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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MEXICO

PROGRAMA DE MAESTRÍA Y DOCTORADO EN ESTUDIOS MESOAMERICANOS


FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLÓGICAS

RECONSTRUCCIÓN DEL PAISAJE SOCIAL PREHISPÁNICO EN LA


MICROCUENCA DEL RÍO MAYALES, CHONTALES, NICARAGUA

TESIS
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE:
MAESTRO EN ESTUDIOS MESOAMERICANOS

PRESENTA:
ALEJANDRO ARTEAGA SAUCEDO

TUTORES:
DRA. ANNICK DANEELS
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ANTROPOLÓGICAS, UNAM
DR. ALEXANDER GEURDS
UNIVERSIDAD DE LEIDEN, PAISES BAJOS
UNIVERSIDAD DE OXFORD, REINIO UNIDO

CIUDAD DE MÉXICO, NOVIEMBRE DE 2017


UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

Programa de Maestría y Doctorado en Estudios Mesoamericanos


Facultad de Filosofía y Letras
Instituto de Investigaciones Filológicas

“Declaro conocer el Código de Ética de la Universidad Nacional Autónoma de México, considerado en


la Legislación Universitaria. Con base en las definiciones de integridad y honestidad ahí contenidas,
manifiesto que el presente trabajo es original y enteramente de mi autoría. Las citas de otras obras y las
referencias generales a otros autores se consignan con el crédito correspondiente”

Copyright © 2017
Todos los derechos reservados.
i
A mi familia, quienes siempre han acompañado mi camino…

ii
Agradecimientos

Este trabajo fue posible gracias a Naty, quien confió en mí y me dio la oportunidad de

formar parte del Proyecto Arqueológico Centro de Nicaragua (PACEN). Al respecto, debo

mucho a Alex, por invitarme, darme todo su apoyo, disposición y libertad para hacer lo que

tanto disfruto. La realización de la tesis fue posible gracias a la Universidad de Leiden, el

Posgrado en Estudios Mesoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México y

el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

El trabajo de campo fue viable gracias a la participación de numerosos estudiantes y

amigos, con quienes compartí aventuras y aprendizajes. Gracias por su esfuerzo y dedicación

a William, Marling, Yamilt, Kaz, María, Adam, Elisa, Danny, Gabriel, Arnau, Pol, Antonio,

Nagore, Yajaira, Iván, Irene, Nico, Lucía, Lucy, Guna y Leontien. Un reconocimiento

especial a Roosemarie y Dita por sus consejos.

Además de ellos, agradezco el apoyo incondicional de los colaboradores locales y

amigos, quienes compartieron con nosotros sus conocimientos y entusiasmo. Mi más sincero

reconocimiento y admiración a “Teyo”, “Güicho”, Pedro, Noe, Bayardo, Juan Carlos, Tomás,

Sairín, Jelson, Carlos, Luis y Nadin.

Durante la elaboración de este documento agradezco infinitamente a la Dra. Annick, por

su entusiasmo y dedicación; una vez más a Naty y Alex por sus valiosos aportes; y a la Dra.

Edith Ortiz y el Mtro. Gerardo Alarcón, por sus enseñanzas y enriquecer el trabajo.

Siempre estaré infinitamente agradecido con Yajaira, por sus consejos y cariño

incondicional; por escucharme en los momentos difíciles y reír conmigo durante estos años.

Finalmente, todo se lo debo a mi familia, por siempre estar cerca de mí, por su cuidado,

amor y confianza. Gracias a ellos por estar cada día a mi lado.

iii
Abstract

El Proyecto Arqueológico Centro de Nicaragua (PACEN) se ha ocupado desde el 2009

de estudiar a las sociedades prehispánicas asentadas en una parte poco conocida de

Nicaragua: la región montañosa y las microcuencas hidráulicas formadas al oeste de los lagos

de Cocibolca y Xolotlán.

Durante las temporadas de trabajo de 2015 y 2016, como parte de la presente

investigación se estudió un área de 42 kilómetros cuadrados en los alrededores del municipio

de Juigalpa, Departamento de Chontales. El objetivo fue conocer y estudiar la distribución

espacial de los sitios arqueológicos construidos en los alrededores de Aguas Buenas, el cual

era considerado único por su arquitectura, ubicación y organización espacial, así como su

posible función.

El resultado fue el hallazgo de 1300 montículos o restos de construcciones hechas desde

tiempos prehispánicos, históricos y otras abandonadas varias décadas atrás. Después de

registrar y analizar cada una de estas edificaciones se propuso agruparlos en 46 sitios y

posteriormente se hicieron inferencias sobre su posible función, tomando en cuenta los

elementos del entorno natural que influyeron en la elección del lugar donde se asentaron.

La ocupación humana en la microcuenca del río Mayales incluyó la creación de espacios

de vivienda, áreas comunales, posibles cementerios y/o de memoria colectiva. También se

identificaron numerosos motivos grabados en las rocas de los alrededores de Aguas Buenas

y numerosos fragmentos de piezas de cerámica, instrumentos de piedra, restos de esculturas

y pequeñas cavidades sobre la superficie del macizo rocoso.

Estos resultados nos mostraron que los antiguos ocupantes de la microcuenca numerosas

actividades tales como el cultivo, la cacería, pesca y recolección de plantas y otros recursos

iv
naturales necesarios para su vida cotidiana. Por otro lado, hay evidencias de una relación con

el mundo sobrenatural en los cerros y las corrientes de agua.

Estas hipótesis no sólo fueron el resultado de un trabajo arqueológico, también se

enriquecieron con los conocimientos de los actuales habitantes de la zona, quienes a lo largo

de su historia se han interesado en clasificar los suelos, los tipos de afluentes de agua y los

distintos espacios de su entorno. Su experiencia nos permitió aprender sobre la diversidad de

plantas, animales y otros recursos que el medio les proporcionaba. Además, gracias a los

mitos e historias que aún se cuentan sobre los cerros conocimos la importancia de esta clase

de lugares.

v
Tabla de Contenidos

Introducción ........................................................................................................................................ 1
Breve estado de la cuestión ............................................................................................................ 2
Justificación ..................................................................................................................................... 3
Objeto de estudio............................................................................................................................ 4
Planteamiento del problema .......................................................................................................... 4
Hipótesis .......................................................................................................................................... 4
Objetivos ......................................................................................................................................... 5
Fundamentos teórico-metodológicos ............................................................................................. 6
Estructura de la tesis ....................................................................................................................... 7
Capítulo 1 .......................................................................................................................................... 10
Patrón de asentamiento y arqueología del paisaje: aproximación teórica ...................................... 10
Introducción .................................................................................................................................. 10
Patrones de asentamiento y el estudio del espacio en arqueología ............................................ 10
Paisaje y la dimensión espacial en arqueología ............................................................................ 16
El enfoque particular ..................................................................................................................... 24
Capítulo 2 .......................................................................................................................................... 27
Estado de las investigaciones arqueológicas en Nicaragua .............................................................. 27
Introducción: Arqueología en Centroamérica y Nicaragua ........................................................... 27
Siglos XVIII al XIX: época de descubrimientos ............................................................................... 27
Siglo XX: Arqueología formal y áreas culturales............................................................................ 29
Siglo XXI: Nuevos aportes ¿mismas temáticas? ............................................................................ 31
Fuentes históricas y su interpretación arqueológica. ............................................................... 34
Particularidades sobre los estudios de asentamientos. ............................................................ 39
Arqueología en la región de Chontales ......................................................................................... 46
Capítulo 3 .......................................................................................................................................... 57
Contexto ambiental y social .............................................................................................................. 57
Introducción .................................................................................................................................. 57
Conformación de Chontales .......................................................................................................... 57
Chontales en la actualidad ............................................................................................................ 59
Geología ........................................................................................................................................ 62

vi
Suelos ............................................................................................................................................ 63
Identificación y uso local del suelo............................................................................................ 65
La subcuenca y microcuenca del Mayales .................................................................................... 68
Juigalpa y sus comarcas................................................................................................................. 71
Vegetación general........................................................................................................................ 75
Obtención de recursos en el Chontales actual.............................................................................. 79
Cultivo. ...................................................................................................................................... 81
Identificación de nacimientos de aguas termales. .................................................................... 82
Capítulo 4 .......................................................................................................................................... 83
Documentación de estructuras circulares: metodología .................................................................. 83
Introducción .................................................................................................................................. 83
Metodología de campo ................................................................................................................. 83
Recorrido piloto......................................................................................................................... 83
Recorrido sistemático................................................................................................................ 90
Procesamiento de datos.......................................................................................................... 102
Metodología de investigación ..................................................................................................... 104
Distribución de evidencias materiales en superficie. .............................................................. 104
Identificación y definición de montículos. .............................................................................. 104
Aplicación de estadística a nivel de montículo. ...................................................................... 107
Identificación de lugares con arquitectura. ............................................................................ 110
Identificación y definición de plazas. ...................................................................................... 114
Aplicación de estadística a nivel de sitio. ................................................................................ 115
Capítulo 5 ........................................................................................................................................ 118
Caracterización de la muestra de estudio ....................................................................................... 118
Introducción ................................................................................................................................ 118
Condiciones de la muestra .......................................................................................................... 118
Parcelas y propietarios. ........................................................................................................... 118
Uso actual del suelo. ............................................................................................................... 119
Visibilidad del terreno. ............................................................................................................ 120
Estado de conservación........................................................................................................... 122
Características de la muestra ...................................................................................................... 124
Restos materiales visibles en superficie. ................................................................................. 124
Restos de arquitectura visibles en superficie.......................................................................... 131

vii
Clasificación y características de los sitios con arquitectura ...................................................... 149
Sitios pequeños. ...................................................................................................................... 151
Sitios chicos. ............................................................................................................................ 152
Sitios medianos. ...................................................................................................................... 152
Sitios grandes. ......................................................................................................................... 153
Capítulo 6 ........................................................................................................................................ 156
Discusión: espacios, ambientes y actividades ................................................................................. 156
Introducción ................................................................................................................................ 156
Tipos de sitios y tipos de lugares................................................................................................. 156
Lugares de distribución de artefactos ......................................................................................... 158
Lugares con petrograbados ......................................................................................................... 162
Lugares con arquitectura ............................................................................................................ 163
Lugares habitacionales. ........................................................................................................... 163
Lugares de rocas apiladas........................................................................................................ 176
Lugares promontorio............................................................................................................... 179
Lugares coloniales e históricos. ............................................................................................... 180
Peculiaridades de Aguas Buenas ................................................................................................. 180
Hacia una redefinición de los sitios ............................................................................................. 182
Complejidad y organización social .............................................................................................. 185
Capítulo 7 ........................................................................................................................................ 188
Entre Mesoamérica y Sudamérica: contextualización de la evidencia ........................................... 188
Introducción ................................................................................................................................ 188
Comparaciones etnográficas y arqueológicas de edificios circulares ......................................... 188
Un mundo circular ....................................................................................................................... 191
Circuncaribe ................................................................................................................................ 192
Mundo Chibcha ........................................................................................................................... 194
Lengua. .................................................................................................................................... 194
Símbolos y prácticas. ............................................................................................................... 195
Sudamérica .................................................................................................................................. 196
Consideraciones al respecto ....................................................................................................... 199
Conclusiones ................................................................................................................................... 202
Hipótesis sobre la cronología de la región .................................................................................. 203
Perspectivas de investigación ..................................................................................................... 206

viii
Referencias bibliográficas ............................................................................................................... 208
Apéndice 1 Cedula para el registro de montículos ......................................................................... 231
Apéndice 2....................................................................................................................................... 233
Breves notas sobre los actores sociales .......................................................................................... 233
Apéndice 3....................................................................................................................................... 240
Apuntes sobre el uso de recursos naturales en Juigalpa ................................................................ 240
Apéndice 4....................................................................................................................................... 246
Descripciones de sitios .................................................................................................................... 246
Adilia Burgos (La Zarcita) ............................................................................................................. 246
Aislado ......................................................................................................................................... 248
Alberto Obando ........................................................................................................................... 249
Alcides Montiel (Medias Lunas) .................................................................................................. 251
Barillas ......................................................................................................................................... 253
Caoba........................................................................................................................................... 256
Carca ............................................................................................................................................ 258
Cerro Aguascalientes ................................................................................................................... 262
Cerro de la Cruz I ......................................................................................................................... 264
Cerro de la Cruz II ........................................................................................................................ 265
Cerro Güegüestepe ..................................................................................................................... 266
Cuatro puntos.............................................................................................................................. 268
Edy Molina................................................................................................................................... 270
Enrique Vega ............................................................................................................................... 272
Guarida del Coyote...................................................................................................................... 273
Herradura .................................................................................................................................... 276
Inés Rocha II ................................................................................................................................ 278
Jorge Oporta (Quebrada Profunda) ............................................................................................ 281
Jorge Suárez ................................................................................................................................ 285
Josefa Chacón .............................................................................................................................. 287
La Aventura ................................................................................................................................. 290
Lázaro Villegas ............................................................................................................................. 292
Loma Este .................................................................................................................................... 296
Los Ángeles I ................................................................................................................................ 297
Los Ángeles II ............................................................................................................................... 298

ix
Monte Güegüestepe ................................................................................................................... 299
Norte del Carca............................................................................................................................ 300
Olman Otente .............................................................................................................................. 301
Oporta ......................................................................................................................................... 302
Peor es Nada ............................................................................................................................... 304
Piedras Grandes II ....................................................................................................................... 306
Roberto Amador I ........................................................................................................................ 312
Roberto Amador II ....................................................................................................................... 313
Rosa Dolores Oporta ................................................................................................................... 314
Sabana Grande ............................................................................................................................ 316
San Diego..................................................................................................................................... 319
San Luis I ...................................................................................................................................... 321
San Luis II ..................................................................................................................................... 322
San Isidro I (Juan Suárez)............................................................................................................. 323
San Isidro II (Sebastián Ríos II) .................................................................................................... 326
San Isidro III (Adam Martínez) ..................................................................................................... 328
Sebastián Ríos Histórico .............................................................................................................. 330
Sebastián Ríos I............................................................................................................................ 331
Vicente Suárez (Casa Vieja) ......................................................................................................... 333
Walter García (El Zarzal) .............................................................................................................. 334
Wilder Marín ............................................................................................................................... 335

x
Lista de figuras

Figura 1. Límites de Mesoamérica hacia el siglo XVI propuestos por P. Kirchhoff (1943). ............... 30
Figura 2. Mapa de la delimitación de la Gran Nicoya propuesto por F. Lange (1994: 6). ................. 32
Figura 3. Mapa de los límites del área Chibcha propuesto por J. Hoopes (2005: 4) retomando a
Fonseca (1994). ................................................................................................................................. 34
Figura 4. Mapa de los sitios arqueológicos registrados por F. Gorin y D. Rigat (1988: 184). ........... 52
Figura 5. Mapa de localización de los sitios arqueológicos registrados previamente (Auzina 2017;
Geurds 2009, 2011a; 2014a; Gorin y Rigat 1987; 1988; Rigat y Gorin 1993). Digitalizado por el
Mtro. Adam Benfer). ......................................................................................................................... 55
Figura 6. Mapa de ubicación del departamento de Chontales y sus principales vías de
comunicación terrestre. .................................................................................................................... 60
Figura 7. Mapa de precipitaciones de Nicaragua. ............................................................................. 62
Figura 8. Mapa de distribución de los principales tipos de suelos de Nicaragua (Taylor 1963:31). . 65
Figura 9. Terreno con suelo de tipo barrial durante la época de secas. ........................................... 66
Figura 10. Mapa de delimitación de cuencas hidrográficas de Nicaragua........................................ 69
Figura 11. Mapa de la subcuenca del río Mayales y la microcuenca del mismo nombre................. 70
Figura 12. Vista de la microcuenca desde el Cerro de la Cruz desde donde se aprecian los cerros de
Aguascalientes (derecha) y Güegüestepe (izquierda). ...................................................................... 71
Figura 13. Mapa de los municipios del Departamento de Chontales. .............................................. 72
Figura 14. Un día cotidiano durante la temporada de lluvias en la casa de Don Juan, actual
propietario de donde se encuentra el sitio de Aguas Buenas. ......................................................... 74
Figura 15. Paisaje típico de pastos con árboles durante la temporada de lluvias en las cercanías de
Aguas Buenas. Al fondo se encuentra la Cordillera de Amerrisque.................................................. 77
Figura 16. Mapa con la delimitación de las áreas de recorrido y sus respectivos transectos. ......... 87
Figura 17. A pesar de la mala visibilidad de superficie, las características de los montículos
permiten identificarlos. En este caso, en primer plano se muestra un montículo, y detrás de éste, a
la izquierda, es posible apreciar otro montón de rocas. ................................................................... 89
Figura 18. Miembros del equipo de trabajo antes de iniciar una nueva línea de recorrido a orillas
del camino que conduce a Aguas Buenas. ........................................................................................ 89
Figura 19. Parcela con montículos actualmente usada para el cultivo de maíz. El terreno tiene
buena visibilidad tanto paralela como de superficie. ....................................................................... 92
Figura 20. Ejemplo de petrograbado encontrado al margen de la quebrada de Aguas Buenas, cera
de San Isidro. ..................................................................................................................................... 93
Figura 21. Terreno con mala visibilidad paralela y de superficie. Al fondo se aprecia el Cerro de la
Cruz.................................................................................................................................................... 95
Figura 22. Miembros del equipo de trabajo usando nivel de hilo para medir la altura máxima de un
montículo. ......................................................................................................................................... 96
Figura 23. Ejemplo de montículo circular, con un ángulo menor a 35°, construido sobre una
superficie irregular, elevado, con una cumbre redondeada, en buen estado de conservación, hecho
de sedimento con fragmentos de roca madre y con un círculo delimitando la construcción. ......... 97
Figura 24. Ejemplo de montículo circular, con un ángulo superior a los 55°, construido sobre una
superficie uniforme, elevado, plano en la cumbre, en un buen estado de conservación, hecho de
rocas con sedimento y con un círculo delimitando la construcción. ................................................ 98

i
Figura 25. Ejemplo de montículo ovalado, con un ángulo entre los 35 y 55°, construido sobre una
superficie irregular, elevado, redondeado, con una conservación moderada, hecho únicamente de
fragmentos de roca madre y sin un círculo delimitando claramente la construcción. ..................... 99
Figura 26. Ejemplo de montículo circular, con un ángulo menor a 35°, construido sobre un terreno
plano, plano por estar a nivel de superficie, con un estado de conservación moderado, hecho de
cantos rodados con sedimento y con dos círculos de rocas. .......................................................... 101
Figura 27. Mapa del conjunto de sitios ubicados en los alrededores de la quebrada del Carca.
Nótese los distintos niveles de integración, la interrupción provocada por las quebradas y el
centroide de cada sitio arqueológico definido a partir de estas características. ........................... 114
Figura 28. Gráfico de dispersión del sitio Barillas. Nótese el quiebre en la línea alrededor de los
400cm y uno más antes de los 1200cm (eje Y) con respecto al orden gradual ascendente de la
cantidad de montículos (eje X)........................................................................................................ 117
Figura 29. Tabla de propietarios de las parcelas donde se registraron montículos. ...................... 119
Figura 30. Tabla del uso actual del terreno donde hay montículos. ............................................... 119
Figura 31. Tabla del estado actual de conservación de los montículos. ......................................... 122
Figura 32. Mapa de densidad de cerámica a nivel de superficie. ................................................... 125
Figura 33. Mapa de densidad de lítica tallada a nivel de superficie. .............................................. 126
Figura 34. Mapa de densidad de lítica pulida a nivel de superficie. ............................................... 127
Figura 35. Mapa de densidad de petrograbados y pocitas a nivel de superficie. ........................... 129
Figura 36. Mapa de densidad de esculturas y columnas de basalto a nivel de superficie. ............ 131
Figura 37. Mapa de densidad de montículos a nivel de superficie. ................................................ 132
Figura 38. Tabla de la relación entre cultura material y niveles de visibilidad del montículo. ....... 133
Figura 39. Mapa de distribución de evidencias materiales asociadas a montículos. ..................... 135
Figura 40. Gráfico de la cantidad de montículos según el ancho.................................................... 136
Figura 41. Gráfico de la cantidad de montículos según el largo. .................................................... 137
Figura 42. Gráfico de la cantidad de montículos según su altura mínima. ..................................... 137
Figura 43. Gráfico de la cantidad de montículos según su altura máxima. .................................... 138
Figura 44. Tabla de la forma y orientación de la pendiente del montículo. ................................... 139
Figura 45. Tabla de elementos naturales a los que se ajusta el montículo. ................................... 140
Figura 46. Tabla elementos naturales a los que se asocia el montículo. ........................................ 141
Figura 47. Tabla de la asociación de los montículos con afloramientos de roca. ........................... 141
Figura 48. Mapa de distribución de montículos con asociación a afloramientos de roca madre. . 142
Figura 49. Tabla de tipo de superficie del montículo. ..................................................................... 143
Figura 50. Tabla de relación entre el tipo de superficie y el tipo de elevación del montículo. ...... 144
Figura 51. Tabla de cantidad de montículos con una superficie plana medible. ............................ 144
Figura 52. Tabla del tipo de composición de los montículos. ......................................................... 145
Figura 53. Mapa de distribución de montículos según su composición. ........................................ 146
Figura 54. Mapa de distribución de montículos según el tipo de rocas empleado para su
construcción. ................................................................................................................................... 147
Figura 55. Tabla con el nombre de los sitios y sus coordenadas UTM............................................ 150
Figura 56. Gráfico de la cantidad de montículos por sitio. ............................................................. 151
Figura 57. Mapa de sitios clasificados según su tamaño. ............................................................... 155
Figura 58. Dibujo sobre fotografía del conjunto de petrograbados registrados en la localidad de Las
Pocitas, cerca de Adilia Burgos, donde es posible distinguir algunos de los animales típicos de la
región (digitalizado en la plataforma SketchBook de Samsung). .................................................... 161
Figura 59. Dibujo sobre fotografía de petrograbado ubicado en Aguas Buenas, cerca de la
quebrada que lleva el mismo nombre. Considerando este contexto, podría ser interpretado como

ii
una corriente de agua de la cual emana otra, posiblemente desde un cerro. (Digitalizado en la
plataforma SketchBook de Samsung). ............................................................................................ 162
Figura 60. Croquis del montículo OSII7, del sitio Carca, ubicado en la parte más cercana a la
quebrada. Registro y dibujo de Irene Torreggiani y Natalia Donner, enero de 2016. .................... 165
Figura 61. Montículo (SRRII5) rectangular registrado en Piedras Grandes II. Mide 1.5 de ancho, 2.4
de largo, 20cm de altura mínima y 61 como máxima. .................................................................... 166
Figura 62. Montículo chico (JFA32) en el sitio de Josefa Chacón cuyas dimensiones (1m de largo
aproximado) y rocas de distribución y tamaño homogéneos, sugieren que no se trata de un
espacio habitacional. ....................................................................................................................... 168
Figura 63. Típico montículo habitacional (LV162) en el patio de una vivienda en Lázaro Villegas. 169
Figura 64. Montículo (LV60) ubicado al interior de la plaza rectangular del sitio Lázaro Villegas,
presenta tres niveles escalonados, cuyos círculos miden 6.6, 8 y 10m de diámetro. .................... 170
Figura 65. Posible círculo de rocas usado para la colocar una escultura en la cumbre del montículo
JOI2, del sitio Jorge Oporta. ............................................................................................................ 171
Figura 66. Montículo (SR-17) hecho sólo de rocas apiladas de forma irregular en el sitio de San
Isidro I. ............................................................................................................................................. 177
Figura 67. Montículos (IRIII2 e IRIII3) de grandes dimensiones hechos sólo de roca, en el pequeño
conjunto anexo a Inés Rocha II. ...................................................................................................... 178
Figura 68. Pueblo Kogui retratado por Diego Samper (en: Banco de la República de Colombia-
Fondo de Cultura Económico 2007). ............................................................................................... 191

iii
Introducción

La región correspondiente a la cuenca formada por el río Mayales, que se nutre de otras

corrientes superficiales menores originadas en la Cordillera Amerrisque, alberga el sitio

arqueológico más extenso de todo Nicaragua: Aguas Buenas, el cual se ubica al norte del

municipio de Juigalpa, Departamento de Chontales (Geurds et al. 2015).

El Proyecto Arqueológico Centro de Nicaragua (PACEN), dirigido por el Dr. Alexander

Geurds (Universidad de Leiden, Países Bajos y la Universidad de Oxford, Reino Unido),

tiene entre sus objetivos estudiar la ocupación prehispánica de esta región, que es una de las

partes menos investigadas de Centroamérica. Para ello, ha realizado varias temporadas de

campo en Aguas Buenas, enfocándose en la arquitectura y cronología del sitio (Geurds et al.

2015). Como resultado de ello, ha surgido la necesidad de realizar un estudio de patrones de

asentamientos prehispánicos del área circundante al sitio, con el objeto de establecer los

límites de la ocupación, su sincronía y diacronía con relación a asentamientos cercanos, así

como aproximarse a la diversidad de roles que este sitio pudo tener durante la época

prehispánica.

De igual forma, resulta complementaria la realización de un estudio que analice el diseño

y la distribución espacial de los sitios, ya que éstos son expresiones de los sistemas de

organización social (Willey 1953). De esta manera, también se podrá contribuir a las

discusiones sobre las relaciones entre los grupos locales, con los de influencia Mesoamérica

y los de la región Chibcha. Esto se relaciona con el hecho de que el área de estudio se

encuentra en el “límite” entre el sur de la llamada Mesoamérica y el norte del Área de

Tradición Chibcha.

1
Breve estado de la cuestión

Según la definición original de Mesoamérica, propuesta por Kirchhoff (1943: 7), la

frontera sur se encuentra aproximadamente “desde la desembocadura del río Motagua hasta

el Golfo de Nicoya, pasando por el lago de Nicaragua.” El autor define a Mesoamérica como

una superárea cultural con determinados límites geográficos, composición étnica y caracteres

sociales presentes al momento de la conquista española (Kirchhoff 1943).

Con base en lo anterior, y según lo propuesto desde la historia (Fernández de Oviedo

1851 [1555]), las primeras intervenciones arqueológicas en Nicaragua (Healy 1976; Lothrop

1926), y hasta el presente, se han interesado particularmente sobre el origen mesoamericano

de los grupos asentados en la región del Pacífico. Desde esta perspectiva, la hipótesis más

discutida es la que trata sobre posibles migraciones de poblaciones de habla oto-mangue y

nahua hacia el sur de Mesoamérica. Esta propuesta, estuvo principalmente basada en las

crónicas históricas, que supuestamente eran sustentadas arqueológicamente con las

similitudes en los motivos estilísticos en la cerámica y estatuaria, la presencia de navajillas

de obsidiana, el sistema calendárico, el panteón religioso, las prácticas rituales con sacrificios

y el liderazgo centralizado (Braswell 1997; Healy 1976; Lothrop 1926; Lange 1994;

McCafferty y Dennett 2013; McCafferty y Steinbrenner 2005; McCafferty et al. 2012;

Salgado y Fernández 2011; Willey y Norweb 1961).

Al seguir esta agenda de trabajo, pocas investigaciones han profundizado sobre los

desarrollos culturales locales, sobre las características de sus construcciones, su distribución

y cantidad. Por lo general, los trabajos se han enfocado en definir los conjuntos

arquitectónicos de mayor tamaño. En Nicaragua y particularmente en la región central existen

pocos estudios de los patrones de asentamientos prehispánicos, del modo de vida y de la

obtención de los recursos disponibles (Fletcher 1993, 1994; Fletcher et al. 1994; Gorin 1990;
2
Gorin y Rigat 1988; Haberland 1983; McCafferty et al. 2014; Niemel 2003; Salgado y

Zambrana 1994; Salgado y Vázquez 2006).

Específicamente en el área en la que se desarrolla el presente estudio, se han realizado

pocas investigaciones arqueológicas, las primeras iniciadas en la década de 1970 (Magnus

1975), seguidas por el Proyecto Arqueológico Chontales, en la década de 1980 (Gorin 1990),

y el inicio de un programa de trabajo de largo plazo en la década del 2000 hasta el presente

(Geurds 2009, 2011a, 2012, 2013a, 2014a). Las primeras dos investigaciones se enfocaron

en la identificación de sitios arqueológicos y la cronología de ocupación prehispánica en la

región, mientras que desde el 2007, las investigaciones en el área se han llevado a cabo por

el PACEN. En el marco del proyecto, se han realizado exploraciones en la región central de

Nicaragua, así como mapeos y excavaciones en Aguas Buenas, donde se encuentran más de

380 montículos formando un diseño de círculos concéntricos sobre un terreno ligeramente

accidentado (Vlaskamp et al. 2014).

Más allá del registro y excavación de los montículos de Aguas Buenas, los cuales según

los resultados preliminares de las excavaciones no son de tipo habitacional (Geurds 2015,

comunicación personal), se desconoce la ubicación de los espacios domésticos en la cuenca,

su distribución y cronología.

Justificación

Para entender a las sociedades que se asentaron en el área mencionada, y explicar la

creación de un sitio del tamaño y las características de Aguas Buenas, debemos en primer

lugar conocer el terreno ocupado, los tipos de construcciones y la configuración del paisaje

cultural.

3
En segundo lugar, es importante hacer estudios comparativos del área con otras

regiones, tanto en el sur como en el norte del corredor natural centroamericano. Para ello es

necesario un enfoque sistemático, no sólo basado en determinados atributos geográficos o de

los asentamientos ya conocidos.

Objeto de estudio

La investigación estará centrada en la morfología y distribución de las ocupaciones que

se dieron desde la época prehispánica en los alrededores del sitio de Aguas Buenas, en la

microcuenca del río Mayales, Departamento de Chontales, Nicaragua.

Planteamiento del problema

Por su traza y tamaño, Aguas Buenas es un sitio único en la región y áreas circundantes.

Sin embargo, se desconoce su extensión máxima; así como los diferentes tipos de

ocupaciones, que existían en la cuenca baja del Mayales, su cantidad, distribución, tamaño y

morfología. Por lo anterior, resulta necesario estudiar la ocupación prehispánica en el área y

su integración al ambiente natural y simbólico. Por estas razones, es pertinente preguntarse:

¿Dónde se asentaron los antiguos ocupantes de la microcuenca del río Mayales? Y ¿Cuántos

tipos de ocupaciones existieron en el área? De ambas preguntas se desprenden otras dos:

¿Qué factores influyeron en la elección de su ubicación? y ¿Cuáles son las similitudes con

otros asentamientos en un marco regional de mayor amplitud?

Hipótesis

Las funciones de las construcciones prehispánicas del área de estudio pueden inferirse

con base en su ubicación, tipo, tamaño, forma y los materiales asociados. Según lo obtenido

por el PACEN en temporadas anteriores (Geurds 2015, comunicación personal), parece que

los espacios habitacionales generalmente se encuentran en las partes altas de la cuenca (antes

4
de llegar a la cordillera Chontaleña), en áreas contiguas a los principales afluentes de agua,

pero evitando las planicies “centrales” ubicadas entre Aguas Buenas y el actual poblado de

Juigalpa. Aparte de los conjuntos domésticos, hay otras construcciones cuya función se

centra más en los aspectos políticos o sociales de los antiguos habitantes de la subcuenca,

tales como las cimas de los cerros. Otras actividades se desarrollaron fuera de las áreas

domésticas y los espacios dedicados a la vida política y se relacionan más con la obtención

de recursos naturales.

No obstante, consideramos que las actividades de vivienda integran en su conjunto, o

sitio, aquellos espacios circundantes que están dedicados a la vida política o la obtención de

recursos del entorno. Es decir, la socialización del espacio va más allá del área habitacional

e incluye todo el entorno circundante.

Objetivos

Esta investigación cuenta con un objetivo principal: contextualizar Aguas Buenas en un

entorno geográfico y arqueológico de mayor amplitud. Para cumplir con éste, se plantean

varios objetivos particulares:

 Realizar reconocimientos de superficie en el área para conocer la cantidad,

variedad y distribución de los sitios arqueológicos.

 Inferir la función de los diferentes tipos de montículos a partir de su forma,

ubicación y materiales asociados.

 Identificar los distintos tipos de espacios de actividad humana y su posible función

a partir de lo interpretado a nivel de montículo.

 Insertar los hallazgos en un marco sincrónico y diacrónico a mayor escala, con las

distintas regiones culturales que los rodean.

5
Fundamentos teórico-metodológicos

Para la realización de la investigación, acudiré a una perspectiva geográfica-ambiental

que permita analizar las posibles razones y funciones de las distintas ocupaciones. Para ello,

recurriré a la arqueología de patrón de asentamiento (Balkansky 2006; Daneels 2002; Donner

y Hernández 2011; Kowalewski 2008; Parsons 1972; Sanders et al. 1979; Stark y Showalter

1990; Trigger 1967; Willey 1953), ya que contribuye a crear una tipología de sitios, hacer

inferencias sobre el tipo de organización social y estudiarlos a una escala regional.

Por otra parte, tras reconocer los alcances interpretativos de la arqueología de patrón de

asentamiento tradicional, se adoptarán algunas de las consideraciones hechas por autores de

la arqueología del paisaje, para ampliar el marco interpretativo (Anschuetz et al. 2001;

Ashmore 2002, 2004; Daniels y Cosgrove 1988; Foley 1981; Rhoads 1992; Tilley 1994). El

enfoque particular considerará los conocimientos de los actuales ocupantes de la cuenca,

considerando que el paisaje se construye a través de la tradición, memoria, experiencia y

movimiento (Ingold 1993, 2000; Owoc 2006).

Para evaluar la hipótesis se proponen dos escalas de análisis, primero a nivel

microregional, donde se estudiarán los asentamientos a nivel de estructura, sitio y región;

integrando la utilización del espacio, la distribución de los sitios y su relación con el entorno

circundante.

La segunda escala, a nivel macroregional, permitirá realizar comparaciones de estos datos

con otros casos cercanos, como los de la Costa del Pacífico de Nicaragua, el Caribe,

Mesoamérica y la región Chibcha. Lo anterior, con la finalidad de conocer las similitudes y

diferencias en la manera de construir y relacionarse con el espacio en las áreas geográficas y

culturales más cercanas.

6
Estructura de la tesis

El trabajo se compone de siete capítulos. El primero consiste en una descripción general

del área de estudio, desde los antecedentes del actual departamento de Chontales, seguido

por las condiciones geomorfológicas y ambientales, además de sociales y políticas. Esta

última parte se complementa con experiencias personales y datos de los actores sociales con

los que tuve oportunidad de interactuar, con el objetivo general de dar un panorama que

permita al lector ubicarse en el lugar donde se desarrolla la investigación.

El segundo capítulo consiste en la discusión de los diferentes enfoques empleados para

el estudio de los asentamientos y la dimensión espacial en la arqueología. Primero se retoman

los aportes metodológicos de la arqueología de patrones de asentamiento, típica de la

ecología cultural, y se complementan con las consideraciones hechas por autores más

cercanos a la vertiente postprocesual. La idea de la discusión buscar un enfoque teórico-

metodológico que reconozca los aportes y limitantes de ambas posturas.

El capítulo tercero corresponde particularmente a la metodología empleada para la

obtención y análisis de la muestra. Se divide en dos partes: los procedimientos técnicos

empleados en campo y las herramientas analíticas usadas en la presente tesis para el

procesamiento de los datos obtenidos.

El apartado siguiente tiene la finalidad de dar un panorama de las investigaciones

arqueológicas en Nicaragua, desde sus orígenes, durante la época de los viajeros y

exploradores, hasta la creación de las llamadas áreas culturales y su continuidad hasta el

presente. Se espera mostrar cómo, a excepción de los esfuerzos pioneros del PACEN, los

grandes trabajos arqueológicos se enfocan principalmente en identificar o descartar la

presencia de grupos mesoamericanos en Centroamérica, haciendo de lado los estudios de

arquitectura y organización espacial de los asentamientos, sobre todo de las tradiciones


7
culturales consideradas aquí como locales, es decir, las que no están directamente

relacionadas con los posibles grupos foráneos.

El capítulo cinco es el análisis de la muestra obtenida, en donde se estudian sus

condiciones: parcelas y propietarios, uso reciente del suelo, visibilidad del terreno, estado de

conservación; y su caracterización: restos materiales visibles en superficie (cerámica, lítica

tallada, lítica pulida, petrograbados y pocitas1, escultura monolítica y columnas de basalto) y

restos de arquitectura visibles en superficie (morfologías, dimensiones, ángulo del montículo

y forma de la pendiente, relación con el entorno, identificación de suelos, tipo de elevación

y superficie, composición del montículo, tipo de rocas, tamaño de las rocas, círculos de

piedra, roca madre).

En el apartado siguiente se retoman los datos presentados con anterioridad, desde los que

refieren a las condiciones ambientales, las fuentes históricas y las investigaciones

arqueológicas y se discuten con relación a los resultados del análisis de la muestra. Se

estudian las peculiaridades de los distintos espacios identificados, desde las distribuciones

superficiales de artefactos hasta las características de los montículos y su integración a nivel

de “sitio”. El objetivo es identificar aquellos atributos, tanto físicos como de la distribución

espacial, para inferir la posible función que se pudo dar a estos espacios durante la época

prehispánica. Tras proponer su posible función, se discuten las implicaciones de ello, como

la presencia de sitios “funcionalmente complementarios”, ciertos rastros de la organización

sociopolítica y de su interacción con el entorno circundante. Esto último nos lleva a

identificar las características que hacen peculiar a Aguas Buenas y a proponer una

explicación de su rol en un contexto microregional.

1
A pesar de que muchas de ellas fueron cavadas intencionalmente, existen otras que pudieran ser
formaciones naturales, posiblemente aprovechadas por el hombre.

8
El último capítulo da pie a comparar los datos obtenidos con lo analizado desde la

historia, la arqueología, la lingüística y la etnografía de las áreas culturales circundantes. Esto

ayudará a reforzar algunas de las hipótesis y proponer con cuál tradición cultural hay mayores

semejanzas.

Con la discusión de los datos registrados en campo y consultar en gabinete, ahora es

posible integrar a la región central de Nicaragua dentro de la red que conecta Mesoamérica

y Sudamérica, en el llamado corredor natural centroamericano.

Un último apartado incumbe a las consideraciones finales, entre las que se encuentran

hipótesis sobre la cronología de ocupación del área y perspectivas para investigaciones

futuras.

Finalmente, vienen a manera de apéndices: la cédula empleada para el registro de los

elementos arquitectónicos, las notas o “microbiografías” de los actores sociales que aportaron

valiosa información para la elaboración de la tesis, apuntes que dan noticia del uso de los

recursos naturales de la región y un compendio que incluye las descripciones de cada sitio

con arquitectura registrado.

9
Capítulo 1

Patrón de asentamiento y arqueología del paisaje: aproximación teórica

Introducción

El presente capítulo parte de la idea que la creación de “nuevas” posturas o enfoques para

aproximarnos al entendimiento del pasado, son resultado de las construcciones

metodológicas y conceptuales de nuestros predecesores. En ese sentido, no podemos afirmar

que nuevas aproximaciones se contraponen del todo a las anteriores, considerando que una

surge de los conocimientos previamente generados para generar una crítica.

Algo similar sucedería con los aportes metodológicos de la ecología cultural y el

materialismo histórico, con relación a las contribuciones interpretativas de la fenomenología

en la arqueología del paisaje. A pesar de que hubiera una contradicción epistemológica al ser

la primera positivista y la segunda subjetivista, esta última puede ampliar la interpretación

derivada de los datos de la primera.

Es por este motivo que en el presente capítulo primero se abordan los aportes

conceptuales y metodológicos de los estudios de patrón de asentamiento al estudio del

espacio en arqueología. Posteriormente, se explican las peculiaridades teóricas tomadas de

la arqueología del paisaje, para finalmente ahondar en la construcción del marco de referencia

de la presente investigación.

Patrones de asentamiento y el estudio del espacio en arqueología

En un principio se partió de las propuestas desarrolladas por Gordon Willey (1953),

creador de la arqueología de patrón de asentamiento. Ésta será entendida aquí como una

10
herramienta metodológica usada para recopilar datos, procesarlos y generar explicaciones

sobre la organización social y espacial. Este enfoque es definido como:

La manera en que el hombre se dispone sobre el paisaje en el cual vivió. Se


refiere a las viviendas, a su arreglo y a la naturaleza y disposición de otras
construcciones pertenecientes a la vida comunitaria. Estos asentamientos reflejan
el ambiente natural, el nivel de tecnología en el que los constructores operaron,
y varias instituciones de interacción social y control que la cultura mantuvo.
Porque los patrones de asentamiento son, en gran medida, directamente
conformados por necesidades culturales ampliamente percibidas, ofrecen un
punto de partida estratégico para la interpretación funcional de la cultura
arqueológica2 (Willey 1953: 1, traducción propia).
Los primeros estudios sobre sitios y regiones arqueológicas desde esta perspectiva

explicaban el asentamiento humano a partir de las condiciones ambientales en que se

desarrollaban (Ashmore 2009). En Mesoamérica, por ejemplo, se pueden mencionar los

estudios hechos por investigadores como P. Armillas (1964), M. A. Palerm (1952), G.

Ekholm (1946), y R. MacNeish (1967), entre otros. Las interpretaciones de estos autores se

basan en lo propuesto por el antropólogo J. Steward, quien proponía explicar los

asentamientos y el tipo de organización social a partir de su relación con el medio ambiente.

A partir de ello, aspectos como la agricultura, la cercanía y aprovechamiento del agua

jugarían un rol importante en la cultura.

Perteneciente a la misma época, pero desde una escuela no norteamericana, sino inglesa,

D. Clarke (1972), consideraba, desde una postura crítica a la escuela norteamericana, que la

arqueología espacial debía ser “el estudio del flujo y la integración de las actividades dentro

y entre las estructuras, los sitios y los espacios de recursos desde las micro a las semi-micro

2
"the way in which man disposes himself over the landscape in which he lived. It refers to dwellings,
to their arrangement, and to the nature and disposition of other buildings pertaining to community life. These
settlements reflect the natural environment, the level of technology on which the builders operated, and various
institutions of social interaction and control which the culture maintained. Because settlement patterns are, to a
large extent, directly shaped by widely held cultural needs, they offer a strategic starting point for the functional
interpretation of archaeological culture.”

11
y macro-escalas de agregación”3 (Clarke 1972: 9, traducción propia). Incluyó el interés por

otros elementos que reflejaban actividad humana, como las áreas de obtención de recursos.

Años antes, en la tradición arqueológica norteamericana, de igual forma se proponían tres

niveles básicos de análisis: la estructura individual (dentro las estructuras), el asentamiento

(dentro del sitio) y la distribución de asentamientos (entre sitios) (Trigger 1967; Parsons

1972). El último nivel es usado para entender la organización social en términos de

diferenciación espacial y organización, tal como plantea S. Olsen (1976).

Los investigadores de esta época y sus seguidores formaron parte de una arqueología

interesada en hacer estudios de tipo regional, por lo menos en el caso de Mesoamérica, en

los principales asentamientos conocidos. Como muestra de ello, en años posteriores, diversos

trabajos sobre el tema fueron emprendidos en valle de Teotihuacán (Millón 1964), el área de

Oaxaca (Blanton 1978; Flannery 1976), la zona maya (Bullard 1960) o la cuenca de México

(Evans 1980; Flannery 1972, 1976; Parsons 1971, 1972; Sanders et al. 1979), en donde los

autores aplicaron las estrategias propuestas por Willey (1953), implementando métodos

sistemáticos para el registro de evidencias arqueológicas a nivel regional.

Para esta época, entre los años de 1950 y 1970, el aporte al estudio y entendimiento del

espacio en arqueología consistía precisamente en el desarrollo de un conjunto de técnicas que

permiten identificar, describir y clasificar sitios arqueológicos (Anschuetz et al. 2001). Los

referentes teóricos de estas propuestas se fundaban en la ecología cultural y el materialismo

histórico, por lo que el uso intensivo de la agricultura, la explotación del medio y la relación

entre el patrón de distribución de los sitios con el aspecto socioeconómico, eran temas

recurrentes.

3
“the study of the flow and integration of activities within and between structures, sites and resource
spaces from the micro to the semi-micro and macro scales of aggregation”.

12
Las investigaciones se interesaron en resolver preguntas referentes a la organización

social, el origen del estado y la complejidad social, y la estructura política y económica de

las sociedades pretéritas (Anschuetz et al. 2001).

A la misma época corresponden los aportes de L. Binford (1962, 1980), quien, desde el

materialismo histórico, propuso explicar la dimensión espacial de los contextos

arqueológicos a partir de los datos obtenidos mediante el registro etnográfico, etnohistórico

y experimental, particularmente para el caso de las sociedades de cazadores-recolectores.

Con la llegada de la Nueva Arqueología se planteó ir más allá de la documentación

descriptiva de distribuciones y jerarquías, pasando a una explicación de los procesos que los

originaron. La propuesta de la Nueva Arqueología era crear una arqueología científica,

basada en el método hipotético deductivo y usando datos cuantitativos para buscar principios

generales tipo ley.

Por su parte, K. Flannery (1976), desde la teoría de sistemas, agregó dos escalas al estudio

de las relaciones espaciales del patrón de asentamiento. Estas eran el área de actividad, menor

a la estructura individual; y las relaciones interregionales, para integrar datos de regiones

distantes. Ambos niveles son considerados desde un interés económico y de aprovechamiento

de los recursos, pero evitando el determinismo ambiental. El objetivo era buscar cambios

estructurales, sobre todo en las interacciones y funcionamiento del sistema de asentamiento,

la diversidad, complejidad e interdependencia dinámica (Anschuetz et al. 2001).

Al tratarse de una arqueología básicamente de superficie, las inferencias sobre la función

y cronología se basaron principalmente en el establecimiento de secuencias cronológicas a

partir de tipos cerámicos diagnósticos encontrados previamente en excavaciones. En el caso

particular de la función, se planteó usar la forma y tamaño de las estructuras como indicador

válido (Ashmore 1981).


13
Para lograr tal nivel de abstracción, se propuso que era importante comenzar con un

inventario de los elementos de los que se compone el patrón de asentamiento, en el que se

incluye una explicación de los aspectos físicos y bióticos (elementos agrícolas,

abastecimiento de agua, obtención de materias primas), las características de los lugares

elegidos para el asentamiento (relación espacio humano y ambiente natural) y los elementos

usados como vías de comunicación (caminos, puentes, canales, entre otros) (Ashmore 1981).

Siguiendo esta propuesta, y como se verá más adelante, el primer nivel de observación y

análisis corresponde a los rasgos individuales, su forma, ubicación y organización interna

(Ashmore 1981). Desde este nivel, se espera derivar la función de las estructuras, de las

cuales la primordial serán las viviendas o unidades residenciales. Una vez identificados los

rasgos individuales, seguirán las agrupaciones o conjuntos y finalmente sitios. El siguiente

nivel será la identificación del tipo de asentamientos o su función específica.

Sobre la arqueología tradicional de patrones de asentamiento (aunque posiblemente con

influencias de propuestas post-materialistas históricas y de la arqueología procesual), en

Mesoamérica se han hecho nuevos aportes tanto teóricos como metodológicos sobre todo en

regiones como el centro de México (para una discusión véase Nichols 2015), la costa del

Golfo (Daneels 2002; Donner y Hernández 2011; Stark y Ossa 2007; Stark y Showalter

1990), la región de Oaxaca (Balkansky 2006; Fish y Kowalewski 1990; Kowalewski 2008),

la zona maya (Ashmore y Sabloff 2002; Smith 2011) y el occidente de México (Beekman

1996, Weigand 1996, 2010).

La importancia de estos nuevos aportes radica en la insistencia del uso de una resolución

apropiada para el registro de la totalidad de asentamientos y la definición de una escala de

análisis que permita estudios de corte regional. Seguir una metodología sistemática y

adecuada para cada región, permitirá contar con un inventario de evidencias materiales que
14
faciliten el empleo de procedimientos metodológicos para establecer categorías de tamaños

y formas; además de la identificación de estrategias de organización y distribución espacial,

donde se consideran rangos de distancia entre los elementos y su asociación con el entorno

circundante.

Lo anterior, consentirá el uso de procesos analíticos básicos entre los que se incluye la

estadística, los análisis espaciales de los rasgos arqueológicos y elementos geográficos para

delimitar sitios, hacer inferencias sobre la función de los objetos y espacios, así como de su

cronología.

Finalmente, tras seguir todos estos procedimientos, desde la arqueología de patrón de

asentamiento se propone llegar a interpretaciones de carácter económico-políticas en un

contexto geográfico-ambiental, para entender las necesidades, los recursos disponibles para

satisfacerlas, las distinciones jerárquicas y los cambios en la organización social a través del

tiempo y el espacio.

Es justo esta metodología de recopilación y análisis de datos que será empleada en la

presente investigación. Sin embargo, considerando sus propios alcances y limitantes, la tarea

de interpretar las relaciones entre el hombre y su entorno, serán complementadas con

propuestas propias de la arqueología del paisaje. La finalidad es entender las relaciones entre

ambos más allá de la satisfacción de necesidades y el establecimiento de categorías

funcionales. En ese sentido se rechazan categorías como la “explotación” del medio y las

interpretaciones dirigidas a explicar el control político y económico sobre el territorio, tal

como veremos a continuación.

15
Paisaje y la dimensión espacial en arqueología

Como crítica al materialismo histórico y la arqueología procesual o Nueva Arqueología

(pero partiendo de los conocimientos generados por éstas) surge la inquietud sobre si en

realidad la relación entre el hombre y su entorno (incluyendo artefactos y elementos

naturales) era tan evidente y, por ende, se podían crear principios generales o leyes para

explicar el comportamiento humano. Las primeras críticas aparecen desde la “teoría

arqueológica” en general (Hodder 1982, 1989, Schiffer 1995) y luego en lo que hoy se conoce

como arqueología del paisaje. Estos son justo los antecedentes que conformarían a la

arqueología del paisaje como herramienta analítica e interpretativa interesada en el valor

simbólico de las relaciones espaciales entre el hombre, los artefactos y el entorno circundante.

Para la tradición inglesa, ya había ciertas preocupaciones por la influencia del agente

humano en la toma de decisiones y disposiciones, algo que se notaba desde las propuestas de

Clarke (1972) (Ashmore 2002; Foley 1981).

Previo a estas críticas, había una oposición entre la tradición norteamericana e inglesa,

pero desde finales de la década de 1970, ambos coinciden en una filosofía post-positivista y

humanista (Ashmore 2004: 258). Esto no quiere decir que se haya abandonado la ecología

cultural y el materialismo histórico en América, sin embargo, destaca un creciente interés en

los monumentos aislados y las manifestaciones rupestres desde estas nuevas perspectivas,

algo que pocas veces había sido considerado con anterioridad.

Entre las primeras críticas a las inferencias derivadas de los patrones de asentamiento, se

encuentra la separación que hacen Cosgrove (1985) y Daniels y Cosgrove (1988), entre el

paisaje objetivo, manipulado y mecánico, y el paisaje basado en la experiencia y creatividad

del ser humano.

16
Las críticas a los enfoques teórico-metodológicos de la ecología cultural y el

materialismo histórico ponían en duda incluso la noción de sitio arqueológico, algo que había

sido fundamental para los estudios de patrón de asentamiento. A finales de la década de 1980

y principios de 1990, surge el lugar como concepto importante, necesario para entender el

rol que los pobladores conferían a espacios particulares en su vida simbólica y política. Es

entonces cuando surge interés por ir más allá de los límites tradicionales de la noción de sitio,

desestimándolo como la unidad única o básica de análisis y destacando el valor de las

distribuciones de artefactos (Anschuetz et al. 2001; Ashmore 2002), siendo estos últimos

“cualquier cosa que tenga algún atributo como consecuencia de la actividad humana”

(Dunnell y Dancey 1983: 272). Hoy se incluyen además los elementos naturales modificados

(Rhoads 1992) y lugares naturales no modificados, pero de importancia social (Ashmore

2002: 1176-1177).

Desde la vertiente posmoderna, Foley (1981) propone que “el registro arqueológico no

es una entidad fija e inmutable, sino una producción de nuestra percepción”4 (Foley 1981:

154). Para intentar entenderlo, reflexiona sobre los procesos de formación del registro

arqueológico, considerándolo como espacialmente continuo, por lo que el sitio no es el mejor

marco de referencia para el estudio del pasado. Así, los lugares sin acumulaciones de

artefactos muestran lugares inutilizables o inutilizados (non-sites), mientras que los que

presentan mayores densidades, serían aquellos con ocupación constante en términos

espaciales, temporales y de intensidad de actividades (Foley 1981: 155).

En este caso, los lugares no utilizados, al mismo tiempo reflejan decisiones o

consideraciones sobre el lugar, por ejemplo, alejar los campamentos de caza del lago para no

4
“the archaeological record is not a fixed and immutable entity but a product of our perception”.

17
ahuyentar a los animales. Por esto, “el registro arqueológico de los pueblos móviles [aunque

de igual manera aplicaría a grupos sedentarios] debe considerarse no como un sistema de

sitios estructurados, sino como un patrón de distribución continua de artefactos y densidad”5

(Foley 1981: 155). Esto recuerda los intereses teóricos de la ecología cultural, pero en este

caso, no desde una postura económica y meramente funcionalista, porque ahora se pregunta

sobre los significados asociados.

En ese sentido, Dunnell y Dancey (1983), reconsideran la importancia que tiene la

distribución superficial de artefactos, más allá de los grandes clusters o conjuntos que, en

teoría, representan espacios domésticos o de actividad recurrente. Consideran que, al

desestimar las dispersiones de artefactos, se pierde evidencia de la relación directa entre el

hombre y su entorno.

Las grandes concentraciones de materiales representan sólo una parte del registro total

ya que la “variabilidad en la densidad de los artefactos es un reflejo del carácter y la

frecuencia del uso de la tierra y, como tal, es una de las variables más importantes que podrían

medirse”6 (Dunnell y Dancey 1983: 272). Así, al conocer la distribución de restos materiales

en una región, se pueden definir clusters y conocer la relación del hombre con su entorno

desde un panorama más amplio.

Años después, Rhoads (1992) agrega que los elementos naturales modificados, como

árboles cicatrizados que fueron mutilados intencionalmente, pueden ser considerados como

non-sites no artefactuales, ya que no son necesariamente fenómenos de baja densidad, no son

5
“the archaeological record of mobile peoples should be viewed not as a system of structured sites,
but as a pattern of continuous artifact distribution and density”.
6
“variability in artifact density is a reflection of the character and frequency of land use, and as such,
is one of the more important variables that could be measured”.

18
móviles (a diferencia de los non-site artefactuales propuestos por Foley (1981) y son

fácilmente asociados con actividades de obtención de recursos.

Por su parte, investigaciones posteriores destacaron la importancia del análisis simbólico

del espacio (Hodder 1982), afirmando que éste no era pasivo, estaba socialmente constituido

y se materializaba en la arquitectura y costumbres de la interacción social (Ashmore 2002).

El estudio de las viviendas o household archaeology, inspirada en los trabajos de

Flannery (1972) y ahora basada en la antropología, la etnografía y etnoarqueología, enfatizó

en el aspecto social y simbólico de la organización espacial y arquitectura doméstica (Seibert

2006). Por su parte, R. Blanton (1994) planteó abordar el tema desde los estudios trans-

culturales, usando la etnografía y el método comparativo para aproximarse al

comportamiento humano en el contexto de la vivienda.

Estas posturas, sin embargo, siguen separando el hombre de su entorno, como dos entes

que deben ser estudiados aparte. Así, el comportamiento es una respuesta de adaptación a las

limitaciones básicas del medio ambiente, en donde la oposición entre naturaleza y cultura es

usada como un dispositivo analítico que da sentido a la ideología (Descola y Pálsson 2001).

Ante ello, autores ingleses como M. Shanks y C. Tilley (1987) y M. Shanks (1992),

argumentaron a favor de recurrir a la teoría social en arqueología, resaltando la importancia

de las experiencias emotivas y afectivas respecto al paisaje. De estas ideas derivó la obra de

C. Tilley (1994), quien profundizó en la influencia de la percepción, abstracción y

experiencia humana en torno al espacio (Seibert 2006).

Desde la fenomenología, el autor criticaba el razonamiento que asimilaba al espacio como

un contenedor o superficie de acción, en el cual las actividades humanas tienen lugar (Tilley

1994: 9). En cambio, propone un espacio como médium, involucrado en la acción, los eventos

y las actividades; es decir, la concepción de un espacio socialmente producido.


19
Retomando la idea de “espacios o lugares”, sugería que éstos debían ser entendidos como

producciones sociales y reflejo de la actividad humana. Este espacio social, en su opinión,

contaba con significados constituidos con relación a la agencia y actividad humana, donde

los significados que se atribuyen a los lugares combinan lo cognitivo, físico y emocional; en

algo que puede ser reproducido, transformado y cambiado (Tilley 1994). Desde esa postura,

el paisaje tenía significancia simbólica, ancestral y temporal, lo cual se oponía con las ideas

del paisaje en términos simplemente económicos, ecológicos y naturales.

Entonces, si la agencia humana, a través de la experiencia, puede interpretar el mundo,

sería posible aproximarnos al pasado a través del entendimiento y descripción de las cosas

experimentadas por el sujeto. Las herramientas para lograrlo son, desde su perspectiva (Tilley

1994), la percepción, acciones y movimientos, la intencionalidad, emoción y conciencia que

reside en el sistema de creencias y toma de decisiones. Todo esto se puede decir mediante la

ubicación de eventos narrativos en lugares físicos.

Derivado de estos aportes, actualmente el paisaje es entendido en la literatura

arqueológica desde distintas posturas; por ejemplo, Crumley y Marquardt (1990), lo definen

como la manifestación espacial de las relaciones entre los humanos (estructura

sociohistórica) y su ambiente (estructura física). Estas relaciones son manifestaciones de la

tensión dinámica entre la infraestructura y la superestructura. Es decir, toman un enfoque

dualista, que separa lo humano de lo no humano.

Por su parte, Anschuetz y colaboradores (2001), proponen que el paisaje es resultado de

la experiencia subjetiva, un producto cultural, lleno de contenido, expresiones y relaciones

con la naturaleza, a la vez que son construcciones dinámicas, constructos materiales y

documentos históricos. Las ideas sobre el paisaje son dinámicas, porque son selectivas y se

transmiten generacionalmente, y expresan las ideas sobre el universo.


20
Los autores proponen “identificar y evaluar el contexto, morfología y disposición de

restos arqueológicos para explicar la conducta humana y los procesos culturales” (Anschuetz

et al. 2001: 188). Mediante el estudio de distribuciones e interrelaciones entre los restos

arqueológicos y el paisaje físico, proponen que es posible conocer los espacios de acción

(económicos, sociales, conceptuales), de búsqueda (interacción para satisfacer necesidades)

y de conciencia (de los que tienen mínimo nivel de conocimiento).

Parecido a lo que plantean Anschuetz et al. (2001), F. Criado (1999) considera que el

espacio tiene una dimensión física, otra social y una simbólica. Afirma que los espacios

construidos son producto de representaciones y dispositivos conceptuales y discursivos que

configuran el espacio, por lo que se debe considerar como un producto sociocultural,

constituido por prácticas sociales y la vida social misma (Criado 1999). A diferencia de otros

autores, propone superar las posturas fenomenológicas. Asegura que es posible “reconocer

las relaciones formales de un paisaje prehistórico y, desde ellas, aproximarse al sentido

implícito en ese paisaje” (Criado 1999: 8), pero reconociendo los límites de la interpretación

teórica en arqueología.

Aborda el tema desde el estructuralismo (basado en Foucault) y espera que los paisajes

sean interpretados bajo sus propios términos, algo así como buscar las razones del

asentamiento. Para ello, plantea estudiar los patrones de emplazamiento, configuración

espacial, articulación interna, función social, visibilidad, condiciones de visibilización,

movimiento y acceso (Criado 1999). Reconoce que se debe llegar más allá de lo logrado por

el materialismo histórico, espera ser cauteloso y seguir una metodología apropiada que

contraste los modelos propuestos.

Prácticamente al mismo tiempo que la obra de Tilley (1994), surge la distinción entre

land y landscape, hecha por Ingold (1993), en donde el primero remite a lo visible y el
21
segundo a lo construido conceptualmente. No por ello debía haber una separación entre

ambos, es decir, entre mente y materia. En cambio, el paisaje debía ser entendido como parte

de nosotros y nosotros como parte de él (Ingold 1993). Así, su enfoque es considerado como

monista, es decir, que niega la oposición entre naturaleza y cultura (Descola 2012) y donde

“la naturaleza y la sociedad se ubican inesperadamente en un marco común o como una

totalidad, enfatizando la vinculación holística del ser humano en los procesos ecológicos

(Urquijo y Barrera 2009).

Es justo desde esta postura que el presente trabajo entiende al entorno o paisaje, el cual

“se constituye como un registro duradero de (y testimonio de) las vidas y obras de las

generaciones pasadas que han habitado en ella y, al hacerlo, han dejado algo de sí mismos”7

(Ingold 1993: 152). Para aproximarse a tal conocimiento se acudirá a la recopilación de datos

etnográficos, particularmente los que remiten a las relaciones entre el hombre y el espacio

circundante, los cuales posteriormente serán usados para hacer inferencias sobre el pasado.

El autor nombra a su enfoque como Dwelling perspective o perspectiva del hogar (Ingold

1993: 152), es decir, “es el mundo tal como es conocido por aquellos que moran en él”8

(Ingold 1993: 167, traducción propia). A diferencia de otros autores, esta postura tiene un

sentido más “orgánico”, al considerar la armonía entre el mundo de la mente humana y el

mundo físico, por lo cual cabría entender al cuerpo y al paisaje como términos

complementarios (Ingold 1993).

Desde esta perspectiva, el paisaje es una historia, es cualitativo y heterogéneo, es un

plenum, intersubjetivo, marcado por nuestras representaciones mentales. En este paisaje los

7
“is constituted as an enduring record of -and testimony to- the lives and works of past generations
who have dwelt within it, and in so doing, have left there something of themselves”.
8
“is the world as it is known to those who dwell therein”.

22
significados están adjuntos al mundo (Ingold 1993). El autor asume la misma idea del espacio

como médium propuesta por Tilley (1994), sin embargo, no desde la fenomenología, si no

desde lo que él llama la “ecología de la vida” (Ingold 2000), algo que se sitúa entre la ciencia

y lo que llama “conocimiento indígena”.

Se manifiesta en contra de la oposición entre razón y naturaleza. Afirma que la gente

desarrolla sus habilidades y sensibilidades a través de historias de continuo involucramiento

con los constituyentes humanos y no humanos de sus ambientes. Basado en el pensamiento

de los Ojibwa de Canadá, postula que:

El conocimiento se funda en la experiencia, entendida como un acoplamiento


del movimiento de la propia conciencia al movimiento de los aspectos del
mundo. La experiencia, en este sentido, no media entre la mente y la naturaleza,
ya que éstas no están separadas en primer lugar. Es algo intrínseco al proceso de
estar vivo en el mundo. (Ingold 2000: 11)9.
De acuerdo con las ideas de Ingold, P. Descola (2001: 102), critica a la ecología cultural

y el materialismo al decir que éstos “intentaron reducir la construcción social de la naturaleza

a un reflejo mecánico de determinaciones físicas y técnicas en la mente”. Desde el enfoque

monista, propone que la naturaleza (o lo no humano) forma parte de las relaciones sociales,

toma sus propias decisiones y tiene diferentes mecanismos de interacción (Descola 2012).

Esto es algo que en la arqueología mesoamericana ya ha retomado S. Vigliani (2011),

sobre todo para el estudio de las manifestaciones rupestres; dentro de lo que llama ontología

relacional, que implica la fusión entre el sujeto y el objeto.

Si bien, las ideas de los últimos autores le dan un valor de equidad a la relación entre el

entorno y el agente humano, hasta cierto punto se puede considerar que retoman la ecología

9
“knowledge is grounded in experience, understood as a coupling of the movement of one´s awareness
to the movement of aspects of the world. experience, in this sense, does not mediate between mind and nature,
since these are not separated in the first place. it is rather intrinsic to the process of being alive to the world”.

23
cultural, al decir que el medio ambiente influye en las decisiones del hombre, aunque ahora

negando la “ventaja” de este último sobre la naturaleza. Por tal motivo, se evitan conceptos

como “aprovechamiento” y explotación”, ya que, por ejemplo, la relación entre el cazador y

los animales de caza “es inestable y difícil que exige respeto mutuo y circunspección”

(Descola 2012: 28).

El enfoque particular

Hasta la actualidad los estudios de las relaciones entre la sociedad, sus asentamientos y

el medio ambiente, han pasado por la ecología cultural, la nueva arqueología y la arqueología

postprocesual. Para la interpretación de los fenómenos arqueológicos, recientemente se ha

acudido a enfoques como el estructuralismo, la hermenéutica, fenomenología, agencia,

paisajes rituales, paisajes étnicos, estudios de género y de historia de vida (Anschuetz et al.

2001; Ashmore 2004, 2006; Ashmore 2002; Criado 1999). Otros autores, que coinciden con

las ideas de Ingold (1994, 2000), tienden a considerar otras identidades sociales o las distintas

perspectivas sociales para la interpretación del paisaje, el cual ha sido entendido como

portador de la historia, memoria y herencia cultural (Ashmore 2002; Espinoza y Fisi

Andoque 1999; Owoc 2006; Schreyer 2006).

La idea de estos autores es evitar fabricaciones modernas irreconocibles sobre el entorno,

por lo que Owoc (2006) propone recurrir a análisis etnográficos de las relaciones entre

humanos y su entorno físico, en el que se incluyen suelos, rocas, sedimentos y fuentes de

agua. Afirman que “los seres humanos no sólo reaccionan a su entorno físico; lo construyen,

y esas construcciones influyen aún más en sus acciones”10 (Owoc 2006: 7).

10
“humans do not merely react to their physical surroundings; they construct them, and those
constructions further influence their actions”.

24
Sobre este tema, se niega que la esencia universal que tienen los espacios sea tan simple

como percibirla a partir de la mera ubicación de eventos narrativos de lugares físicos. En

cambio, dependen de las historias y experiencias generadas a partir de la convivencia con el

paisaje. De esta manera no todos podemos acceder al mismo conocimiento, a partir de la

reproducción de los mecanismos mencionados por Tilley (1994).

Por este motivo, se espera considerar la voz de los locales para construir la herencia

cultural, a través de la tradición, memoria y paisaje, aunque sepamos que no son

descendientes directos de los grupos arqueológicos que estudiamos, podremos evaluar la

postura comparando el registro arqueológico, las fuentes históricas y los datos etnográficos

recopilados sobre la región. La idea parte de aceptar que los significados están unidos a través

de la memoria, y al mismo tiempo, el movimiento es clave para la creación de la memoria

(experiencia visual y movimiento) de un paisaje (Ashmore 2004: 264). Se infiere que la

percepción del mismo paisaje por pobladores asentados allí desde generaciones ayudará a

enriquecer y observar los datos desde otras perspectivas y así apreciar nuestros objetos de

estudio desde panoramas no considerados con anterioridad.

En el caso particular del área de estudio, conocimientos sobre las fuentes de agua, los

suelos, los recursos para pesca, caza, recolección y las historias sobre los cerros, ponen de

manifiesto un profundo conocimiento práctico y de significados, basado en la experiencia

individual y colectiva, y, por lo tanto, son históricos. En palabras de Descola (2012: 20), es

importante “observar ante todo el presente para interpretar mejor el pasado”.

Lo anterior nos lleva a pensar que si bien, las actividades productivas, que hoy se llevan

a cabo en la región son muy distintas a aquellas que se realizaron antes de la llegada de los

españoles, posiblemente el tipo de relaciones que se establecen con el entorno sean similares;

sobre todo pensando en los elementos que se consideran representativos, tales como
25
animales, plantas, fuentes de agua, tipos de suelos y los cerros. Si bien, la biodiversidad era

distinta, definitivamente no lo era tanto como para hablar de otro ecosistema ajeno al actual,

al igual que la geomorfología. En el apartado de discusión se exploran estas “coincidencias”

con más profundidad.

Este hecho nos lleva a recordar la discusión y pertinencia de hablar sobre el origen de los

actuales Chontales y la filiación étnica de los antiguos ocupantes de la cuenca. La idea en

esta tesis no es afirmar que los habitantes prehispánicos perduraron hasta la actualidad, pero

tampoco que unos reemplazaron a otros. En cambio, se espera proponer que más allá de

filiaciones étnico-culturales, las maneras de relacionarse con el entorno tienen un precedente

histórico basado en la experiencia personal y colectiva del grupo que actualmente habita en

la región.

Por ahora bastará con suponer, o proponer, que los principios y relaciones que se

establecen con el paisaje, en teoría, son muy parecidos. Los habitantes actuales llevan

generaciones viviendo ahí y conservan el sentido común y, hasta cierto punto, la tradición.

No por ello se debe afirmar que el entorno determina y limita las prácticas culturales, como

lo proponía la ecología cultural de la década del 1950, sino simplemente recordar la estrecha

relación que el hombre mantiene con su entorno, un espacio que también es social y crea sus

propios mecanismos de interacción.

Es por esa misma razón que la propuesta no puede ser equiparada del todo con la analogía

etnográfica, ya que se infiere sobre el pasado a partir de las consideraciones hechas por los

propios habitantes actuales. Para dar soporte a las inferencias hechas por el investigador o el

habitante local, resultaría apropiado seguir metodología sistemática para el registro y análisis

riguroso del contexto.

26
Capítulo 2

Estado de las investigaciones arqueológicas en Nicaragua

Introducción: Arqueología en Centroamérica y Nicaragua

Las investigaciones arqueológicas en Nicaragua y sus áreas circundantes, pueden

dividirse en tres etapas distintas, según lo propuesto por F. Gorin (2010). Para comenzar, los

pioneros, quienes era principalmente exploradores que buscaban antigüedades y rutas para

crear un canal transoceánico. Es durante esta etapa que se sientan las bases de la arqueología

regional y de alguna manera se crea la agenda de investigación. Posteriormente, surgen las

primeras investigaciones propiamente arqueológicas, basadas en preceptos de la historia

cultural, donde se propone la creación de áreas culturales. Finalmente, las posturas recientes,

que cubren una mayor diversidad de temas y objetivos, aunque siguen encaminadas a

responder las preguntas planteadas desde el inicio.

A lo largo del presente capítulo, se abordará el desarrollo de la arqueología y sus

principales aportes a la reconstrucción de la historia regional y su integración a la historia

general americana. Se creó un apartado especial, con el fin de detallar sobre aquellos trabajos

afines a la temática de la presente investigación. Para finalizar, se particularizará en el área

de estudio, donde se abordarán generalidades y datos relacionados con el tema de interés.

Siglos XVIII al XIX: época de descubrimientos

Las primeras noticias conocidas sobre la arqueología en Nicaragua remontan a viajeros

extranjeros, como el norteamericano E. G. Squier, quien en 1853 publica el resultado de sus

viajes por Nicaragua, donde incluye información referente a la topografía, medio ambiente,

riqueza natural; islas, volcanes, ríos y lagos; además de la población y aspectos como

27
lenguajes, distribución, monumentos, costumbres y religión. En el apartado de monumentos

incluye datos e ilustraciones sobre el hallazgo de sitios arqueológicos y esculturas,

particularmente en la Isla Zapatera. Posteriormente, en 1855 y 1858, publica sus obras

completas sobre Centroamérica. La meta del autor, y de otros de su época 11, era conocer las

condiciones geográficas y culturales de Nicaragua y buscar el lugar ideal para la construcción

de un canal interoceánico (Gorin 2010).

Posteriormente, el abogado y periodista inglés F. Boyle, en 1866, presenta los resultados

de sus viajes por Nicaragua y Costa Rica. En su obra, ofrece información sobre los poblados,

actividades productivas, la geografía, historias o mitos relatados por habitantes locales,

antigüedades, tumbas indígenas, ornamentos, piezas cerámicas, entre otras cosas, registra una

supuesta pira funeraria en El Salto (en Chontales), donde aparentemente los restos humanos

eran cremados, luego depositados en urnas y junto con todas sus pertenencias era enterrado,

sobre cuya fosa se hacía una pila de rocas y luego se le hacía una estatua (Belt 1874: 169,

citado por Van Broekhoven 2002: 80).

A la misma época corresponde C. Bovallius (1866), un sueco encargado por The Royal

Antiquary of Sweden, quien en su libro describe e ilustra numerosas piezas arqueológicas

tales como esculturas, petrograbados y piezas cerámicas del pacífico nicaragüense, sobre

todo en Isla Zapatera y Punta de Zapote.

Otro autor es J. F. Bransford, perteneciente al Smithsonian Institution, quien presenta en

1881 su obra respecto a las investigaciones arqueológicas en el pacífico de Nicaragua.

Describe la estatuaria monumental, algunos de sitios arqueológicos, la cerámica y sus

decoraciones, montículos, tumbas de piedra, petrograbados y presenta un catálogo de

11
Un resumen detallado sobre los antecedentes arqueológicos de Nicaragua puede encontrarse en F.
Gorin (2010).

28
imágenes. Destaca el uso de estratigrafía arqueológica y otras técnicas sistemáticas para el

registro de piezas y su contexto.

Siglo XX: Arqueología formal y áreas culturales

Los primeros intentos de definir áreas culturales se deben a T. A. Joyce, quien, en 1916,

dividió Centroamérica en tres áreas culturales, integrando al pacífico de Nicaragua y el

noroeste de Costa Rica en una misma región. Para hacer tal separación, se basó en fuentes

citadas, datos etnohistóricos, lingüísticos y etnográficos. Otro antecedente similar es la

propuesta de un “Área Cultural Chorotega” de H. Spinden, en 1925, quien de igual forma

divide Centroamérica en tres provincias (citado por Gorin 2010).

Por su parte, S. Lothrop, en 1921 publica un artículo sobre la escultura monumental y

piezas de jade, buscando sus relaciones estilísticas con las culturas del centro de México.

Años más tarde, en 1926, basado en los autores previos, presenta un estudio sobre la cerámica

del pacífico de Costa Rica y Nicaragua, analizando las formas e iconografía piezas en

colecciones privadas y museos. Con estos elementos define tres áreas culturales: el pacífico,

las tierras altas y el sur de Costa Rica, presenta las características de la cultura material, tales

como tumbas, escultura, petrograbados, montículos y cerámica. Con base en esta última,

define una secuencia tipológica. La propuesta cronológica se divide en tres etapas: un periodo

monocromo, luego un periodo intermedio y finalmente un polícromo; dentro de los cuales

inscribe sus tipologías cerámicas. Mediante la iconografía, concluye que hay ciertas

similitudes estilísticas con los mayas, toltecas, aztecas y con otras culturas de Sudamérica

(Lothrop 1926).

Según Gorin (2010), las primeras excursiones de nicaragüenses en el campo de la

arqueología se deben a un grupo de profesores jesuitas y sus alumnos del colegio

29
Centroamericano de Granada; quienes desde 1924 visitaron la isla Zapatera y otros sitios de

la región. Posteriores trabajos se deben a Luis Cuadra, David Sequeira, Diocleciano Chávez,

Luis Cuadra Cea y Crisanta Chávez, quienes trabajaron entre los años de 1930 y 1940.

Con estos precedentes, las investigaciones posteriores se enfocarían en la definición de

áreas culturales, sus características y relaciones con otras vecinas. El primer trabajo de este

tipo es el encabezado por G. Willey, quien desde 1958 plantea una problemática respecto a

las correlaciones culturales y temporales entre Sudamérica, Centroamérica y lo que definiría

P. Kirchhoff (1943) como Mesoamérica (figura 1).

Figura 1. Límites de Mesoamérica hacia el siglo XVI


propuestos por P. Kirchhoff (1943).

Una primera crítica a estos modelos surge desde tempranas fechas, en 1948, cuando W.

D. Strong, propone ser más cautelosos con el uso de fuentes etnohistóricas para asignar

lenguas a las culturas arqueológicas (citado por Gorin 2010).

30
Por su parte, G. Willey y A. H. Norweb, excavaron en el Istmo de Rivas y la isla de

Ometepe a finales de la década de 1950 y principios de 1960. A partir de esos datos, A.

Norweb (1964) definiría la Gran Nicoya como una provincia geográfico-cultural, que

delimita un corredor de movimiento entre el norte y el sur de América y límite sur de la

influencia mesoamericana.

Para demostrar su propuesta, Norweb (1964) presenta una cronología tentativa, acorde a

la planteada por Coe y Baudez (1961) para el noroeste de Costa Rica. Con base en estilos

decorativos en la cerámica, proponen: Zoned Bichrome Period (0 al 400 d.C.), Early

Polychrome Period (400 al 800 d.C.), Middle Polychrome Period (800 al 1200 d.C.) y Late

Polychrome Period (1200 a 1550 d.C.).

Poco después, Healy (1976), tras excavar en la costa del lago de Granada, afina la

cronología regional y explica que los cambios pudieron producirse por posibles migraciones

de poblaciones de habla otomangue hacia el sur de Mesoamérica. La propuesta estaría

sustentada por su correlación con los datos históricos del siglo XVI y evidenciada

arqueológicamente por las similitudes en los motivos estilísticos de la cerámica y estatuaria

(Healy 1976).

Siglo XXI: Nuevos aportes ¿mismas temáticas?

Este periodo comienza, irónicamente, con la creación de un número exclusivo de la

Revista Vínculos, del Museo Nacional de Costa Rica, en el año de 1994. En esta publicación,

se presentan los resultados de las principales investigaciones realizadas en torno al tema de

la Gran Nicoya. Es la primera vez que se compilan publicaciones referentes a la arqueología,

lingüística y etnohistoria de esta zona; donde se discute el concepto de Gran Nicoya y se

31
integran datos de áreas vecinas. La publicación marca claramente el paradigma de la

arqueología nicaragüense: el límite sur de la influencia Mesoamericana.

La serie de publicaciones comienza dividiendo a la Gran Nicoya en dos secciones (Lange

1984, 1994) (figura 2): norte, con presencia de cerámicas de engobe blanco, predominio de

obsidiana y patrones de asentamiento no costero; y sur, con cerámicas de engobe salmón,

predominio relativo del jade y asentamientos costeros y tierra adentro. Al ser una región

geográfica, fue delimitada arbitrariamente por accidentes topográficos en su lado este,

incluyendo los grandes lagos, llegando hasta el norte en la península de Fonseca y al sur en

la Península de Nicoya.

Figura 2. Mapa de la delimitación de la Gran Nicoya


propuesto por F. Lange (1994: 6).

Años después, P. Sheets (2000), retoma el asunto de la frontera sur de Mesoamérica y

propone que ésta cambia con el tiempo y no debe considerarse como una línea tajante, en

cambio, la propone como una franja. Posteriormente, Carmack y Salgado (2006), plantean

32
que el área del pacífico desde El Salvador hasta el golfo de Nicoya, en Costa Rica, son parte

de la periferia mesoamericana; mientras que el atlántico y el sur de Nicoya son parte de la

frontera mesoamericana.

Por su parte, O. Fonseca (1994), propone que, durante ciertos periodos, la Gran Nicoya

fue parte del Área de Tradición Chibchoide, Región Histórica Chibchoide (Fonseca 1994;

Fonseca y Cooke 1993) o Área intermedia (Drennan 1996). La idea de una tradición de origen

Chibcha se basa en datos arqueológicos, lingüísticos y genéticos (Fonseca 1994; Fonseca y

Cooke 1993). Ésta incluye partes de El Salvador y Honduras (desde el río Ulúa), además de

toda Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Parte de Colombia (hasta la Sierra Nevada de El

Cucuy) (figura 3). Concluye, que es difícil hablar de fronteras rígidas y que “no se debe

adoptar una óptica mesoamericanista, sino preocuparse por explicar el desarrollo regional

con sus particularidades locales” (Fonseca 1994: 227). Esta propuesta sería retomada años

después por J. Hoopes (2005).

33
Figura 3. Mapa de los límites del área Chibcha propuesto por
J. Hoopes (2005: 4) retomando a Fonseca (1994).

Aparte de las discusiones sobre la definición de áreas geográficas, se refinan las

cronologías, presentando las características de cada etapa y su distribución. Plantean siete

periodos divididos en: Paleoindio (¿10000? -8000 a.C.), Arcaico (8000-2000 a. C.), Orosí

(2000-500 a.C.), Tempisque (500 a.C.-300 d.C.), Bagaces (300-800 d.C.), Sapoa (800-1350

d.C.) y Ometepe (1350-1550 d.C.) (Vázquez et al. 1994).

Fuentes históricas y su interpretación arqueológica. Las investigaciones

arqueológicas realizadas en años recientes se han basado en gran medida en la información

histórica y lingüística disponible. Entre las obras históricas más usadas para el estudio de las

sociedades indígenas asentadas antes de la llegada de los españoles, se encuentran los relatos

de Fray Toribio de Benavente “Motolinía”, Gonzalo Fernández de Oviedo, Fray Juan de

Torquemada y el padre Bobadilla, los cuales han sido estudiados, desde el siglo XX, por

34
autores como M. León-Portilla (1972), A. Chapman (1974), E. Ibarra (1994); y más

recientemente por M. Tous (2002) y G. McCafferty y C. Dennett (2010).

Según las crónicas mencionadas, los grupos de la región del pacífico eran migrantes que

provenían del centro de México, quienes huían de los tiranos Olmecas Chicalancas. En su

recorrido, se instalaron en la región del Soconusco, en Chiapas, de donde fueron corridos de

nuevo y tuvieron que migrar más al sur, por la costa, hasta llegar a Nicaragua; posiblemente

entre el 750 y el 850 d.C., o siendo más conservadores, entre el 1200 y el 1250 d.C.

(McCafferty y Dennett 2010, 2013).

Estos relatos ya habían sido usados como hipótesis de trabajo desde el siglo XX (Coe

y Baudez 1961; Healy 1976; Lothrop 1926; Norweb 1964), cuando se buscaba identificar

filiaciones culturales de los antiguos habitantes de la costa del pacífico, sobre todo con

aquellas asentadas más al norte.

De hecho, las fuentes históricas (Chapman 1974; Fernández de Oviedo 1851, tomos I, II

y III; León-Portilla 1972; McCafferty y Dennett 2010) registraron ciertas similitudes al

momento de la llegada de los españoles. Una de las más clara es el idioma, mientras que los

nicaraos hablaban una variante de náhuatl y los chorotegas pertenecían al tronco otomangue,

ambas comunes hacia el norte. Las crónicas relatan una dieta basada en el consumo de maíz,

frijol, calabaza, el perro pelón y el guajolote; entre los productos de uso y consumo destaca

el cacao, que era, entre otras cosas, bebida y moneda. Estos bienes podían ser obtenidos en

los mercados ubicados en las plazas de los pueblos; además comparten el tipo de armamento

usado (como el Chimalli y macuahuitl) y la apariencia (la vestimenta, el tatuaje y la

deformación craneal).

Respecto a la religión e ideología, hay semejanzas entorno al uso de “libros”, templos

con sacerdotes, espacios para realizar sacrificios, sobre el procedimiento ritual y significado
35
del sacrificio humano, las ofrendas de sangre y otros productos, sobre las deidades, creencias

respecto a la muerte y el calendario ritual de 260 días (Chapman 1974; Fernández de Oviedo

1851, Tomos II y III; León-Portilla 1972). Finalmente, otros elementos que se han

considerado de herencia nahua son algunas fiestas rituales, como el volador, el

comelagatoazte (derivado probablemente de cuauh-malacatoztli, según León portilla (1972:

78)) y otras fiestas con bebidas y tabaco (Chapman 1974; Fernández de Oviedo 1851, Tomos

II y III; León-Portilla 1972).

Regresando al asunto de los estudios recientes en materia de fuentes documentales, y

complementando con datos arqueológicos, actualmente se infiere que los grupos de la costa

intercambiaban con aquellos de la sierra al este, con los del sur en Costa Rica y al norte con

sociedades mayas. Los productos comunes para comerciar eran algodón, mantas, maíz,

cacao, esclavos, pescado, aves, jades, conchas, objetos de cobre y oro, cerámica y obsidiana

(Braswell et al. 2002; McCafferty et al. 2012; Tous 2002).

Las rutas para traficar los bienes pudieron ser principalmente marítimas, a juzgar por la

gran diversidad de restos encontrados en las cercanías del pacífico y por la posible presencia

de rutas que comunican el actual territorio de México con Sudamérica (Beekman y

Christensen 2003; Callaghan 2003). Otras rutas usadas pudieron ser terrestres y mediante la

navegación por ríos, aunque no se encuentran muchas evidencias de esto (Corrales 1994;

Ibarra 1994; Tous 2002). Al respecto, Creamer (1992), basado en el hallazgo de diversos

artefactos líticos, de oro y cerámica, propone la presencia de redes de intercambio regionales

a lo largo de la costa del pacífico entre los años 1200 y 1550 d.C. y considera al golfo de

Nicoya como centro del sistema regional de intercambio.

Otros autores han puesto en evidencia relaciones comerciales entre Mesoamérica y el

golfo de Nicoya desde el período Tempisque, las cuales se intensificaron alrededor del año
36
1000 d.C. Durante este lapso aparentemente se establecieron grupos de migrantes en la región

trayendo consigo la elaboración de productos especializados y algunas prácticas culturales.

Entre las evidencias que soportan esta propuesta se encuentra la modificación craneal y dental

y algunas herramientas y adornos de concha que no tenían precedente en la región (Solís y

Herrera 2011).

Ahora bien, otras evidencias arqueológicas contradicen en cierta medida los tiempos de

la supuesta migración y sugieren un contacto permanente y más temprano entre grupos

mesoamericanos y los asentados en la Gran Nicoya.

Desde el año 300 d.C., que es el inicio del periodo Bagaces (300-800 d.C.), en Nicaragua

y Costa Rica hay indicios de relaciones a gran escala entre México y la baja Centroamérica.

Entre ellos se encuentran tiestos de tipo Usulután, provenientes del centro y Noroeste de

Honduras (Braswell et al. 2002; Carmack y Salgado 2006; McCafferty et al. 2012);

fragmentos de obsidiana, de Guinope e Ixtepeque, en Guatemala (Braswell et al. 2002;

Carmack y Salgado 2006); piezas de jadeíta con motivos mesoamericanos, probablemente

provenientes del Valle de Motagua, en Guatemala (Lothrop 1955).

Para las mismas épocas hay un proceso de concentración de los asentamientos y se

complejiza la organización social, a un sistema cacical que, hasta cierto grado, es paralelo al

desarrollo mesoamericano del Clásico (Braswell et al. 2002; McCafferty et al. 2012; Salgado

y Zambrana 1994). El intercambio de bienes aparentemente se mantuvo hasta después del

año 750 d.C., caracterizado por la exportación de piezas desde el sur de la zona maya,

asociados a los tipos del complejo Copador y el grupo Ulúa (Braswell et al. 2002; McCafferty

et al. 2012).

No obstante, estas relaciones, tal vez esporádicas, se intensificaron durante el período

Sapoá (800-1350 d.C.), cuando hay un considerable incremento en el en el número de sitios,


37
con predominancia por ocupar las áreas costeras del lago de Managua y las isletas. Además,

se abandonan sitios de las fases anteriores y se crean otros en áreas inhabitadas previamente.

En cuanto a la jerarquía, esta es más evidente, conformada por aldeas nucleadas y caseríos

dispersos (Salgado y Zambrana 1994). También cambió la producción artesanal,

complejizándose, con centros de producción con especialistas, posiblemente de tiempo

completo (Carmack y Salgado 2006; Salgado y Zambrana 1994).

De igual forma, cambia el patón en el tratamiento de los muertos, los cuales antes eran

cremados o depositados en ollas, pasaron a ser depositados en “cementerios”, con presencia

de tumbas de cajón, entierros en posición extendida o flexionada y uso de urnas funerarias o

vasijas tipo bota (McCafferty y Dennett 2013; Salgado y Zambrana 1994).

Artefactos como figurillas antropomorfas, orejeras y malacates también presentan

cambios tecnológicos y estilísticos (McCafferty y Dennet 2013). Además, se incluye una

innovación, con el uso relativamente bajo de navajillas prismáticas de obsidiana (McCafferty

y Dennett 2013).

Por otro lado, cambia la decoración de la vajilla que no necesariamente es de uso

doméstico. El acabado de superficie se vuelve más complejo y refleja mayor contacto con

Mesoamérica, particularmente con la Mixteca-Puebla (Salgado y Zambrana 1994).

Aparentemente entre los años 900 y 100 d.C. (Niemel 2003; Salgado y Fernández 2011;

Solís y Herrera 2011) la influencia norteña se intensifica, debido a que durante este lapso se

establecieron grupos de migrantes en la región trayendo consigo la elaboración de productos

especializados y algunas prácticas culturales, incrementa la jerarquía de los asentamientos,

la densidad de materiales por sitio y la presencia de bienes importados, principalmente

cerámica decorada y navajillas de obsidiana (Niemel 2003). Entre las evidencias que soportan

38
esta propuesta se encuentra la modificación craneal y dental y algunas herramientas y adornos

de concha que no tenían precedente en la región (Solís y Herrera 2011).

Durante el último periodo de ocupación prehispánica, conocido como Ometepe (1450-

1550), los sitios crecen en extensión y densidad, incrementan las influencias estilísticas

mesoamericanas en la cerámica, (McCafferty et al. 2012; McCafferty et al. 2015; Salgado y

Zambrana 1994). Esta es precisamente una de las líneas de evidencia que da mayor soporte

a la hipótesis de los migrantes nahuas en Centroamérica, particularmente mediante el análisis

iconográfico de los materiales cerámicos polícromos. Los autores que han abordado el tema

identifican personajes del panteón mesoamericano como Cipactli, Quetzalcóatl, Ehécatl y

Tláloc (Day 1994; Keller 2012; Lothrop 1926; McCafferty y Dennett 2013; McCafferty et

al. 2015; Schott 2009).

La mayoría de las piezas cerámicas no presenta muchas huellas de uso, por lo que

pudieron ser de uso restringido, para eventos rituales, ofrendas o festines ceremoniales

(Keller 2012). Al parecer, la mayoría son de producción local y se mantienen similares en

forma (McCafferty y Dennet 2013; McCafferty et al. 2015).

Para Keller (2012), los atributos de la serpiente emplumada centroamericana no cuentan

con las características suficientes como para asociarlos a Quetzalcóatl; principalmente

porque presenta más semejanzas zoomorfas que antropomorfas. En cambio, propone que el

significado de los elementos simbólicos pudo haberse perdido con el tiempo o ser pasado por

alto.

Particularidades sobre los estudios de asentamientos. En Centroamérica, los

primeros trabajos de orden espacial, básicamente de patrón de asentamiento, se han realizado

con mayor frecuencia en el sur del área maya, en Honduras y El Salvador (Dixon 1989;

Fowler y Earnest 1985) y en Costa Rica. Sobre este último, diversos trabajos han sido
39
dedicados a sitios con arquitectura monumental como Guayabo de Turrialba y sus

alrededores (Alarcón 2014; Hurtado de Mendoza 1984), Rivas y Panteón de la Reina (Quilter

y Blanco 1995; Quilter y Frost 2007) o Agua Caliente (Valerio 1989); o a nivel de regiones

como Diquís (Corrales 1986; Drolet 1983), el Pacífico Central (Corrales 1994) o el extremo

occidental del Valle Central (Murillo 2009). Los intereses principales son, en un inicio el

establecimiento de secuencias temporales, para posteriormente, abordar la organización

económica, social y política.

En algunas regiones se han identificado conjuntos de montículos habitacionales (hechos

con cantos rodados, con entre 10 y 40m de diámetro y más de 1m de altura), cementerios en

los alrededores (también de cantos rodados, con tumbas rectangulares u ovaladas), grupos de

petrograbados asociados a las construcciones y algunas calzadas. Entre otros restos

materiales, destaca la presencia de columnas de basalto (Drolet 1983; Quilter y Frost 2007).

Otra parte de las investigaciones relacionadas con la organización de los sitios y las

características de los montículos han referido a la identificación y análisis de unidades

domésticas en sitios como Jesús María (Hernándes 2013; Maloof y Arias 2007; Solis 1991),

Agua Caliente (Peytrequín y Aguilar 2007; Salazar y Sánchez 2009) o Sibón (Naranjo 2014).

Respecto a las plataformas habitacionales, Drolet (1983) sugiere que éstas pudieron ser

ocupadas por grupos multifamiliares o familias extensas de entre 10 y 40 habitantes. Los

autores consultados coinciden en la preferencia por asentarse en planicies cercanas a

quebradas y ríos.

Desde la etnografía y la etnohistoria, destacan los trabajos de J. Golliher (1977), en las

casas comunales de Talamanca; Abel-Vidor (1981), quien resalta la importancia de las

fuentes históricas para el estudio de la organización interna de los sitios y estructuras,

organización sociopolítica, prácticas religiosas, economía, afinidad lingüística y étnica.


40
El trabajo de Abel-Vidor (1983), ha sido de gran ayuda para conocer lo que las fuentes

del siglo XVI dicen sobre las viviendas y la organización de los asentamientos prehispánicos.

Con base en una recopilación bibliográfica, infiere la presencia de un espacio abierto rodeado

de casas, las cuales eran construidas con postes de madera y techos cubiertos de paja,

mientras que los llamados templos, eran amplios con un interior bajo y oscuro, donde

conservaban las imágenes de sus deidades.

Sobre los poblados, refiere que estos se encontraban dispersos y que, en el caso de ser

poblaciones extensas, contaban con más de una plaza, en la que se reunían a comerciar. Nota

además que las plazas estaban rodeadas por las casas de los nobles y que en el centro de ésta

había una construcción en la que habitaban los orfebres. En estos casos el tamaño de la plaza

se relacionaba con la “grandeza de su pueblo” (Peter Martyr D´Anghera (1530), citado por

Abel-Vidor 1983: 393).

En Nicaragua los estudios de tipo espacial y regional siguieron con estas mismas

temáticas. Uno de los primeros trabajos, corresponden a W. Haberland (1983), quien recorrió

sistemáticamente la isla de Ometepe entre 1962 y 1963. Aunque en su publicación no da

muchos detalles sobre la metodología, en total registró 53 sitios arqueológicos, 8 de los cuales

son petrograbados. A partir del establecimiento de una tipología cerámica propuso que la

ocupación en la isla inició desde el 2000 a.C., con el desarrollo de la agricultura entre el 200

a.C. y el 1 d.C., la cual se intensificó en el año 500 d.C., cuando hay una mayor cohesión con

la Gran Nicoya y una posible reorganización de los sitios debido a eventos volcánicos. A

pesar de ser comunidades agrícolas, considera que la pesca y caza (sobre todo de tortuga) se

mantuvieron como actividades económicas importantes.

Estas actividades aparentemente disminuyeron entre el 1000 y 1200 d.C., periodo al cual

se asocian las esculturas monolíticas. Para los años previos al contacto con los españoles,
41
entre 1400 y 1550 d.C., hay una mayor influencia de fuera de la isla, lo cual se nota en la

presencia de tipos cerámicos como Luna Polícromo, que no tiene precedente en la región.

Años después, S. Salgado y J. Zambrana (1994), recorren sistemáticamente parte del

departamento de Granada, estudiando los posibles movimientos poblacionales y la

mesoamericanización del Pacífico nicaragüense.

Posteriormente, Salgado y Vázquez (2006), retoman el trabajo previamente mencionado

para estudiar la Gran Nicoya durante el Postclásico. Proponen que la llegada de los nicaraos

no supone una sustitución o hibridación de culturas locales, sino un intercambio de ideas y

prácticas, como resultado de un nuevo entorno político conocido como Gran Nicoya; afirman

que el Área de Tradición Chibchoide o Área Istmo colombiana padece de errores

conceptuales y empíricos, al no haber conexiones étnicas entre los grupos chibchas. Sin

embargo, esta región, definida por O. Fonseca (1994), ha sido recientemente defendida por

autores como J. Hoopes (2005), quien la renombra como Chibchan World y propone que

entre los años 300 y 600 d.C. hay una mayor cohesión entre los distintos grupos que ocuparon

el área y se notan las primeras trazas del surgimiento de la complejidad social.

Ahora bien, en el norte de Nicaragua, L. Fletcher y colaboradores (1994) y L. Fletcher

(1993, 1994), realizaron trabajos de campo en los departamentos de Estelí y Madriz entre

1992 y 1993. Las investigaciones consistieron en prospecciones sistemáticas y excavaciones

de sondeo para estudiar lo que consideran es parte de la frontera sur mesoamericana y un

puente natural de comunicación con esta. Particularmente trabajaron en la cuenca del Río

Coco, donde prospectaron un área de 55km cuadrados. Como resultado, identificaron 59

sitios arqueológicos, ubicados principalmente en planicies cercanas a ríos y quebradas. La

mayoría de estos sitios son considerados como habitacionales y varían en tamaño y forma, al

igual que en tamaño del sitio.


42
Basados en el área ocupada, la cantidad y forma de las construcciones y la densidad de

materiales en superficie, clasificó los sitios en aldeas (menos de 1Ha), pueblos (más de 1Ha),

pueblo nucleado (más de 5Has) centro regional (más de 10Has). Notan que conforme

incrementa el tamaño de los sitios (particularmente desde el pueblo nucleado) hay mayor

heterogeneidad en los tamaños de las construcciones, incrementa la densidad de materiales

asociadas y surgen las plazas como elemento central, las cuales, también aumentan en

número conforme más grande sea el sitio. Además, registraron sitios de petrograbados, una

posible terraza agrícola y sitios en promontorios.

Los autores consideran que los asentamientos más grandes se encuentran en amplias

planicies cercanas a ríos; mientras que los pueblos nucleados se ubicaron en las cercanías de

las quebradas más grandes (Fletcher et al. 1994; Fletcher 1993, 1994).

Sobre las construcciones, éstas pueden ser circulares, ovalados o rectangulares; ubicadas

sobre un terreno posiblemente nivelado y delimitado por calles. En cuanto a las plazas,

observaron que éstas se rodean de los montículos más grandes y altos, por lo menos en cuatro

de los sitios (Fletcher et al. 1994; Fletcher 1993, 1994).

El sitio más grande, Las Tapias, cuenta con 128 montículos, con una plaza rodeada por

montículos de entre 3 y 4 metros de alto, dos o tres de los cuales comparten una misma

plataforma y el resto se encontraron muy cercanos entre sí (Fletcher et al. 1994; Fletcher

1993, 1994).

Notan que los centros regionales forman un triángulo y se encuentran en los accesos a la

cuenca, que son delimitados por zonas montañosas al sur, oeste y este; por lo que controlan

el tránsito desde y hacia la cuenca. Proponen que estos centros regionales son élites

emergentes que controlaban sitios de rangos menores (Fletcher et al. 1994; Fletcher 1993,

1994).
43
A la misma época corresponden los estudios en la cuenca del lago de Managua, realizado

entre 1989 y 1991, en la que Espinoza y González (1994) cubrieron una superficie de 4500km

cuadrados. Los objetivos, al igual que en el trabajo anterior, eran conocer los límites de la

influencia mesoamericana en un área ubicada entre los departamentos de Rivas y Masaya y

el de Chontales. Basados en la toponimia consideran que, para finales de la época

prehispánica, la cuenca del lago de Managua pudo ser ocupado por nicaraos.

Registraron aproximadamente de 60 sitios, la mayoría alrededor de Managua. Para el

reconocimiento usaron datos de locales, luego definieron 4 zonas para prospección

sistemática. Afirman que la densidad de materiales es mayor a la de Chontales, pero menor

a la de Rivas y Ometepe. Con base en sus observaciones, notan diferencias locales, con

respecto a otras áreas y consideran que esa zona se encuentra dentro de la zona de influencia

Mesoamericana.

Otro estudio similar fue realizado por Finlayson (1996), quien realizó prospección

sistemática en el sitio Moyahuá, en el departamento de Matagalpa. Para el recorrido usaron

transectos de distancia de 20m entre los miembros del equipo, recolectaron materiales;

identificaron montículos, morteros, columnas de basalto y una iglesia colonial. Otra parte del

registro fue oportunista, basados en información de habitantes locales. En uno de los sitios,

Isla Honda, encontraron alrededor de 14 montículos circulares de 4m de diámetro por tres de

alto, hechos con rocas de basalto, organizados alrededor de una posible plaza. En otro sitio,

Isla Seca, identificaron alrededor de 20 montículos, de 3 a 4m de ancho por 3 de alto,

ordenados en forma circular alrededor de una plaza.

Similar al trabajo de Salgado y Zambrana (1994), años más tarde, entre 1998 y 1999, K.

Niemel (2003), aborda el tema de las migraciones hacia la región del pacífico de Nicaragua.

El trabajo consistió en recorridos y excavaciones para establecer patrones y secuencias


44
cronológicas en el Departamento de Rivas. El objetivo fue identificar cambios en la

organización sociopolítica de los asentamientos para inferir migraciones a partir del

abandono de sitios, cambios en la organización interna y las prácticas cotidianas y la

presencia de nuevas tecnologías.

Su metodología consistió en el recorrido de transectos sistemáticos y recorridos

oportunistas para cubrir un área total de 110km cuadrados en transectos de 30m en franjas de

500m cada 3km. Además, hicieron reconocimientos oportunistas usando información de

habitantes locales (Niemel 2003).

En los sitios identificados, observaron montículos hechos principalmente de tierra (solo

en un sitio, Tepetate, se usaron lajas como parte del sistema constructivo), de entre 10 y 20m

de diámetro, por 1.5 a 3m de alto. La mayoría de ellos en los alrededores del actual poblado

de Rivas (Niemel 2003).

Identifican una posible jerarquía de asentamientos, basados en el área ocupada y la

presencia de bienes importados, básicamente, obsidiana. Concluye que hay un proceso de

nucleación y diferenciación social que inicia entre los años 300 y 800 d.C. (Niemel 2003).

Durante los periodos siguientes (Bagaces y Ometepe), algunos sitios son abandonados y

emerge y se mantiene el gran centro nucleado de Santa Isabel. Para esta época incrementa la

cantidad de montículos agrupados alrededor de plazas y definen tres jerarquías de sitios. De

igual forma incrementa la presencia de instrumentos de obsidiana, tanto navajillas como

núcleos y hay cambios en la cultura material relacionados con la llegada de migrantes

nicaraos, alrededor del año 950 d.C. (Niemel 2003).

Al respecto, Salgado y Fernández (2011), están de acuerdo con esta idea y de igual

manera proponen que la migración ocurrió después del año 900 d.C. y aseguran que la

45
arquitectura, a diferencia de la Mesoamericana, no tiene por qué ser monumental, en

contraposición con lo dicho por McCafferty y Dennett (2010).

En tiempos más recientes, McCafferty y colegas (2014), durante su temporada de campo

de 2013, mapearon 17 estructuras en la zona central de la Isla de Zapatera. Identifican la

presencia de grupos de plazas con montículos de entre 1 a 3m de alto. Las estructuras son

principalmente circulares, pero encontraron otras rectangulares.

Más allá de estos esfuerzos por identificar los límites del “área de influencia

mesoamericana”, en el Caribe, particularmente en las cercanías del puerto de Bluefields, las

investigaciones se han enfocado en el estudio de sitios de concheros, buscando establecer

una secuencia de ocupación, identificar espacios domésticos y aproximarse a la organización

social de los grupos costeros (Clemente et al. 2012; Gassiot y Palomar 2006).

Arqueología en la región de Chontales

Mientras que la mayor zona de explotación para los arqueólogos interesados en

Nicaragua es el pacífico, de manera alterna, en Chontales, se desarrollaron algunas

investigaciones inicialmente encaminadas hacia la estatuaria monumental, las tumbas y los

montículos. Años después, al igual que en la Gran Nicoya, mediante la historia cultural, se

buscó establecer secuencias cronológicas y filiaciones culturales, sobre todo referente a los

límites de la influencia mesoamericana en la región. A pesar de ello, casi desde el inicio, se

evidenció un desarrollo cultural local, como se mostrará en los siguientes párrafos.

Las primeras noticias sobre piezas arqueológicas en Chontales se deben al caballero

austriaco E. Friedrichsthal, quien en 1839 llevó de vuelta a su país una escultura descubierta

en Chontales (Geurds y Terpstra 2013). Seguido de él, están los reportes de F. Boyle (1866),

el primero en describir la disposición de las esculturas con relación a las construcciones de

46
piedra. Nota como en cada uno de los montículos hay restos de esculturas y agujeros para su

colocación en el centro de los mismos. Asociaba a ciertos montículos con entierros de

personajes que eran representados en cada escultura. Además, excavó lo que llamó sepulturas

y otros montículos. Relata cómo encima del cuerpo se amontonaban piedras burdas de

tamaños diversos (Geurds y Terpstra 2013).

Algo similar reportó T. Belt (1874) en las cercanías de La Libertad y El Salto; además de

petrograbados en Acoyapa (Gorin 2010). Poco después, B. Pim, y B. Seeman (1869), y T.

Belt publicaron sobre la presencia de fragmentos de esculturas y su relación con las

construcciones circulares (citado por Gorin 2010). Sobre las cuales, Pim y Seemann (1869),

refieren que los antiguos ocupantes de la región buscaban fuentes de agua cercanas y

establecían sus casas en círculos alrededor del centro, mientras que las tumbas estaban en la

periferia (Geurds y Terpstra 2013).

Posteriormente, Sequeira (1942), nota un sólo tipo de entierro en Chontales que consta

de montículos de piedra o piedra con tierra. Propone que las rocas fueron tomadas de los ríos

y quebradas. Aunque muchas de las tumbas están aparentemente vacías en su interior y los

huesos que pudo encontrar estaban mal conservados. En ocasiones sólo encontró dientes y

cenizas. En una pequeña tumba que excavó encontró pequeñas estatuas que eran

representaciones de los muertos; mientras que en una grande encontró lo que considera los

restos de un festín realizado, en honor al muerto, además de numerosos ornamentos.

El autor afirma que las tumbas más grandes están en las cercanías de Juigalpa; asegura

que “cerca de estos entierros hay muchos montículos grandes que parecen ser una forma

primitiva de pirámide”12 (Sequeira 1942: 124, traducción propia), las cuales eran de 9 a 12m

12
“near these burials are many large mounds which appear to be a primitive form of pyramid”.

47
de alto y tenían escalones. Entre las que visitó se encuentran las del sitio de Copelito, en

donde vio ídolos de piedra, agrupados, puestos boca abajo.

Entre otras evidencias arqueológicas vistas para estas épocas, Squier (1853), reportó una

especie de trincheras (posiblemente caminos) y Froebel, en 1859 “unas terrazas artificiales

en las faldas de la cordillera Chontaleña” (citado por Gorin 2010: 99).

Ya en el siglo XX, las investigaciones propiamente arqueológicas comenzarían hasta

1975, con los sondeos en siete sitios arqueológicos efectuados por R. Magnus, cuya tesis de

doctorado trató sobre la llamada Costa Atlántica. De su trabajo en Chontales, se

desprendieron dos tesis (Gerstle 1976; Martínez 1977).

R. Magnus, por su parte, concluyó que se trataba de desarrollos locales independientes

con posibles contactos comerciales con Mesoamérica (Espinoza y Rigat 1994). El tema ya

había sido sugerido previamente por C. Baudez (1976), quien estudió los límites sur de

Mesoamérica.

Una de las tesis hechas por un alumno de Payson Sheets con los materiales excavados

por R. Magnus, se enfocó en el análisis de instrumentos líticos provenientes de un pozo de

sondeo realizado en el sitio Sabana Grande (Gerstle 1976). La autora concluye que entre las

materias primas la más común es la calcedonia. Basado en el análisis macroscópico de las

formas que identifica, propone que las actividades realizadas incluían talar y cortar madera,

cortar madera o hueso, tallar o cercenar, tallado y cepillado, desfibrar, y cortar y tallar

material blando (Gerstle 1976). De estos datos concluye que se les puede asociar con

agricultores semisedentarios, debido a que las posibles actividades realizadas son de carácter

mixto.

Otro de los temas recurrentes en la arqueología regional, fue la escultura monumental.

Tras los primeros reportes, años después, Haberland (1973), destaca el diseño del cuerpo
48
humano y cabeza de caimán y remite a las similitudes que éstas tienen con otras más al sur,

hasta Colombia. Mientras que G. Zelaya-Hidalgo y colaboradores (1974) estudiaron las

esculturas ya recuperadas por locales y colocadas en un museo. Describen sus atributos y, de

igual manera, consideran que presentan similitudes con las encontradas en el sur de

Centroamérica y el norte del Colombia. Basados en reportes de Gregorio Aguilar Barea (el

creador del museo y en cuyo honor lleva su nombre) asocian las esculturas a grupos de

montículos. Consideran que la escultura de Chontales “representa la versión local de un

conjunto de prácticas bastante extendido, quizás un culto, quizás no”13 (Zelaya-Hidalgo et al,

1974: 2, traducción propia). Notan que suelen tener una banda en la cabeza (algo que ya había

visto Sequeira en 1942). Entre sus descripciones, destaca la identificación de una especie de

“ornamento rectangular que cuelga de un cordón grueso o cuerda por un extremo. Este

ornamento puede muy bien ser caja de encanto o una bolsa de coca”14 (Zelaya-Hidalgo et al,

1974: 8, traducción propia). Además de que muchos representan guerreros sosteniendo armas

y portando máscaras; otros presentan motivos textiles y diversos ornamentos.

Respecto al mismo tema de la estatuaria, K. Olsen (1992), destaca las diferencias

estilísticas de éstas con las del pacífico y presta atención a la representación de un ser

sobrenatural mostrando sus dientes y colmillos, similar a las representaciones del norte de

Colombia.

Posteriormente, basados en los datos de Magnus, Gorin y Rigat iniciaron el Proyecto

Arqueológico Chontales en 1984, como parte de sus tesis doctorales. El objetivo era

establecer la cronología de la ocupación prehispánica en el área, para ello retomaron las

13
“represent the local version of a rather widespread set of practices, perhaps a cult, perhaps not”.
14
“rectangular ornament hanging from a thick cord or rope by one end. this ornament may well be
charm box or a coca pouch”.

49
posibles similitudes con la Costa del Pacífico, conocida como Gran Nicoya. Los trabajos de

campo concluyeron en 1989 (Espinoza y Rigat 1994; Gorin 1990). Al final, lograron

establecer un marco cronológico, basados en análisis cerámicos y comparaciones con tipos

fechados en el Pacífico de Nicaragua y Costa Rica. En total, registraron 94 sitios

arqueológicos nuevos, a los que sumaron los ya conocidos, estimando un total de 110 en la

región.

Su propuesta incluye cinco fases temporales, separadas por cambios en el material

cerámico y lítico, aparentes cambios arquitectónicos y en la organización de los sitios. Para

consolidar su propuesta, realizaron algunas dataciones en varios sitios (Gorin 1990; Gorin y

Rigat 1988). Las fases propuestas son (figura 4):

Mayales (500 a.C.-400 d.C.): dividida en I (500-200 a.C.) y II (200 a.C.-400 d.C.) por

Espinoza y Rigat (1994). Época donde se registra la primera ocupación en la región, con

pocos asentamientos. Para Gorin y Rigat (1988) el uso de metates y manos de molienda

podrían indicar cultivo de maíz. Mencionan, además, ornamentos de piedra verde, que

implicarían intercambio. Durante esta fase, suponen ocupación en un sitio habitacional cerca

de Juigalpa, un cementerio en Los Andes (en la cordillera Amerrisque) y La Pachona.

Cuisalá (400-800 d.C.): proponen pocos cambios, principalmente en el material

cerámico, la presencia de puntas de proyectil y/o cuchillos bifaciales y hachas de mano.

Representativos de esta fase son El Cóbano, El Tamarindo, La Vainilla y Aguas Buenas.

Potrero (800-1200 d.C.): presenta mayor variedad y abundancia de materiales cerámicos.

Registran una mayor presencia de cerámica decorada que consideran importada del Pacífico

nicaragüense. En cuanto a lítica, se agregan puntas de proyectil de menor tamaño.

A esta etapa asocian el hallazgo de un fragmento de escultura monumental encontrado en

contexto en el sitio El Cóbano. Para Gorin y Rigat (1988) no hay un aparente aumento
50
poblacional, pero sí posibles conexiones comerciales con los grupos “Chorotegas”, no

obstante, y con base en la estatuaria, siguen siendo desarrollos culturalmente independientes.

Proponen ocupación en sitios como El Cóbano, El Tamarindo, Los Andes, La Pachona,

Aguas Buenas y La Vainilla.

Monota (1200-1550 d.C.): para esta fase consideran que los sitios son más numerosos y

extensos. Los artefactos de lítica son cuantiosos y diversos, con una importante industria

bifacial. Destaca un incremento en la presencia de metates, manos y hachas, lo que les

consiente proponer una intensificación en la actividad agrícola (Gorin y Rigat 1988).

Registran una mayor cantidad de artefactos ornamentales y un incremento en los tipos

cerámicos provenientes del pacífico. Documentan casos de posible deformación craneal, la

cual era usada como elemento de identidad entre los Nicaraos, según el fraile Francisco

Bobadilla (en Fernández de Oviedo 1851).

Con la evidencia obtenida, los autores proponen que los grupos locales establecieron

nexos comerciales con el Istmo de Rivas y la Isla de Ometepe, lo cual también explicaría la

toponimia náhuatl en el Departamento de Chontales (Gorin y Rigat 1988). La fase está

representada por La Pachona, Cerna, Gutiérrez, Copelito y Sabana Grande y de 12 a 15 sitios

más.

Cuapa (1400-1600 d.C.): parcialmente paralela a la Monota. Se extiende hasta pocos años

después de la llegada de los españoles a América. En esta fase hay una alta homogeneidad

en las piezas cerámicas. Los tipos cerámicos son considerados totalmente independientes a

los de las otras fases en la región. La industria lítica está representada por los “raspadores

Cuapa” y la presencia de puntas de proyectil. Para la producción de artefactos líticos

incrementa el uso de ópalo y obsidiana. Para esta fase los sitios son más grandes y mejor

51
organizados, entre los cuales destacan San Jacinto, Cuapa, Morales, El Carmen, Barillas, Las

Lajitas, Candelaria y Aguas Buenas.

Los cambios significativos en la industria cerámica y lítica, así como el tamaño y

ubicación de los sitios, para Gorin y Rigat (1988), pueden deberse a la intrusión de una nueva

cultura en el área, con grupos más numerosos y mejor organizados. Estos recién llegados

podrían ser los Matagalpas, llamados Chontalli por los Nicaraos.

Figura 4. Mapa de los sitios arqueológicos registrados por F.


Gorin y D. Rigat (1988: 184).

Varios años más tarde, al concluir el proyecto de Gorin y Rigat, se llevó a cabo una

segunda prospección no sistemática en el área a cargo de E. Hasegawa (1998), quien, en

colaboración con dos arqueólogos y dos habitantes locales, visitaron los sitios conocidos,

hicieron algunas descripciones y reportaron sus condiciones de conservación.

52
Tiempo después, un nuevo estudio realizado por L. Van Broekhoven (2002), tuvo lugar

en el departamento de Chontales. En este caso, la autora recopiló y analizó las fuentes

documentales de los siglos XVI al XVIII que tratan sobre los habitantes de la región. Además,

presenta el estado de la cuestión en los estudios arqueológicos y lingüísticos realizados en

décadas anteriores.

Partiendo de estos antecedentes y de las necesidades planteadas por la autora, inició el

Proyecto Arqueológico Río Mayales, en el cual A. Geurds, en colaboración con L. Van

Broekhoven y J. Zambrana, en 2007 realizaron una prospección de superficie con recolección

de materiales para la identificación, registro y establecimiento de la cronología de los

asentamientos (Geurds 2013a). El proyecto se enfocó en los márgenes del río Mayales, desde

el poblado de Juigalpa, hasta su desembocadura en el lago de Nicaragua. En total registraron

37 sitios arqueológicos (Geurds et al. 2008).

Posteriormente, en el 2009, el proyecto amplió el área de estudio, por lo que, a partir de

entonces, se le denominó como Proyecto Arqueológico Centro de Nicaragua (PACEN). Al

igual que la temporada anterior, el objetivo fue el reconocimiento de superficie para registro

de evidencias arqueológicas no sólo en el departamento de Chontales, sino en lo que desde

entonces se considera como la Región Central (Geurds 2009). Para la primera temporada de

campo, comenzó el registro de sitios basados en conocimientos de los habitantes locales y

los reportes arqueológicos hechos con anterioridad. Durante esta temporada registraron 12

sitios con arquitectura y estatuaria; algunos de los cuales fueron mapeados (Geurds 2009).

El mismo proyecto, en su temporada de campo del 2011, se dio a la tarea de extender el

área hasta la Región Autónoma del Atlántico Sur, con la finalidad de profundizar sobre la

procedencia y documentación del contexto de la escultura monumental, además del estudio

53
de las canteras donde posiblemente se obtenía la materia prima para su elaboración (Geurds

2011a).

En la temporada siguiente, durante el 2012, realizaron las primeras excavaciones

sistemáticas en un montículo en Aguas Buenas, además de una primera prospección para

conocer sus límites y comenzar su mapeo (Geurds 2012, 2013a). Los dos años siguientes

continuaron las excavaciones sistemáticas, la prospección de superficie y el mapeo en el

mismo sitio (Geurds 2013a, 2014a). Entre estas tareas se incluyó el mapeo y documentación

de petrograbados (Vlaskamp 2012).

En cuanto a las técnicas constructivas de los montículos, concluyeron que éstos están

hechos a partir de un centro de rocas apiladas flojamente y rellenadas con sedimento y

posteriormente cubiertos por una capa de rocas de toba, delimitando la construcción con un

círculo de piedras grandes. En la capa de toba y el círculo de piedra se encontraron restos

materiales, entre los que hay cerámica, lítica tallada y pulida, petrograbados y de barro

quemado (Vlaskamp et al. 2014). Notan que las construcciones son influenciadas por las

formaciones geológicas, con una aparente preferencia en Aguas Buenas por terrenos con

suelos delgados y con la roca madre expuesta (Geurds 2013a).

Tras la documentación de numerosos sitios en la zona (figura 5) y el primer registro

sistemático de un sitio arqueológico, concluyen que Aguas Buenas parece ser un centro

ceremonial importante para la integración cultural regional, al cual se adicionaban

periódicamente estructuras. A pesar de considerarse como una obra de carácter monumental,

no es posible identificar rasgos de control político, por lo que “estas características parecen

54
hacer que los modelos convencionales de jerarquía de sitios no sean adecuados para el

registro arqueológico en Nicaragua”15 (Geurds y Terpstra 2013: 18, traducción propia).

Figura 5. Mapa de localización de los sitios arqueológicos


registrados previamente (Auzina 2017; Geurds 2009, 2011a; 2014a;
Gorin y Rigat 1987; 1988; Rigat y Gorin 1993). Digitalizado por el
Mtro. Adam Benfer).
Como resultado de las indagaciones previas, las líneas de investigación que ha seguid el

PACEN, ha sido, por una parte, las esculturas monolíticas, en donde se retoma la importancia

de las columnas “naturales” de basalto y se propone hacer un estudio contextual del paisaje

y la materialidad para interpretar tanto a las esculturas como a las columnas (Geurds 2011b).

Años atrás, en sitios como El Gavilán, cerca de El Ayote, se hicieron estudios geofísicos,

mapeo y datación de las esculturas (entre el 650 y 750 d.C.). En conclusión, A. Geurds

(2014b), plantea que son parte de un lugar ritual que fue producido y mantenido por mucho

tiempo, además de ejercido de manera comunitaria. Insiste en la idea de que representan

15
“these characteristics seem to make conventional site hierarchy models unsuitable for the
archaeological record in central Nicaragua”.

55
ancestros inmediatos y sugiere que, en estos lugares, posiblemente la población se reunía

periódicamente para agregar monolitos y consolidar la memoria colectiva.

Como otro tema de investigación relacionado con dar una perspectiva regional alos

hallazgos en la Región Central, Geurds (2013b), sugiere que el complejo cerámico Cuapa,

puede ser una de las opciones que ayudarían a entender la fase Ometepe (como ya se

mencionó, determinados tipos cerámicos que se consideraban diagnóstico no resultaron

serlo), sin embargo, será necesario evaluar nuevamente las propuestas sobre los migrantes y

obtener datos contextuales para entender una cultura material a la que se asocia un uso

intensivo del comal y otros tres tipos diagnósticos que parecen únicos en la región (Geurds

2015a).

En la misma temática, otra valiosa fuente de información es la lingüística, usada para

argumentar a favor de una cierta población relacionada con la gran familia Chibcha, conocido

como Misumalpa, al cual pertenecen las lenguas Miskitu, Matagalpa, Cacaopera, Sumu,

Ulwa. Entre las cuales, primero se separaron el Matagalpa y Cacaopera alrededor del año 800

d.C. y posteriormente el Sumu del Ulwa cerca del 1200 d.C. Al respecto, recuerda que, según

la tradición oral, los Miskitos ocupaban en pacífico y fueron desplazados cada vez más hacia

el oriente por invasores norteños; por lo que propone buscar el reflejo de esto desde la

arqueología regional, enfatizando en el periodo alrededor del año 800 d.C. (Geurds 2014b).

56
Capítulo 3

Contexto ambiental y social

Introducción

El presente capítulo se enfoca en los aspectos geográficos-ambientales y sociales de la

región de Chontales, particularmente sobre la municipalidad de Juigalpa y sus comarcas.

Además de la recopilación de fuentes bibliográficas y observaciones directas sobre el terreno,

los datos aquí presentados se complementaron con aquellos proporcionados por los

habitantes locales, entendidos en adelante como actores sociales (Valdivia 2007)16.

Conformación de Chontales

Desde la etnohistoria poco se sabe sobre la vida de los grupos indígenas en la región

central de Nicaragua previo a la llegada de los españoles y lo que sucedió durante la

conformación del actual departamento del mismo nombre.

En un intento por reconstruir la dinámica de modo de vida de los Chontales, pero

refiriéndose a los grupos conocidos como Matagalpas o Misumalpas, E. Ibarra, revisa fuentes

históricas del siglo XVI. En ellas se les describe como rudos o rústicos y de lengua bárbara

(1994). Basada en una referencia del año 1581, describe la zona central de Nicaragua como

poblada de pinos y robles, con ríos abundantes en pescados y caimanes. Sobre el terreno,

describe un lugar montañoso con “tierras llanas y cenagosas, de muchos ríos y buenas aguas”

(Ibarra 1994: 235). En esta región habitaban especies de animales tales como venados,

puercos de monte, conejos, armadillos, guatusa, perdices, codornices, tigres, leones, garzas,

16
en el apéndice 2 de la presente tesis, se agrega una breve biografía de quienes aportaron datos de
primera mano y compartieron su experiencia, así como las herramientas metodológicas empleadas para su
documentación.

57
patos, gaviales, ardillas y pavos. Se sembraba maíz, legumbres, melones, jícamas, camote,

papa, piña, plátano y tabaco, entre otras frutas. La subsistencia, según estas fuentes, se basaba

en el consumo de plátano (recién llevado por los españoles), camote, yuca y otras raíces.

Estos grupos se dedicaban a la venta de leña y carbón (Ibarra 1994).

En lo que refiere a Juigalpa, no se tienen datos exactos de su fundación, pero se sabe que

en el censo de 1581 ya era un poblado aparentemente dividido en dos parcialidades:

Chuigalpa y Tacaxolgalpa. Es precisamente por esto que L. Van Broekhoven propone que

era una comunidad compuesta por sociedades bilingües o de dos lenguas distintas (2002). Se

sabe que la colonización de estas tierras comenzó cuando desde la costa del Caribe, británicos

y holandeses intentaron atacar las ciudades españolas del pacífico, para ganar territorio e

iniciar plantaciones de plátano y otros productos.

Desde mediados y finales del siglo XVI, Chontales formó parte del sistema de

encomiendas, aunque gran porción de la población indígena estaba fuera del control colonial.

En el siglo XVII, ya había tres núcleos poblacionales: Segovias, Matagalpa y Chontales. Es

durante esta época que los ganaderos de los grandes centros poblacionales del Pacífico

(principalmente Granada y León) llevaron sus animales a pastar durante la temporada de

secas. Desde entonces “Chontales se convirtió en la región ganadera más importante de

América Central” (Van Broekhoven 2002: 99). A partir de esta época, los terratenientes

buscaron cada vez más concesiones formales para establecer haciendas. Además,

comenzaron las reducciones de indios para evangelizarlos y sujetarlos a la corona española.

En la carta de Fray Francisco de Rivera (transcrita por Van Broekhoven 2002: 180), al

hablar de la evangelización de los indios de la montaña, dice que ésta debe ser en verano

(época de secas) porque en el invierno crecen los ríos y se forman ciénagas. A partir del siglo

58
XVIII, la expansión territorial pretendió explotar las minas del centro del país (Van

Broekhoven 2002).

En relación con las creencias de las comunidades que habitaban en la región a la llegada

de los españoles, L. Van Broekhoven (2002: 106), documenta que cerca de Sébaco, Fray

Rodrigo Betancourt vio una supuesta cueva donde se hacían sacrificios humanos, actos de

canibalismo, personajes que se convertían en animales, uso de polvos, piedras y raíces para

tener poderes y fuerzas sobrenaturales, además proporciona datos referentes a duendes,

quienes eran los dueños de los cerros y del agua.

Por otro lado, el capitán de guerra Luis Antonio Muñóz y el fraile Margil de Jesús, en

Jinotega, reportan una supuesta deidad femenina a la que se le ofrendaba y hacían

ceremonias. Refieren también a dos personajes ancianos dedicados a la brujería y a la

presencia de duendes que tenían en común hacer pronósticos, evitar a los frailes y presentarse

hablando en voz alta sin dejarse ver (Van Broekhoven 2002: 113).

Chontales en la actualidad

El Departamento de Chontales (figura 6) colinda con los de Boaco, al norte, Río San Juan

al sur y la Región Autónoma Atlántico Sur al este. Al oeste se delimita por el lago Grande

de Nicaragua o Cocibolca, como se le decía a la llegada de los españoles (Fernández de

Oviedo 1851). La cabecera departamental se encuentra en el poblado de Juigalpa, municipio

del mismo nombre. Otras comunidades importantes en la región son La libertad, Santo

Domingo, Villa Sandino, Acoyapa y Comalapa.

La principal vía de comunicación es la carretera que comunica la capital del país,

Managua, con Bluefields, uno de los puertos más importantes del Caribe. El trayecto inicia

en carretera hasta el pueblo de El Rama y luego se sigue en bote hasta el puerto marítimo.

59
Esta ruta es prácticamente el único medio “terrestre” para llegar desde el Pacífico hasta el

Caribe nicaragüense.

Otra importante vía de comunicación es la carretera que conduce de Juigalpa hacia el

poblado y puerto de San Carlos (a 155 km), en el sur, donde se encuentra el extremo sureste

del lago de Cocibolca, el cual da origen al río San Juan, que desemboca en el Caribe,

formando la frontera entre Nicaragua y Costa Rica. Otra carretera secundaria une Juigalpa

con Puerto Díaz (a 27km al suroeste), a orillas del mismo lago, pero más al norte, siguiendo

el río Mayales. Es precisamente por esto que Juigalpa es un importante centro comercial que

comunica el Caribe con el Pacífico, incluyendo la capital.

Figura 6. Mapa de ubicación del departamento de Chontales


y sus principales vías de comunicación terrestre .

El departamento tiene una densidad poblacional estimada de 15 a 50 habitantes por Km²

(Instituto Nacional de Información de Desarrollo 2008). Las principales actividades

productivas son la ganadería y la minería, además del comercio y la prestación de servicios.

60
La ganadería extensiva ocupa un 67,65% de la superficie del lugar, seguido de potreros

degradados (26.60%) y el resto (5.75%) de bosques y terrenos de cultivo (Autoridad Nacional

del Agua 2014).

En general Chontales se caracteriza por un terreno montañoso, cuya serranía principal es

la cordillera de Amerrisque, conocida también como Amerrique o cordillera Chontaleña.

Actualmente es considerada como reserva natural. Atraviesa la región de norte a sur y

delimita el margen este del departamento. Por otro lado, hay una parte costera en la orilla del

lago, cuyo desembarque está en Puerto Díaz.

El río Mayales es el principal afluente que atraviesa el territorio. Funge como captador

de las aguas provenientes de la serranía, que tienen su origen en quebradas menores y que

juntos nutren al gran lago Cocibolca. Una de las corrientes secundarias importantes es el río

Cuisalá, que surge al noroeste, en la región montañosa, cerca del poblado de Cuapa.

Según la propuesta de B. Taylor (1963), Chontales se encuentra en la Región Pacífico,

mientras que J. Salas (1993) denomina al mismo territorio como Región Ecológica I. la

diferencia está únicamente en el nombre. Para ambos autores, el país se puede dividir

fisiográficamente en Pacífico, que son las costas y valles costeros; y la Depresión Central de

Nicaragua, que incluye parte del departamento de Chontales, delimitada al este por la serranía

del Amerrisque y las tierras altas centrales, al norte. Es decir, incluye la franja de la costa

este del lago y las elevaciones cercanas que son de menor altitud.

La altitud del lado oriente del lago varía entre los 0 y 500msnm. Tiene lluvias entre mayo

y noviembre/diciembre y presenta una media de precipitación anual de 1000/1200 a

1400/1500mm, y de entre 1400/1500 a 1900/2000mm en las cercanías de la montaña. La

temperatura promedio anual oscila entre 25 y 28°C, con más calor entre marzo y mayo, y

más frío entre diciembre y enero. Las lluvias provienen de ambos océanos, pero la mayor
61
cantidad llega desde el Caribe durante casi seis meses consecutivos (Autoridad Nacional del

Agua 2014; Salas 1993; Taylor 1963) (figura 7).

Figura 7. Mapa de precipitaciones de Nicaragua.

Geología

La subcuenca presenta pendientes escarpadas en las partes altas, suavemente ondulada

en las intermedias y pendientes moderadas o llanos en las partes bajas (Taylor 1959). El lugar

generalmente se compone de colinas y montañas volcánicas del período Terciario. Presenta

principalmente rocas volcánicas dacíticas-andesíticas, seguidas de tobas riolíticas-dacíticas,

brechas ignimbríticas y dacíticas, basaltos y areniscas (Obando 2009; Taylor 1959). Cuenta

con un sistema de fallas que se cruzan en dirección noroeste-sureste y noreste-suroeste y que

son el resultado del contacto entre la placa de Cocos y la del Caribe (Autoridad Nacional del

Agua 2014).

62
Suelos

El tipo de suelo varía según la altitud y región específica, generalmente en las partes bajas

se encuentran los grumosoles-vertisoles, mientras que en las zonas elevadas se encuentran

los suelos aluviales jóvenes y suelos esqueléticos pardo-grises, negros y rojos (Taylor 1959).

Los primeros son tierras arcillosas pesadas profundas. Generalmente se trata de suelos

negros, pero pueden ser gris oscuro o café. La capa superficial es usualmente de 1m de

profundidad y puede exceder los 2m. Es muy pegajoso cuando está húmedo y se agrieta

profundamente cuando está seco. Ocasionalmente se han encontrado concreciones de limo

en niveles bajos de esta capa. Se les encuentra comúnmente en depósitos antiguos de

aluviones del Cuaternario, pero también asociadas a volcanes y sedimentos del Terciario

(Taylor 1963).

Los suelos negros de los trópicos pueden ser arcillas franco-arcillosas, una fase de

formación de las primeras a partir de depósitos de aluvión. Abundan en zonas con una

estación de secas muy marcada. Se presentan en llanuras o en laderas de suave inclinación y

nunca en laderas muy inclinadas. En las llanuras aluviales puede tener un espesor mayor a

2m. Debajo suele haber brechas cuaternarias, rocas volcánicas terciarias meteorizadas y

arenisca terciaria meteorizada. Se caracterizan por una gran capacidad de retener agua. Son

consideradas como altamente fértiles pero difíciles de labrar de forma mecanizada (Taylor

1959).

El segundo tipo de suelo consiste en depósitos sedimentarios derivados de la erosión y se

componen de limos, arcillas y arcillas marga, que incluyen tobas volcánicas, brechas, arenas,

pómez y otros. Entre estos, se pueden encontrar suelos lateríticos, que son comunes en laderas

con mucho material recientemente transportado y se reducen a suelos formados sobre rocas.

63
En las laderas de inclinación moderada o grande, se pueden encontrar suelos

denominados por Taylor (1959) como esqueléticos. Tienen muy poco espesor y se asocian a

superficies pedregosas. Por lo mismo no suelen ser muy fértiles y se usan para crear

pastizales, aunque de baja calidad. Un tipo también común son los regosoles, que son jóvenes

y se forman sobre rocas blandas o depósitos en rápida descomposición.

Entre los aluviales se encuentra el suelo lanilla (ya mencionado por Taylor desde 1959

como una denominación local), que es uno de los más comunes en el área de estudio. Ésos

son suelos magros grises derivados de brechas. Tienen una capa franco-gris, franco-limosa o

franco-arenosa. Pueden tener hasta 2m de profundidad y encontrarse fragmentos de gravas o

arenas mezclados. Según el autor consultado (Taylor 1959), su fertilidad es baja y usualmente

no se aprovechan para la agricultura moderna.

Los suelos más fértiles son los aluviales más jóvenes, que se asocian a las orillas de los

ríos principales que atraviesan la cuenca, los cuales se forman mediante la sucesión de capas

de aluvión, es decir, son terrenos inundables, lo que presenta un peligro para muchos de los

posibles cultivos (Taylor 1959) (figura 8).

64
Figura 8. Mapa de distribución de los principales tipos de
suelos de Nicaragua (Taylor 1963:31).

Identificación y uso local del suelo. Uno de los suelos más comunes en el área de

estudio, sobre todo donde se encuentran sitios arqueológicos, es el llamado lanilla, que

actualmente es usado para la construcción de casas de bajareque, mezclándolo con pasto,

estiércol y agua y aplicándolo en los muros hechos de bejuco (principalmente coyol). Se le

puede usar también para hacer ollas y tejas, pero para ello se debe buscar la lanilla amarilla

o fina, que es la de mejor calidad para ello. El otro tipo de lanilla se conoce como blanca que

es más compacta o dura. Es el tipo de suelo sobre el que prefieren construir sus casas, sobre

todo buscando la cercanía con afloramientos de roca madre. Esto, dicen, con el fin de evitar

inundaciones y problemas con la plasticidad del suelo durante la época de lluvias (Don Teyo,

enero de 2017). Estos suelos lanilla, corresponden con los aluviales jóvenes descritos por

Taylor (1959).

65
Otro tipo de suelo que se encuentra con frecuencia en la microcuenca, sobre todo en las

partes bajas, es el que llaman barrial (corresponde con los grumosoles-vertisoles de Taylor

(1959), que es de color negro y se agrieta durante la época de secas (figura 9). Según los

actuales habitantes, los terrenos con barrial se llenan de agua durante la época de lluvias y

puede durar ahí por semanas. Estos relatos refieren a que hace 30 o 40 años, se podía

acumular tanta agua en las partes más bajas que ésta desplazaba troncos de árboles caídos.

Se clasifica en negro, amarillo o marrón y colorado. La diferencia de coloración se debe a la

profundidad a la cual se encuentra, pero sus características son las mismas (Don Teyo, enero

de 2017).

Figura 9. Terreno co n suelo de tipo barrial durante la época


de secas.

Según ellos, el barrial no sirve para nada, no se puede caminar cuando es época de lluvias,

ni las vacas pueden andar por ahí. Mucho menos se puede construir. Decían (Teyo, Luis

“Güicho” y Pedro) con frecuencia “en el barrial no hay nada”. Para ellos el barrial y la lanilla

66
son iguales, son el mismo tipo de suelo (arcillas), pero tienen características distintas. Incluso

la mezcla entre barrial y lanilla se llama talpetate que es, de hecho, roca erosionada (Don

Teyo, agosto de 2016).

Otro tipo de suelo común es la granza amarilla, que es una mezcla de arcilla con roca

madre o cascajo. Según la clasificación este suelo es bronoso (incluye más rocas pequeñas y

sueltas), de color amarillo a rojizo y duro. Es considerado como uno de los más fértiles. Uno

más es la tierra roja, un suelo no arcilloso que se encuentra frecuentemente sobre la roca,

sobre todo en elevaciones destacadas, por lo que no se le encuentra en todas partes ni se le

tiene un uso particular. Ambos tipos bien podría corresponder con los suelos esqueléticos

mencionados por Taylor (1959).

Uno más es la tierra negra, que corresponde con los suelos aluviales de formación más

reciente. Se encuentra en los bajos de los ríos, es decir, planicies inundables y se considera

como la mejor para sembrar, por su textura suave y fina (Don Teyo, enero de 2017).

Uno de los menos usuales, pero que más les llama la atención es el barro, parecido a la

tierra negra, pero más compacta y que retiene más humedad. Actualmente se considera que

es la mejor tierra para hacer ollas y comales. Éste es de textura chiclosa y no se le encuentra

a menudo a nivel superficial, aunque también lo hay en las cercanías de los ríos. Decía Luis

que él había observado que los indios de antes buscaban los lugares donde había barro para

vivir. Según su observación, aunque el barro esté debajo de la superficie, ellos sabían dónde

estaba y preferían esos lugares. Según su teoría, en cualquier parte que se encontrara barro,

habría un sitio arqueológico, porque ellos lo necesitaban mucho (agosto de 2016).

67
La subcuenca y microcuenca del Mayales

Se define como cuenca hidrográfica a aquella “superficie de la tierra firme, delimitada

por líneas divisorias de aguas, donde queda comprendida una corriente principal, y a partir

de su desembocadura se incluyen todos sus afluentes” (Lugo 2011: 110). Su característica

principal es que cuenta con un sistema de laderas y corrientes fluviales, desde las que

escurren aguas superficiales o subterráneas hasta llegar a un río principal. Éste último puede

tener un desagüe para que las aguas sean expulsadas, es decir, una cuenca exorreica (Lugo

2011), como en el caso de la cuenca del Mayales.

El tamaño de la cuenca dependerá de la cantidad de afluentes que la conforman y su

extensión. De esta manera la cuenca principal en la que se encuentra el área de estudio es la

del Río San Juan, por su comunicación con el lago y por ser este río el que desemboca en el

mar (Taylor 1963). En una menor escala le sigue la subcuenca del río Mayales, por ser éste

el principal afluente y tener comunicación con otras corrientes secundarias que lo nutren.

Gran parte del departamento de Chontales se encuentra en la subcuenca del río Mayales

(figura 10).

68
Figura 10. Mapa de delimitación de cuencas hidrográficas de
Nicaragua.

A las corrientes secundarias se les conoce como microcuencas, que son pequeños

afluentes que comunican consecutivamente con la cuenca principal. en ese sentido, el área

de estudio se ubica en la microcuenca que lleva el mismo nombre por ser la corriente principal

tanto para la subcuenca, como para la microcuenca, pero a escalas distintas (Autoridad

Nacional del Agua 2014) (figura 11).

69
Figura 11. Mapa de la subcuenca del río Mayales y la
microcuenca del mismo nombre.

La subcuenca tiene una extensión de 1051km², con una elevación máxima de 661msmn

y mínima de 31msnm. El río tiene una longitud de 83km. Mientras que en la microcuenca

tiene 412km², con una elevación máxima de 661msnm y mínima de 60msnm y una longitud

de río de 42km (Autoridad Nacional del Agua 2014).

Se compone de grandes elevaciones y un relieve montañoso accidentado. A partir de estas

mismas características, se le puede dividir en tres partes: zona alta, que incluye los

alrededores montañosos y que es justo donde nacen los ríos; zona media, donde las

pendientes son más suaves y representa los cursos medios de los ríos; y zona baja que son las

partes relativamente planas donde se encuentran las terrazas fluviales y el curso inferior y

desembocadura del Mayales (Autoridad Nacional del Agua 2014) (figura 12).

En la subcuenca la producción superficial de agua incrementa en mayo, con el inicio de

la época de lluvias y tiene un mayor caudal entre septiembre y octubre. Éste desciende

70
nuevamente en noviembre con el inicio del periodo de secas. Según la Autoridad Nacional

del Agua el río produce una media anual de 271.2 millones de metros cúbicos (Autoridad

Nacional del Agua 2014).

Figura 12. Vista de la microcuenca desde el Cerro de la Cruz


desde donde se aprecian los cerros de Aguascalientes ( derecha) y
Güegüestepe ( izquierda).

Juigalpa y sus comarcas

El municipio de Juigalpa, dentro del cual se encuentra el área de estudio, forma parte de

la microcuenca del Mayales. Es uno de los 10 municipios de Chontales y es el centro político

y administrativo del departamento (figura 13). Es el municipio con mayor densidad

poblacional. A su vez, Juigalpa se divide en 28 comarcas, donde Juigalpa es el centro urbano

y el resto son zonas rurales que cuentan con sus propios representantes políticos ante la

alcaldía (Instituto Nacional de Información de Desarrollo 2008).

71
Figura 13. Mapa de los municipios del Departamento de
Chontales.

A excepción de la carretera a El Rama, los únicos caminos pavimentados, o mejor dicho

“adoquinados”, son los que llevan a La Libertad, Cuapa y Comalapa. Éstos a su vez dan el

acceso a las comarcas, pero por lo general solamente se llega a ellas por caminos de terracería,

muchos en muy mal estado.

Según datos del VIII Censo de Población y Vivienda (2005), en el Municipio de Juigalpa

había para ese año 51,838 habitantes, de los cuales 42,763 se distribuían en los barrios del

poblado (urbanos) y 9,075 habitantes vivían en las distintas comarcas del mismo municipio.

Por lo cual se estima que Juigalpa tiene una densidad de población urbana del 50 al 75%, y

rural del 25 al 50%. Según estimaciones, los índices de pobreza son altos y medios (Instituto

Nacional de Información de Desarrollo 2008).

Juigalpa funciona además como centro de reunión de ganaderos, ya que muchos acuden

a la subasta, que es una exposición semanal donde se compra y vende ganado, principalmente

72
vacuno. Son precisamente las vacas un elemento importante en la ideología y pensamiento

de los habitantes locales, tanto que se les suele encontrar ilustradas en el escudo de la

municipalidad, en los parques y casas.

La vida política y administrativa se rige por un alcalde, considerado como el

representante ciudadano. No obstante, las alcaldías se gobiernan por un consejo, conformado

por varios personajes que se reúnen mensualmente para la toma de decisiones y resolución

de problemas.

El área de estudio abarca buena parte de las comarcas de Aguas Buenas (con 285

habitantes según el censo del 2005), Aguas Calientes (con 222 personas), Amerrisque (con

147), Güegüestepe (con 119), Quebrantadero de Abajo y Arriba (que entre ambos tenían 369

habitantes), Piedras Grandes 1 (con 379), 2 (de 87) y 3 (con 494), Las Lajitas (con 430). Una

porción menor se encuentra dentro de los límites de Juigalpa.

En estas comarcas, los asentamientos modernos son comúnmente pequeños, alejados

entre sí y con las viviendas distribuidas de manera dispersa. Algunas de ellas, sobre todo en

los lugares más alejados, son habitadas por familias extensas. Estas viviendas solían ser

construidas con postes de madera, muros de bajareque y techos de teja. En las cercanías de

la montaña es más común el uso de tablas para la construcción de los muros.

Hoy se usan cada vez más bloques de concreto y láminas galvanizadas. Por lo general,

las casas suelen ser rectangulares, con una o dos habitaciones, en las cuales se cuelgan las

hamacas para descansar por las noches. También al interior, y con un poco de ventilación, se

suele encontrar la cocina en uno de los extremos de la casa. En otros casos la cocina está

fuera de la habitación principal. En el espacio circundante suele haber árboles frutales, algún

corral para aves y mamíferos pequeños, mascotas, un almacén y una letrina.

73
En muy pocas comunidades hay energía eléctrica, aunque hay quienes tienen plantas

generadoras que usan cuando es necesario. Por esta razón las noches en las comarcas son

oscuras y silenciosas. Las jornadas laborales, tanto para hombres que salen al campo, como

para las mujeres que preparan los alimentos, comienzan con la salida del sol y concluyen con

su puesta.

El acceso al agua potable depende de pozos comunitarios a los que suelen acudir

temprano mujeres y niños para colectar el agua para consumo y otras tareas domésticas.

Actividades como lavar ropa y bañarse se realizan en las quebradas. La mayoría de las

diligencias se hacen a pie, incluso ir a Juigalpa para comprar o vender mercancías, o solicitar

algún servicio. Los animales de monta se usan casi exclusivamente para recolectar y

transportar leña para los hogares, algo que hacen tanto hombres como mujeres. En otras

ocasiones se usan para acarrear el ganado o trasladarse entre poblados (figura 14).

Figura 14. Un día cotidiano durante la temporada de lluvias


en la casa de Don Juan, actual propietario de donde se encuentra el
sitio de Aguas Buenas.

74
Las mujeres suelen mantenerse en las casas, realizando las tareas cotidianas, aunque con

frecuencia salen a recolectar leña y ocasionalmente viajan a Juigalpa. Los baquianos salen

temprano para ordeñar las vacas, vender la leche y llevar el ganado a pastar. Estas tareas

suelen concluir temprano, antes del mediodía. Ya por la tarde, previo a la puesta del sol, salen

de nuevo a recoger las vacas y regresarlas al corral.

Otro trabajo es el de finquero, que son los encargados de cuidar y mantener los ranchos,

por supuesto, entre sus tareas también se encuentra la ordeña y alimentación del ganado. Hay

otros que trabajan como prestadores de servicios o albañiles. Incluso, aunque suene anómalo

en un paisaje ganadero, no es raro ver jóvenes corriendo al lado del camino, entrenando para

su próxima pelea de box.

Debido a la falta de servicios y la escasez de trabajo, buena parte de los habitantes de las

comarcas prefieren vivir en Juigalpa, donde, aunque resulta más fácil encontrar trabajo, es

igual de sencillo exponerse a algún peligro. El robo, con y sin violencia, forma parte de la

cotidianeidad de Juigalpa, al igual que el acoso hacia las mujeres en las calles.

Vegetación general

La vegetación de la cuenca corresponde con los bosques medianos o bajos

subcaducifolios de zonas cálidas y semihúmedas (Salas 1993). Por su parte Taylor (1959)

divide el bosque de la región en: monte, monte abierto, matorral y sabana, categorías que

representan las fases de degeneración de la vegetación nativa.

Estos bosques se caracterizan por tener especies espinosas de 1 a 3m de alto con árboles

esparcidos. Éstos se han desplazado a las zonas donde no fueron talados y/o quemados para

que transitara y pastara el ganado. La falta de vegetación alta hace que el lugar se erosione

más rápidamente y sea más seco y cálido (Salas 1993).

75
En las zonas más elevadas se conserva el mayor porcentaje de bosques, no obstante,

según análisis de imágenes satelitales hechos por la Autoridad Nacional del Agua (2014), la

deforestación ha incrementado drásticamente en las últimas décadas. Consideran que, para

el año de 1986, fecha de la cual obtuvieron imágenes analizadas, gran parte de la subcuenca

era de pasto con árboles, seguido de vegetación arbustiva y una menor proporción de maleza

compacta. En la cordillera, la vegetación era de bosque latifoliado. Con el incremento de la

actividad ganadera, para el año 2000 los terrenos de pasto mejorado y pasto con maleza se

habían extendido considerablemente, llegando hasta la cordillera. Para ese año ya se había

perdido buena parte de los bosques. Con análisis de imágenes recientes (2013) notaron que

este fenómeno se incrementa considerablemente, al grado tal que el bosque prácticamente ha

desaparecido (Autoridad Nacional del Agua 2014).

Basados en la clasificación de las últimas imágenes analizadas por la Autoridad Nacional

del Agua (2014), en el área de estudio domina la presencia de pastos con jícaros y árboles, y

pastos con maleza (entre los que se encuentran franjas de pasto mejorado), seguidos de

menores porciones de maleza compacta y vegetación arbustiva. Una pequeña proporción de

bosque se encuentra en los márgenes de los ríos Mayales y Cuisalá y en comunidades

pequeñas en la montaña (figura 15).

76
Figura 15. Paisaje típico de pastos con árboles durante la
temporada de lluvias en las cercanías de Aguas Buenas. Al fondo se
encuentra la Cordillera de Amerrisque.

El bosque caducifolio, que todavía se encuentra en las partes de mayor altitud en la

subcuenca, se caracteriza por especies de árboles como el Madroño (Calycophyllum

candidismus), cedro real (Cedrella odorata), caoba (Swietenia macrophylla King) y jocote-

jobo (Spondias mombin) (Taylor 1959). También se pueden encontrar otras especies como

Ceibo barrigón (Bombax barrigon), Carao (Cassia grandis), Guapinol (Hymenaea

courbaril), Cachimbo (Platymiscium pleiostachyum), Chiriquí (Miconia argéntea), entre

otros (Taylor 1963). En los márgenes de los ríos se puede encontrar árboles tales como zapote

mico (Couroupita nicaraguensis) y ceiba (Ceiba pentandra) (Autoridad Nacional del Agua

2014; Taylor 1959).

El monte abierto caducifolio, presente tanto en las partes altas como en las bajas menos

alteradas, tiene guácimo ternero (Guazuma ulmifolia), pochote (bombascopsis quinata),

quebracho (Pithecellobium arboreum), jiñocuabo (Bursera simaruba), nacasolo o nacascolo


77
(Caesalpinia coriaria), roble o macuelizo (Tabebuia pentaphylla), Guanacaste

(Enterolobium cyclocarpum), ceibo barrigón (Pseudobombax septenatum), aceituno

(Simarouba amara), carao, granadillo (Dalbergia retusa Hemsl) y ceiba (Ceiba pentandra)

(Taylor 1959).

La sabana se encuentra sobre todo en las partes bajas de la cuenca, y se caracteriza por

pastos con árboles dispersos. A pesar de ser generalmente un tipo de vegetación secundaria,

es decir, la que llega después de la tala del bosque, Taylor (1959), con base en las

características de estas comunidades vegetales, su extensión, densidad, distribución y el tipo

de uso del suelo, considera que podría tratarse de comunidades antiguas “posiblemente

anteriores a la llegada de los españoles”. Se le puede dividir en tres tipos de sabana según el

árbol dominante (Taylor 1959: 267-268):

 Jícaro sabanero (Crescentia alata). Comunes de llanos dedicados desde hace

tiempo como pastizales, se asocian más a suelos de capa profunda de arcillas

negras de los trópicos (Taylor 1963). Se le relaciona con grandes extensiones de

pastizales, guásimo (Guazuma ulmifolia) y cornizuelo (Acacia costaricensis).

 Roble Blanco (Tabebuía pentaphylla). Reemplazan a las primeras y son

consideradas como resultado de incendios severos. Se les encuentran más en

laderas de suelos esqueléticos o en llanuras aluviales como los del suelo lanilla.,

donde dominan especies como Chaparro (Curatella americana), Nancite

(Byrsonimoa crassifolia) y Guayabo (Psidium guajava).

 Chaparro. Son sabanas con una gran vegetación arbustiva. No son tan comunes y

se relacionan con el desarrollo de bosques abiertos más viejos. Las especies

comunes son cornizuelo (Acacia costaricensis), Chaparro (Curatella americana),

78
curata o parica (Croton hofmanni), aromo (Acacia Farnesiana) y Cachito de

aromo (Pithecolobium dulce).

Obtención de recursos en el Chontales actual

Una parte del trabajo de campo consistió en el registro de las especies vegetales y

animales del área de estudio. Se prestó especial interés en los usos actuales que tienen éstas

y su importancia para el ecosistema de la microcuenca. En el Apéndice 3 se proporcionan

datos recopilados sobre los distintos usos que se dan de las plantas y animales, para su

consumo, como remedios curativos, la fabricación de artefactos o fines ornamentales. La

obtención de estos recursos depende en gran medida de las dos estaciones del año: temporada

de secas y de lluvias. Nótese el uso de palabras de origen nahua a la par de otras posiblemente

misumalpas (2014b).

Entre las plantas de uso se encuentra: pata de venado (Bauhinia ungulata), coyol

(Acrocomia aculeata), coyolito (Bactris major), madroño (Calycophyllum candidissimum),

guácimo ternero (Guazuma ulmifolia), tigüilote (Cordia dentata), curarina (Securidaca

sylyestris), capulín (Muntigia culabura), teonoste (Acanthocergus tetragonus).

Entre los árboles maderables que se usan con mayor frecuencia17, se encuentra parte de

los ya mencionados previamente como son: cedro, pochote, guanacaste, guácimo, aceituno,

roble y granadillo. Entre otros están: panamá (Sterculia apetala), chiquirín (Myrospermum

frutenscens), tempisque (Mimosa platycarpa), cachito (Stemmadenia ssp.) y hoja chigue

(Curatella americana). Éstos generalmente se encuentran en los márgenes del río Mayales y

se les emplea mayormente para la construcción de viviendas.

17
Aunque hoy en día ciertas especies están protegidas y se han dejado de talar.

79
Los frutos que más se consumen hay: nancite (Byrsonima crassifolia), pitaya (hylocereus

undatus), marañón (Anacardium occidentale), mango (Mangifera Indica, importada por los

españoles), jícaro (Crescentia cujete), coyolito (Bactris major), níspero (Achras sapota),

jocote (Spondias purpurea), mamón (Melicocca bijuga), tamarindo (tamarindus indica,

importado), chile congo (posiblemente chile piquín (Capsicum annuum L).

En cuanto a los animales, destacan: paloma ala blanca (Zenaida meolda); chirica

(Coturnix coturnix), oropéndola (Psarocolius montezuma), tinco (no identificado), macuá

(Panyptila ssp.), chingá o popones (no identificado), gongolona (Crypturellus soui), gallina

de monte (no identificado), pavo salvaje (posiblemente Meleagris gallopavo), caguar

(Ramphastos sulfuratus), guardabarranco (Ramphastos sulfuratus), saltapiñuelas

(Campylorhynchus rufinucha); el sinsontle (Turdus grayi), Chocoyo (Aratinga canicularis),

zapoyolito (Brotogeris jugularis) y paricón (Aratinga finschi).

Sobre los peces, de los que se documentaron, fueron: sábalo (Prochilodus lineatus),

guapote (Parachromis managuensis), sardina (Melaniris sardin), juilín (Rhamdia spp.),

guabina (Gobiomorus dormitor), tilapia (posiblemente Tilapia mossambica, especie

importada) y cangrejo (posiblemente Uca lactea mjoebergi).

Entre los animales que se consumen está el conejo (Sylvilagus brasiliensis), guardatinaja

o guilla (Agouti paca), sahino o sajino (Tayassu tajacu), jabalí (Tayassu pecar), venado

(posiblemente Odocoileus virginianus), guatusa (Dasyprocta punctata), cusuco o armadillo

(Dasypus novemcinctus), tigrillo (Felis pardalis), mono congo (Alouatta villosa) y mono

araña (Ateles geoffroyi).

Sobre los reptiles, entre los más comunes se pueden mencionar: culebra (sin identificar

especies específicas), tortuga pecho quebrado (Kinosternon scorpioides), tortuga sabanera

80
(Rhinoclemmys pulcherrima), iguana (Iguana iguana), garrobo (Ctenosaura similis) y

cuajipal (Caiman crocodilus).

Cultivo. Pocos terrenos son los que se cultivan, entre ellos se pueden mencionar los

sembrados por las cooperativas (terrenos trabajados por colectivos de familias) y la presencia

de huertos pequeños en las parcelas de las casas y otros terrenos dispersos que los propietarios

dedican para el cultivo.

Entre las áreas consideradas con mayor potencial (posiblemente tanto durante la época

prehispánica como en el presente) para el cultivo se encuentran las planicies cercanas a

Sabana Grande, donde se unen las quebradas de Carca y Manigua, las parcelas de Roberto

Amador, la franja donde se cruzan las quebradas de Copelitos y las Tablas, los terrenos entre

el Cerro Güegüestepe y el Río Mayales y, en general, en ambos márgenes de este río y la

quebrada Cuisalá.

Entre los productos que se siembran con frecuencia, se encuentran yuca, maíz, frijol,

trigo, calabaza, ajo, chile, papaya, melón, sandía, sorgo, principalmente (Don Teyo, enero de

2017). Según Taylor (1959), debido al tipo de suelo y los problemas de erosión, el

rendimiento del cultivo de maíz es bajo y se le explota por métodos rudimentarios. En ese

sentido, el sorgo tiene mayor rendimiento porque soporta más la sequía y se le puede sembrar

en suelos franco-arcillosos aluviales bajos.

En cambio, como ya se mencionó, la siembra de pasto mejorado es una de las actividades

más importantes y de las que más terreno ocupan. Entre los pastos mejorados (introducidos

en la época moderna), se encuentran: Guinea, Amargosa, Jaragua, Mombaza y Angeltón.

Hay otras especies nativas que crecen tras la quema o rotación de los terrenos, estos son

Bouteloula, Arístida (Taylor 1959).

81
Identificación de nacimientos de aguas termales. Por otro lado, entre los recursos

naturales con los que cuentan los habitantes de la región, se encuentran nacimientos de aguas

termales o Aguascalientes. En el área de estudio se identificaron dos de éstos, uno al noroeste

del Cerro Aguascalientes y otra en un pequeño afluente que nutre a la quebrada del Carca.

Estos elementos destacan en el paisaje por la temperatura que pueden alcanzar el agua

(suficiente para hervir un huevo, según los relatos), su alto contenido en minerales buenos

para los animales y las propiedades curativas que tienen en los humanos. Además de que, de

alguna manera que no pudo ser explicada, se les relaciona con los indios de antes,

posiblemente por su relevancia en el terreno.

82
Capítulo 4

Documentación de estructuras circulares: metodología

Introducción

La metodología empleada se divide en dos partes, primero, los procedimientos usados

durante el trabajo de campo, y luego, el procesamiento de los datos para los objetivos de la

presente tesis.

La metodología de campo se subdivide en dos: la del recorrido inicial y la del recorrido

sistemático. El procedimiento fue establecido por la Mtra. Natalia Donner, como parte de su

tesis doctoral dentro del PACEN.

A la etapa del trabajo de campo inicial se le llamó “recorrido piloto”, usada para cubrir

de manera sistemática el espacio inmediato alrededor de Aguas Buenas y La Pachona,

identificar la cultura material presente, el entorno y diseñar la sistematización del registro de

evidencias arqueológicas. La segunda parte de los procedimientos consistió en el recorrido

sistemático de 42km² para el registro de sitios con arquitectura, con base en la metodología

creada por la Mtra. Natalia Donner y el Lic. Alejandro Arteaga, en colaboración con la Lic.

Dita Auzina como parte del PACEN.

La segunda parte de la metodología corresponde a la selección y análisis de la muestra

estudiada específicamente para la presente investigación.

Metodología de campo

Recorrido piloto. El recorrido de superficie inició con la propuesta de realizar un

reconocimiento de superficie de cobertura total de alta intensidad en los alrededores de Aguas

Buenas y La Pachona, considerados como asentamientos de interés por el PACEN; cerca de

83
los cuales se suponía el hallazgo de sitios que permitirían conocer la cronología de ocupación

prehispánica en la región de Juigalpa y comenzar a estudiar posibles prácticas comunes.

Esta parte de la metodología se basa en lo propuesto por B. Stark y P. Showalter (1990)

para el registro de elementos arquitectónicos a nivel doméstico en el estado de Veracruz,

México. El objetivo de estos autores fue cubrir de manera sistemática un área reducida, pero

usando una estrategia más intensiva (Stark y Showalter 1990), que permitiera el registro de

montículos pequeños y concentraciones de artefactos. Las franjas para el recorrido y registro

de estos elementos tuvieron una separación de 20m, que se consideraba como el diámetro

mínimo de una casa con su patio.

Esta metodología fue retomada por N. Donner y J. Hernandez (2011) durante sus

investigaciones en el municipio de Emiliano Zapata, también en Veracruz. Sin embargo,

notaron que, en su área de estudio, este parámetro de distancia no era suficiente para el

registro de la totalidad de evidencias, por lo que propusieron dos etapas distintas para el

recorrido. Ambas etapas fueron retomadas en el PACEN, con la intención de delimitar la

extensión máxima de los sitios ya mencionados, registrar las evidencias arqueológicas

visibles asociadas y considerar las condiciones ambientales, materiales y temporales para la

planeación de las futuras intervenciones.

El primer tipo de recorrido, conocido como piloto, consiste en el “conteo rápido de la

cantidad de estructuras y que sirviera como panorama general de la distribución de las

parcelas, así como de las evidencias arqueológicas” (Donner y Hernández 2011: 131). El

segundo tipo, según los autores, es “el mapeo, registro y recolección de materiales” (Donner

y Hernández 2011: 131), que, a excepción de la colecta, es la siguiente parte de los

procedimientos empleados en campo para la presente investigación.

84
La diferencia entre la metodología de Stark y Showalter (1990) y Donner y Hernández

(2011), es que los primeros buscan registrar desde el inicio cada estructura, mientras que los

segundos, primero identifican sitios con arquitectura y luego los registran. En ese sentido, en

principio no es cobertura “de alta intensidad”, porque desde el inicio no permite la

localización de la totalidad de estructuras; pero una vez identificados los sitios arqueológicos,

se convierte en una, al cubrir la totalidad de parcelas donde se registraron evidencias.

Esta fue la estrategia seguida por el PACEN durante las temporadas de campo. El

recorrido piloto comenzó con la delimitación del área, para ello, se usó como referencia el

plano cartesiano de coordenadas proyectadas Universal Transversal Mercator (UTM),

expresadas en el sistema WGS84. Dentro de este sistema, la zona geográfica en la que se

ubica Nicaragua es 16 del hemisferio norte.

Para el caso de Aguas Buenas se trazó una retícula rectangular de 12km² que cubriera

arbitrariamente el sitio y sus alrededores. Las coordenadas de las esquinas que conforman el

rectángulo son: N 13 41 000 hasta 13 44 000, y E 6 76 000 hasta 6 80 000. Para La Pachona,

se consideró un rectángulo de poco más de 1km², enmarcado por un camino al oeste y el río

Mayales al este. Sus coordenadas fueron: N 13 34 620 a 13 36 000, y E 6 77 100 a 6 77 819

(Geurds et al. 2015).

Posteriormente, concluido el primer recorrido piloto, y basados en las consideraciones

preliminares de la primera etapa de recorrido sistemático en el área de 12km², se planearon

extensiones en el área de estudio, con la finalidad de ampliar el conocimiento las dinámicas

de ocupación prehispánica y en busca de una perspectiva de carácter regional. Por lo que,

además de cubrir los alrededores de los sitios mencionados, se buscó abarcar la mayor

diversidad de terrenos posibles, tales como lomeríos, cerros, planicies, márgenes de cauces

de ríos, quebradas permanentes e intermitentes (Geurds et al. 2015).


85
Dichas ampliaciones mantuvieron el sistema de referencia ya mencionado, creando

cuadrantes de 1km² en las áreas de interés. En el caso de Aguas Buenas, se hicieron

ampliaciones de acuerdo con la topografía: al este, para aproximarse al pie de la cordillera

Amerrisque y cubrir algunas quebradas intermitentes y permanentes; al oeste, para envolver

mayor parte del río Mayales y las serranías que delimitan su cauce; al sur, para completar las

partes profundas de la cuenca, los alrededores del río Mayales y Carca.

Las coordenadas finales de sus esquinas fueron: 1: N 13 44 000 y E 6 72 000; 2: N 13 42

000 y E 6 72 000; 3: N 13 42 000 y E 6 75 000; 4: N 13 40 000 y E 6 75 000; 5: N 13 40 000

y E 6 81 000; 6: N 13 42 000 y E 6 81 000; 7: N 13 42 000 y E 6 84 000; y 8: N 13 44 000 y

E 6 84 000. Delimitando un espacio de 36km².

Alrededor del Cerro de la Cruz, se trazaron 4km², con el fin de recorrer sistemáticamente

no solo la cima del lugar, en la cual, según la tradición oral local, había montículos, sino

además las planicies y cerros que lo circundan. Las coordenadas de las esquinas de este

cuadrante fueron: E 6 81 000/6 83 000 y N 13 38 000/13 40 000.

Se ampliaron los recorridos en La Pachona, a un total de 9km², cubriendo parte de los

cerros ubicados al oeste y sur, además de parte de los afluentes de los ríos Mayales y Cuisalá.

Se comprenden en las siguientes coordenadas: N 13 33 000/ 13 36 000 y E 6 76 000/ 6 79

000.

Mientras que, para el Cerro los Andes, ubicado en una de las altiplanicies de la Cordillera

Amerrisque, debido a lo complicado de la topografía y densidad de la vegetación se empleó

una estrategia alternativa, caminando la parte alta de la elevación siguiendo el terreno y

respetando los transectos cada 20m. Esta zona fue elegida para cubrir otro tipo de topografía

en un área donde se sabía que de la presencia de restos arqueológicos.

86
El registro de evidencias arqueológicas en superficie tenía la misma finalidad en todas

las fases del trabajo de campo: un reconocimiento de superficie de cobertura total, como el

propuesto por N. Donner y J. Hernández (2011). En ese sentido, se exploró completamente

el terreno, usando una escala suficiente que permitiera la identificación de la totalidad de

sitios arqueológicos y concentraciones de materiales visibles. Para la identificación de estos

elementos, se caminaron transectos con 20m de separación entre los miembros del equipo de

trabajo. La orientación de las líneas dependió de la topografía, visibilidad y uso actual del

terreno (Geurds et al. 2015). No obstante, se dio prioridad a la orientación este-oeste (figura

16).

Figura 16. Mapa con la delimitación de las áreas de recorrido


y sus respectivos transectos.

En ocasiones, donde la vegetación fuera demasiado densa, los miembros del equipo se

agruparon por motivos de seguridad y eficacia, quedando divididos en líneas de 40m. Una

87
vez cubierta la vegetación densa, los integrantes se volvieron a separar en líneas de entre 5 y

20m de separación.

Aquí cabe hacer algunas precisiones, si bien el reconocimiento de cobertura total de alta

intensidad (Stark y Showalter 1990) tiene la finalidad de identificar, desde el inicio, todas las

estructuras visibles en superficie, aquí no cumple con ese objetivo. La diferencia con la

metodología propuesta por los autores radica en el diámetro de las estructuras; mientras que

en Veracruz los montículos tienen un tamaño de 20m, en Chontales los círculos de piedra se

promedian en 6.5m., por lo tanto, aplicando la regla de los 20m, en teoría no es posible

comprobar que se haya identificado la totalidad de estructuras. Sin embargo, basado en

observaciones hechas sobre las líneas de recorrido y la ubicación de los montículos, fue

posible apreciar que los montículos aislados pudieron ser observados hasta una distancia de

18m. Según un análisis de vecino más cercano realizado con las herramientas de análisis

vectorial de QGIS, la distancia media entre los montículos es de 15.86m, por lo que cualquier

conjunto mayor a dos pudo ser claramente apreciado por alguno de los miembros del equipo

de recorrido piloto (figura 17).

En ese sentido, la cobertura total del terreno en el caso del PACEN no sólo se basó en el

tamaño de las estructuras, sino en la combinación entre diámetro y distancia media entre

montículos, por lo que consideramos que es muy probable que se haya identificado, desde el

recorrido, cualquier montículo o conjunto mayor a dos unidades (figura 18).

88
Figura 17. A pesar de la mala visib ilidad de superficie, las
características de los montículos permiten identificarlos. En este
caso, en primer plano se muestra un montículo, y detrás de éste, a la
izquierda, es posible apre ciar otro montón de rocas .

Figura 18. Miembros del equipo de tra bajo antes de iniciar


una nueva línea de recorrido a orillas del camino que conduce a
Aguas Buenas.

89
Para el registro de los hallazgos de superficie y recorrido de las líneas se usaron GPS de

mano Garmin modelos eTrex 10 y eTrex H. Con ellos se marcó la recurrencia de las

concentraciones, o bien, elementos aislados de la diferente cultura material conformada por

cerámica, lítica tallada, lítica pulida, montículos, columnas de basalto, petrograbados, pocita

y fósiles. Pero además otros rasgos naturales como yacimientos de arcillas, de rocas o

nacimientos de aguas termales; y culturales modernos, tales como cimientos de casas

antiguas y restos de arquitectura de guerra.

Al no realizarse recolecciones de materiales de superficie, únicamente se fotografió la

mayoría de los vestigios arqueológicos marcados con GPS. El registro gráfico incluyó

elementos destacados del relieve, la hidrografía, flora y fauna apreciada.

La información de carácter espacial fue descargada usando el software libre llamado GPS

Trackmaker, creado por Geo Studio Tecnología Ltda., en el cual se separaron los waypoints

según las distintas categorías de datos. Por ejemplo, se creó un archivo que contenía todos

los hallazgos de cerámica, otro de lítica tallada y así para cada grupo.

Recorrido sistemático. Tras seguir estos procedimientos, al finalizar la etapa de

recorrido de superficie, ya se contaba con información de la distribución de la distinta cultura

material reconocible. A pesar de identificar concentraciones de materiales, sobre todo en las

partes bajas de la subcuenca, para fines de la investigación, el registro de asentamientos se

enfocó en aquellos que contaban con restos de arquitectura.

Aquí es importante hacer una aclaración, durante el reconocimiento de superficie, se

marcó la recurrencia de la presencia de restos materiales, no su cantidad o porcentaje, razón

por la cual, los waypoints sólo pueden ser usados para conocer la distribución espacial

relativa de las categorías de objetos y hacer cálculos de cantidades aproximadas, apoyándose


90
en los datos que se conservan en el diario de campo. Además, en algunas ocasiones

(estimadas porcentualmente bajas), se marcaron puntos como restos arqueológicos, pero no

resultaron ser así, ya que simples rocas o afloramientos rocosos llegaron a ser confundidos

con montículos, lítica tallada y pulida. Esto no sucedió con restos más evidentes, como los

petrograbados, las pocitas, restos de cerámica (aunque hubo ocasiones en que se registraron

tiestos modernos), columnas de basalto y fósiles.

El procedimiento empleado durante el registro consistió en caminar de nuevo hacia los

puntos marcados con “M” para confirmar o descartar su presencia, tal como se había

propuesto por Donner y Hernández (2011) dentro de su metodología.

En caso de encontrar restos arquitectónicos, generalmente de concentraciones circulares

de rocas, inició la documentación de dicho lugar. Primero, se solicitaba permiso al

propietario, se consultaba su nombre o nombre del paraje y anotaban esos datos en el diario

de campo. Posteriormente, se caminaba el sitio por parcelas, dividiendo el equipo de trabajo

en líneas rectas de 5m de separación entre cada persona. Esta medida fue adoptada, debido a

que las construcciones más pequeñas tenían más de 1m de diámetro, por lo que 5m entre cada

persona permitía la visibilidad necesaria para que alguien la identificara (figura 19).

91
Figura 19. Parcela con montículos actualmente usada para el
cultivo de maíz. El terreno tiene buena visibilidad tan to paralela
como de superficie.

Las líneas eran guiadas por la orientación de las cercas de cada parcela, es decir,

comenzábamos caminando al margen de una cerca, siguiendo una línea horizontal, y así

consecutivamente hasta cubrirla por completo cada parcela hasta encontrar los límites del

asentamiento. En caso de identificar un patrón específico en la distribución de los montículos,

éste era seguido.

De igual manera fueron caminados ambos márgenes de quebradas cercanas a los sitios.

Esto se hacía porque en muchas ocasiones, sobre todo en las cercanías de Aguas Buenas,

solían encontrarse petrograbados en los afloramientos rocosos cercanos a las fuentes de agua.

Se tomaban fotografías generales y de detalle de los motivos grabados y se marcaba cada

panel con un punto GPS (figura 20).

92
Figura 20. Ejemplo de petrograbado encontrado al margen de
la quebrada de Aguas Buenas, cera de San Isidro.

Durante la primera caminata por parcelas, los montículos eran marcados con un waypoint

o usando banderillas de plástico para una primera ubicación de la distribución de las

construcciones.

Una vez delimitada la distribución de construcciones, comenzaba el registro de las

estructuras, entre lo que se tomaron medidas del largo (diámetro máximo en el caso de figuras

circulares), ancho (diámetro mínimo en el caso de figuras circulares) y altura máximas y

mínimas (de la parte central del montículo a la superficie del terreno), se marcó un punto con

GPS al centro de la construcción y una fotografía con escala y flecha indicando el norte.

Posteriormente, se realizó una inspección más detallada para anotar en una cédula de campo

la mayor cantidad de datos posibles.

En el registro sistemático de los primeros 12km², se emplearon las cédulas creadas por la

Lic. Dita Auzina para complementar el mapeo con estación total en el sitio de Aguas Buenas.

93
No obstante, los objetivos de estas cédulas eran distintos a los que se perseguían en la

presente investigación, por lo cual, se hicieron varias modificaciones hasta lograr una versión

final usada en el resto del área (Véase Apéndice 1), la cual resultara apropiada para obtener

la mayor cantidad de datos posibles en un sitio no mapeado con estación total. De manera

rápida, precisa y detallada se cubrieron los siguientes campos:

 Datos de identificación: número de montículo, de Waypoint y de fotografía y tipo

de cámara usada.

 Información general: nombre de la localidad, nombre del propietario, fecha del

registro y nombres del equipo que registró.

 Visibilidad: clasificada en dos tipos, según las consideraciones hechas por Stark

y Garraty (2008) sobre la influencia de la visibilidad en la capacidad de identificar

elementos arquitectónicos. Se le dividió en visibilidad de superficie, que refiere a

la capacidad de apreciar material arqueológico en la superficie del terreno sobre

el cual se caminó; y visibilidad paralela, que es la capacidad de apreciar el entorno

en general, con perspectivas abiertas donde se pueden identificar la presencia de

montículos, aunque estos no tengan visibilidad de superficie. Para cada una se

asignaron valores de alta (H), cuando el pasto cubría por encima de los pies; media

(M), cuando no superaba el nivel de las rodillas o baja (L), cuando sí lo hacía

(figura 21).

94
Figura 21. Terreno con mala visibilidad paralela y de
superficie. Al fondo se aprecia el Cerro de l a Cruz.

 Medidas: la extensión mínima (igual a ancho en una forma rectangular) y máxima

(el largo de una forma rectangular) en metros, altura mínima (desde el centro del

montículo hacia el nivel de superficie con menor altitud, generalmente hacia

donde asciende la pendiente) y máxima (desde el centro hacia el lado que más

sobresale de la superficie, usualmente hacia donde desciende la pendiente),

mayormente en centímetros. Además, se anotó la orientación con respecto a los

rumbos cardinales de cada una de las medidas tomadas (figura 22).

95
Figura 22. Miembros del equipo de trabajo usando nivel de
hilo para medir la altura máxima de un montículo.

 Uso actual del terreno: entre los cuales estaba el cultivo, vivienda, pastoreo de

ganado y “monte” o vegetación nativa de tipo bosque.

 Cultura material visible: el tipo de hallazgos (los ya mencionados) y su densidad

relativa asociada a cada montículo: entre 1 y 20 elementos era considerada como

densidad baja (L), la densidad media (M) se encontraba entre 21 y 40, y una

densidad alta (H) obedecía a más de 40 piezas. Estos parámetros fueron

establecidos con base en las cantidades máximas y mínimas identificadas en

superficie, por lo que es una cifra arbitraria adaptada a este caso particular.

Cuando fue necesario, se agregaron detalles adicionales.

 Forma del montículo: considerando que pocas construcciones eran perfectamente

redondas, sus formas podían ser circulares, ovalada (más alargadas de un lado que

96
otro, en una proporción aproximada de la mitad del lado más angosto), rectangular

u otra. En los circulares se encontraron semicompletos o parciales.

 Ángulo del talud: que refiere al grado de inclinación de las partes laterales o

laderas del montículo, la cual podía ser poco inclinada o estar a nivel de superficie

(0 a 35°), tener un ángulo moderado (35 a 55°) o muy inclinado (mayor a 55°)

(figura 23).

Figura 23. Ejemplo de montículo circular, con un ángulo


menor a 35°, construido sobre una superficie irregular, elevado, con
una cumbre redondeada, en buen estado de c onservación, hecho de
sedimento con fragmentos de roca madre y con un círcu lo
delimitando la construcción.

 Inclinación: el tipo de superficie sobre la cual fue construido, que pudo ser

uniforme (sobre una superficie plana) o irregular (sobre una pendiente). Se marcó

la dirección hacia la cual descendía el terreno en el caso de los irregulares.

97
 Tipo de elevación: si el montículo se destacaba sobre el nivel de la superficie o

no. Generalmente una altura menor a 10cm era considerada como a nivel de

superficie.

 Forma de la cima o cumbre: la cual podía ser redondeada o plana. En caso de ser

plana y elevada, se tomaba la extensión máxima de ésta. Es probable que la gran

mayoría de ellos fuera plana en un principio, pero la erosión, el tránsito del ganado

y la remoción de rocas terminaron por agotar los extremos de la base superior, o

cumbre (figura 24).

Figura 24. Ejemplo de montículo circular, con un ángulo


superior a los 55°, construido sobre una superficie uniforme,
elevado, plano en la cumbre, en un buen est ado de conservación,
hecho de rocas con sedimento y con un círculo delimitando la
construcción.

 Ajustado a: refiere al tipo de lugar sobre el que está construida directamente la

estructura, por ejemplo, planicie, pendiente, cima de loma o cerro.

98
 Asociado a: hace alusión a una escala mayor o entorno general, por ejemplo,

cercano a un río, quebrada, cerro o loma baja, principalmente.

 Afloramientos de roca madre: si los había debajo del montículo, en los

alrededores o no se encontraban cerca.

 Estado de conservación: el cual podía ser alto (H), medio (M), bajo (L) o no

apreciable. En caso de identificarse factores de deterioro, se anotaba si estos se

debían a causas antrópicas como cercas o caminos, o naturales, como árboles,

agujeros de animales u otros.

 Composición: la proporción de los materiales empleados para su construcción,

como hechos únicamente de rocas, de rocas mezcladas con sedimento, de

sedimento con rocas o sólo de sedimento (figura 25).

Figura 25. Ejemplo de montículo ovalado, con un ángulo


entre los 35 y 55°, construido sobre una superficie irregular,
elevado, redondeado, con una conservación moderada, hecho
únicamente de fragmentos de roca madre y sin un círculo
delimitando claramente la construcción.

99
 Tipo de suelo: en campo resultó complicado identificar el tipo de suelo, por lo que

sólo se describieron sus características físicas, tales como la consistencia, textura

y color. Sobre la calificación de suelos se empleó la tipología local.

 Tipo de roca usada: pudieron ser cantos rodados o roca madre extraída,

principalmente. En ambos nos referimos a la posible procedencia de las mismas,

no el origen geológico de la roca. La primera son fragmentos de roca extraídos

posiblemente del mismo lugar, debido a que son el mismo tipo de rocas que los

afloramientos circundantes. El segundo, son rocas que por sus características es

probable que fuera tomadas del lecho de algún río o quebrada cercana.

 Tamaño de las rocas: si estas fueron chicas (S, de 1 a 20cm), medianas (M, de 20

a 40cm) o grandes (L, superiores a los 40cm) en la cumbre (o parte central), los

costados (o talud) y el desplante (la sección inferior).

 Círculo de rocas: la presencia de un cerco (o varios) de piedras que delimita

claramente el montículo; en donde se registró el tamaño de las rocas y si era un

círculo completo, semicompleto o parcial, la orientación hacia la que está el

alineamiento y la distancia entre las rocas (figura 26).

 Croquis: en caso de considerarse necesario, se agregaba un croquis del montículo

o conjunto de los mismos. Además de datos adicionales que no se incluyeron en

la cédula.

100
Figura 26. Ejemplo de montículo circular, con un ángulo
menor a 35°, construido sobre un terreno plano, plano por estar a
nivel de superficie, con un estado de conservación moderado, hecho
de cantos rodados con sedimen to y con dos círculos de rocas.

Para la nomenclatura, se empleó un sistema alfanumérico, en el cual de preferencia se

ponían las dos iniciales del propietario, el número de parcela en números romanos y el

número de montículo en número arábigos. Por ejemplo, la nomenclatura SR-I-23,

corresponde a al propietario Sebastián Ríos, parcela uno, montículo veintitrés.

Al igual que con el recorrido de superficie, diariamente se descargaban los datos del GPS,

fotografías y comenzó la digitalización de las cédulas de campo en Microsoft Access.

Continuamente se creaba un archivo en Excel para llevar un orden de las nomenclaturas

empleadas para denominar a cada montículo, así como sus coordenadas UTM. La estudiante

de licenciatura Leontien Talboom, creó la base de datos. Esto facilitó su procesamiento y

posterior análisis estadístico y espacial.

101
Procesamiento de datos. El procesamiento digital de los datos recuperados en campo

comenzó con la importación de los datos del GPS de mano al programa GPS Trackmaker.

La información espacial en formato .GPX, posteriormente fue convertida en formato .SHP

en el programa especializado QGIS, versión 2.18. Los procesos que no están disponibles en

QGIS, fueron trabajados en la versión 10.3 de la extensión ArcMap del programa ArcGIS.

Desafortunadamente para el área de estudio no se cuenta con datos precisos del terreno.

Con base en las observaciones de los datos obtenidos en campo, fue posible identificar en la

carta topográfica correspondiente a Juigalpa, un desfase de al menos 400m hacia el sur

(Geurds et al. 2015). Cabe señalar que este hecho se debe, en parte, a que los mapas

disponibles, corresponden a fotografías aéreas tomadas en 1987 y procesadas posiblemente

con otro sistema de coordenadas, por lo que pudo haber un error de conversión de unidades.

Para subsanar esta falta, se crearon nuevos Modelos Digitales de Elevación (DEM, por

sus siglas en inglés) de Chontales a partir de la información del terreno disponible en

imágenes del satélite Landsat 8, con una resolución por píxel de 20m. Las imágenes fueron

descargadas gracias al programa de Observación y Ciencia de los Recursos Terrestre (EROS,

por sus siglas en inglés) del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS, por sus siglas

en inglés), perteneciente al centro de servicios de usuarios Land Processes Distributed Active

Archive de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus

siglas en inglés). A partir del modelo ráster del terreno, se crearon curvas de nivel, modelos

de pendientes, modelos de dirección y acumulación de flujo y delimitación de cuencas

hidrográficas. La información correspondiente a caminos, ríos principales, precipitaciones,

poblados y límites políticos de departamentos y municipalidades fue proporcionada por el

Instituto Nacional de Estudios Territoriales de (INETER) de Nicaragua.

102
Para la delimitación de ríos y quebradas, el estudiante de licenciatura Kaz Van Dijk y de

maestría Simone Casale (2016), como parte de sus trabajos de tesis, se encargaron de

identificar, marcar en campo y dibujarlas sobre imágenes satelitales en el programa Google

Earth Pro. La calidad de las capas creadas a partir de este método fue comparada con los

modelos de pendiente, dirección y acumulación de flujo que fueron creados a partir del DEM

de Chontales. Se hicieron algunas correcciones tras comparar ambos modelos, mejorando su

precisión.

Para las correcciones de los ríos, caminos, la delimitación del poblado de Juigalpa y

ubicación de construcciones modernas (incluyendo sin clasificar casas, escuelas, corrales,

bodegas, fábricas, entre otros) se acudió a las imágenes satelitales de Google Maps

disponibles en la extensión OpenLayers sobre las cuales se dibujaron estos elementos. Las

imágenes satelitales fueron tomadas en el 2013 por los satélites Astrium Cnes y Spot Image.

Finalmente, para representaciones a mayor escala, se descargaron Modelos Digitales de

Elevación creados por la Misión Topográfica del Radar Shuttle (SRTM, por sus siglas en

inglés), con una resolución de píxel de 90m. Las imágenes se encuentran disponibles en el

portal de internet del Consorcio para Información Espacial del Grupo Consultivo sobre

Investigación Agrícola Internacional (CGIAR, por sus siglas en inglés).

Todos los datos vectoriales (puntos, líneas, polígonos) y de tipo ráster creados, fueron

trabajados usando un sistema de referencia de coordenadas proyectadas UTM WGS 84 16N.

Una vez establecida la referencia espacial, los datos obtenidos durante el trabajo de

campo fueron importados. Entre éstos se encuentran puntos (para ubicar montículos,

cerámica, lítica tallada, lítica pulida, escultura, petrograbados y pocitas, esculturas,

principalmente), líneas (transectos de recorrido) y polígonos (delimitación del área de

estudio).
103
Metodología de investigación

Con toda la fuente de datos generada tras seguir los procedimientos previamente

descritos, el siguiente paso fue la selección y análisis de la muestra como parte de la presente

investigación de tesis. Para dar un panorama de la distribución de restos arqueológicos a nivel

de superficie, se seleccionó el área inmediata a Aguas Buenas, de lo cual se tomaron los datos

tanto del reconocimiento de superficie, como del registro de elementos arquitectónicos.

Distribución de evidencias materiales en superficie. Si bien, el registro de evidencias

arqueológicas incluye restos de cerámica, lítica tallada, pulida, petrograbados, pocitas,

columnas de basalto, principalmente; éstos no son directamente el objeto de estudio de la

presente investigación, sin embargo, son considerados como parte de las evidencias de

presencia de actividad humana en espacios donde no hay restos de arquitectura y serán

tomados en cuenta para inferir la diversidad de actividades desarrolladas en la región, más

allá de los espacios arquitectónicos (Dunnell y Dancey 1983; Foley 1981). En ocasiones,

permitirán notar patrones de ubicación de actividades en espacios específicos (Clarke 1972).

Como ya se mencionó, cada waypoint indica la presencia de cierto tipo de evidencia, más

no su cantidad, es decir, un punto marcado como cerámica señala el lugar donde se ubicaron

tiestos, ya sea un fragmento aislado o una concentración. En ese sentido, la capa que

representa los hallazgos de cerámica en superficie, indica dónde hay y dónde no. Aun así, los

datos resultaron de gran utilidad para saber precisamente qué tipo de restos se asocia a qué

tipo de espacios.

Identificación y definición de montículos. Un problema al que se enfrentó la presente

investigación es la casi ausencia de descripciones referentes a las características y variedades

de los elementos arquitectónicos tanto en la región de Chontales, como en el resto de

Nicaragua.
104
En determinados lugares, como en Costa Rica, se sabe de la presencia de plataformas

circulares bajas, cuyos diámetros se encuentran entre los 10 y 40m y con alturas superiores a

1m (Alarcón 2014; Corrales 1986, 1994; Drolet 1983; Hurtado 1984; Quilter y Blanco 1995;

Quilter y Frost 2007; Valerio 1989). Para Nicaragua, las investigaciones previas sólo refieren

a los montículos como concentraciones de rocas o sedimento, o únicamente remiten a las

altas concentraciones de restos materiales (Haberland 1983; McCafferty y Dennett 2010;

McCafferty et al. 2014; Salgado y Vázquez 2006; Salgado y Zambrana 1994). Un estudio un

poco más detallado corresponde al trabajo de L. Fletcher (1993, 1994) y Fletcher y

colaboradores (1994), en donde se ofrece información sobre la organización espacial, pero

poco sobre los elementos arquitectónicos como tal.

En Chontales, desde las primeras exploraciones ya se hacía referencia a los llamados

montículos, que eran descritos como montones de piedras que eran usados para la vivienda y

para colocar esculturas en su cumbre (Belt 1874; Boyle 1866; Pim y Seeman 1869). Desde

entonces, poco se ha profundizado sobre sus formas, composición y dimensiones, aunque se

pueden consultar algunas descripciones sobre tamaños y distribución espacial de los

montículos (Espinoza y Rigat 1994; Gorin 1990; Gorin y Rigat 1988; Magnus 1975). De

igual forma, hay datos al respecto en informes de temporadas de campo previos al trabajo del

PACEN (Hasegawa 1998).

En años posteriores, el PACEN, tras la documentación de numerosos sitios en la región,

notó la necesidad de hacer un registro sistemático sobre sus formas, composición y

distribución espacial (Geurds 2009, 2011a, 2012, 2013a, 2014a; Geurds et al. 2008). Es

precisamente dentro de este contexto que surge la propuesta de crear una cédula de registro

que fuera útil no sólo en Aguas Buenas, también en el resto de sitios de la región. El objetivo

105
era conocer a más detalle aspectos generales de los restos arquitectónicos, a qué elementos

se asocian, su forma, composición y dimensiones.

Derivado de lo anterior, en la presente investigación se entiende como montículo a

aquellos restos de construcciones identificados generalmente como elevaciones que destacan

del nivel de la superficie o se reconocen por la presencia de alineamientos de rocas. Las

formas de éstos son con mayor frecuencia circulares u ovaladas y se distinguen por ser

apilamientos de rocas y sedimento en distintas proporciones.

Los actuales habitantes de la región los conocen como cercos de piedra, precisamente

para referir a alineamientos y concentraciones de rocas. A pesar de que desconocen su

función, saben que no son obra de sus ancestros inmediatos y que fueron hechos por los

indios de antes, como llaman a los antiguos ocupantes de la cuenca y cuyos vestigios se

aprecian con frecuencia en la región. Hasta cierto punto, son referentes comunes en el paisaje

moderno, ya que los baquianos se preocupan por mantener el pasto y la maleza bajos, y estos

cercos de piedra, complican las labores de limpieza con el machete.

Con esta definición resulta fácil incluir otros tipos de montículos no prehispánicos que

son claramente distinguidos por los actuales habitantes. En ese sentido, una primera

clasificación local, enlista tres tipos: cercos de piedra, hechos por los indios de antes y que

son el objeto de estudio de la presente investigación; casas viejas, que son espacios

habitacionales de forma rectangular abandonados en, por lo menos, los últimos dos siglos; y

restos de la guerra, entre los que hay puestos de vigilancia y defensa y otros tipos de

construcciones similares.

Si bien hay cierta diversidad en las formas y composiciones de los cercos de piedra o

montículos prehispánicos, estadísticamente no es posible establecer una clara tipología de

éstos, debido a que las variaciones son graduales y deberse a cambios en extensión, altura,
106
cantidad, ubicación (en planicie o pendiente) y tipo de rocas. Sin embargo, una primera

clasificación distingue entre los montículos circulares y las formas rectangulares o

irregulares. Otra manera de categorizar las construcciones se basó en sus dimensiones,

considerando que los distintos grupos de tamaño facilitan la distinción de sus posibles

funciones. No obstante, no fue posible establecer parámetros fijos para distinguir entre un

montículo “chico” y uno “grande” para toda la muestra. Es decir, lo que es un montículo

chico en un sitio, puede ser considerado como grande en otro.

Aplicación de estadística a nivel de montículo. De toda el área registrada, se

seleccionaron los 40km² que incluye los alrededores del sitio de Aguas Buenas y el Cerro de

la Cruz. El motivo para su elección es que forman parte de una misma unidad geomorfológica

que es la parte baja y media de la microcuenca del río Mayales. La sección del área

seleccionada incluye el valle, las formaciones rocosas que dan inicio a la Cordillera de

Amerrisque, el pie de la serranía misma, varios cerros que destacan a la vista, parte del río

Mayales y diversas quebradas perenes e intermitentes.

Algunas de las localidades con restos de arquitectura se encontraron parcialmente fuera

de los límites originales del área de estudio, entre ellos los terrenos de Barillas, Jorge Oporta,

Jorge Suárez y la comunidad de Piedras Grandes 2. En este último caso, gran parte del sitio

se encuentra 700m al este de los límites del polígono, por lo que éste se extendió 2km² hacia

esa dirección. El terreno que estaba fuera de los límites también fue inspeccionado, en busca

de otras evidencias arqueológicas.

Finalmente, el área de estudio corresponde a 42km², en donde se registró un total de 1329

montículos, 29 de los cuales (el 2.2% del total de posibles montículos) fueron descartados

por no contar con una cédula de registro en campo o una referencia espacial. Estos casos se

107
deben a errores durante el registro, por ejemplo, olvidar llenar la cédula, no indicar la

coordenada, marcar montículos inexistentes o asignar puntos dobles.

Como ya se mencionó, las cédulas fueron digitalizadas en Microsoft Access. Una vez

creada la base de datos que contenía todos los datos que referían a un identificador único (ID)

para cada montículo, ésta fue importada a tablas de Microsoft Excel separando los campos

según las siguientes categorías de datos:

 Referencia espacial: coordenada este, norte y altitud.

 Datos generales: nombre del sitio, propietario, uso actual del terreno, estado de

conservación y fecha de registro.

 Cultura material asociada: si estaba presente o ausente, el tipo de hallazgo y su

densidad.

 Otra cultura material asociada: se marcó la presencia o ausencia de otros restos

materiales poco comunes como petrograbados, pocitas y columnas de basalto.

 Dimensiones: ancho, largo altura mínima y máxima

 Forma: forma de la construcción, ángulo de la pendiente, tipo de pendiente, tipo

de cumbre y su medida y tipo de elevación.

 Relación con el entorno: sobre qué tipo de rasgo está construido el montículo, a

qué elementos del entorno se asocia y la presencia o ausencia de roca madre

expuesta en los alrededores.

 Tipo de suelo18: textura, consistencia, color y tipo

18
Esta categoría resultó un tanto ambigua al momento del registro en campo. Lo que para unos era un
suelo limoso, para otros, era arcilloso; o lo que, para unos era gris-café, para otros, era café claro. Es decir, el
uso de técnicas sistemáticas y estándares en el registro no garantiza la objetividad absoluta de la recolección de
datos, en ausencia de un entrenamiento previo de los miembros de equipo.

108
 Composición: tipo de materiales usados (roca/sedimento), el tipo de rocas y su

tamaño en la cumbre, la pendiente y el desplante.

 Círculos de piedra: si contaba o no con un círculo de rocas delimitando la

construcción.

 Alteraciones: si se encuentra inalterado o presenta algún tipo de modificación

reciente.

 Visibilidad: tanto de superficie como paralela.

Siguiendo estas categorías fue posible aplicar estadística básica de variables cualitativas

ordinales (por ejemplo, estado de conservación), nominales (por ejemplo, composición del

montículo), cuantitativas discretas (por ejemplo, el número de círculos) y cuantitativas

continuas (como las medidas de los montículos). Para conocer la relación entre variables, se

hicieron cálculos de estadística multivariable, por ejemplo, para ver la relación entre el tipo

de uso del suelo y la visibilidad del mismo.

Para realizar los cálculos estadísticos de las dimensiones de los montículos, las medidas

fueron agrupadas cada diez centímetros, en el caso de la altura, y cada metro, en lo que

respecta al largo y ancho, aplicando una fórmula de cociente. Esto permitió categorizar los

montículos por tamaño, usando como rangos los valores de largo y alto máximos.

Cada tabla estaba relacionada entre sí con un identificador único que correspondía a la

nomenclatura asignada para cada montículo. De esta manera, las tablas pudieron ser

posteriormente importadas según el tipo de información que contienen y ser relacionadas en

ArcMap y QGIS, en donde se crearon mapas temáticos que permitieron identificar patrones

espaciales.

109
El objetivo era conocer la relación entre ciertas características y su ubicación, incluyendo

cercanía con ríos y quebradas, el tipo de suelo y el tipo de pendiente al que se asocian, y los

grados de dispersión o concentración, tanto de los restos materiales como de las

construcciones.

Además, se estudió la distancia relativa entre montículos, sitios y conjuntos de sitios

empleando buffers o áreas de influencia a distancias arbitrarias fijas de 25m. En este caso, se

usaron las herramientas de geoproceso vectorial de QGIS, primero para crear un buffer de

distancia fija (según los valores arbitrarios) para cada montículo. Posteriormente, el área de

influencia fue disuelta para crear un polígono envolvente de 25, 50, 75, 100 y 125m de radio.

La diferencia entre este proceso y la creación de un heatmap, o mapa de calor, es que la

segunda es de tipo ráster y no permite controlar cada polígono envolvente como capa

individual, como sí sucede con la primera. Medir la distancia relativa entre montículos

permitió agrupar las unidades y analizarlos como “sitio”19

Identificación de lugares con arquitectura. La agrupación de los montículos en

localidades se debe a que desde campo se apreciaron diferencias en las características

morfológicas de los distintos conjuntos o concentraciones de los mismos. Organizarlos en

sitios y aplicarles estadística básica, permitirá buscar regularidades y peculiaridades para

cada grupo.

El criterio principal para la conformación de sitios arqueológicos fueron los rangos de

distancia obtenidos mediante los buffers o áreas de influencia a distancias arbitrarias cada

25m. En este caso, se usaron las herramientas de geoproceso vectorial de QGIS, primero para

19
En adelante, cuando nos referimos a sitio, hablamos de los lugares o localidades según la definición
de Dunnell y Dancey (1983: 272), incluyendo los elementos naturales modificados (Rhoads 1992) y lugares
naturales no modificados, pero de importancia social (Ashmore 2002: 1176-1177).

110
crear un buffer de distancia fija (según los valores arbitrarios) para cada montículo.

Posteriormente, el área de influencia fue disuelta para crear un polígono envolvente de 25,

50, 75, 100 y 125m de radio.

De esta manera, se define como sitio a aquellas unidades, conjuntos o concentraciones de

montículos que comparten un mismo espacio y posible continuidad temporal20. Además de

la distancia como criterio para integrar las construcciones, se consideró la correspondencia a

un mismo rasgo natural, como pueden ser planicies, pendientes de laderas, cimas de lomas,

ladera de loma o loma baja; o si se encontraban delimitados por ríos, quebradas permanentes

o quebradas intermitentes. En estos casos, al compartir el mismo tipo de terreno y no estar

muy lejos un conjunto del otro, éstos pueden ser considerados como parte de un mismo sitio,

a pesar de estar separados por una corriente de agua.

Una tercera variable correspondió a la organización espacial de los montículos. En

muchos casos se distribuyen alrededor de espacios abiertos, donde los montículos o

elementos se construyeron siguiendo un diseño planificado de forma generalmente ovalada,

rectangular o irregular. En otras situaciones simplemente se agrupan siguiendo la topografía

del lugar.

Basados en estos datos, se propuso la conformación de 46 clusters. Como ya se mencionó,

para establecer los rangos de distancia se hicieron varias series de cálculos en QGIS. Una vez

creado el polígono envolvente, se calculó el centroide de cada uno, usándolo como indicador

del posible centro del sitio. La distancia fija se asignó arbitrariamente a distintas escalas

precisamente para buscar los centroides más apropiados y buscar la posible distancia lógica

que integra las construcciones.

20
Sin descartar posibles reocupaciones de sitios.

111
Cabe aclarar que este tipo de procedimientos hace cálculos de distancia euclidiana, es

decir, la distancia entre celdas en una superficie hipotéticamente plana, por lo que no

considera factores como la topografía y la presencia de ríos o quebradas que pudieran influir

en la determinación de conjuntos, por lo que las características de los montículos y las

consideraciones hechas en campo y sobre las cotas de nivel ayudaron a definirlos.

Para el cálculo correspondiente a un buffer envolvente de 50m, el programa estimó 63

polígonos o conjuntos. En este caso, se crearon clusters muy pequeños que dividieron los

montículos a pesar de compartir una misma plaza o rasgo geomorfológico. Por ejemplo,

Cerro Güegüestepe, en donde 3 polígonos comparten un mismo rasgo, los cuales al

distribuirse en la misma formación debería fácilmente incluirse en un solo conjunto, ya sea

porque son contemporáneos, o bien, porque cumplen con la misma función. Los centroides

que el programa calculó distinguen las pequeñas concentraciones de montículos (con

distancias menores a 50m entre sí) y separan algunas dispersiones (con rangos menores a

100m). Hasta cierto punto, se puede considerar que el programa crea demasiados centroides,

al separar montículos que comparten una misma plaza o rasgo geomorfológico, pero no son

muy cercanos entre sí.

En el siguiente proceso, se creó un polígono envolvente a una distancia de 75m. En este

caso, los conjuntos son muy similares a los formados por una distancia de 100m, creando 50

clusters. Pero en este caso aísla montículos que comparten un mismo rasgo geomorfológico

y que se encuentran un poco más alejados del resto, como hace el polígono de 50m. Algo

idéntico sucede con una distancia de 87.5m (la media entre 100 y 75m), creando también 50

polígonos.

Ahora bien, al usar un buffer envolvente de 100m, se calcularon 41 conjuntos. En este

caso, pequeñas concentraciones de montículos que comparten un mismo rasgo


112
geomorfológico forman un mismo grupo. No obstante, algunas concentraciones que se

separan por algún rasgo geomorfológico, al estar cerca, también se agrupan. En este caso,

existe una correspondencia entre los centroides y la ubicación de las plazas, por ejemplo,

Wilder Marín, donde el centroide se encuentra en la plaza de mayor tamaño.

En cuanto al polígono de 125m, se crearon 30 polígonos, pero los centroides dejan de

coincidir con la ubicación de los montículos, agrupando concentraciones con plazas distintas

(si consideramos que las plazas que se encuentran en un mismo rasgo geomorfológico son,

en teoría, el centro de cada conjunto) que corresponden a rasgos geomorfológicos diferentes.

Por otro lado, al hacer el mismo cálculo con una distancia de 150m, se crean 27 polígonos

que marcan los grandes centros que agrupan las concentraciones de su alrededor. Por

ejemplo, Sabana Grande agrupa cuatro “grandes” conjuntos. En el caso de los centroides de

los polígonos, estos no siempre muestran una correspondencia con la ubicación de los

montículos, como en el caso de Cerro Güegüestepe y Wilder Marín.

En resumen, considero que una distancia de 50m distingue las pequeñas concentraciones,

dividiendo las agrupaciones en unidades mínimas, mientras que un rango de 125 y 150m,

crea conjuntos demasiado amplios, incluso aunque estén en espacios distintos y se

distribuyan alrededor de diferentes plazas (figura 27).

113
Figura 27. Mapa del conjunto de sitios ubicados en los
alrededores de la quebrada del Carca. Nótese los distintos niveles de
integración, la interrupción pro vocada por las quebradas y el
centroide de cada sitio arqueológico definido a partir de estas
características.

Identificación y definición de plazas. Las plazas son consideradas en la presente

investigación como elementos integradores a nivel de localidad. Se les define como espacios

abiertos generalmente planos que están delimitados por alineamientos de los montículos de

mayor tamaño y/o rasgos naturales. Al interior de las mismas puede haber otros montículos

de distintos tamaños, por lo que su delimitación resulta complicada y depende, al menos en

parte, de impresiones personales derivadas del trabajo de campo. En algunos sitios

aparentemente hay un espacio abierto a manera de plaza, sin embargo, la ausencia de

montículos se debe a irregularidades en el terreno, como depresiones o elevaciones que

complican su establecimiento. No se encontró un patrón en la ubicación de los montículos al

interior de las plazas, pero sí en la forma y orientación.

114
La forma de la plaza fue definida a partir del alineamiento principal de montículos. Lo

más común es que sean ovaladas, con algunas tendencias rectangulares o irregulares. Es

decir, no son plazas formales y completamente estandarizadas en su construcción,

dimensiones y forma. Se prefirió usar este término acudiendo a las descripciones

proporcionadas por las fuentes históricas, las cuales de igual manera las describen como

espacios abiertos rodeados de las construcciones circulares de mayor tamaño (Abel-Vidor

1983). Estas mismas han sido arqueológicamente reconocidas en el norte del país (Fletcher

et al. 1994; Fletcher 1993, 1994) y en la región de pacífico (McCafferty et al. 2014; Niemel

2003).

Aplicación de estadística a nivel de sitio. Una vez conformados los lugares con

arquitectura con base en buffers envolventes, el siguiente paso fue la descripción de las

características particulares de cada uno, como su ubicación general y su cercanía con

afloramientos de roca madre, los propietarios de las parcelas, la cantidad de montículos y el

tipo de organización espacial.

Posteriormente se tomaron variables propias de las cédulas para describir las

características y porcentajes de las siguientes variables: visibilidad paralela y de superficie,

uso actual del terreno, estado de conservación y alteraciones, la presencia de otros restos

materiales asociados, las formas de los montículos, su ángulo de talud, el tipo de pendiente,

superficie, elevación, medidas de ancho, largo, altura mínima y máxima, su composición, el

tipo de rocas, sus tamaños y la presencia de un cerco de rocas delimitando la construcción.

Del total de variables disponibles en la cédula, se eligieron éstas porque son las que, por

un lado, dan las características generales del sitio, y por otro, presentan mayor variabilidad y

brindan los datos necesarios para conocer la relación entre forma y composición de los

115
elementos arquitectónicos. En conjunto, estas características permitirán hacer inferencias

sobre la función de la construcción y del sitio en general.

Al igual que con la muestra de montículos, se aplicó estadística de variables cualitativas

ordinales y nominales, cualitativas discretas y continuas para cada sitio, lo cual permitió ver

los rasgos que caracterizan a cada asentamiento y las tendencias que tienen respecto a sus

formas, dimensiones y composición.

A diferencia de la estadística general aplicada a los montículos, para los sitios se decidió

desglosarlos en unidades pequeñas (en radios de 50m) con el objetivo de notar diferencias en

cuanto a la forma y composición de las construcciones según su tamaño y distribución

espacial.

La idea de esto parte de la premisa de Ashmore (1981) quien sugiere que es posible inferir

la función de los montículos, en este caso, a partir de sus características físicas. Por este

motivo, se decidió separar los montículos por grupo de tamaño, para lo cual se ordenaron las

medidas de largo en un orden ascendente, para posteriormente representarlos visualmente en

un gráfico de dispersión en Excel, donde fuera posible apreciar las rupturas o quiebres en el

orden consecutivo de las medidas.

Los valores variaron según el sitio, aunque en ocasiones las medidas fueron similares.

No siempre se pudo distinguir una ruptura en la línea trazada por el gráfico, esto se debe a

que el incremento en el largo es gradual, prácticamente lineal. En otras ocasiones solo se

separaron los montículos más grandes con relación al resto (figura 28).

116
Figura 28. Gráfico de dispersión del sitio Barillas. Nótese el quiebre en la línea
alrededor de los 400cm y uno más antes de los 1200cm (eje Y) con respecto al
orden gradual ascendente de la cantidad de montículos (eje X) .

Cada grupo de tamaño fue descrito por separado, para identificar patrones en la

composición de los montículos asociados en unidades menores. Cuando las construcciones

fueron uniformes en alguna de sus características, se aplicó estadística de los valores a toda

la muestra, por ejemplo, cuando el 90% de los montículos estaban sobre una superficie

irregular y los que estaban sobre una uniforme se distribuían por igual en todos los tamaños.

De igual forma, se hicieron los cálculos de porcentajes para cada concentración menor

de montículos. En estas situaciones, cuando además se notaron diferencias por tamaños,

también se aplicó una gráfica de dispersión para describir cada unidad.

117
Capítulo 5

Caracterización de la muestra de estudio

Introducción

Tras seguir los procedimientos de registro y procesamiento de datos como se describió

con anterioridad, la muestra total corresponde a 1300 elementos arquitectónicos. Entre ellos,

concentraciones como Barillas, Aguas Buenas y Sabana Grande ya habían sido reportados

(Geurds 2009, 2012, 2015b; Gorin y Rigat 1988; Magnus 1975). El resto, se encontraba fuera

de sus áreas de estudio o no eran conocidos por la población local, como sí ocurrió con Cerro

de la Cruz o Lázaro Villegas.

Condiciones de la muestra

Parcelas y propietarios. Para el recorrido y registro de sitios, se solicitó permiso para

acceder a los terrenos parcelados de prácticamente todos los dueños o encargados de las

parcelas. Cabe señalar, que en pocas ocasiones se negó el permiso para acceder, pero esta

circunstancia no afectó el registro de sitios. En total, de todo el terreno caminado, se

encontraron restos arquitectónicos en las parcelas de 38 propietarios distintos que se enlistan

a continuación y a quienes se agradece por su apoyo (figura 29):

Adam Martínez Jorge Oporta Octavio Salablanca


Adilia Burgos Jorge Suarez Olman Otene
Alberto Obando José Amador Familia Oporta
Alcides Montiel Josefa Chacón Roberto Amador
Cesar Báez Juan Carlos Bravo Rosa Dolores Oporta
Denis Matus Juan “cooperativa” Rudy Logune
Eddy Molina Juan Suarez Sebastián Ríos
Efraín Oporta Lázaro Villegas Socorro Robleto
Enrique Vega Lenin Molina Uriel Barillas
Francisco Cienfuegos Luis “Frijolito” Vicente Suarez

118
Gilberto Salablanca Luisa Díaz Walter García
Inés Rocha Luisa Galeano Wilder Marín
Jackson Arellano Familia Martínez
Figura 29. Tabla de propietarios de las parcelas donde se
registraron montículos.

En pocos casos, un mismo propietario tenía varias parcelas en las que se encontraban

sitios arqueológicos, como Sebastián Ríos, en cuyos terrenos se registraron tres sitios

cercanos entre sí.

En pocas ocasiones (78 montículos, el 6% de la muestra, distribuidos en 10 parcelas), no

se obtuvo el nombre del propietario. Lo anterior se debió principalmente a que el encargado

de la propiedad dio permiso para pasar y no proporcionó información sobre el propietario.

En otros casos, se olvidó preguntar por el nombre del dueño.

Uso actual del suelo. Sobre el uso del terreno, destaca que prácticamente toda el área de

estudio es usada para el pastoreo de ganado vacuno. Lo cual se refleja en el porcentaje de

montículos encontrados en este tipo de terrenos (figura 30):

Uso actual Cantidad Porcentaje


Cultivo 65 5.00%
Bosque 33 2.54%
Vivienda 45 3.46%
Pastoreo 1157 89.00%
Total general 1300 100.00%
Figura 30. Tabla del uso actual del terreno donde hay montículos.

Los datos de la tabla reflejan la principal actividad productiva de la región y muestran

cómo el cultivo no representa una actividad productiva importante. Esto es algo generalizado

en la cuenca y no ocurrió únicamente en las parcelas donde se encontraron evidencias

arqueológicas.

119
Otro aspecto que resalta es que, por lo menos para el terreno que conforma la muestra, la

presencia de vegetación nativa es prácticamente nula debido a la tala y la introducción de

pastos exógenos. Las especies de plantas y animales originales se localizan actualmente hacia

la montaña, donde hasta ahora no alcanza la explotación ganadera. Sin embargo, como se

pudo constatar en el sitio más cercano a la cordillera, Jorge Oporta, en años recientes el

bosque ya está siendo talado para crear pastizales en la montaña.

Según los habitantes de la región, la búsqueda de nuevos terrenos para pastoreo se debe

a la escasez de lluvias, según ellos, provocada por su misma acción contra la vegetación (de

acuerdo con palabras de Teyo y Luis, enero de 2015)21. Con la falta de lluvias, los ganaderos

buscan terrenos más cercanos a la montaña, donde hay mayor humedad y precipitaciones.

Según los relatos de Don Teyo (comunicación personal, enero de 2015), hasta hace pocos

años los terrenos cercanos a la montaña eran bosque con vegetación nativa. Ha sido en las

últimas 3 o 4 décadas que la deforestación se ha incrementado considerablemente.

Visibilidad del terreno. En los suelos para pastoreo, que representan prácticamente el

90% del terreno de estudio, la vegetación predominante es de “pasto mejorado” o zacate

especial sembrado para alimentar al ganado. Debido a las condiciones de sobrepastoreo y al

mantenimiento brindado por los baquianos, el pasto se mantiene generalmente bajo, por lo

que en muy pocas ocasiones éste afecta la visibilidad de los restos materiales en superficie.

La visibilidad llamada de superficie, es decir, la capacidad de apreciar material arqueológico

en el suelo tiende a ser de alta (35%) a moderada (34.92%) y sólo un porcentaje menor

presenta baja visibilidad (29.85%).

21
Más adelante se profundizará sobre el tema.

120
Cabe señalar que la visibilidad de superficie no se ve estadísticamente afectada por el

tipo de uso de suelo, ya que hay una distribución homogénea con relación a los distintos usos

del mismo. Por ejemplo, los suelos usados para pastizal tienen porcentajes de visibilidad de

superficie parecidos, respecto a un alta (35.09%), media (35.70%) y baja (29.21%)

visibilidad. En donde sí hay diferencias, aunque no tan considerables, es en los espacios que

tienen vegetación nativa y los usados para vivienda, los cuales permiten una mejor

visibilidad, con un 43.08% y 62.22% para una alta visibilidad, respectivamente.

En cuanto a la visibilidad paralela, o la capacidad de apreciar el entorno general, es decir,

en vista al horizonte, las estimaciones para toda la muestra también son similares, donde

predomina una alta visibilidad (48.46%), seguida de moderada (20%) y baja, en menor

proporción (25.54%).

Al cruzar la visibilidad con el tipo de uso de suelo, los valores son similares a los previos,

aunque los terrenos usados para pastoreo tienen una mejor visibilidad paralela, donde el

50.30% de los montículos con buena visibilidad se asocian a esta actividad.

Por su parte, los terrenos de cultivo dan una visibilidad de entorno moderada (el 47.69%

de su categoría) a baja (con el 41.54% de su categoría). Por su parte, la vegetación nativa

tiende a permitir una buena visibilidad (con el 36.36% de los montículos con buena

visibilidad); al igual que las viviendas (con el 64.44%, respectivamente). En ambos casos, la

visibilidad paralela y de superficie, tiende a ser más baja en las partes de mayor altitud del

área de estudio, donde la roca madre se encuentra expuesta con mayor frecuencia, situación

que complica la tarea de los baquianos de limpiar los terrenos con machete.

En conclusión, el uso del terreno no afecta estadísticamente la visibilidad ni de los

materiales en la superficie, ni de los montículos o elementos de piedra en el paraje general.

Incluso, el hecho de que la región sea usada para la siembra de semilla de pasto facilita una
121
buena visibilidad de los restos arqueológicos, al igual que los espacios usados para la

vivienda y con vegetación de bosque; sólo en las parcelas de siembra disminuye un poco la

capacidad de observarlos. Los tipos de cultivos son trigo, maíz frijol, calabaza y yuca,

principalmente.

Estado de conservación. Sobre el estado de conservación y su relación con otras

variables, se puede decir que la condición de los restos arquitectónicos en el área de estudio

es de moderada a buena, ya que, aunque el 54.08% presentan algún tipo de alteración, ésta

suele ser por la presencia de árboles y no tanto porque se encuentren realmente destruidos,

tal como lo muestra la siguiente tabla (figura 31):

Conservación Cantidad Porcentaje


Alta 511 39.31%
Baja 199 15.31%
Media 558 42.92%
Media-baja 2 0.15%
No identificada 30 2.31%
Total general 1300
Figura 31. Tabla del estado actual de conservación de los montículos.

Es relativamente bajo el porcentaje de montículos con un mal estado de conservación, y

en la mayoría de estos casos se debe a la presencia de cercas (hechas principalmente con

árboles) y caminos. Más adelante se verán las implicaciones de estos datos.

Por ahora, al evaluar el estado de conservación con relación con el uso actual del terreno,

se nota una vez más cómo el pastoreo, por no involucrar maquinaria para su realización, no

influye considerablemente en la buena o mala conservación de los restos arquitectónicos,

aunque en general contribuyen a que ésta sea moderada (44.99% de su categoría) a buena

(43.39% de su categoría). Es decir, solamente el 11.62% de los montículos que se encuentran

en terrenos de pastoreo están mal conservados.

122
Por su parte, la cercanía a viviendas propicia exponencialmente la destrucción de los

restos arqueológicos, donde el 71.11% de las construcciones que se encuentran cerca de casas

están mal conservados debido a la creación de cercas, caminos, basureros, las casas mismas

y otras actividades domésticas que se desarrollan alrededor. No obstante, en cuanto a la

totalidad de la muestra, solamente el 3.46% se encuentra en esta clase de espacios, por lo que

no afecta de manera significativa el estudio.

Por su parte el cultivo, aunque no tan destructivo, también facilita la pérdida de

evidencias arqueológicas, ya que el 49.23% de los montículos que están en campos de cultivo

están mal conservados y otro 40% restante tiene una conservación moderada. Es decir, solo

el 10.77% de los restos que se encuentran cerca de sembradíos logran conservarse bien, sobre

todo debido a la remoción de las rocas para poder arar.

En resumen, las actividades que se desarrollan en el área de estudio permiten,

relativamente, la buena conservación de las evidencias arqueológicas. El hecho de que los

asentamientos modernos sean pocos y dispersos, hace que la acción humana tenga poco

impacto sobre las evidencias arqueológicas. En pocos casos se documentó el saqueo de las

construcciones, en sitios como Sabana Grande y el Cerro de la Cruz que son lugares

conocidos y han sido covados para buscar tesoros, según los informes de los habitantes

locales.

Por otro lado, hay pocos casos documentados de saqueo. No obstante, es importante

recordar que en 1967 se creó el Museo Gregorio Aguilar (VanBroekhoven 2002), para

resguardo de la escultura monumental, removiéndolas de su lugar de origen, con la

justificación de evitar su destrucción y robo al estar expuestos a la intemperie. Esto hace que

los museos (Museo Gregorio Aguilar y el Museo Comunitario de Juigalpa) de una u otra

123
forma propicien el saqueo, al buscar y trasladar piezas arqueológicas, pero al mismo tiempo,

las protegen, conservan y resguardan.

Llama la atención que de toda el área recorrida y de todas las personas con las que tuve

oportunidad de conversar, o al menos tener referencias de ellas, pocas gustan de recolectar

materiales arqueológicos. Es algo que no llama mucho la atención de los pobladores, a pesar

de que estos se puedan encontrar a la puerta de sus casas. Los pocos que lo hacen que tuve

oportunidad de conocer son la señora Rosa Dolores Oporta, los hermanos Martínez de la

Cooperativa, y el señor Eddy Molina. En el caso de la Cooperativa, pude de fotografiar la

colección obtenida durante el arado para siembra en los terrenos del sitio de Sabana Grande,

entre 1986 hasta el 2010, bajo el resguardo de Roberto Martínez Ríos. El tema resulta

interesante y amerita ser profundizado, sobre todo para conocer la relación entre los actuales

habitantes de Chontales y los indios de antes.

Características de la muestra

Restos materiales visibles en superficie. Considerando las variables anteriores, es

momento de ver cuál es la relación entre algunas de estas y la presencia o ausencia de restos

materiales. Existen dos tipos de datos usados para representar los restos materiales de

superficie. Primero, la empleada durante el recorrido, donde se marcó la recurrencia de

evidencias arqueológicas durante la primera inspección del terreno. Segundo, el registro de

tipos y densidades de materiales asociadas a los montículos. Por lo tanto, la primera

corresponde a una escala más amplia y el segundo, a un nivel más puntual.

Cerámica. En el área de estudio se contabilizaron 251 puntos con presencia de esta

evidencia (sin indicar la cantidad de tiestos por cada punto o localidad, como se explicó con

anterioridad), la mayoría de ellos se asocian a los cauces del río Mayales y la quebrada del

124
Carca, ambas al sur, en las cercanías de Juigalpa. Las dos concentraciones más grandes se

encuentran en los terrenos de Roberto Amador, que se extiende por los márgenes del río hasta

el Cerro Güegüestepe; y la segunda en los terrenos de Sabana Grande, asociada a varias

concentraciones de montículos que se agrupan en un meandro de la quebrada. Dispersiones

menores fueron avistadas en los alrededores de los conjuntos de montículos, algunos de los

cuales se conectan a través de las quebradas. Cabe resaltar que la cerámica es prácticamente

ausente en la planicie, tal como sucede con los montículos (figura 32).

Figura 32. Mapa de densidad de cerámica a nivel de


superficie.

Lítica tallada. Por su parte, la lítica tallada presenta una distribución más homogénea,

con un conteo total de 446 localidades que presentaron estos restos. En este caso, el material

se encuentra más disperso y no siempre se asocian directamente a las construcciones

circulares. Las mayores acumulaciones están una vez más en el meandro del Carca donde se

encuentra Sabana grande y los clusters vecinos; al margen del río Mayales, entre Roberto

125
Amador y Güegüestepe. Cantidades menores se apreciaron en las cercanías de Aguas Buenas

y las construcciones vecinas.

A diferencia de la cerámica, sí se encontraron artefactos de lítica tallada en la planicie,

con una concentración en los márgenes de la quebrada permanente de Aguas Calientes; y una

más en unas elevaciones menores al este del Mayales, cerca de Barillas y Herradura (figura

33).

Figura 33. Mapa de densidad de lítica tallada a nivel de


superficie.

Lítica pulida. La lítica pulida presentó un patrón similar al de la tallada, al encontrarse

predominantemente disperso, con concentraciones menores en las cercanías de las

concentraciones de montículos. Al igual que en la cerámica, pocos restos de instrumentos de

lítica pulida fueron vistos en la planicie y se les asocia a las cercanías de las quebradas. En

total se registraron 158 puntos con este tipo de evidencia.

126
Concentraciones mayores se identificaron relacionadas con los montículos de Lázaro

Villegas, Jorge Oporta, Barillas, Cerro de Güegüestepe y Roberto Amador. Mientras que la

de mayor tamaño fue observada en las cercanías de Sabana Grande.

Otras concentraciones menores que no se asocian a restos de arquitectura se encuentran

al este de Peor es Nada, cerca de la planicie al sur de Lázaro Villegas y en algunas elevaciones

irregulares en las cercanías de dos quebradas menores que se encuentran entre Barillas y la

Zarcita, cerca de donde se encontraron algunas pocitas (figura 34).

Figura 34. Mapa de densidad de lítica pulida a nivel de


superficie.

Petrograbados y pocitas. Los elementos labrados sobre rocas, tanto petrograbados como

pocitas (que son cavidades naturales o talladas sobre la superficie de la roca usadas como

contenedores de agua u otros), presentaron un patrón muy focalizado. La densidad principal

se encuentra en Aguas Buenas y sus alrededores (Lázaro Villegas, Sebastián Ríos, Juan

Suárez y Adam Martínez). Los petrograbados se encontraron con mayor frecuencia en los

127
márgenes de la quebrada permanente de Aguas Buenas y una formación rocosa que se

extiende de este a oeste y que separa las planicies con suelo de tipo barrial y las pendientes

de laderas con suelo de tipo lanilla y otros.

Otra gran concentración se encuentra en la misma formación rocosa, pero en las cercanías

de la quebrada de Aguas Calientes. Esta zona cuenta con una gran concentración de

petrograbados labrados en una poza de una quebrada menor que desemboca en la de Aguas

Calientes. La distribución de pocitas se extiende desde la Zarcita hasta el oeste, hacia unas

quebradas intermitentes cercanas. Este conjunto se encuentra asociado precisamente al

cluster de montículos de la Zarcita.

Algunas pozas más fueron registradas en las cercanías de los montículos de Barillas.

Otros petrograbados se registraron en los alrededores de la concentración principal de Aguas

Buenas y los montículos de Sabana Grande. Destaca que estos otros motivos fueron en su

mayoría móviles, es decir rocas grabadas, pero no fijas en el macizo rocoso. En total se

identificaron 64 paneles con petrograbados y 45 pocitas (figura 35).

128
Figura 35. Mapa de densidad de petrograbados y pocitas a
nivel de superficie.

Escultura monolítica y columnas de basalto. Pocos restos de escultura fueron

encontrados durante los recorridos de superficie, contando un total de 4 fragmentos de

escultura, tres de ellos en los terrenos de Sabana Grande y uno más en los de Piedras Grandes

2. Como hallazgo excepcional, se encontró una esfera de roca pulida de alrededor de 30cm

de diámetro, en el margen sur de la quebrada intermitente que conecta con la de Aguas

Calientes y donde se encontró otra concentración de lítica tallada y pulida.

Columnas de basalto, similares a las vistas en Lázaro Villegas y otros sitios, fueron

avistadas como parte de las formaciones rocosas del Cerro de la Cruz, algo que ya había sido

mencionado por Don Teyo cuando las identificamos en campo. En el lugar se encontraron

numerosas columnas sin huellas de trabajo. Algunas fueron usadas como material

constructivo de los montículos del lugar.

129
Basados en la gran presencia de estas columnas sin trabajar en el lugar, es posible suponer

que este es el lugar más cercano (por lo menos dentro del área de estudio) de donde se

extrajeron estas columnas para ser usadas en otros sitios. Se desconoce la función o

significado de las columnas, sin embargo, en el museo Gregorio Aguilar se conserva una que

fue tallada para animarla con el rostro de un ser antropomorfo. Hoy en día, los pobladores

locales los conocen como mojoneras, o marcadores territoriales. Es por eso por lo que se les

incluyó, al menos temporalmente, dentro de la categoría de esculturas. Durante el recorrido

sólo se documentaron las encontradas en el Cerro de la Cruz. Un registro más detallado sobre

éstas se encuentra en el apartado de montículos.

Tres fragmentos de escultura fueron observados en la parte central de Sabana Grande.

Una más, la cabeza de una figura de mayor tamaño fue avistada como parte de un montículo

en una concentración al noreste de Piedras Grandes 2 (figura 36).

Cabe añadir que, al ser artefactos que resultan llamativos, se pudieron observar dos

esculturas en casas de particulares en la comunidad de San Isidro. Además, se tuvo noticia

de sitios como Inés Rocha II y Jorge Oporta de donde se extrajeron algunas de las esculturas.

Teniendo esto en cuenta, los datos obtenidos en superficie referentes a este tipo de evidencia

no reflejan de manera clara su distribución original en la región.

130
Figura 36. Mapa de densidad de esculturas y columnas de
basalto a nivel de superficie.

Restos de arquitectura visibles en superficie. Sobre los restos arquitectónicos (figura

37), resulta fácil notar que, sobre a su distribución espacial, no se les encontró en la parte

más baja de la planicie22, donde está el suelo de tipo barrial. Se les ubicó principalmente en

lomas bajas, otras planicies o altiplanicies, pendientes de laderas rocosas, cimas y laderas de

lomas (en ese mismo orden). En cuanto a recursos hidráulicos, se les asocia a quebradas

intermitentes, permanentes y ríos; con una menor cantidad que no cuenta con fuentes de agua

cercanas.

Las concentraciones principales están al sur de Aguas Buenas, en los márgenes del

Mayales, en la quebrada Carca, entre las quebradas de Las Tablas y Copelito y en otra

escorrentía menor que nutre la quebrada de Manigua.

22
Justo al centro del área de estudio.

131
Otros montículos, relativamente dispersos, fueron registrados en elevaciones cercanas a

arroyos intermitentes y en las cimas de prácticamente todas las elevaciones destacadas de la

región: Cerro de la Cruz, Cerro Güegüestepe, Cerro de Aguas Calientes y Los Ángeles.

Figura 37. Mapa de densidad de montículos a nivel de


superficie.

Del total de la muestra, en 852 montículos (65.54%) no se identificaron restos materiales

en superficie, mientras que el resto, 448 (34.46%) sí los tuvieron. Este dato es relevante en

vista de la moderada a buena visibilidad de superficie en el área de estudio (69.92%), por lo

que refleja una baja, o incluso nula, presencia relativa de otros restos materiales asociados

directamente a los restos arquitectónicos.

Para hablar de la presencia, o no, de restos materiales asociados a las construcciones es

necesario abordar las posibles razones por las que éstos pudieron ser identificados por el

equipo de registro. Razón por la cual a continuación se relacionan varias categorías que

132
pudieran estar ligadas a ello. En primer lugar, la posibilidad de identificar restos asociados

podría depender de la visibilidad de superficie (figura 38):

Cultura material/Visibilidad Cantidad Porcentaje


Sin cultura material 852
Alto (H) 239 28.05%
Bajo (L) 312 36.62%
Medio (M) 301 35.33%
Con cultura material 448
Alto (H) 219 48.88%
Bajo (L) 76 16.96%
Medio (M) 153 34.15%
Total general 1300
Figura 38. Tabla de la relación entre cultura material y
niveles de visibilidad del montículo.

La tabla muestra dos patrones de comportamiento en relación con los distintos niveles de

visibilidad y la presencia o ausencia de restos materiales. Primero, los valores de visibilidad

alta son muy parecidos cuando se encontró cultura material y cuando no se hizo.

Sin embargo, los porcentajes con relación a sus propias categorías son distintas por una

razón: los valores están distribuidos de manera distinta para cada grupo de datos, donde la

ausencia de restos tiene un mayor porcentaje debido a una baja visibilidad (L= 36.62%). Por

otro lado, se encuentran pocos restos materiales cuando la visibilidad es baja (L= 16.96%).

Al igual que con un alto porcentaje de montículos que cuentan con buena visibilidad y

presentan restos materiales visibles en superficie (el 48.88% de su propia categoría). Por otro

lado, la ausencia de cultura material tiene porcentajes prácticamente iguales sin importar la

visibilidad.

Entonces, aunque los valores no son muy distantes entre sí, podríamos considerar que

una baja visibilidad influye ligeramente en la capacidad de identificar restos materiales, pero

no lo suficiente como para afirmar que la ausencia de restos materiales en superficie dependa

133
precisamente de la mala visibilidad del terreno. Por ejemplo, en terrenos con moderada

(35.33%) y buena visibilidad (28.05%) tampoco se encontraron restos materiales asociados.

En cuanto a otros tipos de evidencia material asociada (figura 39), se incluyeron las

columnas de basalto, que, según los datos de recorrido, su probable lugar de origen es el

Cerro de la Cruz, ya que es el único lugar conocido donde se encuentran este tipo de rocas

de forma natural. Estas columnas son consideradas como material arqueológico debido a que

se han encontrado esculturas hechas con este material y por el hecho de que tuvieron que ser

transportados para que formaran parte de los sitios como elemento constructivo en sitios

como Aguas Buenas, Lázaro Villegas y La Aventura. Resaltan por ser columnas alargadas

con más de tres aristas. Se encontraron sobre el montículo en 22 ocasiones (1.69%) y en los

alrededores de éste en 9 (0.69%). Es decir, en total, se registraron columnas de basalto en 31

montículos, lo que representa el 2.38% del total de la muestra. Resalta que se les encontró

principalmente en los terrenos de Lázaro Villegas (al sur de Aguas Buenas), con algunas más

dispersas en otras concentraciones grandes de montículos.

Otro tipo de hallazgo importante fueron los petrograbados. De éstos solamente se

registraron 16 asociados a montículos, es decir, en el 1.23% del total de construcciones. Su

porcentaje es muy bajo y se restringe a un área específica alrededor de Aguas Buenas y a una

altitud superior a los 100msnm.

134
Figura 39. Mapa de distribución de evidencias materiales
asociadas a montículo s.

Formas. Sobre la composición y estructura de los montículos, éstas principalmente

tienen formas circulares (81.08%) con algunas variantes más alargadas u ovaladas (12.08%),

semicirculares o de círculos no completos (3.38%). Pocas excepciones tienen formas

rectangulares o cuadradas (1.38%). La pequeña cantidad restante corresponde a

alineamientos y otras formas irregulares que no coinciden con las categorías anteriores

(2.08%).

Dimensiones. Uno de los aspectos más importantes para el registro de montículos fueron

sus dimensiones, ya que desde las primeras impresiones se notaron cambios considerables en

los tamaños tanto para un mismo sitio, como entre sitios.

Como ya se mencionó, se midió el largo, ancho y alto máximos y mínimos de las

estructuras. Los valores de dimensiones que se manejan en este apartado representan a las

135
formas circulares, ovaladas y semicirculares (1282 montículos, es decir el 98.6% del total)23.

De esta manera se obtuvieron los siguientes parámetros (figura 40):

Figura 40. Gráfico de la cantidad de montículos según el


ancho.

En donde el diámetro mínimo (ancho) tiene un promedio de 570.76cm, de los cuales la

mayoría se agrupan entre los 3 y 6m, que juntas representan el 58.26% de las construcciones.

El valor máximo fue de 23m y el mínimo de 73cm.

Para el diámetro máximo (largo) el promedio fue de 650.79cm, con una agrupación

principal entre los 5 y 7m., el 54.68% de la muestra. Los valores máximos y mínimos fueron

1 y 31.40m respectivamente (figura 41).

23
Para las formas rectangulares o irregulares, véase el apartado de cada sitio.

136
Figura 41. Gráfico de la cantidad de montículos según el
largo.

Figura 42. Gráfico de la cantidad de montículos según su


altura mínima.

137
Para la altura mínima, un buen porcentaje (73.71%) se agrupa entre los 0 y 20cm, pero la

muestra completa arroja un promedio de 21.77cm, con una máxima de 4.6m y una mínima

de 0cm (figura 42).

Figura 43. Gráfico de la cantidad de montículos según su


altura máxima.

En el caso de la altura máxima, la agrupación principal se encuentra entre los 10 y 30cm,

con el 54.29% del total. El promedio se encuentra en 44.62cm, con un valor máximo de 4.5m

y mínimo de 0 (figura 43).

Ángulo del montículo y forma de pendiente. Entre las características que fueron

consideradas, se encuentra el ángulo de la pendiente que forma el montículo con respecto a

la superficie del terreno. El más común fue de 0 a 35°, con un 68.54% del total de la muestra;

seguido por taludes entre los 35 y 55° (26.92%); finalmente, unos pocos con un ángulo mayor

a 55° (4.46%). Esta variable depende principalmente de dos factores: la altura del montículo

y la pendiente del terreno. La última puede ser irregular o a desnivel, lo cual ocurrió en el

138
76.38%; o relativamente plana, a la cual se le consideró como uniforme y que comprende el

23.62% de la muestra (figura 44).

Forma de pendiente Cantidad Porcentaje


Irregular no determinada 129 9.92%
Irregular con pendiente al E 127 9.77%
Irregular con pendiente al N 106 8.15%
Irregular con pendiente al NE 2 0.15%
Irregular con pendiente al NW 2 0.15%
Irregular con pendiente al S 421 32.38%
Irregular con pendiente al SE 41 3.15%
Irregular con pendiente al SW 15 1.15%
Irregular con pendiente al W 150 11.54%
Uniforme 307 23.62%
Total general 1300
Figura 44. Tabla de la forma y orientación de la pendiente
del montículo.

En cuanto a las superficies irregulares (o en la ladera), hay una tendencia marcada a que

la pendiente del terreno se oriente hacia el sur (32.38%). Esto se debe justamente a la forma

de la cuenca, donde las mayores altitudes corresponden a la cordillera que ocupa la parte

norte de la misma y desde la cual surgen los ríos y quebradas. Estos descienden hacia el sur,

hasta desembocar en el lago grande de Nicaragua, que tiene la misma altura del nivel del mar.

Así, la mayoría de los sitios cuentan con una vista predominantemente hacia el sur, hacia el

río principal.

Relación con el entorno. Los datos anteriores, son el reflejo del tipo de terreno y de una

clara preferencia por construir en laderas de lomas. Como muestra de ello, la tabla siguiente

ofrece el tipo de lugar al cual se ajusta el montículo (figura 45):

139
Ajustado a: Cantidad Porcentaje
Planicie inundable 20 1.54%
Pie de monte 13 1.00%
Altiplanicie 178 13.69%
Cima de loma 258 19.85%
Cima de loma en altiplanicie 31 2.38%
Cima de loma en orilla de río 5 0.38%
Planicie 168 12.92%
Orilla de río 77 5.92%
Pendiente 530 40.77%
Pendiente en orilla de río 20 1.54%
Total general 1300
Figura 45. Tabla de elementos naturales a los que se ajusta el
montículo.

Se puede apreciar como 42.31% de los montículos se ajustan directamente a pendientes,

de los cuales unos cuantos se relacionan también a orillas de ríos. En las categorías, siguen

las cimas de lomas (19.85%) y altiplanicies (13.69%). Es decir, conjuntando estos datos, y

agregando pies de monte, cimas de lomas en altiplanicies y pendientes en orillas de ríos,

tenemos que el 79.61% de la muestra se asocia directamente a elevaciones, sean lomas o

altiplanicies; mientras que un porcentaje menor se relaciona con planicies, inundables o no

(14.46%), y orillas de ríos (5.92%). Ahora bien, en un contexto más general, como ya se

explicó en la metodología, los montículos se asocian a los distintos elementos del entorno

que a continuación se enlistan (figura 46):

140
Asociado a: Cantidad Porcentaje
Elevación 674 51.85%
Planicie 6 0.46%
Río 256 19.69%
Río-Elevación 243 18.69%
Diseño del sitio 21 1.62%
No identificado 100 7.69%
Total general 1300
Figura 46. Tabla elementos naturales a los que se asocia el
montículo.

Un mayor porcentaje se inscribe una vez más a elevaciones (51.85%), seguido de ríos

(19.69%) y la conjunción de ambos (18.69%). En el caso particular de los que corresponden

al diseño del sitio, el lugar donde los montículos fueron construidos obedece a la manera de

disponer las construcciones en un espacio determinado y no necesariamente a un aspecto

geomorfológico24.

Otro elemento del entorno considerado relevante es la cercanía con afloramientos de roca

madre, una variable considerada al inicio como influyente en la elección de lugar. No

obstante, solamente el 28.46% del total se presenta en los alrededores o debajo de los mismos

(figura 47).

Roca madre Cantidad Porcentaje


No 930 71.54%
Sí: no determinado 7 0.54%
Sí: en el montículo 41 3.15%
Sí: en los alrededores 322 24.77%
Total general 1300
Figura 47. Tabla de la asociación de los montículos con
afloramientos de roca.

No obstante, hay sitios que sí muestran cierta preferencia a establecerse cerca de la roca

madre. En el apartado correspondiente para cada sitio se mostrarán las particularidades de

24
Se profundizará más sobre el tema en el apartado de sitios.

141
estos. Los conjuntos de montículos a los que se asocia roca madre con mayor frecuencia están

en los alrededores de Aguas Buenas y Güegüestepe, en Barillas y Luis Frijolito (figura 48).

Figura 48. Mapa de distribución de montículos con


asociación a afloramientos de roca madre.

Identificación de suelos. Como ya se mencionó en el apartado de metodología, la

identificación de suelos presentó ciertos problemas, por lo tanto, en este apartado, me limitaré

a mencionar las concentraciones de montículos donde fue posible identificar el tipo de suelo

lanilla, que en general es arcilloso, de textura fina, con un color entre el gris y el café. Como

fue indicado arriba, es un suelo pobre para fines agrícolas25, pero sobre el que en la actualidad

los pobladores prefieren construir sus casas para evitar inundaciones y problemas con la

plasticidad del suelo. Los detalles sobre el tipo de suelo serán proporcionados con mayor

detalle en la descripción de las características de cada sitio.

25
Aunque, según el testimonio de Sairín, cuando ésta no se encuentra tan superficial si puede usarse
para el cultivo.

142
Forma de la elevación y tipo de superficie. Con relación al tipo de pendiente y la altura

del montículo, se consideró justo la forma de ésta. Al respecto se consideraron dos categorías:

montículos elevados, aquellos donde se nota un apilamiento de rocas que destaca del nivel

del terreno; y montículos a nivel de la superficie, donde las rocas que conforman la

construcción apenas sobresalen del nivel del suelo (figura 49).

Forma de elevación Cantidad Porcentaje


No determinado 4 0.31%
Elevado 1128 86.77%
Otro 1 0.08%
Nivel de superficie 167 12.85%
Total general 1300
Figura 49. Tabla de tipo de superficie del montículo.

La gran mayoría tienden a ser elevados (86.77%) y un menor porcentaje se encuentran a

nivel de superficie (12.85%). En un sólo caso se encontró un montículo hueco en el interior.

Esto pudo deberse a saqueo o a que fue construido de dicha forma, tal vez para fines distintos

a los que al parecer cumplen el resto de los montículos: poder nivelar el terreno, o bien,

delimitar un espacio.

Para todos los montículos se consideró no sólo la forma de la elevación, también se

registró el tipo de superficie de cumbre que se crea, sea redondeada (81.85%) o plana

(17.69%). En un pequeño porcentaje se trató de otras superficies, como en el caso de un

montículo “hueco” y de otras formas irregulares (0.46%).

Posteriormente se cruzaron las dos variables, para ver si existía un patrón en cuanto a la

forma de la elevación y el tipo de superficie que se creaba. Resultando lo siguiente (figura

50):

143
Tipo de superficie/elevación Cantidad Porcentaje
Plana 230
Elevada 128 55.65%
Nivel de superficie 102 44.35%
Otros 6
Elevada 5 83.33%
Otros 1 16.67%
Redondeada 1064
No determinada 4 0.38%
Elevada 995 93.52%
Nivel de superficie 65 6.11%
Total general 1300
Figura 50. Tabla de relación entre el tipo de superficie y el
tipo de elevación del montículo.

La mayoría de los que están a nivel de superficie se ubican en la categoría de cumbres

planas, en total 102 de los 167, lo que representa el 61.07%. Por otro lado, la mayoría de los

que son elevados, tienen una superficie de cumbre redondeada (el 93.52% de su categoría).

Este aspecto se puede deber a la erosión natural de cumbres de montículos elevados, no a que

fueron construidos de esta forma originalmente.

En el caso de que la superficie plana fuera medible, lo cual sucedió principalmente en las

formas elevadas, se consideró el ancho máximo de ésta para obtener una aproximación a la

superficie que pudiera ser ocupada. Esto sólo ocurrió en el 10.15% de la muestra (figura 51).

Superficie plana medible Cantidad Porcentaje


Elevada 116 87.88%
Nivel de superficie 16 12.12%
Total general 132
Figura 51. Tabla de cantidad de montículos con una
superficie plana medible.

144
De la superficie plana medida, se obtuvo un ancho máximo promedio de 493.4cm, con

una máxima de 18.1m y una mínima de 90cm.

Composición del montículo. Considerando las formas de los elementos arquitectónicos

y los recursos disponibles en los alrededores, se registraron los materiales empleados para su

construcción, siendo los siguientes (figura 52):

Composición Cantidad Porcentaje


Sedimento 11 0.85%
Sedimento con roca 363 27.92%
Roca 295 22.69%
Roca con sedimento 631 48.54%
Total general 1300
Figura 52. Tabla del tipo de composición de los montículos.

Casi la mitad (48.54%) se construyó usando rocas para delimitar y rellenar el montículo

de piedras con una menor proporción de tierra entre las mismas. Otra parte (27.92%) fue

construida con rocas delimitando el montículo y en menor medida como parte del relleno,

por lo que en este caso son construcciones principalmente de sedimento. Aunque se podría

considerar una práctica básicamente similar y decir que 76% de los elementos son círculos

(u óvalos) delimitados y rellenados por rocas, el tipo de roca usado (ver abajo) hace suponer

que se trata de dos tipos de elementos distintos.

Una cantidad considerable de las construcciones fueron hechas solamente con rocas

(22.69%), con muy poca presencia de tierra entre éstas. A éstos se les encuentra con mayor

frecuencia en las partes más elevadas, al norte y noreste del área de estudio (a excepción de

Barillas donde se usaba sedimento con mayor frecuencia a pesar de también asociarse a

afloramientos de roca madre) Con un muy bajo porcentaje (0.85%) se crearon montículos

únicamente de sedimento y se les encontró casi exclusivamente en las propiedades de

Roberto Amador (figura 53).

145
Figura 53. Mapa de distribución de montículos según su
composición.

Tipo de rocas. Destaca que el tipo de roca usado con mayor frecuencia las extraídas del

mismo lugar, es decir, roca madre (50.92%), que se le encuentra con mayor frecuencia en los

alrededores de Aguas Buenas y al suroeste del área de estudio. Le siguen los construidos con

cantos rodados (31.46%), encontrados principalmente en Barillas, Roberto Amador y

prácticamente toda la sección sur, sureste y noreste del polígono (a excepción de Jorge

Oporta) (figura 54). Finalmente, se encuentran aquellos hechos con una mezcla de ambos

(16.92%), sin seguir un patrón espacial. Un menor porcentaje incluye otros tipos no

identificados o la ausencia total de rocas (0.69%).

Al cruzar el tipo de roca usada y la composición de los elementos, destaca que el 87.12%

de los montículos de piedra, se construyeron únicamente con roca madre. Los de sedimento

con roca, tienden a preferir cantos rodados, con un 60.88% de su categoría. Se observa que

146
los de roca con sedimento eligen hacerlos únicamente con roca madre, en el 51.74% de los

casos de su grupo.

Figura 54. Mapa de distribución de montículos seg ún el tipo


de rocas empleado para su construcción.

Tamaño de las rocas. Ahora bien, cuando los montículos son de sedimento, pueden llegar

a tener rocas medianas y pequeñas tanto en los costados como en el desplante. Los montículos

de piedra tienen rocas medianas a grandes tanto en la cima (88.81%), en los costados

(92.88%) y en el desplante (95.93%). Los montículos de rocas con sedimento tienen rocas

medianas a chicas (87.63%) en la cima y en los costados (91.91%) pero medianas a grandes

en el desplante (90.17%). Finalmente, las de sedimento con rocas, tienen rocas de medianas

a chicas en el desplante (80.99% de su categoría) y en los costados (71.07 % de su categoría);

pero no suelen tener rocas en la cima (41.87% de su categoría), (aunque 31.40% de su

categoría tiene rocas medianas).

147
Al cruzar el tipo de rocas con la ubicación relativa del montículo, se obtiene que la roca

madre extraída se asocia principalmente a elevaciones (60.82%) o a la conjunción entre

elevaciones y ríos (26.78%). Los montículos con roca madre y cantos rodados se asocian

principalmente a elevaciones (48.40%), ríos (31.96%) y la conjunción de ambos (11.42%).

Mientras que los cantos rodados, no necesariamente se asocian a ríos y quebradas, como se

esperaba, sólo el 42.52% se encuentra cerca de ríos (32.76% en planicie contiguas a ríos y

un 9.78% en elevaciones junto a ríos).

Círculos de piedra. En cuanto a la presencia de círculos de piedra delimitando el

elemento arquitectónico, del total de la muestra, la mayoría los tiene (82.08%) y una menor

cantidad no presenta (17.92%). Cabe aclarar, que, a excepción de los montículos de

sedimento, todos tienen rocas delimitando el montículo, eso es precisamente el elemento

considerado para medirlos. No obstante, en aquellos marcados sin círculo de piedra, son

situaciones donde éste no se apreciaba claramente, las rocas estaban colocadas de forma

irregular o simplemente habían sido removidas.

Lo anterior se ve reflejado en los montículos de sedimento con piedra, donde la mayoría,

el 82.83% de su categoría, no presentan un círculo claramente definido, ya sea porque no

estaba completo, alguna parte se encontraba debajo de la superficie, las rocas no seguían un

patrón regular o habían sido removidas. Como sí sucedió con los de roca con sedimento,

donde en el 91.91% de éstos se pudo apreciar un círculo de pierdas.

Roca madre. De igual forma se encontró cierta regularidad entre composición y la

presencia o ausencia de roca madre en las cercanías del montículo. En el 81.82% de los

construidos solamente con sedimento no contaba con este elemento en sus alrededores; el

82.09% de los hechos de sedimento con piedra no tenía roca madre; el 77.18% de los

montículos de piedra con sedimento tampoco contaban con ésta; y, por otro lado, de los
148
construidos solamente de piedra, el 53.9%, sí tenía la tenían. Es posible apreciar que suele

haber más roca madre asociada a las partes de mayor altitud, y en menor medida, en las partes

bajas.

Clasificación y características de los sitios con arquitectura

Como ya se mencionó en la metodología, la agrupación de montículos en conjuntos se

basó en rangos de distancia, complementado con su asociación a rasgos geomorfológicos y

la integración dentro de plazas. Una vez delimitadas las 46 localidades con arquitectura fue

posible describir y analizar las características generales de cada uno. Las localidades26 y sus

coordenadas son los siguientes (figura 55):

No. Nombre del sitio E N Z

1 Aislado 683179.795 1343789.91 144.1017


2 Alberto Obando 677943.227 1343966.07 125.4411
3 Alcides Montiel (Medias Lunas) 681090.758 1342521.79 111.5317
4 Barillas 672957.849 1344028.01 120.6754
5 Caoba 682768.983 1343794.68 132.0512
6 Carca 679857.756 1340361.4 85.47128
7 Cerro Aguascalientes 677831.278 1343432.18 203.8584
8 Cerro de la Cruz 1 682272.735 1339387.9 315.5829
9 Cerro de la Cruz 2 681879.096 1339547.45 113.3053
10 Cerro Güegüestepe 676033.227 1341445.38 164.49
11 Cuatro Puntos 675986.456 1341879.85 93.67928
12 Edy Molina 680474.435 1341040.62 88.04661
13 Enrique Vega 682793.817 1343933 144.0842
14 Guarida del Coyote 675707.218 1341298.75 89.1117
15 Herradura 673657.639 1342030.5 105.6152
16 Inés Rocha II 675570.152 1341045.16 104.122
17 Jorge Oporta (Quebrada Profunda) 683865.342 1342257.99 141.9029
18 Jorge Suárez 674942.675 1341387.26 93.28535
19 Josefa Chacón 680870.066 1340227.72 90.52972
20 La Aventura 675961.479 1340952.45 97.61462
21 La Zarcita (Adilia Burgos) 676519.052 1343396.9 128.7323
22 Lázaro Villegas 678716.389 1343289.5 120.8852

26
Una descripción general de cada sitio y su respectivo croquis puede ser consultado en el apéndice 4.

149
23 Loma Este 681398.753 1342974.25 145.5056
24 Los Ángeles I 680902.975 1343647.81 193.7207
25 Los Ángeles II 680959.3 1343140.49 135.9878
26 Monte Güegüestepe 675377.126 1341823.91 93.11227
27 Norte del Carca 679943.615 1340779.2 86.85834
28 Olman Otente 681328.887 1343594.22 134.7381
29 Oporta 681901.136 1343320.39 124.2234
30 Peor es Nada 673094.991 1342798.03 110.2768
31 Piedras Grandes II 681290.239 1341085.97 104.7252
32 Roberto Amador I 677429.051 1340493.47 86.17553
33 Roberto Amador II 677165.495 1340241.23 84.47548
34 Rosa Dolores Oporta 682403.345 1343922.85 136.4809
35 Sabana Grande 680401.306 1340625.22 89.29578
36 San Diego 673055.186 1342121.34 124.093
37 San Luis I 680855.386 1342867.39 109.4296
38 San Luis II 680724.481 1343164.28 127.3956
39 San Isidro I (Juan Suárez) 679432.963 1343353.68 136.4674
40 San Isidro II (Sebastián Ríos II) 679731.288 1343249.39 136.905
41 San Isidro III (Adam Martínez) 679956.648 1343044 119.4457
42 Sebastián Ríos Histórico 680359.31 1343359.52 162.1147
43 Sebastián Ríos I 679086.076 1343083.31 103.0518
44 Vicente Suárez (casa vieja) 680527.568 1343933.7 162.7168
45 Walter García (El Zarzal) 681062.009 1342292.17 98.70908
46 Wilder Marín 682289.517 1343494.58 125.5043
Figura 55. Tabla con el nombre de los sitios y sus
coordenadas UTM.

Una clasificación graduada hecha en QGIS, a partir de la cantidad de montículos,

organizó a los sitios en cuatro grupos, asignando un rango de pequeño a los que tienen menos

de 2 montículos, chico a los que tienen entre 3 y 13, medianos a aquellos con entre 14 y 37,

y grandes, a los que cuentan con más de 38 construcciones (figura 56).

150
Figura 56. Gráfico de la cantidad de montículos por sitio.

Sitios pequeños. En total son 14 y se encuentran principalmente en cimas (42.86%) o

pendientes (35.71%) de cerros (50%) o lomas bajas (35.71%). La mitad de sus montículos

presentan afloramientos de roca madre en los alrededores. Un bajo porcentaje (21.43%) de

los sitios tiene restos de cultura material asociados.

En cuanto al tipo de organización espacial, no siguen algún patrón, en cambio, obedecen

a su ubicación con respecto a los cerros y lomas bajas, véase, por ejemplo, Cerro de la Cruz

o Cerro Güegüestepe (figura 57).

Las construcciones de este tipo de sitio son principalmente circulares (71.53%) u ovales

(7.14%), aunque también hay sitios cuyas formas predominantes son rectangulares (21.43%),

151
por ejemplo, Guarida del Coyote y Casa Vieja. Hay sitios que presentan dos grupos de

tamaño de montículos (35.31%).

Se establecieron principalmente sobre una superficie irregular (64.29%), más que una

uniforme (35.71%); cuyos montículos tienen un ángulo entre los 0 y 35° (50%) o mayor a 35

pero menor a 55° (42.86%), son elevados (85.71%) y redondeados (85.71%) y fueron

construidos con bloques de roca madre mezclados con sedimento (71.53%). La gran mayoría

presentan un círculo de rocas delimitando la construcción (92.86%).

Sitios chicos. En total 9, se localizan generalmente en pendientes (55.56%) o planicies

(33.33%) de lomas (55.56%) o cerros (22.22%). Más de la mitad (66.67%) de los sitios no

tienen afloramientos de roca madre en los alrededores. Con relación a los sitios pequeños, un

mayor porcentaje (77.78%) de los sitios presentan algún tipo de cultura material asociados.

En este caso, dos sitios (Peor es nada y Cuatro Puntos, que representan el 22.22%) están

organizados alrededor de una pequeña plaza rectangular. Algunos de los sitios (33.33%)

presentan dos grupos de tamaño de montículos. Generalmente, estos sitios se conforman por

una concentración de montículos a un rango de 75m, aunque uno de ellos, Norte del Carca,

agrega un montículo en la cima de una loma baja alejado a 100m de la concentración principal

(figura 57).

Los montículos son, en general, circulares, con un ángulo menor a 35° (44.44%) o hasta

los 55° (33.33%), están sobre una superficie irregular, son elevados y redondeados. Están

hechos principalmente de sedimento con roca (44.44%) o roca (33.33%), para lo cual se

emplearon fragmentos de roca madre (77.73%) o cantos rodados (33.33%). Todos tienen un

círculo de rocas en el desplante.

Sitios medianos. Son 12 en total y se asocian con mayor frecuencia a pendientes

(58.33%) y planicies (25%) cercanas a quebradas intermitentes (33.33%), perennes (25%) o


152
al río (12.50%) (figura 57). Un mayor porcentaje (75%) tiene roca madre asociada. Todos

tienen restos materiales asociados en más de la mitad de sus montículos (66.67%) o menos

(33.33%).

Un mayor porcentaje presenta algún tipo de organización alrededor de una (41.67%) o

dos (25%) plazas, cuyas formas variaron entre ovaladas (33.33%), rectangulares (16.67%),

en forma de D (8.33%) o V (8.33%). El resto no contaron con una distribución organizada

aparente. En cuanto al tamaño de los montículos, los hubo con hasta dos (66.67%) o tres

(16.67%) medidas distintas.

Respecto a la integración de clusters o conjuntos, los sitios medianos con mayor

frecuencia (58.33%) integran una sola concentración a un rango de 75m, un menor porcentaje

(33.33%) integran montículos aislados del conjunto principal a un rango de 75m, finalmente,

un sitio (La Aventura, que representa el 8.33% restante), está compuesto por tres pequeños

conjuntos cercanos en un radio menor a los 75m.

Los sitios de esta categoría se establecieron sobre una superficie irregular (83.33%), más

que una uniforme (16.67%). Las formas de los montículos son mayormente circulares, con

ángulos de talud menores a 35° (66.67%) o 55° (33%), fueron elevados y redondeados. Las

construcciones fueron hechas principalmente de roca con sedimento (66.67%) o a la inversa

(25%), para lo cual se usaron fragmentos de roca madre (66.6%), cantos rodados (25%) o

una mezcla de ambos (8.33%). Por lo general, todos contaban con un círculo de rocas.

Sitios grandes. Fueron 11 y se les encuentra con mayor frecuencia en pendientes

(54.55%) o planicies (45.45%) cercanas a quebradas perennes (63.64%), intermitentes

(18.18%) o el río (18.18%) (figura 57). En menos de la mitad de los sitios (45.45%) hay roca

madre expuesta en las cercanías. Todos tienen restos materiales asociados, ya sea en menos

de la mitad de sus montículos (81.82%) o la mayoría de éstos (18.18%).


153
En la mayoría de los sitios se pudo apreciar la presencia de una (27.27%), dos (27.27%)

o más de tres (9.09%) plazas o espacios centrales cuyas formas fueron de circulares a

ovaladas y otras con alguno de sus lados recto. En el sitio de Sabana Grande, que representa

el 9.09%, no se pudo identificar claramente este tipo de espacio, aunque se notaron

montículos alineados. En cuanto al tamaño de los montículos, predominaron aquellos con

más de tres (63.64%) grupos de medida, aunque también los hubo de dos (27.27%) y uno

(9.09%).

Sobre la integración de montículos a nivel de sitio, menos la mitad (45.45%) agrupan una

sola concentración de montículos a un rango de 75m. Luego, dos sitios (18.18%) integran

otra pequeña concentración de montículos, una a un rango de 75m (Wilder Marín), y la otra,

a 125m (Inés Rocha II). Los cuatro sitios restantes (36.36%), integran tres grupos de

montículos a rangos de 75m (Jorge Oporta y Lázaro Villegas) y 100m (Sabana Grande y

Piedras Grandes II). En el último caso, se trata de grandes concentraciones que absorben

montículos dispersos en los alrededores.

Llama la atención el caso de Lázaro Villegas, el cual, si se consideran los rangos de

tamaño de 75m, incluye a los sitios de Sebastián Ríos I (con su plaza) y San Isidro I, II y III

(cuyas características morfológicas son distintas al resto). Este mismo rango, permite agregar

todo el gran conjunto de Lázaro Villegas como parte de Aguas Buenas, el sitio más grande

de la región (figura 57). En la discusión este tema será retomado.

Los sitios se establecieron preferentemente sobre una superficie irregular (81.82%) o

uniforme (18.18%). Las formas de estos son circulares, con ángulos menores a 35° (81.82%),

a 55° (9.09%) o mayores (9.09%); son mayormente elevados y redondeados. Los montículos

fueron construidos de roca con sedimento (45.45%), sólo roca (27.27%) o sedimento con

roca (27.27%). Para su elaboración se emplearon cantos rodados (45.45%), fragmentos de


154
roca madre (45.45%) o una combinación de ambos (9.09%). La mayoría (81.82%), aunque

no todos, tuvieron un círculo de rocas delimitando las construcciones.

Figura 57. Mapa de sitios cla sificados según su tamaño.

155
Capítulo 6

Discusión: espacios, ambientes y actividades

Introducción

El análisis de la muestra seleccionada y su posible interpretación inicia con la hipótesis

de que una vez realizado un inventario de todos los elementos arquitectónicos que componen

el patrón de asentamiento, es posible inferir la función de éstos a partir de su forma, tamaño

y distribución (Ashmore 1981).

Además de la construcción de montículos y los rasgos geográficos, se incluyeron las

distribuciones superficiales de artefactos (Dunnell y Dancey 1983), los elementos naturales

modificados (Ashmore 2002), los no modificados (Rhoads 1992) y las consideraciones

hechas por las percepciones y conocimientos de los habitantes locales (Ingold 1993, 2000;

Owoc 2006).

Tipos de sitios y tipos de lugares

La definición de sitios en el sentido tradicional resultó complicada debido a que pequeños

conjuntos anexos a grupos de mayores dimensiones se encontraban separados espacialmente

por quebradas o rangos de hasta 125m. Los distintos tamaños de sitios, su ubicación y las

posibles funciones que cumplieron durante la época prehispánica nos hace entenderlos como

lugares (Dunnell y Dancey 1983), es decir, espacios de los cuales tenemos indicios del rol

que los antiguos pobladores les asignaron dentro de su vida social, simbólica y política y que

incluyen espacios modificados y no modificados; con o sin evidencia material.

Por un lado, tenemos los lugares con evidencias arquitectónicas y restos materiales, luego

están aquellos con materiales arqueológicos, pero sin presencia de arquitectura, los lugares

156
con montículos, pero sin materiales y, finalmente, aquellos que por su relevancia en el paisaje

podrían considerarse como significativos a pesar de la ausencia de cultura material asociada.

Con lo anterior, lo único que se intenta mostrar es la separación espacial existente entre

los espacios modificados mediante el establecimiento de elementos “permanentes” y los

otros lugares que fueron parte del paso del hombre a lo largo de la ocupación prehispánica

en el área, modificándolo y dejando huella de actividades ocasionales o temporales. A pesar

de que los dos lugares se diferencian por el tipo, la cantidad y densidad de restos materiales,

ambos se relacionan entre sí porque representan actividades complementarias, como se

mostrará a continuación.

De este modo, al referirnos a sitios, los entendemos más allá de aquel espacio claramente

delimitado por la presencia de evidencias de actividad humana. En cambio, reconocemos que

estos límites son arbitrarios y se extendieron según las necesidades de los antiguos ocupantes.

Existen por lo menos cuatro tipos de terrenos, caracterizados por su ubicación dentro de

la cuenca, el tipo de suelo que lo caracteriza y las posibles actividades que en él fueron

llevadas a cabo.

Inicialmente está la planicie central, definida por el suelo de tipo barrial, ubicada al

centro del área de estudio, que es justo el área donde se localizaron concentraciones de

materiales o restos dispersos. Cercano a ésta, se encuentran las planicies de aluvión joven,

cercanas a las áreas inundables próximas al río Mayales y la quebrada del Carca, en éste

puede haber elementos arquitectónicos o concentraciones de materiales. Por otro lado, la

mayoría de las localidades con arquitectura están en el conocido localmente como terreno

duro, conformado por capas delgadas de aluvión no tan reciente, las cuales contienen arcillas,

limos y arcillas magras, en contacto con las formaciones rocosas. Hoy en día el tipo de suelo

característico de estas zonas se conoce como lanilla. Finalmente, el terreno rocoso, está
157
conformado por los suelos esqueléticos definidos por Taylor (1959) y conocidos localmente

como granza amarilla, que son delgados regosoles cafés y rojizos que se encuentran sobre

formaciones rocosas como cerros y algunas lomas bajas, en donde cuyas cimas se localizaron

construcciones aisladas. Con esta primera clasificación del terreno, podemos reconocer

diferentes tipos de lugares relacionados con la diversidad de actividades realizadas durante

la época prehispánica, como se desarrollará a continuación.

Lugares de distribución de artefactos

Ubicados en la planicie central, donde se encuentra el suelo de tipo barrial. Según la

evidencia arqueológica y los testimonios de las poblaciones locales, consideramos que esta

zona pudo ser un terreno inundable o inundado desde tiempos prehispánicos, posiblemente

como terreno pantanoso o como laguna. Según Taylor (1959), el suelo barrial deriva de

formaciones de aluvión del período Cuaternario o de volcanes y sedimentos del Terciario.

En observaciones directas de pozos y zanjas hechas por los habitantes locales se pudo

confirmar que su profundidad es mayor a 1m; debajo de él hay otra capa similar, de barrial

color rojo y seguido de ella inicia el macizo rocoso, sin que haya evidencia de un paleosuelo

con vestigios materiales prehispánicos en el perfil. Esta observación también fue confirmada

por Pedro Villegas (verano de 2015), quien ha trabajado en la elaboración de pozos para

extraer agua potable.

Un sondeo realizado en este tipo de suelo (en el sitio conocido como La Vaina), cerca de

algunas concentraciones de lítica tallada encontradas a nivel de superficie en las

inmediaciones de la quebrada de Aguas Calientes, mostró que la única evidencia de actividad

humana se encuentra en la superficie y hasta una profundidad menor a los 10cm desde el

nivel del suelo. Por otro lado, en otros sondeos realizados sobre una elevación contigua, pero

158
ya no en el barrial, dieron como resultado fragmentos de cerámica y lítica tallada hasta una

profundidad de 40cm, donde inicia la toba, previa al contacto con la roca madre.

Otra pista la tenemos en las fuentes de finales del siglo XVI e inicios del XVII recopiladas

por L. VanBroekhoven, en las cuales se habla de ciénagas que complicaban el acceso a la

región central de Nicaragua, en el actual Departamento de Matagalpa: “porque para entrar

donde están a de ser/de verano por que por ynbierno se cierran los caminos/con rrios y

çienagas” (Fray Francisco de Rivera 1615: 3v, citado por VanBroekhoven 2002: 180). Con

estos indicadores, se puede descartar que la zona de barrial sea de formación reciente,

ocultando una ocupación prehispánica con arquitectura, y por el otro también descartar que

haya sido un espejo de agua, ya que la distribución de los materiales, entre los que predomina

la lítica, ocurre en la capa superficial (hasta 10 a 40cm de profundidad) y de manera bastante

regular en todo el barrial, por lo que no puede ser material arrastrado hasta el lecho de la

laguna. Por lo tanto, nos lleva a reflexionar qué uso pudieron haberle dado a un terreno

estacionalmente anegable en tiempos prehispánicos.

Una indicación viene en E. Ibarra (1994), de fuentes que mencionan que la región de

Chontales era una zona boscosa, con abundante pescado y caimanes y llanos cenagosos.

Según la autora, la dieta de los habitantes de la región central de Nicaragua se basaba en el

consumo de yuca, maíz, frutas y la obtención de leña y carbón. Por su parte, las fuentes

recopiladas por L. VanBroekhoven (2002), destacan el consumo de pescado y plátano (recién

llevado por los españoles).

Esto ya había sido notado por Gerstle (1976), quien, tras su análisis de la industria lítica

de Sabana Grande, concluyó que los antiguos habitantes del sitio eran agricultores

“semisedentarios”, debido a que tenían actividades relacionadas con la caza, pesca y

recolección, entre lo que se incluían actividades como talar y cortar madera. Incluso hoy en
159
día, la agricultura no es el principal medio para obtener recursos (sólo el 5% de las parcelas

donde se encontraron montículos eran usadas para la siembra – el resto es para ganadería).

En cambio, los actuales ocupantes de la cuenca, son pastores que invierten buena parte de su

tiempo cazando, pescando y recolectando productos del monte, entre los que se incluye leña

que venden en el poblado de Juigalpa, aunque Don Teyo (enero de 2017) reconoce que cada

vez hay menos bosque.

Por su parte, Taylor (1959), basado en la preferencia del árbol del jícaro por crecer en el

barrial, propone que la sabana existía desde antes de la llegada de los españoles, por lo que

no es una consecuencia directa de la introducción de la ganadería en el lugar. De hecho, según

su estudio, sería resultado de la quema y tala del bosque y por las fuentes históricas ya citadas

por Ibarra (1994) sabemos que los grupos llamados “Chontales” comerciaban leña y carbón

con aquellos asentados en la región del Pacífico (Fernández de Oviedo 1854 [1535]; Van

Broekhoven 2002).

En lo que refiere a la variedad de flora y fauna durante la época prehispánica, están las

representaciones “naturalistas” en petrograbados (figura 58) de caimanes, tortugas, monos,

armadillos, iguanas, lagartijas, venados y distintos tipos de aves, que dan prueba del tipo de

ecosistema con el que los antiguos Chontales interactuaban. Destaca que prácticamente todos

los animales representados en las rocas hoy en día son importantes para el consumo o para

fines medicinales entre los pobladores, y que varios provienen de ámbitos acuáticos

(caimanes, tortugas) y de monte (monos, armadillos, iguanas, venados y los distintos tipos

de aves).

160
Figura 58. Dibujo sobre fotografía del conjunto de
petrograbados registrados en la localidad de Las Pocitas, cerca de
Adilia Burgos, donde es posible distinguir algunos de los animales
típicos de la región (digitalizado en la plataforma SketchBook de
Samsung).

Por lo tanto, basados en la presencia de instrumentos de lítica tallada, inferimos que el

barrial fue un área de ciénaga intermitente usada para la caza, pesca y recolección de diversos

productos según la estación del año. Durante el recorrido de superficie, se identificaron

diversas concentraciones de instrumentos que podrían asociarse con actividades de obtención

y procesamiento de especies vegetales y animales, en la posible ciénaga que, hoy en día,

alberga aves, reptiles, anfibios y algunas especies de plantas y árboles útiles, como el jícaro

(Don Teyo, enero de 2017).

Otros instrumentos como hachas, tanto de lítica pulida, como tallada, fueron encontrados

aislados en las planicies centrales, posiblemente asociadas a actividades de tala para la

obtención de madera o la preparación de campos agrícolas de temporada de seca, sobre todo

en las cercanías de las quebradas.

La identificación a nivel de superficie de otros restos arqueológicos, asociados o no a

asentamientos de carácter permanente, tales como la cerámica, permiten apreciar que ésta se

asocia en mayor cantidad a los terrenos considerados como fértiles, en las planicies de

161
aluvión del río Mayales y la quebrada del Carca, donde posiblemente se encuentran los

bancos de arcilla para su producción (Casale 2016). Otros restos se encontraron en los

alrededores de las localidades con evidencias arquitectónicas.

La lítica tallada también se relaciona con estos espacios, pero con una representación más

uniforme por toda el área de estudio. Los restos de lítica pulida, por su parte, se encuentran

más en las cercanías de las grandes concentraciones de montículos, posiblemente para la

molienda de diversos productos fuera de los espacios habitacionales. Las hachas se

encontraron normalmente en los sitios de mayor tamaño, como Sabana Grande, Lázaro

Villegas o Barillas, incluyendo a Roberto Amador I.

Lugares con petrograbados

Los petrograbados, por su parte, se restringen a la formación rocosa que separa a la

planicie central del terreno duro en los alrededores de Aguas Buenas, poniendo de manifiesto

su importancia “simbólica” y su asociación directa con fuentes de agua (figura 59). Lo

anterior ocurre en el complejo de sitios cercanos a Aguas Buenas y en el conjunto

denominado como “Las Pocitas”, en las cercanías de la quebrada de Aguas Calientes.

Figura 59. Dibujo sobre fotografía de petrograbado ubicado


en Aguas Buenas, cerca de la quebrada que lleva el mismo nombre.
Considerando este contexto, podría ser interpretado como una
corriente de agua de la cual emana otra, posiblemente desde un
cerro. (Digitalizado en la plataforma SketchBook de Samsung).

162
Los actuales habitantes de la región, consideran que la quebrada de Aguas Buenas se

llama así porque contiene el agua más fresca (potable) en la región (Doña Luisa, julio de

2015). Esto se debe a que probablemente sea agua de manantiales que brota en las cercanías

del sitio. Las quebradas intermitentes y las otras perennes, son principalmente resultado de

las lluvias, o de otros manantiales menores que tienen su origen en lugares más alejados,

como en el caso del Carca.

En ese sentido, llama la atención que, al este del cerro de Aguas Calientes, emane agua

fresca, y al oeste, agua caliente. Hoy en día se considera que este cerro es importante porque

debajo de él se almacena el agua (Don “Güicho”, enero de 2015).

Lugares con arquitectura

Los restos de arquitectura, por su parte, se concentran en las planicies de aluvión joven,

el terreno duro y el rocoso, principalmente en meandros o lugares donde se cruzan dos

corrientes de agua. Llama la atención la baja densidad de restos materiales asociados como

cerámica, lítica tallada y pulida (sólo el 34.46% de los montículos tuvo estas evidencias

asociadas). Los lugares con arquitectura a su vez pueden ser divididos en habitacionales, de

rocas apiladas y promontorios. La distinción se basa en sus atributos formales y el tipo de

terreno sobre el cual se ubican.

Lugares habitacionales. Proponemos la presencia de espacios habitacionales, basados

en el análisis de las formas y medidas de los montículos, la clasificación de sitios según su

tamaño y la presencia de plazas.

Interpretaciones a nivel de montículo. Las formas de estas construcciones son casi

siempre circulares a ovaladas (96.62%), cuyo eje mayor, o largo, mide en promedio 6.5m,

163
con una altura mínima promedio de 21cm y con una máxima de 44cm. Al compararlas con

las documentadas en otras regiones de Nicaragua y Costa Rica, se podría decir que son

estructuras pequeñas y difíciles de distinguir a simple vista. Afortunadamente, el uso de

técnicas sistemáticas para el registro y la presencia casi uniforme de potreros para el pastoreo

de ganado vacuno, permitieron su fácil identificación en el área de estudio.

La composición de las estructuras es aparentemente distinta a las reportadas en otros

lugares. En los alrededores de Juigalpa, se hicieron de roca y sedimento en distintas

proporciones, mientras que, en la región del Pacífico, son básicamente de sedimento (Niemel

2003), por lo que en estos lugares resulta complicado definir su forma y extensión máxima

con claridad, sin embargo, se les ha descrito como circulares u ovaladas.

Particularmente en el área de estudio, destaca que hay una preferencia por el uso de

fragmentos de roca madre mezclados con sedimento, sobre todo en las áreas donde hay

formaciones rocosas y con mayor pendiente. Por otro lado, en los terrenos más cercanos a las

planicies y las quebradas principales, predominan los construidos de sedimento mezclado

con cantos rodados, lo cual refiere a que los habitantes optaron por construir con los

materiales más inmediatos.

Este oportunismo también se refleja en la variabilidad en la forma de las construcciones.

En el caso de los montículos semi-circulares y ovalados, sus características se deben con

mayor frecuencia a las condiciones del terreno, como en el sitio de Alcides Montiel, donde

los círculos están semicompletos debido a que se encuentran sobre una pendiente ligeramente

pronunciada, con el muro construido en la parte baja de la ladera para contención de la

nivelación.

Ahora bien, las formas irregulares, fueron clasificadas de esta manera por ser círculos

con alguno de sus lados destruido o incompleto (el 1.3% de toda la muestra); se trató de
164
formas circulares compuestas por alineamientos o pequeñas “estructuras anexas” o posibles

plataformas ovaladas con montículos circulares en su cumbre (0.46%); o de alineamientos

que conectan estructuras o intentan nivelar el terreno, aunque no son terrazas como tal

(0.3%). Este tipo de construcciones posiblemente no son habitacionales, pero con los datos

de superficie con los que se dispone por ahora, es difícil hacer inferencias sobre su función

particular.

Un ejemplo se encuentra en sitios como Carca (figura 60) o Edy Molina, donde las formas

irregulares aparentan ser espacios comunales, debido a sus dimensiones y a que ocupan un

lugar privilegiado en el asentamiento, algo que también sucede en los sitios de Aguas Buenas

y La Pachona.

Figura 60. Croquis del montículo OSII7, del sitio Carca,


ubicado en la parte más cercana a la quebrada. Registro y dibujo de
Irene Torreggiani y Natalia Donner, enero de 2016.

En el caso de las estructuras rectangulares, algunas de ellas pudieron ser confirmadas

como casas viejas, o sea de unas generaciones atrás del presente (0.38%); otras que

posiblemente lo fueron o resultaron de reocupaciones prehispánicas, pero más probablemente

165
postcoloniales en Lázaro Villegas, San Isidro I, Sebastián Ríos I y Barillas (0.53%)27 u obras

modernas (0.07%). Sin embargo, algunas construcciones rectangulares parecen ser

estructuras no habitacionales asociadas a montículos principales (OSIV9) (0.07%), o a sitios

como San Isidro I (con tamaños entre los 11.2 y 15m) y Piedras Grandes II (0.23%) (figura

61). Más adelante se discutirán las implicaciones de la ubicación de estos últimos en sus

conjuntos.

Figura 61. Montículo (SRRII5) rectangular registrado en


Piedras Grandes II. Mide 1.5 de anc ho, 2.4 de largo, 20cm de altura
mínima y 61 como máxima .

En cuanto a los restos materiales asociados a los montículos en general, no muestran un

patrón regular de distribución o proporciones. Hay que tomar en cuenta que en algunas

instancias se pudo comprobar que la aparente ausencia de restos en superficie se debe a

procesos de sedimentación-erosión diferenciales, algo que no se registró de manera

sistemática en las cédulas de campo. Un buen ejemplo de este proceso es Josefa Chacón, un

asentamiento grande ubicado en una planicie aluvial que presenta muy pocos restos

materiales asociados a nivel superficial, pero donde se apreciaron grandes cantidades de

cerámica y lítica tallada alrededor de los postes de las cercas.

27
En estos sitios hará falta un estudio más exhaustivo que incluya excavaciones para conocer la
temporalidad de las construcciones, así como su posible función y relación con el resto de estructuras del sitio.

166
Sin embargo, parecen existir diferencias de distribución de restos materiales: por un lado,

es notoria la ausencia de cerámica en los sitios pequeños, donde sí se observa lítica tallada,

algo que da pistas sobre su posible función. Por el otro, es recurrente la gran presencia de

restos de lítica pulida en los sitios medianos y grandes.

El análisis de los datos presentados nos lleva a preguntarnos sobre la función de los

montículos. Los fragmentos de escultura encontrados a éstos y su variabilidad en tamaños y

formas nos hacen suponer que cumplían funciones muy diversas. Al cruzar todas las variables

consideradas para el análisis, tanto en general, como para cada sitio y sus conjuntos por

separado, identificamos patrones que se repiten con cierta frecuencia.

Partiendo de la premisa que, en un asentamiento, la estructura más representada será la

vivienda, tenemos que la medida que se repite con más frecuencia es la de 4.2 m de largo y

el tamaño mínimo del grupo de montículos chicos, en el caso de los sitios que se pudo hacer

esta distinción, es de 4m (figura 62).

Si se consideran las características formales de los montículos observadas durante su

descripción en general y por conjuntos, se concluye que un montículo habitacional común

debe superar los 4m de diámetro28, estar hecho de rocas con sedimento en distintas

proporciones hasta ser únicamente de sedimento, tener superficie relativamente plana29,

taludes con un ángulo de menor a los 35° u ocasionalmente hasta los 55° y un cerco de rocas

delimitando la base. Es decir, estos montículos son los cimientos de una plataforma de rocas

sobre la cual se construyó la vivienda. No por ello se debe olvidar la multifuncionalidad de

28
De ser así, se podría considerar que el área mínima que ocuparía una casa es de 12m² (usando la
fórmula de A=πr²).
29
Muchos de los montículos actualmente tienen una cumbre redondeada, pero en sitio con un buen
estado de conservación se pudo apreciar que originalmente eran planos y se desgastaron por la erosión y el
tránsito de ganado sobre ellos.

167
las viviendas “comunes”, tal como se ha documentado en las excavaciones recientes

realizadas en el sitio de La Pachona (Vlaskamps 2016, comunicación personal) (figura 63).

Figura 62. Montículo chico (JFA32) en el sitio de Josefa


Chacón cuyas dimensiones (1m de largo aproximado) y rocas de
distribución y tamaño homogéneos, sugieren que no se tr ata de un
espacio habitacional.

El análisis de las distintas categorías de tamaños mostró que hay sitios donde se agrupan

en hasta dos o tres medidas, particularmente en los sitios medianos y grandes. En primer

lugar, los montículos chicos, que son los segundos más frecuentes, su medida máxima común

es de 4m, se encuentran dispersos por todo el sitio, con mayor recurrencia en los alrededores

de la concentración principal. Los montículos medianos, de los que más hay, superan los 4m

y su extensión máxima varía entre los 8 y 12m de largo y se ubicaban generalmente en las

cercanías de la plaza. Las construcciones grandes, que son la minoría, miden más de 8 a 12m,

delimitan las plazas, están al interior de ellas o en las partes más elevadas de los

asentamientos medianos y grandes.

168
Figura 63. Típico montículo habitacional (LV162) en el patio
de una vivienda en Lázaro Villegas.

Como se muestra en las descripciones de cada sitio (véase Apéndice 4), los de mayor

tamaño pueden considerarse también como habitacionales, pero en algunos casos parecen

cumplir con otras funciones, tal vez de carácter comunitario. Como ejemplo de ello, se

registraron montículos grandes compuestos por dos o tres niveles escalonados (figura 64),

ubicados al interior de las plazas, distinguiéndolos del resto no sólo por su ubicación, sino,

además, por sus atributos formales. En estos casos, los montículos podrían considerarse como

viviendas “no comunes”, debido a la complejidad de su posible función.

169
Figura 64. Montículo (LV60) ubicado al interior de la plaza
rectangular del sitio Lázaro Villegas, presenta tres niveles
escalonados, cuyos círculos miden 6.6, 8 y 10m de diámetro.

En el área de estudio, estas construcciones tienen variaciones en cuanto a los rangos de

tamaño; los hay mayores a 8m o 50m2 (Lázaro Villegas), 9m o 64m2 (Inés Rocha II, Oporta

y Rosa Dolores Oporta), 10m o 79m2 (Herradura, Wilder Marín, Piedras Grandes II), 11m o

95m2 (Josefa Chacón), o mayores a los 12m o 114m2 (La Aventura, Carca, Sabana Grande y

Barillas). Esta distinción podría deberse a cambios temporales, o en la organización social.

Lo que más resalta en la distribución de las construcciones grandes o posibles viviendas no

comunes, es su ubicación con respecto a la plaza.

De manera similar, los fragmentos de escultura y las columnas de basalto se asocian

frecuentemente a los montículos de mayor tamaño en los sitios grandes, sugiriendo que su

función incluía la exhibición de las figuras monolíticas. Como ya se mencionó, en ocasiones

se encontraron posibles agujeros para colocar las esculturas en la cumbre de las

construcciones (Figura 65), algo que puede ser corroborado por los relatos de los habitantes
170
locales y las observaciones hechas por los primeros viajeros, quienes mencionan la presencia

de estas cavidades (Boyle 1866). En sitios como Jorge Oporta y La Aventura, tenemos noticia

de que las esculturas fueron retiradas de su lugar de origen para exponerse en el Museo

Gregorio Aguilar.

Figura 65. Posible círculo de rocas usado para la colocar una


escultura en la cumbre del montícul o JOI2, del sitio Jorge Oporta.

Identificación de plazas. Otro de los referentes usados para identificar posibles espacios

habitacionales fue la plaza, la cual espacialmente se reconoce como el lugar relativamente

plano que juega un rol central dentro del conjunto de construcciones. Al interior del sitio

conforma un espacio abierto delimitado generalmente por las construcciones de mayor

tamaño, pero al mismo tiempo es un área cerrada con respecto al entorno que rodea a la

concentración de montículos. En términos conceptuales, las características espaciales de la

plaza nos hacen entenderla como el centro de las actividades domésticas y festivas-rituales,

es decir, el área comunitaria de la vida cotidiana. Más allá del sitio, su función es restringir

171
o cerrar este espacio como algo que integra, o pertenece únicamente, al conjunto de

construcciones.

La ausencia o presencia de plaza, aparentemente se relaciona con el carácter habitacional

de los asentamientos que cuentan con una. De ser así, podemos afirmar que la plaza es el

centro de la vida política y religiosa (Heckenberger et al. 1999), alrededor de la cual se

realizan diversas actividades que dan cohesión social a las comunidades asentadas en el área

de estudio. En ese sentido, la presencia de estructuras de gran tamaño, y con características

morfológicas distintas a las viviendas “comunes”, en el centro de las plazas, refuerza la

hipótesis de una función distinta a la residencia familiar, para sugerir una finalidad

comunitaria o colectiva, como espacios de reunión o para exhibir los elementos que dan

identidad a la comunidad, como serían las esculturas.

En 13 sitios, además de Aguas Buenas, se pudo delimitar una o varias plazas (Barillas,

Peor es Nada, Herradura, Jorge Suárez, Inés Rocha II, Adilia Burgos, Alberto Obando,

Lázaro Villegas, Sebastián Ríos I, Josefa Chacón, Alcides Montiel, Wilder Marín y Rosa

Dolores Oporta30). En otros 5 sitios (Roberto Amador I, Carca, Sabana Grande, Piedras

Grandes II y Oporta) fue inferida a partir del patrón de ubicación de los montículos de mayor

tamaño y la presencia de ciertos espacios abiertos y relativamente planos. De estos sitios 1

de ellos es chico, 8 medianos y 8 grandes.

De los 18 sitios con plaza, 12 de ellos contaron con una, cinco con dos de ellas (Inés

Rocha II, Adilia Burgos, Oporta, Piedras Grandes II y Wilder Marín) y uno con 5 o 6,

precisamente el asentamiento más grande del área de estudio: Lázaro Villegas. Sus formas

30
La plaza de este sitio no se encuentra en un terreno plano. Los montículos están alineados sobre la
parte baja de la ladera, rodeando la elevación sobre la cual se encuentran. A pesar de esto, lo que este espacio
tiene en común con el resto es que el montículo de mayor tamaño está al centro y en la parte más elevada.

172
suelen ser ovaladas-irregulares (en 14 casos), ovaladas-rectangulares (en 3 sitios) y una en

forma de V (Rosa Dolores Oporta). Al igual que las rectangulares, los sitios con plazas

ovaladas-irregulares suelen tener un lado recto formado por una línea de montículos

orientados noreste-suroeste y otra noroeste-sureste (en 7 casos) o sólo hacia el primer rumbo

(en 4 casos). En general, las plazas tienden a estar orientadas de noreste-suroeste (en 8 sitios),

noroeste-sureste (en 3) o no se les pudo definir claramente (en los 7 restantes). Suponemos

que esta orientación se debe a las adaptaciones al relieve y la corriente de agua cercana, sin

embargo, la dirección más recurrente coincide con la de Aguas Buenas, por lo que

proponemos que se buscaba tener una forma que coincidiera con este sitio.

El resto de asentamientos que no contaron con plaza se debió a que son de tamaño chico

(excepto Peor es Nada), por su ubicación encima de cerros (como Cerro Güegüestepe, Cerro

Aguascalientes o Cerro de la Cruz) o porque se trató de construcciones modernas o

postcoloniales (como Vicente Suárez, Guarida del Coyote o Sebastián Ríos Histórico). En

otros pudo deberse a su posible función (como San Isidro I, II y III) o grado de destrucción

(como en La Aventura y Roberto Amador II). De ser así, todos los sitios medianos y grandes

tienen una plaza, alrededor de la cual hay construcciones con características habitacionales,

ubicados en terrenos de aluvión joven y duro. En el caso de Jorge Oporta no hay una

explicación aparente para no contar con una.

Características según el tamaño de sitio. Los sitios chicos (entre 3 y 13 estructuras), se

ubican en pendientes y planicies de lomas o cerros; presentan mayor cantidad y diversidad

de restos materiales, algunos cuentan con una plaza o espacio abierto y pueden tener hasta

dos tamaños distintos de montículos.

Estas características pueden relacionarse con espacios habitacionales de menor tamaño

(por ejemplo, Peor es Nada, Roberto Amador II o Edy Molina) u otros conjuntos de función
173
desconocida, ya que no siempre se encuentran cerca de fuentes de agua (por ejemplo, Cuatro

Puntos o Los Ángeles I), o incluso pudieron ser parte de otros sitios (como Norte del Carca).

Estos sitios agregan en su cluster un solo conjunto a un rango de 75m.

Los sitios medianos están con mayor frecuencia en pendientes y planicies cercanas a

quebradas intermitentes y perennes o ríos, tienen más afloramientos rocosos en las cercanías,

todos presentan alguna otra evidencia material asociada en más de la mitad de sus montículos,

hay una mayor cantidad de sitios con una o dos plazas (los cuales son Rosa Dolores Oporta,

Oporta y Adilia Burgos) ovaladas o irregulares y tienen dos o tres tamaños distintos de

montículos.

Los sitios de esta categoría integran los montículos dispuestos en un rango de 75m,

incluyendo aquellos que se encuentran relativamente aislados (como Rosa Dolores Oporta y

Adilia Burgos) u otros conjuntos pequeños (como en La Aventura).

En prácticamente todos los casos, los montículos de mayor tamaño se encuentran al

interior (por ejemplo, Alberto Obando o Adilia Burgos) o delimitando (como Herradura,

Jorge Suárez o Alcides Montiel) la plaza. Estos datos nos conceden identificarlos como

espacios habitacionales organizados jerárquicamente alrededor de la plaza, en donde las

viviendas comunales o de mayor rango31 se encuentran al centro, tal como observaron los

primeros españoles que llegaron al Pacífico de Nicaragua.

Finalmente, los asentamientos grandes, muestran una preferencia a ubicarse en

pendientes o planicies cercanas a quebradas perennes, intermitentes o el río, con menor

presencia de afloramientos rocosos en las cercanías.

31
En términos de mayor estatus social, longevidad o número de miembros.

174
Resalta que, a diferencia del grupo anterior, todos los sitios grandes también tienen restos

asociados en la superficie, aunque en menor cantidad, posiblemente por encontrarse en las

planicies con un proceso de sedimentación más acelerado. Estos atributos permiten

identificarlos como grandes centros habitacionales relacionados con actividades agrícolas de

carácter más intensivo (por ejemplo, Inés Rocha II, Carca, Sabana Grande, Josefa Chacón32,

Roberto Amador I o Barillas), debido a su asociación a las principales fuentes de agua, con

suelos aluviales más jóvenes y con menor presencia de afloramientos rocosos en los

alrededores. En estos casos, combinando las distribuciones de materiales registrados durante

el recorrido, es posible apreciar que las actividades relacionadas con estos asentamientos se

extienden hasta las quebradas y ríos.

Este tipo de sitios se pueden conformar por un solo grupo a un rango de 75m (por ejemplo,

Josefa Chacón o Barillas), incluir una pequeña concentración hasta un rango de 125m (como

en Inés Rocha II) o agregar hasta tres conjuntos separados en rangos de 75 o 100m (como

Sabana Grande, Piedras Grandes II, Jorge Oporta o Lázaro Villegas).En ese sentido, los sitios

de mayor tamaño tienden a incluir montículos a mayores distancias, o como en el caso de

Aguas Buenas y Carca, que podrían incluir a sitios cercanos.

En los sitios grandes hay una jerarquía de tamaños de montículos más marcada, con hasta

tres grupos de tamaño y con hasta más de tres plazas por sitio. Esto, primero, confirma lo

dicho por las fuentes del siglo XVI, que entre más grande el sitio, mayor es el número de

plazas y, una vez más, la distribución jerarquizada alrededor de la plaza, cuya función era de

reunión y comercio (Abel-Vidor 1983).

32
El cual presenta un gran espacio entre las concentraciones de montículos y la quebrada.

175
En sitios donde no se pudo definir claramente las plazas (Carca, Piedras Grandes II,

Oporta y Lázaro Villegas), es posible que éstos crecieron en extensión y se reorganizaron,

modificando su traza.

Lugares de rocas apiladas. Ahora bien, más allá de los espacios habitacionales y sus

plazas, se registraron otras concentraciones de montículos como parte del área de influencia

de la concentración principal en Jorge Oporta (hacia el noreste), Rosa Dolores Oporta (al

suroeste), Piedras Grandes II (al noreste), Adilia Burgos (al noreste), La Aventura (al

sureste), Sebastián Ríos I (al noreste), Inés Rocha II (ligeramente al suroeste) y Cerro

Güegüestepe (al noroeste)33. Se trata de elementos de tamaños muy diversos, de rocas

medianas a grandes apiladas, sin una superficie plana, ni un círculo delimitándolas en la base

y que casi nunca tienen restos materiales asociados (figura 66).

33
Según informes de Luis Gutiérrez (verano de 2016) al sureste de Sabana Grande había una
concentración de montículos de roca similar a las observadas por él mismo cuando registrábamos otros sitios.
él refiere que éstos fueron destruidos para obtener la roca en décadas pasadas. El lugar fue inspeccionado, pero
desafortunadamente estaba en mal estado de conservación y sólo se encontraron algunas piedras dispersas cerca
de una quebrada intermitente, por lo que no se descarta su presencia.

176
Figura 66. Montículo (SR-17) hecho sólo de rocas apiladas
de forma irregular en el sit io de San Isidro I.

En los sitios de Piedras Grandes II y Jorge Oporta se reconocieron dos concentraciones

de montículos alrededor del posible espacio doméstico. El primero tiene al norte un grupo

con características similares a las previamente descritas y, al sur, otro que parece ser

habitacional, por lo que este último podría ser otro sitio asociado, sea uno más antiguo que

el otro, o una extensión del área habitacional principal. En el otro caso también hay un

conjunto de rocas medianas y grandes apiladas al norte, pero al sur, hay otro que no tiene

características habitacionales, pero tienen una forma claramente delimitada por un cerco de

rocas y una cima plana. Este sitio cuenta con dos montículos centrales (JOI1 y JOI2), que

son, por mucho, más grandes que los montículos habitacionales “comunes” (figura 67). En

uno de ellos conservaba un posible agujero para insertar una escultura. En un montículo

similar (SRRII8) del conjunto norte del sitio de piedras Grandes II, se encontró un fragmento

de la parte superior de una escultura, lo que soportaría dicha hipótesis.

177
Figura 67. Montículos (IRIII2 e IRIII3) de grandes
dimensiones hechos sólo de roca, en el pequeño conjunto anexo a
Inés Rocha II.

En ese sentido, estas concentraciones de montículos que no tienen atributos

habitacionales podrían pertenecer a sitios que sí lo son, por ejemplo, Norte del Carca y su

relación con el de Carca (véanse las descripciones de sitio en el anexo). Incluso, considerando

las dimensiones y posible función, no puramente habitacional de Aguas Buenas, éste podría

incluir a Lázaro Villegas (con características habitacionales), San Isidro I, II y III (sin

características habitacionales), conformando un gran complejo de construcciones con dos o

tres sectores con funciones distintas y posiblemente complementarias.

Si la finalidad de estos elementos anexos no es el establecimiento de viviendas, entonces

¿cuál pudo ser su función? Hay una serie de indicaciones de investigadores previos que llevar

a sugerir que se trata de cementerios. Los primeros exploradores que recorrieron los

alrededores de Juigalpa ya hablaban de la presencia de sepulturas ubicadas en las periferias

de las casas circulares (Boyle 1866; Pim y Seeman 1869). Sequeira (1942), excavó algunas,
178
y si bien afirmó que estaban vacías en su interior, reportó la presencia de dientes y fragmentos

de huesos quemados, lo cual puede explicarse como depósitos secundarios, en los que las

condiciones del suelo terminaron por deteriorar los elementos óseos. La presencia de huesos

también fue relatada por los habitantes locales que excavaron montículos de este tipo en

asentamientos como San Isidrio II, La Pachona y Sabana Grande; al igual que Magnus y

Gorin y Rigat (1989), en el llamado cementerio de Los Andes, aunque no dan muchos

detalles. Fuera del área de estudio, la presencia de cementerios con montículos parecidos a

los aquí descritos se ha reportado en Costa Rica y Panamá (Corrales 2012; Drolet 1983; Frost

y Quilter 2012; Hoopes 2005; Quilter y Frost 2007). Como ya se mencionó, otra posible

función pudo ser la de exhibir a los personajes representados en las esculturas. De cualquier

manera, en ambos casos el objetivo es recordar a los ancestros, sean difuntos o míticos.

Lugares promontorio. Con la clasificación hecha podemos apreciar cómo los sitios

pequeños (de 1 a 2 montículos), se encuentran dispersos sobre todo en las cimas o pendientes

de cerros y lomas; presentan muy pocos restos materiales y, cuando los hay, son sólo

fragmentos de lítica tallada. Lo anterior los asocia con dos tipos de actividades:

construcciones no habitacionales usadas posiblemente de manera estacional, es decir,

campamentos estacionales, para la procuración de materias primas (por ejemplo, Aislado o

Caoba), o bien, de lugares marcados/dedicados al mundo sobrenatural (Cerro de la Cruz I y

II o Cerro Aguas Calientes). Esto último se propone ya que hoy en día, los mitos locales que

se relatan sobre los cerros y las cuevas refieren a que éstos son propiedad de los duendes y el

lugar donde habitan los venados sobrenaturales34. En las fuentes documentales recopiladas

34
Por buscar una manera sintética de referirnos a aquellos animales con una cualidad mítica y
simbólica.

179
por L. Van Broekhoven (2002), los frailes que visitaron la zona durante el siglo XVI narran

la presencia de duendes, quienes eran los dueños tanto de los cerros, como del agua.

Relacionado con lo mismo, numerosa bibliografía ha abordado el valor ritual de los cerros

en México (Broda 2007 et al.; Fernández y García 2006; López Austin y López Lujan 2009),

Colombia (Dolmatoff 1977) y Costa Rica (González y González 2000).

Considerando el significado que tenían esta clase de rasgos naturales, tanto antes de la

llegada de los españoles a Chontales, como en los mitos actuales, es más probable la función

de los montículos en estos lugares sea para el contacto con el mundo sobrenatural, y no como

puestos de control durante épocas de conflicto, como ya se consideró con anterioridad.

Lugares coloniales e históricos. En otros de los asentamientos pequeños, sencillamente

se trató de casas viejas aisladas (como Guarida del Coyote, Vicente Suárez o Sebastián Ríos

Histórico y una pequeña concentración cerámica al noreste del Cerro Güegüestepe). Entre

estas se documentaron algunas no tan antiguas como la del papá de Don Lázaro Villegas.

En el caso particular de Guarida del Coyote, la forma, distinta a las otras casas viejas (las

técnicas constructivas, de niveles escalonados y el uso de rocas careadas) y su ubicación al

pie del cerro de Güegüestepe, aparentemente refiere a un asentamiento más cercano al

periodo colonial. Estos datos, nos recuerdan el proceso de expansión de los españoles hacia

Chontales. Si bien, para el siglo XVI, ya existía el poblado de Juigalpa, buena parte de la

zona estaba fuera del control colonial, y no fue hasta el siglo XVII, que se hicieron algunas

reducciones de indios e iniciaron las migraciones de ganaderos.

Peculiaridades de Aguas Buenas

En lo que respecta a Aguas Buenas, con base en el registro de asentamientos en el área

circundante, ahora es posible explicar su ubicación e importancia:

180
 Se confirma que es el sitio de mayor dimensión y con la organización espacial

más planificada de la región.

 Está junto a la quebrada con el agua más fresca del lugar.

 No es posible relacionarlo directamente con agricultura intensiva, como sucede

con los cercanos al Mayales y el Carca: ubicados en planicies aluviales jóvenes y

con altas densidades de materiales en sus alrededores.

 Muestra una preferencia por el terreno duro y se ajusta sobre una formación rocosa

que genera una curvatura en la quebrada.

 Los petrograbados recalcan la importancia simbólica del lugar, al igual que lo

hace el cerro contiguo, donde está el manantial de donde viene el agua, que

también tiene una construcción en su cima.

 Tiene una posición en alto que le da una buena visibilidad del valle, aunque ésta

se restringe desde el oeste.

 Está justo frente al ascenso del río Mayales desde el lago, considerado como

posible vía de comunicación, e incluso, permite la visibilidad del volcán de

Concepción, un posible santuario prehispánico (Haberland 1983) e importante

punto de referencia.

 Marca un posible patrón regional con la orientación de su plaza: aunque

usualmente los sitios tienen plazas paralelas a la corriente de agua cercana, en la

lógica de seguir la superficie más plana de la ladera (Barillas, por ejemplo),

Herradura y Peor es Nada parecen estar intencionalmente orientados igual que

Aguas Buenas.

181
 Y, finalmente, según sus características arquitectónicas, el tamaño de su plaza

(pequeña con relación a la extensión del sitio) y los materiales asociados, los

montículos de Aguas Buenas no parecen tener características habitacionales

(Geurds y Terpstra 2013), en cambio, el espacio doméstico parece estar al sur

(Lázaro Villegas), con otro de función distinta al este (San Isidro I, II y III), tal

como sucede en otros sitios (como Jorge Oporta).

Hacia una redefinición de los sitios

En los dos apartados anteriores, quedó claro que lo que definimos como sitios pueden

de hecho ser agrupaciones de función distinta y posiblemente complementaria, y que los

asentamientos prehispánicos estaban originalmente conformados por varios sectores

funcionales.

En 10 de los asentamientos con mayor cantidad de montículos (con excepción de Barillas,

Wilder Marín, Josefa Chacón y Oporta35), incluyendo a Aguas Buenas, se encontró uno o

dos conjuntos menores anexos. Como ya se mencionó, sus características morfológicas,

dimensiones, materiales asociados, datos etnográficos y documentales, sugieren que no eran

para la vivienda, en cambio, eran construcciones dedicadas a la memoria de los ancestros

posiblemente colocando una escultura en su cumbre, usándolos como tumbas o ambos.

Llama la atención la idea de alejar estos espacios de la vida doméstica, algo que no es común

en Mesoamérica, pero que tiene paralelos hacia el sur. Aparentemente la distancia necesaria

entre estos espacios de memoria y las casas debía ser mayor a 75m, o encontrarse del otro

lado de la quebrada, pero no más allá de los 125m.

35
Estos sitios pudieron no contar con conjuntos menores anexos debido a que se encontraban en mal
estado de conservación o fueron destruidas, o bien, pertenecen a otro rango temporal, posiblemente anterior a
la ocupación de los que si los tuvieron.

182
Este hecho nos hace suponer la presencia de una tradición de asentamientos

contemporáneos, al menos durante cierto periodo de tiempo. Para la región del Pacífico, se

ha documentado la introducción del uso de cementerios en asociación con un cambio en la

cultura material a partir del año 800 d.C. (McCafferty y Dennett 2013; Salgado y Zambrana

1994). Por su parte, J. Frost y J. Quilter (2012), datan el complejo habitacional y de

cementerio de Rivas-Panteón de la Reina entre los años 900 y 1300 d.C.

La evidencia sugiere que no todos los lugares tenían la misma configuración, por lo que

no pueden ser definidos de la misma manera. Los sitios multifuncionales tienen sectores

separados espacialmente, que se pueden diferenciar en el registro arqueológico. Por otro lado,

los sitios con arquitectura catalogados como pequeños y las distribuciones de materiales en

superficie, de igual manera podrían ser extensiones de las actividades recurrentes que se

realizaron más allá de las áreas de vivienda, lo que no los convierte en entes distintas o ajenos.

De este modo resultaría complicado delimitar los asentamientos, por ejemplo, a partir de la

presencia o ausencia de restos arquitectónicos. En cambio, mostramos cómo los antiguos

ocupantes de la cuenca interactuaron con todo su entorno, tanto el físico, sobre el cual dejaron

rastros de su paso a lo largo del tiempo; como en el sobrenatural, mediante los mitos y la

señalización de ciertos lugares modificados culturalmente o no.

Un ejemplo de este último son los nacimientos de aguas termales registrados en el área

de estudio. Cuando se preguntaba a los habitantes locales sobre cosas de los indios de antes,

refiriéndonos a restos de arquitectura, cerámica o lítica, la gente nos remitía a los lugares de

agua caliente. Esto pasó más de una vez. En un intento por entender su lógica, consideramos

que, si para ellos los lugares de agua caliente tenían relevancia en el paisaje simbólico y

práctico actual, seguro también lo tuvieron en el pasado.

183
Con esta idea retomamos las críticas al concepto tradicional de sitio arqueológico

(Anschuetz et al. 2001; Ashmore 2002; Dunnell y Dancey 1983; Foley 1981; Rhoads 1992),

tal como se pudo ilustrar con Aguas Buenas: a pesar de que claramente se delimita por el

círculo exterior de montículos, la presencia de una quebrada al este y una formación rocosa

al norte y sur, en realidad, este “sitio” parecería formar parte de un complejo de espacios

separados funcionalmente, con un total de 751 montículos distribuidos en otros cinco

espacios (Lázaro Villegas, Sebastián Ríos I y San Isidro I, II y III) agregados a un rango de

75m.

Para contrastar los datos de la muestra analizada fuera del área de estudio y en busca de

un sitio con el cual comparar Aguas Buenas, se visitaron vario sitios en los alrededores, los

cuales ya habían sido reportados en las fuentes bibliográficas y los informes de los habitantes

actuales. Ninguno es similar en cuanto a sus dimensiones y complejidad en la organización

espacial. Sin embargo, la mayoría comparten la presencia de plazas y una jerarquía de

montículos cuyas características morfológicas son similares. En los sitios documentados en

los alrededores no fue posible encontrar otros conjuntos menores anexos de funciones

complementarias, pero no se descarta su presencia. En el sitio de San Jacinto, Don Arnolfo

González, dueño de las parcelas donde se ubica el sitio, nos contó que al otro lado de la

quebrada había cercos de piedra descritos con características similares a las pequeñas

concentraciones de rocas observadas en sitios dentro del área de estudio. Él mismo nos

platicó que había donado las rocas de los montículos a la alcaldía de Cuapa, para que se

emplearan en construcciones modernas, por lo que ya no queda evidencia de ellos.

Llama la atención que los sitios más cercanos al río Mayales, a excepción de Barillas,

tienden a ser elevaciones hechas mayormente de sedimento, unos de los cuales tienen un

círculo de rocas delimitando la base de la construcción. Entre los asentamientos reportados


184
por Gorin (1990), en los alrededores de los ríos Mayales y Cuisalá, suele haber sitios sin

arquitectura con altas densidades de materiales y con montículos o grandes elevaciones

(¿plataformas?) hechas de sedimento.

Por otro lado, en la parte norte del río Mayales, los sitios de Barillas y San Jacinto,

aparentemente presentan algunas características que los distinguen del resto: los montículos

tienen una jerarquía de tamaños más marcada, muchos se construyeron con rocas en los

costados y sin ellas en la cima, la cual suele ser plana; además, algunas construcciones están

conectadas por alineamientos de rocas a manera de banquetas. Aun así, sigue siendo el mismo

tipo de organización espacial reportado en los demás sitios dentro y fuera del área de estudio.

Complejidad y organización social

Lo anteriormente descrito nos lleva a reflexionar sobre el tipo de organización social de

los grupos asentados en el área de estudio durante la época prehispánica. A nivel de

montículos notamos que los de mayor tamaño se distribuyen alrededor de las plazas o en las

partes más elevadas, sobre todo en los sitios medianos y grandes. En las fuentes consultadas

se afirma que la plaza era el centro de las actividades comunitarias, entre los que podemos

mencionar el comercio, la realización de festividades y reuniones. Esta jerarquía a nivel de

vivienda y su posición privilegiada sugiere un sistema de organización social “desigual”, algo

que habían notado los primeros españoles que llegaron al Pacífico centroamericano. La

presencia de familias con mayor rango o de líderes político-religiosos, como los mamas de

los Koguis, que regían mediante consejo36, son las posibilidades más factibles.

36
Incluso hoy en día, en palabras de los propios concejales, cuando platicábamos sobre la toma de
decisiones en la municipalidad o alcaldía (agosto de 2016) uno de ellos afirmó: “aquí no pasa nada sin permiso
del consejo”.

185
Según la postura de Hoopes (2005) los sacerdotes habrían surgido en el área entre los

años 300 y 600 d.C. y serían parte importante de la jerarquía social, en la que éstos eran los

encargados de la comunicación con el mundo sobrenatural.

Dichos personajes, semejan a los güegües descritos por Fernández de Oviedo (tomo II,

parte III: 36): “no se gobernaba por cacique é único señor, sino a manera de comunidades

por cierto número de viejos escogidos por votos: é aquellos creaban un capitán general para

las cosas de la guerra, é después que aquel con los demás regían su estado”.

Hoy en día, un vago rastro se encuentra precisamente en el cerro de “Güegüestepe”, al

cual se asocian montículos prehispánicos de carácter doméstico y un par de casas viejas

(Guarida del Coyote), cuyas características morfológicas y ausencia de restos materiales

como tejas o árboles frutales, nos hacen descartarlo como una construcción reciente.

Entre otros elementos a considerar para hablar sobre el tipo de organización social, están

la forma, técnicas constructivas y tamaños de los montículos; la presencia y orientación de

la plaza (NE-SW), la creación de espacios de memoria en los alrededores y el aparente culto

a los cerros; la iconografía en la escultura que representa a individuos particulares, seres

mitológicos y guerreros; la animación de las columnas de basalto; y los motivos

personificados en los petrograbados.

A nivel regional, la idea de integración comunitaria, mediante la ejecución proyectos que

permitieran consolidar la memoria colectiva, se ve reforzada con la construcción de Aguas

Buenas (Geurds y Terpstra 2013). Si bien no hay evidencia de control territorial por parte de

este sitio, es cierto que ocupa un lugar privilegiado y simbólicamente importante dentro de

la organización espacial-social en la región, en el sentido de que es único en su tipo y tiene

la capacidad de concentrar grandes cantidades de personas y actividades.

186
Esta capacidad de integración se incrementaría si se acepta la hipótesis de incluir un área

“monumental37” no doméstica, un espacio habitacional con varias plazas y una zona no

habitacional dedicada posiblemente a mantener la memoria colectiva. Para J. Frost y Quilter

(2012), sitios como este conforman un complejo ceremonial-mortuorio de significancia

regional, dirigido por autoridades encargadas de las prácticas religiosas.

A diferencia de lo observado por L. Fletcher (1994), no hay indicios de intentos por

controlar los accesos o fuentes de agua. Aparentemente, la distribución y organización del

resto de asentamientos en la región se explica con mayor facilidad si se observan los rasgos

naturales a los cuales se asocian, ya que todas las áreas domésticas se encuentran en meandros

o uniones de quebradas por igual, aunque a diferentes escalas.

Posiblemente los sitios de mayor tamaño se relacionan con una intensificación de la

actividad agrícola durante los últimos periodos de ocupación prehispánica, la cual pudo estar

relacionada con el incremento en la distinción jerárquica y una mayor fluidez en las

relaciones comerciales con grupos foráneos, como explicaremos a continuación.

37
“Obras hechas por humanos a una escala que es exponencialmente mayor que las usadas para
propósitos cotidianos y a menudo de una forma o patrón excepcional o raro y hecho de materiales especiales o
que han tenido grandes cantidades de energía invertida en ellos como pulir, esculpir y actividades similares”
Traducción propia de: “Works made by humans at a scale that is exponentially larger than those used for
quotidian purposes and often of a form or pattern that is unique or rare and made of rare materials or ones that
have had great amounts of energy invested in them such as polishing, carving, and similar activities” (Frost y
Quilter 2012: 234).

187
Capítulo 7

Entre Mesoamérica y Sudamérica: contextualización de la evidencia

Introducción

Como se pudo ilustrar en la revisión de los antecedentes, la mayoría de las investigaciones

arqueológicas en Centroamérica buscan establecer el límite sur de la influencia

mesoamericana. Se nota como la definición de sitios arqueológicos se limita a las

construcciones de mayor tamaño ubicadas en las partes centrales de los asentamientos,

dejando de lado las pequeñas construcciones y las sociedades alejadas del área de influencia

de Mesoamérica.

A pesar de haber pocos estudios dedicados a la forma y disposición de las viviendas

durante la época prehispánica en Nicaragua, existen indicios en fuentes etnográficas,

etnohistóricas y arqueológicas en otras regiones de Centroamérica y el norte de Sudamérica

que ayudan a comparar e interpretar lo registrado en la zona central de Nicaragua.

El siguiente capítulo pretende contextualizar las estructuras circulares encontradas en la

subcuenca del río Mayales, buscando otras evidencias que permitan contrastar y entender la

posible función de los montículos.

Comparaciones etnográficas y arqueológicas de edificios circulares

En registros etnográficos hechos entre los Bribris de Costa Rica (Gabb 1875; Golliher

1977; Skinner 1920), se describen las viviendas como construcciones circulares y cónicas de

10 a 15m de diámetro (que corresponden a superficies de 80 a 178 m2); con postes largos

desde el suelo hasta el ápice, techos de palma y una sola entrada con cobertizo. Las fuentes

ubican a las camas entre los postes y hacia los extremos de la vivienda, con el fogón al lado

188
opuesto de la entrada y, sobre el cual, hay una estructura y canastos usados para almacenar.

Actividades como la molienda, se desarrollaban fuera del área habitacional, en donde había

otras estructuras rectangulares de menor tamaño, usadas para almacenar. Según las fuentes

consultadas, estas viviendas albergaban familias extensas (Gabb 1875; Golliher 1977;

Skinner 1920).

Por su parte, F. Corrales (1989), en una de sus exploraciones arqueológicas describe una

vivienda de una familia nuclear en el Alto Urén, en Talamanca. Se trata de un “rancho”

circular de 6m de diámetro (28m2) por 2m de alto; con 8 postes y paredes de varas delgadas.

El techo era de varillas con hojas, formando un cono. El fogón se encontraba en el interior,

hasta el fondo. Sobre los postes se colgaban las hamacas y los espacios entre los postes y la

pared eran usados para almacenar. El área central de la estructura era de paso o tránsito.

Según sus descripciones, la casa estaba poco ventilada y tenía poca luz, dentro de las cual

vivían dos adultos y un infante. Afuera, había una bodega rectangular de 2x3m.

Al respecto, en el área de estudio, las construcciones consideradas como viviendas (6.5m)

podrían albergar una familia nuclear y las de menor tamaño podrían corresponder a

almacenes o bodegas, como se ha concluido en excavaciones de sitios arqueológicos en Costa

Rica (Hernández 2013; Maloof y Arias 2007; Naranjo 2014; Peytrequín y Aguilar 2007;

Salazar y Sánchez 2009; Solís 1991), u otra función que por ahora no es posible sugerir.

Las descripciones de datos arqueológicos y etnohistóricos en asentamientos con

características similares a las del área de estudio, coinciden, por ejemplo, con las actuales

viviendas de los Koguis, de Colombia (figura 68). En la Sierra Nevada de Santa Marta, el

antropólogo Luis Pancorbo (1987) visitó el poblado de Don Diego, sus viviendas y los modos

189
de vida38. El investigador documenta que éstas tienen un diámetro aproximado de 3m, son

de techo cónico de paja, con muros no necesariamente recubiertos con bajareque y el fogón

al interior en el fondo. Destaca que los habitantes de la comunidad cuentan con otras

“viviendas” alejadas, habitadas temporalmente para obtener y procesar materias primas. El

huerto, aparentemente de uso comunitario, se encuentra cerca de las casas, junto a la

quebrada, donde tienen caña, plátano, coca, arracacha (raíz similar a la yuca), yuca y algodón.

La dieta se complementa con la pesca y cacería.

Las casas kogui generalmente se circunscriben alrededor de una plaza ovalada, con las

construcciones de mayor tamaño en los alrededores de ésta. En el centro de la plaza suele

haber una especie de “casa comunal”, donde se reúnen las personas de mayor edad y los

“mamas”39 para tomar las decisiones del poblado, como una especie de casa de consejo.

38
Consultado en la serie de documentales “Otros Pueblos”, “Sierra Nevada de coca” de RTVE
Televisión. Consultado en: http://www.rtve.es/alacarta/videos/otros-pueblos/otros-pueblos-sierra-nevada-
coca/2006426/.
39
Sabios que representan a la comunidad tanto con otros poblados como con el mundo sobrenatural.

190
Figura 68. Pueblo Kogui retratado por Diego Samper (en:
Banco de la República de Colombia -Fondo de Cultura Económico
2007).

Por lo tanto, en la muestra analizada, una opción sería que las viviendas de mayor tamaño

correspondan con las casas de los “nobles” de cada poblado, tal como se registra en las

fuentes del siglo XVI. Esto sería indicio de la jerarquía en la organización social de los

antiguos ocupantes de la región central de Nicaragua.

Un mundo circular

Lo más distintivo de la totalidad de sitios documentados en el área de estudio, es la forma

circular de los elementos arquitectónicos, y en ocasiones las trazas circulares, que son ajenos

a la norma mesoamericana. Por mencionar algunas regiones con arquitectura circular en el

México antiguo, pero que no siempre se han considerado como parte de Mesoamérica, se

pueden recordar sitios de la tradición Teuchitlán de Michoacán y Jalisco (Weigand 2004), o

las Yácatas purépechas durante el Postclásico (Williams y Weigand 1996), Tamtoc y otras

191
zonas de la Huasteca (Alarcón 2010; Stresser-Péan y Stresser-Péan 2001), Balcón de

Montezuma y otros sitios de Tamaulipas (Ramírez 2007), las Kivas y campamentos de

cazadores recolectores en el norte de México y sur de Estados Unidos (Doolittle 1988); y ya

dentro del espacio plenamente mesoamericano Cuicuilco (Schávelzon 1983) y los templos

dedicados al Dios del viento (López Austin y López Lujan 2009). Con estos ejemplos está

demostrado que sí hay arquitectura circular en Mesoamérica, pero esta es excepcional,

además de que muchos de los edificios redondeados tienen una base rectangular o forman

parte de estructuras con esta forma.

Circuncaribe

Por otro lado, en el área circuncaribeña, las construcciones circulares u ovaladas

predominan, generalmente con plazas en el centro de los poblados. Por ejemplo, en las islas

del Caribe, entre los llamados “Tainos” y los Saladoide, los asentamientos se distinguen por

no tener cimientos de roca, pero se identifican arqueológicamente por la disposición circular

de huellas de postes (Curet 1992; Ramcharan 2004; Samson et al. 2015; Wilson 2007). Según

Curet (2012), a pesar de compartir la forma de las viviendas, hay pocos elementos para

relacionar directamente a los grupos del Caribe con los de tierra firme, aunque hay evidencia

de contacto regular entre ambos grupos mediante el litoral del Caribe. En la región del

Amazonas, entre los Barasana de Colombia y los Kalapalo de Brasil, cuentan con viviendas

ovaladas, alrededor de una plaza central de la misma forma, la cual está comunicada mediante

caminos. Lo particular de esta última región son las obras hechas de tierra (Heckenberger

2013; Heckenberger et al. 1999).

Finalmente, en el sur de Centroamérica, los montículos tienden a tener un cimiento hecho

con cantos rodados, con una especie de pórtico y estructuras rectangulares anexas (Hernández

192
2013; Maloof y Arias 2007; Naranjo 2014; Peytrequín y Aguilar 2007; Salazar y Sánchez

2009; Solís 1990). Las construcciones “monumentales” del norte de Colombia son similares

a las de Costa Rica, ambas incluyen montículos circulares de entre 10 y 30m de diámetro,

superiores a 1m de altura, de cumbre plana distribuidos alrededor de plazas rectangulares y

circulares, calzadas, canales y otras obras hidráulicas (Frost y Quilter 2012; Hoopes 2005,

2012).

El origen de este tipo de construcciones se remonta al istmo centroamericano (Costa Rica

y Panamá) en algún momento alrededor del año 1800 a.C. (Hoopes 2012) y se generalizó

después del 300 a.C., con el establecimiento de las primeras comunidades agrícolas (Corrales

2012). El auge de las construcciones circulares puede ubicarse entre los años 300 d.C. y 600

d.C. (Hoopes 2005) o posterior al 700 d.C. (Frost y Quilter 2012); periodo durante el cual se

generalizó el uso de instrumentos de oro, piedra verde, los metates decorados, las esculturas,

los pilares monolíticos usados como marcadores y la presencia de cementerios (Corrales

2012; Frost y Quilter 2012; Hoopes 2012). En cuanto a la iconografía, destacan las

representaciones de seres mitológicos como cocodrilos de dos cabezas, pájaros con largos

picos, individuos con sombreros cónicos, seres con lenguas salientes y hombres-murciélago

que “sugieren lazos profundos entre los sistemas de creencias del norte de Colombia y los

sitios del istmo centroamericano” (Hoopes 2012: 368).

Investigaciones etnográficas hechas en Costa Rica (González y González 2000) y el norte

de Colombia (Reichel-Dolmatoff 1977), han mostrado cómo la forma circular de las

viviendas refiere a la manera en que se entiende y representa al universo, además de que es

usada para recordar los mitos de creación de los pueblos Talamanca, por un lado, y Kogi, por

el otro.

193
Mundo Chibcha

Las investigaciones de J. Hoopes (2005), le han llevado a proponer un área cultural

llamada Chibchan World. Como ya se mencionó, entre los rasgos que caracterizan dicha

región se incluye el parentesco lingüístico (pertenecientes a la familia macro Chibcha), el

tipo de organización social (poco jerarquizada y dirigida por sacerdotes) y un vocabulario

simbólico o estilo internacional (según la iconografía en la cerámica y otros artefactos).

La presencia casi generalizada de estos rasgos sobre todo desde el año 600 d.C., le

permite proponer que para esta época se conformó una cosmología básica y patrones

formalizados en la actividad ritual (Hoopes 2005).

Al comparar las evidencias encontradas en el área de estudio, con los patrones de

organización espacial y tipos de construcciones de los alrededores, es más probable que los

antiguos Chontales tuvieran mayores similitudes, o rasgos compartidos, con las culturas

arqueológicas del sur y el Caribe y menos con las establecidas en las costas de Nicaragua y

el norte de Costa Rica de influencias más norteñas, aunque conservan ciertas similitudes,

sobre todo en cuanto a la presencia de tipos cerámicos polícromos.

Entre las evidencias que podemos señalar, se encuentran los sitios multicomponentes,

ausentes en el norte y reportados en el sur; la forma y organización de las viviendas alrededor

de plazas con preferencia a ser circulares; la presencia de instrumentos de oro, esculturas y

metates resguardados en los museos locales, algunos de los cuales pudieron ser relacionados

directamente con los sitios del área (Gorin 1990) y que han sido vinculados con los

encontrados en Colombia (Olsen 1992; Zelaya-Hidalgo et al.1974).

Lengua. Sin embargo, no toda la evidencia se relaciona con los grupos de la familia

Macro-Chibcha y Circuncaribeña, ya que la presencia de la esfera mesoamericana sí existe y

fue el objeto prioritario de las investigaciones anteriores. Los tipos cerámicos policromos y
194
la obsidiana denotan las relaciones que los antiguos habitantes de la cuenca mantuvieron con

las comunidades de la Costa del Pacífico, posiblemente a través del lago de Nicaragua,

usando el río Mayales y el paso terrestre entre los lagos de Nicaragua y Xolotlán. Esto ya lo

habían sugerido Gorin (1990) y Gorin y Rigat (1988), décadas atrás.

A esta teoría se suma la toponimia de origen nahua de ciertos lugares (Güegüestepe, o

cerro del viejo/los viejos), contrastado con los nombres de plantas y animales, cuyo origen

se relaciona más con el grupo lingüístico del noreste de Nicaragua y el territorio limítrofe de

Honduras, conocido como Misumalpa (2014b).

Cabe señalar que la toponimia nahua no necesariamente implica presencia de grupos de

origen náhuatl, sencillamente así era como los nahuahablantes conocían determinados

lugares, o bien, los nombres de estas localidades fueron reasignados (algunas veces como

traducciones del nombre original en la lengua local) tras la llegada de los colonos españoles

y sus aliados locales, como sucedió en México, usando el náhuatl, idioma de los Aztecas y

Tlaxcaltecas, y la región de Perú, empleando el Quechua de los Incas.

Símbolos y prácticas. La conjunción de estos datos nos lleva a retomar las discusiones

sobre la presencia de grupos mesoamericanos en Nicaragua. Según parte de los autores

consultados, hay un claro cambio en la cultura material relacionado con la llegada de

símbolos norteños, como la serpiente emplumada Ehécatl-Quetzalcóatl. Esto tiene su

antecedente arqueológico en los periodos conocidos como Sapoá (800-1350 d.C.), asociado

a migrantes Chorotegas, y Ometepe (1350-1550 d.C.), con la posible llegada de hablantes de

náhuatl. En estos episodios, se registran modificaciones en la tecnología, iconografía,

organización social y el tratamiento de los muertos (Day 1994; Keller 2012; McCafferty y

Dennett 2013; McCafferty et al. 2015; Salgado y Zambrana 1994; Schott 2009).

195
Cabe aclarar que la presencia de un elemento simbólico no necesariamente implica una

relación de movimiento de grandes grupos poblaciones, como se ha intentado explicar desde

la arqueología (Braswell et al. 2002; Lange 1994; Lothrop 1926; McCafferty y Dennett 2013;

McCafferty et al. 2012; Salgado y Fernández 2011; Willey y Norweb 1961) o la etnohistoria

(Chapman 1974; León-Portilla 1972; Tous 2002). Incluso, no es necesaria una migración

real, sino una mítica, construida por las elites locales, atribuyendo su longevidad y

legitimidad a una conexión simbólica con las culturas del norte. Para ello, los símbolos serían

usados como un método para obtener prestigio, dándole un significado alterno, tal como

considera Keller (2012). Así, los líderes locales del Pacífico incrementarían su estatus

mediante asociaciones con élites foráneas, visto como un medio para negociar y legitimar su

poder económico y político (Braswell et al. 2002). Lo que sí resulta evidente es el incremento

de las conexiones (comerciales, políticas, religiosas o de migraciones intermitentes) entre los

antiguos ocupantes del actual territorio mexicano y los asentados en el sur de Centroamérica.

Por otro lado, entre los nicaraos y chorotegas que conocieron los españoles, se reportan

otros elementos que no son típicamente mesoamericanos, los cuales comparten con los del

centro de Nicaragua, tales como la forma de las viviendas, la presencia de plazas

aparentemente circulares o el tipo de organización social. Estos rasgos podrían indicar un

proceso de mezcla de las tradiciones culturales mesoamericanas, centroamericanas, e incluso,

de Sudamérica, de manera más clara en el Pacífico.

Sudamérica

Uno de los datos proporcionados por las fuentes históricas y que muestran de manera más

clara la influencia de las culturas del sur en Nicaragua durante la época prehispánica, es el

uso de la hoja de yaat, la cual era consumida por los guerreros, caminantes y cazadores para

196
evitar el cansancio, el hambre, la sed, dolores de cabeza y piernas. Esta planta, según

Fernández de Oviedo (tomo I), era conocida en Venezuela como hado y en Perú como coca.

Sobre su uso, el cronista explica:

Acostumbran los indios de Nicaragua é de otras partes, donde usan esta hierva
yaat, quando salen á pelear ó quando van camino, traer al cuello unos calabacinos
pequeños ú otra cosa vacuna en que traen esta hierva seca, curada é quebrada,
hecha casi polvo, é ponense en la boca una poca della, tanto como un bocado, é
no la mascan ni tragan […] es cosa que estiman entre sí, é es buen rescate para
trocar ó vender por otras cosas, donde lo la alcanzan, ni la hay […] y juntamente
con ella usan cierta cal hecha de veneras é caracoles de la costa de la mar, que
assi mismo traen en calabacitas; é con un paillo lo revuelven é meten en la boca,
de quando en quando, para el efeto ya dicho (Fernández de Oviedo tomo I, libro
VI: 207).
Las descripciones coinciden, de manera casi idéntica, con la costumbre de mascar hoja

de coca entre los Kogi, quienes la consumen como medio para comunicarse con los dioses y

elemento importante dentro de las creencias religiosas (Reichel-Dolmatoff 1977). Esto

mismo se ve reflejado, por ejemplo, respecto a su templo sagrado, tal como recopila Reichel-

Dolmatoff (1977: 218):

[…] el rayo del sol se interpreta como la varita (sugi) con la cual se saca la cal
del calabacito cuando se mastican las hojas tostadas de la coca. El templo es el
poporo del sol, es su calabacito de cal donde introduce su varita para buscar con
ella cal en las cenizas de los fogones.
Con esto lo que intentamos mostrar es cómo la forma de las viviendas tiene implicaciones

ideológicas, relacionadas sobre todo con la manera en que se conoce y explica el universo.

Sabemos que en la historia de Nicaragua no hay registros sobre la siembra de esta planta. La

producción de la hoja de se limita a los bosques húmedos de montaña desde Ecuador a

Bolivia, entre los 500 y 1500msnm, y en las montañas de Colombia y los valles costeros de

Perú, entre los 200 y 1800msnm (Bray 2012). Sobre la manera en que este producto pudo

llegar a Nicaragua, Fernández de Oviedo (tomo I, libro VI: 207) da algunas pistas: “es buen

197
rescate [la hoja de coca] para trocar ó vender por otras cosas, donde lo la alcanzan, ni la hay”.

Lo sugiere que la hoja pudo llegar hasta Nicaragua, llevada por mercaderes que se movían

de poblado en poblado, tal como fray Francisco de Bobadilla (en Fernández de Oviedo, tomo

II, libro IV: 54) recopila de sus informantes:

é así vamos de unas partes á otras á hacer nuestras mercaderías é de unos


pueblos a otros”. Sobre el mercado, él mismo a continuación menciona: “allí se
venden esclavos, oro, mantas, mahiz, pescado, conexo, é caza de muchas aves é
todo lo demás que se tracta é vende ó compra entre nosotros de lo que tenemos é
hay en la tierra é se trae de otras partes.
Otro de esos productos bien pudo ser la hoja de coca ya que su uso era aparentemente

común y la podían adquirir “mancebos”. En un fragmento de la obra de Fernández de Oviedo

(tomo I, libro VI: 207), es posible apreciar lo cotidiano de su uso: “Acostumbran los indios

de Nicaragua é de otras partes, donde usan esta hierva yaat, quando salen á pelear ó quando

van camino, traer al cuello unos calabacinos pequeños ú otra cosa vacuna en que traen esta

hierva seca”. Llama la atención que Zelaya-Hidalgo y colaboradores (1974: 8), infieren la

presencia de uno de estos “calabacinos” en una de las esculturas que se exhiben en el Museo

Gregorio Aguilar.

De tener tal importancia en la vida cotidiana y ritual (Bray 2012), dicha planta podría

usarse como un buen indicio de la presencia de prácticas distintas a las mesoamericanas no

sólo en la región central de Nicaragua, como hemos intentado explicar, y cuyo origen estaría

ligado al Caribe y norte de Sudamérica. Esta hipótesis, ayudaría a explicar las similitudes

entre la arquitectura del pacífico y la región central de Nicaragua. Por otro lado, muestra

cómo Centroamérica conectaba a las culturas de Mesoamérica y Sudamérica, algo que

también se pudo apreciar en el área de estudio, precisamente considerada como el límite entre

dos tradiciones culturales aparentemente distintas.

198
Consideraciones al respecto

Con esta serie de datos, resurgen las posibles redes de comunicación entre Nicaragua, el

norte de Sudamérica y el Caribe, cuyas poblaciones prehispánicas estaban inmersas en una

red que permitía el intercambio de bienes e ideas, no sólo con Mesoamérica, como se ha

insistido en la arqueología nicaragüense, sino también con el Caribe y Sudamérica.

Por un lado, tenemos evidencia de comunidades con características materiales que nos

hablan de una tradición local, como lo es la forma circular, los lugares elegidos para asentarse

y el desarrollo de un modo de subsistencia que mezcló la agricultura complementada con la

caza, pesca y recolección. Sabemos además que la integración comunitaria se llevaba a cabo

en plazas y la creación de espacios y objetos dedicados a la memoria.

La presencia de distintos rangos de tamaños de las viviendas y su distribución alrededor

de las plazas indica un tipo de organización política-social desigual, en términos de

longevidad del grupo familiar o de distinción de roles sociales dentro del grupo.

Las fuentes documentales e interpretaciones de evidencias arqueológicas de otras

regiones apuntan a la presencia de consejos de ancianos y líderes de guerra que compartían

y reproducían un imaginario simbólico relacionado con seres fantásticos, lagartos, jaguares

y murciélagos, mismos que pudieron apreciarse en metates decorados y petrograbados

encontrados en asociación con sitios arqueológicos. Parte de estos conjuntos simbólicos y de

artefactos son interpretados como expresiones de poder de las élites que surgieron en algún

momento posterior al año 600 d.C. (Hoopes 2005).

Entre las evidencias que nos ayudan a proponer la presencia de consejos de ancianos y/o

guerreros, al menos para el final de la ocupación prehispánica en la región, están los

montículos principales al centro de las plazas que no cumplen con las características

morfológicas de una vivienda común, los individuos representados en la escultura y la


199
constante presencia de puntas de lanza en sitios como Sabana Grande, Roberto Amador I e

Inés Rocha II.

Esta tradición local, según la interpretación de la evidencia, presenta mayores semejanzas

con los grupos circuncaribeños y el fenómeno lingüístico chibcha-misumalpa, a juzgar por

el tipo de organización circular del espacio.

La inclusión de estos grupos locales a un complejo sociocultural de mayor escala

probablemente se intensificó y mantuvo en algún momento después del año 600 d.C., a juzgar

por la presencia de artefactos de oro, esculturas (fechadas entre el 650 y 750 d.C. (Geurds

2014a) y en el 800 d.C. (Gorin y Rigat 1984; Rigat 1992), metates decorados y de un

personaje antropomorfo de grandes colmillos mostrando la lengua, cuya presencia se

extiende desde el área de estudio hasta Colombia, su origen aparentemente remite a

Sudamérica este es un tema que debe ser abordado a profundidad en futuras investigaciones.

Por otro lado, aparentemente estos grupos interactuaron de manera más evidente con los

asentados en el Pacífico, quienes presentaron cambios significativos en su cultura material,

en los periodos Sapoá (800-1350 d.C.) y Ometepe (1550 d.C.) (Carmack y Salgado 2006;

McCafferty y Dennett 2013; McCafferty et al. 2012; Salgado y Zambrana 1994) y cuyo

referente en la cronología local (Espinoza y Rigat 1994; Gorin 1990; Gorin y Rigat 1988)

son las fases Potrero (800-1200 d.C.), Monota (1200-1550 d.C.) y Cuapa (1400-1600 d.C.).

Los sitios registrados en los que se encontraron tipos cerámicos con decoración policroma

son Roberto Amador I, Roberto Amador II, Sabana Grande, La Aventura, Barillas y Aguas

Buenas. A excepción de los dos últimos, todos estos sitios se encuentran en las cercanías del

río Mayales y se extienden, hasta donde se pudo observar, hacia el norte siguiendo el mismo

cauce hasta llegar a San Jacinto. Aparentemente este afluente fue una importante vía de

200
comunicación, aunque no fue completamente navegable, sobre todo desde Juigalpa hacia el

norte.

Destaca que San Jacinto y Barillas presentan una jerarquía de montículos más marcada

que en el resto de sitios. Investigaciones previas habían propuesto que estos sitios refieren a

una expansión-migración de matagalpas (Gorin y Rigat 1988), pero no contamos con

evidencia suficiente para soportar esta hipótesis, aunque la evidencia arquitectónica muestra

cierta distinción (Geurds et al. 2015).

201
Conclusiones

El apropiado registro de los datos siguiendo la metodología propuesta, permitió conocer

en el área de estudio la totalidad de las estructuras (prehispánicas, posiblemente coloniales y

modernas), su distribución y la diversidad de actividades que se desarrollaron a lo largo de

la ocupación de la región. Fue posible proponer la distinción entre espacios de habitación,

espacios públicos al centro de las áreas de vivienda, espacios dedicados a la memoria

colectiva, locaciones de valor simbólico, zonas dedicadas al contacto con el mundo

sobrenatural y lugares empleados para la obtención y procesamiento de recursos, en gran

medida concentrados alrededor de los grandes espacios habitacionales, pero presentes en toda

el área de estudio.

A pesar de esta separación espacial de las actividades, se visualizó que cada lugar muestra

la relación con todo el entorno circundante, modificándolo o no. Por ejemplo, se aprecia la

interacción de las quebradas como parte de la vida común (para el consumo humano), pero

también, dentro del sistema de creencias (mediante la señalización de un espacio simbólico).

El uso de los conocimientos locales fue de gran utilidad para aproximarnos a la forma en

que las personas interactúan (y posiblemente interactuaron siglos atrás) con la microcuenca

para satisfacer sus necesidades básicas, mediante la cacería, pesca o recolección; pero

también “espirituales”40, a través de la creación y preservación de mitos alrededor de los

cerros o el agua. En ese sentido, la socialización del espacio va más allá del entorno físico e

incluye la construcción del mundo sobrenatural.

Las clasificaciones locales sobre los tipos de suelos, terrenos y fuentes de agua, a su vez

fueron de gran utilidad para entender cuáles fueron los factores que influyen en la elección

40
Retomando las dos necesidades o modos del hombre de ser en el mundo de M. Eliade (1998).

202
de las actividades a desarrollar, tales como la vivienda, el cultivo, la obtención de recursos y

construcción de cercos de piedras que no podrían ser usados como casas debido a su

ubicación y características, es decir, los aquí llamados lugares de rocas apiladas.

Quedará pendiente definir las relaciones temporales entre los distintos espacios o lugares.

Por ahora, a falta de datos, sólo se podrán sugerir algunas hipótesis, las cuales serán

posteriormente contrastadas con los resultados de futuras investigaciones.

Hipótesis sobre la cronología de la región

Los atributos considerados tentativamente como marcadores cambios temporales son el

tamaño de las construcciones, el incremento en la jerarquía de montículos y ocasionalmente

las densidades de restos materiales, la presencia de concentraciones anexas al espacio

habitacional y la presencia de plazas. Para establecer un posible marco temporal, nos basamos

en la cronología y características propuestas por Gorin (1990) y Gorin y Rigat (1984) y

Espinoza y Rigat (1994). Con estos datos proponemos de manera preliminar por lo menos

cinco etapas de ocupación:

Temprano (500 a.C.-600/700 d.C.): Según la propuesta cerámica de Gorin y Rigat (1984),

los primeros asentamientos sedentarios de la región datan del 500 a.C., por lo que retomamos

esta fecha como el inicio de las construcciones circulares en la región. Según los criterios

previamente descritos, los sitios de esta etapa se caracterizan por ser chicos y medianos, con

altos niveles de sedimentación observados en campo, que generalmente integran un solo

conjunto y un solo tipo de tamaño, relacionados con mayor frecuencia a pendientes de lomas,

ocasionalmente presentan plaza, con montículos cuyo largo promedio no supera los 6.5m y

se trata de construcciones modestas con alturas promedio no mayores a los 44cm. Las

densidades relativas de restos materiales serían bajas, entre lo que se encuentran metates

203
expeditos. Posiblemente tres sitios correspondan a esta etapa: Edy Molina, Jorge Suárez y

Walter García. Además, habría otros en transición entre los periodos tempranos e intermedios

(entre los años 400 y 600/700 d.C.), incluyendo: Alberto Obando, Alcides Montiel,

Herradura, La Zarcita, Peor es Nada y Wilder Marín. Según los análisis de las primeras

dataciones realizadas por N. Donner y A. Geurds (2017, comunicación personal), este sería

el periodo de inicio de Aguas Buenas.

Intermedio (600/700-1200 d.C.): con moderados niveles de sedimentación, agrupan hasta

tres conjuntos de montículos, con dos o hasta tres tamaños de montículos, con sitios de chicos

a grandes, ubicados con mayor frecuencia en planicies cercanas a quebradas perennes e

intermitentes, con una o hasta dos plazas, con montículos de tipo doméstico que no superan

los 7.6m de largo y una altura máxima promedio de 69cm. Asociados se puede encontrar

mayor diversidad de restos materiales, entre los que se encuentran metates decorados y

esculturas. Sitios de esta etapa podrían ser: Inés Rocha II y Josefa Chacón. En un periodo

transicional entre los intermedios y los tardíos (800 d.C.-1200 d.C.) estarían sitios como

Barillas, Carca, Cerro Güegüestepe, Lázaro Villegas, Norte del Carca, Oporta, Piedras

Grandes II, Roberto Amador I y II, Sabana Grande, San Isidro I, II y III, Jorge Oporta41 y

Rosa Dolores Oporta42.

Tardío (1200-1600 d.C.): con bajos niveles de sedimentación que concede una mayor

representación de restos materiales, los cuales ahora son más diversos (incluyendo puntas de

lanza, y una mayor variedad de herramientas líticas, cerámica polícroma, metates decorados,

esculturas, columnas de basalto). Estos sitios agrupan hasta tres conjuntos menores, con una

jerarquía de montículos más marcada, en sitios medianos y grandes, relacionados con

41
Para este sitio, según los resultados preliminares de N. Donner (2017, comunicación personal).
42
Para este sitio, según los resultados preliminares de N. Donner (2017, comunicación personal).

204
pendientes y planicies de quebradas perennes y el río, con hasta tres plazas, con un largo

promedio de las viviendas de hasta 8.8m y una altura máxima de hasta 66cm. A excepción

de La Aventura, continuarían los sitios asentados en transición entre los periodos intermedio

y tardío previamente mencionados. Posiblemente los asentamientos con una ocupación más

tardía, cercana al periodo de contacto con los españoles (1400-1600 d.C.), serían Barillas43,

La Aventura, Roberto Amador I y II y Sabana Grande. El resto pudo haberse desocupado

antes de la llegada de los españoles.

Histórico (1600-1900 d.C.): sitios pequeños con bajas o prácticamente nulas densidades

de materiales, asociados a lomas bajas o cerros y relativamente alejados de fuentes de agua

cercanas. Se supone que a este periodo corresponden Guarida del Coyote, por contar dos

estructuras rectangulares, pero distintas la típica casa vieja moderna; y Sebastián Ríos, en el

cual se encontraron en los alrededores diversos fragmentos de cerámica vidriada.

Moderno (1900-2000 d.C.): sitios pequeños identificados con ayuda de los habitantes

locales como casas viejas, de forma rectangular de 8x8m, 6x10m o hasta 8x12m. Se

reconocieron tres de este tipo: Los Ángeles II, Sebastián Ríos I y Vicente Suárez.

Finalmente, la gran mayoría de sitios pequeños y algunos chicos no pudieron ser

relacionados con algún periodo de ocupación, principalmente porque no se encontraron

suficientes evidencias para hacerlo. Entre estos se encuentran los sitios de Aislado, Caoba,

Cuatro Puntos, Enrique Vega, Loma Este, Los Ángeles I, Monte Güegüestepe, Olman Otente,

San Diego, San Luis I y II. Es probable que sitios en las cimas de los cerros tuvieron un largo

periodo de uso, por lo que resulta complicado relacionarlos con uno en particular, tal como

Cerro Aguas Calientes, Cerro de la Cruz I y II.

43
Confirmado por los resultados preliminares de N. Donner (2017, comunicación personal).

205
Perspectivas de investigación

Si bien, los últimos datos aquí presentados se pueden manejar a manera de hipótesis,

representan un primer intento por conocer a profundidad el desarrollo de comunidades

locales y su relación con grupos con influencias tanto mesoamericanas como sudamericanas.

Algo que intentaba averiguar G. Willey (1991) varias décadas atrás.

Sobre las demás propuestas realizadas, queda pendiente realizar excavaciones

sistemáticas en los montículos habitacionales comunes, los montículos principales

(presumiblemente de uso comunitario) los de rocas apiladas (de ancestros, funerarios o

conmemorativos) y ampliar el panorama regional a cuencas vecinas; primero para confirmar

las ideas de la presente investigación; y segundo, para buscar más evidencias del tipo de

organización política y social, la dieta e identidad étnica-grupal.

Además, notamos la “persistencia” entre los habitantes actuales de la creencia en seres

míticos como los duendes, los venados, los cerros y el dueño del monte y los animales, por

lo que faltará realizar más trabajo etnográfico y documental para tratar de reconstruir los

procesos históricos que nos permitan interpretar estas “continuidades” y aproximarnos a la

manera en que los antiguos ocupantes de la cuenca interactuaban con su entorno.

En ese mismo, sentido, faltará profundizar en la construcción de un imaginario

relacionado con la actividad ganadera, las historias alrededor de éste, sus representaciones y

cómo influyen en la manera en que las personas se relacionan con su entorno. Por ahora sólo

podemos decir que tanto los indios de antes como los actuales ocupantes de la microcuenca

compartían un modo de subsistencia mixto ganadero o agrícola complementado con la

cacería, pesca, recolección y obtención de otras materias primas, entre las que se incluyen las

arcillas.

206
A nivel regional faltará argumentar más a favor (o en contra) de lo propuesto y buscar

más evidencias del papel que jugó la región central de Nicaragua en la red de conexiones que

comunican Mesoamérica con Sudamérica.

Finalmente, faltará más datos de carácter cronológico para entender los procesos de

cambio y explicar las particularidades de sitios que por ahora no podemos explicar.

207
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San Francisco State University.

230
Apéndice 1 Cedula para el registro de montículos

Mound No. General Information


Site Name
Photo No. Land Owner
Date
Camera Team
Visibility
Waypoint No. Ground H M L
Parallel H M L

Mound Measurements Orientation Current use of the land


Farming
Width Min cm Household
Max cm Pasture
Height Min cm Forest
Max cm

Material Culture YES NO


Type of Finds Density Detail
C L (1-20) M (21 - 40) H (>40)
CS L (1-20) M (21 - 40) H (>40)
O L (1-20) M (21 - 40) H (>40)
GS L (1-20) M (21 - 40) H (>40)
F L (1-20) M (21 - 40) H (>40)
MT L (1-20) M (21 - 40) H (>40)
Other L (1-20) M (21 - 40) H (>40)
P YES NO On mound Surroundings
BC YES NO On mound Surroundings

Mound Morphology
Shape Circular Oval Other
Steepness 0-35° 35-55° 55-90°
Slopes Uniform Irregular Pendient to:
Top Round Flat: cm Surface level Elevated Other

Relationship to Landscape
Adjusted to landscape feature Floodplain Slope Hilltop Foothill
hillplain riverbank plain
Relative mound location river elevation site-design unidentified
Bedrock Outcrop YES NO On Mound Surroundings

Conservation Status H M L Unidentified


Undisturbed
Anthropic Fence Road plough Construction Looting
Other
Natural Trees Animal burrow Insect Other

231
Construction Materials
Composition Stone Stone-sediment Sediment Sediment-Stone
Soil texture Clay Silt Sand Gravel Tuff Ash
Consistency Sandy Clayish Powdery
Color
Rock type Col Basalt Ex Bedrock R-stones Sandstone Limestone Other
Stone size Top S (0-20cm) M (20-40 cm) L (>40 cm) No stones
Slopes S (0-20cm) M (20-40 cm) L (>40 cm) No stones
Foot S (0-20cm) M (20-40 cm) L (>40 cm) No stones
Stone circles YES NO Stone Size
No. Circles: Circle 1 full semi partial T F S A NWSE
Distance stones Together <1 m >1 m S M L
Circle 2 full semi partial T F S A NWSE
Distance stones Together <1 m >1 m S M L
Circle 3 full semi partial T F S A NWSE
Distance stones Together <1 m >1 m S M L

Mound Type
Circumbscribed leveled elevation Small Pile of Rocks
Elevated Foundation Stone Wheel
Pile of Rocks Other

Sketch Map

/\ North

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232
Apéndice 2

Breves notas sobre los actores sociales

Este apartado anexo es una síntesis biográfica de parte de los baquianos con los que

colaboramos durante el trabajo de campo, particularmente de aquellos que aportaron sus

conocimientos y experiencias y fueron mencionados a lo largo de la tesis.

La manera en la que la información fue recopilada en tres momentos distintos:

1. Observaciones directas y participativas, así como pláticas informales llevadas a

cabo durante el trabajo de campo. En estas ocasiones generalmente anotaba sus

observaciones y comentarios en el diario de campo, por ejemplo, cuando se

proporcionaban las características de determinado tipo de suelo o cuando me daba

curiosidad sobre determinado tipo de planta.

2. Entrevistas informales. Llevadas a cabo durante el trabajo de campo, por ejemplo,

a la hora de la comida o durante un receso; o bien, cuestionamientos más

específicos hechos ya en el campamento, generalmente sobre temas particulares

o solicitar detalles sobre alguno de los temas tratados en campo.

3. Sesiones de discusión. Intercambio de ideas entre los actores sociales, en donde

cada uno dábamos nuestra opinión, intentando resolver algún tema, por ejemplo

¿por qué la gente no cultiva tanto?

Todos, a excepción de Luis Gutiérrez, viven en las comarcas de Aguas Buenas y Aguas

Calientes. Los que más conocen sobre el entorno son Luis y Teyo, quienes tienen en común

que empezaron a trabajar desde muy pequeños y han trabajado en diferentes cosas y distintos

lugares de la misma cuenca. De hecho, se hicieron muy buenos amigos. Todos usan con

233
orgullo la vestimenta típica de un baquiano: botas negras de hule, pantalón de mezclilla u

otra tela dura, camisa, machete y sombrero o gorra.

Eleuterio Castilla, don Teyo, tiene 62 años; se enorgullece de su buena salud y de que

casi nunca se ha enfermado. Se siente orgulloso que sólo una vez ha ido al hospital desde que

él recuerda. Es muy bueno para caminar y le gusta. Cada que puede presume con la gente

que el caminó prácticamente toda la microcuenca durante varios meses seguidos, a pesar de

su edad. Es muy delgado y moreno, se podría decir que tiene ciertos rasgos indígenas.

Poco sabemos sobre sus antecedentes, solo que tuvo que trabajar desde pequeño,

alrededor de los 9 años. Desde entonces ha hecho prácticamente de todo. Para los tiempos de

la guerra él fue mensajero y alguna que otra participación tuvo en eventos bélicos. Eso lo

dejó muy marcado, en su apariencia (usa camisas tipo militar). en su porte, en la manera en

que agarra el machete y en su actitud (dice que casi no toma agua y si nosotros hubiéramos

vivido en tiempos de la guerra nos hubiéramos muerto de sed), además disfruta mucho de

cazar, por eso conoce muchos lugares. Es, o era, miembro activo del partido sandinista y

representante del mismo en su comarca. Ahora se ha desilusionado mucho del partido y

prefirió romper relaciones. Él es el que lleva más tiempo trabajando con nosotros.

234
Don Teyo junto a su hallazgo de un fragmento de escultura asociado a un montículo en el sitio de Piedras
Grandes II.

Luis Gutiérrez tiene aproximadamente 35 años. Nació y creció con doña Luisa, la

“alfarera” San Isidro, por lo que ya conocía de niño a los que viven en Aguas Buenas. Vive

actualmente en Piedras Grandes 2, porque de ahí es su esposa. Él prefirió no compartir su

experiencia entorno a la guerra, pero nos contó que su papá los dejó y por eso tuvo que

trabajar desde los 9 años.

Cuando era joven, en tiempo de la guerra se separó de su mamá, pero luego la volvió a

buscar, trabajando en la cooperativa, por eso trabajó ahí por muchos años. De vez en cuando

visita a su papá, que vive en Santo Domingo. Tiene aproximadamente 35 años. A Luis le

interesan mucho las cosas antiguas desde que trabaja en la cooperativa, porque ahí se

encuentra uno de los sitios arqueológicos más grandes. Junto a los hermanos de la

cooperativa, Luis se ha interesado en recolectar artefactos que le llaman la atención. Es

precisamente por este interés que se acercó a nosotros pidiendo trabajo. Aprende rápido y es

muy amable.
235
Siempre me dio la sensación de que quería aprender para saquear sitios y obtener piezas.

Supongo que es uno de los riesgos de trabajar con gente de la comunidad. No obstante, todo

el tiempo le insistí en la importancia del contexto y la conservación, además de que tomar

piezas era ilegal.

Luis mostrándome un saltamontes que atrajo mediante silbidos.

Otra de las personas que más saben sobre temas de la naturaleza es Luis Ríos o Guicho,

que tiene alrededor de 50 años. Él también trabaja desde pequeño, no recuerda desde cuándo.

Casi toda su vida ha sido baquiano. Es distinto a los demás, hay quienes piensan que podría

ser autista, yo pienso que solamente es muy serio y desconfiado. Tiende a ser muy paternal,

es decir, cuida mucho de las personas que trabajan con él. Es de las pocas personas que nos

contaron su experiencia en la guerra (no todos participaron, muchos huyeron y otros eran

muy jóvenes). Estuvo preso, escapó de prisión y se estuvo escondiendo durante mucho

tiempo, huyó a la montaña, pero vivía preocupado porque le fueran a hacer algo a su familia,

por eso regresó y lo volvieron a perseguir.

236
Don Güicho limpiando un conjunto de petrograbados recién descubierto.

Otra persona con la que también trabajé mucho fue Pedro, de alrededor de 35 años de

edad. Es hijo de don Lázaro Villegas, un ganadero importante en la comarca. Aunque viven

humildemente, tienen mucho ganado. Pedro conoce muchos lugares y personas porque antes

se dedicaba a comprar y vender ganado con su papá. Es muy alegre y los demás trabajadores

dicen que es muy “mujerero”. Su mejor habilidad era comenzar una conversación con algún

propietario o desconocido y explicar nuestra labor sin problemas. Conocía lo más general

sobre el entorno, ya que casi solo se ha dedicado al ganado y otros trabajos en Juigalpa.

237
Don Pedro Villegas preparándose para ensillar el caballo afuera de su casa, ubicada en Aguas Buenas.

Sairín, otro de los trabajadores, tiene alrededor de 30 años y es una persona muy seria y

con la que me tocó trabajar poco. Vive en una casa que comparte con sus hermanos y sus

respectivas esposas. Su “especialidad” era la excavación y era muy bueno en ello, sobre todo

para reconocer cambios de capas. De todos es uno de los que más conoce sobre suelos. Entre

otros aportes, complementó parte de los datos que recopilé durante la estancia en Juigalpa.

Su hermano, Bayardo, trabajó con nosotros una corta temporada y también era muy serio. El

hijo de Sairín, Elgin, trabajó con nosotros una corta temporada.

238
Don Teyo (izquierda) y Sairín (derecha) bromeando en un receso durante las excavaciones del sitio de
Oporta.

239
Apéndice 3

Apuntes sobre el uso de recursos naturales en Juigalpa

Este apartado se hizo con la ayuda de Luis Gutiérrez y Don. Teyo, quienes mostraron

grandes conocimientos sobre especies animales y vegetales. La recopilación de la

información se realizó entre julio y agosto de 2016. Algunos datos fueron proporcionados o

complementados con ayuda de otros colaboradores, en esos casos se anota nombre y fecha

de la participación. Sobre las especies vegetales, fueron mencionados los siguientes

incluyendo su uso:

 Pata de venado (no identificado): una especie de bejuco o planta de tallo delgado y

de fibras flexibles que Pedro Villegas y Guicho (julio del 2015) recuerdan que antes

se usaba para hacer arcos para pescar y cazar aves o animales pequeños. Ambos lo

recordaban y reconocieron la planta, pero ninguno supo cómo se hacía un arco. Dicen

que no se encuentra en todos lados, nosotros lo vimos en el Cerro Güegüestepe.

 Coyol (Acrocomia aculeata): es una palma espinosa. Se puede preparar una bebida

alcohólica con él, aunque ya casi nadie lo recuerda. Según cuentan Luis, Teyo, Sairín

y el esposo de Luisa Díaz (agosto de 2016), antes era más común y los baquianos la

cargaban y compartían entre sí.

 Coyolito (no identificado): una especie de bejuco o vara delgada que crece cerca de

las quebradas, donde se acumula el agua. Se usan las varas para la construcción de

muros de bajareque de las casas. El fruto de la planta es comestible y se le puede

preparar de distintas maneras, tanto como dulce como bebida alcohólica.

240
 Madroño (Calycophyllum candidissimum): uno de los árboles mencionados

anteriormente. Árbol nativo de Centroamérica que destaca en Nicaragua porque su

flor, que crece entre noviembre y febrero, es usada para adornar los altares en las

fiestas de la Purísima Concepción en Juigalpa cada 7 de diciembre.

 Guácimo ternero: mencionado anteriormente, se usa para preparar una bebida

medicinal que se receta cuando el estómago está “caliente” o enfermo.

 Tigüilote (Cordia dentata): se hace en té para el malestar estomacal.

 Curarina (no identificada): se toma en té para ayudar con los efectos de picaduras de

serpientes.

 Capulín (Muntigia culabura): es un árbol frutal. La cáscara se usa para el malestar

estomacal.

 Tionoste (no identificado): es un cactus de fruta fresca, se da en la época de lluvias.

 Entre los árboles maderables más importantes, se encuentran: cedro, pochote,

guanacaste, guácimo, aceituno, chiquirín (no identificado), roble, granadillo,

tempisque (Mimosa platycarpa), y panamá (Sterculia apetala). Éstos generalmente

se encuentran en los márgenes del río Mayales y se les emplea mayormente para la

construcción de viviendas.

Durante la época de lluvias, se aprovechan los frutos especies como: nancite, pitaya

(hylocereus undatus), marañón (Anacardium occidentale), mango (Mangifera Indica,

importada por los españoles), jícaro, coyolito, níspero (Achras sapota), jocote (Spondias) y

mamón (Melicocca bijuga). En la época de secas, se da el tamarindo (tamarindus indica,

importado). Su consumo es principalmente para la elaboración de aguas frescas o “frescos”,

que son parte importante de la dieta actual. Otro fruto que recolectan es el chile congo, que

241
es silvestre y se da en el monte en el invierno, pero bien podría corresponder con el chile

piquín (Capsicum annuum L), que es una especie doméstica.

Respecto al jícaro cabe señalar que los pobladores reconocen dos variedades: el jícaro

sabanero, que es silvestre y su fruto es pequeño; y el jícaro casero que se siembra mediante

injerto o semilla y cuyo fruto es más grande. No es tan usual ver la segunda variedad, pero la

hemos encontrado cerca de cimientos de casas abandonadas. Los baquianos (Guicho y Pedro

Villegas, enero de 2016) usan este árbol como indicador para diferenciar las casas de los

indios de antes de las casas viejas. Del jícaro se usa la semilla para hacer harina y fresco,

pero también se usa la cáscara para elaborar recipientes contenedores y coladores. Antes

también era común decorados con diseños muy elaborados, pero ya no es usual observarlos

en el repertorio de las cocinas.

Entre otros árboles que pueden ser utilizados está el cachito (posiblemente Stemmadenia

littoralis), que expide una resina blanca que es usada como pegamento, y el Hoja chigue

(Curatella americana), un árbol que crece en las zonas altas y su hoja es muy rugosa y áspera

por lo que se usaba para pulir artefactos de madera y lavar trastos.

Sobre los distintos tipos de animales, la información fue recopilada por observaciones

directas en campo y noticias de Luis Gutiérrez, Teyo Castilla, Pedro Villegas, Guicho y

Sairín. Los testimonios fueron recopilados a lo largo de todas las temporadas de campo. Se

les dividió en cuatro categorías:

 Aves: Durante el registro de animales, pocas aves resultaron ser consideradas como

comestibles, sin embargo, algunas resaltaron por ciertas peculiaridades. Entre las más

comunes está la paloma ala blanca (sin identificar); chirica (Coturnix coturnix),

conocida en otras partes como codorniz, se consume el ave y sus huevos; oropéndola

(Psarocolius montezuma), popular los elaborados nidos que cuelgan de las ramas de
242
los árboles; tinco (no identificado), una de sus plumas que guarda en el nido son

usados como amuleto para la buena suerte con las mujeres; macuá (no identificado)

es un ave pequeña y negra que hace nido con cabellos (humanos o animales) en palos

duros; los cabellos del nido también traen suerte con las mujeres; chingá o popones

(no identificado) es un ave pequeña sin cola que se come; gongolona (Crypturellus

soui) es un ave que vive en la montaña, una especie de gallina silvestre; gallina de

monte (no identificado) es parecida a la anterior pero de mayor tamaño; pavo salvaje

(posiblemente Meleagris gallopavo), que se encuentra en la montaña y es comestible;

caguar (Ramphastos sulfuratus), conocido como tucán en otras partes, no se come

pero les resulta muy llamativo; guardabarranco (Ramphastos sulfuratus), es un ave

no comestible pero considerada icónica por ser el ave nacional, vive en las quebradas

y hace su nido en la tierra; saltapiñuelas (Campylorhynchus rufinucha); el Sinsontle

(Turdus grayi) y el Chocoyo (Aratinga canicularis) no comestible pero se capturan

para conservar como mascotas, al igual que el Zapoyolito (Brotogeris jugularis) y el

Paricón (Aratinga finschi).

 Peces: El más importante es el sábalo (Prochilodus lineatus), porque “tiene mucha

vitamina” según los relatos de Luis y Don Teyo (verano de 2016). Este pez viaja río

arriba, desde el gran lago, durante la temporada de lluvias, se les busca especialmente

durante las primeras tormentas de la temporada, lo cual es acontecimiento suficiente

para dejar las tareas cotidianas, buscar la red e ir a pescarlo a las pozas del Mayales.

Otro pez que se encuentra comúnmente en el Mayales es el Guapote (Parachromis

managuensis) que igualmente tiene mucha vitamina y se caracteriza por viajar río

arriba y mantenerse en los estanques. Otros son sardina (Melaniris sardin), juilín (no

243
identificado), guabina (Gobiomorus dormitor), tilapia (posiblemente Tilapia

mossambica, especie importada) y cangrejo (posiblemente Uca lactea mjoebergi).

 Mamíferos: Entre los animales que se consumen está el conejo (Sylvilagus

brasiliensis), que se come en salpicón que se prepara con cilantro, hierbabuena, ajo,

cebolla y chiltoma (chile dulce); guadatinaja o guilla (Agouti paca), que según los

trabajadores tiene la carne más rica, su hiel es usada para la “lepra de la montaña” y

su manteca se usa como remedio para las quemaduras; sahino o sajino (Tayassu

tajacu): una especie de cerdo salvaje pequeño; jabalí (Tayassu pecar), es similar, pero

más grande; venado (posiblemente Odocoileus virginianus), que es un “animal muy

misterioso” y es “el ganado de los duendes” (Luis, verano de 2016), son difíciles de

cazar y te pueden perder si les buscas en determinados lugares; guatusa (Dasyprocta

punctata), aunque la descripción lo refería como un conejo más grande (Luis, verano

de 2016), en realidad se trata de un roedor; cusuco (Dasypus novemcinctus), conocido

en otras partes como armadillo, es uno de los más apreciados para cazar y se les busca

con perro, su manteca se usa para curar el asma. Otros mamíferos menos comunes,

que se cazan ocasionalmente son el tigrillo (Felis pardalis), un animal considerado

peligroso y poco común; el mono congo (Alouatta villosa), que se puede tener en

casas, y el Mono araña (Ateles geoffroyi), que aparentemente ya no se ve en la región.

 Reptiles: Entre los más comunes se puede mencionar la culebra (sin identificar

especies específicas); la tortuga pecho quebrado (Kinosternon escorpioides), que no

se come pero tiene propiedades curativas (Luis, verano de 2016); la tortuga sabanera

(Rhinoclemmys pulcherrima), vive en ríos y quebradas, se come, no da mucha carne

pero es muy nutritiva; iguana (Iguana iguana) y garrobo (Ctenosaura similis) (Luis

me dijo que la iguana era hembra y el garrobo era macho, no obstante es probable que
244
existan ambas especies en la región, agosto de 2016), ambos se consumen pero el

segundo tiene más “vitaminas” y se le prepara como “sustancia” que es una especie

de caldo preparado con chiltoma, tomate, cebolla, ajo, cilantro, hierbabuena y sal. Se

usa para alimentar a niños y ancianos desnutridos. Finalmente, en el Mayales se puede

encontrar Cuajipal (Caiman crocodilus), que es un caimán “menos agresivo” (Don

Teyo, agosto de 2016).

245
Apéndice 4

Descripciones de sitios

Adilia Burgos (La Zarcita)

Un sitio de 37 montículos ubicado en ambos márgenes de la quebrada de Aguas Calientes.

Se divide en dos secciones: el lado oeste, donde se encuentra la mayoría de los montículos

(32) agrupados alrededor de dos plazas semi-ovaladas; y el lado este, donde hay 5 montículos

distribuidos en las cercanías de la quebrada. El terreno es una pendiente de superficie

irregular y suelen encontrarse afloramientos de roca madre en los alrededores (50.54%).

Adilia Burgos es la actual propietaria de las parcelas donde se encuentra el sitio. La

visibilidad tanto de superficie, como paralela es de moderada (91.89%) a alta (8.11%). A

pesar de que el terreno es usado regularmente para el pastoreo de ganado, actualmente se

encuentra en desuso, por lo que en el lugar han crecido matorrales espinosos. El estado actual

de conservación es de bueno (94.59%) a moderado (5.41%) y únicamente dos montículos

(5.41%) presentan perturbaciones provocadas por la vegetación del lugar.

Sólo una menor parte (18.92%) de los montículos presenta otras evidencias materiales

asociadas en porcentajes bajos para todos los casos. En el lado este, había pocitas en los

alrededores de cuatro montículos. En el lado oeste, uno tenía cerámica y lítica tallada y otros

dos sólo cerámica.

A excepción de uno (AB237), todos los montículos son de forma circular (97.29%); con

mayor frecuencia tienen un ángulo de talud menor a los 35° (86.49%) y algunos presentaron

un ángulo mayor a éste, pero menor a 55° (13.51%). Los montículos se encontraron con

mayor frecuencia en una superficie irregular (94.6%), son elevados (97.29%) y tienden a ser

246
planos en la cumbre (64.86%), los cuales están en el lado oeste y tenían una extensión

máxima de 4m.

Sobre los tamaños y composición, los del lado este tienen un ancho promedio de 3.38m

y largo de 3.74m; con una altura mínima promediada en 27.4cm y una máxima de 50cm. La

gran mayoría (80%) son de roca y el único que es de roca con sedimento está cerca de la

quebrada, sobre la barranca. Todos se construyeron usando fragmentos de roca madre

medianos en la cumbre y los costados y medianos con grandes en el desplante. Todos tienen

un círculo de rocas delimitándolos.

Por su parte, los del lado oeste, tienen un ancho promedio de 5.1m y un largo de 5.42m;

con una altura mínima promedio de 10.46cm y una máxima de 40cm.

Comúnmente son de roca con sedimento (62.16%) o de sedimento con roca (27.3%),

aunque también los hay de roca (10.81%). En todos los casos se usaron fragmentos de roca

madre chicos y medianos en la cumbre y los costados, y medianos a grandes en el desplante.

Todos tenían un cerco de piedras.

247
Aislado

Un sitio de un sólo montículo ubicado en una planicie a la orilla de una quebrada

intermitente, conocida como las tablas. No hay roca madre en las cercanías y el tipo de suelo

es posiblemente lanilla. En este caso no se registró el nombre del propietario. La visibilidad

de superficie es buena y la visibilidad paralela es moderada. El terreno se usa actualmente

para el pastoreo. Presenta árboles sobre el montículo y su estado de conservación es

moderado. No presenta cultura material asociada.

El elemento arquitectónico es circular, con un ángulo de 0 a 35°, en una pendiente

uniforme. Es elevado y de superficie redondeada. Tiene 4.6mde ancho y 4.9m de largo; su

altura mínima de 18cm y la máxima de 26cm. Está compuesto de una mayor proporción de

bloques de roca madre por una menor de sedimento. Las rocas en la cima, en los costados y

en el desplante son medianas, formando un círculo de piedras en la base.

248
Alberto Obando

Es un sitio que lleva el nombre en alusión al propietario. Se ubica al noroeste de Aguas

Buenas y al norte del Cerro de Aguascalientes. A un kilómetro, hacia el este, se encuentra la

Quebrada intermitente de Aguas Calientes y cerca hay un manantial perenne de aguas

termales. El asentamiento fue construido en una planicie con una pendiente suave que

desciende hacia el sur. 15 de los 16 montículos están en la planicie y solamente un caso sobre

un terreno ligeramente más inclinado. El 75% de las construcciones tiene afloramientos de

roca madre en los alrededores.

La visibilidad de superficie y paralela es alta en ambas categorías para todas las

construcciones. El 62.50% de ellos están inalterados y tienen un buen estado de conservación,

25% presentan una conservación moderada y el 12.50% restante está en mal estado. El lugar

se usa actualmente para el pastoreo de ganado vacuno. El principal factor de destrucción es

el camino que atraviesa el sitio, destruyendo dos de los montículos. Esta vía comunica los

poblados de Aguas Buenas y de Aguas Calientes. No es muy concurrido por vehículos, e

incluso en ciertos tramos puede considerarse intransitable, pero es usado a diario por los

ganaderos a pie o caballo.

El 81.25% de los montículos tiene materiales arqueológicos en superficie, con altas

concentraciones visibles por donde pasa el camino. 7 de ellos cuentan sólo con restos de lítica

tallada en densidades bajas; mientras que los otros 6, cuentan con densidades medias de

cerámica y bajas de lítica tallada.

Todos los elementos arquitectónicos son circulares, y están organizados alrededor de una

plaza ovalada y relativamente plana, en cuya parte central hay dos más. Los montículos en

su mayoría tienen un ángulo entre 0 y 35° (68.75%) seguidos de los que tienen un ángulo

249
entre 35 a 55° (25%) y aquellos que superan los 55° (6.25%), que es precisamente uno de los

dos montículos ubicados en el centro de la plaza (AO16).

En 12 construcciones (75%) la superficie es elevada, de los cuales 5 tienen la parte alta

plana y pudo ser medida y cuyo diámetro promedio fue de 5.2m; el resto de ellos tuvo una

cima redondeada.

En lo que tiene que ver con las medidas, los dos montículos al interior de la plaza destacan

del resto por su tamaño. El primero, AO16, mide 11.7m en su máxima extensión y 11.4m en

la mínima; sobre su altura, tiene 1.1m como altura mínima y 1.3m como máxima. El otro

montículo, AO15, tiene 8m de largo mínimo por 8.40m como máximo y una altura de 8cm

como mínima y 69cm como máxima. El resto de montículos, tienen un ancho promedio de

4.7 y largo de 6.1m. En cuanto a sus alturas, tienen una mínima promedio de 19.43cm y

máxima de 41.93cm.

La totalidad de los montículos son de roca con sedimento, hechos con bloques de roca

madre de tamaños chicos y medianos en la parte alta, medianas en los costados y medianas

a grandes en el desplante. La excepción en este último caso es AO16 donde son medianas en

la cima y costados y medianas a grandes en el desplante. Todas las construcciones tienen un

círculo de piedras que los delimita.

250
Alcides Montiel (Medias Lunas)

Localizado en los terrenos de Alcides Montiel, recibe el nombre de Medias Lunas debido

al tipo de construcciones semicirculares incompletas que lo caracterizan. Se encuentra al sur

de la carretera a La Libertad, frente a un caserío conocido como El Remache, por el cual

cruza una quebrada intermitente. Al sur, está el arroyo de Piedra Redonda.

El sitio consta de 21 construcciones, 16 (76.19%) de las cuales se asocian directamente a

la pendiente de una loma baja y 6 (32.81%) a la cima de la misma. En una escala más amplia,

20 (95.23%) montículos se asocian a una elevación y solo uno de los casos, a la quebrada

cercana. La mayoría no tiene afloramientos de roca madre en las cercanías (66.67%).

En todos los montículos, la visibilidad de superficie es moderada y la paralela es alta. El

terreno es actualmente usado para el pastoreo de ganado vacuno. En todos los montículos el

estado de conservación es moderado, a pesar de que 10 (47.61%) presentan algún tipo de

alteración.

251
A juzgar por una alineación de montículos paralela a la carretera a escasos 30m y que

aparentan ser el lado sur de una plaza rectangular, hay una gran probabilidad de que una parte

del sitio haya sido destruida por la construcción del camino y las viviendas que se encuentran

del otro lado de la carretera que conduce a La Libertad. De ser así, posiblemente se trate de

otro sitio con una plaza alrededor de la cual se distribuyen los montículos. Destaca el hecho

de que el montículo de más tamaño conservado se encuentra hacia un lado de lo que podría

haber sido la plaza del sitio, como en el caso anterior.

Respecto a la presencia de restos materiales, la mayoría (76.19%) no los tuvo; uno de

ellos tenía concentraciones moderadas de cerámica y lítica tallada, otro de ellos, altas

concentraciones de cerámica, otro con presencia baja de lítica tallada y los dos restantes,

tenían asociados restos de lítica pulida.

En cuanto a las formas, todas eran circulares, pero 11 (52.35%) estaban incompletos en

el lado que corresponde a la parte elevada de la pendiente. El ángulo de la pendiente fue

predominantemente mayor a 35° (80.95%). Lo anterior se debe a que todos están construidos

sobre una pendiente irregular. La superficie de los montículos es generalmente plana (en

95.23%) y elevada en el lado donde desciende la pendiente (85.71%).

Sobre sus medidas destaca ALMII12 que es el montículo ubicado al interior la posible

plaza ovalada orientada de noreste a suroeste (que, a la vez, es la parte más alta), con 9.8m

de ancho y 13.4m de largo; y 79cm de alto mínimo y 1.1m como máximo. El resto tiene en

promedio 4.54m de ancho y 6.0m de largo. La altura mínima se promedia en 15.71cm y la

máxima en 45.61cm. Su composición es principalmente de sedimento con roca (90.48%) y

una menor cantidad de roca con sedimento (9.52%). Para su construcción hay una preferencia

por el uso de roca madre extraída (85.71%) o el uso de cantos rodados (14.29%).

252
En la cumbre no suelen tener rocas (95.24%) o las que hay son chicas (4.76%). En los

costados tampoco tienden a tener rocas (42.86%) y cuando las hay, son chicas (42.86%) o

medianas (14.19%). En el desplante éstas son generalmente medianas (80.95%), hechos de

rocas chicas (9.52%) o grandes (9.52%). Solamente dos casos (9.52%) no tenían un círculo

delimitando la construcción.

Barillas

Sitio localizado al sur del río Mayales, en los terrenos de Uriel Barillas. Se encontraron

129 montículos en las pendientes o planicies de una ligera elevación contigua al río. Los de

mayor tamaño se distribuyen en, y alrededor, de una plaza ovalada orientada de noroeste a

sureste. Los más pequeños están paralelos al cauce del río, hacia el sur. Poco menos de la

mitad de los montículos (48.06%) no tienen roca madre asociada, mientras que el resto la

tiene en los alrededores (51.94%).

Actualmente toda el área que comprende el sitio es usada para el pastoreo de ganado

vacuno. La visibilidad del terreno es moderada (81.40%), con el resto del porcentaje dividido

253
entre alta y baja (9.30% para cada tipo). Mientras que la visibilidad paralela es de alta

(71.19%) a moderada (17.83%).

El estado de conservación en general es moderado (77.52%), con pocos montículos mal

conservados (13.18%). Buena parte de ellos presentan algún tipo de alteración (68.99%).

Menos de la mitad de los montículos presentaron restos de cultura material asociados

(45.74%), de los cuales 18 tenían cerámica y lítica tallada, 21 solo lítica tallada, 10 sólo

cerámica, 3 solo lítica pulida, 3 con cerámica, lítica tallada y pulida, 2 con cerámica, lítica

tallada y morteros, 1 lítica tallada y morteros y 1 con lítica pulida y tallada. En general, las

densidades de materiales son bajas (en 65, que son el 73.85%), seguidas de moderadas (12,

que son el 13.64%) y altas (11, que es el 12.50% del total).

Basados en las diferencias formales, los montículos fueron separados por grupos de

tamaño en:

Chicos: con un largo máximo menor a 4m, la mayoría se encuentran dispersos en los

alrededores, pero con mayor frecuencia paralelos a la cañada, al este de la plaza (aunque los

hubo en la parte central y cerca de la plaza). Este grupo se conforma por 39 montículos, con

un ancho promedio de 1.97m y un largo de 2.31m, una altura mínima promedio de 19cm y

una máxima de 34.53cm. Sus formas son predominantemente circulares (58.97%) a ovaladas

(28.21%). El resto presenta formas semicirculares o de círculos incompletos (12.82%). El

ángulo de la pendiente es de 35 a 55° (64.10%) o menor (35,90%). La pendiente sobre la cual

se encuentran tiende a ser irregular (74.36%); son generalmente elevados (87.18%) y

redondeados (69.23%).

Para su construcción se emplearon únicamente rocas (38.46%) o se les mezcló con

sedimento (35.90%), para lo cual se apilaron fragmentos de roca madre (56.41%), roca madre

con cantos rodados (48.46%) o solamente de cantos (5.13%). Tienden a tener principalmente
254
piedras chicas (33.33%) o medianas en la cumbre (28.21%), medianas (51.28%) a chicas

(25.64%) en los costados y medianas (41.03%) a grandes (33.33) en el desplante. Finalmente,

la mayoría cuenta con un círculo delimitando la construcción (87.18%).

Medianos: cuyas medidas están entre los 4 y 12m de largo. Se les registró con mayor

frecuencia en las cercanías de la plaza. El grupo incluye 81 montículos que tienen un ancho

promedio de 6.51m y un largo de 7.25m. La altura mínima promedio es de 18.30cm y una

máxima de 45.51cm. Las formas son circulares (75.31%) a ovaladas (19.75%). El ángulo de

su talud suele tener entre 35 y 55° (48.15%), pero a diferencia del grupo anterior, en esta

categoría hay montículos que pueden tener uno mayor a los 55° (7.41%). La forma de la

pendiente suele ser irregular (72.84%). La cumbre de la construcción es elevada (90.12%) y

redondeada (70.37%).

Las construcciones fueron hechas principalmente de roca con sedimento (54.32%) o

sedimento con roca (45.68%), con una variedad de roca madre con cantos rodados (59.28%),

sólo cantos rodados (35.80%), sólo roca madre (3.70%) y, en un caso (1.23%), se agregó una

columna de basalto para su edificación. En la cumbre las rocas son medianas (39.51%),

chicas (24.69%) o no las tienen (13.58%). Comúnmente tienen un círculo de rocas

delimitando la construcción (90.12%).

Grandes: aquellos de tamaños superiores a los 12m de largo máximo. Sólo nueve se

encuentran en esta categoría, al centro de la plaza, delimitándola o en las cercanías de ésta.

Las formas son circulares (6.67%) u ovaladas (33.33%). El ángulo de su talud es de 35 a

55° (55.56%) o mayor (22.22%). En todos los casos están sobre una superficie irregular, son

construcciones elevadas y en la mayoría la cima es redondeada (77.78%).

Las medidas de ancho se promedian en 11.47m para la mínima y 15.43m en la máxima.

Las alturas son 47.22cm de promedio mínimo y 83.88cm como máximo. Se construyeron
255
tanto de roca con sedimento (55.56%), como a la inversa (44.44%). Resalta que para los de

mayor tamaño se usaba más sedimento que roca, si se les compara con los montículos chicos,

las proporciones de roca disminuyen conforme incrementan en tamaño.

Para su elaboración se usó con mayor frecuencia una combinación de roca madre con

cantos rodados (77.28%) o sólo roca madre (22.22%). En la cima las piedras suelen ser chicas

a medianas (77.78%), al igual que los costados (66.67%); mientras que en el desplante son

de medianas a grandes (77.78%). En este caso, pueden o no tener un círculo de rocas

delimitando el montículo (55.56% y 44.44%, respectivamente).

Caoba

Un sitio conformado por dos montículos ubicados al sur de la quebrada intermitente de

Las Tablas, junto a la cual pasa el camino que lleva a Los Cocos. Ambos se ajustan

directamente a la planicie y la quebrada, y se le asocia a una ligera elevación sobre la cual

fueron construidos. No hay roca madre en los alrededores.

256
No se registró el nombre del propietario. El lugar es usado actualmente para pastoreo. La

visibilidad de superficie es moderada y la paralela es buena en ambas construcciones. El

estado de conservación para las dos es moderado, ya que las raíces de un árbol de caoba que

crece junto a ellas han removido algunas rocas.

Ambos montículos están alineados con el cauce de la quebrada. No se les encontró cultura

material asociada. Sus formas son circulares, construidos sobre una superficie uniforme, son

elevados y con la cumbre redondeada. Sin embargo, en cuanto al tamaño son diferentes. El

primero, CAO1 tiene un ángulo de talud mayor a 55°, con un ancho de 6.5m y largo 7m; su

altura mínima es de 47cm y la máxima de 66cm. Por su parte, CAO2, tiene un ángulo entre

los 35 y 55° y es un círculo relativamente perfecto de 2m de diámetro, con una altura mínima

y máxima de 22, es decir, una construcción bastante regular en tamaño. Los dos están hechos

de roca con sedimento, con rocas medianas desde la base hasta el desplante. El tipo de

material son piezas de roca madre extraída posiblemente de las cercanías. Ambos cuentan

con un círculo de rocas que los delimita.

257
Carca

Localizado en un meandro de la quebrada permanente del mismo nombre. El terreno

forma una planicie irregular contigua al cauce del arroyo. Los propietarios actuales son

Octavio Salablanca y Rudy Logune, cuyos terrenos están separados por el camino que

comunica las comunidades actuales cercanas a la cordillera (este y noreste) y al Cerro de la

Cruz (sureste), con la carretera Juigalpa-La Libertad. Es probable que este camino destruyera

la parte sur del sitio y por eso resulte complicado identificar claramente la plaza, aunque se

aprecian alineamientos de los montículos de mayor tamaño.

Se registraron 50 montículos, ajustados a la planicie, a la pendiente de las lomas bajas

(14%) y a la cima de la loma (8%). Una parte de éstos se relaciona con las cercanías de la

quebrada (60%) y la otra a las elevaciones contiguas a la misma (26%). Para el resto no se

pudo determinar su asociación con el entorno circundante. Ninguno de los montículos se

asocia con afloramientos de roca madre en los alrededores.

La mayoría se encuentra en terrenos usados para el pastoreo (96%), pero dos (4%) están

cerca de viviendas modernas. El estado de conservación en general es de alto (42%) a

moderado (36%), a pesar de que poco más de la mitad presenta algún tipo de alteración

(58%). No obstante, es posible que parte del sitio haya sido destruida durante la construcción

del camino previamente mencionado.

A juzgar por las estructuras de mayor tamaño, pareciera que en algún momento éstas

estaban organizadas alrededor de una plaza, con una más en el centro, sin embargo, no queda

claro el orden de éstas. Únicamente en 17 (34%) montículos se encontraron restos materiales

asociados; 5 de los cuales tuvieron cerámica y lítica tallada, 6 sólo cerámica, 4 con lítica

tallada (entre ellos uno con fragmentos de obsidiana), 1 con cerámica asociada a lítica pulida,

258
y en otro sólo un fragmento de lítica pulida. Las densidades de material fueron en general de

bajas (54.17%) a moderadas (25%).

En cuanto a las formas de los montículos, este sitio se presentó mayor diversidad, siendo

las más comunes las circulares y ovaladas (92%), con 2 (4%) hechos como un semicírculo,

pero con un de sus lados recto, una plataforma ovalada, una estructura rectangular y otra

irregular (que representan el 2% restante para cada uno). La mayoría se agrupan entre los 6

y 12m de largo, por lo que destacan aquellos fuera de estos rangos y se les puede dividir en

tres grupos:

Chicos: aquellos que miden menos de 6m de largo. Se contabilizaron 8, todos dispersos

en los alrededores de la concentración principal (6 en la orilla oeste, en un alineamiento NE-

SW). El ángulo del talud es menor a 35° en todos los montículos, tienden a estar en una

superficie uniforme (62.50%), más que en una irregular (37.59%). Aquellos que son elevados

(50%) cuentan con una superficie redondeada; mientras que los que están a nivel de

superficie (50%) no presentan elevación alguna. La medida de ancho en este grupo se

promedia en 3.77m y el largo en 4.16m; el alto mínimo en 13cm y el máximo en 21cm.

Referente a los materiales constructivos, fueron hechos únicamente de roca (37.50%), de

roca con sedimento (37.50%) o de sedimento con roca (25%). La mayoría tienen cantos

rodados (87.50%) o una combinación de éstos con fragmentos de roca madre (12.50%). En

la cumbre las rocas son generalmente chicas a medianas (62.5%), en el talud suelen no

tenerlas, o ser chicas (75%), y en el desplante principalmente medianas (87.5%). Todos

cuentan con un círculo de rocas que delimita al montículo.

Medianos: cuyas medidas se encuentran entre los 6 y 12m de largo, de los cuales se

contaron 17 que conforman la concentración principal alrededor de la posible plaza. El

ángulo del talud se encuentra principalmente entre los 0 y 35° (92.59%), con dos (7.41%)
259
excepciones cuyo ángulo está entre los 35 y 55°. La pendiente sobre la cual se construyeron

es comúnmente uniforme (62.96%), aunque también se presenta irregular (37.04%). Los

montículos son mayormente elevados (88.89%) con una cima predominantemente

redondeada (93.30%).

Sus medidas tienen de ancho promedio 8m y largo de 8.8m; con una altura mínima

promedio de 20cm y una máxima de 30cm. La mayoría se hicieron de sedimento con roca

(66.67%) y otra parte de roca con sedimento (33.33%), para lo cual se usaron cantos rodados

(85.19%) o una mezcla de éstos con roca madre (14.81). las piedras usadas fueron chicas a

medianas en la cumbre (77.78%) o no contaron con éstas (22.22%), también chicas a

medianas en el talud (92.59%), al igual que en el desplante (85.18%). Todos tuvieron un

círculo de roca que los delimitaba.

Grandes: aquellos que tenían un largo superior a los 12m. En este caso fueron 6

montículos, no necesariamente agrupados en los alrededores de la posible plaza. El ángulo

de su pendiente varía entre los 35 y 55° (50%) o puede ser mayor a 55° (33.33%), con una

excepción de 0 a 35° (16.67%)44. Se les construyó por igual en pendientes uniformes o

irregulares (50% para cada uno), todos contaron con una superficie elevada y generalmente45

redondeada.

Sus medidas de ancho promedio son 13.47m y largo de 14.52m; con alturas mínimas

promediadas en 53.66cm, para la mínima, y 76.66cm para la máxima. Se les construyó de

roca con sedimento (66.67%) o a la inversa (33.33%), para lo cual se usaron cantos rodados

(66.67%) o una mezcla de éstos con extractos de roca madre (33.33%). En la cumbre las

44
En la cédula sobre este montículo, se anota que no fue posible confirmar que se trataba de un
montículo, por lo que esta variante podría representar justamente que no sea uno, al no cumplir con las
características del resto.
45
Una vez más la excepción es el mismo montículo que no pudo ser identificado plenamente.

260
piedras suelen ser chicas a medianas (83.33%), al igual que en el costado y medianas a

grandes en el desplante (83.33%). Casi todos46 contaron con un círculo de rocas en el

desplante.

Ahora bien, de las formas irregulares, los dos montículos en forma de D (OSI3 y OSI5)

tienen un ángulo de 0 a 35°, están sobre una pendiente irregular, son elevados y redondeados.

Están hechos de sedimento con cantos rodados, los cuales fueron chicos y medianos en la

cumbre, el talud y el desplante. Ambos tienen un cerco de rocas que los delimita. El primero

mide 6.7m de ancho por 7.4m de largo; con una altura mínima de 14cm y una máxima de

15cm. El segundo mide 5m de ancho por 5.7m de largo; con una altura mínima de 11cm y

una máxima de 17cm.

Sobre uno de los montículos (OSII12) no fue posible identificar su forma, en apariencia

es circular como el resto, pero es hueco en el centro y parece contar con un acceso. No fue

posible saber con certeza si se trataba de un hoyo de saqueo.

Mide 15.6m de largo y ancho y tiene una altura de 26cm a 1.1m de alto. Está en una

pendiente irregular, es elevado y tiene un ángulo de 35 a 55°. Está hecho de roca con

sedimento y las rocas empleadas fueron cantos rodados medianos para todo el montículo.

Presentaba restos materiales que consistían en cerámica y lítica tallada en bajos porcentajes.

Otra forma irregular correspondió al montículo OSII7, que es una plataforma ovalada

sobre la cual están dos montículos, uno de 6.6m y el otro de 5.8 en sus extensiones máximas.

En ambos hay dos círculos internos. La plataforma mide 10.2.m en uno de sus extremos,

12.2m en la parte media y 11.5m en el otro extremo. La altura mínima fue de 52cm y la

máxima de 71cm. Presenta un ángulo de entre 35 y 55°, es elevado, redondeado en la cima y

46
Lo mismo que en la nota anterior.

261
está sobre una pendiente irregular. Se construyó de rocas con sedimento, en una combinación

de cantos rodados con roca madre extraída de los alrededores. Todas las rocas son de

medianas a grandes. Presenta restos de cerámica y lítica tallada asociados.

Finalmente, la estructura OSIV9, ubicada en el extremo sureste del sitio y relacionada

con el montículo más grande del sitio (OSIV8), es una plataforma rectangular con otras dos

plataformas de igual forma en el interior. La forma y dimensiones de este no se pudieron

definir claramente, pero se sabe que tenía 7.3 de cada lado, el siguiente tiene 6.5m por 6.3m

y del central no se tomaron medidas. El ángulo del talud es menor a 35°, es elevado y

redondeado en la cúspide y se edificó sobre una superficie irregular. Está hecho de sedimento

con bloques medianos de roca madre. No se encontraron restos materiales asociados.

Cerro Aguascalientes

Compuesto por un montículo ubicado en la cima del cerro conocido como

Aguascalientes, al oeste de Aguas Buenas. No se registró el nombre del propietario. El tipo

de suelo del lugar pudo ser identificado como granza amarilla y se aprecia roca madre

262
expuesta en los alrededores. Es el segundo cerro con mayor altitud, con 220msnm, por lo que

domina visualmente toda la cuenca y cubre la vista de Aguas Buenas hacia el oeste.

La visibilidad, tanto paralela como de superficie, es moderada, ya que el lugar presenta

vegetación arbustiva, al ser uno de los pocos lugares que no son usados para pastoreo. Su

estado de conservación es bueno, a pesar de tener algunas raíces a su alrededor. No se

encontraron restos materiales asociados.

Su forma es circular, con un ángulo de pendiente de menor a 35°. Se ubica en una

pendiente irregular, es elevado y redondeado en la cumbre. Mide 3.8 de ancho, por 3.9m de

largo y 23cm de altura mínima y 44cm de máxima.

Está hecho de bloques de roca madre y cantos rodados. Las piedras son chicas en la

cumbre y chicas y medianas tanto en los costados, como en el desplante. Sí cuenta con un

círculo de piedra delimitándolo.

263
Cerro de la Cruz I

Conformado por dos montículos en la cima del Cerro de la Cruz, la elevación más

sobresaliente del área de estudio, con 280msnm. El actual propietario es Francisco Adolfo

Cienfuegos. El tipo de suelo característico de la cima es granza amarilla y las rocas más

comunes son las columnas de basalto. El lugar conserva la vegetación de bosque nativo de la

región. La visibilidad paralela y de superficie en ambos montículos es buena.

Uno de los montículos, CCM1, tiene un gran pozo de saqueo que destruyó más de la

mitad de éste, por lo que su estado de conservación es malo. El otro, CCM2, también fue

perturbado, pero se preserva en estado moderado. A pesar de lo anterior, no se encontraron

restos materiales asociados.

El montículo CCM1 tiene forma ovalada, con un ángulo de pendiente de 35 a 55°, está

sobre una superficie uniforme, es elevado y redondeado en la cumbre. Mide 5.2m de ancho

(seguramente era más ancho) y 9.2m de largo, su altura mínima es de 46cm y la máxima

de1m. Por su parte, CCM2 es circular, con un ángulo menor a 35°, también sobre una

superficie uniforme, es elevado y redondeado en la cumbre; sus medidas son 3.8m de ancho,

por 4.4m de largo, tiene 28cm de altura mínima y 30cm en la máxima.

Ambos fueron hechos de sedimento con rocas, para lo cual usaron las columnas de basalto

disponibles en el cerro y fragmentos de roca madre de los alrededores. Las piedras usadas

fueron medianas en la cumbre y talud, y medianas y grandes el desplante de CCM1. Para la

construcción de CCM2 se usaron rocas chicas y medianas para la cumbre y talud, y chicas y

medianas en el desplante. Ambos contaron con un círculo de rocas alrededor.

264
Cerro de la Cruz II

Se trata de dos montículos que pesar de estar distanciados uno del otro (a 125m), lo que

tienen en común es que se asocian a las faldas del Cerro de la Cruz, ambos al noroeste. El

actual propietario del lugar es Francisco Adolfo Cienfuegos.

Ninguno de los montículos presenta roca madre expuesta en las cercanías. La visibilidad

paralela y de superficie en ambos casos es buena. El terreno es actualmente usado para

pastoreo. Su estado de conservación es bueno, a pesar de haber algunas perturbaciones

provocadas por la vegetación. A ninguno se asocian otros restos materiales.

La forma de los montículos es circular, con un ángulo de talud mayor a 55°, son elevados,

redondeados y yacen sobre una superficie irregular. Están hechos de roca madre con

sedimento. Ambos cuentan con un círculo de rocas en el desplante.

Se distinguen por sus medidas, el primero FACI1, tiene un ancho de 10.3m y un largo de

11.9m; una altura mínima de 75cm y máxima de 90cm. Las rocas usadas para su construcción

en la cumbre, el talud y el desplante son grandes. Mientras que el otro, FACI2, mide 5.4m de

ancho por 6.4m de largo; con una altura mínima de 46cm y máxima de 62cm. En este caso

las rocas eran chicas en la cumbre y medianas en el talud y desplante.

265
Cerro Güegüestepe

Se trata de un sitio de 17 montículos que están sobre la cima del cerro del mismo nombre

y que se agrupan a un rango de 100m. Se encuentran divididos en tres secciones: la parte

plana y alargada al noreste, donde hay 8 que están alineados con la forma de la loma; la parte

intermedia, tal vez la de mejor visibilidad, es un montículo en un promontorio; la cima, donde

hay 8 montículos concentrados. La cima del cerro tiene una altura aproximada de 160msnm.

Se desconoce el nombre del actual propietario.

Los que están en la cima no presentan roca madre en los alrededores (52.94%), mientras

que el resto sí la tiene (47.96%). La visibilidad paralela y de superficie es de mala (41.18%)

a moderada (41.18%) y sólo un pequeño porcentaje tuvo una buena visibilidad (17.65%) en

ambas categorías. Poco más de la mitad conserva vegetación nativa (52.94%) y la otra parte

ya presenta pastos inducidos (47.06%).

El estado actual de conservación es de moderado (70,59%) a bueno (29.41%) y una buena

parte de ellos presenta algún tipo de alteración (70.59%).

266
A diferencia de los otros sitios en cimas de cerros, la mayoría montículos de este sitio

presenta cultura material asociada (76.47%), de los cuales dos tuvieron únicamente lítica

tallada, dos contaron con lítica tallada y cerámica, uno lítica tallada y pulida y los nueve

restantes presentaron restos de lítica pulida, en ocasiones como parte del material

constructivo.

Las formas de los montículos son predominantemente circulares (94.12%), con una única

forma ovalada (5.88%). En este sitio, el tipo de construcción varía según su ubicación.

Por un lado, las que se encuentran en la parte baja plana y la media tienen con mayor

frecuencia un ángulo de pendiente de entre los 35 y 55° (55.56%), están sobre una superficie

irregular (66.67%), son todos elevados y redondeados, a excepción de M015, el cual es

elevado, pero con una cúspide plana. El ancho mínimo promedio mide 5.76m y el largo

6.32m, la altura mínima se promedia en 40cm y la máxima en 59.33cm. Están hechos en su

mayoría de roca con sedimento (88.89%), para lo cual sólo se usaron fragmentos de roca

madre (además presentan afloramientos de ésta en los alrededores con mayor frecuencia (en

el 88.89%). En la cima, las rocas son todas chicas y medianas en la cumbre, medianas en los

costados y medianas a grandes en el desplante. Todos presentaron un círculo de rocas

delimitándolos.

Mientras que todos los montículos ubicados en la parte alta presentan un ángulo menor a

35° y están sobre una superficie irregular; pueden ser elevados (62.50%) o a nivel de

superficie (37.50%) y todos son redondeados en su cumbre. Sobre sus medidas, en promedio

miden 4.3m como longitud mínima y 4.51 como máxima, 6.25cm de alto mínimo y 42.15cm

de altura máxima. Se construyeron todos de roca con sedimento, para lo cual se usaron

principalmente cantos rodados y extractos de roca madre (87.50%) (no se encontró roca

madre expuesta en los alrededores); todos tenían rocas chicas y medianas en la cumbre,
267
chicas a medianas en los costados y medianas en el desplante. Todos contaron un cerco de

rocas en la parte inferior.

Cuatro puntos

Un sitio ubicado en las faldas del cerro Güegüestepe, hacia el noroeste. No se registró el

nombre del propietario. Se trata de dos conjuntos pequeños de montículos: cuatro de ellos

agrupados y alineados cada uno hacia uno de los rumbos cardinales; y dos más, en las

cercanías, separados a 85m entre sí.

El conjunto completo tiene buena visibilidad, tanto paralela como de superficie. El lugar

conserva vegetación de tipo bosque (83.33%) y uno de ellos está en terreno de pastizales

(16.67%). El estado de conservación va de bueno (66.67%) a moderado (33.33%). Sobre la

presencia de alteraciones, más de la mitad están inalterados (66.67%). Sólo en uno se pudo

observar un porcentaje bajo de lítica tallada (M001).

268
Las formas de las construcciones son en general ovaladas (83.33%), con un ángulo de

talud de entre 35 y 55° (83.33%), por estar sobre una pendiente irregular, son elevados y

principalmente redondeados (88.33%) en la cima.

En general, presentan valores bastante similares, sin embargo, M001 (uno de los dos que

están dispersos), resalta por ser la única forma ovalada y que presenta una cumbre plana,

cuya extensión máxima es de 4.2m. En la base mide 6.8m de ancho y de largo 8.1m, de alto

mínimo tiene 60cm y máximo de 86cm. Además, es el único hecho de sedimento con rocas,

que no tiene piedras en la cumbre y sí restos materiales asociados.

Los otros cinco son muy similares, con un ancho promedio de 3.9m y un largo de 4.1m;

una altura mínima promediada en 27.2cm y una máxima de 43.6cm. Todas tienen un ángulo

entre los 35 y 55°, están sobre una pendiente irregular, son redondeados y elevados, se

hicieron de fragmentos de roca madre extraída mezclada con sedimento; tienen rocas chicas

y medianas en la cumbre y medianas en los costados y desplante.

Todos los montículos presentaron un círculo de rocas en la sección inferior y los dos que

están dispersos tienen roca madre expuesta en los alrededores.

269
Edy Molina

Un conjunto de 12 montículos relativamente dispersos. El sitio lleva el mismo nombre

que el propietario actual del terreno. Se ubica sobre una loma baja al norte de la quebrada del

Carca, donde ésta se une con otra de menor tamaño conocida como Manigua. Los montículos

se asocian directamente a la cima de la loma (50%), a las laderas de la misma (25%) o a las

cercanías de la quebrada (25%). Dos (el 16.66%) de ellos se encuentran cerca de

afloramientos de roca madre.

La visibilidad de superficie es de moderada (75%) a buena (25%), al igual que la paralela,

pero en proporciones distintas (91.67 y 8.33%, respectivamente). El lugar actualmente usado

en su totalidad para el pastoreo de ganado vacuno y su estado de conservación es bueno, ya

que sólo dos de las estructuras (16.66%) presentaban algún tipo de alteración.

En buena parte de ellos (58.33%) se pudieron apreciar restos arqueológicos asociados,

todos en bajas proporciones; hubo con cerámica, lítica tallada y pulida (destaca la presencia

270
de un metate “expedito”, es decir una roca sin mayor modificación, pero con huellas de uso),

cinco que sólo tuvieron lítica tallada y dos que presentaron únicamente cerámica.

En cuanto a las formas, la mayoría son circulares (75%) u ovaladas (8.33%), sin embargo,

destaca una forma compuesta por tres alineamientos unidos en uno de sus extremos y que

siguen una forma semicircular (EM09). Estos podrían conformar una posible plataforma

escalonada en el costado sur de la loma, hacia donde se encuentra la quebrada. Dichos

alineamientos fueron construidos con cantos rodados medianos. Su extensión máxima es de

10m, en la parte más baja, el segundo tiene una extensión de 9.4m y el tercero, el de la parte

más elevada, mide 8.2m. La altura máxima de los tres niveles juntos es de 43cm. Su estado

de conservación es bueno y no presenta alteraciones.

La segunda forma irregular es un alineamiento con un pequeño ángulo y que se asocia al

resto de estructuras (EM12). Está hecho de cantos rodados de tamaños medianos, mezclados

con sedimento, y presenta roca madre en los alrededores. La extensión mínima es de 1.3m

con una máxima de 4.7m y máxima de 27cm. Asociado al montículo se encontraron pocos

restos de lítica tallada.

Las formas circulares tienden a tener un ángulo de talud menor a 35° (80%), están todas

sobre una superficie irregular, pueden ser elevadas (80%) o estar a nivel de superficie (20%)

y son generalmente redondeadas en la cúspide (90%).

Los montículos tienen un ancho mínimo promedio de 5.49m y un máximo de 6.24m; de

alto promedio tienen como mínimo 17.3cm y 44.7 como máximo. Todos están hechos de

sedimento con rocas, comúnmente cantos de río (90%) y la excepción es de una mezcla entre

cantos rodados con roca madre de los alrededores. Sobre sus tamaños, pueden ser chicas y

medianas (60%) o no tenerlas en la cumbre, todas son chicas y medianas en los costados y

en el desplante. Cada construcción presenta un círculo de rocas delimitándola.


271
Enrique Vega

Un sitio de dos montículos distanciados a 50m entre sí, pero ambos en la cima de una

loma baja que se ubica a 50m al noroeste de la quebrada Las Tablas. Uno presenta roca madre

en los alrededores y el otro no. Al otro lado de la quebrada, 150m al sur, se ubica el sitio

Caoba (previamente descrito). El actual propietario del lugar es Enrique Vega.

La visibilidad paralela y de superficie de las construcciones es de moderada a alta. El área

se usa actualmente para el pastoreo de ganado. EV1 presenta un mal estado de conservación

y asociado se encontraron fragmentos de lítica tallada; mientras que EV2 está en buenas

condiciones y no se le encontraron restos materiales relacionados.

La forma de ambos montículos es circular, con un ángulo de talud menor a 35°, están

sobre una pendiente irregular, son elevados y redondeados. EV1 mide 4m de ancho por 5m

de largo, con una altura mínima de 0 (a nivel de superficie) y máxima de 30cm. Por su parte,

EV2, mide 4.9 por 5.1m y de longitud de 25 a 32cm de altura. Los dos fueron construidos de

272
sedimento con fragmentos de roca madre de los alrededores y tenían un círculo que los

delimitaba.

El primero de ellos tenía rocas medianas tanto en la cumbre, como los constados y el

desplante, mientras que el segundo tenía rocas chicas en la cima, no tenía en los costados y

eran grandes en la parte más baja.

Guarida del Coyote

Un sitio inusual, conformado por dos montículos ubicados en la parte baja de la ladera

del Cerro Güegüestepe, al suroeste del mismo. No se registró el nombre del propietario.

Considerando un rango de distancia de 125m, Guarida del Coyote se incluiría el sitio de

Inés Rocha II, sin embargo, los separa el río Mayales, cuyo cauce en este tramo se extiende

hasta los 40m; además, el tipo de arquitectura es completamente distinto al que distingue a

la región. Se trata de dos montículos rectangulares construidos sobre la pendiente del cerro

de forma paralela entre sí y con una orientación norte-sur.

273
Se encontraron afloramientos de roca madre en los alrededores. La visibilidad paralela y

de superficie es buena para ambos casos. El lugar es usado tanto para el cultivo como para el

pastoreo, no obstante, las construcciones se encuentran en buen estado de conservación. No

se encontraron restos materiales en las cercanías, sin embargo, se encontró un metate de

basalto aproximadamente 100m al sur.

El ángulo de su talud está entre los 35 y 55°, se edificaron sobre una pendiente irregular

y se elevan sobre el nivel de la superficie. El montículo GCI1 tiene una cumbre redondeada,

mide 6.5 de ancho por 10.7m de largo, y cuenta con una altura mínima de 10m y máxima de

92cm.

Croquis del montículo GCI1 del sitio Guarida del Coyote. Registro y dibujo del autor, enero de 2016.

El otro, GCI2, es una plataforma escalonada conformada por 5 rectángulos que tienen de

ancho 9.4 (el alineamiento más externo), 9, 8, 5.7 y 5.7m (el rectángulo interno). Las alturas

correspondientes a la parte más elevada y el desnivel de la pendiente del cerro, son 15, 20,

25, 49 y 110cm de alto. La plataforma superior tiene una superficie plana y mide 4.2m de

ancho por 9.4m de largo.

274
Croquis del montículo GCI2 del sitio Guarida del Coyote. Registro y dibujo del autor, enero de 2016.

En ambos casos, fueron hechos con una mezcla de rocas con sedimento, para lo cual se

usaron fragmentos de roca madre y bloques de una roca sedimentaria aparentemente distintos

a los típicos de la región. Los tamaños de éstas fueron chicos, en la cumbre, medianos en los

costados y grandes en el desplante. Ambos montículos tenían un cerco de piedras

delimitándolos.

Las construcciones abandonadas conocidas como “Casas Viejas” refieren a los restos de

viviendas que fueron abandonadas hace no más de tres generaciones. Al respecto se conocen

sus dimensiones estándar (rectangulares de 6 por 8m, o de 8 por 10m), los restos materiales

asociados (tejas y árboles frutales) y, en ocasiones, se tiene memoria del propietario. Los

informantes no consideraron a los montículos de Guarida del Coyote como “Casas Viejas”

por no cumplir con todas estas características, por lo que es posible sugerir que son

construcciones de principios del siglo XX o anteriores, incluso hasta la época colonial.

275
Herradura

Un sitio del cual no se registró el nombre del propietario. Es una concentración de 17

montículos organizados alrededor de una plaza ovalada orientada en sentido NNW-SSW. Se

encuentran sobre la ladera de una loma baja, al oeste de una ligera curvatura del cauce del

Mayales y al norte de otra quebrada menor que desemboca en el río conocida como

Tecomapa.

Con mayor frecuencia (82.35%) se encontraron afloramientos de roca madre en las

cercanías de los montículos. La visibilidad paralela y de superficie es moderada en todos los

casos. El estado de conservación es de moderado (82.35%) a alto (11.76%), con un caso en

mal estado (5.88%). A excepción de uno, todos los montículos presentan algún tipo de

alteración. Lo anterior se debe a que el terreno es actualmente usado para el cultivo.

Pocos montículos (29,41%) presentaron restos de cultura material asociados; dos

tuvieron cerámica y lítica en porcentajes medios a moderados, uno tuvo cerámica, lítica

276
tallada y pulida, también en porcentajes de bajos a moderados, otro tuvo lítica tallada y pulida

en porcentajes bajos y uno solamente tuvo cerámica en altas cantidades.

A excepción de un caso ovalado (5.88%), todos son de forma circular; tienen ángulos de

entre los 35 y 55° (70.59%) o menores (29.41%); y la totalidad de ellos están sobre una

superficie irregular, son elevados y redondeados.

Respecto a las medidas, hay una clara separación entre los montículos de largo máximo

menor a 10 (14) y aquellos mayores a 12m (3). En general, no hay diferencias con las otras

variables, lo único que los distingue es que los de mayor tamaño se encuentran en el lado este

de la plaza. Los menores a 12m, tienen un ancho promedio de 8m y un largo de 8.72m; una

altura mínima promedio de 26cm y una máxima de 69cm. Aquellos mayores a 12m tienen

un promedio de ancho de 12.93m, un largo de 13.46 y una altura mínima de 32cm y máxima

de 92cm. Dos parecen conformar los extremos de la plaza (HD13 y HD16) y uno está en el

centro (HD14).

Todos los montículos están hechos de roca con sedimento y se usaron fragmentos de roca

madre para su construcción. En un solo caso, se usaron solamente cantos rodados. Los

tamaños de las rocas fueron medianas para la cumbre y los costados y grandes para el

desplante. Todos tenían un círculo de rocas delimitándolos.

277
Inés Rocha II

Un asentamiento de 42 estructuras ubicado en una posible falla geológica que dio forma

a una elevación que provocó un meandro del río Mayales. El nombre del sitio refiere la

segunda localidad del mismo propietario donde se encontraron restos arquitectónicos. Se

divide en dos secciones: la parte alta, donde hay montículos concentrados alrededor de dos

plazas ovaladas; y la parte baja, una planicie por donde se accede al sitio donde hay tres

montículos alineados. Existen diferencias respecto a sus tamaños y composición, por lo que

serán descritos por separado.

Cabe señalar que este es uno de los pocos sitios que se integra a una distancia de 125m,

pero se considera que una sección es parte de la otra precisamente porque los de la planicie

están en el único lugar por el que se puede acceder a la otra concentración.

Los montículos de la primera sección, en la parte alta, pueden (46.15%) o no (53.28%)

tener afloramientos de roca madre en los alrededores, presentan generalmente una mala

visibilidad de superficie (71.79%) y una visibilidad paralela moderada (87.18%). Todo el

278
lugar es usado para el pastoreo de ganado y tienen un estado de conservación de moderado

(56.41%) a bueno (30.77%) y gran parte de ellos se encuentran inalterados (71.97%).

Casi un tercio de los elementos arquitectónicos (25.64%) tiene evidencias materiales

asociadas, todos en porcentajes bajos. Uno de ellos contaba con cerámica, lítica tallada y

pulida, tres con cerámica y lítica tallada, tres con cerámica, dos con lítica pulida (uno de los

cuales tenía una pocita en los afloramientos rocosos cercanos y al cual se asoció una posible

mano de mortero; el otro era parte de un metate zoomorfo) y los últimos dos con lítica tallada.

En lo que refiere a las formas, la mayoría (92.31%) son circulares (64.10), de círculos

incompletos (20.51%) u ovalados (7.69%), pero también se encontraron otras formas

irregulares como un ovalo incompleto (2.38%) y dos que corresponden a alineamientos

(4.76%).

Sobre los primeros, la gran mayoría (94.44%) tienen un ángulo de talud menor a 35°, y

sólo en dos casos (5.56%) está entre los 35 y 55°. En todos la superficie es irregular, elevada

y principalmente redondeada (un caso, el 2.38%, presentó una superficie plana).

Sobre sus medidas, sobresalen cinco que superan el diámetro de 9m (IRIV20, IRIV21,

IRIV3, IRIV33, IRIV4), con relación al resto cuyo largo promedio es de 6.38m. Cuatro de

estos montículos están alrededor de una plaza ovalada y el otro está en la parte sur de la

segunda plaza. En general, el ancho promedio es de 6.4m y el largo de 6.87m; la altura

mínima se promedia en 11cm y la máxima en 47cm. Las características morfológicas y de

materiales y técnicas constructivas son similares al resto.

Las construcciones fueron hechas básicamente de rocas con sedimento (88.89%),

mientras que unas pocas son de sedimento con roca (11.11%), para lo cual se emplearon

fragmentos de roca madre (75%) o una mezcla de éstos con cantos rodados (25%). El tamaño

de las rocas en la cumbre es mediano (61.11%) o pueden no tener (26.11%), en los costados
279
son generalmente medianas (97.22%), y en el desplante son grandes (77.78%) o medianas

(22.22%). Solo un caso (2.7%) no tuvo un círculo de rocas delimitándolo.

Ahora bien, de las formas irregulares, uno de ellos tiene forma de U y corresponde al

montículo IRIV24, ubicado al noroeste, en los alrededores de la plaza circular. Tiene una

medida de 3.2m de ancho (en la parte donde el óvalo está incompleto) y 4.2m de largo. El

lado ancho está a nivel de superficie y la parte curveada mide 47 cm desde la parte central

hasta la superficie. Éste se construyó con fragmentos de roca madre y sedimento; no tiene

rocas en la parte central, son medianas en los costados y grandes en el desplante.

Los otros dos montículos (IRIV10 y IRV3) corresponden a alineamientos. El primero se

asocia a los límites de la plaza circular; está sobre la ladera y su extensión máxima es de

8.8m, orientado de noroeste a sureste; apenas sobresale 20cm del nivel de superficie; está

hecho de extractos de roca madre de tamaños medianos.

El otro alineamiento, se relaciona con los montículos IRIV2 y IRIV3, su extensión

alcanza los 3.9m y una altura máxima de 45cm; está hecho de fragmentos medianos de roca

madre con sedimento.

Ahora bien, en la segunda sección, hay tres montículos alineados que se ubican sobre una

ligera planicie al sur de la primera sección y presentan roca madre expuesta en los

alrededores. La visibilidad paralela y de superficie es buena. El lugar también se usa para el

pastoreo de ganado vacuno. A ninguno se le asocian otros restos materiales en superficie.

En lo que refiere a su estado de conservación, ésta es de buena a moderada y todos

presentan alteraciones provocadas por la presencia de árboles y arbustos sobre ellos.

Los tres casos tienen forma ovalada, el primero (IRIII1) tiene un ángulo de talud de 0 a

35°, el segundo (IRIII2), tiene un talud de ente los 35 y 55°, y el tercero (IRIII3), tiene un

280
ángulo mayor a los 55°. Todos están hechos sobre una superficie irregular, son elevados y

redondeados en la cumbre.

Para su construcción se emplearon únicamente fragmentos de roca madre (uno incluye

cantos rodados) de tamaños medianos desde la cima hasta el desplante y presentan un círculo

inferior que los delimita.

Sobre sus medidas, el primero tiene 8.8m de ancho, 10.1m de largo, 53 de altura mínima

y 89cm como máxima. El segundo mide 11.7m de ancho, 15.5 de largo, 1m de altura mínima

y 1.2m como máxima. Finalmente, el tercero tiene 12.4m de ancho por 18.4 de largo, 1m de

altura mínima y 1.2m de altura máxima.

Jorge Oporta (Quebrada Profunda)

El sitio más alejado del resto, se encuentra en la parte baja de la cordillera Amerrsique,

en un terreno accidentado, más específicamente sobre una elevación ligeramente

pronunciada que se encuentra entre una quebrada pequeña y perenne que desemboca en la de

Manigua y otra de igual forma que llega hasta la de Piedra Redonda.

281
El sitio, que consta de 71 montículos, agrupa tres conjuntos distintos entre sí: 8 al norte

que están sobre la pendiente de la cordillera; 55 al centro, en la parte alta de una loma; y 8 al

sur, en la parte baja de la loma. La primera parte se encuentra en los actuales terrenos de

Denis Matus y el resto en las propiedades de Jorge Oporta.

En general, la visibilidad de superficie es de alta (63.38%) a moderada (28.17%), al igual

que la paralela (con 67.61 y 26.76%, respectivamente). Actualmente todo el lugar es usado

para pastoreo, pero fue posible apreciar que, en la sección central, hasta principios del 2016,

esa parte todavía era bosque, debido a que encontramos numerosos árboles recién cortados.

Normalmente no se observaron afloramientos de roca madre en las cercanías (88.73%).

Sobre el estado de conservación, es de regular (49.30%) a bueno (45.07). Sólo una

pequeña parte se conservaban inalterados (19.72%). La mayoría de los que contaron con

otros restos materiales se ubican en la parte central, en la sección norte no los había y en la

parte baja, había un montículo (JOI4) con bajas cantidades de cerámica, mientras que donde

se encuentra la mayor cantidad de montículos, había cerámica en ocho de ellos, lítica tallada

en uno y cerámica y lítica pulida en tres.

El dueño de la finca nos contó que, en décadas pasadas, de ese lugar se habían extraído

algunas de las esculturas que se exponen en el museo. Llama la atención que en uno de los

montículos de mayor tamaño de la sección sur encontramos un agujero grande en el centro y

algunas rocas que parecían dar forma al mismo, por lo que no parecía un pozo de saqueo;

esto nos lleva a suponer que aquí estaba alguna de las esculturas llevadas al museo.

Sobre las características de los montículos, en la sección norte tienen formas circulares

(87.50%) y ovaladas (12.5%); sus ángulos están entre los 35 y 55° (62.5%), algunos son

mayores a 55° (25%) y en un caso fue menor a 35° (12.5%). Las construcciones normalmente

se encuentran sobre una superficie irregular (75%), son elevados (87.50%) y todos son
282
redondeados en la cumbre. Las medidas de éstos tienen un promedio de ancho de 7.9m y

largo de 9.7m de alto, el mínimo promedio es 46cm y el máximo de 75cm.

Sobre su composición, éstos pueden ser de roca madre mezclada con sedimento (62.5%)

o sólo de roca (37.5%); cuyos tamaños fueron medianos y grandes desde la cumbre hasta el

desplante. No todos contaron con un círculo delimitándolos en la base, aunque el 75% si lo

tuvieron.

Los montículos de la sección central están sobre un terreno irregular, con una pendiente

muy pronunciada y rodean dos pequeñas escorrentías que descienden de norte a sur.

Los montículos de este sitio son comúnmente son circulares (92.7%) u ovalados (3.64%),

pero también se encontraron formas rectangulares (3.64). El primer grupo de formas

usualmente tiene un ángulo menor a 35° (69.81%), con algunas mayores a éste, pero menores

a 55° (22.64%) y una pequeña parte son mayores al 55° (7.55%).

Todos son redondeados en la cima y generalmente están sobre una superficie irregular

(64.15%), la mayoría tienen forma elevada (83%), aunque los hay a nivel de superficie (15%)

y un caso hueco (1.89%, posiblemente debido a que fue saqueado). El ancho promedio es de

4.21m y el largo de 4.79m; el alto mínimo se promedia en 17.18cm y el alto máximo en

56.30cm. Usualmente se construyeron usando únicamente rocas (64.15%) o éstas fueron

mezcladas con sedimento (33.96%); en un caso se usó mayor proporción de sedimento que

de rocas (1.89%). En todos los casos se usaron exclusivamente fragmentos de roca madre de

tamaños medianos y grandes en la cumbre (84.91%), los costados (94.34%) y el desplante

(96.23%). Todos tienen un cerco de piedra delimitándolos.

En la sección sur, todas las formas son circulares, pero destacan dos por su tamaño: JOI1

y JOI2, ya que la primera mide de largo 16m y la segunda 11.6m; mientras el resto (75% de

los montículos) tiene un promedio de 3.98m.


283
Los montículos grandes tienen un alto mínimo de 2m y 1.2m y un máximo de 2m y 1.5m,

respectivamente; tienen un ángulo mayor a 55°, están sobre una superficie uniforme, son

elevados y planos en la cima (con 4.2 y 1.6m de extensión máxima, respectivamente). El

primero está construido de cantos rodados con sedimento y el segundo únicamente de cantos

rodados con fragmentos de roca madre. Los dos tienen rocas medianas en la cumbre y

costados, y grandes en el desplante, con un círculo de piedras delimitándolos. Pese a la

ausencia de otras evidencias materiales en superficie, a ambos se asocian columnas de

basalto.

El resto de montículos en general fue bastante heterogéneo. Sobre sus medidas, tiene en

promedio 11.33cm de altura mínima y 36.83cm como máxima. La mayoría (83%) tienen un

ángulo de talud menor a 35°, pero un caso presentó uno mayor a 55° (16%). En cuanto a la

superficie, se les encontró sobre una irregular (66.67%) y uniforme (33.33%); generalmente

planas por encontrarse a nivel de la superficie (83%) y con unas pocas elevadas (16%).

Los montículos fueron construidos de roca con sedimento (50%), sólo de piedra (33.33%)

o de sedimento con roca (16.67%), para lo cual se emplearon fragmentos de roca madre

(50%) o se les mezcló con cantos rodados (50%). Sobre los tamaños, no se les usó en la

cumbre (50%) o éstas fueron grandes (33.33%) o medianas (16.66%); en los costados tenían

grandes (50%), no contaron con éstas (33.33%) o fueron medianas (16.66%); y en el

desplante fueron principalmente grandes (83.33%) y medianas (16.66%). Todos los

montículos contaron con un círculo de rocas alrededor. Al igual que en el grupo de

montículos anterior, en ocasiones (33.33%) se encontraron columnas de basalto asociadas.

284
Jorge Suárez

Un sitio de 21 montículos organizados alrededor de una plaza semi-rectangular orientada

NE-SW, dispuestos sobre la ladera de una loma baja al norte del río Mayales. Prácticamente

todos (95.24%) los elementos arquitectónicos presentan afloramientos de roca madre en los

alrededores.

Los actuales propietarios del lugar son Jorge Suárez y Efraín Oporta. Toda el área es

usada para el pastoreo de ganado. La visibilidad de superficie es de moderada (61.90%) a

buena (23.81%) y la paralela es similar (52.38% y 23.81%, respectivamente). El estado de

conservación es de alto (3.33%) a moderado (3.33%) y en otros casos (3.33%) no pudo ser

identificado, a pesar de que muchos de ellos (85.71%) no presentan alteraciones aparentes.

En lo que refiere a la cultura material asociada, poco más de la mitad (57.14%) contaron

con restos arqueológicos. Las densidades de éstos fueron por lo general bajas (95.23%) y en

un sólo caso se encontró cerámica y lítica tallada en proporciones moderadas (4.76%).

285
Específicamente en cinco de ellos se encontró cerámica y lítica tallada, en tres sólo se

encontró cerámica; y en dos casos hubo cerámica, lítica tallada y pulida.

Sobre las formas, son circulares (76.19%), de círculos incompletos (19.05%) u ovales

(4.76%), con ángulos comúnmente menores a 35° (85.71%) o mayores a éste, pero menores

a 55° (14.29%). Todos los montículos están sobre una superficie irregular, más de la mitad

son elevados (52.38%) y el resto están a nivel de superficie (47.62%).

Sobre las medidas no hay una clara distinción, el incremento en los tamaños es gradual,

sin embargo. El ancho promedio es de 5.85m y el largo de 6.56m. La altura mínima promedio

es de 10.14cm y la máxima de 33.23cm.

En su mayoría están hechos de sedimento con roca (66.67%), pero también los hay a la

inversa (33.33%). En todos se usó roca madre para su construcción, aunque por lo regular

(61.90%) no tenían rocas en la cumbre o parte central, o eran medianas. En los costados se

emplearon rocas medianas (72.43%) o no las hubo (28,57%). Finalmente, en el desplante,

éstas fueron grandes (52.38%) o medianas (42.86%). Todos tenían un círculo de rocas.

286
Josefa Chacón

Un sitio de 65 montículos que se encuentra en una planicie de tierra lanilla. Podría

considerarse a este lugar (incluyendo a Sabana Grande) como una de las áreas más aptas para

el cultivo, según informes los habitantes actuales. La concentración de montículos está

relativamente alejada de una fuente de agua, a más de 300m; la más cercana está justo donde

la quebrada El Caracol desemboca en la de Manigua, la cual es afluente del Carca. No hay

roca madre expuesta en los alrededores.

La actual propietaria de las parcelas es Josefa Chacón. Es muy probable que

aproximadamente la cuarta parte del sitio haya sido destruida por la finca que está en el lugar

y las actividades que ahí se llevan a cabo, tal como la siembra de árboles frutales, maíz, trigo

y otros productos, la construcción de corrales, cercas, letrinas, la misma casa y el camino que

pasa frente a ésta.

Lo anterior se sugiere debido a que en las cercanías de la casa se pudieron registrar

montículos muy destruidos, fragmentos de cerámica y lo que parecían restos de montículos

sobre el camino. Además, considerando el patrón de organización alrededor de plazas en

otros sitios, es posible apreciar que se trata de una plaza ovalada incompleta, justo donde se

encuentra la casa.

La visibilidad de superficie es con mayor frecuencia buena (44.62%), sin embargo, hay

un alto porcentaje con visibilidad moderada (39.77%) y baja (24.62%). La visibilidad

paralela es mejor con un mayor porcentaje de buena visibilidad (52.31%) y moderada

(33.85%) y baja (13.85) en menor proporción.

La mayor parte del terreno se usa para tener pasto mejorado (69.92%), pero también para

el cultivo de otras especies de consumo (3.08%). El estado de conservación es de bueno

(40%) a moderado (49%), con un alto porcentaje en mal estado (20%), a pesar de que más
287
de la mitad están actualmente inalterados (55.38%). Un porcentaje muy bajo (13.85%)

presentó otras evidencias materiales asociadas, entre los cuales, cinco tenían fragmentos de

metates, dos tenían cerámica y lítica tallada, uno más con cerámica y lítica pulida y otro sólo

con cerámica.

En este caso, se notó una clara distinción por tamaños de montículos, por lo que se

dividieron según sus grupos de tamaños. Es posible apreciar que los montículos de mayor

tamaño rodean o están cerca de la plaza y disminuyen conforme se alejan.

Los montículos grandes, que en total son diez, superan los once metros de largo y son

todos circulares, generalmente con ángulos entre los 35° y 55° (70%) o mayores (10%),

aunque también los hay con menores a 35° (20%).

En lo que refiere al tipo de superficie, pueden estar sobre lugares planos (60%) o

irregulares (40%); todos son elevados y usualmente redondeados (80%), mientras que los

planos (dos casos) tienen una superficie elevada de 7.3 y 9.2m. En promedio, tienen un ancho

de 12.31m y largo de 13.51m; una altura mínima de 47.8cm y máxima de 60.7cm.

Los montículos fueron elaborados tanto en rocas con sedimento (60%), como a la inversa

(40%), usando en todos los casos cantos rodados medianos y chicos en la cumbre (70%), o

incluso ausentes (30%), medianos y chicos en los costados (80%), o también ausentes (20%),

y medianos y chicos en el desplante (100%). Todos tuvieron un círculo de rocas delimitando

su base.

Los montículos medianos son 36, cuyas dimensiones se encuentran entre los 4 y 11m y

cuyas formas son circulares (70.78%), ovaladas (16.67%) y semicirculares (2.78%). En un

caso no se pudo identificar la forma del montículo. En lo que refiere al ángulo del talud,

tiende a ser menor a 35° (86.11%), con algunos casos que son mayores a éste, pero menores

a 55° (13.89%). Con mayor frecuencia están sobre una superficie uniforme (61.11%), pero
288
también se les encuentra en las irregulares (38.89%). Generalmente son elevados (91.67%)

y redondeados.

Las medidas de ancho se promedian en 6.68m y las de largo en 7.64m; la altura mínima

tiene un promedio de 21.61cm y un máximo de 28.86cm. Su composición es de sedimento

con roca (55.56%) y de roca con sedimento (44.44%) y en todos los casos se usaron cantos

rodados (con una excepción, el 2.77%, en el cual había también fragmentos de roca madre).

Las piedras en la cúspide eran medianas y chicas (66.67%) o no las había (33.33%), lo mismo

que en los costados (75 y 25%, respectivamente) y en el desplante eran también medianas a

chicas (91.67%), pero con algunas grandes (8.33%). Todos tenían un círculo de rocas

delimitándolos.

Finalmente, los montículos chicos son aquellos menores a los 4m de largo (en total 19)

presentaban la variedad de circulares (68.42%), ovalados (26.32%) y semicirculares (5.26%).

En todos los casos el talud fue menor a 35° y fueron dispuestos sobre una superficie irregular

(52.63%), más que una uniforme (47.37%). La mayoría de ellos están a nivel de superficie

(52.63) pero también son elevados (43.37%) y prácticamente todos con una cima redondeada

(94.74%), la excepción es uno que es plano y a nivel de superficie.

Sobre sus tamaños, el ancho promedio es de 2.14m y el largo de 2.55m; el alto mínimo

tiene 13.47cm y el máximo de 19.73cm. Los montículos fueron hechos tanto de cantos

rodados con sedimento (72.22%), como a la inversa (27.78%); cuyos tamaños fueron

medianos (57.89%), no tenían (26.32%) o eran chicas (15.79%) en la cumbre; al igual que

en los costados (63.16%, 21.05% y 15.79%, respectivamente); finalmente, en el desplante

eran medianas (84.22%) y chicas (15.78%). En todos hubo un círculo de rocas en el

desplante.

289
La Aventura

Es un sitio de 21 montículos relativamente dispersos, con un conjunto sobre una

elevación al pie del Cerro Güegüestepe y al este del río Mayales, y otra en una planicie y una

loma baja más cercana al río. Pocos casos tuvieron afloramientos de roca madre cercanos

(23.81%).

Los actuales propietarios son Inés Rocha, Jackson Arellano y Lenin Molina. La mayoría

del lugar es usado para el pastoreo de ganada vacuno (80.95%), pero una sección se encuentra

en la parte trasera de la casa de Jackson Arellano (19.05%).

La visibilidad de superficie es de moderada (61.90%) a buena (33.33%), al igual que la

paralela (57.14 y 33.33%, respectivamente). El estado de conservación está entre niveles

altos (42.86%) y bajos (33.33%); menos de la mitad de éstos se encuentran inalterados

(47.62%).

Según informes de los encargados de la finca de Inés Rocha, el sitio era más grande y se

extendía hasta las cercanías del río, sin embargo, muchas de las rocas fueron removidas en

290
años pasados para el arado de esas planicies. El dato pudo ser confirmado debido a que se

identificaron posibles montículos muy destruidos y grandes densidades de materiales en

superficie. Además, se nos contó que de ese lugar se tomaron algunas de las esculturas que

se exhiben en el Museo Gregorio Aguilar.

Sobre la cultura material asociada, buena parte de los montículos (57.14%) la tuvieron,

entre los cuales uno presentó cerámica y lítica tallada, diez solamente cerámica y a uno se

asoció un hacha de lítica pulida. Las densidades en general fueron de moderadas a altas.

No se notaron diferencias considerables entre las concentraciones, ni en la forma o

composición, pero sí en tamaño. En lo que refiere a las formas de los montículos, éstas van

de circulares (80.95%) a ovaladas (14.29%). En el caso de un montículo (IRII2) muy

destruido no fue posible identificar su forma. El ángulo de su talud fue menor a 35° (47.62%),

mayor a éste, pero menor a 55° (47.62%) y un caso mayor a 55° (4.76%). Se les encontró

tanto en superficies irregulares (63-64%) como uniformes (36.36%), todos fueron elevados

y redondeados. En su mayoría se construyeron de rocas con sedimento (80.95%), o fueron

sólo de rocas (19.05%); generalmente bloques de roca madre (61.90%), pero también se les

mezcló con cantos rodados (38.19%), medianos y chicos en la cumbre (95.23%), los costados

(100%) y medianos a grandes en el desplante (95.23%). Todos tuvieron un círculo de rocas

en la parte inferior.

Como ya se mencionó, en lo que concierne a las medidas, se les puede dividir en menores

y mayores a 12m. Los primeros, son cuatro (cuáles) y tienen de ancho en promedio 13.20m

y 15.70m de largo; con un alto mínimo promedio de 71.66m y máximo de 81.33m. Los

segundos tienen un ancho promedio de 6.62m y un largo de 7.76m; y un alto mínimo de

30cm y máximo de 66cm.

291
Lázaro Villegas

Después de Aguas Buenas, es el sitio de mayor tamaño, con 146 montículos, y se ubica

justo al sur de éste, donde se unen las quebradas de Aguas Buenas y Aguas Calientes. El

cluster integra tres conjuntos pequeños y un montículo aislado. La concentración principal

está sobre un macizo rocoso con suelo lanilla que destaca de la planicie donde comienza el

suelo conocido como barrial. La misma concentración se organiza en cuatro plazas: dos

circulares, una ovalada y otra rectangular. Con cierta frecuencia se encuentran afloramientos

de roca madre en los alrededores de los montículos (en el 26.3% de los casos).

Los actuales propietarios del lugar son Lázaro Villegas y Sebastián Ríos, quienes usan

las parcelas para el pastoreo de ganado (93.15%) y en una de ellas (6.85%) se encuentra una

vivienda. La visibilidad es principalmente buena (81.51%), con un menor porcentaje de mala

(13%) y moderada (5.48%) visibilidad. El actual estado de conservación es de bueno

(54.79%) a moderado (28.77%); aunque hay muchos montículos en mal estado (16.44%). Un

292
porcentaje considerable presenta algún tipo de alteración (45.21%). Cabe señalar que una

parte del sitio fue destruida por la construcción del camino que lleva hacia Aguas Buenas.

Más de la mitad (54.79%) tiene restos de cultura material asociados. En general, 59 de

los montículos presentaron cerámica en densidades moderadas (72.88%) a altas (16.95%);

37 tenían restos de lítica tallada con porcentajes de moderados (72.95%) a altos (18.92%); y

19 con lítica pulida (entre los cuales hubo dos hachas) en proporciones de bajas (78.95%) a

moderadas (15.79%). Además de eso, nueve montículos tuvieron columnas de basalto (ocho

de ellos como parte de la estructura circular), y trece presentaron petrograbados en los

alrededores (53.85%) o sobre el montículo (46.15%). Destaca que dos de los montículos que

tenían petrograbados, también tenían columnas de basalto asociadas (LV72 y LV80).

Los montículos tienen formas circulares (95.89%), ovaladas (2%), semicirculares

(0.68%) y rectangulares (1.37%). Sobre sus tamaños y composición se les puede dividir en

tres grupos. Los de mayor tamaño se encuentra al interior o en los lados de las plazas, los

medianos están concentrados alrededor de éstos y los chicos están dispersos por todo el sitio.

293
Los de mayor tamaño superan los 8m de largo, son en total 15; tienen un ángulo de talud

entre 35 y 55° (60%) o menor a 35° (33.33%), están sobre una superficie irregular (60%) o

uniforme (40%), son elevados (93.33%) con una cumbre redondeada (73.33%) o plana

(26.67%, los cuales son todos elevados y cuya parte plana tiene una extensión promedio de

6.5m). En lo que refiere a sus dimensiones, tienen un ancho promedio de 8.29m y un largo

de 9.21m; con una altura mínima promedio de 28.93cm y máxima de 54.53cm.

Todos los montículos están hechos de rocas con sedimento, para lo cual se usaron

fragmentos de roca madre con cantos rodados (60%) o sólo roca madre (40%), cuyos tamaños

son medianos y chicos en la cumbre, medianos y grandes en los costados, al igual que en el

desplante. Todos tuvieron un círculo de rocas en la base.

Los montículos medianos son 108 y tienen de largo entre 4.6 y 8m; su ángulo es

generalmente menor a 35° (72.22%), pero de igual forma los hay mayores hasta los 55°

(27.78%); la gran mayoría está sobre una superficie irregular (87.96%), son elevados

(96.39%) y redondeados (92.59%); tienen un ancho promedio de 5.69m y un largo de 6.28m;

una altura mínima promedio de 12.2cm y máxima de 40.32cm.

Sobre su composición, están hechos con mayor frecuencia de roca con sedimento

(95.37%), pero los hay de sedimento con roca (3.70%) y sólo de rocas (0.93%). Las rocas

usadas fueron preferentemente bloques de roca madre (77.78%), pero de igual forma se les

mezcló con cantos rodados (22.22%). Todas las piedras son chicas y medianas en la cumbre,

medianas en los costados y medianas y grandes en el desplante. La gran mayoría tuvo un

círculo de rocas delimitándolos, pero en dos casos esto no se presentó (1.85%).

Finalmente, los montículos chicos son 20 se caracterizan por medir menos de 4.6m

de largo; tienen un ángulo de talud menor a 35° (75%), o mayor a éste, pero menor a 55°

(25%); están sobre una superficie irregular (80%), son elevados (85%) o a nivel de superficie
294
(25%) y redondeados en la cumbre (90%). En lo que refiere a sus medidas promedio, tiene

un ancho de 3.25m, un largo de 3.56m, una altura mínima de 7.2cm y una máxima de 28.1cm.

Para su construcción se usaron rocas con sedimento (80%), sedimento con rocas (15%) o

sólo rocas (5%). El tipo de piedras usado fue principalmente roca madre (85%) o se les

mezcló con cantos rodados (15%). Los tamaños de éstas fueron chicas y medianas en la

cumbre, medianas en los costados y medianas y grandes en el desplante. Todos tuvieron un

círculo de rocas delimitándolos.

Los montículos rectangulares fueron LV107 y LV72, ambos en las cercanías de la

quebrada de Aguas Buenas. Los dos tienen un ángulo de talud menor a 35°, están sobre una

superficie irregular, son redondeados, están hechos de roca con sedimento; chicas y medianas

en la parte central y medianas en los costados y desplante con un círculo de rocas que los

delimitaba. Uno de ellos (LV107) está a nivel de superficie y se construyó usando cantos

rodados y fragmentos de roca madre; mientras que el otro (LV72) además de este tipo de

piedra, tenía columnas de basalto y un petrograbado sobre el montículo. Sobre sus medidas,

LV107 tiene 3.4m de ancho por 5.9m de largo y apenas sobresale de la superficie por lo que

no se le pudieron tomar medidas de altura. El otro tenía 3.8m de ancho por 6m de largo, 11cm

de altura mínima y 26cm como máxima.

295
Loma Este

Un montículo sobre la cima de un cerro que se encuentra a 129msnm, al este de la

carretera a La Libertad. No presenta roca madre en los alrededores. El actual propietario del

lugar es Luis “Frijolito”, quien usa el lugar para crear pastizales. La visibilidad paralela y de

superficie es buena. Su estado de conservación es bueno, aunque presenta alteraciones

provocadas por la vegetación. No presenta restos materiales asociados.

La forma del montículo es circular, con un ángulo de pendiente menor a los 35°; está

sobre una superficie uniforme; y es plano por encontrarse a nivel de superficie. La

construcción se hizo de fragmentos de roca madre mezclados con sedimento. No tenía rocas

en la parte central, en los costados eran chicas y medianas en el desplante. Se compone de un

círculo que mide 1.9 por 1.8 con un medio círculo anexo al lado oeste que mide 90cm de

ancho y 1.2m de largo.

296
Los Ángeles I

Una serie de diez montículos alineados sobre la cima de una loma que se encuentra a

177msnm, cerca de la mayoría (90%) de los cuales hay roca madre expuesta. El actual

propietario es Luis “Frijolito” y usa estos terrenos para pastoreo de ganado vacuno. En todos

los casos la visibilidad de superficie es mala, pero la paralela es buena. El estado de

conservación de las construcciones es moderado (90%) y la mayoría presenta algún tipo de

alteración (70%). Ninguno tiene restos materiales asociados.

Los montículos son de formas circulares (70%) u ovaladas (30%); prácticamente todos

tienen un ángulo mayor a 55° (90%) y en el resto fue mayor a 35° (10%); en su mayoría están

sobre una superficie irregular (70%). Todos son elevados y redondeados.

En lo que refiere a sus medidas, tienen 2.36m de ancho, 2.89m de largo, 33.5cm de altura

mínima y 51.9cm como máxima. Para su construcción se usaron sólo bloques de roca madre

(60%) o se les mezcló con sedimento (40%). Las rocas fueron chicas (70%) o medianas

297
(30%) en la cumbre, igual que en los costados (80 y 20%, respectivamente) y el desplante

(70 y 30%, respectivamente). La mayoría (60%) no tenían círculos de rocas delimitándolos.

Los Ángeles II

Un conjunto de dos montículos localizados en una ligera planicie sobre una elevación

contigua al cerro donde se encuentra el sitio de Los Ángeles I. En uno hay roca madre

asociada y en el otro no. El propietario del lugar es Luis “Frijolito”, quien usa la parcela para

el pastoreo. La visibilidad paralela y de superficie es buena en ambos casos; su estado de

conservación es moderado y presentan algún tipo de alteración. En uno de ellos se

encontraron pocos restos de lítica tallada.

Llama la atención la forma de los elementos, uno de ellos es rectangular (LFII2) y mide

18 por 19m, con una altura mínima de 4cm y máxima de 1m. Tiene una orientación noroeste-

sureste y presenta un acceso en el lado sureste. Mientras que el otro asociado es circular y

mide 1.2m de diámetro.

298
Es probable que los montículos no sean prehispánicos, ya que en otros casos se

identificaron restos arquitectónicos construidos sobre las lomas posiblemente como puestos

de vigilancia durante la guerra entre las décadas de 1960 y 1990, por lo que no se descarta

que ambas correspondan a este tipo de elementos modernos. Otro dato que soporta la idea,

es su cercanía con la carretera (aproximadamente 500m) y otros restos de arquitectura militar

encontrados al lado de la misma aproximadamente 2km hacia el sur.

Monte Güegüestepe

Dos montículos construidos sobre una ligera elevación al este de la quebrada Guastepe,

al sur de la actual comunidad de Güegüestepe y al noroeste del cerro del mismo nombre. No

hay afloramientos de roca madre en los alrededores. No se registró el nombre del actual

propietario. El lugar presenta vegetación de bosque, con una buena visibilidad de superficie

y una visibilidad paralela moderada. El estado de conservación es moderado ya que ambos

tienen alteraciones provocadas por los árboles y arbustos. No hay restos materiales asociados.

299
Ambas construcciones tienen forma ovalada, con un ángulo de talud de entre 35 y 55°,

para el montículo M1, y menor a 35° en M2. Ambos están sobre una superficie irregular, son

elevados y tienen la cima redondeada; están construidos únicamente de fragmentos de roca

madre con cantos rodados medianos en todas sus partes y presentan un círculo de rocas en el

desplante.

Norte del Carca

Un grupo de 6 montículos, cinco sobre una elevación a orillas de la quebrada de Carca y

uno más en la cima de una loma baja, al noroeste. A ninguno se asocian afloramientos de

roca madre en los alrededores. No se registró el nombre del propietario. El uso actual del

suelo corresponde a terrenos de pastoreo. La visibilidad paralela y de superficie es moderada

en ambos casos. El estado de conservación es de bueno (50%) a moderado (50%) y la mitad

de ellos presenta algún tipo de alteración. Una tercera parte (33.33%) presenta restos

materiales asociados, uno de ellos (NC02) cantidades moderadas de cerámica y lítica tallada,

y el otro (PK01), porcentajes bajos de lítica pulida y tallada.

300
Todos los montículos son de formas circulares, con un ángulo menor a los 35°, están

sobre una superficie irregular, son elevados (a excepción de NC05 que está a nivel de

superficie) y redondeados en la parte superior. Sobre sus dimensiones promedio tienen un

ancho de 7.26m, un largo de 7.45m, una altura mínima de 18 y una máxima de 28.83cm. En

su totalidad fueron construidos usando fragmentos de roca madre chicos y medianos en la

cumbre, los costados y el desplante. Todos tienen un círculo de rocas alrededor.

Considerando sus características (montículos hechos solo de roca), este sitio podría ser

parte del sitio Carca si se aplica un área de influencia de 125m como en el caso de Inés Rocha

II.

Olman Otente

Un montículo aislado a los pies del cerro sobre el cual está el sitio Los Ángeles I, en el

sureste. No presenta fuentes de agua cercanas y tiene afloramientos de roca madre en las

cercanías. El actual propietario de la parcela es Olman Otente, quien usa el lugar para

pastoreo. La visibilidad de superficie es buena y la paralela es moderada. El montículo

301
presenta alteraciones y tiene un estado de conservación moderado. No tiene otros restos

arqueológicos asociados.

La forma del elemento constructivo es circular, tiene un ángulo de talud entre 35 y 55°,

está sobre una superficie irregular, es elevado y plano (cuya superficie tiene una extensión

máxima de 4m). Sus medidas son 5.1m de ancho, por 5.7m de largo, 5cm de altura mínima

y 52cm como máxima. Está hecho de roca madre con sedimento, todas las rocas medidas y

chicas en la cumbre, medianas en los costados y grandes en el desplante. Presenta un círculo

de rocas delimitándolo.

Oporta

Ubicado en una planicie irregular al oeste de donde se cruzan la quebrada permanente de

Copelitos y la intermitente de Las Tablas. No hay afloramientos de roca madre en los

alrededores. El sitio cuenta con 32 montículos organizados posiblemente en dos plazas o

conjuntos.

302
El actual propietario del lugar es ¿Efraín? Oporta el predio es usado para el pastoreo. La

visibilidad de superficie es de moderada (53.13%) a baja (18.75%); mientras que la

visibilidad paralela es generalmente alta (68.75%), pero con altos porcentajes de mala

(18.75%) y moderada 12.50%). El estado de conservación es de regular (59.38%) a bajo

(34.38%) y un menor porcentaje (37.50%) presenta algún tipo de alteración.

La mitad de los montículos tienen otras evidencias de cultura material asociados, siete de

los cuales tuvieron cerámica en porcentajes bajos (con excepción de uno que tenía una gran

cantidad), ocho presentaron cerámica y lítica tallada (uno de ellos, OP33, además tuvo

obsidiana) en porcentajes de bajos a altos, y uno solo tuvo cantidades bajas de lítica tallada.

Las formas de los montículos son circulares (75%), ovaladas (15.63%) o de círculos

incompletos (9.38%). Se notaron algunas diferencias con relación a sus tamaños y detalles

de su composición, por lo que se les dividió en dos grupos.

Los chicos son 26 y miden menos de 9m de largo; tienen un ángulo de talud menor a 35°

(38.46%) o menor a 55° (38.46%); están sobre una superficie tanto uniforme (50%) como

irregular (50%); son elevados (57.69%) o a nivel de superficie (42.31%) y tienen una cumbre

tanto redondeada (53.85%) como plana (46.15%).

Las construcciones chicas tienen en promedio un acnho de 5m, un largo de 5.72m, una

altura mínima de 14.80cm y una máxima de 33.80cm. Están hechos de roca con sedimento

(65.38%) o de sedimento con roca (34.62%), básicamente con cantos rodados (96.15%)

chicos (65.38%) o ausentes (19.23%) en la cumbre, al igual que en los costados y chicos

(53.85%) o medianos (42.31%) en el desplante. La gran mayoría tuvieron un círculo de rocas

(88.46%).

Por su parte, los grandes fueron seis con largos superiores a los 9m; tuvieron un talud

generalmente mayor a los 55° (50%) o entre los 35 y 55° (33.333%); están todos sobre una
303
superficie irregular, tienden a ser elevados (66.67%) y con una cumbre plana (50%) o

redondeada (50%).

Sobre sus medidas, tienen un ancho promedio de 11m, largo de 12.20m, alto mínimo de

38cm y máximo de 73cm. Están hechos de roca con sedimento (66.67%) o de sedimento con

roca (33.33%). En todos los casos se usaron cantos rodados chicos (50%) o ausentes

(33.33%) en la cumbre, al igual que los costados y chicos (66.67%) o medianos (33.33%) en

el desplante, donde en todos los casos hubo un círculo de rocas.

Peor es Nada

Un asentamiento de 10 montículos ubicados sobre una loma, alejados 500m al oeste del

río Mayales. Los montículos están organizados alrededor de una plaza sub-rectangular. No

hay afloramientos de roca madre en los alrededores.

No se conoce el nombre del actual propietario del lugar. El terreno se usa para pastoreo.

La visibilidad de superficie es de moderada (80%) a baja (20%) y la paralela es buena en

todos los casos. El estado de conservación en su totalidad es moderado y un porcentaje

304
pequeño se encontró inalterado (30%). La mayoría de ellos (70%) presentó otros restos

materiales asociados, cinco de los cuales tuvieron lítica tallada, uno cerámica y uno más con

cerámica y lítica tallada; todos en porcentajes bajos.

Las formas de las construcciones son de circulares (80%) a ovaladas (20%). Destaca que

las dos formas ovaladas (NN1 y NN2) son los dos montículos más grandes, ubicados en el

lado noreste de la plaza. Ambos tienen un ángulo de talud entre 35 y 55°; están sobre una

superficie irregular, son elevados y planos en la cima.

Las medidas del primero son 6.4m de ancho, por 12.4m de largo, 44cm de altura mínima

y 63 de máxima. El segundo montículo tuvo 7.1m de ancho, 14,7m de largo, 48cm de altura

mínima y 73 de máxima. Ambos se construyeron usando fragmentos de roca madre medianos

desde la cumbre hasta el desplante, donde había un círculo de rocas delimitándolos.

En cuanto al resto de elementos arquitectónicos, todos tienen un ángulo de talud menor

a 35°, están sobre una superficie irregular, son elevados y predominantemente planos

(87.5%). En lo que concierne a las medidas, tienen un ancho promedio de 8.96m, un largo de

7.45m, una altura mínima de 12cm y una máxima de 40.75cm. Sobre su composición, son de

sedimento con rocas (75%) o de rocas con sedimento (25%), para lo cual se usaron bloques

de roca madre medianos (62.5%) o ausentes (37.5%) en la parte central, medianos en los

costados (75%) y medianos y grandes en el desplante. Todos tuvieron un círculo de rocas

delimitando la parte inferior.

305
Piedras Grandes II

Es un sitio de 108 montículos ubicados sobre la pendiente de una formación rocosa, al

norte de donde se unen las quebradas de Manigua y Carca. En ese lugar se encuentra la actual

comunidad de Piedras Grandes II y los propietarios de las parcelas donde está el sitio son

Edy Molina, Gilberto Salablanca, Socorro Robledo, César Báez y Luisa Galeano. Un bajo

porcentaje (12.96%) presenta afloramientos de roca madre en los alrededores. La mayor parte

del terreno se usa para pastoreo, pero también hay parcelas de cultivo (13.89%), para la

vivienda (5.56%) y espacios con vegetación tipo bosque (0.93%). La visibilidad de superficie

es de alta (43.52%) a moderada (39.18%), al igual que la paralela (con 43.52% y 41.67%,

respectivamente). El estado de conservación de las estructuras es de moderado (47.22%) a

alto (38.89%) y poco más de la tercera parte (37.99%) se encuentran inalterados.

En 29 (26.85%) montículos fue posible identificar otros restos arqueológicos asociados,

entre los que hubo dos con cerámica, lítica tallada y pulida, once con cerámica y lítica tallada,

seis con lítica tallada, cinco con cerámica, tres con lítica pulida y dos con fragmentos de

306
escultura. En general, los porcentajes de la cerámica fueron de bajos (86.67%) a moderados

(13.33%), los de lítica tallada fueron de bajos (86.67%) a moderados (13.33%) y los de lítica

pulida todos fueron bajos. Cabe señalar que la mayoría de los que presentaron restos

materiales se encuentran en la sección sur y los dos (SRRII5 y SRRII8) con restos de

escultura están en la sección norte. Además, en un caso de la sección sur (EMI21), se

encontró una columna de basalto como parte del montículo.

A simple vista resulta difícil distinguir la presencia de una plaza, aunque es posible notar

montículos alineados al centro del grupo más grande y otra en el conjunto de suroeste. El

sitio se divide en tres secciones: noreste, en el extremo de la formación rocosa sobre la cual

se construyeron los montículos; central, en la parte con mejor visibilidad; suroeste, en las

cercanías de las quebradas.

Los montículos de la sección noreste son 12, con formas circulares (50%) u ovales (41%)

y uno de ellos con forma rectangular (8.33%). Los circulares a ovalados generalmente tienen

taludes entre los 35° y 55° (63.64%), aunque pueden ser menores (36.36%); se encuentran

307
predominantemente sobre una superficie irregular (90.90%); todos son elevados y

redondeados en la cumbre. La gran mayoría de los montículos en esta sección presentan

afloramientos de roca madre en las cercanías (90.90%).

Las medidas promedio de los elementos constructivos son 10.30m de ancho, 12m de

largo, 48.18cm de altura mínima y 84.54cm como máxima. Se edificaron únicamente de roca

(81.82%) o se les mezcló con sedimento (18.18%), para lo cual se usaron fragmentos de roca

madre mezclados con cantos rodados (81.82%) o sólo de los segundos (18.18%). Las rocas

eran chicas y medianas en la parte superior y los costados, al igual que en la parte inferior,

aunque con algunas grandes. Todos tienen un círculo de rocas en el desplante.

Por su parte, el montículo rectangular (SRRII5), tiene un ángulo mayor a los 55°, está

sobre una superficie irregular, es elevado y redondeado en la parte superior. Se construyó

con fragmentos de roca madre mezclados con sedimento, de tamaños medianos en la cumbre

y los costados, y grandes en el desplante, donde había un cerco de rocas delimitando la

estructura. Como parte de la construcción se encontró un fragmento de escultura.

En la sección central hay 73 montículos tanto circulares (90.41%), como ovalados

(6.85%) y de círculos semicompletos (2.47%), los cuales se encuentran sobre una superficie

irregular (71.23%) o uniforme (28.77%) y tienen un ángulo de talud de entre 0 y 35°

(91.78%), mayor a éste, pero menor a 55° (6.85%) o superior (1.37%). La gran mayoría son

elevados (86.30%) y redondeados en la cumbre (93.15%).

En que refiere a sus tamaños y composición, es posible distinguir tres grupos: grandes,

mayores a 10m; medianos, entre 5.9 y 10m; y chicos, menores a 5.9m.

Los grandes son 9 (GSI1, GSI13, GSI26, GSI5, SORI14, SORI15, SRRI1, SRRI15,

SRRI16 y tienen un ancho promedio de 10.98m, un largo de 11.97m, una altura mínima

promedio de 28.77 y una máxima de 58.33cm. Están hechos de roca con sedimento (44.44%),
308
sedimento con roca (44.44%) o sólo de sedimento (11.11%). Con mayor frecuencia se

emplearon cantos rodados (55.55%) o se les mezcló con roca madre (44.44%). Los tamaños

de las piedras fueron medianos (44.44%) o ausentes (44.44%) en la cumbre casi siempre

redondeada (88.88%), igual que en los costados (66.67 y 11.11%, respectivamente) y todos

medianos a grandes en la parte inferior. Sólo uno de ellos no tuvo un círculo delimitando la

construcción (11.11%).

Los medianos son 56 y tienen un ancho promedio de 6.79m, largo de 7.66m, una altura

mínima de 15.35cm y máxima de 34cm. Se construyeron básicamente de sedimento con roca

(73.21%) o roca con sedimento (16.79%), para lo cual se emplearon cantos rodados (80.36%)

o se les mezcló con roca madre (19.64%). Generalmente no había piedras en la parte superior

o central (51.79%) o éstas eran medianas (37.50%), al igual que en los costados (48.21 y

41.07%, respectivamente), mientras que en el desplante era y medianos y grandes (85.71%).

Todos los montículos tenían un círculo de rocas.

Finalmente, los chicos son 8 y sus medidas promedio son 4.5m de ancho, 4.71 de largo,

16cm de altura mínima y máxima de 22cm. Fueron hechos de sedimento con roca (75%) o

roca con sedimento (25%), con cantos rodados mezclados con roca madre (75%) o sólo

cantos (25%) medianos (37.50%) o ausentes (37.50%) en la cumbre, medianos a grandes en

los lados (62.50%) o no los tuvieron (25%), y medianos y grandes en el desplante (87.50%).

Uno de ellos no tuvo un círculo de rocas en la parte inferior.

309
En lo que respecta a la sección sur, en total son 23; su estado de conservación es malo

debido a que el terreno fue arado intensivamente en décadas pasadas. Según el mismo

propietario, muchas de las rocas de los montículos fueron removidas y entre ellas se

encontraron numerosos fragmentos de cerámica e instrumentos de molienda. Si bien, este

hecho limita la capacidad de interpretar los datos, existe una clara diferencia con los tamaños

de los montículos. Se les puede dividir en grandes (son 5 cuyo largo es mayor a 10m) y chicos

(son 18 y son menores a 10m).

Los primeros son circulares (con excepción de EMI21) con un talud de entre 35° y 55°

(60%) o menor al primero (40%); están sobre una superficie irregular, son elevados y

redondeados.

El montículo EMI21 es una plataforma compuesta por dos montículos circulares, una de

ellas con un agujero al centro delimitado claramente por rocas. La del lado izquierdo mide

13.5m y la otra 11.3m de largo. Tiene una altura máxima de 58cm una mínima de 30cm.

310
Croquis del montículo EMI21 del sitio Piedras Grandes II, sección Sur. Registro y dibujo de Antonio Barragán,
enero de 2016.

Los montículos de este grupo están hechos de roca (60%) o roca con sedimento (40%),

principalmente cantos rodados mezclados con roca madre (60%) o sólo los primeros (40%).

Las rocas fueron medianas y grandes desde la cumbre hasta el desplante. En uno de los

montículos (EMI21) se encontró una columna de basalto como parte de la estructura. En

cuanto a sus medidas, omitiendo la plataforma compuesta, miden en promedio 12.42m de

ancho, 15.87 de largo, con una altura mínima de 31m y máxima de 46cm.

Los montículos chicos, por su parte, son circulares (77.78%) u ovalados (22.22%), tienen

un talud generalmente menor a 35° (89.47%), están sobre una superficie irregular (73.68%),

están planos a nivel de superficie (52.63%) o son elevados y redondeados (47.37%).

En promedio miden 5.83m de ancho, 6.43 de largo, 13.21cm de altura mínima y 29.63cm

como máxima. Respecto a su composición, pueden ser de sedimento con roca (63.16%), roca

con sedimento (26.32%), sedimento (5.26%) o rocas (5.26%). Las rocas usadas fueron cantos

(89.47%) o fragmentos de roca madre (10.53%). Generalmente no tienen rocas en la cumbre

(63.16%) o son medianas (21.05%), igual que en los costados (47.37 y 36.84%,

respectivamente) y son principalmente medianas (68.42%) en la parte inferior, donde todos

tenían un círculo de rocas.

311
Roberto Amador I

Consta de 15 montículos ubicados en la planicie de una elevación que da forma a un

meandro del río Mayales (posiblemente una falla geológica), en las cercanías del actual

poblado de Juigalpa. En prácticamente toda la terraza del río, extendiéndose hasta Roberto

Amador II, se encontraron grandes concentraciones de restos materiales en superficie, entre

los que hubo herramientas de lítica tallada y pulida y metates con motivos zoomorfos. No se

notó un patrón de organización de los montículos.

Los habitantes actuales consideran que estos suelos, que son precisamente de aluvión

joven, son de los más fértiles de la región. No se aprecian afloramientos de roca madre en los

alrededores. El propietario de las parcelas donde se encuentra el sitio es Roberto Amador,

quien usa el lugar para el pastoreo de ganado mayor y cuenta con una finca y corrales en las

cercanías (7.69%). La visibilidad de superficie es moderada (69.23%) con porcentajes iguales

en relación a la alta (15.38%) y baja (15.38%). La visibilidad paralela es de regular (46.15%)

a buena (38.46%).

El estado de conservación de los montículos es moderado (38.46%), no pudo ser

determinado (30.80%) o fue alto y moderado por igual (15.38%, para cada categoría). Más

de la mitad (61.54%) de ellos presentaban algún tipo de alteración. En una tercera parte

(30.77%) se encontraron otros restos arqueológicos asociados y en todos los casos se trató de

cantidades moderadas de cerámica y lítica tallada.

Las formas de los elementos arquitectónicos fueron circulares (53.85%), ovaladas (23%)

o de círculos incompletos (23%). El ángulo del talud usualmente era menor a los 35°

(53.85%) o mayor a éste, pero menor a 55° (46.15%); tienden a estar sobre una superficie

irregular (76.92%) o lo pueden estar sobre una de tipo uniforme (23%). En su mayoría son

elevados (76.92%) y redondeados (92.31%).


312
En promedio miden 8.33m de ancho, 10.30m de largo, 26cm de altura mínima y 56.38cm

como máxima. Están hechos de sedimento con cantos rodados (38.46%), cantos con

sedimento (30.77%) o sólo de sedimento (30.77%). No tenían rocas en la cumbre redondeada

(69.23%) o eran chicas (23.08%), en los costados eran chicas y medianas (69.23%) o no

tenían (30%), y finalmente, en el desplante tampoco tenían (46.15%) o eran medianas

(38.46%), por lo que pocos (38.46%) contaban con un cerco de rocas delimitándolos.

Roberto Amador II

Un sitio de 8 montículos ubicados sobre una planicie elevada en una de las curvas del río

de dan forma al meandro donde se encuentra Roberto Amador I, quien también es el

propietario de estas parcelas. No hay afloramientos de roca madre en los alrededores. La

visibilidad de superficie es principalmente alta (60%) o baja (30%), al igual que la paralela

(con 50 y 30%, respectivamente). El uso actual del suelo corresponde a pastoreo (90%) con

espacios habitacionales en las cercanías (10%).

El estado de conservación de los montículos es de moderado (50%) a bajo (20%) y la

gran mayoría presentan algún tipo de alteración (90%). La mitad de ellos tiene restos

materiales asociados, cuatro de ellos con densidades de bajas a altas de cerámica y lítica

tallada y uno con restos de barro quemado.

La forma de los montículos puede ser circular (70%) u ovalada (30%); con mayor

frecuencia están sobre una superficie irregular (90%) son elevados (90%) y todos son

redondeados (100%). Miden en promedio 9.86m de ancho, 10.81 de largo, tienen 27cm de

altura mínima y 42.3cm como máxima. Están hechos de sedimento con cantos rodados

(50%), sólo sedimento (40%) o cantos con sedimento (10%), principalmente chicos (50%) o

ausentes (40%) en la cumbre, al igual que los costados (40 y 40%, respectivamente) y en el

313
desplante tampoco contaron con piedras (70%), o cuando las hubo, fueron chicas (20%).

Ninguno de los montículos tenía un círculo delimitando la construcción.

Rosa Dolores Oporta

Un asentamiento de 28 montículos distribuidos sobre una pendiente irregular al este de

la quebrada de Copelitos y unos 200m al oeste de la de Las Tablas. Una parte de los

montículos forma una plaza en forma de V, con uno más al centro; el resto está relativamente

disperso en los alrededores, con tres de ellos de tamaños muy similares agrupados en una

planicie. En pocos casos hubo roca madre expuesta en los alrededores (14.29%).

El nombre del sitio hace alusión a la propietaria de las parcelas. El uso del suelo

corresponde a pastoreo de ganado, aunque en un caso (3.57%) se asoció a un campo de

cultivo. La visibilidad de superficie es de moderada (57.14%) a alta (42.86%). En cuanto a

la paralela, favorece una mejor visibilidad (85.71%), con relación a la moderada (14.29%).

El estado de conservación de los montículos es principalmente regular (71.43%) y un buen

porcentaje (67.86%) se encuentra inalterado.

314
Más de la mitad (60%) de los montículos tenían otros restos arqueológicos asociados en

porcentajes bajos; tres tenían cerámica y lítica tallada, uno lítica tallada y pulida, diez sólo

con cerámica, dos lítica pulida y dos más con lítica tallada. Asociado a uno había un

fragmento de teja, de posibles reúsos posteriores en el área.

Las formas de los montículos son circulares (67.87%), ovaladas (21.43%) o

semicirculares (7.14%). La gran mayoría están sobre una superficie irregular (85.71%). En

lo que refiere a la forma y composición, se distinguen tres grupos según su tamaño: chicos

(menores a 4m), medianos (entre 4 y 9m) y grandes (mayores a 9m).

Los chicos son 11 y miden menos de 4m de largo; están a nivel de superficie cuentan con

un ángulo de talud entre los 0 y 35° (63.64%) o entre 35 y 55° (36.36%); están a nivel de

superficie y son planos (72.73%), o bien, elevados y redondeados (27.27%). Tienen un ancho

promedio de 1.95m, un largo de 2.35m, una altura mínima de 12.36cm y una máxima de

25.18cm.

Están hechos principalmente de roca con sedimento (72.73%), para lo cual usaron cantos

rodados (81.82%) o se les mezcló con roca madre (18.18%), chicos (36.36%) o medianos

(36.36%) en la cumbre, medianos (45.45%) o ausentes (27.27%) en los costados y medianos

(81.82%) o grandes (18.18%) en la parte inferior, donde sólo dos casos no contaron con un

círculo de rocas (18.18%).

Los montículos medianos son 10 y miden entre 4 y 9m de largo; tienen un ángulo de talud

entre los 35 y 55° (66.67%) o menor (33.33%); son elevados (55.56%) o están a nivel de

superficie (44.44%) y en ambos casos pueden ser planos (55.56%) o redondeados (44.44%).

Miden en promedio 6.27m de ancho, 7.27m de largo, 9.33cm de altitud mínima y 35.88 como

máxima. Estás construidos de roca con sedimento (77.78%) o a la inversa (22.22%) con

cantos rodados (77.78%), fragmentos de roca madre (11.11%) o una mezcla de ambos
315
(11.11%). Las rocas son medianas (55.56%) o ausentes (44.44%) en la cumbre y medianas a

grandes en los costados y el desplante, donde pudieron (44.44%) o no (55.56%) tener un

círculo de rocas.

Finalmente, los montículos grandes son 7, tienen un ángulo de talud entre los 35 y 55°

(85.71%) o incluso mayor (14.29%); son elevados y redondeados (5.71%) o planos a nivel

de la superficie (14.29%). Miden en promedio 11.1m de ancho, 13.84m de largo, 49.28cm

de altura mínima y 78.28cm como máxima. Se construyeron por igual de roca con sedimento

(42.86%) o a la inversa (42.86%), con un montículo hecho únicamente de sedimento

(14.29%). En todos los casos se usaron cantos rodados, medianos (57.14%) o chicos

(28.57%) en la parte central, medianos en los costados (86.71%) y en el desplante (71.43%).

Éstos pudieron (42.86%) o no (57.14%) tener un círculo de rocas.

Sabana Grande

Un sitio de 80 montículos ubicados sobre una planicie y una loma baja, al sur de donde

se unen las quebradas de Carca y Manigua. No se apreciaron bancos de roca madre en los

316
alrededores. Es uno de los lugares considerados actualmente como los más fértiles y fue

usado por varias décadas por la cooperativa de los hermanos Martínez para el cultivo de maíz,

calabaza, frijol y trigo. Es por esta razón que parte del sitio ha sido destruida y saqueada con

cierta regularidad, por lo menos desde la década de 1980. El sitio, según Luis Gutiérrez,

contaba con más montículos en las planicies cercanas a las quebradas, pero las rocas que los

conformaban fueron removidas para facilitar el arado. Es probable que debido al deterioro

del sitio no sea posible identificar la presencia de una plaza o un patrón de organización

espacial, sin embargo, hay alineamientos de montículos, en particular de los montículos

grandes, que tienen semejanza con otros sitios.

A pesar de contar con datos incompletos, suponemos que fue uno de los sitios más

grandes en la región a juzgar por la densidad, diversidad y amplia distribución de restos

materiales, los cuales se extienden hasta la quebrada hacia el oeste, norte y este del sitio. En

una ocasión se tuvo oportunidad de observar la colección de …, quien nos mostró las piezas

obtenidas del lugar, entre lo que había malacates, hachas de lítica pulida y tallada, navajillas

de obsidiana, esculturas, petrograbados móviles, figurillas, puntas de proyectil y de lanza,

cuentas, dientes humanos y otros ornamentos. En ningún otro sitio del área de estudio se ha

podido documentar tal diversidad y abundancia de piezas arqueológicas y es probable que

junto con Barillas y Roberto Amador, éste sea uno de los pocos con tal diversidad de

artefactos en el área de estudio.

Los actuales propietarios de las parcelas donde se encuentra el sitio son Luisa Díaz, Juan

Carlos Bravo, Juan “de la Cooperativa” y los hermanos Martínez (quienes en años recientes

vendieron a una familia cuyo nombre no fue posible obtener). En el sitio actualmente hay

espacios para pastoreo (71.25%), con vegetación tipo bosque (16.25%), cultivo (6.25%) y

vivienda (6.25%). La visibilidad de superficie es de alta (47.50%) a moderada (32.50%),


317
igual que la paralela (con 50 y 27% respectivamente). El estado de conservación es de

moderado (45%) a bajo (31.25%) y pocos se encuentran inalterados (21.25%).

Más de la mitad de los montículos tienen restos materiales asociados (67.50%). En

general, en 51 de la totalidad de montículos, se encontró cerámica, lítica tallada en 37, lítica

pulida en 10 y escultura en uno. Las densidades de los restos están entre bajos y altos para la

cerámica (con 52 y 28%, respectivamente) y lítica tallada (con 47.22 y 30.56%), y bajos en

su totalidad para la lítica pulida.

Las formas de los montículos son de circulares (87.50%) a ovaladas (5%), con variantes

de círculos semicompletos (6.25%) y en forma de D (1.25%). Los últimos se deben a su

ubicación sobre la pendiente de una loma baja. Basados en sus atributos formales, es posible

dividirlos en chicos (en total 5 que miden menos de 4.1m de largo), medianos (70 que están

entre los 4.1 y 12m) y grandes (5 cuyas dimensiones son mayores a 12m).

Los montículos chicos tienen un ángulo de talud menor a 35°; son elevados y

redondeados (80%) o planos y a nivel de superficie (20%). Sus medidas promedio son 3.58m

de ancho, 3.68m de largo, 8cm de altura mínima y 37.8cm de máxima. Para su construcción

se usó sedimento con cantos rodados chicos y medianos desde la cumbre hasta el desplante,

donde tenían un círculo de rocas delimitándolos.

Los medianos, por su parte, tienen un ángulo menor a 35° (75.71%) o entre 35 y 55°

(22.86%); con mayor frecuencia son elevados (72.86%) y redondeados (80%). Sobre sus

medidas, en promedio tienen 6.84m de ancho, 7.88 de largo, 16.4cm de atura mínima y

38.45cm como máxima. Están hechos principalmente de rocas con sedimento (78.57%) o a

la inversa (20%), para lo cual se usaron únicamente cantos rodados (95.71%), pero en unos

casos se les mezcló con bloques de roca madre (4.29%), cuyos tamaños fueron chicos y

318
medianos en la cumbre (90%), los costados (95.71%) y el desplante (90%), donde todos

tuvieron un círculo de rocas.

Finalmente, los montículos grandes pueden tener ángulos mayores a 55° (40%), entre 35

y 55° (40%) o menores a 35° (20%) y todos son elevados y redondeados. Miden en promedio

11.32m de ancho, 14.66m de largo, 33.6cm de altura mínima y 91cm como máxima. Se

construyeron de roca con sedimento (60%) o sedimento con roca (40%), para lo cual se

usaron cantos rodados (60%), se les mezcló con roca madre (20%) o sólo se usó esta última

(20%). Las piedras fueron chicas y medianas desde el desplante hasta la cumbre. En la

mayoría hubo un círculo de rocas delimitándolos (80%).

San Diego

Un grupo de 6 montículos ubicados en la pendiente y cima de una loma baja que se

encuentra unos 350m al norte de la quebrada de Tecomapa, afluente del Mayales. Los cinco

que están en la cumbre de la loma forman un alineamiento aproximadamente rectilinear en

sentido E-W. La mayoría (83.33%) de los montículos presenta afloramientos de roca madre

319
en los alrededores. No se conoce el nombre del actual propietario del lugar, pero una vez

más, las parcelas se usan para el pastoreo. La visibilidad paralela y de superficie es moderada

(83.33%).

El estado de conservación de los elementos arquitectónicos es de regular (50%) a bueno

(50%) y la mitad se encuentran inalterados. En dos de los montículos (33.33%) se

encontraron otros restos arqueológicos, uno de ellos con altos porcentajes de cerámica y el

otro con un artefacto de lítica pulida (sin especificar en la cédula de qué se trata).

Todos los montículos son de forma circular y están sobre una superficie irregular; pueden

tener un ángulo entre 35 y 55° (50%) o menor (50%) y son elevados y redondeados (83.33%)

o planos a nivel de superficie (16.67%). Sobre sus medidas promedio, tienen 3.86m de ancho,

4.4m de largo, 23.66cm de altura mínima y 45cm como máxima.

Para su construcción se usaron solamente bloques de roca madre (83.33) o se les mezcló

con sedimento (16.67%), los cuales eran chicos y medianos en la cumbre, medianos en los

costados y medianos y grandes en el desplante, donde había un círculo de rocas delimitando

el elemento.

320
San Luis I

Un conjunto de cinco montículos localizados sobre la pendiente de una elevación que se

encuentra entre dos quebradas intermitentes. Similar en traza al anterior, con 4 montículos

en la cumbre (esta vez formando un gran rectángulo) y otro en la pendiente al norte. Uno de

ellos (20%) presenta roca madre en los alrededores. El propietario del lugar es Luis

“Frijolito”, quien usa las parcelas para el pastoreo. En todos los montículos la visibilidad de

superficie es moderada, mientras que la paralela es buena. El estado de conservación de los

montículos es de bajo (60%) a moderado (40%) y únicamente uno (20%) se presenta

inalterado. Uno de ellos tiene bajas cantidades de lítica tallada y en el resto no se encontraron

más evidencias asociadas.

Todos los montículos son circulares, están sobre una superficie irregular, son elevados y

redondeados; el ángulo de su talud varía entre los 0 y 35° (20%), 35 y 55° (40%) o mayores

(40%). Miden en promedio 3.92m de ancho, 5m de largo, 8.8cm de altura mínima y 50.6cm

como máxima. Para su construcción se usaron bloques de roca madre mezclados con

321
sedimento (60%) o a la inversa (40%), chicos o ausentes en la cumbre y los costados, y

medianos (60%) en el desplante. La mayoría (80%) contaron con un círculo de rocas.

San Luis II

Dos montículos ubicados sobre la pendiente de una elevación al oeste de donde se unen

dos quebradas intermitentes. A uno de ellos se asocia roca madre en las cercanías. El

propietario de la parcela es Luis “Frijolito”, quien las usa para el pastoreo de ganado. En uno

de ellos la visibilidad de superficie es buena y en el otro es moderada; en ambos la visibilidad

paralela es buena. Los dos están en mal estado de conservación y uno de ellos tiene algún

tipo de alteración. En uno (LFVI1) se encontraron pocos restos de lítica tallada.

Los montículos son circulares, están sobre una superficie irregular, tienen un ángulo de

talud entre 35 y 55°, son elevados y redondeados. Están hechos de fragmentos de roca madre,

uno con mayor porcentaje de rocas y el otro de sedimento. Las piedras son medianas o

ausentes en la cumbre y costados y medianas o grandes en el desplante, donde los dos tienen

un círculo de rocas. Según los datos de las cédulas de registro, no es posible confirmarlos

como montículos prehispánicos, sin embargo, se les registró como tal. Las medidas de LFVI1

son 4m de ancho, 4.1m de largo, 24cm de altura mínima y 33cm de máxima. El otro, LFV2,

tiene 4.5m de ancho, 5m de largo, 41 de altura mínima y 73 como máxima.

322
San Isidro I (Juan Suárez)

El cluster de San Isidro, a una distancia de 50m, incluye las concentraciones de Juan

Suárez (al noroeste), Sebastián Ríos (al centro) y Adam Martínez (al sureste); sin embargo,

cada conjunto de montículos está separada por pequeñas cañadas, por lo que se describirán

por separado en busca de diferencias en los atributos formales por cada grupo. Los tres

conjuntos forman parte del mismo macizo rocoso sobre el cual se construyó Aguas Buenas,

Lázaro Villegas y Adilia Burgos.

323
La primera concentración, denominada como San Isidro I, cuenta con 89 montículos

dispuestos sobre la pendiente de la formación rocosa. En la parte oeste se encuentra el

poblado de San Isidro, contiguo a la quebrada de Aguas Buenas. Al lado este hay una pequeña

cañada por la cual sólo corre agua en temporada de lluvias. Más de la mitad (64.04%) de los

montículos presentan roca madre en los alrededores. No se aprecia algún tipo de orden

espacial respecto al acomodo de los elementos arquitectónicos, en cambio, su distribución se

debe a las irregularidades del terreno.

Los actuales propietarios de las parcelas donde hay montículos son Juan Suárez y

Sebastián Ríos, quienes usan los terrenos para el pastoreo de ganado vacuno. Tanto la

visibilidad de superficie, como la paralela, es mala (con 94.38 y 93.26% respectivamente),

ya que en su mayoría son parcelas que no se usan con frecuencia. El estado de conservación

de los montículos es principalmente bueno (79.78%) y buena parte de ellos se presentan

inalterados (69.66%). Un bajo porcentaje de ellos (14.61%) tiene otros restos materiales

324
asociados, diez de ellos con concentraciones bajas (44.44%) a altas (33.33%) de lítica tallada,

dos con porcentajes altos a moderados de cerámica y uno con fragmentos de lítica pulida.

Las formas de los montículos son circulares (79.78%) u ovaladas (14.61%), con varios

rectangulares (5.62%). Sobre las formas circulares y ovaladas, básicamente tienen un ángulo

menor a los 35° (89.29%), y cuando es mayor, no excede los 55° (10.71%); están sobre una

superficie irregular (86.90%); todos son redondeados y elevados.

En lo que tiene que ver con las medidas y composición, los montículos son bastante

uniformes y aunque hay una gran variedad de tamaños no se aprecia división alguna, ya que

tienen una distribución relativamente constante. Entre ellos destacan cuatro montículos que

sobresalen miden 9.9m (SR-29ª), 14.5m (JS33) y 18.7m (SR-26) de largo, de altura máxima

tienen 70cm, 49cm y 80cm; mientras que el resto tiene en promedio 4.3m de ancho, 4.78m

de largo, 30.11cm de altura mínima y 46.92 como máxima.

Sobre la composición de los elementos, en su mayoría están hechos únicamente de rocas

(76.19%) o rocas con sedimento (23.81%), para lo cual se usaron fragmentos de roca madre

(94.5%) o se les mezcló con cantos rodados (4.76%). En un caso (1.19%) se encontró una

columna de basalto además de las rocas que forman parte de la construcción. Éstas eran

medianas y chicas en la cumbre y medianas y grandes en el desplante. La gran mayoría

(92.88%) no tuvo un círculo de rocas delimitándolos.

Por su parte, las construcciones rectangulares (JS04, JS22C, M39A, SR21A y SR-27),

tienen ángulos menores a 35° (60%) o mayores, pero sin superar los 55° (40%); todos están

sobre una superficie irregular, son elevados y redondeados. En ese orden (JS04, JS22C y SR-

27) miden respectivamente de ancho 3.3, 11.5, 1.5, 6.3 y 8.4m; de largo 6.6, 4.5, 1.7, 12.4 y

15m; 25, 25, 24, 97 y 31 de altura mínima; y 41, 66, 34, 121 y 82cm como máxima. Casi

todos están hechos únicamente de roca madre (80%) y uno es de roca sedimento con roca
325
(20%); las cuales son medidas medianas en la cumbre y costados y medianas y grandes en el

desplante. Dos de ellos (40%) tienen un cerco de rocas que delimita la parte inferior.

San Isidro II (Sebastián Ríos II)

Considerado dentro del cluster del sitio del mismo nombre, se encuentra también sobre

la pendiente de la formación rocosa de Aguas Buenas. En el lado oeste, está la cañada que

delimita a San Isidro I. Al este está una quebrada intermitente que lo separa de San Isidro III.

Poco más de la tercera parte (34.78%) de los montículos tiene afloramientos de roca madre

en los alrededores. El sitio se compone de 69 montículos y no se nota algún patrón en su

organización espacial, su distribución se debe más a las irregularidades del terreno.

El actual propietario de las parcelas es Sebastián Ríos, quien usa el lugar para el pastoreo

de ganado (76.81%), aunque parte del sitio está en donde hoy hay un caserío (23.19%). La

visibilidad paralela y de superficie es baja (88.41 y 89.86%). El estado de conservación es

generalmente alto (72.46%), seguido de bajo (21.74%) y la mayoría presenta algún tipo de

alteración (76.81%).

326
En pocos montículos (10.14%) se encontraron restos arqueológicos asociados, cuatro de

ellos con porcentajes bajos a moderados de lítica, dos con bajas cantidades de cerámica y uno

con moderadas de cerámica y lítica tallada. Además, una señora que vive en el lugar nos

contó que para la adecuación de su vivienda destruyó varios montículos y ahí encontró un

sello cilíndrico de cerámica. Además, se encontraron petrograbados en las cercanías de tres

montículos contiguos a afloramientos rocosos (SR-67, SR-77 y SR-78).

Las formas de las construcciones son de circulares (84.06%) a ovaladas (15.99%); tienen

un ángulo de talud menor a 35° (85.51%), o mayor a éste, pero menor a 55° (14.49%); están

sobre una superficie irregular (97.1%) y todos son elevados y redondeados.

En lo que refiere a sus tamaños, son bastante uniformes, aunque destacan seis que superan

los 5.7m, pero no son mayores a los 9m. Incluyendo estas estructuras47, los montículos tienen

en promedio 3.82m de ancho, 4.41 de largo, 31.26cm de altura mínima y 49.68cm como

máxima. Todos están hechos únicamente de fragmentos de roca madre medianos en la

cumbre, y medianos y grandes en los costados y el desplante. Ninguno tuvo un círculo

delimitando la concentración de rocas.

47
Se les incluye porque sus atributos formales no se distinguen del resto. En general, los montículos
siguen un patrón uniforme.

327
San Isidro III (Adam Martínez)

Un grupo de 37 montículos que también forman parte del conjunto que lleva el mismo

nombre. Están dispuestos sobre el margen este de una quebrada intermitente, en la pendiente

de la formación rocosa de Aguas Buenas, pero sin apreciarse un patrón aparente en la

organización espacial, ya que, al igual que los dos sitios anteriores, su distribución se debe a

adaptaciones sobre las irregularidades del terreno. La gran mayoría de los montículos

presenta afloramientos de roca madre en los alrededores (94.59%).

El actual propietario de las parcelas es Adam Martínez, quien usa los terrenos para el

pastoreo de ganado. La visibilidad paralela y de superficie es de buena (51.43%) a moderada

(45.71%) en ambos tipos. El estado de conservación de los montículos es predominantemente

bueno (97.14%), a pesar de que más de la mitad (54.29%) tiene algún tipo de alteración. En

pocos casos (2, que es el 5.41%) se encontraron restos materiales asociados, ambos con bajos

porcentajes, uno de cerámica (ADM11) y el otro de lítica tallada (ADM37).

328
La gran mayoría de las formas de los montículos son circulares (97.14%), con una

excepción de uno rectangular (ADM24, que representa el 2.86%), que además es el más

grande de todos, y se encuentra al sur del conjunto, cerca de la quebrada. La peculiaridad de

este último es que se trata de alineamientos que delimitan un espacio rectangular de 12 por

15m y una altura máxima de 81cm, sin embargo, su composición es la misma al resto.

Todos los elementos arquitectónicos están sobre una superficie irregular y tienden a tener

un ángulo menor a 35° (97.14%); todos son redondeados y elevados. Sobre sus medidas,

éstas son bastante uniformes y sólo destaca el montículo rectangular. El resto, tiene un ancho

promedio de 3.95m, 4.36m de largo, 27.75cm de altura mínima y 57.13cm como máxima.

Todos los montículos están hechos únicamente con bloques de roca madre medianos y

grandes desde el desplante hasta la cumbre. Casi todos los montículos (94.29%) tenían un

círculo de rocas delimitándolos.

329
Sebastián Ríos Histórico

Un montículo aislado ubicado en una parcela para pastoreo propiedad de Sebastián Ríos

y recibe este nombre por el hallazgo de cerámica vidriada durante la etapa de prospección;

está en la cima de una loma alejada casi 300m al oeste de la quebrada intermitente más

cercana. No hay afloramientos de roca madre en las cercanías del elemento. La visibilidad

de superficie es mala, pero presenta una buena visibilidad paralela. Su estado de conservación

es malo, a pesar de que no presenta alguna alteración. No se encontraron restos materiales

asociados directamente sobre el montículo, pero en los alrededores se apreciaron fragmentos

de cerámica vidriada.

El montículo tiene forma circular, está sobre una superficie irregular, tiene un talud con

ángulo entre 35 y 55°, es elevado y con una cumbre plana, cuya extensión máxima fue de

1.5m. Mide 3.3m de ancho, 3.8m de largo, 28cm de altura mínima y 40 como máxima. Está

hecho de bloques de roca madre con sedimento, las cuales son chicas desde la cumbre hasta

la parte inferior, donde no tenía un círculo de rocas.

330
Sebastián Ríos I

Un asentamiento de 31 montículos distribuidos alrededor de una plaza rectangular

orientada NE-SW, ubicado en la parte baja de la pendiente de la formación rocosa de Aguas

Buenas. Está al este de la quebrada del mismo nombre, al otro lado de la cual está Lázaro

Villegas. No hay afloramientos de roca madre en los alrededores. La plaza principal tiene un

montículo rectangular en el centro SR22, que además es el más grande. Hay otro

alineamiento al sur que delimita otro espacio abierto más angosto. Los montículos SR1, SR2

y SR2A forman un patrón similar al de los sitios Cerrro Güegüestepe, Edy Molina, Inés

Rocha II, La Zarcita y Los Ángeles I, donde estructuras en línea parecen guiar el acceso al

sitio.

El propietario del lugar es Sebastián Ríos, quien usa el lugar para el lugar para el cultivo

de maíz (58.06%), además del pastoreo (41.94%). Debido a la altura y densidad de las

plantaciones, la visibilidad de superficie y paralela es de mala (64.52%) a moderada (29%)

en ambos casos. Debido al mismo factor, el estado de conservación de los montículos es de

bajo (67.74%) a moderado (22.58%) y muy pocos de ellos se encuentran inalterados

(19.35%).

Sin embargo, los factores anteriores permitieron el hallazgo de restos materiales en más

de la mitad de los montículos (54.84%). En general, los porcentajes de cerámica fueron de

moderados (61.54%) a altos (23%) y se le encontró en catorce montículos; los hallazgos de

lítica fueron en porcentajes moderados (61.54%) a altos (23%) y se les encontró en trece

construcciones; finalmente, en uno de ellos hubo un fragmento de metate. Además, en dos

de estos montículos (SR22 y SR28), había columnas de basalto asociadas.

La mayoría de las construcciones son circulares (80.65%) u ovaladas (9.68%), pero

también las hubo rectangulares (SR22 y SR28) (el 6.45% restante, pero tuvieron las mismas
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características que el resto de montículos) y en un caso no se pudo determinar la forma

(SR6C). De manera casi uniforme están sobre una superficie irregular (90.32%) y tienen una

cumbre redondeada (96.77%). Por otro lado, se notaron diferencias con su tamaño y

composición, por lo que fue posible agruparlos en tres:

Chicos: conformado por tres montículos cuyo largo es menor a 4m. Éstos tienen un

ángulo de talud menor a 35°; pueden estar elevados (66.67%) o a nivel de superficie

(33.33%). Sus medidas promedio son 1.68m de ancho, 2m de largo, 3cm de altura mínima y

17cm como máxima. Están hechos de roca madre mezclada con sedimento, cuyos tamaños

son chicos y medianos en la cumbre y costados, y medianos en el desplante, donde hay un

círculo de rocas.

Medianos: son 22 montículos cuyas medidas están entre 4 y 7m. El ángulo de talud es

usualmente menor a 35° (90.91%), con dos que superan los 35° pero no son mayores a 55°

(9.09%). Generalmente son elevados (77.27%), pero pueden estar a nivel de superficie

(22.73%). Sus medidas promedio son 4.85m de ancho, 5.42 de largo, 13.18cm de altura

mínima y 36.59cm como máxima. Todos son de roca con sedimento y con mayor recurrencia

se usaron bloques de roca madre mezclados con cantos rodados (59%), pero en ocasiones se

usaron sólo los primeros (31.82%) o los segundos (9%); los cuales fueron chicos y medianos

en la cumbre y costados, y medianos a grandes en el desplante, donde no todos tuvieron un

círculo de piedras (9% no contaron con éste). Entre éstos se encuentra uno de los montículos

rectangulares (SR28), sus medidas de ancho y largo fueron 4.9 por 6.4m, con una altura de

84cm para ambos lados.

Grandes: se contabilizaron 6, cuyas dimensiones superan los 7m. La mayoría tienen un

ángulo entre los 35 y 55° (66.67%) y en el resto fue menor (33.33%). Todos son elevados.

En promedio miden 7.41m de ancho, 9.43m de largo, 27cm en su altura mínima y 67 en la


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máxima. Todos son de rocas con sedimento, entre lo que sólo se usaron fragmentos de roca

madre (50%) o se les mezcló con cantos rodados (50%); los cuales fueron chicos y medianos

en la cumbre y costados, y medianos y grandes en el desplante. No todos tuvieron un círculo

de rocas (33.33%). En este grupo se encuentra la otra forma rectangular (SR22), cuyas

medidas fueron 5.5m de ancho, por 11.2m de largo y 23 y 69cm de alturas mínima y máxima.

Vicente Suárez (Casa Vieja)

Un montículo aislado, ubicado sobre la pendiente noroeste del cerro sobre el cual está

Los Ángeles I, y al este de una pequeña quebrada intermitente. En los alrededores se puede

encontrar roca madre expuesta. El nombre del sitio hace alusión al propietario; el lugar se

usa para pastoreo de ganado y la visibilidad de superficie es buena. El estado actual de

conservación se puede considerar como bueno, aunque presenta algún tipo de alteración. No

se encontraron otras evidencias arqueológicas asociadas.

La construcción es rectangular y mide 6.3m de ancho, por 7m de largo, está a nivel de

superficie y tiene una altura máxima de 24cm. En la esquina sureste tiene una concentración

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de rocas y en el lado oeste hay un par de alineamientos que dan forma a un acceso. En otras

ocasiones se localizaron estructuras de este tipo y dimensiones, las cuales fueron reconocidas,

tanto por los materiales asociados, como por los habitantes locales como “casas viejas”;

motivo por el cual se le descarta como evidencia de ocupación prehispánica.

Walter García (El Zarzal)

Un conjunto de 7 montículos ubicados en una planicie elevada y la ladera de una ligera

elevación al oeste de la quebrada Piedra Redonda, y casi 200m al sur del sitio de Alcides

Montiel. No hay afloramientos de roca madre en los alrededores. El propietario de la parcela

es Walter García, quien la usa para pastoreo de ganado. Tanto la visibilidad paralela como la

de superficie es mala en todos los montículos. De manera uniforme, el estado de conservación

es moderado y la mayoría de ellos se presentan inalterados (71.43%). No se aprecia algún

patrón en la distribución de los elementos arquitectónicos. En ninguno fue posible apreciar

otros restos arqueológicos.

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Todos los montículos son circulares, están sobre una superficie irregular; pueden tener

un ángulo menor a 35° (28.57%), mayor a éste, pero menor a 55° (57.14%) o mayor

(14.29%); pueden ser elevados y redondeados (71.43%) o planos y a nivel de la superficie

(28.57%).

Los montículos tienen en promedio 5.27m de ancho, 5.47m de largo, 14.42cm de altura

mínima y 31.71cm como máxima. Todos son de sedimento con cantos rodados, chicos en la

cumbre y los costados y medianos a chicos en el desplante. Todos tienen un cerco de rocas

delimitando los círculos.

Wilder Marín

Un asentamiento de 66 montículos que se distribuyen en dos plazas semirectangulares,

alineadas entre ellas formando un eje NE-SW. Se ubican sobre una planicie, al oeste de la

quebrada Las Tablas y al norte de donde ésta se une con la de Copelitos. No hay afloramientos

de roca madre en las cercanías. El nombre del sitio refiere al propietario del lugar.

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El uso actual del terreno es de pastoreo (90.91%) y cultivo (9.09%). La visibilidad de

superficie es de baja (86.36%) a moderada (4.55%), al igual que la paralela (con 80.30 y

12.12%, respectivamente). El estado de conservación es de moderado (77.27%) a bajo

(13.64%), a pesar de que más de la mitad de ellos (63.64%) se presentan inalterados. En un

bajo porcentaje (10.61%) se encontraron otras evidencias arqueológicas. En todos los casos

las cantidades fueron bajas; tres de los cuales tenían cerámica y lítica tallada, dos con

cerámica y dos más con lítica pulida.

Los montículos tienen formas circulares (68.18%), ovaladas (25.76%), de círculos

incompletos (3%) o no pudo ser determinada (3%). Están por igual en una superficie plana

(50%) o irregular (50%); son generalmente elevados (86.36%) y pueden ser redondeados

(59%) o planos (40.91%). El resto de atributos se diferencian por tamaños, en lo que se

pudieron distinguir dos grupos:

Chicos: aquellos menores a 10m; en total 62, los cuales con mayor recurrencia tienen un

ángulo menor a 35° (90.32%); en promedio miden 3.82m de ancho, 4.56m de largo, 18.54cm

de altura mínima y 30.5cm en la máxima. Están hechos de roca con sedimento (66.13%),

sólo roca (17.74%) o sedimento con roca (16.13%); para lo cual se usaron cantos de río

(81.97%) o bloques de roca madre (18.03%); cuyos tamaños fueron medianos a grandes

(56.45%), chicos a medianos (27.42%) o ausentes (16.13%) en la cumbre, medianos a

grandes (68.18%) o chicos a medianos (16.67%) en los costados, y principalmente medianos

a grandes en el desplante (87.10%). Todos tienen un círculo de rocas que los delimita.

Por su parte, los grandes son 4 (WMI22, WMI24, WMI6, WMV7), cuyos ángulos están

entre 35 y 55°; miden en promedio 11m de ancho, 12.75m de largo, 61.25cm de altura

mínima y 72.25cm como máxima. Todos los montículos están hechos de cantos rodados

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medianos en todas sus partes, mezclados con sedimento y cuentan con un círculo de rocas en

el desplante.

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