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INTERDICTOS POSESORIOS.

GENERALIDADES:

Fuentes legales:
Los interdictos se hallan reglamentados en el Título IV del Libro III del Código de Procedimiento Civil,
o sea, en los artículos 549 al 583. Sin embargo, estos preceptos no constituyen la única fuente legal de los
interdictos, por cuanto es necesario relacionarlos con los artículos 916 al 950 del Código Civil, Títulos XIII y
XIV, del Libro II, los que versan, respectivamente, sobre las acciones posesorias y algunas acciones
posesorias especiales.

Conceptos previos:
Recordemos que la posesión es la tenencia de una cosa determinada con ánimo de señor o dueño,
sea que el dueño o el que se da por tal tenga la cosa por sí mismo, o por otra persona que la tenga en lugar y
a nombre de él; y que el poseedor es reputado dueño mientras otra persona no justifica serlo (art. 700 CC).
En consecuencia, si bien la posesión es un hecho, se derivan de ella importantes consecuencias
jurídicas; como ser, la presunción del derecho de dominio antes señalada.
De allí que el legislador haya amparado este hecho mediante acciones especiales, que reciben el
nombre de acciones posesorias.
Sin embargo, las acciones posesorias sólo tienen por objeto conservar o recuperar la posesión de
bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos; o bien, ejercer otros derechos especiales sobre esta
misma clase de bienes (arts. 916 y y siguientes, y 930 y siguientes, CC). Y como en la vida jurídica la
situación ordinaria o normal de las cosas se reputa verdadera, fácil es advertir entonces que el legislador se
vio en la necesidad de proteger al poseedor mediante estas acciones posesorias.
Con todo, la protección legal del poseedor fue aún más allá; pues las acciones posesorias, a su vez,
se tramitan en conformidad a un procedimiento sumario y especial denominado interdicto.
Llámanse, por consiguiente, interdictos o juicios posesorios sumarios aquellos procedimientos
especiales contemplados en la legislación procesal y destinados a hacer valer las acciones posesorias
establecidas por la ley civil.
Los conceptos posesión, acciones posesorias e interdictos forman, pues, una trilogía consecuencial
e indisoluble.
Vale la pena también hacer notar que no hay consenso en la doctrina acerca de la etimología de la
palabra interdicto. Unos piensan que deriva de “interdictus”, vocablo con que se distinguía en Roma las
órdenes especiales del pretor; otros estiman que deriva de “interdicere”, que significa prohibir, porque este
carácter presentaban los primeros edictos; y otros, por fin, creen que proviene de la palabra “ interino”, puesto
que es innegable que los interdictos también presentan este carácter de transitoriedad.
Clases y objeto de los interdictos:
Los interdictos se clasifican en:
A) Querella de amparo,
B) Querella de restitución,
C) Querella de restablecimiento,
D) Denuncia de obra nueva,
E) Denuncia de obra ruinosa e
F) Interdicto especial.

Cada uno de estos interdictos tiene un objeto diverso.


Así la querella de amparo se intenta para conservar la posesión de bienes raíces o de derechos
reales constituidos en ellos; la querella de restitución, para recuperar esta misma posesión; la querella de
restablecimiento, para obtener el restablecimiento en la posesión o mera tenencia de los mismos bienes,
cuando dicha posesión o mera tenencia ha sido violentamente arrebatada; la denuncia de obra nueva, para
impedir una obra nueva; la denuncia de obra ruinosa, para impedir que una obra ruinosa o peligrosa cause
daño; y el interdicto especial, para hacer efectiva cualquiera de las acciones posesorias especiales que
enumera el Título XIV, Libro II, del Código Civil (art. 549 CPC).

Características de las acciones posesorias:


Las características más sobresalientes que presentan las acciones posesorias en la legislación civil
son las siguientes:
a) Tienen por objeto conservar o recuperar la posesión de bienes raíces o de derechos reales
constituidos sobre ellos (art. 916 CC). En consecuencia, no hay acciones posesorias para conservar o
recuperar la posesión de bienes muebles;
b) Para poder instaurar una acción posesoria se requiere haber estado en posesión tranquila y no
interrumpida un año completo en el bien o derecho de que se trata (art. 918 CC);
c) Por regla general prescriben en un año contado según la clase de acción posesoria. Así, en la
acción posesoria que tiene por objeto conservar la posesión, el año se cuenta desde el acto de molestia o
embarazo inferido a ella; en la acción posesoria que tiene por objeto recuperar la posesión, desde que el
poseedor anterior la ha perdido (art. 920, incs. 1° y 2°, CC); y en la acción posesoria que tiene por objeto
impedir una obra nueva, desde que la obra queda terminada (art. 950, inc. 3°, CC). Por excepción la acción
posesoria de restablecimiento prescribe en seis meses (art. 928, inc. 2°, CC); y la acción posesoria de obra
ruinosa no prescribe mientras haya justo motivo de temer el daño (art. 950, inc. 2°, CC);
d) Por regla general amparan al poseedor de bienes raíces o de derechos reales constituidos en
ellos; pero, por excepción, también protegen al mero tenedor (art. 928, inc. 1°, CC); y
e) En ellas no se tomará en cuenta el dominio que por una o por otra parte se alegue. Con todo,
podrán exhibirse títulos de dominio por comprobar la posesión, pero sólo aquellos cuya existencia pueda
probarse sumariamente; ni valdrá objetar contra ellos otros vicios o defectos, que los que puedan probarse de
la misma manera (art. 923 CC).

Características de los interdictos:


En cambio, las características más sobresalientes que presentan los interdictos en la legislación
procesal civil son las siguientes:
a) No se tomará en cuenta el fuero de que gocen las partes para determinar la jerarquía, clase o
categoría del tribunal llamado a conocer de ellos (art. 133 COT);
b) Se reputarán siempre de mayor cuantía, cualquiera que sea el valor de los bienes a que se
refieran, o sea, que conocerá siempre de ellos un juez de letras (art. 143, parte 1ª, COT);
c) Será juez competente para conocer de ellos el juez de letras del territorio jurisdiccional en que
estuvieren situados los bienes a que se refieren. Si ellos, por su situación, pertenecen a varios territorios
jurisdiccionales, será competente el juez de cualquiera de éstos (art. 143 COT).
d) Son juicios posesorios sumarios, vale decir, breves y concentrados, porque su tramitación se
reduce a la presentación de la querella, a la celebración de un comparendo de contestación y de prueba y al
pronunciamiento de la sentencia;
e) Son juicios declarativos, especiales y de aplicación particular. Declarativos, porque la sentencia se
limita a declarar derechos; especiales, porque en su estructura difieren sensiblemente de los ordinarios; y de
aplicación particular, porque su campo de actuación está restringido a los casos expresamente señalados en
la ley;
f) La apelación se halla sometida a un régimen especial, porque se concede, por regla general, sólo
en el efecto devolutivo, y, por excepción, en ambos (art. 550 CPC); y
g) Cualquiera que sea la sentencia que en ellos recaiga, deja siempre a salvo a los que resulten
condenados el ejercicio de la acción ordinaria que corresponda con arreglo a derecho, salvo las excepciones
legales (arts. 563, 564, 569, 570, 576 y 581 CPC).
La indemnización de perjuicios y los interdictos:
Los hechos que perturban la posesión de los bienes raíces o de los derechos reales constituidos en
ellos, a veces, embarazan dicha posesión; otras veces, hacen que se pierda o que se nos despoje de ella;
pero, en la mayoría de los casos, también esos hechos causan daños o perjuicios al poseedor.
El derecho del poseedor a exigir que se le indemnice por aquellos daños o perjuicios se halla
claramente establecido en la legislación civil. Así, el artículo 921 del Código Civil dice: “El poseedor tiene
derecho para pedir que no se le turbe o embarace su posesión o se le despoje de ella, que se le indemnice
del daño que ha recibido, y que se le dé seguridad contra el que fundadamente teme ”. El artículo 926 de ese
Código agrega: “El que injustamente ha sido privado de la posesión, tendrá derecho para pedir que se le
restituya, con indemnización de perjuicios”. El artículo 950, inciso 1°, de ese mismo cuerpo de leyes, termina
estableciendo: “Las acciones concedidas en este Título para la indemnización de un daño sufrido, prescriben
para siempre al cabo de un año completo”.
Cabe, ahora, preguntarse ¿puede el querellante deducir en el interdicto, fuera de la acción posesoria
que le competa, la de indemnización de perjuicios por los daños sufridos en razón de la conducta del
querellado?. El problema no es de fácil solución; y, al respecto, dos doctrinas se han diseñado en nuestra
jurisprudencia.
Según unos, la respuesta debe ser afirmativa. Se fundan, en primer término, en los preceptos del
Código Civil antes transcritos y, en seguida, en el artículo 563 del Código de Procedimiento Civil, que deja a
salvo en favor del condenado por la sentencia que recaiga en una querella posesoria el ejercicio de la acción
ordinaria que corresponda, pudiendo comprenderse en dicha acción el resarcimiento de las costas y de los
perjuicios que haya pagado o que se le haya causado con la querella en referencia.
Según otros, la acción de indemnización de perjuicios debe ser de lato conocimiento, porque la
diversa redacción experimentada por el actual artículo 551 del Código de Procedimiento Civil, demuestra que
los interdictos no pueden servir para intentar una acción semejante. En efecto, en un comienzo, en dicho
precepto se señaló, como requisitos de la querella, el que si el querellante pedía indemnización por el daño
sufrido, lo especificara; en seguida, se agregó que el querellante podía además pedir la fijación del monto o
cuantía del daño; y, terminándose, por último, con suprimir toda referencia a esta indemnización de perjuicios.
Esta conducta del legislador, pues, se concluye, comprueba que su intención fue eliminar el problema de los
daños o perjuicios experimentados por el poseedor de entre los objetivos de los interdictos

Régimen de las apelaciones:


El artículo 550 del Código de Procedimiento Civil dispone: “Las apelaciones en los juicios posesorios
se concederán sólo en el efecto devolutivo, salvo que la ley expresamente las mande otorgar en ambos
efectos o que el fallo apelado no dé lugar al interdicto; y en todo caso, su tramitación se ajustará a las reglas
establecidas para los incidentes”. En consecuencia, las apelaciones en los juicios posesorios tienen reglas
propias en cuanto a sus efectos y a su tramitación.
En relación a sus efectos, la regla general es que las apelaciones se concedan sólo en el efecto
devolutivo; y ello, en razón de la celeridad que debe informar la tramitación de los interdictos.
La regla general anterior, a su vez, sufre dos excepciones, o sea, que en dos casos las apelaciones
se conceden en ambos efectos:
a) Cuando la ley expresamente las mande otorgar en ambos. Ejemplo: en la denuncia de obra
nueva, cuando la sentencia ordena la demolición (art. 569, inc. 4°, CPC); y en la denuncia de obra ruinosa,
sin perjuicio de las medidas de precaución y en igual evento (art. 575 CPC); y
b) Cuando el fallo apelado no dé lugar al interdicto.
El fundamento de estas excepciones consiste, en el primer caso, en que, de concederse sólo en el
efecto devolutivo la apelación, se haría después imposible poder cumplir la sentencia que acogiera dicho
recurso; y en el segundo, en que si la sentencia niega lugar al interdicto, nada hay que cumplir.
En cuanto a la tramitación de la apelación, en todo caso, se ajustará a las reglas de los incidentes.
En otras palabras, cualquiera que sea la clase del interdicto, las conclusiones a que llegue la
sentencia apelada, o la parte litigante que ha interpuesto el recurso, lo cierto es que, una vez ingresados los
autos al tribunal de alzada, se ordena traerlos de inmediato en relación.

LA QUERELLA DE AMPARO.-
Concepto:
La querella de amparo es el interdicto o juicio posesorio sumario que se intenta para conservar la
posesión de bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos (art. 549, N° 1°, CPC).
Su objeto, pues, es preciso y determinado; conservar la posesión, indistintamente, de dos clases de
cosas: de los bienes raíces y de los derechos reales constituidos en ellos.

Requisitos formales de la querella:


El que intente una querella de amparo debe expresar en su demanda un doble grupo de
formalidades legales:
a) Las circunstancias enumeradas en el artículo 254 del Código de Procedimiento Civil; y
b) Las circunstancias enumeradas en el artículo 551 de ese mismo Código (art. 551, inc. 1°, CPC).
Estas, son las siguientes:
1ª Que personalmente o agregando la de sus antecesores, ha estado el querellante en posesión
tranquila y no interrumpida durante un año completo del derecho en que pretende ser amparado (art. 551, N°
1°, CPC);
2ª Que se le ha tratado de turbar o molestar su posesión o que en el hecho se le ha turbado o
molestado por medio de actos que expresará circunstancialmente (art. 551, N° 2°, CPC);
3ª Que si pide seguridades contra el daño que fundadamente teme, especifique las medidas o
garantías que solicita contra el perturbador (art. 551, inc. 2°, CPC); y
4ª Cuáles son los medios probatorios de que intenta valerse el querellante, expresándolos
concretamente; y, si son declaraciones de testigos, el nombre, profesión u oficio y residencia de éstos (art.
551, inc. 3°, CPC).
La primera exigencia es una formalidad habilitante para el ejercicio de la acción posesoria
consagrada por el derecho de fondo (art. 918 CC); la segunda, constituye el fundamento de hecho de la
querella y, como tal, debe expresarse circunstanciadamente y tenerse especial cuidado en probarlo; la
tercera, queda al arbitrio del querellante incluirla o no, pero, en caso afirmativo, ha de preocuparse de
especificar debidamente las tales seguridades; ejemplos: multas, arrestos, etc.; y, por fin, la exigencia de
indicar los medios de prueba y, si se trata de testigos, su correspondiente individualización, es de tal
trascendencia, que su omisión implica la pérdida total del derecho a rendirla.

Resolución que recae en la querella y su notificación:


Presentada la querella, señalará el tribunal el quinto día hábil después de la notificación al
querellado, para una audiencia, a la cual deberán concurrir las partes con sus testigos y demás medios
probatorios (art. 552, inc. 1°, CPC).
En consecuencia, la primera providencia deberá ser: “Por interpuesta la querella de amparo, vengan
las partes a comparendo de contestación y prueba, con sus testigos y demás medios probatorios, a la
audiencia del quinto día hábil después de la última notificación, a las 10 horas. Juez. Secretario”.
Desde el momento en que se trata de la primera resolución recaída en un negocio judicial, debe
notificarse personalmente al querellado; pero, en el caso del artículo 44, se hará la notificación en la forma
indicada en el inciso 2° de dicho artículo, aunque el querellado no se encuentre en el lugar del juicio (art. 553,
inc. 1°, CPC).
En otras palabras, esta primera resolución se notifica al querellado personalmente, sea en forma
personal propiamente dicha, sea personal de conformidad al artículo 44, sea personal por avisos.
Sin embargo, para la práctica de la notificación personal en conformidad a lo preceptuado en el
artículo 44, basta acreditar cuál es la morada del querellado, sin necesidad de probar, además, que se
encuentra en el lugar del juicio, todo ello como manera de evitar que, mediante la fuga de aquél, pudiere
entorpecer su pronto y legal emplazamiento.
En estos casos, si el querellado no se ha hecho parte en primera instancia antes del pronunciamiento
de la sentencia definitiva, se pondrá ésta en conocimiento del defensor de ausentes, quien podrá deducir y
seguir los recursos a que haya lugar (art. 553, inc. 2°, CPC).

El comparendo:
Como se ha expresado, debe celebrarse el quinto día hábil a contar desde la notificación del
querellado. Habrá, por consiguiente, que esperar que transcurra este plazo para que la audiencia de
contestación y prueba se lleve a efecto.
Llamamos la atención acerca de que el juez no puede fijar, para estos efectos, una audiencia
determinada: debe ordenar que el comparendo se realice dentro del quinto día, a contar desde la última
notificación, que normalmente será la del querellado; y, al mismo tiempo, de que este plazo no sufre variación
alguna, cualquiera que sea el lugar en donde haya sido notificado el querellado, o sea, que no existe el
aumento del término de emplazamiento a que aluden los artículos 258 y 259 del Código de Procedimiento
Civil.
Tres razones, a nuestro juicio, abonan esta última afirmación:
a) El artículo 552 del Código de Procedimiento Civil es perfectamente claro en orden a que la
audiencia, a la cual deben concurrir las partes con sus testigos y demás medios probatorios, debe efectuarse
el quinto día hábil después de la notificación del querellado; y es sabido que cuando el sentido de la ley es
claro, no se desatenderá su tenor literal, a pretexto de consultar su espíritu;
b) En los casos en que el legislador ha querido que el término de emplazamiento sufra aumento, lo
ha establecido expresamente; ejemplo: art. 683 del Código de Procedimiento Civil; y

Ahora bien, el comparendo tendrá lugar con sólo la parte que asista (art. 552, inc. 2°, CPC); lo cual
significa que se llevará a efecto en rebeldía del querellante o del querellado, según el caso, pues la ausencia
de uno u otro, en caso alguno frustra la audiencia a la cual fueron oportunamente citados.
En ella, cada parte expondrá lo conveniente a su derecho; o sea, el querellante ratificará su querella
y el demandado la contestará, oponiendo las excepciones que creyera convenirle y pidiendo su rechazo.
En seguida, el tribunal recibirá las pruebas que las partes deseen proporcionar, pues no hay que
olvidar que la audiencia es de contestación y prueba (art. 552, inc. 1°, CPC).
Por consiguiente, no existe el trámite de recepción de la causa a prueba, con señalamiento de los
hechos substanciales y pertinentes controvertidos al tenor de los cuales aquélla deba ser rendida, como
acontece de acuerdo con las reglas generales.
La oportunidad, pues, que tienen las partes para rendir pruebas, no es otra que en la audiencia
respectiva, con lo cual se modifican fundamentalmente las reglas generales que, sobre estos particulares,
estudiamos en el juicio ordinario de mayor cuantía.
Claro está que si el medio probatorio, por su naturaleza, no permite llevarlo a cabo de inmediato
bastará con que la parte lo solicite, y el tribunal decretará lo que corresponda. Ejemplo: el querellado pide que
el querellante preste confesión judicial y éste no se encuentra en la audiencia. Será suficiente que entregue el
pliego conteniendo las posiciones y el tribunal fijará un nuevo comparendo para absolverlas.
Entre los medios probatorios de que pueden valerse las partes en los interdictos sobresale la prueba
testifical; la cual, en atención a que está sometida a importantes reglas especiales, será objeto de estudio
particular más adelante.
De todo lo obrado en la audiencia se levantará acta, expresándose con claridad y precisión lo
expuesto por las partes y las pruebas presentadas (art. 560 CPC).

La prueba testimonial:
Las reglas establecidas para el examen de los testigos y para sus tachas en el párrafo 3°, Título XI,
del Libro II del Código de Procedimiento Civil, son aplicables a la querella de amparo, en cuanto no aparezcan
modificadas por los artículos precedentes (art. 559, parte 1ª, CPC).
En consecuencia, nos interesa conocer cuáles son las reglas especiales consignadas por el
legislador en la querella de amparo acerca de los testigos y de sus tachas.
Estas reglas, a nuestro juicio, son las siguientes:
a) En cuanto a la oportunidad para presentar las listas de testigos: mientras el querellante debe
incluirla en su escrito de querella (art. 551, inc. 3°, CPC), el querellado deberá entregarla en secretaría y se
agregará al proceso, por lo menos antes de las doce del día que preceda al designado para la audiencia (art.
554, inc. 1°, CPC);
b) En cuanto a los testigos que pueden ser examinados: no solamente podrán ser interrogados los
testigos que figuren en dichas listas; sino, además, aquellos que las partes de común acuerdo determinen
(art. 554, inc. 2°, CPC);
c) En cuanto al número de testigos: cada parte sólo puede presentar hasta cuatro testigos sobre
cada uno de los hechos que deben ser acreditados (art. 555 CPC);
d) En cuanto al interrogatorio de los testigos: se les examinará acerca de los hechos mencionados en
la demanda; y de los que indiquen las partes en la audiencia, si el tribunal los estima pertinentes (art. 556
CPC);
e) En cuanto al examen de los testigos: no se podrá en ningún caso hacer el examen de los testigos
por otro tribunal que el que conozca de la querella, vale decir, que aquí no entra en juego la jurisdicción
delegada, cualquiera que sea el lugar de la residencia de los testigos (art. 559, parte 2ª)
f) En cuanto a las tachas: deberán oponerse a los testigos antes de su examen; y si no puede
rendirse en la misma audiencia la prueba para justificarlas y el tribunal lo estima necesario para resolver el
juicio, señalará una nueva audiencia con tal objeto, la que deberá verificarse dentro de los tres días
subsiguientes a la terminación del examen de los testigos de la querella (art. 557 CPC); y
g) En cuanto a las audiencias: cuando no alcance a rendirse toda la prueba en una sola audiencia,
continuará el tribunal recibiéndola en los días hábiles inmediatos hasta concluir; con lo cual se hace
innecesario reclamar de entorpecimiento y pedir la fijación de nuevas audiencias, puesto que éstas se hallan
señaladas por el solo ministerio de la ley (art. 558 CPC).

La citación para oír sentencia y la sentencia definitiva.


Concluida la audiencia de prueba, el tribunal en el mismo acto citará a las partes para oír sentencia,
la que deberá dictar de inmediato, o, a lo más, en el plazo de los tres días subsiguientes (artículo 561 CPC).
Si se da lugar a la querella, se condenará en costas al demandado. En el caso contrario, al actor (art.
562 CPC). Se establece así una clara excepción a los principios generales sobre la condenación en costas;
puesto que sabemos que, en conformidad a ellos, aun cuando una parte haya sido totalmente vencida en el
juicio, puede, con todo, el tribunal eximirla del pago de las costas, cuando aparezca que ha tenido motivos
plausibles para litigar, sobre lo cual debe hacer declaración expresa en la resolución (art. 144 CPC). En la
querella de amparo, en cambio, la suerte de las costas está sellada con los resultados de la querella: si
obtuvo el actor, se condenará en las costas al demandado; a la inversa, si obtiene el demandado, se
condenará en costas al actor.

Los recursos:
La sentencia definitiva de primera instancia recaída en la querella de amparo será susceptible de
casación en la forma y de apelación.
La casación en la forma no suspende el cumplimiento de la sentencia; y si el demandado es el
recurrente, no podrá exigir del querellante el otorgamiento de fianza de resultas para entrabar dicho
cumplimiento (art. 773, inc. 2°, del CPC).
En cuanto a los efectos de la apelación, dependerán de los resultados de la querella: si la sentencia
acoge el interdicto, la apelación se concederá sólo en el efecto devolutivo, o sea, siempre se cumple; a la
inversa, si la sentencia rechaza el interdicto, la apelación se concederá en ambos efectos, pues nada hay que
ejecutar o cumplir (art. 550, parte 1ª, CPC).
No olvidemos que, en todo caso, la tramitación del recurso de apelación se ajustará a las reglas
establecidas para los incidentes (art. 550, parte 2ª, CPC).
La sentencia definitiva de segunda instancia recaída en la querella de amparo, por el contrario, será
susceptible de casación en la forma y de casación en el fondo. Ambos recursos, como sabemos, no
suspenden la ejecución de la sentencia recurrida; y si el recurrente es el querellado, no podrá exigir del
querellante el otorgamiento de fianza de resultas, pues este derecho le está expresamente vedado por el
legislador (art. 773, inc. 2°, del CPC).
En resumen, observemos que los efectos de los recursos que pueden interponerse en contra de la
sentencia definitiva pronunciada en las querellas posesorias de amparo están dirigidos a obtener su pronto
cumplimiento, no obstante la existencia de recursos pendientes, como manera también de conseguir una
pronta protección en la posesión que pretendemos conservar.

Reserva de la acción ordinaria:


Esta materia se halla consagrada en el artículo 563 del Código de Procedimiento Civil, cuando dice:
“Cualquiera que sea la sentencia, queda siempre a salvo a los que resulten condenados el ejercicio de la
acción ordinaria que corresponda con arreglo a derecho, pudiendo comprenderse en dicha acción el
resarcimiento de las costas y perjuicios que hayan pagado o que se les hayan causado con la querella. No
será admisible ninguna otra demanda que tienda a enervar lo resuelto en el interdicto”.
Ahora bien, ¿qué ha querido señalar el legislador al establecer semejante regla?.
A nuestro juicio, esclarecer el alcance de la cosa juzgada derivada de la sentencia recaída en la
querella posesoria frente a una nueva demanda en que se pretenda alterar lo primitivamente resuelto. Así,
cualesquiera que sean los resultados a que se haya llegado en la sentencia recaída en el interdicto de
amparo, deja el camino abierto al condenado para que pueda deducir por la vía ordinaria la acción que, en
conformidad a derecho, crea convenirle, aun a riesgo de llegar a contrariar lo resuelto en la primitiva
sentencia. Todavía más, en la nueva demanda puede también solicitarse la devolución de las costas y
perjuicios que se hayan pagado con motivo de la querella de amparo o que se hayan causado con tal motivo.
Se trata, como se ve, de una reserva de derecho para accionar por la vía ordinaria sin el temor de que se
pueda oponer la excepción de cosa juzgada; reserva que no requiere de petición de parte ni de declaración
judicial alguna, o sea, que se halla establecida sólo por el ministerio de la ley.
Sin embargo, lo resuelto en la sentencia definitiva recaída en una querella de amparo, no podríamos
pretender alterarlo mediante el ejercicio de una nueva querella fundada en iguales hechos. A ella se opondría
la excepción de cosa juzgada, en conformidad a las reglas generales; y, además, lo prescrito en el inciso final
del precepto que comentamos, o sea, que “no será admisible ninguna otra demanda que tienda a enervar lo
resuelto en el interdicto”.
Por consiguiente, las sentencias pronunciadas en las querellas de amparo, por regla general, como
ocurre con toda clase de sentencias, producen cosa juzgada; salvo frente a una nueva demanda deducida por
vía ordinaria, en cuyo caso, por expresa disposición del legislador, se ha dejado campo abierto para ejercer la
acción ordinaria que corresponda con arreglo a derecho.
Nos hallamos, pues, ante un caso similar al de la reserva de derechos del juicio ejecutivo; pero con la
gran diferencia que, mientras este último requiere de petición de parte y de resolución del tribunal, la reserva
de la acción ordinaria en los interdictos opera de pleno derecho, o sea, sólo por el ministerio de la ley.

LA QUERELLA DE RESTITUCIÓN.-
Concepto:
La querella de restitución es el interdicto o juicio posesorio sumario que se intenta para recuperar la
posesión de bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos (art. 549, N° 2°, CPC).
Su objeto es también preciso y determinado; recuperar la posesión, indistintamente, de dos clases de
cosas: de los bienes raíces y de los derechos reales constituidos en ellos.

Requisitos formales de la querella:


El que intente una querella de restitución debe expresar en la demanda un doble grupo de
formalidades legales:
a) Las circunstancias enumeradas en el artículo 254 del Código de Procedimiento Civil; y
b) Las circunstancias enumeradas en el artículo 551 de ese mismo Código. Las primeras han sido ya
objeto de nuestro estudio, y las damos por reproducidas. Las segundas, en cambio, son las siguientes:
1ª Que personalmente o agregando la de sus antecesores, ha estado en posesión tranquila y no
interrumpida durante un año completo del derecho en que pretende ser restituido (art. 551, N° 1°, CPC);
2ª Que ha sido despojado de la posesión por medio de actos que indicará clara y precisamente (art.
551, inc. 4°, CPC); y
3ª Que piensa valerse de tales y cuales medios probatorios; y si se trata de testigos, los
individualizará mediante el nombre, profesión u oficio y residencia de éstos (art. 551, inc. 3°, CPC).
La querella de restitución contendrá, pues, como petición consignada a la conclusión, que en
definitiva se la acoja, condenando al demandado a restituir la posesión del bien raíz o del derecho real en él
constituido, según el caso.

Procedimiento:
Todo cuanto hemos dicho en la querella de amparo respecto de la resolución que recae en la
querella, su notificación, el comparendo de contestación y prueba, las reglas especiales acerca de la prueba
testifical, la sentencia definitiva, sus recursos, y la reserva de derecho para la vía ordinaria, se aplican a la
querella de restitución.

LA QUERELLA DE REESTABLECIMIENTO.-
Concepto:
La querella de restablecimiento es el interdicto o juicio posesorio sumario que se intenta para obtener
el restablecimiento en la posesión o en la mera tenencia de los bienes raíces o de los derechos reales
constituidos en ellos, cuando dicha posesión o mera tenencia hayan sido violentamente arrebatadas (art. 549,
N° 3°, CPC).
Esta querella, por consiguiente, protege tanto la posesión como la mera tenencia, cuando ellas han
sido violentamente arrebatadas, ya de los bienes raíces, ya de los derechos reales constituidos en ellos.
Difiere, pues, fundamentalmente de las anteriores, que sólo estaban destinadas a proteger la
posesión, en que también vela por la mera tenencia y en que la pérdida de la posesión o de la mera tenencia
debe haberse producido por actos de violencia del perturbador.

Requisitos formales de la querella:


El que intente una querella de restablecimiento debe expresar en la demanda un doble grupo de
formalidades legales:
a) Las circunstancias enumeradas en el artículo 254 del Código de Procedimiento Civil; y
b) Las enumeradas en el artículo 551 de ese mismo Código. Esta son las siguientes:
1ª Que personalmente es poseedor o mero tenedor del bien o derecho real en que pretende ser
restablecido (art. 551, inc. 1°, CPC);
2ª Que se le ha arrebatado por medio de la violencia dicha posesión o mera tenencia (art. 551, inc.
5°, CPC); y
3ª Que piensa valerse de tales o cuales medios de prueba; y, si se trata de testigos, los
individualizará mediante el nombre, profesión u oficio y residencia de éstos (art. 551, inc. 3°, CPC).

Procedimiento:
Todo cuanto hemos dicho en la querella de amparo respecto de la resolución que recae en la
querella, su notificación, el comparendo de contestación y prueba, las reglas especiales acerca de la prueba
testifical, la sentencia definitiva y sus recursos, se aplican a la querella de restablecimiento.

Reserva de derechos:
La sentencia pronunciada en la querella de restablecimiento deja a salvo a las partes, no sólo el
ejercicio de la acción ordinaria en conformidad al artículo 563, sino también el de las acciones posesorias que
les correspondan (art. 564 CPC).
Se trata, en consecuencia, de una doble reserva de derechos:
a) Para poder ejercitar la acción posesoria que le competa; ejemplo: una querella posesoria de
restitución; y
b) Para poder ejercitar la acción ordinaria que, con arreglo a derecho, pudiere corresponderle;
ejemplo: una acción reivindicatoria.

LA DENUNCIA DE OBRA NUEVA:

Concepto:
La denuncia de obra nueva es el interdicto o juicio posesorio sumario que se intenta para impedir la
ejecución de una obra de semejante naturaleza (art. 549, N° 4, CPC).
No cualquiera obra nueva es susceptible de ser denunciada. En efecto, según la ley civil, hay obras
nuevas denunciables y no denunciables.
Estas últimas constituyen la regla general. Luego, es del caso señalar qué obras nuevas presentan el
carácter de denunciables y, por consiguiente, cuáles pueden ser objeto de una denuncia tendiente a impedir
su ejecución.
Son obras nuevas denunciables:
a) Las que se tratan de construir sobre el suelo de que se está en posesión (art. 930, inc. 1°, CC);
b) Las que construidas en el predio sirviente embarazan el goce de una servidumbre constituida en él
(art. 931, inc. 1°, CC);
c) Las construcciones que se tratan de sustentar en edificio ajeno, no estando sujeto a tal
servidumbre (art. 931, inc. 2°, CC); y
d) Las obras voladizas que atraviesan el plano vertical de la línea divisoria de dos predios, aunque no
se apoyen sobre el predio ajeno, ni den vista, ni viertan aguas lluvias sobre él (art. 931, inc. 3°, CC).

En consecuencia, solamente esta última clase de obras dan origen al interdicto de obra nueva. Así
también lo demuestra la frase: “Presentada la demanda para la suspensión de una obra nueva denunciable...”
(art. 565 CPC).

Requisitos formales de la denuncia:


A diferencia de lo acontecido con las querellas de amparo, de restitución y de restablecimiento, nada
ha estatuido la ley sobre el particular.
En consecuencia, en la redacción de la denuncia de obra nueva, no habrá más remedio que
ajustarse a las prescripciones generales, o sea, a los requisitos contenidos en el artículo 254 del Código de
Procedimiento Civil, aplicables en virtud de lo preceptuado en el artículo 3° de este Código.
Normalmente, el denunciante en su parte petitoria solicitará que desde luego se ordene la
suspensión provisional de la obra denunciada y que, en definitiva, se acoja la denuncia, condenando al
demandado a que suspenda indefinidamente la construcción de la obra nueva en referencia.
Decimos normalmente, por cuanto el denunciante también puede pedir, junto con lo anterior, que se
ordene la demolición de la obra; pero a este derecho nos referiremos más adelante.

Resolución que recae en la denuncia y su notificación:


Se trata de una resolución compleja, pues consta de diversas partes. En efecto, presentada la
demanda para la suspensión de una obra nueva denunciable, el juez decretará:
a) La suspensión provisional de dicha obra;
b) La toma de razón del estado y circunstancias de la misma;
c) El apercibimiento al que la esté ejecutando con la demolición o destrucción, a su costa, de lo que
en adelante se haga; y
d) La citación de denunciante y denunciado a una audiencia que deberá llevarse a efecto dentro del
quinto día hábil a contar desde la notificación de este último, debiendo en ella presentarse los documentos y
demás medios probatorios en que las partes funden sus pretensiones (art. 565 CPC).

La suspensión provisional de la obra nueva tiene por objeto impedir que el denunciado continúe en
su ejecución, mientras no se resuelva en el interdicto si tiene o no derecho a ello. La toma de razón del estado
y circunstancias de la misma se efectuará por medio de un Ministro de fe –en este caso, por el receptor– y
permite constatar esta diligencia si el denunciado ha violado o no la orden de suspensión provisional. El
apercibimiento al que está ejecutando la obra con la demolición o destrucción, a su costa, de lo que en
adelante se haga, es una medida de coerción para que la orden de suspensión provisional sea respetada.
Y, por fin, la citación a comparendo tiene por objeto escuchar la defensa del denunciado y recibir las
pruebas, de cualquiera especie que sean, y que quieran suministrar las partes en apoyo de sus derechos.
Esta primera resolución debe ser notificada a las siguientes personas:
a) Al denunciado, a fin de emplazarlo al juicio; y, desde el momento en que la ley no tiene regla
especial al respecto, deberá practicársele esta notificación personalmente (art. 40 CPC); y
b) Al que esté dirigiendo o ejecutando la obra; y, como se trata de un tercero, la notificación podrá
efectuársele personalmente o por cédula (art. 56 CPC).
Esta notificación tiene por objeto dar cumplimiento a la orden de suspensión provisional de la obra, la
que se respetará aun cuando todavía no se haya notificado al denunciado. Estimamos que si el denunciado
mismo es el que está dirigiendo o ejecutando la obra, la segunda notificación es enteramente superflua (art.
566 CPC).

El comparendo:
Hemos dicho que se celebra dentro del quinto día hábil después de la notificación del denunciado,
sin que intervenga la tabla de emplazamiento, por las mismas razones que expresamos al referirnos a igual
audiencia en la querella de amparo.
El juez tampoco podría fijar una audiencia determinada, puesto que la ley le señala una fórmula
enteramente diversa, cual es, el quinto día hábil después de la notificación del demandado (art. 565, parte
final, CPC).
Aunque la ley no lo dice, este comparendo se llevará a efecto con sólo la parte que asista, en
conformidad a las reglas generales; y en él cada parte expondrá lo conveniente a su derecho, o sea, el
demandante ratificará su denuncia y el demandado la contestará, oponiendo las excepciones o defensas que
creyere convenirle, pidiendo el rechazo de aquélla.
En seguida, el tribunal recibirá las pruebas que las partes deseen producir en apoyo de sus
derechos, pues la audiencia es de contestación y prueba; y la oportunidad para suministrarlas, no es otra que
el comparendo mismo.
Sin embargo, el legislador ha hecho especial referencia; en este caso de la denuncia de obra nueva,
a tres clases de medios probatorios y en los sentidos que pasan a expresarse:
a) Documentos: Establece que deben presentarse por las partes en la audiencia ya referida (art. 565,
parte final, CPC);
b) Testigos: Dispone que si las partes quieren rendir prueba testimonial se sujetarán a lo prevenido a
este respecto en el párrafo 2° de este Título (art. 568, inc. 1°, CPC). En otras palabras, la prueba testimonial
se regirá por todo cuanto hemos dicho dentro de la querella de amparo, en especial, en cuanto a la
oportunidad para presentar las correspondientes listas, o sea, el denunciante en la denuncia y el denunciado
por lo menos antes de las doce del día que preceda al designado para la audiencia (arts. 551 y 554 CPC); y
c) Informe pericial: Ordena que si alguna de las partes lo pide, y en concepto del tribunal son
necesarios conocimientos periciales, se oirá el dictamen de “un perito”, que se expedirá dentro de un “breve
plazo” que aquél señalará (art. 568, inc. 2° CPC).
La citación para oír sentencia y la sentencia definitiva:
“Concluida la audiencia de prueba o presentado que sea el dictamen del perito, en su caso, el
tribunal citará a las partes a oír sentencia, la que deberá dictar en el plazo de los tres días subsiguientes
(artículo 569, inc. 1°, CPC).
En la sentencia, el tribunal fatalmente tendrá que decidirse por una u otra de estas conclusiones:
a) Acoger la denuncia de obra nueva, ratificando la suspensión provisional de la misma que
oportunamente había decretado, vale decir, transformando la suspensión de provisional en definitiva; o
b) Rechazar la denuncia de obra nueva, mandando alzar la suspensión provisional de la misma que
oportunamente había decretado, o sea, haciendo desaparecer el obstáculo legal que impidió al denunciado
continuar con la ejecución de su obra (art. 569, inc. 2°, parte 1ª, CPC).
En todo caso, la sentencia llevará condenación de costas (art. 569, inc. 5°, CPC). Quiere decir esto
que si se acoge la denuncia, se condenará en costas al denunciado; y, a la inversa, si se rechaza la denuncia,
se condenará en costas al actor.

Los recursos:
La sentencia definitiva de primera instancia que se pronuncie en la denuncia de obra nueva será
susceptible de los recursos de casación en la forma y de apelación.
La casación en la forma sabemos que no suspende la ejecución de la sentencia recurrida; y que si el
recurrente es el denunciado, no podrá exigir del denunciante el otorgamiento de fianza de resultas para que
éste pueda hacer ejecutar la sentencia (art. 773, inc. 2°, del CPC).
En cuanto a los efectos de la apelación, estarán condicionados a los resultados de la denuncia: si la
sentencia la acoge, el recurso se concederá sólo en el efecto devolutivo, o sea, se cumple, no obstante estar
pendiente la apelación; y si la sentencia la rechaza, el recurso se concederá en ambos efectos, o sea, aquélla
no puede cumplirse pendiente la apelación y, por consiguiente, la suspensión provisional de la obra
continuará en plena vigencia (art. 550 CPC).
No olvidemos que, en todo caso, la tramitación del recurso de apelación se ajustará a las reglas
establecidas para los incidentes (art. 550 CPC).
La sentencia definitiva de segunda instancia, en cambio, sólo será susceptible de los recursos de
casación en la forma y en el fondo, los que no suspenden la ejecución de la sentencia e impiden al
demandado solicitar del demandante fianza de resultas si éste deseare llevar a efecto dicho cumplimiento (art.
773, inc. 2°, del CPC).

Reserva de la acción ordinaria.


Cualesquiera que sean los resultados de la sentencia definitiva, lo cierto es que, en todo caso, dejan
a salvo al vencido el ejercicio de la acción ordinaria que le competa, para que se declare el derecho de
continuar la obra o de hacerla demoler (art. 569, inc. 2°, parte 2ª, CPC).
En otras palabras, si el vencido es el denunciante, siempre podrá ejercer, por la vía ordinaria, la
acción tendiente a obtener la demolición de la obra ejecutada por el denunciado, sin que este último pueda
oponerle la excepción de cosa juzgada emanada del fallo definitivo recaído en el interdicto.
A la inversa, si el vencido es el denunciado, siempre podrá también ejercer, por la vía ordinaria, la
acción tendiente a obtener que se declare su derecho de continuar la obra, no pudiendo el denunciante, en
este nuevo juicio, oponerle la excepción de cosa juzgada emanada de la sentencia recaída en el interdicto,
que ordenaba precisamente la suspensión definitiva de aquélla.
Se trata, por consiguiente, de una reserva de derecho establecida sólo por el ministerio de la ley, o
sea, que no requiere de petición de parte interesada, ni de resolución judicial expresa al respecto.

Derechos del denunciante en relación a la obra nueva:


Son varios y a manera de recapitulación podemos señalar los siguientes:
a) Pedir la suspensión provisional de la obra nueva denunciada: esta petición la formulará en la parte
petitoria de su denuncia o en un otrosí de la misma, y el tribunal la decreta desde luego, con sólo constatar
que se trata de una obra nueva denunciable (art. 565 CPC);
b) Pedir la suspensión definitiva de la obra nueva denunciada: este derecho lo ejercerá en la parte
petitoria de su denuncia y constituirá, por consiguiente, el objeto mismo del interdicto, ya que éste, en tal
caso, tiende a impedir una obra nueva. El tribunal se pronunciará acerca de esta petición de suspensión
definitiva en la sentencia y, en caso de aceptarla, expresará su decisión manifestando que ratifica la
suspensión provisional decretada (art. 569, inc. 2°, CPC);
c) Pedir la demolición de la obra nueva denunciada: este derecho se halla consagrado en el inciso 3°
del artículo 569 del Código de Procedimiento Civil. La forma dubitativa empleada en dicho precepto, para
señalar la oportunidad en que semejante derecho puede ser ejercido por el denunciante, ha hecho pensar a
algunos que dicha oportunidad es durante todo el curso del juicio. No compartimos esta opinión, y estimamos
que si el denunciante desea que se ordene además la demolición de la obra, deberá pedirlo en su
correspondiente denuncia. Esta petición de demolición, por consiguiente, pasará a formar parte del asunto
controvertido en la denuncia; y, para que pueda ser acogida, se requiere que el denunciante demuestre al
tribunal que el mantenimiento aun temporal de la obra le ocasiona grave perjuicio y que dé suficiente caución
para responder por los resultados del juicio ordinario (art. 569, inc. 3°, CPC). En este caso, si la sentencia
ordena la demolición, será apelable en ambos efectos (arts. 550 y 569, inc. 4°, CPC); y
d) Pedir la demolición de la obra nueva en vía ordinaria: este derecho lo ejercerá el denunciante en el
evento que su denuncia sea rechazada; pues, como ya hemos visto, en todo caso la sentencia recaída en la
denuncia de obra nueva deja a salvo al vencido el ejercicio de la acción ordinaria que le competa para que se
declare su derecho de hacerla demoler (art. 569, inc. 2°, CPC).

Derechos del denunciado en relación a la obra nueva:


La posición del denunciado será diametralmente opuesta a la del denunciante y, por consiguiente,
todos sus esfuerzos tenderán a que a la obra nueva se le dé pronta y total terminación.
Al respecto, el legislador le ha conferido los siguientes derechos:
a) Pedir autorización para hacer en la obra lo que sea absolutamente indispensable a fin de que no
se destruya lo edificado: este derecho lo ejercerá, como se comprende, una vez suspendida provisionalmente
la obra y mientras esté pendiente el interdicto. Para que el denunciado pueda ejecutar semejantes trabajos es
necesaria la autorización previa del tribunal que está conociendo de la denuncia. Éste procederá de plano, o,
en caso de duda, y para mejor proveer, oyendo el dictamen de un perito nombrado por él, el cual no podrá ser
recusado, y se pronunciará sobre la autorización con la urgencia que el caso requiera (art. 567 CPC);
b) Pedir autorización para continuar la obra nueva denunciada: este otro derecho lo ejercerá el
denunciado en caso que la sentencia recaída en el interdicto lo acoja, o sea, ratifique la suspensión
provisional de la obra oportunamente decretada. Dada su excepcional importancia, su ejercicio está
condicionado a la concurrencia de las siguientes circunstancias:
1ª Que el denunciado acredite que de la suspensión de la obra se le siguen graves perjuicios;
2ª Que dé caución suficiente para responder de la demolición de la obra y de la indemnización de los
perjuicios que de continuarla pueden seguirse al contendor, en caso que a ello sea condenado por sentencia
firme; y
3ª Que al mismo tiempo de pedir dicha autorización deduzca demanda ordinaria para que se declare
su derecho a continuar la obra (art. 570, inc. 1°, CPC).
Esta autorización se solicitará del juez que conozca de la demanda ordinaria tendiente a que se
declare el derecho del denunciado a continuar con la obra; y constituirá un incidente dentro del nuevo juicio
(art. 570, inc. 2°, CPC); y
c) Pedir por vía ordinaria, que se declare su derecho a continuar la obra: este derecho lo ejercerá el
denunciado en el evento que la denuncia sea acogida, o sea, que ratifique la suspensión provisional de la
obra; pues, sabemos que en todo caso la sentencia recaída en la denuncia de obra nueva deja a salvo al
vencido el ejercicio de la acción ordinaria que le competa (art. 569, inc. 2°, CPC).
LA DENUNCIA DE OBRA RUINOSA:
Concepto:
La denuncia de obra ruinosa es el interdicto o juicio posesorio sumario que se intenta para impedir
que una obra ruinosa o peligrosa cause daño (art. 549, N° 5°, CPC).
Su origen arranca de los artículos 932, 933, 934 y 935 del Código Civil. El primero de estos
preceptos dispone: “El que tema que la ruina de un edificio vecino le depare perjuicio, tiene derecho de
querellarse al juez para que se mande al dueño de tal edificio derribarlo, si estuviere tan deteriorado que no
admita reparación; o para que, si la admite, se le ordene hacerla inmediatamente; y si el querellado no
procediere a cumplir el fallo judicial, se derribará el edificio o se hará la reparación a su costa. Si el daño que
se teme del edificio no fuere grave, bastará que el querellado rinda caución de resarcir todo perjuicio que por
el mal estado del edificio sobrevenga”. Y el último de ellos agrega: “Las disposiciones precedentes se
extenderán al peligro que se tema de cualesquiera construcciones; o de árboles mal arraigados, o expuestos
a ser derribados por casos de ordinaria ocurrencia”.
En resumen, la denuncia de obra ruinosa puede tener por objeto pedir:
a) La demolición o enmienda de una obra ruinosa o peligrosa;
b) El afianzamiento o la extracción de árboles mal arraigados o expuestos a ser derribados por casos
de ordinaria ocurrencia; y
c) El otorgamiento de una caución por parte del querellado para resarcir todo perjuicio que por el mal
estado del edificio sobrevenga, si el daño que se teme del mismo no fuere grave.
Empero, algunos piensan que esto último escapa al objetivo o finalidad del interdicto que vamos a
tratar, por ser materia de juicio de lato conocimiento; opinión que, por nuestra parte, no compartimos, en
razón de que no hay inconveniente de orden legal alguno que impida solicitar la caución, como subsidiaria de
las peticiones sobre demolición o enmienda de una obra ruinosa o peligrosa.

Titulares de la denuncia de obra ruinosa:


En atención a que el ejercicio de este interdicto no sólo interesa a los particulares amenazados por el
daño que causen los edificios ruinosos o peligrosos o los árboles mal arraigados o expuestos a ser
derribados, sino también a la sociedad en general, el legislador autorizó a las municipalidades y a cualquiera
persona del pueblo para interponer denuncia de obra ruinosa en favor de los caminos, plazas u otros lugares
de uso público, y para la seguridad de los que transitan por ellos (art. 948, inc. 1°, CC).
Y para dar un mayor aliciente al ejercicio de esta acción popular, agregó que siempre que a
consecuencia de ella “haya de demolerse o enmendarse una construcción, o de resarcirse un daño sufrido,
se recompensará al actor, a costa del querellado, con una suma que no baje de la décima, ni exceda a la
tercera parte de lo que cueste la demolición o enmienda, o el resarcimiento del daño; sin perjuicio de que si
se castiga el delito o negligencia con una pena pecuniaria, se adjudique al actor la mitad” (art. 948, inc. 2°,
CC).

Requisitos formales de la denuncia.


A diferencia de lo acontecido con las querellas de amparo, restitución y restablecimiento, nada ha
estatuido la ley sobre estos requisitos.
En consecuencia, en la redacción de la denuncia de obra ruinosa, no habrá otro camino que
ajustarse a los requisitos formales de toda demanda señalados en el artículo 254 del Código de
Procedimiento Civil, aplicable en este caso a virtud de lo preceptuado en el artículo 3° del mismo Código.
Normalmente, el denunciante en la parte petitoria de su denuncia solicitará que, en definitiva, se
acoja, ordenando ya la demolición o enmienda de la obra ruinosa o peligrosa de que se trate, o bien la
extracción o afianzamiento de los árboles, según el caso, y, en subsidio, para el caso de obras ruinosas o
peligrosas, que el querellado otorgue una caución para responder de todo perjuicio, si el daño que se teme no
fuere estimado grave por el juez.
No olvidemos que si la denuncia es puesta en actividad, a virtud de acción popular, también deberá
pedirse en ella que se declare el derecho a recompensa, reservando la facultad de discutir acerca de su
cuantía después de la ejecución del fallo (art. 582 CPC).

Resolución que recae en la denuncia y su notificación:


Presentada la denuncia de obra ruinosa, el tribunal la proveerá ordenando la práctica de una
inspección personal, a la mayor brevedad, de la construcción o árboles denunciados, con la ayuda de un
perito nombrado también por él mismo (art. 571 CPC).
Esta resolución deberá ser notificada al denunciado en conformidad a lo que dispone el Título VI del
Libro I, o sea, personalmente, y en cualesquiera de sus formas; pero, en el caso del artículo 44, se hará la
notificación en la forma indicada en el inciso 2° de dicho artículo, aunque el querellado no se encuentre en el
lugar del juicio (arts. 553 y 573 CPC).
Si el denunciado no se ha hecho parte en primera instancia antes del pronunciamiento de la
sentencia definitiva, se pondrá ésta en conocimiento del defensor de ausentes, quien podrá deducir y seguir
los recursos a que haya lugar (arts. 553 y 573 CPC).
Ahora bien, la inspección personal del tribunal se llevará a efecto con la asistencia de las partes que
concurran, pudiendo incluso, cada una de ellas, si lo estiman conveniente, asociarse para este acto de un
perito (art. 571 CPC).
De todo lo obrado se levantará acta, en la que se harán constar las opiniones o informes periciales,
las observaciones conducentes que hagan los interesados y lo que acerca de ello note el juez que practica la
diligencia. Empero, cuando el reconocimiento haya de practicarse a más de cinco kilómetros de distancia de
los límites urbanos de la población en que funciona el tribunal, podrá éste cometer la diligencia al juez inferior
que corresponda o a otro ministro de fe, quienes procederán asociados del perito que el tribunal designe y en
la forma anteriormente señalada (art. 571, inc. 2°, CPC). En este último caso podrá el tribunal que conoce de
la causa, antes de dictar sentencia, disponer que la diligencia de reconocimiento se rectifique o amplíe en los
puntos que estime necesario (art. 572, inc. 2°, CPC).

La citación para oír sentencia y la sentencia definitiva:


Con el solo mérito de la inspección personal del tribunal practicada a la construcción o a los árboles
denunciados, el tribunal en el acto citará a las partes a oír sentencia, la que deberá dictar de inmediato o en el
plazo de los tres días subsiguientes (art. 572, inc. 1°, CPC).
En la sentencia definitiva el juez tendrá forzosamente que optar entre estas dos soluciones:
a) Denegar lo pedido por el querellante; o
b) Decretar la demolición, enmienda, afianzamiento o extracción a que haya lugar (art. 572, inc. 1°,
CPC).
Al decidir lo controvertido, deberá también considerar el tribunal si hay alguna petición subsidiaria
sobre caución del querellado o alguna petición de derecho a recompensa y de reserva en lo que se refiere a
su cuantía, a fin de no incurrir en ninguna omisión a este respecto.
A falta de disposiciones especiales acerca de condenación en costas, habrá que ceñirse a las reglas
generales.

Medidas urgentes de precaución:


En la misma sentencia que ordena la demolición, enmienda, afianzamiento o extracción, puede el
tribunal decretar desde luego las medidas urgentes de precaución que considere necesarias, y además que
se ejecuten dichas medidas, sin que de ello pueda apelarse (art. 574 CPC).

Los recursos:
La sentencia definitiva de primera instancia pronunciada en la denuncia de obra ruinosa es
susceptible de los recursos de casación en la forma y de apelación.
La apelación se concederá en ambos efectos, sea que se deniegue lugar al interdicto (art. 550 CPC),
sea que se acoja (art. 575 CPC); y, en todo caso, se tramitará como los incidentes (art. 550 CPC).
Por su parte, la sentencia definitiva de segunda instancia será susceptible de ser atacada por medio
de los recursos de casación en la forma y en el fondo. Es de advertir que los recursos de casación
interpuestos ya contra la sentencia de primera instancia, ya contra la de segunda, si bien en principio no
debieran suspender la ejecución de estos fallos, lo cierto es que impiden la ejecución de lo resuelto, cuando
se acoge el interdicto, en razón de que su cumplimiento haría imposible llevar a efecto la sentencia que se
dicte de acogerse el recurso, o sea, la sentencia que en tal caso desecharía el interdicto (art. 773, inc. 2°, del
CPC) ¿Cómo podríamos volver a construir un edificio demolido, o bien, a plantar nuevamente árboles que ya
fueron arrancados...?

Reserva de la acción ordinaria:


Cuando se dé lugar al interdicto, no se entenderá reservado el derecho de ejercer en vía ordinaria
ninguna acción que tienda a dejar sin efecto lo resuelto (art. 576 CPC).
A contrario sensu, la sentencia que rechace la denuncia de obra ruinosa, deja a salvo a la parte
vencida el derecho de ejercer en vía ordinaria la acción que crea convenirle.

Ejecución de la sentencia que acoge el interdicto.


Dispone el inciso 1°, parte final, del artículo 932 del Código Civil: “ Si el querellado no procediere a
cumplir el fallo judicial, se derribará el edificio o se hará la reparación a su costa”.
Se trata, por consiguiente, de una prestación de hacer y, aun en el silencio de la ley civil, la sentencia
se habría ejecutado en idéntica forma frente a lo que prescribe el artículo 235, N° 5° del Código de
Procedimiento Civil acerca del cumplimiento de las sentencias que ordenan la ejecución o destrucción de una
obra material.
También, una vez ejecutado el fallo, habrá que determinar prudencialmente la cuantía de la
recompensa que pudiere corresponderle al actor popular, dentro de los límites señalados por el artículo 948
del Código Civil, oyendo en audiencia verbal a los interesados (art. 582 CPC).

Medidas administrativas o de policía:


Todo cuanto hemos dicho respecto de la denuncia de obra ruinosa es sin perjuicio de las medidas
administrativas o de policía a que haya lugar según las leyes (art. 583 CPC).

LOS INTERDICTOS ESPECIALES:


Concepto:
Son aquellos juicios posesorios sumarios que se intentan para:
a) Ejercitar las acciones sobre suspensión de las obras de que tratan los artículos 874, 875 y 878 del
Código Civil, relacionados con las servidumbres legales de luz y vista (art. 580 CPC);
b) Ejercitar las acciones posesorias especiales que contemplan los artículos 941 y 942 del Código
Civil (art. 579, inc. 1°, CPC); y
c) Ejercitar las acciones posesorias especiales sobre aguas, que contempla el Título IX, Libro I del
Código de Aguas (arts. 577 y 579, inc. 1°, CPC).

I.- Acciones posesorias especiales relacionadas con las servidumbres de luz y vista.-
Se trata de las acciones consagradas en los artículos 874, 875 y 878 del Código Civil, que son las
siguientes:
a) La que tiene el codueño para pedir que se suspenda la construcción de toda ventana o tronera en
una pared medianera, sin su consentimiento (art. 874 CC);
b) La que tiene el propietario de un predio para pedir la suspensión de toda obra destinada a dar luz
a una propiedad vecina, si dicha obra no se ajusta a las condiciones legales, a saber:
1ª Que la ventana esté guarnecida de rejas de hierro, y de una red de alambre, cuyas mallas tengan
tres centímetros de abertura o menos; y
2ª Que la parte inferior de la ventana diste del suelo de la vivienda a que da luz tres metros a lo
menos (art. 875 CC); y
c) La que tiene el propietario de un predio cerrado o no, para pedir la suspensión de las obras
consistentes en ventanas, balcones, miradores, o azoteas, ejecutadas en el predio vecino y que den vista a
las habitaciones, patios o corrales de su propio predio, si entre dichas obras y el predio del actor no interviene,
a lo menos, una distancia de tres metros, medidos entre el plano vertical de la línea más sobresaliente de la
referida ventana, balcón, etc., y el plano vertical de la línea divisoria de los dos predios, siendo ambos
paralelos, y no siéndolos, aplicando la misma medida a la menor distancia entre ellos (art. 878 CC).
Ahora bien, estas tres acciones posesorias especiales se someten al procedimiento establecido por
la ley procesal civil para el caso de la denuncia de obra nueva, o sea, a las normas señaladas en los artículos
565 al 570 del Código de Procedimiento Civil (art. 580 CPC).

II.- Acciones posesorias especiales contempladas en los artículos 941 y 942 del Código Civil.-
Son las siguientes:
a) La que tiene el dueño de una casa para impedir que cerca de sus paredes haya depósito o
corrientes de agua, o materias húmedas que puedan dañarla, como asimismo, para impedir que se planten
árboles a menor distancia que la de quince decímetros, u hortalizas o flores a menor distancia que la de cinco
decímetros (art. 941 CC); y
b) La que tiene el dueño del suelo para exigir que se corte la parte excedente de las ramas de un
árbol si las extiende sobre dicho suelo, sin perjuicio de su derecho a cortar él mismo las raíces si éstas
también penetran en su suelo (art. 942 CC).
Ahora bien, ambas acciones posesorias se sujetarán al procedimiento establecido en los artículos
571, 572, 573 y 574 del Código de Procedimiento Civil, o sea, al de la denuncia de obra ruinosa; pero con
exclusión de lo preceptuado en los artículos 575 y 576 de ese Código (art. 579, inc. 1°, CPC).
En otros términos, estas acciones posesorias, si bien se ajustan en su tramitación a la denuncia de
obra ruinosa, reconocen en ella dos importantes excepciones:
1ª Las apelaciones se concederán sólo en el efecto devolutivo, salvo que el fallo apelado no dé lugar
al interdicto (art. 550 CPC); y
2ª Las sentencias que se dicten dejan a salvo su derecho a las partes para deducir en vía ordinaria
las acciones que por la ley les correspondan (art. 581 CPC).
Si al ejercitarse la acción posesoria contemplada en el artículo 941 del Código Civil, el denunciado
pretende asilarse en la excepción contemplada en el inciso final de ese mismo precepto, o sea, que la
plantación de los árboles, flores u hortalizas haya precedido a la construcción de las paredes, se dará a esta
excepción la tramitación de un incidente y se recibirá a prueba, sin perjuicio de practicarse por el tribunal la
correspondiente inspección (arts. 578, inc. 1°, y 579, inc. 2°, CPC).
Para recibir esta prueba, el tribunal señalará la audiencia correspondiente al quinto día hábil después
de la última notificación y a ella deberán concurrir las partes con sus testigos y demás medios probatorios.
Dicha audiencia tendrá lugar con sólo el interesado que asista (arts. 578, inc. 2°, y 579, inc. 2°, CPC). La
parte que quiera rendir prueba testimonial deberá entregar en secretaría, para que se agregue al proceso
antes de las doce del día que preceda al de la audiencia, una lista de los testigos de que piense valerse, con
expresión del nombre, profesión u oficio y residencia.
Son aplicables en este caso las disposiciones de los artículos 555 al 561 (arts. 578, incs. 3° y 4°, y
579, inc. 2°, CPC).

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