya conocido ni participado de los acuerdos de llenado vulnerados.
En otras palabras, si el tercero ha adquirido el título por un medio de transmisión
típicamente cambiario (simple traditio del título al portador o endoso del título a la
orden), su derecho es autónomo respecto de los términos del poder de llenado.
Precisamente las razones indicadas en el párrafo precedente, el art. 10.2 LTV señala
que quien se obliga emitiendo o aceptando un título valor incompleto tiene derecho de
colocar una cláusula que limite la transferencia del título valor. La cláusula más a
propósito para esto es cláusula “no a la orden” o “no negociable”35. Cuando esa
cláusula se coloca en un título valor incompleto (distinto del cheque), ocasiona que las
transferencias que se hagan del título (quizá aunque externamente pudiera parecer
un endoso), tengan los efectos de una cesión de derechos (art. 10.2 LTV, in fine). El
efecto más importante de la cesión de derechos en este caso es que el adquirente
adquiere el derecho de su transferente, tal como éste lo tenía, con todas sus
limitaciones y sujeto a las mismas excepciones36. Así pues, si se coloca tal cláusula
34 La figura del poder de llenado no es exclusiva del Derecho cambiario. Detrás de todo documento que
se firma y entrega en blanco hay siempre uno. Dice BEAUMONT que para cualquier documento firmado
en blanco rige esta norma no escrita: su llenado “deberá hacerse respetando las relaciones que ligan
al suscriptor, basándose en lo que se denomina «la convención de llenado» a la que el tomador del
documento debe atenerse, pudiendo esta convención ser también cedida a un tercero. En este caso el
cesionario deberá, al efectuar el llenado, tener en cuenta esta convención”; cfr. “Los principios
reguladores de los títulos valores”, cit., p. 86. Adviértase que el autor se refiere a la figura de la cesión
que es una figura distinta del endoso y la traditio, que son las vías típicamente cambiarias de
transferencia en materia de títulos valores.
35 Obsérvese que esta norma, que literalmente se refiere sólo al momento de emitir o aceptar un título
valor (que, en el segundo caso, por tanto, sólo puede ser una letra de cambio o una factura negociable),
presupone que las cláusulas en cuestión también pueden ser insertadas en esas oportunidades por
quien se obliga cambiariamente con ellas, aun cuando el art. 43 LTV se fija principalmente en el
supuesto de su inserción en el endoso. Cfr. § 163, en pp. 161 y ss., infra.
36 Así, dice Ulises MONTOYA ALBERTI, con la colocación de la cláusula en cuestión se mantiene la
relación original entre el deudor y su primer acreedor. Vid. ID.; “Aspectos de la nueva Ley de Títulos
valores (Ley N. 27287)”, en Tratado de Derecho Mercantil, t. II, dirigido por Hundskopf, cit., p. 56.
160
Notas de Títulos Valores § 94
37 Y en general cualquier excepción que proceda de relaciones personales entabladas con el primer
beneficiario del derecho, porque el derecho de los sucesivos tenedores no es autónomo en absoluto.
38 Resultado aun más vigoroso se consigue con la cláusula “no negociable” en un cheque emitido
incompleto. Como hemos visto, dicha cláusula sí consigue que el cheque sea enteramente
intransferible. El girador siempre podrá oponer eficazmente la excepción de completamiento abusivo al
tomador, único que puede cobrarlo. Incluso si lo endosa a su Banco “en cobranza” o “en procuración”,
el girador dispodrá contra éste de todas las excepciones que procedan contra el endosante (art. 41.1
LTV), incluida la de completamiento abusivo. El problema con este caso es que, como también vimos
en su momento, tal cheque no es, en realidad, un verdadero título valor.
39 Cfr. DRAE, cit., voz “abstraer”.
41 Cfr. ibid.
42 Ibid.
43 Cfr. § 58, en pp. 15 y ss., supra.
44 Aunque ese mismo ánimo de beneficencia o liberalidad, o bien algún otro motivo menos altruista,
puede estar en el origen del “pacto de favor” al que me voy a referir en seguida.
45 HUECK/ CANARIS, Derecho…, cit., pp. 62-63 (§ 5); PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit., pp. 232-236.
46 GARCÍA-PITA Y LASTRES, José Luis; La aceptación de la letra de cambio, La Ley, Madrid, 1992, pp. 60-
72.
162
Notas de Títulos Valores § 96
47 A ello también parece apuntar PAZ-ARES, Naturaleza jurídica…, cit., p. 233, cuando apoyándose en
Von Caemmerer y Canaris sostiene que todas las formas de “crédito de responsabilidad” responden en
realidad al esquema del mandato. No estoy seguro, sin embargo, de que una formulación tan amplia
de la idea sea del todo acertada.
48 Vid. el § 74, en pp. 91 y ss., supra.
53 No es exacto, por tanto, en su literalidad, lo que dice GARCÍA-PITA, Introducción…, cit., p. 95, acerca
de que “existe o puede existir «abstracción material o sustantiva» porque —y en la medida en que—
se configuren los derechos resultantes de los títulos como derechos nuevos, como derechos distintos
de los derivados de las relaciones causales subyacentes”, ya que ello implicaría que sólo los títulos
constitutivos podrían ser abstractos. Pero tampoco el autor lo dice en sentido estricto, como se advierte
cuando, inmediatamente a continuación, afirma que “la cuestión de la unicidad o duplicidad de
obligaciones (…) no admite una solución única, sino que depende de las diversas clases de títulos-
valores”. En cambio, el autor parece defender, ibid., una postura que verdaderamente no comparto
cuando hace depender la abstracción material de la formal: “será posible proclamar que existe
abstracción formal, cuando —y sólo cuando, o sólo en la medida en que— las relaciones
extracartulares no asomen, no se reflejen en el texto del título” (negritas y subrayados en el
original). A mi modo de ver, lo correcto sería decir que es la causalidad (o la “no abstracción”) formal o
indiscreción, y sólo ella, la que depende de la abstracción material, en virtud de la literalidad. Porque
puede haber —y, en mi opinión, efectivamente hay— títulos valores absolutamente indiscretos que, sin
embargo, tienen un grado de abstracción material apreciable (como los títulos de tradición) o total (como
el pagaré causado), pero no se permiten títulos absolutamente discretos o formalmente abstractos que
no lo sean materialmente en alguna medida.
164
Notas de Títulos Valores § 97
de manera que los primeros (los derivados del título valor) no se ven afectados por las
excepciones derivadas de los segundos (las relaciones causales) que no se hagan
aflorar en el texto del propio documento54. Como consecuencia de lo anterior,
entonces, ni el deudor ni el acreedor cartáceo pueden recurrir a los hechos, actos o
elementos que no resulten del propio título —por muy reales e incluso eficaces que
sean, en su propio plano— para negar, reducir o limitar su obligación, o para ampliar
su pretensión. En otras palabras, la abstracción cartular significa inmunidad —salvo
siempre por la posibilidad de oponer la exceptio doli, en virtud del art. 19.3 LTV— de
la posición jurídica del tercero adquirente del título (la abstracción en este sentido es
un carácter o cualidad del título sólo en su tramo circulatorio) a las excepciones
derivadas de la relación jurídica fundamental.
La abstracción cartular en la jurisprudencia.
La jurisprudencia recoge ejemplos más o menos acertados de aplicación práctica de
la abstracción cambiaria.
En el caso Ana Blanca Delia Madueño Hoyos c. Víctor Mariano Torre Rodríguez,
Clorinda Rojas Salas y Antonia Eddy Torre Rojas, resuelto por la 1ª Sala Civil,
subespecializada en lo comercial, de la Corte Superior de Lima, la sociedad J&R
Automotores SAC había vendido al matrimonio formado por Víctor Torre y Clorinda
Rojas un vehículo usado55. El precio debido por los compradores fue incorporado en
veinte letras de cambio, avaladas por la hija de los compradores, Antonia Torre Rojas,
constituyéndose además hipoteca y prenda vehicular en garantía del pago 56. Las
letras fueron luego endosadas a la Sra. Madueño, que demandó a su vencimiento en
la vía ejecutiva. La avalista funda su defensa en segunda instancia en que las letras
tendrían su origen en un delito, pues el bien vendido no era de propiedad del vendedor,
por lo que se habría tratado de una venta fraudulenta en perjuicio de sus
codemandados. La Sala confirmó la condena de primera instancia, “al tratarse de pago
de títulos valores que, (…) en atención a que tienen la calidad jurídica de ser
abstractos y autónomos, se desprenden de su causa generadora (…),
estableciéndose solo relaciones cartulares sujetas a formalidades previstas en la Ley
de Títulos Valores”57. Además, la recurrente, como aval que era, quedaba obligada de
igual modo que aquéllos por quienes prestó el aval, pero su responsabilidad subsistía,
aunque la obligación causal fuese nula, “no pudiendo oponer a la tenedora
(endosataria) de la cambial los medios de defensa personales de sus avalados”58.
En Banco Wiese Sudameris c Elvira Rocha Maydana y otro, resuelto por la Corte
Suprema aplicando aún la LTV ant., mediante ES del 18 de agosto de 200559, PT
Representaciones & Distribuciones SRL vendió a alguien —presuntamente, al
57 [2005] CSC Lima 3, FJ 7°. Como se advierte en el pasaje con énfasis (que es añadido), la Sala
166
Notas de Títulos Valores § 98
el título valor conociendo del perjuicio que se va a causar, con lo cual no media
buena fe en su adquisición, que es lo que la ley rechaza, razón por la que
permite que se opongan las relaciones personales, empero en autos no se ha
determinado dicho supuesto pues tan sólo se indica que se comunicó al Banco
en el mes de octubre del mil novecientos noventa y siete cuando ya habían sido
endosadas las cambiales de los hechos que dieron lugar a la emisión de los
citados títulos, mas no que el Banco conocía de las circunstancias que
perjudican a la demandada cuando se le endosó las letras de cambio” 68.
Así pues, entre el obligado por el título valor y los sucesivos titulares o tenedores del
documento se establece una relación jurídica casi totalmente objetivizada,
instrumentalizada, independiente de las relaciones extradocumentales, que fueron en
su momento las causas que determinaron tanto la creación del título como las
transmisiones efectuadas antes de llegar al último tenedor.
Ahora bien, como acabamos de ver, la Corte Suprema en Banco Wiese c. Rocha y
otro69 adelanta también que, mientras el título valor no haya circulado, existe apenas
una mera abstracción procesal, que permite presumir la existencia y legitimidad de
una justa causa de pedir lo literalmente expresado en el título (cfr. art. 1958 CC),
mientras el deudor de él no pruebe lo contrario, mas no propiamente la abstracción
material de que venimos hablando, con todos sus efectos. Ésta recién comienza
cuando el tenedor original endosa el título valor a un tercero que no fue parte en el
negocio causal. En estos casos, el destino circulatorio del título valor hace muy
conveniente “abstraerlo” del negocio causal, con la finalidad de dotar de seguridad al
nuevo adquirente y proteger su confianza en que lo único relevante que le
correspondía averiguar es lo que dice el propio título. Así, el primer endosatario, que
es el segundo tenedor de un título valor a la orden, como tenedor de segunda mano,
no participó en el negocio causal; por lo tanto, no debe verse afectado por ninguno de
los vicios que dicho negocio pudiera tener. Lo contrario perjudicaría la circulabilidad
del título valor, tan estrechamente ligado a su función económica.
La abstracción (meramente) procesal en la fase inter partes.
Como es fácil de advertir, hay una estrecha relación entre los caracteres de
abstracción y literalidad. Uno podría preguntarse qué es lo que aparece, por ejemplo,
en una letra de cambio: ¿el contrato de compraventa, préstamo, cuenta corriente,
depósito irregular, etc.? Evidentemente no. Sólo se hace constar la obligación de
pagar cierta suma de dinero. Únicamente lo que aparezca en la redacción textual de
crédito está en la obligación que nace de él. Siendo esto ciertamente así, sin embargo,
la ley tampoco ampara ni condona el abuso del derecho. Y es en ese sentido que el
art.19.3 LTV señala:
“El demandado no puede ejercer los medios de defensa fundados en sus
relaciones personales con los otros obligados del título valor, ni contra quienes
no mantengan relación causal vinculada al título valor, a menos que al
adquirirlo, el demandante hubiese obrado a sabiendas del daño de aquél”
(énfasis añadido).
70 ES del 18 de setiembre de 1998, [1998] Cas 1559. Digo “al parecer”, en el texto, porque esta
sentencia no la he podido consultar directamente; expongo lo que parece haber sido su contenido sobre
la base de referencias indirectas obtenidos por distintos cauces.
71 ES de 5 de junio de 2009, [2008] Cas 1312.
168
Notas de Títulos Valores § 98
indicados73, así como que al menos parte del monto indicado refleja intereses
derivados de una antigua deuda dineraria74, demandante y demandado difieren
acerca del fundamento causal subyacente a la emisión de la letra de cambio. Según
el demandado, la obligación contenida en ella se habría generado únicamente en un
préstamo dinerario efectuado por el demandante al demandado, en fecha muy anterior
al negocio cambiario, el cual habría sido celebrado únicamente en garantía de dicho
préstamo, y no como una orden de pago de su verdadero importe, que además estaría
muy aumentado respecto del pacto subyacente75. El demandante, por su parte, afirma
al contestar la contradicción y en apelación que la letra de cambio representa el
acuerdo final al que llegaron demandante y demandado sobre el monto de la
obligación de este último y sus condiciones de pago, derivada principalmente (mas
parece que no únicamente) de la renovación de la antigua deuda dineraria a que hace
alusión el demandado y de sus intereses, aún impagos en la fecha del negocio
cambiario76. El Juez de primera instancia se inclinó por el demandante; la Corte
Superior, por el demandado. La Corte Suprema retoma el criterio de la sentencia
apelada porque, según su criterio,
“la letra de cambio cuyo pago se reclama, representa la renovación de una
primitiva obligación monetaria impaga que el demandado mantenía con el
ejecutante y que según el tenor literal del título puesto a cobro, acredita que
dicha deuda a la fecha de giro ascendía a cuarenta mil dólares americanos; que
en ese sentido, si bien corresponde que el demandado pueda contradecir el
ejercicio de la acción cambiaria proponiendo las defensas que deriven de sus
relaciones personales con el ejecutante, se producirá la inexigibilidad de la
obligación contenida en el título, si en efecto la referida defensa sustantiva se
ha probado; y en cuanto a la aceptación de la letra de cambio, se tiene que este
acto cambiario debe ser incondicional, es decir no resulta jurídicamente posible
que se incorporen condiciones para cumplir con la obligación que proviene de
la aceptación. Si se alega lo contrario, la condicionalidad de la aceptación debe
ser acreditada del texto del propio título o a través de los medios probatorios
pertinentes”77 (énfasis añadido).
En otros casos, los tribunales han dado pleno efecto a las excepciones causales inter
partes, debidamente probadas, deducidas por el demandado. Así, en ES del 26 de
noviembre de 1998:
77 Cfr. [2008] Cas 1312, FJ 6°. Aunque el aparente problema puede derivar únicamente de que la
sentencia silencia muchos detalles de la controversia que en buena lid sería necesario conocer para
poder hacer un juicio plenamente ponderado de la decisión que contiene, llama la atención que ésta
(que es una casación, que debería limitarse al examen de derecho) pareciera entrar a revisar los hechos
y hacer una nueva valoración de la prueba. Cabe, sin embargo, pensar que la explicación se halle en
una posible atribución errónea de la carga legal de la prueba (que sí sería un error de derecho, pasible
de casación) por parte de la Corte Superior. Además, parece admitir (como de hecho parece que
decidió la Sala de segunda instancia) la ineficacia causal de la “letra aceptada en garantía” (violando la
abstracción de tipo o discreción de la letra), aparentemente sobre el fundamento (si es así,
completamente erróneo) del art. 129 LTV (orden incondicional de pago).
“la sentencia de vista ha establecido como cuestión fáctica que las letras de
cambio puestas al cobro se giraron a consecuencia de un contrato de
compraventa que no llegó a concretarse, por lo que el demandado no adeuda
precio alguno que pudiera representarse en cambiales y no puede obligársele
a pagar una deuda que no existe, y siendo que el tenedor y aceptante de las
letras son el acreedor y el deudor de la relación causal, de la que se derivó la
emisión de dicho documento (…) declarar que los títulos valores carecen de
causa legítima; (…). Consecuentemente, habiéndose establecido una
excepción derivada de relaciones personales entre tenedor y aceptante, ya no
son aplicables los principios de incorporación, literalidad, abstracción y
autonomía”78.
La abstracción (material) de la fase circulatoria o inter tertios.
En el segundo momento, cuando el título valor está puesto ya en circulación, es
independiente del negocio que le dio origen (“abstracto”), y lo que vale y obliga es
únicamente lo que está escrito en él. Todo sucesivo adquiriente, todo endosatario que
recibe el título, ignora o puede ignorar y no tiene por qué saber la relación que le dio
origen, ni sus vicisitudes. Lo único que le afecta es lo que aparece redactado en el
texto, que sí puede conocer. Por eso, el carácter de literalidad, que fija la medida de
la obligación, está íntimamente ligado al de abstracción.
“Tratándose de una acción cambiaria, los derechos que se ejercitan o las
obligaciones que se exigen son los que emanan del título valor puesto a cobro,
sin que sea necesario probar su existencia o su exigibilidad por otros medios que
no sea el título mismo, por su forma, por su literalidad y por la oportunidad en
que se pide su cumplimiento”79.
“Tratándose de una acción cambiaria, los derechos que se ejercitan o las
obligaciones que se exigen son las que emanan del título valor puesto a cobro,
sin que sea necesario probar su existencia o su exigibilidad por otros medios que
no sea el mismo título”80.
También son buenos ejemplos de la operación de la abstracción en esta fase los casos
de Madueño c. Torre y otros81 y Banco Wiese c. Rocha y otro82, comentados más
arriba.
Autonomía cartular.
Por la autonomía cartular, cada nuevo tenedor del título valor adquiere una posición
jurídica que no se ve afectada por los defectos, excepciones o vicisitudes propias de
las de quienes lo precedieron en la tenencia del título; por lo menos no en la misma
medida, sino en una drásticamente inferior a la que sería aplicable si se tratara de un
derecho no incorporado, transmitido por cesión de derechos.
78 [1998] Cas 1569, FFJJ 1° y 3°. Sin embargo, el Voto en Discordia del Vocal Castillo La Rosa da a
entender que la letra no representaba la documentación del precio de la venta dejada sin efecto, sino
del monto que el vendedor debía restituir, precisamente por la cancelación del contrato.
79 [1987] Lima 633; publicada en RETAMOZO, Alberto, y PONCE, Ana María; Jurisprudencia Civil, Idemsa,
170
Notas de Títulos Valores § 100
172
Notas de Títulos Valores § 101
Autonomía de firmas.
Formando como la otra cara de la autonomía, aunque sin entrar propiamente en su
definición, está la que llamaremos autonomía de firmas, o autonomía de declaraciones
cambiarias. Si la autonomía propiamente dicha mira la situación desde el punto de
vista del acreedor cambiario (cuyo derecho cartular se dice autónomo respecto del de
quienes lo precedieron en la relación cambiaria), la autonomía de firmas lo hace desde
el punto de vista del deudor, y por lo tanto de lo que habla es de la “autonomía” de
cada obligación cambiaria o cartular.
En este sentido, el art. 8 LTV señala:
“8.1 El título valor surte todos sus efectos contra las personas capaces que lo
hubieren firmado, aún cuando las demás firmas fueren inválidas o nulas por
cualquier causa.
8.2 Igual regla se observará con relación a las personas que hayan intervenido
en la emisión, garantía o transferencia de valores con representación por
anotación en cuenta”.
Esta “autonomía” se relaciona también, entonces, con la regla de la solidaridad
cambiaria, según la cual, en principio, todos los que suscriben un título valor para
obligarse se convierten en obligados solidarios ante su último o actual tenedor
legítimo, que lo presente al cobro (art. 11.1 LTV)83.
Ahora bien, la autonomía propiamente dicha implica que cada uno de los sucesivos
tenedores del documento resulta vinculado como directamente con el obligado
cambiario (con cada uno de los obligados cambiarios), sin que le sean oponibles las
vicisitudes o accidentes no documentados en el título que puedan haber afectado la
relación cartular antes de llegar a él. Por esa razón, el obligado concretamente
demandado no les puede oponer las excepciones que procedan de relaciones
personales entabladas entre él y anteriores tenedores. Así:
1) Si Adriana gira un pagaré a la orden de Bonifacio, se genera la relación cambiaria
entre ellos, en la cual Adriana es giradora obligada y Bonifacio es el tenedor
beneficiario.
2) Si Bonifacio posteriormente endosa ese pagaré a Camila, la relación cambiaria, tal
como pasa a Camila (con Adriana como obligada y Camila como acreedora-
endosataria), se desliga de lo que haya ocurrido (incluso en el plano propiamente
cambiario, si no consta en el título) entre Adriana y Bonifacio; además, como
producto de la declaración cambiaria de endoso de Bonifacio, se genera otra
relación cambiaria entre éste, que al endosar se convierte en obligado cambiario
solidario, y Camila.
3) Si luego Camila endosa el pagaré a Damián, la obligación cambiaria originaria de
Adriana se desliga ante éste de los accidentes y excepciones que ella hubiera
podido oponerles tanto a Bonifacio como a Camila, incluso en el plano cambiario
(siempre que no se apoye en la literalidad del título); al mismo tiempo, Damián
adquiere la obligación que asumió Bonifacio, pero desvinculado de lo que haya
ocurrido entre éste y Camila antes de transmitirse a Damián; y finalmente la que
se crea por el endoso entre Camila, endosante obligada solidaria, y Damián,
83 Vid. la sección I (§§ 155 a 157), en pp. 159 y ss., del Cap. 4, infra.
Emérita
(aval)
Como se ve, la autonomía determina que los derechos de los sucesivos tenedores del
documento sean inmunes a las excepciones personales que el demandado podría
alegar ante otros tenedores anteriores del título valor (que luego lo transfirieron
cambiariamente), incluso en el plano cartular. En este sentido, si Damián decide
cobrar judicialmente el pagaré a Bonifacio, éste no le puede oponer que Camila se lo
condonó (sin devolverlo), o que renunció a cobrarlo mediante un pactum de non
petendo. Por la autonomía, al derecho de Damián no le afecta lo que haya hecho
Camila sin dejar huella en el título.
Ahora bien, si las relaciones cambiarias existentes entre los intervinientes en un título
valor se desvinculan o desligan de lo ocurrido en los tramos anteriores de la
circulación, desde el punto de vista del obligado cambiario se puede decir que éste
tampoco puede pretender liberarse de su obligación basándose en que las firmas de
otro u otros obligados cambiarios anteriores son inválidas o nulas por cualquier causa
(por incapacidad, falsificación, etc.). Y esto porque su obligación (ya no el derecho del
acreedor) también es autónoma de las de los demás. Esto es lo que llamamos
“autonomía de firmas o de declaraciones cambiarias”.
V. LA LEGITIMACIÓN CARTULAR
Noción y dimensiones.
La legitimación es aquella característica por la que el título valor, según cuál sea su
ley de circulación, faculta a quien ostente su control para exigir del suscriptor —ya sea
como girador, aceptante, endosante, avalista o fiador—, en su caso, la prestación en
él consignada, y que autoriza al así obligado a saldar válidamente su deuda a favor
de dicho tenedor.
La legitimación, entonces, se puede analizar desde tres perspectivas o puntos de
vista:
1) el del título mismo;
2) el del acreedor, y
3) el del deudor.
174
Notas de Títulos Valores § 103
84 Vid. más detalles sobre esta “determinación” de la legitimación en función de la llamada “ley de
criculación” en el Cap. 5, pp. 167 y ss., infra.
176
Notas de Títulos Valores § 105
5° del art. 228 LBS85) en virtud de su firma (que en un título físico normalmente ha de
ser manuscrita), lo autoriza para que siempre que actúe sin dolo o grave negligencia
haga un pago liberatorio a quien aparece como legítimo tenedor, según la ley de
circulación del título valor. Así lo señala el artículo 16.1 LTV, in fine:
“16.1. (…) El deudor de buena fe que cumpla con la prestación queda liberado,
aunque dicho tenedor [aparentemente legítimo] no resultase ser el titular del
derecho” (énfasis añadidos).
Lo crucial entonces es averiguar qué debe hacer el deudor para beneficiarse de esa
legitimidad pasiva, y efectuar un pago válido y liberatorio. En general, lo primero que
tiene que hacer el deudor es verificar la identidad del tenedor a la vista de su
documento de identidad y de la literalidad del título valor. Se trata de comprobar que
quien presenta el título a cobro es aquél a favor de quien o a cuya orden se ha emitido,
o a cuyo favor ha sido endosado o cedido86.
Ahora bien, si se trata de un título emitido o endosado al portador, en el título no tiene
que aparecer el nombre de la persona a favor de quien se emitió o a favor de quien
se endosó (endosatario). Pese a ello, el deudor deberá requerir al tenedor que se
identifique y que coloque su nombre, documento oficial de identidad y firma de
cancelación en el propio título valor o en documento aparte (arts. 25 y 36.2 LTV).
Cuando la cancelación se haga en documento aparte, si el deudor quiere evitar el
peligro de que el título valor siga circulando y le vuelva a ser presentado al cobro por
un tercer adquirente de buena fe (art. 24 LTV), deberá pedir la devolución del título
valor o verificar su destrucción (arts. 64.4 y 17 de la LTV).
Cuando se trate de títulos valores a la orden que no hayan circulado, para que se
configure la legitimidad pasiva basta que el deudor verifique la identidad del tenedor,
con base en su documento oficial de identidad y en la literalidad del título valor en el
que aparece su nombre. Pero si el título hubiera circulado, para que el deudor pueda
ampararse en la legitimidad pasiva, no bastaría que verificase la identidad del tenedor
según su documento de identidad y la literalidad del título valor. Con eso sólo
comprobaría que el tenedor es el último endosatario, pero no que lo obtuvo
regularmente. Por ello, en este caso, el deudor deberá verificar además la cadena
ininterrumpida de endosos. Así lo dispone el art. 46 LTV:
“El que paga el título valor a su vencimiento no está obligado a cerciorarse de
la autenticidad de las firmas de los endosantes anteriores a la persona con
85 “La empresa puede, en cualquier momento, remitir una comunicación al cliente, advirtiéndole de la
existencia de saldos deudores en su cuenta y requiriéndole el pago. Transcurridos quince (15) días
hábiles de la recepción de la comunicación sin que hubiere observaciones, la empresa está facultada
para girar contra el cliente por el saldo más los intereses generados en dicho período, una letra a la
vista, con expresión del motivo por el que se la emite. El protesto por falta de pago de la indicada
cambial, en la que no se requiere la aceptación del girado, deja expedita la acción ejecutiva” (énfasis
añadido). Originalmente, el art. 581 CdC ponía este remedio excepcional, que más que de la letra de
cambio así girada procede de la relación causal de cuenta corriente, a disposición de cualquiera de las
partes de una cuenta corriente bancaria (Banco o cliente) que resultase acreedor de un saldo pendiente
al terminar el contrato. A partir de la LBS ant. aprobada por D. Leg. 770 se derogó esa disposición del
CdC y se reservó el remedio como una especie de privilegio (en mi opinión, contrario al más elemental
principio de igualdad) a favor únicamente de la entidad de crédito.
86 Suponiendo que es en el título valor donde aparece el acto traslativo, porque puede que no sea así,
especialmente cuando el título valor se transmite por cesión de derechos u otro mecanismo
extracambiario (cfr. art. 30 LTV).
87“En blanco”, aplicado al endoso, se refiere al que no indica el nombre del endosatario. Vid. el § 135,
en pp. 174 y ss., infra.
178
Notas de Títulos Valores § 106
88 Salvo los peculiares supuestos en que la llamada buena fe intermedia convaliden una posible mala
fe del actual tenedor sobre estos puntos, como estudiaremos en su momento; cfr. el § 216, en pp. 197
y ss., infra.
180
Notas de Títulos Valores § 106
CAPÍTULO 4
LEGITIMACIÓN Y CIRCULACIÓN DE LOS TÍTULOS VALORES
SUMARIO: I. PLANTEAMIENTO.— 107. Sentido de la llamada “ley de circulación”:
posibles criterios. 108. La “ley de circulación” como régimen primordialmente de
legitimación. 109. La especial protección de la circulación cartular regular.
110. Documentos endosables y al portador que no son títulos valores. II. TÍTULOS
NOMINATIVOS.— 111. Concepto y origen. 112. Clases de títulos valores nominativos.
113. Admisibilidad de los títulos simplemente nominativos. 114. Multiplicidad y
variedad de sistemas de legitimación “nominativa”. 115. La legitimación
“nominativa” como propiamente cartular. 116. ¿Está reducida la protección del
tráfico de los títulos nominativos? 117. La cesión cartular: planteamiento y
formalidad. 118. Documentación y notificación de la cesión cartular. 119. Efectos de
la cesión cartular: exclusión de la legitimación activa. 120. Rescate y sustitución del
título cedido y pluralidad de cesiones. 121. Aplicación: títulos de legitimación simple
propiamente nominativos. 122. Títulos “a la orden nominativizados” y negociabilidad
restringida. 123. El llamado transfert: forma de legitimación nominativa compleja.
124. Otros títulos de legitimación compleja. III. TÍTULOS A LA ORDEN.—
125. Concepto. 126. Títulos a la orden “natos”. 127. Origen y evolución.
128. Legitimación y transmisión. 129. Transmisión por medios distintos al endoso.
IV. EL ENDOSO.— 130. Noción de endoso. 131. Naturaleza jurídica. 132. Caracteres.
133. En particular la incondicionalidad y la indivisibilidad del endoso. 134. Forma y
requisitos. 135. Los endosos en blanco y al portador en particular. 136. Efectos del
endoso. 137. En particular el endoso “sin responsabilidad”. 138. El endoso con
cláusula “no negociable”. 139. Clases de endoso. 140. Endoso pleno o en
propiedad. 141. Endoso en fideicomiso. 142. Endoso en procuración. 143. Endoso
en garantía. 144. Oportunidad del endoso y endoso póstumo. 145. Endoso en
retorno. 146. Endoso judicial o remedio. 147. Endoso bancario. V. TÍTULOS AL
PORTADOR.— 148. Noción y funciones. 149. Origen histórico. 150. Carácter
inalterable de la legitimación al portador. 151. Legitimación y transmisión.
152. Protección de la apariencia en la adquisición del título al portador.
153. Identificación del último tenedor. 154. Limitaciones a la emisión de títulos al
portador.
I. PLANTEAMIENTO
Sentido de la llamada “ley de circulación”: posibles criterios.
Es afirmación común de la doctrina1 que la clasificación más importante de los títulos
valores, y la que mayores consecuencias trae consigo en cuanto a su régimen legal,
es la que se basa en su “ley de circulación”, esto es, la que los clasifica en:
1) títulos al portador,
2) a la orden o
3) nominativos.
1En toda esta sección sigo muy de cerca, usando incluso sus mismas expresiones, la doctrina de
GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, pp. 347-355, adaptándola a nuestro ordenamiento jurídico.
— 183 —
§ 107 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
En teoría, podría entenderse que la llamada “ley de circulación” se basa o alude como
criterio de clasificación a cualquiera de los siguientes aspectos, que muchos autores
y disposiciones legales no raramente entremezclan de modo inextricable:
1) La forma de designar al titular, entendida concretamente como forma de atribuir la
propiedad del documento y, por consiguiente, la titularidad del derecho
incorporado; es decir: por la forma de atribución de la titularidad2.
2) La forma o procedimiento de transmisión, que es, en realidad, lo que literalmente
expresa la designación habitual y absolutamente preponderante en la doctrina3 de
“ley de circulación” de los títulos valores.
3) La eficacia legitimadora; es decir, si la simple tenencia del documento se basta por
sí misma para legitimar al hipotético acreedor activamente —y, pasivamente, a
quien se obligó por el título—, o bien si se requiere algún otro elemento adicional
para completar una y otra legitimación4.
El primer criterio pareciera hallar respaldo positivo en los términos literales de los arts.
22.1, 26.1 y 29.1 LTV:
“Título valor al portador es el que tiene la cláusula «al portador» y otorga la
calidad de titular de los derechos que representa a su legítimo poseedor”
(énfasis añadido).
2 Pareciera ser el criterio seguido por el Prof. BEAUMONT en BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 2
LTV, cit., pp. 71-72 (n. III), cuando afirma que en los títulos a la orden “[e]l titular se individualiza por la
posesión del documento unida a una cadena regular y no interrumpida de endosos”.
3 En ese sentido, VICENT CHULIÁ, Introducción…, cit., 18ª ed., p. 1044. También, al parecer, CANO RICO,
Mediación, fe pública mercantil…, cit., p. 174, pero al preocuparse únicamente del régimen de transmisión
bursátil (o parabursátil) de los valores mobiliarios, es dudoso si, en realidad, quiso definir los títulos
nominativos y al portador atendiendo a su régimen de transmisión, o incluso si realmente quiso definirlos
de acuerdo con cualquier criterio. Entre nosotros, esta concepción de la “ley de circulación” es la que, de
la mano de la definición del colombiano Becerra Toro, adopta ECHEVARRÍA ARELLANO, Juan Manuel; “La ley
de circulación de los títulos valores y sus efectos cambiarios”, en MONTOYA, Tratado de (…) Títulos Valores,
cit., pp. 101-130 (p. 105). En las versiones primigenias de su Manual (antes de que el Porf. MARTÍNEZ SANZ
lo pusiera al día), BROSETA, Manual..., cit., 9ª ed., p. 598. y 10ª ed., p. 627, adoptaba una postura en la que
concurrían los dos criterios mencionados hasta ahora: la atribución de titularidad y la “ley de circulación”.
También parecía recurrir a ese criterio dual, igualmente en versiones anteriores de su Manual, el Prof.
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones...", cit., 14ª ed., p. 377 y 20ª ed., t. II, p. 13. En la Doctrina italiana, vid.
ASQUINI, Titoli…, cit., p. 108. AULETTA/ SALANITRO, cit., 8ª ed., p. 295.
4 En este sentido, ALBORCH BATALLER, El derecho de voto…, cit., p. 133: “En aquellas acciones en que
se menciona el nombre del titular, la legitimación para el ejercicio de los derechos incorporados deriva
de los siguientes requisitos: posesión del titular, identidad entre los datos personales del poseedor y los
consignados en la acción y la inscricpión del titular en el libro-registro de acciones nominativas”.
Igualmente, DOMÍNGUEZ GARCÍA, "La Obligación como título...", cit., p. 1282, si bien el autor incluye,
también el criterio de la circulación, ya que ambos -legitimación y circulación- serían, según él, “aspectos
cartulares íntimamente dependientes y vitales dogmática, política y prácticamente”. Parece ser también
el criterio que adoptan acualmente BROSETA/ MARTÍNEZ, Manual…, cit., vol. II, p. 397: “Debe tenerse
presente que, en ocasiones, la ley de circulación que prevalece es la que atribuye la legitimación y no la
titularidad del derecho incorporado (porque quien está legitimado puede exigir la prestación aunque no
sea titular del derecho, mientras que quien no está legitimado no puede exigirla aunque sea titular)”. Por
su parte, también SÁNCHEZ CALERO/ SÁNCHEZ-CALERO, Instituciones…, cit., vol. II, p. 60, hablan ya
únicamente de “la forma en que se legitima el poseedor del título, lo que determina su manera o ley de
circulación” (énfasis añadido).
184
Notas de Títulos Valores § 108
5 Cfr. las versiones anteriores de los respectivos Manuales de BROSETA y SÁNCHEZ CALERO citados en
la nota n. 3, en p. 184, supra.
186
Notas de Títulos Valores § 108
8 Para no hablar de la situación creada por el texto original del art. 93 LGS, que hablaba de la posibilidad
de transmitir por endoso las acciones de la sociedad anónima, pacífica y constantemente declaradas
por nuestro ordenamiento, desde hace ya muchos años, títulos valores exclusivamente nominativos
(cfr. arts. 51 LGS y 257.1 LTV).
9 RECALDE CASTELLS, “En torno a la pretendida nominatividad…”, cit., p. 365.
una consecuencia (y no la causa)10 de la forma que tenga cada título valor de señalar
quién puede ejercer los derechos incorporados y recibir un pago liberatorio.
La especial protección de la circulación cartular regular.
Un bien sustraído del poder de su propietario por cualquier hecho ajeno a su voluntad11,
sea fortuito, o atribuible a dolo o culpa de otra persona, puede ser reivindicado de quien
lo posea por su dueño, siempre que satisfaga una doble condición sine qua non:
1) en primer lugar, que pruebe con certeza su titularidad dominical; y
2) en segundo lugar, que consiga identificar el bien u objeto de que se trate.
Este criterio responde a una concepción individualista de los derechos, entendidos como
absolutos e inmutables sin la aquiescencia de su titular. Pero un régimen de legitimación
y circulación tan dinámico como el propio de los títulos valores conservaría muy poco de
su sentido si no procurase al adquirente de buena fe una posición jurídica fuerte y segura,
al resguardo del ataque, incluso, del anterior titular12.
Ahora bien: el título valor (al menos, el materializado) es una cosa mueble. En esa
medida, la protección de quien lo adquirió conforme a su “ley de circulación” podría
dejarse librada, sin más, a la operación de los preceptos que ya ha acogido el Derecho
común, y que impiden al antiguo propietario reclamar el bien mueble adquirido por un
tercero de buena fe y como propietario, adquisición de buena fe que se basa sobre la
apariencia jurídica de propiedad que trae consigo la posesión (cfr. art. 912 CC). Estoy
hablando, en concreto, del art. 948 CC:
“Quien de buena fe y como propietario recibe de otro la posesión de una cosa
mueble, adquiere el dominio, aunque el enajenante de la posesión carezca de
facultad para hacerlo Se exceptúan de esta regla los bienes perdidos y los
adquiridos con infracción de la ley penal”.
Es de sobra conocida la encendida disputa doctrinal sobre el real alcance de la
excepción a la regla consignada en la parte final del precepto, en particular por lo que se
refiere a los bienes “adquiridos con infracción de la ley penal”. Sobre esta expresión se
han propuesto las más diversas interpretaciones:
1) Para algunos, “adquirir con infracción de la ley penal” hace referencia al propio
accipiens de buena fe del bien mueble, postura que prácticamente elimina la
excepción, pues en virtud del principio de culpabilidad no puede infringirse la ley
penal actuando propiamente “de buena fe”.
2) Otros consideran que, refiriéndose a la adquisición de la posesión por el tradens,
equivale a robo o, al menos, al hurto, dejando como campo privilegiado de aplicación
de la adquisición a non domino de bienes muebles bajo el Derecho común los
supuestos de abuso de confianza o “depositario infiel”.
3) Finalmente, hay quien propone que se trata más bien de una noción amplia, que
englobaría cualesquiera delitos contra el patrimonio (incluidas la estafa y el
estelionato, entre otras formas de apropiación ilícita), lo cual prácticamente elimina
188
Notas de Títulos Valores § 110
toda la virtualidad protectora del tráfico del precepto, pues difícilmente el tradens que
enajena una cosa que no era suya (y salvo que él mismo hubiera actuado bajo algún
tipo de error determinante e insalvable) deja de incurrir en algún delito.
Ahora bien, la apariencia jurídica de titularidad que ya produce toda posesión de un bien
mueble, si en algún caso resulta extrema, es precisamente en los títulos valores13. Por
eso resultaría inaceptable que la posición jurídica del tenedor legítimo, conforme a la “ley
de circulación”, estuviese sujeta a las incertidumbres doctrinales a que me acabo de
referir. De hecho, el legislador ha considerado que la protección general que otorga el
Derecho común a todo adquirente de buena fe de bienes muebles resulta insuficiente
para proteger el tráfico de los títulos valores en general. En concreto, se ha considerado
necesario suprimir las excepciones a dicha protección que el CC recoge en materia
bienes perdidos y adquiridos con infracción de la ley penal14.
Así, el art. 15 LTV dispone, para los títulos valores en general:
“Artículo 15.- Reivindicación
El título valor adquirido de buena fe, de conformidad con las normas que
regulan su circulación, no está sujeto a reivindicación”.
El Derecho Mercantil confiere así al adquirente de buena fe de un título valor una
protección mucho más enérgica que la civil, inspirada en la necesidad de asegurar
plenamente su adquisición, si la ha obtenido en el tráfico conforme a la ley de circulación
del título de que se trate. Y, como vamos a ver (y a diferencia de lo que ocurre por regla
general en muchos regímenes comparados de títulos valores), esta especial protección
del tráfico cartular regular se extiende, en nuestro ordenamiento, a todos los títulos
valores, incluidos los nominativos, con la excepción puntual de la subcategoría de ellos
que voy a denominar “títulos a la orden nominativizados”.
Documentos endosables y al portador que no son títulos valores.
Por otra parte, la aclaración de que la llamada “ley de circulación” hace en realidad
referencia a un “sistema de legitimación”, junto con el recuerdo de que lo que hace
que un título valor sea tal no es la regla de legitimación a que se somete, sino en todo
caso la necesidad de controlar el documento para ejercer el derecho, en virtud de su
circulatoriedad (regla de la llamada “incorporación”)15, permiten explicar con facilidad
que haya documentos que siguen las reglas de legitimación “a la orden” o “al portador”
sin ser verdaderos títulos valores.
Así, por ejemplo, los arts. 32 y 33 LCS hablan de “pólizas de seguro” nominativas,
endosables y al portador:
“Artículo 32. Pólizas nominativas
Las pólizas son nominativas, excepto en los seguros de transporte en que
pueden ser emitidas a la orden o al portador.
Artículo 33. Pólizas a la orden o al portador
13 Y, en concreto, en los títulos valores “al portador”; cfr. BAUMBACH/ HEFERMEHL, cit., p. 17. RICHARDI, cit.,
p. 25. TIEDTKE, cit., p. 287, quien afirma que también los títulos al portador hurtados ["gestohlene"] pueden
ser adquiridos por razón de la buena fe, según el § 935 BGB. MEIER-HAYOZ/ VON DER CRONE, cit., p. 41.
14 Cfr. para una situación semejante en España, GARRIGUES, Tratado..., cit., t. II, pp. 741 y s. MADRID
16 O sea, la regla sub 1) de las enumeradas en la justificación de la noción dogmática de título valor, en
el § 37, en pp. 61 y ss., supra.
17 Desde luego, no genera la adquisición de una posición autónoma del meramente legitimado conforme
a la “ley de circulación”, como deja meridianamente claro la última parte del párr. 1° del art. 33 LCS:
“pueden oponerse al tenedor las mismas defensas que pueden hacerse valer contra el asegurado,
referentes al contrato de seguro”, aunque la salvedad que se hace, in fine, del impago de la prima que
no conste en la propia póliza da lugar más bien a una especie de autonomía imperfecta.
18 O sea, la regla sub 2) de las enumeradas en la justificación de la noción dogmática de título valor, en
190
Notas de Títulos Valores § 111
20 Cfr. SÁNCHEZ CALERO/ SÁNCHEZ-CALERO, Instituciones…, cit., vol. II, pp. 60-61, aunque entiende que
la dicotomía fundamental depende de la emisión individual (los simplemente nominativos, entre los
cuales no hace ninguna diferenciación ulterior) o en masa (los sujetos a transfert).
21 Entendiendo por tales a los títulos a la orden “natos” emitidos en forma nominativa o “no a la orden”,
así como otros títulos nacidos legítimamente “a la orden”, pero en los que se ha insertado
posteriormente, en el curso de su circulación, dicha cláusula “no a la orden” o cualquiera de sus
equivalentes. Cfr. § 122, en pp. 206 y ss., infra.
22 Es también la impresión que producen de primera intención la mayoría de los comentarios
doctrinales, pero es difícil saber si esto se debe a un apego a la letra de la norma comentada, quizás
excesivo en algunos casos, o a que realmente los autores correspondientes han asumido como propia
tal posición. Vid., por ejemplo, ECHEVARRÍA, “La ley de circulación…”, cit., pp. 123-126, citando a Trujillo
Calle y Peña Nossa; también BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 29 LTV, cit., pp. 225-226, citando
a Bravo Melgar y a Bonfanti y Garrone
192
Notas de Títulos Valores § 113
23 Tanto que, incluso, los arts. 31 a 33 LTV aluden y regulan en parte conjuntamente ambos, lo cual,
por cierto, genera el riesgo de potenciales confusiones, totalmente innecesarias.
24 Cfr. también, aunque habla sólo de los bonos de obligación, el art. 266.3 LTV.
25 SÁNCHEZ CALERO/ SÁNCHEZ-CALERO, Instituciones…, cit., vol. II, pp. 60-61, reconocen sobre esta base
que hay títulos nominativos que legitiman con la sola posesión y, en su caso, la cesión.
26 Cfr. ibid., donde distinguen unos y otros títulos nominativos precisamente por su emisión
individualizada o masiva, esto es, por su condición de efectos de comercio o valores mobiliarios.
27 No son, pues, títulos a la orden “natos”, ni se sujetan a las especialidades de éstos cuando se
restringe su circulabilidad natural; tampoco requieren para ser nominativos una cláusula “no a la orden”:
basta que no tengan la cláusula “a la orden”.
28Me refiero aquí a los certificados de depósito bancarios de dinero, no a los que son títulos de tradición,
que sí son valores a la orden “natos”, y que aun así cuentan con una suerte de transfert con efectos
bastante vigorosos, al menos para el primer endoso.
194
Notas de Títulos Valores § 114
va implícito en los arts. 29.2 y 30.1 LTV para configurarlos, hay que reconocer que
puede abarcar un número potencialmente infinito de ellos29.
Ante la evidencia de semejante multiplicidad y variabilidad en la concreción definitiva
de los sistemas de legitimación “nominativa”, quizás lo más provechoso sea, estando
ya sentado su concepto legal y operativo30, y una vez que se hayan señalado los
elementos de régimen comunes a todos ellos, desarrollar las condiciones concretas
de legitimación de cada una de las subcategorías más importantes de títulos
nominativos que resultan reconocibles en el propio texto de la LTV, y que son, grosso
modo, las que he indicado en la clasificación precedente:
1) los títulos propiamente nominativos, pero de legitimación simple;
2) los títulos valores “a la orden nominativizados”;
3) los títulos nominativos sujetos a transfert; y
4) otros títulos nominativos de legitimación (más) compleja.
Sin embargo, hay que dejar claro desde el inicio el carácter de verdaderos títulos
valores de los comprendidos en todas estas subcategorías, también si en algún caso
no supusieran (fenómeno en realidad marginal a nuestro ordenamiento actual, como
veremos31) regla especial alguna de legitimación específicamente cartular.
La convicción que acabo de mencionar se basa en el concepto de título valor que he
expuesto, fundamentado y defendido en su oportunidad32, en el marco de la
controversia entre las concepciones germana o amplia y estricta o italiana de título
valor. Como adelanté entonces, la segunda concepción ve problemático admitir como
verdaderos títulos valores muchos documentos que la otra reconoce sin más como
tales, lo cual ocurre casi en bloque con los títulos nominativos. Esto, precisamente,
por cierta reconocible tendencia en el régimen de estos títulos a que la literalidad y la
autonomía, que resultan clave para esa doctrina, tengan una menor importancia o
preponderancia33, salvo en cuanto se tomen en cuenta los correctivos de la
concepción llamada unitaria34. Mas, atendiendo a la noción de título valor que he
defendido en su momento, y que también ha quedado recogida en la LTV vigente,
resultará claro que:
1) por un lado, tal condición no depende en sí misma en absoluto de ninguna regla
de legitimación (ni activa ni pasiva); ni
2) tampoco de la operación o no en ellos, y menos aun en una medida concreta, de
los caracteres de literalidad y autonomía; sino
3) fundamentalmente, de la incorporación con vistas a la circulación de los derechos
en el documento; esto es, del hecho de que, con la clara finalidad de dotar a su
33 Como veremos que puede ocurrir con especial facilidad en los títulos “a la orden nominativizados”.
196
Notas de Títulos Valores § 116
1) El art. 15 LTV dispone que “[e]l título valor adquirido de buena fe, de conformidad
con las normas que regulan su circulación, no está sujeto a reivindicación”, sin
hacer la más mínima salvedad o excepción, ni para los títulos nominativos, ni para
ninguna otra categoría; ergo, salvo disposición expresa (o casi) diferente, la norma
les ha de ser aplicable exactamente de la misma manera a los títulos nominativos
que a los títulos a la orden y al portador.
2) Exactamente lo mismo ocurre con la purga de excepciones consagrada en el art.
19 LTV, concebido y redactado en términos absolutamente generales, para todos
los títulos valores, incluso los nominativos.
3) Lo anterior determina directamente lo que hay que decir de la autonomía de
derechos, cuya principal base positiva está precisamente en el art. 19.3 LTV, y en
todo caso se reproduce exactamente en lo dispuesto para la autonomía de firmas
u obligaciones en los arts. 8 y 11 LTV, que tampoco hacen distinción o excepción
alguna a lo que dispone. Es más, el art. 8.2 LTV expresamente dispone la
extensión de los efectos de la autonomía de firmas a los títulos valores (que en un
inicio fueron todos ellos nominativos, y en su mayoría lo siguen siendo)
representados mediante anotaciones en cuenta.
4) Todo lo cual queda decisivamente confirmado por lo dispuesto, precisamente para
los títulos nominativos, sean los representados mediante anotaciones en cuenta
(que nunca están sujetos a tranfert) o los títulos físicos sujetos a transfert, en el
art. 33 LTV. En efecto, la Ley sólo puede tener un motivo para salvar la
responsabilidad del emisor por las anotaciones que haga en el transfert y de la
ICLV encargada de la llevanza de las cuentas, si es que tales procedimientos de
legitimación regularmente llevados y de buena fe producen la adquisición del
derecho documentado en el título (y su correlativa pérdida por el anterior titular
real, pero no legitimado) por el tercero de buena fe que observe tales
procedimientos, así como la purga de excepciones y la correlativa autonomía de
posiciones en la circulación del título según su ley de circulación.
Nuestro ordenamiento, entonces, cuenta con normas de protección especial y
propiamente cartular de, en principio, todos los títulos valores, según todas sus
posibles “leyes de circulación”, siempre que circulen efectivamente conforme a la que
les sea propia en cada caso. De hecho, la subcategoría concreta de los títulos
nominativos sujetos a transfert es ciertamente tan cartular como la de los mismísimos
títulos “a la orden” y “al portador”; y está dotada, prima facie, de exactamente los
mismos mecanismos de protección de su tráfico cartular regular. Como mucho, una
protección del tráfico cartular reducida, en términos idénticos o parecidos a los
descritos en los párrafos anteriores, debe considerarse característica, en nuestro
ordenamiento, sólo de ciertos títulos nominativos; concretamente, de los que he
llamado títulos a la orden nominativizados. Ese es precisamente el motivo que obliga
a reconocer un grupo o subcategoría especial de títulos nominativos en tales
documentos.
Más defendibles son, sin duda, otras dos afirmaciones generales sobre el alcance
operativo de algunos de los caracteres reguladores de los títulos valores en el contexto
concreto de los títulos nominativos:
1) no serían títulos de literalidad plena;
2) ni generarían legitimación plena por sí solos a un tenedor del documento distinto
de su tomador original.
198
Notas de Títulos Valores § 117
Lo último es del todo cierto, pues esa es precisamente la condición de los títulos
nominativos: sólo legitiman (esto es, por sí solos) a la persona concreta
específicamente mencionada en ellos, y nunca (sin el complemento mínimo de la
correspondiente cesión, más otros requisitos adicionales, según el caso) a sus
sucesivos adquirentes. De todos modos, en esta materia es necesario completar el
cuadro con importantes precisiones para cada subcategoría de títulos nominativos, de
las que me iré ocupando los apartados posteriores.
A su vez, lo de la literalidad, en realidad, depende de cada concreto tipo de título que
se emita en forma nominativa:
1) Ciertamente, los valores mobiliarios nominativos suelen remitir, de una forma que
puede muy bien y de hecho suele llamarse “literalidad incompleta”, a algún
documento susceptible de conocimiento público (usualmente, en virtud de su
inscripción en algún Registro Público), llámese pacto social, Estatutos o contrato
de emisión.
2) Sin embargo, muchos efectos de comercio emitidos en forma nominativa (la carta
de porte nominativa o directa, por ejemplo) ciertamente llevan en sí mismos y en
su literalidad la totalidad de lo que es usualmente necesario para determinar el
derecho que confieren.
La cesión cartular: planteamiento y formalidad.
Como he adelantado, la LTV pide, como elementos mínimos comunes para que la
legitimación nominativa (y no tanto, o no inmediata y directamente la “transferencia”,
a que literalmente se refiere la Ley37) con vistas al ejercicio de los derechos cartulares
“surta efecto frente a terceros y frente al emisor” (art. 29.2 LTV) de manera plena:
1) que se lleve a cabo la cesión del título valor en la forma y con los requisitos que
recoge la Ley;
2) que el título físico mismo sea entregado al cesionario (o, en su caso, se verifiquen
los trámites sustitutorios de esa entrega, en el caso de los títulos valores
desmaterializados) para que pueda presentarlo al cedido en el momento de ejercer
el derecho documentado, como corresponde a la naturaleza de todos los títulos
valores; y
3) que se verifique su oportuna comunicación al obligado principal del título valor o
“cedido”, que habitualmente será, además, el emisor.
La eventual necesidad de contar con otros elementos adicionales para alcanzar esa
legitimación (como podría ser, por ejemplo, el trámite del transfert) dependerá más
bien de las distintas subcategorías de títulos nominativos entre las que éstos vienen
repartidos o distribuidos. La idea es igualmente válida para los concretos efectos que
semejante régimen de legitimación puede tener, por cuanto hace a la autonomía,
inoponibilidad de excepciones y posible adquisición a non domino en la circulación
regular de los títulos en cuestión. A todos esos aspectos me he de referir
pormenorizadamente en los apartados siguientes de esta sección. De momento me
voy a concentrar en el régimen especial de la “cesión de los títulos valores” o cesión
cartular que dibujan los arts. 29 y 30 LTV.
Hay que advertir en primer lugar que, cuando el art. 29.1 LTV afirma que “[e]l título
valor nominativo (…) [s]e transmite por cesión de derechos”, se pone claramente en
la órbita de la misma institución que regulan:
1) los arts. 1206 a 1217 CC (precisamente bajo el nomen iuris de “cesión de
derechos”38); y
2) los arts. 342 y 343 CdC (que usan más bien la designación “transferencia de
créditos no endosables”).
Al tratarse de materia estrictamente mercantil39, de ser necesaria la integración o
suplencia del régimen especial de la cesión cartular, la teoría general indica que la
primera fuente a la que habría que acudir debería ser la regulación general mercantil.
Ahora bien, precisamente en una de las poquísimas divergencias que respecto de su
regulación civil contiene el régimen mercantil de la cesión, que es el de la formalidad
ad sollemnitatem por escrito (requerida por el el art. 1207 CC y no por el CdC, con lo
que la cesión mercantil es válida y eficaz en cualquier forma), pareciera que la cesión
mercantil especial cambiaria o cartular se aparta de lo dispuesto en el Derecho
Mercantil y “regresa”, por así decir, al régimen de Derecho común. En efecto, los arts.
30.1 y 30.3 LTV dan a entender prima facie, y en especial si se leen a la luz de lo
dispuesto en el art. 1.2 LTV40, que el legislador impone en ellos una formalidad
solemne escrita a la cesión cartular, sin cuyo requisito ésta devendría nula y sin efecto
alguno:
“…la cesión de los títulos valores nominativos puede constar en el mismo
documento o en documento aparte”.
“…los requisitos señalados en los incisos a y d son esenciales, por lo que su
inobservancia conlleva la ineficacia de la cesión”.
De hecho, el último inciso citado en esta última norma alude a la firma del cedente,
que lógicamente exige constar por escrito. Sin embargo, el examen del art. 32.2 LTV
obliga a sacar otra conclusión, pues si bien se refiere explícitamente sólo a las
cesiones “a título distinto del de transferencia plena”, en el contexto general de la
regulación de la cesión cartular, parece inevitable concluir que se aplica también a la
cesión “plena”41. Dice el art. 32.2 LTV:
“En los casos en que, estando obligado a hacerlo, quien constituya el derecho
no comparezca a firmar la matrícula o el registro o, cuando el beneficiario del
derecho carezca de documento indubitable que contenga el derecho
constituido, este último podrá solicitar su anotación o registro judicialmente, en
proceso sumarísimo”.
Si se estuviese hablando de una documentación exigible ad sollemnitatem o, como
dice el art. 1207 CC, “bajo sanción de nulidad”, el “derecho constituido” no existiría en
38 Denominación que de hecho aplican expresamente a la cesión de títulos valores de que trato aquí
los arts. 10.2, 29.1, 43.2, 44.2 y 44.4 LTV.
39 Cfr. el § 15, en pp. 20 y ss., supra.
41 En efecto, cuando el art. 30.3 LTV habla de “ineficacia de la cesión”, la frase inmediatamente siguiente
(“[a]falta de indicación… se presumirá que el cesionario adquiere la propiedad plena del título”) deja
meridianamente claro que se refiere indistintamente a las transferencias de la propiedad plena y a todos
los demás derechos in re aliena que por medio de ella se pueden constituir.
200
Notas de Títulos Valores § 118
42 Con esta conclusión cambio de criterio respecto de lo que he venido afirmando en el pasado en las
versiones anteriores a 2017 de mis Notas de contratos mercantiles, cit., p. 45 (§ 17), donde claramente
asumía que las formalidades del art. 30 LTV eran ad sollemnitatem.
43 Cfr. el § 102, en p. 174, supra.
44 Que no “obliga”, pues aparte de no ser un “elemento esencial” de la cesión, el mismo inciso precisa
que tales condiciones se pueden insertar “en su caso”. Opino que, aunque no sea un modo usual de
decirlo, en este contexto esa apostilla se refiere a la libérrima elección de las propias partes, tanto del
hecho de si insertan alguna o algunas condiciones, como de exactamente cuáles insertan en la
documentación de la cesión. En todo caso, sólo las efectivamente insertadas podrían perjudicar la
posición de los sucesivos adquirentes de buena fe del título propiamente nominativo, en concordancia
con el régimen general de autonomía, abstracción y purga de excepciones del título valor regularmente
circulante, a diferencia de los títulos “a la orden nominativizados”, en los que todas las condiciones, aun
las no incluidas en la documentación aquí regulada, serán plenamente oponibles, haya o no haya buena
fe. Vid. al respecto el § 122, en pp. 206 y ss., infra.
45 Vid. mis Notas de contratos mercantiles, cit., p. 46 (§ 17).
202
Notas de Títulos Valores § 119
al título) sancionados con carácter general por la LTV para la circulación cartular
regular de los títulos valores, según su (propia) ley de circulación.
Precisamente en esta exclusión de la legitimación activa está, pienso yo, si no la única,
la principal diferencia en el plano de los efectos de la cesión cartular propiamente
dicha (esto es, la de los títulos propiamente nominativos) respecto del endoso de los
títulos a la orden47. Las otras diferencias en cuanto a los efectos a que suele hacerse
alusión al comparar ambas figuras toman como referente, más bien, la cesión
ordinaria o de créditos u otros derechos no incorporados en títulos valores; o también
la cesión propiamente cartular, pero de eficacia disminuida, propia de algunos títulos
valores nominativos: en concreto, de los títulos “a la orden” nominativizados.
Rescate y sustitución del título cedido y pluralidad de cesiones.
El art. 30.1 LTV regula una facultad de rescate y correlativa sustitución del título
nominativo transmitido por cesión de derechos, facultad que corresponde al emisor o
deudor principal:
“30.1 (…). El emisor u obligado principal tiene la facultad de requerir la entrega
del título transferido (…)”.
Esta disposición, más allá del carácter de títulos de presentación y de rescate de todos
los títulos valores (cfr. arts. 16 y 17 LTV y párr. 2° del art. 1230 CC), trata de:
1) una facultad de rescate peculiar de los títulos valores nominativos, que
2) debe leerse conjunta e inseparablemente con el derecho-deber de sustitución del
documento (“otorgamiento del nuevo título”) que menciona incidentalmente (más
bien en un contexto de imputación de gastos) el art. 31.2 LTV.
El “rescate” del título original que sirve de antecedente a esta sustitución es
claramente un “derecho” del emisor u obligado principal, pues todo indica que en el
sistema de la LTV éste puede decidir libremente si lo ejercita o no. Sin embargo, una
vez que el título original haya sido “rescatado” de esa manera, su sustitución por un
título nuevo tiene más bien el carácter de “deber”: el emisor queda automáticamente
obligado a confeccionar y entregar un nuevo título a favor del cesionario. De este
modo, y a partir de ese momento, se consigue renovar, también nominal y literalmente,
como corresponde a los títulos que venimos estudiando, la legitimación exclusiva a
favor de persona determinada, en cabeza del actual titular-tenedor.
En este punto parece oportuno preguntarse cómo se ha de proceder en el supuesto
de dos o más cesiones sucesivas. El supuesto dista de ser imposible, y ello se advierte
ya en los términos en que el art. 30.1 LTV regula los recién aludidos “rescate” y
“sustitución”. Que tal rescate sea, como acabo de decir, una mera facultad del emisor
u obligado principal, unido al hecho de que la notificación de la cesión no condiciona
su validez, sino sólo su plena eficacia, hace perfectamente verosímil que dos o más
cesiones del mismo título:
1) no hayan sido oportunamente comunicadas, o,
2) aunque se hayan comunicado, en ellas no se hubiera procedido al rescate y
correlativa sustitución del título.
47La otra diferencia que considero que tiene alcance general está más bien en el contenido mínimo
que se exige a la documentación de la cesión, que conforme al art. 30.3 LTV no puede prescindir del
nombre del cesionario, mientras que el endoso sí puede hacerse en blanco.
204
Notas de Títulos Valores § 121
206
Notas de Títulos Valores § 122
51 Digo esto, porque, por razones obvias, parece que la eficacia limitadora de la concreta cláusula “no
a la orden” sí debe entenderse restringida a los títulos valores que sean o hayan sido originariamente
“a la orden”.
52 Vid. los §§ 113 y 114, en pp. 192 y ss., supra.
208
Notas de Títulos Valores § 123
55Cfr. GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, pp. 423-424. Toda esta sección y la siguiente se basan y
en algunas partes reproducen, en buena medida, los materiales preparados para el dictado de este
curso en años anteriores por la Profesora Lorena RAMÍREZ OTERO, con relativamente pocas
modificaciones. No obstante, como es lógico, me hago del todo responsable por el resultado final.
56 Como se advierte ya aquí, y él mismo hace explícito después (p. 431), el autor hace suya la doctrina
—que también he adoptado yo, siguiendo sus pasos (vid. § 107, en pp. 183 y s., supra)— que ve en la
llamada “ley de circulación” no tanto un modo de determinar quién sea titular o propietario, ni tampoco
un sistema de transferencia, sino sobre todo de identificar al legitimado. De igual opinión son HUECK/
CANARIS, Derecho…, cit., p. 21 (§ 1).
57Indossierung o Indossament, en alemán; girata, en italiano; endorsement o indorsement, en inglés;
endossement, en francés.
determinada persona, o bien a favor de otra persona (en ese momento indeterminada)
conectada con la primera mediante uno o más endosos58.
La cláusula “a la orden”, entonces, es aquélla en virtud de la cual el firmante del título
valor se obliga a pagar a un tenedor nominalmente identificado (tomador) o a
quienquiera a quien éste o los sucesivos tenedores legitimados del título designen
mediante endoso59.
Títulos a la orden “natos”.
Ahora bien, la cláusula “a la orden” puede:
1) figurar expresa, o
2) estar implícita en el título.
Cuando esto último ocurre, se habla de título a la orden “nato”, porque por disposición
legal no necesita contener expresamente la cláusula a la orden para que puedan
transmitirse por endoso. En nuestro país, los títulos a la orden “natos” son los
siguientes60:
1) las letras de cambio (a tenor del art. 125.1 LTV),
2) los pagarés (según se deduce de los arts. 161 y 162 LTV),
3) las facturas conformadas (según el inc. e del art. 163.1 LTV),
4) las facturas negociables (art. 2 LFN, que incluso hace excepcionalmente ineficaz
toda alteración de esta ley de circulación para este título en concreto),
5) los cheques (cfr. inc. a del art. 176.1 y art. 204.1 LTV),
6) los certificados bancarios de moneda, tanto extranjera como nacional (cfr. inc. a
del art. 218 e inc. c del art. 219 LTV),
7) los valores de producto agropecuario (art. 3.1 LVPA),
8) los certificados de depósito (cfr. arts. 224.1 y 231 LTV),
9) los warrants (cfr. arts. 224.1 y 231 LTV), y
10) los títulos de crédito hipotecario negociables (cfr. inc. c del art. 241.1 y 242 LTV).
Origen y evolución.
Más allá de ciertos antecedentes —probablemente más aparentes que reales— en el
Derecho Romano y romano-bárbaro de la Antigüedad tardía y de la alta Edad Media
(ss. VI y VII), parece que fue entre los ss. XII y XIV que aparecieron las primeras
cláusulas “a la orden” verdaderas61. Se trataba, conforme a su sentido etimológico, de
remitirse “a la orden” o “instrucción” que el acreedor originariamente legitimado
insertase en el propio título.
Ahora bien, en un comienzo, esta “orden” o “instrucción” del tomador se instrumentaba
mediante el llamado “procuratorium” (pues inicialmente se concebía como poder de
cobranza). Se trataba de un documento distinto y separado del título, con el que el
el autor omite.
61 GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, p. 426.
210
Notas de Títulos Valores § 128
nuevo tenedor podía probar (pues a veces era compelido a ello) que el título valor le
había sido entregado voluntariamente, y que él era la nueva persona designada como
nuevo tenedor.
Sólo más tarde surge el endoso propiamente dicho, que viene a ser una cláusula
fundida e incorporada en el propio título, mediante la cual se designa directamente al
nuevo titular. El endoso es llamado así en Francia, a causa de la generalización del
uso de colocarla en el dorso o envés del documento, evolución que llega a su culmen
a finales del XVII; en Italia, en cambio, la anotación se hacía en el pie del documento
de donde la cláusula se llamó a valle62, hoy girata.
Legitimación y transmisión.
El desarrollo del endoso como forma típica de transmisión cambiaria confiere
seguridad a la circulación, protegiendo al tercer adquirente de buena fe. Lo que se
pretende es que este tercer adquirente, a semejanza de quien adquiere una cosa
mueble de su poseedor, adquiera sobre el documento el derecho (propiedad, garantía,
etc.) que se le ofrece, aun si la persona que se lo transmitió no hubiera tenido
realmente facultades para hacerlo.
Por ejemplo: si alguien encuentra un título valor a la orden endosado por su
beneficiario “al portador” o en blanco (es decir, con el espacio para el nombre del
endosatario sin llenar), y este hallador malicioso decide endosarlo a su vez a un
tercero que lo recibe de buena fe, este tercero adquiere a non domino la propiedad
del título y la titularidad de un derecho, que además es autónomo, de conformidad con
los arts. 15, 45.3 y 45.4 LTV.
El art. 34 LTV —a diferencia de su antecedente, el art. 33 LTV ant.— es enfático al
indicar que el endoso es la forma de transmisión de los títulos valores a la orden:
“Artículo 34.- El endoso
34.1 El endoso es la forma de transmisión de los títulos valores a la orden y
debe constar en el reverso del título respectivo o en hoja adherida a él (…)”.
Ciertamente, ello no impide que el título valor pueda transferirse de acuerdo con las
normas de Derecho común (sucesión universal o cesión de créditos), que como
veremos en seguida, permite el art. 27 LTV, si bien con efectos bien distintos.
En los títulos a la orden, el emisor no interviene para nada en el endoso y transmisión
del título. El hecho de haber puesto en circulación el instrumento cambiario a favor de
persona determinada, con la cláusula a la orden, confiere al beneficiario de esa
cláusula la facultad de hacerse sustituir indicando a otro legitimado. Éste, a su vez,
puede transferirlo a otro, y así sucesivamente. En otras palabras, el deudor que firma
un título a la orden no conoce quién llegará a ser su acreedor cuando se le exija el
cumplimiento de la obligación63.
Transmisión por medios distintos al endoso.
Los títulos valores a la orden pueden circular por otras vías o formas distintas de la
típicamente cambiaria que corresponde a su clase, que es el endoso:
1) por cesión de derechos, o
62 Cfr. JIMÉNEZ SANCHEZ, Derecho Mercantil, cit., vol. II, pp. 25-26.
63 ECHEVARRÍA, “La ley de circulación…”, cit., p. 108.
64 VALPUESTA GASTAMIZA, Eduardo, LLORENTE GÓMEZ DE SEGURA, C., y SÁNCHEZ LERMA, G. A.; Práctica
cambiaria: jurisprudencia sistematizada y referencia bibliográfica sobre letra de cambio, cheque y
pagaré, Bosch, Barcelona, 2000.
65 Cfr. BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 27 LTV, cit., p. 222 (n. IV).
212
Notas de Títulos Valores § 130
IV. EL ENDOSO
Noción de endoso.
Para comenzar la discusión, me quiero basar en la siguiente noción de endoso:
“el Endoso está constituido por una declaración escrita sobre el título y
firmada, por cuya declaración, el Endosante, que la formula y suscribe,
“ordena” al Deudor, que efectúe la prestación a favor del Endosatario”70.
Cierto que, más que una definición, es una descripción fenomenológica del endoso71,
bien que una descripción bastante ajustada a la realidad de su objeto. De hecho, esa
simple descripción apunta ya algunos elementos fundamentales del concepto o
definición propiamente dicha del endoso:
1) se trata de una declaración, lo cual nos coloca desde ya en el ámbito del negocio,
o al menos del “acto” jurídico;
2) su tenor o contenido es el de una orden, lo cual para comenzar reafirma que se
trata de una declaración de voluntad (y no, por ejemplo, de ciencia, que podría ser
un acto jurídico en sentido estricto), y refuerza notablemente la idea de que
estamos ante un negocio jurídico;
3) al ser una orden de pago o cumplimiento a favor del endosatario, además,
introduce desde ya en la peculiar estructura tripersonal del endoso como acto, con
70 GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, p. 453, citando a Martorano. Las negritas y subrayados son del
original.
71 Ibid.
72 Cfr. GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, p. 455, sobre cuya definición de endoso he construído
básicamente la que ofrezco aquí, variando la redacción y añadiendo, como diferencia de mayor calado,
la alusión al carácter vinculante ante el endosatario de la transferencia declarada en el endoso,
silenciado por el autor.
214
Notas de Títulos Valores § 131
hayan sido en el caso concreto el tipo específico de endoso utilizado y los pactos
causales que le dieron lugar.
La imprecisión en el momento de aludir a la naturaleza jurídica del endoso, por su
parte, pese a no ser en abstracto deseable en una definición, probablemente sea lo
más conveniente en la práctica, dado que el tema es materia de viva discusión en la
literatura, y depende estrechamente de la teoría defendida al respecto por cada autor
para el conjunto de los títulos valores o negocios cartulares. No sería correcto, sin
embargo, que omita mi propia toma de posición en la materia.
Naturaleza jurídica.
Como acabo de decir, y resulta lógico, la respuesta exacta a la cuestión de la
naturaleza jurídica del endoso depende directamente de la postura que se adopte
acerca de la naturaleza jurídica de los títulos valores y de los negocios cartulares en
general. Sobre tales extremos me he explicado largamente en un capítulo anterior73.
Por ejemplo, un manual argentino clásico de la materia ofrece esta definición:
“La naturaleza jurídica del endoso es la de un negocio accesorio unilateral, no
recepticio, formal, generalmente abstracto y puro, que se perfecciona con la
simple creación y que se dirige no ya a la transferencia del derecho cartular,
que surge en forma autónoma en cabeza de los sucesivos propietarios del
documento, sino a la transferencia del título y más precisamente documenta la
transmisión del título y legitima al adquiriente”74.
Esta definición, aunque describe de manera aproximadamente correcta de lo que es
un endoso, claramente asume o se basa en tres tesis que en su momento he
considerado inexactas75:
1) dentro de las tesis unilateralistas (que sí comparto), la de la simple creación (“se
perfecciona con la simple creación”)76;
2) dentro de las unilateralistas negociales (que sí comparto), la que postula la no
recepticiedad del negocio (“negocio… no recepticio”)77; y
3) respecto de la explicación de la posición activa, la de la adquisición originaria del
derecho documentado por el accipiens (“surge en forma autónoma en cabeza de
los sucesivos propietarios del documento…”), con la explicación extrema de la
autonomía cartular que suele acompañarla78.
en que ni resultan necesarias (pues en lo que responden a verdaderos rasgos de los títulos valores
tienen más que ver con la protección de los terceros que se fían de la apariencia en la circulación del
título valor; esto es: tratan de incorporar a la explicación básica de los negocios cambiarios lo que en
realidad se explica mediante la doctrina de la apariencia jurídica en protección del tráfico), ni responden
a la fenomenología real de las operaciones económicas a que se refieren.
76 Vid. § 71, en pp. 119 y ss., y § 74, en pp. 128 y ss., supra.
77 Vid. § 72, en pp. 122 y ss., y § 74, en pp. 128 y ss., supra.
216
Notas de Títulos Valores § 133
7) recepticio y
8) de efectos traslativos.
El primero de estos dos últimos caracteres se ha de predicar incluso doblemente,
como digo en la definición, puesto que se dirige al mismo tiempo, aunque para efectos
diversos, tanto al sujeto pasivo del título valor como al endosatario. En concreto:
1) en cuanto orden de pago, tiene como destinatario, a quien en algún momento ha
de llegarle para que sea eficaz como tal orden, al obligado principal en el título
valor; y
2) en cuanto declaración de transferencia de la legitimación, aspecto bajo el cual
tiene evidentemente como destinatario al propio endosatario.
Respecto a sus efectos traslativos y no propiamente constitutivos (en el sentido de
originarlos ex novo, como a veces se defiende) de la posición jurídica de tenedor
legítimo del título valor a la orden, es un carácter que se ha de poner en relación con
la específica tipificación legal que la LTV hace del endoso como negocio traslativo en
el que el endosante en propiedad normalmente es también un obligado cambiario,
solidario con los anteriores obligados del título valor, cuyo pago por los obligados
cambiarios anteriores garantiza (y en la letra de cambio, también la aceptación del
girado), salvo específico pacto en contrario. Así tenemos no solo la disposición
contenida en el art. 39 LTV, sino además lo que señala en el art. 11 LTV:
“Artículo 11.- Responsabilidad solidaria
11.1 Los que emitan, giren, acepten, endosen o garanticen títulos valores,
quedan obligados solidariamente frente al tenedor, salvo cláusula o disposición
legal expresa en contrario. Éste puede accionar contra dichos obligados,
individual o conjuntamente, sin tener que observar el orden en el que hubieren
intervenido”.
Precisamente, este precepto, hablando de la autonomía de firmas o de las distintas
obligaciones cartulares, menciona como obligados cambiarios específicamente a los
endosantes, haciendo así alusión a la protección del tráfico de buena fe como motivo
más que suficiente para fundar la purga de excepciones o, en otros términos, el
carácter autónomo de la posición del endosatario, sin necesidad de acudir, como ya
expuse en su propio lugar79, a expedientes claramente excepcionales como negar su
condición de adquisición derivativa, considerándola originaria.
En particular la incondicionalidad y la indivisibilidad del endoso.
El endoso (todo endoso) es, además:
1) incondicional, e
2) indivisible.
En realidad, el endoso no sólo es incondicional, sino puro y simple. Como dispone el
art. 35.1 LTV:
“El endoso no puede sujetarse a modalidad alguna. Todo plazo, condición y
modo se consideran no puestos, salvo lo dispuesto en el último párrafo del
Artículo 131”.
defiende, a mi parecer en contra de la letra clara de la Ley, “que en esta situación el endoso debe
reputarse total, pleno y completo”, y que “al endosatario [del endoso parcial] debe refutársele (sic) titular
del derecho cartáceo íntegro, con todas las características de un endosatario pleno”. Puedo estar de
acuerdo (de hecho, lo estoy) en que la solución que él propugna habría sido la más conveniente, pero
lo cierto es que la LTV dice otra cosa. O así me lo parece.
218
Notas de Títulos Valores § 134
85 Así opina, entre otros, la Dra. Lorena RAMÍREZ OTERO, cuyos apuntes de clase constituyen la base
principal de este capítulo. Aunque hasta ahora he venido siguiendo su opinión en la mayoría de los
casos, mi postura es aquí diferente, por las razones que indico en el texto.
86 Vid. § 88, en pp. 148 y s., supra.
87 (2003) Cas 1742, ES que reproducen literalmente y comentan por extenso y muy críticamente
220
Notas de Títulos Valores § 135
conclusión queda confirmada por la historia legislativa del texto, que en una primera
versión contenía la exigencia explícita de consignar el DNI del representante, mención
que fue eliminada por la Comisión Redactora por considerarlo una exigencia (no una
mera mención) innecesaria89.
No cabe entonces duda razonable de que la exigencia de hacer constar también el
DNI del representante que firma en nombre de una persona jurídica no existe en la
Ley, a diferencia de la de hacer constar su nombre. De hecho, si algún valor tiene la
ES a la que vengo aludiendo es la de confirmar que esta última mención es, en efecto,
un requisito formal esencial de los endosos (y demás declaraciones cartulares)
imputables a las personas jurídicas, como presupone la sentencia, y aceptan
pacíficamente quienes hacen las veces de tirios y troyanos en la otra cuestión, la de
si es igualmente exigible hacer constar el DNI.
En todo caso, visto el estado de nuestra jurisprudencia, quien omita consignar o exigir
que se consigne uno y otro dato omitiría imprudentemente una cautela elemental y
muy sencilla de cumplir, omisión cuyas consecuencias prácticas pueden llegar a ser
muy graves.
Los endosos en blanco y al portador en particular.
Como he expuesto, endoso en blanco es específicamente el que omite consignar el
nombre del endosatario; y no, como cuando se habla en general de “título valor en
blanco” o “incompleto”, el que omite consignar cualquier elemento necesario para la
completitud del negocio cartular de que se trate.
El endoso en blanco legitima a su tenedor y además permite la circulación del título
“como si fuera al portador”. No por ello la “ley de circulación” del título, en cuanto regla
de legitimación, queda propiamente modificada, pues cuando el último tenedor esté
directamente legitimado por dicho endoso en blanco, para poder ejercer los derechos
documentados, antes ha de anotar su nombre en el título (art. 36.2 LTV)90.
En cambio, a tenor de los arts. 36.1 y 45.3 LTV, para transferir un título endosado en
blanco, su tenedor puede:
1) Llenar el endoso con su nombre y luego transmitirlo por endoso. En este caso, si
su endoso es pleno o en propiedad, se convierte en obligado solidario, bajo los
arts. 8 y 11 LTV.
2) Puede también hacer un endoso sin llenar previamente el endoso en blanco con
su nombre como endosatario. En este caso, de todos modos, legitima al
endosatario, pues el art. 45.3 LTV señala que en la cadena ininterrumpida de
endosos que legitima al tenedor de un título valor a la orden, “cuando un endoso
en blanco es seguido por otro endoso, se considera que el firmante de este último
ha adquirido el título valor por efecto del endoso en blanco”. De todos modos, al
firmar el título valor, el endosante “en propiedad” se convierte en obligado solidario,
bajo los arts. 8 y 11 LTV.
3) Puede transmitir el título valor por traditio, sin llenar el endoso en blanco ni
endosarlo, sino haciéndolo circular como si fuera un título al portador. En este caso,
89Ibid.
90 En esto, el régimen del endoso en blanco sigue al previsto en general para todos los negocios
cartulares “incompletos” en el art. 10 LTV; vid. §§ 90 a 93, en pp. 150 y ss., supra.
222
Notas de Títulos Valores § 137
91 GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, p. 425. Es evidente que el autor se está refiriendo principalemnte
a los títulos “nominativos directos” que estén “sujetos a transfert”, no a los simplemente nominativos.
92 Vid. lo que digo al respecto en el § 47 (al tratar del sentido y de los límites de la noción de
2) “sin obligación”,
3) “sin riesgo”, y
4) “sin regreso”.
Insertando cualquiera de ellas el endosante, al momento de endosar, por el hecho de
colocarlas, se libera de garantizar:
1) el pago del título (art. 39 LTV), o
2) el pago y la aceptación de la letra (art. 126.1 LTV).
El endosante que endosa con esta cláusula, no es obligado cambiario contra el que
puedan ejercitarse acciones cambiarias, ante el no pago o aceptación del título valor,
bajo el tenor de los arts. 11, 39 y 126 LTV. Este efecto de excluir la responsabilidad
por el no pago o no aceptación del título es indiscutible y está expresamente admitido
en la LTV.
No ocurre lo mismo con la cuestión de si, mediante esta cláusula, el endosante
también se libera o deja de ser responsable por la propia existencia y exigibilidad del
crédito a que alude el título valor. Evidentemente, en tales casos, cabría recurrir inter
partes a la relación subyacente94, bajo la cual la cláusula de que estoy tratando podría
muy bien reflejar una relación extracartular:
1) estrictamente “sin ninguna responsabilidad” (salvo la derivada del dolo o culpa
inexcusable, que no se puede excluir),
2) o bien un contrato aleatorio donde el riesgo de la inexistencia o inexigibilidad del
derecho transferido corre de cuenta del adquirente.
Pero fuera de esos casos (y quizás otros por el estilo), no parece que se pueda
sostener que, mediante la cláusula “sin responsabilidad”, se elimine toda
responsabilidad por el crédito, como efecto natural suyo. Y es que un endosante, aun
uno “sin responsabilidad”, equivale en principio a un cedente del crédito, y como tal,
salvo clara indicación en contrario, responde ante el endosatario por los mismos
extremos que aquél.
En otras palabras, la interpretación de la cláusula “sin responsabilidad” y sus
equivalentes debe entenderse normalmente limitada al efecto de responsabilidad
solidaria estrictamente cambiaria o cartular.
El endoso con cláusula “no negociable”.
Al momento de endosar, el endosante puede colocar la cláusula “no negociable”, u
otra equivalente. Por ejemplo:
1) “no a la orden”, o
2) “intransferible”.
Cualquiera de estas cláusulas, según expuse en un apartado anterior, en un título
valor distinto del cheque, restringe su circulación, ocasionando que las siguientes
transferencias (desde la que haga su endosatario inmediato), deban hacerse:
1) con la forma de la cesión de derechos (cartular o no), y
94 En cambio, inter tertios sólo cabe remitirse al propio título, que precisamente por contener la cláusula
“sin responsabilidad” o equivalente excluye toda responsabilidad del endosante.
224
Notas de Títulos Valores § 139
d) “en garantía”;
3) por su oportunidad, el endoso puede ser:
a) propio o normal,
b) impropio o póstumo,
c) en retorno, y
d) judicial, también llamado endoso remedio.
Además, y sin que quede claro cuál es el criterio decisivo de su especialidad, está
también el endoso bancario como una clase especial de endoso a la que me referiré
brevemente al finalizar de esta sección96.
La clasificación de los endosos en virtud de su contenido, por su parte, ya la he
desarrollado en los apartados inmediatamente precedentes97. Las demás las
desarrollo en los apartados que siguen.
Endoso pleno o en propiedad.
El endoso pleno en principio:
1) transfiere la propiedad misma del título valor, y
2) legitima al tenedor que justifique su derecho mediante una cadena regular e
ininterrumpida de endosos (art. 45.1 LTV).
De hecho, la Ley dice que no sólo se transfiere al endosatario la propiedad del título
valor, sino todos los derechos inherentes a él en forma absoluta (art. 38 LTV). Que la
ley diga que se transfieren los derechos inherentes al título valor, y no simplemente
los del endosante tiene su importancia, puesto que de esta manera se deja más clara
la autonomía conforme con la literalidad de la posición del endosatario de buena fe, a
quien el deudor no puede oponer las defensas jurídicas que nazcan de sus relaciones
personales con el endosante98. El endoso pleno transfiere, además, al tenedor
legítimo, todos los derechos accesorios incorporados el título, como las garantías
personales (aval y fianza) y reales anotados en él.
Por otro lado, el endoso confiere al endosatario la legitimidad activa, siempre que vaya
precedido de una cadena ininterrumpida de endosos, para exigir del deudor el
cumplimiento de los derechos incorporados al título valor. También lo legitima para
endosarlo, a su vez, tanto en propiedad, como en garantía o en procuración.
De hecho, a través del endoso la ley protege tanto al tenedor legítimo del título como
al deudor, a quien le otorgar la seguridad de la legitimación pasiva, que le permite
hacer un pago liberatorio a quien le presente el título con esas condiciones.
Aunque el endoso pleno, como hemos visto, convierte al endosante en obligado
solidario por el pago de los obligados anteriores (salvo cláusula en contrario; art. 39
LTV), hay que advertir que su pago no extingue todas las obligaciones cambiarias. En
particular, no extingue las de los firmantes anteriores a él mismo, a los que a su vez
ni implica que haya necesidad de postular, una anómala adquisición originaria de tales derechos por el
endosatario, como hace la doctrina mayoritaria.
226
Notas de Títulos Valores § 141
puede repetir el pago. Por lo regular, el endosante no es, pues, el obligado principal
del título valor (salvo que sea el primer endosante de determinados títulos valores),
sino un obligado de regreso, a tenor del art. 90 LTV:
“Artículo 90.- Acción directa, de regreso y de ulterior regreso
90.1 Los títulos valores confieren a su tenedor la acción cambiaria directa, que
puede ejercitarse contra el obligado principal y/o sus garantes.
90.2 El mismo tenedor está facultado a ejercer conjunta o sucesivamente a la
acción directa, la acción cambiaria de regreso, contra los endosantes, garantes
de éstos y demás obligados del título, distintos al obligado principal y/o garantes
de éste.
90.3 Quien ha cumplido con el pago de un título valor en vía de regreso, puede
repetir dicho pago contra los demás obligados que hayan intervenido en el título
valor antes que él, ejercitando la acción de ulterior regreso. La misma acción
corresponde a quien pague en esta vía, contra los obligados anteriores a él”
(énfasis añadidos).
En el caso de la letra de cambio, según el art. 126 LTV, el endosante pleno también
garantiza la aceptación del girado, por lo que, si el tenedor presenta la letra al girado
pidiendo su aceptación y éste se niega, podrá levantar protesto por falta de aceptación
y, si así lo decide, iniciar contra cualesquiera obligados (incluyendo los endosantes)
la llamada acción de regreso anticipado sin necesidad de esperar al vencimiento, al
amparo del art. 148.1 LTV:
“148.1 Antes del vencimiento de la Letra de Cambio, el tenedor puede ejercitar
las acciones cambiarias que correspondan si ha habido negativa, total o parcial
de la aceptación, por la parte no aceptada (…)”.
Endoso en fideicomiso.
Como su nombre indica, el endoso “en fideicomiso” es el que se hace a un Banco
fiduciario de un patrimonio fideicometido en su calidad de tal. Tiene la naturaleza y los
efectos de un endoso “en propiedad”, pero incluído o perteneciente al patrimonio
fideicometido en cuestión; separado, por tanto, del patrimonio principal o propio del
fiduciario.
El art. 40 LTV lo regula así:
“Artículo 40.- Endoso en Fideicomiso
40.1 El endoso en fideicomiso transfiere el dominio fiduciario del título valor en
favor del fiduciario, a quien corresponde ejercitar todos los derechos derivados
de éste que correspondían al fideicomitente endosante.
40.2 El endosatario en fideicomiso sólo puede ser una persona autorizada por
la ley de la materia para actuar como fiduciario.
40.3 La responsabilidad del fiduciario endosante que no haya incluido la
cláusula señalada en el segundo párrafo del Artículo 39 es similar al del
endosante en propiedad, con el límite del patrimonio fideicometido que
mantenga en fideicomiso.
40.4 El obligado no puede oponer al endosatario en fideicomiso los medios de
defensa fundados en sus relaciones personales con el fideicomitente, a menos
99 Cfr. BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 41 LTV, p. 263 (n. VI). El autor alude también en el mismo
lugar, como fuera del poder del endosatario, las facultades de transigir, conceder prórrogas o desistirse
de la acción cambiaria iniciada, mas en esos puntos parece que su parecer contrasta con el texto
expreso de la Ley, que alude a todas estas facultades precisamente bajo el encabezado de “facultades
especiales de representación procesal” (cfr. art. 75 CPC).
100 Así lo señala MUÑOZ, Luis; Títulos - valores crediticios: Letra de cambio; pagáre y cheque (¿?), 2ª
228
Notas de Títulos Valores § 142
101 Obsérvese el paralelismo que, sin llegar a la igualdad, se observa con el condicionamiento de la
eficacia de la revocación de la representación mercantil a tenor de lo dispuesto en el art. 285 CdC:
“Los actos y contratos ejecutados por el factor serán válidos, respecto de su poderdante,
siempre que sean anteriores al momento en que llegue a noticia de aquél por un medio legítimo,
la revocación de los poderes o la enajenación del establecimiento.
También serán válidos con relación a terceros, mientras no se haya cumplido, en cuanto a la
revocación de los poderes, lo prescrito en el número 6 del artículo 21”.
La referencia del párr. 2°, in fine, alude a la anotación en la hoja de inscripción de cada comerciante o
sociedad de la revocación de los poderes dados al gerente, factor dependiente, o cualesquiera otros
mandatarios cuyos poderes aparecieren allí inscritos.
anote en el título valor, más aún si consideramos la literalidad por la que se rigen los
títulos valores.
A tenor del art. 41.3 LTV, in fine, se cancela el endoso “en procuración”:
1) a través de su testado en el propio título, y posterior devolución;
2) por un endoso de retorno efectuado por el endosatario a su propio endosante; o
3) recurriendo a la vía judicial por el proceso sumarísimo.
Endoso en garantía.
Quien recibe el título con la cláusula “en garantía”, “en caución”, “valor en garantía”, u
otra equivalente, lo hace a título de acreedor prendario. Sin embargo, la nueva LTV
ya no menciona la cláusula “en prenda”, que sí admitía expresamente la anterior, ni
tampoco contiene la aclaración de que son “equivalentes” a la cláusula “en garantía”
todas las “que importen un afianzamiento”. En mi opinión, si cualquiera de tales
cláusulas fuera utilizada hoy en día en un endoso, bajo la LTV actualmente vigente,
de todos modos, el resultado (valer como la cláusula “en garantía”) debe ser el mismo,
pues es ésta la única a la que se pueden asimilar razonablemente como su
“equivalente”.
Mediante este endoso, el título valor es entregado en garantía mobiliaria, de forma
que el endosatario tenedor adquiere un derecho real sobre el título valor y sobre el
propio crédito cambiario incorporado en él, mas no la titularidad plena de uno y otro.
Mas, aun sin ser un endoso pleno, el endosatario adquiere ciertamente un derecho
propio —y, por tanto, a primera vista, autónomo— que, a diferencia del endosatario
“en procuración”, ejercitará en su propio nombre e interés, y no en el de su endosante.
En ese sentido, puede ejercitar todos los derechos inherentes al título valor que sean
compatibles y coherentes con su condición de acreedor garantizado, aunque no
propiamente titular del derecho incorporado; por eso mismo, entonces, carece en
principio de facultades para endosar el título “en propiedad”, de forma que, aunque así
lo hiciese expresamente, tal endoso equivale sólo a un endoso “en procuración”.
Debido también a la posición autónoma del endosatario en garantía, el deudor
cambiario no puede oponerle las excepciones personales que podía oponer a su
endosante, a menos que el tenedor-endosatario “en garantía” hubiera actuado de
mala fe en perjuicio del deudor102, esto es, con dolo, que es el significado de lo
dispuesto en el art. 42.2 LTV:
“El obligado no puede oponer al endosatario en garantía los medios de defensa
fundadas en sus relaciones personales con el endosante, a menos que el
endosatario, al recibir el título, hubiera actuado intencionalmente en daño del
obligado”.
Sin embargo, luego el art. 42.3 LTV señala:
“En caso de que proceda la realización del título valor afectado en garantía, el
titular del mismo o, en su defecto, el Juez o el agente mediador efectuará el
endoso en propiedad en favor del adquirente del título valor. Si el acuerdo para
su realización extrajudicial consta en el mismo documento, dicho endoso en
propiedad podrá ser realizado por el acreedor garantizado” (énfasis añadido).
102 Cfr. BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 42 LTV, p. 267 (n. II).
230
Notas de Títulos Valores § 143
Cabe señalar, en primer lugar, que la realización judicial del título valor afectado en
garantía procede cuando la deuda garantizada mediante el endoso (o sea, el negocio
causal del endoso en garantía), estando vencida y siendo exigible, no ha sido pagada
por el deudor garantizado ni tampoco (de ser distinto) por el endosante en garantía.
En este supuesto, procede ejecutar la garantía rematando el título valor (no vencido)
como si se tratase de un bien mueble cualquiera, tras lo cual el titular del título valor
(o sea, el endosante en garantía) debería endosar el título valor “en propiedad” a su
adquirente103; sólo si esto no ocurre por cualquier causa, este endoso “en propiedad”
lo haría el juez de la ejecución, o bien el agente mediador que interviene en el remate.
En nuestra opinión, el deudor cambiario sí podría oponerse a la realización del título
valor, oponiéndole al endosatario en garantía las defensas que se deriven de las
relaciones personales entre endosante y endosatario en garantía, que impidan la
realización del título valor; por ejemplo, que la deuda garantizada ya fue pagada o aún
no está vencida104. Lo que sí no queda claro del texto de la LTV, es qué ocurre con
las excepciones personales que tiene el obligado con el endosatario en garantía,
¿pueden ser invocadas?
También cabe que en el título valor se hubiera añadido una cláusula de venta
extrajudicial, en cuyo caso el propio endosatario en garantía puede proceder a la venta
del título valor en la forma pactada y una vez determinado el adjudicatario efectuar el
endoso en propiedad a favor de este adquirente. La cláusula de venta extrajudicial
permite que la ejecución o realización del título valor prendado se realice en forma
extrajudicial, esto es que se prescinda de su ejecución judicial y que su venta se lleve
a cabo en forma directa.
Las relaciones existentes entre el endosante y endosatario en garantía son las mismas
que se dan entre un deudor y un acreedor con garantía mobiliaria, pero dada la
naturaleza del bien que se entrega en garantía (el título valor es cosa y cosa mueble),
el endosatario debe ejercer todos los derechos cambiarios (o mejor dicho todas las
cargas), y rendir cuentas al endosante. Así por ejemplo debe realizar todos aquellos
actos que impidan que el título valor se perjudique105: presentarlo al girado solicitando
pago y cuando fuere el caso, levantar protesto por falta de pago, presentarlo pidiendo
aceptación del girado y levantar en caso de negativa el protesto por falta de
aceptación, cuando se trate de letras de cambio en las que la presentación a la
aceptación sea obligatoria, e incluso iniciar las acciones cambiarias antes de que
prescriban.
De lo anteriormente referido se colige entonces, que si lo que ocurre primero es el
vencimiento del título valor que se tiene en virtud de un endoso en garantía, entonces
el endosatario deberá cobrar el título valor, y retener el dinero cobrado en prenda
103 Nótese que el 42.3 LTV habla del adquirente del título valor y no del endosatario en garantía, que
puede que no sea el que finalmente se lo adjudique.
104 El Profesor BEAUMONT parece ser también de la opinión de que el obligado sí podría invocar las
106 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 42 LTV, p. 267 (n. IV), señala que incluso deberá cobrarlo
antes de su vencimiento de ser el caso (énfasis añadido).
107 Esta cláusula, que se puede pactar también bajo la expresión “sin gastos”, exonera al tenedor de
tener que obtener el protesto o su certificación sustitutoria, en los títulos que requieren uno u otra para
ejercer o conservar las acciones cambiarias. Vid. el § 165, en pp. 259 y ss., infra.
108 Vid. lista de títulos en el § 165, en pp. 259 y ss., infra.
232
Notas de Títulos Valores § 145
endosado antes del vencimiento), a través del ejercicio de las acciones cambiarias,
por cualquier vía procedimental, incluida la de los procesos únicos de ejecución, si
el título valor reúne los requisitos necesarios (los formales esenciales de
conformidad con los arts. 1.2 y 1.4 LTV). En este caso, el art. 44.4 LTV establece
que el endoso sin fecha se presume hecho antes del vencimiento, para así facilitar
que se trate de un endoso que despliegue todos sus efectos normales.
- Es discutible la solución que deba darse para los títulos valores legalmente sujetos
a protesto, pero que contienen válidamente la cláusula “sin protesto” o “sin gastos”.
Una opción es asimilarlos, en virtud de la cláusula, a los títulos “no sujetos a
protesto” del art. 84 LTV, el cual entonces no se referiría únicamente a la
exoneración legal, sino también a la convencional del protesto. La otra es interpretar
que el art. 84 LTV sólo se refiere a la exoneración legal del protesto, y que por tanto
en estos títulos el endoso hecho después del vencimiento (dentro o fuera del plazo
para protestar) y en tanto el propio título no se perjudique (por ejemplo, por
prescripción), produce los efectos de un endoso normal109. En cambio, aun dentro
de esta segunda teoría, si se trata del endoso de un título valor que ya está
protestado o cuenta con la certificación sustitutoria pese a la cláusula (cosa que
siempre puede obtener el tenedor, como dispone el art. 81.2 LTV), el endoso no
debería producir otros efectos que los de una cesión de derechos no cartular, pues
por el mero hecho del endoso el endosatario no puede exigir que el endosante
garantice un hecho (el pago al vencimiento) que la propia literalidad del documento
muestra que no ha ocurrido. En estos casos, y bajo la segunda teoría, el
vencimiento del plazo para protestar no afectaría para nada la eficacia del endoso,
debido a que el propio protesto o su certificación sustitutoria no eran necesarias
para ejercer y conservar las acciones cambiarias.
Endoso en retorno.
Es aquel endoso a través del cual el título valor vuelve a uno de los firmantes
anteriores. Si el endosatario coincide con el obligado principal (emisor, aceptante o
primer endosante, según sea el caso), la obligación cambiaria (todas ellas) se podrían
extinguir de pleno derecho en virtud de una consolidación, si el título permaneciera en
sus manos al llegar el vencimiento.
Endoso judicial o remedio.
El endoso judicial o remedio ocurre cuando una persona por medio de un proceso civil
justifica que se le ha transferido un título a la orden por un medio diverso del endoso
y el juez deja constancia de la referida transferencia en el título valor o en hoja
adherida a él. Según BEAUMONT, tal constancia puesta por el juez en el título, se tiene,
entonces como endoso110. Estaríamos en el supuesto de los arts. 27 y 28 LTV.
Endoso bancario.
Hay dos tipos de endoso bancario:
109 Esta segunda postura es la que seguía la Dra. Lorena RAMÍREZ OTERO, en la versión original de sus
apuntes, sobre los que he construido fundamentalmente esta versión del texto. Como es evidente, y a
falta de un estudio más detenido, personalmente no me he terminado de inclinar aún por ninguna de
las dos soluciones.
110 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 34 LTV, p. 235 (n. I.4).
V. TÍTULOS AL PORTADOR
Noción y funciones.
La última categoría de títulos valores según su forma de legitimar al tenedor y su ley
de circulación es la de los títulos valores al portador. En concreto, se trata de títulos
valores de legitimación estrictamente real, tanto en su aspecto activo como en el
pasivo111.
Son títulos valores al portador, entonces, los que señalan como titular legitimado al
mero tenedor. Así resulta de lo dispuesto en el art. 22.1 LTV:
“Título valor al portador es el que tiene la cláusula “al portador” y otorga la
calidad de titular de los derechos que representa a su legítimo poseedor (…)”
(énfasis añadidos).
El tenor literal de esta norma parece exigir como requisito formal esencial de todo título
al portador, al menos en el ordenamiento peruano, la existencia de una cláusula
expresa “al portador”.
Otras legislaciones admiten como títulos de esa naturaleza tanto a los que contienen
expresamente dicha cláusula como a los que carecen totalmente en su estructura
declarativa de designación alguna del titular legitimado112. En palabras de BRUNNER:
“Al título al portador es esencial una forma de emisión tal, que de ella misma se
deduzca la voluntad del emisor de que al mero presentador como tal le
corresponda el ejercicio del derecho documentado. Por regla, esta voluntad
llega a expresarse mediante la cláusula “al portador”, “entregador”,
“presentador”, “poseedor” y semejantes. La mención del portador queda suplida
por otros elementos, mediante los cuales se hace manifiesta la voluntad del
emisor de crear un título al portador. Es el caso en particular cuando el
documento no contiene indicación o designación de ningún tipo de la persona
a la que le corresponde el ejercicio del derecho”113.
111 LANGLE, Manual…, cit., t. II, p. 485. Vid. § 151, en pp. 239 y ss., infra.
112 Así, GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, pp. 476-477, aludiendo al art. 978 OR suizo, concluye que
un título puede ser al portador “bien sea por su texto, que incluye la cláusula al portador expresa, o
bien, por su forma, que no contiene mención alguna del Tenedor legítimo” (negritas y subrayados
en el original).
113 BRUNNER, Heinrich; “Die Werthpapiere”, cit., p. 198: “Dem Inhaberpapiere ist eine derartige Form der
Ausstellug wesentlich, aus welcher der Wille des Ausstellers hervorgeht, dass dem Präsentanten als
solchem die Geltendmachung des verbrieften Rechtes zustehen soll. In der Regel kommt dieser Wille
zum Ausdruck durch die Inhaberklausel: dem Inhaber, Überbringer, Einlieferer, Vorzeiger, Besitzer u.
dgl. Der Inhabervermerk wird ersetzt durch andere Momente, aus welchen der Wille des Ausstellers ein
Inhaberpapier zu schaffen ersichtlich wird (…). Das ist namentlich dann der Fall, wenn die Urkunde
234
Notas de Títulos Valores § 149
En estos títulos, entonces, la regla de legitimación por la pura y simple tenencia impera
rigurosamente; el presentador no tiene que acreditar su legitimación, pues la propia
tenencia del documento habla por sí misma.
En definitiva, los títulos al portador no señalan a persona alguna concreta como
legitimada, sustituyendo esa designación por la cláusula “al portador”114. En este
sentido, son títulos anónimos, carácter que potencia al máximo el ejercicio de los
derechos incorporados (de obligacionista, acreedor, poseedor, etc.). La identidad del
tenedor resulta totalmente irrelevante; sólo importa controlar y exhibir el documento115.
Por eso resulta muy aceptable caracterizar el título al portador del siguiente modo:
“Estamos ante un título al portador cuando el derecho documentado puede
ejercitarse por cualquier poseedor del documento”116.
De forma más simple y explícita, otros autores lo definen como:
“Un título valor que designa como tenedor legítimo al simple portador”117.
O, como los define entre nosotros MONTOYA MANFREDI:
“Título al portador es aquél en el que no figura el nombre de persona
determinada como su titular. Sólo se indica que es «al portador», o sea que
quien lo posee materialmente es reputado como su legítimo dueño”118.
Origen histórico.
Aunque no faltan quienes la sitúan en la Edad Antigua119 o en la alta Edad Media120,
lo cierto es que la aparición de los títulos al portador coincide histórica y
funcionalmente con la de los títulos a la orden. Ambos comparten el rasgo originario
común de atender a la necesidad, sentida en el tráfico, de permitir que un tercero,
distinto del acreedor primitivo, pudiera ejercitar el derecho incorporado en el
documento. Dos factores inspiraron el nacimiento de estos títulos:
keinerlei Andeutung oder Bezeichnung der Person enthält, welcher die Geltendmachung des Rechtes
zustehen soll”.
114 ZÖLLNER, W; Wertpapierrecht, 13ª ed., Beck, Múnich, 1982, p. 9. LANGLE, Manual…, cit., t. II, p. 483.
VICENTE Y GELLA, Los títulos…, cit., p. 369. URÍA, cit., p. 249. LOJENDIO OSBORNE, Ignacio María; La
transmisión por endoso del certificado de depósito, Fundación Juan March, Madrid, 1982, pp. 21 y ss.
115 BAUMBACH/ HEFERMEHL, cit., p. 14. RUBIO GARCIA-MINA, Jesús; Derecho cambiario, Hergón, Madrid,
1973, p. 53, los califica por eso como títulos de legitimación real. URÍA, cit., pp. 788 y s. MADRID PARRA,
Agustín; “La circulación de valores al portador y de los anotados en cuenta”, en 37 RDBB (1990), pp. 23-
106 (p. 27).
116 HUECK/ CANARIS, cit., p. 24 (§ 2), quienes añaden que el tenedor no necesida demostrar que está
legitimado; por el contrario, el emisor debe cumplir la prestación a no ser que pruebe que, en realidad,
no es un poseedor legítimo. De forma muy parecida, GARRIGUES, Tratado…, cit., t. II, p. 708, dice que
es título al portador “aquel que permite el ejercicio del derecho a cualquier tenedor del documento”.
117 GUHL/ MERZ/ KUMMER/ KOLLER/ DRUEY, cit., p. 806.
118 MONTOYA MANFREDI, Ulises; Derecho Comercial, 4ª ed., Desarrollo, Lima, 1981, t. II, p. 171 (n. 146).
119 LANGLE, Manual…, cit., t. II, p. 484, señala cómo el francés Albert Wahl menciona precedentes en los
longobardos en el siglo IX italiano, de donde se habrían extendido ampliamente por Francia, Flandes y
Alemania. GIERKE, Julius VON, cit., p. 15.
121 GARRIGUES, Tratado…, cit., t. II, p. 700. LANGLE, Manual…, cit., t. II, p. 484, señala que el actual título
al portador proviene, en línea recta y sin solución de continuidad, de un precedente que, en su opinión,
se remonta a una época anterior: al s. VI dC, aunque la introducción del Derecho romano, en los
ordenamientos medievales desnaturalizó la figura, produciendo su retroceso.
122 Vid. GARRIGUES, Tratado…, cit., t. II, p. 701. RUBIO, Derecho cambiario, cit., p. 51. JIMÉNEZ SANCHEZ,
Guillermo Jesús; “Efectos de la intervención de los fedatarios públicos sobre el régimen tradicional de la
circulación de los títulos al portador”, en VV.AA.; II Seminario de estudios sobre la fe pública mercantil,
Sevilla, 1976, pp. 20 y s.
123 BRUNNER, “Die Werthpapiere”, cit., pp. 196-197. GIERKE, Julius VON, cit., p. 15. NAVARRINI, Trattato…,
cit., t. II, pp. 74 y s., quien señala que la cláusula al portador alternativa no obsta para que el título sea
un verdadero título al portador, al igual que si el nombre de persona determinada aparece como
alternativo de la cláusula "al portador". GARRIGUES, Tratado…, cit., t. II, p. 702. JIMÉNEZ SÁNCHEZ,
“Efectos…”, cit., p. 21.
124 BRUNNER, “Die Werthpapiere”, cit., p. 197.
236
Notas de Títulos Valores § 150
del todo: el proceso de desarrollo de los títulos al portador seguía inconcluso, pues
sólo servía para proteger al deudor que pagaba al portador (el título confería
legitimación pasiva), pero no para garantizar a éste su derecho a cobrar sin más
requisito que el de poseer el documento (carecía de legitimación activa).
El final de esa evolución —la plena cristalización de los títulos al portador— tuvo lugar
cuando el presentador del título quedó autorizado para la actuación judicial y
extrajudicial del derecho, sin necesidad de probar que el título le había sido entregado
por el primer tomador. Esto, para las cláusulas “al portador” puras, que, de todos
modos, serían las que habrían de prevalecer finalmente.
Más tarde, los títulos “al portador” —en especial los valores mobiliarios— alcanzaron
un enorme desarrollo, con la expansión del capitalismo industrial y financiero,
contribuyendo a producir las transformaciones económicas que condujeron a la
situación actual125. Los títulos “al portador” alcanzan su auge en el siglo XIX, época
en que se generaliza su utilización para la representación de la deuda pública y para
la financiación de las grandes sociedades anónimas.
No deja de sorprender que, habiendo generado los títulos al portador importantísimas
transformaciones económicas —llegándose incluso a decir que “han transformado a los
propietarios en acreedores”, al quitarles la posesión de las fábricas, casas, vehículos,
minas, aguas, etc., para darles en su lugar parte en los beneficios obtenidos con su
explotación—, sin embargo, los códigos del s. XIX apenas los regulan126. De hecho, el
CdC peruano de 1853, adoptado (y adaptado) del CdC español de 1829, obra de Sainz
de Andino, no se ocupó de estos títulos, ni los hizo objeto de atención particular. Ya
he hecho referencia a la regulación que el texto original del CdC actualmente vigente
dedicó a los títulos valores en general, y a los “al portador” en especial127. En general,
hubo que esperar a los códigos de fines del s. XIX. y aun a los grandes códigos del siglo
XX —el OR suizo de 1911, que les dedica todo un capítulo (arts. 978 al 989), o el CC it.
de 1942 (arts. 2003 al 2007)— para encontrar una regulación más completa y orgánica
de los títulos “al portador”.
Carácter inalterable de la legitimación al portador.
Según lo visto hasta aquí, los títulos valores al portador no solamente reúnen todas
las notas propias de la noción general de título valor, sino que, a diferencia de los
otros, no necesitan matizarlas en modo alguno. Son, de hecho, los documentos que
de manera más plena y absoluta realizan los rasgos característicos y funciones
económicas y jurídicas de todo título valor; en ese sentido, podría decirse que son su
prototipo y paradigma128. MONTOYA MANFREDI lo expresa así:
“Mediante esta clase de títulos se ha logrado hacer realidad el propósito de
dotar a la obligación de un valor desvinculado del sujeto, incorporándola a una
forma material que habilita para la transmisión como un derecho de propiedad,
asegurando al adquiriente de buena fe que no le serán opuestas excepciones
125 RIPERT, Georges; Aspectos jurídicos del Capitalismo moderno, Buenos Aires, 1950, pp. 129 y ss.
126 GARRIGUES, Tratado…, cit., t. II, pp. 704 y s.
127 Vid. § 17, pp. 26 y ss., supra.
128 GUHL/ MERZ/ KUMMER/ KOLLER/ DRUEY, cit., p. 806. LANGLE, Manual…, cit., t. II, p. 485.
129 MONTOYA MANFREDI, Ulises; Derecho Comercial, 4ª ed., Desarrollo, Lima, 1981, t. II, p. 171 (n. 146).
130 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 22 LTV, p. 211 (n. III). Por otra parte, el autor entiende, ibid.,
que la alusión del art. 22.2 LTV a “una intervención para asumir alguna obligación” se refiere a la
intervención para el pago o la aceptación, regulada para la letra de cambio en los arts. 149 a 157 LTV
(a los que remite, respecto de cualquier título valor, pero sólo para efectos del “pago o cumplimiento”,
el art. 69 LTV). Considero igualmente errónea esta conclusión, aunque se trate de un error de menor
alcance que el anterior. En efecto, es obvio porque esa “intervención” sólo implica la “asunción de
alguna obligación” cuando se trata de la aceptación por intervención. Pero ésta sólo se aplica a la letra
de cambio, que no se puede girar al portador. Tampoco la factura negociable ni la factura conformada,
en las que caben negocios cartulares (la “aceptación” y la conformidad, respectivamente) quizá
asimilables a la aceptación de la letra de cambio, pueden emitirse al portador. La “intervención” en el
pago, única que podría tener alcance general para cualesquiera títulos emitidos “al portador”, no supone
asumir obligación alguna, sino, por el contrario, cancelarla. Por eso, opino que el art. 22.2 LTV usa el
término “intervención” en un sentido genérico: aludiendo a cualquiera que firma el título de modo que
asume por ese acto obligaciones incorporadas en él. Así entendido, lo dispuesto por el art. 205.1 LTV
no sería sino una aplicación concreta de la “salvedad” del art. 22.2 LTV para el caso de un endoso (con
su respectiva firma) incluido en un cheque al portador. “Salvedad”, por otra parte, que considero que
era en sí misma tan obvia —y, por ende, igual de innecesaria— como la proposición (no hay obligación
a cargo quien es nombrado en un título al portador) cuya eficacia limita.
238
Notas de Títulos Valores § 151
El punto de partida no puede ser otro que la finalidad de la norma. Tomando en cuenta
su contexto, dentro de la Sección de la LTV que trata en general “De la circulación de
los títulos valores”, parece que la “naturaleza” a la que se alude no puede ser otra que
la definición inmediatamente precedente de los títulos “al portador” como títulos de
legitimación estrictamente real. Parece evidente, pues, como ya he adelantado131, que
la norma va en la línea de excluir del todo la posibilidad de entorpecer la
transferibilidad del título (y, con él, la del derecho incorporado), una vez que se le ha
asignado, mediante la cláusula “al portador”, la legitimación estrictamente real aludida
inmediatamente antes. La disposición comentada implica, por tanto, que una vez
puesta eficazmente132 en un título la cláusula “al portador”, nada ni nadie puede
restarle su legitimación y consiguiente circulabilidad propias:
1) ni condicionar la primera a requisitos ulteriores a la mera tenencia,
2) ni alterar su ley de circulación,
3) ni impedir u obstaculizar su transmisibilidad sucesiva mediante simple tradición o
entrega133.
Lo explica muy bien FERRI:
“la limitación de la circulación debe resultar del título, como es natural, o de los
documentos a los cuales éste se refiere. Por lo tanto no es concebible en los
títulos al portador. Con relación a éstos es concebible sólo una obligación de
no transferir el título, pero tal obligación se establece necesariamente como
cláusula de la relación subyacente, y, dada la irrelevancia de tal relación a los
fines de la circulación del título, no importa una limitación de la circulación en el
sentido arriba especificado. En efecto, siendo suficiente en los títulos al
portador la posesión del título para atribuir la investidura formal del derecho, y
no siendo además necesaria una certificación documental, una eventual
cláusula expresamente puesta sobre el título, dirigida a limitar la circulación del
mismo, carecería de eficacia”134.
En otras palabras, una vez emitido regularmente un título al portador, carece de
validez, al menos en el plano cartular e inter tertios, cualquier tipo de limitación o
restricción que pretenda introducirse a su legitimación o circulabilidad propias.
Legitimación y transmisión.
El art. 22.1 LTV regula tanto la legitimación como la transmisión de los títulos valores
al portador:
“Título valor al portador es el que tiene la cláusula “al portador” y otorga la
calidad de titular de los derechos que representa a su legítimo poseedor. Para
su transmisión no se requiere de más formalidad que su simple tradición o
entrega” (énfasis añadidos).
135 GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, pp. 478 y 482; LANGLE, Manual…, cit., t. II, p. 485.
136 GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, p. 482; GARRIGUES, Tratado…, cit., t. II, p. 721 (cfr. también en su
Curso…, cit., t. III, pp. 119-120); y MADRID PARRA, “La circulación…”, cit., pp. 68 y s., todos ellos con
referencia al art. 464 CC es. GUHL/ KUMMER/ DRUEY, cit., p. 806, respecto del art. 930 ZGB.
137 Vid. § 102, en pp. 174 y ss., supra.
138 Y esto es así no sólo en Alemania (donde lo afirman HENN, cit., p. 12; MEYER-LANDRUT, cit., p. 110; VON
ROTTENBURG, cit., p. 21, y WÜRDINGER, cit., p. 51, sobre la base de los §§ 929 y ss. BGB) o Suiza (para
cuyo caso vid. JÄGGI, cit., p. 53), países donde la transmisión de la propiedad sigue un régimen dualista,
desarrollado a partir del mismo origen romano que dio lugar a nuestro propio sistema de título y modo; sino
incluso en Italia (donde FRE, G-C.; Società per azioni, 5ª ed., ¿editorial?, ¿ciudad?, ¿año?, p. 239, se apoya
en lo dispuesto en el art. 2003 CC it. para llegar a la misma conclusión; lo mismo TORTORANO, F.; “Le
azioni”, cit., p. 407), donde, siguiendo una innovación del Derecho francés, la propiedad de todos los bienes
se transmite en principio por el mero consenso.
240
Notas de Títulos Valores § 152
transmisión de bienes muebles una doble operación o, mejor dicho, una sola
operación con dos fases bien diferenciadas:
1) el llamado título de la transferencia, y
2) su modo de realización o de cumplimiento.
Precisamente para evitar la posible conclusión errónea de que la “mera tradición”, en
el caso de las transferencias de los títulos valores al portador, podría bastar en un
ordenamiento jurídico muy similar al nuestro a este respecto, sin el correspondiente
título habilitante válido previo, la LMV es. de 1988 suprimió el adjetivo simple del art.
545 CdC es., que acompañaba al vocablo tradición, pues lo único que pretendía la
redacción original y pretende la actual —y, añado yo, también lo único que pretende
nuestro art. 22.1 LTV— era y es poner de manifiesto lo sencillo de la transmisión de
estos títulos, en comparación con los créditos comunes y los demás títulos valores139.
Como sucede en cualquier otro tipo de título valor, entonces, la transmisión voluntaria
requiere de un previo negocio jurídico, puesto que la traditio es un acto causalmente
neutro; un acto que —como tal, y aisladamente considerado— o no significa nada en
absoluto o puede significar varias cosas totalmente distintas140. Precisamente su
significado concreto lo provee el titulum acquisitionis previo, que por tanto resulta tan
necesario como la propia tradición en la transferencia del título al portador.
En resumen, la transmisión de los títulos al portador, en la medida en que se atienda
primariamente al plano del modus acquirendi, se rige por lo establecido en los arts.
22.1 LTV y 947 CC; es decir, la transmisión de su titularidad se produce por la simple
traditio del documento, siempre y cuando, como es lógico, ella misma vaya precedida
por un negocio traslativo idóneo, lícito y válido141.
La cuestión de si la regulación del art. 22.1 LTV, reforzado por una interpretación a
contrario del art. 26.3 LTV, implica que la tradición de los títulos valores al portador a
que se alude consiste únicamente en su entrega física o material, debe resolverse, en
mi opinión, por la negativa. En efecto, parece que debe prevalecer la total equiparación
jurídica a la entrega física de la tradición ficta (traditio brevi manu, constitutum
possessorium y cessio reivindicationis) que hace el art. 902 CC bajo un único concepto
de “tradición”142.
Protección de la apariencia en la adquisición del título al portador.
Ya he explicado que el art. 15 LTV dispone, para los títulos valores en general:
“El título valor adquirido de buena fe, de conformidad con las normas que
regulan su circulación, no está sujeto a reivindicación”.
Ahora bien, la circulación de un título al portador sólo requiere de su entrega al accipiens
(cfr. art. 22.1 LTV, in fine)143, de modo que cualquier persona que lo haya recibido, sin
más, asumiendo de buena fe que el tradens tenía potestad para entregárselo, estaría
142 GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, p. 485, citando a Messineo, Henn y Von Rottenburg.
143 Vid., con todo, las precisiones que han de hacerse a esta afirmación, según he expuesto en el § 151,
protegida por esta norma. Por eso el legislador ha considerado necesario reforzar la
protección del tráfico de los títulos valores, y muy especialmente el de los títulos al
portador. Así, hablando específicamente de los títulos valores al portador, las
excepciones previstas en el art. 948 CC (“los bienes perdidos y los adquiridos con
infracción de la ley penal”) son expresamente desactivadas por el art. 24 LTV:
“Aun cuando el título valor al portador hubiere entrado en circulación contra la
voluntad de su emisor u obligado principal, éste queda obligado a cumplir la
prestación en favor del tenedor de buena fe”.
Identificación del último tenedor.
Dice el art. 25 LTV:
“Artículo 25.- Identificación del último tenedor
El tenedor que exija la prestación representada en un título valor al portador
deberá identificarse. El nombre, el número de documento oficial de identidad y
la firma de cancelación podrán constar en documento aparte o en el mismo
título valor, sin que por ello se altere su naturaleza, ni genere obligación
cambiaria derivada del mismo para dicho tenedor”.
Esta disposición acoge legalmente una práctica bancaria que en el momento de entrar
en vigor la LTV tenía ya una larga vigencia. Por ella, los bancos exigían estricta y
constantemente a quien se presentaba a cobrar un cheque al portador que se
identificase fehacientemente144. Es cierto que hasta cierto punto se pierde así el
anonimato característico de los títulos valores al portador. Pero, bien miradas las
cosas, la práctica no condiciona la validez ni la eficacia de la adquisición y titularidad
del documento mismo, ni por lo tanto llega realmente a desnaturalizar la circulación
“al portador”: sólo permite saber a ciencia cierta quién recibió finalmente la prestación.
Por otra parte, es verdad que la circulación irregular del título al portador (perdido,
hurtado o robado) produce que el obligado por él sufra —con toda justicia, dados los
riesgos propios de participar en este tipo de operaciones— la pérdida del monto
patrimonial que él representaba; pero gracias a esta regla el interesado cuenta al
menos con un extremo del hilo que necesita para, recorriendo dicho curso irregular en
sentido contrario, tener al menos alguna posibilidad de identificar al iniciador, y último
responsable de su perjuicio. Ésta es precisamente la razón por la que esta práctica se
desarrolló en primer lugar.
Limitaciones a la emisión de títulos al portador.
“Artículo 23.- Título Valor al portador de pago dinerario
El título valor al portador que contenga la obligación de pagar una suma de
dinero no puede ser emitido sino en los casos permitidos expresamente por la
ley. El que se emita en contravención de lo dispuesto en este artículo no tendrá
la calidad de título valor y el emisor será sancionado con multa por importe igual
al del documento emitido, que constituirá ingreso propio del Poder Judicial”.
Se ha afirmado, a mi modo de ver erróneamente, que la ratio de esta norma (recogida
también en disposiciones análogoas en Italia y en México) afecta única o
preferentemente la emisión de títulos al portador masivos, mientras que el título al
144 Cfr. ECHEVARRÍA, “La ley de circulación…”, cit., pp. 101-130 (p. 106).
242
Notas de Títulos Valores § 154
Tampoco del título de crédito hipotecario negociable se dice que no pueda ser al
portador, y aunque siempre incorpora un crédito, además de la garantía hipotecaria
que le da nombre, no se dice en ningún lugar que tenga necesariamente que ser un
crédito dinerario. Es más, lo mismo habría que decir probablemente de muchos de los
títulos de participación en fondos mutuos y de titulización, y de los certificados de
suscripción preferente.
Más que probablemente, el legislador no reparó en ninguno de estos efectos al
momento de introducir irreflexivamente la regla de necesaria tipificación legal de todos
los títulos valores en nuestro ordenamiento.
244
UNIVERSIDAD DE PIURA
FACULTAD DE DERECHO
CAPÍTULO 5
ELEMENTOS COMPLEMENTARIOS
DE LA FISONOMÍA CARTULAR
SUMARIO: I. SOLIDARIDAD CARTULAR.— 155. Noción. 156. Alcance de la solidaridad
cartular. 157. La solidaridad cambiaria y la del Derecho común. II. CLÁUSULAS
ESPECIALES.— 158. Cláusulas que pueden incluirse y modo de incluirlas.
159. Clasificación de las cláusulas especiales. 160. Cláusula de prórroga (i): la
prórroga y su distinción de la renovación. 161. Cláusula de prórroga (ii): la cláusula
en sí y su anotación. 162. Cláusula de prórroga (iii): el acto de prorrogar. 163. Otras
cláusulas relativas al contenido del derecho documentado. 164. Cláusulas relativas
al pago. 165. Otras cláusulas relativas a la ejecución. 166. Cláusulas conflictuales.
III. GARANTÍAS DE LOS TÍTULOS VALORES.— 167. El aval: concepto y naturaleza.
168. Forma y contenido del aval. 169. Efectos del aval. 170. Fianza cartular.
171. Garantías reales.
I. SOLIDARIDAD CARTULAR
Noción.
Ya he mencionado, a propósito de la llamada autonomía de declaraciones cartulares
(cfr. art. 8 LTV)1, la regla de la solidaridad cambiaria o cartular.
Como toda forma de solidaridad, se trata ante todo de un modo de organizar las
relaciones entre los varios sujetos que eventualmente pueden ocupar una misma
posición en la relación obligatoria2:
1) sea del lado activo (y entonces se habla de acreedores solidarios o de solidaridad
activa), o
2) del lado pasivo (y entonces tenemos deudores solidarios, vinculados por una
solidaridad pasiva).
Dado que el destino circulatorio del título valor muy frecuentemente termina
vinculando, como deudores del crédito incorporado en él, a un número plural de
personas, la solidaridad cambiaria se refiere naturalmente a una forma de solidaridad
pasiva. Esto sintéticamente significa que todos y cada uno de los deudores o sujetos
pasivos lo son por el íntegro de la prestación debida3, indistintamente. Es lo que se
deduce del art. 11 LTV cuando dispone:
1) que el tenedor legítimo puede dirigirse contra todos y cada uno de los “obligados,
individual o conjuntamente, sin tener que observar el orden en el que hubieren
intervenido” (párr. 1°);
2) que la “acción promovida contra uno de los obligados no impide accionar contra
los otros, aún cuando sean posteriores al demandado en primer lugar” (párr. 3°);
— 245 —
§ 156 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
246
Notas de Títulos Valores § 156
los efectos del endoso, sino los de una constancia de cancelación; cfr. art 210
LTV);
4) la del primer endosatario del warrant (cfr. inc. c del art. 232.1 LTV), que quizás
suponga asumir ciertas cargas o responsabilidades (saldo impago del depósito,
etc.), mas no la de pagar el crédito eventualmente incorporado en el título.
Ahora bien, incluso la literalidad de la aparentemente universal atribución de
responsabilidad solidaria que hace el art. 11.1 LTV a todos “los que emitan, giren,
acepten, endosen o garanticen títulos valores” resulta demasiado amplia. Y no sólo
por la necesaria precisión respecto de los títulos valores realmente afectados por esta
norma que examino a continuación, sino además porque la condición de obligado
solidario del endosante, que según la norma pareciera una regla universal, resulta en
realidad, cuando se examina de cerca, un fenómeno mucho más restringido, pues
como dice el art. 39.1 LTV:
“Salvo cláusula o disposición legal en contrario, el endoso en propiedad obliga
a quien lo hace solidariamente con los obligados anteriores”.
Una primera precisión que surge del tenor de esta norma es que la regla general sólo
obliga solidariamente en la vía de regreso al endosante pleno o en propiedad, y no a
los endosantes en garantía o en procuración. De hecho, la declaración de endoso es
en sí misma y primariamente una declaración de “transmisión de la legitimación” o, si
acaso, “de derechos” (cfr. arts. 34 y 38 LTV), no de contenido directamente
obligacional4. En ese sentido, y de no ser por la norma que acabo de transcribir y por
el propio art. 11.1 LTV, no tendría por qué estar el endosante sujeto a la solidaridad
cartular. Pero aun contando con esas normas, y aparte de todos los títulos a la orden
en los que el endoso incluya precisamente la cláusula “sin responsabilidad” o su
equivalente (cfr.art. 39.2 LTV), hay ya una serie de concretas disposiciones legales en
virtud de las cuales la solidaridad ex art. 11 LTV no afecta nunca a los siguientes
endosantes, aunque lo sean “en propiedad”:
1) los endosantes distintos del primer endosante (puesto que él es aquí el obligado
principal) del título de crédito hipotecario negociable (cfr. art. 242.2 LTV);
2) los del certificado bancario de moneda (cfr. art. 222.2 y 223 LTV);
3) los del pagaré bancario (cfr. art. 273.5 LTV);
4) los del certificado de depósito negociable (cfr. art. 274.5 LTV);
5) los del conocimiento de embarque (cfr. art. 248.2 LTV); y
6) los de la carta de porte (cfr. art. 253.2 LTV).
Y lo mismo pasa con los endosantes distintos del primer endosante del valor de
producto agrario (cfr. art. 3.2 LVPA), quien tendrá a veces (cuando se haya incluido la
cláusula “pago por parte del beneficiario”; cfr. art. 5.1 LVPA) la condición de obligado
principal y otras la de un mero obligado solidario similar a un garante.
Pero el propio art. 39.1 LTV contiene ya una exclusión implícita en virtud de la cual los
supuestos sub 5) y sub 6) de la enumeración en ningún caso hubieran estado sujetos
a la solidaridad cambiaria de que venimos hablando. En efecto, sólo se puede ser
obligado solidario, como bien dice la norma, “con los obligados anteriores”; en otras
hacer construcciones de esta naturaleza, véase mi postura en el § 81, en pp. 137 y s., supra.
248
Notas de Títulos Valores § 157
Para empezar, y como ocurre en general con cualquier solidaridad pasiva (cfr. art.
1186 CC), todos y cada uno de los firmantes del título responden de la totalidad: todos
por el todo; de forma que el acreedor cartular, a su exclusiva elección, puede:
1) dirigirse contra cual(es)quiera de ellos, ya sea individualmente o de forma conjunta
(cfr. art. 11.1 LTV);
2) y ampliar, además, sucesivamente, el círculo de sujetos contra los que se dirige
(cfr. art. 11.3 LTV)8.
En estos puntos, entonces, la solidaridad pasiva común y la cambiaria o cartular no
difieren; en ambas, en efecto:
1) el acreedor goza de un ius electionis, o libre elección de la persona o personas
contra las que interpondrá la reclamación (cfr. párr. 1° del art. 1186 CC); y
2) también del ius variandi, o posibilidad de dirigirse contra otro u otros responsables
solidarios, sin tener que depender de la previa insolvencia de los anteriormente
emplazados (cfr. párr. 2° del art. 1186 CC).
Todo lo anterior, mientras el acreedor no haya visto completamente satisfecho su
crédito (párr. 2° del art. 1186 CC, in fine)9. Nótese que a consecuencia de lo anterior
el tenedor tampoco está obligado a respetar orden alguno, sino que puede dirigirse
primero contra aquel o aquellos que mejor le convenga (art. 11.1 LTV, in fine)10.
Sin embargo, hay ciertamente algunos aspectos en los que la solidaridad cartular
difiere del modelo básico de la solidaridad de Derecho común:
1) en cuanto a los efectos del pago por alguno de los deudores solidarios; y
2) en cuanto al derecho de reembolso que asiste al pagador.
Así, contra lo que dispone el párr. 1° del art. 1188 CC, el pago realizado por uno de
los firmantes al tenedor legítimo no extingue la deuda de los demás firmantes
anteriores a él, sino sólo de los posteriores. En realidad, el efecto del pago que haga
un obligado depende de su posición en la circulación que haya tenido el título, tal como
queda documentada en él. Sólo el pago efectuado por el girado o por el aceptante (en
una letra de cambio o en una factura negociable) y por el girador (en otros títulos
valores y en una letra no aceptada), libera a todos los obligados. En los demás casos,
el pago íntegro convertiría al obligado que lo realizó, a su vez, en tenedor legitimo,
para reclamar lo pagado, bajo la misma solidaridad, a cualesquiera firmantes
anteriores a él11. Esto es a lo que se llama el regreso cambiario, que no deja de ser
una modalidad de circulación cartular12.
Por último, y debido a que se trata de una solidaridad de grado desigual (cuya
posibilidad por cierto admite el art. 1184 CC), la solidaridad cartular no admite la
“distribución” o división interna de la deuda entre los codeudores solidarios que
8 OTERO LASTRES, Reflexiones…, cit., pp. 37 y s. JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Las crisis…, cit., t. II, p. 101.
9 ANGELONI, La Cambiale…, cit., p. 386. JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Las crisis…, cit., t. II, p. 101.
10 ANGELONI, La Cambiale…, cit., p. 386. JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Las crisis…, cit., t. II, p. 102.
12 Vid., en ese sentido, lo que digo en el § 129 in fine, en p. 211, supra; y, con más detalle, en el
dispone el párr. 2° del art. 1188 CC, cuyo presupuesto es una solidaridad igualitaria13.
En la solidaridad cartular, en cambio, el pagador puede reclamar de los firmantes
anteriores el importe total de la deuda, más intereses y gastos (cfr. art. 11.2 LTV)14.
13 En cambio, en virtud del art. 93 LTV, aunque la responsabilidad de los interesados frente al acreedor
cartular es ciertamente solidaria en términos cambiarios, tal como he venido explicando, la relación
interna de quienes ocupen conjuntamente la misma posición pasiva cambiaria (co-emisores, co-
giradores, co-aceptantes, co-endosantes y co-garantes) no tiene carácter cambiario y se somete al
Derecho común; a falta de prueba en contrario de otra forma de distribución exigible a los interesados
o acordada entre todos ellos, por tanto, se entenderá que es en partes iguales (cfr. art. 1203 CC).
14 OTERO LASTRES, Reflexiones…, cit., p. 31.
15 Esta sección recoge básicamente el material preparado por la Prof. Lorena RAMÍREZ OTERO,
revisando y ampliando los apuntes inéditos más antiguos del Prof. José ZEGARRA ZAVALETA. El Profesor
actual del curso les ha introducido a su vez algunas someras adaptaciones, en su mayoría de carácter
meramente redaccional o relativas a la distribución de la materia.
16 Cfr. BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 48 LTV, p. 290 (n. I).
18 Es dudoso que lo dispuesto en el art. 48.4 LTV sea aplicable a esta cláusula, que no está regulada
250
Notas de Títulos Valores § 159
20 Pese a que su redacción podría dar a entender otra cosa, esta disposición se refiere a todas las
cláusulas especiales recogidas en la Sección 3ª del Libro I de la LTV, que sólo tiene siete Títulos.
Quizás la idea era no hacer necesariamente extensibles los efectos de la norma a otras cláusulas
aludidas en otras partes de la LTV, que según sus regulaciones particulares no siempre siguen las
reglas que ella dispone.
21 Cfr. Curso…, cit., t. III, pp. 200-202, si bien habla sólo de la letra de cambio.
22 Aluden a tal ejemplo BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 49 LTV, p. 297 (n. II).
252
Notas de Títulos Valores § 161
254
Notas de Títulos Valores § 162
26 En el caso de los títulos valores no es necesaria la garantía del “derecho con que hace la cesión”,
que el art. 343 CdC también coloca a cargo del cedente de un crédito mercantil; cfr. al respecto mis
Notas de contratos mercantiles, cit., p. 44 (§ 16). La garantía se refiere a la inexistencia de posibles
pactos de incesibilidad oponibles al cesionario, pese a su desconocimiento. Y es innecesaria porque
se trata precisamente de títulos valores, documentos esencialmente destinados a la circulación (en los
que no cabe, por tanto, pacto alguno de incesibilidad eficaz contra tercero); es más, títulos cuyas
limitaciones a la transferibilidad, como las cláusulas de que venimos tratando, deben necesariamente
constar literalmente en el propio título para poder ser opuestas a terceros de buena fe.
27 Debo citar aquí la opinión de la Prof. Lorena RAMÍREZ OTERO (aparentemente aceptada sin mayor
256
Notas de Títulos Valores § 163
hecho del art. 10.2 LTV). En efecto, ¿cómo podría un 3° de buena fe que recibe el título ya completado
diferenciar si la cláusula afectaba originalmente a un título completo o a uno incompleto, para saber si
puede confiar en la “cadena formal de endosos” (incluyendo posibles endosos en blanco o al portador;
cfr. art. 45 LTV) o tiene que investigar la integridad de todas las “cesiones” hechas, según el art. 30
LTV? Además, especialmente en los casos en que la cesión se atenga a su “contenido mínimo”, su
“forma” resultaría indistinguible de la de un endoso.
28 Vid. § 45, en pp. 73 y s., supra.
1) una de aplicación general a todos los títulos valores que contemplen el pago de
una suma dineraria; y
2) otra que sólo es permisible respecto de algunos títulos de ese tipo.
Para todos los títulos valores que contengan una obligación de pago de dinero, el art.
51.1.LTV permite que las partes establezcan una cláusula de cálculo de reajustes e
intereses compensatorios y moratorios, así como de comisiones admitidas por la Ley
para el periodo de mora (desde el vencimiento hasta el efectivo pago). En este caso,
los intereses compensatorios y moratorios del cheque se generarán, según el art. 181
LTV, desde el día siguiente del protesto o de la certificación sustitutoria. Por su parte,
para la letra de cambio y el pagaré, se generarán desde el día siguiente del
vencimiento de la misma, a tenor del art. 146 LTV. Si no se pacta esta cláusula, estos
títulos generarán durante todo el periodo de mora el interés legal.
Si la ley y la naturaleza del título valor lo permiten, puede pactarse además una
cláusula de intereses compensatorios y moratorios, reajustes u otras prestaciones que
la ley le admita (cláusulas penales, por ejemplo) para el periodo entre su emisión y su
vencimiento. Esta cláusula no es válida en el cheque ni en la letra de cambio, en los
que tales cláusulas se tendrán por no puestas (arts. 146 y 181 LTV). En cambio, sí
sería admisible en el pagaré (inc. b del art. 159 LTV). Si la ley no permite estos pactos
(caso de la letra de cambio y del cheque) o —aunque los permita— de hecho, no se
han incluido, el título valor tendrá a su vencimiento sólo su valor nominal.
Cláusulas relativas al pago.
Son cláusulas relativas al pago aquéllas que regulan diversos aspectos del modo en
que éste tiene que realizarse y, concretamente:
1) la cláusula de pago en moneda extranjera; y
2) la cláusula de pago con cargo a cuenta bancaria.
Sobre la posibilidad de pagar una deuda cambiaria en moneda extranjera, los arts. 50
y 68 LTV concuerdan básicamente con el art. 1237 CC. En ambos casos, salvo pacto
en contrario, el pago de una obligación contraída en moneda extranjera puede hacerse
siempre en moneda nacional, al tipo de cambio de venta del día del vencimiento o, si
el deudor incurre en mora, al tipo de cambio del día del vencimiento o del día del pago,
a elección del acreedor. Pero el art. 68 LTV presenta algunas diferencias con el art.
1237 CC:
“Artículo 68.- Pago de títulos valores en moneda extranjera
68.1 Salvo lo dispuesto en el último párrafo, el pago de un título valor expresado
en moneda extranjera podrá verificarse ya sea en la misma moneda o en
moneda nacional. En este último caso, el pago debe hacerse según su
equivalencia al tipo de cambio venta de la respectiva moneda que la autoridad
competente publique en el diario oficial el día del vencimiento o, en su defecto,
de la publicación inmediata anterior.
68.2 Si el pago en moneda nacional a que se refiere el párrafo anterior se hace
en fecha posterior al del vencimiento, el tipo de cambio venta será elegido por
el tenedor del título valor, entre aquél que corresponda a la publicación hecha
el día de pago o a la que se hizo en la fecha del vencimiento, según la regla
señalada en el párrafo anterior.
258
Notas de Títulos Valores § 165
68.3 En los casos previstos en los párrafos anteriores, a falta de publicación del
tipo de cambio de la moneda consignada en el título valor, las partes acordarán
tal equivalencia y, a falta de tal acuerdo, el tipo de cambio será el que fije el
Banco Central de Reserva del Perú.
68.4 Los títulos valores expresados en moneda extranjera serán pagados en la
misma moneda extranjera, en los siguientes casos:
a) cuando el lugar de pago señalado en el título valor está ubicado en el
extranjero, aun cuando el pago se efectúe dentro de la República;
b) cuando ello se haya pactado en modo expreso, conforme al Artículo 50; y
c) en los casos previstos por la ley” (énfasis añadido).
El art. 50 LTV admite, entonces, que se pacte que una deuda contraída en moneda
extranjera deba pagarse necesariamente en dicha moneda, eliminando la facultad del
deudor de hacerlo en moneda nacional que prevé el art. 68 LTV. La cláusula se
expresa con los términos “de pago en moneda extranjera”. Pero ella no constituye el
único supuesto en que un título valor debe pagarse necesariamente en la moneda
extranjera en que esté expresada la suma de dinero, sino que ello también ocurrirá:
1) cuando el lugar de pago está ubicado en el extranjero, aun cuando el pago se
efectúe, de hecho, en el Perú; y
2) cuando así lo prevea la ley (caso, por ejemplo, del certificado bancario de moneda
extranjera, a tenor del inc. b del art. 218 LTV).
La cláusula de pago con cargo en cuenta bancaria está prevista en el art. 53 LTV:
“Artículo 53.- Pago con cargo en cuenta
53.1 En los títulos valores que contengan obligaciones de pago dinerario, podrá
acordarse que dicho pago se cumplirá mediante cargo en cuenta mantenida en
una empresa del Sistema Financiero Nacional, señalando el nombre de la
empresa y, en su caso, el número o código de la cuenta.
53.2 La empresa del Sistema Financiero Nacional designada deberá contar con
autorización previa del titular de la cuenta para atender el pago, sea con fondos
constituidos previamente o con créditos que conceda al titular de la cuenta
designada”.
Esta cláusula, entonces, permite cargar el monto de las obligaciones cartulares
dinerarias directamente a una cuenta bancaria. Para ello, la cláusula ha de señalar el
nombre de la entidad de crédito y, en su caso, el número de la cuenta, que puede ser
ahorros, cuenta corriente, o cualquier otra, ya que la ley no ha establecido limitaciones.
La entidad de crédito designada debe pagar el título, siempre que previamente el titular
de la cuenta le haya dado autorización para hacer el débito con cargo a los fondos
existentes en la cuenta, con sobregiros o con avances en cuenta previamente
acordados. Si el pago no fuera atendido, el rechazo anotado por la entidad financiera,
producirá los efectos del protesto: esto es lo que se conoce como la certificación
sustitutoria del protesto por falta de pago.
Otras cláusulas relativas a la ejecución.
Voy a analizar como cláusulas relativas a la ejecución de los derechos incorporados
en el título valor (se entiende, en cualquier forma diferente del pago voluntario, al que
ya me he referido en el apartado anterior) las siguientes:
260
Notas de Títulos Valores § 166
262
Notas de Títulos Valores § 167
a la eficacia del título que puedan tener los defectos en la verificación práctica de
esa recepticiedad se debe a la responsabilidad por la apariencia de quien se obliga
cambiariamente, y supuesta la verificación de los requisitos que el ordenamiento
le señala a ésta. Por tanto, del negocio de aval en sí hay que afirmar más bien su
carácter normalmente recepticio, bien que mediatizado por las consecuencias de
la vigorosa protección de la apariencia jurídica en materia de títulos valores.
2) Es un negocio de garantía porque su finalidad es asegurar el pago del título. Como
garantía que es, no forma parte originariamente del nexo cartular, en el que se
inserta sólo indirectamente. Ciertamente, y más allá de esa condición básica de
garantía, es un negocio abstracto, porque se desvincula de la relación fundamental
que media entre avalista y avalado, pero en este rasgo no presenta apenas
especialidad alguna, pues prácticamente lo mismo pasa con todos los negocios de
garantía.
3) En cambio, sí es una especialidad propia suya su carácter (peculiarmente)
autónomo. Tal carácter básico, en realidad, lo comparte con la generalidad de los
negocios cartulares31, pero se predica de un modo peculiar del aval, porque surte
efectos por sí mismo y se considera independiente de la obligación documental
originaria, en el sentido de que su validez no depende de la validez substancial de
la obligación que garantiza, salvo vicio de forma (art. 59.1 LTV). Esta última
salvedad se debe a que, aunque comporte una obligación directa de quien lo
presta, tratándose ostensiblemente de una garantía, no puede prescindirse de la
existencia al menos formal de la obligación garantizada. Pero si hubiera mediado
dolo, violencia, intimidación o error en la constitución de la obligación garantizada,
y aun si el avalado hubiera sido incapaz al momento de contraerla, nada de eso
afecta al aval, que sigue obligando plenamente al avalista. En esta drástica
consecuencia es que el aval difiere de la fianza, incluso de la cartular, y de las
garantías reales anotadas en el título valor, configurando el aval como un acto no
sólo abstracto, sino particularmente autónomo, incluso en su propia condición de
garantía, y como tal necesariamente conexo o dependiente de la obligación
garantizada. Y así, si el tenedor de la letra acciona contra el avalista, y no contra
el avalado, incluso constando la nulidad (no formal) de la obligación originaria civil
o comercial, de todos modos será condenado al pago de la suma garantizada.
MONTOYA dice que el aval subsistiría incluso si la firma del avalado fuera falsa,
pues aun entonces habría de todos modos una apariencia jurídica que la ley
protege32. En general, el avalista no puede valerse de ninguna de las excepciones
personales de su avalado (art. 59.2 LTV).
4) Su carácter esencialmente documental se advierte precisamente en que el mismo
art. 59.1 LTV indica que la responsabilidad del avalista subsiste, aunque la
obligación del avalado fuere nula, “excepto si se trata de defecto de forma de dicho
título” (énfasis añadido). Esto se explica por la esencial formalidad de los títulos
valores33, que exige que para que sean realmente tales reúnan todas las
formalidades legales que les correspondan, según su naturaleza (cfr. art. 1.1 LTV);
por consiguiente, si no se han cumplido, el título es nulo, como también todos los
34 Argumento de fondo desarrollado por PINO CARPIO, Ley de Títulos Valores, cit., pp. 174-175, a
propósito de lo dispuesto, para la letra de cambio, en el art. 85 LTV ant.
35 Vid. §§ 89 a 93, en pp. 149 y ss., supra.
36 Si el aval no fuera expresamente a favor del aceptante, en este caso, por efecto de lo dispuesto en
264
Notas de Títulos Valores § 169
personas distintas, porque de otra manera la sola firma significará antes que nada
aceptación o conformidad;
2) también deberá ser diferente la persona del avalista de la persona del girador o
emisor, pues de lo contrario, aun en los casos en que no sea el obligado principal
(que por el art. 57 LTV no puede avalarlo), la firma que se encuentra en el anverso
primero se atribuye al emisor. Considero que, en estos casos, para “señalar de
modo expreso su adicional condición de avalista” (cfr. art. 57 LTV, in fine) bastaría
una segunda firma del emisor o girador, sin ninguna otra indicación.
La razón por la que en estos casos la firma debe estar en el anverso no es tanto
porque así lo ordene la ley, sino (y es la razón por la que ella así lo ordena) para que
no se confunda con un endoso en blanco, que se pone en el reverso (arts. 34 y 36
LTV). Por su parte, al tratarse de un acto de garantía a favor de otro obligado, si
hubiera más de uno necesariamente debería indicarse por quién se otorga el aval.
Pero si falta dicha mención, el art. 58.4 LTV lo considera otorgado en favor del
obligado principal o, de ser el caso (por ejemplo, en una letra de cambio aún no
aceptada), del girador, pues robustece el título valor, favoreciendo al mayor número
de personas.
Expresamente se admite (cfr. 56.4 y 58.6 LTV) que el avalista garantice sólo parte de
la obligación a cargo de su avalado, o hasta cierto límite, pero si éste no es expreso,
el aval comprende la totalidad de lo debido cartularmente.
También se pueden establecer cláusulas relativas a la extensión (o limitación,
agregaría yo) temporal de la garantía (en relación con posibles prórrogas): arts. 59.3
y 59.4 LTV.
El avalista puede ser un tercero o también cualquier firmante anterior del título valor,
menos su obligado principal (cfr. art. 57 LTV). El aval prestado por éste resulta inútil,
pues su posición frente al tenedor es ya tal, que no se puede agravar más. La doctrina
en general lo ha considerado un aval sin sentido, pero nuestra ley además ha optado
por excluirlo expresamente. Puede haber varios avalistas para una misma obligación
cambiaria, como se deduce de los arts. 49.5, 90.1, 96.1. 161, 222.2, 273.5 y 274.5
LTV, en todos los cuales se admite una pluralidad de “garantes” (incluidos por tanto
los “avalistas”) a favor de un único obligado37. En esa línea, parece que se ha de
admitir incluso el aval del aval.
Efectos del aval.
El avalista no garantiza la posición personal del avalado, sino que su obligación se
vincula con la manifestación objetiva materializada por el avalado en el título.
Hay quienes decían que el avalista es un obligado de regreso, basándose en que tiene
derecho a repetir el pago realizado, por lo menos, de su avalado. Pero ya ALEGRÍA
decía que su condición de obligado directo u obligado en vía de regreso dependía de
la posición cambiaria de su avalado. Esta postura se basa en que el avalista toma de
su avalado el contenido cartular objetivo de su obligación; es decir, se obliga en la
misma forma que su avalado. Esto significa que no puede cumplir la obligación en
forma distinta a la que aparece de la letra del documento: ni puede pagar en fecha
distinta, ni en lugar diferente, ni en monto mayor (aunque sí menor: cfr. arts. 56.4 y
37Para los efectos internos de esta pluralidad de sujetos en la posición de aval sería necesario entonces
aplicar el art. 93 LTV.
38 En este apartado reproduzco (omitiendo las citas), de manera provisional, la sección correspondiente
a la fianza cambiaria de ÍSMODES TALAVERA, Javier; “De las garantías de los títulos valores. La fianza,
el aval y la garantía real”, en MONTOYA, Tratado de (…) Títulos Valores, cit., pp. 161-181 (pp. 169-170).
Al pie de página, hago algunos deslindes, cuando opino de manera diferente que el autor o considero
que serían necesarias precisiones adicionales para dar por buenas sus afirmaciones.
39 En mi opinión, no hay ninguna razón para no concebir la fianza específicamente cartular también
como habitualmente unilateral, según el modelo de la generalidad de los negocios cambiarios que he
defendido en el § 74, en pp. 128 y ss., supra.
266
Notas de Títulos Valores § 171
40 Entiendo que el autor se refiere (y sólo en ese sentido resulta correcta la afirmación) a que el fiador,
aun siendo solidario ex lege (y por lo tanto, sin poder oponer ni el beneficio de excusión ni el de división),
puede oponer al acreedor todas las excepciones con que cuente el deudor fiado, incluso las personales.
41 Cfr. la salvedad que hago en la nota n. 39, en p. 266, supra.
CAPÍTULO 6
CUMPLIMIENTO Y EJECUCIÓN DE LOS DERECHOS
INCORPORADOS
SUMARIO: I. PAGO DEL TÍTULO VALOR.— 172. Presentación, entrega y pago del título.
173. Sujetos del pago. 174. El pago por intervención (i): noción, sujetos y clases.
175. El pago por intervención (ii): requisitos y efectos. 176. Lugar del pago.
177. Oportunidad del pago y pago anticipado. 178. Integridad del pago y pago
parcial. 179. Pago de títulos valores en moneda extranjera. II. EL PROTESTO DE LOS
TÍTULOS VALORES.— 180. Noción y generalidades. 181. Clases de títulos y clases de
protestos. 182. Preceptividad del protesto. 183. Plazos para realizar el protesto.
184. Procedimiento notarial del protesto. III. PRETENSIONES DOCUMENTALES.—
185. Noción. 186. Clases de pretensiones documentales y sus requisitos comunes.
187. La llamada “acción” directa. 188. La “acción” de regreso. 189. La “acción” de
ulterior regreso. 190. La “acción” de regreso anticipado. 191. Pagos que pueden
reclamarse. IV. PRETENSIONES ALTERNATIVAS Y SUBSIDIARIAS A LAS
DOCUMENTALES.— 192. Las pretensiones causales. 193. Pago con títulos valores y
coordinación de planos causal y cartular. 194. El enriquecimiento indebido vinculado
al uso de títulos valores. V. PRESCRIPCIÓN Y CADUCIDAD DE LOS TÍTULOS VALORES.—
195. Planteamiento. 196. Una prescripción con rasgos de caducidad.
197. Prescripción de las “acciones” cambiarias. 198. Caducidad de la suspensión
de las acciones cambiarias. 199. Caducidad y prescripción de derechos y
pretensiones extracartulares. VI. PÉRDIDA, DESTRUCCIÓN Y DETERIORO DE TÍTULOS
VALORES.— 200. Planteamiento. 201. Deterioro o destrucción parcial.
202. Deterioro total, extravío y sustracción.
— 269 —
§ 173 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
Ésta ciertamente puede ser extinguida o cancelada por otros medios, tales como la
novación, la compensación, la dación en pago, la condonación, la consolidación y el
mutuo disenso.
Se ha sostenido2, y la afirmación es igualmente válida para los demás títulos valores
en virtud del principio de incorporación, que el deudor de la letra de cambio, al ser ésta
un título de presentación o de exacción, no está en la obligación de cancelarla
mientras no le sea exhibida; mejor dicho: a falta de tal exhibición, el sujeto pasivo
cuenta con una excusa legítima para rehusar el pago. La presentación para el pago
por parte del tenedor se configura, así, como una carga y un poder. En consecuencia,
para poder exigir el pago de un título valor bajo el art. 16 LTV, es necesario:
1) exhibir el título, y
2) contar con la legitimación activa correspondiente a su “ley de circulación”.
Asimismo, una vez cancelada íntegramente la obligación, según su contenido y
modalidad propios, el título debe ser entregado por el tenedor al solvens, que tiene
estricto derecho de rescatarlo o, al menos, de inutilizarlo notoriamente en su propia
materialidad. De lo contrario, y como ha establecido reiterada jurisprudencia, podría
verse en la necesidad de pagar de nuevo a cualquier tercer adquirente de buena fe.
Esta obligación de entrega está claramente recogida en el art. 17 LTV:
“17.1 El tenedor de un título valor queda obligado a devolverlo a quien cumpla
totalmente la prestación contenida en él (…).
17.2 Las partes interesadas podrán acordar la destrucción del título valor
pagado totalmente, prescindiendo de su devolución física. La carga de la
prueba de tal acuerdo, así como la responsabilidad por la falta de destrucción,
corresponde al obligado a la devolución” (énfasis añadidos).
Sujetos del pago.
La cuestión de los sujetos del pago de un título valor está íntimamente vinculada con
el concepto de la legitimación activa y pasiva. En general, son:
1) El sujeto activo del pago, que es, de primera intención, el sujeto pasivo de la
obligación, y que recibe el nombre de solvens (“el que paga”, en latín); y
2) el sujeto pasivo del pago, que es, viceversa, el sujeto activo de la obligación, y al
que se denomina accipiens (“el que recibe”, en latín).
Este último tiene que ser necesariamente el tenedor, en principio, legitimado (arts.
16.1 y 64.3 LTV). De hecho, si no va a cobrar precisamente esa persona precisamente
en el día del vencimiento, y portando consigo el título valor, todo deudor o sujeto
pasivo del título valor queda automáticamente legitimado para efectuar la
consignación judicial de la pretensión a su cargo, a tenor del art. 67 LTV.
Ahora bien, el solvens puede ser:
1) el propio deudor (art. 16.1 LTV), que en un título valor puede a su vez ser,
ordinariamente, el deudor principal o un deudor solidario con el principal, ya sea a
título de garante o como obligado de regreso; o
2) un tercero interviniente en el pago.
2 LEGÓN, Fernando A.; Letra de cambio y pagaré, Ediar, Buenos Aires, 1974, p. 162.
270
Notas de Títulos Valores § 174
A la posibilidad, también vigente en el Derecho común (cfr. art. 1222 CC), de que el
pago lo verifique un tercero apunta ya el art. 17.1 LTV cuando habilita para recuperar
el título a “quien[quiera que] cumple la prestación”. La confirma el art. 149.2 LTV, sobre
la intervención en una letra de cambio, pero que, por disposición del art. 69 LTV, se
ha de aplicar también al pago por intervención de cualesquiera títulos valores.
En realidad, son los propios deudores principales (en una letra aceptada, el aceptante;
en otros títulos valores, por regla general pero no absoluta, el girador) los primeros
llamados a realizar el pago. Como tales, son también los únicos, de primera intención,
a los que el tenedor tiene la carga de presentar el título para que sea pagado. Pero
como, en principio, todos los que hayan firmado el título valor responden
solidariamente frente al tenedor por el pago (cfr. art. 11 LTV), a todos ellos
(endosantes, avalistas, fiadores, etc.) interesa su cancelación como deudores; de
hecho, es el pago o la falta de él por parte del obligado principal la que fija definitiva e
irrevocablemente la situación jurídica del título:
1) Si quien paga es el obligado principal (o, en una letra de cambio, si paga el girado,
aunque no haya aceptado), se extingue la obligación cartular, liberándose todos
los obligados.
2) Si quien paga fuese otro cualquiera de los obligados, sólo quedan liberados
aquellos intervinientes cuya responsabilidad esté subordinada a la suya. Todo
obligado en la vía de regreso que pague, incluso el girador de la letra de cambio
aceptada, tendrá la acción cambiaria directa contra el aceptante o contra el girador
que se hubiese convertido en obligado principal en virtud de un protesto por falta
de aceptación.
En cambio, si paga un tercero, la cosa dependerá de si se cumplen los requisitos de
un “pago por intervención” capaz de iniciar un regreso cambiario del título valor, con
consecuencias muy semejantes a las del pago recuperatorio de un obligado solidario,
o si, en caso contrario, el cumplimiento equivale solo al “pago por un tercero” regido
por el Derecho común.
El pago por intervención (i): noción, sujetos y clases.
A tenor del art. 69 LTV:
“El pago y cumplimiento por intervención de las obligaciones que representa un
título valor se regirán en todo aquello que resulte aplicable a cada título valor
en particular por las disposiciones que contiene el Título Octavo, de la Sección
Primera, del Libro Segundo de la presente Ley”.
El “Título Octavo, de la Sección Primera, del Libro Segundo” de la LTV (arts. 149 a
157) trata de la intervención en la letra de cambio. Así, la regulación positiva del pago
por intervención en cualquier título valor resulta de generalizar lo previsto para el pago
por intervención en la letra de cambio. Pero dicho Título regula dos tipos de
“intervención”:
- en la aceptación (propia de la letra de cambio; si acaso, extensible a las facturas
cambiarias), y
- en el pago.
Como es evidente, la remisión del art. 69 LTV alcanza solo a esta última, regulada
propiamente en los arts. 149 y 153 a 157 LTV3.
La “intervención” cambiaria consiste en que alguien, no inicial o principalmente
llamado a realizar un acto, o a realizarlo de una determinada manera, efectivamente
lo realice, para favorecer a algún obligado cambiario o impedir que se perjudique4. En
esa misma línea, el pago por intervención, como dije, es una manifestación de y se
vincula al “pago por un tercero” del Derecho común de obligaciones (art. 1222 CC).
El art. 149.1 LTV in fine dice que puede intervenir “cualquier persona”, haya o no
participado ya en el título; pero de inmediato el art. 149.2 LTV aclara que puede ser:
- un tercero —extraño por tanto a la relación cambiaria—,
- el mismo girado,
- el girador, o
- cualquier otro ya obligado en el título; PERO
- NO PUEDE ser el aceptante, pues la norma concluye su enumeración haciendo
explícita una salvedad: “con excepción del aceptante”.
Ahora bien, la identidad del “aceptante” de una letra de cambio es necesariamente la
misma que la del “girado”, quien adquiere esa condición al aceptar. Por tanto, cuando
el art. 149.2 LTV permite que “el mismo girado” intervenga, habla del “girado aún no
aceptante”, mientras no haya aceptado aún. Es el aceptante el que no puede
intervenir. Respecto de otros títulos valores, no susceptibles de aceptación, esta
imposibilidad aludida en la norma de que el aceptante “pague por intervención” se ha
de entender como referida a todo aquel que se haya convertido ya en el “obligado
principal” en sentido propio del título valor de que se trate. Esa persona, que ya está
obligada definitivamente al pago, y además como último responsable del título, si
“paga”, simplemente “paga”, no “interviene en el pago”.
En el pago, entonces (como en la aceptación5), puede intervenir incluso el propio
girado, que es nada menos que el llamado en principio a pagar (y también a aceptar).
Esto no contradice la idea de que el que paga por intervención, en cuanto interviniente,
siempre lo hace como extraño a la relación cambiaria: no como alguien “llamado” a
ello, sino favoreciendo a un responsable concreto, y adquiriendo derechos contra él y
todos los anteriores. En definitiva, el pago por intervención siempre representa un
caso de “pago por un tercero”: un pago distinto al inicial y normalmente llamado a
producirse. Por tanto, incluso cuando es el propio girado (o un obligado distinto del
principal), el “interviniente” no interviene “como” girado (u obligado) —y por lo tanto no
hace el pago (o aceptación) “reclamado” por el título— sino que participa por otro
concepto o causa (la “intervención”); lleva a cabo otro acto, con unos resultados
ciertamente similares, pero no exactamente iguales. En concreto:
3 También el art. 150.2 LTV menciona a la persona indicada “para que (…) pague [la letra] por
intervención”, pero lo hace para conferirle la facultad adicional de aceptar por intervención (se entiende
que “indicada”), sancionando la no presentación de la letra para ese efecto. No regula, por tanto, el
pago por intervención, sino solo la aceptación.
4 Vid. § 285, en pp. 403 y ss., infra.
5 Vid. §§ 285 y 288, en pp. 403 y ss. y en pp. 408 y ss., respectivamente, infra.
272
Notas de Títulos Valores § 175
1) aunque el “pago por intervención” (como todo pago, incluido el “pago por un
tercero” del Derecho común) ciertamente “satisface” al accipiens y lo “desinteresa”
en cuanto acreedor de la obligación pagada,
2) no necesariamente libera al deudor o deudores —y en esto se diferencian tanto el
“pago por intervención” como el “pago por un tercero” del pago propiamente dicho,
pago “sin más” o “a secas”—, precisamente porque ninguno de ellos es el deudor
mismo.
Del tenor de los arts. 66.3 (in. b), 149.1, 150.2 y 154 LTV se deduce que la intervención
en el pago puede producirse:
1) por indicación de uno o más de los obligados en la vía de regreso (y sólo de ellos:
cfr. art. 149.1 LTV), o
2) sin tal indicación (o, como solía denominársela tradicionalmente, “por honor”).
Esta “indicación”, por cierto, no cambia la naturaleza del fenómeno, que sigue siendo
intervención y no el pago ordinario reclamado por el título. Y como (a diferencia de la
aceptación por intervención), los efectos de rechazar una intervención en el pago son
los mismos, estuviera o no indicada, la distinción entre una y otra se reduce a lo
siguiente: estando indicada la intervención, el tenedor soporta la carga de pedir el
pago a los “indicatarios” (y, en su caso, obtener el protesto contra ellos), soportando
de lo contrario el riesgo de perder la acción cartular de regreso contra el “indicador” y
los responsables posteriores a él (art. 154 LTV). Pero esta carga solo opera si el
“indicatario” tiene su domicilio “en el mismo lugar de pago”, pues de lo contrario se
estaría haciendo significativamente más gravoso el ejercicio del derecho
documentado.
El pago por intervención (ii): requisitos y efectos.
Como deja claro el art. 153 LTV, los efectos del pago por intervención regular, que
veremos en seguida, dependen de ciertos requisitos que ha de cumplir la intervención
en el pago. Tales requisitos son de:
1) fondo (art. 153.2 LTV),
2) tiempo (arts. 153.1, pr., y 153.2 LTV, in fine) y
3) forma (art. 156.1 LTV).
El único requisito de fondo para un pago por intervención eficaz es el que enuncia en
su mismo inicio el art. 153.2 LTV:
“El pago [por intervención] comprende toda la cantidad por la que esté obligada
la persona por la cual se ha hecho …” (énfasis añadido).
En consecuencia, y a diferencia del que intentase un obligado cartular cualquiera (que
actúe como tal obligado; cfr. art. 65.1 LTV), el tenedor puede rechazar un pago por
intervención que fuera meramente parcial, sin perder por ello ninguna de sus acciones
cambiarias6. Por el contrario, para tener plena eficacia cambiaria como tal, al pago por
intervención sí que se le aplica la nota de indivisibilidad. Pero el precepto es
sumamente claro en el sentido de que esa indivisibilidad es relativa a “la cantidad por
274
Notas de Títulos Valores § 176
título, contra la persona por cuenta de quien intervino y todos los anteriores, aunque
fuera una mera intervención por honor, no indicada.
En cambio, en el pago “por intervención” regular, cumpliendo los requisitos que he
detallado, produce una especie de “subrogación”, que la Ley reconoce expresamente
en el art. 153.2 LTV, in fine, cuando habla de “subrogarse en la acción cambiaria”.
Pero, como aclara el art. 157.1 LTV al referirse a este mismo efecto diciendo que el
interviniente “adquiere los derechos cambiarios inherentes a la Letra de Cambio”, esta
“subrogación” cambiaria no “sustituye al subrogado” meramente “en todos los
derechos, acciones y garantías del antiguo acreedor, hasta por el monto de lo que
hubiese pagado” (cfr. art. 1262 CC), ni está sujeta a los demás límites y reglas que la
del Derecho común. Por el contrario:
1) constituye al interviniente (naturalmente, siempre que primero obtenga el control
del título valor en cuyo pago ha intervenido: cfr. art. 156.2 LTV) en un nuevo
“tenedor legitimado” en términos estrictamente cartulares, esto es, con autonomía
y abstracción conformes a la literalidad, la “ley de circulación” y la completitud
formal del título; y
2) en esa misma medida, y a semejanza de los supuestos de “pago recuperatorio”, el
que interviene en forma eficaz en el pago de un título valor puede iniciar el regreso
cambiario en sentido amplio, a fin de recuperar lo que ha pagado, más intereses y
gastos, de todos los que, pese a su pago, continúan obligados por el título.
Por último, en caso de rechazo de un pago por intervención, así fuera una intervención
por honor, sin indicación, la hace el tenedor a su propio riesgo. Porque el pago es
pago, es dinero (o lo que fuera). Estando la prestación objeto de la obligación cartular
referida a bienes fungibles —más aun si se tratara, como ocurre frecuentemente, de
dinero—, vale lo mismo sea que llegue al acreedor de manos del último sujeto
indocumentado sin oficio ni beneficio que de las de Jeff Bezos, Amancio Ortega o
Carlos Slim. Vale exactamente lo mismo con independencia de quién lo entregue. Le
están pagando; ¿qué más quiere el acreedor? Por eso, si rechaza un pago, aunque
sea de un mero interviniente “por honor”, pierde las acciones contra quienes se
hubieran beneficiado de él: todos los responsables posteriores al favorecido por el
interviniente (art. 155 LTV).
En esto último es muy diferente el pago por intervención que la intervención en la
aceptación, cuyo rechazo solo produce este efecto si estaba indicada.
Lugar del pago.
El art. 66.1 LTV dispone que el título valor debe presentarse en el lugar y dirección
indicados para el pago en el propio título, aun cuando el obligado haya variado su
domicilio. En seguida hace una salvedad a esta regla si, antes del vencimiento, tal
cambio de domicilio:
1) ha sido comunicado notarialmente al último tenedor, y
2) ha sido hecho dentro de la misma ciudad o lugar de pago.
Estas últimas salvedades implican que, de cumplirse ambas condiciones, la variación
del lugar de pago es eficaz y oponible al acreedor. Dicho régimen contrasta con lo que
dispone el art. 1239 CC, que en estos casos simplemente confiere al acreedor la
potestad de exigir el cumplimiento, a su elección, en el lugar originalmente señalado
o en el nuevo. Pienso que lo razonable es entender que, cuando la variación del lugar
de pago no cumpla con las condiciones que señala el art. 66.1 LTV para hacerla
FACULTAD DE DERECHO 275
Versión de julio de 2023
§ 177 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
276
Notas de Títulos Valores § 178
Como todos los extremos causales, la norma se aplica plenamente en sus propios
términos en casos que involucren títulos valores sólo si éstos no hubieran circulado y
permanecieran aún en manos del proveedor original. Pero si el título hubiera circulado
regularmente, es evidente que el ejercicio de este derecho implica:
1) que el consumidor consiga identificar, al momento de hacer el prepago o pago
anticipado del título valor, al tenedor legítimo actual; y
2) además, que, al ser éste emplazado por el consumidor, pueda demostrarse que
tiene la condición de proveedor.
Sólo entonces el consumidor podría oponer su condición y ejercer el derecho de hacer
pagos anticipados que como tal le corresponde, y el proveedor se encontraría obligado
a recibirlos so pena de violar el derecho del consumidor y, por eso mismo, cometer
una infracción administrativa. En cambio, en casos de circulación impropia (es decir,
de títulos a la orden transferidos por cesión de derechos, títulos a la orden
“nominativizados” o títulos nominativos con negociabilidad restringida), el mismo
hecho de que las adquisiciones no estén sujetas a la autonomía cartular haría oponible
este derecho del consumidor a los sucesivos adquirentes.
Por otro lado, tampoco es que la LTV haya prohibido o declarado inválido, sin más, el
pago realizado antes del vencimiento; simplemente ha dispuesto que quien lo verifique
lo hará por su cuenta y riesgo, y responderá de la validez de su pago, no obstante, la
legitimación (aparente legitimidad) del tenedor del título (art. 64.2 LTV). La ley busca
proteger al tenedor legítimo (realmente legítimo, no meramente legitimado), si fuera el
caso, por ejemplo, de que el tenedor legitimado que reclama el pago anticipado fuera
en realidad un tenedor ilegítimo, facilitando que, al menos hasta el vencimiento del
plazo, el acreedor auténtico pueda alegar o hacer valer sus derechos. En tales
supuestos tampoco sería liberatorio el pago hecho a un incapaz, pues lo que la Ley
está diciendo es que a los pagos anticipados no les resulta aplicable la legitimación
pasiva, la cual protege al deudor únicamente cuando el pago se efectúa de buena fe
al vencimiento. Sólo entonces quien paga queda liberado, a menos que hubiera
procedido con dolo o culpa inexcusable (art. 64.3 LTV).
Cuando la Ley, mediante una presunción, permite fiarse de la regularidad exterior y la
titularidad aparente de los endosos, no impide que tal presunción pueda ser destruida
mediante la prueba en contrario. Carecería de firmeza el pago, incluso el oportuno,
reforzado por la legitimación pasiva, si se probara que el solvens conocía la
incapacidad del endosante que transmitió el título al tenedor que reclamó el pago, o
que el endoso fue falso o falsificado.
En caso de mora del acreedor (o sea, del tenedor del título), la solución que ofrece el
art. 67 LTV es la consignación judicial de la prestación por cualquier deudor.
Integridad del pago y pago parcial.
El art. 1221 CC dispone que no puede compelerse al acreedor a recibir pagos
parciales. El art. 65 LTV es una excepción a esta regla, pues permite al deudor hacer
pagos parciales, dándole el derecho a exigir que ellos sean anotados en el título y a
que se le otorgue recibo separado por dicho pago. Esto, porque al no haber cumplido
con cancelar el monto total del título, no podrá pretender la entrega de éste, que por
el contrario servirá al tenedor para cobrar el saldo insoluto.
La justificación de esta excepción estriba en que el pago parcial alivia la
responsabilidad de los obligados en vía de regreso:
“El interés del comercio exige que se facilite, en la mayor medida posible, la
liberación de las obligaciones contraídas bajo el rigor cambiario. Por otra parte,
corresponden también, siempre al poseedor, los medios legales para obtener
la suma de dinero restante, y es justo no dejar a su arbitrio aumentar o disminuir
la responsabilidad de los co-obligados cambiarios”8.
Este mismo criterio es el que, de acuerdo con el art. 65 LTV, permite al funcionario
que interviene en el protesto aceptar un pago parcial, en cuyo caso procederá a
otorgar el recibo correspondiente, anotar el pago en el título y protestar la letra por el
saldo. En el Registro del Protesto deberá hacerse la misma anotación si el pago se
efectúa en el acto del protesto o durante el tiempo en que el título se encuentra en
poder del funcionario. El tenedor deberá, además, entregar a quien efectuó el pago
parcial copia certificada notarial o judicial del título valor con la constancia del pago,
copia con la cual podrán ejercitarse, en la vía ejecutiva, las acciones cambiarias que
correspondan a quien verificó el pago parcial.
Dado que, como se advierte, se trata de una regulación dirigida a componer los
intereses no sólo del solvens y del accipiens, sino también de los (potencialmente
numerosos) terceros interesados en el título valor, considero personalmente que todo
pacto en contrario (es decir, toda cláusula que tienda a prohibir el pago parcial y a
legitimar al tenedor para rechazarlo) se ha de tener por no puesto.
Pago de títulos valores en moneda extranjera.
El pago de los títulos valores en moneda extranjera está regulado en el art. 68 LTV,
que naturalmente hay que poner en relación con el art. 1237 CC. Como ya dispone
este último con alcance general para todas las obligaciones, también el título valor
expresado en moneda extranjera puede ser pagado —se entiende, a elección del
propio deudor— en:
1) la misma moneda extranjera señalada, o
2) su equivalente en moneda nacional.
En el segundo caso se tomará como referencia el tipo de cambio de venta que
publique la autoridad competente en El Peruano el día del vencimiento o, en su
defecto, de la publicación inmediata anterior.
Si el pago se efectuara con posterioridad al vencimiento, el tipo de cambio de venta
será aquél que elija el tenedor, entre el vigente en la fecha de vencimiento o el de la
fecha del pago. Si las publicaciones antes referidas no existieran, las partes acordarán
la equivalencia, y a falta de acuerdo el tipo de cambio será el que fije el BCR.
El título valor deberá pagarse de todos modos en la propia moneda extranjera
señalada cuando:
1) El lugar de pago señalado en el título está ubicado en el extranjero, aun cuando el
pago se verificase en el Perú.
2) Cuando así se haya pactado de conformidad con el art. 50 LTV.
3) En los demás casos previstos directamente por la ley. Por ejemplo, el inc. b del art.
218 LTV lo dispone así en el Certificado Bancario de Moneda Extranjera.
278
Notas de Títulos Valores § 180
9El girado es la persona encargada de realizar materialmente el pago de ciertos títulos valores (letras
de cambio y cheques, fundamentalmente) el día de su vencimiento en el lugar del pago.
10 Hay que recordar que existen títulos valores obligatoriamente sujetos a protesto, en los que la
cláusula “sin protesto” o “sin gastos” carece de eficacia jurídica:
1) el título de crédito hipotecario negociable, en el cual según el art. 243.1 LTV aun cuando el título
tenga la cláusula para proceder a su ejecución se requiere de todos modos de protesto o formalidad
sustitutoria;
2) respecto del protesto por falta de aceptación de la letra de cambio, en la que según los Arts. 81.3
y 147.4 LTV, la cláusula “sin protesto”, no exonera de levantar protesto por falta de aceptación; y
3) cuando se trata de títulos valores pagaderos en cuotas o armadas, en que la cláusula “sin protesto”
sólo exonera de protestar por la falta de pago de la última cuota (158.2 LTV).
280
Notas de Títulos Valores § 183
En estos casos, el protesto deberá levantarse en todos los casos, aunque el título valor contenga dicha
cláusula.
trate de los días señalados en el párrafo anterior. Los días intermedios feriados,
sábado o domingo y, en su caso no laborables, se consideran para el cómputo
del plazo” (énfasis añadidos).
Pues bien, tratándose del protesto del cheque por falta de pago, de conformidad con
el inc. d del art. 72.1 LTV, el plazo para tramitarlo es el mismo plazo de presentación
del cheque para su pago, que está determinado en el art. 207 LTV:
“Artículo 207.- Plazo de presentación a pago
207.1 El plazo de presentación de un Cheque para su pago, sea que haya sido
emitido dentro o fuera del país, es de 30 (treinta) días.
207.2 Este plazo comenzará a contarse desde el día de la emisión, inclusive”.
Se trata de una disposición excepcional respecto de las que regulan el cómputo de
los plazos en general, concretamente de la prevista en el art. 144.3 LTV:
“En los plazos legales o convencionales, no se comprenderá el día que les sirva
de punto de partida, salvo expresa disposición en contrario de la ley”.
También contraría lo dispuesto en el art. 183 CC, cuyo inc. 4 señala:
“El plazo excluye el día inicial e incluye el día del vencimiento”.
En este sentido, si Adeodato gira un cheque contra su cuenta en el Banco Comarcal
(girado) a la orden de Brígida el día 20 de noviembre de 2014, el plazo para su
protesto que coincide con el plazo para presentación para su pago serán los 30 días
desde el día de su emisión inclusive, computándose de la siguiente manera:
• 20/11/2014 (primer día),
• 21/11/2014 (segundo día),
• …
• 18/12/2014 (vigésimo noveno día), y
• 19/12/2014 (trigésimo día).
Con lo cual el plazo para realizar el trámite de protesto será del 20/11/2014 al
19/12/2014. La notificación de protesto la deberá realizar el fedatario los días de
semana (de lunes a viernes) existentes dentro de este plazo. Si el Banco girado no
paga o no puede pagar el cheque, Brígida también le podrá pedir que anote en el
mismo la certificación sustitutoria de protesto, consistente en la declaración del Banco
Comarcal (Banco girado) de no pago del cheque indicando los motivos del rechazo;
esta certificación se anotará el mismo día que Brígida presente el cheque para su
pago y siempre que le solicite expresamente al Banco girado que ante el no pago del
cheque le anote en el mismo la certificación sustitutoria.
Para protestar correctamente, en cuanto a los plazos, los demás títulos valores que
incorporan créditos dinerarios con vencimiento “a la vista”, distintos del cheque, hay
que tener en cuenta especialmente el art. 141 LTV, disposición sobre la letra de
cambio aplicable a todos los títulos valores con vencimiento a la vista:
“Artículo 141.- Vencimiento a la vista
141.1 La Letra de Cambio a la vista vence el día de su presentación al girado
para su pago.
(…)
282
Notas de Títulos Valores § 183
11Si el 4 de julio de 2014 fuese inhábil (sábado, domingo o festivo), en aplicación del art. 144.4 LTV
deberá correrse el plazo de presentación para el pago al día hábil siguiente. El art. 144.4 LTV señala
que “[e]n el cómputo de los días no se excluyen los días inhábiles, pero si el día del vencimiento para
su aceptación o pago lo fuera, se entenderá que dicho plazo vence el primer día hábil siguiente. Sin
embargo, el plazo para su protesto se computa a partir del día de vencimiento señalado en el
documento o en el que según su texto resulte exigible”.
• dura todo el lapso del plazo de presentación del título para su pago (hasta el 4 de
julio de 2014), y
• se extiende inclusive a los ocho días posteriores al vencimiento de dicho plazo (del
5 al 12 de julio de 2014).
En conclusión, el plazo para realizar el protesto irá desde el 4 de abril hasta el 12 de
julio de 2014. Los días para efectuar la notificación de protesto serán los días de
semana (de lunes a viernes) existentes dentro de dicho plazo12.
En un segundo ejemplo, si el 7 de mayo de 2013 Américo gira un pagaré a la vista a
la orden de Belladonna, sin señalar plazo para la presentación para su pago, el
pagaré vencerá el día en el que Belladonna presente el pagaré a Américo
solicitándole el pago. A falta de pacto distinto, esta presentación al pago deberá darse
dentro del plazo de un año desde su emisión (cfr. art. 141.5 LTV), es decir dentro del
plazo que va del 7 de mayo de 2013 al 7 de mayo de 201413. El plazo para el protesto
por falta de pago o plazo para tramitar el protesto por falta de pago será:
• desde el día siguiente de su emisión (8 de mayo de 2013), aunque se puede hacer
el mismo día de la emisión (7 de mayo),
• durante el plazo de presentación al pago (hasta el 7 de mayo de 2014), e
• inclusive, los 8 días posteriores al vencimiento de dicho plazo (8, 9, 10, 11, 12, 13,
14 y 15 de mayo de 2014).
Es decir, el plazo para tramitar su protesto o plazo del protesto será del 7 de mayo de
2013 al 15 de mayo de 2014. Los días para efectuar la notificación de protesto serán
los días de semana (de lunes a viernes) existentes dentro del plazo que va del 8 de
mayo de 2013 al 15 de mayo del 201414.
Para realizar un protesto correcto —no defectuoso— de los demás títulos valores
dinerarios, desde el punto de vista de los plazos, debemos tener en cuenta las
siguientes disposiciones de la Ley de Títulos Valores:
“Artículo 72.- Plazos para el trámite del protesto
72.1 El protesto {como procedimiento} debe realizarse dentro de los siguientes
plazos:
b) Si se trata de protesto por falta de pago de la suma dineraria que representa,
dentro de los 15 (quince) días posteriores a su vencimiento, con excepción del
Cheque y de otros títulos valores con vencimiento a la vista” (énfasis añadido).
Cuando se trata de la letra de cambio u otros títulos valores a los que les sean
aplicables supletoriamente las normas relativas a la letra de cambio, se debe tener en
cuenta también el art. 144.4 LTV que señala:
12 Si el último día dentro del cual debe de hacerse la notificación de protesto fuese festivo o no laborable
para la entidad del sistema financiero (girado), a la que tiene que dirigirse la notificación, el plazo se
prorroga hasta el día de semana hábil o laborable siguiente, en aplicación del art. 75.2 LTV.
13 Si el 7 de mayo de 2014 fuese un día inhábil (sábado, domingo o festivo), en aplicación del art. 144.4
LTV deberá correrse el plazo de presentación para el pago al día hábil siguiente.
14 Si el último día de semana (de lunes a viernes) dentro del cual debe de hacerse la notificación de
protesto fuese festivo o no laborable para la entidad del Sistema Financiero (girado), a la que tiene que
dirigirse la notificación, el plazo se prorroga hasta el día de semana hábil o laborable siguiente, en
aplicación del art. 75.2 LTV.
284
Notas de Títulos Valores § 183
“En el cómputo de los días no se excluyen los días inhábiles, pero si el día del
vencimiento para su aceptación o pago lo fuera, se entenderá que dicho plazo
vence el primer día hábil siguiente. Sin embargo, el plazo para su protesto se
computa a partir del día de vencimiento señalado en el documento o en el que
según su texto resulte exigible”.
Por otro lado, se ha de contar con lo dispuesto por el art. 72.2 LTV:
“72.2 En los casos previstos en los incisos b) y e) [del Art. 72.1], el tenedor debe
hacer entrega del título valor al fedatario, dentro de los primeros 8 (ocho) días
de los 15 (quince) previstos en ellos. En los casos previstos en los incisos a),
c) y d), tal entrega del título al fedatario deberá hacerse dentro de los plazos allí
establecidos para su aceptación o pago, respectivamente”.
De conformidad con el inc. b del art. 72.1 y con el art. 72.2 LTV, cuando se trata de un
protesto por falta de pago de suma de dinero (salvo de un cheque u otro título valor a
la vista), el tenedor deberá entregar el título valor al fedatario dentro de los 8 días
posteriores a su vencimiento15, para que el fedatario lleve a cabo la notificación de
protesto como máximo dentro de los 15 días posteriores al vencimiento. Este sería el
plazo por ejemplo para el protesto por falta de pago de todos los tipos de pagaré,
exceptuando el pagaré a la vista. Recuérdese que, de conformidad con el art. 144.4
LTV, para el protesto se tiene en cuenta el día del vencimiento convencional y no el
día del vencimiento hábil del título valor:
“144.4 En el cómputo de los días no se excluyen los días inhábiles, pero si el
día del vencimiento para su aceptación o pago lo fuera, se entenderá que dicho
plazo vence el primer día hábil siguiente. Sin embargo, el plazo para su protesto
se computa a partir del día de vencimiento señalado en el documento o en el
que según su texto resulte exigible” (énfasis añadido).
Por ejemplo, si el 27 de julio de 2014 Alisha gira un pagaré a la orden de Bulgarz con
vencimiento a 7 días desde la emisión. El pagaré vence convencionalmente el día
domingo 3 de agosto de 2014. Sin embargo, de conformidad con el art. 144.4 LTV,
como el día de vencimiento cae en día inhábil (domingo) dicho plazo se corre al día
hábil siguiente, lunes 4 de agosto de 2014 (vencimiento hábil). Esta última fecha se
tiene en cuenta para que el tenedor cumpla con su carga de presentar el título valor
al obligado principal o al girado, para el cómputo de los plazos de prescripción de las
acciones cambiarias del art. 96 LTV, y para el cálculo de los intereses en periodo de
mora (compensatorios y moratorios o, en su defecto, el interés legal). No obstante,
según el mismo art. 144.4 LTV, para el protesto se tiene en cuenta el día del
vencimiento convencional, es decir el domingo 3 de agosto de 2014.
15 Este plazo de entrega no es una formalidad cuyo incumplimiento dé lugar a un protesto defectuoso
que perjudique el título. Lo que ocurre es que cuando se proyectó la actual LTV los Colegios de Notarios
pusieron de manifiesto que los tenedores solían llevar los títulos a la Notaría el último día del plazo para
protestar, lo que hacía que se acumulase todo el trabajo relativo a protestos de la Notaría más o menos
en los mismos días de cada mes. Esto generaba el riesgo de no poder cumplir con todas las
notificaciones dentro del plazo de protesto, perjudicándose el título, y teniendo que asumir el Notario la
responsabilidad por tal perjuicio. Por ello pidieron que se estableciera un plazo dentro del cual se debía
entregar el título al Notario, fuera del cual éste puede negarse (no está obligado) a realizar el trámite.
Si el día octavo fuese inhábil el plazo para entregar el título valor al notario se ampliará hasta el día de
hábil siguiente, de conformidad con el art. 75.2 LTV.
16 Art. 72.1.b LTV: “El Protesto debe realizarse dentro de los siguientes plazos: (b) Si se trata de protesto
por falta de pago de la suma dineraria que representa, dentro de los 15 (quince) días posteriores a su
vencimiento, con excepción del Cheque y de otros títulos valores con vencimiento a la vista”.
17 De conformidad con el art. 75.2 LTV, si el día 11 de agosto de 2014 hubiera sido sábado, domingo o
feriado, Bulgarz tendría plazo para entregar el título valor al fedatario hasta el día hábil siguiente.
18 Si el lunes 18 de agosto de 2014 fuera feriado, o no laborable para la entidad del Sistema Financiero
al que se le dirige la notificación de protesto, de conformidad con el art. 75.2 LTV el plazo se amplía
hasta el día hábil o laborable siguiente (siempre que sea de lunes a viernes).
286
Notas de Títulos Valores § 184
hábil. De conformidad con el art. 75.2 LTV, si el último día del plazo dentro del cual
debe verificarse la notificación del protesto fuera un día de semana (de lunes a
viernes) feriado, o bien uno no laborable para la Entidad del Sistema financiero con la
que tiene que entenderse el protesto, el término queda prorrogado hasta el último día
hábil o laborable siguiente, siempre entre lunes y viernes.
Los plazos del art. 72 LTV también pueden verse ampliados cuando la presentación
del título valor o la formalización del protesto se hicieren imposibles por mandato de
disposición legal, hasta el límite que señala la norma pertinente. En estos casos, no
importa la motivación, sino sólo que se trate de una norma pública. También la
Superintendencia de Banca, Seguros y AFPs puede prorrogar el plazo de protesto de
los títulos valores que obren en poder de las entidades financieras bajo su control, en
caso fortuito o por fuerza mayor.
La notificación de protesto dirigida al obligado principal o al girado por el Notario, sus
secretarios, o el Juez de Paz del distrito, deberá ser entregada personalmente o
enviada por medios fehacientes que aseguren tal notificación, a los siguientes lugares
según sea el caso:
1) Al domicilio señalado en el título valor como lugar de pago, sin importar que el
obligado principal o girado (contra quien se realiza el protesto), no esté presente,
haya devenido incapaz, insolvente, hubiera fallecido, o variado de domicilio real;
salvo, en este último caso, lo dispuesto en el art. 66.1 LTV, en cuyo caso la
notificación de protesto deberá dirigirse al nuevo domicilio.
2) Si en el título valor no se ha señalado un domicilio o lugar para el pago, la
notificación deberá dirigirse al domicilio que figure junto al nombre del girado o
quien resulte ser el obligado principal, y en su defecto en el domicilio real del
obligado principal.
3) Cuando no pueda determinarse ninguno de estos lugares para el pago, el protesto
se hará mediante notificación cursada a la Cámara de Comercio provincial
correspondiente al lugar de pago, o si no puede determinarse éste, la del lugar de
emisión. Si no existe tal Cámara de Comercio, el fedatario dejará constancia de
ello y por esta sola constancia se puede prescindir de realizar la notificación, sin
que por ello se perjudique el título valor.
4) En el caso de títulos valores cuyo pago se verifica con cargo a cuenta en Entidad
del Sistema Financiero Nacional y el tenedor legítimo desee protestarlos (en vez
de obtener la certificación sustitutoria), la notificación se dirigirá a la Entidad
Financiera.
Si en estos lugares fuese rechazada la notificación, o por cualquier causa no fuese
posible entregar la notificación al destinatario, lo único que debe hacer el fedatario es
dejar constancia de ello en su acta o registro de diligencia de protesto. Con ello ya
surte plenos efectos la notificación, sin verse afectada la validez del protesto, que se
entenderá hecho en ese lugar. La única excepción, es cuando el motivo por el que no
pudo entregarse la notificación es porque el lugar señalado en el título valor no
existe19, caso en el cual se cursará otra notificación a la Cámara de Comercio del lugar
o se dejará constancia de la imposibilidad, si no existe Cámara.
19Por ejemplo, si resulta que la notificación de protesto debía hacerse en Av. Pardo 2645, pero la Av.
Pardo sólo tuviera 25 cuadras, la dirección consignada es inexistente.
Según el art. 77.1 LTV, la notificación de protesto que se curse al obligado principal o
al girado debe contener:
1) El número correlativo que le corresponde en los registros del fedatario.
2) Lugar y fecha de la notificación.
3) Nombre del obligado o del girado contra quien se dirige el protesto.
4) Domicilio donde se dirige la notificación.
5) Descripción del título valor con identificación precisa del mismo. También se puede
(y quizá sea lo más práctico) adjuntar una fotocopia del título valor.
6) Nombre del solicitante del protesto.
7) Nombre dirección y firma del fedatario o firma de su secretario acreditado.
Si el notificado no se apersona al local de la Notaria o Juzgado a cumplir con lo
requerido (pago o aceptación del título) durante el día de recibida la notificación de
protesto o el siguiente día hábil, el fedatario dará cumplimiento al protesto, anotando
en el título valor la cláusula “documento protestado”, la fecha de envío de la
notificación de protesto y su firma. Es la notificación de protesto la que deberá darse
dentro de los plazos previstos en el art. 72 LTV. El título valor protestado será devuelto
al solicitante del protesto al día subsiguiente al de la notificación, con la indicación, de
ser el caso, del pago parcial que se hubiera hecho.
20Vid. SOTO VÁZQUEZ, Rodolfo, “Las acciones cambiarias”, en CUADERNOS DE DERECHO Y COMERCIO,
Diez años de la Ley cambiaria del cheque, Monográfico 1996, Consejo General de los Colegios
Oficiales de Corredores de Comercio – Dykinson, Madrid, 1997, p. 211.
288
Notas de Títulos Valores § 186
cobrando el doble de la cuota pactada, por lo que se limita a pagar la mitad de la cuota
y denuncia al BB ante INDECOPI por el método comercial coercitivo sancionado en
el art. 56.1.b CPDC (“[o]bligar al consumidor a asumir prestaciones que no ha pactado
o a efectuar pagos por productos o servicios que no han sido requeridos
previamente”). En su momento, la Comisión de Protección al Consumidor competente,
declara fundada la denuncia, sanciona al Banco con 10 UITs y le ordena como medida
reparadora que extorne de la cuenta de Aulo todos los cargos, intereses y gastos
correspondientes al segundo préstamo, y como medida complementaria que se
abstenga de cobrar el segundo préstamo no solicitado. La resolución es apelada y
confirmada por la segunda instancia administrativa, por lo que el BB interpone proceso
contencioso administrativo ante el Juzgado Especializado en lo Contencioso
Administrativo. Paralelamente, el Banco decide resolver el contrato de crédito y cerrar
la cuenta corriente, girando una letra a la vista a cargo de Aulo. Pero se da cuenta de
que la suma contenida en la letra, por estar siendo discutido judicialmente el
desembolso del segundo préstamo, no es cierta, y no cumple los requisitos del art.
689 CPC. Para que no le declaren improcedente la demanda, entonces, ejercita su
“acción” cambiaria en la vía del proceso sumarísimo.
La naturaleza de la acción cambiaria nada tiene que ver con el procedimiento
empleado. Lo verdaderamente característico de una acción cambiaria es que a través
de la misma se intentan hacer efectivos los derechos dimanantes del título valor21 (los
que nacen de su emisión, de su endoso, de su aceptación, de su aval, de su fianza,
unidos a su entrega al tenedor). De ahí que la acción cambiaria se base
ineludiblemente en el título y, en principio, sólo en el título valor, siempre que éste
cuente con los requisitos formales esenciales que lo hacen título valor (cfr. art. 1.2
LTV).
Otra nota distintiva es que la acción cambiaria corresponde al legítimo tenedor del
documento con total independencia del negocio causal, porque la base de la
reclamación radica en el compromiso incorporado en el título valor. En cambio, una
acción causal solo la puede ejercitar quien fue parte en el negocio jurídico causal, o
un sucesor no autónomo (es decir, no cambiariamente regular, según la “ley de
circulación” del título) de dicha persona.
Clases de pretensiones documentales y sus requisitos comunes.
Hay, entonces, fundamentalmente cuatro clases de pretensiones o “acciones”
documentales:
1) la llamada “acción” directa (cfr. art. 90.1 LTV),
2) la “acción” de regreso (cfr. art. 90.2 LTV),
3) la “acción” de ulterior regreso (cfr. art. 90.3 LTV), a la cual se asimila la “acción” de
repetición que corresponde al garante del obligado principal contra éste (cfr. inc. c,
in fine, del art. 96.1 LTV), y
4) la “acción” de regreso anticipado (cfr. art. 148 LTV).
Según el art. 91.1 LTV para el ejercicio de las acciones cambiarias constituyen
requisitos obligatorios:
21 Ibid.
290
Notas de Títulos Valores § 187
ulterior regreso, y no solo la directa. Tal posibilidad, sin embargo, plantearía graves
problemas al obligado de regreso que, bajo esta interpretacón, fuera compelido a
pagar algo que no podrá recuperar mediante un regreso “regular” —único
razonablemente previsible para él al suscribir su propia declaración cartular—, sino
solo, acaso, mediante un ulterior “reconocimiento” obtenido del obligado anterior de
quien pretenda obtener el pago. Por esa razón, opino que la alusión general a esa
posible “recuperación” sólo puede entenderse respecto de las “acciones” de regreso
y de ulterior regreso como implícitamente condicionada a que previamente se haya
obtenido del obligado principal la “recuperación” de la “acción directa”; de lo contrario,
y bastando para ello que el obligado de regreso oponga al tenedor la excepción de
perjuicio del título, el Juez debería declarar improcedente la solicitud de
reconocimiento de la obligación.
La llamada “acción” directa.
La llamada “acción” directa, que sería más exacto denominar “pretensión” directa, es
aquella que entabla el tenedor del título valor contra el obligado principal del mismo,
sus avales y sus fiadores.
En este sentido:
1) en el caso de la letra de cambio, es la que se entabla contra el aceptante y sus
avales y fiadores;
2) en el caso del pagaré, es la que se entabla contra el girador y sus avales y fiadores;
3) en el caso del cheque, es la que se entabla contra el girador, sus avales y fiadores;
etc.22
El ejercicio eficaz de la pretensión cambiaria directa agota la relación cambiaria.
La “acción” cambiaria directa prescribe a los tres años desde el vencimiento hábil del
título valor.
La “acción” de regreso.
La “acción” o pretensión de regreso es aquélla que entabla el tenedor contra un
obligado de regreso; esto es, básicamente, los endosantes que por el hecho del
endoso queden obligados por la solidaridad cambiaria, así como sus avales y fiadores.
Mediante la “acción” de regreso se exige la garantía del pago por el obligado principal
o (en una letra de cambio) de la aceptación por el girado, garantía que el firmante
demandado otorgó en su momento. Así pues:
1) en el caso de la letra de cambio que no cuenta con aceptación y que tampoco ha
sido protestada por falta de aceptación, procede contra el girador, sus avales y
fiadores, ante el no pago del girado el día del vencimiento;
2) en esas mismas letras de cambio y en todas las demás, procede también contra
los endosantes, sus avales y fiadores, cuando el girado no paga el día del
vencimiento;
22 Es importante tener en cuenta que el aval y el fiador tienen la misma calidad de obligado que su
avalado o afianzado. Así lo señala el art. 59.1 LTV, cuando dispone que el avalista queda obligado de
igual modo que aquél por quien presto el aval; y el art. 61.2 LTV señala que el fiador queda sujeto a la
acción cambiaria del mismo modo, por el mismo plazo y en los mismos términos que su afianzado.
3) en el caso del pagaré procede contra los endosantes, sus avales y fiadores,
cuando el girador no paga el día del vencimiento;
4) en el caso del cheque procede contra los endosantes, sus avales y fiadores,
cuando el Banco girado no paga el cheque emitido por el girador; etc.
Señala PÉREZ DE LA CRUZ que la “acción” de regreso es una pretensión de mera
responsabilidad que deja abierta la posibilidad de entablar nuevas “acciones” contra
obligados cambiarios anteriores y la acción directa contra el obligado principal23. Por
su parte, BEAUMONT señala que
“se denomina «pago por vía de regreso», toda vez que el tenedor reclama a las
personas que le precedieron en la firma de la letra; es decir el tenedor reclama
siguiendo un orden inverso de regreso en el sentido cronológico”24.
La “acción” cambiaria de regreso prescribe al año desde el vencimiento hábil del título
valor.
La “acción” de ulterior regreso.
La “acción” o pretensión de ulterior regreso es la que interpone un obligado de regreso
que ha pagado el título valor, ahora tenedor del mismo, contra otro obligado de regreso
anterior a él para pedir el reembolso de lo pagado por el título valor. También
corresponde esta pretensión al obligado de regreso que pagó en ulterior regreso
contra otro obligado de regreso anterior a él. Igualmente, se asimila a la acción de
ulterior regreso la de “repetición” que el garante de un título valor que lo paga puede
ejercitar contra el deudor al que había garantizado y los obligados anteriores a él.
La “acción” cambiaria de ulterior regreso prescribe a los seis meses desde que el
obligado de regreso efectuó el pago a un tenedor legitimado.
La “acción” de regreso anticipado.
La “acción” o pretensión de regreso anticipado es aquélla, regulada en los arts. 147.2
y 148 LTV, que se interpone antes del vencimiento, para cobrar el importe contenido
en una letra de cambio a todos o algunos de los obligados cambiarios existentes:
girador, endosantes, y sus avales y fiadores (unos obligados principales y otros de
regreso), en los siguientes supuestos específicos:
1) cuando se ha levantado un protesto por falta de aceptación contra el girado de una
letra de cambio;
2) cuando el girado —aceptante o no, incluido el girador-girado de una letra de
cambio al propio cargo— de una letra de cambio ha sido declarado insolvente, esto
es (bajo la ley concursal vigente), cuando se le ha abierto un procedimiento
concursal;
3) cuando ha resultado ineficaz una orden de embargo contra los bienes del girado
—aceptante o no, incluido el girador-girado de una letra de cambio al propio
cargo— de una letra de cambio.
23 Citado por DE ANGULO RODRIGUEZ, Luis; “Las acciones dimanantes de los títulos cambiarios y
defensas frente a las mismas”, en CUADERNOS DE DERECHO Y COMERCIO, Diez años de la Ley cambiaria
del cheque, cit., p. 231.
24 Cfr. BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 90 LTV, cit., p. 443.
292
Notas de Títulos Valores § 191
crédito (contrato de mutuo) ante Con-Fianza Bank. Anicio gira un pagaré por US$
100,000 a favor de Con-Fianza. Aquí la causa de la obligación cambiaria de Anicio
es un contrato de mutuo. Existe una relación cambiaria entre Anicio y Con-Fianza
Bank y una relación fundamental, de base o causal entre las mismas partes
consistente en el contrato de mutuo.
3) Ejemplo n° 3: Si Araceli, al obtener la aprobación de un crédito por parte de
Cobranza Bank girase una letra de cambio a favor de Boleslao y a cargo del
Banco, entonces la obligación cambiaria que éste asumiese al aceptar la letra de
cambio tendría como causa el contrato de apertura de crédito celebrado con el
girador. Es decir, la obligación del Banco aceptante tiene como causa un contrato
de apertura de crédito. Existe una relación cambiaria entre Araceli y Cobranza
Bank (girador-aceptante) y una relación fundamental entre Araceli y el Banco
(acreditante-acreditado).
4) Ejemplo n° 4: Alberico, tenedor legítimo de una letra de cambio girada a su favor
por Brunilda, celebra contrato de mutuo con Conrado, quien le hace entrega de
una cantidad de dinero. Alberico, como garantía del pago de dicha cantidad
entrega a Conrado en prenda la letra de cambio, endosándosela en garantía. Aquí
la obligación cambiaria del endosante Alberico tiene como causa un contrato de
prenda. Existe una relación cambiaria entre Alberico y Conrado (endosante-
endosatario) y además una relación fundamental (constituyente de la prenda-
acreedor prendario).
5) Ejemplo n° 5: Arwen celebra contrato de mutuo con la Caja Cardolan. Como la
Caja Cardolan le requiere un garante, Boromir (amigo de Arwen) celebra
contrato de fianza con garantía prendaria con la Caja Cardolan, entregando en
prenda una letra de cambio girada por Dwalin a su propio cargo y que Boromir
tenía en cartera, la cual endosa en garantía. Aquí la obligación cambiaria de
Boromir tiene como causa una prenda. Existe pues una obligación cambiaria
donde Boromir es endosante y la Caja Cardolan es tenedora legítima y una
relación fundamental o subyacente donde Caja Cardolan es acreedora prendaria
y Boromir es el deudor prendario.
La obligación o relación cambiaria da origen a las “acciones” cambiarias; la relación
fundamental, de base, o causal da origen a la “acción” causal, que es un tipo de
“acción” extracambiaria. En el momento del ejercicio del derecho, la “acción” causal,
fundamental, subyacente o de base, que en principio estaba en suspenso desde la
emisión del título, puede renacer; es decir, puede volver a ponerse en primer plano el
negocio jurídico que vinculó a las partes originariamente, sea previamente o en
simultáneo con el cartular. La “acción” causal tiene como causa petendi la relación
fundamental (que ha dado origen a la obligación cambiaria) y por petitum el pago de
lo debido en esa relación. El punto de partida de esta “acción” es la justificación de la
atribución patrimonial realizada por medio del título: las relaciones entre las partes que
originaron su emisión o transmisión o relaciones causales.
En el Ejemplo n° 1, en caso de incumplimiento por parte de Ava, Barsa tiene una
“acción” cambiaria (directa, contra Ava como giradora) que puede hacer valer en un
proceso corto, rápido y eficaz debido al mérito ejecutivo de este título valor; y tiene
además una “acción” causal, debida al contrato de compraventa: una de inejecución
de obligaciones, de pago de soles, etc.
Los sujetos de la pretensión causal son:
294
Notas de Títulos Valores § 193
1) Sujetos activos: el último y actual tenedor del título valor, o bien quien haya pasado
a serlo al abonar su importe.
2) Sujeto pasivo: sólo pueden serlo el suscriptor o suscriptores del título con los que
el tenedor esté ligado con una relación precedente o contemporánea a la emisión,
garantía o transmisión del título y causante de dicha emisión, garantía o
transmisión.
En ese sentido, esta pretensión está referida normalmente a los obligados inmediatos
vinculados entre sí por obligaciones extracambiarias causales, y no suele ser oponible
a otras personas que puedan haber intervenido en el título en el curso de su circulación
cartular.
Pago con títulos valores y coordinación de planos causal y cartular.
El deudor de una obligación puede entregar un título valor (sea que gire y entregue,
acepte y entregue o endose y entregue) como medio de pago de la obligación
subyacente, causal o fundamental. Así ocurre en los Ejemplos nn. 1 y 2 de los
enunciados en el apartado anterior. Considérense además los siguientes:
1) Ejemplo n° 6: Arnulfo se acerca a la Oficina de Pensiones y paga sus pensiones
académicas pendientes con la entrega de un cheque que gira a la orden de la
Universidad de Barranca.
2) Ejemplo n° 7: Aurora endosa y entrega como medio de pago de una deuda que
tenía con Baco una letra de cambio que Cibeles había girado a su favor.
Ahora bien, atendiendo al “título” a que se producen, existen al menos dos formas
posibles de hacer que la emisión (y entrega) o la transmisión (circulación y entrega)
de un título valor sirva como medio de pago (extinción por cumplimiento) de la
obligación subyacente, fundamental o causal:
1) Que, al entregarlo y recibirlo, quien gira o endosa el título valor (deudor de la
obligación causal) y el tomador (acreedor de la obligación causal) lo consideren
como cosa, como res, equivalente y sustitutoria del cumplimiento debido, en cuyo
lugar se entrega: se trataría de una entrega del título equivalente a una datio in
solutum (dación en pago; cfr. arts. 1265 y 1266 CC). Este caso se denomina de
“pago con título valor pro soluto”. En él, el título toma el lugar del pago en dinero
mismo, de modo que, así como, al entregar el dinero debido por la compra de un
artefacto cancelo la obligación, del mismo modo, con la entrega del título de crédito
la obligación de pagar el precio quedaría cancelada; sólo subsistiría la obligación
cambiaria misma, incorporada en el título valor. Aquí prevalece el momento de la
emisión o transmisión.
2) Que al entregar y recibir el título valor las partes consideren más bien la suma de
dinero prometida en el título (y no el título mismo) como la realización de la
prestación debida. Este supuesto se denomina “pago con título valor pro solvendo”
(para pagar, no en pago, como en el caso anterior). El título de crédito es recibido
por el acreedor a modo de puente (gráficamente hablando) que lo habilite para
hacerse con la suma de dinero prometida en él y que constituye su objetivo final.
Aquí se destaca el aspecto creditorio u obligacional.
En este marco, el art. 1233 CC dispone:
296
Notas de Títulos Valores § 193
nuevo proceso coactivo para cobrase el monto de otras papeletas de tránsito. Ante tal
situación Ascanio inicia conversaciones con la Municipalidad, llegando ambas
partes al siguiente acuerdo:
“Por el monto de todas las obligaciones que Ascanio tenga con la
Municipalidad de Barranco, tanto aquellas cuyo cobro se haya iniciado como
aquellas cuya cobranza aún no se hubiese iniciado, Ascanio girará y entregará
un pagaré a trecientos días desde la emisión por el monto de 150,000 soles, a
favor de la Municipalidad, dando por saldado cualquier obligación que tenga a
la fecha con la Municipalidad por concepto de multas de tránsito”.
En este caso, la entrega de este título sí esta cancelando las obligaciones
subyacentes. Además, en este caso se está produciendo una novación, según el art.
1277 CC en su último párrafo. Aquí la obligación causal queda extinguida y sólo
subsiste la obligación cambiaria. Se ha novado la obligación primitiva, sustituyéndola
con otra obligación: la obligación cambiaria. A partir de ese momento sólo existirán
“acciones” cambiarias, y ya no “acciones” causales.
Sin embargo, está claro que el ordenamiento jurídico contempla la entrega de los
títulos valores como medio de pago pro soluto como algo más bien excepcional. El
art. 1233 CC protege al acreedor diligente, al mantener en vigencia la obligación
original, que no fue extinguida por la entrega del título, ante la falta de pago de éste.
En otras palabras, extender un título valor como medio de pago de una obligación
causal no supone normalmente la extinción de ésta: se entiende más bien que se
entrega pro solvendo, y que no implica novación. Si la creación o transmisión del título
valor deriva de alguna obligación, ésta última subsiste no obstante tal creación o
transmisión. Es por eso que los arts. 1233 y 1279 CC, interpretados a contrario y en
concordancia mutua, implican que la mera entrega del título valor como medio de pago
cancelará o extinguirá la obligación primitiva sólo cuando indubitablemente conste que
hubo novación, según lo dispuesto en el párr. 2° del art. 1277 CC.
El ejercicio en estos casos de la pretensión causal de una relación cambiaria, según
DE SEMO, está subordinada a la conditio iuris de la falta de aceptación o de pago del
título valor. Lógicamente es así, pues antes de que se produzcan tales hechos el
tenedor no puede anticipar que lo prometido en el título no será honrado, de tal forma
que la “acción” causal que promoviera antes resultaría vulnerable a la excepción de
entrega de letra (u otro título de crédito). El art. 94 LTV, que permite el ejercicio de las
“acciones” cambiarias alternativamente a las causales, se debe interpretar como
dejando en suspenso éstas (cfr. párr. 2° del art. 1233 CC) hasta que se verifique el
hecho del no pago o no aceptación del título. Recién en ese momento se puede dar
la concurrencia y la alternancia entre ambas pretensiones, pues las dos sirven para
instrumentar una única atribución económica efectiva que realmente se debe.
Así pues:
1) En el Ejemplo n° 6, si el cheque girado por Arnulfo no es pagado por su Banco,
la UniBarranca podrá demandar el pago de soles en virtud de los servicios
educativos prestados (“acción” causal), o bien hacerlo en la vía ejecutiva, en virtud
de la “acción” cambiaria directa contra Arnulfo por pago de título valor.
2) En el Ejemplo n° 7, si Cibeles no paga la letra de cambio, Baco podrá demandar
a Aurora por pago de soles en virtud de la deuda que ésta tenía con él (“acción”
causal), o bien hacerlo en la vía ejecutiva por pago de título valor, ejercitando la
“acción” cambiaria de regreso.
298
Notas de Títulos Valores § 194
deudor causal, que le entregó el título, ya que éste es obligado en la vía de regreso, y
como he explicado más arriba25 las “acciones” de regreso no son recuperables
incondicionalmnte.
El enriquecimiento indebido vinculado al uso de títulos valores.
Dispone el art. 20 LTV:
“Extinguidas las acciones derivadas de los títulos valores, sin tener acción
causal contra el emitente o los otros obligados, el tenedor podrá accionar contra
los que se hubieren enriquecido indebidamente en detrimento suyo, por la vía
procesal respectiva”.
Se trata de una “acción” o pretensión típica de enriquecimiento injusto y viene a
constituir la aplicación en materia cambiaria del principio de Derecho común que
establece que el que se enriquece sin causa en detrimento de otro, está obligado a
indemnizarlo de su empobrecimiento, en la medida en que él se haya enriquecido (cfr.
art. 1954 CC).
ESCUTI dice que para el ejercicio de esta acción se requiere:
1) La pérdida de todas las “acciones” cambiarias. Para PAVONNE LA ROSA, el perjuicio
que debe probar el demandante en vía de enriquecimiento indebido está dado
precisamente debido a la pérdida de todas las acciones cambiarias, por la
imposibilidad de obtener por la vía cartular la suma indicada en el título, debido a
la prescripción o caducidad de las “acciones” cambiarias. La Ley habla de pérdida
de las “acciones”, no de simple dificultad o inutilidad de su ejercicio. No se cumple
este requisito en caso de nulidad formal del título, ya que la “acción” cambiaria no
puede reputarse perdida, cuando lo cierto es que nunca existió.
2) La falta de la “acción” causal. La existencia de “acción” o pretensión causal es un
elemento impeditivo del ejercicio de la pretensión de enriquecimiento indebido. Es
decir, si al momento en que se opera la pérdida de las “acciones” cambiarias el
tenedor del título valor tiene la posibilidad de realizar su crédito mediante el
ejercicio de la pretensión causal contra alguno de los obligados en él, queda
impedido de modo definitivo de valerse de la pretensión de enriquecimiento
indebido. En este caso, la pérdida de las “acciones” cambiarias no es fuente del
perjuicio, porque el tenedor del título tenía la facultad de recuperar la suma
indicada en el título vía una “acción” extracambiaria (PAVONNE LA ROSA). Por
ejemplo, si el título se perjudica sin culpa del acreedor (cfr. art. 1233 CC). Tampoco
procede esta pretensión en caso de posterior (no simultánea) pérdida de la
“acción” causal (por ejemplo, por prescripción de la acción causal) pues el
enriquecimiento indebido no está dirigido a brindar remedios para la pérdida de
“acciones” de Derecho común.
Respecto a este punto, CÁMARA opina que la falta de la acción causal debe ser una
falta desde el origen, desde el inicio; por ejemplo, porque el título se entregó pro
soluto y no pro solvendo, como es lo habitual. PAVONNE LA ROSA, en opinión
contraria, expresa correctamente que:
“No tiene acción causal el portador de título que nunca la tuvo, y también el que
por cualquier causa la perdió en la espera y ya no puede valerse de ella al
300
Notas de Títulos Valores § 195
Caja Cunina y en lugar de girar un pagaré a favor de ella, como se estila en estos
casos, ofrece endosarle en propiedad el título valor antes referido. La Caja acepta, ya
que así tendrá dos obligados cambiarios (Amaltea, endosante, y Belerofonte,
girador), en lugar de una sola. El pagaré tenía como fecha de vencimiento 30 días
desde la emisión, pasados los cuales el área administrativa de la Caja Cunina, por
desconocimiento e ignorancia de los mecanismos legales, olvida enviar el mismo al
área legal para efectuar el protesto respectivo. En consecuencia, éste sólo se obtiene
al cabo de dos meses de vencido el título valor. La Caja, entonces ha perdido sus
acciones cambiarias, y también la acción causal contra Amaltea, en aplicación del art.
1233 CC; sólo le queda la “acción” de enriquecimiento indebido. Ahora bien, ¿quién
se ha enriquecido indebidamente? ¿A quién favorece la pérdida de las acciones? Si
Amaltea no hubiese ejercitado acción causal contra Belerofonte (supuesto más que
probable, pues de haberlo intentado, Belerofonte hubiera podido oponer
exitosamente la excepción de entrega de pagaré), la Caja sólo podría accionar por
enriquecimiento indebido contra Belerofonte, quien tiene en su poder un traje de buzo
cuyo precio nunca canceló (configurándose así su enriquecimiento sin causa).
26 GARCIA LOCATELU, Javier; “La prescripción y caducidad de la acción cambiaria en los títulos valores”,
en MONTOYA, Tratado de (…) Títulos Valores, cit., pp. 271-280 (p. 272).
27 GARCIA LOCATELU, “La prescripción y caducidad…”, cit., p. 271.
28 VALLE TEJADA JOSÉ, “Prescripción, caducidad y conceptos complementarios en la Ley del Títulos
Valores 16587”, en AA.VV.; Libro Homenaje a Ulises Montoya Manfredi, p. 717. El autor (ibid.) cita al
respecto el siguiente pasaje de BOLAFFIO: “En mi opinión en el derecho cambiario caducidad no quiere
decir pérdida de un derecho poseído, sino impedimento para su adquisición. La caducidad cambiaria
impide que el derecho nazca, como consecuencia del incumplimiento de las formalidades requeridas
para preservar la acción cambiaria”; igualmente, a Magazzu: “caducidad no significa que se elimine el
efecto de una situación jurídica ya perfecta; significa, al contrario, ausencia de la posibilidad que se
verifique uno de los elementos del caso, por cuanto ha corrido inútilmente el tiempo dentro del cual
debería haberse verificado”. Con relación a la ley española explica PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, Antonio;
“Las acciones cambiarias”, en MENÉNDEZ, Derecho cambiario, cit., pp. 663-705 (p. 692): “Hay que partir
de la base que la pérdida o extinción de la acción cambiaria puede, en hipótesis, producirse por dos
circunstancias distintas: que la acción en cuestión haya prescrito por el transcurso de los plazos que al
respecto señala el art. 88 de la propia Ley Cambiaria —ciertamente, más restringidos que los propios
de las acciones ordinarias—, o bien porque se haya producido la caducidad de la misma al haber
omitido el tenedor la realización de los actos que, a modo de carga, la ley le impone en caso de falta
de aceptación o pago de la letra. Caducidad y prescripción son, pues, las posibles causas de extinción
de la acción cambiaria”.
302
Notas de Títulos Valores § 197
304
Notas de Títulos Valores § 198
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Notas de Títulos Valores § 200
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Notas de Títulos Valores § 202
310
Notas de Títulos Valores § 202
CAPÍTULO 7
EXCEPCIONES CARTULARES
SUMARIO: I. PLANTEAMIENTO.— 203. Las excepciones cartulares y su clasificación
tradicional. 204. La posibilidad de limitar algunas excepciones y sus razones.
II. EXCEPCIONES (INCLUSO) A LA RESPONSABILIDAD POR LA APARIENCIA.—
205. Excepciones documentales. 206. Falsas “excepciones documentales”.
207. Excepciones de imputación: planteamiento. 208. La excepción de
inimputabilidad. 209. Excepciones de autoría (i): la violencia. 210. Excepciones de
autoría (ii): la falta de poder. 211. Excepciones de autoría (iii): la falsedad de firma.
212. Excepciones de autoría (iv): falsificación y alteración del título valor.
III. EXCEPCIONES DE OPONIBILIDAD RESTRINGIDA.— 213. Excepciones cartulares
inmediatas. 214. Las llamadas “excepciones de tráfico”. 215. La “excepción” de
mala fe. 216. Excepciones cartulares de validez. 217. Excepciones fundadas en las
relaciones extracartulares.
I. PLANTEAMIENTO
Las excepciones cartulares y su clasificación tradicional.
Cuando se habla de las “excepciones cartulares” no se trata:
1) de las “excepciones” en el sentido estricto en que las toma el Derecho Procesal,
como “defensas formales”, o que vienen a atacar la correcta conformación de la
relación jurídica procesal, sin afectar las razones “de fondo” del litigio, los hechos
que configuran la relación jurídica sustantiva;
2) ni tampoco en el sentido genérico de “defensa” de cualquier tipo, oponible a la
pretensión de cobro, tanto sustantiva como procesal, como a veces se entiende
entre los autores de Derecho Civil.
Se trata sólo de las primeras defensas de las comprendidas dentro de este segundo
conjunto: la razón jurídica que por afectar de alguna manera la eficacia de lo prometido
en el título, le permite al deudor excusarse cuando lo expresado en él le es exigido.
En el Derecho de los títulos valores, entonces, la idea de “excepción” alude más bien
a las defensas de fondo contra la eficacia del título valor mismo. Así entendidas, la
teoría de las excepciones cartulares es como el reverso de la naturaleza jurídica del
título valor, desenvolviendo una parte importante de sus consecuencias, y como
subrayando la línea por donde discurren los límites del derecho incorporado en él.
La oponibilidad o no de las excepciones procesales es materia ajena al Derecho de
los títulos valores, y materia, más bien, del Derecho Procesal; en esa medida, su
mención en el art. 19.2 LTV in fine es una inclusión hasta cierto punto impertinente.
De hecho, no tiene especialidad alguna propiamente atribuible a la naturaleza y
condiciones de eficacia del título valor.
Tampoco hablaré aquí propiamente de las excepciones relativas a la relación causal
u otras relaciones puramente personales, excepto cuando afecten a la eficacia misma
del negocio cartular basado en ella. Sólo trataré con detalle de las excepciones
propiamente cartulares, con apenas una breve referencia a las extracartulares, pues,
como es evidente, la sede propia de ese estudio es el dedicado a cada una de esas
posibles relaciones extracartulares.
— 313 —
§ 204 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
Ahora bien, esta clasificación “compuesta” sigue sin explicar nada: sólo ordena. Da
por supuesto precisamente lo que hay que demostrar, que es el fundamento por el
cual una excepción determinada puede o no ser opuesta por el deudor, o excluida por
el acreedor2.
La posibilidad de limitar algunas excepciones y sus razones.
El principal problema con el que hay que lidiar en esta materia es la imperfección
normativa del art. 19 LTV, que regula el tema en el ordenamiento peruano. Este
artículo participa más o menos de los mismos problemas del equivalente español: por
un lado, dice muy poco y por otro lado dice demasiado3.
Hay además un problema añadido por la nueva LTV y que no se daba, o se daba de
otra forma, en la LTV ant. El primer párrafo del art. 20 LTV ant. traía una enumeración
de excepciones oponibles que parecía tener la pretensión de ser exhaustiva (“...sólo
podrá...”), pero otros artículos de ella misma lo desmentían (también podía oponerse
que el acreedor no había adquirido eficazmente el crédito, por ejemplo). Eso era malo.
En consecuencia, el nuevo art. 19 LTV ha omitido la palabra “sólo”. Pero la
ambigüedad acerca de que las excepciones oponibles a una pretensión basada en un
título valor están (severamente) limitadas, que resulta de esa modificación, puede ser
incluso peor.
67 de la Ley Cambiaria y del Cheque española, grosso modo equivalente a nuestro art. 19 LTV.
314
Notas de Títulos Valores § 204
Por otra parte, la nueva redacción sigue dando a entender (como la antigua) que
algunas de esas excepciones podrían oponerse siempre y en todas las circunstancias,
cosa que no sólo no es tan clara, sino que de hecho no es así; por ejemplo, la falta de
discernimiento al momento de firmar, no es oponible si el interesado emitió el título en
pleno uso de sus facultades, acto que, si se realiza consciente y voluntariamente,
subsanaría cualesquiera defectos de imputación que hubiera podido oponer
originalmente el firmante contra la creación del título en sí.
Una clasificación racional de las excepciones debe partir de determinar cómo afecta
la excepción en cuestión a la validez, oponibilidad o exigibilidad de la fuente de la
relación documentada en el título. En ese sentido, como dice PAZ-ARES, la doctrina
sobre las excepciones cartulares constituye como la otra cara de la misma moneda
cuyo haz es la “naturaleza jurídica” de los títulos valores4. Ahora bien, según he
explicado al tratar de la naturaleza jurídica de los títulos valores, esta relación produce
efectos en virtud de:
1) un negocio jurídico,
2) suplementado por una responsabilidad derivada de la apariencia jurídica.
Por lo tanto, el supuesto mínimo de exigibilidad de la relación cartular será la plena
operatividad de la responsabilidad por apariencia, que está precisamente para eso:
para generar efectos jurídicos vinculantes como si el negocio hubiera sido perfecto en
muchos supuestos (pero no todos ellos) en los que realmente puede no haber sido
así. En otras palabras, si ni siquiera esta responsabilidad por apariencia puede operar
por algún defecto de sus propios supuestos, el deudor podrá excusarse de cumplir lo
prometido con mayor razón que si sólo deduce un defecto relativo a una irregularidad
no aparente del negocio cartular en cuestión, que constituirían precisamente el ámbito
en el que la responsabilidad por apariencia está llamada a cumplir su función de
suplencia. Por eso, estas excepciones siempre son, en principio, oponibles (o no
excluibles), y solo estas. Las demás excepciones, en cambio, siempre podrán ser
excluidas por el tenedor del título, si lo ha adquirido en el tráfico oneroso, de buena fe
y conforme a su ley de circulación.
Ahora bien, entre esas excepciones que no siempre son oponibles por el deudor (eso
es lo que se quiere decir cuando se las califica de “personales” en los arts. 19.2 y 19.3
LTV), suponiendo que se den los requisitos de la apariencia, hay que distinguir:
1) las de un PRIMER GRUPO, que se refieren a la constitución de la obligación, a la
adquisición del derecho cartular mismo, o a su extinción, de
2) las de un SEGUNDO GRUPO, que surgen de otras relaciones (distintas de la cartular)
entre el deudor y el tenedor del título.
En otras palabras, las causas y requisitos de oponibilidad por el deudor entre estos
dos grupos de excepciones de oponibilidad restringida son diversos entre sí:
El PRIMER GRUPO comprende excepciones que afectan a la eficacia (o subsistencia)
del propio plano cartular de relaciones jurídicas, pero cuya oponibilidad, por no dejar
rastro en el documento mismo, puede ser limitada o incluso excluida en virtud de la
apariencia jurídica. Son las excepciones de validez en sentido amplio, que afectan la
316
Notas de Títulos Valores § 205
6 “Las excepciones cambiarias”, cit., pp. 270 (hablando de las “excepciones” de tráfico), 352 (hablando
de la “excepción” de mala fe) y 367 (sobre la exceptio doli). Pienso que resulta igualmente apropiado
hablar de “puentes” o “puertas”, como haré ocasionalmente en lo sucesivo; lo que ya no me parece
correcto, por lo que digo en el texto, es llamarlas propiamente excepciones, salvo en el caso de la
excepción de dolo, por las razones a que aludiré en su propio lugar.
7 Vid. §§ 214 y 215, en pp. 282 y ss., infra.
4 LTV), el tenedor no puede pedir más de lo que el propio título declara. Las
excepciones de contenido también son absolutas y, según se refieran al contenido
principal del título o al específico de una declaración concreta (por ejemplo, un
endoso), serán:
a) objetivas, o
b) subjetivas.
3) Excepciones referidas al ejercicio de los derechos documentales, o excepciones
de ejercicio: así, las excepciones de prescripción o perjuicio del título valor (por
falta de protesto dentro del plazo u otros defectos de dicho trámite, por ejemplo).
Las excepciones de ejercicio son todas absolutas y objetivas.
Falsas “excepciones documentales”.
No se han de confundir con las excepciones documentales algunos supuestos
especiales8, como:
1) si la literalidad del título es incompleta en algún punto, pero la ley subsana la
omisión con presunciones ad hoc;
2) si el título contiene alguna cláusula o mención que la ley sanciona con nulidad,
pero en la modalidad de “tenerla por no puesta”, como las alusiones a acreedores
determinados en los títulos al portador (art. 22.2 LTV), la cláusula “a la orden” en
un título nominativo (art. 29.1 LTV), las modalidades del endoso (art. 35.1 LTV) 9,
las tendentes a exonerar de responsabilidad al girador de una letra de cambio (art.
123 LTV) o de un cheque (art. 182 LTV), las que concedan un plazo en un cheque
no diferido (art. 179.1 LTV) o, igualmente en un cheque, prevean intereses por el
periodo anterior a su impago (art. 181 LTV) o aludan a su aceptación (art. 180.1
LTV);
3) o si contiene una mención que, sin ser acorde con la naturaleza del título ha de ser
tenida simplemente como irrelevante (por ejemplo, la causación de la letra de
cambio, que ni anula el título ni se tiene por no puesta: simplemente no produce
ningún efecto, al menos, ningún efecto cartular).
Tampoco es una verdadera excepción documental (pues no es razón suficiente para
dejar de cumplir la prestación contenida en el título) la falta de legitimación formal del
tenedor del título, según su literalidad y su ley de circulación. En esos casos
simplemente se invierte la carga de la prueba, de tal modo que el tenedor no sólo
tendrá que presentar el título, sino, además, justificar su adquisición de los derechos
documentados por un medio distinto del previsto en la ley de circulación del título.
Todo lo más, esa circunstancia puede considerarse como una excepción contra la
procedencia del cobro en la vía ejecutiva, pero no contra el pago en sí, que requerirá
alguna justificación ulterior. Ahora bien, es cierto que una forma de adquisición extraña
a la ley de circulación del título valor excluye la autonomía de la posición del tenedor
respecto de la de su propio transferente, asunto que se deberá dilucidar en aplicación
de lo que expondré más adelante, a propósito de las “excepciones” de tráfico.
318
Notas de Títulos Valores § 207
11Prefiero reservar la expresión “excepción de incapacidad” (que ahora habría que designar más bien
como “de falta de capacidad” en nuestro país), que a esta excepción aplica PAZ-ARES, “Las excepciones
cambiarias”, cit., pp. 313-316, para designar ciertas excepciones de invalidez (de oponibilidad
restringida, por tanto), de las que trato más adelante.
320
Notas de Títulos Valores § 208
322
Notas de Títulos Valores § 210
12 Según la norma de Derecho común, la representación inoficiosa sólo genera “responsabilidad” del
falso representante frente al representado y a los terceros. No queda del todo claro el sentido de esta
“responsabilidad”, aunque cabría interpretar que al ser “ineficaz” el acto sólo frente al representado, el
falso representante y el que se excede en sus facultades puede (¿debe?) asumir en nombre propio la
obligación generada ante el tercero, lo que coincidiría materialmente con la sanción de la LTV.
Según PAZ-ARES, lo mismo debería decirse del poder, cuando el negocio jurídico
de apoderamiento sea anulable, pero no haya sido anulado al momento de
ejercerse el poder. La legislación positiva peruana no permite, sin embargo, afirmar
claramente tal consecuencia en este caso.
2) Otro supuesto que puede incluirse en la noción genérica de “falta de
representación” es la extinción o modificación del poder inicialmente conferido. En
este caso, la ausencia o insuficiencia sobrevenida del poder con que actuó el
representante sólo será oponible como excepción (y no excluible por el acreedor)
en los términos del art. 152 CC (es decir, si la revocación fue comunicada al
tercero, o fue conocida por éste antes de adquirir el derecho, o si estaba inscrita
en esa fecha). En otro caso, se tratará de un representante aparente (la apariencia
de la representación inexistente es a su vez imputable al representado), y por lo
tanto el representado queda obligado por los actos ejercidos en uso de ella, sin
perjuicio de la responsabilidad del falsus procurator ante el representado (art. 152
CC in fine).
3) Por último, cabe la posibilidad de que una persona haya firmado el título valor con
intención de representar a otro, pero sin hacer la necesaria contemplatio domini (o
indicación clara de que actúa en nombre de otro: CC 164, CdC 278). En general,
parecería que esa persona genera, por su cuenta y riesgo, la apariencia de estar
interviniendo personalmente en la relación cartular (se asume que el firmante se
identifica con su propio nombre; de lo contrario sería una suplantación, asimilable
a una falsificación), por lo que asumirá personalmente ante los terceros las
consecuencias del acto realizado. Pero si se analiza el supuesto con más detalle
se observa que las posibles situaciones son más variadas y numerosas, pues cabe
que:
a) el representante sí tenga la representación que pretende ejercer, pero no la
hace constar, o
b) no la tenga en realidad.
Además, cabe que intervenga en:
i) un negocio cartular (aceptación, endoso) en el que la identidad del firmante
está previamente determinada por su naturaleza, o
ii) que el negocio no presuponga un firmante determinado (aval y libramiento;
y también endoso cuando el anterior endoso es en blanco).
Si el supuesto representante no tiene en realidad la representación que pretende
ejercer (casos sub b, en la enumeración anterior), el supuesto representado nunca
asumirá obligación cartular alguna (respecto de él ha habido una representación
inoficiosa en los términos ya explicados). Sólo cabría preguntar si en todos los
casos el supuesto representante asume una obligación cartular personalmente: en
un negocio de aquéllos en los que la identidad del firmante viene predeterminada
(casos sub b-i, en la enumeración anterior) solo lo hará a título de “representación
inoficiosa” (en los términos explicados más arriba) si su forma de intervenir da a
entender implícitamente la contemplatio domini omitida y nunca en los demás
casos, pues en estos no genera apariencia alguna cuyas consecuencias deba
asumir; en todo caso, podría resultar responsable extracartularmente por el
engaño. Si en cambio se trata de otro negocio (casos sub b-ii, en la enumeración
anterior), responderá ante los terceros, porque con respecto a ellos aparentemente
324
Notas de Títulos Valores § 211
firma a título personal, en los términos que se deduzcan de la literalidad del propio
título.
En cambio, si el representante tiene la representación que pretende ejercer, en los
negocios en los que la identidad del firmante está predeterminada (casos sub a-i,
en la enumeración anterior), la responsabilidad corresponde sólo al representado
(pues no hay apariencia de otra cosa: la predeterminación de la identidad del
firmante actúa como sustituto de la contemplatio domini). En otro caso (casos sub
a-ii, en la enumeración anterior), en mi opinión, la responsabilidad corresponde a
los dos (en virtud del art. 281 CdC), excepto el caso de que sea un representante
mercantil notorio (art. 280 CdC), en el cual sólo responde el representado (la
notoriedad del representante hace las veces de la contemplatio domini). Para la
plena operatividad de esto último, sin embargo, sería necesario además que la
conexión de la operación (cartular por definición y, por lo tanto, muy
frecuentemente discreta o externamente desconectada de su “causa”) con la
“factoría” resulte también evidente en el título mismo.
Excepciones de autoría (iii): la falsedad de firma.
La excepción de falsedad de firma (inc. b del art. 19.1 LTV), a su vez, comprende dos
supuestos que se ponen en práctica operativamente en formas diferentes, en la
medida en que cabe dintinguir:
1) la falsificación de la firma, es decir, la imitación más o menos convincente de la
firma del supuesto obligado por otra persona (el “falsificador”); y
2) la suplantación del firmante, o sea, el creador de la letra (a quien habría que llamar
más bien “impostor”) no hace ningún esfuerzo por imitar la verdadera firma de la
persona a la que falsamente atribuye la autoría, sino que adopta externamente su
identidad.
En ambos casos, la firma calificada de falsa debe pretender ser la del presunto deudor
al que se pretende cobrar, aunque no sea el último firmante. Si el caso fuera éste
último, fallaría además la adquisición del título por el tenedor, defecto que es oponible
como excepción “inmediata” o “de adquisición”. El supuesto firmante, de todos modos,
no podrá excusarse si de alguna manera hubiese autorizado o consentido (con dolo o
culpa inexcusable) la utilización de su firma por el firmante efectivo, caso que es
asimilable a una actuación representativa con poder (cfr. art. 6.3 LTV). Cuando no sea
así, e independiente de o adicionalmente a la responsabilidad civil o penal que pueda
derivarse del hecho en cuanto acto ilícito, al falsificador o impostor le es objetivamente
imputable la confianza depositada por todos los suscesivos tenedores del título en que
estaban adquiriendo algo de valor. En consecuencia, opino que se puede asimilar su
caso al de un falsus procurator, y que por tanto el falsificador o suplantador debe
responder en el plano cartular personalmente, en los mismos términos del art. 7 LTV.
Excepciones de autoría (iv): falsificación y alteración del título valor.
La excepción de falsificación del título valor (no ya de la firma), por último, no está
expresamente recogida en la LTV. Sin embargo, su procedencia y todo su régimen es
deducible de manera relativamente sencilla del de la excepción de alteración (que
como dije en su momento incluye, desde el punto de vista cambiario, la noción menos
inocente de adulteración) del título valor, regulada en el art. 9 LTV.
Según dicho precepto:
326
Notas de Títulos Valores § 213
15 Aquí sí puede ser ocasionalmente relevante, como se advierte, el requisito de buena fe, pese a
tratarse de una excepción inmediata. Mas esto ocurre, en mi opinión, no en virtud de la protección de
la apariencia cartular, sino de la eficacia, incluso bajo el Derecho común, del apoderamiento —en su
caso aparente— que debe tomarse como explicación básica del llamado poder de llenado. Cfr. § 93,
en pp. 133 y ss., supra.
16 Derecho…, cit., pp. 136-137 y 142-146 (§ 9).
328
Notas de Títulos Valores § 214
razón suficiente para dejar de pagar al tenedor; y, en principio, sólo a él: son
excepciones personales y objetivas.
Los requisitos generales para la protección de la apariencia en virtud del tráfico son:
1) la existencia de un tercero efectivo y económico (no lo hay cuando entre el tenedor
actual y quien le transfirió el título hay una identidad de interés sustancial);
2) que dicho tercero haya efectuado una adquisición del título según su ley de
circulación (es decir, mediante el negocio traslativo que corresponda a la
naturaleza del título de que se trata: art. 14 LTV); y
3) que se haya tratado de una adquisición a título oneroso.
Según esto:
1) La protección jurídica de la apariencia se excluye en aquellos casos en que, aun
habiendo separación formal de personalidad (e intereses) entre los sujetos de un
negocio cartular, tal separación formal deba ser dejada de lado por haber una
identidad sustancial que conllevaría una disfuncionalidad de la institución de que
se trata. Llamemos a estas “excepciones” de falta de tráfico económico. Entrarían
aquí, por ejemplo, los casos en los que, según la doctrina, se justifica dejar de lado
o “levantar” el “velo societario” entre la sociedad y los socios, o entre integrantes
del mismo grupo económico o empresarial. Lo mismo puede decirse, incluso, de
la distinción de personalidad entre miembros de una misma familia, pero sólo en
algunos casos. Otros casos comprendidos en esta categoría son los negocios
fiduciarios en interés exclusivo del propio fideicomitente (reconducibles a la fiducia
cum amico del antiguo Derecho Romano; no el fideicomiso expresamente
sancionado por las leyes, en los que queda claro que el titular fiduciario realmente
adquiere una posición autónoma; cfr. art. 40.4 LTV), o los negocios de garantía
(incluidos los negocios fiduciarios reconducibles a la fiducia cum creditore, que
obviamente son los más frecuentes en el tráfico mercantil), pero sólo por la parte
de ella que exceda del crédito del tercero garantizado.
2) También se excluye la protección de la apariencia si el tráfico del título no se lleva
a cabo “según su ley de circulación”: excluye la cesión común de los títulos a la
orden, la herencia y otras formas de transmisión no cartulares. A estas
“excepciones” podemos llamarlas de falta de tráfico cartular. A través de esas otras
formas de transferencia del título valor, el cesionario o adquirente recibe del
transferente el derecho, pero sólo en la medida en que él mismo lo tuviera, sin
poder excluir las excepciones que el deudor hubiera podido oponerle al causante.
En otras palabras, no adquiere una posición autónoma, como es propio de los
títulos valores regulares.
Téngase en cuenta, sin embargo, que nuestra LTV atribuye la autonomía de
manera general a todos los títulos valores, salvo las exclusiones que ella misma
hace. De este modo, si el título es por su naturaleza nominativo propiamente dicho
o sujeto a transfert (la salvedad, por tanto, no comprende los títulos que más atrás
he denominado “a la orden nominativizados”), el cumplimiento de las formalidades
requeridas para su transmisión según esa ley de circulación suya (es decir, la
cesión de derechos, seguida de su inscripción en la matrícula del emisor, en caso
de ser necesaria) produce la misma autonomía en favor del adquirente de buena
fe que el endoso regular de un título a la orden.
330
Notas de Títulos Valores § 216
17 Resultaba elocuente también el antecedente del art. 10.3 LTV, que recoge sustancialmente, pero
oscureciendo este punto, el contenido del art. 9 LTV ant.: “Si un título-valor, incompleto al emitirse
hubiere sido completado contrariamente a los acuerdos adoptados, la inobservancia de estos
convenios no puede ser opuesta al poseedor, a menos que éste hubiere adquirido el documento de
mala fe” (énfasis igualmente añadido). No es en cambio un buen referente positivo para este punto la
mención de la adquisición en el art. 19.3 LTV (equivalente al párr. 3° del art. 20 LTV ant.) pues, como
digo en el texto, dicha norma se refiere más bien a la excepción de dolo.
332
Notas de Títulos Valores § 217
18Salvo la anulabilidad del acto disimulado en una simulación relativa, en la medida en que los
obligados anteriores puedan considerarse “terceros perjudicados por la simulación”, a tenor de los arts.
191, 193 y 221, inc. 3 CC.
propia condición cartular, pero entre las mismas partes. Pienso que la respuesta en
este caso viene gobernada por las reglas (más bien de naturaleza procesal) que
permiten la acumulación de cuestiones jurídicas con causas de pedir distintas (que
eso es lo que significa que se trate de relaciones fundadas en relaciones
extracartulares) en un mismo litigio, y que giran (hasta donde entiendo) alrededor de
la noción de conexidad. En virtud de dicho concepto, como mínimo, se puede decir
con bastante seguridad que es mucho más probable que las excepciones
“extracartulares” pero causales se consideren conexas con la pretensión cartular que
cuando se trate de otras relaciones no causalmente vinculadas al título valor. En
concreto:
1) tratándose de las mismas partes, en principio, las excepciones extracartulares
provecientes de la relación causal lo serán o tenderán a serlo siempre; y
2) en otro caso, más bien, y salvo las condiciones para oponer unilateralmente la
excepción de compensación —o sea: que se trate de deudas recíprocas, fungibles,
homogéneas, exigibles y líquidas (cfr. art. 1288 CC)— la regla será que no se trata
de pretensiones conexas, y como tales normalmente no podrán ventilarse en el
mismo proceso.
334
UNIVERSIDAD DE PIURA
FACULTAD DE DERECHO
CAPÍTULO 8
“DESMATERIALIZACIÓN” DE LOS
TÍTULOS VALORES Y ANOTACIONES EN CUENTA
SUMARIO: I. L A LLAMADA “DESINCORPORACIÓN” DE LOS TÍTULOS VALORES.—
218. Noción legal. 219. Cuestiones terminológicas. 220. Masificación y crisis de los
títulos en papel: planteamiento. 221. Excursus: los mercados de valores y sus
títulos. 222. La masificación del papel en los contextos bursátil y bancario.
223. Intentos de solución y sistemas correctores en el mercado de valores.
224. Sistemas correctores en el ámbito bancario. 225. Los sistemas sustitutivos del
papel. II. NATURALEZA JURÍDICA DE LAS ANOTACIONES EN CUENTA.— 226. Primeros
cuestionamientos: las tesis dualistas. 227. Crítica de la tesis “registral”; la tesis
unitaria. 228. Naturaleza jurídica: ¿“incorporación” sin “cuerpo”? III. LOS VALORES
MOBILIARIOS Y NEGOCIABLES ANOTADOS EN CUENTA.— 229. Antecedentes.
230. Estado actual del ordenamiento. 231. Sistema de registro adoptado. 232. Las
Instituciones de Compensación y Liquidación de Valores. 233. Los registros y su
llevanza. 234. Conversiones de títulos a cuentas y viceversa. 235. Constitución
genérica de las cuentas de valores. 236. Constitución específica de las anotaciones
en cuenta. 237. Las reglas y principios cartulares y las anotaciones en cuenta. IV. LA
“DESINCORPORACIÓN” DE LOS EFECTOS DE COMERCIO Y SUS PROBLEMAS.— 238. El
truncamiento bancario de los efectos de comercio. 239. Problemas para la
desmaterialización de los títulos cambiarios. 240. Problemas para la
desmaterialización de los títulos de tradición. 241. ¿Es viable la idea de un título
valor (totalmente) electrónico?
1 Vid. § 21, en pp. 30 y ss., así como el § 40, en pp. 59 y s., y, sobre todo, el § 42, en pp. 63 y s., supra.
— 335 —
§ 219 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
El art. 2.1 LTV tiene, más bien, un matiz propiamente normativo cuando dispone:
“Los valores desmaterializados, para tener la misma naturaleza y efectos que
los Títulos Valores señalados en el Artículo 1, requieren de su representación
por anotación en cuenta y de su registro ante una Institución de Compensación
y Liquidación de Valores”.
Ahora bien, de diferentes maneras, en uno y otro lugar se piden aparentemente dos
requisitos:
1) anotación en cuenta, y
2) su registro en una ICLV;
En realidad, como comenté ya, los dos requisitos en el fondo hacen alusión a lo
mismo, porque la “anotación en cuenta” no es una cosa distinta de su registro, registro
que lleva y sólo puede llevar una ICLV.
Pero es sumamente ilustrativo lo que dice la Ley sobre estos requisitos y para qué se
piden: “para tener la misma naturaleza y efectos” que los títulos valores
materializados. Hay, entonces, una doble asimilación:
1) de naturaleza, y,
2) además, de efectos.
Esto, naturalmente, es completamente discutible. Para comenzar, no es la Ley la que
dice si una cosa tiene o no la misma naturaleza que otra. Eso es algo que ocurre o no
ocurre en la realidad con total independencia de lo que pretenda, diga o incluso
declare el legislador, por muy explícito y enfático que sea. Y, de hecho, en todo caso,
para obtener realmente esa asimilación básica en lo que sí le toca determinar (que es
más bien el plano de los efectos), harán falta siempre unas reglas muy particulares,
distintas, diferentes, adicionales, complementarias, que no se reducen a lo que hemos
ido viendo hasta ahora sobre los valores materializados.
Cuestiones terminológicas.
Antes de atacar el tema de si esto termina realmente siendo, según dice el art. 2 LTV,
un tratamiento de “valores desmaterializados” —o sea, si estos valores están
realmente desmaterializados—, conviene hacer breve referencia a una cuestión de
pura terminología legal. Y es que, a lo largo de todo su articulado, casi hasta el final,
para referirse a estos valores, el nombre que más usa la Ley es el de anotación en
cuenta; y esto, pese a la primera mención (en el art. 2 LTV) de los “valores
dematerializados” y a que eso es también lo que define el n. 16 del Glosario del art.
279 LTV. El hecho es que en su propio cuerpo la LTV no utiliza en absoluto esa
expresión, que sólo aparece en esos dos lugares, sino la de “anotación en cuenta”,
que también menciona allí.
Ahora bien, los arts. 1 y 2 LTV hablan de “valores materializados” y “valores
desmaterializados”, respectivamente; y también el Glosario del art. 279 LTV habla de
valores “materializados” (n. 15) y “desmaterializados” (n. 16). En principio, pues, el
legislador ha considerado que lo que ocurre aquí es una:
1) “des-”, o sea, una privación de algo, en este caso lo que viene a continuación;
2) “-materialización”, que es la acción y efecto de “materializar”, que a su vez es
“volver material” o “dotado de materia”.
336
Notas de Títulos Valores § 220
En otras partes se habla en los mismos contextos y con el mismo sentido más bien de
una “des-incorporación” (traducción del alemán Entkörperung, como lo era la
“incorporación” del vocablo germano Verkörperung). Ambos términos vendrían a ser
sinónimos si se entiende que “cuerpo” y “materia” son lo mismo, cosa que no
necesariamente es cierta.
Probablemente, si se toma (a lo Descartes) una noción de “cuerpo” como “materia
extensa” y en cambio “materia” como todo lo perceptible por los sentidos, o en general
físicamente, entonces lo “corporal” sería una subespecie o un subconjunto de lo
“material”. Si se adoptase esta perspectiva, se podría decir quizás que las “cuentas”
son “incorporales”, pero no que sean “inmateriales”. En la medida en que son llevadas
en determinado lugar, incluso si son llevadas electrónicamente, tienen una realidad,
que no deja de ser “física”: están allí, almacenadas en forma magnética, o bien en
forma óptica, o la que sea (según el sistema de almacenamiento informático utilizado
por la ICLV). Desde este punto de vista, entonces, pareciera ser más correcta la idea
de “desincorporación” que la de “desmaterialización”, aunque nuestra LTV prefiere la
segunda.
El problema es que el principio básico con el que se expresa la esencia de todo título
valor, como en su momento expliqué2, es el de “incorporación”: relación tal entre
derecho y documento, que la “posesión” del documento es necesaria para ejercer el
derecho. Y hasta ahora, por esta “incorporación” se ha entendido siempre una
referencia al “documento” como una “cosa con cuerpo”. Pero si realmente
“desincorporación” es la expresión correcta para hablar de los valores anotados en
cuenta, y si se tratase de un fenómeno estrictamente opuesto a la “incorporación” que
hemos estudiado como principio esencial y nuclear de la noción y del régimen de los
títulos valores, entonces habría que preguntarse si todavía hay algún motivo para
seguir hablando de “títulos valores” o, siquiera, para estudiar estas anotaciones en
cuenta en la misma disciplina que se ocupa de los títulos valores “incorporados”.
De hecho, lo que en realidad resulta más relevante en este momento es si estos
valores “des-materializados” o “des-incorporados” carecen realmente, sea de “cuerpo”
o de “materia”. Porque lo cierto es que en algún sitio están; no son una mera idea; de
hecho, están expresados en algún lugar, que es en la cuenta precisamente. Están “en
cuenta”. Y la “cuenta” —que, como dice el n. 16 del Glosario recogido en el art. 279
LTV, entra en o toma “el lugar del papel” (o “cuerpo” físico) como “soporte” del título
valor— sí está en algún lugar: hay una matriz o un registro donde se anota. Entonces,
¿hasta qué punto se puede hablar propiamente de “desmaterialización” o, incluso, de
“desincorporación”?
No está claro, en resumen, cuál sea la terminología adecuada. Voy a refugiarme,
entonces, en la idea de las anotaciones en cuenta, a las que hacen referencia también
el art. 2 LTV, el n. 16 del Glosario recogido en el art. 279 LTV y el resto del cuerpo de
la LTV.
Masificación y crisis de los títulos en papel: planteamiento.
Ahora bien, lo primero que se presenta siempre con las instituciones jurídicas nuevas,
y también con las nuevas formas de presentarse las instituciones jurídicas antiguas,
es un problema que hace falta resolver. ¿Cuál es el problema que se trata de resolver
2 Vid. el § 37, en pp. 46 y ss., y sobre todo los §§ 46 y 47, en pp. 68 y ss., supra.
338
Notas de Títulos Valores § 221
principal de sus operaciones los títulos valores; dicho de otro modo, se han servido de
tales títulos como instrumento único o principal de sus transacciones sobre capitales.
Ahora bien, para que sirvan a las finalidades de un mercado de valores y se adapten
a su forma de operar, tales títulos valores deben reunir ciertos requisitos. Durante
mucho tiempo, todos aceptaban que esas exigencias se podían resumir en que tales
títulos debían ser valores mobiliarios. Por supuesto, la ecuación entre los valores
mobiliarios y los títulos de la bolsa o del mercado de valores nunca fue, ni nunca fue
considerada, como una igualdad perfecta, aunque sólo sea por el hecho de que
existen, siempre han existido, y probablemente siempre existirán, valores mobiliarios
que cumplen todo su ciclo económico fuera y permaneciendo siempre del todo ajenos
a las bolsas de valores y demás mecanismos centralizados de negociación. Pero
hasta hace no demasiadas décadas era del todo cierto que todos los títulos del
mercado de valores eran valores mobiliarios.
Lo que hacía, y sigue haciendo, a los valores mobiliarios especialmente aptos para
servir al propósito de dichos mercados es que el hecho mismo de ser emitidos en
masa o en serie convierte a todos los de una misma clase y serie en homogéneos, es
más, en fungibles o intercambiables entre sí, y como tales, aptos para que, por
referencia a ellos mismos y a unas pocas características básicas suyas, se puedan
formar cotizaciones o precios públicos claramente reconocibles para todos ellos. Pero
es esto último, y no lo primero (ser emitidos en serie), lo que permite a los valores
mobiliarios fungir como instrumentos del mercado de valores o valores negociables,
designación más adecuada para ellos según vimos en su momento3.
Si se pueden obtener esas mismas características de cierta homogeneidad entre
todos los títulos (en función, por ejemplo, de quién es su emisor o responsable, de la
unidad monetaria en que se expresan, de contar un mismo tipo de interés y de
garantías, etc.), aunque no se trate propiamente de valores mobiliarios (o sea, aun sin
ser emitidos en serie, sino individualmente), tendremos valores negociables que no
son valores mobiliarios, sino efectos de comercio. Esto es precisamente lo que ha
terminado ocurriendo, y la situación en la que nos encontramos hoy en día, tras una
evolución de los mercados bursátiles ocurrida en las últimas décadas del s. XX: se
empezaron a negociar en los mecanismos centralizados valores no emitidos en serie,
sin unidad de emisión, pues el acento se ha desplazado hacia la unidad del programa
de emisión. ¿Por qué? Porque al mercado de capitales lo que le importa no es el
hecho técnico de que haya una pluralidad de sujetos que conforman colectivamente
una posición única (que es lo que exige la condición de valor mobiliario), sino que los
instrumentos en cuestión sirvan a la función económica de inversión financiera; es
decir, que estos títulos, aunque sean emitidos singularmente, respondan todos a una
misma lógica, que permita negociarlos en masa. Es importante esto: negociarlos, no
emitirlos en masa. En esa medida, permitirán a quienes tengan excedentes de capital
intercambiarlos por esos títulos como una forma de inversión estandarizada, a la
espera de una rentabilidad.
Obviamente sigue siendo cierto que la inmensa mayoría de los valores negociables
son valores mobiliarios, pero ya no es la totalidad de ellos. Ahora sí que hay algunos
valores negociables que no son valores mobiliarios, y también muchos valores
mobiliarios (de hecho, son y siempre han sido la mayoría, al menos en países como
el nuestro, con una penetración bursátil muy pobre) que, aunque sean en sí aptos para
3 Vid. § 53, en p. 74, supra; vid. también el § 55, en pp. 75 y s., supra.
340
Notas de Títulos Valores § 222
Con dicho correctivo, se puede decir que, en realidad, lo que hace la LMV es acumular
los elementos que corresponden a la noción de valor mobiliario propiamente dicho (la
emisión en masa) y los que corresponden a la de valor negociable (su aptitud para ser
objeto del mercado de valores y de sus mecanismos centralizados de negociación).
De ahí procede también que en la Sección de la LTV dedicada específicamente a los
valores mobiliarios se diga, de alguno de ellos, que puede ser indistintamente “emitido
en forma individual o masiva” (cfr. arts. 273 y 274 LTV, sobre los pagarés bancarios y
los certificados de depósito negociables, respectivamente). Según vengo diciendo, y
de acuerdo también a lo dispuesto tanto en el art. 3 LMV como en el mismísimo art.
255.1 LTV, si es emitido en forma individual, ya no es valor mobiliario: resulta
contradictorio. Pero tales contradicciones son más aparentes que reales, propiciadas
precisamente porque se quiere tratar conjuntamente dos cosas que habría que
diferenciar:
1) el aspecto de valor mobiliario y
2) el de valor negociable.
Por no hablar del concepto, no necesariamente concretizado en forma alguna de título
valor, de instrumento de inversión, que probablemente sea el referente objetivo más
adecuado para la regulación del mercado de valores.
La masificación del papel en los contextos bursátil y bancario.
Pero para apreciar el problema de la masificación del papel al que venía aludiendo, y
al que se pretende responder mediante la “desincorporación”, “desmaterialización” o
“anotación en cuenta” de los títulos valores, conviene trasladarse con la imaginación
a fines del s. XIX, específicamente a las plazas bursátiles y financieras más dinámicas
y desarrolladas de la época, donde se inició. Con un antecedente puntual unos diez
años antes, en Viena, pienso principalmente en Alemania de la década de 1880.
Obviamente, las computadoras no existían aún, ni cabía imaginárselas siquiera.
Pues bien, ya entonces, en cada sesión de bolsa se transaba una cantidad de títulos
literalmente enorme: no cientos, ni siquiera miles, sino millones. Y si cada uno tiene
que constar en su propio papel, y hay que “presentarlo” para poder demostrar que uno
es su titular, y “entregarlo” al adquirente cada vez que es objeto de negociación, sería
necesario movilizar cada día de un lado al otro verdaderas flotas de camiones, llenos
hasta los topes de títulos. Colapsaría el tráfico, no ya sólo de las zonas donde estén
la bolsa de valores y las oficinas de sus agentes de intermediación, sino toda la ciudad,
o una buena parte de ella. Por supuesto, los resultados de las transacciones
fácilmente tardarían una eternidad en liquidarse y ejecutarse plenamente. Y eso
suponiendo —ilusoria suposición— que nunca se traspapelase ningún documento. Y
en los lugares donde se conservan entre tanto los títulos y donde se hacen las
transacciones físicas de ellos pronto faltaría sitio dónde ponerlos, aun arrumados en
columnas gigantes hasta el techo, por espaciosos que fueran. En fin, el caos que se
podía llegar a armar era realmente notable.
En este contexto se inicia la crisis: en los mercados de capitales, en las bolsas de
valores. Por tanto, según acabo de explicar en el apartado precedente, puede decirse
que se inicia en el contexto de los valores mobiliarios, o también de los valores
negociables, pues en ese momento no se diferenciaba una cosa de la otra.
Un fenómeno paralelo se empieza a notar en otro ámbito en el que también se tienen
que manejar masivamente los títulos valores: en el marco operativo de los
342
Notas de Títulos Valores § 223
4 Me refiero al pasaje en el que el Maestro escribe: “Yo todavía leo con nostalgia el artículo 76 del
Código de comercio que dice que las operaciones al contado en la Bolsa se ejecutarán el mismo día, o
a lo sumo, en la época que medie entre ese día y la próxima reunión de la Bolsa”, y que en realidad
tomo de GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, p. 631, pues no he podido disponer de la obra en la que
apareció (El Decreto de 25 de abril de 1974 sobre liquidación de operaciones bursátiles, desde el punto
de vista del Derecho mercantil, Servicio de Estudios de la Bolsa de Comercio de Madrid, Madrid, 1974).
5 O bien, como dice GARCÍA-PITA, Introducción..., cit., t. I, p. 635, el papel de los títulos físicos “en el
tráfico pasa a ser desempeñado por simples referencias a su situación de depósito”.
344
Notas de Títulos Valores § 224
6Sin ir más lejos, vid. nuestros arts. 6.2, 26.1, 26.3, 82.2, 214.4, 215 y el n. 14 del Glosario recogido en
el art. 279 LTV.
346
Notas de Títulos Valores § 226
Se esboza así una teoría “dualista” del “Derecho de los valores”, donde los “derechos
valor” son una cosa diferente de los “títulos valores”, aunque tengan funciones más o
menos parecidas. Se afirma que el Derecho de los “valores comerciales”, los Effekte,
tiene dos áreas completamente distintas que, aunque buscan más o menos los
mismos fines y cumplen las mismas funciones, se sirven para ello de dos instrumentos
tan distintos, que no se pueden reducir a unidad:
1) un instrumento es el “papel”, y
2) el otro es la “anotación en cuenta”.
Se replantea así toda la naturaleza jurídica de los derechos desmaterializados. Y la
primera tesis, la primera reacción de la doctrina, justamente ante la evidencia de los
cambios drásticos que supone pasar de la representación en papel a otra en anotación
contable, es la de decir que ésta ya no tiene nada que ver con los “títulos valores” de
siempre; que ya no cabe seguir hablando de ellos en este contexto.
Además, se toma nota de que estas “anotaciones en cuenta” consisten básicamente
en ciertos “registros” o unidades de información llevados en lo que finalmente no es
otra cosa que un conjunto de libros de contabilidad, que incluso a partir de un
determinado momento se llevan electrónicamente. Y entonces, buscando la
explicación del mecanismo, se postula que, más que los caracteres desarrollados por
la teoría de los títulos valores, lo que se sigue aquí son principios de legitimación,
protección de la apariencia, etc., en la vertiente que desarrolla más bien el Derecho
inmobiliario registral, que siempre se ha basado o ha tomado como punto de partida
la noción de “registro”, y las técnicas de su llevanza. En otras palabras, se vuelve la
mirada hacia lo que hacen los Registros Públicos; sobre todo, el registro de la
propiedad.
En resumen, según estas tesis dualistas, las “anotaciones en cuenta” son otra
manifestación de los derechos circulatorios, que es completamente distinta a la de los
títulos valores, y que se sirve de unos instrumentos que, si acaso, habría que
aproximar a lo que enseña el Derecho inmobiliario registral. Registros contables que,
aparentemente, siguen más o menos algunos principios registrales: de legitimación,
de legalidad, de calificación por el registrador, de publicidad registral, etc.
Aparentemente. En seguida examinaremos el asunto con una mirada crítica, sin
olvidar el condicionamiento lingüístico mencionado que está detrás de algunas de
estas teorías, planteadas en países germanohablantes. Allí, un “papel-valor” sin
“papel” resulta contradictorio. Pero conviene recordar también que en castellano
“título” no tiene esa connotación tan absolutamente material propia del “papel”, con lo
cual la “desmaterialización” no tiene por qué afectar a la noción de “título”. Y en
realidad, tampoco en Alemania, más allá del término mismo, porque lo importante,
como vimos en su momento7, más que el “papel”, es el “documento”.
Crítica de la tesis “registral”; la tesis unitaria.
Voy a empezar por examinar esos aspectos “registrales” que acabo de mencionar,
aparentemente presentes en el régimen de las anotaciones en cuenta. No se puede
dejar de reconocer que el manejo de las anotaciones en cuenta, sobre todo en el plano
formal, más externo, sí que tiene un gran parecido con lo que se hace en los Registros
Públicos. Por algo son “registros”. Pero “registros” —conjuntos ordenados de unidades
348
Notas de Títulos Valores § 227
inicialmente comuniqué a mis alumnos de lo que han terminado siendo los primeros
capítulos de este trabajo, se advertiría un cambio drástico de lo que originalmente era
un tratamiento de la “materialidad”, de un supuesto principio de materialidad de los
títulos valores, por un principio más bien de documentalidad. Lo que pasa es que esa
documentalidad se puede expresar:
1) de manera material, en una hoja de papel, o
2) mediante anotaciones en cuenta.
Lo importante es que sea un documento. Y tan documento es uno electrónico o
contable como un papel físico; y si se someten a los mismos principios y caracteres
funcionales y operativos, habrá que concluir que comparten la misma naturaleza
jurídica.
Naturaleza jurídica: ¿“incorporación” sin “cuerpo”?
Una misma naturaleza jurídica, justamente como consecuencia de compartir los
mismos principios, acabo de decir… Pero, si se prescinde del “cuerpo” del título
materializado, ¿dónde queda ese principio, tan básico del Derecho de los títulos
valores, que es precisamente el principio de incorporación? Y si no se pudiera hablar
de una misma incorporación, ¿cabría acaso sostener una identidad de naturaleza
jurídica?
Recordemos cómo se enuncia el principio de incorporación, y qué es lo que significa
y qué no significa:
• ¿Significa que el derecho tiene cuerpo? No significa que el derecho tenga cuerpo.
• ¿Significa que el cuerpo es el derecho, con una identificación plena? No significa
eso.
Ya lo hemos estudiado, lo he explicado en detalle en su momento, para llegar a unas
conclusiones sobre lo que significa exactamente “incorporación”. Es una palabra que
“calca” al castellano la Verkörperung que usaron los alemanes. La palabra ha quedado
porque es muy útil como “etiqueta”, como referencia sintética a un concepto, pero
quien se lo tome de manera excesivamente literal o, como se dice vulgarmente,
demasiado “a pecho”, corre el riesgo muy real de terminar desorientado. Entonces se
habla de Verkörperung para hablar de la incorporación de los títulos valores y se habla
de Entkörperung para hablar de la des-incorporación de los títulos valores.
Ahora, ¿qué es la Verkörperung o incorporación? ¿Es una descripción precisa,
científica, exacta de lo que ocurre cuando se emite un título valor? ¿O es una
metáfora? En realidad, es una metáfora. Tan es metáfora, que esa palabra,
“incorporación”, en alemán, Verkörperung es exactamente la misma que usa la
Teología cristiana para hablar de la “Encarnación” del Verbo. Hay en esta selección
del término una especie de referencia implícita —que a alguno podría parecer
excesivamente audaz, hasta lindante con lo blasfemo— al artículo de la fe por la que
los cristianos creemos que Dios “se hace” hombre, toma carne, se encarna; Dios, que
es espiritual, se encarna, toma cuerpo. Ahora bien, bajando de esas alturas teológicas
a la vida más prosaica de los títulos valores, esto es, como mucho, una metáfora; no
es realmente lo que ocurre, porque el derecho de que se trata sigue siendo inmaterial
en sí mismo y, además, el corpus del título no puede decirse propiamente que sea el
derecho. Como vimos también, de hecho, si uno quema el título hasta consumirlo y
hacerlo humo y cenizas, no por eso se ha esfumado o consumido —desaparecido—
el derecho que representaba.
350
Notas de Títulos Valores § 229
por sus propias disposiciones (art. 208 LTV ant.), sólo se aplicaba a la letra de cambio,
al cheque y al pagaré. Las únicas excepciones eran su propia Sección V (sobre
deterioro, destrucción, extravío y sustracción de títulos, cuya aplicabilidad a los valores
mobiliarios innecesariamente reiteraba el art. 61 LMV ant.), así como las
expresamente establecidas por leyes especiales que regulasen otros títulos valores.
Entonces, a pesar de ser por contenido y diseño una ley general de títulos valores, en
el último momento se convertía a sí misma en una ley simplemente de la letra de
cambio, el cheque y el pagaré.
Tampoco la LMV ant. sometió los títulos que regulaba a la LTV ant. Esto recién lo hizo
la actualmente vigente, D. Leg. 861 (del año 1996), que también entró en vigor cuando
aún regía la LTV ant. Por esa razón, en el momento de aparecer explícitamente en
nuestro ordenamiento estos valores anotados en cuenta no se les aplicaba la LTV
ant., sino que funcionaban aparte, sólo sobre la base de lo dispuesto por la LMV ant.
y los reglamentos que fue aprobando la entonces aún denominada CONASEV.
Estado actual del ordenamiento.
Actualmente la situación es mucho más clara, porque la LTV vigente sí que es de
aplicación general a todo lo que se pueda llamar título valor, según la noción que
delimitan los arts. 1 y 2 LTV, sin ninguna limitación ulterior8. Salvo, quizás, por esa
especie de limitación adicional introducida por la exigencia de tipicidad necesaria de
todos los títulos valores (art. 3 LTV), que sólo se pueden crear por ley, o por
reglamento autorizado por ley9. De hecho, el art. 277.1 LTV es explícito a este
respecto:
“La presente Ley es de aplicación a los valores que se regulan en ésta,
cualquiera que fuere el soporte en el que consten, ya sea en títulos o mediante
representación por anotación en cuenta; así como a los que por norma legal
posterior puedan crearse, salvo disposición legal expresa distinta o se haga
reserva, limitación o exclusión” (énfasis añadido).
La Ley que actualmente regula las anotaciones en cuenta, la que realmente, de una
manera más orgánica desarrolla su doctrina, es la LMV, D. Leg. 861, del año 1996. La
LTV tiene, ciertamente, bastantes normas que hablan de ellas, pero fragmentaria y
ocasionalmente, remitiendo casi siempre a la LMV. De modo que un régimen más o
menos orgánico de las anotaciones en cuenta, única forma positivamente admitida de
manera explícita de títulos valores “desincorporados” o “desmaterializados”, está
contenido:
1) además de en las (dispersas) disposiciones referidas a ellas en la LTV,
principalmente en los arts. 209 a 222 LMV;
2) sin embargo, a través de las ICLV, que ocupan el capítulo siguiente, esa regulación
se extiende hasta el art. 237 LMV.
3) Además, hay varios reglamentos importantes que desarrollan y precisan esas
disposiciones legales: especialmente el Reglamento de las ICLV, aprobado por
Res. CONASEV 31-1999 (en adelante, RICLV), que desarrolla con más detalle las
cuestiones operativas, y el Reglamento Interno de CAVALI (RICAVALI, aprobado
352
Notas de Títulos Valores § 231
por Res. CONASEV 57-2002), que precisa todavía más cómo va a hacer con sus
cuentas, dentro del marco que le da el RICLV.
Como dispone el art. 2.2 LTV:
“La creación, emisión, transmisión y registro de los valores con representación
por anotación en cuenta, así como su transformación a valores en título y
viceversa, se rigen por la ley de la materia; y por la presente Ley, en todo
aquello que no resulte incompatible con su naturaleza”.
Ello supone una remisión general, básicamente, a la LMV (que es “la ley de la
materia”), y también a los Reglamentos que acabo de mencionar, al menos, para los
siguientes temas:
1) la creación,
2) emisión,
3) transmisión,
4) registro, y
5) transformación de las anotaciones en cuenta a “valores en título” y viceversa.
Veámoslos más detenidamente.
Sistema de registro adoptado.
Importancia de CAVALI ICLV como “tercero de confianza”
Contable,
Centralizado (vs. descentralizado), pero…
Voluntario (vs. obligatorio), y a elección del emisor (vs. tenedor), pero…
Reversible (vs. irreversible) y
Universal (vs. parcial o fragmentario), pero…
Las Instituciones de Compensación y Liquidación de Valores.
Hoy por hoy, y para todo el futuro previsible, sólo CAVALI.
Cfr. arts. 223 a 237 LMV.
Los registros y su llevanza.
Art. 212 LMV:
“Artículo 212.- Registro Contable.- El registro contable de los valores
representados por anotaciones en cuenta correspondientes a una emisión se
atribuye a una sola institución de compensación y liquidación de valores.
Cuando se trate de valores negociados en una Bolsa o en mecanismos
centralizados que operen fuera de una Bolsa, la institución de compensación y
liquidación de valores puede llevar el registro contable en forma total y exclusiva
o puede hacerlo conjuntamente con sus participantes. En este último caso la
institución sólo lleva el registro central, encargándose los participantes de llevar
el registro de las cuentas individualizadas correspondientes al mencionado
registro central.
354
Notas de Títulos Valores § 234
356
Notas de Títulos Valores § 236
358
Notas de Títulos Valores § 239
II. Parte
Títulos cambiarios*
* ADVERTENCIA: a partir de esta Segunda Parte, además de estar menos completo, este material
recoge de manera mucho más directa que en la Parte General los materiales preparados para la
asignatura de “Títulos valores” por los Profesores anteriores: principalmente la Dra. Lorena RAMÍREZ
OTERO, pero también el Prof. José ZEGARRA ZAVALETA. Previo aviso expreso, recojo también materiales
de otras procedencias. Aunque he procurado eliminar los contrastes de opiniones y soluciones
concretas más evidentes, es muy probable que subsistan en el estado actual de los materiales ciertas
contradicciones importantes con las líneas fundamentales de la comprensión de la asignatura que he
expuesto en la Primera Parte. También por esas razones RUEGO EXPRESA Y VIGOROSAMENTE A
LOS ALUMNOS abstenerse todo uso de este material que no corresponda a su finalidad didáctica; SE
PROHÍBE, en particular, REPRODUCIRLO O COMPARTIRLO CON CUALQUIER OTRA PERSONA,
BAJO CUALQUIER MODALIDAD.
CAPÍTULO 1
LA LETRA DE CAMBIO
SUMARIO: I. GENERALIDADES.— 242. Noción. 243. Origen histórico y evolución de la
letra de cambio. 244. Personas que aparecen en la letra de cambio. 245. La figura
del aceptante. 246. Pagos totalmente liberatorios de la letra de cambio.
II. NATURALEZA JURÍDICA DE LA LETRA DE CAMBIO.— 247. Planteamiento. 248. Teoría
del mandato. 249. La letra de cambio como delegación de deuda. III. EMISIÓN DE LA
LETRA DE CAMBIO.— 250. En general. 251. La mera creación de la letra de cambio.
252. Contenido de la letra (i): denominación, lugar y fecha de giro. 253. Contenido
de la letra (ii): la orden de pago. 254. Contenido de la letra (iii): indicar a girado,
tomador y girador. 255. Contenido de la letra (iv): vencimiento y lugar de pago.
256. La emisión propiamente dicha de la letra de cambio. 257. Formas de girar la
letra de cambio. 258. La letra “regular” (a la orden de un tercero y a cargo de otro).
259. Letras de cambio a la propia orden y al propio cargo. IV. L A ACEPTACIÓN.—
260. Noción y generalidades. 261. Otorgamiento y forma de la aceptación.
262. Presentación a la aceptación (i): planteamiento. 263. Presentación a la
aceptación (ii): presentación voluntaria. 264. Presentación a la aceptación (iii):
presentación necesaria. 265. Letras no aceptables o de presentación superflua.
266. Funciones de la presentación a la aceptación. 267. Aceptación parcial o no
aceptación y regreso anticipado. 268. Pluralidad de girados y aceptación.
269. Segunda presentación. 270. Revocación de la aceptación. 271. Domiciliación
de la letra en la aceptación. 272. La reaceptación. 273. Naturaleza y efectos de la
aceptación. V. LA CIRCULACIÓN DE LA LETRA DE CAMBIO.— 274. Modalidades de
circulación de la letra de cambio. 275. Circulación cambiaria por vía distinta del
endoso y “letra de resaca”. 276. Circulación cambiaria en regreso mediante pago
por intervención. 277. Circulación cambiaria en regreso mediante pago
recuperatorio. 278. Endoso de la letra y posiciones del endosante y endosatario.
VI. CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN CAMBIARIA.— 279. El vencimiento de la letra (i):
letras de cambio “a fecha fija”. 280. El vencimiento de la letra (ii): “a cierto plazo
desde la emisión”. 281. El vencimiento de la letra (iii): “a cierto plazo vista”. 282. El
vencimiento de la letra (iv): letras “a la vista”. 283. La renovación cambiaria. 284. El
pago de la letra de cambio. VII. LA INTERVENCIÓN.— 285. Concepto de intervención
cambiaria. 286. Clases de intervención cambiaria. 287. La notificación de la
intervención. 288. Aceptación por intervención. 289. Pago por intervención. VIII. EL
REGRESO CAMBIARIO.— 290. Noción y clases. 291. Presupuestos y requisitos del
regreso. 292. La notificación. 293. Deudores en vía de regreso. 294. Contenido del
crédito de regreso. 295. Regreso de reembolso o ulterior regreso.
I. GENERALIDADES
Noción.
La disciplina de los títulos valores evolucionó y se sistematizó alrededor de la letra de
cambio1; por ello, aparte de su generalizado uso, es importante y necesario estudiar
este título valor, perteneciente a la clase de los títulos de crédito. En el caso de nuestra
LTV, la letra de cambio es el título con la regulación más completa, y sólo entre sus
disposiciones encontramos las que con carácter general se aplican al cómputo de los
plazos de vencimiento y a las formas de vencimiento existentes. Además, a sus reglas
se remite también la regulación de otros títulos valores en lo que no resulte
— 363 —
§ 242 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
incompatible con la naturaleza de estos. Así, los arts. 162, 171, 216 y 245.1 LTV,
respectivamente, disponen:
“Son de aplicación al Pagaré, en cuanto no resulten incompatibles con su
naturaleza, las disposiciones referidas a la Letra de Cambio”.
“Son de aplicación a la Factura Conformada, en cuanto no resulten
incompatibles con su naturaleza, las disposiciones referidas a la Letra de
Cambio.”
“Son de aplicación al Cheque, en cuanto no resulten incompatibles con su
naturaleza, las disposiciones referidas a la Letra de Cambio”.
“Son de aplicación al Título de Crédito Hipotecario Negociable, en cuanto no
resulten incompatibles con su naturaleza, las disposiciones referidas a la Letra
de Cambio” (en todos los casos, los énfasis son añadidos).
Asimismo, el art. 11 LFN dice:
“En todo lo no previsto por la presente Ley y en tanto no resulten incompatibles
con la naturaleza de la Factura Negociable, son aplicables las disposiciones
establecidas en el Código Civil y la Ley núm. 27287, Ley de Títulos Valores,
particularmente las disposiciones referidas a la letra de cambio, salvo aquellas
establecidas en la sección tercera del libro segundo” (énfasis añadido).
Un concepto descriptivo de la letra de cambio la definiría como un título valor,
concretamente un título de crédito, por el cual la persona que lo emite, llamada el
girador, dirige a otra, llamada el girado, la orden de pagar incondicionalmente a una
tercera persona, llamada el tomador o beneficiario, o a su orden, una suma
determinada o determinable de dinero, en el lugar y plazo que en el título se indica.
En este contexto:
1) La principal carga que tiene el tomador para poder ejercitar su derecho es
presentar el día del vencimiento, la letra de cambio al girado solicitándole su pago.
2) Lo que hace el emitente o girador al escriturar en la letra una orden al girado para
que le pague al tomador, es obligarse frente al tomador a pagar por medio de otro
(el girado), o a pagar él mismo, en caso de que el girado no lo haga el día del
vencimiento2.
3) El girado, por su parte, es el sujeto designado para realizar el acto material de pago
el día del vencimiento en el lugar de pago, pero mientras no intervenga en ella,
firmándola, no es obligado cambiario en absoluto: realizará el pago, en principio (y
entre muchas otras posibles razones), si tiene fondos del girador en su poder o si
se ha comprometido (extracambiariamente) a hacerle a éste un anticipo de fondos
(a modo de préstamo).
La estructura de la letra, entonces, a diferencia de la del pagaré y de otros títulos
valores, es triangular; está previsto que aparezcan en ella tres sujetos: un girador, un
tomador y un girado. Esta estructura se explica, como a continuación veremos,
precisamente en el origen histórico de la letra de cambio.
364
Notas de Títulos Valores § 243
3 Vid. por todos, PAVONE LA ROSA, Antonio; La letra de cambio, trad. por Osvaldo Maffía, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1988, pp. 15 y ss.
4 Cfr. PAVONE LA ROSA, La letra de cambio, cit., p. 16, citando a Goldschmidt (incluyendo su definición
que naciera la institución del crédito y también un documento que sirvió para
representarlo (letra de cambio). Así pues, parece que la letra de cambio surge (aunque
el tema no es pacífico) como cambio trayecticio (transporte de dinero de un lugar a
otro), pero sin el transporte material del dinero7.
En este sentido, encontrándose dos comerciantes en tierra extranjera, uno que
primero llegaba con mercadería y otro segundo que estaba de salida (hacia su lugar
de origen), acordaban que éste último entregaría al primero el dinero producto de la
venta de su mercadería (obteniendo el primero liquidez en la moneda de curso en el
lugar), a cambio de que éste le gire una letra de cambio que contenía la orden dada a
un corresponsal, factor o empleado suyo ubicado en el lugar de destino, de pagar
dicha cantidad de dinero al segundo comerciante.
Esta explicación nos sirve para comprender la estructura triangular de la letra de
cambio, pero hoy ésta tiene un nuevo carácter, dado por la naturaleza de las
operaciones comerciales que se hacen por medio de ella y por los fines a que se
destina, pues desarrolla funciones análogas a los demás títulos de crédito.
Personas que aparecen en la letra de cambio.
Como he dicho ya, en la letra de cambio aparecen normalmente, ya desde el momento
de su emisión tres sujetos:
1) el librador o girador,
2) el librado o girado, y
3) el tomador o beneficiario.
El librador o girador es quien emite el título, dando la orden de pago al girado, cuyo
cumplimiento garantiza. Por eso se dice también que en la letra de cambio se contiene
una orden de pagar o hacer pagar una cantidad de dinero. El girador es el obligado
cambiario primero o inicial en una letra de cambio, pero no es el obligado cambiario
principal; eventualmente sí que puede llegar a asumir esa condición, tras un protesto
por falta de aceptación del girado, como dice el art. 147.2 LTV:
“El protesto por falta de aceptación total dispensa de la presentación para el
pago y del protesto por falta de pago, asumiendo el girador la calidad de
obligado principal, contra quien y demás obligados procede ejercitar la acción
cambiaria derivada de la Letra de Cambio por el solo mérito del protesto por
falta de aceptación” (énfasis añadido).
Pese a que normalmente es más bien obligado cambiario de regreso, el girador es
siempre el obligado inicial. Como sólo el que suscribe una declaración cartular
(firmándola) se obliga —cfr. arts. 6.3 y 8 LTV—, el librador estaría desde un inicio
obligado cambiariamente a hacer pagar la letra de cambio por el hecho mismo de
haberla firmado y emitido. Por eso, si el girado de una letra no aceptada no paga de
hecho al vencimiento, el pago del girador es liberatorio total, extingue el crédito
incorporado en el título, libera a todos los obligados, y extingue las acciones
cambiarias: no hay obligados anteriores a él contra quienes repetir. Y lo mismo ocurre
si, al presentar la letra de cambio al girado para su aceptación, ésta es negada y el
tenedor obtiene el protesto por falta de aceptación; en tal caso, precluyen los plazos
7 Para mayor detalle, vid. LÓPEZ DE GOICOECHEA, La letra de cambio, cit., pp. 17-18.
366
Notas de Títulos Valores § 244
368
Notas de Títulos Valores § 246
el pago, contra el cual pueda repetir por la vía cambiaria. E igualmente, si el girado
estaba obligado extracambiariamente frente al girador a realizar el pago de la
letra, el girador podrá cobrarle por la vía extracambiaria o dentro de un
procedimiento concursal (cuando es girado insolvente) lo que se vio obligado a
pagar, según las reglas del derecho común y no bastando la sola presentación de
la letra cancelada (la misma que ya no es título con valor, porque el derecho
incorporado se encuentra extinguido).
5) El pago por el girador del importe total de una letra a su propio cargo, antes de o
tras el vencimiento señalado en la misma. Una de las formas de giro de la letra es
cuando ésta es girada a cargo del propio girador (una de las más usadas
actualmente). En este caso una misma persona ocupa las calidades de girador y
girado. El girador se ordena a sí mismo pagar al tomador, lo que es lo mismo a
decir que el girador promete pagar al tomador. Se trata de una letra idéntica (en la
práctica) a un pagaré, por lo que la doctrina la llama a veces pagaré cambiario.
Esta letra nace aceptada, ya no es preciso que el girador-girado vuelva a firmarla
como aceptante, por lo que el sólo hecho de que la gire a su propio cargo hace
que sea obligado cambiario principal. Su pago extingue el derecho de crédito
contenido en la letra, libera a todos los obligados cambiarios solidarios, y ya no
existen acciones cambiarias. La letra ha cumplido su destino: el girador prometió
pagar al tomador y cumplió judicial o extrajudicialmente.
El pago realizado por el resto de obligados cambiarios (endosantes, avalistas y
fiadores; y también el de los intervinientes en aceptación o en pago), no es un pago
liberatorio total. Este pago sólo libera al que pagó y a los obligados cambiarios
solidarios posteriores a él, a quienes éste garantizaba el pago. El título devuelto al
obligado que pagó, con la respectiva anotación de cancelación, le permite ejercitar las
acciones cambiarias para exigir el reembolso a los anteriores obligados cambiarios
que le garantizaron el pago y la aceptación de la letra.
370
Notas de Títulos Valores § 248
LAGARDE Y JAUFFRET, Traité..., t. II, p. 426), lo que sucede en realidad es que el cheque no es en su
origen más que una verdadera letra de cambio no susceptible de aceptación, girada a cargo de un
Banco y pagadera a la vista, en representación de un crédito que presenta ciertas características de
liquidez y exigibilidad inmediatas, circunstancias que lo diferencian del resto de las letras de cambio.
16 ROBLOT, Les effets…, cit., p. 8. RICHARDI, cit., p. 99.
17 VICENT CHULIÁ, Libramiento de letra de cambio, provisión de fondos y deber de aviso, Valencia, 1974,
p. 78. Dicho criterio ya había sido mantenido en España con anterioridad a la promulgación del CdC
es. de 1829 por TAPIA, E. DE.; Tratado de Jurisprudencia mercantil, Imprenta de Ildefonso Mompie,
Valencia, 1828, p. 83.
18 VICENTE Y GELLA, A.; Curso..., cit., p. 196. ROBLOT, Les effets..., cit., p. 8.
Sin embargo, resulta muy discutible esa calificación. El mandato es un contrato, nada
más y nada menos. Si el mandato no se perfecciona como contrato, entonces su
existencia jurídica es simplemente nula; carece totalmente de relevancia la
declaración estrictamente unilateral del girador, que no pasaría de ser una simple
“oferta” no consumada por la aceptación. Al no haber consentimiento, materia prima
del contrato, tampoco hay contrato, ni ninguna otra cosa en su lugar. En cambio, la
ausencia de aceptación no impide ni el nacimiento del título valor letra de cambio, ni
es óbice para el nacimiento de la obligación cartácea del propio girador, que se hace
responsable de la aceptación y del pago, aunque haya que reconocer que la
aceptación determina la plenitud de la letra de cambio19. Es evidente, entonces, que
la reconducción de la letra de cambio a la figura del mandato no resulta adecuada.
Plantear la naturaleza jurídica de la letra de cambio en términos de contrato de
mandato no resulta esclarecedor, ya que —sea por exceso, sea por defecto— no hay
coincidencia plena entre ambas instituciones.
Es más: incluso si la letra fuese efectivamente aceptada, no serían de aplicación las
disposiciones del CC o del CdC sobre el mandato o a la comisión mercantil; resultaría
evidentemente exagerado, por ejemplo, obligar al aceptante de una letra de cambio a
rendir cuentas, informar al girador sobre las negociaciones llevadas a cabo, etc.
¿Estaría obligado el aceptante a comunicar al girador quién es el tenedor actual de la
letra, frente a quien comprometió su aceptación? Obviamente no. ¿Acaso tiene con él
un deber de lealtad o de especial diligencia reconducible al mandato, y no, más bien,
a las exigencias generales impuestas por toda obligación? Parece evidente que lo
segundo.
La letra de cambio como delegación de deuda.
Así pues, la orden sobre la que se basa la letra de cambio presenta más bien los
rasgos de una delegación; tiene, sobre todo, la estructura típica de esta institución,
que puede describirse así:
Ticio, deudor de Cayo, recibe de éste la orden de pagar a Sempronio, acreedor
de Cayo, para que así, mediante un solo pago, se extingan ambas obligaciones.
Por eso un importante sector de la doctrina sustenta la opinión de que la letra de
cambio cae dentro del ámbito de la asignación o delegación (en alemán, Anweisung,
regulada en el § 738 BGB)20. La letra de cambio estaría, pues, articulada o configurada
como una orden o autorización de pago, asimilable a la delegación. Ésta se configura
como una facultad para que una persona —el delegado— sustituya a otra —el
delegante—, bien sea en una posición acreedora (en cuyo caso se habla de
delegación activa o “de crédito”), bien en una posición deudora (delegación pasiva o
“de deuda”). Pues bien, según RUBIO, ambas posibilidades se darían en la letra de
cambio, pues:
1) si bien se manifiesta fundamentalmente como una delegación pasiva (el girador
ordena al girado asumir la posición pasiva del primero),
372
Notas de Títulos Valores § 250
virtud de relaciones causales que medien entre ellos, puede ciertamente estar obligado el delegado
ante el delegante a realizar el pago ordenado, o incluso a aceptar la letra girada a su cargo.
25 GAY DE MONTELLÁ, ibid., señala que en cuanto a la obligación de pagar que asume el librador o emisor
de la letra, ésta se presenta como una obligación “...personal y directa, y toma propiamente el nombre
de «cambial» o «pagaré cambiario»”.
26 De los apartados de esta sección, los §§ 250, 251 y 256 provienen básicamente de las Lecciones
inéditas sobre la Letra de Cambio del Prof. GARCÍA-PITA; el resto, recoge materiales preparados para
ediciones anteriores de este curso por la Prof. Lorena RAMÍREZ OTERO, aunque he modificado
sustancialmente el § 257 para reflejar mejor mi propia posición sobre los temas allí tratados.
27 LANGLE, Manual…, cit., t. II, p. 193. IGLESIAS PRADA, El libramiento…, cit., p. 385.
374
Notas de Títulos Valores § 252
dimensión formal externa. Su mera presencia hará del documento una letra de cambio
verdadera en cuanto objeto (no en cuanto negocio, que por hipótesis aún no se
celebra); y su falta o consignación defectuosa comportarán, más que la invalidez
(pues, insisto, no estamos aún ante negocio jurídico alguno que quepa calificar de
válido o inválido), la inutilidad del título como tal letra de cambio32.
Por la misma razón, y adoptando una vez más la perspectiva únicamente de la utilidad
o inutilidad de la mera creación del título para los efectos del (aún futuro) negocio
jurídico de emisión propiamente dicha de la letra de cambio, la presencia o ausencia
de capacidad de obrar o de ejercicio en el creador es completamente indiferente,
precisamente porque todavía no hay negocio jurídico alguno. En efecto, el creador de
la letra, suponiendo que al llevar a cabo dicha “creación” hubiera estado
absolutamente incapacitado (por ejemplo, sonámbulo o bajo hipnosis), si al día
siguiente y ya en plena posesión de sus facultades decidiese aprovechar tal
documento para emitir real y conscientemente la letra de cambio, realizaría en este
segundo momento un negocio jurídico de emisión plenamente válido y eficaz, sin que
la ausencia de conciencia en el momento de la creación tenga la más mínima
trascendencia. Si acaso, esa capacidad o incapacidad de ejercicio será importante —
y hasta decisiva (dando por supuesto que el título sea emitido involuntariamente o que
tal emisión resulta inválida por otra causa)— para los efectos de hacerle o no
imputable al creador la apariencia jurídica de que existía tal letra de cambio en cuanto
negocio jurídico, en los términos que expuse (en toda su generalidad, y no sólo para
la letra de cambio) en Capítulos anteriores33.
Y lo mismo pasa, pero de un modo aún más drástico, pues carecen incluso de
relevancia para la configuración del supuesto de hecho apariencial, con los demás
requisitos o elementos esenciales del negocio jurídico, aplicados a la letra de cambio;
en concreto, con las exigencias de contar con un objeto física y jurídicamente posible
y con un fin o causa efectiva y lícita.
Antes de hablar de la emisión propiamente dicha de la letra de cambio, entonces,
conviene detenerse precisamente en las menciones formales necesarias para poder
afirmar que el documento-“objeto” que se tiene delante es, precisamente, una letra de
cambio y no cualquier otra “cosa”.
Contenido de la letra (i): denominación, lugar y fecha de giro.
Según el art. 119.1 LTV, la letra de cambio debe contener los siguientes requisitos:
a) La denominación de Letra de Cambio;
b) La indicación del lugar y fecha de giro;
c) La orden incondicional de pagar una cantidad determinada de dinero o una cantidad
determinable de éste, conforme a los sistemas de actualización o reajuste de capital
legalmente admitidos;
d) El nombre y el número del documento oficial de identidad de la persona a cuyo
cargo se gira;
32 Cfr. IGLESIAS PRADA, El Libramiento…, cit., pp. 386 y ss. GAVALDA/ STOUFFLET, Droit du Crédit, t. II, p.
23. RIPERT/ ROBLOT/ DELEBECQUE/ GERMAIN, cit., t. II, p. 165. ZÖLLNER, cit., p. 63.
33 Vid. Especialmente los §§ 73, en pp. 106 y ss. (en el Cap. 2 de la Parte General), y 205 a 212, en pp.
34 Vid. BEAMOUNT/ CASTELLARES, Com. al art. 119 LTV, cit., p. 534 (n. 6).
35 Vid. § 24, en pp. 35 y ss., supra.
376
Notas de Títulos Valores § 253
Por su parte, la fecha de giro (inc. b del art. 119.1 LTV) ayuda, además, a determinar
el vencimiento en los casos de letras de cambio giradas con vencimiento a cierto plazo
desde su emisión, o la determinación de plazos para presentación a su pago en las
giradas con vencimiento a la vista, o la determinación del plazo en aquellas que estén
pendientes de su aceptación dentro de un plazo desde su emisión36. Tal fecha también
ayuda a establecer las consecuencias sobre el crédito que trae consigo la insolvencia
del girador. Así, las obligaciones postconcursales —es decir, las contraídas después
de hecha pública la insolvencia del deudor— resultan pagaderas en la fecha
establecida por las partes, mientras que las obligaciones incluidas en el concurso (las
contraídas antes de esa publicación) se hacen inexigibles hasta que se apruebe el
plan de reestructuración o el convenio de liquidación, conforme a los cuales se
pagarán en el orden, tiempo y monto que en ellos se establezca.
A diferencia del lugar de giro, la fecha de emisión sí es un requisito formal esencial,
cuya ausencia invalida la letra de cambio, quedando a salvo los efectos del negocio
causal que dio origen a su emisión o transferencia (cfr. art. 1.2 LTV). No se trataría,
pues, de un supuesto de perjuicio del título valor (cfr. art. 1233 CC). Por faltarle uno
de sus requisitos esenciales, en ese caso, simplemente no existiría título valor, ni
derechos incorporados al título (el documento carecería de valor), ni acciones
cambiarias para cobrar tales derechos inexistentes.
Contenido de la letra (ii): la orden de pago.
Otro requisito es consignar la orden incondicional de pagar una cantidad de dinero
(inc. c del art. 119.1 LTV).
El objeto de la prestación mencionada en una letra de cambio consiste siempre en
dinero. No se admiten letras de cambio que incorporen obligaciones consistentes en
la entrega de productos o mercancías.
Por su parte, la cantidad de dinero que se ordena pagar puede expresarse en números
o en letras, o mediante cualquier tipo de codificación. No subsiste la antigua norma
que prescribía expresar la cantidad en números y en letras. Eso sí, en caso de
divergencias entre la suma expresada en números y en letras, o en caso de
divergencias de monedas o cuando no se exprese la moneda, se aplicará lo dispuesto
en el art. 5 LTV, que ya he comentado en su momento37.
La necesidad de que dicha suma sea determinada o determinable implica que se
señale también la especie dineraria o moneda concreta a que se refiere, pero, cuando
así no se hace, se presume que la suma se refiere a moneda nacional.
Que la orden deba ser incondicional, entre otras cosas, significa que no se admiten
las letras de cambio emitidas en garantía (o sea, para el caso de que otra deuda no
se pague puntualmente), que no serían verdaderas letras de cambio, y se les aplicaría
la sanción prevista en el art. 1.2 LTV. La incondicionalidad de la orden de pago
contenida en la letra excluye en los mismos términos que el girador contemple en ella
obligaciones alternativas. Distinto es que cuando se trate de una cantidad de dinero
36 Rolando CASTELLARES señala (cfr. BEAMOUNT/ CASTELLARES, Com. al art. 119 LTV, cit., p. 534 (n. 7))
que la fecha de emisión también “es importante para determinar la validez del acto de emisión (…) por
vigencia de poderes de quienes firman”. Mas la falta de poderes de representación del que gira un título
valor en nombre ajeno no implica invalidez de la emisión, sino su inoponibilidad al supuesto
representado, surtiendo sin embargo el acto plenos efectos contra quien firmó (cfr. art. 7 LTV).
37 Vid. § 86, en pp. 125 y ss., supra.
38La excepción a que alude este precepto es concretamente la letra a la vista que, según lo previsto
en el párr. 5° del art. 228 LBS, gira el Banco por cierre de cuenta corriente contra su cliente
cuentacorrentista por el saldo deudor de la cuenta corriente. En ella el Banco es girador-tomador y el
378
Notas de Títulos Valores § 254
titular de la cuenta corriente es el girado. En este caso por expresa disposición de la LBS, esta letra no
necesita ser aceptada para que el Banco inicie acciones cambiarias contra el girado cuentacorrentista.
La aceptación es innecesaria.
39 De hecho, el art. 93 LTV regula de manera general la posibilidad de que dos o más personas ocupen
simultáneamente la misma posición cartular; no parece haber razón alguna para excluir de esa
posibilidad la posición de tomador en una letra de cambio.
40 Vid. pp. 209 y ss., en el § 134, supra, a propósito del endoso y sus requisitos. Allí también me refiero
a la posición, diametralmente opuesta, de quienes consideran que la mención incluso del nombre del
representante no es un verdadero requisito esencial de la declaración cambiaria, sino sólo un deber del
declarante (teoría que, en mi opinión, contradice lo dispuesto en conjunto por los arts. 1.2 y 6.4 LTV).
380
Notas de Títulos Valores § 255
43 JIMENEZ SANCHEZ,G.J.: "La Constitución de las...", cit., pp. 42-43. SANCHEZ CALERO,F.:
"Instituciones...", cit., t. II, 34ª ed., p. 87. LANGLE RUBIO,E.: "Manual...", cit., t. II, p. 193. CALAVIA
MOLINERO/BALDO DEL CASTAÑO.: cit., p. 7. RIPERT/ROBLOT/DELEBECQUE/GERMAIN.: cit., 14ª
ed., t. II, ps. 165 y 176.
44 JIMENEZ SANCHEZ,G.J.: "La Constitución de las...", cit., p. 43.
46 Cfr. LANGLE RUBIO,E.: "Manual...", cit., t. II, p. 193. IGLESIAS PRADA,J.L.: "El Libramiento...", cit.,
382
Notas de Títulos Valores § 256
En cualquier caso, queda claro que librar, girar o emitir una letra de cambio es una
conducta dirigida a fundamentar la propia responsabilidad por el pago del título, ya
que el deudor cambiario originario es el librador —y lo sigue siendo, carezca o no la
letra de aceptación, caso en el que simplemente deja de ser el obligado principal para
pasar a serlo en la vía de regreso—, y la emisión o libramiento de la letra de cambio
genera esa obligación cambiaria a su cargo. Ésta nace (usualmente) con la entrega
del documento al tomador, y no con la simple redacción y suscripción del título47.
Así, como acto de autoobligación del girador, el giro, emisión o libramiento se presenta
como un verdadero negocio jurídico, pues eso es lo que es. Los contractualistas,
incluso, tienden a considerarlo un verdadero contrato, necesitado del consentimiento
contractual de su destinatario, que no es otro que el tomador. Y si es un negocio
jurídico, ha de reunir los elementos de existencia y validez que para ellos vienen
recogidos en el art. 140 CC48:
1) manifestación de la voluntad;
2) agente capaz;
3) objeto lícito y posible;
4) fin lícito, y
5) forma.
De la causa o fin lícito, más allá de aclarar que la letra de cambio es la quintaesencia
de un título valor abstracto —tanto en el sentido formal de ser discreto, como en el
material de resultar relativamente variable y hasta indiferente (al menos en la medida
máxima que los ordenamientos causalistas como el nuestro lo permiten)—, he tratado
ya, en buena medida, al desarrollar desde una perspectiva general el tema de la
abstracción cartular49 y de letras de cambio (y demás títulos valores) emitidos,
aceptados o endosados en virtud de un pacto de favor50. Y dado que el estudio
precedente de la forma nos ha dado ya, por añadidura, cierta imagen de la propia
manifestación de voluntad y del objeto de este negocio jurídico (que no es otro que el
pago de una suma de dinero), sólo queda tratar aquí del requisito del agente y de su
capacidad.
Puesto que la declaración de giro o libramiento está sometida a los requisitos de fondo
propios de las declaraciones de voluntad negocial, lo mismo que las demás
declaraciones cambiarias, debe ser formulada por persona capaz, condición esencial
de validez de todas las declaraciones negociales de voluntad, incluidas las
47 VICENTE Y GELLA,A.: "Los títulos...", cit., ps. 209 y s. SANCHEZ CALERO,F.: "Instituciones...", cit.,
15º ed., p. 389. CALAVIA MOLINERO/BALDO DEL CASTAÑO.: cit., ps. 9 y 21. IGLESIAS PRADA,J.L.:
"El Libramiento...", cit., p. 385. ZÖLLNER,W.: cit., 13ª ed., ps. 76 y s.
RIPERT/ROBLOT/DELEBECQUE/GERMAIN.: cit., 14ª ed., t. II, p. 176.
48 En la doctrina española, mayoritariamente contractualista, se alude en este punto naturalmente al
art. 1261 CC es., que recoge de un modo bastante similar los elementos del contrato. Cfr. LANGLE
RUBIO,E.: "Manual...", cit., t. II, p. 193. ILLESCAS ORTIZ,R.: "Los aspectos sustantivos...", cit., p. 281.
RIPERT/ROBLOT/DELEBECQUE/GERMAIN.: cit., 14ª ed., t. II, p. 177.
49 Vid. los §§ 94 a 99, en pp. 140 y ss., supra.
51 LANGLE RUBIO,E.: "Manual...", cit., t. II, p. 193. URIA GONZALEZ,R.: cit., 20ª ed., p. 869.
ANGELONI,V.: "La cambiale...", cit., p. 102. ASQUINI,A.: "Titoli...", cit., p, 164.
GAVALDA/STOUFFLET.: "Droit du Crédit", cit., t. II, p. 45. ROBLOT,R.: "Les effets...", cit., p. 94.
RIPERT/ROBLOT/DELEBECQUE/GERMAIN.: cit., 14ª ed., t. II, p. 177, quienes, de la condición del
Libramiento como acto jurídico deducen que habrá de requerir, para su validez, la concurrencia de
consentimiento y de capacidad.
52 IGLESIAS PRADA,J.L.: "El Libramiento...", cit., p. 385.
384
Notas de Títulos Valores § 257
Ahora bien, el inc. d del art. 122 LTV, mediante la expresión “por cuenta de” hace
referencia al interesado material en el acto de giro. Al afirmar explícitamente que
puede ser “un tercero”, da por supuesto que normalmente lo será “el propio girador”.
Esta dimensión del acto de giro, por tanto, alude a la presencia o ausencia en él de
actividad representativa (en sentido material) por parte del girador.
Ahora bien:
1) Si tal “representación” material lo fuese también en sentido formal, la letra tendría
que ser considerada un acto del representado, sin más, hecho en su propio interés
como único “girador” jurídico, en el que el representante (“girador” material) no
aparece sino como el medio a través del cual el representado, y sólo él, comparece
en el acto. En otras palabras, de cara a la estructura de la relación cambiaria, tal
situación carece de especialidad alguna, por lo que no puede ser considerada
propiamente una “forma de emitir la letra de cambio”.
2) Por el contrario, si la actividad representativa es meramente indirecta (como en un
mandato o comisión sin representación), el único que adquiriría jurídicamente
algún tipo de posición relevante en la relación cambiaria sería el mandatario o
comisionista mismo, mientras que el titular del interés sólo tendría con él una
relación causal no documentada en el título valor, y por lo tanto cambiariamente
irrelevante. Normalmente, el tercero que no desea figurar en la letra de cambio, y
por tanto no es deudor cambiario, ha asumido fuera de la letra de cambio la
obligación de proveer de fondos al girador o al girado, o bien la de lograr la
aceptación y el pago de la letra, pero todo esto queda enteramente fuera de la
relación cambiaria, en el plano estrictamente causal.
De lo anterior se deduce que, en realidad, ninguno de los fenómenos a los que alude
el inc. d del art. 122 LTV representa ninguna “forma de emitir la letra de cambio”
especial, y no tendrían que haber sido mencionados para nada en dicho dispositivo.
Por su parte, el análisis de los demás supuestos del art. 122 LTV revela de inmediato
que las expresiones “a la orden de” y “a cargo de” hacen referencia, sin más, a las
otras dos coordenadas personales diferentes del “girador” (presente siempre, por
hipótesis, como protagonista del acto de giro) propias de la estructura de toda letra de
cambio:
1) el “tomador” (“a la orden de” quien se gira la letra) y
2) el “girado” (“a cargo de” quien se gira).
Lo que vienen a decir en concreto los diferentes incisos de la norma, en relación con
el acto de giro o libranza, es que las susodichas otras dos “posiciones” personales
pueden o no coincidir con el propio “girador”. Lo que carecería totalmente de sentido
es que quien ocupe ambas posiciones fuera la misma persona, coincida o no con el
girador; o sea: girado y tomador no pueden coincidir en la misma persona.
Según lo anterior, en realidad, las formas de emitir una letra de cambio serían
solamente tres:
1) el supuesto normal (según la estructura ideal del acto de giro, no necesariamente
porque sea lo más común, cosa que hoy por hoy no lo es), en el que el girador
emite la letra de cambio a la orden de un tercero y a cargo de otro tercero (tomador
y girado distintos del girador y distintos también entre sí);
2) un supuesto especial en el que la posición de girador “se pliega” con una de las
otras dos posiciones “naturales” de la letra de cambio, de modo que girador y
tomador coinciden en la misma persona, en una letra de cambio girada a la orden
del propio girador y, simultáneamente (como no puede ser de otra manera), a cargo
de un tercero; y
3) otro supuesto especial en el que la posición de girador “se pliega” con la última
posición “natural” de la letra de cambio, y en el que por tanto girador y girado
coinciden en la misma persona, en una letra de cambio girada a cargo del propio
girador y, simultánea y necesariamente, a la orden de un tercero.
Veamos con más detalle cada uno de estos supuestos.
La letra “regular” (a la orden de un tercero y a cargo de otro).
La letra de cambio a la orden de un tercero y a cargo de otro está girada, como ya he
mencionado, del modo más acorde con la estructura típica de este título valor, que
como vimos es triangular, de orden de pago: el girador le ordena a otro, llamado
girado, que pague a la orden de un tercero (tomador y primer tenedor) la suma de
dinero que la letra de cambio representa.
EJEMPLO: A le debe a B una suma de dinero que no puede pagarle al contado
en ese mismo momento. Por lo cual B intenta obtener el dinero de C, girando
una letra de cambio a la orden de éste y a cargo de A. El negocio puede
convenirle a C, puesto que no tendrá como obligado cambiario sólo a B, en
calidad de girador, sino que, si presenta la letra a la aceptación de A, y ésta la
acepta, tendrá dos obligados cambiarios: A y B.
Aunque es el modo normal de giro de la letra, según su propia estructura típica y la
definición de letra de cambio que hemos dado, lo cierto es que no es usual en estos
tiempos. Cuando se usa, normalmente responde a dos causas típicas:
1) porque va a hacer una provisión de fondos al girado para que pague la letra el día
del vencimiento en el lugar de pago; o
2) porque ha pactado con el girado que éste le hará un anticipo de fondos (préstamo)
pagando con su dinero la letra.
El primer caso responde a la típica figura de un girado corresponsal del girador que
domicilia en lugar diferente, en el cual ha de verificarse el pago de la letra. El segundo
caso se da cuando:
Por EJEMPLO: A, necesitado de dinero, acude a B para que le preste S/. 2,000
soles a un plazo de dos años, sin embargo, éste le manifiesta que no tendrá
liquidez hasta fin de mes. Por lo cual acuerdan que A acudirá a un “prestamista
informal”: C, quien le prestará el dinero, pero a un interés diario muy alto. Por
lo que es preciso que A gire a la orden de C y a cargo de B una letra de cambio
por S/. 2,200 soles53, con vencimiento a un mes desde el giro (fecha en la cual
B ya podrá tener el dinero para rescatar la letra de su amigo A).
386
Notas de Títulos Valores § 259
A estas dos causas podríamos añadir una tercera, que es cuando el girado debe una
cantidad de dinero al girador, que honrará pagando una letra de cambio, dentro de un
plazo que le permita conseguir ese dinero. En este supuesto el girador obtiene liquidez
del tomador (obtiene aquella suma de dinero que el girado no le puede pagar en el
momento presente), y por su parte, el girado obtiene plazo para pagar su deuda
mantenida con el girador, pagando en un momento dilatado en el tiempo la letra de
cambio al tomador.
Letras de cambio a la propia orden y al propio cargo.
En la letra de cambio a la orden del propio girador una misma persona ocupa las
calidades de girador y de tomador del título; por eso mismo, en realidad, esta forma
de giro siempre implica que al mismo tiempo la letra de cambio está siendo girada a
cargo de un tercero. En este caso el nombre del tomador puede ser reemplazado por
la cláusula “de mí mismo”. El girador será el tomador y, de llegar el caso, el primer
endosante de la letra de cambio. Siendo el girador y el beneficiario de la letra cambio
la misma persona, ésta se puede asegurar fácilmente de su correcta elaboración. Pero
como mientras no sea aceptada por el girado o, como mínimo, recibida por un
endosatario, no incorpora propiamente derecho alguno54, este tipo de letra casi
siempre es presentada voluntariamente a la aceptación del girado en algún momento
anterior a su vencimiento.
EJEMPLO: Juan celebra contrato de compraventa internacional con Austral
S.A., quien le envía las mercaderías con un porteador, junto con una letra de
cambio girada por Austral S.A. a la orden de sí misma y a cargo de Juan, con
la cláusula “Entregar mercadería contra aceptación” o “Aceptación contra
entrega de mercadería”, que obliga al porteador a no entregar la mercadería
hasta que la letra no sea aceptada.
Por otro lado, una letra de cambio emitida de esta forma difícilmente entrará en
circulación, si no cuenta con la aceptación del girado, salvo que el girador posea una
reconocida solvencia económica. En este último caso, a partir de que circula por
endoso, la letra ya contiene un derecho incorporado: el del endosatario frente al
girador-tomador-endosante, que hará que el girado pague o pagará el mismo la suma
de dinero indicada en la letra al endosatario o al último tenedor.
Por último, en la modalidad de giro a cargo del propio girador, éste se ordena a sí
mismo (es decir, en realidad promete) pagar una cantidad de dinero a la orden de un
tercero; en este caso una misma persona ocupa las posiciones de girador y girado.
Por esa razón, la doctrina da a este tipo de letra el nombre de pagaré cambiario
(nombre que, por otro lado, recibe a veces el pagaré mismo “por derecho propio”, por
así decir), puesto que el documento así girado es en la práctica sustancialmente igual
a un pagaré.
En realidad, es ésta la forma de emisión más común en estos tiempos. Aquí no existen
tres personas distintas al momento de la emisión de la letra, puesto que una misma
persona ocupa las posiciones de girador y de girado.
54Para que exista un derecho tiene que haber alteridad, es decir, darse tal derecho frente a otro u otros
sujetos. No existiría pues un derecho de crédito incorporado en una letra donde el girador le ordena a
un tercero que le pague una suma de dinero cuyo pago sólo él se lo garantiza a sí mismo.
IV. LA ACEPTACIÓN
Noción y generalidades.
La aceptación55 es la declaración cambiaria por la cual el girado o librado de una letra
de cambio se obliga cartularmente, desde antes del vencimiento, a pagarla el día de
su vencimiento, convirtiéndose así en obligado principal; desde el momento en que se
verifica su aceptación, al girado se le llama aceptante.
Por la aceptación el girado no se limita a comprometerse al pago de la cambial,
(compromiso que es común a todos los obligados y responsables cambiarios), sino
que por ella el girado promete cumplir el día del vencimiento la orden de pago que
directamente y nominativamente le dirige el emisor de la letra de cambio; de ese modo,
el girado se convierte desde ese momento en aceptante, es decir, en obligado principal
de la letra de cambio. La obligación que asume el aceptante con su declaración
cambiaria y su firma, suscribiéndola, le supone adherirse a la orden de pago que le
dirige el librador. Se trata de un “sí” a una orden de pago y que constituye el aspecto
más característico de la letra de cambio: el que la distingue del pagaré.
La aceptación es un negocio unilateral56, por el que el girado se obliga a pagar la letra
de cambio y se convierte en obligado principal. Normalmente, detrás de la aceptación
se encuentran las siguientes causas:
1) En primer lugar, una promesa de efectiva provisión de fondos del girador al girado.
2) Un acuerdo de anticipo de fondos del girado a favor del girador.
3) Una donación o un préstamo.
4) El cumplimiento de un contrato; por ejemplo, se entrega la mercadería vendida
contra aceptación de documentos girados a cargo del destinatario, que la adquiere
así al crédito.
Lo cierto es que las razones que pueda tener el girado para obligarse como aceptante
y obligado principal son indiferentes a la letra de cambio y al tenedor legítimo de la
letra de cambio. En este sentido, según el art. 127.2 LTV el girado que acepta queda
obligado, aunque ignore la insolvencia, quiebra, liquidación, disolución, o muerte del
girador (que le había prometido la provisión de fondos, con el que había pactado un
anticipo de fondos, etc.). Con el mismo significado, el art. 127.3 LTV señala que “a
falta de pago, el tenedor, aun cuando sea el girador, tiene contra el aceptante acción
cambiaria directa por todo lo que puede exigirse conforme a lo dispuesto en el Artículo
92” (énfasis añadido). Nada de ello impide al aceptante oponer al ejercicio que haga
el girador-tenedor-demandante de la acción directa las excepciones que deriven de
sus relaciones personales con él (art. 19.2 LTV), incluidas las relativas a la causa de
55 La totalidad de esta sección recoge, con sólo unos pocos cambios de alcance mayor, el material
sobre los mismos temas preparado en años anteriores por la Prof. Lorena RAMÍREZ.
56 En consonancia con la opinión que he defendido sobre la naturaleza de los negocios cartulares en
general, sin embargo, y pese a la opinión contraria de la doctrina mayoritaria, debo decir que es
normalmente un negocio recepticio. Cfr. …
388
Notas de Títulos Valores § 261
Según el art. 128.2 LTV, cuando se trata de letras de cambio cuyo vencimiento es a
cierto plazo desde la aceptación, o cuando en virtud de cláusulas especiales deba
presentarse la letra de cambio a su aceptación en un plazo determinado, la aceptación
deberá llevar además la fecha del acto, y si el aceptante la omite puede insertarla el
tenedor. Y según el art. 142.2 LTV, aplicable según su epígrafe a la letra girada “a
cierto plazo desde su aceptación”, “la aceptación sin fecha se considera otorgada el
último día del plazo establecido para presentarla a la aceptación”. Esta disposición la
podemos considerar aplicable no sólo a las letras con vencimiento a cierto plazo desde
la aceptación, sino también a cualquier otro caso de letra de cambio que, en virtud de
cláusulas especiales, deba ser presentada a la aceptación dentro de determinado
plazo, cuando tanto el aceptante como el tenedor hayan omitido colocar la fecha del
acto. Esta conclusión se fundamenta en que, según la DCF 1ª LTV, los enunciados de
los artículos de la Ley son meramente referenciales, y no deben ser tomados en
cuenta para la interpretación del texto legal.
Cuando se trata de letras emitidas con vencimiento a cierto plazo desde la aceptación,
la fecha de la aceptación o del protesto por falta de aceptación sirve para computar el
día de vencimiento de la letra de cambio, los días en que debería protestarse por falta
de pago y los plazos de prescripción de las acciones cambiarias.
Presentación a la aceptación (i): planteamiento.
Por regla general la presentación de la letra de cambio antes de su vencimiento al
girado solicitándole su aceptación es voluntaria o potestativa del tenedor legítimo.
Desde el momento en que en la letra se contiene solo una orden del girador dirigida
al girado para que éste pague la letra a su vencimiento, la única carga que asume el
tenedor es cumplir con presentar la letra al girado el día del vencimiento en el lugar
de pago, pidiéndole su pago.
Debemos señalar que, de primera intención, toda letra de cambio puede dar lugar a
una aceptación. Además, es aconsejable en principio para el tenedor de una letra no
aceptada, presentarla sin más demora para su aceptación, por las razones que en
seguida voy a exponer. Pero de esto no debe deducirse que la presentación de la letra
de cambio al librado, para obtener su compromiso, es necesario en todos los
supuestos y casos. Más bien puede señalarse que, por regla general, la presentación
a la aceptación constituye un acto libre y voluntario del tenedor. La LTV no impone al
tenedor esta conducta como carga para ejercitar su derecho de cobro, en todos los
supuestos.
Así, en los supuestos distintos a la letra de cambio girada a cierto plazo desde la
emisión, la letra de cambio puede ser presentada por el tenedor para su aceptación,
aunque el girador no haya insertado estipulación al respecto, obligándole a presentarla
a su aceptación. Así lo señala el art. 135 LTV:
“Artículo 135.- Aceptación de Letra de Cambio a fecha fija o a la vista o a
cierto plazo desde su giro.
La Letra de Cambio con vencimiento a fecha fija, o a la vista, o a cierto plazo
desde su giro puede ser presentada por el tenedor para la aceptación, aunque
el girador no haya insertado estipulación al respecto. La presentación para la
aceptación podrá ser hecha antes del vencimiento si la Letra de Cambio es a
fecha fija, o a cierto plazo desde su giro, y dentro del plazo de un año desde su
giro si es a la vista, salvo que en su caso se haya fijado fecha distinta para su
aceptación”.
390
Notas de Títulos Valores § 263
58 Los arts. 130.2 y 130.3 LTV contemplan la posibilidad de que tanto el girador como los endosantes
conviertan estos supuestos de presentación a la aceptación de voluntaria a obligatoria o forzosa,
mediante cláusula expresa, sea que en ella se señale o no un plazo concreto para practicar el acto. Lo
mismo estipula el art. 35.1 LTV respecto del endosante, cuando señala que en el endoso todo plazo,
condición y modo se consideran no puestos, salvo lo dispuesto en el último párrafo del art. 131 LTV.
Esta última norma, a su vez, sanciona que se pierde la acción cambiaria contra el endosante que
impuso la presentación de la letra a la aceptación, y contra los endosantes posteriores y sus garantes,
cuando el tenedor no la presentara a su aceptación dentro del plazo.
59 En lo que concierne al acto de aceptación de la letra de cambio a la vista, la actual LTV ya diferencia
entre el vencimiento de la letra de cambio (art. 141.1 LTV) y el acto de aceptación. Así el art.141.2 LTV
menciona que la letra de cambio a la vista, antes de su presentación al pago, puede o no estar
aceptada. La LTV ant., en su art. 89, consideraba que la letra de cambio a la vista vencía el mismo día
de su aceptación.
60 Disposiciones como la contenida en el art. 141.3 LTV que señala que si la letra a la vista no cuenta
61Recordemos que el vencimiento de la letra a la vista ocurre con su presentación al pago al girado.
Con lo cual, lo que señala este Art. 141.3 LTV es que la letra a la vista puede presentarse el mismo día
pidiendo simultáneamente aceptación y pago, provocando su vencimiento en ese mismo momento.
392
Notas de Títulos Valores § 263
62 Si C le acepta la letra, éste pasaría de simple girado a aceptante y obligado principal al pago de la
letra; y si no acepta, levantando protesto por falta de aceptación A se convertiría en obligado principal
de conformidad con el art. 147.2 LTV.
63 Supuesto en el cual la aceptación y el pago se habrían solicitado simultáneamente el mismo día,
El art. 135 LTV señala que las letras a fecha fija, a cierto plazo desde su giro y a la
vista pueden ser presentadas a la aceptación (aunque el girador no haya impuesto la
presentación a la aceptación) dentro de los plazos ya señalados, salvo que se haya
indicado fecha distinta para su aceptación. Así pues, el girador puede no haber
impuesto o vuelto obligatoria la presentación a la aceptación, sino que, previendo que
el tomador o tenedor legítimo, si así lo desea, puede presentarla a la aceptación, le
señala un plazo dentro del cual esta presentación voluntaria debería de darse (al
amparo del art. 135 LTV in fine), o señala que no sea presentada antes de
determinada fecha (al amparo del art. 130.2 LTV). Esto podría ocurrir, por ejemplo,
porque ese es el lapso de tiempo en el que hará la provisión de fondos al girado, que
entonces aceptará de buena gana la letra que le sea presentada; evitándose así
posibles acciones de regreso anticipado.
EJEMPLO 7: El miércoles 26 de junio de 2013 A (joven universitario) celebra con
B contrato de compraventa al crédito de un automóvil, pactando que el auto
sería entregado el día jueves 26 de septiembre de 2013, día en que se
calculaba que como muy tarde, terminarían los trámites de la importación del
automóvil. En virtud de dicho contrato, A entrega a B $ 6000 dólares como inicial
y, como medio de pago del saldo restante del precio del automóvil, el mismo 26
de junio de 2013 gira una letra a la orden de B y a cargo de C (padre de A), con
vencimiento a martes 31 de diciembre de 2013. Al girarla, A coloca en la letra
las cláusulas “según aviso” y “no presentar a la aceptación antes del 26 de
septiembre de 2013”. De este modo A se aseguró de que B no presente la letra
a la aceptación de C antes de la fecha en la que debería de ser entregado el
automóvil; de forma que no pueda, previo protesto por falta de aceptación,
ejercitar las acciones de regreso anticipado para cobrarle el importe de la letra,
antes de que el automóvil le sea realmente entregado64. Al mismo tiempo, A se
ha asegurado de que su padre C no acepte la letra, si se la presentan a la
aceptación (lo que de ocurrir sería necesariamente después del miércoles 25
de septiembre del 2013), sin que antes él le haya avisado de que la acepte, por
ya tener el automóvil en su poder65. Evita de ese modo que su padre, que es
quien realmente tiene la solvencia económica, quede obligado al pago de una
letra emitida como medio de pago del precio de un auto que no fue entregado,
y pueda incluso ser demandado judicialmente para que pague la letra; demanda
entre B y C, en la que en virtud del art. 19.3 LTV, C no podría interponer la
excepción causal de incumplimiento de contrato de compra venta o exceptio
non adimpleti contractus, por no ser C parte en dicho contrato.
Presentación a la aceptación (iii): presentación necesaria.
Una letra de cambio debe ser aceptada o, para ser más precisos, presentada a su
aceptación, cuando:
1) vence “a cierto plazo desde su aceptación”, o
2) tiene una cláusula que impone como necesaria su presentación a la aceptación.
64 O antes de que haya vencido el plazo de entrega del automóvil y pueda hablarse de un
incumplimiento de contrato (en caso no llegue el automóvil en fecha), que pueda interponer como
excepción a la demanda que le dirija B.
65 Recordemos que la cláusula “según aviso” persigue dar cuenta al girado de que debe aceptar o pagar
394
Notas de Títulos Valores § 264
En uno y otro caso (y también, por cierto, si el tenedor desea presentarla para su
aceptación voluntariamente), la presentación de la letra debe hacerse:
1) En el lugar señalado en la letra de cambio.
2) Si no se indica lugar, en el lugar que corresponde a su pago.
El primer supuesto de presentación de la letra al girado para que la acepte obligatoria,
forzosa o necesaria, es cuando se trata de una letra con vencimiento a cierto plazo
desde la aceptación, también llamada a cierto plazo desde la vista. La presentación
de este tipo de letra al girado para que la acepte, deberá darse obligatoriamente, por
ser indispensable para computar el vencimiento, el mismo que empieza a correr desde
la fecha de la aceptación o desde la fecha del respectivo protesto por falta de
aceptación. Así pues, respecto del vencimiento de este tipo de letra, los arts. 128 y
142 LTV señalan:
“128.2 Cuando la Letra de Cambio sea pagadera a cierto plazo desde la
aceptación o cuando, en virtud de cláusulas especiales deba presentarse a la
aceptación en un plazo determinado, la aceptación debe llevar la fecha del acto;
y, si el aceptante la omite, puede insertarla el tenedor” (énfasis añadidos).
“142.1 El vencimiento de una Letra de Cambio a cierto plazo desde la
aceptación se determina por la fecha de su aceptación o, en defecto de
aceptación total, por la fecha del respectivo protesto por falta de aceptación
(…).
142.2 La aceptación sin fecha se considera otorgada el último día del plazo
establecido para presentarla a la aceptación” (énfasis añadidos).
Para no dejar a los obligados cambiarios de regreso (girador, endosantes y sus
avalistas y fiadores), en ese estado compromiso sine die a voluntad del tenedor, el art.
134 LTV es categórico al señalar:
“Artículo 134.- Aceptación de la Letra de Cambio con Vencimiento a cierto
plazo desde la aceptación.
134.1 Para que la Letra de Cambio a cierto plazo desde la aceptación sea
exigible, debe ser presentada al girado para su aceptación, dentro del plazo de
un año desde que fue girada.
134.2 El girador puede reducir este plazo o fijar uno mayor, debiendo en ese
caso dejarse constancia en el mismo título” (énfasis añadidos).
Es decir que, si la letra no es presentada a la aceptación dentro del plazo de un año
desde su giro, o en el plazo mayor o menor señalado por el girador, no resultarán
exigibles los derechos contenidos en ella. El legislador ha sancionado con la
inexigibilidad de los derechos incorporados en la letra, el que la misma sea presentada
fuera de dichos plazos, lo que desde nuestro punto de vista configura un supuesto de
perjuicio del título valor, puesto que de conformidad con el art. 131.1 LTV ocasiona la
pérdida de las acciones cambiarias. Señala este último artículo:
“Artículo 131.- Efectos de la falta de presentación a la aceptación
131.1 El tenedor pierde la acción cambiaria contra todos los obligados cuando,
siendo necesario presentar la Letra de Cambio para su aceptación, no lo hiciere
en el plazo legal o en el señalado en el título por el girador”.
Se trata de un supuesto de perjuicio que justamente coincide con una de las causales
de contradicción dispuestas por el art. 690-D CPC admisibles en el proceso único de
ejecución, cuando señala:
“Artículo 690-D.- Contradicción
Dentro de cinco días de notificado el mandato ejecutivo, el ejecutado puede
contradecir la ejecución y proponer excepciones procesales o defensas previas
En el mismo escrito se presentarán los medios probatorios pertinentes; de lo
contrario, el pedido será declarado inadmisible. Sólo son admisibles la
declaración de parte, los documentos y la pericia
La contradicción sólo podrá fundarse según la naturaleza del título en:
1. Inexigibilidad o iliquidez de la obligación contenida en el título; (…)” (énfasis
añadidos).
Ocurre que la prueba de que la letra fue presentada dentro del plazo normalmente
será, bien la aceptación del girado fechada ya sea por el aceptante, por el tenedor o
que por no tener fecha se presume otorgada el último día del plazo que se tenía para
presentarla a la aceptación; o bien el acto de protesto por falta de aceptación llevado
a cabo dentro de los plazos establecidos en el art. 72.1.a LTV. Pero siempre queda
abierta la posibilidad de que el demandado pruebe que la presentación a la aceptación
no se dio (levantándose directamente el protesto) o se dio fuera del plazo previsto en
el art. 134 LTV.
EJEMPLO 8: Si el viernes 14 de junio de 2013 A gira una letra de cambio a la
orden de B y a cargo de C, con vencimiento a siete días desde la aceptación,
según el art. 134.1 LTV, B dispondría del plazo que va desde el viernes 14 de
junio de 2013 al sábado 14 de junio de 2014 para presentar la letra a la
aceptación del girado, y para obtener una aceptación dentro de este plazo. Pero
como el día sábado 14 de junio de 2014 es día inhábil, en aplicación del art.
144.4 LTV, B dispone del plazo que va del viernes 14 de junio de 2013 al lunes
16 de junio de 2014 para presentar la letra de cambio a la aceptación y obtener
una aceptación dentro de dicho plazo, o en caso de que el girado se rehúse a
aceptar la letra, obtener un protesto por falta de aceptación, dentro del plazo
previsto en el art. 72.1.a LTV.
EJEMPLO 9: Si el 18 de noviembre de 2013 A gira una letra a la orden de B y a
cargo de C, con vencimiento a diez días desde la vista, señalando en la letra
que la misma debía ser presentada a la aceptación de C en el plazo de 5 meses
desde su giro, de conformidad con el art. 134.2 LTV, B dispone del plazo que
va desde el 18 de noviembre de 2013 al viernes 18 de abril del 2014 para
presentar la letra de cambio a la aceptación de C y obtener una aceptación
dentro de dicho plazo, o en caso de que C se rehúse a aceptar la letra, obtener
un protesto por falta de aceptación, dentro del plazo previsto en el art. 72.1.a
LTV.
El segundo supuesto en el que la presentación de la letra de cambio al girado
pidiéndole aceptación es obligatoria, forzosa o necesaria, es cuando el girador o un
endosante de la letra de cambio impone al tenedor la carga de la presentación de la
letra para la aceptación, allí donde en principio hubiera sido su mera potestad
presentarla a tal efecto. Ocurre que el girador y cualquier endosante pueden imponer
la presentación de la letra de cambio a su aceptación, convirtiendo los supuestos de
396
Notas de Títulos Valores § 264
dentro del plazo previsto en el art. 72.1.a LTV. Si F presenta no presenta la letra
a la aceptación de C dentro del plazo referido, o no obtiene un protesto por falta
de aceptación dentro del plazo previsto en el art. 72.1.a LTV, pierde las
acciones cambiarias contra todos los obligados cambiarios: A, B, D, y E.
EJEMPLO 11: El domingo 16 de junio de 2013 A gira una letra de cambio a la
orden de B y a cargo de C, con vencimiento a diez meses desde la emisión.
Luego B endosa la letra de cambio a D, quien la endosa a E, el mismo que al
momento de endosarla a F coloca en la letra que la misma debe ser presentada
a su aceptación antes del viernes 22 de noviembre de 2013. F endosa la letra
de cambio a G quien el 9 de octubre de 2013 la endosa a H. H tiene el plazo
que va desde el 9 de octubre de 2013 (día en que entró en posesión de la letra),
hasta el jueves 21 de noviembre de 2013 para presentar la letra a la aceptación
de C y obtener su aceptación dentro de dicho plazo, o de lo contrario, si C se
rehúsa, levantar protesto por falta de aceptación dentro de los plazos previstos
en el art. 72.1.a LTV. Si H presenta la letra a la aceptación de C el 9 de
diciembre de 2013 y C se rehúsa a aceptar, entonces H habrá perdido las
acciones cambiarias contra E, F, y G, pero aún conservará las que tenga contra
A, B y D.
EJEMPLO 12: El día 23 de mayo de 2013 A gira una letra de cambio a la vista a
la orden de B y a cargo de C, señalando como plazo para la presentación de la
letra para su pago los tres años siguientes a su emisión; y señalando además
que la misma deberá ser presentada para su aceptación, sin señalar plazo.
Posteriormente, B endosa la letra a D quien la endosa a E el 15 de julio de
2013. De conformidad con el art. 141.5 LTV, E tiene el plazo que va desde el
23 de mayo del 2013 hasta el lunes 23 de mayo del 2016 para presentar la letra
solicitando su pago. Y a su vez, de conformidad con el art. 135 LTV, tiene el
plazo que va desde el 15 de julio de 2013 (día en que entró en posesión de la
letra) hasta el viernes 23 de mayo de 2014 para presentar la letra al girado
solicitando su aceptación, y obtener su aceptación dentro de dicho plazo, o en
caso de que C rehúse aceptarla, levantar el respectivo protesto por falta de
aceptación dentro del plazo previsto en el art. 72.1.a LTV. Si E de hecho
presenta la letra a la aceptación de C el 6 de junio de 2014, y C se rehúsa a
aceptarla, habrá perdido las acciones cambiarias contra A, B y D.
Como contrapartida, solo quien impuso la presentación de la letra a su aceptación
como carga, y las personas que hayan intervenido después, pueden invocar la
inobservancia del plazo para la presentación a la aceptación, a fin de liberarse de la
pretensión cambiaria del tenedor. Así lo señala el art. 130.4 LTV:
“130.4 La inobservancia del plazo para la presentación a la aceptación puede
ser invocada sólo por el girador o endosante que la consignó o personas que
hayan intervenido después de quien lo consignó”.
Letras no aceptables o de presentación superflua.
El art. 141.3 LTV señala que: si la letra a la vista no cuenta con aceptación, la
aceptación y el pago se harán simultáneamente o exigirse su aceptación antes de su
presentación al pago. De no estar aceptada, en su caso, procederá su protesto por
falta de aceptación total o parcial; salvo que por ley especial no sea necesaria su
aceptación.
398
Notas de Títulos Valores § 266
¿En qué casos el protesto por falta de aceptación de la letra de cambio a la vista no
es necesario por ser por ley especial innecesaria la aceptación? ¿A qué casos se
refiere el art. 141.3 LTV?
Este artículo se refiere a los supuestos regulados en el art. 228 LBS, que faculta a los
bancos a girar a la orden de sí mismos y a cargo de su cliente, una letra a la vista por
el saldo deudor que pudiera tener en su cuenta bancaria, más los intereses generados,
cuando hayan transcurrido 15 días hábiles desde la comunicación notarial requiriendo
el pago. En este caso, no es necesaria la aceptación de la letra de cambio a la vista
girada en estas circunstancias para que la misma pueda cobrarse judicialmente al
cliente girado. Así pues, el girado de esta letra de cambio es obligado principal por así
establecerlo la LBS.
Funciones de la presentación a la aceptación.
Ya habíamos señalado anteriormente, que siendo la regla general que la presentación
de la letra de cambio al girado, antes del vencimiento, pidiéndole aceptación es
potestad del tenedor, lo cierto es que resulta conveniente que así lo haga. Los
beneficios que obtiene el tenedor por presentar la letra al girado antes del vencimiento
pidiéndole su aceptación, ya sea porque voluntariamente decide realizar tal acto o
porque está obligado a tal presentación, son los siguientes:
A.- Averiguar las intenciones de pago del girado. Tan legítimo considera el
legislador este interés del tenedor por averiguar las intenciones de pago del girado,
que le permite presumir que, si no quiere comprometerse, obligándose
cambiariamente a pagar el día del vencimiento, es bastante probable que no pague
cuando llegue ese día. Y bajo esta presunción permite al tenedor, que previo protesto
por falta de aceptación, precluya el plazo de vencimiento, e inicie las llamadas por la
doctrina “acciones de regreso anticipado” contra todos o alguno(s) de los obligados
cambiarios existentes (girador, endosantes, y sus avalistas y fiadores). Así lo señalan
los arts. 147.2 y 148.1 LTV:
“147.2 El protesto por falta de aceptación total dispensa de la presentación para
el pago y del protesto por falta de pago, asumiendo el girador la calidad de
obligado principal, contra quien y demás obligados procede ejercitar la acción
cambiaria derivada de la Letra de Cambio por el solo mérito del protesto por
falta de aceptación. La falta de pago de estas Letras de Cambio se comunicará
a la Cámara de Comercio, conforme al primer párrafo del Artículo 87” (énfasis
añadidos).
“148.1 Antes del vencimiento de la Letra de Cambio, el tenedor puede ejercitar
las acciones cambiarias que correspondan si ha habido negativa, total o parcial
de la aceptación, por la parte no aceptada” (énfasis añadido).
B.- Poder cobrar la letra antes del vencimiento, con el sólo protesto por falta de
aceptación.
Según lo señalado en el punto A, si el tenedor presenta la letra de cambio antes del
vencimiento al girado pidiéndole aceptación y éste no acepta, previo protesto por falta
de aceptación, los arts. 147.2 y 148.1 LTV le permiten al tenedor precluir el plazo de
vencimiento y sin más demora iniciar las acciones de regreso anticipado contra los
que a la fecha sean obligados cambiarios (girador, endosantes, y sus avalistas y
fiadores), demandando el pago de la suma de dinero determinada o determinable
señalada en la letra de cambio.
400
Notas de Títulos Valores § 267
embargo sobre sus bienes. Esta última regla será aplicable al girador de una
Letra de Cambio a su propio cargo”.
“147.2 El protesto por falta de aceptación total dispensa de la presentación para
el pago y del protesto por falta de pago, asumiendo el girador la calidad de
obligado principal, contra quien y demás obligados procede ejercitar la acción
cambiaria derivada de la Letra de Cambio por el solo mérito del protesto por
falta de aceptación. La falta de pago de estas Letras de Cambio se comunicará
a la Cámara de Comercio, conforme al primer párrafo del Artículo 87”.
Son tres pues los supuestos en los que el tenedor puede precluir el plazo de
vencimiento y ejercitar esta acción de regreso anticipado:
a) Cuando se ha levantado un protesto por falta de aceptación total o parcial contra el
girado. En este caso, el legislador le permite al tenedor lícitamente presumir que si el
girado no ha querido obligarse cambiariamente a pagar la letra el día del vencimiento,
casi con toda probabilidad no piensa pagar la letra llegado su vencimiento, por lo que
no hay motivos suficientes para esperar a que pase el plazo de vencimiento e intentar
cobrarle a una persona que desde antes ha tenido comportamientos indiciarios de no
querer pagar. Para poder iniciar las acciones de regreso anticipado contra el girador
(que se ha convertido en obligado principal), los endosantes y avalistas y giradores de
estos, es pues necesario recabar previamente un protesto por falta de aceptación ya
sea total o parcial, que pruebe el supuesto que permite el inicio de la acción: que el
girado a pesar de haber sido requerido a la aceptación de la letra no ha querido
obligarse cambiariamente a pagar el día del vencimiento.
b) Cuando el girado –aceptante o no- ha sido sometido a concurso o ha resultado
ineficaz una medida cautelar u orden de embargo contra sus bienes. En estos
supuestos no tiene caso esperar al día del vencimiento para pedirle el pago al girado,
puesto que, en el primer caso, una de las consecuencias de la apertura de concurso
es la suspensión de la exigibilidad de las obligaciones y la prohibición para el obligado
de efectuar pagos fuera del procedimiento administrativo concursal a acreedores no
reconocidos por el INDECOPI y vulnerando el cronograma de pagos contenido en el
plan de reestructuración o el convenio de liquidación aprobado por la Junta de
Acreedores; y, en el segundo, ya consta que no es posible en la práctica cobrarle a
esa persona. En estos supuestos, para iniciar la acción de regreso anticipado contra
los obligados cambiarios existentes, debería de bastar con adjuntar a copia de la
Resolución que declara al girado –aceptante o no- en concurso publicada en el Diario
El Peruano, o bien de la Resolución judicial que da fin al proceso de ejecución
infructuoso. En mi opinión, en este segundo caso se prevé que el girado haya sido
demandado en otro proceso, en el cual han devenido ineficaces las medidas
cautelares u órdenes de embargo contra sus bienes, es decir no se han podido
ejecutar; lo que hace dudar legítimamente de su solvencia, pues teniendo obligaciones
impagas puede asumir su pago. Por ello se hace innecesario que el tenedor espere al
vencimiento de la letra, con la expectativa de que para entonces dicha situación
económica del girado se revierta y pueda pagar la letra. De ahí que la ley releva al
tenedor de tener que esperar al vencimiento y le permite iniciar las acciones de
regreso anticipado contra los obligados cambiarios existentes (endosantes, girador,
sus avalistas y fiadores, e inclusive si lo desea contra el propio girado aceptante). Sin
embargo, si en cualquiera de estos casos el tenedor espera al vencimiento de la letra
de cambio, resultaría aplicable el Precedente de observancia obligatoria contenido en
la RESOLUCIÓN 566-2000/TDC-INDECOPI, según el cual “La suspensión de la
exigibilidad de las obligaciones del obligado principal de una letra de cambio, como
consecuencia de encontrarse sujeto a un proceso concursal, no exime al tenedor de
protestar dicho título a su vencimiento, para evitar que se perjudique el título, toda vez
que ello determina la conservación de las acciones cambiarias que podrán ser
ejercidas una vez que termine la inexigibilidad de las obligaciones del obligado
principal”. En realidad, es una aplicación casi inmediata de lo dispuesto en el art. 71.1
LTV, según el cual, en los títulos valores sujetos a protesto, la incapacidad o la
insolvencia decretada del obligado principal no dispensan de la necesidad de
formalizar el protesto. La única novedad es que un protesto por falta de pago de una
letra no aceptada, por definición, no se practica contra el “obligado principal” (el girado
no aceptante no es ni siquiera obligado, menos aún obligado principal), pero por lo
demás se trata del mismo fenómeno.
c) Cuando el que ha sido sometido a concurso o la persona contra quien ha devenido
ineficaz una medida cautelar u orden de embargo es el girador-girado de una letra “al
propio cargo”67. Como se entiende que esta letra nace aceptada, se podría expresar
alternativamente este supuesto como un caso comprendido en el literal anterior,
cuando el girado es aceptante. De hecho, las dos hipótesis contempladas funcionan
de modo muy similar al ya mencionado y examinado allí, con la diferencia de que al
girador-girador de este supuesto sí le es directamente aplicable lo previsto en el art.
71.1 LTV, pues es el obligado principal de esta letra.
Pluralidad de girados y aceptación.
La posibilidad de contemplar una pluralidad de girados aparece regulada en el art. 132
LTV68.
En estos casos el tenedor presentará la letra de cambio en el orden que considere
conveniente, salvo que:
1) se trate de una indicación alternativa, caso en el que tendrá que escoger a uno de
ellos;
2) se trate de indicación sucesiva, supuesto en que deberá presentar la letra de
cambio en el orden enunciado en la letra de cambio: primero al inicialmente
mencionado y si éste no acepta, podrá presentarse al segundo mencionado, etc.
También puede ocurrir que se mezclen fórmulas y que el girador o uno de los
endosantes vuelvan obligatoria la presentación de la letra de cambio para uno de los
girados mencionados, que para otro indique plazo, etc.
Puede ocurrir que la letra de cambio sea aceptada de forma parcial por más de un
girado. En estos casos cada girado responderá por su pago por el monto parcial
67 Se trata de una letra de cambio en la que una misma persona ocupa las posiciones de girador y de
girado, son las llamadas por la doctrina “pagarés cambiarios”, que constituyen letras que nacen
aceptadas.
68 Artículo 132.- Pluralidad de girados
132.1 Cuando sean varios los girados, el tenedor presentará la Letra de Cambio en el orden que
considere conveniente. En el caso de indicación alternativa, la presentará a quien dicho tenedor elija,
y en el caso de indicación sucesiva, la presentará en el orden enunciado en la Letra de Cambio.
132.2 Si la Letra de Cambio fuese aceptada por montos parciales por más de un girado cada cual
responderá por su pago por el monto parcial aceptado, debiendo anotarse en el mismo título los pagos
que realicen, sin que sea necesaria la devolución a la que se refiere el Artículo 17, sin perjuicio de la
obligación del tenedor de expedirles las contancias de pago correspondientes.
402
Notas de Títulos Valores § 269
aceptado. Al momento del vencimiento debían anotarse en el título valor los pagos
que se realicen; y puesto que se trata de pagos parciales no se está obligado a la
entrega del título valor, sino sólo de un recibo o constancia de pago.
Segunda presentación.
Habíamos señalado que la presentación a la aceptación es por regla general facultad
del tenedor de la letra de cambio. Ahora bien, uno de los motivos para presentar la
letra de cambio a su aceptación, era configurar el supuesto de inicio de una acción de
regreso anticipado (consistente en levantar un protesto por falta de aceptación) y
obtener el cobro antes del vencimiento.
En este contexto, en primer lugar, la ley faculta al girado a solicitar una segunda
presentación de la letra a la aceptación al día hábil siguiente, sin considerar que tal
actitud signifique en sí misma una demora que faculte al tenedor a levantar el protesto.
Se considera que el girado desea tener un plazo de reflexión, o un plazo para aclarar
o perfeccionar sus relaciones con el girador.
Por su parte el tenedor del título valor no está obligado a acceder a tal petición ni a
presentar la letra de cambio por segunda vez. Puede, por tanto, levantar protesto por
falta de aceptación a la primera presentación, cumpliendo así, por ejemplo, con la
carga de una presentación forzosa o necesaria. En todo caso, de la existencia de la
petición del girado debe dejarse constancia ante el fedatario encargado del protesto.
Ahora bien, para la ley, esta solicitud del girado de que se le presente nuevamente la
letra de cambio para su aceptación no equivale a una negativa de aceptación. Por ello
la ley no faculta al tenedor a exigir a los obligados cambiarios la garantía de la
aceptación. Es decir, el tenedor no podrá ejercitar las acciones de regreso anticipado
exigiendo un pago antes del vencimiento.
Se trata de una excepción al deber impuesto al girado en el art. 136 LTV, según el
cual, el girado ante la presentación de la letra de cambio debe aceptarla o rechazarla,
facultando toda demora a levantar el respectivo protesto.
Revocación de la aceptación.
El girado puede testar la aceptación después de haberla consignado en la letra de
cambio, es decir que puede retractarse de ese acto antes de restituir el título valor a
manos del tenedor que se lo entregó para aceptarlo (porque el aceptante queda
obligado como tal cuando tiene lugar la entrega al tenedor de la letra de cambio con
la declaración del aceptante anotada en ella).
El art.137 habla de “testar” o sea tachar. Otras legislaciones hablan de tachar o
cancelar y dentro de cancelar caben otro tipo de formas como:
1.- Una declaración firmada del girado haciendo constar que revoca su declaración
original.
2.- Raspar o borrar, etc.
Nuestra legislación sólo dice testar que equivale a tachar. Como consecuencia de esta
tachadura de la aceptación de la letra de cambio antes de su devolución al tenedor,
no habría aceptación.
Además, el art.137 LTV que permite al girado revocar de esa forma su aceptación,
establece la presunción iuris tantum de que la tachadura de la aceptación se ha
producido antes de restituirse el título valor al tenedor. Pero no sólo se trata de una
404
Notas de Títulos Valores § 271
significa tanto que el deudor podrá o deberá protestar la letra de cambio por falta de
aceptación, como que podrá iniciar la acción de regreso anticipado por falta de
aceptación contra todos. Pero cuando la letra sea pagada por uno de los notificados,
éste tendrá en su poder una letra de cambio que tiene un aceptante contra él que
podrá repetir el pago realizado.
Domiciliación de la letra en la aceptación.
Cuando el girador haya designado un lugar para el pago distinto del domicilio del
girado, éste está facultado para señalar un lugar distinto para el pago o consignar la
cláusula de pago con cargo en cuenta bancaria en el momento en que se le presente
la letra de cambio a la aceptación. Se trata de las llamadas letras domiciliadas.
La reaceptación.
La reaceptación evita el giro y aceptación de una nueva letra de cambio. Está
contemplada en el art. 139 de la LTV. Se trata de la renovación de la obligación en
cuanto al monto, plazo y lugar de pago, salvo cláusula en contrario.
La reaceptación implica un acuerdo entre el tenedor del título valor y el aceptante. De
ahí que, a diferencia de la cláusula de prórroga del art. 49 LTV, la reaceptación sólo
vincule a quienes participan o intervienen en este acuerdo.
Luego de la reaceptación:
1. Quedan cambiariamente liberados todos los anteriores firmantes de la letra de
cambio, salvo que vuelvan a intervenir.
2. A partir de ese momento la letra de cambio circulará según los términos de la
reaceptación.
La razón de la liberación de los demás firmantes de la letra de cambio, radica en que
estos se obligaron por determinado plazo, durante el cual garantizaban aceptación y
pago. Estas obligaciones no pueden verse expandidas en el tiempo por la sola
voluntad del aceptante y del tenedor. Distinto es el caso en que la cláusula de prórroga
consignada en el título valor informa a los firmantes de la facultad del tenedor de
prorrogar el vencimiento del título valor. De ahí que en la reaceptación deban firmar
tenedor y deudor (art. 279.11 LTV), mientras que para prorrogar en virtud de una
cláusula de prórroga previamente anotada por un obligado, basta la firma del tenedor
acreedor.
Según el art. 140 LTV, la reaceptación procede sólo antes de la prescripción de la
acción cambiaria directa (3 años desde el vencimiento); y siempre que el título valor,
no haya sido protestado u obtenido formalidad sustitutoria. Ya que en estos casos lo
que procede es su cobro no su prórroga.
Hablado de la reaceptación como una renovación específica de la aceptación, vale la
pena prestar atención a lo que quizá sea lo más interesante de ella. La reaceptación
se hace, efectivamente, en la propia letra de cambio, introduciendo las modificaciones
que en ese momento se quieran hacer. En lo que no se hagan explícitas
modificaciones, en principio, valen todos los términos de la aceptación original. Pero
es una nueva obligación: hay novación, que libera por eso mismo a los anteriores
obligados que no intervengan en ella.
Lo curioso de esto es que se obtiene como resultado una obligación cambiaria en
términos de aceptación, sin que necesariamente exista un girador responsable. La
reaceptación, como dice su nombre, es la renovación de la aceptación. El girado
FACULTAD DE DERECHO 405
Versión de julio de 2023
§ 273 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
acepta el giro, y al cabo de un tiempo, cuando van a cobrarle la letra, acuerda con el
tenedor en hacer una reaceptación; ergo, la reacepta. La Ley es clara: el re-aceptante
se obliga en los mismos términos, con las modificaciones que allí introduzca, y los
demás obligados cambiarios, incluyendo el girador, quedan libres. Entonces hay una
aceptación formalmente válida, que la Ley admite, sin girador, sin giro, porque se
reacepta, pero no se “re-gira”; al menos no necesariamente. Por supuesto, cabe la
posibilidad de hacer una renovación con nueva declaración de todos los intervinientes
anteriores: girador, endosantes, etc. En tal caso, todos ellos se obligarían en los
nuevos términos, pero no siempre ni necesariamente ocurre así.
Eventualmente, entonces, puede haber sólo la reaceptación, y la Ley lo admite. Una
aceptación propiamente dicha, sin que conste en el título un “giro”, ¿es posible? ¿Es
válida? Hablo de una aceptación propiamente dicha de una letra no girada, sin girador.
¿Es formalmente válida? Evidentemente no (salvo como letra incompleta, y sujeta a
la condición de que se complete antes de que se ejerzan los derechos cambiarios).
Sin embargo, la letra reaceptada sí es válida sin re-giro. Ésta es una peculiaridad
interesante de la reaceptación: es válida sólo contra el reaceptante, y a partir de ahí
puede volver a circular, como una letra más.
Naturaleza y efectos de la aceptación.
…
69 De los apartados de esta sección, sólo el § 278 procede directamente de los materiales anteriores
de este curso, preparados por la Prof. Lorena RAMÍREZ. El resto lo he redactado a base de las Lecciones
inéditas del Prof. GARCÍA-PITA sobre la Letra de Cambio, con las convenientes adaptaciones a nuestro
ordenamiento positivo.
70 MÜLLER-ERZBACH, cit., 2ª/3ª ed., p. 473; ZÖLLNER, cit., 13ª ed., p. 82; LANGLE RUBIO, Manual..., cit., t.
71 Vid. §§
406
Notas de Títulos Valores § 275
cualquiera), como vimos en su momento, todo ello vinculado ese peculiar instrumento
que es la incorporación del derecho en el soporte documental.
Pero además, que la letra de cambio (entre otros títulos valores) no sólo sea un título a
la orden nato, sino también un verdadero título valor dotado de fe pública, supone un
reforzamiento verdaderamente extraordinario de esa circulabilidad. Esa circulabilidad
reforzada se manifiesta en un notable predominio del aspecto real del documento sobre
el obligacional72. Esto, al menos, con vistas a su posible circulación mediante unos
procedimientos de transmisión estrictamente cambiarios, que son más simples, rápidos
y seguros que los propios del Derecho común, sea Civil o Mercantil. Tales simplicidad y
seguridad se manifiestan en la estrecha relación entre el derecho que circula y su soporte
documental, ya que se pretende que el primero, gracias a éste, pueda circular según un
régimen de transmisión, si no exactamente igual, al menos muy próximo al de los bienes
muebles corporales. De ese régimen, constituye un componente evidentemente
fundamental el endoso, como cauce natural de circulación de índole específicamente
cartácea73 que corresponde a la letra de cambio como título “a la orden” nato.
Ahora bien, el endoso no es la única vía de circulación de la letra de cambio y demás
títulos valores a la orden natos. Éstos pueden circular también por el cauce de la cesión
de créditos, sea o no en su versión cartácea, como también de los restantes modos de
adquisición de los derechos de crédito “no cambiarios” o de Derecho común (como la
sucesión hereditaria u otras transmisiones universales, con ocasión de la reorganización
de personas jurídicas o en los contratos sobre fondos empresariales). Pero además,
dentro de un concepto amplio del llamado regreso cambiario, la propia LTV reconoce
algunas otras formas especiales de circulación, que habría que calificar también como
formas específicamente cambiarias de circulación, como vamos a ver en seguida.
Según esto, habría que clasificar las formas de circulación de la letra de cambio (y de
otros títulos a la orden) en:
1) modalidades de circulación no cambiaria, que algún autor ha caracterizado como
transmisiones informales74; y
2) formas de circulación cambiaria, que además del paradigmático endoso,
comprendería otros supuestos en los que la transmisión de la letra de cambio
conserva la protección de su específica condición de título valor dotado de fe pública,
como son el pago por intervención, el pago recuperatorio y el regreso cambiario
propiamente dicho.
Circulación cambiaria por vía distinta del endoso y “letra de resaca”.
Como venía diciendo, la LTV reconoce, más o menos explícitamente, “otras” formas
estructuralmente cambiarias de circulación de la letra de cambio, aparte del endoso.
De esas formas, las actualmente vigentes son, concretamente:
75 Cfr. ALONSO SOTO, Ricardo; “El pago de la letra de cambio”, en MENÉNDEZ, Derecho cambiario, cit.,
pp. 609-662 (pp. 658-659), respecto al aún en vigor art. 62 de la LCCH es.
76 Cfr. MONTOYA ALBERTI, “Aspectos…”, cit., p. 49.
77 Con ese sentido general usaba la expresión el art. 111 LTV ant., referida propiamente a la cuenta de
los gastos repercutibles por quien pagaba “por intervención”, esto es, sin llegar a girar propiamente una
“letra de resaca”. Los arts. 17.1 y 64.4 LTV usan ya para esta “cuenta” únicamente la designación (quizá
demasiado vaga) de “cuenta de gastos”.
78 Vid. §§ 188 a 190, en pp. 252 y s., supra.
408
Notas de Títulos Valores § 276
protesto, mientras no haya vencido el plazo para levantarlo—, paga la letra de cambio a
su último tenedor legítimo, y rescata el título valor (a tenor del art. 17.1 LTV). La intención
o el objetivo de este pago es, una vez premunido del documento, poder ejercer a su vez
los derechos cambiarios contra otros obligados (directos o regresivos) anteriores a él, ya
sea de esta misma forma extrajudicial o bien mediante la correspondiente acción
cambiaria. Precisamente, la diferencia entre el pago recuperatorio y el pago por
intervención, como formas específicas de circulación cambiaria en regreso, está en que:
1) El pago por intervención lo puede verificar cualquier persona, haya o no firmado antes
el título y esté o no mencionada en él, salvo el aceptante (o, en general, obligado
principal del título).
2) El pago recuperatorio, en cambio sólo puede realizarlo un obligado en la vía de
regreso, y sólo si está obligado en esa vía, pues quien es obligado “directo” o principal,
una vez que paga, cancela totalmente el título y no puede ya ejercer ningún derecho
cambiario.
En la práctica judicial cambiaria comparada, no es infrecuente que los deudores
demandados por quien ha hecho un pago recuperatorio en los términos anteriores
opongan la excepción de falta de legitimación activa. Se suele citar como fundamento
de esta excepción el hecho de no constar auténticamente la verdadera condición de
ulterior regreso de la demanda, con los correspondientes actuados judiciales y cuenta
de gastos de regreso. Pero si bien en algún caso español se dieron vacilaciones al
respecto, la jurisprudencia, alineándose con la doctrina mayoritaria, ha terminado
reconociendo que el simple hecho de la posesión del título, unida a su legitimación
nominal por una cadena regular de endosos, sin ningún otro requisito, es suficiente para
legitimar al endosatario para el pleno ejercicio de los derechos cambiarios.
Tal consecuencia, por otro lado, se deduce también con claridad del art. 145.2 LTV, que
permite a todo endosante u obligado por la letra, distinto del principal, testar su propio
endoso o firma y todos los posteriores al efectuar el pago. El único propósito reconocible
de tal hecho, en efecto, que por lo tanto queda así implícitamente sancionado por la Ley,
es recuperar la legitimación activa en cuanto endosatario u otra forma de tenedor
legítimo regular. Ello también confirma que esta forma de circulación regresiva de le letra
de cambio es tan cambiaria como el propio endoso.
Endoso de la letra y posiciones del endosante y endosatario.
Respecto de la circulación de la letra mediante el endoso, ante todo debo remitir a lo
dicho con alcance general para esta forma regular de circulación de todos los títulos
valores “a la orden”82, cuya figura paradigmática es precisamente la letra de cambio.
La LTV recoge al respecto tan sólo dos normas especiales para la letra de cambio,
contenidas en los arts. 125 y 126 LTV. Ninguna de ellas aporta realmente novedades
exclusivas de este título valor que no fueran ya bastante obvias, a la vista de la
regulación general del endoso de los títulos “a la orden”.
De conformidad con el art. 126.1 LTV “salvo cláusula o disposición legal expresa en
contrario, el endosante responde de la aceptación y el pago” de la letra. El endosante
es un obligado cambiario de regreso, es decir que su pago no es liberatorio total, sino
que sólo lo libera a él, a quienes endosaron tras él —a los que garantizó la aceptación
y pago de la letra por el girado— y a sus avales y fiadores. Se convierte así, como
410
Notas de Títulos Valores § 278
acabamos de ver, nuevamente en tenedor legítimo de la letra, y como tal puede repetir
el pago contra los endosantes anteriores, el girador, el aceptante de la letra (si lo
hubiera) y los avales y fiadores de todos éstos.
La responsabilidad que asume el endosante por el pago de la letra, se hace efectiva
ante el impago del girado el día del vencimiento, y previo protesto por falta de pago;
supuesto en el cual el tenedor puede ejercitar las acciones cambiarias contra el
endosante de manera individual o conjuntamente contra los demás obligados
cambiarios. Su responsabilidad por el pago de la letra, también se hace efectiva, antes
del vencimiento de la letra, cuando por la insolvencia del girado (aceptante o no)
manifestada en ciertos hechos (apertura de concurso o infructuosidad de medidas de
ejecución judicial en su contra), o también la del girador-girado de una letra no
aceptable, el tenedor precluye el plazo de vencimiento e inicia las acciones de regreso
anticipado contra el endosante y contra el resto de obligados cambiarios. El supuesto
está contemplado en art. 148.1 LTV:
“148.1 Antes del vencimiento de la Letra de Cambio, el tenedor puede ejercitar
las acciones cambiarias que correspondan si (…), el girado aceptante o no
hubiese sido declarado insolvente o resultado ineficaz una medida cautelar u
orden de embargo sobre sus bienes. Esta última regla será aplicable al girador
de una Letra de Cambio a su propio cargo”.
La responsabilidad que asume el endosante por la falta de aceptación de la letra de
cambio se hace efectiva cuando el tenedor presenta la letra al girado antes del
vencimiento, pidiéndole aceptación, y éste se niega (o de hecho no acepta). Entonces
se puede levantar protesto por falta de aceptación, y si el tenedor así lo decide,
precluye el plazo de vencimiento, iniciándose las llamadas por la doctrina “acciones
de regreso anticipado” (y que la ley trata simplemente como acciones de regreso,
salvo la que se dirige contra el girador, que pasa a ser “directa”), contra el endosante
u otros obligados cambiarios solidarios (girador, avalistas y fiadores). El supuesto está
previsto en los arts. 147.2 y 148.1 LTV:
“147.2 El protesto por falta de aceptación total dispensa de la presentación para
el pago y del protesto por falta de pago, asumiendo el girador la calidad de
obligado principal, contra quien y demás obligados procede ejercitar la acción
cambiaria derivada de la Letra de Cambio por el solo mérito del protesto por
falta de aceptación. La falta de pago de estas Letras de Cambio se comunicará
a la Cámara de Comercio, conforme al primer párrafo del Artículo 87”.
“148.1 Antes del vencimiento de la Letra de Cambio, el tenedor puede ejercitar
las acciones cambiarias que correspondan si ha habido negativa, total o parcial
de la aceptación, por la parte no aceptada (…)”.
Por su parte, el endosatario de la letra de cambio es su tenedor legítimo siempre que
justifique su posesión con una cadena ininterrumpida de endosos, tanto si se trata de
un endosatario en propiedad, como si se trata de un endosatario en garantía o en
procuración. Es el sujeto legitimado a ejercer el derecho de crédito incorporado en la
letra de cambio mediante su presentación al girado el día de su vencimiento para
pedirle el pago.
Cuando se trata de un endosatario en propiedad es además el propietario del título y
el titular de los derechos inherentes al título valor, y puede no sólo cobrarlo sino
transmitirlo en propiedad, en procuración o en garantía.
83 En esta sección, la mayor parte de los §§ 279 a 282, sobre el vencimiento de la letra de cambio,
recogen sin mayores cambios el contenido del material que sobre los mismos temas preparó en años
anteriores la Prof. Lorena RAMÍREZ para este mismo curso.
84 Vid. § 177, en pp. 250 y s., supra.
412
Notas de Títulos Valores § 279
85 De conformidad con el Art. 72.1.b LTV el plazo para protesto por falta de pago serían los quince días
posteriores a su vencimiento, esto es: del 3/01/2015 al sábado 17/01/ 2015. Los días para entregar el
título valor al notario de conformidad con el Art. 72.2 serían los ocho primeros de los quince
mencionados: 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 10 de enero de 2015, pero como el 10/01/2015 cae día inhábil
(sábado), en aplicación del Art. 75.2 LTV, B todavía puede entregar la letra al notario solicitándole que
la proteste hasta el lunes 12/01/2015. Según el Art. 75.1 LTV los días para que el notario efectúe la
notificación de protesto son los días de semana hábiles (de lunes a viernes) de los quince referidos: 5,
6, 7, 8, 9, 12, 13, 14, 15 y 16 de enero de 2015.
414
Notas de Títulos Valores § 281
- En tercer lugar, en aplicación del art. 144.3 LTV, en el cómputo del plazo no
se incluirá el día que le sirva de punto de partida (salvo disposición expresa
de la ley en contrario) o, lo que es lo mismo, se excluye el día inicial y se
incluye íntegramente el día del vencimiento (inc. 4 del art. 183 CC). Por lo
cual el primer día del plazo que comienza el 28 de julio de 2014 es el 29 de
julio (y no el mismo 28), y el octavo día, día del vencimiento, el 5 de agosto.
EJEMPLO 8: Si el 29 de noviembre de 2013 A gira una letra a la orden de B y a
cargo de C con vencimiento a tres meses, dicha letra vence el viernes 28 de
febrero de 2014. Esto, porque, según el inc. 2 del art. 183 CC (aplicable por la
remisión contenida en el art. 144.1 LTV), cuando se trata de plazos señalados
en meses, este plazo se cumple en el mes del vencimiento y en el día de éste
correspondiente a la fecha del mes inicial, esto es vencería el día 29 de febrero
de 2014; pero según el mismo inc. 2 del art. 183 CC, cuando el día señalado
para ello no exista en el mes del vencimiento, como ocurre en este caso, el
vencimiento ocurrirá el último día del mes del vencimiento, esto es, el viernes
28 de febrero de 2014.
EJEMPLO 9: Si el día 26 de abril de 2012 A gira una letra de cambio a la orden
de B y a cargo de C con vencimiento a dos años desde su giro, dicha letra
vencería el 28 de abril de 2014, según los siguientes cálculos:
- En primer lugar, según el inc. 3 del art. 183 CC, a los plazos señalados en
años se aplica la misma regla que para los señalados en meses, es decir se
cumplen en el año del vencimiento en el mismo día y mes correspondientes
al año inicial, lo que daría el sábado 26 de abril de 2014.
- Sin embargo, según el art. 144.4 LTV, cuando el día del vencimiento para
el pago fuera inhábil (sábado, domingo o feriado), se entenderá que dicho
plazo vencerá el primer día hábil siguiente, lo que en este caso sería el lunes
28 de abril de 2014. Entonces el día del vencimiento será el 28 de abril de
2014, día en el cual B deberá presentar la letra a C pidiéndole pago, y día
desde el cual se computan los plazos de prescripción de las acciones
cambiarias.
El vencimiento de la letra (iii): “a cierto plazo vista”.
En la letra de cambio con vencimiento a cierto plazo desde su aceptación, el
vencimiento suele venir indicado con frases como:
1) “vence a diez días desde su aceptación”,
2) “a un mes vista”, o
3) “a un año desde la vista”.
En ellas, el plazo de vencimiento depende del acto de aceptación del girado, o bien
del protesto por falta de aceptación del girado. Por regla general, la presentación de
la letra de cambio al girado, antes del vencimiento, para que la acepte (para que se
obligue cambiariamente a pagarla el día de su vencimiento), es potestad del tenedor,
que no está sujeto a necesidad jurídica alguna de hacerlo, salvo supuestos concretos
(como vimos en su momento). Uno de ellos es justamente cuando se trata de letras
que vencen a cierto plazo desde la aceptación. En ellas es necesario presentar la letra
a la aceptación del girado, pues en caso contrario nunca comenzaría a correr el plazo
de vencimiento. Así, si se gira una letra con vencimiento “a quince días desde la
aceptación”, los quince días comenzarán a contarse tomando como punto de partida
FACULTAD DE DERECHO 415
Versión de julio de 2023
§ 281 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
la fecha en que el girado aceptó la letra o la fecha del protesto por falta de aceptación
(si el girado se negó a aceptarla).
Como puede colegirse, en estas letras con vencimiento a cierto plazo desde la
aceptación, el vencimiento de la letra de cambio depende en cierta medida de un acto
del tenedor: que la presente al girado pidiéndole aceptación. Pero como tanto derecho
tiene el acreedor a que le paguen, como el obligado a desobligarse pagando, la LTV
ha señalado un plazo para que las letras con vencimiento a cierto plazo desde su
aceptación, se presenten al girado pidiendo aceptación. Así pues, el art. 134 LTV
señala claramente:
“Artículo 134.- Aceptación de la Letra de Cambio con Vencimiento a cierto
plazo desde la aceptación
134.1 Para que la Letra de Cambio a cierto plazo desde la aceptación sea
exigible, debe ser presentada al girado para su aceptación, dentro del plazo de
un año desde que fue girada.
134.2 El girador puede reducir este plazo o fijar uno mayor, debiendo en ese
caso dejarse constancia en el mismo título”.
Si la letra no es presentada a la aceptación dentro del plazo de un año desde que fue
girada, o dentro del plazo mayor o menor señalado por el girador, el derecho de crédito
incorporado en la letra es inexigible, o lo que es lo mismo, se extinguen las acciones
cambiarias para exigirlo86.
Por otro lado, de conformidad con el art. 128.2 LTV, en las letras que vencen a cierto
plazo desde la aceptación (u otros supuestos en que la presentación a la aceptación
sea preceptiva), uno de los requisitos formales de la declaración cambiaria del girado-
aceptante (aceptación), es la fecha de la aceptación. Si el girado al aceptar omite
colocar la fecha de su aceptación, puede insertarla el tenedor. Y si también el tenedor
omitiese colocar la fecha, se aplicaría lo dispuesto por el art. 142.2 LTV según el cual,
“la aceptación sin fecha se considera otorgada el último día del plazo establecido para
presentarla a la aceptación”. Se salvan así las acciones cambiarias.
EJEMPLO 10: El día 18 de julio de 2013 A gira una letra a la orden de B y a cargo
de C, con vencimiento “a cinco días vista”, y sin indicar plazo especial para la
presentación a la aceptación. En este caso:
- De conformidad con el art. 134 LTV y el inc. 3 del art. 183 CC, B dispone
del plazo que va desde el 18 de julio de 2013 hasta el viernes 18 de julio del
2014 para presentarla a la aceptación de C.
- Si B la presenta a la aceptación de C el día 21 de junio de 2014 y C la acepta
ese mismo día, indicándolo así en la letra, entonces la letra vence el día
jueves 26 de junio de 2014 (aplicando para el cómputo de los “cinco días”
las reglas señaladas en los arts. 144.3 y 144.4 LTV y en los incs. 1 y 4 del
art. 183 CC, ya vistos).
EJEMPLO 11: El día 16 de mayo de 2013 A gira una letra a la orden de B y a
cargo de C, con vencimiento “a diez días desde la aceptación”, señalando como
plazo para presentación a la aceptación el de seis meses desde el giro. En este
caso:
86 Sí estaríamos esta vez ante un caso de perjuicio del título valor, al que se le aplica el art. 1233 CC.
416
Notas de Títulos Valores § 282
- De conformidad con el inc. 2 del art. 183 CC, B dispondría del plazo que va
desde el 16 de mayo de 2013 hasta el 16 de noviembre de 2013 para
presentar la letra a su aceptación.
- Pero como 16 de noviembre de 2013 cae sábado, en aplicación del art.
144.4 LTV, B dispone del plazo que va desde el 16 de mayo de 2013 hasta
el lunes 18 de noviembre de 2013 para presentar la letra a su aceptación.
- Si B presenta la letra a la aceptación de C el día 24 de septiembre de 2013,
y C se niega a aceptarla, de modo que B solicita y obtiene protesto por falta
de aceptación con fecha 27 de septiembre de 2013 (dentro del plazo
señalado por el inc. a del art. 72.1 LTV), entonces la letra vence el lunes 7
de octubre de 2013 (aplicando para el cómputo de los “diez días” las reglas
señaladas en los arts. 144.3 y 144.4 LTV y los incs. 1 y 4 del art. 183 CC,
ya vistas).
El vencimiento de la letra (iv): letras “a la vista”.
La letra de cambio con vencimiento a la vista, forma de vencimiento que además se
considera insertada siempre que se omita señalar de otra forma el vencimiento (art.
121.5 LTV), vence el día mismo de su presentación al girado solicitándole su pago. La
forma prácticamente unánime de indicar expresamente este vencimiento es la frase
“a la vista”. Dice la doctrina que el señalamiento de un vencimiento de este tipo en una
letra de cambio, tiene por finalidad que el tomador pueda atender con el importe de la
letra de cambio eventualidades que se prevé van a producirse dentro de cierta época,
pero respecto de las cuales se ignora el momento exacto en que se darán. El tomador
o tenedor legítimo puede presentar la letra de cambio al girado en cualquier momento,
solicitándole su pago (y ocasionando con ello su vencimiento), desde el mismo
instante siguiente a su emisión.
Pero tampoco se quiere que los obligados cambiarios permanezcan obligados sine
die, pues tanto derecho tienen a desobligarse como el acreedor a que le paguen, la
presentación para el pago no queda absolutamente indeterminada en el tiempo. Así,
el art. 141.5 LTV ha señalado que la letra puede ser presentada al girado, solicitándole
pago, desde el mismo día de su giro y durante el plazo que al efecto se haya señalado
en la letra; y si no se ha señalado ningún plazo, entonces deberá ser presentada
dentro de un plazo no mayor a un año desde su giro. Así se evita una prolongada
incertidumbre para los obligados de regreso (girador, endosantes y sus avales y
fiadores) y girado, consiguiendo que no estén expuestos indefinidamente a la
inesperada exigencia del pago, mediante las acciones cambiarias.
La frase “la presentación para su pago deberá hacerse dentro de un plazo no mayor
a un año, desde la fecha de giro”, no tiene una interpretación unívoca en la
jurisprudencia. Normalmente se interpreta, como es razonable, que se trata de un año
completo según las reglas ya expuestas de cómputo legal del tiempo (civil y
cambiario), pero alguna sentencia defiende la teoría que se trata de “un año menos
un día”: vamos a llamarla “teoría del año corto”. Los tribunales que siguen esta última
interpretación opinan que “un plazo no mayor a un año” del art. 141.5 LTV lleva
implícita una excepción al inc. 4 del art. 183 CC, basándose en que los plazos se
cumplen al finalizar el día de término del año o del mes (cfr. incs. 2 y 3 del art. 183
CC), dejando fuera el día de inicio; o sea, en un plazo de un año, el vencimiento ocurre
al finalizar el día de igual numeración dentro del mismo mes del año siguiente al de
inicio del plazo. Teniendo en cuenta que el derecho normalmente se puede ejercer
también en las horas que restan del día de inicio del plazo, esto genera bajo el
cómputo legal un plazo total que correspondería a (algo menos de) un año y un día
bajo un cómputo natural. Como esto parece infringir matemáticamente lo dispuesto en
el art. 141.5 LTV, estos jueces interpretan que se debe quitar un día a este periodo.
Esta posición no parece justificada en absoluto, pues tratándose de una expresión
legal, “un plazo no mayor a un año” debe entenderse referida también a “un año” en
el cómputo civil o legal mismo, que conforme a sus propias reglas prefiere incluir
algunas horas de más que quitárselas respecto del cómputo natural. Todo ello sin
dejar de reconocer que, siempre que sea posible, la prudencia aconsejará actuar
como si el plazo del art. 145.5 fuera realmente de un año menos un día, con la finalidad
de tener la seguridad de no ser perjudicado por algún tribunal que siga la interpretación
que acabo de criticar. Y es que, como del vencimiento depende el cálculo de los plazos
de protesto y el de los de prescripción de las acciones cambiarias, un juez que siguiera
la teoría del “año corto” podría considerar perjudicado el título valor por realización de
un protesto (supuestamente) fuera de plazo o por la (supuesta) prescripción de las
acciones cambiarias.
EJEMPLO 12: Si el día 10 de marzo de 2013 A gira una letra de cambio a la orden
de B con cargo a C, con vencimiento a la vista, dicha letra vencerá el día en
que B le presente la letra a C solicitándole su pago. El plazo dentro del cual B
debe presentar la letra a C pidiéndole pago sería desde el 10 de marzo de 2013
hasta el 10 de marzo de 2014. Para quienes siguen la teoría del “año corto”, el
último día de presentación a la aceptación sería el 9 de marzo; mas como tal
día cae en domingo, por el art. 144.4 LTV, el plazo para que B presente la letra
a C pidiéndole pago será siempre, en este caso, del 10 de marzo de 2013 al
lunes 10 de marzo de 2014. Este es el plazo para que B presente la letra de
cambio a C en el lugar designado para el pago, solicitándole el pago de la letra.
Y será también el plazo desde el cual se compute el plazo de prescripción de
las acciones cambiarias, teniendo en cuenta lo previsto por el art. 96.2 LTV.
Ahora bien, por disposición del mismo art. 144.4 LTV, para el cómputo de los
plazos de protesto del inc. c del art. 72.1 LTV se tendrá en cuenta el día “real”
del vencimiento del plazo. Entonces, para los sostenedores de la teoría del “año
corto”, el plazo para protesto de esta letra de cambio vencerá un día antes que
para quienes no siguen esa interpretación, pues irá desde el día siguiente de
su emisión (11 de marzo de 2013), durante el plazo que se tiene para presentar
la letra para el pago (o sea, bajo esta teoría, hasta el domingo 9 de marzo de
2014) y durante los ocho días posteriores al vencimiento de dicho plazo para la
presentación al pago (hasta el lunes 17 de marzo de 2014, inclusive). Aplicar la
normalmente el cómputo legal de este plazo, como es razonable hacer, en
cambio, extendería este plazo hasta el martes 18 de marzo. En conclusión, el
plazo para realizar el protesto es desde el 11 de marzo de 2013 hasta el 18 de
marzo de 2014, pero resulta recomendable, para mayor seguridad, asegurarse
de obtenerlo a más tardar el lunes 17 de marzo.
EJEMPLO 13: Si el 21 de marzo de 2013 A gira una letra de cambio a la orden
de B y a cargo de C, con vencimiento a la vista, señalando en la letra que el
plazo de presentación para su pago es de 5 meses desde su emisión, la letra
vencerá el día en que B presente la letra a C en el lugar de pago solicitándole
su pago. El plazo que tiene B para presentar la letra a C pidiéndole su pago es
desde el 21 de marzo de 2013 hasta el miércoles 21 de agosto de 2013. Si B
presenta la letra a C solicitándole su pago el miércoles 24 de abril del 2013, ese
418
Notas de Títulos Valores § 283
día vencerá la letra. Si C se niega a pagarla, entonces, según el inc. c del art.
72.1 LTV, B tendrá el siguiente plazo para protestarla por falta de pago: del 24
de abril de 2013, durante el plazo que tenía para presentarla al pago (hasta el
21 de agosto de 2013), e inclusive los ocho días posteriores al vencimiento de
ese plazo de presentación para su pago (hasta el 29 de agosto de 2013,
inclusive). Es decir, el plazo para el protesto por falta de pago de esta letra será
del 24 de abril de 2013 hasta el 29 de agosto de 2013. Como se ve, en este
caso, ambas teorías llevan exactamente al mismo resultado.
En una letra de cambio a la vista también se puede indicar que no debe ser presentada
para su pago antes de determinada fecha. De ser este el caso, el plazo máximo dentro
del cual puede ser presentada la letra de cambio para su pago, ya sea el previsto por
la LTV o el dispuesto por las partes, será computado desde dicha fecha determinada.
Así lo señala el art. 141.6 LTV:
“141.6 Si en la Letra de Cambio a la vista se hubiera señalado la prohibición de
ser presentada a cobro antes de una fecha determinada, el plazo para su
presentación al pago se contará desde dicha fecha determinada”.
En esta disposición, por “el plazo para su presentación al pago” se entiende
indistintamente el convencional o, en su defecto, el legal.
EJEMPLO 14: El 12 de enero de 2013 A gira una letra de cambio a la orden de
B y a cargo de C, pero previendo que no podrá hacer provisión de los fondos a
C antes del 28 de julio de 2013, día en que le pagan la gratificación por fiestas
patrias, señala en la misma letra que no sea presentada para su pago antes del
28 de julio de 2014; sin embargo, no señala plazo para esa presentación. En
este caso la letra vencerá el día en que B presente la letra de cambio a C en el
lugar designado solicitando el pago de la letra, siempre que no sea antes del
28 de julio de 2014. En aplicación de los arts. 141.5 y 141.6 LTV, el plazo para
que B presente la letra a C pidiéndole pago iría desde el 28 de julio de 2014
hasta el 28 de julio de 2015 (para la teoría del “año corto”, sería hasta el lunes
27 de julio). Sin embargo, como el 28 de julio de 2015 es feriado (inhábil), en
aplicación del art. 144.4 LTV, el plazo para que B presente la letra a C
pidiéndole su pago se alargará hasta el 30 de julio de 2015 (la teoría del “año
corto” lo dejará en el 27 de julio). Como se ve, el plazo de presentación al pago
es distinto bajo una u otra teoría en ese caso. Además, en aplicación del mismo
art. 144.4 LTV in fine, para computar el plazo de protesto se tiene en cuenta el
día real de vencimiento del plazo, por lo que el plazo de protesto señalado en
el inc. c del art. 72.1 LTV irá normalmente desde el 28 de julio de 2014, durante
el plazo que tenía B para presentar la letra a su pago (hasta el 28 de julio de
2015), e inclusive los ocho días posteriores al vencimiento de dicho plazo (hasta
el 5 de agosto de 2015). Pero para la teoría del “año corto” este plazo para el
protesto vence también un día antes, el 4 de agosto de 2015.
La renovación cambiaria.
También de la renovación he tratado en alguna medida ya87, aunque quizá menos que
del pago. Gran parte de las cosas que voy a decir aquí son solo aplicaciones de la
87Cfr. § 160, en pp. 170 y s., supra, para otras renovaciones, que no sean reaceptación (porque no
implican una nueva aceptación: novación del giro, aval y otras garantías, endosos, etc.); y § 272, en
pp. 383 y s., supra, específicamente para la reaceptación.
Parte General, que en todo caso se complementa, se completa, se integra con lo visto
en la Parte General.
¿Qué es entonces la renovación cambiaria? A propósito, especialmente, de la
cláusula de “prórroga”, diferenciándola de los casos de “novación”, en general, y
específicamente de la “renovación” cambiaria, dejé claro que es, en principio, un caso
de novación.
La novación en general es la sustitución o reemplazo de una obligación u otra relación
jurídica existente por otra. Tenemos:
1) una obligación (llamémosla O1), y
2) otra obligación (O2).
La idea es que O1 se cancela para constituir O2; y viceversa: O2 se constituye para
cancelar O1. Esto es la “novación” en general; si estamos hablando de la “renovación”
específicamente cambiaria o cartular, tendremos más bien:
1) una relación cambiaria o título valor (en este caso, letra de cambio: L/C1),
2) sustituida por otra relación cambiaria o título valor (L/C2).
Lo interesante de la novación cambiaria, lo que llama la antención, es que muchas
veces no se descarta o elimina el primer título valor para crear otro título valor.
Ciertamente, eso es algo que sí puede ocurrir así, pero lo que es más frecuente que
ocurra es que sobre la misma charta, sobre el mismo documento, se crea la nueva
obligación sustitutoria. Cuando pasa eso, normalmente es más claro que hay una
“renovación” o novación propiamente dicha, y es entonces cuando se habla
normalmente de renovación cambiaria.
Ahora bien, además de esos casos, conviene tener en cuenta que también se puede
hacer una “novación” cambiaria en la que sí se sustituya una charta por otra. A su vez,
esta nueva emisión se puede hacer con o sin destrucción o inutilización de la primera
charta. Estos últimos casos de nueva emisión sin destrucción de la letra original,
especialmente, plantean algunos problemas adicionales que han sido objeto de ardua
discusión en la doctrina:
1) ¿Qué pasa entonces con la charta o documento antiguo?
2) ¿Cuáles son las relaciones entre el antiguo y el nuevo?
Hay toda una discusión sobre estos interrogantes y otros parecidos, también a la luz
de los principios generales de obligaciones sobre la novación.
En nuestro CC, la novación está regulada como el cambio de una obligación (que se
cancela) por otra. Pero evidentemente también es posible hacer una “modificación” de
la obligación, o como le llama DIEZ PICAZO, tomando el nombre de la doctrina alemana,
una “novación modificatoria” y no “sustitutoria” (esta última es la novación propiamente
dicha). A diferencia de la novación propiamente dicha, donde se cancela una
obligación para crear otra, en la novación modificatoria lo que se produce es una
alteración de la misma obligación. De hecho, eso es lo que normalmente ocurre en el
mundo de las obligaciones cuando las partes acuerdan nuevos términos para la
obligación: no es que se cree una nueva obligación, sino que la misma que ya existía
simplemente se modifica.
420
Notas de Títulos Valores § 283
422
Notas de Títulos Valores § 285
de cambio para determinados fines, una letra de cambio especial, sin más. En los
países de Europa continental, y por tanto en nuestra propia tradición jurídica, cuando
se recibió el cheque, se procuró hacerlo distinto a la letra de cambio. El cheque es una
letra de cambio no aceptable, está prohibido aceptarlo; en cambio, en la letra de
cambio lo que está prohibido es prohibir la aceptación, al menos en nuestro país (cfr.
art. 123 LTV). En el sistema de la Ley Uniforme no; en la Europa continental, en el
sistema de Ginebra, sí se puede prohibir la aceptación de la letra de cambio, y en
continuidad con ese modelo nuestra Ley anterior sí permitía prohibir la aceptación de
la letra de cambio (párr. 3° del art. 74 LTV ant.89). El girador podía hacerlo, y en ese
caso funcionaba él como obligado principal. Se podía prohibir la aceptación, pero
obviamente no el pago, el librado siempre puede pagar como “llamado” principal al
pago, porque para eso se gira la letra de cambio.
Las cuestiones reguladas en este pequeño Título V de la Sección Primera del Libro
Segundo de la LTV, con sus dos artículos, entonces, en realidad no introducen nada
nuevo en el régimen de su cumplimiento, respecto de lo previsto con alcance general
para todos los títulos valores, más allá de la cuestión formal de la prohibición de los
pactos de intereses compensatorios en el art. 146 LTV. Porque no es que no haya
este tipo de intereses en una letra de cambio. La letra de cambio ciertamente es un
instrumento de crédito, que evidentemente, en la inmensa mayoría de los casos, es
un crédito remunerado, y por lo tanto incorpora intereses. Lo que se prohíbe es la
mención de los intereses compensatorios porque se entiende que ya están
incorporados en la suma cambiaria principal, calculada hasta su vencimiento.
El pago de la letra de cambio, entonces, no suscita mayores problemas. Ciertamente
hay que cumplir todo lo que vimos en su momento en la Parte General: hay que
presentar la letra de cambio el día indicado para el pago a las personas indicadas para
el pago, principalmente el librado. Si algún endosante hubiera hecho la indicación de
un interviniente para el pago, habrá que presentársela también a él, etc. Lo que hay
que pagar es lo que prevé con alcance general el art. 92 LTV, etc. Precisamente, el
punto es que no hay mayores especialidades.
VII. LA INTERVENCIÓN
Concepto de intervención cambiaria.
En el sistema de la LTV actualmente vigente, aunque en ningún momento la define,
el art. 149 LTV está específicamente destinado a regular los elementos comunes de
la intervención, para dejar que las disposiciones siguientes del mismo Título regulen
ya, concretamente:
1) la aceptación (arts. 150 a 152 LTV) y
2) el pago por intervención (arts. 153 a 157 LTV).
La intervención ya la he descrito también en la Parte General, aunque sólo embrionaria
y someramente; específicamente la intervención en el pago90. La cuestión ahora,
89 Cfr. también la fórmula con la que el art. 67 LTV ant. puntualizaba que lo que se tenía por no puesto
era “[t]oda cláusula exoneratoria de la responsabilidad del pago”, en contraste con el tenor del actual
art. 123 LTV.
90 Vid. § 174, en pp. 247 y ss., y § 276, en pp. 358 y ss., supra.
94 Ibid., 13ª acepción; aunque para ser del todo sinceros, el DRAE limita esta acepción a “dos o más
96 Como adelanté en la Parte General a propósito del “pago por intervención” (vid. § 174, en pp. 255 y
ss., supra), al traducir esta disposición a otros títulos valores en los que no existe la figura del aceptante
(ni otra lo bastante semejante como para homologársele, como pordría ser el confirmante de una factura
conformada), se entiende que quien no puede intervenir es quienquiera que sea su obligado principal.
424
Notas de Títulos Valores § 286
hay alguien que se hace cargo, sin haber estado llamado ni obligado, “en lugar de”,
tratando de favorecer, a “alguien” interesado en la relación, un obligado cambiario.
Ahora bien, el que es un obligado anterior es el “favorecido” con la intervención, no
necesariamente la persona cuyo “lugar” se toma con ella. El girado, por ejemplo, no
está obligado a aceptar. Entonces no es que haya que intervenir para librar de la
vergüenza o de la imposibilidad a un obligado a hacer algo. Simplemente no va a
suceder algo que estaba pensado, previsto o calculado que ocurra, y esta persona
que “interviene”, por ese hecho, “se hace cargo”. Sea por indicación o sin ella, pero
sin haber sido el llamado inicialmente a hacerlo, o a hacerlo en los términos en los que
lo hace. Y lo hace no tanto para favorecer a aquel cuyo lugar toma, sino a uno de los
obligados cambiarios anteriores, que normalmente indicará en el acto de intervenir.
Podríamos reducirlo a un sujeto que se introduce o es introducido para el cumplimiento
de la obligación, en orden al cumplimiento, ya sea en pago o en aceptación. Pero ojo,
“aceptar” (que es una de las cosas en las que se puede intervenir) no es una
obligación. Es más, en el caso de haber un indicado, ¿el así designado podría negarse
a aceptar o pagar? Sí que puede, evidentemente. Que uno “indique” a una persona
para intervenir evidentemente no obliga a esa persona a intervenir. Es una cosa
totalmente independiente. Lo hará porque quiere, libremente; o porque tiene
relaciones causales extracambiarias con el indicante que le aconsejan o lo persuaden
para intervenir. Justamente en ellas confía el indicante para que lo haga, pero esa
confianza puede resultar frustrada o infundada. Entonces, ni siquiera el hecho de la
indicación implica obligación para el indicado de intervenir.
En consecuencia, podríamos definir la intervención como:
“aquel fenómeno por el que una persona no inicial o principalmente llamada a
realizar un acto o a realizarlo de una determinada manera, se hace
efectivamente cargo de ese acto, para favorecer a alguno de los obligados
cambiarios”.
El “interesado” favorecido —en el contexto de la intervención en una letra de cambio,
“interesado” equivale a “obligado cambiario”— no necesariamente es la persona
llamada a realizar el acto en primer lugar. De hecho, por lo menos en los dos tipos de
intervenciones de que estamos hablando en nuestro caso —en el pago o en la
aceptación de una letra de cambio—, la intervención no se hace a favor de la persona
inicialmente llamada a verificar el hecho. El interviniente tiene que indicar un obligado
cambiario como favorecido (cfr. arts. 151.1 y 156.1 LTV); precisamente por eso, el
girado (no aceptante), que en cuanto tal no es obligado cambiario, no puede nunca
ser el favorecido por la intervención.
Clases de intervención cambiaria.
La noción de intervención que antecede, así en general, quizás se podría aplicar a
muchos otros fenómenos, tanto en relación a una letra de cambio como también, por
extensión, de otros títulos valores. Sin embargo, en función de este criterio (hecho o
negocio cambiario “en el cual” se interviene), como decía al comienzo, la intervención
está regulada en los arts. 149 a 157 LTV como un fenómeno que concretamente tiene
dos clases:
1) la intervención en la aceptación (o aceptación por intervención), y
2) la intervención en el pago (o pago por intervención)
Por otro lado, el propio art. 149.1 LTV implícitamente establece, en sus dos frases
componentes, un contraste adicional entre una intervención que se produce
1) en virtud de la facultad de “cualquier obligado en vía de regreso” de “indicar en la
Letra de Cambio el nombre de una persona para que la acepte o pague por
intervención” (frase 1ª), y
2) la que ocurre por el hecho de que “cualquier persona puede aceptar o pagar una
Letra de Cambio por intervención” (frase 2ª).
Según esto, la intervención se puede clasificar, además, en:
1) intervención por indicación, e
2) intervención “por honor”, esto es, espontánea o sin indicación alguna.
Es decir, la intervención por honor es la intervención no indicada. El supuesto es que
el interviniente, sin que nadie le diga ni le pida nada, se enteró de que la letra se estaba
presentando infructuosamente a la aceptación o al pago, e “interviene”, tomando el
lugar del que se esperaba que pague o acepte y no lo va a hacer.
En cambio, en la intervención por indicación sí hay un principio de llamamiento de
parte de un obligado anterior. Todo el que ha firmado una letra puede “indicar”. Esta
“indicación” es ella misma semejante a la propia designación del “girado” en el giro de
la letra de cambio; es decir: al girar contra Fulano, se está “indicando” (o señalando)
a Fulano como pagador. En la indicación propiamente dicha se reproduce ese mismo
esquema. Una persona que ha firmado la letra no está tan segura de que el girado
vaya a pagar o aceptar cuando se la presenten. Entonces indica a una persona que
sí está más seguro de que lo va a hacer, para no perjudicarse. Porque si Fulano, el
girado original “indicado” por el girador, no acepta o no paga, el firmante va a ser
responsable por el regreso. Su “nombre” (su reputación) va a estar mezclado en esto.
Es muy importante esto de la reputación comercial. Entonces se indica. El firmante
indica a Mengano para que acepte o pague si Fulano (el girado) no lo hace.
Como se ve, el negocio de indicación guarda un parecido fundamental a la mismísima
designación del girado: es parecido, no idéntico. Y, de hecho, el tenedor que no
obedece la indicación pierde las acciones cambiarias de regreso contra la persona
que hizo la indicación y los posteriores. No los anteriores, sino los posteriores. Pero
como puede hacer la indicación el propio girador, en ese caso el propio girador estaría
designando al girado como primer pagador, pero también designando una suerte de
“girados” sucesivos:
1) si el Girado (Pagador 1) no acepta o no paga, entonces
2) he aquí un Pagador 2 (por indicación), y
3) así sucesivamente.
En realidad, aunque es más o menos así de cara al tenedor, no es exactamente de
esa manera en las otras relaciones cambiarias, pues conforme a la regulación del art.
132 LTV los “girados sucesivos” propiamente dichos o “en sentido estricto”, si aceptan,
son aceptantes puros y simples, obligados principales, incluso ante el girador, cosa
que no ocurre con el aceptante por intervención, aunque haya sido indicado.
También puede indicar un endosante (que no puede señalar girados sucesivos o
subsidiarios). Como dice el art. 149.1 LTV, cualquier persona que firme el título
asumiendo una responsabilidad en la vía de regreso (no, por tanto, el aceptante u
obligado principal, ni tampoco sus avalistas u otros garantes de ese obligado principal,
426
Notas de Títulos Valores § 287
97 Advierto que aquí cambio de criterio respecto de lo que defendía en versiones anteriores a 2020 de
este material.
98 Cfr. MENÉNDEZ, “La intervención de la letra de cambio”, cit., p. 710, citando a Gómez Segade.
Pero esa necesidad de notificar debería ser extensible a también esos otros
supuestos. ¿Por qué? Porque la Ley misma reconoce que un deudor anterior tiene
derecho a intentar liberarse pagando, como también se ve en la intervención. Se
reconoce incluso en la aceptación por intervención: se hace la aceptación por
intervención porque la admite el tenedor, o había una indicación para aceptar. Puede
que la haga el mismo girado, incluso.
Bueno pues, ese mismo tipo de interés tiene todo el que ha firmado o se ha obligado
en una letra de cambio ante el hecho del no pago o de la no aceptación: tiene el
derecho a recuperar la letra reembolsando o pagando lo debido al tenedor, justamente
para poder ejercer sus derechos en la vía de regreso, por un lado, y no tener un
recargo por todos los costos judiciales que genera el regreso propiamente dicho o
judicial, por otro. Y ¿cómo va a ejercer el derecho si ni se entera? El cuarto endosante,
por ejemplo. Pues para posibilitarle este enterarse se preveía este deber de
comunicación, que no necesariamente era totalmente eficaz, porque el deber se
limitaba al inmediato endosante, y era este endosante el que a su vez tenía que
notificar al suyo propio, y así sucesivamente; si se suman los plazos de notificación
de todos, uno podía verse sorprendido con una acción en la vía de regreso antes de
que le llegara oportunamente una notificación bien hecha; era perfectamente posible.
Pero al menos se reducía ese riesgo, notablemente, gracias a la regulación de este
deber de notificación con alcance general en todo caso de regreso.
Nuestra Ley actual no recoge específicamente este deber de notificación en todo caso
de regreso. Yo pienso que es una regulación que sería necesaria. Está recogida para
el caso de regreso iniciado por un interviniente. Y me parece a mí que debería ser
ampliado. Incluso que se podría aplicar por analogía, porque no es en este caso una
norma excepcional o restrictiva; al contrario, es una cautela mínima, exigible según
buena fe. En nuestro Derecho de daños es un principio generalísimo que “el que por
dolo o culpa causa daño a otro está obligado a indemnizarlo”. Y no están
determinados, ni pueden estar determinados exactamente los deberes de cuidado que
se pueden infringir por ese dolo o culpa, sino que dependerá de lo que es razonable
en cada situación. Me parece que una persona que no recibe el pago oportuno o que
no recibe la aceptación oportuna prometida en la letra de cambio, ante todas las
personas —contra las que ciertamente tiene el derecho de regreso—les debe como
mínimo este tipo de cautela, precisamente para no perjudicarlas injustamente más allá
de lo que ya están perjudicadas por el hecho del no pago o de la no aceptación.
Entonces, en esa medida, habría que pensar que en todos los casos de regreso, entre
esos presupuestos de regreso que vamos a mencionar (específicamente, por un lado,
el vencimmiento o la no aceptación y, por otro lado, el protesto) habría que añadir,
más que como un presupuesto o como una carga, como un deber general o genérico
de cuidado de los intereses de otras personas involucradas en la misma relación
jurídica en la que está metido el tenedor, asociado al inicio del regreso, la notificación
adecuada o la necesidad de hacerla a esos interesados.
Esto estaba regulado para los diversos casos de regreso en la LTV ant.:
4) en el art. 108 LTV ant. para el caso de intervención (similar al art. 149.3 LTV actual);
5) en el art. 121 LTV ant. para el caso del pago recuperatorio;
6) para el regreso propiamente dicho o judicial, en fin, el art. 204 LTV ant. preveía
también el deber del demandado en vía de regreso de hacer citar con la demanda
a los obligados anteriores a él, aunque sin establecer (al menos no claramente) una
responsabilidad a su cargo en caso de incumplimiento de dicho deber.
428
Notas de Títulos Valores § 288
En la LTV nueva se ha obviado esa regulación. Pero funcionaba igual que el deber de
notificación en caso de intervención. Y así me parece que debe funcionar. Es una
regla, como digo, que viene del derecho uniforme.
Aceptación por intervención.
La aceptación por intervención está regulada en los arts. 149 a 152 LTV. En la medida
en que está regulado, es un fenómeno peculiar de la letra de cambio y algunos otros
títulos valores en los que se puede realizar el peculiar negocio cambiario de
“aceptación”, que no son todos, ni mucho menos. Se pueden “aceptar”, propiamente:
1) la letra de cambio (cfr. arts. 127 LTV y ss.), y
2) la factura negociable (cfr. art. 7 LFN).
También habría que incluir en esta lista la factura “conformada”, que en propiedad no
se puede “aceptar”, pero sí se puede conformar (cfr. incs. d y f del art. 163 y art. 167
LTV). La “conformidad” es una cosa tan parecida a la “aceptación”, que es como si
fuera su hermana gemela idéntica.
Parece que, de todo lo que se pueda decir de la aceptación de una letra de cambio,
una inmensa mayoría (si no todo) se podrá aplicar también a la aceptación y a la
conformación de las facturas correspondientes. En todo caso, como dice el art. 149
LTV, cualquier persona puede intervenir en la aceptación (o conformidad); el único
que no puede hacerlo, como ya hemos visto, es el propio “aceptante” (o
“conformante”), el que ya aceptó (o dio su “conformidad”). Y como dije entonces, es
bastante obvio por qué no pude intervenir en la aceptación: porque ya lo hizo (y
tampoco en el pago, porque mediante su aceptación ya está obligado a pagar como
obligado principal).
Pero el girado (no aceptante) sí que puede intervenir en la aceptación (y en el pago).
Este hecho parece contradecir la noción de intervención que he dado, pues el girado,
que es el llamado por la propia letra de cambio a verificar tanto la aceptación como el
pago, puede “intervenir” en una y otro. Esto pareciera contradecir la noción de
aceptación que he dado antes, pero no ocurre exactamente así. ¿Por qué no? Porque
hasta que el girado acepte “pura y simplemente” no se convierte en el obligado
principal y no se producen los efectos previstos normalmente para ese caso. No
habiendo aceptado en esos términos, no se le aplica todo el régimen de obligado
principal. No obstante, se dirá, al “intervenir” en la aceptación o el pago, siendo el
llamado a hacerlo, está haciendo él mismo ese mismo “algo” que estaba llamado a
hacer. Pero habría que responder que no, porque la aceptación o el pago por el girado
en intervención NO es igual a la aceptación o el pago por el girado “en cuanto girado”.
No es igual. Del que interviene, dice el art. 152.1:
“el aceptante por intervención responde ante el tenedor, así como ante los
endosantes posteriores a la persona por cuenta de quien ha intervenido”
(énfasis añadido).
Ergo, no responde ante esa persona ni ante los anteriores a ella. No sólo no responde,
sino que se sobreentiende que el aceptante por intervención —una vez que pague y
recupere la letra, claro está—, tendrá las acciones cambiarias contra la persona por
cuenta de quien intervino y todos los anteriores. Su aceptación (o su pago) favorece
(o libera) a los posteriores, pero mantiene obligados (es más, obligados ante el
interviniente) a los anteriores. Entonces:
1) Un aceptante que acepta sin más se hace a sí mismo obligado principal y último
de la letra de cambio, y por eso mismo renuncia a obtener ningún derecho de ella.
2) En cambio, el girado que, en lugar de aceptar sin más el giro, lo acepta “por
intervención” a favor del librador, obtiene (o se reserva el derecho a obtener) acción
“por derecho de cambio” (por usar una expresión clásica) contra determinadas
personas. Ciertamente, acepta que va a pagar la letra de cambio ante el tenedor
actual y todos los que vengan después, incluso los que ya aparecen en la letra
posteriores al que él mismo señale como beneficiario de su intervención. Pero se
reserva el derecho de ejercer las mismas acciones cambiarias contra la persona
por cuenta de quien ha intervenido (y todos los anteriores a él).
Un librado que acepta, sin más, una vez que pague, mata la letra y ni él (ni nadie)
tiene ya ninguna acción cambiaria; tendrá sus acciones causales, en todo caso. La
razón por la que aceptó será por la relación de provisión, pero no tiene ningún derecho
cambiario. Pero el interviniente, una vez que paga, veamos cómo lo dice el art. 157.1
LTV:
“El que paga por intervención adquiere los derechos cambiarios inherentes a la
Letra de Cambio, contra la persona por cuenta de quien ha pagado y contra los
obligados respecto de ella”.
Volviendo a la noción de intervención de la que hemos partido:
“una persona, en principio no llamada a realizar el acto o a realizarlo de una
determinada manera, efectivamente se hace cargo de ese acto para favorecer
a algún interesado”.
¿Cómo se aplica esto al girado, que en pricipio sí era el llamado a realizar el acto? Es
que lo que él hace cuando “se introduce” como interviniente no es exactamente lo que
estaba llamado a hacer: es otra cosa, que le reserva otros derechos distintos, y que
le da la flexibilidad de decidir, si no quiere perjudicar al girador rechazando pura y
simplemente la aceptación, hacerlo “por intervención” a su favor (o a favor de cualquier
otro firmante de la letra). Entonces el girado, si temía aceptar por no tener contra el
girador más que las relaciones causales y no las cambiarias, puede conseguir que la
relación cambiaria creada por éste de todas maneras lo favorezca a él. El aceptante
por intervención:
1) va a ser aceptante (o sea, obligado principal) ante el tenedor y todos los posteriores,
pero
2) ante la persona por cuenta de quien intervino como aceptante y los anteriores, si
los hay, lo que tendrá es derechos, y derechos cambiarios.
Porque el girado (como cualquier otro aceptante por intervención) puede aceptar por
intervención no sólo a favor del librador, sino, por ejemplo, a favor del tercer
endosante; entonces tendrá acciones contra el tercer endosante, el segundo
endosante, el primer endosante y el girador, y sus respectivos avales y demás
garantes. Esta posibilidad existe. Y el que hace pago por intervención, lo mismo y
hasta con más razón. Es más, el girado podría no hacer la aceptación e intervenir en
el pago, también, y entonces en lugar de pagar como girado, sin más, paga como
interviniente, y obtiene los derechos correspondientes.
Ciertamente, el girado que acepta no pura y simplemente, sino por intervención,
podría decirse que se cura en salud:
430
Notas de Títulos Valores § 289
1) porque por un lado acepta, no le pueden decir que dejó expuesto al que lo designó;
2) pero por otro lado se reserva un derecho de repetir contra él.
Sin embargo, como eso no es lo que estaba previsto, el art. 152.2 LTV reserva a la
persona por cuenta de quien se hizo la intervención, y también a todos los obligados
anteriores, un derecho de rescate anticipado de la letra de cambio. Y es que resulta
claro que a todas estas personas se les ha cambiado el panorama con esta
intervención. En principio, ellos pensaban tener derechos contra ese aceptante, y no
al revés. La aceptación por intervención les ha cambiado el panorama. Entonces, la
Ley les reserva el derecho de recuperar la letra, pagando lo que esa persona ha
pagado: pueden exigir mediante el reembolso de la cantidad cambiaria, indicada en el
art. 92 LTV, el monto de lo que se debe. En este caso, como se está ejerciendo por la
falta de aceptación, antes del vencimiento, será el monto nominal, y si había algún
gasto (por ejemplo, protesto por falta de aceptación, pues la intervención en
aceptación puede ocurrir en el curso del protesto por falta de aceptación), ese monto
también estará ahí. Pero no habrá intereses, pues la letra de cambio no genera
intereses sino a su vencimiento; entonces, pagando, recupera la letra.
Precisamente en la intervención “en la aceptación”, especialmente por parte del girado
no aceptante (y también, en general, en las intervenciones no indicadas, o “por
honor”), a diferencia del pago (que al desinteresar en la letra de cambio al accipiens y
a todos los posteriores, con lo que nunca se puede decir que “perjudique” a ninguno
de los que siguen obligados por la letra de cambio), ciertamente introduce en la vida
de la letra de cambio una novedad totalmente inesperada (la letra no obtiene el
obligado principal que se suponía iba a obtener), que muy bien puede frustrar las
expectativas de alguna o algunas de esas personas que continúan obligadas por ella
y, en ese sentido, perjudicarlas. Por esa razón, en primer lugar, el tenedor (salvo que
se trate de una aceptación por intervención “indicada”) puede rechazarla sin perder
ninguno de los derechos que ya tenía en la letra de cambio, incluyendo el de protestar
el título por falta de aceptación (esto es, de la “aceptación esperada”) y el de ejercer
el llamado “regreso anticipado”; es más, si la acepta, por ese mismo hecho pierde el
derecho de iniciar este regreso anticipado (cfr. art. 150.3 LTV). Y, por esa razón
también, el art. 152.2 LTV da a la persona en cuyo favor se hizo una aceptación por
intervención y a todos los que tienen con ella alguna relación de garantía cambiaria
(lo cual incluye a los obligados de regreso anteriores a él), y sólo a esas personas, un
derecho excepcional de rescatar la letra que, a mi parecer, es plenamente exigible
incluso antes del vencimiento propiamente dicho:
“A pesar de la aceptación por intervención, la persona a cuyo favor se hubiera
hecho y las que garanticen a ésta pueden exigir del tenedor, mediante el
reembolso de la cantidad indicada en el Artículo 92, la entrega de la Letra de
Cambio protestada o con la constancia de la formalidad sustitutoria, si hubiera
lugar”.
Pago por intervención.
Como expliqué en su momento99, el pago por intervención está regulado en los arts.
149 y 153 a 157 LTV. Entonces, y nuevamente en la sección referida a la circulación
de la letra de cambio100, quedó claro que el pago por intervención inicia, o es una de
las formas de iniciar el regreso cambiario “en sentido amplio”, la circulación de la letra
en regreso. Porque el que paga por intervención, en principio, podría perfectamente
ser un extraño a la relación cambiaria. Es más, en cuanto interviniente, siempre lo
hace como extraño a la relación cambiaria, no como un obligado, sino favoreciendo a
alguien en concreto, y adquiriendo derechos contra él y todos los obligados anteriores.
Pero sí inicia el regreso cambiario. A partir de ese momento inicia un regreso
cambiario en sentido amplio, que le permite recuperar lo que ha pagado, más intereses
y gastos, de los anteriores. Hay una especie de subrogación; de hecho, la Ley lo
reconoce expresamente en el art. 153.2 LTV, in fine, que el que paga por intervención
hasta cierta fecha (el día siguiente al último establecido para formalizar el protesto)
puede “subrogarse en la acción cambiaria”. Es lo mismo a lo que se refiere el art.
157.1 LTV, cuando dice que “adquiere los derechos cambiarios inherentes a la Letra
de Cambio”. Como todo el que paga un título valor, y lo recupera, puede iniciar el
regreso, se subroga, adquiere los derechos cambiarios contra los anteriores a aquél
que ha recibido el pago o, en este caso, al menos contra la persona a cuyo favor pagó
y los anteriores a él. Así, el 145.2 LTV dice que el pagador puede testar su endoso y
firma y los posteriores. ¿Por qué? Para recuperar su legitimación y poder ejercer las
acciones, y no sólo ellas, sino los mismos derechos, contra los obligados anteriores.
Entonces, sí, se subroga, adquiere los derechos. Esto lo hemos visto ya, y que
volveremos a ver en el tema del regreso cambiario.
***
Cuando hay indicación, el tenedor sabe que no va a tener los derechos contra la
persona que hizo la indicación si no pide (y en su caso obtiene) la aceptación (o el
pago) ya sea del girado original o de un indicado. Entonces no puede ampararse en
eso; no puede rechazar la aceptación (por intervención) y conservar sus acciones más
que las que tenga contra los obligados anteriores, porque a ellos no les favorece la
indicación. Pero uno podría decir, qué gracia tiene que el girador mismo me pone un
indicado, y yo confío en el girado, que sí es solvente, pero al indicado ni lo conozco,
habría que decirle “¿y para qué recibiste la letra de esa persona? Tenías que saber
desde el comienzo que el girado no era ni podía ser tu única opción, sino que
necesitabas también pasar por el indicado. Y si al indicado no lo conocías de nada,
mejor no recibas la letra”. En tal caso, en realidad, el único obligado es el librador y
además supeditadamente a que se solicite una aceptación de ese sujeto desconocido,
de incierta solvencia. Podría ser perfectamente un desconocido sin oficio ni modo de
vida conocido. Mejor no recibir esa letra. Pero el que la recibe sabe, o debe saber, que
sus derechos van contra el girador y, en todo caso, y solamente si el girado o el
indicado aceptan, contra esas personas y solo ellas. Los otros quedarán solamente
obligados en la vía de regreso, incluyendo el librador.
En cambio, si el aceptante por intervención pretende intervenir sólo por honor en la
aceptación el tenedor no tiene ninguna carga ni necesidad de aceptar la intervención.
Acepta la intervención si libremente lo desea. Y no sufre ningún menoscabo en su
posición por rechazar la aceptación del interviniente sin indicación, sólo por honor. Las
razones son obvias, y son las que acabo de decir. Uno no puede estar sujeto a la
posibilidad de que alguien asuma la obligación que no sabe si va a ser capaz de cubrir,
antes de poder ejercer su regreso anticipado. Si la letra no es aceptada, el tenedor
tiene derecho al regreso anticipado contra el librador y todos los endosantes con
responsabilidad. Esto pasa con la aceptación por intervención.
No pasa lo mismo en el pago por intervención. En el pago por intervención, el que
rechaza un pago por intervención, aunque sea una intervención por honor, sin
432
Notas de Títulos Valores § 289
434
Notas de Títulos Valores § 290
tomador, a un endosante, otro, otro, etc., hasta llegar al último tenedor. Esta sería la
circulación “directa”: a través de la serie de eslabones que forman los endosos, ha
acabado donde el último tenedor. La circulación en vía de regreso sería en sentido
contrario. Sin embargo, así como (por razones obvias), en la circulación “directa” no
caben los “saltos”, en el regreso sí que caben: el tenedor, cuarto endosatario, se puede
saltar al último endosante, o a los dos últimos e ir, en este caso, al segundo endosante,
por ejemplo. Cabe el regreso por salto; la vía de regreso no tiene que ser eslabón por
eslabón, ¿de acuerdo? Y se puede iniciar tanto con un pago de reembolso o un pago
por intervención. Uno y otro se distinguen, como he dicho más arriba, en que el pago
por intervención lo puede hacer cualquiera, mientras que el pago de reembolso sólo
lo puede hacer un obligado de regreso en su condición de obligado de regreso. El
pago por intervención también lo puede hacer un obligado de regreso, pero no lo hace
ya en su condición de obligado de regreso, sino declarando que interviene “por cuenta
de” otra persona obligada.
Es poco probable que un obligado estrictamente hablando en la vía de regreso haga
un pago por intervención, por dos razones:
1) Porque sólo le interesaría hacer un pago por intervención para intervenir a favor de
un obligado posterior a sí mismo en la cadena de endosos; por ejemplo, este señor
podría hacer un pago de reembolso propiamente dicho para recuperar las acciones
que tiene hacia atrás; hacia adelante no, pues justamente, está ejerciendo su
condición de obligado “de regreso”. Entonces, igual para eso, y sólo para eso, le
puede servir el pago por intervención: si declara que interviene a favor de “x”
(posterior a sí mismo), obtiene derechos de regreso contra este “x” y quizás otros
contra quienes en principio no los tenía, además de contra los mismos contra los
que ya los tenía (los anteriores a sí mismo).
2) Pero si trata de ejercer los derechos contra estas personas “adicionales” en cuanto
pagador por intervención, ¿qué pasaría?, ¿qué le dirían estas otras dos personas?
Le opondrían la excepción de dolo. ¿Por qué? Porque actúa con dolo el que cobra,
o pide en pago aquello que él mismo tiene a su vez que pagarle al otro (dolo facit
qui petit, quod [statim] redditurus est101). Y ojo, como él, a su vez, es obligado de
regreso, anterior a esas personas contra las cuales está pretendiendo ejercer la
obligación, eventualmente no podría obtener el pago de estas personas. Por lo
menos si estas personas saben lo que hacen.
Por eso decía que un obligado de regreso en sentido estricto —un endosante con
responsabilidad, por ejemplo—, normalmente no tiene ningún incentivo para pagar
“por intervención”; el girado, en cambio, que no es un obligado, él sí que tiene un cierto
incentivo para pagar por intervención. El que ya es obligado de regreso más bien tiene
un cierto incentivo para hacer un pago de reembolso o recuperatorio.
Pero en ambos casos pasa algo muy parecido: tanto el que paga por intervención
como el que paga en reembolso adquiere los derechos cambiarios:
1) en el caso del interviniente, contra la persona por cuenta de quien ha intervenido
y todos los obligados anteriores, y
2) en el caso de un pago de reembolso, contra todos los obligados solidarios
anteriores a sí mismo.
436
Notas de Títulos Valores § 291
bienes”. No son entonces, insisto, hechos cualesquiera, sino los tasados en la Ley,
que son dos:
a. la “declaración de insolvencia” (actualmente, “apertura de concurso”), y
b. la frustración de la ejecución de una “medida cautelar u orden de embargo”.
El segundo hecho significativo de este segundo supuesto de regreso anticipado se
ha de interpretar en realidad como la frustración de una “medida de ejecución”.
Esto, porque lo importante es que se ponga en duda la capacidad de pago. Y es
que hay formas de embargo que no se van a frustrar, en cuanto medida cautelar,
pero que fácilmente se pueden frustrar cuando se quiera pasar a su ejecución. Por
ejemplo, se le pueden embargar los créditos que tiene una persona: los derechos
de cobranza que tiene, por ejemplo, Fabiola contra Carla. La medida se traba y,
efectivamente, como medida cautelar, está en vigor: se ha comunicado al acreedor
que retenga el pago, etc. ¿Se ha frustrado la media cautelar? ¡No! Está en vigor,
y todo. Pero obviamente el embargante no va a cobrar inmediatamente, sino
cuando termine el juicio dándole la razón, le va a decir a Carla que le pague a él,
y no a Fabiola. ¿Y qué pasa si el deudor del deudor no paga? ¿Se ha obtenido
satisfacción a través de la medida? ¡No! Entonces, esa medida de ejecución está
tan frustrada como una medida cautelar que no se puede trabar porque no existe
el bien, no aparece, no se sabe dónde está, etc. Entonces, no es sólo la frustración
“de la medida cautelar”, sino más bien, en realidad, la frustración de la medida de
ejecución. Obviamente, si se frustra la medida cautelar como medida cautelar, hay
todas las razones para dudar de que se vaya a pagar. Pero lo inverso, que como
no se frustró en cuanto medida cautelar el pago es razonablemente seguro, no
necesariamente es cierto.
Estos son los supuestos para iniciar el regreso anticipado sin necesidad de que
haya falta de aceptación: que el girado, aceptante o no, no sea sujeto de crédito,
porque está claro que va a haber problemas para cobrar: si no está pagando sus
deudas a pesar de ser ejecutado, o si ya está en concurso. En este último caso,
no se va a poder cobrar más que a través de él (del concurso), que no es lo que
se prometió en la letra de cambio. Por eso se inicia el regreso anticipado.
3) Y finalmente —tercer supuesto de regreso anticipado— cuando pasan estas
mismas dos cosas que acabamos de mencionar, pero no ya respecto del girado,
sino respecto del girador de una letra que no requiere aceptación. En efecto, la
última frase del art. 148.1 LTV dice:
“Esta última regla será aplicable al girador de una Letra de Cambio a su propio
cargo” (énfasis añadido).
La expresión “esta última regla” puede resultar un tanto ambigua. ¿A qué se
refiere? ¿A los dos hechos que pueden poner en duda la capacidad de pago del
girado, aceptante o no, o sólo al segundo de esos dos hechos, el que habla de la
frustración de una medida de ejecución? Algunos, incluyendo a la Dra. Lorena
RAMÍREZ en unos materiales que preparó en años anteriores para de este mismo
Curso, han interpretado que “esta última regla” es sólo cuando resulte ineficaz una
medida cautelar o embargo trabado sobre los bienes, en este caso, del girador, y
no en el caso de insolvencia de este mismo girador. Al menos a mí, me parece
obvio que se debe entender más bien como referida a los dos hechos contenidos
en el segundo supuesto, porque la idea es que se está poniendo en duda la
capacidad de pago del último obligado a pagar la letra de cambio. O sea, este
último o tercer supuesto aplica a los casos en que la letra no es aceptable por estar
girada a cargo del propio girador. Entonces, la última persona cuyo patrimonio
interesa como obligado principal en este caso es el girador: lo que le pase a su
patrimonio, por cualquiera de los dos caminos (tanto la declaración de insolvencia
como la frustración de una medida ejecutiva en su contra) pone en peligro próximo
la eficacia de la letra de cambio, y debe abrir la puerta al regreso anticipado.
En estas tres hipótesis se concreta el primer presupuesto del regreso anticipado: el
presupuesto material, como lo teníamos en el caso de impago de la letra vencida.
Luego tenemos el presupuesto formal del regreso, anticipado o al vencimiento: el
protesto (o su formalidad sustitutoria). Pero el protesto como presupuesto del regreso
sólo puede exigirse ante:
1) la falta de aceptación, en el regreso anticipado (esto es, en la primera hipótesis
prevista para él), o
2) ante la falta de pago oportuno en el regreso al vencimiento.
No es posible en cambio obtener el protesto en el regreso anticipado en las situaciones
(hipótesis segunda y tercera de las previstas en el art. 148.1 LTV) que ponen en duda
la capacidad de pago del llamado a verificarlo, sea girado o girador. Y no es posible
porque el protesto es una certificación pública, en ejercicio de una función pública (la
de los fedatarios), que como toda función pública sólo puede ejercerse cuando
expresamente lo dispone la Ley. Pues bien, nuestro ordenmiento jurídico no prevé
ningún protesto para certificar los hechos a que se refieren estas hipótesis: no está
previsto que se pueda hacer protesto por insolvencia, ni menos aun por frustración de
una medida ejecutiva contra una persona.
Ahora bien, se trata de dar una declaración fehaciente, vamos a decirlo así, de que
efectivamente la letra puede frustrarse o de hecho está frustrada. Pero, por otro lado,
esa certificación pública es igual de segura en el caso de una apertura de concurso,
por razones obvias, creo. Y en el segundo caso (frustración de medidas ejecutivas)
también tiene ya en sí misma una cierta fehaciencia la misma declaración judicial que
cierra el proceso correspondiente. Evidentemente, en este caso, no está pensado que
tenga la publicidad que sí tiene la apertura del concurso, pero su mera condición de
acto público tiene que valer como suficiente seguridad de que ha habido una situación
que pone en duda la capacidad de pago del girador o del girado. De hecho, como
acabo de mencionar, no se puede exigir protesto en esos casos porque ese protesto
simplemente no existe, no está regulado en nuestro ordenamiento. Y sería absurdo
protestar por falta de aceptación porque, en un caso, la letra no es aceptable, como
que ya está aceptada (girador-girado); y en el otro, lo que podría pasar es aún peor:
que se haga un protesto por falta de aceptación al girado concursado, o que de hecho
no está pagando, y el tal girado la acepte. ¿Deja el tenedor de disponer del regreso
anticipado porque el girado insolvente aceptó la letra? Lo que dice la Ley es otra cosa:
el tenedor dispone de regreso anticipado por el hecho de suceder los hechos que
prevé ella misma (apertura de concurso o frustración de medidas), no porque el hecho
conste mediante protesto.
Otra es la situación en algunos países extranjeros. En Alemania, por ejemplo, sí existe
el protesto por frustración de una medida. No por la declaración de insolvencia, porque
en ese caso la propia declaración de insolvencia es suficiente: es una declaración
clara de que aquí hay duda plenamente justificada de que se vaya a obtener el pago.
En cambio, el otro caso sí resulta lógico, pues incluso en nuestro país, que no
438
Notas de Títulos Valores § 292
Nuestra Ley actual no recoge específicamente este deber de notificación en todo caso
de regreso. Yo pienso que es una regulación que sería necesaria. Está recogida para
el caso de regreso iniciado por un interviniente. Y me parece a mí que debería ser
ampliado. Incluso que se podría aplicar por analogía, porque no es en este caso una
norma excepcional o restrictiva; al contrario, es una cautela mínima, exigible según
buena fe. En nuestro Derecho de daños es un principio generalísimo que “el que por
dolo o culpa causa daño a otro está obligado a indemnizarlo”. Y no están
determinados, ni pueden estar determinados exactamente los deberes de cuidado que
se pueden infringir por ese dolo o culpa, sino que dependerá de lo que es razonable
en cada situación. Me parece que una persona que no recibe el pago oportuno o que
no recibe la aceptación oportuna prometida en la letra de cambio, ante todas las
personas —contra las que ciertamente tiene el derecho de regreso— les debe como
mínimo este tipo de cautela, precisamente para no perjudicarlas injustamente más allá
de lo que ya están perjudicadas por el hecho del no pago o de la no aceptación.
Entonces, en esa medida, habría que pensar que en todos los casos de regreso, entre
esos presupuestos de regreso que vamos a mencionar (específicamente, por un lado,
el vencimiento o la no aceptación y, por otro lado, el protesto) habría que añadir, más
que como un presupuesto o como una carga, como un deber general o genérico de
cuidado de los intereses de otras personas involucradas en la misma relación jurídica
en la que está metido el tenedor, asociado al inicio del regreso, la notificación
adecuada o la necesidad de hacerla a esos interesados. Como digo, esto estaba
regulado con alcance general en la LTV ant; en la LTV nueva se ha obviado esa
regulación. Pero funcionaba igual que el deber de notificación en caso de intervención.
Y así me parece que debe funcionar. Es una regla, como digo, que viene del derecho
uniforme.
Deudores en vía de regreso.
Los deudores del regreso son todos los obligados en la vía de regreso, en la forma
que ya hemos visto en su momento.
Contenido del crédito de regreso.
El contenido es el que ya hemos visto también: art. 92 LTV, el monto cambiario, más
sus intereses, más gastos.
Los intereses solamente si ya llegó el vencimiento. Si estamos hablando de un regreso
anticipado, es el monto cambiario más gastos, no hay intereses antes del vencimiento.
En todos los casos (pago recuperatorio o de reembolso, pago por intervención y
regreso judicial) la situación es muy similar: el que paga en la vía de regreso —ya sea
judical o extrajudicialmente— adquiere los derechos incorporados en la letra de
cambio acrecidos con todos los gastos de reembolso: protestos, gastos de cobranza,
intereses moratorios, etc. Lo que pasa es que el regreso en sentido estricto, como se
ejerce judicialmente, va a ser bastante más “gordo”, ¿no es cierto?, porque los costos
judiciales, lo que finalmente tenga uno que pagar en el juicio no es solamente el monto
demandado, sino también el costo de las tasas judiciales, los peritos que hayan tenido
que intervenir, las pruebas que se hayan tenido que actuar, las costas, etc., todo: va
a ser más “gordo”, en principio. En cambio, el regreso extrajudicial, hasta cierto punto
te protege de eso, porque si ha habido protesto tendrás que pagarlo, pero si no lo ha
habido no. La carta notarial es un costo de cobranza legítimo que tendrás que pagar,
etc., etc., pero de primera intención no hay costos judiciales. No tendrás que pagar
costos y costas del abogado, tampoco, porque prima facie, si no estás resistiéndote
440
Notas de Títulos Valores § 295
442
UNIVERSIDAD DE PIURA
FACULTAD DE DERECHO
CAPÍTULO 2
EL PAGARÉ
SUMARIO: I. NOCIÓN Y GENERALIDADES.— 296. Concepto de pagaré. 297. Fines o
funciones del pagaré. 298. Diferencias con la letra de cambio. 299. Supletoriedad
de las normas sobre letra de cambio. II. REQUISITOS Y EMISIÓN DEL PAGARÉ.—
300. Denominación, lugar y fecha de emisión. 301. La promesa de pago.
302. Identificación del tomador y del girador. 303. Vencimiento: formas de indicarlo.
III. DERECHOS DERIVADOS DEL PAGARÉ Y SU EJERCICIO.— 304. Lugar y forma de pago.
305. El pagaré causal. 306. Pactos sobre intereses y otras referencias causales.
I. NOCIÓN Y GENERALIDADES
Concepto de pagaré.
El pagaré1 es un título valor, perteneciente a la clase “títulos de crédito”, que contiene
una promesa incondicional mediante la que el girador (también llamado librador,
suscriptor o emisor) se compromete a pagar una suma de dinero al tomador (primer
tenedor o beneficiario) o a su orden; es decir, a aquel que resulte tenedor legítimo del
pagaré en virtud de una cadena ininterrumpida de endosos regulares.
Al igual que la letra de cambio, el pagaré instrumenta una obligación de pago de suma
dineraria, pero resulta más adecuado su empleo cuando las partes de la relación
crediticia son solamente dos2.
El pagaré es un título valor que instrumenta una manifestación unilateral del obligado
que lo emite, llamado: girador, librador, emitente o suscriptor.
Fines o funciones del pagaré.
El pagaré puede servir a diversos fines, entre los cuales los más frecuentes y
fácilmente reconocibles son:
1) ser instrumento de crédito;
2) servir a la financiación de operaciones comerciales, y
3) documentar obligaciones normalmente preexistentes.
En cuanto instrumento de crédito, el pagaré se vincula generalmente a la noción de
préstamo, normalmente bancario. Puede ser un instrumento al servicio de la obtención
de dinero. En este sentido el pagaré desempeña una especie de función de garantía
de la deuda que contrae su emitente, aportando a la deuda el mérito ejecutivo del título
valor que facilitaría el cobro del dinero entregado en préstamo.
La promesa de pago reflejada en un pagaré aporta seguridad al cobro del monto
adeudado, así como la rapidez de las acciones cambiarias que pueden ejercitarse en
cualquier vía procedimental (de acuerdo a su cuantía) incluido el proceso de ejecución
1 Todo este Capítulo recoge, sin mayores cambios, el contenido del material que sobre el mismo tema
preparó en años anteriores la Prof. Lorena RAMÍREZ para este mismo curso.
2 BEAMOUNT/ CASTELLARES, Com. al art. 158 LTV, cit., p. 600 (n. 1).
— 443 —
§ 298 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
único (cfr. art. 18.1 LTV). Esta seguridad y rapidez en el cobro no se obtiene con un
simple reconocimiento de deuda, ni con el propio contrato de mutuo.
En cuanto técnica de financiación de operaciones comerciales, el pagaré se vincula
con las operaciones más diversas. Así, dado que admite vencimientos en cuotas
además de vencimiento único, sirve para comprar a plazos, arrendar a crédito, etc.
En los dos usos mencionados hasta ahora, el deudor aplaza el cumplimiento de la
obligación firmando un pagaré a favor del acreedor. Correlativamente, el acreedor
refuerza su posición activa porque dispone de un título ejecutivo y además puede
transmitir el crédito cambiario a un tercero, recuperando su capital adelantadamente.
Pero a través del pagaré también se puede documentar una obligación preexistente.
Según este tercer fin con que puede utilizarse, el pagaré sirve de reconocimiento de
una deuda preexistente. Sucede con frecuencia que un deudor desprovisto de liquidez
puede aliviar la situación apremiante de morosidad, prometiendo formalmente al
acreedor que pagará en un momento posterior. Así es común leer en los formatos
estandarizados de pagaré aprobados por la Superintendencia de Banca y Seguros y
AFPs la frase:
“DEBO/DEBEMOS y me/nos obligo/amos a pagar solidaria e
incondicionalmente, a la orden del BANCO ..................(denominación
social del Banco) .......................................... -el BANCO-, o a quien éste
hubiera transferido este Pagaré, la suma de
............................................................................., importe recibido a
mi/nuestra entera satisfacción y que me/nos obligo/obligamos a pagar en la
misma moneda antes expresada, el día arriba indicado como vencimiento, en
el local del BANCO en esta misma ciudad o en el lugar que se me/nos
presentare a cobro o, indistintamente”.
Entonces, con la emisión del pagaré el girador reconoce la existencia de la deuda y a
la vez pone en manos del acreedor un título ejecutivo que, éste puede cobrar
fácilmente o entregar a un tercero, recuperando anticipadamente la casi totalidad de
su capital.
Por otro lado, el texto antes glosado aparece en todos los formatos estandarizados de
pagarés aprobados por la Res. 763-2001-SBS de 15 de octubre de 2001, y cuando
resulta que el pagaré no ha documentado una obligación preexistente o por lo menos
simultánea del girador, se ha suscitado más de un problema para los Bancos. Así en
el EXP 2003-344-0-2001-JR-CI-O1 seguido ante el Primer Juzgado Civil de Piura, el
girador demandó Ineficacia Estructural de Título Valor, por ausencia del presupuesto
bien, argumentando que el crédito incorporado en el pagaré no había sido recibido
nunca. El demandante argumentaba que ese dinero nunca se le entregó. Lo cierto era
que el demandante había girado el pagaré para que le desembolsaran cantidades de
dinero a través de sobregiros en la cuenta corriente de la S.A. de la que era socio
mayoritario y gerente. El problema consistía en que mientras el pagaré decía que a la
fecha de su giro el girador había recibido el importe consignado en el pagaré, el Banco
sólo contaba con estados de la cuenta de titularidad de la S.A. en donde figuraban
sobregiros y avances en cuenta hechos en fechas posteriores a la de la emisión del
pagaré.
Diferencias con la letra de cambio.
En el pagaré aparecen al momento de su emisión solo dos elementos personales:
444
Notas de Títulos Valores § 299
446
Notas de Títulos Valores § 301
3 Como la declaración cambiaria del endosante, del cedente, del aval, del fiador, y en el caso de una
letra de cambio también la del aceptante y del aceptante por intervención.
448
Notas de Títulos Valores § 302
incompleto en este extremo por simple traditio, pero al momento de ser presentado
exigiendo su pago, de conformidad con los arts. 1.2 y 10.4 LTV ya debe estar completo
en todos sus requisitos formales esenciales5, entre ellos el nombre de su beneficiario
o tomador. También puede ocurrir que el pagaré emitido incompleto en cuanto al
nombre del beneficiario sea “a la orden” (ya contega expresamente esa cláusula o no),
en cuyo caso puede circular en ese estado incompleto, tanto por simple traditio, como
por endoso. En este último caso, cuando llegue el momento de presentarlo al cobro,
debe haber sido llenado con el nombre de su tomador o beneficiario, el cual
necesariamente debe ser el mismo que aparece como primer endosante, siendo el
endosatorio el siguiente tenedor.
Igualmente, un pagaré “a la orden”, puede ser endosado por su beneficiario o tomador
tanto en blanco como “al portador”6, en cuyo caso puede circular por simple traditio
como si de un título valor al portador se tratase.
Por otro lado, la redacción del inc. d del art. 158.1 LTV, cuando señala que el pagaré
debe contener “[e]l nombre de la persona a quien o a la orden de quien debe hacerse
el pago”, ha llevado a algunos a concluir que el pagaré no sería un título “a la orden
nato”, en el que si no se coloca la cláusula “a la orden” sigue siendo un título a la orden
(como ocurre con la letra de cambio y el cheque). Para quienes siguen esa postura,
la forma de designación del beneficiario o tomador del pagaré (es decir, con o sin
cláusula “a la orden”) tiene efectos inmediatos en la legitimación que produce este
título y también en su circulación. Entienden estos autores que, si el pagaré no
contiene la cláusula “a la orden”, sino solo la designación directa de la persona de su
tomador o beneficiario, se tratará de un pagaré nominativo, que circula por cesión de
derechos, sin que el cedente (salvo pacto en contrario) se convierta en obligado
cambiario que garantice la solvencia del girador al cesionario y posteriores tenedores,
sino que sólo responde por la existencia y exigibilidad de la obligación cambiaria7. En
esta reconstrucción, el pagaré no sería un título valor “a la orden nato”, en el que la
cláusula “a la orden” se sobreentendería, sino que en su ausencia se trataría de un
pagaré nominativo. Como tal, se transmitiría por cesión de derechos, que surtiría
efectos frente al girador y terceros sólo desde que es comunicada al girador o emisor
(sólo desde la comunicación se produce la legitimación tanto activa como pasiva) 8.
Asimismo, para quienes siguen esta postura, sólo si el pagaré contuviera
expresamente la cláusula “a la orden” además del nombre del beneficiario o tomador,
tendría como ley de circulación propia la de los títulos a la orden9, transmisibles por
116, en las pp. 197 y ss., supra, y en el § 121, en pp. 205 y s., supra—, tienden a afirmar también que
la cesión del pagaré nominativo (que de ser correcta su reconstrucción debería entenderse como
“propia” y “simplemente” nominativo, y no como “a la orden nominativizado”) no concede al cesionario
adquirente derechos autónomos.
8 Pese al tenor literal del art. 29.2 LTV, la comunicación de la cesión del pagaré nominativo al girador
no se requiere para que éste la anote en el registro, libro o matrícula (trámite del transfert). Como dije
en su momento, este tipo de registro no suele existir para los pagarés, letras de cambio y otros efectos
de comercio nominativos, al no tratarse de títulos mobiliarios emitidos en masa.
9 Obsérvese esta estructura en los modelos de pagarés a la orden que anexamos, que contienen la
endoso, que si es en propiedad10 garantiza el pago del girador el día del vencimiento
a su endosatario inmediato y posteriores, conforme a los arts. 11 y 39 LTV.
Ya he manifestado11 mi opinión contraria, que se deduce de modo claro de las
remisiones a la letra de cambio contenidas en los arts. 161 y (sobre todo) 162 LTV.
Más aun, de ser suficiente el tenor literal del inc. d del art. 158.1 LTV para justificar
semejante conclusión, habría que concluir igualmente que a la mismísima letra de
cambio le pasaría lo mismo, pues para ella el inc. e del art. 119.1 LTV usa exactamente
la misma expresión (“[e]l nombre de la persona a quien o a la orden de quien debe
hacerse el pago”), lo cual es claramente insostenible. En ese sentido, es más bien
para emitir nominativamente el pagaré que hace falta declararlo expresamente,
mediante las cláusulas “no a la orden”, “no negociable”, “intransferible” u otra
equivalente” (cfr. art. 43.1 LTV). Hecho esto, el pagaré nacería como un título “a la
orden nominativizado”, salvo que se especifique además que se lo quiere someter
propia y originariamente a la ley de circulación “nominativa” propiamente dicha, en los
términos que he desarrollado ya con carácter general.
Por su parte, el inc. g del art. 158.1 LTV exige mencionar en el pagaré:
“El nombre, número del documento oficial de identidad y la firma del emitente,
quien tiene la calidad de obligado principal”.
Estos datos del emisor, girador o librador del pagaré son los últimos requisitos
formales que menciona el art. 158 LTV, y que además tienen la calidad de formales
esenciales, cuya ausencia hace que el documento no tenga la calidad de título valor,
ni mérito ejecutivo, ni conceda acciones cambiarias para el cobro de la cantidad en él
señalada.
Vencimiento: formas de indicarlo.
El inc. e del art. 158.1 LTV pide como requisito formal del pagaré:
“La indicación del vencimiento único o de los vencimientos parciales en los
casos señalados en el siguiente párrafo”
El “siguiente párrafo” es el art. 158.2 LTV, que junto con el art. 158.3 LTV regula el
pago de la cantidad de dinero prometida en el pagaré en armadas o cuotas. Así pues,
el pagaré puede tener:
1) un vencimiento único, o
2) dos o más vencimientos en cuotas o armadas.
Y además vencer (art. 160 LTV):
1) a fecha fija,
2) a la vista, y
3) a cierto plazo desde su emisión.
Si su vencimiento fuera único, las partes pueden acordar las siguientes formas:
existen otros tipos de endoso (endoso en procuración y endoso en garantía) que no tienen ese efecto.
11 Cfr. § 126, concretamente en p. 208, supra.
450
Notas de Títulos Valores § 303
452
Notas de Títulos Valores § 304
“66.3 A falta de indicación expresa del lugar de pago, el título valor se entiende
pagadero en:
a) el domicilio que figure junto al nombre de quien resulte ser el obligado
principal del título; o, en su defecto, en el domicilio real del obligado principal”.
Igualmente resulta de aplicación la disposición contenida en el inc. c del art. 120 LTV
relativa a letra de cambio, según la cual, cuando en el título se hubiera señalado más
de un lugar para el pago, el tenedor puede presentarla en cualquiera de ellos.
Para el Derecho internacional privado, determinar el lugar de pago resulta de suma
importancia. Así pues, según el art. 117 LTV, el lugar de pago, tratándose de un
pagaré, determina, si el tenedor está obligado a recibir un pago parcial (como lo
dispone el art. 65.1 LTV y el art. 86 CPDC), la forma y plazos del protesto, las
formalidades sustitutorias, la forma de los actos necesarios para el ejercicio y
conservación de los derechos y las medidas que deben adoptarse en caso de pérdida,
destrucción o sustracción del título.
El lugar de pago del pagaré no necesariamente debe ser un lugar físico, admitiéndose
que en el mismo se recoja la cláusula prevista en el art. 53 LTV, que ya hemos
estudiado13, que determina que el pagaré sea pagado de la misma manera que un
cheque.
El pagaré causal.
Según el art. 159 LTV, en el pagaré se puede mencionar con eficacia jurídica 14 una
serie de indicaciones facultativas, que estudiaremos a continuación.
En primer lugar, a diferencia de en la letra de cambio, en el pagaré se puede
mencionar, con eficacia jurídica, la causa que dio origen a la emisión, dando lugar a
lo que se conoce en Derecho cambiario como el pagaré causado. En el pagaré, a
diferencia de la letra de cambio o el cheque, es posible señalar con amplitud y detalle
la causa o finalidad de emisión, tratándose en tal caso de un título causal, en el cual
la prestación en él contenida siempre estará determinada también por los términos y
sometida a las vicisitudes del negocio causal.
En mi opinión, ni aun en este caso el pagaré se limitaría a documentar un derecho
previamente existente y derivado del negocio causal; como acto cartular, a tenor del
art. 1230 CC, sigue constituyendo una nueva obligación paralela a la causal y con su
régimen propio (por ejemplo, de prescripción), sólo que sometida en su exigibilidad, si
no a todas, sí a muchas de las excepciones derivadas de esta (como mínimo, a las de
causa falsa, inexistente o ilícita) o, lo que es lo mismo, privada de la nota de
abstracción incluso en su tramo circulatorio.
Si se menciona la causa de la emisión del título valor, el crédito cambiario que nace
para el beneficiario o tomador no sería abstracto en cuanto a existencia y contenido
respecto del negocio causal. Tampoco serían abstractos (respecto de las excepciones
que proceden del negocio causal) los derechos de los sucesivos tenedores, aunque
se trate de endosatarios de un pagaré a la orden que ha circulado por endoso.
454
Notas de Títulos Valores § 305
Los pagarés causales están vinculados, aunque circulen, a la causa que les dio origen,
y que el propio documento revela.
En el pagaré causal, el beneficiario, sobre todo cuando se trata de un posterior tenedor
endosatario, debería conocer el régimen particular a que está sujeto el pagaré, puesto
que el deudor le puede oponer las excepciones personales que tiene contra el primer
beneficiario que se deriven del negocio causal del giro. Por el contrario, en el pagaré
abstracto, la abstracción del derecho de crédito incorporado refuerza la posición del
tenedor, acreedor del título valor en cuanto endosatario.
Dice BEAUMONT:
“en el caso del pagaré causal los tenedores pueden informarse mejor de la
relación causal original y si el pagaré no fue negociado, podrá determinarse con
facilidad las relaciones causales entre emitente y tenedor, con posibilidad de
hacer valer y oponer los efectos de tales relaciones causales, aun cuando se
ejercite exclusivamente la acción cambiaria por parte del primer tomador”.
La inclusión de la causa transforma el pagaré en un título causal, vinculando el
derecho cartular a la obligación fundamental. La fuente de este precepto está en el
art. 130 LTV ant. Ulises MONTOYA MANFREDI comentando dicha norma, sostenía:
“En cuanto a la causa, debe recordarse al respecto que el título-valor abstracto
es aquel en que no se expresa en el documento el hecho generatriz de la
obligación, o si la comprende, la enunciación es irrelevante respecto al valor
obligatorio del documento, el que resulta totalmente independizado de la
relación subyacente o fundamental. En cambio, en los títulos-valores causales,
la indicación de la causa aparece del documento, bien en forma completa, o
referida a un instrumento diferente, que contiene tal enunciación. En esta clase
de título, se debe considerar tanto las reglas referentes a la obligación
documental, como la concerniente a la causa mencionada en el título”15.
Por EJEMPLO: La sociedad A celebra contrato de mutuo con el Banco de Crédito del
Perú, y en dicho contrato figura como fiador el Señor X. El día del vencimiento A no
paga la obligación, por lo que se vuelve exigible la obligación del fiador, quien consigue
un aplazamiento del pago por un mes girando un pagaré con vencimiento a un mes
desde el giro, y en el texto del pagaré recoge que la causa de giro es la fianza que X
ha otorgado del crédito concedido a la Sociedad A, que a la fecha ya está vencido e
impago. Cuando el Banco de Crédito o cualquier endosatario al que el Banco haya
transferido el título valor, ejercite las acciones cambiarias contra X, queriendo cobrar
el pagaré en la vía judicial, cualquiera que sea la vía procedimental en que las ejercite,
incluido el proceso de ejecución única (cfr. párr. 1° del art. 690-D CPC), X puede
contradecir el mandato de ejecución, invocando como defensa previa el beneficio de
excusión previsto en el art. 1880 CC:
“Para que el fiador pueda aprovecharse del beneficio de la excusión, debe
oponerlo al acreedor luego que éste lo requiera para el pago y acreditar la
existencia de bienes del deudor realizables dentro del territorio de la República,
que sean suficientes para cubrir el importe de la obligación”.
Por su parte, W INIZKY afirma:
15 MONTOYA, Com. al art. 130 LTV ant., cit., n. 138 (p. 398). El énfasis es del original.
“los títulos causales son aquellos en los cuales se menciona la causa legítima
de su creación y ésta tiene relevancia jurídica cartular, tal mención de la relación
causal en el contexto implica que ella, durante la circulación del título y en los
límites de la remisión es oponible a todos los portadores como fuente de
defensa y restricciones”16.
De donde podemos concluir que la causa señalada en el pagaré tiene relevancia
cartular y podrá serle oponible por el obligado principal, al tenedor endosatario que
exija su cumplimiento.
No obstante, se ha de tener en cuenta lo que afirma CASTELLARES con relación a la
relevancia de la causa que el art. 159 LTV permite introducir:
“Sin embargo, debe precisarse que tales referencias que a modo de
información se consignen en el tenor del documento, (sic) no pueden constituir
condicionamientos para su pago, que (sic) siempre debe consistir en una
promesa de pago incondicional, inmediato”17.
Como nos recuerda ARROYO:
“Las obligaciones condicionales suspensivas o resolutorias no tienen cabida en
el pagaré. El firmante no puede someter el vencimiento a un acontecimiento
incierto. Puede, en cambio, someter el vencimiento a un futuro cierto. Es la
diferencia que separa el término de la condición. En rigor el pagaré es una
obligación sometida a término; no otra cosa significa promesa de pago. Por el
contrario, la ley siguiendo la tradición en este punto, confirma el carácter
incondicional del pagaré”18.
Por EJEMPLO: A celebra contrato de tarjeta de crédito con el Banco BBVA y en este
contrato se prevé que ante el impago de cinco o más cuotas el Banco puede precluir
el plazo de vencimiento de todas las cuotas restantes dándolas por vencidas y
resolviendo el contrato. Igualmente en este contrato se señala que A está entregando
como medio de pago un pagaré incompleto, con vencimiento a la vista, el cual se
llenará con el importe de todos los consumos, más intereses, gastos y comisiones que
se generen del contrato de tarjeta de crédito suscrito entre A y el Banco BBVA, que
resulten exigibles a A ya sea por su no pago o a consecuencia de la resolución del
contrato y preclusión de los plazos de vencimiento por el impago de cinco o más
cuotas. Además, esta causa de emisión se recoge en el pagaré en los siguientes
términos: “la causa del giro del presente pagaré es como medio de pago de los
consumos, comisiones, intereses y gastos relativos al contrato de tarjeta de crédito
celebrado entre A y el Banco BBVA, que no sean pagados a su vencimiento o que
resulten exigibles por la resolución del contrato ante el impago de cinco o más cuotas”.
Posteriormente el Banco BBVA endosa el pagaré al Banco de Crédito. Cuando este
último interponga la acción cambiaria, por la vía, por ejemplo, del proceso único de
ejecución, A puede contradecir el mandato de ejecución invocando la nulidad formal
del mismo (cfr. inc. 2 del párr. 3° del art. 690-D CPC), esto es, por no contener una
“promesa pura y simple de pagar una cantidad de dinero determinada o determinable”
(énfasis añadido), en tanto en cuanto la exigibilidad de ese pago estaba condicionada
a que se vencieran cinco o más cuotas y no fuesen pagadas. Ello determinaría que
16 Citado por GÓMEZ LEO, Instituciones de Derecho Cambiario, t. I, Títulos de Crédito, p. 181.
17 BEAMOUNT/ CASTELLARES, Com. al art. 159 LTV, cit., p. 606 (n. 1).
18 ARROYO MARTÍNEZ, Ignacio; “El pagaré”, en MENÉNDEZ, Derecho cambiario, cit., pp. 737-772 (p. 748).
456
Notas de Títulos Valores § 305
según los artículos 1.2. y 158 LTV el pagaré no contuvo nunca una promesa
incondicional de pagar una cantidad determinada o determinable de dinero, por lo que
ni es título valor, ni concede acciones cambiarias, ni tiene mérito ejecutivo.
La causalidad de un pagaré no deroga la regla de la literalidad contenida en el art. 4
LTV, según el cual el texto del documento determina los alcances y modalidad tanto
del derecho como de las obligaciones cambiarias. Lo que ocurre es que puede ser,
que un título que recoja la causa, por permitirlo la ley expresamente, sea un título valor
de literalidad semiplena, ante la dificultad física de recoger en el título todo el contenido
del negocio causal, por ejemplo, del contrato de tarjeta de crédito del caso
anteriormente propuesto.
Ahora bien, basándonos en el ejemplo anterior, como el contrato de tarjeta de crédito
no es un documento de público conocimiento para terceros que no sean las partes
que lo celebraron, si el pagaré circula, serán aplicables, tanto al derecho como a la
obligación, aquellos extremos que fluyan de la causa y que además estén recogidos
en el texto del título valor; como lo estaba en el ejemplo anterior, aquella condición:
de que para dar por vencida y exigibles las cuotas sometidas a plazo no cumplido,
tenía que haberse dejado de pagar cinco o más cuotas19. También resultarán
aplicables al régimen del derecho y obligación cambiaria contenida en el pagaré,
aquellas cuestiones que deriven de disposiciones legales que rigen el negocio causal
mencionado en el título valor, aunque no estén reproducidas en el texto del pagaré
(puesto que la ley se presume conocida por todos). Así pues, aunque el pagaré que
tiene por negocio causal un contrato de tarjeta de crédito mencionado suscintamente
en el texto del título (pagaré causal), no dijese, en su texto que el requerimiento
notarial de una cuota vencida e impaga, y su no pago en el plazo de quince días,
puede causar la resolución del contrato y exigibilidad de todas las cuotas no vencidas,
si eso fue lo que ocurrió y la suma de dinero consignada en el pagaré contiene tanto
cuotas impagas como cuotas que se exigen a consecuencia de la resolución del
contrato, el girador puede contradecir el mandato de ejecución que le dirija el juez para
que le pague al endosatario invocando la nulidad formal del título valor, por
incumplimiento del requisito contemplado en el inc. c del art. 158.1 LTV, porque no
contiene la promesa incondicional de pagar una cantidad de dinero, ya que dicha
promesa estuvo condicionada a que se produjera un impago, se cursara una carta
notarial dando quince días de plazo adicional, y se diera por resuelto el contrato a
consecuencia del impago. Es cierto que esta condición no aparecía recogida en el
texto del título valor, pero cuando este título anotó como causa un contrato de tarjeta
de crédito, cualquiera debía saber que a él le resultaban aplicables todas las
disposiciones aplicables a los contratos con prestaciones recíprocas, entre ellas, la
prevista en el art. 1429 CC, que señala:
“Artículo 1429.-
En el caso del artículo 1428 la parte que se perjudica con el incumplimiento de
la otra puede requerirla mediante carta por vía notarial para que satisfaga su
prestación, dentro de un plazo no menor de quince días, bajo apercibimiento
de que, en caso contrario, el contrato queda resuelto.
19 Hay casos en que como el negocio causal es un negocio de conocimiento público, como el contrato
de sociedad que es la causa de la emisión de las acciones, la sola referencia a él en el título implica
que la literalidad abarca todo su contenido según registros públicos, y no sólo las cláusulas escritas en
el certificado de acción.
458
Notas de Títulos Valores § 306
contengan una obligación de pago dinerario. Así, si las partes no hubieran fijado la
tasa de este interés moratorio, no se supone que el deudor no está sujeto a ningún
recargo por esa causa, sino que se aplicará la tasa de interés legal (art. 1246 CC).
Ahora bien, si fijan específicamente una cláusula de interés moratorio (art. 51.1 LTV),
la tasa tampoco podrá ser superior a la tasa máxima de interés moratorio convencional
fijada por el Banco Central de Reserva del Perú. Se aplica la misma regla sobre los
excesos antes referida (art. 1243 CC).
Si el beneficiario de un pagaré es una Entidad del Sistema Financiero no se aplica el
art. 1243 CC. De hecho, no hay, hoy por hoy, límites cuantitativos a las tasas de interés
compensatorio y moratorio que puedan cobrar dichas empresas, aunque el BCRP está
autorizado para imponerlos “excepcionalmente”. Todo ello conforme a lo dispuesto en
el art. 9 LBS.
Además. en el pagaré según el inc. c del art. 159 LTV también pueden contemplarse
“otras referencias causales”, por lo que podría pensarse en recoger las causas de los
endosos, etc. y cualesquiera otras distintas a la causa que dio origen al giro del
pagaré. Al negocio causal del endoso le llama la doctrina relación de valor o valuta, y
puede ser por ejemplo un contrato de factoring o de descuento celebrado entre el
tenedor endosante y una Entidad del Sistema Financiero autorizada que lo recibe en
endoso. Para explicar los efectos que tal mención tendría en el caso de un endoso
“causado” en un contrato de factoring pondremos el siguiente EJEMPLO:
A gira un pagaré a la orden de la Universidad Cayetano Heredia con vencimiento en
cuotas o armadas, como medio de pago de un programa de Maestría. Luego la
Universidad celebra un contrato de factoring con el Banco BBVA en virtud del cual
ésta le entrega a través de endoso en propiedad los pagarés de todos sus alumnos
incluido el de A, a cambio del pago del monto del capital que estos representan, menos
un descuento por el adelanto del capital y la utilidad del Banco.
Según el art. 39.1 LTV, “Salvo cláusula o disposición legal en contrario, el endoso en
propiedad obliga a quien lo hace solidariamente con los obligados anteriores”. Y según
las normas que rigen el contrato de factoring, la empresa factoreada (Universidad
endosante), no responde frente al factor (Banco) por la solvencia de los deudores
cedidos. Si A no paga el pagaré a su vencimiento y el Banco demanda el pago del
pagaré a la Universidad Cayetano Heredia, ésta le podrá oponer, en virtud de los
arts. 19.2 y 19.3 LTV, que según la relación de factoring que les une, ella no ha
asumido ninguna obligación por el impago de giradores o cualquier otro obligado
cambiario, ya que la entrega de los títulos fue pro soluto. Si el Banco hubiera
endosado el pagaré a otra empresa de su grupo, como por ejemplo CrediBBVA, y es
esta sociedad la que le pide el pago a A al vencimiento del pagaré, y ante su no pago
ejercita las acciones cambiarias y demanda judicialmente a la Universidad el pago
del pagaré, ésta tendrá que pagar; no puede invocar que la entrega fue pro soluto,
porque éste es un medio de defensa que procede de una relación causal con
anteriores obligados (contrato de factoring), y el art. 19.3 LTV señala claramente:
“El demandado no puede ejercer los medios de defensa fundados en sus
relaciones personales con los otros obligados del título valor, ni contra quienes
no mantenga relación causal vinculada al título valor”.
En otras palabras, el derecho del endosatario CrediBBVA es abstracto de la causa
del endoso. Ahora bien, ¿qué cambiaría en este escenario si al momento en que la
Universidad, en ejecución del contrato de factoring, endosó los pagarés en propiedad
460
UNIVERSIDAD DE PIURA
FACULTAD DE DERECHO
CAPÍTULO 3
EL CHEQUE
SUMARIO: I. NATURALEZA JURÍDICA Y FUNCIÓN ECONÓMICA DEL CHEQUE.— 307. Origen
y desarrollo histórico. 308. Concepto y caracteres jurídicos. 309. Naturaleza jurídica.
310. Semejanzas y diferencias con la letra de cambio. II. EMISIÓN Y CIRCULACIÓN DEL
CHEQUE.— 311. Requisitos. 312. Modalidades de giro. 313. Modalidades de giro en
orden a los sujetos. 314. El endoso del cheque. III. CHEQUES ESPECIALES.—
315. Cheque cruzado. 316. El cheque para abono en cuenta. 317. Cheque
certificado. 318. El cheque garantizado. 319. Cheque de pago diferido. 320. El caso
de los llamados cheques de viajero. 321. Los cheques de gerencia. 322. Una figura
extraña en la LTV: los llamados cheques giro. 323. El cheque intransferible.
IV. EJERCICIO DE LOS DERECHOS DERIVADOS DEL CHEQUE.— 324. Exigibilidad del
cheque. 325. Presentación y pago del cheque. 326. Constancia de rechazo y
protesto del cheque. 327. Pretensiones derivadas del cheque.
— 461 —
§ 307 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
462
Notas de Títulos Valores § 308
1 Todo este Capítulo recoge, sin mayores cambios, el contenido del material que sobre el mismo tema
preparó en años anteriores la Prof. Lorena RAMÍREZ para este mismo curso.
2 ASCARELLI, Derecho Mercantil, citado por DE PINA VARA, Rafael; Teoría y Práctica del Cheque, Porrúa,
p. 16.
3 Por DE PINA VARA, Rafael, op. cit., pág. 24.
4Cfr. DÍAZ MORENO, Alberto; “El cheque”, en JIMÉNEZ SANCHEZ, Derecho Mercantil, cit., vol. II, pp. 126-
138 (p. 128).
464
Notas de Títulos Valores § 310
9 HUECK/ CANARIS, Derecho…, p. 243 (§ 20), que critica la justificación de la decisión, cuyos fines
razonbales se podían obtener con una intervención mucho menor; menciona incluso, como una
excepción a la prohibición de aceptación del cheque, una “cláusula de confirmación” que es posible
incluir en los cheques del Banco Federal Alemán, y que parece un claro antecedente de nuestros
propios “cheques garantizados”.
10 HUECK/ CANARIS, Derecho…, p. 244 (§ 20), aunque para ellos esto no ocurre solo “en principio”, sino
“siempre”, dado que en Alemania no existe nuestro cheque para pago diferido.
11 Vid. § 319, en p. 440, infra.
13 HUECK/ CANARIS, Derecho…, p. 245 (§ 20); los autores añaden como otras diferencias la inexistencia
en el cheque de posibles duplicados (hoy desaparecidos en nuestra LTV incluso para la letra de cambio)
y de la posibilidad de intervenir, ni siquiera en el pago (pues no habiendo aceptación del cheque, queda
claro que no se puede intervenir en ella). Esto última, sin embargo, aunque ciertamente es casi
impensable que ocurra en la práctica, no puede excluirse como posibilidad, dado el alcance general
que en nuestro país da el art. 69 LTV a la intervención en el pago.
466
Notas de Títulos Valores § 313
14 MONTOYA, Com. al art. 162 LTV ant., cit., n. 171 (p. 481).
15 ¿Cómo?: con un endoso que, puesto que no puede alterar la ley de circulación del cheque al portador
(cfr. art. 22.2 LTV; vid. también el § 150, en pp. 234 y ss., supra), sólo puede significar la asunción de
la responsabilidad solidaria en la vía de regreso.
468
Notas de Títulos Valores § 318
(art 196 LTV). Por ello es que, si finalmente no se procede al cobro del cheque en el
transcurso, las entidades emisoras deberán proceder a su reembolso. Son requisitos
de esta clase de cheque:
1) solo puede ser girado por una Empresa del Sistema Financiero Nacional a su propio
cargo;
2) el lugar de pago puede estar en el país o en el extranjero, en las sucursales o
agencias del propio banco girador-girado o por los corresponsales en el extranjero
que se consignen en el propio título;
3) solo puede ser expedido en papel de seguridad, en el que se insertará el número
de serie, el domicilio del banco emisor y el valor monetario correspondiente al título.
El tomador de un cheque de viajero debe firmarlo dos veces. La primera vez, en el
momento en que el tenedor adquiere el título, deberá firmar en el lugar señalado al
efecto en presencia del empleado bancario. La segunda firma es puesta por el
tomador al momento de cobrar el cheque o de endosarlo, y sirve para cotejar esta
firma con la primera y establecer su autenticidad.
Este cheque, al igual que el de gerencia, no tiene su origen en una cuenta corriente
existente entre el girador y el girado. El banco es el sujeto activo y pasivo de la relación
cambiaria, en tanto que el tomador puede serlo cualquier persona que tenga
capacidad para realizar pagos y recibirlos.
Los cheques de viajero son endosables, de acuerdo con el art. 197 LTV. En este
sentido tanto el pagador como el endosatario que reciban el cheque de su primer
tomador deberán verificar, bajo su responsabilidad no sólo su identidad sino también
la autenticidad de la firma, que para tales efectos deberá colocarse en ese mismo
momento. No basta pues con que se lleven a cabo las diligencias previstas en el art.
16.1 LTV para quedar legitimado pasivamente al pago, ni para adquirir la propiedad
del título valor conforme al art. 15 de LTV.
No se requiere de protesto o formalidad sustitutoria para el ejercicio de las acciones
cambiarias de cobro de estos cheques.
Los cheques de gerencia.
En el caso del cheque de gerencia no puede hablarse de una orden pago dirigida al
girado, sino de una simple promesa de pago del girador16. GUALTIERI sostiene que en
estos casos el cheque ha perdido su función económico-jurídica propia para asumir la
del pagaré que contiene una promesa de pago y no una orden de pago.
A pesar de las críticas dirigidas contra esta forma de giro, por razones y exigencias
prácticas el legislador ha admitido excepcionalmente la posibilidad que el cheque, en
determinados supuestos, sea emitido a cargo del propio girador.
En el derecho comparado se los denomina también “cheques de caja”.
Estos cheques sólo pueden ser emitidos por los bancos en forma nominativa o a la
orden (es decir no pueden ser al portador), no pueden ser girados a favor del propio
banco y pueden ser transferibles por endoso.
No requieren del protesto o de la formalidad sustitutoria para el ejercicio de la acción
cambiaria (art. 193 LTV).
470
Notas de Títulos Valores § 322
Este criterio está recogido en el art. 182 LTV, que responsabiliza al girador por el pago
del cheque, sin que valga cláusula en contrario. De hecho, en principio, el girador, y
no el girado, es el único obligado a pagar el cheque, el cual, a diferencia de la letra de
cambio, ni siquiera puede ser aceptado por el Banco girado.
Presentación y pago del cheque.
Es importante dejar establecido que el pago mediante un cheque no produce los
mismos efectos jurídicos que el realizado con moneda de curso legal. La sola entrega
del cheque no libera al deudor ni extingue su deuda, lo que ocurrirá en el momento
que el banco librado pague el título. GARRIGUES sostiene que la entrega del cheque no
es en sí misma un pago, por la sencilla razón de que una orden dada a otro para pagar
no es un pago, sino tan solo un intento de pago, cuya efectividad depende de que el
banco girado haga honor al compromiso de reembolsarlo en dinero19. Una orden dada
a otro para pagar no es un pago.
Como se ha referido, el art. 178.1 LTV sanciona la violación a la prohibición de emitir,
endosar o entregar un cheque en garantía con la falta de efectos cambiarios. Se
entrega un cheque en garantía, cuando el tenedor lo recibe a sabiendas de que el
tenedor no tiene fondos al momento de emitirlo, pero lo recibe, porque su sola tenencia
garantiza el cumplimiento de la obligación primitiva ya que de lo contrario el tenedor
puede ser demandando tanto cambiariamente como por el delito de libramiento
indebido. Es necesario tener presente que el precepto tiene un sustento subjetivo, ya
que no se limita a sancionar la sola violación de la prohibición, sino que requiere que
el tenedor viole esta prohibición “a sabiendas”, esto es, que la acción sea intencional,
extremo que deberá ser acreditado por quien pretenda hacer valer la sanción. El
tenedor pide el cheque en garantía, porque si no se paga la deuda se puede denunciar
por libramiento indebido. Puesto que según el art. 173 LTV es condición previa para
emitir un cheque, tener fondos. Pero no se trata de un requisito de validez del título
valor.
Dentro del plazo de presentación el cheque es una orden de pago. Nuestra legislación
ha seguido en este punto el sistema germánico. El plazo es de 30 días, los que se
cuentan desde el día de la emisión INCLUSIVE, no desde el día siguiente (art. 207
LTV).
En el art. 183 LTV se han previsto los supuestos en los que los bancos están obligados
a cerrar las cuentas corrientes de quienes hubieren girado cheques sin fondos.
La orden de pago contenida en el cheque puede ser revocada por el emitente luego
de vencido el plazo de presentación, salvo mandato judicial. Excepcionalmente, el
art. 208.2 LTV permite que dentro de este plazo el emitente o el beneficiario, o el
tenedor legítimo, pueden solicitar al banco girado la suspensión del pago, mediante
una declaración jurada escrita de fecha cierta y recepción comprobable, amparándose
en una de las causas detalladas en el artículo 102º (deterioro total, extravío,
sustracción); bajo la condición de interponer la demanda de ineficacia por la misma
causal, lo que deberá llevarse a cabo dentro de los 15 días de recibida la solicitud (art.
107.2 LTV), de lo contrario caducará el derecho de suspensión (art. 98 LTV). Esta
contraorden del girador, u orden de suspensión, es conocida como “bloqueo”.
19
GARRIGUES, Joaquín; Contratos bancarios, 2ª ed. revisada, corregida y puesta al día por Sebastián
Moll, Imprenta Aguirre, Madrid, 1975, p. 91; Curso…, cit., t. III, p. 329.
472
Notas de Títulos Valores § 326
CAPÍTULO 4
FACTURAS CONFORMADAS Y NEGOCIABLES
SUMARIO: I. GENERALIDADES.— 328. Concepto e ideas preliminares. 329. Origen de
las facturas “cambiarias”. 330. Primera configuración (“con prenda”) de la factura
conformada. 331. El fracaso de la factura conformada cum pignore y sus motivos.
332. Se actualiza la factura conformada y entra en escena la negociable.
333. Pleitos de familia: la factura negociable, la gemela fratricida. 334. Resumen
conclusivo: semejanzas y diferencias entre ambas facturas. II. LA FACTURA
CONFORMADA.— 335. Concepto y características actuales de la factura conformada.
336. La conformidad. 337. Requisitos de la factura conformada. 338. Otras normas
aplicables. III. LA FACTURA NEGOCIABLE.— 339. Noción. 340. Requisitos de la factura
negociable. 341. Excepciones. 342. Circulación. 343. Acuerdo de intereses.
344. Reglamentación de la ley por las normas de SUNAT.
I. GENERALIDADES
Concepto e ideas preliminares.
Voy a tratar en este capítulo1 de dos títulos valores peculiares, que se podrían
denominar “facturas cambiarias”:
1) las facturas conformadas (reguladas en los arts. 163 a 171 LTV), y
2) las facturas negociables (en su propia Ley especial, L. 29623).
Son dos títulos que —vaya por delante la advertencia— tienen más de creaciones del
legislador que de producto del tráfico, de la vida económica real. Ya solo por eso
representan casos especiales, que de alguna manera se apartan de lo habitual en el
ámbito mercantil. Lo normal es que los títulos valores, como otros fenómenos
mercantiles, nazcan no por iniciativa del legislador, sino en la vida misma del tráfico.
También es eso lo que en buena medida explica su éxito en la vida real, su desarrollo,
etc.: que hayan nacido y se hayan desarrollado cada uno en un momento determinado,
a partir de las necesidades reales del comercio real, y no como una “invención” de
profesores, o del legislador. En cambio, los títulos de los que voy a hablar en este
Capítulo representan el ejemplo opuesto, de “invenciones” del legislador. Y, como creo
que se pondrá de manifiesto en seguida, vienen a ser invenciones muy mejorables,
en ambos casos.
Las dos facturas cambiarias son títulos valores a la orden, representativos de deuda,
actualmente reconocidas expresamente y reguladas con cierto detalle en nuestro
ordenamiento jurídico, con caracteres muy semejantes entre sí.
1 Este Capítulo recogía sustancialmente, en un inicio, los materiales que sobre los mismos temas
preparó en su momento la Prof. Lorena RAMÍREZ para este mismo curso. Como es natural, sin embargo,
le he introducido paulaticamente cambios que, al hilo de la evolución legislativa y de mis propios puntos
de vista, lo han ido distanciando de manera cada vez más importante de ese punto de partida, sin que
pueda decir que haya llegado todavía a poder considerarse completa esa evolución. Por todo ello, y
con el debido reconocimiento a ese importantísimo apoyo inicial, desde ya me considero obligado a
hacerme enteramente responsable de su estado actual.
— 475 —
§ 328 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
La primera de ellas, la factura conformada, está hoy por hoy, por decirlo así,
prácticamente “en coma permanente”. Y esto, porque el propio legislador le ha hecho
la competencia desleal con la otra factura cambiaria, la negociable, pero sin decidirse
a derogarla, cosa que probablemente hubiera sido, si no lo más sensato, lo más limpio
y honesto.
Pero lo peor del caso es que, al configurar la factura negociable, el legislador ha
echado por la borda prácticamente todos los principios básicos de la vida económica
privada, no digamos los propios de los títulos valores. Para hablar claro, la impresión
que da es la de que estuviese tratando de embutir al mercado estos títulos a la fuerza,
casi obligando a los agentes económicos a tragárselos2. Y esto, por unas razones que,
de primera intención, no quedan nada claras; más aun, en la medida en que se
vislumbran, nadie en su sano juicio podría honestamente creer que respondan a una
justa valoración de todos los intereses en juego. Desde luego, yo pienso que esta
regulación, en bastantes puntos, más que rozar, rebasa ampliamente el límite de la
inconstitucionalidad, si es que se le diera todo el efecto que aparentemente quiere
darle el legislador.
Y ya va siendo hora de que alguien diga esto, porque apenas hay quien lo haga. El
hecho es que un porcentaje demasiado alto, yo diría incluso que vergonzosamente
alto, de los que han hablado públicamente de estos títulos en el medio nacional han
adoptado una actitud encomiástica, de aplauso incondicional del legislador, que evoca
a los antiguos validos y paniaguados aúlicos, cuando no una adulación más bien
bufonesca. Y no mencionan siquiera que esa regulación está plagada de puntos
cuestionables, tales como:
1) decisiones político-legislativas de dudosa legitimidad, cuando no directamente
violatorios de los más elementales derechos de libertad económica;
2) concesión de privilegios a determinados acreedores (en concreto, a los bancos);
3) intentos de embutir, forzar, “hacer tragar” a la fuerza estos títulos, intimidando a
los que van a resultar obligados por ellos;
4) mecanismos de manipulación, para empujar a que los agentes económicos a
entrar, a ser posible inconscientemente, en relaciones jurídicas cartulares que no
han aceptado ni tienen por qué aceptar;
5) la existencia de derechos y seguridades exorbitantes, y de reglas privilegiadas a
favor de determinados sujetos, en fin…
Hay muchas, pero muchas cosas aquí que llaman poderosamente la atención. Por
eso lo digo aquí, al introducir el tema, para que lo tenga en cuenta todo el que tenga
o pueda tener que ver con estos títulos en su vida profesional. Aunque estoy
convencido de que, como invenciones del legislador que son (sobre todo la factura
negociable) y no productos genuinos de la práctica comercial, apenas habrá quien los
use con convicción; salvo, claro, los privilegiados por ellos. Pero siempre es bueno
saber a qué se enfrenta uno, para tener todo el cuidado necesario con ellos. Ahora
2 Como veremos en su momento (cfr. §…, infra) esto también pasa, aunque en medida claramente
menor, con el título de crédito hipotecario negociable. El TCHN es también un título no nacido de la
práctica comercial, sino claramente creado por el legislador; en concreto, en buena medida, muchos
de los aspectos de su regulación suponen un privilegio para los bancos. Quizá no tanto en la versión
de él que apareció originalmente en el texto de la LTV, pero ha ido tomando cada vez más ese cariz en
su desarrollo posterior.
476
Notas de Títulos Valores § 329
bien, puede haber incluso situaciones en que estos títulos causen problemas a alguien
sin necesidad de que ese alguien haya tenido ninguna falta de cuidado;
especialmente, una vez más, en el caso de las facturas negociables.
Origen de las facturas “cambiarias”.
La factura comercial, aun antes de ser regulada como un comprobante de pago de
efectos especial o privilegiadamente tributarios, ha sido siempre un documento
confesorio o probatorio de una transacción económica. Puede usarse (más
específicamente, la firma de cancelación que se suele colocar sobre ella al recibir el
pago) en lugar del recibo, y suele contener mayor información de la que venía en este.
Se usa en la actividad comercial, especialmente, en el comercio de bienes muebles.
Las facturas comerciales son documentos que en sí mismos han estado presentes en
el tráfico desde siempre, desde tiempos inmemoriales, justamente como documentos
confesorios.
Ahora bien, entre mediados del s. XIX y comienzos del s. XX aparece la idea de usar
este documento, que ya describe la operación económica de entrega de bienes a
cambio de un precio, como un título valor capaz de representar la deuda superviviente:
la parte del precio todavía debida por el comprador o adquirente. Sobre esta evolución,
en el contexto de nuestro entorno regional, el Prof. Rolando CASTELLARES afirma:
“Su antecedente en nuestra región lo tenemos en el Brasil, donde desde 1936
(art. 216, C. de Co. 1936) [sic] se la utiliza [la factura] como título valor, al
haberle asignado la calidad de documento representativo del pago pendiente
del precio de las mercaderías vendidas al crédito, según la respectiva factura
comercial que se expide como constancia de dicha venta al crédito, cuya copia,
o duplicado, o “duplicata”, tiene el uso y calidad de título de crédito. Desde
entonces, otras legislaciones han venido incorporando este documento bajo las
denominaciones de factura cambiaria (Colombia, Bolivia) y factura conformada
y luego factura comercial (Argentina)”3.
En realidad, el autor debió citar el ant. art. 219 del CdC bra., que además es (el propio
Código) de 1850 y no de 1936. El texto original del ant. art. 219 CdC bra. (ya derogado
por el CC bra. de 2002) decía:
“En las ventas en cantidad o al por mayor entre comerciantes, el vendedor está
obligado a presentar al comprador por duplicado, en el acto de entrega de las
mercancías, la factura o cuenta de los géneros vendidos, las cuales serán
firmadas por ambos: una para quedar en mano del vendedor y otra en la del
comprador. Si no se declara en la factura el plazo de pago, se presume que la
compra fue al contado (artículo 137). Las facturas antedichas, si no son
reclamadas por el vendedor o comprador, dentro de los 10 (diez) días
subsiguientes a la entrega y recepción (art. 135), se tienen por cuentas
líquidas”4.
3BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 163 LTV, cit., p. 612 (n. 1).
4“Nas vendas em grosso ou por atacado entre comerciantes, o vendedor é obrigado a apresentar ao
comprador por duplicado, no ato da entrega das mercadorias, a fatura ou conta dos gêneros vendidos,
as quais serão por ambos assinadas, uma para ficar na mão do vendedor e outra na do comprador.
Não se declarando na fatura o prazo do pagamento, presume-se que a compra foi à vista (artigo nº.
Parece que desde la entrada en vigencia de esta norma fue posible un cierto desarrollo
doctrinal y jurisprudencial del “duplicado” como “título de crédito” propiamente
cambiario de la factura al que tal artículo alude, si bien de muy limitada importancia
económica efectiva5. Ello pudo ocurrir gracias a su asimilación a la letra de cambio
bajo el ant. art. 427 CdC bra.:
“Todo lo que en este Título queda establecido respecto de las letras de cambio,
servirá de regla igualmente para las letras da terra6, para las notas promisorias
y para los créditos mercantiles, en tanta medida como resulte aplicable”7.
Este último artículo, sin embargo, fue derogado por la Ley cambiaria brasileña de
1908, por lo que entre esa fecha y el año 1936 la factura “duplicada” de que trataba el
ant. art. 219 CdC bra. dejó de funcionar efectivamente como un título valor cambiario,
cobrando relevancia más bien la regulación fiscal y tributaria de las facturas, como
instrumento de recaudación y fiscalización tributaria8. Fue en 1936 (de ahí,
probablemente, la confusión del Prof. CASTELLARES) que el legislador brasileño dio una
ley especial (Lei 157) sobre la “duplicata” (que a partir de ahí quedó bautizada con ese
latinismo), dotándola ya de los caracteres que la han venido acompañando hasta el
día de hoy9, y que corresponden básicamente a nuestra actual factura negociable.
Así pues, las facturas cambiarias tienen aparentemente una cierta historia en Brasil
entre mediados del s. XIX y comienzos del s. XX como títulos incipientes, pero
realmente fundados en el tráfico comercial. Se trata entonces, en realidad, de la
utilización como título valor de ese documento clásico, tradicional, que se llama factura
comercial, o más bien factura a secas. En cambio, su historia posterior, desde el
primer tercio del s. XX, bajo el nombre de “duplicata”, está ya clara y decisivamente
marcada por una intervención vertical del legislador, que prácticamente la impone al
tráfico. Es, en efecto, de emisión obligatoria, rasgo que inicialmente se debía a sus
funciones fiscales y tributarias10, pero que ha sobrevivido sin ninguna verdadera
justificación a la desaparición (o encauzamiento por otras vías) de dichas funciones.
La denominación de “factura conformada” aparecería recién en 1963, en Argentina,
donde se dictó para regularla el Decreto Ley 6601 bajo influencia de la duplicata
brasileña, también como una factura que adquiere la condición de título de crédito o
título valor, circulatorio11.
137). As faturas sobreditas, não sendo reclamadas pelo vendedor ou comprador, dentro de 10 (dez)
dias subseqüentes à entrega e recebimento (artigo nº. 135), presumem-se contas líquidas”.
5 DE CASTRO JUNIOR, Armindo; Títulos de crédito, 2ª ed. revisada, actualizada y ampliada, Cuiabá
iguales a las letras de cambio, con la única diferencia de que son giradas y aceptadas en la misma
Provincia”.
7 “Tudo quanto neste Título fica estabelecido a respeito das letras de câmbio, servirá de regra
igualmente para as letras da terra, para as notas promissórias e para os créditos mercantis, tanto
quanto possa ser aplicável”.
8 DE CASTRO, Títulos de crédito, cit., pp. 117-118.
9 Ibid., p. 118. Su regulación fue modernizada en 1968, mediante la Lei 5474, sobre la duplicata.
10 Ibid.
11 MARSILI, María Celia y SAN MILLÁN, Carlos; “Consideraciones sobre la reforma del régimen legal de
478
Notas de Títulos Valores § 330
Empresa y Quinto Congreso de Derecho Societario, Huerta Grande, Córdoba, 1992, Tomo III, pp. 54 a
66 (pp. 55-56).
12 PALACIOS PAJAR, Giovanna Leonidas; Análisis del régimen legal de la factura conformada, su eficacia
y propuestas para incentivar su utilización dentro del mercado peruano a fin de darle celeridad y
seguridad jurídica a las operaciones crediticias de tráfico comercial hacia el impulso del financiamiento
empresarial, Tesis de Licenciatura en Derecho, UNMSM, Lima, 2011, p. 20.
13 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 163 LTV, cit., p. 614 (n. 5).
480
Notas de Títulos Valores § 332
La gente puede que sea ignorante, pero no es estúpida. Una garantía real, prendaria,
pero sin desplazamiento, porque la conserva el propio deudor, que la utiliza y la
consume, no es una verdadera garantía. Cualquiera que lo piense un poco tendrá que
admitir que el adquirente compra la mercadería para algo:
1) cuando es empresario, para revenderla o para incorporarla a su proceso productivo;
y
2) si no es empresario, sino consumidor, para consumirla, dándole el uso que le
corresponda, y por lo tanto desgastándola.
En este contexto, ¿es razonable esperar que el valor de garantía que originalmente
tenía tal objeto se conserve intacto a disposición del acreedor al final del periodo de
financiamiento, especialmente si el propio deudor, que tenía de hecho la prenda a su
disposición todo ese tiempo, por los motivos que sean, se encuentra en una posición
tal que no puede (o no quiere, que para el caso es lo mismo) pagar su obligación?
Parece obvio que NO. Creer realmente que sí podría ser así siempre o casi siempre
es sencillamente… ¡muy ingenuo! En fin, una garantía cuyo valor está en manos y a
disposición del mismo que ha prometido pagar, por muy solemnemente que prometa
también custodiar como “estrictísimo” depositario, es nula garantía: no es garantía
ninguna.
Por eso el concepto de “prenda sin desplazamiento”, en poder del propio deudor, ha
sido siempre una ficción, un fantasma; no existe, no da ninguna seguridad, es una
ilusión. La gente, especialmente los empresarios, sabe que le están dando una
“prenda” que no sé si vale menos, pero desde luego que no vale más que la propia
promesa del deudor de pagar al final del plazo que se le da. Habría que preguntarse
para qué querría usar eso alguien.
Lo cierto es que hay otros sistemas, que ya existen y están bien contrastados, para
conseguir lo que se proponía esta factura conformada cum pignore:
1) Si se quiere una garantía real mobiliaria, está el warrant, que cuenta con una
verdadera garantía real, donde el acreedor sí se asegura el valor efectivo de la
prenda. Y eso, aunque la mercadería se utilice en un proceso productivo (mediante
la variedad del warrant llamado “de insumo-producto”, con “almacén de campo”).
La garantía es efectiva en ese caso porque está de por medio un tercero que sí es
un depositario, y no está interesado en la operación. Eso sí da una seguridad.
Ningún proveedor que pudiera pedir un warrant iba a querer usar una factura
conformada “con prenda”.
2) Por otro lado, si sólo buscaba el derecho cambiario en sí sobre el crédito pendiente
(y esta razón sigue explicando por qué la factura conformada actual tampoco es
previsible que alcance mayor éxito práctico), se podía usar la letra de cambio, o
también el pagaré. Ambos títulos son mucho más flexibles, capaces de alcanzar
los mismos o mejores efectos, sin las limitaciones de la factura conformada.
En fin, para mí personalmente, resulta todo menos misterioso o inesperado el porqué
del fracaso de la factura conformada. Más bien pienso que hubiera sido muy
sorprendente que ocurriera otra cosa.
Se actualiza la factura conformada y entra en escena la negociable.
Ante la decepcionante evolución que acabo de describir, por L. 28203, de 2004, “Ley
que promueve el financiamiento a través de la factura conformada”, el legislador
decidió reformular todos los preceptos que la LTV le dedicaba (arts. 163 a 171) para
FACULTAD DE DERECHO 481
Versión de julio de 2023
§ 332 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
482
Notas de Títulos Valores § 333
18 Así, compárense los “títulos largos” de las LL. 28203 (que introdujo la nueva redacción de los arts.
163 a 171 LTV, sobre la factura conformada) y 29623 (LFN, cuyas referencias en este pie de página
son siempre a la redacción original, pues muchas de las normas de esta ley han sido repetidamente
modificadas), que solo se diferencian en que donde la primera dice “conformada”, la segunda dice
“comercial”; la primera frase del art. 163.2 LTV con el párr. 1° del ant. art. 2 LFN; el inc. e del art. 163.1
LTV con el inicio del párr. 2° del ant. art. 2 LFN; el inc. a del art. 163.1 LTV con el cuerpo del párr. 2°
del ant. art. 2 LFN; epígrafe, inicio e inc. a del art. 164 LTV con el epígrafe, inicio e inc. a del ant. art. 3
LFN; el inc. c del art. 164 LTV con el inc. b del ant. art. 3 LFN; final del inc. d del art. 164 LTV con el inc.
c del ant. art. 3 LFN; el inc. h del art. 164 LTV con el inc. e del ant. art. 3 LFN; el inc. i del art. 164 LTV
con el inc. f del ant. art. 3 LFN; la segunda frase del art. 163.2 LTV con el omc. h del ant. art. 3 LFN; el
art. 166 LTV con el art. 4 LFN; el art. 170 LTV con el ant. art. 5 LFN; el art. 168 LTV con el párr. 4° del
ant. art. 7 LFN; y el art. 171 LTV con el art. 11 LFN.
19 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 163 LTV, cit., p. 619 (n. 12).
20 Vid. § 88, en pp. 134 y ss., supra.
484
Notas de Títulos Valores § 334
Como se ve, en esta materia, el legislador ha incurrido en un sinsentido tras otro. Para
tal caso, hubiera sido mejor derogar del todo la factura conformada, y ocupar su mismo
espacio en la LTV, y no crear el engendro —porque es un verdadero engendro— que
introduce la LFN.
Resumen conclusivo: semejanzas y diferencias entre ambas facturas.
Como vamos a ver en los apartados siguientes, ambas “facturas” tienen:
1) el mismo ámbito de aplicación subjetivo,
2) el mismo ámbito de aplicación objetivo, y
3) sustancialmente la misma estructura.
Como he expuesto, a ambos documentos se les destinó también el mismo “espacio
físico”, en la famosa tercera copia de los comprobantes de pago, aunque el título que
finalmente se ha quedado con él, por efecto ineludible del principio de temporalidad,
sea la factura negociable, y solo ella. Aunque la consecuencia de esto es,
jurídicamente, que la factura conformada queda liberada de esa exigencia formal (no
de las otras que menciona su regulación particular), en la práctica ha significado más
bien su completa caída en desuso.
Ciertamente, entre ambas facturas existen también algunas diferencias, y algunas de
ellas son importantes. Por lo demás, son prácticamente idénticas. ¿Cuáles son esas
diferencias? Las únicas diferencias sustanciales, aparte de las formales, son:
1) La factura conformada es un título valor causal, al menos en el sentido de que es
totalmente indiscreto (cfr. incs. a, b, c y f del art. 163.1 e incs. c a j del art. 164
LTV)21, mientras que la factura negociable no (cfr. art. 3 LFN), de forma que una
vez que se hace apta para circular, ésta última se convierte en un título valor
abstracto. Obviamente, la factura negociable nace también de una transacción
muy semejante a las que dan lugar a una factura conformada. Eso lo sabe todo el
mundo, e incluso lo menciona la LFN. Pero en el texto de la negociable no se
declaran los elementos del negocio causal, mientras que en la factura conformada
sí se detallan. En la negociable no hace falta que se declaren, y si se declarasen
sería una mención irrelevante.
2) Las cláusulas “no negociable”, “no a la orden” o “intransferible” pueden añadirse a
la factura conformada, con los mismos efectos que habitualmente tienen en los
títulos a la orden natos. En ese sentido, la factura conformada es un típico título a
la orden, incluso a la orden “nato”, pero cuya ley de circulación se puede modificar
para hacerlo nominativo (se puede “nominativizar”), como suele ocurrir con ese
tipo de títulos valores. No se puede modificar para convertirla en un título “al
portador” (aunque sí admitiría endosos “al portador”, o en blanco), porque, como
hemos visto, eso iría en contra del art. 23 LTV, faltando una permisión legal
expresa, porque es un título que representa un crédito dinerario, y no se puede
emitir al portador sin autorización expresa de la ley. En cambio, en la factura
negociable, todas esas cláusulas serían totalmente nulas (párr. 7° del art. 2 LFN),
pues están absolutamente proscritas en ella. La factura negociable es “a la orden”
siempre, y únicamente “a la orden”, sin que se pueda cambiar eso. Ello no quiere
21 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 163 LTV, cit., pp. 615-616 (n. 7).
decir que no pueda, de hecho, circular por medios distintos al endoso en algún
caso particular, pero siempre es endosable, y no puede dejar de serlo.
3) Tanto en la factura conformada como en la negociable existe un negocio especial,
posterior a la creación del título mismo, que en la factura conformada se llama
“conformidad” y en la negociable se llama “aceptación”. Este nombre remite
claramente a otro negocio similar que existe también en la letra de cambio, al que
ciertamente se asemejan los propios de las facturas cambiarias, pero sin ser
exactamente iguales22. En concreto, se trata de una intervención posterior para
hacerse cargo, como deudor principal, de la obligación contenida en el título. Lo
cierto es que la forma de regularlos y el significado que este negocio ulterior
adquiere en una y otra factura es notablemente diferente. La factura conformada
actual puede circular sin la conformidad del adquirente o usuario: sólo como un
título creado y firmado unilateralmente por el enajenante o prestador de servicios
(cfr. art. 167 LTV). En ese sentido, la factura conformada es un título valor en
sentido pleno desde su emisión. En cambio, la factura negociable, que inicialmente
sólo podía circular con la aceptación expresa o tácita del adquirente o usuario (párr.
1° del ant. art. 8 LFN, en su redacción original), ahora sí puede hacerlo sin que esa
aceptación se haya dado todavía, pero sí debe tener ya, al menos, el presupuesto
de esa muy discutida y discutible “aceptación tácita”, que no es otro que la llamada
“constancia de presentación” o, en el caso de las facturas negociables
representadas por anotación en cuenta, su “registro ante una ICLV” (cfr. la nueva
redacción dada a los párrs. 1° y 2° del art. 8 LFN). Mientras ello no ocurra, no
parece que pueda decirse que la factura negociable sea propiamente un título valor
aún: no ha nacido como título valor, ni es transmisible, etc. No tiene las condiciones
esenciales de un título valor. El título valor especial denominado “factura
negociable” está diseñado para estar a cargo del adquirente y sólo del adquirente,
mediante la consabida aceptación, expresa o tácita. No es que el emisor no tenga
ninguna obligación, porque sí la tiene (es obligado solidario o de regreso), pues no
está excusado de ella, y para quedar exento tendría que ser excluido
expresamente (a tenor de los arts. 8 y 11 LTV). O sea, sí responde, pero responde
a partir del momento en que exista como título valor, que es a partir del momento
en que se da la “constancia de presentación” o “registro ante una ICLV”.
Precisamente, la última de las diferencias mencionadas y, en general, toda la cuestión
de la “aceptación”, y muy particularmente ese elemento tan especial que es la
aceptación tácita, es claramente la diferencia más importante, y en la que se concentra
gran parte de los cuestionamientos que lamentablemente hay que hacerle a esta
curiosa y muy peculiar creación legislativa que es la factura negociable. Más adelante
voy a desarrollar con cierto detalle cómo en la factura negociabe puede producirse la
introducción del obligado principal a través de una declaración tácita, es decir, de una
falta de declaración, de un silencio.
486
Notas de Títulos Valores § 336
488
Notas de Títulos Valores § 338
23 Salvo el del vencimiento que se presume a los 30 días calendario desde su emisión.
490
Notas de Títulos Valores § 341
492
Notas de Títulos Valores § 344
CAPÍTULO 5
EL TÍTULO DE CRÉDITO HIPOTECARIO NEGOCIABLE
SUMARIO: I. GENERALIDADES.— 345. Antecedentes. 346. Concepto y requisitos
básicos. 347. Otros requisitos. 348. Función económica del TCHN. II. LA HIPOTECA
INCORPORADA.— 349. Constitución unilateral. 350. Carácter no accesorio e
incorporación de la hipoteca “sábana”. 351. Pago y ejecución. 352. Cancelación de
la hipoteca. III. CUESTIONES COMPLEMENTARIAS.— 353. El TCHN y la SUNARP.
354. El TCHN de emisión bancaria.
I. GENERALIDADES
Antecedentes.
El título de crédito hipotecario negociable (al que en adelante aludiré habitualmente
sólo con la sigla TCHN1) es una creación legislativa netamente peruana. Su
introducción data de 1991, cuando se pretendió regular una figura similar al warrant
que contuviese, además del derecho de crédito garantizado, una garantía inmobiliaria
correspondiente, en este caso la hipoteca.
El Prof. CASTELLARES2 señala que se pasó por tres etapas hasta llegar al TCHN que
conocemos hoy:
1) la “letra hipotecaria” del art. 104 LBS ant. de 1991 (D. Leg. 637)3;
1 Todo este Capítulo recoge, sin mayores cambios, el contenido del material que sobre el mismo tema
preparó en años anteriores la Prof. Lorena RAMÍREZ para este mismo curso.
2 Cfr. BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 240 LTV, cit., pp. 782-783 (n. 1).
3 D. Leg. 637 (LBS ant. de 1991): “Artículo 104.- Las letras hipotecarias tienen las siguientes
características:
a) Emanan de un contrato de crédito hipotecario.
b) Deben ser garantizadas con primera hipoteca, la que no podrá hacerse extensiva a otras
obligaciones a favor del banco emisor.
c) Son giradas por el banco y aceptadas por el deudor y, en su caso, por el cónyuge de éste.
d) Sólo pueden ser giradas por la cantidad a que asciendan las obligaciones hipotecarias asumidas
para con el banco emisor.
e) Pueden ser emitidas en moneda nacional o extranjera.
f) Es factible su amortización por el banco emisor, en forma directa o mediante compra, rescate o
sorteo a la par.
g) Sólo pueden ser giradas a fecha fija.
h) Cuando se les haya emitido en moneda nacional, su monto se reajusta con arreglo a los índices a
que se refiere el artículo 119.
i) El reajuste mencionado en el inciso anterior se efectúa a partir del monto facial, multiplicado por el
cuociente entre el número índice a la fecha cierta de pago y el número índice a la fecha de emisión
de la letra.
j) Con el endoso se transmite al cesionario la garantía hipotecaria, mas no el riesgo del crédito, que
continúa siendo de cargo del banco”.
— 495 —
§ 345 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
496
Notas de Títulos Valores § 346
otra figura completamente distinta, pues se trata más bien un “título valor mobiliario
consistente en un instrumento de desintermediación financiera”6. Habiendo pasado
por el ant. art. 236 LBS7, esta segunda “letra hipotecaria” subsiste y conserva dicha
denominación, bajo su regulación vigente, contenida ahora en los arts. 269 y 270 LTV.
En cambio, el espíritu de la “letra hipotecaria” original fue recogido, aunque con
inexactitudes de redacción y desviaciones del diseño original que perjudicaron su
utilidad y vigencia práctica8, en el “certificado hipotecario negociable” de la ant. DF 15ª
LMV. De allí pasó primero, ya con su actual designación y estructura de TCHN, al ant.
art. 239 LBS, y finalmente a los arts. 240 a 245 LTV actualmente vigentes.
Concepto y requisitos básicos.
El TCHN constituye un título valor cambiario o de crédito que incorpora, en forma
especial o individualizada, un determinado crédito y simultáneamente el
correspondiente gravamen sobre el bien concreto afectado en hipoteca. Según la
literalidad y la incorporación, contiene un crédito en concreto y el gravamen que lo
respalda referido a un bien específico. Se asemeja más al warrant que a una hipoteca
cambiaria o cédula hipotecaria9.
Artículo 296.- Todo banco emisor de letras hipotecarias debe llevar un registro de ellas, con sujeción
a las reglas que establezca la Superintendencia.
Facultad de la Superintendencia de dictar normas especiales para el rescate de letras
hipotecarias no garantizadas
Artículo 297.- La Superintendencia dicta normas relativas al rescate de las letras hipotecarias para los
casos en que no se constituya oportunamente la garantía, ésta se haya desvalorizado de manera
considerable o los deudores se encuentren en mora”.
6 Vid. BEAUMONT/ CASTELLARES, op. cit., p. 782.
Las empresas del sistema financiero podrán emitir letras hipotecarias, con arreglo a las normas que
expida la Superintendencia.
Dichos instrumentos tendrán las siguientes características generales:
1. Emanan de un contrato de crédito hipotecario.
2. Son emitidas por una empresa del sistema financiero que tiene la calidad de obligado principal y
es el único responsable de su pago.
3. Pueden ser emitidas en moneda nacional o extranjera.
4. Sólo pueden ser emitidas a fecha fija.
5. Sólo pueden ser emitidas por un importe inferior o igual al monto de las obligaciones hipotecarias
asumidas para con la empresa emisora.
6. Deben ser garantizadas con primera hipoteca, la que no es factible hacer extensiva a otras
obligaciones a favor de la empresa, y debe estar autorizada en forma expresa en el acto de
constitución.
7. Es factible su amortización por la empresa emisora, en forma directa o mediante compra, rescate
o sorteo a la par.
8. En caso de intervención por suspensión de pagos y obligaciones o por liquidación de la empresa
emisora, las letras hipotecarias serán transferidas conjuntamente con los correspondientes créditos
y sus respectivas garantías hipotecarias a otra empresa del sistema financiero autorizada por la
Superintendencia para operar con el sistema de letras hipotecarias, y tales activos y pasivos serán
excluidos de la masa”.
8 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 240 LTV, cit., pp. 782-783 (n. 1).
9 Vid. BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 240 LTV, cit., n. 7 (p. 786).
13 Esto es el valor probable de venta menos los gastos en que se incurre para tal fin.
498
Notas de Títulos Valores § 347
14 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 240 LTV, cit., pp. 785-786 (n. 7).
15 En el mismo sentido, AVENDAÑO ARANA, Francisco; “Garantía para los nuevos tiempos: el título de
crédito hipotecario negociable”, en 38 Legal Express (2004), p. 10, publicación mensual (febrero) de
Gaceta Jurídica.
16 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 240 LTV, cit., pp. 788-789 (n. 10).
17 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 240 LTV, cit., p. 789 (n. 10).
18 Cfr. BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 240 LTV, cit., p. 790 (n. 2).
500
Notas de Títulos Valores § 348
del crédito, ni por la satisfactoria ejecución de la garantía 19. Con esto se pretende
favorecer la formación de un mercado secundario de estos valores, al liberar a los
endosantes de toda responsabilidad cambiaria; pues el tenedor tomará el TCHN sólo
con la garantía que ofrece la hipoteca que representa el título, sin ninguna
responsabilidad cambiaria o crediticia de su endosante.
“Así, los endosantes distintos al propietario, que es el primero en endosar este
título, no asumen ninguna obligación cambiaria, sin que sea necesario para ello
que agregue la cláusula de que trata el artículo 39.2, referida a la liberación de
la responsabilidad solidaria”20.
El endosatario, como legítimo tenedor que resulte de una cadena ininterrumpida de
endosos, asume estos derechos, sin tener que registrarse ante el registro público que
expidió el documento.
Normalmente el primer endosante es el beneficiario del TCHN, aquel a cuya orden se
giró y que constituyó la hipoteca sobre el bien de su propiedad. Pero la norma también
permite que cuando el endosante vaya a contraer un crédito con una entidad del
Sistema Financiero, solicite al propio Registrador, en el acto de constituir gravamen,
que coloque el nombre de ésta como endosataria al momento de emitir el TCHN y los
demás datos del crédito, en cuyo caso ya no es necesario que el primer beneficiario
firme como endosante. En este caso, el título valor se emite completo. O puede ocurrir
que sólo se señale el nombre de la entidad del Sistema Financiero y no se contemplen
aún los datos del crédito, caso en el cual estaríamos ante un título valor incompleto
que se rige por lo dispuesto por el artículo 10 LTV en lo que sea pertinente. En este
caso será el endosatario el encargado de llenar el TCHN con los datos del crédito.
Ahora bien, en estos casos el beneficiario del TCHN deberá autorizar a los Registros
Públicos para que hagan la entrega de dicho título a la Entidad Financiera a través del
mismo notario que tramitó la constitución de la hipoteca. Lo mismo que ocurre con el
caso de las hipotecas legales del inc. 1 del art. 1118 CC, las mismas que se inscriben
de oficio por el Registrador, hecho que ocurre cuando un inmueble ha sido enajenado
sin que se haya pagado todo el importe de su valor o se haya pagado con dinero de
un tercero, el legislador se ha puesto en el supuesto de que los THCN sean también
utilizados para figuras de apalancamiento de capital. Por ello se ha previsto que
cuando el crédito provenga de una entidad del Sistema Financiero, el Registrador a
solicitud del beneficiario pueda endosar el TCNH a tal entidad sin necesidad de contar
con la firma del beneficiario, anticipándose así a una renuencia del mismo a endosar
el título valor una vez adquirido el inmueble y emitido el TCHN21.
El crédito representado en el TCHN puede ser un crédito directo o indirecto. Esta
última distinción proviene de las disposiciones que rigen las operaciones crediticias
de las entidades del Sistema Financiero, según las cuales:
19 Así, señala AVENDAÑO, “Garantía para los nuevos tiempos…”, cit., p. 10, que “los endosantes distintos
al propietario no adquieren ninguna obligación cambiaria, salvo que se constituyan en fiadores o
avalistas”.
20 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 242 LTV, cit., p. 792 (n. 2).
21 Vid. más detalles sobre este punto en BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 242 LTV, cit., pp. 793-
22 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 242 LTV, cit., p. 792 (n. 1).
23 Vid. BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 240 LTV, cit., p. 783 (n. 4).
24 “Artículo 10.- La hipoteca y prenda agrícola podrán extenderse mediante documento privado con
Las empresas del sistema financiero y de seguros pueden hacer uso del bloqueo registral para la
inscripción de cualquier acto ante los registros que integran los Registros Públicos, siendo de
aplicación, en lo que fuere pertinente, lo dispuesto por el Decreto Ley Nº 18278, ampliatorias y
modificatorias.
502
Notas de Títulos Valores § 349
“El hecho de que siempre se tenga que cumplir con la formalidad de la escritura
pública para pedir su emisión, se explica por el interés de revestir este acto y
decisión de la mayor seguridad posible y evitar confusiones del propietario,
quien además de haber tomado esta decisión tendrá que recurrir a un abogado
y a un notario para expresar su voluntad. El mismo hecho de que su expedición
está a cargo del registro público, lo reviste también de mayor seguridad y
solemnidad; pues no es frecuente que hayan títulos valores que tengan la
calidad de documento público como éste, al haberse encargado su expedición
a un registro público que usualmente es una institución pública”26.
Cuando la solicitud es hecha por representante, no basta que éste tenga facultad para
gravar o hipotecar, sino que debe tener un poder expreso y especial para poder
solicitar la emisión del TCHN (art. 240.1 LTV, in fine).
El TCHN puede expedirse a cambio de la constitución de hipoteca sobre cualquier
bien susceptible de ser gravado con hipoteca27.
Un hecho interesante es que la hipoteca se constituye a petición unilateral del
propietario, por sí mismo o por medio de representante. Esta posibilidad va contra la
doctrina que considera la hipoteca un contrato y además accesorio, y que no conciben
que pueda existir antes del acto jurídico “principal”, que vendría a ser el que dio lugar
al crédito garantizado. Sin embargo son bastantes las figuras en que se ha permitido
históricamente, y también en la actualidad, la constitución de garantías mobiliarias e
inmobiliarias unilateralmente, anteriores al nacimiento del crédito que garantizan28.
Señala el Prof. CASTELLARES que teniendo el propietario de un bien “el ius utendi, ius
fruendi, ius vindicandi, ius abutendi, y todos los derechos de disposición y gravamen,
no necesita la intervención de un tercero para ejercitar tales derechos”. Así, las
“afectaciones, cargas y gravámenes bien pueden ser constituidos por el propietario,
por sí sólo y en acto unilateral”. El que tal gravamen sea o no aceptado por el
beneficiario “es tema distinto a la posibilidad de constituir el gravamen. Lo mismo
ocurre con la constitución de la prenda a través del warrant, título mediante el cual se
logra contar con la prenda constituida sobre los bienes depositados y que su
aceptación como tal (como prenda), se dará sólo al ser admitido por el endosatario
como garantía de alguna acreencia en su favor; entre tanto es un gravamen en favor
del orden o primer beneficiario que justamente es el propietario depositante del bien,
existiendo el gravamen representado por dicho título, sin requerir de previa aceptación
Los contratos que estas empresas celebren con sus clientes, podrán extenderse en documento privado
con firma legalizada notarialmente, o ser protocolizado notarialmente, los mismos que serán inscritos
sin necesidad de escritura pública en el Registro Público correspondiente, salvo los contratos cuyo valor
exceda de cuarenta (40) UITs, en cuyo caso sí es necesaria la escritura pública”.
26 Cfr. BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 240 LTV, cit., p. 784 (n. 4).
recaerían sobre bienes muebles inscritos, supuesto que previamente se modifique la clasificación legal
de los bienes y sus garantías reales correspondientes. Cfr. BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 240
LTV, cit., p. 784 (n. 5).
28 Sobre hipoteca unilateral en el derecho comparado, véase DEL ANGEL YAGÜEZ, Ricardo; “Hipoteca
unilateral”, en Tratado de garantías en la contratación mercantil, Civitas, Madrid, t. II, pp. 198 y ss.
29 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 240 LTV, cit., pp. 786-787 (n. 8).
30 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 240 LTV, cit., p. 787 (n. 8).
31 El nombre de “hipoteca cambiraria” viene del Prof. CASTELLARES, ibid., donde parece considerarla un
fenómeno distinto del que menciona a continuación. En mi opinión, sería más exacto identificar ambos
como una sola cosa, y llamarla “hipoteca de títulos valores de emisión seriada o masiva”, es decir, de
valores mobiliarios.
32 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 240 LTV, cit., p. 787 (n. 8).
33 Ibid.
34 “Artículo 172. Garantias respaldan todas las obligaciones frente a la empresa.- Los bienes
dados en hipoteca, prenda o warrant a favor de una empresa del sistema financiero, respaldan todas
las deudas y obligaciones propias, existentes o futuras asumidas para con ella por el deudor que los
afecta en garantía, siempre que así se estipule expresamente en el contrato.
Cuando los bienes afectados en garantía a favor de una empresa del sistema financiero son de
propiedad distinta al deudor, éstas sólo respaldan las deudas y obligaciones del deudor que hubieran
sido expresamente señaladas por el otorgante de la garantía.”
La liberación y extinción de toda garantía real constituida en favor de las empresas del sistema
financiero requiere ser expresamente declarada por la empresa acreedora. La extinción dispuesta por
el artículo 3 de la Ley Nº 26639 no es de aplicación para los gravámenes constituidos en favor de una
empresa”.
35Ant. art. 1063 CC: “La prenda que garantiza una deuda sirve de igual garantía a otra que se contraiga
entre los mismos acreedor y deudor, siempre que la nueva deuda conste por escrito de fecha cierta”.
504
Notas de Títulos Valores § 351
36 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 240 LTV, cit., p. 787 (n. 8).
37 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 245 LTV, cit., p. 803 (n. 4).
38 Cfr. BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 245 LTV, cit., pp. 803-804.
39 Son entidades que realizan comisiones de confianza cualquier entidad que lleve a cabo una de las
operaciones mencionadas en el art. 275 LBS, como objeto de un contrato de comisión:
“Artículo 275. Comisiones de confianza.- Las comisiones de confianza que, señaladamente, sin
perjuicio de las demás que autorice la Superintendencia, pueden aceptar y ejecutar las empresas,
según el numeral 32 del artículo 221, son las siguientes:
1. Realizar las funciones de depositario e interventor de bienes embargados, salvo que el depósito
recaiga sobre dinero.
2. Administrar provisionalmente los negocios y sociedades que se encuentren en proceso de
reestructuración económica y financiera, conforme a la ley de la materia.
3. Cumplir las funciones de administración, realización y liquidación de los bienes de las sociedades
declaradas en quiebra conforme a la ley de la materia.
4. Ser administradores de bienes comunes por acuerdo de los interesados, o por nombramiento del
juez especializado en el caso del artículo 772 del Código Procesal Civil.
5. Ejercer el cargo de albacea testamentario o dativo.
6. Oficiar de guardadores de bienes de menores e incapaces en los casos a que se refiere el artículo
503 del Código Civil y en todos los demás en que dicho Código dispone o autoriza el nombramiento
de guardador especial, testamentario o dativo, para todos o parte de los bienes del menor o
incapaz.
7. Actuar como guardadores de bienes de ausentes declarados judicialmente.
8. Administrar bienes dejados por testamento o donados bajo condición o hasta cierto día, a fin de
entregarlos a los herederos, legatarios o donatarios cuando se cumpla la condición o llegue el día.
9. Asumir la administración de bienes dejados por testamento o por acto entre vivos para obras
públicas, establecimientos de beneficencia o de educación u otros fines lícitos a que los hubiere
destinado el testador o donante, sujetándose a la voluntad del instituyente.
10. Tomar la administración de bienes que se hubiere dejado por testamento o por acto entre vivos con
el fin de que el fideicomisario perciba únicamente la renta durante su vida o por el tiempo que
determine el instituyente.
11. Obrar como administradores de bienes gravados con usufructo, cuando así se haya establecido en
el acto constitutivo.
12. Servir de representante de los tenedores de bonos emitidos por sociedades anónimas.
13. Administrar portafolios de cartera.
14. Celebrar contratos de mandato, con o sin representación, incluyendo los poderes generales o
especiales para:
i. Administrar bienes.
ii. Cobrar créditos o documentos
iii. Comprar y vender acciones, bonos y demás valores mobiliarios.
iv. Percibir dividendos e intereses.
v. Representar a los titulares de acciones, bonos y valores”.
40 En el caso de que existiese un impedimento o imposibilidad por parte de la persona jurídica designada
para que se encargue de la venta, la SBS designará a la persona jurídica que se encargará de ella
(243.2 LTV).
41 Para el caso de TCHN emitido por entidad del Sistema Financiero, la Res. SBS 685-2007 ha
establecido que tal precio del 75% del valor de tasación del inmueble deberá ser neto es decir después
de descontar los gastos y honorarios que correspondan.
506
Notas de Títulos Valores § 351
la venta directa del bien al mejor postor42, de lo contrario deberá recurrirse al proceso
de ejecución por la vía judicial. Lo cual resulta bastante beneficioso para el tenedor
teniendo en consideración que el remate en sede judicial comienza en el 66.66% del
valor de tasación del bien43.
La regla general, de conformidad con el art. 243.1 LTV, in fine, es que el tenedor podrá
optar entre la venta directa autorizada por el constituyente y la ejecución judicial de la
hipoteca de conformidad con el CPC. Sin embargo, cuando se trata de TCHN emitidos
por o endosados a entidades del Sistema Financiero, el art. 3.I.i) de la Res. SBS 685-
2007 ha previsto que en el formulario se contemple la posibilidad de plasmar la
limitación o renuncia del acreedor a la facultad de proceder a la venta directa del
inmueble por incumplimiento del deudor, de ser el caso. La LTV no contempla esta
posibilidad, que tampoco ha quedado recogida en el formulario de TCHN aprobado
por la SUNARP. Sin embargo, de conformidad con el art. 3.II.a de la Res. SBS 685-
2007, cuando los TCHN emitidos por Registros Públicos sean endosados a entidades
del sistema financiero, además de los requisitos previstos en el art. 241 LTV, se
deberá contener información sobre la limitación o renuncia del acreedor a la facultad
de proceder a la venta directa del bien.
Acerca de la venta directa del bien, la Res. SBS 685-2007, aplicable a los TCHN
emitidos por o endosados a entidades del sistema financiero, indica que la persona
jurídica que la haya llevado a cabo deberá expedir constancia firmada de ella, con los
siguientes datos:
1) El nombre del adquirente. Tratándose de persona natural: los nombres y apellidos,
nacionalidad, número de su documento oficial de identidad, estado civil, la
indicación de si el bien se adquiere en calidad de bien propio o si la adquirente es
la sociedad conyugal. Si es persona jurídica: su denominación o razón social, los
datos en el Registro Público, así como los datos del representante.
2) Los datos de la partida registral del bien hipotecado objeto de venta.
3) El precio de la venta y la mención de si cubre o no el monto total del crédito
garantizado. Si el precio de venta no cubre el monto total del crédito garantizado,
deberá indicarse el número y fecha de emisión del Título. Si el precio de venta sí
cubre el monto total del crédito garantizado, debe acompañarse el título respectivo.
4) Los datos de identificación de la persona jurídica interviniente en la enajenación.
5) La firma del representante de la persona jurídica que emite la constancia, la cual
debe encontrarse legalizada notarialmente.
En el caso de que el importe de la venta no cubra el del crédito garantizado, el Juez o
la empresa designada para la venta dejará constancia de este hecho en el TCHN, en
cuyo mérito (el de la constancia) el tenedor del TCHN tendrá acción cambiaria contra
el primer endosante por el saldo restante. Es decir, como señala SÁNCHEZ-PALACIOS,
“no limita la responsabilidad al sólo inmueble hipotecado, pues en caso de que su
42 Vid. AVENDAÑO, “Garantía para los nuevos tiempos…”, cit., p. 10. También SÁNCHEZ-PALACIOS PAIVA,
Manuel; “El título de crédito hipotecario negociable”, en 292 Normas Legales (sept-2000), p. A-82.
43 AVENDAÑO, “Garantía para los nuevos tiempos…”, cit., p. 10, señala la venta extrajudicial como una
de las ventajas del TCHN, ya que la tradicional ejecución judicial de las garantías encarece el crédito y
produce una disminución del valor de los bienes, lo cual perjudica a los deudores y a la sociedad en
general.
precio de venta no cubra el crédito, hay acción cambiaria contra el primer endosante
del título valor, o sea, el propietario”44.
En la ejecución del gravamen hipotecario, cuando la tenedora endosataria sea una
entidad del Sistema Financiero, resulta de aplicación la preferencia y exclusividad
prevista por el inc. 8 del art. 132 LBS, conforme al cual constituye una de las formas
de atenuar los riesgos del ahorrista:
“La ejecución del Título de Crédito Hipotecario Negociable y del Warrant que
garanticen obligaciones con empresas del sistema financiero por su tenedor,
con exclusión de cualquier tercer acreedor del constituyente, concursado o no”.
Es decir que los créditos incorporados y los bienes gravados en los TCHN no forman
parte de la masa del concursado. Es decir, se le concede “preferencia de primer orden
frente a cualquier tercer acreedor del origen que fuera, inclusive de orden laboral o
alimentario. Esto como norma especial que la Ley 26702 contiene respecto a estas
modalidades de garantía, por lo que inclusive en los casos de insolvencia decretada
del deudor, su ejecución se realiza como identidad separada de la masa concursal. El
sustento de este tratamiento especial y preferencia de primer orden y exclusiva, es la
norma constitucional que contiene el art. 87 de la Carta Magna, que tiene por fin
proteger, fomentar y garantizar el ahorro nacional, como expresamente lo señala dicha
norma constitucional y el art. 132 de la Ley General del Sistema Financiero que se
encarga de desarrollar dicha norma constitucional”45.
Cancelación de la hipoteca.
El Registrador público cancelará el gravamen sin que sea necesaria escritura pública,
sólo con la devolución del TCHN no endosado por parte de su constituyente -lo que
implica que la hipoteca no llegó nunca a garantizar ningún crédito-, o con la entrega
del TCHN debidamente cancelado por su último endosatario. En virtud del principio
de incorporación y para dar seguridad a terceros endosatarios, si no se produce la
entrega del título valor, ya sea sin endosar o cancelado conforme a la literalidad, la
hipoteca sigue vigente sin que sea de aplicación el art. 3 de la Ley 26639 según la
cual:
“Las inscripciones de las hipotecas, de los gravámenes y de las restricciones a
las facultades del titular del derecho inscrito y las demandas y sentencias u
otras resoluciones que a criterio del juez se refieran a actos o contratos
inscribibles, se extinguen a los 10 años de las fechas de las inscripciones, si no
fueran renovadas.
La norma contenida en el párrafo anterior se aplica, cuando se trata de
gravámenes que garantizan créditos, a los 10 años de la fecha de vencimiento
del plazo del crédito garantizado”.
Al respecto CASTELLARES explica que “como no es posible determinar cuándo vence
el crédito que está garantizado con la hipoteca que dio lugar a la expedición del TCHN,
lo que sólo puede conocerlo el endosante y el último tenedor, el registrador está
508
Notas de Títulos Valores § 353
46 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 244 LTV, cit., p.798 (n. 1).
47 Según CASTELLARES, en BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 244 LTV, cit., p. 800 (n. 3), “[e]sto
significa que el TCHN puede ser utilizado sólo una vez, con lo que evita que sucesivos créditos y
condiciones de éste sean consignados en un único documento”.
48 Así CASTELLARES también hace referencia a medidas que puedan afectar la plena validez de la
hipoteca (vid. BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 240 LTV, cit., p. 788).
no tengan ninguna carga o gravamen registrado, de modo que el único gravamen será
la hipoteca única, exclusiva y sobre el valor total del bien, que se incorporará en el
TCHN.
La norma no lo señala, pero es lógico concluir, que por la propia seguridad de los
terceros y del tráfico, tampoco se debería expedir el TCHN cuando la propiedad del
bien sea materia de litigio que le conste al Registrador por el registro. Así pues el
formulario aprobado por la SUNARP al que haremos referencia posteriormente
contiene, la declaración del Registrador de que no existen gravámenes, cargas o
medidas de cualquier naturaleza o títulos pendientes de registro anteriores a la
inscripción de la hipoteca.
El TCHN será expedido pues por el Registrador en formulario aprobado por la
SUNARP o por el registro en el que se encuentre inscrito el bien. Este formulario fue
aprobado por la Res. SUNARP 0573-2003-SUNARP/SN, y el TUPA de la SUNARP
(aprobado mediante D.S. 011-2002-JUS) ha fijado en 1.93% de la UIT, el derecho que
debe pagarse para la expedición del TCHN.
Una vez que el Registrador haya registrado el gravamen por el monto del valor total
del bien gravado, emitirá el TCHN. Este valor –el del bien y el del gravamen- es el de
su valorización pericial, que aparece tanto en la escritura pública como en el mismo
título.
La descripción del bien que debe realizar el Registrador en el TCHN es, “en el caso
de bienes inscritos en el Registro de Propiedad Inmobiliaria, a modo de CRI
(Certificado de Registro Inmobiliario) o certificado de gravamen, que facilita apreciar
las características del bien gravado”49. Así pues, se consigna ubicación, área total del
terreno, área ocupada, área libre, niveles, pisos, partida registral, oficina registral, y
en caso de predios rurales, denominación del predio y código o unidad catastral.
Como ya habíamos señalado, el Registrador que se encargó de inscribir el gravamen
será el que expida el TCHN y lo refrende con su firma, señalando su nombre e
indicando la oficina registral.
El Registrador Público cancelará el gravamen sin que sea necesaria Escritura Pública,
en la forma que ha quedado descrita más arriba50.
El TCHN de emisión bancaria.
Las Entidades del Sistema Financiero Nacional comprendidas en los apartados A y B
del art. 16 LBS (al amparo de lo previsto en los arts. 221.551 y 28352 LBS), las
49 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 240 LTV, cit., p. 790 (n. 1).
50 Vid. § 352, en pp. 464 y ss., supra.
51 Artículo 221.- OPERACIONES Y SERVICIOS.
Las empresas podrán realizar las siguientes operaciones y servicios, de acuerdo a lo dispuesto por el
capítulo I del título IV de esta sección segunda:
(…)
5. Conceder préstamos hipotecarios y prendarios; y, en relación con ellos, emitir títulos valores,
instrumentos hipotecarios y prendarios, tanto en moneda nacional como extranjera;
52 “ARTÍCULO 283.- OPERACIONES REALIZABLES POR LAS EMPRESAS BANCARIAS
Las empresas bancarias pueden realizar todas las operaciones señaladas en el artículo 221, excepto
la indicada en el numeral 16, para lo cual deberán contar con autorización de la Superintendencia”.
510
Notas de Títulos Valores § 354
53 Las Empresas Administradoras hipotecarias son entidades creadas por la Ley 28971 del 12 de enero
del 2007.
54 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 245 LTV, cit., p. 805 (n. 8).
consignarse en el respectivo TCHN”56. Según el inc. d) del art. 245.4 LTV, desde el
momento de la emisión del TCHN, su propietario es titular del crédito y de la garantía
incorporados al mismo, pero la incorporación de la garantía en un TCHN sólo es
oponible a terceros desde que el acto de emisión (del TCHN) se inscribe en Registros.
Igualmente, la transferencia de la garantía hipotecaria sólo tendrá efectos frente a
terceros desde que el acto de emisión (del TCHN) sea inscrito en Registros Públicos,
limitándose entre tanto la transferencia del TCHN a la transferencia del crédito sin su
garantía. Eso significaría que por ejemplo, hasta que no se inscriba en Registros
Públicos la emisión del TCHN, el bien podría entrar en la masa concursal, si la
declaratoria de insolvencia se produce antes del registro de la emisión del TCHN.
“Es claro que la inscripción registral del acto de emisión debe ser hecha en
forma simultánea o posterior al acto de inscripción de la hipoteca respectiva,
para lo cual se ha conferido total facilidad y se ha liberado de mayores
formalidades, exigiéndose sólo una comunicación simple que el emisor debe
cursar al registro público, constituyendo así una excepción de la regla que
contiene en artículo 2010 del C. C. Como sabemos esta norma señala que las
inscripciones registrales se hacen sólo en mérito a documentos públicos, pero
agrega “salvo disposición en contrario”. Por lo tanto esta posibilidad que tiene
el emisor o el notario de lograr la inscripción registral del acto de emisión del
TCHN mediante una simple comunicación a la que se le ha dado el carácter de
declaración jurada, con la alternativa de lograr tal inscripción de la emisión
juntamente con el acto constitutivo de hipoteca, sin duda facilita pues la
inscripción registral que servirá para oponer estos derechos emergentes del
título, frente a terceros”57.
Según el art. 5 de la Res. SBS N° 685-2007, la comunicación que curse la entidad
emisora al Registro Público para que se registre el acto de emisión del TCHN, deberá
contener como mínimo los siguientes datos:
1) Denominación del Título y número que le corresponde.
2) Lugar y fecha de emisión del TCHN.
3) Número de la partida registral, asiento o rublo donde se encuentra inscrito el
inmueble afectado con el gravamen hipotecario, de ser el caso.
4) Monto de la valorización del inmueble
5) Datos de identificación del funcionario que emite el Título: nombres y apellidos,
documento de identidad, inscripción de las facultades si actuase por poder y
domicilio.
6) Nombre de la Empresa que emite el título.
7) Monto del capital del crédito y tasa efectiva anual.
Adicionalmente deberá adjuntarse a la comunicación: copia de la valuación efectuada
al inmueble, así como copia del Título emitido (en caso éste haya sido emitido
físicamente). La comunicación tiene carácter de declaración jurada y puede estar
contenida en el acto por el que se inscribe la garantía hipotecaria. Obviamente esto
56 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 245 LTV, cit., p. 805 (n. 9).
57 BEAUMONT/ CASTELLARES, Com. al art. 245 LTV, cit., p. 805 (n. 10).
512
Notas de Títulos Valores § 354
último ocurrirá sólo cuando el TCHN haya sido emitido antes de la inscripción de la
hipoteca en el registro58.
Las empresas del sistema financiero nacional sólo podrán emitir o recibir TCHN que
representen hipotecas sobre bienes que hayan sido valorizados conforme a los
criterios señalados en el numeral 3 del Capítulo IV del Reglamento de para la
Evaluación y Clasificación del Deudor y la Exigencia de Provisiones aprobado por la
Superintendencia (donde se establece que la valuación de las garantías se basará en
el valor neto de realización), y cuya valorización haya sido practicada por un perito
inscrito en Registro de Peritos Valuadores (REPEV), quien será responsable del valor
asignado al bien en la fecha de la valuación.
Según criterio sustentado en las Ress. 892-2009-SUNARP-TR-L, 873-2009-
SUNARP-TR-L, 883-2009-SUNARP-TR-L y 885-2009-SUNARP-TR-L del 19 de junio
de 2009:
“Cuando se inscriba la anotación del TCHN no emitido por el Registro, la
calificación registral sólo comprende los siguientes aspectos: Que la hipoteca
incorporada en el TCHN sea el único gravamen inscrito o se esté solicitando
simultáneamente su inscripción; la verificación de la comunicación de la entidad
emisora autorizada por la SBS, con el carácter de declaración jurada, con la
información a que se refiere el art. 5 de la Resolución SBS N. 685-2007,
anexando copia simple de la valuación y del título emitido.
No corresponde la acreditación de la autorización del propietario o del deudor
en su caso, para el acto de emisión, ni la exigencia de la inscripción previa de
la modificación de la hipoteca incorporada en el TCHN, en caso ésta se
encuentre inscrita con anterioridad al acto de emisión”.
Según esto no corresponde al Registrador analizar tampoco el TCHN emitido.
Solamente analizará que la hipoteca que se constituya sea la única y que no existan
cargas y gravámenes sobre el bien, que la solicitud de la entidad emisora cumpla con
los requisitos establecidos en el art. 5 de la Res. SBS 685-2007, y que se acompañe
copia simple de la tasación y del TCHN.
CAPÍTULO 6
OTROS TÍTULOS CAMBIARIOS
SUMARIO: I. CERTIFICADOS BANCARIOS DE MONEDA.— 355. Planteamiento.
356. Antecedentes normativos. 357. Características y función. 358. Sujetos
intervinientes. 359. Requisitos de forma y contenido. 360. Importe.
361. Vencimiento. 362. Transferencia. 363. Ejercicio de las acciones cartulares.
II. EL VALOR DE PRODUCTO AGRARIO.— 364. Introducción legal y concepto.
365. Emisión y circulación. 366. Ejercicio de los derechos incorporados.
1 Esta sección reproduce el trabajo “Certificado bancario de moneda extranjera y nacional en Perú”
publicado en Internet por Jorge Isaac TORRES MANRIQUE, con las mínimas adaptaciones de notación,
formato y redacción necesarias para insertarlo armónicamente en el presente material de estudio. Hasta
el punto reproducido (que no llega al final del trabajo), constituye un resumen básico del régimen
positivo de estos títulos valores que resulta aceptable de momento para el estudio de la asignatura.
Algún error de bulto que contiene está marcado con el usual “(sic)”.
— 515 —
§ 357 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
516
Notas de Títulos Valores § 359
2 Este es un error del autor que afecta a la sustancia de su exposición. Lo único que tiene en común
este endoso con la cesión de derechos es que no tiene el llamado efecto vinculante o de
responsabilidad, es decir, que no genera responsabilidad solidaria en vía de regreso para el endosante,
ya por disposición legal. Esto, por otro lado, está previsto con alcance general que pueda ocurrir en el
art. 39.1 LTV.
518
Notas de Títulos Valores § 364
3 En esta reproduzco sustancialmente un somero informe publicado en Internet bajo el título “Informe
Servilex”, la referencia a la LVPA y por lo demás anónimo. Se trata tan sólo de un vistazo de conjunto
a la entonces novedosa regulación legal, que en realidad resulta insuficiente sin la debida concordancia,
al menos, con todo lo expuesto en la Parte General de este material.
En caso de incumplimiento de pago por parte del primer beneficiario que hubiera
asumido la calidad de obligado principal, el tenedor del VPA podrá exigir
indistintamente al emitente la entrega del producto o el pago del dinero al primer
beneficiario. El cumplimiento de la entrega de los productos por parte del emitente lo
libera de la obligación de entrega asumida en contratos de compraventa celebrados
con el primer beneficiario que haya endosado el VPA, no liberándose este último de
su obligación de pago asumida frente al emitente y como obligado principal del VPA.
Los VPA podrán ser negociados en las bolsas de productos y se emitirán en el formato
estandarizado aprobado por las bolsas de productos. Esta norma incluye el contenido
del VPA.
520
UNIVERSIDAD DE PIURA
FACULTAD DE DERECHO
III. Parte
Títulos de tradición
CAPÍTULO 1
LOS TÍTULOS DE TRADICIÓN EN GENERAL1
SUMARIO: I. CONSIDERACIONES GENERALES.— 367. Noción, clasificación y
regulación. 368. Origen y evolución histórica. 369. Los títulos representativos en la
evolución de la traditio. II. CARACTERIZACIÓN DE LOS TÍTULOS DE TRADICIÓN.—
370. Los títulos de tradición y la relación contractual subyacente. 371. Contenido
declarativo de la emisión de un título representativo. 372. Función económica de los
títulos de tradición. 373. Naturaleza jurídica: el título de tradición como verdadero
título valor. 374. Concurrencias y divergencias con la fisonomía cartular general.
III. EL DERECHO REAL INCORPORADO: LA POSESIÓN MEDIATA.— 375. Planteamiento.
376. Las teorías sobre el “efecto real” de los títulos de tradición. 377. Apreciación
crítica desde la regulación positiva comparada. 378. Toma de postura: concordancia
fundamental del ordenamiento nacional con la teoría representativa. IV. CICLO VITAL
DE LOS TÍTULOS DE TRADICIÓN.— 379. Creación y emisión. 380. Circulación y
legitimación. 381. Circulación del título y circulación de las mercaderías.
382. Cumplimiento e incumplimiento de la prestación.
I. CONSIDERACIONES GENERALES
Noción, clasificación y regulación.
Los denominados títulos de tradición, de disponibilidad o representativos (de
mercancías)2 son una de las instituciones más interesantes del Derecho Mercantil, y
uno de los procedimientos más importantes, en el comercio moderno, para facilitar la
circulación de los bienes3.
La propia denominación de títulos de tradición pone ya de manifiesto que nos hallamos
en presencia de unos títulos que sirven a fines de entrega; es decir: es un género
peculiar de títulos valores, cuya característica básica radica en que su entrega o
transmisión (la de los títulos) produce los mismos efectos que la traditio material y
efectiva de las mercancías representadas4. Y así, por ejemplo, VON GIERKE los define
incluyendo no sólo la referencia a la incorporación del derecho a obtener la entrega
de unas mercancías, sino que también precisa:
1 Tomo la mayor parte de este Capítulo de las Lecciones inéditas del Prof. GARCÍA-PITA sobre los títulos
de tradición en general, con cierto grado de resumen, alguna variación del orden de los temas y una
todavía muy somera (e incompleta, en especial a partir del § 375, en pp. 499 y ss., infra) adaptación a
nuestro derecho positivo y a mis propias posturas sobre las cuestiones fundamentales del Derecho de
los títulos valores.
2 Sobre las distintas denominaciones, vid. FIORENTINO,A.: "Titoli di credito", cit., 2º ed., p. 108.
— 523 —
§ 367 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
“...y en los que la entrega (tradición) del título sustituye a la entrega de las
mercacías...”5.
Por mi parte, considero que los títulos de tradición o representativos de mercaderías
se podrían definir como:
“Aquellos títulos valores emitidos por quien recibe unas mercancías para su
custodia —a título de depósito o para su transporte—, y que incorporan el
derecho del tenedor a obtener la restitución y, simultáneamente, la posesión y
disponibilidad de las mercancías a las que se refieren”6.
Los títulos de tradición se incardinan en aquella clasificación de los títulos valores que
los diferencia y agrupa atendiendo a su contenido; es decir, a las relaciones jurídicas
incorporadas en ellos y a los derechos que confieren a sus titulares7.
Son títulos típicamente vinculados a relaciones contractuales causales muy
determinadas (transporte y depósito de mercancías). Según esto, los títulos
representativos de mercancías o de tradición se integran en dos grandes categorías8:
1) los títulos de depósito (certificado de depósito y warrant), y
2) los títulos de transporte: carta de porte (terrestre o aérea), conocimiento de
embarque y documento de transporte multimodal negociable.
Este hecho hace que sea frecuente en el Derecho comparado que el régimen de esos
tipos contractuales específicos incluya la regulación de los propios títulos, como
ocurría también en nuestro país antes de la entrada en vigor de la actual LTV.
Además, las diferentes modalidades del propio transporte suelen ser objeto de
regulaciones bastante diferentes. Especialidades y diferencias, a veces debidas a los
distintos momentos de su desarrollo histórico, que han generado divergencias en la
524
Notas de Títulos Valores § 367
9FIORENTINO, A.; Titoli di credito, cit., 2º ed., p. 108, niega valor normativo al mencionado precepto del
Codice civile, inspirado en el precedente art. 456 ant. CdC it., atribuyéndole un valor meramente
descriptivo; por esa razón no sería, en su opinión, vinculante para el intérprete.
10JÄGGI,P.: cit., p. 73, quien señala que a los "Warenpapiere", el OR suizo les dedica solamente algunos
preceptos comunes (los arts. 1153 a 1155 OR, junto con los arts. 902 y 925 ZGB).
11
WHITE, J.J. y SUMMERS, R.S.: "Handbook of the Law under the Uniform Commercial Code", edit.
WEST PUBLISHING Co., 2ª ed., St. Paul, Minn., 1980, p. 783. STONE, B.: cit., p. 307.
hace otra cosa, en mi opinión, que aplicar el principio ya expuesto en el art. 903 CC al
caso concreto del contrato de compraventa.
Junto a los títulos representativos tipificados en las leyes internas, existen otros
documentos utilizados en el tráfico internacional de mercaderías, que no siempre
merecen la calificación de títulos-valores12.
Origen y evolución histórica.
Tratándose de títulos vinculados a los específicos contratos de transporte y depósito,
parece lógico suponer una clara relación histórica entre el tipo contractual “causal” y
la aparición y evolución de los títulos correspondientes. En definitiva, dichos contratos,
las empresas profesionalmente dedicadas a su realización y los propios documentos
desempeñan funciones económico-jurídicas conjuntas13.
En realidad, los almacenes para el depósito de mercaderías son, como institución,
muy anteriores no sólo a la aparición de los títulos representativos y a la de los títulos
valores mismos, sino incluso a la propia aparición del Derecho Mercantil. Existían ya
en la Antigüedad, en Egipto, Grecia y Roma —como también, y muy
prominentemente, en el Perú, en época precolombina—, con el simple fin de
conservar las mercaderías y distribuirlas en épocas de escasez14. Pero por entonces
no existían documentos como los actuales títulos representativos de mercancías. Es
posible que hubiera fenómenos de tradición ficta, pero lo que no era es una traditio
symbolica o per chartam, como sucede con el uso de los títulos representativos. Para
asistir a la aparición de éstos es preciso aguardar a una época muy posterior.
Dado que el uso de títulos representativos de mercancías era práctica mercantil ya
bien consolidada en el s. XVI, en las ciudades del Adriático, parece necesario fijar su
origen en un momento anterior15.
1) Para los títulos del transporte podría situarse en la práctica comercial observada
en el puerto de Trani durante el s. XI, porque los estatutos de esa ciudad obligaban
a los capitanes de buques a llevar un libro de cargamentos, que tuvo una
526
Notas de Títulos Valores § 368
en una época algo posterior; de hecho: un siglo después. Y, en este sentido, se limita a señalar que la
legislación más antigua sobre la materia está constituida por la Ley holandesa de 26 de agosto de
1822, que iría seguida por otra Ley holandesa, de 31 de marzo de 1828. De todos modos, el mismo autor
reconoce que, siquiera la institución de los Almacenes generales de depósito, había surgido, ya, con
anterioridad.
20 PENDÓN MELÉNDEZ, M.A.: "Los títulos representativos...", cit., ps. 245 y s., nota <1>
21MARTÍ DE EIXALÁ, R.: "Instituciones del Derecho mercantil de España", 6ª ed. notablemente
adicionada y puesta al corriente de la legislación y la jurisprudencia por. M. Durán y Bas, edit. LIBRERIA
DE ALVARO VERDAGUER/ LA PUBLICIDAD. LIBRERIA DE D. BONIFACIO GOMEZ, 6ª ed., Barcelona/
Madrid, 1873, p. 331.
derecho francés, que ya contaba con una regulación sobre ellos22. Sendas Leyes
españolas de 9 de julio de 1862 y 19 de octubre de 1869 autorizaron a las
compañías generales de almacenes de depósito para que emitiesen resguardos
nominativos, a la orden o al portador, por los frutos o mercaderías que hubieren
admitido en depósito23. El CdC es. de 1885 les dedicó finalmente un tratamiento
más bien insuficiente (unos pocos artículos sobre el resguardo de depósito en
almacenes generales24), adoptado a su vez por el texto original de nuestro propio
CdC.
Los títulos representativos en la evolución de la traditio.
Desde otra perspectiva, señala GARRIGUES que los títulos representativos de
mercaderías constituyen la última fase evolutiva de la traditio. Partiendo del sistema
del título y modo propio de la transmisión de la propiedad y de la constitución de los
demás derechos reales en nuestro derecho histórico, parece que será siempre
necesario un acto real de efectiva transmisión de la posesión de la cosa: la tradición25.
Originalmente, esta traditio se refería a la posesión material de la cosa corporal, mas
con el paso del tiempo ese acto real de entrega fue espiritualizándose y evolucionando
hacia formas simbólicas. Así, al ampliarse el concepto de tradición, se degradaba o
erosionaba paralelamente su significación material26. En la Edad Media se desarrrolla
un complejo sistema de tradición de la posesión mediante signos y palabras, y la
entrega de los propios contratos (o, más bien, documentos contractuales), que pasa
a considerarse como equivalente de la transmisión de las cosas mismas
representadas en ellos (traditio instrumenti habet vim traditionis rei); representación
simbólica que hoy nos resulta familiar y que se adivina presente, por ejemplo, en el
art. 424 HGB27.
Pues bien, muchos ordenamientos jurídicos modernos, como el español, conocen
actualmente las siguientes posibilidades28:
1) Tradición material, por desplazamiento posesorio inmediato de la misma cosa.
2) Tradición material sin desplazamiento posesorio material de las mercancías, que
se sustituye por actos que confieren un poder exclusivo directo, sobre las cosas;
sería el supuesto de la entrega de las llaves del almacén donde está depositada la
mercancía.
528
Notas de Títulos Valores § 370
29GARRIGUES, Tratado..., cit., t. II, p. 761; Curso…, cit. t. III, pp. 123-124. RUBIO GARCIA-MINA,J.: cit., ps.
46 y s. RESCIGNO,M.: "Titoli rappresentativi e circolazione delle merci", edit. DOTT.A.GIUFFRÈ, Milán,
1992, p. 7.
30
LANGLE RUBIO, E.: "Manual...", cit., t. II, ps. 90 y s. RUBIO GARCIA-MINA, J.: cit., p. 45. VICENTE Y
GELLA, A.: "Los títulos...", cit., ps. 162 y s. ALI/ CCUSL.: cit., p. 540. FERRI/ ANGELICI/ FERRI.: cit., 9ª
ed., p. 774. SCHLEGELBERGER/ HEFERMEHL.: cit., t. IV, 5ª ed., ps. 357 y s., respecto de la
"kaufmännische Anweisung", que puede tener por objeto la orden de entregar mercancías, y no sólo dinero
o títulos-valores. HORN, N.: comentario al § 363, en HEYMANN/ EMMERICH.: cit., t. IV, p. 255.
31 DUNFEE/ GIBSON/ BLACKBURN/ McCARTY/ BRENNAN.: "Modern Business Law", cit., 2ª ed., p.
584.
32 RUBIO GARCIA-MINA.: cit., p. 45. PENDON MELÉNDEZ, M.A.: "Los títulos representativos...", cit., p.
20. ASQUINI, A.: "Titoli...", cit., p. 103. FERRI/ ANGELICI/ FERRI.: cit., 9ª ed., p. 774. MESSINEO, F.: cit.,
t. I, p. 87. WHITE/ SUMMERS.: cit., p. 783. STONE, B.: cit., p. 308. ALI/ CCUSL.: cit., p. 546.
33 JEANTIN, M. : "Droit commercial...", cit., 3ª ed., p. 219. JUGGLART/ IPPOLITO/ DUPICHOT/
GUÉVEL.: "Traité...", cit., t. IIº, "Les Effets...", 3ª ed., p. 212. DUNFEE/ GIBSON/ BLACKBURN/
McCARTY/ BRENNAN.: "Modern Business Law", cit., 2ª ed., p. 584.
34 JUGGLART/ IPPOLITO/ DUPICHOT/ GUÉVEL.: "Traité...", cit., t. IIº, "Les Effets...", 3ª ed., ps. 212 y
ss. FERRI/ ANGELICI/ FERRI.: cit., 9ª ed., p. 774. STONE, B.: cit., ps. 308 y s., respecto del art. 7º, UCC.,
cuando señala que la aplicación de este artículo presupone o comporta -igualmente- la aplicación del
Derecho de los Depósitos en sentido amplio ("Law of bailments"). Un "bailment" existe cuando un "bailee"
se encuentra en posesión legal ("lawful possession") de unos bienes, pero no a título de dueño. Esta
circunstancia lo somete a un deber de "ordinary care", respecto de esos bienes.
35En este sentido, p.e., refiriéndonos al Derecho comparado, hay que hacer notar cómo el § 424, HGB.
condiciona la eficacia real del reguardo de depósito al hecho de que la mercancía haya sido recibida por el
depositario almacenista:
"Si se ha emitido un resguardo de depósito por un almacenista ["Lagerhalter”], que pueda ser
transmitido por endoso, la entrega del resguardo a aquel que esté documentalmente legitimado
para recibir las mercancías, de acuerdo con el tenor del título, tendrá los mismos efectos que
la entrega de la mercancía, propiamente dicha, cuando el bien haya sido recibido por el
almacenista".
Parecida disposición se contiene, tanto en el § 450 como en el § 650, HGB. respecto de la "Carta de Porte"
["Ladeschein"] y del "Conocimiento de Embarque" ["Konossement"], al que el propio precepto califica de
"Traditionspapier", ya que únicamente cuando la mercancía se halla en poder del Almacenista, o del
Porteador, es posible que la disposición sobre el documento equivalga jurídicamente a la disposición sobre
la mercancía. En este sentido, la doctrina germana hace notar que las cosas deben haber sido recibidas,
530
Notas de Títulos Valores § 371
Todas esas características separan a este tipo de títulos valores de otros que
incorporan derechos de crédito sobre mercancías y cosas36. Por ejemplo, esos otros
“títulos a la orden mercantiles” que en Alemania regula el art. 363 HGB, o las lettere
di derrate italianas, más o menos paralelos a las “órdenes para la entrega de frutos”
antiguamente reguladas en nuestro CdC, o a nuestro actual VPA. Todos ellos son
otros títulos valores referidos a la entrega de mercaderías o, en general bienes
indeterminados, fungibles37 o no, que jamás podrían tomarse por o confundirse con
los verdaderos títulos de tradición. Esa distinción fundamental se basa en que estos
incorporan efectivamente, en el soporte documental, un derecho a obtener la
restitución de las mercancías, que vienen especificadas en el propio título38.
Contenido declarativo de la emisión de un título representativo.
En cuanto a su contenido ideológico, es preciso diferenciar en él una doble dimensión:
1) por una parte, la función que podríamos denominar confesoria; y
2) en segundo lugar, su vertiente obligatoria.
El aspecto confesorio de estos títulos implica que ellos incorporan el reconocimiento,
por parte del depositario o porteador, de haber recibido una serie de mercancías para
ser almacenadas o transportadas; por tanto, implica también que su posesión se basa
en un título jurídico que obliga a su restitución: el transporte o el depósito. Los títulos
representativos de mercancías surgieron inicialmente como meros recibos (receipts)
que acreditaban la recepción de las mercancías, que así reconocía su emisor39. De
sea en custodia, por el almacenista, o bien por el aapitán u otro representante del fletador, para ser
transportadas, como condición "sine qua non" para que se produzca la eficacia real ["dingliche Wirkung"]
del Resguardo o del Conocimiento, hasta el punto de que la emisión de estos títulos-valores solamente
puede tener lugar, produciendo esta eficacia real, en la medida que haya tenido lugar el depósito
del bien, en poder del Depositario o bien en la medida en que el Porteador haya venido a recibir su
posesión material [ BAUMBACH/DUDEN/HOPT.: cit., 26ª ed., p. 787. HUECK/ CANARIS, Derecho…, cit.,
pp. 270-272 (§ 23). HELM, J.G.: Comentario al § 450, HGB., en VV.AA.: "HGB. Staub
Grosskommentar", 15. Lieferung, "Frachtgeschäft", edit. WALTER DE GRUYTER, Berlín/N.York,
1993, p. 379].
36FERRI/ ANGELICI/ FERRI.: cit., 9ª ed., p. 774. MARTORANO, F.: "Titoli di credito", cit., p. 141. VICENTE
Y GELLA, A.: "Los títulos...", cit., p. 164. DIAZ MORENO, A.: "Los Títulos de tradición", en JIMENEZ
SANCHEZ, G.J. y otros.: cit, t. II, 4ª ed., p. 178. RECALDE CASTELLS, A.: "El Conocimiento de Embarque
y otros documentos del transporte", edit. CIVITAS, S.A., Madrid, 1992, p. 39, en relación con el documento
representativo, en el ámbito del transporte marítimo.
37HORN, N.: en HEYMANN/ EMMERICH, cit., t. IV, p. 255. SCHLEGELBERGER/ HEFERMEHL.: cit., t.
IV, 5ª ed., p. 358. SEDATIS, L.: cit., p. 180.
38 PENDON MELENDEZ, M.A.: "Los títulos representativos...", cit., p. 315.
39 BOI, G.M.: "La Lettera di trasporto marittimo. Studi per una disciplina uniforme", edit.
DOTT.A.GIUFFRÈ, Milán, 1995, ps. 6 y ss. SASSOON, D.M.: "C.I.F. and F.O.B. Contracts", edit. SWEET
& MAXWELL, 4ª ed., Londres, 1995, p. 113, respecto de la definición del Conocimiento de embarque
("Bill of Lading"), que lo caracteriza como un documento emitido por el porteador o su agente consignatario,
reconociendo que las mercancías han sido cargadas a bordo de un determinado buque.
BRADGATE, R. y SAVAGE, N.: "Commercial Law", edit. BUTTERWORTHS, 1ª ed.,
Londres/Dublín/Edimburgo, 1991, p. 490 ó MITCHELHILL, A.: "Bills of lading: Law and practice", edit.
CHAPMAN & HALL, N. York, 1982, ps. 21 y s. quienes señalan que el "Bill of lading" se configuró en su
nacimiento como un simple "bailment receipt for goods". DUNFEE/ GIBSON/ BLACKBURN/ McCARTY/
BRENNAN.: cit., 2ª ed., ps. 584 y 586. SCHOENBAUM, T.J.: "Admiralty and Maritime Law", edit. WEST
PUBLISHING Co., St. Paul, Minn., 1987, p. 296. HORN, N.: en HEYMANN/ EMMERICH, cit., t. IV, ps. 258
hecho, aún hoy depositarios y porteadores emiten a veces documentos que no son
verdaderos títulos valores, pero que sí contienen un reconocimiento de la recepción
de las mercancías. Ello los convierte, en una primera etapa, en documentos
probatorios40. Su ulterior transformación en títulos valores propiamente dichos no ha
eliminado esa función probatoria de la recepción de mercaderías.
Esa función probatoria también se despliega sobre el contrato mismo que motiva su
emisión. En este sentido, estos documentos incorporan más o menos por extenso o
por remisión el clausulado de estos contratos41, constituyendo prueba:
1) sobre su existencia como negocios jurídicos, y
2) también sobre su contenido obligacional.
Muchas de las menciones que han de reunir reproducen las cláusulas contractuales42,
de modo que siguen teniendo la función legal básica de probar el contrato, al mismo
tiempo que facilitan el derecho de disposición sobre la mercancía43. Por ejemplo, el
conocimiento de embarque representa un elemento de prueba casi privilegiado
respecto de la existencia y contenido del contrato de transporte marítimo, cuando no
se haya suscrito una póliza diferente44. Y no solo incluyen las condiciones particulares
de cada contrato, sino también las condiciones generales preestablecidas por el
porteador o almacenista45.
Por lo que hace a la vertiente obligatoria, estos títulos dan a sus legítimos tenedores
el derecho a obtener la entrega de ciertas mercancías o frutos que se encuentran en
tránsito o depositadas en almacén general46. Esta dimensión obligatoria del título,
unida a su función probatoria de la existencia y contenido del contrato causal,
concurren en un punto: determinan la obligación de efectuar el servicio, en los
términos del clausulado contractual que se recoge o refiere en el documento47.
y s. SCHLEGELBERGER/ HEFERMEHL.: cit., t. IV, 5ª ed., p. 369. VON GIERKE, J.: cit., p. 113, quienes
aluden a que contiene un reconociemto de recepción -"Empfangbekäntnis"-, respecto de las mercancías.
VIDAL SOLA, A.: "El Conocimiento de embarque, en el Transporte internacional", s/f., p. 57.
RECALDE CASTELLS, A.: "El Conocimiento de embarque y otros documentos del transporte
marítimo", en C.D. y C., 1994, nº 15, diciembre, p. 113.
40 SCARDULLA, S.: "I titoli rappresentativi di merci (Le polizze di carico, le fedi di deposito, le note di
pegno)", en PIERI/ SCARDULLA.: "I titoli di credito non cambiari", cit., p. 259, sobre los recibos que emiten
los Almacenes de depósito. JÄGGI,P.: cit., p. 73.
41 BRADGATE/ SAVAGE.: cit., p. 492.
42 Cfr. BOI, G.M.: "La Lettera di trasporto marittimo...", cit., p. 7. MITCHELHILL, A.: cit., p. 22, aunque
cita como supuesto excepcional, frente a esta caracterización como transporte, el caso en que los
conocimientos se hayan emitido, previa "charter-party". SASSOON, D.M.: cit., p. 113.
43 MITCHELHILL, A.: cit., p. 22. PENDON MELENDEZ, M.A.: "Los títulos representativos...", cit., ps. 235 y s.
44 VIDAL SOLA, A.: "El Conocimiento...", cit., p. 57.
45 RECALDE CASTELLS, A.: "El Conocimiento de embarque y otros...", cit., p. 112.
46 JÄGGI, P.: cit., p. 73. MESSINEO, F.: cit., t. I, p. 87.
47Cfr. en esa línea, el art. 1996 CC it. y el art. 463 del Codice della navigazione it.; el art. 614 HGB el art.
1 de las Reglas de Hamburgo; entre otras normas comparadas. Igualmente, VON GIERKE, J.: cit., pp. 113
y 115; MITCHELHILL, A.: cit., p. 4.
532
Notas de Títulos Valores § 371
53GARRIGUES, Tratado…, cit., t. II, p. 764. DÍAZ MORENO, A.: "Los títulos de tradición", cit. en JIMÉNEZ
SÁNCHEZ, G.J. y otros.: cit., t. II, 4ª ed., p. 179. SEGAL, R.: cit., p. 57. HORN, N.: Comentario al § 363, en
HEYMANN/ EMMERICH.: cit., t. IV, p. 260. SCHLEGELBERGER/ HEFERMEHL.: cit., t. IV, 5ª ed., p. 372.
54 HUECK/ CANARIS, Derecho…, cit., p. 265 (§ 23).
55 Ibid.
56 VICENTE Y GELLA, A.: "Curso..." cit., t. II, p. 164. MEIER-HAYOZ/ VON DER CRONE.: cit., p. 336.
57 ZÖLLNER, W.: cit., 13ª ed., p. 145. BRADGATE/ SAVAGE.: cit., p. 491. LANGLE RUBIO, E.: "Manual...",
cit., t. II, p. 91. MARTÍ DE EIXALÁ, R.: "Instituciones...", cit., 6ª ed., p. 331.
534
Notas de Títulos Valores § 373
58 MESSINEO, F.: cit., p. 88. RODIÈRE/ DU PONTAVICE.: cit., 11ª ed., p. 267. ZÖLLNER, W.: cit., 13ª ed., p. 145.
59 TOMILLO URBINA, J.L.: cit., p. 269.
60 TOMILLO URBINA, J.L.: cit., ps. 40 y ss.
536
Notas de Títulos Valores § 373
64 Salvo que este último incorpore simultáneamente el crédito garantizado, y este fuera dinerario, en
cuyo caso lo dispuesto en el art. 23 LTV impediría su giro al portador. Cfr. § 154, en pp. 250 y s., supra.
65 Cfr. RECALDE CASTELLS,A.: "El Conocimiento de embarque y otros...", cit., p. 113.
66 SEGAL,R.: cit., p. 63, quien alude a esta noción como "objetivación del derecho".
67SANCHEZ CALERO,F.: "Instituciones...", cit, t. II, 21ª ed., ps. 518 y s. URIA GONZALEZ,R.: cit., 22ª
ed., p. 1143.
68 RECALDE CASTELLS, A.: "El Conocimiento de embarque y otros...", cit., p. 140. GARRIGUES, Tratado…,
cit., t. II, p. 762. DIAZ MORENO, A.: "Los Títulos de tradición", cit., en JIMÉNEZ SÁNCHEZ, G.J. y otros.:
t. II, 4ª ed., ps. 178 y s. SEGAL, R.: cit., p. 60. HELM, J.G.: "Das Dokument des kombinierten Transports -
ein neues Wertpapier-", en VV.AA.: "Strukturen und Entwicklungen im Handels-, Gesellschafts- und
Wirtschaftsrecht. Festschrift für Wolfgang Hefermehl zum 70. Geburtstag am 18. September 1976", edit.
C.H. BECK’SCHE VERLAGSBUCHHANDLUNG, Munich, 1976, p. 68.
69 BOI, G.M.: "La Lettera di trasporto marittimo...", cit., p. 13.
70 SEGAL, R.: cit., p. 62.
538
Notas de Títulos Valores § 374
en cada caso por las normas reguladoras del título en cuestión, más relajadas, como
he adelantado, en el caso específico de los títulos del transporte bajo nuestra LTV.
Acerca de la abstracción, como ya dije, estos títulos son más bien causales, y no
constitutivos, sino más bien declarativos. Mas ello no es óbice para advertir que se
trata de títulos de una causalidad meramente formal, pero con verdadera abstracción
sustantiva (tesis sustentada por PAVONE LA ROSA, DOMINGUEZ GARCIA y otros).
Ciertamente, el derecho a la entrega de las mercancías es anterior a la propia creación
del título, y los títulos tampoco constituyen la causa eficiente del nacimiento del
contrato correspondiente: más bien constituyen documentos facultativos de esos
contratos. En ese sentido, solamente poseen un alcance probatorio71, aunque sí que
poseen carácter constitutivo respecto de la eficacia representativa de la posesión.
Sobre la nota de la autonomía del derecho incorporado en los títulos de tradición, cabe
señalar que, en efecto, cuando su circulación tenga lugar por vía cartácea (esto es,
conforme a su propia ley de circulación), se producirán las consecuencias típicas
vinculadas a dicho carácter. Así, los derechos adquiridos por el accipiens no
necesariamente serán como los poseía su causante, sino, mediando buena fe en su
adquisición, tales como resultaren del título, de modo que se producirá una adquisición
autónoma del derecho incorporado en el documento, con la consiguiente y correlativa
purga de excepciones personales. En este sentido, se llega a afirmar que un título
representativo debidamente negociado puede transferir a sus adquirentes derechos
mayores que los que poseía el transmitente72. Tal autonomía se vincula a o depende
también de la literalidad de los títulos de tradición, en cuanto ésta determina esa
inoponibilidad de excepciones personales: las basadas en hechos, pactos o
circunstancias que no resulten del tenor del título73.
Y en relación con esta materia vuelve a plantearse el problema del carácter causal o
abstracto de los derechos incorporados:
1) indudablemente se trata de títulos causales en lo formal, pero
2) la cuestión de si esa causalidad formal va o no acompañada de una causalidad
sustantiva está mucho menos clara.
Ya he señalado la preferencia de la doctrina italiana reciente por la abstracción
material de los títulos representativos de mercancías. Dicha abstracción que se refleja
igualmente en la relativa inoponibilidad a terceros de buena fe de excepciones
basadas en defectos del propio contrato de depósito o de transporte. En este sentido,
parece que habría que proclamar la imposibilidad de que el emisor del título, sea
porteador o almacenista, oponga excepciones derivadas, por ejemplo, de una
eventual inexistencia de causa de su propia obligación74.
En esta línea, podría plantearse si el contenido del título de tradición, en su aspecto
obligacional, se corresponde o no, absolutamente, con el derecho del depositante o
71MESSINEO, F.: cit., t. I, ps. 88 y s. PENDON MELENDEZ, M.A.: "Los títulos representativos...", cit., p.
237.
72 BOI, G.M.: "La Lettera di trasporto marittimo...", cit., p. 13. STONE, B.: cit., p. 321.
73 BOI, G.M.: "La Lettera di trasporto marittimo...", cit., p. 13.
74BOI, G.M.: "La Lettera di trasporto marittimo...", cit., p. 14. PENDON MELENDEZ, M.A.: cit., ps. 317 y
ss.
540
Notas de Títulos Valores § 375
78 GARRIGUES, Tratado…, cit., t. II, p. 763, que -en la línea de MESSINEO o de VICENTE Y GELLA- cita el
ejemplo de las "ordini di derrate" italianas. En nuestro país se asimilan a esos otros títulos sobre
mercaderías, pero de naturaleza más bien cambiaria, los valores de producto agrario que estudiamos en
su momento. BROX, H.: cit., p. 370. SCHMIDT, K.: Handelsrecht, cit., p. 619, por el contrario, señala que
un título de tradición (Warenpapier: literalmente, “título de mercancías”) es un documento representa de tal
forma un derecho a la devolución de estas, que la transmisión del documento tiene para la adquisición de
derechos sobre ellas las mismas consecuencias y efectos que la entrega de las mismas mercancías.
79 Disiento, pues, de RUIZ DE VELASCO, A.: "Manual de Derecho mercantil", Deusto, 1992, p. 449, cuando
afirma que confieren la propiedad.
80 RECALDE CASTELLS,A.: "El Conocimiento de embarque y otros...", cit., p. 53.
81 MESSINEO, F.: cit., t. I, p. 103.
82De todos modos, tales efectos traditorios se refieren solo a la transmisión del dominio o a la
constitución de derechos reales (rectius, a la transmisión de la posesión mediata), pero sin afectar en
nada a la transmisión de los riesgos (ZÖLLNER, W.: cit., 13ª ed., p).
Entender todo el alcance de estas afirmaciones y comprender por qué los títulos que
venimos estudiando se denominan también títulos representativos (de mercaderías),
requiere partir conjuntamente de las dos bases, igualmente importantes, que quedan
sentadas en lo que precede, y hacerlas mutuamente compatibles:
1) al ser verdaderos títulos valores, su emisor reconoce haber recibido la mercadería,
plasmando e incorporando en el título el crédito de su legítimo tenedor a exigir su
restitución o devolución; y
2) al mismo tiempo, superan ese límite, al conferir también un derecho de disposición
sobre tales mercaderías.
Lo que aún resta es determinar en qué consiste este poder de disposición. Y las
respuestas a este interrogante son múltiples y variadas:
1) En parte, por el diverso tratamiento que dan los distintos ordenamientos al
fenómeno, generalmente admitido, de la eficacia traslativa de estos documentos83,
diferencias que muchas veces dependen a su vez de sus divergencias en materia
de transmisión de los derechos reales, donde a grandes rasgos hallamos:
a. sistemas dualistas, como los vigentes en España y Alemania; y
b. otros unitarios, como los propios de Francia, Italia o Inglaterra.
2) En parte, también, por las diferentes intuiciones y puntos de vista (“teorías”) de la
doctrina sobre el modo de interpretar la relación entre la operación específica de
los títulos de tradición y las reglas generales que determinan la constitución y
transferencia de los derechos reales. En concreto, en Alemania, donde se origina
la discusión y se extiende a otros países, las posiciones se alinean alrededor de
las (así denominadas):
a. teoría relativa,
b. teoría absoluta, y
c. teoría representativa o “de la representación” (Repräsentationstheorie).
Voy a empezar por examinar estas teorías con cierto detalle para pasar luego a discutir
someramente sus principales implicancias en el contexto de algunos ordenamientos
jurídicos comparados especialmente representativos, para finalmente formular y
justificar una toma de posición adecuada a nuestro propio marco legal.
Las teorías sobre el “efecto real” de los títulos de tradición.
El quid del enfrentamiento entre las teorías absoluta y relativa estriba en que:
1) La teoría relativa defiende que el fundamento de los efectos representativos o de
disposición de los títulos de tradición descansan en y dependen de los mismos
límites y criterios del Derecho Civil o común (concretamente, en Alemania, de los
establecidos en los §§ 931 y 1215 BGB); según esto, el funcionamiento y eficacia
traditoria de los títulos de tradición no supondría ninguna especialidad respecto del
Derecho común, sino que simplemente los reproducirían o serían casos concretos
de su aplicación. En resumen, los §§ 424, 450 y 650 HGB serían especificaciones
normativas del supuesto genérico previsto en el § 931 BGB (adquisición de
542
Notas de Títulos Valores § 376
84 RECALDE CASTELLS, A.: "El Conocimiento de embarque...", cit., p. 65. HUECK/ CANARIS,
Derecho…, cit., p. 266 (§ 23). SCHLEGELBERGER/ HEFERMEHL.: cit., t. IV, 5ª ed., p. 373, quienes
señalan que la "Teoría relativa" hace depender la eficacia representativa de los títulos de tradición de que
también de acuerdo con el Derecho civil sea posible llevar a cabo una enajenación o una pignoración de
las mercancías, según se dispone en los arts. 931 y 1205, BGB. En consecuencia, la transmisión por
medio del título representativo no constituiría, en realidad, ninguna institución que poseyese significado
jurídico propio e independiente. SEDATIS, L.: cit., p. 183, quien afirma que de acuerdo con el sistema del
art. 931, BGB., la transmisión de la propiedad, merced al sistema de los títulos representativos, no resulta
de o representa ninguna ficción jurídica de entrega material. La entrega material no se "finge" por la entrega
del documento, sino que lo que hay es una "cesión del crédito restitutorio", que tiene efectos traditorios,
según el § 931 BGB.
85RECALDE CASTELLS, A.: "El Conocimiento de embarque...", cit., ps. 68 y ss. HUECK/ CANARIS,
Derecho…, cit., pp. 272-274 (§ 23). SCHLEGELBERGER/HEFERMEHL.: cit., t. IV, 5ª ed., p. 373.
SEDATIS, L.: cit., p. 183.
86Esta teoría la defienden, entre la Doctrina alemana, SCHLEGELBERGER/ HEFERMEHL.: cit., t. IV, 5ª
ed., p. 373. VON GIERKE, J.: cit., ps. 115 y s., quienes sostienen que el Conocimiento representa la
mercancía. Su entrega representa la transferencia de la posesión, respecto de la mercamcía... Pero
no se puede hablar de representación, si la mercancía no se halla en poder del Emisor.
544
Notas de Títulos Valores § 376
las mercancías, según se dispone en los arts. 931 y 1205, BGB. En consecuencia, la transmisión por
medio del título representativo no constituiría, en realidad, ninguna institución que poseyese significado
jurídico propio e independiente. SEDATIS,L.: cit., p. 183, quien afirma que de acuerdo con el sistema del
art. 931, BGB., la transmisión de la propiedad, merced al sistema de los títulos representativos, no resulta
de o representa ninguna ficción jurídica de entrega material. La entrega material no se "finge" por la entrega
del documento, sino que lo que hay es una "cesión del crédito restitutorio", que tiene efectos traditorios,
según el § 931, BGB.
90 SCHLEGELBERGER/HEFERMEHL.: cit., t. IV, 5ª ed., p. 373.
91 HUECK/ CANARIS, Derecho…, cit., pp. 270-272 (§ 23). SCHLEGELBERGER/HEFERMEHL.: cit., t. IV,
5ª ed., p. 373. VON GIERKE,J.: cit., p. 115, aunque este autor no comparte la teoría a la que nos
referimos. RECALDE CASTELLS,A.: "El Conocimiento de embarque...", cit., ps. 67 y s.
sentido de que la Teoría Relativa dejaría vacios de contenido los preceptos del HGB.
(92).
Por el contrario, la llamada "Teoría Absoluta" considera que el sistema de los títulos
de tradición es por completo independiente del régimen y de las condiciones
impuestas por el Derecho civil, en materia de tradición y posesión. Más precisamente:
se considera que es independiente de la situación posesoria ["Besitzlage"]; que dicho
Sistema constituye un tipo especial de entrega, el cual se superpone y se antepone a
la aplicación de las modalidades previstas en el BGB., de modo que se permitiría
transmitir la propiedad mediante el título, sin necesidad de plantearse el problema de
la posesión. Es decir, que -de este modo- el Derecho mercantil vendría a aligerar las
formalidades jurídico-civiles estableciendo nuevas formas de transmisión de los
derechos reales, en las que no habría necesidad de traspaso posesorio, ya que la
adquisición de los derechos reales no derivaría de la posesión de las mercancías, sino
de la emisión de los títulos: la entrega de la mercancías, viene sustituida por la
transmisión del título de tradición; existe -pues- una verdadera "ficción de entrega
material", si bien sería preciso que el emisor del título hubiera recibido la entrega de
las mercancías. Pero, en cualquier caso, es indiferente la ulterior posesión, o no, de
las mercancías representadas, ya que, merced al título-valor, se podrá disponer de las
mercancías, incluso aunque el emisor del título haya perdido la posesión de las mismas
(93).
Apreciación crítica desde la regulación positiva comparada.
Sistemas de transmisión de los derechos reales, que rigen en cada uno de éllos. Así,
habría que separar netamente el Sistema germano "del Título y el Modo"; seguido
en España, al igual que en Alemania, y en el que los contratos traslativos del dominio
no poseen, por sí mismos, eficacia directamente real, sino meramente obligatoria: son
"reine obligatorische Verträge", respecto del Sistema de los Contratos con efectos
reales inmediatos ["dingliche Verträge"], que es el que está vigente en Francia, Italia
o Inglaterra.
Sin embargo -y como ha hecho notar RECALDE CASTELLS-, la Doctrina alemana
más reciente viene criticando la disputa doctrinal, y -de paso- las propias tres
doctrinas tradicionales, a las que reprocha un cierto apriorismo, por su tendencia a
solucionar problemas nuevos, acudiendo a esquemas preconcebidos y
adoleciendo de un excesivo dogmatismo, en lugar de preocuparse de las
condiciones precisas de los problemas e intentar resolver éstos, atendiendo a aquéllas
(94). Más, aún: de hecho, parecen injustificados los enormes esfuerzos teóricos, para
diferenciar unas teorías, de otras, cuando muchos de sus resultados y de sus
conclusiones son análogas (95). Como respuesta a estos problemas, se aconseja
tomar como punto de partida dos aspectos, en vez de uno sólo. Ante todo, parece
obvio que resulta ineludible tomar como punto de partida la normativa del Derecho
común, en materia de transmisión de los derechos reales; es decir -por lo que al
546
Notas de Títulos Valores § 377
Ordenamiento alemán se refiere-, los §§ 929 y ss., BGB., y -en especial- el 931. En
consecuencia, habrá que partir de la premisa de que si un documento como -p.e.- el
Conocimiento de Embarque posee "efectos posesorio-traditorios", éllo es debido a
que, al representar un derecho -de crédito- a la entrega de las mercancías, ese
derecho de crédito proporciona indirectamente una forma de posesión: una posesión
mediata. Mas no es éste aspecto -por muy esencial que se le considere- ni el único,
ni suficiente para comprender el contenido de los títulos de tradición, ya que, como
quiera que el derecho de crédito -a la entrega de las mercancías- se encuentra
documentado en un instrumento que ha de ser calificado como título-valor, esta
circunstancia afecta a la total estructura misma de los títulos de tradición,
precisamente porque son tales títulos-valores, y en este sentido habrán de quedar
sometidos a las reglas y principios característicos de este tipo de documentos (96). Se
podría hablar -así- de una Teoría Relativa, ampliada y modificada cartularmente,
de forma que la aplicación del régimen de los títulos-valores determinaría o explicaría
las especialidades, escasas, que concurren en este supuesto (97).
En los ordenamientos latinos inspirados en el sistema del "Code civil" francés, el
sabido que se reconoce a los contratos una eficacia traslativa o real inmediata; la
transmisión de la propiedad se conecta al mero consentimiento. Este Sistema
prescinde de todo formalismo o publicidad posesoria, y la necesidad del "modo"
desaparece, como elemento del acto traslativo (98). Ahora bien, como quiera que en
la transmisión de los derechos reales no están involucrados solamente los intereses
del "Tradens" y el "Accipiens", sino también los intereses de terceros, estos terceros
deben poseer algún medio que les permita conocer quién es el titular de un bien,
sea porque pretendan adquirirlo, o bien porque posean, sobre él, un derecho real de
garantía, etc. Por este motivo, en este Sistema, la Posesión juega también un papel
importante, como lo demuestra, p.e., el régimen jurídico de la adquisición de bienes
"a non domino", que permite al adquirente "bonae fidei" oponerse a la
reivindicación del propietario desposeído (99).
En el Sistema espiritualista, el tratamiento jurídico-positivo de los títulos de tradición
es diverso. Así, mientras que en el Derecho francés no existe ninguna disposición
que reconozca la eficacia jurídico-real de estos títulos, de forma que han sido la
Doctrina y la Jurisprudencia, las que han tenido que ofrecer una elaboración
dogmática (100), en cambio, en el Derecho italiano sí que existe una admisión
expresa, en normas positivas, de la eficacia representativa y dispositiva de los títulos
96 Así, hay que reconocer que, si por una parte, en -p.e.- el Conocimiento de embarque viene recogido un
derecho de crédito a la entrega de las mercancías, a la par que -por otra parte- la Ley positiva le
reconoce a la entrega o transmisión el título una eficacia traslativa, siempre y cuando -y en la medida en
que- proporcione una posesión mediata sobre la mismas, lo cual supone que nos hallaremos en presencia
de un supuesto de cesión de la posesión a través de la cesión de un crédito restitutorio, solo que con
la especialidad de que ese crédito restitutorio se halla documentado en un título-valor [RECALDE
CASTELLS,A.: "El Conocimiento de embarque...", cit., p. 73. HUECK/ CANARIS, Derecho…, cit., pp. 272-
274 (§ 23)].
97 RECALDE CASTELLS,A.: "El Conocimiento de embarque...", cit., p. 74.
98 RECALDE CASTELLS,A.: "El Conocimiento de embarque...", cit., ps. 74 y s.
99 RECALDE CASTELLS,A.: "El Conocimiento de embarque...", cit. p. 75.
100 RECALDE CASTELLS,A.: "El Conocimiento de embarque...", cit. p. 80.
de tradición: tal es el caso del art. 1996, Cod.civ.it. y del art. 463, Cod. della nav.it., en
los que se reconoce que los títulos representativos atribuyen a sus tenedores: un
derecho de crédito a obtener la entrega de las mercancías, más la posesión de las
mismas y el derecho de disponer de éllas, mediante disposición sobre el propio título.
Teniendo en cuenta las consideraciones precedentes, parece que se puede concluir
que, en el Sistema espiritualista, el debate doctrinal que hubo en Alemania, acerca de
la eficacia traslativa de los títulos de tradición, carece de sentido, o por lo menos habrá
de tener un sentido diferente, porque no solamente no se exige la "traditio" para la
transmisión de los derechos reales, sino que ni siquiera se ha reconocido la
separación entre "posesión inmediata" y "posesión mediata" (101). De todos
modos -y por sorprendente que parezca-, en Italia, la cuestión se había planteado,
inicialmente, en términos idénticos a los Derecho alemán, precisamente como
consecuencia de un -indebido- mimetismo con las soluciones aportadas por la
Doctrina germana, pudiéndose apreciar lo que podríamos calificar como el triunfo de
una -por así llamarla- Teoría Relativa inconsciente, de acuerdo con la cual la
intromisión de un título-valor no afectaría, en nada, a los principios generales sobre
la transmisión de lo derechos reales (102). Así pues, el Derecho francés y el italiano
coinciden en reducir la eficacia representativa al ámbito o -mejor- al plano de la mera
posesión circunstancia que algunos [RIPERT, RODIÈRE/DU PONTAVICE] valoran
en términos de escisión subjetiva del "corpus" y el "animus", mientras que otros
ven como un supuesto de posesión por otro [Es decir: posesión “nomine alieno” o
"servidumbre” de la posesión](103). Pero no se piense que esto carece de importancia,
porque, aun cuando es verdad que estos ordenamientos reconocen la eficacia
traslativa del mero consentimiento, también es verdad que establecen una
preferencia adquisitiva, a favor de quien reciba la posesión del bien de que se
trate. En este sentido, recibir la posesión -y los títulos de tradición la proporcionan-
facilita la adquisición del derecho real, porque el Ordenamiento declara que, en caso
de conflicto o de doble venta, será preferida la adquisición de quien obtenga la
posesión, a la adquisición de aquél que únicamente tuviera el mero consentimiento.
En época más reciente, parece abandonarse la referencia a la “traditio”, e incluso
parece que se trata de eludir la referencia a la posesión mediata. En una monografía
sobre la materia, el italiano Matteo RESCIGNO ha sugerido que lo que el Título
representativo confiere es un derecho de crédito y, junto con él, un derecho de
disposición sobre la mercancía, que aparecerían desmembrados y separados, por
ministerio de los arts. 1996 y ss. Cod.civ.it., respecto del derecho de disfrute, vinculado
a la propiedad de la Cosa. Para el Autor, el Cod.civ.it./1942 habla de la Propiedad
548
Notas de Títulos Valores § 377
como el "derecho de disfrutar y disponer de una cosa", lo cual sugiere que se trata
de facultades separables; separación que se manifiesta -p.e.- precisamente, en los
títulos de tradición (104).
El Derecho inglés se adscribe, básicamente -aunque con ciertas particularidades-, al
Sistema de contratos con eficacia traslativa directa; es decir: con plena eficacia
real, o -para ser más precisos- de "transmisión por consentimiento" del derecho "in
re". Pese a lo expuesto, la Jurisprudencia británica, empero, venía reconociendo
desde la Sentencia pronunciada en el Caso Lickbarrow c. Mason, de 1794, la
eficacia traslativa de los conocimientos de embarque. En efecto: de conformidad con
esta decisión jurisprudencial, se reconocía la costumbre y práctica de los
comerciantes, de acuerdo con la cual un Conocimiento de embarque que haga que
las mercancías hayan de ser entregadas "a la orden" del cargador en él designado,
es un "título representativo" ("document of title"), de forma que el cargador puede
transmitir la titularidad que posee sobre las mercancías, merced al endoso del título
(105).
En España, y de acuerdo con la doctrina más caracterizada, la adquisición de los
documentos representativos supone la adquisición, por su tenedor, de la posesión
mediata de las mercancías (106). El capitan del barco, el porteador o su agente
consignatario o el encargado del almacén de depósito, en su caso, tendrían la
posesión inmediata, actuando por cuenta del tenedor del documento (por ejemplo, un
banco descontante de letras documentarias), que sería quien, en el presente caso,
habría adquirido los títulos representativos o de tradición107. Dicho de otra forma: los
emisores de los títulos de tradición poseen "por" ó "en nombre" de otro (108);
situación que nuestro Código civil reconoce y contempla, partiendo de la base de la
interpretación conjunta de lo dispuesto en sus arts. 431 y 432, cuando dicen,
respectivamente, que.:
"La posesión se ejerce en las cosas o en los derechos por la misma persona
que los tiene y los disfruta o por otra en su nombre".
Y que:
"La posesión de los bienes y los derechos puede tenerse en uno de dos
conceptos, o en el de dueño o en el de tenedor de la cosa o derecho para
conservarlos o disfrutarlos, perteneciendo el dominio a otra persona".
En este sentido, quien tiene derecho a que le sea entregada una cosa frente a un
sujeto que tenga esa cosa materialmente en su poder, ostenta sobre élla una
forma de posesión de las previstas en los preceptos citados (109).
Toma de postura: concordancia fundamental del ordenamiento nacional
con la teoría representativa.
En mi opinón, aunque se podría pensar que los arts. 431 y 432 CC es. contemplan,
más bien al "servidor de la posesión" ["Besitzdiener"], que al "poseedor mediato",
propiamente dicho (110), caben otras interpretaciones, que permitirían salvar este
obstáculo, ya que -ciertamente- lo que sí hemos de reconocer es que el emisor de un
título representativo no puede ser equiparado con un mero servidor de la posesión,
porque el Servidor de la Posesión no es, él mismo, un poseedor: hay una posesión
única -la del poseedor representado en el hecho posesorio-, y un sujeto diferente que
ejercita, en nombre ajeno, la posesión de otro; es decir: la posesión -única, insisto-
que corresponde al otro. Por el contrario, en el caso de los títulos de tradición, hay
dos posesiones conectadas; dos posesiones unidas por un vínculo de dependencia
unilateral -no recíproco- porque sólo una de éllas depende de la subsistencia de otra,
y no a la inversa, ni a la recíproca. Esas dos posesiones son: la directa o inmediata,
que es la que corresponde al porteador o almacenista, y la mediata, que corresponde
al tenedor legítimo del título.
Para llegar a una construcción semejante, es menester reinterpretar la referencia del
art. 431 CC es., para -de este modo- llegar a la conclusión de la defendibilidad de una
teoría de tipo "representativo", pues como -en efecto- la posesión puede ejercerse
por otra persona que nos representa, sería muy fácil ver esa representación
"confesada" por el Porteador o Almacenista, con la misma emisión del título. Desde
esta perspectiva, el art. 432 CC es. constituiría el lógico complemento; la norma "de
cierre" del reproducido art. 431, ya que contempla el problema desde la perspectiva
del "Poseedor". El art. 431, CC es. trata el problema desde una perspectiva o con una
óptica objetiva -en qué consiste la Posesión-, y el 432, CC es., desde la subjetiva:
quién y por quién se puede poseer.... Pero tanto en uno, como en otro caso, el
supuesto de los títulos representativos tiene perfecto encaje.
Pero en el caso de la emisión de títulos representativos, el emisor -que tiene inmediata
y físicamente en su poder las mercancías- no es un mero "servidor de la posesión"
del tenedor del título, no es un "Besitzdiener" que no posee en nombre propio, sino
en nombre del Verdadero poseedor único (111). Todo lo contrario: de lo que se trata
es de un fenómeno de dos posesiones, pero dependiente una, de la otra; un fenómeno
de posesión mediata e inmediata (112); fenómeno que, de no encontrar acomodo en el
art. 431, podría incardinarse en el art. 432, que parece mas sencillo de interpretar en
este sentido. Así, cuando el citado precepto alude a la posesión de una cosa:
1) en concepto de "dueño"
550
Notas de Títulos Valores § 379
113 RECALDE CASTELLS, A.: "El Conocimiento de embarque y otros...", cit., p. 132.
552
Notas de Títulos Valores § 380
114VICENTE y GELLA, A.: "Los títulos...", cit., p. 165. Tal criterio aparece -como ya indicábamos, en los
arts. 424, 450 y 650, HGB. BAUMBACH/DUDEN/HOPT.: cit., 26ª ed., p. 787). Además, el documento
emitido debe referirse a mercancías identificadas. BRADGATE/SAVAGE.: cit., p. 491.
GARRIGUES, Tratado…, cit., t. II, p. 769. DIAZ MORENO, A.: "Los títulos de tradición", cit., p. 181.
115
orden" y "al portador", añadiendo que su transmisión se producirçá, según los casos,
por entrega material del documento -conocimientos de embarque al portador-, o por
endoso -conocimientos de embarque a la orden-, a su vez el art. 19, LTM. reafirma
este sistema triple, cuando prevé que.:
"El conocimiento puede ser "nominativo", a la "orden", o al "portador"...",
añadiendo que en el primer caso -cosa que me parece excesiva y desproporcionada-
"no puede ser transmitido más que por cesión", en tanto que -cuando se emite "a la
orden"- el precepto se limita a señalar que "la mercancía será entregada a la orden
del cargador o de un tercero y de los sucesivos endosatarios", para cocncluir que "los
conocimientos al portador, destinados al consignatario, serán transferibles por
entrega material del documento".
A su vez, el art. 194, CdC es., en relación con los resguardos de depósito en
almacén prevé la emisión de los mismos, sea en forma nominativa o al portador,
aunque reconociendo, en el primer caso, la posibilidad de transmisión, sea por vía de
cesión, o por endoso. De todos modos, parece existir una cierta acentuada
propensión a la endosabilidad. Así lo pone de manifiesto el art. 21, nº 1, RD-L. de
22 de septiembre de 1917, sobre Prenda Agrícola, cuando dispone que.:
"Los resguardos de depósito, como los de garantía o "warrant", podrán cederse por
endoso", de modo que el Endoso aparece como mecanismo ideal para la transmisión
intersubjetiva de los títulos de depósito (118), a la par que predomina en el comercio
marítimo, respecto de los conocimientos de embarque, por su seguridad y por lo que
facilita la transmisión, en contraste con el uso -relativamente escaso- de los
conocimientos al portador (cuya circulación adolece de falta de seguridad) y de los
conocimientos nominativos, cuya circulación resulta más compleja (119). Por lo que
hace referencia a los títulos acreditativos de los depósitos en almacén, nuestras leyes
detallan con minuciosidad los requisitos formales del endoso del Resguardo de
depósito, en el art. 21, RD-L., de 22 .09. 1917, pudiéndose distinguir entre:
Por una parte, las menciones relativas al elemento externo de la relación; a saber.:
a) Nombre, apellidos o denominación social domicilio del endosatario.
b) Fecha del endoso
c) y Firma del endosante.
Dado que este "Warrant" tiene -en principio- la estructura de un "pagaré"; es decir:
una estructura bilateral, y no trilateral -como la de la Letra de Cambio- el endoso del
mismo a un tercero -ajeno a la relación contractual original- abre la estructura del
título, convirtiéndola -ahora, sí- en trilateral; es decir: dotándolo de una estructura
delegatoria, en la que se incluye la referencia al Delegado (el Endosatario), y la firma
del Delegante (el Endosante).
B.- Y las menciones relativas al elemento interno de la relación. El art. 21, RD-L.
exige que se haga constar la cláusula de valuta, por la que se expresa el concepto
en que el endosante se declare reintegrado por el endosatario. Se trata de una
relación causal, que alude y determina el negocio traslativo subsiguiente. Mas,
554
Notas de Títulos Valores § 381
¿"quid iuris" si faltase esa cláusula de valor? Antaño era esencial, pero la Doctrina
más reciente, inspirada por la Nueva Ley Cambiaria sugiere no privar de validez
al título (120).
Circulación del título y circulación de las mercaderías.
En términos generales, como queda patente en lo anterior, la circulación de los títulos
de tradición no ofrece especialidad alguna, respecto de los demás títulos-valores, lo
que sucede es que la circulación del título es, al propio tiempo, circulación de.:
a) el derecho a la restitución o entrega de las mercancías mencionadas en el
documento (como puro derecho "personal" ó "de crédito") y
b) de circulación de las propias mercancías, en sí mismas (eficacia jurídico-real),
debido a que, una vez emitido el título, la entrega del mismo pasa a ser la única forma
de transmisión de la posesión de las mercancías (121).
Pero no siempre la transmisión del título supone la transmisión de la mercancía
representada, porque para éllo es preciso que la mercancía permanezca en poder de
quien emitió el título. De lo contrario, tanto si el emisor quedó desposeido de las
mercancías de forma voluntaria, como involuntariamente, el título pierde su
condición de "representativo". Por consiguiente, si para la transmisión -"traditio"-
de las mercancías mencionadas en el título de producirse el traspaso de algún
"señorío posesorio", entonces, para que efectivamente se transfiera al Endosatario
o cesionario, la posesión mediata será preciso que concurran las siguientes
condiciones; a saber.:
1) la validez del crédito de restitución.
2) que las mercancías se hallen en poder del emisor/poseedor
inmediato/mediador posesorio, y
3) la voluntad de ese mediador posesorio, de poseer para el acreedor (122).
Se produce, así, una suerte de "tradición consensual", porque -según la tesis
relativa- se produce a través de la cesión del crédito restitutorio, o una "tradición
instrumental", desde la perspectiva de la teoría "representativa cartular", pero -en
todo caso- es una tradición “real”, ya que se confiere una forma de posesión; a saber:
la posesión mediata, lo que permite encuadrar este supuesto en el ámbito del
mismísimo art. 1463, C.C. es. (123), en la medida en que en él se contemplan dos
modalidades de tradición: la consensual y la ficta.
Tratándose de títulos-valores, y habida cuenta de que, en primer término, incorporan
un derecho de crédito, parece evidente que el principio de "incorporación" debería
determinar la imposibilidad jurídica de hacer circular el derecho, con
independencia de su soporte cartáceo. Ahora bien; desde otro punto de vista, la
relación título/mercancía plantea el problema de hasta qué punto deben
mantenerse unidos o -por el contrario- en qué medida cabe que puedan separarse
y circular independientemente, el uno y la otra. Sin duda, una vez emitido el título
124 GARRIGUES, Tratado…, cit., t. II, p. 771. DIAZ MORENO,A.: "Los títulos de tradición", cit., p. 181.
125 BAUMBACH/DUDEN/HOPT.: cit.,28ª ed., Munich, 1989, p. 1012, respecto de un título denominado
"Lagerschein", que equivale a la fe de depósito en almacén. MEIER-HAYOZ/VON DER CRONE.: cit., p.
344, quienes señalan que es condición para la eficacia "traditoria" ("Traditionswirkung") de los "Títulos de
mercancías", la subsistencia o continuación de la servidumbre de la posesión por el poseedor material de
las mercancías ("Warenbesitzer"), a favor de la persona legitimada en el título. GARRIGUES, Tratado…, cit.,
t. II, p. 772.
556
Notas de Títulos Valores § 381
558
Notas de Títulos Valores § 382
CAPÍTULO 2
LOS TÍTULOS DEL DEPÓSITO
(CERTIFICADO DE DEPÓSITO Y WARRANT1)
SUMARIO: I. RESEÑA HISTÓRICA Y NOCIONES BÁSICAS.— 383. Breve reseña histórica.
384. Noción de almacén general de depósito. 385. Noción de almacén de campo.
386. Noción de certificado de depósito. 387. Noción de warrant. II. EMISIÓN DEL
CERTIFICADO DE DEPÓSITO Y DEL WARRANT.— 388. Generalidades. 389. Título
nominativo. 390. Constancia de haberse constituido el depósito. 391. Valor de la
mercancía. 392. Sistema opcionalmente unicartular. 393. Otros aspectos formales.
394. Plazo del certificado de depósito y del warrant. III. MERCANCÍA ELEGIBLE PARA
EL CERTIFICADO DE DEPÓSITO Y EL WARRANT.— 395. Limitación en relación a la
situación jurídica de la mercancía. 395. Limitación en razón del valor. 397. Seguro
obligatorio. IV. RESPONSABILIDADES DEL ALMACÉN GENERAL DE DEPÓSITO.—
398. Responsabilidad contractual (i) en la LTV. 399. Responsabilidad contractual
(ii): bajo el Derecho común. 400. Responsabilidad civil extracontractual.
V. ENDOSO.— 401. Endoso del certificado de depósito. 402. Endoso por separado
del warrant. VI. NATURALEZA PRENDARIA DEL WARRANT.— 403. Planteamiento.
404. Entrega del bien prendado. 405. Ejecución del bien prendado. 406. Acción
cambiaria. 407. Protesto del warrant. VII. SITUACIONES ESPECIALES EN RELACIÓN CON
EL WARRANT.— 408. Warrant aduanero y en procuración. 409. Warrant insumo
producto. 410. Warrant de mercadería en tránsito. 411. Liberación de las
mercancías y pago anticipado. VIII. MEDIDAS FORZOSAS.— 412. Derecho de
retención. 413. Venta forzosa. 414. Medidas cautelares. 415. Aplicación de normas
sobre procesos concursales. 416. Reducción de valor de la mercadería depositada.
— 561 —
§ 383 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
seguros donde pudieran guardarse a buen recaudo las mercancías objeto de tal tráfico
patrimonial.
En este sentido, podemos verificar históricamente que la posición geográfica de
Venecia la convirtió en la ciudad más próspera de la Edad Media, principalmente
debido al comercio de mercadería venida de Oriente que se intermediaba a través de
esta ciudad a los mercados europeos.
Los comerciantes que ofrecían por Europa los productos de Oriente adquiridos en
Venecia descubrieron la conveniencia de asociarse, lo que devino en muy poco tiempo
en su transformación en banqueros, dando origen a lo que se podría calificar como
"casas de almacenamiento" que empiezan a emitir recibos de depósito y, actuando
conjuntamente bancos y comerciantes, a conceder préstamos con garantía de tales
recibos de depósito con el solo requisito de que estas casas mantuvieran las
mercancías en su poder, figura histórica en el área de las finanzas a la que se
reconoce con la denominación de "Préstamo Lombardo".
Como podemos apreciar de lo anteriormente expuesto, estamos tratando de los
antecedentes históricos de lo que hoy denominamos certificados de depósito y
warrants, también denominados bonos de prenda. Fue tal la seguridad que brindaban
estos primeros almacenes venecianos que los comerciantes comenzaron a aceptar
dos posibilidades con relación a los recibos de depósito que emitían, cuales son las
de prendar las mercancías en garantía o la de traspasar los derechos que sobre tales
mercancías tenía el depositante, costumbre mercantil recogida y regulada
posteriormente por la legislación italiana desde la cual se extendió a los demás países
europeos para finalmente influir también en las legislaciones de los países de América
Latina.
Posteriormente, el descubrimiento de América revolucionó el orden económico
existente desplazando a las antiguas ciudades comerciales de Italia, que perdieron su
hegemonía financiera, centrándose el comercio internacional en ciudades de España,
Portugal, Inglaterra y Holanda.
En lo que se refiere concretamente al Perú, aunque existen evidencias claras de que
el imperio incaico se utilizaron distintas técnicas para el almacenamiento de diversos
productos, como los muy difundidos tambos, los almacenes generales de depósito
fueron adoptados como institución en razón de la influencia recibida de la legislación
italiana y europea a la que nos hemos referido anteriormente.
Como antecedentes inmediatos sobre la materia, podemos encontrar en la legislación
peruana el Código de Comercio de 1902, que en su artículo 131 reconocía a las
compañías de almacenes generales de depósito como una de las formas permitidas
de constitución de empresa, regulando en sus artículos 197 al 202 lo relativo a su
objeto social, títulos que podría emitir, derechos inherentes a dichos títulos y
responsabilidades del almacén, para finalmente en su artículo 304 indicar la aplicación
de los estatutos del almacén, las normas del Código y las del derecho común a los
depósitos verificados en estas instituciones.
Posteriormente en el año 1907 se dictó la Ley N° 435, referida a la reorganización de
los almacenes de aduana, ampliando las funciones generales de los almacenes
generales de depósito para constituirlos en instituciones oficiales del sistema
aduanero.
En el año de 1918 se promulga la Ley N° 2763, reglamentada por Decreto Supremo
N° 85 del 20 de diciembre de 1963, que reguló esta institución, normas que estuvieron
562
Notas de Títulos Valores § 384
vigentes hasta octubre del añó 2000 en que fueron derogadas por la nueva Ley de
Títulos Valores N° 27287, que se limita a legislar en materia de certificados de depósito
y warrants, pero que no regula lo relativo a la constitución y funcionamiento de los
almacenes generales de depósito, aspecto que de manera insuficiente, por los temas
tratados y la jerarquía de la norma, es abordado por el Reglamento de los Almacenes
Generales de Depósito aprobado por Resolución SBS N° 040-2002 de 19 de enero de
2002.
Noción de almacén general de depósito.
El almacén general de depósito, constituye una institución que, como en parte ha
quedado dicho en lo relativo a la referencia histórica con que iniciáramos este capítulo,
con pequeñas diferencias en cuanto a su régimen jurídico, se encuentra presente y
reconocido en prácticamente todas las legislaciones del mundo, con denominaciones
como entrepot en francés cuyo significado literal es "depósito de mercancías", dock
en inglés, término más usado en Inglaterra y que alude a su origen vinculado al
comercio marítimo pues su traducción literal es "dique" y en los Estados Unidos
warehouse, aplicable a los almacenes particulares, utilizándose también términos
como public stores o imported stores según se refiera a depósitos pertenecientes al
Estado o depósitos aduaneros.
La función de los almacenes generales de depósito consiste básicamente en custodiar
y conservar las mercaderías que le son entregadas por los usuarios de sus servicios,
constituyendo en principio por tanto locales abiertos al público que operan conforme
a la legislación vigente sobre la materia y sobre la base de la autorización otorgada
por la autoridad competente.
En este sentido definimos, para efectos de la presente investigación, que almacenes
generales de depósito son sociedades mercantiles que operan locales propios
abiertos al público, o de terceros cuyo dominio les ha sido cedido temporalmente, con
la finalidad de prestar servicios inherentes al depósito de mercancías, obligándose a
la custodia, conservación y mantenimiento de las mismas a cambio del pago de la
tarifa previamente determinada, otorgando títulos valores que acreditan la propiedad
de los bienes y que permiten transferirlos o gravarlos en prenda sin necesidad de ser
retirados del almacén, organizándose conforme a la ley de la materia y requiriendo
necesariamente para su funcionamiento de la autorización correspondiente emitida
por la autoridad competente en materia de instituciones financieras en el país.
Finalmente, cabe indicar que no hemos encontrado definición legal de lo que se
entiende por almacén general de depósito, ni en el Código de Comercio, ni en la Ley
N° 2763, no existiendo tampoco referencia alguna al respecto en la nueva Ley de
Títulos Valores N° 27287, ni en el Reglamento de los almacenes generales de
depósito aprobado por Resolución SBS N° 040-2002, que en su artículo tercero define
las diversas modalidades de Almacenes existentes en el mercado, pero no precisa el
concepto de almacén general de depósito.
Noción de almacén de campo.
Como hemos podido apreciar en la definición anterior, la actividad del almacén general
de depósito implica una prestación de servicios de almacenaje en locales abiertos al
público.
Es el caso, que existe diversidad de mercaderías, cuyo traslado a los locales de las
empresas almaceneras no resulta factible, o simplemente se considera inconveniente,
564
Notas de Títulos Valores § 386
originalmente también en Francia e Inglaterra, sistema por medio del cual ante el
depósito hecho en un almacén autorizado, este emitirá un solo documento que servirá
tanto para acreditar y transferir la propiedad, como para gravar los bienes materia del
depósito.
Un segundo sistema, dentro del que se encuentra el vigente en el Perú, es el
denominado bicartular o de doble título, que es además el que prevalece en la mayor
parte de las legislaciones del mundo y en cuya aplicación, ante el depósito recibido
por una empresa almacenera, se emiten dos títulos diferenciados conocidos como
certificado de depósito y warrant, acreditando el primero de ellos la titularidad del bien
y constituyendo el segundo el documento por el que se podrá respaldar una obligación
constituyendo garantía real sobre los bienes depositados.
El certificado de depósito es pues un documento emitido por los almacenes generales
de depósito que se rigen por el sistema bicartular o de doble título, documento cuya
existencia es reconocida y regulada por la mayor parte de legislaciones del mundo,
con denominaciones como la de récépissé en Francia, cédule en Bélgica,
Waarenschein en Hungría, fede di depósito en Suiza, aunque en el cantón de
Solothurn se denomina Lagerschein y en Portugal conhecimento de depósito.
Los certificados de depósito son en esencia títulos valores representativos de
mercaderías almacenadas dentro del régimen previsto por ley para los almacenes
generales de depósito, a los que Rubén Segal caracteriza como documentos por
medio de los cuales "…la circulación material de las mercaderías (su tradición) se
reemplaza por la circulación económico-jurídica del título representativo. El mismo
posee el doble carácter de constitutivo y dispositivo, además, obviamente, del de
probatorio.
Es por lo dicho que puede afirmarse que al disponer del título se dispone de la
mercadería o en otras palabras, que la entrega de aquel produce los mismos efectos
que la entrega de la cosa"(2).
La cita expuesta en el párrafo anterior, más que una definición de lo que debemos
entender por certificado de depósito, contiene la explicación de lo que tal autor
considera es su principal característica, es decir, que se trata de un título
representativo de propiedad de un bien sujeto a depósito, y que como tal permite la
transferencia del mismo, elemento que hemos destacado por considerarlo importante
para efectos de formular la definición de lo que entendemos por certificado de
depósito.
El certificado de depósito es incuestionablemente un documento que configura un
título de naturaleza causal, ya que en él se consigna la razón del depósito de la
mercadería, como por ejemplo con fines financieros o aduaneros, el cual tiene también
la característica de representar con carácter definitivo la propiedad de la mercancía
constituyéndose por ende en un documento que posibilita la tradición del bien por lo
que tiene carácter de título definitivo, que por sus especiales características requiere
de una rigurosa formalidad en lo que se refiere a su emisión, inscripción en la matrícula
del almacén general de depósito y endoso.
Dentro de la doctrina nacional (…)
Con una mejor conceptualización, María del Pilar Vilela formula una definición según
la cual "El certificado de depósito es el título valor que acredita el derecho de propiedad
566
Notas de Títulos Valores § 387
568
Notas de Títulos Valores § 388
570
Notas de Títulos Valores § 390
no serio y más allá del contrasentido aparente de la opinión vertida por el autor, pues
la aparente facilidad circulatoria que daría la no exigibilidad de que sean nominativos
se neutraliza con la exigencia de concordar la identidad del poseedor del título con el
nombre anotado en el registro del almacén general de depósito, lo que finalmente
conduce a un régimen más restrictivo que el vigente en el Perú pues limita la
posibilidad del endoso en blanco del documento, contiene lo que podríamos
considerar una opinión a favor de un sistema contrario al imperante en la generalidad
de legislaciones y opiniones doctrinarias.
Pero la opinión del referido autor colombiano se basa en lo prescrito en el artículo 760
del Código de Comercio de su país según el cual y en adición a lo requerido para la
emisión del certificado de depósito el bono de prenda o warrant se señala que el título
contendrá: "El nombre del beneficiario, en su caso"(22), lo que se interpreta como que
podría no ser el caso la indicación del nombre del beneficiario.
Estimamos que la naturaleza de los derechos representados por el certificado de
depósito y el warrant, así como la necesidad de cautelar el ahorro del público, de cuyos
fondos finalmente se dispondrá la financiación de operaciones de crédito garantizadas
con warrants, hacen aconsejable que los títulos en cuestión resulten nominativos, ya
que ello, aunque en cierta forma restringe la capacidad de su circulación, permite
individualizar al titular del documento en el momento de su emisión.
Es así que la doctrina y legislación sobre la materia, salvo el caso colombiano, ni
siquiera aborda el tema de la conveniencia o inconveniencia de que estos títulos sean
nominativos y en este sentido el artículo 6 de la Ley N° 9643 de Argentina establece:
"Contra la entrega de los frutos o productos depositados, la administración del
respectivo almacén expedirá a la orden del depositante un certificado de depósito y
warrant referente a aquellos..."(23).
En igual sentido, es decir que los títulos de certificados de depósito y warrants deben
ser emitidos a la orden y por ende tienen calidad de nominativos, se pronuncia el
artículo 10, inciso c) de la Ley N° 19105 de Venezuela al prescribir: "Tanto el
certificado de depósito como el bono de prenda contendrán las siguientes indicaciones
(...) c) Nombre, profesión y domicilio de los depositantes"(24) .
Concluimos pues que a pesar de reconocer el mayor y mejor desarrollo de Colombia
en la región Latinoamericana en materia de almacenes generales de depósito, en este
aspecto concreto sobre la exigibilidad de que certificados de depósito y warrants sean
emitidos en calidad de títulos nominativos o no, debe mantenerse el sentido afirmativo
consagrado en la norma nacional en vigencia.
Constancia de haberse constituido el depósito.
Otra particularidad de la legislación colombiana en materia de los aspectos formales
que se requieren para la emisión de certificados de depósito y warrants, que no
encontramos en la norma nacional, ni en la de otros países, es la exigencia contenida
en el inciso 4 del artículo 759 de su Código de Comercio por el que tanto el certificado
de depósito como el warrant deben contener: "La constancia de haberse constituido
el depósito"(25), requisito sobre el cual Carlos Alfonso Negret Mosquera y María
Natalia Ribero Orostegui comentan: "Esto porque la relación o negocio causal que
vincula a las partes en el contrato de depósito en almacenes generales de depósito,
es el depósito mismo que necesariamente debe constar en un documento, siendo este
el certificado de depósito.
Aquí se pone de manifiesto el elemento causal de este título valor sin el cual se
desvirtuaría jurídicamente y sería inexistente"(26)
Discrepamos también en este aspecto con lo dispuesto por la legislación de Colombia
y lo sustentado por los autores de este país, ya que si bien es cierto no cabe duda que
el elemento causal que vincula a las partes en un contrato de depósito es el depósito
mismo, no creemos que para que este se constituya el único camino legalmente
admisible es dejar constancia expresa de tal constitución en los títulos que al efecto
se generan.
Claramente, y pensamos que irrebatiblemente también, se puede señalar que si
depositante y depositario suscriben un documento privado y sin calidad de título valor
en el que expresamente señalen estar estableciendo una relación contractual de
depósito y consecuentemente la constitución del depósito correspondiente, la falta de
estipulación expresa en el certificado de depósito o el warrant en el sentido de que el
mismo ha quedado constituido no podrá enervar la plena validez de tal acto.
Es más en aplicación del principio de consensualidad, usualmente recogido en los
Códigos Civiles y concretamente en el artículo 1352 del Código Civil peruano, el
contrato se perfecciona por el consentimiento de las partes, así no medie suscripción
de acuerdo alguno y que duda puede caber en el caso de las operaciones en
almacenes generales de depósito que la entrega de mercancías por el depositante y
su aceptación por el depositario, aparejada por la emisión de títulos valores como el
certificado de depósito y el warrant implican una clara demostración de consenso entre
las partes para establecer una relación contractual de depósito.
Mas aún, la observancia de requisitos puntuales para la emisión de los títulos,
recogidos de manera similar por todas las legislaciones, tales como que ésta se hace
contra la entrega de la mercancía al almacén general de depósito, la especificación
de la modalidad del depósito, su plazo y el importe de la tarifa que deberá abonarse
al almacén por sus servicios, no dejan duda alguna en el sentido de la voluntad de las
partes para contratar.
Creemos, en conclusión, que el requisito en cuestión, singularmente recogido por la
legislación colombiana, es técnica y jurídicamente innecesario y no amerita de modo
alguno proponer modificación alguna de la norma nacional en tal sentido.
Valor de la mercancía.
El inciso f) del artículo 224.1 de la Ley de Títulos Valores N° 27287 establece que
tanto el certificado de depósito como el warrant deben especificar la indicación del
valor patrimonial de las mercaderías y el criterio utilizado en dicha valorización,
enunciado que podría interpretarse como que es función y responsabilidad del
almacén general de depósito valorar con cierto rigor periciallas mercancías que le
sean entregadas en almacenaje.
Sin embargo, no corresponde a estas instituciones certificar con valor oficial o de
peritaje técnico el valor de las mercancías cuya guarda les es encomendada, pues no
es esa su función, ni tienen la capacidad técnica para hacer/o.
Al respecto Cesar Vivante nos recuerda que: "El decreto francés del 26 de marzo de
1848 (arts. 4 y 5) exigía también que el certificado de depósito indicara el valor venal
de la mercadería comprobado por una pericia realizada en el día del depósito. Los
comerciantes pidieron la supresión de esta pericia que retardaba la emisión del título,
ocasionaba gastos y no servía para nada, toda vez que el valor de las mercaderías
572
Notas de Títulos Valores § 391
puede variar diariamente, ya por las alternativas del mercado, ya por las averías a que
están expuestas... semejante indicación no puede tener otro efecto que el de
perjudicar la libre apreciación de quien adquiere las mercaderías y da a préstamo
sobre ellas"(27).
Consideramos muy claro el concepto contenido en el texto citado en el párrafo anterior
y estimamos que el texto de la norma peruana debe tener la claridad suficiente como
para que su interpretación no lleve a confusiones que nos retrasarían más de un siglo
en lo que a la técnica jurídica en esta materia se refiere.
Reconocemos que es difícil llegar a ese nivel de confusión desde que en la práctica
al requerir la norma que se señalen los criterios de valorización, los almacenes
generales de depósito hacen referencia a documentos constituidos por la factura de
compra, por los documentos de importación o únicamente por la declaración del
depositante, lo que implica definitivamente que la valorización no tiene
necesariamente un rigor técnico, pero bien podría sostenerse, por el perjudicado por
una valorización incorrecta, que el almacén general de depósito no cumplió
adecuadamente con la norma vigente al valorizar deficientemente la mercancía,
exigiendo, en consecuencia, se le repare el perjuicio sufrido.
En tal sentido cabe resaltar que en la legislación comparada este requisito es recogido
con una referencia a valor aproximado o valor estimado, la que consideramos
suficiente para dejar claro el nivel y alcance de la valorización a practicarse por la
empresa almacenera.
Al respecto el artículo 6 de la Ley N° 9643 de Argentina prescribe: "Contra la entrega
de los frutos o productos depositados, la administración del respectivo almacén
expedirá a la orden del depositante un certificado de depósito y warrant referente a
aquellos, con expresión de(...) su valor aproximado..."(28).
Por su parte el artículo 1°, inciso g) de la Ley N° 19105 de Venezuela al tratar el tema
del valor de los productos almacenados indica: "Tanto el certificado de depósito como
el bono de prenda contendrán las siguientes indicaciones: (...) g) El estado actual de
los artículos depositados y su precio aproximado"(29).
Colombia, de profusa y amplia legislación sobre la materia, señala reiteradamente que
el valor consignado para las mercaderías en los certificados de depósito y warrants, a
los que reiteramos denominan bonos de prenda, es un valor estimado y en tal sentido
ya el artículo 14 del Decreto 1821 de 7 de noviembre de 1929, en su inciso 5, señalaba
que los referidos títulos deben contener entre sus indicaciones una referencia al valor
y calidad aproximados de las mercancías, criterio recogido por el artículo 759 de su
Código de Comercio y ratificado por el artículo 20 de la Resolución 666/92 la que
agrega que este valor estimado se fija de común acuerdo ente el almacén general de
depósito y el depositante.
Rubén Segal señala al respecto que las referencias a valor aproximado o a valor
estimado se refieren a lo que denomina un "valor aproximativo" el cual en su concepto"
... debe ser normal o corriente, y que en ningún caso será definitivamente vinculante
ni generador de responsabilidad para la empresa emisora o sus administradores"(30).
Consideramos sobre la base de lo expuesto en los párrafos precedentes, así como a
lo sostenido a lo largo de esta investigación, en el sentido que la función de los
almacenes generales de depósito corresponde fundamentalmente al cumplimiento de
la obligación de guarda y no al desarrollo de actividades de valorización que tengan
valor técnico o pericial, que resulta conveniente precisar en la norma sobre la materia,
tal como se hace en otros países, que el valor de las mercancías consignado tanto en
el certificado de depósito, como en el warrant, es un valor aproximado y en tal sentido
proponemos la modificación correspondiente a la norma contenida en el inciso f) del
artículo 224.1 de la Ley de Títulos Valores N° 27287.
Sistema opcionalmente unicartular.
Señalábamos anteriormente que en lo que se refiere a los títulos que por las
mercaderías almacenadas emiten los almacenes generales de depósito existen en el
mundo dos sistemas denominados unicartular y bicartular respectivamente, según sea
que se emite un solo documento tanto para acreditar y transferir propiedad como para
gravarla o dos documentos en los que uno servirá para acreditar y transferir la
propiedad y otro para establecer prenda sobre la misma, precisando que en el Perú,
al igual que en la mayor parte de países del mundo se había optado por el sistema
bicartular.
Cabe, sin embargo, hacer referencia a un supuesto tránsito a un sistema opcional
mente unicartular en mérito a lo establecido por artículo 229.3 dé la Ley de Títulos
Valores N° 27287, que prevé la posibilidad de emitir un solo título lo que también
aparece indirectamente reconocido en el texto del literal a) del artículo 224.1 de la
misma ley.
El artículo 229.3 de la Ley de Títulos Valores N° 27287 establece literalmente: "El
almacén general de depósito entregará las mercaderías depositadas, a la
presentación de ambos títulos; salvo que se haya limitado a emitir solo el certificado
de depósito o el warrant; lo que deberá constar expresamente y en forma destacada
en el único título emitido con las cláusulas: 'certificado de depósito Sin Warrant
Emitido' o 'warrant sin certificado de depósito Emitido"(31).
Del texto legal bajo comentario se entiende claramente la posibilidad teórica, también
contemplada en el artículo 2 de la derogada Ley N° 2763, de que el depositante opte
por la emisión únicamente del certificado de depósito, pues si solo deseara dejar en
adecuada custodia su mercadería y no tuviera intención alguna de gravarla a nada
conduciría que se emitiera un warrant cuya finalidad es facilitar la pignoración de los
bienes, bastando por ende con tener la certeza de poder acreditar el depósito de la
mercadería y la propiedad de los mismos, así como eventualmente transferirlos
documental mente, fines para los que basta con operar con el certificado de depósito.
No se entiende, sin embargo, la otra opción innovadoramente prevista en la norma
bajo comentario, según la cual el depositante podría optar por la emisión únicamente
del warrant dejando por tanto de lado al certificado de depósito, ya que es este último
documento el que sirve para acreditar la propiedad de la mercadería sujeta a depósito
y mal se podría pensar en la posibilidad de contar con un documento que nos permita
pignorar la mercadería constituyendo un derecho real de garantía que puede ser
objeto de diversas transferencias incluso, a partir de su segundo endoso, al portador,
sino se va a tener a la mano el documento idóneo para en su oportunidad poder
demostrar adecuada y fehacientemente la propiedad de los bienes.
Cabría entonces plantearse si habrá sido intención del legislador dejar a criterio del
depositante un tránsito del sistema bicartular al unicartular en cuyo mérito se podrá
optar por la sola emisión del warrant, caso en el que tal documento ya no solo servirá
para permitir la constitución de garantía de prenda con la mercadería, sino que
574
Notas de Títulos Valores § 393
además al haber sido el único documento emitido servirá también para acreditar la
constitución del depósito y la propiedad de los bienes.
De la investigación realizada a propósito de este análisis no hemos podido encontrar
documentación alguna que sustente adecuadamente esta innovación, ni la intención
de la misma, habiendo solo podido recoger de manera extraoficial de parte de un
miembro integrante de la comisión redactora del proyecto de la ley, la versión según
la cual la inclusión de este precepto respondía a un criterio práctico de facilitar al
depositante la negociación con los bancos comerciales para la obtención de créditos
a garantizar con la mercadería depositada, dado que, se nos señalaba, los bancos
acostumbran exigir al depositante el endoso tanto del warrant como del certificado de
depósito en garantía del crédito a otorgar, en perjuicio de los intereses del depositante
que de esta manera se veía obligado a ceder la propiedad de la mercadería, lo que
no sucedería en los casos en que por haberse emitido únicamente el warrant solo
cabrá el endoso de este y consecuentemente se limitará el endosante a constituir
prenda pero no estará en capacidad de transferir la propiedad.
Discrepamos del criterio expuesto en el párrafo anterior, pues la experiencia que
hemos acumulado en el desarrollo de nuestra actividad profesional nos ha permitido
comprobar que en la práctica no es usual encontrar casos en que se dé la supuesta
exigencia de endoso conjunto de ambos documentos a favor de la institución
financiera y por cuanto que, si ese fuera el caso, bastaría con que el banco exija al
depositante, como requisito previo al desembolso del crédito, recurrir al almacén
general de depósito para solicitar de conformidad con lo dispuesto por el artículo 229.4
de la Ley de Títulos Valores N° 27287 la emisión de ambos documentos y anulación
del warrant original, así como el posterior endoso y entrega de los mismos.
En todo caso, cabe precisar que desde nuestro punto de vista no creemos que se
haya pretendido facilitar el tránsito a un sistema optativamente unicartular, ya que si
bien es cierto a falta de otro documento el warrant podría supletoriamente utilizarse
para demostrar la constitución del depósito e incluso en determinadas circunstancias
la propiedad de la mercadería, resulta incuestionable que en ningún caso tal título
podrá servir como instrumento para facilitar la transferencia de propiedad de la
mercadería que representa, ya que su endoso por mandato de lo dispuesto en el literal
a) del artículo 231.1 de la Ley de Títulos Valores N° 27287 solo implicará la
constitución de prenda sobre la misma y como ya lo detalláramos anteriormente
constituye característica fundamental del sistema unicartular la posibilidad de endosar
el título bien sea en señal de constitución de garantía, o en señal de transferencia de
propiedad de la mercadería materia de almacenaje.
A manera de conclusión, señalaremos que estimamos se incurrió en error de técnica
legislativa en el artículo 229.3 de la Ley de Títulos Valores N° 27287 al incluir la
posibilidad de optar por la emisión únicamente del warrant y en tal sentido estimamos
pertinente se considere su modificación.
Otros aspectos formales.
Cabe agregar que, según lo dispuesto por el artículo 226 de la Ley de Títulos Valores
N° 27287, los formularios en que se emitan estos títulos serán aprobados por la
Superintendencia de Banca y Seguros, llevarán numeración correlativa y se expedirán
de la matrícula o libro talonario que al efecto llevará el almacén, norma que debemos
concordar con la Resolución SBS N° 0192001 que fija el texto uniforme de los
certificados de depósito, warrants, sus anexos y endosos estableciendo entre otros
576
Notas de Títulos Valores § 395
578
Notas de Títulos Valores § 398
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Notas de Títulos Valores § 399
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Notas de Títulos Valores § 401
V. ENDOSO
Endoso del certificado de depósito.
En el sistema doble cartular imperante en nuestro país, con la opción unicartular a que
se refiere el artículo 229.3 de la Ley de Títulos Valores N° 27287, la posesión conjunta
del certificado de depósito y del warrant implica título suficiente para disponer de la
mercancía en cualquiera de las formas permitidas por el Derecho, pero el endoso de
al menos uno de los títulos implica una diversidad de consecuencias jurídicas en cuyo
mérito las partes no podrán disponer libremente de las mercancías sino dentro de las
condiciones establecidas en la legislación sobre la materia.
María del Pilar Vilela al analizar los aspectos inherentes al endoso del certificado de
depósito y del warrant señala que: "El endoso es el acto formalmente escriturario
unilateral e incondicional, accesorio, que tiene por objeto la transmisión del título y la
legitimación de su poseedor para el ejercicio de sus derechos cartulares.
En el endoso se verifican dos actos: la firma sobre el título (en el anverso) y la entrega
del mismo al nuevo poseedor. Con el endoso surge una nueva relación cartular
autónoma.
El endosante asume una obligación frente al endosatario, la cual alcanza la obligación
cartular principal y sus accesorios (intereses y demás derechos como el de inspección,
etc.)"(36).
Consideramos conveniente agregar únicamente a lo escrito por Vilela que en el caso
del primer endoso del warrant existe un tercer acto, adicional al de la firma y al de la
entrega del título, consistente en su registro en la matrícula o libro talonario del
almacén y en el correspondiente certificado de depósito, aspecto sobre el que
incidiremos más adelante.
Conforme a lo previsto por el inciso a) del artículo 231.1 de la Ley de Títulos Valores
N° 27287 el endoso tanto del certificado de depósito como del warrant transfiere al
endosatario la libre disposición de los bienes depositados, libre disposición que, como
veremos más adelante, no enerva la obligación que debe asumir el endosatario frente
al almacén por los servicios prestados quien tendrá en todo caso el derecho de
retención previsto por ley.
El inciso c) del artículo 231.1 de la Ley de Títulos Valores N° 27287 señala que el
endoso del certificado de depósito por separado del warrant implica transferir al
endosatario el derecho de propiedad sobre las mercancías depositadas, debiendo el
adquirente respetar la prenda constituida a favor del tenedor del warrant en aquellos
casos en que tal título se hubiere emitido.
María del Pilar Vilela señala respecto al endosatario o tenedor del certificado de
depósito que este "... posee un derecho actual sobre los efectos almacenados, sin
embargo, no puede retirarlos a menos que pague el importe de la deuda garantizada
por el warrant, es decir, el ejercicio del derecho de propiedad no es pleno"(37).
Por último, en lo que se refiere al endoso del certificado de depósito separado del
warrant, el artículo 231.2 señala que este, a diferencia del caso del warrant, no
requiere ser registradp.
Endoso por separado del warrant.
Conforme a lo dispuesto por el inciso b) del artículo 231.1 de la Ley de Títulos Valores
N° 27287, el endoso del warrant por separado del certificado de depósito implica
constituir prenda a favor del endosatario sobre las mercancías depositadas y por el
valor total de las mismas, en garantía del crédito directo o indirecto que, al efecto, se
señale en el título.
La legislación nacional en concordancia con lo normado sobre la materia en la mayoría
de países y lo opinado unánimemente por la doctrina, es sumamente formalista en lo
que atañe al primer endoso del warrant, el que, a diferencia de los endosos
subsecuentes, no podrá realizarse en blanco y deberánecesariamente registrarse
tanto ante el almacén como en el correspondiente certificado de depósito.
Al efecto, el artículo 232.1 de la Ley de Títulos Valores N° 27287, establece los
requisitos formales del endoso señalando:
"El primer endoso del warrant separado del certificado de depósito que se
hubiere emitido o aun cuando tal emisión no se hubiere hecho, contendrá:
a) La fecha en la que se hace el endoso;
b) El nombre, el número del documento oficial de identidad y firma del
endosante;
c) El nombre, domicilio y firma del endosatario;
d) El monto del crédito directo y/o indirecto garantizado;
e) La fecha de vencimiento o pago del crédito garantizado, que no excederá del
plazo del depósito;
f) Los intereses que se hubieran pactado por el crédito garantizado;
g) La indicación del lugar de pago del crédito y/o, en los casos previstos por el
Artículo 53, la forma como ha de efectuarse este; y,
584
Notas de Títulos Valores § 402
586
Notas de Títulos Valores § 404
Al respecto Vilela señala que el endosatario del warrant “...es un acreedor prendario
de naturaleza especial…” (40), para agregar que tratándose el warrant de un título
valor la obligación cartular incorporada en el mismo goza de autonomía y por ende su
segundo endoso implicará una independización de la relación causal que dio origen
al primer endoso e incluso en caso de nulidad del contrato principal el warrant
endosado por segunda vez no correrá tal suerte, todo lo que la lleva a afirmar que en
el caso de endoso de warrant “No se trata de una simple garantía prendaria, sino más
bien de un derecho real incorporado en un título lo cual es muy diferente” (41).
Resulta claro que el endoso del warrant implica constituir garantía con la mercadería
depositada por un crédito otorgado, constituyéndose de esta manera, de una forma
particularmente sencilla, un derecho de prenda que si bien es cierto contiene rasgos
comunes y hasta cierta regulación normativa similar a la prenda civil, también tiene
sus propias y diferenciadoras características e incluso su propio proceso de ejecución
que nos llevan a concluir que se trata de una figura distinta de la garantía prevista por
el Código Civil.
Resulta fundamental a estas alturas de nuestro análisis y a fin de preservar en el
desarrollo de nuestra argumentación el reconocimiento a la naturaleza base de esta
garantía, señalar que el mas claro denominador común entre la prenda civil y la prenda
por endoso de warrant es que ambas se deben reconocer como Derechos Reales de
Garantía.
En lo que se refiere a la Doctrina Internacional Frávega y Piendibene basándose en
textos de autores como Colombres Garmendia, Cámara, Hemard, Magariños Torres,
Zavala Rodríguez, Fernández y Gómez Leo, entre otros, plantean que no
necesariamente toda garantía real sobre un bien mueble o un crédito debe ser
calificada como prenda, en el sentido del Derecho Civil, e incluso podría tal garantía
tener una propia denominación que no incluya el vocablo prenda y no por eso dejar
de ser un derecho real, por cuanto que la prenda civil no es comúnmente usada en
aquellos casos en que la exigencia de la missio in possesionem entrega del bien
resulta inconveniente y hasta inaplicable, razón por la que la doctrina moderna
reconoce tres clases diferentes de prenda, cuales son la prenda común o con
desplazamiento, la prenda sin desplazamiento y la prenda por endoso de warrant, o
prenda en almacenes generales de depósito (42).
Entrega del bien prendado.
Creemos que con lo expuesto queda clara la diferencia de naturaleza entre la prenda
civil y la prenda por endoso de warrant, ya que resulta evidente que ciertas
características principales de la primera no se dan en la segunda, características entre
las que cabe resaltar, en primer lugar la relativa a la entrega de la cosa dada en
prenda.
Al respecto, cabe señalar que los artículos 1055 y 1058, inciso 2, del Código Civil
vigente establecen con meridiana claridad que la prenda se constituye con la entrega
física o jurídica del bien pignorado, sin cuyo requisito no tendrá validez, asignando de
esta manera al desplazamiento del bien el carácter de principal garantía.
Es el caso que en materia de constitución de prenda por endoso de warrant, resulta
principio básico y requisito fundamental que el bien prendado no sea entregado al
acreedor o a quien aquel designe, sino que este se conserve en poder del almacén
general de depósito, a quien no se entrega la posesión del bien por el hecho de la
constitución de la prenda, pues ya la tenía en mérito al contrato de depósito y la
588
Notas de Títulos Valores § 407
aduanero" como que las mercancías se encuentran grabadas con prenda legal a favor
del fisco, en garantía del pago de los tributos pertinentes a su Despacho y que por
tanto no se trata de mercancías de libre disposición mientras no se efectúe tal pago o
se garantice en caso de reclamación.
Conforme a lo dispuesto por el artículo 20 del Reglamento de Almacenes Aduaneros,
Decreto Supremo N° 08-95-EF, los warrants que se expidan en lo relativo a
mercancías que se encuentren en régimen de depósito aduanero deberán tener un
plazo de vigencia inferior, por lo menos en 45 días, al plazo otorgado para el régimen
de depósito por la Intendencia de Aduana, norma que tiene como finalidad posibilitar
la realización de la prenda antes del vencimiento del régimen de depósito y, la caída
en abandono de la mercancía que implicaría su transferencia en propiedad a Aduanas.
En caso de remate de las mercancías sujetas a warrant, conforme al procedimiento
que analizaremos más adelante, será de cargo del adquirente el monto de los
derechos y demás gravámenes que afecten su importación.
Finalmente, cabe indicar que el remate de la mercadería sujeta a warrant no faculta al
adquirente de la misma, ni al almacén, para el levante de la mercancía el que solo
procederá previa autorización de Aduanas.
Una de las figuras novedosas consagradas en la nueva Ley de Títulos Valores es la
contenida en su artículo 231.3, relativo al endoso del warrant en procuración y según
el que se podrá endosar el warrant consignando la cláusula "Para Embarque" u otra
equivalente por tenedor del mismo distinto al depositante, agente almacén general de
depósito o cargador, para embarcar la mercancía con fines de comercio exterior, lo
que implicará que el almacén mantendrá la responsabilidad por la misma en tanto no
se expida el correspondiente documento de embarque.
Esta norma permitirá ordenar el aspecto relativo a responsabilidades por la pérdida o
deterioro de mercancías, que venía produciendo muchos problemas pues las
empresas almaceneras liberaban los warrants en el local de sus depósitos o
almacenes de campo produciéndose una situación de desprotección en el lapso
comprendido entre ese momento y el del embarque efectivo de la mercancía, cuya
responsabilidad, por razones de orden legalista mas no necesariamente de justicia,
se imputaba a los Agentes de Aduana.
El inciso c) del artículo 11 del Reglamento de los almacenes generales de depósito,
Resolución SBS N° 040-2002, establece al respecto que el almacén general de
depósito debe contratar un seguro que cubra los riesgos derivados del transporte de
los bienes desde el momento de su salida del almacén hasta el de expedición del
correspondiente documento de embarque, salvo que el depositante, el agente o el
cargador cuente con un seguro que a criterio del almacén cubra adecuadamente los
riesgos del transporte, caso en el que tal póliza necesariamente deberá endosarse a
favor del almacén general de depósito, agregando que es prerrogativa del almacén
adoptar por cuenta del depositante otras medidas de seguridad y aceptar la elección
del agente o cargador, cuando dicha elección no la efectúe el mismo almacén, todo
ello atendiendo a la responsabilidad que por ley debe asumir el almacén general de
depósito.
Warrant insumo producto.
Cabe destacar también entre las novedades de la Ley de Títulos Valores N° 27287,
las relativas al warrant insumo-producto, por el que, según el artículo 225 de la norma,
para el caso de los almacenes de campo se podrá sustituir los bienes almacenados
590
Notas de Títulos Valores § 409
por otros a los que se les haya incorporado los originalmente depositados, mejorando
su valor patrimonial, caso en el que se podrá sustituir el warrant original por otro que
exprese el nuevo valor patrimonial de los bienes depositados.
El warrant insumo producto, conocido en otros países como warrant sobre mercadería
en proceso, introduce sin duda una posibilidad muy interesante de aplicar los
mecanismos del warrant a procesos productivos y forma parte de una diversidad de
modelos o variables de warrant, como el warrant bajo proceso de distribución y el
warrant en tránsito y que genéricamente se agrupan en una categoría que algunos
sectores de la doctrina denominan de warrants bajo proceso dinámico.
La principal ventaja de esta modalidad de warrant, radica en que al posibilitar la
realización de un proceso productivo, se está superando el antiguo concepto de la
mercadería "congelada" en mérito al régimen de almacenaje a que ha sido sometida,
ya que en esencia se debe entender que la obligación de guarda del almacén general
de depósito no consiste necesariamente en ocultar o sacar de circulación un bien, sino
que trata del deber de la empresa almacenera de velar por la seguridad de la
mercadería y consecuentemente de la conservación del adecuado respaldo de la
garantía pignoraticia otorgada a quién concedió el crédito, seguridad de la mercadería
que se mantiene con las atribuciones de vigilancia y control que se otorgan al almacén
y respaldo de garantía que no solo se ve adecuadamente protegido, sino que incluso
au mentado, al requerirse necesariamente el incremento del valor patrimonial del bien
sujeto a transformación.
Esta "novísima" figura de nuestra legislación en realidad resulta ser de antigua data
en otros países, así como también en el desarrollo doctrinario sobre la materia,
Fernando Frávega y Luis Piendibene definen al warrant insumo producto, que ellos
denominan "En Transformación" como: "... aquel warrant que se relaciona con la
mercadería que, por encontrarse en una planta industrial, se incorpora a un proceso
de transformación que posibilita el sostenimiento del valor del crédito mobiliario
originario en equivalencia con el resguardo crediticio al que se refiere el producto
terminado o elaborado"(45).
El warrant insumo producto, implica el reconocimiento de la posibilidad de constituir
en depósito materias primas con la intención predeterminada de destinarlas durante
el lapso de su almacenaje a un proceso de elaboración o transformación que culmine
en un producto terminado, diferente, mejorado y con mayor valor patrimonial al
inicialmente depositado, en aras de facilitar al depositante el pago del crédito obtenido,
mediante la pignoración de la materia prima, lo que solo podrá lograrse con la venta
del producto final.
Al respecto el autor colombiano José Mira Velásquez señala: "A sabiendas de que las
materias primas son necesarias para la elaboración del producto terminado y solo la
venta del mismo genera los recursos necesarios para el pago liberatorio de la prenda,
la ley permite la constitución de depósitos sobre productos en transformación a fin de
que el uso de la materia prima pignorada no obligue a su previa liberación porque
existe el producto terminado a consecuencia de la transformación de aquella y quien
le sustituye en la garantía prendaria"(46) .
Atendiendo a que la legislación vigente y la doctrina sobre la materia, coinciden en
estimar que la garantía prendaria, constituida por el endoso del warrant, se extenderá
necesariamente al producto terminado, debemos concluir que la garantía que
establece el warrant insumo producto para el acreedor, no recae sobre un bien
determinado, sino sobre uno por determinar dado que puede ser sujeto a
transformación, dándole a la garantía una dinamicidad que solo se detendrá en caso
de ejecución del título, ya que recién en esta circunstancia se podrá determinar de
manera indubitable las características finales del bien prendado.
(…)
Conforme a lo dispuesto por el artículo 225 de la Ley de Títulos Valores N° 27287, el
warrant insumo producto solo resultará aplicable al caso de mercadería depositada en
almacenes de campo.
No alcanzamos a entender las razones de tal limitación, ya que queda claro del texto
de los numerales 225.2 y 225.3 de la Ley de Títulos Valores N° 27287, que el proceso
de transformación de la mercadería no se llevará a cabo en el local del mismo almacén
donde originalmente se depositó la misma, sino que esta saldrá de tal locación para
ser transformada en otro lugar y luego reingresará al almacén de origen el producto
transformado, todo bajo control del depositario, por lo que consideramos que si los
bienes necesariamente serán extraídos del depósito resulta irrelevante que este se
haya constituido en un almacén de campo o en un almacén regular, pues en ambos
casos la materia prima será retirada y el nuevo producto será ingresado, no existiendo
razón que justifique la discriminación por tipo de almacén.
En tal sentido podemos afirmar que luego de la investigación hecha al respecto sobre
la legislación comparada y doctrina de la materia, podemos concluir que esta es una
disposición que solo se da en nuestro país y no encontrando justificación razonable al
respecto sugerimos su modificación a fin de posibilitar que el mecanismo del warrant
insumo producto pueda aplicarse tanto a la mercadería almacenada en el régimen
convencional como en el de almacén de campo.
Mas aún y a manera de conclusión sobre este tema, cabe señalar que la propia
Superintendencia de Banca y Seguros del Perú al aprobar los formularios que deberán
ser utilizados para la emisión de certificados de depósito y warrants aplicables al
régimen de warrant Insumo producto, mediante Resolución SBS N° 019-2001 ,
establece bajo el rubro "modalidad de depósito" la necesidad de indicar si se trata de
"almacén propio o de campo", lo que a la luz de la lógica, doctrina y técnica resulta
admisible pero se contrapone a la legislación sobre la materia por lo que debería
propiciarse su modificación, aunque en puridad, por el mérito de lo expuesto en los
párrafos anteriores, lo que realmente debería procurarse es la modificación legislativa
que permita constituir el régimen de warrant insumo producto tanto en almacenes de
campo como en almacenes propios del almacén general de depósito.
Warrant de mercadería en tránsito.
La posibilidad de emitir o mantener warrants sobre mercaderías que son objeto de
traslado no está contemplada en la Ley de Títulos Valores, pero está regulada por el
artículo 11 del Reglamento de los almacenes generales de depósito, Resolución SBS
N° 040-2002, figura que es reconocida por la doctrina y la legislación de otros países.
Frávega y Piendibene, ante el hecho de que la legislación argentina, no contempla
esta figura, sostienen una teoría interesante señalando: "Aunque nuestro régimen
jurídico no lo contempla específicamente, cabe apuntar que tampoco lo prohíbe. Mas
allá de ello, debe tenerse en cuenta que el warrant se refiere ineludiblemente a bienes
muebles que, en cuanto tales, llevan ínsita la posibilidad de ser transportados de un
sitio a otro. Desde este punto de vista no cabe dudar acerca de la viabilidad, en tanto
fueran objeto de su depósito y flete..."(50).
592
Notas de Títulos Valores § 411
(…).
Queda sin embargo por comentar lo relativo a la liberación de mercancías cuando el
último tenedor del warrant sea una empresa del sistema financiero, caso en que,
excediendo lo previsto en la Ley de Títulos Valores, el Reglamento de los almacenes
generales de depósito, Resolución SBS N° 040-2002, establece en su artículo 13 que
cabrá la liberación parcial de bienes siempre que la empresa financiera tenedora del
warrant autorice por escrito al almacén general de depósito para hacerlo, detallando
las características y valor patrimonial de los bienes a ser liberados parcialmente, así
como cualquier otra información que resulte necesaria para llenar los rubros relativos
a retiro de bienes consignados en los correspondientes títulos y sus anexos.
En lo que se refiere a la liberación total de bienes por la cancelación también total del
crédito representado por el warrant, siempre tratándose de que el último tenedor del
warrant sea una empresa del sistema financiero, el artículo 15 del referido Reglamento
de los almacenes generales de depósito, establece que los almacenes generales de
depósito podrán aceptar en sustitución del warrant una autorización escrita del
endosatario del mismo, la que tendrá la validez a que se refiere el numeral 3 del
artículo 17 de la Ley de Títulos Valores, es decir, la validez de las microformas que
remplazan a los Títulos Valores cancelados y destruidos por su último tenedor
empresa del sistema financiero nacional. Este documento debe indicar las
características y valor patrimonial de los bienes a ser liberados, así como, bajo firma
de los funcionarios autorizados de la correspondiente empresa del sistema financiero,
la declaración expresa de la liberación y extinción de la garantía constituida por el
warrant.
Consideramos criticable las normas antes comentadas, no solamente porque vía
reglamento se está superando lo previsto en la ley de la materia, sino por cuanto que
permitir que un documento emitido por una empresa del sistema financiero altere o dé
por terminada la circulación del warrant, atenta contra su esencia y contra la seguridad
que debe en todo caso significar ser el poseedor de un warrant, sobre todo atendiendo
a que sus endosos, a partir del segundo, pueden hacerse en blanco y no es obligatoria
su inscripción y por ende siempre debe exigirse la presentación del título para liberar
la mercadería, al margen de quien haya sido su último tenedor, que como reiteramos
podría no haber formalizado su inscripción ante el almacén.
En todo caso, cabe señalar que la norma bajo comentario, en concordancia con lo
dispuesto por el artículo 172 de la Ley N° 26702, para el caso de la liberación de
mercadería con entrega del warrant o del documento que lo sustituye a que nos hemos
venido refiriendo exige, para los casos en que el último tenedor haya sido una empresa
del sistema financiero, que el almacén general de depósito verifique el consentimiento
expreso de liberación de la garantía otorgado por funcionarios autorizados de la
empresa del sistema financiero correspondiente.
Conforme a lo dispuesto por el artículo 236.1 de la Ley de Títulos Valores N° 27287,
el tenedor del certificado de depósito, previo acuerdo de condiciones con el tenedor
del warrant, podrá pagar el crédito representado por este antes de la fecha de
vencimiento señalada en el título.
Cabe indicar, de conformidad con lo previsto en el artículo 236.2 de la Ley de Títulos
Valores N° 27287, que si el tenedor del warrant no fuese conocido o no estuviere de
acuerdo con el pago anticipado, se podrá optar por consignar el importe del warrant
ante la administración del almacén, conforme al valor fijado en el primer endoso
registrado, caso en que se podrá liberar la mercadería y entregársela al tenedor del
594
Notas de Títulos Valores § 412
certificado de depósito, salvo que el último tenedor registrado del warrant sea una
empresa del sistema financiero nacional, caso en el que a tenor de lo dispuesto por el
artículo 236.3 de la misma ley, se requerirá su expreso consentimiento o el depósito
ante el almacén del valor total de la mercancía según lo expresado en el título
pertinente, norma que entendemos responde a los principios fundamentales de ahorro
público consagrados en la Ley General del Sistema Financiero y del Sistema de
Seguros y Orgánica de la Superintendencia de Banca y Seguros N° 26702.
El mismo procedimiento detallado en los párrafos anteriores resultará aplicable,
transcurridos 15 días posteriores al vencimiento del crédito garantizado, al caso en
que el tenedor del warrant fuese desconocido, se negara a recibir el pago o a devolver
el warrant.
En todo caso, cabe agregar, que el artículo 236.2 de la Ley de Títulos Valores N°
27287, incurre en error de concepto al referirse a la consignación del importe del
warrant, ya que debió referirse al importe del crédito garantizado con el endoso del
warrant para de este modo diferenciarse con mayor claridad del caso previsto en el
numeral 236.3 de la misma norma y principalmente por cuanto que en esencia el
warrant no tiene importe, razón por la que sugerimos la correspondiente modificación
de la norma.
596
Notas de Títulos Valores § 414
Cabe agregar que para el caso de que el producto de la venta forzosa no cubriere la
deuda garantizada por el warrant, el almacén, conforme a lo previsto por el artículo
235 de la Ley de Títulos Valores, devolverá el título al tenedor del mismo consignando
el monto pagado a cuenta, quien por el saldo tendrá acción cambiaria contra el primer
endosante, norma aplicable además al caso de que el seguro que cubra la mercadería
siniestrada resultare insuficiente, la misma que se deberá ejercer conforme a lo
dispuesto en el artículo 235.3 de la referida ley.
Medidas cautelares.
Otra de las innovaciones de la Ley de Títulos Valores N° 27287 es lo relativo a la
aplicación de medidas cautelares o embargos, caso en el que el artículo 234.3 de esta
ley establece que deberán dirigirse contra los títulos respectivos, careciendo de
eficacia si se dictan directamente sobre las mercancías representadas por certificados
de depósito o warrants.
La norma en cuestión resulta oportuna y atinada y resuelve el problema, que con cierta
frecuencia se suscitaba, cuando acreedores diversos del depositante pretendían
extraer la mercancía almacenada amparados en resoluciones judiciales y al margen
de los derechos preferenciales que amparan al acreedor prendario, amén del derecho
de retención que asiste al almacén.
Resulta evidente que al tener que dirigirse la medida a los títulos de certificado de
depósito o warrant, no cabrá posibilidad alguna de pretender la extracción de los
bienes y el derecho del acreedor se observará de conformidad con la anotación que
haga al respecto el almacén en su registro, conforme a la prelación de acreencias
prevista por ley y siempre que el tenedor del título sea la persona afectada por la
medida dispuesta por el órgano jurisdiccional.
Aplicación de normas sobre procesos concursales.
En cuanto a la aplicación de las normas sobre procesos concursales, el artículo 233.4
de la Ley de Títulos Valores N° 27287 establece que la venta forzosa se suspenderá
por el estado de insolvencia declarado de acuerdo a la ley de la materia, salvo
excepción prevista por ley, constituyendo una primera excepción la prevista en el
numeral 8 del artículo 132 de la Ley General del Sistema Financiero y del Sistema de
Seguros y Orgánica de la Superintendencia de Banca y Seguros N° 26702, que
garantiza la ejecución del warrant, aun en caso de Procesos Concursales, para el caso
de que este garantice obligaciones con empresas del sistema financiero, en aplicación
de los principios inherentes a la atenuación de riesgos para el ahorrista.
Consideramos adecuada la excepción prevista en la Ley General del Sistema
Financiero y del Sistema de Seguros y Orgánica de la Superintendencia de Banca y
Seguros N° 26702, pues en definitiva se debe cautelar la seguridad del ahorrista,
resultando incuestionable su aplicabilidad, conforme a lo dispuesto por el artículo 14.1
de la Ley General del Sistema Concursal N° 27809, pues según reiterada
interpretación deI INDECOPI, este es justamente un caso de patrimonio excluido del
concurso en aplicación de la normatividad contenida en leyes especiales.
Finalmente, en lo que se refiere a la aplicación de normas sobre procesos concursales,
consideramos pertinente señalar que la referencia hecha en el literal a) del artículo
233.4 de la Ley de Títulos Valores N° 27287 al "estado de insolvencia declarado según
la ley de la materia" debe entenderse como el "marco de protección del patrimonio
declarado en procesos concursales según la ley de la materia", ya que en todo proceso
598
Notas de Títulos Valores § 416
CAPÍTULO 3
LOS TÍTULOS DEL TRANSPORTE
(CONOCIMIENTO DE EMBARQUE Y CARTAS DE PORTE1)
SUMARIO: I. GENERALIDADES.— 417. Planteamiento. 418. Antecedentes del
conocimiento de embarque. 419. Antecedentes de la carta de porte. 420. Concepto
de conocimiento de embarque. 421. Concepto de carta porte. II. PARTES
INTERVINIENTES.— 422. Porteador o transportador. 423. Cargador o remitente.
424. Destinatario, consignatario, tomador y/o beneficiario. III. ELEMENTOS O
CONTENIDO.— 425. Elementos personales. 426. Elementos reales. 427. Elementos
relativos a la prestación del porteador. IV. EMISIÓN (LEY DE CIRCULACIÓN).—
428. Nominativos. 429. A la orden. 430. Al portador. V. FUNCIONES.— 431. Función
probatoria. 432. Función representativa. 433. Función económica. VI. EL
DOCUMENTO DE TRANSPORTE MULTIMODAL NEGOCIABLE.
I. GENERALIDADES
Planteamiento.
Cuando hablamos del Conocimiento de Embarque y de la Carta Porte es usual pensar
en documentos que tienen relación con el traslado de mercancías desde un punto de
origen a otro de destino, vale decir, documentos que se emplean esencialmente en el
comercio de mercancías; es en este momento en que debemos identificar a cada uno
por el medio de transporte utilizado, ya sea marítimo, lacustre o fluvial para el
Conocimiento de Embarque y por vía aérea o terrestre para la Carta de Porte.
La globalización y economía de los mercados vienen revolucionando los medios
jurídicos, vale decir que como siempre la costumbre es fuente de inspiración de las
normas.
Como en la anterior Ley de Títulos Valores solo se podía considerar como tífulos
valores a aquellos regulados expresamente por dicha Ley; los demás quedaban al
margen como el Conocimiento de Embarque y la Carta de Porte, por lo que se afirma
primó el principio numerus clausus; en la vigente Ley de Títulos Valores, el actual
legislador, ha recogido el principio del numerus apertus.
Ambos documentos venían hasta la dación de la nueva Ley de Títulos Valores, siendo
utilizados como títulos valores especiales porque una vez más la operatividad y el
manejo de las actividades comerciales y sobre todo la necesidad superaron a la norma
vigente. Lo único que ha hecho esta nueva Ley es recoger y legalizar lo que en la
práctica ya se estaba ejerciendo.
Es preciso mencionar que desde el 17 de octubre del 2000 fecha en que entra en
vigencia la Ley de Títulos Valores, Ley N° 27287, estos documentos son considerados
1 Inserto textualmente a continuación, como material de estudio correspondiente a este Capítulo (con
excepción de la última sección, destinada al documento del transporte multimodal negociable), la mayor
parte del trabajo de ORMEÑO MALONE, Mercedes; “Del conocimiento de embarque y la carta de porte”,
en MONTOYA ALBERTI, Hernando (Coord.) ET AL.; Tratado de Derecho Mercantil. Tomo II: Títulos
Valores, Gaceta Jurídica, Lima, 2004, pp. 533-555. He omitido las citas y he cambiado la estructura de
títulos y apartados conforme al modelo que he venido siguiendo en este material.
— 601 —
§ 417 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
títulos valores, si bien es cierto anteriormente eran reconocidos como tales por la
misma costumbre, necesidad, imaginación y circulación; sin embargo, legalmente
nunca tuvieron dicha jerarquía.
Como sabemos de la lectura de los artículos pertinentes de la nueva Ley de Títulos
Valores, se trata de dos instrumentos similares consistiendo la principal diferencia
entre ambos la forma de transporte utilizado para trasladar las mercaderías, teniendo
variables solo en características y formalidades.
Tienen también estrecha vinculación con el Contrato de Transporte de Mercaderías
como el documento que prueba la formalización, detallándose las condiciones y
términos, los derechos y obligaciones de los intervinientes; así mismo, la recepción de
los bienes objeto de transporte por parte del porteador o transportador. Otorgándoles
la calidad de título valor al representar a las mercaderías en tránsito.
Siendo la Carta Porte y el Conocimiento de Embarque documentos vinculados al
transporte, es preciso definir algunos conceptos importantes sobre el transporte antes
de introducirnos al tema central que nos ocupa.
Analizaremos una serie de conceptos como transporte, contrato de transporte,
transporte multimodal, títulos valores, a fin de hacer más sencillo el estudio de la
materia; a continuación haremos una descripción de los diferentes conceptos de
Conocimiento de Embarque y de Carta de Porte, porque lo que se refiere a los
elementos, emisión y funciones lo haremos en común a fin de evitar una repetición de
los temas llegando así a las conclusiones al respecto.
1. Transporte
(…)
2. Contrato de transporte
El contrato de transporte es el acuerdo de voluntades (consenso) en virtud del cual
una persona natural o jurídica, llamada transportador-empresario, se obliga a trasladar
a una persona o cosa determinada, o a ambos, en condiciones que garanticen su
salud e integridad según sea el caso, a un lugar predeterminado, a cambio de una
retribución en dinero denominada tarifa, precio o flete y a través de un determinado
medio o medios de transporte pactados.
Es un contrato celebrado por adhesión a cláusulas generales de contratación.
Es de naturaleza jurídica-privada aun cuando en ocasiones, parte de su contenido se
establezca por disposiciones público-administrativas.
Por lo tanto, no se trata tan solo de una prestación de servicios o realizar una actividad;
se precisa que tal actividad obtenga ineludiblemente un resultado: el transporte.
3. Transporte multimodal
El transporte multimodal es un término muy utilizado en el transporte de carga, pero
que también puede utilizarse en el transporte de pasajeros para denominar al
movimiento de personas entre su origen y destino final, implicando la utilización de
diferentes modos de transporte, como por ejemplo: autopistas, marítimo y ferroviario.
La responsabilidad de toda la operación integrada recae en una sola persona.
Su antecedente es el transporte intermodal el cual consiste en la combinación por
parte del usuario de distintos modos de traslado, contratando los diferentes
transportes unilateralmente.
602
Notas de Títulos Valores § 418
Por lo tanto, al realizarse el traslado de una misma mercancía por diversos medios de
transporte se tendrán tantos contratos como convenios puedan ser individualizados
automáticamente. El desplazamiento consiguiente a todo traslado no vincula ni
entrelaza los derechos y obligaciones individuales de cada porteador, pues sus
respectivos contratos son independientes entre sí. En cambio, cuando una misma
persona, distinta de los diversos transportistas (aunque pudiera ser uno de ellos), se
encarga de unir los resultados y las consecuencias jurídicas de cada medio de
transporte a través de un solo título, se tendrá el llamado transporte sucesivo mediante
un único título de transporte.
A su vez, ese mismo transporte mixto o combinado (es decir, el realizado por dos o
más medios diferentes de traslación) puede llegar a conformar un transporte
multimodal cuando resulte una sola operación jurídica continuada y complemente in
totum las siguientes condiciones:
1) Se concierte como una sola operación fáctica.
2) Se emita un solo documento de porte por toda la operación, aplicándosele una sola
tarifa.
3) Una sola persona asuma la responsabilidad por todo el transporte, sin perjuicio de
extenderla a otras más.
En suma aunque el transporte multimodal se aplica, preferentemente, a la carga
unitarizada en contenedores, puede darse también con cargas fraccionadas o surtidas
y, aun, aunque en menor escala, con cargas a granel trasladadas por medio de
buques, aeronaves, camiones, ferrocarriles y ductos, destacándose siempre la
reducción de la documentación y de la tramitación aduanera en razón de emitirse un
solo documento.
En conclusión la aplicación del transporte multimodal permite:
1) Disminuir costos de los pasajes o fletes.
2) Reducir formalidades y burocracia.
3) Agiliza todo el traslado.
4) Se puede llegar a un número mayor de usuarios.
(…)
Antecedentes del conocimiento de embarque.
En la antigüedad este documento no era necesario ya que generalmente el naviero,
armador, capitán y propietario de las mercancías eran una sola persona con lo que
las mercancías eran acompañadas por el comerciante; es por esto que todavía no se
veía la necesidad del uso de un instrumento como el Conocimiento de Embarque.
Recién con el desarrollo del comercio marítimo, el aumento de las diferentes
actividades comerciales, aumento de capacidad de las embarcaciones, desarrollo de
empresas navieras, así como el nacimiento del transporte de carga propiamente dicho
(es cuando el propietario deja de viajar con sus mercaderías encargando la custodia
y transporte a un tercero-porteador) obligó previo a la existencia y evolución de otros
documentos, al nacimiento del Conocimiento de Embarque.
Si bien no existe acuerdo sobre la fecha en que por primera vez el conocimiento, como
tal, se menciona en una ley sí parece que su primera regulación con cierto detalle se
contiene en la Ordennance touchant la Marine de 1681.
El Conocimiento de Embarque data del año 1737 en donde las Ordenanzas de Bilbao
reglamentaban el uso de este título valor. Este documento que era la mayor legislación
marítima en la península ibérica lo definía del siguiente modo: "El conocimiento es una
obligación particular que un capitán o maestro de navío otorga por medio de su firma,
a favor de un negociante que ha cargado en sus navíos alguna mercadería u otras
cosas para lIevarlas de un puerto a otro, constituyéndose a entregarlas a la persona
que se expresó en el conocimiento que a su orden o a la del cargador por el flete
concertado antes de cargarse"(2):
Durante la evolución del Conocimiento de Embarque, comenzó a generalizarse la
utilización de documentos para formalizar el contrato de transporte y, a su vez, dejar
constancia escrita de la puesta a bordo de la carga, así como también de las
condiciones, cantidad y calidad de las cosas embarcadas.
No solo vemos el origen del Conocimiento de Embarque en las Ordenanzas de Bilbao
sino también en los instrumentos utilizados por los navieros de la época, en el siglo
XIII por ejemplo: El cartolario "Cartulario: palabra proveniente del latín Chartularium,
de Chartula, escritura pública. Es decir, el manifiesto de carga en su primera
acepción"(3) que era un cuaderno el cual se utilizaba para anotar todas las mercancías
cargadas a la nave. Durante esta época se percibe que los comerciantes cuentan ya
con representantes en el destino y ya no es necesario la usual compañía de antes,
factores como este llevan a la creación del Cartolario.
Estatutos de la época como Tablas de Amalfi, Estatuto de Marsella, Ordenanza de
Aragón y Consulado del Mar, dan fe de la existencia del cartulario. Normalmente, era
un oficial llamado "escribano" (personas dotadas de funciones notariales otorgando fe
pública a sus anotaciones) el encargado de anotar tal cual lo indica los comerciantes
o clientes que mandaban mercancías. Luego, fue el capitán del mismo barco quien se
encargó de esta tarea. De esta manera, el mismo capitán tomaba la responsabilidad
de transportar la mercancía y entregarla al destinatario señalado en la carta.
Los comerciantes adquirieron la costumbre durante los siglos XV y XVI de mandar lo
que se llamaba una "carta de aviso" al destinatario detallando la mercancía, pero que
no legitimaba a la persona frente al porteador a recoger el envío, lo cual a veces podía
causar problemas debido al fraude. Esto se explica por qué el recibo o carta de aviso
quedaba en las manos de los expedidores o cargadores, éstos lo hacían del
conocimiento de los consignatarios a través de guías, muy parecidas a las utilizadas
en el transporte terrestre, los que se prestaban fácilmente para hacer fraudes a los
terceros, por lo que se tuvo que combinar ambos, con lo que nació el Conocimiento
de Embarque.
También durante el siglo XVI, época de los grandes descubrimientos, era costumbre
el uso de simples recibos de las mercancías. Estamos hablando desde el
Descubrimiento de América en 1492 hasta 1590.
Fue así como alrededor del siglo XVII, se produjo una fusión entre el documento del
escribano y el del capitán con las cartas de aviso que el cargador remitía al destinatario
y que dio como resultado el actual título de transporte circulante.
A partir de ese momento además de la función probatoria inicial, se articuló la función
legitimatoria del Conocimiento de Embarque; para luego a finales de siglo XVII nacer
el principio de representatividad del conocimiento de embarque, posibilitando así la
transacción de las mercaderías sobre la base del documento al que se agrega la
604
Notas de Títulos Valores § 419
cláusula a la orden, pero esta característica fue debatida durante los siglos XVII y
XVIII.
Con la presencia del incremento del comercio mundial durante el siglo XIX, el
Conocimiento de Embarque adquiere fuerza como nunca antes en la historia. La
misma revolución industrial que lleva al crecimiento del comercio, obliga a este título
estar presente en las propias leyes prueba de ello es el Código de Napoleón.
Se logra un consenso en la adopción de las Reglas de La Haya a través del Convenio
Internacional de Bruselas para la Unificación de Ciertas Reglas en Materia de
Conocimientos de Embarque, del 24 de agosto de 1924 entre otras. Con este
documento ya se constata esfuerzos internacionales para unificar esta legislación que
hasta la fecha se están realizando.
A partir de fines del siglo pasado se está tratando de unificar internacionalmente este
documento para lograr un mayor beneficio para ambas partes, es decir el transportista
y el cliente. Hoy en día nadie discute la importancia del Conocimiento de Embarque.
A pesar de la peculiar naturaleza jurídica del Conocimiento de Embarque y debido a
la gran velocidad con que avanza la tecnología en la comunicación electrónica que
vienen siendo utilizados en el sector marítimo, integrándola así a la negociación rápida
que caracteriza al transporte marítimo se espera que en un futuro próximo pueda llegar
a ser sustituido por medios electrónicos para lo cual ha forzado a las organizaciones
internacionales, gubernamentales y no gubernamentales a estudiar la idea de
implementar reglas que regulen la documentación de transmisión de datos por vía
electrónica. Sin embargo, diversos autores son de la opinión que el hecho de que sea
requerida la tenencia legítima del Conocimiento de Embarque para obtener la
mercancía del porteador o transportista en el puerto de destino, hace muy difícil un
reemplazo por tal procedimiento electrónico.
Antecedentes de la carta de porte.
La Carta de Porte era una carta que enviaba el cargador también llamado remitente,
dueño de la mercancía, al destinatario o beneficiario. Esta carta la expide el cargador
dándosela al transportista, después ésta es entregada al destinatario como
comprobante de la mercancía.
La Carta de Porte tuvo su origen en las costumbres de los comerciantes de Italia
durante la Edad Media. Paralelamente se propagó su uso por el sur de Francia y
España. En sus inicios eran los transportistas lo más interesados en contar con un
instrumento que los ayudara a descargar las mercancías en conformidad; es decir,
originalmente la Carta Porte era pues un documento unilateral; redactado solo por el
remitente, quien entregaba al porteador juntamente con los efectos transportados, en
forma de papeleta o carta abierta; vale decir, una relación o lista detallada de los
objetos a transportar.
La Carta contenía las condiciones del contrato, detallaba la mercadería, señalaba la
procedencia y el destino, las personas intervinientes, y las condiciones de entrega.
Con este documento el destinatario podía comprobar que su carga lo recibía
conforme.
Posteriormente, con el crecimiento del comercio y sus complicaciones se comenzó a
emitir dos o hasta tres ejemplares del documento para que todas las partes
intervinientes dentro del contrato contaran con su sustento; es decir, una constancia.
La Carta se llamaba en ese entonces Lettre de Voiture (carta de carro). A la vez se le
606
Notas de Títulos Valores § 420
608
Notas de Títulos Valores § 421
El autor concluye que la carta de porte “no es elemento constitutivo del contrato. Se
reduce a elemento probatorio, pero de carácter privilegiado para cargador y
porteador”3.
Rodrigo Uría señala que "... la Carta de Porte, aparte de ser un documento probatorio
del contrato, es también título de tradición o representativo de las mercaderías
transportadas, que permite disponer de ellas durante el transporte trasmitiendo todos
los derechos sobre las mismas mediante la circulación del documento, autorice para
extender la carta en forma nominativa, a la orden o al portador, y... el canje de este
título por el objeto porteado, como acto final de cumplimiento del contrato que cancela
las respectivas obligaciones y derechos de las partes".
"En la práctica, el Contrato de Transporte da lugar a la expedición de un documento
denominado Carta de Porte, por cuyo contenido se decidirán las contestaciones que
ocurran sobre su ejecución y cumplimiento, sin admitir más excepciones que las de
falsedad y error material en su redacción, debiendo estarse en su defecto al resultado
de las pruebas jurídicas que haga cada parte en apoyo de sus respectivas
pretensiones"(16).
Asimismo, GARRIGUES y Uría entienden que el cargador o el porteador puede proceder
a la venta de las mercancías durante su transporte, variando el consignatario, cuando
corran el riesgo de perderse.
De lo mencionado en los párrafos precedentes, se desprende que la Carta de Porte
se reduce a un elemento probatorio, pero de carácter privilegiado para cargador y
porteador.
Segun la Enciclopedia Jurídica Omeba, la Carta de Porte: Es el documento que en el
contrato de transporte representa el título legal que prueba los derechos de las partes,
de igual modo que las obligaciones convenidas (...).
La Carta de Porte, cuando se emite, es la forma escrita del contrato de transporte, su
título legal y la prueba de las existencias y contenido. Además, en casi todos los
sistemas legales, como el argentino, constituye un título representativo de los efectos
a transportar"(17).
Guillermo Cabanellas define la Carta de Porte de la siguiente manera:
"Documento o título, en el Contrato de Transporte terrestre, que establece las
condiciones y fija los derechos y deberes pactados entre el porteador (el que lleva los
efectos) y el cargador (quien los entrega para su traslado), o, al menos, la condición
de uno y otro, regulada por la ley.
1. Emisión o curso. La Carta de Porte es entregada por el ferrocarril, otra empresa o
particular dedicadas al transporte, al hacerse cargo de las mercaderías para las cuales
sirve de recibo y de obligación. Al recibirlas el destinatario, debe devolver el
documento, si el cargador se lo ha remitido, o extender recibo a su vez, generalmente
en la parte ya reservada para ello en el mismo resguardo de la Carta de Porte, que
queda en poder del transportador.
2. Contenido. La Carta de Porte contendrá: 12 El nombre, apellido y domicilio del
cargador. 22 El nombre, apellido y domicilio del porteador. 32 El nombre, apellido y
domicilio de la persona a quien, o a cuya orden, vaya dirigidos a los efectos, o si han
610
Notas de Títulos Valores § 421
Es importante indicar que una vez creada, la Carta de Porte constituye título legal del
contrato de transporte suscrito entre el cargador y el porteador, habilitando a su
portador legitimado a ejercer todos los derechos representados en él.
Además afirma que “La Carta de Porte es un documento escrito que constata todas
las condiciones de un transporte contractual y especialmente la obligación de entregar
cosas transportadas"(22).
Para Brunetti, ues un título de tradición y un elemento de prueba que posee una
especial eficacia. Es un título de rescate (rescata por el Porteador, prueba el
cumplimiento de su obligación de entrega). Mas la Carta de Porte no es un documento
esencial para el contrato". En efecto la Carta de Porte puede ser emitida con motivo
de la concertación de un Contrato de Transporte de mercaderías o cosas, lo que
significa que para las partes es de emisión facultativa, pero cuando existe es el título
legal del transporte, en virtud de cuyo contenido son decididas todas las cuestiones
entre cargador y porteador.
Ulises MONTOYA MANFREDI nos ofrece quizás la definición más acertada de la carta de
porte:
“es un documento representativo de las mercaderías que incorpora los
derechos que emergen del contrato [de transporte], lo que le confiere el carácter
de título-valor, y, por lo tanto, puede ser transmitida, originando con ello la
transmisión de las mercaderías”4.
Para Rafael Eyzaguirre es “el documento que las partes otorgan para acreditar la
existencia y condiciones del contrato, y la entrega de las mercaderías al portador".
Agrega que uno constituye una solemnidad del contrato, ya que, según vimos, este es
consensual" (24).
Emilio Langle y Rubio la definen como uel documento en que constan los sujetos y el
objeto específico del transporte terrestre de mercaderías, a más de los pactos y
condiciones del contrato", Asimismo, agrega que, se debe distinguir la declaración de
expedición, que es simplemente uuna hoja redactada por una parte (remitente) y
presentada a la otra (porteador), en solicitud del transporte" (25).
Según Amadeo Soler, “... la Carta de Porte es el título legal del contrato entre el
cargador y el acarreador, y por su contenido se decidirán todas las contestaciones que
ocurran con motivo del transporte de los efectos, sin admi tirse más excepción en
contrario que la de falsedad o error involuntario de redacción"(26).
Así pues, antes de la edición de la Nueva Ley de Títulos y Valores ya el Dr. Hundskopf
señalaba que la Carta de Porte constituía un título valor especial básicamente por la
función que cumple como documento que especifica tanto a los sujetos como al objeto
del contrato de transporte terrestre, pero debemos recalcar que no es indispensable
para la configuración del mismo, como bien lo señala el autor antes citado: "Tampoco
es un documento esencial e indispensable para acreditar fehacientemente la
existencia de un contrato de transporte terrestre, por cuanto es un documento ad
probationem".
En ese sentido Hundskopf asimismo, señala que "la Carta de Porte puede ser emitida
al portador, a la orden, o en forma nominativa. Si es nominativa se transfiere por
4 MONTOYA MANFREDI, Ulises; Derecho Comercial, 4ª ed., Desarrollo, Lima, 1981, t. II, pp. 73-74 (n. 48)
612
Notas de Títulos Valores § 423
614
Notas de Títulos Valores § 426
V. FUNCIONES
Función probatoria.
En cuanto a las funciones podemos destacar las siguientes:
Prueba la entrega de las mercancías al porteador y sus condiciones en el momento
que este las recibe bajo su custodia. Esta función coincide con el momento inicial de
la ejecución del Contrato de Transporte siendo, en efecto, recibo de la entrega de las
mercancías al porteador. Como docu mento probatorio de la carga, el porteador
responde por el cuidado y manejo de las mercancías durante el transporte, debiendo
devolverlas en destino en el mismo estado que las recibió.
616
Notas de Títulos Valores § 432
IV. Parte
Títulos de inversión
(valores negociables)
CAPÍTULO ÚNICO
VALORES NEGOCIABLES (O MOBILIARIOS)
SUMARIO: I. INTRODUCCIÓN AL MERCADO DE VALORES.— 435. Importancia del
mercado de valores. 436. Antecedentes del mercado de valores. 437. Nociones
generales sobre el mercado de valores y su régimen jurídico. 438. El mercado de
valores y el sistema financiero. 439. Segmentos de mercado de valores (i): el
mercado primario. 440. Segmentos de mercado de valores (ii): el mercado
secundario. 441. Los mecanismos centralizados de negociación (i): rueda de bolsa.
442. Los mecanismos centralizados de negociación (ii): el MIENM.
443. Características de la negociación en mecanismos centralizados. 444. El
mercado bursátil y el extrabursátil. II. LOS VALORES NEGOCIABLES (O
“MOBILIARIOS”).— 445. Antecedentes. 446. Concepto y características de los
valores negociables (o “mobiliarios”). 447. Características del valor negociable (i):
libre negociabilidad. 448. Características del valor negociable (ii): emisión masiva o
serial. 449. Características del valor negociable (iii): en papel o cuenta.
450. Características del valor negociable (iv): patrimonialidad y ejecutividad.
III. PRINCIPALES VALORES NEGOCIABLES (O “MOBILIARIOS”) EN EL MERCADO.—
451. Las acciones de capital social. 452. Los bonos. 453. Los instrumentos de corto
plazo. 454. Certificados de suscripción preferente (CSP). 455. Las acciones de
inversión. 456. El certificado de depósito negociable. 457. Otros valores
negociables.
ADVERTENCIA: Inserto textualmente a continuación, como material de estudio
correspondiente a este Capítulo, el trabajo de VARGAS PIÑA, Julián; “El Mercado de
Valores y los valores mobiliarios”, en MONTOYA ALBERTI, Hernando (Coord.) ET AL.;
Tratado de Derecho Mercantil. Tomo II: Títulos Valores, Gaceta Jurídica, Lima, 2004,
pp. 690-719. De ahí lo he tomado, omitiendo todas las citas y cambiando la estructura
de títulos y apartados conforme al modelo que he venido siguiendo en este material.
Son especialmente pertinentes los apartados que aquí aparecen agrupados en las
secciones II y III, referidas propiamente a los valores negociables (o “mobiliarios”),
aunque la primera sección también contiene ideas útiles para aclarar el contexto
general y las funciones prácticas que cumplen estos títulos. Se ha de tener en cuenta
que este trabajo, como hacen la LMV y la LTV mismas, incurre frecuentemente en la
confusión entre los valores mobiliarios y los valores negociables que he criticado en
los §§ 53, 55 y, sobre todo, 221, supra. Es importante que los alumnos pongan en
relación lo que allí se explica con lo que dice el autor, especialmente en los §§ 447 y
ss., infra, sacando las conclusiones que en materia de títulos del mercado de valores
se derivan del enfoque que ha dado el Profesor al conjunto de la asignatura.
— 621 —
§ 436 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
622
Notas de Títulos Valores § 437
Los que niegan la existencia de una disciplina jurídica del mercado de valores(4),
sostienen que no hay criterios aglutinadores ni una nueva categoría sistemática
específica, autónoma o subordinada. Se manifiesta que, por el contrario, el rasgo
principal del mercado de valores es su interdisciplinariedad, con lo que es posible un
estudio, de las distintas disciplinas que integran el mercado de valores. En ese sentido
se argumenta que la normativa del mercado de valores presenta un contenido variado
y diverso, que no da lugar a una nueva categoría sistemática disciplinar (el Derecho
del Mercado de Valores), sino que debe ser reconducida a las categorías sistemático-
jurídicas ya existentes, como las normas contractuales en relación con la
transmisibilidad de los valores; configuración de entidades administrativas especiales
como es el caso de las Comisiones Nacionales de Valores; configuración de tipos
penales administrativos en torno al uso de información privilegiada, etc., sin perjuicio
de que el telón de fondo del Mercado de Valores juegue como elemento común de
política jurídica que preside estas normas de naturaleza jurídica y contenidos
heterogéneos.
El mercado de valores y el sistema financiero.
En el Mercado de Valores interactúan de manera directa la empresa que capta
recursos y el inversionista que se los proporciona, lo cual se denomina "intermediación
directa" y es lo que marca la diferencia con el sistema bancario, el cual se inscribe en
lo que se llama "intermediación indirecta", en razón de que en este sistema la persona
que solicita un préstamo a la empresa bancaria recibe el dinero sin saber de dónde
viene, es decir, sin que tenga ningún contacto con la persona que depositó en el banco
el dinero que es entregado en préstamo. Es por esta razón, aunada a otros factores,
que el mercado de valores busca ser una fuente más barata que el sistema bancario.
El Mercado de Valores integra los Mercados Financieros (el mercado de dinero, el
mercado de capitales y el mercado de futuros y derivados), que se caracterizan
principalmente porque en ellos se compran y se venden activos financieros.
El Mercado de Dinero se caracteriza por dar cabida a la negociación de activos
financieros de muy corta vida (comúnmente menos de un año), que suelen ser
sustitutos del dinero en razón de su elevada liquidez y por ser muy fáciles de negociar:
en este segmento se encuentran los papeles comerciales, certificados de depósito,
los emitidos por el Banco Central de Reserva, etc.
En contraste, el Mercado de Capitales alberga a los instrumentos de mayor plazo
(superior a un año), de condiciones variables en cuanto a su liquidez, y usualmente
también de un mayor contenido de riesgo. Ejemplos de este mercado lo constituyen
los bonos (corporativos, de arrendamiento financiero, subordinados, convertibles en
acciones, los valores resultantes de los procesos de titulación, etc.).
En los Mercados de Futuros y Derivados se negocian contratos de naturaleza
financiera, con condiciones que se fijan al momento del acuerdo, que deben ser
ejecutadas en una fecha específica o en un intervalo de tiempo definido. Estos
mercados se originan ante la necesidad de disminuir los riesgos propios de la
incertidumbre de la ocurrencia de eventos futuros. Los derivados más comunes son
el forward, los futuros, los swaps, las opciones e índices. La combinación de estos da
origen a otra serie de derivados más complejos.
A modo de conclusión, dado que los valores mobiliarios que se negocian en el
mercado de valores tienen la naturaleza de activos financieros y pueden ser emitidos
en diferentes plazos (corto, mediano y largo plazo), se considera que el mercado de
624
Notas de Títulos Valores § 439
mayores a diez millones de dólares, lo cual es una limitante más para el acceso al
mercado de las medianas y pequeñas empresas; y,
iii) El emisor debe estar en condiciones de soportar cualquier controversia o reclamo
que puedan tener los inversionistas que adquieren sus valores mobiliarios, así como
dispuesto a satisfacer las necesidades de información fidedigna y oportuna del
mercado.
b. Requisitos de la OPP
La OPP puede ser efectuada por cualquier persona jurídica, y solo requiere la previa
inscripción de los valores mobiliarios a ofertarse en el Registro Público del Mercado
de Valores (RPMV) de CONASEV, a cuyo efecto deberá presentar: a) Comunicación
del representante legal del emisor, con el contenido y formalidades establecidas por
CONASEV; b) Documentos referentes al acuerdo de emisión, donde consten las
características de los valores a ser emitidos y los deberes y derechos de sus titulares;
c) El proyecto del prospecto informativo sobre la emisión; d) Los estados financieros
auditados del emisor, con sus notas explicativas y el respectivo dictamen,
correspondientes a los dos últimos años, cuando el período de constitución lo permita;
y, e) Obtener la clasificación de riesgo del valor cuando corresponda. (En nuestro
medio dicha clasificación es obligatoria solo en las emisiones de valores
representativos de deuda, tales como bonos, instrumentos de corto plazo. En los
demás casos es facultativa).
Debe señalarse que no es obligatoria la previa inscripción de los valores en el RPMV
cuando las ofertas públicas primarias son del Banco Central de Reserva y del gobierno
central. la emisión y negociación de los valores mobiliarios por el gobierno central,
gobiernos regionales, gobiernos locales y el Banco Central de Reserva se sujetan a
las disposiciones que contenga la respectiva norma legal autoritativa (artículo 49 del
TUO de la Ley del Mercado de Valores).
El plazo del que dispone CONASEV para inscribir un valor o un programa de emisión
de valores por OPP es de treinta días útiles desde la fecha de presentación de la
solicitud. Tratándose de emisores que hayan emitido por oferta pública valores de la
misma clase durante los últimos doce meses y siempre que en dicho período no hayan
sido sancionados por CONASEV por falta grave o muy grave, el plazo antes indicado
no excederá de siete días útiles (artículos 20 y 21 del TUO de la Ley del Mercado de
Valores).
c. Otras características de la OPP según la Ley del Mercado de Valores
Es obligatoria la intervención de una Sociedad Agente de Bolsa, salvo cuando los
emisores de instrumentos de corto plazo coloquen directamente dichos valores, o
cuando las empresas sujetas al control y supervisión de la Superintendencia de Banca
y Seguros colocan directamente los valores no accionarios de su propia emisión. Esta
excepción opera también en el caso de transacciones que realizan los inversionistas
institucionales bajo ciertos supuestos que deben ser determinados por Decreto
Supremo refrendado por el ministro de Economía y Finanzas, lo cual hasta la fecha
no ha ocurrido (artículo 50).
• Luego de iniciado el trámite respectivo el emisor podrá promover la oferta con
sujeción a las disposiciones establecidas por CONASEV respecto a la
precolocación (artículo 57).
626
Notas de Títulos Valores § 440
628
Notas de Títulos Valores § 440
igualo superior al 50% del capital social del emisor. En este caso, la OPA debe
realizarse por el número de valores que se pretenda adquirir, pero en ningún caso por
menos del1 0% del capital social del emisor y, iii) se pretende alcanzar en un solo acto
o en actos sucesivos una participación igualo superior al 60% del capital social del
emisor. En este caso la OPA debe realizarse por la cantidad de valores que se
pretende alcanzar pero en ningún caso por menos del 1 0% del capital social. Esta
regla prevalece respecto de las anteriores.
La formulación de una OPA se comunica en el mismo día a CONASEV, a la Bolsa de
Valores y a la sociedad emisora cuyas acciones se pretende adquirir. Dicha
comunicación debe ser acompañada por un prospecto informativo de la oferta, de los
documentos que acrediten la garantía de la oferta, así como del modelo del aviso de
la oferta a publicar, lo cual debe ser puesto de inmediato en conocimiento del mercado.
El plazo de vigencia de la oferta es de 20 días de Rueda. El procedimiento sobre OPA
permite el lanzamiento de ofertas competidoras con respecto a la OPA inicial.
La OPA puede ser usada voluntariamente en los casos cuya realización no es
obligatoria, tanto si se trata de acciones con derecho a voto como de cualquier otro
valor, siempre que se encuentren inscritos en el RPMV. En estos casos la oferta tendrá
carácter irrevocable (artículo 73 del TUO de la Ley del Mercado de Valores).
El Reglamento sobre OPA fue aprobado por la Resolución CONASEV N° 630-97-
EF/94.1 O, modificado principalmente por la Resolución CONASEV N° 088-2000-
EF/94.1 O.
c. Tipos de OPS (ii): la Oferta Pública de Compra (OPC).
Cuando un valor inscrito en el RPMV se excluye voluntariamente, genera la obligación
para el emisor de dichos valores o para las personas que solicitaron dicha exclusión,
de efectuar una OPC dirigida a todos los titulares de valor que no participaron o se
opusieron a la solicitud de exclusión. Este procedimiento debe llevarse a cabo dentro
de los cinco días útiles siguientes de expedida la Resolución que dispone la exclusión
del valor. En caso de no formularse la OPC en dicho plazo la Resolución de exclusión
queda sin efecto.
No es obligatoria la realización de una OPC cuando la exclusión se produce por
extinción del derecho sobre el valor, por amortización, rescate total u otra causa;
cuando cesa el interés público en el valor como consecuencia de la concentración de
su tenencia o de alguna otra razón, ajuicio de CONASEV; cuando la totalidad de los
titulares acuerdan por unanimidad solicitar la exclusión, por disolución o liquidación de
las sociedades, y por otros que CONASEV señale.
En la OPC el precio de la oferta no será menor que la cotización establecida de
acuerdo con los criterios fijados por CONASEV. En defecto de esta el precio mínimo
será determinado por una sociedad auditora, banco, banco de inversión o empresa de
consultoría designada por CONASEV, por cuenta de los responsables de la exclusión.
El precio debe ser expresado y pagado en dinero. Cuando el valor se negocie en un
mecanismo centralizado la OPC debe efectuarse en dicho mecanismo. El plazo de
aceptación de la OPC es fijado por el o los oferentes y no puede ser inferior a quince
días ni superior a veinticinco días de rueda. La OPC se liquida siguiendo el mismo
régimen que las operaciones al contado en la Rueda de Bolsa.
630
Notas de Títulos Valores § 441
632
Notas de Títulos Valores § 445
que hoy en día el mercado bursátil es la expresión más bien de todo el mercado de
valores organizado. Por ejemplo, la Bolsa de Valores sirve de marco para la colocación
de los valores de oferta pública primaria.
El mercado extrabursátil [e]s aquel en el cual se colocan y negocian los valores, pero
fuera de la Bolsa como mecanismo de negociación. Es decir, se caracteriza porque
los valores mobiliarios que se negocian no están registrados en la Bolsa de Valores.
En el Perú, el mercado extrabursátil más conocido hasta hace algunos años fue la
Mesa de Negociación. Hoy en día el MIENM, anteriormente mencionado, es un
mecanismo extrabursátil si se tiene en cuenta que está diseñado para dar cabida a la
negociación con valores e instrumentos no registrados en la Bolsa de Valores.
Cabe hacer hincapié que en la actualidad pueden negociarse extrabusátilmente los
valores inscritos en la Rueda de Bolsa, conforme lo señala el artículo 123 del Texto
Único Ordenado de la Ley del Mercado de Valores, aprobado por Decreto Supremo
N° 093-2002-EF, en adelante la Ley del Mercado de Valores. A pesar de ello no puede
decirse que tales operaciones forman parte del mercado extrabursátil propiamente
dicho, pues, no obstante que las operaciones se llevan a cabo fuera del mecanismo
de Rueda de Bolsa, los valores que se transan están registrados en la Bolsa de
Valores.
artículo 175 establecía que los valores mobiliarios podían ser representados mediante
títulos o anotaciones en cuenta.
Como se observa del párrafo anterior, el Decreto Legislativo N° 755 solo recogía dos
de las características establecidas por la norma precedente para los valores
mobiliarios (el contenido patrimonial del derecho y su libre transmisibilidad); omitiendo
la emisión en serie (o emisión en masa, en términos más estrictos) que la relación con
la causa financiera inherente a los valores mobiliarios. No obstante este aparente
retroceso conceptual, la norma tuvo como mérito, de efecto indiscutible en el mercado
de valores peruano, haber instituido legalmente la representación de los valores
mobiliarios mediante anotaciones en cuenta(6).
Concepto y características de los valores negociables (o “mobiliarios”).
Tanto la Ley del Mercado de Valores como la ley vigente de Títulos Valores incorporan
en sus textos un concepto de valor mobiliario. La Ley de Títulos Valores de más
reciente expedición, desarrolla inclusive cada una de las características que exhiben
los valores mobiliarios. Sin embargo, conforme se señala por el artículo 256 de la
citada ley, en la creación, emisión, colocación como en sus condiciones, preferencias,
contenido, transferencia y demás formalidades y requisitos de los valores mobiliarios,
se observará la ley de la materia y supletoriamente la presente ley. Esto quiere decir,
por ejemplo, que la emisión de acciones por oferta pública primaria deberá tener en
cuenta principalmente la disposición de la Ley del Mercado de Valores, y
supletoriamente la ley de Títulos Valores y otras leyes que pudieran ser aplicables al
emisor (Ley General de Sociedades, Ley del Sistema Financiero, etc.). Ello guarda
concordancia con lo dispuesto en el artículo 9 de la Ley del Mercado de Valores que
señala que son de aplicación supletoria a dicha ley, entre otras, la Ley de Títulos
Valores. Del mismo modo, la emisión de acciones no sujeta a los mecanismos de la
oferta pública tendrá como referencia principal la Ley General de Sociedades.
Los valores mobiliarios son títulos valores de características especiales y así son
tratados actualmente por la Ley de Títulos Valores Nº 27287 en la sección novena de
la misma.
Son valores mobiliarios, según el artículo 3 de la Ley del Mercado de Valores, aquellos
emitidos en forma masiva y libremente negociables que confieren a sus titulares
derechos crediticios, patrimoniales, o los de participación en el capital, el patrimonio o
las utilidades del emisor. Cualquier limitación a la libre transmisibilidad de los valores
mobiliarios contenida en el estatuto o en el contrato de emisión respectivo carece de
efectos jurídicos.
Pueden ser representados por anotaciones en cuenta o por medio de títulos,
independientemente de que se trate de valores objeto de oferta pública o privada.
Cualquiera fuera su forma de representación, confieren los mismos derechos y
obligaciones a sus titulares (artículo 80 de la Ley del Mercado de Valores). Las
características principales son:
a. Libremente negociables.
b. Emisión en forma masiva (seriales).
c. Se representan en títulos o mediante anotación en cuenta.
d. Confieren a sus titulares derechos crediticios, dominales, o de participación en el
capital, patrimonio o utilidades del emisor, o en su caso patrimonios autónomos o
fideicometidos.
634
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Notas de Títulos Valores § 450
posesorio del título. La constitución del gravamen es oponible a terceros desde que
tiene lugar su inscripción (artículo 217).
e) La titularidad para la transmisión y el ejercicio de los derechos derivados de los
valores representados por anotaciones en cuenta o de los derechos limitados o de
gravámenes constituidos sobre ellos, pueden ser acreditados con certificados
otorgados para el efecto por la ICLV correspondiente. Dicho certificado no confiere
más derechos que los que en él se indica. El acto de disposición del certificado es
nulo (artículo 216).
Características del valor negociable (iv): patrimonialidad y ejecutividad.
La Ley del Mercado de Valores señala que los valores mobiliarios pueden contener
derechos crediticios (por ejemplo: bonos, instrumentos de corto plazo), dominiales o
de participación en el capital (por ejemplo: acciones comunes), patrimonio (por
ejemplo: certificados de participación en fondos mutuos de inversión en valores o de
inversión), o utilidades (por ejemplo: acciones de inversión), y de patrimonios
autónomos o fideicometidos (por ejemplo: cualquier instrumento emitido en virtud en
proceso de titulización). Asimismo, cabe la posibilidad, conforme a la ley, de que a
través de los valores mobiliarios se puedan representar derechos e índices referidos
a otros valores mobiliarios, como puede ser el caso de los ADR, ADS, etc., que tienen
como subyacentes a otros valores mobiliarios, y eventualmente a una combinación de
los mismos, permitiendo así la creación de los denominados instrumentos
estructurados.
[Por último, e]l artículo 81 de la Ley de Mercado de Valores dispone que los valores
mobiliarios representativos de deuda, emitidos por oferta pública u oferta privada
constituyen títulos ejecutivos, señalándose que tratándose de valores representados
por anotaciones en cuenta tal condición recae en el certificado que se señala en el
artículo 216. Complementariamente, la Ley de Títulos Valores en su artículo 255.6,
establece que los valores mobiliarios constituyen títulos ejecutivos conforme a la ley
procesal, sin que se requiera de su protesto para el ejercicio de las acciones derivadas
de ellos. En tal sentido, ninguno de los demás valores mobiliarios regulados por dicha
ley, entre los que se incluyen los valores representativos de deuda, requiere ser
protestado.
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Notas de Títulos Valores § 452
El custodio o depositario de las garantías no podrá tener vínculo con el emisor (artículo
90).
e) Los bonos pueden ser emitidos en una o más etapas, entendidas estas como la
oportunidad en la cual se inicia la colocación de cada una de las series de una emisión
conformante o no de un programa de emisión (artículo 3, inciso g) del Reglamento de
Oferta Pública Primaria).
f) El representante de los obligacionistas debe actuar en el ejercicio de sus funciones
con la diligencia de un ordenado comerciante, cuidando de los intereses de los
bonistas como de los propios. Debe mantener reserva total de cuanto llegue a conocer
por razón de su gestión, salvo que la revelación fuere absolutamente necesaria para
el mejor cumplimiento de sus funciones (artículo 92).
g) A la Asamblea de Obligacionistas (bonistas) corresponde pronunciarse sobre toda
modificación de las condiciones de emisión (artículo 94).
[Las p]rincipales modalidades de bonos [son:]
a. Bonos corporativos
Los bonos para el financiamiento empresarial son conocidos en general como bonos
corporativos. Son los bonos emitidos principalmente por las sociedades anónimas.
Dada su gran versatilidad presentan características diversas, desde las más sencillas
hasta las más sofisticadas, razón por la cual estos pueden tomar nombres específicos
como bonos, bonos convertibles, bonos estructurados, bonos de titulización, etc.
b. Bonos convertibles
Los bonos convertibles son bonos que se caracterizan por conferir a su titular el
derecho a convertirlos en acciones de la empresa emisora, en los plazos
determinados y de acuerdo a las condiciones pactadas en el contrato de emisión.
Asimismo, para la emisión de este tipo de instrumento es necesario que la Junta
General de Accionistas de la empresa emisora determine, además de las condiciones
de su emisión, el acuerdo de aumento de capital en la cuantía necesaria.
Los bonistas podrán solicitar en cualquier momento la conversión de acuerdo al
procedimiento y plazo establecidos en el contrato de emisión o determinados por la
junta. Los administradores deberán emitir las accciones correspondientes dentro de
los tres meses siguientes a la fecha en que se comunicó el ejercicio del derecho de
conversión a la sociedad. En el aumento de capital resultante de la conversión no
existe el derecho de preferencia (artículo 96 de la Ley del Mercado de Valores).
c. Bonos subordinados
Son bonos que pueden emitir las empresas bancarias y financieras, conforme a la Ley
N° 26702. Tienen las siguientes características generales:
i) No pueden estar garantizados; ii) No procede su pago antes de su vencimiento, ni
su rescate por sorteo; iii) El principal y los intereses quedan sujetos, en su caso, a su
aplicación a absorber las pérdidas de la empresa que queden luego que se haya
aplicado íntegramente el patrimonio contable a este objeto. En este caso su aplicación
se hará por ministerio de la Ley y por mandato de la Superintendencia, quien
dispondrá la emisión de acciones de nueva emisión a favor de los titulares de tales
bonos, por el importe de su porción neta capitalizable o valor residual luego de cubrir
las pérdidas acumuladas; iv) Son valorados al precio de su colocación, cuyo precio
deberá encontrarse totalmente pagado.
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Notas de Títulos Valores § 452
Conforme al artículo 233 de la citada Ley N° 26702 los bonos subordinados pueden
emitirse a perpetuidad, no siendo amortizable el principal, o tener un plazo de
vencimiento mínimo superior a cinco años.
d. Bonos estructurados
Los bonos estructurados son valores representativos de deuda, de especiales
características, cuyo rendimiento se encuentra asociado a la evolución, en el mercado
secundario, de uno o un conjunto de activos subyacentes. Se caracterizan porque el
emisor del instrumento ofrece la devolución del principal en términos nominales o
corregidos (por algún índice) más un rendimiento variable, que como mínimo puede
ser cero; el cual es determinado al momento de la redención de los bonos por la
evolución del precio del subyacente, multiplicado por un factor de participación o
apalancamiento.
e. Bonos de arrendamiento financiero
Los bonos de arrendamiento financiero se rigen, además de la Ley del Mercado de
Valores y la Ley General de Sociedades, por el Decreto Legislativo N° 299, el Decreto
Legislativo N° 625 y el Decreto Supremo N° 532-85-EF. Estos bonos pueden ser
emitidos por bancos, financieras y empresas de arrendamiento financiero y tienen
como características especiales que se encuentran destinados exclusivamente al
financiamiento de operaciones de arrendamiento financiero, que pueden tener
rendimiento fijo o variable, incluyendo la posibilidad de participar en los resultados de
la entidad emisora y deben ser emitidos a plazo de vencimiento no menor de tres (3)
años. Finalmente, conforme a la Décimo Octava Disposición Final y Complementaria
de la LGSF, los bonos de arrendamiento financiero no son susceptibles de redención
anticipada.
f. Bonos cupón cero
Son bonos mediante el cual el emisor no efectúa ningún pago por concepto de
intereses (cupón) hasta el vencimiento, es decir, que el inversionista realiza un
desembolso inicial y no percibe un flujo de pagos por cupón durante la vida del bono
hasta su vencimiento o fecha en que tiene lugar la amortización del principal más los
intereses diferidos acumulados.
g. Bonos chatarra
Son aquellos bonos que se caracterizan por tener un alto riesgo financiero y una
elevada rentabilidad, y normalmente están ubicados en una categoría baja por las
empresas clasificadoras de riesgos debido a su alto riesgo.
(…)
Los principales beneficios para el emisor como para el inversionista [de bonos, en
general], son los siguientes:
1.- Recursos financieros a largo plazo que pueden ser empleados por el emisor para
nuevos proyectos, reconversión de activos y reestructuración de pasivos.
2.- El costo del financiamiento está delimitado. Los bonistas no participan de las
utilidades del emisor, salvo que así se quiera establecer en las condiciones de la
emisión.
3.- Las amortizaciones son generalmente al final del plazo de la emisión. Esto permite
que los proyectos a los que se destinan los recursos obtenidos contribuyan en la
generación del flujo suficiente para la amortización de los bonos.
4.- Los accionistas controladores del emisor no comparten el control de la sociedad
cuando se financia por medio de deuda.
5.- Los bonos constituyen un instrumento muy flexible y se adaptan a las necesidades
del emisor.
6.- No requiere de garantías específicas en tanto los bonos (deuda total) no excedan
el valor del patrimonio neto del emisor.
7.- Los intereses que paguen los bonos están exonerados del Impuesto a la Renta así
como del Impuesto General a las Ventas.
Los instrumentos de corto plazo.
Los instrumentos de corto plazo son valores representativos de deuda emitidos a
plazos no mayores de un año y pueden ser emitidos mediante títulos o anotaciones
en cuenta. Pueden utilizarse como instrumentos de corto plazo únicamente los
Papeles Comerciales previstos en la Ley de Títulos Valores, así como otros valores
representativos de deuda que determine CONASEV. Dicha institución rectora del
mercado de valores, podrá establecer las características de estos últimos, pudiendo
exceptuarlos de los requisitos previstos en la Ley General de Sociedades u otras
normas que resulten aplicables. Así, por ejemplo se destaca que de acuerdo con el
numeral 2 del inciso b) del artículo 4 de la Resolución CONASEV N° 141-98-EF/94.10,
los contratos o actos de emisión, dentro o fuera del marco de un programa de emisión
de valores de corto plazo, que se celebren de acuerdo a formatos elaborados por
CONASEV, no requieren hacerse constar por escritura pública. Tales formatos han
sido aprobados por Resolución Gerencia General CONASEV N° 129-2001EF/94.10.
En ningún caso la prórroga o renovación de los instrumentos de corto plazo podrán
exceder de un año, contado a partir de la fecha de su emisión. Cabe anotar que para
la emisión de estos instrumentos, los bancos y demás entidades financieras se sujetan
a las disposiciones de la Ley N° 26702.
Hasta hace poco se utilizaron como instrumentos de corto plazo, es decir, como si
fueran valores mobiliarios, a las letras de cambio y a los pagarés, introduciéndose una
grave confusión en la emisión y negociación de tales valores en el mercado, que por
su naturaleza de títulos valores, son en esencia valores individuales. Si bien esta
situación se produjo por mandato expreso de la Ley del Mercado de Valores (artículo
98) a la fecha dicha disposición fue modificada.
Certificados de suscripción preferente (CSP).
Los CSP, creados inicialmente en la legislación del Mercado de Valores como una
medida de proteccción al acccionista minoritario, son valores que no confieren más
derecho que el ejercicio de la preferencia en la suscripción de nuevas acciones o
bonos convertibles según sea el caso. Los titulares de acciones de capital tienen
derecho a suscribir las acciones que emitan la sociedad como resultado de aumentos
de capital mediante nuevos aportes, en forma proporcional al valor nominal de las
acciones que tenga en propiedad. Los accionistas de la sociedad tendrán también
derecho de suscripción preferente, los bonos convertibles que emitan están en
proporción a su participación en el capital social.
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