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La Obediencia de La Santísima Virgen María
La Obediencia de La Santísima Virgen María
Ante todo, buenos días estimadas hermanas, un placer para mí tener que
compartir algo sobre la Santísima Virgen María, no solo por el amor
infinito que le tengo a ella, sino también porque ella se merece el centro de
nuestras reflexiones, de nuestra devoción porque ella es la Madre, primero
Madre de Dios, pero también es nuestra Madre. A mí me ha conmovido
desde siempre una de las frases de un santo joven Jesuita, San Estanislao
Kotska que decía: “como no lo voy a amar, si ella es mi Madre”.
San Agustín, un gran Padre de la Iglesia dice que María, por su obediencia
se ganó el más bello de los títulos: ella es la Virgen obediente. Pues, ella
al haber tomado como ley la voluntad Dios y haber cumplido con fidelidad,
incluso a costa de todo sacrificio, los designios del Padre Celestial, le hace
acreedora de ser la modelo de toda obediencia a los designios de Dios.
Después de esto vemos que María, como cualquier otra mujer hebrea
estaba obligada a ir al Templo a purificarse. Pero desde nuestra ligereza
podemos preguntarnos: ¿cómo podría alcanzar esa ley a la Virgen
Inmaculada, cuya milagrosa maternidad no tenía vestigio alguno de
mancha original? Sin embargo, María obedece, y así se une al sufrimiento
de tantas madres, tanta gente humilde que sin tener nada que expiar, sufren
en silencio y en todo buscan la voluntad de Dios.
Dios también nos habla con frecuencia a nosotros, cristiano, y más aún a
los consagrados. Unas veces por los preceptos, otras por los consejos,
directamente o por medio de su ángel, la Santa Iglesia. A ejemplo de
María, obedezcamos generosamente, respetemos la Ley de Dios y de la
Iglesia diciendo de todo corazón nuestro "Fiat".