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Aguirre Rojas Carlos Antonio - Antimanual Del Mal Historiador
Aguirre Rojas Carlos Antonio - Antimanual Del Mal Historiador
Los libros de
is b n 999-3969-22-2
© C arlo s A n t o n io A g u ir r e R o ja s
© Contrahistorias. La otra m irada de Clío
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I
CAPITULO II
CAPÍTULO III
CAPÍTULO rv
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VI
n
C o rresp on d e entonces a los segu id ores realm ente críticos de
Clío, en este espacio nu estro que llam am os L atin oam érica, con
tin u ar rom p ien d o lan zas p o r un a historia renovada, actu alizad a,
crítica y alim en tad a en las m ás añejas tradiciones de resistencia,
de lucha y de esp eran za. Y ello, con la m ás p rofunda convicción
de que n u estro trabajo y nuestros afanes, inscritos en el horizonte
del objetivo de a lcan zar la existencia de "U n m undo en el que
quep an todos los m u n d os posibles", y con la segu rid ad de que
"O tra A m érica Latin a es todavía posible", serán siem pre un trabajo
y u n o s afanes p rofu n d am en te gratificantes y socialm ente co n v o
cantes.
Ciudad de Guatemala,
octubre de 2004.
IN T R O D U C C IÓ N
Jules M ichelet
¿Por qué escribir y publicar hoy, en los inicios de este tercer m ilenio
cronológico, u n Anti-manual y ad em ás, un anti-m anual del "m al
h istoriad or"?. Porque estam os convencidos de que la m ayoría de
las instituciones acad ém icas que hoy form an y ed u can a los fu tu ros
historiad ores de nu estro país, lo que están ed u can d o y form an d o
es a malos historiadores, y no a historiad ores críticos, serios, creativos
y científicos. Y tam bién porque sabem os que el sentido que tienen,
en general, todos los "m an u ales" es el de simplificar ideas o a rg u
m en tos com plicados, con el fin de volverlos asequibles a un público
cada vez m ás am plio.
Pero nu estro objetivo en este pequeño libro es m uy distinto: lo
que querem os no es h acer sim ples, ideas que son com plejas, sino
m ás bien com b atir y criticar viejas ideas sim ples, ru tin arias y ya
su p erad as sobre lo que es y sobre lo que debería ser la historia.
Ideas que a fuerza de rep etirse, d esd e la ed u cación p rim aria m á s
elem ental h asta el nivel u n iversitario de la licenciatura y de los
p ostgrad os, han term in ad o p or ser acep tad as y recon ocid as p o r la
in m en sa m ayoría, con stru yen d o así la em pobrecida y d eform ad a
noción de lo que hoy se llam a com ú n m en te "historia".
Al m ism o tiem po, y luego de criticar esa visión an acró n ica y
lim itada hoy im perante, de lo que es y de lo que debería ser la
historia, qu erem os p resen tar, tam bién de m od o accesible a un
v asto público, ciertas ideas y p ropuestas, com plejas y elaboradas,
de lo que en n uestra opinión debería ser y es en verdad la historia
m ás actu al y m ás de van g u ard ia. Pero no convirtiend o a esas p ro
p u estas e ideas en tesis y nociones sim ples, sino m ás bien refor-
m u lán d olas de un a m an era sencilla, que a la vez que m antiene su
com plejidad, las ilustra con ciertos ejem plos y las d esm en u za con
m á s detalle, retrad u cién d olas a u n lenguaje m ás cercan o y ase
quible a ese am plio público.
P orque lejos de esa im agen que nos h an im puesto, y que rep ro
d u cen con tenacidad la in m en sa m ayoría de nuestras escuelas y
de n u estras U niversidades, im agen que presenta a la historia com o
algo ab u rrid o y m em orístico, que sólo se o cu p a de cosas viejas y de
ran cio s p asad os ya m u ertos y lejanos, la historia m ás actu al y de
v a n g u a rd ia es en cam bio algo viv o y apasionante, que investiga los
m á s relevan tes problem as del ser h u m an o y de las socied ad es con
tem p orán eas, con un a riqueza de in stru m en tos intelectuales, y de
m étod os y técnicas, que deslu m b ran de in m ed iato a todos aquellos
que decid en in tro d u cirse seriam en te en sus interesantes e in trin ca
dos laberintos.
Así, para nosotros, la historia no es una disciplina asociad a sola
m en te con los arch ivos, y con los hechos, personajes y sucesos ya
d esap arecid os y m uertos, sino u n a ciencia tam bién de lo social y
de lo vivo, atenta al p erp etu o cam bio histórico de tod as las cosas,
y d irectam en te con ectad a, de mil y un a m an eras, con nu estro p re
sente m ás actu al, lo m ism o que con nuestra vida social m ed iata e
in m ed iata, en to d as sus m últiples y v ariad as m anifestaciones.
A d em ás, si el tipo de h istoriad or que hoy se form a en la gran
m ayoría de las escuelas y de los p o stgrad os de historia de nuestro
país, es de m an era p red o m in an te un m al historiador, p oco a ctu a
lizad o resp ecto de las p rin cip ales corrientes historiográficas m ás
actu ales, y p oco in form ad o de los trabajos y de las obras de los m ás
im p o rtan tes historiad ores del siglo xx, entonces el tipo de historia
que tam bién de un m od o gen eralizad o se prod u ce y se publica
en tre n osotros, es u n a historia p u ram en te descriptiva, m o n o g rá
fica, em p ob recid a y p rofu n d am en te acrítica. Porque no h ay d u da
de que es inofensivo y hasta conveniente p ara los actu ales p od eres
y g ru p o s d om in an tes, que se repitan h asta el can san cio - d e los
alu m n o s y h asta de los propios p ro fe so re s- las "gestas g lo rio sas"
de n u estra Independencia, los cu en tos sabidos y arch irrep etid o s
de n u estra historia colonial, las versiones patern alistas y h asta
indulgentes de nuestra etapa p recolom bina o preh isp án ica, y las
siem pre ligeram ente p reo cu p ad as versiones de nuestro "ag itad o " y
"caótico " siglo xix. Y todo ello, p ara con fortarn os al final con la idea
de que hoy, a p esar de todo, estam os m u ch o m ejor que en cu alq u ie
ra de esas ép ocas del "pasado", y p ara d em ostrarn os p or enésim a
ocasión que, a fin de cu en tas, "h em os p rogresado".
Sin em bargo, y desde hace y a m ás de un siglo, la v erd ad era h is
toria científica ha peleado abiertam ente p ara dejar de ser ese sim ple
in stru m en to de legitimación de los p od eres estatuidos, tratan d o
de d istan ciarse tan to de la "h isto ria" oficial - e n verdad , m á s bien
sim ple crónica de las conquistas, de las victorias y de los 'lo g ro s' de
esos m ism os p o d e re s -, com o de las d istintas versiones de la igu al
m ente lim itada y som etid a historia tradicional. Ya que es im posible
h acer u n a historia seria, de cu alquier hecho, fenóm eno o proceso,
en cu alq u ier m om en to o etapa del "p asad o " o del "presente", que
no m u estre en su análisis la n ecesaria finitud y cadu cidad de lo
que se estudia, haciendo evidentes el ca rá cter efím ero y los lím ites
tem p orales de ese problem a investigado, y subrayando el obligado
cambio histórico al que están som etid os todos esos procesos, fenó
m en os y su cesos m encionados.
Pero entonces, si p racticam os el análisis histórico d esd e esta
idea de la historia siem pre atenta al cambio, y siem pre en focad a en
esa d ialéctica de p erm an en cia y de tran sform ación de todos sus
objetos de estudio, d esem b ocam o s n ecesariam en te en u n a h isto
ria gen u in am en te crítica, que junto al "lad o b u en o" de las cosas
ob serva y an aliza tam bién su "lad o m alo", desm itificando a los
héroes y n o rm alizan d o a los personajes y a las situaciones e x trao r
d in arias y excepcionales, al tiem po que "desglorifica" los orígenes
y las g estas fundadoras, e in trod u ce sistem áticam ente los fracasos
junto a los éxitos, la vida cotid ian a al lado de los "gran d es m o m en
tos históricos", los p rocesos sociales y econ óm icos p or debajo de las
g ra n d e s b atallas m ilitares o de los resonantes sucesos políticos, y
las creen cias colectivas y la cu ltu ra p op u lar junto a las brillantes
ideas y las "obras gen iales" de la ciencia, la literatura o el con o
cim ien to de lo social, p or m en cion ar sólo algunos de los tantos
ejem plos posibles.
U na historia crítica, que siendo forzosam ente op u esta a las h is
torias oficiales y tradicionales h asta hoy dom inantes, se desplaza
sistem áticam en te de las explicaciones co n sagrad as y de los lugares
co m u n es rep etid os, p ara in ten tar co n stru ir nuevas y m uy dife
ren tes in terp retacion es de los hech os y de los problem as históri
cos, p ara re sca ta r e in co rp o rar nuevos territorios, dim ensiones
o elem entos h asta ahora ign orad os o poco estu d iad os p or los
historiad ores anteriores, y p ara restitu ir siem pre el ca rá cte r d in á
m ico, co n trad ictorio y m últiple de toda situación o fenóm eno
h istórico posible. U na historia difícil, rica, ag u d a y crítica, que se
cu ltiva m u y escasam en te en n u estro país, y que es sin em b argo la
ú n ica historia realm en te valiosa y aceptable, si es que d eseam os
escrib ir y en señ ar un a buena historia, y si es que pretendem os, en
esa m ism a p ráctica histórica, estar p or lo m enos a la altu ra de los
d esarrollo s y de los p ro g reso s m ás recientes que ha alcan zad o hoy
el oficio de historiador, en el m u n d o entero, y en estos inicios del
tercer m ilenio cronológico que ahora com en zam os a vivir.
★ ★ *
* * *
sn
E N L O S O R ÍG E N E S D E L A H IS T O R IA C R ÍT IC A
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d eterm in ación d irecta de ese m ism o nivel económ ico, y p asan d o
nu evam en te p or vín cu los de dependencia, o de condicionam iento
sólo general, de en cu ad ram ien to, de lim itación indirecta, o de m uy
diversos m atices de influencias de m ayor o de m enor peso específico.
Y puesto que ha sido M arx el p rim ero en rescatar de m an era
sistem ática esta centralidad de lo econ óm ico dentro del p roceso
histórico global, es lógico que sea tam bién él, el fundador de la ram a
de los estu d ios de historia económica dentro del tron co m ayor de la
h istoriografía con tem p orán ea. R am a que, desde el autor de El capi
tal y hasta hoy, ha tenido una b u ena p arte de sus m ás im p ortan tes
represen tan tes, p recisam en te d en tro de las d istintas corrien tes y
expresion es de los m últiples "m a rx ism o s" que llenan la historia y
tam bién la h istoriografía del siglo xx, y que una vez m ás, ab arcan
desde las finas y elaboradas versiones del m arxism o de M arx y de
algu n os de los m arxism o s críticos p osteriores, -c o m o es el caso
de algu n os de los trabajos que, con cierta flexibilidad, p o d ríam o s
calificar de obras de "h istoria económ ica", escritos por L en in , p or
Rosa L u xem b u rgo o p or H en ry G rossm an , entre o tro s -, h asta las
varian tes sim plificadas del m arxism o v u lg ar o del m arxism o red u
cido a ideología oficial, en m u ch os M anuales de la an tigu a U nión
Soviética o de los países del llam ad o "bloque socialista".
U na quinta lección im p ortan te p ara el buen historiador, es la
exigen cia de M arx de ser cap aces de observar, y luego de explicar,
todos los fenóm enos investigados "desde el punto de vista de la
totalidad". L o que quiere d ecir que debem os de cu ltivar y d esa
rrollar la capacidad de d etectar y de descubrir, sistem áticam ente
y en tod o exam en de los problem as h istóricos que ab ord am os, los
d iversos vín cu los y conexiones que existen entre dicho problem a
y las su cesivas "totalid ad es" que lo en m arcan , y que de diferentes
m od os lo con d icion an y hasta sob red eterm inan.
Porque un a vez m ás, no existe problem a social o histórico que
esté aislado y en cerrad o entre ciertos m u ros infranqueables, sino
que, p or el con trario, todo problem a h istórico y social está siem
pre in serto en d eterm in ad as coord en ad as espaciales, tem p orales y
contextú ales, que influyen sobre él, en distintos grad os y m ed id as,
p e ro siem pre de m od o eficaz y fundam ental. Y en ton ces, al buen
historiad or le corresp on d e ir recon struyen do, cu id ad o sam en te y
de m od o articu lad o, esa inserción de su tem a de e stu d io dentro de
las sucesivas totalid ad es espaciales, tem porales y co n textú ales que
lo en vu elven y que lo sob red eterm in an . Ya que es siem p re u n a p re
g u n ta pertin en te y esclareced ora, la que plantea p o rq u e tal fenó
m eno o cu rrió en el lugar y en el tiem po específicos en los que han
acon tecid o y no en n in gu n os otros, d esarrollán d ose ad em ás dentro
de las p a rticu lares circu n stan cias en que ha sucedido, y en n in gu
n as otras, lo que nos abre ju stam en te al análisis de las diversas
influencias y de las conexiones específicas que se establecen entre
esas d im ensiones del espacio, del contexto y de la ép o ca sobre el
sin g u lar fenóm eno del cual tratam os de d a r cuenta.
P ues aunque p arezca y q u izá sea una obviedad, -q u e frecuen
tem ente olvidan no obstante los historiadores p o sitiv ista s-, es claro
que no es lo m ism o un a sociedad capitalista del siglo xx que una
del siglo xvl, o que la socied ad ch in a del siglo xm y la sociedad
eu ro p ea de esa m ism a ép oca, com o tam p o co es lo m ism o un hecho
histórico que aconteció en A m érica L atina, que o tro que sucede en
E u rop a, o en Rusia, o en el su r de Á frica, por m en cio n ar solo alg u
nos ejem plos posibles.
Y si estas coord en ad as o "totalid ad es" m ás gen erales que son
las del tiem po y el espacio, corresp ond ientes a u n cierto hecho
h istórico cualquiera, son siem pre relevantes y fu n d am en tales para
su ad ecu ad a com prensión, tam bién lo son las "to talid ad es" diver
sas que constitu yen los diferentes contextos que e n m a rca n a ese
h ech o histórico. Pues es claro que dichos contextos geográficos,
econ óm icos, tecnológicos, étnicos, sociales, políticos, culturales,
artísticos, psicológicos, etc., ad em ás de especificar y volver m ás
concretas a esas totalidades o coord en ad as espaciales y tem porales,
-a c o ta n d o al espacio com o área, región, lugar, país o entorno
g eográfico determinado, y al tiem po com o una ép oca, m om ento,
co y u n tu ra, era o p eriodo igualm ente particularizado-, van tam bién
a establecer de m an era igualm ente concreta, todo el nudo de esp e
cíficas con exion es que tendrá ese hecho o fenóm eno histórico
M
investigado con esos diferentes y sucesivos m edios con textú ales en
los que el se despliega.
Por lo cu al, com o lo ha exp licad o Jean-Paul Sartre, se im pone
siem pre un p roceso de "totalizació n p ro gresiva" del problem a que
abord am os, p roceso que reco n stru y e esa inserción dada del tem a
en esas m últiples y diversas totalidades, que son las que le otorgan
su significación y su sentido globales. R econ struyendo así, u n a h is
toria "desde el p u n to de vista de la totalidad", el buen h istoriad or
se in stala entonces dentro del terren o de una historia global o glo-
balizante, sobre la que volverem os todavía m ás adelante.
La lección n ú m ero seis que es posible e x traer del p en sam ien to
histórico de M arx, es la necesidad de en focar los problem as de la
historia desde una p ersp ectiva dialéctica. U na p ersp ectiva que los
historiad ores de nu estro país han cultivad o m uy p oco en general,
a p esa r de las ricas y p rofu n d as contribuciones que p od ría im pli
car el desarrollo, el ejercicio sistem ático y la aplicación creativa de
este p en sam ien to y de esta visión dialécticas de la historia. Visión
d ialéctica que nos invita a dejar de v er los hechos históricos com o
"cosas", y a la historia m ism a com o un conjunto de realid ad es
m uertas, term in ad as y d isecad as, realidades que ad em ás, estarían
d eterm in ad as en un sólo sentido, siem pre claro y siem pre bien
establecido. En lugar de esta ú ltim a visión, tan extend id a entre los
historiad ores positivistas y tradicionales, esta p ersp ectiva d ialecti-
zante afirm a p or el con trario que tod os los hechos h istóricos son
realidades vivas y en devenir, a la vez que elem entos de p ro ceso s di
námicos y dialécticos en los que el resu ltad o está siem pre abierto y en
redefinición constante, a p a rtir de las contradicciones inherentes y
esenciales que se en cu en tran , tanto en esos m ism os procesos, com o
en el conjunto de los hechos antes m encionado.
Así, junto a la positividad de cu alq u ier situación o fenóm eno
de la historia, es n ecesario tam bién cap tar su correlativa negativi-
dad, m ostran d o p or ejemplo, junto al ca rá cter hoy dom in an te del
capitalism o, su n atu raleza irrem ediablem ente efím era, y junto a la
m od ern id ad b u rg u esa que hoy se en señ orea todavía en el planeta
entero, a las m últiples m od ern id ad es alternativas que la com baten
y que se le resisten, n egándola perm anentem ente. Porque p ara este
enfoque dialéctico, la realidad histórica es com o una m a n z a n a que
sólo existe si lleva adentro el g u sa n o que la corroe, o com o u n dulce
que al chuparlo tu viese tam bién un sabor am arg o y agrio. Lo que
exp lica entonces que, para este punto de vista, todo p ro g reso es
al m ism o tiem po un cierto retroceso histórico, y todo "d ocu m en to
de cu ltu ra es al m ism o tiem po un d ocu m en to de barbarie", com o
lo h a afirm ado y explicado tan brillantem ente W alter Benjam ín. Y
si la historia es un a ciencia que se interesa de m an era especial en
el estu d io del cam b io histórico, no puede cap tar ad ecu ad am en te
a este últim o si no lo "atrap a" y lo percibe desde su m ism a cuna,
d esde las contradicciones y tensiones esenciales que caracterizan
a cualquier socied ad histórica de las que han existido hasta hoy,
tensiones y con trad iccion es que se rep rod u cen y p ro y ectan de d is
tintas m aneras en los diferentes hechos, situaciones y aconteci
m ien tos que se suceden en esas m ism as sociedades.
Por eso, en la historia h u m an a que hasta hoy con ocem os, los
h ech os no son nu n ca de un solo sentido, y entonces es la d erro ta la
que es la m adre del triunfo, y es la g u erra la que engendra la paz
y a la inversa, y es p or eso que "el triunfo de una idea crea siem
p re a la institución que habrá de darle m uerte", y tam bién es esta
la razó n que explica que las socied ades p erecen no p or no haber
tenido éxito, sino m as bien p or haberlo tenido en dem asía. Por ello,
sin ninguna duda, frente a la explotación, la opresión, el d esp o
tism o y la d iscrim in ació n , que han estad o siem pre tan presentes
d en tro de los p ro ceso s de la historia de las socied ad es h u m an as,
h an existido tam bién, con la m ism a persistencia y regu larid ad , la
rebeldía, la insubordinación, la resistencia y la lucha de las clases
y de los gru p os som etid os y explotados, en u n acon tecer que nos
dem uestra, con la fuerza de casi una ley, que los ven ced ores de
h oy son sin fallo los d errotad os del m añ an a. Lo que por lo dem ás,
es u n a lección im p ortan te y tam bién m uy útil, para alim en tar las
esp eran zas de cam bio que hoy se afian zan y difunden con tanta
fu erza en todo el planeta. Porque es solo al m ás genuino p en sa
m iento dialéctico al que se le revelan, de m an era clara y necesaria,
la obligada cad u cid ad de todo lo existente y los lím ites y la n a tu ra
leza siem pre efím era de cualquier realidad por él analizada.
Finalm ente, u n a sép tim a lección del m arxism o p ara la h istorio
grafía con tem p orán ea, es la de la necesidad de co n stru ir siem pre
una historia p rofu n d am en te crítica. U na historia que, com o ya lo
h em os señalado antes, se co n stru ya "a con trap elo" de los d iscu rsos
dom in an tes, a con tracorrien te de los lu gares com u n es acep tad os
y de las in terp retacion es sim plistas, interp retaciones co n sag rad as
sólo a fuerza de rep etirse y m ach a ca rse tenazm ente en tod os los
niveles de la en señ an za escolar, y p or tod as las vías de la difusión
de la historia hoy existente.
U na "co n trah isto ria" y una "con tram em oria", com o las llam ó
M ichel Foucault, que descolocándose de los em p lazam ien tos habi
tu ales de la m ala historia y de la historia positivista, rescate
todo el h az de los p asad os vencidos y silenciados de la historia,
d esech an d o las explicaciones lineales y sim plistas, y elaborando
una historia que sea realm en te u n a historia p rofu n d a, com pleja y
sutil. U na p ersp ectiv a crítico-h istórica, que sea tam bién cap az de
d ar cu en ta de todos esos fenóm enos h istóricos desde explicaciones
m ulticausales y com binadas, que su m an d o y articu lan d o los varios
elem entos y dim ensiones de d ichos fenóm enos, term in en por d ar
cuen ta de ellos en tod a su específica com plejidad.
H istoria realm en te crítica que, p or lo dem ás, sólo puede co n s
tru irse d esd e los criterios que an tes hem os en u m erad o y esb o
zado. Ya que sólo desde una noción fuerte de ciencia de la historia
y de sus im plicaciones, es que p uede con stitu irse este d iscu rso
crítico historiográfico, el que tam p o co p o d rá ser otra cosa que la
ya referida historia social, en la doble acep ción tanto de historia de
los fenóm enos y p ro cesos colectivos y sociales en sentido estricto,
com o tam bién de historia siem pre con textu ad a socialm ente, aún
cu an d o se o cu p e de las élites, los individuos o los personajes sin
gu lares. A d em ás, será tam bién, n ecesariam ente, un a historia m a te
rialista, que reco n ozca las condiciones m ateriales de todo fenó
m eno intelectual, de conciencia o de la sensibilidad, y a la que no
escap ará nu n ca la centralidad general de los hechos econ óm icos
t~n
de la historia. Y será p or últim o, tam bién una historia vista desde
el p u n to de vista de la totalidad, y con p ersp ectiva dialéctica, que
reco rre rá ágilm en te los niveles de la totalización sucesiva del tem a
investigado, a la vez que disuelve toda positividad o afirm ación
h istórica en su cad u cid ad negativa y en su "lad o m alo", p ara h acer
salta r siem pre el ca rá cte r con trad ictorio y dialéctico de los p ro
b lem as que aborda.
U na h istoria cu yos resu ltad os habrán de oponerse, n ecesaria
m ente, a los de la historia oficial y positivista hoy dom inante, his
toria que p ro m ov id a y d ivu lgad a desde el poder, se regod ea todo
el tiem p o coleccion an d o falsos orígenes gloriosos de las naciones,
y co n stru yen d o gestas heroicas que son siem pre d eform ad oras y
h asta falsificadoras de la verd ad histórica, cu an d o no son de plano
totalm en te m en tirosas e inexistentes, a la v ez que "norm aliza",
d eform a y elim ina todos aquellos hechos históricos difíciles, inex
plicables, o ab iertam en te subversivos, hechos que p or su propia
n atu raleza van en contra de sus versiones tersas, lineales, siem pre
ascen d en tes y fatalm ente legitim ad oras del statú quo actual.
★ * ★
E stos son los rasgos que, d escubiertos y teorizad os por M arx, con s
titu yen p rem isas todavía hoy indispensables de toda historia crítica
posible, m ás allá de las deform aciones y de los excesos de los
m u ch os m arx ism o s v u lg ares del siglo xx, y m ás allá de la crisis
irreversible de los p ro yectos del "socialism o real", colapsados
d esp u és de la caíd a del M uro de Berlín, y de la reconversión de la
U n ión Soviética en la an g u stiad a y com plicada Rusia de la últim a
d écad a.
P asem os a ver ahora, las o tras lecciones que la historiografía del
siglo xx ha d esarrollad o, para la elaboración de esta m ism a historia
de n atu raleza gen u in am en te crítica.
PO R LO S C A M IN O S DE L A B U E N A H IS T O R IA
A N T IP O S IT IV IS T A
nn
se plasm a en las hipótesis, p regu n tas, interrogaciones y h erram ien
tas de análisis que el historiad or tiene ya dentro de su cabeza, en
el m om en to inicial m ism o en que acom ete el tratam iento y exam en
de sus fuentes y de sus d istintos m ateriales históricos.
Por eso toda investigación histórica, si quiere tener un sentido
científico y no recaer en el sim ple trabajo del eru dito positivista,
debe de co m en zar con la definición de una "en cu esta" o de un
"cu estion ario " determ in ad o, lo que im plica ya un criterio esta
blecido frente al tem a a investigar, criterio que si bien p u ede y debe
irse tran sfo rm an d o en la m ed id a en que av an za el trabajo de inves
tigación, delim ita ya de en trad a, si bien sea a m odo de conjeturas
p rovisorias p ero actu an tes, los p arám etro s que hacen posible d is
crim in a r lo que es o no significativo, a la v ez que proveen la
b ase p ara ir edificando y ap u n talan d o el cu erp o de las hipótesis
a fu n d am en tar o a elim inar, así com o la agenda de los puntos y
elem entos cu ya explicación y consideración se intenta encontrar.
C u estion ario o en cu esta que define, justam ente, el "p rob lem a" que
es objeto de esa in dagación historiográfica. Un problem a que, para
esta p ersp ectiv a annalista, va a decidir entonces el cu rso m ism o del
trabajo erudito, y m ás adelante los propios resultados de la p rác
tica del historiador. Y que, en con secuencia, va a con stitu irse en la
p rim era tarea obligada de todos aquellos que intentan hacer una
historia realm en te crítica y científica. Pues si el problem a o cu es
tion ario inicial va a sob red eterm in ar de m an era tan fundam ental
al propio m om en to eru d ito de la actividad, entonces se hace n e
cesario explicitarlo, con el m áxim o rigor y detalle, en el com ien zo
m ism o del trabajo historiográfico.
E ntonces, al hacer explícito este 'problema', se revelará clara
m ente tan to la solidez y riqueza de la form ación específica de cada
historiador, com o tam bién y sobre todo, el conjunto global de los
inevitables "sesgo s" p articu lares que dicho historiador introduce,
ineludiblem ente, en el tratam ien to de su propio m aterial. Porque
en con tra de la visión in gen u am en te positivista, que pide u n a neu
tralid ad absoluta del historiad or frente a su tem a de estudio, y que
su eñ a con un a objetividad tam bién absoluta de sus resultados, el
no
p arad ig m a de la 'historia problem a' afirm a p or el con trario que
es el propio h istoriador "el que da a luz los hechos históricos",
con stru y en d o junto a sus p roced im ien tos y técnicas de análisis
tam bién los "objetos" y los "p rob lem as" que va a investigar, p ara
obtener al final un conjunto de hipótesis, m odelos y explicaciones
globales tam bién con stru id as p o r él m ism o, y por lo tanto igu al
m ente "sesg ad as" p o r su m ism a activid ad o intervención.
L o que im plica que debem os recon ocer que no existe y que no
p ued e existir esa relación pura, asép tica e in con tam in ad a entre el
h istoriad or y su "m ateria prim a", p or lo que el trabajo histórico
llevará siem pre y n ecesariam en te la m arca de los m últiples sesgos
de sus con stru ctores. Sesgos que com ien zan con la propia d eterm i
nación "ep ocal" del h istoriador - l o que Bloch reco rd ará con el céle
bre proverbio de que los hom bres son tan hijos de su propio tiem po
com o lo son de sus m ism os p a d re s -, sesgos que le d ictan p arte de
los criterios de la elección de sus problem as, y que alcan zan hasta
las sin g u larid ad es m ism as de su biografía o itinerario person al, y
que son los que llevan a u n os a in teresarse en la cu ltu ra o en la
política, y a o tro s en la econom ía o en el conflicto social, p asan
do sin duda tam bién p or los sesgos d erivados del origen y de la
posición de clase social del historiador, pero tam bién p o r los sesgos
que derivan de los efectos p rod u cid os por las co y u n tu ras sociales o
cultu rales, p o r las situaciones generales o p or las exp erien cias co
lectivas e individuales igualm en te vividas.
C on lo cual, o tra de las funciones esenciales de ese cuestionario,
o en cu esta, o problem a inicialm ente delim itado, será tam bién el de
hacer explícitos y con scientem ente asu m id os a esos sesgos o sobre-
d eterm in acion es específicos del historiador. Sesgos o lim itaciones
que, p or lo d em ás, no conducen a un relativism o absoluto de los
resu ltad os h istoriográficos, tan ca ro a los historiadores p o sm o d er
nos, sino m ás bien al recon ocim ien to elem ental de que tod a verd ad
histórica -c o m o toda verd ad en g e n e ra l- es una verdad relativa, y a
que p or tanto el p ro greso del con ocim ien to histórico -c o m o , p or lo
d em ás, todo p rog reso r e a l- no es un p rog reso simple, lineal, a cu
m ulativo e irreversible, sino m ás bien un p rogreso com plejo, lleno
de saltos y de retrocesos, de m últiples líneas y ensayos, com o lo
h em os ya planteado anteriorm ente.
U na cu a rta ap ortación de esta corriente an n alista a la buena
historia crítica, es la de la reivin d icación del p arad igm a de la h is
toria abierta o en construcción. Porque si el nuevo tipo de historia
que se esta defendiendo y p rom oviendo, es esa historia com p ara-
tista, global y problem ática que hem os explicado, es claro que el
p roy ecto de la m ism a sólo rem on ta a la segu n d a m itad del siglo xix,
a la fecha del n acim ien to y d esarrollo tanto del m arxism o original
com o de la propia h istoriografía contemporánea. Y p or lo tanto, este
tipo nuevo de historia crítica, es tam bién una historia joven, en vías
de con stru cción , y que se en cu en tra aún a la búsqueda de la defi
nición de sus perfiles m ás definitivos y fundam entales.
En con secu en cia, se trata de una historia que se d edica p er
m an en tem en te a descubrir, y luego a exp lorar y colon izar p ro
gresivam en te, los m últiples nuevos territorios que cada generación
su cesiva de h istoriadores le ap orta. U na tarea que, com o lo ilustra
el entero periplo de la h istoriografía del siglo xx, se ha cum plido
a lo largo de los últim os cien años, renovan do con cad a nueva
co y u n tu ra histórica general, los tem as y cam p os de la investigación
histórica. E igual que los n uevos territorios, tam bién las técnicas,
los proced im ien tos, los p arad ig m as m etodológicos y los m odelos,
con cep tos y teorías que utiliza, aplica, con stru ye e in corp ora esa
m ism a ciencia de la historia. Pues lo m ism o desde la técn ica del
C arb on o 14 h asta la d en d rocron ología, que desde el m étod o co m
p arativo h asta el m od ern o "p arad ig m a indiciario" de los m icro-
h istoriad ores italianos, y d esd e los m odelos del m undo feudal de
H enri Pirenne o de M arc Bloch, hasta los m odelos recientes sobre
el capitalism o de Fernand Braudel o de Im m anuel W allerstein o los
m odelos de historia cu ltu ral de C ario G inzburg o de R oger C har-
tier, la historia no ha cesad o ni un sólo m om ento de en san ch arse,
de redefinirse, de p rofu n d izarse y de tran sform arse incluso radi
calm ente, p ara d ar cabida y espacio de desarrollo, a todo ese con
junto vasto y en orm e de innovaciones técnicas, m etodológicas y
epistem ológicas diversas.
un
C a rá cte r sólo inicial y n ecesariam en te inacabado del p royecto de
una ciencia histórica, que no sólo explica esa p erm an en te m utación
y ren ovación que la historiografía con tem p orán ea ha conocido en
la últim a cen tu ria, sino que perm ite tam bién p ron osticar acerca del
fu tu ro in m ed iato de la m ism a: está todavía lejos, com o dijo algu n a
vez con un p oco de ironía Fern an d Braudel, el m om ento en que
habrem os en con trad o "la buena cien cia" de la historia, su "form a
definitiva", el espacio p o r fin ab arcad o de su in m en so territorio,
las "b u en as técn icas" y los "buenos m étod o s" p or fin establecidos
de sus investigaciones. Por el con trario, si la historia p osee el esp e
sor m ism o de lo h u m ano, a lo largo de todos los tiem pos en que
esto h u m an o ha existido, su p ro g reso sigue y seg u irá av an zan d o
con los cam bios y d esarrollos m ism os de tod as las ciencias sociales,
tran sfo rm acio n es y avan ces cuyo final no se d istin gu en aún d en tro
del horizonte.
Y q u izá sea esta, un a de las razon es por las cu ales esta nueva
historia crítica, no logra ven cer todavía definitivam ente en el co m
bate con tra las form as de historia que le han precedido, y con las
cuales ha roto sin em b argo de m an era radical. Pues al no alca n z a r
a con solid ar totalm ente, dada la m ag n itu d de la em presa, ese ca
rácter científico y crítico que la d istin gu e de las m alas historias posi
tivistas y em p iristas que la p reced en , sigue dejando entonces un
esp acio historiográfico sin ocu p ar, espacio en el cual todavía p ro s
peran y se sobreviven a sí m ism as esas historias m onográficas y
pu ram en te n arrativas, ya an acrón icas y vacías de contenido, pero
todavía actu an tes y activas, en vasto s dom inios de las h isto rio
grafías nacionales del m u n d o entero.
Finalm ente, u n quinto ap orte esencial de los A n n ales del
período 1929 - 1 9 6 8 a los desarrollos de la historia crítica, es el de la
persp ectiva de análisis d erivad a de la teoría de los diferentes tiem
pos históricos y de la larga duración en la historia, d esarrollad a b ásica
m ente por Fern an d Braudel. U na teoría que, p ara fu n d am en tarse,
va a co m en zar p o r criticar y d e sco n stru ir rad icalm en te la noción
moderno-burguesa de la tem poralidad, que ad op tan d o sin crítica
al con cep to n ew ton ian o del tiem po físico, afirm a que existe un
sólo tiem po, hom ogéneo, v acío y com p uesto de fragm en tos idénti
cos en tre sí, y que av an za de m an era independiente e irreversible
frente a los hech os y p rocesos h um anos, a los que incluso regu la,
con trola y subordina. Frente a ella, la teoría braudeliana va a afir
m a r que existen múltiples tiem pos, tiem pos que no son los del reloj
o los del calendario, sino que son tem poralidades histórico-sociales,
tan m últiples, diversas y heterogéneas, com o las realidades históri
cas m ism as, y en con secu en cia, tiem pos variables, m ás o m enos
d en sos y m ás o m enos disím iles, que al hallarse d irectam en te v in
cu lad os a esos acontecim ientos, fenóm enos y p rocesos sociales-
h u m an os, v an a exp resarse com o las m u ch as duraciones históricas a
in v estigar y a u tilizar p or p arte de los historiadores.
T iem p os o du racion es diferenciados, que Fernand Braudel va a
re su m ir en su triple tipología del nivel de los acontecim ientos o
h ech os del tiem po corto, el nivel de las co y u n tu ras o fenóm enos
del tiem po m ed io y el plano de las e stru ctu ras, de los p rocesos p ro
pios del tiem po largo o de la larga duración histórica. U na d escom
posición trip artita de las d uraciones que h ace posible d iscrim in ar,
y luego clasificar en d istintos órdenes, a los diversos hech os históri
cos, ubican d o inicialm ente a aquellos hechos inm ediatos, n erv io
so s e in stan tán eos, que d u ran d o u n as p o cas horas, días o sem an as
se h an con stitu id o siem pre en la m ateria p rim a favorita de los
h istoriad ores tradicionales en general y de los historiadores posi
tivistas en p articu lar. H ech os de m uy corta vida, tales com o la
d evalu ación b ru sca de un a m oneda, la m uerte de un jefe de estado,
la irru p ción de un terrem oto que d estru ye a u n a ciudad, o el des
e n cad en am ien to de una g u erra que sirve p ara g astar y en terrar
cientos de m isiles en el desierto, y que son hech os que tienen a
v eces un im p acto e sp ectacu lar y que atraen de u n a m an era des
m esu rad a to d as las m irad as de quienes los p rotagon izan o p resen
cian, estan d o en general co rtad os a la m ed id a del trabajo de los
p eriod istas y de los pu n tos de vista de los políticos del día al día.
H ech os de m uy corta d u ración que se distin gu en claram en te
de los fenóm enos de co y u n tu ra, de esos datos repetidos y reitera
d o s d u ran te años, lustros y h asta d écadas, que han sido los datos
ai
m ás estu d iad os p o r los h istoriad ores económ icos, sociales o cu l
tu rales de la últim a cen tu ria. H ech os de la co y u n tu ra, co m o un
m ovim ien to cu ltu ral o literario de un a generación, com o una ram a
depresiva o ascen d en te del ciclo K ondratiev, o com o los efectos
d iversos de un m ovim ien to político o social contestatario, que
e n m a rca n a los acon tecim ien tos del tiem po o de la d uración corta,
a la vez que se p roy ectan a la m ed id a de la tem p oralidad co rres
pondiente a las prop ias vidas de los hom bres.
Finalm ente, y por debajo de este tiem po m edio de las co y u n tu
ras, sean estas culturales, sociales, econ óm icas o políticas, están las
estructuras de la larga duración histórica, que corresp on d en a los p ro
cesos se cu lares y a veces hasta m ilen arios de las realid ad es m ás
d u rad eras, m ás elem entales y m ás p rofu n d as de esa m ism a vid a
histórica de las sociedades. R ealidades de largo aliento com o los
rasgos y perfiles de un a civilización, los hábitos alim enticios de
u n g ru p o de hom bres, los sistem as de co n stru cción y de vigencia
de las jerarquías sociales, o las actitu d es m entales frente al trabajo,
la m u erte, la vid a o la natu raleza, que al ap arecer com o co o rd en a
das que persisten y que sobreviven a lo largo de los siglos, tienden
a co n fu n d irse com o hechos obvios y a veces hasta eternos, esca
p and o m u ch as v eces a la m irad a y al exam en, obviam ente de los
m alos historiad ores positivistas, p ero incluso tam bién, a veces, de
la ob servación de historiad ores m as serios y atentos.
Se trata entonces de proponer, p ara la historia crítica, una visión
nueva de la tem p oralid ad . Visión rad icalm ente distinta de los fenó
m enos tem porales, que frente al tiem po lineal y cronológico que se
fragm en ta en días, m eses, sem an as, etc., com o en sus pu ntos co n s
titutivos sucesivos, p en sán d ose aún dentro de las arcaicas d ivisio
nes del pasado, el p resente y el futuro, va a p rop on er en cam b io
una idea m ás com pleja de las m últiples duraciones, concebidas m ás
bien com o esp acios fluidos y densos, com o películas siem pre en
m ovim iento, que d esd e la correlación m óvil y flexible de la dialéc
tica del an tes y el después, v an a co n stru ir desde su com plicada
interrelación a esa "dialéctica de las duraciones", que ha sido p o s
tulada por Braudel com o el corazón del deven ir histórico m ism o.
L o que, de asu m irse rad icalm ente, im plicaría que los historiadores
d ejáram o s de u tilizar esas cad a vez m ás paralizan tes y estériles
divisiones del p asado y el presente, y del presente y el futuro, para
co m e n z a r a e stu d iar los fenóm enos históricos dentro de los diver
sos y m últiples flujos, siem pre variables pero siem pre convergentes,
de sus resp ectivas duraciones históricas.
Idea pues, de tiem pos y du racion es diversos, que n egan d o todos
y cad a u n o de los supuestos y de los perfiles del tiem po m od ern o
b u rg u é s dom in an te, es susceptible de recu p eración no sólo por
p a rte de la historia sino tam bién por parte de todas las ciencias
sociales en general, y en con secu en cia, una clave m etodológica que
im plica com o una de sus posibilidades centrales, la de con stitu ir
u n m o d o rad icalm en te nuevo de acercarse al estudio de todo lo
so cial-h u m an o, que se ha d esplegado d entro de esos m ism os tiem
p os o d u racion es históricas.
N oved ad radical y dificultad con ceptual profunda, que tal vez
exp lican alg u n as de las incom prensiones m as frecuentes que ha
su frid o esta p rop u esta nueva sobre la tem poralidad histórica. Así,
es com ú n en con trar autores o textos que equiparan a la larga d u ra
ción con el largo plazo de los econ om istas, o que creen que basta
que u n a realidad cualquiera d u re m ás de cien años para calificarla
co m o e stru ctu ra de larga d uración. O tam bién, quienes siguen
eq u ip aran d o a la corta d u ración exclusivam ente con los h echos
políticos, al tiem po m ed io con los fenóm enos econ óm icos y so cia
les, y a la larga d uración con las realidades esencialm ente g e o g rá
ficas. Pero, bien com p ren d id a y bien aplicada, lo que no es sin duda
tarea fácil, esta teoría de los diferentes tiem pos h istóricos y de la
larga d u ración histórica, resulta tam bién u n a herram ienta preciosa
p ara la con stru cción de esa nueva historia crítica que aquí estam os
in ten tan d o p rom ov er y defender.
no
p ero que en conjunto se au tod eclaró una historia ecléctica desde el
p u n to de vista m etodológico, y tam bién un a historia sin línea d irec
triz ni p rincipios teóricos, que acep taba absolutam ente cu alquier
enfoque h istórico posible, con la ú n ica condición de que ab ord ara
ese indefinido cam p o de las "m entalidades". Y es claro que, desde
el p u n to de vista de la historia crítica, m uy poco o nada puede ser
resca ta d o de esa historia de las m entalidades, d esarrollad a por la
tercera g en eración de la corriente annalista.
E n cam bio, y es esta la p rim era lección de esa h istoriografía
fran cesa de los últim os quince años, resulta interesante el nuevo
m od elo de historia cu ltu ral que esta cu arta generación de A n nales
h a prom ovid o, y que es el m od elo de u n a historia social de las
p rá ctica s cu ltu rales, tam bién caracterizad o com o una nueva h isto
ria cu ltu ral de lo social. U na historia que, frente al substantivism o
autosuficiente de los estu d ios históricos de las m entalidades, -q u e
en o casion es ha llegado hasta el idealism o abierto y confeso, com o
en la obra de Philippe A rie s -, va en cam bio a rep resen tar un v er
d ad ero esfu erzo de una historia otra vez materialista, y otra vez
p rofu n d am en te social de los fenóm enos culturales.
A sí, y asociad a m uy de cerca a los trabajos de R oger C hartier,
esta historia social de las p rácticas cu ltu rales nos p rop one an alizar
todo p rod u cto cu ltu ral com o "p ráctica", y por ende, a p a rtir de las
condiciones materiales específicas de su producción, de su form a de
existen cia, y luego de su propia difusión y circulación reales. Por
ejem plo, co m o en el caso de la historia del libro, que no sólo estudia
los contenidos intelectuales y los m ensajes cu lturales del m ism o,
sino tam bién sus m od os de fabricación, los procesos de trabajo
de los editores, la com posición m aterial m ism a de los textos y su
form a de p resen tación d en tro del "objeto libro", igual que las dife
ren tes form as de su lectu ra y de su recepción, por p arte de los m uy
d iversos "p úblicos" que lo con su m en y lo u tilizan en u n a ép oca
d ad a. Es decir, un a historia cu ltu ral que vista com o esa síntesis de
d iversas "p rácticas", es un a historia m aterialista en el m ejor sen
tido de lo que an tes hem os ya resum ido.
Y tam bién, una historia de la cu ltu ra que es p rofu n d am en te
social, en la m edida en que restituye y reafirm a esa condición de
los p rod u ctos y de las p rácticas cu ltu rales, com o resultados siem
pre d irecto s de la propia actividad social. Es decir, que lo m ism o un a
p ráctica de lectu ra d eterm in ad a que un cierto conjunto de rep re
sentaciones asum idas, e igual un cierto com p ortam ien to cu ltu ral
de un a clase o g ru p o social, que un a d eterm in ad a m od alidad de
con stru cción del discurso, son tod as distin tas m anifestaciones cu l
tu rales que son siem pre p roducidas, acogid as y rep rod u cid as p or
una específica sociedad y en un cierto con texto histórico, lo que nos
obliga entonces a p artir siem pre de ese referente social e histórico,
para la explicación de toda p ráctica o fenóm eno cultural posible.
Un nuevo m odelo de historia cu ltu ral, que si bien se en cu en tra
todavía en p roceso de co n stru cción , y m ás p recisam en te en la vía
de d esp ren d erse de su m a triz orig in aria que fue esta historia del
libro y de la lectu ra, para in ten tar con vertirse en u n m odelo más
general de historia cu ltural, p od ría even tu alm ente en el futuro,
llegar a p rod u cir y a p rop on er p ersp ectivas interesantes y útiles
para los historiadores críticos con tem p orán eos.
U na segu n d a lección, m ucho m ás cercan am en te v in cu lad a a la
historiografía de esa cu arta generación de los A n n ales que h em os
referido, es la de la reivindicación de un a historia social diferente,
focalizad a en p articu lar en recon stru ir, de nueva cuenta, la c o m
pleja dialéctica entre individuo y e stru ctu ras, o entre agentes so cia
les, sean individuales o colectivos, y los en tram ad os o con textos
sociales m ás globales dentro de los cuales ellos despliegan su
acción. Así, tratan d o de ir m ás allá de las visiones esq u em áticas
que, durante décadas, redujeron la acción de los individuos y su rol
social al de sim ples "m arion etas", unilateralm ente d eterm in ad as
en sus posiciones y en sus p rácticas p o r dichas estru ctu ras so cia
les, estos cu arto s A n n ales p rop on en volver a revalorar el papel
activo y constructivo de esos agentes sociales, que no sólo crean y
dan cu erp o total a dichos en tram ad os y e stru ctu ras sociales com o
fruto de sus acciones y de sus interrelaciones, sino que tam bién
disfrutan, p erm anentem ente, de ciertos m árgen es de libertad en
su acción cotid ian a, eligiendo con stan tem ente entre d iversas alter
n ativas y m odificando con sus propias prácticas, a veces p oco y a
v eces totalm ente, a esas m ism as estru ctu ras sociales que, sin duda,
establecen en cad a m om en to los lím ites concretos de su acción.
R estituyendo de esta form a, un enfoque m ucho m ás d in ám ico
y m u ch o m ás com plejo de los agentes com o cread ores y rep ro d u c
tores de las estru ctu ras, y de las estru ctu ras com o m arco envol
ven te y c c m o lím ite de la acción de los agentes, que sin em b argo se
in terrelacion an e interinfluyen recíp rocam en te todo el tiem po, para
tra n sfo rm arse m u tu am en te, esos cu arto s A nnales son cap aces de
m ostrar, no sólo el ca rá cte r cam biante y m óvil de los d eterm in is-
m os que las estru ctu ra s ejercen sobre los agentes - y que lejos de
ser om n ip resen tes, fatales y de un solo sentido claro, son m ás bien
d eterm in ism o s generales, tendenciales y en ocasiones de varios
sentidos p osib les-, sino tam bién el papel siem pre activo, d in ám ico
y cread or de esos agentes sobre las e stru ctu ras, a las que no solo
h an co n stru id o ellos m ism os en el origen, sino a las que rep ro d u
cen tod o el tiem po con su acción, y a las que por lo tanto pueden
tam bién m odificar, incluso totalm ente, en ciertas condiciones y en
ciertos m om en tos h istóricos d eterm in ados.
U n a otra historia social, que su p erando tanto la visión de la
e stru ctu ra om n ip resen te y tod op od erosa sobre el agente pasivo y
p u ram en te recep tivo, com o tam bién la vertiente opuesta del agente
cap az de todo y dem iu rgo de la e stru ctu ra y del m undo, que con
cibe a d ich a estru ctu ra com o red u cida a m ero "telón de fondo"
subsidiario y m argin al, intenta m ás bien recon stitu ir ese com plejo
v a y viene, desde el individuo o desde el g ru p o hacia el contexto,
y desde este últim o hacia los p rim eros. Restitución de esa com pleja
dialéctica entre los sujetos sociales y las situaciones o m edios de
su acción, que ha p erm itid o co rre g ir ciertas versiones d eform adas
de u n a h istoria objetivista y estru ctu ralista, que había redu cido el
papel de los individuos, o de los agentes, o de los sujetos sociales, al
de sim ples "p ortad o res de su condición de clase", o tam bién al de
m era exp resión de la estru ctu ra, historia que p rosp eró tanto dentro
del m arx ism o v u lg a r com o fuera de él, antes de la im p ortan te
revolución cu ltu ral de 1968. Pero que, al rep lan tearse en térm in os
de esta dialéctica de interinfluencias recíp rocas, p erm ite ab on ar el
d esarrollo de un a historia realm en te crítica, que p uede d e sa rro
llarse d en tro de tod os los d iversos cam p o s de lo histórico, para
aplicarse lo m ism o a la historia cu ltu ral o a la historia económ ica,
que a la historia d em ográfica, política o social.
La tercera lección p ost-68 p ara un a h istoriografía crítica, se
en cu en tra en cam b io asociad a a los d esarrollos de las v arias ten
dencias y su b g ru p os que han sido gen éricam ente calificados com o
la 'historia m arxista y socialista britán icas contem poráneas'. Y se
trata de la prop u esta, un a vez m ás, de reivindicación de la historia
social, pero aquí entendida, en p articu lar, com o el p roceso m últiple
de recuperación del conjunto de las clases populares y de los g ru p o s
op rim id o s d en tro de la historia. R ecuperación concebida en m uy
diferentes líneas y niveles, que en un caso se despliega, esp e
cíficam ente, en el sentido del rescate de dichas clases y g ru p o s
p op u lares en relación con su verd ad era condición de agentes de
la d in ám ica social y del cam bio social, m ientras que en o tro caso
avan za, m as bien, com o el p royecto de rein tegrar la voz y la m em o
ria de esos sectores p op u lares en tan to que fuentes esenciales p ara
la con stru cción del saber histórico. Pero tam bién, en u n a tercera
vertiente, resp ecto de la elección de la situación de estas clases
m ayoritarias co m o ob servatorio o p unto de p artid a del análisis
de la totalidad de lo social, al defender una historia con stru id a to
bottom up (desde abajo hacia arriba), en la que el criterio de estos
secto res que son 'los de abajo', es el que define las form as de p e r
cepción y de análisis del grado, la intensidad, las form as y el cu rso
con creto m ism o de la confrontación y de la lucha de clases, en sus
m últiples desen laces y resultados posibles.
De este m odo, un a p rim era v arian te de este p roceso m ulti-
facético de recu p eración de las clases p op u lares den tro de la h is
toria, av an za en el sentido de rev alo rar p rofundam en te, u n a vez
m ás, el v erd ad ero papel que han tenido esas clases p op u lares y
esos g ru p o s op rim id os com o reales protagonistas y constructores del
d ram a histórico. Algo que, com o habíam os señalad o antes, ha sido
en
o rigin alm en te planteado y desarrollado p or M arx, y que estos his
toriad ores británicos, justam ente m arxistas, van a volver a reco rd ar
y a rep lan tear con fuerza, frente a la historia positivista inglesa a la
que ellos com baten e intentan superar. Y entonces, ten d rem os nue
v am en te, y ap oyad a e in spirada en p arte en esta historia socialista
inglesa, toda u n a nueva y v igorosa ola de trabajos con cen trad os en
re co n stru ir las historias de la clase obrera, los itinerarios y papel de
los m ovim ien tos cam p esin os, las exp eriencias y las luchas de los
trabajadores, los estudios y los análisis de los g ru p o s m arg in ales
m ás diversos, igual que la p op u larización de obras y ensayos sobre
la cu ltu ra p o p u lar y la conciencia obrera, sobre las cosm ovisiones
cam p esin as y sobre las form as de ver y de concebir el m undo, ca
racterísticas de esos d iversos g ru p o s y sectores sociales m argin ales
y m arg in ad o s ya m encionados, entre m u ch as otras.
V asto conjunto de p ersp ectiv as y de historias de todas las clases
sociales, y de los innum erables m ovim ientos sociales, que habien
do cob rad o nuevo auge desp u és de 1968, se prolongan h asta el día
de hoy com o u n o de los cam p o s m ás fértiles p ara el ulterior d esa
rrollo de las historiografías críticas de todo el planeta.
U na seg u n d a varied ad im p ortan te dentro de estos enfoques de
la historia socialista británica, es la que se ha concentrado en p ro
p on er el rescate d irecto de la vo z y de la m em oria de esas clases
p o p u lares, co m o in stru m en to y fuente para la con stru cción m ism a
del saber histórico. P ues si esta p ersp ectiva afirm a que son esas
clases p op u lares las que hacen la historia real, entonces lo m ás
lógico es que sean tam bién ellas las que escriban la historia, y las
que elaboren los propios d iscu rso s históricos que intentan d ar
cu en ta de sus obras, de sus luchas, de sus actividad es y de sus
papeles y roles específicos, d en tro de los p rocesos sociales históri
cos globales.
Siguiendo entonces la idea de que la ciencia de la historia debe
de "darle v o z" a los oprim idos, y de que debe h acer que todo el
m u n d o escu ch e dicha voz, al recu p erarla sistem áticam ente dentro
de los elem entos del propio saber histórico, esta historia socialista
británica ha tratad o de im p lem en tar los m ecan ism os para rescatar
y re in co rp o rar a esa m em oria de los verd ad eros protagon istas
esenciales de la historia real, recu rrien d o para ello a la co n stru c
ción y a la revalorización de las técn icas de la historia oral, a la
vez que fundaba los célebres History Workshops o "talleres de h isto
ria" en los que, juntos y com b in an d o sus habilidades y sus saberes
específicos, los propios obreros, o los habitantes de un barrio, o los
p ro tag on istas de un cierto m ovim ien to social, o los cam p esin os de
un a localidad, trabajaban con los h istoriadores "profesionales" o
de oficio, p ara h acer y escribir, o p ara reh acer y p ara reescrib ir la
historia, de esa clase, de ese barrio, de ese m ovim iento o localidad
p articu lares.
U na historia radical que, en la m ed id a en que está in corp oran d o
a los propios trabajadores y sectores p o p u lares com o gen erad ores y
con stru cto res del propio saber histórico, se ha abierto entonces, de
m an era am plia y m u y receptiva, al seguim iento, estudio y reg is
tro de p rácticam en te todos los m ovim ien tos an tisistém icos con tem
p orán eos, h aciéndose eco sin excepción, lo m ism o del m ovim ien to
fem inista que del m ovim ien to obrero, de los m ovim ientos pacifis
tas y an tin u cleares o de los m ovim ien tos estudiantiles, de los m o
v im ien tos cam p esin os o de los m ovim ientos an tirracistas, igual
que de los m ovim ien tos indígenas, urbanos, territoriales o locales
m ás diversos.
U na tercera versión de esta historia, derivada de las dos an te
riores, es la que propone co n stru ir tod a historia posible com o una
"h istoria desde abajo", es d ecir com o una historia que aú n cu an d o
se o cu p e del análisis de las clases d om inantes, o en otro caso de
la cu ltu ra de las élites, o tam bién del papel del Estad o o del m er
cado, o de la nación, lo hará siem pre desde este observatorio espe
cífico que es el del em p lazam ien to y la p ersp ectiva de análisis de
esas m ism as clases populares, viendo a los líderes desde el p u n to de
vista de las m asas, o al Estad o d esd e la sociedad civil, a la vez que
diagn ostica a la cu ltu ra d om in an te desde la cu ltu ra popular, y a
los exp lotad ores y d om in ad ores d esd e el punto de vista de sus v íc
tim as, d esen trañ an d o los m ecan ism os del m ercad o desde la p ro
ducción o con stru y en d o la explicación del fenóm eno de la 'nación'
desd e el punto de vista del ciu d ad an o ord in ario y com ún.
QR
P ro p o n ien d o entonces estu d iar todo fenóm eno histórico "desde
abajo h acia arrib a" (fo bottom up), esta historiografía socialista
b ritánica quiere descentrar sistem áticam ente a la tradicional h isto
ria p ositivista tam bién inglesa, siem pre estatolátrica o adoradora
del Estado, politicista, con cen trad a en los héroes y en los gran d es
hom bres, e ign oran te de esas clases p op u lares antes m encionadas.
C on lo cual, ten d rem os p o r p rim era vez den tro de los estudios
h istóricos, un a p ersp ectiva historiográfíca que intenta co n stru irse
desde el propio punto de vista de las clases populares, desde los m od os
en que d ich as clases som etid as han sentido, vivido y percibido, de
m an era con creta, todo el conjunto de los hechos y p rocesos históri
cos, d esde los m ás cotid ian os y ap arentem ente triviales, h asta los
m as e sp ectacu lares y llam ativos.
Lo que, evidentem ente, se opone de m an era frontal a la an ti
g u a con cep ción p ositivista tradicional, que siem pre ha rep ro d u
cido sin crítica solo el punto de vista de los ven ced ores y de las
clases d om inantes. M ientras que, en esta v arian te de la historia
b ritán ica socialista, justo de lo que se trata es de reexam in ar todos
los hechos, situaciones y p ro ceso s de la historia, desde las cosm ovi-
siones de los cam p esin os y de los obreros, de los m arg in ad o s y de
los trabajadores, es decir, de todos aquellos sujetos sociales cu yas
visiones y percep cion es específicas han sido casi siem pre ignora
d as y om itid as p o r los historiad ores anteriores.
Por últim o, un a cu a rta línea de d erivación im p ortan te de esta
p ersp ectiv a historiográfíca, es la de la reivindicación del original
con cep to de la "econom ía m oral de la m ultitud". C on cep to este
ú ltim o que habiendo sido acu ñ ad o p or el historiador E d w ard P.
T h om p son , nos en trega u n a h erram ien ta m uy interesante y m uy
fecu n d a p ara la historia crítica de la lucha de clases y de los m o
vim ien tos p op u lares. Pues reco rd án d on os que esa lucha de clases
no existe solo en los m om en tos cu lm in an tes o esp ectacu lares de
u n a revolución, de un a revuelta p op u lar o de la Toma de la Bastilla
o del P alacio de Invierno, sino siempre y permanentemente, este con
cep to se nos ofrece com o el esfu erzo de d ar cuenta o de cap tar de
m od o m á s p reciso el m ecan ism o o b aróm etro que, en la sensibili
ce
dad p o p u lar y en el punto de v ista de las propias m asas p op u la
res, regu la y establece en cad a m om en to lo que es tolerable y lo
que es intolerable, lo que es justo e injusto, lo que aún puede acep
tarse frente a aquello que en cam b io d esencadena la ira p o p u lar
y la in d ign ación y la sublevación general, m ecan ism o que en cada
situación histórica p articu lar se ha con stru id o siem pre desde las
tradiciones, la historia, las co stu m b res y los sin gu lares m o d o s de
ver de cad a g ru p o o clase popular, en cada circu n stan cia y tiem po
histórico específicos.
U na "econom ía m oral" de las clases p op ulares, que solo es ca p
tada p o r sus líderes m ás auténticos y por sus p ortavoces m ás ge-
nuinos, pero que debe ser estu d iad a, an alizad a y reco n stru id a con
cu id ad o p or el buen historiad or crítico, si es que este d esea real
m ente com prender, de m an era con creta, fina y detallada, a esa
lucha de clases y a ese d ecu rso social de la historia que intenta
explicar. Ya que sin esa rad iografía cu id ad osa de dicha "econom ía
m oral de la m ultitud", será m uy difícil entender p or qué un m otín,
una revuelta, un a in su rrección , o h asta una revolución, estalla p re
cisam en te en el m om ento en que lo hace y no antes ni d espués,
y ad em ás p or qué los desen laces de tod as esas m anifestaciones
p op u lares y de la lucha de clases, han sido en p articu lar los que
han acon tecid o y no cualesquiera o tro s diferentes.
U na cu a rta lección m etod ológica im p ortante, deriva en cam bio
de las contribuciones y desarrollos de la corriente italiana de la
microhistoria. U na p ersp ectiva historiográfica nacida d irectam en te
de los im p actos de la revolución cu ltu ral de 1968, que recogien d o y
su p eran d o a la vez a todo el conjunto de las tradiciones de la h isto
ria social italiana p osterior a 1945, v a a irse estru ctu ran d o d u ran te
los añ o s setenta y och en ta alred ed or de la publicación de la hoy
conocid a revista Q uaderni Storici. Así, m an teniendo u n a posición
clara y definidam ente progresista y de izquierda, este g ru p o de
historiad ores críticos de origen italiano va a elaborar, en p rim er
lugar y com o una p rim era h erram ien ta heurística de la nueva h is
toria crítica, el procedimiento metodológico del “cambio de escala", p ro
ced im ien to que al p o stu lar la posibilidad de m odificar la "escala"
específica en que un problem a de historia es an alizad o y resuelto,
va en general a d esem b ocar en la reivindicación de la recu p eración
re cu rre n te de la escala microhistórica, o del universo de dim ensiones
h istóricas "m icro", com o el posible nuevo "lu g ar de exp erim en ta
ció n " y de trabajo de los h istoriad ores que, no obstante, continúan
em p eñ ad os en exp licar y en com p ren d er los gran d es y siem pre
fu n d am en tales p rocesos globales m acrohistóricos.
D e este m odo, y a la vez que critican los lím ites de los distintos
m od elos "m acroh istó rico s" p recedentes, que al haberse afirm ado
d en tro de las ciencias sociales y la h istoriografía del siglo xx, fueron
sim u ltán eam en te vaciándose de contenido, al ab an d on ar su fuente
n u tricia o rigin aria, que era y ha sido siem pre el análisis de los
caso s p a rticu lares y de las exp erien cias históricas sin gu lares, los
m icro h istoriad ores italianos v an en cam bio a defender este cam bio
de escala y este reto rn o sistem ático al nivel m icrohistórico, pero no
para renunciar al nivel de lo general y de la m acrohistoria -c o m o si
h acen la m ayoría de los h istoriad ores locales o regionales trad icio
nales y p o sitiv ista s-, sino ju stam en te para renovarlo y enriquecerlo,
rep lan teán d olo de m odo m ás com plejo y elaborado, a p artir de
los resu ltad o s de esa exp erim en tación y de ese trabajo realizad o
d en tro de los u n iversos de la escala m icrohistórica.
Porque el núcleo de este p roced im ien to m icroh istórico y de
cam b io de escala, consiste p recisam en te en esta recuperación integral
de ese círcu lo de va y viene, que con stituye a la dialéctica com pleja
de lo m acroh istórico o general con lo m icroh istórico o p articu lar.
R ecu p eración que av an za tom an d o una o algu n as hipótesis cen
trales de un m odelo de explicación general o macrohistórica ya esta
blecido o acep tad o, p ara entonces "h acer d escen d er" esta o estas
hipótesis a una nueva escala, que es p recisam ente la escala m icro-
histórica. E scala o u n iverso m icro, en el cual d ichas hipótesis
gen erales serán puestas a prueba y verificadas, som etiend o su
cap acid ad explicativa a la p rueba del caso sin gu lar m icroh istórico
elegido, el que al serv ir de "te st" o de "lu g ar de exp erim en tación "
de esas m ism as hipótesis, va a te rm in ar siem pre m odificándolas,
en riqueciéndolas, com plejizándolas, y a veces h asta refutándolas
no
totalm ente, p ara reform ularlas de u n a m an era m u y distinta. Y por
lo tanto, abriendo siem pre la posibilidad y hasta la necesidad de
reto rn a r de nuevo a los niveles m acroh istóricos o generales, desde
los resu ltad os del "exp erim en to m icrohistórico", p ara rep rop on er
enton ces nuevas hipótesis generales y nuevos m odelos m acroh istóri
cos, m á s sutiles, m ás com plejos y m ás cap aces de d ar cuen ta real de
las d istin tas situaciones histórico co n cretas a las que ellos aluden.
P roced im ien to m icroh istórico del cam bio de escala que, enton
ces, no es solo rad icalm en te diferente de la tradicional y m u y fre
cu en tad a historia local, o tam bién de la propia historia regional - y
p or ende, igu alm en te diverso de la d ifundida "m icroh istoria m exi
ca n a " de Luis G on zález y G o n z á le z -, sino tam bién de cualquier
historia p u ram en te an ecd ótica, de las "cosas peq u eñ as" o de los
"esp acio s" o "problem as red u cid os" d en tro de la historia. E incluso,
es u n p roced im ien to que p od ría, p recisam ente, exp lotarse en el
fu tu ro p ara tra ta r de renovar a esas historias locales, regionales, o
anecd óticas, que en su in m en sa m ayoría term in an d erivan d o jus
tam en te en la p u ra descripción p u n tu al, acu m u lativa y finalm ente
intrascen d en te, de h ech os y an écd otas locales o regionales c o rre s
pondientes a esos d iversos m icrou n iv erso s históricos, los que aquí
son con sid erad os solo de m an era aislada y en s í misinos, d escrip cio
nes que son tan com u n es y tan u tilizad as p or p arte de la m ala his
toria positivista.
U na quinta lección, tam bién asociad a a la m icroh istoria italiana,
y d irectam en te con ectad a con el p roced im ien to m icroh istórico que
acab am o s de explicar, es la de las posibilidades que abre, p ara
el buen historiador, el análisis exhaustivo e intensivo de dicho uni
verso m icrohistórico. E s decir, que al red u cir la escala de análisis,
y to m ar com o objeto de estudio a ese "lu g ar de exp erim en tació n "
que es la localidad, o el caso, o el individuo, o la obra o el secto r
de clase elegido, se h ace posible llevar a cabo un análisis p rá c
ticam en te total, tan to de todos los d ocu m en tos, las fuentes, los
testim on ios y los elem entos disponibles dentro de ese m icrou n i-
verso, com o tam bién de los d iversos y m últiples sentidos involu
crad os en las acciones, las p rácticas, las relaciones y los p ro ceso s
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d e sa rro lla d o s p o r esos personajes, o com unidades, o situaciones
m icro h istó rica s investigadas.
P u es a diferencia de los estu d ios p u ram en te m acroh istóricos,
q u e n ecesariam en te seleccionan uno o algu n os p ocos elem entos de
la totalid ad , a los que investigan y an alizan a través de casos o
ejem plos, o de situaciones m ás o m enos ilustrativas y /o rep resen
ta tiv a s de las tendencias generales - l o que es totalm ente pertinente,
ú til y n ecesario, m ien tras no se caiga en el vicio ya m encionado de
" v a c ia r " el m odelo general de sus referentes em píricos, y de ter
m in a r im poniéndolo com o m olde rígido y obligatorio de la exp li
ca ció n de las m últiples realid ad es c o n c re ta s -, el análisis de u n caso
m icro h istó rico perm ite, en cam bio, m an ten er el h orizonte e x h au s
tiv o de agotar p rácticam en te todos los niveles de la realidad, y tod as
las d im en sion es y aristas de u n a situación, de una com unidad , o
d e u n p ersonaje h istórico cualquiera, recon stitu yen d o p or ejemplo,
la en tera red de relaciones de un individuo a lo largo de toda su vida,
o tam b ién el mapa de vínculos, alian zas, m atrim on ios y d isputas de
to d a s las fam ilias de un pequeño pueblo, o tam bién las form as de
v id a , los esp acios de ocu p ación , las exp ectativ as fam iliares y los
co m p o rtam ien to s cu ltu rales y políticos de una cierta clase obrera
d ete rm in a d a , o tam bién tod os los con textos sociales m últiples de
la red acción y de la recep ción social de una cierta obra intelectual,
etc..
Al m ism o tiem po, y acom p añ an d o a este estudio que agota
to d a s las d im ensiones de la realidad m icro bajo exam en , se hace
posible tam bién un análisis m ás intensivo de los testim on ios y
de las fuentes diversas. Un análisis que ubicándose ah ora desde
el p u n to de vista del sentido de los h echos históricos, intenta ta m
bién ag o ta r todos los sentidos im bricados dentro de cada problem a
h istórico, m ultiplicando las p ersp ectiv as de interrogación de dicho
prob lem a, y los p u n tos de ob servación de los m ism os, p ara tratar
d e con stru ir, tam bién d en tro de la historia, lo que el antropólogo
CÜfford G eertz ha llam ad o "descrip ciones d en sas" de los p ro
blem as. E s decir, descrip cion es que sintetizan y com b in an en un
solo esq u em a explicativo, las m u y d iversas m an eras en que la si
tuación o el problem a an alizad o ha sido visto, percibido, y p ro ce
sado, p or todos y cada uno de los actores y agentes sociales en él
involucrados. Un análisis exh au stivo y al m ism o tiem po d en so del
"lu g a r m icrohistórico", que acerca de in m ediato a los h istoriadores
hacia el h orizon te de la historia global, y tam bién hacia el p u n to de
vista de la totalidad, los que hem os ya m encionado y d esarrollad o
anteriorm ente.
La ú ltim a lección hasta ahora ap ortad a por la m icroh istoria ita
liana, y que es la sexta lección de la h istoriografía p osterior a 1968,
es la de la im p o rtan cia de reconocer, cu ltivar y aplicar el paradigma
indiciarlo d en tro de la historia. Y ello, en general, p ero tam bién y
m uy esp ecialm en te cu an d o nu estro objeto de estudio es el con
junto de elem entos y de realid ad es que corresp on d en a la historia
de las clases p op u lares, de los g ru p o s som etidos, de los "d erro ta
d os" sucesivos en las diferentes b atallas históricas, y m ás en g e
neral de todas esas "v íctim a s" d en tro de los p rocesos históricos,
cu ya historia ha sido siem pre silenciada, om itida, m arg in ad a, re
p rim id a o hasta elim in ad a y b orrad a de diferentes m aneras.
Porque ha sido p recisam en te en el intento de reco n stru ir los ele
m en tos que com p on en a la cu ltu ra popular italiana y eu ro p ea del
siglo xvi, pero no vista y an alizad a d esd e el punto de vista de las
clases d om in an tes, sino viéndola d esd e el propio p unto de vista de
esas m ism as clases p op u lares, que C ario G inzburg ha explicitado
ese p arad ig m a indiciario. P arad igm a basado en el d escifram ien to
de ciertos indicios históricos, cu ya esencia consiste en que el h isto
riad or se capacite y entrene para ser cap az de leer e interpretar los
múltiples indicios que, habiendo sobrevivido a los p rocesos de reco d i
ficación, filtro, deform ación, co n serv ació n sesgada, y reescritu ra de
la historia p or p arte de las clases d om inantes, p erm iten tod avía
hoy acced er de m an era directa a esos p u n tos de vista y a esas co s-
m ovisiones de la cu ltu ra popular, al m odo de huellas, síntom as o
trazo s que, ad ecu ad am en te leídos e in terpretados, logran aún rev e
larn os esas realid ad es silenciadas y m arg in ad as sistem áticam ente
que co n fo rm an a esa m ism a cu ltu ra popular.
mi
Y es que si p a rtim o s del h ech o de que las clases p op u lares no
sab en leer ni escribir sino h asta fechas m uy recientes, entonces
es claro que los testim onios y d ocu m en tos sobre su cu ltu ra sean
en general escasos, cu an d o no h asta inexistentes. Y si a ello ag re
g a m o s que la historia la h acen siem pre los vencedores, entonces
resu lta evidente que lo que ha llegado hasta nosotros, cu an d o ha
llegado, sobre esa cu ltu ra popular, son sólo y sobre todo las visio
nes de las clases d o m in an tes sobre dicha cu ltu ra de las clases que
ellos m ism os h an som etid o y explotado, visiones que ad em ás de
no co m p ren d er ad ecu ad am en te dich a cu ltu ra, la b an alizan, defor
m an , y distorsionan, a través de los ineludibles filtros, interesados
y n ad a im p arciales, de su propia posición de clase h egem ónica. Por
ello, lo único que ha llegado h asta n osotros de esa cu ltu ra popular,
em in en tem en te oral y siem pre negada y exp u lsad a de la historia
oficial, no son otra cosa que esos pequeños indicios, o rasgos y ele
m en tos aparentemente insignificantes p ara cu alquier m irad a ord i
n aria, p ero en verdad p rofu n d am en te reveladores y esclarecedores
p ara la m irad a agu d a y para el olfato especialm ente en tren ad os del
h isto riad o r crítico, que ha cu ltivad o esta búsqueda de los indicios,
y esta cap acid ad de su lectu ra e in terp retación ad ecu ad as.
P or eso, C ario G inzburg juega, para exp licar este p arad igm a
indiciario, con la com p aración m etafórica entre la actividad del
historiador, de un lado, y en el o tro con toda una serie de activi
d ad es que incluyen, p or ejemplo, el trabajo del detective, o ta m
bién la labor del sicoanalista, o la pesquisa de un juez, igual que el
d iagn ó stico de un buen m édico, o la investigación del esp ecialista
de a rte que es cap az de atrib u ir acertad am en te la autoría de un
cu a d ro su p u estam en te anónim o, entre otros. Pues en todos estos
ca so s se trata de saberes indicíanos, que a p artir de esos elem entos
sólo ap aren tem en te secu n d ario s o insignificantes, que son los
rastro s dejados in volu n tariam en te p or el culpable, o los actos falli
dos del paciente, o las con trad iccion es o lagu n as presentes en la
dep osición de los testigos, o los síntom as diversos de u n enferm o,
o tam bién los m od os recu rren tes y totalm ente sin gu lares de pintar
un a uña, un a oreja, un a zona del cabello o un pliegue del vestido,
t
logran descubrir y establecer esa realid ad oculta y de difícil acceso,
p ero finalm ente "atrapable" y descifrable por el buen investigador
o pesquisador.
U n saber indiciario que es, tam bién, u n o de los modos perm anen
tes y milenarios del saber popular, del sab er de esas m ism as m asas y
clases p op u lares, que aprehenden el m u n d o por la vía de la e x p e
riencia cotid ian a y de la observación atenta del entorno circu n
dante. Y p or lo tanto, también a p a rtir de esa capacidad de leer los
indicios y de in terp retarlos ad ecu ad am en te, com o en el ca so del
saber de los cazad o res, de los m arin eros, de los carp in teros o de los
cu ran d ero s y m éd icos populares.
Un saber ap oyad o en indicios que, bien aprendido y bien apli
cado, es u n a h erram ien ta preciosa tan to para el rescate de tod os
esos tem as difíciles y que se "resisten " a d arse fácilm ente al h isto
riador, - l o que hace que el m al historiad or positivista, sim plem ente
los ignore, y pase de largo olím picam ente frente a ello s-, com o,
m ás en general, p ara el d esarrollo m ás rico y com plejo de esa bu ena
historia crítica, que recu p era esos elem entos de la historia p o p u
lar, p ero siem pre desde el propio p u n to de vista de las víctim as.
U na sép tim a lección im p ortan te de la historiografía p osterior a
la revolución cu ltu ral de 1968, está vin cu lad a con el d esarrollo de
la cad a vez m ás d ifundida p ersp ectiva del "w orld-system analy-
sis" (del análisis del sistem a-m undo). Perspectiva que habiéndose
d esarrollad o, tam bién a raíz de la ru p tu ra de finales de los años
sesen ta en E stad os U nidos, ha ido d ifu n d iéndose y g an an d o p o p u
laridad en todo el m u n d o a lo largo de los últim os cinco lustros.
Persp ectiva crítica, que se reivin d ica tam bién com o d irectam en te
insp irad a en los trabajos de M arx, y cu yo rep resen tan te principal es
Im m anuel W allerstein, que hoy es, en tre m u ch as o tras cosas, d ire c
tor del conocido Fernand Braudel Center de la U niversidad de Bing-
ham ton. C en tro F ern an d Braudel, al que igualm ente p o d ríam o s
consid erar com o el espacio de con cen tración m ás im p ortan te para
la rep ro d u cció n e irradiación m undial de este m ism o enfoque.
Así, esa sép tim a lección referida, es la que alude al p arad ig m a
que afirm a que la unidad de análisis obligada para el exam en y
explicación de cu alq u ier fenóm eno, hecho, o p roceso acontecido
d u ran te los ú ltim os cinco siglos, es la unidad planetaria del sistema-
mundo capitalista. Es decir, u n a p rop u esta m etodológica que afirm a
que, p ara p o d er exp licar cualquier fenóm eno social de la historia
cap italista del últim o m ed io m ilenio, es im perativo y forzoso
m o stra r sus con exion es y vin cu lacion es con esa unidad de refe
ren cia, siem pre p resente y siem pre esencial e im prescindible en
térm in o s de un a explicación ad ecu ad a, que es justam ente el
sistem a-m u n d o capitalista en su totalidad.
L o que im plica entonces que, para esta persp ectiva, son siem pre
in ad ecu ad os y h asta en cu b rid ores de la realidad, los m arco s co n
cep tu ales que intentan e n cu a d ra r y exp licar esos m ism os fen óm e
nos sociales, d esd e el m a rco de la "nación", o del "Estado", o de
la "socied ad ", o de cualquiera de las com binaciones que derivan
del acop lam ien to de estos térm inos, com o son el E stado-nación, la
socied ad nacional o la socied ad estatal. Porque al afirm ar que el
v erd ad ero m a rco en el que se desenvuelven todos los p rocesos ca
pitalistas, es el m a rco del sistem a-m u ndo sem iplanetario o p lan e
tario, seg ú n las ép ocas, lo que se reivindica es la existencia de una
dinámica global igualm en te plan etaria, que estaría siem pre actu an te
y siem p re p resen te d u ran te el últim o m edio m ilenio tran scu rrid o ,
y que sería la d in ám ica última y determinante del conjunto de reali
dad es, situaciones, su cesos y acon tecim ientos desplegados den tro
de los lím ites de este m ism o sistem a-m undo capitalista.
Y entonces, no se trataría sim plem ente de "s u m a r" o de
"a g re g a r" los "factores externos", o extra nacionales, a los "factores
internos", n acionales o estatales, de una "socied ad " d eterm in ad a,
lo que siem pre se hace tom an d o a d ichos factores extern os com o un
m ero com plem ento, m argin al y secu n d ario, de esos factores inter
nos, sino m ás bien de lo que se trata es de invertir y de transformar
rad icalm en te n u estros m od os de explicación y de interpretación
habituales, reubicando tam bién en el centro de n uestras hipótesis
y de n u estros m odelos, a esa d in ám ica supranacional de las ten
d en cias globales del sistem a-m undo, din ám ica que, solo en un
se g u n d o m om ento, va a esp ecificarse y a co n cretarse en las d iver
sas d in ám icas regionales, nacionales y locales p articu lares.
R eubicación de ese m arco global del sistem a-m undo, com o
referente m ás general de nuestras explicaciones, que entonces nos
obliga a co m en zar p o r p reg u n ta r si el problem a o tem a investigado
se ha d esplegado en u n a zon a central, sem iperiférica o periférica
de ese sistem a-m u n d o, y tam bién si ha acontecido dentro de una
fase ascen d en te o descendente, en prim er lugar, del ciclo K ondra-
tiev, p ero tam bién y en segu n d o lugar, de los ciclos h egem ón icos
de las poten cias del sistem a-m undo, y en tercer lugar, d en tro de
qué fase, etap a o m om en to tem poral dentro de la cu rv a integral
de vid a del sistem a-m u n d o en su conjunto. P reg u n tas que al ser
resp o n d id as nos d an ya, segú n esta p ersp ectiva del análisis del
sistem a-m u n d o, las primeras coordenadas esenciales para la expli
cación con creta de ese problem a histórico analizado.
U na o ctava lección, tam bién ligada a esta persp ectiva del an áli
sis del sistem a-m u n d o, es la que se refiere a la necesidad de rep en
sa r nuevam ente, de m an era crítica, la form a de organización del
sistema de los saberes humanos en general, y en p articu lar, el episteme
hoy vigente d en tro del conjunto o u n iverso de las llam ad as ciencias
sociales. Porque recu p eran d o en este punto, la exigencia antes refe
rida de u n a h istoria verd ad eram en te globalizante o totalizante, y
p royectán d ola en p articu lar hacia el problem a de la historia de la
co n stru cció n de las diversas d isciplinas o ciencias que h oy abor
d an los diferentes renglones de lo social h u m an o en el tiem po, este
p arad ig m a del w orld-system analysis va a criticar rad icalm en te la
actu al configuración disciplinar del estu d io de lo social, que sigue
en cerran d o n u estras reflexiones e investigaciones dentro de la ya
arcaica división de esas su p u estas ciencias autónom as y sep arad as
que son la econ om ía, la an trop ología, la ciencia política, la h isto
ria, la geografía, la sociología, la sicología o la lingüística, entre
otras. En contra de esta p arcelación del saber sobre lo social, cada
vez m ás p aralizan te y cad a vez m as lim itada, esta p ersp ectiva
va en cam bio a p u g n a r abiertam ente p or "abrir las ciencias so cia
les", p ara re co n stru ir un a nueva y ab arcativa "u n id iscip lin arie-
d ad " p ara el estu d io de lo social, que fu ndada y apoyada en una
sola ep istem ología global, sea cap az de edificar la "ciencia social-
h istórica" que deberá su stitu ir a esas actu ales disciplinas m en cio
n ad as de la antropología, la econom ía, la ciencia política, la historia
o la sociología, etc..
R evisan d o y cu estion an d o entonces de raíz, las específicas
d ivisiones epistem ológicas que fu n d an este esquem a p arcelad o y
cu ad ricu lad o de las distin tas disciplinas o ciencias sociales co n
tem p orán eas, esta p ersp ectiva desarrollada en p arte p or Im m a-
nuel W allerstein, va a d em o strar lo estéril e insostenible de segu ir
inten tan d o se p a ra r el p asad o del presente, lo político de lo social
y lo social de lo económ ico, así com o el estudio de las civili
zacion es eu ro p eas del de las sup u estas cu ltu ras o civilizaciones
no eu rop eas. D ivisiones y sep aracion es que hoy se revelan com o
insostenibles y com o p u ram en te artificiales, y que cad a v ez resu l
tan m ás p aralizan tes y restrictivas p ara la ad ecu ad a com prensión
de lo social, siendo sin em b argo el verd ad ero fu n d am en to ú ltim o
de la justificación de esta configuración disciplinar actu alm en te
vigente. D ivisiones que u rg e entonces criticar y elim inar, p ara abrir
el p aso a la con stru cción de ese nuevo horizonte unidisciplinar en
el análisis de lo social, hacia el cual tienden de m an era esp on
tán ea todas las p ersp ectiv as y todas las corrientes m as innovadoras
d esarrollad as recientem ente d en tro de esas m ism as ciencias so cia
les actuales.
In vitán d on os entonces a rep en sar con seriedad estas prem isas
no exp licitad as de n u estro actu al sistem a de con stru cción de la
ciencia sobre lo social, Im m anuel W allerstein explica entonces la
actu al crisis que vive este epistem e todavía dom inante, crisis que
no se resolverá nunca, ni con la interdisciplinariedad, ni con la
m ultidisciplinariedad, p ero tam p o co con la transdisciplinariedad
o con la p luridisciplinariedad, las que en todos los casos p arten
finalm ente del dato de resp etar, sin criticarlo, ese m ism o fu n d a
m ento de la división en diferentes disciplinas, al que en el fondo
con sid eran válido y legítim o, y del cual solo quieren p aliar o m od i
ficar sus 'm alas' con secu en cias, p ero sin tran sfo rm ar de raíz ese
m ism o fundam ento. M ientras que, p or el contrario, en la p ersp ec
tiva del análisis del sistem a-m undo, de lo que se trata es justam ente
de deslegitim ar y de elim in ar p or com pleto dicho fu n d am en to de
la división disciplinar, recon stru yen d o desde la base otro modo o
episteme diferente p ara ese m ism o estu d io de lo social, u n epistem e
p recisam en te utiidisciplinario p ara la com prensión y exam en de lo
social-h u m an o en el tiem po.
C on lo cual, la actu al crisis que viven las ciencias sociales a ctu a
les, solo puede ser superada si abolim os com pletam en te dicha p ar
celación en disciplinas, y si volvem os a esas visiones u n itarias y
un id iscip lin ares sobre lo social que existieron, todavía, h asta la
p rim era m itad del siglo xix, p or ejem plo en el propio caso de C arlos
M arx. N ueva visión u n id isciplinaria en la que, p or lo d em ás, habrá
que re cu p e ra r todo el conjunto de las contribuciones im p ortan tes
d esarrollad as p or estas m ism as ciencias sociales parceladas, en sus
ciento cin cu en ta años de d esarrollo en general. U na recu p eración
com pleja y sutil, en la que los ap ortes hasta hoy d esarrollad os, en
p a rticu la r p or la historia, deberán o cu p a r un rol central y de p ri
m era m ag n itu d , al con trib u ir a esclarecer los m ecan ism os tem p o
rales de la continuidad y del cam bio, y m ás en general, to d as las
im plicaciones y conexiones de esos fenóm enos sociales con esta
d im ensión p rofu n d a y om n ip resen te de la tem poralidad.
* ★ *
E stas son, b revem ente resu m id as, las principales lecciones que nos
ap o rta n las m á s im p ortan tes corrien tes historiográficas hoy vigen
tes d en tro del p an o ram a universal de los estudios históricos m ás
con tem p orán eos. L eccion es que, obviam ente, son en su totalidad
térra incógnita p ara los m alos h istoriad ores oficialistas, trad icion a
les y positivistas, a p e sa r de que constituyen, sin duda, las h erra
m ien tas m ás cotid ian as y los referentes m ás usuales de los buenos
historiad ores críticos con tem p orán eos. Y es claro que resulta abu
sivo, y finalm ente h asta m entiroso, au tod en om in arse "h isto riad o r"
si uno no con oce y dom in a, p or lo m enos, a esta serie de autores,
p arad ig m as y p rop u estas que, en su conjunto, son el legado m á s
reciente, y tam bién las p ersp ectivas todavía vivas y vigentes, co
rresp on d ien tes a los m od os m ás actu ales en que se ejerce hoy el
apasionante oficio de la historia.
F e d e r ic o E n gels
i no
¿Q U É H IS T O R IA D E B E M O S H A C E R Y E N S E Ñ A R H O Y ?
U N M O D E L O P A R A (D E S )A R M A R
m
acon tecim ien tos, com o la de las co y u n tu ras y la de las e stru ctu
ras, im b rican d o en una sola m elodía com binada, todo ese conjunto
com plejo de hechos, fenóm enos y p rocesos de distintas duraciones
h istóricas, d esplegadas en los m u ch os registros tem porales, de esa
p artitu ra global que es la propia historia de las sociedades y de los
hom bres.
Porque la historia no es, tam p oco, ni p u ram en te objetiva ni
p u ram en te subjetiva, sino ju stam en te una dialéctica com pleja de
la relación entre objeto y sujeto, en la que los educadores sin duda
form an a los educandos, p ero en donde tam bién "los educadores
tienen a su vez que ser educados", y ello m u ch as veces p or p arte
de esos m ism os educandos. Porque si los individuos son el fruto
de las circu n stan cias, las circu n stan cias son tam bién cread as por
los individuos, en un m ovim ien to repetido e interm inable que es
ju stam en te el de la propia d in ám ica histórica.
L o que nos d em u estra com o carece de sentido reivin d icar la
con stru cció n de un a historia "desde el sujeto", com o su p u esta
m ente op u esta y distinta a la historia "objetiva", o "estru ctu ral",
igual que no tiene n in gú n su sten to el tratar tam bién de sobreesti
m ar, exageran d o su im p ortan cia, a la historia de las m entalidades o
a la historia cu ltu ral, com o m ás relevante o m ás "universal", o m ás
ab arcativa, que la historia económ ica, o que la historia política, o
que la historia social. C om o si no fuese evidente que toda la h isto
ria es, siem pre y en cu alquier caso, al m ism o tiem po "subjetiva"
y "objetiva", es decir, h ech a p or los hom bres, las clases y los a cto
res sociales, p ero tam bién condicionada por las estru ctu ras, por las
condiciones objetivas y p or las circu n stan cias m ateriales. E igual
m ente, com o si la historia no fuese, com o ya hem os explicado antes,
u n a historia siem pre total, donde es tan relevante y tan prioritario
de e stu d iar lo cu ltu ral que lo social, lo económ ico que lo político,
lo psicológico o lo geográfico, etc.. Y en donde, en vez de caer
en el recu rren te "fetich ism o" del especialista de un cam po, o de
un esp acio p roblem ático determ in ad o, que siem pre lo intenta con
cebir com o "el m ás decisivo", el "crucial", el que es "la clave de
com p ren sión de la totalidad", etc., lo que habría que asu m ir es la
im p ortan cia del vínculo, siem pre esencial, de esa historia social, o
econ óm ica, o política, o cu ltu ral, etc. con dicha historia global.
E igu alm en te falso, es oponer la historia cuantitativa, serial, de
m asa y an ón im a, su p u estam en te m ás científica p or cu an to m ás
ap oy ad a en el uso de las m atem áticas, a la historia con creta, viva y
vivid a de los individuos, de las fam ilias o de los pequeños g ru p o s
sociales, su p u estam en te m ás real y m ás cercan a de lo "cotid ian o" y
de lo "verd ad ero ". Pues la historia es a la vez historia de las m asas
y de los individuos, y p or ende, p or ejemplo, lo m ism o historia de
las c u rv a s de población generales, que de los d ram as individuales
de cad a fam ilia cam p esin a que se colapsa porque su tierra no crece,
m ien tras si crece la d escendencia de los hijos que deben heredarla.
A sí que es claro que es una falsa alternativa, o p tar por hacer la h is
toria de la cosm ovisión de un m olinero friulano, o de un obrero
vid riero itinerante de la Fran cia del siglo xvm de un lado, o la h isto
ria cu an titativa, sea de los p recios en E u rop a entre 1450 y 1750, sea
del sentim iento de d escristian ización en la Proven^e del siglo xvm,
pues tod as ellas son igualm ente pertin entes e igualm ente posi
bles, estan d o ad em ás d irectam en te co n ectad as e interrelacionadas,
com o nos lo han d em ostrad o C ario G inzburg, D aniel Roche, Fer-
nand Braudel o M ichel Vovelle, en tre m uchos otros historiadores
críticos im p ortan tes.
Y si es verd ad que la cuantificación y la con stru cción de series
de todo tipo, son h erram ien tas m uy útiles p ara el d esarrollo de la
historia, lo son al m ism o título que la ap roxim ación m icroh istórica
y la reco n stru cció n biográfica que ya hem os m encionado. P u es los
m últiples ro stro s d iversos de la historia, y las m iles de d im en
siones y de realid ad es que ella alberga, serían m uy difíciles de
aprehender, si nos lim itáram os solo a un cierto tipo de técnica o
de m étodo, o a un solo p arad igm a, o m odelo, o cam p o de inves
tigación historiográfica particu lar. L o que no significa, ni m u ch o
m enos, reivin d icar un "eclecticism o" o un falso "ecu m en ism o " no
atad o a n in gu n a "ortodoxia", ni en el plano m etodológico ni en el
plano epistem ológico, com o lo ha hecho por ejem plo Jacques Le
Goff, p ara defender y justificar el p royecto de la llam ada Nouvelle
Histoire o nu eva historia, sino m ás bien recon ocer que, d ad a la
en o rm e v aried ad y la extrao rd in aria complejidad de los hech os y
fenóm enos que abarca la historia, se irá haciendo n ecesario re c u
p e ra r e in tegrar, progresivam en te, a tod as las lecciones, y p ara
d igm as, y m odelos, y conceptos, y propuestas, que antes hem os
resu m id o brevem ente, en función de los específicos tem as y p ro
blem as h istóricos que cad a h istoriador elija ab ord ar y desarrollar,
y en función tam bién de las fuentes disponibles, de los objetivos
de la en cu esta h istórica planteada, de las form as de ap roxim ación
que el propio objeto estu d iad o perm ita y haga posibles, y de las
específicas d im ensiones o realid ad es que intenta atrap ar o cap tar
el propio historiador.
Ya que lejos de ser excluyentes y alternativas, esas lecciones de
los d istintos autores que, a lo largo de los ciento cincuen ta años
que ha recorrid o la actual h istoriografía contem p oránea, han ido
edificando las bases de un a posible historia realm ente crítica, tien
den m á s bien a com p lem en tarse y a confluir de m an era general, en
la m ed id a en que tod as ellas rep resen tan las h erram ien tas todavía
vigentes, y tam bién los referentes todavía im prescindibles, de la
con stru cció n de esa m ism a historia crítica.
P u esto que si un a de las exigencias de esta historia crítica, es
la de "m ultiplicar las m irad as posibles" resp ecto de un hecho, o
p roceso, o fenóm eno h istórico cualquiera, para así h acer m ás co m
pleja su com prensión y su ulterior explicación, entonces esa m ulti
plicación y com plejización solo serán posibles si disolvem os tod as
estas falsas disyu n tivas, y m u ch as otras sim ilares que aquí no
h em os abordado. D isolución y superación que nos p erm itirá ser
cap aces de ir m ás allá de estas estériles antinom ias y elecciones,
en el cam in o de tratar de d ar cuenta, de una m an era adecuada,
sutil y com plicada, de todo el conjunto de elem entos que co m p o
nen a esas d istintas realidades históricas que n osotros p reten d e
m os exp licar científicam ente, en toda su tam bién difícil, v ariad a y
com pleja diversidad.
Y es ju stam en te en esta línea que d eseam os avan zar, p ara p od er
im p u lsar y p ro m o ver de m odo m u ch o m ás activo, el tipo de h isto
ria que hoy d eseam os h acer y en señ ar en nu estro país.
★ * ★
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Se tiraron 2000 ejemplares, m ás sobrantes para reposición.