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UNIVERSIDAD CORHUILA

MEDICINA VETERINARIA Y ZOOTECNIA

ENSAYO

NOMBRE DEL ESTUDIANTE: Francisco Méndez Vásquez

TITULO DEL TEXTO: Cirugía en pequeños animales.

AUTOR: Theresa Fossum.

TEMA: Luxaciones Sacro-Ilíacas, Luxación Patelar, Luxación De Codo,


Luxación Coxofemoral.

LUXACIONES SACRO-ILÍACAS

Las luxaciones sacro-ilíacas o fracturas son una fuente de dolor, inestabilidad y


la fractura pélvica más común asociada con compromiso neurológico.

Las luxaciones sacro-ilíacas pueden ser tratadas conservadoramente con


actividad limitada, en casos donde se muestre un desplazamiento de la
articulación sacro-ilíaca mínimo o inexistente.

Los estudios nos dicen que el tratamiento conservador está indicado en


algunos casos, con mínima incomodidad y mínima dislocación de la estructura
pélvica, lográndose una recuperación funcional completa.

La fractura o luxación da como resultado el desplazamiento cráneo-dorsal del


ilion. La reparación quirúrgica puede conseguirse con tornillos óseos o un
aparato estabilizante transilial, pero esto no es siempre necesario a no ser que
la fractura del paciente se encuentre dentro de los criterios para la reparación
quirúrgica. En el caso del tratamiento quirúrgico de las fracturas pelvianas, se
pone énfasis mayor en la articulación sacroilíaca, el ilion y el acetábulo. Si
estas tres áreas se reducen y fijan adecuadamente, las otras (isquion y pubis)
se reducirán y estabilizarán apropiadamente, como regla general; salvo pocas
excepciones, no necesitan un tratamiento quirúrgico específico. En la mayoría
de los casos, es una ventaja para el cirujano proceder en el orden de
articulación sacroilíaca, ilion y acetábulo, si las tres áreas están afectadas.

Las fracturas pélvicas más comunes donde la cirugía debería ser considerada
son las fracturas de sacro o luxaciones sacro-ilíacas, fracturas del cuerpo del
ilion, y fracturas acetabulares.
El tratamiento quirúrgico está indicado para la inestabilidad sacro-ilíaca
importante uni o bilateral, dolor y fracturas.

En concordancia con otros estudios, el grado de trauma de la fractura pélvica,


las causas de la fractura/luxación y las posiciones de los tejidos blandos
afectados y órganos fueron examinados preoperatoriamente porque la pelvis es
propensa a múltiples fracturas en perros y gatos con luxaciones sacro-ilíacas.

El principal motivo de la cirugía en luxaciones sacro-ilíacas es la reaposición


exacta entre el esqueleto axial y apendicular. De esta manera, el dolor se
reduce y el soporte del peso es proporcionado.

La rótula es un pequeño hueso enterrado en el tendón de los músculos


extensores (los músculos cuádriceps) del muslo. La rótula normalmente
descansa sobre un surco dentro del fémur (hueso del muslo) en la rodilla. El
tendón rotuliano está conectado a la cresta tibial, una protuberancia ósea
ubicada sobre la tibia (hueso de la espinilla), justo bajo la rodilla. El músculo
cuádriceps, la rótula y su tendón forman el “mecanismo extensor” y están
habitualmente bien alineados entre sí. La luxación (dislocación) patelar es una
enfermedad en la que la rótula se desplaza fuera del surco femoral al flexionar
la rodilla. Puede caracterizarse además como media o lateral, dependiendo de
si la rótula se apoya en la cara interior o exterior de la rodilla respectivamente.

LUXACIÓN PATELAR

La luxación patelar ocasionalmente se origina por una lesión traumática de la


rodilla, que provoca una cojera intensa y repentina de la extremidad. Sin
embargo, la causa precisa sigue estando poco clara en la mayor parte de los
perros y probablemente se deba a múltiples factores. El surco femoral en el
que se apoya normalmente la rótula es habitualmente poco profundo o está
ausente en los perros con luxación patelar no traumática. El diagnóstico
temprano de enfermedad bilateral en ausencia de traumatismo y la
predisposición por la raza, refuerzan el concepto de que la luxación patelar está
provocada por una alineación defectuosa, congénita o del desarrollo, de todo el
mecanismo extensor.

La luxación patelar del desarrollo ya no se considera, por tanto, una


enfermedad aislada de la rodilla, sino una consecuencia de unas anomalías
esqueléticas complejas que afectan a la alineación general de la extremidad, lo
que incluye conformación anómala de la articulación de la cadera, como
displasia de cadera (enlace a tema de salud), malformación del fémur, con
angulación y torsión (rotación) anómalas, malformación de la tibia, desviación
de la cresta tibial, la protuberancia ósea a la que se une el tendón de la rótula
bajo la rodilla, tirantez/atrofia de los músculos cuádriceps, que actúan como la
cuerda de un arco un ligamento rotuliano que puede ser demasiado largo.
Debido a que hay evidencias de que esta enfermedad es, al menos en parte,
genética, los perros diagnosticados con luxación patelar no deben aparearse.

LUXACIÓN DE CODO

La luxación de codo canina es una enfermedad que consiste en múltiples


anomalías en la articulación del codo. La articulación del codo es una
articulación compleja formada por tres huesos (el radio, el cúbito y el húmero).
Si esos tres huesos no encajan a la perfección como consecuencia de
alteraciones de crecimiento, se produce una distribución anómala del peso
sobre distintas zonas de la articulación, lo que causa dolor, cojera y hace que
se desarrolle artritis. La displasia de codo es una enfermedad que comprende
varias alteraciones agrupadas en enfermedad del espacio medial
(fragmentación de la apófisis coronoides, osteocondrosis, incongruencia de
codo y anomalías del codo) y en falta de unión de la apófisis ancónea. La
causa de la displasia de codo canina no está clara. Existen distintas teorías
sobre la causa exacta de la enfermedad, que incluyen genética´, defectos en el
crecimiento del cartílago, traumatismo, dieta y otras cuestiones. La sospecha
más habitual es que se trata de una enfermedad multifactorial que causa
alteraciones en el crecimiento.

La displasia de codo es un problema hereditario que puede aparecer en la


mayoría de las razas, pero se ve sobre todo en razas de perro grandes o
gigantes. Por desgracia, una vez que la articulación del codo está dañada, bien
por la pérdida de cartílago, por una enfermedad del espacio medial o por la
falta unión de la apófisis ancónea, se produce un círculo vicioso de inflamación
y más daños al cartílago. A la larga, esto causa la artritis progresiva de la
articulación del codo, que genera dolor y pérdida de la función.

Los perros afectados por la displasia de codo suelen mostrar signos desde una
edad temprana, normalmente a partir de los 5 meses, pero algunos no son
diagnosticados hasta los 4-6 años. Los perros con este problema desarrollan
una cojera en las patas delanteras que suele empeorar a lo largo de las
semanas o los meses. La cojera suele agravarse después del ejercicio y por lo
general nunca desaparece del todo con el reposo. A menudo, afecta a las dos
patas delanteras, lo que dificulta la detección de la cojera, porque la marcha no
es asimétrica. Cuando los dos codos están dañados, el perro no suele querer
hacer ejercicio durante períodos largos o incluso se niega a dar un paseo.

El diagnóstico de la displasia de codo suele hacerse con una combinación de


examen clínico y radiografías. A menudo, el perro siente dolor al doblar o
extender el codo por completo y es habitual que el veterinario quiera ver
caminar o trotar al perro para detectar cualquier cojera. Por lo general, las
radiografías mostrarán signos de artritis, pero puede que también revelen la
presencia de pequeños fragmentos de hueso en la articulación o la no unión de
la apófisis ancónea. También es posible que el veterinario decida referir el caso
a un cirujano veterinario especialista para que se realicen procedimientos
diagnósticos más avanzados, que pueden incluir TC, RM o artroscopia.

El tratamiento depende de la gravedad de la enfermedad del codo. La cirugía


está recomendada en la mayoría de los casos, pero es posible que el
veterinario sugiera el tratamiento con medicamentos si el problema es muy leve
o tan grave que no es probable que la articulación se beneficie de una cirugía
ordinaria. El tratamiento dependerá de la causa primera de la displasia de
codo. Con frecuencia, la mejor forma de realizar la intervención quirúrgica es
mediante artroscopia, pero también puede hacerse con un abordaje abierto
convencional. Según el problema de codo que tenga cada perro, la intervención
quirúrgica puede implicar eliminación de fragmentos coronoides y del cartílago
suelto, alteración quirúrgica de la articulación del codo para desviar el peso de
las zonas dañadas, volver a fijar o retirar la apófisis ancónea no unida del
espacio articular medial, corrección del escalón/de la incongruencia articular;
suele hacerse cortando el cúbito para restablecer la congruencia del codo,
reemplazo de la articulación si el codo está muy afectado. Cuidados posteriores
y evolución Los cuidados posteriores a la cirugía dependerán del tipo de cirugía
realizada y el veterinario dará las indicaciones exactas. En general, el perro
tendrá que estar tranquilo y encerrado durante un período, normalmente 2-6
semanas o más.

El pronóstico variará según el perro, pero, por lo general, cuanto más leve sea
la enfermedad y cuanto antes se trate, mejor será el resultado a largo plazo. La
mayoría de los perros se beneficiarán del tratamiento quirúrgico, aunque la
enfermedad esté más avanzada, pero por desgracia, una vez que la artritis se
haya consolidado, progresará poco a poco independientemente del tratamiento.
De media, si se recibe tratamiento, el 85 % de los casos darán muestra de
cierto grado de mejora de la cojera y del bienestar, aunque se vea en las
radiografías que la artritis progresa. El objetivo del tratamiento es desacelerar
la progresión de la artritis y prolongar el uso del codo por parte del paciente.
Por desgracia, la displasia de coro no tiene cura, pero se puede tratar bien y
nuestros pacientes pueden tener un buen pronóstico a largo plazo y una buena
evolución si se combinan el tratamiento quirúrgico y el farmacológico.

LUXACIÓN COXOFEMORAL

La luxación coxofemoral es la dislocación de la articulación de la cadera que


provoca el desplazamiento de la cabeza del fémur de su sitio en la cavidad
acetabular. La dislocación produce la ruptura de la cápsula articular y otras
estructuras de soporte de la cadera, incluidos los ligamentos y con frecuencia
el hueso. La luxación de cadera tiene su origen habitualmente en un
traumatismo, pero la degeneración articular o la displasia de cadera aumentan
el riesgo.
La luxación traumática de cadera resulta dolorosa y afecta a la capacidad de
carga de peso y la función de la pata. La capacidad de levantar la pata queda
drásticamente alterada por la luxación de cadera. La pata con frecuencia queda
plegada, girada hacia fuera, y acortada o girada hacia dentro y desviada,
dependiendo de la dirección hacia la que se disloque la cadera. En la mayoría
de los casos (90 %), la cabeza femoral se desplaza hacia fuera y por encima
del acetábulo (la cavidad de la cadera). Se puede producir una dislocación
parcial de la articulación de la cadera (subluxación) y se asocia habitualmente
con una degeneración articular, como también con la displasia de cadera. La
subluxación es habitualmente bilateral, y resulta rara una luxación de cadera
bilateral.

Deben realizarse un examen general completo y una evaluación ortopédica,


debido a la posibilidad de que haya un también un traumatismo. La fuerza
necesaria para producir una luxación de cadera puede además dañar el
sistema urinario, los pulmones, el corazón y otros órganos corporales. Son
necesarios diagnósticos adicionales para evaluar la presencia de otras lesiones
o enfermedades de órganos en el paciente que puedan afectar a la anestesia.
También están indicados análisis sanguíneos adicionales para evaluar por
completo la función de los órganos, identificar el alcance del daño, identificar
problemas médicos preexistentes y planificar la anestesia. Los tratamientos
que se deben implementar son:

Reducción no quirúrgica de la cadera (reducción cerrada): En una reducción


cerrada, la cadera se vuelve a colocar con una anestesia breve y con
frecuencia se mantiene en su posición con un cabestrillo. En ocasiones no se
pueden utilizar los cabestrillos debido a un traumatismo en la extremidad o a
una estructura de la pata que no tolera la colocación del cabestrillo. Si se
utilizan, los cabestrillos se deben supervisar atentamente para comprobar si se
producen llagas debido al roce o cambios de posición. Si la reducción se
mantiene durante varias semanas para apoyar la curación de los tejidos, se
evita la cirugía con buenos resultados. Una reducción cerrada tiene éxito en
aproximadamente un 50 % de las ocasiones.

Reducción quirúrgica: El tratamiento consiste en la sustitución quirúrgica de la


cadera (reducción abierta) y la restauración de las estructuras de soporte. Se
colocan habitualmente implantes de soporte adicionales para ayudar a ofrecer
soporte mecánico a la cadera durante la fase de curación. Existe una amplia
variedad de técnicas que pueden elegirse sobre la base de la experiencia del
cirujano veterinario certificado por el Colegio Estadounidense de Cirujanos
Veterinarios (ACVS), incluida la fijación con un vástago de sujeción, anclajes
quirúrgicos, reconstrucción de la cápsula articular y transposición trocantérica.
La tasa de éxito es elevada con la mayor parte de estas técnicas.
Osteotomía de cabeza femoral (Femoral Head Ostectomy, FHO): Con
frecuencia no resulta posible la restauración de la cadera, debido a una lesión o
una estructura deficiente de la cadera. La osteotomía del cuello y la cabeza
femoral, retira el cuello y la cabeza femoral y produce una “falsa articulación”.
La función es bastante buena con esta técnica, aunque hay una pérdida leve
de la función. Con una selección de pacientes adecuada, se esperan buenos
resultados funcionales con esta opción. La fisioterapia postoperatoria es de
gran beneficio a la hora de mantener una buena función después de una FHO.
Con esta técnica se elimina el riesgo de reaparición de la luxación o de
complicaciones con el implante.

Reemplazo total de cadera: Aquí, la articulación se reemplaza con materiales


sintéticos. Están disponibles varias alternativas de reemplazo de cadera, que
consisten en el reemplazo de la cabeza femoral y el acetábulo (bola y copa)
con implantes sintéticos.

Para la curación de las estructuras de soporte de la cadera se necesitan varias


semanas y la actividad de la mascota tendrá que restringirse durante al menos
de seis a ocho semanas. Puede que sean necesarios períodos más
prolongados de restricción para determinados procedimientos. Después de la
curación de las estructuras de soporte locales de la cadera, para volver a
fortalecer la musculatura de la extremidad se necesitará un período adicional
de actividad progresiva controlada. Estas directrices serán modificadas
individualmente por el veterinario de atención primaria a lo largo de la
recuperación de la mascota.

Los cuidados posteriores también se individualizarán en función de la velocidad


de la recuperación y la reparación específica realizada (la recuperación
después de una osteotomía de cabeza femoral podría ser acelerada). Las
lesiones coexistentes, la complexión del paciente y otros padecimientos,
también influirán en las recomendaciones para la recuperación. La actividad
controlada con ejercicios se inicia frecuentemente dos semanas después de la
cirugía.

La mayor parte de las complicaciones no son potencialmente mortales, pero


aún así pueden ser frustrantes. Estas incluyen una nueva luxación de la
cadera, complicaciones con el implante, y complicaciones con el vendaje y el
cabestrillo. Las complicaciones retrasan la recuperación y pueden limitar, en
última instancia, el resultado funcional. Tenga presente que incluso los mejores
pacientes no cooperan por completo con las restricciones de ejercicio y los
cabestrillos incómodos. El proceso puede fracasar por una simple caída o
resbalón desafortunado durante el proceso de recuperación. La actividad
posterior al tratamiento puede provocar la migración y rotura de los implantes.
Los cabestrillos utilizados para inmovilizar la extremidad pueden moverse y
producir lesiones graves en la pata, de modo que se deben controlar
atentamente.

El pronóstico es excelente respecto a una eventual recuperación de una buena


o excelente función de la extremidad, dependiendo de la gravedad de la lesión
o la degeneración subyacente. Puede que sea necesario tratamiento adicional
en caso de una reducción de cadera cerrada fallida, que requiera una
reparación quirúrgica posterior. Históricamente, aproximadamente un 50 % de
las reducciones de cadera cerradas y un 10-20 % de las reducciones abiertas
requieren una reparación quirúrgica posterior. El requisito de la revisión no
supone necesariamente un fallo de la técnica quirúrgica, dado que la
enfermedad del paciente, las lesiones asociadas, la estructura de la cadera, el
cumplimiento de paciente y los cuidados posteriores son todos factores que
influyen. La persistencia y la dedicación producen, a la larga, un buen resultado
funcional en la mayor parte de los pacientes.

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