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PROMETEO ENCADENADO

ESTILO

TEATRO CONSTANTINO
BRAGADO, BUENOS AIRES, ARGENTINA

2023
LA FUERZA: Desde el confín remoto hemos llegado, desde la

tierra a los yermos inaccesibles de Escitia. Hefesto, tú

cumplirás las órdenes del Padre y atarás a Prometeo, el

maléfico, a la alta roca con cadenas de adamantio. Pues la

llama, tu creación, y el arte en general, arrebató a los

cielos y la entregó a los hombres. Por este delito, es justo

que pague un merecido castigo, para que aprenda a respetar la

divinidad de Zeus y no idolatre al hombre.

LA FUERZA: ¿Por qué te compadeces y te detienes? ¿No aborreces

a Prometeo como los demás dioses, dado que entregó tu don a

los mortales?

LA FUERZA: Nadie es libre fuera de Zeus. Los dioses han

alcanzado todo, excepto el poder supremo.

LA FUERZA: No tardes en rodear a Prometeo con cadenas. No

permitas que el Padre te vea temer y vacilar.

LA FUERZA: Tóma los hierros y alza el martillo en tus manos y

clávalos en la roca.

LA FUERZA: Golpea más fuerte. Asegúrate de que no pueda

escapar...

LA FUERZA: Entonces clava el otro. Y él comprenderá que es

inferior a Zeus en habilidad y conocimiento. (A Prometeo)

¡Observa el sufrimiento que sigue a tú delito!


LA FUERZA: Quiero apresurarte y despertar tu ardor.

(A Hefesto) Traba sus piernas con anillos de hierro...

LA FUERZA: Y ahora, entrelaza grilletes en sus pies, pues en

el trabajo con hierro eres eminente.

LA FUERZA: (A Prometeo) Vuelve a tu antigua insolencia. ¡Oh

Titán! Roba los dones divinos a los hombres. Que sean ellos

quienes te liberen de estos lazos. En vano te llamaron el

prudente. Hoy necesitas otro Prometeo que te desate de este

artificio.

PROMETEO: Oh éter divino, vientos que vuelan, fuentes y ríos,

risa perpetua, tierra omniparente, os invoco. Sol, cuya luz lo

abarca todo, mira cómo los dioses afligen a un dios. Debo

enfrentar aquí un suplicio atroz durante incontables años. El

nuevo rey de la morada feliz ha forjado estas cadenas contra

mí. ¡Ay, ay! Lamento mi dolor presente. ¿Cuándo llegará el fin

de mi sufrimiento? Pero, ¿qué digo? Lo sé todo, ninguna

desgracia inesperada puede alcanzarme. Conviene ahora soportar

esta suerte fatal, ya que la ley del destino es invencible. Es

difícil callar y hablar es aún más difícil en esta oscura

fortuna que sufro por haber dado a los mortales un pequeño

fuego con el que crecen las artes y los bienes. Por este
delito, estoy suspendido en esta montaña con clavos. ¡Ay de

mí! ¿Qué ruido de alas es ese que escucho? ¿Qué perfume

percibo? ¿Es un ser mortal o divino? ¿Quién se acerca a la

lejana cima para contemplarme? ¿Vienes a ver a un dios

aborrecido por Júpiter y los demás inmortales que frecuentan

sus atrios, porque he amado mucho a los hombres? ¡Ay! Siento

el aleteo de plumas cada vez más cerca. El éter tiembla

agitado por esas alas...

LA FUERZA: ¿Qué percibes Prometeo? ¿De qué sospechas? No lo

hagas. Son ninfas, que volando livianas vienen hasta esta, tú

roca. ¿Qué cómo lo sé? ¡Ja! ¿Crées qué no me dí cuenta? ¡Si!,

siento su brisa por aquí, alrededor, ¡poderosas y veloces

auras! No te sientas tan miserable prometeo, pues has hallado

la misericordia de las hijas de Océano. ¡Ja!

PROMETEO: ¡Ay! ¡ay! de Tetis Fecunda, prole,

Y del ingente Padre Océano que en giro eterno circunda el

orbe:

¡Vedme en las peñas encadenado,como custodio del alto monte!

LA FUERZA: ¿Qué ocurre? ¿Acaso lloran, Ninfas? Desde que

vieron atado el cuerpo de Prometeo en estas agudas piedras,

¿es así?
PROMETEO: ¡Oh si en el Orco, Bajo la tierra, en el profundo

Tártaro inmenso, yaciera atado, sin que a los dioses ni a los

mortales contento diera con mis dolores! Ora ludibrio soy de

los vientos; ¡mis enemigos mofan de mí!

LA FUERZA: ¿Qué dicen, Ninfas? De Zeus, iracundo, inflexible,

tirano y vengador. ¡Ay, ay, ay! ¿Eso dicen?

PROMETEO: Aunque mis plantas con ignominia sujete el hierro,

vendrá algún día en que el monarca de los felices saber

pretenda lo que yo oculto: quién de su trono honores sacros le

arrojará. Ni me persuadan melosas voces, ni la amenaza logre

aterrarme, porque el secreto yo le revele, hasta que rompa mis

duros lazos, y el crimen pague que cometió.

LA FUERZA: ¡Ni la desdicha rinde tu audacia; libre y altivo

hablas aún!¿Por tú fortuna temen todas, Prometeo? ¡Ja!

Inexorable es del Saturnio la voluntad.

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