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CUENTO.

“EL PATITO FEO”

Un día de verano, cuando comenzaba a atardecer, mamá pata y papá pato fueron padres de
seis preciosos patitos.

Todos rompieron el cascarón al mismo tiempo; bueno, todos menos uno. Había un huevo
que era algo más grande y distinto a los demás. En la granja, todos esperaban impacientes
su nacimiento.

Al fin, un poco antes de que acabara el día, el huevo


comenzó a romperse y el último patito sacó su cabeza
del cascarón.

Todos se acercaron a ver al nuevo pequeñín, pero, al


ver su aspecto, se marcharon sin decir nada. Tan solo la
gallina dijo – ¡Pero que pato más grande y feo! Desde
luego, no se parece en nada a sus hermanos. Puede que
no sea un pato de verdad – y así es como el patito
empezó su andadura por el mundo. Pasaron los meses y el patito se hartó de que todo el
mundo le dijera lo feo que era. Todos, excepto sus padres, le llamaban Patito Feo. Una
mañana, el pobre pato decidió marcharse de la granja. Ya no podía soportar más los
insultos de sus compañeros y hermanos.

El patito comenzó a caminar hacia el bosque en busca de un lugar en el que lo


tratasen con cariño y respeto.

El pobre patito se apartó de los enormes animales y se escondió en una esquina


del granero – me quedaré aquí hasta que acabe el invierno,
después seguiré mi camino – se dijo.

Y así lo hizo. Con el primer brote de primavera, el pato


salió de la oscura esquina del granero y continuó su
camino. Sin dudarlo ni un segundo, el Patito…perdón, el
hermoso cisne, se unió al grupo de hermosas aves y, desde
aquel día ya nunca se sintió feo, ni diferente. Al fin, el cisne
encontró el cariño y el respeto que durante tanto tiempo
había buscado.

FIN

AUTOR: Hans Christian Andersen

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