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3.5. The Prince - Jennifer L. Armentrout
3.5. The Prince - Jennifer L. Armentrout
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2019
CRÉDITOS
3
MODERADORA:
Patty
TRADUCTORAS:
CORRECTORAS:
Stephanie Evares Patty
REVISIÓN FINAL:
Patty
DISEÑO:
Evares
SINOPSIS
4
1
Un beignet es un dulce que se elabora mojando una fruta o una verdura en una masa bastante
líquida y friéndola en aceite. Puede que los hayan visto más de una vez en la película de Disney:
¨La princesa y el Sapo¨.
2
Hadas.
3
El Otro Mundo.
4
Digamos: Transformar o Cambiar su apariencia.
5
Glamour: Manera en que los fae pueden hacer pensar a los humanos que su apariencia es
diferente.
más que quedarse solos y fuera de la mira de sus enemigos, los faes de
invierno.
8 Mis dedos se dirigieron a mi muñeca, donde llevaba un brazalete
que, combinado con las palabras pronunciadas en nuestros nacimientos,
contenía el encanto que bloqueaba la habilidad de los faes. Nunca me lo
quitaba. Nunca.
Un trébol de cuatro hojas.
¿Quién hubiera pensado que una pequeña planta negaría algo tan
poderoso como los poderes de los fae?
Pero hace una semana, la Orden, junto con los fae del verano, había
hecho lo imposible. La reina de los fae psicótica y totalmente espeluznante
que se llamaba Morgana, había sido enviada de vuelta al Otherworld. Podía
volver, pero nadie esperaba que lo hiciera. No por mucho tiempo. Tal vez
ni siquiera en nuestra vida, pero la Orden estaría lista cuando ella lo
hiciera. Al igual que los faes del Verano.
Por eso estábamos cenando, una pequeña cena de celebración.
Habíamos sobrevivido a la batalla con la Reina y los que la apoyaban
habían vuelto a meterse en los pozos negros en los que se escondían.
Ahora todos podíamos respirar hondo y relajarnos, sabiendo que mientras
todavía había una mierda métrica de fae de Invierno allá afuera, que
necesitaban ser cazados y detenidos, habíamos nivelado el campo de juego
con la derrota de la Reina.
Las cosas eran tan normales como lo serían para un miembro de la
Orden. Demonios, Ren e Ivy incluso planeaban tomarse unas vacaciones
después de Navidad. ¿Qué tan loco era eso? ¡Súper loco!
No estaba planeando unas vacaciones, porque realmente no había
participado en la batalla. Si lo hubiera hecho, no estaría sentada aquí.
Estaría muerta. Como clínicamente, irreversiblemente muerta.
Solo había recibido un entrenamiento de combate mínimo antes de
que se detuviera cuando tenía doce años. Y aunque todavía tomé las clases
de entrenamiento ordenadas por la Orden junto con Ivy, nunca he visto
ninguna acción real. Trabajar a través de maniobras de derribo o saber
cómo evitar un puñetazo o dar una patada para romper huesos era
completamente diferente de tomar ese conocimiento y usarlo contra
alguien que intentaba asesinarte directamente.
Si mi vida no se hubiera desviado a los doce, habría sido como Ivy y
Ren, un arma andante con dos piernas, pero todo había cambiado cuando
9 mi madre había sido capturada por los fae que había estado cazando.
Mi madre era una luchadora, muy parecida a mi padre, que murió
cuando yo era demasiado joven como para recordarlo más allá de las
fotografías que colgaban en el pasillo. Ella había sido una de las mejores
y más hábiles luchadoras de la Orden, me atrevería a decir, incluso más
ruda que Ivy. Ella me había criado mientras seguía saliendo todas las
noches, patrullando las calles de Nueva Orleans en busca de faes,
cazándolos antes de que pudieran cazar humanos. Cuando era más joven,
juré que iba a ser como ella, como todos los niños criados en la Orden
planeaban. Fuimos adoctrinados al nacer y nuestro deber de proteger a la
humanidad era para lo que todos nos preparábamos. El entrenamiento
comenzó joven, a la edad de ocho años. Las mañanas se dedicaban a la
educación y las tardes eran en parte aprendiendo sobre los hábitos de los
fae y en parte entrenando.
Pero entonces llegó la mañana, cuando me faltaban unos días para
mi duodécimo cumpleaños, que mamá... no había vuelto a casa. Esos días
que siguieron, esos días que se sintieron como una eternidad, fueron
algunos de los peores recuerdos que tendré.
Mamá había sido encontrada en el día cuatro, en uno de los
pantanos a varias millas de la ciudad, dejada ahí para morir. Incluso tan
hábil como era, había caído en manos de los fae. La habían torturado. Peor
aún, se habían alimentado de ella y, aunque no la habían esclavizado,
todas esas comidas le habían hecho algo. A su mente. Gracias a Dios, mi
madre había venido a casa conmigo.
Pero ella no había vuelto a casa igual.
Hubo días y semanas en que era como si nada le hubiera pasado, y
luego las cosas empeoraban. Se levantaría y desaparecería un día o se
negaría a salir de su habitación. Ella despotricaba y se enfurecía y luego
rompía en carcajadas que durarían horas.
Las cosas se pusieron más fáciles en los meses y años posteriores a
su ataque, pero cuidarla había reemplazado el entrenamiento, y cuando
fui mayor de edad, me dieron un trabajo de administradora con la Orden,
algo reservado para los pocos afortunados que llegaron a la Jubilación. Lo
acepté a pesar de que el dinero que la Orden le había pagado a mi madre
por su situación de —herida en el cumplimiento del deber— era
considerable.
Pero esperaba que eso pudiera cambiar ahora. Las cosas iban a
calmarse, y esperaba que con un poco más de entrenamiento, pudiera
10 comenzar a patrullar. La Orden me necesitaba, necesitaba toda la ayuda
que pudieran obtener ya que muchos habían muerto en la batalla con la
Reina. Podría llegar a ser tan ruda como Ivy y Ren, y finalmente podría
cumplir con mi deber.
Finalmente sería... útil. Digna de aquellos a quienes llamé mis
amigos y, lo más importante, digna del legado de mi familia. Yo podría…
Dedos aparecieron directamente en mi línea de visión. Chasquearon,
haciéndome retroceder en mi asiento. Los dedos bajaron para revelar a Ivy
mirándome fijamente.
Mis mejillas se calentaron mientras me reía suavemente. —Lo
siento. Me distraje ¿Estabas diciendo algo?
—Estaba diciendo que estaba a punto de desnudarme y salir
corriendo
Los ojos verdes de Ren prácticamente brillaron. —Estoy tan
deprimido por eso.
—Por supuesto que sí —sonriendo, hizo un gesto hacia el menú. —
¿Quieres postre, Bri?
Solo Ivy me llama Bri. Todos los demás me llaman Brighton o Sra.
Jussier. Odiaba este último. Me hace sentir que tenía tres décadas más y
que debería estar viviendo en una casa llena de gatos callejeros sin castrar.
Y ya tenía veintiocho años y vivía con mi madre. No necesitaba sentirme
peor de lo que ya me sentía.
—No, estoy bien —Ya había echado un vistazo al menú. Si tuvieran
tarta de queso, habría hecho sitio.
Ren echó un vistazo al menú y luego sacudió la cabeza mientras se
lo devolvía a Ivy. —Entonces, ¿vas a dejar que Tink se mude contigo?
Casi me atraganto con el sorbo de Coca-Cola Light. —¿Qué?
Dejando caer el menú sobre la mesa, Ivy sonrió mientras juntaba
sus manos. —Si Ren y yo nos vamos de vacaciones, Tink necesitará un
adulto en su vida.
Abrí la boca, pero no tenía palabras. No podría haberlos escuchado
bien. De ninguna manera podría trasladar a Tink a mi casa, la casa de mi
madre, porque Tink probablemente no solo la destruiría, sino que era...
Bueno, Tink era Tink.
—Y realmente le agradas —agregó Ren—. Él realmente te escucha.
11 Mis cejas bajaron. —Eso no es cierto. Tink no escucha a nadie. Ni
siquiera a su novio. ¿Y por qué no se quedaría con él?
—Bueno, hice esa sugerencia y, según Tink, no está listo para ese
tipo de compromiso —respondió Ren secamente.
—¿Qué? Eso no es un compromiso —razoné—. Solo sería temporal,
¿verdad?
—Tratamos de explicárselo a Tink —Ivy puso los ojos en blanco—.
Pero ya sabes cómo es.
No lo hacía. Realmente no lo hacía. Bajé la voz para que no nos
oyeran. —¿Por qué no puede quedarse en el Hotel Good Fae6? —Eso era lo
que Ivy llamaba el complejo donde vivían los faes de Verano—. Lo aman.
Como llegando a niveles de adoración cercanos.
—Sugerimos eso, pero él dijo, y cito, no puede "ser él mismo" a su
alrededor. Que su admiración es demasiada presión sobre él.
Miré a Ren. —Estás bromeando.
—Ojalá —se echó hacia atrás—. Sabes que no podemos dejarlo solo.
Quemaría el departamento de Ivy.
—Gastará todo mi dinero en mierda de Amazon —agregó Ivy
mientras sonaba su teléfono. Ella recogió su bolso—. De todos modos,
hablaremos de los detalles más tarde.
No hablaríamos de los detalles más tarde. —Pero…
—¿Qué pasa, Miles? —Ivy levantó la mano y cerré la boca—. ¿Qué?
—Ella miró a Ren, que estaba alerta y sus ojos en Ivy—. Sí, estamos cerca.
Podemos comprobarlo. —Hubo una pausa—. Te pondré al día dentro de
poco.
Desconectando la llamada, sacó su billetera y dijo—: Miles dijo que
Gerry no se presentó a su turno y que nadie puede contactarlo —explicó,
y eso no era normal en absoluto. Gerry estaba habitualmente a tiempo—.
Preguntó si podíamos pasar por su casa y revisar las cosas.
6
Hotel ´Buenos´ Fae. Teniendo en consideración que los Fae de la corte de Invierno son los Fae
no buenos…
—Podemos hacerlo —respondió Ren cuando Ivy dejó caer varios
billetes sobre la mesa—. Por cierto, estoy bastante seguro de que Tink está
12 en tu casa ahora con Merle.
—Espera. ¿Qué? —inmediatamente olvidé que Gerry no se había
presentado para patrullar.
—Sí, dijo algo acerca de querer consejos de jardinería o algo extraño
—Ivy metió su billetera en su bolso—. Honestamente, en realidad no
estaba escuchando.
—Oh, Dios —busqué a tientas mi billetera mientras las visiones de
mi madre empalando a Tink con cuchillos de carne bailaban en mi
cabeza—. No puede estar solo con mi madre.
—Creo que a Merle le gusta Tink —dijo Ivy.
—¿En serio? —Dejé efectivo sobre la mesa, más que suficiente para
cubrir mi comida y una propina—. Depende de si es del tamaño de un Tink
o del tamaño de una persona.
—Pienso lo mismo —murmuró Ren, y luego lanzó una mirada astuta
en mi dirección—. Por cierto, estoy bastante seguro de que tu madre está
loca por Tanner.
Me congelé a medio camino de ponerme de pie. Tanner manejaba el
Hotel Good Fae. En otras palabras, él era un fae y mi mamá, bueno, a
mamá parecía gustarle visitarlo, pero también hablaba con bastante
frecuencia sobre matar fae, todo tipo de faes. Sacudiendo mi cabeza, decidí
que realmente no tenía el espacio en el cerebro para procesar nada de eso.
—Mejor me voy. Solo Dios sabe en lo que mi madre y Tink podrían meterse.
—Me imagino que será épico o desastrosamente épico —Ivy me
sonrió mientras ella y Ren se ponían en pie.
—De acuerdo. —Deseando que hubieran mencionado todo esto al
comienzo de la cena, colgué mi bolso sobre mi hombro y me despedí.
Apresurándome por el pequeño restaurante y bordeando el árbol de
Navidad de gran tamaño, salí a la calle. El viento fresco atrapó los finos
mechones de cabello alrededor de mi cara y me llevó la cola de caballo
sobre el hombro. Vivía a unas pocas cuadras del centro comercial, y era
más rápido caminar en lugar de pedir un Uber.
Metiendo mis manos en el bolsillo delantero de mi sudadera con
capucha de gran tamaño, corrí por la calle. El Garden District era hermoso
en cualquier época del año, pero realmente aumentó su atractivo durante
la temporada navideña. Las luces de todos los colores decoraban porches
y balcones, giraban alrededor de cercas de hierro forjado y centelleaban
13 desde los enormes robles que bordeaban muchas de las calles.
No podía creer que Tink estuviera en mi casa. ¿En qué demonios
estaban pensando Ivy y Ren? Mamá no odiaba a Tink, pero mamá también,
en un momento, le sugirió a Ivy que Ella debía ser menospreciada.
Todo porque Ivy no era exactamente cien por ciento humana. Ella
era mestiza y estaba toda esta profecía que la involucraba abriendo
permanentemente las puertas al Otro Mundo, permitiendo que los
ejércitos de la Corte de Invierno ingresaran a nuestro mundo, pero todo
eso había terminado. Gracias a Dios.
Y Tink definitivamente ni siquiera era un uno por ciento humano.
Al cortar una calle lateral, traté de no dejar volar mi imaginación con
lo que podría estar sucediendo en casa. Podrían estar sentados juntos y
mirando a Harry Potter. O Tink podría haber traído a su novio, que resultó
ser el Príncipe Fabián, uno de los dos Príncipes de la Corte de Verano, a
la casa. Dudaba que Tink hubiera traído al hermano del Príncipe Fabián
con él. Al menos había eso.
Un escalofrío me sacudió los hombros cuando una imagen del
Príncipe se formó en mi cabeza. Nunca lo había visto cuando estaba bajo
el encanto de la Reina, disfrazado como el Príncipe de Invierno. Había
aterrorizado a la ciudad, convirtiéndose en una pesadilla viva y respirante
que había secuestrado a Ivy para cumplir dicha profecía.
Solo lo había visto después de que se rompió el encantamiento, e
incluso entonces había sido la criatura más intimidante que había visto.
Y cuando me miró, no pude evitar sentirme...
—Mamá —mis pasos se detuvieron cuando la vi bajando por la
amplia acera, su delgada bata de casa aleteando detrás de ella como alas—
. ¿Qué estás haciendo aquí?
Ella se colocó debajo de la farola, su cabello corto y rubio despeinado
por el viento. —Oh, me estaba poniendo... ansiosa y decidí que quería ir a
caminar.
Me apresuré a donde estaba ella, tomando sus manos en las mías.
Su piel estaba fría. —Mamá, ¿por qué no te pusiste la chaqueta?
—Cariño, no hace tanto frío afuera. —Ella se rió, apretando mis
manos.
—Hace suficiente frío para algo más pesado que esta bata que tienes
puesta. Regresemos a casa —Mi estómago se retorció de nervios mientras
14 pasaba mi brazo por el de ella y le daba la vuelta.
La ansiedad y la incapacidad de quedarse quieta generalmente era
una señal de que estábamos a punto de golpear un par de días difíciles.
Salió de la nada y nada y todo podría desencadenarlo. ¡Pasaría de tener
una mente clara y aguda como una tachuela durante semanas, incluso
meses, y luego wham! Ella comenzaría a deambular y luego comenzarían
las pesadillas. Ella no podría dormir y las cosas... se irían cuesta abajo.
La preocupación era como un virus. Cuando lo sientes, ya estás
ahogándote. —¿Cuánto tiempo has estado afuera?
—El tiempo suficiente para caminar desde la casa hasta aquí —
respondió ella, y resistí el impulso de poner los ojos en blanco—. ¿Y qué le
pasa a mi túnica?
Hubo varias cosas mal con su deambular por el Garden District con
una túnica azul huevo de petirrojo.
Reduje mi ritmo para que coincidiera con el de ella mientras la
guiaba a través de la calle. —¿Tuviste compañía mientras yo no estaba?
—¿Compañía?
Quizás Ren e Ivy estaban equivocados acerca de que Tink estuviera
allí. —¿Vino Tink? —pregunté, comenzando a ponerme nerviosa.
Estuvo callada por un momento y luego se echó a reír. —En realidad,
ahora que lo pienso, estaba viendo una película y luego salió para hacer
una llamada telefónica.
—Entonces, él todavía estaba allí cuando tú... —la lámpara de la
calle sobre nosotros parpadeó una vez y luego se desvaneció.
Por toda la cuadra, por lo que pude ver, las luces parpadearon y
luego desaparecieron.
—Eso es extraño —comentó mamá, un escalofrío la atravesó—
¿Brighton?
—Está bien—le dije, tragando saliva—. Todo está bien.
Una explosión de lo que parecía aire ártico se extendió por la
manzana, levantando los bordes de la bata de casa de mamá y
deteniéndonos a las dos. Los pequeños pelos a lo largo de mi nuca se
alzaron mientras escudriñaba la calle vacía, solo iluminada por las tenues
y centelleantes luces de navidad. Reconocí el cartel de venta en frente de
la casa vacía antes de la guerra. Nos quedaban otras dos cuadras.
15 —Mamá —susurré, con el corazón palpitando en mi pecho cuando
comencé a caminar de nuevo, arrastrándola conmigo—. Necesitamos...
Parecían salir de la nada, moviéndose tan rápido que al principio no
eran más que sombras, rodeándonos.
Un grito se formó en mi garganta cuando los vi. Piel plateada. Ojos
llenos de odio. Cuatro de ellos, y estaban sobre nosotras antes de que el
grito pudiera separar mis labios.
16
Luz de sol.
Eso es lo que sentí en mi piel y probé en mis labios. Luz de sol. Su
calor se filtró a través de mi piel, zumbó por mis venas y se instaló en mis
músculos y huesos.
¿Estaba acostada afuera? Sin embargo, eso no tendría sentido. Era
diciembre y no hacía suficiente calor para tomar el sol, pero sabía que
tenía que estar cerca del sol. Podía sentir su toque en mi mejilla y mis
labios todavía hormigueaban por la cercanía.
Abrí los ojos, pero no vi el sol. Vi una forma... la forma de un hombre.
Los rasgos se volvieron borrosos, pero conocía al hombre. Era él.
El príncipe….
Pero eso tampoco tenía sentido. Nada de esto tenía sentido. La
confusión se deslizó en la pelusa que llenaba mis pensamientos. Algo
estaba mal. Traté de levantar mi mano, pero sentía que mi brazo estaba
pesado. Algo estaba mal, muy mal, y necesitaba recordar...
Dormir.
El deseo de escapar me golpeó fuerte y rápido, borrando la confusión
y la conciencia, y dormí. Dormí por lo que parecieron años y luego escuché
un pitido constante. Se entrometió en donde quiera que estuviese,
volviéndose tan ruidoso, tan desagradable para mí, que tuve que prestarle
atención. Una parte de mi conciencia se concentró en el sonido, se aferró
a él y yo lo seguí, atándome al ritmo. Con cada segundo que pasaba, mi
entorno se volvía más claro. Pasos. Escuché pasos. Susurros. Hubo el
sonido de voces silenciosas. Respiré hondo y un shock golpeó mi sistema.
Respirar dolía. Como si mi pecho y mis costillas estuvieran demasiado
apretados y una simple respiración profunda fuera demasiado para
tomar...
Mamá.
La vi en mi mente, tan clara como el día.
La vi acostada boca arriba en la oscuridad, con los ojos muy abiertos
17 y fijos en los míos. No había nada detrás de esos ojos. No hay vida. Nada.
El pitido se aceleró.
La horrible imagen de mi madre se desvaneció como el humo,
reemplazada por una piel luminosa y sonrisas sangrientas y burlas y...
Piscinas de sangre. Piscinas reales de eso. El líquido rojo rubí se
derramó a través de la piedra, formando riachuelos que corrían entre el
espacio en los adoquines. ¿Por qué había tanta sangre? Una vaga
sensación de calor húmedo burbujeante en mi garganta y ahogo me
invadió.
—¿Bri? ¿Estás despierta? ¿Brighton?
Reconocí esa voz. Ivy. Ella me estaba hablando y respiré de nuevo,
aliviada al descubrir que no dolía tanto como la primera. Pero mi... mi
cuerpo se sentía raro. Mi cara se sentía rara. Como si estuviera hinchada
y estirada demasiado fuerte. Era lo mismo con cada centímetro de mi piel.
Mis ojos se sentían como si estuvieran pegados, y les llevó una
eternidad abrirlos. Horas tal vez. Pero cuando lo hicieron, me encontré
mirando un techo falso y luces fluorescentes.
—Bri —Ivy habló de nuevo, y sus dedos rozaron ligeramente mi mano
izquierda.
Lentamente, volví la cabeza hacia el sonido de su voz, a mi izquierda,
y vi su rostro pálido y demacrado. Todo ese pelo brillante fue recogido en
un moño. Sus ojos estaban rojos e hinchados y llenos de simpatía.
Y lo supe.
Recordé.
Los fae habían salido de la nada, rodeándonos a mamá y a mí. Nos
arrastraron al patio de la casa vacía. No estaban cuatro de ellos. Me había
equivocado. Había cinco y uno de ellos había sido un Antiguo7. Tragué
saliva, o intenté hacerlo, pero el movimiento lastimó mi garganta. Todo
dolía. Mis piernas y cara, pero especialmente mi estómago. Se sentía como
si alguien hubiera cavado por dentro y sacado todo.
7
Los Antiguos, son como los faes más viejos en edad; por lo que son más poderosos (El príncipe
es uno). Puede que también me refiera a ellos en algunas partes como ´Ancianos´ Ya que la
palabra Antiguo parece repetirse varias veces en un mismo diálogo.
Los dedos de Ivy se curvaron alrededor de los míos. Ella la apretó
suavemente. —¿Estás adolorida? Puedo llamar al doctor.
18 Cerré los ojos con fuerza y vi destellos de dientes y garras afiladas.
Los fae no necesitaban usar sus dientes para alimentarse, pero les gustaba
usarlos para causar dolor.
—Mamá —gruñí, y la mano de Ivy se estremeció alrededor de la mía.
Cuando ella no respondió, forcé a mis ojos a abrirse nuevamente—. Ella...
¿ella está muerta?
Ivy apretó los labios y asintió nerviosamente. —Lo siento. Lo siento
mucho, Bri.
Mi mirada cayó hacia donde Ivy sostenía mi mano. En lugar de ver su
mano, vi la mano con sangre de mi madre apretando la mía. Vi que se me
escapaba de mi agarre cuando sentí la fuerza salir de ella.
—Hicieron varios ataques en toda la ciudad —decía Ivy, enroscando
su otra mano alrededor de la mía, apretándola entre sus dos palmas—. Es
por eso que Gerry no se presentó a su turno. Ren y yo lo encontramos. Fue
entonces cuando lo supimos —su voz se volvió ronca cuando comenzó a
decir nombres, nombres de los asesinados y había tantos, un flujo
interminable—. Deben haber estado vigilándonos. Sabían a dónde ir.
Tanta violencia, todo en una noche.
Ivy dejó caer su frente sobre las manos. Sin embargo, no la vi. Vi las
cinco caras. Me acordé de sus caras. Siempre recordaría sus caras.
—Tú vas a estar bien. El doctor dice que es un milagro, pero que vas
a estar bien —dijo—. Probablemente te retendrán por un par de días más,
pero luego puedes venir a casa conmigo, si quieres. Tink dijo que puedes
tomar su habitación...
—Yo... no pude detenerlos.
—¿Qué? —Ivy levantó la cabeza. Sus ojos estaban vidriosos.
—Yo... no pude luchar contra ellos.
Ella sacudió lentamente la cabeza. —Bri, fuiste perseguida y...
—¡No pude detenerlos! —el grito me desgarró la garganta, pero no me
importó—. ¡Mataron a mi madre y no pude detenerlos!
—No —Ivy se levantó, inclinándose sobre la cabecera de la cama para
que su rostro estuviera justo frente a la mía—. Sé lo que estás pensando.
Créeme, lo sé. Esto no es tu culpa. Me habrían jodido si me pillaran
desprevenida y me rodearan así.
19 No pensé que ese fuera el caso. Ivy habría luchado con uñas y dientes.
Ella no habría entrado en pánico. Ella no habría dejado que la llevaran
sobre su espalda, la cosa número uno que te enseñan a nunca dejar que
suceda en el entrenamiento. Ivy podría haber tenido dificultad, pero habría
prevalecido.
—Lo que le hicieron a tu madre y a ti está en ellos —Ivy colocó las
puntas de sus dedos contra mi mejilla. El toque fue ligero, como si supiera
que si presionaba demasiado, dolería—. No había nada que pudieras haber
hecho, Bri. Nada. Sobreviviste. Eso es todo lo que importa. Y va a estar
bien. Todo va a estar bien.
Mientras la miraba, recordando lo que le había dicho a mamá, y
sabiendo que había sido una mentira, supe que eso tampoco era cierto.
Eso no era todo lo que importaba y no iba a estar bien.
Las cosas nunca iban a estar bien.
20
Traducido por: Evares
8
Red por su cabello pelirrojo.
—Claro —ronroneó la chica—. Si queda algo.
Tobias me levantó sin previo aviso, arrojándome sobre su hombro
25 como un maldito neandertal reclamando su premio. Su cojera arañó mi
piel mientras él caminaba a través de la corta distancia. Se abrió una
puerta y luego estábamos dentro de una habitación en la que imaginé que
sucedían muchas cosas muy malas. Pateó la puerta para cerrarla detrás
de nosotros y escuché que la cerradura giraba sin que él la tocara.
Su mano se curvó sobre mi trasero mientras me bajaba al suelo. Me
habían caído mechones de pelo rojo frente a mi cara, y me quedé allí
mientras él los volvía pasaba detrás de mis orejas. —¿Sabes por qué me
gustan las pelirrojas? No. Por supuesto que no.
Parpadeé lentamente, observando la habitación mientras él me
soltaba. Había una silla. Una cama que parecía... bien usada. Mi estómago
se revolvió con náuseas. Pero él no fue a la cama; se dirigió a la silla en
forma de trono con cojines de terciopelo aplastados. Se sentó y me miró.
—Venga. No seas tímida —Esos ojos pálidos parecían arder—.
Vamos a conocernos, ¿no?
—¿Sí? —susurré.
Una media sonrisa se extendió por sus labios mientras enganchaba
un dedo en mi dirección. —Ven entonces.
Forcé una pequeña sonrisa mientras me arrastraba hacia él. El jadeo
fue real cuando agarró mis caderas y tiró de mí hacia su regazo, haciendo
que la falda subiera por mis muslos. Jugó con los tirantes de mi vestido,
trazando el escote bajo en forma de V.
—¿Me quieres? —preguntó.
Esa era una pregunta extraña e innecesaria. Supongo que alguien
tenía un bajo sentido de autoestima o algo así. —Si.
—Me dejarás hacerte lo que sea, ¿no?
Me obligué a asentir. —Sí.
—Entonces tócame —ordenó suavemente.
Mi mandíbula se apretó cuando puse mis manos sobre sus hombros,
bajándolas suavemente sobre su pecho.
—Honestamente, realmente no me gustan las pelirrojas —su mano
se movió rápidamente, cerrándose alrededor de mi garganta—. Las odio.
Oh, demonios.
Apretó no muy suavemente, clavando sus dedos en mi tráquea
26 mientras me arrastraba hacia adelante. Su aliento helado bailó sobre mis
labios cuando hice una mueca ante la punzada de dolor. —¿Por qué? —su
otra mano estaba en movimiento, deslizándose por mi columna vertebral,
bajando—. Me recuerdan a la perra halfling.9
Sabía exactamente de quién estaba hablando.
Ivy Morgan, espera, ahora era Ivy Owens, se había casado en
navidad con Ren.
Entonces, antes de que tuviera la oportunidad de procesar lo que
estaba haciendo, su boca fría estaba sobre la mía. Labios. Dientes. Lengua.
Fue duro y brutal, y me preguntaba si él incluso sabía besar o si acaso le
importaba. Me soltó la garganta y supuse que habría moretones allí más
tarde.
Me quedé quieta mientras él bajaba los tirantes de mi vestido por
mis brazos, alimentado por una de las emociones más poderosas
conocidas por el hombre.
Venganza.
Estaba tan cerca de la venganza que pude saborear la amarga
dulzura en la punta de mi lengua. Quemó a través de la frialdad que dejó
su beso.
La parte superior se deslizó, acumulándose en mis caderas y dejó al
descubierto el sujetador sin tirantes negro, muy incómodo. Mi mirada se
fijó en el techo mientras sus labios fríos bajaban por la columna de mi
garganta y luego bajaban, sobre la hinchazón de mi pecho. Forcé a mi
cuerpo a mantenerse suelto, aceptando incluso cuando las puntas de sus
dedos se deslizaron sobre mis costados hasta donde el material se agrupó.
Sus dedos rozaron la delgada cadena plateada que cabalgaba alrededor de
mis caderas.
Tobias se echó hacia atrás, y prácticamente pude sentir su mirada
recorrer mi pecho y luego mi estómago, y supe lo que vio. No una piel
suave, sin marcas. Pálidas y brillantes cicatrices que cubrían la totalidad
de mi estómago. Marcas de dientes. Muchas, que se habían curado y se
habían desvanecido a un tono o dos más claros que mi tono de piel normal.
Arboledas profundas hechas por garras afiladas. Todas ellas un
recordatorio permanente de la noche, hace casi dos años, cuando los faes
9
Refiriéndose a Ivy que es mitad humana.
que habían apoyado a la derrotada Reina del Invierno habían buscado una
sangrienta venganza y comenzaron una matanza total. Ni siquiera se
27 habían alimentado de nosotros. Solo querían lastimarnos.
Y lo hicieron.
La noche en que mi madre, quien ya había sufrido tanto a manos de
ellos, murió, casi destrozada por los dientes y las garras.
La noche que debería haber muerto.
Sus manos apretaron mis caderas, cavando en mi piel. —¿Qué
demonios?
Bajé la barbilla mientras tiraba de la cadena y el pequeño medallón
circular se soltó del vestido. Supe el momento exacto en que reconoció el
trébol de cuatro hojas. Tobias sabía lo que eso significaba.
No estaba bajo su encanto.
La pálida y furiosa mirada de Tobias voló hacia la mía. Entonces
sonreí. —¿Me recuerdas?
Potentes músculos se enroscaron debajo de mí cuando el
reconocimiento brilló en sus ojos, pero fui más rápida de lo que había sido
esa noche, de lo que había sido durante toda mi vida, y la Orden se había
vuelto más inteligente al ocultar nuestras armas. Giré mi muñeca derecha
y el brazalete ancho se soltó de una estaca de hierro plegable. El metal
mortal salió disparado sobre la palma de mi mano. Agarrando su hombro,
saqué mi brazo derecho, golpeando la estaca de hierro profundamente en
el pecho del fae.
La sorpresa separó sus labios cuando jadeó. —Perra.
—Sí.
Entonces sucedió.
Tan rápido como un latido, el bastardo enfermo se derrumbó sobre
sí mismo cuando fue absorbido de vuelta al Otro Mundo, encerrado y tan
muerto como podía estar para mí. Cayendo hacia adelante, me agarré en
el respaldo de la silla, mis rodillas deslizándose sobre el cojín.
Desenganché la estaca, oyendo el clic mecánico cuando se plegó de nuevo
en el brazalete.
Respirando profundamente, lo contuve mientras cerraba los ojos.
Había cinco de ellos que nos habían encontrado a mi madre y a mí. Cinco
de ellos que habían ido tras una anciana y su hija. Tres ahora estaban tan
muertos como podían estar, y eso dejaba a dos más. Un fae y un...
28 Un golpe extraño chocó con la pared fuera de la habitación, haciendo
que mis ojos se abrieran de golpe. Me aparté del respaldo de la silla, me di
la vuelta y arrastré los tirantes de mí vestido sobre mis brazos. Hubo un
grito ronco y luego el sonido de la puerta abriéndose desde afuera fue como
un cañón en la habitación.
Maldición. No había planeado que alguien viniera tan rápido.
Necesitaba tiempo para...
La puerta se abrió y el terror se apoderó de mi pecho cuando vi quién
llenaba la totalidad de la puerta. Era….
Era el Príncipe.
29
4
Traducido por: Evares
10
Equipo Buen Fae o ´Buenos Fae´
Luego su mirada se levantó hacia la mía mientras doblaba dos dedos
debajo de mi barbilla, guiando mi cabeza más hacia atrás. Un sonido
retumbó de él, recordándome un gruñido muy animal. Se me encogió el
estómago. Pasó un momento largo y tenso y luego apartó sus dedos de mi
32 barbilla.
—Entonces, Sally, estoy seguro de que entraste a una habitación con
alguien que estoy buscando —su pulgar se deslizó sobre la piel justo debajo
del brazalete que llevaba. —Los que estaban afuera me dijeron que estaba
aquí —hizo una pausa—. Por otra parte, los que están fuera de esta sala no
pueden decirme nada más.
¿Qué significaba eso?
Pensé en el extraño golpe contra la pared. ¿Le había hecho algo a los
fae de afuera?
—Él estaba aquí y ahora no —el pulgar se movió en un círculo lento a
lo largo de mi piel, causando un estremecimiento tenso y confuso que me
golpeó—. Ahora, ¿qué podría haber pasado con esta persona? Solo hay una
pequeña ventana detrás de ti, pero dudo que fuera capaz de salir por ahí.
Entonces, parece que él... desapareció en el aire.
Bueno, eso fue más o menos lo que sucedió.
—Estoy bastante decepcionado, ya que había cosas que necesitaba
discutir con él.
Tenía tantas ganas de preguntar por qué el príncipe reformado del
verano necesitaba hablar con un fae de invierno.
Su mano se deslizó sobre mi mano, así que ahora su pulgar trazaba
círculos inactivos y lentos en el interior de mi codo, justo debajo de otra
marca de mordida cicatrizada. Una marca que Tobias podría haber notado
si no hubiera sido tan arrogante y estúpido.
—Sally, Sally... ¿Qué voy a hacer contigo? —reflexionó mientras las
pestañas gruesas bajaban, protegiendo los pálidos ojos de lobo.
Eso fue... eso fue una muy mala pregunta. ¿Y por qué me estaba
tocando así, acercándose tanto al brazalete? ¿Y por qué me hacía temblar
en lugar de hacerme querer raspar la piel que estaba tocando?
Iba a culpar a su aparición inesperada por mi reacción.
Cuando no respondí, un lado de sus labios se alzó en una sonrisa
burlona. —Párate. Al no tener idea de si él realmente creía que estaba
fascinada, un temblor me recorrió mientras estaba de pie sobre mis rodillas
bloqueadas. El cambio de posición fue una bendición. Ya no lo miraba a los
ojos. Mi mirada estaba al nivel de su pecho.
—¿De dónde eres, Sally?
33 La pregunta me pilló por sorpresa y me tomó un momento responder.
—Lafayette —solté, imaginando que mi acento traicionaba que era de algún
lugar del sur.
—¿Lafayette? —su otra mano aterrizó suavemente en mi cintura, y
todo mi cuerpo se sacudió.
Maldición.
Un humano fascinado no tendría reacción. Tenía que saber que estaba
fingiendo esto, pero eso no significaba que supiera quién era yo. No podía
imaginar que lo hiciera, no cuando solo me había visto dos veces, y en ambas
ocasiones no me había visto así. Otro temblor me atravesó y supe que podía
sentirlo, porque apretó mi cintura y arrugando el material de mi vestido.
—Bueno, Sally de Lafayette, hay algo muy interesante en ti —dijo, y
un latido más tarde, todo el frente de mi cuerpo se presionó contra el suyo.
El contacto fue un shock para mi sistema, y cuando respiré hondo,
olía a tormentas de verano y me recordó a las playas brillantes. Mi piel ardía
y hormigueaba y la reacción fue rápida, potente. Su mano se deslizó hacia
el centro de mi espalda, y el siguiente aliento que tomé quedó atrapado en
mi garganta.
¿Qué estaba pasando en el mundo? ¿Estaba...?
—Tu pulso... —su mano siguió mi columna vertebral, enredada en los
mechones de cabello mientras se enroscaba alrededor de mi nuca. Su cálido
aliento bailaba sobre mi frente mientras inclinaba mi cabeza hacia atrás,
presionando su pulgar contra mi salvaje pulso.
Sin previo aviso, me hizo girar. Mi corazón dio un vuelco cuando me
empujó contra él otra vez. Respiré entrecortadamente, completamente
consciente de cómo mi cuerpo se ajustaba a las losas duras de sus músculos
y la... santa mierda, la otra cosa que parecía igualmente proporcionada a su
gran cuerpo, y quería fingir desesperadamente que no sentí eso.
Y también quería fingir desesperadamente que no sentía cómo mi
estómago se retorcía de una manera agradable y confusa o cómo el calor
líquido se acumulaba bajo mi cuerpo. No me atraía él. De ninguna manera.
De ninguna total manera, porque detrás del calor en bruto que crecía dentro
de mí también había miedo.
El Príncipe apartó el pesado cabello de la parte posterior de mi cuello
y luego sus dedos estuvieron contra los músculos tensos, trabajando para
calmar la tensión allí.
11
“Villano” principal de la primera temporada de Stranger Things.
Sintiéndome varios años mayor que mi edad, crucé la habitación
silenciosa y entré en lo que solía ser una pequeña guardería, pero que había
sido convertida en un vestidor hace mucho tiempo.
13
Otra vez: Transformar o cambiar algo con el Glamour; magia que los Fae usan para hacerles creer
a los humanos que algo era diferente a lo que en verdad es. (Que ellos son diferentes a lo que en
verdad son).
de él, habían adoptado nombres humanos. Incluso la corte de invierno hizo
eso, porque dudaba que Tobias hubiera sido el verdadero nombre de ese
bastardo.
Tanner se detuvo en seco cuando me vio sentada allí, como lo hizo la
49 mujer Fae llamada Faye, quien llevaba un archivo.
Extraña reacción teniendo en cuenta que cuando me vieron, me veía
como normalmente lo hacía, sin peluca o maquillaje pesado. Sin fachadas.
Era Brighton hoy, incluso si yo... no me sintiera como ella.
Solo vi la máscara que Faye y Tanner usaron por un segundo antes de
que la humanidad se filtrara lejos y los vi en toda su gloria fae. Lo único que
no había cambiado era su cabello. Ambos tenían el pelo oscuro, pero eran
tan diferentes como la sal y la pimienta, lo que demostraba que Tanner
estaba envejeciendo como un humano mientras que Faye era más joven, su
cabello era de un color lino intenso.
—Sra. Jussier. —La sorpresa coloreó el tono de Tanner cuando cruzó
la habitación y se detuvo delante de mí, ofreciendo su mano—. Estoy
sorprendido de verte.
—Brighton —lo corregí mientras miraba su mano extendida. El
momento de la vacilación no pasó desapercibida para Faye. La astuta
hembra levantó una ceja oscura. Tomé la mano de Tanner, sacudiéndola
con la mayor firmeza humanamente posible. Ni siquiera sabía por qué
vacilaba, además de ser rara, y era rara. Mucho—. Sabes que puedes
llamarme Brighton.
Me apretó la mano cariñosamente. —Dios mío, Brighton, no te he visto
en mucho tiempo. Estoy... siento mucho saber de tu madre y de lo que te
pasó.
No podía recordar la última vez que había estado en esta oficina o en el
Hotel Good Fae, pero fue antes del ataque.
—Merle era una mujer increíble y única —continuó, su tono y sus ojos
azul pálido, llenos de pena genuina, y no me sorprendió que dijera eso. Él y
varios Fae del verano habían asistido a su funeral—. La echamos mucho de
menos.
El siguiente aliento que tomé se quedó atrapado en mi garganta. Solté
mi mano, colocándola en el brazo aterciopelado de la silla en la que me
senté. Abrí la boca, pero descubrí que no podía hablar porque la tristeza y
la ira amenazaban con levantarse y asfixiarme. No podía permitir que eso
sucediera. Aquí no.
Aclarándome la garganta, aparté las emociones desordenadas y me
concentré. —Gracias. A mi madre le encantó conocerte.
—¿Lo hizo? —Tanner se río entre dientes cuando él se apartó de mí y
se volvió hacia su escritorio—. Tu madre era una mujer difícil de conquistar.
—Ella tenía... problemas de confianza —le expliqué, moviéndome en la
silla—. Pero ella confiaba en ti. En ambos.
Tan loco como eso sonaba, era cierto. A mamá realmente le gustaba
Tanner. Pensé que podría haber estado enamorada del fae, lo que parecía
50 absurdo considerando lo que había pasado, pero realmente le gustaba
Tanner.
Una leve sonrisa cruzó el rostro de Faye. —Y consideramos que es un
gran honor.
Asintiendo, deseé que la bola de emoción amarga y afilada que ahora
se apoderaba de mi pecho simplemente desapareciera. Era hora de
comenzar esta reunión.
—Puedo saber que no me esperabas. Ivy no pudo hacerlo. Ella está
con...
—El Príncipe Fabian en Florida —terminó Faye, parándose a unos
metros de mí al lado del escritorio—. Somos conscientes de que Ivy no está
disponible, pero pensamos que enviarían a alguien más.
No estaba segura de cómo responder a eso. Mantuve mi rostro en
blanco mientras Tanner se sentaba detrás del escritorio. —Lo siento, pero
Miles está ocupado con los nuevos reclutas.
—Me imagino que tiene mucho en sus manos. —sonrió Tanner, y
siempre estaba sonriendo cortésmente. Era como si su rostro estuviera
permanentemente arreglado de esa manera—. Pero esperábamos a alguien
de... más arriba.
El calor se apoderó de mis mejillas cuando mi mano en la silla se puso
rígida. Ellos sabían. Eché un vistazo entre los dos faes, sintiendo el calor
viajar por mi garganta. Sabían que Miles me había enviado a la reunión
porque, sinceramente, estaba demasiado ocupado para tratar con Tanner y,
al final del día, no le importaba lo suficiente como para sacar a cualquiera
de los miembros de la calle, o fuera de entrenamiento. Por eso me enviaron,
porque a los ojos de Miles, yo tenía tiempo disponible.
No era remotamente esencial.
Levanté la barbilla. —Les puedo asegurar que yo, como cualquier otro
miembro de la Orden, he nacido y crecido dentro de la organización. En
realidad, tengo más conocimientos sobre cualquier cosa que tenga que ver
con la Orden que Miles. —Tampoco estaba siendo un fanfarrón. Esa era la
maldita verdad. Ese era mi trabajo en la Orden. La investigadora. La lectora.
La estudiosa. Yo era el sauce en un ejército de Buffys y Ángeles14—. Puedo
ayudarlo con lo que sea que necesite hablar con nosotros.
—Lo siento —respondió Tanner rápidamente—. No quise insinuar que
no podías manejar esto. Es solo que…
—¿Qué? —Alcé las cejas, esperando.
14
Si no me equivoco… Buffys (por Buffy La Caza Fantasmas) y Ángeles (por las Ángeles de Charlie).
—Estás incómoda a nuestro alrededor —declaró Faye claramente—. Lo
que puedo entender completamente con lo que te sucedió...
—Lo que me pasó es irrelevante.
La mirada de Faye se suavizó un poco.
51 —Puedo oler tu ansiedad. Me recuerda al humo de madera.
Ahora mi cara estaba en llamas. ¿Era realmente tan obvio que estaba
ansiosa? —¿Puedes oler mi ansiedad?
Faye asintió con la cabeza.
Bueno, eso era algo que nunca supe y que era algo espeluznante.
—Y estás agarrando la silla como si fuera una especie de salvavidas —
señaló Faye—. Es como si ya hubieras olvidado que hace dos años,
luchamos junto a la Orden y empujamos a la Reina de vuelta al Otherworld.
Tanner se tensó ante la mención de la Reina. No podía culparlo.
Nunca había visto a la Reina, pero por lo que escuché, ella era un
montón de pesadillas.
—>>… Que perdimos a muchos buenos faes esa noche —continuó
Faye—. Y parece que también has olvidado que la mayor traición no vino de
nosotros, sino que vino dentro de la Orden.
—No lo he olvidado. —¿Cómo podría hacerlo? La traición había venido
desde lo alto de la Orden, comenzando con David Faustin.
Él era el jefe de la Secta de Nueva Orleans, la palabra clave siendo era,
y su traición se había extendido por toda la Orden como un virus, infectando
a casi todos. Aquellos dentro de la Orden que no habían muerto a manos de
los no tan amigables fae, los Fae de invierno, lo habían hecho a manos de
aquellos en quienes confiaban.
Exhalé bruscamente mientras quitaba mi agarre del brazo de la silla.
—Yo... —Comencé a disculparme, pero me detuve y decidí ser tan honesta
como Faye—. Me criaron para cazar faes y me enseñaron que no había tal
cosa como un buen fae. Y sí, había algunos miembros de la Orden que
sabían de su existencia, pero la mayoría de nosotros no sabía que la Corte
de Verano había escapado a nuestro mundo después de la guerra con la
Corte de Invierno, y solo estábamos tratando de vivir lo mejor posible como
un humano. Si alguien hubiera sugerido hace dos años que había buenos
faes por ahí, faes que no se alimentaban de humanos, me habría reído de
frente.
La mandíbula de Faye se endureció, pero no había terminado. —>>… Y
ustedes saben muy bien que los fae de invierno, los que aún son leales a la
Reina, son muy superiores a todos ustedes. Dos años, Faye. Eso es todo lo
que he tenido, muchos de nosotros tuvimos que aceptar la idea de que no
todas los fae son encarnaciones malvadas. Entonces, sí, los fae me
incomodan. Del mismo modo que estoy segura de que te ponemos incómoda.
—Por supuesto, algunos de ustedes nos hacen sentir incómodos,
considerando que todavía hay algunos miembros de la Orden que quieren
matarnos —respondió Faye.
—Creo que lo que Faye intenta decir todo este tiempo es que tenemos
52 un problema bastante serio, y nos preocupa que tu... incomodidad pueda
interferir en ayudarnos a resolver este problema. —Tanner cruzó las manos
sobre el escritorio—. Eso es todo.
Bueno. Wow. Esto se estaba volviendo incómodo. —¿Puedo ser
dolorosamente honesta?
—Por supuesto. —Tanner se recostó.
—Además de Ivy y Ren, no hay un solo miembro de la Orden que no se
sienta incómodo con los fae o que pueda estar un poco perjudicado por todos
sus años luchando contra ellos cuando no querían nada más que esclavizar
a la humanidad y destruirlos. Incluso Ren no va a extender exactamente la
alfombra roja, y su esposa es media fae —dije, sosteniendo sus miradas—.
Entonces, si te preocupa que mi incomodidad sea un problema, entonces
tendrás el mismo problema con cualquier miembro de la Orden además de
Ivy. O me dices por qué querías una reunión con la Orden o esperas hasta
que Ivy regrese. Tú dices.
—No es solo que te ponemos nervioso. —Faye tocó el archivo en su
muslo cubierto de mezclilla—. También es que te asustamos.
Mi cabeza giró en su dirección.
—No me asustas.
—¿Es así? —murmuró ella
—Es así. Y solo para aclarar, la ansiedad que están oliendo no es por
ustedes dos. Solo soy una persona ansiosa el noventa por ciento del tiempo.
Ustedes me hacen sentir incómoda, pero no me ponen ansiosa o asustada.
Hay una diferencia del tamaño del río Mississippi entre los dos.
Una medida de respeto llenó los ojos de Faye. No mucho, pero lo vi.
—Bueno, entonces lo haremos, ¿no? —dijo Tanner.
Lentamente, me volví hacia él, pensando que sonaba como si tuviera
tanta fe como la que yo tenía de que Tink no creara un desastre para cuando
llegara a casa.
—Supongo que sí.
—Necesitábamos hablar con la Orden porque hemos notado una
tendencia inquietante. —Tanner tomó el archivo que Faye le entregó—.
Durante el último mes, varios de nuestros jóvenes desaparecieron y
tememos que la Orden esté involucrada.
53
Traducido por: Stephanie
Mi primera reacción al verlo fue darme cuenta de que había una buena
posibilidad de que tuviera un ataque cardíaco masivo. Muerta antes del
treinta y uno, justo aquí en el grandioso vestíbulo del Hotel Good Fae.
Lo cual, supuse, era solo un poco mejor que morir sola en casa,
sofocada por montones de libros polvorientos y montones de mapas escritos
a mano.
Mi segunda reacción, y probablemente la más preocupante, fue la
montaña rusa que emergió en mi estómago en respuesta al verlo, seguido
de una ola aguda de escalofríos que no tenía nada que ver con quién era.
Dios, él solo... No pude encontrar las palabras correctas aparte de que
realmente hizo algunas cosas estúpidas para mis hormonas.
De alguna manera me las arreglé para no sufrir un paro cardíaco o
golpearme mientras acechaba hacia mí con la graciosa ronda de un
depredador. Era cien por ciento humana sin absolutamente ninguna
habilidad especial, pero aún podía sentir el poder liberado de él, llenando
cada rincón y grieta del vestíbulo. Supuse que era un instinto básico de
supervivencia, alertando a la mente humana de que estaban en presencia
de un depredador.
No te reconoció. Lo repetí hasta el momento en que se detuvo delante de
mí. Él no sabe que fuiste tú a quien tuvo en sus manos.
—¿Qué haces aquí? —preguntó.
Con la garganta seca, parpadeé una vez y luego dos veces. —¿Perdón?
Sus pupilas parecían contraerse en respuesta a mi voz. —Pregunté por
qué estás aquí, Brighton.
El aire quedó atrapado en mi garganta al sonido de mi nombre. —¿Sabes
mi nombre?
El Príncipe inclinó su cabeza hacia un lado y la mirada que cruzó su
rostro me hizo pensar que estaba cuestionando mi inteligencia.
Bien, esa fue una pregunta estúpida. Pero en mi defensa, aparte del
sábado por la noche, cuando estaba segura de que no tenía idea de que era
yo, solo lo había visto dos veces antes, ambas breves. Y nunca nos habían
presentado. Siempre. Y ni siquiera podía estar segura de haber sido vista
por él en el hospital. Eso podría haber sido una alucinación. O un sueño
extraño. Como el sueño que tuve el sábado por la noche, cuando había
estado en su regazo y él había estado...
Oh, Dios mío, mis ojos se abrieron cuando sentí el calor en mi cara. No
60 iba a pensar sobre eso cuando estaba parada frente a él. Porque era raro.
Totalmente extraño y estúpido, pero juré que podía sentir el calor de sus
manos en mis costados y sus labios.
Dios mío, realmente necesitaba dejar de pensar. Esas pupilas parecían
contraerse aún más cuando bajó la barbilla. Respiré hondo. Estaba más
cerca ahora y su aroma... Dios mío, me recordó a las tardes de verano
perezosas. Estar tan cerca de él nuevamente era como estar de pie junto a
un calentador.
Tanner se aclaró la garganta.
—Mi señor, la Sra. Jussier está aquí en nombre de la Orden. Ella nos
ayudará con los jóvenes desaparecidos.
—¿Es así? —respondió con ironía.
Mis ojos se entrecerraron. —Sí, eso es así. Tanner contactó a la Orden
y me enviaron a manejar la reunión y ahora que ya terminó, voy a seguir mi
camino. —Me volví del Príncipe a Faye, que actualmente me estaba mirando
como si me hubiera vuelto loca—. Estaré en contacto, Faye.
No llegué muy lejos.
En realidad, solo pude dar media vuelta cuando sentí los cálidos dedos
del Príncipe alrededor de mi muñeca izquierda. Como antes, el contacto de
su piel contra la mía fue una sacudida para el sistema. Era casi como si
estuviera cargado de electricidad, pero no pensé que eso fuera posible.
—¿Entiendes lo grave que es que estos jóvenes están desaparecidos? —
preguntó hablando lo suficientemente bajo como para no pensar que nadie
más pudiera escucharlo.
—Sí. —Mi mirada se deslizó sobre su hombro. Teníamos una audiencia
bastante grande y curiosa. Inquieta, intenté liberar mi mano y fallé—. Por
supuesto que sé que es importante.
—¿Pero te importa? —Esos extraños y llamativos ojos se clavaron en
los míos.
Un escalofrío bailó sobre mis hombros. —Sí, me importa. —Ofendida
porque él incluso hiciera esa pregunta, tiré de mi brazo otra vez, sin llegar
a ninguna parte—. ¿Puedes soltarme?
—¿Por qué te importaría si a la totalidad de la Orden no lo hace? —No
me soltó.
—¿Cómo sabes que no lo hacen? —Le devolví el fuego a pesar de que
tenía razón en su mayoría.
—El hecho de que tengas que hacer esa pregunta me hace dudar de tu
inteligencia —dijo—. Por otra parte, ya tengo suficientes razones para dudar
de eso.
Mi boca se abrió. Literalmente. —¿Acabas de decirme eso?
61 —Estoy seguro de que hablé en tu idioma nativo y con bastante
claridad.
La ira atravesó mi sistema. —Ni siquiera me conoces.
—Oh, te conozco. —Su voz bajó aún más, provocando un no deseado y
confuso temblor en mí—. Sé exactamente qué y quién eres.
Mis dedos se curvaron en un puño. —Ni siquiera sé lo que estás
sugiriendo.
—Sabes tan bien como yo que a la Orden no le importa una mierda lo
que puede o no haberles sucedido a algunos Fae del verano. —Mientras
hablaba, el espacio entre nosotros parecía haberse evaporado—. Y te paras
frente a mí, alegando que lo haces mientras ni siquiera admites que a las
personas para las que trabajas no les podría importar menos.
Abrí la boca y luego la cerré. Maldición, tenía un punto. Un buen punto,
pero eso no significaba que fuera apática. —Me importa. Si no lo hubiera
hecho, no habría tomado este archivo. No les habría dicho a Tanner y Faye
que vería lo que podría descubrir. Si realmente supieras quién y qué soy,
sea lo que sea que eso signifique, sabrías que no mentiría.
La fuerte inhalación audible de Faye me advirtió que mi voz había
subido a pesar de que el Príncipe no lo había hecho, y al menos ella podía
oírme. No me importaba. La frustración y la irritación habían reemplazado
hacía mucho tiempo la sana sensación de miedo.
—Y en serio, amigo, ¿puedes soltarme el brazo?
El Príncipe ignoró mi pedido una vez más. —No eres más que mentiras
y fachadas.
Todo mi cuerpo se sacudió ante ese comentario, golpeando demasiado
cerca de casa para su comodidad. —Suéltame.
Me sostuvo la mirada mientras levantaba lentamente un dedo tras otro,
soltando mi muñeca. Ese nudo amargo estaba de vuelta en mi garganta.
El Príncipe me soltó y sus pestañas pesadas bajaron, protegiendo su
poderosa mirada, pero juré que aún podía sentirlo. —Mis disculpas —
murmuró—. Estaba fuera de lugar.
Una pluma podría haberme derribado en ese momento. ¿Se estaba
disculpando? ¿El príncipe? —Sí, lo fue. —Tragué saliva, alejándome un paso
de él.
—Incluso si es cierto —agregó.
—Wow. Qué manera de arruinar una disculpa —murmuré—. No es que
probablemente sepas por qué te disculpaste.
—Lo hago. Te lastimaron. Esas palabras.
—¿Qué? ¿Puedes oler eso también?
Esas pestañas pesadas se levantaron y la intensidad de su mirada me
atravesó. De repente pensé volviendo al día en que me desperté en el
hospital, a esos ojos. —Puedo sentir muchas cosas.
62 Oh.
Oooh
Tuve la clara impresión de que estaba hablando de antes, cuando
estaba pensando sobre el sueño que tuve. Y chico, ¿eso no me hizo querer
arrastrarme por un agujero en alguna parte?
En ese momento, hice una nota mental para que no sintiera nada
cuando estaba cerca de él o de cualquier otro fae.
Una ceja, varias sombras más oscuras que su cabello dorado, se alzó.
—Espera. ¿Pueden leer mentes? —pregunté, con la voz baja y pensando
que no sabía casi tanto sobre los fae como pensaba que sabía.
—No lo necesitamos.
El alivio me golpeó, pero se desvaneció rápidamente cuando sus
palabras volvieron a mi mente. No lo necesitamos. Lo que significa que
retomar nuestras emociones probablemente les daban una idea suficiente
de cuáles eran nuestros pensamientos.
Agradable.
—Bueno... —Sostuve la carpeta más cerca de mi pecho—. Eso es
extraño.
Sus labios se torcieron.
—Y tengo que irme. —Comencé a girar una vez más, ordenándome a mí
misma que no huyera como si la recepción no estuviera en llamas. Pero me
detuve, frente a él de nuevo—. Me importan estos jóvenes. Los encontraré o
averiguaré qué les sucedió.
El príncipe inclinó la cabeza. Pasó un momento y luego asintió.
Pensando que este súper incómodo cara a cara había terminado,
afortunadamente, comencé a alejarme de nuevo.
—¿Brighton?
Ignorando desesperadamente en como la forma en que dijo mi nombre
me hizo pensar en las tormentosas noches de verano. Lo enfrente, a pesar
de que el sentido común gritaba que no debía. No pude evitarlo. No era una
compulsión. Aparentemente era muy mala con el autocontrol.
Mi mirada irónica parpadeó sobre su rostro y contuve un suspiro. Era
el más fuerte, el más mortal de su clase, y ese conocimiento no hizo nada
para amortiguar mi apreciación de su belleza masculina.
—El cabello rojo era un buen toque, pero lo prefiero de esta manera.
Y luego, con esas palabras de despedida, se dio la vuelta y se alejó,
dejándome allí parada sabiendo una sola cosa.
El Príncipe sabía quién era yo el sábado por la noche.
63
Traducido por: Stephanie
Maldición.
Demonios.
Maldita sea todo al infierno.
Faye me siguió afuera hasta los cielos gruesos y nublados. —Eso fue
raro.
—¿Lo crees? —Agitada, saqué mi teléfono y abrí la aplicación de servicio
del automóvil. Gracias a María Madre de Dios, Faye no había escuchado lo
que el Príncipe había dicho antes de irse.
—Sí, eso fue súper raro.
Mi corazón aún latía como si acabara de pasar una hora en la cinta de
correr. Él sabía. Maldición él sabía que había sido yo. Probablemente
también sabía por qué Tobias había desaparecido. Arrastré mis dientes a lo
largo de mi labio inferior mientras revisaba qué autos estaban cerca,
resistiendo la necesidad de arrancar el maldito suéter. Hacía mucho más
frío aquí afuera, pero aún me sentía demasiado caliente.
—¿Brighton? —Levantando la barbilla, miré a Faye. Ella me miró con
algún tipo de asombro en sus ojos—. No creo que entiendas cuán raro fue
eso viniendo de él.
—Oh, confía en mí, estaba en el extremo receptor de todas esas rarezas.
Entiendo.
Ella sacudió ligeramente la cabeza. —No, no lo haces. Nunca lo había
visto hablar con nadie durante ese período de tiempo.
—¿En serio? —Solté una carcajada mientras miraba por encima del
hombro la puerta que ahora parecía un trozo de metal oxidado.
El glamour se había establecido en su lugar.
—Me habló durante aproximadamente un minuto, en dos veces. —me
devolvió Faye.
—¿En serio? —Bajé mi teléfono—. Eso no es muy largo. ¿No habla él?
—Realmente no.
—¿A cualquiera?
—No. —Ella cruzó los brazos mientras se acercaba a mí—. Ni siquiera
su hermano. Él está... bueno, ya sabes por lo que ha pasado.
Y sabía lo que él, en trance, había hecho pasar a otros. Pero me lo
guardé para mí.
—No es muy comunicativo —dijo.
No parecía que se adaptara muy bien, pero también me lo guardé para
64 mí y en su lugar dejé que la curiosidad sacara lo mejor de mí. —¿Ha estado
aquí todo este tiempo? ¿En la ciudad, desde la pelea con la reina?
—Sí. —Sus cejas oscuras se fruncieron—. En realidad no se ha ido de
Nueva Orleans, incluso para viajar a la otra gran comunidad en Florida con
su hermano.
Pensé que era extraño, que no lo había visto, y ninguno de la Orden
había mencionado haberlo visto mientras patrullaba. Pero tenía el
presentimiento de que el Príncipe sabía cómo permanecer oculto hasta que
quisiera.
Quería preguntarle si sabía por qué él había estado en Flux buscando
una fiesta de invierno, pero hacer esa pregunta expondría que había estado
allí.
Pasando la cola de caballo sobre mi hombro, volví a la aplicación por
teléfono.
Toqué el auto más cercano. —Sinceramente, no sé qué decir. Fue
extraño, pero se acabó. Necesito llegar a la Orden. Pronto tendrán su
reunión de la tarde y ese es el momento perfecto para ver si alguno de ellos
reconoce a estos chicos.
—¿Qué te estaba diciendo él? —preguntó ella.
Sostuve mi teléfono y el archivo mientras giraba hacia la carretera,
deseando que el auto apareciera mágicamente. —Nada —dije—. Nada que
sea importante.
Faye no respondió a eso, y ella no dijo nada mientras estuvo parada
conmigo hasta que llegó el auto y subí.
Dudaba que ella me creyera. Cuando cerré la puerta y miré por la
ventana, ella ya se había ido.
—¿St. Phillips Street? —preguntó el conductor, revisando mi solicitud
en la aplicación.
—Sí. —Mi mirada estaba pegada al edificio de ladrillo en ruinas cuando
el conductor se dio la vuelta y se dirigió de regreso hacia el Canal—. Gracias.
Una vez que ya no pude ver el edificio, me recosté en el asiento con un
suspiro. Dios, ¿que acababa de pasar?
Por lo general, nadie me prestó atención en un día determinado y el
Príncipe, que aparentemente no habla con nadie, sabía que había sido yo el
sábado por la noche y sospechaba que de alguna manera sabía que había
estado allí y me buscó.
Pasé la mano por debajo de mi garganta, haciendo una mueca al
presionar demasiado la piel. El Príncipe sabía lo que estaba haciendo, pero
no me había expuesto frente a Tanner y Faye. ¿Eso significaba que no iría a
la Orden?
¿Y qué demonios quiso decir con la afirmación de que sabía quién y qué
era yo?
65 Esas palabras me persiguieron en el corto viaje de regreso a la sede.
Agradeciendo al conductor, salí y eché un vistazo a la tienda del primer
piso propiedad de la Orden.
Mama Lousy vendió todo tipo de cosas al azar, con una gran cantidad
de hierro en medio de una interesante cantidad de herramientas vudú y
auténticas especias N’awlins. Actualmente estaba cuidado por uno de los
viejos más gruñones que había conocido. Jerome se había retirado de la
Orden hace más de una década y de alguna manera terminó en la posición
que tenía menos sentido.
Él no era alguien que debería estar en una posición de servicio al
cliente.
Honestamente, me sorprendió que Miles no me hubiera asignado a la
tienda.
Bufé y luego suspiré, porque pensé que ese día llegaría más temprano
que tarde.
Una mirada a través de los escaparates, pude verlo sentado detrás del
mostrador, mirando a los turistas que estaban recogiendo varias máscaras
y probándoselas.
No me vio, y si lo hiciera, no habría ayudado con su actitud.
Sonriendo, me dirigí a la entrada lateral y abrí la puerta. Me dirigí por
el pasillo estrecho y estrecho que olía vagamente a azúcar y zapatillas de
deporte.
Se colocó una pequeña cámara en la parte superior de las escaleras.
Las cosas se habían vuelto más de alta tecnología en los últimos dos años
desde que el príncipe había violado el cuartel general cuando estaba
´matando a todos´. Un sensor estaba en la puerta, encima de la mano.
Presionando mi dedo sobre él, esperé mientras el artilugio leyó mi huella
digital. La puerta se abrió en un santiamén, y tan pronto como la abrí, vi
que había regresado justo a tiempo.
La sala principal estaba llena con al menos media docena de miembros
de la Orden. Inmediatamente vi a Jackie Jordan La mujer de piel oscura
estaba sentada en un escritorio, con una pierna larga y delgada doblada
mientras miraba algo en su teléfono. De pie junto a ella estaba Dylan,
vestido con pantalones tácticos negros y una camiseta negra ajustada.
Además de Miles, Ivy y Ren, eran los únicos miembros originales de la Orden
que quedaban. El resto se había ido, habiendo perecido en la batalla o
después, cuando los Fae de invierno desataron su ira al ser frustrados.
Esos miembros ahora fueron reemplazados por varios miembros de
otras ciudades o por otros nuevos.
Una pesadez no deseada pero familiar se instaló en mi pecho.
Había habido tanta pérdida y había ecos de ella en todas partes.
66 En los ojos cansados de Jackie y Dylan y en todas las caras nuevas que
abarrotan la sala principal.
Lo que nos había pasado a mí y a mi madre no había sido aislado.
Morir en la batalla fue una muerte mucho mejor que ser perseguido,
tomado por sorpresa y sin preparación, asesinado antes de que supieras lo
que estaba sucediendo.
Eché un vistazo al archivo. ¿Alguno de ellos realmente se preocuparía
por estos chicos desaparecidos cuando tantos de ellos habían perdido
amigos y familiares mientras luchaban contra los fae? ¿Les importaría que
la Corte de Verano hubiera venido por nosotros y hubiera luchado junto a
nosotros?
Tenía la terrible sensación de que ya sabía la respuesta a mis
preguntas.
Sosteniendo el archivo cerca de mi pecho, agaché la barbilla. Bordeando
el grupo que estaba esperando a Miles, pasé varias puertas cerradas y luego
la sala de vigilancia, donde siempre podía encontrar a nuestro líder. Y allí
estaba él, de pie ante varias filas de monitores conectados a varias cámaras
por toda la ciudad en la habitación con poca luz.
No estaba solo.
Rick Ortiz se sentó en una de las sillas, su dedo haciendo clic en el
mouse, cambiando las imágenes en la fila superior de monitores.
Cuando entré en la habitación, miró por encima del hombro y levantó
una ceja oscura.
Esa fue la única reacción que recibí del hombre de piel oliva que se
había transferido a NOLA desde Houston.
Volvió a hacer clic en el video.
Respirando brevemente, irritada, comencé a hablar.
—¿Cómo fue la reunión? —preguntó Miles.
¿Tenía el hombre ojos detrás de la cabeza, ocultos por el cabello castaño
recortado cerca de su cráneo?
—Todo salió bien, pero más bien inesperado.
—¿Cómo es eso?
Dando un paso adelante, me aclaré la garganta. —Varios de los jóvenes
fae han desaparecido. Les preocupa que puedan haber encontrado una...
desaparición prematura a manos de la Orden.
Rick resopló.
—¿Desaparecen prematuramente?
—Bueno, sí. —Cambié mi peso de un pie al otro.
—A tiempo porque los fae de verano...
—No deben ser asesinados, lo sé. —Rick se recostó en su silla y giró,
enfrentándome.
El hombre era guapo, con cabello oscuro y una barba prolija y recortada
67 pero también me gustaba referirme a él como Rick The Dick15, porque su
atractivo era superado por su Idiotez.
—Pero me parece curioso que lo llamen prematuro.
Como no tenía idea de por qué eso era gracioso y decidí que no iba a
pasar por la madriguera del conejo con Rick el Dick, dirigí mi atención a
Miles, que todavía no me estaba mirando. Estaba enfocado en una cámara
que estaba frente a la mansión encantada de LaLaurie. La alimentación no
se configuró para esa casa. No. Era para la casa de dos pisos más bien llana
y achaparrada que estaba al lado, la ubicación de una de las puertas al
Otherworld. ¿Por qué estaba mirando eso con tanta atención?
¿Hubo actividad allí?
Mi estómago cayó hasta los dedos de mis pies.
La reina podría volver.
Ella tenía los medios: un cristal que accionaba las puertas del Otro
Mundo.
Empecé a preguntar, pero no tuve oportunidad.
Rick el Dick aparentemente no había terminado. —¿Sabes qué más me
parece divertido? Que ellos creen que nos importa que falten algunos de sus
engendros.
Miles suspiró tan fuerte que podría haber sacudido los monitores.
Respirando hondo, conté hasta diez.
—Quieren ver si quizás alguno de los miembros de la Orden los
reconoce y estar atentos.
—¿Tienes fotografías de ellos? —preguntó Miles.
—Por supuesto…
—Cuélgalas en el tablón de anuncios, para que todos puedan ver.
Empecé a fruncir el ceño.
—Estaba planeando hacer eso, pero pensé que podría consultar con
ellos antes de que comience la reunión.
—Eso no será necesario.
Miles me enfrentó entonces. El hombre tenía poco más de treinta años,
posiblemente cuarenta años, y había visto muchas cosas desordenadas,
especialmente después de la traición de David. Era el hombre más difícil de
leer, y no recuerdo haberlo visto sonreír nunca.
Ni una sola vez.
—Colgar las fotografías debería ser suficiente.
15
Idiota
Eso no era suficiente. Sabía muy bien que nadie miraba el tablón de
anuncios. Ahí todavía estaba una foto de gatitos que Jackie había estado
tratando de adoptar hace más de un año. —Hablar con ellos solo tomaría
un minuto más o menos. Uno de estos jóvenes desaparecidos es el primo de
68 Faye —agregué, pensando que eso haría que aceptara, ya que Faye había
ayudado a la Orden un millón de veces.
Miles se acercó a donde estaba y me quitó el archivo de las manos. Lo
abrió y hojeo las fotos.
—Ninguno de ellos parece familiar. —Se volvió hacia Rick—. ¿Qué
piensas?
Al mirar por encima de ellos, Rick levantó un hombro. —No para mí,
pero todos parecen lo mismo.
—¿En serio? —Me tensé—. ¿Realmente acabas de decir eso?
Él sonrió de lado. —Es la verdad.
—No, no lo es, y eso suena realmente...
—No digas racista —me interrumpió Rick—. Los fae no son humanos.
No son personas.
—Wow. —Comencé a ir hacia donde estaba sentado y me detuve—. Son
una especie de seres, entonces el término racista se aplicaría.
—No es así como funciona —respondió, sonriéndome con esa sonrisa
irritante de come mierda.
Miles habló antes de que yo pudiera. —Cuelga sus fotografías, Brighton.
Les diré a los de patrullaje que vigilen. —Cerrando el archivo, me lo
devolvió—. Pero les digo ahora, si uno de ellos se encontró con uno de esos
jóvenes y terminó mal, ninguno de ellos presentará esa información.
Me lo imaginé, pero escuchar a Miles decir que no era gran cosa envió
una ola de decepción a través de mí
—Ellos deberían. Se supone que no deben dañarlos. Si crees que sí, ¿no
debería haber consecuencias?
Rick se rió, directamente se rió.
—¿Qué? —exigí, sintiendo mis mejillas comenzar a calentarse.
—No patrullas, cariño. Te sientas detrás de un escritorio y lees libros y
estudias mapas, a veces ayudas en la enfermería y manejas cosas que no
necesitamos saber acerca de. Si patrullaras, entonces sabrías que esa
mierda sucede en la calle y que un segundo de vacilación puede matarte. No
vamos a castigar a alguien por hacer su trabajo.
El calor me golpeó la cara y me acerqué tanto que lo sacaría de la silla
y le explicaría que sabía exactamente lo que pasaba cuando dudabas, pero
me las arreglé para contenerme. —En primer lugar, no me llames cariño y,
lo que es más importante, no te sientes y me hables de lo peligrosas que son
estas calles. Lo sé mejor que tú. —Abrió la boca, pero no había terminado—
. Se supone que no debemos dañar a los fae del verano. Fin de la historia.
Ese no es nuestro trabajo y los nuevos protocolos...
Rick se burló mientras levantaba las manos. —A la mierda con los
nuevos protocolos.
69 —¿Lo escuchas? —Exasperada, me volví hacia Miles—. Quiero decir,
estás parado allí.
—Gracias a ambos por decir lo obvio y hablar como si fueran el líder
aquí —respondió Miles secamente—. Cuelga las fotos, Brighton. ¿Y tú? —Se
volvió hacia Rick—. Cállate, Rick, y sal ahí fuera.
Y con eso, Miles salió de la oficina, silbando fuertemente para llamar la
atención de todos los que esperaban en el salón principal.
Fui despedida sin realmente ser despedida.
¿Qué tan jodido era eso? No es que deba sorprenderme. Nuevamente,
para Miles y para todos los presentes, no era esencial.
Rick se levantó, rozando mi hombro mientras pasaba junto a mí. Se
detuvo en la puerta y espero hasta que lo enfrenté. —¿Qué?
Me estudió un momento. —No lo entiendo.
—¿Entender qué?
—¿Por qué te preocuparías por esos jodidos Faes, después de lo que le
hicieron a tu madre, a ti?
Las náuseas me retorcieron el interior, pero lo empujé.
—Los faes del invierno atacaron a mi madre y a mí. No son los del
verano. No estos muchachos.
—¿Eso realmente importa? ¿A qué tribunal dicen pertenecer? ¿Eso
hace la diferencia? —desafió.
—Si. Lo hace. —Tenía que hacerlo.
Algo parecido a la pena cruzó su rostro. —Lo que sea. Te das cuenta de
que colgar sus fotografías es bastante inútil, ¿verdad?
—¿Por qué? —Bajé el archivo—. ¿Porque a nadie le va a importar?
—Bueno, sí, eso. Pero no tiene sentido porque si faltan legítimamente y
uno de nosotros los reconoce, probablemente ya no están en este reino.
Están muertos para todos los intentos y propósitos.
70
Traducido por: Ariz
Una vez que hubiera encontrado al fae que había atacado esa noche, le
daría los mapas a Miles. Le diría sobre la Corte… Y los otros lugares. Sólo
que no ahora.
Estaba esperando que esta noche fuera tan fructífera y no llena de
incidentes como la noche del sábado. No estaba preocupada de encontrarme
con el Príncipe de nuevo, incluso si él obviamente sabía que había sido yo
la noche del sábado. Había estado en La Corte numerosas veces y no lo
71 había visto ni una vez.
Era raro para mí. El conocimiento de que vestida así, luciendo así, no
era invisible. No era más un fantasma, pero era…
Ugh.
16
Æon Flux es una película de ciencia ficción (2005). La película es una adaptación libre de la serie
de televisión de dibujos animados del mismo nombre.
No era esta encarnación de mí misma. Podía sentir el calor de vergüenza
subiendo por mi garganta como un rubor punzante mientras escuchaba un
silbido de un hombre que estaba en una de las mesas.
73 Pero tampoco era la Brighton antes del ataque. Ella se había ido,
muriendo la noche en que debí haber muerto. Porque aunque estaba
avergonzada por la atención, aún hubo una pequeña sonrisa burlona que
apareció en mis labios.
No tenía idea.
Un barman humano estaba detrás del bar, pero también lo estaba una
fae. No estaba tan segura de sí la mujer de hecho trabajaba aquí, pero ella
era a quien siempre veía cuando venía aquí, transportando Belladona de ida
y vuelta a la clientela no-humana.
Justo ahora, ella llevaba una bandeja entera de vasos a una de las
cabinas a lo largo del muro. Mi mirada se alejó. Había varios fae entre los
humanos hablando y bebiendo. Ninguno de ellos reconocible.
Hasta ahora.
El segundo piso era… un área con otro tipo de servicio, uno que no sólo
proveía a los fae buscando su cena, sino también sexo.
Mucho sexo.
Sólo una vez subí al segundo piso, y eso había sido pura suerte,
colándome detrás de un grupo de humanos que estaban siendo guiados por
dos fae. Una vez fue suficiente.
—Disculpa.
Bajando la barbilla, él rió. —Él dijo que tal vez dirías algo como eso.
Oh.
75 Bueno, esto era raro, y como que quería arrojarme del taburete. —
¿Perdón?
Everest se movió más cerca, sus ojos cafés ni de cerca tan cálidos como
su sonrisa. —Tú, querida, no eres bienvenida aquí.
—El Príncipe —dije, y dije esto lo suficientemente fuerte que causó que
la mujer en la mesa cercana a nosotros se volteara y mirara.
Hijo de perra.
Demonios.
Era el Príncipe.
Él parecía saber lo que estaba pasando, porque fue directo al fae. Él era
tan rápido que literalmente sólo habían pasado unos segundos desde que él
salió al estrecho pasillo y colocó sus manos en cada lado del cuello del fae,
rompiéndolo.
Toqué mi nariz. Estaba dolorida, pero nada más grave. —Estoy bien.
Mis ojos se estrecharon, y por alguna razón, no le creí. Él sabía que algo
estaba pasando en esta escalera; cómo lo supo era algo que quedaba por
determinar.
Bajando la mirada a los espasmos del fae, hice una mueca. —Me
reconoció de Flux. No sé cómo, pero creo que podría haber estado con
Tobias.
—Él podría haberse ido antes de que llegaras a eso. —Alcé un hombro—
. Sabes qué puedo hacerme cargo de él.
—Everest lo manejará.
Una sonrisa tensa se formó, una que imaginaba que un padre le daba
91 a su hijo cuando eran los últimos terminando una carrera. —¿Tienes
hambre?
Parpadeé. —¿Qué?
—Conozco este lugar bajando la calle que tiene los más impresionantes
pasteles de cangrejo. ¿Te gustaría unirte a mí? —preguntó, y en la tenue luz
de la escalera, esos pálidos ojos eran penetrantes.
Un lado de sus labios subió. —Bien, pero tengo sólo una petición.
Tal vez era porque nadie… nadie había estado interesado en mí antes,
92 la yo real, que la petición me aturdió para cumplirla. Ese fue el mejor
razonamiento que se me ocurrió mientras me encontraba sentada frente al
Príncipe en una brillantemente e iluminada mesa en Creole House, jugando
con el envoltorio de papel de mi pajilla mientras el increíble aroma de los
mariscos picantes hacía retumbar mi estómago.
—Lo hice.
—¿Eso por eso que me pediste venir aquí? —Levanté mi Coca de dieta
y tomé un sorbo—. ¿Para meterte de nuevo en algo que no te concierne?
—Me concierna.
Sonaba muy lógico, pero como sea. —Sabes por qué debo hacer esto,
arriesgado o no. Justo como tú irás tras Aric o la Reina incluso si significa
tu muerte.
—¿Lo haces?
No sabía que decir a eso, así que no dije nada mientras miraba mi vaso
de refresco, observando las pequeñas burbujas salir a la superficie.
—Sería una lástima para el mundo perder a alguien… alguien como tú,
especialmente después de haber recibido una segunda oportunidad.
Era viernes por la noche —noche de pizza en la casa de los Jussier, una
tradición mantenida durante muchos años y que ahora continuaba con Tink
y conmigo. Después de comer, subí y me puse ropa más abrigada porque
planeaba salir esta noche para ver si podía hacer algún reconocimiento de
los otros dos fae que todavía estaba buscando y de los jóvenes
desaparecidos.
Así que decidí centrarme en las cosas importantes, como lo que aprendí
sobre este Antiguo llamado Aric que podría o no estar tratando de hacer
97 contacto con la Reina.
Tenía tiempo.
De todos modos, sólo me había ido veinte minutos como máximo, así
que estaba bastante sorprendida con el estado actual de la cocina cuando
regresé.
Todas las puertas del armario estaban abiertas. Los vasos habían sido
empujados. Los platos estaban torcidos. Había Tupperwares a punto de
caer sobre los mostradores. Las ollas y sartenes en los gabinetes inferiores
estaban volteadas de modo que sus manijas sobresalían.
—Más o menos. Por eso iba a salir. La posibilidad de que vea a alguno
de ellos es casi nula, pero no hace daño intentarlo. —Mirando de nuevo a la
isla después de escuchar el suave golpe de Dixon cayendo al suelo, tomé
otra rápida decisión—. ¿Quieres venir conmigo?
—¿Estás seguro?
Asintió mientras volaba, así que estaba a la altura de mis ojos. Sus alas
se movían silenciosamente por el aire. —Sí, y descubrí un nuevo programa
del que sólo he visto unos pocos episodios.
Tink me daba mucha mierda acerca de salir a cazar sin él, pero Tink no
salía seguido. A veces me preguntaba si él tenía algún tipo de fobia rodeando
al mundo de los humanos y era por eso que no viajaba a Florida con Fabian.
Pero de nuevo, él había viajado con Ivy y su equipo a San Diego cuando
estaban buscando pistas para detener a la Reina.
El hombre giró, haciendo volar otra tira del collar en la noche mientras
la multitud le animaba. La parte de atrás del traje mostraba más del trasero
del hombre de lo que cubría, pero tenía que decir, era un lindo trasero.
El Mardi Gras había terminado hace más de un mes, así que no tenía
ni idea de lo que este tipo estaba haciendo con los collares y el traje de baño.
Pero era viernes por la noche en el Barrio Francés, así que sabía que iba a
ver cosas mucho más raras antes de que terminara la noche.
Uno de estos días me imaginaba que ese toro se iba a romper y lanzar
a una persona de cabeza a través de una ventana.
Ahora era más que capaz de patrullar para la Orden, pero ellos no lo
101 sabían y si lo sabían, no importaría. Sólo mira cómo me había tratado hoy.
Incluso si me vieran en acción, eso no cambiaría sus puntos de vista.
A sus ojos, yo no era igual que ellos y nunca estaría lista para salir a
las calles. No a mi edad. Era tan ridículo, considerando que la Orden había
sido casi diezmada.
El tipo del traje de baño rosa no tenía idea de lo cerca que había estado
el mundo del caos. Ninguna de las personas que estaban de fiesta en las
calles, riendo, bebiendo y gritando, sabía que tanta gente —gente a la que
echaba de menos con cada respiro— había acabado brutalmente sus vidas
en una guerra desconocida con los fae.
Diablos, ni siquiera sabían que los fae eran una cosa real y casi siempre
mortal que caminaba entre ellos, mezclándose y cazándolos. Nunca me
pregunté cómo sería no saber que había cosas ahí fuera que podían acabar
con tu vida con un chasquido de sus dedos, pero supongo que había
felicidad en esa ignorancia.
Mierda.
Bueno, hasta que la Reina decidió hacer otro intento para apoderarse
del mundo y abriera las puertas de par en par, pero sin dudas era tan bueno
como si estuvieran muertos hasta que…
Era Elliot —el amigo desaparecido del primo. Estaba seguro de que era
él, pero no tenía sentido. Era de la Corte de Verano y vivía en el Hotel Good
Fae. Y él y sus padres no se alimentaban ni cazaban humanos.
Jackie lo seguiría.
Yo podría hacerlo.
Necesitaba hacerlo.
Con los hombros rectos, respiré hondo y lo seguí dentro del ligeramente
iluminado pasaje, preparada para dar un sermón del que mi madre se
habría sentido orgullosa.
104 Espera.
Poco a poco, levanté la mirada hacia los edificios de dos y tres pisos que
se amontonaban en el callejón y que olían a cerveza añeja y a malas
decisiones de vida. Un fae podría fácilmente escalar o saltar esa altura, pero
no un fae que no se estuviera alimentando. Un fae que no se alimentaba era
más fuerte que un humano, sí, pero no tenían súper salto…
Thump.
—No estoy segura de que nos hayamos conocido. —Mi corazón empezó
a martillar en mi pecho—. Pero conozco a tus padres.
105 Uh oh.
Algo... algo estaba mal con sus ojos. No eran del azul pálido de los fae.
Eran tan oscuros que ni siquiera podía ver el iris.
El fae fue rápido, golpeando sus manos contra mi pecho. Volé hacia
atrás, aterrizando sobre mi trasero. Antes de que pudiera recuperarme,
Elliot se disparó del suelo y estaba sobre mí una vez más. Me aferré a la
daga, apretando los dientes mientras su mano descendía sobre mi garganta,
sus dedos clavados en mi tráquea. Le di la vuelta a la estaca, pensando que
un golpe en la cabeza bastaría.
Jadeando, rodé de lado, con la mano libre extendida por la acera. Varios
mechones de cabello rubio se habían desprendido de mi cola de caballo,
bloqueando un ojo.
Espera.
107
108
Traducido & Corregido por: Patty
—Te das cuenta de que era uno de los jóvenes desaparecidos, ¿verdad?
—Ja. Ja. Ja. —Puse los ojos en blanco mientras luchaba con una
sonrisa.
—¿Por qué estás aquí, Brighton? —No estaba tan alegre como yo—. Tú
no eres un miembro de la Orden.
—Me corrijo —se quejó, bajando la barbilla—. Sin embargo, no eres una
cazadora.
Me miró fijamente.
—¿En serio? ¿Qué es lo que tienes que hacer? ¿Ir a Flux? ¿Al Tribunal?
¿Tomando el riesgo de ser vista de nuevo?
Moví la estaca y luego la sujete con más fuerza. —Es sólo que es raro.
—¿Qué?
—¿Qué quieres de mí? —le desafié—. Quiero decir, ¿en serio? ¿Vamos
a tener esta conversación cada cinco minutos?
Puse mis manos sobre mis caderas. —No iba a atravesarla por mi mano.
—Prefiero estar seguro que arrepentido. —Me sonrió con fuerza, y eso
me molestó mucho.
Su ceja se levantó.
—Eran muy negros, como si no pudieras ver los iris... —Me callé
mientras pensaba sobre sus ojos—. Nunca he visto nada parecido, pero...
Se acercó a mí, con su voz baja. —¿Estás segura de que eso es lo que
viste?
116 —Normalmente. —Su voz estaba apagada. No como había sido cuando
lo había estado tocando el lunes por la noche, pero había algo tenso—.
Deberías salir de aquí antes de que llegue la policía.
O aparecieran más fae armados, ya que aparentemente esto era algo
cotidiano para él. —¿Qué quieres decir con "normalmente"?
—¿Siempre haces tantas preguntas? —preguntó.
—Sí. ¿Es molesto?
—Sí —gruñó.
—Lo siento, pero vas a tener que lidiar con ello —le devolví.
Había regresado a las sombras, pero prácticamente podía sentir su
mirada. —Sabes que los fae pueden curarse de prácticamente cualquier
herida si se alimentan —dijo.
Y bastante rápido también. Eso es lo que hizo que luchar contra ellos
fuera tan peligroso. No tenías mucho tiempo para lo que considerarían
heridas carnales.
—Lo sé, así que deberías... —La comprensión amaneció—. Tú...
¿necesitas alimentarte?
Dejó salir una risa seca y desgarradora. —Algo así.
—¿Cuándo fue la última vez que te alimentaste? —Esas palabras me
enfermaron, y una parte de mí no quería saber la respuesta.
—Un tiempo.
Lo miré fijamente durante lo que me pareció un minuto entero. —¿Qué
significa exactamente Un tiempo? ¿Un par de días? ¿Una semana?
—Intenta más que eso.
Un ceño fruncido me tiró de los labios. —¿Más de un par de semanas?
Eso no tenía sentido para mí, especialmente cuando él estaba en un
lugar como La Corte donde los humanos estaban felices en el menú.
No dijo nada.
—¿Un mes? ¿Un par de meses?—susurré. Sabiendo lo que sabía de los
fae de su forma regular para ralentizar el proceso de envejecimiento y darles
sus habilidades naturales. El príncipe podría parecer que tenía unos
veintitantos años pero tenía que tener cientos de años, si no más. El
metabolismo de los fae era muy parecido al nuestro. Ellos puede que no
necesiten tres comidas humanas al día, pero a partir de la investigación de
117 la Orden, tuvieron que alimentarse al menos una vez cada dos días.
—Tienes que irte —dijo mientras se oía el débil sonido de las sirenas.
—¿Y dejarte aquí para que te desangres por todos lados, por el callejón,
y tal vez incluso en la policía?
—¿Realmente te importa lo que me pase?
Mis dedos se movieron. —No.
—Entonces vete. —Empezó a retroceder.
Debería irme. Debería dejarlo aquí para que se desangre como un cerdo
atascado. Era un Antiguo, e incluso si no se hubiera alimentado en unos
meses.....
Mierda.
Entonces me impactó. —No te has alimentado en todo este tiempo,
¿verdad? No desde que el hechizo fue roto.
Me miró fijamente por encima del hombro a través de finas rendijas. —
¿No te ibas?
—¿Qué significa eso si no te has alimentado en dos años? ¿Pueden
estas heridas...?
—¿Matarme a menos que sea tratado o me alimente? Probablemente
no, pero tardará un tiempo en sanar. —gruñendo, empujó contra el agujero
de su hombro—. Sólo necesito salir de este callejón.
—No puedes ir al hospital. —Que un médico muy humano descubriera
lo que los fae eran, no estaba exactamente en la lista de cosas por hacer de
esta noche.
—No me digas —refunfuñó.
Ignoré eso. —Puedo... puedo llevarte de vuelta al Hotel Good...
—No —interrumpió, y pensé que podría haberse movido un poco—. No
te pondrás en contacto con ellos.
La confusión me llenó. —¿Qué? ¿Por qué?
—¿Puedes aceptar una respuesta sin seguir con otra maldita pregunta?
—dejó salir otra maldición—. Dios, eres exasperante.
Levanté una ceja ante eso. —Sabes, si soy tan exasperante, entonces
118 probablemente no deberías haberme acechado en el callejón.
—No te estaba acechando —refunfuñó—. Y si no lo hubiera hecho, tú
habrías terminado muerta.
Moví las manos. —En primer lugar, acabas de admitir que me
acechaste después de decir que no lo hiciste, y nos ocuparemos de eso, pero
lo más importante? Yo no soy la que está sangrando por todas partes. ¿Lo
soy?
No respondió a eso, al menos no vocalmente, pero tuve la sensación de
que estaba mentalmente maldiciéndome.
—Estoy bien. Yo sólo... sólo necesito ir a mi casa. —dijo, y sonó como
que le dolía decir esas palabras.
Las sirenas se estaban acercando, y necesitaba decidirme. Necesitaba
ayuda, tanto si lo quería como si no.
Respirando hondo, me acerqué a donde estaba parado y decidí. —Te
guste o no, estoy a punto de ayudarte.
Él no me lo dijo de nuevo.
Salí del condominio tan rápido como mis dos piernas me lo permitían y
bajé por el gran pasillo, hasta las puertas del elevador antes de detenerme
y mirar detrás de mí.
—¿Qué estoy haciendo? —susurre, sabiendo que debía presionar el
botón del elevador e irme. Él no era mi responsabilidad y solo porque podía
apreciar su belleza no significaba que me gustara.
Porque no lo hacía.
Miré el botón del elevador.
Además, tenía que averiguar qué demonios iba a contarles a Tanner y
Faye sobre Elliot y sus extraños ojos como el infierno. Le tomaría a Faye un
poco de lógica llegar a la conclusión de que, si Elliot se había vuelto un fae
malvado, había una buena posibilidad de que su primo también lo era.
Apartándome del elevador, saque mi celular de mi bolsillo trasero. —
Maldita sea —murmure, cruzando un brazo sobre mi estómago mientras
llamaba a Tink. Él me respondió al segundo timbre—. Hey, pequeña Bright,
estaba preocupado.
—Estoy bien, pero hay un problema. —Mire por el pasillo—. Estoy con
el príncipe.
Hubo una pauso y luego dijo—: El príncipe.
—Si.
—¿Cómo el hermano de Fabian?
—Sí, Tink, a menos que haya otros príncipes que desconozca.
—¿Por qué estás con él? —preguntó Tink—. Oh por dios, ¿realmente
tuviste una cita ayer y luego me mentiste acerca de buscar a los faes
desaparecidos? Oh por dios, eres una descarada.
—Tink…
—La pícara Brighton tiene un buen gusto. Espera, necesito palomitas
para esta conversación.
—Tink —le espete—. Vamos, no estoy en una cita con él y tú no
122 necesitas palomitas para esta conversación. Estaba buscando a los
desaparecidos y me encontré con el Príncipe. —Pensé que debía quitar la
parte de Elliot por el momento—. Él fue disparado varias veces.
—Oh, querida.
—Sip, y está en muy mal estado. Él no quería que llamara a su hermano
o a nadie del Hotel Good Fae.
—Me acabas de llamar —me señalo.
—Lo sé. —Exasperada, cerré los ojos y mantuve mi voz baja—. Llame
porque él está mal y no se ha alimentado.
—Todavía debería estar bien. Probablemente necesite dormir...
—Él no se ha alimentado en dos años —lo interrumpí.
—¿Qué? —chilló Tink—. ¿Hablas en serio? Necesito llamar a Fabian…
—No lo llames. El me pidió que no. —No tengo idea de porque estaba
siguiendo sus órdenes—. Mira, ¿él va a estar bien o no?
—¡No, pequeña Bright, él no va a estar bien! —grito Tink y mi estómago
se hundió—. Si él no se ha alimentado en dos años, básicamente es mortal
excepto que le llevara más tiempo en morir.
—Mierda —murmure, volviendo de vuelta a la puerta del Príncipe—.
Bueno, esto apesta, porque él está solo en su casa, y no estoy segura de
poder seducir a un humano de nuevo para que el coma.
—Puedes alimentarlo.
—¿Qué? —Casi dejo caer el celular—. ¿Estás demente?
—No es la gran cosa. Confía en mí. Probamente te gustara.
Me quede con la boca abierta.
—Brighton, él no puede morir. ¿Me entiendes? Si él no come, el morirá
y si el muere…
—¿Estará muerto? —Al diablo con esto—. Adelante, llama a su
hermano. No me importa si se enoja conmigo. Yo…
—No hay tiempo para llamarlo. El estará muerto para el momento en
que Fabian pueda alcanzarlo. Necesitas ofrecerte como todo lo que puedas
comer del buffet de Brighton o debes secuestrar a una persona y servirle en
un plato de humano involuntario.
No tenía palabras,
123 —Y considerando sus antecedentes y toda la mierda que él sabe que
hizo mientras estuvo bajo el hechizo de la Reina, estoy seguro que estará
deprimido por eso —continuo Tink.
Hubo otro sonido en mi estómago. —Esto apesta, pero no es mi
problema.
—Me llamaste, así que obviamente piensas que es tu problema.
Me tuvo allí.
—Él no puede morir —dijo Tink al teléfono, su voz más seria de lo que
había escuchado jamás—. Si el muere, entonces toda la Corte de Verano
será debilitada.
Empecé a decir que eso tampoco era mi problema, pero lo era en parte.
Cuando la Reina regrese, porque lo haría, la Orden y todo el mundo
necesitarían a la Corte de Verano a pleno poder.
—Y si el muere, entonces Fabian se convertiría en Rey y él… no puede
ser Rey, Brighton. —La voz de Tink se había reducido a un susurro—. Si tú
no puedes ayudarlo entonces yo lo haré.
—Ayudarlo significa que vas a secuestrar a alguien. —Me gire, pasando
una mano por mi cabeza. Mierda. Odiaba mi vida—. Me hare cargo de ello.
—¿Lo harás? —pregunta Tink—. Porque toda la Corte y el mundo
dependen de que tú te hagas cargo de esto.
Puse los ojos en blanco. —No estas preocupado de que me vaya a
succionar.
—No. —Fue tan rápido en responder que fruncí el ceño tan fuerte que
no era sorprendente que me partiera la cara—. Él nunca te haría daño a ti.
Brighton. Nunca.
Mi cara se suavizo cuando la sorpresa me recorrió. Me tomo un segundo
formular una respuesta decente. —¿Por qué dirías eso? No lo sabes.
—Lo sé, porque es verdad. —Tink tomo un gran respiro que pude
escuchar a través del celular—. El príncipe no te haría daño. No cuando él
ya te salvo la vida antes.
—¿De qué estás hablando, Tink?
—Dijiste que salve tu vida la noche que fuiste atacada, pero yo no salve
tu vida, Brighton. Solo te encontré —dijo—. Fue el príncipe quien salvo tu
vida en el hospital.
Lo que había dicho Tink era increíble, pero seguí caminando. La cocina
estaba vacía y me detuve junto al mostrador, mirando una mancha de
sangre azul rojizo. Eso probablemente mancharía el mármol. No sé en qué
estaba pensando cuando camine al fregadero de la cocina, tome una toalla
y limpie la sangre. Probamente era porque no estaba pensando en absoluto.
No hubo respuesta.
Y lo vi.
—Santo…
—Tienes que saber por qué te dije... que te fueras —decía, girando la
cintura y agarrando el lavabo con tanta fuerza que sus nudillos se
blanquearon—. Estaré bien.
¿Él me salvó la vida? ¿Cómo?
Tenía que hacerlo, porque ¿por qué mentiría Tink? Y sabía que debería
haber muerto esa noche. El dolor y toda esa sangre y las cicatrices... las
128 cicatrices que nadie más que esos médicos han visto.
Y no solo eso, entendió por qué yo tenía que hacer lo que tenía que
hacer. No le gustó. Dejó más que claro que no quería que lo hiciera y ahora
mucho de lo que había dicho tenía sentido, pero aún lo entendía.
Nunca deje que nadie en los últimos dos años tuviera una oportunidad
para entender. Ni siquiera Ivy, pero deje… deje entrar al príncipe dentro y
recién me daba cuenta de eso. Lo dejé entrar y aunque sabía de el por dos
años, solo lo conocí realmente por una semana. Y el sabia más de mí que la
mayoría.
Y yo podía salvarlo.
—Entonces morirás.
Un músculo se flexionó en su mandíbula y pasó un momento. —No
quieres que me alimente de ti.
El Príncipe se quedó muy quieto, tanto que temí por un momento que
muriera allí mismo y que estaba a punto de derrumbarse, pero cuando no
lo hizo, continué—: Pensé que te había visto en el hospital, pero no estaba
segura. Estuviste allí e hiciste algo para asegurarte de que saliera adelante.
—Ahora mi corazón latía con fuerza, demasiado rápido—. Por eso los
médicos dijeron que era un milagro. Porque lo fue.
—Me salvaste la vida, así que voy a devolverte el favor —le dije,
retrocediendo.
Sus ojos se abrieron de golpe. —No es por eso que lo hice. Para que
puedas devolver el favor.
—Te va a gustar.
Las manos del Príncipe se movieron más rápido de lo que mis ojos
podían rastrear. Las yemas de sus dedos tocaron mis mejillas. —Podrías
irte.
—Detente —le dije, con la voz quebrada—. Has vuelto de eso, por eso
estás parado aquí y vas a alimentarte para que no mueras. Eso es. Esto ha
sido decidido. Lidia con eso.
—No te salvé por lo que hiciste por mi hermano —dijo, y luego bajó sus
labios.
132
Traducido por: S19F
El príncipe no me besó. No. Él movió sus labios contra los míos. Fue el
toque más ligero, y aún sentía el contacto en cada célula, en cada parte de
mi cuerpo.
No... no dolió.
Dejé de ser yo, fuera quien fuese, y dejé que sucediera lo que sentía, y
lo que sentía era algo tan hermoso que era casi doloroso.
133 Mis manos se deslizaron sobre la piel desnuda de su pecho y mis
piernas se extendieron cuando su muslo se relajó entre ellas. Mi cuerpo no
era mío y no me importaba. Comencé a moverme, girando y revolviéndome
contra su muslo, la fricción tan buena que me hizo jadear. Una de sus
manos se curvó alrededor de mi cadera mientras apoyaba su peso sobre la
otra.
Y luego sucedió.
Abrí los ojos y vi que los suyos estaban cerrados. Echó la cabeza hacia
atrás, los músculos del cuello tenso. Era impactante así,
impresionante. Bajé la mirada a su hombro. La herida fue curada, al igual
que la de su pecho. No quedaban más que leves vetas de sangre seca.
Supuse que el que tenía en el muslo también estaba curado, pero parecía
que estaba... que tenía dolor.
—Está bien —dijo, con voz gruesa—. Fue... estaba destinado a suceder.
134 Mis cejas fruncidas. —¿Qué... qué significa eso?
—¿Caden?
Él estaba excitado.
En serio.
Esos ojos extraños se cerraron de nuevo y esos rasgos eran tan duros
como lo habían sido antes de que se alimentara. Estaba hambriento...
estaba hambriento por mí.
Sabía exactamente lo que estaba haciendo cuando rocé mis labios sobre
los de él, tocando la punta de su lengua con la mía.
Oh no….
¿Lo había hecho... mal? Había pasado una eternidad desde que me
habían besado e incluso más tiempo desde que besé a alguien, así que no
tenía idea de si estaba haciendo esto bien o si realmente había una manera
incorrecta de hacerlo.
—No.
—¿No? —susurré.
—Quiero esto. —Para probar mi punto, pasé las manos por los tensos
músculos de su espalda y luego las bajé, deslizando mis dedos debajo de
sus pantalones sueltos—. No... ¿no quieres esto? Parece que sí.
—Se siente como si fuera toda yo —dije, y pensé que lo sentía sonreír
136 contra mi cuello.
Pero yo no... No quería eso para él. —No eres culpable por esas cosas
que hiciste cuando estabas bajo el hechizo de la Reina. —Capté su mirada
cuando comenzó a mirar hacia otro lado—. Ya estás mejor. No me
lastimaste. No quieres aprovecharte de mí. Me has salvado la vida, más de
una vez. No eres él.
Sus ojos se abrieron de par en par y luego rodó fuera de mí, boca arriba
a mi lado. —Realmente estás haciendo esto difícil.
El no respondió.
—¿Sexo? —pregunté.
—Sí. —Al menos lo hacía en algún nivel. Bajé la mirada hacia donde mi
mano descansaba sobre su brazo—. ¿Por qué me llamas así? ¿Luz de Sol?
17
Brillo de Sol (O Luz de Sol)
Esa pequeña sonrisa apareció una vez más. No fue mucho, pero fue un
gran problema, me di cuenta.
Sonreí ante eso. —¿Cómo... cómo me sanaste? No sabía que algo así
fuera posible.
—¿Por qué?
Caden atrapó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos. —Lo hice
una vez antes —dijo—. Cuando estaba bajo el hechizo de la Reina y acababa
de pasar por la puerta.
Me acordé de eso. Esa fue la noche en que puso sus manos en el cristal
de sangre, el cristal que podía abrir la puerta y ahora estaba en manos de la
Reina. Había visto a Ivy brevemente después de la pelea y no parecía haber
una pulgada de ella que no hubiera sido magullada.
—Ella estaba bastante mal —dijo, y comenzó a aflojar su agarre, pero
me aferré. Su mirada encontró la mía—. La curé.
—¿Ella sabe?
139 —Sí, lo hace. —Hubo una pausa cuando bajó las pestañas—. Creo que
pensó que funcionaba porque era una halfling. Nunca corregí esa
suposición.
—Deberías quedarte.
—Puedes quedarte.
—Yo... no lo sé. —Eso parecía un gran paso hacia... hacia no sabía qué
y no estaba segura de que él me quisiera aquí. Sí, me había salvado la vida.
Sí, me llamó Luz de sol y no se había aprovechado de mí. Pero él dijo que
me quería... más que a cualquiera que quisiera, y eso era, bueno, eso no
podía ser cierto.
No pensé eso porque tenía baja autoestima o algo así. Solo era realista.
Sabía lo que era, cómo me veía. Ahora también sabía que no había estado
con nadie en dos años. Probablemente quería algo más que nadie en este
momento.
—Lo hago. Le pregunté por qué y dijo que no le gustaba Florida. Creo
que lo llamó la Australia de los Estados Unidos o algo así. —Alcé la mano y
pude ver que mi cola de caballo estaba medio deshecha. Traté de apretarlo,
pero me di por vencido y simplemente me saqué la banda elástica.
Lo miré por encima del hombro y casi deseé no haberlo hecho. El tono
dorado de su piel había regresado y cuando se levantó, sus músculos
hicieron muchas cosas interesantes. —¿Toda esa cosa de Florida y
Australia?
—Oh. —Mi mano flotó hasta las puntas de mi cabello mientras apartaba
mi mirada de la suya, aterrizaba en su pecho y decidí que era peor, y luego
terminé mirando mis zapatillas de deporte—. Es un desastre.
Pensé que me dejaría ir, pero cuando no lo hizo, levanté la vista justo
cuando me atraía hacia su cálido pecho. Sus brazos me rodearon,
sosteniéndome fuerte, y yo... Dios, me gustó eso. No puedo decir que no sabía
por qué hice lo que hice a continuación. Sé por qué lo hice, porque quería
hacerlo.
Respirando con dificultad, cerré los ojos y me incliné, apoyando la
mejilla contra su pecho. ¿Cuándo fue la última vez que me abrazaron así?
Sentí el siguiente aliento que tomó. ¿Cuándo fue la última vez que abrazó a
alguien así?
141
—Gracias —dijo con voz áspera mientras me frotaba la espalda,
siguiendo la línea de mi columna vertebral—. Gracias por lo que hiciste esta
noche.
—De nada.
Mierda. Apreté mis ojos cerrados. Caden. Ese era su nombre y había
un aleteo profundo en mi pecho que me hizo querer sonreír y gritar al mismo
tiempo. —Me refería al Príncipe.
—Oh, Dios mío, Tink, no. —No es que no lo hubiera intentado, pero me
lo guardé para mí—. Y si no estabas preocupado por mí, ¿por qué crees que
no estaba respirando?
—Eres vieja. Podrías haber tenido un ataque al corazón por lo que sé.
—Bueno.
—¿Cómo se suponía que debía mencionar eso? Ah, por cierto, ¿el
Príncipe te salvó la vida, pásame la sal?
—Nada —suspiré.
Con la cabeza aún nublada por el sueño, rodé hacia mi otro lado, lejos
de Tink. —Necesito café —le dije, tirando el edredón—. Pero primero necesito
una ducha.
—¿Estás bien? —Tink estaba en vuelo, sus ojos muy abiertos con
144 verdadera preocupación.
—Bueno. Gracias.
Tink llegó a la puerta y luego se detuvo frente a mí. —¿Te das cuenta
de lo importante que es que te haya dicho su nombre?
Alejándome del pelo de la cara, me mordí el labio. Los fae eran muy
peculiares cuando se trataba de sus nombres reales, como lo eran la
mayoría de las criaturas del Otherworld. Obviamente, Tink no era el nombre
real de Tink, solo uno que Ivy le había dado. —¿Es Caden su verdadero
nombre?
Abrí la boca, pero no sabía qué decir. Sin embargo, no importaba. Tink
salió volando de la habitación. ¿Significa algo? No tenía las respuestas, y
honestamente, Dios, mi cerebro no estaba preparado para un análisis
excesivo.
Fue en uno de los viejos libros sobre la historia de los fae en Nueva
Orleans que mamá había comisariado a lo largo de los años, recogiéndolos
de miembros de la Orden jubilados y fallecidos. Los hojeé mientras los
guardaba, así que no tenía idea de si tenía alguna información útil, pero tan
pronto como terminé de ducharme y secarme el cabello con una toalla, me
puse un par de leggins negros y una túnica negra liviana, estilo suéter y
decidí averiguarlo.
Después de hacer una parada en la cocina para tomar una taza de café,
145 volví a subir a la oficina. El aire estaba rancio en la habitación y las
partículas de polvo flotaban en los rayos del sol que entraban por las
ventanas, así que encendí el ventilador del techo.
Databa la fecha de junio de 1983 había una entrada sobre un fae que
había sido arrinconado fuera de un establecimiento en Decater llamado
curiosamente... Vanilla. Mis cejas se levantaron ante eso, pero seguí leyendo
y encontré lo que estaba buscando.
Sus ojos eran completamente negros, de naturaleza opaca, como los fae
que habían herido a Torres, confirmando el relato de Torres sobre el ataque
anterior. Una vez en cautiverio, experimentaron una rápida degeneración, de
la cual no hemos sido testigos. En cuatro horas, no les quedaba más que
polvo. Harris cree que se debió a su incapacidad para alimentarse, sin
embargo, nuestra investigación anterior sugiere que los faes pueden seguir
viviendo sin alimentarse...
Según las muestras que Merle trajo a la sede, nuestras sospechas sobre
los Fae cambiados eran correctas. La bebida que favorecían los fae había sido
alterada. Se encontraron rastros de una sustancia polvorienta desconocida
similar al Aliento del Diablo18 en la sombra nocturna. Creemos que esta
sustancia, que se originó en el Otherworld, es responsable del aumento de la
agresión violenta y la rápida degeneración de los fae Cambiados. Los efectos
de esta sustancia pueden ser similares a los del Aliento del Diablo.
Cerrando el libro, me senté allí por un momento. ¿Seguía allí ese lugar?
¿Vanilla? No lo creía porque nunca había oído hablar de eso. Levantándome
de la silla, me apresuré hacia donde estaba la computadora de escritorio.
Me llevó una cantidad de tiempo llegar a Google ya que había alrededor de
un millón de alertas de actualización. Después de una eternidad de pistas
falsas, encontré la ubicación de donde pensaba que solía estar Vanilla.
Cerca de la tienda Candymaker, ahora había un bar llamado Thieves. No
había oído hablar del lugar, pero eso no significaba mucho, porque había
una tonelada métrica de bares y clubes en y alrededor del barrio.
18
Devil´s Breath: Aliento de Diablo (También: Respiración del Diablo)
—Infierno. —Me enderecé, poniendo mis manos en mis caderas.
Probablemente finalmente habría revisado el lugar, pero no había llegado
tan lejos sin los mapas de mamá.
Devil's Breath era algo muy real, una de las drogas más poderosas del
mundo derivada de un árbol de borrachero. Se llamaba scopolamine, la
droga zombie de América del Sur. Cuando se usa ilegalmente, podría
despojar el libre albedrío de una persona, borrar sus recuerdos, paralizar e
incluso matarlos. Aparentemente, algunos médicos me recetaron alguna
forma, por lo que ni siquiera quería saberlo. Pero si había una planta del
Otherworld similar a esta, solo Dios sabía lo que significaba si podía
despojar la voluntad de un fae...
Bueno, ya sabíamos lo que eso significaba, ¿no? Caden fue una prueba
de lo que podría suceder cuando un fae, un fae muy poderoso, se despojó de
su libre albedrío.
Era uno de los Antiguos que se había puesto del lado de la Reina y
había sido un poderoso desarrollador de bienes raíces. Ahora estaba más
muerto que muerto, pero había otro nombre listado como propietario.
Aric.
19
Si lo leen bien, pueden ver que tanto con Rica como con Car I al ordenar sus letras se forma el
nombre Aric.
148
Traducido por: Majo L
149 Y tampoco estaba reconociendo por qué necesitaba sentirme bien yendo
a la casa de Caden. Con el corazón latiendo como si hubiera subido las
escaleras en vez de tomar el ascensor, caminé por el pasillo hacia su casa,
con la mano temblando alrededor de la correa de mi bolso.
Con la mano temblando un poco, llamé a su puerta y luego di un paso
atrás.
El Compartió eso contigo. Eso significa algo.
Me saqué las palabras de Tink de la cabeza, y Dios, esto era estúpido.
Debería haber intentado conseguir el número de Fabian. No había razón
para que viniera aquí, especialmente después de lo que había pasado
anoche. Él se había alimentado y yo había tenido un orgasmo de cuerpo
entero, lo que estaba muy bien, pero las cosas serían incómodas ahora. Y
eso es algo en lo que debería haber pensado antes de venir…
La puerta se abrió y allí estaba él, de pie ante mí, totalmente asombrado
de verme, pero luciendo realmente bien y muy sorprendido.
Caden llevaba una Henley gris que mostraba sus bien definidos
hombros y pecho, llevaba jeans oscuros y estaba descalzo. El hombre tenía
pies sexys y eso era algo que nunca imagine que pensaría.
Nunca lo había visto tan... normal.
Bueno, no es que pudiera parecer normal, no cuando sus facciones
estaban tan increíblemente unidas perfectamente.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, con voz baja.
—Hola. —Mi corazón se desplomó en mi pecho—. Lamento pasar sin
avisar, pero he descubierto algo que... —Me callé cuando Caden comenzó a
salir por el pasillo, a punto de cerrar la puerta tras él.
—¿Quién está en la puerta? —dijo una voz, una voz femenina
vagamente familiar.
Mi mirada se movió más allá de Caden cuando pensé que lo oí maldecir.
Su puerta se abrió hacia la cocina y la sala de estar, así que la vi
inmediatamente. Al principio, no la reconocí, porque sólo la había visto
brevemente, y no esperaba volver a verla.
Porque estaba bastante segura de que estaba muerta.
Era la fae femenina de Flux, la que me llevó a Tobias.
Alyssa.
Llevaba una especie de vestido negro, uno que se aferraba a su delgada
150 y elegante figura y mostraba la luminosa piel plateada, el escote y las piernas
durante días.
Su cabeza se inclinó hacia un lado mientras sus cejas se elevaban.
Parecía tan sorprendida de verme con Caden.
Mi mirada se posó en su mano. Estaba sosteniendo... un vaso y también
estaba descalza.
Con el estómago torcido, di un paso atrás mientras mi mirada volvía a
la de Caden. Dijo... él dijo que había matado a los fae que habían estado
fuera de la habitación en la que yo había estado con Tobias, y yo sabía que
Alyssa definitivamente había estado afuera.
Y ahora estaba aquí con Caden, vestida con un vestido sexy, bebiendo
belladona con un Caden igualmente descalzo.
La intimidad que obviamente estaba interrumpiendo era tan chocante
como ver a Alyssa viva, una fae de invierno con el príncipe de verano, en su
apartamento, tomando una bebida.
La conmoción se apoderó de mí cuando las piezas trataban de encajar
entre sí y la cosa más estúpida entró en mi cabeza en ese momento. Nunca
he querido a nadie tanto como te quiero a ti.
Dios.
Fui tan tonta que debería ser ilegal.
—¿Quién es esta? —preguntó Alyssa, acercándose, sus rojos labios
acurrucados en una curiosa sonrisa.
La mirada de Caden pasó por encima de mi cara mientras arqueaba
una ceja. —Nadie.
Todo mi cuerpo se sacudió cuando mis ojos se centraron en los suyos.
Me miró como si... honestamente no pudiera creer que estaba frente a
él.
—Eso es decepcionante. —Alyssa estaba de pie detrás de Caden, y se
puso tenso cuando ella le puso una mano en la parte superior del brazo y
se frotó—. Pensé que era una entrega.
Entrega.
Como si estuviera entregando comida para ellos.
Querido Dios.
Mi mente corrió a través de las posibilidades. O todo lo que Caden me
151 había dicho desde el principio era mentira, ´incluyendo a quien había matado
fuera de la habitación de Tobias´ y todo eso de no alimentarse, o me faltaba
algo muy importante aquí.
Pero por el momento, nada de eso importaba. Necesitaba salir de aquí.
—Lo siento —dije, mi voz ronca—. Me equivoqué de lugar.
—Obviamente. —sonrió Alyssa mientras enrollaba su mano alrededor
del brazo de Caden—. No me gustan las cosas simples y viejas.
—A mí tampoco —añadió Caden.
Me estremecí. Wow. Eso fue.... eso fue muy duro.
Comencé a dar la vuelta, porque estaba así de cerca de intentar
apuñalar a ambos. —Espera. —Alyssa dio un paso alrededor de Caden—.
Espera un segundo. ¿Te conozco?
Mierda.
—Luces familiar —dijo ella
Caden se volvió a la fae femenina, rodeando su brazo alrededor de su
delgada cintura mientras él se reía. —No la conoces. Vamos, hay cosas a las
que tenemos que volver.
Todavía me miraba fijamente.
—Pero…
Entonces… la boca de Caden estaba en su cuello, y él estaba diciendo
algo demasiado bajo para que yo lo escuchara mientras la guiaba de vuelta
al apartamento.
Una suave serie de risitas surgieron de ella mientras él pateaba la
puerta y la cerraba con una patada en la cara, sin siquiera mirarme.
166 —Te haré saber si escucho algo sobre los chicos. —La voz de Neal se
estaba desvaneciendo mientras yo volvía a escuchar.
—Cuento con eso. —Revolvió el pulgar y no hubo forma de detener el
gemido que se deslizó por mi garganta o la forma en que sus caderas se
agitaron en respuesta—. ¿Neal?
—Sí.
—Si descubro que tienes algo que ver con los chicos desaparecidos de
verano o si has estado trabajando con Aric, te destruiré.
—Entendido. —Hubo una pausa y luego—: Usa la habitación el tiempo
que necesites.
La puerta se cerró, y yo estaba conteniendo la respiración de nuevo,
temblando por todas partes. Los dedos de Caden se detuvieron contra mí,
pero él no apartó su mano y yo no levanté mi cabeza ni salté de él como si
mis piernas estuvieran hechas de resortes.
Los dos estábamos.... esperando, y mi corazón tronaba, mi pulso latía
con fuerza.
—¿Quieres que termine? —preguntó, con voz ronca y en voz baja.
Sí.
Quería que acabara conmigo.
Pero.... ¿qué estaba haciendo? Neal se había ido y no había razón para
que esto continuara.
No hay otra excusa para buscar una liberación de él, del Príncipe.
No, no del Príncipe. De Caden.
Me rodeó los hombros con el brazo mientras me echaba hacia atrás.
Sus labios se movieron contra mi mejilla mientras mi mentón bajaba. —No
tienes que decir nada, Sunshine. ¿Entiendes?
Estaba tan tensa que me preguntaba cómo no me había roto un hueso.
Temblando por todas partes, asentí. Caden hizo este sonido que debería
haber sido aterrador, pero todo lo que hizo fue prender fuego a mi sangre y
entonces su dedo estaba bajo el fino material, pasando a través de la
humedad y el calor. Me tiré contra su mano. Nadie me había tocado en tanto
tiempo. Años, en realidad, y supe entonces que esto no era un acto.
Me moví, abriendo las piernas y dándole más acceso, y él lo tomó,
167 pasando los dedos por encima de mí y luego dentro de mí. Grité, dejando
caer mi cabeza hacia atrás mientras me perdía en su contacto con él. Mis
caderas comenzaron a moverse de nuevo, balanceándose contra su mano.
Surgió un calor feroz, que eclipsó todo lo que había sentido antes.
Construyendo y creciendo hasta que temí que me consumiera.
Y luego hizo algo con su dedo, enganchándolo y encontrando ese punto.
La tensión se enrolló y luego estalló. Me puse tensa, con las caderas
presionadas contra su mano mientras mi frente caía contra la suya.
No sé cuánto tiempo le tomó a todo lo que se rompió volver a juntarse
y a la habitación para que volviera a enfocarse. Cuando lo hizo, pude sentirlo
duro y palpitante debajo de mí.
Tal vez fue la agradable neblina de la felicidad post orgásmica lo que
me dio el valor. Me levanté un poco y tomé el botón de sus vaqueros.
—Hey. —Su voz era suave y gruesa mientras agarraba mi muñeca,
calmando mi mano—. No necesitas hacer eso. Lo que acabo de hacer, lo hice
sin esperar nada a cambio.
—Lo sé. —Mi frente seguía descansando contra la suya—. Pero quiero
hacerlo.
Gimió profundamente. —No me conformaría con tu mano o tu boca.
Me gustaría meterme dentro de ti, sólo que este no es el lugar para eso, estoy
seguro que no quiero estar dentro de ti cuando te ves así. Me gustaría que
fueras tú.
Aspiré aire, temblando ante sus palabras. Nadie me quería por lo que
era, excepto Caden. —Tenemos que salir de aquí. —Me acunó en la nuca—
. ¿De acuerdo?
No estaba segura de cómo procesar o esto, fuera lo que fuera, asentí
con la cabeza. —De acuerdo.
Me echó la cabeza hacia atrás y luego sentí que sus labios se apretaron
contra mi frente. Me besó ahí, y no sé por qué, pero ese acto me apretó el
pecho como si mi corazón estuviera en una trituradora de jugos. Era dulce
e íntimo y... Era todo
Caden me ayudó a ponerme de pie, donde me balanceé un poco
mientras me aseguraba de que mi peluca estuviera en su lugar. Se puso de
pie y extendió su mano. La tomé, pasando mis dedos por los suyos. Los dos
nos giramos.
La puerta se abrió sin previo aviso. De pie en el centro estaba la maldita
168 fae femenina. Alyssa. Y ella no estaba sola. Detrás de ella había dos
Antiguos, y detrás de ellos había otro.
—Es ella. —dijo, curvando el labio—. Sabía que la reconocí. Esa es la
perra de Flux. La que entró en la habitación con Tobias.
169
Traducido por: Majo L
20
No tenía una traducción específica para esto… Aunque el latín lo define como: Muertos.
—¿Estabas escuchando? —Neal se rió mientras me miraba de arriba a
abajo—. Y yo que pensaba que estabas... distraída por su mano bajo tu
falda.
21
Si ya leyeron ´Tormenta y Furia´ tienen que admitir que esto es muy parecido a Trinity y su gracia.
174
Traducido por: Majo L
—No confiaba en Neal, pero no creí que fuera tan estúpido como para
trabajar con Aric.
De alguna manera resistí el impulso de señalar que había pensado que
el nombre Rica era sospechoso desde el momento en que lo vi, mientras
bajábamos a toda prisa por la calle Decatur.
La mano de Caden estaba firmemente envuelta alrededor de la mía
mientras cortábamos alrededor de grupos de personas que paseaban por la
calle.
Cuando nos fuimos de Thieves, esperaba que todo el mundo corriera
gritando desde el edificio, ya que la pelea no había sido tranquila, pero
cuando salimos por la puerta trasera, pude escuchar la conversación desde
el área del bar. Esa gente no tenía ni idea de la lucha a muerte acababa de
tener lugar con una maldita espada en llamas.
Caden se detuvo repentinamente, junto a un elegante SUV negro
estacionado a una cuadra de Thieves, y abrió la puerta del pasajero. —
Entra.
Miré la camioneta y luego a él.
—Tienes un coche.
Una de sus cejas se levantó. —¿Es eso tan sorprendente?
—No tan sorprendente como la espada en llamas —murmuré.
Me dio una mirada aburrida, me subí y me abroché el cinturón.
Lo vi correr alrededor de la parte delantera de la camioneta. Estaba
detrás del volante en segundos, mirándome mientras presionaba el botón
de encendido. En el momento en que nuestras miradas se conectaron, se
mantuvieron y me permití pensar en lo que acababa de pasar por un par de
segundos. Lo que acababa de ver.
—Era él —susurré mientras el motor retumbaba—. Aric fue el Antiguo
que nos atacó a mí y a mi madre.
Caden se acercó y me ahuecó la mejilla. No dijo nada mientras dibujaba
175 su pulgar a lo largo de mi mandíbula.
—No puedo creerlo. —Se formó un nudo de emoción en mi pecho—.
Era él.
—Lo siento. Realmente lo siento —dijo en voz baja—. Y sé lo mucho
que quieres cazarlo, pero tienes que alejarte de él. No lo digo porque dude
de tu habilidad o determinación, pero es mortal y peligroso. Es tan viejo
como yo, Brighton, y estoy seguro de que no ha pasado un día sin
prepararse.
Se me ocurrió una idea horrible cuando sus palabras se hundieron. Me
aparté.
—¿Tú... sabías que era él?
—No. —Él apartó la mirada, su mirada se dirigió al espejo retrovisor
mientras empujaba el SUV hacia atrás—. No me sorprende. El bastardo está
enfermo y es cruel, pero no lo sabía.
No estaba segura de sí le creía y no sabía cómo procesar eso en ese
momento. Ni siquiera sabía cómo enfrentarme cara a cara con el Antiguo
que había desgarrado la garganta de mi madre y me había rasgado la piel
mientras se reía.
—Vamos a tener que involucrar a la Orden en esto. —Se apartó de la
acera—. Con Aric detrás de los chicos desaparecidos y usando lo que sea
que sea mortuus, vamos a necesitar todas las manos en la cubierta.
Demonios.
Sabía lo que eso significaba mientras dirigía mi mirada hacia la
ventana. —No puedo prometerte que Miles me escuchará. No creen que sea
muy... útil.
Caden guardó silencio por un momento.
—¿Qué pasaría si la información viniera de Ivy?
—Puedo llamarla. Esta noche.
—También necesitamos ir con Tanner.
—¿Ahora?
Caden agarró el volante mientras se concentraba en pasar la calle llena
de coches y gente. —Ahora. Llama a Tink. Lo recogeremos.
Me miré a mí misma mientras sacaba mi teléfono celular del bolso. —
176 ¿Tenemos tiempo para que me cambie?
—Sí, tenemos tiempo para eso.
Llamar a Tink y colgar el teléfono rápidamente no fue exactamente una
tarea fácil ya que tenía un millón de preguntas, pero me las arreglé para
colgar y luego llamé a Ivy. Ella contestó en el segundo timbre.
—Hola, Bri, ¿qué pasa?
—Um, mucho. Como mucho. —Empecé rápidamente a contarle lo que
acababa de pasar—. Nos dirigimos al Hotel Good Fae para hablar con
Tanner y Faye.
—En realidad estamos a un par de millas de la ciudad ahora —contestó
Ivy—. Estaremos allí poco después de ti. —Hubo una pausa—. Y espero que
encontremos tiempo para hablar más tarde.
—¿Sobre...?
—¿Te vas a hacer la tímida conmigo, Bri? —resopló Ivy—. Tú y yo
tenemos que hablar de cómo has estado trabajando con el Príncipe.
—Uh. —Miré a Caden. No parecía estar prestando atención—. ¿De
acuerdo?
—Sí. De acuerdo. Nos vemos en un rato.
Volví a poner el teléfono en el bolso, insegura de lo que le iba a decir a
Ivy cuando ni siquiera estaba segura de saber lo que estaba haciendo, lo que
estábamos haciendo.
—¿Está todo bien?
Asentí con la cabeza.
—Sí, Ivy y Ren están casi de vuelta en la ciudad. Ellos estarán allí.
Supongo que tu hermano está con ellos.
—Perfecto.
Y después de eso, Caden realmente no habló y aunque había un montón
de cosas de las que quería hablar, como todo, ahora mismo no parecía el
momento apropiado. Lo curioso de este viaje fue el hecho de que Caden no
necesitaba preguntar cómo llegar a mi casa.
—¿Quiero saber cómo sabes dónde vivo? —le pregunté cuando llegamos
a la acera fuera de mi casa.
Me echó una larga mirada mientras apagaba el auto.
177 —Muy bien —suspiré, abriendo la puerta—. Probablemente no quiera
saberlo.
Saliendo de la camioneta, crucé a la acera y cerré la puerta. Di un paso
y de repente Caden estaba frente a mí. Maldiciendo en voz baja, agité la
cabeza. —Me vas a dar un ataque al corazón si sigues haciendo eso.
Caden no respondió a eso mientras tomaba mi cara en sus manos,
ahuecando mis mejillas. Se me acercó mientras inclinaba la cabeza hacia
atrás. Mi mirada voló a la suya.
—¿Está...? ¿Está todo bien?
En vez de responder, bajó su boca a la mía, a una pulgada de distancia
de hacer contacto.
¿Iba a besarme?
Me quedé sin aliento. Su frente rozó la mía y luego sus labios tocaron
los míos.
El beso….
No tenía nada de dulce o suave, no como la mayoría de los primeros
besos.
Oh no, este fue feroz y poderoso, consumiendo en intensidad.
Mis labios se abrieron cuando la punta de su lengua tocó la mía, y el
mundo entero pareció escabullirse. Cuando finalmente levantó su boca de
la mía, había un movimiento de hinchazón en mi pecho, como si acabara de
tomar mi primera bocanada de aire real.
Caden me besó como si fuera el primero y el último. Las yemas de sus
dedos se deslizaron de mis mejillas mientras se alejaba y se apartaba, y
mientras mi mirada se enfocaba, vi que la puerta de mi casa estaba abierta.
Tink estaba allí parado, como un Tink de tamaño completo. Siempre era
conmovedor verle a toda su altura y sin alas, que era casi del tamaño de
Caden.
—Vayamos adentro. —Caden me tocó la parte baja de la espalda.
Más que un poco débil, asentí con la cabeza y caminé hacia adelante.
Cuanto más me acercaba, podía ver lo grandes que eran los ojos azules de
Tink. Esperaba que dijera algo gracioso.
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Traducido & Corregido por: Patty
Cuando volví abajo, vestido con unos leggins y la túnica que me había
puesto antes y con la cara restregada y sin maquillaje, sólo me esperaba
Tink, y era estremecedor verle a tamaño completo.
Cuando Tink estaba en lo que a él le gustaba llamar su "tamaño
divertido", era adorable, ¿pero en su forma humana? No había manera de
que pudieras evitar reconocer lo atractivo que era, y eso me hizo sentir rara.
Frunciendo el ceño, miré alrededor del vestíbulo. —¿Dónde está Caden?
—Se adelantó y se reunirá contigo en la oficina de Tanner —dijo con
una voz mucho más profunda de lo que yo estaba acostumbrada—. Dejó su
coche aquí para que nos lleves.
—Oh. —Eso fue raro—. ¿Te puso al corriente de todo?
—La mayor parte. —Tink se me acercó—. Él... él te besó.
El calor me golpeó inmediatamente en las mejillas. —Sí, como que lo
hizo.
—No solo te besó, pequeña Bright. Parecía como si estuviera devorando
tu boca.
Se había sentido así.
—Brighton, yo... Tink se calló mientras agitaba lentamente la cabeza.
Una semilla de pavor echó raíces en mi estómago. —¿Qué?
—Nada. Deberíamos irnos.
Realmente necesitábamos irnos, así que cuando Tink me dio las llaves
que me permitirían conducir la camioneta de Caden, yo las tomé. Esa
semilla de pavor creció cuando Tink estaba tranquilo mientras se sentaba
en el asiento del pasajero. Y Tink, incluso cuando era de tamaño normal,
nunca fue tranquilo.
Y casi nunca estuvo a tamaño completo a mi alrededor, no desde,
bueno, hace dos años.
Cuando llegamos al Hotel Good Fae, Tink se dirigió a la cafetería
mientras yo iba a la oficina de Tanner y esperaba a Caden. No tenía ni idea
de cómo Tink se mantenía tan en forma, yo juraba que cuando no hablaba,
él estaba comiendo algo.
181 Debe ser el metabolismo de los brownies.
Respirando superficialmente, vagaba por la oficina de Tanner,
demasiado ansiosa para sentarme. De acuerdo, no estaba ansiosa. Yo
estaba...
Estaba sintiendo mil cosas diferentes. Incredulidad. Ira. Shock, y luego
debajo de eso, bajo todo eso, también había expectativa.
Anticipación que tenía todo que ver con Caden.
Puse los ojos en blanco mientras caminaba hacia la ventana, ignorando
el dolor sordo de mi costado.
Había un vértigo burbujeante que me hacía sentir al menos una década
más joven. ¿Era eso lo que el amor...?
—Para —me dije a mí misma y luego me reí, porque decirme a mí mismo
que dejara de pensar en lo que ya había pensado no tenía sentido.
Alisé mis manos sobre mi cabello que se sentía raro contra mi cuello.
Estaba tan acostumbrada a usarlo recogido, pero Caden había dicho...
Dijo que le gustaba mi pelo suelto.
En realidad, había usado palabras mucho más elocuentes que eso.
¿Qué había dicho? Mi cabello estaba como...
La puerta se abrió en ese momento y me giré hacia ella.
Caden entró, cerrando la puerta tras él, y mientras me miraba,
pareciendo saber exactamente dónde estaba, me perdí un poco.... bueno, al
mirarlo.
Vergonzosamente pérdida.
Él también se había cambiado. Usaba una camisa de vestir blanca
metida dentro de un par de pantalones negros, en realidad parecía un
príncipe, un príncipe apetitoso.
Y él me había besado... realmente me besó.
¿Qué tan loco era eso?
Totalmente loco.
Mordiéndome el labio inferior, traté de evitar que la sonrisa se me
cruzara por la cara, si no se diera cuenta no parecería una locura. Perdí esa
batalla cuando empecé a acercarme a él queriendo abrazarlo... bien,
realmente quería besarlo de nuevo. Y yo podría hacerlo, ¿verdad? Me había
182 besado y, bueno, me había hecho más que eso antes, y...
—¿Tenemos un momento? —preguntó, y mi sonrisa se deslizó
lentamente de mi cara mientras me detuve. Había algo... fuera de lugar en
su tono. Vacío. ¿Frío? Y su expresión era completamente en blanco.
La sensación de temor por el viaje en coche se elevó cuando me lo
tragué. —Sí, tenemos un par de minutos.
Su mirada se posó sobre mi cara antes de dirigirse a la ventana. —Sólo
quería... hacer seguro que tenemos un acuerdo entre nosotros.
—¿Un acuerdo sobre qué? —El terror dio paso a un extraño zumbido
en mis oídos, añadiendo un elemento surrealista a todo esto.
—Sobre nosotros.
Comencé a sentarme, pero me di cuenta de que no podía moverme.
—¿Sobre nosotros? —repetí en voz baja.
Aún sin mirarme, asintió. —Sé que hemos compartido... intimidades,
la mayoría de las veces bajo circunstancias extremas, y compartimos esta
atracción.
Incapaz de moverme, todo lo que podía hacer era pararme allí como si
un puño me apretaba el pecho. Así fue como supe lo que iba a decir. Mi
corazón ya lo sabía.
—Creo que eres increíblemente valiente, tontamente a veces —
continuó, y una avalancha de el calor espinoso se deslizó por la parte de
atrás de mi cuello—. Eres inteligente y amable, y tu belleza rivaliza con la
del sol.
Tome un aliento tembloroso. Todo eso sonaba... sonaba maravilloso y
hermoso y algo que sentí que había estado esperando toda mi vida para oír,
pero...
Sabía adónde iba esto.
—Para —susurré, mi voz vergonzosamente ronca—. No tienes que hacer
esto.
—Sí —dijo, y cerré los ojos ante la repentina e indeseada quemadura—
. Eres un tesoro, Brighton.
—Vale —me reí, el sonido falso para mis propios oídos—. ¿Soy un
tesoro?
—Lo eres. —Su voz se suavizó.
183 Abrí los ojos y lo odiaba. Odiaba que su expresión no estuviera vacía de
emoción... ya no lo estaba. Estaba tenso y su mirada estaba en conflicto.
Presionando mis labios juntos, arrastré mi mano a través de mi cabello
como si el viento pareciera irse de mis pulmones.
—No quiero que las cosas se pongan incómodas entre nosotros —dijo,
y otra risa se arrastró en mi garganta.
Me volví hacia él. —¿Por qué sería incómodo, Caden?
Se estremeció ante el sonido de su nombre. —Porque lo que teníamos no era
real. Fue un acto que... que se nos fue de las manos.
Ahí estaba.
Ya no se andaba con rodeos, pero no lo entendí. Yo sabía lo que él decía
pero no tenía sentido.
—Me dijiste que era real. —Me las arreglé para mantener mi voz firme—
. Incluso me lo dijiste cuando mentí sobre cómo me sentía. Dijiste que me
querías. Me acabas de besar. Dijiste que tú...
—La parte física era real. ¿Cómo podría no serlo? Tú eres hermosa y
yo...
—Y tú eres un hombre, ¿y así es como funciona? ¿En serio? —Mis ojos
se abrieron de par en par—. ¿Así es como vas a jugar a esto? ¿Sólo había
una atracción física y eso es todo?
—No estoy jugando nada. Así son las cosas. —Caden se apartó de mí,
empujando una mano sobre su cabeza, a través de su pelo—. Es la forma
en que tiene que ser. Tú eres humana y yo...
—Sé lo que eres. —El corazón me latía en el pecho mientras cruzaba
los brazos sobre mi pecho—. Siempre he sabido lo que eres.
—Entonces deberías entenderlo —dijo.
—No, no lo sé. Acabas de besarme...
—Sé que te besé y que fue un error estúpido.
—¿Un error? —susurré.
—Las cosas han cambiado. —Su voz se endureció ahora—. No quiero
que las cosas se pongan incómodas entre nosotros. Necesitamos trabajar
juntos. Tienes que dejar esto atrás. Ya lo he hecho.
186 En vez de eso, había una corona de oro22 quemado sobre su cabeza.
Caden ya no era el Príncipe.
Él era el Rey.
Próximo Libro:
22
BUUUH! La espada estaba más cool… Lo siento me salí del tema :v
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O en nuestro blog:
El Rincón de Winnie